a fondo INVESTIGACIÓN LOS ORÍGENES DE LOS MERCADOS BURSÁTILES EN ESPAÑA, 1800-1939 Un proceloso camino de siglo y medio dónde se pone de relieve la dificultad de conjugar simultáneamente los intereses de Estado, los de las instituciones locales y los de los agentes económicos que intervienen. Este artículo analiza el marco legal de los mercados bursátiles en España desde sus orígenes hasta 1939. Se arguye que la importación casi “directa” de legislación francesa chocó con las instituciones locales ya existentes, produciendo efectos distorsionadores que marcaron la formación y evolución posterior de los mercados secundarios. Como consecuencia de la interacción de elementos importados e instituciones autóctonas, se acabó conformando un sistema regulatorio en el que convivieron tres modelos muy diferentes de mercados bursátiles. 40 BOLSA 4º TRIMESTRE DE 2009 LOS ORÍGENES DE LOS MERCADOS BURSÁTILES EN ESPAÑA, 1800-1939 INVESTIGACIÓN a fondo JUAN CARLOS ROJO CAGIGAL, Universidad Carlos III de Madrid [email protected] E ste trabajo se ha dividido en cinco apartados. En el primero se estudia la transferencia de legislación francesa en 1831, que dio origen a la Bolsa de Madrid; en el segundo se analiza la aparición desde la década de 1840 de un peculiar mercado en Barcelona, de tipo privado y auto-regulado, y el desarrollo de pequeños mercados tradicionales en otras ciudades españolas; en el tercero se explica cómo se consolidó este sistema triple durante la Restauración; y en el cuarto se analiza brevemente la evolución de la regulación de los mercados bursátiles españoles durante el primer tercio del siglo XX. Las conclusiones más relevantes se exponen en el último apartado. LA TRANSFERENCIA DE LEY FRANCESA: LA BOLSA DE MADRID La historia de las bolsas en España comenzó el 14 de octubre de 1809, durante el reinado del hermano de Napoleón, José I. En esa fecha un real decreto creó la Bolsa de Madrid y al año siguiente, el 20 de julio de 1810, otro decreto aprobó su reglamento. La primera Bolsa española abrió el 28 de enero de 1811 pero su vida fue muy corta. En diciembre de ese año dejaron de publicarse oficialmente cotizaciones bursátiles debido a la Guerra de la Independencia. Tras este intento, España permaneció sin mercados bursátiles durante dos décadas, hasta que el 10 de septiembre de 1831 una ley estableció de nuevo la Bolsa de Madrid y reguló su funcionamiento. Esta fecha suele ser considerada como el origen de las bolsas en España, debido a la continuidad de este mercado organizado hasta nuestros días. El autor de la ley de 1831 fue Pedro Sainz de Andino, quien también había sido el redactor del Código de Comercio de 1829. Aunque el influjo francés sobre el Código de 1829 no se puede negar, Sainz de Andino tuvo en cuenta la legislación comercial anterior que habían desarrollado los consulados de Sevilla, Cádiz, Mallorca, Valencia, Barcelona, Burgos o Bilbao, y que había sido la pieza angular de la organización legal del comercio desde los siglos XIV y XV. La adaptación del Código de 1829 a las instituciones existentes anteriormente explica en buena medida su vigencia durante más de medio siglo y su éxito en América Latina, donde sirvió de modelo a varios países a lo largo del siglo XIX. Sin embargo, con la Ley de Bolsas de 1831 el jurista Sainz de Andino se limitó a realizar un puro trasplante legal del sistema francés, reproduciendo el modelo de la Bolsa de París. Prácticamente se importó todo. La extensa ley de 144 artículos dio un amplio margen a la intervención del Estado, que era el que tenía la facultad de crear bolsas y el que regulaba su posterior funcionamiento. Asimismo, la ley creó una nueva profesión de intermediario que no existía en España: la de agente de cambio, copia casi literal en cuanto al nombre y funciones del agent de change francés. Como veremos a lo largo de este trabajo, este tipo de transferencia legal provocó determinadas distorsiones -quizás un “efecto trasplante”- que tuvieron una influencia decisiva en la evolución posterior del sistema bursátil español. nase mal o simplemente no funcionase, lo cual hubiera implicado modificaciones casi inmediatas del Código. Era mejor legislar por separado y tener mayor flexibilidad para cambiar el marco legal si éste mostraba no ser adecuado. Dado que se trataba de un nuevo mercado que el Estado creaba, el primer objetivo era que funcionase. Y dada la inexistencia de tal mercado parece que Sainz de Andino concluyó que la mejor opción era copiar un modelo ya existente. El modelo anglosajón, evolutivo y auto-regulado, era imposible. El modelo estatista francés parecía el más adecuado para trasplantarlo, ya que era precisa la acción del Estado para reforzar un mercado naciente. Aunque no existieran mercados bursátiles organizados, a principios del siglo XIX se efectuaban transacciones financieras en las que intervenían los corredores de comercio. Los corredores, que La introducción de leyes foráneas que instituyeron mercados oficiales y nuevas instituciones de intermediación pudo haber producido lo que en las investigaciones de economía del derecho se conoce como “efecto trasplante”, aludiendo al rechazo o distorsión que la legislación transferida produce al chocar con instituciones locales que desempeñaban esas funciones anteriormente. La decisión de Sainz de Andino de realizar una mera imitación del sistema francés se explica por dos razones. La ausencia de mercados bursátiles organizados en España y, por tanto, la ausencia de una estructura institucional previa explícitamente diseñada para regularlos es la primera de ellas. El propio jurista señaló en el preámbulo de la ley que España, que se podía vanagloriar de instituciones comerciales como las casas de contratación, carecía de bolsas, a pesar de la emisión de empréstitos públicos y la aparición de compañías por acciones. De hecho, la ausencia de mercados organizados es una de las razones por las cuales decidió evitar la inclusión de la legislación bursátil en el Código de Comercio y realizar una ley por separado. Sainz de Andino, como todos los codificadores, concebía su labor como la construcción de un sistema coherente y, por tanto, que perdurara. La regulación de una materia inexistente tenía el riesgo de que funcio- habían sido los intermediarios comerciales y financieros en España desde la Baja Edad Media, podían haber desempeñado un papel importante en la nueva regulación de las bolsas. Sus funciones y capacidades, habían ido adquiriendo con el tiempo un marcado carácter público y fedatario. Al derogar las ordenanzas comerciales particulares, el Código de Comercio de 1829 había uniformizado esta figura para toda España. Los corredores de comercio no sólo intervenían en las transacciones de mercaderías sino también en las de seguros, cambios de moneda, letras y valores. Sin embargo, a pesar de la existencia secular de este intermediario, Sainz de Andino decidió introducir directamente del derecho francés la nueva profesión del agente de cambio. Esta figura otorgaba mayores garantías en la transacción, ya que se convertían en parte del contrato y respondía de su cumplimiento. Como contrapartida, la ley BOLSA 4º TRIMESTRE DE 2009 41 a fondo INVESTIGACIÓN LOS ORÍGENES DE LOS MERCADOS BURSÁTILES EN ESPAÑA, 1800-1939 les otorgaba el monopolio de todo el comercio de valores que se realizara dentro y fuera de la bolsa. La mayor garantía que teóricamente proporcionaba el agente de cambio es, por tanto, otro de los factores a tener en cuenta a la hora de explicar la decisión de importar instituciones francesas. En un momento de fortalecimiento del aparato estatal, lo cual requería financiación, el principal objetivo era establecer un mercado regulado donde se pudiese intercambiar deuda pública con facilidad y garantías. La existencia de un mercado localizado geográficamente otorgaba mayores posibilidades de colocar las nuevas emisiones de títulos públicos. Una bolsa proporcionaba liquidez, lo cual era un incentivo para los potenciales compradores de deuda. Sainz de Andino creyó, por lo tanto, que la figura francesa del agent de change cumplía mejor con el objetivo de dotar de mayor seguridad jurídica a las transacciones de títulos públicos. PEDRO SAINZ DE ANDINO, AUTOR DE LA LEY QUE EN 1831 CREO LA BOLSA DE MADRID Y REGULÓ SU FUNCIONAMIENTO. LA FORMACIÓN DE UN MERCADO ORGANIZADO EN BARCELONA En 1845 se introdujo una modificación importante en la legislación reguladora de los mercados bursátiles, al limitarse el monopolio de los agentes de cambio a las operaciones sobre valores públicos. La decisión se explica por la creciente importancia del comercio de valores privados, que Sainz de Andino no había previsto en 1831. Ahora se limitó el monopolio del agente de cambio a la función básica para la que fue creada, es decir, la compraventa de deuda estatal. En el comercio del resto de acciones tendrían que competir con los corredores. Con la excepción del periodo de 1869 a 1874, los agentes de cambio disfrutarían de ese monopolio sobre la compraventa de deuda pública en los mercados oficiales hasta la década de 1980. Los cambios en los tipos de operaciones autorizadas y la limitación del monopolio concedido a los agentes no alteraron la base del sistema establecido en 1831. Su principal característica, el establecimiento de un mercado oficial con fuerte intervención del Estado, se mantuvo. Dado que Madrid era la única ciudad que tenía una bolsa, ello significaba que el sistema se aplicaba sólo a este mercado. En el resto de las ciudades los tradicionales corredores de comercio eran los intermediarios en las operaciones de compraventa de fondos públicos y valores privados. Sin embargo, hasta la década de 1860 no se constituyeron mercados bursátiles de alguna importancia en otras ciudades. La excepción fue Barcelona, don- 42 BOLSA 4º TRIMESTRE DE 2009 de a partir de la década de 1840 se comenzó a desarrollar una importante bolsa privada, no por iniciativa oficial sino por la demanda proveniente del creciente intercambio de títulos públicos y privados. Desde el final de la primera guerra carlista se aceleró en Cataluña el proceso de industrialización. En la industria textil se introdujo el vapor y se produjo una fuerte mecanización. A finales de la década de 1840 se inauguró el primer ferrocarril español entre Barcelona y Mataró, y poco después se crearon otras empresas ferroviarias, de seguros e industriales. Creció, por tanto, la demanda de los servicios financieros proporcionados por los corredores para la compraventa de acciones, al tiempo que las mayores disponibilidades de capital provocaron también un incremento de la demanda de deuda pública. El incremento de la contratación hizo que el Colegio de Corredores de Barcelona comenzara a publicar cotizaciones oficiales en diciembre de 1851. Para Fontana este momento constituye la verdadera partida de nacimiento de la Bolsa de Barcelona. Así pues, el mercado bursátil de Barcelona evolucionó desde el comercio de mercancías al comercio de valores. A medida que creció este último se produjo un proceso de especialización. Una parte de la Lonja del Mar, el tradicional mercado de mercancías, se destinó a la compraventa de acciones. Al mismo tiempo, una parte de los corredores existentes —que en Barcelona se llamaban corredores reales— también se fue especializando en el comercio de valores. Como la ley de 1831 sólo regía en Madrid, en el resto de las ciudades españolas no existía ninguna regulación más allá de las que establecía el Código de 1829 para los corredores. Teóricamente, estos intermediarios tenían el monopolio de todas las transacciones mercantiles que se efectuaran. El Código había recogido la legislación tradicional de las Ordenanzas del antiguo régimen y les había concedido la exclusividad de la actividad de intermediación. Sin embargo, el empuje de la industrialización provocó que desde principios de la década de 1840 comenzaran a actuar en Barcelona otros agentes no oficiales o corredores libres. Estos intermediarios, actuando fuera de la ley, rompieron de facto el monopolio que ostentaban los corredores reales. El hecho de que estos últimos fueran incapaces de defender su privilegio muestra dos cosas: por un lado, que los corredores reales no podían responder al incremento de la demanda de servicios financieros; y por otro, que el Estado aún tenía escasa LOS ORÍGENES DE LOS MERCADOS BURSÁTILES EN ESPAÑA, 1800-1939 INVESTIGACIÓN a fondo AGENTES DE CAMBIO DE BOLSA DE FINALES DEL SIGLO XIX ANTIGUO CASINO MERCANTIL DE BARCELONA EDIFICIO DE BOLSA EN 1831 capacidad para hacer cumplir la ley en las regiones periféricas. Así pues, en Barcelona se fue estableciendo en la práctica un esquema de libre competencia en cuanto a la actuación de estos intermediarios financieros y también en cuanto a la formación de mercados. Aparte del mercado bursátil que funcionaba en una sección de la Lonja, en 1845 apareció otro mercado, el Bolsín Catalán; y en la década de 1850 un club de burgueses, el Casino Mercantil, estableció un mercado para sus asociados. Los bancos catalanes también comenzaron a intervenir activamente en la operativa bursátil. Con el tiempo los tres mercados se fueron coordinando y establecieron una especialización funcional. La Lonja, en la que actuaban principalmente los corredores colegiados, continuó siendo el principal centro de contratación, aunque se fue especializando en el comercio de valores públicos y operaciones al contado. El Casino Mercantil acabaría convirtiéndose con el tiempo en la pieza clave del sistema bursátil catalán debido a su flexibilidad y a la escasez de barreras de entrada. Estableció sus propios estatutos y normas de contratación y contaba con varios centenares de socios. Así pues, Barcelona había seguido una trayectoria en la que predominó la normativización desde dentro y la flexibilidad. La formación de sociedades anónimas en la década de 1860 —sobre todo en los sectores bancario y ferroviario— impulsó la extensión del fenó- meno bursátil a otras ciudades españolas como Valencia, Bilbao, La Coruña, Zaragoza, Santander o Sevilla. Pero los pequeños mercados que allí se crearon adoptaron el modelo no regulado por el Estado, con intervención de los corredores de comercio tradicionales. Así pues, el proceso de formación del sistema español de mercados bursátiles tuvo lugar entre las décadas de 1830 y 1860, y el resultado fue un sistema triple en el que convivían un mercado oficial en Madrid, regulado por leyes estatales y con monopolio de los agentes de cambio sobre las transacciones de deuda pública; varios mercados libres auto-regulados en Barcelona; y pequeñas bolsas tradicionales con corredores de comercio en otras provincias. LA CONSOLIDACIÓN DE UN SISTEMA TRIPLE ¿Por qué triunfó este peculiar sistema regulatorio en el que convivieron modelos tan diferentes? La respuesta está probablemente relacionada con el “efecto trasplante” que produjo la legislación introducida, al que nos hemos referido más arriba. La creación de una nueva profesión de intermediario suponía un riesgo para los corredores existentes, ya que la concesión del monopolio sobre las operaciones y más tarde sobre los fondos públicos —la parte más importante del comercio de valores en aquella época— podía suponer un incentivo para la captura de rentas. Como había sucedido en Madrid, una parte de los corredores podía conseguir el monopolio convirtiéndose en agentes, y el resto de los corredores quedaría desplazado. Existía por tanto un riesgo de quiebra corporativa y un riesgo de incertidumbre. Además de estos riesgos, existía otro importante: que el poder de decisión pasara al gobierno de Madrid en cuestiones tan relevantes como el nombramiento de intermediarios, la fijación de la cuantía de las fianzas o la gestión de la institución. Es posible que también los actores en juego apreciaran la posibilidad de una fiscalización más estrecha en caso de intervención del gobierno central. Así pues, la legislación de 1831, al introducir una relación de agencia ajena a la tradición local, dificultó la expansión del modelo oficial. En las ciudades en las que los corredores ostentaban el monopolio de las transacciones, la introducción de bolsas oficiales suponía un riesgo de quiebra corporativa e incertidumbre. Para Barcelona, que por la vía de los hechos había desarrollado un mercado libre en todos los ámbitos, los corredores podían pretender convertirse en agentes para recuperar el monopolio perdido. Es posible que el riesgo valiera la pena en este caso. Pero tras varias décadas de desarrollo de un mercado auto-regulado, abierto y ya organizado, tenían BOLSA 4º TRIMESTRE DE 2009 43 a fondo INVESTIGACIÓN LOS ORÍGENES DE LOS MERCADOS BURSÁTILES EN ESPAÑA, 1800-1939 EDIFICIO DE LA BOLSA DE MADRID EN 1900 SALA DE LIQUIDACIÓN DE PRINCIPIOS DE SIGLO XX La inclusión de principios básicos de libertad económica en el Código de 1885 frenó en alguna medida los intentos posteriores de intervencionismo estatal en los mercados de valores en el primer tercio del siglo XX. Varios gobiernos intentaron extender el modelo de bolsa oficial y el monopolio de los agentes de cambio y bolsa, aunque sin demasiado éxito. pocas posibilidades de vencer la oposición de intermediarios libres, bancos, Casino Mercantil o autoridades locales. En definitiva, debido a la estructura institucional existente, el modelo oficial estatista no funcionaba ni para imponerse en un mercado libre como el de Barcelona ni para acabar con el monopolio tradicional de los corredores a fin de sustituirlo por otro monopolio. La promulgación de un nuevo Código de Comercio en 1885 fijó definitivamente las reglas de juego de los mercados bursátiles españoles hasta 1939. A diferencia del de 1829, el nuevo Código sí reguló las bolsas, sustituyendo a las leyes anteriores. La legislación de 1885 trató de consolidar un modelo oficial de bolsa de tipo francés como el de Madrid, con agentes de cambio con monopolio sobre las transacciones de deuda pública. Asimismo, el deseo de los legisladores era promover el modelo oficial, por lo que se permitió que organismos públicos, semi-públicos o privados pudieran solicitar la instalación de una bolsa. En 1891 la Bolsa de Bilbao se convirtió en el segundo mercado oficial de España al ser aprobada por el Gobierno la solicitud de una empresa privada. Sin embargo, a pesar del deseo de promover la expansión del modelo de bolsa con agentes de cambio, el Código de 1885 acabó consolidando el sistema regulatorio triple. Los legisladores asumieron los principios de libertad económica que imperaron después de la Revolución Gloriosa, 44 BOLSA 4º TRIMESTRE DE 2009 entre 1869 y 1874. Cualquier grupo de personas, amparándose en la libertad de asociación, podía organizar un mercado, en este caso una bolsa, sin necesidad de que el Estado la autorizara o interviniera. Por otro lado, el artículo 74 del Código declaraba explícitamente que cualquier comerciante podía operar sobre cualquier valor sin intervención de corredores o agentes, amparándose en su derecho a reunirse y a celebrar contratos individuales. La única diferencia es que los intermediarios libres no podrían dar “fe pública” de las transacciones realizadas, las cuales estarían sometidas al derecho civil, no al mercantil. Sólo los corredores colegiados o los agentes de cambio, con normas de acceso a la profesión y nombrados por el gobierno, eran fedatarios públicos de las operaciones comerciales, pero ello no significaba que ostentaran un monopolio. Lo establecido por el Código permitía, por tanto, la existencia de “corredores libres”, no colegiados, que podían actuar en todo tipo de operaciones. Es decir, la nueva legislación confirmó el modelo estatista pero al mismo tiempo reconoció explícitamente principios de libertad económica que permitían que las bolsas oficiales pudiesen coexistir con mercados privados y con intermediarios libres. Más que en una adscripción decidida de los legisladores a los principios de libertad económica, la explicación de porqué se optó por esta línea ha de buscarse de nuevo en las resistencias provenientes de la periferia, que ahora incluso se hicieron más fuertes. En Barcelona, donde ya existían instituciones muy consolidadas como el Casino Mercantil, la posibilidad de que el Estado tratase de imponer el modelo de bolsas oficiales generaba un rechazo frontal. Las elites políticas y económicas locales no estaban dispuestas ni a ceder el control ni a asumir los costes de modificar las instituciones existentes. Ni siquiera los corredores reales, que legalmente ostentaban el monopolio legal de las transacciones pero que lo habían perdido de facto desde décadas atrás, ponían en cuestión las bases del sistema financiero peculiar que se había desarrollado en Barcelona. En esta región existía ya un discurso en defensa de las leyes civiles locales, y resultó fácil unir a ese discurso la defensa de instituciones financieras que como el Casino Mercantil funcionaban desde medio siglo atrás. Las resistencias de la periferia a la centralización fueron comunes en muchos países europeos. La novedad del caso español es que los grupos que resistían tuvieron éxito. En este sentido, es preciso mencionar de nuevo la debilidad de la construcción del Estado-nación en España en el siglo XIX. El sistema financiero no fue el único en el que fue imposible establecer un modelo uniforme. Recordemos que desde 1876 las provincias vascas y Navarra fueron capaces de conservar su autonomía fiscal, y que varias regiones consiguieron mantener su legislación civil particular en el Código Civil de 1889. Todo indica, por LOS ORÍGENES DE LOS MERCADOS BURSÁTILES EN ESPAÑA, 1800-1939 INVESTIGACIÓN tanto, que al igual que sucedió en otros ámbitos, el resultado de los procesos de negociación y decisión se orientó hacia el mantenimiento del statu quo básico regulatorio. El reconocimiento de la libertad de creación de mercados significaba legalizar el funcionamiento de instituciones bursátiles privadas en Barcelona. La libertad para ejercer la profesión de intermediario implicaba el reconocimiento de la existencia de agentes libres en Barcelona y en otras ciudades españolas. Por otro lado, si uno de los objetivos básicos del Estado era que las instituciones bursátiles sirvieran para la colocación de deuda pública, el mantenimiento del statu quo era una decisión racional a corto o medio plazo. Un cambio brusco podía generar fuertes distorsiones e incluso paralizar esa función, sobre todo en Cataluña. LOS MERCADOS BURSÁTILES EN ESPAÑA HASTA 1939 La inclusión de principios básicos de libertad económica en el Código de 1885 frenó en alguna medida los intentos posteriores de intervencionismo estatal en los mercados de valores en el primer tercio del siglo XX. Varios gobiernos intentaron extender el modelo de bolsa oficial y el monopolio de los agentes de cambio y bolsa, aunque sin demasiado éxito. Es decir, aunque la legislación liberal no pudo impedir que en los mercados oficiales de Madrid y Bilbao se estableciera un monopolio de facto de los agentes de cambio, el Código de 1885 y su claro artículo 74 actuaron como un dique de contención frente a los intentos de intervención del Estado. La fundación de la tercera bolsa oficial española en Barcelona en 1915 es un ejemplo de cómo el Código de 1885 sirvió de freno al intervencionismo estatal. También constituye un ejemplo de las distorsiones que la introducción del modelo oficial podía ocasionar en una ciudad con instituciones financieras consolidadas. En marzo de 1915 una parte de los corredores reales de Barcelona solicitó al Gobierno la creación de una bolsa oficial. El motivo aparente que les impulsó a pedirla fue la “matanza” que se realizó en la liquidación de las operaciones a plazo cuando tuvo lugar un pánico poco antes del estallido de la Primera Guerra Mundial. En el lenguaje bursátil se conocía como “matanza” al establecimiento de un precio fijo en las liquidaciones a plazo por parte de una autoridad, en este caso el Casino Mercantil. Las pérdidas fueron tan importantes que un grupo de corredores colegiados pensaron que era preferible el establecimiento de un mercado oficial, más re- a fondo AGENTES DE BOLSA DE PRINCIPIO S DEL SIGLO XX La interacción de ley importada de Francia, evolución endógena en Barcelona y antiguas instituciones autóctonas acabó conformando un sistema regulatorio peculiar donde convivieron tres modelos muy diferentes: el modelo oficial en Madrid (1831) y, sesenta años después, en Bilbao (1891); el modelo privado del Casino Mercantil (1851) en Barcelona; y, desde la década de 1860, el modelo de pequeños mercados tradicionales en varias ciudades españolas como Valencia, Santander o Sevilla. gulado y con mayores garantías. Uno de los problemas que presentaba el mercado barcelonés, a pesar de más de medio siglo de evolución, era el de una regulación débil. Por ejemplo, no existían normas claras para la liquidación de las operaciones a plazo. La ausencia de un regulador eficiente había convertido el mercado bursátil de Barcelona en un mercado caracterizado por la alta volatilidad. Hemos dicho “motivo aparente” y “quizás pensaron” porque la “matanza” fue probablemente la excusa que el grupo de corredores colegiados utilizó para justificar la solicitud de una bolsa oficial. Lo más probable es que la motivación real fuera la oportunidad que ese grupo vio de hacerse con el monopolio del comercio de fondos públicos. Algo parecido había ocurrido en Bilbao en 1891, donde también el interés de un pequeño grupo de corredores por capturar el monopolio del comercio de valores públicos estuvo detrás de la solicitud de constituir un mercado oficial A pesar de la creación de una bolsa autorizada por el gobierno, los corredores que no la apoyaron, los corredores libres que operaban en el antiguo mercado y un sector de la banca cata- lana decidieron crear un nuevo organismo, la Asociación del Mercado Libre de Barcelona, cuya primera asamblea se celebró el 14 de julio de 1915, precisamente el mismo día en que se constituía la bolsa oficial. El Mercado Libre era básicamente una sociedad continuadora del Casino Mercantil, y se constituyó al amparo de la Ley de Asociaciones. Ello muestra, por tanto, que era posible constituir un mercado bursátil en España sin la autorización del Gobierno. No podía llamarse “bolsa” ni publicar cotizaciones “oficiales”, pero funcionaba de hecho como una bolsa de valores. La introducción de la bolsa oficial auspiciada por el Estado había provocado, por tanto, una auténtica distorsión en el sector financiero barcelonés: los corredores que se habían transformado en agentes tenían ahora el monopolio sobre el comercio de fondos públicos, pero legalmente sólo en su mercado; los corredores que habían decidido permanecer en el Mercado Libre podrían operar en la bolsa oficial en el comercio de valores privados, y teóricamente podían operar en todo tipo de valores en la bolsa privada; los intermediarios libres podrían operar legalmente en ambos mercados, aunque sólo con valores BOLSA 4º TRIMESTRE DE 2009 45 a fondo INVESTIGACIÓN LOS ORÍGENES DE LOS MERCADOS BURSÁTILES EN ESPAÑA, 1800-1939 privados en la bolsa oficial; los socios del Casino Mercantil, ahora socios del Mercado Libre, podían seguir operando en este mercado, sin ningún tipo de trabas; a todo ello había que añadir el Bolsín catalán, que seguía funcionando. En definitiva, un auténtico caos. Los costes de la ruptura provocada por la introducción de la bolsa oficial eran tan altos que todas las partes negociaron y llegaron a un acuerdo para funcionar como mercado único. Se estableció que tanto los agentes de cambio AGENTES DE BOLSA EN LA ESCALINATA DE LA BOLSA DE MADRID como los corredores libres y socios del Mercado Libre introducción de leyes foráneas que instituyeron actuarían en un mismo corro al contado. Se unimercados oficiales y nuevas instituciones de inficarían las fechas de liquidación. Todas las operatermediación pudo haber producido lo que en ciones al contado serían incluidas en la cotización las investigaciones de economía del derecho se oficial, algo que contravenía lo establecido en el conoce como “efecto trasplante”, aludiendo al Código de Comercio, que establecía claramente rechazo o distorsión que la legislación transferida que sólo las bolsas oficiales podían publicar coproduce al chocar con instituciones locales que tizaciones oficiales. Ambas organizaciones, sin desempeñaban esas funciones anteriormente. embargo, mantendrían su estructura interna indeComo resultado de ello, el modelo oficial de rependiente y llevarían una contabilidad de las opegulación acabó triunfando sólo en Madrid, ya que raciones por separado. su introducción en otras ciudades era difícil al coLo sorprendente es que el gobierno español, melisionar con las instituciones que ya funcionaban, diante real decreto del Ministerio de Fomento de aunque no se hubieran diseñado explícitamente 27 de noviembre de 1916, refrendó el acuerdo y para las bolsas. La interacción de ley importada de autorizó la constitución del mercado único, conFrancia, evolución endógena en Barcelona y antitribuyendo a crear un mercado bursátil realmente guas instituciones autóctonas acabó conformansui generis. Entre 1916 y 1936 la bolsa única de do un sistema regulatorio peculiar donde conviBarcelona funcionó con normalidad, alcanzando vieron tres modelos muy diferentes: el modelo un volumen de operaciones importante. A meoficial en Madrid (1831) y, sesenta años después, diados de la década de 1920 los miembros del en Bilbao (1891); el modelo privado del Casino Mercado Libre realizaban aproximadamente un Mercantil (1851) en Barcelona; y, desde la décatercio de las operaciones al contado en el mercada de 1860, el modelo de pequeños mercados do de Barcelona. Sólo después de la guerra civil tradicionales en varias ciudades españolas como las autoridades franquistas decidieron acabar con Valencia, Santander o Sevilla. La dependencia de el Mercado Libre, clausurándolo en 1940 y declala senda de desarrollo de las décadas anteriores, la rándolo extinguido y disuelto en 1942. introducción de principios de libertad económica CONCLUSIÓN en la legislación comercial de 1885 y la decisión Este trabajo ha analizado la formación y evolución de mantener el statu quo regulatorio mediante del marco regulatorio de los mercados bursátiles la negociación y el acuerdo con las elites de las en España desde sus orígenes hasta 1939. Una regiones periféricas explican la supervivencia de de las principales ideas que hemos desarrollado este sistema triple, sistema que sólo se modificó es que la decisión de los legisladores de 1831 en el periodo que hemos estudiado con la fundade realizar una transferencia de leyes francesas ción de un mercado oficial en Barcelona en 1915, produjo un efecto distorsionador sobre el sisteque acabaría fusionándose con la bolsa privada ma regulatorio en las décadas posteriores. 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