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Comunicación
y Psicología
…y los dinosaurios se
echaron a volar!
Manuel Calviño
Publicaciones Acuario
Centro Felix Varela
La Habana, 2012
Coordinador Editorial: Carlos F. Melián López
Cuidado de la edición y corrección: Lisel Bidart Cisneros
Diseño: Manuel Calviño
© Manuel Ángel Calviño Valdés Fauly 2011
© Publicaciones Acuario, 2012.
ISBN: 978-959-7071-87-7
Todos los derechos reservados. Las opiniones expresadas en esta publicación no son
necesariamente compartidas por el Centro Felix Varela.
Se autoriza el uso y la reproducción de este material con fines no comerciales, siempre y cuando
se cite la fuente.
Cal
Calviño, Manuel
Comunicación y Psicología.
… y los dinosaurios se echaron a volar
Comunicación
Psicología
Relaciones interpersonales
Es una publicación del Centro Félix Varela
Publicaciones Acuario.
Calle 5ta #720, esq. 10, El Vedado,
Plaza, CP 10400. La Habana, Cuba
Tel.(53-7)836-7731
Fax (53-7)833-3328
Correo electrónico: [email protected]
Sitio web: http://www.cfv.org.cu
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Índice
1
Breve introducción (musical).
3
Dinosaurios... a volar!
Demandas de desarrollo para la psicología en el advenimiento
y despliegue de los 2000
4
1
Mirar y hacer Psicología en Cuba y desde Cuba –
La Psicología ha muerto. Larga vida a la Psicología.
Muy breve ensayo sobre el paso de un modo de vida a otro y la aprobación
de los monumentos a construir para contrarrestar el olvido.
14
Reflexiones epistémicas en psicoterapia de grupo.
Copy and Paste. Un remake aún necesario.
33
Antes de llegar al futuro.
Meditaciones probablemente antiguas sobre cosas modernas y posmodernas.
53
Más allá de la psicología, de la medicina y de la enseñanza:
la felicidad humana.
63
Acción comunitaria en Salud Mental: multiplicadores
y multiplicandos.
75
Los valores y el desarrollo espiritual.
Reflexiones desde la vida cotidiana.
Ser psicóloga hoy ...y mañana.
88
99
Silencios que piden voz.
Sustentando la función crítica de la comunicación social.
109
Psicología con «p» o sicología sin «p».
Algo más que una letra omitida. Confesiones pecaminosas de un pecador
confeso y voluntario.
127
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
La comunicación de bien público y el bien público de
la comunicación.
Manuel Calviño
139
El bailador crítico.
Pensando en la formación después de la formación y en otros escenarios.
152
2
Más allá del principio del placer: el principio del saber.
El derecho de saber y el deber de hacer saber.
165
El bienestar familiar entre la transversalidad y la
diáspora mediática.
El Mamut y otras historias.
183
Freud en La Habana
Apuntes sobre la sexualidad del cubano.
198
Psicología e invisibilidad.
El no ―extraño‖ caso de los públicos y las audiencias invisibles.
Las psicólogas y los psicólogos cubanos
decimos no a la guerra.
205
216
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Breve introducción (musical).
Vivo en un país libre
cual solamente puede ser libre
en esta tierra, en este instante
y soy feliz porque soy gigante.
Amo a una mujer clara
que amo y me ama
sin pedir nada
—o casi nada,
que no es lo mismo
pero es igual—.
3
Y si esto fuera poco,
tengo mis cantos
que poco a poco
muelo y rehago
habitando el tiempo,
como le cuadra
a un hombre despierto.
Soy feliz,
soy un hombre feliz,
y quiero que me perdonen
por este día
los muertos de mi felicidad.
Vivo en el mismo país que Silvio. Y más allá de nuestros amores particulares, amamos a la misma mujer
clara, la que merece amor y que llamamos Cuba. Somos de una misma generación de cubanos. Somos
amigos. Si esto fuera poco él tiene sus cantos que poco a poco muele y rehace habitando el tiempo. Si esto
fuera poco, yo tengo mis escritos, que también muelo y rehago habitando el tiempo.
Entonces cuando otro amigo, hermano, Nelson Zicavo, me dijo: ¿Tenés algo que podamos publicar para
apoyar tu estancia en la Universidad?, pensé: puedo moler y rehacer escritos… es también un modo de
habitar el tiempo y sobre todo de compartir con ustedes. Son textos, eso sí, intertextuados, como si se citaran
a sí mismos. Fueron leídos en diferentes escenarios, por eso se intersectan, se repiten, como reafirmando (no
del todo) aquella frase rusa: la repetición es la madre del aprendizajes.
Agradezco a las autoridades universitarias este privilegio que me hace deudor-colaborador. Agradezco a
Nelson, amigo y compañero de muchas batallas. Agradezco a AMAPSI que se hace cargo ahora de la
versión digital. A Marcos Murueta, siempre instigador. Les agradezco a ustedes que me van a regalar un
pedazo de su tiempo para leer cosas que apenas he juntado desde la ansiedad, sin preocuparme mucho por
repeticiones o ausencias.
Sobre todo gracias por ser, ahora mismo, los vivos de mi felicidad.
Prof. Manuel Calviño
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
¡Dinosaurios... a volar!
Demandas de desarrollo para la psicología en el advenimiento
y despliegue de los 2000.
4
En algún momento este escrito fue una carta para mis compañeros de profesión. Se acercaba el fin
del milenio y no quería desaprovechar la oportunidad sin «pedir un deseo». La mayoría de los
psicólogos en Cuba hicimos nuestra formación básica entre los sesenta y los ochenta. Muy
influidos por la complacencia lógica de los procesos victoriosos. Pero, al mirarme a mí mismo,
comencé a sentir que me estaba sentando en las sillas, esas de las que Silvio dice: El que siga un
buen camino tendrá sillas peligrosas que lo inviten a parar. La diatriba no es contra nadie. Es
contra todos. Es contra mí mismo. Es como la crítica: nunca es buena si no es también autocrítica.
Las verdades más espinosas acaban por ser escuchadas y reconocidas
una vez que los intereses heridos y los afectos por ellos despertados
han desahogado su violencia.
Siempre han pasado así.
Sigmund Freud
Los que la amamos tenemos que tratar de pensar,
hoy más que nunca,
qué es esto que la está cambiando y
hacia dónde y para qué.
Fernando Calderón
Los primeros dinosaurios eran pequeños, de estructura liviana, bípedos. No tenían ni
autoridad ni poder, solo ansias: ansias de vivir, de hacer, de crecer, «éramos tan jóvenes».
Durante los periodos jurásico y cretácico, los dinosaurios evolucionaron hacia una gran
variedad de tipos adaptativos, muchos de los cuales alcanzaron un tamaño colosal. Entonces
sí fueron figuras destacadas, figuras poderosas, imponentes, algunos fueron hasta
reconocidos internacionalmente. De estos, algunos se encargaron de una interpretación
bastante errada de lo que significa la «dictadura del proletariado» y se constituyeron
lamentablemente como una «dinosauriocracia oligárquica». Generaron un mal principio de
funcionamiento: «nunca se sabe quién tiene la razón, pero es fácil saber quién tiene el
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
poder». Pero no se les adjudican malas intenciones, sino comprensiones unipersonales, falta
de interacción con la manada, «creérselo demasiado». En realidad confundieron
(confundimos, no estoy fuera del juego) la razón con el poder. Soy de los convencidos de
que la megalomanía no necesariamente es una enfermedad, puede ser también un mecanismo
de adaptación, puede que hasta sea un estadio del desarrollo.
Que aquellos lagartijos pequeños hayan desaparecido es algo que seguramente no extraña a
nadie. Lo que es difícil de comprender es cómo los otros, los grandes saurios, animales tan
majestuosos, fuertes y dominantes como el tiranosaurio, por ejemplo, corrieron la terrible
suerte de la extinción. Los especialistas han dado diversas explicaciones. Como siempre una
buena parte de ellas son verdaderos monumentos a la fantasía. La mayoría de las personas
piensa que los dinosaurios desaparecieron gradualmente a lo largo del periodo cretácico
superior: «A todo el mundo le llega su hora, nadie se salva del pie forzado». Algunos hablan
de un gran asteroide que impactó contra la tierra entre el periodo cretácico y la era terciaria,
hace unos 65 millones de años, creando una suerte de «periodo especial» que pudo haber
producido ciertos cambios que afectaron a todo lo que vivía. Sin embargo, parece ser que la
gran mayoría de los dinosaurios ya se habían extinguido por ese tiempo.
La representación más contundente, siguiendo el principio de la verdad más sencilla, es
simplemente que desaparecieron porque no evolucionaron. Probablemente estaban tan
orgullosos y contentos de ser dinosaurios que se mantuvieron firmes hasta la desaparición. El
episodio bien pudiera catalogarse de «victoria pírrica» de la dinosauriocracia, sobre el
intento de la naturaleza de doblegar su autoridad y poder absoluto. Mal aliento, es decir,
poco estimulante lo que nos deja esta historia para los dinosaurios de hoy.
Sin embargo, no pasó esto exactamente igual con todos los dinosaurios. Parece que algunos
eran un poco más inteligentes y fueron más revolucionarios: «...hay hombres que se resignan
a esa realidad, hay hombres que se adaptan a esa realidad, y hay hombres que no se pueden
resignar ni adaptar a esa realidad y tratan de cambiarla, por eso son revolucionarios» (Castro
F, 1961).
Jack Horner, el inspirador del aventurero Alan Grant, el héroe del «Parque Jurásico», durante
sus largos años de trabajo dice haber desenterrado y obviamente examinado más de
cincuenta mil dinosaurios. Sus hipótesis convencen por su carácter novedoso, hasta
intrépido, sin demeritar el arsenal factológico acumulado. En una de las tantas entrevistas
que lo han hecho un personaje popular dijo: «Muchos de los dinosaurios no fueron lagartos,
estos más bien eran grandes pájaros». Hoy es una teoría admitida por la mayoría de los
paleontólogos que las aves actuales evolucionaron a partir de los dinosaurios carnívoros y
bípedos. Entonces unos dinosaurios desaparecieron. Pero otros echaron a volar.
Zoofílicamente, me consuela más la idea según la cual no todos los dinosaurios
desaparecieron, sino que algunos se fueron volando. No se fueron volando a otro país (lo
cual tampoco puede ser
desconsiderado —la migración real y la ficticia: «no llores vida mía que pronto volveré» se
ha tragado a no pocos). Se fueron volando a otro estadio de desarrollo.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Este «volar» de los dinosaurios es todo un símbolo del crecimiento: es el despliegue de las
capacidades hacia el futuro lo que definitivamente marca la diferencia entre la dialéctica y la
metafísica, y por ende entre el desarrollo y la extinción, la vida y la desaparición. A veces
equivocamos el concepto de trascendencia. Trascendente no es solo y no tanto lo que otros
enarbolan como sustento pretérito, anterior, pasado, de sus sueños, sino sobre todo lo que
muta, lo que se reinscribe en los nuevos contextos discursivos de la vida.
¿Quiénes son los actores en la metáfora que quiero compartir con ustedes?: los actores son
los dinosaurios. Somos los dinosaurios. Y concentrándome en el único espacio en el que me
siento apto para una reflexión seria, la psicología, entonces siempre hablo de los «psi»
dinosaurios.
¿Quiénes somos los «psi» dinosaurios? Somos figuras enmohecidas por el herrumbre
posmoderno. Para algunos nos hemos quedado atrás: mientras todo lo sólido sigue
desvaneciéndose en el aire, los dinosaurios cantan «quién dijo que todo está perdido. Yo
vengo a ofrecer mi corazón». Mientras el sepulturero del capitalismo anunciado ya en el
Manifiesto Comunista, sigue abriendo la interminable fosa para un muerto con demasiada
salud como para declararlo inexistente, mientras el sepulturero sigue como asalariado de
aquel que lo engendró y lo alimenta, los dinosaurios no quieren esperar a que el desarrollo de
las fuerzas productivas desborde las relaciones de producción existentes. Los dinosaurios
repiten con «Silviosaurio»: si no creyera, qué cosa fuera. Y creemos en la posibilidad (en la
necesidad y en la inevitabilidad) del cambio social. Creemos en el marxismo como
instrumento de trabajo. Muchos de los «psidinosaurios» solo existen como imagen en los
más jóvenes. Otros como fotos, monumentos, hasta incluso como paradigmas teóricos.
Una buena parte de los dinosaurios que más conozco son más o menos de la generación de
los sesenta. De esos años, que como ya he dicho en otras oportunidades, son siempre
recordados por los que hoy cargan con algo más de 45 años como la época dorada: la
filosofía del make love, not war (y ciertamente hicimos mucho el love y rechazamos mucho
la war, aunque supimos hacerla cuando la alternativa no fue otra. Las tres «M»
revolucionadoras (Marx el Dios, Mao su espada, Marcuse su profeta). El Mayo rojo francés
—siguen las «M». Los hippies. Los Beatles. Los movimientos guerrilleros de liberación. La
Revolución Cubana, con mayúscula. El Che. Hablo de esa década que podríamos llamar el
«Idealicrácico», bastante posterior al Jurásico y con no menos éxito de taquilla. Época que
devino en un arrebato de humanismo crítico trascendente, un grito de esperanza y confianza
en el ser humano, un basta multiplicado por millones de voces que con la negativa, la ruptura
o la lucha destrozaron la imagen de perfección edulcorada y falsa que siguiendo las
enseñanzas de Dorian Grey la sociedad de clases había construido para sí. La época de la
defensa de las mayorías y de las minorías desde una estética de las diferencias, una ética
humanista fundamental y una ideología cuando menos revolucionadora. Los dinosaurios que
no clamaban posesión, que no querían sencillamente tener. Reclamaban y exigían el derecho
a ser. Mi voto y mi adscripción con los dinosaurios. Soy marxista ¿y qué? Sigo creyendo que
vale la pena.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Pero no he utilizado la imagen del dinosaurio porque es la crítica más severa que, desde el
punto de vista de los posmodernos, he recibido en los últimos tiempos traída de la mano de
los sectores etarios a los que ya no pertenezco, pero a los que miro con sana envidia y con
corazón abierto. Tampoco porque el genio de Spielberg y la astucia de los vendedores de
juguetes hayan puesto de moda a los «reptiles terribles» (traducción castellana de la voz
dinosaurio). Ni tan siquiera se trata, al menos solamente, de que Barney encanta al más
pequeño de mis hijos con su voz de «amiguitos vamos todos a cantar porque tenemos el
corazón feliz». Se me antoja que los dinosaurios tienen todavía muchas cosas que decirnos.
De ellas he logrado descifrar al menos una y quiero compartirla con ustedes. Dejen volar su
imaginación, prepárense para una asociación libre. Cualquier semejanza no es casual
coincidencia.
La psicología en mi país, en nuestro país, aceleró sus pasos ascendentes en épocas marcadas
por la voracidad de los sectores jóvenes que llegaron a ella, más bien que la instituyeron. Un
desarrollo impetuoso construido de una parte con el mimetismo, desde el que también es
posible el descubrimiento de la identidad, de lo propio. Hay quienes creen que la época de la
rusificación psicológica fue, como dicen del turismo algunos políticos, «un mal necesario».
Para mí fue una suerte. Públicamente quiero agradecer a los que me dejaron crecer ante su
imagen especular y fueron, como los padres somos ante nuestros hijos, blanco de las críticas
sobre las que se construye la identidad. De otra parte, el desarrollo fue marcado con la
frescura ecléctica y pragmática del accionar imprescindible en los escenarios sociales
concretos. Hoy una ausencia a clase es un pecado, cuando muchos de nosotros estudiamos, la
ausencia era el modo de asumir la presencia de la vida. ¿Somos tan malos como para pensar
que no se justifica la experiencia?
En apenas treinta años (estoy considerando que podemos hablar de práctica evidente de la
psicología en Cuba a partir de los finales de los sesenta) lo hicimos casi todo. Hicimos la
psicología imperfecta: la que no espera a los grandes paradigmas para dar cuenta de su
existencia y de su impacto sobre el cotidiano existencial de las personas y sobre todo en el
proyecto social de la Revolución Cubana. Hicimos la psicología casi perfecta: la que
enarbola a la teoría como rectora de la realidad vislumbrada en algún que otro espacio
fáctico. Hicimos la psicología pluscuamperfecta: la que «no está ni ahí», como dicen mis
hijos. Se dice fácil, pero haber mantenido abiertos tres centros especializados en la
formación de psicólogos, cátedras de psicología en decenas de otros centros docentes, una
presencia reconocida en todos los niveles del sistema de salud, espacios estables en
empresas, fábricas. Haber logrado como gremio un desempeño profesional exitoso con un
déficit importante de condiciones. Haber sobrevivido al periodo especial con muy pocas
bajas: a pesar del dólar que escasea como efecto en las prácticas «psi», a pesar del «bombo»,
a pesar de las reducciones económicas, a pesar de la conversión de especialistas en
maleteros, etc. Súmese a esto un elemento saúrico: los dinosaurios que tenían los cerebros
más grandes eran los carnívoros. No se ha podido determinar si por ser inteligentes eran
comedores de carne, o si por ser comedores de carne se tornaron más inteligentes que los
herbívoros. En cualquier caso el tipo de alimentación de la especie correlacionaba de manera
significativa con sus capacidades intelectuales. No es esto una oda a los gordos (que no me
vendría mal). Hablo de lo que es nuestra alimentación profesional básica: la información, el
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
saber actualizado de lo que se hace y hacen otros. Todo esto y más nos hace merecedores
cuando menos de «rabo y orejas» al decir de las fiestas taurinas. No es esta lamentablemente
la historia reciente de otras profesiones. Me siento orgulloso de mi gremio «dinosáurico
profesional» que ha estado siempre en su geografía simbólica y real: «…te fuiste, por eso
perdiste. Yo no. Yo me quedé. Y ahora soy el rey». Toda regla tiene su excepción. Pero la
regla es la dominante instituyente. Los psicólogos nos quedamos.
Pero del peligro de un proceso de estancamiento no está exento ni el más ferviente seguidor
de los demócritos y heráclitos. El estancamiento no es una decisión de voluntad, sino una
marca de los tiempos, de las viscisitudes, de los multifacéticos determinantes exógenos y
endógenos de los discursos científicos, profesionales y personales. ¿Si los dinosaurios se
estancaron por qué no nosotros? Creo que en El Capital, Marx nos recomendaba ser incluso
pésimos arquitectos antes que abejas. Se fundamentaba en la capacidad de anticipación. A
Julio Iglesias le faltó anticipación, por eso tropezó dos veces con la misma piedra. Conste
que no estoy para nada diciendo que estamos en franco proceso de extinción. Estoy
sencillamente afirmando que tenemos síntomas de estancamiento.
Desde mi punto de vista, la psicología que hacemos, la que hemos venido haciendo desde
nuestra vocación humanista, marxista y cubanista, está necesitada de alas. Por su forma,
corre el riesgo de verse convertida en una práctica en exceso dogmatizada, demasiado seria,
y, desde un lado más emocional, por momentos aburrida, cíclica, rutinaria. Y esto corre el
tremendo peligro de erosionar al deseo, al atractivo, a la ansiedad como movilizador esencial
de toda práctica humana, incluso las profesionales y científicas. No deberíamos ser nosotros
los que olvidáramos que desde 1920, año en el Freud terminó de escribir y publicó uno de
sus trabajos más controvertidos y a mi juicio innovador: Más allá del principio del placer,
está escrita la verídica suposición psicoanalítica según la cual «el curso de los procesos
anímicos es regulado automáticamente por el principio del placer». (Freud S.). Se trata de un
principio del funcionamiento psíquico, que como el genial creador del psicoanálisis señala
«corresponde a un funcionamiento primario del aparato anímico». Hace unos años atrás
reunido con un grupo de estudiantes de la Facultad de Psicología les decía que la Psicología
necesitaba un new look, necesita asociarse con lo agradable, defender el principio del placer,
lo divertido. Y esto tiene que ver mucho con la autenticidad, con la improvisación, con el
cuestionamiento.
Es contradictorio con la misma idea de la historicidad del pensamiento y de la producción
cultural de la subjetividad pensar que con las mismas categorías, los mismos problemas, los
mismos métodos, etc. se puede año tras año avanzar en una psicología de profundo carácter
social: «...hasta las categorías más abstractas, a pesar de su validez...son, no obstante,...el
producto de condiciones históricas, y no poseen plena validez sino para estas condiciones y
dentro del marco de las mismas». (Marx C, 1975:251). Recorriendo los pasillos y salones del
Palacio de Convenciones, Centro en el que realizamos nuestro Hominis‘99, he tenido por
momentos la impresión de estar en el Psicología‘90, y más, me he sentido en el Cristino
Naranjo esperando a que alguien más me hable mal del tiburón del almuerzo. Alguien me
decía en estos días: «algunas sesiones me han servido de repaso de lo que estudié hace 15
años».
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
¿Duda alguien de que la realidad en la que vivimos es distinta a la de aquellos días? ¿Es
posible pensar que con el mismo discurso se pueden decir distintas cosas? Obviamente, están
las deudas. La Ciencia psicológica siempre tendrá deudas. «El residual irresuelto»,
podríamos decir con Watzlawick. El saber de nuestra disciplina nunca es completo. En su
incompletitud está también su capacidad de automovimiento. En su falta está el desarrollo
indetenible de su objeto de estudio. Pero las deudas con el pasado no deben ser las marcas
instituyentes del discurso de hoy. Que el genio de Vygotsky no haya sido reconocido en su
época no es razón suficiente como para repetir sus ideas en su versión original (¿alguien
puede decir cuál es la versión original?) La defensa del enfoque histórico cultural tiene sus
razones en hoy. En el ayer, solo tiene parte de su experiencia.
Las referencias históricas tienen sobre todo un carácter de «base orientadora‖. Su sentido
propio es el de «dar una orientación para la búsqueda» y no podrán dar jamás el resultado de
la búsqueda misma. Es eso también parte del sentido del marxismo para la psicología. El
sentido de mi adscripción al marxismo significa, entre otras cosas, el encuentro de una base
orientadora. Considero que las bases orientadoras de la Psicología tienden a encontrarse en
obras cuya contemporaneidad no reside en su año de publicación sino en los problemas que
plantean y las alternativas de reflexión que encierran. Como dice Juan Carlos de Brasi en el
prólogo al libro Clínica Grupal, Clínica Institucional, «…los viejos autores, siempre podrán
ser los nuevos actores de un pensamiento inacabado». Pero las bases orientadoras no son las
prácticas concretas que de ellas puedan desprenderse.
No hay dudas de que existen epistemologías relegadas en nuestra disciplina, voces poco o
mal escuchadas, y traerlas a escena es en ocasiones poder hacerse cargo al fin de su valor.
Definitivamente y por suerte, hay cosas de las ciencias que resultan menos movidas por los
embates de la contemporaneidad, la moda, lo último que se publica. En un excelente trabajo
que leí hace muy poco se hace una cita a Limentani A que dice: «Mucho de lo que hoy se
escribe no está dirigido tanto a decir algo particularmente nuevo, como a averiguar por qué
hacemos ciertas cosas y si no hay maneras diferentes de hacerlas». Pero no confundamos
esto con la repetición que resulta hasta destructiva del posible contenido contemporáneo de
sus supuestas fuentes de origen.
Por momentos tengo la sensación de que una mala versión de "la honda retro" típicamente
posmoderna parece ganar espacio en nuestro ámbito profesional. La diversificación del
escenario profesional de la psicología me parece más que buena, imprescindible. Pero de ahí
a pensar que retrotraer la historia, con adicciones a discursos textuales con más pasado que
presente, es una alternativa, es partir, cuando menos, de una ingenuidad poco comprometida.
Más allá de mis defensas más que explícitas a la diversidad y a la asimilación crítica del
saber psicoanalítico, considero que intentar edificar una institución psicoanalítica, por solo
poner un ejemplo, a esta altura del juego, siguiendo las tradiciones más arcaicas y ya pasadas
de época de la gerontocracia psicoanalítica, es algo así como crear un partido bolchevique
en la Antártida a la usanza de los años veinte. Todo tiene su momento. Para quien pasa el
momento, la supuesta recuperación recuerda aquella idea de que las cosas ocurren una vez
como drama, pero cuando se repiten, entonces parecen caricaturas humorísticas. Hasta Luis
Miguel sabe que «el beso que negaste ya no lo puedes dar». ¿Se imaginan a los dinosaurios
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
del Parque Jurásico deleitándose con un plato de picadillo de soya? La mirada al pasado es
para construir lo nuevo, no para negar el presente.
En nuestras prácticas, sobre todo investigativas, la impronta positivista, por ejemplo, sigue
siendo marcada. El dato se concibe como un hecho dentro de la inspiración positivista, los
modelos lógicos de sustentación de la certeza son esencialmente los que defendieron por
mucho tiempo Scott y Wertheimer. Pero no es esto lo peor: con frecuencia nada despreciable
la contraposición metodológica a esta suerte de positivismo bien intencionado es tan endeble
que sin duda la prominencia positiva sarcásticamente se vuelve a imponer. Tal es el caso del
mal uso y abuso de supuestas técnicas cualitativas. Una suerte de destrucción metodológica
elemental, se ha visto favorecida por la falta de seriedad, de profesionalismo y hasta un
sentimiento de «inmunidad» e «impunidad» de algunos que sin saberlo son cómplices de la
desarticulación del saber y el hacer científico y profesional. Basta con el sentido común,
parecen decir algunos «maldefensores» de la epistemología cualitativa, para hacer ciencia.
Olvidan que el sentido común es el menos común de todos los sentidos. Más aún, olvidan
que la ciencia es sobre todo una exigencia que trasciende al sentido común lo mismo para
negarlo que para defenderlo.
Junto a esto considero que el «discurso científico más oficial», edulcorado y encartonado, no
ha dejado florecer un discurso opinático, más libre de atavismos y de exigencias.
Posiblemente menos riguroso, pero no por esto menos importante en el panorama integral
discursivo de una disciplina de vocación humanista y de confirmación social como la
psicología. En el fondo es la misma visión torquemadiana que sancionaba la obra freudiana
por su falta de cientificidad en los métodos de recolección de datos, la ausencia de cálculos
de significación en sus hallazgos, etc. No sé cómo no se les ocurrió hacer la misma crítica a
Marx y Engels, si en definitiva, como me dijo un alumno, nadie ha logrado poner a trabajar a
un grupo de monos y al final constatar que se convierten en hombres y empiezan a hablar.
«Todo al fuego» sentenció Martí. Todo al fuego para fundir una nueva disciplina más
enraizada en su realidad.
Nuestra disciplina tiene que hacerse cargo de su responsabilidad cultural. «Una revolución
solo puede ser hija de la cultura y de las ideas» (Castro F. Discurso pronunciado en el Aula
Magna de la Universidad Central de Venezuela). La Psicología es productora de cultura y de
ideas, pero no per se, sino bajo la acción de profesionales que se comprometan en su pensar,
en su decir y en su hacer con dicha producción. La cultura no es la producción o el escenario
conjuntivo y entrecruzado de la creación estética y ética de un grupo relativamente exiguo de
la sociedad. La revolución es un proceso de cambio epistemológico. Es la sustitución, y no la
renovación, de un paradigma de vida por otro. La cultura no es tan solo la producción
espiritual de todos los sectores sociales: la cultura es la estructura subjetiva de la libertad, de
la identidad, de la psicología real y concreta de los seres humanos. Para ello necesitamos
reforzar nuestras raíces y robustecerlas con nuestras alas.
Pero quizás lo que considero más crítico es que el centro epistemológico y metodológico de
nuestras acciones sigue muy centrado en una relación de poder. Estoy hablando de aquel
poder que García Márquez representó con tanta claridad en Del Amor y otros Demonios
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
cuando el Marqués de Casalduero, convencido de la inminente desaparición física de su hija
por la mordedura de un perro rabioso, intenta recuperar el tiempo emocional perdido en su
relación con la pequeña Sierva María. Dice entonces: «Le consagró todo su tiempo. Trató de
aprender a peinarla y a tejerle la trenza. Trató de enseñarla a ser blanca de ley, de restaurar
para ella sus sueños fallidos de noble criollo, de quitarle el gusto del escabeche de iguana y
el guiso de armadillo. La intentó casi todo, menos preguntarse si aquel era el modo de
hacerla feliz». Un preguntar-se cuya única respuesta está en reconocer que el asunto es otros:
preguntar-le.
Estamos demasiado convencidos de que lo que hacemos es lo mejor, lo conveniente, lo
adecuado. Seguimos en una posición distante del objeto de nuestro conocimiento que, a
diferencia de otras ciencias, es un ser humano, lo que quiere decir que somos nosotros
mismos. «En lugar de aprender a observarnos y entendernos, tratamos de impedir que nos
observen y entiendan nuestros sujetos» (Devereux G, 1991:52). Quizás nos falta acceder con
mesura y alternancia a esa idea posracionalista según la cual «todas las teorías desarrolladas
por el signo individuo, ya sean científicas o filosóficas, tienen su fundamento en la
emocionalidad y no en la racionalidad, al tiempo que sin emocionalidad no puede haber
racionalidad» (Ruiz A, 1995:21).
Esto que digo no es una renuncia a nuestra reciente tradición marxista, muy por el contrario,
es su profundización. Una comprensión más cabal de la dialéctica de lo absoluto y lo relativo
en lo que a teoría de la verdad se refiere. Una democratización participativa en lo que a
construcción del conocimiento se refiere sin miramientos prejuiciosos de paradigmas de
origen ni de posiciones vinculares de poder. El marxismo es un modo de andar y no un punto
de llegada, es un taller de trabajo y no una exposición de obras maestras. El marxismo es
ante todo «un método de trabajo y no un conjunto de dogmas...no es una dialéctica verbal, un
malabarismo de palabras clave, sino el descubrimiento activo de la dialéctica de las cosas»
(Zazzo R, 1976:111). Dialéctica es su comprensión dinámica, su centro epistemológico
generador de su desarrollo, de su modificación, de su negación y afirmación, de su unidad y
su ruptura.
Se habló en estos días de la alternativa posmoderna. Ya me he pronunciado al respecto. Pero
desde todo lo dicho hasta ahora no sería descubrir un secreto si les digo que me atraen del
posmodernismo algunas cosas. Precisamente aquellas que considero, necesitan nuestra
comprensión y nuestro hacer en la Psicología. En primer término, ese toque de irreverencia,
de cuestionamiento y no aceptación de lo sacrosanto. La ruptura de los dogmas. No me
identifico con el ―abolicionismo radical‖ típico del estar posmoderno, sino con una actitud
más consecuente con la idea marxista de la historicidad incluso de las categorías, como
señalé antes, y de las representaciones de la ciencia. Me fascina la idea de reencontrarnos
con la esencia crítica del marxismo, esa que siempre utilizamos como instrumento de análisis
de lo foráneo, de lo ajeno, de lo distante, pero que poco aplicamos en nuestro propio análisis,
en nuestro autocuestionamiento. Junto a esto, me atrae la posibilidad explícita de dudar, de
hacer de las certezas lugares de cuestionamiento. Y por último me identifico también con ese
lenguajear libre y con capacidad de ser auténticamente espontáneo, sin temor al error, a las
interpretaciones.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Es justo decir que en los últimos años algunas cosas se han modificado sensiblemente. El
distanciamiento político y económico con aquella caricatura en la que se ha convertido hoy
la extinta Unión Soviética nos facilitó acelerar el proceso de revisión crítica de nuestras
adherencias y comunidades. Este proceso se venía verificando desde la primera mitad de los
ochenta, pero sin duda alguna se acelera en el inicio de los noventa. Influencia positiva para
esta modificación ha resultado también nuestra apertura y reencuentro con Latinoamérica, la
multiplicación de los contactos con otros paradigmas latinoamericanizados. Pero aún
estamos desarrollando una versión de la psicología que no se ha dejado impactar por el
mundo contemporáneo allí donde, desde una visión cuando menos utilitaria, le resultaría
conveniente.
Aunque parezca cosa de viejo, me cito a mí mismo: no recuerdo donde leí que «»la esencia
de la grandeza radica en la capacidad de optar por la propia realización personal en
circunstancias en que otras personas optan por la locura‖. No hay duda que más de una razón
para la locura, la encontramos en una mirada al mundo de hoy, en un palpar nuestra realidad
cotidiana. Son muchas las invitaciones a la locura. Pero tenemos muchas razones para optar
por el crecimiento, por el desarrollo, por un proyecto emancipatorio que robustezca nuestras
esperanzas como anticipo irrevocable de la felicidad. Solo necesitamos que nuestros
compromisos no cieguen nuestra creatividad, que nuestras certezas y convicciones no se
conviertan en dogmas incuestionables, que nuestras ansias de lo nuevo no sean cercenadas
por los fantasmas de lo viejo. Dialéctica es por esencia la apropiación y regeneración de lo
nuevo, es contrario a todo lo que signifique resistencia al cambio, paranoia frente a lo nuevo,
confusión dogmatizante entre contaminación ideológica y transposición intercultural crítica.
«No es necesario renunciar al pasado para entrar en el porvenir. Al cambiar las cosas no es
preciso perderlas». Lo que sí es preciso es saberse reconocer a sí mismo en el nuevo lugar.
Ya gateamos. Ya caminamos. Ya corrimos. Ya saltamos. Ahora necesitamos volar. ¿Será
que alguien prefiere la extinción? Los dinosaurios lo hicieron. Nuestro instrumento de vuelo
es el pensamiento. Tenemos que volar libremente, pensar libremente. Y, como he dicho en
múltiples ocasiones, repetir con Bacon «creer que no se puede pensar ni se puede hacer es
idiotez, hacer sin querer pensar es fanatismo, pensar pero no hacer es deshonestidad, pero no
tener la osadía ni la decisión de pensar ni intentar hacer, es un acto de cobardía, un suicidio
intelectual». Dinosaurios… ¡a volar!
Bibliografía
Castro F. (1961): Palabras a los intelectuales. Ediciones del Consejo Nacional de Cultura,
La Habana.
Devereux G. (1991): De la ansiedad al método en las ciencias del comportamiento. 6ta
edición. Siglo XXI, México.
Marx C. (1975): Contribución a la crítica de la economía política. Editorial Ciencias
Sociales, La Habana.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Ruiz A. (1995): El modelo posracionalista en la Psicología. La Época. Ideas. Agosto 27,
México.
Zazzo R. (1976): Psicología y Marxismo. La obra y la vida de Henri Wallon. Editor Pablo
del Rio, Madrid.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Mirar y hacer Psicología en Cuba y desde Cuba la Psicología ha muerto. Larga vida a la Psicología.
Muy breve ensayo sobre el paso de un modo de vida a otro y la aprobación
de los monumentos a construir para contrarrestar el olvido.
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Recientemente fui invitado a dictar una Conferencia Magistral en un Congreso Internacional de
Estudiantes de Psicología que se celebró en mi país, Cuba. En Cuba nací y vivo. Cuba vive en mí
en todo momento. Soy Cuba como Cuba es yo en lo que me corresponde. En Cuba realizo toda mi
actividad profesional y despliego mi existencia como individuo. Con Cuba me hice quien soy y de
Cuba soy un defensor comprometido y batallador. De modo que siempre que hable de lo que hable
es desde, y en Cuba. Tomo entonces la conferencia de allá y se las entrego hoy con todo el respeto
que Uds. se merecen y que por ustedes siento. Les pido sí un poco de tolerancia. Me reconozco
provocador. Pero siempre desde el respeto y la solidaridad hacia cualquier postura diferente a la
que aquí expreso. Respetar es el mejor modo de ser respetado.
―Solamente puede ser científico
lo que sea discutible‖
Demo P.
Hace apenas unos meses, dado el actual retraso en las comunicaciones producido por
interrupciones telefónicas, ciclones, lluvias moderadas, passwords olvidados, máquinas
ocupadas, congestiones en la línea, «el número no está asignado a ningún abonado», no hay
tiempo de máquina, etcétera…
(Por cierto, qué cosa esta de las comunicaciones: las no–line son tildadas de viejas, huelen a
protohistoria. Las online, sin embargo, aunque sean viejas, como llegan en «tiempo real»
gozan del artificio alucinatorio de la inmediatez generalizada: una suerte de trasposición
categorial del reloj a la historia. El aquí-ahora como sinónimo del país peterpaniano del
«nunca jamá»s. Lo online es por definición nuevo. Ya esto no es la protohitoria. Peor aún: la
«poto-historia»... al decir chileno).
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Decía que hace unos días, con narcicística avidez me lancé a la lectura de una publicación
online que referenciaba a su vez otra lectura online (esta última en PDF = para disminuir
facilidades) del Review of General Psychology Vol. 6, No. 2, 2002. Un sugerente título me
prometía encontrar a los «100 psicólogos más eminentes del siglo XX». Con total premura
sin leer siquiera los nombres de los autores y muchos menos los criterios de selección, fui
directamente a la lista. Fui, como pueden suponer, a buscar mi nombre y el de mis «cuates».
Pero.... ¡ustedes no lo podrán creer!, qué terrible decepción: No estaba ni mi nombre ni el de
ninguno de mis amigos. Una lista inmensa de eminentes no había ningún amigo. Qué falta de
respeto. El trabajo, anglosajón al fin y al cabo, contiene, por mandato de lo mejor de las
estadísticas tradicionales, una lista de 99 escaños (puro artificio estadístico para ponderar las
posiciones). «Ah! —pensé inicialmente—obviamente es un error de la Revista. Seguramente
el nombre que falta es el mío. El 100 soy yo» (estuve a punto de decirlo a todos mis amigos).
Pero no. No había error. Nos dejaron fuera.
(Quizás los que confeccionaron la lista no saben que según www.vidaspasadas.com. en mi
anterior encarnación terrenal yo era mujer. Nací en algún lugar cerca del territorio de Nueva
Zelanda en el año de 1350. Fui de profesión banquero, usurero, o juez — las tres cosas son
más o menos lo mismo...lo que no entiendo es cómo siendo mujer logré ser alguna de esas
tres cosas—. Tenía talento natural para la Psicologia y sabía cómo aprovechar las
oportunidades. Era de sangre fría y calmada en muchas situaciones. Además mi vida pasada
me enseñó, para la presente, a amar y comprender el universo. Ser natural para lo
sentimental, lo espiritual, lo fantástico y lo oculto..... ¿para qué cambié de vida?)
Como quiera que según Deveraux el camino del científico comienza con la ansiedad para
desde allí construir el método, me lancé a una relectura de la lista. (Ya sé que no están mis
amigos. Ya sé que no estoy. Dejo las emociones aparte. Total ya Silvio Rodríguez me lo
había advertido: «Mi país es pobre, mi piel es mejunje, mi gobierno proscrito, mis huestes
utópicas. Soy candidato al inventario de la omisión, por no ser globable». Silvio Rodríguez.
Canción Fronteras. CD Expedición).
Y sí, me disminuyó la incomodidad individual, pero me movilizó, multiplicó y exacerbó la
prosocial, tanto que al cabo de un rato me contenté con cantar la ironía de un salsero cubano
Juan Formell1: «Qué pena, quépena: yo no soy de la gran escena...» Es más, pensé: yo creo
que no vale la pena. Digo que vale la pena no estar en el listado. Aunque me lo imploren no
dejaré que pongan a ninguno de los míos. Mis queridos amigos, esa lista me resultó
indignante y vergonzosa. ¿Por qué? Verán.... Recuerden que estamos hablando de los 100
psicólogos más eminentes del siglo XX.
(Eminente: alto, elevado...Fig. superior, sobresaliente. Nuevo pequeño Larousse–. En el
sentido etimológico y usual, superior y distinguido por esta superioridad. Eminentia per
metaphoram est excellentia. Vocabulario técnico y crítico de la filosofía. Sociedad
Francesa de Filosofía).
Hace algunos años, cuando quizás muchos de ustedes no pensaban estudiar psicología
(algunos ni pensaban...estoy hablando de 1976, yo ya era psicólogo), uno de los más
1
Conocido músico cubano, salsero, director de la orquesta «Los Van Van».
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
preclaros pensadores de la psicología en nuestro continente, Alberto Merani en su Historia
Crítica de la Psicología... escribió: «Los historiadores de la Psicología representan el reinado
de la arbitrariedad. Hasta hoy el historiador de la psicología ha sido hombre de una sola
doctrina, se ha mostrado demasiado orgulloso de una tradición psicológica, la de su mundo
cultural, y ha considerado la psicología como ciencia típicamente anglosajona, como
únicamente germana, o exclusivamente gala» (Merani A, 1976:11). Pues bien... no, en
realidad ―pues mal‖: poco ha cambiado, al menos para los que hacen, piensan y escriben
desde la APA (hablo de la American Psychological Association, no de la Asociación
psicoanalítica Argentina... aunque ambas tienen en común una vocación segregacionista).
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(Adjunto la lista, aunque no voy a leerla ahora, para que los que no conocen el
artículo en cuestión o no tengan modo de acceder a él, valoren después y armen su
propio juicio).
Claro que hay indiscutibles (al menos en mi opinión: Freud Sigmund, —no Ana, pero
también está. Quizás por aquello de que «de tal palo tal astilla»— Piaget, Kohler, Bruner,
por solo mencionar algunos). Pero es que un primer problema de la lista se relaciona
justamente con ―los que están‖. Qué quieren que les diga... La lista la encabeza Skinner
(Burrus...Frederick), a quien debemos agradecer por haber llenado las facultades de
Psicología de este continente, de ratas y palomas y otros animales mejor alimentados que una
buena parte de la población de las ciudades donde dichas facultades existen. Más aún, parece
que tendríamos que agradecerle por habernos comparado con ratas y hacernos sentir que
somos unos animales domesticables por sistemas de reforzamientos además de los políticos.
Brilla en el primer cuarto de nombres listados el de Carl Gustav Jung, quien hizo lo
imposible porque entendiéramos el «verdadero sentido ariohumanorracista» de la peor
enfermedad del siglo en cuestión: el nazismo. Honestamente, no sé si alguno de los vivos allí
listados se complace mucho con la inclusión lapidaria de su nombre junto a defensores de lo
más reaccionario y brutal de la humanidad. Estoy pensando, por ejemplo, en Chomsky
Noam, uno de los intelectuales que más ha aportado al descubrimiento de la esencia
terrorista de la política norteamericana bushiana, y también la prebushiana, política que por
demás en absoluta hipocresía malsana sustenta sus gritos guerrerísticos eufóricos en los
terribles sucesos del once de septiembre norteamericano, pero está comprometida con el
silencio histórico de la violencia dictatorial pinochetista de un también once de septiembre
pero santiaguino.
(No importa, así como existe un Ig-Nobel o anti-Nobel para premiar los trabajos que se
han considerado como más ignominiosos y que no se deberían reproducir nunca, me
contento pensando que algún día haremos nuestro listado, no de ignominias, sino de
reivindicaciones objetivas).
Un segundo problema se relaciona con «los que están pero no están». No, no es una
«contradicción de la contradicción». Me refiero a los que están pero sacados de sus contextos
reales, y puestos «en copias y no en originales» (como dice Silvio, el que ya cité antes en su
Resumen de noticias. CD Al final de este viaje). Los rusos, por ejemplo, se podrían contentar
(perdieron su unidad de país, pero algunos fueron puestos en la lista): le permitieron entrar a
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Pavolv Ivan Petrovich, solo que probablemente por su condición de «conductista ruso», al
decir de Sahakian. Incluyeron a Luria Alexander Romanovich, en este caso gracias a
Nebraska, por la batería neuropsicológica, pero no por sus aportes a la comprensión de la
determinación sociohistórica de lo psíquico. Y, lógicamente, la lista contiene al mismísimo
Lev Semionovich Vygotsky, pero se encargan de decirnos que no está allí por su teorización
acerca del desarrollo cultural de las funciones psíquicas, ni por su fundamentación marxista
de la psicología, sino por el Test de Vygotsky. Saben que, ya nada de esto me maravilla, ni
me toma de sorpresa. Eso sí, todavía me indigna.
El tercer problema es «los que no están». No esta Politzer George, ni Henri Wallon:
europeos y además marxistas... (ni aunque supieran cantar el Aserejé con las Ketchup:
Aserejé ja de jé de jebe tu de jebere seibiunouva majabi an de bugui an de buididipi...yo no
puedo).
Quién sabe si por la misma razón dejaron afuera a Fromm y a Reich: marxistas a su manera,
críticos del capitalismo, y del socialismo también, que conste.
(Qué podemos esperar si Wundt Wilhelm está en un discretísimo lugar 93. Kurt Lewin sí
está. Está porque se «americanizó». No por su época de oro típicamente europea).
A nosotros «los indios», no nos dieron ni la más mínima oportunidad. Imagínense en la lista
no hay Bleger José, ni Pichón Riviere Enrique. No hay Alberto Merani, no hay Aníbal
Ponce. No hay Maturana. No hay un solo latino. Hay un García, es cierto. Pero es John, no
es Juan. Y su inclusión se sustenta en ser muy conocido y citado por el «efecto García»...
(Mi vocación de profesor hizo que en un auditorio de más de 400 estudiantes
preguntara: ¿alguien me puede explicar qué es el «efecto García»?... levanten por favor
la mano los que conocen el «efecto García». Nadie respondió. Ya ven... o había muchos
suspensos en aquella sala o el efecto no aplica para eminente.... no se preocupen si
alguno de ustedes tampoco lo sabe. Luego vayan a indagar. Les doy una pista: the study
of taste aversion conditioning —ratas, estímulos condicionados, incondicionados,
paladar, descarga eléctrica, náuseas. Ya se pueden imaginar).
No está Emilio Mira y López (nacido por cierto en Cuba, en la zona oriental, en Santiago de
Cuba, un 24 de Octubre de 1896). Es que Los cuatro gigantes del Alma nunca se tradujo al
inglés. Martín Baró hubiera preferido que lo sacaran de la lista, si por equivocación de los
autores hubiera figurado: su honestidad, su pensamiento social y político no tendrían cabida
entre las eminencias listadas. No hay un Ortega y Gasset, no hay un Bayes. Podrían haberse
remontado a los más recientes, pero tampoco está Salazar que al llamar la atención sobre lo
que denominó el
Síndrome de IDUSA (Ideología dependiente de USA) firmó su sentencia de excomulgado.
No está ni Rubén Ardila que se ha pasado la vida coqueteando con los americanos y
haciéndonos creer que defiende una psicología latinoamericana (es cierto que lo hace, pero
de una manera un tanto rara). Eso sí, está en la lista, quién sabe si para recordar lo que pasa
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
cuando se hacen cosas partiendo de principios tan poco sustentables, C Kagan... perdón un
lapsus: J Kagan, C o J, igual Kagan.
(Según los eminentes trabajos el eminente Kagan, yo soy un tímido...porque padezco de
ciertas «alergias» y tengo los «ojos azules» —bueno, más o menos azules...por eso seré
más o menos inhibido).
Perdónenme, si es que pueden y me lo merezco, los indiscutibles que allí están: los que
abrieron senderos con profunda vocación y compromiso profesional, los que nos enseñaron a
ser humanos profesionales y no solo profesionales humanistas, los que aún hoy forman parte
de una tradición sólida desde la que queremos alzarnos a construir un nuevo momento para
la psicología, una nueva psicología: la psicología que necesita el siglo veintiuno. Una
psicología que deje atrás todos esos sectorialismos prepotentes y endebles, discriminatorios y
enajenantes. Una psicología «con todos y para el bien de todos».
Pero quiero llegar ya a un «cuarto problema». Aquello no es un listado, es una lápida
sepulcral. Ars longa, vita brevis (el arte es largo, la vida breve). Así también «Psicología
longa, psicólogos brevis». Y con el perdón de «los muertos de mi felicidad» (otra vez Silvio
Rodríguez... se habrán dado cuenta que somos amigos) quiero demostrar que no es envidia,
ni resentimiento, lo que me mueve a considerar cómo mejor no estar en esa «centena
eminente» del siglo pasado. De todo lo que he dicho y diré, y que ustedes escucharán si la
tolerancia y la benevolencia los asiste, sumo y subrayo lo que algunos llaman el irrespeto,
otros la discriminación, el desprecio, algunos el imperialismo científico, el neoliberalismo,
las politiquerías editoriales de los poderosos. Agréguese también la pedantería, el
norteamericanocentrismo. Pero sobre todo la incultura y esto sí que lo digo con todas las
letras «la incultura norteamericanocentrista», esa que no permite ni saber que «el sur
también existe». En ese Sur están ustedes. En ese Sur está Cuba.
El cuarto problema es que «La psicología ha muerto». No voy a pedir un minuto de silencio.
Permítanme tan solo ver un poco más de cerca esta idea.
No nos falta valor
para emprender ciertas cosas
porque son difíciles,
sino que son difíciles
porque nos falta valor
para emprenderlas.
Séneca
Creo que fue en el Manifiesto Comunista donde Karl Marx dejó bien claro que el capitalismo
había generado su propio sepulturero. Ya estaban entonces enterrando a un muerto: «todo lo
sólido se desvanece en el aire». Pero el muerto aún sigue vivo, no hay dudas. Incluso en
ocasiones ni se ve muy agonizante, hasta el punto que hay quienes siguen creyendo que tiene
bastante buena salud y se lanzan a sus entrañas en aras del «sueño prometido». Vade Retro
Satanás! No faltan los que piensan que el ideólogo del proletariado no debió haber dicho
(aunque sí vaticinado) tal cosa, porque desde entonces el de «la muerte anunciada» se dio
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
cuenta y se puso a hacer artimañas y manipulaciones para prolongar su vida: disfrazó a los
obreros de cuello y corbata para disminuir su percepción de explotados y desposeídos,
extendió sus largos tentáculos fuera de sus metrópolis instituyentes, robusteció su industria
armamentista, creó alucinaciones paranoicas de enemigos, descentró la mirada del problema
a los problemáticos cuyo listado confecciona el propio poder hegemónico. Nosotros los
cubanos víctimas por más de cuarenta años de la más vandálica acción terrorista de Estados
Unidos de Norteamérica, somos acusados de terroristas. ¿Se imaginan a la APA quejándose
de que los psicólogos latinoamericanos no queremos hacer la psicología que ellos
preconizan? Es un insulto.
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Pero Marx no se equivocó esencialmente en su pensar dialéctico: cada institución crea su
alborada, su despegue, su disolución, y esta última nace dentro de ella como negación
imprescindible que la pone en la espiral del desarrollo. La muerte de la institución viene de
la mano de su necesidad de desarrollo, cambio y superación.
(El imperio romano no fue destruido por los bárbaros, sino por las barbaridades de los grandes
emperadores y la desintegración ética, moral y humana que se vivía. Los bárbaros apenas fueron el
instrumento. «La muerte con su implacable función de artesana del sol que hace héroes, que hace
historia…» —Canta: Sara González. Autor: Eduardo Ramos)
Los propios autores de la controvertida lista a la que he estado refiriéndome, (por cierto son
casi más que un equipo de basket ball: 11 en total. A lo mejor cada uno puso a sus nueve
amigos), lo hacen implícitamente evidente: The discipline of psychology underwent a
remarkable transformation during the 20th century, a transformation that included a shift
away from the Eurpean-influenced philosophical psychology of the late 19th century to the
empirical, research-based, American-dominated psychology of today. (Haggbloom Steven J,
et al. 2002:139). Les doy mi traducción aproximada: «Durante el siglo XX, la Psicologia
sufrió una transformación que incluyó entre otras cosas, un alejamiento de la tendencia
filosófica europea del siglo IXX hacia la tendencia empírica norteamericana, basada en la
investigación, que domina hasta el día de hoy a la Psicologia». Todo está claro. El listado es
de la Psicología dominante, con todo el significado que esta palabra tiene en nuestro idioma.
(De cualquier modo, no puedo dejar de hacer evidente una vez más el nivel de incultura
psicológica de los in-eminentes autores: ¿de qué tendencia filosófica europea hablan?,
¿del laboratorio de psicología experimental de Leipzig a donde fueron a estudiar los
anglosanojes?, ¿de los trabajos de Weber, Fechner, Helmholtz?, ¿de las investigaciones
de Wurzburgo?, ¿de los estudios experimentales de Ash sobre las tendencias
determinantes?, ¿del fenómeno «phi», del efecto Zeigarnik, del efecto Ovsiankina?, ¿de
Sechenov, Pavlov y los materialistas rusos? Señores no solo el sur existe. Europa
también, y no puede ser reducida a sus filósofos ideorreflexivos).
El problema es otro: la consideración sine quanon de ser ellos el «epicentro neurovegatativo
del mundo» y su modo de hacer ciencia, el carácter de ser científico. Ellos y su modo de
pensar y hacer la ciencia psicológica. El listado, los que lo han hecho, son el resultado de ese
modo de pensar y hacer: «Por sus frutos conoceréis al árbol» (dice La Sagrada Biblia). Están
ciegos, porque como dice Barnet: «Qué oscuridad para el que solo se alumbra de lo que ve»
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
(Barnet M). Entonces han creado su «propio sepulturero» y esa Psicología ha muerto, ¡sit
tibi terra levis!, aún cuando tenga honrosos síntomas de vida y clarividentes designios de
futuro.
¿Qué la ha matado... o la está matando? Mi reminiscencia infantil judeocristiana me evoca
para el análisis una asociación: Los Pecados.
(No olviden que los pecados capitales son siete...: siete como las maravillas del mundo, siete como
las artes, siete como los sellos del cielo, siete como los días de la semana, siete como la capacidad
de retención mnémica en condiciones experimentales... ¿y esto dio pie a que Miller entrara en la
lista?. Porque, si es así, entonces Dios se equivocó al seleccionar doce apóstoles, como los meses
del año; se equivocó al inscribir diez mandamientos... O a lo mejor tendremos que aceptar que es
por eso que solo se cumplen el setenta por ciento, es decir, siete —¿cuáles no cumplen ustedes?... y
solo se recuerdan siete de los apóstoles, aunque a Judas y a Pedro (el más bueno y el más malo) no
los olvida casi nadie. Con respecto a los meses del año, los jefes, por ejemplo, olvidan el mes de
vacaciones, el pago del mes trece, el mes del cumpleaños del trabajador, el mes en que se
comprometió a lograr los resultados y el mes en que los trabajadores se sobreesforzaron para
superar una limitación organizativa: doce menos cinco son siete: Miller tenía razón. Merece estar en
la lista de los eminentes).
No se preocupen, yo no voy a llegar a siete pecados de la psicología que se extingue, aunque
el número no está nada mal en comparación con otros.
(Cada vez que me han hecho un «número ocho» he salido mal. El seis, a la cubana, con
la natural «letrofagia» aplicada a la «s» final se me revela como el CI —cociente de
inteligencia y de ese no me gusta ni hablar. El tres es un número de respeto «por eso
llévatela, por el bien de los tres». Y el uno: «El uno» en mi país, el uno en Cuba y para
todo el mundo es EL UNO: mi total adhesión, mi compromiso militante y ¡¡¡ordene!!!)
Veamos entonces «los cuatro pecadillos de la moribunda» y que conste que podríamos
descubrir algunos más pero aún muchos de los archivos confidenciales no han sido
desclasificados. Ya sabremos algunas cosas más.
La Psicología dominante ha pecado (ya saben por qué lo digo de este modo) de
«conservadurismo». Ha defendido su superioridad con un anquilosado apego a los métodos
experimentales derivados del «laboratorismo», ha comulgado y entregado su alma al
empirismo más pedestre como vía de reclutar para sí los méritos de la cientificidad. En
Psicología las dos grandes tendencias de evidente humor conservador han sido: el apego al
dato y las alucinaciones teoréticas. Un científico verdaderamente serio y de escala
superlativa, un «eminente», es aquel que ha logrado una construcción teórica medianamente
coherente, preferiblemente novedosa, y que es capaz de valerse de datos empíricos obtenidos
experimentalmente para acompañar sus elucubraciones conceptuales. En la psicología en
extinción hoy como ayer se trata de una «construcción» cuyos pilares fundamentales son la
determinación de un objeto teórico (la conciencia, la conducta, el inconsciente, los
metaprogramas, etc.), y un conjunto (preferiblemente sistema) de métodos que permiten un
descubrimiento adecuado de las peculiaridades estructurales y funcionales del objeto
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
definido. No hay prácticamente posibilidad de error, las diferencias empíricas que se
pudieran encontrar no son más que formas variadas de expresarse un mismo concepto.
Pero hasta el mismísimo Kuhn reconoce que el conservadurismo reinante en la llamada
«ciencia normal», incluida la psicología, es, paradojalmente, la simiente de las revoluciones
científicas. Cuanto mayores sean la precisión y el alcance de un paradigma, más sensible será
como indicador de anomalías y consecuentemente una ocasión para el cambio de paradigma.
El propio hecho de que, frecuentemente, una novedad científica significativa emerge
simultáneamente en varios laboratorios es un índice de la naturaleza tradicional de la ciencia
normal, así como de la forma con la que esa actividad tradicional prepara el camino para su
propio cambio (Kuhn, 1971).
(Pésimo momento el del mundo actual para el conservadurismo. El conservadurismo hoy nos puede
llevar a la miseria: «La Comisión Europea estima que el capital intelectual se deprecia un 7 % por
año». Informe del 24 de Mayo de 1991. Citado en Tableau Noir – Gerard de Selys y Nico Hirtt, EPO,
Bruselas 1998. En 10 años hemos perdido un 70 % de nuestras potencialidades instaladas. La
experiencia hoy vale por siete años, después de este tiempo pasa a ser «volumen innecesariamente
ocupado en el disco duro». El Clean Sweep Smart Sweep de Norton se encargará de ella).
Nuestra situación en la mayor de las pequeñas islas antillanas fue otra. El Dr. Bernabé Ordaz,
Director del Hospital Psiquiátrico de la Habana, reconocido monumento vivo a la revolución
social psiquiátrica, dice que el modelo conceptual de su Hospital (más que justificada forma
de hablar de lo que es el centro de su vida hace más de cuarenta años) no es heredero de la
psiquiatría sino de la Revolución cubana. En este mismo sentido puedo afirmar que los
psicólogos hemos sido madres y padres semiadoptivos de nuestro modos científicos y
profesionales de actuación. Eso sí, semiadoptivos funcionales, adecuados e implicados.
Construimos nuestro ejercicio profesional tomando como referentes las demandas sociales,
la imagen que teníamos de la psicología y las tradiciones formativas más o menos
establecidas en la época (hablo de la segunda mitad de los sesenta —yo para suerte de la
psicología todavía me dedicaba a la música...para desgracia de la cultura). De estas «tres
fuentes y tres partes integrantes», la determinante fue inicialmente la que explicitaba el
carácter de ser socialmente requerida de la profesión. Es obvio. Tenía este determinante a su
favor el estar esencialmente imbricados en el proyecto social en el poder: la estrategia social
de la revolución.
Que me perdonen los historiadores, pero no tuvimos una fuerte psicología experimental de
laboratorio con ratas y laberintos incluidos por dos razones fundamentales: uno, porque no
teníamos ni laboratorios, ni dinero para comprarlos, ni laberintos adecuados, ni tan siquiera
muchas ratas (blancas) y las palomas hubieran «sospechosamente desaparecidos» en esos
años de serias dificultades alimentarias. Dos, porque constantemente éramos requeridos para
afrontar problemas que no «cabían» en los laboratorios ni eran reductibles a animales de
menos desarrollo que el hombre y la mujer. Solo algunos años después nos dimos cuenta que
«hay males que por bien vienen» (hago mi transformación fraseológica porque me parece
excesiva la frase según la cual no hay mal que por bien no venga). El esquema de acción
profesional del psicólogo respondía a un paradigma sociopolítico de época.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
No estuvimos exentos de inconvenientes. Quizás el principal fue la relativa indiferenciación.
En el esquema no importaban las diferencias ni las especificidades conceptuales de las
disciplinas sociales humanísticas. Todo al fuego. Todos somos iguales en el empeño de
resolver las urgencias del proceso sociopolítico en construcción. Con esto, los rigores
mínimos de un saber con capacidad de predicción, síntesis y adecuación transituacional no
siempre eran los deseables para las disciplinas científicas.
Por otra parte, se gestó, desde «el praxicismo» antes descrito, una demanda que hasta
encontró su fisonomía conceptual en una reconocida sentencia de Leontiev, un eminente ruso
también segregado por la APA: «Los intentos de comprender los problemas metodológicos
de la ciencia psicológica siempre son creados por una necesidad impostergable de
orientaciones teóricas, sin las que las investigaciones concretas inevitablemente resultan
miopes». La identidad profesional del psicólogo se construye junto a su aparato conceptual.
El centro epistemológico de la construcción de la profesión salta entonces de su aterrizaje
intencional social concreto, como conjunto de actuaciones requeridas, aun cuando
ciertamente indiferenciadas, a su esencia conceptual abstracta: la profesión como discurso
conceptual científico, partidista por su afiliación cosmovisiva y científico por su adhesión a
los cánones de la ciencia comprometida no con la contemplación del mundo, sino con su
transformación.
De este modo, el conservadurismo nos fue no solo ajeno, sino mejor aún imposible (no
teníamos ni qué conservar). Quizás lo más importante fue el comprender que la necesidad
que tiene la Psicología de sí misma, no es la necesidad de máxima prioridad en la
construcción de un saber y un accionar profesional. Así como el mundo del marketing un día
descubrió que el asunto era «la orientación al cliente», nosotros intentamos una psicología
probablemente «imperfecta» (analogía que tomo del Director de Cine cubano Julio García
Espinosa quien habla de «un cine imperfecto») pero orientada a su usuario, a su demandante
esencial y generador de su real necesidad.
El conservadurismo, por supuesto tiene su juego malsano: el es el modo por excelencia de
defender el statu quo.
Por eso, el segundo pecado clave de la Psicología que muere es «el hegemonismo». Los que
saben y los que no, los científicos y los profesionistas, los profesores y los estudiantes, los
conocimientos y la experiencia, la psicología de verdad y las alternativas, los métodos
cuantitativos y los cualitativos. No hay diálogo posible. Al fin y al cabo parece convincente
la afirmación de Murphy: «Nunca se sabe quién tiene la razón, pero sí se sabe quién tiene el
poder».
El hegemonismo es fuente de discriminación, de levantamiento de muros infranqueables.
Una ciencia psicológica que nace tiene que considerar que:
…no lado formal... o discurso...deve ser formalmente inteligível, lógico, bem sistematizado,
competente em termos instrumentais; não deve levar à confusão, à indeterminação, mas à
explicação, que permita aumentar o nível de compreensão da realidade; deve ser criativo e
disciplinadamente voltado para a realidade.... No lado político... não se colhem resultados
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Manuel Calviño
definitivos, a não ser nas ilusões totalitárias; não cabe o dogma; não param as ciências sociais
no discurso, mas devem assomar o diálogo, ou seja, comunicação de conteúdos; não há como
separar teoria e prática, a não ser para escamotear práticas escusas ou esconder interesses; o
estudo dos problemas tem a ver com suas soluções; caso contrário, tornam-se ciências antisociais" (Demo P, 1989:26-27).
(Del lado formal... el discurso...debe ser formalmente inteligible, lógico, bien sistematizado,
competente en términos instrumentales; no debe llevar a la confusión, la indeterminación, sino
a la explicación que permita aumentar el nivel de comprensión de la realidad; debe ser
creativo y disciplinadamente volcado para la realidad.... Del lado político... no se admiten
resultados definitivos, a no ser en las ilusiones totalitarias; no cabe el dogma; no para las
ciencias sociales en su discurso, mas si debe estar el diálogo, o sea, la comunicación de
contenidos; no hay como separar teoría y práctica, a no ser para escamotear prácticas
justificativas o esconder intereses; el estudio de los problemas tiene que ver con sus
soluciones; en caso contrario, se tornan ciencias anta-sociales).Traducción del autor
Ha sido el hegemonismo el paradigma de desintegración de la psicología. Los inicios de la
psicología han sido reconocidos como un campo de batalla en el que interactuaban diversas
corrientes y escuelas de pensamiento. Aunque Heidbreder nos haya dejado la sensación de
que las Escuelas clásicas (estructuralismo, conductismo, gestaltismo, psicoanálisis, etc.) se
sucedieron una tras otra, esta no es la realidad. Ellas pugnaban en época similar, y en algunos
casos hasta en el mismo escenario geográfico, por una primacía: la primacía de la verdad
científica. Por eso en buena medida se estructuraban desde la diferenciación con sus
«colegionarios de ciencia».
(Es justo decir que las llamadas Escuelas tenían una supratarea en común, un
suprasentido existencial, una unidad intencional: probablemente la constitución de la
ciencia psicológica como ciencia independiente, el que la psicología fuera reconocida
como ciencia en el parnaso de las ciencias fuertes. Insisto que hoy podemos darnos el
lujo (vaya malsano lujo) de dicotomizarnos (tricotomizarnos, cuatri, penta, etc...
cotomizarnos) en ciencias psicológicas. Hoy no somos (salvando deshonrosas y
absurdas excepciones) cuestionados como ciencia. La «santa inquisición» nos ha dado
el privilegio de ser una ciencia...«blanda». Que más queremos: dos psicólogos han
ganado el Premio Nobel. Uno en 1978 y el otro este año. Solo que los dos han ganado
Premio Nobel de Economía).
Por efecto directo del hegemonismo (y obviamente algo más), la Psicología padece de
dicotomizaciones, tricotomizaciones, multicotomizaciones. Se confunde la diversidad con la
desintegración. Ellas se presentan como diferenciaciones científicas, como relevantes solo al
campo de la geografía conceptual de la ciencia. En la práctica ellas funcionan como
estructuras de poder: hablo del poder que se revela en el hecho indiscutible de que la historia
«escrita por los cazadores y no por los leones», al decir de Galeano, define la comprensión
de los roles percibidos de cada cual: los cazadores son los buenos, los leones son los malos
(los cowboys y los indios, los legionarios y los árabes, los americanos y los japoneses, etc.).
Hablo del poder que Foucault M significó como «estructura total de actos aplicada a posibles
actos» (Foucault M, 1980), ese que «está en todas partes no porque englobe todo, sino
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Manuel Calviño
porque proviene de todos los lugares» (Foucault M, 1977. Cap II:2). Hablo del poder de los
que pueden, que hace que los que no pueden, puedan cada vez menos. Siendo dichas «xcotomizaciones», diferenciaciones y disgregaciones resultado de luchas de poder, entonces
otra vez: No vale la pena: «los bárbaros pasearán por Roma» o «Roma seguirá siendo un
imperio». A Rey muerto Rey puesto.
(Los latinos hablamos distinto a los norteamericanos, materializamos lingüísticamente
nuestro pensamiento de manera diferente a la de los anglosajones, pensamos diferente,
miramos de otra forma a la realidad, somos portadores de una lengua rica en matices y
adjetivaciones. No importa, tenemos que escribir como las normas de la APA nos exige,
infelizmente no solo para las revistas apistas, sino incluso para las nuestras).
El hegemonismo es un mal arraigado con mucha fuerza en las instituciones occidentales.
Con desfachatez acostumbrada hace poco escuché a un político (más bien un «p-ale-olítico»)
estadounidense decir: «No tenemos la culpa de ser la potencia hegemónica mundial». Pero
aun así, el mundo está tratando de cambiar. La realidad (el realismo) más temprano que tarde
se impondrá. Pero no basta con leer la prensa para enterarnos cuando cambie. Esa es una
noticia que tenemos que escribir entre todos. ¿Está la Psicología en contacto con esos
cambios? Pienso que no. Para ser más justo, su vínculo con estos cambios es bastante
superficial y poco voluminoso.
Hágase una revisión de los trabajos más significativos de los «eminentes listados» y
verán la exactitud de lo que estoy diciendo. Para no pecar de extremista, me remito al
siguiente hecho. Uno de los acontecimientos que más estremeció al mundo en la segunda
mitad del siglo de ―los eminentes‖ fue la segunda guerra mundial con todo lo que pueden
suponer incluido. ¿Cuáles fueron las lecciones de la guerra para la psicología? ¿Qué
modificación esencial trajo en los modelos de desarrollo de la ciencia? Tomo dos de los
eminentes: en la primera guerra mundial Köhler se fue con los monos a Tenerife. En la
segunda se fue con Lewin a los Estados Unidos. Sin embargo, Viktor Emil Frankl, que
no es listado como eminente, la pasó en un campo de concentración y desde esa
experiencia se aproximó a la psicología. Corriendo el riesgo de ser excesivo, la reacción
dominante de los psicólogos de la psicología dominante fue: «Al fin acabó la guerra. Ya
podemos seguir haciendo más de lo mismo».
A nosotros nos ha tocado una lucha muy peculiar contra el hegemonismo. Hemos defendido
la independencia, la autonomía y la soberanía de nuestro país como ciudadanos, como
militantes y como psicólogos. De las primeras no les hablaré. No es este el tema central de
mi intervención. Pero como psicólogos hemos estado en la barricada luchando contra el
«hegemonismo exterior»:
Por solo recordar un caso reciente, compañeros de profesión enarbolaron su saber
profesional esmerado en un caso de intento de rapto descarado y prepotente de un niño
víctima de las desacertadas y malsanas leyes migratorias especiales que el gobierno
norteamericano aplica para Cuba. Personalmente, en tribuna abierta y ante miles de
cubanos declaré: Los psicólogos cubanos sabemos con Martí que «...hay que dar al niño
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
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hombros para que sustente el peso que la vida le eche encima, no peso ajeno que oprima
sus hombros», por eso no reclamamos para Elián más que sus propios hombros en
formación, sus modelos naturales de desarrollo: su padre, sus abuelos, sus amigos, su
cultura. Es así como se prepara a un hombre para la vida. A un hombre verdaderamente
libre. Como luchadores por el bienestar humano, por la felicidad humana, los psicólogos
defendemos y exigimos que Elián esté en su lugar, que se le respete el derecho a ser hoy
un niño feliz y siempre un ser humano con raíces propias. Por eso nos unimos también
con nuestros instrumentos al torrente popular: «Todos los pueblos tienen algo inmenso
de majestuoso y común… el espíritu humano» y lo defendemos porque es además la
defensa de nuestra propia vida, de todos y cada uno de nosotros, de nuestros hijos. La
defensa del alma cubana. Creo que vale la pena y creo más: vale la vida.
Esto es para nosotros una psicología que no tolera el hegemonismo.
Pero luchamos también contra un «hegemonismo ingenuo», casi parsimónico, que se acepta
con la naturalidad de cierto acriticismo por efecto de cercanías y comunidades. Los
psicólogos fuimos a la Unión Soviética a superarnos, a crecer profesionalmente. Allí, porque
era el lugar de nuestras comunidades ideológicas, allí porque nos abrieron las puertas cuando
todos (o casi todos, para ser más justo) nos las cerraban. Aprendimos ruso y con el ruso
aprendimos a pensar la psicología como los rusos, y sin darnos cuenta los fuimos
convirtiendo en paradigma hegemónico, dominante. La Psicología Rusa, fue en gran medida
la Psicología.
El hegemonismo era fuerte en la Psicología soviética y se relacionaba esencialmente con su
modo de concebir su propio núcleo constructivo: el marxismo. Los psicólogos de los países
socialistas europeos y en particular los soviéticos, tuvieron una actitud total e
indiscriminadamente crítica destructiva, con todas las formas o búsquedas de unidad del
marxismo y la psicología que se produjeran fuera del espacio físico y simbólico delimitado
por el socialismo como sistema, la adherencia partidista al pensamiento comunista y fuera de
los marcos de la llamada psicología soviética. Toda versión que no cumpliera con estos
parámetros era tildada de revisionista, dañina y en última instancia tergiversadora del espíritu
y la letra de Marx, Engels y Lenin. Con esto, por una parte, se producía una suerte de
monopolización y oficialización del pensamiento marxista básicamente en los autores
soviéticos y los que se adherían a su modelo comprensivo del marxismo, y por otra se
cerraban las puertas a la diversidad, que como sabemos trae consigo sus inevitables errores
posibles, pero también todos sus probables aciertos creativos.
La disolución del país de los Soviets y los efectos de dicha disolución para el mundo (los
positivos y los negativos por cierto) aún está por historiarse como es debido. Pero mucho
antes de que esto ocurriera, los psicólogos en Cuba revitalizamos nuestras tradiciones de
pensamiento, buscamos alternativas propias adecuadas a nuestras necesidades, dialogamos
con casi todos los modelos de pensar y hacer la psicología y nos trazamos un camino propio
que define a la intencionalidad de la ciencia y la profesión de psicólogo como núcleo
constructivo y aglutinador de un modelo participativo, democrático y plural de Psicología
que no exige predominio sino libre interacción e interpenetración.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Así como la verdad de Cuba ha sufrido y sufre constantes intentos de silenciamiento o
peor aún de tergiversación, la Psicología que hacemos no aplica para listados de la APA,
no se publica en Revistas Internacionales de los «hegemonistas». No importa. Existen
muchos que como ustedes nos dejan decir. En definitiva los que intentan silenciarnos no
saben que «cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana
no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por
los poros, o por donde sea».
La Psicología dominante ha pecado (ya me asocié a esta figura retórica y dudo que sea bueno
cambiarla) de «ensimismamiento». Las instituciones científicas de la Psicología en extinción
viven con prominencia una suerte de autarquía: lo que producen constituye su principal
alimento. Los destinatarios de los conocimientos científicos parecen ser los propios
científicos. Mecanismo endógeno bien particular. El grupo objetivo o target de los
conocimientos científicos producidos por un investigador son sus propios compañeros, los
otros investigadores. Es común entonces entre los «científicos» separarse de la realidad para
hacer más científica la ciencia. Ánimas en pena que circulan por los viejos laberintos de las
prescripciones positivistas. Con esto la psicología dominante pierde de su camino la realidad
para vivir una «realidad construida» y no en el mejor sentido de las conceptualizaciones
constructivistas, sino más cercano a la idea del demiurgo platoniano. Entonces le sucede a
esta psicología en extinción como al socialismo soviético: «se volvió obsoleto porque la
distancia entre su retórica y su realidad no podía salvar ya su legitimidad, ni permitir su
funcionamiento...» (Blanco JA, 1998:128).
Interesante que los ausentes en el listado del Review of General Psychology han llamado la
atención durante años acerca de estos «sepultureros», pero sus voces no fueron escuchadas.
No dejaré nunca de recordar aquella sentencia de Bleger: «La Psicología clásica nos ofrece,
en lugar de vida humana, procesos que no son nuestras acciones cotidianas» (Bleger J,
1967:41). Aparece la Psicología como víctima de una posesión medieval inexsorcizable:
demostrar la veracidad del dogma, para nada cuestionarlo. Se arriba así a la «escolástica de
las nominalizaciones» y se pone en juego el mismo carácter científico de la disciplina,
porque se enarbola una extraña «dialéctica nominalista» que olvida que «la adhesión
inmediata a un objeto concreto, captado como un bien, utilizado como un valor, ata
demasiado fuertemente al ser sensible…» considerando de aquí que lo que concede
veracidad «es la satisfacción íntima; no la evidencia racional» (Bachelard G, 1983:282). La
adhesión a una categoría, a un concepto, a un sistema teórico evaluado como autosuficiente y
único, al declarar la falta de racionalidad del otro se hace así mismo carente de racionalidad.
Se olvida que la verdad es siempre una relación, nunca un absoluto.
Por demás, el laboratorismo, el experimentalismo, no nos salvan de la vida real, ni porque
seamos psicólogos. Así como un oncólogo puede morir de cáncer y un cardiólogo de un
infarto masivo, así como un pacifista puede morir por un acto terrorista, un psicólogo
separado de la realidad muere en la realidad y por la realidad.
ORINDA, October 16, 2002. —A 70-year-old psychologist is dead and his wife was in custody,
apparently after a domestic dispute ended in violence inside their secluded home in the
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
exclusive Country Club area. The victim was a professor of Couple Therapy at the School of
Psychology faculty at ArgosyUniversity's Point Richmond campus.
(ORINDA, Octubre 16, 2002. —Un psicólogo de 70 años está muerto y su esposa está bajo
custodia, aparentemente después de una disputa doméstica que terminó violentamente dentro
de su apartada casa en el área exclusiva del Country Club. La víctima era Profesor de Terapia
de Pareja en la Facultad de Psicología en el Campus Richmond de la Universidad de Argosy).
Traducción del autor.
Rogers (a quien también hubiera concedido mi voto para incluirlo en la lista de los que han
dejado huellas movilizadoras y de crecimiento) nos vaticinó algo con La revolución que
viene. Se trata de la muerte de una psicología y la vida de otra.
Los conceptos y nociones con los que esencialmente opera «esa psicología que está en
camino de extinción » en su geometría psíquica están claramente delimitados (dentro de lo
que cabe para un conjunto de disciplinas que se instituyen desde la noción de subjetividad).
Pero, de alguna manera, su inscripción distancia su discurso del discurso de su usuario y por
ende del sentido cotidiano de las prácticas que deberían derivarse. Se es demasiado clásico.
Mientras, los usuarios, llamados con frecuencia en pertinente metáfora «los pacientes»,
pacientemente, esperan la traducción de los metalenguajes. Más aún, esperan el arribo de sus
representaciones cotidianas a la geografía conceptual de nuestros mapas cognitivos.
Necesitamos entonces la construcción de un descentramiento del pensamiento psicológico
que anule la dicotomía esencialista entre lo real y lo imaginario y desplace las fronteras de
cada uno al interior de un universo único: el espacio de la realidad.
Entonces, para que quede bien claro, repito con Alfredo (amigo argentino y psicoanalista....
nadie lo creería): «De lo que estoy seguro es que la supervivencia —de la Psicología, estoy
agregando yo— está ligada al respeto insobornable por la realidad y el análisis científico y
socio-político que esta exige» (Grande A, 1996:93).
Me atrae la idea de la pecaminosidad de la ciencia. Pero los aquí descritos no son los pecados
que me atraen. No es eso lo que esperamos, lo que queremos, lo que demandamos para una
ciencia psicológica. Esa Psicología ha muerto. Larga vida a la otra Psicología. Ingenuos
aquellos que creen que los modelos de la difunta (o en vías de defunción) serán las
alternativas para el futuro con algunas correcciones. No será la síntesis experimental del
comportamiento la alternativa adecuada para la integración de la Psicología. No será el
psicoanálisis. Tampoco las invenciones pseudocientíficas de sabor a literatura para
semianalfabetos. Todo eso es fantasmagórico, ya no es más que una mueca, en algunos casos
de mal gusto y grotesca. Me quedo con Silo: «...humanizar es salir de la objetivación para
afirmar la intencionalidad de todo ser humano y el primado del futuro sobre la situación
actual. Es la imagen y representación de un futuro posible y mejor lo que permite la
modificación del presente y lo que posibilita toda revolución y todo cambio...el cambio es
posible y depende de la acción humana» (Silo, 1994:81).
(Me acerco al final. Me gustaría tener un poco de música de fondo: Vangelius «Carretas
de Fuego». Eso sería un final supercool y con este parecido que tiene Brad Pitt conmigo
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
pues hasta pudiéramos pensar en autógrafos. No se preocupen, si me invitan volveré y
así no me extrañarán.... demasiado).
El cuarto pecadillo, que no es lo mismo que «el pecadillo del cuarto», se asocia al para qué.
A la intencionalidad de la ciencia.
La modificación esencial que a nuestro juicio el marxismo, como sustento ideocosmovisivo
de la psicología en y desde Cuba, supone como «teoría pecaminosa» (hermosamente
pecaminosa) es que asume como parámetro constituyente la intencionalidad de las prácticas
de él derivadas y sus compromisos ineludibles con un modo de ser y estar en el mundo, con
una ética de lo humano, y sobre todo con la construcción de una vida más plena y justa de los
seres humanos. Cuando en su conocidas tesis de Fuerbach, Marx hablaba de la necesidad no
solo de comprender al mundo sino sobre todo de transformarlo, no se refería sencillamente a
hacer que fuera distinto, sino que fuera de algún otro modo específico, ya no en su
fenomenología sino en sus atributos esenciales. La intencionalidad es la unidad de la teoría y
la práctica, es en ella donde se expresa la esencia no solo revolucionadora, sino sobre todo
revolucionaria del marxismo. De este modo una comprensión de la psicología como ciencia
y profesión para el bienestar humano abarca como fundamental la unidad intencional del
referente paradigmático y de la práctica profesional en cuestión.
Ellos, los eminentes quisieron hacer una ciencia psicológica absoluta, siempre vuelvo a la
misma imagen: «un líquido que lo disuelva todo». Estaban de cara al laboratorio y de espalda
a la realidad. A la psicología de la personalidad malamente la consideraban psicología. La
clínica era una herencia psiquiátrica de importancia relativa. El núcleo de la psicología se
construye en la investigación fundamental básica y desde él emana el saber que en el mejor
de los casos se aplica en situaciones concretas y por ende, reales. La realidad observada,
considerada, tratada es la que el «ojo de la ciencia» dictamina. La psicología de los
eminentes se ha construido de lo abstracto a lo concreto, paso mediado por el referente
empírico de la investigación. La misión de la Psicología es construir la Psicología. Esto es
«suicidio intelectual» en el mundo de hoy. Esto es extinción.
Hace poco, en una reunión algo similar a esta, pero con un promedio de edad menos
favorable para mi gusto, intentaba desentrañar en pocas palabras el destino que nos convoca
en la naciente Psicología. Me tomo el atrevimiento, uno más que más da, de citarme a mí
mismo.
Hay un suprasentido que sustenta la unidad real, la misión aglutinante de la psicología como
ciencia y como conjunto alternativo de praxis profesionales. Podemos (y debemos) construir
una hipótesis, que al menos nos refuerce la energía positiva (tan necesaria en estos tiempos
difíciles). Entonces ¿cuál es la misión de nuestra ciencia? ¿Cuál es la unidad de los que aquí
nos congregamos y que andamos esparcidos por el mundo sembrando bienestar? Nuestra
misión desde y para siempre es la felicidad. Sin saberlo incluso, nos unimos todos en un
espacio en que somos luchadores por la felicidad. Más allá de la o las psicologías, de sus
modelos teóricos, de lo que sabemos y de lo que no, todo lo que hagamos, todo lo que
instrumentemos en nuestras praxis profesionales se supedita a nuestra misión: la gestión de
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
la felicidad humana. Hablo de la felicidad como el ansia de vivir plenamente y obtener de la
vida bienestar. No hablo de la felicidad del tener, sino de la verdadera felicidad del ser.
No estoy para nada hablando de ser partícipes de la construcción de Campos Elíseos,
paraísos prehelénicos de paz y felicidad plenas en las representaciones mitológicas,
residencia de los bienaventurados, donde las almas viven en total felicidad, rodeadas de
hierba, árboles y suaves brisas, y envueltas en una luz rosada perpetua (en cualquier caso, me
gusta la idea). Nuestra unidad «psi» no nos hace psi-cóticos, sino psi-cólogos. Estoy
hablando de la construcción de la plenitud de la vida, de la felicidad como encrucijada de
deseo y conocimiento: sentir el deseo de vivir y saber cómo llevarlo a su destino en las
condiciones reales de la vida. Y precisamente entre el sentir y el saber están nuestras
prácticas, tendiendo puentes, develando resistencias, legitimizando historias.
En su último Informe del siglo pasado sobre Desarrollo Humano y que el PNUD publicó en
el mes de julio de 1999, se demuestra la forma en que se ha polarizado el mundo: la quinta
parte más rica de la humanidad posee el 85 % del PNB y la quinta parte más pobre solo tiene
el 1 %. Es tan apabullante la diferencia que hay tres personas que poseen juntos un capital
de $156 billones, mayor al total producido por los 43 países menos desarrollados del mundo,
donde viven 600 millones de personas. En los últimos cuatro años las doscientas personas
más ricas del mundo han, más que duplicado su riqueza (más de un trillón: mil billones!),
mientras que quienes viven con menos de un dólar al día permanecieron igual. La felicidad
está en seria depauperación. Nosotros los latinoamericanos lo sabemos muy bien. Estamos
llenos de pobreza, de desnutrición, de analfabetismo. No hay mal social que no nos aqueje.
No hay camino a la felicidad que no intenten entorpecérnoslo. A muchos, hablarles de
felicidad puede parecerles una malsana ironía. La realidad que vive la inmensa mayoría de
las personas que habitan este continente es sencillamente inmerecida. Nuestros pueblos no se
merecen esa vida. Nos merecemos la felicidad.
¿Se puede ser un luchador por la felicidad y dar la espalda a esta realidad? Los psicólogos de
la lista «eminencial» vivieron en el siglo que nos dejó estos apenas superficiales datos de la
realidad del mundo. Desde las ventanas de sus laboratorios este paisaje probablemente no se
divisaba. No los culpo, aunque como dicen los abogados «el desconocimiento de la ley no
exime de su cumplimiento». Algunos abrieron sus ventanas e incluso se lanzaron a la calle.
Pero lo cierto es que en los textos de psicología «de eso no se habla». Una nueva psicología
está gravitando en el escenario actual. La necesitamos. La queremos. La tenemos que hacer.
No para engrosar la lista de «los 100 del siglo XXI», (a decir verdad, digo con Antonio
Porchia: «aunque obtuviese el bien que no merezco, no podría vivirlo; el bien que merezco,
sin embargo, puedo vivirlo, aunque no lo obtuviese»), sino para llegado el momento, poder
decir con la frente en alto: «he sido psicólogo, que es decir aliado de la esperanza y
constructor del bienestar humano».
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Bibliografía
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México.
Blanco J.A. (1998): Tercer Milenio. Una visión alternativa de la posmodernidad.
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Ed. Atlas: São Paulo.
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Grande A. (1996): El Edipo después del Edipo. Del psicoanálisis aplicado al psicoanálisis
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Kuhn, T. S. (1971): La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura
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Century». Review of General Psychology. Vol. 6, No. 2. pp. 139-152.
Lista de los «100 psicólogos más eminentes del siglo»
1. Skinner, B. F.
2. Piaget, Jean
3. Freud, Sigmund
4. Bandura, Albert. (Teoría del aprendizaje social)
5. Festinger, Leon. (Teoría de la disonancia cognitiva)
6. Rogers, Carl R. (Terapia Rogeriana)
7. Schachter, Stanley.
8. Miller, Neal E.
9. Thorndike, Edward.
10. Maslow, A. H.
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11. Allport, Gordon W. (Estudio de los tiempos de reacción)
12. Erikson, Erik H.
13. Eysenck, H. J. (Inventario de personalidad de Eysenck)
14. James, William. (Teoría de la emoción de James–Lange)
15. McClelland, David
16. Cattell, Raymond B.
17. Watson, John B. (Conductismo Watsoniano)
18. Lewin, Kurt.
19. Hebb, D. O.
20. Miller, George A.
21. Hull, Clark L.
22. Kagan, Jerome
23. Jung, C. G.
24. Pavlov, Ivan P.
25. Mischel, Walter
26. Harlow, Harry F.
27. Guilford, J. P. (Inventario de la personalidad de Guilford–Martin)
28. Bruner, Jerome S.
29. Hilgard, Ernest R.
30. Kohlberg, Lawrence. (Estadios del desarrollo moral de Kohlberg)
31. Seligman, Martin E. P.
32. Neisser, Ulric
33. Campbell, Donald T.
34. Brown, Roger
35. Zajonc, R. B.
36. Tulving, Endel
37. Simon, Herbert A.
38. Chomsky, Noam
39. Jones, Edward E.
40. Osgood, Charles E.
41. Asch, Solomon E.
42. Bower, Gordon H.
43. Kelley, Harold H. (Teoria de la atribución de Kelley)
44. Sperry, Roger W.
45. Tolman, Edward C.
46. Milgram, Stanley. (Estudios de obediencia de Milgram)
47. Jensen, Arthur R.
48. Cronbach, Lee J. (Coeficiente alpha de Cronbach)
49. Bowlby, John.
50. Kohler, Wolfgang
51. Wechsler, David. (Escala de inteligencia de Wechsler)
52. Stevens, S. S.
53. Wolpe, Joseph
54. Broadbent, D. E.
55. Shepard, Roger N. (Escala Kruskel–Shepard)
Manuel Calviño
31
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56. Posner, Michael I.
57. Newcomb, Theodore M.
58. Loftus, Elizabeth F.
59. Ekman, Paul
60. Sternberg, Robert J.
61. Lashley, Karl S.
62. Spence, Kenneth
63. Deutsch, Morton. (Ilusión Deutsch)
64. Rotter, Julian B. (Escala de Locus de control de Rotter)
65. Lorenz, Konrad
66. Underwood, Benton J.
67. Adler, Alfred.
68. Rutter, Michael
69. Luria, Alexander R. (Batería Neuropsicológica de Luria–Nebraska.)
70. Maccoby, Eleanor E.
71. Plomin, Robert
72. Hall, G. Stanley.
73. Terman, Lewis M. (Test de habilidad mental de Terman–McNemar)
74. Gibson, Eleanor J.
75. Meehl, Paul E.
76. Berkowitz, Leonard
77. Estes, William K.
78. Aronson, Eliot.
79. Janis, Irving L.
80. Lazarus, Richard S.
81. Cannon, W. Gary. (Teoría de la emoción de Cannon–Bard)
82. Edwards, A. L. (Escala de preferencias personales de Edwards’s)
83. Vygotsky, Lev Semenovich. (Test de Vygotsky)
84. Rosenthal, Robert. (Efecto Rosenthal)
85. Rokeach, Milton.
86. García, John. (Efecto García)
87. Gibson, James J. (Teoría de la percepción espacial de Gibson)
88. Rumelhart, David.
89. Thurston, L. L. (Escala de actitud de Thurston)
90. Washburn, Margarete.
91. Woodworth, Robert.
92. Boring, Edwin G.
93. Dewey, John.
94. Tversky, Amos
95. Wundt, Wilhelm.
96. Witkin, Herman A.
97. Ainsworth, Mary D.
98. Mowrer, O. Hobart
99. Freud A.
Manuel Calviño
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Manuel Calviño
Reflexiones epistémicas en psicoterapia de grupo.
Copy and paste. Un remake aún necesario.
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El día que me invitaron a participar en este trabajo editorial me quedé con una gran
ambigüedad. De una parte, el modo en que me invitó hacía sencillamente
irreclinable la solicitud, que por demás sentía instigada desde mi pasado
profesional reciente. De otra, hace ya algún tiempo que me distancié de las
prácticas clínicas grupales para encargarme de algo más cercano quien sabe si a la
Clínica Institucional. En caso de aceptar, no estaba en condiciones de escribir algo
nuevo sobre lo que estuviera trabajando. Tendría que ser algo de las cosas que ya
tenía escritas, de esas que se fueron quedando, y al final no se publicaron. Pero lo
cierto es que lo que no publiqué fue porque consideré no publicable. Entonces me
fui a lo publicado, y entre las cosas escritas, fácilmente recuperables gracias a las
ventajas de las PC, fui encontrando algunas que están en publicaciones dispersas o
de difícil acceso, bajo ejes temáticos tan diferentes como el marketing y las
psicoterapias breves, y que podían ser re-unidas con un sentido integrador
alrededor del tema de la psicoterapia de grupo. Entonces pensé: «Si existe en el
cine el remake, por qué no puede existir en psicología». Este artículo
probablemente ya ha sido leído por Ud. al menos parcialmente. Sentirá quizás un
deja vu. No es casualidad. Lo único que he hecho es intertextualizar, para no dejar
de estar a la moda.
Epistemología de convergencias: ¿eclecticismo o integración?
Una escucha global de las opiniones más extendidas entre aquellos que trabajan en el campo
de la psicoterapia permite asegurar que existe una cierta certeza de la necesidad de abordajes
psicoterapéuticos más adecuados a las condiciones y exigencias de la realidad (ese terrible
fantasma sobre el que casi todo terapeuta o elude hablar o habla demasiado). Esto se hace
particularmente evidente en las actuaciones terapéuticas grupales, probablemente porque la
realidad interrrelacional está directamente presente y trasciende con mucho a las
posibilidades de cualquier terapeuta de negarla. La artificialidad que puede crearse en una
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
relación terapeuta-paciente, es difícilmente alcanzable cuando hablamos de un grupo de
personas. ¿Cómo encontrar las articulaciones necesarias en ese campo?, ¿es posible hacer
una derivación desde los modos de intervención individual que tradicionalmente se vienen
aplicando hacia las formas grupales? ¿Cómo proceder para lograr un sistema coherente de
actuaciones y que logre los efectos deseados?
Una de las posibles respuestas a las interrogantes antes señaladas se relaciona con la
tradición sectorialista de la Psicología. Esto significa que, a primera vista, el asunto se
resuelve primariamente volviendo la vista al modelo teórico de partida, es decir a los
paradigmas fundamentales de la teoría psicológica dentro o con arreglo a los cuales se
elaboraron los modelos y procedimientos de abordaje psicoterapéutico. De este modo, si
partimos de una visión conductista, entonces el asunto pudiera tener que ver con la creación
de sistemas de reforzamiento o de extinción a nivel de los grupos. En la misma dirección,
pero en otro sentido, actuaría aquel que partiendo de la teoría psicoanalítica pretenda
moverse hacia las intervenciones grupales. No faltan por cierto ejemplos patéticos de ambas
posiciones. También es justo decir que hay cosas peores.
Sin embargo en la realidad, la búsqueda de alternativas grupales «desde dentro» de los
esquemas teóricos, tomados como sistemas doctrinarios y esquemáticos, resulta ser una tarea
visiblemente plagada de contradicciones y de remiendos tales a los principios de partida, que
muchas veces estos se hacen irreconocibles o cuando menos evidentemente forzados.
Súmese a esto que la emergencia de la exigencia a los abordajes grupales es un reclamo de
doble carácter: se ha visto instigado desde la reformulación teorética, pero viene, y yo diría
que básicamente, desde las necesidades y exigencias prácticas. Por tanto las coordenadas
dentro de las que se pueden encontrar soluciones no son solamente teórico-conceptuales,
sino también y sobre todo pragmáticas-praxológicas.
Otra cuestión a considerar, es el hecho de que el movimiento de la Ciencia Psicológica
dentro del cual aparecieron las grandes escuelas de Psicoterapia, y que tipifica quizás todo el
periodo que va de fines de siglo XIX a los inicios de la década de los setenta del XX, se
enmarca dentro de lo que denominó una «Epistemología Divergente» para la cual la
búsqueda de las distinciones con otros modos de pensar y hacer las cosas se vive con tanta
intensidad como una crisis de identidad. Sin embargo, las prácticas grupales han tenido su
esplendor en años marcados por la búsqueda de una «Epistemología de la Convergencia». El
gran síntoma de esta tendencia puede quizás ser el énfasis en la búsqueda de integraciones,
cercanías, similitudes, relaciones de complementación, etc. que se verifican sobre todo al
nivel de las prácticas. Es este un periodo más pragmático que para muchos supone una
invitación al eclecticismo. Quizás por esto no es casual que aparezca con fuerza la discusión
en torno al eclecticismo en Psicoterapia (Norcross J, 1986; Norcross J, 1992; Eherenwald J,
1968).
En la búsqueda de soluciones se trabaja en el establecimiento de los «factores comunes» en
la mayoría de los modos de actuación psicoterapéutica, una suerte de «eclecticismo
integrativo» o sintético, donde se piensa más en una unión simple o aditiva que en una
verdadera integración. Nociones tales como la «hipótesis de la desvalorización» apuntan en
34
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este sentido. En otra dirección encontramos lo que algunos han denominado el «eclecticismo
analítico» o «separatista», que pone el énfasis en la búsqueda de «los mejores elementos» de
cada modelo (Beitman B, 1987). Por solo nombrar evidencias recuerdo lo común que resulta
oír hablar de «psicoanálisis existencial»,
«psicoterapia conductual-guestáltica», etcétera.
Quizás la propuesta más interesante viene en lo que muchos autores han denominado el
«eclecticismo sistemático». Desde una visión crítica, dentro de esta vertiente se reconoce que
la denominación de «ecléctico» es algo así como una ventaja y a su vez una «patente de
corso» para muchos psicoterapeutas. Una ventaja en el sentido de que tal denominación,
esencialmente ambigua, da una supuesta licencia al terapeuta para actuar según su propia
conveniencia o su visión personal, no especialmente científica, del problema que se plantea.
La supuesta asunción del eclecticismo anda entonces por el camino de la pérdida de
cientificidad, de la desprofesionalización y de la iatrogenia, la manipulación y el control del
llamado terapeuta sobre el paciente. Los «sistemáticos» aseguran que el eclecticismo puede
ser un método, puede ser una postura o actitud de análisis en situación que suponga la
actualización de los recursos disponibles por el terapeuta «en situación» no importa cuál sea
el origen paradigmático de dicho recurso.
Las deficiencias de los intentos de solucionar los retos a la psicoterapia por la vía del
eclecticismo son evidentes y desde mi punto de vista irresolubles. Presentemos, aunque sea
superficialmente, algunas de ellas.
Si el eclecticismo se está pensando en términos de integración simple o aditiva (ya sea tomar
lo común o tomar lo mejor de cada una), entonces aparecen serios problemas:
1. Para integrar hay que tener «qué integrar», lo que quiere decir que tendrían que subsistir
las escuelas o alguna variante de modelo parcial no integrativo, lo que contradice el
desarrollo de los últimos años. Junto a esto, evaluar qué es «lo mejor» en psicoterapia es
algo de suma dificultad como atestigua, por ejemplo, la discusión acerca de la efectividad
diferencial de los modelos terapéuticos.
2. Hablar de integración supone hablar de un «lugar» desde el que se integra, y en este
sentido estaríamos en la idea de Cousin de la preexistencia de ese lugar. Es decir
tendríamos que aceptar que hay un modelo (por tanto una escuela, una forma de pensar,
etc.) que es la correcta y a la que se puede llegar desgajándola de lo común esencial de los
otros modelos.2
3. Una integración seria, de profundo carácter científico, supondría un conocimiento y una
experiencia profesional sistemática de cada uno de los modelos existentes, lo cual es desde
ya imposible.
4. En el caso particular de su comprensión como reunión de tesis conciliables que se toman
de diferentes sistemas teóricos dejando fuera del modelo resultante todo lo que no es
conciliable, entonces se corre el riesgo de dejar fuera justamente aquellas especificidades
de un modelo teórico que dan cuenta de lo que otros modelos no pueden.
Era esta la idea vygotskiana de Psicología Marxista (véase ―El sentido histórico de la crisis de la Psicología), un
proyecto que no se realizó quién sabe si por imposible.
2
35
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Manuel Calviño
Planteado en términos de «método sistemático», también el eclecticismo carga con serias
dificultades. La más elemental: ¿Cómo se puede ser «sistemático en situación»?, en otras
palabras, ¿puede una selección contingente ser sistemática? Definitivamente el eclecticismo
no parece ser una vía muy prometedora.
Como sustituto menos comprometido del término eclecticismo se observa en el discurso
psicológico la recurrencia en la utilización del término «integración». Particularmente en
algunos medios linguísticos, como es el caso de nuestro país, la palabra eclecticismo va
acompañada de una connotación negativa, mientras que la palabra integración sugiere una
asociación emocional positiva. Sin embargo, el cambio de término per se no supone la
solución de los problemas a él asociados. Incluso porque eclecticismo e integración no son
términos excluyentes: la integración se puede lograr de un modo ecléctico, aunque luego se
diga que «no es una verdadera integración»
.
Es difícil hacer una valoración de la llamada «opción integrativa», al menos en nuestro
ámbito profesional, toda vez que es algo que sobre todo «se dice», pero que no se clarifica
cómo «se hace». Integración en ocasiones es aceptar el hecho elemental de que más de cien
años de Psicología, decenas de hombres de talento e inteligencia envidiable que dedicaron y
dedican todas sus energías al estudio de la mente humana, no pueden ser reducidos a un
«están equivocados», «les falta un método verdaderamente científico», «están encerrados en
la celda de ideologías burguesas que les cierran el camino a la verdad». Cosas de este tipo,
además de inadmisibles científicamente, son obsoletas y componen un pasado del que no hay
que avergonzarse pero si hay que superar definitivamente. Parece entonces que la integración
es decir- «ellos tienen parte de razón y hay que reconocer lo que descubrieron y buscarle un
lugar en nuestro sistema teórico».
En nuestro medio, dentro y fuera del campo de la psicoterapia, el intento de integración trae
aparejado un «pseudo descubrimiento autotitulado novedoso y original» que no es otra cosa
que cambiarle el nombre a lo que en otros contextos teóricos goza de un status de
conocimiento establecido. Se produce como una suerte de «plagio» sin malas intenciones
que cae dentro de la tendencia a «integrar» y que en su total paroxismo produjo hasta teorías
y métodos nacionales.
En otra vertiente menos narcisista, se forman verdaderos mosaicos inconexos en los que
conviven la transferencia sexualizada freudiana con el entrenamiento autógeno de Shultz, el
inconsciente lingüístico de Lacán con la regulación consciente y volitiva de Rubinstein, la
teoría leonteviana de la actividad con los estilos de afrontamiento. Sin duda alguna, estos son
momentos, etapas que hay que pasar, pero no pueden ser superadas si no son develadas y si
no se construyen alternativas distintas.
No se trata de decir «no» a la integración, sino negarse a una forma de integración que
esconde la posibilidad de una elaboración productiva, eficiente y sobre todo realmente
distinta. Quizás valga la pena comenzar por la propia noción de integración. Integración es la
acción de integrar. Integrar es el dar integridad a una cosa, es también hacer entrar,
36
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
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componer, formar. Si algo ha sido integrado entonces quiere decir que ha entrado en alguna
otra cosa, o que se ha conformado algo íntegro (entero, completo).
Integración es el proceso de coordinación y unificación de elementos aislados en una
totalidad. Esto en principio, como antes señalé, puede ser:
1. Que los elementos separados se unan o entren en un grupo ya unido, y por ende este queda
inmodificado, aunque sí en alguna medida, cambiado. Este cambio nunca afecta lo
esencial. Aquí hablamos de «integración por asimilación».
2. Que los elementos separados se unan conformando una totalidad nueva, no existente
anteriormente. En este caso la integración supone una construcción, una «integración
constructiva».
Pensémoslo ahora en el ámbito de interés de nuestra discusión. Un abordaje terapéutico
integrativo sería aquel que:
1. O bien logra que procedimientos, métodos, conceptos, hipótesis, etc., procedentes de
algún modelo más o menos conocido, o también elementos «nuevos», formen parte de
otro modelo ya existente,
2. o bien logra una unificación tal de elementos procedentes de sistemas ya existentes o
elementos «nuevos», que el producto de esta unificación es de hecho otro modelo distinto.
Lo que resulta indiscutible de todo esto es que la integración supone o la asimilación, o la
construcción.
Esto quiere decir que integrar en psicoterapia no es cómo se piensa, o más bien cómo se
hace, en muchas ocasiones: experimentar una intervención terapéutica en un momento dado
a ver qué sucede, utilizar un instrumento propio de un cierto modelo teórico dentro de un
proceso de intervención tenga o no que ver, reinterpretar opináticamente el sentido de un
procedimiento y aplicarlo con modificaciones por conveniencia y no por criterios científicos,
hablar un discurso «babeliano» que ni el más docto políglota puede descifrar.
La integración como construcción de un modelo o como asimilación de contenidos es
analizable solamente partiendo de la consideración de los diferentes niveles, o si se quiere de
los diferentes espacios lógicos de la Psicología como ciencia y profesión. La Psicoterapia no
es una excepción.
¿Cuáles son estos espacios lógicos o niveles constructivos? Sin pretender una respuesta
única, podemos diferenciar cuatro espacios lógicos3 fundamentales:
1. El espacio epistemológico. Aquí la integración supondría la unificación de los
principios, de las hipótesis generales sobre las que se sustentan los modelos teóricos o
la prescripción de nuevas hipótesis. En el caso de la Psicoterapia es en este nivel
donde se ubican aspectos tales como la cosmovisión del terapeuta, su visión de lo
3
Unas palabras más sobre el tema pueden encontrarlas en Calviño M. (1999):«Psicolgía y Marketing». Editora
Política, La Habana.
37
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
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humano, de la vida, sus hipótesis acerca de que es la mente y su significado
existencial, sus creencias ideológicas, incluso sus peculiaridades de idiosincrasia,
cultura, etc. El imperativo constructivo de este nivel es lo esencial.
2. El espacio axiológico normativo. Abarca todo el campo constructivo de un paradigma.
Se trata de los presupuestos éticos, valorativos, que delimitan lo aceptable y lo
inaceptable, lo justo y lo injusto, lo admisible y lo inadmisible, y por supuesto todas
sus transiciones, como patrones comportamentales del científico, del profesional, del
psicoterapeuta como ser humano. Esta referido, como constructo lógico particular, a
un paradigma. Si el referente más generalizado y común para la psicoterapia en los
últimos años es una ética humanista, que supone patrones de conducta en la relación
paciente-terapeuta, en el manejo de las influencias del terapeuta sobre su paciente, en
el respeto a la integridad física y moral del paciente por encima de cualquier
presuposición teórica o de cualquier otro tipo, en el respeto a la confidencia de la
información recibida del paciente, el derecho a la libre expresión, etc., no es menos
cierto que cada modelo teórico construye sobre esta axiología general una axiología
normativa particular, con un sentido más heurístico. Aquí el imperativo constructivo
es lo debido.
3. El espacio teórico-conceptual. La construcción de teorías y nociones teóricas que son
construcciones lógicas más circunstanciales y en este sentido, más susceptibles de
cambio, interpenetración, más flexibles incluso al interno de diferentes contextos
epistemológicos. Se incluyen también los componentes metodológicos que establecen
pautas de garantía al carácter científico del conocimiento. Aquí ubicaríamos el
paradigma teórico específico que resulta ser el referente central del terapeuta, su
adhesión a un cierto modelo teórico-conceptual que lo hace pensar en términos de
ciertos conceptos e hipótesis explicativas particulares, su teoría de la cura, su concepto
de bienestar, etc. En este nivel el imperativo constructivo es lo asumido.
4. El espacio pragmático. Es este el nivel que concierne a la actuación, al éxito de la
intervención comportamental. En este espacio ubicamos las operaciones que se
realizan, los procedimientos, las habilidades o imperativos técnicos, así como «la
creencia pragmática» (Kant). 4 El espacio pragmático no es entonces tan solo un nivel
empírico, sino también empírico-representacional. El imperativo evidente de este nivel
es lo útil.
¿Qué relación existe entre estos espacios? Esta es una cuestión fundamental para poder
definir cómo vamos a responder a las preguntas que nos hemos formulado en el ámbito
específico de la Psicoterapia.
El perfeccionismo lógico imperante en los modelos epistemológicos tradicionales, supone
que la relación entre estos niveles es de inclusión total, es decir, de los presupuestos
cosmovisivos se derivan teorías y conceptos que suponen pautas axiológicas de
comportamiento. Entonces se construyen los sistemas operativos o funcionales acordes a
dichas elaboraciones. Cualquier espacio de no congruencia es tomado como deficiencia
4
Kant tomaba como ejemplo, para ilustrar lo que denominó la creencia pragmática, el caso del médico que tiene que
dar un diagnóstico de una enfermedad porque sin él no sabría cómo tratarla.
38
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
constructiva del modelo. La estructuración es desde los niveles teóricos a los empíricos. El
lugar de la verdad es la teoría, lugar desde el cual se construye el modus operandi.
Desde esta perspectiva queda claro que la integración constructiva resulta prácticamente
imposible. En el mejor de los casos se hace posible una asimilación, es decir un hacer entrar
al sistema de un modo reconceptualizado hallazgos y procedimientos de otros modelos.
Las grandes Escuelas en Psicología servirían de ejemplo concreto de este modo de
elaboración paradigmática. Por solo señalar uno, pensemos en el Psicoanálisis freudiano que
se conforma como sistema cerrado y de «derivación unidireccional» dentro del cual la lógica
más estricta supone una conformidad inequívoca (aunque a decir verdad, solo interpretativa)
desde los presupuestos teóricos hasta las operacionalizaciones. Nada de la Psicología
necesita el Psicoanálisis, nada del Psicoanálisis puede asumirse sin ser psicoanalista.
Sin embargo, la relación no es tan lineal como se supone. Por una parte, de un mismo
espacio epistemológico se derivan propuestas teórico-conceptuales distintas, axiologías
normativas diferentes aunque cercanas, y del mismo modo aparecen propuestas
instrumentales, abordajes, elaboraciones empíricas distintas. Evidencias de esto se
encuentran copiosamente en todo el devenir de la Psicología.
Esto significa que todos los espacios tienen un cierto nivel de independencia entre sí. Es
probablemente esta relativa independencia la que invita a un abordaje ecléctico,
especialmente al nivel de las operaciones, o lo que hemos denominado el espacio
pragmático. Pero esto es apenas lo que ocurre al interno de un Modelo Paradigmático.
Pensemos ahora que ese modelo paradigmático, llamémosle X, por una parte existe en un
contexto real que constantemente aporta nuevos hallazgos, prácticas intuitivas de valor
utilitario, etc. que cuestionan y ponen en crisis sus representaciones teóricas. Ese contexto lo
comparte además con otros paradigmas, Y, Z,... que también explicitan sus teorías y sus
prácticas que de ser cuando menos efectivas o de llamar la atención sobre sucesos no
representados en X suponen la necesidad de una apertura de alguno (o algunos) de sus
espacios lógicos para «dejar entrar aquel hallazgo».
El espacio particularmente flexible a esta modificación es el espacio pragmático. Algunas
razones pueden hacernos entender el por qué:
1.
El pragmático, es el espacio más «distante» del núcleo epistemológico constructivo de
todo paradigma, por lo tanto es donde se supone una mayor variabilidad y en este sentido
mayor capacidad de asimilación de elementos de otros contextos paradigmáticos de su
mismo tipo. La pragmática de X es más vulnerable a la mutua influencia con la
pragmática de Y, que las hipótesis epistemológicas diferenciales que dan sustento a ambos
paradigmas.
39
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
2.
3.
Manuel Calviño
La representación cosmovisiva, ideológica, es menos rígida (menos delineada, menos
comprometida) en el espacio pragmático. El pragmático es un espacio más comprometido
con «el hecho» que con su interpretación. 5
El espacio pragmático es el más cuestionado por la realidad entendida como contexto
concreto y variable en el que existen las prácticas científicas y profesionales, como
destinatario-consumidor de estas prácticas, y como demandante de respuestas no solo a
largo y mediano plazo, sino también a corto plazo.
El hecho resultante es que, en términos estrictamente comprensivos, el espacio pragmático es
más «voluminoso» que el resto de los espacios. Dicho de otro modo, no todo lo que sucede
en la pragmática tiene un lugar de conceptualización y de teorización en los niveles
correspondientes a lo esencial, o lo asumido, ni tampoco en el lugar de los axiomas
normativos. Lo epistemológico, lo teórico-conceptual dan cuenta de una buena parte de los
sucesos de la pragmática (tanto cuanto más adecuada sea), pero no dan ni pueden dar cuenta
de todos. Ellos se corresponden con la lógica interna de su nivel, entiéndase con su propia
lógica, pero no «hablan» el discurso de la pragmática, por lo que no pueden expresar en su
metalenguaje lo que allí sucede. Si nos servimos una vez más del psicoanálisis, pensemos en
las relaciones que se verifican entre aquello que se reconoce como «la dinámica» del
psicoanálisis y su «dramática»:6
Intentaré resumir las ideas presentadas aquí con respecto a la integración: el asunto de la
integración en Psicoterapia no puede reducirse a una nueva forma de «eclecticismo
disfrazado» tras palabras que no se clarifican en hechos distintos a los que otros modelos
eclécticos suponen. La alternativa de la integración es plausible, pero supone diferenciar con
claridad las posibilidades asociadas a cada nivel o espacio lógico-constructivo. En los niveles
epistemológico esencial y teórico-conceptual la integración no es otra cosa que la
construcción de un nuevo modelo o paradigma que se construye también asimilando la
experiencia de otros modelos. En este sentido esta no puede ser una tarea contingencialsituacional. Su perspectiva temporal es a mediano o largo plazo. Sin embargo al nivel de la
práctica, en el espacio de la pragmática existen posibilidades variadas que pueden ser
explotadas sin riesgo de modificaciones esenciales a los modelos teóricos. Supone si un
cambio de actitud del profesional: pasar de un estilo de predominio de lo teórico-conceptual
a lo teórico-praxológico. Aunque por el momento no quiero perder de vista que estoy
hablando de exigencias y posibilidades en el ámbito de la Psicoterapia. Lo dicho hasta aquí
no necesariamente soportaría una extensión a todo el campo de la Psicología.
Alternativas constructivas desde una «Espistemología de convergencias»
Me aventuro ahora a lo que siempre resulta más complicado: el establecimiento de
alternativas coherentes (en la medida en que la misma coherencia es probable) con una
visión epistemológica convergente. Obvio que tratándose de una alternativa para las
En su ―Dialéctica de la Naturaleza‖ Engels insistía en que los hechos son siempre hechos no importa cuán falsas sean
las interpretaciones que de ellos se hagan.
6
Bleger tras estos conceptos reconoce, junto a la dependencia y la interdependencia, la independencia relativa, al
punto incluso de la contradicción necesaria, entre lo teórico-conceptual y lo práctico.
5
40
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
prácticas grupales de la psicoterapia la alternativa ha de contener los niveles teórico
conceptuales y epistemológicos, pero también los prácticos aplicados.
¿Dónde establecer los parámetros de posibilidad de dichas alternativas?. Considero que en
cinco ámbitos fundamentalmente:
1.
2.
3.
4.
5.
Los sustentos epistemológicos de los esquemas de trabajo.
El carácter alternativo de dichos esquemas.
La identidad del terapeuta.
La definición de los encuadres.
La elaboración de instrumentos (procedimientos, operaciones, técnicas, espacios, etc.) que
favorezcan los impactos terapéuticos.
Con respecto a lo primero, los sustentos epistemológicos de los esquemas de trabajo, la
Psicología, desde hace ya mucho tiempo, y en general la reflexión epistemológica
contemporánea, se mueve hacia una comprensión más flexible que rompa en lo fundamental
con el modelo empirista positivista de ciencia dentro de los cuales las prácticas profesionales
se sentían muy restringidas. Las restricciones absurdas y excesivas son también parte de las
limitaciones que se cuestionan en las ciencias modernas, por lo que la epistemología
predominantemente moderna es también severamente criticada. .
No es casual que en esta búsqueda de alternativas aparezca como posibilidad para algunos el
hipercriticismo metodológico que el posmodernismo trae consigo: no al predominio de la
razón, no a la existencia de la verdad, no a la existencia del sujeto. Como dice Aronowitz el
«rechazo de la razón como un fundamento para los asuntos humanos» (Aronowitz S,
1988:50).
Una propuesta de opción está en el llamado anarquismo epistemológico que supone un
intento de enfrentar el proceso de deterioro o erosión que vienen sufriendo las
reglamentaciones metodológicas tradicionales. Se postula que las reglas son inútiles y
castrantes. En su base está la moderna crítica a la razón y una defensa de la renuncia a la
razón sin la que, al decir de Feyerabend, no hay posibilidad de progreso. Se postula entonces
el anarquismo no solo posible, sino necesario. Pero la sin razón no puede ser alternativa
metodológica real para las dificultades asociadas a ciertos modos de entender la razón y no a
la razón misma.
Desde otra perspectiva se esboza una epistemología desde una teoría pragmática consensual
de la verdad, tal es el caso de Habermas. (Habermas J, 1982). Se trata de la búsqueda de
unidades pragmáticas compartidas de modo comunicacional.
En el caso particular de la Psicología el modernismo en la ciencia dejó una encrucijada
metodológica, entre la verdad y la no verdad, entre el sujeto y sus determinaciones, entre la
razón y el poder. El problema metodológico no tiene mayor clarificación en el
posmodernismo. A pesar de que las revueltas metodológicas de Freud primero y Lacan
después, antecesores de un cierto pensamiento posmoderno en la Psicología, representaron
una posibilidad de avance considerable desde el punto de vista crítico, como modelo
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Manuel Calviño
alternativo, paradigmático, se incrustan en la muralla de la anticiencia. Las propuestas
neoconfiguracionistas, constructivistas, etc. siguen tras las huellas de un sujeto todopoderoso
configurador de la realidad, allí donde para los otros la única verdad es la verdad del sujeto,
y el propio sujeto es un no es. Pero todo esto requiere de un análisis especial que escapa a las
pretensiones de este trabajo.
Mi búsqueda de una respuesta, o para ser más exacto, la búsqueda de respuestas al cómo
facilitar esa construcción de modelos de intervención breve, comienza, a mi juicio, por
superar las epistemologías divergentes típicas de la historia de la Psicología y pasar a
modelos epistemológicos convergentes de integración. Esta epistemología convergente ha de
encontrar también su por qué y su cómo. Más exactamente, en nuestra comprensión del
asunto la propuesta conceptual define la praxología, el nivel praxológico, como el espacio
más adecuado para dicha convergencia.
En cuanto al carácter alternativo de los modelos de trabajo, es algo que se desprende de lo
anterior. Una epistemología divergente es el sustento de una práctica que «disuelve» la
individualidad del paciente para convertirla en una categoría diagnóstica. La función de
selección que el terapeuta ejecuta sobre el paciente (es analizable - no es analizable; es
neurótico - no es neurótico; va para la breve - va para la profunda) es, usualmente, perversa.
Su perversidad reside no solo en la taxonomización (función de etiqueta), sino sobre todo en
que aun siendo aceptado el paciente es inevitablemente sometido al método del terapeuta. La
lógica casi aritmética de lo que digo es poco cuestionable. Si el terapeuta evalúa según un
criterio definido por su instituyente teórico, y este instituyente es cuando menos unipolar y
restringido (en el sentido que por ser único, es el modo único de pensar el problema),
entonces no hay espacio alternativo para la peculiaridad del paciente. La unidad de la
Psicoterapia reside en el método, su diversidad en el paciente, y el método es impuesto al
paciente por el terapeuta.
Es posible, en respuesta a esto, reconocer el derecho del paciente a «…ser informado de que
existen técnicas y metodologías de trabajo distintas de aquellas con las que trabaja el
orientador» (Peyru G, Brusca J, 1992:7), y aparecería la sugestiva imagen de que el paciente
es libre de elegir que método quiere que se le aplique, lo cual no por sugestivo deja de ser
absurdo (me refiero a la idea que se desprende y no al derecho). Esto sería populismo
psicoterapéutico y no democracia psicoterapéutica alternativa o participativa, como suele
decirse ahora. La decisión no puede estar en las manos del paciente, ni del terapeuta. La
decisión es de la relación de ambos. Ni el paciente impone, ni impone el terapeuta. Siendo
así, entonces no hay otra salida para el especialista que un planteo alternativo. Estoy
hablando no de ilusión de alternativas (Watzlawick P, Weakland J.H, Fisch R, 1976.) sino
de:
1.
2.
3.
Algo que se puede. No es alternativa aquello que no está en la zona actual o próxima del
sujeto.
Algo que coexiste en relación a otras posibilidades, entiéndase en relación a otras
alternativas.
Algo que no responde a la lógica binaria, sino a la lógica de la multiplicidad.
42
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
4.
5.
Manuel Calviño
Algo que no es inevitable, sino probable. La solución pretende ser la respuesta a la
pregunta del demandante, la alternativa puede incluso ser no hay que dar respuesta, puede
ni tener que ver directamente, a los ojos del demandante, con la respuesta. La alternativa
es siempre para hacer, para intentar, para probar. La respuesta es siempre para concluir.
(Calviño M, 2002).
Algo que no es inmutable, algo que puede ser modificado en dependencia del propio curso
de los acontecimientos. Lo que es alternativo es porque tiene la capacidad de alternancia.
Lo alternativo se asocia a lo probable y por lo tanto se sustenta en la creación constante, en el
proceso concreto y real de encuentro con las evidencias y las contradicciones.
La identidad del terapeuta juega en esto un papel central. No creo que sea este un asunto lo
suficientemente atendido en la literatura especializada y mucho menos que sea objeto de
preocupación del especialista inmerso día a día en la práctica psicoterapéutica.
El modo en que el terapeuta se percibe a sí mismo, se reconoce como parte de un gremio o
grupo profesional que se caracteriza, más allá de la tenencia de un título y haber realizado
ciertos estudios, por un conjunto de prácticas que tienen un sentido particular no solo para el
gremio en cuestión, sino sobre todo para el contexto en el que ese gremio existe, es decir
para los otros (los usuarios, los consumidores de esa praxis profesional, el ámbito específico
en que existen), cataliza cuando menos la posibilidad (actual y potencial) de la realización de
ciertos modos y no otros de dichas prácticas.
Una buena parte de la identidad profesional se define por la función específica o diferencial,
y esta una vez constituida como modelo de representación, como representación profesional,
define los límites de permisibilidad y potencia de las prácticas. Es claro que no estoy
hablando de Códigos Profesionales, sino de algo de naturaleza mucho más intrínseca.
¿Cuál es nuestra función específica, diferencial, como psicoterapeutas? ¿Qué hago que no
pueden hacer otras personas (profesionales)?, ¿qué se espera de nosotros? y entonces
asociadas a estas preguntas inmediatamente surgen otras: ¿qué quiere decir curar?, ¿qué
quiere decir ayudar?, por solo señalar algunas. El asunto es que en dependencia de las
respuestas que demos a estas preguntas, y lógicamente a otras muy cercanas, estaremos en
condiciones de definir los límites reales de nuestra función.
Las intervenciones grupales requirieron (y aún requieren) no solo de otro modelo profesional
de la psicoterapia, sino también y sobre todo de otra identidad de terapeuta.
Explicitando el vínculo con lo dicho anteriormente, se trata de que un modelo epistemológico
convergente, que asume un carácter de construcción alternativa no solo ante la diversidad de
las propuestas metodológicas, sino también de los recursos instrumentales, supone un
terapeuta centrado en una relación de ayuda y no en la cura, lo que supone no el carácter
definitivo (y definitorio) de la intervención profesional, sino sobre todo su ajuste a las
condiciones que lo determinan en aras de potenciar el mayor efecto probable.
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Manuel Calviño
Una lectura comprensiva de lo que hemos enunciado nos lleva ineluctablemente a una
noción estructurante primaria: el encuadre. Epistemología, teoría, metodología e identidad
son los ejes centrales, aunque lógicamente no los únicos, sobre los que se conforma el
encuadre. Por razones obvias de enfoque nos adentremos con un poco más de detalle en este
aspecto.
En los últimos años hemos asistido a una enfermedad tecnocrática que nacida dentro de las
ciencias técnicas, las ciencias cibernéticas, los paradigmas computacionales, se ha extendido
a las ciencias sociales y humanas, incluida la Psicología. Le llamaría la metáfora del
instrumento. Su expresión posmoderna se expresa, como dice Jamerson, en una cierta
desconsideración de los problemas de la verdad, la certidumbre. La verdad ya no existe, pero
el error sí. (Machín H. 1991). Pero si la verdad no existe y el error sí, hay que preguntarse
¿qué es lo que produce o no error? La respuesta es clara: la técnica. De modo que se produce
una mistificación alucinante del valor de la técnica.
El fetiche de la técnica impide ver con claridad que la técnica es solo por el encuadre, y que
toda intervención profesional psicoterapéutica, y lógicamente las breves no son una
excepción, son solo en relación al encuadre. Hablo sobre todo del encuadre, entendido como
una representación sistémica que dé continente a los contenidos. En nuestro modelo de
trabajo (Calviño M.2002) la idea del encuadre está contenida y precisada en el concepto de
situación.
Pichón Riviére subrayaba la idea de que el individuo debía ser pensado siempre como
«hombre en situación». Creo que es una de las ideas que descansa en la base de toda su
teoría del vínculo. La situación es sobre todo el contexto en que se realiza y adquiere un
sentido particular la relación entre profesional y sujeto-grupo. La relación entre terapeuta y
paciente-grupo se da en un espacio determinado: la situación que es un espacio físico,
temporal y simbólico (porque está sometido a los procesos que se dan en la relación).
Podemos definirla como la representación que se hacen terapeuta y paciente de la relación.
No es solo el setting, es también todo el sustento o soporte ideo-concreto de la relación. En la
situación entonces intervienen los elementos concretos presentes en la relación y también las
representaciones que los participantes tienen de su contexto real de existencia, sus
peculiaridades idiosincrásicas, en su vínculo con la relación.
Por último: el impacto terapéutico. Esto es algo que a veces resulta difícil de asumir desde
algunas visiones psicoterapéuticas ingenuas o posmodernas. Una y otra vez el tema del
impacto se confunde con el de la directividad o con el de la neutralidad (dos caras de la
misma moneda).
Ser directivo sería, en sentido general, el asumir la relación psicoterapéutica como una
relación de poder, entendiendo por poder lo que Foucault M. significó como «estructura total
de actos aplicada a posibles actos». De modo que tiene que ver no únicamente con lo que se
dice, sino con lo que no se dice, no solo con lo que se hace, sino también con lo que no se
hace. La directividad es sobre todo una filosofía de la relación que se acompaña con una
actitud que trae consigo el establecimiento de una ética del poder en las relaciones
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
interpersonales en tanto supone la limitación de derechos, el irrespeto a la individualidad y la
diferencia, la sanción como instrumento de coerción.
Estas afirmaciones que hago pueden parecer extremas para el caso de la directividad como
técnica de intervención circunstancial asociada al enfrentamiento de un problema, pero en
realidad llama la atención sobre todo a no confundir el hecho de que un terapeuta proponga
ciertas recomendaciones a su cliente, que no se inmiscuyen en el campo de sus decisiones
personales, que están dentro de los acuerdos del contrato, y que no implican la cesación bajo
circunstancia de punición de ningún valor o patrón normativo del otro. Rogers, figura
paradigmática de la no directividad decía no tener duda de que era selectivo al escuchar a sus
pacientes y, por lo tanto era directivo, y es claro que con esto nos dice que esa no es la
directividad de la cual sugería salir incluso por razones técnicas.
Hay que denunciar también lo que se esconde en ocasiones (consciente e inconscientemente,
entiéndase como filosofía perversa o como ansiedad y temor, —diría Kesselman: «como
escena temida» detrás de la «falsa no directividad». Se trata de la ausencia de compromiso y
responsabilidad del profesional.
Cuando entramos en una relación psicoterapéutica individual o grupal nos comprometemos
con una persona, con su decisión e intento de hacer algo por su bienestar, por su salud, por su
felicidad. Y esto es algo que da no solo sentido a nuestra existencia como profesionales, sino
también a nuestra práctica. La clarificación del término es quizás secundaria, lo más
importante es la clarificación del conjunto de realidades que el término denota.
Entonces la realidad es que nuestros compromisos y las condiciones en que ellos deben
realizarse nos convocan a la idea de la eficiencia máxima posible, de la productividad de
nuestra gestión psicoterapéutica, nos convocan al aumento del impacto terapéutico. Como
sabemos nuestro trabajo puede y debe restringirse al material puesto en la situación. Pero
esto no es una mordaza para ciertas acciones del terapeuta sobre la situación que tiendan a
favorecer, por solo señalar algunos de los más importantes:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
La concentración de los esfuerzos y capacidades del paciente.
El significado dinámico funcional concreto de la sesión.
El aprovechamiento de los recursos medioambientales disponibles.
La acción concentrada sobre el problema.
La pluralidad instrumental asociada a la unidad del esquema referencial.
La producción del insight.
Es esto, en principio, lo que busco en la noción de impacto terapéutico. Sin aumentar la
capacidad de impacto terapéutico, las posibilidades y el significado práctico real de las
intervenciones breves es sencillamente impensable.
Los que he referido hasta aquí son parámetros generales. Queda ahora en manos de los
terapeutas la construcción de alternativas no solo operativas en la clínica grupal, sino
también trasmisibles, para que puedan ser enseñadas sin menoscabo de su eficiencia, para
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
que la formación de terapeutas grupales no sea solo desandar el mismo camino del-los
pacientes.
Psicoterapia de grupo:
desprofesionalizado
modelación,
creación
convergente
o
intuitivismo
Voy cerrando este remake y no quiero dejar sin mencionar un dilema al que se arriba luego
de una reflexión como la que hemos hecho hasta aquí. ¿Puede la psicoterapia de grupo ser
una actuación que no requiere de formación profesional específica? ¿Puede hacerse
psicoterapia de grupo con un modelo generado en un contexto nacional, cultural e
idiosincrásico distinto a aquel en el que se ejercita? Para no abrumarlos más reduciré esencial
y voluminosamente mi respuesta. Solo diré NO y algo más.
Tomemos como rehén una de las orientaciones más o menos notoria en las prácticas grupales
de la psicoterapia en nuestro medio: el enfoque Dinámica de Grupo en una derivación
latinoamericanizada pasada por el psicoanálisis: los Grupos Operativos.
Como sabemos, al decir dinámica de grupos podemos estar hablando, fundamentalmente, de
dos cosas distintas: de una parte se puede estar haciendo referencia a las interacciones que
tienen lugar al interno de los grupos y que son causadas por un conjunto de fuerzas del
campo o por pulsiones inscritas en el propio aparato psíquico de las personas o en el
entrecruzamiento de los vínculos actuales. De otra parte, pudiéramos estar hablando del
estudio de los grupos con énfasis en la dinámica, en los procesos intragrupales entendidos
como fuerzas, distribución de poder, liderazgo, formación de grupo, reacción de un grupo
ante otros, cohesión, toma de decisiones, etc.
Sin embargo, ocurre muy a menudo, incluso entre especialistas, que el término Dinámica de
Grupo se utilice con bastante superficialidad, imprecisión, e incluso desvinculado de alguno
de su sentido propio. ¿Es esto un síntoma en el sentido estricto de la palabra, o tan solo un
proceso de habituación a una rutina lingüística? Infelizmente lo que con tanto esmero y
dedicación comenzara Kurt Lewin hace varias décadas y que fue fuente de inspiración de
prácticamente todos los movimientos grupalistas de los años posteriores, especialmente de
los cincuenta a los setenta, se ha convertido, en manos de muchos, incluso bien
intencionados, en una caricatura populista y desprofesionalizada.
En los últimos diez o quince años el auge y aceptación que han tenido las prácticas grupales
en diferentes ámbitos de trabajo, especialmente los trabajos comunitarios, de educación
popular, de promoción y educación para la salud por solo señalar algunos, han hecho surgir
una representación un tanto distinta y específica de la Dinámica de Grupo, incluso se habla
de las dinámica «s» de grupo. El nuevo concepto de dinámicas de grupo incluye sobre todo:
…a aquellos ejercicios y juegos que presentan intencionalmente una forma de
dinámica grupal y/o social, para ilustrar de una manera simple y evidente, una
realidad social o grupal que realmente es compleja y profunda…vamos a entender la
Dinámica de Grupo como el conjunto de técnicas educativas apoyadas en principios
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
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sicológicos y pedagógicos, que tienen por objetivo enriquecer la reflexión, la
autosugestión, la toma de conciencia y la movilización…las D.G. tienen un doble
objetivo: a) Ilustrar u proporcionar, un mensaje, un contenido.; b) Recrear. (Ruiz J.
1986: 10 y 12).
Se han hecho populares y han logrado bastante difusión una suerte de «manuales» sobre
dinámicas de grupos repletos de ejercicios que supuestamente favorecen determinadas
manifestaciones, incluso adquisiciones, en la membresía de un grupo. Así se habla, y se
relacionan, dinámicas de grupos (ejercicios) para prácticamente cualquier cosa (el líquido
que lo disuelve todo, como he dicho tantas veces).
No pongo en duda que este movimiento, en los ámbitos educacionales e incluso en las
prácticas de atención primaria en salud, ha tenido muchos efectos positivos y ventajosos,
como son, por ejemplo: el desarrollo de una concepción más democrática y participativa de
la resolución de conflictos, la toma de decisiones (esto es lo que muchos han llamado el
desarrollo de la comunicación horizontal), la creación de un amplio y creativo arsenal de
instrumentos de movilización grupal, la facilitación (accesibilidad) del uso de dichos
instrumentos a personas de diversa formación y niveles de desarrollo educativo y de
instrucción, etc., quizás su peor efecto ha sido una cierta desprofesionalización y
superficialidad en el trabajo de los grupos. Pero ¿cuál es su capacidad de extensión real a las
prácticas terapéuticas? ¿Son acaso por efecto de la intuición prácticas terapéuticas para
actuar sobre grupos humanos que padecen de dolor y sufrimiento psíquico?
Hay mucha ingenuidad preprofesional y en ocasiones, es justo también denunciarlo, no poca
diletancia. Hay quienes ingenuamente se creen que el sentido común es equiparable al saber
científico de una disciplina, particularmente de la psicología y más aún de las prácticas
clínicas, psicoterapéuticas. Error fatal. Pero incluso si así fuera, los portadores de tal mal
olvidan que el sentido común es el menos común de todos los sentidos. Muchos de los
dinamizadores de grupo funcionan con certezas de buena intención del tipo: «Tú verás que
esto los va a ayudar», «con este juego la van a pasar muy bien y van a aprender mucho»,
«esta actividad promueve mejoras en la comunicación». El colmo de la ingenuidad es la fe
ciega en lo que al final dicen los participantes: «Me encantó», «la pasé superbien», «me ha
permitido comprender mejor las cosas».
La diletancia es tremendamente nociva porque usualmente viene escondida en una
fraseología parecida sonoramente al lenguaje científico, se acompaña de una impresionante
cultura de solapa, y de una actitud que, a fuer de prepotente, llega a hacer creer que se sabe
mucho de lo que nada se sabe, quedando apenas a la luz de la crítica el modo, el
procedimiento, y no el contenido. El diletante desprofesionaliza las prácticas grupales.
Aparentando profesionalismo, desacredita la función real del conocimiento científico con
una alternativa en el mejor de los casos basada solo en la intuición personal.
No creo necesario explicar aquí las iatrogenias, las perversidades, las insalubridades que
estas cosas traen consigo. Si asumimos la alta posibilidad de emergencia de fenómenos
dinámicos de alto valor conmocional en las personas que participan en un grupo, entonces el
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
trabajo desprofesionalizado pone a coordinadores y resto de la membresía de un grupo en
una situación de alto riesgo. He visto grupos patologizarse, generar verdaderas iatrogenias
profundas, producir consecuencias negativas psicológicas y también físicas para algunos de
sus miembros, justo por la ausencia de ciertas exigencias profesionales mínimas en las
personas que supuestamente dirigían el trabajo. Es por esto que se hace siempre justificada la
insistencia en la necesidad de velar y controlar rigurosamente la adecuada preparación
científico-técnica y profesional de las personas que trabajan en este campo. Mantener una
vigilancia ética con las prácticas y los que las realizan. Y, sin duda alguna, rechazar las
vulgarizaciones y populismos superficiales que en última instancia devalúan el verdadero
valor del trabajo en grupo. La salud de las prácticas grupales es salud para los que en ellas
participan. Su maleficente insanidad es ni más ni menos que enfermedad.
El impacto favorable y extendido del Psicoanálisis en las prácticas grupales es sencillamente
incuestionable. Bajo la influencia psicoanalítica vio la luz el Psicodrama moreniano y más
tarde el de vinculación propia. Los Grupos Operativos son herederos directos. Pero incluso
entre las prácticas grupales no incluibles dentro de las psicoanalíticas, resulta nada
despreciable, aunque por momentos negada, la presencia de la reflexión analítica en los
presupuestos teóricos y las prácticas. Pensemos en las acciones grupales del tipo Encounter
Groups o en los Workshops Gestálticos.
En nuestro medio, la marca más evidente del psicoanálisis y de la Dinámica de Grupos en las
prácticas clínicas grupales está en los Grupos Operativos, sustentados en los trabajos de
Pichón-Rivière. Su vínculo instituye el sentido mismo del trabajo grupal. Dice Pichón:
…la tarea consiste en el abordaje del objeto de conocimiento, que tiene un nivel
explícito o manifiesto de abordaje. Pero en este plano explícito de la ejecución de la
tarea…surgen ciertos tipos de dificultades, de lagunas, de cortes en la red de
comunicación, montos de exigencia que aparecen como signos emergentes de
obstáculos epistemológicos. Este obstáculo denuncia una actitud de resistencia al
cambio… el obstáculo epistemológico centra las resistencias al cambio y nuestra
tarea es justamente promover un cambio (en un sentido grupal) operativo (cambio de
una situación a otra), en que lo explícito que tomamos como manifiesto se interpreta
hasta que aparezca algo nuevo…‖( Zito V, 1976:8-9).
El camino técnico está claramente trazado por su autor, el instrumento para realizarlo, el
único al parecer posible para una lectura psicoanalítica de los grupos: la interpretación.
Como se conoce, la interpretación operativista es ubicada en un espacio epistemológico
diferencial. Se trata de la interpretación del grupo, de donde se asume la noción de
grupalidad, concebir al grupo como una totalidad en la que cada uno de sus integrantes está
influenciado y actúa en función de los demás (Grinberg L., Langer M., Rodrigué E, 1957).
En algunos de los defensores de la grupalidad es bastante clara la idea de una algo
supraindividuos, lo grupal. En la técnica de la interpretación del grupo como una totalidad
están los aportes pioneros Bion (1991) y Foulkes (1957) que, junto a los trabajos del propio
Pichón (1980), de Bauleo (1993) y de otros, sirven de antecedente a las concepciones
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
operativas más conocidas y que se vienen desarrollando en algunos grupos de trabajo en
Cuba. Me restringiré ahora al análisis rápido de nuestro medio.
No tengo la más mínima duda de la contribución que puede hacer, y que de hecho está
haciendo, el estudio y entrenamiento de nuestros profesionales en el trabajo con el esquema
de los Grupos Operativos. Agradecimiento no nos falta. Pero seguro estoy que el mismo
Pichón nos hubiera aconsejado una mirada crítica, casi cuasiparanoide, al menos
cuestionadora. Apenas contando con su indulgencia y comprensión me aventuro a pensar en
voz alta en algunas cosas que veo.
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En mi primera mirada, una de las cosas que me preocupa en la asimilación de los Grupos
Operativos es esa tendencia nacional a no llegar o a pasarnos, y esa predilección que hemos
desarrollado por lo de afuera. Ya hicimos grupo con fondo musical de balalaika, y lo
habíamos hecho antes con pianola eléctrica. ¿Será que ahora nos falta hacer grupos con
bandoneón? Vuelvo sobre la carga. ¿Serán nuestros grupos o los grupos de otros? Este
primer aspecto es de un valor primordial, sobre todo en estos momentos en que la
devaluación subjetiva de la identidad no es un hecho raro. Cuando Racker H. en su bíblico
texto Estudios sobre técnica psicoanalítica rastrea los determinantes de la interpretación
encuentra, como uno de ellos, el factor genealógico, o sea: «cuanto interpretaban sus
analistas didáctico y de control» (Racker H, 1986:58). El asunto no es solo de volumen, sino
de contenido. La primera perversidad potencial que veo es el riesgo de una cierta
extranjerización (argentinización) de la identidad. De los coordinadores-asesores, a los
coordinadores y de aquí a los miembros.
Para mi segunda mirada, parto de considerar que para muchos operativistas la interpretación
se ha convertido en un cierto ejercicio de malabarismo intelectual. Más allá de las
responsabilidades individuales, considero que el sustento de esta manifestación está en el
carácter marcadamente intelectual, reflexivo, racionalista de lo que sucede en el grupo y del
que la interpretación da cuenta. Prácticamente todo el trabajo consiste en pensamientos,
reflexiones, análisis de lo que se cree, se piensa, se sabe o no se sabe, incluso sobre lo que se
siente, pero el sentimiento se intelectualiza. La propia tarea de seguir tras la huella de la
interpretación del coordinador, supone un ejercicio importante, pero limitado a las
cogniciones. Al cognitivizar la mirada a las relaciones humanas, sin ser tecnófobo, abrimos
las puertas a los «Grupos E-mail», o los «Grupos Internet», es decir los grupólogos
discípulos de Bill Gates.
Una persona que había participado en varias experiencias grupales de diferente modalidad,
me dijo: «los grupos operativos son los más aburridos», y con esto quería decir que no se
explotan los recursos de juego, participación, desempeño de roles, que tanto favorecen no
solo las interacciones, sino la propia emergencia de los contenidos. ¿Será que estamos
identificando reflexión y desarrollo con sobriedad extrema, con ausencia de placer natural y
auténtico? Volvemos a la distorsión que puede ser la interpretación que no puede entender
que no entiende. Hablo de que el Encuadre operativo coarta manifestaciones más cercanas al
accionar cotidiano y con esto separa la situación grupal no solo de la vida real, sino también
de sus placeres y regocijos, hace prevalecer, para el caso de las prácticas clínicas «los
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
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traumas» muy por encima de «la realización», la depresión por encima del júbilo, la
desgracia sobre la gracia, lo negativo sobre lo positivo. Todo está mal. Nada está bien.
Por último, y sigo pensando en voz alta, la distancia impuesta por cierta lectura de la técnica
al coordinador de Grupos Operativos, es realmente anxiógena, para el grupo y para el
coordinador mismo. «Un cero a la izquierda»: es esa la impresión que en ocasiones da el
coordinador distante, descomprometido, flotante. Si, como dice Bauleo «la noción de
participación señala un compromiso, un ser parte, un estar incluido, un ser integrado, una
pertenencia, una doble decisión de estar presente en un proceso colectivo en el cual es
imposible despegar un exterior de un interior, un mundo externo de un mundo interno»
(Bauleo A, 1991:15), entonces ¿qué lograremos con ese coordinador no participante?
Este ejercicio que acabo de hacer tiene el fin (más allá de su valor crítico o al menos de
promocionar intercambios de ideas) de reafirmar que la psicoterapia de grupo es una
actuación profesional, hecha por profesionales. Que no se limita a tener un conjunto de
conocimiento y ciertas habilidades, sino que supone desde estos una «acción creativa in situ»
acentuada con los matices de sus sujetos participantes: su historia, su cultura, su
idiosincrasia. Es una práctica definitivamente historizada.
En épocas tan convulsas como las que vivimos en las que el libre mercado y la libre
competencia hacen creer que el capitalismo,con sus modus operandi, es un líquido que lo
disuelve todo y no un líquido en el que todo se ahoga (o para ser preciso, casi todo), la
invitación es a desvalorizar los sustentos cosmovisivos, ideopolíticos y económicos de las
prácticas. Y aquí se descubre la impostergable necesidad de un referente en extremo
importante: el sustento de las prácticas es un campo de determinaciones que las preceden y
una vez instituidas las condicionan. Es un encuadre que no está sujeto primariamente a la
construcción intencional del psicólogo, del terapeuta de grupo. Él es un sujeto también
sujetado. Solo que el carácter de esta sujeción no es del orden solo de lo inevitable (como
parece ser en ciertas representaciones dogmáticas del psicoanálisis y también del marxismo),
sino también del orden de lo transformable, de lo creativo. Las prácticas están determinadas
en lo actual por los contextos (históricos, económicos, ideopolíticos) —subrayo esto, por los
contextos, y no por las representaciones teóricas particulares que de ellos se puedan hacer—,
y en lo prospectivo por los contextos actuales y los proyectos, que son la producción del
sujeto deseante, comprometido, trascendente.
El centro operativo, el episteme constructivo, de las prácticas psicoterapéuticas grupales está
necesitado de una epistemología operativa y convergente. Convergente en tanto supone una
epistemología de la pluralidad, de la unidad en la diferencia, de la unidad y ruptura. Y esta
convergencia es solo posible al nivel de las prácticas por razones, como ya apunté,
estructurales y epistemológicas. Pero las prácticas son depósitos de ideología, incluso
depósitos más impactantes que las teorías, 7 y la convergencia tiene ciertas precondiciones. El
límite de las convergencias prácticas está en que se den entre los que están en la misma
7
Las prácticas profesionales «multiplican», toda vez que a diferencia de las teorías no quedan en el ámbito estrecho
de los profesionales o los portadores de una cierta cultura profesional, ellas impactan sobre la gran mayoría: los
llamados «clientes» o «sujetos-metas» de dichas prácticas.
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trinchera. Las prácticas no son descontextualizables. Ellas son anteriores a su representación
paradigmática, pero simultáneas y posteriores a sus condiciones de generación. Decursan
como prácticas de uno con la ideología de «otro» a prácticas de uno con ideología de todos.
Lo ideológico es sobre todo un paradigma en la acción y de la acción.
Hacer de las prácticas el fundamento, es abrir las puertas al encuentro y a la elaboración
conceptual operativa. La práctica es el único espacio para pasar de un ―hetero ECRO‖ a un
―homoECRO convergente‖. Solo puede converger lo que es distinto, y lo distinto solo puede
converger atisbando un fin común, que a su vez vuelve a ser distinción para reiniciar un
proceso inexorable e irremediable de desarrollo.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
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Manuel Calviño
Antes de llegar al futuro.
Meditaciones probablemente antiguas sobre cosas modernas y posmodernas.
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Como hubo en el pueblo profetas falsos,
así habrá falsos doctores,
que introducirán sectas perniciosas…
Muchos los seguirán en sus liviandades,
y por causa de ellos será blasfemado
el camino de la verdad.
II de San Pedro. 2.
La ciencia es tan dañosa
a los que no saben aprovecharse de ella,
como útil a los otros.
Tales de Mileto.
Hace unos años atrás Al Gore, entonces vicepresidente de los Estados Unidos, refiriéndose
en una entrevista a las autopistas de la información dijo:
Yo soy un gran defensor de esta idea, que permitirá que los hospitales, archivos, centros
meteorológicos y las fuerzas de seguridad estén conectados entre sí, compartiendo información y
conocimientos para evitar catástrofes, delitos, etc. Estoy convencido de que con las autopistas de la
información el mundo será más armónico y humano… La información es un tesoro y debe ser
compartida como tal por todos los pueblos; además, su difusión es una garantía de las libertades
democráticas…si los pueblos basan su desarrollo en la comunicación, estarán haciendo una apuesta
por el futuro, lo que ayudará a que otras naciones más desarrolladas puedan invertir más fácilmente
en esos mismos países‖. (Gore A,1994:92-94).
Muchas preguntas me sugirieron las afirmaciones de Gore. No me imagino cómo se pueden
favorecer conexiones, intentando privar derechos. No logro ver con claridad los efectos de la
facilidad de las inversiones para las naciones más desarrolladas en las subdesarrolladas o
indesarrolladas, permitiéndome un neologismo que espero comprensible. No me percato de
cómo serán garantizadas las libertades democráticas desde una red de redes, o lo que
equivale a decir millones de computadores conectados de los cuales la inmensa y
abrumadora mayoría no están en las manos de los que tienen supuestamente que facilitar la
comunicación para el desarrollo.
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
¿Fetichismo o mala intensión? Para no moverme en discursos que no me pertenecen
profesionalmente, aunque sí ciudadanamente, me contento con recordar algo que leí hace
más de diez años atrás:
Puntas de lanza de la llamada revolución tecnológica, la información y la
comunicación se están convirtiendo hoy en los ejes alrededor de los cuales se
reestructuran las relaciones sociales entre los individuos, los grupos y las clases, las
naciones y los bloques de poder. No se equivocan aquellos que ya nos se contentan
hablando de «sociedad de la información» para designar la sociedad de mañana, una
sociedad en la que la información se instala como nuevo recurso de base, nueva
materia prima, nueva forma de energía. Sin embargo, perpetran una inmensa estafa
intelectual cuando, en un discurso mesiánico, infieren la novedad social partiendo de
la novedad técnica y metamorfosean esta mutación tecnológica en un «instrumento
arcisista», remitiendo alegremente las segregaciones y las relaciones de fuerzas
sociales anteriores a esta nueva sociedad llamada informacional. (Mattelart A,
Stourdze Y, 1984:56).
Algo similar había dicho Passeron:
…ninguna innovación tecnológica pudo jamás superar, por virtud exclusiva del medio, las
desigualdades culturales producidas y reproducidas por el juego bien engrasado de las estructuras y
de las jerarquías sociales: las características técnicas de un medio de comunicación no
predeterminan jamás sus efectos sociales al punto de descartar los efectos que dependen de las
relaciones sociales que se encuentran en el origen de la utilización de esta técnica (Passeron
J.C,1982: 46-47).
Pero psicólogo que soy al fin y al cabo, doy un peso especial a una de las afirmaciones
hechas por quien ha sido denominado el senador de la tierra. Me refiero a aquella que
testifica el valor de las autopistas de la información y del desarrollo cibernético en general,
en la creación de un mundo más armónico y humano. Imagínense, reconsiderar las utopías
dentro de un esquema tecnológico. Pensar al menos alternativamente que el Walden Dos de
Skinner no era una total falacia. Que si bien la tecnología comportamental no lo había
logrado, la informacional sí lo puede lograr: un mundo más armónico y humano.
Intento no dejarme atrapar por las fascinaciones fetichistas, por la narcisización, al decir de
Bleichmar H. (1983) con sentido instrumental. «El peligro se produce cuando los
instrumentos técnicos se escinden del ego humano, o sea, cuando la técnica se torna
autosufciente o se adueña del hombre en lugar de dejarse adueñar por él» (Dorfles G,
1969:34). Pero también la fascinación del horror, hablando con Pichón, me acosa: una fibra
óptica puede transportar doscientas veces más información que un cable coaxial; los
repetidores de fibra óptica pueden estar separados entre sí a más 100 km, frente a
aproximadamente 1,5 km en los sistemas eléctricos tradicionales; un solo par de cables de
fibra óptica puede transmitir más de mil conversaciones simultáneas; las redes de fibra óptica
son capaces de albergar 500 canales de televisión, pueden receptar 34 000 líneas telefónicas
de ida y vuelta. «A qué más», diría Silvio Rodríguez.
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Tampoco quiero acercarme a la tecnofobia resistente activa, esa suerte de anquilosamiento
del más elemental raciocinio y de las buenas pasiones, una de las menos virulentas. Intento
alejarme con más dificultad de la tecnofobia pasivo agresiva resistencial, esa que nos hace
utilizar nuestras PC como nuestras antiguas Remingtons. Máquinas de escribir que en
tiempos de crisis energética nos hacen consumir más combustible. Siendo objetivo, es decir
entre científico y cínico, estoy obligado al menos a concordar con que «tal o cual
encarnación concreta de las nuevas tecnologías de la información puede, evidentemente,
conocer el fracaso, pero no ciertamente el conjunto de este sistema técnico» (Mercier P.A,
Plassard F, Scardigli V,1985:16.). Vuelvo con Silvio: «Me acosa el cara pálida».
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Trato de mirar des – interesadamente. ¿Pero por dónde empiezo a mirar? Vuelvo a las
preguntas de siempre: ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos, dónde estamos, hacia dónde
vamos? No intento responder a todas las preguntas. Me permito una abstracción que me
remite a mi definición epistémica esencial: «el ser de los hombres es su proceso de vida
real» (Marx, C., Engels, F., 1982:25).
Cuba. América Latina. El mundo. Para nuestro país, se impondría empezar al menos por el
68 o por el 95 del siglo pasado. Pero no me da para tanto. Por suerte hay especialistas en este
Encuentro que lo hacen excelentemente. Camino más de cerca. Soy más o menos de la
generación de los sesenta. De esos años que son siempre recordados por los que hoy cargan
con algo más de 45 años como la época dorada: La filosofía del make love, not war, las tres
«M» revolucionadoras (Marx el Dios, Mao su espada, Marcuse su profeta), el Mayo rojo
francés, los hippies, los Beatles, los movimientos guerrilleros de liberación, la revolución
cubana, el Che. Vengo de esa década que devino en un arrebato de humanismo crítico
trascendente, un grito de esperanza y confianza en el ser humano, un basta multiplicado por
millones de voces que con la negativa, la ruptura o la lucha destrozaron la imagen de
perfección edulcorada y falsa que siguiendo las enseñanzas de Dorian Grey la sociedad de
clases había construido para sí. La época de la defensa de las mayorías y de las minorías
desde una estética de las diferencias, una ética humanista fundamental y una ideología
cuando menos revolucionadora. Los desposeídos no clamábamos posesión, no queríamos
sencillamente tener. Reclamamos y exigimos nuestro derecho a ser.
Para los cubanos, entonces, no existía el ciberespacio, no sabíamos ni que sería el
cibernético el espacio propuesto como alternativo para la emancipación, para la libertad.
Pero era sí- ver- que había –espacio. Un espacio que queríamos rellenar con nuestras ansías,
angustias y convicciones. Es también, no quiero ocultarlo, un espacio marcado por la
filosofía de la asignación, de la decisión desde arriba, de lo que te toca. Aprendimos a ser en
el discurso del otro. Fuimos más de una vez archivados en copias y no en originales.
Oscilamos siempre entre ser nombrados combativos o ser tildados de conflictivos, entre ser
divertidos y ser diversionistas. Se encargaron de nosotros los que pensaban que la desinencia
hace a los sinónimos, los que estaban convencidos de que la contradic-ción es oposi-ción y
contraven-ción y por lo tanto supone san-ción, elimina-ción. Dicen, por cierto, que algunos
de esos extremistas de ayer viven hoy en una sinonimia existencial desinente que identifica
social-ismo con capital-ismo. Pero al fin somos sobre todo los que hicimos lo que creíamos
que teníamos que hacer, los convencidos hasta en la duda. Demostramos que la transgresión
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no siempre es hostilidad, que puede ser mejoramiento, cambio, crecimiento. Que el
marxismo es esencialmente pensamiento crítico, desmistificador, unido a la acción
transformadora, liberadora. Somos, además, los que estamos aquí.
El mundo no era, ni pretendía ser una aldea global. Los mimetismos no eran sino
mimetismos. Las imitaciones eran imitaciones. Malas, peligrosas, pero sin pretensión de
absorción. Transculturación sí. Subsumisión no. Transformación y refundamentación que
puede pasar por la asimilación analógica, pero que no se detiene en ella. Salvar las
diferencias, las individualidades, sumarlas en un proyecto emancipatorio y reivindicador de
la especificidad (nacional, racial, de género, etc.) frente a la amenaza de la estandarización
de la enajenación. Hacerlo desde una ética, una estética y una crítica de la conciencia ilusoria
y de la producción simbólica de las clases. Socialización para la individualización.
Individualización para la socialización en la expresión de Wallón H.
Leyendo con claridad que las condiciones económicas son las que en última y no en primera
instancia configuran los escenarios y las propuestas de cambio, identificamos en los
Manuscritos del 44, y después con Guevara, que el hombre tenía que crecer desde sí mismo.
«Los hombres van adquiriendo cada día más conciencia de la necesidad de su incorporación
a la sociedad y, al mismo tiempo, de su importancia como motores de la misma» (Guevara E,
1968:44). El asunto queda planteado como una revolución epistemológica que devuelve,
definitivamente, al hombre su protagonismo liberador. «No se trata de un anarquismo de
principio que sueña con la ausencia de todo gobierno… es pensar en la forma en que el
sujeto se dé sin sumirse a la norma ni a las convenciones» (Díaz E., Sotolongo P.L.,
1997:36).
A ello también nos convocaron a su modo y desde sus polémicos discursos psicológicos
sobre la subjetividad, algunos de nuestros pilares referenciales. Por solo nombrar algunos,
rememoro a Freud —«lo que las frases del espíritu susurran en voz baja puede ser dicho en
voz alta: los deseos y las aspiraciones de los hombres tienen el derecho de afirmarse»; a
Rogers —«la naturaleza fundamental del ser humano, cuando funciona libremente, es
constructiva y digna de confianza»; y también Foucault con las denominadas tecnologías de
sí mismo, las técnicas de sí, los instrumentos de la autotransformación del sujeto.
Soy de los convencidos de que después de los sesenta el mundo cambió esencialmente,
epistémicamente. Cambió porque después de los sesenta no se podía ser como antes de los
sesenta sin sentir cuando menos vergüenza, porque una buena parte de los que nos
dedicamos hoy a las ciencias sociales llevamos los pelos largos, amamos libremente, y
miramos a la vida con más suavidad y beneplácito. Cambió porque no faltó la traición al
espíritu que tanto defendimos. Cambió por último, porque los eternos productores de
enajenación no nos perdonaron la década prodigiosa y desde entonces además de intentar
comprárnosla a cualquier precio y con mucha ganancia, nos intentan consolar con el
aislamiento esquizoparanoide de una red de redes que pretende triturarnos el sabor de lo
nacional, de lo diferente . Insisto, estoy alertando de peligros, no demoliendo opciones
probables.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Qué cosas tiene la vida. El socialismo conjuntivamente era tildado de estandarizante, de
buscar un malsano sometimiento de las partes al todo, de diluir al individuo en el proyecto de
la masa. ¿Será que la globalización ciberespacial en una forma de pseudosocialismo digital?
La alternativa entonces a nuestras ansias satánicas de los sesenta es una suerte de ciberspace
way of life que casualmente tiene su centro en los Estados Unidos. Se nos viene encima un
nuevo mundo. «No ha muerto el Rey. Estamos aquí. ¿Que viva qué Rey?». ¿Un rey con un
reino global, desdibujado en su virtualidad, interconectado en todos sus extremos? Un nuevo
orden mundial. Un nuevo mundo.
57
Responder es mejor si nos afiliamos a nuestras tradiciones, a los maestros de la sospecha:
Marx y Freud. No trataré, por el momento de un psicoanálisis de la sociedad contemporánea,
como escribiera Horney. Apenas mirar rápidamente desde la interrogante: ¿qué mundo está
siendo ese?, ¿qué sujeto lo acompaña, lo vive, lo recrea?
Dos usuarios, o quizás sea mejor decir, dos usados entran en el Barbie’s Virtual Playhouse y
encarnando a los personajes centrales de las aventuras de la melindrosa rubia de juguetería,
conectados por guantes, lentes y cascos, se aventuran en el arte de amar de una manera
análoga, aunque digitalizada, que hasta para la vaquita pijirigua, aquella que fue inseminada
artificialmente sin respetar su derecho de seguir a la antigua, resultó una desgracia. Al
menos para la vaca había un sentido suprasocial elemental de su sacrificio (aun así se
quejaba). Sin embargo, contento estaba el amante virtual porque a él nunca le gustaron los
preservativos, y en esta variante no los necesita.
Conectado a una línea pirateada de internet un vecino decía estar en un combate sideral del
―Descent II‖ en el que participaba un piloto belga, un australiano y uno canadiense. Se
destrozaban unos a otros sin conocerse, sin tocarse. Todo esto ocurría mientras su esposa
intentaba fregar los platos con residuos de oca pastificada, y su hermano cargaba cubos
desde mi casa para poder darse un baño.
Claro que pudiéramos llamar la atención sobre otras variantes. Dudar de los beneficios
escotomiza, al decir de Pichón, cierra la posibilidad de pensar en los perjuicios. Mi hijo José
Manuel, escribe excelentes trabajos de la Segunda Guerra mundial, le adiciona imágenes,
observa materiales audiovisuales de archivo que traen al presente la hecatombe que costó la
vida a más millones de personas que las que tiene como exigencia de vida fundamental
conectarse alguna vez por internet o cualquier otra net. Cada uno de nosotros tendría
sobradas razones para la alabanza. Pero no venimos a hacer una asamblea de balance.
El asunto es que hay un punto común, un común denominador discursivo subyacente:
…no es el pueblo o el grupo familiar amplio, ni siquiera la familia nuclear o la pareja, lo que
constituye la célula básica de la sociedad, sino el individuo…la mayoría de los lugares y tiempos de
la vida colectiva han desaparecido…la vida social se reduce a una circulación cotidiana entre dos
polos: el trabajo y la casa… las nuevas tecnologías de la información también se proponen invadir
el domicilio, tanto para actividades de compra, como de entretenimiento o incluso de trabajo…el
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domicilio se convertirá en una especie de terminal global de información y comunicación (Mercier
P.A., Plassard F., Scardigli V:52-53).
Como dice Alfredo Grande, psicoanalista implicado y amigo: «el sujeto no percibe
mediatización corporal ni cultural. El objeto aparece mágicamente, porque no hay conciencia
del proceso de producción histórica que lo generó. Se pasa de la contingencia del objeto al
objeto fetichizado…toda la subjetividad pasa de ser un block maravilloso, a convertirse en
una pizarrita siniestra, donde los verdaderos monitores a color de los sistemas informáticos
son las personas. Trasmutadas previamente en terminales de computadoras». (Grande A,
1996:207).
¿Casualidad, causalidad o concomitancia? Allí donde la causa y el efecto coinciden
espaciotemporalmente, donde la mirada histórica nos revela una mezcla en paralelo de
procesos, lo que casi siempre ocurre cuando de fenómenos sociopsicológicos se trata, los
eventos son ordenados como causales por una suerte de lógica discursiva. Es una opción.
Nos dicen que llegando a los finales del siglo XX el mundo se nos está volviendo más
interactivo. Lo que en este metalenguaje, que trae consigo implícitamente una recodificación
de las palabras, significa que los niños viven amarrados a los videojuegos, los multimedia, la
telemática, las decenas de canales de televisión, practican como deporte casero el zapping, y
sobre todas las cosas, como el nuevo espacio de la existencia, tienen la realidad virtual.
En El libro de los chicos enamorados (publicado en Página 12), Elsa Bornemann nos
enfrenta al dilema desde el sentimiento.
«Novia electrónica»
Todo de ti me enamora...
¡Menos la computadora!
Todo a ir a verte me invita…
¡Menos esa maquinita!
Pareces hipnotizado
Cuando te encuentras con ella,
La observas encandilado
Igual que a una niña bella.
Te advierto, va siendo hora:
O me prestas atención
O a esa procesadora
Regálale el corazón.
¿Hace falta que te diga
que siento que me olvidaste?
¡De tu electrónica amiga
es de quien te enamoraste!
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Un mundo interactivo. Qué manera de confundir el lenguaje. Llamar a esto interactividad.
La sociedad mediológica, como la denomina Debray R. (1995), la sociedad informatológica,
nos prepara, nos dibuja un sujeto coherente a sus antiproyectos. Algunos lo llaman el sujeto
sujetado de la posmodernidad. Yo digo que es el sujeto de la desconexión. Desconectado
esencialmente del otro, lo que quiere decir desconectado de sí mismo. ¿Cuál es su identidad?
¿Un password? Interactividad humana sin vínculo es una no interacción. Interactividad es
reciprocidad en un vínculo, un continente de «intercambio de miradas, de gestos, contacto
corporal, mensajes verbales y no verbales. Procesos comunicacionales y de aprendizaje que
permiten inferir direccionalidad recíproca de ese comportamiento» (Quiroga A.P, 1994:47).
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¿Pero quién es ese sujeto de la posmodernidad o para la posmodernidad? Desde mi
representación básica se me antoja que una primera caracterización crítica pertenece a
Lennon & McCartney: He’s a real nowhere man, sitting in his nowhere land, making all his
nowhere plans for nobody. Pero para evidenciar mi apego al gremio profesional al que
pertenezco, mi identidad de psicólogo, me aprovecho de una excelente caracterización hecha
por Rojas M.C. y Sternbach S. (1995). Señalo apenas algunos rasgos importantes:
1. Ritmo hipomaníaco ligado a la abolición de todo conflicto, al éxito y la eficacia. La
velocidad es un síntoma de su modo de existir.
2. Poco sujetado a lazos y limitaciones de cualquier tipo. Es un tipo pragmático que anda a
la búsqueda de fama y poder. Cuando lo logra, aún en pequeña escala, hace ostentación
de él.
3. Su interés personal está siempre por encima de otros intereses. Pone toda su agresividad
en su competitividad. Por eso no participa de proyectos grupales, institucionales, etc. En
el mejor de los casos lo usa como instrumento de su ascenso personal.
4. Su ética se rige por su pragmatismo y sus objetivos vitales antes expuestos. El tener es el
criterio de éxito, por eso además de ser transgresivo, no siente vergüenza por esto.
5. Se percibe en su vida una profunda banalización. Pertenece a la cultura light. Su
insensibilidad logra niveles que limitan con la psicopatía. «El esfuerzo ya no está de
moda, todo lo que supone sujeción o disciplina austera se ha desvalorizado…»
(Lipovetsky G, 1996:56).
6. Predomina en él un hedonismo individualista. Desestima lo interior, el mundo de lo
íntimo. Lo importante es mostrarse bello y divertido. Hay en él una suerte de libido
catectizada en la belleza externa. «La Histeria. El deseo de hacerse simpático —señala
Debray R.— roza a todo aquél que quiera consentir y prevenir los deseos del otro, a
cualquier precio. La neurosis histérica es la forma límite del comportamiento indicial,
como búsqueda perpetua de la buena impresión». (Debray R, 1995:154).
Los consultorios empiezan a embotarse de «formas de malestar que se arraigan y fortalecen
en un espíritu de época marcado por la pérdida de antiguas convicciones y por nuevas
discursividades que no se perfilan todavía con claridad como soportes de la subjetividad»
(Rojas M.C., Sternbach S, 1995:136). El hombre posmoderno, sus contornos subjetivos son
la clara manifestación de las relaciones reales en las que viven, «lo ideal no es…más que lo
material traducido y traspuesto a la cabeza del hombre» (Marx C, 1980:XX). El mal-estar
humano es, releyendo a Freud, un malestar de la cultura. La cultura entendida no
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simplemente como la producción o el escenario conjuntivo y entrecruzado de la creación
estética y ética de grupos relativamente exiguos de la sociedad. Ni tan siquiera la cultura
entendida como la producción espiritual de todos los sectores sociales. Estoy hablando de la
cultura como la estructura real de la subjetividad del individuo, el referente potencial de su
libertad. Ser cultos para ser libres.
La imagen semiarquetípica de libertad catectizada en la figura del marino nos es devuelta en
otros ámbitos de navegación. Navegar por las autopistas de la información. ¿Nos hace esta
navegación marineros, nos hace libres? Los psicólogos sabemos al menos de las
concomitantes adictivas, y no son las adicciones un indicador de libertad. Muy por el
contrario.
Simultáneamente a la revolución informática, las sociedades posmodernas conocen
una revolución interior…en el momento en que el crecimiento económico se ahoga,
el desarrollo psíquico toma el relevo, en el momento en que la información substituye
la producción, el consumo de conciencia se convierte en una nueva bulimia: yoga,
psicoanálisis, expresión corporal, zen, terapia primal, dinámica de grupo, meditación
trascendental; a la inflación económica responde la inflación psi y el formidable
empuje arcisista que engendra (Lipovetsky G, 1996:53-54).
Un paciente me explicó la causa de su búsqueda incansable de un psicólogo con una imagen
de Byron L: And now, I’m alone. Upon the wide. The wide sea. Otra vez el mar, la
navegación, la libertad con el alto costo de la soledad.
Todo nos viene preparando una muerte para el sujeto. El derrumbe del ruso-cialismo. Lacan
y Foucault. Y ahora, la interconcectividad administrada y amaestrada desde la misma
filosofía, desde la misma ética de la segregación, del poder, del predominio. En todo caso,
ahora hay una multiplicación del efecto de seducción por las capacidades de maniobras
sustitutas del sujeto y supraeficientes. A pesar de su sensible modo de decir con la escritura.
Considerando incluso su apego a lo espiritual, no tengo muchas dudas de que ante una
Pentium 2 con conexiones de fibra óptica, Sor Juana Iné de la Cruz no hubiera vacilado en
repetir sus hermosos versos:
Yo no puedo tenerte ni dejarte,
no sé por qué al dejarte o al tenerte
se encuentra un no sé qué para quererte
y muchos si sé qué para olvidarte…
Pero más allá de preferencias, temores y rechazos, el asunto central es el del encuentro o la
pédida de sí mismo, de la mismidad y la otredad, en este proceso que requiere de una
geografía para su sujeto. Una geografía que permita la circunscripción al entorno
intrasubjetivo en un laberinto ilusorio de alternativas pragmáticas que se confunden con
alternativas existenciales. ¿Quién soy en el ciberespacio?, ¿dónde está mi cuerpo?. Los
cuerpos se pierden en las fibras ópticas, son convertidos en una imagen (visual, auditiva,
kinestésica), y «toda imagen es una estrategia» (Debray R,1995:31). La estrategia de la
globalización.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
El crecimiento humano parece quedar atrapado e dos ejes fundamentales: información y
globalización. La identidad, esa parábola que unifica en la mismidad y armoniza en la
otredad, es puesta a andar por una autopista en la que no hay yo y otros. Solo cada uno de
todos los yo. El otro es el yo virtual. Yo mismo que me desdoblo ante lo mío. Círculo
potencialmente esquizodestructivo. En la interconectividad me hablo a mí mismo cual si
hablara al y con otro. Siendo que para ser yo-otro tengo que dejar de ser yo-yo. Mi otro es
quien está en el lugar de mi yo. Yo estoy en el lugar del otro.
Lo sabemos: no hay sociedad informacional sin globalización. La sociedad mediológica
informacional es condición pre y pos de la globalización. Todo bien. Pero… ¿dónde está el
sujeto?, no el sujeto de la globalización, sino el sujeto de la relación, de la interconectividad.
Si donde digo no soy, y donde soy no digo, ¿dónde tendrá lugar el contacto, el vínculo?
Todos somos iguales es la ley primera solamente donde la segunda ley es todos somos
distintos.
Nos llenamos de dudas. Simbiosis y ambigüedad. El tema entonces es el que nos convoca en
estos días: Dejar de ser para crecer o no crecer para ser. Nosotros, los aquí presentes,
posiblemente ensayamos otro cuestionamiento. Nuestra respuesta afirmativa. No desde la
metáfora robótica de la enajenación, sino desde la construcción del desarrollo sostenible y
sustentable. No desde la renuncia, sino desde el humanismo crítico que sustenta las utopías y
las prácticas emancipadoras: ser para crecer.
Bibliografia
Bleicmar H. (1983): El narcisismo. Estudio sobre la enunciación y la gramática
inconsciente.. Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires.
Debray R. (1995): El Estado seductor. Las revoluciones mediológicas del poder. Manantial,
Argentina.
Díaz E., Sotolongo P.L. (1997): Ernesto Che Guevara. Ética y estética de una existencia.
Laborde Ediciones, Argentina.
Dorfles G. (1969): Nuevos ritos. Nuevos mitos. Editorial Lumen, Barcelona.
Gore A. (1994): «Entrevista». Revista Muy interesante. No. 158. Julio.
Grande A. (1996): El Edipo después del Edipo. Editorial Topía, Argentina.
Guevara E. (1968): «El socialismo y el hombre en Cuba». En: El Caimán Barbudo.
Materiales de estudio. La Habana. Imprenta nacional de la UJC.
Lipovetsky G. (1996): La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo.
Anagrama. Barcelona.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Marx C. (1980): El Capital. Crítica de la Economía Política. Tomo I. Ciencias Sociales. La
Habana
Mattelar A., Stourdze Y. (1984): Tecnología, Cultura y Comunicación. Editorial Mitre,
Barcelona.
Mercier P.A., Plassard F., Scardigli V. (1985): La sociedad digital. Las nuevas tecnologías
en el futuro cotidiano. Editorial Ariel S.A., Barcelona.
62
Passeron J.C. (1982): Images en bibliothéque, images de bibliotheques.. Document du
Gides, París pp.46-47.
Rojas M.C., Sternbach S. (1995): Entre dos siglos. Una lectura psicoanalítica de la
posmodernidad. Anagrama, Barcelona.
Quiroga A.P, (1994): Matrices de Aprendizaje. Constitución del sujeto en el proceso de
conocimiento. Ediciones Cinco, Buenos Aires.
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Manuel Calviño
Más allá de la psicología, de la medicina y de la
enseñanza: la felicidad humana.
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Quiero traer quien sabe si un poco de poesía para cambiar el a veces rutinario tono de
nuestras descripciones y reflexiones científicas. Digo poesía no como el don literario del
escritor, sino como relación prominente a la fantasía, a la imaginación, a lo que no necesita
mucho más que ser sentido. La ciencia y el ejercicio científico de nuestras profesiones nos
hacen por lo general muy apegados al dato y menos proclives a la elucubración, nos llevan
más de la mano de lo que «es» que de lo que «será». El pasado y el presente son nuestras
coordenadas prioritarias. La futurología se la dejamos a los «gurús». «La imaginación, lo
imaginario, —dice Colombo— evoca en su acepción corriente la producción de ilusiones,
símbolos, quimeras... El mundo imaginario, así definido por la tradición estética o científica,
queda reservado al dominio de la literatura, de la poesía o de las artes» (Colombo E, 1993:78). A lo imaginario se opone la realidad, y como la ciencia y las profesiones de ellas
derivadas se ocupan de la realidad, entonces nos instituimos como la cordura.
Tomo a la psicología de rehén. En 1920 Sigmund Freud en Más allá del principio del placer,
uno de sus trabajos más controvertidos y a al mismo tiempo innovador, advertía: «el curso de
los procesos anímicos es regulado automáticamente por el principio del placer... que
corresponde a un funcionamiento primario del aparato anímico y que es inútil, y hasta
peligroso en alto grado, para la autoafirmación del organismo frente a las dificultades del
mundo exterior» (Freud S, 1981. Tomo III: 2507 y 2509). Menos mal, parece decirnos el
genial constructor del psicoanálisis, que en el desarrollo humano este principio encuentra una
contraposición: el principio de la realidad, nacido bajo el influjo del instinto de
conservación.
Garantía de la conservación en la realidad. ¿Será un eufemismo, una burla o un error de
apreciación? Hace poco, intentando dibujar la identidad profesional del psicólogo en su
escenario concreto real de existencia y con el ánimo de reconocer el escenario en tanto lo
que y como es, recordaba a Joan Manuel Serrat: ―Canta Joan Manuel Serrat el tango de
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Enrique Santos Discépolo: «...El siglo XX es un despliegue de maldad insolente....todo es
igual, nada es mejor. Lo mismo un burro que un gran profesor. Da lo mismo que seas cura,
colchonero, Rey de bastos, cara dura o polizón... Se ha mezclado la vida... El que no llora no
mama y el que no roba es un gil... dale no más, dale que va...es lo mismo el que labura noche
y día como un buey, que el que vive de las minas, que el que roba que el que mata o está
fuera de la ley». Y desde el impacto de la subjetividad mi referencia es Lipovetsky:
Simultáneamente a la revolución informática, las sociedades posmodernas conocen una
revolución interior, un inmenso movimiento de consciencia, un entusiasmo sin precedentes
por el conocimiento y la realización personal, como lo atestigua la proliferación de los
organismos ―psi‖, técnicas de expresión y de comunicación,meditaciones y gimnasias
orientales. La sensibilidad política de los años sesenta ha dado paso a una sensibilidad
terapéutica; incluso (los más duros sobre todo) entre los exlíderes contestatarios sucumben a
los encantos de la self-estimation: mientras que Rennie Davis abandona el combate radical
para seguir al gurú Maharaj Ji, Jerry Rubin explica que, entre 1971 y 1975, practicó con
delicia la gestatterapia, la bioenergía, el rolfing, los masajes, el jogging, tai chi, Esalen,
hipnotismo, danza moderna, meditación, Silva Mind Control, Arica, acupuntura, terapia
reichiana. En el momento en que el crecimiento económico se ahoga, el desarrollo psíquico
toma el relevo, en el momento en que la información substituye la producción, el consumo de
conciencia se convierte en una nueva bulimia: yoga, psicoanálisis, expresión corporal, zen,
terapia primal, dinámica de grupo, meditación trascendental; a la inflación económica
responde la inflación psi y el formidable empuje narcicista que engendra (Lipovetsky
G.1996.pp.53-54).
Lo real, especialmente para un «psi-latinoamericano» (mayoría absoluta de los reunidos en
este Congreso), es instituyente de una noción contradictoria con lo que supuestamente la
ciencia (especialmente la de condimentación positivista) preconiza. Tenemos razones
epistemológicas, científicas, políticas e ideosincráticas para revertir el concepto de lo real.
Somos de un mundo definido como «real maravilloso», un mundo en el que la realidad
maravillosa es más maravillosa que lo que se le representa. Nosotros somos los pobladores
del mundo «maravilloso americano» (para las buenas y para las malas, que conste). Nuestra
América es maravillosamente real.
De modo que es fácilmente comprensible (y se advierte, por cierto) que en el remanso de
nuestras prácticas hay una demanda subyacente: no hay ciencia ni profesión sin imaginación.
Dice Barnet: «Qué oscuridad para el que sólo se alumbra de lo que ve» (Barnet M.). Los
conceptos y nociones con los que operamos en nuestra geometría psíquica están claramente
delimitados (dentro de lo que cabe para un conjunto de disciplinas que se instituyen desde la
noción de subjetividad). Buena parte de la psicología que hacemos, la que hemos venido
haciendo desde nuestra vocación humanista, está necesitada de alas. Por su forma, corre el
riesgo de verse convertida en una práctica en exceso dogmatizada, demasiado seria, y, desde
un lado más emocional, por momentos aburrida, cíclica, rutinaria. Y esto corre el tremendo
peligro de erosionar al deseo, al atractivo, a la ansiedad como movilizador esencial de toda
práctica humana, incluso las profesionales y científicas. De alguna manera su inscripción
distancia nuestro discurso del discurso de nuestro usuario y por ende del sentido cotidiano de
nuestras prácticas. «La Psicología clásica, dice Bleger, nos ofrece, en lugar de vida humana,
procesos que no son nuestras acciones cotidianas» (Bleger J, 67:41). Nuestros pacientes,
pacientemente, esperan la traducción de nuestros metalenguajes. Más aún, esperan el arribo
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de sus representaciones cotidianas a la geografía conceptual de nuestros mapas cognitivos.
Necesitamos entonces la construcción de un descentramiento del pensamiento que anule la
dicotomía esencialista entre lo real y lo imaginario y desplace las fronteras de cada uno al
interior de un universo único: el espacio de la realidad. Con el riesgo de ser confundido con
un delirio paranoide, dejo abierta mi voz a ese intento.
"Hay mitos, hay dogmas de teología, hay metafísica
y muchas otras maneras de elaborar una cosmovisión…
una conveniente interacción entre la ciencia y esas
cosmovisiones «no científicas»‖… no es solo posible,
sino necesaria, tanto para el progreso de la ciencia
como para el desarrollo de nuestra cultura como un todo‖
Feyerabend P
Con toda intención introduje en mi agradecimiento la noción de ―profesionales psi‖. Lo hice
sin delimitar concepto y con la expectativa (seguramente cumplida) de que todos me
entenderían. ¿Quiénes somos los profesionales «psi»? Obviamente los que quedamos
contenidos por nuestras definiciones operativas y damos continente por nuestras revelaciones
conceptuales a un objeto de estudio genérico que en su acepción general
pudiéramos denominar como lo «psí-quico», lo «mental». «Psi» es nuestro escudo de armas
() , la unidad en la diversidad.
Conformamos una primera unidad aditiva por la comunión de objeto: estudiamos la mente
(pido misericordia por el indeterminismo conceptual. Nosotros no somos culpables, la culpa
la tiene la jerarquía conceptual. Principio de Peter: «En una jerarquía, todo empleado tiende a
ascender hasta su nivel de incompetencia». Extensión del Principio de Peter a la
Epistemología de las ciencias del comportamiento y de la subjetividad. Corolario del
hermano de Peter: «En una jerarquía conceptual los elementos que ocupan los más altos
niveles de abstracción tienden a ser incomprensibles e indeterminados»).
Le llamo unidad aditiva para significar que no necesariamente hay unificación. Sobre todo
hay concomitancia, coexistencia, acompañamiento. La unidad aditiva descansa solo sobre el
criterio que aúna. El campo de los «psi» desde la perspectiva de las representaciones
específicas del objeto parece sobre todo una Torre de Babel (en algún lugar le llamé la «desarticulación» epistemológica). Nuestro objeto es o ha sido la consciencia o la inconsciencia,
la conducta o la subjetividad, las emociones o los mapas cognitivos. La lista es lo
suficientemente grande como para no ponerla completa. De hecho, muchos hablan hoy de
«las psicologías» remarcando la existencia de más de una ciencia psicológica (extraña
manera contradictoria de pensar: si hablo de las psicologías estoy testimoniando la existencia
de una unidad entre todos los elementos que constituyan este todo). De cualquier modo nos
une un «qué genérico» al margen de la existencia de múltiples «qué particulares». Siempre
repito con Engels que los hechos siguen siendo hechos no importa cuán falsas sean las
interpretaciones que de ellos se hagan.
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Nuestro segundo espacio de unidad es probablemente instrumental, si queremos hablar más
prosopopéyicamente, metodológicamente. Digo que, aunque les recuerde alguna lógica
bungiana (aseguro que siempre fui un crítico con las representaciones cientistas del
epistemólogo argentino por su evocación demasiado positivista) o de algún trasnochado
lacayo de la prominencia y la preeminencia del dato empírico, a la unidad aditiva alrededor
del objeto podemos agregar la unidad sincrética de los métodos y procedimientos. Digo
unidad retomando los mismos criterios antes expuestos: yuxtaposición. Sincrética, porque es
probablemente a nivel de los «instrumentos de labranza» donde se evidencia una cierta
conciliación de las diferentes «doctrinas». Los recursos terapéuticos, por solo poner un
ejemplo, junto a su variabilidad guardan una «disponibilidad metodológica independiente».
No hay que ser moreniano para utilizar la dramatización, ni psicoanalista para interpretar.
Obvio que esto es «dentro de ciertos límites». Pero somos «psi» los que hacemos
psicoterapia, psicodiagnóstico, psicodrama, psicocorreción, etc. (no desconozco que hay
intrusos o intrusistas profesionales, pero dónde y en qué no los hay. Hasta los médicos la
sufren: la automedicamentación es también una forma de intrusismos profesional).
En las determinaciones primarias que la «santa inquisición científica» (los adeptos y adictos
del positivismo en cualquiera de sus variantes) establece, vamos por buen camino. Desde
Wundt y Titchener el «qué» (objeto) y el «cómo» (métodos, procedimientos) son las dos
terceras partes de la conformación de un conjunto de saberes en ciencia. Nos quedaría, para
salvar nuestra alma del fuego eterno, el «por qué». Vade Retro, satanás! Aquí va la
encomienda.
El establecimiento de causalidades no ha estado ausente en las representaciones «psi» y,
créanlo o no, es también un espacio de concomitancias. Salvando el extremismo externalista
de los conductistas (sobre todo el metodológico watsoniano y el radical skinneriano) «psi»
es un principio causal. Nuestro indeterminismo es determinista. Somos indeterministas toda
vez que «psi» es principio y fin, causa y efecto. Pero en esta asunción, a pesar de los pesares
y aunque no es mi vocación cosmovisiva, «psi» es un determinante causal.
Los pensadores marxistas lo hemos visto de otro modo: primariamente determinado desde un
sistema «extrapsi». Engels F. señalaba:
...no se puede evitar que todo cuanto mueve al hombre tenga que pasar necesariamente por su
cabeza: hasta comer y beber, procesos que comienzan por la sensación de hambre y sed,
sentida con la cabeza, y terminan en la sensación de saciedad, sentida también con la
cabeza...si el hecho de que un hombre se deje llevar por estas «corrientes ideales»... lo
convierte en idealista, todo hombre de desarrollo relativamente normal será un idealista
innato; y de dónde van a salir entonces los materialistas?‖, —y más adelante, refiriéndose al
viejo materialismo, nos descubre que el problema no está en ―admitir los móviles ideales, sino
en no remontarse, partiendo de ellos, hasta sus causas determinantes‖ (Marx, C., Engels, F.
Tomo III, 1973,:371, 386).
Pero es obvio, que una vez instaurado desde sus determinantes históricos y culturales lo
psíquico es fuente de determinaciones.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Desde lo dicho hasta aquí, con el sesgo de superficialidad que una participación de congreso
supone, espero coincidan conmigo en que somos una «unidad». No estoy muy seguro si
somos una unidad presupuestada, o una ONG (organización no gobernable), pero somos una
unidad. Unidad en la diversidad. Que infelizmente en nuestra historia las disensiones hayan
sido casi una norma, que muchos se hayan entretenido más en separarse que en unirse, que
las luchas por diferenciarnos hayan sido más que las propuestas de unión, no quita que
somos una unidad. Quién sabe si fuimos la inspiración de la excelsa Sor Juana Inés cuanto
escribió: «Yo no puedo tenerte ni dejarte, no sé por qué al dejarte o al tenerte se encuentra un
no sé qué para quererte y muchos si sé qué para olvidarte…». Somos como esos matrimonios
en que marido y mujer no pueden vivir juntos, pero tampoco separados.
Más, recuerdo una sentencia marxista de larga resonancia: la unidad del mundo no reside en
su ser sino en su materialidad. Creo que fue a Gregorio Baremblitt a quien le escuché decir:
«Yo no soy psicoanalista. Yo estoy psicoanalista». Pues bien el asunto pasa por una clara
evidencia: la comunidad genérica de objeto y métodos nos pone en un mismo espacio
compartido. Pero ¿qué nos une?, ¿qué nos hace profesionales, entiéndase soldados de una
misma trinchera?. Me acerco a Silo: «…humanizar es salir de la objetivación para afirmar la
intencionalidad de todo ser humano y el primado del futuro sobre la situación actual. Es la
imagen y representación de un futuro posible y mejor lo que permite la modificación del
presente y lo que posibilita toda revolución y todo cambio...el cambio es posible y depende
de la acción humana» (Silo, 1994:81).
La unidad real de una profesión se realiza en su intencionalidad social. La intención es la
meta, es la utopía posible desde el accionar profesional insertado en una realidad social,
económica, política. Una profesión es «profesión en sí», acudiendo a una analogía de la
teorización marxista de las clases, mientras existe como conjunto más o menos articulado o
relacional de personas que realizan prácticas similares, tienen percepciones y
autopercepciones comunes en su perfil profesional y guardan relaciones análogas con su
entorno. Solo cuando el gremio toma consciencia de su misión profesional y la asume
deviene «profesión para sí», que no significa que es profesión para ella misma, sino
profesión para realizar su rol social, aquello por lo que ella existe. La identidad de una
profesión, su consciencia real de existencia, se fragua en una misión que se constituye como
tal en una suerte de destino asumido con carácter inexorable. La suma de las voluntades
intencionalmente dirigidas a un propósito.
Miremos rápidamente a nuestra historia. Los inicios de la psicología han sido reconocidos
como un campo de batalla en el que interactuaban diversas corrientes y escuelas de
pensamiento. Aunque Heidbreder nos haya dejado la sensación de que las Escuelas clásicas
(estructuralismo, conductismo, gestaltismo, psicoanálisis, etc.) se sucedieron una tras otra,
esta no es la realidad. Ellas pugnaban en época similar y en algunos casos hasta en el mismo
escenario geográfico por una primacía: la primacía de la verdad científica. Por eso en buena
medida se estructuraban desde la diferenciación con sus colegionarios de ciencia. Sin
embargo, ellas tenían una supratarea en común, un suprasentido existencial, una unidad
intencional: probablemente la constitución de la ciencia psicológica como ciencia
independiente, el que la psicología fuera reconocida como ciencia en el parnaso de las
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
ciencias fuertes. Insisto que hoy podemos darnos el lujo (vaya malsano lujo) de
dicotomizarnos (tricotomizarnos, cuatri, penta, etc... cotomizarnos) en ciencias psicológicas.
Hoy no somos (salvando deshonrosas y absurdas excepciones) cuestionados como ciencia.
La santa inquisición nos ha dado el privilegio de ser una ciencia... blanda.
Así, como existe (existió) un suprasentido en las praxis de los que hicieron emerger la
psicología como ciencia, así mismo, hay un suprasentido que sustenta la unidad real, la
misión aglutinante de la psicología como praxis profesionales, y más particularmente en las
praxis profesionales de la psicología en el campo de la clínica, la salud. Podemos (y
debemos) construir una hipótesis, que al menos nos refuerce la energía positiva (tan
necesaria en estos tiempos difíciles). Entonces ¿cuál es la misión de los profesionales «psi»?
Dinosaurios... ¡¡¡ a volar!!! Nuestra misión desde y para siempre es la felicidad.
Un autobús vacío se precipita
en la noche cuajada de estrellas.
Tal vez cante su conductor
sintiéndose feliz.
«Felicidad». Günter Grass
La felicidad: ¿mito o realidad? No me adentraré en reflexiones que me vuelvan al aparatoso
mundo de los conceptos. De lo que no cabe duda alguna es de que la felicidad ha sido la
utopía por excelencia de la humanidad. Revisemos algunas páginas.
La llamada Iluminación de Buda se sustentaba en Cuatro Nobles Verdades: Primero: la vida
es sufrimiento; segundo: la causa de este sufrimiento está en que el hombre desconoce la
naturaleza de la realidad y esta es la base del temor, la angustia de su vida; tercero: se puede
poner fin al sufrimiento si el hombre logra superar su ignorancia; por último, cuarto: el
camino para dar fin al sufrimiento es el Camino de las Ocho Etapas: tener una adecuada
visión de las cosas, buenas intenciones, un modo de expresión correcto, realizar buenas
acciones, tener un modo de vida adecuado, esforzarse de forma positiva, tener buenos
pensamientos y dedicarse a la contemplación del modo adecuado. La metáfora de la felicidad
eterna. No es casual que El Monarca de Bután, tierra del dragón de fuego, ubicada al este del
Himalaya y en corte limítrofe con regiones del Tíbet y la India, país donde predomina una de
las variantes del budismo, el Mahayana, ha declarado que el objetivo de su gobierno no es
maximizar el Producto Nacional Bruto, sino la Felicidad Nacional Bruta. Su reino será el
«reino de la Felicidad Interior Bruta». Lo de bruto parece lo más probable: 57,8 % de
analfabetos. Entre las mujeres el analfabetismo alcanza el 71,9 %. La felicidad del ignorante.
Parecen querer darle la razón a Giacomo Leopardi cuando afirmaba: «La felicidad consiste
en la ignorancia de la verdad».
El 31 de octubre de 1517, Martín Lutero, en la época un monje de apenas 34 años, dicen que
en las mismas puertas de la Iglesia de todos los Santos del castillo de Wittenberg, en la
Alemania medieval, leyó en latín sus conocidas noventa y cinco tesis críticas a la iglesia
católica. El mensaje de Lutero era contundente: ni el Papa de Roma ni la Iglesia Romana
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
poseen las llaves del cielo, ni los mercaderes de indulgencias pueden venderlas. Las llaves
del cielo, decía, están dentro de cada uno de nosotros. El cielo era la aspiración metafórica
cristiana de la felicidad eterna. Cabe entonces una traducción: «las llaves de la felicidad
están en nosotros mismos».
Pero Lutero, víctima pensante de la misma epistemología que dura y sagazmente criticaba:
«Quien no cree como yo está destinado al infierno. Mi doctrina y la doctrina de Dios son la
misma cosa. Mi juicio es el juicio de Dios» (Martín Lutero. Citado por Weimar, X, 2, Abt.,
107), es síntoma de una realidad incontenible y de una contradicción casi irremediable: en la
misma época en que Lutero reafirmaba la Biblia como la única verdad, Copérnico (14731543) desarrollaba la teoría del heliocentrismo y desde allí reconformaba un nuevo espacio
para la ciencia y el conocimiento como liberadores del bienestar humano. Por cierto, ideas
similares a las del astrónomo polaco pero dibujadas en el discurso filosófico de Giordano
Bruno (1548-1600) le costaron a este último ser quemado como hereje. «Las llaves de la
felicidad están en nosotros mismos», pero las guarda alguien. Por lo que tengamos fe en la
felicidad y en su carcelero, perdón, en su custodio. La felicidad sustentada en la fe que
administra el otro.
Podemos recordar también La Declaración de Independencia estadounidense, que
inicialmente fue aprobada por el voto unánime de los delegados de doce de las trece colonias
(los de Nueva York no estaban autorizados a votar aunque después concedieron su apoyo).
Allí se defiende el derecho a la insurrección de los pueblos sometidos a gobiernos tiránicos
en defensa de sus inherentes derechos a la vida, la libertad, la igualdad política y la búsqueda
de la felicidad. Que nos digan a nosotros, los cubanos, el costo de la búsqueda de la felicidad
a noventa millas de las unificadas colonias.
Parecería desde estas representaciones que la felicidad es solo un mito. Peor aún un mito
construido para entretener a la gente con el futuro mientras se le consume el presente. La
felicidad, dice Carlo Bini, consiste casi siempre en saber engañarse. Agregaríamos: y en
dejarnos engañar. Pues bien que no hay mal que dure si no es porque cuenta con nuestra
complicidad. Pero nosotros no tenemos que ver, al menos directamente, ni con el cielo, ni
con las monarquías, ni tan siquiera con la Declaración de Independencia de los Estados
Unidos. Nosotros, eso sí, tenemos mucho que ver con lo que la gente quiere alcanzar en su
vida, con el reinado doméstico malsano de algún machista empedernido, o algún celópata.
Tenemos que ver con las declaraciones de independencia de los hijos e hijas adolescentes. Es
cierto también tenemos que ver con la antideclaración de independencia que resulta ser el
bloqueo al que somos sometidos por la única razón de querer ser felices.
La felicidad con la que nosotros nos relacionamos es una realidad de la vida cotidiana. ¿No
creen ustedes que la felicidad existe? ¿No creen ustedes que se puede ser feliz? Es felicidad
lo que quieren las personas que me buscan para que les extienda mi mano profesional. Es la
falta de felicidad lo que los aqueja. Y no hablo de la felicidad solo como el pasaje dotado de
alegría más o menos efímero. No se trata de la conversión de la penuria en sonrisa, de
convertirse en happy puppets (muñecos felices) como sufrientes aquejados por el Síndrome
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
de Agelman. Hablo de la felicidad como el ansia de vivir plenamente y obtener de la vida
bienestar. No hablo de la felicidad del tener, sino de la verdadera felicidad del ser.
Una larga lista de intenciones parece preceder a la misión de la felicidad en las prácticas
«psi». Sin saberlo, nos unimos así en un espacio en que somos luchadores por la felicidad. Si
quieren, en un lenguaje más actual (aunque más comercializado) somos gestionadores de
felicidad. Más allá de la psicología, de la medicina y de la enseñanza, nuestra misión se
inscribe en la gestión de la felicidad humana.
Probablemente, dentro de la diversidad ocupacional de los profesionales «psi», me atrevo a
decir que el vínculo primario de la gestión de la felicidad, o probablemente al menos dos de
los de mayor significación, lo encontramos en la relación de las prácticas «psi» en el ámbito
de la salud humana y en el de la educación. Se es feliz en vida, viviendo. Sintiéndose feliz.
Teniendo las capacidades humanas necesarias para ser feliz. Salud y felicidad van de la
mano. No es casual el ensanchamiento epistémico conceptual y praxológico que ha tenido en
las últimas décadas el concepto mismo de salud. Pero al mismo tiempo con Martí confirmo:
«Ser cultos es el único modo de ser libres». La educación y la cultura son los mediadores
instituyentes e instituidos de la felicidad. Tomaré uno de estos rehenes por un momento nada
más. Tomemos el primero a manera de ejemplo.
Una breve historia de la salud y de su casi inseparable partner histórico, la enfermedad,
podría ser perfilada (que no descrita ni fundamentada, esto requeriría de un ejercicio especial
que, en mi opinión, aún está por hacerse) en rasgos primarios del siguiente modo:
Resignación –Alivio–Cura – Prevención–Educación. Digo que si rastreamos nuestras
prácticas asociadas a la salud humana encontramos que la primera táctica fue la resignación.
A la resignación le siguió el alivio. Al alivio le sumamos la posibilidad de la cura y aquí nos
quedamos por mucho tiempo (quién sabe si porque la cura es un anticipo de felicidad para el
sufriente). Pero como dice García Márquez, aprendimos que: «No hay medicina que cure lo
que no cura la felicidad» (Del Amor y otros Demonios). Así a la cura le antecedimos la
prevención, y para ella nos percatamos de lo imprescindible de la Educación. Y ahora....
¿educación para qué?: educación para la vida. No basta con no estar enfermos, no basta con
ser sanos. Queremos ser felices.
Dice con certeza la National Association for Mental Health (New York, Columbus Circle)
que Salud Mental es la capacidad de una persona para sentirse bien consigo misma, respecto
a los demás, y ser capaz de enfrentar por sí misma las exigencias de la vida. Y si agregamos
sus (nuestras) propias exigencias, bien que no hay que olvidar que el ser humano es
esencialmente intencional, entonces queda claro: Salud Mental es la capacidad de una
persona para ser feliz construyendo su felicidad.
No estoy para nada hablando de ser partícipes de la construcción de Campos Elíseos,
paraísos prehelénicos de paz y felicidad plenas en las representaciones mitológicas,
residencia de los bienaventurados, donde las almas viven en total felicidad, rodeadas de
hierba, árboles y suaves brisas, envueltas en una luz rosada perpetua. Nuestra unidad «psi»
no nos hace psicóticos, sino psicólogos, psiquiatras. Estoy hablando de la construcción de la
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
plenitud de la vida. La felicidad es encrucijada de deseo y conocimiento: Sentir el deseo de
vivir y saber cómo llevarlo a su destino. Y precisamente entre el sentir y el saber están
nuestras prácticas, tendiendo puentes, develando resistencias, legitimando historias.
Del deseo no hace falta hablar mucho, tiene la gran virtud de ser una de esas verdades que se
siente con el cuerpo, al decir de Camilo José Cela. No hay como no estar de acuerdo en la
asunción del deseo como estructurante básico de nuestra vida. Si algo me queda claro de mis
lecturas de Lacan y puedo hasta reconocerme en su intención es en la consideración del
sujeto como sujeto deseante (no sujetado al deseo, sino deseante).
71
La importancia del conocimiento en el logro de la felicidad es definitiva. Algunos
«filosofiantes» han dicho que es más feliz el más ignorante (serían ellos mismos muy
felices). Absolutamente no. El ignorante ignora hasta que es infeliz. Por demás, ser feliz no
es no sentirse infeliz. Ser feliz es sobre todo sentirse realizado como ser humano en las
múltiples misiones de la vida, sentir profundamente el placer del servicio auténtico a la
existencia humana dentro de los ámbitos cercanos que la representan (la familia, los amigos,
etc.), en la cotidianeidad de los actos de la simplicidad trascendente, y en el amplio universo
de relaciones sociales que la pueblan (la nación, el país, por qué no: el mundo). Ser feliz es
tender una mano al otro y aceptar la suya sin menoscabo sabiendo lo que se hace y sintiendo
el placer de hacerlo. Saber sentir. Sentir lo que se sabe. Hacer desde el saber y el sentir. Es
encontrarse a uno mismo en el placer de ser quien se es, de que los nuestros son los que son
y se es quien se es, para ellos. Es tropezar y volver a andar. Enmudecer por un momento,
pero querer hablar siempre. Ser feliz es algo tan grande y tan pequeño como la alegría de
sentirse vivo.
En nuestra historia, la inevitable e inequívoca relación felicidad-conocimiento, queda
monumentada en la célebre sentencia martiana antes referida: «Ser cultos es el único modo
de ser libres». Desde su Enciclopedia, Diderot afirmaba que el conocimiento está construido
por el hombre, y en él debe basarse el ser humano para obtener la felicidad. Eduard Von
Hartmann, en su momento, asoció la evolución del intelecto con el conocimiento de las
ilusiones para conseguir la felicidad y concibió la salvación del individuo en términos
referidos al triunfo de la razón.
El gran reto de la felicidad es que no hay modo de arribar a ella, si no encontrándola en
nosotros mismos. Por eso la gestión de la felicidad, nuestra misión profesional, está en la
intersección de: facilitar a las personas con quienes trabajamos el logro de un modo
autónomo e interdependiente de vivir, fomentar su capacidad para el afrontamiento
responsable y productivo de sus proyectos de vida y de las exigencias del entorno, y
robustecer su participación comprometida y responsable en sus grupos reales de vida. Desde
allí nace la capacidad real de sentir, de disfrutar, de vivir con placer y bienestar. Favorecer el
arribo de las personas a la felicidad es desandar con ellos, en los diferentes ámbitos de su
vida, el camino que los lleva a encontrarse consigo mismo, su proyecto de vida, el sentido
real de su existencia.
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
En cierta ocasión se reunieron todos los dioses y decidieron crear al hombre y la mujer;
planearon hacerlos a su imagen y semejanza, entonces uno de ellos dijo:
— «Esperen. Si los vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza, van a tener un cuerpo igual
al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra. Debemos pensar en algo que los diferencie
de nosotros. De no ser así estaremos creando nuevos dioses».
— «Debemos quitarles algo, ¿Pero qué les quitamos?»
Después de mucho pensar uno de ellos dijo:
— «¡Ya sé! Vamos a quitarles la felicidad... Pero el problema va ser donde esconderla para
que no la encuentren jamás».
Propuso el primero:
— «Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo».
A lo que inmediatamente repuso otro:
— «No, recuerda que les dimos fuerza. Alguna vez alguien puede subir y encontrarla,
y si la encuentra uno, ya todos sabrán dónde está».
Luego propuso otro:
— «Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar».
Y otro contestó:
— «No. Recuerda que les dimos curiosidad. Alguna vez alguien construirá una esquina por la
que pueda entrar y bajar y entonces la encontrará».
Uno más dijo:
— «Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra».
Y le dijeron:
— «No. Recuerda que les dimos inteligencia, y un día alguien va a construir una nave en la
que pueda viajar a otros planetas y la va a descubrir. Entonces todos tendrán felicidad y serán
iguales a nosotros».
El último de ellos era un Dios que había permanecido en silencio, escuchando cada una de las
propuestas de los demás dioses. Analizó en silencio cada una de ellas y entonces rompió el
silencio y dijo:
— «Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren».
Todos voltearon asombrados y preguntaron al Unísono:
— «¿Dónde?»
— «La esconderemos dentro de ellos mismos. Estarán tan ocupados buscándola fuera, que
nunca la encontrarán».
Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así.
Ya he abusado de su tiempo y de su tolerancia. Apenas he querido poner en su consideración
un reclamo (quien sabe si un no olvidemos): Las tácticas, son imprescindibles incluso al
costo de las fracturas que producen. Pero las estrategias nos unifican y dan sentido a nuestra
existencia como profesionales y como personas. No basta entonces con empeñarnos en
nuestras tácticas y su mejoramiento. Es imprescindible reconocernos en nuestra estrategia.
Y ya que Benedetti escribió un hermoso poema (Antología poética. Casa de las Américas),
uno más entre otros muchos, precisamente titulado Táctica y estrategia. Cumplo mi
referencia inicial a la poética, más allá de declarar como «imaginación futuro-inmediatista»
las reflexiones que me han permitido hacer esta mañana y me atrevo a cerrar con una
paráfrasis, que sin el alcance y el vuelo del poeta les regalo a título de ser un «psi» (con
todos los «pro» y los «contra»):
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
«Mi táctica es el diagnóstico»
Saber origen y dinámica del dolor que te envuelve,
reconocer en las causas los efectos sensibles
que te impiden la sonrisa.
Fisurar el obstáculo que no te permite reconocerte
en ti mismo.
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Mi táctica es la psicoterapia.
Entenderte y que te entiendas.
Accionar para que logres reconocer en ti
por ti y para ti
que en medio de las turbulencias de la vida,
que junto al arsenal de imágenes de tu naufragio
hay luz.
Hay un lugar al que asir la esperanza.
Mi táctica puede hasta ser el psicofármaco.
Un bastón efímero en forma de pastilla
Que actúa sobre el no tú
Para abrir un surco en la neblina obtusa que nos ciega.
Mi táctica es la ayuda.
Encontrarme contigo en un espacio
que recupera tu natural apego a la vida
y tu voluntad de hacerla
desde tus sentimientos.
Que tu cuerpo despliegue sus anhelos
con su habitual desenfado.
Que tus poros exhalen bienestar.
Mi táctica es la orientación.
Mi táctica es la educación.
Que te fundas al proyecto de los que hacen
con sus propias manos,
de los que evitan lo malsano construyendo
su sanidad (que no su santidad).
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Que desde tú vocación convencida
avances por tu propio camino,
con tus propios pies.
Que decidas a favor de tu propio bien.
Del bien de todos.
Pero mi estrategia más allá de la Psicología
y de la psiquiatría,
más allá de la enseñanza,
más allá incluso de la medicina y de la salud
Es que seas feliz.
Bibliografia
Bleger J. (1967): Psicoanálisis y dialéctica materialista. Paidós, Buenos Aires.
Colombo E. et.al. (1993): El imaginario social. Edit. Nordam Comunidad, Montevideo.
Freud S. (1981): Obras Completas.Tomo III. Biblioteca Nueva, Madrid.
Fromm E. (1983): El corazón del hombre. Fondo de Cultura Económica, México.
Lipovetsky G. (1996): La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo.
Ed. Anagrama, Barcelona.
Silo (1994): Cartas a mis amigos. Virtual ediciones. Santiago de Chile.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Acción comunitaria en salud mental:
multiplicadores y multiplicandos.
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El tema que desplegaré está compuesto por tres unidades básicas: acción, comunidad y salud
mental. En el escenario profesional de la psicología ellas se potencian mutuamente de
manera que se favorecen en su gestionar. Parecería, a primera vista que hablamos de una
obra (la salud mental), puesta en un teatro o escenario (la comunidad) y con personas que la
hacen (la acción de los protagonistas). Dejo claro de partida, que no me sé todos los papeles.
El que sí me sé (bastante bien) es el mío. Por no sé qué razón a los científicos nos pasa
mucho que nos preguntan como entidades sociales y no individuales. Nos piden la
generalidad, raras veces la particularidad. Si algo saqué en claro de mis lecturas estudiantiles
del conocido libro de Metodología de la Investigación Psicológica de Scott y Wetheimer
(quizás los que peinan canas lo recuerden), es que para generalizar hay que tener, entre otras,
ciertas condiciones muestrales de representación de los datos. Yo, puede que sea una
muestra, pero definitivamente no representativa. En Cuba (probablemente como en la
mayoría de los países), el volumen y diversidad de la intersección de las tres nociones
básicas apuntadas anteriormente es lo suficientemente grande como para no resistir una
homogenización por demás anquilosante.
En Cuba la actividad comunitaria no es solo una vocación, es una demanda real de trabajo.
Somos demandados para que nuestra acción sea comunitaria. Los psicólogos acostumbramos
a decir que la Psicología en nuestro país, como práctica profesional, nació en la comunidad.
No sabíamos bien ni qué era ser psicólogo, pero ya estábamos haciendo trabajos
comunitarios. Años después nos encontramos con las propuestas conceptuales y
metodológicas de la llamada «Psicología Comunitaria» y no nos convencieron mucho. ¿Por
qué?
En sentido general, los enfoques comunitarios nacieron en este lado del mundo muy
influidos por prejuicios sociales y profesionales y especialmente asociados a los paradigmas
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
de control. Así como en su tiempo Skinner B.F. estaba convencido de poder dominar al
mundo con la tecnología comportamental, Rappaport nos indujo a hacerlo con los
procedimientos comunitarios. Muchos olvidaron que, al decir de Rogers, «es un empeño
evidente en toda vida orgánica y humana…expandirse, extenderse, llegar a tener autonomía,
desarrollarse, madurar,… es la tendencia a expresar y activar todas las capacidades del
organismo hasta el grado en que dicha activación perfeccione al organismo». (Rogers C,
1961:35). El paradigma de control respondía a una epistemología positivista y a una
concepción sociopolítica hegemonista y discriminatoria. La acción de entidades que debían
ser transgresoras del orden establecido se ponía en las manos manipuladoras de ingenuos o
de inescrupulosos profesionales.
Esto condicionó que muchos profesionales con (des)intenciones sociales retrógradas y
algunos de intenciones sociales proactivas promovieran un desarrollo de prácticas
comunitarias marcadas por actuaciones modelares (Calviño M, 1995, 1996) en las que se
concibe ingenua o malsanamente que la condición de profesional supone una posición de
predominio sobre la determinación de las conductas a seguir en una cierta relación por parte
de los que serían el objeto (en realidad sujetos) de la acción profesional, en este caso los
miembros de la comunidad. Es el modelo representacional del profesional quien ocupa el
lugar de modelo a alcanzar. En este enfoque modelar subyacen relaciones de podersubordinación, desde las que se ejecuta una suerte de hegemonismo paradigmático para el
especialista, lo que reduce considerablemente la posibilidad de una acción verdaderamente
comunitaria. No es la comunidad el verdadero agente de acción, de cambio, de desarrollo.
Todavía cuando miramos a los que siguen de espalda a la realidad percibimos que lo único
que piden a las personas sobre quien recae su trabajo es que se dejen llevar. Son
ingenuamente pensados como cuerpos inertes que serán movidos por la acción profesional.
Uno de los personajes de la novela de Gabriel García Márquez Del Amor y otros demonios,
Sierva María es mordida por un perro rabioso y su vida peligra. Entonces es que su padre se
acuerda que tiene hija y trata de hacer por ella «lo mejor», y dice el autor: «Le consagró todo
su tiempo. Trato de aprender a peinarla y hacerle la trenza. Trató de enseñarla a ser blanca de
ley, de restaurar para ella sus sueños fallidos de noble criollo...Lo intentó casi todo, menos
preguntarle si aquél era el modo de hacerla feliz». Dejo a ustedes las analogías probables.
Otra característica que no satisfizo nuestras expectativas fue una cierta indiferenciación de
las prácticas profesionales, que parecen disociadas del contexto cultural, simbólico,
arquetípico, en el que se desarrollan. He visto que en ocasiones las ideas y procedimientos de
trabajo son los mismos para accionar en una comunidad indígena que para un asentamiento
de trabajadores inmigrantes de una gran capital. No es casual que se señale entonces «el poco
uso que se ha dado a esta considerable objetivación de los estados —y procesos inclusive—
de conocimientos, creencias, prácticas y comportamientos de grupos poblacionales
específicos en ámbitos asimismo muy determinados y concretos» (Contreras E,1994 b:117).
El burocomunitarismo (neologismo con el que pretendo significar al burocratismo en las
prácticas comunitarias) ha ocupado un espacio en ocasiones nada despreciable en las
prácticas comunitaristas (otro neologismo para diferenciar a los comunitarios adecuados de
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
lo malsanos). Más de una vez he visto que los problemas pretenden resolverse en la mesa de
trabajo, o en el buró de los funcionarios de la región en la que se supone se realiza una
acción comunitaria. Las soluciones son documentos, resoluciones. Algo así como «hagan las
tareas y verán que todo saldrá bien». Sin ofender ni restar valor a lo que lo tiene y merece,
pero en ocasiones he llegado a pensar que mejor sería entregar a la comunidad el dinero que
se invierte para pagar, subvencionar y patrocinar ciertos trabajos comunitarios (incluido el
salario de los «especialistas»).
Marcas como el «inmovilismo» la falta de «movilización social comunitaria», la «valoración
inadecuada» (subvaloración o sobrevaloración) de las potencialidades y capacidades de los
grupos comunitarios con los que se trabaja, la «atención concentrada solo en grupos
extremos», son comunes en los abordajes comunitarios. Al fin y al cabo, cuando de prácticas
comunitarias de salud se trata, aún se siente con fuerza la presencia del modelo médico, del
modelo de la jerarquía profesional. Un modelo asistencialista con poca capacidad de
responder a las demandas explícitas e implícitas de las comunidades. Sin profundizar
demasiado, lo considero además de decadente, poco efectivo en nuestros días.
Diferenciándome de los antes dicho mi pretensión es presentar algunos elementos centrales
que servirían de sustento en la realización de experiencias prácticas concretas en el ámbito de
salud mental comunitaria. En el punto de partida subrayo un conjunto de consideraciones
fundamentales que a continuación intentaré al menos formular declarativamente.
En primer lugar, la certeza de que son las comunidades los actores reales de la posible
solución de sus problemas, de la búsqueda de alternativas de mejoramiento. Coincidimos, de
manera total con la idea de que: «...the community culture...is an important consideration in
the design and delivery of services. The challenge ...is to enhance competence by learning
about the communities...and incorporating this knowledge into their framework...» (Stroul
B., Friedman R.M., Hernández M., et al,1996:598). Son los agentes comunitarios quienes
tienen que construir sus propios cambios. Es desde las necesidades de las comunidades,
desde sus demandas reales que se construye un espacio probable y factible de actuación. Los
especialistas somos mediadores y facilitadores de dichas actuaciones pero nunca
sustituyendo, suplantando, la función que corresponde a los actores.
En esta dirección formulamos seis principios estructurales y funcionales básicos del
posicionamiento del (los) profesional (es) en un abordaje comunitario.
Posicionamiento profesional
1.
2.
3.
4.
5.
6.
La disposición a la concesión y a la relación transaccional.
El mantenimiento de una justicia de la equidad relacional.
La conformación de una relación de poder participativo y plural.
El encuentro y la priorización de intereses comunes.
El libre ejercicio de la contradicción y la diferencia.
La supeditación a los intereses reales de la comunidad.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
En segundo término aparece como un lugar de especial cuidado el que se inscribe desde la
propia noción de salud mental. Habría al menos tres miradas claras en las que dicho
concepto se presenta como nuclear:
1. La mirada clínica médica, en la que el concepto se asocia a la presencia ausencia de
disturbios emocionales más o menos severos. La salud mental está en la
diferenciación, la distancia relativa, de la enfermedad, siendo esta última el objeto real
de trabajo. La acción básica es, obviamente, asistencial. Sus procedimientos de acción:
las herramientas profesionales (diagnóstico, intervención, psicoterapia, orientación,
rehabilitación, etc.), por lo que la extensión de la acción depende del volumen de
profesionales.
2. La mirada laboral educativa o formativa, sustentada en la función intelectual
adaptativa. Aquí hacemos referencia sobre todo al desarrollo de capacidades con
énfasis en la adaptación a las condiciones reales de vida. La salud mental desde esta
perspectiva incluye la acción sobre la preparación de las personas y el mejoramiento
de las condiciones objetivas de su vida. El aumento de la empleabilidad, las
habilidades de gestión de recursos, el ingreso en el mercado de intercambios, etcétera.
3. La mirada sociopersonal constructiva. Hoy se afirma por muchos especialistas y se
reconoce que aproximadamente el 50 % del mejoramiento de la salud poblacional
depende del estilo de vida, el 20 % de la genética, otro 20 % del estado del medio
ambiente y solo el 10 % de la salud pública tradicional (atención médica). Se hace
evidente la necesidad de un cambio en lo que a estrategias de salud mental se refiere.
Se trata precisamente del paso decidido a una orientación socioprofiláctica en la que se
intensifica el proceso sociocomunitario. El discurso ha de ser prioritariamente de
atención primaria, de humanización de las prácticas médicas, psicológicas,
psiquiátricas.
Aun cuando cada una de estas nociones tiene mucho importante que decir, y considerando
incluso que no necesariamente ellas se excluyen entre sí, es sobre todo en la última, en la
mirada sociopersonal constructiva, donde me reconozco en lo que a algunas de mis prácticas
profesionales de los últimos años se refiere y donde reconozco necesidades y posibilidades
en los contextos reales en que trabajo.
Como es conocido, la estrategia de Salud de Cuba a largo alcance se ha centrado en un
amplio plan de jerarquización de niveles de atención que va desde la comunidad primaria, de
residencia, como eje organizativo primario de las acciones de salud, hasta los niveles de
atención especializada. En la definición general del modelo cubano de salud, un peso
fundamental está dado a los niveles primarios de atención. Es así que de suma importancia
resulta el trabajo de Promoción y Educación para la salud, encarnación fundamental de los
modelos de actuación profilácticos o preventivos.
En los últimos años, las definiciones de las Políticas de Salud han pasado a considerar
especialmente el valor de las prácticas de educación y promoción de Salud, definidas sobre
todo en términos de los necesarios cambios en los estilos de vida, noción esta que apunta
esencialmente al sujeto, a la persona. Junto a esto se llama la atención sobre la prevención de
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
enfermedades, definida sobre todo como la protección contra las amenazas del ambiente, lo
que significa, inevitablemente la acción mancomunada de las Instituciones de Salud, las
personas, las comunidades, etc. como actores, gestores, responsables de su salud. En la
Primera Conferencia Internacional de Promoción de Salud, realizada en Ottawa en 1986 con
el patrocinio de la OMS se señala que de lo que se trata es de facilitar el proceso según el
cual se puede movilizar «a la gente para aumentar su control sobre la salud y
mejorarla…para alcanzar un estado adecuado de bienestar físico, mental y social… ser capaz
de identificar y realizar sus aspiraciones, de satisfacer sus necesidades y de cambiar o
adaptarse al medio ambiente». Para lograr esto verdaderamente, es imprescindible
comprender que el desarrollo de la Salud no es tarea exclusiva del llamado Sector Salud. La
Educación y Promoción de la Salud no lo son tampoco. La Salud es tarea de todos. La
educación y promoción de salud son también autoeducación y participación.
A diferencia de los enfoques asistenciales, se trata aquí de enfoques preventivos. Si los
primeros tratan de «grupos específicos» (los profesionales) brindando servicios a «grupos
generales» (la población), los preventivos hablan de grupos que se multiplican, de actores de
una acción común en la que se trata de ser multiplicadores y multiplicandos.
Partiendo de estas consideraciones no es difícil comprender por qué «la Organización
Panamericana de la Salud ha definido la promoción de la salud como el resultado de todas
las acciones emprendidas por los diferentes sectores sociales para el desarrollo de mejores
condiciones de salud personal y colectiva para toda la población en el contexto de su vida
cotidiana» (OPS, 1992:1). Lo anterior está directamente relacionado con las políticas de
salud, las medidas ambientales, los servicios de salud, las organizaciones comunitarias, y
lógicamente con los individuos, con sus actitudes y aptitudes personales, sus creencias, su
subjetividad.
No es casual entonces que en la experiencia actual de una buena parte de los profesionales,
hablar de Salud Mental supone una mirada inevitable desde lo comunitario.
Las prácticas socializadoras se presentan como componentes ineludibles de las acciones de
salud mental. Así, el trabajo comunitario en salud mental es realizado en los niveles
primarios de organización de la sociedad, y obviamente es acompañado y apoyado por todo
el sistema de salud y lo que probablemente resulta de gran importancia es que también es
acompañado por otros componentes de la red nacional de instituciones gubernamentales y no
gubernamentales. La tesis de partida es que la garantía de la salud mental es sobre todo la
generación de aquellas condiciones de desarrollo personal, físico, social, educativo y cultural
que tiendan a facilitar el crecimiento de hombres y mujeres creativos, con capacidad para la
autogeneración del desarrollo, para la toma de decisiones, para la realización de los
proyectos personales y sociales.
En nuestra comprensión técnica, el camino pasa esencialmente por tres tipos de gestión: la
gestión de salud, la gestión de educación y la gestión de comunicación.
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Manuel Calviño
Pero esto, que tiene que ver con razones de orden institucional o estratégicas tiene una razón
también desde lo conceptual, desde el conjunto de presupuestos cosmovisivos que
fundamentan nuestro trabajo. Intentando resumirlos de manera esquemática preciso los
siguiente aspectos:
Sustentos cosmovisivos
1. Los erizos nacen sin púas. Sin desacreditar los factores orgánicos, las problemáticas
dominantes de salud mental son esencialmente el producto de la acción de los factores
ambientales, educativos, de las dinámicas de los grupos de inclusión (familia, trabajo,
comunidad, amigos, barrio, etc.). Por ende su abordaje correctivo y preventivo ha de
ubicarse en este mismo ámbito.
2. El que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. Es en la generación de las
condiciones favorables que está la máxima capacidad para tender a un desarrollo sano y
armónico de las personas. Todo ser humano es él y sus circunstancias. En espacios de
bienestar el crecimiento pleno y feliz no solo es más probable, sino más estable y
trasmisible.
3. Amor con amor se paga. El establecimiento de climas afectivos sociocomunitarios
favorables, de nexos afectivos positivos y fuertes, la cultura del diálogo, de la tolerancia,
de la comprensión mutua y de la solidaridad, son vías regias para el logro de una mejor
salud mental poblacional.
4. Un problema mal planteado no tiene solución. Es en la comprensión adecuada de la salud
mental como un fenómeno sociopsicológico, cultural y económico que podemos
encontrar los límites de nuestras prácticas y su real capacidad de cambio. Pero no para
limitarnos, sino para hacer partícipes de nuestra misión a otros sectores de la vida del
país.
5. Ninguna medicina cura lo que no es capaz de curar la felicidad. El asunto está sobre todo
en los modos de vida, los estilos de vida. Es sobre ellos sobre los que hay que actuar.
El trabajo comunitario en salud mental es entonces más que una política, más que una
estrategia, una necesidad demandante. No hacemos trabajo comunitario por un afán de
socialización, porque queremos ser «sociales», sino porque la demanda real de socialización
es intrínseca al problema mismo y por ende a las búsquedas de soluciones probables.
Me gustaría ahora compartir con ustedes lo que pudiera llamar algunas exigencias o
características metodológicas, de encuadre, en nuestro accionar comunitario.
Exigencias metodológicas particulares
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Manuel Calviño
1. La acción sobre lo probable.
Cuando ubico la especificidad de las prácticas de salud mental en los ámbitos comunitarios
me parece conveniente demarcar tres zonas epidemiológicas fundamentales. No hablo de
zonas geográficas, ni de zonas de distribución de la enfermedad. No me agrada la idea de ser
un luchador contra la enfermedad, prefiero siempre definirme como un buscador del
bienestar. Por eso hablo de zonas temporales que son la expresión de la vida real. Porque la
vida, para cada ser humano, es el tiempo, el tiempo de vida. Entonces abro mi mirada al
pasado (zona de lo que fue, los antecedentes, la frustración y el regocijo). Abro mi mirada al
presente (zona de lo que es, la realidad actual, la zona de la necesidad). Y abro sobre todo mi
mirada al futuro (zona de lo que será, la realidad prevista, esperada, la zona del deseo de la
esperanza).
Cada una de estas zonas tiene sus especificidades técnicas. Los psicólogos sabemos que las
diferencias entre Freud y Lewin están en gran medida en el acento temporal. Freud quiso
mirar al pasado. Lewin al «aquí», al «ahora». Y aún más, Maslow, Rogers y tantos otros,
quisieron mirar al futuro, a lo que se podría. Y esto condujo por diferentes caminos a
diferentes lugares.
En nuestro caso la mirada al futuro se expresa en la acción profiláctica educativa, de
orientación. Pero por ser una acción preventiva, necesita hablar no solo de lo necesario, de lo
mejor, sino sobre todo de lo posible. La acción de profilaxis, de prevención, de educación y
promoción de salud de salud mental, puede ser representada, retomando a Vygotsky, como
una cierta zona de desarrollo próximo (fig.1). Se trata a nuestro juicio del establecimiento de
las zonas de impacto probable que realizamos o proyectamos realizar. La expectativa de
modificación ilusoria, casi alucinante, es usualmente frustrante e inmovilizadora. Alguien
dijo que «mientras perseguimos lo inalcanzable hacemos imposible lo realizable».
Fig. 1
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Manuel Calviño
Lo probable es siempre una zona de desarrollo próximo en la que se negocian las
necesidades con las posibilidades, lo que es posible ahora con lo que será posible después.
La acción comunitaria consistente es escalonada, y los saltos estridentes son usualmente
saltos en el vacío que nos devuelven al punto de partida, quién sabe si incluso nos dejan más
atrás. La no observancia de este principio lleva a serios errores de idealización
(sobrevalorada) y deja secuelas negativas.
2. La conjugación de los factores de influencia.
Como decía anteriormente, partimos de la consideración de que la acción de salud mental
comunitaria se define por un punto variable en el espacio conformado por las prácticas de
salud, las educativas y las de comunicación (fig 2.).
Fig. 2
El peso específico de cada uno de los componentes viene definido por la ubicación de las
necesidades reales de la comunidad, de la situación concreta con la que nos enfrentamos. Sin
embargo, ninguna acción comunitaria en salud mental debe excluir alguno de estos
elementos.
Al mismo tiempo la conjugación de los factores de influencia se realiza sobre la base de la
conjugación de los gestores (promotores) de influencia. Un ejemplo quizás me permita
explicar mejor la idea. Tomemos como referencia la gestión de educación. Ella no puede
realizarse solo tomando como grupo de acción educativa a la familia, o a la escuela. Los
gestionadores de cada una de estas áreas son instituciones diferentes, con perfiles diferentes,
con dinámicas internas diferentes. Cada una de ellas tiene su propio discurso y de no
establecer un punto real de confluencias los esfuerzos pueden ser ineficientemente gastados.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Por eso, resulta de gran importancia el esclarecimiento de las alianzas participativas, de los
por qué y los cómo cada parte del todo se integra en la acción de promoción estableciendo
relaciones de costo / beneficio.
3. El reforzamiento de la comunicación social.
Si bien como señalamos antes los pesos específicos de cada una de las gestiones se definen
con arreglo a las demandas y necesidades, en nuestros trabajos la comunicación social se
revela como factor que requiere de un tratamiento especial.
83
A finales del siglo pasado, un ingeniero y sociólogo italiano, Vilfredo Pareto, formuló y
defendió una idea de gran interés que para algunos es una norma de la economía del
bienestar. Pareto formuló en calidad de observación lo que se denomina la ley de Pareto: «en
una serie cualquiera de factores, que hay que someter a control, se puede distinguir una
pequeña porción, desde el punto de vista del número, a la que se puede atribuir una gran
influencia en lo que al efecto hace. Por el contrario, la gran mayoría de los factores, siempre
desde el punto de vista del número, tiene un significado relativamente menor en cuestión de
efecto».
Acompañado de Pareto, incluso sin saberlo, una buena parte de nuestros empeños
profesionales se concentran en buscar no solo ciertos efectos, sino los mayores y mejores
efectos, con un mínimo de costo. Es este el reto de la eficiencia. Al mismo tiempo, luchamos
por lograr esa eficiencia favoreciendo o resguardando la producción de un beneficio
proporcional. Esto es justicia, o al menos una fórmula de justicia. La propuesta de Pareto
pretende favorecer un principio de decisión para la concentración y asignación de los
recursos de manera que favorezca un mayor efecto sin detrimento de las relaciones
equitativas del todo. A esto se denomina una mejora paretiana o un cambio paretiano.
El asunto del reforzamiento de las prácticas de comunicación social no es de caprichos o
gustos. Dice Debray R., apuntando a la realidad francesa, pero a mi juicio transferible en
gran medida a otras realidades, que «los valores asimilados hoy por los alumnos pasan por la
televisión, la música, la radio, la moda, la publicidad, más que por la escuela y la familia»
(Debray R, 1995:85). Incluso para un país como el nuestro donde las alternativas
comunicativas son aún pobres, tenemos que reconocer que las influencias de las mismas son
muy poderosas por su extensión y acción legitimada. A lo dicho hasta aquí me gustaría
agregarle el hecho indiscutible, y sin embargo poco reconocido, de que la acción de
comunicación social no es solamente, como piensan algunos, una acción que se realiza desde
y con la prensa, la radio y la televisión. La comunicación social supone niveles de
representación y de acción. Si el hospital comunitario de hoy, no está en condiciones de salir
a buscar a su cliente, a su usuario, está destinado a desaparecer. Ir a buscar a la persona,
grupo, etc. que habita en su entorno para accionar con él con el fin de evitar que tenga que ir
al hospital, es una gestión de comunicación social. La prevención y la promoción de salud no
son tareas, sino concepciones de trabajo. Por lo tanto no pertenecen a un nivel específico de
atención, sino que son una filosofía que sustenta las prácticas de salud y sus proyecciones.
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Esa filosofía se construye cada vez más desde la comunicacional incluso en los espacios
comunitarios.
En este sentido son cada vez más los especialistas que consideran que el mejoramiento y
robustecimiento de la salud mental puede verse especialmente favorecido si tomamos como
instrumento de trabajo la comunicación social. A nivel comunitario «la comunicación, bien
entendida, en su sentido amplio, viabiliza aspectos cruciales de democratización, equidad
yempowerment, además de cumplir un no menos central papel de advocacy» (Contreras E,
1994 a:95).
84
Particularmente, hemos trabajado en los últimos años el aumento de la eficiencia de las
prácticas de comunicación social en salud, tomando como modelo de referencia el Marketing
Social. Lo digo más claramente: consideramos que una acción de comunicación social a
favor de la salud comunitaria se ve favorecida dentro de un encuadre de marketing con una
finalidad social.
Es cierto que el marketing para muchos evoca como escenario, en el imaginario social e
incluso profesional, la representación de una empresa capitalista deshumanizada,
ultramoderna y cuyo único valor es el dinero. Él tiene en la imaginación de muchos, los
colores de la bandera de los Estados Unidos de Norteamérica y con ellos la sordidez de la
filosofía de la ganancia con menos costo y a toda costa: cueste lo que cueste (en costo
humano). Pero las evocaciones no son la realidad.
Para que esta propuesta sea loable, es imprescindible acercarse al sentido praxológico y
pragmático del marketing, en el que sus prácticas son definidas como instrumentos de las
intenciones y no como intenciones en sí mismas, como medios al servicio de propósitos que
lo anteceden, y no ineluctables consecuencias conformadoras de efectos deteriorantes de la
justicia y el equilibrio social y económico. No fue el marketing quien creó la injusticia
social, ni el hambre, ni el desempleo. No fue el marketing quien creó la competencia ni la
competitividad. El marketing apenas intenta aceptar la existencia de un mundo en el que la
competencia y la competitividad están presentes, y esto hace necesario que cualquier
proyecto de vida, institucional o personal, individual o social, comercial o de bien público,
para salir adelante, realizarse y cumplir sus propósitos, tenga que ser factible, competente,
eficiente y atractivo.
4. La visión de un ser humano sano.
Si hablamos de salud mental, hablamos también de una meta, una conquista: el ser humano
sano. Sano no es el ser humano que no tiene enfermedad alguna. Sano es el ser humano cuya
tendencia de vida reafirma su condición humana. Lo que significa:
1. El desarrollo de la capacidad de cuestionamiento (en la ruptura y en la unidad) de los
patrones comportamentales prefijados. La asimilación crítica de la experiencia
reconociendo sus valores potenciales favorecedores y los entorpecedores.
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
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2. La capacidad de elevación (separación proyectiva) del presente.
3. La existencia de metas prospectivas a mediano y largo plazo, de un proyecto de vida
conjugado con sus coterráneos.
4. Aceptación del riesgo comportamental que supone el cambio.
5. Productividad y eficiencia comportamental elevada (en función de las metas).
6. Compromiso personal e implicación comportamental.
7. Un modo de realización de las demandas que sea generador de bienestar y felicidad
para sí y para su entorno.
8. La observancia de una ética humana con todos y para el bien de todos, una ética de la
solidaridad, de la justicia, de la cooperación.
Digo que favorecer la salud mental es permitir el acceso de todo ser humano a una
construcción subjetiva personal marcada por (fig. 3):
Fig. 3.
Se trata sobre todo de fortalecer las tendencias positivas de su desarrollo. Decía Maslow que
«hay dos grupos de fuerzas que arrastran al individuo y no sólo una, además de las
presiones hacia adelante, hacia la salud, también hay presiones hacia atrás, regresivas y de
temor, las cuales llevan a la enfermedad y al debilitamiento» (Maslow A, 1968:164). Más
que contrarrestar las fuerzas negativas, lo que tratamos es de robustecer las positivas.
Acercándome al final, y si de sintetizar se trata, diría que lo que necesitamos es pensar, desde
nuestra profesión, comunitariamente. Hablo de un pensar comunitario que sobre todo es:
85
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1.
2.
3.
Manuel Calviño
Reconocer la comunidad no solo como noción, concepto o como sustento de una
metodología o modelo de accionar práctico. Lo comunitario como un esencial existencial
en el ser humano. Quién sabe si sustituir el ―Uno para todos y todos para uno‖ con un
―Uno es todos y todos somos uno‖. Es también la certeza de que fue en comunidades que
el hombre llegó a esta altura, y será en comunidades que seguirá ascendiendo.
Ubicarse como parte de un todo no importa cuál sea la función que se cumple en un
momento, no importa cuánto la realidad fenoménica, siempre detenida y por ende
metafísica, nos haga creer que somos un lugar aislado. Esto significa sustituir el ¿qué
puedo hacer? por el ¿qué podemos hacer?, instaurar el discurso del «nosotros» por sobre
el discurso del «yo y ellos». No se trata de la pérdida de lo individual, sino de otra lectura
que lo incluye. Solo la socialización hace a la individualización, así como aquella es la
resultante dialéctica de esta.
No hacer de los enfoques comunitarios lo que no son. Reconocer sus límites actuales, y en
sus límites actuales reconocer sus retos futuros. Hacer de la democracia y la participación
elementos no solo de la vida política, sino sobre todo de los modos de interacción al
interno de las comunidades «en» y «para» las que trabajamos. Parafraseando a Eduardo
Galeano en El Libro de los Abrazos cuando escribe que «los derechos humanos tendrían
que empezar por casa», nos veríamos precisados a aceptar que esa dinámica social de
igualdad, democracia, respeto a las diferencias, etc. a la que aspiramos tendría que
empezar por nuestro propio gremio profesional. Si a nivel sociopolítico hablamos de
sociedad sin clase, entonces en el campo comunitario se trata de un pensar ajeno al
autoritarismo, a la omnipotencia del profesional o de cualquiera de los miembros de la
unidad indisoluble que ha de ser la comunidad.
Es probable que algunos encuentren diferencias esenciales. Que otros encuentren puntos de
contacto. En cualquier caso, abro las puertas al intercambio. Entre otras cosas porque soy de
los convencidos de que si ponemos el énfasis en nuestras ansias, tendremos sobradas razones
para encontrarnos. Todos sabemos que el camino es difícil. Rogers lo dijo a su manera:
Yo cultivo el jardín. La mañana en que no me da tiempo…me siento frustrado. Mi
jardín hace surgir la misma pregunta inquietante que he tratado de contestar en el
transcurso de toda mi vida profesional: ¿cuáles son las condiciones efectivas para el
crecimiento?. Pero en mi jardín, aunque las frustraciones son tan inmediatas y los
resultados sean también éxitos o fracasos, éstas se hacen evidentes en forma mucho
más rápida‖. (Rogers C, 1974:122-23).
Las flores que podamos cuidar hoy, serán los árboles de mañana. Entonces no podemos dejar
de intentarlo.
Bibiliografia
Calviño M. (1995): Estudios Comunitarios: Una reflexión de alerta. DOXA. Revista Paulista
de Psicología e Educaçao. UNESP. Ano I. Vol.1. No.1. Jan/Abr.
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Manuel Calviño
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Maslow A. (1968): Towards a psychology of being. 2da. edición. Van Nostrand. New York.
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Children‘s Mental Health. Paul H Bookes. Baltimore.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Los valores y el desarrollo espiritual.
Reflexiones desde la vida cotidiana.
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Permítanme para comenzar, expresar mi sentido agradecimiento a quien ha sido el gestor de
este encuentro, el Padre y amigo Manuel Uña. El Padre Manuel me regaló desde su
parroquia, aquí en el mismo barrio en el que vivo, una imagen de sencillez, bondad, entrega,
que sustentan mi afecto y mi disposición a colaborar en lo que todos queremos. Muchas
gracias padre por el privilegio que me concede de asistir a este recinto que más allá de haber
sido tribuna abierta de nobles y excelsas personalidades, personas que ya han entregado aquí
su pensar verbalizado, constituye un más que merecido homenaje a quien devotamente,
mucho antes de que los pobladores de esta nuestra isla nos sintiéramos cubanos, defendió
para y con nuestros ancestros los derechos inalienables que nos pertenecen desde y para
siempre: el Padre Fray Bartolomé de las Casas. Admiré desde pequeño al Padre de las Casas.
Lo admiré en mis lecturas de historia en la escuela primaria «Pepito Mendoza» de la calle
Príncipe y también en las clases de catecismo que recibí como parte de mis estudios
primarios en mi querida escuela de los hermanos La Salle, muy cerca de aquí, en El Vedado.
Quiero hoy agradecer a aquellos maestros, a los hermanos lasallistas, a mis maestros de
primaria, que con infinito amor y entrega contribuyeron decisivamente a la formación de mí
cimiente ética, intelectual y espiritual.
Especialmente aprovecho la ocasión de estar en este recinto parroquial para agradecer al
hermano Tomás, mi maestro de primer grado allá en el año 1956 o 1957. Fue precisamente el
padre Tomás quien me llevó del bautismo a la primera comunión, de allí a la confirmación.
Me hizo miembro de la Congregación del Niño Jesús. Me enseñó a cantar en latín en el coro
de la parroquia. Una vez me dijo que debía descubrir muy adentro de mí un llamado que él
percibía al sacerdocio. Casi todo lo hice, menos percibir aquel llamado. O quién sabe si lo
hice todo, pero a mi manera. Con Martí conocí y formé un principio de vida: «Yo no mudo
el alma, sino que la voy enriqueciendo con cuanto veo de grande y hermoso, y cuanto obliga
a mi gratitud».
Quiero decir que soy laico. Algunas personas se me han acercado en diferentes espacios que
he compartido con la iglesia, con cristianos de diversas denominaciones, y me han
preguntado cuál es mi parroquia. Pero ser laico no quiere decir que no sea creyente. Soy
creyente, y por creyente entiendo mi adhesión de principio a ciertas verdades y creencias
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
para las que solo exijo un profundo sentimiento de certeza, una convicción íntima, una
claridad sensoriointelectual. Creo en el hombre, en la virtud, en los valores esenciales que
hacen a nuestra vida humana. Creo en la capacidad del ser humano para el amor, la ternura,
la solidaridad. Creo en la justicia, en la libertad, en lo que dignifica y hace grande la vida.
Creo también en el alma, en la espiritualidad, no como ente etéreo o abstracción teosófica,
sino en el alma como la realidad tangible del accionar humano, como el sustrato ideativo
espiritual del comportamiento de las personas. Creo en el alma cubana como «garantía de
nuestro porvenir» al decir de Don Fernando Ortiz.
Miro a la vida desde mis creencias y percibo que mis creencias me acercan a muchas
personas, personas diversas que desde una vocación común sienten la vida como la misión
creadora del hombre en el breve plazo de su existencia. Decía Martí: «Hombre es algo más
que ser torpemente vivo: es entender una misión, ennoblecerla y cumplirla». Es con estas
personas con las que comulgo ideas, sentimientos, proyectos. Podemos ser laicos o
cristianos, católicos, protestantes. Podemos ser jóvenes o menos jóvenes, intelectuales,
obreros, artistas, científicos, amas de casa, jubilados, hombres, mujeres, niños. No importa
raza ni credo. La misión creativa de la vida es necesariamente «con todos y para el bien de
todos» (una vez más El Maestro). Los que separan, rechazan, segregan, discriminan, los que
hostilizan, agreden, destruyen, son antivida. La historia pasará por encima de ellos.
De modo que me siento entre hermanos, entre compañeros de batalla. Soldados del bienestar
humano. Más allá de mis convicciones científicas y profesionales, reconozco y elogio la
ética fundante de la religiosidad de los católicos. Una ética que reconocí y aprendí como
ética del amor, de la solidaridad, del compañerismo, de la entrega y la devoción. Fiel
defensora de los más esenciales valores humanos. Es también una ética humanista, de
vocación liberadora y esperanzadora la que funda y ha movido las mejores aspiraciones
sociales de nuestro pueblo, de nosotros los cubanos. Por eso repito las palabras que nacidas
de San Pablo retomó en esta misma sala, hace unos tres años el Dr. Eusebio Leal: «No me
avergüenzo del Evangelio, lo que él formó en nosotros, lo que él nos dio, como elemento
constitutivo de nuestra personalidad, de nuestra dedicación y de nuestra confianza en que hay
valores impalpables por los cuales el hombre merece la salvación».
La convocatoria en la noche de hoy es a que pensemos en los valores, en el desarrollo
espiritual, en la ética. Pensar en la ética, en los valores, es pensar en el sentido mismo de la
vida, en el sentido de la existencia. Pero además se trata de pensar en los valores hoy, en
nuestro mundo, en nuestro país, en nuestra vida cotidiana. Y esta no es una convocatoria
casual. Es una convocatoria desde la urgente necesidad de reforzar nuestra espiritualidad, de
robustecer nuestros valores, de crear «una cultura del corazón» como dice la Hermana
Carmina Roselló.
A nivel global no son pocos los que hablan de que el mundo, la humanidad, vive una
contundente crisis. Dice Tocqueville, en lo que pudiera llamarse una descripción naturalista
de la gran enfermedad social de nuestro tiempo, que:
…cada persona, retirada dentro de sí mismo, se comporta como si fuese un extraño al destino de
todos los demás. Sus hijos y sus buenos amigos constituyen para él la totalidad de la especie
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Manuel Calviño
humana. En cuanto a sus relaciones con sus conciudadanos, puede mezclarse con ellos, pero no los
ve; los toca, pero no los siente; él existe solamente en sí mismo y para él solo. Y si en estos
términos queda en su mente algún sentido de familia, ya no existe ningún sentido de sociedad».
Más allá del acuerdo o el desacuerdo con lo que considero una visión excesivamente nihilista
y desesperanzada, podemos recoger un llamado de alerta.
También la Iglesia católica ha hecho su sensible y hermoso llamado. En su Encíclica
Evangelium Vitae, en el capítulo IV...por una nueva cultura de la vida humana Juan Pablo II
nos dice: «En virtud de la participación en la misión real de Cristo, el apoyo y la promoción
de la vida humana deben realizarse mediante el servicio de la caridad, que se manifiesta en el
testimonio personal, en las diversas formas de voluntariado, en la animación social y en el
compromiso político». Y nos llama la atención sobre el escenario real:
Esta es una exigencia particularmente apremiante en el momento actual, en que la «cultura de la
muerte» se contrapone tan fuertemente a la «cultura de la vida» y con frecuencia parece que la
supera. Sin embargo, es ante todo una exigencia que nace de la «fe que actúa por la caridad» (Gál 5,
6), como nos exhorta la Carta de Santiago: «¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga:«
Tengo fe», si no tiene obras?¿Acaso podrá salvarle la fe? Si un hermano o una hermana están
desnudos y carecen del sustento diario, y algunos de vosotros les dice: «Idos en paz, calentaos y
hartaos», pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene
obras, está realmente muerta (2, 14-17).
Para nosotros los cubanos los últimos años han sido especialmente impactantes en la
aparición de ciertas transfiguraciones en los valores de algunas personas. Cuando se está
sometido a una situación de vida marcada por la escasez, cuando se debuta en escenarios
imprevisibles que favorecen el establecimiento de modelos personales de consumo, cuando
la claridad de la luz se hace tenue, algunos optan por el antivalor. Creo que la mayoría
hemos estado todo el tiempo creciéndonos y verdaderamente hemos crecido, hemos
demostrado la grandeza de nuestra alma, de nuestro espíritu, de nuestros ideales y
convicciones. Porque la esencia de la grandeza radica en la capacidad de optar por el
crecimiento, por la honestidad, por el orgullo nacional y la soberanía en circunstancias en
que otros optarían por la entrega. Pero no han faltado los síntomas de algún deterioro
espiritual. Quién sabe si llevaba razón Berman cuando afirmaba que: «El crecimiento
humano tiene sus costes humanos y todo el que lo desee deberá pagar el precio, y el precio es
alto».
Quizás para algunos resulte extraño que un psicólogo científico, profesional, esgrima el
concepto de espiritualidad. Forma parte de algunos de nuestros recientes malentendidos.
Desde una vocación nacida en las entrañas de nuestra isla, germinada por la mezcla
cosmogónica de lo real y lo maravilloso, defendemos con nuestra acción aquella idea de que
el:
…método bueno filosófico es aquel que, al juzgar al hombre; lo toma en todas las manifestaciones
de su ser; y no deja en la observación, por secundario y desdeñable lo que, siendo tal vez por su
confusa y difícil esencia primaria no le es dado fácilmente observar. Debilidad científica, filosófico
raquitismo, censurable anemia voluntaria de todos esos, en la forma, severos y marmóreos, y en el
fondo incompletos y arenosos sistemas de accidentes.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
¿Qué sería de un pueblo que no cultiva, cuida y fortalece su espíritu? La espiritualidad es la
contextura real sobre la que se construye la cultura de un pueblo, su identidad y también la
identidad personal de cada uno de nosotros. Y obviamente no reduzco el concepto de cultura
al de cultura artística (reducción muy común en los procederes de los llamados «gente de la
cultura»). Hablo de la cultura en la acepción de lo mejor del pensamiento cubano del siglo
XIX: «Ser cultos para ser libres», cultura como la configuración subjetiva de un individuo,
de un grupo, de una sociedad, de una nación. Cultura como la savia viva que circula por los
campos y ciudades de nuestro país llevada de la mano de cada uno de nosotros. Cultura
como el perfil irrepetible del alma de un pueblo. Vuelvo a Don Fernando Ortiz: «el alma
cubana...Bienaventurados los cubanos que sean cubanos, porque de ellos será el reino de los
cielos». Y esta espiritualidad demarca sus límites en los valores, en los principios éticos.
«Los valores —dice Marcel— expresan el auténtico rostro de nuestro destino...lo más
verdadero de nosotros mismos».
Hoy se habla mucho de una crisis de valores. Se confirma la fisura en las normativas de
comportamiento de algunas personas. Algunos hablan incluso de vacío espiritual. Me parece
excesivo. Un pueblo que ha resistido los embates de la desidia, del chantaje, de erráticas
conductas discriminatorias, de prácticas cargadas de buenas intenciones pero de efectos
lacerantes, no puede ser un pueblo vacío. Para nada. Es cierto que en nuestro accionar diario
por la vida, en nuestro cotidiano existencial descubrimos que hay personas que se comportan
por fuera de los dictámenes elementales de la ética, que viven en un vacío ético (los
amorales). Descubrimos también los que conocen las normas éticas y dicen comportarse en
congruencia con ella aunque en realidad no lo hacen (los hipócritas). Pero obviamente
muchos son los que además de conocerla, y de comportarse congruentemente la hacen suya.
Estos no solo hablan de la norma y se comportan coherentemente, sino que la viven, la
recrean, la hacen crecer y la convierten en un principio axiomático de su vida (los
autónomos). En estos se descubre la ética auténtica, genuina.
En justo reconocimiento a esta realidad me parece más adecuado optar por la idea de la
crisis. Incluso tomando como criterio de referencia la dualidad significativa de la palabra
crisis en chino: en este idioma la palabra crisis es compuesta de dos signos: uno quiere decir
catástrofe, el otro, esperanza. De modo que hoy, como antaño (probablemente como
siempre) somos llamados al reforzamiento de la ética, de la formación ética. Y es esta una
acción necesaria de todos.
Pero cuál es el espacio necesario, el lugar donde hoy más que nunca necesitamos el accionar
de los valores como fundamentos de la conducta humana? Es esta la tesis central de mi
intervención de hoy: necesitamos reforzar, profundizar y robustecer la ética en nuestra vida
diaria. Y a mi juicio el modo constitutivo de una ética desde, en y para la vida cotidiana es
sobre todo una ética del sistema vincular de las personas, una ética de las relaciones
interpersonales.
¿Por qué una ética de las relaciones interpersonales? Tres representaciones fundamentales
me parecen claras como justificación de la propuesta.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
En primer lugar, la vida es el transcurrir de los vínculos humanos en aras de realizar el
sentido de la existencia. El lugar real de existencia de la vida son las relaciones humanas, las
relaciones interpersonales. De modo que hablar de una ética, pensar en una conformación
ética de las personas es, a mi juicio, improbable sin la consideración de la cultura ética, de la
ética existencial, que preside los vínculos entre las personas, los seres humanos. Digo más,
cuando hablo de vínculos entre las personas incluyo los vínculos directos y los indirectos.
Cuando alguien agrede el entorno físico de la vida, agrede también a los seres humanos que
allí realizan parte de su esencia humana. La agresión al medio ambiente es también
aniquilación de la vida humana.
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En segundo lugar, una ética de las relaciones interpersonales como referente, ojalá que como
sustento axiológico de nuestras relaciones interpersonales, no define como espacio limitado
de su acción el encuentro casual entre dos o más personas. La vida humana transcurre
fundamentalmente en grupos —la familia, los grupos escolares, los laborales— «el hombre
es un grupo» dicen muchos especialistas. Directa o indirectamente todos pertenecemos a un
grupo, en realidad a varios grupos. Nacemos y damos nuestros primeros pasos en un grupo,
en nuestra familia. Y probablemente tendríamos que admitir que es en nuestros grupos reales
de existencia donde hoy encontramos buena parte de las contradicciones éticas que nos
animamos a solventar.
Por último, en tercer lugar, la ética de las relaciones interpersonales se presenta como un
punto alternativo de unicidad existencial, un centro de integración cosmovisiva. Es una
alternativa a la disociación de la sociedad en sus segmentos constitutivos. Definitivamente, el
centro está puesto en la persona, en el sujeto como integración, como unidad holística. No
como individuo aislado, sino como sujeto en relación. No creo casual el impacto que siempre
causó en mí aquella sentencia de Jesús: «Amaos los unos a os otros como yo os he amado».
El amor es aquí el modo de existencia de una ética interpersonal. San Marcos dice: «Amarás
a tu prójimo como a ti mismo».
Como quiera que la denominación «ética» es, como casi todas las palabras en nuestro
idioma, de un amplio marcaje significativo, plurisemántica, no resulta innecesario declarar
algunas precisiones, incluso personales, del término. Cuando hablo de la ética de las
relaciones interpersonales estoy pensando en:
1. La formación subjetiva de una estructura funcional instituida histórica y culturalmente e
instituyente a su vez de un patrón individual del buen comportamiento, del
comportamiento razonable. Dicha formación subjetiva o «identidad ética» actúa como
paradigma referativo del comportamiento vincular concreto y como estructura
autovalorativa para la ubicación personal en el universo simbólico de las relaciones con
las otras personas. La ética, dicho de otro modo, es un contenido mental que regula el
comportamiento de las personas en las diversas situaciones de su vida.
2. Pienso también en la ética como la puesta en acción de los juicios de apreciación acerca
de los actos intencionales o comportamientos con el fin de regularlos consciente o
inconscientemente. No me refiero solamente a los juicios de valor que se hacen sobre la
conducta sino sobre todo a los modos probables y reales de comportarse en situación.
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Ética es el modo en que se coordinan los juicios y criterios para la toma de decisiones
comportamentales.
3. El espacio axiológico en el que se ubica la dimensión prospectiva del comportamiento. El
lugar del deber. No hablo de un deber «superyoico», sino de un deber intencional,
movilizativo, que emana de la convicción, desde la certeza. No se trata solo de un
paradigma para la convivencia, sino sobre todo un instrumento para el desarrollo humano.
Para nosotros las cosas han tenido también luces y sombras. Imbricados con un proyecto
social de envidiable esencia humanista, la realización concreta de algunos pasajes de nuestra
reciente historia no ha sido condición favorecedora de tal actitud vital. Como todo andar, el
nuestro también ha tenido y seguramente tiene sus pasos erráticos. Constituirnos como una
nación libre, independiente y soberana, anhelado sueño de los buenos cubanos de todas las
épocas, ha sido un proceso de búsquedas en el que se ha sufrido: se ha sufrido por la
separación de la familia, por la obstaculización del ejercicio de los credos, por la
institucionalización de la educación, una educación en la que por varios años el discurso
político opacó algunas cimientes de la conformación cosmovisiva axiológica.
Pero no me siento en el justo punto medio que aconsejan la cordura, la racionalidad y mis
propios fundamentos ideopolíticos, ni soy honesto conmigo mismo si al mirar al pasado solo
me detengo en el desvanecimiento. Asediados y agredidos desde afuera y desde adentro,
intentando tomar el cielo por asalto, rompiendo con los valores de referencia de las clases
minoritarias y elitistas, intentado avanzar en la búsqueda de un hombre nuevo, nuestro
camino puede ser reconocido como contradictorio y hasta inequilibrado, pero nunca malsano
ni malintencionado. La creación de una mejor persona nos ha acompañado. De lo contrario
cómo fue que llegamos hasta aquí. Solo que parece ser que no hay verdadera ruptura posible
si no es con demolición. Luego se construirá de nuevo con y sin las cenizas. Más tarde, llega
la articulación dialéctica, la espiral inexorable de la producción humana. Lo digo con
Leibnitz: «lo que pone el colmo a la belleza, y a la perfección de las obras divinas es que el
universo marcha sin cesar, y con movimiento el más libre, hacia un orden de cosas más
completo».
El escenario de nuestra vida también ha cambiado. Los últimos quizás cinco o seis años han
sido especialmente traumáticos. Prostitución, proxenetismo, drogas, corrupción son
malsanidades que han venido a ocupar algún espacio en nuestro escenario de vida. La
agresión, la violencia, siguen marcando adeptos en nuestras calles. Percibo un cierto
incremento del individualismo, una suerte de establecimiento de la solución individual como
la salvación. Todo esto y mucho más forma parte de nuestro cotidiano de vida. Lo podemos
encontrar con menor o mayor frecuencia pero está, existe. Es un fragmento de la realidad con
el que tenemos que contar, con el que tenemos que hacer algo.
Todo esto y mucho más nos impele a encontrar un camino probable, varios caminos
probables. No tengo la más mínima duda que cualquiera por el que optemos, si es un camino
fundante, si es un camino de bien, pasa inexorablemente por el robustecimiento de nuestra
espiritualidad, por el fortalecimiento del sustrato ético de nuestras decisiones y acciones.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Como les dije antes, creo y defiendo la necesidad de una ética de las relaciones
interpersonales, del contacto, del vínculo.
¿Cuáles serían entonces los elementos constitutivos de esa ética de las relaciones
interpersonales? Tratando de no ser particularmente extenso intentaré señalar los elementos
de contenido esenciales que considero presiden una ética humanista de las relaciones
interpersonales y que, además de encuadrar los patrones de comportamiento de la vida
cotidiana, dan cuerpo cosmovisivo, axiológico, a nuestras relaciones con nuestros
semejantes, con nuestro entorno.
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En primer lugar el respeto. El respeto no simplemente como normativa de cultura educativa,
sino como definición existencial de las relaciones humanas. Hablo sobre todo del respeto al
derecho ajeno, el respeto a la individualidad, el respeto a las diferencias, a la opinión, a las
decisiones. No puede ser respetuoso de sí mismo quien no es una persona respetuosa. Pero
más aún, no se puede realizar una acción verdaderamente ética, sino se es capaz de respetar a
la otra persona que está junto a nosotros, incluso a la que no está directamente ante nosotros
pero recibe de alguna manera el impacto de nuestro comportamiento.
La invasión sonora que se sufre cuando un vecino se cree que su música es la que todos
deben escuchar y no las impone con sofisticados sistemas de audio capaces de repetir la
hazaña de las trompetas de Jericó, es sobre todo un acto de irrespeto al otro, es una
desconsideración ética en nuestro cotidiano de vida. Y como esta podemos encontrar muchas
más.
Un aspecto esencial del respeto como instituyente esencial de una ética de las relaciones
interpersonales es el conflictivo asunto de las diferencias. La relación con lo diferente, lo
distinto. Es algo así como el lado oscuro de la alteridad. Lo diverso es inherente a la vida, la
vida es diversidad, sin embargo, la diversidad es y ha sido fuente de conflicto, es y ha sido
fuente de exclusión. A nivel incluso psicológico, la construcción de la identidad pasa por la
diferenciación, por el establecimiento de la unicidad: para ser un «yo» tengo que ser distinto
de un «otro». Es desde una cierta «antonimia figurativa» que, como tendencia, se construye
la percepción, la valoración de algo. Y es allí donde entra el peligroso ejercicio del poder.
El respeto es peligrosamente dañado cuando lo que preside la relación de diferencia entre las
personas es el ejercicio del poder. Sobre esta base, las prácticas del poder autocrático —la
exclusión, la marginación, la represión, y también el paternalismo, por sólo señalar
algunas—, han creado la ilusión de que ciertas diferencias marcan límites estrictos y reales
en todos los ámbitos entre algo que resulta «lo adecuado» y algo que resulta «lo inadecuado»
porque alguien (el o los que ejercen el poder lo dicen o lo creen así), poniendo así el énfasis
precisamente en la comprensión de lo diferente como defecto, como falta, como lo que hay
que esconder o hacer desaparecer. Se crea así lo que llamaría una est-ética de la diferencia, y
consecuentemente, una práctica reconstitutiva de la antiética. Testimonio de esto que digo
pueden darlo los grupos marginados por prácticas no solo culturales, sociales y políticas,
sino también por razones de credo. En nombre del poder más de una vez en la historia se ha
promovido una falta de respeto a los seres humanos, a los enfermos mentales, discapacitados,
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
así como a las minorías étnicas, las mujeres, grupos raciales, libre pensadores, conflictivos,
creyentes y muchos más que harían una lista interminable. No hay respeto donde no se es
capaz de asumir la contradicción. No hay respeto donde lo que preside la regulación
comportamental es el poder y no la ética.
Algunos pueden pensar que esto solo atañe a las macrorganizaciones sociales. Pero no es así.
El asunto del poder marca también las relaciones a lo interno de la familia. Hay padres y
madres que unas veces confundidos, otras encerrados en el desconocimiento o en el temor a
consecuencias peores, asumen posiciones de poder ilimitado y autocrático con sus hijos. Y
tenemos que ser cuidadosos. Allí puede estar también el germen del rechazo a la familia, al
respeto autónomo y amoroso a los padres. Porque el irrespeto del padre convoca al irrespeto
del hijo abriéndose así una cadena sin fin que termina en la disolución de un vínculo
parental, de un vínculo filial auténtico.
No quiero dejar de significar que en el contexto de nuestra vida cotidiana un lugar
fundamental lo ocupan nuestras prácticas laborales, profesionales, nuestra dedicación ya sea
a la producción de bienes para los demás o a la prestación de un servicio. El primer acto de
respeto, la primera expresión de respeto de un trabajador para con una persona que
usufructúa de su trabajo, es la calidad de su trabajo, su profesionalismo, su entrega.
Permitirse malos tratos en la realización de un servicio, opiniones a la ligera en una práctica
profesional, decisiones fundadas en criterios unipersonales, conocimientos superficiales o
«recetas educativas doctrinarias», diletancia, anquilosamiento intelectual, no son
sencillamente errores o deficiencias técnicas asociadas a la realización de una tarea, de un
trabajo, son, desde el mismo momento en que nuestro hacer recae sobre otras personas,
problemas éticos.
En segundo lugar, volviendo a los recursos constitutivos de una ética humanista de las
relaciones interpersonales, y obviamente no hay en esto un orden jerárquico, significo a la
honestidad, que quiere decir la transparencia comunicativa, informativa, la claridad de las
intenciones y motivos, la disponibilidad a facilitar el encuentro con la verdad. La honestidad
que es también ese acto íntimo de conciencia de nuestra perfectibilidad, la honestidad que
convoca y evoca la humildad, componente esencial de la ética humanista de las relaciones
interpersonales. Hablo de la humildad y no del pobrecitismo, no de la sumisión, ni de la
subvaloración. No es solo la comprensión y aceptación de lo que no podemos, sino también
de lo que podemos los unos y los otros. No es la humildad el ejercicio testimonial de
supuestas limitaciones personales, sino la fuerza vital que niega el ejercicio ciego del placer
egocéntrico y unipersonal. La humildad como la definición autovalorativa de la igualdad
esencial de todas las personas. Hablo de la humildad como la capacidad de «situarnos en la
posición honrada, de no presumir que sabemos más que los demás, de no presumir que
hemos alcanzado todo lo que se puede aprender, de no presumir que nuestros puntos de vista
son infalibles y que todos los que no piensen exactamente igual están equivocados», esto
último dicho en palabras de Fidel. «La libertad —cito ahora al Santo Padre, en su
Centessimus Annus— es valorada plenamente cuando se acepta la verdad. En un mundo sin
verdad, la libertad pierde su consistencia y el hombre queda expuesto a la violencia de las
pasiones y a condicionamientos patentes o encubiertos».
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
La sensibilidad sería un elemento fundamental en esta dimensión ética. En El Gran dictador
el genial Chaplin decía: «Pensamos demasiado y no sentimos lo suficiente. Tenemos más
necesidad de espíritu humanitario que de mecanización. Más que de inteligencia, tenemos
necesidad de amabilidad y gentileza». No se trata como creen algunos de padecer por y con
el otro, esto no es posible, pero lo que sí es posible y necesario es sentirse partícipe en la
ayuda, en el apoyo, en el vínculo. La deshumanización de un vínculo humano no solo es un
absurdo, sino algo que no nos podemos permitir. Sensibilidad humana, capacidad de sentir
en el lugar del otro, comprensión empática, son exigencias e instrumentos de trabajo diario
de los que luchamos por el bienestar y la felicidad humana.
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Por último, el asunto irrevocable del compromiso y la responsabilidad. Comprometerse es
algo que puede hacerse desde la voluntad y la comprensión, desde la decisión y el
sentimiento, o que de cualquier modo se produce como efecto inevitable de estar en algún
lugar. Las posiciones asépticas, supuestamente liberadas de compromisos son falsas, por no
decir sencillamente que son también un modo de comprometerse con aquello que contradice
y niega el compromiso evitado. Hay incluso quienes evaden compromisos y se refugian en el
discurso supuestamente científico de la objetividad. Dice Galeano: «Los que hacen de la
objetividad una religión, mienten. Ellos no quieren ser objetivos, mentira: quieren ser
objetos, para salvarse del dolor humano». Obviamente, no hablo de pedestres compromisos
con fracciones políticas de la sociedad, no hablo de compromisos con cifras, ni de
compromisos de complicidad. Hablo de compromisos esenciales: los compromisos con el
bienestar humano, con la potenciación de modos de vida más plenos, con el crecimiento de
las potencialidades creativas de las personas, con la felicidad e inevitablemente con el
derecho de todo ser humano a ellos. No hay comportamiento ético al menos humanista
donde no hay clarificación de los resortes cosmovisivos que sustentan nuestros
compromisos, donde no hay acción de lucha y exigencia por los derechos primarios de todo
ser humano.
La defensa de la ética en este contorno está presidida por la defensa de la autonomía vital del
ser humano. Solo es verdaderamente sustentable la ética humana en las condiciones de
libertad humana. Es el hombre dueño de su destino, de sus decisiones, el único capaz de
acceder plenamente a una ética plenamente humana. Y allí llega el hombre cuando es un
espíritu libre, cuando el accionar de sus ideas, pensamientos y sentimientos no está
compulsionado por requerimientos externos, no está definido por el balance de costos y
beneficios, de consecuencias nocivas. Solo el hombre que opta se compromete, solo el que
decide por sí mismo asume las implicaciones de sus decisiones.
Por último vuelvo a llamar la atención sobre el hecho de que nuestras axiologías, nuestros
procederes éticos o la ética de nuestros procederes existe y se contextualiza en el lugar real
del vivir de todos nosotros. Para los cubanos de hoy el asunto es de suma importancia. Los
que aquí estamos vivimos en una estructura real de la sociedad en la que conviven modos
económicos funcionales diferentes y por ende sistemas de apropiación que en los mejores
casos son equitativos, pero en otros están siendo desproporcionadamente diferentes. Esto nos
confronta diariamente con nuestra opción y decisión personal y ética, nos distingue en los
que hicimos una opción de vocación y los que hicieron una opción de compulsión. Asistimos
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a un cotidiano de vida que discursea desde la ética de la renuncia para la realización de los
sueños y las esperanzas, desde la permanencia y trascendencia de los valores más humanos,
y nos pide afiliación a la certeza de que sí se puede. Somos por vocación y decisión una
trinchera de las utopías. Pero estamos enfrascados en una lucha titánica por la supervivencia,
síntoma ad usum y condición sine qua non del pragmatismo. La realidad nos impone una
suerte de convivencia educada pero también utilitaria con muchas de las cosas de las que nos
creíamos invulnerables y que considerábamos hasta de mal gusto. A veces sentimos que
tenía razón Berman cuando sostenía que el hombre «solamente trabajando con el
diablo…podrá acabar del lado de Dios y crear el bien». Lo cierto es que nuestra realidad esta
escindida y corremos el riesgo de una escisión interna.
Por si esto fuera poco aparecen «formas de malestar que se arraigan y fortalecen en un
espíritu de época marcado por la pérdida de antiguas convicciones y por nuevas
discursividades que no se perfilan todavía con claridad como soportes de la subjetividad».
Muchas de las dificultades que nos encontramos hoy en nuestro cotidiano de vida son las
manifestaciones de las contradicciones reales en las que hoy se vive. Digo con Marx: «lo
ideal no es...más que lo material traducido y traspuesto a la cabeza del hombre». El mal-estar
humano es, releyendo a Freud, un malestar de la cultura. La cultura entendida no
simplemente como la producción o el escenario conjuntivo y entrecruzado de la creación
estética de grupos relativamente exiguos de la sociedad, sino también como la definición de
una alternativa, mejor dicho, una antialternativa ética.
¿Qué hacer? Algunos ya decidieron a favor del reforzamiento del bolsillo con el peligroso
bisturí que corta en cualquier lugar a despecho de la ética, de la historia, de los títulos, de los
deberes sociales y hasta de las leyes. Otros flaquean en transacciones malsanas que hieren
hondo en el orgullo personal y la autoestima. La mayoría se aferra a la esperanza. Pero la
pregunta sigue en pie ¿qué hacer?
A mi juicio, el mejor antídoto, quién sabe si el único integrador, está en el reforzamiento de
los sustentos éticos de nuestra vida, de nuestras prácticas cotidianas y de nuestras relaciones
interpersonales. En la definición de los espacios de reforzamiento personal de nuestra
esencia humana, de aquello que sabiamente Marx identificó con «el conjunto de nuestras
relaciones sociales», digo de nuestras relaciones interpersonales. Siguiendo a Forcano se
trata ni más ni menos que «obrar como personas...y la persona es un yo indivisible con
vocación innata para la verdad y la justicia, el amor y la convivencia, el respeto y la
igualdad».
Como se puede desprender de lo que he dicho, no intento más que abogar a favor de ciertas
normas comportamentales cuyo valor táctico y estratégico se asocia al hecho indiscutible de
que como decía Martí: «Andar es el único modo de llegar». Con esto quiero significar dos
cosas. Por una parte, que el avance hacia niveles de desarrollo espiritual, ético ha de ser, y de
hecho es, un proceso escalonado y en espiral. No se puede pretender violentar leyes muy
profundas y establecidas del funcionamiento humano. No se pueden violentar límites reales
que, aunque históricos y contextuales, demarcan posibilidades e imposibilidades. Facilitar,
favorecer, no son sinónimos de violentar. Por otra parte, y son muchos los testimonios que lo
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
ratificarían, el modo de andar llega a convertirse en modo de ser. Repito con Machado que
«al andar se hace camino». La observancia de una ética de las relaciones interpersonales, al
sentar su base en los principios antes señalados y otros que por no abusar de su paciencia no
he significado aquí, puede consolidarse como referente y desarticular las posibles causas que
generan hoy su resquebrajamiento y ruptura.
Dicen que una pregunta puede más que cien razones. Entonces preguntémonos: ¿es posible
encontrar esa unidad entre las utopías y las realidades en nuestra vida?, ¿podemos constituir
nuestro discurso ético desde una ética humanista de las relaciones interpersonales?
¿Tendremos la firmeza necesaria para un robustecimiento ético en un contexto en el que la
ética comienza a ser visiblemente fisurada?
Si estamos aquí es porque creemos no solo que es posible, sino también que vale la pena. En
cualquier caso lo que no podemos es dejar de intentarlo.
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Manuel Calviño
Ser psicóloga hoy (y mañana...).
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Me opongo terminantemente, por considerarla errada,
a la posición que supone... que nuestra función
es exclusivamente profesional y científica.
J. Bleger
Dedicated to the one I love
The Mamas & the Papas.
No hay formalidad ninguna en comenzar esta suerte de asociación libre semicontrolada con
un agradecimiento a los organizadores de este hermoso encuentro por esta insustituible
posibilidad de diálogo (con ustedes y conmigo mismo). Desde un lugar residente en mi
memoria histórica reciente, un sueño desplazado de mi primera juventud estudiantil se me
antoja actuado por ustedes. En este mismo edificio, maquillado hoy por obra y gracia de la
cuota de inscripción y de los ingentes esfuerzos que estudiantes jóvenes y estudiantes menos
jóvenes (así prefiero llamar al claustro de profesores), hacemos para evitar que nos derrumbe
la inmundicia de un insano y patológico bloqueo, con sus cómplices nativos —
conservadurismo, reglamentismo, inmovilismo y otros ismos de los que aún no estamos
libres— digo que en este mismo edificio, cuando la mayoría de ustedes no había nacido, y
solo existían como posibilidad en el amor de sus padres, muchos soñamos en un encuentro
como este. Un encuentro sin necesidad de traductores (ni de inglés ni de ruso), sin necesidad
de explicaciones paradigmáticas (ni de la psicología marxista ni de la transpersonal, ni de
cualquier otra que el afán de trascendencia de algunos impele a construir). Un encuentro
sencillamente de covivientes. De personas que a pesar de los diferentes escenarios, tenemos
empeños comunes. De personas que aunque le llamemos guagua a cosas diferentes, y unos
le añadimos café al agua caliente y otros, mate, tenemos angustias prospectivas similares.
Gente que puede, quiere y, superyoicamente dicho, «debe» compartir sus destinos. Al fin y al
cabo asumamos con Pichón Riviere que los aquí presentes somos portadores de una
enfermedad única. Gracias a ustedes «reparadores de sueño» que hacen que «la gota de rocío
no deje de caer».
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
He optado por incluirme en un discurso profesional con género femenino. «Ser psicóloga
hoy». En realidad el ser psicóloga hoy, no es lo mismo que ser psicólogo hoy. Pero no
entraré en esta disquisición que me llevaría por un camino un tanto distinto de aquel para el
que he sido convocado. Mi opción de «ser psicóloga» hoy va por otro sendero. Nada que
comprometa mi orientación sexual. Nada que comprometa mi conocimiento de las reglas
gramaticales del español. Nada que suponga un dictamen machista de «sepan las mujeres lo
que le decimos los hombres». Se trata sencillamente de un acto, aunque sea uno, de
elemental justicia con una realidad de nuestra profesión: la inmensa mayoría, no solo de las
aquí presentes, sino de la población profesional de la psicología en nuestro continente es
genéricamente y por decisión de vida, femenina. Hoy acudimos a la «@» para intentar
dibujar un grafo que es al mismo tiempo «o» y «a». Uso probable en la escritura. Pero
conceptualmente tampoco va por ahí mi idea. Quiero que las «a» sigan siendo «a» y las «o»,
«o». Y que la diferencia entre ambas no sea solamente «un rabito» en la cursiva y «dos
palitos» en la de imprenta. El asunto no es eliminar las diferencias, sino saber vivir con ellas,
disfrutar de su existencia, enriquecerlas en aras de la pluralidad existencial y cosmogónica
del ser humano. Digo entonces, como en su momento Gabriela Mistral, «...no se crea que
estoy haciendo una profesión de feminista. Pienso que la mujer aprende para ser más mujer».
Ojalá los hombres hiciéramos lo mismo.
Un punto de partida más. Denominé antes a mi intervención como asociación libre
semicontrolada. No crean que es un modo casual de decir. Quiero asociar lo que me pasa con
lo que quiero que pase; quiero que mi lenguajear (concepto maturánico) sea libre, es decir
auténtico, honesto, sentipensado (ahora es galeánico o de los pescadores de la costa
colombiana). Quiero asumir el tiempo asignado, la paciencia y el cansancio de ustedes tras
varios días de labor, como semicontroladores del volumen de ideas, ojalá que de palabras,
que me propongo compartir (este último «quiero» es para mí el más difícil). Lo que sí
definitivamente no quiero, nunca lo he querido, es ser escuchado para encontrar respuestas.
Les pido que me escuchen para hacerse preguntas, para hacernos preguntas. Mi instrumento
será la teorización anárquica y comprometida, pragmática y utópica, operativa y alucinada.
Ojalá que me acompañe un poco de humor para ser consecuente al menos con la demanda de
placer que guía en parte mi orientación profesional. Debería ir en busca de «la parsimonia»,
ese touch of quality o discreto encanto de la burguesía que dotaría a mis palabras de
sobriedad, moderación y circunspección. Ahora canta Maná: «Cómo quisiera...pero no
puedo». Además no me preocupa mucho. Creo con Devereux que la parsimonia es un
criterio «siempre arbitrario...es una característica puramente descriptiva de una teoría. No
nos permite estimar la congruencia de la teoría con la realidad; solo nos permite apreciar
―su elegancia» (Devereux G, 1991:35). Comienzo, o más bien sigo adelante.
Encontrar un punto de partida es usualmente algo arbitrario. Cualquier punto puede ser el de
partida con tal de que no sea el de llegada. Asumirlo como tal es ya una opción y por lo tanto
una decisión. Pero todo tiene un antes y un después. Todo tiene un tiempo, una historia.
«Todo tiene su momento» sentenciaba Sinué el egipcio. Y es este a mi juicio un punto crítico
en el dibujo actitudinal que supone ser psicóloga hoy. Lo de menos es que por no conocer la
historia estemos condenados a repetirla, como sentenciaba Santayana. Lo de menos es que
conociendo la historia no podamos trascenderla, escribirla con nuestras propias letras. El
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
asunto es que somos nuestra historia y más. No es que seamos un producto de las influencias
sociohistóricas, es que somos «sociohistoria» demarcada por un tiempo y un espacio en el
que se asimila y se crea, se afirma y se contradice. Se «es» siempre en un tiempo (no importa
lo que seas), pero ser profesional es algo más, es asumir el tiempo en que se es en aras de una
misión, de un destino, de un mandato cuyo gestor es la vocación misma del ser humano y su
devenir histórico. La historia tiene tres ojos: el de hoy, el de ayer y el de mañana, pero
siempre es presente. El pasado y el futuro existen en el presente como huella y como ansia.
Esto nos pudiera parecer un obvio. Lo es. Solo que es un obvio obviado más de una vez en
nuestras tradiciones recientes (muy recientes, piensen que hablamos de algo más de cien
años, apenas el doble de mi edad). Por si alguien lo duda (no mi edad, para esto tengo mi
partida de nacimiento) me remito a algunos de los paladines emblemáticos que refieren
nuestros libros de historia (entendida usualmente como el conjunto de acontecimientos que
ocurrieron en un periodo de tiempo —¡vaya subvaloración de la historia!).
Cuando Edward Bradford Titchener, casi recién llegado de vivir una relación pasional con la
tradición wundtiana entró en la Cornell University de toga, birrete y con su acento de lord
inglés para presentar su centenaria clasificación de las sensaciones no cometía un error
teórico, ni publicitario, sino epistemológico, histórico. Estaba convencido de que la
Psicología no se movía al compás de los movimientos geográficos, culturales,
idiosincrásicos. Nunca escuchó a León Gieco cantar «cambia, todo cambia». En Leipzig,
Londres o New York la ciencia psicológica era, en su representación, la misma. El psicólogo
el mismo. La psicóloga lo mismo.
En su momento la prominente obra de Freud estigmatizó a Reich entre los psicoanalistas
cuando este se lanzó a los barrios obreros en busca de nuevas aportaciones al psicoanálisis.
Sigi, como cariñosamente le decía al padre totémico del psicoanálisis su esposa, decía que
«el amor es hoy tan animal como lo ha sido siempre». Con tal formulación, además de
entender la sombría cara con la que se nos muestra Martha Bernays —la esposa de Freud—
en las escasas fotos que de ella conocemos, podemos comprender que aquél que «profanaba
todo el pasado, envenenaba todo el presente, mataba todo el futuro», al decir de Marthe
Robert, pensaba que hubiera sido el mismo psicoanalista distante, ajeno, imparcial
escuchando a Madona gemir don’t cry for me Argentina o a Atahualpa Yupanqui deslizando
sus campesinas manos por la viola para acompañar el verso: «le tengo rabia al silencio por lo
mucho que perdí. Que no se quede callado quien quiera vivir feliz».
La lista puede ser ensanchada casi ad infinitum. Lacan, cuando logramos entenderlo, no nos
deja mucha alternativa: «El deseo del hombre encuentra su sentido en el deseo del otro»
(Lacan J, 1985:257). Somos donde no somos. Skinner, luego de sentirse «fracasado como
escritor porque no tenía nada importante que decir» (Skinner B.F, 1967:395), según el
mismo nos narra en una suerte de autobiografía, propició la mayor inundación de facultades
de psicología en el mundo entero con mares de ratas, palomas y laberintos. Todo para seguir
sin algo importante que decir, pero hacernos sentir animales que un juego malsano de
reforzamientos puede convertir en esclavos o fanáticos, en cobradores o deudores. La
llamada Psicología Cognitva se alza con otra posibilidad de entendernos: como sistemas que
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Manuel Calviño
procesamos información, a la Stember o a la Deutch& Deutch. Somos computadoras a las
que infelizmente no se le puede aumentar la memoria RAM, ni cambiar el bios, en todo caso
optimizar el disco duro. Seymour y O‘Connor nos dan una PNL que desconoce el más
elemental determinismo de la cultura étnica.
Luego, después de tantos años descontruyendo al sujeto, intentando entender con Foucoult
los vericuetos intrapsíquicos del poder para poder entenderlo como sujeto sujetado, resulta
que Moscovici nos pone en manos del empleador más trabajoso: «todo es construido».
Maritza Montero, que en 1987 defendía una psicología política que «en lugar de ser un
testigo de los procesos sociopolíticos que afectan al individuo.... es un medio para intervenir
en las transformaciones sociales...para producir respuestas a los problemas planteados por las
relaciones sociales, económicas y políticas» (Montero M, 1987:46) en 1994 al hablarnos de
la vida, dice que es sobre todo «la construcción del conocimiento que la explica, interpreta y
constituye» (Montero M, 1994:7). Y todo esto, porque al convencernos de la malsanidad de
idusa (dice Salazar que es la ideología dependiente de USA, tan arraigada en nuestra gente)
no acercamos a «FACYEU» (fascinación cognoscitiva yoica por la Europa unificada). Al
menos el constructivismo nos da un cierto viso de obreros de la construcción y desde aquí la
posibilidad de una conciencia de clase.
En fin, la ahistoricidad como el caos incomprensible de la historia. Menos mal que entre
nuestros altares recientes pusimos a Munné para que nos diera una buena noticia: «desde la
complejidad, la ausencia de orden, dada por el caos, ya no resulta un fenómeno patológico,
sino un aspecto constitutivo de la realidad...un orden en el que la incertidumbre...domina la
exactitud y la certeza» (Munné F, 1994:17).
La ahistoricidad, hasta aquí delatada, es también metodológica y académica. Solo señalo un
soporte: con el mismo texto de Scott y Wertheimer, escrito en 1956 y con más ediciones y
plagios que Rocky, Viernes 13 y Academia de policías juntas, en algunas instituciones se
forman investigadores para laboratorios sofisticados y en otros trabajadores sociales
comunitarios. Con los mismos planes de estudio con los que se formaba una psicóloga en la
posguerra rusa, allí en la imponente Moscovski Gasudarstvieni Univesitiet (Universidad
Estatal de Moscú), se formaba también a las psicólogas en la llamada época del inmovilismo
o del rasvitoi socialism (socialismo desarrollado).
Todo esto es negación de la sociohistoria, de la historicidad. A veces pienso que la
psicología fue posmoderna antes de la posmodernidad. Todo esto es una negativa a la
esencia social de la psicología y más aún de las psicólogas. «Para mí, solo el ahora existe —
nos decía Fritz Perls—ahora = experiencia = conciencia = realidad». (Perls F,1973:22).
Excelente filosofía para el enfrentamiento de la finitud de la existencia, pero no creo que
como principio constructivo de una profesión, de las prácticas derivadas de su identidad, ni
como afrontamiento de una realidad que antes y después del here and now es profundamente
productora de displacer, infelicidad, enfermedad.
Conste que concuerdo con de Brasi (hablo del argentino-veneciano Juan Carlos, y no del
italiano Luca, amigo de Vito Corleone) en su prólogo al libro Clínica Grupal, Clínica
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Institucional cuando sentencia que «…los viejos autores, siempre podrán ser los nuevos
actores de un pensamiento inacabado». Pero si y solo si entendemos eso: el pensamiento
inacabado buscando, armando y desarmando, encontrando su realidad en la realidad. La
mirada a lo por hacer.
La historicidad supone, en la construcción de nuestra identidad profesional, en nuestro ser
psicóloga hoy, la dialéctica de la unidad y la ruptura. Con esta historia de ahistoricidad, de
desentendidos epistémicos, metodológicos y ontológicos no podemos seguir el principio de
«borrón y cuenta nueva». La identidad es inclusión armónica de lo que sí y lo que no. A la
Fermina Daza de El amor en los tiempos del cólera cuando se encontró ante la urgencia de
reconstruir su vida sin la presencia de su Juvenal Urbino «la estremeció un pensamiento
vago: la gente que uno quiere debería morirse con todas sus cosas» (García Márquez G,
1986:77). Pero el orden viejo, la vieja psicología, el viejo modo de ser psicólogo no puede
morir con sus cosas. Parafraseando a un gran sabio gestor de mi cubanía, Don Fernando
Ortiz, digo que una psicología que niegue su historia está en trance de suicidio. La
reconstitución de la historicidad no puede ser al precio del desconocimiento de la historia.
Ser psicóloga hoy es hacerse cargo de la historia. Pero no creo que sea camino el repetir la
disección metodológica, ni las rupturas paradigmáticas. Ser psicóloga hoy, necesita una
epistemología de la convergencia, 8 de la unidad de acción en la dramática del ejercicio
profesional y en la pragmática de la construcción teórica. Ser psicóloga hoy es ser nosotras
sobre lo que de nosotras han hecho. No podemos ser desde cero. Tenemos que ser desde
donde somos instituidas y de ser necesario, ahora en metáfora marxista, «suicidarnos como
clase», es decir no ser el ser de nuestras determinaciones, sino el de nuestras decisiones.
Apasionante el tema que se abre ahora a mi libre asociación.
Me impactó mucho el reencontrarme en este encuentro con los años sesenta. Lo digo
honestamente. He sentido algo del alternativismo hippie, de su naturalismo probablemente
fundante de la vocación ecológica. Recordé como guitarra en mano afirmábamos nuestro
camino: «Todo al fuego». Reviví la negativa a la edulcorada imagen de perfección que nos
imponían en la época. Me he imaginado a Marcuse sustentando desde San Francisco las
revueltas de las calles parisinas. A Fromm renegando del tener a favor del ser. Al Che,
convencido hasta la médula de que sí se puede. Hace poco volví a cantar el Chamamé a
Cuba, escrito por el imaginario anhelante de los presos políticos del penal argentino de
Rawson, con un Grupo Moncada que quería tomar el cielo por asalto y no saltar de un lugar
a otro por el cielo. Ayer no queríamos ajustarnos a los convencionalismos decadentes. Hoy
tampoco. Hasta se comenta que algunos aquí preparan «un encuentro alternativo» a este,
pero en el muro del Malecón (cuidado posibles participantes, si los sorprende una
demostración de unidad a la cubana, un millón de personas le pasarán por arriba). Ya lo hizo
Lacán en París con los disidentes de la anquilosada fracción del psicoanálisis, lo hizo el
8
Sobre este tema me he pronunciado en varias ocasiones. Puedo referirle al interesado mi artículo «Vygotsky desde la
parcialidad de la conciencia individual. La epistemología Convergente» publicado en la Revista Cubana de
Psicología. Vol.14. No.2, 1997.
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Manuel Calviño
gordo Bauleo con Plataforma y Documento en Buenos Aires. Lo hicimos los cubanos en
Cuba cuando no nos dejaban entrar en los Congresos Onerosos de los gobernantes
norteamericanos de la psicología. Pero algo esencial ha cambiado. Entonces sumábamos y
restábamos. Nos quitábamos de los espacios existentes para crear nuevos espacios. La gran
tragedia hippie fue su automarginación, su intentar un make love not war, un pelo largo
como negativa a la tijeras en un paraíso artificial con la música indirecta de Scott McKenzie:
Here I’am in San Francisco. Fue la epistemología diferenciadora de los sesenta.
Pero las políticas del aislamiento son obsoletas (del impuesto y del autoimpuesto). El
celibato de monje no es opción para eliminar el SIDA (VIH). No ver la televisión no es el
remedio para impedir el «imbecilismo mediático». Un anarco-comunista a la usanza
bolchevique hipertrófico del medioevo me dijo: «Si el correo funcionara bien, no haría falta
el e-mail». No naveguemos por Internet, ni montemos en nuestros PC personales el
Windows M (Milenium) porque Bill Gates se hace más rico (¿será que se puede ser más
rico?). Paradojal se ha vuelto la historia dicen algunos. No la que se vivió como drama y se
revive como comedia (o como trauma). Hablo sencillamente de que el mundo es otro.
Cambalache – Toma 2. Canta Joan Manuel Serrat el tango de Enrique Santos Discépolo:
...El siglo XX es un despliegue de maldad insolente....todo es igual, nada es mejor. Lo mismo un
burro que un gran profesor. Da lo mismo que seas cura, colchonero, Rey de bastos, cara dura o
polizón... Se ha mezclado la vida... El que no llora no mama y el que no roba es un gil... dale no
más, dale que va...es lo mismo el que labura noche y día como un buey, que el que vive de las
minas, que el que roba que el que mata o está fuera de la ley‖ (tran tan!!!).
Y ahora vuelvo al punto. Juro que no me he separado de el: «ser psicóloga hoy», y peor aún,
también mañana. Parecería que lo mejor es separarnos de este mundo: lo aconsejan las sabias
orientaciones metodológicas del pensar positivista que busca la objetividad. Ser psicóloga es,
al menos desde alguna representación teórica, algo así como «amaestradora de ratas». El
mundo se queda fuera. Y si alguien quisiera echarnos en cara que las ratas son el resultado de
la insalubridad, la insanidad y hasta el subdesarrollo, entonces cambiemos de animal.
Escudriñando el inconsciente puede que no veamos la inconsciencia que domina al planeta,
hasta lo gobierna. Si nos convencemos que la realidad es construida, entonces basta con
descontruirla y volverla a construir en la cabeza de los que, irónicamente dicho «creen» que
sufren por ella. Para que mirar lo que nos desagrada. El asunto puede ser otro. Lo sabe hasta
«la abuelita de Kundera».
Hay posibilidades para las psicólogas:
Simultáneamente a la revolución informática, las sociedades posmodernas conocen una revolución
interior, un inmenso movimiento de consciencia, un entusiasmo sin precedentes por el
conocimiento y la realización personal, como lo atestigua la proliferación de los organismos «psi»,
técnicas de expresión y de comunicación, meditaciones y gimnasias orientales. La sensibilidad
política de los años sesenta ha dado paso a una sensibilidad terapéutica; incluso (los más duros
sobre todo) entre los exlíderes contestatarios sucumben a los encantos de la self-estimation:
mientras que Rennie Davis abandona el combate radical para seguir al gurú Maharaj Ji, Jerry Rubin
explica que, entre 1971 y 1975, practicó con delicia la gestatterapia, la bioenergía, el rolfing, los
masajes, el jogging, tai chi, Esalen, hipnotismo, danza moderna, meditación, Silva Mind Control,
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Manuel Calviño
Arica, acupuntura, terapia reichiana. En el momento en que el crecimiento económico se ahoga, el
desarrollo psíquico toma el relevo, en el momento en que la información substituye la producción,
el consumo de conciencia se convierte en una nueva bulimia: yoga, psicoanálisis, expresión
corporal, zen, terapia primal, dinámica de grupo, meditación trascendental; a la inflación económica
responde la inflación «psi» y el formidable empuje narcicista que engendra (Lipovetsky G,
1996:53-54).
Pero, saben que les tengo una «mala noticia». Otra vez la historicidad, ahora no como
vocación teórica, no como opción epistemológica, sino como inevitable existencial. Silvio lo
canta desde su experiencia personal y nos dice. «Nadie se salva del pie forzado: hay que
crecer bailando con sinsabores». Y allí mismo, expresa una alternativa para ser psicóloga
hoy: «Me quieren enterrar donde adivino —siempre quisieron ocultarme lejos—. Objeto de
los fúnebres cortejos, ayer u hoy. Parece mi destino…Solavaya, aves de mal agüero. Mundo
feroz, lo digo en juramento: enterrarme le va a roncar el cuero». Berman nos lo dijo a su
modo, remitiéndolo a la experiencia de Fausto: «solamente trabajando con el diablo…podrá
el hombre acabar del lado de Dios y crear el bien». (Berman M, 1988:39). Desde ya digo que
estoy hablando de una táctica, no para realizar «el principio central del gatopardismo —
como dice en su Chile Actual, Tomás Moulián— que todo parezca cambiar para que todo
siga igual» (1997:358), sino para andar tras La consagración de la primavera.
Ser psicóloga hoy (y mañana) necesita de un traspaso de la irreverencia marginalizante a la
convivencia transformadora. Reedificar la idea pichoniana de la «adaptación activa». Y me
tomo unos minutos más para explicar este jirón esencial de mi «asociación» (a esta altura ya
en fase de delirio psicótico).
Vivimos en un mundo que intenta erigirse sobre la convivencia educada. Pongamos a manera
de voluminoso ejemplo la actual «convivencia educada» entre la desnutrición y la obesidad.
Hemos encontrado que hay espacio para las figuras leptosómicas de Fidelio Ponce y las
pícnicas de Botero. Que pueden convivir la anorexia provocada por el rechazo a la celulitis,
el culto a la esbeltez esquelética de los que tienen qué y cómo comer, con los vientres
inflamados de los que no tienen que comer y son comidos por enfermedades que para los
primeros son raras y exóticas. Una aritmética elemental nos dice que para el caso de los
Estados Unidos, donde las XXL y las XXXL no son noticia, la disminución de ingesta por
hipercalorización de los «envuelticos en carne», daría para alimentar al nivel del promedio
calórico esperado por el Fondo de población de la Naciones Unidas a los que probablemente
se ofenden desde su sociohistoria al oír hablar de la necesidad de dietas más eficaces. Pero lo
cierto es que existen los sobrepesos y los bajopesos. Y para poder actuar sobre unos y otros
tenemos que posicionarnos socialmente, comprometernos con ambos. El marketing
contemporáneo nos ayuda a segmentar, pero a segmentar no para marginar, sino para llegar a
todos y cada uno como individuos pertenecientes a una misma realidad distinta. Como dice
Nadis Sadik el reto necesario, imprescindible es: «vivir juntos en mundos separados».
La nueva sociedad intenta erigirse, solo puede hacerlo, sobre la vieja sociedad. El hombre
nuevo crecerá desde el hombre viejo, será por él educado. La noción de mercado fisura hasta
a la ciencia de las ciencias: hoy hablamos hasta de un mercado epistemológico. No nos
gustan los «mall(es)» (no los «guacamoles») sino ese «conjunto de tiendas segmentadas, con
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sus vitrinas cuidadosamente decoradas...formando parte de un laberinto bullanguero...una
atmósfera kitsch» (de nuevo Moulián, Ob.cit.:111). No somos aficionados a los shopping
center, ni a las películas de Arnold Schwazesnager (ese robot del celuloide con cuerpo de
mamut y cabeza de píldora anticonceptiva). Pero nuestro mundo está plagado de las tres. (Ya
ni Cuba es una excepción). Todavía somos los menos, pero el panorama parece cercano. La
táctica legada por Sor Juana Inés pudiera ser una solución: «Queredlas cual las hacéis.
Hacedlas cual las buscáis». No demos la espalda a lo que tenemos. Y hagamos lo nuestro.
Mucho de cuanto es posible hacer, ya lo encontramos hecho aunque en precaria medida y
ajeno a nuestro deseo de forma y contenido. Y, aunque en un sentido profundamente
metafísico, también lo que no hicimos ya no lo podemos hacer al menos en el mismo tiempo
y probablemente lugar. Hasta Luis Miguel lo dice «el beso que negaste ya no lo puedes dar».
No contamos con muchas revoluciones victoriosas —ni políticas, ni epistemológicas, ni
socioculturales, mucho menos psicológicas. Algunas de las que se acercaron fueron
recicladas por la traición, el entreguismo, la incapacidad para entender y diferenciar lo
esencial de lo secundario, las subventajas escotomizantes del mercado moderno. Destino que
le hicieron correr hasta a la inexpugnable Unión Soviética en la que se aseveraba que ni chto
nie zabuito. Ni kto nie zabuit (nada ni nadie quedará olvidado), pero al final: vsio zabuito.
Vsie zabuitie (todos y todo olvidado). Hoy se imponen las transacciones «educadas» y las de
la «sobrevivencia». Entonces, hoy, una vez más, necesitamos de alianzas tácticas (y anoto
con Ries y Troust que hoy las tácticas hacen a las estrategias): la ortodoxia lírica arremete
contra Pavarotti por cantar con Sting, contra Andrea Boccelli por hacerlo con Eros
Ramazotti. Cuba es criticada por la extrema izquierda por tener hoteles de cinco estrellas y
un mercado paralelo que funciona en la moneda del enemigo de siempre. ¿Quién iba a pensar
que Caetano Veloso andará cantando de cuello y corbata con un terno de factura parisina?
Pero gracias a Pavarotti y a Boccelli (y a Carreras, y Domingo y otros) el bel canto ha
transitado por personas que lo consideraban aburrido (chato, fome, 9 pesado). Caetano no ha
dejado de ser una contribución fundamental a la identidad de los brasileros. Y Cuba,
esencialmente, como dice Van Van: «Sigue ahí».
Ser psicóloga hoy es ruptura y unidad en una secuencia de existencia concreta demarcada por
la cultura y la incultura, por la realidad y la alucinación, por los valores y los antivalores.
Nadie dio cuenta de este mundo en el que vivimos. Somos nosotros los que aquí estamos hoy
los que tenemos que hacerlo. No lo vio ni Freud ni Marx, no lo vieron James ni Thorndike.
No lo ven, incluso porque no pueden entenderlo, los gurúes europeos. Lo estamos viendo
nosotros.
El reto es categorial, epistemológico pero también ético y partidista. No hay duda de que el
contener a la subjetividad como referencia de base para la construcción de nuestras prácticas
nos acerca al enunciado de Watzlawick de que el ser humano no sufre tanto por el mundo,
cuanto por la representación que del mundo se hace. Pero, cuidado: la pobreza, el hambre, el
analfabetismo, por solo decir algunos de los apocalípticos acompañantes de la geopolítica
finisecular, no son el resultado de cómo nos representamos al mundo, sino de cómo la
injusticia histórica del poder nos lo ha construido.
9
En Chile fome y chato en Brasil, significan aburrido.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Sumo a esto la idea de la Unidad, inseparable criterio que en mí tiene una amplia
extraterritorialidad. Es inconcebible hablar de la unidad de lo psicológico si no se admite la
unidad al menos previsible de sus diferentes representaciones teóricas. Concibo la unidad no
solo en la similitud, en la cercanía, en la comunidad, sino también en la diferencia, en la
ruptura. Para la actuación profesional de las psicólogas se hace cada vez más necesaria la
unidad táctica y la estratégica, pero sobre todo se hace imprescindible la unidad real. Esto no
es solo ontología trascendental, es sobre todo el convencimiento de que la unidad del mundo
reside en su ser y no en su estar.
Asumir la historicidad del hoy y del mañana es también la asunción de una misión
profesional ineludible, definitoria de nuestro «ser en el mundo». Ser psicóloga es definirse
esencialmente como luchadora por el bienestar humano. Puede que sigan las discusiones
entorno al objeto de nuestra disciplina, puede que los desacuerdos conceptuales sean más que
los acuerdo y las transacciones, puede que sigamos «jugando» a la diferencias de marcos
teóricos. Pero la definición meridiana es nuestra misión. Por eso nuestro modo de pensar no
debería omitir las ideas de felicidad, bienestar, plenitud, salud, calidad de vida. Son los
sueños de la humanidad nuestra quimera, nuestro insomnio profesional. Y «un sueño que se
sueña solo es solo un sueño que sueña solo. Mas sueño que se sueña juntos, es realidad»
(cantando con Simone). Otra vez la unión como estrategia y como sentido mismo de nuestro
ser profesional.
Para esto es imprescindible que estemos claramente aliados con (ahora cantará Chico
Buarque) «...o que nao ten vergonha ne numca tera, o que nao ten governo ne numca tera, o
que nao ten juizo» (lo que no tiene vergüenza ni nunca tendrá, lo que no tiene gobierno ni
nunca tendrá, lo que no tiene juicio). Para esto es necesario que seamos psicólogas en sangre,
como inoculación primaria a la que no podemos resistirnos. Que no vayamos en busca del
tiempo perdido, sino del que no hay por qué perder. Hace muy poco alguien me enseñó y
convenció de que «el tiempo no es un campo que se mida por codos; no es un mar que se
mida por millas; es el latido de un corazón» (Niko Kazantzakis). Ser psicóloga hoy y mañana
es sobre todo asumir «el latido de un corazón».
Bibliografia
Berman M. (1988): Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad.
Siglo XXI, España.
Devereux G. (1991): De la ansiedad al método en las ciencias del comportamiento. 6ta.
edic. Siglo XXI, México.
García Márquez G. (1986): El amor en los tiempos del cólera. Ed. Casa de las Américas, La
Habana.
Lipovetsky G. (1996): La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo.
Ed. Anagrama, Barcelona.
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Manuel Calviño
Montero M. (1987): «La Psicología política en América Latina. Una Revisión bibliográfica:
1956-1986». En Psicología Política Latinoamericana. Montero M (coordinadora). Ed.
Panapo. Caracas-Venezuela.
Montero M. (1994): «Presentación». En Conocimiento, realidad e ideología. Montero M.
(coordinadora). AVEPSO. Fascículo 6. Caracas.
Moulian T. (1997): Chile actual. Anatomía de un mito. Colección sin Norte. Serie Punto de
Fuga. Universidad Arcis, Chile.
Munné F. (1994): «Complejidad y Caos: más allá de una ideología del orden y desorden».
En Conocimiento, realidad e ideología. Montero M. (coordinadora). AVEPSO. Fascículo 6.
Caracas. Pp.9-18.
Perls F. (1973): «Cuatro Conferencias». En: Teoría y técnica de la psicoterapia guestáltica.
Fagan J y Shepherd I (compiladoras) Amorrortu editores, Buenos Aires.
Skinner B. F. (1967): «Autobiografía». En History of psychology in autobiography. Boring
E.G. y Lindzey G, eds. Volumen 5.: Appleton-Century-Crofts, Nueva York. pp. 387-413.
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Silencios que piden voz.
Sustentando la función crítica de la comunicación social.
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Le tengo rabia al silencio por lo mucho que perdí.
Que no se quede callado quien quiera vivir feliz.
Atahualpa Yupanqui
No nos equivoquemos otra vez.
P. Milanés
Los actos de comunicación, si es que pretenden algo más que ocupar un tiempo y un espacio,
necesitan del ejercicio de un saber profesional. Ellos pueden instituirse con alguna suerte
desde la intuición, es cierto. Pero sustentados en esta base, como tendencia, ni alcanzan la
realización de sus mejores potencialidades, ni su alto vuelo de producción cultural, ni su
eficiencia (económica, social, etc). La defensa que los comunicadores hacemos del
imprescindible profesionalismo, de la sustentación de nuestro accionar en un pedestal
científico, es testimonio de nuestra convicción de que, con el perdón de Don Antonio, no es
cualquier andar el que hace caminos, sino el andar con conocimientos, el andar con saber, el
andar que sabe cómo y en qué anda.
No es mi pretensión abogar aquí a favor de la formación profesional de nuestros
comunicadores (sobre esto hablo y obro con mucha frecuencia). Lo que me propongo es
llamar la atención sobre lo que puede suceder cuando incluso el profesionalismo se ve
entretejido por «causas y azares». Hablo de premuras, de limitaciones circunstanciales no
profesionales, de prejuicios, probablemente también de temores y hasta de razones más o
menos comprensibles aunque de dudoso significado. Llego hasta aquí movido por la angustia
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
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más que por el método, lo que no deja de ser un camino para la ciencia: «Todo sistema de
pensamiento… a manera de defensa contra la angustia y la desorientación…se formula
primero afectivamente, más que intelectualmente». (Devereux G, 1991:44). Angustia que
puede también ser llamada preocupación si entendemos sobre todo la sensación de
disonancia, de contradicción, la percepción quizás no tan clara de que algo necesita ser
cuestionado, reflexionado y quién sabe si reinstituido. No me exijo datos estadísticos
fehacientes. No se necesitan para algo que pretende ser sobre todo un llamado de alerta: hay
silencios que piden voz. Más aún, que la necesitan.
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Todo silencio tiene una causa
Lo que quieres que otros no digan,
tú lo has de callar primero.
Vives
Gallo que no canta, algo tiene en la garganta.
(Refrán)
Las prácticas de comunicación social de bien público (a las que me circunscribo en este
acertijo), pueden ser esencialmente ubicadas en dos áreas de significación básica: educación
—en el sentido de desarrollo humano, y salud— en el sentido de bienestar y felicidad. Es
lugar justificado y común en dichas prácticas partir de una identificación de problemas en la
estructura funcional de los subsistemas que componen la sociedad en su conjunto y que la
afectan, tanto a nivel global como a nivel particular. De una parte los estudios sociológicos,
psicológicos, socioculturales, epidemiológicos, etc. son una fuente de identificación
temática. De otra, en la puesta en práctica de las políticas trazadas por las instituciones de la
sociedad también se identifican necesidades de acción. En este sentido, una práctica
profesional de la comunicación de bien público supone un diagnóstico (identificación de los
problemas), una acción (montaje y realización del dispositivo comunicacional) y, en un
esquema ideal, una recopilación de testimonios de impacto (corroboración de la aparición de
los efectos previsibles y otros colaterales) lo que a su vez favorece el mejoramiento del
proceso en su conjunto. Para acciones de comunicación en áreas como la propaganda, la
publicidad y otras, este proceso antecede en condiciones «experimentales» o de prueba piloto
al montaje definitivo de la acción de comunicación. En otras, por sus condiciones de
producción, y su carácter on-line (sustituto contemporáneo del concepto de inmediatez
relativa), entonces se opera con controles «pos-acción» —sondeos de opinión, estudios de
preferencia, encuestas, etcétera—. Tal es el caso de las acciones de comunicación en
programaciones de televisión y radio: reportajes, programas habituales, dramatizados,
etcétera.
En nuestro país, la identificación primaria de los problemas, así como la de sus
consecuencias evidentes o previsibles generalmente están mediadas por las instituciones
encargadas de las áreas del conocimiento o de la práctica social en la que dichos problemas
se ubican (aquellas que componen lo que llamamos su objeto social o su misión). Esta
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Manuel Calviño
«identificación institucional» llega a ser mayoritaria en los casos de «tendencias generales»,
dígase con alta significación de distribución poblacional. Esto es lógico si pensamos que
estas instituciones, por exigencias propias de su trabajo, están constantemente monitoreando
las grandes cifras y dando seguimiento a los esquemas de funcionamiento y desarrollo de sus
objetos sociales. Evidentemente el Ministerio de Salud Pública, por ejemplo, está en posición
privilegiada para detectar un aumento de una enfermedad determinada en el país o de la
utilización de un procedimiento diagnóstico que se relaciona con alguna sospecha de
enfermedad.
Más aún, las instituciones colaboran, entre otros, en los servicios informativos, lo que
permiten identificar relaciones de concomitancia o de causalidad probable entre tendencias.
A manera de ejemplo: el Ministerio de Salud Pública detecta un aumento de la prevalencia
del cáncer de pulmón y contrasta como dato, con la institución competente, el aumento
sustancial anual de las ventas de cigarrillos en el mercado. En la medida en que esta
información tenga más correlatos paralelos se podrá instituir como «área de problema».
Entonces la comunicación social es convocada a realizar sus acciones (informativas,
preventivas, educativas, etc.) Las instituciones que colaboran pueden ser muchas, toda vez
que si efectivamente estamos ante un problema de tendencia poblacional global todas, en una
u otra medida, se ven afectadas. Siguiendo con el ejemplo anterior vale decir que existen
cálculos sorprendentes del impacto negativo sobre la economía que trae consigo el hábito de
fumar (se supone que en el año 2000, murieron en el mundo cerca de cinco millones de
personas a causa del hábito de fumar).
El asunto se hace, lógicamente, bastante más complicado, por una parte, cuando se trata de la
identificación de problemas propios, internos de la institución, generados por ella misma.
Las instituciones han de aplicar una mirada crítica sobre sí mismas, han de ser capaces de
detectar sus propias insuficiencias o, para decirlo de un modo más productivo, sus propios
retos y oportunidades de mejora. Recordemos el llamado «proceso de rectificación de
errores»: una mirada instrospectiva autocrítica. Dificultad similar se presenta, de otra parte,
cuando la Institución es «blanco» de la acción valorativa de otras instituciones y ha de
aceptar como reales los déficits detectados por ellas. El binomio de dificultad es claro:
autocrítica y aceptación de la crítica. Quien se sienta libre de este «pecado» puede lanzar la
primera piedra. Más de una razón teórica y múltiples evidencias empíricas nos permiten
confirmar la dificultad de tal proceso de doble vinculación. Repasemos al menos
rápidamente el por qué de esta dificultad.
La «autodetección» de problemas es para cualquier sistema humano —institucional,
comunitario, grupal e incluso individual— en extremo difícil. Parece ser que desde un
organismo vivo es más fácil o más primitivo mirar a otros que mirarse a sí mismo. He
llegado a pensar cuanto esto puede tener que ver con algún rudimento animal en el
comportamiento humano: para los animales todo lo que preserva y amenaza su vida está
«afuera», por lo que la mirada o la «sensibilidad exteroceptiva» puede tener una prioridad
funcional para todo el sistema cuyo fin es acercarse-alejarse, rechazar-aceptar. He dicho en
más de una ocasión que me resulta «sospechoso» que las ciencias asociadas a la
instrospección (la psicología por ejemplo) aparecieron más tardíamente que las asociadas a la
111
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
observación externa. Esta idea se pone al límite del paroxismo cuando pensamos que el
hombre buscó respuestas y preguntas primero en las lejanas estrellas que en el cercano sí
mismo.
Algo similar, y probablemente también arraigado desde los niveles primarios de vida, ocurre
con las respuestas reactivas ante los estímulos externos. La aritmética de la vida es clara: si
un organismo «desconoce» que algo produce beneficio para él y lo incorpora sin «recelos», y
ese algo produce realmente beneficio, el organismo se ve favorecido. Del mismo modo, si
ese algo desconocido es dañino para el organismo y se incorpora sin más, produce daño.
Entonces la lógica dictamina: es preferible recelar, dudar, partir de una conducta «defensiva»
hasta tanto se demuestre de qué se trata. Ante las acciones del «exterior» casi
automáticamente se desarrolla una tendencia cuando menos de alerta.
Así, acompañado desde la psicología por el nombre de Freud y extrapolado al parecer de las
ciencias físicas, se nos presenta el concepto de resistencia, que viene a nominalizar ese
suceso de significado funcional capital que se observa ante los procesos de cuestionamiento
exterior o interior de los sistemas humanos, ante los procesos de cambio, ante cualquier cosa
que signifique la puesta en duda de la eficiencia, adecuación o pertinencia de dichos
sistemas. No en balde Dunan en su Essais de Philosophie generale presenta la resistencia
como una cualidad primera de los cuerpos, incluso asociado a la construcción de identidad.
No es poco cierto que lo que se resiste existe, la resistencia, de algún modo, es índice de
autonomía. En la obra de Pichón Riviere la resistencia se asocia al temor depresivo (o miedo
a la pérdida) y al temor paranoide (o miedo al ataque). En cualquier caso su función es
defensiva. El problema se nos presenta porque este principio defensivo de la resistencia tiene
como estructura impelente el automantenimiento del sistema, entiéndase mantener el statu
quo. Si bien previene del sentimiento de malestar, produce inmovilización, entorpece el
desarrollo. Resistir es mantener lo que está, tal y como está.
La resistencia guarda una relación directamente proporcional con la cercanía relativa del
cuestionamiento (interno o externo) respecto al «núcleo generador» de la resistencia. De
modo que su intensidad es susceptible de ser comprendida (interpretada) como indicador del
significado funcional de lo delatado por dicho cuestionamiento. Quién sabe si desde aquí
podemos entender la levedad del principio comunicacional de lo difuso: «al que le sirva el
sayo que se lo ponga»: mientras más resistencia levante «el sayo», menos lo verá como suyo
aquél a quien le sirve, y la estrategia comunicacional adoptada se revelará como ineficiente.
Acción y reacción.
La resistencia no es el único sustento de la dificultad que analizamos. No menos significativa
resulta en ocasiones la familiaridad acrítica: la permanencia de un objeto (elemento) en el
campo fenomenológico promueve con el tiempo la aparición de un vínculo indiscriminante
con dicho objeto resultando que este se incorpora simbióticamente al campo perdiendo el
sujeto la posibilidad de discriminarlo en su existencia diferenciada y en sus efectos. «Es que
eso siempre ha sido así» es una típica expresión de una familiaridad acrítica con un suceso
determinado. Ni está bien, ni está mal. Solo está.
112
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
La familiaridad acrítica se revela como una suerte de incapacidad del observador (sujeto,
grupo, institución) de detectar la disfuncionalidad del objeto o del sistema haciéndola
«imperceptible» (desvalorizándola, negando su importancia, no reconociéndola, no
identificándola). Es una suerte de «acostumbramiento» o adaptación pasiva que supone,
como la resistencia, la inmovilidad del sistema toda vez que no percibe la presencia de un
objeto que supone la necesidad de cambio, corrección, modificación.
Por último, sin decir con esto que se cierra la comprensión de los mecanismos de freno
(defensa, protección, etc.) me gustaría llamar la atención sobre la existencia del «propium
prejuicial». Ubiquemos al menos brevemente lo que vislumbra esta noción.
La psicología social ha recopilado evidencias que hacen pensar que el hombre tiene una
propensión al prejuicio: tiende a hacer generalizaciones basadas en estereotipos que le
permitan simplificar su mundo de experiencias. Siguiendo a Allport, la vida es tan rápida y
las exigencias de adaptación tan grandes que somos impelidos a ordenar y clasificar los
sucesos del mundo en categorías amplias generalizadas y poder así satisfacer nuestras
necesidades cotidianas de adecuación. Estas generalizaciones, al perder su reversibilidad, se
convierten en prejuicios. El prejuicio actúa como una forma de pensamiento autístico, es
decir, un proceso inconsciente y subjetivo que no necesita de una racionalización para
validarse. Es dado como un «por supuesto».
Muchas de estas «elaboraciones generales» son compartidas por los grupos sociales de afines
en cualquier nivel de organización y expansión de los mismos (desde los niveles familiares,
grupos escolares, etc. hasta los niveles comunitarios, étnicos, sociales). Se convierten en
normas estereotipadas de percepción de los miembros de dichos grupos. Así pasan a ser
facilitadores o discriminadores de las relaciones intergrupales al tiempo que sancionadores
de la adecuación del comportamiento de las personas, y se trasmiten de una generación a
otra. No necesitan más racionalidad que la compulsión grupal a su adopción bajo riesgo de
desestructurar la pertenencia y la identidad de sus miembros. Bien decía Diderot que la
ignorancia está menos lejos de la verdad que el prejuicio.
Los seres humanos tenemos prejuicios. Ellos inciden en nuestro aceptar-rechazar, acudirevitar, promover-relegar. Incluso en el desempeño de nuestro rol social (incluyendo
obviamente nuestro rol profesional) la emergencia de prejuicios es una probabilidad a tener
bajo custodia. La psicología lo ha definido con total claridad en conceptos tales como
contratransferencia, identificación, acting-out y otros. «¿Quién tiró la tiza?» podría ser, como
relato particular más allá de su inadecuación como supuesta representación de una tendencia
social, la emergencia de un prejuicio.
Las instituciones son conglomerados de seres humanos, más aún, organizaciones sistémicas
de seres humanos, con canales de comunicación, estructuras de subordinación, en las que
nada le es ajeno a nadie (aunque no le interese, o no sienta la significación más que
circunstancialmente). Las instituciones «tienen» prejuicios, son portadoras de prejuicios.
Algunos compartidos por la mayoría. Otros existentes en algunos de sus grupos formales e
informales (incluidos los grupos de poder, los que gestionan decisiones), y estos prejuicios
113
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
conforman un modo propio de dicha institución de afrontar ciertas situaciones, siendo que de
alguna manera terminan ejerciendo una influencia sobre los modos de comportamiento
intrainstitucionales y extrainstitucionales.
Este breve ejercicio conceptual nos lleva a sustentar lo esencial: la resistencia, la familiaridad
acrítica y el «propium prejuicial» generan, entre otras cosas, silencios (puntos ciegos y
enceguecidos): cosas de las que no se habla, de las que no se «pue-de-be» hablar; cosas que
no se ven, cosas que no se «pue-de-ben» ver. Hablo de un silencio funcional, casi inherente
al funcionamiento. No hay presumible malsanidad en este silencio, no hay intencionalidad de
callar. Es un pacto de autodefensa, una rutina oculta. Obviamente no es este el único
silencio: existe el silencio de la mentira, el de la hipocresía, el del oportunismo y también el
de la ignorancia, el de la incapacidad de hablar, etc. Por suerte, el de las resistencias (ahora
en plural asimilando los tres conceptos delineados y otros del mismo tipo) es un silencio
sintomático, que delata el significado de lo oculto incluso en su callar.
Todo silencio habla
Cada novela interior determina una
«estrategia» simbólica hacia el exterior.
Regis Debray
Cum tacent, clamant.
(Al tiempo que callan, gritan)
Cicerón (Catilinarias)
No sé si Galeano reconoce el profundo significado psicológico de algunas de sus sentencias.
En este caso, quiero recordar una aparecida en el libro de los abrazos: «Cuando es verdadera,
cuando nace de la necesidad de decir a la voz humana no hay quien la pare. Si le niegan la
boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros, o por donde sea». En más de
una ocasión me he servido de ella para esclarecer un principio funcional psicológico
fundamental. No hay lugar para la duda. Más si se trata de la subjetividad. Lo subjetivo no
tiene otro modo de existencia que su expresión (probablemente esta una de las causas del
«malentendimiento epistemológico» denominado conductismo). Lo que no quiere decir que
en lo psíquico esencia y fenómeno coincidan. De aquí su carácter simbólico, que ha
arrastrado tras de si más de ciento veinticinco años de construcción de la Ciencia
Psicológica.
Quizás el concepto representativo más claro (y primario) del carácter simbólico es el
concepto de síntoma (no es el único. A él se asocian otros como «emergente», «analizador»,
etc.). Inicialmente importado de las tradiciones médicas, el síntoma dentro de las
representaciones psicológicas llama la atención sobre la existencia de un lenguaje intencional
asociativo más allá de la palabra, más allá incluso del sonido. (Alguna vez propuse que, para
llamar la atención sobre la diferencia entre la representación médica y la psicológica,
usáramos la voz psíntoma). A pesar de que la cordura recomienda no precisar el carácter de
114
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
algo desde el «no» (lo que no se es), asumiendo el entendimiento consensual que el concepto
genera, me valgo de los «no» para llamar la atención sobre todo a lo que no debe reducirse.
El síntoma no es solo una producción corporal. Recordemos las llamadas alteraciones
psicosomáticas tan conocidas por todos. Cuando somatizamos generamos síntomas que
delatan la cara oculta del proceso por el que atravesamos. El síntoma no es solo una
producción personal. A nivel de los análisis psicosociales, culturológicos, etc. casi nadie
duda de que ciertas tendencias de comportamiento, ciertas manifestaciones generales en la
sociedad son manifestaciones de un acontecer no develado del sistema social real. No es
tampoco el síntoma una producción consciente, sujeta al ejercicio de la voluntad, creada con
la intención de, sino esencialmente una producción inconsciente. Como tampoco es casual.
El síntoma, en alguna región de su existencia tiene una relación directa con lo que simboliza.
Relación que se mediatiza también por lo posible, lo aceptado, lo que no genera tensiones
adicionales, etcétera.
Los síntomas hablan... en ellos es posible poner de relieve una verdad, singular y fundante
para cada sujeto, que el síntoma vela y revela al mismo tiempo…En su opacidad el síntoma
encarna una verdad. Pero como esa verdad es la de aquello que se excluye de todo saber, el
síntoma pasa a ser también lo que se opone a todo intento de totalización del saber. Es un
indicador de que «algo no anda», no encaja‖.
(Las adicciones: el fracaso del síntoma, Augusto Roa Bastos)
El síntoma tiene un valor en sí mismo, un valor de verdad. Algo desconocido para el sujeto,
algo que le concierne en lo más íntimo, pero a lo que no puede tener acceso debido a la
represión, se halla cautivo en el síntoma, bajo la forma de una verdad, de un mensaje
cifrado que el sujeto deberá descifrar…guiado por la escucha de un analista, quien lo
auxiliará en la labor de saber sobre la verdad de la que se encuentra separado… el síntoma
es la manifestación de algo que no funciona, y que esa disfunción posee un sentido, y
expresa una verdad desconocida, ignorada o negada. Esta sencilla manera de pensar el
síntoma tiene la ventaja de que nos permite referirnos tanto al sujeto individual, como al
grupo social, a la colectividad humana en su conjunto.
(El síntoma de nuestro tiempo, Gustavo Dessals)
De modo que en toda manifestación de un sujeto (individual, institucional, comunitario, etc.)
están delatados «sintomáticamente» sus fisuras. Queda ahora a la sagacidad y el empeño del
«observador» encontrar la clave interpretativa. Así es en toda actividad humana,
especialmente en el ejercicio de las ciencias y las profesiones: construir y desconstruir desde
los hallazgos. Encontrar luz y volver a la oscuridad. Interpretar y sobreinterpretar la
determinación y la sobredeterminación.
El silencio, para el caso que nos ocupa, puede aparecer, de hecho aparece muy comúnmente,
como síntoma. También se privilegia de la pluridad expresiva. Dice Guardini que «harto
difícil es hablar del silencio… Se lo considera, de primera intención, como una forma de la
nada…Pero, pensándolo bien, se advierte que el silencio es todo lo contrario de la nada».
Pero el silencio sintomático es sobre todo «la falta» (lo que no está y tendría que estar,
aquello de lo que no se habla, lo que se omite como ocultamiento inconsciente). En cualquier
ámbito o escenario encontramos no la vacuidad interpretativa del silencia, sino muy por el
contrario, la inevitable referencia a su significado situacional o extrasituacional.
115
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
La existencia del silencio condiciona, demanda, la existencia de un tipo (en realidad varios
tipos) de escucha. Esta denominación de escucha la caracterizaría desde ya como
«polisensorial»: no es solo audición, sino también sensorialidad cutánea, emocional, visión,
quien sabe si extrasensorialidad o extrapercepción como atributo o dominio profesional, no
de parapsíquicos, sino de profesionales que estudian el comportamiento. Escuchar es abrir
las puertas a la polisemia del lenguaje comportamental de las personas y las instituciones, de
los grupos y las comunidades, de la sociedad en su conjunto. Y para esto la condición más
favorable es la no implicación activa en el cuerpo emisor del lenguaje, una suerte de
distancia crítica que puede establecer las diferencias entre «yo y lo mío» y no se vea en el
siempre complejo y difícil atolladero de los compromisos involuntarios, del
«mejoramiento/empeoramiento» perceptivo sustentado en la pertenencia simbiótica o
participativa. El cuerpo (institución) productor de su lenguaje percibe con claridad lo que
dice, puede hasta tener una mirada crítica a lo que dice, pero se «le escapa» lo que no dice, lo
que queda atrapado en el silencio. No hablo obviamente de «malas intenciones», hablo
sencillamente de regularidades del funcionamiento psicológico.
En la dinámica «demanda-acción de comunicación» que señale antes, el comunicador (en el
sentido más amplio y abarcador del término: comunicador institucional, colectivo o personal)
es solicitado para hacer su trabajo sobre un objeto de esa demanda —demanda que como he
dicho antes es «detectada» o «instaurada» por una institución. Pero él «escucha» un silencio.
¿Qué hacer? No hay espacio para la duda: la comunicación social tiene entre otras una
función crítica. Una crítica que devela, que establece un puente entre lo que hay que cambiar
y la posibilidad de hacerlo, que favorece el encuentro y la construcción de alternativas. La
comunicación no solo es expresión, sino también transgresión: develar un invisible, una zona
de familiaridad acrítica, legitimar en el discurso aquello de lo que no se habla. La
comunicación social, particularmente la enfrascada en el acompañamiento de las acciones no
comunicacionales de bien público, razón misma de existencia de las instituciones, se
presenta entonces en una función imprescindible, impostergable, de doble inscripción y
compromiso militante: la función crítica. La comunicación de bien público se instala en el
espacio mediático con el ejercicio del cuestionamiento, de la crítica, el develar lo que dicen
los silencios. No es una misión desintegradora. Muy por el contrario. Es una función
estructurante, que propende al mejoramiento, al desarrollo.
Un silencio y una interpretación (verbigracia)
Y como no le dejaron sitio donde dibujar su dolor
se rayó su cuerpo con un tatuaje de amor.
Carlos Varela
El error ignora la crítica;
la mentira la teme;
la verdad nace de ella.
José Ingenieros
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Que el SIDA no es una enfermedad homosexual es algo conocido. Sin embargo, fue un
homosexual, Gaetan Dugas, comisario de a bordo de origen franco-canadiense en el que se
focalizaba una red de relaciones homosexuales y bisexuales, a quien se tomó e instituyó
como «el paciente cero», responsable de que la dolencia cruzara el océano Atlántico. Con
esto el camino del SIDA se vinculó muy fuertemente a la homosexualidad, creándose una
primera representación falsa acerca del vínculo unilateral y específico entre el síndrome de
inmunodeficiencia adquirida y la orientación sexual homopreferenciada y en algunos casos,
compartida (el caso de la bisexualidad). Esta identificación SIDA-homosexualidad,
actualizó, al decir de muchos especialistas, una inconsciencia ética ciudadana: «les pasa por
hacer lo que no se debe». Nada que no conozcamos: toda maldad, toda malsanidad, tiene su
castigo. Se testimonia con el SIDA un arquetipo del imaginario social que se escucha en
Caperucita Roja, se lee en el pasaje bíblico de Sodoma y Gomorra, se sanciona en la justicia
de lo instituido, del poder, de los poderosos: se teme por la propia vida. «Con la aparición
del SIDA, se comenzó a hablar una vez más de distintas categorías de seres humanos. Se
empezó por señalar la orientación sexual, como el motor central de la enfermedad. Apareció
una categoría de clase sexual, y desde allí se instituyó la homosexualidad masculina como
receptora del castigo divino identificado como la Peste rosa» (Stolovitsky I, 1992:27).
Siendo los homosexuales las víctimas de la enfermedad, el discurso instituido fue: SIDA =
mala vida = muerte: aléjate de la homosexualidad. Una razón más. Ante cada muerte un
comentario similar: «era homosexual». Para subrayar la relación aparecieron los «muertos
famosos», básicamente artistas: el emblemático Rock Hudson, el carismático Freddy
Mercury, cantante del grupo musical Queen, el bailarín ruso, Rudolf Nureyev, y otros. La
razón parecía estar del lado de los más puritanos y discriminatorios sectores de la opinión
pública y el poder político: «Dios, una vez más, no perdona la sodomia». «No tendrás
relaciones con un hombre como se hace con una mujer: esto es una cosa abominable»
(Levítico 22; Gen.19.5).
Siendo ya la homosexualidad un problema, el reconocimiento de la conducta sexual de
buena parte de los homosexuales vino a multiplicar el repudio. El hecho conocido es que el
mundo se escandalizó cuando se «develaron» las prácticas sexuales de los homosexuales,
sobre todo de los norteamericanos, marcadas por los telúricos movimientos sociales de
emancipación, libertad y respeto a la individualidad de los años sesenta: exacerbación del
sexo-libre, indiscriminado, despersonalizado, grupal, por el sexo mismo. Andando tras las
huellas del SIDA se encontró un mundo de relaciones promiscuas.
Buena parte del comportamiento sexual gay se reconoce como un comportamiento con alta
dosis de compulsión y con síntomas no poco comunes de promiscuidad.10 Es este un término
que uso en un sentido específico, no peyorativo: f. Mezcla, confusión./ Dícese de la
costumbre de tener relaciones sexuales con muchas personas. Promiscuo,cua. –adj. Mezclado
10
El término promiscuidad es sin duda más connotacional que denotativo. ¿Quién es promiscuo? El que tiene
«muchas» relaciones sexuales con personas diferentes. ¿Cuántas? ¿En qué periodo de tiempo? Esta relatividad ha
favorecido la disminución de su utilización. Se le sustituye usualmente por «rotación frecuente de pareja». Creo que
este último no es mucho menos ambiguo —¿qué es frecuente?—, solo que se ha liberado de la connotación
peyorativa.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
confusamente. Esta idea de confusión: sin claridad, sin la asistencia de un principio
regulador: una relación con otra persona cuyo fin no es la relación, sino un componente de
ella. Dicho de una manera quizás más gráfica: sexo por sexo. Quién sabe si por este camino
andaba el pensamiento de Lacan cuando afirmó: «El goce fálico es el obstáculo por el cual el
hombre no llega, diría yo, a gozar del cuerpo de la mujer, precisamente porque de lo que
goza es del goce del órgano». (Lacan, Seminario 20, «Aún»).
Hasta hoy, en casi todo el mundo occidental los bares gays son lugares de encuentro
reconocidos para relaciones sexuales de una noche. En los años anteriores a la «aparición»
del SIDA, las saunas de San Francisco eran centros de orgías y prácticas de sexo repetido,
indiscriminado, favorecido además por el uso de estimulantes. Un estudio del Instituto
Kinsey sobre los gays en el área de la Bahía de San Francisco detectó que el 75 por ciento
de ellos, habían tenido más de un centenar de parejas y el 25 por ciento habían tenido más
de mil (Symons D. 1979). Como música de fondo podríamos ubicar aquella incitadora
canción de refinada hermosura y sensibilidad, compuesta por Lennon y McCartney: la
palabra love, en apenas 3 minutos y 48 segundos, se repite 73 veces y otras 16 se enuncia la
propuesta: «todo lo que necesitas es amor» (All you need is love) —como para optar por un
récord. Incluso los activistas prodefensa de los derechos de los homosexuales admiten que,
antes de que llegara el SIDA, los homosexuales eran generalmente más promiscuos que los
heterosexuales.
Una de las interpretaciones básicas de la compulsividad del comportamiento sexual de buena
parte de los homosexuales algunos la sustentan en el encuentro de dos «estilos masculinos de
sexualidad»:
Los hombres homosexuales, como la mayoría de la gente, desean generalmente tener
relaciones sexuales, tales relaciones son difíciles de mantener como únicas, en gran parte
debido al deseo masculino por la variedad sexual; se realiza entonces la oportunidad sin
precedentes de satisfacer este deseo en un mundo de hombres y la tendencia masculina hacia
los celos por causas sexuales.... Estoy sugiriendo que el heterosexual masculino se
comportaría, probablemente, como el homosexual masculino y practicaría más a menudo el
sexo con desconocidas, participaría en orgías anónimas en saunas, y a menudo se detendría en
áreas con lavabos públicos para una fellatio de cinco minutos de vuelta al hogar después del
trabajo, si las mujeres estuvieran interesadas en estas prácticas (Symons D, 1979).
De otra parte, para muchos esta compulsividad es deducible en alguna medida del propio
rechazo a la homosexualidad. En este sentido se expresa Reyes R:
La prohibición y lo clandestino son también dos constantes en la vida de los homosexuales: a
partir de la intolerancia que existe sobre esta práctica sexual, la gente se relaciona de forma
vergonzante, con un sexo rápido y anónimo en guetos (el ambiente, los cuartos oscuros, las
saunas), sin que haya espacios públicos de comunicación y de libertad para iniciar una
relación afectiva estable y sin agresiones‖ (Reyes R, 2009).
La homofobia social es considerada generadora de actitudes defensivas y de ocultamiento de
las relaciones homosexuales, cosas estas que afectan las relaciones estables de la pareja
118
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
homosexual y propician una rotación de pareja y una tendencia alta al encuentro sexual
fortuito, pasajero.
No hay que negar que existen muchos homosexuales que eran y son menos promiscuos que
muchos heterosexuales. Pero incluso los activistas homosexuales admiten que, antes de que
llegara el SIDA, los homosexuales eran generalmente más promiscuos que los
heterosexuales. No hay explicaciones convincentes de esto. Los activistas dirían que la
promiscuidad homosexual es causada en gran parte por el rechazo de la sociedad. Las
actividades «ilegítimas» o «vergonzosas» tienden, al ser consentidas, a ser practicadas en
exceso. La dificultad legal y social de formar matrimonios gays va en contra de las
relaciones estables. (Riddley M, editor, 1993).
Si pudiéramos disociar la homofobia, y cualquier tipo de discriminación por orientación
sexual, de sus consecuencias negativas sobre la vida de las personas, pudiéramos hasta decir
que tal vez el debut del SIDA asociado a la homosexualidad, favoreció, en una etapa
posterior de la expansión de la pandemia, el que los homosexuales tuvieran un
comportamiento relativamente más aplicado que los heterosexuales. Parecería como que los
heterosexuales se sentían inmunes al contagio, mientras los homosexuales intentaron
responsabilizarse con su comportamiento. Como confirma Aller Atucha, los homosexuales
intentaron defender su estilo de vida, su placer y sus costumbres. No renunciaron a su
sexualidad, se propusieron aprender a protegerla.
La comunicación social de salud calló por mucho tiempo la relación SIDA homosexualidad.
No se emprendieron campañas que favorecieran una actitud más adecuada ante el tema de la
homosexualidad y desde aquí un abordaje no discriminatorio. Mas en este silencio se
denunciaba su complicidad con el prejuicio. La aparición pudiéramos decir en paralelo del
SIDA en personas hemofílicas, abrió un capítulo de máxima importancia y a la vez un
espacio relativamente ―más digerible‖ para la comunicación social que el de la
homosexualidad. Se hacía obvio que el sistema institucional de salud pública con sus
iatrogenizantes prácticas, su deterioro y desamparo, su condición de «víctima del sistema
social» se convertía en cómplice de la enfermedad.
El Sur también existe. Su existencia evitada en las miradas del norte no logra negar su
existencia. Muy pronto resultó evidente que en el SIDA otra realidad se imponía. El tercer
mundo aparecía como el más tocado por el castigo de Dios, solo que aquí este no quería
perdonar ni la heterosexualidad. Marx, una vez más, nos sirve de espada. La sexualidad, el
comportamiento sexual es también el resultado de un conjunto de determinaciones históricas,
sociales y culturales. No solo en la forma de vivir se diferencian los ricos y los pobres, sino
también en la forma de enfermarse y hasta en la de morir, en la forma de amar y de sufrir.
Según los datos de diciembre del 2002 de ONUSIDA en América Latina, Europa Occidental,
América del Norte, Australia y Nueva Zelandia, la modalidad de trasmisión que más aporta
al cuadro epidemiológica VIH/SIDA es la trasmisión homosexual, seguida por el vector de
contaminación consumo de drogas. En el Caribe, la más común es la heterosexual, seguida
por la homosexual.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
En cualquier caso, siguiendo con la lógica que nos lleva de la mano del prejuicio por
orientación sexual, el encuentro con estas realidades, con la llamada promiscuidad como
comportamiento sexual indiferenciado de homosexuales y heterosexuales, abría las puertas a
un cambio de actitud: el problema no es la homosexualidad, sino el comportamiento sexual.
Esto queda claramente instituido con el incremento de los contagios VIH heterosexuales.
«En EEUU desde 1985 a 1993 la trasmisión del SIDA por vía heterosexual aumentó desde el
1,9 %, habiendo disminuido, en cambio, la transmisión homosexual, en este mismo periodo,
del 65 % al 46,6 %» (Aznar J, 1998:288).
Como resultado de un análisis de superficie y consecuentemente con los rechazos sociales
establecidos, se operaba con el concepto de «grupos de riesgo». Por detrás del concepto
estaba su realidad significativa: «La noción de grupos de riesgo ha sido utilizada para
reforzar el discurso sobre la desviación» (Reyes R, 2009). Otro intento desesperado por tapar
el sol con un dedo. Un no domesticado spot de publicidad de bien público de la época
señalaba: «Para contraer el SIDA basta con ser hombre, mujer, gay, lesbiana, joven, viejo,
casado, divorciado, soltero, grande, pequeño, rubio, morocho, latino, europeo, americano,
profesional, desocupado, rico, pobre,…. (y así casi hasta el infinito) basta con ser humano».
Como dice Alfredo Grande, psicoanalista argentino, «lamentablemente, para los modernos
Torquemadas, el virus no respetó los grupos de riesgo originariamente previstos. ¡Quién
hubiera dicho que el VIH era liberal!»(Grande A, 1996).
En Cuba, el debut del SIDA no fue, como muchos creen homosexual. Sin embargo, ya para
1990 se observan incrementos mayores en la trasmisión homosexual y bisexual. Un
importante brote se observó en homosexuales jóvenes en la provincia de Sancti Spíritus. En
el acumulado de personas contagiadas entre 1986-1995, el 44,3 % de los casos fueron por
trasmisión homosexual y bisexual. (Rodríguez L, 1997). A partir de estos años el incremento
se hace aún más evidente. Para el cierre de 1999, según refieren las doctoras A.C. Duque
González y M. Hernández Peterssen, del total de seropositivos en el país, aproximadamente
el 77 % era del sexo masculino, «siendo más frecuentes aquellos con conductas homobisexuales, puesto que representan el 60,1 % de la población masculina». Un dato más
actualizado publicado en Granma, Órgano Oficial del Partido Comunista de Cuba, confirma
esta tendencia de la trasmisión del VIH/SIDA en Cuba: «El grupo de mayor vulnerabilidad
en la transmisión del VIH/SIDA en Cuba es el de los hombres que tienen relaciones sexuales
con otros hombres. En Cuba…4 672 personas se han infectado con el VIH. El 79 % de los
seropositivos son del sexo masculino, y de estos el 85 % son hombres que tienen sexo con
otros hombres». (de la Osa. J, 2003) Es claro el incremento sustancial en la trasmisión
homosexual masculina – hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres: 44,3 %
al cierre de 1995. Cuatro años después, al cierre de 1999 encontramos el 60,1 %. Para el
2003, cuatro años más tarde, hablamos de 85 %.
Esto quiere decir, en una aritmética elemental, que en nuestro país la acción de comunicación
social, la comunicación sanitaria, preventiva, educativa, etc. vinculada al SIDA habría de
tener como grupo objetivo (target) de especial atención a los hombres que tienen relaciones
con otros hombres. Esto, sin embargo, no ha sido así ni por asomo.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
El emblema utilizado para acompañar cualquier mensaje sanitario era el de dos corazones y
una calavera, que pretendían señalar la amenaza del SIDA y la posibilidad de ponerle coto
mediante un esfuerzo mundial. Se concilió el concepto de muerte —la calavera— con el de
amor —los dos corazones—, que también significan sexo…la mayoría de los materiales de
divulgación sanitaria…utilizaron frases generales, inespecíficas o terroríficas para tratar de
prevenir la infección. Los mensajes concebidos como positivos exhortaron a la abstención
sexual sin considerar distinciones individuales o grupales. Los mensajes negativos
condenaron la promiscuidad, y la desfiguración física y la muerte fueron presentadas como
consecuencias directas e inmediatas de la enfermedad. La intención de estimular la adopción
de conductas responsables se tradujo en la utilización de elementos irracionales y en
moralizaciones sobre la vida sexual de las personas…Una revisión de 122 noticias sobre VIH
y SIDA aparecidas en los principales periódicos cubanos durante 1988 mostró que las
informaciones eran bloques generales…Las estadísticas ocupaban el 40 % de las noticias,
sobre todo las referidas a enfermos y muertes acaecidas en el mundo. El resto de las
publicaciones se referían a la eficacia de la estrategia nacional de lucha contra el VIH/SIDA,
insistiendo en el pesquisaje masivo y el control sanatorial (Rodríguez L, 1997:177-186,180,
184).
En las acciones de comunicación social extensivas (de amplio radio de acción e impacto)
dirigidas a la educación y prevención en la lucha contra el SIDA, no están los/las
homosexuales ni las/los bisexuales. Los hombres que tienen relaciones sexuales con otros
hombres, que representan mayoría absoluta y a distancia en el contagio del VIH, no están
presentes en la comunicación social sobre el SIDA. Ellos solo quedan delatados por el
silencio. Pero el silencio se hace incomprensible o incluso justificable si no se devela la
realidad del fenómeno. En las campañas de comunicación social para la prevención de
accidentes del tránsito tampoco están los hombres que tienen relaciones sexuales con otros
hombres, ni las mujeres que tienen relaciones sexuales con otras mujeres. No están
claramente, especialmente representados. Pero nada nos indica que sean un grupo objetivo de
importancia diferenciada. La homosexualidad queda en manos del silencio. La comunicación
social silencia la homosexualidad fenoménica, que ya sabemos que no es estructural, del
SIDA.
Un interesante trabajo El precio de la diferencia publicado en la Revista Alma Mater nos
entrega una percepción desde adentro.
Ni para mal, ni para bien, somos los invisibles, —comenta una joven profesora de la
Universidad de La Habana que prefirió no hacer público su nombre. Resulta que a las
lesbianas y a los gay ya no se nos trata de forma peyorativa en las leyes. Eso está bien.
Aplausos. Pero ahora, sencillamente, hemos desaparecido, y no existe una sola palabra que
nos reconozca. O sea, no se nos ofende, pero tampoco se nos tiene en cuenta como comunidad
urgida de protección en sus derechos, al igual que las mujeres. El no reconocimiento, la
invisibilidad, no es menos irrespetuosa.
Lo invisible e insonoro. El silencio que se anuncia como recurso del no reconocimiento. Pero
¿el no reconocimiento de qué? ¿Del SIDA? Obviamente que no. La atención, el tratamiento,
la política aplicada al problema SIDA es envidiable incluso para países desarrollados. Es
posible pensar que se trata del no reconocimiento de la homosexualidad en lo que a
comunicación pública se refiere. No es algo nuevo. Es conocido.
121
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
…el entonces Director del Consejo Nacional de Cultura… argumentó la necesidad de suprimir una
mención de Lezama contenida en mi trabajo, por su contigüidad con el nombre de Martí. Me dio
como razón que Lezama con Paradiso se había convertido en un apóstol de la homosexualidad.
(Entre paréntesis, de ninguna manera pienso que la homosexualidad sea el tema central de
Paradiso.) Le pregunté al funcionario: ¿Y qué harás con la crónica de Martí sobre Oscar Wilde?
Allí Martí considera al escritor «un elegante apóstol, lleno de fe en su propaganda y de desdén por
los que se la censuran». ¡Y Wilde sí fue públicamente un apóstol de la homosexualidad! ¿Y con el
ditirambo de Martí a Walt Whitman, cuyos libros Hijos de Adán y Calamus estaban prohibidos por
«inmorales»? ¿Y con el nombre del Teatro García Lorca? ¿Y con el propio Federico, figura
emblemática de la poesía republicana española? ¿Y qué harás con figuras imprescindibles de la
plástica, el ballet, el teatro? «Esas cosas nosotros las manejamos» (Cintio Vitier: La libertad de
pensar. Entrevista realizada por Julio César Guanche para el Caimán Barbudo).
¿Por qué este silencio en la comunicación social sobre el SIDA? Me aventuro a exponer
apenas elementos hipotéticos, interpretativos (toda interpretación es una hipótesis) para una
reflexión ulterior más contundente.
En una primera representación, sin pretender orden de importancia relativa, el silencio se
sustentaría en un desconocimiento técnico elemental. Se señalaría como no necesaria la
referencia específica a las relaciones homosexuales, a las relaciones sexuales hombrehombre, argumentando la esencia comprensible de los mensajes. Explico un poco más. Los
que se acercan a justificar el silencio desde esta perspectiva argumentarían que si un mensaje
es genérico y su texto se identifica como tal entonces sus destinatarios son genéricos. Por
ejemplo, si hablamos de la necesidad de mantener una pareja estable, como prevención del
contagio del virus, «la pareja» es el destinatario genérico. Incluye tanto la pareja
heterosexual, como la homosexual. Entonces el mensaje es inclusivo. Vaya argumento.
Sin embargo, fácilmente nos percatamos que hay una omisión importante en el análisis (una
vez más la omisión, el silencio). El texto, que aceptemos puede invocar a un protagonista
genérico, tiene un apellido. Y un nombre y un apellido delinean una identidad particular. Ese
mensaje inclusivo, ese protagónico genérico, tiene un «apellido». Un apellido que lo
especifica, lo direcciona. Ese apellido es la imagen: si ese texto inclusivo va acompañado de
una imagen de dos jóvenes, entonces la mayor probabilidad de identificación estará en los
jóvenes. Si acaso la imagen que acompaña al texto, es una pareja heterosexual en el cuarto de
su casa, entonces ni pensemos lo contrario: es un mensaje para los heterosexuales. La
«direccionalidad» de la comunicación no hay dudas que es un elemento definitorio en que el
grupo a quien se dirige el mensaje lo capte y asimile.
«Existen evidencias claras que señalan a la publicidad del tabaco como responsable de animar a los
jóvenes a que empiecen a fumar», según John Pierce, del Centro del Cáncer de la Universidad de
California, en San Diego (Estados Unidos), que lleva varios años analizando la correlación entre las
campañas publicitarias de la industria tabaquera y el aumento del consumo de tabaco entre los
adolescentes. «En varios estudios hemos analizado períodos de rápido aumento del consumo per
capita, y en casi todos los casos se halla siempre una nueva e innovadora campaña publicitaria».
Pierce destacó que la industria tabaquera ha promovido a lo largo de sus campañas publicitarias la
percepción de atributos beneficiosos, como el control del peso o la sensación de libertad, así como
la idea de que las consecuencias para el organismo son muy lejanas, haciendo creer a los
adolescentes que no se harán adictos o que podrán dejar de fumar antes de aparezcan las
consecuencias. (DiarioMédico.com)
122
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Investigadores estadounidenses han observado el incremento de las campañas publicitarias sobre
bebidas alcohólicas en las revistas para adolescentes de los Estados Unidos. La tendencia,
denunciada por Paul J. Chung, de la Universidad de California Los Angeles, pone de manifiesto el
interés de la industria licorera estadounidense por colocar a los adolescentes en su punto de mira
comercial. El análisis realizado en las 35 mayores revistas para adolescentes en Estados Unidos
muestra como el porcentaje dedicado a cerveza y licores aumentó un 60 por ciento por cada millón
adicional de lectores. Los resultados, publicados en Journal of the American Medical Association,
aprecian que los jóvenes que ven más anuncios sobre bebidas espirituosas son los más propensos a
probarlas…Los datos empiezan a preocupar a los facultativos, ya que los norteamericanos
empiezan a tomar bebidas alcohólicas a los 12 años (DiarioMédico.com).
Para los que aún no se sientan convencidos, una información de los ―productores directos‖
de comunicación para jóvenes con el ánimo de convertirlos en fumadores.
Los fumadores adultos más jóvenes han sido el factor crítico en el crecimiento y la caída de cada
marca y compañía de importancia a lo largo de los últimos 50 años. Continuarán siendo igualmente
importantes para las marcas/compañías del futuro por dos simples razones: la renovación del
mercado radica casi por completo en fumadores de 18 años. No más de 5 % de los fumadores
comienzan luego de los 24 años. La lealtad a la marca de los fumadores de 18 años sobrepasa en
una gran margen cualquier tendencia con la edad a cambiar de marca (Fumadores Adultos Jóvenes:
Estrategias y Oportunidades, Compañía Tabacalera R.J. Reynolds, 29 Febrero 1984).
El Proyecto 16: aprender todo lo que haya que aprender sobre cómo se comienza a fumar, como los
estudiantes de educación secundaria se sienten con respecto a ser fumadores, y como ven su uso del
tabaco en el futuro… la mayoría de los casos, los esfuerzos reales para aprender a fumar ocurren
entre las edades de 12 y 13 años…El adolescente busca demostrar su nueva urgencia de
independencia por medio de un símbolo, y los cigarrillos representan ese símbolo ya que se
encuentran asociados a la etapa adulta y a la vez los adultos buscan negárselos a los jóvenes.
(Proyecto 16. Kwechansky Marketing Research Inc, Informe para Imperial Tobacco Limited. 18 de
octubre 1997).
En segundo término, llamo la atención sobre lo que pudiera llamar «el temor a la estigma».
Probablemente esta es de las posibles hipótesis la más «favorable» (si es aplicable este
término a lo que analizamos). Las instituciones responsables de velar por la equidad social,
el respeto a los derechos ciudadanos, etc. pueden tener, no sin fundamento, la preocupación
de que se reinstituya la asociación «homosexualidad–SIDA». Con esto quedaría
(re)estigmatizada la homosexualidad. Se correría además un segundo riesgo: el/la
heterosexual, si el énfasis en la comunicación se hiciera en el comportamiento homosexual,
pudiera no sentirse aludido y por lo tanto «libre de peligro».
De ser cierta esta hipótesis, el silencio no es la opción, sino el balance comunicativo. El
desarrollo de una comunicación segmentada por grupos de recepción. Esto no es nada nuevo
para los hacedores de comunicación social de bien público (e incluso para los de mal
público). La pluralidad expresada en apelaciones que llaman la atención al universo de
posibilidades, unida a expresiones particulares, segmentadas. De hecho hay mensajes
dirigidos a hombres y mensajes dirigidos a mujeres. Esto es una segmentación. Un universo
de mensajes comunes pero diferenciados.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Una tercera hipótesis, cuyo contenido algunos psicólogos podrían interpretar como defensivo
—proyectivo, divalente y por ende resistencial— quedaría referida al malestar (rechazo,
evitación, hipercriticidad, negación) que amplios sectores de la población producirían de
encontrar en su universo audiovisual comunicativo una referencia, por poco explícita que
sea, al asunto de la relación sexual corporal, eróticolibidinal, de los homosexuales.
Algunos especialistas tienen una apreciación un tanto diferente:
…la gente está un poco más relajada, tanto en lo público como en la familia, ante la presencia
homosexual, pero solo ligeramente relajada, no más tolerante… Yo no cuento con datos estadísticos
ni otras informaciones científicas para demostrar que hay mayor tolerancia, porque de ese tema en
específico no hay investigaciones en nuestro país. Sin embargo puedo acercarme a ese fenómeno
desde la percepción que como profesional y como individuo tengo. Creo que, ciertamente, desde la
década de los 90 hay una mayor aceptación de la presencia de personas homosexuales por parte de
la población y de las instituciones públicas... me parece que estamos en un buen momento para que
se implementen políticas más explícitas con respecto a la defensa de los derechos de los y las
homosexuales, de manera que podamos enfrentar mejor cualquier manifestación de discriminación
por cuestiones de orientación sexual (La sociedad cubana ante la homosexualidad. Entrevista de
Eduardo Jiménez García a Mariela Castro. «Alma Mater»).
Aun concordando con la opinión de la investigadora y Directora del Centro Nacional de
Educación Sexual, parece ser que los niveles de ―relajación-tolerancia‖, a la manifestación
homosexual asociada a ademanes, femenización-masculinización de los comportamientos,
ausencia de típicos comportamientos heterorientados sexualmente, formas de vestir, lenguaje
(verbal y corporal) son mayores que los relacionados con las evidencias del comportamiento
erótico (besar, acariciar, abrazar y obviamente las formas de intercambio físico-emocional).
Se supone entonces que una comunicación social que insinúe, incluso distantemente, el
asunto de la relación fisicoemocional, de la sexualidad corporal, de los homosexuales,
condición básica para hablar del SIDA, tendría amplios volúmenes de rechazo hasta el punto
de la indignación.
Otra vez, la hipótesis, aun suponiendo su validez concurrente, no valida la acción
silenciadora. En primer lugar, si efectivamente amplios sectores de la población no
estuvieren «preparados» para encontrar una comunicación social de bien público dirigida a
los hombres que tienen relaciones con otros hombres, es justamente el papel de la
comunicación social contribuir a la educación de esos grupos «retrasados» de la sociedad.
Educar es una función básica de la comunicación de bien público. En segundo lugar, el cómo
presentar de una manera eficiente, desde el punto de vista comunicativo, las acciones
dirigidas a la protección, cuidado y desarrollo más pleno y sano de la sexualidad para
personas con orientación sexual homopreferenciada es un asunto técnico de los creativos, del
desarrollo de los talentos y las capacidades creadoras de los comunicadores. La negativa a
hacerlo no debe presidir los análisis, sino la valoración objetiva y «desprejuiciada» (ya
introduzco el término) de las acciones y productos de comunicación que se propongan. En
tercer lugar, dicho de manera breve y sencilla: todo comenzó un día y fue objeto de críticas,
rechazos e incomprensiones. Pero poco a poco fue ganando su lugar en la racionalidad
social. Al fin y al cabo, tantas veces lo he dicho con Serrat: «Nunca es triste la verdad. Lo
que no tiene es remedio».
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
De esta representación probable, aventuro como corolario una derivación sustentada en un
principio frecuentemente utilizado: «Este no es el momento ni el lugar adecuado». Mi
respuesta de siempre: ¿cuándo es el momento? Salvando las diferencias obvias e
incuestionable, no para los que objetiva y sinceramente consideran que es mejor esperar un
«mejor escenario», sino para los que se escudan y se parapetan en frases de este tipo
recomiendo un excelente spot de bien público elaborado en Brasil por el Grupo Gay de
Bahía presentado en la FIAP 2002: «Después de siglos la Iglesia pidió perdón por la
Inquisición. Después de décadas la Iglesia pidió perdón a los judíos por haber callado frente
al nazismo. Cuánto tiempo va a pasar para que la Iglesia pida perdón por las víctimas del
SIDA. Pecado es no usarlo» (refiriéndose al preservativo).
Pudiéramos seguir avanzando en el encuentro de hipótesis «racionalizadoras» del silencio.
Pero no hace sentido: la resistencia, como las fuerzas de acción y reacción, aumenta y se
hace más virulenta ante las evidencias que la fisuran. El tema central es ese: el silencio al que
está sumida la homosexualidad en la comunicación social del SIDA es resistencia y a su lado
se sienta el prejuicio. Démosle palabra e imagen. Nos corresponde. Es nuestra
responsabilidad profesional y ética. «… el que pone de lado, por voluntad u olvido, una parte
de la verdad, cae a la larga por la verdad que le faltó, que crece en la negligencia, y derriba lo
que se levanta sin ella» (José Martí. Obras Completas. T. 6, p. 18).
Posdata
No basta que la comunicación social de bien público sea expresión, educación, discurso
intencional de la esperanza y la necesidad. Para bien de la sociedad y del ser humano ha de
ser también transgresión: develar un invisible, una zona de familiaridad acrítica, legitimar en
el discurso aquello de lo que no se habla. Romper un silencio. Darle la voz que pide.
Bibliografía
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Volumen IX. No. 34,2. Abril-Junio. pp. 284-303.
Deveraux G. (1991): De la ansiedad al método en las ciencias del comportamiento. 6ta ed.
Siglo XX, México.
Grande A. (1996): El Edipo después del Edipo. Editorial Topia. Argentina.
Martí J. (1975): Obras completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.
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Universidad Complutense, España. Disponible en:
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125
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Rodríguez L. (1997): «El SIDA en Cuba». Papers 52. pp 177-186. [consultado 5 May2011].
Disponible en: http://ddd.uab.es/pub/papers/02102862n52/02102862n52p177.txt
Stolovitsky I. (1992): «SIDA en las idelogías». En: Psicologías en Bs. As. Año 1. Número
10. Octubre 1992. p.27.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Psicología con «p» o sicología sin «p».
Algo más que una letra omitida. Confesiones pecaminosas de un pecador
confeso y voluntario.
127
Preliminar. Salutación inicial y emotiva de la «P»
Sainete primero
La acción transcurre en el consultorio de un psicólogo. La recepcionista está
sentada revisando unos documentos. Entra un hombre visiblemente
angustiado.
Él - Buenas tardes.
Ella – Muy buenas tardes. Bienvenido al consultorio del Dr. Bendito. En que
podemos ayudarle.
Él – Yo quisiera hablar con el «p» sicólogo.
Ella – Disculpe Sr., pero la «p» no se articula, no se dice.
Él – Ah! Mire usted. Entonces dígale al sicólogo, que aquí está _edro _érez, el
que le contó _or teléfono que tiene _roblemas con el _ene.
Por no dejar de vivir en constantes controversias y batallas conceptuales, los psicólogos nos
hemos dividido, entre otros muchos, en dos bandos con respecto a nuestra «P»: Los que
«psi» y los que «nop». Apenas el viernes en la tarde me hicieron saber que hay un tercer
grupo: los que «Spi» — que nada que ver tienen con el Spiderman, sino con el comedor
universitario en donde se les cataloga de «S» picólogos, habitantes de la Facultad de «S»
picología.
Los defensores del «si P» han sido claros: siendo la Psicología la ciencia que estudia la
psique (psyché), la eliminación de la «P» significa la disolución del objeto de nuestra
disciplina (esto es excesivo), al menos la falta de denotación etimológica precisa en la
denominación que nos identifica. El nombre de nuestra disciplina, dicen algunos, no
comienza con «P», sino con «psi» y esto hace una notable diferencia. Los des«p»izadores
(entiéndase los exorcistas de la satánica p) dicen que la letra «psi» no existe en ninguno de
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
los alfabetos vivientes, para ninguna de las lenguas vivas. Por lo que es apenas un rudimento
de un pasado milenario del que deshacerse no es ni más ni menos que un acto de reajuste
histórico imprescindible. La exclusión de la «P» no cambia nuestro objeto de estudio. Total
que casi nadie la pronuncia.
La Real Academia de la lengua española, siendo un poco más transactiva dice:
En posición inicial de palabra, el grupo ps-, resultado de la trascripción de la letra
griega psi, está presente en numerosas palabras cultas formadas sobre raíces o
palabras griegas que comienzan por esta letra (psyché ‗alma‘, pseudo- ‗falso‘,
psitakkós ‗papagayo‘, etc.).Las asociaciones referidas por la Academia, por cierto, no nos favorecen: alma-falsapapagayos, es como asociarnos a la idea de habladores de estupideces.
En todos los casos se admite en la escritura la simplificación del grupo ps- en s-,
grafía que se corresponde con la pronunciación normal de las palabras que contienen
este grupo inicial, en las que la p- no suele articularse: sicología, sicosis, sitacismo,
sicrómetro, seudoprofeta, etc. No obstante, la norma culta sigue prefiriendo la grafía
con ps-: psicología, psicosis, psitacismo, psicrómetro, pseudoprofeta, etc., salvo en
las palabras seudónimo y seudópodo, que se escriben normalmente sin p.
¿Ser o no ser cultos? Esa es la cuestión.
Navegando por el «ciberespacio», en algún lugar encontré los Textos y pretextos de Sábato
(dicen que de finales de los setenta e inicios de los ochenta), quien molesto por la acción de
un editor (me lo puedo imaginar) escribió:
¿Qué argumentos se pueden oponer a la grafía psi? No, por supuesto, la fonética, ya
que la gente culta generalmente la pronuncia así. Y en el caso de que no se la
pronunciase, tampoco es un argumento, porque si fuéramos a caer en la locura de
escribir las palabras tal como se pronuncian tendríamos que poner payasadas… De
modo que si a un escritor —léase cualquier persona, incluso un/a psicólogo/a— se le
da la real gana de escribirlo sin… — léase con o sin p—, hay que respetarlo. Y si no
se lo respeta, hay que protestar. (Sábato E.).
Podríamos concluir que son «Derecho» y «Cultura» los pilotes sobre los que se sustenta el
uso o no uso de la «P». La cultura nos marca un modo. El derecho nos lo relativiza. Decida
cada quien.
A mí personalmente, me gusta la «P» de la Psicología. Es cierto que le da «prestancia». La
sonoridad de la que convierte a la «n» en «m», le da a nuestro continente algo así como una
marca de abolengo. No me imagino a nuestros ancestros omitiendo la «P». Muchos
esfuerzos se cristalizan mnémicamente en la «P», (ahora mismo, lo mnémico sin la «m»
pierde carácter). Aquí en Cuba, Bernal del Riesgo la defendió por escrito en el mismo año en
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
que yo nací (Revista Cubana de Psicología, 1951). No puedo menos que secundar su
defensa. La ensalzo con un soneto que acabo de escribir para la ocasión.
«Soneto a la P de la Psi»
Te prefiero «p» en todo momento
Como tronco silabario del saber.
Y asociado al pecado del placer
Te defiendo a pesar de rudimento.
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Eres «p» con «s» como el viento
Que al sonar va cantando su sentido.
Quien te excluye adormece reprimido
Lo que yo exalto, defiendo y siento.
Cese ya la sectaria alevosía.
Quédate «p» labrando este destino.
No hay destierro posible en el camino.
Quien dudó súmese hoy a nuestro sino.
Vengan ya. «Hoy es siempre todavía»
para escribir con «p» Psicología.
Puede que sea cosa de viejo. Pero puede que no. Puede que sea una discusión más de las
tantas sin mucho sentido que existen entre nosotros. Sin embargo, desde esta, quizás bizarra
discusión, podríamos llegar a otra (a lo mejor no menos bizarra, pero al menos
potencialmente útil): ¿Qué distancia demarcaría para nuestra disciplina el uso o desuso de la
«P»? La «P» se los aseguro, es apenas el pretexto. Los invito a mi aventura pecaminosa que
no tiene otro fin que el de pensar en voz alta y ojalá que en coro.
Tópico II. Con «P» y sin «P» el problema sigue en p-i-e.
Sainete segundo
El profesor de Historia de la Psicología se desempeña a fondo con Descartes
en el aula 1 de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana.
Profesor: —Así Descartes reconoce: «Yo puedo admitir que me engaño o soy
engañado. Puedo suponer que no existe Dios, ni el cielo, ni los cuerpos, y que
yo mismo no soy cuerpo. Pero para engañarme o ser engañado, para dudar o
admitir que todo es falso, es menester que piense que soy algo y no nada.
Emerge entonces la única proposición absolutamente verdadera porque la
misma duda la confirma: «Cogito ergo sum».
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Atrás una estudiante, oriunda del Oriente del país, santiaguera, que hasta ese
momento andaba en plan si me ves es falso y escuchando con una perfecta
atención equivocada dice:
Alumna: —Profesor, un momentico. Me puede decir otra vez eso del «coito»
porque eso sí que me interesa.
Tengo a mano un viejo diccionario (bueno, es más joven que yo. Apenas tiene 19 años): The
«Penguin Dictionary of Psychology» de Arthur Reber. Busco en sus páginas sychology sin
«P». No está. Obvio es un diccion»ario culto y tiene el derecho de escribirla como quiera.
(por cierto, tampoco está sin «P» en el clásico de Warren, ni en el de Székely, y no tengo
ninguno más reciente. Ni tampoco más antiguo… no tengo ninguno más). Entonces busco
psychology. Me responde (mi traducción libre): «La Psicología simplemente no puede ser
definida; efectivamente no puede ser fácilmente caracterizada. Incluso si alguien lo hiciera
hoy, mañana el esfuerzo resultaría inadecuado». Ahora escribamos la misma frase sin «P»:
«La Sicología simplemente no puede ser definida; efectivamente no puede ser fácilmente
caracterizada. Incluso si alguien lo hiciera hoy, mañana el esfuerzo resultaría inadecuado».
No cambia nada. El mismo perro con diferente «p»ollar. Desde su denominación nuestra
disciplina parece condenada a la plurisemántica de la repetición compulsiva denominada por
Watzlawick «más de lo mismo», en la que esencialmente la diferencia no es un cambio, sino
que «parece» un cambio.
El parto de la Psicología como «ciencia independiente» (al decir de los manuales clásicos),
se atribuye, más bien se distribuye, a un grupo imaginario en el que, según la denominación
del narrador, el titular puede ser Wundt, o Brentano, o James, o incluso Weber y Fechner,
Pavlov o Bejterev… sí, es cierto que algunos pondrían a Watson, y otros a Freud… Este
parto, que no fue natural, sino por cesárea, tiene para cualquiera de los cuentos que se tome
por cierto o fundamental un común denominador: la pretensión de construir una Ciencia.
Palabra mayor.
El modelo de ciencia como propuesta finisecular «objeto-método», encontró en la «P» psi
(no cola, sino cología) su eje estructurante. Lo definió, por decirlo de un modo aglutinador
de las comunidades y las diferencias, como «la experiencia subjetiva». Las distancias entre
los defensores de la consciencia (o el inconsciente) y los defensores de la conducta es más
fenomenológica que de esencias. Declárenme loco de atar (no es nada nuevo): el
conductismo fue, en su albor, una psicología de la experiencia subjetiva, solo que de la
experiencia subjetiva alcanzable objetivamente (no en balde Vygotsky afirmaba que la
construcción de una psicología científica pasaba inexorablemente por el conductismo, claro
el que él conoció). Los tópicos de al menos las dos o tres primeras generaciones de
conductistas (léase Watson, Tolman, Guthrie) eran los mismos que los de la llamada
Psicología mentalista. Así como Marx sentenció en su momento «la unidad del mundo no
reside en su ser, sino en su materialidad», en humilde paráfrasis diría que «la unidad de la
psicología no residía en sus modelos teóricos, sino en su intención de ser ciencia de la
experiencia subjetiva».
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
La «P» psi es entonces la definición de un objeto, de su objeto (vuelvo al clasicismo del
mundo antiguo: alma- psyché. Estamos hablando de la definición de un objeto para una
ciencia. Insisto si el modelo es «objeto-método» la disquisición sobre el objeto realiza el 50
% del carácter científico de la Psicología: Slogan —«Tenga un objeto y hágase ciencia».
Hacer ciencia en Psicología es desde entonces, y espero que no para siempre, estudiar su
objeto (digo en esta porción del porcentaje medio). La «P» nos remite al carácter científico y
lo hace desde el objeto.
¿Pero que estudiamos cuando estudiamos «el objeto de nuestra ciencia»? Avancemos un
poco en esta dirección.
En cualquiera de sus variantes conocidas, y que antes me tomé el atrevimiento de aglutinar
en el concepto de «experiencia subjetiva», lo que la Psicología como ciencia ha propuesto
estudiar es un «no es». Para ser admitida en el Círculo de las Ciencias había que renunciar a
toda carga de subjetivismo (subjetividad) para en su lugar instaurar el discurso de la
objetividad. Historia bien conocida por todos los presentes. Sin embargo, la objetividad de la
Psicología, ya saben, se dejó en manos del método. Para la objetividad del objeto basta con
la objetividad del método —quiere decir que algún babalao monetarizado podría encontrar
en los caracoles (naturaleza muerta, pero naturaleza) la fundamentación científica de la
veracidad de sus predicciones y por ende del costo de su sesión. En realidad, volviendo a
nuestro «bembé»11 (para los becados y estudiantes que son del «interior», entiéndase del
campo, introduzco la palabra «guateque»12. Para los que son del «exterior» digo «discurso»
– este último suele ser el más aburrido), se le concede estatus de objeto de una ciencia a un
«objeto no ontológico» sino «gnoseológico». Dicho de otro modo un objeto no «ser», sino
abstracción del ser. Nada nuevo: un objeto teorético. Pero no solo esto, sino un objeto
teórico abstracto. Si quieren más evidencias los remito al «padre inseminador» de la
Psicología, Guillermo Wundt y su proceder científico denominado como «introspección
experimental adiestrada». Tras su huella recordemos el «error del estímulo» —Titchener: «la
percepción de objeto real, de realidad, es un error». Ustedes me verán gordito, pero es un
error. Yo soy Brad Pitt. La dimensión esencial y primaria del objeto no se encuentra en el
ámbito de la realidad sino de la subjetividad.
Recuerdo a finales de los ochenta, (mil novecientos, no mil ochocientos) miraba estupefacto
en la dirección de un «morro fabelado» en Río de Janeiro, cuando el psicoanalista que me
acompañaba intervino: «Interesante no e… as pessoas estruturan a sua vida desde a
cartografía de o seu desejo mesmo» (me perdonan mi pésimo portuñol: «qué interesante
no… las personas estructuran su vida desde la cartografía de su propio deseo». (¡Qué clase
de estupidez! Las personas son fabelados porque desean serlo… vamos a desear que Bush
no sea presidente de los Estados Unidos). Pero el tema es claro: el objeto teórico sustituye a
la realidad y la realidad es apenas un escenario para interpretar la verdad subyacente en la
estructura subjetiva. En mis tiempos de estudiante (que no de estudioso, porque eso sí sigo
11
Bembé es término usado en Cuba para referir a un estilo específico de tocar un tipo de tambor, o a las ceremonias
donde se tocan estos tambores, ritmos y música relacionada. Los tambores, las canciones y las danzas se derivan del
Yoruba en Nigeria actual y son influenciados por otras culturas en África.
12
Danza no ceremonial en la que se baila y se canta mientras otros circulan y dan de beber. Fiesta campesina en Cuba.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
siendo) eso se llamaba esquizofrenia. Entonces tras cierta defensa de la «P» (el objeto de la
Psicología) la cosa es «p» eo-r de lo que uno puede suponer.
¿Alguien conoce algún objeto de ciencia que sea verdaderamente un «no es»? ¿Un objeto
que se defina por sí mismo? ¿Alguien conoce, fuera de un museo —oficial o doméstico— un
objeto que no se modifique cuando menos bajo la acción del tiempo? ¿Un objeto que por su
inmovilidad no se obsoletice? ¿Qué objeto es ese que se «encarna en la P» y que transita, o
pretende transitar, a la Psicología, como diría Mazota «desde y para siempre»?.
Las cosas no han sido tampoco tan intransitables. Hoy ni el más furibundo discípulo de
Füerbach defendería el carácter «objetal material» del objeto de la ciencia psicológica a
despecho de su dimensión subjetiva. Tampoco la viva encarnación del Obispo irlandés
Berkeley, ni contando con una eufórica «hinchada» de constructivistas a ultranza, admitiría
hoy que no se puede chocar con un «objeto objetal material» que no sea un objeto pensado
(es como admitir que los accidentes de tránsito no existen, son pura imaginación). Ya Weber
lo había dicho a su manera: «La creencia en el valor de la verdad científica no procede de la
naturaleza, sino que es producto de determinadas culturas». Sin embargo, aburre, indigna, y
aún inmoviliza la consideración del objeto de la Psicología al margen de su historicidad, de
su contextualización. Al fin y al cabo, si sabemos que el objeto de una ciencia es sobre todo
una convención, por qué entonces desde aquí no se entiende que su carácter es
ineluctablemente dinámico, quiere decir con capacidad, más aún con necesidad (demanda),
de incluirse no solo como objeto en sí, sino como objeto para sí y para los demás. Es objeto
de un sujeto: un sujeto colectivo, histórico. El sujeto no del objeto, sino de la vida en la que
el objeto tendría su sentido esencial.
Quién lo diría: la «P» dando sentido a la Psicología como ciencia. «P»psi (adelante que
podremos hasta ser una «Ciencia Light», baja en calorías, plástica). Entonces hemos, han,
venido hasta este lugar a hablar de la psyché, con el propósito de entender mejor que es la
psyché, para escribir artículos sobre la psyché y al final «p –si – y qué» ¿Y qué? Y nada.
Entonces, no sé ustedes, pero yo me he equivocado de Congreso. Ustedes también no se me
hagan los «plasticientíficos», no tiene sentido. ¿Qué tendrá que ver esa «P» psi todo lo que
van a hacer, escuchar, debatir, aquí?
Me uno en esta disquisición al análisis de Marcos Murueta cuando aboga por una
reinstitución de la noción de praxis: «Los psicólogos – dice – estamos involucrados con el
fenómeno más complejo que existe: la praxis…estudiar a los seres humanos de carne y
hueso» (Murueta M, 2002:33, 57). Pero lo real dominante es que la construcción de la
identidad científica de la psicología ha estado construyéndose (en realidad destruyéndose) en
una suerte de «autofagocitosis conceptual» típica de lo que Asebey, también identifica con la
tragedia de Narciso.
En simple plagio, espero que, autorizado por la autora diría: «la Psicología tradicional,
académica es narcisista, se identifica con lo que quiere ser y no con lo que es, se enamora
de su imagen idealizada, y funciona con este falso yo, su carácter de ciencia anclado a su
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
objeto» (la semicita es del texto aún inédito El narcisismo ¿salud o enfermedad del
neoliberalismo? y que, como les dije, podrán escuchar en este Encuentro).
Haciendo «eco activo» (entiéndase transformador, creativo, con luz propia) de Lakoff y
Johnson, dice Clara Jasiner: «nuestros conceptos, en términos de los cuales pensamos y
actuamos, son fundamentalmente de naturaleza metafórica… lo que caracteriza a las
metáforas es entender y experimentar una cosa en términos de otra; ellas estructuran lo que
hacemos y cómo entendemos lo que hacemos», de donde se entiende como imprescindible:
«revisar nuestras metáforas referidas a la Psicología… pues las mismas, más que dar cuenta
de una realidad, nos delimitan cierto abanico posible de percepciones, nos abren algunas
posibilidades de construir el mundo y nos impiden otras; impedimento que, habitualmente,
no percibimos».
No es difícil imaginar por donde ando tomando como cómplice a Clara (ella no estará en
este Encuentro…en realidad ni la conozco, pero los cubanos somos así: confianzudos.
Además me «a» clara). El objeto de una ciencia, el objeto definido para la Psicología es una
metáfora consensuada (bueno, más o menos consensuada) un «modo consensuado de
metaforizar» la percepción de la Psicología, del aparato conceptual que presumiblemente se
desprende de dicha percepción. ¿Tienen alguna idea cuantas metáforas consensuadas por
adeptos y adictos de una misma percepción pueden encontrarse definiendo el objeto de la
Psicología y por tanto el 50 % de su carácter de Ciencia? ¿Cuál ha de ser nuestra metáfora?
¿A qué tipo de práctica científica y profesional nos convoca?
Tópico III. Entre «P» y «S» hay quien se decide por la «Q» o la «R»
Sainete Tercero
Un grupito de alumnos se acerca al Profesor de Estadísticas aplicadas a la
Psicología, quien unos minutos antes acababa de publicar las notas del
examen final de la asignatura. Dentro del grupo uno de los muchachos resultó
suspenso en la prueba, obtuvo menos de setenta puntos. Le dice a sus amigos:
―Tengo que impresionar al profe para ver si me da los dos puntitos que me
faltan para aprobar‖. Entonces, con sus otros tres compañeros se acerca al
Profesor.
Alumno: —Profesor, me permite un momento.
Profesor: —Dígame Sebastián.
Alumno: —Profe, mire: Miguel Antonio saco 98 puntos en la prueba.
Profesor: —Correcto.
Alumno: —María Felicia sacó 98 también.
Profesor: —Cierto. Así es.
Alumno: —Marcela sacó 96… y yo 68.
Profesor: —¿Y qué pasa?
Alumno: —Estaba pensando en que podríamos aplicar la fórmula de la media:
sumamos 98 +98 +96 +68 lo dividimos entre cuatro y los cuatro tenemos 90.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
El profesor se queda impresionado. Estaba convencido que la única media
que conocía Sebastián era su ―media naranja‖. Por lo que para ponerlo a
prueba definitiva le dice:
Profesor: —Por mí no habría problemas, Sebastián, pero la «desviación
estándar» lo permitiría.
Sebastián con la ingenuidad del que no sabe ni que no sabe, le riposta:
Alumno: —Déjeme hablar con ella y estoy seguro que la convenzo.
«Si alguno que me escucha se viera retratado» en lo que va de Conferencia (ahora tomo
prestado un fragmento de Resumen de Noticias de Silvio Rodríguez a quien citocanto con
mucha frecuencia) o alguno que me lea en caso de que me publiquen, («sépase que se hace
con ese destino»). Me podría increpar porque la cientificidad del objeto es solo un aspecto
(ya lo dije, el 50 %). Y me diría quizás que me falta el método.
Demasiada tela por donde cortar. ¿De qué me hablan cuando me dicen «el método»? Las
cosas han cambiado, eso espero, pero les cuento de mi «frustración primaria», la decepción
que convocó a mi «disidencia pecaminosa» (que no es una disidencia cualquiera, sino
comprometida).
Sucedió hace apenas unos años. Recién se iniciaba la década del setenta. Probablemente la
mayoría de ustedes no había nacido (aunque sus progenitores ya ensayaban para hacerlos).
Yo era un «bastante bueno» estudiante de la Escuela de Psicología de esta Universidad de
La Habana, que por los avatares de un destino escrito por seres humanos a su criterio y
antojo, formaba parte de la Facultad de Ciencias. Éramos «colegas de ciencia» con los
matemáticos, físicos, químicos, biólogos, etc. Había cursado ya una cantidad tal de materias
de la carrera que me sentía «cuasipsicólogo»‖ y discutía de «tú a tú» con los matemáticos las
especificidades numéricas de las ciencias naturales. El profesor Guillermo Arias, dirigía
entonces el departamento de «Psicomatemáticas» —nada que estábamos en la Ciencia dura
y pura. Pero a los ojos de los «naturales», nuestra imagen no era tan clara. Para ellos siempre
hemos sido una ciencia menor (Times New Roman 8).
Pues bien, un día, un «trasnochado» físico, hablando de la Psicología, me dijo: «¿Cómo se le
puede decir Ciencia a un conjunto de representaciones que no tiene leyes establecidas?
Ustedes no tienen ni denominación propia de fenómenos». Por suerte en esos días transitaba
yo por el estudio de la Gestalt en la asignatura Historia de la Psicología y, a pesar de que mi
memoria se encontraba a un dieciseisavo de su funcionamiento a causa de las emociones que
me embargaban, reaccioné y le dije: «Acaso sabes lo que es el Efecto Zeigarnik, o el
Fenómeno Phi, o las leyes de la buena forma». Lo cogí fuera de base. Y con la victoria en la
mano le di la espalda y me fui. La Ciencia Psicológica se había anotado un triunfo y el que
no sabe lo que es triunfar «no sabe lo que la vida».
Pero, llegado a la biblioteca, y con el ánimo de que me dieran «A» en el seminario que tenía
al otro día, me fui a los textos de los discípulos fenomenólogos de Brentano. Fue entonces
que descubrí que el Efecto Zeigarnik, reconocido como inscripción científica de nivel
laboratorio experimental, se obtuvo de la aplicación de ciertos crucigramas y construcciones
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
de collarcitos a un grupito no mayor de 22 sujetos (sujetos a la impertinencia e insistencia
del investigador). Oh, Oh! El phenomeno phi, arquetipo de ley universal en la Ciencia
Psicológica había sido «descubierto» y devino en hecho científico por medio de un
procedimiento pecaminoso ante los ojos de «La Santa Inquisición metodologicista»: Kohler
«aplicó» el test a Werthwimer y a Koffka. Koffka a Kohler y a Werthwimer. Wertheimer a
Kohler y a Koffka. Total: seis casos de estudio. Seis sujetos investigados. Una muestra
representativa que era en realidad la población de «psicólogos» presentes en el tren que los
llevaba a no recuerdo dónde y desde el que, a través de la ventanilla, percibían que la hilera
de árboles que se erigía a lo largo de la línea del ferrocarril, árboles que obviamente estaban
inmóviles, a la percepción de los tres progenitores de la llamada Psicología de la Gestalt,
parecían estar en movimiento. Qué cosa. Resulta que los grandes fueron disidentes de lo
mismo que defendían o imputaban. Resulta que la «P» de la Psicología puede significar algo
mucho más vivo y real que la tendencia numérica de la psyché.
Entonces para no extenderme demasiado en este «primer tope» del Congreso les recordaría
que si juzgo por el aliado fundamental de la cientificidad sustentada en el método me
pondría de bruces en los brazos de la estadística o de algún que otro modelo matemático.
(Líbreme Dios! ya con mi profesora y amiga Martha Vázquez pacté hace muchos años, para
no conflictuar, que hasta en las ciencias hay «males necesarios»). En este caso solo les digo
una cosa (que no sé si alguien la dijo antes, va y a lo mejor es una cita): «Cualquier
estadística convenientemente torturada acaba por hacer la confesión que nos conviene».
Como siempre, ahora con Engels F: «los hechos siguen siendo hechos, no importa cuán
falsas sean las representaciones que de ellos se hacen». ¿Y quién dictamina el carácter de
hecho? ¿La ciencia o la vida? El Dr. Ernesto González Puig, profesor de profesores, hombre
lleno de amor a la vida, con el sagrado don de expresarla hasta por los poros me aconsejó:
«Si quieres morir de desengaño dedícate a la ciencia. La vida te pasará por al lado sin darte
cuenta (esto se parece a Lennon, lo citaré más adelante). Pero si te dedicas a la vida, algo
harás de bueno para la ciencia». Gracias Profe.
El libre ejercicio del pensamiento, acto desde el que escribo esta Conferencia para ustedes,
estudiantes de Psicología, tiene estas desventajas: de pronto ando en broncas que colman
nuestro día a día y que llamamos la construcción de nuestra disciplina, de pronto ando como
perdido en un laberinto. No hay tras mis palabras otro afán que el de participar en esta
misión que nos compete a todos los presentes: ser luchadores por el bienestar de las
personas. No soy anarquista (bueno, no mucho). No estoy tratando de hacer un piercing
posmoderno para la Psicología. Mucho menos estoy tratando de decirles «cuál es la verdad».
Estoy, eso sí, haciendo una opción. Y cuando de opción se habla, se habla de compromiso.
Y cuando de compromiso se habla es imprescindible saber con qué nos comprometemos y
cuáles son los costos de ese compromiso.
Lo único que he intentado decir es que la «P» que defiende un objeto nombrado desde «psi»
habla de una insuficiencia histórica que como accidente lógico y eficaz del pasado ha de
conformar nuestra memoria pretérita. Pero en nuestro despliegue proactivo no significa más
que una alternativa incompleta e inepta para la constitución de la ciencia psicológica y de su
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
devenir profesional hoy, para hoy, para este tiempo. Como ya he dicho esa Psicología que
defendió (y defiende) esa «P», con o sin «P» está muerta o en trance de suicidio
Tópico IV. Para toda psicología hay más de una «P». «P»ongámos la nuestra.
Sainete IV.
Inicio de curso en una típica Escuela de Psicología de una no menos típica
Universidad latinoamericana hecha típicamente a la imagen y semejanza de
una típica Escuela de Psicología de una no menos típica Universidad de los
Estados Unidos de Norteamérica. Es el típico primer día de clases para los
típicos recién ingresados en la carrera, y el Profesor dicta su típica
conferencia sobre el carácter de ciencia de la típica Psicología. Un típico
alumno que hace apuntes (no, si hace apuntes es un atípico), se queda
dubitativo y pregunta al profesor.
Alumno: —Disculpe profesor, Psicología se escribe con «P»… con «P» de
«p»olítica.
Profesor: — Jovencito, Psicología sí se escribe con «P», pero con «P» de
psique y no tiene nada que ver con la política.
Me acerco al final de mi enconada y espero que también lúdica (quien sabe si hasta lúcida)
diatriba probablemente con lo que es el inicio. Los que me conocen y me han escuchado
otras veces saben que es mi obsesión, es, no me avergüenza decirlo mi típico final (qué más
quisiera yo que pudiera ser otro, pero como Maná digo «no puedo».
Para que no me acusen de «proselitismo nacional chovinista» comienzo con Frei Betto
(cuando lo conocí, en 1986, organizábamos aquí en La Habana un Encuentro
latinoamericano de Psicoanalista y Psicólogos marxistas, me dijo: —«Tenga mucho cuidado
con los psicoanalistas… lo quieren llevar todo al diván»
Cuatro norteamericanos…poseen juntos una fortuna superior al PBI de 42 naciones con
600 millones de habitantes. En el Real Madrid, tres jugadores…reciben, juntos, salarios
anuales de 42 millones de dólares, equivalente al presupuesto anual de la capital de El
Salvador, con cerca de 1.8 millones de habitantes… Dos terceras partes de la población
mundial —4 mil millones de personas— …ni siquiera disponen de alimentación en
cantidad y calidad suficiente. En 1960 había en el mundo 1 rico por cada 30 pobres; hoy la
proporción es de 1 a 80…
(Por cierto aquí somos cerca de 300 personas ¿dónde están los 3,75 ricos que nos
corresponden? Otra vez la falacia «estadisticista»: el problema no es solo de cantidad, sino
esencialmente de «distribución»).
…la publicidad invade nuestro universo psíquico, que llega a invertir la relación persona
mercancía…El producto pasa a tener más valor que la persona…Un pequeño grupo de
privilegiados … controla el juego de poder en este mundo en que la política es siempre
dirigida por la economía (Frei Betto, Cuatro Economías).
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Ahora sigo con Galeano: «El mundo está destinando 2 200 millones de dólares por día a la
producción de muerte… Nueve días de gastos militares alcanzarían para dar comida, escuela
y remedios a todos los niños que no tienen… Los cinco países que más armas fabrican y
venden son los que gozan del derecho de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas».
Perdónenme, pero les quiero decir algo más. Ahora son las Naciones Unidas 13 quienes
hablan. Doy sus cifras y valoraciones. «Saquen ustedes sus propias conclusiones».
Las funciones esenciales de las Naciones Unidas…tienen un presupuesto anual de 1 250 millones de
dólares. Esta cifra representa aproximadamente el 4 % del presupuesto anual del ayuntamiento de
Nueva York, es casi 1 000 millones inferior al costo anual del Servicio de Bomberos de Tokio y 3
700 millones inferior al de la red de universidades pertenecientes al Estado de Nueva York… En
todo el sistema de las Naciones Unidas trabajan 52 280 personas, que se reparten por el mundo
entero… El número de personas que trabajan en McDonald's es tres veces superior, mientras que
Disney World y Disneyland tienen 50 000 empleados… Las Naciones Unidas…disponen de 4 600
millones de dólares al año para promover el desarrollo económico y social; esta cantidad, que
equivale a 81 centavos por ser humano se emplea en asistir a los países en ámbitos como la salud, la
sanidad, la agricultura, la distribución de alimentos, etc…La participación de los Estados Unidos en
los gastos de mantenimiento de paz…representa menos del 0,2 % del presupuesto anual militar
estadounidense.
¿A dónde hemos llegado? ¿A dónde aún nos vamos a dejar llevar? ¿Cuán cómplices
podemos ser de esa realidad? ¿Cuántos ante esta verdad solo dicen: Psyché = pSi-y-qué?
¿Cómo se inscribe la Psicología en ese mundo, con «P» o sin «P»? ¿Nos podemos contentar
con la imagen del nowhere man que nos dibujaron Lennon y McCartney: He’s a real
nowhere man, sitting in his nowhere land, making all his nowhere plans for nobody?. Al
final tendremos que, reajustando a Lennon14 decir: life's what happens to people when we're
busy making Psychology (la vida es lo que le pasa a la gente mientras estamos ocupados
haciendo Psicología).
Mi casi absoluto distanciamiento del pensar y hacer skineriano no me impiden reconocer que
Burrus… Frederick alguna que otra vez dijo algo sensato. Incluso muy sensato 15: «Nos
queda por resolver un problema de mayor importancia. Más que construir un mundo en el
que todos podamos vivir bien, debemos dejar de construir uno en el que será imposible
vivir»— (Skinner B.F, 1989:84).
A finales del año pasado, junto a un grupo de estudiantes del primer año de la carrera,
enviamos una «Carta Abierta a los Psicólogos Norteamericanos» 16 los típicos psicólogos de
APA. Queríamos que nos ayudarán en una batalla esencialmente humana que libramos los
cubanos por el regreso de cinco compatriotas injustamente detenidos en cárceles
estadounidenses. Para entonces escribimos:
13
14
Disponible en: http://www.un.org/spanish/aboutun/facts/setting.htm
Life's what happens to you when you're busy making other plans (Lennon J).
Citado por: http://www.loshorcones.org.mx/psicologia /analisis-dc.php
16
Disponible en: http://www.antiterroristas.cu/index.php?tpl=noticia/anew&noticiaid=1305&noticiafecha=2003-1126
15
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Somos psicólogos, o aprendices de psicólogos, convencidos de que la verdadera ciencia psicológica
está ligada al respeto insobornable por la realidad y el análisis científico y socio-político que ésta
exige, que la verdadera ciencia psicológica se funda en la profunda comprensión de que la pobreza,
el hambre, el analfabetismo, por solo señalar algunos de los apocalípticos acompañantes de la
geopolítica finisecular, no son el resultado de cómo nos representamos al mundo, sino de cómo la
injusticia histórica del poder nos lo ha construido.
El centro de gravedad (gravedad en toda la extensión de la palabra) de la psicología ha de
estar allí dónde se revele como una real ciencia humana: del ser humano real y concreto,
para el ser humano en su «P» porque nos liga a la lucha contra la «P»obreza, contra el
malsano «P»oder, con una «P» que nos convoca a la «P»articipación con «P»luralismo y
«P»rofesionalismo, salutación a la «P»! Si la «P» nos «P»sicologiza y nos «P»arapeta
«P»arásitamente «p»ara no ver los reales «P»roblemas que sufren los seres humanos, sentido
real de nuestra profesión, si la «P» nos convoca a una «P»rostitución de nuestros deberes
elementales, entonces con el «P»erdón de los «P»resentes y los ausentes: iAl carajo la «P‖!
Bibliografía
Galeano E Elogio del sentido común. La Insignia. [consulta 18 May 2004]. Disponible en:
http://www.lainsignia.org/2004/mayo/int_033.htm
Jasiner C. Objeto: ¿ciencia o ilusión de certidumbres? Biblioteca Grupal. Disponible en:
http://www.campogrupal.com/textos.html
Lakoff G, Johnson M (1991): Metáforas de la vida cotidiana. Editorial Cátedra. Madrid.
Murueta M. E. (2002): Heidegger frente a la teoría de la praxis. Discusiones sobre psicología
y ontología. Ediciones AMAPSI. México.
Reber A.S (1985): The Penguin Dictionary of Psycholog. Penguin Books, England.
Sábato E. Textos y pretextos. [consulta 18 Ene 2006]. Disponible en:
http://www.geocities.com/leerasabato/pretextos. htm
Skinner, B. F. (1989): The Origins of Cognitive Thought Recent Issues in the Analysis of
Behavior, Merrill Publishing Company.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
La comunicación de bien público
y el bien público de la comunicación.
139
Preámbulo de principio
Soy cubano en Cuba. Fue y sigue siendo mi opción personal. No logro ni pretendo la
universalidad de mi pensamiento. Hago desde y para Cuba. Tengo compromisos y
angustias. Certezas y dudas. Las comparto y supero con otros - cara a cara, escenario a
platea, computadora a libro, micrófono a receptor, cámara a pantalla. Quién sabe si por eso
me siento «comunicador». Soy psicólogo y creo que Vale la Pena. «Amo esta isla« (Pablo
Milanés) y milito en las filas de los que la defendemos no solo como lugar de nacimiento,
sino también como causa. Soy parte activa de una lucha interminable «ser cultos es el
único modo de ser libres» (José Martí). Existo luego pienso. Siempre pienso. Nunca
entendí a Descartes ni las ecuaciones de segundo grado. Creo firmemente que sí se puede.
Soy, en su sentido primario y directo, una encrucijada de utopía y pragmatismo. En los
tiempos del SIDA, de la globalización y la unipolaridad del mundo, en la era mediática, no
hay cabida para purezas ni para neutralidades: «Nadie se salva del pie forzado» (Silvio
Rodríguez). Declaro mi incondicional agradecimiento a los presos de mi felicidad. No
puede ser ni será de otro modo. Se que volverán aquí, al lugar donde nunca se les sentirá
ausentes. Soy cubano en Cuba. No logro ni pretendo más que hacer lo nuestro, lo que
queremos, lo que nos corresponde desde y para Cuba. Soy un trabajador emergente de una
inmensa sala de urgencias. Es mi vocación. «Sí, la cultura fue el principal instrumento de
la opresión de clase; pero también es, y solo ella puede serlo, el instrumento de la
emancipación socialista» (Trotsky). La comunicación de ideas es mi herramienta de labor.
«Las ideas son hoy el instrumento esencial en la lucha de nuestra especie por su propia
salvación» (Fidel Castro). Pienso como vivo. Vivo en Cuba.
Primer telón
En estos tiempos pos posmodernos todo puede suceder. Ya casi nada nos sorprende, aunque
por suerte muchas cosas todavía nos espantan. Ya vimos guerras televisadas en vivo y en
directo. Asistimos a un reality show entre el Presidente de los Estados Unidos y una becaria
de la Casa Blanca especialista en transmisión oral de la experiencia. El otro, el de ahora con
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
notoria menos inteligencia dice más mentiras que la media estimada por Felman: una vez
cada diez minutos de conversación (Basic and Applied Social Psychology). Intentando hacer
una broma a un amigo que se mofaba de saberlo todo en Internet, escribí una dirección en su
computador: www.fondillo.com e inesperadamente apareció una página pornográfica. Para
salvar la situación creada que comprometía mi imagen profesional escribí entonces otra
dirección: www.educacionsexual.com y entonces la respuesta fue otra: The requested URL
could not be retrieved. Not found. Sin comentarios. Las niñas hoy no juegan a las muñecas,
sino a las «Barbies». «Barbie» no es una muñeca, es un modo de vida. Mi hijo no quiere un
gorila. Tampoco quiere un robot. Quiere un «transformer». Ni trabajando como en sus peores
épocas la JUCEPLAN sería capaz de gastar todo el dinero que tiene Bill Gates. «No están de
moda los inteligentes» —dice Amaury Pérez. El mundo se nos presenta caótico. Quién sabe
si tenía razón Octavio Paz cuando afirmó que la palabra futuro es una palabra en decadencia.
Saber de dónde se viene, quién se es o dónde se está, al menos sigue siendo un problema. A
dónde se va ya ha dejado de serlo. Pero no nos preocupemos. La cínica inteligencia de
Murphy nos aclara: «Nada es tan malo como para que no pueda empeorar». A su manera
Groucho Marx denotaba la dominante valorativa de la época: «Estos son mis principios. Si a
usted no le gustan no se preocupe, tengo otros».
Toffler dice que «el socialismo choca contra el futuro». Yo digo que vale la pena.
Probablemente ambos tenemos algo de razón. Solo que la razón de Toffler es metafísica: él
habla del socialismo que conoció. La mía es dialéctica: yo hablo del socialismo que tratamos
de construir. Fukuyama asevera que «del comunismo no quedará ni rastro». Tendría que
haber sido más exacto y haber dicho que no quedará ni rastro de nada. Lo cual es
perfectamente probable si no somos capaces de detener la destructiva acción que se
generaliza comandada por el neoliberalismo y la psicosis maniática de W. Bush. Lo cierto es
que la entrada en el nuevo siglo nos ha encontrado «pagando deudas» del siglo que terminó.
Es probable que el séptimo sello se haya abierto. Es posible que los siete ángeles estén a
punto de tocar sus trompetas.
Que «—en el principio era el verbo…y… todas las cosas fueron hechas por medio de él, y
sin él no fue hecho nada de lo que ha sido hecho» (Nuevo Testamento) es algo que aún no
creo, aunque sea creíble para muchos. Pero «que el verbo se hizo» no carne, sino mensaje y
dio pie a la comunicación, que es hoy «principio y fin» (primitivo y metástasis) de todo, es
algo de lo que dudar no hace mucho sentido. Hoy las apariencias (que engañan pero llegan a
ser la verdad) nos hacen pensar que la palabra ocupa el lugar de las cosas.
Compatriotas. En esta hora, fuerzas estadounidenses y de la coalición se encuentran en las primeras
etapas de las operaciones militares para desarmar a Irak, para liberar a su pueblo y para defender al
mundo de un grave peligro…Nuestro país entra en este conflicto de manera renuente. Sin embargo,
nuestro propósito es seguro. El pueblo de EUA y sus amigos y aliados no vivirán a merced de un
régimen proscrito que amenaza la paz con armas de asesinato en masa.‖ (Discurso del Presidente
G.W. Bush).
Informes de inteligencia señalan la presencia de armas de exterminio masivo en Irak… El eje del
mal tiene un centro y tiene cabecillas. Es nuestro deber con el mundo librar un guerra preventiva
para evitar que el mal se expanda…los Estados Unidos perseguirán con toda su potencia militar al
mal donde este aparezca (Colin Powell).
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Sin embargo, nada hasta hoy autoriza el ataque a los ojos de la legalidad internacional. Los
inspectores enviados por la ONU para descubrir eventuales armas de destrucción masiva siguen con
las manos vacías. Su informe entregado a la ONU el 27 de enero es por así decirlo vacuo. Por otra
parte, no se ha podido establecer ningún vínculo entre Bagdad y las redes terroristas islámicas,
especialmente Al-Qaeda, autora de los atroces atentados del 11 de septiembre de 2001, y convertida
desde entonces en el enemigo público número uno de Washington. Por consiguiente, la opinión
pública mundial sigue reclamando las pruebas indiscutibles que justificarían la inminente agresión
(Antes de la guerra, Ignacio Ramonet / Le Monde Diplomatique 28-02-03).
Todavía no ha aparecido el primer arma de exterminio masivo. No hay una sola evidencia
concreta real de su existencia. ¿Acaso hace falta que existan las armas? La palabra es
«motivo» suficiente para desafiar al mundo.
En la estratósfera financiera ya el dinero no existe (y por cierto no como hecho que
anticipara el inexorable advenimiento del fantasma que todavía recorre el mundo: el
comunismo). Ha sido sustituido por palabras: son cifras vacías que sirven a la comunicación
del discurso de la dominación o de la pobreza, de la deuda o del derecho según sea el caso.
Los países cambian las monedas: cambios de nombres, de palabras, porque todo sigue igual.
Dice Ramonet «cualquiera que sea la actividad sobre la que se piense hoy, la respuesta
masiva que se nos da es: hay que comunicar. Si en la familia las cosas no marchan es porque
los padres no hablan con sus hijos. Si en una clase las cosas no funcionan es porque los
profesores no discuten bastante con sus alumnos. Si en una fábrica, o en una oficina, el
asunto no va, es porque no se discute bastante». Parece que hemos vuelto a la «piedra
filosofal». La comunicación se nos presenta como el líquido que lo disuelve todo. Recuerdo
una vez más la historia de Bratus y Asmolov (de la que a fuerza de contarla tanto y a mi
manera me siento co-cuentero).
Un hombre llega a la oficina de inventos y patentes. Se acerca a la mesa y le dice al funcionario que
allí estaba. «Buenas tardes señor. ¿Es aquí donde se inscriben los descubrimientos?».
«Efectivamente» —le responde el burócrata. ―«¿Qué se le antoja? ». A lo que el otro responde:
«Pues mire bien, he descubierto algo que revolucionará al mundo». El funcionario, con cara de
quien ha oído eso mucho más que una vez le pregunta: «¿Sí… y de qué se trata?». Lleno de orgullo
y satisfacción el «incomprendido genio» dice: «He descubierto el líquido que lo disuelve todo». A
lo que el hombrecito desde la mesa le dice: «Tráigame una muestra para poder evaluar el invento»
(un líquido que lo disuelve todo no puede ni realizar su esencia, se disuelve a sí mismo, no es nada).
Pero el «líquido», como si fuera Coca-Cola, parece tener un dueño mundial (que tiene
dominio o señorío sobre alguien o algo) y convertirse en un diferenciador más de los que
tienen y los que no tienen.
¿Qué significa ―la sociedad de la información‖ para el 75 por ciento de la población en el mundo
subdesarrollado? ¿Para qué sirven las nuevas tecnologías de la información y de las comunicaciones
a los 1 200 millones de personas que soportan la pobreza extrema, a los 842 millones de
hambrientos y a los 2 400 millones carentes de saneamiento básico? ¿Qué harían con una
computadora los 854 millones de adultos que no saben leer ni escribir y los 115 millones de niños
sin acceso a la educación? ¿Cómo la usarían los 2 mil millones que no disponen de energía
eléctrica? Mucho ha logrado el hombre en las ciencias y las tecnologías desde el comienzo de la
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
historia. Impresionan los descubrimientos del último siglo y su incesante dinámica. Pero lo
realmente sorprendente es el contraste entre el progreso material reservado sólo a algunos, y el
atraso cada vez más agudo en el desarrollo del humanismo y la solidaridad (Ricardo Alarcón).
El dueño no solo «posee el medio», sino que al tenerlo, es dueño también de la palabra y esto
es fundamental. Más aún: se pretende e instaura como dueño de la verdad en su acepción
psicosocial: la verdad como construcción del poder. La historia «escrita por los cazadores y
no por los leones», diría Galeano. La «estructura total de actos aplicada a posibles actos»
(Foucault).
142
La conducta de algunos funcionarios del gobierno de Estados Unidos produce lástima. Se puede
apreciar en las altas esferas del poder una plaga de mentirosos que rara vez dicen algo serio o se
acercan a la verdad. El subsecretario de Estado de Estados Unidos para Asuntos Interamericanos,
señor Roger Noriega, criticó a Cuba por apoyar a elementos desestabilizadores de varios países
democráticos en América. ¿Qué es desestabilizar? ¿Enviar miles de médicos a colaborar con los
gobiernos en la atención de las personas más pobres y necesitadas? ¿Acaso hemos desestabilizado a
Guatemala, Honduras, Haití, Belice, Paraguay y varios otros países del Caribe o América Central o
del Sur? ¿Acaso es desestabilizar el envío de 15 mil médicos de Cuba a 64 países del mundo donde
millones de personas son atendidas y decenas de miles de vidas son salvadas? ¿Desde cuándo la
promoción de campañas de alfabetización por métodos nuevos, modernos y sumamente eficientes
significa desestabilizar regímenes democráticos en cualquier lugar de la Tierra? ¿Cómo puede
calificarse de acción subversiva conceder becas a más de 12 mil jóvenes del Tercer Mundo para
estudiar en nuestras universidades? ¿No es acaso estúpido calificar de subversiva la acción de miles
de instructores deportivos que promueven las más sanas actividades, que contribuyen a reducir el
delito, el consumo de drogas y llevar la salud a millones de jóvenes? ¿Desde cuándo promover la
educación y la cultura es desestabilizar naciones? (Editorial Periódico Granma. Enero 8 de 2004).
Se trata de una reproducción parafraseada de la sentencia según la cual: «Comunicar no
significa convertir lo real en palabras sino hacer que la palabra sea real»... cueste lo que
cueste. Otra vez Murphy: «Nunca se sabe quién tiene la razón, pero sí quien tiene el poder‖.
Corolario: ―Quien tenga el poder, tiene la razón» (al menos en el imaginario mediático). Ya
no se trata solo de la mentira. Ahora se trata de «la verdadera mentira»: el problema ya no es
decir o no la verdad, sino hacer creer la mentira.
Es un caso asombroso. Cuba se ofreció a cooperar con Estados Unidos en la lucha contra el
terrorismo y…lo que ocurrió después fue el arresto de los cubanos que habían infiltrado los grupos
terroristas en Estados Unidos. Es realmente repugnante ¿Y cree usted que se informó de esto a la
opinión pública? Nadie sabe nada al respecto. Estos cubanos infiltraron organizaciones terroristas
radicadas en Estados Unidos que violan la ley estadounidense y lo que ocurre es que arrestan no a
los terroristas, sino a los infiltrados. Es algo asombroso. (Noam Chomsky)
Esta es la causa por la que desde Marcuse a Chomsky, de Mattelart a Ramonet, de Debray,
Humberto Eco al Papa Juan Pablo, (por solo mencionar algunos) hay un llamado de alerta
sobre el peligro que engendra el poder de los medios de comunicación.
Asumiendo la cuota de elemental cinismo que suponen se corresponde con el hecho de vivir
en este mundo esquizofrénico y esquizofrenizante, algunos cantan con Serrat, desvirtuando
el sentido real del texto: «Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio». No tiene
remedio, no hay nada que hacer. Mi complicidad con la psicología y mi compromiso
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
militante me dejan ver las cosas de otro modo: «la diferencia entre un jardín y un desierto no
es el agua. Es el hombre» (antiguo proverbio árabe). Somos los actores los convocados.
Muchos coinciden en que como nunca antes el rol protagónico estará en los protagonistas
(no es una repetición, sino una reiteración). «Los próximos cien años serán un período de
transición entre la actual tecnología del metal y el silicio y la tecnología del mañana de
enzimas y neuronas» asegura Freeman, un físico británico. Naisbitt está convencido de que
«los progresos más excitantes del siglo XXI no se producirán a causa de la tecnología, sino
de un concepto expansivo de lo que significa ser humano». «Sobre la tierra no hay más que
un poder definitivo: la inteligencia humana. El derecho mismo, ejercitado por gentes
incultas, se parece al crimen. Los hombres fuertes que se sienten torpes, se abrazan a las
rodillas de los hombres inteligentes… La inteligencia da bondad, justicia y hermosura: como
un ala, le levanta el espíritu… Del puñal hace espada, de la exasperación, derecho; del
gobierno, éxito; de lo lejano, cercanía» (José Martí). Entonces prefiero cantar con Silvio:
«Seamos un tilín mejores y mucho menos egoístas». Decir que los medios mienten es un mal
modo de decir. Los medios no hacen nada sin una complicidad básica con el comunicador y
«las manos ejecutan lo que el corazón manda». Dicho de otro modo: no hagamos de la
comunicación un problema. El problema no son los medios, sino en manos de quién están
los medios. Pongamos el centro de gravedad en los comunicadores. Tenemos un camino
delineado por la ética (el respeto, la honradez, la solidaridad), los compromisos esenciales,
los derechos universales del ser humano: la salud, la educación, el trabajo) y una causa que
abrazamos. Somos comunicadores de una sociedad que lucha con todas sus fuerzas por ser
definitiva y plenamente libre, «con todos y para el bien de todos». Seamos comunicadores
«para el bien de todos».
Segundo telón
Otras publicidades nos alertan sobre una enfermedad contagiosa, nos previenen sobre los
peligros del cigarrillo, o nos proponen reflexionar sobre nuestra actitud hacia los
ancianos…No todas las publicidades tienen fines comerciales. También existen aquellas
preocupadas por problemas, valores, ideas, actitudes o pensamientos de la comunidad.
Son las que llamamos campañas de bien público. Las campañas de bien público son,
entonces, un tipo específico de anuncios publicitarios. Apelan a la función informativa y
educativa de la publicidad. Siempre con un claro sentido social.
Con bastante frecuencia en las anatomías conceptuales figurativas de las teorías,
especialmente en el imaginario literario de las llamadas ciencias sociales y humanas,
aparecen caprichosas dicotomías17 conceptuales que no favorecen del todo la comprensión de
quien desde la lógica del conocimiento se acerca a dichas disciplinas.
Desde mi saber profesional podría tomar como rehén sobresaliente a Freud quien contrapuso,
en calidad de ejes cardinales de la regulación del comportamiento humano, el Principio del
placer y el Principio de la realidad. Se forma así la imagen para el lector profano que o bien
17
Dicotomía: División lógica de un concepto en dos conceptos —generalmente contrarios— y tales, en
todo caso, que agoten la extensión del primero.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
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el placer no es real, o la realidad no es placentera (Por mucho que podamos encontrar
acuerdos parciales con tal afirmación la función orgásmica (placer real) y Varadero (realidad
placentera) serían contradicciones más que suficientes). Hay dicotomías cantables: You say
yes, I say no… You say why, and I say I don´t know (Lennon-McCartney). Las hay también
recitables: «Yo no puedo tenerte ni dejarte /no sé por qué al dejarte o al tenerte / se encuentra
un no sé qué para quererte / y muchos si sé qué para olvidarte…» (Sor Juana Inés). Las hay
sexuales: «La bisexualidad es una orientación sexual dicotómica: Los heterosexuales ven a
los bisexuales como heterosexuales con fallas, los homosexuales los consideran miedosos
que se quedaron a mitad de camino en su opción» (Sureda). Con frecuencia nada
despreciable estas dicotomías marcan una «ilusión de alternativas‖ y esconden un «más de
lo mismo» (al decir de Watzlawick). Otras veces hacen pagar a «justos por pecadores».
Probablemente es esta derivación degenerada (de generación involutiva) la que asocia
fuertemente alas dicotomías con la satanización y el estigma. Por si fuera poco, no siempre
es posible predecir las preferencias de los sujetos de decisión a uno u otro polo.
Un hombre llega corriendo al registro civil de su ciudad natal: Roma. La puerta de la
oficina está cerrada. Son las cinco de la tarde. Golpea fuertemente la puerta y grita
pidiendo desesperadamente que le abran. Un funcionario que aún se encontraba dentro
del recinto recogiendo sus cosas, al escuchar las súplicas decide acercase a la puerta y le
dice al ciudadano: «Sr. Ya son las cinco de la tarde. Tendrá que volver mañana». Aquel,
con lágrimas en los ojos, le dice: «Por favor, ayúdeme. Yo necesito urgentemente
cambiarme el nombre». El funcionario le explica que el trámite puede ser hecho sin
grandes tropiezos pero que no entiende por qué no esperar al otro día. El hombre mira
muy seriamente al funcionario y le dice: «No puedo esperar un día más. ¿Sabe cómo me
llamo? »El otro responde negativamente con la cabeza. «Me llamo Marcelo Mariconni».
Ante tal evidencia, el funcionario en una muestra de total comprensión y solidaridad
humana hace pasar al desesperado diciéndole. «Ahora lo comprendo. Haré una
excepción. Pasé y siéntese». Calmado ante la evidencia de que su solicitud será atendida,
el solicitante se sienta junto al escritorio en el que el funcionario ya comienza a llenar
planillas. «Me dijo entonces que se llama Marcelo Mariconni». «Desgraciadamente» —
responde el otro. ¿Y cómo quiere llamarse ahora?» La respuesta no se hizo esperar:
«Angelo Mariconni».
Confusiones de este tipo son las que en ocasiones genera la noción de «comunicación de
bien público». Me gustaría haber sido más aplicado en las clases de gramática y poderles
explicar con rigurosidad y acierto que según la Gramática, «rama de la lingüística que tiene
por objeto el estudio de la forma y composición de las palabras (morfofonología), así como
de su interrelación dentro de la oración o de la frase (sintaxis)»… una oración gramatical es
una «unidad lingüística mínima, dotada de significación,…con sentido completo, autonomía
sintáctica y figura tonal propia. Está constituida por dos sintagmas: Sintagma nominal y
sintagma verbal, que…corresponden a las funciones de sujeto y predicado…Sujeto es la
persona u objeto del que se dice algo, y predicado es un sintagma verbal que expresa todo lo
que se dice del sujeto gramatical» (discúlpenme por el mal rato). «Comunicación de bien
público» no es una oración, es una denominación, es un nombre. Siendo la función de la
denominación el establecimiento de una identidad (que diferencie y que una) podemos
pensar que estamos ante un acertijo de sumo interés: si existe la «Comunicación de bien
público» y como tal la denominamos es porque queremos diferenciarla de otra que no lo es.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
¿Existe también la «comunicación de no bien público» o «de mal público»? ¿Es esa la
diferenciación que se pretende?
Es verdad que mirando ciertos productos comunicativos uno tiende a pensar que sí, que es
absolutamente cierto: existe la comunicación de mal público. Pero el asunto sabemos que es
otro. La contraposición viene por otro sendero. Probablemente los especialistas sugieran
como comprensión alternativa el hecho de que hay una comunicación de misión comercial
(ya sea de producto, de empresa, etc.), esa que se incluyen con favores especiales en el
marketing mix, y cuya misión esencial es participar activamente en la gestión de rentabilidad
y beneficios económicos (generando imagen, promoviendo ventas, etc.), y esa otra
comunicación que persigue «ayudar, orientar, educar, prevenir, concienciar en lo que a
valores esenciales, comportamientos sanos y cívicos, defensa de la cultura, soberanía e
independencia, asimilación de derechos y deberes ciudadanos se trata». Entonces hablamos
de una comunicación de bien público y una comunicación comercial. Pero aquí no hay
antonimia (no son antónimos), sino diferencia. Puede o no haber contradicción. Entonces
cabe la pregunta: ¿el único camino destinado a la relación entre una y otra es la
contraposición o es factible la búsqueda de alguna unidad posible?
Hay caminos ya señalados y ampliamente fundamentado.
La comunicación puesta a trabajar a favor de los demás, es una herramienta incomparable…
Crea una mayor conciencia social sobre lo que afecta a toda la comunidad… la faceta más
noble y altruista de la comunicación, el bien público, está jalonada de mensajes dirigidos a
encausar o resaltar hábitos, usos y pensamientos de la comunidad…nucleados generosamente
con un objetivo básico, crear ideas fuerza para que los grupos sociales descubran sus males y
busquen aliviar sus consecuencias (Consejo Publicitario Argentino).
Muchas veces me he pregunto en qué estoy ayudando al mundo, pienso qué tan importante
puede ser la publicidad, y creo que…se demuestra que la publicidad puede ser muy
importante porque estamos vendiendo esperanza, cualquier mujer pudo reflexionar con un
comercial y al hacerse su examen a tiempo, probablemente se están salvando muchas vidas;
en esta oportunidad me he sentido muy orgulloso de ser publicista (Felix Zilinskas).
Una lección que podemos aprender de la comunicación de la ONCE es su enorme
consistencia. Durante casi 20 años ha repetido campaña tras campaña el mismo discurso
basado en un único elemento: la necesidad de comprar el cupón para ayudar a integrar social y
laboralmente a su colectivo… lo ha hecho empleando una gran variedad de aspectos retóricos
y de fórmulas publicitarias... Esta consistencia, junto con su larga e intensa presencia en los
medios de comunicación, son —según los estudios realizados— la clave del éxito de la
ONCE (Antón Álvarez).
La comunicación, unidad en la sugerida diferencia, es el común denominador y es además
un bien público. La comunicación puede aportar beneficios sustanciales al progreso social,
al mejoramiento del ser humano, al desarrollo de habilidades sociales. La comunicación nos
acerca al sueño de, al menos, acciones de salud más extensivas y preventivas. La
comunicación puede ser trinchera de la defensa de la cultura, de la soberanía. La
comunicación puede ser un amplificador de las acciones de educación, puede multiplicar
«los panes y los peces» que alimentan el alma humana. La comunicación puede ser
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
instrumento de denuncia, de combate contra los que nos quieren hacer esclavos, de defensa.
La comunicación puede ser esperanza, firmeza, convicción: «Volverán».
Que quede entonces claro: el problema no es la comunicación, sino el uso que se hace de
ella; el problema no son los medios de comunicación, sino el uso que se hace de ellos.
Quizás sea más interesante decir que tenemos «comunicación para bien» y «comunicación
para mal» (incluso tenemos «no comunicación» y también «incomunicación»). Y, al menos
por el momento, tenemos que lograr que convivan en este frankestein de «relaciones
educadas» que es el mundo hoy. Ya lo dije alguna vez antes:
146
Vivimos en un mundo que intenta erigirse sobre la convivencia educada. Pongamos a manera
de voluminoso ejemplo la actual «convivencia educada» entre la desnutrición y la obesidad.
Hemos encontrado que hay espacio para las figuras leptosómicas de Fidelio Ponce y las
picnicas de Botero. Que pueden convivir la anorexia provocada por el rechazo a la celulitis, el
culto a la esbeltez esquelética de los que tienen qué y cómo comer, con los vientres
inflamados de los que no tienen que comer y son comidos por enfermedades que para los
primeros son raras y exóticas. Una aritmética elemental nos dice que para el caso de los
Estados Unidos, donde las XXL y las XXXL no son noticia, la disminución de ingesta por
hipercalorización de los envuelticos en carne daría para alimentar, al nivel del promedio
calórico esperado por el Fondo de población de la naciones unidas, a los que probablemente
se ofenden —«desde su sociohistoria» al oír hablar de la necesidad de dietas más eficaces.
Pero lo cierto es que existen los sobrepesos y los bajopesos. Y para poder actuar sobre unos y
otros tenemos que posicionarnos socialmente…como dice Nadis Sadik: el reto necesario,
imprescindible es «Vivir juntos en mundos separados» (Me cito a mí mismo: Manuel
Calviño).
¿Es posible esta convivencia al menos parcial? ¿No será pertinente una relativa unión
táctica? A nivel mundial se observa que la empresa moderna se empeña en lograr una buena
imagen social ante sus consumidores, para su entorno. Esto no es algo especialmente
novedoso, es la propuesta básica del llamado marketing social. Entonces, en la búsqueda del
«maquillaje mejor», transa con conceptos que quizás devora luego en su sistema o los
convierta en instrumentos de una gestión de marketing, pero que de algún modo la marca. La
empresa también quiere «adornarse» con la imagen de una orientación social: ser
socialmente responsables.
Cuando hablamos de acción social nos referimos a un cambio en el concepto de empresa, un
aspecto que tiene carácter estratégico. La conciencia social no es una moda y va más allá de la
mera filantropía. Es un valor en constante evolución, que cada vez adquiere más importancia
dentro de las compañías y cuyo desarrollo será muy interesante…Las compañías se preocupan
por estos aspectos y quieren transmitir el mensaje de que ellas sí son socialmente responsables
y no están al margen de la sociedad (Felipe Oriol).
Aquí hay una «oportunidad de mejora». «No pretendemos despreciar el beneficio de tales
acciones de responsabilidad social, aunque existan empresas que la utilicen con fines de
manipulación» (Ileana Díaz). Hay un modo de hacer convivir, a estas empresas, con «la otra
geografía», la que constantemente queda fuera de su mirada. A veces pienso que los
gobiernos responsables deberían implementar una suerte de impuesto a pagar en productos y
acciones comunicativas de bien público. Pensemos, como un dato de la historia reciente que
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
«13 agencias publicitarias estadounidenses ganaron en 1988, gracias a sus actividades a
escala internacional, más de 1 000 millones de dólares». Con un pequeño porcentaje de la
suma de dinero que se mueve anualmente en el mundo por concepto de publicidad se
organizarían excelentes campañas de bien público, en formatos y soportes asequibles a la
población necesitada).
Los gastos en publicidad online en Brasil crecerían 16 % en el 2004 y el 2005, tasa levemente
superior a la que se registraría en 2003 cuando, a pesar del escaso dinamismo de la economía,
la inversión en los anuncios se habría incrementado en un 15,1 %...Según un estudio de la
consultora local E-Consulting, el mercado brasileño de publicidad online registraría una
actividad de USD $60 millones. La consultora dijo que los enlaces patrocinados son una de
las principales tendencias para el segmento de la publicidad online, por tratarse de una
herramienta que atrae empresas interesadas en colocar su marca en la red, pero que no tienen
recursos para contratar una agencia de publicidad (lanota.com).
Un estudio reciente de… la consultora estadounidense Forrester Research, augura un
crecimiento exponencial de los gastos en publicidad en el próximo quinquenio en la región,
hasta llegar a los 1 647 millones de dólares en el 2004. Eso mostraría un crecimiento mucho
mayor al esperado para la publicidad electrónica mundial que, según Forrester, pasará de 3336
millones de dólares este año a 33 075 millones en el 2004. En términos porcentuales, eso
significa que los gastos en publicidad en Internet en América Latina pasarán a representar del
actual 1,5 % a un 5 % del total mundial dentro de cinco años (David Haskel/REUTERS).
Pero una vez más: estoy pensando desde y para Cuba. Aquí tengo un programa de televisión
de «bien público» al que conceden un horario estelar, con un excelente arrastre y
consecuente (después de la telenovela y antes de la película). No soy el único. Aquí no me
interfieren mis programas preferidos para persuadirme de consumir más que un producto,
una marca de producto. No es esta una sociedad perfecta. Es sí una sociedad distinta: más
justa, más centrada en la esencia humana que en las candilejas del proscenio. «Un pueblo
con menos desigualdades, menos ciudadanos sin amparo alguno, menos niños sin escuelas,
menos enfermos sin hospitales, más maestros y más médicos por habitantes que cualquier
otro país del mundo…un pueblo instruido … que posee talento, elevada cultura política,
convicciones profundas, absoluta confianza en sus ideas y toda la conciencia y el respeto del
mundo» (Fidel Castro).
En nuestra pequeña isla, conjunción de geografía y representación social, el asunto tiene sus
especificidades. «Aquí vengo a descansar mis sentidos de la invasión constante de la
publicidad»
—–me decía un amigo de otra latitud recientemente. Aquí no tenemos sino lo que podemos
y queremos. No hay inundaciones (incluso en algún sentido lo que hay es déficit) de
comunicaciones baldías, atropellantes y beneficiosas para los que lo que menos quieren es el
bien público. Aquí tenemos nuestros propios problemas. Por supuesto. Pero aquí existe una
voluntad política de bien público que preside el carácter y la intención de toda acción de
comunicación. Entonces creo que podemos pedirnos a nosotros mismos mucho más que
relaciones educadas. Podemos «vaciar el símbolo» (Abel Prieto). ¿Cómo? Me aventuro a
algunas propuestas.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
En primer lugar, buscando una relación coherente y comprometida entre los intereses de las
comunicaciones con fines comerciales y el bien público como fin. ¿Acaso no puede la
comunicación comercial derivar colateralmente como subproducto un bien público o
contenerlo como valor agregado? ¿Quién dijo que fomentar el consumo no puede ser un bien
público? Para los que dudan o los que no peinan canas (visibles o teñidas) traigo un recurso
mnemotécnico: «Consuma productos cubanos que así también se hace patria» (mucho mejor
para mi gusto que el reciente «Lo mío primero»). Estoy convencido que haríamos un bien
público si incentivamos la compra de la proteína vegetal (soya texturizada) que sufre las
penurias de unas pancartas que se delatan como «incomibles». La Feria del Libro es una
feria: «Mercado de mayor importancia que el común, en paraje público y días señalados.
Paraje público en que están expuestos los animales, géneros o cosas para su venta.
Instalación donde se exponen los productos de un solo ramo industrial o comercial, como
libros, muebles, juguetes, etc., para su promoción y venta». Las tarjetas prepagadas de
ETECSA ponen en las manos de los que se van a comunicar una muestra sugestiva del arte
pictórico cubano cumpliendo una finalidad educativa. Se trata de un valor agregado que no
solo puede influir sobre las ventas y la satisfacción con el producto comprado, sino que
además favorece un acercamiento del público a un producto cultural comercial o no.
«Hemos tenido el propósito, en términos de selección de imágenes para nuestras tarjetas, de
no sólo satisfacer al Cliente con su valor de uso, sino también por su valor coleccionable,
siendo este factor de cultura otro motivo adicional para adquirirlas» (ETECSA). En
diciembre de no recuerdo qué año, mes propicio para las ventas, publiqué en una revista
comercial un escrito que decía: «Más que un suceso comercial, el regalo es sobre todo un
hecho esencialmente humano». Y de aquí proponía que hiciéramos un intercambio de
regalos y nos regaláramos comprensión, tolerancia, olvido de los resentimientos, amor,
mucho amor. ¿Bien público o no?
Aquí, repito, tenemos condiciones favorables: no hay grandes concentraciones, mucho
menos monopolios de marcas, un mercado no regido por las leyes de la competencia, la poca
comunicación comercial que existe puede ser orientada en base a una macroestrategia
comunicativa única, los medios están en manos del estado, existen los mecanismos de
supervisión y ayuda, existen asociaciones profesionales. Cualquier comunicación comercial,
podría tener entonces una dirección cultural o educativa, una comunicación que persuada
con in«formación» y por tanto promueva «formación», incluso en aras de proteger, orientar
y ayudar al consumidor, «abordar la verdadera realidad de la protección al consumidor, a fin
de que la ciudadanía adquiera conocimientos al respecto» (Alma D. Hernández). Hablo por
ahora de cosas que pueden incluso entrar de la estrategia comunicativa comercial de una
empresa (algo en cierto sentido similar a las acciones de responsabilidad social con fines de
marketing social, con objetivos de captación y fidelización de clientes). Solo digo que los
íconos de esas acciones de comunicación podrían «transportar», «mediatizar», un bien
público. El asunto es de suma importancia y requiere de un análisis profundo,
comprometido, un análisis profesional y militante. Sobre todo de una acción.
En segundo lugar, en este «vaciar el símbolo», hay un detalle que no debe escapar a nadie.
Lo razoné leyendo a Marx, y lo comprendí construyendo la nueva sociedad: el problema no
es la existencia de la plusvalía. El problema es su apropiación enajenada. El bien público de
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
la comunicación no está solo en su intencionalidad y en su efecto sobre las personas. Está
también en la apropiación de sus impactos. Soy de los convencidos que la buena
comunicación de Jardines del Rey, de Cayo Largo, esa que refuerza que apostamos por
«…un turismo de paz, de salud y de seguridad, del que puedan disfrutar niños y familias,
jóvenes, adultos y personas de la tercera edad...un turismo de recreación sana, cultura y
descanso» (Fidel Castro). Se revierte como bien público en las escuelas y los hospitales.
Pero esto además debe conocerse, asimilarse, no olvidarse, por eso también necesita ser
comunicado con claridad.
En tercer lugar, sin con esto pretender cerrado el análisis, debemos preguntarnos: ¿Los
excelentes talentos que tenemos y con dominio de buena técnica no pueden brindar sus
capacidades también para la generación de una comunicación específicamente encaminada
al bien público? Hace algunos años escribí:
En los últimos años hemos visto como la acción compartida, marketear comercial y
socialmente, gana espacio entre los especialistas honestos, y vemos en esto, por razones
obvias, una fuerza de robustecimiento de la gestión social. La misma convivencia
interdependiente, transactiva, intercomunicada que aspiramos para la publicidad comercial, la
propaganda política y la publicidad de bien público, es y ha de ser una opción posible también
para el especialista, ese hombre concreto que tiene como primera encomienda económica el
sustento, como reclamo social la virtud, como divisa profesional la excelencia y como opción
política la defensa del alma cubana (Marketing Social).
Es este un elemento importante del trabajo de los comunicadores sociales. Lo que más
necesitamos es talento, creatividad, puestas al servicio del bien público. Ya en el Diálogo
2001 juzgando el desbalance de recursos entre los disponibles para la publicidad comercial y
la de bien público se señaló que: «la clave para resolver el dilema material… quizás esté —
volvemos también a ella—en la creatividad…un lenguaje capaz de conmover y comunicar
sus ideas a los más diversos públicos» (Revista Espacio. 7- 2002). Otra vez. Para no variar:
el comunicador.
Digo más: tenemos un número considerable de agencias de comunicación. Muchas veces los
productos comunicativos orientados a la educación y la salud, por solo señalar quizás los
más notorios, son hechos o bien por bien intencionados sin mucho conocimiento ni
condiciones, o bien por bien intencionados sin la capacidad y el talento creativo requeridos.
Prima la buena intención. Pero ya sabemos: «de buenas intenciones está empedrado el
camino al infierno». Tal vez pueda tenderse un camino fuerte y sabio entre los necesitados
de organizar campañas de bien público en sus escenarios específicos (municipios, regiones,
etc.) y las agencias de comunicación. El principio podría ser similar al que rige la
imposición a los precios de venta a la población. Alguna solución seguro que es posible si es
que se piensa con ingenio y proactividad.
Léase en ahora en todo este contexto la afirmación de Passeron: «…ninguna innovación
tecnológica pudo jamás superar, por virtud exclusiva del medio, las desigualdades culturales
producidas y reproducidas por el juego bien engrasado de las estructuras y de las jerarquías
sociales: las características técnicas de un medio de comunicación no predeterminan jamás
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
sus efectos sociales al punto de descartar los efectos que dependen de las relaciones sociales
que se encuentran en el origen de la utilización de esta técnica». Subrayo: «…las
características técnicas de un medio de comunicación no predeterminan jamás sus efectos
sociales».
Los efectos sociales previsibles tienen que ver con las intenciones, con los que se pretende
que pase y para lo cual se utiliza el medio, la técnica. Siempre se vuelve al mismo punto.
Todos los caminos conducen al sujeto (al de la apropiación y al de la producción). Lo digo
una vez más: No hagamos de la comunicación un problema. No son los medios el problema.
Pongamos el centro de gravedad en los comunicadores.
A manera de epílogo
Hay que analizar bien y llegar a conocer la guerra cultural, encontrar sus puntos débiles y
aprender a utilizar ese conocimiento no solo para denunciarla, sino para actuar contra ella
a la vez que ir creando un campo cultural diferente y opuesto al del sistema. Es necesario
desarrollar medios y otros instrumentos alternativos…es indispensable situarse siempre
en la especificidad del medio y de los objetivos que buscamos. Conseguir más temas
procedentes, métodos convenientes, calidad, atractivo; ser realmente opuestos y
diferentes a la cultura de los opresores, y no solo opuestos a ella… (Fernando Martínez).
Porque «otro mundo es posible»y esa posibilidad pasa por un cambio en el modelo
comunicativo imperante en el mundo se alzan las alternativas: «la crítica del sistema
mediático se ha convertido en un frente de lucha prioritario para los movimientos
sociales…Frente al poder de los medios de comunicación, hay que instaurar un contra-poder
del ciudadano, un «quinto poder» para múltiples modalidades de acción» (Bernard Cassen).
«No digo que sea lo único que habría que hacer. Pero…se necesitaría un consejo superior
del audiovisual, que vigile que se cumplan algunas reglas de coexistencia pacífica y
democrática» (Armand Mattelart). Hasta un Observatorio internacional de los medios de
comunicación (Media Watch Global), se propuso en Porto Alegre, que apoyará otra «red de
redes» de observatorios nacionales de los medios de comunicación como, el creado en
Francia, en septiembre del 2003. Más esencialmente: «Un nuevo orden mundial de la
información y las comunicaciones, es necesidad impostergable que requiere impulsar una
revolución educativa internacional. Es posible eliminar el analfabetismo y llevar la
enseñanza hasta el sexto grado a quienes carecen de ella en todo el mundo. El gasto total
para realizarlo sería menos que el 0,004 por ciento del Producto Interno Bruto de los países
desarrollados de la OCDE, en un año» (Ricardo Alarcón).
La voluntad política, la estrategia cultural y educativa, los principios sobre los que se intenta
construir nuestro ecro (esquema conceptual referencial y operativo) comunicativo, nuestro
epistema comunicacional, puede tendernos algunas trampas.
El que siga buen camino tendrá sillas peligrosas que lo inviten a parar
(Silvio Rodríguez).
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Manuel Calviño
La virtud tiene sus tentaciones, como todo: mucho más peligrosas porque no
desconfiamos de ella.
(Marguerite Yourcenar).
Tenemos razones suficientes para afirmar que la comunicación de bien público goza hoy de
mayor salud que antes. Sin embargo, no nos conviene, ni nos queda bien, la contemplación
satisfecha, el autoelogio conformista. Sabernos solicitados puede conspirar contra nuestra
capacidad para generar nuestra demanda. Sabernos necesarios para el mejor desempeño de
los grandes programas de desarrollo social y cultural puede obstaculizar la batalla por ganar
espacios y contenidos. Podemos pasar de la seguridad al conformismo, y por ende a la
rutinización y al pasotismo. Podemos contentarnos con ser preferenciados y no preocuparnos
por ser preferidos, ser «lo que no que no queda más remedio» en vez de ser lo que remedia.
Podemos contentarnos con que «no lo hacemos tan mal» y será este el principio del fin.
Es necesario tomar conciencia que una vez ganadas las condiciones hay que seguir
ascendiendo. No basta con tener las condiciones para hacerlo. Hay que hacerlo. No basta con
hacerlo. Hay que hacerlo bien. Calidad es la demanda, calidad es la estrategia, calidad es la
obligación y el compromiso. Es este un tema de primer orden. «En muchos de nuestros
mensajes de bien público priman largas dramatizaciones poco creíbles o de las que uno
pronto se aburre» (Mirta Muñiz). Tenemos excelente paradigmas de trabajo y realización
como para convencernos de que es posible.
Elizabeth Palmeiro, la esposa de Ramón Labañino, al conocer la multimedia Cinco razones
para no claudicar la denominó «un arma de amor contra la injusticia para romper el muro de
silencio que se levanta en contra de nuestros familiares».
Necesitamos eso «armas de amor» hechas con el mismo profesionalismo y calidad con que
Cinco razones fue hecha, con el mismo profesionalismo y calidad que se merece la causa por
la que trabajamos: el bien público.
Imaginemos un espacio comunicacional participativo, imaginemos que ese espacio es
construido en aras del bienestar y el crecimiento humano, imaginemos que es portador de
cultura, de saber, de progreso, imaginemos que es un espacio atractivo, movilizador del
deseo y el placer, imaginemos que es un espacio que refleja y recree la realidad, una red de
redes por la que transite lo mejor del ser humano, Imaginemos una comunicación de bien
público que cobije todo el bien público de la comunicación. «Puedes decir que soy un
soñador pero no soy el único» (You may say I'm a dreamer but I'm not the only one) (John
Lennon). Podemos y para ello hemos de «abrir una campaña de ternura y de ciencia» (José
Martí). Así como sabemos que «volverán», sabemos que «es posible», que vale la pena.
151
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
El bailador crítico: pensando en la formación
después de la formación y en otros escenarios.
152
―Sábado al fin, terminé de estudiar, me propongo un hermoso plan
que no deje sin repasar las canciones, el baile,
comer algo en la calle y después, por supuesto, amar‖
Pablo Milanés
LA NOCHE: paradigma del ocio libre
La noche. Cómplice por excelencia de las cosas que necesitan grados de libertad mayor que
aquellos de los que se disponen durante el día. Espacio para la fisura, para la disensión, para
la ilegalidad. El inconsciente freudiano es nocturno: cuando las defensas bajan toma el
mando y hace de las suyas. La noche es antónimo de transparencia, de claridad. Lo malo
ocurre de noche. Para hacer «cosas malas» es mejor la noche. Cuando esta cuasi regla de la
maldad se incumple escuchamos: «Pero por la mañana, así delante de todo el mundo» (no
sean mal pensados, estoy hablando de un robo). La noche es también para lo bueno privado,
para lo sacrílego deseado, para lo «bueno-malo». Dice Serrat: «...al darles el sol la espalda
revolotean las faldas bajo un manto de guirnaldas para que el cielo no vea...cae la noche y ya
se van nuestras miserias a dormir». La noche, menos para los serenos, es el tiempo de
romper la rutina, de hacer lo distinto. La noche es mía, soy libre.
Para los adultos, la noche es el momento en que los pequeños duermen y entonces ellos
(nosotros) pueden ver y hacer cosas prohibidas para los otros. La noche es sexo, violencia,
lenguaje de adultos. En la noche se ven los programas que los adultos quieren ver (se elige
entre pelota, la novela y ... la pelota). En la noche «vamos a tomarnos un roncito...para la
circulación». Todo se puede, sobre todo porque la noche es «para nosotros» y transcurre en
el espacio de nosotros: «en la casa». Una buena noche necesita un buen lugar. La noche es el
momento en que intentamos la primacía de lo privado por sobre lo social.
¿Pero y para los jóvenes? Para ellos también la noche es libertad. Se hacen rápido los
deberes (o no se hacen) para tener la noche libre. «No, esta noche no puedo. Estoy
embarca‘o: tengo que estudiar». La noche es la liberación de las obligaciones, de los deberes.
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
El ello venciendo las represiones del superyo. «La noche...presenta una ciudad diferente,
menos iluminada, acaso ofreciendo por ello mismo mayor privacidad, espacios protegidos de
las miradas...el tiempo opuesto...el tiempo en que los padres duermen, los adultos duermen,
duermen los patrones; los poderes que importan, los que controlan desde adentro están
físicamente alejados, y con la conciencia menos vigilante, adormecida por el sueño»
(Margulis M, 1994:15). En la noche se vive la ilusión de escapar a los mecanismos de
control, al menos de aquellos que no son muy agradables. Es la libertad entendida como el
hacer lo que me da la gana, un concepto de libertad distante del concepto de responsabilidad,
de compromiso. Cercano al concepto de yo y lo mío.
153
La noche es una fiesta. Fiesta en aquél sentido en que Freud apuntaba: «La fiesta es un
exceso permitido y hasta ordenado, una violación solemne de una prohibición. Pero el
exceso no depende del alegre estado de ánimo de los hombres, nacido de una prescripción
determinada, sino que reposa en la naturaleza misma de la fiesta, y la alegría es producida
por la libertad de realizar lo que en tiempos normales se halla rigurosamente prohibido». El
modelo de nocturnidad en el ocio es LA FIESTA. Probablemente en esto descansa el
conocido reclamo de los jóvenes de que no hay a dónde ir, no hay nada que hacer. La
representación es la fiesta en la que se liberan del control. Entonces no es la fiesta en el
sentido específico de reunión de amigos, por lo general en la casa de alguno de ellos, para
bailar, conversar y enamorar. Este modelo no satisface la demanda. Las evidencias hablan
por sí solas. ¿Qué quieren?: Quieren ausencia de adultos: «En mi casa no se puede, los viejos
están este fin de semana», «me llevas en el carro, pero me dejas en la esquina y te vas». Para
que la noche sea libre, a los adultos solo se les permite la ausencia. Quieren su música. No
hay frecuencias medias. Solo se pone lo que escucha el segmento etario. No hay balance
participativo. Quieren atardar la noche —ya no es a las siete o las ocho, ahora es a las diez o
las once. Mientras más tarde, más certeza de que «estamos solos». La noche, el espacio del
ocio, tiene entonces un modelo de nocturnidad, un paradigma de preferencias relativas. Las
condiciones de base, insisto, están claras: No adultos. Permisividad (aumento de los grados
de libertad. Normas específicas, distintas a las del día). Unidad etnocronológica. Pertenencia
o asociación grupal directa (amigos directos o de amigos). Espacios de consensos valorativos
(lugar notorio, de moda). Unidad de preferencias musicales y bailables (lo que se escucha, lo
que se baila). Sobre esta base se aplica naturalmente, un modelo de pertenencia-exclusión. Se
conforman los macrogrupos de la noche. Cada uno con su geografía propia, excluyente no
por la fuerza, sino por el poder del discurso que instituye cada lugar geográfico.
Para los jóvenes, el modelo de nocturnidad es la fiesta. Y ese clima festivo, esa
representación imaginaria de fiesta como desdoblamiento, apertura hacia sí mismo, ruptura
de los rigores de la vigilia, necesita no solo de un tiempo propio, sino también de un espacio
propio: «....la fantasía, la irrealidad, el distanciamiento de lo cotidiano que se incrementa con
recursos y artificios en el interior de los locales: decoración, iluminación, centelleo de luces,
intensidad de la música».
Seccionemos, cual cirujanos expertos, en el lugar donde el cumplimiento de la previsión (el
paradigma de nocturnidad) evidencia la necesidad de la operación (la acción educativa). Así
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
como la noche es el tiempo propio, un espacio propio que cumple las exigencias de la noche
es LA DISCOTECA.
Nuestro tiempo... prefiere la imagen a la cosa, la copia al original,
la representación a la realidad, la apariencia al ser...
lo que es «sagrado» para él no es sino la ilusión, pero lo que es profano es la verdad.
Mejor aún: lo sagrado aumenta a sus ojos a medida que disminuye la verdad y crece la ilusión,
hasta el punto de que el colmo de la ilusión es también para él el colmo de lo sagrado.
Ludwig Fuerbach
154
LA DISCOTECA, paradigma de la noche.
«En la cultura de la noche no dejan de estar presentes...la dinámica de la distinción, de la
exclusión, de las jerarquías...» (Margulis M, 1994:17) Cada espacio geográfico va
conformando su exigencia de identidad. Cada lugar invita a su constructor especializado.
Lugar y sujeto van constituyendo una unidad indisoluble. Lo que escapa al sujeto es que en
ocasiones él deviene sujeto sujetado. Los espacios no son solamente distintos por su
escenografía y por su sonido prevaleciente. Los espacios definen sus formas de consumo y
por tanto su consumidor. Y esto es válido, por cierto, para entender la cultura de la noche, o
para entender «la morriña» o «el gorrión» o el drama existencial del emigrante.
Siendo el constructor epistémico temporal la noche y la intención demandante la libertad (ya
sabemos en qué sentido), aparece entonces una diversidad de alternativas espaciales, de
unidades discretas y discontinuas. Algunas cumplen más y otras menos las expectativas y
exigencias de los jóvenes. Estas expectativas y exigencias no siempre son conscientes en
tanto demandas, pero entran en un «mercado figurativo» que se asocia particularmente a lo
aspiracional: el mercado de la moda, de la notoriedad, de «lo que está en onda». Entre estas
alternativas un lugar de prominencia lo ocupa LA DISCOTECA, expresión clara de esa
dialéctica de tiempo, espacio y sujeto. Un psicoanalista amigo la define como «un gran
vientre materno en el que los comunes se encuentran, se conocen, se juntan».
No estoy seguro de que todos los presentes hayan estado en una discoteca (digo en su horario
funcional y no para un chequeo de emulación). Tengo también razones para dudar que todos
los que hayan estado se detuvieron a hacer un juicio argumental de la experiencia. Me tomo
entonces la atribución de empezar el viaje. Permítanme, en clara adherencia a ciertos
principios de la didáctica, hacer un poco de historia y brindar alguna información de interés.
La manifestación notoria de las discotecas se produjo en los Estados Unidos de
Norteamérica, en la segunda mitad de los setenta. De unas 100 discotecas existentes antes del
76, en un año se alcanzó la cifra de 18 000 discotecas. La imagen dominante aparece en un
film que hemos visto en Cuba Saturday night fever (Fiebre de sábado por la noche). El
modelo inicial de discoteca aún cercano al de Night Club concebía un lugar de encuentro,
donde bailar la música de moda y sentirse liberado de las exigencias de la rutina diaria.
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Pero muy pronto la propuesta tomó matices distintos. En el debut de la década de los sesenta
se había hecho bastante popular entre los jóvenes el consumo de LSD (droga cuyos efectos
habían sido descubiertos en 1943 por Albert Hofmann mientras andaba de noche y en
bicicleta por las calles de Basilea). La llamada «droga psicodélica» de Hofman, se convirtió
en poderoso instrumento mediante el cual muchos jóvenes congregados alrededor de la
cosmovisión del Flower Power encontraban una nueva forma de ser, de vivir, que los
enajenaba de la malsana realidad, los convertía en autosegregados de aquella sociedad que
rechazaban. El LSD era «un instrumento de liberación del individuo frente a la voracidad del
sistema» decían los profesores de psicología Timothy Leary y Richard Alpert. Era un
elemento de contradicción y actitud contestataria.
Lennon y McCartney cantaron su homenaje: Lucy in the Sky with Diamonds, dónde
describen, poéticamente, la experiencia psicodélica:
Picture yourself in a boat on a river with tangerine trees and marmalade skies
Somebody calls you: you answer quite slowly, a girl with kaleidoscope eyes.
Cellophane flowers of yellow and green, towering over your head.
Look for the girl with the sun in her eyes and she‘s gone.
«Lucy en el cielo con diamantes»
Imagínate en un bote que va por un río con árboles naranja y un cielo de mermelada.
Alguien te llama: tú respondes calmadamente, la muchacha con ojos de calidoscopio.
Flores de celofán amarillas y verdes, elevándose como torres sobre tu cabeza. Busca a
la muchacha con el sol en sus ojos y ella desaparece. (Traducción del autor)
Probablemente allí nació Imagine producto de un reencauzamiento maduro de las tendencias
de la llamada «década de oro». El LSD no lo perdamos de vista, produce un estado de
conciencia alterado. Psicodélico al parecer deriva del griego psiké y deloun y significa «algo
que permite la manifestación de la mente, del espíritu, del alma» o también algo que produce
«efectos profundos» sobre la naturaleza de la experiencia consciente.
A finales de los sesenta, se declara la ilegalidad del LSD. El flagelo de las drogas (obvio que
hablo de las drogas ilegales) ya había comenzado su necrófilo ascenso en las filas de los
jóvenes.
La experiencia psicodélica producida por el LSD, que hoy para muchos también tiene su
representante en ciertos usos de las sofisticadas tecnologías de la realidad virtual, entra al
mundo de las discotecas diseñando para estas la escenografía de la alucinante experiencia
semionírica. En el año 1965 Bill Graham, uno de los más brillantes y exitosos promotores de
rock, compra un antiguo salón y monta un espectáculo con elementos sensuales y
alucinatorios que creaban la atmósfera del «viaje» producido por los efectos del LSD. Se
proyectaban en el escenario y en las paredes todo tipo de collages luminosos y filmes
eróticos, así como también pinturas «protoplasmáticas», fotos animadas y luces negras. El
Fillmores East and West, con capacidad para centenares de personas, conseguía un ambiente
de interacción entre el público, la música y las bandas de rock que allí tocaban, de modo que
155
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
se creaba una suerte de gran familia. Era el número uno en San Francisco (la tierra de los
hippies). La psicodelia, un aglutinador social de los sesenta, asociada a un estado de
alteración de la consciencia, irrumpe en el mundo del «mercado de consumo del ocio». El
sistema estaba dispuesto una vez más a «engullir» a su opositor convirtiéndolo en una pieza
del juego.
En 1978 era un tanto distinta la situación. El periódico norteamericano Dayly News
caracteriza así lo que pasa en una discoteca: «Apartados unos de otros por una música
ensordecedora, expuestos a una luz deslumbrante, los bailadores hacen todo lo que se les
pasa por la cabeza, sin mirarse, y sin dirigirse la palabra en ningún momento, como si cada
uno se moviera delante de un espejo gritando sin parar YO, YO, YO». No hay duda: LA
DISCOTECA pretende ahora manipular una situación social del desarrollo, para no dejar de
hablar a la usanza soviética vygotskiana.
A la noche, el tiempo para la liberación, para la ruptura de lo cotidiano diurno normativo, el
tiempo para el encuentro con el otro propio, el otro uno mismo, con esa asociación a la
fisura, al levantamiento de las prohibiciones, se le factura un modelo de nocturnidad
construido para producir un sujeto sujetado, un sujeto de ese consumo, un sujeto con ilusión
de trasgresor que en realidad no es más que un esclavo de la producción mediática comercial
de los modos de consumo del ocio y en franca asociación con el «negocio de los negocios»:
la droga. «Estas formas...de diversión son...experiencias psicodélicas...para inducir una
situación en la que el individuo consiga replegarse sobre sí mismo...es una forma de goce
juvenil indisociable de su significado filosófico-político, de la intención de llevar hasta las
últimas consecuencias el ejercicio de la libertad individual y lograr una distancia crítica
frente al medio concreto en que le toca vivir al sujeto» (Gutiérrez I, 1994:115).
Para los noventa las cosas han cambiado aún más. La psicodelia era portadora de una postura
sociopolítica, una visión contestataria y crítica de la sociedad, mística sin duda, hedonista es
cierto, pero reivindicaba una contracultura juvenil frente a los modelos anquilosados,
hipócritas e injustos del sistema capitalista. El discurso psicodélico era un camino fallido
pero de una lucha con sentido liberador. La drogodelia (por permitirme un neologismo) de
las discotecas de los noventa despolitiza la socialización de los sesenta, recrudece el
individualismo, testimonia y defiende al consumo por el consumo. La Discoteca de los
noventa es desarticulante, enajenante. Su modo de funcionamiento es la generación de un
estado mental de «fuera de control personal» por medio del cual el discurso dominante se
adueña del sujeto para convertirlo en consumidor y constructor de su ideario. La discoteca
crea una situación en la que los sujetos están como aturdidos, poseídos «por un control
externo». De otro modo no serían capaces de soportar lo que allí sucede (Baigorri A, 1995).
De la mano de la música de alto volumen y las luces de las discotecas —como ha observado
Riccardo C. Gatti— aparece un aturdimiento y una alteración del estado mental... que
ayudados por la aparición del estrés y la fatiga producidos por el ritmo y el baile continuo
promueven un estado de agresividad placentero en el que el joven se siente aceptado por
todos, sin relacionarse con ninguno... la alteración mental, es el acceso a un «rito» que no se
realiza si no se inicia, pero que hecho esto, no puede contenerse en la mayor parte de los
casos, creándose así una situación altamente incontenible.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Esta suerte de «vaciado conceptual» de las discotecas, que en realidad es una nueva forma de
llenar el símbolo, y que genera un «estado de descontrol semionírico» cuenta para su
consecución con cómplices situacionales, en la discoteca misma, perfectamente
interrelacionados y diseñados: cuatro jinetes del Apocalipsis: el local, la música, el ruido y
las luces. Referiré apenas un poco de cada uno.
El local es una suerte de bunker cerrado y oscuro que delimita radicalmente el «adentro» y el
«afuera». No son locales pensados para la intimidad individual ni de la pareja. Algunos creen
que son espacios de socialización. No. El principio de construcción es otro: construcción de
una masa, de una multitud. «La multitud —señala Rabaud— depende de una atracción
exterior a los individuos...causada por un excitante externo» (citado por Sociedad Francesa
de Filosofía. 1953:8484). La multitud supone apenas concomitancia y está sujeta a su
«excitante externo». La multitud no piensa. La multitud reacciona, reproduce. Tiene un Dios
y un profeta. La música y el DJ (abreviatura de uso común para denominar al Disc Jockey).
De paso la sobrecarga de CO2 por el encerramiento de la multitud, respirante y transpirante,
ayuda sobremanera a ese estado de indiferenciación sueño-vigilia, realidad-ilusión tan típico
de los estados alterados de consciencia.
La Música es la única parlante en la discoteca. Pero su parlamento es carente de contenido.
Si algún diálogo fuera posible, el DJ se encargará de desvirtuarlo con ruidos electrónicos,
mecánicos o vocales. La música tiene su protagonismo en una suerte de invasión de gran
intensidad a nivel del cerebro del mismo modo que si lo estuvieran martillando. Casi
inevitablemente aparece entonces un mecanismo de defensa para hacer frente a esta agresión
continua: «desconectar», con lo que la persona va perdiendo en situación sus capacidades
intelectivas y por tanto disminuye sensiblemente el volumen y tipo de tareas a realizar. Ya
Schopenhauer nos lo había adelantado: «la cantidad de ruido que uno puede soportar sin que
le moleste, está en proporción inversa a su capacidad mental». Por si solo el volumen de la
música es capaz de acallar al pensamiento. El sujeto no puede no solo escuchar al otro, sino
que no puede ni escucharse a sí mismo. Textos incoherentes y repetitivos vienen a poner
cierre a esta función de turn off (apagado) del sujeto.
Sin Ruido no hay discoteca (de los noventa). Digo ruido no festinadamente: los especialistas
ubican en los 65-70 decibelios el límite máximo de tolerancia que soporta el oído humano.
Solo por debajo este umbral se pueden escuchar sonidos integrados sin comprometer la
funcionalidad del organismo. El «sonido» ambiental en muchas ciudades es hoy muy
superior y es por esto que resulta molesto para el ser humano y se considera ruido. En
magnitudes físicas se ubica alrededor de los 80 decibelios, nivel incluso dañino para el oído.
Baste entonces decir que en las discotecas puede producirse hasta 120 decibelios. Se repite la
fórmula: al no poder aguantar tanta sonoridad, el organismo «desconecta» las neuronas
produciéndose una suerte de enajenación transitoria. ¿Por qué? y si no queremos dudar o
cuestionar intenciones entonces preguntémonos: ¿qué sucede con esto? La respuesta es más
o menos conocida. El ruido ensordece: ensordece la audición, ensordece la consciencia,
ensordece el alma.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Las luces son especialmente protagónicas. En una discoteca hay normalmente dos clases de
luces. De una parte las llamadas luces psicodélicas: intermitentes, de todo tipo de colores (en
Gran Bretaña han sido retiradas gran parte de ellas por provocar daños en la retina de las
personas). «Esta iluminación estimula la fantasía, la magia, la irrealidad» (Chmiel S,
1994:178). Junto a estas, las luces estroboscópicas, que originan una alternancia de luz y de
sombras. Dependiendo de la velocidad en la alternancia así será su efecto sobre las personas.
Una alternancia de 5veces/segundo ocasiona una pérdida en el control sobre la visión a pocos
centímetros de distancia. Aumentándola a 25/segundo ocasiona una pérdida total de
concentración por parte de una persona. Si la alternancia es superior a los 25/segundo
ocasiona una falta de control sobre los actos de las personas. El juego de las luces
descompone movimiento y figura humana, creando una sensación real de caos.
Las luces ayudan a crear imágenes fragmentadas: nadie ve a los danzarines con nitidez, sólo
advierte sus ropas, sus gestos, sus figuras o sus movimientos. Se trata de una secuencia de flashes
que cada individuo debe conectar en su mente con otros bloques de imágenes semejantes si quiere
construir una realidad más compleja que supere la parcialidad de estos recortes enceguecedores...las
imágenes «pegan», son plenas y, en consecuencia, anulan el pensamiento. (Chmiel S, 1994).
«La discoteca tiene que ser una situación en la que se nos precisa aturdidos, de otro modo no
seríamos capaces de soportar lo que allí sucede» (Baigorri A, 1995).
Un amante del baile no se preguntará por qué baila.
Simplemente bailará entregándose
al estímulo de la música.
Lo hace porque le gusta y el placer
es razón incuestionable para hacer las cosas.
Rubén Padrón Astorga
Un conocido musicólogo colombiano ha dicho: «Punto de encuentro entre lo privado y lo
público, entre el cuerpo y la sociedad, el baile tiene una historia rica y compleja, acaso la
historia sublimada de toda una comunidad» (Londoño C, 1995). Algo similar afirman
Jaramillo LG y Murcia N: «Baile, es aquella parte que hace de la danza una realidad, en la
cual una persona entra en su mundo. La danza al querer expresar un acto simbólico como el
amor, la pasión, las costumbres o el modo de ser de un individuo o de una comunidad, lo
hace por intermedio del baile o bailes» (Jaramillo LG, Murcia N, 1998). El baile, y no se
preocupen que no voy a historiar, ha sido siempre un acto intencional con un fin relacionalcomunicativo. Es cierto que «no siempre se baila para comunicar algo en sí, sino que se
puede bailar por alegría, diversión y desfogue de energía, siendo una práctica...en forma de
juego (libre y espontáneamente)..., pero también se puede jugar con gran significación y no
solo por divertirse siendo a su vez, más extenso y holístico...el baile» (Jaramillo LG, Murcia
N, 1998). Pero el baile en la noche alucinante de la discoteca ha roto con sus antecesores y
sus similares.
Obvio que sin el baile la discoteca no existe. Tanto así que usualmente las capacidades para
personas sentadas no llega ni a la cuarta parte de la capacidad total del recinto. El baile es el
modo en que las personas entran en el juego de la discoteca, es imprescindible bailar para
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
decir que se está en la discoteca. Pero la imprescindibilidad del baile no es promovida por
una presión prosocial. Esta conduciría a un baile socializador. El secreto está en la
intersección de los elementos que hemos descrito antes con un protagonismo especial de la
música. En la Discoteca la música no se escucha, se siente. Ella presiona físicamente al
cuerpo. La experiencia es comparable a la inmersión en el fondo marino: el agua no se ve, se
siente. Y esto tiene un valor especial en la emergencia del baile. Veamos más de cerca el
asunto con una lupa propia, psicológica. Tomemos al psicoanálisis de rehén, aunque bien
podría ser toda la psicología de las emociones desde Thomas, pasando por Fraisse hasta
Lazarus.
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Me gusta mucho, desde la primera vez que lo leí el Más allá del principio del placer de
Freud. Allí nos dice que «el curso de los procesos anímicos es regulado automáticamente por
el principio del placer» (Freud S. Tomo III, 1981:2507). Los procesos anímicos tienen su
origen en una tensión displacentera y su fin último, es la disminución de dicha tensión y el
ahorro de displacer en la producción de placer. Placer y displacer se sustentan entonces en la
cantidad de excitación presente en la vida anímica. El displacer es la elevación de dicha
excitación y el placer la disminución. Como sabemos es el principio físico de la homeostasis.
La e-moción, entendida como descarga desorganizadora organizada es un punto crítico
(recordemos la noción de optimum de motivación) en la trayectoria del comportamiento
desde su eficiencia (organización, estabilidad, productividad) hasta su ineficiencia. Los
excesos de tensión de no ser liberados producen estrés. El propio Fito Páez, que solo por ser
argentino es de suponer que ha sido psicoanalizado, hace su recomendación: «tira tu cable a
tierra». Las propuestas psicoterápicas son diversas en nuestro medio: «no cojas lucha»,
«desmaya eso», «no te sulfures», etc. Eliminación de los excesos de tensión. Este es el
común denominador. La regla.
¿Qué pasa en la discoteca? En condiciones en que los niveles superiores de regulación son
acallados por el ensordecedor componente alucinante que hemos descrito antes, el
dispositivo físico primario se dispara. De este modo la acumulación de displacer encuentra
su ruta de salida en una descarga física que por asociación asume el protagónico de placer.
Un placer individual, narcisista, onanista. Esta descarga aumenta su potencial convulsivo en
la medida en que el displacer aumenta, entiéndase en la medida en que la discoteca realiza su
malsano juego, hasta hacer evidente, explícita, su esencia agresiva. La ininterrumpida
sujeción a las estimulaciones productoras del displacer hace ininterrumpido el
comportamiento consumatorio de la eliminación de dicha tensión. Su modo de articulación
con el contexto es, precisamente, el baile.
El baile entonces, como describiera en su momento el maestro de maestros Diego González
Martín, es un facilitador de estados de disociación producidos por la situación misma siendo
su derivado natural. El discotero (otro neologismo para no variar) es llevado a un baile
convulsivo para eliminar la tensión que lo lleva directamente a la estructura definitiva de su
disociación. El baile no tiene una misión de sujeto. El baile no es el medio de (socializar,
participar en un grupo, acercarse a otra persona, enamorar, etc), sino la exigencia endógena
producida por un regulador exógeno. Ahora entendemos mejor la descripción del Dayly
News: «Apartados unos de otros...los bailadores hacen todo lo que se les pasa por la cabeza,
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
sin mirarse, y sin dirigirse la palabra en ningún momento, como si cada uno se moviera
delante de un espejo gritando sin parar YO, YO, YO».
Si, contando con su tolerancia y paciencia, intentara establecer una unidad, un eje primario
estructurante de todos los fenómenos aquí descritos bajo el análisis de los vínculos «ocionocturnidad-juventud-discoteca», no dudaría un momento en decir enajenación. Recuerdo
que por enajenar se entiende: «Pasar o traspasar a otro el dominio de una cosa o algún
derecho sobre ella. Sacar a uno fuera de sí; turbarle el uso de la razón o de los sentidos»
(Diccionario Enciclopédico Ilustrado COSMOS). El sujeto expuesto a la sórdida imposición
del discurso de la discoteca se torna individuo enajenado.
Esta enajenación se convierte en un productor de adicción que hace que el fenómeno se
profundice y se prolongue. Es algo que no se puede controlar, no se puede detener. Por solo
citar un ejemplo, tomemos como referente la aparición de los after hours. Esta nueva
modalidad de prolongación de la noche se está imponiendo en nuestro hemisferio.
Hoy los jóvenes...Después de una noche intensa, y con la intención de seguir saltando al ritmo del
tecno, están en los after hours (o después de hora), lugares en los que es posible entrar pasada las
cinco de la mañana y donde la música y la diversión no paran... Los lugares en que se puede seguir
bailando más allá de la cuenta...no se publicitan como otras discoteques... Como en cualquier
discoteque, es la pista de baile donde arde la fiesta. Donde cada uno baila sin pensar en el resto...
Existe una cercanía entre bailar hasta el amanecer y el uso de algún tipo de «ayuda extra». Los
incansables movimientos al bailar, las botellas de agua dan algunas pistas (Muñoz L. 2002).
Una vez más, la enajenación, la conversión del sujeto en sujeto-sujetado que descentraliza al
joven no solo de la sociedad y del grupo, sino incluso de sí mismo. El no decide qué hacer,
sino que es compulsivamente arrojado a un hacer fuera de su control al que lo único que hace
es someterse. Incluso el supuesto «gozo» deja de ser «su gozo«. No en balde Cris Novoselic
músico del grupo «Nirvana», cuyo cantante Kurt Cobain se suicidó, hizo una definición de lo
que es la noche en esto lugares; dijo textualmente: «La vida nocturna es igual en todas
partes: cigarrillos, alcohol y mierda».
¡Qué tres elementos! Cigarrillos como para inundar la atmósfera de la asociación «humo–
estado onírico» y darle un toque especial de insanidad. Alcohol para facilitar, reforzar y
profundizar el estado alterado de consciencia. Por último «la mierda» en palabras del
afamado rockero. Podemos darle su nombre propio: DROGA. «El alcohol no es el único
exceso que se da en la noche y, desde luego, tampoco el que más debería preocupar. Las
drogas son una realidad que cambia de manos rápidamente. Un chico grita a la entrada:
«¡Cartones, farlopa, ácidos!», como una frutera en un mercado el lunes a la mañana. No se
sabe bien si compra o vende..., de todas formas, informa lo que es posible encontrar en el
corazón de la madrugada» (elcorreodigital.com). La droga es el discurso inmanente, latente
de la discoteca, su expresión natural de producción de enajenación. La Discoteca es el
santuario de la droga.
Es cierto que se consume droga fuera de las discotecas. Es cierto que el consumo de drogas
es anterior a la explosión del fenómeno discoteca. Es cierto que no hay razón absoluta para
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Manuel Calviño
decir que todos los que están en una discoteca consumen o están consumiendo droga. Pero el
vínculo discoteca-droga goza de una compenetración sorprendente que no escapa a nadie. Si
he sido lo suficientemente claro y convincente, ustedes estarán de acuerdo conmigo en que la
discoteca es un comunicador publicitario de la droga, la convoca, la incita, la reproduce
simbólicamente para promover su consumo. No es subliminalidad, es discurso evidente,
dominante y omnipotente. La experiencia discoteca es similar en sus contornos a la
experiencia consumo de droga. Justo su unidad es la producción de enajenación: la entrega
del individuo a un modo de vida decadente, irresponsable, anestésico, en el que solo el existe
y no por mucho tiempo.
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Siempre llega el enanito, siempre oreja adentro...
apartando piedras de aquí basura de allá...
Siempre llega hasta el salón principal donde está el motor que mueve la luz
y siempre allí hace su tarea mejor El Reparador de Sueños.
Silvio Rodríguez
EL BAILADOR CRÍTICO, una utopía realizable.
Nadie duda hoy de que el impacto mediático sobre la sociedad, la globalización, internet,
demandan la formación de un «sujeto crítico», un consumidor con capacidad reforzada de
anticiparse a los efectos del discurso omnipotente sea este de la televisión, del cine, de la
radio o de la red de redes. Debray R., apuntando a la realidad francesa, pero a mi juicio
transferible en gran medida a otras realidades, señala que «los valores asimilados hoy por los
alumnos pasan por la televisión, la música, la radio, la moda, la publicidad, más que por la
escuela y la familia» (Debray R, 1995:85). Nosotros no estamos lejos de esta realidad.
Nuestros jóvenes consumen televisión, cine, literatura, que incluso escapa a la programación
nacional. Las telenovelas de moda en Miami, los inmundos reality show de verdaderas
momias con más cicatrices de cirugía plástica que la novia de Frankestein, todo eso y mucho
más llega a la sala de la casa de algunos de nuestros alumnos, se socializa, en algunos
incluso se instala como aspiracional.
Pero al menos, en lo que a los grandes medios (radio, televisión, cine) se refiere, con
presencia más discreta o más contundente, hemos avanzado en la formación de ese individuo
a quien no hay que ocultarle algo para que «no sea contaminado». Probablemente tenemos
que agradecer al Cine, que no se conformó con un espectador de taquilla, sino que en su afán
de diferenciarse como un arte, se involucró en la producción de un consumidor de ese arte.
Es interesante, puesto solo sobre la base de una mirada de superficie, que en nuestro país se
hace crítica de cine, crítica de televisión, crítica incluso a los espectáculos denominados
como cultos y esto supone una acción de formación del «consumidor crítico». Sin embargo,
no existe crítica a los espectáculos por ejemplo de grandes concentraciones de bailadores (a
no ser que suceda algo escandaloso), a discotecas, al mundo del «ocio por ocio». No se habla
de los espectáculos de mal gusto que inundan la madrugada habanera. Es como si el ser
unidades aisladas y discretas les redujera importancia. Cuidado: el todo no es la suma de las
partes, pero partes que se suman hacen un todo.
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
El «espectador crítico» es una realidad en formación. Parte de la noche está parcialmente
«fuera de peligro», sobre todo la parte que está «para no salir de casa». ¿Pero y el ocio de esa
nocturnidad de la que hemos estado hablando?
Ya he abusado bastante de su tolerancia, paciencia e insomnio. De modo que voy cerrando
entonces con la esperanza de que si me han seguido hasta aquí, arribarán conmigo a las
mismas conclusiones.
Defiendo la idea de un «bailador crítico», una cultura crítica del ocio nocturno asociado a los
grandes centros de recepción, concentración y diversión de los jóvenes. Allí hoy se juega
buena parte de lo que tenemos que hacer en materia de formación y educación de las
generaciones más jóvenes. Hasta allí tiene que llegar nuestra influencia educativa. Y
obviamente no creo posible que sea abriendo aulas en las discotecas, ni limitando el acceso a
ellas, de los jóvenes que tienen méritos sobresalientes. Mucho menos la solución está en
satanizar dogmáticamente las discotecas y convertirlas en el «oscuro objeto del deseo».
Tampoco las llamadas actividades extracurriculares han de ser el único campo adonde
tenemos que apuntar intentando hacerlas más atractivas para «vencer a la competencia»
(ellas son en realidad «semicurriculares», se realizan bajo nuestra supervisión, en buena
parte con nuestra presencia e imbricadas en el discurso institucional). Si asumimos que
educar es preparar hombres y mujeres para la vida, entonces estamos responsabilizados con
ayudar a nuestros jóvenes a vivir creativamente su ocio. No dictaminarles un modo de
consumir el ocio, sino educándoles para que el modo en que decidan hacerlo sea potenciador,
al menos no obstaculizador, de su desarrollo como seres humanos. Nos corresponde a
nosotros los educadores porque al fin y al cabo nuestra misión es sin duda alguna esa:
«preparar hombres para la vida».
Algunos piensan que el ocio, especialmente el ocio nocturno y qué decir del baile, es como el
placer: «pensarlo es echarlo a perder». Es difícil concordar con esta idea en estos tiempos.
Tomemos como rehén al SIDA: nada es más placer que el amor, que el sexo enamorado, y
hoy necesitamos ser más que nunca «amantes críticos» pensar en la necesidad del uso del
preservativo, ser más cuidadosos en la selección mutua de una pareja sexual, tener una
actitud crítica ante la demanda y la aceptación de la propuesta sexual. El SIDA no tiene
rostro pero sí puede ser prevenido. La vida puede ser cualitativamente mejorada, puede ser
prolongada, se puede multiplicar el placer de vivir y lo que se necesita para esto es una
mirada preventiva. La prevención es la capacidad de situarnos en una posición crítica ante el
consumo, en su sentido más general.
Un «bailador crítico» no es mucho más que alguien que piensa en los caminos por los que
conducir su consumo de nocturnidad, que pone en la distancia los modelos de consumo del
ocio y decide en pro de su placer, de su felicidad en consistencia con su saber y sus
argumentos de vida. Es un sujeto implicado con sus decisiones, que evalúa qué, dónde, con
quién, para qué, antes de ejecutar el primer pasillo, antes de llegar al salón. Se resiste a ser
una marioneta de las pretensiones de otros y a participar de un juego que le arrebata su
derecho a la opción. Sabe a dónde va y cómo regresará, sabe, al decir de Jean-Claude
Carriere «lo que no se ve, lo que no se oye, lo que no está». Es crítico no para censurar, sino
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Manuel Calviño
para seleccionar mejor y para definir los límites de su acercamiento a un modelo de consumo
del ocio. Como todo acto humano el baile es intencional, no porque contenga una intención
abstracta sino porque es intención de un sujeto: el bailador.
No es una utopía futurista lo que propongo. En alguna medida «bailadores críticos» fueron
nuestros ancestros, que separados de su tierra y de sus mujeres, hicieron del baile una forma
de salvaguardar su identidad, sus valores y hacerlo con el placer al que se asocia la diversión
y la comunicación interpersonal. «Bailadores críticos» fueron nuestros abuelos que hicieron
del baile un instrumento legal para el delito de amar. Ellos sabían por qué, con quién y para
qué bailaban, y disfrutaban el placentero ir y venir de los pasos cadenciosos de una danza
donde el contacto cercano era la sustitución de la palabra por la poesía del cuerpo. No menos
«bailadores críticos» fueron nuestros padres que se opusieron a la prostibularización del
bolero y lo convirtieron en genuina expresión de lo que las palabras sin acompañamiento no
lograban expresar, lo hicieron cómplice de la lucha contra sus prejuicios ganando el permiso
para llorar y sufrir sin sentir vulnerabilizada su imagen. Digo más, «bailadores críticos»
también fuimos nosotros que bailamos primero rock and roll y luego twist sin dejar de ser
cubanos, alfabetizando, cortando caña, sembrando papas, desmistificando la paranoia del
diversionismo ideológico, más allá de su verdadera contribución a la lucha ideológica. Hoy
que Lennon se sienta tranquilamente en un parque de El Vedado tenemos que hacer saber
que solo la lectura crítica de los modelos de ocio nos permiten una asimilación productiva,
una internacionalización propia sin renuncias, un participar del mundo sin diluirnos ni ser
subsumidos, un ser capaces de no tener que «cerrar» cuando arriba el sin remedio lo que
puede estar «abierto» y ser otra razón más para la alegría.
Termino mi escrito llamando la atención sobre la necesidad de «una asimilación productiva,
una internacionalización propia sin renuncias, un participar del mundo sin diluirnos ni ser
subsumidos» y de «ser capaces de no tener que cerrar cuando arriba el sin remedio lo que
puede estar abierto y ser otra razón más para la alegría». No comparto en modo alguno el
facilismo de las decisiones por el principio del «se acabó porque aquí mando yo». Tampoco
las prácticas del «corte por lo sano‖ en ninguna de sus múltiples extensiones infelices. No
quisiera tampoco que algún descendiente trasnochado del Papa Gregorio o del malsano
administrador Torquemada, tomara mis palabras como justificaciones conceptuales de la
eliminación física de las discotecas. El camino no es la prohibición. La prohibición es un
acto unilateral, no necesariamente comprensivo (ni comprensible). La prohibición no es una
acción educativa. La irracionalidad es el sustento de tales estilos comportamentales. Yo, por
el contrario, estoy abogando por la racionalidad, por el principio del análisis crítico
productivo, por la generación de un consumidor racional y crítico, sin que renuncie al deseo,
al gusto, al placer. La lucha contra el placer es una batalla perdida. El asunto no es de quitar,
sino de dar. Dar otra alternativa.
La táctica del «bailador crítico» se inscribe en la estrategia general del «divertido
inteligente». Es un llamado a la educación en el sentido más estricto del término. Pero,
paralelamente habría que montar una estrategia de consumo o para ser más exacto, en una
terminología que también forma parte de mi perfil profesional, una «estrategia de producto».
Es aquí entonces donde necesitamos pensar muy creativa y desprejuiciadamente. La tesis ya
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Manuel Calviño
está definida: otra Discoteca es posible. El modelo de Discoteca que ha impuesto el sistema
de consumo liderado por la drogodelia norteamericana no tiene por qué ser la única
respuesta a necesidades y expectativas reales y loables de los jóvenes. Parafraseando una
expresión de Abel Prieto, siendo estudiante universitario en los tempranos setenta, de lo que
se trata es de «vaciar el símbolo». Construir nuestra alternativa.
Entonces el asunto es también de Educación. Educación de los que tienen que ver con la
construcción de espacios para el ocio, para el divertimento, para el baile. Educación desde
los proyectistas, los diseñadores de productos, hasta los que hacen el servicio en esos
lugares. Un producto ofrecido, una discoteca por ejemplo, es un acto de comunicación
humana y como tal es un conformador de imagen, de consumo, de recepción y por ende de
receptor. Que aboguemos por un consumidor crítico no nos exime de una construcción
crítica de nuestros productos. Insisto: Otra Discoteca es posible. Cómo no ha de serlo en este
país en el que los sueños a fuer de soñarse entre todos son realidades.
Bibliografía
Baigorri A. (1992): El ruido en la ciudad. Federación Española de Municipios y Provincias,
Cáceres.
Debray R. (1995): El estado seductor. Las revoluciones mediológicas del poder. Manantial,
Buenos Aires.
Freud S. (1981): Obras Completas.Tomo III. Biblioteca Nueva, Madrid.
García Espinosa J (2000): «La telenovela o el chisme elevado a categoría de arte dramático»,
en Un largo camino hacia la luz. Ediciones Unión, La Habana. pp. 131-141.
Gatti R. ¿Che succede in discoteca ? Droga net. [consulta 15 Jun 2008]. Disponible en:
http://space.tin.it/salute/vvgatti/main.htm
Jaramillo LG, Murcia N. (1998): El Baile y la Danza. [consulta 18 Jul 2008]. Disponible en:
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Londoño A. (1995): Baila Colombia. Universidad de Antioquía, Medellín.
Muñoz L. (2002): «Bailando hasta más allá del amanecer». Revista MUJER. Septiembre,
2002.
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Más allá del principio del placer:
El principio del saber.
El derecho de saber y el deber de hacer saber.
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La tinta aún está fresca en estos papeles que unas horas antes de esta
conferencia terminé de imprimir y unos minutos antes terminé de casi
redactar. El olor de los dos litros de café que me tomé en toda la
madrugada para no quedar dormido y poder escribir estos apuntes por
suerte no se percibe. Agradezco a mi hijo más pequeño, Manuel
Ernesto, por ser la de ayer, la primera noche que duerme sin despertar
en sus primeros ocho meses de vida.
En 1920 Sigmund Freud terminó de escribir y publicó uno de sus trabajos más
controvertidos y a mi juicio innovador: Más allá del principio del placer. Allí quedó inscrita
la suposición psicoanalítica básica según la cual «el curso de los procesos anímicos es
regulado automáticamente por el principio del placer». (Freud S, Tomo III. 1981: 2507). Este
principio del funcionamiento psíquico, que como el genial creador del psicoanálisis señala
«corresponde a un funcionamiento primario del aparato anímico y que es inútil, y hasta
peligroso en alto grado, para la autoafirmación del organismo frente a las dificultades del
mundo exterior» (Ob.cit.:2509) encuentra en el desarrollo humano una contraposición: el
principio de la realidad, nacido bajo el influjo del instinto de conservación.
La realidad es cordura, transacción, límite. El placer es fantasía, emoción, irracionalidad,
impulso natural, gusto, deseo. La realidad es racionalidad, intelecto, conocimiento. Placer y
realidad han quedado representados como posiciones contradictorias en el vínculo humano
con su mundo. El placer es un préstamo, un anticipo, que nos hace la felicidad. La realidad
es el cobrador de impuestos que nos recuerda que como la deuda externa, el placer es
impagable. Lo decía de un modo más cubano un filósofo de mi natal cayo hueso: «Todo lo
que da gusto o es prohibido, o no se debe hacer, o hace daño. Lo permitido nunca es tan
bueno». El placer aparece como un antónimo intermediario de la realidad: no se trata del
binomio antagónico placer-displacer, sino de la inconvergencia genérica placer – no placer,
«que no es lo mismo, pero es igual».
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Es en medio de esta dicotomía existencial, al decir de Fromm E. (1983) que hemos quedado
posicionados en el mercado de la comunicación social los que de uno u otro modo nos
proponemos lenguajear a gran escala sobre la realidad, o más difícil aún, sobre un fragmento
de la realidad en principio inaccesible al mirar cotidiano, un fragmento de la realidad que
necesita para ser visto de un artefacto especial cada vez más complejo y sofisticado: la
ciencia. Desde ya quiero llamar la atención sobre la utilización no casual de la expresión
lenguajear a gran escala. Con esto quiero llamar la atención sobre la gestión de
comunicación social cuyo destinatario no es el bondadoso público que comparte gustos,
intereses y hasta en ocasiones formación especializada con nosotros. Este público tiene todos
los beneficios de la experticidad compartida y junto a ella el interés, la preferencia, el hábito,
cosas en general favorecedoras a una gestión de comunicación eficaz. Aunque también,
siendo justo, tendría que decir que no son pocas las veces que van acompañadas de envidias,
celos profesionales, pruritos cientificistas, etc. Me quiero referir sobre todo al horror
fascinante que supone hacer la comunicación científica que pone en el punto rojo de su
colimador al gran público.
Tendríamos razones para afirmar que la comunicación social de ciencia con el gran público
goza hoy de mayor salud que nunca antes. Podríamos señalar sin mucho temor a
equivocarnos que nuestro público ha crecido considerablemente, es más, para un sector
importante de la población nuestro trabajo responde a una real necesidad sentida. Hemos
ganado en notoriedad, volúmenes de productos comunicativos, aceptación. Hasta en el
mercado tumultuoso de esa gula consumista que produce una cantidad de canales que solo un
desocupado alcanza a ver tenemos dedicación especial. Aunque siendo honesto no sé si el
Discovery responde a la intencionalidad que nos une en este Encuentro o a un Plan de
Marketing muy inteligentemente diseñado. Ojalá que a las dos. Por solo poner un ejemplo
que aumente nuestro acuerdo en torno a la certeza de nuestra salud actual podríamos sugerir
el caso de las acciones de comunicación social en salud: hoy muchos consideran que «estos
son tiempos gratificantes para los profesionales de la salud que han estado comprometidos
con el concepto de educación para la salud. Un brusco auge del interés del público y de los
profesionales por la educación para la salud esta siendo impulsado a nivel nacional e
internacional, convergiendo en temas de auto-ayuda, prevención y promoción de la salud»
(Green L., Kreuter M., Deeds S., Partridge K, 1980:2).
Sería una torpeza considerar que esta mejoría es un efecto puntual de la casualidad. Sigo
siendo de los convencidos con y desde Marx que aunque «la hacemos, en primer lugar, con
arreglo a premisas y condiciones muy concretas,...somos nosotros mismos quiénes hacemos
nuestra historia…» (Marx.C., Engels F. 1974:514). El suceso pertenece quizás no por entero
a nuestra voluntad, pero sí a nuestro trabajo, y lógicamente a un conjunto de condiciones
favorecedoras. Intentaré precisar algunas de dichas condiciones, las que «gracias a» o «a
pesar de»« resultan favorecedoras de nuestro «estado actual de salud»:
1. El avance ascendente de los códigos de modernidad hacia una convergencia con el
espacio antes elitista de la ciencia. Hace apenas unos pocos años históricos la modernidad
tenía como códigos fundamentales los sustentos primitivos de la ciencia: saber leer y
escribir. Hoy los lenguajes esotéricos de la computación, el manejo de una segunda
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lengua, la disposición de sofisticados instrumentos de cálculo, el saber económico,
incluso hasta una cultura espiritual acercan mucho al ciudadano común a aquél
«científico per natura» con el que representaba Kelly G. (1955) a todo ser humano.
El desplazamiento de la ciencias de un círculo cerrado y concéntrico, de acceso solo
posible por «patente de corso», a un sector más amplio de personas, y al mismo tiempo a
una mayor responsabilidad en los procesos productivos y de aumento de la eficiencia.
Con esto, saber la ciencia, aunque fragmentada y pragmática, es más que un «toque de
distinción», una necesidad cotidiana.
La emergencia, desde los inicios de los años sesenta, de movimientos políticos
emancipadores, con proyectos sociopolíticos de profunda inspiración humanista y
moderna, cuyo centros instituyentes son la creación de una nueva sociedad más justa y
soberana, una sociedad más culta, más educada y por ende más sustentada en es saber
científico. «Ser cultos para ser libres» parece ser el gran redescubrimiento renacentista de
la época. La cultura es la estructura subjetiva de la nueva sociedad, del nuevo hombre.
Pero ser cultos ya no es más saber los clásicos de las bellas artes, conocer alguna de las
lenguas muertas y tener un cierto refinamiento expresivo comportamental. Ser culto es
sobre todo ser instruido en el pujante mundo intelectual que somete a la naturaleza al
dominio del hombre.
La revalidación, por influjo de los movimientos políticos y sociales, y la exigencia al
cumplimiento de los derechos elementales e inalienables del ser humano. Entre ellos el
derecho a saber, y como inevitable contraparte el deber de hacer saber.
El propio desarrollo de la sociotecnificación. La sociedad unidimensional tan criticada
cuanto venerada por Marcuse y los frankfurences dibuja la ilusión de que «la misma
función de las ideologías – como dice Adorno – se va haciendo cada vez más abstracta»
(Adorno T.W, 1962:23). Las nuevas utopías no son de sociedades morales, solidarias. Si
la incorvengencia en las ideologías puede ser sustituida por la convergencia científica, si
la ciencia es verdad, no ideología, entonces la utopía social es cientista, tecnocrática. La
sociedad mejor será la más científica, la más tecnificada. Sociedades más tecnificadas
reclaman hombres más instruidos. Hombres más instruidos demandan más instrucción.
La sociedad mediológica que se sustenta en la ciencia, la consume, la importa, la hace
llegar a todos los lugares de conveniencia. La ciencia se constituye en un medio de poder
—la información es poder, el conocimiento es poder. Por si esto fuera poco, hasta en las
sociedades autocráticas el referente de la ciencia es fundamental: «El poder es la ciencia».
Todo esto para bien o para mal, desde lo comprensible y lo incomprensible, desde lo que
puede provocar nuestro acuerdo y beneplácito, hasta lo que nos causa indignación y rechazo,
pone a la ciencia en un lugar un poco más privilegiado dentro de las prácticas de
comunicación. Científicos de alto calibre aparecen en las pantallas de televisión, escriben en
diarios y revistas, se someten a la siempre peligrosa acción de reporteros, periodistas y
publicistas, se disponen a decir lo que nadie comprende de un modo que todos lo entiendan.
Algunos hasta han logrado un cierto boom. «Cosmos» estuvo a punto de convertirse en el
Oscar del año, y su científico conductor, Carl E. Sagan, en el actor mejor pagado de
Hollywood. Stephen Cobey vendió más ejemplares de su Highly Effective Peopl‖ que Freud
de su bestseller, La interpretación de los sueños. A Hawkins se le reconoce tanto o más en
los mass-media que en las bibliotecas especializadas. Tengo la esperanza de que nuestro
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excelente programa de comunicación sobre medio ambiente, Entorno, un día llegue a verse
más que el farandulero Contacto, que el espacio de comunicación de ciencia sabatino, el de
Mara Roque, deje atrás los ranking de teleaudiencia del pésimo humorismo de Los hombres
que la amaron, y que mi Vale la Pena, orientación y educación para la vida, sea más popular
que Mi Salsa
Sin embargo, no nos conviene, ni nos queda bien, la contemplación satisfecha, el autoelogio
conformista. Los éxitos siguen siendo puntuales, y no promedian muy alto al unirse con los
no éxitos. La facilidad con que logra alcance del gran público la mediocridad salseada, el
arrastre pasional que logran los más indecorosos y chabacanos chistes, la asociación
simbiótica que una trama absurda y una historia primitiva establecen entre un personaje y
una persona, distan mucho de los logros promedios de las acciones de comunicación cuando
el sonido es técnico, el chiste un objeto de análisis, y la historia un devenir de la realidad
(presente, pasada o previsible, actual o virtual). Los avances no nos pueden cegar: somos en
ocasiones aceptados, en general reconocidos y respetados, pero con mucha frecuencia no
somos preferidos.
¿Por qué es tan difícil lograr el atractivo?, ¿por qué es tan relativamente poco preferida la
acción de comunicación social científica con el gran público? (estoy hablando no del sustrato
científico de las prácticas de comunicación social, sino de la gestión de comunicación cuyo
producto, cuyo contenido instituyente es el conocimiento, la sabiduría, la ciencia, el vivir
consciente y responsable, el saber donde estamos tratando de ser). Es esta la pregunta que
quiero que nos respondamos.
Tomemos como ejemplo la televisión ya que como dice Debray R., apuntando a la realidad
francesa, pero a mi juicio transferible en gran medida a otras realidades, «los valores
asimilados hoy por los alumnos pasan por la televisión, la música, la radio, la moda, la
publicidad, más que por la escuela y la familia» (Debray R,1995:85). Incluso para un país
como el nuestro donde la alternativa televisiva es solo trinaria (o ves un canal, o ves el otro,
o no ves la televisión), donde los consumisaurios no pueden disfrutar del zapping, donde al
menos en el discurso intencional declarativo la prioridad está dada a la conformación de una
comunicación social culta y educativa, incluso aquí, la aceptación de una buena parte de los
programas de comunicación de la ciencia, de la innovación tecnológica y medio ambiente, es
baja. Siendo especialmente autocríticos, para que el efecto rebote sea mayor, podríamos
decir muy baja. Aún las honrosas excepciones, algunas de las cuales están presentes en el
programa de este encuentro, son pequeñas elevaciones discretas de la preferencia.
Tomo la relación aceptación-preferencia como criterio activo toda vez que solo desde la
preferencia se construye un verdadero vínculo afectivo-emocional entre un sistema de
mensajes y los comunicandos que lo construyen y lo descontruyen. La preferencia es lo que
decide en última instancia la estabilidad real y el sentido esencial de un matrimonio, la
adherencia a un partido político, la fidelidad a una causa, el apego incondicional a un
producto, y los productos comunicativos, no son en este sentido una excepción. La
preferencia es la voz en la que habla el gusto, el placer, el deleite. Sin ella el vínculo es
formal, tiene un déficit fundamental. Recuerdo que en uno de mis viajes a Moscú, en la
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época en que aquella ciudad que nos hacía creer «que nada ni nadie quedó olvidado», le llevé
a mi tutor de tesis doctoral un mango. Era uno de esos exuberantes, deliciosos, deleitosos
mangos con los que uno llega a creer que el placer es divino. Mi eslavo tutor, científico de
pura sangre, autor de muchos de los pasajes más relevantes de la Ciencia Psicológica
Soviética, al probarlo me dijo: интересно (interiesna), que traducido al español quiere
decir: interesante. Se imaginan, evaluar aquel fruto divino como interesante. No se había
consumado un vínculo de atracción, no había preferencia.
Antes de seguir adelante quiero prevenir sobre lo siguiente. Lógicamente en un discurso de
generalidades, corremos peligros importantes. La comunicación social de la ciencia no es por
suerte unimodal. Ella se realiza no solo utilizando medios diferentes, sino también esquemas
de participación diferentes, recursos comunicativos y dramáticos diversos. Algunos son más
o menos logrados, más o menos pertinentes, pero de lo que no hay duda es que cada vez son
más variados. Entonces algunas de mis sentencias podrán ser pensadas y sentidas como
injustas para algunos casos, e incluso quién sabe si hasta excesivamente acríticas y débiles
para otros. A este respecto no tengo más alternativa que seguir la «Ley del Sayo —al que le
sirva que se lo ponga—», sabiendo también que en no pocas ocasiones al que le sirve o no se
da cuenta o no quiere darse cuenta. También quiero reconocer otro riesgo: la paranoia. Es
este un rasgo bastante extendido entre los que consideran la crítica, la polémica, la
contradicción, un instrumento de destrucción y no de trabajo y creación. Sucede entonces
que a cada sentencia general le ponen inmediatamente un nombre y un apellido —
usualmente el suyo, y esto se llama personalización paranoica, o el nombre de aquel o de
aquello a lo que él quiere pero teme criticar, y entonces se llama proyección paranoica
perversa. El último riesgo, sin falsas humildades, es el de la carencia de toda la calificación y
la información necesaria, pero quiero permitirme la aventura. Entonces tómense mis
reflexiones como un taller para pensar y nunca como una afirmación para asentir
acríticamente.
Vuelvo al nudo central: la despreferencia, la poca preferencia de las acciones en las que
estamos involucrados los científicos y profesionales que intentamos hacer de la gestión de
comunicación un instrumento para la multiplicación de nuestros esfuerzos a favor del
bienestar humano. La respuesta está en la descripción misma del acto de comunicación, que
al decir de Lasswell H.D. (1985:51) (demasiado funcionalista para mi gusto) está en la
contestación a las siguientes preguntas:
¿Quién
dice qué,
en qué canal,
a quién
y con qué efecto?
No voy a abrumarlos con posibles respuestas a todas las preguntas. Me propongo buscar
alternativas de respuesta en lo que considero son tres de los elementos fundamentales más
comprometidos con la situación antes descrita: en primer término, el gran público (¿a
quién?); luego una breve referencia a los mensajes (¿qué?); seguidamente con mucho
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Manuel Calviño
cuidado y mesura me detendré en el lugar de las políticas de comunicación (¿en qué
condiciones?). Esta es una pregunta que le falta a Lasswell —¿es que acaso el acto de
comunicación no tiene nada que ver con el contexto institucional en el que el se realiza? Y
por último nosotros, los comunicadores (¿quién?). Es mi intención que la autocrítica sea
superior a la crítica, que se lea la crítica como autocrítica, porque de algún modo todos
somos cómplices. Defiendo la crítica no solo por principio, sino sobre todo porque la
necesitamos mucho.
Empiezo conmigo mismo para hablar del gran público. Cuando un televidente se me acerca y
me quiere hacer sentir bien me dice: «A mí sí me gusta su programa. Yo no sé porque nadie
lo ve. Es tan interesante, tan instructivo... Bueno, la verdad es que la gente es muy inculta».
La gente es la culpable, «qué gente caballero, pero qué gente». Yo soy bueno pero nadie se
da cuenta. La depositación de la culpa hacia fuera. Eso mismo hacen mis estudiantes en la
Universidad: si la nota es excelente dicen «saqué 5», pero si la nota es 2, entonces dicen «me
suspendieron». Allí, en el aula, yo soy la gente, el culpable. Esta sería la mirada que habla de
la incapacidad del público para la gestión de comunicación de ciencia, su incapacidad para
recibir el mensaje explícito y el implícito. Sin embargo, esta es una mirada, además de
injusta y pueblerina, insustentable y superficial. ¿Cómo explicar el éxito de unos y la falta de
la más elemental notoriedad de otros?, ¿por qué otras manifestaciones no corren la misma
suerte?, ¿por qué hay diferencias marcadas en los niveles de aceptación-preferencia de un
medio a otro?
Cuando la justificación viene de los especialistas entonces suenan otras razones. ―Este es un
programa para la inmensa minoría‖, ―Un programa como este tiene un público muy
específico‖. La supersegmentación. Pero si el público es un segmento elite, si el target de
audiencia (lectores, radioescuchas, etc.) es extremadamente bajo, si es para una minoría
entonces ¿por qué no buscar otro medio de contacto con el consumidor? Las valoraciones
incluso de algunos profesionales desconocen realidades básicas que no solo mediatizan, diría
que son decisivas en la atracción-preferencia. El asunto es mucho más complicado que un
público que no sabe, que no le interesa, que no le gusta, y estos prejuicios han de ser
revertidos. Veamos lo siguiente simplemente como uno de los nudos del la compleja red de
relaciones que conforman el instituyente de la situación conflictual.
Cualquier intento de comunicación social vería la distribución de su público cercana a la
campana de Gauss, esa que tanto suena sin emitir sonido y que define dónde están los
normales y dónde los anormales. Pero hay particularidades esenciales. Tomemos, por
ejemplo, el caso de una telenovela. En un extremo de la campana están los fanáticos, esos
que lloran cuando los héroes de su realidad virtual televisada sufren, los que hablan de los
personajes como si vivieran en su mismo edificio. Estos siempre ven la telenovela con gusto
y placer. Son estos los que se rigen por el principio de que «contigo pan y cebolla». En el
otro extremo de la distribución probabilística estarían los que consideran indefectiblemente,
por principio, a cualquier telenovela un desperdicio de tiempo y recursos, los que consideran
una aberración del gusto y una perversión subdesarrollada sentarse ante la pantalla a las
nueve de la noche. Estos, como dice el maestro Adalberto Álvarez, sonero de vocación y de
formación, son los que «se presignan a escondidas». Los podemos ver sentados frente a la
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pantalla haciéndose los molestos, los que no les queda otro remedio. Su eslogan defensivo es
«no me gusta pero me entretiene». Hay también aquí placer, un placer perverso y
masoquista, pero al fin y al cabo placer. Por último está la gran mayoría, justamente el gran
público, el que eleva los ranking de teleaudiencia a cifras insospechables. Para estos, la
telenovela tiene un alto índice de satisfacción de la necesidad básica que moviliza al
consumo de la televisión: entretiene, desconecta, da gusto. Esto quiere decir disminuye el
displacer, es decir da placer. Placer en la mirada acrítica, placer en la hipercrítica, placer en
la mesocrítica. Con la telenovela sucede entonces lo que el consumidor espera: «El principio
del placer llega a dominar al principio de la realidad» (Freud S, 1981:2509).
171
La telenovela juega a la realidad, pero apuesta al placer, no importa cuán cerca o no esté de
lo real. El hilo conductor, cuando se hace bien, es lo creíble, lo que puede estar al doblar de
la esquina, lo que nos puede acercar o alejar de la vivencia de felicidad. Pero lo creíble no
necesariamente es la verdad, lo que puede suceder no necesariamente sucede, incluso la
vivencia de felicidad no es la felicidad, muy por el contrario suele ser un paliativo de la
infelicidad. Que conste que no soy el enemigo público número uno de la telenovela. Para
nada es así. Al menos en eso pertenezco al grupo de los normales: hice profundas reflexiones
filosóficas con Roque Santeiro, aprendí a hacer jugo de Maracuyá con Doña Beija , sentí la
debilidad de la carne entre Pasión y Prejuicio y sigo de cerca los avances del Rancho Media
Luna ubicado en Tierra Brava.
El asunto es otro. Se trata de que la convocatoria al placer es un gestionador de eficacia
comunicativa muy poderoso. El espacio simbólico de la recepción de la telenovela es el
placer que como círculo refundante parte de sí para llegar a sí mismo. Sabemos muy bien
que la búsqueda condiciona el encuentro con apenas un poco de ayuda. Lo complicado es
encontrar placer donde se busca la realidad, a veces en extremo cruda y lastimosa, y es este
el gran dilema de los productos comunicativos científicos, no esencialmente por sus
mecanismos de producción, incluso ni tanto por los valores formales de los recipientes o
vehículos de los mensajes, tampoco lógicamente por la prejuicial representación de la
discapacidad históricamente depositada en el público, sino por la expectativa primaria de
vínculo emocional de los comunicandos y los contenidos de los mensajes. El público incluso
cuando busca comprensión, conocimiento, aprendizaje lo hace con una expectativa de placer,
lo hace movido por el principio del placer, que no es una motivación para nada inferior, ni
perversa, ni que merece ser proscrita. Sin el placer de lo que hacemos, no estaríamos aquí —
a no ser que fuéramos pacientes del Marqués de Sade: masoquistas por vocación.
Pero el placer primario del público tiene un sinónimo educado, aprendido tras largos años de
paciente labor de adoctrinamiento. Ya decía Cervantes que: «El principal intento que las
repúblicas bien ordenadas tienen permitiendo que se hagan públicas comedias, es para
entretener a la comunidad con alguna honesta recreación y divertirla a veces de los malos
humores que suele engendrar la ociosidad». El placer que se logra de-con algo no es el
producto del funcionamiento orgánico de nuestras vísceras, órganos sensoriales, corazón,
cerebro, etc. El placer nos ha sido enseñado con el instrumento del disfrute, con la vara de
medir lo permitido, lo útil, lo adecuado. El placer asociado a los productos comunicativos se
llama entretener.
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Interesante juego sonoro el de la voz entretener. Se me ocurre así: entre tener- tener que
hacer lo de todos los días, lo que me mandan, lo que no me gusta, lo que me enajena, y tener
que olvidarme de todo eso que es mi realidad, la realidad de mi vida, entre dos teneres me
entre-tengo, me tengo a mí mismo, me distraigo, me olvido de la realidad, me distancio de
ella. «La mayoría del displacer que experimentamos es, ciertamente, displacer de percepción
percepción del esfuerzo de instintos insatisfechos, o percepción exterior,...por ser esta última
penosa en sí...» (Freud S, 1981:2509). Displacer en la realidad, placer en el alejamiento de la
realidad.
Desde esta perspectiva parece hacerse evidente que la posición simbólica primaria asignada a
la presencia de un científico en el controvertido espacio apocalíptico e integrado de los
medios de comunicación es definitivamente difícil, por momentos, utópica, quijotesca, en lo
que a placer se refiere. Veamos algunos elementos.
La comunicación científica está comprometida con el saber, con la realidad. Del lado del
público la demanda básica de placer tiene sus prescriptores asimilados por la educación (la
formal y la informal), por las acciones de comunicación intencionales o no. «Fumar es un
placer», entonces cuando le decimos al público que «Fumar es dañino» la lectura es: «Me
están convocando a que renuncie al placer». Quizás por eso el placer con frecuencia nada
despreciable no quiere saber la verdad a no ser que sea convergente con la producción misma
de placer y por tanto no es la verdad sino la verdad del placer. ¿Qué pasa entonces?
Ayudémonos con Aristóteles, que se conformaba con dar vueltas alrededor de los patios
hablando sin descansar: «Nadie ve a sus hijos feos», «Yo tengo cinco hijos», entonces «Yo
veo a mis hijos lindos». Más aún cuando alguien dice de mi hijo más pequeño «es igualito a
su padre» es decir a mí, con todo derecho quedaría justificada la estructura narcicística «yo
me veo lindo». Pero irrumpe en mi espacio lógico una ventana que quiere develarme un
secreto: «El que tú veas a tus hijos lindos no quiere decir que lo sean, y mucho menos que lo
seas tú, porque la ciencia psicológica ha demostrado que la percepción está dibujada por las
necesidades. Entonces es tu orgullo, tu narcicismo, tu egolatría es la que te hace ver a tus
hijos lindos». Corolario: mis hijos son feos y yo soy un histérico enamorado de mí mismo.
Es ese el momento en que cambio de canal, o de emisora, o de revista, o de artículo, y voy a
ver la belleza de los hijos de un personaje bello para cerrar mi dinámica trasposicional. Dice
una conocida ley psicológica: «Lo que un sujeto considera real se hace real al menos en sus
consecuencias» (Bleger J. 1973). La realidad puede modificarse o no, el placer la sobrepasa.
Si alguna duda quedara sería útil recurrir a la noción pichoniana de fascinación del horror:
lo que en el discurso de la realidad es horror, en el discurso del placer produce fascinación.
(Pichón-Riviere E, 1975).
Sumemos a esto los diferentes aspectos que se relacionan con la calidad formal y de
contenido de los mensajes. Hablo sobre todo de lo que llega como producto comunicativo a
nuestro gran público demandante de placer. Comparemos dos textos: «Al que a fumar dice
NO, la muerte le llega más tarde». El otro dice «Belmont. Para los que buscan un placer
distinto». Huelgan los comentarios.
Cambiemos de contexto. Nos vamos a la televisión.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Programa La Ciencia al día.
Música: Tema de Presentación (Suppe. Light Cavalry Overture)
Los dos participantes están sentados detrás de un escritorio antiguo. El fondo es un estante lleno de
libros. Encima de la mesa del conductor hay un microscopio electrónico. En la del invitado hay una
computadora.
Conductor: Buenas noches estimados televidentes. Bienvenidos a su programa la Ciencia al día.
Hoy trataremos un tema que esperamos sea del interés de todos: la posibilidad de transmisión y
regeneración genética por vía de la sedimentación de núcleos portadores de información básica,
partículas integrales de ácido dexociribonucleico, depositados en mediadores animales vivos
fosilizados en condiciones naturales de conservación. Para lograr la explicación más autorizada
hemos invitado al Dr. Federico Sánchez, Especialista de I Grado, Profesor Titular, Doctor en
Ciencias Biológicas y actual director del Programa Nacional de Ingeniería Genética. Doctor, ¿es
posible la transmisión y regeneración genética por vía de la sedimentación de núcleos portadores de
información básica, partículas integrales de ácido desoxirribonucleico, depositados en mediadores
animales vivos fosilizados en condiciones naturales de conservación
Especialista invitado: Bueno, ante todo quiero agradecer la gentileza de los compañeros del
colectivo de este interesante y ameno programa que deberían ver todas las personas en nuestro país,
porque nuestro futuro es de hombres de Ciencia, sin la ciencia hoy el ser humano no puede seguir
adelante. Quiero además decir que las ideas que expondré hoy aquí no son solo mías, sino que son
el fruto del trabajo abnegado y consagrado de varios especialistas y técnicos del Instituto de
Ingeniería Genética Especializada, centro de alto nivel científico con el que puede contar hoy
nuestro pueblo gracias a la Revolución. Cualquiera de mis compañeros podría estar aquí hoy ante
las cámaras. Creo incluso que otros se lo merecían más, pero bueno, fui yo el designado.
Conductor: Gracias Dr. Sánchez. Podría, por favor, ahondar un poco más sobre si existe o no la
posibilidad de transmisión y regeneración genética por vía de la sedimentación de núcleos
portadores de información básica, partículas integrales de ácido dexociribonucleico, depositados en
mediadores animales vivos fosilizados en condiciones naturales de conservación. Porque en
realidad yo creo que a nuestros televidentes les gustaría saber que sí, que existen incluso algunas
experiencias alentadoras. En definitiva la transmisión genética es hoy un hecho bastante bien
conocido, y no creo que tengamos razones especialmente poderosas para rechazar tal hipótesis.
Especialista invitado: Efectivamente. Como Ud. ha señalado existen incluso algunas experiencias
alentadoras que nos hacen creer en la posibilidad de transmisión y regeneración genética por vía de
la sedimentación de núcleos portadores de información básica, es decir partículas integrales de
ácido desoxirribonucleico, depositados en mediadores animales vivos fosilizados en condiciones
naturales de conservación. Como es conocido, actualmente se realizan biopsias de blastómeros,
patogénesis, elementos básicos para las prácticas in vitro y los resultados han sido satisfactorios. De
modo que es posible pensar en analogías naturales de estos y otros procesos tecnológica y
científicamente complejos.
Insoportable, displacentero. Se pone en tela de juicio hasta la sanidad mental del saber. «Los
científicos son aburridos porque la ciencia es aburrida». La imagen corporativa del gremio
se ve seriamente dañada. Sin embargo la novela de Michael Crichton Parque Jurásico
llevada luego al cine por Steven Spielberg es capaz hasta de convencernos de que si los
«camellos» no resultan como medio de transporte, entonces tendremos «dinosaurios». Por lo
menos hasta que se cumpla la hipótesis de Horner J. y se echen a volar.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
¿Dónde está el problema?, ¿alguien nos obliga a ser tediosos y aburridos? Posiblemente sí.
Entonces ¿quién? La imagen que tenemos de lo que es científico, de lo que es serio, de lo
que es riguroso. Imagen asociada a los cánones de la ciencia positivista burguesa, no a la
ciencia revolucionaria del Marx de los Manuscritos..., ni del Marx de El Capital. La imagen
que tenemos, la que damos, es la del tedio, la del teque, la de la descarga intransitable.
En los estudios de imagen, que cada día cobran mayor significado en las prácticas de
Comunicación social, se parte de un presupuesto de indiscutible validez: la imagen es (o es
portadora de) un mensaje. Ella no es solo objeto-forma para la percepción, ella es sobre todo
contenido para el pensamiento, para la reflexión, ella es sugerencia para la emoción. «Las
imágenes en la comunicación de masas se trasmiten en forma de textos culturales que
contienen un mundo real o posible… son, ante todo, un juego de diversos componentes
formales y temáticos que obedecen a reglas y estrategias precisas durante su elaboración»
(Vilches L, 1983:9). Más aún, la ausencia de voluntariedad consciente del decir con la
imagen no la exime de ser un lenguaje. La intención no hace directamente, ni por sí sola, al
discurso. El discurso es lo que se quiere decir (intención), lo que logra decirse (contenido), el
cómo se dice (medio) lo que comprende el receptor (recepción) y lo que este intercambia con
otros receptores (interrelación). Los elementos que componen y trascienden la imagen,
estructurados de uno u otro modo, siempre dicen algo. (Dorfles G, 1969).
Según algunos el análisis semiológico de la imagen corre los riesgos de todo lo que supone
la interpretación personalizada de ella. Es cierto que la recepción del mensaje-imagen puede
ser diferente no solo en lo que a comprensión se refiere, sino también en lo que de sedimento
o huella deja en el receptor. Pero esto es algo que el lenguaje de la imagen comparte con
todos los tipos de lenguaje que no sean los de las convenciones heurísticas cerradas
(entiéndase el lenguaje matemático, el computacional, etc.). Sin embargo más allá de las
interpretaciones, los elementos esenciales de la conformación de la imagen son, dentro de un
mismo espacio cultural, étnico, idiosincrásico, etc., percibidos de forma similar. De lo
contrario la comunicación convergente, la integración comunicativa, la comprensión, el
entendimiento, fueran totalmente imposibles.
A veces se confunde la representación que alguien puede tener de cuál es su imagen con la
imagen misma. Sin embargo la imagen es sobre todo la interpretación total que hace el
público de la acción de comunicación. La aceptación o rechazo de la imagen no es lo mismo
que su lectura. «Me gusta» o «No me gusta» son criterios que expresan un tipo de relación
del receptor con la imagen, relación que matiza la existencia (percepción, valoración etc.) de
la imagen en el sujeto receptor, pero no es un indicador constitutivo de su existencia
independiente del receptor. Algo evaluado como hermoso puede ser nocivo, así como algo
saludable puede resultar desagradable. Aplicándolo a la situación sobre la que estoy
pensando entonces diría: «una verdad científica de indiscutible valor puede hasta ser nociva
si la imagen del continente comunicacional que la contiene es desfavorable».
Esto se relaciona con el asunto de los estilos de comunicación, que bien podríamos dejar para
el análisis de nuestras prácticas como comunicadores, pero que son también el espacio
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
comportamental en que nuestra acción comunicativa se realiza y donde se sustenta la
producción imaginaria de los comunicandos.
Nuestros mensaje son en ocasiones anticomunicacionales si los evaluamos desde su forma
de existencia. Con esto quiero decir que con bastante frecuencia olvidamos que existen
ciertos estilos o modos de comunicación que constituyen un freno al despliegue de vínculos
de aceptación-preferencia. Si bien la sentencia de Nietzsche afirma que: «cuando alguien
tiene un por qué en la vida, puede soportar casi todos los «cómos», cuando se trata de
comunicar sobre la realidad, de facilitar la emergencia de nuevos conocimientos, cuando se
trata de la comunicación de las ciencias las cosas son un tanto distintas. El «cómo» de la
comunicación (cómo se realiza, como se encuadra) define una buena parte del «por qué» de
la emergencia o no de la aceptación o el rechazo, de la preferencia o la no preferencia.
Por solo hacer una referencia sobre el tema quiero recordar que existe una distinción
fundamental dentro de la diversidad modos o estilos de comunicación, tomando como base
la posibilidad de desarrollo de comportamientos creativos, proactivos, comprometidos y en
este sentido preferenciales. Podemos distinguir dos tipos de encuadres generales: los
encuadres reproductivos y los encuadres creativos.
Los encuadres reproductivos son aquellos en los que la tarea de comunicación tiene como
fin que el modelo comportamental del emisor, explicitado en el mensaje, sea asumido por el
receptor. Sus mecanismos típicos son la imitación, la coacción, la imposición, pero también
la persuasión. Ellos pueden ser más o menos discretos, pueden ocultarse tras las cortinas del
for your own good, pero en lo fundamental su intención está en la reproducción de un
modelo preestablecido, ajeno a la elaboración activa del sujeto reconocido apenas como
receptor.
Quiero llamar la atención en esto último por su significación esencial. Un comportamiento
adaptativo podría asociarse inevitablemente a un sentido reproductivo. Ciertamente puede
serlo. Pero él es reproductivo no porque el comportamiento exigido esté preestablecido con
respecto incluso a la decisión del sujeto de adoptarlo. Él es reproductivo solo en la medida en
que el sujeto lo realiza sin un por qué personal. En el comportamiento reproductivo el sujeto
no es sujeto, en todo caso él es un sujeto sujetado. Frente a esto estaría precisamente aquello
que Pichón Riviére llamo «adaptación activa» (Riviére P. 1975).
¿Cuáles son algunas de las características más comunes que sustentan encuadres de
comunicación reproductivos y no creativos?: el discurso paternalista, egocéntrico, el
explicitismo subvalorativo del receptor, el formalismo, la descontextualización. Y todo esto
se acompaña de mensajes punitivos, sin credibilidad posible por su distancia del receptor, a
veces mesiánicos, mensajes que no convocan a la reflexión, sino a la aceptación acrítica. En
síntesis mensajes aburridos, nada placenteros y de casi imposible elaboración. «Entran por
una oreja y salen por la otra» dice el gran público.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Infelizmente no podemos detenernos en el análisis de cada uno de estos «estilos anestésicos
del placer, del gusto, de la predilección». Pero sí al menos señalar que el mero hecho de su
evitación ya supone una tarea importante para el comunicador.
Lo que he dicho con respecto al mensaje (su elaboración, producción y puesta en
movimiento) está afectado también, incluso por los problemas estructurales y funcionales.
No me gustaría dejar de decir que una buena parte de las dificultades por las que atravesamos
están también asociadas a la imagen de la comunicación de ciencia en los realizadores,
creativos, en los gestionados de producto final de comunicación. Un programa de Educación
ambiental, de comunicación científica, es para la mayor parte de los técnicos de los medios
un programa menor, que no los deja desarrollar sus potencialidades creativas. Así como Los
hombres las prefieren rubias, los hacedores de programa prefieren un musical, un variado,
un teatro, hasta la programación deportiva les resulta más atractiva. Por supuesto que no
incluyo aquí honrosas excepciones. El hecho es que, parafraseando a los clásicos, podemos
recordar que, lo que y cuanto, le sea dado hacer a un comunicador de ciencia «no depende
solamente del estado real del mundo, sino también de su bolsa y de la actuación que en la
vida le asigne la división del trabajo, situación que tal vez se le cierre demasiado, aunque
tenga ojos y oídos muy acaparadores» (Marx C., Engels F, 1982:326). «Si las ganas no se
ponen de acuerdo con las condiciones, —decía mi padrino Pancho— entonces no hay nada
que hacer».
Lo dicho aquí, que para nada significa un cierre terminal para el problema de los mensajes,
pero sí nos permite pasar al siempre álgido y difícil tema de las políticas de comunicación.
Quiero comenzar diciendo que mi andar por el mundo, mis contactos de trabajo con personas
vinculadas a la gestión de comunicación social educativa, cultural, científica, me permite
asegurar que los comunicadores de y desde la ciencia cubanos somos bastante privilegiados.
Tenemos espacios importantes en todos los medios de comunicación del país, se reconoce la
importancia de nuestro trabajo, nuestra labor está registrada dentro de las intenciones y
políticas que dan perfil y sentido a las prácticas de comunicación en el país. Si no fuera así
sería difícil de entender la presencia de un volumen horario nada despreciable dedicado a
programas educativos, de orientación, de desarrollo y consolidación de conocimientos.
Tengo que reconocer que muchos colegas sufren la sana envidia cuando les digo que mi
programa de televisión, Vale la Pena, está en un horario estelar: buen día de la semana
(viernes), buena hora (9:45 p.m), buen arrastre (después de la telenovela extranjera), buena
consecuencia (una película). Lo mismo podría decir para mis programas preferidos como
espectador, Entorno, que ha logrado captar la atención hasta de «las fieras de la casa»,
Escriba y Lea que nos muestra, además lo que embellece a una persona cultivar su espíritu,
multiplicar sus conocimientos. Digo sin formalismos de ningún tipo que mucho de lo más
importante lo tenemos.
Podría detenerme aquí y decir que «lo demás es lo de menos», pero como dice Marguerite
Yourcenar en su Alexis o el tratado del inútil combate, y yo coincido plenamente con esta
idea: «la virtud tiene sus tentaciones, como todo: mucho más peligrosas porque no
desconfiamos de ella». Se hace inevitable entonces una mirada crítica que ojalá se constituya
en reto de creación y dirección.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Sintiéndolo desde cerca observo que a las acciones de comunicación de carácter científico,
educativo, de orientación, le son asignados muy pocos recursos: para que la vedette Rebeca
haga lo mismo que hacía Rosita Fornés hace 40 años se dispone de los costosos medios
técnicos de la sala de posproducción; para que Carlos dinamice su espacio dominical, hay
cámaras que salen a la calle; para que la tropa de Rakelita Mayedo, conductora de un
programa farandulero, contacte con su teleaudiencia, hay vestuario, hay gestión de
patrocinio. Nada de esto está pensado para los programas de los que somos hacedores totales
(somos tramoyistas, musicalizadores, manipuladores del generador de caracteres).
Lo cierto es que ya pasamos por momentos peores. Los horrorosos «XO IY BCË ZHATb»
(Jachu, vsio, znatz), - «Quiero saberlo todo», informativos de ciencia y técnica, eran como
los comodines en el juego de cartas. «Mientras esperamos el interesante programa dominical
que todos prefieren —decía la locutora— mostraremos documentales de ciencia y técnica».
Sálvese quien pueda. Es el momento de aprovechar para hacer otra cosa. Por suerte tuvimos
aquí la presencia de los excelentes materiales de Transtel (El cuerpo humano, El circo de la
física, etc.), pero la mayoría fueron borrados «a causa del bloqueo...» (Hablo por supuesto
del bloqueo mental que nos corroe con más frecuencia de la que nuestra paciencia logra
evaluar como comprensible).
¿Cuál es la dinámica malsana que produce tal situación? Siguiendo por el camino que me he
trazado como referente conductor de este trabajo es imprescindible retornar al placer, al
principio del placer: la demanda básica de placer instituye no solo su búsqueda por parte del
consumidor (televidente, lector, etc.) sino también compromete a las funciones de su entrega,
es decir la producción y la disponibilidad de productos comunicativos. La prioridad política
es la novela, solo superada por los intereses políticos. La propia prioridad de la telenovela es
un interés político, solo que transita por un camino que puede recordar al populismo,
tendencia funesta para el desarrollo de nuestros pueblos y sus gentes. «La comunicación
es...un aparato político de producción de consenso, de reproducción de las jerarquías
culturales, y como tal es difícil desprenderla del conjunto de los demás sistemas de
socialización» (Mattelart A., Stourdze Y, 1984:56).
Me comprometo con todo lo que he dicho hasta aquí. Me comprometo también a no
atormentarlos más y terminar rápidamente. Pero he llegado, después de muchas vueltas, al
punto central: Nosotros, los comunicadores. Una lectura de lo expuesto hasta aquí, y mejor
aún una mirada aguda a nuestras prácticas cotidianas de comunicación nos podría dejar un
sabor análogo a de aquel personaje de Jack Nicholson que trata de romper con todas las
ataduras que pretenden limitarlo. Tratan de convencerlo con la razón, y no lo logran. Tratan
de hipnotizarlo con medicamentos, y tampoco les resulta. Lo lobotomizan y quieren
convertirlo al fin en un Atrapado y sin salida pero una mano retoma su estandarte y sigue la
lucha.
Nosotros no estamos ni por asomo «atrapados y sin salida», estamos sueltos y con
alternativas. ¿Pero qué pasa con nosotros? Nosotros tenemos que reformularnos, revisar
nuestra identidad y nuestro perfil, encontrar no solo nuestro saber, sino también nuestro
177
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
placer. Hay muchas formas de cambiar las cosas, pero sin duda la mejor para empezar es
comenzar por cambiar uno mismo.
En primer lugar tenemos que avizorar una táctica: la asociación al placer. Sea ya ir al
espacio del placer que ya tiene público y deslizar desde allí nuestros mensajes, sea pensar en
nuestros espacios como lugares de placer posible, no del placer que nos gustaría a nosotros,
sino el placer real que funda la aceptación y la preferencia de nuestros actuales y futuros
comunicandos. Como Freud, en su inspiradora obra, aprovechemos la sugerencia del poeta
Rückert: «Si no se puede avanzar volando, bueno es progresar cojeando, pues está escrito
que no es pecado el cojear» (Freud S, 1981:2541).
Para esto tenemos que abandonar la forma modelar en que realizamos con mucha frecuencia
nuestras acciones de comunicación. La visión modelar es sobre todo un paradigma de
funcionamiento muy arraigado en las prácticas comunicacionales de los expertos, según el
cual la condición de comunicador-emisor-experto, da una posición de predominio sobre la
determinación de las conductas a seguir, las valoraciones a realizar, la distinción de lo bueno
y lo malo, en una cierta relación por parte de los que serían el objeto de la acción de
comunicación. El lugar del comunicador se representa como el lugar de la verdad, peor aún,
de la única verdad. Expresiones bien comunes están en el modo en que se concibe al
comunicador como el que sabe (lo que hay que hacer, lo que hay que pensar, lo que hay que
saber) y el otro, «el gran público» como el que no sabe. El primero oferta un modelo a seguir
y el segundo lo asume.
Por detrás de este enfoque modelar se esconden relaciones de poder-subordinación, dando
una suerte de «hegemonismo paradigmático» al comunicador. Esto reduce
considerablemente la posibilidad de una acción verdaderamente mancomunada, la
participación equiparada y de colaboración. ¿Supone esta forma modelar la libertad del
receptor, su autonomía, y por ende su placer de la creación, de la participación activa, del
aprendizaje como hecho personal? Muy por el contrario, él siente en el mejor de los casos, y
en la mayoría ni se da cuenta, que la tarea, la decisión de qué y cómo hay que hacer algo,
pensar algo, qué es lo que hay que saber, le viene impuesta desde afuera. ¿Favorece esto la
productividad comunicativa?. Parece ser que hay que estar de acuerdo con Mahler cuando
decía que… «debemos dejar de adaptar…» (Mahler H, 1985:3).
Tenemos que alejarnos de la visión estática del sujeto receptor, del público. En el caso que
nos interesa queda muy claramente establecido en la propia denominación de «el receptor»,
aquel sobre quien recae la acción. La expresión de esta visión estaticista sobre «el receptor»
de las prácticas de comunicación es variada. Parece en ocasiones que lo único que pedimos a
las personas sobre quien recae nuestro trabajo es que «se dejen llevar». Son como cuerpos
inertes que serán movidos por nuestra acción. Para sentir el placer hay que participar en su
producción.
Es necesario ser muy cuidadosos con la valoración implícita que con mucha frecuencia se
hace de las potencialidades y capacidades de los grupos a los que se dirige la acción de
comunicación. No puede ser esta una evaluación intuitiva, no sujeta a una disciplina
178
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
científica. Para algunos de los presentes, lo que digo tiene que ver con las acciones de
comunicación que se realizan con grupos (comunidades, poblaciones, etc.) marcados por el
bajo acceso a la educación y a la instrucción, marcados por los bajos (en ocasiones
inhumanamente bajos) ingresos económicos, el desempleo, podemos decir hasta la
marginalidad. Sin duda esto es una tarea especialmente difícil y aún poco reconocida.
Cientos de comunicadores han estado, y están, donde menos ventajas personales pueden
encontrar movidos por un fin digno de admiración, respeto y reconocimiento. En esos
espacios parecen encontrar sobradas razones para acciones que parecen pueriles,
elementales, infantiles. Algo similar ocurre cuando las acciones de promoción, educación e
instrucción científica tiene que ver con niños: «Nos tratan como si fuéramos tarados» —me
decía un niño de una escuela primaria cuando le preguntaba por qué no le gustaba la
programación televisiva infantil. Pero hay que tener muchos cuidados toda vez que esto ha
generado cosas, en mi opinión, muy negativas.
Por una parte se ha favorecido la imagen de que estas, las acciones de comunicación
científicas populares, son acciones «para pobres, para populachos, para gente sin cultura y
sin distinción». De parte de algunos comunicadores existe una certeza de que al trabajar con
estas poblaciones, hay que «ponerse a su nivel», lo que quiere decir que «hay que olvidarse
de la capacidad de abstracción, de la complejidad intelectual. Hay que tratarlos muy
superficialmente, casi infantilmente». Se produce así una hiperconcentración de los esfuerzos
en el elemento «mensaje» en detrimento de las acciones que signifiquen el conocimiento real
del receptor y la movilización de sus recursos. No nos equivoquemos la inteligencia no es
función directa ni exclusiva de la instrucción, la madurez tampoco. Hay mentes poco
cultivadas que dan mejores frutos que las cultivadas por antojo, capricho o necedad.
Subvaloraciones de este tipo invitan a la apatía, la indiferencia, a la ausencia de deseo y
gusto por hacer algo, sin olvidar que favorece o la reafirmación de daños en la autoestima, o
el rechazo a las prácticas desde una autoestima que, sin quererlo en la inmensa mayoría de
los casos, está siendo dañada.
De fundamental importancia es nuestra superación profesional. Las buenas intenciones y las
buenas intuiciones no pueden ser los contextos que dan origen a nuestras prácticas. Si somos
comunicadores de la ciencia, tenemos también que ser científicos de la comunicación. No es
posible darle la espalda a todo el desarrollo alcanzado en la gestión de marketing, de
publicidad, incluso porque es con estos instrumentos que «nuestros competidores» nos han
tomado ventaja competitiva. Tenemos que desarrollar nuestras habilidades para el Marketing
research, para el Merchandising. Es más que un reto, una exigencia. De lo contrario nuestros
productos no correrán por el intercambio real y simbólico de la vida cotidiana, no serán
consumidos.
Otra razón importante hace que nuestra acción tenga que ser especialmente cuidadosa y
científica en estos días: hay una erupción, un brote gigantesco de pseudociencias que
amenazan con robarse la conciencia de muchas personas. En los últimos años, víctimas del
resquebrajamiento de los modelos económicos, sociales y políticos, muchas personas han
desarrollado una suerte de «escapismo trascendental» que favorece la adición a modelos de
respuesta, o dicho más exactamente, de búsqueda de respuestas, que están siempre más allá
179
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
de la razón, de la ciencia, de la historia, de la terrenalidad. Me atrevo incluso a decir que
mientras menos se parezca a lo razonable las propuestas de los mercenarios de la situación
humana más capacidad de adición tienen y devienen una alternativa de solución a los
problemas apremiantes de la vida moderna según una lógica del siguiente tipo «las cosas no
tienen solución» (nihilismo, desesperanza aprendida, decepción, etc.), «si me dedico a
buscarles solución entonces lógicamente me neurotizo», «¿qué hacer?: olvidarme de ellas,
no pensar, dedicarme a algo que me enajene» (algo menos dañino que el alcohol o las
drogas, o incluso quién sabe si contando con estas dos últimas). Como dice Feyerabend P
(1978:447): «Hay mitos, hay dogmas de teología, hay metafísica y muchas otras maneras de
elaborar una cosmovisión…una conveniente interacción entre la ciencia y esas
cosmovisiones no científicas… no es solo posible, sino necesaria, tanto para el progreso de
la ciencia como para el desarrollo de nuestra cultura como un todo», pero alerta porque una
vez más, la convocatoria allí es al placer irracional, ahora acompañado de fantasmas,
resurrecciones y brujería.
La táctica de comunicación con el gran público, apoyándome en Benedetti, es «aprender
como sos, quererte como sos...hablarte y escucharte, construir con palabras un puente
indestructible…ser franco…para que entre los dos no haya telón ni abismos» (Benedetti M,
1995). Es ser capaces de entrar en su mundo de placer, por puerta propia o arrendada. ¿Para
qué? Para invitarlos entonces a sumarse a nuestra estrategia, «que un día cualquiera, por fin
nos necesite».
La estrategia es la conformación de un nuevo principio de funcionamiento subjetivo, un
principio más allá del principio del placer irracional, y más allá del principio de la realidad
fría y cruda. El principio del saber, saber del placer y de la realidad, saber la realidad del
placer y el placer de la realidad. Y esto es imposible sin el conocimiento:
(…)
1. conocimiento de lo que constituye el bien y el mal,
2. qué acción en la situación concreta es un medio adecuado para el fin deseado,
3. conocimiento de las fuerzas que están detrás del deseo manifiesto; lo cual significa el
descubrimiento de deseos inconscientes,
4. conocimiento de las posibilidades reales entre las cuales puede escogerse;
5. conocimiento de las consecuencias de una elección y no de la otra;
6. conocimiento de que el conocimiento como tal no es eficaz si no va acompañado de la voluntad
de obrar, de la disposición a sufrir el dolor de la frustración que es resultado inevitable de una
acción contraria a las pasiones de uno.
Conocimiento significa que el individuo hace suyo lo que aprende, sintiéndolo, experimentando
consigo mismo, observando a los demás y, finalmente, llegando a una convicción y no teniendo una
―opinión‖ irresponsable‖ .(Fromm E,1983:157).
Es esa nuestra estrategia de comunicación la estrategia de la liberación humana, la estrategia
del crecimiento y el desarrollo personal, de la reivindicación de los valores universales, de la
esperanza y el optimismo. Esto es, en el sentido humanista de la palabra, Educar. La
Educación de la que hablo es aquella que pone su empeño en preparar hombres libres,
independientes, comprometidos con todo lo humano, con los ideales de justicia e igualdad.
180
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Ha sido esta la más querida aspiración de lo mejor de la humanidad, y para ser su aliado la
gestión de comunicación de la Ciencia, las innovaciones tecnológicas y el medio ambiente ha
de convertirse en una batalla por la independencia humana de todas las ataduras y
convencionalismos. Amar lo que se hace y subvertir el orden impuesto que aniquila la
emancipación y el desarrollo, afirmar las bondades del presente y negar sus límites para
entrar en el siempre nuevo camino del futuro. Asumir los retos de la vocación humanista del
comunicador requiere adscribiese, de algún modo, a lo que Galeano llamó: «el marxismo
mágico: mitad razón, mitad pasión, y una tercera mitad misterio».
Hemos llegado hasta aquí con la «fórmula del amor triunfante: Con todos y para el bien de
todos» (Martí J, Tomo IV, 1975:279). Por eso estamos aquí en este Encuentro. Hemos
llegado por un camino que no queremos perder, sino perfeccionar, y lo lograremos con el
intercambio, con «la...participación que señala un compromiso, un ser parte, un estar
incluido, un ser integrado, una pertenencia, una doble decisión de estar presente en un
proceso colectivo en el cual es imposible despegar un exterior de un interior, un mundo
externo de un mundo interno» (Bauleo A, 1991:15).
Junto a esto, una visión no menos objetiva de la realidad que vivimos me convence que la
meta a mediano y largo plazo es todavía difícil de alcanzar. Habrá, aún y siempre, estorbos,
obstáculos, incomprensiones. Lo que Freud definió para la Educación es extensible a nuestra
función de comunicadores: la nuestra es otra de las profesiones imposibles. Comunicamos en
el presente para vivir en el mañana. Somos seres ilimitados por nuestras ansias pero
marcados por nuestras angustias. Por eso no es todopoderosa nuestra acción, ni tampoco
homogénea su forma de existencia. Habrá todavía muchas fallas, sentiremos todavía la
despreferencia, encontraremos resistencias al cambio, pero habrá también siempre una
esperanza que nos acompañe y que nos susurre al oído. Vale la Pena.
Bibliografía
Adorno T.W. (1962): Prismas. La crítica de la cultura y la sociedad. Ariel, Barcelona.
Bauleo A. (1991): «Democracia, Revolución y Subjetividad». Revista de la Clínica Grupal e
Investigación Institucional. Venezia. Anno I, n.1.
Benedetti M. (1995): Antología Poética. Casa de las Américas, La Habana.
Bleger J.(1973): Psicología de la Conducta. 8va. edición. Paidós, Buenos Aires.
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Dorfles G. (1969): Nuevos ritos. Nuevos mitos. Editorial Lumen, Barcelona.
Freud S. (1981): Obras Completas.Tomo III. Biblioteca Nueva, Madrid.
181
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Fromm E. (1983): El corazón del hombre. Fondo de Cultura Económica, México
Green L., Kreuter M., Deeds S., Partridge K. (1980): Health Education Today an the
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Lasswell H.D. (1985): «Estructura y función de la comunicación en la sociedad». En:
Sociología de la comunicación de masas. Gustavo Gili S.A, Barcelona.
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Sociales, La Habana.
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Mattelart A., Stourdze Y. (1984): Tecnología, Cultura y Comunicación. Mitre, Barcelona.
Pichón Riviere. E. (1975): Teoría del Vínculo. Ed. Nueva Visión, Buenos Aires.
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182
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
El bienestar familiar entre la transversalidad
y la diáspora mediática.
El mamut y otras historias.
183
Y cuando pienso en la gran tragedia de nuestra civilización material-mecánica
aplastando la vida humana natural entonces a veces me siento derrotado;
y entonces de nuevo sé que mi pobre y pequeña derrota
no me hará ningún bien ni a mí ni a nadie.
D. H. Lawrence
Sueño con mamuts
Algunos le llamarían «el analizador». Otros, «el estímulo». Podría decirse simplemente «el
detonante». Baste decir que AR me contactó vía e-mail.
----- Original Message ----From:A.R.
To:Prof. Manuel Calviño
Sent: Thursday, February 09, 2004 9:03 PM
Subject: SUEÑO CON MAMUTs
…Mucho se habla de lo difícil que resulta ser madre soltera. Nadie se imagina lo que es ser padre
soltero…he sido padre y madre de mi hijo. Con la desventaja de que la sociedad no reconoce a la
paternidad, a diferencia de la maternidad, como rol protagónico. No es inmodestia, pero lo he hecho
bastante bien. Pero o la adolescencia es mucho más difícil de lo que supuse, o los recursos para ayudar
a mi hijo se me están agotando, o quien sabe qué. Lo cierto es que desde hace casi un año vengo
sintiendo que de un momento a otro se abrirá una grieta infranqueable entre mi hijo y yo.
He tenido la posibilidad de darle a mi hijo una computadora. Cuando le ayudé a dar los primeros pasos
la máquina tenía softwares enciclopédicos. Pasábamos buen tiempo revisando el «Encarta». Conseguí
programas educativos y juegos de desarrollo intelectual… Pero, me enteré que en casa de un amiguito
se la pasaba jugando Nintendo y Play Station. Ya sabe que: Mortal Kombat, Delta Force, Hitman,
GTA – Vice City…aparecieron los tiros, los muertos, la sangre y la violencia a inundar sus horas de
vicio computacional, por supuesto cuando yo no estaba en la casa… Encontré y conseguí lo que para
mí debería haber sido un antídoto: conexión a Internet. Un mundo para explorar, para aprender, para
intercambiar. Qué decirle. El remedio fue peor que la enfermedad.
El momento de viraje casi total empezó por una discusión sin mucho sentido. Él estaba navegando por
Internet, buscando un juego nuevo, y me dijo: Papi mira esto que estoy guardando. Lo de Spielberg no
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
es cuento. Me enseña una noticia de la que le envío un fragmento: «Una expedición dirigida por el
geofísico británico Davil Smale, el veterinario Kazufumi Goto de la Universidad de Kagoshima y el
ruso Pyotr Lazarev, gran experto en mamuts, recorre Siberia en busca de uno de estos animales que
se conservan congelados entre los hielos. Nada nuevo hasta ahora, pues allí han sido hallados cientos
de ellos. La novedad radica en que lo que pretenden obtener es su semen, implantarlo en el óvulo de
una elefanta y recrear un animal que lleva extinguido 30.000 años…A priori es factible. Si se parte de
un material genético que incluya un genoma completo, puede clonarse un individuo completo. Si hay
compatibilidad entre el semen de mamut en el cigoto del elefante y no se produce rechazo en la madre
prestada, no tendrían que existir problemas». (Salvador Moreno Infografía de D.P.I/periodismo
infográfico).
Primero me molesté mucho. Lo tomé como una más de las tantas agresiones al intelecto y al saber que
se promueven desde Internet…Sin que él lo supiera abrí el archivo y leí con más detenimiento…no
soy psicólogo…pero me pareció que aquello no era casual: Se puede lograr la reproducción a partir
solo del semen… Se me ocurrió que mi hijo me decía: Yo no tengo ni tuve mamá. Tú solito me tuviste
a mí. Le juro que siempre le he hablado de su madre. Las escasas fotos que tenía de ella, se las di todas
a él. Nunca fui de los que cree que si no se les habla es mejor. Al mismo tiempo me preguntaba por
qué ahora, después de tantos años, esta preocupación por ser huérfano.
Unos días después…llego a la casa y me lo encuentro viendo una película en la computadora: la
historia de un mamut que ayuda a un niño a reencontrarse con su padre. Creo que se llama La era del
hielo. Esta vez no me molesté, la verdad es que lo que sentí fue miedo. Tenía lágrimas en los ojos
¿Qué estaba pasando con mi hijo?
Fui a ver a un amigo que dice que es psicoanalista… Lo que me explicó no lo entendí muy bien: No te
preocupes, es el sexo que se le viene arriba a una velocidad sorprendente… Me dijo que si la trompa,
que si los pelos. Me preguntó si mi hijo se estaba masturbando con mucha frecuencia…
Descubrí que tenía una nueva dirección electrónica: [email protected] … otra vez se me
salió el mono. Le dije que no quería saber nada más de mamuts, ni de nada que tuviera que ver con la
prehistoria. Tuvimos un fuerte intercambio de palabras y se fue de la casa. No vino a dormir. Pero el
padre del amigo a cuya casa se fue me llamó diciéndome que no me preocupara, que estaban allí
jugando con la computadora. Esa noche tuve un sueño que le cuento porque sé que Ud. lo entenderá
mejor que yo: ¡
Había una avenida supermoderna. Todos los edificios eran de cristal opaco. Unas ventanas eran
como «displays» de computadora, otras parecían pantallas de televisión. Los marcos de las ventanas
y las puertas parecían sacados del Internet explorer (estilo del Windows XP, predeterminado azul). La
puerta de un edifico decía no sé qué cosa para «domies»… había un niño sentado con una «laptok»
entre las piernas…era mi hijo pero cuando era más niño, como de 8 años… Estaba sentado en la
entrada del edificio donde vivíamos cuando estaba su mamá…estaba con sus amigos… los podía
identificar claramente. De pronto uno le decía «¡no toques esa tecla!», pero no pudo dejar de hacerlo,
no se pudo contener, como si la mano se le fuera sola. La escena que recuerdo parecía sacada de la
película «Jumanji»: un elefante inmenso intentaba destrozar las paredes y puertas, parecía
embravecido y con muy malas intenciones… tenía unos colmillos enormes, una trompa muy grande en
posición de ataque y sus ojos eran dos inmensas bolas negras con mirada de asesino… Todos los
niños corrían, pero el mío se quedaba como hipnotizado ante aquel animal muy peludo, con una
pelambre carmelitosa… ¡era un mamut!... No se de dónde aparecí yo en la escena. Cargué a mi hijo,
me lo puse en la espalda y me enfrenté al bicho. Ahora visto desde mi, parecía de peluche… me
recordó al mamut de la película que vio mi hijo «La era del hielo»… Pero otra vez se puso enfurecido.
Escuché claramente una voz conocida, pero que no puedo identificar, que me decía: «no hay modo de
escapar». Mi hijo estaba llorando y llamando a su mamá‖. A mí solo se me ocurría decirle.
«¡¡¡Apaga eso. Apaga eso!!!‖
Unos días después, cuando llegué al trabajo y me conecté, recibí un correo de mi hijo. Me decía
«cualquiera es un pequeño mamut. Hasta el hijo del mejor papá del mundo». Le adjunto el archivo
para que lo vea y lo oiga.
««
Un mamut chiquitito quería volar. Probaba y probaba y no podía volar.
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Manuel Calviño
Una palomita, su amiga, lo quiso ayudar. Y de un quinto piso lo hizo saltar.
¿y qué pasó?.... Mierda. El mamut se hizo mierda.
Un mamut chiquitito quería fumar. Probaba y probaba y no podía fumar.
Un perro su amigo lo quiso ayudar. Y quinientos cigarrillos le hizo fumar.
¿y qué pasó?.... Cáncer. Al mamut le dio cáncer.
Un mamut chiquitito quería tomar. Probaba y probaba y no podía tomar.
Un oso su amigo lo quiso ayudar. Y diez litros de whisky lo hizo tomar.
¿y qué pasó?.... Cirrosis. Al mamut le dio cirrosis.
Un mamut chiquitito quería debutar. Probaba y probaba y no podía debutar.
Un burro su amigo lo quiso ayudar. Y con cien prostitutas lo hizo debutar
¿y qué pasó?.... SIDA. Al mamut le dio sida.
Un mamut chiquitito se quería drogar. Probaba y probaba y no se podía drogar.
Un gato su amigo lo quiso ayudar. Y diez líneas de coca le hizo probar.
¿y qué pasó?.... Sobredosis. El mamut con sobredosis.
¿Y ahora, qué le paso?.... Se murió. El mamut se murió.
(LG Prodcutions)
Ahí fue cuando caí en crisis. ¿Qué hacer con mi hijo?...
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No se entusiasmen los clínicos. Ni se crean que voy a abrir la asamblea de las
interpretaciones. Dice Serrat: «Cada loco con su tema». Y mi tema es otro. Mi tema se está
convirtiendo en un monotema, o más bien está configurando un mundo no solo hegemónico
con respecto al poder (digo con Murphy que hoy «puede ser difícil saber quien tiene la
razón, pero todos saben quién tiene el poder»), un mundo no solo bipolar con respecto a las
condiciones de vida (nos acercamos cada vez más a una dicotomía existencial —no
frommniana por cierto— los que viven, y los que a duras penas existen). Mi monotema es el
tema que configura un mundo unicorde (otro modo de decir global): que transcurre en una
sola cuerda, en un solo ámbito: el mediático.
Otras historias
INFORMATIVOS TELECINCO. COM
Se llaman warfare puppetry (muñecos de guerra) y están de moda en los mercados bajos de
París. No son marines ni guderian franceses, sino Osama Bin Laden, Sadam Husein o
terroristas chechenos. .. Los seis modelos existentes compiten a ver cuál es el más
espeluznante: Osama Ben Laden haciendo la «V» de victoria, un bebé kamikaze con una ristra
de bombas en torno a su cuerpo, un miliciano checheno, barba prominente incluida, o Sadam
Husein en pose de autoridad y levantando el brazo izquierdo para saludar a las multitudes. La
caja en la que se venden estos muñecos tiene por fondo un mapa de Iraq, sobre la que avanzan
tanques y helicópteros. En ella aparece escrito: No recomendado para menores de tres años.
Para atraer la atención de los pequeños, las efigies de estos poco recomendables personajes
pueden moverse y agitar sus revólveres, bombas o armas sobre un zócalo iluminado. Los
juguetes son vendidos a 6,95 euros en las calles de París. (Copyright © Europortal Jumpy
España, S. A. 2004)
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Ya dije en una ocasión que el famoso tango Cambalache de Santos Discépolo se quedó
corto para poder ser cantado en el XXI. Las historias de Mamut son un pálido reflejo de las
que día a día nos regala nuestra existencia. La realidad actual parece ser un orden
subvertido de la que reconocemos como historia. Para que no me acusen de proselitismo
nacional chovinista hago alianza con Frei Betto:
Cuatro norteamericanos…poseen juntos una fortuna superior al PBI de 42 naciones con
600 millones de habitantes. En el Real Madrid, tres jugadores…reciben, juntos, salarios
anuales de 42 millones de dólares, equivalente al presupuesto anual de la capital de El
Salvador, con cerca de 1.8 millones de habitantes… Dos terceras partes de la población
mundial —4 mil millones de personas— …ni siquiera disponen de alimentación en
cantidad y calidad suficiente. En 1960 había en el mundo 1 rico por cada 30 pobres; hoy la
proporción es de 1 a 80…
(Por cierto aquí somos cerca de 300 personas ¿dónde están los 3,75 ricos que nos
corresponden? Otra vez la falacia «estadisticista»: el problema no es solo de cantidad, sino
esencialmente de «distribución»).
…la publicidad invade nuestro universo psíquico, que llega a invertir la relación persona
mercancía…El producto pasa a tener más valor que la persona…Un pequeño grupo de
privilegiados … controla el juego de poder en este mundo en que la política es siempre
dirigida por la economía (Frei Betto, Cuatro Economías).
Ahora sigo con Galeano: «El mundo está destinando 2 200 millones de dólares por día a la
producción de muerte… Nueve días de gastos militares alcanzarían para dar comida, escuela
y remedios a todos los niños que no tienen… Los cinco países que más armas fabrican y
venden son los que gozan del derecho de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas» (Elogio del sentido común. Palabras dichas el 12 de mayo, en la apertura de los
Diálogos del Fórum de Barcelona. Diario La Brecha. Montevideo, Uruguay)
Ahora son las Naciones Unidas quienes hablan. Doy sus cifras y valoraciones. Saquen
ustedes sus propias conclusiones.
Las funciones esenciales de las Naciones Unidas…tienen un presupuesto anual de 1 250
millones de dólares. Esta cifra representa aproximadamente el 4 % del presupuesto anual del
ayuntamiento de Nueva York, es casi 1 000 millones inferior al costo anual del Servicio de
Bomberos de Tokio y 3 700 millones inferior al de la red de universidades pertenecientes al
Estado de Nueva York… En todo el sistema de las Naciones Unidas trabajan 52 280
personas, que se reparten por el mundo entero… El número de personas que trabajan en
McDonald's es tres veces superior, mientras que Disney World y Disneyland tienen 50 000
empleados…. Las Naciones Unidas…disponen de 4 600 millones de dólares al año para
promover el desarrollo económico y social; esta cantidad, que equivale a 81 centavos por ser
humano se emplea en asistir a los países en ámbitos como la salud, la sanidad, la agricultura,
la distribución de alimentos, etc…La participación de los Estados Unidos en los gastos de
mantenimiento de paz…representa menos del 0,2 % del presupuesto anual militar
estadounidense.
Y en medio de todo esto: la familia y nuestro inveterado y sempiterno deseo del bienestar
familiar. Para algunos, ya desde el siglo antepasado, una utopía: claro destino, buena
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
intensión, meta inalcanzable. Los más, así quiero creerlo, seguimos convencidos de que sí se
puede. Más aún: es imprescindible lograrlo. Tenemos diversidad de caminos. Necesitamos
unidad de esfuerzos. Eludir la no-opción que es el desespero.
Batman asalta el Palacio de Buckingham
AFP. Pedro Alonso, EFE.
16 de Septiembre de 2004.
LONDRES, INGLATERRA - Un activista disfrazado de Batman burló el lunes la seguridad y
se coló en el Palacio de Buckingham, residencia oficial de la Reina Isabel II, para reivindicar
los derechos de los padres separados. Hatch, que es decorador y se queja de no poder ver a sus
dos hijos, pertenece a un grupo que defiende los derechos de los padres separados y que se ha
hecho famoso en este país por sus actos de protesta extravagantes. El pasado mayo, un
integrante de Padres por la justicia lanzó un globo lleno de polvo púrpura al primer ministro
británico, Tony Blair, en el Parlamento, agresión que provocó la evacuación de la Cámara
Baja por temor a que se tratase de un ataque químico. Este fin de semana, otro miembro de la
organización permaneció 18 horas colgado de la enorme Noria del Milenio del Londres, a
orillas del Río Támesis, que tuvo que cerrarse a los turistas. Un portavoz de Blair afirmó el
lunes que las reivindicaciones de los padres separados responden a un asunto que suscita
grandes emociones y sensibilidades, pero dejó muy claro que actos como el Hatch no ayudan
a explicar cuál es la complejidad del problema.
Editorial prensa asturiana
09/10/2004 - Nº 693
Una brasileña ahoga a sus dos hijos para que el padre no los golpease
SÃO PAULO
Una mujer brasileña ahogó en un tanque a sus dos hijos, de 2 y 3 años, presumiblemente para
que no siguieran siendo víctimas de las palizas del padre. El doble parricidio ocurrió el lunes
en una humilde barriada de la ciudad de Jacarei, en el interior del estado de São Paulo, según
informó la Comisaría municipal, en donde la mujer se entregó poco después del crimen.
De acuerdo con las informaciones policiales, Cleusa Soares de Assis, de 26 años, esperó a que
su marido saliera de casa rumbo al trabajo para ahogar a los menores, que aún estaban
durmiendo. La mujer cargó a cada uno de sus hijos hasta un tanque con 200 litros de agua y
los metió de cabeza en el recipiente hasta ahogarlos. Posteriormente dejó los cuerpos en sus
camas y, tras bañarse y cambiarse de ropa, se dirigió a la Comisaría, donde se entregó.
No hay nada tan malo como para que no pueda haber algo peor: a la realidad real se le suma
una realidad virtual que convoca execradamente en nombre, de la libertad y de los derechos,
a un destino ajeno al de la familia, reproduciendo y hasta justificando los viejos paradigmas
de la desigualdad de género.
Spot publicitario de televisión:
Una niña conversa en el comedor de la casa con su madre:
Hija: — Mami ¿en dónde esta papá?
Madre: —Papá. Papá…, papá esta en un lugar muy lejos. Pero vos no te preocupes porque él igual
está bien‖.
Hija: — Y si yo le hablo… ¿él no puede responder?
Madre: — No mi amor. No. Él no puede‖.
Hija: — Pero yo lo extraño a papá.
Madre: — Yo también lo extraño.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
La cámara abre el lente y se ve el padre, en el mismo salón, sentado a la misma mesa, leyendo el
diario.
Hija: — Pero yo lo veo.
Madre: — Yo también lo veo… pero no está.
Aparece texto a toda pantalla:
VIVÍ EL MUNDIAL LAS 24 HORAS. LA NACIÓN: DIARIO DEL MUNDIAL.
Spot publicitario de televisión
Un joven ayuda a sus padres a hacer las maletas. Conversa con su madre:
Madre: — ¿Y vas a poder vivir solo?
Hijo: — Si ma… Además vamos a estar cerca ¿no?
Madre: —¿Es muy chiquito el departamento?
Hijo: — Sí es chico‖… pero no está mal.
Abraza a la madre. Le da un beso. Llega el taxi. En ese momento él pone las maletas en manos del
padre y dice: Bueno, cuídense…la dirección está en la llave. Así que no se pueden perder. Chao, nos
vemos gente.
Lanza a sus padres a la calle. Cierra la puerta tras de sí. Suspira. Pasa el pestillo.
Aparece texto:
NO HAY LUGAR COMO TU CASA.
SANYO. TECNOLOGÍA JAPONESA PARA SER VIVIDA.
Nos dicen que el mundo se nos está volviendo más interactivo. Lo que en este metalenguaje,
que trae consigo implícitamente una recodificación de las palabras, significa que los niños
viven amarrados a los videojuegos, los multimedia, la telemática, las decenas de canales de
televisión, practican como deporte casero el zapping. Es un mundo que juega a borrar las
diferencias subjetivas, las peculiaridades etarias. La violencia es violencia para los pequeños
y para los mayores. Al final el mundo «mediático» es un discurso homogenizante que hace
de la realidad mediática «el mundo virtual de todos».
Hace ya bastante tiempo nos vienen preparando una muerte para el sujeto. El derrumbe del
ruso-cialismo. Lacan y Foucault. La posmoderinidad. La interconcectividad administrada y
amaestrada desde la misma filosofía, desde la misma ética de la segregación, del poder, del
predominio. En todo caso, ahora hay una multiplicación del efecto de seducción por las
capacidades de maniobras sustitutas del sujeto y supraeficientes. Pero más allá de
preferencias, temores y rechazos, el asunto central es el del encuentro o la pérdida de sí
mismo, de la mismidad y la otredad, en este proceso que requiere de una geografía para su
sujeto. Una geografía que permita la circunscripción al entorno intrasubjetivo en un laberinto
ilusorio de alternativas pragmáticas que se confunden con alternativas existenciales. ¿Quién
soy en el ciberespacio?, ¿dónde está mi cuerpo? Los cuerpos se pierden en las fibras ópticas,
son convertidos en una imagen (visual, auditiva, kinestésica), y «toda imagen es una
estratégia» (Debray R, 1995:131). La estrategia de la globalización. El crecimiento humano
parece quedar atrapado en dos ejes fundamentales: información y globalización. La
identidad, esa parábola que «unifica en la mismidad y armoniza en la otredad», es puesta a
andar por una autopista en la que no hay yo y otros. Solo cada uno de todos los yo. El otro es
el yo virtual. Yo mismo que me desdoblo ante lo mío. Círculo potencialmente
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
esquizodestructivo. En la interconectividad me hablo a mí mismo cual si hablara al y con
otro. Siendo que para ser yo-otro tengo que dejar de ser yo-yo. Mi otro es quien está en el
lugar de mi yo. Yo estoy en el lugar del otro.
Desde aquí somos convocados a preguntarnos: ¿De que familia se hablaría en ese mundo
donde el otro es un desdoblamiento del yo? ¿Qué noción de familia cabría en la
interconectividad? Seguramente alguna. No la familia humana. No la que nos reúne en este
lugar.
Transversalidad y diáspora mediáticas
Hoy todos los eventos de la vida humana tienen una existencia ―mediática‖, pasan por una
configuración mediática. Como nunca antes el mensaje es el medio. Somos apéndices de la
mediatización (qué cosas tiene la vida: desde la escuela histórico-cultural nos apropiamos
del concepto de mediatización para reservarlo a la fundamental acción de los instrumentos y
los adultos en la construcción de la subjetividad. Ni Vygotsky, ni desde otro enfoque Piaget,
ni Wallon, ni Bandura, previeron que la mediatización desbordaría los límites del factor de
desarrollo para devenir peligro de involución).
Los medios intentan (¿acaso ya no lo son?) convertirse en el espacio de la verdad.
…El efecto de realismo de la noticia televisiva (si recibo la noticia de que un avión se ha
precipitado en el mar, es indudablemente cierta, de la misma forma que es verdad que veo las
sandalias de los muertos flotar, y no importa si por casualidad son las sandalias de una
catástrofe precedente, usadas como material de repertorio), hace que se sepa y se crea solo
aquello que dice la televisión (Eco H. 2004).
Esta tendencia viene reforzada por las acciones mediáticas on line, en tiempo real. Una
comunicación «sincrónica». Lo on line ha pasado a ser sinónimo de «verdad». Pero la
realidad está escondida. Peor aún, está siendo escondida. Está siendo sustituida por la
realidad mediática: la prensa, la radio, a «la reina absoluta»: la televisión y los millones de
computadores conectados en una «red de redes». Los dueños del espacio audiovisual se
perfilan como los constructores de la realidad, no en el sentido constructivista, sino
maquiavélico.
Los que controlan el mercado de producción y distribución de la información determinan
antes de la publicación qué productos se producirán en masa, y por consiguiente, qué
opiniones se introducirán oficialmente en el mercado de opinión‖ (John Kane. 1991)
Si la información…está concentrada en pocas manos, va a beneficiar primordialmente,
sino exclusivamente, a los dueños de esas fábricas de información… Lamentablemente, lo
que existe ahora en el mundo industrializado es una concentración creciente de los medios
de información…y eso es un peligro muy grande…porque implica alimentar a la gente con
información unilateral, ocultándole la verdad, distrayéndola para mostrarle aspectos poco
importantes de lo que en verdad sucede en el mundo (Mario Bunge, «La concentración
mediática, peligro para la democracia» – entrevista de Martha Paz. etcéter@. Noviembre
2003).
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Mientras millones de seres humanos viven por debajo del umbral de pobreza, mientras
extensos asentamientos humanos están desprovistos de las más elementales condiciones
higiénicas, mientras la polarización neoliberal del mundo amenaza con la desaparición de la
especie, la realidad mediática nos habla de otra realidad, nos convence de que «esa otra», es
la realidad. La táctica es la de siempre: de lo que no se habla no existe. Solo existe lo que las
palabras dicen. Las palabras dicen lo que los medios dicen. Los medios no hablan por sí
mismos. Los medios dicen lo que sus dueños dicen. Los dueños dicen lo que les conviene
decir. Ilusiona es dominarás. Alucina y será feliz. Se ofertan alucinaciones, alucinógenos y
alucinantes de todo tipo. Quién domina la comunicación domina la «verdad».
Las contradicciones son evidentes. El mundo que miramos a través de la ventana no se
parece al que miramos en los medios. Mientras la Iglesia condena el uso del preservativo
aduciendo la defensa de la vida, la vida desaparece para decenas de miles de victimas del
SIDA.
Spot de bien público de televisión:
Se suceden imágenes de la Inquisición, de la segunda guerra mundial:
Después de siglos, la iglesia pidió perdón por la inquisición.
Después de décadas, la iglesia pidió perdón a los judíos por haberse callado frente al facismo.
Cuánto va a tardar la iglesia en pedir perdón por las víctimas del SIDA.
PECADO ES NO USAR PRESERVATIVO.
La industria del porno de Los Ángeles, multada por no usar condones:
Sábado, 18 septiembre 2004
Iblnews, Agencias
El consejo para la salud y seguridad estatal multó a Evasive Angeles y TTB Productions con
30 560 cada una por rodar películas porno en las que dijo que expusieron a tres actores a ser
infectados por VIH.
Fue la primera vez que la División californiana de Sanidad y Seguridad Ocupacional ha
adoptado una acción reguladora contra la industria cinematográfica para adultos de Los
Ángeles, que genera miles de millones de dólares, y emplea a unas 6 000 personas en 200
productoras que ruedan docenas de películas y vídeos a la semana.
Los productores de porno se han resistido a las normas de uso obligatorio del condón
alegando que los consumidores no querían ver sexo seguro. Pero la división para la seguridad
laboral dijo que los actores porno tenían el mismo derecho a un entorno laboral seguro que
empleados en negocios más convencionales, según informó Reuters.
Internet por su parte nos regala una «realidad virtual», más que virtual, «virtualizada» en la
que se mezclan con interés mercantil, el bien público y las estratagemas de mercado, el
beneficio social con los intereses personales. Más virtual aún toda vez que se trata de un
escenario al que acceden solo las minorías más o menos favorecidas, o al menos no
desfavorecidas, por el sistema que discrimina a las grandes mayorías.
Los redactores del informe 2001 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
afirman…que las redes tecnológicas están en vías de transformar el mapa del desarrollo y de crear
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
las condiciones que permitan realizar en un periodo de diez años progresos que en el pasado habrían
llevado varias generaciones…Pero…existe una línea de teléfono por cada dos habitantes en los
países ricos contra una cada 15 en los países en vías de desarrollo y una cada 200 en los países
menos desarrollados. La tercera parte de la humanidad aún no cuenta con electricidad, y qué decir de
los índices de analfabetismo... La organización de la cumbre mundial de la sociedad de la
información de Ginebra, en diciembre de 2003, avivó los enfrentamientos entre diferentes proyectos
de sociedad…la lucha por el acceso universal al ciberespacio en el marco de una infoética y del
respeto a la diversidad cultural lingüística, para evitar que la globalización económica sea
culturalmente empobrecedora, desigual e injusta (Armand Mattelart «Comunicación, poderes,
resistencias». Cumbre mundial sobre la sociedad de la información. Etceter@ Noviembre 2003).
Todo queda impactado por los medios —qué cosas tiene la vida. El socialismo
conjuntivamente era tildado de estandarizante, de buscar un malsano sometimiento de las
partes al todo, de diluir al individuo en el proyecto de la masa. ¿Será que la globalización
ciberespacial en una forma de pseudosocialismo digital? La comunicación —quién sabe si
sería más adecuado hablar de la incomunicación— atraviesa todo el espectro de la vida de la
sociedad y de la de las personas en particular. De una u otra manera, pero «nadie se salva del
pie forzado» (Silvio Rodríguez). Una vez más recuerdo a Debray: «los valores asimilados
hoy por los alumnos pasan por la televisión, la música, la radio, la moda, la publicidad, más
que por la escuela y la familia» (Debray R, 1995:85). ¡Más que la familia!
La realidad se mezcla con la ficción, la ciencia con la especulación, la razón con el absurdo.
Entre Spielberg e Internet llegamos a creer que todo es posible. Es igual si hablamos de un
dinosaurio o de un mamut. Conservamos la capacidad de maravillarnos, pero ya casi nada
nos sorprende. Y no vayamos a culpar a la ingeniería genética por el show. Lo hacedores del
show son los medios de comunicación, extendidos hoy hasta «más allá del principio del
placer» y de la realidad. La realidad se presenta como mediática. Los medios «informan»
sobre la realidad que ellos mismos generan. Una suerte de egocentrismo comunicativo
mediático. La información alucina al conocimiento, pretende usurpar su lugar. La
información juega a ser el conocimiento. El conocimiento son los medios de información. La
transculturación es apenas un proceso ingenuamente inocuo. Ahora se trata de hipnosis
social mediática. Como dice Alfredo Grande, psicoanalista implicado y amigo:
…el sujeto no percibe mediatización corporal ni cultural. El objeto aparece «mágicamente», porque
no hay conciencia del proceso de producción histórica que lo generó. Se pasa de la contingencia del
objeto al objeto fetichizado...toda la subjetividad pasa de ser un block maravilloso, a convertirse en
una pizarrita siniestra, donde los verdaderos monitores a color de los sistemas informáticos son las
personas. Trasmutadas previamente en terminales de computadoras. (Grande A,1996:20 7).
El bienestar familiar
«Mierda, cáncer, cirrosis, SIDA, sobredosis». Una buena definición de los problemas que
enfrenta la familia hoy y que se relacionan con droga, sexo irresponsable, alcoholismo,
tabaquismo, semianalfabetismo y sobre todo: no tener a dónde volar, no poder escaparse de
un mundo que a fuer de ser globalizado y hegemónico disemina hasta el infinito y más allá
toda su violencia, su inequidad, sus enfermedades, grotescamente disfrazadas de democracia,
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
libertad y desarrollo. La comunicación es un campo de batalla esencial en la lucha por el
bienestar familiar. Auque no su causa.
El hecho de que en el mundo virtual hay inequidades absolutas entre naciones ricas y
pobres difícilmente resulta sorpresivo; sería ingenuo esperar otra cosa en vista de las
disparidades sustanciales en cualquier otra dimensión de la vida desde la atención a la
salud y la nutrición hasta la educación y la longevidad. A pesar de las muy exageradas
esperanzas de algunos ciber-optimistas, la Internet no va a erradicar súbitamente los
fundamentales y desatendidos problemas de las enfermedades, la deuda y la marginación
que enfrentan los países en desarrollo (Norris P. 2001, p. 49)
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Internet se convierte en una suerte de diáspora mediática, un territorio en el que todo parece
posible y todo el mundo es nadie (un password, un login, un chickname). La comunicación
anticomunicativa. En la red de redes:
...no es el pueblo o el grupo familiar amplio, ni siquiera la familia nuclear o la pareja,
lo que constituye la célula básica de la sociedad, sino el individuo...la mayoría de los lugares y
tiempos de la vida colectiva van desapareciendo...la vida social se reduce a una circulación
cotidiana entre dos polos: el trabajo y la casa... las nuevas tecnologías de la información también se
proponen invadir el domicilio, tanto para actividades de compra, como de entretenimiento o incluso
de trabajo...el domicilio se convertirá en una especie de terminal global de información y
comunicación‖ (Mercier P.A., Plassard F., Scardigli V. 1985:52-53).
Internet se introduce poco a poco en nuestra vida, y las previsiones es que su presencia sea cada día
mayor. Es por tanto necesario que nos anticipemos y aprendamos lo máximo posible sobre como
Internet puede tener un impacto negativo en nuestro bienestar psicológico, no solo desde el punto
de vista de la adicción, sino también de los cambios personales y sociales que puede traernos la
llegada del mundo virtual‖ (Nacho Madrid López).18
No es posible negar las evidencias: nuestras prácticas asociadas al bienestar familiar están
atravesadas por la comunicación. Esto no es una novedad. Ya lo sabíamos desde hace
muchos años. Pero ahora el concepto tiene varios apellidos: comunicación social,
comunicación global, comunicación mundializada, comunicación virtual, comunicación
alucinante. La noción de transversalidad sale de sus recintos particulares y dibuja «la
totalidad de procesos, situaciones y tensiones que conforman la realidad,…se presenta como
un instrumento conceptual y epistemológico que nos ayuda a explicar y entender la compleja
producción social del conocimiento y la dinámica social en los distintos contextos
históricos» (I Jornada sobre Transversalidad. 1995).
Las familias responsables se preocupan por la desenfrenada relación de sus hijos con el
ciberespacio por el espacio mediático: la realidad en pantallas. Por momentos parece que el
control escapa a sus posibilidades. El empeño de los profesionales es inapreciable. Desde los
medios y con los medios se busca una orientación a la familia.
La American Academy of Child & Adolescent Psychiatry dice:
18
Disponible en: [email protected].
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Manuel Calviño
Los padres deben de asegurarse que sus hijos tengan experiencias positivas con la televisión.
Los padres pueden ayudar…Poniendo límites a la cantidad de tiempo que pasan ante la
televisión (a diario y por semana). Apagando la televisión durante las horas de las comidas en
familia y del tiempo de estudio. Apagando los programas que no les parezcan apropiados para
su niño. Además, los padres pueden ayudar haciendo lo siguiente: no permita a los niños
mirar televisión por horas de corrido, sino que ayúdelos a seleccionar programas
individuales…Establezcan ciertos períodos cuando el televisor esté apagado. Las horas de
estudio deben dedicarse al aprendizaje, no son para sentarse frente a la televisión mientras
tratan de hacer la tarea. Las horas de las comidas son tiempo para conversar con otros
miembros de la familia y no para mirar la televisión (American Academy of Child &
Adolescent Psychiatry ―Los niños y la television‖ No. 54).
Pero la familia como núcleo (como grupo) y sus miembros (como individuos) son target no
solo de acciones educativas, sino también antieducativas. El mundo comunicacional,
mediático, el universo audiovisual de nuestros niños y jóvenes, de las poblaciones a las que
debemos nuestra acción responsable existe y sus niveles de «impertinencia» (agresividad,
compulsividad y seducción de sus mensajes) es alto. Consume muchos de nuestros
esfuerzos, se convierte en un «enemigo» a vencer (no sin dificultades) que se empeña en
dominar a su antojo. Si alguien lo duda le recuerdo una experiencia funesta de
«comunicación publicitaria»:
La renovación del mercado radica casi por completo en fumadores de 18 años. No más de 5 %
de los fumadores comienzan luego de los 24 % años. La lealtad a la marca de los fumadores de
18 años sobrepasa en una gran margen cualquier tendencia con la edad a cambiar de marca‖
(Fumadores Adultos Jóvenes: Estrategias y Oportunidades, Compañía Tabacalera R.J.
Reynolds, 29 Febrero 1984).
…la mayoría de los casos, los esfuerzos reales para aprender a fumar ocurren entre las edades
de 12 y 13 años…El adolescente busca demostrar su nueva urgencia de independencia por
medio de un símbolo, y los cigarrillos representan ese símbolo ya que se encuentran asociados
a la etapa adulta y a la vez los adultos buscan negárselos a los jóvenes («Proyecto 16».
Kwechansky Marketing Research Inc, Informe para Imperial Tobacco Limited. 18 de octubre
1997).
El resultado de estas «estrategias de comunicación» es conocido:
El tabaco mata aproximadamente a 3 millones y medio de personas cada año,
aproximadamente a 10,000 personas cada día.
100,000 niños y jóvenes por día se convierten en fumadores.
Al mismo tiempo, no se puede perder de vista algo esencial: el problema no es el medio, sino
el uso que ciertas personas hacen de él. El problema no es, lo he dicho en múltiples
oportunidades, la comunicación, sino los comunicadores. Es cierto que con Internet, por solo
poner un ejemplo, ha debutado una nueva adicción: la adicción a Internet. Pero las
adicciones existían antes de Internet y el problema esencial nunca ha sido a qué se es adicto
sino estar adicto (conozco perfectamente las reglas del español, pero me niego a admitir que
se es adicto. Adicto solo se está, con lo que queda claro que es algo transitorio, con
recuperación posible). Claro que hay páginas webs producidas más que por internautas, por
delirantes. Es cierto que hay páginas nada profesionales, con más sabor a shopping center
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
que a cualquier otra cosa. Pero el centro estructurante es, como en todo, el comunicador. De
modo que toda la degradación y perversidad posibles existirán sobre todo y
mayoritariamente si el espacio queda en manos de los comerciantes de ilusiones, de los
inescrupulosos aprovechadores de la esperanza humana.
La realidad virtual no estaba ni pensada en los trabajos ni de Freud, ni de Lacán, ni de
Watson ni de Skinner. Ni por asomo se la imaginó Rogers. Lazarus, dicen, que ni veía la
televisión. Quién sabe cuanto más hubiesen escrito mucho de los pioneros de la Psicología
de haber tenido una «Pentium 4» y acceso a Internet por fibra óptica. Es un mundo nuevo
para nosotros. Un mundo que se nos presenta como propenso a la «involución personal»
precisamente por estar plagado de artificios comerciales, de instrumentos de control y
desafueros. Es cierto. Pero, como en casi todo: el hombre «solamente trabajando con el
diablo…podrá acabar del lado de Dios y crear el bien» (Berman). Habrá que balancear los
pro y los contra. No como tarea para mañana, sino para hoy. Habrá cuestiones que resolver
de suma importancia: ¿Cómo mediatizar el mundo mediático que se impone a nuestras
familias? ¿Qué acciones profesionales son posibles y en qué condiciones? En realidad, por
ahora, Internet sobre todo, lo que hace es llevar al mundo mediático los problemas que ya
tenemos como profesión, como prácticas sociales, como gremios. Si la comunicación es el
eje transversal de nuestras prácticas, la diáspora de la red de redes no será una razón
suficiente para que renunciemos a ser psicólogos (psiquiatras, trabajadores psicosociales, en
una palabra profesionales «psi»). El escenario es nuevo para nosotros. Quizás muchos
piensen que es mejor actuar con cautela, que es prematuro. Puede ser. Solo que saber cuando
es demasiado pronto no significa saber cuando será demasiado tarde.
Otra comunicación es posible
Otra comunicación es posible. Hablo de otra comunicación, una que persigue «ayudar,
orientar, educar, prevenir, concienciar en lo que a valores esenciales, comportamientos sanos
y cívicos, defensa de la cultura, soberanía e independencia, asimilación de derechos y
deberes ciudadanos se trata», hablamos de una comunicación de bien público. Hay caminos
ya señalados y ampliamente fundamentado.
La comunicación puesta a trabajar a favor de los demás, es una herramienta incomparable…
Crea una mayor conciencia social sobre lo que afecta a toda la comunidad… la faceta más
noble y altruista de la comunicación, el bien público, está jalonada de mensajes dirigidos a
encausar o resaltar hábitos, usos y pensamientos de la comunidad…nucleados
generosamente con un objetivo básico, crear ideas fuerza para que los grupos sociales
descubran sus males y busquen aliviar sus consecuencias (Consejo Publicitario Argentino).
La comunicación puede ser (de hecho es) un bien público. La comunicación puede aportar
beneficios sustanciales al progreso social, al mejoramiento del ser humano, al desarrollo de
habilidades sociales. La comunicación nos acerca al sueño de al menos acciones de
educación más extensivas y preventivas. La comunicación puede ser trinchera de la defensa
de la cultura, de la soberanía. La comunicación puede ser un multiplicador de «los panes y
los peces» que alimentan el alma humana. La comunicación puede ser instrumento de
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
denuncia, de combate. La comunicación social, la buena comunicación, puede y ha de ser un
aliado del bienestar familiar. De la construcción y el reforzamiento de los valores esenciales
de lo humano, de los que se hace la familia.
Porque «otro mundo es posible» y esa posibilidad pasa por un cambio en el modelo
comunicativo imperante en el mundo se alzan las alternativas: «la crítica del sistema
mediático se ha convertido en un frente de lucha prioritario para los movimientos
sociales…Frente al poder de los medios de comunicación, hay que instaurar un contra-poder
del ciudadano, un «quinto poder» para múltiples modalidades de acción» (Bernard Cassen).
«No digo que sea lo único que habría que hacer. Pero…se necesitaría un consejo superior del
audiovisual, que vigile que se cumplan algunas reglas de coexistencia pacífica y
democrática» (Armand Mattelart). Hasta un Observatorio internacional de los medios de
comunicación (Media Watch Global), se propuso en Porto Alegre, que apoyará otra «red de
redes» de Observatorios nacionales de los medios de comunicación como, el creado en
Francia, en septiembre del 2003. Más esencialmente: «Un nuevo orden mundial de la
información y las comunicaciones, es necesidad impostergable que requiere impulsar una
revolución educativa internacional. Es posible eliminar el analfabetismo y llevar la
enseñanza hasta el sexto grado a quienes carecen de ella en todo el mundo. El gasto total
para realizarlo sería menos que el 0,004 por ciento del Producto Interno Bruto de los países
desarrollados de la OCDE, en un año» (Ricardo Alarcón).
Algo similar había dicho Passeron:
…ninguna innovación tecnológica pudo jamás superar, por virtud exclusiva del medio, las
desigualdades culturales producidas y reproducidas por el juego bien engrasado de las estructuras y
de las jerarquías sociales: las características técnicas de un medio de comunicación no
predeterminan jamás sus efectos sociales al punto de descartar los efectos que dependen de las
relaciones sociales que se encuentran en el origen de la utilización de esta técnica‖ (Passeron J.C,
1982:46-47).
En el camino de una «familia crítica»
Nadie duda hoy de que el impacto mediático sobre la sociedad, la globalización, Internet,
demandan la formación de un «sujeto crítico», un consumidor con capacidad reforzada de
anticiparse a los efectos del discurso omnipotente sea este de la televisión, del cine, de la
radio o de la red de redes. Defiendo la idea de una «familia crítica», una cultura familiar
crítica del consumo mediático. Allí hoy se juega buena parte de lo que tenemos que hacer en
materia de orientación, formación y educación. Hasta allí tiene también que llegar nuestra
influencia educativa. No creo en la solución de satanizar dogmáticamente los medios y
convertirlos en el «oscuro objeto del deseo». Si asumimos que educar es preparar hombres y
mujeres para la vida, entonces estamos responsabilizados con ayudar a nuestras familias a
vivir creativamente la realidad. No dictaminar modos de consumir la mediatización, sino
orientar para que el modo en que decidan hacerlo sea potenciador, al menos no
obstaculizador, de su desarrollo.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Una «familia crítica» no es mucho más que aquella que piensa en los caminos por los que
conducir su consumo mediático, que pone en la distancia los modelos «sugeridos» y decide
en pro de su placer, de su felicidad en consistencia con su saber y sus argumentos de vida.
Una familia implicada con sus decisiones, que evalúa qué, dónde, con quién, para qué, antes
de encender el primer equipo, antes de llegar al salón. Se resiste a ser una marioneta de las
pretensiones de otros y a participar de un juego que le arrebata su derecho a la opción.
Estimule discusiones con sus hijos sobre lo que están viendo mientras miran programas juntos.
Señáleles el comportamiento positivo como la cooperación, la amistad y el interés por otros.
Mientras están mirando, hágale conexiones con la historia, libros, lugares de interés y eventos
personales. Hábleles de sus valores personales y familiares y cómo se relacionan con lo que
están viendo en el programa. Pídale a los niños que comparen lo que están viendo con eventos
reales. Déjeles saber las verdaderas consecuencias de la violencia. Discuta con ellos el papel de
la publicidad y su influencia en lo que se compra. Estimule a su niño para que se envuelva en
pasatiempos, deportes y con amigos de su misma edad. Con la orientación apropiada, su hijo
puede aprender a usar la televisión de una manera saludable y positiva‖. (American Academy of
Child & Adolescent Psychiatry «Los niños y la television» No. 54).
Una familia que sabe a dónde va y cómo regresará, sabe, al decir de Jean-Claude Carriere
«lo que no se ve, lo que no se oye, lo que no está» a la vista de todos. Es crítica no para
censurar, sino para seleccionar mejor y para definir los límites de su acercamiento a un
modelo de consumo mediático. Como todo acto humano el consumo mediático ha de ser
intencional, no porque contenga una intención abstracta sino porque es intención de un
sujeto: la familia.
No es una utopía futurista lo que propongo. Mucho menos una cruzada «contra los
demonios». Nada es perfecto. Todo es perfectible. Los medios son probablemente más que
una posibilidad, una necesidad.
Nuevos hábitos tendrán que ser construidos y consolidados. Necesitamos «una asimilación
productiva, una internacionalización propia sin renuncias, un participar del mundo sin
diluirnos ni ser subsumidos». Tenemos que aprender y enseñar a vivir en un mundo mass
mediático sin ser mas-s absorbidos. Ser capaces de no tener que «censurar» cuando arriba el
sin remedio lo que puede ser «de otro modo» y ser otra razón más para la felicidad. No
comparto en modo alguno el facilismo de las decisiones por el principio del «se acabó
porque aquí mando yo». Tampoco las prácticas del «corte por lo sano» en ninguna de sus
múltiples extensiones infelices. No quisiera tampoco que algún descendiente trasnochado del
Papa Gregorio o del malsano administrador Torquemada tomara mis palabras como
justificaciones conceptuales de la eliminación física en las casas de las computadoras, los
televisores, etc. El camino no es la prohibición. La prohibición es un acto unilateral, no
necesariamente comprensivo (ni comprensible). La prohibición no es una acción educativa.
La irracionalidad es el sustento de tales estilos comportamentales. Yo, por el contrario, estoy
abogando por la racionalidad, por el principio del análisis crítico productivo, por la
generación de un grupo familiar consumidor racional y crítico, sin que renuncie al deseo, al
gusto, al placer. La lucha contra el placer es una batalla perdida. El asunto no es de quitar,
sino de dar. Dar otra alternativa.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
La táctica de la «familia crítica» se inscribe en la estrategia general del «consumo
inteligente». Es un llamado a la educación en el sentido más estricto del término. Pero,
paralelamente, como señalé más arriba, habría que montar una estrategia de consumo. Es
aquí entonces donde necesitamos pensar muy creativa y desprejuiciadamente. La tesis ya
esta definida: otra comunicación es posible. El modelo de comunicación que ha impuesto el
sistema de consumo no tiene porque ser la única respuesta a necesidades y expectativas
reales y loables de las personas. Parafraseando una expresión cubana de los tempranos
setenta, de lo que se trata es de «vaciar el símbolo». Construir nuestra alternativa.
Entonces el asunto es Educación. Educación de los que tienen que ver con la construcción de
espacios mediáticos. Que aboguemos por una «familia crítica» no nos exime de una
construcción crítica de nuestros productos mediáticos. Educación de padres y madres para
mediatizar efectivamente el consumo mediático de los miembros más pequeños de la
familia. Educación de nosotros los profesionales para poder trasladar nuestro espacio de
operaciones a un mundo del que habitualmente no somos más que consumidores y críticos.
Así como otra Educación es posible, así también otra comunicación es posible. Como no ha
de serlo en este continente en el que los sueños a fuer de soñarse entre todos terminan siendo
realidades.
Bibliografía
Debray R. (1995): El Estado seductor. Las revoluciones mediológicas del poder. Manantial,
Buenos Aires.
Eco H. (2004): A un régimen mediático no le hace falta meter en la cárcel a sus opositores,
los reduce al silencio. El País. 28 enero.
Grande A. (1996): El Edipo después del Edipo. Editorial Topía, Argentina..
John Kane (1991): «La democracia y los medios de comunicación». Revista Internacional
de Ciencias Sociales 129. UNESCO.
Mercier P.A., Plassard F., Scardigli V. (1985): La sociedad digital. Las nuevas tecnologías
en el futuro cotidiano. Editorial Ariel s.a, Barcelona.
Norris P. (2001): Digital Divide. Civic Engagement, Information Poverty, and the Internet
Worldwide. Cambridge University Press.
Passeron J.C.(1982): Images en bibliothéque, images de bibliotheques. Document du Gides,
París. p. 46-47.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Freud en La Habana.
Apuntes sobre la sexualidad del cubano.
198
Si Freud hubiera vivido en Cuba por estos tiempos, una gran dificultad teórica absorbería
todo su pensamiento hasta llevarlo quizás a la neurosis: su hipótesis de la sexualidad como
motivo basal de todo comportamiento humano que cristaliza en el Complejo de Edipo,
sexualidad que resulta ser el instituyente fundamental de todo el aparato psíquico,
encontraría tantas razones de confirmación como de descrédito. Y es que el genial creador
del Psicoanálisis, pilar fundamental de una buena parte de la cultura occidental de este siglo,
identificó rasgos fundamentales de la sexualidad tomando como base el comportamiento
sexual del europeo (sobre todo del austríaco, germano, y bastante menos del anglosajón),
cargó con la experiencia sexológica de su educación judaica, supo imponerse al puritanismo
hipócrita de la decadente aristocracia de su época, él mismo fue hombre, cuerpo sexuado.
Pero lo que nunca pudo hacer Sigmund Freud fue precisamente andar por las calles de La
Habana, conocer, mejor aún, vivir de cerca la sexualidad del cubano.
Intentemos imaginar que aquel viaje que hizo Freud entre agosto y septiembre de 1909 a los
Estados Unidos de América, acompañado de dos colegas y discípulos, Sandor Ferenczi y
Carl Jung, a bordo del transatlántico alemán «George Washington», se hubiera realizado con
una escala de tránsito de apenas 24 horas en La Habana, y unos 85 años después.
Agosto es un mes caluroso en Cuba, como casi todos los meses. Pero La Habana tiene un
«aire acondicionado» natural: El Malecón. Una joven de tez trigueña avanza de Oriente a
Occidente iluminada por un sol que ruborizado ante tanta belleza, multiplica sus rayos. Su
contoneo no necesita acompañamiento musical. Es un baile a cappella. Desde muy niña fue
enseñada a caminar así: «Camina con gracia mi'jita… Muévelo todo que para eso Dios te lo
dio». Su cuerpo ha sido moldeado por una cultura que valoriza las zonas erógenas tanto o
más que las pensantes, que concede a la geografía física un lenguaje superior al de las
palabras. «¡Mami, qué cosa es eso!» —se le escucha decir a un hombre que mira a la joven y
llevándose la mano a la frente se queja: «Esto es un dolor».
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
El médico vienés, profundo conocedor y analista de la mente histérica, intenta una lectura
psicopatológica que encuentra una relativa aceptación en sus acompañantes. En realidad su
marco conceptual solo le permite una interpretación un tanto arcaica, prejuiciada, sobre todo
descontextualizada, que dista de representar la realidad subjetiva y comportamental de la
sexualidad de la mujer cubana. La de aquí no es la mujer europea y mucho menos la histérica
de sus interesantes estudios de finales del siglo pasado.
El ser sexuado de la mujer cubana tiene su especificidad nacional, es también un rasgo
distintivo de su identidad. Una sexualidad extrovertida, que no tiene reparos en mostrar, en
descubrirse auténticamente, en sentir activamente y no solo como reacción a la solicitud del
hombre. Ella quiere gustarle a un «Él», pero también quiere gustarse a sí misma, sentirse
hermosa, atractiva, sensual. Nada de lo que lleva consigo es una casualidad. Todo ha sido
puesto con alguna intención. No solo muestra su cuerpo. Hace ostentación de él. Quizás por
esto cree demasiado en los «dones naturales» y en ocasiones, «confunde los instrumentos
con la música».
La muchacha ha venido a sentarse justamente a muy poca distancia del lugar escogido como
observatorio por los científicos. Ella se sabe observada y esto le es como un reto para
pavonearse aún más. Con cada gesto, con cada movimiento de los brazos parece estar
diciendo «Yo soy la Mejor de todas». La mujer cubana se reconoce como una mujer de gran
atractivo no solo físico, sino también comportamental. Si el Dr. Freud hubiera intentado un
experimento de asociación libre, se hubiera sonrojado de pies a cabeza: «mujer...hombre»;
«sexo...inagotable»; «cubana...fogosa»; «amor...libre»; «deseo...insaciable».
El cubano es depositario de una representación social (no solo nacional, sino de alcance
internacional) en la que aparece como gran artífice del amor, de una fogosidad lujuriosa,
especialista en contiendas sexuales: —«Eso sí es una hembra. Eso sí es un macho». Si lo es o
no, no es tan fundamental. El asunto es sobre todo cuánto se lo crea, y más aún, cuánto logra
hacérselo creer a todo el mundo. En un radio portátil se escucha el estribillo de una canción:
«Alardosa. Tú te vas por encima del nivel...», en otro receptor un poco más allá se escucha:
«Tú eres más rollo que película».
Lo que tiene desconcertado al descubridor de la mente inconsciente, es la casi total ausencia
de represión en el comportamiento sexual del cubano. La libido se desborda en cualquier
ámbito sin la más mínima angustia. El cubano vive abiertamente su sexualidad, su
sexualidad es también su modo de vivir. Quedaron atrás los tiempos de los
convencionalismos tributarios de profundas diferencias sociales y económicas. Quedaron
atrás los tiempos dominados por la discriminación sexual, racial, social. Los de hoy, son
tiempos de libre expresión de la sexualidad, no carentes de prejuicios sexistas ni del juego
del doble sentido, de la doble moral, pero marcados sobre todo por la libertad del cuerpo, por
el placer como opción y decisión personal.
Un hombre de unos 25 años avanza hasta el lugar donde está sentada la trigueña. Jung, de
vocación más experimental, le hace una seña a Freud: «—Observe, maestro —le dice el
suizo al austríaco— la lucha por la conquista está por comenzar». El joven moreno baja el
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
volumen de una inmensa y pesada radiograbadora que trae en su mano derecha y le dice a la
joven: —«Oye mami, estás...más dura que la situación!». Ella con una sonrisa socarrona le
riposta: «—Si mi papi te sorprende en ese chistecito conmigo, te va a dejar como un
restaurante en moneda nacional: no sirves para nada».
Los científicos comienzan un arduo debate interpretativo. Ferenczi no tiene la más mínima
duda. Para él, se trata de una agresión política que se aprovecha del lenguaje del sexo para
vencer las limitaciones del Super-Yo totémico. Jung, por su parte, apuesta a una
manifestación arquetípica como aquella del hijo amante de Cibeles, o el Dios —héroe que
domina, que castiga y salva. El Maestro, que se ha mantenido silencioso, sentencia
convencido: «No hay duda posible. Estamos ante El Drama Edípico».
En la nomenclatura erótica cubana, «mi papi», «mamacita» y cualquier otro tipo de
referencia a las figuras parentales, goza de una frecuencia de aparición sencillamente
abrumadora. ¿Simbología Edípica? Reminiscencia infantil regresiva en el comportamiento
sexual del cubano? La explicación parece en extremo azarosa y sin duda alguna superficial.
El sexo, la sexualidad, es uno de los hilos conductores de los vínculos parentales en el
modelo familiar del cubano, y por ende, de la extensión que de dicho modelo se hace a todo
el sistema de relaciones interpersonales. El padre es padre en tanto hombre y su condición de
hombre es la que da sentido a su paternidad. Lo mismo ocurre, aunque quizás en menor
medida, con la mujer. La familia cubana, anchada hoy por las múltiples reestructuraciones de
pareja, por las distancias geográficas de sus miembros, por las interconexiones de raza e
incluso de nacionalidades, marca profundamente la subjetividad de sus miembros por los
roles de sexo. No importa cuánto socialmente se hayan borrado ciertas diferencias o cuánto
una más justa distribución de las tareas se ha logrado al interno del funcionamiento familiar,
Papi es hombre, y Mami es mujer. El papi y el mami del discurso simbólico de la sexualidad
es familiaridad, intimidad cuasiparental con el sujeto de la relación de pareja, es fidelidad y
respeto al ser amado, es cariño tierno y candoroso, como el de los niños. Sentimentalmente,
el cubano es un niño en un cuerpo que le queda chico y a la vez lo supera.
De lo que no queda duda es de que en materia de relaciones sentimentales, el cubano goza de
una especial capacidad para la disociación. Afirma con Madonna que «el amor es emoción, y
el sexo, acción», pero atestigua con Sharon Stone que «el sexo es perfecto cuando el cuerpo
está supeditado al espíritu». Al fin y al cabo repite con Kim Bassinger, que «el erotismo es
menos perverso que la hipocresía».
Las horas han pasado y se profundiza la polémica entre los tres exploradores del alma
humana. Jung está a punto de convencerse de que su maestro ha estudiado la sexualidad
humana sin conocer una de las claves importantes del Concierto Internacional de Eros. El
mismo Freud comienza a reconocer que «aquí hay algo distinto», que por el momento, como
buen europeo, denomina de «exótico». Una pareja que está muy cerca de ellos, sin el más
mínimo recato, aumenta el volumen de su radio y se pone a bailar semifrenéticamente al
compás de lo que parece ser la legalización del infanticidio: —«¿Qué te pasa mami? ¿Qué
me estás haciendo? Tú me estás matando con tu movimiento». Y sí; el movimiento de la
pareja es «asesino», promotor de ensoñaciones sexuales en vigilia. Freud no puede creer lo
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que está viendo, pero tampoco puede dejar de verlo. Jung vuelve a la carga y descubre allí
las danzas de la fertilidad, de la procreación.
En el pasado de Cuba hay quizás marcas que aún esperan por ser claramente reconocidas. La
nacionalidad cubana tiene una fuerte carga de negritud, ya no solo en la pigmentación de la
piel, sino en la sangre, en la sangre de la sociedad: las representaciones compartidas, las
creencias, las costumbres. Cuba se erigió sobre la esclavitud. El esclavo fue buscado por su
fortaleza, por su resistencia. Así llegamos al negro. Fueron traídos miles de hombres negros
cuya única posibilidad de sobrevivencia era su fortaleza, y en esto descansó su noción de
virilidad. Muchos hombres fueron traídos, y muy pocas mujeres. Y los miles de hombres
negros que llegaron, vinieron con cientos de hombres blancos de España, también sin
mujeres. Posiblemente entonces nació una verdadera «obsesión sexual», producida por la
falta de mujer, la separación de los sexos. Así, en las escasas ocasiones en que se podía
bailar, produciéndose el encuentro físico con el cuerpo deseado, los movimientos del baile se
sexualizaron, sublimaron de hermosa manera el eros insatisfecho. «—A falta de pan,
casabe». Los bailes se hicieron miméticamente eróticos.
En la sexualidad del cubano de hoy hay bastante de aquella obsesión, que no responde a
represiones actuales, sino a históricas, a represiones que dejaron sus marcas en ese
sexualizarlo todo. Es como no perder ni una oportunidad —en el baile, en el chiste, en la
simple conversación entre amigos, hasta en el discurso político-simbólico (no olvidar que
durante los primeros años de la Revolución, al máximo líder del país le decían popularmente
«El Caballo», que además de ser el número uno en la charada, juego de azar que era
tremendamente popular en Cuba, es la viva imagen de la virilidad, del dominio y el apetito
sexual, «El Machazo». El mismo Freud identificó con un caballo la imagen pulsional
instintiva de la fuerza y energía libidinal del ello.
Mediodía en La Habana. Se siente mucho más en el desprotegido muro de El Malecón. Un
nativo, con la misma certeza y seguridad profesional con que lo hiciera el más sabio
meteorólogo especializado en predicciones climáticas, afirma: «Este año ha hecho más calor
que nunca. Si esto sigue así, no va'aber quién coño lo aguante». Freud escucha y asiente. Su
habitual traje de paño con chaleco se ha convertido en un horno que amenaza con derretirlo.
Instintivamente comienza a quitarse un poco de ropa, allí mismo, delante de todo el mundo.
Jung y Ferenczi lo miran perplejos —no es un comportamiento para nada habitual en el hijo
de Jakob y Amalia. Desvestirse, andar poco vestido, es un claro índice de referente sexual, es
una incitación al eros del otro. De pronto Freud, en un claro insight contratransferencial grita
¡Eureka!, parafraseando al genial Arquímedes —«El clima, el calor, afectan la sexualidad
del cubano. El calor afecta la energía, es en realidad una forma de energía que se suma. La
energía libidinal se ve aumentada por la calórica».
De lo que no hay duda es de que el calor es una invitación a tener la menor cantidad posible
de ropa sobre el cuerpo. «El calor —dijo un rumbero cubano— es un aliado de la
propaganda sexual». La sexualidad del cubano, el cubano mismo es muy perceptivo. «Si no
veo la mercancía, no hay negocio». La sensorialidad es fuerte en el comportamiento sexual
del cubano —el olor, el gusto, y por sobre todas las cosas— la visión. Descubiertos los
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Manuel Calviño
cuerpos para contrarrestar el castigo del calor, son una invitación perceptible al erotismo
cotidiano. «Un buen par de nalgas —sentenció aquél filosofo rumbero —son como una
tumbadora con el cuero tenso. Parece decirte: ven a tocar la rumba».
Muy cerca de la joven trigueña pasa otro «pescador de orilla» y se le oye decir: —«Qué va,
yo no quiero ni miral e'to. Me va'dal un infalto. ¡Asesina!». Ahora Freud ha decidido tomar
notas. Son demasiadas cosas las que hay que pensar, demasiadas cosas que no articulan con
su modelo teórico, aunque se contenta con la unidad de eros y tanatos, y la argumentación
energética libidinal.
202
Alguien, de repente, golpea el hombro del Maestro. Es su colega suizo que con gran
indignación y molestia le dice: —«Mire esto Herr Freud. Esto si es algo inesperado». Dos
hombres con evidentes modales femeninos caminan por la acera junto al muro. Se ven
contentos. Sin embargo, el genio observador de Freud descubre claramente que cada vez que
pasan por delante de alguno de los ocupantes del muro, alguna reacción se produce. Unos
miran y sonríen burlonamente. Otros manifiestan una profunda repulsión que no esconden.
Los peores pasan directamente a la agresión verbal: «Par de maricas! No suelten tantas
plumas que me da coriza».
La sexualidad del cubano es homofóbica. No hace falta ver Fresa y Chocolate para saberlo.
Es sencillamente evidente. El modo de concebir y de vivir la sexualidad del cubano supone
casi directamente, la relación que tiene con (más bien contra) la homosexualidad. Para el
cubano la sexualidad solo puede ser «hétero». La «homo» es, en el plano ético una
aberración corrupta e inadmisible, en el plano médico una enfermedad, en el político una
desviación del camino correcto, y en el «estrictamente sexológico», un desperdicio.
«Los pobres —dijo alguien desde el muro—, ««no saben lo que se están perdiendo». Uno de
los homosexuales viró la cara y dijo algo, pero el ruido de un Moskovich que pasaba no
permitió escuchar.
La homofobia del cubano es casi tan famosa como su fogosidad y como su machismo. «Lo
estamos superando», se escucha decir una y otra vez. Y es cierto. Pero aún esta ahí, y con no
poca salud. Para Freud no es fácil acertar en su análisis. Demasiados prejuicios personales.
Estrechas también sus hipótesis teóricas sobre el tema. Hay además profundas raíces
socioculturales que el modelo pulsional psicopatológico no logra alcanzar.
La joven no se ha limitado a dejarse observar. Ella también ha observado. Ha notado un
modo raro de hablar, de vestirse, y está extrañada, casi molesta, porque aquellos hombres no
«se meten» con ella. Entonces hace su hipótesis: «Esta gente son de afuera». Lentamente se
acerca al más viejo de los tres, y con ingenuidad infantil le pregunta: —«Ustedes son
extranjeros?». Freud siente la sangre subir y bajar aceleradamente por todo su cuerpo. ¿Qué
le esta sucediendo? ¿Qué le puede decir aquella mujer que él no pueda interpretar, que él no
pueda comprender? ¿El sol sofoca (solo el sol?). Aquella joven es un encanto. Su piel es
suave y fina, de un color que recuerda la miel. Sus ojos son redondos y brillantes. Su figura
se le impone al vestido y quiere desbordarlo. «Será un accidente contratransferencial?», se
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pregunta el aludido. En la mente del maestro resuena una frase que parece ser la fractura de
un proceso identificatorio que se inicia: «Qué va... Esto es mucho para un solo corazón». Las
miradas de todas las personas están sobre él. Escucha sus voces silenciosas que le demandan
hacer algo, que lo compulsan: —«Dale chico. Eso es tuyo. ¡Demuestra que tu eres el
mejor!». La situación es tremendamente difícil, pero el que pretende, como Copérnico y
Darwin, dar un duro golpe al narcisismo del ser humano, aprovecha también el momento
para entender la sexualidad de la gente de esta isla.
El hombre está sujeto a una sobreexigencia sexual. El modelo de «eficiencia masculina» es
tremendamente exigente. Exigente sobre todo de parte de las representaciones sociales. Sus
componentes son múltiples: tamaño del pene, calidad de la erección, número de veces que
realiza el « acto sexual» (coito, porque «lo demás es jugar al flojo»), cantidad de mujeres que
ha tenido, en fin, un listado realmente largo, en el que no predominan los aspectos
emocionales: — «Los machos no sienten. Los machos se hacen sentir». Las emociones, los
sentimientos, nos hacen frágiles, y macho y fragilidad no pueden convivir.
¿Cuánto esas absurdas creencias, esos prejuicios, ese modelo de sobredesempeño
obstaculizan un goce más pleno de la sexualidad? ¿Cuánto inhiben una relación más
auténtica y natural con el cuerpo sexuado (con el propio y con el de otro)? ¿Cuánto todo esto
está en la base de muchas de las disfunciones sexuales? Una respuesta preliminar e intuitiva
es: «mucho con demasiado». Demasiado sobre todo porque hablamos de alguien para quien
la sexualidad, liberada de toda sobreexigencia, es un valor, es un modo asumido de su
identidad. El cubano es, íntimamente, puro sentimiento, fragilidad candorosa, ingenuidad
afectiva. Freud lo comprendió cuando la joven le habló con pasión del bolero, le dijo que
lloraba con las telenovelas (incluso con las películas rusas, aunque no las entendía), y que lo
que la enloquecía era un hombre que hablara bonito. La mujer cubana exige ser conquistada,
amada, convencida. Necesita una flor, una palabra hermosa, en síntesis: sentirse enamorada y
que se le enamora.
Desde un camión cargado de hombres alguien gritó: «¡¡¡Jinetera!!!...Consume productos
cubanos y déjate de darle tanta cuerda al gallego».
Que las hay las hay. Que en el malecón las hay, también es verdad. Pero, ya no solo por una
razón de ética, de tradiciones y costumbres, sino hasta por un asunto de identidad sexual, la
mujer cubana no es jinetera. La sexualidad del cubano no tiene nada que ver con el
jineterismo, no es esencialmente una sexualidad prostituible, aunque existan prostitutas y
prostitutos. Mucho estima el cubano su sexualidad como para venderla o arrendarla, mucho
la disfruta como para desperdiciarla. La mujer cubana, y también el hombre en su modo
masculino, es coqueta, presumida, como dicen Los Van-Van, «Sandunguera». La mujer
cubana va de argollas, labios pintados y perfumada a trabajar en la agricultura, se mira en el
espejo y se aprieta al cuerpo la ropa con la que se va a meter en la tierra enfangada para
recoger la cosecha, para ir a la esquina se pone que parece de fiesta: —«Siempre hay un ojo
que te ve».
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Un hombre alto y negro como los zapatos del Dr. Freud se acerca al grupo. Con un poco de
desconfianza en el rostro y una mueca que está entre la de los celos y la de la incertidumbre
dice: —«Buenas tardes». La joven se voltea sonriente, le da un beso y una pequeña mordida
en los labios carnosos al recién llegado y virándose hacia los extranjeros les dice: —«Miren,
les presento a mi papi». Freud ya no se extraña de que sea «el papi» de la misma edad que
ella, ya sabe que su papi no es su padre. Tampoco se extraña de que después de despedirse,
el negro, públicamente y sin reprimir su deseo le dice a ella: —«Mami vamo'echando», le
pasa el brazo por la cintura, deja caer su mano sobre la nalga, y camina lento, seguro, viril,
orgulloso, como diciendo «esto es mío» —mensaje que ella capta, acepta y reafirma.
204
Ha sido un día repleto de experiencias interesantes y movilizadoras. Freud, Jung y Ferenczi
han decidido no hablar entre si nada de lo que ha pasado. Necesitan tiempo individual para
elaborar todo este material. Cada uno se fue a dormir a su camarote. ¿Con qué soñaría Freud
esa noche? Wallace, que no es una referencia de mucho confiar, dice que durante su estancia
en los Estados Unidos, Freud le comunicó a Jung que dormía muy sobresaltado porque no lo
abandonaban ciertos sueños eróticos.
Veinticinco días duró la visita del Dr. Freud a Norteamérica. Por lo que se conoce, en el
plano personal, no salió contento de allí. Quizás porque no le resultaron tan fantásticas las
Cataratas del Niágara, quizás porque le dijeron viejo, o simplemente porque su mentalidad
no estaba preparada para América. Lo cierto es que su encuentro no fue bueno.
Quién sabe si, precisamente, a Freud lo que le faltó fue pasar realmente por Cuba, sentarse
realmente en el muro de El Malecón, y hacer algunos apuntes y observaciones sobre la
sexualidad del cubano. Si esto hubiera sucedido, probablemente muchas de sus conjeturas
hubieran tomado otro rumbo. Más aún, quién sabe si el 21 de septiembre de 1909, al
embarcar en el puerto de Nueva York para regresar a Europa, ya a bordo del Kaiser Wilhelm
der Grosse, el genial intérprete de las zonas más oscuras del alma humana le hubiese
preguntado al Capitán de la nave: —«¿No será posible hacer aunque sea una pequeña escala
en La Habana?».
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Psicología e invisibilidad.
El no «extraño» caso de los públicos y las audiencias invisibles.
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Desde que Ricardo Arjona encontró «pingüinos en la cama» y lo declaró musicalmente, me
siento menos avergonzado de reconocerme en ciertas situaciones como «pescado en tarima».
Es auténticamente mi sentir en un escenario como este y con un público visible y visibilizado
como el que tengo delante de mí. Silvio cuenta (en realidad canta) que un obrero lo vio y le
llamó artista, y al hacerlo noblemente lo «sumó a su estatura» (Llover sobre mojado). Si
alguna vez alguien me llamó artista, por ser «el que sale por la televisión» lo único que logró
es «sumarme doblemente mi anchura» («ay, pero qué gordo es…»). No me siento (no tengo
identidad) de artista. Soy psicólogo en todos los escenarios (obviamente públicos) en los que
me encuentro. Entonces para «entarimarme» un poco, pido licencia y clemencia para ser ni
más ni menos que psicólogo.
Vengo cargado de una representación que puede convocar alguna nota discordante (hasta
desafinada) en mi intervención. Nunca antes he estado en un Caracol. No tengo predestinada
la adecuación para orientar mi intervención en lo que me nominalizaron y reconozco como
un «evento teórico». En estos tiempos de tanto pragmatismo necesario, la disquisición
teórica es, además de un privilegio, una suerte de ejercicio que puede ayudarnos mucho a
ejercitar músculos semiatrofiados por los tiempos en que el espectro de Santo Tomás de
Aquino intentaba adueñarse de la colina de San Lázaro y L. «Todo tiene su momento» creo
que le escuché decir a Sinué el egipcio. Con Kurt Lewin descubrí que «no hay nada más
práctico que una buena teoría».
Haciendo mío el rito del «malabarismo conceptual» (tan común en los círculos académicos
como extraño en los cotidianos —el primero se cuestiona si «al pan pan y al vino vino», allí
donde el otro emulsiona una síntesis imperativa: «el pan vino»). Pregunté a Mayra, a quien
debo la gentil invitación que me tiene aquí, si la diferencia nominativa de «público» y
«audiencia», en la convocatoria de esta mesa, se hacía depender de las peculiaridades
sensoriales comprometidas, o de la actualidad —potencialidad del target. Incluso pensé que
podría referirse al diferencial actitudinal en el continuo «activo-pasivo». La respuesta de mi
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
querida amiga, con quien he compartido divertidos correos intertextuales, me tranquilizó. Me
regaló «la libertad de las mareas» (al decir de Amaury): «el abordaje piratesco -¡viva la
libertad!- me parece genial». Es más, interpelándome una frase de Barthes me sugirió no solo
«denotar», sino también «connotar». Esto me parece mucho más inteligente, necesario y
productivo que «detonar», para lo cual no deberíamos esperar por convocatorias especiales
como esta.
No mucho menos dubitativo se me antojaba el término invisible. Hay una cierta gramática al
uso para la que «in» es «no» y «ble» la terminación que sanciona la trascendencia valorativa
definitiva del carácter del sujeto operativo de la palabra. Traduzco: «in-soporta-ble»: no se
puede soportar. «in-paga-ble»: que no hay quien lo pague (como el aguacate, el tomate,
ocasionalmente el mango en el mercado de 19 y A). Siendo así, reconozco que las audiencias
visibles llaman de «invisible» a, por ejemplo, un programa de televisión de pésimas
cualidades formales, funcionales y motivacionales, «in-visi-ble»: que no hay quien «se lo
dispare». Quizás sería mejor decir «in-ver-sible» y así sobredenotaría mejor la connotación
básica: «inservible».
Pero «invisible» parece ser sobre todo «lo que no se ve». «Lo que no se ve». Afirmación que
contiene dos experiencias instituyentes: la primera «hay algo», algo existe. La segunda «pero
no se ve», ese algo que existe no se ve. Si no hay algo, no hay condición de invisible. Si se
ve, no es invisible.
Recuerdo hace algunos años cuando algunos comunicologistas enfatizaban proféticamente el
vínculo de la Psicología y la comunicación en el matrimonio con la noción de «percepción
subliminal», algunos llamamos la atención sobre lo que considerábamos un «desafuero»:
¿cómo entender algo que se percibe fuera de los umbrales de percepción? Si se percibe
entonces está dentro de los umbrales de percepción. Otra cosa es decir que, hay percepciones
de diferente tipo, incluso que hay percepciones no conscientes y que desde su «condición
inconsciente» pueden hasta polarizar el comportamiento de una persona. Contradicciones de
la historia: la Psicología experimental sirviendo de sustento a la psicología fenomenológica,
al psicoanálisis freudiano.
No estaría de más decir que existe un «no se ve» que está inscrito en las particularidades
mismas de los «aparatos de la visión» (si alguien duda de que la visión tiene más de un
aparato puede acceder gratuitamente a http://www.elprincipito.com. «He aquí mi secreto,
que no puede ser más simple: Solo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible
para los ojos»). El daltonismo existe. También la debilidad visual y la ceguera. Es larga la
lista de los determinantes
anátomofuncionales, estructurales, del «no se ve». Pero, debo confesar, como simple anticipo
de uno de los lugares a los que iré a parar, que me adhiero a la conocida sentencia
confirmativa de que «no hay peor ciego que quien no quiere ver».
Los que estudiamos las leyes de la percepción primero con la Gestalt (Köhler, Koffka), más
tarde con los experimentalistas comportamentales (Gibson, Morgan) y luego, como era de
esperar, con los psicólogos soviéticos de la «percepción como actividad» (Guipenrraiter,
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Leontiev), sabemos que las razones del «no se ve» o «cuesta trabajo verlo» son variadas: los
psicólogos reconocemos la influencia del contexto en el que el «estímulo» se presenta
(efecto camuflaje), la dominancia relacional (figura y fondo), los efectos de halo.
Reconocemos las alucinaciones escotómicas (no es solo ver lo que no es, sino también no
ver lo que es), los efectos postraumáticos de ciertos sucesos, los procesos de inhibición de
huellas, los estados alterados. Más aún psicodinámicamente identificamos la represión, los
mecanismos defensivos en general, la apercepción, las normopatías. En fin, tenemos una
«biblioteca psicológica» para explicar porque algo no se ve. Incluida la audiencia, el público.
Entonces, dicho lapidariamente, en la tradición «científica» de la Psicología (somos una
ciencia, no sé si para bien o para mal) lo que es invisible «es», solo que «no visibilizado» o
«no visible» circunstancialmente. Y, generalizando en síntesis esencial, lo que es que no es
visible lo es por dos órdenes de cosas: invisibilidad metodológica e invisibilidad
epistemológica.
Y, para que no se interprete mi afirmación precisamente como «alucinante», hago una
aclaración. Hablo de todo aquello que pertenece al mundo de lo «real-objetivo». Con Lacan,
y desde antes, con Kant, distinguimos «lo real» y «la realidad» en las dimensiones de la
experiencia humana. Nosotros percibimos «la realidad», y la realidad es una construcción
subjetiva emergente de la confluencia de lo sensorial y lo experiencial (histórico, cultural).
Es subjetividad. «Lo real» trasciende la realidad, la incorpora como «otro», como
intersubjetividad, es un espacio de penetración infinito con el que interactuamos por medio
de su «construcción hipotética», la realidad, y que se corrobora en la praxis (contextual e
histórica —recordemos las Tesis sobre Fuerbach de Marx). «No hay de qué asustarse, —digo
usualmente a mis alumnos— el universo es real e infinito. Penetraremos cada vez más en su
conocimiento, pero no dejará de ser ni real, ni infinito». Así la realidad subjetiva deviene real
e infinita, como el espacio de la que emerge: lo real.
Entonces, cuando hablo de lo invisible como «lo que es» pero «no es visible» tengo un
recurso lógico argumental para entender tal situación. O bien el asunto es un déficit en «los
instrumentos» que permiten hacer visible lo invisible. Y entonces el asunto es del orden de lo
metodológico. O bien se trata de un déficit en la pertinencia misma de la visibilidad.
Entonces el asunto es del orden de lo epistemológico. Dicho de otro modo o no lo veo
porque no tengo cómo verlo. O no lo veo porque su visibilidad no está presupuesta en mi
paradigma de referencia.
¿Pero cómo puede el orden de lo metodológico hacer invisible un objeto (sea la audiencia, o
el público)? En los mismos altares convencionales de las construcciones metodológicas está
la respuesta. La lógica, aún hoy dominantemente racionalista tiene un canon perverso (en
realidad más de uno): lo que «es» para una praxis científica, es solamente lo que sea
traducible operativamente, instrumentalmente. El método interpuesto construyendo lo que
estudia. No responde al objeto del conocimiento, —«nada es tan malo como para que no
pueda empeorar» — Murphy: lo construye. La metodología «crea» el objeto de su
conocimiento y lo sacraliza como real y testimonialmente único.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
En este sentido se legitiman las tesis de Ang (1991): lo que es la «audiencia» se define desde
las necesidades de la industria y de la investigación. Es una construcción funcional y no un
objeto de estudio que pueda aprehenderse. «Es exactamente esta asunción la que
inadvertidamente se da por descontada y se reproduce en la mayor parte de las
investigaciones académicas de audiencias» (Ang, 1991:11). La audiencia deja de ser una
realidad ontológica para tramitarse como «objeto discursivo». A la audiencia la hace el
discurso. No importa si desde Kant sabemos que una definición no implica la existencia de
algo (Crítica de la Razón Pura), a no ser la existencia de la propia definición. Para salvar el
«escollo» tenemos a la metodología. Metodológicamente a la audiencia la hace el método,
obviamente y esto es muy importante, desde la intención que lo selecciona (lo construye, lo
sustenta, lo legitima). La audiencia visibilizada es, al final, una ficción del método y hace
invisible a la audiencia probablemente real.
Estamos, contextualizando psicológicamente, ante la lógica de Thomas «si el hombre define
situaciones como reales, ellas son reales en sus consecuencias». Es el sustento de la
«brujería», de «la histeria» y quién sabe si de la Psicología pre y racionalista. En otros textos
he hablado del «Modelo autofagocitista» de ciencia. Lo extiendo al campo de la metodología
prefiriendo la denominación de Alsina: «el modelo autista». La metodología hace conversar
a la representación que se tiene de la audiencia consigo misma. Un diálogo en el que la
audiencia potencialmente real, como el deseo inconsciente está «perdida desde y para
siempre».
Para «convencer(se)» se acude, casi hasta el paroxismo, al esotérico mundo de los números.
Su aliado: la estadística. Porcentajes, medias, medianas, covarianzas, factores, en fin
«éramos poco y parió la gata». Como si no supiéramos que cualquier estadística bien
torturada acaba por darnos la confesión que queremos. «La audiencia» invisible tras una
cortina de números. Un intermediario «oportunista» nos dice traducir la voz en dato, la
opinión en cifras, el deseo en check marks: las encuestas. Por cierto la medición de
«audiencias vía encuestas es hoy como el antecedente prehistórico del problema. Ahora se
sofistican los procedimientos. Ahora tenemos Real Time un people meter individual que en
muy pocas horas nos regala los más sofisticados shares. Sigue en «pie y se incrementa la
dictadura del share.
Para nosotros, acá en nuestra isla, no se trata tanto del share como de las «tesis» que lo
anteceden y respondiendo a Mocedades «lo toman o lo dejan». La primacía metodológica
instrumental del «cómo» al final queda en manos del «quién». Y no precisamente «quién
habla», sino «quién decide». Esto es también otro orden de lo metodológico. Si establecer un
«síntoma» de lo dicho tomaría como rehén a «los índices de audiencia»
Insisto en que ando tras una aventura conceptual, lo que considero no «la ejecutoria de la
realidad», sino la prospección de lo posible. A los que además de pensar hacemos
frecuentemente se nos intenta vulnerabilizar (digo como expectativa del atacante) con la
distancia entre lo que «decimos» y lo que «hacemos». Si el pensamiento no se adelanta a la
acción estaremos condenados al mismo lugar. Nuestro hacer habla de nuestras realidades y
posibilidades. Nuestro pensar, de nuestras ansias y sueños. Toda teorización es onírica.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Los índices de audiencia realizan el intento de representar a la audiencia por sus
características más simples (usualmente el nivel escolar, la edad, la zona de residencia, etc.).
La audiencia se define por el subconjunto de los encuestados que, además de ser encuestados
y de responder, cumplen con la condición de «impacto» (vio, escuchó, leyó, etc.) La propia
noción de «impactado» llama la atención: impactado es el objeto del impacto. El encuestado,
por necesidades de la investigación (premura, cordura y mesura) responde a lo que se le
pregunta. Entonces se gestan los datos: cuantos ven y cuantos no ven; que ven y que no ven.
Las «mediciones» hablan acerca de lo que se les pide que hablen. Al final se descubre el
sentido del «interrogatorio»: provocar una reacción bajo control.
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Pero desde que el paradigma behaviorista se descubrió como inoperante sabemos que la
«reacción» bajo control habla más del estímulo que del respondiente. La audiencia existe
como su expresión en el método y esta expresión, en el mejor de los casos, solo contiene la
parte (mayor o menor, no se sabe) que en su «particularidad» coincide con la
«particularidad» del método. Efecto doblemente marcado por el hecho de asistir
dominantemente a los dominios de las metodologías cuantitativas. Como decía antes, el
valor del número en primacía por sobre el valor de la demanda.
Salvando las enormes diferencias, y con profundo respeto a lo que hacemos en el accionar
cotidiano, a veces todo esto me evoca un recuerdo «infantil»:
Chorizo dice a Choricito que su caballo sabe leer. Ante la expresión de incredulidad del petit
clown, Chorizo despliega un periódico delante de los ojos del cuadrúpedo. Este, con expresión
más inteligente que la de su amo mueve la cabeza, como siguiendo en disciplinada lectura lo
escrito en la prensa. Entonces el amo orgulloso exclama:
— !No te dije Choricito que el caballo sabe leer!
Indignado por lo que a todas luces es un embuste, Choricito decide ir en busca de una
experiencia crucial.
— Oye, Chorizo, pero dile que me diga lo que está leyendo para saber si es cierto.
A lo que el viejo payaso, que sabe más por payaso que por viejo, dice:
— Un momento, Choricito, yo te dije que mi caballo sabía leer. No que sabía hablar.
El método parece dejarnos leer sobre la audiencia, pero no la deja hablar. La descubre a su
manera. Pero también, a su manera, la invisibiliza. Al final, si de televisión hablamos,
entonces nos encontramos que «se está perdiendo en el laberinto de los datos de audiencia y
no se puede afirmar con certeza que el público obtenga una televisión que responda más a
sus necesidades o a sus gustos» (Cortés J.A., 2004).
Se recurre (recurrimos) para salvar obstáculos (y que bien que el empeño persista por encima
de la determinación) a «nuevas formas» metodológicas. Se habla de «metodologías
cualitativas» —un exceso a mi juicio. Adecuado sería hablar de métodos o procedimientos
cualitativos —sin duda algunos sinsabores se salvan. Hay un mayor acercamiento al sujeto
real, sobre todo como individuo. Hay una prominencia del texto vivido del «objeto de
estudio». Es un buen intento de promiscuar los sacramentos positivistas. Pero esto no
significa necesariamente una modificación del tutelaje de la realidad por el método. Sobre
todo porque las metodologías cualitativas siguen anteponiendo la explicación del dato (la
información, el relato, las verbalizaciones) a su real connotación por el sujeto. La explicación
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Manuel Calviño
es matriz de selección de «qué» se estudia, «quién» se estudia y obvio «cómo» se estudia.
«A las explicaciones —señala Gómez — les antecede una forma de preguntar sobre aquello
que se pretende explicar. Y eso, reiterando: es un acto conceptual, teórico» (Gómez G,
2006:465). Una forma de explicación.
Me he detenido en el Método como recurso de investigación, pero podría haberlo hecho en el
Método como recurso de producción. Sobre esto hice una denuncia en un texto que titulé
Silencios que piden voz. En el caso de la producción audiovisual sobre SIDA, en los años en
que escribí el texto referido, las investigaciones epidemiológicas revelaban el predominio del
contagio homosexual por encima de las tres cuartas partes del total de diagnosticados. Sin
embargo «la comunicación social —escribí— silencia la homosexualidad fenoménica del
SIDA, que ya sabemos que no es estructural». Allí mismo resalté la voz intertextuada desde
Alma Mater de una joven profesora universitaria que decía: «somos los invisibles…a las
lesbianas y a los gay ya no se nos trata de forma peyorativa en las leyes… Pero ahora,
sencillamente, hemos desaparecido, y no existe una sola palabra que nos reconozca… no se
nos ofende, pero tampoco se nos tiene en cuenta como comunidad urgida de protección en
sus derechos» (Calvino M. 2004).
Las producciones instrumentales, operaciones praxológicas de las instancias metodológicas,
también callan y hacen callar. Obvian —que es un modo de invisibilizar. Presuponen —que
es un modo de invisibilizar. Redundan —que es también y con mucha fuerza, un modo de
invisibilizar. Por cierto, las «invisibilzaciones» del método responden (tributan) al «método
de los métodos» cuando de praxis de investigación o de producción se trata: El método de
tomar decisiones. Decisiones sobre lo que se ve o no, sobre lo que se oye o no. Decisiones
sobre el decir y el callar. Sobre el silencio. Malas buenas noticias: el silencio es una voz.
No voy a detenerme más en esto. Solo recalco (recalque; recalcamento en portugués es el
término que se utiliza en el lenguajear psicoanalítico para hablar de represión, «solo
recalco»: «solo reprimo»… ¿qué?, ¿por qué?) que estoy intentando desarticular los/mis mitos
metodológicos para avanzarlos, que quiere decir «desmistificarlos». Pero no estoy fuera de
ese «potaje». Soy afiliado, pero no adicto ni adepto, por exigencia laboral, por tradición
profesional y porque, sobre todo, muchas veces no se qué otra cosa se pudiera hacer (como le
pasa a casi todo el mundo). De modo que esto que hago es más un acto de imprecación, que
un acto de execración.
Pero no olvidemos nunca que el método no es sino una extensión legítima o bastarda de su
paradigma matriz. Ya sé que podemos aplicar test sin ser testólogos, o interpretar sueños sin
ser psicoanalistas. He defendido y defiendo la independencia relativa del método respecto al
paradigma de origen, del instrumento respecto a la intencionalidad del ejecutante (Calviño
M, 1999). Reconozco además que las exigencias de tarea tienen prioridades e
inevitabilidades de desempeño. Reafirmo la existencia de los límites temporales del saber.
Todo esto es no solo legítimamente comprensible, sino sobre todas las cosas real. Pero todos
los caminos nos conducen al «episteme». Mientras toda la posmodernidad anda matando al
sujeto, el posracionalismo no casualmente lo focaliza y alimenta. En la «generatriz
metatranquista de las esencias» ambos tienen razón (como casi siempre pasa en el mundo
210
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
etéreo de las discursividades). En el devenir cotidiano, en el que por cierto visibles o
invisibles existen las llamadas audiencias, no hay discusión: el sujeto vive y, más aún,
gobierna.
Las metodologías no nacen por obra y gracia del «espíritu santo». Además de ser creaciones
humanas son decisiones humanas. Esto nos vuelve al punto de «la invisibilización» (ahora,
con toda intención, no hablo de invisibilidad, sino de invisibilización) epistemológica, la que
es producida por la no presunción del objeto (representación de lo audienciable) en el
paradigma dominante (y esto de dominante no hace referencia tanto al volumen, cuanto a la
estructura de decisión).
Volviendo a mi «trabalenguas» original (que ya he asumido hasta con placer) sobre lo
«invisible» (no lo invisible producido por la acción del joven científico Jack Griffin del
clásico del cine de 1933, ni producido por la Capa de Harry Potter), intento llamar la
atención sobre una «condición epistemológica». Vuelvo a la insistencia: «ontológicamente
«es». Epistemológicamente «es no visible». Y ahora agrego que esta condición epistémica de
no visible es atribuible al tipo de «epistemología» que subyace en el modelo funcional del
«perceptor». De modo que estoy tomando partido por una idea a mi juicio instituyente de la
discusión psicológica del asunto que nos ocupa: una audiencia es invisible porque está
oculta, escotomizada, epistémicamente de la realidad del «perceptor». Es la construcción
subjetiva del perceptor quien la hace imperceptible (invisible).
Estoy dando un salto «epistemo-poético‖: «El ojo que ves no es / ojo porque tú lo veas; / es
ojo porque te ve» (Antonio Machado, Proverbios y cantares). Y ahora un pecado
semimperdonable: «La audiencia que ves no es audiencia porque tú la veas; es audiencia
porque te ve». Si no la ves pero te ve es audiencia «desconocida». Si no te ve pero tú la ves,
es audiencia «ficticia» (aparente). Si te ve o no, pero igual tú no puedes verla es «audiencia
invisible». ¿Por qué no puedes, y ella sí te puede ver?
El perceptor, el sujeto de la «posible visibilidad», tiene una barrera «epistemológica» que
«invisibiliza» a la audiencia. No puede verla, diría desde la tradición cognitivista de la
psicología. No quiere verla, diría la tradición dinámica. Lo cierto es que no la ve. Y esa
«invisibilización», que fanfarriosamente he denunciado como epistemológica, es, por decirlo
en términos de las nociones psicológicas extensas, actitudinal.
He llegado a un punto de sumo interés (justo cuando estoy a punto de detenerme). La
invisibilidad no como cualidad del objeto (intrínseca o contextual), o como resultante del
sistema de procedimientos, sino como situación del que percibe. Y otra vez mi «ciencia
matriz» tiene comentarios interesantes que hacer, que pueden ayudar a entender la
«perseguida» invisibilidad de la audiencia en su institución epistemológica, paradigmática.
Me permito una revisión de rutina, apresurada sin duda.
La primera responsabilidad en esta «ceguera paradigmática» es, ha sido, casi siempre
condicionada al conocimiento. Resuena sabia aquella sentencia según la cual «no conocemos
lo que vemos, sino vemos lo que conocemos». Es cierto y, como todo lo cierto, polémico.
211
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Pero la ceguera del conocimiento, si de conocimiento es, es transitoria. Solo que esta
«situacionalidad» será o no superada si, y vuelvo a la carga, el paradigma de referencia la
«pre-ve-e» como salvable. Lo que cambió Copérnico, lo que cambió Galileo, no fue el
conocimiento del Sol o de la tierra, sino el paradigma de su comprensión. Invocaron la
mirada paradigmática alternativa que suponía una posibilidad de visión de lo que no se veía.
Ingenieros llevaba razón cuando decía que hay situaciones en las que no vale mucho cambiar
las fichas, lo que hay que cambiar es el juego. El avance es potestad de un paradigma. El
desarrollo de su sustitución. La «invisibilidad congnoscitiva» denuncia el carácter o la
capacidad de avance dentro del paradigma. Lo Invisible epistémicamente testimonia la
incapacidad de avance más allá de los límites del paradigma.
El asunto es que el propio funcionar del paradigma genera la invisibilización de ciertos
elementos. Dicho en la tradición marxista como paráfrasis del «Manifiesto», «todo
paradigma crea su propio sepulturero». Es precisamente la invisibilidad de sus agentes
potenciales de cambio lo que el propio paradigma «produce» como su contradicción
potencialmente generadora de cambio.
Desde la Psicología he «responsabilizado» conceptualmente a tres fenómenos que instituyen,
repito psicológicamente, la invisibilidad de la audiencia desde el «perceptor», entendido aquí
como el continente sujeto individual, grupal o institucional del paradigma: la resistencia, la
familiaridad acrítica y el propium prejuicial.
En el caso de la «resistencia», muy montado en las tradiciones psicoanalíticas y
psicodinámicas, la referencia es a ese suceso de significado funcional capital que se observa
ante los procesos de cuestionamiento exterior o interior de los sistemas humanos, ante los
procesos de cambio, ante cualquier cosa que signifique la «puesta en duda» de la eficiencia,
adecuación o pertinencia de dichos sistemas. En su Essais de Philosophie generale, Dunan
presenta la resistencia como una cualidad primera de los cuerpos, incluso asociado a la
construcción de identidad (lo que se resiste existe: resistencia es índice de autonomía). En la
obra de Pichón Riviere la resistencia se asocia al temor a la pérdida (temor depresivo) y al
temor al ataque (miedo paranoide). En cualquier caso la función de la resistencia es
defensiva. El problema se nos presenta porque este principio defensivo de la resistencia tiene
como estructura impelente el automantenimiento (protección) del paradigma. Resistir es
mantener lo que está, tal y como está, y en este sentido produce inmovilización
paradigmática. No solo «no ve», sino que además clausura la posibilidad de verlo.
Ante la, en ocasiones «impertinente» acción «destructiva» (cuestionadora, duditativa,
crítica), la resistencia llega a la exclusión. Tramitada luego como «autoexclusión»: el
paradigma brinda una opción de integración (siguiendo el principio de más de lo mismo:
«acepta y serás aceptado»). Si los «contendientes» no aceptan, se han «autoexcluido». La
razón del poder, diría Foucault, convertida en incapacidad del «contrincante». Lógica
perniciosa de la que es responsable la misma funcionalidad del paradigma.
La llamada «familiaridad acrítica» llama la atención sobre un suceso reconocible: la
permanencia de un objeto representado (llámese modelo de audiencia) en el campo
212
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
fenomenológico, la estructura interna del paradigma, promueve con el tiempo la aparición de
un vínculo indiscriminante con dicho objeto. De esto resulta que este (el objeto representado)
se incorpora simbióticamente al campo perdiendo el sujeto la posibilidad de diferenciar en
dicha situación la presencia de nuevos objetos, o nuevas características del objeto
representado que denuncia su modificación. La familiaridad acrítica se revela entonces como
una incapacidad del «perceptor» de detectar la disfuncionalidad de la representación del
objeto o del sistema. Es un «acostumbrarse» que supone, como la resistencia, la inmovilidad
del sistema toda vez que no percibe la presencia de cualquier nuevo elemento que contenga
la necesidad (demanda) de cambio, corrección, modificación del paradigma.
213
Por último, sin decir con esto que se cierra la comprensión de otros mecanismos funcionales
de freno metodológico del paradigma del perceptor, se observa el proprium prejuicial.
La psicología social ha recopilado evidencias que hacen pensar que el hombre tiene una
propensión al prejuicio: tiende a hacer generalizaciones basadas en estereotipos que le
permiten simplificar su mundo de experiencias. Siguiendo a Allport, la vida es tan rápida y
las exigencias de adaptación tan grandes que somos impelidos a ordenar y clasificar los
sucesos del mundo en categorías amplias generalizadas y poder así satisfacer nuestras
necesidades cotidianas de adecuación. Estas generalizaciones, al perder su reversibilidad, se
convierten en prejuicios. El prejuicio actúa como una forma de pensamiento autista, es decir,
un proceso inconsciente y subjetivo que no necesita de una racionalidad para validarse. Es
dado como un «por supuesto». Muchas de estas «elaboraciones generales» al compartidas
por los sujetos se convierten en normas estereotipadas de percepción. Las instituciones como
organizaciones sistémicas de seres humanos, con canales de comunicación, estructuras de
subordinación, etc., en las que nada le es ajeno a nadie, tienen prejuicios, son portadoras de
prejuicios. Algunos compartidos por la mayoría. Otros existentes en algunos de sus grupos
formales e informales (incluidos los grupos de poder, los que gestionan decisiones). Y estos
prejuicios conforman un modo propio de dicha institución de afrontar ciertas situaciones,
siendo que de alguna manera terminan ejerciendo una influencia sobre los modos de
comportamiento intrainstitucionales y extrainstitucionales. A esto le denominamos
proprium prejuicial. Y siendo un modo perceptivo de «tamizar» la información de entrada se
convierte en un «parabán» del paradigma dominante.
Abro y cierro una puerta, en cadencia de inmediatez educada, porque tras ella hay tanto
material que no podría abarcarlo sin la adjudicación de al menos un año domingático (tanto
he aspirado al sabático y no lo he conseguido que busco nuevas alternativas). En el diálogo
audiovisual que las producciones comunicativas suponen «perceptor» es todo sujeto
implicado en el proceso. La disfuncionalidad de todo paradigma de cara al desarrollo no es
«privilegio» de los paradigmas «dominantes», es también de los «no dominantes». Digo más,
en la medida en que un paradigma dominante es más «normativo» suscita paradigmas
alternativos con muchas comunidades incluso esenciales con el otro paradigma. Esto es una
realidad observable incluso en los «macro sistemas» sociales. El paradigma de «oposición»
contiene parcialmente al paradigma «opuesto» (oposicionado, creo que se entendería mejor).
Toda ruptura lleva un germen de continuidad. Aprendimos que es apenas en la segunda
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
negación donde se produce la desinstauración de lo inicialmente negado con una nueva
institución.
Esto nos lleva a dos grandes vertientes de análisis. La invisibilidad del «no veo» (sobre la
que hemos hecho los apuntes anteriores en base a lo que reconocemos como el paradigma
dominante) y la invisibilidad del «no me veo» (el paradigma del excluido). El público que no
se percibe (no se reconoce, no se identifica, no se supone) en el producto comunicativo y por
ende no deviene audiencia (al menos estable). Esto es un fenómeno muy interesante que
atraviesa diferentes peculiaridades psicológicas. La famosa sentencia según la cuál «al que le
sirva el sayo que se lo ponga» se presenta con un inconveniente esencial: muchas veces a
quien le sirve el sayo, no ve que le sirve. No ve que fue hecho (dicho) para
él/ella/nosotros/nosotras/ellos/ellas. Y esto es algo que no necesariamente se descubre (no
voy a volver atrás, solo estoy reconfirmando) con las clásicas mediciones de audiencia,
especialmente las sustentadas en estadígrafos descriptivos. Pero repito, intentar pensar este
asunto en voz alta (o en blanco y negro) es una tarea que trasciende con mucho los límites de
lo que ahora me permito (y me permiten).
¿Pero resulta ser un «trastorno» (esto es una categoría psicologizante) el que una audiencia o
público sea o no invisible? Si no encontramos un «sí» contundente todo lo que pueda ser
pensado, analizado, descubierto o sustentado en esta mesa resulta altamente injustificado. El
asunto es que una audiencia invisible (invisibilizada) convoca sentimientos de injusticia,
inequidad, exclusión. Un paradigma invisibilizador tiende al egodirectivismo, al
anquilosamiento, a la pérdida de sentido real de una práctica comunicativa, cualquiera que
esta sea. Públicos y audiencias invisibles son actores sociales a quienes se les dificulta su
inserción social, su socialización, su integración con legitimidad y protagonismo. No son en
el sentido pleno de la palabra actores. En todo caso serán «detr»-«actores». Y como públicos
y audiencias serán puestos a merced de quienes lleguen a ofrecerle por enmienda los
vestigios finiseculares de la desidia, la miseria espiritual, la «chatarra pseudocultural», la
tontería. Y es aquí donde se justifica, porque se necesita, producir acciones encaminadas a
aumentar la visibilidad como acto de incorporar, coparticipar, coconstruir.
Intensificando el paso de mi ya casi insoportablemente larga intervención me concentro en
señalar dos opciones a considerar en esta anchura del diapasón de visibilidades.
La primera tiene que ver con la necesidad de desestructurar, desmontar, desmistificar los
encuadres actitudinales (paradigmas epistémicos) de la invisibilidad del tipo «no veo» Entre
ellos el paradigma for your own good o «yo sé lo que te conviene (necesitas)». El paradigma
«esto es una decisión política». El paradigma «yo soy el jefe». El paradigma «a la gente lo
que le gusta es eso». Todos, contenedores de una falsa noción de la representatividad (mi
pensamiento representa el pensamiento de todos). Y digo más, siendo quien sabe si
flexiblemente ortodoxo, desmontarlos no tanto por su condición de «paradigma»«, como por
su condición de «incuestionables», positivistamente verdaderos (verdades únicas y
absolutas), predeterminadamente adecuados.
El asunto no es representar a la «audiencia», sino hacerla participar. Entre la
«representación» y la «sustitución» (ocupar el lugar de) solo hay un paso: «creerse cosas»
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
(como dicen mis hijos). Y entre la sustitución y la «exclusión» (quitar el lugar de) también
no falta mucho. Solo tener poder.
De donde arribo a mi segunda consideración: la invisibilidad no tendrá una recuperación de
contornos mientras el perceptor se quede en la condición de «imagen especular». Me veo o
no me veo en el espejo. Se ven o no se ven en el espejo. ¿Qué tengo que hacerle al espejo? El
asunto es mucho mayor. El asunto es de participación, de construcción. Pasar de una
epistemología de la unilateralidad a una de la multirateralidad, de un «episteme» egocentrista
(egosujeto, egogrupo, egoinstitución) a un episteme de construcción colectiva.
215
Es posible que algunos piensen que alucino. Ni yo mismo lo dudo. Pero es poco aún. Repito
con otras voces que plantear el asunto:
…exclusivamente como una cuestión de visibilidad y acceso a los circuitos de la comunicación
masiva, por parte de los grupos y sectores sociales que coexisten hoy en condiciones de
desigualdad, es no solo reducir un problema a sus «síntomas visibles», sino renunciar a la
posibilidad de re-pensar la comunicación no en sí misma, sino en relación con los deseos y con los
proyectos que son su motor…no es un problema de emisores y receptores, ni de simulacros de
representación de actores sociales en los distintos medios de comunicación… es la lucha por la
legitimación de la palabra propia en el contexto de las múltiples voces (Reguillo R. 1998).
Bibliografía
Ang I. (1991): Desperately Seeking the Audience. Routledge, London & New York,.
Calviño M. (1999): Psicología y Marketing. Apuntes para el posicionamiento de la
Piscología. Editora Política, La Habana.
_________ (2004): Actos de Comunicación. Entre el compromiso y la esperanza. Editorial
Logos, La Habana.
Cortés J.A (2004): Cautivo en el juego de las audiencias de TV. El espectador «espectado».
Disponible en: http://www.nuevarevista.net/2004/febrero/nr_articulos91_4.html
Gómez G. (2006): «Algunas apreciaciones sobre lo cualitativo y lo cuantitativo en
investigación psicosocial». En: Asebey A, Calviño M. (comp.). Hacer y Pensar la
Psicología. Editorial
Camino. La Habana. p. 445-474.
Reguillo R (1998) «Derechos humanos y comunicación. Un malestar invisible: derechos
humanos y comunicación». Chasqui. Nº 64.
Rodrigo Alsina Miguel (2001): Teorías de la comunicación. Aldea Global, Barcelona.
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Las psicólogas y los psicólogos cubanos
decimos NO a la guerra.
216
La guerra...no solo es más sangrienta y devastadora que cualquiera de las guerras anteriores, y ello a
causa de las poderosas y perfeccionadas armas ofensivas y defensivas, sino que es por lo menos tan
cruel, tan encarnizada y tan inmisericorde como ellas. Trasgrede todas las restricciones a que nos
obligamos en tiempos de paz y que habían recibido el nombre de derecho internacional; no
reconoce las prerrogativas del herido ni las del médico, ignora el distingo entre la población
combatiente y la pacífica.....Arrasa todo cuanto se interpone a su paso, con furia ciega, como si tras
ella no hubiera un porvenir ni paz alguna entre los hombres.
Estas palabras no fueron escritas ayer. Se escribieron en 1915. Salieron del sentir y el pensar
de Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis. Su inmersión en las profundidades del
inconsciente y su total convicción de la existencia de tendencias tanáticas en la estructura
primitiva íntima de la mente humana, no fueron razones suficientes para obstruir su
compromiso de principio con la paz y la convicción de que ella debe ser preservada,
mantenida, reforzada. Su coherencia de principios fue algo más que una decisión personal y
la reafirmó unos años más tarde, en septiembre de 1932. En una trascendental carta que se
conoce como El porqué de la Guerra, escrita en respuesta a una solicitud hecha por Albert
Einstein, sentenció: «en nosotros, los pacifistas, se agita una intolerancia constitucional, por
así decirlo, una idiosincrasia magnificada al máximo. Y parecería que el rebajamiento
estético implícito en la guerra contribuye a nuestra rebelión en grado no menor que sus
crueldades». Su postura fue de intransigencia, de negativa total a la guerra. Pero tampoco le
faltó visión de realidad: «mientras existan Estados y naciones que estén dispuestos a la
destrucción inescrupulosa de otros, estos otros deberán estar preparados para la guerra».
Otra guerra se nos impuso sin el más mínimo recato. O quizás es la misma que padece de
una perversión itinerante y se traslada de un escenario a otro con clara intención y
maquiavélicos principios de selección territorial. ¿Dónde será la próxima? ¿Cuál será el
nuevo escenario de esta escalada neofascista? Es la misma guerra, la que como Freud
reconoció: «destruye vidas humanas llenas de esperanzas; coloca al individuo en situaciones
denigrantes; lo obliga a matar a otro, cosa que no quiere hacer; destruye costosos valores
materiales, productos del trabajo humano, y mucho más». Hoy su perversidad se acrecienta.
Su multiplicación destructiva es exponencial, incontrolable. Imágenes recientes inundan el
imaginario real de todas las personas del planeta. La guerra es un mal conocido. Que nadie se
engañe: la guerra es muerte. La guerra es atraso. La guerra es incultura.
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Noam Chomsky no tiene el mismo vínculo con la psicología que el médico vienés, pero sus
estudios sobre psicolingüística, su conocida polémica con Skinner, forman parte de lo mejor
de la creación científica de la ciencia psicológica contemporánea. No es casual su ubicación
entre los cien psicólogos más influyentes del siglo XX. Este miembro de una vanguardia
activa de la honestidad política hace unos días, refiriéndose a la inminencia del atentado
bélico a Irak, dijo: «Esto no puede llamarse guerra. Es un país del Tercer Mundo contra
EE.UU. y el Reino Unido, las dos potencias militares más grandes de la historia. ¿Cómo
llamar guerra a eso? Entonces la cuestión es: ¿qué clase de masacre va a ser?»
Algunos dicen que son «locos» los instigadores, promotores pero nunca víctimas de la
guerra: el Sr. George W Bush y su camarilla de bushadictos: a-buch-eables bushianos. Me
niego rotundamente a que se profane de tal modo la insanidad mental: la locura es la pérdida
de la acción voluntaria y consciente por razones que escapan totalmente al control de la
persona. Por esto la irresponsabilidad de sus actos y consecuencias es difícilmente
reprochable. El bushismo, por el contrario, es absolutamente consciente y voluntario (amén
de las presiones y chantajes conocidos). Es asumido sí con la frialdad de la psicopatía y con
la pérdida de sentido de realidad de la esquizofrenia. Superficialmente se asemeja a las
euforias desmedidas de las demencias maníaco depresivas. Su obtuso decursar del
pensamiento recuerda los trastornos profundos de la inteligencia. Pero en su sentido directo
el bushismo no es una enfermedad mental. Qué más quisiéramos los psicólogos que tener en
nuestras manos la posible cura de tal arrebato. El bushismo, como su inherente guerrerismo
facistoide, es una enfermedad ética.
Su sintomatología es florida: desvergonzada prepotencia, egocentrismo narcisista, aversión a
las soluciones conjuntas, desfachatez incontrolada, desconsideración absoluta del otro que no
sea semejante idéntico. Se destaca también una autovaloración traumáticamente inadecuada,
suplantación de la realidad por la palabra. Y por sobre todas las cosas un afán de
hegemonismo, de totalitarismo a ultranza. Se suma a esto, especialmente para el caso de los
parásitos, un oportunismo inmoral, sin el más mínimo sentido real de pueblo, nación,
planeta. Todo esto convertido en política oficial de gobierno y contando con los mayores y
más destructivos artefactos que se han conocido.
¿Puede la humanidad permitir tal atentado a sí misma? ¿Hemos de quedarnos con los brazos
cruzados a ver desfilar rostros de niños marcados por la muerte, contingentes humanos
lanzados estrepitosamente a su desaparición? Definitivamente no. Por eso millones de voces
en el mundo entero se alzan hoy en contra de lo que parece una inevitable afrenta al
desarrollo humano. Hombres y mujeres honestos de todo el mundo expresan su rechazo total
a la inminente decisión del gobierno norteamericano de hacer la guerra, de usarla como un
instrumento de mezquinos intereses, gustos y antojos. Los psicólogos nos sumamos a este
movimiento de preservación de la paz, de la cordura, de la esencia humana. Desde nuestro
lugar en esta tierra, en nuestra isla gigante, reafirmamos que nuestra opción no es la guerra.
Nuestra opción es la paz, la cultura, porque ―todo lo que impulse la evolución cultural obra
contra la guerra‖.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Decía Martí:
Tiene el mundo dos razas: parecida a los insectos la una, la de los egoístas;
resplandeciente, como si en sí llevara luz la otra, la de los generosos. Los unos lo
sacrifican todo: patria, amistad, estimación, hasta estimación de sí mismos a su
beneficio y contentamiento; los otros, aunque en las horas de sosiego puedan pagar
tributo a los apetitos y flaquezas de la naturaleza humana, cuando el honor humano o
el honor patrio están en peligro… se arrojan apretadamente a la pelea, camino de la
luz.
218
Con el derecho que me da el haber participado por más de treinta años en la formación de
profesionales de la Psicología, con la fuerza de sentirme inmerso en un mar de profesionales
comprometidos y dignos, humanistas y revolucionarios, desde la decisión y la convicción de
que nuestro lugar está entre los generosos, tomo la palabra en nombre de mis compañeros y
declaro que ¡LOS PSICÓLOGOS CUBANOS DECIMOS NO A LA GUERRA!
Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
Manuel Calviño (La Habana, Cuba. 1951).
Licenciado en Psicología. Universidad de La Habana (1974).
Doctor en Ciencias Psicológicas. Universidad MG Lomonosov. Moscú (1981).
Máster en Marketing y Management. Escuela Superior de Estudios de Marketing de
Madrid. ESEM. (1997).
Máster en Comunicación. Universidad de La Habana (1997).
Profesor titular de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana.
Con más de cuarenta años de experiencia profesional (docente, investigativa y práctica aplicada) el Prof.
Calviño ha mantenido una exitosa actividad en diferentes áreas de la Psicología, desde las prácticas de
Orientación y psicoterapia (individual y grupal) hasta las intervenciones comunitarias e institucionales. Ha
participado en decenas de eventos científicos en Cuba y en el extranjero. Como profesor invitado ha
impartido cursos, talleres y conferencias magistrales en universidades europeas —España, Suiza, Rusia,
Bulgaria, Italia— y en Universidades americanas —Brasil, Argentina, Perú, Bolivia, Chile, México,
Estados Unidos, Panamá, Nicaragua. Ha publicado decenas de artículos y escritos científicos y científicopopulares en diversas publicaciones nacionales e internacionales, tales como Revista Cubana de Psicología,
Revista del Hospital Psiquiátrico de La Habana, Journal of Community Psychology, Revista de Alternativas
en Psicología. Algunos de sus trabajos se encuentran disponibles en revistas electrónicas en Internet. Entre
sus publicaciones cuentan también los libros: Trabajar en y con Grupos. Apuntes de Experiencias y
Reflexiones básicas (1998); Psicología y Marketing. Contribuciones para el posicionamiento de la
Psicología (1999); Orientación Psicológica. Esquema referencial de alternativa múltiple. (2000); Temas de
Psicología y Marxismo. Tramas y subtramas. (2000). Actos de comunicación (2004); Comunicación y
Psicología… y los Dinosaurios se echaron a volar (2004); Orientación Psicosocial de la Familia.
Reflexiones y alternativas (2004), Hacer y Pensar la Psicología (2006), Psicología y Acción Comunitaria
(2010); Vale la Pena. Escritos con Psicología (2011). Se ha desempeñado en diversos trabajos de
Consultoría de Marketing Research, investigaciones de mercado y comunicación en diversas empresas
nacionales y extranjeras. Fue Asesor del Programa de Comunicación Social en Salud de la ONU. Proyecto
CUB 91 P-07. Es Asesor de Desarrollo del Potencial Humano de la División Cuba del Grupo Hotelero
Español «Sol Meliá». Escribe y conduce un Programa de Orientación en la Televisión cubana. Es miembro
de la Sociedad de Psicólogos de Cuba y de la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales. Entre otras
distinciones y reconocimientos ha obtenido: Medalla «Forjadores del Futuro», Premio de Investigación en
Ciencias Sociales, Distinción por La Educación Cubana, Medalla «A la Excelencia por la Comunicación» y
la Distinción por la Cultura Nacional.
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Comunicación y Psicología … y los dinosaurios se echaron a volar!
Manuel Calviño
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______________________________________________________________________
© Todos los derechos del manuscrito reservados a Manuel Calviño – 2011.
Inscrito en el Centro Nacional de Derecho de Autor. Registro 2580-2011. La Habana, Cuba.
De visita en Chile el amigo Nelson Zicavo me provocó
instigándome a reunir algunos textos que él me había
escuchado y que pensaba que debían divulgarse.
Recordaba como llené de papeles locales y pasillos
del Palacio de Convenciones invitando a los
participantes en un Congreso de Psicología a
escuchar sobre el vuelo de los dinosaurios.
Parafraseando a otro amigo (Silvio Rodríguez), yo
tengo mis escritos, que también "muelo y rehago
habitando el tiempo". Entonces me decidí: ¿por qué
no editar algunos textos para que vuelen libremente
por todas partes? Aquí están. Son textos, eso si,
intertextuados, como si se citaran a sí mismos.
Fueron leídos en diferentes escenarios, por eso se
intersectan, se repiten, como reafirmando (no del
todo) aquella frase rusa: "la repetición es la madre
del aprendizaje". Pero sobre todo diciendo una y otra
vez las ansias, los sueños, los temores y los alertas
que nos arman para mantener nuestra pupila
insomne.
Manuel Calviño (La Habana, Cuba. 1951)
Licenciado en Psicología. Universidad de La Habana (1974)
Doctor en Ciencias Psicológicas. Universidad “MG Lomonosov”. Moscú. (1981)
Master en Marketing y Management. Escuela Superior de Estudios de Marketing
de Madrid. ESEM. (1997)
Master en Comunicación. Universidad de La Habana (1997).
Profesor titular de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana.
Comunicador Social.
Con más de cuarenta años de experiencia profesional (docente, investigativa y práctica aplicada) el
Prof. Calviño ha mantenido una exitosa actividad en diferentes áreas de la Psicología, desde las
prácticas de Orientación y psicoterapia (individual y grupal) hasta las intervenciones comunitarias e
institucionales. Ha participado en decenas de Eventos científicos en Cuba y en el extranjero. Como
profesor invitado ha impartido cursos, talleres y conferencias magistrales en Universidades europeas –
España, Suiza, Rusia, Bulgaria, Italia – y en Universidades americanas – Brasil, Argentina, Perú, Bolivia,
Chile, México, Estados Unidos, Panamá, Nicaragua. Ha publicado decenas de artículos y escritos
científicos y científico-populares en diversas publicaciones nacionales e internacionales, tales como
“Revista Cubana de Psicología”, “Revista del Hospital Psiquiátrico de La Habana”, “Journal of
Community Psychology”, “Revista de Alternativas en Psicología”. Algunos de sus trabajos se
encuentran disponibles en Revistas electrónicas en Internet. Entre sus publicaciones cuentan también
los libros: “Trabajar en y con Grupos. Apuntes de Experiencias y Reflexiones básicas” (1998);
“Psicología y Marketing. Contribuciones para el posicionamiento de la Psicología” (1999); “Orientación
Psicológica. Esquema referencial de alternativa múltiple”. (2000); “Temas de Psicología y Marxismo.
Tramas y subtramas”. (2000). “Actos de comunicación” (2004); “Comunicación y Psicología… y los
Dinosaurios se echaron a volar” (2004); “Orientación Psicosocial de la Familia. Reflexiones y
alternativas” (2004), “Hacer y Pensar la Psicología” (2006), “Psicología y Acción Comunitaria” (2010);
“Vale la Pena. Escritos con Psicología” (2011). Se ha desempeñado en diversos trabajos de Consultoría
de Marketing Research, Investigaciones de mercado y Comunicación en diversas empresas nacionales
y extranjeras. Fue Asesor del Programa de Comunicación Social en Salud de la ONU. Proyecto CUB 91
P-07. Es Asesor de Desarrollo del Potencial Humano de la División Cuba del Grupo Hotelero Español
“Sol Meliá”. Escribe y conduce un Programa de Orientación en la Televisión cubana.
Es Miembro de la Sociedad de Psicólogos de CUBA y de la Asociación Cubana de
Comunicadores Sociales. Entre otras distinciones y reconocimientos ha obtenido:
Medalla “Forjadores del Futuro”. Premio de Investigación en Ciencias Sociales.
Distinción por La Educación Cubana. Medalla “A la Excelencia por la Comunicación”.
Distinción por la Cultura Nacional.
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