Abogados ¿Para qué? Una crítica al rol social en las carreras de

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Abogados ¿Para qué?
Una crítica al rol social en las carreras de Derecho1
Expositor: Rodrigo Castillo Jofré, estudiante de cuarto año, Licenciatura en Ciencias
Jurídicas y Sociales, Universidad de Concepción.
Según datos de la Corte Suprema 3.384 personas se titularon de abogados/as el año 2014.2
Sin embargo, la información aportada por organismos como el Instituto Nacional de
Derechos Humanos al año 2013, demuestran que esas cifras no se condicen necesariamente
con una mejora sustantiva en el acceso a la justicia, educación jurídica, y conocimiento de
las personas de sus propios derechos3. Porque pudiera esperarse, a priori, que la mayor
cantidad de abogados titulados en los últimos años, producto del aumento de casas de
estudio que imparten la carrera y de los cupos de ingreso en las ya existentes, sirviera para
suplir la falta de asistencia jurídica que afecta a la población, principalmente, como
señaláramos, a los sectores de escasos recursos.
También podría significar este aumento de carreras de Derecho una mejora sustancial en
los niveles de educación jurídica de la población que le permita a las personas acceder por
si mismos al sistema judicial y a la realización de trámites legales, al existir mayores
recursos y personas disponibles para cumplir esta labor. Por último, si esta relación de "a
más abogados y universidades, mayor acceso a la justicia" no es directamente proporcional
de forma automática, al menos podrían las carreras de Derecho, a través de la enseñanza
jurídica que imparten, generar la inquietud en sus estudiantes (y futuros abogados) de tomar
1
Una primera versión de esta investigación corresponde al trabajo final de la asignatura Investigación
Jurídica, efectuada el año académico 2015 bajo la guía de la Dra. Amaya Álvez Marín en la Facultad de
Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Concepción.
2
Poder Judicial (2015), Informe Poder Judicial en Números 2015, Tomo VII Administración y Servicios,
apartado 6.3 Oficina de Título de Abogados, pp. 87-88.
3
Instituto Nacional de Derechos Humanos (2013), Informe Anual 2013, capítulo 2 Acceso a la justicia, pp.
55-72.
conciencia de este y otros problemas relativos a las repercusiones sociales del Derecho, y
de impulsar iniciativas que tiendan a revertir esta situación.
Pero ninguna de estas posibilidades pareciera concretarse en un nivel mínimamente
satisfactorio. Lo señalado por los informes en materia de Derechos Humanos mencionados
tiende a mostrar una realidad de marginación de parte importante de la población en
materia de acceso a la justicia y conocimiento de sus propios derechos. Si más personas
recibiendo conocimientos jurídicos, más recursos financieros y técnicos invertidos en
nuestro país en aumentar el número de abogados, no mejoran esta situación, deberíamos
analizar qué es lo que se está enseñando al interior de las facultades de Derecho en nuestro
país, para quién están trabajando y con qué objetivos.
Ante este panorama, de una profesión de abogado que, al menos a primera vista, prolifera
desentendiéndose de sus implicancias y rol en la sociedad, es inevitable recordar la
pregunta que formulara el profesor de Derecho de la Universidad de Harvard, y miembro
del movimiento de los Critical Legal Studies, Duncan Kennedy, hace casi 30 años: ¿Son
los abogados realmente necesarios? 4
La preocupación de las escuelas de Derecho por las repercusiones que a nivel social tiene la
profesión de abogado y los aspectos asociados directamente a ella, es lo que aquí
denominamos “rol social del abogado”, un tema que no ha estado exento de polémicas a lo
largo del siglo XX y el actual, determinado en gran medida por factores ideológicos que
varían según el contexto político, geográfico y social de cada universidad. También pueden
resultar influyentes las experiencias históricas que a este respecto han vivido las facultades
de Derecho, entendiendo que las concepciones recién mencionadas no son en ningún caso
estáticas, sino que son transformadas constantemente en función del contexto en el cual la
universidad desarrolla sus labores, de la acción de los diferentes actores que se
desenvuelven en su interior, entre otros factores.
4
Kennedy, Duncan (1987), ¿Son los Abogados realmente necesarios?, Revista Barrister, Otoño de 1987.
Traducción de Axel Eljatib.
Por lo antes mencionado, esta ponencia aborda la conceptualización y aplicación del rol
social del abogado en las carreras de Derecho en Chile, (en un período actual, y
restringiendo el análisis a instrumentos vigentes con posterioridad al último proceso de
acreditación de las universidades chilenas finalizado el año 2014), con un análisis
descriptivo respecto a las principales concepciones que existen en el plano teórico en lo
que dice relación con el rol que cumple a nivel social la educación (y en particular de la
educación universitaria). En particular, se desarrolla el contraste que para estos efectos
presentan desde la Sociología de la Educación las Teorías Funcionalistas y de la
Reproducción, y las expresiones que de estas teorías existirían en la enseñanza y práctica de
la carrera de Derecho, analizando el aporte que en estas materias han realizado autores
como Parsons, Althusser y en el ámbito específico de la educación jurídica, Novoa.
Propongo luego, en la presentación, un análisis histórico, centrado principalmente en el
siglo XX a nivel mundial, latinoamericano y de Chile, respecto a la aplicación que las
universidades y en particular las escuelas de Derecho hicieron del concepto (implícito o
explícito) del rol social del abogado, con especial atención respecto a procesos como al
Reforma Universitaria, la influencia norteamericana en la educación jurídica de la región a
través de los programas financiados por la Fundación Ford, y las repercusiones que en los
planes de estudio y en la estructura de las carreras produjo la oleada neoliberal de los años
80’s y 90’s, con la posterior respuesta de las teorías críticas en el plano de la enseñanza
legal, que mantienen abierto un debate en torno a esta temática, que presenta mayores o
menores avances según cada país y casas de estudio en América Latina.
Posteriormente analizo el estado actual del rol social mediante el estudio de los
mecanismos formales a través de los cuales la autoridad pública y las propias casas de
estudio definen sus objetivos de enseñanza y trabajan por concretarlos, esto es, sus perfiles
de egreso y mallas curriculares.
En cuanto a las normas generales de regulación de las carreras de Derecho, se presenta
someramente la normativa constitucional y legal involucrada, y los criterios de contenido
mínima de la enseñanza en las carreras de Derecho, emanados de los mecanismos de
regulación y acreditación del Ministerio de Educación.
Para el análisis de la conceptualización e importancia que se da al rol social en algunas
carreras de Derecho, esto es, el análisis particular, concretamente examino las siguientes
casas de estudio a nivel país: Universidad de Chile, Universidad de Valparaíso, Pontificia
Universidad Católica de Chile, Universidad de Concepción, y Universidad Alberto
Hurtado. 5
Los resultados de la investigación revelan una evolución histórica inconstante que ha
llevado a los estudios jurídicos por tendencias privatistas, de contenido social o mixtas de
manera alterna, lo cual se expresa actualmente como una consideración meramente
implícita del rol social del abogado, y sin que esta ocupe una posición central en la
enseñanza del Derecho. Se hace finalmente una crítica a la situación actual de los estudios
de derecho en Chile, en lo que respecta a su orientación social (o carencia de ella),
complementándola con la opinión de algunos académicos que han dedicado parte de sus
estudios a las nuevas formas y contenidos que se proponen para la enseñanza legal.
5
Las mencionadas casas de estudio han sido elegidas por cumplir, en el caso de las cuatro primeras, con una
amplia trayectoria, con varias décadas (y más de un siglo en el caso de algunas) de existencia, a lo largo de la
cual se han dado las correspondientes discusiones y transformaciones en cuanto a rol social de la carrera; por
tener, de acuerdo a los mecanismos formales de control de calidad, evaluaciones destacadas en la mayoría de
los aspectos que permiten enfocar el análisis en aspectos como perfil de egreso y malla curricular (y no
desviar el análisis a otros aspectos como infraestructura, condiciones de desarrollo de las clases, entre otros),
y por ser reconocidas, por lo anteriormente mencionado, como modelo por muchos de sus pares más recientes
que los llevan a seguir cánones similares a la hora de tomar sus propias definiciones de objetivos en la
formación de la carrera. El último caso, de la Universidad Alberto Hurtado, ha sido seleccionado como
representación del mundo de las universidades posteriores a la Reforma Universitaria de 1981 (no
tradicionales o comúnmente denominadas "privadas"), por cumplir con similares características dentro de su
contexto.
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