anales zole*>anos - Centro de Estudios de Castilla

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a n a l e s
zole*> anos
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha
Entre el acervo de bienes que gravitan sobre cada Diputa­
ción Provincial, en orden a su recta administración, ocupa
lugar destacado el Patrim onio Cultural existente en toda el
área de la Provincia. Tal herencia cultural, legada por las
generaciones pasadas, se ha form ado por la incesante super­
posición de estratos históricos, artísticos, m o n um entales o
folklóricos que, disem inados a lo ancho del territorio, consti­
tuyen una inm ensa riqueza que hay que su m a r a los valores
naturales e industriales, agrícolas y ganaderos, sociológicos y
políticos que la Diputación debe fom entar, proteger e incre­
mentar. E s cierto que el increm ento de la riqueza cultural se
logra más que con la importación de materiales ajenos con
la exploración de los tesoros recónditos, parcialmente cono­
cidos o a p u n to de perecer, ya sea por los estragos de los
tiem pos o por la incuria de los hombres.
Al proyectar estas consideraciones sobre la provincia de
Toledo, tan rica y señera en sedim entos culturales en ella
decantados por haber sido el habitat residencial de m últiples
culturas, que en ella instaladas en el paso de los siglos, desde
allí ejercieron funciones rectoras en la historia de la nación,
la responsabilidad se torna m ás viva-; por ello la Excelentísim a
Diputación Provincial de Toledo, consciente de su misión, al
abarcar en mirada panorámica el mapa histórico y m o n u m e n ­
tal de su territorio, se ve en la necesidad de no regatear esfuer­
zo alguno hasta conseguir que no desaparezcan ni se pierda
el m ás pequeño adarme de tan opulenta herencia, sino que
se conserve cada vez en m ejores condiciones, sea más amplia
y p ro fu n d a m e n te conocida y explorada, con el convencim iento
de que trabajar y esforzarse por esta parcela provincial es
colaborar activam ente en bien del ingente tesoro nacional.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
IV
Sirvió de acicate para avivar esta interna convicción la
í Asamblea de Centros Culturales de las Diputaciones Provin­
ciales, celebrada en Zaragoza en 1962. Al regresar de ella, se
vio la necesidad de crear en la de Toledo un Centro Cultural
que, a la vez que extendiera su protección oficial sobre las
instituciones análogas existentes en la Provincia y que a él
quisieran asociarse, fuera por sí m ism o una E ntidad que,
acogida al alto patrocinio del Patronato del In stitu to "José
María Quadrado”, del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, lograría notables beneficios y norma-s rectoras de
su gestión central y se beneficiaría de su alta protección.
Se som etió el proyecto a la Excma. Corporación Provincial,
que dió su pleno asentim iento lo m ism o a la creación que el
reglamento de la citada institución cultural, eligiéndose a con­
tinuación las personas encargadas de poner en m o v im ie n to el
Centro. Así nació lo que es hoy el In stitu to Provincial de In ­
vestigaciones y E studios Toledanos, cuya sigla registrada es
I. P. I. E. T. La presidencia de honor del citado Instituto,
recaería sobre el E m m o . y R vdm o. Sr. Cardenal-Arzobispo de
Toledo, Primado de las Españas, y el Excm o. Sr. G obernador
Civil de la Provincia. El Presidente efectivo sería el Iltm o. se-■
ñor Presidente de la Excma. Diputación Provincial de Toledo,
al frente de una Junta integrada por el señor Diputado Presi
dente de la Comisión de Cultura de la m ism a Corporación,
un Director-Técnico, un Secretario-Contador y dos Vocales.
Durante el lustro que ya cuenta de actividad el I. P. I. E. T.
van publicados seis volúmenes, que constituyen otros tantos
temas de alta investigación histórica, agrupados cu tres colec­
ciones :
I.—Monografías,
II.— Vestigios del pasado,
III.—Estudios, catálogos, repertorios.
Le, calidad de las investigaciones publicadas, la esmerada
presentación editorial de los volúmenes, cualidades que ya
han sido reiteradamente elogiadas por la crítica y los inves­
tigadores del pasado toledano, hacen abrigar la esperanza de
que los proyectos para el futuro sean merecedores de la m ism a
favorable acogida.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
V
Como publicación aparte de las tres colecciones indicadas
debe considerarse el presente volum en con el nom bre de
A N A LE S TOLEDANOS. Se ha podido observar que las cola­
boraciones de nuestros meritísim os investigadores, no ciertar
m ente por los temas, sino más bien por la am p litu d de su
desarrollo, no alcanzaban la extensión suficiente para consti­
tuir un volum en separado en alguna de las mencionadas co­
lecciones. A veces se trata de notas breves, de artículos cortos,
de meras indicaciones; materiales todos ellos de gran estima,
pero de reducidas dimensiones. Además de ello, las actividad
des del Centro, no exclusivamente editoriales, necesitabantam bién una Crónica, que fuera igualmente la historia del
I. P. I. E. T. Por eso se decidió le. publicación de estos volú­
m enes misceláneos, que abarcarían tem as diversos y encerra­
rían todas las actuaciones culturales del In stitu to Provincial,
como una especie de acta notarial de nuestra vida.
El nom bre de Anales T oledanos, con que se denom ina la
actual publicación está en cierta form a im p u e sto por nuestra
tradición secular. Las Annales to letan i I, II y II están llenos
de profundas resonancias en la historiografía nacional hispa­
na. Cuando en Castilla apenas existían relatos ni crónicas de
los acontecim ientos coetáneos, las tres citadas series de A nna­
les anotaron con laconismo, pero tam bién con gran fidelidad,
los hechos que entonces se producían, sirviendo de eslabón'
entre los historiadores árabes y los escritores castellanos
la Baja Edad Media. A nudando con esta tradición onomástica,
quisiéramos que estos nuevos Anales T oledanos acotasen fiel­
m ente los sucesos del quehacer cultural de la Diputación de'
Toledo, recogiesen los estudios de corta extensión y sirviesen
de fuente inform ativa para quienes vengan detrás de nosotros.
&* *
Cuando en el comienzo del I. P. I. E. T. se pensó en la
elección de algún nom bre fam oso de nuestra historia local
para acogernos bajo sus glorias literarias o históricas, desfi-:
laron m u chos toledanos ilustres: San Ildefonso, Rodrigo Ji­
ménez de Rada, Alfonso X, Garcilaso de la Vega, el P. Juan de'
Mariana y m u chos más. La elección no era fácil. O ptem os por’
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
VI
tener a los citados personajes com o m entores y modelos de
nuestros trabajos, pero nos decidim os por un título más am ­
plio, donde cupiera, sin exclusiva dedicación a cam pos res­
tringidos, cuanto puede abrazarse con los brazos largos y
extendidos de “Investigaciones y E studios Toledanos", con­
vencidos plenam ente de que ninguna cosa que juera toledana
nos era ajena.
La Providencia ha querido, sin embargo, que la aparición
de este prim er tom o de los Anales T oledanos se produjese
dentro del año 1967, en el que se celebra la conm em oración
del X I I I Centenario de la m uerte del glorioso arzobispo d e !
Toledo, San Ildefonso. Como un hom enaje más de los que
con tal m otivo se rinden a le- m em oria de tan insigne Prelado,
que es el Patrono Principal de la Diócesis, querem os que se
sum e la publicación de este p rim er volum en misceláneo y que
el Santo se digne bendecir al In titu lo Provincial de Investiga­
ciones y E studios Toledanos, com o la m e jo r garantía de abier­
to en sus actividades.
Toledo, 23 de enero, festividad de San Ildefonso, de 1967.
J u lio S an R omán
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
Emmo. y Rvdmo. Sr. Dr. D. Enrique Pía y Deníel
Cardenal Arzobispo de Toledo - Primado de las Españas
Presidente de honor del I. P. 1. E. T,
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
m
m
Excm o. Sr. D. Enrique Thom ás de Carranza y Luque
Gobernador Civil de Toledo
Presidente de honor del I. P. I. E. T.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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Hxcmo. Sr. D. Julio San R om án M oreno
Presidente de la Diputación Provincial de Toledo
Presidente efectivo del I. P. I. E. T.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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lim o. Sr. D. M áxim o M artín
A guado
lim o. Sr. D. A rtu ro Relanzón
Echevarría
Vocal del I. P. I. E. T.
Vocal del I. P. L E. T.
lim o. Sr.
D. Em ilio García
Rodríguez
Secretario - Contador del I. P. L E. T.
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R E C O N Q U I S T A Y PO B L A D O R E S
DEL A N T I G U O R E I N O DE TOLEDO
Por JUAN FRANCISCO RIVERA RECIO
Canónigo Archivero de Toledo
El ám bito del presente e stu d io a b a rc a desde los años
anteriores a la reco n q u ista c ristia n a de la ciudad h a s ta los
in m ed iatam en te a n te rio re s a la b a ta lla de las N a v a s de
Tolosa, el 1212. E spacio de un o s ciento tre in ta años, d u ra n te
los cuales la taifa to led an a es co n q u istad a, nuevam ente vuelve
a p erderse el te rrito rio tra n sta g a n o que, después, m uy len ta ­
m ente, se recupera. Con la b a ta lla de las Navas ya se d esborda
am pliam ente la fro n te ra m erid io n al del que será reino de
Toledo. Por esto expresam ente nos lim itam os a aquellos años
inm ediatam ente an terio res a ella, aunque allí se com pletase
el á re a te rrito ria l con la read q u isió n de fortalezas y castillos
que h ab ían pertenecido a las O rdenes m ilitares.
LA CORA TOLEDANA
Al p ro d u cirse la d esm em bración del califato cordobés, la
cora toledana, convertida en taifa independiente, quedó b a jo
el gobierno de los b a n u Di-n-nun establecidos en ella des­
pués de d esaparecida la asam b lea u rb a n a , re c to ra desde el
1031 al 1036. Los dinnúnidas, p ro fu n d a m en te hispanizados,
eran de ascendencia b e re b e r m ezclada a lo largo de su an ti­
gua p erm anencia en al-A ndalus con m¿ucha sangre ára b e
po r los reitera d o s cruces de los individuos de la estirp e a fri­
cana con p erso n ajes de la d in a stía om eya \
i
C o n f.
C a c ic a s ,
I.
de
la s ,
L os
m ozárabes
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
(M a d rid ,
19 4 7 ),
4 2 Ó.
2
RECONQUISTA Y POBLADORES
E l te rrito rio , de lím ites hoy difíciles de p rec isar, debió
c o rre sp o n d er a la a n tig u a m arca central, establecida p o r
A bderram en p a ra sofocar ráp id am en te con destacam en to s
m ilitares fijos las perm an en tes ansias de in su rrecció n local.
S itu ad o en el curso m edio del T ajo y del G uadiana, cuyas
cuencas reb a sa b a am pliam ente p o r el s u r y el n o rte, co rres­
p o n d ía su p e rím etro al de la su b m eseta m eridional. D entro
de él q u edaban incluidas las coras de El Ulga (aproxim ada­
m ente la actu al provincia de Ciudad-Real), El B elath (exten­
d id a p o r la p a rte orien tal de B adajoz y C áceres) y E sch
S c h a rra m (que en sentido vertical co m p ren d ía ín teg ram en te
las actuales provincias de Toledo, M adrid, G u a d a laja ra , el
n o rd este de Cáceres y el s u r de Avila). El co n to rn o sep­
te n trio n a l se delim itaría p o r las sie rra s de G redos y G ua­
d a rra m a , el m eridional p o r los m acizos m ontañosos de las
sie rra s de la Alcudia, M adrona y Alcaraz; al este, la se rra n ía
de Cuenca serviría de fro n te ra exterior, y al oeste, u n a línea
sin u o sa que, p a rtien d o de G redos, c o rta ría el G uadiana h a sta
C astu era y P eñalsordo. E n tan am plio d in to rn o —el m ayor
de todos las dem arcaciones taifales— se e n c o n trab a n las p o ­
blaciones de Toledo, G u ad alajara, M adrid, T alavera y, al
m enos, h a s ta la reconquista, C u e n c a 2.
SITUACION D E TOLEDO
Los geógrafos árab es se en carg aro n de m agnificar en sus
escrito s la envidiable situación de la ciudad y de su te rrito ­
rio 3. S ituación cen tral en la península, p o rq u e "desde ella
a C órdoba, e n tre occidente y m ediodía, hay nueve jo rn a d a s,
y a Lisboa, nueve jo rn a d a s, y a Jaca, hacia el oriente, nueve
jo rn a d a s, y a Santiago, que e stá sobre el m a r C antábrico,
nueve jo rn a d a s, y a Valencia, e n tre o rien te y m ediodía, nueve
jo rn a d a s, y a A lm ería, sobre el M editerráneo, nueve jo rn a d a s".
2 Conf. M elón . y R. de G o rd eju e la , A., Geografía histórica española
(M adrid, 1928), 204-206; 212.
3 L evi P ro v e n c a l, E., art. “ T o ié d e ” , en “ D ict. de l’ls la m ” .
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J. F. RIVERA RECIO
3
Si esto escribía El Id risí 4, que no p u d o conocer p e rso n a l­
m ente la circunscripción, m ás de un siglo antes Ahrped ben
M oham ed Arrazí, el Moro R a s i s 5, describía las in m ejo rab les
condiciones clim atológicas diciendo: ‘'...e t fué m uy prove­
chosa en todos tiem pos p a ra sus m o ra d o res et siem p re de
buena m antenencia et m uy ah o n d a d a en los años fu ertes et
siem pre vinieron a ella de to d as p a rte s, et h a la m e jo r tie rra
de panes, ta n to com o la m e jo r de E spaña. E t o tro si, es
tie rra de buenos aires et su p an d u ra m ucho e t n o n p u d re
nin se daña, ta n to que p u eden d e te n e r el trig o diez años que
4 E l Id k isj (1100-1169?),
española de Blázquez (Madrid,
5 Crónica d el ¡narc R asis
F lobez, E,, ES. V. (M adrid,
D escripción de A frica y de España , traducción
1901).
(edic. Gayangos, 1850), Utilizamos el texto de
1763), 168.
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RECONQUISTA Y POBLADORES
no n sea m uy dañado e t p o r esto se ten ia m ucho cuando
h a b ía guerras. O tro si el su azafrán es m e jo r de to d a E spaña
en tin ta e c o lo r..."
La ciu d ad sobre todo les deslum bró. E n el curso m edio
del T ajo, el agua se desliza m an sam en te p o r e n tre tie rra s
b a ja s, con descenso suave. In esp erad am en te u n p ro m o to rio ,
ad e la n ta d o y com o desgajado de la cord illera o retana, le
sale al paso, le detiene en su c o rrien te h acia el oeste y le
fu erza a p a s a r p o r u n a h e n d id u ra áspera, angular, com o un
ta jo en la peña. El río, coaccionado, reto rcid o , p e n e tra p o r
ella, fo rm an d o u n a hoz h acia el m ediodía. Así el peñasco
q u ed a convertido en p en ín su la que el Tajo casi circunvala,
an tes de to m a r nuevam ente su in te rru m p id a dirección a tlá n ­
tica. S obre este peñasco, de escarp ad a configuración, se fundó
Toledo y el T ajo d ib u jó al pie de su geología el p rim e r arco
de h e rra d u ra que en el lugar h a b ía de levantarse.
La situación estratég ica era e x tra o rd in a ria y segura. Abo­
rígenes e invasores su p iero n p o n d e ra r el v alor de e sta m on­
ta ñ a y en castillarse en ella p a ra a firm a r el p ro p io p o derío
y m an te n er su defensa. A segurada p o r tre s lados con la
m u ra lla n a tu ra l del río, era sólo necesario fo rtifica r el sep­
ten trió n . P or el -ángulo su ro rien tal, la v ertien te a b ru p ta , casi
c o rta d a a pico, alcanzaba la p a rte m ás elevada de la m on­
tañ a . E ra el lugar donde debía señ o rear la fo rtaleza bélica.
J u n to a ella, las viviendas de los pobladores, a rra c im ad a s
p o r el reducido espacio de la acrópolis y p o r las irre g u la ri­
dades del suelo, hu b iero n de serp en tear, b u s c a r u n apoyo
en las contorsiones del terren o , e sca lar a ltu ras y te rra p le n a r
desniveles p a ra c o n stru ir sus m oradas. T oledo n e c esa ria ­
m ente, com o lu g ar de h ab itació n h u m an a, tiene que ser un
conglom erado de pequeñas terrazas, que d u ran te su p ro lo n ­
gada estancia en Toledo los árabes m u ltip lic a ro n dando una
de las siluetas cara c te rístic a s de la ciudad. Las callejas es­
trech as, de trazad o ocasional, son consecuencia de la a p re ta d a
y escalonada superficie 5a.
Sin lu ch a apenas, los árabes se h ab ían ad u eñ ad o de la
5.“ Véase L.
T orres
B a i .r a s ,
Las ciudades hispano musulmanas y su urba­
nización, “ Revista de Bstud:os de la vida local” I (Madrid, 1942), 59-80.
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TOLED O
Vista aérea de la parte oriental.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. F. RIVERA RECIO
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ciudad en su p rim a ra alg ara de invasión. Las frecuentes
revueltas in terio res h ab ían aconsejado la división del casco
u rb an o en dos circunscripciones, reservando la p a rte co stera
al río p o r el lado orien tal p a ra ciu d ad fo rtificad a. Un m u ro
de m a te ria frágil p arece que u n ía el alcázar con la residencia
real, al m ism o tiem po que guarnecía c o n tra las posibles am e­
nazas venidas de la población. Todo lo que q u ed ab a acotado
tra s el m u ro de separación debía e s ta r reservado p a ra g u ar­
niciones castrenses con el fácil acceso a la o tra o rilla del
Tajo p o r el pu en te, ta n elogiado p o r los escrito res de la
época, com o verem os a continuación. P o r b a jo de él q u ed ab a,
fu era de la ciudad y en la m arg en izquierda, los célebres
palacios de G aliana, núcleo de leyendas, edificados p ro b a ­
blem ente sobre las ru in as del fam oso m o n aste rio agaliense;
lugar propicio, casi al nivel del río, p a ra que en aquellos
excelentes p a ra je s el n o tab le b o tánico ben W alid p lan ta se
algunos de sus deliciosos jard in es.
FASTUO SIDAD D E LA CORTE TAIFAL
E scasam ente cincuenta años d u ró el gobierno taifal de
los d innúnidas en el reino de Toledo, que se re p a rtie ro n tres
rep resen tan tes de la d in astía, co rrespondiendo los siete p ri­
m eros a Ism ail ibn Di-n-nun, ad-Dáfir, tre in ta y tre s al re ­
n o m b rad o h ijo del a n te rio r, Y ahya b en Ism ail, al-Mamún,
que sucum bía asesinado en C órdoba el 28 de Ju n io de 1075,
p a ra d e ja r el tro n o al desgraciado Yahya b. Ism ail ben Yahya,
al-Qadir, quien a los diez años de ocuparle, h u b o de ren u n c iar
a él p a ra siem pre.
Pero d u ra n te este m edio siglo Toledo, so b re to d o d u ra n te
el rein ad o de al-M am ún, d isfru tó de uno de sus m ejo res pe­
ríodos de florecim iento. Los sob eran o s de las taifas hispanas,
reyes im provisados, no se d istin g u iero n o rd in a ria m e n te p o r sus
em presas bélicas sino p o r sus co rtes fastu o sas. Con ansias des­
m edidas p o r e m u la r el esp len d o r y la o ste n ta ció n del im perio
abbasida, com o los b á rb a ro s el fausto del im perio rom ano
y los m ism os ab b asid as de B agdad la su n tu o sid ad y el lujo
de Bizancio, en loca c a rre ra se lan zaro n a ex o rn ar las resi­
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
RECONQUISTA Y POBLADORES
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dencias reales y a rodearse de p erso n ajes fam osos p a ra d e s­
lu m b ra r a los m o n arcas vecinos6, trayéndoles de donde fuera
necesario sin re g a te a r esfuerzos ni dinero. Son so b re todo
los p oetas quienes eran p a rticu la rm e n te codiciosos, pues en
sus qasidas p o d ían ex altar a sus p ro te c to re s con los m ás e n tu ­
siastas ditiram b o s, deshacerse en elegías lastim eras o c a n ta r las
bellezas y encantos de las favoritas. A l-S aq u n d i7, aludiendo
a este alúd de poetas que invadieron las cortes de los régulos,
dice que "en h o n o r de cada uno de éstos se h an eternizado
ta n ta s alabanzas que si con ellas se alabase a la noche, ésta
re su lta ría m ás clara que la a u ro ra . Los poetas no cesaro n de
balancearse e n tre ellos com o se balancean los céfiros en los
jard in es, (pero tam poco) d e ja r de e n tra r a saco en sus te­
s o ro s ”.
Fue u n a fo rtu n a p a ra los soberanos e n c o n trar, p a ra satis­
facer sus ansias, a la generación fo rm a d a en las m ejo res
escuelas de los tiem pos del califato cordobés, en cuyas filas
se c o n ta b a n ju n to a los poetas au tén tico s valores científicos.
Con ellos —y e n tre los árab es descollaron tam b ién b a sta n te s
j u d ío s 3—los m o n arcas d e sp ilfa rra b a n m ecenazgo y p ro te c ­
ción, m ie n tra s se d esentendían de las preocupaciones p olí­
ticas, enervados p o r la m,oIicie de la vida frívola y del b o ato,
m an ten id o con los ex o rb itan tes trib u to s con que esq u ilm ab an
a sus vasallos; las arcas del e ra rio resu lta b a n cada día m ás
insuficientes p a ra a b o n a r las subidas p a ria s exigidas p o r los
reyes cristian o s confo precio de treguas y alianzas. Las voces
de los alfaquíes clam ando c o n tra la disolución y la im piedad
e ra n am o rtig u ad as p o r el bullicio palaciego, sordo a las
prescrip cio n es c o rá n ic a s.
La c o rte to led an a se desenvuelve con a m p litu d d e n tro de
este clim a de o sten tació n y de c u ltu ra , pues la extensión del
reino p e rm itía m ayores dispendios que en o tra s taifas m i­
ó
C o n f.
G a r c ía
G omejz ,
E .,
Bagdad y les reinos de
Taifas, e n R e v i s t a
(le O c c id e n t e (1 9 3 4 ), 9.
7
A
l - S a q u n d i,
E lo g io
del
Islam ¡español,
tr a d u c .
de
E.
G a r c ía
G óm ez
(Madrid, 1934), 48.
8
M ose
lu x
E zra,
k íta b
al-muhadara wa-l-rmidakara,
( L e i p z i g , 19 2 4 ), 63. C m ií. M i l l a s V a l l i c r o s a , J. M .,
esp año la
( M a r lr i d - B a r c e lo n a ,
19 4 8 ), 3 8 -70 .
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
La
e d ic .
II.
H a lp e r
poesía sagrada hebraico
J. F. RIVERA RECIO
7
núsculas. Toledo se em bellece: “F u e rte ya p o r n atu raleza
—com enta el-Idrisi"— hállase ro d ea d a de h erm o sas m u ra lla s
y defendida p o r u n a ciudadela bien fo rtific a d a ..., pocas ciu­
dades pueden com parársele p o r la a ltu ra de los edificios, la
belleza de sus alrededores y la fertilid a d de los cam pos re ­
gados p o r el g ran río que se denom ina Tajo. Allí se ve un
acueducto m uy curioso, com puesto de u n a sola a rcad a, p o r
debajo de la cual se p rec ip ita n las aguas con g ran violencia
y hacen m over en el extrem o del acueducto, u n a m áq u in a
h id ráu lica que hace su b ir las aguas a noventa codos de a ltu ra;
llegadas a la p a rte su p e rio r del acueducto, siguen la m ism a
dirección y p e n e tran luego en la c iu d a d ... Los ja rd in e s que
ro d ean a Toledo e stá n surcados p o r canales so b re los cuales
se h an co n struido n o rias p a ra el riego de las h u e rta s, que
p roducen, en c a n tid a d prodigiosa, fru to s de u n a belleza y de
un sa b o r inexplicables. P o r to d as p a rte s se a d m iran h erm o sas
posesiones y castillos bien fo rtificad o s.''
El agua fue siem pre ad m iración y ju g u ete p a ra los árab es.
H a sta A lm acarí llegó la fam a del regio c ap rich o en el
A lc á za r10:
“ en miedio del alcázar construyó al-M am ún un gran estanque
y en medio del estanque un pabellón con cristales de colores labrado
de oro. Sobre la cúspide de este pabellón por artificio de sus
sabios ingenieros hizo traer gran caudal de agua, de m anera que
derramándose igualmente desde aquella altura por los costados y
envolviendo todo el pabellón con un manto cristalino venía a
mezclarse con la que llenaba el estanque. A l-M am ún solía sentarse
allí por la noche, sin que le tocase el agua y encendía por dentro
antorchas con que rsultaba por defuera un espectáculo m aravilloso.’’
Tan m aravilloso debía p a re c e r a las gentes que el h isto ­
ria d o r no d u d a en p aran g o n arle con las grandezas de M edina
Azahra, au nque hoy nos p arezca desb o rd am ien to de la fa n ­
tasía oriental.
Y,
sin em bargo, las m arav illas h id raú licas, m uy docu­
m entadas, de Toledo en e sta época
so rp ren d en . No es que
9 Citado de Pons en G o n z á l e z P a l e n c i a , A., Literatura arábiyo-cspanola
(Barcclona-Buenos Aires, 1928), 199-200.
10 Cont. R a m ó n P a r r o , S., Toledo en la mano (Toledo, 1857), H , 89.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
8
RECONQUISTA Y POBLADORES
a los d innúnidas les faltasen poetas ni m úsicos. F am osa debió
de s e r la p e ricia m usical del fu n d a d o r de la d in astía ad-D áfir,
"ed u cad o e n tre eunucos y c a n to ra s ”, y ren o m b rad o s m úsicos
fu ero n Ab-l-Hosain, h ijo del m in istro A bu-C hafar el-G uacaxi,
que acom pañándose con ei laú d c a n ta b a anexires com puestos
p o r él m ism o y, sobre todos, el ju d ío D aní, quien en u n a fiesta
de idar, celeb rad a en los tiem pos de al-M amún, deslum bró a
los invitados con su v irtu o sa dirección de la o rq u esta de
palacio u. Los p o etas toledanos, p o r el c o n tra rio , según hoy
podem os conocerlos, carecen de ren o m b re, pues al-Asad ben
B illita y G alid b en R ibah son de m uy segunda categoría.
P ero fueron los sabios, m ás q u e los a rtista s, los que co n s­
titu y ero n el m ás relevante esplendor de e sta corte, Cúpole en
su e rte a al-M am ún conseguir p a ra su reino al m eritísim o
cadí Ibn-S aid quien, a p e s a r de h a b e r nacido en A lm ería,
se ria conocido com o el Tulaytulí p o r su residencia y p o rte n ­
to sa actividad en Toledo. A fam ado ju risco n su lto , discípulo
del cordobés Aben-Házam , crea u n a im p o rta n te d o c trin a ju rí­
dica al m ism o tiem po que ejerce su alto cargo ju d ic ia l y
canónico. Pero sim u ltán ea su sa b er de leyes con el estudio
de la h isto ria; su o b ra "Tabacat al-um an” (Clases de p u e blos)
es u n a n o tab le ap o rtació n geopolítica y u n in te n to no des­
p reciable de rev isar las cu ltu ras h istó ric a s i2.
A unque, sin discusión, el m ás im p o rta n te m érito del cadí
consistió en a c e rta r a ro d earse de jóvenes inteligentes, e n tre
quienes fo m en tó el in te rés p o r los estudios astronóm icos.
Los com ponentes de e sta escuela to led an a de A stronom ía re ­
c u rrie ro n a la e x tra o rd in a ria p e ric ia del fo rja d o r A zarquiel
p a ra que les confeccionase los in stru m e n to s de m edición.
Llegó a in te resa rse ta n inten sam en te p o r aquellos conoci­
m ien to s el a rte san o que, ayudado p o r el cadí que le facilitó
los m ejo res tra ta d o s so b re la m ate ria , se co nvirtió en u n
g ran a stró n o m o y fm atem ático, quizá el m ás insigne del
ii
R ib e ra ,
J., H istoria de la m ú d La árabe medieval y su influencia en la
española (Madrid, 1927), 210; A n cles, It., La música medieval en Toledo hasta
el siglo X I , en " S p m is c h c F o r s c ltu n & n ... ” R . I. Band, 7 (Mtünstcr, 193(1), 36-37;
M illa s
V a lu c k o s a ,
J. M.,
o.
c .,
44­
a t - u n u m , edic- de
(Beirut, ryl-’). Trad. francesa de H . Blachere (París, 1935).
12
lu x
S a ih
de
T o le d o ,
Tabaqut
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
P.
L.
Cheikho
J. F. RIVERA RECIO
9
m undo islám ico, atreviéndose a p re s e n ta r conclusiones dis­
tin tas de las de Ptolom eo; a u to r de nuevas tab las y a p a ra to s
de m edición, la zarcalía y la asafea, descubre el m ovim iento
de los p lan etas a lre d ed o r del sol, el reco rrid o elíptico de M er­
curio y las explicaciones sobre las estrellas fijas, A zarquiel
se convierte en el m aestro de la escuela astro n ó m ica y el
m erid ian o de Toledo d a la p a u ta p a ra los sabios de todo
el m undo.
El m ism o cu enta sus tra b a jo s en e sta ciencia d u ra n te
veinticinco años, p ero son sus contem poráneos quienes se
encargan de p ro p a g a r su valer. Ib n Said no duda en e scrib ir 13:
"... Y el más sabio de todos en la ciencia de los movimientos
de los astros y de la constitución de las esferas es Abu Ishaq
Ibrahim B. Yahya, el cincelador, ei conocido por el hijo del
Z arqu el; él es el más eminente entre la gente de nuestro tiempo
■en las observaciones astronómicas y en la ciencia de la estructura
de las esferas y en el cálculo de sus movimientos, y el más sabio
de todos ellos en la ciencia de las tablas astronómicas y en ¡a
invención de instrumentos para la observación de los a stro s.”
O tro de sus contem poráneos 14 nos describe lo que debió
c o n stitu ir la g ran m ara v illa de la ciu d ad :
"L o que hay de maravilloso y sorprendente en Toledo tanto
<|ue no creemos que haya en todo el mundo habitado ciudad alguna
que se le iguale en esto son dos recipientes de agua que fabricó
el astrónomo ...al - Zarqel. Cuentan que este a l-Z a rq e l, como
oyese hablar de cierta figura que hay en la ciudad de A rún, en
la l’n dia..., que señalaba las horas por medio de unas aspas o manos
desde que salía el sol hasta que se ponía, determinó fabricar un
ingenio o artificio, por medio del cual supieran las gentes qué hora
del día o de la noche era y pudieran calcular el día de la luna.
Al efecto hizo dos grandes estanques en una casa de las afueras de
13 O . ít, 74­
14 Muhamm.ad Ben Abu B ak e A l- Z u h r i , Libro de Geografía, Texto
citado por MuLAd V a llic e o sa , J. M., La obra de A za rq u iel y las tablas
toledanas, pgs. 25-17Ó de la obra E stu d ios sobre la historia de ¡a ciencia
española (Barcelona, ¡949). Las dos célebres clepsidras de Azarquiel parece
que perduraron hasta los tiempos de Alfonso V II, quien habiendo deseado
conocer el mecanismo de ellas, en el 528 de la hégira (1-XI-1133 a 22OÍ-1134),
hizo que un astrónomo judío las desarmase, sin que después acertase a
montarlas.
,
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
10
RECONQUISTA Y POBLADORES
Toledo, a orillas del Tajo, no lejos del sitio llamado Bab al-dabbagin
(La puerta de los curtidores), haciendo de suerte que se llenasen
de agua o se vaciasen del todo, según el creciente y menguante
de la lu n a ...”
Al lado de A zarquiel vive en la ciu d ad el célebre botánico
Ibn W afid 15 que hizo fam osos los ja rd in e s toledanos, e n ri­
quecidos con las más extraordinarias colecciones de plantas,
que al m ism o tiem po que servían p a ra em bellecer los alre­
dedores u rb an o s c o n stitu ían el cam po de experim entaciones
y estudios, tra sla d a d o s luego p o r W afid La sus lib ro s de
"A gricultura”, “Sobre los m edicam entos sim ples", “E xperien­
cias médicas" y “Libro de la, almohada". E n tre los m édicos
de la corte descollaban el v isir A benguafid y M oham ed el
Tem im í, quien dejan d o a u n lado las teo rías especulativas,
h acía estudios clínicos y daba a sus discípulos las enseñanzas
que eran fru to de sus d irectas observaciones sobre los e n fer­
m os y las enferm edades.
E n tal am biente de c u ltu ra y de a p a ra to sa civilización 16
se vivían m om entos de p len itu d , pues al-M am ún h a b ía logrado
re u n ir b a jo su m ando la taifa valenciana y consiguió tra s
victoriosa cam p añ a bélica ad u eñ arse de C órdoba, a c o sta del
te rrito rio sevillano.
ALFO NSO VI REFUGIADO EN TOLEDO
Y REPUESTO E N S U PERDIDO TRONO
E n los p rim ero s m eses del 1072 se refu g iab a en Toledo,
fugitivo y d estro n ad o de su reino de León, el segundo de los
h ijo s de F ernando el M agno, Alfonso. Con él h a b ía n llegado
P edro A nsúrez y los herm an o s de éste, Gonzalo y F ernando.
Al-M amún dióles favorable acogida y h o sp ita lid a d en su
palacio.
A finales del 1065, revestido de cilicio p enitencial, en el
su n tu o so tem plo de S an Isidoro, p o r él edificado com o digno
15
Conf. M ixas V a llic ro sa , J. M., E l “ L ib ro de A g ricu ltu ra ” de Ibn
W afid y su influencia en la agricultura del Renacim iento, en “ A l-A n d a lu s ”
V IH 1943), 281-332.
16 T H E R Y , P. G., T olcd c, grande z'illc de la renaissatwe tnééiévalo
(O ra n ,
19 4 4 ).
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. F. RIVERA RECIO
11
m arco p a ra la custodia de las reliq u ias del d o c to r hispalense,
fallecía en León. F ern an d o I, el M agno.
B ajo su corona h ab ía reu n id o los te rrito rio s de G alicia,
León y C astilla, h a b ía extendido las fro n te ra s a co sta de los
reinos árabes y le p ag ab an p a ria s los régulos de Zaragoza,
Toledo, B adajoz y Sevilla. Pero, u n año antes de su m u erte,
h ab ía hecho e n tre sus h ijo s Sancho, Alfonso y G arcía, el re ­
p a rto de sus reinos. L abor de u n ir y d e su n ir p a ra in te n ta r
nuevam ente ju n ta r, e ra la p rá c tic a de a d m in is tra r la su p rem a
función p o lítica com o p a trim o n io personal, sistem a que F er­
nando I no inauguró, p e ro fué u n o de los m ás significados
en servirse de él. E n la d istrib u ció n , a Sancho, el p rim ogénito,
le h a b ía co rresp o n d id o C astilla y los derechos so b re la tri­
butación an u al de Zaragoza; A lfonso, el segundo, h e re d a b a
el reino de León y las p a ria s del rey de Toledo; y, finalm ente,
G arcía, el ú ltim o , obtuvo de la h eren cia p a te rn a el te rrito rio
de G alicia y la trib u ta c ió n taifal de Sevilla y B adajoz. Las
in fa n tas E lv ira y U rraca, h e re d a b a n el señorío so b re los
m on asterio s de los tre s te rrito rio s. Si el d ifu n to , al asig n ar
a sus h ijo s sendos reinos, quiso im p e d ir luchas fra tricid a s,
fracasó en sus deseos, ya que m uy p ro n to la m a d e ja deshecha
Luscaba la c u en d a ú n ica a que d e nuevo a rro llarse.
El gallego fué el p rim e ro en ser desposeído de la heren cia
p a te rn a p o r Sancho el de C astilla, quien le hizo p risio n ero ,
je retuvo algún tiem po en el castillo de B urgos y le p e rm itió
luego m a rc h a r d e ste rra d o al reino de su trib u ta rio de Sevilla.
E n la expropiación de G arcía, Alfonso h a b ía tam b ié n co­
laborado y recibido su p a rte . Pero con ello el deseo un ificad o r
del p rim ogénito no q uedaba en m an e ra alguna satisfecho;
las rencillas, surgidas o buscadas, e n tre el castellan o y el
leonés no ta rd a ro n en p re se n ta rse y c o n d u jero n , a p rin c i­
pios de 1072, a la b a la lla de G olpereja. E n ella A lfonso, de­
rro ta d o , fue desposeído de su reino y conducido p risio n ero al
m ism o castillo burgalés que h a b ía servido p a ra cárcel de
García.
A ruegos de U rraca, Sancho, después de h a b e r exigido a
Alfonso ju ra m e n to de vasallaje, le p e rm itió la salid a p a ra
al Andalus en aquellos m ism os días en que el castellano, tra s
el destro n am ien to de sus h erm an o s, reu n ía nuevam ente b ajo
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
RECONQUISTA Y POBLADORES
12
su m an d o los m ism os te rrito rio s que h ab ía tenido su p a d re 17.
E sta e ra la razón de la llegada de Alfonso a la co rte de
al-M amún. E n las crónicas no faltan episodios p a ra rellen a r
la estan cia to ledana del d e stro n a d o leonés y h a b la n de sus
atrevidas cacerías p o r la zona de B rihuega, del sim ulado
sueño en el ja rd ín real m ie n tra s escuchaba la conversación de
los consejeros del régulo que h a b la b a n de la m an e ra de
a p o d e ra rse de Toledo, de los vaticinios sobre la posesión de
ella p o r Alfonso y del ju ra m e n to de paz que le hizo p ro m e ter
al-M am ún 18.
In esp erad am en te, con la m ism a so rp re sa con que se h a b ía
p ro d u cid o su llegada, tuvo lu g ar la salida de Alfonso de la
ciu d ad en el m es de O ctubre de este año, p ero no sin que
de ella se enterase el m o n arca. El 7 de O ctubre en el cerco de
Z am ora e ra asesinado el castellano don Sancho, q u edando
h e red ero del reino su h e rm a n o Alfonso. E ste discutió m ucho
con sus cortesanos los A nsúrez la conveniencia de sa lir de
Toledo sin despedirse del rey; pero, al fin se decidieron a
d a rle c u e n ta del fau sto acontecim iento y ag rad ecerle la h o s ­
p ita lid a d . Al-Mamún, que ya esta b a en terad o de todo, al
rec ib ir la visita de Alfonso, dio gracias a Dios que no h a b ía
p e rm itid o al leonés c o m eter u n a felonía ni a él u n acto
violento, pues si se h u b iera m arch ad o fu rtiv am en te ya tenía
tom adas todas las m edidas p a ra que Alfonso h u b ie ra vuelto
a T oledo p reso o m u erto . M as la noble co n d u cta de éste le
satisfizo y no sólo le autorizó p a ra sa lir del reino sino que
le p ro m e tió adem ás ayuda p e c u n ia ria y bélica p a ra conquis­
tarse la adhesión de sus nuevos vasallos, exigiéndole, sin
em bargo, la renovación del ju ra m e n to hecho en el ja rd ín de
que m ie n tra s él o su h ijo prim o g én ito re in a ra n no les de­
c la ra ría la g u e rra y, si fu era necesario, Ies ay u d a ría c o n tra
ios reinos ára b e s vecinos !9.
i"
Sobre todos estos acontecimiento conf.
M enendez
P id a l ,
R., L a E s ­
paña d el Cid, I (M adrid, 1929) 181-204, donde se tra ta ampliamente la materia
con indicación y transcripción de textos.
10
R o d e ric u s
X im e n ii
d f.
R ada,
De
feím s hispaiiiae,
edic. Lorenzana (Madrid, 1793), III, 130-131.
19
R o d e r ic u s
X n i E x n , o . c ., c a p . X I X , p á . 13 3 .
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
lib ,
VI, c.
X V I,
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Puente de Alcántara.
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J, F. RIVERA RECIO
13
CO NFUSIONISM O POIITICO EN LA TAIFA TOLEDANA
Como a n te rio rm e n te se dijo, al-M am ún e ra asesinado en
C órdoba el 28 de Ju n io de 1075, sucediéndole en el tro n o su
nieto Y ahya b .Ism ail b.Y ahya, al-Qadir, m uy in fe rio r a su
abuelo en do tes de gobierno. Muy p ro n to , a los dos m eses de
su elevación al trono, el consejero de al-M am ún Ben al-H idí
era asesinado en la m ism á presen cia de al-Q adir. Los d is­
tu rb io s com enzaron enseguida; los hijos del mjuerto huyeron
a V alencia esperando el m om ento de vengar la m u erte de
su padre. Se p ro d u jo u n p erío d o de confusión tu rb a d o p o r
d istu rb io s y saqueos, aprovechado p o r el g o b e rn a d o r de Va­
lencia p a ra d eclararse independiente de Toledo; el régulo
de Sevilla reco b ró C órdoba y lugares fronterizos; M octádir
ben H ud, de Zaragoza, co n q u istab a p a ra sí algunas plazas
toledanas y el arag o n és S ancho R am írez sitiab a d u ram e n te a
Cuenca, que h u b o de c o m p ra r su rescate 20. La situación no
podía ser m ás com prom etida.
Los influyentes p erso n ajes de la ciudad se dividen en dos
bandos. Los p a rtid a rio s de m an ten er su independencia a to d a
costa, despechados p o r los desaciertos y exigencias del m o­
narca, ofrecen la ciudad y el reino de Toledo a U m ar b.Muham m ad, al Muíaxvakkil, régulo de B adajoz. P o r su p a rte , el
de Toledo, desprovisto de fuerzas y de m edios, haciéndose eco
de los consejos del o tro b ando, que in sin u ab an la am istad
con el rey leonés, escribe a éste pidiéndole su ayuda. Pero
Alfonso VI ha podido d arse p erfecta c u e n ta de la descom ­
posición in te rn a de los reinos de taifas y confía en que la
posesión de ellos, com o un fru to m ad u ro , caerá po r su peso;
pero quiere sacar de las necesidades de estos el m ayor re n ­
dim iento.
E sta tác tic a del leonés consistente en a h o rra r vidas v
20 Mucha luz proyecta sobre los años preparativos de la c o n q u is ta de
Toledo el texto de B e n -B assam , Dnhira, utilizado p rim e ra m e n te p o r K .L k v u
Proven'0-O-, A lp h on sc V I et ¡a prisa de T alcd c, en “ I I esp eris " 1331, 33-49, y
después por R. M enenijkz P io a i.; Adejun.¡its imperator. en BAH., C (1932)
Í I 3-53E, y vol. 172 de ía Colección A ustral (1941), 123-163, donde currige
ciertas afirmaciones aparecidas en la prim era e d itió n de la citada España
del Cid.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
RECONQUISTA Y POBLADORES
14
esfuerzos, si con in trig as políticas y con sordos oídos podía
p u ja r m ás a lta su ayuda, es n o ta acusada en b a sta n tes cro­
nistas, sobre todo árabes, de la é p o c a 21. P or eso, no es de
e x tra ñ a r que a los angustiosos req u erim ien to s de al-Qadir,
contestase secam ente pidiéndole p o r an ticipado los recursos,
pues, de no v enir éstos, se desen ten d ería de su petición y le de­
ja ría aban d o n ad o a sus enem igos. El de Toledo se en c o n trab a
con el e ra rio exhausto y las fu ertes am enazas p u e sta s en juego
p a ra o b ten er n u m era rio con que p a g a r p o r an ticip ad o al
leonés no sólo no le d iero n resultado, sino que d iero n m otivo
p a ra que los enem igos de la ayuda c ristia n a in sistie ra n ante
el rev de B adajoz p a ra que se h icie ra cargo de la taifa
toledana.
Al-Qadir esta b a perd id o y ab andonó la ciudad, refugián­
dose, tra s u n éxodo trágico, en Cuenca, m ie n tra s M utaw akkil
de B adajoz ocupaba el tro n o desierto.
P or estas fechas, Alfonso se h a b ía ad üeñado de Coria, po­
niéndose en co n tacto con las aguas del Tajo, lo que debió
p arecerle to c a r ya en lo ntananza la realización de su sueños
im periales. Desde el d e stie rro conquense de nuevo el des­
tro n a d o toledano solicita la ay u d a del rey de León. E ste,
p ensando que la ocasión era p ro p icia p a ra conseguir m edros,
tal vez con m otivo de sus tra to s con el rey de G ranada,
visita a al-Q adir p ro m etien d o restitu irle el tro n o de Toledo,
del que d isfru ta ría h a s ta ta n to que se consiguiese la sum isión
del de V alencia, pues entonces el musulnrián d e ja ría la taifa
to led an a p a ra Alfonso; adem ás todos los gastos de la cam paña
c o rre ría n p o r cu en ta de al-Qadir, quien en calidad de rehenes,
en treg ab a al de León los castillos de Z orita y C anturía. E s ta ­
m os en el 1080 y ya desde el año a n te rio r las h u estes cristian as
reitera b an sus e n tra d as p o r tie rra s de Toledo.
CONQUISTAS E INTRIGAS
A ceptado el pacto, Alfonso VI se decide a apoyar fra n c a ­
m en te las reivindicaciones del toledano. M utaw akkil, incapaz
21
Conf.
K i'J 'a b
a l- ik tu w ,
en L o a
de Abbad.,
B tiL V u a .v , M em oires dtt roí ziride A bd A ila h
1 1 8 - 124.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
II,
16 ;
A b d a lla h
B^n
(edic. de E . L e v i - P r o v e n £ A l ) ,
1. F. RIVERA RECIO
15
de lo g rar solidez en su reino toledano y tem eroso de que
Alfonso cayera sobre la ciudad, ab an d o n a Toledo y se re tira
nuevam ente a B adajoz, en Abril de 1081; al m es siguiente,
los p a rtid a rio s de la colaboración c ristian a reponen a al-Q adir
en Toledo, m ie n tra s los p rincipales rep re sen ta n te s del ban d o
opuesto a b a n d o n an la ciudad. Tal vez e n tre los escapados se
en co n trab an los m agnates A bengenia y H abib, de cuyas po­
sesiones vem os p o ste rio rm en te dueño a Alfonso.
El segundo gobierno del rep u esto d in n ú n id a fué ta n desas­
troso com o el prim ero. Los em isarios de Alfonso —árabes,
judíos y m ozárabes —se m b rab an p o r d o q u ier la cizaña capaz
de envenenar toda pacífica convivencia, atizando discordias.
Toledo se ve m inado p o r to d as las fro n te ra s, que desean su
parte en el d esm o ro n am ien to que se avecina. Parece que,
cada uno p o r su lado, ta n to el in ep to m onarca com o los
«.'.imponentes del p a rtid o favorable a A lfonso, le p ro p o n en
la entrega de Toledo, siem pre que a n te el m u n d o el leonés,
con prolongado asedio, dem uestre 'q u e los to led an o s h an
luchado h a s ta no p o d er m ás.
E n el m ás antiguo docum ento latin o que se conserva
en el archivo de la C atedral de T o le d o 22, el m ism o A lfonso VI
resum e la m an e ra cóm o llevó a efecto la progresiva ocupación
del te rrito rio : "T ras m uchos com bates e inm u n erab les m a­
22 CT. A rch. ti, 2. n . i , i . “ A quibus (sarracenos) posí multa prelia et
pDst innúmeras hostium mortes ciuitates populosas et castella fortissim a adiubante Dei gracia cvpi. Sicque inspirante Dei gracia exercitum contra istam
nrbsm mubi in qua olim progenitores mei regnaberunt potentissimi -,;tque opuI c n l i s s i m i e x i s t i m a n * f o n ; acceptabilc in c o n s p e c t u Dcmini si h o c q u o d pérfida
gens s u b malcfido d u c e s u o M a h o m c t h c h r i s t i a n i s a b s t u l e r a t e g o Adefonsus
imperator duce Cbristo ciusdem fidei cultoribus reddere possem. Quambbreni
amere christiane rcligiouis dubio m e pcricul-i subm itttns ruine m a g u í $ et frequentibus prcliis nu'ic ocultis imidínrum circunuencionibus nunc uero apertis incursior.um ocuajtacionibus septena annoruni reuolucione gladio et fanne simul et
capliilitate nocí solurn uius ciuitatis sed et tocias patrie abitatores afflixi. Quippe
ipsi indurati ad sui desiderii malician: iram Domini super se puplica iufcstacionc
prouocaberunt; idcirco timor Domini et menti*; iuualitudo irruit super eos
quibus rebus coucti ipsim .t ¡anuas urbis uiichi patefecerunt atque imperium
quod uictores prius iiiuaseraiit uicti perdiderunt. ” Facsímil, texto y traducción
en Privilegio s reates y v iejo s documentos <f«r Toledo, M adrid, Joyas Biblio­
gráficas, 1963.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
RECONQUISTA Y POBLADORES
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tanzas de enem igos, m e ap o d eré de ciudades populosas y
castillos fortísim os. Ya en posesión de ellos m e lancé c o n tra
e s ta ciudad, en la que an tig u am en te m is p ro g en ito res p o te n ­
tísim os y opulentísim os h a b ía n rein a d o ..., p a ra conseguirla;
un as veces con com bates fuertes y reitera d o s, y o tra s, con
o cultas in trig as y ab iertas incursiones dev astad o ras, d u ran te
siete años asedié a los h a b ita n te s de esta ciudad y de su
te rrito rio con la revolución, la espada y el h am bre. Ellos,
o b stin ad o s en la m alicia de su ciego deseo a c a rre a ro n sobre
sí la ira de Dios, provocada con su pú b lica perv ersió n , h a s ta
que el tem o r de Dios y la falta de v alor se sobrep u siero n
p a ra que fu era n ellos m ism os quienes m e a b rie sen las p u e rta s
de la ciudad, p erd ien d o así vencidos el reino que a n tig u a­
m en te invadieron v e n c e d o re s...”
Desde el 1079 h a sta el 1085, am bos inclusive, d u ra el
m erodeo de Alfonso VI po r el reino de Toledo. Desde el
1082 el cerco se hace efectivo conform e al p a c to a ju sta d o
con los sitiados. Año tra s añ o se (talan los bosques, se
incendian las cosechas, se d estro zan las viñas. " E t p e r q u a tu o r
annos id ipsum in tu lit successive" 23. Las fortalezas, su p e rp o ­
b lad a s con las gentes despavoridas que a ellas se acogen
procedentes de villas y alquerías van p asan d o al p o d e r del
rey de León, T alavera, Canales, Olmos, M adrid, R ibas, Atencia,
E scalona, C onsuegra y M aqueda constituyen la letan ía de
las victorias c ris tia n a s 24.
23
R o d e r ic u s
24
R o D E R r c u s in s e r t a
X i m e n i i , o, c.j c a p .
en
su o b r a
X X II,
pág.
(/. r .)
q u e *10 s a b e m o s si es c o m p o s ic ió n o r ig in a l o
un
136.
a c r ó s t ic o
traslad o
O P P 1D A C A P T A ,
de o tra y a e x is te n te :
0 .—Obsedit secura suum Castelia Toletum,
P.—Castra sibi septena parans, aditumque recludens.
P.—Rupibus alta licet amploquc situ populosa,
1.—Circundante Tago, rerum: uirtute referta,
D.—Victu uicta carens inuicto se dedit bosti.
A.—H uic Medinacelim, Talauera, Conimbria plaüdat.
C.—Abula, Secobia, Salmantica, Publica Scptem,
A.—Cauria, Cauca, Colar, Iscar, Medina, Calíales,
P.—Ulmus ct Ulnetura, M agcrit, Atentia, Ripa,
T.—Osoma eum Fluvio lapidum, Valeranica, Maura,
A. -Ascalona, Fita, t.'onsocra, Maqueda, Butracum
Yictori sine fine mío niodulaUtur ouantes :
Aldeíosvse, tui resonent super astra truimphi.
Cunf. la relación robre las conquistas de Alfonso en el T v d en se. C h on k o n
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TOLED O
Puerta antigua de B isagra
(interior)
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T. F. RIVERA RECIO
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P or fin, A lfonso VI llega a fija r su carrtpam ento en la
m ism a vega de Toledo. Los p a rtid a rio s de la resisten cia
quieren to d av ía in te n ta r el últim o rem edio que im pida la
i ndición: so lic ita r u n a vez m ás ayuda a los reyes árab es
vecinos. Según las co stu m b res de la época, el m ism o sitiad o r
casi estab a obligado a p e rm itirle s com unicarse con sus posibles
ayudadores. U na com isión de quienes a to d a costa querían
m an ten er la resistencia llegó h a sta el cam pam ento cristian o .
Alfonso les recibe desab rid am en te y, al sa b er que solicitaban
peitm iso p a ra re q u e rir ay u d a de las taifas V ecinas, (hizo
venir h a s ta su tienda, a la v ista de los com isionados, a los
em b ajad o res de los reyes árab es, p a ra quienes él m an te n ía
el m ás a lta n ero desprecio, pues se reía de sus apelativos
altisonantes, "u n o se llam a al-M uctam id, y o tro al-M utaw akkil
y o tro al-M ustain... y ninguno es capaz de desen v ain ar la
espada p a ra defenderse" 25.
Los em b ajad o res llegaron obsequiosos, p o rta d o re s de re­
galos que Alfonso despreciaba, sin que p o r eso los e m b a ja ­
dores se sin tiera n ni ofendidos ni reb ajad o s. E n el decurso
de este desfile de bajezas los re p re sen ta n te s de la facción
in tran sig en te se p u d iero n d a r c u en ta de que n a d a p o d ían
esp erar de los reyes vecinos.
RESO NANTE P O SE SIO N D E TOLEDO
Toledo ya no po d ía su frir m ás. E stam os e n el 1085. Las cró­
nicas árabes señalan la rendición de Toledo el 6 de Mayo de este
año. Las la tin a s el 25, día de San U rbano. M enéndez P id a l26
cree que am bas fechas son ciertas y que se deben conciliar,
siendo el d ía 6 el de la rendición y el 25 el de la e n tra d a
oficial de A lfonso VI en Toledo.
La tom a de Toledo es, sin duda, uno de los hechos bélicos
mundic (edic. S c u o ri)
100, además el C hronicon P ela gii, u , y, por la parte
árabe el citado K iia b al-iktifá (En L o ci de Abbad, II, ig), donde se dice que
Alfonso se adueñó de la totalidad del reino cíe al-Qádir.
s$ I b n A i ^ K a h d a ü u s , Kiitab al-ikfifá ( e n L o ci de Abbad., II, 2 o ) .
26 M enEndez P i d a l , R., A defonu ss imperator (edic. de la Col. Austria)),
354, donde se señalan las fue'utes que informan sobre ambas fechas.
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m ás reso n an tes en el m undo de fines del s. X I. G ritos de
jú b ilo y acciones de g racias aparecen en los docum entos cris­
tianos. Los p a p a s tienen p a ra la ciudad y su c o n q u ista las
i: ás liso n jeras alabanzas. La caída de Toledo supone, en el
m u n d o islám ico, la term in ació n de los reinos de taifas y la
d esesp erad a llam ada a los alm orávides. Un c ap ítu lo de tre s­
cientos seten ta y seis años —el tiem po de la duración del
p o d e r á ra b e en la ciudad que fué sede del reino v isigótico—se
h a term inado.
Pero la civilización que ellos tra je ro n o fo m e n taro n no se
d estru y ó con la rendición. D ejaron su lengua, que los cris­
tian o s siguen utilizando h a s ta siglos después; d e ja ro n sus
m onum entos y m ezquitas; q u ed aro n los clepsidras de Azarquiel; q u ed aro n m uchos árab es, con los cuales Alfonso VI
••se ñ o r de las dos religiones —, com enzará a realizar u n a
po lítica in éd ita, el m udejarism o.
LA DERROTA DE ZALACA
La cam p añ a triu n fa l de Toledo, con la co n q u ista de la
ciu d ad y de su reino, tuvo al año siguiente la luctuosa réplica
de Zalaca o S acrajas, ju n to a Badajoz, cuando Alfonso VI,
d e rro ta d o y herido, h u b o de refugiarse en Coria con quinien­
to s c a b a lle ro s 27. Los vencedores e ra n los alm orávides, a fri­
canos b ereberes que, recientem ente convertidos al islam ism o
y enfervorizados p o r la g u e rra santa, se h ab ían decidido a
a c u d ir a los desesperados llam am ientos de los reyes de taifas,
después de h a b e r conseguido a rro lla d o ra s victo rias en el
n o rte de Africa.
Desde el 1081 h a b ía com enzado la solicitud de ayuda
bélica p a ra lu ch a r c o n tra el ejército cristian o . Pero la caída
de Toledo hizo m ás ap re m ia n te la llam ada, con aq uella trág ica
c a rta de al-M utam id de Sevilla donde confesaba que prefería
27
H u ic i
M ir a n d a ,
A., L a invasión de los ahnorávüdtcs y L a batalla de
Z alaeca, en “ H esp eris”, 1953, 17-76, reimpresión en la obra del m iañ o autor:
L a s grandes batallas de ¡a R e c o n q u i s t a
durante las invasiones africanas
(almorávides, almohades y benitiierincs), (M adrir, 1056), 1-83. Sobre la forma­
ción y desarrollo del espíritu almorávidc, conf.
jares (Madrid, 1948), cap. IV.
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G a o io a s,
I.
de
la s ,
L os
mudé-
J. F. RIVERA RECIO
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ser cam ellero e n A frica que p o rq u ero en C a s tilla 2®. P o r fin,
el 30 de Ju n io de 10E>6, h a b ía n pasado el E strech o las huestes
alm orávides, m an d a d a s p o r el su ltá n Y usuf b en T asufin,
quien se dirigió a B adajoz, en fre n tá n d o se con las fuerzas
cristian as el 23 de O ctubre. Quizás hubo p a ra é sta s unos
p rim ero s in sta n te s de optim ism o, venido a tie rra cu ando se
vieron cercadas y envueltas p o r los africanos. D esm oralizadas,
con Alfonso VI h erid o , no tuvieron ni dirección ni ánim o p a ra
luchar m ás, re tirá n d o se en desbandada. La victo ria quedó
o a ra los m usulm anes que no su p iero n e x p lo tar el triu n fo
que la ro ta de Z alaca ponía en sus m anos. De h a b e r c o n ti­
nuado la lucha y la persecución de los que h u ían, la o b ra
realizada p o r el m o n arca castellano d u ra n te los cato rce años
de su reinado h u b iera quedado deshecha. Pero Y usuf se vió
precisado a volver a A frica, al rec ib ir la noticia de la m u erte
de su prim ogénito.
,
INTENTOS D E RECONQUISTAR LA CIUDAD
Tan señ alad a d e rro ta m anifestó que Alfonso no e ra in­
vencible an te u n ejército disciplinado com o el de los alm o ­
rávides, quienes en m uy pocos años a c ab a ro n con los reyes
de taifas dando nuevam ente u n id a d política y a d m in istra tiv a
al islam ism o español, que rig iero n d u ran te c u a re n ta años con
m ano d u ra. A nte las em bestidas alm orávides las poblaciones
del reino de Toledo situ ad as al s u r del Tajo caen en p o d e r
m usulm án, p erd ién d o se la zona c o m p ren d id a e n tre este río
y el G uadiana, A trincherados los africanos en las posiciones
de Cuenca, H uete, Ocaña y Alcalá, reitera d am e n te se esfuerzan
p o r la c o n q u ista de Toledo. E n 1097, Alfonso h u b o de en fren ­
tarse con los invasores en térm in o de C onsuegra, que, cercada
d u ran te ocho días, logró m an ten erse c ris tia n a 29, au nque cayó
a los dos años, al re g re sa r los alm orávides de u n in ú til asedio
a T o le d o w.
28 Se publica ts ta carta por Dozy, R., X ech erch es sur l'histoitje et
lilteratnre en Espagne pendant le M ayen \Age ( L e id e n , 18 4 8 ), 1 8 8 -19 3 .
29
A n a les toledanos I (e id c . F l o r í n
E ., en España Sagrada, 23, 3 8 1-4 0 0 ),
a. 1097.
30 Ib id., a. 1099.
la
■
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RECONQUISTA Y POBLADORES
El m o n arc a cristiano fo rtifica e sta ciudad y to m a Medinaceli p a ra ro b u ste c er la defensa o r ie n ta l31, pero la trag ed ia
de Uclés con la m u erte del infan te D. Sancho, en 1108, indica
la in estab ilid ad de la am plia fa ja del sur, avanzadilla fo rti­
ficad a en tie rra n e u tra l, u tilizad a tal vez com o cabeza de
p u e n te castellana, p a ra que en ella unos cu an to s in tré p id o s
p obladores, establecidos en alquerías y aldeas, cultiven p a ra ­
jes expuestos a las talas feroces de las algaras, viviendo ju n to
a las atalayas, m ás que defensoras, in fo rm a d o ras de los
avances enem igos.
Alfonso VI, el de las jo rn a d a s triu n fales, debió m a rc h a r
al sepulcro, en 1109, con el gran in te rro g a n te de la inestable
p erm an en cia de su c o n q u ista toledana. E sta du d a e sta ría en
la m ente de todos, pues m u erto el rey en Toledo y a p esar
de h a b e r m an ifestad o su v o lu n ta d de se r e n te rra d o en ella,
fué llevado a Sahagún, pues era m uy grande el peligro de que
su se p u ltu ra p u d iera ser p ro fa n a d a , si los ára b e s conseguían
a p o d e ra rse nuevam ente de la ciudad del Tajo.
El decenio siguiente (1109-1118), tu rb u le n to com o ninguno
p o r las discordias m atrim o n iales de doña U rraca, fué a p ro ­
vechado p o r los alm orávides p a ra in te n ta r el asalto de Toledo.
El lib ro II de la Crónica de Alfonso V I I 32 se inicia con el
re la to la reu n ió n del su ltán Ali b. Y usuf (1106-1143) y los
cap itan es de sus tro p as, a quienes el sultán, al te n e r noticia
de la m u erte de Alfonso, d a la consigna de que p re p a re n a los
soldados y u ltim en los p e rtrec h o s de g u e rra " p a ra lu ch ar
c o n tra la ciudad de Toledo y co n tra las fortalezas y po b la­
ciones de la T ra n sie rra (tie rra s de M adrid y G u a d a laja ra )".
Y, al efecto, desde C órdoba a tra v esa ro n D espeñaperros y,
después de ta la r y sa q u ea r los poblados cristianos, se ap o ­
d e ra ro n de S an Servando. Desde la fortaleza m o n ástica orga­
n izaro n u n trem en d o a ta q u e c o n tra la ciudad p o r espacio de
ocho días. Flechas, p ied ras, fuego y toda clase de artificios
bélicos se m u ltip licaro n p a ra re n d ir la plaza y ac ab a r con
la d e n o d ad a resisten cia de la to rre del p u en te que in ú tilm en te
31
Ibid., a. 1102 y 1104.
Chronica A defottsi imperatoris (edición y estudio d e S á n c h e z
L., M adrid, 1950), núm. 97. En lo sucesivo se cita con la sigla C A L
32
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B
elda,
INSTITUTO PROVINCIAL o
o
o
j. F. RIVERA RECIO
o
21
in te n ta ro n in cen d iar. Los defensores a las órdenes de Alvar
Fáfiez — "stre n u u s d u x ”— se m an tu v iero n en sus puestos
resistiendo las em bestidas reitera d as con fuerzas de refresco,
m ientras en la iglesia de S an ta M aría el arzobispo don B er­
nardo, reu n id o con los clérigos, m onjes, ancianos, m u jeres
y pobres, p e d ía al S eñor la liberación del asedio, que final­
m ente se logró p o r la re tira d a de los a saltan te s 33.
Pero la b a ta lla cam bió solam ente de lugar. Desde Toledo
se en cam in aro n éstos a las poblaciones y castillos de Transierra, a los q u e puso sitio. M adrid, Talavera, Olm os, Canales
y o tra s m u ch as localidades cayeron en su po d er, consiguiendo
gran núm ero d e cautivos, copioso b o tín y d ejan d o m uchos
cristianos m u erto s. (De e sta razzia sólo G u a d a laja ra se vió
libre con m u y co n tad as fortalezas y ciudades p o r que ios
m uros resistie ro n a los ataq u es 34.)
El peligro e ra de tales p ro porciones que Alfonso I, el
B atallador, cuyas intenciones de d o m in ar en C astilla eran
m anifiestas, creyó necesario venir a Toledo, a m ediados de
Abril de 1111, pro clam án d o se rey en la ciudad, a la que dio
seguridades de d e fe n s a 35.
E n 1113 y 1114 deben situ arse dos algaras c o n tra Toledo
y su tie rra . El p rim e r p u n to atacad o fue el castillo de O reja,
que se tom ó cau san d o g ran m o rta n d a d y cogiendo m uchos
cautivos, y luego se lanzaron c o n tra la fo rtaleza de Z orita, de
la que tam b ié n se ap o d e ra ro n y fo rtifica ro n antes de re to rn a r
a A n d alu cía36. Al año siguiente, 1114, atrav esad o el Tajo, se
hizo a la S a g ra cam po de operaciones. E ra el m iércoles, 1 de
Jlulio, cuando cayeron sobre (Peguinas, C abañas y M agán,
llevándose m ás de qu in ien to s cautivos 37. Toledo es som etida
a un nuevo cerco com o en cada cam p añ a anual.
E n las sucesivas hay luchas en P ulgar y e n Polán y ase­
dios en T o le d o 38.
35 (An. T ol. I I (edic. F lo re z , E., I. c., 401-409), a. 1110; C A I ., 97-101.
34 A n . T o lj II, a. 1109; C A L , 102.
35 A n . T ol. I, a. m i “ E l Rey de A ragón en X IIII días Kal. de Mayo
entró en Toledo e regno, E ra M C X L IX ”.
36 A n . T ol. II, 1113; C A L , 107.
37 A n , T o l. II , a. 1114; A n . T o l. I, a. 1114.
i
38 A n . T o l. II, a. 1116, 1117.
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C O NQUISTA D E ALCALA
E n el 1118, llegaba a Toledo con ard ien tes deseos de re ­
p re sa lia y ren o m b re el joven rey Alfonso V II. P o r aquellos
días el arzobispo don B ern ard o se lanzó a la c o n q u ista de
A lcalá “que era de mioros e cercóla e p r ís o la " 39.
D u ran te diez años no h a y camjpañas que h a y a n m erecido
se r consignadas en las crónicas. Sin em bargo, la del 1128
h u b o de se r d u ra. T exufín con u n gran ejército p asó el T ajo
y de noche puso sitio a la fortaleza rib e reñ a de Aceca. M an­
d a b a la g uarnición el alcaide Tello Fernández, quien n o p u d o
re s is tir la em b estid a que d u ró desde la m ed ia noche h a s ta
la p u e sta del sol. La fortaleza, tritu ra d a y con grandes b re ­
chas, cayó en p o d e r de los sitiad o res que, después de p a s a r
a cuchillo a sus trescien to s defensores, d e stru y e ro n el castillo
h a s ta los cim ientos y se llevaron cautivo al alcaide. Ya en la
o rilla derecha, descendieron h a s ta B argas, donde d iero n m u er­
te a cin cu en ta cristianos, p asan d o luego a San Servando de
Toledo, donde perecieron en la refriega o tro s v e in te 40.
EXPEDICION ES BELICAS DE ALFO NSO VII
Las audaces expediciones de Alfonso h a s ta el corazón de
A ndalucía, al m ism o tiem po que su ponían castigo p o r las
in cu rsio n es alm orávides, d ab an sensación de p u ja n z a y a rd i­
m ien to de los m ejores adalides castellanos. A p a rtir de 1133
ir r m p en los ejército s c ristia n o s p o r el P u e rto del M uradal
y atra v ie sa n D espeñaperros, cuyas g arg an tas no serán ya de
u so exclusivo de los m usulm anes.
E n efím eras expediciones se in co rp o ran fortalezas árab es
y se a sien ta el dom inio c ristia n o en com arcas de dueños
c am biantes. Que el S u r del T ajo no ofrece aú n g a ra n tía s de
estab ilid ad , queda bien p a te n te p o r el hecho de que ni u n a
p o b lación de e sta fa ja es incluida p o r H onorio II en la con­
firm ació n de las posesiones diocesanas de Toledo.
a. n i - , i i i 8 .
SO
An.
Tol
I,
40
A 11,
T n l.
IT , a.
1 1 2 8 ; C A I . , 33 y
109 .
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J, P. RIVERA RECIO
23
P a ra d a r solidez a las fu tu ra s co n q u istas, la d e stru id a
fortaleza de Aceca es reedificada y rep o b la d a p o r Gocelm o
de R ib a s 41 y su ficien tem en te p ro v ista de m uniciones y alim en­
tos p a ra desde ella s a lta r c o n tra el castillo de O reja.
El golpe se p ro d u jo de la p rim av era al otoño de 1139. Fue
en Abril cu ando el alcaide de Toledo R ui F ernández y su
herm ano G utierre se p re se n ta ro n con gran contingente de
fuerzas ante el castillo, defendido p o r Alí “el hom icida de los
cristian o s y d e los cap itan es m atad o s en T ra n sie rra ”. La fo r­
taleza e ra sólida y bien d o tad a de defensores y a rm a s. A los
sitiadores se les u n ió poco después el em perador, llegado
con gentes del N orte. La situación de los sitiad o s y el v alo r
de la plaza m ovió a los gobernadores de C órdoba, Sevilla y
Valencia a re u n ir fuerzas ag u errid as y v ituallas y sa lir en
socorro de los de O reja, llegando h a sta el nacim iento del Alg odor (ju n to a los Y ébenes), donde se a se n ta ro n con el fin
d istra e r a A lfonso y p rovocarle a b a ta lla cam pal. C om binados
con los sitiados, p re te n d ía n que si el c ristia n o se dirigía c o n tra
las fuerzas de socorro, los de O reja h icie ra n u n a salida, que­
m asen las tien d as del cam pam ento c ristia n o y se su rtiesen
de m u n icio n am ien to y víveres. Pero el e m p e rad o r no cayó
en la tra m p a y c o n tin u ó firm e en el bloqueo de O reja. En
vista de ta l a c titu d las huestes alm orávides p u sie ro n cerco
d u ro a Toledo, adueñándose u n a vez m ás de S an Servando.
R esistió la ciu d ad con v alen tía y fue la e m p eratriz, d o ñ a Berenguela, la que, m o strán d o se a n te los sitiad o res so b re las
m u ra lla s del alcázar, les arengó tocándoles el h o n o r: “No véis
que lu ch a r c o n tra m í, que soy m u je r, no es nin g u n a h o n ra
p a ra vo so tro s. Si queréis p elear, id a O reja, donde el e m p era­
d o r esp era con sus tro p a s". Avergonzados — dice la crónica—
los alm orávides lev an taro n el asedio y reg re saro n a su tie rra .
M ientras ta n to en O reja, el cerco cada vez se h a c ía m ás
duro; A lfonso quiso ren d irles p o r h a m b re y sed. Alí pidió
u n a tre g u a de tre in ta días p a ra b u sc a r refuerzos y si el tiem po
se p a sa b a sin que llegaran, se re n d iría la fortaleza. Accedió el
em p erad o r m ed ian te ju ra m e n to y en treg a de rehenes. Como,
p asad o el tiem p o de la tregua, los refuerzos no llegasen, la
41
C A I., n. 130.
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24
r e c o n q u is t a
y po bladores
p laza se entregó según la claú su la p actad a. El castillo fue
re p a ra d o y avituallado.
P o r la a m p litu d con que la crónica, que vam os siguiendo,
re la ta el asedio y la tom p de O reja hubo de re v e stir singular
resonancia. El regreso de Alfonso V II a Toledo fue triu n fa l
y ju b ilo so , p a rticip a n d o activam ente el arzobispo don R ai­
m u n d o quien, al fren te de u n a solem ne procesión de clérigos
y m onjes, recibió a Alfonso en Z ocodover y le co n d u jo a la
C atedral p a ra c eleb rar allí con acción de g racias aq u e lla vic­
to ria c ris tia n a 42.
Las incursiones m ah o m etan as siguieron repitiéndose. E n
1143 fue a ta c a d a la fortaleza de M ora, defendida p o r M unio
Alfonso. Parece que en u n a nueva algara del año siguiente
M ora fue so rp re n d id a y co n q u istad a, así com o al N o rte del
T ajo fue saq u ead a E scalona y vencidos los alcaides de e sta
fo rta le z a y de H i t a 43.
E n co n trap eso a la d e rro ta de M ora sé levantó p o r los tole­
d anos fre n te a ella el castillo de Peñanegra, donde se fo rtifica
M unio com o avanzadilla p a ra sus expediciones h acia Anda­
lucía. Una y m uy reso n an te se p ro d u jo en el río Adoro, donde
M unio con novecientos jin etes y m il in fan tes escogidos sor
p ren d ió a los gobernadores de C órdoba y Sevilla —reyes los
lla m a la crónica— , al-Zubair y A benceta que, reunidos, p re ­
p a ra b a n u n a cam paña c o n tra Toledo. Im p ro v isan d o rá p id a ­
m en te sus h u estes salieron los árabes en p ersecución de los
cristian o s, que se p a ra p e ta ro n en M o n t i e 1. F re n te a ellos
a c am p a ro n los alm orávides. E n ta b la d a la b a ta lla , el caudillo
sevillano fue perseguido y mjuerto p o r los caballeros toledanos
P edro Alguacil y R o b erto de M ongom ariz; p ro d ú jo se a c o n ti­
n u ació n la d e sb an d ad a de los andaluces, p e ro M unio Alfonso
p e rso n a lm e n te logró alcanzar con su lanza al fugitivo al-Zubair,
q u e quedó m u erto . M u c h o s de los cap itan es sarracen o s
p erecieron y gran ca n tid ad de soldados q u ed aro n prisio n ero s.
E l b o tín fue copioso en arm as y alh ajas. Con to d o ello y con
las cabezas de los caudillos y capitanes clavadas en sus lanzas
in iciaro n las fuerzas cristian as su regreso a Toledo. E n tra ro n
42
43
C A L , n. 145-158; A n . To¡. I, a. 1139.
A11. Tol. T, 1143 y 1144; C A I , n. ii2 , 142, it¡2, 179, 186.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
1
F. RIVERA
r EOÍO
25
en la ciudad p o r la p u e rta de A lcántara y el agrio co rte jo :
soldados y jin e te s p o rta d o re s de los despojos h um anos de los
vencidos, de e sta n d a rte s castren ses cogidos en la b a ta lla , cam e­
llos cargados de arm as y b o tín , p risio n ero s atem orizados atados
con cadenas, llegaron h a sta las p u e rta s d e la C atedral, donde
esp erab an la e m p e ratriz y el arzobispo con el clero, m agnates
y pueblo. La victo ria fue p o r todos co n sid erad a com o m ila ­
grosa y se celebró en el tem plo con u n "Te-D eum " de acción
de gracias. E ra en los p rim e ro s días de M arzo.
D o ñ a B erenguela y el vencedor M unio co m unicaron la
fau sta noticia al m onarca y desde Segovia se vino éste a
Toledo, siendo recibido con ex u ltante acogida. H ubo después,
m ien tras el viento b am b o leab a en las alm enas del alcázar las
cabezas de los vencidos, re p a rto del b o tín : el diezmfc) p a ra la
iglesia de Toledo, el q u in to y los e sta n d a rte s a rre b a ta d o s p a ra
el em p erad o r, u n escogido lote de joyas p a ra la iglesia de
C om postela y el resto, que se distrib u y ero n según sus cos­
tum bres, p a ra M unio y sus cap itan es 4\
Pasados algunos días, la em peratriz, con u n gesto de te r­
n u ra, hizo descolgar de las alm enas las p en d u lan tes cabezas
agarenas y se m andó a los m édicos ju d ío s y árab es que las
ungieran con p e rtu m es y, envueltas en ricos paños, se g u a r­
dasen en a rq u e ta s preciosas que la m ism a re in a se cuidó de
que fu era n enviadas a C órdoba y en treg ad as a las viudas de
los m uertos. ¡Oh, E dad M edia, “enorm e y d e lic ad a ” !
La estrella alm orávide cam in ab a a su o c a s o . E n este
miomo 1143 fallecía el su ltá n Alí b. Y usuf, sucediéndole su
hijo Taxufín que, al ten e r noticia de la d e rro ta y m u erte de
sus egregios caudillos, n o m b ra g o b e rn a d o r de al-Andalus a
A bengania ( = Ib n Ganiya). P o r su p a rte Alfonso quiso sacar
el m ejo r p a rtid o de la victo ria y en aquellos m eses de p rim a ­
vera reunió sus huestes en Toledo y m arch ó h acia C órdoba en
atrev id a expedición, d ejan d o a M unio Alfonso en P eñanegra
p a ra im p ed ir q u e el enem igo fortificase el castillo de M ora.
El p aso del e jé rc ito c ristia n o fue sem b ran d o la desolación,
pues se ta la ro n los árboles, se p ren d ió fuego a las cosechas,
44
An. T u l I, a. 1 14 3 ; CAI., n. 162- 174 .
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
RECONQUISTA Y POBLADORES
26
próxim as a la siega, sin que quedasen en pie n a d a m ás que
las to rre s fortificadas.
P a ra c a stig ar la razzia de los castellanos, el alcaide de
C alatrava, F araz, al fren te de las guarniciones de los castillos
situ a d o s h a s ta el G uadalquivir, se a p re stó a a v itu a lla r el
c a stillo de M ora y d a r m u erte a M unio Alfonso y a cuantos
defendían Peñanegra. E n la m ad ru g ad a del 1 de Agosto M unio
con c u a re n ta h o m b res m arch ó h a s ta las cercanías de Cala­
tra v a p a ra e sp ia r los m ovim ientos enem igos. S a b ed o r de que
se venía c o n tra la fortaleza encom endada a su custodia, volvió
a Peñanegra, a p re stó a sus h o m b re s y salió al en cu en tro del
enem igo con quien en tab ló u n com bate indeciso en las fu en tes
del Algodor; p rosiguió la con tien d a al d ía siguiente y en ella
M unio Alfonso, cosido p o r las saetas alm orávides, pereció
con cu an to s le aco m p añ ab an . Su cad áv er fue descu artizad o
con sa ñ a y alegría. P artes de él fu ero n enviadas a la viuda de
al-Z ubair, a C órdoba, a la de A benceta, á Sevilla y al palacio
del su ltán . N o fa lta ro n despojos cristian o s que colgasen en
las to rre s de C alatrava. P a rte de los resto s de M unio, quizá
el tro n co , envuelto e n tre p añ o s, fue enviado a Toledo, p ro d u ­
ciendo a su llegada triste jo rn a d a de lu to en la ciudad. Fue
se p u lta d o e n el cem enterio del clau stro catedralicio, donde
las v iu d as de los m u erto s en la cam paña acu d ían d iariam en te,
en co m p añ ía de la del fenecido alcaide, p a ra o frecer p o r el
alm a de éste el sufragio de sus rezos y de sus lá g rim a s 45.
REC ON QU ISTA Y REPOBLACION
Las victoriosas cam pañas de A lfonso V II p o r A ndalucía
crean e n tre los m ahom etanos el desco n ten to y la revolución
c o n tra los alm orávides. Los á r a b e s españoles se rebelan
c o n tra ellos y el rey castellano se aprovecha de los d istu rb io s
p a ra a se n ta r sus conquistas, co n v ertir en feu d a tario s a los
régulos de las nuevas taifas y a fian zar la reco n q u ista con las
anuales expediciones al - A ndalus, d u ra n te las cuales llega
a d o m in ar en C órdoba y p e n e tra r h a s ta A lm ería. D urante u n a
decena de años la ciudad de Toledo qu ed a en la reta g u ard ia
45
A n. ToL I, a. 1 1 4 3 ; CAI., n. 178 - 185.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. F. RIVERA RECIÓ
27
y la zona m eridional, cien veces ta la d a y cru zad a p o r las
huestes bélicas, vive en paz. E n el 1147 cae en m anos de los
cristianos C alatrava, plaza ard ie n te m en te deseada p o r q u e
desde allí se in fe ría n daños inm ensos a los te rrito rio s caste­
llanos 46, d a d a su estratég ica situación. Poseída p o r el em p era­
d o r qu ed a con ella defendido el paso del G uadiana, a sí com o
las posiciones avanzadas de Pedroches, A n d ú jar y B aeza sirven
de centinelas en el G uadalquivir, m ie n tra s que C oria y A lbalat
g u ard ab an la p a rte occidental del reino.
46 En el (loe. (CT. A rch. X. 4. 1.1.) dado el 13 de Febrero de 1147, se
explica la data con el siguiente aditam ento: “ ...alano quo prenotatus im perator
acquisiuit Corduban Calatrava mease ¡anuario et subrtfisit ¡llud iuri christianoru n i...’'. En este mismo documento Alfonso V II manifiesta cómo Calatrava
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
28
RECONQUISTA Y POBLADORES
Ya en estas circunstancias de m ediados del s. X II pueden
hacerse rep a rtim ie n to s de tie rra s y repoblación de e s t a
c o m arca m eridional, llevándose a cabo la ta re a inm ensa de
c re a r núcleos de población sobre tie rra s y erm as o ab ando­
n a d a s Y T estim onios elocuentes son la donación del castillo
de B olobras
en 11424S, la de B elinchón en 1146 4y, la citad a
de C alatrava e n 1147, en 1150 la de F u e n te s 50, m ás las aldeas
de V a ld e c a rá b a n o s51, en 1151 el lu g a r de Los Alamos, en las
cercanías de
C o n su e g ra 52, en 1154 Bogas 53 y
el V illar ju n to
a C am po-R ey54, en 1155 Aloyón en V a ld e c a rá b a n o sS!, donde
tam bién se dona la aldea de P a s to r 56, en 1157 Z ufera sobre
el río Jab aló n e n tre C alatrava y C a ra c u e l57.
LA INVASION ALMO HADE
E l resp iro de paz fue sólo provisional. Una nueva invasión
bereb er, la alm ohade desem barcó en las costas del E strech o
en 1147. E sto s nuevos invasores de la m asn u d a h a b ía n sido
iniciados en las d o c trin as islám icas p o r Ib n -T u m a rt, origi­
n a rio de las trib u s del Atlas, quien, con c riterio in tran sig en te
en la in te rp re ta c ió n del C orán y de las m ás ortodoxas tra d i­
ciones m ahom jetanas, lanzó sus seguidores a la g u e rra sa n ta
había sido lugar de donde procedieron serios daños para la ciudad de Toledo
y los territorios cristianos: “ Q uanta mala quanteque persecutiones per Calatraua, dum in potestate sarracenorum majieret toletarre ciuitati et populo
christiano assidue euenissent ómnibus hominibus per Hyispaniam constitutb
satis est manifestum”.
47 Conf. L a reconquista española y la repoblación d el país (Madrid, 1951),
164- 173.
48 C T. A rch. A . 10. K. 1. 1.
49 C T. A rch. A. 10! E. 1. 2.
50 CT. B., L P ., 42-23, fol. 48.
51 CT. A rch. I. 3. O. 1. 1.
53 C T. A rch. A. 2. C. 1. 1.
53 C T. B„ L P l 42-23, fol. 34­
54 Ibid., fol. 50 v.
55 Ibid., fol. 50.
56 Conf. C e p e d a A d á n , J.t R epoblación en la sona d el T a jo (M adrid, 1955),
r i - 19, 35-36­
57 CT. Arch. I: 3. C. 1. 1.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. F. RIVERA RECIO
29
co n tra los infieles y c o n tra cu an to s h a b ía n a d u lte ra d o la
autén tica d o c trin a del P ro feta; a c ertó a- in y ectar en s u í
oyentes la p ro p ia exaltación religiosa y pu so al f r e n t e de
aquellos h o m b re s fanatizados a su m e jo r discípulo Abd-alM umín (1128-1163)58.
Después de h a b e r deshecho el i m p e r i o alm orávide de
Africa, pasó a E sp a ñ a p a ra p o n e r fin a la an a rq u ía del
Andalus, som etiendo b a jo su férreo m ando e in tran sig en te
doctrina las tendencias centrífugas de los árabes españoles
y de los alm orávides decadentes. L entam ente lo g raro n adue­
ñarse del m an d o y tuvieron que p a s a r diez años desde su
llegada p a ra que Alm ería, plaza c ristia n a, fuese p o r ellos
conquistada, sin que p u d iera ser defendida p o r los grandes
contingentes de fuerzas cristian as, ayudadas p o r los ho m b res
de Ibn-M ardaniz, el rey Lobo, ú ltim o reyezuelo español que
acertó a tra e r en jaq u e a los invasores alm ohades.
Al regreso de Alm ería, d e rro ta d o Alfonso V II, que h a b ía
perdido dos años antes las defensas de Pedroches y A ndújar,
m oría el 26 de Agosto de 1157 ju n to al P u e rto de M uradal,
testigo de m uchas de sus valientes c o rrerías. Su en te rra m ie n to ,
que él h ab ía qu erid o que hubiese sido en C om postela, ju n to al
sepulcro del A póstol, tuvo lugar en la C atedral de Toledo.
MINORIA D E ALFO NSO VIH
H abía re p a rtid o el e m p e rad o r el reino e n tre sus hijos
Sancho y F ernando, co rresp o n d ien d o a aquél, que e ra el
m ayor, la p a rte de C astilla y quedando F ern an d o com o rey
de León. No ta rd ó en p ro d u cirse u n fu erte colapso de la a c ti­
v idad rec o n q u ista d o ra , pues m u erto S ancho en 1158, quedó
C astilla en las m anos tie rn as del h ere d e ro Alfonso, el "rey
ch ico ” de tre s años, su jeto a la m in o ría tu rb u le n ta de los
C astras y de los Lara, p a ra serlo después de la de su tío,
F ernando II de León, cuya cancillería no siente em pacho en
titu la rle rey de Toledo.
A e sta ciudad llega el leonés en 1162; en ella perm anece
p a rte del año siguiente. H asta el 1166, no e n tra en Toledo
58
C o n f. C A ü ig a s ,
I.
de
la s . L
os
m udeja res...,
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
1 8 0 -1 8 1 .
RECONQUISTA Y POBLADORES
30
Alfonso V III tra íd o desde M aqueda, El p r o c e r toledano
E steb an U lan le acoge con su g ran valim iento y desde la
to rre m u d é ja r de la iglesia de San R om án le pro clam a rey,
au nque tod av ía tiene que e sp e ra r un trienio, pues h a sta el
1169 no cum ple los catorce, fecha s e ñ a l a d a p a ra p o d e r
com enzar a gobernar. El nuevo m o n arc a tiene m uchos p ro b le ­
m as que solucionar con los reyes cristian o s y, p o r el m om ento,
los alm ohades están ocupados en d a r el golpe decisivo al
rey Lobo, sin d e m o stra r m ucha p risa p o r g u e rre a r con Cas­
tilla. Sin em bargo la línea c ristian a se ha replegado h a s ta el
M uradal y las avanzadas castellanas vuelven a v i v i r en
co n stan te peligro. E n el 1172, Aben-Yacub en p e rso n a pone
sitio a H uete, que estuvo a p u n to de ren d irse p o r la sed de
los sitiados, si bien la lluvia del 19 de Julio, día de S a n ta
Ju sta , rem edió la situación ta n am pliam ente que si los ence­
rra d o s en la fortaleza tuvieron agua en abu n d an cia, ésta
encharcó y "desvarató las tiendas del rey m o ro " !9.,
CAMPAÑAS DEL REY CASTELLANO
E nco n tráb ase Alfonso en Toledo en com pañía del legado
pontificio, cardenal Jacinto. E ste pro clam ó la cruzada, re­
uniéndose gran copia de gentes, que se encam inaron h a c ia la
fortaleza sitiada, cuyo bloqueo fue levantado sin que se pre­
se n ta ra batalla. La to m a de C uenca en 1177 fue u n acto de
p redom inio castellano y la fo rm a de a seg u ra r el E ste del
reino de Toledo p o r la zona de G u ad alajara. Las O rdenes Mi­
litares, establecidas en Uclés y C alatrava, m antienen la cen ti­
nela de la fro n te ra ; p ero la p é rd id a de e sta ú ltim a plaza, hace
que los caballeros de C alatrava se in stalen en la línea m ás
in te rio r de S alv atierra. A lfonso V III, siguiendo la tác tic a de
su abuelo, p e n e tra p ro fu n d am en te en los dom inios árabes,
com o su p o n en las cam p añ as de 1182 a 1189, con las cuales
llega h a s ta Setfila, m ás allá de Córdoba, y las conquistas de
50
A n . Tal. I, a. 1172. Sobre las incursiones almohades conf. A n tu ñ a , M-,
Campañas de tos almohades en España, en "R eligión y C ultura” X X IX
53-67 Y 3^7-343-
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
.
1935),
J. F. RIVERA RECIO
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Alarcón e In ie sta p o r el Jú c a r com o en la zona del G uadal­
quivir Reina, M agocela y B años w.
Por su p a rte tam b ién los alm ohades asesta ro n d u r o s
golpes en las nuevas conquistas y en la re ta g u a rd ia castellana;
tal fue la algara de 1182, dirigida c o n tra T alavcra, donde
causó e x tra o rd in a ria so rp resa y "los cristian o s no d ab an
crédito a sus ojos, p o rq u e b acía se te n ta años que no veían
a un m usulm án en aquella tie rra sino los que ellos ten ían
cautivos” 61.
A esta razzia en T alavera y en su térm ino debe a trib u irse
la m uerte del p resb íte ro Ju a n y de los c ristia n o s Rodrigo,
Juan Xem eno, Ju a n C aqueriza y L o re n zo 62. O tro a ta q u e tuvo
lugar en Sotillo en 1185 65.
Pero el g ran e n cu en tro tuvo enorm e tran scen d en cia en
Alarcos el 1195 64. E stab a a p u n to de e x p ira r la tre g u a de diez
años pactad a con los almjohades; se h a b ía acabado de edificar
la fortaleza de A larcón, donado el 18 de O ctubre del año
an terio r a la O rden de S a n tia g o 65, au nque todavía e sta b a n
los m uros sin te rm in a r y los p obladores sin h ab erse asen tad o
del to d o 66. C onfiado en su p o d e r y en los deseos de d a r un
serio g o l p e a los enem igos, Alfonso V III, envió en u n a
cam paña de desgaste a sus m ejores tro p a s acaudilladas p o r
el arzobispo de Toledo, don M a rtín 67, quien hubo de realizar
un recorrido triu n fa l de aten ern o s a los testim o n io s de las
crónicas cristia n as y a la salm odia ex u ltante con que can ta
Go A n . Tol. I, a. 1182, 118Ó, 1187, 1189.
£>í Anónimo de Copenhague, edc. y trrid. de H vrr. M ir a n d a , A, (Valen­
cia, 1917), 3En el ras. CT. 13., 39-2S1 nota morginal de X V II kal. novembris (16 de
Octubre) se dice: “ Johaiüies presbiter, Rotlericus, Johanncs Xemeno, Johannes
Kaquerizo, Laurentius, qüi fuerunt occisi a paganis in Talayera, era M CC X X I
(J 1S3)".
63 An. T ol, I, an. 1185.
64 Conf. H u ic i M i r a n d a , A,, L a s grandes batallas
85 sgs.
65 Bullarium ... S. Jacobi (Madrid, 1719), p. 44.
66
Conf. G o n z á l e z , J . , A lfon so I X (Madrid, 1944), 67.
67 C i r o t , G., Chonique latine des R ois de Castillo }usqu\~n 1230 (Borrkaux, 1913), 41 “ ...Inccpit ( A l f o n s o V I H ) hedeficarc villam que dicitur
Alarcos ct muro nondum consumato et ciusdeni populatoribus loci nondiuu
radicatis movit guerram regi m arro q u itan o ...; (J>, 42) Misit autem dominus rex
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RECONQUISTA Y POBLADORES
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la s proezas de su antecesor, el arzobispo Jim énez de R a d a 68,
q u ien refiere que luego que el m o n arca:
“ .. .a e d i f i c a v i t A l a r c u r i s
p r o v o c a v it
p o p u la s
c ito
e iu s
g e t ite m
i n s t a u r a v it
v a lle m
s a n g u i n i s ...
A ra b ia e ;
a c ie s
e t a r m a p o t e n tia e d ir-e x it in m a u r o s ;
e x e r c it u s
e iu s t r a n s i v i t B a e t i m
e t d u x e iu s p r a e s u l T o l e t i . . .
Agmen oírme ad nutum illius
sanguis arabum in conspectu illius.
Regio baetica flammSs succenditur
et facturrí praesulis prosperatur.
Processít enim per castra Bacticac,
t u r r e s e t o p p id a s u c c e n d e n d o
íe lic ite r
a u te m
ad
p r o p r ia
est
n c v e r s u s ...”
Ilusionado el m o n arc a con ta n gloriosa expedición, no
m idió la fuerza del ad v ersario ni tuvo taritpoco paciencia p a ra
e sp era r las fuerzas de los reyes de M avarra y León, com ­
p ro m e tid a s a venir en su ayuda, pues el negocio a todos
in teresab a.
DERROTA CRISTIANA E N ALARCOS
El 1 de Ju n io el califa al-M ansur llegaba desde M arruecos
a T arifa y enseguida pro clam ó la g u erra santa. A principios
de Julio m ovilizaba a sus h u estes desde C órdoba, in stalan d o
su cam pam ento en A larcos, a c u a tro kilóm etros al O este de
C iudad Real, "p o r el llano del castillo de S alv atierra", p u n ­
tualiza la crónica de Cirot.
El 19 de Julio se dió la b a ta lla que term in ó con u n a treCastelle arcbiepíscopum toletanum dominum M artinum, feücis recordationis,
virum cfccretum benignum et largum qui adeo ab ómnibus diligebatur. D uxit
autern Ídem archiepiscopus secum viros generosos et -strenuos et multitudine
militum et peditum cum quibus vastavit magnatn partem terre m aurorum cismarbic, spolians eam multis dívitiis ct infinita multitudine vaccarum, peccorum
et ium entorum ...” La bibliografía árabe de la batalla, utilizada por H uici y
Cagigas, es la -siguiente: Ibn Jaidún, ¡bar, I, 329, Abd al-W ahid al-M |arrakusi, al M uyib, Ibn Jallikab, IVafayat al-gyan, II» al-A tir, K am i!; Ibn Abi
Zarc, Quirtás, A nónim o de Copenhague,
68 R o d e e i c u s X i m e n i i , 01 c., c a p . X X V III, p . 170.
.
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Castillo de San Servando.
Lienzo de m urallas.
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J. F. RIVERA RECIO
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m enda d e rro ta p a ra el m o n arca castellan o , cuyo 'ejército
quedó deshecho. Jo rn a d a triste en la h isto ria de la recon­
q uista, llo ra d a en las crónicas cristian as, m agnificada hasta
las n ubes en los relato s m usulm anes, pues, según ellos, el
triu n fo de Alarcos "hizo o lvidar todas las victorias anteriores
de al-Andalus y su g rato recuerdo quedó en la boca de to d o s” 69.
Como consecuencia de tam a ñ o d esastre C elestino I II, el
antes m encionado cardenal Jacinto, convocó a u n a cruzada
en E spaña, llam an d o a la cristia n d ad p a ra q u e to m a ra p a rte
en e s ta em presa. El caudillo alm ohade qu iso aprovecharse de
la d eb ilid ad cristian a, realizando en 1196 u n a alg ara, en la
que, tra s c o n q u ista r M ontánchez, T ru jillo y Plasencia, e n tra ­
ro n p o r T alavera, S an ta Olalla y E scalona, ata c a ro n M aqueda
y cerc a ro n Toledo d u ran te diez días del m es de J u n i o ™ .
N uevam ente se rep itió la incursión en la tem p o rad a siguiente
con el itin e ra rio d e v a sta d o r de T alavera, M aqueda, Toledo,
M adrid, Alcalá, O reja, Uclés, H uete, Cuenca y A la rc ó n 71.
De la fero cid ad con que se llevaban a ca b o las expediciones
alm ohades y de los enorm es daños que se p ro d u je ro n en la
naciente organización c ristia n a toledan a, nos in fo rm a c ru d a ­
m ente el frag m en to de la c a rta de T am ín dan d o cu enta de
la c o n q u ista de Uclés: "arran c a m o s los árboles, co rtam o s las
nucas, d errib am o s las casas y los edificios, destruim os la
iglesia y sus cruces y nos hicim os m u tu o s regalos de p ri­
sioneros. B uscam os las cosas ocultas y exam inam os los edifi­
cios p o r donde pasó la m uerte y de los que se ap o d e ra ro n las
espadas y en sus resto s sólo h a b ía ru in a y en sus vestigios
escom bros h a sta su p e ra r la fe al p o liteísm o y c am b iar las
cam panas p o r los alm uédanos y s e r q u itad o s los ídolos de
sus lugares y ser a rra n c ad a s las cam panas de la iglesia" ,2.
Todo era som brío en estos años p a ra C astilla que logró
69 E n e! ras. anteriorm ente citaría CT. R. 39-25, y precisamente en la
fecha X IV kal. augusti E ra M jC C X X X III (19 de Julio de 1195) se señala la
muerte de “ G uterrus aecobicnsis episcopio, Jcshanncs abulensis episcopus, frater
noster Munio et multitudo christiunorum ". Puede verse con más amplitud en
J. González, E l r e i n o de C a s t i l l a . . . I, 952-970.
70
A n . T a l. I , a. 1 19 6 .
71
72
An.
T o l.
H u ic i
I,
a. 1197.
M in a n d a ,
A .,
Las
gran des
b a t a lla s ...,
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
12 g.
34
RECONQUISTA Y POBLADORES
p a c ta r una tregua de diez años con al-M ansur. Los Anales
toledanos no hacen relación de nuevas gu erras con los alm o­
hades, sólo p arece que se lim itan a ir sum ando desgracias
tra s desgracias. E n el 1200 u n a gran crecida del Tajo, de ta n ta
m agnitud com o la del 1181, en el que las aguas llegaron h a sta
San Isidoro; en el 1203, el terc er día de N avidad, o tra avenida
del río se llevó el p u en te y, al año siguiente, o tra en el m es
de Febrero, arra n c ó los pilares. El 1205 fue u n año de ham bre;
en el 1207, el 28 de F ebrero, u n eclipse de sol to rn ó al día en
noche desde las nueve h a sta las doce de la m añ a n a y el Tajo
to rn ó a crecer ta n to que las aguas c u b rie ro n la p u e rta de la
A lm ohada el jueves, 27 de D iciem bre.
El 1208, últim o de n u estro estudio, reg istró dos m u ertes
m uy sensibles: el 28 de Agosto m o ría el arzobispo don M artín;
el 11 de N oviem bre fallecía el p ro c e r alcalde de Toledo E ste
b a n Illán.
C uatro años después, en 1212, ten d rá lu g ar el hecho bé­
lico m ás reso n an te de la reco n q u ista en la b a ja E d ad M edia
castellana. E n los m ism os días, aniversarios de la d e rro ta de
A larcos, los alm ohades recib irían de las fuerzas c o n ju n ta s
cristia n as en las Navas de Tolosa, la m ás fu e rte de las em ­
bestid as y el m ás d uro golpe, del que no log rarían resarcirse
V d a ría al tra s te con su poderío. A p a rtir de entonces el reino
de Toledo queda definitivam ente liberado y la p a rte m eridio­
nal de él puede re s p ira r tra n q u ila y organizarse en paz.
Pero h a sta entonces, d u ran te ciento veinticinco años, se
ha vivido en co n tinua zozobra. Ríos de sangre se h a n vertid o
en el área del te rrito rio . M illares de cautivos gim ieron en las
m azm o rras de las fortalezas. Con el co n stan te ir y venir, an te
los avisos de peligro, los desplazam ientos de las gentes des­
pavoridas fueron trágicos. Las rep resalias, crueles. T alados los
cam pos; quem adas cien veces las cosechas. E m pobrecidas las
gentes que viven en p e rm a n en te alarm a. Las escenas de sangre
se rep iten cada día en esta g u e rra de m ás de cien años, difícil­
m ente com lpartida p o r ningún o tro te rrito rio pen in su lar. C ris­
tian o s y árab es d e m u estran inconcebible ferocidad.
Tal es el escenario donde se p ro d u cirán la m ay o r p a rte
de los hechos n a rra d o s en las páginas siguientes. G eografía de
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
35
J. F. RIVERA RECIO
fronteras poco consistentes, cuya elasticid ad está a m erced
del predom inio cristian o o m u su lm án en los sucesivos
em bates.
POBLADORES Y GRUPOS ETNICOS
El reino de Toledo, cuya co n q u ista in teg ral no se h a lo­
grado todavía en el 1208, constituye u n a míarca castellana
ad en trad a en el te rrito rio de ahA ndalus. E n ella se verifica
la ab ig arrad a convivencia de grupos étnicos perten ecien tes a
varias religiones (cristianos, árabes y judíos); núcleos de p o ­
blación de los cuales unos son indígenas o ya establecidos en
el territo rio cuando se verifica la rec o n q u ista (m ozárabes,
árabes y judíos); o tro s son advenedizos, com o los castellanos
y los francos, que llegaron en los p rim e ro s tiem pos de la
conquista y se qued aro n asentados com o p o b ladores.
Sin p re te n d e r hacer un estudio p o rm en o rizad o de los d is­
tintos grupos, conviene señ alar sobre cad a u n o de ellos los
datos necesarios p a ra la m e jo r com prensión de los problem as
que p o sterio rm en te surgen.
C om enzarem os p o r los c ristian o s: m ozárabes, castellanos
y francos, p a ra seguir luego con los ára b e s y judíos.
LOS MOZARABES
El pueblo m ozárabe fue el istm o de u n ió n e n tre los visi­
godos y los cristian o s sep ten trio n ales de la época de la
reconquista. Como el te rrito rio donde h a b ita b an , tam bién los
m ozárabes fu ero n reconquistados e in co rp o rad o s a la cris­
tia n d a d 73. Desde la invasión, en el 711, h a b ía n vivido po lítica
y ad m in istrativ am en te som etidos d u ran te casi cu atro siglos
a los jefes de las gentes islám icas, a m p a rad o s en el e sta tu to
especial de to lerancia que el Corán a to rg a b a a las "gentes
del libro", —la B iblia— , ya se tra ta s e de cristian o s o de judíos.
73
Sobre el pueblo mozárabe son obras meritorias Sim onet, J. 8., H istoria
de lo s mozárabes de España , Madrid,
¡8 9 7 - 1 9 0 3 ,
mozárabes, ya citada.
C a c ic a s ,
I.
de
la s ,
L os
Imprescindible pura el conocimiento de la mozarabía
toledana 'es el estudio y la colección de íiocuin utos del s. X I al X IV publicados
per Gomzai-ez Pai.kncia, A., L o s mosáratn's toledanos en los siglos X I I y X I I I ,
Madrid, 19 2 8 -19 3 0 .
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
36
RECONQUISTA Y POBLADORES
E n v irtu d de tal política de tolerancia, los cristian o s es­
pañoles de principios del siglo V III —h isp an o rro m an o s y vi­
sigodos— conservaron su religión que solam ente podían
p ra c tic a r p riv ad am en te y en el in te rio r de los tem plos, las
iglesias (de las cuales se in ca u taro n los dom inadores en m uchas
ocasiones, cuando e ra n edificios notables, tales com o los
tem plos catedralicios de C órdoba y Toledo, que convirtieron
en m ezquitas), la je ra rq u ía eclesiástica c o n tin u ad a en v arias
sedes h a sta la reconquista. E n el orden civil la m in o ría m o­
zárabe e ra regida p o r u n conde — comes, defensor— , siendo
el censor el encargado de a d m in is tra r ju stic ia y el exceptar,
quien recau d ab a la trib u ta c ió n . E sta era debida a u n doble
concepto, según se tra ta se de capitació n individual, la yizia,
o de im puesto p o r los fru to s de la tie rra , el jaray. E n los con­
flictos in tern o s del grupo se aten ían a las n o rm a s del Liber
J u d ic u m o F uero Juzgo.
■
La h isto ria del pueblo m ozárabe en al-Andalus sigue u n a
tra y e c to ria carg ad a de vicisitudes. E n los m om entos de go­
b iern o d u ro y cen tralizad o r la vida social resu lta b a penosa
y cohibida, llegando en ocasiones a su m arse a las revueltas
de árabes rebelados c o n tra el poder c e n tral, a le v a n ta r gritos
de independencia y a a d o p ta r actitu d es religiosas de insum i­
sión ahogadas con sangre de m artirio s. D espués el fervor re­
ligioso se fue apaciguando, diríam os que enfrian d o . Desde
m ediados del siglo IX , según es posible a p re c ia r hoy p o r las
fuentes llegadas h a sta nosotros, la vida c ristia n a del pueblo
m ozárabe es m ás u n a tra d ició n que se conserva y tra n sm ite
que u n a existencia tra n sid a p o r las n o rm as evangélicas. Tal
vez e stu d ian d o com p arativ am en te la densidad cristia n a m o­
zárabe con la de o tra s cristian d ad es, no a rro je n éstas u n nivel
m ás elevado que el de los cristian o s som etidos de la E spaña
m u sulm ana. Q uerem os, sin em bargo, su b ra y a r que no se tra ta
de c o m p a rar el p eríodo de p erm anencia e n tre los ára b e s del
p ueblo m ozárabe con la e ra de las persecuciones en el im perio
rom ano. En al-Andalus la persecución fue tra n s ito ria y efím era
V la toleran cia constituyó el co n tinuado am biente de convi­
vencia; d u ran te la era de las persecuciones en el im perio ro ­
m ano se fue fo rm an d o desde N erón h a sta Diocleciano un
corpus legal destinado al exterm inio del cristianism o.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. P. RIVERA RECIÓ
37
Pero tam b ién debe p o n d erarse que la fu n d am en tal razón
de unidad de este pueblo fue la religión católica y que de
las inm ensas regiones c ristia n as subyugadas p o r los m ahom e­
tanos cabe la h o n ra a los m ozárabes de h a b e r sido u n a de
las contadas com unidades dem ográficas que co n serv aro n su
fe cristiana.
La población m ozárabe, a raíz de la invasión árabe, debió
co n stitu ir la inm ensa m ay o ría de los p obladores de la P enín­
sula. Los invasores llegaron en m uy reducido n ú m ero y vinie­
ron sin m ujeres, ellos, polígam os. E nseguida los privilegios
otorgados p o r el C orán a quienes se p a s a ra n al islam ism o y
los m atrim onios con cristian as, cuyos hijos legalm ente d e ­
berían ser m ahom etanos, hizo que, en el decurso de los siglos,
la p roporción tendiese a igualarse y a u n quizá a su p erarse del
lado m ahom etano.
O tro ta n to p o d ría decirse de la condición social. E n los
comienzos, p o r m uy am biciosos que se m o stra ra n los c o n ­
q uistadores y p o r m uy esquilm ados que q u e d a ra n los indí­
genas, aquéllos e ra n escasam ente veinte m il dedicados a la
guerra y la riqueza e ra agrícola y ganadera. A u n q u e los
invasores se e n riq u ecieran ex tra o rd in a ria m e n te , tod av ía h ab ía
m argen p a ra q u e m uchos nativos co n tin u asen en elevada
posición económ ica y social. Pero a m edida que fue p asan d o
el tiem po y se au m e n taro n los p a rtic ip a n te s en el lado de los
m usulm anes hubo de p ro d u cirse p a u la tin a m en te el em pobre­
cim iento m ozárabe. Suponem os que la m ayoría de ellos, ya
en el s. XI, debieron p erten ecer a la clase que vivía del tra b a jo
de sus m anos al servicio de señores m usulm anes.
D urante el p eríodo taifal b a sta n te s m ozárabes, duchos en
las b a n d e rías políticas de las d istin ta s estirp es islám icas que
convivían en E spaña, ocu p aro n p u esto s de g ran relieve, de­
m o stra n d o u n a no tab le activ id ad en los consejos de los
régulos. No o b stan te, en la taifa to led an a no se tiene noticias
de que in terv in ieran de fo rm a descollada.
Parece com o si en tre los d irecto res del pueblo m ozárabe
se hubiesen p ro d u cid o dos tendencias, no d o cum entadas en
las fuentes —las tendencias, cuando no se logran, nacen, se
d esarrollan y m ueren o cultam ente— p ero in sin u ad as p o r la
m anera de c o m p o rtarse en sus actuaciones. E sta doble dircc-
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
38
RECONQUISTA Y POBLADORES
ción era p a ra unos el deseo de ro m p e r del to d o el yugo trib u ­
ta rio m usulm án p a ra inscribirse y fo rm a r p a rte en la H ispania
c ristia n a que se expansionaba. O tros, sin em bargo, no sen tían
ningún deseo de vivir b a jo ningún m o n arc a ex traño, pues
conocedores de la form a en que se h a b ía p ro d u cid o la des­
m em bración taifal p o r la elevación a reyes de sim ples gober­
nadores dependientes, p en saro n conseguir esta m ism a in d e­
pendencia p o l í t i c a , codo a codo y com o continuación
te rrito ria l soberana, p ero en el m ism o plano, de los reinados
cristianos del N orte. C u a n d o se ap ercib iero n de que sus
proyectos no tenían visos de inm ed iata realización, a n te la
llegada de Alfonso VI a Toledo, vem os que varios elem entos
directores de e sta po lítica se c o r r i e r o n h acia las taifas
levantinas.
El o tro grupo, posiblem ente m ás num eroso, facilitó desde
d e n tro en m uchas ocasiones la expansión alfonsina con su
colaboración.
AI p ro d u cirse la co n q u ista cristia n a de cada te rrito rio
árabe, p o r este solo hecho los m ozárabes debían h a b e r cesado
de d enom inarse así. Y, sin em bargo, tal vez com o designación
de u n a e stirp e, c o n tin ú a n llam ándose m ozárabes y viviendo
en sum o grado islam izados. Si se exceptúa la pro fesió n reli­
giosa y el régim en ju ríd ic o p ro p io , no se distin g u iero n de los
á ra b e s ni en la lengua ni en la m an era de realizar sus docu­
m entos. Y e sto no solam ente en los años in m ed iatam en te
p o sterio res a la conquista, sino tam b ién d u r a n t e todo el
s. X II y X III, dándose el caso pereg rin o de que m uchos docu­
m entos, en que intervienen nom bres rom ances o latin o s e
individuos no m ozárabes, se en cu en tran red actad o s en ára b e 74.
Jam ás los m ozárabes p e n saro n que el uso del ára b e po d ía
c o n stitu ir p a ra ellos m otivo de ignom inia, pues no sólo re ­
d a c ta n en esta lengua sus docum entos sino que con denom ina­
ciones árabes designan la m ay o ría de los cargos públicos y
ellos m ism os llevan nom bres arábigos, au nque sim u ltá n e a ­
74 De los 1.175 domínenlo.’, r e d a c t a d o s en á r a b e y correspondientes a
los s. XT-XIV, t r e s cc-rrcsi oíkívii al s. X I, 411 al s. X II, 753 al s. X III y
0 a l s. X IV. Con), o die.' citada d e G o x z a i . k z F a l e n c i a .
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
j . F. RIWERA RECIO
39
m ente m uchos de ellos ostenten tam b ié n su no m b re latino.
In teresan te es en este sentido el d o cum ento del 1115:
In Dei nomine ego Dominico P ctriz qui ita vocor in latinilatate
ct in algariva Auolfaqam Auenbago; similiter et ego Dominiquiz
qui ita vocor in latinitate et in arabia A ualfacam Altane cierna... 75.
El bilingüism o hubo de ser u n fenóm eno c o n stan te d u ra n te
este período, am pliado d e s p u é s con el creciente uso del
rom ance.
Los enlaces m atrim o n iales e n tre individuos procedentes
de los d istin to s grupos cristian o s debieron verificarse desde
los p rim ero s años de la convivencia y no hay testim o n io
alguno que insinúe la m en o r d iscrim inación en este p u n to .
E n tre los m uchos ejem plos que p o d ría n ad u cirse sirva el
siguiente que d e m u e stra la im p eran te am algam a de pueblos
y razas. El docum ento, red actad o en árabe, c o rresp o n d e al
mes de S eptiem bre de 1134 y, com o se puede apreciar, lo
único que va escrito en caracteres latin o s son dos nom bres
árabes y o tro de un franco 7Ó.
“ V enta de una parte de la alquería de Lorita, que perteneció
a Sid bet) Sarsii, otorgada por Colomba, hija de Zacarías el
Tintorero, 'esposa que fué de Sid, ahora, en segundas nupcias,
casada con Yahya ben Ornar ba.r Arcam, a fovor de don Vital
de Tolosa... M ikacl iben M artín, testis. Joan Petriz, testis".
El 20 de M arzo de 1101 Alfonso VI otorgó u n fuero "ad
totos m ozárabes de T o leto ” 71. E n este privilegio, in te resa n te
desde el p u n to de v ista m unicipal, se m an ifiesta que la po b la­
ción m ozárabe to led an a se en c o n trab a p a rte en la ciudad, en
el m om ento de la reconquista, p ero p a rte era tam b ién llegada
con p o ste rio rid a d a ella y a tra íd a p o r las concesiones del rey:
“...vos om nes quos in hac urbe semp&r amavi et dilexi seu
de alienis terris ad p o p u la n d u m a d d u x i...’’ Debe ad v ertirse
adem ás que los que en 1085 en c o n tró A lfonso en Toledo no
todos eran o riu n d o s de la ciudad, p u es el g rupo se h a b ía
75
Citado por
76
Jb id .,
77
M uñ oz
v o l.
I,
P a lw ícia ,
G o n z á le z
1 5 , fl.
R om ero,
A .,
L o s m ozárabes...
v o l.
p rel.,
2 1.
B .,
Fueros municipales
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
(M a d rid ,
1847),
I,
360.
123.
40
RECONQUISTA Y POBLADORES
in crem en tad o años antes con la inm igración de fugitivos de
A ndalucía, au nque p arece que m uchos de éstos, al preverse
cercan a la conquista, huyeron hacia las taifas levantinas.
Al ap o d erarse del te rrito rio toledano el m o n arc a cristiano,
ta n to las fuerzas que con él llegaron com o los m ozárabes resi­
dentes hu b iero n de apro v ech ar la situación v e n ta jo sa en que
se e n co n trab an y no ta rd a ro n en ad u eñ arse d e h ered ad es que
sus poseedores m usulm anes o ab a n d o n aro n o m alvendieron.
E n esta confusión hubo de procederse con energía p a ra lo g ra r
u n re p a rto m ás equitativo, q u ita n d o a los que se h a b ía n e n ri­
quecido desm esuradam ente y dándoles a quienes se hab ían
quedado con poco. Las pesquisas de la ju sticia tuvieron que
se r m uy m inuciosas, pero a los quince años de la conquista,
ya las aguas p arece que se h a b ía n rem an sad o y en el citado
fu ero ■iel rey determ in a que cesen las inquisiciones, oto rg án ­
doles que en sus litigios co n tin ú en sirviéndose de las p re s ­
cripciones del F orum l u d ic u m adem ás de o tro s privilegios y
exenciones p o r los que quedan equiparados a los castellanos 7S.
Del expolio de los docum entos arábigos, González Palencia
ha podido h a c er la lista de doscientos c u a re n ta y nueve lu­
gares donde h a b ita b a n m ozárabes, adem ás de la ciu d ad de
Toledo. E s cierto que m uchos de estos lugares sólo están
atestiguados en el s. X III, pero tam b ién lo es que ú nicam ente
la m en cio n ad a relación puede d a r u n a id ea ap ro x im ad a de
la d istrib u c ió n geográfica m ozárabe, ya que la m ayoría de los
lugares relacionados corresp o n d en a los alred ed o res de Tole­
do o de su am plio alfoz. El exam en de los docum entos d a idea
de la a m p litu d de la población m ozárabe, pues no creem os
que existiese ningún lu g ar po b lad o donde no residiesen m o­
zárabes.
Sabem os p o r el c o n tra rio la casi exclusiva población m o­
zárabes de algunos lugares com o la aldea de P a sto r y Z orita.
Tenem os tam bién noticias de los p obladores m ozárabes
Fuero de los mozárabes “ ...Cum practeritis temporibus fuerint íactas in
Tolelo multas pesquisitiorv. s super cortes et hereditates sic de presuria quemodo
et (te comparato et cutn tollerent ad illos qui magis habebant et darent ad
eos, qui nkhil aud qui pauco habebant. Nunc ego iam quaero imponere fitr. m
ad istam causam et nolo ut amplius fia n t...”
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
inam uiu rK u vin u A i^
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S O N V G 3 T O I s o i a n i s a -<
o
J. F. RIVERA RECIÓ
41
de S an ta Olalla, M adrid, G u ad alajara p o r la co nfirm ación de
los fueros hechos a lo largo del s. X I I 79.
Adem ás de los nativos y de los po b lad o res a tra íd o s en los
prim eros años p o r Alfonso VI, sabem os que se p ro d u je ro n
inm igraciones en los tiem pos p o sterio res. Con m ozárabes a ra ­
goneses pobló Alfonso V II la fortaleza de Z orita, a quienes dió
fuero en 1156m. A nteriorm ente, im pulsados p o r la persecución
alm orávide llegaron a te rrito rio to led an o m ozárabes p ro ce ­
dentes del M ediodía y de Levante, e n tre los que se contaban
algunos prelados, tales com o Clem ente de Sevilla y los obispos
d< N iebla y M archena, los cuales resid iero n en T alavera o
Toledo, ejerciendo sus funciones episcopales 81. T am bién está
p erfectam en te docum entada la co m u n id ad de m ozárabes m a­
lagueños in sta la d a en la aldea de P a sto r en V aldecarábanos,
entre los que se cuenta el arcediano M iguel. A éste y a o tro s
doce, cuyos nom bres se citan, o to rg a Alfonso V II el 4 de
N oviem bre de I I 54 la citad a a ld e a 82.
Tales inm igraciones debieron c a u sa r g r a v e s tra sto rn o s
dentro de la disciplina eclesiástica diocesana, pues n o sólo
siguieron conservando sus co stum bres, sin o que adem ás debie­
ro n oponerse a las n o rm as del m etro p o lita n o y em peñarse en
conservar el rito m ozárabe todavía vigente en la zona d o ­
m in ad a p o r los árabes. El arzobispo don Ju a n se vió p re c i­
sado a re c u rrir a la S an ta Sede e inform tar a E ugenio I I I de
79
SlM ONET,
80
S lM O N E T ,
J.-F., C.
J.-F., O.
C.,
686-687.
754-
8 1 R o d r i g o X i m E f j i i , o . e., 1. IV, c. I I I dice: l:F u it ibi alius electus
nomine Clemens, qui fugit a facie almohadum Talaveram, ibique diu moratus
vitam fi'.iivit, cuius contemporáneos memini me vidisse. Vencrunt etiam, tres
episcopi A-sidonensis ct Elepensis et tertius de M archena (?) et quídam
archidiaconus sanctissimus, pro quo etiam Dominus miracuia operabatur, qui
archiquez arabice dicebatur. E t usque ad mortem in urbe regia perm anserunt
■episcopalia e x e r c e n t e s ct unus eorum in ccclesia maiori est sepultus... ”
Conf. F i t a , F ., Obispos mozárabes refugiados en T oledo a mediados d el s. X I I ,
c n ”BAH, 30 (1897), 529-532. G o n z á l e z P a t e n c i a , A., L o s mozárabes--vol. prel. 181, núm. 354 aporta nuevas confirmaciones y B u r r i f . l , A., M em orias
ríe las santas fu sta y Rufina, 19 recoge la tradición sobre el venerado arcediano
Josrph Archiqurtí.
83 A . H . N-, Calatrava, documentos rea\:s, núm. 11. Conf. [ C e p e d a
A d á n , J., o . c . ifí y 35-36.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
42
R e c o n q u is t a
y po blad o r es
la in su b o rd in ació n m ozárabe, determ in an d o el p ontífice que
obedecieran al p relado, si q u e ría n p erm an ecer en su diócesis
y que, ab an d o n an d o el rito hispano, acepten el ro m an o 83. No
debieron escasear los conflictos con los o tro s grupos de la
población, au nque la fusión debió hacerse cada vez m ás e s tre ­
cha, si bien la lengua, com o a rrib a se dijo, co n tin ú a u tilizán ­
dose h a s ta el s. XIV y tod av ía p e rd u ra e n T o l e d o y sus
alrededores el grupo de fam ilias apegadas a su ascendencia
m ozárabe y m atric u la d a s en el censo de las feligresías p a rro ­
q uiales de San M arcos y S antas Ju sta y R ufina.
LOS CASTELLANOS
P o r castellanos se entiende a todos aquéllos que procecedentes de C astilla, León y G alicia —los tre s reinos de Al­
fonso VI y Alfonso V II— vinieron a a sen ta rse en el reino
recién conquistado de Toledo. El m ás im petuoso contingente
de m o ra d o res castellanos h u b o de p ro d u cirse en los p rim ero s
años de la conquista. C astellanos e ra n la inm ensa m ay o ría de
las tro p as de Alfonso VI; en los rep a rtim ie n to s in m ed iato s a
la posesión, m uchos de los que h a b ía n llegado com o soldados
debieron in sta la rse com o pobladores. E n el fu ero de los m o­
zárabes del 1101, a n te rio rm e n te citado, se h a b la de que el
consejo a seso r del juez h a de e sta r in teg rad o p o r cinco m ozá­
rab e s y cinco castellanos. A proxim adam ente de la m ism a fecha
que éste hubo de o to rg arse el fuero de los castellanos, cuyo
original está perd id o , p ero cuyo texto puede rec o n stru irse casi
en toda su su stan cia p o r el de E scalona, dado en E n e r o
de 1130 S4, hecho a sem ejanza de aquél "con el que p o b ló el
rey don Alonso el p a ssa d o ... a todos los castellanos en la
ciu d ad de T oledo”. El 16 de N oviem bre de 1118 Alfonso V II
confirm a en u n fuero general los privilegios de m ozárabes,
francos y castellanos. A lo largo de todo el siglo los nuevos
3,3 J a ffe 9641. “ ...Siglnificatum nobís est quod quídam qui musarabes nuncupantUr... ‘suam antiquam constíetudinem conaequentes ab Hpostolida sede
diversa sentiré presum ant...”
84 Puede verse el texto, en antigua versión castellana, en M a r t i n
(Jau fro , A., H istoria (k Toledo (Toledo, 18Ó2), 1045-47.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. F. RIVERA RECIO
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privilegios forales y c artas de población se m u ltip lican y, dadas
las v en tajas que su aceptación supone, la inm igración de fa­
m ilias de la T rassierra debió ser co n tin u ad a. R evisando los
docum entos, lo m ism o latinos que árab es, se ad v ierte el gran
n ú m e r o de estirp es h isp an as que en ellos aparecen y que
proceden de la línea su p e rio r del m acizo m ontañoso del Gua­
d arram a. P o r vía de ejem plo y lim itán d o n o s solam ente a los
años que corren e n tre 1140 y 1156 y a los docum entos latin o s
conservados en el archivo c a p itu la r de la C atedral to ledana
podem os ap re c ia r la expansión castellan a en el te rrito rio . Son
casi en su to ta lid a d donaciones de A lfonso V II en el ú ltim o
período de su reinado. Por ellos vem os in sta la rse en 1140 en
el térm in o de C am arena a Dom ingo Dom ínguez y a sus fam i­
lia r e s 85, en tre los p a rticip a n te s e n el 1146 de la villa llam ad a
Campo-Rey se cu en tan en unión de algunos m ozárabes Pelayo
M artínez, Pedro Pedriz, P edro C astellano, Ju a n Gonzálvez, E s­
teb an J u lia n i86; en A rcicóllar posee tie rra s la fam ilia de G arcía
P e láiz 87; en 1150 el em p erad o r dona las villas de Bel y Ciruelos
¿i Pelayo de F ró m is ta 88, y en O ctubre de este m ism o año la
villa de A lcubillete a Dom ingo C id iz89. E n tre los beneficiarios
de la donación im p erial de la villa de Los Alam os, en 1151, se
cuentan M artín S arran io , Pelayo G arcía, Dom ingo Salvadoriz,
Miguel R um enaz, Chico, Dom ingo Sandíniz, Ju lián M artínez 90.
E n el 1156 Ñ uño Pérez y sus descendientes reciben la aldea
de A lcab ó n 91 y A rm ildo M elcndez la de Z u fe ra 92. El P. Se­
rra n o 93 fu n d án d o se en la advocación de S anto D om ingo de
85 C T . ‘ Arch. A . 11. G. 1. 1.
86 C T . A)\ch. A . t i . I. 1. 1. En este documento dice Alfonso V I I : “ Ego
A detonsus... térras ct villas desertas in teiritorio T o k ti existentes reedificare
et populare d esideran s..."
87 Orig, C T . A rch . A . 5. G. 2. 3.
88 CT. A r ch. I. 3. O . 1. 1.
89 C T . A rch . A . 3. G. I. I.
yo Orig. C T . A rch . A . 2. C. 1. 1.
91 O rig. C T . A rch , A . 2. G. 1. 1.
02
O rig. C T . A rch . I . 3. L . 1. 1. Conf. S e r r a n o , L., L o s A rm íld es de
Toledo y el Santuario de T ortoles (Madrid, 1933).
93 S erran o , L,, I 1.! obispado i b B urgos y Castilla primitiva dc$de el
s. ! ' al X I ! I , t. I (Madrid, 1935), 356. En la misma página escribe: “ Vemos
a.,'mismo en T ol do un pueblo llamado V illa do Silos, y en Guadalajara,
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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RECONQUISTA Y POBLADORES
Silos, titu la r de las respectivas iglesias, h a visto colonias
b u rgalesas en “Alrponacid de Z o rita ...; S anto D om ingo del
Ja ra m a , L oranca de T ajuña, M adrid, Olías del Rey, Pinto,
Pozuelo del Rey, Cabañas, P rádena del R incón, V illanueva de
H o rcajo y V illanueva de Ja ra m a".
A d e m á s de los p obladores y colonizadores, castellanos
h u b iero n de se r la g ran m ayoría de los alcaides de las fo rta ­
lezas toledanas, según a n te rio rm e n te se ha visto y pone de
m anifiesto la Chronica A defonsi, y gran p a rte de los que
in teg rab an el ejército de g uarnición y defensa. La estirp e cas­
tellan a aparece claram ente en los que fo rm an d o p a rte de la
m ilicia toledana, acom pañaban en el 1107, en el castillo de
M onzón, al arzobispo don B ernardo. E n tre ellos ap arecen
F ern an d o Telliz “p rin cep s to letan e m ilicie" y Ju a n R am iriz,
J u a n Didaz, F ern an d o Alfunso y M unio A lfo n so 94.
Los avances y repliegues o cu rrid o s d p ran te to d o el s. X II
sirvieron p a ra que m ozárabes y castellanos se fu n d ie ran e n tre
sí y que la o b ra de castellanización p ro g re sa ra h a s ta im ponerse
so b re todos los dem ás elem entos in teg ran tes de la a b ig a rra d a
p o b lación del te rrito rio 95 .
Huérmeoes del Cerro, M azurcas, Padilla del Ducado, Padilla de H ita, Saldaña
de Ayllón, cuyos nombres provienen de tierra de Burgos, de donde salieron,
sin duda, los pobladores."
'9 4 ' C T ,f A r c h .'.I . 12. i 4 , 1. 1.
95 G o n z á l e z , J., La reconquista española..., 168-169.
Creemos que debió fomentar también la inm igración castellana en Toledo
el ambiente de cruzada despertado por los últimos pontífices desde A lejandro II
y sobre todo desde la predicación de la prim era a los Santos Lugares en el
Concilio de Clcrmont y la prohibición impuesta tanto a los seglares como
a los clérigos de que abandonen el territorio hispano, oprimido por los moabitas,
para lanzarse a la conquista de T ierra S anta; conf. Ja e fe 5839 “ sicüt militibus,
ita etiam clericis vestrarum partibus interdicimus, ne occasione ierosolymitane
visionis, ecelesiam et prcvinciam suam deserere presumant, quam moabiíarum
feritas tam frequenter im pugnat". E n el mismo sentido escribe a Alfonso V I
(Jaffe, 5840), el 14 de Octubre del 1100: “ milites tuos, quos vidimus, iré
Icrosolytnam prohibuim us ; litteras insuper hoc ipsum prohibentes et peccatom m
veniani pugnatoribus in regna vestra comitatusque mandavimus” . La prohibi­
ción pontificia y las ventajas espirituales de la cruzada extendidas a la recon­
quista española incrementaron sin duda la llegada de contendientes a los
territorios, que como el de Toledo, eran campo de batalla.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. F. RIVERA RECIO
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LOS FRANCOS
O tra veta c ristian a que h a de q u e d a r e n trev erad a en la
repoblación es la de los f r a n c o s D e s d e vario s años antes
de la reco n q u ista de Toledo, la a v e n tu ra bélica en el S u r de
los Pirineos se p rese n tab a a los cab allero s francos, especial­
m ente a los segundones de la nobleza, com o u n a de las
m aneras de h acer fo rtu n a y crearse u n señorío. El ejemiplo de
los av en tu rero s n orm andos que iban clavando sus dom inios
en las costas europeas y las exhortaciones pontificias de Ale
ja n d ro II y G regorio V II, sobre todo de éste que el 30 de
Abril de 1073 se dirigía a todos los p rín cip es que q u isieran
m arc h ar a E s p a ñ a 97, hizo que se d esp ertase en F ran cia un
clim a propicio a la lucha c o n tra los sarracen o s en la recon­
q uista ibérica.
No hay constancia alguna de que fuerzas m ilita re s francas
engrosasen el ejército de Alfonso VI en la cam paña de To­
ledo, sin em bargo, antes del 1085 el m o n arc a se h a lla b a ín ti­
m am ente relacionado con elem entos franceses de g ran influjo.
N ieta de G uillerm o V III de A quitania era Inés, la p rim e ra
m u je r de Alfonso VI, y C onstanza, la segunda, era biznieta del
rey de F ran cia R oberto el Piadoso. De la m ism a estirp e real
borgoñona fueron los yernos de Alfonso, R aim undo y E nrique,
casados respectivam ente con U rraca y T eresa, com o la o tra
hija de Alfonso, E lvira, m atrim o n ia d a tam b ién con el fran co
R aim undo de Toulouse.
Los yernos del rey, que llegaron a C astilla al poco tiem po
de la d e rro ta de Zalaca, debieron p re se n ta rse con sus hues­
tes de caballeros y peones que, al situ a rse sus respectivos
señores en los m ás altos p u esto s del reino com o virreyes de
Galicia y P ortugal, se a sen ta ro n en la P enínsula y a tra je ro n
m ayor n ú m ero de francos que acu d iero n al señuelo de prove­
chosas prebendas.
96 Sobre los francos y sus i n t e r v e n c i o n e s e n España c o n f . M e n e n d e z
Pidai., R., La España de! C id ..., 256-280; G onzález F ale n c ia, A., L o s mo­
zárabes..., vol. prel. 140-142. Ampliamente estudia la cuestión D efourn f.au x,
M., L es francais en Espagne an X I 1’ i:t X I I U sicc lcs tP arís, 1941)).
97 J affe, 4778. Gregorio V il se dirige “ omnes principes in term m
Hispaniae proficisci volentes'’.
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RECONQUISTA Y POBLADORES
O tro capítulo y quizá el m ás eficiente de la inm igración
fran ca fue el m o n asterio de Sahagún, dependiente de la g ran
a b a d ía de Cluni y p o b lad a con m onjes cluniacenses. Cuando
en el 1086 el ab ad de Sabagún, B ernardo, fue designado arzo­
bispo de Toledo, su influ jo creció so b rem an era y si p a ra
p o b la r S ahagún se tra jo franceses y p a ra c o n stitu ir el cabildo
toledano tra sla d ó a su ciudad episcopal clérigos y jóvenes de
F rancia, a los que fue colocando luego al fren te de las sedes
españolas, no hay du d a de que en las tare as de repoblación
hubo de facilitar el acceso de sus com p atrio tas.
Adem ás, p o r lo que a Toledo se refiere, desde los com ien­
zos de la reco n q u ista el m o nasterio de S an Servando, m unífi­
cam en te dotado, es cedido a la S an ta Sede p ero b a jo la
dirección y ad m in istració n de la a b ad ía m a r s e l l e s a de
San V íctor, La p rim e ra generación m onástica h u b o de ser u n a
colonia m arsellesa y ella fue la que debió' s u frir las re ite ra d a s
em bestidas de los alm orávides h a s ta decidirse a a b a n d o n ar el
castigado cenobio.
Pero tam bién son de origen francés los m onjes cistercienses y los canónigos regulares que se establecen en la diócesis
a lo largo del s. X II.
Al señ alar los diversos grupos tra sp la n ta d o s del suelo
francés al toledano, no nos referim os exclusivam ente a los
religiosos y g u errero s, sino tam bién a aquéllos que con ellos
llegan y se asientan, com binando su p ecu liar m odo de vivir
con las circu n stan cias y nuevo am biente geográfico y social
en que se ven precisados a asentarse.
Toledo debió c o n ta r con u n copioso p o rce n taje de francos,
pues Alfonso V I se decide a co n sid erarles com o a los m ozá­
rab e s y a los castellanos dándoles u n fuero o e sta tu to p a rti­
cu lar, el fuero de los francos, red actad o en los com ienzos del
s. X II y confirm ado en el 1136 p o r Alfonso V I I 9S, después de
h a b e r eq u iparado a los tres grupos en el fu ero general
de 1118.
P o r las indicaciones de procedencia se señalan en los do
0» M a r tin Gamero, A., ;>. r., 1084. I.a disputa sobre la validez de! fuero
de los francos después del fuero general deí 1118 entre M uñoz Romero y
Am-\dor de lo s R íos puede verse en D efo u u rn e au x , o. c., p. 254.
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J. F. RIVERA RECIO
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cum entos las regiones de Toulouse, B orgoña, M ontpellier y
N arbona, aquéllas m ás cercanas y relacio n ad as con E spaña.
En Toledo h a b ita n u n b a rrio , titu la d o B a rrio de Francos,
situado e n tre la C atedral, el Alcázar y Zocodover, b a rrio de
com ercio y de m ovim iento. Poseen u n a alberguería, u n a c o fra ­
día p a rtic u la r y un lugar donde to d av ía en el 1170 "degüellan
los francos las vacas”. La advocación de S an ta M aría M ag­
dalena, dada a la iglesia que en este b a rrio se levanta, no hay
duda de que hubo de ser prom ovida p o r los feligreses francos
que en los alrededores residían. A unque no exclusivam ente,
pues francos existían en o tra s villas g ran d es del te rrito rio ,
pensam os que Toledo hubo de ser la que albergase m ayor
can tid ad de estos p obladores de origen francés.
J u n to a los estudiados grupos cristian o s, se en c u en tra n el
de los m ahom etanos y el de los judíos.
.
LOS MUDEJARES
El trasp aso , casi sin lucha, de la taifa de Toledo al cetro
de Alfonso VI, sirvió p a ra que la población continuase en su
inm ensa m ayoría, com enzando el 25 de M ayo de 1085 a ser
súbditos del rponarca c ristia n o los que h a s ta la v íspera lo
habían sido de al-Q adir. Por m uy n u trid o que se suponga el
censo de la rríozarabía toledana, in d iscu tib lem en te h u b o de
ser m ás num ero so el de los árabes que allí q u edaron. E n cua­
tro siglos de coexistencia en al-Andalus, m ah o m etan o s y cris­
tianos siguieron p ro porciones inversas, p ues m ie n tra s éstos
dism inuían en núm ero, aquéllos a u m e n taro n , según se d ijo
a n te rio rm e n te ", a causa de los m atrim o n io s m ixtos de m u­
sulm anes polígam os con c ristia n as — únicos p erm itid o s— o
po r la aceptación v o lu n taria de la religión coránica.
El cam bio de so b eran ía sufrido p o r los árabes toledanos,
99 Conf. pág. 37. Hablando de los árabes granadinos después de la toma
de la ciudad en 1492, dice H e rn á n no de Baf.za, R elaciones de los últimos
ticmpns de Granada, (Madrid, Sociedad de Bibliófilos españoles, II I, 3) que
“de doscientas mil almas que bahía en la ciudad de Granada aún 110 eran los
quinientos de la nación africana, sino naturales españoles y godos qui’ se habían
■'Eticado a ¡a ley de los vencedores ”.
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RECONQUISTA Y POBLADORES
debió de llevarse a cabo conform e a un pacto, cuyas cláusulas
au to rizab an a los vencidos la p erm an en cia en las localidades,
conservando sus casas, posesiones y religión 10°. E ra u n p ro ­
blem a de rec ta ad m in istració n , pero tam b ién era la co rres­
pondencia con que los m ozárabes pagaban su estancia e n tre
loe árabes. Alfonso VI desde el p rim e r m om ento com enzó a
in titu larse " se ñ o r de las dos religiones” y se da realid ad al
singular fenóm eno del m udejarism o. La p a la b ra " m u d e ja r”,
que parece p ro ce d e r del vocablo árab e m udayyan, equivaldría
a la de "rezag ad o ”, individuo que se apega a su p aís y que
voluntariam ente se som ete a un señ o r ex trañ o al islám ico.
La presencia del m uslim en “ tie rra de infieles" esta b a ex­
presam ente p ro h ib id a en la d o ctrin a m ah o m etan a p u ra y el
seguidor de ella se veía en la obligación m oral de tra sla d a rse
a alguna región donde se profesase p ú b licam en te la religión
del Corán, pues es antiislám ico obedecer las leyes de los "in­
c ré d u lo s” y ningún buen m u su lm án p o d ría c u m p lir debida­
m en te sus obligaciones religiosas en tie rra enem iga.
Com o consecuencia debe suponerse que los observantes,
au nque su p erm an en cia en los te rrito rio s co n q u istad o s les
estuviera p e rm itid a, em igrarían. La m asa de em igrantes h u b o
de e s ta r in teg rad a p o r los a ristó c ra ta s, m usulm anes de estirp e
a siática y de la p rim e ra época, difícilm ente a d ap tab les al
nuevo régim en de vida trib u ta ria ; m ie n tra s que apegados a
la tie rra , "rezag ad o s”, p erm an ecerían los de islamlismo m enos
p ro fu n d o , de b arn iz som ero, propicios a las conveniencias y
fáciles p a ra c o n tem p o rizar con los dueños recientes, a quienes
estab an dispuestos a obedecer, siem pre que se les d e ja ra en
la p ro p ie d a d de sus posesiones y en la paz de sus fam ilias.
Posiblem ente los m u d ejares del reino de Toledo fueron los
100 En hCkroniqtí'e latine..., edic. C i r o t , G., 21, se dice hablando de la
toma de Toledo que Alfonso V I se adueñó de la ciudad “ ...adiecta conditione
quod licerct eis remanen: in civitare, retiñere clamos et possesiones suas et
quod servirent ci sicut re g i...” R o d e ric p s Ximf.nii, o. c., V I, 22, escribe:
“ Cepit itaque T oletum ... multis pactioníbus Viitcrpositis, v'idelicet ut sarraceni
haborent plenc ct integre domos ct possesiones ct omitía quae habebant et
regi rem aneret praesidium civitatis cura viridario ultra pontem ; reditus autem
qui antiquo ¡une dabantur regíbus, eo persolverent agareni et etiam quod maior
mezquita eis in perpetuum rem an eret...”
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TOLED O
V ísta general de la iglesia de Santiago.
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I. F. RIVERA RECIO
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bereberes y los conversos al islam ism o p ero de ascendencia
e s p a ñ o la 101.
La m inoría m u d e ja r convive con los cristianos, h a b ita en
la vecindad de ellos; sabemios que las casas de éstos lindan
con las de aquéllos y que las fincas de unos y de o tro s son
c o n tig u a s 102. La vida de los "m(orosM está g a ra n tiz a d a en los
fueros, com o lo e s tá tam bién la de los judíos.
io i
Brillantemente expone C a g i g a s , I., d e l a s , L os m udejares..., estos
mismos conceptos, cuando escribe (págs. 70-71): “ Discurriendo lógicamente,
habrá que pensar que los buenos musulmanes... se fueron replegando a su
zona libre, y los más tibios, los acomodaticios, fueron los que osaron perm a­
necer bajo la administración de los politeístas, originando las comunidades
comunitarias protegidas por unas nacientes leyes cristianas, cuya® primeras
manifestaciones habrá que buscarlas en la discriminación de los fueros y cartaspuebl.'is. ¿P ero quiénes, fueron los unos y quiénes los otros? Generalizando...
habrá que pensar que los escasos elementos orientales, 'las familias de origen
árabe, aquellas que dieron los f u n c i o n a r i o s más ' e l e v a d o s de! califato,
aquéllas que en el período taifa conservaron el esplendor de C ó r d o b a
en los minúsculos g o b i e r n o s y se rodearon de f a q a h a y poeta®, serían
los que abandonaran las ciudades donde habían nacido “ para no oir a los
infieles insultar a sus antepasados”. Del mismo modo habrá que pensar
que la mayoría musulmana, la ittmna, la masa integrada por las intensas in­
migraciones beréberes y los mmvoladun españoles, los que constituyeron el
nervio bajo el gobierno califal de an-N asir y de al-H akan II, los que alimen­
taron los ejércitos die! dictador Ibn Abi Amir y de sus hijos, los que después
fueron el meollo de tantos reinecillos, los laboriosos trabajadores del campo,
musulmanes por la fe, pero que mezclaban conveniencias políticas con la reli­
gión y sentían menos las obligaciones rígidas de una aristocracia que les era
extraña, fueron los que dieron el mayor contingente de los nuevos vasallos
mudejares de los reinos cristianos. De aquí la propiedad del neologismo “ m oro”
para el nuevo protegido. El pueblo cristiano de entonces... adivinaba, acaso
sabía que predominaban —juntam ente con [o® españoles— los africanos, los
mauritanos, los “ m oros”, como dijeron con apócope verdaderamente popular
y tan acertado que nos lo copiaron otros pueblos. E ntre los m udejares habría
árabes o quienes pretendiesen descender de jefes orientales, pero es indudable
que en su mayoría fueron beréberes “ m auritanos”, que, juntam ente con los
hispano-romanos islamizados, se apegaban al terreno seducidos con el dulce
señuelo de conservar una sombra de autonomía política y religiosa, pero
indiferentes a la carencia legítima de un imán que los guiase y un poco rebeldes
a la tiranía fanática de su propia religión, que les imponía la huida. E n el
fondo, este segundo grupo era más nacionalista que el primero, del mismo
modo que los mozárabes sintieron más profundamente el patriotism o naciente
que los cristiaons libres o del P irin eo .”
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RECONQUISTA Y POBLADORES
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E l apego a la religión m ahom etana, m ás trad icio n al que
en trañ ab le, debió de irse cada vez haciéndose m ás flojo y el
n ú m ero cada día m ás reducido p o r conversiones, enlaces m a­
trim o n iales y m im etism o religioso.
Ju n to a estos m ahom etanos existen o tro s que p ro p iam en te
no se puede lla m a r m u d éjares. Son los esclavos, hechos p r i­
sioneros en las gu erras o en las incursiones a tie rra s p o r ellos
pobladas. Son aquéllos de los que se dice en el fu ero de
E scalona, p o r ejem 'plo: "Si alguno tuviere algún m ó ro esclavo,
recib a la tercia p a rte del precio p a ra que le tru e q u e n p o r
algún ch ristian o c a p tiv o ” 103. De estos m o ro s cautivos algunas
veces aparecen en los docum entos ra stro s, así com o tam b ién
de los lib erto s que h a n logrado em anciparse o rescatán d o se
a sí m ism os o siendo m an u n titid o s p o r sus señores.
S eguram ente los m u d éjares p ertenecieron a la clase social
b a ja y sus oficios hu b iero n de ser el cultivo de la tie rra , resi­
diendo, p o r tan to , m ás que en los grandes núcleos de población
en g ra n ja s y alquerías, aunque tam bién nos co n sta su d edica­
ción a la albañilería, pues aquellos alarifes que tra b a ja b a n
a su estilo con el ladrillo, la p ied ra y la cal, d ie ro n su,
m o d alid ad arq u itectó n ica, la del estilo m u d éja r, si bien la
designación sea de época b a sta n te tard ía.
P ara el ejercicio de su religión conservaron algunas m ez­
q u itas, au nque m uchas ya desde el p rincipio y o tra s después
se fu ero n convirtiendo en tem plos cristian o s y alguna, com o
la to ledana de las T ornerías, pasó a se r p ro p ied ad p a rtic u la r
de cristianos.
LOS JUDIOS
O tro pueblo de sem piternos "rezag ad o s” a lo largo de su
secular d iásp o ra fue el pueblo judío, cuyas com unidades a p a ­
recen enseguida en el reino de Toledo. Antes de que la ciudad
se co n q u ista ra , Alfonso VI co n tab a, no sólo con m ozárabes,
com o S isnando, sino con judíos, de los que se servía com o
m ensajeros, tales corúo Aben-Xalib, enviado al fre n te de u n a
10 2
G o n z á le z
103
Conf. nota 83.
P a le k c ia ,
A.,
Los
m o z á r a b e s ...
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
vol,
p r e l,.
151-153.
J. F. RIVERA RECIÓ
51
em b ajad a p a ra c o b ra r las p a ria s al rey de Sevilla y que fue
m u erto p o r éste al echarle en c a ra la b a ja ley de la m oneda
e n tre g a d a 1M.
C onquistado el te rrito rio , el m onarca cristian o se en co n tró
con el hecho consum ado de que g ran p a rte de la organización
ad m in istra tiv a de él estaba en m anos de judíos. E n vez de
destitu irlo s p a ra reem plazarles p o r cristianos, el co n q u ista d o r
y sus sucesores siguieron utilizando la singular pericia h eb rea
p a ra la recaudación de im puestos y trib u to s, confirm ándoles
en los cargos a d m in istrativ o s y sirviéndose de ellos lo m ism o
p a ra las tareas de ad m in istració n pú b lica que p a ra las de
perito s y secretario s de la co rrespondencia árabe. O tro de los
servicios p resta d o s fue el de fin an ciar con sus cuantiosos
p résta m o s m uchas de las expediciones bélicas, su fragando los
gastos de las cam pañas y cuidándose del av itu allam ien to e
intendencia del ejército. Servicios que solían pagarse con p r i­
vilegios económ icos y nuevas fuentes de ingresos 105.
P ersonaje im p o rta n te en la corte de Alfonso VI fue el judío
denom inado Cidellus, m uy favorecido con la am istad real i0\
com o lo fu ero n en la de Alfonso V II A bu-l-H asan Y ehuda
ibn E zra o Ibrahim -al-F ajjar-al Y ahudi, em isario del em p era­
dor a la corte alm orávide 107, sin que nos detengam os a exa­
104 Sobre los judíos en E spato, conf. A m a d o r d e l o s R í o s , J., H istoria
social , política y religiosa de los judíos de España y Portuga l, M adrid, 1S75.
F,, D ie duden im chrislicke Spanien, v. I y II (Berlín, 1929 y 1936).
F alen c ia, A., L o s m ozárabes..., vol. preL, 144-151.
105 M i l l a s V a l l i c r o s a , J., La poesía..., i¡ o y del citado B a e r , F. “ P o si­
ción política d e los jud ío s españoles del tiempo de Yehuda h a -L cv i” publicado
en hebreo en “ Z io n " I (1935), 6-23.
loó R o d e r i c u s X i m e n i i , o . c., V I, 34 dice Cidellus “ satis erat familiaris
negi propter industriam et scientiam medicinae'', y sabemos que poseía grandes
heredades que luego pasaron a dominio de la Catedral transcurridos algunos años.
107 Además de estos dos nombrados, desgraciadamente también adquirió
preponderancia el hebreo Honain, que se vanagloriaba de haber reunido un din
en Toledo tedas ¡as palomas de España. El fue quien solicitó con gran interés
permisr de Alfonso V II para desmontar una de las renombradas clepsidras
construidas por al-Zarqukd, de las que se hizo mención al principio de este
estudio, y que, habiéndolo conseguido para conocer su mecanismo, acertó a
desmontarla, es cierto, p .ro no logró volverla a arm ar, privando a sus
conteporáneoa de la mayor maravilla urbana, de que' tan orgullosos se sentían.
Conf. A m a d o r d e l o s R í o s , J., o, c., I, 198, n. 2.
B a E r,
G o n z á le z
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
52
RECONQUISTA Y POBLADORES
m in a r el legendario influjo de la ju d ía R aquel en el reinado
de Alfonso V III.
La vida e incolum idad de los ju d ío s com o la de los mjoros
q uedaba g a ran tizad a p o r las prescripciones forales, conde­
nándose con crecidas m u ltas a quienes les d iera n m u erte
según consta, e n tre otros, e n el citad o fu ero de los m ozárabes
de Toledo. No falta ro n , sin em bargo, luctu o so s pogrom s en
la ju d e ría toledana. El pueblo no entiende de las razones de
E stad o y no se a co stu m b rab a a ver tan regiam ente favorecidos
a unos individuos religiosam ente tan adversos a la religión
c ristia n a y que p o r las exacciones de los im puestos fiscales,
que ellos se en carg ab an de c o b rar, se h a b ía n co n citado la
en em istad p o p u lar. Los Anales toledanos I consignan un hecho
que vino a se r después m eollo de leyendas y cantigas. "M ata­
ro n a los ju d ío s en Toledo día de dom ingo, v í s p e r a de
S a n ta M aría de Agosto, e ra MCXLVI" 10s. A unque el año 1108,
que es el co rrespondiente al 1146 de la e ra española, no tuvo
en dom ingo sino en viernes el 14 de Agosto, v í s p e r a de
S an ta M aría, sin em bargo no puede negarse la tris te jo rn a d a
de lu to que ensangrentó las calles de Toledo, en la que p erd ió
la vida, al p arecer, el fav o rito Cidellus y gran p a rte de los
m ás n o tab les de ghetto toledano al m ism o tiem po que la
m u ltitu d enfurecida e n tra b a a saco en las casas y haciendas
h eb reas. A m ás de un siglo de d istan cia Berceo, Gil de Za­
m o ra y Alfonso X po etizaro n la execrable m atanza a trib u y é n ­
108 E S ., 23, 386. Sabida es que la cronología de estos ,Anales es objeto
de discusiones y que en cada caso debe estudiarse particularmente. F ita , F., Cin­
cuenta leyendas de G il de Zam ora ... en “ B R A H ” 7 (1885) 75, opina que
“ la sangrienta persecución no se desencadenó sino después de la muerte de
Alfonso V I (29-VI-1109) ”, apoyándose en que t i 1109 es el año 'en que el 14
de Agosto coincidió en domingo, lo cual, como hemos dicho, no es exacto, y
además en el perdón general concedido en 1 de Mayo de 1127 por Alfonso V il
a los moradores de Saldaña, Cea, etc. en los que se dice quie se perdonan a los
m oradores de tales villas “ de niorte Udefonsi regis, mjei aui, usque hodie de
malis que fecistis in iudeos quos occidisti-s et accepistis suum atie re ...”. Posi­
blemente el mal ejemplo que cundió desde Toledo hizo que la impopularidad
judia cqneitase la persecución «1 varios lugares, agravada por la falta de
protección real en la tumultuosa época que siguió a la muerte de Alfonso VI,
pero pensamos que tal perdón del Em perador os independiente de la matanza
de Toledo, con la cual no vemos la manara de- relacionarla directamente.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. V. RIVERA RECIO
53
dola a u n a p e c u liar revelación y q u eja de S an ta M aría de
Toledo quien con "voz doliente e q u e re llo sa ” m an ifestab a el
sacrilegio que en aquel m omlento los ju d ío s e sta b a n p e r ­
p e tra n d o 1W.
Los años 1108 y 1109 fu ero n trágicos p a ra los h a b ita n te s
de Toledo en p rim e r lugar p o r la d e sastro sa b a ta lla de Uclés,
en la que pereció el tiern o in fa n te don Sancho, único h ijo
varón de Alfonso VI, siendo a trib u id a la d e rro ta a la huida
del ala izquierda del ejército castellan o in te g rad a casi to ta l­
m en te p o r judíos. A esta doble desgracia ju n tó se en el 1109
la m u e rte de Alfonso, que d e ja b a al pueblo sum ido en la
m ay o r in ce rtid u m b re sobre la su e rte de] reino. C ualquiera de
estos acontecim ientos cre a b a un am b ien te de exaltación, fácil
p a ra que en él p re n d ie ra la p ersecución c o n tra quienes la
tradición p o p u la r h acía responsables de todas las desgracias.
La ju d e ría to le d a n a co n stitu ía u n b a rrio a p a rte , au n hoy
perfectam en te d elim itado en la zona suroeste de la ciudad, en
to rn o a la sinagoga y donde seg u ram en te se e n c o n trab a n las
escuelas rabínicas in sta la d a s d u ra n te el s. X II; p arece que
gozaban de u n e sta tu to p a rtic u la r teniendo su g o b e rn a d o r o
alguacil alh aq u ín , su alm o ja rife y el alguacil sah ibazorta, r i­
giéndose p o r el T alm ud en las relaciones y conflictos de su
grupo racial. T am bién ellos, com o los m ozárabes, llegaron a
u n grado m uy subido de islam ización, com o p a te n tiz a n las
intervenciones d e n tro de las co rtes taifales en calidad de
palaciegos y p o etas, así com o p o r el hecho, d o cu m en talm en te
hoy dem o strab le, de re d a c ta r c o n tra to s e in stru m e n to s en
lengua árab e p ero escrito s con signos rabínicos. González
Palencia pu b lica u n a larga lista de ju d ío s toledanos, índice de
que la población h e b re a debió se r m uy nu m ero sa; sin em bargo,
creem os que debe relegarse al carneo de la fan tasía el n ú m ero
de doce m il que N atan Aben-Yarchi p re s e n ta com o el de com ­
p onentes de la alja m a de Toledo, cu ando el to ta l de h a b ita n te s
de la ciudaa q uedaba m uy p o r b a jo de dicha cifra; el m ism o
juicio de p u ra hip érb o le nos m erecen las exageradas cifras
i o <)
(tu . de
A lfo n so
B erceo,
Miüagros de N uestra
G o n za lo
de
Zam ora,
Cincuenta i?yendas . . . L i b c r
X, Cantigas , n. X JÍ o X III según los
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
Señora,
Marine,
có d ice s.
m ilag ro
trat.
XV,
X X III;
2.;
m ir.
Re c o n q u is t a
54
y
po bladores
de c u a re n ta m il hebreos que to m aro n p a rte p o r los c ristia­
nos en la desv en tu rad a jo rn a d a de Zalaca.
No e ra sólo Toledo el lugar de la residencia ju d ía. Tenem os
n oticia de que Tlascala, un lu g ar del reino toledano, hoy no
identificable, e stab a exclusivam ente h a b ita d o p o r ellos, que
tam b ié n existían en gran c a n tid ad en T alavera, C alatrava y
Z orita.
La población ju d ía se increm en tó no tab lem en te a m ediados
del siglo con la inm igración de los que, huyendo de la p erse­
cución alm ohade, b u scaro n refugio en Castilla.
Abd al-M um in, fanático d ebelador de la p u reza islám ica,
tra s la cam paña de exterm inio llevada a cabo en Africa, al
p a s a r al-Andalus continuó persiguiendo a sangre y fuego a
quienes no fu era n fervorosos "cre y e n te s”. H ubo ap o stasías de
c ristia n o s y de judíos, h u b o m artirio s, h u b o tam b ién h u idas
en m asa. Las m ás ren o m b rad a s ciudades del dom inio alm ohade
su friero n los golpes de la persecución y el p o e ta Ib n E zra,
con el alm a tra n s id a de dolor, can tó elegiacam ente, com o o tro
Jerem ías, la ru in a de las com unidades ju d ía s de E sp añ a:
¡ Ay! sobre Sefarad descendió lina calamidad de los cielos.;
mis ojos, mis ojos vierten lacrimosas aguas.
El llanto de mis ojos, como llanto de avestuz, es por la ciudad de Luccna;
...vino su día, huyó su gente y ella quedó como viuda,
huérfana de Ley, sin Escritura, sellada la Misná,
el Talm ud estéril se tornó y todo su esplendor perdió,
sicarios y hombres de violencia recorren acá y acullá,
el lugar do la oración y de la loapza en casa de orgía se convirtió.
Mi cabeza decalvaré y amargamente gerrpré por la comunidad de S e v illa ;
...por sus hijas delicadas, hoy entregadas a una religión extraña...
¿Cómo ha sido abandonada la ciudad de Córdoba y convertida en mar
[de ru in as!
Sus sabios y personajes eminentes m urieron de aed y üé ham bre;
ningún judío, ni uno sólo, quedó en Jaén ni en Alm ería,
ni en M allorca ni en M álaga quedó refrigerio alg u n o ...” 110.
E n m>edio de tam a ñ o estrago fue u n a g ran su erte p a ra esta
fu gitiva ju d e ría el que se encontrase al fre n te de la recién
c o n q u ista d a plaza de C alatrava, en no m b re de Alfonso V II,
el p o deroso ju d ío Y ehudá b en Yosef, sobrino del citado Mosé
no
Trad. de
M illa s
V a llic r o s a ,
J., La poesía..., 306,
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. F. RIVERA RECIO
55
ibn Ezra, quien refiere que Y ehudá "convirtió la plaza de la
C alatrava e n 'un lugar de asilo p a r a los fugitivos de los
alm ohades y desde allí e n tra b a n en C astilla. A sus expensas
resc a ta b a a los cautivos, consolaba a los oprim idos y ro m p ía
sus cadenas y coyundas; ofrecía a aquellos p o b res em igrantes
su casa y su m esa, subvenía a los fam élicos, ap ag ab a la sed
de los sedientos y vestía a los desnudos. C onducía a los flacos
en acém ilas h a s ta Toledo, ro d ead o s de todo ho n o r, m erced a
la p u jan za y prestigio de que R. Y ehudá g o zab a..." m.
La a lja m a de Toledo se prestigió con miuchos de los lle­
gados de A ndalucía, quienes h a b itu a lm e n te vivieron d u ra n te
to d a la época en u n a política de tolerancia, au nque no fa lta ro n
algunas revueltas esporádicas com o la que en 1180 costó la
vida a A braham ben David, a u to r del "L ibro de la T ra d ic ió n ” .
P o r ]o dem ás, sus ejercicios profesionales se c e n tra n funda­
m entalm ente en el ejercicio del com ercio, oficios m anuales,
cobro de im puestos fiscales y a d m in istració n de propiedades,
p uniendo a firm a rse que "de lo que nos q u edan m ás docum en­
tos es de la actuación de los ju d ío s com o p resta m ista s, aunque
no falte el caso de que el ju d ío sea d eu d o r" 112.
CO NCLUSION
M ozárabes, castellanos, francos, m u d éjares y judíos, in te­
gran la am algam a de razas y pueblos que se e n tra m a n com o
perso n ajes en el gran escenario del reino de Toledo. Los
toledanos de hoy son los sucesores de aquellos entrecruces
raciales, y sangre de aquellos grupos étnicos cruza hoy p o r
sus Venas. (Hay algo e n éllos eje ára b e y de ju d ío , p ero
tam bién, no hay duda, de m ozárabes, castellanos o francos.
De esta m ezcla ha surgido Toledo, crisol de c u ltu ras y de
civilizaciones, de razas.
n i Ibidem , 109.
112 G o n z á l e z P a l e n c i a , A., L o í m ozárabes... vol. prel., 143.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
INTERVENCION DEL ALCALDE RONQUILLO
EN UN CASO DE DIFAMACION DE LIMPIEZA
DE SANGRE (1538) *
Por RAM ON GONZALVEZ
Beneficiado Archivero de Toledo
El F ondo de E xpedientes de Lim pieza de S angre del A rchi­
vo C ap itu lar de Toledo, h a sta a h o ra no explorado sistem ática­
m ente, reserva verd ad eras sorpresas. La inm ensa rpole docu­
m ental contiene las p ru eb as de lim pieza de sangre de lodos
los beneficiados de cu alq u ier categoría que in g resaro n en la
C atedral desde 1547, fecha de la im p lan tació n del e s ta tu to p o r
el A rzobispo Silíceo, h a sta m ediados del siglo XIX.
De e n tre la m u ch ed u m b re de expedientes fastid io sam en te
ru tin a rio s destaca un c e n te n a r refe re n te a los que to p aro n con
graves dificultades. El presen te tra b a jo in te n ta re c o n stru ir un
hecho acaecido en 1538, en que se vio im plicado don Alonso
de R ojas, canónigo de Toledo, capellán M ayor de G ran ad a y
arced ian o de Segovia, que viene reflejad o in sisten tem en te en
u n a decena de expedientes q u e ab a rc a n d e s d e 1604 h a sta
1703 L Tal hecho m arca un h ito im p o rta n te en el proceso evo­
lutivo de la lim pieza de sangre en Toledo, y en el e s ta tu to cate­
dralicio, en cuyo e stu d io m e ocupo desde hace v ario s años.
* En este trabajo las siglas AC significan A ctas Capitulares y F E L S
Fondo de Expedientes de Limpieza de Sangre, que se hallan en la Sala Capitu­
lar y en el Archivo Catedralicio ric Toledo.
i F E L S 5-94 (D. Francisco Gregorio Chacón , 1604), 5-94B (resumen de
varias informaciones), 5-96 (D. Bernardo de Rojas y San;ío\al, 1Ó05), 5-101
(D. Gonzalo Chacón, ióoó), 6-117 (Lh Francisco Chacón, 1615), 7-122 (D. Juan
Francisco Palavesín, 1616-1617), 10-175 (D. Lorenzo Chacón v F ajardo, 1634).
n-193 (D. Carlos Spínola, 1643), 15-279 (D. Francisco de Orellana, 1679-1683;
completar con 14-251B), 14-251D (D. Manuel Orozco M anrique de Lara, 1703).
(1)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
INTERVENCION DEL ALCALDE RONQUILLO
58
Los recientes investigadores lo ig n o ran p o r c o m p le to 2. Sólo
E sténaga tuvo conocim iento de ello, aunque p a ra la época en
que escribió (1923), estas m aterias le p arecían h a rto peligro­
sas 3. P ara v alorarlo debidam ente, m e p arece necesario situ a rlo
en su ju sta perspectiva h istó rica, que h a de ser forzosam ente
breve,
EL PROBLEMA JUDIO EN TOLEDO
A fines del siglo X IV tiene lu g ar en E spaña la m ás san­
grienta persecución c o n tra los judíos que conoce n u e s tra his­
to ria m edieval. Las aljam as son saq u ead as y m iles de judíos,
puestos ante la a lte rn a tiv a d ram á tic a de b a u tiz arse o m o rir,
eligen lo prim ero . E n u n a explosión de fan atism o y fu ro r po­
p u lar c o n tra el que n a d a valen las leyes ni los castigos.
C onsecuencia inm ed iata de las m atan zas de 1391 es la ap a­
rición en la escena española de u n gran núcleo de cristianos
nuevos, a los que b ien p ro n to se lla m a rá con apelativos deni­
grantes. E n Toledo, donde los ju d ío s c o n stitu ía n u n a im p o r­
ta n te colonia, el p ro b le m a e ra especialm ente grave.
A m ediados de siglo la h o stilid ad que se d irigía c o n tra el
pueblo hebreo, cam bia de signo: y a no será co n tra los ju d ío s
fieles a su ley, sino m ás bien c o n tra los cristian o s nuevos.
Pero S arm ien to es el cread o r del p r i m e r e sta tu to conocido
(1449), p o r el que se a p ru e b a la exclusión de los conversos,
b a jo pena de m u erte, de las e scrib an ías y o tro s oficios p úbli­
cos. La ciudad se ve envuelta en co n stan tes alb o ro to s h a sta el
advenim iento de los Reyes C atólicos, cuyas víctim as, inocentes
o culpables, son siem pre los conversos a quienes se acusa de
inconstancia en la fe. Los r e y e s y los arzobispos toledanos
opusieron tenaz resisten cia a la in tro d u c ció n de los estatu to s.
Pero nadie hab ía contado con q u ien realm en te los im ponía:
el pueblo. Y los e sta tu to s se m u ltip lic a ro n de u n m odo a rro ­
llad o r en Toledo y en casi to d a E sp añ a.
2
D o m ín g u ez
O rtjz,
A „ La cluje social de los conversos en Castilla en la
Edad Moderna (M adriñ 1955 ).
S icro fk ,
A. A., L e s eontroiierses des S fa tn ti de
“ P u rcté de S a n g ” en E f pague du X V an X V I I ¡ñecle (París 1960).
3 ERTFjíAr:a , ’N., Soleré el B ach iller Hernando de R o ja s y otro¿ varones to­
ledanos del n: ism o apellido , en -Boletín de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias
Históricas de Toledo, X IV y X V (1923) 78-91.
(2)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
RAMON GONZALVEZ
59
Al m ism o tiem po hab ía o cu rrid o u n fenóm eno de la m áxi­
m a tran scen d en cia: bu en a p a rte de la nobleza castellana, a tra í­
da p o r el a f á n d e dinero, h a b ía m ezclado su sangre con la
j udco-convcrsa.
E n m edio de e sta en m arañ ad a selva de pasiones se sitú a
la riv alid ad p o lítica e n tre Silvas y Ayalas, las dos a risto c rá ti­
cas fam ilias to led an as que se d isp u ta b a n ásp eram en te el p re ­
dom inio so b re el inquieto “popolino" de la ciudad.
E l establecim iento de la In q u isició n agrava el problem a,
haciendo procesos resonantes, que co n firm an al pueblo en su
convicción de que todos los conversos en el fondo no son m ás
que v erdaderos judíos. Así, el proceso del P rio r de La Sisla,
quem ado ante las p u e rta s m ism as del m onasterio, el del Santo
N iño de La G uardia, el de la m oza de la F errera.
Decenas de cofradías em piezan a exigir lim pieza de sangre.
Y lo m ism o hacen las O rdenes m ilita re s y m onásticas, los Co­
legios M ayores de las U niversidades, las C atedrales.
La Capilla de Reyes Nuevos de Toledo obtiene confirm ación
p ontificia de su e sta tu to , com o consecuencia de h a b e r sido
procesado y quem ado p o r la Inquisición uno de los capellanes,
acusado de judaizante.
No ser lim pio de sangre, o, m ejo r, no a p a re c e r com o tal,
es la m ayor desgracia que puede o c u rrir a u n a p erso n a en esta
"edad c o n f 1 i c t i v a ”, com o acerta d a m en te h a sido llam ado
n u e stro Siglo de O r o 4. La obsesión p o r la lim pieza conduce
a extrem os increíbles: los condes de C ifuentes — q u e tienen
sangre h eb rea— , no adm iten com o servidores en su casa a los
que tengan esta m ancha de origen. Y se em pieza a extender
la co stum bre de e scu d riñ ar genealogías antes del m atrim o n io .
DON ALONSO DE ROJAS
Don Alonso de R ojas, de ilu stre fam ilia, descendiente del
condestable don R uy López Dávalos, em p aren tad o m jiy de
cerca con los C ondes de F uensalida, h a b ía seguido desde joven
la c a rre ra eclesiástica. Ya en 1533 sabem os que poseía dos
im p o rtan tes p reb e n d a s: u n a can o n jía en T o 1 e d o y el arce4
C a s t r o , A ., D e la Edad conflictiva, (M a d rid 1 9 6 3 .)
(3)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
INTERVENCION DEL ALCALDE RONQUILLO
60
dian ato de S e g o v ia 5. E n fecha p o ste rio r, que no he podido
p recisar, p ero antes sin duda, de 1545, obtuvo u n nuevo cargo:
el de C apellán M ayor de la C apilla R eal de G ranada. Tal acu­
m ulación de beneficios, bien que p ro h ib id a en derecho canó­
nico, p o r tra ta rs e de beneficios que exigían residencia, era
fácilm ente dispensable y p rac tic a d a corrien tem en te an tes del
Concilio de T rento. Con las re n ta s que le p ro d u cía n y con las
de su p atrim o n io fam iliar, que no d eb ía se r escaso, d isfru ta b a
de u n a posición envidiable. Tenía o tro h erm ano, Ju a n de Ro­
jas, tam bién canónigo de Toledo, que m u rió en Julio de 15466,
p o r el cual en su m u erte, devolvió al C abildo 6.000 m aravedís
de h o ras m al g a n a d a s 7. Los dem ás h e rm a n o s fueron Iñigo de
Ayala, M aría de R ojas y Francisco de R ojas, llam ad o p o r apo­
do el G ato. E ste debía ser el m ayorazgo de la fam ilia, pues
era p a tró n de la Capilla de la E p ifan ía, dependiente del Cabil­
do, sita en la p a rro q u ia de S an A ndrés; era e m b a ja d o r de
E spaña y desde 1545 regidor de T o le d o 8; esta b a casado con
doña Ju an a de Rivera, de la casa de los M arqueses de M alpica
y tuvieron p o r hijos a doña Aldonza de Ayala, don F rancisco
de R ojas y P erafán de R ibera.
F o rm ab an un clan fam iliar m uy fuerte, p o r influencia y
dinero, en la ciudad. Los h e rm an o s vivían todos ju n to s en u n a
casa prin cip al situ a d a en la que, p o r don Alonso, se llam ó p la­
zuela del A rcediano, hoy conocida com o Juego de Pelota. El
jefe de la fam ilia, p o r lo que direm os m ás adelante, e ra in d is­
cu tiblem ente don Alonso.
E ra don Alonso íntim o am igo del deán don Diego de Casti­
lla 5, declarado ad v ersario de la lim pieza y ten ía u n parentesco
lejano, pero indudable, con el g ru p o de c u a tro canónigos con
versos que se opusieron vivam ente al e sta tu to de Silíceo. En
una cuestión tan laceran te com o la lim pieza de sangre debía
tener sus ideas propias; sin em bargo, p o r lo que conocem os
de él d u ran te el pontificado de Silíceo (1546-1557), su com por­
tam iento no parece del todo coherente. E n 1547 votó a favo^
5 AC
6 AC
7 AC
8 AC
9 AC
8,228.
7.14 9V .
7,181.
7,22v.
7,5 9 v-6 o v .
(4)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
INSTITUTO PROVINCIAL
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de la adm isión del Dr. H ern án X im énez, h ijo de condenado
p o r la Inquisición, que h a b ía p rese n tad o u n a pro v isió n apos­
tólica de c an o n jía 10, incidente que fue la cau sa in m e d ia ta de
la im p lantación del e sta tu to . C uando en Julio del m ism o año,
con m otivo de la pro m u lg ació n de dicho e sta tu to , la tensión
en Toledo ascendió a niveles altísim os, pareciendo a m uchos
que iban a p ro d u cirse u nas nuevas C om unidades, don Alonso
se en c o n trab a fu era de la ciudad; es pro b ab le que estuviera
residiendo en alguno de sus o tro s beneficios. A m ediados de
O ctubre, tal vez llam ado p o r sus am igos, los c o n tra d ic to re s o
adversarios del e sta tu to , estando la lu ch a en carn e viva, lo
encontram os de nuevo votando en Cabildo. Pero su posición
es am bigua: no tom a p a rtid o . Y enseguida d e s a p a re c e 11.
De nuevo está p r e s e n t e en M arzo 12 y M a y o 13 de 1548.
El c u r s o de los acontecim ientos p arece ser favorable a los
enem igos del esta tu to , que h an g anado u n as cédulas del P rín ­
cipe don Felipe p a ra su facción. Don Alonso se alinea c la r a ­
m ente con ellos; no ob stan te, su to n o es m oderado. ¿ E ra opor­
tunism o, m otivado p o r las circu n stan cias o v e rd a d e ra h o stili­
dad a la lim pieza? E n Ju n io del m ism o año se lee en Cabildo
un B reve de Paulo I I I co nfirm ando el e sta tu to y a fines de Di­
ciem bre, la B ula p lom ada del m ism o Pontífice. E m piezan a
hacerse inform aciones a los nuevos beneficiados en u n am ­
bien te p asion al de apelaciones y p ro te sta s. In ú til b u sc a r a don
Alonso; es posible que p re firie ra p o n e r d ista n c ia e n tre él y sus
herm an o s de Cabildo. Pero a fines de 1550 e stá de nuevo en
Toledo y se m u e stra p a rtid a rio enérgico del e sta tu to 14. Sin
em bargo, al año siguiente, deja su voto al Dr. V ergara, p a ra
co n tra d ec ir u nas inform aciones que h a b ía n de hacerse l5. E ste
ex trañ o co m p o rtam ien to hace p e n s a r en un h o m b re no dueño
de sí m ism o, p en d u lar, quizás in te rio rm e n te inestable.
E n N oviem bre de 1551 estalla e n tre Siliceo y los canónigos
el m ás grave conflicto de todo su p o n tificad o , con m ótivo de
10 AC 7,igiv.
11
A C 7 ,2 3 8 - 2 3 8 v, 240V.
12
A C 8,16.
13
A C 8.31 v.
14
A C 8.I93V.
15
A C 8,228.
(5)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
INTERVENCION DEL ALCALDE RONQUILLO
62
la provisión de la can o n jía m ag istral. D espués de u n a d ram á­
tica sesión c a p itu la r, don Alonso de R ojas es excom ulgado y
preso p o r el A rzobispo ju n to con la m ayoría del C a b ild o 16 Poco
después aparece com o el m ás activo y violento enem igo del
P relado, al no vacilar en pro v o car al Cabildo, p a ra que tra ta s e
de la provisión de dicha canonjía, cosa que e sta b a p ro h ib id a
b a jo pena de excom unión y de 300 ducados (30 de E nero de
] 5 5 2 )17. Pero, cuando la oposición a d q u irió casi c a rá c te r de cis­
m a en los dos m eses siguientes, don Alonso se esfum ó. Tal vez
estuvo huido al m o n asterio de La Sisla, com o algunos o tro s
canónigos. La d iscordia term in ó en u n p erd ó n te a tra l, que en
el fondo e ra
u n a d e rro ta del A rzobispo. N u estro A rcediano
volvería, no ob stan te, a en o jarle p o r causas no conocidas y
verse preso u n a vez m ás en 1555 1S.
Con resp ecto al estatu to , tuvo a ú n alguna veleidad y reticen ­
cia 15, p a ra te rm in a r ju ra n d o defenderlo, com|o lo hiciero n casi
todos ante la nueva y ap re m ia n te B ula de Paulo IV (28 de Sep­
tiem bre de 1556) 20.
Don Alonso m u rió el 1 de E n ero de 1577. E stá e n te rra d o en
u n m agnífico sepulcro de m árm o l de estilo R enacim iento en
la p a rte in fe rio r izquierda del órgano de C arlos V, d e n tro de
la C atedral toledana. La e sta tu a de tam añ o n a tu ra l lo re p re ­
senta vestido de o rn am en to s sacerd o tales y en a c titu d oran te.
La inscripción sepulcral dice así:
D. 0. M. s .
EL CABILDO DESTA
SANTA IGLESIA DIO
AL MUI ILU STR E SE
ÑOR DON ALONSO DE
ROJAS CAPELLAN MA
IOR DE GRANADA CANO
NIGO DE TOLEDO ESTE
ENTERRAMIENTO DON
DE REPOSA, EL QVAL VI
VIENDO LE ADORNO
16
17
18
19
20
A.C
AC
AC
AC
AC
8,260-262.
9,8.
9,2jov.
9,236^258.
io,52v.
(6 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
RAMON GONZALVÉZ
COMO ESTA. DEXO HERE
DERO AL CABILDO DE
QVASI OCHOCIENTAS
MILL MARAVEDIS DE JU
RO PARA QVE SE GAS
TASE CADANO EN
DOS CAPELLANIAS Y EN
CASAR DONCELLAS
HVERFANAS DANDO A
CADA VNA XX,M. MA
RAVEDIS Y EN OTRAS
OBRAS PIAS. MURIO P R I
MERO DIA DE ENERO DE 1577
21.
DIFAMACION DE DON ALONSO DE ROJAS
Pero retrocedam os en su vida h a s ta 1538. P o r p erso n as que
lo conocieron sabem os que era nfuy m aldiciente de los dem ás
y orgulloso d e s u p ro p io linaje, cualidades ap tas p a ra g ran ­
je a rse las m ayores enem istades. El Dr. Salazar de M endoza
dice de él que "fue m uy m alq u isto , p o r ser m uy suelto de len­
gua y p o r eso ten ía m uchos enem igos" 22,Lo m ism o co nfirm an
o tra s p erso n as, com o el D r. M artín del C am po: “ p o r ser el di­
cho don Alonso de R ojas am igo de decir dichos y p ic a r con
ellos a quien le p arecía y p o r o tra s causas que dio p a ra que le
c obrasen odio y en em istad c a p ita l” 23. "Dio ocasión con su m ala
lengua y condición diciendo m al de m uchas p e rs o n a s ” 24. ¿De
quién decía m al y qué era lo que decía? O tra p erso n a que lo
conoció "de visu", el racio n ero Góm ez Cabezón, a firm a explí­
c itam en te: "tuvo p rincipio y origen del bando c o n tra rio de los
Silvas, que e ra o p uesto al dicho don Alonso de R ojas, A rcedia­
no, el qual los ten ía m uy indignados e irrita d o s con algunos
dichos que decía m uy p erju d iciales en deh o n o r de los susodi­
chos y o tra s p e rs o n a s " 2S.
Ya dije antes que desde el siglo XV, Silvas y Ayalas — Con­
21 T ran scrita dedectuos ¡ i n t e n t e 1 en
(Toledo 1857) 308.
22
23
24.
25
FELS
FELS
FE L S
FE L S
R amón
P arro,
S., T oledo en la mano I
S-94.4V.
5-94, it>v.
5-94,aiv.
5-94.25(7)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
INTERVENCION DEL ALCALDE RONQUILLO
64
des de C ifuentes y de Fuensalida, respectivam ente— se dispu­
ta b a n la hegem onía en la ciudad. E n los alb o ro to s p opulares
les cupo buena p a rte de resp o n sa b ilid ad a am bas fam ilias.
H abía h ab id o en tre ellas enlaces po r m atrim o n io s y h a s ta
pacto s solem nem ente ju ra d o s p o r los p rincipales re p re se n ta n ­
tes de am bos b an d o s 26, p ero ni esto ni la intervención real
fu ero n suficientes p a ra ap ag ar la lla m a del odio. P o r el con­
tra rio , el fuego sagrado e stab a m ás vivo que n u n ca e n la p r i­
m era m ita d del siglo XVI y culm inó, com o verem os, en el d ra ­
m a de la difam ación de don Alonso.
Parece cierto que los Silvas ten ía n sangre hebrea. Cuando
la lim pieza de sangre com enzó a s e r u n a rm a terrib le, se p u ­
sieron con decisión de la p a rte de los cristian o s viejos — con­
d u cta extraña, p ero frecuente— , m ie n tra s que los Ayalas, m ás
liberales, a d o p ta ro n u n a a c titu d m ás ab ie rta . Ya aludí m á s
a rrib a a la obsesión de los p rim e ro s en e sta m ate ria . A ñada­
m os u n detalle, que viene referido en num erosas in form acio­
nes : cuando excepcionalm ente algún converso e n t r a en su
palacio, la condesa m an d a enseguida b a rre r los lugares p o r
donde ha pasado, p a ra b o rra r to d a contam inación de la gene­
ración " in fe c ta ”.
E n el año en que nos hallam os (1538), la lim pieza de sangre
casi puede considerarse triu n fa n te, a falta de co n sag rarse de­
finitivam ente con el esta tu to de Silíceo. Don Alonso de R ojas,
h o m b re intem p eran te y, sin duda, b u en conocedor de la ascen­
dencia de sus enem igos, no se p riv a b a de "d ecir sus dichos y
p ica r con ellos" en deshonor de los de C ifuentes. D esconoce­
m os las circunstancias, p ero p arece ser que estos excesos ver­
bales los p refirió don Alonso d e n tro de su p ro p ia casa y en
presencia de algunos caballeros d e l bando co n trario .
UN AUTO DE FE ORIGINAL. INTERVENCION DE RONQUILLO
El A rcediano h ab ía hecho colocar u n a colum na ju n to a la
p u e rta de su m orada, sobre la que pu so u n león con un escudo
em brazado, en el que cam peaban sus a rm a s: cinco estrellas
de oro en cam po azul. T am bién los Silvas tenían u n león en su
26
B
e n ito
R
uano
,
E., T oledo en el siglo X V (M adrid 1961) 128-133.
(8)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
RAMON GONZALVEZ
65
escudo, p o r lo que vieron en ello u n a provocación y al m ism o
tiem po u n a ocasión de revancha c o n tra el odiado don Alonso.
Una noche el león desapareció de su colum na. Lo e n c o n tra re n
los m ercaderes m uy de m añ an a en la plaza de Zocodover, co­
locado en el tab la d o que u sab a la In q u isició n p a ra sus autos.
Del cuello pendía u n sam benito y u n letrero decía: “M andan
los señores In q uisidores que este león sea quem ado con leña
de R om ero y E scobas e n cam po d e Cáceres". Alusión a sus
ascendientes, a los que p re te n d ía ta c h a r de cristian o s nuevos.
La excitación que se p ro d u jo en T oledo fue enorm e.
E llo se deduce de las m edidas e x tra o rd in a ria s que se to ­
m aron. Puesto lo sucedido en conocim iento del E m p e ta d o r,
m andó lla m a r n ad a m enos que al legendario alcalde de corte
R odrigo R onquillo, p a ra h a c e r u n castigo e je m p la r d e los cul­
pables. R onquillo e stab a en la m en te de todos p o r la d u rísim a
rep resió n en tiem po de las C om unidades, en que no vaciló en
m a n d a r a la h o rca al inq u ieto obispo de Z am ora, don A ntonio
de A c u ñ a 2 7 El Alcalde p retex tó los graves achaques que le
p ro d u cía su avanzada edad p a ra a c e p ta r la resp o n sab ilid ad ,
p e ro el E m p e ra d o r le obligó a h acerse cargo del proceso.
E n la inform ¡ación que se hizo en 1606 p a ra d o n Gonzalo
C h a c ó n 28, aparece com o testigo F rancisco P an to ja, "que fue
escrib an o de la c a u s a quan d o vino el Alcalde R onquillo a
castig ar el exceso del dicho leó n ” 29, según u n testigo, a p e sa r
de que P a n to ja ten ía sólo veinte años ju sto s en 1538. P o r p ro ­
p ia confesión sabem os que “vió y escribió algo en é l” 30 y debió
conocerlo íntegram ente, p o r lo que su testificación tiene un
g ran valor:
‘
“ D ixo... que a lo que -se acuerda, aunque no vió en el proceso
copia del letrero que se le pregunta, mas de que entendió que tra ­
taban los que movieron aquel negocio, que quemaban el león con
lena de Romero y Escobas, que a lo que entendió, era tra ta r de los
apellidos de aquellos nombres y que no sabe ni entiende que al dicho
don Alonso de Rojas, canónigo de Toledo y Capellán Mayor de
la Capilla Real de Granada le toquen aquellos apellidos ni alguno
27 A g u a d o B l e y e , P., M anual de H isto ria d e E spaña II(M adrid 1959) 427.
28 F E L S 5-101,17-17v.
29 F E L S 5-101,10.
30 F E L S 5- io i,i 7 v,
(9)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
I n t e r v e n c ió n
66
d e l a l c a l d e r o n q u il l o
detlos y cuanto a lo que pretendieron los que pusieron el león en el
cadaalso y trataro n de los dichos apellidos, de presum ir es que lo
hicieron por poner nota en ellos” 3».
El m ism o testigo am plía su dicho en o tra in fo rm ació n :
“ D ixo que este testigo se acuerda muy bien del caso del león,
el qual sucedió en el año de mili y quinientos y treinta y ocho y
vino a castigarlo por juez pesquisidor el Alcalde Ronquillo y pro­
cedió contra los culpados y que sabe que la dicha invención y lo
que por ella se quiso significar contra el dicho Arcediano y sus
hermanos fue falso, porque antes estaban en opinión de limpios,
como lo están de presente, y por christianos viejos y que visto por
el dicho Alcalde que la dicha invención del dicho león y San, Benito
puesto en él fue casa de mogos y enemigos del dicho A rcediano y
sus hermanos y mucha libiandad, no higo mucha diligencia de aver
a las manos a los dichos deliquentes, mas de que como se ausen­
taron, los sentenció en reveldía y con esto se quedó el delito en
este estado y su progeso... D ixo este .testigo que el uno de los
cavalleros estuvo preso y el otro ausente y no se acutírda qué fue
ia sentencia. Fue repreguntado que fundamento pudieron tener los
que hicieron la invención del dicho león y San Benito para notair
de no limpios al dicho Arcediano y sus hermanos. D ixo que no
supo que tuviesen fundamento ninguno, mas ae el odio y enemistad
que tenían los dos vandos, porque ¡os auctores del dicho delicto
fueron los Silvas, vando contrario y muy opuesto al de los R o ja s” 3a-
Las sospechas recayeron so b re don G utierre de G uevara
y unos caballeros de la casa del conde de Cifuentes. El insigne
genealogista don Luis de Salazar y C astro, testig o en o tra i n ­
form ación de 1703, aseg u ra que
“ aunque es así que se atribuyó a don Gutiérrez de Guevara y
unos caballeros Silva de Toledo, por el odio y mala voluntad que
tenían contra don Alonso de R o jas... y con este solo motivo pasó
el alcalde de la oorte Rodrigo Ronquillo a la ciudad de Toledo a
hacer las averiguaciones... y, aunque las hizo muy exacta’:; el refe­
rido alcalde, no pudo averiguar ni descubrir los autores..., porque
los dichos don Gutierre de Guevara y Silvas, a quienes se atribuía,
negaron constantemente el hecho y solo por la sospecha de ser
ellos los autores, fundada en el odio y enemistad, que tenían al
dicho don Alonso de Rojas, los destorró de Toledo el referido
alcalde y estuvieron en el destierro hasta que por cédula real del
31
F E L S 5-ior,i7v.
3a
F E L S 5-96,8-8v.
( 10 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
RAMON GONZALVÉZ
61
señor rey Phelipe segundo se les levantó, declarándose en ella no
haberse probado contra ¡os susodichos cosa concluyente, codo lo qual
sabe el testigo por haber visto la Provisión o cédula original y otros
instrumentos fehacientes” 33.
El proceso de R onquillo fue llevado al E m p erad o r, qu'.en,
habiéndolo leído, e n u n gesto de en ojo, lo a rro jó a las llantas
en la chim enea del Palacio. E ste hecho viene declarad o p o r
todos los testigos, p o r lo que p arece te n e r g a ra n tía de cei teza
histórica. Sin d u d a p re te n d ía con ello b o rra r to d a h u ella do­
cum ental de lo sucedido, e n u n tiem po en que h a s ta la sim ple
sospecha de no lim pio po d ía ser ca u sa de graves consecuen­
cias. H ab ía que re p a ra r el h o n o r p erd id o p o r los m iem bros
de la fam ilia R ojas. N ada m e jo r que d istinguirlos con u n signo
externo de lim pieza de sangre, com o el que, después de rig u ro ­
so exam en genealógico, concedían las O rdenes M ilitares. P or
eso, Carlos V hizo m erced de sendos h á b ito s a dos sobrinos de
don A lonso: a Francisco de R ojas del de S antiago y a Perafán
de R ibera, el de C alatrava. Es casi seguro que p o r este m otivo
se p rem iara tam b ién a don A lonso con la C apellanía M ayor de
G ranada, p a ra la que se req u e ría n inform aciones, títu lo con
el que aparece poco después del “caso del le ó n ”.
FUNDAMENTO DE LA DIFAMACION
Sus enem igos tra ta ro n de p o n e r n o ta de infección en don
Alonso de R ojas, reco rd an d o ciertos apellidos de sus an te p a sa ­
dos, que te n d ría n algo que ver con la raz a ju d ía . ¿Qué h ab ía
de verd ad en todo esto? E fectivam ente, los apellidos R om ero,
E sco b ar y Cáceres le tocaban, p ero se in sistía especialm ente
en el p rim e ro de ellos.
S u abuela doña M encía R om ero sería nieta de u n a m u je r
castigada com o ju d aiz an te p o r la In q u isició n en los p rim ero s
años de su actuación en Toledo. Poseem os copia n o ta ria l de la
sentencia d ad a co n tra dicha m u je r, lla m a d a M ayor Alvarez de
Toledo, cuyo sam benito se e n c o n trab a en la iglesia de S anto
Tomé. M ayor Alvarez, e n te rra d a en la capilla m ayor del con­
vento de S an B ern ard o ex tram u ro s de la ciudad, "viviendo en
nom bre de christiana», h ab ía g u a rd a d o siem pre los ritos judai33
F E L S 14-251 D ,i9v.
(1 1 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
INTERVENCION DEL ALCALDE RONQUILLO
68
eos, in cu rrien d o p o r lo m i s m o en delito de ap o stasía. Sus
huesos fueron exhum ados y m an d a d o s q u em ar p o r los In q u i­
sidores en el auto de fe, que se celebró en la plaza de Zocodover el 8 de M ayo de 14873+. M ayor Alvarez, casada con Garci
Alvarez, tuvo p o r h ijo a Alfón Alvarez de Toledo, C ontador
M ayor del Rey don Ju a n II, h o m b re m uy rico, que hizo res
ta u ra r a sus expensas el m o n asterio de S an B ernardo.
¿ E ra don Alonso descendiente d ire c to del C ontador? He
a q u í e l problem a, que a to rm en tó d u ra n te ciento cincuenta
años a m uchas nobles fam ilias, a los genealogistas y al pueblo
de Toledo. Si nos atenem os a los testigos m ás ilu stra d o s, que
deponen en las inform aciones del FELS del Archivo c a p itu la r,
h a b ría que decir que sólo ten ía u n p a ren tesco le ja n o p o r afi­
n id ad y, com o la m an ch a se tra n s m itía p o r linea directa, don
Alonso sería com pletam ente lim pio.
Los testigos reco n stru y en su genealogía de la siguiente fo r­
m a: don Alonso y sus herm an o s fu ero n h ijo s de Ju a n de R ojas
y de Aldonza de Ayala la vieja. E s ta fue h ija de Iñigo López
de Ayala, h e rm an o del p rim e r C onde de F uensalida y de Mencía R om ero, la cual fue h ija de Diego R om ero, alcalde m ayor
de Toledo en tiem pos de E n riq u e IV , y de Aldonza N úñez. Al­
donza N úñez tuvo com o h e rm a n o s a don Luis N úñez, Ar­
cediano de M adrid y canónigo de Toledo, y a C atalina N úñez
y a C onstanza Núñez, casada con el Dr. V illalpando de Luzón,
t o d o s ellos m uy lim pios, según los testigos. P ero C atalina
N úñez c a s ó con el c o n ta d o r A lfón Alvarez d e Toledo, hijo,
com o hem os dicho antes, de la ju d aiz an te y condenada, cuyos
descendientes q u ed aro n infectos. Lo grave fue que Diego Ro­
m ero y Aldonza Núñez, bisabuelos de don Alonso, se e n te rra ro n
en la m ism a capilla del m o n aste rio de S an B ern ard o , donde
rep o sa b a la m ad re del co n tad o r, p o r lo que los enem igos y el
pueblo m en u d o y m al in tencionado m u rm u ra b a n que los h u e­
sos sacados y quem ados e r a n los de la R om era, denom ina­
ción con que conocían a la m u je r de Diego R o m e ro 3S.
N o sabrem os ja m á s la v erd ad de la preced en te genealogía,
o, lo que es lo m ism o, si don Alonso de R ojas e ra descendiente
34
F E L S 5-£>4,32-33-
35
F E L S 5- 94,4-5-
( 12 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
69
RAMON GONZALVEZ
de ju d ío s o, p o r el c o n trario , c ristia n o viejo. H ay razones im ­
p o rta n tes en favor de su lim pieza. Ante todo, la m uchedum bre
de actos positivos, con que la fam ilia se vió recom pensada
d u ran te los siglos XVI y X V II M. E n segundo lugar, que no
pudo p ro b a rse con ab so lu ta certeza n a d a en co n trario , no obs­
ta n te las rep etid as inform aciones hechas, que fueron m uchas
y serias. Y, sobre todo, el hecho de que la acusación procedie­
r a de u n a fam ilia, que alim e n ta b a c o n tra los R ojas u n odio
secular.
Sin em bargo, tam bién hay m otivos p a ra vacilar. Se en­
c u e n tra n en las m ism as inform aciones que utilizam os. P ara
quien ha exam inado m illares de expedientes es evidente que
los testigos, a p e sa r de los solem nes ju ram en to s, u sa b an con
dem asiada frecuencia de restricciones m entales, en el fondo
v erd ad eras m en tiras, ta n to m ás cu an to que en S alam anca se
h a b ía em pezado a en señ ar a prin cip io s cjel siglo X V II u n a
do ctrin a, s e g ú n l a cual p e rju ra r en las inform aciones no
c o n stitu ía pecado. E n cu an to a la lib e rta d m o ral de los te sti­
gos, sobre los que se ejercían fu ertes presiones, se puede sos­
pechar, dado que tenían razones im p o rta n te s p a ra c a lla r o
ser cautos. De las inform aciones que utilizo p a ra m i tra b a jo ,
la m itad se hicieron en el po n tificad o del C ardenal Sandoval v
R ojas (1599-1618), In q u isid o r G eneral y Arzobispo de Toledo,
p a ra otros tan to s sobrinos suyos. E s claro que en ellos estab a
com prom etido el h o n o r del C ardenal, com o tam íbién el del
om n ip o ten te valido D uque de Lerm a, que tenían p arentesco
con don Alonso de R ojas. De Sandoval y R ojas sabem os que
hab ía p a sad o días de p esadilla h a s ta ver el éxito de u n a de
e sta s inform aciones. El secreto de las deposiciones testificales
nu n ca fue ta n seguro, que p o r uno u o tro conducto no se su­
p ieran m uchos detalles, lo que d ab a origen a terrib les ene­
m istades; m ucho m enos lo era en estas circu n stan cias.
E stas m ism as inform aciones e stá n basad as fu n d am e n ta l­
m ente sobre oídas, es decir, sobre la farrta y com ún opinión,
la cual fue siem pre desfavorable a don Alonso. Así el canónigo
don R odrigo de Avalos, u n o de los m ás activos en fav o r del
e s ta tu to de Siliceo en 1547, "en lo q u e to ca a oídas, m uchos
36 F E L S 14-251 D.
03)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
INTERVENCION DEL ALCALDE RONQUILLO
70
años estuvo e n g a ñ a d o " 37 y de acuerdo con e sta convicción de­
puso en algunas inform aciones de fines del siglo X V I3S. Sien­
do así, la opinión general e stab a dirigida p o r los “lin aju d o s"
o sabedores de h isto ria y genealogías an tig u as. E n estas p ru e­
bas de lim pieza hechas d u ra n te el pontificado de Sandoval y
R ojas, desem peña un papel de p rim e r o rd en el Dr. Sal azar de
M endoza, el m ejo r genealogista toledano, quien se encargó de
convencer de la lim pieza de los R ojas a m uchas p erso n as in­
fluyentes, que iban a ser testigos, pues,
“ movido de buen zelo y porque se descubriese una verdad encan­
tada, fue hablando en <esta m ateria con las dichas personas, las
quales estaban en el error que el vulgo tenía... y, habiéndoles este
testigo respondido, quedaron muy ciertos de que por ninguna via
les tocaba m ácula” 39.
E n tre los que qued aro n satisfechos de sus razones, se en­
co n tra b a su p ro p io p ad re, F e rn an d o de S alazar, del cual p o r
cierto, a firm a que cuando sabía algo c o n tra los p reten d ien tes,
jam ás lo revelaba sino " a p re ta d o y a m ás no p o d e r” 40.
Tal vez estos servicios le valieron al Dr. Salazar de M endoza
ser recom pensado p o r el C ardenal con la p reb e n d a de canó­
nigo penitenciario.
Pero sobre su veracidad caben algunas reservas. A nte todo,
el m ism o asegura que “en e sta ciu d ad este apellido de N üñez
non bene a u d it’’ 41. El racionero Arcayos, testigo en las infor­
m aciones que se hicieron a don Lorenzo C h a c ó n e n 1634,
rriuerlo ya el Dr. S alazar de M endoza, dice que los R ojas des­
cienden del obispo de B u r g o s , don Pablo de C artagena,
"y que esto lo oyó decir al señ o r Dr. S alazar de M endoza” 42.
La única inform ación q u e se hizo sobre base docum ental
es la de don Francisco de O rellana, que d u ró cu a tro años (1679­
1683) 43. Se b u scaro n papeles en los archivos del m o n aste rio de
37
38
39
40
F E L S 5-94,10-iov.
F E L S 5-101,1-2.
F E L S 5-94,6-6v.
Sacakar
de
M en d oza,
P .,
Crónica d el gran Cardenal de España, don
Pedro G onzález <ie M endoza (Toledo 1625) 473­
41 F E L S 5-94,5v.
42 F E L S 5-94 B, (Deposición de Juan de Chaves Arcayos).
43 F E L S 15-279(14)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
RAMON GONZALVEZ
71
San B ern ard o y de C asarrubios del ¿Monte, p ero sin resu ltad o .
Algunos legajos e sta b a n faltos de h o jas, allí donde se esp erab a
e n c o n trar el d ato que resolviera el enigm a. E videntem ente,
si e x i s t í a algún docum ento co m p rem eted o r, había hab id o
tiem po suficiente p a ra elim inarlo desde principios de siglo.
CONCLUSION
í.o referido sobre don Alonso no creo que tenga sólo un
cará c te r episódico. A parte la significación en el e s ta tu to de
lim pieza de Toledo, su im p o rtan cia resid e en que nos revela
tal vez la ú ltim a intervención en la vida p ú b lica del Alcalde
R onquillo, p erso n aje del que escasean las noticias hacia el
final de su vida. N o sé que haya co n stan cia de ello en otros
fondos docum entales.
Como ha hecho n o ta r el p rof. B enito R uano 4'1, los estudios
sobre la lim pieza de sangre están de a ctu alid ad últim am en te
en E spaña. De e sta p equeña co n trib u ció n cabe destacar, a m i
parecer, dos aspectos p rin cip ales:
1) La m em oria p o p u lar retiene a lo largo de m uchas gene­
raciones un hecho que afecta al h o n o r de u n a fam ilia entera,
con lo que el concepto del h o n o r significaba p a ra un español
de la época. Las inform aciones p ed ían a los testigos algo tan
efím ero com o su opinión sobre la condición de cristiano' vie­
jo del p reten d ien te, fu n d ad a en lo que hab ían oído a sus m ayo­
res y lo que se decía vulgarm ente, p e ro c o n t a b a n con un
aliado te rrib le : la m alignidad del h o m b re español de los siglos
XVI y X V II. Y es curioso ob serv ar que e sta a c titu d se ju stifi­
caba c o rrien tem en te com o "servicio de Dios n u e stro Señor".
2) Un eje de n u e stro siglo b a rro c o es la tensión en tre el
estado noble y el llano. E ste sentía u n a fu erte atracció n hacia
la nobleza, pero, al m ism o tiem po, u n a rep u lsa de los nobles.
La lim pieza es u n arm a que el pueblo usó con frecuencia con
tra ellos. La envidia se cebaba generalm ente en aquellos que
m ás p resum ían de su linaje, viniendo de este m odo a se r víc­
tim as de su p ro p io orgullo.
44
H isrANiA X X I (1961) 302.
(15)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
TOLEDO
(NOTAS
PARA
Y SUS
UN
CALLES
CALLEJERO
TOLEDANO)
Por JULIO PORRES MARTIN-CLETO
— .— Vicepresidente del I. P. I. E. T .---------
«. . . sus calles y entradas y salid as son ásperas
porque está, como dicho es, fundada sobre una
sierra de cinco co lla d o s...»
LUIS HURTADO DE TOLEDO:
M em orial a Felipe 7/(1576).
i
ESTUDIOS ANTERIORES SOBRE EL TEMA
P o r decreto de 9 de m arzo de 1940 se declaró a Toledo
M onum ento N acional en su integridad. E ste reconocim iento
oficial del c o n ju n to a rtístic o que la ciudad rep resen ta, tra s la
larga serie de disposiciones que colocaban, individualm ente,
b a jo la protección estatal a sus m ás destacados edificios, vino
a reconocer el v alor de todo el casco u rb an o y la a rm o n ía que
g u a rd a n en tre sí sus diversos elem entos, fo rm an d o en su con­
ju n to , viario-m onum ental, ese elem ento ta n vago y difícil de
definir que es el c a rá c te r o el am biente toledano.
Si de los ya m uy num erosos edificios que en E sp a ñ a h an
sido declarados M onum entos N acionales existe, com o es lógi­
co suponer, u n a descripción docum ental detallada; si de los
existentes en cada provincia, aunque no se hayan m arch a­
m ad o oficialm ente com o valiosos, se fueron red a c ta n d o Catá­
1 L a pequeña h istoria, no siem pre edifican te, de estos Catálogos
puede verse en J. A. G a y a Ñ u ñ o : La Arquitectura española en su s
m onum entos desaparecidos (M adrid, .1961), pág. 27, nota.
(1 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
74
TOLEDO Y SU S CALLES
logos m onum entales a principios de siglo
era n a tu ra l que
considerando a to d a n u e stra ciudad com o u n m onum ento se
elaborase su co rresp o n d ien te Catálogo oficial. Es é sta desde
luego u n a o b ra larga y com prom etida, pero cada día m ás nece­
sa ria y urgente; ta n to p o r re p re se n ta r el estudio detenido de
t o d o s los elem entos arquitectónicos, co n ju n to s artístico s,
agrupaciones especiales o e stru c tu ra s u rb a n a s dignas de ser
resp etad as y protegidas oficialm ente, com o p a ra servir de
guía im prescindible de las autorizaciones que el M unicipio y
la D irección de Bellas A rtes p u e d a n o to rg a r p a ra m odificarlos,
y asim ism o p a ra re d a c ta r lo que p o dríam os lla m a r el "catálogo-anti-m onum ental”, o sea la lista, de lo que debe elim inarse,
m uy n u m ero sa tam bién.
E n cu an to al volum en que rep re sen ta esta tare a, si tene­
m os en cuenta que el benem érito toledano conde de Cedillo
fue capaz de escribir, él solo y pese a los difíciles desplaza­
m ientos en su época, el de to d a la provincia, no puede califi­
carse de i m p o s i b l e ni m ucho m enos, sobre t o d o si se
encom ienda a u n grupo de expertos en los diversos aspectos
a valorar.
E n relación con este tem a, creem os que no debería om i­
tirse en el Catálogo en proyecto el estudio de las vías u rb an a s
de la ciudad. E ste estudio, p o r co m p ren d er en aparien cia un
c o n ju n to de espacios vacíos, de huecos u rb an o s e n tre l o s
diversos edificios, p arece quizá in m a te ria l en exceso, pues,
evidentem ente h a b rá que d e ja r en segundo p lan o al red actarle,
las descripciones de las casas que desde ellas tien en su acceso.
Pero las calles, plazuelas y cuestas de Toledo tienen tam bién
la im p o rta n c ia y la p erso n alid ad suficiente p a ra fig u ra r en tre
los objetos a estu d iar, pues son el com plem ento indispensable
de los m o rad o res de aquellos edificios m onum entales; y su
h isto ria , el origen de su nom bre, la evolución y las causas de
su trazad o y su m isión en el trá n sito u rb a n o no pueden olvi­
darse si se desea reco p ilar todas las riquezas a rtístic a s que
a teso ra Toledo.
Aficionados desde hace largo tiem po a este asunto, hem os
podido ob serv ar la escasez de estudios precedentes sobre él.
E l p rim e r callejero toledano de que tenem os n o ticia se publi­
có com o apéndice a la H istoria de Toledo de 18622, conteniendo
(2)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. PORRES MARTIN-CLETO
75
362 nom bres de vías u rb an as, m ás los de algunas b a rriad a s.
E l m ism o a u to r de tal callejero form ó p a rte de la Com isión
m unicipal que, en cum plim iento de la orden de 24 de febrero
de 1860, red actó el N om enclátor o fic ia l3 aún vigente, aunque
de él se haga escaso caso, incluso p o r el m ism o M unicipio al
ro tu la r de nuevo las calles y plazas. A principios de siglo, el
académ ico toledano don Ju a n M oraleda y E steb a n dió a conocer
en u n a conferencia algunas noticias sobre las calles en general,
pavim ento, num eración, etc., añadiendo su opinión sobre el
origen del no m b re de cinco de ellas 4.
Son tam b ién precedentes de obligada consulta los varios
artículos escritos p o r el p ro feso r Téllez González, con origina­
les y m uy valiosos criterio s com o es n o rm a h a b itu a l en é l 5 y
que desde luego aceptam os y utilizarem os en varios p u ntos
de este tra b a jo . T am bién el m iem bro de la m ism a Academ ia,
Dr. Jim énez de G regorio, tra tó brevem ente este tem a, creem os
que en el m ism o p e rió d ic o 6. Son asim ism o m uy curiosas las
2 A. M a r t i n G a m e r o : Historia de la ciudad de Toledo, su s claros
varones y sus m onum entos (Toledo, 1862), pág. 1101 y ss. E l plano de
1858 que luego citarem os, de C o e l l o e H i j o n incluye tam bién una
relación de nom bres de calles.
3 Aprobado p o r el Ayuntam iento en sesión de 22 de enero de 1864
y publicad o para conocim iento pú blico en feb rero de 1864, en la Im ­
pren ta de Fando. Son raros h oy los ejem plares de esta edición; u tili­
zam os el que gentilm ente nos ha cedido n uestro buen am igo don
M ariano de G oytia, a quien expresam os n uestro agradecim iento.
4 J. M o r a l e d a y E s t e b a n : Las calles de Toledo, p u b licad a en el
B oletín num. 2 de la «Sociedad A rqueológica Toledana» de 26 de
m arzo de 1900. En diversos B oletines de la R. A. B . A. y C. H . de
Toledo aparecieron estudios sueltos de este autor sobre algunas calles
toledanas, los que en su lu gar citarem os.
Son tam bién interesantes los datos sobre este tem a que m aneja la
ob ra de A m a d o r d e l o s R í o s , R ., desgraciadam ente incom pleta, M onu­
m entos A rquitectónicos de España: Toledo (M adrid, 1905). P ublicado
el tom o I y p a rte del II.
5 P ublicados en el diario E l Alcázar en el m es de m arzo de 1962.
E special interés tienen los que aparecieron en los días 2 y 9 de dicho
m es.
6 S ob re Zocodover se pu blicó al m enos un artícu lo de este autor,
recogido luego en la selección titulada T oledo y sus constantes (To­
ledo, 1961), pág. 69 y ss.
(3)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
TOLEDO Y S Ü S CALLES
76
noticias p ublicadas en diversos n úm eros de la rev ista sem anal
Toledo, e d ita d a h a s ta hace pocos años, debidas a don Em ilio
Abel de la Cruz 7, y son tam b ién m uy estim ables los callejeros
editados p o r don Luis M oreno N ieto, con lo que se c ie rra el
catálogo de estudios h istóricos im presos sobre n u e stra s calles
que h a n llegado a n u e stro conocim iento.
B ajo el p u n to de vista estrictam en te topográfico los prece­
dentes se rem o n tan al curiosísim o y h a sta la fecha no rep ro ­
ducido íntegram ente, Plano de Toledo trazad o en el cuadro
de E l Greco que conserva el M useo de su nom bre. Una m edia­
n a copia del m ism o in sertó el V iaje de España, de don A ntonio
Ponz; en aparien cia m uy sim ilar al original —cu y a existencia,
p o r cierto, no se m enciona en el libro— y en algunos p u ntos
ú til p a ra el estudio de aquél, ya d esgraciadam ente m uy des­
vaído p o r la in ten sa luz a que se le som ete constantem ente;
p e ro e sta copia prescinde de detalles valiosos y o tro s los re ­
p ro d u ce en fo rm a im perfecta, p o r lo que créenlos de gran in­
terés la edición del original que p re p a ra el In stitu to de E stu ­
dios Toledanos, sobre la p ro p ia o b ra del cretense, de exactitud
so rp ren d en te p a ra su época.
E s quizá de m ayor in terés que el a n te rio r el, h a sta hoy
inédito, plano en p ersp ectiv a caballera que conserva n u e stra
B iblioteca Provincial. Procede seguram ente de la colección
L orenzana y es u n d ib u jo a p lum illa de la ciudad, con adornos
a la acuarela sin valor a rtístico . T razado sobre folios unidos
de papel, entelados p o r su reverso, se indica que e s tá “delinea­
do p o r Jo sep h de Arroyo Palom eque, m aestro de o b ras y veci­
no de e sta ciudad de T oledo”. Carece de fecha; creem os que
debe situ a rse hacia 1700, teniendo en cuenta que se refiere al
A lcázar com o “Palacio de la R eyna" (doña M ariana de Neoburg, sin duda, quien vivió en él h a sta 1706) y es en todo caso
a n te rio r a 1721, pues reproduce la to rre exterior del pu en te
de A lcántara, su stitu id a en dicho año p o r el actu al — y anties­
tético— arco barroco.
Con gran fidelidad, a juzgar p o r los detalles que h a n llega­
do a n u estro s días, rep ro d u ce n o sólo el trazad o viario con
exactitud, al extrem o de d ib u ja r los p retiles que p reserv ab an
7
Firm ados estos artícu los b ajo el seudónim o de M a r i n o d e l R i o .
(4)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. PORRES MARTIN-CLETO
77
entonces y subsisten hoy los desniveles e n tre calles, com o los
de S an Cipriano, plaza de Ju a n de M ariana, S an S ebastián,
San Lorenzo, etc.; los pozos públicos de Pozo Am argo, San
Salvador, B arrionuevo; todo el recinto ex terio r am u rallad o y
sus p u e rta s, haciendo a veces v erd ad eras filigranas p a ra re­
coger las m ás m odestas callejuelas. Es tam b ién u n a fuente
única p a ra conocer la localización de construcciones ya des­
aparecidas y su aspecto, al m enos aproxim ado, comjo las p u e r­
tas de A dabaquín, del H ierro y del T ránsito; las m anzanas
elim inadas en este paseo, y e n tre él y el de San C ristóbal; las
p a rro q u ia s de San M artín y de San Isidoro, los conventos de
San Agustín Calzado, C arm en Calzado, San B artolom é e in­
cluso el triste m e n te fam oso "b rasero de la V ega”, ju n to a las
ru in as del Circo que igualm ente se in d ic a n 8.
E n 1858 se publica el p rim e r plano efectivam ente to pográ­
fico de n u e stra ciudad, o b ra c o n ju n ta de Francisco Coello y
M axim iliano H ijó n 9. Es de gran in terés p o r su fidelidad técni­
ca, a la vez que recoge num erosas denom inaciones trad icio ­
nales — algunas im presas en u n plano p o r ú ltim a vez: Isla de
Antolínez, Fuente de las Ciciones, etc.— Se observa e n él el
trazad o p rim itiv o del cobertizo de las B ernardas, hoy cerrado
y su stitu id o p o r el tra m o final del callejón de San José; las
p lan ta s de San Isidoro, San T orcuato y las Jerónim as de la
Reina; el C orral de Com edias de Jorge M anuel Theotocópuli,
antecesor del T eatro de R ojas; la plaza de arm as del Puente, de
A lcántara; calles del M árm ol, S an ta Ana y alrededores, incluso
la p a rte conventual dem olida poco después, de San Ju an de
los Reyes, etc. A parecen ya en form ación los paseos del T rán ­
sito y de M erchán, este últim o todavía u n a inform e explanada
sin u n solo árbol.
D ato curioso, y que sólo en este plano hem os visto recogi­
do, es el de la M ina de S afont o del C orregidor, señalada con
8 H acem os constar nuestra gatitu d a la d irectora de la C asa de
la C ultura, doña Julia Méndez A paricio, por su autorización p a r a
reprod ucir este plano, así com o po r su cordial ayuda p ara el estudio
del m ism o.
9 El único ejem p lar que conocem os en Toledo pertenece a la Casa
de la Cultura, indicándonos su existencia su D irectora antes citada, a
quien expresam os asim ism o n uestro reconocim iento.
(5)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
78
TOLEDO Y SU S CALLES
aquel apellido aunque se indica que está ab an d o n ad a y se
om iten sus brazos finales, quizá todavía sin realizar. P o r cierto
que al fin de su trazado, cerca y al su r del antiguo Cem enterio
G eneral, se an o ta: "R uinas rom anas que suponen son de las
T erm as". Tal vez sean las aludidas, m uy som eram ente, p o r
G am ero en su H istoria de Toledo.
No hem os podido exam inar el plano, tam b ién citado p o r
n u estro h isto ria d o r, publicado com o anexo a la o b ra Indicador
Toledano, de Assas y Blanco. E n 1882 se p u b lica el m uy cono­
cido plano de don José Reinoso, existente h a sta hace m uy poco
en el com ercio, p ero ya hoy m uy ra ro de obtener; o b ra m uy
estim able, pues, si bien carece de u n a ab so lu ta ex actitud topo­
gráfica, fac ilita en cam bio num erosos datos histó rico s que
pervivían en su época sobre calles y m onum entos ya desapare­
cidos o m uy m odificados, especialm ente los dem olidos después
de trazad o el de Coello e H ijón, enajen ad o s p o r las leyes desam o rtizad o ras. Los conventos de la V ida Pobre, de la M erced,
el segundo clau stro de San Ju a n de los Reyes, H ospital de
Santiago, etc., tienen en este plano su ú ltim a rep resen tació n
gráfica.
El definitivo estudio topográfico de Toledo es, sin em bargo,
h a s ta hoy, y creem os que lo seguirá siendo, el realizado p o r
A. Rey P astor. T anto en el discurso p ro n u n cia d o p a ra su ingre­
so en la A cadem ia T oledana 10, com o el plano trazad o (previo
estudio detenido y exacto) de cada calle y cada plazuela, son
la valiosísim a ap o rtació n de este g ran apasionado de Toledo,
que h a de tenerse en cuenta com o cim iento gráfico de todos los
tra b a jo s que sobre el p a rtic u la r p u e d a n hacerse en el fu tu ro .
Los resta n te s planos de la ciudad (contenidos generalm ente
en publicaciones hechas con vistas al tu rism o ), le suelen to m a r
com o p u n to de referencia; p ero cuando no lo hacen se a p a rta n
lam en tab lem en te de la configuración real del en tre sijo viario
que es Toledo, deform ando las dim ensiones reales de las calles
y atendiendo ta n sólo al desplazam iento m ás o m enos fácil
de los posibles com pradores de tales publicaciones.
F alta, sin em bargo, com o al p rincipio ap u n táb am o s u n es­
tudio, si no definitivo, sí al m enos con p ro p ó sito s de realizar
10
E studio G eom orfológico del Peñón toledano (Toledo, 1928).
(6)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
.T. PORRES MARTIN-CLETO
79
u n tra b a jo que com bine am bos enfoques del tem a; el h isté ri­
co-artístico de cada calle y el topográfico, h a s ta hoy elaborados
aisladam ente y que sólo puede estim arse com pleto en el se­
gundo de estos aspectos, en el tra b a jo de Rey P astor. Desgra­
ciadam ente carecem os, ta n to de los conocim ientos que esta
lab o r req u eriría, com o del tiem po y elem entos indispensables
p ara, al m enos, acopiar todos los datos que sobre cada calle
o plaza pueden hallarse. Las líneas siguientes p rete n d en sólo
ser u n a ap o rtació n m ás detallad a y sistem ática a este asunto
que la realizada h a sta ahora.
II
TRAZADO DE LAS CALLES: ORIGEN Y EVOLUCION
A unque la dirección y a n c h u ra de u n a vía u rb a n a pueda
deberse al azar en algunos casos, naciendo com o u n sim ple
hueco so b ran te de u n a edificación m ás o m enos anárquica,
suelen seguir no o b sta n te u n a dirección d eterm in ad a p o r al­
guna causa, b ien topográfica, bien intencional.
Lo p rim e ro que se necesita es, naturalm lente, que el terren o
consienta el trazado, y a él hay que a d a p ta rse en lo posible;
si bien o tro s m otivos pueden obligar a realizar obras m ás o
m enos costosas que p e rm ita n adecuarlo com o cam ino u rb an o .
Si la necesidad es im periosa, el ingenio de los h a b ita n te s apli­
c a rá las técnicas necesarias p a ra que pu ed a tra n sita rse p o r
aquel terren o , salvo que sea ab so lu tam en te im posible su ap ro ­
vecham iento. Si tal necesidad no obliga lo suficiente, o puede
ser satisfecha p o r d istintos lugares, se u tiliz a rá com o es n a tu ­
ra l el que ofrezca m enores dificultades, siguiendo u n a línea
de m en o r resistencia.
E sta necesidad im periosa existía en Toledo. Así, aunque
se p ro cu ra se en cada caso u tilizar las m ayores ven tajas del
peñasco sobre el que la ciudad se asienta, su pequeñez p o r un
lado — cada día m ás insuficiente p a ra la creciente población—
y los im perativos m ilitares p o r o tro , obligaron a realizar obras
que en distin to lugar se h u b iera n estim ado com o u n gasto
inútil.
(7)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
80
TOLEDO Y SU S CALLES
Es evidente que Toledo nació com o u n a posición m ilita r
de im p o rtan cia, a la cual sei'vían precisam en te aquellos acci­
dentes topográficos que en cu alq u ier ciudad residencial y sin
p roblem as defensivos h u b iera n hecho aconsejable su ubica­
ción en otro lugar. Toledo no es, p o r cierto, un lu g ar cóm odo
p a ra co n cen trar habitaciones y tra z a r vías u rb an a s que las co­
m u n iq u en e n tre sí y con el exterior. Su origen no se debe a
los requisitos que hoy el u rb an ism o exigiría p a ra la erección
pacífica de un co n ju n to de habitaciones; es, y h a sido desde
su fundación, u n verdadero castillo, y es sabido que los cas­
tillos no se asientan, al m enos en E spaña, en lugares am enos o,
com o d irían n u estro s clásicos, "d eleitab les”.
C astillo decim os, y no sim ple ciudad am u rallad a. Sus in­
m ediatos antecedentes p reh istó rico s deben hallarse en el cerro
del Bú; su reducida extensión fue la causa de su tra sla d o al
c erro toledano, m ucho m ayor y que creem os fue e stru c tu ra d o
p a rtien d o de una fortaleza previa (conjunto de los Palacios
de G aliana con el cerro del Alcázar), con am pliaciones suce­
sivas que resp e taro n las necesidades viales de este núcleo fo r­
tificado, reducido a la condición de to rre ó n del hom enaje,
p a rte del con ju n to m ilita r aunque sea la de m ayor rango def e n s i v o. E xtendiéndose p o r la accidentada superficie del
peñón, cual m ancha de aceite bélico, va dando origen aquel
recinto p rim itiv o (castro celtibérico, p re to rio rom ano y visi­
godo, al-Hisán m usulm án, palacio castellano y A lcázar ren a ­
centista), a u n tra z ad o u rb an o que todavía puede, advertirse,
com puesto de itin era rio s que b o rd ea n el recinto defensivo p o r
su in te rio r y p o r su exterior; de los accesos al centros de la
ciudad, p asan d o n a tu ra lm e n te p o r los sitios de p endiente m ás
suave si es posible, y de los cam inillos h acia aquel adarve o
cam ino de ronda. S ub sid iariam en te — y com o derroche de
u rb an ism o d ad a la escasa superficie utilizable— alguna que
o tra plazuela p a ra el desahogo m ercan til de la población; las
m enos posibles en todo caso en los p rim ero s tiem pos, si bien
la atenuación de las dificultades m ilitares y las m ayores nece­
sidades u rb an ísticas de los vecinos, vayan au m en tan d o poco
a poco su n úm ero y su extensión, m ediante derrib o s de edifi­
cios preexistentes, o aprovechando huecos u rb an o s de distin ­
to origen.
18)
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P artiendo de estas líneas generales de la urbanización to­
ledana podem os e stu d ia r las calles, clasificándolas en los si­
guientes grupos:
a)
Las que a través de las p u e rta s p rincipales de la ciudad
conducen, con m ayores o m enores ondulaciones, al núcleo cen­
tra l. Las dos m ás antiguas deben ser: 1) la que, en pendiente
dem asiado rá p id a p a ra el tráfico rodado, conduce al puente
de A lcántara a través de u n a p u e rta árabe, hoy felizm ente
resta u ra d a , y 2) la que, desde Zocodover, p o r la calle de las
A rm as y la Real del A rrabal, constituye el acceso que p rim ero
se u s a ra al peñón fortificado.
E sta p rim a cía cronológica la basam os en que no sólo es
el acceso m ás cóm odo p a ra llegar al castro p rim itiv o (y p o r
tan to , el que p rim ero necesitó de pro tecció n m ilitar), sino a
que el p u en te se clasifica com o rom ano en sus pilares, p o r lo
que h a sta que conquista Toledo Fulvio N obilior no existió un
p aso p e rm a n en te del río, ni se necesitó, p o r tanto, u n cam ino
p a ra b a ja r a él u. Los restos a ra s de tie rra del castillo de San
Servando indican tam bién un com plem ento defensivo del puen­
te, asegurando su otro extrem o. E n todo caso, era necesaria una
b a ja d a rá p id a a A lcántara, m ediante la citad a p u e rta re s ta u ra ­
d a en 1962.
La am pliación de la ciudad hace luego su rg ir p a u la tin a ­
m ente, tra s estos dos p rim ero s accesos a la vega y a la orilla
izquierda del río, algunos otros, tam b ién de dirección radial
desde el castillo c en tral a las afueras. El de la actu al p u e rta
del C am brón, nacido en las T endidas y que conduce a lo que
11 N o es im posible desde luego un puente o paso anterior, m as
o m enos precario y levadizo, de origen prerrom ano, s o b r e el Tajo.
Pero siendo T oledo la llave de la com unicación entre am bas orillas,
su posesión segura perm itía a Rom a extender su dom inio al n orte del
río y p ara esta seguridad era im prescindible un puente perm anente,
fácilm en te defendible por un risco de cap acid ad bastan te p a r a su
guarnición. Un p a raje excelente para un puente provisional puede ser
la llam ada «piedra de m edio río», usada luego p ara apoyar el pilar
central del acueducto. Tam bién el vado del Río Llano debió ser ú tilí­
sim o antes de existir el puente, al m enos en el estiaje, y causa del
asentam iento en el cerro toledano de sus prim eros pobladores, dom i­
nando desde él la única solución de continuidad entre am bas orillas
durante m ucho? kilóm etros.
(9)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
TOLEDO Y SU S CALLES
82
en p rincipio debió ser u n a sim ple b a rc a de paso, luego un puen­
te de barcas y p o r fin el pu en te de San M artín; el de acceso
d irecto al río p o r la vaguada n a tu ra l de las calles de Torner
rías, Sixto R am ón P arro y B arco; el a ta jo al cam ino real cir­
cu n d an te que, desde el borde de la calle de A lfileritos, se une
con aquel cam ino a través de la p u e rta de V alm ardón, y así
sucesivam ente, la com odidad de los residentes en la ciudad
va trazan d o otros descensos que p e rfo ra n las m u ra lla s y los
com unican a la p a rte del cam po inm ediato a aquéllas que ne­
cesite u n a vía p ro p ia de penetración.
Un hecho que c o rro b o ra esta clasificación en el tiem po de
las diversas en tra d as a Toledo es el lento, p ero co n stan te cre­
cim iento de los edificios a am bos lados de los dos cam inos
m ás antiguos. Así, la p rim itiv a calle de las A rm as (sea cual
fuere su n om bre a n te rio r), tra sp a sa la m u ra lla ro m a n a y visi­
gótica p o r la p u e rta de Perpiñán, se p rolonga p o r la calle Real
del A rrabal, co n tin ú a en la Vega y la calle de M arqués de
M endigorría y sigue p o r la c a rre te ra de M adrid; la b a ja d a a
A lcántara sigue con solución de con tin u id ad a través del Paseo
de la Rosa, la calle m ás larga de Toledo b a jo un solo nom bre.
P or el co n trario , la p a rte de S olanilla y de la c a rre te ra de Piedrabuena, cam ino m ás m oderno, p ersiste casi despoblada, a
excepción de los cigarrales y la V enta del Alma, h a s ta p rin ci­
pios del siglo actual en que el M unicipio au to riza la edificación
con cesiones de parcelas de su p ro p ied ad 12.
b)
Calles que d iscu rren paralelas a las m u rallas, p refe­
ren tem en te p o r el in te rio r de las m ism as. Son sim ples cam inos
de rond a, despejados de edificios en su com ienzo p a ra servir
adecuadam ente a su fin alid ad e stric tam e n te m il it a r 13, y en tre
ellas clasificam os a las C arreras de San S ebastián, R onda de
Juanelo o su bida a la p u e rta de Doce Cantos, p a rte del actu al
M iradero, calle de C arretas, V istillas de S an A gustín (hoy ca12 En el citado plano de R e i n o s o , de 1882, no se recogen en este
p a raje m ás construcciones que la erm ita de N tra. Sra. de la Cabeza,
dos cigarrales y la V en ta indicada.
13 La m ás antigua y que hoy subsiste casi íntegra es la calle de
A lfileritos, estim ada de origen rom ano po r T e l l e z cu ya opinión sus­
cribim os.
( 10 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
.í. PORRES MARTIN-CLETO
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rre te ra en tre el in te rio r del p u en te de San M artín, h a sta la
p u e rta del M atadero m unicipal), etc.
Al desaparecer o a ten u arse la finalidad castrense de esta
vía de circunvalación, se en cu en tra su enorm e so lar (enorm e
d ad a la escasez de terren o edificable d en tro del cerro), ex­
pu esto a la apetencia constructiva de quien gozase del favor
real o m unicipal. Y así vem os que a p a rtir de Las N avas de
Tolosa (1212), b a ta lla que aleja definitivam ente de los m uros
de Toledo el peligro m usulm án, com ienza la edificación de
conventos y palacios ocupando p arcelas sucesivas de este an­
tiguo cam ino de r o n d a , form ándose la curiosa corona de
m on asterio s que ro d ean a Toledo desde el adarve sobre el
pu en te de A lcántara h a sta las V istillas de San Agustín. N acen
así el C arm en Calzado, la C oncepción F rancisca, S an ta F e 14,
las B ern ard as R ecoletas —hoy Colegio de la M edalla M ilagro­
sa— , to d as ellas sobre la an tig u a m u ra lla ro m a n a y visigótica;
los C arm elitas Descalzos, S anto Dom ingo el Real, la M erced
—hoy D iputación— , palacio de V argas — actu al In stitu to de
Higiene— , C arm elitas Descalzas. El de S an A gustín Calzado,
alo jad o en u n palacio ju n to al C am brón cedido a don Gonza­
lo Ruiz de Toledo, se explica tam b ién p o r ser ya innecesario
el recinto defensivo que este Alcázar Real debió ser; S an Ju an
de los Reyes, en pleno b a rrio judío, se adosa a la cerca de la
ju d e ría y recibe com o donación uno de los dos castillos inte­
riores que guarnecían el b a rrio , convirtiéndole en h u e rto con­
ventual. Y p o r últim o, el convento de G üitos Descalzos, se
construye sobre u n palacio señorial, inm ediato tam b ién a la
m u ra lla sobre el río, aunque no linde m aterialm en te con ella
p o r ser casi inedificable el te rre n o existente ju n to a la m ism a
p o r la fu erte p endiente hacia el Tajo.
c)
Calles que desde el co n ju n to u rb an o dan acceso a esa
m u ra lla exterior: Son los callejones que aú n existen en p a rte
o pueden reconocerse sobre el plano, com prim idos e n tre con­
ventos que resp e taro n aquellos accesos al m u ro de la ciudad,
14 La Concepción y Santa Fé aprovechan adem ás diversas p orcio­
nes del antiguo palacio real, seguram ente incóm odo p ara el uso corte­
sano po r su origen castrense, con predom inio de una estru ctu ra defen­
siva y no palaciega.
(1 1 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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TOLEDO Y SU S CALLES
no sabem os si p o r un resto de tem o r a una posible, aunque
rem ota, utilización de aquel p aredón, o bien p o r d e ja r una
linde o bardazo claro que aislase unos de otros. Son éstos
los del Ju sto Juez, la b a ja d a a la G ranja, el callejón de Silva,
etcétera. El que m ás recientem ente ha com enzado a desapa­
recer es el de la Roca Tarpeya, que todos hem os conocido de
uso público, dando acceso a un pequeño b a lu a rte sobre el río.
H a sta finales del pasado siglo existieron otros dos, uno en tre
el N uncio Nuevo y las C arm elitas Descalzas (llam ado callejón
de Silva) y otro que sep arab a S an ta C lara de los C arm elitas
Descalzos (callejón del M uro Azor), am bos cerrados hoy y
absorbidos p o r uno de sus colindantes.
d)
Una vez trazados estos tres tipos de calles, el resto de
la ciu d ad se va poblando y alineando m ás o m enos al azar,
según el terren o lo p erm jte. Si existe u n a vaguada im p o rtan te,
su rg irá u n a calle que coincide con ella; nadie quiere edificar,
com o es n a tu ra l, oponiéndose al p aso de las aguas. Así surgen
las calles de las T ornerías, d ocum entada desde la R econquista,
si bien tiene origen rom ano según los restos, aún existentes
b ajo la m ezquita que hoy se re s ta u ra p o r los técnicos de Bellas
A rtes; la calle del Pozo Amargo, cuya p rim e ra cita docum ental
d a ta del año 1152, aunque seguram ente es an terio r; la del
Cristo de la P a rra , calle que tiene u n a doble explicación, ya
que, adem ás de ser u n a b a ja d a de aguas pluviales, es tam bién
u n acceso al río, a través de la p u e rta de A dabaquin o de los
C urtidores; calle del B arco, acceso a la p u e rta del H ierro; calle
de la C hapinería, caso quizá único en que las necesidades cons­
tru ctiv as — de la C atedral en este caso— ta p a ro n u n a callecauce, y p o r ello salvan el p ro b le m a de la evacuación de las
aguas m ediante un canal su b te rrá n e o que cruza b a jo el tem plo
y acom ete a la calle del B arco; b a ja d a a los A lam illos del
T ránsito, etc. Si se construye u n a iglesia, se precisa u n espacio
vacío ju n to a ella p a ra dedicarlo a cem enterio de sus feligreses,
y este espacio será p o ste rio rm en te u n a plazuela. Si existe, p o r
ra ra casualidad, un espacio despejado en u n sitio céntrico, o
que esté bien com unicado con el ex terio r, se d estina a m er­
cado público: Plaza de Zocodover, plaza M ayor, plazuela de
las T endidas, plazuela de la E strella. P or últim o, si fre n te a
u n edificio im p o rta n te es de todo p u n to necesario u n terren o
(12 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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despejado, se adquieren con m ás o m enos dificultades las
casas fro n te ra s y se d e rrib an : Plaza del A yuntam iento, plaza
de San Vicente, plaza de la M agdalena (ésta ya en nuestros
días), etc.
e)
O tras vías u rb a n a s nacen com o consecuencia de verda­
deros pro p ó sito s urbanizadores. Com o el U rbanism o es ciencia
m oderna, son estas calles tam bién las de origen m ás reciente;
aunque en m uchas ocasiones sean sim ples rectificaciones y
alineaciones de las an terio res b a jo un plan m ás o m enos defi­
nido. Las antiguas O rdenanzas M unicipales recu erd an una
p rag m á tic a de doña Ju a n a la Loca I5, del año 1509 en la que se
p ro h ib ía n los saledizos y los cobertizos p o r re s ta r luz y venti­
lación a los vecinos de las ya m uy estrechas rú as toledanas.
Es tam b ién conocido el d erribo de varias casas en la e n tra d a
de la calle del Com ercio, desde Zocodover, ad q u irid as y dem o­
lidas p o r orden del A yuntam iento p a ra fac ilita r la procesión
de la V irgen del Sagrario, afirm ándose así probablem ente,
p o r este ensanche, el n om bre de calle Ancha, que luego se
extendió a su continuación h a sta las C uatro Calles, que antes
fo rm ab an las calles de la Lencería, Calcetería, etc., y por
últim o se un ificaro n b a jo el com ún denom inador de calle del
Com ercio.
Análogo d errib o y ensanche sufrió el com ienzo de la cues­
ta de Belén y, en el extrem o m ás b a jo de Zocodover fue ta m ­
bién d e rrib ad a u n a m anzana que c e rra b a la plaza 16 y form ab a
dos callejones, el dé las Arm as — que subsiste— y el de la
L am parilla, ab sorbido por aquél. La iniciación de estos p ro ­
pósitos urb an izad o res deben rem ontarse, sin em bargo, al gran
co rregidor G utiérrez T e llo 17, c o n stru c to r del M iradero, las
15 Fechada la program ática el 15 de noviem bre de 1509, se inserta
en la edición oficial de dichas O rdenanzas (Toledo, 1858), págs. 195-196.
16 E stu vo tam bién p rovista de soportales frente a la plaza, y se
llam aba P ortales de los B oteros, según antiguas escrituras. Fué dem o­
lida esta m anzana en 1864 para com pletar el acceso a T oledo desde
B isag ra construido entonces. Se reproduce su tachada en el plano de
A r r o y o citad o u t supra.
17 L. H u r t a d o d e T o l e d o : M emorial de algunas cosas notables
que tiene la Im perial Ciudad de Toledo, de 1576— contem poráneo de
este Corregidor— dice que consiguió «...en las calles de la dicha ciudad
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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TOLEDO Y SU S CALLES
V istillas de San Agustín, b a ja d a al C risto de la Vega, etc., y
quien asim ism o dispuso que se em pedrasen las calles p rin ci­
pales 1S, iniciando tam bién el sistem a de e n d e u d ar al M unicipio
p a ra que las obras que beneficiaban a Alarias generaciones
fu era n sufragadas p o r todas ellas, y no sólo p o r los que p re­
senciaban las obras.
El siglo X IX vió acom eter y resolver los m ás im p o rta n tes
p roblem as de los diversos accesos a la ciudad, aunque a veces
lo hiciera a costa del c a rá c te r típico de la m ism a. Así o currió
con la difícil subida desde la Vega, a través de la p u e rta de
B isagra, que antes del X V III h ab ía de efectuarse b a jo las
p u e rta s del Sol y de A larcones, T orno de las C arretas y, bien
a través del callejón del M oro 19, bien p o r el b o rd e su p e rio r del
M iradero (calle Llana, hoy V. González), llevaba a Zocodover.
Adem ás de la m anzana que sep arab a las calles de las Arm as
y de la L am parilla, ya indicada m ás arrib a, se dem olió tam bién
o se e n terró , al m enos, la p u e rta de Perpiñán; se cerró la
b a ja d a a los D esam parados; se anuló la plaza de la E strella
(antiguo cem enterio p arro q u ial), y, p artien d o del nivel de la
p u e rta de B isagra, se trazó una p endiente lo m ás suave posi­
ble p o r el A rrabal, b o rd ean d o el ex terio r de las o tra s dos
p u e rta s del Sol y A larcones h a sta llegar al m ism o Zocodover.
Desde la izquierda de esta costosa o b ra lanzó o tra c a rre te ra
h a sta A lcántara, aprovechando u n antiguo y estrecho cam ino
(calzada ro m an a) que d iscu rría b a jo la m u ra lla del M irade­
ro 20; o b ra ésta tam b ién necesaria, p ero p a ra la cual h u b o de
m ucha m ejoría y rectitud, haziendo a los que de nuevo edifican que
se r e t i r e n y den anchura...» Conf. edic. del C. S. I. C. dirigida por
C. V i ñ a s y R . P a z (M adrid, 1 963) vol. 3.°
18 «...haziendose em p ed rar las calles donde ay b arrancos y pasos
dificultosos...» según H u r t a d o . Según M o r a le d a , o. c., una real cédula
de 1502 dada po r Fernando el C atólico, dispuso que se em pedrasen las
calles y plazas toledanas, obra que se com pletó po r G u tiérrez Tello.
19 Com unicaba este callejón con el C orral de la C am pana, figu ­
rando tod avía abierto este paso en la pan orám ica de A r r o y o (hacía
170 0 ). Aún subsiste la a lcan tarilla m unicipal b ajo la casa que tapona
el final del callejón , al cual, adem ás, dan las pu ertas principales de
varias casas de V. González; las que ostentan en sus pu ertas antiguas
los escudos m ientras que son m odernas las q u e d a n al M iradero,
reconstruidas po r la reform a de 1864.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. PORRES MARTIN-CLETO
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sacrificarse la plaza de A rm as del p u en te y u n a de las tres
p u e rta s que daban acceso ella, en 1864.
La p u e rta fro n te ra a ésta y que o sten tab a a San Ildefonso,
fue tam bién d e m o l i d a , al p arecer p o r h a llarse ru in o sa
en 18712l, en v irtu d de un acuerdo m unicipal, despejando el
acceso a la p u e rta de Doce Cantos, que hoy h a sido pavim en­
tad o y ensanchado notablem ente. P or ú ltim o m encionarem os,
cargándolo tam b ién en la cuenta del siglo pasado, la d estru c­
ción lam entable del doble arco que c e r r a b a la cuesta del
Alcázar, en su u n ió n con la plaza de Zocodover, análogo en su
e s tru c tu ra al Arco de la Sangre y debido pro b ab lem en te a
Ju a n de H errera. Su ro m án tica estam pa fue pub licad a p o r
ú ltim a vez en el "S em anario P in to re sco ” 22, y según hem os
oído decir tuvo com o supuesto m otivo del d erribo el que no
cabían los coches p o r ellos; los coches de caballos, n a tu ra l­
m ente. A fortunadam ente los escalones del Arco de la Sangre
hacían a éste im practicable p a ra los vehículos.
A p e sar de estas destrucciones Toledo fue, sin em bargo,
u n a de las ciudades en las que el pasado siglo p ro d u jo m enos
dem oliciones; tal vez p o r falta de recursos del A yuntam iento
p a ra m ayores obras, los que se in v irtiero n en su to ta lid a d p o r
el alcalde N avas, en el M iradero y el M ercado, enajenando
las lám inas de Propios. Con la construcción del p rim e ro con­
siguió p a ra la ciu d ad un útilísim o p ulm ón u rbano, ya inicia­
do p o r G utiérrez Tello h a sta la m u ra lla visigótica y que este
alcalde rebasó, en terrán d o la, m ediante el form idable paredón
sobre el Pósito y la e rm ita de los D esam parados, p o r u n lado,
y p o r el otro, al conseguirse en 1887 la cesión p o r las Comen­
d ad o ras de Santiago de u n a serie de corrales, cuya explana­
ción duplicó la superficie del paseo, a cuyo extrem o se colgó
luego la p recaria y penosa escalerilla que conduce al puente.
Tam poco la D esam ortización dió lugar a las num erosas
20 S e reproduce este cam ino en un dibujo de J. P. V illaam il, que
publicam os (lám . V).
21 Según R . A m a d o r d e l o s R í o s : M onum entos Arquitectónicos de
España. I , pág. 157, quien publicó un d ibu jo de esta pu erta desapa­
recida (lám . V II).
22 E n la obra citad a de A m a d o r , L, pág. 209, se inserta una repro­
d ucción de esta estam pa del Sem anario Pintoresco.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
TOLEDO Y SU S CALLES
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plazas que en o tra s capitales recuerdan, con sus nom bres de
Santos, el convento que sobre ellas existía. En Toledo sólo
se p ro d u jo u n hueco u rb a n o notable, que fue el paseo del
Carm en, nacido del so lar de este convento incendiado y dem o­
lido y del p ra d ito de la C aridad an e jo a él, cem enterio dem o­
lido en 1859. E n los conventos de la V ida Pobre, San Agustín,
S an Miguel de los Reyes, etc., se edificó m ás o m enos; el de
los frailes C apuchinos se reedificó com o cuartel, y el de San
B artolom é de la Vega pasó a ser cam po, p u ra y sim plem ente.
Es ya en n u e stra época cuando las destrucciones derivadas
del asedio del Alcázar dan lu g ar a u n a reordenación to ta l de
sus alrededores, desde la plaza de la M agdalena, cuya super­
ficie se duplica, h a s ta el ensanche de S an ta Fe, la nueva ali­
neación de Zocodover y la dem olición to ta l de C apuchinos y
Santiago (ya antes su stitu id o s p o r dependencias m ilitares); la
b a ja d a en lazo que da acceso al Carm en, o b ra ésta la de m ayor
envergadura u rb a n ístic a realizada en Toledo; la rectificación
de la cuesta del Alcázar, a p e rtu ra de la calle del Alférez Provi­
sional y, p o r fin, la explanación casi to ta l del C orralillo de
S an Miguel, que e ra en p a rte u n antiguo cem enterio p a rro ­
quial, el H o spital de Peregrinos, pequeñas m anzanas de casas
y u n a e x trañ a plazuela con no m b re ro m án tico : La plazuela
de los Novios
Por últim o, y ya previendo el fu tu ro , la p róxim a gran o b ra
que si Dios quiere verem os (y b a sta n te arriesg ad a desde todos
los p u n to s de vista), será la llam ad a C ornisa del Tajo, o b ra
que revalizaría la zona —hoy de escom breras y m u lad ares—
de las C arreras de San Sebastián, dando acceso fácil a este
ab an d o n ad o sector, m ás que u rb a n o su b u rb an o , y lógicam en­
te lim p iaría las m u rallas sem ien terrad as que todavía asom an
sobre el río; proyecto ta n largam ente am bicionado p o r los
toledanos. O tros proyectos m ás am biciosos todavía p erm ane­
cen a ú n en el terren o de las p u ras teo rías y su scitan opiniones
co n trap u estas, que no es éste el lugar de exponer.
23 Según A m a d o r d e l o s R í o s , o. c., pág. 160, I, el «libro del V ecin­
dario» existente en el Ayuntam iento, cita esta plaza en 1777 «a la puer­
ta del costad o de San Miguel».
(16)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. FORRES MARTIN-CEETO
89
III
LOS NOMBRES DE LAS CALLES
H a sta que en v irtu d de u n a disposición oficial del siglo
pasad o se individualizó oficialm ente a cada calle con u n nom ­
b re esp ecífico 24, su identificación m ediante u n patro n ím ico
determ in ad o procede de un uso trad icional, generalm ente p o r
u n a razón cla ra y evidente en la época en que com enzó a apli­
carse ; au nque en la actu alid ad no siem pre conozcam os el p o r
qué. Una vez nacido su no m b re p a rtic u la r, el uso le va afir­
m ando y p e rp e tu an d o con escasas variaciones, casi siem pre
tendiendo a a c o rtarlo si es dem asiado largo o añadiendo al­
gún vocablo que lo distinga de o tra calle si am bas se conocen
con denom inaciones iguales o parecidas 2S.
A esta p erp etu ació n del no m b re con trib u y en con gran efi­
cacia los docum entos públicos, autorizados p o r los antiguos
"E scrib an o s del N ú m e ro ”. Al ex tender un c o n tra to referente
a u n a casa, p ro c u ra n h a c er constar, com o es n a tu ra l, los datos
que p e rm ita n id en tificarla con seguridad, y cuando p o r segun­
da vez se pro d u ce u n a tra n sm isió n del edificio, es lo n orm al
que se a p o rte el docum ento a n te rio r, si éste existe. Si no hay
razón evidente que lo im pida, o si los datos consignados en el
antiguo p a ra id en tificarla se estim an suficientem ente claros,
son copiados en los docum entos sucesivos: C ontratos, testa ­
m entos, etc. P o r este p rocedim iento puede suceder que u n
24 R. O. de 24 de feb rero de 1960. E l N om en clátor se aprobó po r
el Ayuntam iento el 22 de enero de 1864. M o r a l e d a v E s t e b a n , en el art.
citado, afirm aba que en los siglos X V I y X V I I «nom ináronse las calles
toledanas, asignándolas títu los de las industrias arm era, e s p a rte ra nom bres que de tradición hanse conservado...» N o parece prob ab le
que esta iden tificación fuese oficial, sino nacid a sólo del u so corriente;
lo que parece con firm ar la m ism a vaguedad de fechas de esta noticia.
Añade p o r lo dem ás que «fueron en p a rte cam biados a n d a n d o el
tiempo».
25 S ubsisten aún duplicidades de este tipo, origen de confusiones
m olestas por lo que convendría hacerlas desaparecer. T al sucede con
las dos calles del Sacram ento, en Pozo A m argo y A ntequeruela; calle­
jó n de los M uertos, en San Andrés y San Lorenzo; San ta Ana, en la
A ntequeruela y en B a rrio N uevo, etc.
2
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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TOLEDO Y SU S CALLES
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n om bre p o p u lar nuevo no figure en la an tig u a titu lació n del
inm ueble, y que el E scribano consigne los datos oficiales ,
p o r decirlo así, en vez de los usuales; p roduciéndose u n a doble
denom inación que puede p e rsistir largo tiem po, sin que los
curiales se den p o r enterados (aunque lo sepan p erfectam ente
e incluso lo u sen en su vida priv ad a) del nuevo apelativo, p o r­
que lo que e stá escrito es lo que tiene eficacia p ro b a to ria
m ayor.
■
T arde o tem p ran o acaba prevaleciendo, sin em bargo, el
n om bre u sual frente al no m b re oficial, a través de expresiones
que recogen a am bos p o r si acaso. Un ejem plo reciente de este
proceso lo tenem os en la calle del Refugio, denom inación de
las m ás antiguas de Toledo, pues, aparece ya en docum entos
fechados en el año 123026 y p o r ta n to firm em ente a rraig ad a
d u ran te siglos en el uso pop u lar. H oy se utiliza aú n com o vi­
gente en la docum entación reg istral y fiscal; p ero ya el retablillo de la V irgen de los A lfileritos h a im puesto su nombi-e,
incluso, en los azulejos m unicipales, al m enos desde el pasado
siglo en que los m ism os recto res del citado Refugio indicaban
el nuevo no m b re p a ra c ita r a los m iem bros de la J u n ta de
Beneficencia; y hoy día es m uy posible que u n c a rtero no
acertase a e n tre g a r u n a m isiva q u e contuviese el nom bre
oficial, en vez del p o p u la r y co rrien te que todos utilizam os ya.
Lo p intoresco del caso es que el N om enclátor de 1864 no la
llam a ni Refugio ni A lfileritos, sino "calle de M o reto ”, con el
"éx ito ” que todos sabem os.
H ay u n grupo de calles que, desde época m uy rem otas,
goza de u n n om bre invariable, usado ta n to p o r el pueblo, com o
p o r los docum entos oficiales. Adem ás de los que indican que
en ellas existe u n a p a rro q u ia o e rm ita de rem o ta fundación
(cuya p ersisten cia es n a tu ra l m ie n tra s que el edificio religio­
so no desaparezca), hay algunas que se conocen con u n ape­
lativo p ro p io y específico: Los ejem plos m ás claros son las
calles de B arrio Rey, llam ad a p o r los m ozárabes "B a rrio del
26 V id. A. G o n z á l e z P a le n c ia :
Los
mozárabes
toledanos
en
los
s i g l o s X I I y X I I I (M adrid, 1930). T. prelim ., pág. 71. L in daba la casa
del R efugio con el «muro de la ciudad», resto de la m u ralla rom ana
sin duda de la que fu e adarve m ilitar en su origen esta antigua calle.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. PORRES MARTIN-CLETO
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S u ltá n ” y que m uy p ro n to debió ser d istrib u id a a los com pa­
ñeros de arm as de Alfonso VI y sus sucesores p ero que, sin
em bargo, retu v o el n om bre que refe ría quién fue su prin cip al
p ro p ietario ; o la calle del Pozo Am argo, llam ad a antes plaza
del Caxalí h a s t a 1152, p o r lo m e n o s 27, p ero que desde el
año 1162, se llam a ya com o en la actu alid ad , dando origen a
u n a de las m ás bellas leyendas toledanas la p rec a ria calidad
de sus aguas. Cualidad que es com ún p o r o tra p a rte a la m a­
yoría de los pozos de la ciudad, p ero que sólo en este caso
sirvió de base a la im aginación de un poeta, quizá apoyada en
un hecho m ás o míenos real.
La m ayoría de los nom bres perm an en tes nacen p o r la loca­
lización en u n a calle o plazuela de u n edificio d e sta c a d o :
P arro q u ia, erm ita, convento u h ospital, regidos estos últim os
tam bién p o r el clero casi siem pre. D ividida la ciudad en p a ­
rro q u ias latinas, con u n te rrito rio p a rtic u la r y específico p a ra
cada u n a 2S, la p rim e ra y obligada referencia p a ra id en tificar
u n a casa era la collación a que pertenecía. P ero com o esta
indicación es dem asiado genérica y p o r ta n to insuficiente, se
com pleta con nuevos datos basados en la m ayor o m en o r p ro ­
xim idad a o tro edificio o lu g ar plenam ente conocido, o bien
con la descripción de la casa tra n sm itid a y alguna alusión a
sus colindantes, adem ás de los nom bres de los p ro p ie tario s de
éstas. Y si el inquilino, actu al o pasado, de la vivienda que se
p reten d e d e scrib ir con seguridad; h a alcanzado algún relieve,
se utiliza reitera d am e n te su no m b re y tal uso puede d a r lu­
g ar al n om bre de u n a calle.
Así vem os com o ejem plo que en el año 1167 u n a rcip reste
llam ado don N icolás com pra la m itad de u n a m ezquita en la
colación de S an ta M aría, o sea de la C atedral; y en 1170 ad­
quiere el resto de ella. Pues bien, este c o n ju n to de casas se
m encionan ya en 1199, com o el "adarve del a rc ip re ste don
27 Ibidem , prelim ., pág. 56, docs. 67 y 68. E l b rocal del pozo se
hallab a en la plazuela frente al cobertizo, según el plano de J. A r r o y o .
28 S ería interesante determ in ar la dem arcación exacta que tu vie­
ron cada una de las antiguas parroquias, antes de la reorganización
derivada del concord ato de 1851. No existen datos al p arecer en el
A rchivo D iocesano que perm itan recon stru ir estos lím ites con segu­
ridad.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
TOLEDO Y SU S CALLES
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N icolás”. El vicario don F ernando com pra u n a casa en el b a ­
rrio del Pozo Am argo, y un coronel llam ado don Diego, vive
en los restos de u n a m o rad a señorial en el M ercado de los
C am bistas, y am bos acaban p o r ten e r dedicada la plaza de
Don F ernando y el C orral de Don Diego, quizá recom pensando
sus m éritos, los que hoy p o r cierto ignoram os to talm en te. Es
curioso que este proceso llegue a su s titu ir n om bres fam osos,
com o el de la plazuela del conde de C ifuentes, p o r el hoy
utilizado de plaza de M arrón, en h o n o r de u n casi desconocido
canónigo h a b ita n te de ella; el callejón del Alarife, dedicado
al técnico m unicipal que tasa b a las obras de albañilería, b o rra
el antiguo y m olesto no m b re de "callejón de las V acas”. E stos
casos son hoy m ucho m enos num erosos que en el m edievo,
donde, a ju zg ar p o r los docum entos m ozárabes, num erosísi­
m os callejones y adarves llevan los nom bres de su prin cip al
vecino.
Ante la m u ltip licid ad de p a rro q u ias, erm itas y m onasterios,
es n a tu ra l que la m ay o r p a rte de los nom bres de calles sean
de tip o religioso. Los siguen en núm ero los de origen grem ial:
Tintes, T ornerías, A rm as, Sillería, etc., algunos ya d esap are­
cidos con los artesan o s que las poblaron, o em igrados con
ellos a su nueva residencia, com o el de los T intoreros, sito
a ntes en las proxim idades de San Andrés y el Pozo A m argo y
hoy próxim o al río. Algunos son difícilm ente reconocibles ya,
com o el de S olarejo o Val decaleros; otros que p arecen grem ia­
les no deben serlo, com o la calle de C arretas, que no alude
a que en ella se fabricasen tales vehículos, sino al "T orno de
las C a rre ta s”, a rte fa c to que debió ex istir p a ra fa c ilita r el ás­
pero ascenso a la ciudad p o r su fu erte pendiente. O el callejón
del P otro, lugar que no debió a lo ja r a tra ta n te s de ganado,
sino a u n au tén tico p o tro de h e rra r bueyes, com o el que to d a ­
vía existe ju n to a la p u e rta del C am brón.
P o r m uy necesaria que fu era —y lo era sin duda— la con­
cesión a los M unicipios de la com petencia exclusiva p a ra fija r
y d e te rm in a r los nom bres de las vías u rb an a s, esta facultad
llevó consigo u n a posibilidad perniciosa, pues sin que la dis­
posición lo d ije ra ni pro b ab lem en te se p rev iera p o r el M inis­
tro que la dictó, es lo cierto que quien p o d ía d a r u n n om bre
podía hacerlo tam b ién varias veces, esto es, po d ía cam biarlo
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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si lo creía oportuno. Así fu ero n los A yuntam ientos, al com pás
de las circunstancias políticas, reb au tizan d o calles con los
nom bres de aquellos p erso n ajes m ás fam osos o m ás am igos
de la C orporación. Surge así fre n te al no m b re usual, el nom bre
político.
Como estos cam bios no suelen ten e r en c u e n ta las conve­
niencias del uso diario, ni pueden p o r sí m ism o b o rra r de la
m em oria de los vecinos la asociación trad icio n al e n tre u n a
calle y su no m b re a n te rio r, se sigue utilizando éste p o r lo
general. A veces el p e rso n a je tiene su e rte : B i e n p o rq u e el
nom bre de la calle sea desagradable, com o sucedía con la de
la T ripería, a rra ig a el nuevo topónim o de don Sixto R am ón
P arro, utilizado com únm ente y p o r com pleto aunque sea de­
m asiado largo; o es efectivam ente p o p u lar, com o don A ntonio
M artín G am ero, pese a lo cual ta rd a m ás de m edio siglo en
u sarse, pues a toledanos ancianos les hem os oído todavía citar
esta calle p o r su a n te rio r n o m b re de O bra P rim a. A veces se
tra ta de u n a calle p rác tic a m e n te nueva, com o la de Venancio
G onzález29, o la avenida de B arber, aunque é sta coexiste con
el n om bre de c a rre te ra de Avila, com o sucede tam b ién en la de
M adrid y su no m b re oficial en la p rim e ra p a rte , de M arqués
de M endigorría, utilizados am bos in d istin tam en te.
Lo co rrien te es, sin em bargo, u n a resisten cia co n stan te a
ap licar el no m b re oficial, aunque sea ta n innocuo com o el de
las calles del Com ercio o de Toledo de Ohío, que siguen lla­
m ándose calle A ncha y cuesta de Belén. La m ás a tre v id a deci­
sión m unicipal en este sentido —y p o r ta n to la de m ás abso­
lu to fracaso— fue la de designar a Zocodover com o plaza de
la C onstitución, lo que no se usó, creem os, ni casi en los docu­
m entos oficiales del período m ás lib e r a l30, ni n a tu ra lm e n te en
29 La parte m ás b a ja de ella se llam aba «del M iradero», lo que
inducía a confu sión con el inm ediato paseo. E l resto h a sta enlazar
con la de las Arm as se l l a m a b a «calle Llana». Por ello fu e una
m edida p rá ctica la separación de uno y o tra con un nuevo nom bre,
cuajan d o éste en el uso popular.
30 In cluso en los m uy liberales docum entos de la D esam ortización
se utilizan indistintam ente am bos nom bres, predom inando el trad i­
cional. E n el plano de R e i n o s o se la rotu la «Constitución, o Zocodover,
o Glorieta».
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TOLEDO Y SU S CALLES
la conversación p o p u lar, pese al ró tu lo bien visible que nadie
usó d esp re n d e r del Arco de la Sangre h a sta 1941.
Como caso realm ente p intoresco y p o r fo rtu n a fugacísim o,
m encionem os las descabelladas dedicaciones de calles en 1931­
1935: Calle de los C om uneros a la de los Reyes Católicos
(cuyo n om bre antiguo era de las C arnicerías o de la P u erta
de C arros de San Ju a n de los Reyes); calle de Pi y M argall a
la calle Ancha; calle de Ferm ín G alán a la cuesta del Alcázar
(cuyo n om bre oficial no es éste tam poco, sino de Carlos V).
Ni m ás n i m enos.
Veipos p o r tan to que las calles, ta n to en su trazad o com o
en sus nom bres, no son algo estático, in m utable. P o r in flu jo
de sus h a b ita n te s sobre ellas (pues no en b ald e son el escena­
rio de sus vidas), van cam biando al com pás de ellos y de sus
ideas, au nque el cam bio los siga con b a sta n tes años de retraso .
Sólo u n a m udanza dem asiado rep e n tin a puede no d e ja r su
huella en el trazado viario; pero a veces, p o r curiosa p a ra d o ja,
el suceso fue ta n fugaz que se olvidó enseguida p o r sus veci­
nos restan d o , en cam bio, com o inexplicable supervivencia de
aquél, el único recu erd o ya indescifrable del no m b re de una
calle. N adie recu erd a hoy p o r qué razón la V irgen de Belén,
el Angel gótico o el retab lo de los A lfileritos nos llam an desde
sus ho rn acin as, ni quién tuvo el capricho de situ arlo s allá;
pero ahí están , y su rep ercu sió n en el uso d iario de sus nom ­
bres es m ás p ro fu n d a y a rra ig a d a que el ignorado suceso que
m otivara su em plazam iento.
7
.
iv
NACEN LAS PLAZAS
Quizá p o r lo reducido del cerro toledano y p o r las dificul­
tades topográficas p a ra la expansión de la ciudad, la aparición
de las plazas es fru to u rb an ístic o m ás bien ta rd ío 31. Las tra ­
31 En las ciudades celtib éricas «su densa edificación se distribuye
mas o m enos ordenadam ente po r calles y carecen de plazas o lugares
abiertos que representen una agrupación de la vida ciudadana». (B. Tar a c e n a en H istoria de M e n e n d e z P id a l , I., 3.°, pág. 225).
(22 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
i . PORRES MARTIN-CLETO
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dicionales Plazas M ayores castellanas, nacidas p a ra servir
finalidades m ercantiles y utilizadas p a ra conm em oraciones
solem nes y espectáculos populares, son suplidas p o r espacios
vacíos fu era de las m urallas, p a ra ap rovechar al m áxim o la
u tilid ad defensiva de éstas, construyendo to d as las viviendas
posibles d en tro de su cin tu ró n m ilita r. E stos terren o s desti­
nados a ferias o m ercados periódicos se eligen, p o r razones
de com odidad, en el espacio despejado inm ediato al exterior
de u n a p u erta, y Zocodover resu lta adecuado p a ra este fin,
p o r ser a la vez exterior e in terio r, ya que a ella se accede a
través del Arco de la Sangre, p u e rta de salida desde la ciudadela fo rtificad a que es el castro prim itivo, p reto rio ro m an o y
visigodo o al-H izém m usulm án, integrado p o r la residencia
p a la tin a y m ilita r de los Palacios de G aliana, el A lcázar fu tu ro
(de m om ento, sim ple cu artel de las tro p a s m ás adictas) y
algún edificio religioso.
Al ex terio r de e s ta ciudadela o castillo p rim itivo existe el
re sto de la población, poco segura siem pre p a ra los rom anos,
la nobleza visigoda y las w alíes árabes, quienes la consideran,
com o de hecho lo está, poco su je ta a su au to rid ad ; es p o r
tan to , exterior p a ra ellos este terren o y en u n p rincipio lo
sería efectivam ente, aunque haya casas que rodeen a este
m ercadillo, necesario p a ra su abastecim iento y el de la po b la­
ción. Al circu n d arse é sta de m urallas p o r com pleto y u tilizar­
se las p u e rta s de e n tra d a p a ra f i n e s fiscales de cobro de
arb itrio s y de gabelas varias, las ven tajas de los m ercados
com o p u n to s de com ercio franco se pierde p a ra Zocodover, y
resu lta de ello u n p erjuicio p a ra los toledanos, que siglos
después h a n de in sta r de E n riq u e IV el privilegio del m ercado
de los m artes, franco de portazgo p a ra quienes co n cu rran a
él ese día, exención concedida en 1466.
E ste signo m ilita r y m ercan til del nacim iento de n u e stra
plaza m ás fam osa es co rro b o rad o p o r otros datos. Así su
n o m b re (Suk-al-daw abb, m ercado o zoco de las bestias, equi­
valente al m ozárabe Q ocodoeb), así com o el que debió llevar
el Arco de la Sangre de " P u e rta de los C aballos”; la ausencia
ab so lu ta de escudos en sus casas, de p atio s — dato éste ya
señalado p o r Téllez— y de casas de am plio solar, p ro p ia s de
m ayorazgos, que en esta plaza no existen, su stitu id as p o r vi­
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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TOLEDO Y SU S CALLES
viendas casi de u n a h ab itació n p o r p lan ta , encaram adas cada
u n a sobre u n a tienda que tiene el m o stra d o r casi en la p u e rta ,
(lo que m otiva al nacim iento del soportal, que p rim e ro debió
ser u n sim ple tejad illo volado y luego se construye sobre p i­
lares, r o b a n d o terren o a la p la z a 32 al edificar avanzando
sobre ellos) y co n stan tem en te fraccionadas u n a vez y refundi­
das o tra , en un m ovim iento p e n d u la r que tan p ro n to consigue
a m p lia r u n com ercio p o r la com pra del inm ediato, com o se
anula p o r la división e n tre dos nuevos com erciantes.
Son num erosas las plazas de Toledo que deben su origen,
ya en el siglo p asad o , a la supresión del cem enterio p a rro q u ia l
que en ellas existía. Los vecinos m ás acom odados solían com ­
p r a r capillas o sim ples fosas d en tro del tem plo; algunas igle­
sias disponen de am plios sótanos o crip tas p a ra este fin, como
el de S an Ginés, que utiliza las dos bóvedas rom anas que le
sirven de cim iento. Pero la m ayoría de los difuntos, bien p o r
fa lta de m edios, bien p o r la to ta l carencia de espacio dispo­
nible d e n tro de la p a rro q u ia, son sepultados en pequeñas p a r­
celas in m ed iatas al tem plo, el que tiene casi siem pre u n a de
sus p u e rta s ab ie rta s sobre él. El caso m ás antiguo que reco r­
dam os es el del cem enterio de S an Lucas, todavía cercado y
no destinado a plaza, en el que fué in h u m ad o uno de los ú lti­
m os obispos m ozárabes, llam ado Juan. O tros que su b sisten y
adem ás se utilizan, son el que ten ía a n eja la capilla de San
Ildefonso, en la Vega B aja, ya desaparecida, y el del C risto de
la Vega. Los dem ás p a sa ro n a veces p o r la e ta p a de p atio s de
m ezquita, o fu ero n edificados, com o el de la C atedral (situ ad o
en la a n tesacristía), al am pliarse el edificio y o tro s se convir­
tieron, com o decim os, en plazas de uso público, quizá en los
n o debidam ente cercados, al poco tiem po de p ro h ib irse la
32 Al contem plar las P lazas M ayores en su estad o actual, sorpren­
d ía a O r t e g a y G a s s e t la época de generosidad u rb an ística que h abía
regalado al com ún de vecinos, en los sitios de m a yo r p recio de los
solares, el espacio destinado a soportales. Creem os que el proceso fu e
a la inversa y que las casas avanzaron sobre las plazas, m ediante el
truco del paseo cubierto. La generosidad suele ser individual, pero
rara vez colectiva y m enos aún en m u chas ciudades a la vez; lo que
debía exigirse para exp licar todas las plazas m ayores con soportales
en todas las ciudades españolas, según la tesis orteguiana.
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inhum ación de cadáveres d en tro de las poblaciones 33, p ro h i­
bición p o r cierto incum plida p o r los conventos de religiosas,
tal vez p o r a fectar sólo a los seglares.
Como ejem plos m ás seguros de esta tran sfo rm ac ió n en
plazas citarem os la de la E strella, posible so lar de la m ezquita
de la que re sta la p a rte b a ja de la to rre , según algún a u to r 34
o bien p atio de abluciones de la m ism a. La ro d ea b a u n sim ple
p retil en 1576 y se utilizaba com o cem enterio según H u rtad o
de Toledo, reco rd an d o aquel destino fu n erario la cruz que en
su centro se erigió en 1752. Una de las dos plazuelas de San
Andrés deben ten e r el m ism o origen, y de ella proceden las
m om ias conservadas hoy en u n a c rip ta ju n to al ábside que,
según el sacristán, fueron extraídas de allí al cim e n ta r el p ó r­
tico. Puede hab erlo sido la de San N icolás, a juzgar p o r los
restos que se h a lla ro n al c o n stru ir el reciente san ato rio colin­
d an te con la vivienda del Párroco, cuyo actu al ja rd ín debió
te n e r p are c id a aplicación; la plazuela de S an Justo, o bien el
com pás inm ediato a su p u e rta secu n d aria en la p a rte de San
Ju a n de la Penitencia; el C orralillo de S an Miguel, en u n a zona
in m ed iata al arco absidal, etc. O tros m ás reducidos o in terio ­
res se salvaron de convertirse en plazas y p a sa ro n a ser jard inillos o patios, com o el citado de S an N icolás, el p a tio de
ingreso a S an Cipriano, el patin illo tra se ro de San C ristóbal,
y algún otro.
De origen m ercan til com o Zocodover, son la Plaza M ayor
o de las V erduras, iniciada p o r G utiérrez Tello al establecer
allí el M esón de la F ru ta , utilizado com o en o tra s ciudades
p a ra c o rra l de com edias h a s ta que se construye el T eatro de
R ojas, b a jo proyecto de R am iro A m ador de los Ríos. Ju n to al
M esón citado esta b a ya desde 1545 la C arnicería M ayor, o b ra
de don Pedro de Córdoba, b a jo Carlos V 35, convertido luego
en M ercado general, que hoy resu lta n o to riam en te insuficiente;
y desde com ienzos del siglo X V II se la llam a ya plaza M ayor,
33 L ey 1.a, Tit. 3.°, libro I de la N ovísim a Recopilación. José Bonapa rte reiteró esta prohibición en 1810.
34 A m a d o r d e l o s R í o s , R ., M onum entos cit., I., pág. 231.
35 F r a n c i s c o de P is a : D escripción de la Im perial Ciudad de Toledo
(Toledo, 2.a edición, 1605), pág. 31
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TOLEDO Y SU S CALLES
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creándose con tales establecim ientos un centro de atracción
m ercantil. La plaza de las T endidas tiene un origen tam bién
com ercial, siendo un m ercado im p o rta n te en el siglo XVI,
aunque es en realid ad u n sim ple encuentro de cinco calles 36.
La plazuela del Seco, llam ad a así p o r la clase de los fru to s
allí vendidos, tiene el m ism o destino, hoy tam b ién dispersado
en o tro s p a ra jes; m ie n tra s que las antiguas C arnicerías de
Santo Tom é, plazuela situ ad a al final de la calle, se desd ib u ja
al ensancharse ésta y alinearse su trazado, convirtiéndose en
la plaza de San A ntonio al d isp ersarse en la nueva vía los
com erciantes que antes se co n cen trab an en la plaza, que p resi­
día u n a carn icería m unicipal ya dem olida, con su capilla y
oficina p a ra vigilar las transacciones m ercantiles.
Un caso poco claro h a sta a h o ra es el de la plaza de Valdecaleros. Su e stru c tu ra, com o ya señaló Téllez, es la de u n a
plaza autén tica; p ero su u tilid a d com o tal es bien escasa, y
a u nque su no m b re sugiere la explicación sencilla de servir o
h a b e r servido p a ra m ercado de m ateriales de c o n stru c c ió n 37,
las casas que la ro d ean son casi todas de tipo residencial, y
no m ercantil. Por o tra p a rte su fu erte p endiente no la Hace
adecuada p a ra ningún objeto que ju stifiq u e su trazad o womo
tal plaza.
Como ú ltim a causa del nacim iento de las plazas toledanas
señalam os el sim ple d errib o de las casas que o cupaban su
solar, b ien accidental com o causa in v o lu n taria, b ien delibera­
d am ente p o r u n p ro p ó sito u rb an izad o r. E n tre las debidas al
azar tenem ps la de B arrionuevo, originada, según se dice, p o r
u n incendio; com o la de la M agdalena, que, al se r explanadas
las casas, d a lu g ar a que se ensanche la p rim itiv a plazuela de
su n o m b re y se u nifique con el ensanche previo al C orral de
36 La quinta calle, que en el plano del G reco figu ra y a p rivad a
de su salida hacia San Pedro M ártir, es hoy una cochera de la D elega­
ción de H acienda. Su entrada desde las Tendidas estab a aún abierta
en 1882 (plano de R e i n o s o ) .
37 En docum entos de la D esam ortización se la llam a «plaza de
Barrio-calero», nom bre y a utilizad o en 1355 nada m enos (« B arrio de
Caleros») citándose una sinagoga que hubo en esta plaza hasta 1402
por lo m enos (F. C a n t e r a : Sinagogas españolas, M adrid, 1955, pág. 54).
En el plano del G reco figu ra en su ám bito la palab ra «Caleros».
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
S. P 0 RRES MARTIN-CLETO
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Don Diego, antigua G allinería y M ercado de los C am bistas. El
d errib o de las iglesias de San Ju a n B a u tista el Real hace nacer
la plazuela de los Postes, luego dedicada a A m ador de los Ríos,
y la dem olición de la p a rro q u ia de San M artín, adem ás de
c o n trib u ir a la salvación de la iglesia de San Ju a n de los Reyes
(sin uso p o r la expulsión de sus m o rad o res franciscanos, y en
donde se instaló la p a rro q u ia h a s ta su refundición con las de
S an to Tom é y S an Cipriano), perm itió al M unicipio resolver
el difícil p ro b lem a del acceso directo desde la p u e rta del Cam­
b ró n a la calle de los Reyes Católicos con u n a am plia curva,
que debió dem oler tam b ién algunos restos del m u ro que cerca­
ba el b a rrio judío. T am bién la plaza de San V icente tuvo casas
en su solar, cuyos cim ientos aparecieron al p a v im e n ta rla 38; y
es conocida la lucha del M unicipio —p ro b ab lem en te ayudado
p o r el Cabildo Prim ado, a quien tam b ién in te resa b a su p ro ­
pósito—■con los escribanos toledanos p a ra que éstos cedieran
sus casas y fo rm a r así la plaza del A yuntam iento, teniendo
que com pensarlos con la cesión de las bovedillas de su facha­
da principal.
El v alor elevado que los solares h an tenido' siem pre en
n u e stra ciudad, p o r lo reducido de su p e rím etro edificable,
consiguieron e n o tra s ocasiones im ponerse a 1 a tendencia
urb an izad o ra, edificándose sobre ellos o quedando de p ro p ie ­
dad p a rticu la r. Así vem os que las destrucciones de las p a rro ­
quias de San Ginés o de San Isidoro, de los conventos de
A gustinos Calzados, la V ida P obre y San M iguel de los Reyes
no p ro d u cen plazuela alguna, y cuando es cedido al M unicipio,
ya en el siglo actual, el convento ruinoso de los T rin itario s
Calzados p a ra convertirlo en ja rd ín , se aprovecha p rim e ro
p a ra m odestas viviendas, y se proyecta edificarlo de nuevo.
Los m ayores espacios procedentes de destrucciones h an
sido h a sta hace pocos años el solar del C arm en Calzado, tra n s ­
fo rm ad o en ja rd ín solitario casi siem pre, y el del T ránsito,
dem oledor de u n b a rrio entero en el que se h allab a la vivien­
38 N oticia que debem os al p rofesor T e l l e z . La existencia en el
ábside de la iglesia de reb ajes cóncavos para el paso de carros indica
un p a raje m uy estrecho anterior, solucionado luego en el retranqueo
de la casa frontera, núm. 2 ,de la calle de A lfileritos.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
100
TOLEDO Y S U S CALLES
da real del Cretense, y un éxito m unicipal com o tal ensanche
u rb an o , pues, quizá p o r su excelente situación fue incluso
paseo de m oda que en ocasiones su plantó a Zocodover y hoy
sigue siendo u n im prescindible sitio de desahogo de la chiqui­
llería del b a rrio . Su extensión fue, sin em bargo, su p e ra d a en
la p a rte op u esta de la ciudad p o r el c o n ju n to que fo rm a n el
C orralillo de S an M iguel, C apuchinos, Santiago y las casas
interm edias, que hoy se d estin an a fines autom ovilísticos con
dudoso acierto a n u e stro juicio; pues, adem ás de la am enaza
late n te de d estrucción del b a rrio c ircu n d an te y a que obliga
a seguir d iscurriendo p o r la p a rte m ás p o b lad a de Toledo
todo el tráfico pesado, im pide la creación de las edificaciones
que u n a estación de autobuses hace n a c er a su a lred ed o r
—fondas, garajes, tiendas de repuestos, talleres, etc.— o si las
p e rm ite será a costa del am biente toledano del lugar. Todo
ello no com pensa la su p u esta com odidad de apearse d en tro
del casco u rb an o , relativo p a ra quienes no viven a lre d ed o r de
la p ro y ectad a estación, y va en c o n tra de la n o rm a general
seguida en estas concentraciones de vehículos en las ciudades
que ya las poseen, situ ad as siem pre en las afueras.
O tras dos plazas artificiales, m ita d plazas y m ita d paseos,
son el M iradero y las V istillas de S an Agustín. Ideados am bos
p o r G utiérrez Tello, quien fue objeto de las alabanzas de su
contem poráneo el R ector de San V icente 39, fu ero n los dos en
su prin cip io los pulm ones u rb an o s q u e Toledo necesitaba;
p ero sólo el p rim e ro persiste, notab lem en te am pliado com o
antes dijim os, m ie n tra s que las V istillas fu e ro n an u lad as al
p a s a r sobre ellas la c a rre te ra de ro n d a h acia el p u e n te de S an
M artín, d ejan d o u n espacio insuficiente a am bos lados p a ra
que el paseo p u d ie ra p e rd u ra r.
P or ú ltim o y com o sub-especie de las plazas, señalarem os
la existencia de los corrales, n o m b re hoy caído en el descrédi­
tos y casi en desuso. F ueron an tig u am en te num erosos, p ero
de los tres que llegaron a n u e stro s días, que son el de San
A ndrés, el de la C am pana y el de Don Diego, sólo los dos últim os
co n tinúan en p len a vigencia, m ie n tra s que el p rim e ro se anuló
39 Relación citad a, pág. 570 de la edición de l o s Sres. V iñ a s y P a z .
(M adrid, 1963. P arte 3.“).
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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al o b stru irse u n a de sus e n tra d as p o r el Sem inario. T am bién
conserva su nom bre, en dim inutivo, el C orralillo de S an Mi­
guel; p ero su e stru c tu ra h a desaparecido al explanarse sus
alrededores, excepto uno de sus lados, y éste tam b ién se halla
en vías de tran sfo rm ació n .
Podem os definir estos corrales com o u n paralelo u rb an o a
los callejones sin salida, p u esto que en la actu alid ad las plazas
con u n a e n tra d a solam ente, sin que o tra calle continúe el
itin era rio al o tro lado de la m ism a co n tin ú an llam ándose co­
rrales. No es que ésta sea u n a n o rm a de uso general, puesto
que ni todos los corrales poseen u n solo acceso (com o sucedía
en el de S an A ndrés y en el corralillo de San M iguel), ni todas
las plazas con e n tra d a ú n ica se llam an corrales, com o sucede
hoy con la plazuela del Verde, con acceso singular desde la de
B arrionuevo; p ero é sta ú ltim a excepción no lo es en realidad,
ya que debió te n e r u n a salida hacia la calle de San Ju a n de
Dios, aprovechada p o r el convento de San A ntonio, a juzgar
p o r el plano de Rey P astor. Pese a los escasos ejem plares que
sobreviven de ellos, insuficientes p a ra deducir u n a norm a ge­
neral con seguridad, creem os, sin em bargo, que la denom ina­
ción de corral sólo se h a venido aplicando a aquellos ensan­
ches u rb an o s, de origen diverso, p ero que se caracterizan p o r
fo rm a r u n a especie de bo lsa adosada a u n a calle, tangente a
su p erím etro , y p o r la que tienen su ú n ica e n tra d a. Algo así
com o u n g ran p a tio de vecindad, convertido en vía pública.
B ajo este p u n to de v ista hem os de clasificar com o antiguos
co rrales el ensanche de la calle de la P lata, fre n te a Correos,
p rovisto tam b ién de u n a antigua calle am ortizada — en term i­
nología de Téllez— ; los callejones de E squivias y de Córdoba,
etcétera. De algún o tro nos h a llegado el n o m b re que llevó
a u n q u e no su situación exacta, com o el Corral del Pepino en
la A ntequeruela; el Corral de Pavones, ju n to al H ospital de
Santiago; el de los Ciegos p o r San Ju sto , etc. E n todo caso su
n o m b re ru ra l, uno de las pocas características cam pesinas que
tiene Toledo (hecho ya expuesto a Felipe II p o r H u rtad o de
Toledo), tiene u n m atiz peyorativo que tra b a ja en c o n tra de
su supervivencia, estim ándole com o poco elegante y siendo
frecuente la tendencia a h a b la r de “plaza de la C am pana", p o r
ejem plo, en lugar de su n om bre verdadero.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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TOLEDO Y SU S CALLES
V
EVOLUCION DEL PLANO DE TOLEDO
Si p o r u n ex tra o rd in a rio y a fo rtu n ad o azar tuviéram os a
n u e stra disposición u n a serie com pleta de planos de la ciudad,
realizados p o r ejem plo, cada doscientos años, su com paración
nos d a ría u n com pleto estudio de la h isto ria u rb a n a de Toledo.
El estudio m ás rem o to de este tipo es, sin em bargo, el plano
de El Greco, de asom brosa exactitud p o r cierto, y desde co­
m ienzos de! XVI h a s ta el siglo pasado, diversas vistas del
cerro toledano m ás o m enos veraces (alguna to ta lm e n te im a­
ginaria), p e rm ite n seguir con relativa facilidad su evolución.
Antes de aquella prim era piedra topográfica, tenem os la
m eticulosa descripción del M em orial red actad o p a ra el Rey
P ru d en te p o r don Luis H u rtad o , en 1576. R etrocediendo en el
tiem po, ta n sólo las descripciones de algunos viajero s que,
casi siem pre con p a rq u e d a d exasperante p a ra n u estro deseo,
h ab lan de lo que aquí vieron y a tra jo su atención. E stos datos
y el estudio de los edificios y calles que p arecen no h a b e r
variado de em plazam iento, nos p u eden d a r u n a idea de cóm o
fue Toledo y cóm o h a ido tra n sfo rm án d o se h a sta llegar a
lo que es hoy. A yudados, n atu ra lm e n te , p o r las noticias his­
tó ricas que aunque sea de p asada, contienen indicaciones que
nos son m uy útiles p a ra este objeto. El resto h a de conseguir­
se m ediante la deducciones que p arecen m ás lógicas en con­
cordancia con tales antecedentes.
Como ensayo de este estudio exponem os a continuación
las posibles e stru c tu ra s u rb a n a s de Toledo h a s ta el siglo XVI.
A p a rtir de é s t e es ya b a sta n te conocida su re d viaria, la
cual, con escasas variaciones, coincide p rác tic a m e n te con la
actual.
a)
Toledo prerrom ana. ? a 192 a. J. C.
No se puede ser p re h isto ria d o r sin ten e r im aginación, nos
decía hace pocos m eses u n ben em érito investigador de la a n ti­
güedad toledana. Con e s t a im prescindible h e rra m ie n ta de
tra b a jo , puede im aginarse el trazad o y el aspecto general del
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. PORRES MARTIN-CLETO
103
c astro toledano, u n o de los miás antiguos lugares de la penín­
sula que fueron elegidos p a ra sede p e rm a n en te de u n a agru­
pación hum ana, a lo que sin duda, convidaba su estratég ica
situación: De defensa fácil, protegida, adem ás de p o r su altu ­
ra, p o r el foso n a t u r a l del río que tam b ién le facilitab a
cóm odam ente el agua necesaria.
Es m uy posible com o ya dijim os que el p rim e r em plaza­
m iento p e rm an en te no fu era precisam en te el cerro toledano,
sino el fro n te ro del Bú, ya citado, llam ado Torre de los Diablos
en los docum entos m ozárabes. Su acceso e ra m ás fácil p a ra
u n invasor; p ero tam bién era m ás adecuado p a ra u n a h o rd a
reducida, cuyos efectivos no p u d iera n defender p o r sí solos
todo el cerro f r o n te r o 40. Los restos arqueológicos que conser­
v ab a e ste C erro del B ú fueron lam entablem ente dem olidos
hace unos seis u ocho años, p a ra u n a repoblación fo restal que
luego resu ltó fru stra d a ; sin que se levantasen planos ni se
excavase p o r com pleto y b a jo dirección técnica, com o h u b iera
sido deseable.
E l aum ento de la población de este castro prim itivo, p o r
crecim iento n a tu ra l o p o r la alianza o el dom inio de o tra trib u
m ás num erosa, hicieron insuficiente su solar y su rg iría lógica­
m ente el tra sla d o al cerro del o tro lado del río. Se ocuparía
ta n sólo u n a p a rte de éste en u n principio, la m ás elevada
com o es n a tu ra l, o sea la co m prendida en tre las colinas del
Alcázar, San R om án, escarpa del callejón de M enores y S an ta
Fe; recinto que se iría am pliando a m edida que la población
aum entase, ya que existía terren o disponible p a ra ello dentro
del m ism o cerro. De este reducido solar es p ro b ab le que sólo
se fortificase en principio u n a zona, la m ás elevada o la de
m ás fácil defensa.
N o conocem os, sin em bargo, restos de esta época hallados
"in s itu ”. El hacha de p ied ra que posee el p ro feso r Jim énez
de Gregorio, e n co n trad a en el callejón de los Usillos, puede
m uy bien ser de acarreo; y la som era descripción de los restos
cerám icos, hallados en 1892 al cim en tar u n m uro de conten­
40 Una b reve descripción de las excavaciones realizadas en 1905
puede verse en el folleto de M . C a s t a ñ o s y M o n t ij a n o Excavaciones en
el Cerro del B ú de Toledo (Toledo, 1905).
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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TOLEDO Y SU S CALLES
ción del Alcázar 41, hoy seguram ente desaparecidos, no p erm i­
ten a seg u ra r con certeza su datación. T an sólo si es que su
an tigüedad alcanza a ta n rem otos tiem pos po d ríam o s c ita r
los silos descubiertos hace unos tres años en las excavaciones
realizadas p a ra c im e n ta r el nuevo edificio de la J u n ta Provin­
cial de M enores, en la calle de S an Ildefonso, b a jo la plaza de
Padilla, que p o d ría n ten er este origen; se h a lla b an revocados
con u n a m ezcla caliza y rellenos de restos cerám icos y p e q u e ­
ñas vasijas. Alguna de éstas se exam inaron, según tenem os
entendido, p o r el p ro fe so r Téllez, p ero ignoram os la clasifica­
ción que se les h ay a p odido dar. E n todo caso se h a lla b an b ajo
los últim os cim ientos y en terren o virgen al p a re c e r de to d a
construcción a n te r io r 42.
Creem os que el aspecto en general de la ciudadela celtíbera
debió a d o p ta r u n a configuración m uy p are c id a a la recons­
tru cció n del castro de Coaña, hecha p o r el p ro fe so r G arcía y
Bellido y p ro fu sam en te p u b lic a d a 43, o sea u n arce o castillete
en el p u n to m ás elevado (germ en del fu tu ro al-Hizém m usul­
m án), m o n tad o sobre los riscos que dom inan el T ajo en su
p a rte m ás estrecha. A su alrededor, num erosas casas aisladas
unas de o tras, constituyendo cada una, u n a m anzana inde­
p endiente m ed ian te pequeñas callejuelas o espacios m uertos,
con u n a técnica co n stru ctiv a p o b re de m an ip o ste ría y tap ial y
techadas con el m ate ria l vegetal de m ás fácil obtención en los
alrededores.
Próxim o al recin to fortificad o un espacio ab ierto algo m a­
yor, p a ra plazuela, m ercado o concentraciones trib a le s. E n
caso de peligro la población se refugia en el recin to m ilitar,
ab an d o n an d o sus m odestas viviendas h a s ta que la am enaza
41 E sta descripción fu e hecha po r don M anuel T ovar en carta
d irigida a don R odrigo A m a d o r de l o s R í o s , quien rep rod u jo varios
p árrafos de ella en su o. c. M onum entos..., I , pág. 184, n ota 1.
42 E l fragm en to de la cabeza escu ltórica de un león, hallado en
las obras de restau ración de la P uerta árabe de A lcán tara, ha sido
clasificad o com o de origen íbero po r J i m é n e z de G r e g o r io . V id. su
artícu lo Los hallazgos arqueológicos de Alcántara pu blicad o en «El
Alcázar» del 16 de feb rero de 1961.
43 Vid. E l H om bre prehistórico y los orígenes de la Humanidad.
(M adrid, 1955), pág. 353.
.
,
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
L á m in a I . — P u en te de A lc á n ta ra
en 1867, con la «cadena de cu ch a ra s» en qu e co m e n za b a el A rtific io de Juanelo
y la p u erta de S a n Ild e fo n so , d e m o lid a en 1870.
(F oto Rosch, archivo C asa R odríguez,)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
L á m in a I I . — P u e rta de A lfo n s o VI, a n tes de co n stru irse la carre te ra de B is a g ra a l pu en te de S a n M artín.
(D ibujo de Villaamil.)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
j . PORRES MÁRtIN'-CLETO
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pasase, m ien tras que u n sistem a m ás o m enos ru d im en tario
de fortificaciones protege ta n to el citado arce com o el acceso
al m ism o, acceso escogido p o r el cam ino m ás fácil topográfica­
m ente hacia la calle de C arretas actu al y el M iradero, así com o
alguna p o te rn a en dirección al río. El cam ino n orm al a este
cauce en tiem pos de paz debió hacerse, sin em bargo, a través
de la vaguada que hoy siguen la calle de las T ornerías y sus
sucesoras h a s ta el b arco de Pasaje, el m ás cóm/odo p a ra el
acarreo de agua p o r la suave pendiente. Pero siendo todo ello
sim ples suposiciones, pudo h a b e r sido d istin ta la e stru c tu ra
real, au nque no m ucho a juzgar p o r la configuración n a tu ra l
del terren o a la que forzosam ente hubo de ad aptarse.
b)
La dudad híspano-romana. 192 a. J. C. - 468 ? d. J. C.
La fa lta de p lan tas estudiables, ya in dicada p o r Téllez
es
aco m p añ ad a p o r la ausencia de d ato s que p e rm ita n recons­
tru ir con seguridad el trazad o u rb a n o de esta época. Sin em ­
bargo, sí puede señalarse la existencia, d u ra n te cortos sectores,
de calles indudables, que dieran acceso a los escasos restos
arqu itectó n ico s conservados en su lugar de origen.
Algunos de ellos se localizan extram uros, lo que indica la
existencia de concentraciones reducidas de población fu era
de la protección de ellas y u n largo período de paz; y asim ism o
precisan la existencia de cam inos de acceso a los m ism os, m ás
o m enos urbanizados. Las villas rom anas del paseo de la Rosa
(al abrigó del c erro de S an Servando), o en las proxim idades
de la F áb rica de A rm a s 43, son sin d u d a indicio de alguna
calzada, au n secundaria, que fren te a ellas discurriese; el Circo
rom ano, el A nfiteatro y los oscuros restos hallados en sus
inm ediaciones, necesitan o tra s calles am plias p a ra el m ovi­
m iento de la población que acudiera a ellos. E n el in te rio r
m encionarem os los restos de m u rallas y cerám ica antes Citada,
que publicó A m ador de los Ríos, en la cim entación de la ex­
p lan ad a del Alcázar, signo evidente de la fortificació n de este
p a ra je; el piso b a jo de la m ezquita de las T ornerías, ya clasi44
45
La Iglesia toledana (Toledo, 1953), págs. 30-31.
Los m osáicos hallados en ellas pasaron al M useo A rqueológico.
3
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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TOLEDO Y SU S CALLES
ficado com o construcción ro m an a p o r José A m ador de los
Ríos en la p rim e ra edición de los M o n um entos A rquitectónicos
de España, de 1877, la que tam b ién nos revela u n a calle frente
a ella, en la vaguada que siglos después p o b la rá n los francos
p rim e ro y los to rn e ro s después; las bóvedas de la legendaria
Cueva de H ércules, b a jo San Ginés, fuente de leyendas y esce­
n ario de excavaciones fallidas 4i, las que debieron ten e r una
calle p a ra llegar h a s ta ellas, bien la de San Ginés, hoy sin
salida, bien la de la Sal; el sótano ro m an o de la calle de N ava­
rro L e d e sm a 47, sito a la vera de o tro cam ino n a tu ra l m uy a n ti­
guo que conducía y conduce al centro de la ciudad, bien desde
la e n tra d a p o r el C am brón, bien desde u n a posible acrópolis en
el cerro de San R om án, y cuyo sótano se relaciona con el
existente b a jo los cim ientos de la in m ed iata C asa-Profesa de
los Je su ítas, de la cual u n solitario pie de m árm o l recu erd a
en n u e stro M useo Arqueológico que la destrucción de a n ti­
güedades es m an ía an tig u a en n u e stra ciudad.
E l m u ro rom ano tam bién, p a rte del que sostiene la lo n ja
o explanada a n te rio r al H ospital de M endoza, señala la direc­
ción de o tra calle, coincidente con la cuesta del C arm en y
fachada posible del p re to rio al que ro d ean m u ra lla s clasifi­
cadas en la m ism a época sobre la escalerilla del M iradero y
o tras, m as dudosas, b a jo el Arco de la Sangre y G obierno
Civil.
P u n to d iscu tid o y de in terés p a ra n u e stro tem a, p o r a fectar
al antiguo trazad o de varias calles actuales, es el em plaza­
m iento del p u en te ro m an o cuya cu sto d ia fue encom endada,
com o m isión p rincipal, a los efectivos m ilita re s destacados
en n u e s tra ciudad. Un resp etab le a u to r toledano creyó h a b e r
46 Una cu riosa visita fue realizad a antes de 1936 p o r el señor D íaz
S astre, pariente próxim o del entonces prop ietario de la casa que ocupa
en parte el solar de esta iglesia. Según nos ha indicado, a ju zg a r por
la longitud de las sogas em pleadas c o m o guía, y la dirección que
aproxim adam ente siguió h a s t a que se term inaron los m anojos de
cuerda, calcu la que llegó en fu erte pendiente hasta las C u atro calles.
47 Las únicas reproducciones que conocem os de este sótano son
varios d ibu jos del señor M. S i m a n c a s , publicadas en el núm . 2 d e l
B oletín de la Sociedad Arqueológica de T oledo de 26 de m arzo de 1900,
págs. 5, 8, 10 y 13.
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h allad o el p u n to exacto de su cruce sobre el T ajo en el llam ado
Río Llano o vado de S a f o n tw, fu n d ad o en antiguas ru in as que
a ú n se reconocen y que, a m odos de estribos aislados, a tra ­
viesan el ancho cauce del río pocos m etro s m ás ab ajo de la
presa. Un fam oso a ra b ista , recientem ente fallecido, afirm a
que “ignórase el em plazam iento del [p u en te ] rom ano que
precedió al m edieval de A lc á n ta ra" 49. P or el co n trario , en
textos an terio res de la m ism a com pilación, o tro h isto ria d o r
a firm a que "los dos puentes que tiene Toledo sobre el T ajo
son de origen rom ano, y el que m ás lo m anifiesta es el llam ado
de A lc á n ta ra ” 50, opinión que fu n d am e n ta en la de R. A m ador
de los Ríos al parecer; y hem os de reconocer que los argum en­
tos de éste, expuestos en diversos lugares de su o b ra m onu­
m ental so b re T o le d o 51, son los m ás convincentes sobre este
tem a, especialm ente p o r el p arecid o del de A lcántara con el
p u en te ro m an o próxim o a Volci, en Italia, realm ente so rp re n ­
d en te e inexplicable si n o h u b iera n tenido am bos los m ism os
c o nstructores.
P o r o tra p a rte existen m otivos, ta n to técnicos com o e stra ­
tégicos, p a ra creer que en efecto fueron las legiones de R om a
ias que iniciaron la construcción del p u en te sobre los fu n d a ­
m entos del actual. No sólo la e stru c tu ra de p a rte de sus e stri­
bos, ya clasificada com o tal, p o r el m ism o a u to r, sino: a) lo
adecuado del p a ra je p a ra hacer, con la m ínim a longitud posible,
sem ejan te obra, m uy p referible a la desm esurada longitud y
m enor solidez del firm e sobre el que p o d ría co n stru irse en
Safont; b) la m ejo r vigilancia y el seguro dom inio del paso,
factible sólo desde los escarpados riscos a uno y a o tro lado
de sus estribos, teniendo en cuenta el c o rto alcance de las
arm as a rro jad iz as de la época; c) los resto s de cim entación
ro m an a existentes poco a los pies del castillo de S an Servan­
do, v erd ad era "cabeza de p u e n te ” p ro te c to ra del acceso a éste;
48 M. C a s t a ñ o s y M o n t ij a n o : E ntre ruinas (1911) pág. 63 y ss.,
cita de J. M oraleda y E st e b a n en el B oletín de la R. A. B. A. y C. H.
de Toledo; año II, núm. V.
49 L e v i -P r o v e n q a l en el tom o V de H istoria de España de M e n e n de z P ida l , pág. 622.
50 J. R. M e lid a en el t. II de la m ism a Historia, pág. 574.
51 Monumentos... cit., págs. 25 y 162 y ss. del tomo I.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
TOLEDO Y SU S CALLES
108
d) el p e rm itir que la calzada ro m an a que p o r este p u n to cru­
zase el río, d iscu rriera igualm ente b a jo el peñón, coincidiendo
apro x im ad am en te con la actual calle de G erardo Lobo, y, e) el
que ningún indicio litera rio se refiera a o tro p u en te de pied ra
m ás que a éste (aunque alguno padezca confusión con el p ró ­
xim o acueducto), e incluso su p ro p io n om bre de Puente p o r
an tonom asia, con que los árabes p rim ero , y n o so tro s tam bién
lo designam os (pues n o o tra cosa designa el vocablo A lcántara,
com o en el célebre del m ism o n om bre y sin d isp u ta alguna
ro m an o de la p rovincia de Cáceres), son razones que en nues­
tro c riterio hacen desechar c u alq u ier o tra suposición sobre
u n em plazam iento d istinto, aunque las p ied ras que lo com ­
po n en hay an sido rem ovidas y vueltas a colocar e n sucesivas
restau racio n es. Las m ism as im ponen la clasificación del su­
p u esto p u e n te de S afont com o estrib o s de u n m olino o algún
artificio elevador del agua, p a ra riego de las h u e rta s vecinas
o p a ra a b astecer villas ro m an as extram uros. Si es que es ro ­
m an a la m am p o stería de tales restos, lo que h a b ría que d eter­
m in a r prim ero .
Como consecuencia de ello la citad a calle de G erardo Lobo
es el p aso ideal de la calzada a M érida p o r la orilla derecha
del Tajo, y p o r ta n to u n a de las calles m ás antiguas de n u e stra
ciudad. Su p rolongación a través del p uente, h acia Consuegra
y E lche (bien b a jo el castillo de San Servando, bien p o r el
paseo de la Rosa, h a s ta el llam ado C am ino de la Plata), iden­
tifica o tra s dos direcciones posibles de antiguas vías u rb an a s.
U na calzada d istin ta, dirigida hacia Zaragoza, debió coin­
c id ir en p a rte con la calle hoy dedicada al m arq u és de M endig orría, y a ella d a ría acceso d irecto la p u e rta de P erp iñ án o de
las Galias, ta l vez e n te rra d a b a jo el M iradero, si no es la m ism ú
q u e la hoy llam ad a de A larcones, d em asiado próxim a p a ra
ju stific a r la construcción de d o s salidas, c u y a e stru c tu ra
actu al se clasifica p o r Téllez com o visigoda.
O tro cam ino co n sta en los itin era rio s rom anos que term i­
n a b a en Toledo, procedente tam b ién de M érida p ero p o r la
o rilla izq u ierd a del río 52, el cual es m uy p ro b ab le que cruzase
el T ajo a la a ltu ra de Toledo en las proxim idades del pu en te
52
H istoria de M. Pidal citada, t. II, pág. 570.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
3. PORRES MARTIN-CLETO
100
de San M artín. Las h iladas inferiores del B año de la Cava. se
estim aro n tam b ién de origen rom ano p o r A m ador, p ero aunque
los sillares p u ed an serlo, éstos, com o o tro s tan to s de Toledo,
h an debido ser reutilizados en varias ocasiones. E n todo caso,
la co n stan te alusión al único p u en te de Piedra p o r el de Alcán­
ta ra , ya indicada, hace sup o n er con el a u to r citado 53 que el
Baño sirviera com o to rre ó n o estribo de u n p u en te de m ad era
o de b arcas, provisional, fácilm ente a rra s tra b le p o r el río com o
sucedió en la crecida de 1203 que m otivó la edificación del de
S an M artín, m ucho m ás seguro y p erm anente. Su desuso des­
de ta n rem o ta fecha, y su m ism a debilidad h a n hecho ya casi
irreconocibles las vías u rb a n a s que le d ieran acceso, com o no
estim em os p o r tales la prolongación en S olanilla de la c a rre ­
te ra (de m uy difícil subida, p o r cierto, desde este p u en te ta n
p recario ), y los cam inos que desde el B año de la Cava condu­
je ro n al recin to am urallado, al Circo y a la o tra calzada al
n o rte, cuyo trazad o exacto es hoy im posible de d eterm in ar.
P or ú ltim o y com o d ato u rb an o de g ran interés, m encione­
m os que los cálculos hechos p a ra d e te rm in a r la capacidad del
c ir c o 54 a rro ja n la cifra de 20.000 a 30.000 espectadores posi­
bles. E xagerada p arece p a ra calcular p o r ella la población;
53 M onum entos cit., I, págs. 116 y 172-178. M enciona un texto que
parece term inante de Aben-Adharí sobre un puente de m adera o de
barcas.
L a prop ia estru ctu ra del torreón parece con firm ar esta teoría de
A m a d o r de l o s R í o s , quien no advirtió al parecer tal detalle. E n efecto,
la altu ra de un puente flotante depende de la que alcance el agua; y el
T ajo , antes de regularse su caudal ya en nuestros días, variab a m ucho
d e n ivel desde las crecidas invernales a los estiajes. La adecuación de
este n ivel variab le con la altura, forzosam ente fija , de un torreón de
m anipostería, obliga a con stru ir en éste varias entradas de distinto
nivel; y así vem os que posee el Baño de la Cava dos pu ertas, un a al
costado N. de acceso al nivel m ás b a jo (donde el terreno es m ás b ajo
tam bién) y otra en su cara E .,ca si un p iso superior. Si com binam os
estas dos cotas posibles con una ram pa hasta la p rim era barca, adap­
table a am bos niveles po r el interior del torreón (y la pu erta de salida
sum a am bas alturas), tendrem os un paso utilizable con casi todos los
caudales posibles del río.
54 A. R e y P a s t o r : E l Circo Rom ano d e Toledo (Toledo, 1932).
A m a d o r , aun desconociendo estos cálculos, pero a la vista de la gran
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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TOLEDO Y SU S CALLES
aun descontando que una tercera p a rte de aquellos espectado­
res, com o m ínim o, procediese de los alrededores de Toledo, de
ser cierta, nos deja unos 14.000 h a b ita n te s perm an en tes de la
ciudad (cuyo recinto en tal caso co m prendería m ás de la m itad
de la superficie to ta l del peñasco), míás los h a b ita n te s de las
villas ex tram u ro s y h u e rta s próxim as. H a de tenerse en cuenta
tam b ién que aunque fuesen m uy concurridos sus espectáculos,
no ib a a despoblarse to talm en te la villa p a ra a sistir a ellos,
excluyéndose siem pre u n a p a rte de la g uarnición y los enfer­
m os e inválidos, p o r lo que el c o n stru c to r del edificio h u b o de
preveer con cierto optim ism o el aum ento fu tu ro de Toledo.
c)
La dudad visigoda. 468 ? a 711 d. C.
Al establecerse en Toledo la capital del reino godo debió
se r ráp id am en te d o tad a de los edificios necesarios, ta n to p o r
el aum ento que debió p ro d u cirse en el n úm ero de sus h ab i­
tan tes, com o p a ra el alo jam ien to adecuado del Rey y de su
corte. Es lógico que aprovechasen en todo caso lo ya c o n stru i­
do p o r sus predecesores; de esta época se conservan num erosos
restos, p ero tam poco h a llegado a n o so tro s la p la n ta com pleta
de ningún edificio. Fue lam en tab lem en te dem olido a m ediados
del siglo X IX el tem plo basilical de San Ginés, c en trad o según
los indicios escasos que de él existen y único que debía conser­
varse de ta l época, o bien de tipo m ozárabe. E n uno u o tro
caso es sensible su desaparición.
Según la opinión del p ro fe so r Téllez ya citada, el arco hoy
llam ado de Alarcones corresponde a este período, si b ien no
h a sido advertido h a s ta a h o ra p o r h a b e r sido reb a jad o s los
extrem os del in tra d ó s; la disposición de su dovelaje, sin em ­
bargo, corresponde a este estilo constructivo. Como no parece
lógico el cuidadoso desm onte, tra sla d o y nuevo m o n ta je de
estas p iedras desde otro lugar, ten d ríam o s el único m onum en­
to visigodo conservado "in s itu ” en Toledo, au nque sea p a r­
extensión del circo, se apoya en este exceso de cap acid ad y en su
criterio de que no llegó a term inarse el edificio, para suponer un
proyecto de situ ar en T oledo la capitalidad rom ana de toda la región
central. M onum entos... cit., I, pág. 14.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
.T. PORRES MARTIN-CLETO
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cialm ente, y su existencia rem o n ta a ta n lejano período el
trazad o de la calle de C arretas, trazad o que se a ju s ta p erfecta­
m ente a la conform ación del cerro toledano en tal época, hoy
oculta b a jo sucesivas am pliaciones y terrap len ad o s p a ra faci­
lita r la su bida al centro de la ciudad. Ya h e m o s expuesto
n u e stra suposición de que esta p u e rta de A larcones pu ed a ser
la an tig u a de P erp iñ án o de las Galias, ten id a p o r dem olida
en fecha to ta lm e n te ig n o ra d a 55 y que se venía localizando
b a jo el M iradero, p e ro de hallarse en tal lugar, o bien era un
p o rtillo m oderno y sin im p o rta n c ia m ilita r que diera acceso
a la cuesta de los D esam parados 56 exclusivam ente, o resu lta
incom prensible que en ta n corto espacio se edificasen dos
p u e rta s, debilitando la m u ra lla sin necesidad, ya que p a ra
b a ja r a la Vega b a sta b a con una, y el acceso directo al puente
ya existía desde el P retorio. E n to d o caso, p arece que debe
fija rse desde e sta p u e rta de A larcones la dirección del recinto
godo, siguiendo p o r la p a rte a lta de la p u e rta del Sol —m uy
p o ste rio r ésta, c o m o es sabido— , V alm ardón —clasificada
com o ára b e p o r M élida— o pro b ab lem en te m ás a rrib a, p o r el
b o rd e del "m u ro de la c iu d a d ” que, citan las escritu ras m ozá­
rab es coincidente con la calle de A lfileritos, y, volviendo sobre
la a ltu ra del solar de los C arm elitas Descalzos, pro seg u ir p o r
los altos de la G ranja, dejando fuera desde luego todo el
a rra b a l, de origen reconocidam ente m usulm án.
La m ayor am pliación debió hacerse h acia Santo Tom é,
extendiéndose p a u la tin a m en te la edificación desde San R om án
h a sta el río; zona é sta pob lad a abun d an tem en te de ju d ío s y
que luego se c o n stitu irá en b a rrio reservado exclusivam ente
55 P i s a lo m enciona com o existente en su época (1605), m ientras
que P a r r o la da po r dem olida ya. En la pan orám ica de J . de A r r o y o
(hacia 1700) se reproducen todas las puertas en uso entonces, pero no
aparece ésta d ibu jad a ni en la calle de las Arm as, ni en la cu esta de
los D esam parados, que se representan com o calles abiertas y sin cerra ­
m iento alguno.
56 Queda una parte de esta cuesta, que enlazaba la calle de las
A rm as con la b aja d a a la P uerta N ueva, cruzando la llam ada calle de
la Alhóndiga (hoy G erardo Lobo). H a quedado con vertid a en una espe­
cie de corral b ajo el saliente del M iradero, separándola a éste de la
erm ita ruinosa de N tra. Sra. de los D esam parados.
(39;
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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TOLEDO Y SU S CALLES
a ellos, cruzada p o r una calle im p o rta n te que dá acceso a la
basílica de S an ta Leocadia y al puente, m ás o m enos sólido,
del B año de la Cava.
E l c o n ju n to u rb an o preem in en te de estos siglos es el que
hoy ocupan los edificios de S an ta Fe, la Concepción y el H os­
p ita l de S an ta Cruz, llegando h a s ta p a rte del so lar del C arm en
en que se hallab a la iglesia de S an ta M aría in Sorbaces. E n
este secto r u rb an o , ta n ta s veces edificado, estuvieron los p a la ­
cios reales, p o r lo que es fuente de num erosos hallazgos a r­
queológicos de p ied ra s tallad as 57 que se conservan en el Mu­
seo, y especialm ente los capiteles del segundo p a tio de S an ta
Cruz, aprovechados en la m ism a función constructiva. E n este
p a ra je debió h a lla rse tam b ién el tem plo o basílica p reto rie n se
de San P edro y San Pablo, m encionada p o r todos los h isto ria ­
dores toledanos y que algunos sitú a n en la Vega b a ja , en la
e rm ita ya desaparecida de San P edro el Verde, p ero e sta deno­
m inación de p retoriense (in m ed iata al p reto rio ), su utilización
p a ra sede de varios concilios y la conveniencia de u n o rato rio
próxim o al palacio, d estinado al albergue de los reyes falleci­
dos, creem os que ab onan su erección en e ste lu g ar urb an o ,
m e jo r que en las afueras sin p ro tección m ilita r. Es posible
que u n resto del m ism o fu era la citad a iglesia de S a n ta M aría,
resp e tad a p o r las huestes de M uza en el año 712 y que fue
cedida p o r Alfonso VI a los frailes de S an S ervando com o
hospedería; u su fru c tu á n d o la luego las m o n jas de San Pedro
de D ueñas, y p o r fin los frailes del C arm en Calzado, de cuyo
convento fo rm a ro n p a rte sus restos en fo rm a de capilla con
igual advocación, h a s t a su d eterm inación e n e 1 incendio
de 1812. Indicios de esta situ ació n son tam b ién el topónim o
" b arran c o de San Pablo" y " h u e rta de S an Pablo", a ú n en uso,
y el n o m b re del convento de S an P edro in alhizém o de Due­
ñas citado.
La p rim itiv a C atedral d a ta tam b ién de esta época, y de
57 Incluso una procedente de una sinagoga visigótica al parecer.
V id. el artícu lo citado en la n ota 37 de J i m é n e z d e G r e g o r io . E n cuanto
al tem plo de S an ta M aria in Sorbaces, recordem os que una cru z del
tesoro de G u arrazar ostenta la dedicación de ella a esta iglesia, por
su donante Sonnica. T ras la R econquista se le llam a «Santa M aría de
Alñcen» o «in al-Hizém».
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. PORRES MARTIN-CLETO
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origen a la calle Ancha y a su continuación, desde Zocodover,
comjo vía de com unicación d irecta con ella desde la e n tra d a
al recin to fortificado del Palacio. R econstruido el edificio y
am pliado al m enos al doble de su prim itiv a superficie, sólo
podem os deducir de la orientación que debió ten e r 58 que la
calle de la C hapinería o de la F eria es co n tem p o rán ea del p ri­
m itivo tem plo, cuyo eje prin cip al debió ser paralelo a e sta
calle, que le servía de lím ite p o r el lado de la E pístola. La
an tigüedad de e sta vía u rb a n a se deduce tam b ién de su m is­
m a c a ra cterística topográfica al c o n stitu ir u n n a tu ra l cauce
da aguas pluviales, creando el p ro b lem a de su evacuación al
casi desconocido arq u itec to Pedro Pérez y obligando a d arlas
salida b a jo la nueva C atedral, a través de u n a alc a n ta rilla aún
existente que term in a en la b a ja d a del Barco.
O tro l í m i t e del edificio, p o r su h a stia l principal, puede
h a b e r nacido en e sta época v isig o d a: Nos referim os a la m itad
de la actual calle del C ardenal Cisneros, antigua P u e rta Llana,
la única a nivel del solado in te rio r que el edificio h a tenido y
tiene todavía.
A nejo al tem plo de S an ta M aría in Toleto debió hallarse,
según co stu m b re de estos siglos, el a trio episcopal. Un posible
indicio de su situación expondrem os al tr a ta r de la ciudad en
la época m usulm ana.
Las resta n te s p a rro q u ia s m ozárabes localizan tam b ién ca­
lles p e rsisten tes aú n hoy, e incluso alguna de, las que poste­
rio rm e n te desaparecieron. La de S a n ta Ju sta , d ad a la situación
de su p u e rta p rin cip al p rim itiva, según re su lta de las investi­
gaciones da R am irez de A re lla n o 59 nos hacen in clu ir e n tre las
de origen visigodo a la calle del m ism o nom bre. La de San
Ginés debe p e rs is tir con m ás o m enos variación, del p eríodo
en que dió e n tra d a a las Cuevas de H ércules; la dem olición
del edificio, sin em bargo, im pide u n a ab so lu ta seg u rid ad sobre
que su trazad o sea idéntico, aunque no es p ro b ab le que haya
variad o m ucho. Las de S an M arcos (y el callejón d e igual nom ­
b re) y los alrededores de San Lucas y San Sebastián, especial­
58 V éase R iv e r a , J. F.: La Catedral de Toledo, M useo de Historia,
fase. 2, pág. 43 y ss. (Toledo, 1950).
59 Las Parroquias de Toledo (Toledo, 1921) págs, 107-108.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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TOLEDO Y SU S CALLES
m ente el ja rd ín de aquél (cem enterio p a rro q u ia l) y el atrio
o explanada en la e n tra d a de éste, de análogo destino fúnebre
y que al su p rim irse m otivó el cierre de la p u e rta lateral hoy
tap iad a, convirtiendo en prin cip al la que servía sólo p a ra usos
fu n erario s an terio rm en te; la plazuela y calles laterales de San
Salvador, luego convertida en m ezquita, y posiblem ente la
de San R om án, son vías todas ellas que clasificam os com o de
origen visigodo si no son anteriores.
Una iglesia de localización poco p recisad a h a sta ah ora, es
la ya dem olida de O m nium Sanctorum , m uy citad a en docu­
m entos m ozárabes 60 y que reducid a a e rm ita y cedida al con­
vento de M adre de Dios, se debió dem oler p o r acuerdo de la
com unidad en alguna refo rm a que e je c u ta ra n p a ra acondicio­
n arle a sus necesidades. E l origen visigodo de e s ta antigua
p a rro q u ia se p ru e b a p o r la in scripción que re p ro d u jo A m ador,
según la cual u n cierto ab ad de la m ism a, llam ado Locuber,
costeó o lab ró p a ra la m ism a dos coros que se consagraron
en el año 6 9 0 61, rein an d o Egica.
Solam ente A m ador, que sepam os, h a in te n ta d o d e te rm in a r
con ex actitud el so lar de e sta iglesia. La existencia de la ex tra­
ña to rre p a rro q u ia l en el próxim o convento de San Pedro
M á rtir 62; los capiteles visigodos de S an R om án, y el hallazgo
en San C lem ente del texto visigodo citado, le in d u je ro n a p en ­
sa r que debió h a lla rse ju n to al m o n asterio d o m in ic o 63. Su
situación, sin em bargo, aparece cla ra en las noticias que sobre
60 G. P a l e n c ia , Mozárabes... cit., prelim . pág. 59. Según esta obra,
d eja de citarse la parroq u ia de T odos los Santos en el prim er tercio
del siglo X III; fecha en que evidentem ente se suprim e su ju risd icció n
y se absorben sus feligreses po r la vecin a de San Rom án, p o r causas
aún ignoradas.
61 M onum entos... cit., I , pág. 39. La láp id a que contiene la ins­
cripción, hoy ocu lta b a jo el revoco de San Clem ente, o desaparecida,
fue d escubierta po r P alom ares y copiada en el siglo pasado, conser­
vándose esta copia.
62 N o es ún ica esta anom alía, pues se repite en la Concepción
francisca, cu ya torre debe proced er del convento fran ciscan o que las
precedió. La tuvo tam bién el convento del Carm en calzado, según el
m apa de P o r t o c a r r e r o y otros docum entos gráficos que reproducen
este m onasterio.
63 O. c. I., págs. 39-40, n ota 3.
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J. PORRES MARTIN-CLETO
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la com unidad de la M adre de Dios recogía A lco cer64, quien
debió conocer algún resto de ella y adem ás in fo rm arse con
exactitud de las m ism as m onjas, pues la cesión a éstas se rea­
lizó en el año 1510, o sea unos 40 antes de escribirse la H istoria
de este au to r. Dicha p a rro q u ia (erm ita desde la anexión de
su te rrito rio a la de San R om án) estuvo según estos textos,
en la acera actual de los im pares de la calle de Alfonso X II,
seguram ente en p a rte del solar que hoy ocupa la residencia
de PP. J e s u íta s 65; lo que fu n d am en ta la antigüedad de esta
calle, en la que estuvo la Cárcel V ieja h a sta 1851 según P arró
en que se tra sla d ó al convento de G üitos, vendiéndose el edifi­
cio a u n p a rtic u la r. Es m uy posible que la m ism a antigüedad
tenga el callejón de Jesús y M'aría, p ro b ab le lím ite de aquella
p a rro q u ia, y acceso miuy directo a la C atedral desde este barrio .
O tros restos, b a sta n tes num erosos, de la época visigoda, ca­
recen de localización precisa y no nos in fo rm an p o r ta n to de la
existencia segura de m ás vías u rb an a s dentro de la ciudad. El
p e rím etro m ínim o de ésta puede, sin em bargo, trazarse con
relativ a sencillez (au n q u e con escasa precisión), dejando den­
tro de él todas las iglesias m ozárabes, excepto la basílica de
S an ta Leocadia ex tram u ro s; con lo cual tenem os que la ciudad
visigoda se extendía p o r lo m enos, h a sta S an ta E ulalia y San
Salvador, p o r el Sur; San S ebastián y San Lucas, p o r el E ste
V p o r el N orte y Poniente com prendía lo situado desde el Al­
cázar, escalerilla del M iradero, A larcones y A lfileritos, siguien­
do la dirección aproxim ada de esta calle h a s ta S an ta Leocadia
(p arro q u ia actual) a juzgar p o r su dom inante a ltu ra y p o r la
co n stan te trad ició n an eja a la cueva que b a jo ella existe to d a­
vía. El trazad o in terio r, salvo las calles ya citadas, debió ser
64 H istoria o D escripción de la Im perial Ciudad de Toledo, II,
cap. X : «y no pudiendo estenderse hazia las otras partes constreñidas
de necesidad, tom aron la E rm ita de todos sanctos, y vna casa q. estaua
ju n to Conella, en el año del señor de 1510, de lo qu al se sirue po r debaxo de tierra, porque ay calle en m edio (q. la dicha E rm ita y casas
estauan, en la hazera de la cárcel)...» Al pavim entarse la calle recien­
tem ente ha aparecido este subterráneo, así com o en el sótano de la
R esidencia de los PP. Jesuítas.
65 En este asunto v. P a r r o , Toledo en la mano, I I , págs. 101-102
y 193.
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TOLEDO Y SU S CALLES
con escasas variaciones el que h ered aro n de los rom anos, ex­
cepto en la p a rte del cerro ocupada p o r el crecim iento de la
p oblación p o ste rio r a la caída del Im perio, com o ya antes d iji­
m os.
E llo explica tam b ié n la localización del b a rrio ju d ío en
los m ism os p a ra jes en que perm aneció h a sta su expulsión;
precisam en te p o r h a lla rse en principio fu era de la p a rte m ás
an tig u a, m e jo r edificada y preferib le p o r tan to , y fortificada,
relegando a estos h a b ita n te s (tan frecu en tem en te perseguidos
p o r los visigodos) al sitio que todavía era su b u rb an o a m edias
y lo m ás alejados posible —p o r su dudosa fidelidad— de los
Palacios de G aliana.
d) Epoca musulmana (711 al 1085)
E s sabido q u e los co n q uistadores de la tie rra que, p o r
varios siglos, se lla m a rá al-Andalus, d enom inaban ya las calles
y plazas con nom bres concretos y m ás o m enos estables. Una
p lacita de C órdoba era conocida en el siglo X b a jo el topónim o
de “S u w aiquat-al-qum is” 66: Azogue jo o plazuela del Conde,
jefe é s t e ("C om es") de la com unidad m ozárabe de aquella
ciudad y que seguram ente te n d ría en ella su oficina o su resi­
dencia p a rtic u la r u oficial. De origen ára b e son ta n to el Azoguejo de Segovia com o n u e stro Zocodover, vocablos que res­
pon d en a análoga etim ología; em pieza p o r ta n to la costum ­
bre, o al m enos desde e sta época, tenem os ya n o ticias de que
exista au nque p u ed a ser a n te rio r, de d esignar ya las vías u rb a ­
nas con el no m b re de lo que acaece h ab itu alm en te, o existe en
ella. E s decir, el m étodo del no m b re u su al y no del n o m b re
político; e sta fo rm a refin ad a del halago, pues, no se h a inven­
tado aún.
Toledo siguió siendo b a j o los co n quistadores árab es y
bereberes u n a ciudad im p o rta n te, si b ien desp ro v ista de la
capitalidad, que se estableció en C órdoba. Pese a la trad ició n
que p reten d e ju stific a r su co n q u ista — m uy difícil si h u b iera
ofrecido resistencia— a c ie rta salida a la Vega de g ran p a rte
66
H isto ria
c it .
d i r ig id a
por
M en en d ez
n o t a 96.
m
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
P id a l ,
to m o
.
V, p á g . 121,
.
_ •
3. PORRES MAKTIN-CLETO
117
de sus h a b ita n te s, p a ra co n m em o rar la fiesta de S an ta Leoca*dia, lo cierto p arece ser que al e n tra r T ariq en n u e stra ciudad,
a finales del año 711, la encontró casi vacía de sus principales
h ab itan tes, a excepción sin duda, de la población hebrea, tan
"colaboracionista" com o los p arien tes de W itiza; aunque las
previas persecuciones de éstos p o r o rden de Egica, a p a rtir
del año 694, ju stifica n la a c titu d ju día. El alto clero debió
a b a n d o n a r la excelente posición defensiva que les ofrecía la
ciudad, a la vez que la nobleza y siguiendo la a c titu d del p ri­
m ado S inderedo, quien buscó refugio en Rom a, y tra n s p o r­
tan d o penosam ente sus reliquias m ás preciadas, c o m o los
cuerpos de S a n Ildefonso y S an ta Leocadia, la casulla del
p rim e ro y m uy poco m ás 67, b u scaro n la salvación en la hu id a
a tie rra s a stu re s y c á n ta b ra s, regalando prácticam ente, a los
invasores el lu g ar seguram ente m ás fortificad o de la Penín­
sula.
C apital de la M arca M edia, siguió siendo Toledo b a jo los
árab es u n a seda m etro p o lita n a en lo eclesiástico, aun cuando
políticam en te q u e d a ra red u cid a a u n c e n tro m ilita r im p o rtan ­
te, luego tra sla d a d o a M edinaceli. De su prelad o siguieron de­
pendiendo u n a v eintena de obispados sufragáneos, d e s d e
Palencia o B aza h a s ta V a le n cia 68. Se conoce el n o m b re de
b a sta n tes de sus m etro p o litan o s a u n q u e n o todos sean segu­
ros; e n tre los ú ltim o s se cu entan el llam ado Ju an , m u erto en
el 956 y e n te rra d o en S an Lucas, sucediéndole o tro del que
s ó l o se conoce su apelativo á rab e: Ubai Allah ibn. Qasim.
Ignoram os donde te n d ría n su residencia. P robablem ente esta­
ría aneja a S an ta M aría in Sorbaces, tem plo éste que, resp eta­
67 L a llam ad a «arqueta de las ágatas», conservada en la cated ral
ovetense parece proced er del tesoro prim ado. No sabem os la suerte
co rrid a po r la célebre casulla, gu ardada al parecer en la C ám ara S an ta
de Oviedo. E n cuanto al cuerpo de S an Ildefonso es sabido que sigue
en Zam ora, casi en su integridad. La fecha de estos traslad os es du­
dosa; p u e d e n haberse realizado en el reinado de Abderrahm an I.
Conf. J. F. R iv e r a R e c io '.Auténtica personalidad de San Eugenio I de
Toledo en A nthologica Annua (Rom a, 1964), núm. 12, pág. 77 y ss.
68 H istoria c i t . d e M. P id a l , t o m o V r e d a c t a d o p o r L e v i -P r o v e n q a l ,
págs. 122-23 y La iglesia de Toledo en el siglo X II, d e J. F. R iv e r a R e c io
( R o m a , 1966) pág. 245 y ss.
(45)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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TOLEDO Y S U S CALLES
do p o r los co n q uistadores en su destino prim itivo, parece
indicarnos, p o r h a lla rse b a jo el p atro cin io m arian o o stentado
h a sta entonces p o r la C atedral, que a él se tra sla d ó el culto
episcopal u n a vez convertida ésta en M ezquita m ayor. Y siendo
co stu m b re que el " a trio episcopal" tuviera u n asiento inm e­
d iato al del tem plo prim ad o , debe suponerse que ju n to a la
nueva S a n ta M aría se situase su Pastor.
E sta co n q u ista pacífica de la población hace su p o n er que
su e s tru c tu ra u rb a n a no debió m odificarse apenas en los p ri­
m eros tiem pos, al no llevar consigo destrucciones bélicas. La
C atedral com o decim os se ocupa p o r los con q u istad o res y se
convierte en m ezquita; sin em bargo, es posible que se consin­
tie ra el culto cristian o en u n a p a rte de ella, igual que sabem os
q ue sucedió en C órdoba d u ran te algún tiem po. Indicio de esta
coexistencia pacífica p arece ser la curiosa noticia que, p o r su
in terés p a ra la topografía toledana, extractam os de Levi-Prov e n g a l69: E n el año 817, habiéndose venido ab a jo el alm in ar
de la M ezquita m ayor de Toledo, los toledanos p id iero n al
e m ir M uham m ad I la autorización (que les fue concedida) p a ra
reco n stru irlo , y p a ra "añ a d ir a la sala de oración, la iglesia
contigua a dicho m in a re te ”. De h a lla rse esta p rim e ra to rre
h acia la calle de C hapinería actual, com o los docum entos m o­
zárabes p arecen in d ic a r 70, ju n to al Ochavo, hem os de a d m itir
o bien u n a iglesia visigoda ig n o rad a h a sta ah o ra y en culto
69 O. c., V , p á g . 125, n ú m . 115. E s t e d a t o f i g u r a e n u n a p a r t e h a ll a d a
r e c i e n t e m e n t e d e l M uqtabis d e I b n . H a y y a n , I , f o l . 269 v .°, s e g ú n c i t a
d e a q u e l g r a n a r a b i s t a , f a l le c i d o e n 1956.
70 Doc. núm . 183 de los pu b licad os p o r G. P a l e n c ia en su o. c.;
tam bién le trad u jo P o n s B o ig e s , F . en sus Apuntes sobre las escrituras
m ozárabes toledanas pu b licad os en 1897, pág. 115. E sta escritu ra es
del año 1186, anterior p o r tanto a la reconstru cción total del tem plo,
po r lo que probablem en te la torre sería el alm in ar antiguo, dotado
naturalm ente de cam pan as com o ú n ica variación en su estru ctu ra. El
extracto de P o n s es el siguiente: «Venta de un m esón, situado ju n to
a la cated ral con la azotea (algorfa) que liay encim a de dicho m esón
y del arco que le une a la torre mayor de la expresada C atedral, lin­
dando al E., con tiendas de doña María...; al O., con un a plazu ela que
está delante de la citad a iglesia C atedral, y a ella dá la pu erta del
m esón en venta; al S., con la calle que pasa d eb ajo del arco, y al N.,
con el m esón de don Salvador.» Si dados los puntos card inales q u e
(46)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. PORRES MARTIN-CLETO
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h a s ta el siglo I X 71, o bien que u n a p a rte del tem plo consagrado
p o r R ecaredo a S an ta M aría, fue reservada a los cristianos en
las extrañas capitulaciones de en treg a de la ciudad (si es que
éstas existieron com o se afirm a p a ra explicar la persistencia
de las p a rro q u ias m ozárabes); p a rte sep arad a de la m ezquita,
al m enos p o r u n tabique, h a sta que en el año 871 se am plió
a su costa el recinto m usulm án.
T am bién puede ser esta iglesia, no a b so rb id a p o r la m ez­
q u ita h a s ta el 871, el prim itivo a trio episcopal a que ya hem os
aludido, pues, es lógico suponer que en la residencia del Obis­
po estuviera incluido algún oratorio.
Es curioso que no conste la supervivencia de ningún m o­
n a ste rio y, en cam bio, sí se conserven topónim os derivados
de los antiguos. Que se suprim ieron los existentes en la época
goda es conocido (aunque se ignore su causa, pues varias ciu­
dades andaluzas siguieron poseyéndolos), y la ab so lu ta caren­
cia de ellos al e n tra r en la ciudad Alfonso VI se com prueba
p o r la urgencia con que éste proveyó a fu n d a r el de San S e r­
vando, en lu g ar h a sta entonces no dedicado p robablem ente
a estos fines, y p o r o tra p a rte m uy poco adecuado p a ra ello
p o r su peligrosa situación a efectos estratégicos que m otivó
la p ro n ta su stitu ció n de los m onjes benedictinos con caballe­
ros tem plarios. Sin duda, los p a ra jes ocupados antiguam ente
p o r los conventos, ex tram u ro s todos ellos según los escasos
d atos conservados, eran ya desconocidos en 1085, o bien p o r
ta l situación indefendible no e ra n ap ropiados p a ra su reinstaui ación, p o r la in seguridad de los alrededores de la ciudad en
los tiem pos siguientes a la conquista.
se indican se intenta trazar un plano de la situación del m esón vendido
con relación a la Catedral, la torre ha de hallarse hacia la capilla de
S an ta M arina, ju n to a la Puerta del R eloj, y el arco o cobertizo que
la un ía al m esón es paralelo a la calle de la Feria. Claro es que la
orien tación dada en la escritu ra puede ser errónea, pero si es exacta,
no adm ite otro lugar, com o puede com probarse con un p lan o de Toledo
y teniendo presente la fundada teoría de J. F. R iv e r a sobre la C atedral
prim itiva (o. c., Fase. 2, pág. 46).
71 N os viene a la m em oria la tan debatida en el siglo X V II iglesia
de S an Tirso, sobre la que se ejercitó la im aginación del P. Rom án de
la H iguera, hallada en el solar del actual H ospital del Rey.
...
m
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TOLEDO Y S U S CALLES
Así desapareció el recuerdo que los m ozárabes conserva­
ría n sin duda, del lugar ocupado p o r el venerable Agaliense.
E l de S an Félix, sin em bargo, siguió dando su n om bre al p a ra ­
je, y a ú n subsiste b a jo la denom inación de Saelices (S anct Felicis), dado a unos m olinos del Tajo, b a jo la Virgen del Valle.
Y el de S an ta Colorqba, incluida en el brev iario m ozárabe y
p o r ta n to de resp etab le an tigüedad (si es que no e ra el m ism o
D eibiense, de localización ignorada) p e rd u ró en la denom ina­
ción de “Val de C olom ba” ap licada al arroyo de la Cabeza,
u sándose aún en la época de don Sixto R am ón P a rro n .
La e s tru c tu ra general del casco u rb an o no sufre g ran alte­
ración en principio, salvo la am pliación de que luego h a b la re ­
m os. La ciudadela o castillo p rin cip al es fo rtifica d a y quizá
am pliada, rem o n tán d o se a e sta época la m u ra lla h a lla d a b ajo
el G obierno Civil en 194073 y p o r ta n to el lím ite p o r este lado
de Zocodover, así com o la salida h acia este m ercado de la re­
sidencia del w alí o g o b ern ad o r árabe. P o r la p a rte op u esta de
este m uro, la p u e rta ára b e fren te al p u en te de A lcántara —hoy
felizm ente resta u ra d o — , nos m a r c a su a m p litu d m áxim a,
siendo sus resta n te s lím ites la m u ra lla hoy oculta b a jo el Mi­
rad e ro , y el lím ite opuesto, la a ltu ra tam b ién fo rtificad a —con
m u ro s de tie rra según los cro n istas— del Alcázar. E n el b o rd e
de éste p u d o te n e r lugar la célebre "Jo rn a d a del F o so ” en la
que pereció la m ay o r p a rte de la nobleza ára b e to ledana y que,
presen ciad a p o r el que luego sería A bd-al-R ahm an II (nacido
en Toledo e n 792-793, año 176 de la H égira) le im presionó de
tal m an e ra que en tal fecha ad q u irió la co stu m b re de p a rp a ­
d e a r continuam ente, rasgo nervioso que p ersistió d u ra n te toda
su vida. T am bién se fechan com o árab es la p u e rta de Doce
C antos y la p a rte b a ja de las m u ra lla s situ a d a s sobre la esca­
lerilla del M iradero, form ando e n tre todos estos lienzos am u72 E l citad o J. F. R i v e r a es de opinión que esta erm ita o m onas­
terio debió hallarse hacía la actu al Q uinta de M irabel, donde nace este
arroyo. Creem os m u y prob ab le esta opinión, pues existen allí al parecer
ruinas no exploradas, que sin duda sería ú til exam inar.
73 L evi-P roven qal en H istoria cit., V., pág. 635 y núm . 160, parte
red actad a po r L. T o r r e s B albas , considera árabe este m u ró fren te a la
opinión de P. Román M a r t ín e z en Bol. R. A. B. A., X X II, 1943-44,
pág.s 1-16, que lo estim ab a rom ano.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
L á m in a
IV .—
F o to g r a fía de lo s A r c o s del A lc á z a r d esd e
la
cu e sta .
(Foto cedida por M. G oytia.;
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L á m in a V .— P u en te de A lc á n ta r a h a c ia 1830. O b sé rv e s e la p u erta de A lc á n ta ra y la su b id a a l M irad ero (ca lle de la A lh ó n d ig a ), a la
d erech a del g r a b a d o ; a la izq u ie rd a , el co n v e n to del C arm e n c a lz a d o , su to rre y el A lc á z a r , in ce n d ia d o éste vein te a ñ o s a n tes.
(D ibujo de Villaamil.)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
L á m in a
V I . — F a c h a d a E ste de la ciu d a d en la ép o ca de P o rto c a rre ro (1678-1709). — A la izq u ie rd a ,
to rre de S a n M igu el, H o sp ita l de S a n tia g o , co n ve n to de C a p u c h in o s y el A lc á z a r, in ce n d ia d o p o r la s
tr o p a s del A rc h id u q u e ; a la d erech a , S a n ta C ru z. E n p rim er térm in o , re s to s del A rtific io de Juanelo;
co n v e n to d e l C a rm e n c a lz a d o , con su torre; entre el co n ve n to y el A lc á z a r , á b sid e m u d é ja r, p ro b a b le ­
m ente de S a n Juan de lo s C a b a lle r o s . A la d erech a , p u erta de S a n Ild e fo n so y á b sid e de la C o n cep ció n .
(P lano del cardenal Portocarrero.)
L á m in a V IL — F a c h a d a s in te rio r y e x te r io r de la p u erta de S a n Ild e fo n so , en la p la za de a rm a s del
p u en te de A lc á n ta ra . L o s e sp a c io s en b la n co co rresp o n d e n a la s v iv ie n d a s de lo s p o r ta z g u e r o s .
(De la o b ra M onum entos Arquitectónicos de España. —Toledo.)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
3. FORRES MARTIN-CLETO
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rallad o s el recinto de el al-Hisan llam ada luego Alficén, apela­
tivo que llevó desde entonces S an ta M aría in Sorbaces.
La situación de e sta pequeña iglesia plantea, sin em bargo,
un p ro b lem a: Su m ism a existencia d en tro del p ropio recinto
m ás islam izado de la ciudad, que en p rincipio no debería ad­
m itir, sino gentes ab so lu tam en te adictas. Como se h allaba
sobre el actual paseo del Carm en, cabe suponer u n segundo
lienzo am urallado, m ás a rrib a de este sector, que dejase entre
el al-Hisan y la p u e rta y m u ralla de A lcántara u n espacio libre,
poblado p o r m ozárabes 74.
Siguiendo el recinto de la M edina, tenem os de e sta época
la p u e rta de Bib-al-M ardom o del M ayordom o, que am plía la
p rim e ra línea de m u rallas p a ra lela a la calle de A lfileritos; la
to rre de los Abades; la p u e rta que precedió a la actu al del
C am brón; la de A dabakim o de los C urtidores, en la vaguada
in m ediata a San Sebastián. E n su in te rio r, determ in an calles
—algunas preexistentes desde luego, p ero cuyo trazad o pudo
ser d istin to — la m ezquita que luego se tra n sfo rm ó en p a rro ­
quia de El Salvador, en cuyo destino m u su lm án siguió después
de la conquista, h a s ta el año 1159 según los Anales Toleda­
nos 1 7S; la p a rte in fe rio r de la to rre de San Lorenzo, aún sub­
sistente, aunque necesitada de u n a u rg en te conservación; el
C risto de la Luz, adosada a la calle que conduce a V alm ardón,
74 Partiendo de otros indicios que no detalla, recoge tam bién la
probable existencia de este pequeño b arrio T o r r e s B albas en o. c.,
pág. 634.
Un croquis del Al-Hisan y de todo el recin to del Toledo m usulm án
que se a j u s t a bastan te a la realidad se pu b lica en d ich a H istoria,
pág. 2 27. Se om iten en él, incom prensiblem ente, algunos m onum entos
m uy conocidos y de localización precisa, com o la m ezquita de las
T ornerías, la torre de San Lorenzo, la cap illa de B elén y la torre de
San tiago del A rrabal, entre otros detalles. Tam bién se incurre en error,
a nuestro m odesto ju icio, al om itir la pu erta de B isag ra nueva, clasi­
ficad a com o árabe en un torreón de la po rtad a in terio r y cuyo verd ad ero
nom bre aclaró el citad o P. R o m á n M a r t ín e z en B. R. A. B. A. de Toledo,
V I, 1924, pág. 140 y ss. coincidiendo con las investigaciones anteriores
de M a r t ín e z S im a n c a s . Vid. el B oletín de la S. Arqueológica de To­
ledo, núm. 7.
75 «Prisieron C hristianos la E glesia de San S alvad or de M oros en
día de San Juan B ap tista, E ra M C X C VII» (1 1 5 9 ). F l o r e z , España Sagra­
da (M adrid, 1767) X X I II, pág. 391.
(49)
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TOLEDO Y S U S CALLES
an tig u a ram p a de acceso hacia la posible p u e rta Agilana; la
iglesia de San R om án, etc. Un m onum ento tam b ién conservado
en p a rte , es la capilla de Belén, d en tro del antiguo convento
de las C om endadoras y estim ad a com o capilla priv ad a del
m o n arc a m ahom etano, fo rm an d o p o r tan to , p a rte de los p a ­
lacios que, al m enos desde esta época, se lla m a rá n de G a lia n a 76.
Como en el capítulo a n te rio r indicábam os, el b a rrio ju d ío
debe d a ta r, al m enos en p arte, del período visigodo. Es, sin
em bargo, en e sta época de que tra tam o s cuando los gober­
n an tes de T ulaitula co n cen tran en este secto r a los hebreos,
m uy num erosos, que h a b ita b a n la ciudad, fo rm a n d o así la
m adinat-al-Y ahud que m andó cercar en el año 820 M uhachir
ibn al-Qatil, rebelde c o n tra los om eyas 77, separándolos de los
p obladores m usulm anes y m ozárabes, quizá p o r desconfiar
de su adhesión a los sublevados. La p u e rta del C am brón se
llam a p o r ta n to p u e rta de los Judíos (B ab-al-Ychud), d u ran te
varios siglos, y así se la denom ina en los docum entos m ozára­
bes publicados p o r G. Palencia.
Algún o tro p o rtillo se p rac tic a en e s t e recinto especial,
com o el que d ab a acceso directo al río, b a jo el actu al paseo
d e l T ránsito. Tamfbién puede d a ta r de entonces el C astillo
V iejo de los Judíos, de localización im precisa y p ro b ab lem en te
las calles del Angel y el callejón del A rquillo; aunque este m o­
desto arco h a sido rehecho a principios de siglo, p ero en su
m ism o lugar al p arecer. El trazad o in tern o general del d istrito
debe p ro ced er asim ism o de estos siglos de dom inio m usulm án.
E l b a rrio m ás extenso que nace en esta época es, sin em ­
bargo, el A rrabal. Su n om bre tiene tam b ién u n a etim ología
claram en te aráb ig a (ar-rabad), y su construcción nace de la
n ecesidad de p ro teg er m ilita rm e n te a las viviendas edificadas
ex tram u ro s, p o r p obladores que debieron p re fe rir los alrede­
dores del cam ino a M edinaceli y a la fro n te ra cristia n a 78. E sta
orien tació n del b a rrio y el h a lla rse en la zona m ás fácilm ente
76
qal
M. G ó m e z M o r e n o , en Arte m udejar toledano (M adrid, 1916)
e n H istoria c it ., V , p á g . 127.
77 I b n H a y y a n , M uqtabis, I., fol. 114 r.", según cita de L e v i -P r o v e n -
pág. 5, tras reconocer que no existe criterio seguro p ara fech ar obras
m ud ejáres del siglo X I o p osteriores a la R econquista, estim a sin em ­
(50)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. PORRES MARTIN-CLETO
123
atacable de la c i u d a d , obligan a fo rtifica rla am pliam ente,
englobando tan to la A ntequeruela (con la salida al vado n a tu ­
ral del río, " P u e rta del V ad o ”), com o la G ranja; surge así la
m u ralla que, apoyada en el ángulo del al-Hisan b a jo el M ira­
dero, c ircu n d a la A ntequeruela, sube al c e r r o de V isagra,
desciende a la p u e rta hoy llam ada de Alfonso VI (Alm aguera)
y en fo rm a de b a rre ra avanzada b a j o el p rim itiv o recinto
visigótico sobre los ro d ad ero s de la Mlerced, se enlaza p o r fin
con él b a jo el N uncio Nuevo; b a rrio que en esta ú ltim a p a rte
h a desaparecido ya, convertido en sim ple terrap lé n de escom ­
bros excepto la B ajad a a la G ranja, única calle que subsiste
en este extenso talud. D entro del b a rrio que luego se llam ará
"A rrabal de S a n tia g o ”, nacen las calles de Alfonso VI, acceso
al cem enterio m usulm án situado en el p a ra je del abandonado
Circo rom ano, a través de la P u e rta A lm oguera, tan discutida
pero cuya localización creem os ya clara después de las inves­
tigaciones concluyentes de P. R om án M artínez, antes citadas 79.
Dos cam inos reales 80 se elevan a la categoría de calles; la sali­
da de la ciudad b a jo la p u e rta de V isagra, y el desagüe de
aguas pluviales que desde la p u e rta de V alm ardón, b a ja p o r
Azacanes h a sta la actual P u erta Nueva, a b e rtu ra e sta últim a
que debe co rresp o n d er ta n to a la llam ada del Vado com o a la
de Alm ofala, ya que el edificio que se conoce con este últim o
nom bre es u n a sim ple to rre a lb a rra n a y no u n a p u e rta , edifi­
cada to talm en te p o r su in te rio r y sin acceso u rb a n o alguno a
b argo obras cristianas a la cap illa de B elén y a la torre de San
Lorenzo.
78 Com o lu gar m ás frecuentado po r los cam inantes, era una zona
interesante desde el punto de vista com ercial. La pau latina aproxim a­
ción de la frontera cristian a y del peligro que representaba hizo for­
tificar este b arrio, sin duda no antes de que las fuerzas leonesas llega­
ran a ad quirir im portancia suficiente para in q u ietar a los pobladores
de Toledo.
79 Vid. snpra, n ota 74.
80 De su condición de tales procede el nom bre actu al de Real del
A rrabal. Idéntico origen tiene la calle Real, ju n to al N uncio, y le lle­
varon igualm ente otras calles de Toledo (la de N uncio V ie jo y R opería,
p. ej.) hoy conocidas po r otros nom bres. V id. R a m ír e z de A r e l l a n o ,
Iglesias... cit., capítulos dedicados a Santa Justa y a San Juan B au tista
el Real.
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ella, que existiría si b a jo la m ism a h u b iera podido cruzarse
la m u r a lla 81.
La organización in te rn a del b a rrio lleva tam b ién consigo
la erección de u n a m ezquita: Santiago del A rrabal, p ro b ab le ­
m ente donde p rim ero oyera m isa Alfonso VI en lugar de en el
C risto de la Luz, pues, de ser cierta la leyenda, es é sta la p ri­
m era que se e n c u e n tra al e n tra r en T o le d o 82. Es tam b ién esta
m ezquita de la que sólo resta la p a rte b a ja de la to rre , al p a re ­
cer la ú n ica que no aprovecha ninguna construcción religiosa
a n te rio r y se levanta de nueva p lan ta, en lugar de u tiliz a r igle­
sias visigodas o bien a edificios rom anos de destino previo
inseguro, com o las bóvedas b a jo San Ginés o las T ornerías.
O tra m ezquita sabem os tam b ién que existió, aunque igno­
ram o s ta n to su no m b re com o su situación: La que se h allaba
pro b ab lem en te en 1 o s alrededores d é l a C atedral, tal vez
ab so rb id a p o r la am pliación de ésta en el siglo X III, y que es
citad a en los docum entos m ozárabes com o "establo, que antes
fue m e z q u ita ”, com prada en p a rte p o r u n clérigo de la P rim a­
da. T anto esta m ezquita com o la de T ornerías no se consagra­
ro n al culto cristian o com o sucedió con las restan tes, según
verem os en el cap ítu lo siguiente.
Los frecuentes períodos de reb eld ía de los toledanos frente
al gobierno m u su lm án de C órdoba, rebeliones apoyadas sin
du d a (cuando no dirigidas) p o r los m ozárabes, m uy num erosos
81 La exp licación tradicionalm en te dada p a ra ju stific a r su cierre
es totalm en te absurda; pues si se debe a que las crecid as del río la
inutilizaban al desbordarse, m ás fácilm en te anegarían la P uerta N ueva,
m ucho m as b a ja de cota, y que sin em bargo continúa abierta pues es
un a salid a im prescindible. La fech a dada a la apertu ra de ésta debe
ser una sim ple reedificación; es adem ás un a salid a n atu ral de aguas
pluviales de un extenso sector urbano, no obtu rable po r tanto.
82 Idea y a expuesta po r R. A r e l l a n o en Parroquias... cit., pág. 255,
ju n to a afirm acion es escasam ente fundadas com o la existencia de un
m alecón rom ano paralelo a la V ega alta, desde V isag ra a T avera, que
nadie ha hallado h a sta ahora. V olvien do a la leyenda del C risto de la
Luz, señalem os lo im político que sería, recién cap itu lad a la ciudad
previo com prom iso de respetar parcialm ente el cu lto m usulm án incluso
en la C atedral, la consagración de la p rim era m ezquita hallada al paso,
existiendo siete iglesias m ozárabes utilizables para las solem nidades
religiosas propias del m om ento.
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e influyentes, y los subsiguientes asedios y rep resalias al con­
seguirse la sum isión de la ciudad, debieron p ro d u cir im port a n t e s destrucciones y nuevos trazados del in te rio r de la
m edina, m ás la del acueducto y quizá del circo rom anos. Como
consecuencia se reedifica en aquellos b a rrio s m ás alterados
aceptándose ya e stru c tu ra s arábigas y respetándose las vías
principales que h an llegado h a sta n o so tro s casi sin variación:
Zocodover, C risto de la Luz, T ornerías, Pozo Am argo, Feria,
C risto de la P arra, etc., es decir, las m as im puestas p o r la
to pografía del cerro toledano. En los solares de las c a s a s
incendiadas o dem olidas se levantan nuevas viviendas respe­
tando algunos lím ites de las antiguas, pero con la tendencia a
co nvertir las calles en callejuelas, estrechando m as aún las
ya no m uy anchas vías anteriores; y con tendencia a crear
pequeñas callejas sin salida, que dan acceso a casas en cerradas
en tre o tras. Se aprovecha así al m áxim o el terren o disponible,
siem pre escaso y ah o ra m ás p o r el crecim iento de la población,
sólo aliviada p o r las em igraciones de m ozárabes hacia los rei­
nos cristianos 83 y que, pese al desahogo que significó la crea­
ción del a rra b a l, no ten ía m as solución que apiñarse cada vez
m ás, sin que p a ra ello im p o rte dem asiado la estrechez e inco­
m o d id ad de las calles dada la tendencia árabe, a enaltecer el
in te rio r de las viviendas, relegando a sim ples tapias los p a ra ­
m entos exteriores, con escasos huecos. Se em pobrece así la
fachada y la calle, que no sólo se estrech a sino que adem ás se
cruza con pasadizos, cobertizos y se agobia con salientes sobre
ella, convirtiéndose la m ayoría de ellas en p asajes oscuros y
m alolientes 84, siendo su trazado u n com plicado lab erin to de
ram ales cortos y estrechos.
83 Los m ozárabes toledanos repoblaron Zam ora en 893. V. H istoria
de M. P id al cit., IV., págs. 210-211
84 Frente a la peregrina afirm ación de A m e r ic o C a st r o de que los
árabes enseñaron a los hispanorom anos a u tilizar los b a ñ o s , p re­
gunta C. S á n c h e z A l b o r n o z , si en los arenales de la península árabiga
pudieron inventar tales baños unas tribus prim itivas; deduciendo com o
es lógico que tal costum bre es una sim ple herencia de los usos rom a­
nos, cuyas term as aprovecharon los conquistadores m usulm anes, a
ejem p lo de los provinciales som etidos, (V. España, un enigma histórico,
B uenos Aires, 1956).
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E sta m ara ñ a de callejuelas, a veces p a ra el uso p a rtic u la r
de u n a sola vivienda o de un patio de vecindad, da lugar a la
típica expresión " a d a rv e ”, tan frecuente en los docum entos
m ozárabes 83, plenam ente influidos del am biente y toponim ia
an terio res a la reconquista. Debem os indicar que el sentido de
e sta p a la b ra no es el recogido p o r el D iccionario actual, de
cam ino de ro n d a o paso su p erio r de la m u ralla, tra s las alm e­
nas. Así vem os que en un docum ento de la era 1235 (año 1197)86
se recoge la venta de u n a casa sita "en el adarve llam ado del
caíd D. X abib, en las inm ediaciones de la C a te d ra l”, ju n to a
la cual, com o es lógico, no debía existir ya m u ra lla alguna.
E ste caíd era p o r o tra p a rte p e rso n a je no rem oto, pues, la
casa vendida p o r este docum ento lin d ab a con o tra que p e rte ­
necía a doña Loba, h ija del m ism o don X abib. Como la etim o­
logía que el p ropio D iccionario oficial recoge es la expresión
ára b e ar-darb, "al d e sfila d e ro ”, este m ism o dato nos describe
u n p a saje estrecho o pasadizo en tre dos casas, m ás bien que
u n a calle n orm al utilizable p o r los vehículos de la época.
Se observa tam b ién en los docum entos m ozárabes sobre
estos adarves que es tan frecu en te su cita com o ra ra la m ención
del no m b re de u n a calle, y m enos aú n las citas de plazas, m uy
escasas p o r tan to . La p a l a b r a se sigue usando h a s ta el
siglo XVI, en que se em plea (com o expresión todavía h a rto
conocida) p o r H u rtad o de Toledo en su M em orial de 1576 en
la n o m en clatu ra genérica de vías u rb an a s expuesta en su obra.
Aún podem os señ alar hoy día callejuelas que h a n conser­
vado la e s tru c tu ra del adarve que sin du d a fu ero n : Así el
estrecho pasadizo sin salida que nace en la b a ja d a al C orral
de Don Diego, en su trayecto inm ediato a la calle de T ornerías,
e n tre tabiques m edianeros casi sin ventanas de las casas late­
rales y que da acceso a u n a vivienda existente al final del m is­
m o, llam ado "callejón de Siete A b u je ro s”. O tro es, aunque
m uy corto y m odificado al edificarse el edificio que albergó
85 E n los publicados por G. P a l en c ia en o. c., aparecen frecuentísim am ente, denom inados con el nom bre de un personaje, tal vez el
dueño de la casa a que daban acceso, o m uy destacado socialm ente.
De ellos solo un núm ero m uy reducido pueden id en tificarse hoy con
alguna seguridad.
86 Núm. L X X V de los publicados por P o n s B o ig u e s , pág. 166, o. c.
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al Banco H ispano Am ericano, el ro tu lad o com o callejón de
N uncio Viejo, p rim ero p o r la izquierda de la calle del m ism o
n om bre (el siguiente con e n tra d a b ajo un arco de ladrillo, es
m ás bien un antiguo " c o rra l”)- Ya edificado p ero todavía reco­
nocible, es el actu al núm ero 5 de la calle de la P lata, ocupado
p o r dos p l a n t a s que son sim ples pasillos superpuestos y
coronado p o r u n a e x trañ a terraz a p ro v ista de u n balcón sin
m arco superior. P or últim o, m encionarem os el que da acceso a
la casa núm ero 6 de la calle de Ju a n L abrador, llam ado “calle­
jó n de los C aballeros” 87 en las e scritu ras de p ro p ied ad de las
colindantes, y pro b ab lem en te el que m ejo r conserva el cará c te r
á ra b e de su e stru c tu ra.
Pocas m odificaciones podem os señalar en los p a ra jes que
ro d ean el casco fortificado, bien p o r la concentración sobre
el cerro a que obligaba la inseguridad de la época, bien p o r
la débil construcción de estas edificaciones su b u rb an as. El
Circo rom ano, si es que se term inó en los tiem pos que le vie­
ro n nacer, cosa que duda algún a u t o r 88, se utiliza com o cem en­
terio m usulm án, lo que hace suponer su abandono to tal y su
p au latin o relleno de tie rra , sin n i n g u n a utilización de las
dependencias habituales que el m ism o poseyó si es que fue
concluido, y el aprovecham iento de las losas o elem entos utihzables p a ra otros usos; no tan ta s desde luego com o h a venido
creyéndose, citándole poco m enos que com o c a n te ra suficiente
p a ra to d a la m u ralla fro n te ra y fu en te de todas las colum nas
de la C atedral y o tro s edificios, las que m ás bien debieron
p ro ced er de las abandonadas villas rom anas.
O tra construcción im p o rta n te y que p arece hab erse des­
tru id o casi to talm en te en esta época (pese a la afición a los
b a ñ o s ) 89 es el acueducto, destrucción fechada tradicionalm ente
87
N oticia facilitad a po r don E m ilio Abel de la Cruz.
de l o s R í o s en su o. c. Monumentos..., basándose en
que las excavaciones p arciales realizadas en él no habían registrado
la presencia de escom bros ju n to a los frogones inconclusos; indicando
que aunque es conocido que las piedras viajan , no así el ripio y cas­
cote inform e que una destrucción produce siem pre.
89 El m as estudiado es el llam ado de Yaix, o de Aben-Yayix según
A m a d o r en o. c., I, pág. 136 y ss., que rem onta a esta época la calle del
88
A m ador
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en alguno de los asedios sostenidos p o r las tro p as califales
c o n tra los rebeldes toledanos, sin que se in te n ta ra su recons­
tru cció n p o ste rio r 90. Nace así el secular p ro b lem a del abasteci­
m iento reg u lar de agua a Toledo y, p a ra suplir aquel artificio,
el crecim iento del grem io de los azacanes, h a b ita n te s de la
calle de su nom bre, de situación excelente p a ra su profesión.
De las noticias tra n sm itid a s p o r los viajeros árabes resu lta
que el puente de A lcántara sigue siendo el único existente, o
al m enos el único que m erece de ellos el nomjbre de puente,
p o r lo precario del situado b a jo la B ib-al-Yehud, llam ado Bibal-C hásron según A m a d o r91, o sea p u en te de m ad e ra o de b a r­
cas, provisional y sin arcos, y tal trad ició n y las alabanzas al
p u en te que dom inan tan to la ciudadela com o San Servando,
p e rd u ra h a sta el siglo XIV 92, cuando evidentem ente ya se h a­
b ía co n stru id o de fáb rica el llam ado de San M artín, a ju zg ar
p o r las escaram uzas que sobre él sostuvieron los secuaces de
don Pedro I, c o n tra los de don E n riq u e de T ra sta m a ra, llegan­
do a c o rta r su arco central, re sta u ra d o luego p o r el arzobispo
Tenorio.
A sim ism o p e rd u ra de estos tiem pos la ú n ica casa de cam po
árab e que h a llegado h a sta n u estro s días; en estado de ru in a
p erm an en te h a s ta hace poco tiem po en que p o r fo rtu n a se
S acram en to y la b aja d a al Colegio de Infantes. Se citan adem ás el del
Caballel; el inm ediato a la Puerta del H ierro, y otros.
90 E l pantano que le su rtía de agua, procedente del arroyo Guajara z, se rom pió po r una fu erte crecid a de éste según las investiga­
ciones de A. O r t iz al p royectar el em balse actu al del T orcón, quedando
así inutilizado el abastecim ien to rom ano; si bien el puente pudo seguir
en uso. V id. M em oria edit. en 1948 po r el M inisterio de O bras Públicas.
91 Toponom ia y tran scripcion es del á r a b e que recogem os de
A m a d o r de l o s R í o s en su ob ra M onum entos cit., I, pág. 174 y ss.
E xp resa tam bién o tro argum ento interesante basado en l o s Anales
Toledanos I, los que constan que en el año 1101 ordenó A lfonso V I
rep arar la m u ralla sobre la V ega, desde el «puent de la piedra h asta la
o tra Taxada que va del R ío, en derecho de San t Esteban»; expresión
que om ite toda referen cia a otro puente.
92 A l -H i m y a r i en el K itab ar-Rawd al-mi’ tar indica sobre Toledo
que «Posee un puente de adm irable construcción, constituido por un
sólo arco...» (T raducción de M aría P ilar M aestro en la colección «Tex­
tos m edievales», V alen cia, 1963, pág. 264 y ss). No puede referirse al
acueducto pues éste debió tener dos arcos po r lo m enos.
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re sta u ra p o r su p ro p ietario , y en p a rte al m enos, b ajo la direc­
ción del señor Gómez-M oreno. Nos referim os al que desde
hace siglos se conoce com o Palacio o Castillo de Galiana, en
la H u e rta del Rey, posesión p riv ad a del rey de taifas toledano
y en la que algunos sitú an las célebres clepsidras o relojes
acuáticos 9i. A dquirida la finca y el palacio antes que la ciudad
m ism a p o r el co n q u istad o r cristiano, y p o r la conquista de
ésta, el o tro Palacio de igual n om bre d en tro del al-Hisan, m ás
el "B arrio del S u ltá n ” (que h a sta n u estro s días, se seguirá
llam an d o Barrio del Rey), no e ra su situación la m ás segura
p a ra que el m o n arca p u d iera h a b ita rlo con frecuencia, po r
h a llarse expuesto a alguna aceifa m usulm ana; precisam ente
efectuadas en verano, cuando tal edificio com pestre podía
m ejo r ser utilizado. R educido p o r tan to a sim ple h u e rta y casa
de labor, su abandono casi to tal y su destino p a ra hum ildes
m enesteres no h a sido suficiente p a ra q u e b ra n ta r to talm ente
su fu erte construcción que hoy, com o decim os, se re sta u ra
de nuevo; en p a rte con u n extraño aspecto exterior, que no
podem os ju zg a r p o r no ser especialistas en tales reco n stru c­
ciones.
e) La dudad reconquistada.
El día de San U rbano, 25 de m ayo del año 1085, se da
cum plim iento a las capitulaciones de e n treg a convenidas en
la H u erta del Rey el día 6 del m ism o m es y Alfonso VI e n tra
en Toledo y designa com o p rim e r alcalde y jefe m ilita r al
conde S isnando Davidiz, portugués p o r cierto y m o z á ra b e 94.
Salvo algún fortalecim iento inm ediato del Alcázar y rep aracio ­
nes en las m u rallas (éstas pro b ab lem en te q u eb ran tad as p o r
93 S ituadas efectivam ente b ajo la pu erta de Adabaquim , inm ediata
a San Sebastián y no en la H uerta del Rey. Al m enos las que tienen
b ase docum ental, si bien pudo existir alguna otra.
94 M. P id a l : La España del Cid (M adrid, 1956), t. I., págs. 306-307.
Su gobierno tolerante y acertado, propio de quien había convivido con
gentes de las tres religiones, fue m al visto po r los fran cos, cesando en
su cargo al parecer al apoderarse el partid o de éstos de la M ezquita
Aljam a; acaudillados po r la reina y el arzobispo don B ernardo y con­
tra lo convenido en la capitulación, según acepta este autor.
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el asedio), no se hacen de m om ento grandes reform as y los
nom bres y los adarves árabes continúan subsistentes, m ás o
m e n o s castellanizados. El "B arrio del S u ltá n ”, próxim o a
Zocodover, cam bia de d u e ñ o a la vez que el Alcázar y los
Palacios de G aliana com o dijim os y se convierte en "B arrio
del R ey”, n om bre que sólo difiere del actual p o r la elim inación
de la contracción in te rm e d ia 9S. El b a rrio del Pozo Am argo
aún se llam a "plaza del Caxalí", pero desde 1175 se llam ará
com o hoy; poco a poco, sin em bargo, com ienzan a b ro ta r
nom bres cristianos p o r los alrededores de las antiguas m ez­
quitas, ya p urificadas y dedicadas m uchas veces al m ism o
Santo cuyo no m b re llevaran antes de la ocupación m usulm ana,
com o es el caso de San Ginés. O tras, com o la M agdalena y
S an ta Fe, escogen nom bres nuevos, y en la m ayoría de ellas
se p ro d u cen refo rm as que acondicionan los alm inares árabes
p a ra to rre s de cam panas y ab so rb en casas inm ediatas, algunas
p a ra dedicar su solar a cem enterio p a rro q u ial, bien co m p ran ­
do aquéllas, bien dem oliendo las que se donan a la p a rro q u ia
p a ra fines piadosos. Com ienza tam b ién el apogeo de las p a rro ­
quias latinas, u tilizadas p o r los co n q uistadores y la decaden­
cia d e las m ozárabes p o r la p a u la tin a desaparición de sus
feligreses, gentes p o r o tra p a rte de no m uy ab u n d an tes rec u r­
sos s a l v o algunas f a m i l i a s privilegiadas, y adem ás de
m en talid ad conservadora, poco am igas de los aires de renova­
ción que los castellanos y los francos a p o rta n y que p ro cu ra n
im poner en la ciudad p o r derecho de conquista.
E stos co n q uistadores de u ltra p u e rto s son aposentados p o r
el Rey en la calle que luego se lla m a rá "A rrabal de T o rn e ro s”
y sus alrededores, o sean el B arrio del Rey y el C orral de Don
Diego, conociéndose el c o n ju n to de este b a rrio com o "A rrabal
de F rancos ” 96. Se fo rtifica algo el castillo de San Servando,
95 Com o «B arrio del Sultán» se m enciona en num erosos docum en­
tos m o z á r a b e s de los publicados po r G. P a l e n c l a en o. c., tom o
prelim inar.
96 R i v e r a R e c i o , J. F., opina que la dedicación de una parroq u ia
a Sta. M aría M agdalena se debió a esta población fran ca, y a que su
devoción es de origen galo. Añadirem os a este dato la y a citad a dedi­
cación de Sta. Fe, tam bién de origen francés y distinta de la virtu d
teologal de igual nom bre, según P a r r o , ,o. c ., I I , pág. .130.
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ah o ra m uy necesario fren te a los próxim os m usulm anes del
o tro lado del Tajo —aunque su e stru c tu ra definitiva le será
d ad a p o r el arzobipso Tenorio— y se destina a convento, al
que se cede com o hospedería in tra m uros la antigua iglesia
de S a n ta M aría de Alficén. Com ienza con ello la costum bre de
que los conventos, situados p a ra el m ejo r cum plim iento de su
regla m onástica fu era del bullicio ciudadano, tengan, sin em ­
bargo, d e n tro del casco u rb an o u n a residencia perm anente, que
con el tiem po d a rá origen a las calles de Clérigos M enores o
a la de H ospedería de San B ernardo 97. La C atedral com ienza
a recib ir donaciones y a acu m u lar casas en su inm ediatos
alrededores, p rep a ra n d o su fu tu ro ensanche que h a rá desapa­
recer a diversos b a rrio s grem iales y a las calles com prendidas
e n tre ellos, nivelando adem ás la m ayor zona continua dentro
del recinto de la ciudad, aunque el sitio sea de difícil em pla­
zam iento p a ra ello. Nace el segundo arra b a l, ya fuera de m u­
rallas (las C ovachuelas) y que nunca será do tad a de ellas lo
que revela que cuando su población llega a ser num erosa, la
época m ilita r de Toledo ha pasado ya. S obre la antigua "P uer­
ta de los C aballos” 98, e n tra d a lógica al "Zoco de las B estias" o
Zocodover, se edifica un o rato rio , y el C risto de la Sangre que
lo p reside y an te quien se dicen m isas p a ra que los m ercaderes
cum plan el p recep to desde sus com ercios, da nom bre al Arco
h a s ta n u estro s días.
Tres incendios afectan en grado im p o rtan te al in te rio r de
la ciudad. El del b a rrio judío, debido a los cruzados que, en
lugar de lu ch ar en las Navas de Tolosa, p refiriero n saq u ear la
ju d e ría toledana; el de las C uatro Calles, en 1467, que d e stru ­
yó desde la T rinidad y la m itad de la calle de N uncio Viejo, la
calle de la Sal, la alcana de los especieros ju n to a S an ta Ju sta ,
97 O tra hospedería, la de Sta. M aría de la Sisla, no dió nom bre
a una calle po r hallarse frente a las B enitas, cuyo nom bre se im puso
p ara designar el paraje; en otro caso tendríam os la calle de «Hospe­
dería de la Sisla».
98 Se cita esta puerta (bab-al-Jayl) en la cit. H istoria de M. P i d a l ,
V., pág. 637 diciéndose que sobre ella se hallaba el A lcázar; nom bre
este que se aplica entonces tanto al P alacio de G aliana com o al A lcázar
actual. Puede ser tam bién la de Doce Cantos.
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el Solarejo, T ornerías, etc., zona en la que escasean p o r tan to
las casas antiguas, si bien las calles no debieron ser m uy m o­
dificadas 99. El tercero ocurrió accidentalm ente en 1589 y des­
tru y ó casi to talm en te a Zocodover, afectando a diecisiete casas
de la plaza 10°, de cuya reco n stru cció n nos queda el actu al arco
de la Sangre, cuya tra z a se atrib u y e a H errera. Muy sim ilar a
éste, tal vez del m ism o au to r, era el doble arco que c errab a
el acceso a la cuesta del Alcázar, dem olido en el siglo pasado.
Com ienzan a a c tu a r los u rb an ista s. G utiérrez Tello es el
prim ero ; salvo algunas disposiciones en este sentido, de doña
Ju a n a la Loca o de Cisneros proh ib ien d o la erección de nuevos
conventos, que ocupaban p a u la tin a m en te todos los sitios vacíos
d e n tro de la ciudad o ab so rb en m anzanas en teras de viviendas
(prohibición cisneriana incum plida p o r él m ism o al fu n d a r a
San Ju a n de la Penitencia), será aquel C orregidor, co lab o rad o r
incansable de Felipe II, quien com ience a h acer de Toledo un
sitio m ás h abitable. A él se deben, en tre o tra s o bras de im p o r­
tancia, la idea de explanar las m u rallas b ajo la calle de las
A rm as, naciendo el M iradero, tan alabado p o r H u rtad o de
Toledo 101 y que será am pliado a costa del convento de las
99 E xpuesto ya este suceso, que destruyó m il seiscientas (?) casas,
albergue de m ás de cu atro m il alm as, po r M. G a m e r o en su Historia,
ha sido tratad o m as extensam ente por E. B e n i t o R u a n o en la reciente
obra Toledo en el siglo X V (M adrid, C. S. I. C., 1961), pág. 94 y ss.
100 Vid. el a rtícu lo «Incendio en Zocodover, ocu rrid o el año 1589»
de F. B. S a n R o m á n , publicado en el B o letín de n u estra R eal Academ ia
de junio-septiem bre de 1922, año IV , núm . X II, págs. 182-183; C . d e
C e d i l l o , Toledo en el siglo X V I pág. 32, n ota 77. Según este au tor se
arregló tam bién entonces la subida al Alcázar. P i s a fech a la recons­
trucción de la plaza en 1592.
101 E n su M em orial de 1576 describe esta im portante ob ra diciendo
que «reparó y ab ajó las cercas y m irad ero h asta la alh ondiga nueua de
m anera que de dentro de la ciudad po r la pa rte que pa recía m as
som bría y solictaria ay agora un parayso de deleyte con la vista de
los dos ríos [se refiere a los dos brazos del Tajo, separados por la isla
de Antolínez\, ysla, huertas y sotos y cam inos com o si palpablem ente
se pasearen por de d e n t r o de todo ello». ( H u r t a d o , R elación cit.
pág. 370). O bsérvese el asom bro producido por el descubrim iento de un
p aisaje de todos sabido pero que el M iradero vino a m ostrar de golpe
a los toledanos.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. PORRES MARTIN-CLETO
133
C om endadoras a fines del XIX; las V istillas de San Agustín, en
la p a rte op u esta de la ciudad y con igual finalidad p aisajística
y de c re a r pulm ones u rb an o s ta n necesarios; la construcción
de la A lhóndiga; la b a ja d a en codo desde la p u e rta de Valm ardón a la calle R eal del A rrabal, nuevo p u n to de vista o m ira d o r
que luego se a n u la rá p o r la m anzana in term ed ia de casas, y
desde el cual se b a ja b a en ziz-zag h a sta la calle de Azacanes;
la b a ja d a desde la P u erta del C am brón h a sta S an ta Leocadia
(C risto de la Vega) tam bién en ziz-zag y subsistente, aunque
m uy d eterio rad a; el M esón de la F ru ta, en la plaza M ayor,
llam ad a desde entonces de las Verduras, coexistiendo con las
C arnicerías m ayores levantadas p o r don Pedro de Córdoba
b a j o Carlos V. Arregló las p u e rta s y puentes, retira n d o los
letrero s arábigos que existían en ellas; algunos quizá utiliza­
dos ta n sólo com o m otivo ornam ental, o reutilizados p a ra
apro v ech ar sólo sus sillares, pero otros sin duda de gran valor
epigráfico especialm ente p o r contener los nom bres m usulm a­
nes de p u e rta s y puentes, hoy ya perdidos. A estos edificios
adosó en cam bio valiosas esculturas de santos y santas tole­
danos, cuyo no m b re adjudicó oficialm ente al m onum ento sin
que, com o suele suceder con estas dedicaciones, p a sara n al
uso p o p u la r 102.
T am bién dispuso que los p ro p ietario s de aquellas casas
que se refo rm aran , re tra n q u e a ra n o enderezasen las nuevas
fachadas, haciendo así tran sitab les m uchas calles im portantes
p a ra el tráfico rodado, apenas conocido de los m usulm anes
pero m uy extendido e n tre los cristianos 10\ S eguram ente datan
de e sta época los num erosos "salva-cubos" (p alab ra acuñada
con acierto p o r Téllez) o rebajes cóncavos a la a ltu ra del eje
de las ruedas que aú n existen em potrados o excavados en Jas
102 H u r t a d o en o. c., recoge m eticulosam ente
a las que nadie m as que él debió hacer caso: Puerta
a la del Cam brón, puente de San Julián al de San
San Ildefonso a una de las tres de A lcántara (la
Cantos), etc.
tales dedicaciones
de S an ta Leocadia
M artín, puerta de
siguiente a Doce
103 V éase sobre una probable prohibición de los vehículos con
ruedas entre lo m usulm anes, la H istoria de M. P i d a l cit., t. V, pág. 55,
n ota 99.
(61)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
134
TOLEDÓ
y
sus
calles
fachadas, aunque alguno q u ed ara sin utilid ad al ser am pliada
la calle p o r la acera op u esta; y son indicio seguro de unas di­
m ensiones an terio res de ella m enores de las actuales, com o
sucede en el com ienzo del Arco de Palacio. La preocupación
u rb an ístic a de este C orregidor llegó al extrem o de c am b iar de
sitio al "m esón de las p e rd id a s ”, en f r a s e p in to resca del
Dr. Pisa 104, que se llevó al b o rd e extrem ó de la A ntequeruela,
ocupándose su a n te rio r so lar — que lindaba con el h o spital
de San L eonardo— , p a ra en san ch ar la Alhóndiga. No cabe
m ayor m eticulosidad, que sin duda a p ro b a ría Felipe II si es
que no in sp iró este rey ta n cuidadoso celo.
De e sta época tenem ps el valioso m em orial escrito p a ra
aquél M onarca p o r el R ector de la p a rro q u ia l de San Vicente,
Luis H u rtad o de Toledo, cuya detallad a descripción es sum a­
m en te ú til p a ra re c o n stru ir el am biente y toponim ia u rb a n a
de Toledo a m ediados del siglo X V I ,05. Unido al plano del
Greco, la vista de la ciudad y el cuadro del Laooconte, fecha­
dos todos ellos en 1605-1610, resu lta p erfectam en te com pren­
sible la evolución h istó ric a del lab erin to de calles y plazuelas,
la m ayoría aún subsistentes en sus líneas generales, así com o
el origen de g ran p a rte de sus denom inaciones, m uchas ya en
desuso o de explicación in cierta si no fuera p o r estos docu­
m entos.
Vem os ya en este M em orial incluso un proyecto de censo
u rb an o , que m ed itab a H u rtad o p a rtie n d o com o subdivisión
inicial de las p a rro q u ia s y pro p o n ien d o que en cada u n a de
ellas fu era "lo prim ero escrevir en la casa del parrochiano el
nom bre y estado y oficio del, y si es casa• principal con patio
104 D escripción de la Im perial Ciudad de Toledo (Toledo, 1617),
fol. 32 v.° E s de prouecho el m esón de los perdidos, p ara recoger los
jum en tos y ganados h asta q. se les halle y p arezca dueño; m as no es
digno de m em oria el otro m esón de las perdidas... en los arrab ales y
lugar apartado...»
105 C itam os las páginas de este M em orial po r el ejem p lar en ram a
cedido po r el doctor Jim énez de G regorio, cu ya gentileza nos com place­
m os en agradecer. Después de escrito este trab a jo ha aparecido la
edición del tom o III de estas Relaciones de los p ueblos de España
ordenadas por Felipe I I (M adrid, C. S. I. C. 1963) de P a z y V i ñ a s conte­
niendo el texto de H u r t a d o .
(62)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. PORRES
m a r t in -cleto
135
o accesoria sin el, com o tienda, sótano o rrendición. Lo se­
gundo la diuission de vezinos, quantos biuen en cada casa,
cerrando los vezinos a m edia rraya, y las casas a rraya entera,
nom brando los barrios, corrales, a d a m es y callejuelas y casas
señaladas por donde van m a tricu la n d o ”... p á rra fo de gran inte­
rés, pues nos m u e stra la sucesiva je ra rq u ía de las distin tas vías
u rb a n a s y las clases de ellas existentes en su época, así como
la ausencia de plazas, que no se incluyen com o tales en la
relación.
O bservam os tam b ién en esta lista que se om iten to talm en te
las calles; denom inación p o r lo visto m uy poco utilizada y que
en el M em orial apenas se consignan, com o no sea accidental­
m ente 106. P o r lo visto el vocablo calle, com o sinónim o de vía
u rb an a , no se u sa b a en el lenguaje p o p u lar o bien era una
denom inación dem asiado vaga e inconcreta, sin la jera rq u ía
que ad q u irió po sterio rm en te. En cam bio se indican en otros
lugares de su o b ra num erosas plazuelas, algunas ya desapare­
cidas y o tra s que todavía se clasifican con este n om bre aun­
que en realid ad no lo sean, sino sim ples ensanches o bien
cruces de varias vías de diversa im portancia. Hay que advertir,
sin em bargo, que b a jo e s t e concepto de plazuelas incluye
H u rta d o casi siem pre a las sim ples concentraciones de esta­
blecim ientos com erciales 10/.
La g ran exactitud del plano del Greco, atendida la época
en que fue trazado, nos ha conservado tam bién datos de gran
in terés sobre la topografía toledana a finales del siglo XVI y
106 Por ejem plo: «han abierto agora una puerta de la yglesia a
la calle de las arm as» (pág. 547). Al enum erar los conventos, hospitales
y erm itas, se silencian las calles donde se hallan, indicando en cam bio
su paroquia (capítulos 51, 52 y 54). Igual sucede al citar las casas seño­
riales m ás im portantes, cuyo exacto em plazam iento no podría determ i­
n arse en m uchos casos si no se dispusiera del plano del Greco.
L a división de las casas en principales y accesorias duró h a s t a
m ediados del siglo X IX . Aún existe algún rótulo de estas últim as; en
la calle del Ave M aría hem os visto uno recientem ente.
107 E ste doble sentido se usa todavía hoy en el lenguaje popular,
con la expresión de «ir a la plaza» com o sinónim o de ir a com prar
a rtícu los de consum o diario. L a enum eración de estas plazas figu ra en
las págs. 574 y 575 de la Relación.
(63)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
136
TOLEDO Y SU S CALLES
principios del X V II. G racias a él podem os saber, p o r ejem plo,
la situación de la p a rro q u ia de San M artín, ya dem olida y
reordenados sus alrededores; del M iradero y calle de las Ar­
m as, con la m anzana su p rim id a que dividía su unión con Zocodover; situación del artificio de J u a n e 1 o; las m anzanas
tam b ién dem olidas del C orralillo de San Miguel, C apuchinos
y H ospital de Santiago; convento de San B artolom é, trazado
antiguo del b a rrio de 1 a s Covachuelas, etc. Es lástim a que
carezcam os h a s ta la fecha de u n a edición cuidadosa que p e r­
m ita su estudio detenido, cada día m ás difícil p o r la p érd id a
progresiva de in tensidad de las tin tas del o rig in a la. Com ple­
m ento gráfico d e este plano es el ya citad o de Arroyo, dibujo
pan o rám ico de la ciudad en p erspectiva caballera, que inser­
tam os en este tra b a jo y hecha u n siglo después.
A p a rtir de e sta época filipina, el tra sla d o a M adrid de la
Corte, de hecho p ero que luego resu ltó definitivo 10S, p erm itió
de m om ento u n m ayor desahogo a los toledanos, sum am ente
constreñidos p o r la e x tra o rd in a ria superpoblación que rep re ­
sen tab a el séquito real y que, a m ás de la c a re stía en los p re ­
cios, debía p ro d u cir e x tra o rd in a ria s dificultades ta n to p a ra
alojam ientos com o p a ra el sim ple d isc u rrir p o r las estrechas
callejas toledanas. No se p ro d u jo de in m ed iato la m e n o r
decadencia p o r este tra sla d o real, com o dem o stró el conde de
C e d illo 109 cum plidam ente; p ero a la larga, la ausencia de la
nobleza de sus palacios en Toledo convirtió a éstos en u n a
carga, en vez de u n a com odidad, alquilándose a vecinos m o­
destos previo el fraccionam iento sucesivo de los edificios que,
faltos de cuidados, fueron arru in án d o se lentam ente. La gran
depresión económ ica e in d u stria l de los siglos X V II y X V III
generales en todo el país; las em igraciones en b u sca del oro
a
E l I n s titu to de E . T o le d a n o s p r e p a r a h o y u n a e d ic ió n fiel d e este
Plano.
108
N o se d ic tó n in g u n a d is p o s ic ió n
o fic ia l q u e fija s e en M a d rid
la c a p ita lid a d , n i t a m p o c o e r a n e c e s a r ia y a q u e la c a p it a l e r a u n a c o sa
y o tr a la C o rte , c u y o a s ie n to e ra s im p le m e n te el lu g a r en q u e el R e y
re sid iera ; e s c o g id o c o m o es n a tu r a l a su lib r e arb itrio .
109
T r a ta d o a m p lia m e n te e s te te m a en su aú n n o s u p e r a d o d is c u r ­
Toledo en el siglo
X V I después del vencim iento de las Com unidades (M a d rid , 1901).
s o d e in g re so en la R e a l A c a d e m ia de la H is to r ia :
(64)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
L á m in a V III.— P la z a de a rm a s del pu en te de A lc á n ta ra . A la derech a, p u erta del m ism o nom bre,
con la s a rm a s m u n icip a les en re lie ve ; a la izq u ie rd a , e sp o ló n de la p u erta de S a n Ildefonso.
L á m in a IX .— P la z a de la E s tr e lla y fa c h a d a de S a n tia g o del A r r a b a l h a c ia 1839,
se gú n u n d ib u jo de P a rce risa .
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
L á m in a X . — P u en te de S an M artín , h a c ia 1830, se g ú n V ílla a m il.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
,T. PORRES MARTIN-CLETO
137
am ericano y la atracció n de M adrid ju n to a la nobleza p rin ci­
p al del reino, van produciendo u n a co n stan te despoblación de
la ciu d ad y la ru in a de num erosas viviendas y casas señoriales.
Se ab a n d o n an así b a rrio s enteros com o el de la G ranja, los
T intes, e t c .110, y se pro d u ce u n a efectiva congelación de la m a­
yor p a rte de los resta n te s edificios, al a u sen ta rse quienes an­
terio rm en te los refo rm a b a n p o r disponer de m edios p a ra ello;
inm ovilidad u rb a n a que nos h a l e g a d o u n a ciudad del si­
glo X V II en su m ayor p a rte , si no a n terio r, y que se resp eta
en las escasísim as refo rm as que las "m anos m u e rta s ”, p ro p ie­
ta ria s de casi la m ita d de las viviendas, debieron h acer en ellas.
Sólo quedó con posibilidades económ icas, a p a rte de algunas
fam ilias aisladas U1, 1 a Iglesia y especialm ente e 1 Prim ado;
p u e sto que el M unicipio, ya m uy gravado en sus ren ta s p o r los
p résta m o s obtenidos p a ra las refo rm as del XVI en fo rm a de
censos p erp etu o s o tem porales, vió aquellas ren ta s dism inui­
das a su vez p o r el cierre de in d u stria s y la dism inución de la
población, m enguando no tab lem en te l o s arb itrio s. Aunque
com o es n a tu ra l, las principales obras sufragadas p o r el Ca­
bildo y la Silla P rim ad a se ejecu tab an en la p ro p ia C atedral
o en los edificios de s u p ropiedad, hem os de m encionar la
n o tab ilísim a excepción del cardenal Lorenzana, m áxim o m e­
cenas en todos los órdenes, quien no sólo constituye u n Gabi­
nete de curiosidades y reconstruye el Alcázar p a ra vitalizar
la in d u stria de la seda y recoger indigentes, sino que con su
refo rm a del Palacio A rzobispal, construcción d e l In stitu to
(entonces U niversidad L iteraria) y N uncio nuevo, alinea y en­
sancha las calles in m ed iatas: Calles del Arco de Palacio y de
la T rinidad, calles de la Inquisición (hoy ju sta m e n te dedicada
a aquel Prelado), plaza de San V icente y calle del In stitu to ,
creando el callejón en rejad o que separó la U niversidad de la
110
« A caso la m it a d de T o le d o e s tá a rru in a d a, sien d o m o n to n e s de
la d r illo s y t e ja s r o ta s lo q u e en o tr o tie m p o e ra n ca sa s, y é sto se n o ta
m á s h a c ia la p a r te d el M e d io d ía » ; A . P o n z ,
V ia je de España, c a r t a I,
p á g . 28.
1 11
E s p e c ia lm e n te la de lo s R o ja s , seg ú n F. J i m é n e z de G r e g o r io
Toledo a m ediados del siglo X V I II (T o le d o , 1959).
en
5
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
(65)
TOLEDO Y SU S CALLES
138
p a rro q u ia, antes colindantes 112; ensanche de la calle Real; ali­
neación de la del C arm en Calzado al edificar la Fonda de la
C aridad, p rim e r hotel toledano aunque no se edificara p a ra
tu rista s, sino p a r a viajeros, éstos fallidos al no p a s a r p o r
A lcántara la c a rre te ra de A ndalucía, etc. Algunos conventos se
c onstruyen en estos siglos, com o son los de G üitos, San Ild e ­
fonso, las G aitanas, etc., o sufren refo rm as m ás o m enos am ­
plias que m odifican a veces las calles fro n teras; o tra s se lim i­
ta n a apro v ech ar todo lo posible las casas en que se instalan,
con ligeras refo rm as in terio res, com o hoy e stá sucediendo con
el Servicio D om éstico y T erciarias.
E sto s ú ltim o s m ecenas toledanos se term in a n tam b ién en
la p rim e ra m itad del siglo X IX , época que m arca el m áxim o
em pobrecim iento de la ciudad. Las tres sucesivas desam o rti­
zaciones, del clero regular, del secular y de las corporaciones
civiles, hacen desaparecer la casi to ta lid a d de sus ingresos
patrim o n iales, incluso los del M unicipio; la ciudad queda re­
ducida a 3.300 edificios ,!3; la población, ya reducida a 12.180
h a b ita n te s en 1725 I14, se cifra en 11.662 alm as en 1846 115 y en
14.048 todo su p a rtid o judicial, de los que, p o r cierto, sólo
ten ían derecho a v o ta r 383. La ausencia progresiva de in q u ili­
112
E l e d ific io
q u e c u b r ía a n te r io r m e n te u n a p a r te
del s o la r del
a c tu a l I n s titu to era, c o m o es sa b id o , sed e d el T r ib u n a l d e la In q u is i­
ció n , y d e c im o s q u e lin d a b a co n S a n V ic e n te p o r c u a n to d is p o n ía de
u n a tr ib u n a s o b r e la ig le s ia p a r a o ir m is a lo s in q u is id o r e s
T r ib u n a l s e g ú n s u p á r r o c o
H
urtad o
de
d e sd e su
T oledo en o. c. L a r e ja q u e
c ie r r a lo s e x tr e m o s d el c a lle jó n , p r o c e d e d e l p ó r tic o q u e tu v o la p a r r o ­
q u ia so b r e la p la za , se g ú n R. A r e l l a n o ,
Las Parroquias de Toledo (T o ­
led o , 1921) p á g . 19; c o lo c a d a s a llí ta l v e z p a r a in d ic a r q u e p e r te n e c ía a
la ig le s ia y r e b a tid o p o r el M u n ic ip io co n u n a in s c r ip c ió n q u e r e iv in ­
d ic a b a la p r o p ie d a d
de la c a lle
(« E sta
c a lle es
de T o le d o » )
q u ita d a
h a c e m u y p o c o s añ o s, a l r e v o c a r d e n u e v o B . A r te s el In s titu to .
113
gún
la
P a r r o , Toledo en la mano, I, p á g. 28. E n 1775-78 te n ía 3.520 se­
« D e s crip c ió n
de
C a sa s»
que
conserva
el
A r c h iv o
M u n ic ip a l
to led an o .
114
J. de G r e g o r io ,
o
.
c
.,
c ita n d o el « V e c in d a r io G e n e r a l d e E sp a ñ a »
de 1725.
115
B o le tín O fic ia l de l a
P r o v in c ia
A rch . H d a., L ib . 3.690. P a r r o en
de
8 de
n o v ie m b r e d e
1846;
loe. cit. d ice del q u e h a b ía «un as 17.275
a lm a s» en su é p o c a ; c ifr a q u e n o c o n c u e r d a co n lo s d a to s d el cen so
o fic ia l p u b lic a d o en d ic h o
B oletín q u e d e b e ser m á s e x a cto .
(66)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. PORRES MARTIN-CLETO
139
nos y la ab u n d an cia de nuevos p ro p ie tario s hacen reducirse
los alquileres h a s ta en u n 50 p o r 100, congelándose m ás aún
la edificación ante su m enor rentabilidad.
A finales de este siglo se acom eten, sin em bargo, im p o rta n ­
tes refo rm as u rb an a s, unas costeadas p o r el E stad o com o la
conversión en c a rre te ra de la subida a Zocodover desde la
p u e rta de V isagra, y la desviación al puente de A lcántara (1864),
dem oliendo la p u e rta de su n om bre O bras Públicas, y la de
S an Ildefonso el A yuntam iento p o r hallarse ru in o sa U6; la ca­
rre te ra de R onda h a sta el C am brón, casi sepultando la p u e rta
de Alfonso VI; urbanizaciones del paseo de la Rosa y de Solanilla, aprovechando o bras anteriores, etc. O tras se sufragan
p o r el M unicipio, a costa de la enajenación previa de las lám i­
nas de Propios (indem nización p o r la venta forzosa de su an­
tiguo patrim o n io ), com o son el ú ltim o ensanche del M iradero
(1887), con los terren o s cedidos p o r el convento de Com enda­
doras, edificando el ex trao rd in ario p retil sobre la Alhóndiga
y D esam parados; construcción del M ercado, con el lam enta­
ble ladrillo ro jo vidriado, que se repite en la D iputación (1882)
y en o tro s dos edificios p a rticu lares; restau ració n cuidadosa
de la p u e rta de Alfonso VI, ya a principios del siglo actual,
o b ra personalísim ia de A rredondo. T am bién se dem olió a m e­
diados de siglo la doble p u e rta que c errab a la e n tra d a a Zo­
codover p o r la cuesta del Alcázar, com o m ás a rrib a dijim os.
O tras pequeñas reform as se realizan a fines del X V III y
p rincipios del XIX ; pequeñas p ero m uy interesantes. Son las
p rim e ra s la ro tu lació n oficial de las vías públicas, cuyos azu­
lejos m ás antiguos, com o el situado sobre el edificio del N un­
cio nuevo (term inado en 1793), nos dan la m áxim a vejez de
e stas denom inaciones m unicipales w . Se conservan aú n b a s­
tan te s de estos prim itivos azulejos, cuadrados y realizados en
tin ta azul claro.
116
R . A m ador
de l o s
R í o s , Monumentos... cit., I ., p á g . 157 fe c h a
e s ta d e m o lic ió n en 1871. L a d e str u c c ió n de la p u e r ta de A lc á n ta r a tu v o
q u e m o tiv a r u n a r e c o n s tr u c c ió n d e l to r r e ó n q u e c o n s titu y ó la e s q u in a
h a c ia la esc a le rilla , d o n d e se e n g a r z a b a u n la d o d el arco ; p e r o c r e y é n ­
do le ro m a n o p u ro , h a sid o c o n v e r tid o en m ira d o r, recie n te m e n te .
117
C o n fir m a e s te fe c h a d o el a z u le jo e x is te n te en la p o r ta d a d e la
C a p illa d e P a la cio , c o n s tr u id a p o r o rd e n d el m is m o L o re n z a n a .
(67)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
TOLEDO Y SU S CALLES
140
De la m ism a época deben ser 1 o s núm eros dados a las
casas, num eración que quizá se hiciera com o necesidad im ­
p u e sta p o r el R egistro de H ipotecas, antecesor del actual de
la P ropiedad, y que no se aplica a las Covachuelas h a s ta bien
e n tra d o el siglo X I X 11S. Su ordenación p o r o tra p a rte era
b a sta n te a rb itra ria , com o resu lta de los num erosos docum en­
tos derivados de la D esam ortización, según los cuales com en­
zaba co rrelativ am en te en u n a acera y, acabada ésta, seguía
p o r la siguiente, sin la actu al división e n tre p ares e im pares;
sistem a que sólo es adecuado p a ra las plazas 119. Del siglo X IX
deben p ro ced er ya algunos curiosos ró tulos, con letras negras
en realce sobre faja s cerám icas independientes, com o el que
h a aparecido al com ienzo de la calle del B arco, b a jo el revoco
que lo debió o c u lta r b a sta n te tiem po, o el que existe al com ien­
zo de la calle de la T rinidad. Ya en el siglo actu al se adoptó
u n a ro tu la ció n en placas m etálicas, esm altadas, b a sta n te an­
tiestéticas y p o r fo rtu n a su stitu id as en 1956 p o r los excelentes
azulejos actuales.
M encionem os o tra pequeña, pero im p o rta n te m oderniza­
ción: E l 27 de m ayo de 1806 se encendieron p o r p rim e ra vez
las faro las del alu m b rad o público, situ ad as en el M iradero,
explanada del Alcázar y San C ristóbal 12°. Ignoram os p o r qué
se om itió Zocodover, que a m ediados del X IX ya co n tab a con
u n a glo rieta "sum am ente ahogada e incóm oda, pero en la que
se reúne la elegancia to ledana p o rq u e así lo h a q uerido la
m oda a p e sa r de las m a l a s condiciones de ta n m ezquino
lo c a l” m.
118
E n lo s títu lo s d e p r o p ie d a d d e las fin c a s d e s a m o r tiz a d a s a lo s
c o n v e n to s se in d ic a r e p e tid a m e n te q u e «las c a s a s de la s C o v a c h u e la s
c a r e c e n de n ú m e r o p eo.» (A rch . H d a., leg. 1.397, in v. C a r m e n ca lz a d o ).
119
P o r c o n s ig u ie n te si u n a c a s a lle v a , p o r e je m p lo , el n ú m . 5, se
in d ic a q u e lin d a c o n la n ú m . 4 y la n ú m . 6. A lg u n a s c a lle s c o m o la de
B o d e g o n e s , s e ñ a la b a n su s c a s a s c o n le tr a s en lu g a r d e co n n ú m e ro s;
c o m p r e n d ía é s ta d e sd e la A a la T
(A rch . H d a., L ib . 2.070, fo lio s
al 185). S e g ú n J. M oraleda y E s t e b a n ,
172
art. cit. en B o l. S o c. A r q u e o ló g i­
c a n ú m . 2, e ra g e n e r a l e s te s is te m a a lfa b é tic o , a n te s de c a m b ia r s e p o r
la n u m e r a c ió n c o r r e la tiv a ;
p ero
no h e m o s h a lla d o
n in g ú n
o tr o
ca so
y é s te se d e b e a p e r te n e c e r su s c a s a s a la « M e m o r ia d el A b e ced a rio » .
120
121
Ibid., p á g . 21.
P a r r o , Toledo en la mano, I, p á g . 32.
(68)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. PORRES MARTIN-CLETO
141
Señalem os p o r ú ltim o, aunque sea de todos conocido, el
g ran im pulso dado últim am en te a la renovación del pavim ento
de las calles y plazas toledanas; in ten tan d o , aunque no siem ­
p re consiguiendo, h a c er com patible el am biente de la ciudad
con las necesidades actuales de sus h a b ita n te s y sim ultanean­
do su refo rm a con la de la red de aguas p otables y el alcanta­
rillado; o bras en las que, precisándose p a ra su ejecución num e­
rosas y a veces p r o f u n d a s excavaciones, h a n producido
poquísim os hallazgos y de m uy precario interés, lo que p ru eb a
sin d u d a que desde m uy antiguo han sido superficie destinada
exclusivam ente a u n fin viario 122, así com o lo raro s que han
sido los ensanches callejeros. Las num erosas restauraciones
dirigidas p o r la D irección G eneral de Regiones D evastadas,
p o r la de Bellas A rtes y C orporaciones m unicipal y provincial,
h a n salvado de la ru in a num erosos m onum entos toledanos,
elim inando edificaciones p a ra sita ria s com o en Santiago del
A rrabal y facilitando la circulación rodada, term in an d o hoy
p rác tic a m e n te San Ju a n de los Reyes (después de 80 años de
restau ració n ) y consolidando la casi to ta lid a d de los edificios
m ás valiosos, com o San Lucas, S an ta E ulalia, S an ta Cruz, la
Concepción, C arm elitas, San M arcos, San R om án, San Andrés;
d escubriendo notables hallazgos visigodos, com o en El Salva­
dor; reconstruyendo la p u e rta árab e de A lcántara y trazando
de nuevo sus accesos; lim piando fachadas com o en San V icen­
te, la E strella, S an ta Leocadia y o tra s m enos acertadas com o
San Salvador o S an Rom án; reform as del exterior del In stitu ­
to, re je ría en las G aitanas, elim inación del ladrillo vidriado
en la D iputación, etc., etc. Por últim o, la ya citad a C om isa
del Tajo que tan to s problem as u rb an o s p o d ría solucionar es
la ú n ica esperanza de la zona m ás m odesta y ab an d o n ad a del
peñón toledano, au nque su ejecución se enfren ta con n um ero­
sos p ro b lem as no ta n to técnicos com o artístico s, dada la fun­
122
R ecord am os
e n tre esto s
ra ro s
resto s, los
c im ie n to s
de
ca sa s
en el r e c in to d e la p la z a d e S a n V ic e n te , p r u e b a d e q u e fu e o c u p a d a
p o r v iv ie n d a s d e rr ib a d a s; u n a g r a n losa, p r o v is ta de a r g o lla de h ie rro ,
fr e n te al A y u n ta m ie n to , q u iz á a p o y o o a m a r re de a lg u n a m á q u in a p a r a
la s o b ra s d e la C a te d r a l; y lo s r e sto s d e u n cr e d o e p ig r á fic o v is ig o d o
h a lla d o s
ju n to
a S a n ta
L e o c a d ia , de g r a n
in te ré s
así
co m o
a lg u n a s
c o lu m n a s d e la m is m a ép o c a.
(69)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
TOLEDO Y SU S CALLES
142
ción de "escap arate" de la ciudad que hoy llena esta fachada
p a ra el v isitante y que puede peligrar, si no se estu d ian con
e x tra o rd in a rio cuidado las consecuencias de esta m onum ental
o bra.
VI
LAS CALLES MUERTAS
P ara te rm in a r este sucinto exam en de la h isto ria u rb a n a
de Toledo harem os u n a ligera revista de las calles ya desapare­
cidas, y que constituyen el Toledo m uerto; no del todo, puesto
que en algunos casos, desde luego raro s, pueden ser recon­
q u istad as e in co rp o rad as al uso general.
Supervivencias del pasado y no siem pre identificables con
seguridad, ab u n d an en Toledo estas calles m u ertas, a las que
llam am os así p o r c o n stitu ir verdaderos cadáveres urbanos,
m om ificados y d estin ad as com o m ucho p a ra el uso exclusivo
de uno o varios vecinos colindantes con su antiguo solar. Son
todas ellas calles secundarias, p rivadas de salida desde su
origen la m ayoría, o bien cerrad as p o r u n extrem o p o r cual­
q uier causa antes de su desaparición. Si se cam ina aten to p o r
las calles toledanas pueden descu b rirse p o r los siguientes indi­
cios:
a) T ejados que vierten hacia ellas, tra s u n a fach ad a que
disim ula su prim itiv o acceso; constituyendo v erd ad eras servi­
d um bres, quizá no siem pre docum entadas p ero evidentes si la
calle d esaparecida perten ece a d istin to dueño que el tejado.
b) V entanas, balcones e incluso m irad o res, de m ayor o
m enor em paque p ero siem pre superiores a los huecos de tole­
ran cia legal (30 p o r 30 cm s.) y a cu alq u ier a ltu ra de p lan tas,
que utilizan el resto de calle q u e aú n subsiste com o m edio
de ilum inación y de ventilación.
c) Fachadas h acia ellas, con revoco y e stru c tu ra n etam ente
de p a ra m en to s exteriores, incluso ornam entales en ocasiones.
d) P u ertas clau su rad as que las dan acceso, a veces p ra c ­
ticables p a ra u tiliz a r la calle com o alm acén o patinillo.
e) Aleros salientes, incluso con estilo, del X V III o an te­
riores.
'
Algunas de estas calles conservan su antiguo pavim ento
y se utilizan com o desahogo de algún vecino que, o bien comr
(70)
.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
L á m in a X I.— H o sp ita l de S a n tia g o , d e m o lid o en 1884.
(Foto archivo C asa Rodríguez.)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
L á m in a
XII-— E l lla m a d o «B año de
la
C a v a » a fin es de sig lo , se g ú n u n a v ie ja fo to g ra fía
de A lg u a c il. O b sé rv e s e la m u y d istin ta a ltu r a de la s d o s p u e rta s de e n tra d a , n e c e sa ria
p o r el n iv e l v a r ia b le del p u en te de b a rc a s.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
L á m in a X I V .— C a lle s m u e rta s de T o l e d o — C o ­
m ien zo de la p la z a de A b d ó n de P a z, a l fin al
d e la c a lle del L ócum . R esto cerra d o y sin e d i­
fica r aún de u n c a lle jó n qu e te rm in a b a en la
p la z a de S a n J u s t o , h o y co n d o m in io de la s
c a s a s co lin d a n tes.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
X V .— C a lle s m u e rta s de T o le d o .— P la ­
z u e la de la c a lle de la P la ta : c a lle jó n ed ifica d o ,
L á m in a
re s p e ta n d o se rv id u m b re s de a g u a s de la s c a s a s
v e c in a s n úm s. 8 y 10. D e b ió term in a r en el
c a lle jó n de S a n G in é s, h o y sin sa lid a .
L á m in a X V I.— C a lle s m u e rta s de T o le d o .— A n ­
tig u a s a lid a del c a lle jó n del A b o g a d o , entre
lo s n ú m s. 7 y 9 de la b a ja d a a lo s C a r m e lita s
D e s c a lz o s , a b so rb id o p o r u n a c o lin d a n te , q u izá
p o r ten er un c o b e rtizo so b re él.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. PORRES MARTIN-CLETO
143
p ró su solar, o bien conservó un acceso p a rtic u la r hacia él. En
tales casos suelen e sta r cerradas p o r alguna tap ia en su antigua
e n tra d a desde la calle principal, ta p ia no siem pre practicable
y que p o r lo general en ra sa con las casas laterales, revocada
com o alguna de éstas, lo que disim ula su existencia. O tras se
ocupan p o r pequeñas edificaciones, generalm ente de m enor
núm ero de p lan tas que las casas colindantes p a ra resp e tar
las luces anteriores que éstas p u edan ten er sobre la m ism a.
M uchas conservan incluso las alcan tarillas antiguas, especial­
m ente si no están edificadas o si v ierten sobre ellas aleros de
o tro s vecinos; alcan tarillas cuya rep aració n constituye u n p ro ­
blem a p o r necesitar excavaciones b a jo las casas que las cubren.
Como ejem plo de m ayor en tid ad señalam os la prolonga­
ción del callejón del Moro, h a sta el C orral de la Cam pana. Es
p erfectam en te visible desde el com ienzo de la cuesta de Reco­
letos h acia dicho C orral y conserva fachadas de b u en estilo,
com o la co rresp o n d ien te al palacio de B enacazón (quizá res­
ta u ra d a con éste), h a sta hace pocos m eses residencia del Se­
guro de E nferm edad; calle que debió ten er im p o rtan cia como
acceso d irecto a Zocodover p o r enlazar con la calle de C arretas.
C onserva la alcan tarilla, a la que acom eten las casas de Ve­
nancio González, y la red de aguas; aquélla cruza b ajo las
casas que c ie rra n el callejón y probablem ente nazca en el Co­
rra l de la Cam pana. Debió desaparecer su función al trazarse
el cóm odo acceso p o r la calle de V enancio González, antes calle
Llana, y se en a je n a ría p o r el A yuntam iento la p a rte central,
ocupada hoy p o r edificaciones de u n a planta.
E ste caso de calle tra n sita d a y de relativa anchura, que
p ierd e su u tilid a d p o r tra z arse o tra vía m ejo r y p aralela a
ella es desde luego excepcional. Lo corriente es que se in u tili­
cen y se enajenen (u ocupen arb itra ria m e n te), p o r haberse
cerrad o uno o am bos extrem os del callejón. E n tales casos y
si no sirven de paso ineludible a casas que sólo p o r él tengan
acceso, se convierten en nidos de inm undicias, cuando no de
o tra s actividades; y si son estrechas y las casas que a ellas
fachean tienen e n tra d a p o r o tra calle m ejor, los m ism os veci­
nos solicitan su cierre. Un ejem plo pro b ab le de este caso es
el callejón que desde la calle de San Ildefonso, en fu erte pen­
diente, term in a frente a u n p a re d ó n de cim ientos del cuartel
(71)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
144
TOLEDO Y SU S CALLES
de la Policía A rm ada, con e n tra d a éste p o r la plaza de P adilla:
Lo c ie rra u n a sim ple tap ia sobre la que asom an balcones, y
conserva su pavim ento escalonado. O tro análogo es el que des­
de la calle de E steb a n Illán, fren te al so lar del H ospital de la
M isericordia que fue, term in ab a en el antiguo cem enterio del
H ospital, hoy ocupado p o r los depósitos de agua construidos
en 1870 123. D esaparecida la necrópolis h o sp ita la ria y taponado
el final del callejón, se cerró la e n tra d a p o r el M unicipio con
u n a v e rja y sirve hoy sólo p a ra el paso a pequeños talleres
de aquel organism o. S im ilar a éste, aunque aprovechado p o r
p articu la re s, es el que desde la plazuela de la Concepción te r­
m ina ju n to al final del M iradero, usado p o r las religiosas de
aquel convento p a ra desahogo de la d em andadera. O tro se h a
tra n sfo rm ad o en p a tio in te rio r; se llam ó callejón de Don R a­
m iro y se p ara b a la p a rro q u ia de San B artolom é de la casa de
la condesa de M ontijo, cedida al convento de la R eina 124; a cuyo
uso se adscribió al callejón suprim ido, ju n to con el tem plo
p o r d a r acceso al m ism o, m ed ian te u n a p u e rta fro n te ra a la
situ a d a ju n to a la to rre , p u e rta no u tilizad a p o r las m onjas
p ero que se hizo p rac tic a b le al re s ta u ra rse la ex-parroquia,
hace pocos años, p a ra iglesia de la Casa S acerdotal.
Siguiendo al p ro fe so r Téliez, g ran d e scu b rid o r de calles
am ortizadas (térm in o con que las designa), señalarem os el
callejón que n acía en la plaza de San Ju sto , e n tre las casas
núm eros 1 y 3 (S an ato rio de "S o liss”) y b a jo la esquina de
éste; debió enlazar con la plaza de A bdón de Paz, conserván­
dose u n resto del final en el plano de Reinoso (hoy cerrad o
p o r u n a p u e rta en Abdón de Paz) y no constando ya en el de
Rey P astor, p o r lo que su desaparición pu ed e fecharse. El
123 S e g ú n el c u r io s o fo lle to d e J. M o r a l e d a y E s t e b a n E l agua en
Toledo (T o le d o , 1908), p á g . 27 y ss. se in a u g u r ó el d e p ó s ito el 16 d e
E n e r o d e d ic h o añ o p a r a el a g u a e le v a d a d el T a jo , s i b ie n y a en 1863
se c o n s tr u y ó p a r te d e él p a r a r e c o g e r el a g u a p r o c e d e n te d e la d e h esa
de P o zu ela . D e l c e m e n te r io y co c h e r a s d e la c a s a d e M e s a p r o c e d e n
la s m o m ia s d e p o s ita d a s en S a n R o m á n s e g ú n e s te a u to r.
124 S e g ú n R a m í r e z d e A r e l l a n o en su v a lio s a o b r a Las Parro­
quias de Toledo, p á g . 46. C it a ta m b ié n la p u e r ta d e la ig le s ia a es te
c a lle jó n , q u e p u d im o s c o n te m p la r a l r e s ta u r a r la ig le s ia p o r R e g io n e s
D e v a s ta d a s h a c e u n o s d iez añ os.
(72)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
3. PORRES MARTIN-CLETO
i 45
callejón de la Sillería, hoy sin salida, pudo ten erla h a sta Zo­
codover p o r la casa núm ero 1 de la calle de las Arm as (G obier­
no M ilitar), que tiene u n a p u e rta tra s e ra a aquél, al final de
u n largo p a saje sin luces. La F onda Nueva engloba o tra calle
m u e rta : A su p a tio asom a la c a s a siguiente, con ventanas
en re jad a s y fachada con aspecto de exterior; su p o rtal, tam ­
bién b a jo u n a casa ajen a (la a n te rio r de la calle de las Arm as),
es un au téntico cobertizo, dándose acceso p o r él a sótanos
diversos, y las dependencias últim as de la Fonda, tienen salida
p o r u n p a saje al callejón de Recoletos, final de la calle supri­
m ida. Casi enfrente de esta Fonda, al te rm in a r el edificio de la
an tig u a Posada de S a n ta Clara (Díaz) y en la rinconada que
fo rm a sobre la casa siguiente, hay u n a interm edia, de fachada
sum am ente estrecha, con tres p lan ta s: E n tra d a pro b ab le a
o tro callejón que desem bocarría en el sector de la calle de
S a n ta Fe que da acceso al convento, tam b ién calle “am ortiza­
d a ” en su final y cuyo cierre p o r cesión a las C om endadoras
(tal vez en com pensación del terren o ocupado po r el M irade­
ro), inutilizó esta callejuela que salía a la calle de las Armas.
Aún señalarem os o tro poco conocido, como es el final del ca­
llejó n del Alarife (llam ado de las Vacas en el siglo pasado),
que com unica fácilm ente con el p asaje (desam ortizado recien­
tem ente, en p a rte ) que sep ara el Taller del M oro de la casa
an terio r; p asaje p o r cierto que se dividió en dos, o lo largo,
con u n a tap ia, adjudicándose u n a fra n ja de terren o a cada
colindante, caso insólito de rep a rto de u n a vía pública en tal
fo rm a longitudinal.
P o r ú ltim o señalarem os como calle im p o rtan te y recien­
tem ente desaparecida el callejón del M árm ol, que daba salida
a n tiguam ente a la plaza de S anta Ana. A bsorbida ésta p o r la
E scuela de Artes, con otras tres cortas callejuelas m ás, p a ra
su h ú m ed o y agobiado jard ín , quedó cerrado p o r este extrem o.
Y aunque ya no existía en Toledo la com unidad franciscana
de S an Ju a n de los Reyes (a la que creaba el problem a de sepa­
r a r el convento del ja rd ín o h u e rto m onacal, al que ten d rían
acceso p o r algún subterráneo), alguien, no sabem os quién,
colocó u n a p u e rta en la o tra e n tra d a. Devueltos a la Orden
Seráfica tan to la iglesia como el huerto, p a s a rá lo que aún
queda del callejón del M árm ol a su uso y pro p ied ad exclusiva
(73)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
146
TOLEDO Y SU S CALLES
si es que no les ha sido ya cedido oficialm ente p o r el M unicipio.
H ay p o r el c o n tra rio calles m u ertas que resucitan. Una de
ellas es la de Santiago de los C aballeros; destinada al uso
exclusivo de la Academ ia de In fa n tería , se cerró con u n a verja
de h ierro que todos hem os conocido h a sta 1936, v erja que hoy
ha sido elim inada y devuelta la calle al trá n sito público. El
callejón de N uncio Viejo tam b ién tuvo cerrados sus extrem os
en el siglo X IX 12’, lo que se explica p o r cuanto las dos p u e rta s
que en él existen son de casas cuya e n tra d a p rin cip al está en
o tra calle de m ás im p o rtan cia. Lo m ism o h a sucedido con el
del Diablo, e n tre Lócum y Coliseo.
Un in te n to de clasificación de estas calles su p rim id as puede
a g ru p a rla s a ten o r de las siguientes causas de su d e sa p a ric ió n :
a)
P or p é rd id a to ta l de su finalidad concreta. A ello se
debe la ocupación p riv ad a de la m ayoría de los callejones que
dab an acceso directo a la m u ralla, sin d a r e n tra d a a ninguna
casa p a rtic u la r; especialm ente al m u ro m ás fortificado, p ro ­
tec to r de la ciudad sobre el istm o de la Vega. C onvertidas
aquellas m u rallas en sim ples m uros de contención —u tilid ad
que las salvó de ser d estru id as, c o n tra lo sucedido en otras
m uchas ciudades— quedan sin ningún uso y desaparecen, ce­
didas a los colindantes, las vías situ ad as e n tre los C arm elitas
descalzos y S an ta C lara (prolongación de la calle b a jo el cober­
tizo de igual nom bre), hoy cerrad o p o r u n a p u e rta ch ap ad a de
hierro , e n tra d a a la h u e rta de los frailes (callejón del M uro
Azor). O tra sirve hoy de p a tio y p o rta l previo a las Com enda­
d o ras de Santiago, y antes sep arab a S a n ta C lara de S anto Do­
m ingo el R eal y fue ab so rb id a p o r éste; o tra que pertenece a
la D iputación y se p ara su edificio del convento dom inico antes
citado.
125 S e g ú n el a n u n cio de v e n ía de u n a c a s a p r o p ie d a d d el H o s p ita l
de D e m e n te s, p u b lic a d o en el B o le tín P r o v in c ia l de T o le d o d e 6 d e E n e ­
ro d e 1859 (A rch . d e H d a., lib. 3.695) lo c a liz a n d o a q u é lla en e s te c a lle jó n
y a ñ a d ie n d o «...cuyo c a lle jó n tie n e c e r r a d a su c o m u n ic a c ió n co n la c a lle
d e l m is m o n o m b r e y con la p la z u e la de S a n Ju a n B a u t is t a p o r m e d io
de u n a p u e rta ». Q u iz á lo e v ita s e el A y u n ta m ie n to c o lo c a n d o a d e m á s
la in s c r ip c ió n « E s ta c a lle es de T o le d o » , sign o de p r o p ie d a d e n c a m i­
n a d o a s a lv a r d e la a p r o p ia c ió n p a r tic u la r e s ta s c a lle ju e la s d e e s c a s o
u s o co m u n a l. E n el n o m e n c lá to r a p r o b a d o p o r el M u n ic ip io en 1864 se
d ic e ta m b ié n en o c a s io n e s q u e « a u n q u e c e r r a d a , e s ta c a lle p e r te n e c e
al A y u n ta m ie n to » ( c a lle jó n
d el D ia b lo , p. ejm .).
(74)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
J. FORRES MARTIN-CLETO
147
El situado e n tre el N uncio nuevo y las C arm elitas, cedido a
am bos p ero aprovechado hoy sólo p o r aquél, al c e rra r las m on­
jas la p u e rta que sobre él ten ían en el azaroso período 1931­
1936, p o r ser c o n tra ria a su Regla; p o r lo que se h a edificado
p o r el H ospital P siquiátrico ante la insuficiencia de su local.
El callejón de San José, si bien term in a en el T orreón del Azor,
tiene u n a prolongación a través de u n a p u e rta y p o r un in­
equívoco callejón o "adarve" antiguo, h a sta la P u e rta del Sol.
Por últim o, y com o caso reciente, el final de la Roca Tarpeya,
edificado p a ra g araje p a rtic u la r y que hem os conocido de
m ira d o r público.
b)
P or sim ple absorción. Si las casas de am bas aceras son
del m ism o dueño, o aun siendo de varios, sólo uno tiene acce­
so p o r el callejón en equilibrio inestable, caren te de salida o
sin apenas trá n sito p o r existir o tra vía m uy próxim a y m ejor,
se a d q u iere p o r aquél colindante o d iscretam ente se pretex ta
su m al uso, se le d o ta de p u e rta ... y se utiliza tran q u ilam en te
com o p a tio p a rtic u la r. El final del callejón del Fraile; el de
S an Ginés (rescatado en p a rte p o r el M unicipio al pavim entar
la calle hace tres años); quizá tam bién el C orralillo de San
A ndrés en p arte, p u eden i n c l u i r s e en este grupo, el m ás
num eroso y no s i e m p r e con u n títu lo claro que acredite
la cesión m unicipal. Después se edifica sobre él si no se p re­
cisan sus luces; se asegura que no p e rju d iq u e a los colindantes
si los hay, resp etan d o sus luces y la evacuación de lluvias. Así
el callejón desde la plaza de S an ta Clara, cocheras de Obras
Públicas; final del callejón de San Ginés, que term in ab a en la
calle de la Plata, en la plazuela frente a Correos; y otros m u­
chos que p a ra no can sar m ás la ya, sin duda, m uy agotada
paciencia del lector, no enum eram os.
P ara el v ian d an te que sin p risas y con ánim o observador,
d isc u rra p o r las revueltas vías toledanas, puede ser u n deporte
poco co rrien te (y m uy poco fatigoso) este de reb u scar e identi­
ficar calles m u ertas o a p u n to de serlo, que b ro ta n en los rinco­
nes m ás inesperados com o u n a supervivencia de aquellos a d a r­
ves m usulm anes, lentam ente b o rra d o s en su m ayoría, al irse
quedando estrecho p a ra los vecinos el nido peñascoso que eli­
gieron p o r m o ra d a m ás segura sus prim eros y desconocidos
pobladores.
(75)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
( AlfonsoVL
Eulalia
Vfruerta de
Assuicap
Pa/acio 7
\x¿\S¡nago$a de
\YT Almahquim ?
Bab-al-FaracÚ?
RECINTO MUSULMAN
\V=ñ ’
\\
Mezquit
Y EhahAia
( MonteTrido)[
X
EDIFICIOS MUSULMANES
EDIFICIOS PRE-MUSULMANES
MURALLAS »
»*
CONSTRUCCIONES DUDOSAS
-CALLES PROBABLES
( Curtidoresj
WADI-TADi
PLANO núm. 1.—Croquis del Toledo ára b e , según los docum
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
( San Servando)
Acueducto
g I @romano
l/a /c/e fó
Degollada
¿ Jo rre de lo s
A D ia b lo s ? t
C Cerro d e! B il)
[^j S a n F é /iz
i c n t o s d e l o s s i g l o s X I y X II p u b l i c a d o s p o r A . G onzález P alencia.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
PLANO núm. 2.— Vista de Toledo en 1566, publicada por
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
B rawm
en Civitatis orbi terrarum.
« i d iv is a t: .Tí
Carloí» l . con v a ria s t o m s , entre la» euaira a* d to tín g y cn í»8 c u a tro que h oy conserva,
¡a diferencia d« que p o r cotonea* term in a b a n en té rra s» » y «otaban c o ro n ad a» de alm ena».
L o m a d » d i u n g rib a d o de p rin c ip io s dei sig lo X V I,
PLANO núm. 3.—Vista de Toledo en 1574.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
PLANO núm . 4.—Toledo h a d a 1600, según copia del original del Greco,
publicado po r A . P o n z en su Viage de España.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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PLANO n ú m . 5 . - Perspectiva de Toledo hacia 1 7 0 0 , dibujada por
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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P alo m eq u e.
(C a sa de la C u ltu ra de T oled o .)
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
PLANO núm. 6.—Toledo en 1858. (Plano por
C o e l l o E' H ijo n .)
(C asa de la C ultura de Toledo.)
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
PLANO núm. 6 bis.—Toledo en 1882 (Plano de D.
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ComJtión P ro vin c ia l de R on u m e n tos Históricos.
RUINAS d e f CIRCO ROMANO
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PUERTA d e EISA ÍRA
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<T - 20 - i r vv. Madrid.
39° - SI - 28 N.
Edificios.
A lc áia r (P u e d a principal.N .)
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Instituto 2.* Enscfiartza (P u erta S e­
c re tarla » ..............................
.
.
D iputación ( P a rd a p rin cip al S.)
C ated ral (P u erta de la Perle-N .)..
S inag o g a del T r in s ilo {2.‘ escalda
p ard a)..............................................
H oapllal d e S a n J u a n Bautista
(P u erta O rien ta l)...................
P ue n te de A lcAalara (A ceras.
balcón-W .) ......................................
E stación d r P. C. ( P a tr ia de salida
del A nden!
....
.
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C o lin a s p r ln e l p a le s .
E xplanada N. del A lc iza r
Cruce calle s S an Rum as \ San
............. ..
C lem en te.
C alle del in stitn to ................................
Callejón de H usillos (T eU fo n o sl. .
Callejón de hstjulvinv .................
Cerro de la V irgen de G ra c ia ..........
Cuesta del Can
.....................
Calle de la S ille ría ...................
T rav e sía d e San C rislO ba!.
.
C*l!e|0 n de C ó rd o b a ...................
C allrio o íM V icario
.
.
C o rralillo de San A n d rts (S e m i­
narlo) .................................................
C allejón de la D ivisa (San J o i n de la
P e n ite n c ia )...........................
.
(Utriloy
Río Tajo.
N ivel m edio en el Pn en te de A lcán­
ta ra ...................................................
Idem (d. en el Pn en te d e S an M artin.
ALCAZAR
tP-d)
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P U E N T E de S . ' m A R T ÍN
(Monumento Sationai. A 41
PALACIO del REY DON PEDRO
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IKRUON denom inado BA.NO de la t.AV'A
'A V L S I' AMIENTO
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PLANO núm. 7 . — T o le d o en 1 926. (P la n o de A. R ey P a s t o r )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
LOS ALARIFES EN LAS ORDENANZAS PARA
EL BUEN REGIMEN Y G O B IE R N O DE LA
MUY NOBLE, MUY LEAL E IMPERIAL CIUDAD
DE TOLEDO DE 22 DE DICIEMBRE DE 1590
Por FELIX BENITEZ DE LUGO Y GUILLEN
SITUACION HISTORICA DE LAS ORDENANZAS
F ernando I casa con Isabel I, h ija de Jijan II. De dicho
m atrim o n io nacen:
a. C atalina, que c o n tra e nupcias con A rtás, p rín c ip e de
Gales, y con E n riq u e V III.
b. Isabel, que se une en m atrim o n io con Alfonso de P o r­
tugal y con M anuel el A fortunado, h ijo de B eatriz y de F er­
nando de Viseo.
c. M aría, que tam b ién se casó con M anuel el A fortunado
y con el que hubo a B eatriz (d u q u esa de Saboya), a E d u a rd o
(p ad re de C atalina de B raganza), a Luis (padre n a tu ra l de An­
tonio P rio r de C rato), a E n riq u e C ardenal y Rey y a Isabel de
P ortugal que se unió en m atrim o n io con su p rim o C arlos I.
d. Ju a n II, que se desposó con M argarita de A ustria, h ija
de M axim iliano I y de M aría de Borgoña,
e. Ju a n a la Loca, que c o n tra jo nupcias con Felipe el H erj
m oso, herm ano de doble vínculo de M arg arita de A ustria. De
este m atrim o n io nacen:
1. Isab el que casa con C ristín II de Suecia.
2. M aría que se une legítim am ente a Luis II de H ungría.
3. C atalina de A ustria que casa con Ju a n I II de Portugal,
h ijo de M aría y de M anuel el A fortunado, y p a d re s de Ju an
M anuel de Portugal, que tuvo de su u n ió n con J u a n a de A ustria
a don S ebastián el Africano.
(1)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
150
LOS ALARIFES EN LAS ORDENANZAS DE TOLEDO
4. F em ando, rey de B ohem ia, que tuvo en legítim as nup­
cias con Ana Jaguellón a M axim iliano II.
5. C arlos I que, am én de sus relaciones extram atrim o n iales con B á rb a ra B lom berg, de las que nace, don Ju a n de Aus­
tria, y con V an der G heinst, de las que nace M arg arita que
casó con A lejandro I de M édicis y con Octavio F am esio, duque
de P arm a, casa con su p rim a Isabel de Portugal. De este ú lti­
m o enlace nacen:
a. Ju a n a de A ustria, que casó con su prim o Ju a n M anuel
de Portugal.
b. M aría que casó, con su tam b ién prim o, M axim iliano II.
c. Felipe II. (1556-1599).
Es este el m om ento en que surgen las O rdenanzas de To­
ledo que hoy com entam os.
Corre el año 1562. R eina Felipe II. El A yuntam iento de
Toledo acordó elevar las O rdenanzas ya red actad as a S. M. el
Rey, p a ra su ap robación. Es el añ o : en que el p rín cip e Carlos,
h ijo de Felipe II y de M aría de Portugal, tiene u n accidenta al
caerse p o r u n a escalera al perseguir, req u irien d o de am ores,
a u n a h ija de u n p o rte ro de Palacio (h asta en Toledo se hicie­
ro n rogativas p o r el p ro n to restablecim iento del príncipe); en
que Felipe II recibe a M. de I’A ubespine, obispo de Ligomes,
y e m b a jad o r de Francia; en que fallece el m ayordom o m ayor
Alba da Liste a consecuencia de u n a h em o rrag ia d ental, siendo
su stitu id o p o r don Ju a n M anrique de L ara; en que G uisa de­
c retó la m atan za de los hugonotes en F rancia; en que se cele­
b ra n las b atallas de Périgord, V ergt y Dreux, en la que M ontm orency vence al ejército p ro te sta n te; en que se e je c u ta en
T o u m ai a G uillerm o Cornu; en que se eligió el em plazam iento
p a ra c o n stru ir el M onasterio de El E scorial; etc.
E n el año 1563, se coloca la p rim e ra p ied ra del M onasterio
de San Lorenzo de El E scorial. A títu lo anedóctico nos p erm i­
tim os rec o rd a r que e sta p rim e ra p ied ra del edificio se e n tro n ­
ca con la p rim e ra p ied ra en la esfera in tern acio n al de la legis­
lación sobre accidentes de tra b a jo , ya que Felipe II procedió
a c o n stru ir inm ed iatam en te u n san ato rio u ho sp ital, donde se
a ten d ían a todos los o b rero s que tra b a ja b a n en el M onasterio
y que com o consecuencia de su tra b a jo h u b iere n su frid o al­
(2)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
F. BENITEZ DE LUGO V GUILLEN
151
guna lesión o enferm edad. E n el añ o siguiente — 1564— , la
reána Isabel, en co n trán d o se en el tercero m es de em barazo,
tuvo un a b o rto de dos posibles seres.
Por o tro lado, la victoria que se h a b ía conseguido so b re el
p ro te sta n tism o no fue larga, ya que con la "Pacificación de
A m boise'', d ad a p o r la re in a francesa C atalina, el 19 de m ayo
de 1563, no se llegó a sa tisfa c er a ninguna de las dos p a rte s.
En este período de tiem po, las alteraciones e n Flandes
llegan a su pináculo, organizadas p o r los señores de O range,
H orn y E gm ont, y en el año 1564 el Rey se vé obligado a re ti­
ra r a su m in istro G ranvela. La alteración del orden público
era tan m anifiesta, que el pueblo llegó a a g re d ir al verdugo
que quem ó al fraile a p ó sta ta Fabricius.
E n el añ o 1565, consigue Felipe II que el cu erp o de San E u­
genio, que se e n c o n trab a en F rancia, fuera tra sla d a d o a Toledo,
de donde el S anto fue O b i s p o , a c a rn b io .d e la entrega a
F rancia de la cabeza de San Q uintín. El 18 de noviem bre tuvo
la e n tra d a solem ne y gloriosa de la reliq u ia en Toledo, y en el
H ospital T avera la esperaba el Rey y su h ijo Carlos. R elata la
h isto ria, que la R eina religiosam ente pidió al S anto te n e r algún
fru to del Rey y que fue atendida en tal ruego, y así el 12 de
agosto nace Isabel C lara Eugenia.
Los asu n to s de Flandes seguían inquietos, y en 1566 el Rey
acuerda en v iar al duque de Alba, que ju n to con Ruy Gómez
de Silva, principe de E boli, eran sus m ás fieles consejeros.
La reina Isabel, en 1567, da a luz a su h ija C atalina. E s en
este m ism o año cuando el du q u e de Alba sale p a ra Flandes;
el Rey se despidió de él en A ranjuez {20 de ab ril), y el D uque
p a rtió de C artagena con la flota D oria el 27 del referid o m es
de abril.
Fecha h istó ric a fue este año en orden a la legislación. La
necesidad de u n texto ju ríd ic o donde se recogieren to d as las
disposiciones legales vigentes, se hizo ya se n tir en la E d ad
M edia. Los Reyes Católicos, p o r o tro lado, o rd en aro n la reali­
zación de tal labor, naciendo el O rdenam iento de M ontalvo en
1484. Dicho ord en am ien to no satisfizo plenam ente, p o r lo que
la R eina C atólica en 1504 insiste e n la necesidad de confeccio­
n a r un Código. Las C ortes re ite ra n a Carlos I dicha necesidad,
y el Rey designa al d o c to r López de Alcocer p a ra que realice
(3)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
152
LOS ALARIFES EN LAS ORDENANZAS DE TOLEDO
tal m isión. Fue el licenciado Atienza el que finalizó el tra b a jo ,
publicándose la "N ueva R ecopilación” en este año 1567.
P o r lo que se refiere al príncipe C arlos, en el que ta n ta fe
e ilusiones h a b ía p uesto el Rey, su co n tinua c o n d u c ta irreg u ­
lar, acaso debida a algún grado de lo cu ra o a n o rm alid ad que
atávicam ente h a b ía h eredado de su bisab u ela Ju a n a la Loca,
obligó a Felipe II a recluirlo. La g u ard a del Príncipe quedó
a cargo de Ruy Gómez de Silva, de Luis Q uijada y de A ntonio
de Toledo. E n su reclusión el Príncipe in te n tó suicidarse, tr a ­
gándose u n a s o rtija , m as sin resultados. Más tard e, el 25 de
julio de 1568, falleció, dándosele sep u ltu ra en el convento de
m o n ja s de S an to D om ingo el Real, de M adrid, de donde fue,
p o ste rio rm en te tra sla d a d o al p a n te ó n del M onasterio de El
E scorial.
Llegado el du q u e de Alba a Flandes, en el año 1567 e sta­
blece el T rib u n a l de la Sangre. Nace la g u e rra en Frisa, y el
D uque, después de la ejecución de los condes de E gm ont y
H o m , se dirige a aq uella localidad p a ra ah o g ar la in su rrec ­
ción, así com o p a ra vengar al conde de A rem berg, m u erto po r
Luis de N assau, h erm an o del p rín cip e de Orange. El 1568 el
duque de Alba d e rro ta a los rebeldes y finalizada la lucha
vuelve triu n fa n te a B ruselas. E s en este año 1568 (3 de octu
bre), cuando a los veintidós años fallece Isab el de Valois, h ija
que fue de E n riq u e II y de C atalina de M édicis, que c o n tra jo
m atrim o n io con Felipe II y con el que hubo a C atalina M icaela
y a Isab el C lara E ugenia.
V iudo ya Felipe II, se pro d u ce u n alzam iento m orisco en
G ranada, acaudillado p o r Aben Farax, al que su stitu y ó Fer­
nan d o de C órdoba y V alor, b a jo el no m b re de M oham ed Aben
H um eya. Al fre n te de las tro p a s reales se en c o n trab a el m a r­
qués de Velez y el de M ondéjar. E n 1569 el Rey envía en ayuda
de los M arqueses a su h e rm a n o b a sta rd o y consanguíneo don
Ju a n de A ustria, h ijo de C arlos I y de B á rb a ra B lom berg. La
g u e rra finaliza el 30 de noviem bre de 1570 cuando don Ju an
de A ustria y el duque de Sessa e n tra n triu n fa n te s en G ranada.
P o r o tro lado, fallecido el príncipe Carlos y la rein a Isabel
de Valois, el Rey se en c o n trab a sin descendencia de varón, ni
posibilidad de h aberla. Ello le im pulsó a elegir nueva m u jer,
recayendo la elección e n su so b rin a Ana de A ustria, h ija de
(4)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
F. BBNITEZ DE LUGO Y GUILLEN
153
M aría y de M axim iliano H , y h e rm a n a de Isab el, M argarita,
W enceslao, E rnesto, Rodolfo, M atías y A lberto (este últim o,
p o r cierto, casó con la h ija de Felipe II, Isab el C lara E ugenia).
La bo d a de los m o n arcas se celebró en Segovia el 12 de no­
viem bre de 1570. De este c u arto m atrim o n io del Rey nacieron
Ana, Fernando, Diego y Felipe III.
Las Cortes de Toledo de 1559-60 so licitaro n del Rey que
tom ase alguna m edida p a r a p ro te g e r a la p en ín su la de los
ataq u es de los turcos que se venían prod u cien d o p o r la costa
m ed iterrán ea. Felipe II, accediendo a la fu n d ad a petición, o r­
ganizó u n a escu a d ra b a jo las órdenes del duque de M edinaceli
y la envió hacia Trípoli. El p rim e r co n tacto bélico no fue feliz
p a ra las fuerzas reales, lo cual anim ó a H assan, h ijo de B arbarro ja , que decidió a ta c a r a Valencia. N ueva escu ad ra se fo rm a
al m ando de Ju a n M endoza, que tam poco p u d o cu m p lir su
com etido al se r a rra s a d a p o r un tem poral. Nuevos refuerzos
envía el Rey, y se consigue d e sb a ra ta r a la a rm a d a de H assan.
Es en 1571 cuando tiene lu g ar la p o r siem pre rec o rd a d a b a ­
talla de L epanto, que acabó con el ro tu n d o triu n fo de la a rm a ­
da española al m ando de don Ju a n de A ustria fre n te Alí B aja,
Jefe de la flo ta tu rc a , y en la que p erd ió u n brazo el in m o rta l
Cervantes que luchaba en la g alera ''M arquesa".
E n a b ril de 1572 surge u n a nueva revolución en H olanda,
que es sofocada el 12 de julio de 1573.
E n c o n trá b a se don Ju a n de A ustria en Génova, vigilando el
m an ten im ien to de la paz, cuando falleció en Flandes el com en­
dad o r R equesenes. Felipe II le ordenó tra s la d a rs e a aquel lu­
gar (1576) y el 17 de feb rero de 1577 firm ó con el p rín c ip e de
Orange la paz (E dicto p erp etu o ). Año digno de rec o rd a rse en
Toledo, pues El Greco llega a la ciudad p a ra e je c u ta r el re ta ­
blo de Santo Dom ingo.
E n la C orte los sucesos no e ra n m uy claros. Parece se r que
la princesa de E boli, la bella tu e rta , viuda de R uy Gómez, con
el que hubo a Ana, a R odrigo (duque de P a stra n a ), a P edro y
a Diego (duque de F rancavilla), tuvo tra to s am orosos y econó­
m icos con A ntonio Pérez, secretario del Rey, e h ijo del clérigo
González Pérez. E n dichas relaciones am oroso-financieras es­
to rb a b a E scobedo, "el verdinegro" y, sin escrúpulo alguno,
a c o rd a ro n su supresión. Así, el 31 de m arzo de 1578, In sau sti,
(5)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
154
LOS ALARIFES EN J.AS ORDENANZAS DE TOLEDO
R ubio y Bosque, a ta c a ro n y dieron m u erte a E scobedo cuando
reg resab a de la vivienda de doña B rian d a de G uzm án, cerca
de la A lm udena y de la casa de la prin cesa de E boli.
P o r e sta s m ism as fechas, concretam ente el 1 de octubre
de 1578, fallece don Ju a n de A ustria en su cam pam ento de
Bourges, cerca de N arnur, aqu ejad o p o r u n a fiebre, al p arecer
tifoidea, y después de la b a ta lla de Gem bloux.
Las m aquinaciones e n tre la prin cesa de E boli y A ntonio
Pérez hacían cada vez m ás difícil el reinado, y el 28 de ju lio
de 1579 fu ero n encarceladas am bas personas p o r acu erd o de
Su M ajestad. El Greco, p o r o tro lado, finaliza “ El E xpolio" de
la C atedral; y en el año 1580 eje c u ta “El M artirio de San M au­
ricio", que no plugo al Rey.
E n los años 1577-80, p a ra alegría del m onarca, surge la
anexión de P ortugal a E spaña. V acante el tro n o de Portugal,
Felipe II se entendió con derecho p refe re n te p a ra ocuparlo.
D icha p referen cia se en cu en tra ju stifica d a e n esa o b ra ingente
de la H isto ria de E sp añ a (tom o XIV, volum en segundo), diri­
gida p o r el g ran p a d re h istórico del Cid, don R am ón M enéndez
y Pidal. Don M anuel el A fortunado (1469-1521), deja com o he­
red ero a su h ijo m ayor Ju a n I I I (1502 1557), habido con M aría
de C astilla (1469-1521), h ija de los Reyes C atólicos, cuya línea
se extinguió en el nieto de Ju a n III, don S eb astián Rey (1554
1578). Al extinguirse e sta p rim e ra línea, p a sa b a el derecho a la
segunda línea, que e ra la de, la h ija m ayor del citado don Ma­
nuel, llam ada Isabel (1503-1540), casad a con C arlos I y m ad re
de Felipe II. Si se alega que no se ad m ite la sucesión p a ra las
hem bras, entonces no po d ía te n e r derecho ni C atalina, duquesa
de B raganza, que se oponía a Felipe II, com o n ie ta de don
M anuel, ni m ucho m enos B eatriz de Saboya. Los únicos que le
p o d ían oponer u n m ejo r derecho en ese caso e ra n los varones
herm anos m enores de Ju a n I II, que e ra n don D uarte, don Luis
y el cardenal don E nrique; los dos p rim e ro s habían m u erto
sin d e ja r sucesión legítim a m asculina, y don E n riq u e m u rió
a los dos años da reinado, tam b ién sin sucesión. Luego si se
adm ite la tran sm isió n de la herencia p o r los ho m b res, no hay
duda de que Felipe II ten ía un derecho p refe re n te p o r su m a­
d re la em peratriz; y si no se adm ite, tam bién, pues no qu ed a­
ba ningún heredero legítim o varón, Así el m es de ju n io de 1580,
(6)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
F. BENITE7, DE LUGO Y GUILLEN
155
las fuerzas españolas, m an d ad as p o r el veterano duque de
Alba, p o r su h ijo don H ernando y p o r S ancho D ávila se d iri­
gen, p o r o rd en del Rey, h acia la fro n te ra . P asan a P ortugal, sin
resistencia alguna, y ocupan, ta n to ellos, com o o tro s cap itan es,
las plazas de F ro n tera, A rroyólos, E strem az que ofreció u n a
pequeña resistencia, Elvas, C am pom or, Olivenza, Postelegre,
M ontem or o-novo, Alcacer de Sal, Jaro , V illanova de P ortim ao,
Lago, S etupal donde hubo u n pequeño incidente de la oposi­
ción, etc. Poco después se pone cerco a Lisboa, la cu al al final
se rindió. El Rey se p rep a ró p a ra tra sla d a rse a la cap ital p a ra
ser proclam ado, m as al llegar a B adajoz presenció el doloroso
desenlace de su m u je r Ana de A ustria, que falleció el 26 de
o ctubre, p o r lo que se vió com pelido a re tr a s a r su e n tra d a
h a sta el 5 de diciem bre, siendo pro clam ad o Rey el 16 de a b ril
de 1581.
C orre el bienio 1582-1583. Fallece el du q u e de Alba y S an­
cho Dávila, dos grandes valores guerrero s que siem pre tuvo a
su lado Felipe II, E n e s ta m ism a época m uere su h ijo Diego,
que hubo con la rein a Ana. El 11 de feb rero de 1583 p a rte el
Rey de Lisboa cam ino de E spaña.
Fue en el año 1584 cuando se u ltim a ro n las o b ras del Mo­
n asterio de El E scorial, esa g ran p a rrilla p é tre a, com enzada
el 23 de ab ril de 1563, y del que fo rm a n p a rte los seis evange­
listas del P atio de los Reyes, esculpidos en g ran ito p o r el a rtis ­
ta toledano don Ju a n B au tista M onegro.
La p rin cesa de E boli recluida, en u n prin cip io , e n u n a to rre
del castillo de Pinto, fue tra sla d a d a en 1580 a San torcaz, lugar
donde tam |bién estuvo p reso el cardenal C isneros, y habiendo
allí enferm ado, se autorizó su tra sla d o a sus posesiones de Pastra n a (1591), falleciendo el 12 de feb rero da 1592.
E n 1583, C atalina M icaela, h ija de Felipe II y de la reina
Ana, c o n tra e nupcias con Carlos M anuel, h ijo de M anuel Filb e rto , nieto de M anuel de Saboya, y de B eatriz, biznieto de
M anuel el A fortunado y de M aría (h ija de los Reyes Católicos).
De este m atrim o n io nacieron: V íctor Am adeo, que se desposó
con C ristina de F rancia, h ija de Enrique, IV y n ie ta de E n ri­
que I II y de C atalina de M édicis; Felipe M anuel; e Isabel, que
c o n tra jo nupcias con Alfonso del Este, duque de M antua, con­
cibiendo a H ércules Gonzaga.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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LOS ALARIFES EN LAS ORDENANZAS DE TOLEDO
A ntonio Pérez, a rre sta d o e n la c a sa de don A lvaro G arcía
de Toledo, fue tra sla d a d o p o ste rio rm en te a su p ro p ia residen­
cia, s ita e n la plaza del C ordón. E n 1584 se le form uló el plie­
go de cargos, y el 23 de m arzo de 1585 se dictó sentencia con­
denándolo a dos años de p risión, a diez años de d e stie rro de
la Corte, a la suspensión de su cargo p o r o tro s diez años, al
reintegro de varios bienes y a satisfacer al Fisco la can tid ad
de 1.537.980 m aravedís.
Año 1586. El p in to r cretense finaliza "E l e n tie rro del Conde
de Orgaz".
Nace el año 1587, y el 8 de febrero M aría E stu ard o , reina
de Escocia, es e je c u ta d a e n Foteringay, p o r o rd en de la reina
Isabel de In g laterra.
E n el m ism o año 1587 envía Felipe II c o n tra In g la te rra la
triste m e n te fam osa A rm ada Invencible. Sale la m ism a de Lis­
boa el 18 de ju n io y un fu erte tem poral fren te al cabo Finiste rre la obliga a refugiarse en La Coruña. T ras las rep a ra cio ­
nes precisas y necesarias, y u n a vez reunidas las naves, se hace
de nuevo a la m ar el 22 de julio, llegando el 27 del m ism o m es
al Canal de la M ancha, donde en tabla lucha con la flo ta ingle­
sa. Perseguida po r ésta, atrav iesa el canal y el 10 de agosto los
ingleses ab a n d o n an la persecución. Sigue la A rm ada española
h a sta las islas O readas, y el 20 del citado m es de agosto su r­
gen grandes m arem otos, m otivándose num erosísim os n a u fra ­
gios a causa del tem p o ral p o r las islas H ébridas, E scocia e
Irlan d a. Al final, el 13 de septiem bre, llegaron los resto s de la
A rm ada de E spaña (Galicia, Laredo y Pasajes). Se calculó en
10.000 los m u erto s y desaparecieron 30 naves.
Llegam os al año 1590. El 9 de a b ril se fuga A ntonio Pérez,
huyendo hacia Aragón, siendo detenido, nuevam ente, en Calatayud, y el 1 de ju lio se dicta sentencia de m u erte c o n tra él.
Y es en este año 1590, el 22 de diciem bre, cu ando p o r Felipe II
se a p ru eb an las O rdenanzas que hoy com entam os, las cuales
se hicieron públicas en los lugares de costum bre, cuales e r a n :
la C atedral, C uatro Calles, plaza de Z ocodover y S anto Tom é.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
F. BENITEZ DE LUGO Y GUILLEN
157
IDEA GENERAL DEL CONTENIDO DE LAS ORDENANZAS
La necesidad de confeccionar u n cuerpo ju ríd ic o ú n ico en
el que se plasm en y reco jan todas las disposiciones aplicables
en un determ in ad o lugar, constituye u n fenóm eno de ta l índo­
le que, al decir de R uggiero, se rep ite ta n fre c u e n te m e n te en
la h isto ria de la c u ltu ra hum ana, que puede considerarse com o
u n a ley n a tu ra l de la evolución ju ríd ica.
El cam ino a seguir es doble: la recopilación o la codifica­
ción. La com pilación o recopilación es la reu n ió n , m ás o m e­
nos sistem ática, de las disposiciones vigentes en u n determ i­
nado m om ento; es la reu n ió n de u nas no rm as sin que exista
orden o u n iform idad. La codificación p resu p o n e u n a visión
m ás am p lia: es la confección de u n cuerpo ju ríd ic o general y
sistem ático en el que se reú n a n las disposiciones legales de un
país o región.
N u estra p a tria no po d ía e s ta r al m arg en de e sta necesidad,
y así, sin ánim o exhaustivo, podem os c ita r al F uero Juzgo
(654), al F uero R eal (1255), a la Siete P a rtid a s (1256) que, a
juicio de la d o c trin a p a tria , es el p rim e r Código que nace en
E spaña; al O rdenam iento de Alcalá (1348), al O rdenam iento
de M ontalvo (1484), a las Leyes de Toro (1505), a la N ueva
R ecopilación (1567), etc.
E n el p resen te caso estam os e n p resencia de u n a autén tica
recopilación o com pilación, realizadas p o r o rd en alfabético,
de las diversas disposiciones, u nas veces p ro p ia s y o tra s im ­
p o rta d a s, que regían en aquel entonces la vida m unicipal de
Toledo. D icha ordenación alfab ética p e rm itía u n a m ay o r faci­
lidad en el m anejo de las O rdenanzas, si b ien ella es la culpa­
ble de que la o b ra se resie n ta de falta de sistem ática y u n i­
form idad.
P artien d o de u n a calificación sistem ática de los diversos
T ítulos de las O rdenanzas efectuadas p o r M artín G am ero, po­
dem os e s tru c tu ra r las m ism as en la siguiente fo rm a:
A. - G obierno.
B. —Policía y A bastos.
c. —A gricultura y anejos.
D .— A rtes y Oficios.
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LOS ALARIFES EN LAS ORDENANZAS DE TOLEDO
No pretendem os, n a d a m ás lejos de n u e stra s fuerzas, rea­
lizar un estudio p ro fu n d o y m ed itad o del contenido d e las
O rdenanzas, y d ejan d o p a ra m ás ad elan te el origen de este
m odesto tra b a jo (los A larifes), nos p e rm itire m o s e fectu ar y
re d a c ta r unos breves com entarios sobre los dem ás T ítulos deí
referido Cuerpo legal.
a .—Gobierno
E l Adelantado y Corregidor de Toledo, suprem a a u to rid a d
de la Provincia, debía, según reza el T ítulo 1, g u a rd a r los p ri­
vilegios, lib ertad es, exenciones, buenos usos, co stu m b res y
ordenanzas, así com o a d m in istra r ju sticia.
Es to talm en te bella la fó rm u la ju ra m e n ta l en la que se ad­
vertía al A delantado y C orregidor del cum plim iento de su p ro ­
m esa en la siguiente fo rm a : "Si ansi lo .hiziere, Dios N uestro
Señor, que es todo poderoso, le ayude en e ste m undo el cuer­
po, y en el o tro el ánim a, donde m ás h a de d u rar. Y lo c o n tra ­
rio haziendo, el m ism o Dios se lo dem ande, m al y caram ente,
com o m al C hristiano, que a sabiendas se p e rju ra , e ju ra su
san to nom bre en vano".
El p e rju rio es u n a m anifestación en c o n tra de los senti­
m ientos de uno, tiene u n c a rá c te r reflexivo. De aquí que las
O rdenanzas u sen el térm in o "se p e r ju r a ”; es decir se engaña
a sí m ism o.
C urioso es el com prom iso que c o n tra ía el A delantado y
C orregidor de " d a r fianzas de h azer resid e n cia ”, obligación
análoga a la de los Alcaldes o Jueces, lo q u e nos p e rm ite e sti­
m ar que el p ro b le m a de residencia de los funcionarios p ú b li­
cos no es de ah ora, sino de todos los tiem pos.
Dicha a u to rid a d debía c u m p lim en tar u n a disposición de
los Reyes Católicos de 15 de m ayo de 1498 que im ponía la
obligación de v isita r dos veces al año los térm in o s y ju risd ic ­
ción de la ciudad de Toledo.
La ad m in istració n de ju sticia, según las O rdenanzas, co­
rresp o n d ía a los Alcaldes, A tal efecto podem os d istin g u ir
entre u n a jurisd icció n o rd in a ria y las jurisdicciones especiales.
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F. BENITEZ DE LUGO Y GUILLEN
A.
j u r is d ic c ió n
o r d in a r ia
. —La
m ism a se a trib u ía a:
1. Alcalde m ayor (T ítulo 2).— N om brado p o r el Corregi­
dor, conocía de todos los asu n to s litigiosos que n acieran , tan to
en la vía civil com o en la penal. Los ju icio s debían efectuarse,
p ú blicam ente e n los bancos de p ie d ra o poyos del A yuntam ien­
to, de acuerdo con u n a disposición de la re in a doña Ju a n a de
4 de ju lio de 1508 d ad a e n B urgos.
2. Alcaldes ordinarios (T ítulo 4).— N om brados p o r el Co­
rre g id o r en núm ero de cu atro , conocían de las “litis" de carác­
te r civil, careciendo, pues, de com petencia e n la esfera penal
o crim inal.
3. Alcaldes de alzadas (T ítulo 3).—N om brados tam b ién
p o r el C orregidor, conocían en segundo grado de las apelacio­
nes que se fo rm u la ran co n tra las resoluciones dictadas en
p rim e ra instan cia p o r el C orregidor o p ó r el Alcalde m ayor.
Las O rdenanzas d ecretan que los Alcaldes d e alzadas, nom ­
b rad o s u n a vez p o r el C orregidor, "no le pu ed e q u ita r ni m u­
d ar si no h u b iere causa legítim a, declarad a p o r su M agestad
o p o r los Señores del C onsejo”. C onsagración m an ifiesta del
p rincipio de inam ovilidad que hoy rige, com o g a ra n tía de la
ju sticia y de la independencia de juicio, en la M ag istratu ra
española.
C ontra las resoluciones de estos Alcaldes de alzadas, m edia­
ba u n nuevo recu rso de apelación a n te u n R egidor y u n Ju rad o ,
n o m b rad o cada dos m eses p o r el A yuntam iento, los que se
reu n ía n los m artes, jueves y sábados de c a d a sem ana (Tí­
tu lo 21). E ra u n a te rc e ra instancia.
B.
JURISDICCIONES ESPECIALES:
1. Alcaldes de la H erm andad V ieja (T ítulo 5).—N o m b ra­
dos p o r los Alcaldes presen tes y p o r los q u e h a b ía n ejercido
el cargo en el año precedente, conocían de las causas crim in a­
les que acaecieran en los m ontes de Toledo.
2. Alcaldes de la H erm andad N ueva (T ítulo 6).— En núm e­
ro de dos, conocían de los pleitos recogidos en la c a rta ejecu­
to ria reg u lad o ra de dicha H erm andad.
3. Alcaldes de los Pastores y M esta (T ítulo 7).—N o m b ra­
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LOS ALARIFES EN LAS ORDENANZAS DE TOLEDO
dos p o r el C orregidor, con m otivo de u n litigio que surgió e n tre
un C orregidor y los Concejos de Sonseca, M azaram broz y Casalgordo, según A uto del 12 de feb re ro de 1549, co nocían de
las cuestiones que su rg ie ra n relacionadas con la ra m a pecua­
ria o con la "cab añ a". Así su com petencia se extendía a: h u r­
tos de ovejas p o r los p asto res, daños causados p o r los mismios
en el ganado de sus señores, obligación de los dueños de gana­
do que vendieran el m ism o antes de p a rir de e n tre g ar al p a s­
tor un q u into de los dos tercios, lesiones e n tre p a sto re s, suel­
dos de ellos, robos de p e rro s p asto res, etc.
4.
Fieles del juzgado (T ítulo 67).—N om brados p a ra “juz­
gar p o r los pleytos de fieldad", con com petencia en las " litis ”
sobre viñas, ganados, p erro s, ren ta s y derechos de Toledo,
juegos de dados, alm otacenes, etc. E je rc ía n s u s funciones
p ú b licam en te en la P u e rta del Perdón de la C atedral.
E n tre tan to s órganos jurisdiccionales,, es fácil el com pren­
der que deberían surgir, en aquel entonces, agrias y nu m ero sas
cuestiones de com petencia.
Como com plem ento de la la b o r jurisd iccio n al existían los
Alguaciles (T ítulo 8), a razón de los Alguaciles M ayores, desig­
nados u n o p o r su M lajestad el Rey y el o tro p o r el C orregidor,
y varios Alguaciles co rrien tes u o rd in ario s, que fu ero n en u n
p rin cip io 12, según disposición de 4 de agosto de 1525, eleván­
dose a 16 el 10 d e m ayo de 1531, y p o r ú ltim o se fijó en núm ero
de 16.
O tras autoridades o funcionarios gubernativos o a d m inis­
trativos de la ciudad de Toledo, según las O rdenanzas e ra n :
a. Alcayde de la Cárcel (T ítulo 9).— Como su no m b re indi­
ca, encargado de reg e n tar y d irig ir la cárcel de la ciudad. E ra
n o m b rad o p o r el Rey y se le p ro h ib ía expresam ente, a efectos
de ev itar intereses b a sta rd o s, que fu e ra p ro p ie ta rio de tab e rn a
en la m ism a cárcel, si bien, p a ra re s p e ta r derechos adquiridos,
se p erm itió que el Alcayde de aquel entonces ya n o m brado,
don S eb astián de San P edro Ju rad o , p u d iera te n e r la tab e rn a
y la bodega que en el m o m en to de confeccionarse las O rdenan­
zas ya poseía.
b. A lcaydes de las puertas y puentes (T ítulo 11).— Perso­
nas encargadas de a b rir y c e rra r las p u e rta s y pu en tes de
acceso a la ciudad, debían a b rir u n as y o tro s cuando so naren
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F. BENITEZ DE LUGO Y GUILLEN
S O N V Q 3 T O I S Oir-nisi 2 161
las cam panas del m o nasterio de San A gustín y de la Concep­
ción, lo cual ten ía lugar al alba, salvo en los m eses de agosto
y e n la época de vendim ia, e n que la a p e rtu ra se debía efectu ar
antes, si bien las O rdenanzas no fijan el m om ento. Es lógico
p e n sar que la h o ra de a p e rtu ra se fija ría an u alm en te p o r el
C orregidor y A delantado o p o r el A yuntam iento.
El cierre de las p u e rta s y puentes lo debían realizar dichos
Alcaydes cuando tañese la cam pana del A vem aria de la Iglesia
M ayor.
c. Alcayde y porteros (T ítulo 12),— E sto s “se re n o s” de
noche no debían, u n a vez c errad as las p u e rta s y puentes, p e r­
m itir el paso de p erso n a alguna con carga, salvo e n las épocas
de vendim ia, en la que se au to rizab a la e n tra d a de las cargas
de uva.
Es curioso observar, que este T ítulo 12, así com o el 11 y
el 142, e n tre otros, siem pre se h a n preocupado de la in d u stria
del vino, lo cual perm ite co n sid erar mjuy fu n d ad am en te que
en todo m om ento y época la provincia de Toledo h a tenido
u n a gran im p o rta n c ia vinícola.
En el referid o T ítulo 12 de las O rdenanzas se regulaba un
pago po r la e n tra d a de las m ercancías en la ciu d ad : u n a escoba
p o r cada carga de escobas; cinco huevos p o r cada carg a de
huevos; seis m aravedís (m aravedíes o m aravedises), p o r cada
ru ed a de m olino; u n leño p o r cada carga de leña; etc. Dicha
exacción no podía considerarse com o im posición m unicipal o
local, sino, acaso com o tasa, ya q u e co n stitu ía u n derecho
p a rtic u la r y p rivado de los Alcaydes y no del A yuntam iento.
N orm a original es la disposición que su p rim ía estos d e re ­
chos p a ra los Alcaydes de la P u e rta V isagra y de la P u e rta del
C am brón, los cuales no ten ían derecho a la retrib u c ió n seña­
lada.
d. Alcayde de la Alhóndiga (T ítulo 13).— P ersona en c ar­
gada de vigilar el m ercado del p an, siendo n o m b ra d a p o r el
A yuntam iento. P ara ev itar todo in terés m ás o m enos directo
que p u d iera desviar su recto ánim o, se les p ro h ib ía poseer
b estias con que a c a rre a r el p a n que se llevare a la alhóndiga
(m ercado del pan).
e. A lm otacenes (T ítulo 19).— E ncargados oficialm ente de
c o n tra s ta r las pesas y m edidas (fieles c o n tra ste s de p esas y
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LOS ALARIFES EN LAS ORDENANZAS DE TOLEDO
m edidas), luego de la vigilancia de los m ercados (fiscalía de
tasas) y m ás ta rd e de la lim pieza de las calles, a rre n d a b a n la
re n ta de "alm otacenazgo" al A yuntam iento de Toledo. Se les
prohibía, en preocupación co n stan te de e v ita r to d a posible
ten tación ilícita de lucro, el s e r tra ta n te s, el ten e r tiendas
a b iertas al público y el convenir y p a c ta r con los p anaderos.
f. E l contraste (T ítulo 48).—D esignado p a ra co m p ro b ar
y fija r la ley y valor de las m onedas y m etales preciosos, se
recom ienda, de acuerdo con u n a disposición de I o s Reyes
C atólicos de 1502, que se elija a la p e rso n a m ás hábil y m ás
suficiente, au n cuando existan o tra u o tra s que se ofrezcan
p o r un m en o r precio.
g. C ontadores (T ítulo 53).—Los contadores de la ciudad,
au tén tico s in terv en to res m unicipales, se eJegían c ad a cu atro
años, no siendo posible la reelección p a ra el c u atrien io si
guíente.
•
h. E scribanos.—Todos ellos con funciones fed atarias, po­
d ría n ser:
1. Del A yuntam iento (T ítulo 57).
2. Públicos (N otarios) (T ítulo 58).
3. De la H erm an d ad V ieja (T ítulo 59).
4. De la H erm an d ad N ueva (T ítulo 60),
5. De la tie rra y ju risd icció n de Toledo (T ítulo 61).—Uno
p a ra los lugares de m enos de 120 vecinos y dos p a ra los luga­
res con un m ayor n ú m ero de vecinos.
ó. Del Juzgado (secretario s judiciales) (T ítulo 62).
7. De los m ontes (T ítulo 62).
i. Fieles del vino (T ítulo 68).— In sp ecto res de bodegas.
j. Fieles ejecutores (T ítulo 70).— La R eina Católica el 8
de m arzo de 1481, en consideración a que “la b u en a gouernación della (de la ciudad de Toledo), en alguna m an e ra e stá
p e ru e rtid a ", dispone que los "ex ecu to res” serán n o m brados
d irectam ente p o r la ciudad, y no p o r el Rey.
La m isión de estos "executores" era vigilar los precios de
los artículos del m ercado, m isión co m plem entaria a la de los
alm otacenes, y p o r ello p recedente d e n u e stra F iscalía de
Tasas o del Servicio de Policía del M ercado.
k. Guardas de la legua (T ítulo 73).— E ncargados de vigi­
lar la "legua”, de la que p o ste rio rm en te hablarem os.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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1.
Guardas del vino (T ítulo 74).—V igilaban la e n tra d a y
salida del vino en la ciudad,
m . Guardas de los m ontes (T ítulo 75).— S e n o m b ra ro n
p a ra c o n tro lar y vigilar las talas excesivas, h a b id a cu en ta de
que concretam ente los vecinos de Yébenes y M arjaliza han
“talad o y cortad o el valle que se dice de los T o rn e ro s”, valle
angosto e n tre dos sierras. Se calculó que esta tala, efectuada
p a ra la obtención de carbón, afectó a 4.000 árboles.
La n o rm a encaja perfectam en te d e n tro de la actu al política
del D istrito Forestal y de la B rigada del P atrim onio F orestal,
n. Llaveros del Archivo m unicipal (T ítulo 84).
ñ. M ayordom o de Toledo (T ítulo 88).— E ncargado de la
ad m in istració n financiera de la ciudad, e ra n o m b rad o p o r el
Rey anualm ente el p rim e r o segundo dom ingo de m arzo, sin
p o sibilidad de reelección p o r el año siguiente.
o.
Oficiales de fuego (T ítulo 103).— P rim itiv a organización
del actu al cuerpo de bom beros, se com ponía de 20 c a rp in tero s
y albañiles, que se n o m b ra b a n anualm ente p o r el A yunta­
m iento.
p. Pregoneros (T ítulo 109).— Se regulan sus h o n o rario s,
q. R eceptores de la sal (Título 125).— E ncargados de regu­
la r la en trad a, d istrib u ció n y venta del citado artículo.
r. Sofieles (T ítulo 129).— Su m isión era vigilar la lim pie­
za, regado y b a rrid o del A yuntam iento.
D entro de estas ordenanzas de c a rá c te r gubernativo, existen
dos típicam ente fiscales: el T ítulo 17, que se refiere al "alm ox arifazgo”, y el 25, relativo a las alcabalas.
Los derechos de "alm oxarifazgo", verd ad era y a u tén tica
ad u an a in terio r, perten ecían a su M ajestad, percibiéndose en
razón de las m ercancías que e n tra b a n en la ciudad p o r el Puen­
te de A lcántara. La cu a n tía im positiva era variab le según el
lugar de procedencia de la m ercancía (La F ro n te ra de los
M oros, El Andaluzia, el Cam po de C alatrava, El Reyno de
Aragón, Valencia, T ierra que dizen de A lcántara, C iudad Real,
el Cam po de M ontiel, Alcaraz, el Reyno de M urcia, T ierra de
M oros, B adajoz, T rujillo, Cáceres y M edellín).
El T ítulo 25, relativo a las alcabalas, no regula las m ism as,
y sí sólo indica la posibilidad de su arrien d o . Como norm a
su b sta n tiv a se recoge la exención que p a ra el vino que se
05)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
LOS ALARIFES EN LAS ORDENANZAS DE TOLEDO
164
vende en la ciudad se concedió p o r el rey d o n E n riq u e , con­
firm ad a p o r los Reyes Católicos, y regulada en c a rta e jecu to ­
ria de 14 de m ayo de 1576.
El T ítulo 102, "de las penas", recogiendo u n a n o rm a de
Carlos I del 26 de m ayo de, 1529, d eterm in a que las sanciones
pecuniarias se d iv idirán en tre s p a rte s ig u a le s: u n terc io p a ra
la ciudad, o tro p a ra los ejecutores y el tercio re sta n te p a ra
los acusadores o denunciantes de la infracción.
P o r últim o, el Título 140 regula la vecindad de Toledo,
disponiendo que son vecinos de la c iu d a d :
a. Vecinos naturales (ius sanguinis).— Los hijos o nietos
de p a d re s o abuelos vecinos de Toledo.
b. V ecinos p o r opción.
1. Si cu alq u iera de la provincia de Toledo, soltero o viu­
do, c o n tra je se nupcias con h ija de vecino de Toledo, puede
so licitar del A yuntam iento la vecindad toledana. N o o b stan te,
si dicha p erso n a enviuda antes de los diez años, a p a rtir de la
fecha de su m atrim o n io , rec o b ra su a n te rio r vecindad. (Veci­
nos p o r m atrim onio.)
2. La p erso n a que resid a in in terru m p id a m e n te y d u ran te
diez años en la ciudad, puede so licitar del A yuntam iento la
vecindad toledana. (Vecinos p o r residencia.)
b.
—
Policía y Abastos
D entro de este a p a rta d o podem os in cluir las no rm as que
afectan a las siguientes in stitu cio n es:
1. La alhóndiga (T ítulo 16).— Unico lu g ar au to rizad o p a ra
la com pra y v en ta del p an, ya fuere de trigo, cebada o centeno.
La m isión de la alhóndiga e ra reg u lar el precio del p a n y
ev itar su encarecim iento, ello en consideración a que era pro ­
cedente su protección p o r tra ta rs e de un artícu lo de p rim e ra
necesidad.
No nos resignam os a o c u lta r que dicha alhóndiga nos re
cuerda, au nque sea en fo rm a ru d im e n ta ria y p rim itiv a , unos
de los fines del actual Servicio N acional del Trigo.
2. Ganados (T ítulos 71 y 72).— Se o rd en a que el ganado
debe p a s ta r en los cotos de la "legua" y se reg u la el ganado
que se tra e a vender a la ciudad.
í!6 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
F. BENITEZ DE LUGO Y GUILLEN
165
3. C ontraste.— El T ítulo 90 obliga a g ra b a r el c o n tra ste
en todos los artículos de p la ta la b ra d a y tra b a ja d a en Toledo.
E l p recep to es análogo a las disposiciones actu ales que regulan
la m arca de g arantía.
4. M edidas.— El T ítulo 94 d a n o rm as p a ra c o n tro la r las
pesas y m edidas, a fin de e v ita r todo posible fra u d e o sisa. La
m isión de dicha vigilancia co rresp o n d ía a los "alm o ta c en e s”,
cargo identificable a los actuales fieles co n trastes de p esas y
m edidas.
5. M ercado (T ítulo 100).— D ispone el citad o T ítulo que en
el m ercado de los m artes no p o d ían e n tra r los "regatones",
(especuladores) p a ra ev itar que co m p ran d o to d a la m ercancía,
luego la revendan a precios superiores, y a fin de q u e "los
vezinos d esta ciudad, y fo rastero s, se p ro u ea n de lo necesario
a precios ju sto s y co n u en ib les”. La pro h ib ició n regía h a sta
"que den las doze de m edio día el relox de la yglesia m ayor
de Toledo".
6. Puercos.—El T ítulo 114 regula la v en ta de los m ism os.
7. Pesas y rom anas.— S u regulación se recoge en los T ítu­
los 117 y 118, disponiendo, com o m edida previa de g aran tía,
que antes de e n tra r en uso, deb erían se r co m probadas, c o rre ­
gidas y selladas con el p a d ró n y sello del A yuntam iento.
8. R a stro .— Se prohibe, p o r el T ítulo 121, que en dichos
m ercados se com pre corderos, cab rito s, carneros, ni cu alq u ier
o tra res, con el fin de m ata rlo s allí m ism o y luego venderlos
p o r piezas. La p rim e ra infracción se sancionaba con m u lta
de 600 m aravedís, y la segunda con la p en a original y vergon­
zante de que el in fra c to r era expulsado del m ercado con la
carne que vendía colocada en su cuello.
9. R ed de pescado (T ítulo 122).—L ugar único en que se
au to rizab a la venta de peces.
10. Arrim adizos y p o yo s.— C onstituye e l T ítulo 27 u n a
a u té n tic a m edida de policía u rb an a , d icta d a el 11 de enero
de 1493, y proh ib ien d o c o n stru ir arrim adizos y poyos, habida
cuenta de que con ello se "e n sa n g o sta n ” las plazas y calles de
la ciudad.
11. Calles.—La lim pieza de las m ism as se o rd en a y regula
en el T ítu lo 49.
12. E m pedradores. Los gastos que se o rig in ab an p o r el
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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LOS ALARIFES EN LAS ORDENANZAS DE TOLEDO
em pedram iento de las calles c o rrían a cargo de los vecinos,
incluso de las iglesias y m onasterios, que poseían fin cas u rb a ­
nas en las calles que se arreglaban. La n o rm a co nstituye un
precedente claro de la actu al exacción m unicipal p o r pavi­
m entación.
Cuando se em pedraban plazas y lugares públicos, donde
no existía pro p ied ad es p a rticu la re s, la ciudad de Toledo su fra ­
gaba los gastos.
13. M uradales (T ítulo 101).— El 7 de ju n io de 1480, a efec­
tos de vigilar p o r la lim pieza de la ciudad, se ordenó que todos
los escom bros y b a su ra s se deberían a rr o ja r en los estercole­
ros o "m u rad ales" que p a ra tal destino se establecieron ex tra­
m uros. E stos se e n co n trab an cerca de P u e rta V isagra, P u e rta
del C am brón, P u e rta del H ierro, P u e rta de la T orre, Iglesia de
S an Lucas, Postigo da San M iguel y P u e rta de los Doce Cantos.
14. Saledizos y puertas (T ítulo 128).—N orm a, al igual a
la que nos hem os referido en el a p a rta d o 10, de típ ica policía
m unicipal u rb an ístic a, nacida en el año 1513, p ro h ib ía a b rir
p u e rta s, c o n stru ir chim eneas voladas y voladizos en c o n tra de
las O rdenanzas u rb an as.
15. M ancebías.—Se recoge en el T ítulo 93 u n a disposición
que ya regía en Sevilla y que Felipe II ordenó a p licar a la ciu­
dad de Toledo el 10 de m arzo de 1571.
E n las referidas m ancebías e ra de distin g u ir en tre el "due­
ño", p ro p ie tario de las m ism as, y el “p a d re ”, regente, adm inis­
tra d o r o d irecto r de ellas. E stos e ra n n o m b rad o s p o r los due­
ños, si bien se p rec isab a que el A yuntam iento ap ro b ase el
nom bram ien to.
A nedócticam ente, au nque divaguem os algo, nos p erm itim os
re c o rd a r que fue N erón la p rim e ra p erso n a q u e reguló la
p r o s t i t u c i ó n , si bien ello con fines fiscales y no con m otivos
higiénicos o de m oral.
D isponen las ordenanzas que ningún "p ad re" de m ancebía
puede com peler a m u je r alguna a no sa lir de su "m al oficio y
p e c ad o ”, y ello aun cuando fu era acre e d o r de. la m ism a.
Como m edida de c a rá c te r profiláctico se o rd en a que las
m ancebías debían ser v isitad as sem analm ente p o r u n c iru jan o
y u n m édico, así com o se p ro h ib ía que los "p ad res" acogiesen
en sus establecim ientos a m u jeres que no h u b iera n sido previa­
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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167
m ente reconocidas y declaradas no enferm as. Si alguna m u je r
enferm are, p a ra ev itar todo posible contagio, el " p a d re ” debía
com unicarlo inm ediatam ente a efectos de que se la recluyera
en un h ospital.
Se ordenaba, asim ism o, en o rd en al respecto a las fechas,
que las m u jeres de las m ancebías no debían re sid ir "en ella
ganando, en ninguno de los días de la Sem ana S a n ta ”. La in­
fracción de e s ta n o rm a e ra sancionada con 100 azotes p a ra la
m u je r in fra c to ra y otros 100 p a ra el " p a d re ” de la m ancebía.
Se obligaba a llevar a las "m a n c e b as” m an tillas am arillas,
si bien cu enta la leyenda que dicha n o rm a tuvo que ser su p ri­
m ida, pues o tra s m u jeres no profesionales las im ita b a n usando
los m ism os tocados.
P or últim o, no p o d ían e je rce r la p rofesión las que tuvieran
"padres en la tie rra " , ni las m u latas, debido a que existía
peligro de grandes "inconuenientes, escándalos, m u ertes y
herid as", así com o tam poco las casadas.
16. Tablado de Zocodover.—R egula el T ítulo 133 los ta ­
blados que se realizaban en la referid a plaza p a ra c o rre r toros.
c,—Agricultura y sus anejos
Diversas, num erosas y v ariadas son las disposiciones de
las O rdenanzas que se relacionan con el agro. Así, el T ítulo 29
se refiere a los “alcaceles", regulando la siem bra de la cebada;
el 41 norm ativiza la v en ta de la caza y pesca, así com o el e je r­
cicio de tal deporte; e.l 51 se relaciona con las colm enas, a tra ­
yéndonos de fo rm a sin g u lar la expresión de este T ítulo que
com ienza diciendo: "M anda Toledo, y tiene p o r bien, que al­
guno ni algunos de los vezinos y m o rad o res de Toledo, ni o tra
p erso n a alguna, no sea osado e n te n e r colm enas d e n tro de la
ciudad, ni en vna legua de los m u ro s de la c iu d a d ”; el 87, alu­
sivo a la leña; el 102 relaciónalo con los m o n tes de Toledo; el
108 regulando el pacer de los ganados; el 112 referen te a los
vendedores de la paja; el 115 relativo a los prados; el 124 reco­
giendo u n a disposición del 6 de diciem bre de 1458 sobre la
retam a y d icta d a ante las q u ejas de los ho rn ero s que no en­
c o n tra b an re ta m a p a ra cocer sus panes, h ab id a cuenta de que
la m ism a e ra m ejo r p agada p o r los tin to re ro s y alfarero s; etc.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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LOS ALARIFES EN LAS ORDENANZAS DE TOLEDO
M ención especial creem os que m erece el T ítulo 85 regulan­
do la "leg u e”. Se o rd en ab a que en el térm in o de la "legua",
que ro d eab a a la ciudad, p o r ex istir viñas, h u e rta s, olivos y
frutales, no p o d rían p a s ta r los ganados, salvo el d estin ad o a
las carnecerías de la ciudad, con lo cual, pues, se c o n stitu ía
u n a v erd ad era servidum bre sobre dicha "le g u a ” y a fav o r del
ganado de las referidas carnecerías. De dicha legua se ordenó
efectu ar varios c o to s : uno, a la p a rte del Puente de A lcántara
h a s ta el cam ino real que va de Toledo a A jofrín; otro, a la
p a rte del Puente de S an M artín y h a sta S an B ernardo; y un
tercero, y últim o, sito e n tre las P u e rta s del C am brón y Visagra. Los dos p rim eros cotos se d estin ab an p a ra p asto de los
ganados, m ayores y m enores, de los abastecedores de las car­
nicerías de la ciudad, y el tercero p a ra el resto del ganado que
posean los vecinos de la ciudad. Como en dicha "legua" exis­
tía n heredades p a rticu la re s se o rd en a lo que hoy llam aríam os
"expropiación fo rzo sa” p o r p a rte de la ciudad, la cual debería
in d em n izar a los p articu la re s expropiados "el ju sto valor y
algo m ás de lo que dichas heredades y dehesas v a le n ”; el p ro ­
cedim iento p a ra fija r ese ju sto precio es m uy análogo al tra ­
dicional de n u e stra p a tria : cada p a rte n o m b ra un p erito , y si
no hay acuerdo en la valoración, el C orregidor no m b ra un te r­
cer perito . P ara vigilar e sta "le g u a ” se n o m b ra b a n cada año
c u a tro guardas, y a tal efecto el 1 de m arzo se elegían ocho
p erso n as y p o r sorteo se designaban las cu a tro que deberían
desem peñar el cargo, a razón de dos de a pie, que co braban
6.000 m aravedís cada uno, y dos de a caballo que percib ían
10.000 m aravedís, m ás las sanciones que se im p u sieran a los
que denunciasen. Si en estas denuncias que form ulasen, no
h a b ía testigo alguno, la sanción n o po d ía exceder de dos duca­
dos, y p a ra m ayores penas e ra preciso la concurrencia, al m e­
nos, de u n testigo.
Curioso, tam bién, nos p arece el títu lo 95, reg u lad o r del
"m esón de los p e r d i d o s Toda p erso n a que e n c o n trare alguna
bestia p erdida, debía e n tre g arla en el referido m esón, sito en
la plaza de Zocodover o en lugar cercano a la m ism a. Bn el
m esón se cu id ab a de los anim ales y se debían exponer en la
p u e rta del m ism o " p a ra que m ás p resto la vea el dueño".
La im p o rtan cia de Toledo en la industria vinícola es de
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siem pre. Así los Títulos 79, 80 y 142 regulan to d as las activida­
des relacionadas con ta l precioso artícu lo . Se a u to riza que
todo vecino de Toledo pu ed a e n tra r en la ciudad el vino que
obtuviere en sus viñas o que co m p raren , salvo el de las viñas
de Ocaña, D osbarrios e Illescas (original excepción). P o r o tro
lado, el vino sólo po d ía in tro d u cirse en la ciu d ad p o r el Puente
de A lcántara, P u e rta de V isagra y P uente de S an M artín. Asi­
m ism o, regulan las O rd e n a n za s: la m an era de re g istra r el vino;
las sanciones p o r m ixtificaciones o adulteraciones del m ism o
o de la uva; el derecho de los vecinos de Toledo a in tro d u c ir
vino p a ra el consum o fam iliar; el cultivo de las viñas de Yepes,
C abañas de Yepes y Ciruelos; el vino que p u eden te n e r los
m ayordom os en las bodegas de sus señores (h asta tre s tin a ­
jas); la p rohibición de in tro d u c ir vino sin la o p o rtu n a guía
(albalá); la autorización p a r a que en la ro m e ría de S an ta
M aría de Agosto y de S an ta M aría de S eptiem bre, los rom eros
y peregrinos p u d iera n in tro d u c ir vino p a ra su consum o, sin
necesidad de la citad a guía, y h a s ta m edia a rro b a p o r persona,
etcétera,
d .—De
las Artes y Oficios
D enom inador com ún a los T ítulos reguladores de las Artes
y Oficios es la existencia de u n previo exam en, a n te u n a o
varias personas, p a ra que, u n a vez d e m o stra d a la com petencia
p o r el novicio, se le autorizase al ejercicio de la actividad, así
com o la existencia de “veedores o sobrev eed o res’’ que fiscali­
zaban el tra b a jo de los que ejercían las diversas actividades
grem iales.
Se regulan m uy diversos oficios, a rte s o profesiones, tales
com o: los alarifes, de los que m ás ad elante h ab larem o s (T ítu­
lo 14); de la in d u stria del cuero (Títulos 1-5, 52 y 77); de los
albañiles (T ítulo 18), ordenando, en tre o tra s cosas, que debido
a las m uertes o curridas, en los arreglos de teja d o s queda p ro ­
hibido a rro ja r a las calles cascotes, tejas, ladrillos, cal o yeso,
lo cual deb ería ser b a ja d o e n e sp u ertas, bien a m ano o con
cuerdas; de los aceiteros (T ítulo 22); de los a carread o res o
mozos de cuerd a (Título 23); de los aguadores y azacanes
(T ítulo 24); de los alfareros (T ítulo 28); de los m esoneros,
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LOS ALARIFES EN LAS ORDENANZAS DE TOLEDO
hoteleros o "alquiladores de cam as" (T ítulo 30); de los vende­
dores de gallinas, aves, pollos, ánsares, perdices, conejos, ga­
zapos, palom as, tó rto las, cerdos, cab rito s, pescados, etc. (T ítu­
lo 32); de los fab rican tes de capas y casullas —b ro slad o res—
(T ítulo 33); de los fab rican tes de bonetes y gorras —bone
teros— (T ítulo 34); de los cam b istas de m onedas (T ítulo 35);
de los zapateros (T ítulo 36); de los fab rican tes de artículos de
cáñam o (Título 37); de los fab rican tes de calzones y calcetas
(T ítulo 38); de los ca rp in te ro s (T ítulo 39); de los fab rican tes
de velas de sebo (T ítulo 43), y de cirios y candelas de cera
(T ítulo 44); de los fabricantes de colchas y co rtin as (Títulos
45 y 46); de los fab rican tes de espadas (T ítulo 63); de los fab ri­
cantes de artículos de e sp arto (T ítulos 64 y 116); de las hilan­
deras (T ítulo 69); de los h errero s (T ítulo 78); de los yeseros
(T ítulo 81); de los fab rican tes de ladrillos y teja s (T ítulo 86),
ord enando que ningún te je ro p o d ría tra b a ja r con “g ra d illa ”
(m olde en que se hacen los ladrillos) o con "m e n c a l” (m oldes
p a ra las tejas) sin que los m ism os hayan sido exam inados p o r
el A yuntam iento y debidam ente m arcados, correspondiendo
la vigilancia d e ellos a los "ex ecu to res”; de los vendedores de
m ad e ra (T ítulo 89); de los m esoneros (Título 98); de las m uías
de alq u iler (T ítulo 99); de los p astelero s (T ítulo 104); de los
platero s (T ítulo 107); de los pescadores (T ítulo 110); de los
panaderos (T ítulo 113); de los peinadores, recogiendo una
O rdenanza de Segovia (T ítulo 120); de los ro p ero s y sastres
(T ítulos 123 y 131); de los c e rra je ro s (T ítulo 127); de los fab ri­
cantes de sillas de espalda, proh ib ien d o el em pleo del álam o
blanco (T ítulo 130); de los som brereros (T ítulo 132); de los
tarb en ero s (T ítulo 134); de los tejed o res de sedas, terciopelos,
rasos, dam ascos, tafetanes, etc. (T ítulo 135); de los to rn ero s
(T ítulo 137); de los tin to re ro s (T ítulo 139); etc.
El p ro b lem a de la escasez de las viviendas en Toledo tam ­
poco es de n u e stra era. Ya e n el T ítulo 26 de las O rdenanzas
("de los alquiladores de casas"), se h a b la "del eccessiuo y
grande precio que tienen los alquileres de las casas desta ciu­
dad", surgiendo u n nuevo oficio, denom inado la "granguería",
que abusando de las pocas viviendas existentes, alq u ilab a las
m ism as p a ra después su b a rre n d a rla s o tra sp a sa rla s cobrando
p o r alio "grandes sum as de m a ra u e d ie s”. P ara evitar dicho
(22)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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com ercio ilícito y tra to abusivo se p ro h ib ía expresam ente que
se percib iera c an tid ad alguna p o r los referidos trasp aso s.
A tractivo nos resu lta el T ítulo 31 refe re n te a las agujas y
a los agujeteros (fabricantes de aquéllas), en el cual se nos
dice: "Los m uy ilustres C orregidor e Toledo, siendo in fo rm a ­
dos com o es n o to rio que las agujas de azero que se la b ra n en
e sta ciudad, son las m ejores que se hazen e lab ran en todo el
reyno de C astilla", de tal fo rm a que "vale vn m illar de agujas
de Toledo casi veynte reales m ás que el de las o tra s p a rte s",
ad o p ta n m edidas a efectos de. ev itar el engaño que se p ro d u cía,
ya que ciertas personas se dedicaban a c o m p ra r agujas fu era
de Toledo y de p eo r calidad, y en su consecuencia m ás b a ra ta s,
p a ra después reevenderlas en la ciudad com o si en ella se
h u b iera n fab ricad o — tam poco la p icaresca española es de
hoy— , lo cual, com o es lógico, p e rju d ic a b a “la h o n ra y fam a
de la o b ra que se haze en T oledo”.
El T ítulo 40, "de los c a ld e re ro s”, o rd en ab a, en tre o tra s
cosas, que en caso de venta de calderas que h u b iere n soldadu­
ra s, éstas debían d eclararse al com prador. Ello nos recuerda,
en cie rta form a, el in stitu to del saneam iento p o r defectos o
gravám enes ocultos de las cosas vendidas que regulan los
a rt. 1.484 y siguientes de n u e stro actu al Código Civil, según
los cuales el vendedor, com o regla general, responde fre n te al
co m p rad o r de los vicios o defectos ocultos y no declarados
de los bienes vendidos.
Los T ítulos 96 y 97 se refieren a la industria m olinera. El
p rim e ro con relación al p an y el segundo referen te al aceite.
P or lo que afecta a los m olinos de pan, se establecían
c u a tro b ásculas p a ra el p esaje: u n a en la T o rre de los Abades
(P u e rta del C am brón), o tra fre n te a la iglesia de San Sebas­
tiá n , la terc era e n la P u e rta del H ierro y la ú ltim a ju n to al
P uente de A lcántara. El p esaje era obligatorio, ta n to al llevar
el trigo a m oler, como u n a vez m olido, y, en consideración a
ta l o bligatoriedad —lim itación del derecho de lib e rta d de, las
pe rso n a s— , la ciudad de Toledo, ju sta m e n te, dispuso la gratu id a d del pesaje.
El T ítulo 97, al reg u lar los m olinos de aceite, contiene u n a
n o rm a to talm en te original: "después de anochecido, no p u e d a
e n tra r ninguna m uger en los tales m olinos, p o r lu m b re ni o tra
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LOS ALARIFES EN LAS ORDENANZAS DE TOLEDO
cosa, po rq u e so color de venir p o r lum bre, se llevan el azeyte".
¿Acaso se tenía m ás fe en la h o n rad ez del ho m b re, y p o r ello
la prohibición sólo afecta a las m ujeres? Quizás, ello parece
m ás lógico, el peligro ra d ic a b a en que las mlujeres podían
esconder algún recipiente donde tra sla d a b a n el aceite e n tre
sus faldas.
Por últim o, el T ítulo 141, reg u lad o r de las “ventas y ven te­
ros", an te la consideración que en las m ism as que ro d ean a
la ciudad “ se hacen m uchas ofensas a Dios n u e stro señor,
acogiendo en ellas todos los días m uchos hom bres y m ugeres
de m al viuir, e o tro s a ju g a r sus haciendas", se dispone que
ningún ventero, que estuviere m edia legua a lred ed o r de la
ciudad, pueda vender o tra cosa que p an y vino.
DE LOS ALARIFES,
El Título 14 de las O rdenanzas, dividido en 41 capítulos,
regula la in stitución de los "A larifes", que, no m b rad o s p o r el
A yuntam iento, en núm ero de c u a tro (un c a rp in tero , un albañil,
un yesero y u n p e d rero ), estab an encargados de la policía u rb a ­
n a de la ciudad, así com o de la resolución de las "litis" que su r­
gieran con m o t i v o de las construcciones existentes en la
m ism a.
La p rim e ra m isión de dichos Alarifes, u n a vez no m b rad o s,
era la de " c a ta r los m u ro s de la villa" p a ra o rd e n a r aquellas
reparaciones u o b ras que considerasen pertin en tes,
Los diversos capítulos de este T ítulo 14 de las O rdenanzas
recogen, sin o rd en ni sistem a, preceptos y n o rm as en o rd en al
urbanism o, a servidum bres, a la m edianería, a obras, etc. A
efectos de d ism in u ir la aridez, in te n ta re m o s u n a refundición
sistem ática de las diversas n o rm a s y de acu erd o con el conte­
nido de las m ism as.
1.
POLICIA DE URBANISMO
Se ordena, en p rim e r lugar (capítulo 3), que to d a co n stru c­
ción da edificios se debe e je c u ta r d e n tro de las m u ra lla s que
circu n d an la ciudad, y sólo fuera de ellas cuando así el Rey
expresam ente lo autorice.
(24)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
173
r . BENITEZ DE LUGO Y GUILLEN
Las plazas y calles se d eclaran de c a rá c te r público, com o
propiedad única y exclusiva del Rey. Mlás que p ro p ie d a d del
Rey, com o p erso n a individual, se quiere in d icar que son p ro ­
piedad de la Corona com o in stitución, esto es, del E stado.
Hoy día, de conform idad con el a rt. 344 del Código Civil (en
lo sucesivo C. C.) y con el a rt. 3 del R eglam ento sobre los
bienes m unicipales y provinciales de 27 de m ayo de 1955,
dichas plazas y calles tien en la consideración de bienes de uso
público.
Pese al c a rá c te r público de los referidos bienes inm uebles,
se preveía la posibilidad d e que existieran calles p a rticu la re s,
siem pre que el Rey ex presam ente así lo concediere.
Típica n o rm a de policía u rb a n a en o rd en a la co nstrución
es la co ntenida en el capítulo 25 que ordena que las alas de
los tejados no p o d rá n volar so b re m ás de un tercio de la calle.
De e sta suerte, u n tercio de la calle quedaba cu b ierto p o r el
ala de un tejad o , el o tro tercio p o r el ala del teja d o de la finca
u rb a n a de enfren te y el te rc e r tercio, el de enm edio, quedaba
libre a efectos, com o es lógico, de que p o r él e n tra ra el sol y
el aire y p o r donde se p u d iera n a rro ja r las aguas pluviales.
C uando se a u to rizab a la construcción de cobertizos (so b ra ­
dos), a efectos de no e n to rp e ce r el trá n sito , se disponía que
se debían e je c u ta r a la a ltu ra que perm itiese p a sa r p o r la calle
a un "caballero con sus a rm a s ” (capítulo 26).
C urioso es el capítulo 27 que viene a id entificarse con el
actual interdicto de obra ruinosa de los a rt. 1.676 a 1.685 de
la Ley de E nju iciam ien to Civil (3 de feb rero de 1881). E fecti­
vam ente, la regulación es m uy sem ejan te:
ORDENANZA MUNICIPAL
LEY DE ENJUICIAMIENTO CIVIL
1.— Cuando existieran paredes
viejas que am enazaren ruina,
cualquier persona podrá presen­
tar la oportuna denuncia.
1.— E l interdicto procede para
adoptar m edidas sobre obras
que am enazaren ruina, o para
dem oler obras ruin osas (artículo
1.676). La acción interdictal que­
da lim itada a las personas que
tengan alguna propiedad cerca
o inm ediata a la obra que ame­
naza ruina y que puedan quedar
(25)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
174
LOS ALARIFES EN LAS ORDENANZAS DE TOLEDO
afectados por ésta y a los que
tengan necesidad de p a sa r cerca
de la obra ruinosa (art. 1.677).
2.— Presentada la dem anda, el
A larife reconoce la obra ruinosa
y puede ordenar al dueño de la
misma que h aga las reparaciones que estime necesarias.
2.— E l Juez debe re co n o ce rla
obra (arts. 1.679 y 1.682) y dicfará auto decretando las medidas
que estime pertinentes.
3,— Si el dueño de la pared no
hiciere la s obras que se le impu­
sieran, será responsable de los
daños que se causaren si la pa­
red se cae.
3.— De no ejecutarse la repa­
ración por el dueño, por los ad ­
m inistradores o por lo s apod e­
rados, suplirá los g a sto s el ac­
tor (denunciante) a reserva de
reintegrarse de ellos, exigién do­
lo s al dueño del inmueble (ar­
tículo 1.679).
Sólo adm ite la O rdenanza que se d e rrib e la o b ra ru in o sa
de oficio y a costa de su dueño, cuando éste no se en co n trare
en la localidad. P o r o tro lado, encontram os en la m ism a la
pequeña om isión de que no in d ica las m edidas a a d o p ta rse
p a ra el caso de que el p ro p ie ta rio de u n a o b ra ru in o sa se
negase a e fectu ar las o b ras de rep aració n que le, indicare el
Alarife.
No se e n c u en tra claro el m om ento histó rico en que nacen
los in terd icto s o acciones posesorias. P ara Filom ñsi y Puchta
nacieron en R om a com o acciones p re p a ra to ria s de las que
pro teg ían el dom inio; a juicio de Savigny y N iebhur surgen
p a ra p ro teg er los intereses de los poseedores del "ager pub lic u s”, h ab id a cuenta de que los m ism os no e ra n p ro p ie tario s
de las parcelas y p o r ello no gozaban de legitim ación activa
procesal p a ra e je rc ita r las acciones que p ro te g ían el dom inio;
y p a ra Ihering nacen los in terdictos p a ra c o lab o rar en la p ru e ­
b a de los p ro p ietario s. Pese a to d as las referid as posiciones,
hoy día la d o ctrin a se inclina a e n te n d e r que los m entados
interdictos nacieron en R om a com o m edidas de policía y sin
necesidad de ac u d ir a los T ribunales. E n este sentido H erce
y Q uem ada advierte que en nuestros in terd icto s d a o b ra nueva
y o b ra ru in o sa puede verse u n a ligera influencia del "in te rd ic ­
tó )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
F. BENITEZ DE LUGO Y GUILLEN
175
tu m ” rom ano, y, p o r tan to , p recisam en te en ellos se e n tre c ru ­
zan en cierto m odo la función de los órganos jurisdiccionales
y la de las au to rid ad es ad m in istrativ as.
E ste aspecto ju risd iccio n al - a d m in istra tiv o se m anifiesta
en n u e stra Ley de E nju iciam ien to Civil, en las O rdenanzas que
com entam os y en la O rdenanza M unicipal de Toledo de 5 de
ju lio de 1890. E n todos los casos las n o rm a s e ra n m uy pareci
das o análogas, ya que se e n c u en tra n in sp irad as en el Derecho
R om ano y ya m ás concretam en te en la Ley X, T ítulo X X X II
de la P a rtid a I I I referen te a "com o las lauores nuevas, o vie­
jas, que se qu ieren caer, las deuen rep a ra r, o d e rr ib a r ”, que
disponía que p re se n ta d a la denuncia, el Juez (Juzgador) reco­
nocía las o b ras con p erito s (buenos m aestro s e sabidores de
este m enester) y d icta b a fallo absolviendo al d em andado o
d ecretando la realización de las o b ras de rep a ra ció n que e sti­
m ase p r e c i s a s . Las O rdenanzas de Toledo, vigentes hoy,
de 1890, siguiendo la m ism a p a u ta , en sus a rts. 119 a 134 regu­
la las "edificaciones ru in o sas" disponiendo un previo recono­
cim iento de las o b ras p o r el A rquitecto m unicipal y u n acuerdo
del Alcalde, a la vista del inform e em itido p o r aquél, d ecretan ­
do las o b ras de rep aració n a realizar; caso de que las m ism as
no fu era n ejecu tad as p o r el p ro p ie tario del inm ueble en el
plazo que el Alcalde le fijab a, las m ism as e ra n hechas p o r el
A yuntam iento a costa de aquél.
El capítulo 31 de la O rdenanza dispone, e n tre o tra s cosas,
que las chim eneas (fum eros) deben c o n stru irse en tal fo rm a
que los hum os no causen "d añ o o enojo" a sus vecinos. La
n o rm a nos rec u e rd a al a rt. 1.908 C. C. que en su a p a rta d o 2.°
señala que los p ro p ie tario s de fincas u rb a n a s resp o n d en de
los "hum os excesivos que sean nocivos a las p erso n as o a las
propiedades ”.
E ste m ism o capítulo o rd en a que si las aguas de una casa
caen sobre un solar yerm o, y en éste se construye, el p ro p ie ta ­
rio de aquella edificación debe recoger sus aguas y darles nue­
va salida.
La tra n q u ilid ad de la ciudad se consagraba en el cap ítu ­
lo 33. C ualquier persona podía ac u d ir en q u e ja ante, el Alarife
p o r los ruidos que realizaban sus vecinos. El Alarife p rocedía
a m edición de los m ism os, lo cual lo efectuaba m ediante una
(27)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
m
LOS ALARIFES EN LAS ORDENANZAS DE TOLEDO
escudilla llena de are n a , "que n o n sea m o ja d a " (lógico, p a ra
ev ita r que la tie rra fo rm ase u n conglom erado m ás sólido),
que colocaba al lado de la p a re d de donde p ro ced ían los ru i­
dos. Si la are n a se caía, q u ed ab a d em o strad o palpablem ente
la existencia del ru id o y el A larife d e c re ta b a su supresión.
El capítulo 34 sigue bu scan d o la tra n q u ilid ad de los vecinos
y pro h íb e abrir p u erta s en fren te de las p u e rta s de la casa de
los vecinos, salvo que éstos lo consintieren.
H abida cu en ta de la construcción p ecu liar y típ ica de
Toledo, el capítulo 35 vedaba el c o n stru ir “p o y o s” (bancos)
adosados a la p a re d en las calles angostas, ya q u e ello dificul­
tab a el trán sito .
2.
ALCANTARILLADO
La in stalació n del servicio público de alcan tarillad o , según
el capítulo 5, c o rría a cargo de todos los yecinos del b a rrio , lo
cual constituye u n precedente de n u e stra actu al legislación
local en la que l o s A yuntam ientos pueden rea liz a r ciertas
obras, rep ercu tien d o p a rte del costo de las m ism as e n tre los
diversos p a rticu la re s in teresados a través de las “c o n trib u ­
ciones especiales”.
Si algún vecino q u e ría c o n stru ir su alc a n ta rilla p a rtic u la r
desde su casa a la conducción general, los gastos de in sta la ­
ción de la m ism a c o rrían a su costa.
3.
AGUAS
V arias y diversas son las n o rm as que contiene el a rt. 10 en
relación con las aguas. El capítulo 16 p ro h ib ía c o n stru ir m o­
linos o norias debajo de los bienes ajenos, salvo en el caso de
que ello no causare p erjuicio, y siem pre que "no se to rn a re
el a g u a ”, p a ra así ev itar posibles inundaciones; el capítulo 7
ordena que se debe sa tisfa c er a p ro rra ta los gastos de re p a ra ­
ción de las "az u d e s” (especie de n o rias) e n tre todos los que
las u saren; dispone el capítulo 9 que si algún m olino precisare
reparación, su p ro p ie tario e sta b a facu ltad o p a ra c o rta r el agua
a los o tro s m olinos, a efectos de e je c u ta r las o b ras precisas,
y d u ran te u n plazo m áxim o de doce días, sin te n e r que satis­
facer p o r ello indem nización alguna; el m ism o cap ítu lo 9 p e r­
m ite la construcción de nuevos m olinos, siem pre que ello no
(28)
•
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
F. BENITEZ DE LUGO Y GUILLEN
177
p e rju d ica re a los m olinos ya co n stru id o s o a las heredades
ajenas; en el m ism o sentido se m an ifiesta el capítulo 10, que
p ro h ib ía c o n stru ir p resas que p erju d icasen a los m olinos ya
existentes o a las heredades ajenas, b a jo pena de: m ulta
de 100 m aravedís, obligación de indem nizar al p erju d icad o en
el duplo de los daños causados y deb er de re p a ra r m ate ria l­
m ente esos m ism os daños; y el capítulo 11, de c a rá c te r penal,
sancionaba a los que ro m p ían u n a p resa o d e fra u d a b an el
agua con la m u lta de 70 sueldos y la obligación de indem nizar
en el duplo del v alor de los daños causados al p erjudicado.
T am bién podem os e n c u ad ra r en este a p a rta d o al capí­
tulo 14, que p ro h ib ía la pesca en ríos ajenos. La pena era
d istin ta según si el hecho se efectuaba p o r el día y co rtan d o
el agua (70 sueldos a favor del dueño del río y m u lta del duplo
del valor del pescado obtenido) o p o r la noche (el hecho se
consideraba h u rto y e n tra b a d e n tro del ám b ito penal).
4.
OBRAS
C onsagra el capítulo 29 las siguientes n o rm a s:
1. Que cada p ro p ie tario debe a rre g la r y re p a ra r los te ja ­
dos de sus casas.
2. Que los daños causados a las casas situ ad as en plano
in ferio r y que vengan de las de m ás arrib a, serán a cargo de
los dueños de aquéllas.
Que si se precisab a su b ir m ateriales p a ra a rre g la r las
casas de a rrib a, ello se po d ía e fectu ar a través de las que
e stuvieran m ás cerca a la q u e ha de rep a ra rse , e indem nizar
los daños causados.
E sta ú ltim a norm a coincide ín tegram ente con el a rt. 569
C. C. que reza así: “ Si fuere indispensable p a ra c o n stru ir o
re p a ra r algún edificio p a sa r m ateriales p o r m edio ajeno, o
colocar en él andam io u otros objetos p a ra la obra, el dueño
de este predio e stá obligado a consentirlo, recibiendo la indem ­
nización co rresp o n d ien te al p erjuicio que se le irro g u e ”.
Los baños públicos, según el capítulo 18, y los hornos,
según el cap ítu lo 19, se debían c o n stru ir en tal fo rm a que no
p erju d icasen a los predios vecinos. Más si las casas de éstos
se co n stru ía n con p o sterio rid ad a la de los referidos b años u
(29)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
178
LOS ALARIFES EN LAS ORDENANZAS DE TOLEDO
hornos, no se p o d ría alegar p erjuicio alguno. Precepto, este
últim o, to talm en te lógico, pues al efectuarse la nueva cons­
tru cción, su p ro p ie tario ya conocía la existencia d e los m en­
tad o s baños u hornos.
Los T ítulos 20 y 21 dan n o rm as tendentes a e v ita r los
posibles daños que p u e d a n c a u sa r las palom as en los tejados.
Y así, se p ro h ib ía que los palom ares se construyesen en villas
o castillos cerrados. Por o tro lado, los daños causados p o r
las citadas aves debían ser rep a ra d o s p o r los dueños de los
palom ares.
Cuando alguna p erso n a q u e ría c o n stru ir un pozo, canal o
sótano cerca de u n a p a re d ajena, según el capítulo 32, debía
de in fo rm a r de ello al dueño de dicha p a re d y esta b a obligado
a aseg u rar la m ism a p a ra ev itar su d erru m b am ien to .
La ejecución de las obras co rría a cargo de los técnicos,
según o rd en a el capítulo 40, y así, si las m ism qs se d e rru m b a ­
ban, la rep aració n c o rría a cargo de aquéllos, salvo que de­
m o strase n an te el Alarife que la ru in a no acaeció p o r su culpa.
Asimismo, si finalizada la o b ra, el dueño entendiese que esta­
b a m al ejecutada, la m ism a era reconocida p o r el Alarife, el
cual juzgaba si la o b ra esta b a b ien o m al re a lizada. E stas
norm as nos recu erd an el a rt. 1.591 C. C. que hace responder
al c o n tra tista de los daños que se, causen en los edificios po r
vicios da la construcción.
Por últim o, el capítulo 41 protege a los contratistas p a ra
g arantizarles el cobro de sus h o n o rario s. Cuando se pactab a
que el precio de la o b ra se h a ría efectivo al finalizarse, la m is­
m a, el c o n tra tis ta po d ía rec lam a r del dueño de la o b ra sus
h o n o rario s o precios, m ás si éste alegaba que estaba m al
co n stru id a, la m ism a era reconocida p o r "hom es buenos e
sa b id o re s”, l o s cuales in fo rm ab an sobre tal extrem o, y si
"dixeren que es b u en a", el dueño de la obra e stab a obligado
a satisfacer el p recio de. la m ism a.
Las no rm as de estos dos últim os a p a rtad o s coinciden, en
cierta form a, con la Ley X X I del Título X X X II de la P a rti­
da III, referen te a "que p en a m erecen aquellos que son pues­
tos sobre las lauores, quando fazen y alguna fa se ld a d ”, que
obligaba al c o n stru c to r a re p a ra r los daños causados, si la
ru in a de la o b ra se p ro d u je re p o r su culpa. Si el descuido
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
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p o d ía calificarse de delito, e ra castigado p o r la a u to rid a d
judicial.
5.
SERVIDUMBRES
a.
De aguas.
a.' De aguas pluviales.—E stablece el capítulo 4 que el
te rre n o donde caen las aguas pluviales “non se vende nin se
co m p ra", y p o r ello en dichos terren o s no se podían e je c u ta r
o b ras o reform as sin el consentim iento de todos los p ro p ie ta ­
rio s de los predios dom inantes.
b .’ De acueducto.—Si alguna p erso n a tra ía agua a través
de predios ajenos p a ra regar sus h u e rta s o heredades d u ran te
el plazo da un año y un día sin que el dueño del p red io sir­
viente se o p u siera a ello, a d q u iría la servidum bre (capítulo 17).
La servidum bre de acueducto era definida p o r el Digesto
(L ibro V III, T ítulo I II y fragm ento I), diciendo: “aqu aed u ctu s
ost ius aq u u a n ducendi per fu n d u m alienum ". D icha servidum ­
b re ya e ra reg u lad a en la Ley IV, T ítulo X X I, P a rtid a III, re­
feren te a "com o puede orne au er servidum bre en h ered ad agena, p a ra tra e r a g u a p o r e lla ”, que ordenaba, en térm inos
generales, que los cauces, acequias, canales o caños no se
p o d ían ensanchar, ni alzar, ni b a ja r, es decir, se p ro h ib ía su
m odificación, p a ra evitar que fu era m ás gravosa al predio
sirviente.
b.
De paso.—O rdenaba el cap ítu lo 16 que to d a h e re d a d
debe ten e r e n tra d a y salida a vía pública, y p a ra el supuesto
de que estuviera enclavada en tre o tra s ajen as, el Alcalde nom ­
b ra b a hom bres buenos que, desplazándose a la hered ad , d e te r­
m in a b a n p o r dónde se debía e n tra r y salir. Dicho sitio se
debía fija r p o r el lugar m ás próxim o a la c a rre te ra .
La n o rm a es id én tica a la que rige hoy en n u estro Código
Civil. Efectivam ente, el a rt. 564 dispone que "el p ro p ie tario
de u n a finca o hered ad enclavada e n tre o tra s ajenas y sin
salid a a cam ino público, tiene derecho a exigir paso p o r las
h ered ad es v ecinas..,", el cual, según el a rt. 565, debe darse
“ p o r el p u n to m enos perju d icial p a ra el predio sirviente, y, en
c u a n to fu era conciliable con este regla, p o r donde sea m enor
la d istancia del predio dom inante al cam ino p ú b lic o ”.
La servidum bre de " ite r ” (ir a pie), "actu s" (ir a caballo
(31)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
180
LOS ALARIFES EN LAS ORDENANZAS DE TOLEDO
o en litera) y "via" (ir a pie, e n caballo o en litera), e ra ya
conocida en el Derecho R om ano y regulada en el L ibro V III,
T ítulo I II del Digesto. La Ley 5, del T ítulo V del L ibro IV del
Fuero V iejo de C astilla recogió dicha in stitución, y vuelve a
e n co n trarse regulada en el F uero de Aragón, en el de N avarra,
en el de Vizcaya y en la Ley III del T ítulo XX XI de la P a rti­
da III.
Scaevola, al c o m en tar el citado a rt. 565 C. C., indica que
carece de todo p recedente legal. A hora bien, si observam os que
la O rdenanza M unicipal que com entam os ya señalaba q u e el
paso debía d arse p o r el lugar m ás próxim o a la c a rre te ra , y
que dicha regla vuelve a ser recogida p o r el p recep to citado
del Código Civil, podem os co n sid erar que la O rdenanza M uni­
cipal to ledana se adelantó en este p u n to al resto de la legisla­
ción general, estableciendo u n a n o rm a que "a p o s te rio ri” fue
recogida p o r n u e stro Código Civil.
■
c. De desagüe (capítulo 24).— C ualquier p erso n a p ro p ie­
ta ria de un p redio sirviente que tenga q u e s o p o rta r caña, canal
o acequia, puede sacar los m ism os p o r el sitio que fijen los
Alarifes, siem pre que no se cause daño a los vecinos.
La servidum bre de desagüe, se recoge hoy día en el a rt. 588
C. C., que dispone que "cuando el co rral o p a tio de u n a casa
se halle enclavado en tre o tras, y no sea posible d a r salida
p o r la m ism a casa a las aguas pluviales que en él se recojan,
p o d rá exigirse el establecim iento de la servidum bre de des­
agüe, dando paso a las aguas p o r el p u n to de los p redios
contiguos en que sea m ás fácil la salida, y estableciéndose el
conducto de desagüe en la fo rm a que m enos perju icio s oca­
sione al predio sirviente, previa la indem nización que co rres­
ponda".
d. De luces y vista s.— Prohíbe el cap ítu lo 31 que se a b ra n
ventanas cerca de las casas de los vecinos y desde donde se
les p u ed a ver. El a rt. 582 C. C., siguiendo la m ism a pau ta,
dispone que "no se p u e d e a b rir ventanas con vistas rectas, ni
balcones u o tro s voladizos sem ejantes, sobre la finca del ve
ciño, si no hay dos m etro s de d istancia en tre la p a re d en que
se co n stru y a y dicha p ro p ie d a d ” y que "tam poco pueden te­
n erse vistas de costado u oblicuas sobre la m ism a propiedad,
si no hay 60 centím etros de distancia".
(32)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1967, #1.
W tó n ru ro
f
ec
¡m c /a í^
m
o
a
o
S eñalaba la O rdenanza M unicipal, p o r o tro lado, que de
a b rirse ventanas, éstas deberían ser de tal fo rm a q u e no p e r­
m itieran sacar la cabeza p o r ellas. El precepto es análogo al
a rt. 581 C. C. que dispone que "el dueño de u n a p a re d no
m edianera, contigua a finca ajena, pu ed e a b rir en ella ventanas
o huecos p a ra rec ib ir luces a la a ltu ra de las c a rre ra s, o
inm ediatos a los techos, y de, las dim ensiones de 30 centím e­
tro s en cuadro, y, en todo caso, con re ja de h ierro rem etid a
en la p a re d y con red de a la m b re ”, circunstancias que, asi­
m ism o, im piden el asom arse.
Como concordancias o precedentes de citadas n o rm as p o ­
dem os c ita r las "O rdinaciones de S an ctacilicia”, el privilegio
"R ecognoverunt proceres" y el L ibro IV del T ítulo IV de la
Ley 8 del F uero Viejo de C astilla. E ste últim o, concretam ente,
recogía la m ism a n o rm a de que las ventanas se deberían
c o n stru ir en tal fo rm a "que non saq u é la caveza p o r e lla ”.
P or últim o, disponía la O rdenanza M unicipal de Toledo
que si se ab ría u n a ventana de tam añ o su p erio r al autorizado,
y tra n sc u rría el plazo de un año y u n día, viéndolo el vecino
y sin oponerse, se a d q u iría la servidum bre, y éste no p o d ría
o bligar a que se cerrase.
e. De basura (capítulo 31).— El que tuviere un canal o
a rro ja r estiércol en un so lar yerm o y ajen o d u ran te el plazo
de un año y u n día sin p ro te s ta del dueño del solar, a d q u iría
la servidum bre y po d ía seguir con su canal o a rro ja n d o el
estiércol en aquel lu g a r h a s ta que en el m ism o se edificase.
f. De m edianería (cap ítu lo 22 y 30).— Como señala C astán
en el Derecho R om ano, no fue regulada la m edianería, tal vez
po rq u e en lo antiguo los edificios no se c o n stru ía n unidos,
sino separados p o r un espacio (sp atiu m legitim um ) de exten­
sión variable, según los tiem p o s y los lugares. E n n u e stro
D erecho histó rico , la m ed ian ería se en c o n trab a som etida a
reglas inorgánicas, recogidas en las diversas O rdenanzas M u­
nicipales y en la ju risp ru d e n c ia , h a s ta que fue regulada ya de
fo rm a sistem ática p o r n u e stro Código Civil. De aquí, pues,
que no se p u edan e n c o n tra r precedentes de c a rá c te r general
en relación con las n o rm as recogidas p o r la O rdenanza de
Toledo, que se in sp iraría en o tra s O rdenanzas locales, en la
ju risp ru d e n c ia y en la práctica. Ello, com o es lógico, m otiva
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L O S A L A R IF E S
EN
L A S O R D E N A N Z A S D E TO LEDO
a que citado Cuerpo legal regule con algún m ayor detenim ien­
to a dicha servidum bre, estableciendo al efecto las siguientes
n o rm a s :
1. El que edifique u n a casa en plano in fe rio r a o tra casa
ajena, debe c o n stru ir sus cim ientos y debe alzar la p a re d h a sta
que iguale la casa superior.
2. Si el dueño de la casa de a rrib a quiere c o n stru ir to rre
o p alom ar, debe ro b u stecer a su costa los cim ientos y la p a re d
m edianera, ya que es él el que grava y carga la p ared, salvo,
claro está, cuando m edie acuerdo en c o n tra de las p a rte s.
3. Si u n a p a re d m ed ian era se d e rru m b a p o rq u e uno de
los co p ro p ietario s cargó la m ism a, o la alzó en dem asía, debe
re p a ra r los daños causados. El precepto se recogió p o ste rio r­
m ente en n u estro Código Civil (art. 577), que establece las
siguientes no rm as:
a. Todo p ro p ie tario puede alzar la p a re d m edianera, h a ­
ciéndolo a sus expensas e indem nizando los perjuicios que se
ocasionen en la obran, aunque sean tem porales.
b. S erán igualm ente de su cuenta los gastos de conserva­
ción de la p a re d , en la que ésta se haya levantado o p ro fu n d i­
zado sus cim ientos respecto de com o esta b a antes; y, adem ás,
la indem nización de los m ayores gastos que haya que hacer
p a ra la conservación de la p a re d m ed ian era p o r razón de la
m ayor a ltu ra o p ro fu n d id a d que se le haya dado.
c. Si la p a re d m edianera no p u d ie r^ re sistir la m ayor
elevación, el p ro p ie ta rio que q u iera lev an tarla ten d rá obliga­
ción de rec o n stru irla a su costa; y, si p a ra ello fu era necesario
darle m ayor espesor, deberá d arlo de su p ropio suelo.
4. Los gastos de rep aració n de las pared es m edianeras
co rrían a cargo de todos los p ro p ie tario s de los inm uebles
que pesen sobre ellas. El p recep to es igual al vigente, ya que el
a rt. 575 C. C. o rd en a que "la rep aració n y construcción de las
paredes m edianeras y el m an ten im ien to de los vallados, setos,
vivos, zanjas y acequias, tam bién m edianeros, se costeará p o r
todos los dueños de las fincas que tengan a su fav o r la m e­
dianería, en p ro p o rció n al derecho de cada u n o ”.
5. Se p resu m e que existe m edianería cuando en u n a p a re d
divisoria existan vigas o " a n ita q u e s”. La m ism a n o rm a, a u n ­
que de fo rm a in d irecta, viene recogida en el a rt. 579 C. C. que
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F. BENITF.Z DE LUGO Y GUILLEN
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p e rm ite que to d o m edianero puede in tro d u c ir en la pared
“ vigas h a sta la m itad de su e sp eso r”.
6.
Si alguien qu isiera a b rir u n a p a re d e n tre dos h ered a­
des, am bos p ro p ie tario s su fra g a rá n los gastos de co n stru c­
ción de la m ism a, y la p a re d se rá m edianera, p ero si u n o de
ellos se niega, el o tro p o d rá c o n stru irla a su expensas en su
terren o , y la p a re d será suya.
g.
Otras norm as.—El cap ítu lo 8 regula la co m u nidad, co­
p ro p ie d a d o co titu larid ad , disponiendo que en las situaciones
de proindiviso de los m olinos, los gastos de rep aració n se
p ro rra te a rá n e n tre los diversos co p ro p ietario s y de acuerdo
con su p articipación en la com unidad. Una vez m ás, nu estro
Código Civil contiene u n a n o rm a idéntica, ya que el a rt. 393
o rd en a que "el concurso de los p artícip es, ta n to e,n los bene­
ficios com o en las cargas, se rá pro p o rcio n al a sus respectivas
cuotas".
P or o tro lado, el artícu lo 395 del m en tad o Cuerpo legal
señ ala que “todo co p ro p ietario te n d rá derecho p a ra obligar
a los partícip es a c o n trib u ir a los gastos de conservación de
la casa o derecho co m ú n ”. Las O rdenanzas M unicipales de
Toledo no recogían el contenido de dicho artículo, si bien,
p a ra com pelir a los diversos co p ropietarios a que satisfagan
sus cuotas correspondientes, o rd en an que el com unero que
no ap o rte su cu o ta qu ed a excluido de la com unidad, no p e r­
cibiendo beneficio alguno de la m ism a y no pudiendo, p o r
ende, h acer uso de la cosa com ún, h a sta que satisfaga su p arte.
E l derecho de tanteo en el régim en de c o titu la rid a d ya se
m anifiesta, aunque sea de u n a fo rm a ru d im e n ta ria y p rim i­
tiva, en las O rdenanzas M unicipales que com entam os, habida
cuenta de que el capítulo 12 dispone que cuando se p rete n d a
a rre n d a r u n m olino, se debe n o tific a r a los co p ropietarios el
p recio ofrecido p o r el fu tu ro a rre n d a ta rio , p o r si alguno de
ellos quisiera m e jo ra r la p o stu ra . La in stitu ció n no es de un
p u ro derecho de tanteo, ya que el m ism o significa el prefe­
re n te derecho de una p erso n a (en el presente caso de u n co­
m u n ero ) de subrogarse en el lugar que va a ocu p ar o tra (en
el p resen te caso un a rre n d a ta rio ) y en igualdad de condicio­
nes, y en el presente caso no hay tal preferente, derecho ni tal
igualdad de condiciones, sino la facu ltad de que cu alquiera
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LOS ALARIFES EN I.^ S ORDENANZAS DE TOLEDO
de los co titu lares m ejore la p o stu ra ofrecida p o r el fu tu ro
a rre n d a ta rio .
P a ra evitar que tan peculiar derecho de tan teo quedase
sin efecto po r m an ifestarse que el precio del a rren d am ien to
e ra su p erio r al realm ente ofrecido p o r terc era persona, per­
m itía n las O rdenanzas que se requiriese al a rre n d a ta rio p a ra
que ju ra se que no h ab ía engaño en el precio, y así "e valga
el a rre n d a m ien to que hizo".
Siguiendo con la com unidad, el capítulo 36 regulaba la di­
visión de las cosas com unes (casas, tiendas, baños, etc.), la
cual e ra realizada p o r el Alarife, previo el inform e de dos h o m ­
bres buenos. Si el bien era esencialm ente indivisible, se a d ju ­
dicaba ín tegram ente a aquel com unero que ofreciese m ayor
precio p o r la cosa, y si no m ediaba acuerdo, se vendía la
m ism a a tercera p erso n a y se re p a rtía el precio e n tre los
com uneros y de acuerdo con sus respectivas cuotas. El con­
tenido de esta últim a regla es recogido ín tegram ente p o r el
a rt. 404 C. C. que reza así: "cuando la cosa fu era esencialm en­
te indivisible, y los condueños no convinieren en que. se a d ju ­
dique a u n o de ellos indem nizando a los dem ás, se ven d erá y
re p a rtirá su precio".
T anto las O rdenanzas M unicipales de, Toledo com o el Có­
digo Civil, se en tro n can directam en te con el L ibro III, del
T ítulo IV del F uero Real que señalaba que cuando "h u b ieran
alguna cosa de consum o que no se pu ed a p a rtir e n tre ellos
sin daños, así com o siervo, >bestia, o forno, o m olino, o lu g a r”
se debía de vender, a un com unero o a terceras personas, y
re p a rtirse el precio obter ido.
El arrendam iento de los m olinos se regula en el capítulo 13
y el de las casas, en general, en el cap ítu lo 39. El p rim e ro de
ellos indica que se debe v a lo ra r todo el m aterial que se entrega
con el m olino, estan d o obligado el a rre n d a ta rio , cuando fina­
lice el co n trato , a devolver los m ism os bienes recibidos y en
las m ism as condiciones; m as si el a rre n d a ta rio in tro d u jo nue­
vos ap a re jo s o nuevo m aterial, puede r e tira r los m ism os o
entregárselos al a rre n d a d o r previo pago de ellos.
El capítulo 39 recoge el p rincipio general de que el que
u sare u n a casa debe devolverla en el m ism o estado en que la
recibió, respondiendo de los daños y desperfectos causados
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F. B E N IT E Z D E LU G O Y G U IL L E N
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en la m ism a, salvo aquellos deterioros que acaeciesen p o r el
uso norm al de las cosas. La d o c trin a coincide con los a rts . 1.561
y 1.563 C. C.
La norm a últim am en te citad a es análoga a la contenida en
el capítulo 38 que dispone que si alguna persona tom are algo
prestado (baño, casa tienda, etc.), debe re p a ra r los daños que
produzca en los m ism os, salvo aquellos que se ca u sa re n po r
viejo, p o d rid o o sin culpa. Las O rdenanzas M unicipales, con­
tem plando el "com odato" o p résta m o de uso, definido p o r
el Código Civil (art. 1.740) com o aquel c o n tra to en que una
p erso n a (com odante) en treg a a o tra (co m o d atario ) u n a cosa
no fungible p a ra que use de ella p o r cierto tiem po y se la
devuelva, coinciden con el actu al a rt. 1.746 C. C. que exime
de responsabilidad al co m o d atario de los “d eterio ro s que so­
brevengan a la cosa p re sta d a p o r el solo efecto del uso y sin
culpa suya".
Por últim o, el cap ítu lo 37 regula la in stitu ció n del sanea­
m iento p o r vicios ocultos de las cosas.
E n el p rim itiv o Derecho R om ano la in stitu ció n del sanea­
m iento p o r vicios ocultos no e ra conocida ni regulada, salvo
cuando los c o n tra ta n te s la agregaban de fo rm a expresa a los
co n trato s. El abuso que se p ro d u cía con la ven ta de anim ales
y esclavos enferm os, que los vendedores en ajen ab an com o
sanos, m otivó el que los "ediles c ú ra le s ”, encargados de Ja
policía de los m ercados, obligasen a los vendedores a infor­
m ar de los defectos de las cosas que p rete n d ía n en ajen ar.
Caso de que no lo hicieran o falsearan la realidad, los com ­
p rad o re s tenían la "actio re d h ib ito ria ” (resolución del c o n tra ­
to) o la “actio q u a n ti m in o ris" o " a e s tim a to ria ” (reducción
del precio). E n tiem po de Ju stin ia n o las referid as acciones
ya se in co rp o ran com o elem entos in teg ran tes de las com pra­
ventas. E n n u e stra P atria, los p recedentes m ás directos del
Código Civil se e n cu en tran en el T ítulo V de la P a rtid a V.
Las O rdenanzas M unicipales, en relación con e sta figura
ju ríd ic a , disponen:
1.
Que si alguien com p rare un so la r que tuviera alguna
tac h a oculta, que no fuera conocida en el m om ento de la ven­
ta, podía denunciar el caso a n te el Alarife, el cual juzgaba
so b re tal extrem o, previo inform e de dos hom bres buenos, y
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L O S A L A R IF E S E N
L A S O R D E N A N Z A S D E TO LEDO
po d ía d ecretar la resolución de la venta. Sólo se regula en las
referidas O rdenanzas la posibilidad de u n a resolución del
co n trato , no haciéndose referen cia a la o tra p o sibilidad de
que sin resolverse el c o n tra to se efectúe u n a re b a ja del precio
satisfecho. R ecordem os aquí, que el a rt. 1.484 y el a rt. 1.485
del Código Civil hacen responsables a los vendedores de los
defectos ocultos de las cosas vendidas.
2. Ello no obstante, si la tac h a fu era m anifiesta, la venta
es firm e. Igual criterio consagra el a rt. 1.484 C. C., que exonera
de resp o n sab ilid ad a los vendedores cuando los defectos fue­
ren m anifiestos o estuvieren a la vista. El p recep to es lógico,
pues el c o m p rad o r fácilm ente po d ía a p re c ia r da la existencia
de tales defectos.
3. Aunque la tach a fuere m anifiesta, p rocedía la re so lu ­
ción del co n trato , si el co m p rad o r ju ra se que no la vió.
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