FIRMA INVITADA Precisiones sobre la limitación de derechos arancelarios de los procuradores Por LUIS MARTÍN CONTRERAS Doctor en Derecho. Secretario de Gobierno de la Audiencia Nacional D esde mi punto de vista, los tribunales de Justicia no pueden moderar la estricta aplicación de los aranceles de los procuradores por la simple razón de que los tribunales no pueden limitar los derechos establecidos en una norma de carácter general, salvo que dicha limitación lo fuera previamente por vía de recurso. En efecto, comparto totalmente los argumentos recogidos en el voto particular del auto del Tribunal Supremo y que para este comentario basaré en dos fundamentales, aplicados a sensu contrario a como lo hace dicho tribunal. El primero de los argumentos es de carácter imperativo. Según el mandato constitucional (Art. 117.1 CE), los miembros del Poder Judicial están sometidos “al imperio de la ley”. Es evidente, y así lo entiende unánimemente la doctrina, que cuando el texto constitucional menciona la ley, en realidad se ha de entender que está sometido únicamente “al derecho”. Es decir, a todo tipo de normas, incluso las de rango inferior al de ley. En el caso que nos ocupa, el actual Arancel de procuradores fue aprobado por Real Decreto 1373/2003, de 7 de noviembre; por lo tanto, estamos ante una norma de carácter reglamentario a la que, como ha que­ 46 Procuradores • Nº 99 dado expuesto, están sometidos los integrantes del Poder Judicial, sin que quepa sino interpretarlo y aplicarlo, pero en ningún caso limitar los derechos de los procuradores establecidos normativamente en el Real Decreto antes citado. En segundo lugar, en contra de lo que se recoge en el auto que modera el Arancel del procurador, la aplicación del límite cuantitativo, prevista en el Art. 139.3 de la Ley de la Jurisdicción ContenciosoAdministrativa, siempre ha de ser apriorística y nunca a posteriori, porque la condena en costas forma parte de la sentencia, como parte del gravamen de la misma y, por ende, este debe ser recogido en la propia sentencia cuando se considere por el tribunal que el tra- bajo de abogado y procurador es “de modelo”; es decir, que ambos profesionales del Derecho se han limitado a plasmar en su escrito de oposición al recurso unos argumentos de formulario, sin ningún peso doctrinal específico y sin que aporten nada novedoso a la doctrina jurídica. Por el contrario, no podrán aplicar una limitación cuantitativa al amparo de este último precepto si previamente no se hubiera recogido esa previsión en la sentencia. Un tercer argumento añadido a los anteriores, por no haberlo tenido en cuenta el Tribunal Supremo, aunque no por ello menos importante: el carácter persuasivo que pretenden tener las mismas y la repercusión que la limitación de las costas tiene en la parte vence- El actual Arancel de procuradores fue aprobado por Real Decreto; por lo tanto, estamos ante una norma de carácter reglamentario a la que, como ha quedado expuesto, están sometidos los integrantes del Poder Judicial, sin que quepa sino interpretarlo y aplicarlo, pero en ningún caso limitar los derechos de los procuradores FIRMA INVITADA dora. En efecto, en los últimos años, incluso antes de ser incorporado el criterio subjetivo del vencimiento en nuestro derecho procesal, ya se argumentaba la conveniencia de utilizar la condena en costas como método de persuasión para evitar los pleitos innecesarios o dilatorios en el cumplimiento de las obligaciones. Con la tesis de atemperar o moderar el Arancel se rompe ese criterio mantenido de manera constante en los últimos años en todas las normas de carácter procesal. Pero, dentro de este mismo argumento, la consecuencia más dramática de la moderación del Arancel o la reducción gratuita de los honorarios repercute directamente en quien, sin haberlo provocado, se ve inmerso en un recurso innecesario e insostenible (en el caso en cuestión había ya otras sentencias desestimatorias en supuestos sustancialmente idénticos) y, al no poderse resarcir en su totalidad de los derechos que le corresponden a su ­procurador, tiene que satisfacerlos de su propio peculio, lo cual no es en modo alguno ni justo ni equitativo, salvo que se hubiera justificado a través del conveniente desarrollo normativo que hubiera evitado estos gravámenes de los vencedores, según recomendaba el Alto Tribunal. Por último, no creo que, al amparo del Real Decreto-Ley 5/2010, puedan reducirse los aranceles de un procurador con base en un criterio de moderación de los costes de un procedimiento, fundamentalmente porque la citada norma no introduce un criterio de proporcionalidad, sino que se limita a establecer una limitación para los “tramos más elevados” de los derechos arancelarios, pero no para su aplicación generalizada, según se recoge en el preámbulo del propio Real Decreto-Ley. De haber pretendido el legislador introducir la proporcionalidad para todos los derechos de los procura­ dores, así debería haberlo recogido en la propia disposición general. Mandamientos de devolución o de pago Por MANUEL MERELLES PÉREZ Procurador de Santiago de Compostela E l mandamiento de pago es el documento físico expedido por el secretario judicial conforme a una resolución judicial acordando el abono de una cantidad a favor del beneficiario con cargo a la cuenta de depósitos y consignaciones. Se presenta para su cobro efectivo en la oficina bancaria encargada de su gestión, que actualmente corresponde en exclusiva a Banesto. Si bien otras entidades no atenderán su pago, cuando en la localidad del órgano jurisdiccional ordenante no exista oficina de dicha entidad, podrá hacerse efectivo en aquella con la que Banesto tenga convenio establecido. Son muchas las cuestiones que se nos han planteado en relación al despacho de los mandamientos de pago, por lo que he tratado de abreviarlas y resumirlas en función de la cuestión planteada. MANDAMIENTOS DE PAGO A FAVOR DE MARCA COMERCIAL EXTINGUIDA En este supuesto, se presenta mandamiento a favor de una marca comer­ cial “X”. La entidad bancaria ­deniega el pago a su tenedor por falta de acreditación de la personalidad del bene­ ficiario. Al no tratarse de persona física ni jurídica con representación legal, la expedición del mandamiento no podrá expedirse a nombre de la marca comercial, ya que la resolución judicial que ordena el pago lo hará a la par- te “legitimada” para su cobro. Si el accionante carece de personalidad jurídica y por tanto de capacidad y legitimación, quien habrá sido parte en el procedimiento será el titular de esa marca como persona física y/o jurídica, por lo que será a nombre de este a cuyo favor se expida el mandamiento. Otra cosa será que el procedimiento del que trae causa dicho mandamiento haya sido entablado o intervenido por persona sin capacidad para actuar, que debiera ser, en su caso, analizada en el seno del procedimiento como una cuestión procesal o en su caso de fondo (v. Arts. 7-10 LEC). MANDAMIENTOS DE PAGO A FAVOR DE PERSONA FALLECIDA Si el beneficiario del mandamiento ha sido parte en el procedimiento, necesariamente habrá de haber operado la sucesión procesal regulada en el Art. 16 LEC y por tanto personado el sucesor en nombre del litigante difunto, por lo que el mandamiento debería estar expedido a nombre del sucesor. De ser este el caso, por imperativo del Art. 30.3º el procurador interviniente está obligado a poner el hecho en conocimiento del tribunal, acreditando en forma el fallecimiento y, si no pre­ sentare nuevo poder de los herederos o causahabientes del finado, se estará a lo dispuesto en el Art. 16. Procuradores • Nº 99 47 FIRMA INVITADA MANDAMIENTOS DE PAGO A FAVOR DE PERSONA RESIDENTE EN EL EXTRANJERO En este supuesto, dejando a un lado la teoría y centrándonos en la cuestión práctica que se nos plantea al residir el beneficiario fuera de España y de la UE, y ante la dificultad de este de hacer efectivo el mandamiento de pago, lo más recomendable es solicitar del secretario actuante el abono mediante transferencia a través de una cuenta titularidad del beneficiario, para lo que será imprescindible su número internacional de cuenta bancaria o IBAN. Otra posibilidad es la de la liquidación del mandamiento mediante el procurador interviniente siempre que esté facultado para ello y con las precisiones que en apartado distinto trataremos. MANDAMIENTOS DE PAGO EN DIVISA EXTRANJERA En este caso además de plantearse el supuesto de un beneficiario residente fuera de España y de la UE, concretamente en Estados Unidos, se nos pide solicitar un mandamiento de pago en dólares en lugar de la moneda europea (euro). En este caso, mediando una sentencia condenatoria de pago sin precisar la moneda, dado que en la propia demanda no se solicitaba la condena en dólares, el mandamiento se expedirá necesariamente en euros correspondiendo a su beneficiario su conversión y asunción del coste por el cambio de divisa. Cuestión distinta sería si la sentencia condenase al pago en dólares y cómo se consignase en la cuenta de consignaciones del juzgado ordenante la cantidad por la que posteriormente se expide el mandamiento de pago. DESPACHO DE MANDAMIENTOS DE PAGO POR EL PROCURADOR INTERVINIENTE Dentro de este capítulo son tantos y tan variados los supuestos que a diario se nos plantean en el despacho, que servirían para escribir libros. Desde el caso de procedimientos “dirigidos” por entidades aseguradoras a nombre del asegurado, que teniendo derecho al reintegro de la cantidad reconocida, se encuentran con la dificultad de cobrar el mandamiento por estar expedido a nombre del accionante, en este caso el asegurado; pasando por mandamientos que en numerosas ocasiones se nos solicita despachar para atender el pago de facturas, derechos y gastos ocasionados en el procedimiento, con la responsabilidad que ello conlleva; hasta mandamientos que se expiden a nombre del procurador interviniente en autos, para su posterior liquidación al cliente, cuando este es, por ejemplo, una comunidad hereditaria, que implica un reparto en función de cuotas. Sin entrar en detalle en la finalidad que se busca, pero que tendremos que tener muy presente para actuar con sujeción estricta a la legalidad y profesionalidad y siempre en interés de nuestro poderdante, todos estos supuestos tienen en común la intervención del procurador en la gestión, despacho y liquidación de un mandamiento de pago. DESPACHO DE MANDAMIENTOS DE PAGO POR EL PROCURADOR INTERVINIENTE EXPEDIDOS A SU NOMBRE La cuestión en este supuesto es sencilla en cuanto a su efectividad ante la oficina bancaria. La expedición del documento a nombre del procurador permite a este sin mayor complejidad convertir dicho documento en efectivo. Cuestión distinta será el destino, gestión, control y contabilidad del metálico resultante. Si partimos de la premisa irrenunciable de nuestra obligación en su gestión y custodia, ello invita a establecer que bajo ningún concepto deberíamos operar en efectivo, no solo ya por cuestiones de seguridad, sino también por cuestiones de gestión 48 Procuradores • Nº 99 y control para una posterior rendición de cuentas al cliente. Esto supone un estricto control de la contabilidad del despacho y la documentación que garantiza y acredita la gestión de capital ajeno a efectos de una eventual inspección fiscal, al objeto de acreditar que las cantidades operadas en cuenta no son patrimonio o rendimientos del despacho o del procurador interviniente. Mucho más estricta debe ser nuestra gestión si tenemos en cuenta la normativa de prevención del blanqueo de capitales derivada de la Ley 10/2010, de 28 de abril, de prevención del blanqueo de capitales y de la financiación del terrorismo (BOE 29/04/10). La Ley Orgánica 1/2009, de 3 de noviembre, complementaria de la Ley de reforma de la legislación procesal para la implantación de la nueva oficina judicial, por la que se modifica la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial, regula la constitución del depósito para interponer recursos ordinarios y extraordinarios, así como para instar la revisión y la rescisión de sentencias firmes a instancia del rebelde en distintos supuestos y circunstancias. Tendremos que tener muy en cuenta las nuevas reformas legales que se aveci­ nan sobre este particular, adelantadas por el actual ministro de Justicia, que sin lugar a dudas multiplicarán las cuantías y tasas, y por tanto, nuestra obligación de gestión. Esta obligación implica por un lado su constitución mediante consignación en la cuenta del juzgado con cargo a la provisión de fondos habilitada por el cliente. Cuando se estima total o parcialmente el recurso, la revisión o la rescisión de la resolución recurrida (en caso contrario, el recurrente pierde el depósito), implica la expedición del oportuno mandamiento de pago, generalmente expedido por los secretarios a nombre del que en su día lo constituyó, prácticamente siempre el propio procurador interviniente. En este caso, deberemos gestionar su devolución al cliente en cuyo nombre actuamos, bien mediante su reintegro efectivo, bien mediante anotación contable en el “haber” de la cuenta de provisión de fondos habilitada, que saldará la anotación en su “debe”, cuando aquel fue constituido. FIRMA INVITADA que habrá que estar a la hora de distribuir la cantidad globalmente percibida. MANDAMIENTOS DE PAGO POR EL PROCURADOR INTERVINIENTE EXPEDIDOS A NOMBRE DEL CLIENTE. LIQUIDACIÓN Y PAGO DE FACTURAS, DERECHOS Y GASTOS OCASIONADOS EN EL PROCEDIMIENTO DESPACHO DE MANDAMIENTOS DE PAGO POR EL PROCURADOR INTERVINIENTE EXPEDIDOS A SU NOMBRE. LIQUIDACIÓN/DISTRIBUCIÓN DE CUOTAS En aquellos supuestos en los que los mandamientos se expiden a nombre del procurador interviniente en autos, para su posterior liquidación al cliente, deberemos remitirnos a la sentencia dictada en autos y a los propios antecedentes del procedimiento. En muchas ocasiones, asuntos con una multitud de intervinientes bajo una sola representación (comunidades hereditarias o de propietarios, indemnizaciones en función de cuotas o proporción de intervención, etc.), implican sentencias que, a la hora de llevarse a la práctica en la concreción de la cantidad determi­ nada a percibir por cada beneficiario, suponen una ardua tarea para el juzgador o el secretario judicial, más si cabe cuando inter partes existen pactos o convenios extraprocesales que dificultan más aún la liquidación de las cuantías. En estas ocasiones, se acostumbra en la práctica a la expedición de un solo mandamiento a nombre del procurador o incluso a nombre de uno solo de los intervinientes, con su correspondiente obligación de liquidación a los demás. En estos casos, tras la gestión y liqui­ dación del mandamiento en cuestión, con las prevenciones que hemos visto anteriormente, queda proceder a su correspondiente reparto entre los intervi­ nientes. La cuestión resulta sencilla y meramente administrativa y contable cuando el letrado remite indicaciones precisas o asume directamente su gestión. Para aquellos casos en los que el letrado confía su gestión al procurador, este deberá atenerse estrictamente al contenido de la sentencia y a los antecedentes a los que aquella remita, en la mayoría de los casos informes periciales que, en no pocas ocasiones, es­ tablecen cuotas de participación a las En estos supuestos, se nos ha planteado en numerosas ocasiones la legalidad de que tras la realización efectiva del mandamiento, el procurador interviniente pueda proceder al pago con cargo a esas cantidades de facturas de terceros, gastos o incluso las propias minutas del abogado y procurador del beneficiario. La primera cuestión que se plantea es si el procurador puede hacer efectivo el mandamiento. A esta cuestión ha de responderse que habrá que estar al contenido de las facultades otorgadas en el poder acreditativo de la representación conferida. a. Generalmente, la mayor parte de los poderes notariales contienen una exhaustiva enumeración de las facultades otorgadas mediante dicho apoderamiento, entre las que habitualmente se encuentra expresamente la de percibir o incluso cobrar en nombre del cliente mandamientos de pago expedidos a nombre de aquel. b. Más controversia se suscita en aquellos poderes notariales que no contienen facultades expresas al respecto, así como los apoderamientos apud acta realizados ante el fedatario judicial. Si bien al primer supuesto hemos de responder afirmativa­ mente, en relación al segundo mi opinión, a buen seguro discutible, es que dichos apoderamientos per se, ya sea este apud acta o sea notarial sin facultad especial o expresa, no nos permiten la realización del mandamiento, por entender que ello supone un acto de disposición, ajeno al ámbito procesal o procedimental y judicial para el que el poder ha sido otorgado, y a mayor abundamiento, toda vez que siendo los mandamientos de devolución títulos valores, con una naturaleza jurídica similar al cheque, la única persona legitimada para cobrar el dinero que se ordena pagar por el juzgado a la entidad bancaria es aquella que se determina en el mandamiento. No existe ninguna norma en nuestro ordenamiento jurídico, incluido el Estatuto de la Abogacía y la Procura, que legitime a procuradores y abogados a cobrar los mandamientos nominativos emitidos por los órganos judiciales. Ni debieran las entidades bancarias hacer esos pagos a la vista de un simple poder para pleitos. En la práctica, cuando el mandamiento se presenta al cobro en la entidad bancaria, es esta la que a través de su central de bastanteos interpreta el documento y decide si este es suficiente y bastante para su efectividad. La segunda cuestión, más importante si cabe por la respon­ sabilidad que de ella pudiera derivarse, es el destino que el procurador ha de darle al efectivo resultante. Y aquí sí que la cuestión no es interpretable, debiendo concluirse que estas cantidades, obtenidas en nombre del cliente, habrán de ser entregadas íntegramente a aquel, sin que pueda considerarse lícita su retención a cuenta de cantidades debidas o incluso al pago de gastos o facturas de las que aquel fuese obligado, para cuya finalidad es precisamente la provisión de fondos habilitada al efecto, o en su caso, los procedimientos especiales de jura de cuentas y habilitación de provisión de fondos (Arts. 35 y 29 LEC respectivamente). Tan solo podremos proceder de tal manera cuando tengamos instrucciones expresas y escritas del cliente para tal fin, y sin perjuicio de nuestra obligación, y por supuesto responsabilidad, de la rendición de cuentas. Procuradores • Nº 99 49