Fundamentos de Historia de la medicina La Medicina contemporánea Medicina social RUDOLPH VIRCHOW (1821-1902) La consideración sociopolítica de las enfermedades y la salud pública (1)* *Die Ufentliche Gesundheitspfiege, Die medizinische Reform, n.o 5, 4 de agosto de 1848, p. 21-22. Trad. cast. por J. M. López Piñero. **Die Einheitsbestrebungen in der wissenschaftlichen Medizin, Berlin, G. Reimer, 1849. Trad. cast. por J. M. López Piñero. El Estado democrático desea el bienestar de todos los ciudadanos, pues reconoce los mismos derechos a todos. Dado que los mismos derechos generales conducen al autogobierno, el Estado tiene también el derecho de esperar que todo el mundo, dentro del margen de las leyes establecidas por el pueblo mismo, sepa concebir y asegurar una situación de bienestar por su propio trabajo. Como las condiciones básicas de bienestar son la salud y la educación, el Estado tiene la tarea de facilitar los medios para mantener y fomentar en lo posible la salud y la educación mediante la higiene pública y la enseñanza oficial ... Por consiguiente, no es suficiente que el Estado conceda a cada ciudadano los medios para su subsistencia, ayudando a todos aquellos cuya fuerza de trabajo no fuese suficiente para conseguirlos, sino que, además, tiene que ayudar a todos para que tengan una existencia de acuerdo con la salud. La consideración sociopolítica de las enfermedades y la salud pública (2)** Las condiciones de vida pueden ser naturales o artificiales, según las circunstancias locales y temporales de cada individuo. El desarrollo de la cultura, que multiplica las relaciones de los individuos entre sí, complica también las condiciones de vida. Por regla general, sólo después de largos e inútiles esfuerzos, se ordenan y compensan las condiciones complicadas, de forma que sus sumas son equivalentes a las condiciones naturales de vida. Por tanto, también las epidemias pueden ser naturales o artificiales, según que la modificación de las condiciones de vida se produzca «por sí misma», a causa de acontecimientos naturales, o artificialmente, a causa del modo de vivir. Siempre ha habido epidemias naturales, cada vez que el cambio de las estaciones, del clima, etc. ha modificado las condiciones de vida sin que la masa se haya protegido contra estas modificaciones mediante el empleo de medios artificiales. Se han repetido todas las veces que lo han exigido las condiciones ambientales y han permanecido mientras éstas han perdurado. En todas las épocas se han manifestado en forma epidémica la disentería, la fiebre intermitente o las neumonías. Por otra parte, las epidemias artificiales son consecuencia de la sociedad, resultados de la cultura equivocada o no extendida a todas las clases sociales; indican defectos producidos por la configuración política y social y por consiguiente, afectan preferentemente a aquellas clases que no disfrutan de las ventajas de la cultura. Pertenecen a ellas el tifus, el escorbuto, la fiebre miliar y la tuberculosis ... Las epidemias con un carácter hasta entonces desacostumbrado se producen y desaparecen, a veces sin dejar rastro, al iniciarse nuevos períodos culturales. Este es el caso de la lepra y del sudor inglés. La historia de las epidemias artificiales, por consiguiente, es la historia de las perturbaciones que ha experimentado la cultura de la humanidad. Su cambio nos indica, a grandes rasgos, la orientación de la cultura hacia nuevas direcciones. Toda revolución cultural auténtica va acompañada de epidemias, porque una gran parte del pueblo al principio participa gradualmente en el nuevo movimiento cultural y en sus beneficios. MAX VON PETTENKOFER (1818-1901)* La consideración económica de la enfermedad en la higiene pública *Über den Werth der Gesundheit für eine Stadt, Braunschweig, E Vieweg and Sohn, 1873. Trad. cast. por J. M. López Piñero. Voy a considerar ahora otros factores de la salud pública que he reservado para destacar el valor.del alcantarillado y del abastecimiento de aguas ... Incluso si no podemos reducir nuestra tasa de mortalidad más que un 3 por mil, es interesante que comprobemos la importancia de una cifra tan reducida para una ciudad como Munich. En ello podemos encontrar algún estímulo. Recordemos la forma en la que calculamos, en la lección anterior, las pérdidas producidas por enfermedad. Fijamos el importe de los gastos y las pérdidas por cada día de enfermedad en 1 florín, cifra que consideramos como un mínimo muy por debajo de la media. Si la tasa de mortalidad de Munich desciende solamente del 33 al 30 por mil, ¿cuál es el valor mínimo en dinero correspondiente a tal reducción? Si en la actualidad mueren anualmente 33 de cada 1.000 habitantes, ello quiere decir que fallecen 5.610 en una población total de 170.000. Si en el futuro murieran únicamente 30 de cada 1.000, ello significaría una mortalidad anual en Munich de 5. 100, es decir, 5 10 menos que ahora. De nuestra pasada experiencia podemos concluir que, si decrece la mortalidad, desciende también la morbilidad en la misma proporción. Si tuviéramos 510 muertos menos, tendríamos, asimismo, un descenso proporcional de las enfermedades. La experiencia de muchos años en los hospitales y otras instituciones públicas de la ciudad indica que la relación entre las muertes y los casos de enfermedad es, en Munich, al menos de 34 casos de enfermedad por cada muerte. Una reducción de 5 10 muertes representa, por tanto, un descenso de 17.340 casos de enfermedad. Necesitamos ahora una cifra que mida la duración media de dichos casos. En los hospitales, según Wibmer, cada caso clínico, desde su admisión hasta su terminación por curación o muerte, dura18,5 días por término medio. Antes de entrar en el hospital, sin embargo, la gente suele estar enferma durante algunos días, y después de abandonarlo es normal que no pueda trabajar durante otros tantos. En consecuencia, estaremos mucho más cerca de la realidad si fijamos en 20 días la duración media de la enfermedad en esta población ... Sobre esta base, la reducción anual de 17.340 casos clínicos representa 346.800 días de enfermedad, lo que equivale al mismo número de florines si contamos un florín diario de pérdidas. Estos 346.800 florines significan un claro ahorro anual y pueden ser considerados como el interés de un capital. Está justificado, por tanto, preguntarse a qué capital corresponde esta reducción de la tasa de mortalidad o, dicho de otra forma, qué cantidad de dinero puede gastar la ciudad de Munich en mejorar el alcantarillado y el abastecimiento de aguas, de forma que conduzca a un descenso de la mortalidad de 33 a 30 por mil, estando justificada la inversión por ajustarse al interés habitual. Aunque en nuestra ciudad puede obtenerse capital al 4,5 % e incluso quizá al 4 %, vamos a utilizar en nuestros cálculos un 5 %. 346.800 florines capitalizados al 5 % equivalen a 6.936.000. En otras palabras, en la actualidad pueden gastarse unos 7 millones de florines en el alcantarillado y el abastecimiento de agua de Munich, proporcionando esta inversión un interés ventajoso. ALFRED GROTJAHN (1869-1931)* La patología social *Soziale Pathologie ... 2.' ed. Berfin, A. Hisrehwald, 1915. Trad. cast. por J. M. López Pifiero. La importancia de la enfermedad desde el punto de vista social está determinada, en primer lugar, por su frecuencia. Por más peligroso y penoso que un estado patológico sea para el individuo que lo padece o por mucho que afecte a una zona, no podemos considerarla como un problema [social] si sólo se presenta en escasas ocasiones. Por el contrario, enfermedades poco graves pueden tener gran importancia social exclusivamente a causa de su difusión. En ello reside una significativa diferencia entre la perspectiva sociopatológica y el punto de vista anatomopatológico y clínico. Para este último, la frecuencia de una enfermedad es un factor de limitado relieve y, de hecho, en todas las épocas se han estudiado con especial atención los casos raros y excepcionales. Por supuesto, la patología social únicamente se puede construir sobre la base de la medicina casuística que utiliza métodos precisos científico-naturales. Sin el previo y cuidadoso estudio anatomopatológico y clínico de cada caso individual, la consideración generalizadora de la patología social carecería de rigurosidad. En consecuencia, debe reconocerse la prioridad de la medicina casuística, exigiendo solamente que la complete el estudio estadístico, exigencia en la que, por desgracia, hay que continuar insistiendo en la actualidad. La estadística médica es, por lo tanto, la base de todo estudio sociopatológico, ya que permite conocer los estados patológicos humanos tanto desde el punto de vista de su diversidad biológica (edad, sexo, etc.), como desde el de sus diferencias sociales ... Una enfermedad no debe exclusivamente su importancia social a su frecuencia. Hay que tener en cuenta un segundo rasgo colectivo: la configuración del proceso que se desarrolla en numerosos casos individuales que se presentan conjuntamente. Por lo tanto, en segundo lugar, se plantea el problema de la fonria en la que aparece con mayor frecuencia la enfermedad en cuestión. A primera vista parece superfluo este problema, puesto que la forma característica peculiar debe ser ya conocida por la clínica. Sin embargo, las formas características de la patología clínica, los casos típicos, no son, por regla general, los que presentan con mayor frecuencia las enfermedades que, en la mayoría de los casos, dependen de las condiciones sociales o condicionan a su vez a éstas. Por consiguiente, en todos los estados patológicos, junto al perfil clínico y anatomopatológico es necesario determinar sus formas sociopatológicas ... En tercer lugar, las relaciones más importantes entre los estados patológicos y las condiciones sociales son de tipo causal. Cuando, como es sabido, se atribuyen estados patológicos multiformes a un solo bacilo, como en la tuberculosis, o a una sola bebida tóxica, como en el alcoholismo, la investigación clínica y patológica ha llegado a una determinada conclusión desde el punto de vista causal, pero ello no agota la indagación etiológica. El conocimiento de la causa anatomopatológica o bacteriológica verificable de un estado patológico no es suficiente desde la perspectiva etiológica ni desde la patogénica ... El objetivo de la investigación etiológica en sentido amplio es determinar cuantitativamente la participación de los diferentes factores en el desarrollo del estado patológico, sin privilegiar la importancia de ninguno a costa de descuidar o desconocer los demás. La necesidad de enriquecer el horizonte causal es consecuencia del hecho de que la prevención de las enfermedades dominantes únicamente puede basarse en la investigación etiológica en el sentido más amplio. ¿Para qué sirve, desde el punto de -vista preventivo, conocer los cuadros clínicos que produce la ingestión de alcohol, si se ignoran las condiciones que han conducido al paciente a su consumo excesivo? En cambio, la etiología en su sentido más amplio indica que condiciones internas, como la constitución psicopática o la predisposición a la epilepsia, por una parte, y circunstancias externas, como el clima, la raza, la configuración de la vida social y política, la producción de bebidas alcohólicas y el ambiente social, por otra, pueden ser de modos muy distintos factores que conducen al abuso del alcohol como fenómeno de masas.