Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Defensa del consumidor Guía de estudio Profesora titular: Prof. Elena Crivellari Lamarque INTRODUCCIÓN El presente fascículo de la materia “Defensa del Consumidor”, contiene las nociones sobre los tópicos correspondientes a las diez unidades de la materia con opiniones doctrinarias de distintos autores, y una compilación de jurisprudencia referente a cada unidad. En forma alguna este fascículo –guía de estudios– reemplaza el uso de los dos instrumentos básicos; la lectura de la bibliografía (consignada en el programa, para cada unidad) y el conocimiento de las normas legales, tanto las específicas (Constitución Nacional, Leyes nacionales y de la CABA de Lealtad Comercial y Defensa del Consumidor, Decretos y Resoluciones complementarias) y los artículos del Código Civil y del Código de Comercio señalados en el programa. Asimismo, resulta deseable la obtención por parte de los alumnos, de jurisprudencia –administrativa y judicial– distinta de la citada en el fascículo, que de todos modos, sirve de guía para orientar la obtención de la misma. Cabe señalar que el presente fascículo no adelanta opinión jurídica sobre los temas tratados, sea sobre la normativa existente como de la que pudiera dictarse en el futuro, limitándose la exposición de cada uno de los temas que integran el Programa. No es en forma alguna un texto, es una Guía de Estudio que incluye conceptos jurídicos básicos, atento que va dirigido no sólo a alumnos de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales o de Ciencias Económicas, todos los cuales han cursado en mayor o menor medida materias jurídicas, sino también a alumnos de la Facultad de Ingeniería, la de Ciencias Agrarias y la de Ciencias Exactas y de la Salud, los cuales no han estudiado temáticas legales en sus carreras. Por último cabe hacer mención al Proyecto de Reformas de los Códigos Civil y Comercial que fuera remitido por el Poder Ejecutivo al Congreso Nacional, donde se encuentra a estudio. Es por ello que, en prieta síntesis, se han señalado en un Apéndice los tópicos que podrían ser objeto de futura modificación, en caso de aprobarse el citado cuerpo normativo. Prof. Titular Elena Crivellari Lamarque Cátedra: “Defensa del Consumidor” 1 2 DEFENSA DEL CONSUMIDOR UNIDAD 1 El “derecho de los consumidores” tiene su raíz en el desenvolvimiento y variación del sistema contractualista. Se ha hablado por lo tanto de crisis de la noción tradicional del contrato como equiparado a la ley (como el C.C. francés y el C .C.. de Vélez Sarfield). La evolución económica agudizó las desigualdades entre los sujetos de los contratos celebrados por consumidores y los proveedores de bienes y servicios. Cuantitativamente se incrementó el número de contrataciones, pero cualitativamente se desvirtuó el contrato de libre formulación en relación con los consumidores, pues prácticamente todos los contratos de consumo son contratos de adhesión o prerredactados. En los mencionados contratos difiere la forma de llegar al consentimiento (acuerdo de voluntades) pues una de las partes fija las cláusulas o condiciones del contrato cuya celebración se propone, y quienes quieran participar del mismo no tienen otra alternativa que aceptarlo sin posibilidad de discutir su contenido. En tales contratos deben destacarse, como características básicas, la simplificación del acuerdo, pues ya está redactado por el predisponente, y la desigualdad de las partes, fundamentalmente desigualdad de información sobre el producto o servicio. El contrato por adhesión va a requerir regulación del Estado cuando se está frente a un monopolio de hecho o de derecho o a una actividad que constituya un servicio público, y a los prerredactados, si bien no se encuentran regulados, le es aplicable toda la formativa dirigida a impedir el abuso del predisponente respecto de la otra parte. El derecho positivo argentino contenía –antes de 1994, año de la reforma constitucional– distintas normas para evitar abusos de una parte sobre la otra. Las encontramos en el Cód. Civil de Vélez Sarfield de 1871, en leyes especiales y luego en forma más acentuada, en la ley de reformas del Cód. Civil de 1968 (ley 17711). Pero los antecedentes inmediatos a la recepción constitucional del derecho del consumidor, los encontramos fundamentalmente en la ley de lealtad comercial y en la ley de defensa del consumidor dictada en 1993. La mencionada recepción constitucional, de la reforma constitucional de 1994, se plasma en el art. 42 –como norma específica– y el art. 43 sobre acción de amparo. Constitución Nacional Con referencia a los derechos del consumidor en la reforma constitucional, se ha dicho: “El Constituyente de 1994 ha incorporado estos derechos a nuestra Carta Magna, llevándolos a su más alta consideración, en consonancia con la corriente que se venía dando dentro del constitucionalismo provincial y en el derecho extranjero. Sobre este punto nos expediremos más adelante, en cuanto a las consecuencias del reconocimiento expreso y las particularidades en cuanto a la legitimación activa para la defensa judicial de los derechos del consumidor y defensa de la competencia. Lo que queda expresamente plasmado es la trascendencia que ha tenido para el constituyente y para la ciencia jurídica la elevación a rango constitucional de estos 3 derechos con su correlato de beneficios y garantías para la población en general.” (Tambussi, Carlos E., “El Consumo como Derecho Humano”, págs. 53 Ed. Universidad, 1º Ed., Buenos Aires 2009) El nuevo art. 42 reza “Los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos; a una información adecuada y veraz; a la libertad de elección, y a condiciones de trato equitativo y digno. Las autoridades proveerán a la protección de esos derechos, a la educación para el consumo, a la defensa de la competencia contra toda forma de distorsión de los mercados, al control de los monopolios naturales y legales, al de la calidad y eficiencia de los servicios públicos; y a la constitución de asociaciones de consumidores y usuarios. La legislación establecerá procedimientos eficaces para la prevención y solución de conflictos y los marcos regulatorios de los servicios públicos de competencia nacional previendo la necesaria participación de las asociaciones de consumidores y usuarios y de las provincias interesadas, en los organismos de control.” Con respecto al primer párrafo Alberto Natale comenta que la norma“a) distingue entre consumidores de bienes y usuarios de servicio; b)aclara que se refiere a los derechos emergentes de la relación de consumo, excluyendo a cualquier otro que pudiera haber entre las partes; c) la protección de la salud y seguridad son obligaciones inherentes al poder de policía del Estado d) la información adecuada y veraz implica sancionar toda publicidad que lleve al engaño del consumidor; e) la libertad de elección, y f) el trato equitativo y digno, son consecuencia de la libertad de comercio que el artículo trata de resguardar asegurando la igualdad entre quienes se supone que hay desigualdad de posiciones ante el negocio jurídico” (Comentarios sobre la Constitución- La Reforma de 1994-, Pág. 59, Alberto Natale Ediciones Depalma, Buenos Aires 1995). Farina observa que, “la norma constitucional se basa en el reconocimiento del aspecto social del moderno contrato de masa, cuyos principales destinatarios son los consumidores y usuarios. He aquí pues, la filosofía que inspira al “derecho del consumidor y usuario y a la normativa de ese artículo, pues allí donde se intensifique la función social del contrato, su finalidad será principalmente la tutela de la parte débil en esa relación.” Relación de consumo: Dice Farina: “El art. 42 de la Const. Nacional se refiere a los derechos de los consumidores y usuarios “en relación de consumo”. Entendemos que es lo correcto, pues la tutela no va dirigida a un sector de la población sino a toda persona que se halle en ese supuesto. Dignidad del consumidor: El art. 42 de la Const. Nacional dispone que todo consumidor o usuario ha de ser objeto de “trato equitativo y digno”, entendiendo que la norma se refiere “al honor, respeto o consideración que se debe a la persona. La dignidad humana es un principio elemental. El honor y la dignidad corresponden a toda persona, como derechos inalienables, innatos e inseparables de ella y no se pierden ni por el pecado ni por el delito. Prosigue el autor, “…cualesquiera sean las disposiciones legales que afecten a los consumidores, habrán de ser interpretadas en la forma que más favorezca a éstos…” (Juan M. Farina, “Defensa del Consumidor y usuario”, págs.. 5 a 8, E. Astrea, Bs. As., 4 1995”.) Por su parte, Gelli comenta “Al tratar la cuestión en el art. 42, la Constitución Nacional comienza declarando los derechos de usuarios y consumidores en la relación de consumo. Es éste el primer borde dispuesto en la Constitución a la amplitud de los derechos reconocidos.” “Dado que cuando una norma otorga derechos a una persona recorta, en la misma medida, las facultades de otra, la protección constitucional de consumidores y usuarios, deber ser compatible con los demás derechos declarados y con los principios y valores de la Constitución. Con relación a los derechos que comprende la protección de usuarios y consumidores, Gelli entiende, que “la reforma se propone el logro de tres propósitos. En el art. 42 establece la protección del consumidor, las garantías a los competidores (productores y oferentes de bienes y servicios) y la transparencia del mercado. Este último objetivo, es, claro, tanto en beneficio de los usuarios y consumidores como de los competidores, obteniendo unos mejores precios y servicios, la posibilidad de elección y el derecho a variar de elección y alcanzando, los otros, una porción del mercado en competencia leal. La defensa del consumidor, prosigue Gelli, se abre en dos campos: el de los derechos patrimoniales (la seguridad de no sufrir daño; los intereses económicos; la libertad de elección; el trato equitativo y digno; la mayor protección cuando en la relación de consumo se constituya en la parte más débil) y el de los derechos personales (la protección de la salud y la seguridad de no sufrir menoscabo en aquella o en la vida. Por otra, el derecho a una información adecuada y veraz resguarda (como la seguridad) tanto los derechos patrimoniales como los personales, a la vida y a la salud.” (Gelli, María Angélica “Constitución de la Nación Argentina, comentada y concordada” 3º Ed. Pág. 460 a 462, La Ley-Buenos Aires, 2006,) Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires La Constitución de la Ciudad de Buenos Aires incorporó la defensa del consumidor a su Constitución. Artículo 46: La Ciudad garantiza la defensa de los consumidores y usuarios de bienes y servicios, en su relación de consumo, contra la distorsión de los mercados y el control de los monopolios que los afecten. Protege la salud, la seguridad y el patrocinio de los consumidores y usuarios, asegurándoles trato equitativo, libertad de elección y el acceso a la información transparente, adecuada, veraz y oportuna, y sanciona los mensajes publicitarios que distorsionen su voluntad de compra mediante técnicas que la ley determine como inadecuadas. Debe dictar una ley que regule la propaganda que pueda inducir a conductas adictivas o perjudiciales o promover la automedicación. Ejerce poder de policía en materia de consumo de todos los bienes y servicios comercializados en la Ciudad, en especial en seguridad alimentaria y de medicamentos. El Ente Único Regulador de los Servicios Públicos promueve mecanismos de participación de usuarios y consumidores de servicios públicos de acuerdo a lo que 5 reglamente la ley. López Alfonsín, al comentar este artículo, afirma que su texto es prácticamente igual a la norma contenida en el art. 42 de la Constitución Nacional, pero es novedosa la remisión que se hace al legislador para el dictado de una ley que regule la publicidad inductiva de conductas perjudiciales o que promueva la automedicación. Asimismo, se establece que la ciudad ejerce el poder de policía en materia de consumo de bienes y servicios comercializados dentro de su jurisdicción, especialmente lo referente a alimentos y medicamentos (Cit. López Alfonsín, Marcelo: Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, Ed. Estudio, Buenos Aires, 2000)” ACCIÓN DE AMPARO La acción de amparo es una acción expedita para evitar en forma inmediata los efectos de hechos o normas que causen un perjuicio real y actual en el afectado, y que no puedan ser eficazmente tramitadas por los procedimientos previstos en las leyes procedimentales. El art. 43 CN reformado por la Convención Constituyente de 1994 ha previsto la acción de amparo contra actos del Estado o de los particulares, que lesione derechos o garantías constitucionales, mencionando expresamente en su 2º párrafo, a los derechos del consumidor. En lo que concierne al derecho de los consumidores y usuarios derivados de la relación de consumo, el art. 43 de Const. Nacional dispone en los párrs. 1º y 2º: “Toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no exista otro medio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades públicas o de particulares, que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidas por esta Constitución, un tratado o una ley. En el caso, el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se funde el acto u omisión lesiva. Podrán interponer esta acción contra cualquier forma de discriminación y en lo relativo a los derechos que protegen el ambiente, a la competencia, al usuario y al consumidor, así afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines, registradas conforme a la ley, la que determinará los requisitos y formas de su organización”. “En el art. 43 de la Const. Nacional otorga expresa base constitucional a la acción de amparo como medida expedita y rápida (“siempre que no exista otro medio judicial más idóneo” dice la norma; difícilmente la haya decimos nosotros) contra todo acto u omisión de la autoridad pública o de sujetos privados, que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace derechos y garantías reconocidos por esta Constitución, o contra cualquier forma de discriminación en lo relativo a los derechos que protegen al usuario y al consumidor. El art. 42 de Const. Nacional, a su vez, dispone que las autoridades deben proveer a la protección de la salud, a la seguridad y a la tutela de los intereses económicos de consumidores y usuarios, así como a la calidad y eficiencia de los servicios públicos, sean éstos prestados directamente por el Estado o por concesionarios privados.” (Farina, Juan M. – Op.cit.–) pág. 8 y 9. 6 Gelli explica “ El amparo, de antigua tradición en nuestro país, fue incorporado de modo expreso a la Constitución Nacional en la reforma de 1994, junto con el hábeas corpus y el denominado hábeas data- en realidad un amparo especial- en una de las disposiciones nuevas. En sus orígenes, la acción de amparo tuvo por principal efecto acelerar el dictado de las decisiones judiciales enderezadas a proteger a quienes sufrían una manifiesta violación de sus derechos constitucionales, en ausencia de remedios procesales adecuados para reparar aquélla lesión. Como se advierte, la discusión acerca de la naturaleza del amparo –acción subsidiaria de remedios administrativos o judiciales menos idóneos o acción supletoria y de excepción ante la inexistencia de aquellas tutelas- comenzó temprano en la República Argentina, con el nacimiento mismo de la garantía. Más tarde, la ley 16.986 resolvió la cuestión exigiendo, como requisito de admisibilidad del amparo, la inexistencia de recursos o remedios judiciales o administrativos que permitieran obtener la protección del derecho o garantía constitucional lesionada (art. 2 inc. a). Interpretando esta disposición, la Corte Suprema sentó el principio de inadmisibilidad de la acción de amparo no sólo por la existencia de remedios administrativos, sino ante la falta de agotamiento de esa instancia. No obstante, el mismo Tribunal admitió excepciones a la regla enunciada, en caso de que los remedios administrativos se revelaban ineficaces para tutela los derechos. El primer parágrafo del art. 43 de la Constitución Nacional comienza diciendo que toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no exista otro remedio judicial más idóneo. A partir de la norma constitucional iluminada por los antecedentes registrados en los debates, puede concluirse en que a) la admisibilidad del amparo no exige la existencia ni agotamiento de las vías administrativas; b) la existencia de medios judiciales descarta, en principio, la acción de amparo; c) el principio cedería cuando la existencia y empleo de los remedios judiciales impliquen demoras o ineficacias que neutralicen la garantía. Amparo individual: “La constitución argentina ha incorporado dos tipos de amparo, cuyo impulso corresponde a diferentes categorías de sujetos legitimados. En el primer párrafo, el art. 43 regula el amparo individual, personal o clásico, de larga tradición en el país. La norma dispone que 2toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no exista otro medio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades públicas o de particulares. En consecuencia, toda persona, habitante o no, podrá interponer acción individual de amparo- en las condiciones del art. 43, 1º parte, de la Constitución argentina- ante la lesión de sus derechos subjetivos alegando un daño concreto.” Amparo colectivo: “La reforma de 1994 incorporó a la Constitución el amparo colectivo señalando, al mismo tiempo, los sujetos legitimados para accionar. En efecto, el segundo parágrafo del art., 43 dispuso que “podrán interponer esta acción contra cualquier forma de discriminación y en lo relativo a los derechos que protegen el ambiente, a la competencia, al usuario y al consumidor, así como a los derechos de 7 incidencia colectiva en general, el afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines, registradas conforme a la ley, la que determinará los requisitos y formas de su organización.” A partir de la reforma, el legislador constitucional ha creado la categoría de derecho de incidencia colectiva en general. Ahora bien, lo ha hecho en la disposición que trata el amparo y en el parágrafo en el cual legitima, para accionar, a tres sujetos en particular; el afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones de defensa de aquellos fines.” (Gelli, María A. – Op.cit.– pág. 478/480, 484 y 489/490) Derechos tutelados. Sagües comenta que “el nuevo art.43 de la Constitución ha ampliado el alcance del amparo, al cubrir bajo su tutela los derechos y garantías emergentes de la Constitución, un tratado o una ley” y que “el criterio mayoritario, expuesto en este caso por el convencional Quiroga Lavié, sostuvo que “cualquiera sea la fuente del derecho, merece tutela constitucional” (“Diario de Sesiones”, p. 4252 y 4253). Sostiene el autor que, el promotor del amparo debe cubrir, cuando lo interpone, un presupuesto de admisibilidad; demostrar, siquiera prima facie, que no tiene otros procedimientos útiles para proteger su derecho constitucional (CN Civ. Sala C, “Villegas”, LL, 1986-E-176).” Prosiguiendo, Sagües nos dice “El nuevo art. 43 ha abierto el abanico de posibilidades para intentar el amparo, en estas cinco materias: a) casos de discriminación; b) tutela del ambiente; c) protección de la libre competencia; d) derechos del usuario y del consumidor, y e) todo “derecho de incidencia colectiva” (llamados generalmente “derechos colectivos”, o de “intereses difusos”). Para estos supuestos, además del afectado, se habilita al defensor del pueblo y a asociaciones que propendan a tales fines, “registradas conforme a la ley, la que determinará los requisitos y formas de su organización” (Sagües, Néstor Pedro, “Elementos de Derecho Constitucional” – T I, Editorial Astrea, 3ª Edición 1999, Buenos Aires, Págs. 301 a 303 y 306). La conducta cuestionable por el amparo. Sagües comenta: “El art. 1º de la ley 16986 declara admisible la acción de amparo “contra todo acto u omisión de (la) autoridad pública. La expresión normativa sigue aquí a la ley 7166 de Buenos Aires, que programaba el amparo “contra todo acto u omisión de órganos o agentes de la Administración pública”, y, más aún, el anteproyecto del III Congreso de Abogados de la Provincia de Buenos Aires (Azul, 1961, que en su art. 1º planteó al instituto contra todo acto u omisión de autoridad” En concreto, la ley torna viable el cuestionamiento de “todo acto u omisión”, de autoridad pública. El amparo contra los actos del Estado: Sagües cita a Bidart Campos y Lazarini quienes coinciden en la amplísima acepción que debe darse al vocablo “acto” del art. 1º de la ley 16.986. Esa palabra alude, tanto a hechos, actos, acciones, decisiones, como órdenes, negocios jurídicos u omisiones de la autoridad pública. Cualquier conducta de autoridad, por tanto, puede caer dentro del ámbito del amparo argentino: el adjetivo “todo”, previo a la voz “acto”, obliga a considerar incluida en esta acción a la 8 totalidad del comportamiento estatal. En múltiples supuestos, las normas imponen a los funcionarios estatales una conducta negativa, es decir una omisión (p.ej., a tenor del art. 19, Const. Nacional, no deben inmiscuirse en las acciones privadas de los hombres). En otros por el contrario, existe el deber de actuar, dentro de los plazos y las formas del caso. Ese deber también aparece -como obligación de pronunciarse- ante el derecho de peticionar a las autoridades (art. 14. Const. Nacional). En otras palabras, el órgano estatal requerido no debe permanecer inerte, tendrá que decirse, en un sentido u otro. Ahora bien, cuando el órgano estatal no ejecuta el acto que legalmente debe cumplimentar, o cuando no emite decisión en el plazo en que debe hacerlo, sin que la ley califique a esa inactividad como admisión o rechazo de lo peticionado, tales omisiones pueden ocasionar lesiones subsanables por vía del amparo, siempre que se den los demás requisitos de esta acción p.ej. no es viable el amparo si la mora administrativa puede encontrar reparación adecuada por otra vía procesal. Si se trata de un acto concreto cuya comisión no se ha efectivizado, la sentencia de amparo deberá contener “la determinación precisa de la conducta a cumplir, con las especificaciones necesarias para su debida ejecución”, y “el plazo para el cumplimiento de lo resuelto” (art. 12, incs. b y c ley 16.986). Si se trata de una decisión que autoridad pública no pronunció oportunamente, debe indicarse, el plazo para que el ente requerido se decida. La doctrina argentina insistió en la vigencia del amparo contra actos de particulares, y pese a la ley 16.986. En los medios tribunalicios, el sistema consagrado por la ley 16.986 no terminó las discusiones en torno a la viabilidad del amparo para cuestionar actos de particulares. El art. 1º de la ley 16.986 debe entenderse en sentido amplio, comprensivo de cualquier agente, auxiliar, empleado, funcionario, magistrado o gobernante público actuando en condición de tal. Por un lado, esto evitaría conflictos doctrinarios y tribunalicios acerca de la naturaleza de algunas entidades o actos emanados de ciertos entes estatales. Además, aun desempeñándose en el ámbito del derecho privado, no por eso la dependencia estatal deja de ser lato sensu “autoridad pública” (no privada), y de operar a menudo en condiciones superiores a las de un particular común.(Sagües, Néstor P. “Derecho Procesal Constitucional págs.63, 71,73, 74, 75, 88,93, Edit. Astrea, Buenos Aires.) El amparo contra los actos de los particulares: “La Corte Admitió su procedencia en caso “Kot” (1958), donde la afectación de los derechos constitucionales provenía de actos particulares. La ley de amparo 16.986 no los comprendió, pero el art. 321, inc. 1, de la ley 17.454 (Código Procesal Civil y Comercial de la Nación) lo incorporó, volviendo al criterio originario de la Corte en el célebre leading case mencionado. Las constituciones y leyes provinciales también lo comprenden”. (Natale, Alberto, Op.cit.– pág. 63). 9 JURISPRUDENCIA UNIDAD 1 “Es procedente la acción de amparo incoada por la afiliada a una obra social que padece prognatismo mandibular con retrusión maxilar, a fin de que su agente de salud le brinde cobertura total de la cirugía bimaxilar que necesita para tratar su dolencia, en tanto de los antecedentes médicos aportados surge evidente la necesidad de la intervención quirúrgica, la cual trata de subsanar severos trastornos masticatorios, fonéticos y psicosociales”. (JInstruc. Formal la Nom., Salta, 2011/07/22. - Claudia Lorena c. Galeno Argentina S.A s/Acción de Amparo) LLNOA, 2011, Agosto, 779. “El requisito del peligro o inminencia de causarse daños de imposible reparación ulterior, no se verifican en el marco de la acción de amparo intentada a fin de que se declare ilegal la resolución del ente regulador del servicio de agua potable de la Provincia de Jujuy que aprobó el aumento tarifarlo propuesto por la empresa prestadora de tal servicio, toda vez que existe una prohibición legal y consecuente imposibilidad de suspender o disminuir el servicio por falta de pago, por lo que resulta improcedente la vía intentada”. (TContencioso administrativo, Jujuy, 2011/05/10. Codelco – Proconsumer c. Superintendencia de Servicios Públicos y otras Concesiones - SUSEPU – Estado Provincial) LLNOA, 2011-Octubre, 1010. 10 UNIDAD 2 CONTRATO Garrido y Zago definen el contrato como “un acto jurídico bilateral, destinado a reglar los derechos de las partes en el ámbito patrimonial”. Por su parte, el art. 1137 del Código Civil argentino establece “hay contrato cuando varias personas se ponen de acuerdo sobre una declaración de voluntad común destinada a reglar sus derechos”. Siguiendo a Videla Escalada, (Visión general del contrato, en “Contratos”, Cátedra de Derecho Civil del Dr. Federico N. Videla Escalada, Buenos Aires, pág. 22) “existe una base uniforme mínima que ubica al contrato, en el cuadro de las instituciones del derecho, como acto jurídico bilateral, patrimonial y creador de derechos creditorios”. (Garrido-Zago “Contratos Civiles y Comerciales, Tomo I Parte general- Ed. Universidad, Buenos Aires 1995, p. 32, 33, 36) La autonomía de la Voluntad, la fuerza obligatoria y el efecto relativo en la realidad de nuestro tiempo El contrato, a partir de la sanción del Cód. Civil francés de fines del siglo XVIII, tuvo su etapa de mayor relevancia hasta mediados del siglo pasado. La norma del Cód. Civil francés que preceptúa que las convenciones hechas en los contratos son la ley para las partes, fuente del art. 1197 del Código Civil Argentino vigente, llevó a su máxima expresión el principio de la autonomía de la voluntad y sus consecuencias. Si bien el codificador, Dr. Dalmacio Vélez Sarfield, previó limitaciones a la misma, como el objeto ilícito que lleva a la nulidad de los contratos o algunos vicios de la voluntad jurídica (como el error, el dolo y la violencia) que llevan también a la invalidez de lo pactado, fue en principio la jurisprudencia y luego algunas normas aisladas y la importante reforma de 1968 (ley 17711) las que abrieron el camino para una nueva y más moderna concepción del contrato, donde se faculta al juez para dejar sin efecto los contratos cuyas cláusulas o cuyo desenvolvimiento que vulneren la buena fe de las partes. Así, se abrieron camino figuras como la lesión, la imprevisión y el abuso del derecho. Garrido y Zago sostienen que “es evidente que el contrato fue estructurado por Vélez Sarsfield partiendo de un presupuesto esencialmente individualista, en el cual el respeto a la autonomía de los contratantes determinaba que sus acuerdos prestados sin ninguno de los vicios que pudieran anular su voluntad haría nacer una ley privada que de allí en más regiría totalmente sus relaciones respecto del contrato de que se tratare. Es necesario reconocer que este enfoque en el codificador debe ser valorado retrospectivamente, es decir que debe ser considerado con relación a la época en que se escribe nuestro Código Civil. Es necesario, pues, admitir que dentro de nuestra legislación positiva fue la ley 17711 la que introdujo instituciones que ya se habían abierto camino en la doctrina y la legislación comparada. Ello ha motivado que debamos admitir que actualmente el texto de los arts. 954, 1071 y 1198 ha debilitado el principio clásico de la autonomía de 11 la voluntad y hay varios supuestos en que la lesión, la imprevisión o el abuso del derecho, acreditados por quien resulta perjudicado hagan caer lo convenido en el contrato. (Garrido-Zago – Op.cit. – Parte General , T I pág. 476 y 477). PRERREDACCION Garrido y Zago, sostienen que el maquinismo modificó el alcance y la estructura de la sociedad y por lo tanto considera necesario reconocer la influencia de este cambio en relación a la figura del contrato ya que “ el consentimiento, uno de los llamados elementos esenciales o estructurales inherentes a la existencia del acuerdo, se presta en forma diferente al previsto y reconocido por los códigos, que siguiendo el francés puntualizaron el reconocimiento a outrance de la autonomía de la voluntad como base legítima para crear la ley que dentro del derecho privado de las partes iba a regular sus relaciones patrimoniales convenidas libremente. Es evidente, prosiguen los autores, que “el nacimiento de las condiciones generales de los contratos se debe a las exigencias que la moderna economía demanda a la dogmática del contrato…”. Por ello, es muy frecuente que sea una de las partes la que estipula las cláusulas del mismo, si bien pueden modificarse en el momento de la celebración. CONTRATOS POR ADHESION Para definir este tipo de contratos, Garrido-Zago citan a Vallespinos (El contrato por adhesión a condiciones generales, Ed. Universidad, Buenos Aires, 1984, pág.237) “contrato por adhesión es aquél en el cual el contenido contractual ha sido determinado con prelación, por uno solo de los contratantes al que se deberá adherir el co-contratante que desee formalizar una relación jurídica obligatoria.” Las características específicas de este tipo de contratos, según Garrido y Zago “pueden ser notas distintivas: a) simplificación del acuerdo; b) desigualdad de las partes; c) papel del Estado; d) promesa pública, firme e irrevocable, y e) predominio del interés general (Lafaille, Tratado de Derecho Civil, t VIII, Contratos, vol. I, Buenos Aires, 1953, nº 122). a) La simplificación del acuerdo, que hace que el aceptante no pueda diferir o modificar la propuesta ya prerredactada a la que debe adherirse, motiva una notoria economía de tiempo, que está también asegurada por la irrevocabilidad de la oferta, que por su parte impide al proponente modificarla o retractarse. b) La desigualdad de las partes consiste en que una de ellas ha tenido el privilegio de determinar las condiciones en que debe ser aceptada la propuesta, y es la que origina los mayores problemas en el análisis de esta categoría por haber facilitado los posibles abusos en perjuicio del contratante más débil. c) El papel del Estado está dirigido a evitar los posibles abusos en perjuicio del contratante más débil. El Estado puede tomar intervención en esta clase de contratos por intermedio de los tres poderes que lo componen: el Legislativo, por la sanción de leyes que establezcan las condiciones generales a que deben ajustarse estos actos en general o determinadas hipótesis en particular; el Ejecutivo, por la pertinente vía de reglamentación, que posibilita el control sobre las cláusulas establecidas por los oferentes o proponentes, y finalmente, el Judicial, que en la interpretación y 12 valorización de cada uno de los casos específicos que lleguen a dirimirse ante él puede corregir el contrato o llegar hasta su anulación si apareciese viciada la voluntad del aceptante. d) La promesa pública, firme e irrevocable tiene estado público desde el momento que se emite y no puede luego ser modificada por el oferente, quien también queda sujeto y atado al cumplimiento de las condiciones generales que ha cristalizado en la formulación de la oferta. e) El predominio del interés general está dado por la simplificación del sistema que permite contrataciones acordes con la realidad fáctica producida como lógica consecuencia del desarrollo tecnológico de la sociedad. Sintetizan los autores “En consecuencia en el acuerdo de partes existen dos posiciones claras y bien diferenciadas; por un lado, la expresión de una de las voluntades mediante condiciones generales predispuestas, y en el otro, una voluntad que se manifiesta por la adhesión a esas condiciones generales. Pero, estos dos elementos que son tipificantes del contrato por adhesión resultan necesarios y distintos, separables y pertenecientes a dos voluntades diferentes, que atañen a la existencia de dos partes con intereses contrapuestos, conforme lo requiere el art. 1137 del Cód. Civil para que se pueda hablar de contrato. Una moderna denominación permite hablar de estipulante en lugar de oferente, y de adherente en lugar de aceptante. (Garrido-Zago –Op.cit.– Tomo I Parte general” – p. 488 a 493). Contrato con cláusulas predispuestas: su naturaleza contractual El contrato predispuesto no pierde su naturaleza jurídica de contrato. Sitglitz y Stiglitz citan a Halperín quien opina que, son normas que por su letra o naturaleza son total o parcialmente inmodificables, aquéllas “redactadas imperativamente, o que sólo autorizan su modificación parcial, o que por la función en el cuadro jurídico del contrato no pueden variarse sin alterar el equilibrio de las partes, buscado con la reglamentación legal” (Halperín, Isaac “Seguros”, Tº. 1, núm. 53, p. 12 Ed. Depalma, Buenos Aires 1983). La norma imperativa asume condición de límite inherente a la autonomía de la voluntad. Continuan Sitglitz y Stiglitz afirmando que “…Cuando nos hallamos frente a una norma imperativa,… la metodología que proponemos es acudir a criterios de interpretación basados en el elemento gramatical y cuando la interpretación filológica no nos auxilie, apelar al elemento lógico, en cuanto a través del mismo se intenta investigar los móviles o la ratio legis que impulsaron al legislador a sancionar el dispositivo legal… la mayor o menor libertad con que se preste el consentimiento, podrá motivar un régimen especial de protección, o una más amplia interpretación y aplicación de las reglas de los contratos, pero no justifica el derrumbe de la estructura del ordenamiento jurídico que implica negar esencia contractual a una relación que lo único que tiene de peculiar es un mecanismo distinto –impuesto por la masificación social- de formación de la oferta. La naturaleza contractual de las condiciones generales no se conmueve, por la circunstancia de resultar aprobadas por la autoridad administrativa de control, en ciertas hipótesis en que existe un interés público comprometido en la actuación de la empresa predisponente”. 13 “Solo a partir de la calificación de las condiciones generales como un derecho contractual, puede esperarse hoy, toda la gama de respuesta que de lege data, únicamente el régimen de los contratos puede brindar al consumidor, a través de las grandes llaves de la protección de nuestro derecho positivo; la buena fe, regla moral, abuso del derecho, lesión, imprevisión, etc. Instituciones éstas, que tanto han aportado ya a la justicia contractual, y que tanto pueden ofrecer todavía (precisamente porque son válvulas abiertas)” (Stiglitz Rubén y Stglitz Gabriel, “Contratos con Clausulas predispuestas: su naturaleza contractual” LL, págs. 14, 16, 17; 19; 21; 22; y 23, t. 1988-E) El Contrato y el Derecho del Consumidor Claudia Brizzio se refiere al derecho del consumidor en los siguientes términos: “El derecho del consumidor es el ordenamiento jurídico de las necesidades de bienes y servicios, y del modo de satisfacerlas en un mercado caracterizado por la escasez. (Mosset-Iturraspe- “Introducción al Derecho del consumidor”, en Revista derecho Privado y comunitario, t. 5 p. 9 Ed. Rubinzal-Culzoni) Es un sistema totalizador porque, en un cierto sentido todos somos consumidores. El Derecho Comercial, por su parte, ha sido tradicionalmente – y sigue siéndolo el derecho de los comerciantes, y no sólo se ocupa de regular las relaciones de ellos entre sí, sino que avanza por sobre el hombre común, al que abarca mediante los actos unilateralmente mercantiles (art. 7º Cód. de Comercio). El consumidor adquiere el valor de uso de la mercadería para su utilización y goce, con vistas a satisfacer sus necesidades individuales, o las de su grupo familiar o social. Dentro del contexto del derecho de la empresa, el contrato aparece como instrumento esencial en el campo de las transacciones dentro de una economía de mercado. Y es en esta área precisamente que la legislación de defensa del consumidor se ha convertido en la piedra basal para procurar la conciliación en el enfrentamiento entre los consumidores y los empresarios. La Constitución argentina, tras la reforma de 1994, dispone en lo pertinente que “los Consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en relación al consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos (… ), a condiciones de trato equitativo y digno”, y prevé la actuación estatal para proveer a “la protección de esos derechos (art. 42)… concede legitimación activa “ al afectado, al defensor del pueblo y (a) las asociaciones que propenden a esos fines” (art. 43) . Brizzio comenta que “para precisar el ámbito de aplicación de la legislación respectiva, es preciso delimitar quién es el consumidor.” Además observa la autora que, “En términos generales, algunas concepciones se basan en elementos subjetivos, y otras en elementos objetivos: a) La concepción objetiva, tiene un elemento positivo y uno negativo; el elemento positivo consiste en la exigencia de que el acto de intermediación sea realizado por un profesional del comercio; el elemento negativo atañe al sujeto consumidor, que no debe actuar profesionalmente, b)la concepción subjetiva considera consumidor al que destina la adquisición a su uso personal o familiar, pero la calidad profesional del intermediario resulta indiferente. La ley argentina 24.240 (Adla, LIII-d, 4125) adoptó el criterio objetivo.” Prosiguiendo, Brizzio resalta “En el Derecho comparado, para el Código de defensa del 14 consumidor brasileño (art. 1) “consumidor es toda persona física o jurídica que adquiere o utiliza productos o servicios como destinatario final”; pero, claro está, la relación de consumo supone la existencia de un “proveedor que desenvuelve actividades de producción o comercialización de productos, o prestación de servicios (art. 3º). La ley del consumidor peruana de 1991 comprende a quienes “se dediquen en establecimientos abiertos al público, en forma habitual, a la producción o comercialización de bienes o la prestación de servicios (art. 1º). La ley de protección al consumidor mejicana de 1992 abarca a la persona que “habitual o periódicamente ofrece, distribuye, vende, arrienda o concede el uso o disfrute de bienes, productos o servicios” (art.1º). La ley sobre protección de los derechos de los consumidores chilena de 1997 incluye a las personas “que habitualmente desarrollen actividades de producción, fabricación, importación, construcción, distribución o comercialización de bienes o prestación de servicios a consumidores, por las que se cobra precio o tarifa” (art. 1º). El nuevo Código civil holandés de 1992 define como “compra del consumidor” a la realizada de una cosa mueble, que celebran un vendedor que actúa en el ejercicio de una profesión o empresa, y un comprador, persona física, que no actúa en el ejercicio de una profesión o empresa (Libro 7, Sección 1, art. 5º). “ Sostiene Brizzio que “la problemática del consumidor, por ser común a todos, a pobres y a ricos, a fuertes y a débiles, a instruidos y a ignorantes, a habitantes de la ciudad y a habitantes del campo, a consumidores de productos de primera necesidad y a consumidores de bienes suntuarios, concierne genéricamente a la persona. De allí que la disposiciones propias de los contratos de consumo, contenidas en su origen en estatutos particulares, van siendo incorporadas a los Códigos; por ejemplo el Código civil peruano…el nuevo Código civil holandés…” Brizzio observa que “el Código Civil italiano, establece un régimen diferente para la interpretación de los contratos, según una de las partes sea profesional o no lo sea (art. 1368); el nuevo Código Civil holandés hace lo propio cuando prevé normas especiales para la “compra de consumidores” (Libro 7, Arts.5º, 6º Y 7º). Es indudable que la legislación de protección al consumidor se ubica dentro del orden público económico de protección: el objeto de la ley 24.240 es “la defensa” del consumidor (art. 1º). La idea de protección es derivada de la evidencia de la “inferioridad de los profanos respecto de los profesionales”, los cuales tienen una superioridad considerable en las relaciones contractuales (Ghestin, J. ob. cit. Nº 59, cit. en Alterini, A.A “los contratos de consumo” La Ley 1993-E, 1058) De ello se ha extraído la idea de protección al débil jurídico, como uno de los postulados del Derecho moderno; incluso en el derecho anglosajón, en el cual se toma en cuenta el desequilibrio del bargaining power(poder de negociación) de las partes.” Las libertades contractuales: La autora entiende que “por aplicación del principio clásico de autonomía de la voluntad, en el régimen propio de los Códigos las partes tienen –entre otras- las facultades de celebrar un contrato, de no celebrarlo, de elegir con quién contratar, de determinar su objeto, de elegir la forma del contrato, de modificarlo, de ponerle fin. En el Derecho moderno, esas facultades han sido modificadas de alguna manera, sobre todo en los contratos de consumo. Los códigos clásicos proclamaban la libertad contractual, pero de otras leyes, o de leyes modificatorias, ha resultado una clara protección a los intereses de los 15 económicamente débiles. El derecho común ha sido modificado en relación a los contratos de consumo. Concluye Brizzio señalando que, “El derecho tradicional partía de la concepción de sujetos económicamente iguales, con un poder de negociación similar, que los llevaba a pactar en igualdad de condiciones, logrando un equilibrio…Dentro de ese contexto, la función del Estado, a través de las normas legales emanadas del legislador y la de los tribunales, era exclusivamente de proteger y posibilitar la actuación de las voluntades libres. En el nuevo contexto ideológico, político y económico de los últimos cincuenta años, se destacan dos líneas conceptuales respecto a la orientación general de los sistemas de Derecho privado de los países occidentales. Por una parte, el nuevo humanismo logra sentarse con firmeza en el plano superior de las Constituciones occidentales, y entiende que el hombre-persona, la personalidad como objeto de la dignidad, constituye un valor jurídico normativo, y no un mero concepto metafísico; ese valor jurídico normativo, es concebido como exigencia del programa de objetivos del nuevo Derecho Privado que ya no puede seguir siendo apolítico y “distanciado del Estado”, y que reorientado por el valor normativo del humanismo, evoluciona rápidamente hacia la “solidaridad social”( Font Galan J.I “Curso sobre el nuevo Derecho del Consumidor” p. 26, Madrid 1990) destaca Brizzio, “se aplica el nuevo modelo de relación entre Derecho y Estado, entre Estado y sociedad... El nuevo derecho del consumidor intenta corregir y enmendar los defectos, las deficiencias o desequilibrios internos del cuerpo social causados por la natural irracionalidad de la economía de libre mercado y del sistema social subsiguiente…. El protagonismo colectivo es del consumidor. Prosigue Brizzio señalando que se produjo una revolución en las ideas; a los derechos de la primera generación (basados en la libertad y en la igualdad) sucedieron los derechos de segunda generación (los derechos sociales) y los de tercera generación (calidad de vida, consumo; ambiente, patrimonio cultural, patrimonio genético) y concluye diciendo que “resulta coherente que el derecho proteja con firmeza la efectividad de las posibilidades de realizar contratos de consumo en condiciones de dignidad, porque se trata de actos vitales; y que el Derecho del consumidor irrumpa en la teoría general del contrato de los Códigos Civiles con un cortejo de prerrogativas que son asignadas a la persona humana en cuanto tal.”(Claudia R. Brizzio- LL T 1998-D, Pág. 1285 a 1296 Sec. Doctrina) Clases de Contratos de Consumo más frecuentes Contrato de compraventa Concepto: Dice Borda, “Según el artículo 1323, Código Civil, habrá compraventa cuando una de las partes se obligue a transferir a la otra la propiedad de una cosa y ésta se obligue a recibirla y a pagar por ella un precio cierto en dinero. Este contrato no supone transferencia de la propiedad ni la entrega efectiva del precio, sino la obligación de hacerlo. Esta obligación es válida aun en la llamada compraventa manual o al contado, que se consuma y concluye en forma instantánea con la entrega simultánea de la cosa y el 16 precio. A primera vista parecería que en tal hipótesis las partes no contraen obligación alguna y que todo se reduce a un trueque o, más exactamente, a dos tradiciones simultáneas. Pero no es así, porque en ese trueque no se agotan las obligaciones de las partes. Así por ejemplo, el vendedor tiene que responder por evicción; y si la moneda pagada es falsa, el comprador podrá ser demandado por cobro de pesos. Las necesidades del tráfico tienen su protección adecuada sólo cuando se considera que las prestaciones recíprocas de la compraventa manual responden al cumplimiento de la obligación contraída al contratar. (Borda, Guillermo, “Manual de Contratos”, pág. 163 y 165 ,Ed. Abeledo Perrot, 20ª Edición, Buenos Aires, 2004) Salvat transcribe al C.C.: “El art. 1323 dice que habrá compra y venta cuando una de las partes se obligue a transferir a la otra la propiedad de una cosa y ésta se obligue a recibirla y a pagar por ella un precio en dinero”. Distinción entre la compraventa civil y comercial: la compraventa civil puede ser cosas inmuebles o muebles, mientras que la mercantil sólo puede recaer sobre cosas muebles. En la compraventa civil, simplemente, una parte se obliga a transferir la propiedad de una cosa, y la otra a pagar un precio cierto en dinero. En la compraventa mercantil, además de esa obligación de transferir la propiedad e incluso aun cuando la cosa fuera ajena, se admite que sea parte del contrato; una finalidad específica por parte de quien la compra que es para revenderla o alquilar su uso ,es decir, hay una finalidad de lucro, de obtener ganancias mediante esa actividad comercial, (art. 452, inc. 1º, del Cód. de Comercio). (Garrido-Zago- –Op.cit.– T II, págs.. 41 y 44) Contrato de locación de obra Concepto: señala Salvat que, conforme al Cód. Civil, “La locación de obra es el contrato por el cual una de las partes se obliga a ejecutar una obra y la otra a pagar por ella un precio determinado en dinero (art. 1493, 1º p.). Los elementos que caracterizan este contrato son: 1º) Ejecución de una obra y 2º) Pago de un precio determinado en dinero. (Salvat, “Tratado de Derecho Civil Argentino”, pág. 297, 298, 1957, BS. As.) Garrido-Zago, comentan: “el contrato de obra aparece cuando una de las partes, el empresario, se obliga a producir un resultado de trabajo, obra y la otra parte, el comitente, a pagar una remuneración. Se entiende por obra, en el sentido de este contrato, todo resultado a producir por la actividad o por el trabajo, por ello ejemplifica que la producción o modificación de cosas, el transporte de personas o de cosas, la realización de una labor científica, la creación de una obra artística material o inmaterial, constituye locación de obra. En cambio, considera que en la prestación de tareas cuyo resultado ulterior esperado es completamente inseguro, como es el caso de las operaciones peligrosas, debe suponerse, en la duda, que sólo se promete el primer resultado, o sea, la buena ejecución técnica de la operación misma, no su resultado favorable, es decir, la curación o mejoría. En el contrato de locación de obra se promete el resultado del trabajo, en el contrato de locación de servicios se promete el trabajo sin atención al resultado. 17 Borda por su parte señala que según el Cód. Civil: “Se llama locación de obra al contrato en virtud del cual una de las partes se compromete a realizar una obra y la otra a pagar por esa obra un precio cierto en dinero (art. 1493). En la terminología de nuestro Código se llama locador o arrendador al que ejecuta la obra, y locatario o arrendatario al que la paga (art. 1493, último apartado). El origen de esta denominación adoptada por Vélez, obedece a ideas y conceptos perimidos. Tan inactual es la idea de alquilar el trabajo, que las designaciones de locador y locatario, aplicadas a este contrato, carecen ya de vivencia y sólo sirven para confundir los conceptos. Así se explica que algunos autores, entre ellos nada menos que Photier, llamen locador al que paga la obra, en tanto que otros, a cuya terminología adhirió Vélez, lo llamen locatario. En el derecho moderno se lo denomina contrato de obra o de empresa, el que ejecuta la obra se llama empresario y el que la paga, dueño de la obra o comitente.” (Borda, Guillermo –Op.cit.– pág. 163 y 165) En la locación de obra, es más conveniente usar la denominación de empresario para quien ejecuta la obra, y de dueño de la obra para quien en definitiva, pagará el precio una vez obtenido el resultado. (Garrido-Zago –Op.cit. – pág. 339, 340) Contrato de locación de servicios Concepto: Salvat dice “El Código Civil establece que la locación de servicios tiene lugar cuando una de las partes se obligare a prestar un servicio, y la otra a pagarle por ese servicio un precio en dinero (art. 1623, 21 p..) . Los dos elementos particulares de este contratos son: 1º) Prestación de un servicio por una de las partes y 2º) pago de un precio en dinero. (Salvat, –Op.cit.– pág. 297, 298) Garrido-Zago, comentan: “Vélez Sarsfield, en forma que ha sido criticada, englobaba las tres locaciones en la única definición contenida en el art. 1493, que dispone: “Habrá locación, cuando dos partes se obliguen recíprocamente, la una a conceder el uso o goce de una cosa, o a ejecutar una obra, o prestar un servicio, y la otra a pagar por este goce, obra, o servicio un precio determinado en dinero”. Además en el art. 1623, el codificador específicamente define el contrato: “La locación de servicios es un contrato consensual, aunque el servicio hubiese de ser hecho en cosa que una de las partes debe entregar. Tiene lugar cuando una de las partes se obligare a prestar un servicio y la otra a pagarle por ese servicio un precio en dinero. Los efectos de este contrato serán juzgados por las disposiciones de las obligaciones”. “De la definición del art. 1623, puntualizan los autores, que el concepto de locación de servicios está referido a un contrato consensual que tiene, además de los elementos generales de todo contrato (consentimiento, capacidad, objeto lícito y posible, elementos propios específicos: a) La prestación de un servicio por parte del locador al locatario; b) el pago de un precio en dinero, por el locatario en retribución del mencionado servicio a que hemos hecho referencia. 18 Es decir, resulta necesario para la existencia del contrato un hacer físico por parte del locador y una retribución que deberá ser pagada en dinero por parte del locatario.” Contratos bancarios Concepto: son los contratos financieros en los que el “dador” es una “entidad financiera” (autorizadas conforme las reglamentaciones vigentes en la materia) cuyo objeto va más allá del respaldo que define a los con tratos de crédito, pues incluye los llamados: 1-“productos bancarios”: comprenden en general todas las operaciones activas y pasivas (art. 21 ley 21.526: “Los bancos comerciales podrán realizar todas las operaciones activas, pasivas y de servicios que no le sean prohibidas por la presente ley o por las normas que con sentido objetivo dicte el Banco Central de la República Argentina en ejercicio de sus facultades”) de las entidades a saber: cuenta corriente, caja de ahorro, depósitos bancarios en todas sus clases, tipos, cartas de crédito, movimiento de fondos por cajeros automáticos y banca electrónica, etc.; 2- “servicios bancarios”: tal como surge del art. 21 de la ley 21.526, los servicios son aquellas operaciones bancarias neutras desde el punto de vista financiero (difiere su denominación, no su concepto entre distintos autores) que realizan entidades bancarias a saber: contrato de caja de seguridad, transporte y custodia de valores, percepción de cobranzas, pagos por cuenta del cliente (dividendos de títulos, salarios, facturas, etc.), procuración en otras jurisdicciones, entre otros. Ghersi, dice que “Los bancos son empresas económicas que, dedicadas a una actividad específica- la intermediación en el crédito-, lo hacen en forma profesional y permanente, posibilitando la transferencia de recursos de un sector de la comunidad a otro que los necesita. De tal forma, la función primaria de la banca, que era el resguardo de la custodia particular, evolucionó hacia la obtención de un rédito por la inmovilización, para una parte, y el acceso al financiamiento, para la otra. Por ello, la actividad bancaria tiene un interés público, ya que compromete los intereses de los particulares, actividad que los propios bancos organizan y desarrollan en forma minuciosa mediante procedimientos especiales donde combinan elementos jurídicos, técnicos y contables. Luego, esos intereses se concretan con el tomador o dador del crédito, quienes se vinculan jurídicamente por medio de los contratos bancarios en una relación sustancial que contiene una relevante valoración subjetiva, ya que subyace allí la confianza del cliente en la trayectoria, solvencia, buena organización y lealtad del banco. Por su parte, los bancos también evalúan las condiciones personales de su cliente, esto es, su solvencia moral y material, extremo que se impone en tanto ninguna otra actividad económica tiene la particularidad de emplear recursos de terceros en tan elevada proporción y que, afectados al crédito, desaparecen de la custodia tangible del banco. Se consolida entonces una relación jurídica influida por la confianza recíproca con proyección sustancial.(Ghersi, Carlos A. “Contratos Civiles y comerciales”, T. II, págs. 561 y 562 Ed. Astrea, Buenos Aires, 2006) Contrato de Depósito de dinero (Caja de ahorro/ cuenta corriente/ plazo fijo) 19 Dice Ghersi: “El depósito bancario es un contrato por el cual el cliente transfiere dinero al banco y éste se obliga a devolverlos en el tiempo convenido”. El depósito bancario es una operación por la cual el depositante entrega a la entidad financiera una suma de dinero con el compromiso de su restitución en la misma especie, con fecha prefijada o cuando lo solicite. Cabe distinguir los depósitos de dinero a la vista de aquellos a plazo. Los primeros están representados por entregas de sumas de dinero a los bancos respecto de los cuales el cliente conserva la disponibilidad total, pudiendo requerir su reembolso ad nutum, extremo que lo diferencia del depósito a plazo fijo, donde aparece como elemento caracterizante el término, en virtud del cual el depositante renuncia a la disponibilidad inmediata. A la especie de depósitos a la vista pertenecen las operaciones de caja de ahorro y de cuenta corriente bancaria. La distinción entre ambas pasa por la frecuencia con que el depositario debe atender las órdenes de extracción del depositante y que se vincula con la finalidad del negocio. Las cuentas corrientes tienen una movilidad muy superior a la de caja de ahorro, y existe en las primeras la posibilidad –impropia de una cuenta específicamente de depósitos- de tener saldo deudor; es cierto que también se enunciaban otras diferencias, las que últimamente se han diluido ya que hoy no es función excluyente de la cuenta corriente registrar operaciones diversas como, por ejemplo, los pagos de servicios, las acreditaciones de préstamos y la compensación por otros servicios. Es que con la aparición de las tarjetas y la búsqueda por parte de los bancos de nuevos clientes, aquéllas operaciones también se fueron registrando en las tradicionales cajas de ahorro. La diferencia entre la cuenta corriente y el depósito bancario a la vista se reduce a la mayor disponibilidad y el escaso o nulo devengamiento de intereses en la primera de las imposiciones, sin olvidar que todos los depósitos bancarios de dinero tienen la misma naturaleza jurídica y están sometidos a una única disciplina sustancial. Se trata de modalidades de una misma especie- depósitos a la vista- distintas de los depósitos a plazo fijo donde la imposición genera la indisponibilidad absoluta durante el plazo convenido, salvo la rescisión anticipada con la pérdida del rendimiento. (Ghersi, Carlos A. – Op.cit.– T. II, págs. 561 y 562) Contrato de Depósito de valores (cajas de seguridad) “Generalmente la empresa bancaria pone a disposición de su clientela cajas individuales acorazadas en un local apropiado, encargándose de su custodia y de su integridad externa, por un tiempo determinado y mediante un pago de dinero (Giraldi). El alquiler de compartimientos de cajas de seguridad es el servicio prestado a las personas que desean poner a buen recaudo o conservar con toda seguridad títulos, documentos u objetos de valor (Ferronniére). De tal forma, el banco cede un espacio al cliente que lo utiliza para guardar cosas y retirarlas por sí mismo o por persona autorizada, sin que intervenga el banco en la recepción o entrega, circunstancia que ilustra sobre la naturaleza jurídica del contrato.” 20 (Ghersi, Carlos A. – Op.cit.– T. II, págs. 622 a 623) Contrato de Tarjeta de crédito El contrato de tarjeta de crédito como tal constituye un contrato de crédito, de caracteres especiales, que algunos califican como negocio jurídico complejo. Precisamente, las relaciones que se establecen en él abonan lo expuesto (en esta contratación participan la sociedad franquiciante de la tarjeta de crédito y el usuario…). La relación jurídica es la que se establece entre la entidad financiera (emisora de la tarjeta de crédito) y el usuario de la misma, cliente de ella. Pueden asimilarse a una apertura de crédito, con una regulación especial incluida en el producto que se ofrece bajo la denominación comercial de que se trate. Este marco regulatorio surge además del contrato de franquicia que la entidad titular de la marca de la tarjeta impone a la entidad emisora como un derecho-deber (incluido el know how que habitualmente se transmite en las franquicias sobre tarjetas de crédito), estableciendo una particular situación, ya que el usuario, si bien recibe el respaldo financiero de la entidad bancaria, lo hace a partir de su adhesión a un sistema comercial determinado de tarjeta de crédito. El usuario realiza un gasto en su cuenta personal de tarjeta de crédito que el comercio adherido al sistema declara en sus presentaciones periódicas y que le será abonado por la entidad pagadora independientemente del pago el usuario realice en su en entidad emisora; ello denota que, dentro de las múltiples relaciones que se establecen a partir de su consumo, existe un crédito similar al que se genera en la apertura de crédito o en la autorización para girar en descubierto, pero con características propias; la compleja instrumentación ya referida, el límite de crédito y de compra que el usuario posee, el plazo de vencimiento de la tarjeta, el instrumento tarjeta con sus atributos propios (dimensión, banda de seguridad, firma registrada, códigos especiales, marca comercial, etc.) el reglamento de uso de la misma, etcétera. (Ghersi, Carlos A. Op. cit). Contrato de seguro Concepto: Referencia Ghersi que “El art. 1º de la ley de seguros 17.418 dice que hay contrato de seguro cuando el asegurador se obliga mediante una prima o cotización, a resarcir un daño o cumplir la prestación convenida si ocurre el evento previsto. La finalidad perseguida consiste en el traslado de los riesgos hacia un tercero mediante la asunción de las consecuencias provocadas por un hecho determinado y dentro de los límites acordados. El seguro cumple, de ese modo, una función resarcitoria por medio de la indemnización pactada frente a los daños que ese acontecimiento futuro o incierto puede producir. Los elementos de este contrato son: a) Interés asegurable: Es la finalidad que ha tenido en vista el asegurado en el momento de contratar (causa), esto es, la de obtener una reparación patrimonial ante el acontecimiento de determinado evento. Si falta ese interés, el contrato es nulo. b) Riesgo: La noción de “riesgo” se encuentra indisolublemente ligada al concepto de “actividad”. El riesgo es un hecho posible pero incierto. 21 c) Prima (o premio): Es la contraprestación a cargo del asegurado, equivalente al precio del seguro y a la remuneración que corresponde al segurador por todos los riesgos que acepta a su cargo. Su pago es una de las obligaciones principales del asegurado para mantener vigente la garantía, y su incumplimiento provoca la pérdida de todo derecho (art. 31, ley 17.418)”. (Ghersi, Carlos A. – Op.cit.– T. II, págs. 561 y 562). d) Indemnización o resarcimiento: el asegurador asume el riesgo que potencialmente se puede llegar a producir y se obliga a resarcir el mismo una vez que el daño se produce. En síntesis, el asegurador se obliga a resarcir el daño o cumplir una prestación convenida si ocurre el evento previsto. Existen seguros de daños y seguros de personas. Entre los primeros podemos mencionar el seguro de robo o hurto, incendio, de daños materiales o determinados bienes y de responsabilidad por daños a terceros. Entre los segundos, el seguro de v ida, el seguro de accidentes personales, el seguro de supervivencia y el de retiro, (de naturaleza previsional), etc. Contrato de Medicina Prepaga Concepto: “El contrato de Medicina Prepaga es aquél por el cual una persona (o una empresa), promete a otra, llamado asociado o beneficiario, una determinada asistencia médica y recibe, como contraprestación, el pago generalmente periódico de una suma de dinero (Ghersi-Weingarten-Ippolito “Contrato de Medicina Prepaga”, pág. 150, Ed. Astrea, Buenos Aires) “Al igual que en el sistema de ahorro previo para la obtención de cosas, en el ámbito de los servicios se implementó una metodología que en su esencia es igual, pues acaece el “adelanto del precio”, mediante un sistema de cuotas y el “servicio” aparece como una situación jurídica futura definida, en cuanto a sus calidades y cualidades. Desde un punto de vista más general, la aleatoriedad del servicio depende de la continuidad del ente prestador. El contrato de prestación médica prepaga se suscribe entre el “beneficiario”, que adquiere al adherir al sistema la calidad de asociado y por otro lado, el ente o “empresa prestadora de servicios”, que en realidad en la mayoría de los supuestos se trata de empresas organizadoras de servicios, prestado por terceros.” (Ghersi, Carlos A. –Op.cit.– T. II, pág. 342) Estructura de adhesión: “el contrato de medicina prepaga, es considerado de adhesión por cuanto una de las partes, la empresa, realiza una contratación en masa, y establece un contenido prefijado para todos los contratos de un determinado tipo que se celebren en el ejercicio de la empresa. La conclusión de éste tipo de contratos no va precedido de una discusión del posible contenido, sino que las cláusulas del contrato de adhesión deben ser aceptadas. Si los interesados desean contratar, han de hacerlo aceptando el contenido que, con carácter inmodificable, se da al contrato” (Diez-Picazo, Fundamentos del derecho civil patrimonial, p. 233, citado por Ghersi-Weingarten-Ippolito, –Op.cit.– p. 157) “El beneficiario no tiene posibilidad de discutir las cláusulas contractuales. Todo está prefijado y predeterminado. La única opción que le cabe es aceptar o no integrarse al sistema. “Muchas veces, el beneficiario suscribe una solicitud de ingreso, donde entre 22 otras cláusulas, manifiesta conocer y aceptar un reglamento de la empresa organizadora. Y es en dicho reglamento, donde se establece el verdadero contrato con los derechos y obligaciones de las partes, los términos contractuales, las responsabilidades, las coberturas, las carencias, etc.. Pero aquél en la mayoría de los casos, ni siquiera se entrega al asociado, o si se entrega, se lo hace con posterioridad a su incorporación al sistema, o sea en la etapa funcional del contrato” (GhersiWeingarten-Ippolito –Op.cit.– Pág. 157). O sea que se trata típicamente de un contrato de adhesión. 23 JURISPRUDENCIA UNIDAD 2 “Las cláusulas manuscritas o mecanografiadas contienen de ordinario las convenciones que han sido objeto de tratativas y discusión por los contratantes, de modo tal que deben prevalecer sobre las cláusulas impresas que las contradigan o alteren su sentido, las cuales a veces sólo reflejan la voluntad de una de las partes, a la que la otra adhiere sin mayor reflexión. Las primeras deben considerarse como una deliberada modificación de lo impreso”. (CNCom., sala A, mayo 30-991. - Quiroga Ferrando, Mario A. c. Elangeni S. A.) LA LEY, 1992-B, 235. “Si el contrato bajo cuyas cláusulas ha de resolverse el litigio resultó oscuro o equívoco o planteó dificultades en cuanto al alcance de las obligaciones asumidas por quien redactó las cláusulas uniformes, en la duda ha de prevalecer la que favorezca a quien contrató con el predisponente”. (CNCom., sala C, mayo 31-993. - Montenegro, Genaro c. Cervecería Bieckert S. A.) LA LEY, 1993-D, 249. “En caso que se pruebe que hubo una simple adhesión a condiciones predispuestas, el texto debe interpretarse contra el predisponente, pues éste cargaría con el deber de manifestarse con claridad, para no lesionar la voluntad del adherente, en aplicación del principio de buena fe (80).” CNCom., Sala C, 16/11/95 IBM Argentina SA c. Editorial La Capital S.A., LA LEY, 1996-E, 654. 24 UNIDAD 3 Antecedentes de protección al consumidor anteriores a las leyes específicas y a la reforma constitucional. Son muchas las previsiones legales contenidas en nuestro Código Civil y nuestro Código de Comercio, existentes con anterioridad a la legislación específica y a la reforma constitucional, aplicables a los contratos de consumo. Cabe destacar que son normas vigentes que rigen para cualquier clase de contratos, sean o no de consumo. A) Objeto de los actos jurídicos y de los contratos Corresponde considerar que el contrato es una especie dentro del género de los actos jurídicos. En tal sentido, le resultan aplicables a aquellos las normas relativas a los actos jurídicos. Nieto Blanc comenta respecto del objeto de los actos jurídicos, que el mismo: “Constituye el contenido del acto (v. Nos. 61 y 192), a cuyo respecto dice el art. 953: “El objeto de los actos jurídicos deben ser cosas que estén en el comercio, o que por un motivo especial no se hubiese prohibido que sean objeto de algún acto jurídico, o hechos que no sean imposibles, ilícitos, contrarios a las buenas costumbres o prohibidos por las leyes, o que se opongan a la libertad de las acciones o de la conciencia, o que perjudiquen los derechos de un tercero. Los actos jurídicos que no sean conformes a esta disposición, son nulos como si no tuviesen objeto”. De acuerdo con dicho artículo las cosas y los hechos pueden ser el objeto de los negocios jurídicos. Del texto legal y de su nota se extraen los caracteres que debe reunir el objeto de todo acto jurídico (se trate de un bien o de un hecho), para tener validez: - Ser determinable, aunque no esté determinado. Ser lícito, es decir no prohibido por la ley. No ser contrario a las buenas costumbres, que constituyen el precipitado de la moral media social” (Nieto Blanc-Laje-Yungano-Urite, “Curso de Derecho Civil”, Primera Parte, págs. 315 y 316, Ed. Macchi, Bs. As. 1980) Garrido y Zago, dicen que: “Vélez Sarsfield dedica a este tema el Capítulo III del Título I, Sección tercera, Libro Segundo, C.C., cuyo art. 1167 dice: “Lo dispuesto sobre los objetos de los actos jurídicos y de las obligaciones que se contrajeren, rige respecto a los contratos, y las prestaciones que no pueden ser objeto de los actos jurídicos, no pueden serlo de los contratos”. Conforme a este artículo, y teniendo presente lo dispuesto para los actos jurídicos, el objeto del contrato debe tener las siguientes condiciones: a) ser un objeto posible, material y jurídicamente; b) ser un objeto determinado.” 1) Cosas: El art. 2311, C.C., texto según ley 17.711, define a las cosas de la siguiente manera: “Se llama cosas en este Código, los objetos materiales susceptibles de tener 25 un valor. Las disposiciones referentes a las cosas son aplicables a la energía y a las fuerzas naturales susceptibles de apropiación”. De acuerdo al artículo de Vélez Sarsfield la palabra en el concepto jurídico expresa la idea de objeto material, a lo que debe agregarse el requisito de tener un valor de índole económica. (art. 1169 C.C.) Las cosas deben estar en el comercio o no haber sido prohibidas como objeto de algún contrato (art. 953 C.C.). 2) Hechos: El art. 1169 C.C., aclara que la prestación objeto de un contrato puede consistir en el cumplimiento de un hecho positivo o negativo, siempre que sea de apreciación pecuniaria. En consecuencia, los hechos deben reunir las condiciones siguientes: a) no ser hechos ilícitos, imposibles o contrarios a la moral y las buenas costumbres; b) no ser hechos prohibidos por las leyes, c) no ser hechos que perjudiquen los derechos de un tercero y d) tener significado económico. B) Vicios de la Voluntad jurídica en actos y contratos La voluntad jurídica está integrada por tres elementos fundamentales, discernimiento, intención y libertad. El discernimiento, en principio, está dado por la capacidad jurídica, reconocida a todos los seres humanos mayores de 18 años, con excepción de los dementes, los sordomudos analfabetos así declarados judicialmente, y, restringidamente, a los inhabilitados por deficiencias mentales, prodigalidad o adicciones. La intención es la voluntad dirigida a la realización del acto o contrato. No está presente cuando median vicios en la voluntad jurídica tales como el error, el dolo, la violencia, la lesión o el abuso del derecho. En cuanto a la libertad del sujeto para realizar o contratar está viciada cuando media violencia, física o moral. Respecto de los contratos de consumo, debemos considerar aplicables, en general, lo vicios en la intención como integrante de la voluntad jurídica, lo que se explicita en los puntos B.1), B.2) y B.3). B.1.) El Error Nieto Blanc define “El error es un conocimiento inexacto de la realidad, supone creer verdadero lo que es falso, o falso lo que es verdadero. Si en base al error la persona realiza el acto, su voluntad muestra un vicio, que afecta el elemento intención (no el discernimiento, pues el sujeto tiene uso de razón, ni la libertad, pues nadie lo coacciona)-v.art. 922 y nº 252Clases: El Código civil distingue el error de hecho (arts. 924-928) y el error de derecho (arts. 20, 923 y 930). El primero recae sobre las circunstancias materiales o fácticas del acto; el segundo sobre la norma jurídica aplicable al acto, que la persona desconoce o a la que da un alcance distinto del que tiene. El trato legal es diferente: se admite el error de hecho, bajo ciertas condiciones, no el error de derecho, sino por excepción.” (Nieto Blanc-Laje-Yungano-Urite –Op.cit.– pág. 351) 26 Condiciones: Ovsejevich dice al respecto “para que el error o vicio pueda conducir a la invalidez, debe reunir ciertas condiciones: a) Ser sobre una situación fáctica, sobre circunstancias materiales relativas al acto de que se trata; no comprende la ignorancia de derecho (art. 923). b) Recaer sobre un aspecto esencial. Es decir que no puede ser sobre circunstancias accidentales (art. 924-8). c) Ser excusable, o sea que haya habido razón para errar (art. 929-30) Error esencial: Ovsejevich señala que Vélez no da un concepto del error esencial pero en los art. 924-27 señalan diversos casos del mismo: a) Sobre el tipo de acto (art. 924, C.C.) b) Sobre la persona (art. 925, C.C.) c) Sobre el objeto (art. 927, C.C.) d) Sobre la sustancia o cualidad (art. 926, C.C.) Error Accidental (art. 928, C.C.). El error accidental recae sobre cualidades menores, o que no fueron determinantes de la celebración del acto. Error excusable (art. 929. C.C.). El error excusable es aquel al que la víctima ha sido ajena, sin culpa de su parte. Este concepto ha sido revisado por la doctrina moderna. Error de derecho (art. 923 C.C.). El error por desconocimiento de las normas jurídicas era inexcusable en la vieja doctrina, no así luego de la incorporación de tesis modernas o legislaciones tuitivas como la laboral o la consumerista. (Luis Ovsejevich “Contratos II “Cátedra de Derecho Civil del Dr. Federico N. Videla Escalada., pág. 274 a 279, Ed. Víctor P. de Zavalía, Bs. As. 1973) B.2.) El Dolo Concepto y fundamento: Comenta Borda la definición de dolo: El art. 931 C.C., que se transcribe, lo caracteriza como: “Acción dolosa para conseguir la ejecución de un acto, es toda aserción de lo que es falso o disimulación de lo verdadero, cualquier artificio, astucia o maquinación que se emplee con ese fin” “El dolo supone siempre un engaño: es inducir deliberadamente en error a una persona con el propósito de hacerla celebrar un acto jurídico. Generalmente, el dolo consiste en un acto positivo, tal ocurre cuando se vende la copia de un cuadro célebre afirmando engañosamente que es el auténtico. Pero también se miente con el silencio. La omisión o reticencia dolosa consiste en callar la verdad cuando se sabe que la otra parte está equivocada respecto de un elemento esencial del contrato, que es determinante de su consentimiento. Al incluir la omisión dentro del concepto de dolo (arts. 931 y 933), nuestro Código ha adoptado la buena solución. Juega en este caso una cuestión de moral: el engaño, sea por acción o por omisión, no puede tener el amparo del derecho. El dolo vicia el acto jurídico y quien lo ha sufrido tiene derecho a pedir su anulación. El orden jurídico exige no convalidar actos que han tenido su origen en la mala fe de uno de los contratantes, pues ello sería estimular el delito y propiciar el engaño. El Código Civil establece en el art. 932 cuáles son las condiciones que debe reunir el dolo para que pueda dar lugar a la anulación del acto jurídico: a) Debe ser grave b) Debe ser determinante del consentimiento c) Debe ocasionar un daño importante d) 27 Es necesario que el dolo no haya sido recíproco” (Guillermo Borda- “Manual de Derecho Civil”- Parte General- pág. 501, 502 Editorial Abeledo Perrot- Bs. As, 1995. B.3.) La lesión Videla Escalada dice que el nuevo enfoque de la lesión a partir de la ley 17711, se refleja en las siguientes expresiones: “También podrá demandarse la nulidad o modificación de los actos jurídicos cuando una de las partes, explotando la necesidad, ligereza o inexperiencia de la otra, obtuviera por medio de ellos una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación. Se presume salvo prueba en contrario, que existe tal explotación en caso de notable desproporción en las prestaciones…” (art. 954 Código Civil) (Federico Videla Escalada, “Contratos II”. Cátedra de Derecho Civil del Dr. Federico N. Videla Escalada, pág. 229 a 233-Ed. Victor P. de Zavalía, Bs. As, 1973). Ovsejevich dice que “Para que en nuestra legislación se considere configurada la lesión, se deben dar ciertas condiciones que podemos dividirlas desde un punto de vista objetivo y subjetivo, y esta última teniendo en cuenta a las dos partes del contrato. Así tenemos: Objetiva: Desproporción evidente e injustificada. a) Evidente: la ley no establece pautas rígidas, luego es el juez quien la determina. Pero ello quiere significar que la sola desproporción no basta sino que debe ser evidente, indiscutible. b) Injustificada: en ciertos casos especiales la desproporción puede estar justificada. Por ejemplo si se celebra una compraventa con un precio bajo, debido a que no garantiza la evicción, o si se asume prestaciones a favor de terceros. Subjetiva: Para que se configure la lesión el beneficiado debe haber explotado ciertos estados de inferioridad del perjudicado. Estado del perjudicado: Además de los anteriores requisitos, solo habrá lesión cuando el perjudicado esté realmente en una situación de inferioridad que se da en caso de necesidad, ligereza e inexperiencia. Estos tres estados pueden actuar en concurrencia, pero basta con que se presente uno sólo, para que exista lesión. Necesidad: Se produce por la falta o escasez de cosas que son necesarias para la vida material y moral. El contratante advierte la desproporción pero obra impelido por la necesidad. Ligereza: El lesionado no advierte la desproporción por falta de adecuado examen, debido a la irreflexión con que actúa. Inexperiencia: Ocurre cuando hay ausencia de conocimiento que da la vida, en especial la de de los negocios, que se adquieren con el uso y la práctica. No está impelido ni es irreflexivo, pero carece de los conocimientos generales adecuados. No se exige que sea notoria o extrema. El Juez es quien la determina.” (Luis Ovsejevich, en “Contratos II”, Cátedra de Derecho civil del Dr. Federico N. Videla Escalada, pág. 294 a 296, Ed. Víctor Zavalía, Bs As. 1973) Garrido y Zago dicen “La disparidad de las prestaciones se presenta en la lesión al momento de la celebración de la convención y debe subsistir a la época de reclamar la nulidad por acción judicial. 28 (Garrido y Zago – Op.cit.– Parte General,” P. 302) C) El abuso de derecho. Según Garrido y Zago, “tiene un carácter de norma general, y es amplia su recepción jurisprudencial como un medio para morigerar los efectos obligatorios de los contratos. Representa una norma de interpretación general que permite, a menudo y conforme a una abundante jurisprudencia, atenuar los efectos de la fuerza obligatoria de los contratos en razón que la ley no admite el ejercicio abusivo de los derechos (art. 971 Cód. Civil). Ello ha sido relacionado con los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres. Los Tribunales no admiten que, bajo la invocación de un derecho otorgado por ley, se logre el enriquecimiento injustificado de una parte y el correlativo empobrecimiento de la otra. (Garrido –Zago –Op.cit.– Parte General, Tomo I, p. 302, 303). D) Interpretación de los contratos Fontanarrosa dice “En términos generales, la interpretación es una actividad dirigida a desentrañar el significado de una manifestación de voluntad (declaración o comportamiento) considerada con relación al ambiente social económico dentro del cual ella ha sido producida. Entendida con este alcance general, la interpretación se refiere tanto a las leyes como a los negocios jurídicos.” Objeto de la interpretación no es, meramente, el documento o instrumento en el que se ha materializado el acuerdo, sino el negocio jurídico contractual en su integridad, incluyendo el comportamiento de las partes anterior, simultáneo y posterior a la conclusión del contrato (Fontanarrosa, Rodolfo O. “Derecho Comercial Argentino, Doctrina General de los Contratos Comerciales” pág. 153, 153, Ed. Zavalía, 1993 Bs. As). “Interpretar” es un proceso de comprensión que fija el contenido y valor de una declaración. La doctrina moderna tiene como regla básica ajustarse a las circunstancias del caso, esto es, ver la manifestación común de voluntad en el contexto en el que la misma se ha producido. El código Civil trae una norma de interpretación en su art. 1198 (según ley 17.711), que señala que los contratos deben interpretarse de buena fe, y de acuerdo a lo que las partes entendieron o pudieron entender obrando con cuidado y previsión. Desde la reforma mencionada, se consagra el principio de la buena fe, que debe ser considerado al interpretar una cláusula contractual, sea o no en un contrato de consumo. Otras reglas objetivas surgen del art. 218 Cód. Comercio, que postula que: ante palabras equívocas debe tomarse el uso general; las cláusulas ambiguas deben interpretarse conforme a la equidad; debe prevalecer, en caso de discordancia, en principio, lo escrito en letras y no en números; debe tomarse en cuenta la conducta anterior de las partes concomitante y posterior a la celebración del contrato, y también que cada cláusula debe interpretarse sistemáticamente en relación con las otras. La doctrina moderna se refiere también a los contratos predispuestos, en lo cuales en caso de duda, hay que interpretar en contra de la parte predisponente. Por su parte, el art. 37 LDC se refiere a que deben tenerse por no convenidas las 29 cláusulas que desnaturalicen las obligaciones o limiten la responsabilidad por daños, las que importen renuncia o restricción de los derechos del consumidor o amplíen los de la otra parte, y que contengan cualquier precepto que imponga la inversión de la carga de la prueba en perjuicio del consumidor. E) La Buena Fe Garrido y Zago comentan que según Boffi Boggero podría definírsela como “la confianza que una parte deposita en el comportamiento correcto de la otra”. “El art. 1198 del Código Civil, antes de la reforma, no mencionaba la buena fe; su fuente, que era el art. 1135 del Código Civil francés, hablaba de la equidad, el uso, etc. Al respecto, Risolía analizando este artículo dice que los contratos obligan no sólo a lo que expresan de un modo formal, sino a todas las consecuencias que puedan considerarse que hubieran sido virtualmente comprendidas en ellos. A partir de la reforma del año 1968 contamos con un nuevo texto, el art. 1198, cuyo primer párrafo dice: “Los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe y de acuerdo con lo que verosímilmente la partes entendieron o pudieron entender, obrando con cuidado y previsión”. Resulta interesante lo manifestado por Garrido y Andorno, quiénes señalan la amplitud que debe presidir el principio de buena fe en la vida del contrato, que no se circunscribe a la interpretación del mismo, sino que abarca también su celebración y ejecución” (Garrido y Andorno, Reformas al Código Civil, comentadas, 2º ed. Bs .As, 1971). El principio de la buena fe, el orden público, la moral y las buenas costumbres, y el abuso del derecho, son los principales límites a tener en cuenta por las partes a contratar. La expresión de la ley “y de acuerdo con lo que verosímilmente la partes entendieron o pudieron entender, obrando con cuidado y previsión” lleva al intérprete a considerar la base del negocio jurídico. No se trata de propugnar que se penetre en la intimidad de la motivación de cada uno de los contratantes, sino de establecer si la voluntad declarada, examinada conforme a la pauta preindicada, refleja la realidad de la convención. Determinar si se ha obrado con cuidado y previsión, significa establecer cómo hubiera actuado, en la misma situación, un hombre prudente. Ello nos permitirá establecer lo que verosímilmente las partes entendieron o pudieron entender como auténtico contenido del contrato. (Garrido-Zago –Op.cit.– Parte General, T 1 pág. 411, 412, 413). F) Vicios redhibitorios Comentan Garrido y Zago, “El art. 2164 de nuestro Código Civil dice “son vicios redhibitorios los defectos ocultos de la cosa, cuyo dominio, uso o goce se transmitió por título oneroso, existentes al tiempo de la adquisición, que la hagan impropia para su destino, si de tal modo disminuyen el uso de ella que a haberlos conocido el adquirente, no la habría adquirido, o habría dado menos por ella”. Garrido y Zago, analizando el artículo comentan los “requisitos que la ley establece y son necesarios para que se dé lugar a la garantía: 1) Debe tratarse de vicios ocultos, porque si se trata de vicios aparentes no existe la garantía por vicios redhibitorios. 30 2) Tampoco existe la garantía según el art. 2170 si el enajenante de una cosa con vicios ocultos puede probar que el adquirente los conocía o que debía conocerlos según su profesión u oficio; también está libre de responsabilidad cuando la adquisición se ha efectuado en un remate público o por adjudicación judicial. 3) Que la cosa se haya adquirido por un título oneroso; no puede reclamarse, pues, por vicios redhibitorios cuando se trata de una adquisición a título gratuito, por donación o herencia. 4) Que el vicio oculto haga impropio el uso de la cosa o lo disminuya en medida sustancial. “(Garrido-Zago – Op.cit. – Parte General”, T 1 pág. 378, 379). Salvat, por su parte, sostiene que “para que exista un vicio redhibitorio son necesarias tres condiciones: 1º) que exista un defecto oculto, 2º) que este defecto sea grave y 3º) que haya existido al tiempo de la adquisición (art. 2164). Es indiferente, en cambio, que el enajenante haya tenido o no conocimiento de la existencia del vicio. Se analizaran los elementos mencionados: Defecto oculto: Esta condición la enumera la ley expresamente al darnos noción de los vicios redhibitorios: ellos debe consistir, ante todo en defectos ocultos de la cosa (art. 2164), como por ejemplo: “Habría defecto oculto en caso de venta de una casa cuyas vigas o tirantes de sostén de los pisos y techos están carcomidos, porque no es usual que al realiza una compra de esta naturaleza, el vendedor los haga revisar uno por uno” (Troplong, t II, núm. 556) y “No existiría defecto oculto en el caso de faltar la capa aisladora en una casa de construcción antigua, no sólo porque es éste un detalle que puede ser fácilmente comprobado, sino porque todos sabemos que en las construcciones antiguas no era usual ponerla” (Cám. Civ. 2º Cap. Dic.19/932 en “J.A” t. 40 pág. 556). Gravedad de los defectos ocultos: Prosigue Salvat diciendo que “el Código consagra la necesidad de esta condición al decirnos: si de tal modo disminuyen el uso de ella (de la cosa adquirida) que a haberlos conocido el adquirente no la habría adquirido o habría dado menos por ella (art. 2164, in fine). La apreciación de la gravedad de los vicios o defectos es una cuestión de hecho, librada al criterio de los jueces en cada caso particular y dependiente de las circunstancias del mismo. Como uno de los elementos de apreciación debe tenerse en cuenta el destino que el adquirente debía da a la cosa, siempre que ese destino haya sido debidamente informado al enajenante (Conf. Baudry –Lacantinerie y Saignat, núm. 417).” Existencia al tiempo de la adquisición: Los vicios o defectos ocultos, como lo dice la ley expresamente, deben existir al tiempo de la adquisición (art. 2164). El código agrega: Incumbe al adquirente probar que el vicio existía al tiempo de la adquisición, y no probándolo se juzga que el vicio sobrevino después (art. 2168). Desde el momento que las condiciones enunciadas concurran, la responsabilidad del enajenante es independiente de que el mismo haya tenido o no conocimiento de la 31 existencia de los vicios o defectos. El código lo dice expresamente en una disposición relativa al vendedor, el cual debe sanearlos aunque los ignore (art. 2173). La ley, al darnos la noción de los vicios redhibitorios, se refiere a los defectos ocultos de la cosa, sin hacer distinción alguna entre cosas muebles o inmuebles.” (Salvat, “Derecho Civil Argentino, Fuentes de las obligaciones”, t III, pág. 453 a 460 Tipográfica Editora Argentina, Bs. As., 1957). Conocimiento o profesionalidad del adquiriente: si bien la doctrina difería en cuanto al conocimiento o profesionalidad del adquiriente como eximente de responsabilidad, el art. 18 LDC aclara que el conocimiento que por su profesión u oficio pudiera tener el consumidor no obsta el mantenimiento de la garantía legal; y ratifica la vigencia plena y agravada la responsabilidad del proveedor, que por su oficio conocía o debía conocer los vicios de la cosa vendida y no los manifestó al comprador. La existencia de vicios redhibitorios, según el CC, autoriza el ejercicio –por la parte perjudicada- de la acción redhibitoria, para dejar sin efecto el contrato, o de la acción “quanti minoris” para reducir el precio pagado debido al vicio existente. 32 JURISPRUDENCIA UNIDAD 3 “Es nulo el contrato por el cual el locatario de un predio ubicado en una zona denominada "urbanización parque", sublocó una estructura metálica destinada a la exhibición de publicidad si, la ordenanza n° 41.115 de la Ciudad de Buenos Aires prohíbe obtener permisos de publicidad en la mencionada zona, pues ello permite concluir que el referido contrato de sublocación posee como objeto una actividad prohibida por la normativa municipal vigente, resultando aplicable lo establecido en el art. 1044 del Código Civil”. (CNCom., sala E, 2010/02/04. - Recreación y Deportes SA c. Mab S.A.) DJ, 2010/07/21, 1991. “Corresponde rechazar la acción de danos y perjuicios promovida contra un supermercado, en virtud de haber ofrecido en un catálogo un producto a un precio inferior al real -en el caso, un televisor-; pues el hecho de que el precio consignado en dicho anuncio publicitario haya sido irrisorio en comparación al de plaza, sumado a la notoria diferencia entre el precio al contado y el financiado, permite concluir que el actor obró con mala fe al intentar aprovecharse de un obvio error ajeno, máxime cuando el demandado se retractó de la oferta a través de la publicación de una fe de erratas en un diario de amplia circulación. La presencia de un error obstativo en la oferta realizada impide la formación del contrato, por cuanto hace imposible el consentimiento al que alude el art. 1144 del Código Civil. Carece de carácter vinculante la oferta pública publicitaria -en el caso, prevista en el catálogo de un supermercado- que contiene-u un error en la determinación del precio, ya que se trata de un error obstativo, el cual produce una divergencia entre la voluntad interna y la manifestada”. CNCom., sala D, 2009/07/30 - De Rueda, Sebastián Matías c. Jumbo Retail Argentina S.A. “Es procedente la demanda incoada por el contratante destinada a que se declare la nulidad de la tarifa -en el caso, de conservación en frío de pollos importados por la Secretaría de Comercio Interior- plasmada en el contrato por ser superior a la que realmente las partes tenían intención de establecer, si el precio cobrado en los restantes supuestos durante esa época por el mismo servicio era similar al invocado por el actor, resultando evidente que en el caso no podía superar diez veces a las demás. Corresponde considerar que existió error material en la formulación de los términos contractuales si se plasmó una tarifa notablemente superior a la que las partes tenían intención de establecer -en el caso, por conservación en frío de pollos importados por la Secretaría de Comercio Interior-, pudiendo el cocontratante afectado repetir del demandado los pagos efectuados con arreglo a la tarifa no pactada, en la proporción en que haya superado el precio querido por las partes, con más la actualización monetaria e intereses correspondientes”. 33 “Si sobre la base de una equivocación se transcribió incorrectamente la tarifa de un contrato plasmándose una mayor a la que realmente las partes tenían intención de establecer -en el caso, por la conservación en frío de pollos importados por la Secretaría de Comercio Interior-, procede la repetición del pago efectuado, debiéndose declarar nulos los abonados sólo en la parte que excede del monto que los contratantes quisieron pactar” (del voto del doctor Farrel). (CNFed. Civ. y Com., sala III, 2003/02/06. - Junta Nac. de Granos c. Frigorífico La Estrella S.A.) LA LEY, 2003D, 677. “Es revisable el mutuo con garantía hipotecaria a la luz de lo previsto en los artículos 954 y 1071 del Código Civil, a fin de reajustar el contenido económico de las prestaciones en función de las expectativas que las partes tuvieron en mira al tiempo de contratar, si se verificó una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación a favor de la entidad bancaria, quien utilizando de modo unilateral sus facultades contractuales y legales, alteró el número de cuotas y los intereses, desoyendo la prohibición legal de indexar deudas, lo cual hace presumir juris tantum la explotación de la parte económica más fuerte por sobre la mas débil en el contrato de adhesión”. (CCiv., Com. y Minería, Viedma, 2010/08/30 - Echandi, Oscar Alberto c. Banco Hipotecario SA.) LLPatagonia, 2010-Diciembre, 637. “Corresponde declarar la nulidad de un convenio de honorarios celebrado a favor de un letrado al cual su cliente le encomendó las gestiones judiciales tendientes a rescindir mi acuerdo de liquidación de sociedad conyugal suscripto con el patrocinio de otro abogado, si la labor desarrollada por aquél profesional no alteró sustancialmente el acuerdo alcanzado originariamente pues, ello pone en evidencia que el monto pactado en el aludido convenio de honorarios -en el caso, 5500.000- resulta desproporcionado con relación al trabajo profesional realizado, y la actitud del abogado de exigirle a éste la firma del citado convenio con el argumento de que había renunciado a percibir honorarios de la parte contraria a fin de no poner en riesgo la concreción del acuerdo de liquidación, consiste en un aprovechamiento de la situación de inferioridad de su cliente, encuadrable en un supuesto de lesión subjetiva”. (CNCiv., sala E, 2010/03/19. - R., M. C. c. G., L. J.) ED, 240, 112. “La acción quanti minoris interpuesta por el adquirente de una unidad funcional contra la constructora de un emprendimiento urbano es procedente, se ha probado la existencia de una destacable cantidad de deficiencias técnicas que han provocado vicios en vicios en el inmueble -en el caso, filtraciones y humedad- y un menor valor de éste”. (CNCiv., sala F, 2010/11/17 - Mennah, Cristina Liliana c. Fernández Sarcone, Claudia Aída y otros) DJ, 2011/04/13, 77 - DJ, 2011/06/08, 10 “La acción quanti minoris interpuesta por el adquirente de una unidad funcional contra 34 el responsable del emprendimiento urbano, debe ser encuadrada en las disposiciones de la ley 24.240, aun cuando la aplicación de dicha norma no hubiera sido invocada, ya que se encuentra acreditado que el accionado hizo construir el edificio a su costo para su posterior venta, constituyendo a tal fin una sociedad accidental y ofreciendo el negocio a personas indeterminadas a través de una red inmobiliaria”. (CNCiv., sala F, 2010/11/17 - Mennah, Cristina Liliana c. Fernández Sarcone, Claudia Aída y otros) DJ, 2011/04/13, 77 - DJ, 2011/06/08, 10. “Constituye un deber y una facultad del juez interpretar los términos del contrato con equidad y prudente arbitrio para así poder desentrañar lo que verosímilmente los contratantes entendieron o pudieron entender al celebrarlo -en el caso, se discute la existencia de desistimiento del contrato de locación de obra por parte del demandado o de abandono de la misma por parte del actor-, pues la interpretación de un contrato es reconstruir la intención de las partes, siendo necesario colocarse con un punto de vista que esté por encima del interés de cada uno sin desnaturalizarlo”. (CNCiv, sala B, 2003/10/24. - Alvarez, José F. c. Consorcio de Prop. Jorge Newbery 3821/67) LA LEY, 2004-B, 780. “Teniendo en cuenta que el actor reclama el pago de "software" que afirma haber vendido al demandado, es de toda obviedad que no pudo conocerse su calidad hasta que estuvo instalado y se intentó operario, por lo que parece razonable encuadrar como vicios redhibitorios el reclamo relativo a su falta de operatividad”. (CNCam., sala B, 2003/10/17. - Informix Software Argentina S.A. c. Arte Gráfico Editorial Argentino S.A.) LA LEY, 2004-D. 300. “El monto por el que ha de progresar la acción “quanti minoris" está dado por el costo de las reparaciones que hubiesen sido necesarias para que el inmueble adquirido por el actor fuese el que realmente entendió adquirir en buenas condiciones para su uso, sin vicio oculto alguno”. (CNCiv., sala B, 2004/03/25. - Cámara, Susana E. c. Silvaín, Irma A.) DJ 2004-2-183. 35 36 UNIDAD 4 Ley 22.802 de Lealtad Comercial La primera ley específica –si bien existieron normas anteriores pero parciales– que regula la forma de presentación de los productos destinados al consumo y los modos en que los mismos deben ser publicitados, es la ley de lealtad comercial, ley de alcance nacional dictada en el año 1983. Fue luego objeto de diversas modificaciones en 2004 y 2008. Asimismo, la mencionada ley regula el funcionamiento del poder de policía que le compete a la Secretaría de Comercio, en el orden nacional. Farina analiza que esta ley “tiene por objetivo evitar la competencia desleal realizada mediante publicidad engañosa, o por el modo de identificar la mercadería u otras prácticas que induzcan a error o produzcan confusión en el público” y que “tales normas vienen a tutelar los derechos de los consumidores y usuarios, pues tratan de evitar que sean víctimas de engaños” a) El capítulo I trata de la identificación de la mercadería; establece los datos e indicaciones que deberán consignarse en las etiquetas, envases o envoltorios de los productos manufacturados que se comercializarán en el país (arts. 1º a 6º) b) El Capitulo II se refiere a las denominaciones de origen del producto a comercializar c) El Capítulo III legisla sobre la publicidad engañosa que puede inducir al consumidor a comprar un producto diferente del que tenía intención de adquirir; además prohíbe algunos casos específicos de promoción de bienes o servicios mediante la entrega de premios (art.9º y 10º) d) El Capítulo IV se refiere a las autoridades de aplicación y sus atribuciones, contiene normas de clara y directa tutela de los consumidores …” (Farina, Juan M. –Op.cit.– pág. 86 a 88) De las Autoridades de Aplicación y sus atribuciones Dispone el art. 11 L.L.C que “La Secretaría de Comercio o el organismo que en lo sucesivo pudiera reemplazarla en materia de Comercio Interior será la autoridad nacional de aplicación de la presente ley con facultad de delegar sus atribuciones, aún las de juzgamiento, en organismos de su dependencia de jerarquía no inferior a Dirección General. No podrá delegar las facultades previstas en los incisos a, b, c, d, e, f, h, i, j, k, y l del artículo 12. Según el Art. 12 del mismo cuerpo legal - La autoridad nacional de aplicación tendrá las siguientes facultades: a) Establecer las tipificaciones obligatorias requeridas para la correcta identificación de los frutos, productos o servicios, que no se encuentren regidos por otras leyes. b) Establecer los requisitos mínimos de seguridad que deberán cumplir los productos o servicios que no se encuentren regidos por otras leyes. c) Determinar el lugar, forma y características de las indicaciones a colocar sobre los frutos y productos que se comercializa en el país o sobre sus envases. 37 d) Establecer el régimen de tolerancia aplicable al contenido de los envases. e) Establecer los regímenes y procedimientos de extracción y evaluación de muestras, así como el destino que se dará a las mismas. f) Determinar los contenidos o las medidas con que deberán comercializarse las mercaderías g) Autorizar el reemplazo de la indicación de las medidas netas del contenido por el número de unidades o por la expresión “venta al peso.” h) Establecer la obligación de consignar en los productos manufacturados que se comercialicen sin envasar, su peso neto o medidas. i) Obligar a exhibir o publicitar precios. j) Obligar a quienes ofrezcan garantía por bienes o servicios a informar claramente al consumidor sobre el alcance y demás aspectos significativos de aquélla; y a quienes no la ofrezcan, en los casos de bienes muebles de uso durable o de servicios, a consignarlo expresamente. k) Obligar a quienes ofrezcan servicios a informar claramente al consumidor sobre sus características. l) Disponer, por vía reglamentaria, un procedimiento y la organización necesaria para recibir y procesar las quejas de las personas físicas y jurídicas presuntamente perjudicadas por conductas que afecten a la lealtad comercial, y darle difusión necesaria para que cumpla debidamente su cometido; m) (Agregado por ley 26.422, art. 71) Verificar que las máquinas, equipos y/o artefactos y sus componentes consumidores de energía que se comercialicen en la República Argentina cumplan con los estándares de eficiencia energética establecidos por la Secretaría de Energía del Ministerio de Planificación Federal, Inversión pública y Servicios)”. El art. 13 ha sido modificado en los siguientes términos: “Los gobiernos provinciales y la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires actuarán como autoridades locales de aplicación ejerciendo el control y vigilancia sobre el cumplimiento de la presente ley y sus normas reglamentarias, con respecto a los hechos cometidos en su jurisdicción y que afecten exclusivamente al comercio local, juzgando las presuntas infracciones. A ese fin determinarán los organismos que cumplirán tales funciones, pudiendo los gobiernos provinciales delegar sus atribuciones en los gobiernos municipales, excepto la de juzgamiento que solo será delegable en el caso de exhibición de precios previsto en el inc. i) del art. 12. Señala Wajntraub que “Con la modificación que se establece en el art. 13 de de la ley 22.802 se apunta a armonizar la misma con el régimen creado a partir de la entrada en vigencia de la Ley de Defensa del Consumidor, instituyendo a los gobiernos provinciales y al de la Ciudad de Buenos Aires como autoridades locales de aplicación, siempre que las circunstancias afecten exclusivamente al comercio local. (Wajntraub, Javier H., “Protección Jurídica del Consumidor, Ley 24.240 y su Reglamentación. Comentada y anotada. Normativa Complementaria” Ed. Depalma, págs. 293, 294 Buenos Aires, 2004) Procedimiento, Infracciones, sanciones y recursos Según el art. 17 LLC, el procedimiento se inicia por un acta de inspección o un acta de 38 infracción. En el primer caso hay que hacer una verificación. Posteriormente se notifica al presunto infractor para que en el plazo de 10 días hábiles presente su descargo y ofrezca pruebas. Además, debe acreditar personería y constituir domicilio. La prueba se debe producir dentro de lo 10 días hábiles posteriores. La Resolución se dicta en los 20 días posteriores. Las infracciones a la Ley de Lealtad Comercial serán sancionadas con multas de $ 100.a $ 500.0000, que ingresarán al presupuesto nacional o local, según cual haya sido la autoridad interviniente. Dichas multas serán apelables dentro de los 10 día hábiles de notificadas, ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso-Administrativo Federal o ante las Cámaras Federales de Apelación según el asiento de la autoridad que impuso la multa. Las multas firmes serán ejecutables, sin otro requisito que el testimonio de la resolución firme. Prescriben en el término de 3 años, que se interrumpe por la comisión de nuevas infracciones. De la publicidad y las normas Comentan Centanaro-Surín: “El deber de información que consagra la Constitución Nacional (artículo 42), la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (art. 46) y la Ley de Defensa del Consumidor 24.240 (art. 4 y concordantes) es el equivalente al artículo 5 (de la ley 22.802) referido a publicidad engañosa en rotulados. El cuerpo principal y destacado de la pieza publicitaria no debe inducir a error o engaño. El público consumidor debe estar debidamente informado, en forma clara y veraz respecto a las modalidades y características de los productos o servicios que se le ofrecen por medio de las publicidades. (Centanaro-Surin “Leyes de Defensa del Consumidor y Usuario” Comentadas y anotadas, Págs., 22, 121 y 130 Lajouane 2009, I Edición Buenos Aires). Así, cabe citar: El Art. 4 de la ley 24.240 (Texto según ley 26.361) dice: “El proveedor está obligado a suministrar al consumidor en forma cierta, clara y detallada todo lo relacionado con las características esenciales de los bienes y servicios que provee, y las condiciones de su comercialización. La información debe ser siempre gratuita para el consumidor y proporcionada con claridad necesaria que permita su comprensión”. El Art. 5 de la ley 22.802 dice: – “Queda prohibido consignar en la presentación, folletos, envases, etiquetas y envoltorios, palabras, frases, descripciones, marcas o cualquier otro signo que pueda inducir a error, engaño o confusión, respecto de la naturaleza, origen, calidad, pureza, mezcla o cantidad de los frutos o productos, de sus propiedades, características, usos, condiciones de comercialización o técnicas de producción”. 39 JURISPRUDENCIA UNIDAD 4 La Sala “A” de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal Económico confirmó, en lo que aquí interesa, lo resuelto mediante la Disposición Nº 87/2003 por la Secretaria de la Competencia la Desregulación y la Defensa del Consumidor del Ministerio de la Producción, en la que se impuso a la firma “Anchan Argentina S.A,” una multa de treinta mil pesos, en orden a las infracciones previstas en los Artículos 1, incisos a) y b) y 4 de la Ley Nº 22.802; Artículo 18 de la Resolución Nº 100/83 y Articulo 1 de la Resolución Nº 92/98, ambas reglamentarias de la citada ley. Tal sanción tuvo origen en las omisiones verificadas con motivo de las inspecciones que documentan las actas Nros. 46.906 y 47.876, llevadas a rabo en el hipermercado sito en el partido de Avellanada, provincia de Buenos Aires, el 21 de marzo de 2000 y el 13 de noviembre del mismo año, respectivamente. Para llegar a esa conclusión, el tribunal de alzada rechazo el planteo de prescripción de la acción penal al no haber transcurrido el término de tres años establecido en el Artículo 26 de la Ley Nº 22.802. Descartó también la aplicación del precedente invocado por el apoderado de la empresa pues allí se aludía al plazo de caducidad para dictar la resolución administrativa. Asimismo además de considerar debidamente acreditada la materialidad de las infracciones constatadas en ambos procedimientos y puntualizar, en cada caso, las omisiones advertidas respecto de cada producto intervenido, la Cámara desestimó las explicaciones exculpatorias de la empresa, condenada al intentar responsabilizar a los proveedores de las mercaderías, pues si bien el Artículo 6 de la citada ley, invocado por el recurrente, exime de responsabilidad al comerciante que no los elabora e individualiza fehacientemente a los fabricantes, ello es así cuando se trata de reglamentaciones de aspectos técnicos de fabricación de productos, pero no cuando la falencia puede ser fácilmente advertida -ausencia de indicaciones de origen, denominación, precauciones de uso y de los certificados de conformidad- tal como acontece en autos. Por último, teniendo en cuenta la naturaleza de las infracciones reprochadas y el bien jurídico que se tiende a resguardar con su castigo, tampoco consideró viable la pretensión de eximir de sanción a la empresa en razón de la insignificancia de la lesión producida y la ausencia de daño a terceros. “Corresponde confirmar la multa impuesta a un supermercado por infracción a la ley de lealtad comercial por haberse constatado que la adquisición de dos unidades de un producto en forma individual, traía aparejado que el precio a abonar resultara menor que el de una promoción de los mismos productos que consistía en llevar tres por el precio de dos, tornándose, esta última, engañosa puesto que su rótulo declara un mensaje inexacto y, desde esa óptica, resulta idóneo para inducir a error a potenciales interesados en consumir aquel elemento”. (CNPenal Económico, sala A, 2004/05/31 – Auchan Argentina S.A.) (44.317-S) - Fallo in extenso en www.laleyonline.com. ar. En el año 2004 la Dirección Nacional de Comercio Interior mediante Disposición 191/04 sancionó a la firma Arcos Dorados A. (Mc Donalds) por infracción al art. 9 de la ley 22.802 de Lealtad Comercial condenándola a pagar la multa de $ 25.000. Al 40 momento de decidir, la Autoridad de Aplicación de la Ley de Lealtad Comercial consideró que haber designado al producto con el nombre Lomo de luxe mientras que en la porte inferior de las presentaciones se consignaba que el mismo era de 100% Carne de Cuadril, es, al menos una inexactitud posible de generar confusión en los consumidores respecto de la naturaleza, calidad y pureza del producto. Aún cuando pudiera considerarse que no han existido ocultamientos, la duda surge al denominar al producto como Lomo, término que refiere a un corte de carne específico. El 9 de agoto de 2004, la Sala A de la Cámara Nacional en lo Penal Económico, al resolver sobre el recurso de apelación interpuesto, confirmó lo actuado por la Dirección Nacional de Comercio Interior, ratificando, tanto la cuestión de fondo como así también el monto de la multa impuesta. La Cámara entendió que “la publicidad en cuestión era engañosa, pues el nombre del producto hace pensar que su contenido es uno, mientras que en la descripción de sus componentes se declara que el ingrediente es de otra especie del mismo género, y justamente esta disimilitud recae sobre el ingrediente principal, es decir, sobre la clase de carne que se sirve en el sándwich. (Cámara Nacional en lo Penal Económico, Sala A, “Arcos Dorados S.A. s/ ley 22.802” Causa Nº 51.893, de fecha 9 de Agosto de 2004). Citado por CENTANARO-SURIN “Leyes de Defensa del Consumidor y Usuario, Comentadas y anotadas, Pág., 129 a 131, Lajouane 2009, I Edición Buenos Aires. “Si el formulario que la empresa automotriz demandada tenía predispuesto para celebrar el contrato de adhesión al plan de ahorro, incluía exigencias mucho más gravosas que las publicitadas para acceder a la adjudicación del automóvil, ello además de constituir una violación al art. 7 de la Ley de Lealtad Comercial, pone en evidencia un obrar de mala fe, tanto en la etapa previa a la conclusión del contrato como en la celebración misma, que encuadra en el art. 37 de la Ley de Defensa del Consumidor”. CCiv y Com., Córdoba, 2012 /06/12 - Villegas, Claudia c. Turín S.A. s/ abreviado – daños y perjuicios – otras formas de responsabilidad extracontractual – (expte. Nº 1735893/36) RCyS 2012-X P. 62 “Corresponde confirmar la resolución que impuso la pena de multa a una firma si, al publicitar la venta de vehículos a través del sistema de financiación, omitió consignar el precio total financiado y que vendía igual al contado que financiado toda vez que es uno de los objetivos de la ley de lealtad comercial (Adla, XLIII-B, 1346) que el consumidor conozca, en forma precisa e inmediata, la información adecuada del bien o servicio publicitado y resulta contrario a ello que aquél deba realizar cálculos matemáticos, por más simples que ellos fueren”. (CNPenal Económico, sala A, 2004/05/03 – Espasa S.A.) LA LEY, 2004-D, 947. “Corresponde confirmar la resolución que impuso la pena de multa al exportador e importador de productos por infracción a la ley de lealtad comercial (Adla, XLIII-B, 1346)ante la omisión de consignar el origen de los productos vendidos, sin que resulten exculpatorias las explicaciones responsabilizando al comerciante minorista que 41 adquirió los productos, toda vez que la ley es clara en cuanto extiende la responsabilidad, tanto a este último como al proveedor, respecto de la correcta identificación de los productos” (del voto en disidencia del doctor Bonzón). (CNPenal Económico, sala A, 2004/02/23. – Centrex S.A.) LA LEY, 2004-E, 526. “Las infracciones previstas en la ley de lealtad comercial revisten el carácter de formales, pues para su tipificación sólo se requiere su simple constatación, con independencia de que medie un daño a los consumidores o competidores y de que exista dolo o culpa por parte del infractor”. (CNPenal Económico, sala B, 2003/12/09 – Sinectis S.A.) LA LEY, 2004-B, 526. “Debe multarse al hipermercado por infracción a los arts. 1 ° inc. d), y 5° de la ley de lealtad comercial 22.802 (Adla, XLIV-B, 1346) al haberse encontrado en su local comercial mercaderías listas para la venta carentes de indicación del contenido neto, o con leyendas que inducen a error, engaño o confusión respecto de sus características y condiciones de comercialización, pues si bien los productos inspeccionados fueron adquiridos de proveedores por quienes en principio aquél no debe responder, no puede eximirse de responsabilidad cuando la falencia no es de carácter técnico y puede ser fácilmente advertida por el comerciante”. (CNPenal Económico, sala A, 2003/10/15 – Cencosud S.A.) LA LEY, 2004-B, 327. “Aunque la ley de lealtad comercial 22.802 no contiene criterios para graduar la sanción de multa, debe considerarse razonable la multa impuesta a la empresa -en el caso, de $ 28.000 por no exhibir el precio de algunos productos en las góndolas-, cuando se ajusta a los límites previstos en dicha ley, teniendo en cuenta que se trata de una reincidente que además no cuestionó el sistema general de graduación por considerarlo desproporcionado y no acreditó el agravio referido a la supuesta confiscación que le generaría la multa”. (CContenciosoadministrativo y Trib., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala I, 2003/10/11 – Carrefour Argentina S.A. c. Ciudad de Buenos Aires) DJ, 2004-1-665. 42 UNIDAD 5 El “derecho del consumidor” El “derecho del consumidor”, así como en su momento lo fue el derecho laboral, surge del incremento de relaciones jurídicas que requieren protección para la parte más débil de la relación. “El derecho del consumidor está hoy en boga tanto en Europa como en América, como un desprendimiento del derecho civil y comercial relativo a los contratos, que cada vez amplía más su ámbito de aplicación a mayor número de contratos. Cabe destacar las “Directrices para la Protección del Consumidor” aprobadas por la ONU en 1985, como inicio del movimiento legislativo en favor del consumidor. Con posterioridad la legislación consumerista se incorpora a la Unión Europea por los acuerdos de Maastricht y Ámsterdam, en la década de los años 90. El MERCOSUR no ha incorporado aún dicha legislación consumerista, a pesar que los países que lo integran, individualmente, han dictado leyes sobre defensa del consumidor: Brasil en 1990, Argentina en 1993, Paraguay en 1998 y Uruguay en 1999. En nuestro país, antes de 1993 y de la Reforma Constitucional de 1994, habrían considerado a los consumidores las constituciones de Jujuy, Río Negro y Tierra del Fuego”. “Tanto el Derecho Civil como el Derecho Comercial se han ocupado desde el remoto origen en regular las adquisiciones de bienes, el pago, el crédito, las locaciones de servicios, etc. El derecho de las obligaciones como el de los contratos, parecieran en principio suficientes para otorgar soluciones a los conflictos que suscitaran los hombres, en cuanto consumidores.” “Es también indudable que las características del tráfico moderno hacen imprescindible que el derecho se ocupe con especial dedicación a estas particulares relaciones intersubjetivas. Ello es debido, según marcan de manera unánime los doctrinarios, a la existencia de una desigualdad que no lograba equilibrarse con las normas de lo que conocíamos como derecho común”. “Y el contrato, alma de los negocios, que cierra nudos de fuerza semejante a la de la ley misma, corre riesgos de llegar a convertirse en instrumento de inequidad, ya que puede nacer con desequilibrio. Y estos institutos, carecen de sentido y eficacia si no se los considera a la luz de esa nueva concepción de la justicia y del contrato; si no se los vincula con la equidad, el ejercicio regular de los derechos, y la buena fe”. (Mosset Iturraspe, Jorge, “Justicia Contractual”, p. 9. EDIAR, Bs AS., 1978). “La actualidad de un tema está directamente relacionada con el lugar que la colectividad le reserva en sus relaciones sociales. El derecho del consumidor nace, se desarrolla y se justifica en la sociedad de consumo. Regula la producción y la comercialización de productos y servicios a través del prisma del consumo. Y este, como señala Jean Baudrillar, tiene un lugar cierto; es la vida cotidiana (BENJAMIN, Antonio H.V., “El Derecho del Consumidor”, en “Defensa de los Consumidores de Bienes y Servicios, p. 87, La Rocca, Bs. As., 1994) (Tinti, Guillermo Pedro, “Derecho del Consumidor” , págs. 9 A 11, Ed. Alveroni, Córdoba, 1994) 43 Ley de Defensa del consumidor (24.240 y modificatorias) Todas las personas, salvo que vivan fuera del mundo civilizado, son consumidores y usuarios, cualquiera sea su condición socioeconómica. Asimismo, cabe destacar que no se concibe el comercio sin consumidores, siendo éstos el último eslabón de la cadena de comercialización de bienes o de prestación de servicios. Era entonces una necesidad detectada a nivel mundial, el dictado de una ley específica, sobre todo por las modalidades de contratación que fueron adoptando los proveedores, el dictado de una ley tuitiva que protegiera a los usuarios y consumidores de la desigualdad fáctica que se manifestaba en los contratos de consumo final, entre el proveedor (de bienes o servicios), y el consumidor. Dicha desigualdad fáctica no debe confundirse con desigualdad económica, pues si bien está última está presente en la mayoría de los casos, la desigualdad que se considera es la de conocimiento que tiene el proveedor de lo que introduce al mercado, frente al desconocimiento del consumidor. Asimismo, también cobra relevancia el hecho que las condiciones contractuales en este tipo de negocios jurídicos, generalmente son impuestas por el proveedor al consumidor, en forma de contratos por adhesión. En tal contexto, se dicta la ley de Defensa del Consumidor, en 1993 y su decreto reglamentario Nº 1798/94. Farina comenta: “La ley 24.240 ha venido a articular una serie disposiciones destinadas a tutelar de modo específico- y con soluciones prácticas y efectivas- a los consumidores y usuarios que considera dignos de tal protección. A esta norma hay que remitirse de modo principal cada vez que se trate de aplicar las otras leyes de carácter general que procuran brindar transparencia a las operaciones mercantiles y evitar maniobras en perjuicio de los clientes y del mercado. Por ello podemos afirmar que el derecho del consumidor tiene un contenido más amplio que la ley de defensa del consumidor”. “En alguna medida sus disposiciones integran y amplían el contenido de varias normas del Código Civil, pues establecen regímenes particulares que configuran las excepciones a las disposiciones generales, o bien imponen requisitos especiales cuando está en juego el derecho de los consumidores. Y esto alcanza no sólo al Código Civil sino también al de Comercio”. (Farina, Juan M. Op. cit). “El derecho del consumidor fue evolucionando y perfilándose a partir de las primeras medidas adoptadas para tutelar la salud del consumidor, esto es, mediante leyes y reglamentos que imponían ciertas condiciones de calidad para productos de primera necesidad (p.ej., alimentos y medicamentos)” “De modo que podemos decir que la necesidad de proteger a los consumidores deriva de haberse advertido que la creciente vulnerabilidad de éstos en las relaciones económicas estaba poniendo en riesgo a la propia economía de mercado. Para que el mercado continúe desenvolviéndose se requieren más inversiones e investigaciones, nuevas tecnologías, creación de nuevos bienes de consumo, progreso constante en las técnicas de comercialización y marketing, para lo cual se hace necesario el fortalecimiento de la posición del consumidor. Un consumidor fortalecido implica un mercado más sólido y dinámico. Fácil es advertir, pues, que “el movimiento consumista no es una “revuelta” contra el mercado; al contrario, es una corriente a favor del mercado. Pero para que así sea, se 44 impone la corrección de los desvíos -market failures- que amenazan la confiabilidad y estabilidad de las relaciones de intercambio. De allí el imperativo de revisión profunda de todo el modelo jurídico que, directa o indirectamente, fomentó, permitió o simplemente legitimó tales fallas económicas” ( BENJAMIN, Protección del consumidor y patentes ,JA, 1994-III-689) Esto, bien lo advierten KEMELMAJER DE CARLUCCI y TAVANO DE AREDES al señalar que “la tendencia prevaleciente en nuestros días es que las leyes de defensa de la competencia no están para proteger al mercado sino al destinatario último de la actividad económica: el consumidor”. “La ley 24.240 debe interpretarse en forma amplia, y así lo exige el art. 42 de la Const. Nacional. Este derecho del consumidor debe enfocarse no sólo desde un punto de vista subjetivo sino también desde uno objetivo, para lo cual ha de tenerse en cuenta la naturaleza y el destino de los bienes y servicios volcados al mercado, qué ocurre con aquellos que son de uso o consumo común, ordinario y generalizado, así como las circunstancias que intervienen en la oferta. Debe bastar que se trate de un bien de estas características, y ofrecido en tales condiciones, para que se aplique la tutela legal sin necesidad de averiguar si es o no para el consumo personal del adquirente o de su familia, o qué hará después con él” (Farina, Juan M. –Op. cit.– págs. 12 a 14) La oferta en la LDC Según el Art. 7º de la ley 24240 “La oferta dirigida a consumidores potenciales indeterminados, obliga a quien la emite durante el tiempo que se realice, debiendo contener la fecha precisa de comienzo y de finalización, así como también sus modalidades, condiciones o limitaciones. La revocación de la oferta hecha pública es eficaz una vez que haya sido difundida por medidos similares a los empleados para hacerla conocer (párrafo agregado por la ley 26.361, art. 5) La no efectivización de la oferta será considerada negativa o restricción injustificada de venta, pasible de las sanciones previstas en el artículo 47 de esta ley.” Comenta Farina: “Toda oferta hecha pública está dirigida a consumidores potenciales indeterminados; pero debe aceptarse que la oferta está dirigida a consumidores potenciales indeterminados aunque no sea a través de un medio que la haga pública, como es el caso de la mercadería exhibida, con su precio, en el local comercial. Cuando la mercadería está exhibida, con su precio, siempre que un cliente pida la entrega del objeto expuesto y proponga pagar su precio, no solamente se perfecciona el contrato de compraventa con esta aceptación, sino que también se lo ejecuta por completo al retirar el cliente la cosa ofrecida y pagar su precio al comerciante que tiene en exhibición la mercadería (o que la tiene en existencia aunque no la exhiba). Si el precio no está precisado siempre será determinable (arts. 1353 y 1354 Cód. Civil); de ese modo el comerciante está formulando una oferta (arts. 914, 918 y 1145 Cód. Civil) y no puede rehusar- salvo causa fundada- la aceptación que haga cualquier persona del público que concurre a su negocio, sometiéndose a las condiciones predispuestas. En consecuencia el comerciante no puede revocar su oferta, o lo que es igual, no puede negarse a efectuar la entrega de la mercancía a quien la pida, porque éste al pedirla perfecciona el contrato y es ya adquirente (art. 7º). En ese sentido, el art. 7º, inc. a) …dispone: “En la oferta de bienes o servicios realizada en el lugar donde los mismos se comercializan se podrán omitir las fechas de comienzo y finalización, en 45 cuyo caso obliga a quien la emite durante el tiempo en que se realice”. La oferta que se realice fuera del lugar de comercialización pude ser hecha pública a través de los medios de comunicación (diarios, revistas, televisión, radio) o bien mediante prospectos, circulares, folletos, exhibición en un stand, o por cualquier otro medio. El art. 7º, inc. “a” del Decr. Regl. 1798/94 se refiere así a esta clase de propuesta: “La oferta realizada fuera del lugar de comercialización deberá contener siempre el plazo de su vigencia” El autor, prosigue enunciando los diferentes modos de ofertar bienes o servicios al público, dependiendo de las modalidades adoptadas por comerciantes en este aspecto y distingue: a) Mediante publicidad, prospectos o circulares, sin determinar sus características específicas ni precio. Admite la opinión de quienes sostienen que, en principio los medios de propaganda no vinculan a quien recurre a ellos, pues no es posible suponer que alguien quiera obligarse frente a todo el mundo. La venta, locación o servicio en tales casos más que ofrecerse, se anuncian. Pero esto no impide que pueda alegarse la responsabilidad de quien utiliza estos medios sin observar normas de prudencia y diligencia para evitar perjuicios, al incurrir el avisante en un acto antifuncional (arts.1071 y 1109, Cód. Civil). b) Mediante folletos, circulares o publicidad con determinación de sus características y precio. En este supuesto, existe desde el punto de vista del Código Civil, mayor posibilidad de responsabilidad del oferente, pues aquí se individualiza el bien ofrecido y su precio. En cuanto a la ley 24.240, según los arts. 7º, 8º y 9º estamos en presencia de una oferta al público, aún cuando esté contenida en un prospecto o en una circular, sin una firma responsable…Si además se precisan las características del bien o del servicio ofrecido y su precio, estaremos ante una oferta que cumple acabadamente con los requisitos del art. 1148 del Código Civil, y con más razón será aplicable el art. 7º de la ley 24.240 aunque el folleto haya sido enviado a muchas personas. Si una empresa publicita la venta de ciertos bienes especificados por medio de formularios que llevan su membrete, en los cuales se detallan precios, fechas de entrega y demás condiciones del contrato ofrecido, el comprador que concurre al local de la empresa y, conforme a lo consignado en dichos formularios, manifiesta su voluntad de comprar uno de esos bienes, y, si además, paga una suma a cuenta de precio, en tales condiciones la empresa recibe entre presentes el pedido de compra por un artículo determinado, con fecha determinada , y una cantidad de dinero “a cuenta de su pedido”, no queda duda de que en los hechos ha quedado concertada una compraventa, al haber el comprador aceptado la oferta, no indeterminada sino concretamente individualizada, hecha por el vendedor.” Advierte además el autor que “desde el momento en que el vendedor aceptó la suma de dinero “en concepto de seña y a cuenta de precio” a partir de ese momento hay contrato (art. 475, Cód. de Comercio) c) Mediante simples avisos y anuncios al público. Para que exista oferta al público ésta debe tener la virtualidad de que una aceptación perfeccione el contrato sin más. Si el aviso da precisiones sobre el precio y forma de pago del bien o servicio, podrá entenderse- según las circunstancias del caso- que hay oferta. Puede ocurrir que la demanda exceda la posibilidad del comerciante para 46 satisfacer todos los pedidos… debe preverse este hecho como una causal de caducidad de la oferta en materia mercantil, cuya prueba está a cargo del comerciante. Además el simple anuncio hecho al público mediante avisos o circulares es siempre revocable (pues el simple anuncio no es la oferta que prevé el art. 7º), salvo que el oferente hubiera renunciado a la facultad de retractarla o se hubiese obligado a mantenerla durante un plazo (art. 1150, Cód. Civil). D )Mediante la “ nota de pedido”: Es posible considerarla uno de los modos de aceptar la oferta, pues ha sido definida como la declaración de voluntad unilateral y recepticia que tiene por objeto la consolidación de un contrato de compraventa…la aceptación del destinatario se concreta en forma implícita por el envío o remisión de la mercadería”. Mantenimiento de la oferta Consecuencias del carácter vinculante de la oferta en la LDC Efectuada la oferta, mientras no haya sido revocada válidamente o no se haya operado su caducidad por vencimiento de su plazo u otra causa legalmente admisible, el proveedor está obligado a cumplir lo ofrecido frente a todo aquel que expreseexplícita o implícitamente- su voluntad de aceptarla; de no hacerlo será responsable de su incumplimiento. En efecto esta responsabilidad recae sobre el proveedor que ha asumido tal obligación, si bien no es procedente que en estos casos se hable de responsabilidad solidaria o concurrente de todos cuantos han intervenido en la cadena de comercialización, a diferencia de cuando se trata de vicios o defectos de la cosa o de cosas o servicios riesgosos entre sí. (Farina, Juan M., “Defensa del Consumidor y el usuario”, pág. 126 a 134, Ed. Astrea, Bs. As. 1995). Tinti observa que, según el art. 7º de la ley 24.240, “se establece aquí el sistema de una oferta vinculante durante todo el tiempo que el oferente se haya comprometido en mantenerla. Puede retractarse mientras no haya sido aceptada, excepto que se haya obligado a mantenerla hasta una época determinada. Lo que hace la ley es reforzar la excepción imponiendo ahora el deber del oferente da mantenerse en ella especificando el momento del comienzo y el de finalización; estableciendo además la obligación de dar a la revocación una publicidad similar a la que le dio a la oferta. Tinti resalta el hecho de que la ley se extienda a personas indeterminadas puesto excluido del Código Civil que exige “para que haya promesa, ésta debe ser a persona o personas determinadas”. Las propuestas dirigidas al público en general mediante anuncios, catálogos, etc. han sido entendidas por la doctrina como simples invitaciones a negociar y no se les daba la categoría de oferta (Cit. Ripert-Boulanger “Derecho Civil”, T IV, P. 214, LL, Bs. As. 1964). “No es necesario que sea hecha a una persona determinada: todos los días se hacen ofertas al público por medio de carteles, prospectos, o avisos en los diarios”. Requisitos de la ofera en la LDC. El autor señala que los requisitos de la oferta según el art. 1148 del Código Civil 47 deberán ser: a) Precisa y completa: Conteniendo todos los elementos constitutivos del contrato que se desea celebrar. b) Efectuada con intención de obligarse. El punto debe tenerse en cuenta pues ciertas ofertas hechas bajo reserva, “cantidad limitada”, “hasta agotar existencia” han de tener validez hasta que la cantidad indicada se hubiere agotado. Asimismo debe entenderse que siguen vigentes las reglas de caducidad de la oferta, que la dejaran sin efecto en caso de muerte o pérdida de la capacidad del oferente, antes de haber sabido de la aceptación –art. 1149- C.C. El art. 9 de la ley 24.240, reza “Cosas deficientes usadas o reconstituidas- Cuando se ofrezcan en forma pública a consumidores potenciales indeterminados cosas que presenten alguna deficiencia, que sean usadas o reconstituidas debe indicarse la circunstancia en forma precisa y notoria” -Cosas usadas: Las que ya han sido alguna vez utilizadas o al menos adquiridas con anterioridad por otro consumidor, por insignificante que fuere el uso que le hubiere dado -Cosas reconstituidas: aquellas que ya han sido utilizadas y se les ha efectuado una reparación, aunque la misma sea hecha con la mayor excelencia, o la haya el propio fabricante reponiendo o agregando partes nuevas. -Cosas deficientes: Las que no tienen la calidad óptima exigible de que se trate, ya sea por defectos de fabricación o alteración producida con posterioridad. (Tinti, Guillermo P. –Op. cit.– pág. 33 a 38, 1994) Publicidad La ley 24240, en su art. 8 dispone que: “Las precisiones formuladas en la publicidad o en anuncios prospectos, circulares u otros medios de difusión obligan al oferente y se tienen por incluidas en el contrato con el consumidor. (Párrafo agregado por ley 24.787, art. 1) en los casos en que las ofertas de bienes y servicios se realicen mediante el sistema de compras telefónicas, por catálogos o por correos, publicados por cualquier medio de comunicación, deberá figurar el nombre, domicilio y número de CUIT del oferente” Al respecto, Farina explica qué entiende por publicidad el art. 8º. Señala que es publicidad cualquier forma de anuncio público destinado a ayudar directa o indirectamente en la venta de un producto, en la prestación de un servicio. El Diccionario de la Real Academia Española expresa que es el “conjunto de medios que se emplean para divulgar o extender la noticia de las cosas o de los hechos”. Se ha dicho también que un anuncio publicitario es una comunicación pagada destinada a informar o influir en una o más personas” (Farina, Juan M. –Op. cit.– pág. 126 a 146). Tinti, por su parte, observa que, “en este artículo se dispone la inclusión automática en el contrato de todas las precisiones que el oferente hubiere hecho en cualquier tipo de propaganda. “Las manifestaciones suficientemente precisas, realizadas por el empresario a través de técnicas de información y publicidad, son vinculantes, forman parte integrante del contenido de cada contrato celebrado por los consumidores de bienes y servicios promocionados, y obligan al empresario a brindarlos en los términos anunciados. Caso contrario, incurre en responsabilidad por incumplimiento” (IIº Congreso Internacional de Derecho de Daños, Buenos Aires, 1991, Comisión Nº 4, en 48 “El Derecho Privado en la Argentina”, Universidad Notarial Argentina, Bs. As. 1991) Destaca el autor la “distinción entre la propaganda, que sería una publicidad inductiva, y la información, que apunta mas bien a la obligación que deberían tener las empresas de poner en conocimiento del ciudadano las cualidades, insumos, condiciones de uso, precauciones, etc., tendientes a evitar riesgos por mala utilización y por ende, la eventualidad dañosa (cit. Ghersi, Carlos A.”Contratos Civiles y Comerciales”, T. 1, p. 158, Astrea, 1992) (Tinti, Guillermo P. –Op. cit.– pág. 35 a 36). Con relación a la publicidad corresponde poner en relieve que el mensaje publicitario sienta las bases sobre las cuales se asentará la relación de consumo, sustituyendo a las tratativas y discusiones previas, prácticamente ausente en el tráfico mercantil de masas y, por lo mismo, ha de ser merecedora de credibilidad, en cuanto engendra determina expectativas en cuanto a los bienes ofertados”(Junyent Bas –Garzino “El deber de información al consumidor” , L.L., 16/04/12; Amirato, Aurelio L. “Sobre el Derecho a la información de consumidores y usuarios, JA 1998-IV-850). Cabe destacar la norma específica sobre publicidad engañosa, contenida en la ley 451 CABA (régimen de faltas). Dice textualmente: (Texto según ley 2981, art. 1) Publicidad engañosa. “El/la anunciante que realice publicidad engañosa, total o parcialmente falsa, que induzca o pueda inducir a los consumidores a error respecto de la naturaleza, característica, calidad, cantidad, propiedades, origen, precio o sobre cualquier otro aspecto referente al producto y/o servicio o que omita datos fundamentales sobre ellos, es sancionado/a con multa de 100 a 500.000 unidades fijas y decomiso”. Asimismo, existen diversas leyes locales sobre las condiciones que debe reunir la publicidad de bienes y servicios, según la naturaleza de lo ofertado (ej. cigarrillos) La relación de consumo: En principio, es la relación contractual entre proveedor y consumidor, pero puede tener un campo de aplicación mas amplio. Wajntraub dice “La relación jurídica de consumo es una definición normativa y su extensión surgirá de los límites que la legislación le establezca a sus elementos: sujeto, objeto, fuentes. Coincidimos en que debe definirse la relación de consumo “de modo que abarque todas las situaciones en que el sujeto es protegido: antes, durante y después de contratar; cuando es dañado por un ilícito extracontractual, o cuando es sometido a una práctica del mercado; cuando actúa individualmente o cuando lo hace colectivamente. Siendo la relación de consumo el elemento que decide el ámbito de aplicación del derecho del consumidor, debe comprender todas las situaciones posibles”. (Lorenzetti, R.L., Consumidores, cit. P. 74) En consonancia con lo expresado, podemos agregar que si bien el derecho del consumidor regula fundamentalmente materia contractual, existe una buena cantidad de disposiciones que otorgan prerrogativas a los sujetos, aun sin estar vinculados contractualmente con proveedores. De esta manera, una noción acotada de la relación 49 de consumo no puede dejar de considerar estos supuestos expresamente contemplados por la legislación. Además, teniendo su fundamento principal en la normativa constitucional, esta amplitud de criterio es la que mejor se adecua a una correcta hermenéutica.” (Wajntraub, Javier H. –Op. cit.– Págs. 25 Y 27) La ley 24.240 dispone en su Art. 3 (Texto según ley. 26.361)- “Relación de consumo. Integración normativa. Preeminencia. Relación de consumo es el vínculo jurídico entre el proveedor y el consumidor o usuario. Las disposiciones de esta ley se integran con las normas generales y especiales aplicables a las relaciones de consumo, en particular la ley 25156 de Defensa de la Competencia y la ley 22.802 de Lealtad comercial o las que en el futuro las reemplacen. En caso de duda sobre la interpretación de los principios que establece esta ley prevalecerá la más favorable al consumidor. Las relaciones de consumo se rigen por el régimen establecido en esta ley y sus reglamentaciones sin perjuicio de que el proveedor, por la actividad que desarrolle, esté alcanzado asimismo por otra norma específica”. Es por ello que las normas sobre determinados contratos en particular pueden ser diferentes a las genéricamente reguladas por la LDC. Ej: normas sobre contratos bancarios, contratos de seguros, contrato de tarjeta de crédito, etc. En todos los casos, según el párrafo segundo el artículo ciado, deberá prevalecer la norma que determine una solución mas favorable al consumidor. De igual manera, la prestación de servicios es mas amplia que la locación de servicios del Código Civil. La amplitud que prima en la legislación de defensa del consumidor nos lleva a coincidir con Farina en cuanto a que el “concepto de prestación de servicios de esta ley es más amplio que el del contrato de locación de servicios que regula el Código Civil, pues comprende todo contrato por el cual no se adquiere la propiedad o disponibilidad de una cosa, sino, mediante el servicio del prestador, lograr el uso o goce de una cosa en virtud del quehacer humano o del funcionamiento de una máquina o elementos electrónicos (por ejemplo), así como cuando tiene por objeto un asesoramiento, transporte, asistencia de cualquier naturaleza, seguro, hospedaje, administración de un fondo común, etc. Así como la locación de obra es para la ley 24.240 una prestación de servicio, como también lo es el transporte, e incluso un espectáculo público. Debemos poner mucho énfasis en esto, pues de otro modo quedarían fuera de esta ley una larga serie de relaciones contractuales de vigencia permanente en todos los ámbitos de la vida diaria.” (Farina, J.M. –Op. cit.– p.72)” Concepto de Consumidor La ley 24.240, dispone en su Art. 1 (texto según ley 26.361) que es “consumidor” “toda persona física o jurídica que adquiere o utiliza bienes o servicios en forma gratuita u onerosa como destinatario final en beneficio propio o de su grupo familiar o social. Queda comprendida la adquisición de derechos en tiempos compartidos, clubes de campo, cementerios privados y figuras afines. Se considera asimismo consumidor o usuario a quien, sin ser parte de una relación de consumo, como consecuencia o en ocasión de ella adquiere o utiliza bienes o servicios 50 como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social, y a quien de cualquier manera está expuesto a una relación de consumo.” Centanaro-Surín advierten que “Con la modificación realizada a la ley 24.240 a través de la sanción de la ley 26.361 se procede a una nueva caracterización del concepto de consumidor, será consumidor aquel adquirente de cosas para consumo o uso personal, de aquellas cosas que no volverán a ser utilizadas como bienes de cambio, o incorporados nuevamente a algún proceso productivo (Cit. Farina, Juan M., Defensa del consumidor y del usuario. Comentario exegético de la ley 24.240 y del decreto reglamentario 1798/94, 3º edición actualizada y ampliada, Buenos Aires, Astrea, 2004, pág. 42 y 43). Destacan los autores a los efectos de definir los alcances y significados del concepto de consumidor que el legislador tuvo en miras, es la modificación del término “consumidor final” por “destinatario final”. Dicho alcance había sido receptado por la jurisprudencia con anterioridad a la reforma. (Centanaro-Surin –Op. cit.– Pág., 15 a 17). Quien “está expuesto a una relación de consumo”, sin haber sido contratante ni haber celebrado convenio alguno ni a título oneroso ni gratuito con el proveedor o con el consumidor, se ha dado en llamar “bystander”, palabra que significa “tercero próximo al producto o servicio”. La equiparación de estos terceros a quienes efectivamente han sido partes en una relación de consumo ha sido aplaudida y criticada por la doctrina; los críticos se han focalizado en la amplitud que, así entendida, tendría la legitimación procesal –acción contra los integrantes de la cadena de comercialización– en el derecho consumerista. Concepto de Proveedor Para la LDC, Art. 2 (Texto según ley 26.361) “Proveedor. Es la persona física o jurídica de naturaleza pública o privada, que desarrolla de manera profesional, aun ocasionalmente, actividades de producción, montaje, creación, construcción, transformación, importación, concesión de marca, distribución y comercialización de bienes y servicios, destinados a consumidores o usuarios. Todo proveedor está obligado al cumplimiento de la presente ley. No están comprendidos en esta ley los servicios de profesionales liberales que requieran para su ejercicio título universitario y matrícula otorgada por colegios profesionales reconocidos oficialmente o autoridad facultada para ello, pero sí la publicidad que se haga de su ofrecimiento. Ante la presentación de denuncias, que no se vincularen con la publicidad de los servicios, presentadas por los usuarios y consumidores, la autoridad de aplicación de esta ley informará al denunciante sobre el ente que controle la respectiva matrícula a los efectos de su tramitación”. Wajntraub comenta que este artículo “hace referencia a todo el sector oferente de productos y servicios, en la medida que se realice profesionalmente y en el marco de una relación de consumo. Los elementos que califican al proveedor, siguiendo a Lorenzetti, son: - La profesionalidad, ya que no todos los que ofrecen son jurídicamente proveedores. La oferta para el consumo, se excluye una amplia categoría de sujetos que ofrecen al sector empresario. 51 - - La noción de proveedor es una calificación transversal al derecho público y privado, con lo cual puede haber proveedores tanto en el sector público como en el privado, siempre que lo haga con destino al consumo. El proveedor es definido sobre la base de la oferta profesional, que puede ser habitual u ocasional. Puede ser nacional o extranjero. El proveedor debe realizar algunas de las siguientes actividades; producción, montaje, creación seguida de ejecución, construcción, transformación, importación, distribución y/o comercialización de productos o servicios. (Wajntraub, Javier H. –Op. cit.– Págs. 31 y 32) Forma de los contratos de consumo El Art. 10 de la Ley 24240 (Texto según ley 26.361), habla del contenido del documento de venta en los siguientes términos: “En el documento que se extienda por la venta de cosas inmuebles, sin perjuicio de la información exigida por otras leyes o normas, deberá constar: a) La descripción específica de la cosa; b) El nombre y domicilio del vendedor; c) El nombre y domicilio del fabricante, distribuidor o importador cuando correspondiere; d) La mención de las características de la garantía conforme a lo establecido en esta ley. e) plazos y condiciones de entrega; f) el precio y condiciones de pago; g) los costos adicionales, especificando precio final a pagar por el adquirente. La redacción deber ser hecha en idioma castellano, en forma completa, clara y fácilmente legible, sin reenvíos a textos o documentos que no se entreguen previa o simultáneamente. Cuando se incluyan cláusulas adicionales a las aquí indicadas o exigibles en virtud de lo previsto en esta ley, aquéllas deberán ser escritas en letra destacada y suscritas por ambas partes. Deben redactarse tantos ejemplares como partes integren la relación contractual y suscribirse a un solo efecto. Un ejemplar original debe ser entregado al consumidor. La reglamentación establecerá modalidades más simples cuando la índole del bien objeto de la contratación así lo determine, siempre que asegure la finalidad perseguida en esta ley.” Centanaro - Surín definen lo prescripto en esta norma como “una aplicación práctica del deber de información referida específicamente al documento de venta (CentanaroSurin –Op. cit.– Pág., 29 y 30) Tinti señala que “se desprende de este artículo la exigencia de forma escrita para venta de las cosas muebles incluidas en la presente ley. Tal exigencia no era prevista en el Código Civil. La ley exige además, que ese documento que instrumenta la venta, detalle con exactitud la cosa vendida, e incluya los datos del vendedor, características de la garantía, y las modalidades del pago y de la entrega. 52 Impone redactar el documento en estilo sencillo y claro de forma tal que asegure al adquirente el conocimiento inmediato de las condiciones contractuales, prohibiéndose remisiones a documentos que no se entreguen al momento de formalizarse el negocio.” (Tinti, Guillermo P. –Op. cit.– Pág. 37,38,) VENTAS FUERA DEL ESTABLECIMIENTO Se trata de contrataciones donde el consumidor no se dirige espontáneamente al local de venta. Señala el Art. 32 LDC (Texto Según le 26.361) Venta Domiciliaria- Es la oferta o propuesta de venta de un bien o prestación de un servicio efectuada al consumidor fuera del establecimiento del proveedor. También se entenderá comprendida dentro de la venta domiciliaria o directa aquella contratación que resulte de una convocatoria al consumidor o usuario al establecimiento del proveedor o a otro sitio cuando el objetivo de dicha convocatoria sea total o parcialmente distinto al de la contratación, o se trate de un premio u obsequio. El contrato debe ser instrumentado por escrito y con las precisiones establecidas en los artículos 10 y 34 de la presente ley. Lo dispuesto precedentemente no es aplicable a la compraventa de bienes perecederos recibidos por el consumidor y abonados al contado”. Centanaro- Surín explican que “Las contrataciones planteadas en este capítulo de la ley abarcan la compraventa de bienes, la contratación de servicios, aquella que resulte de la convocatoria al consumidor o usuario al establecimiento del proveedor, o a otro sitio, o cuando se trate de un premio u obsequio.” Los autores comentan que la reforma realizada con la sanción de la ley 26.361, se incorporó al texto normativo aquello que ya estaba prescripto por el decreto reglamentario 1798/94 y el inciso b, reformado por el decreto 561/99, que extienden el concepto “venta domiciliaria “que comprende a aquéllas ventas realizadas incluso en el establecimiento del proveedor o en domicilio de un tercero. Y, cuando se convoque al consumidor o usuario teniendo en miras un objeto total o parcialmente distinto al de la contratación. (Centanaro-Surin –Op. cit.– Pág., 50) GARANTÍAS Las garantías desde el punto de vista jurídico, consisten en cláusulas que aseguren el cumplimiento de la prestación debida. Por ej., la constitución de una prenda sobre un automotor, o la constitución de una hipoteca sobre un inmueble, le aseguran al vendedor que, en caso que el comprador no pague el precio del automóvil o del departamento adquirido, podrá ejecutar dichos bienes con un procedimiento abreviado y sencillo. Ahora bien, en el caso del derecho del consumo, se entiende por garantías las seguridades que debe otorgar, por vía legal o convencional, el proveedor al consumidor, de que la cosa transferida o el servicio prestado lo serán en la forma y en el plazo estipulado (art. 11 a 18 LDC). Por ello la ley obliga a que el plazo de garantía sea de 6 meses para artículos nuevos y de 3 meses para cosas usadas, el cual puede ser ampliado a favor del consumidor. 53 Asimismo, hace responsable por los defectos que pudiera tener la cosa vendida, a toda la cadena de comercialización, desde el fabricante hasta el minorista, pasando por el mayorista, el transportista (bien que limitadamente), y, en definitiva, todos los actores comerciales que hubieran intervenido en la mencionada cadena, incluyendo al importador, al distribuidor y al titular de la marca del producto. Esta responsabilidad es solidaria (el consumidor puede demandar a todos o a quien elija), y se manifiesta en la obligación de reparar la cosa, de sustituirla, o bien reintegrar el precio o parte de él si el adquirente decide conservar la cosa adquirida. Sin perjuicio de ello, subsiste a favor del adquirente la garantía por vicios redhibitorios (ocultos) legislada en el Cód. Civil. Tinti comenta “Los requisitos del certificado de garantía, contenido en este artículo (se refiere al art. 14 LDC), tiende a una cabal comprensión por parte del adquirente de los alcances de su derecho. La norma pretende vedar la posibilidad de garantías engañosas que en definitiva defrauden al usuario. Al exigir que sea de fácil comprensión, impide que se desarrolle en el certificado un vocabulario exageradamente técnico o especializado que impida su comprensión al consumidor corriente. Resulta ponderable que se requiera la redacción en español, lo que obligará a efectuar las correspondientes traducciones de los productos importados. Creemos conveniente destacar que la falta de alguno de los requisitos expresados en los cinco incisos subsiguientes no pueden operar en contra del adquirente, sino en todo caso, en contra quien emitió el certificado. Hay que señalar un punto relevante: la obligación de notificar al fabricante o importador de la entrada en vigencia de la garantía se pone en cabeza del vendedor, eximiéndose en consecuencia al adquirente que el comprador tuviese que remitir por correo al fabricante un formulario en que se le anoticia de la adquisición, y aparecía mas bien como un sbterfugio para luego evadir responsabilidad. Se sanciona además con absoluta ineficacia a aquéllas cláusulas de la garantía que se formulen en contra de las exigencias del artículo.” (Tinti, Guillermo Pedro –Op. cit.– Pág. 42 y 43). “También legisla la Ley de Defensa del Consumidor en materia de garantías para los contratos que tienen por objeto cosas muebles no consumibles. Esta garantía obligará al proveedor a reparar la cosa que presente vicios o defectos. Y si esta reparación no resulta satisfactoria, el consumidor cuenta con las tres opciones que prevé el art. 17 de la ley, a saber: 1) pedir la sustitución de la cosa por otra de similares características; II) devolver la cosa en estado en que se encuentre, con reintegro del importe equivalente a las sumas pagadas” y III) obtener una quita proporcional del precio. La ley de Defensa del consumidor, contiene una norma específica en relación al instituto de los vicios redhibitorios. Así, el art. 18 aclara que la existencia de la garantía a cargo del proveedor que consagran los arts. 11 y ss. de la ley no obsta a la subsistencia de la garantía legal por vicios redhibitorios. Agrega la Ley de Defensa del Consumidor que “ a instancia del consumidor se aplicará de pleno derecho el art. 2176 del Código Civil”, y que “ el art. 2170 del Código Civil no podrá ser opuesto al consumidor” (Wajntraub, Javier H. –Op. cit.– Pág. 231) 54 CLÁUSULAS INEFICACES La ley consagra las cláusulas ineficaces en su Art. 37 en los siguientes términos “Sin perjuicio de la validez del contrato, se tendrán por no convenidas: a) Las cláusulas que desnaturalicen las obligaciones o limiten la responsabilidad por daños; b) Las cláusulas que importen renuncia o restricción de los derechos del consumidor o amplíen los derechos de la otra parte; c) Las cláusulas que contengan cualquier precepto que imponga la inversión de la carga de la prueba en perjuicio del consumidor. La interpretación del contrato se hará en el sentido más favorable para el consumidor. Cuando existan dudas sobre los alcances de su obligación, se estará a la que sea menos gravosa. En caso de que el oferente viole el deber de buena fe en la etapa previa a la conclusión del contrato o en su celebración transgreda el deber de información o la legislación de defensa de la competencia o de lealtad comercial, el consumidor tendrá derecho a demandar la nulidad del contrato o la de una o más cláusulas. Cuando el juez declare la nulidad parcial, simultáneamente integrará el contrato, si ello fuera necesario”. Tinti observa “Queda claro que el contrato subsiste, pero es ineficaz la cláusula prohibida. En el inciso primero, por desnaturalizar la obligación debe entenderse la imposición de ventajas abusivas a favor del proveedor, ya sea que imponga cargos excesivamente gravosos, o que tornen de cualquier modo ilusorios los derechos del adquirente. Queda asimismo establecida la prohibición de limitar la responsabilidad por daños de los proveedores de bienes o de servicios, es decir, convenir una cláusula de irresponsabilidad, que según enseña Rezzonico sería aquella en que el deudor de una prestación se exonera de reparar los daños que una ejecución imperfecta o una inejecución pudiera causar a la persona, a los bienes o a los intereses patrimoniales de su co-contratante. El inciso segundo contiene una limitación de la voluntad prohibiéndose convenir la renuncia o disminución de los derechos del consumidor. Efectuada de cualquier modo la renuncia, no tiene ningún valor y el proveedor no la podrá alegar para liberarse de las responsabilidades con esta ley. El artículo 2166 del C.C. no podrá emplearse para restringir o renunciar la responsabilidad por vicios redhibitorios, si el negocio jurídico es de los comprendidos por la presente ley. En el tercer inciso no se está imponiendo la carga de la prueba al proveedor, sino que se impide que convencionalmente se altere el principio probatorio general que exige probar a quien afirme, en perjuicio del adquirente, exigiéndole a éste que demuestre en juicio lo que por aquel principio, debía demostrar el proveedor. (Tinti, Guillermo, p. op. cit.) INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS DE CONSUMO: Interpretación Integradora e Integración del Contrato Fontanarrosa dice “En términos generales, la interpretación es una actividad dirigida a 55 desentrañar el significado de una manifestación de voluntad (declaración o comportamiento) considerada con relación al ambiente social económico dentro del cual ella ha sido producida. Entendida con este alcance general, la interpretación se refiere tanto a las leyes como a los negocios jurídicos.” Objeto de la interpretación no es, meramente, el documento o instrumento en el que se ha materializado el acuerdo, sino el negocio jurídico contractual en su integridad, incluyendo el comportamiento de las partes anterior, simultáneo y posterior a la conclusión del contrato . Interpretación integradora: Ocurre a veces que las partes, por una inadvertencia, omiten alguna cláusula o estipulación necesaria para la ejecución del contrato. En tal supuesto se produce una verdadera laguna contractual que es menester llenar con algún contenido ajeno a la manifestación de las partes, pero que, en cierto modo, puede considerarse virtualmente incluido en ella. En otros términos, no se atribuye a los contratantes una voluntad más extensa que la que presumiblemente han querido declarar, sino que meramente se suple una omisión que se supone voluntaria. Integración de los contratos: La integración del contrato se distingue de la interpretación integradora en que esta última tiende siempre a colmar lagunas de la voluntad de los contratantes sobre la base de inferencias de lo que presumiblemente hubiera sido esa voluntad si hubiese sido declarada. En tanto que la integración es un procedimiento legal que introduce efectos contractuales no previstos por las partes, pero dispuestos por la ley. Tanto la interpretación integradora como la integración son un producto de la voluntad de la ley (Messineo, Doctrina, t. II, pág. 122). Pero se distinguen en que, en tanto la primera opera sobre el supuesto de hecho contractual, intentando suplir las lagunas o deficiencias de la voluntad de las partes, la segunda opera sobre los efectos del contrato (CASELLA, Op. cit., pág. 114), imputando al negocio jurídico determinados efectos impuestos por la ley, aunque no hayan sido previstos ni queridos por los estipulantes. Ejemplos de integración pueden mencionarse en los contratos de transporte y de seguro, en los que la ley acuerda derechos e impone obligaciones que rigen con independencia de lo querido por las partes.” La integración del contrato opera incluso contra la voluntad expresa de las partes. (Fontanarrosa, Rodolfo O. –Op. cit.– pág. 152, 158). Tinti, tomando como ejemplo el artículo 18 LDC concluye que el mismo “establece una regla general de interpretación, que manda interpretar de modo favorable al consumidor. Esa es la dirección general que ha establecido la doctrina civil afirmando que en caso de duda debe interpretarse la cláusula contra el que la ha estipulado. El autor resalta la importancia de la tarea del juzgador, cuya función será “intervenir en la cláusula abusiva y neutralizarla encaminándola de manera manifiesta hacia un resultado justo, borrando su coloración inequitativa” (Rezzónico, Juan C., “Contratos con cláusulas predispuestas”, p. 611, Astrea, Bs. As., 1987). Destaca Tinti que “la norma reconoce que el deber de buena fe de los contratantes debe reinar aún desde la etapa previa a la conclusión del contrato, asignándole consecuencias jurídicas a su inobservancia, con lo cual reconoce una verdadera responsabilidad “in contrahendo” (Cit. Brebbia, Roberto H. “Responsabilidad Contractual”, p. 42, La Rocca, Bs. As, 1987).” (Tinti, Guillermo Pedro –Op. cit.– Pág. 69 a 71). 56 JURISPRUDENCIA UNIDAD 5 Relación de consumo. “El hecho de que el actor no haya cuestionado, impugnado u observado las facturas emitidas por la demandada en virtud de los servicios, telefónicos contratados, y/o que jamás haya hecho un pago bajo protesto, no perjudica su derecho de reclamar los importes indebidamente facturados, pues el art.474 del Código de Comercio es inaplicable cuando en la relación debe primar la normativa de defensa del consumidor, por tratarse de una típica relación de consumo”. (JCiv. y Com. Nº 5, San Nicolás, 2012/04/10. Taborda, Pablo Alcides c. AMX Argentina S.A. s /daños y perjuicios) DJ 2012-09-19, p. 12, Noción de consumidor. A los fines de la aplicación de los beneficios comprendidos en la Ley de Defensa del Consumidor, debe considerarse como destinatario final a quien adquiere bienes o servicios para quedarse con ellos y sin la idea de volver a insertarlos en el mercado, emplearlos en un proceso de producción o lucrar con ellos. (JCiv y Com. Nro. 5, San Nicolás, 2012/02/16 – Las Diagonales S.R.L. c. Patricio Palmero S.A.I.C.YA. s/ daños y perjuicios) LL – 01/06/12 pág. 6 cita on line: AR/JUR/997/2012. Requisitos para la existencia de una relación de consumo. “La adquisición del rodado por una firma dedicada a la explotación agropecuaria está fuera de toda conceptualización como relación de consumo, pues si bien se trata de un modelo todo terreno y de uso privado, no puede descartarse que su uso esté vinculado con algunas de las actividades habituales de la firma y que hacen a su objeto social, por lo cual, al no ser ajena al giro de la empresa, carece de la protección de la ley 24.240”. (CCiv, Com. y Contencioso administrativo la Nom., Río Cuarto, 2011/12/21. – La Pampa Gringa S.A. y Antonio Tavella c. Centro Automotores S.A. s/ abreviado LL.C 2012 (mayo), p. 450. “En las ejecuciones de títulos cambiarios dirigidas contra deudores residentes fuera de la jurisdicción del tribunal: 1. Cabe inferir de la sola calidad de las partes que subyace una relación de consumo en los términos previstos en la ley N° 24.240 de Defensa del Consumidor, prescindiendo de la naturaleza cambiaria del título en ejecución. 2. Corresponde declarar de oficio la incompetencia territorial del tribunal con fundamento en lo dispuesto en el art. 36 de la Ley de Defensa del Consumidor”. (CNCom., en pleno, 2011/06/29 – Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial. Autoconvocatoria a plenario s/ competencia del fuero comercial en los supuestos de ejecución de títulos cambiarios en que se invoquen involucrados derechos de consumidores) DCCyE 2012 (febrero), p. 218. “En el marco de las relaciones de consumo, de conformidad con lo establecido por el art. 8 de la ley 24.240, la publicidad opera como una oferta contractual que obliga a quien la ejecuta por los términos allí expresados de modo explícito o implícito, de 57 manera que desde el origen del vínculo contractual las razonables expectativas generadas en los potenciales adquirentes se encuentran protegidas”. (CContencioso administrativo y Trib., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala 1, 2011/12/07 – Coto C.I.C.S.A. S.A. c. G.C.B.A. y otros s/ otras causas con trámite directo ante la cámara de apelaciones) LLCABA 2012 (abril), p. 205. “1. La concesionaria de automotores que publicitó la venta de rodados a través de la financiación del precio por parte de una entidad financiera debe responder por haber brindado una información inexacta respecto de la financiación ofertada, lo que indujo al actor a tomar un préstamo en condiciones más gravosas que las publicitadas, pues visto que la demandada era quien contactaba a los clientes con el banco, no puede afirmar que era ajena a las condiciones en que el mutuo se celebraba. 2. La concesionaria de automotores debe responder por haber brindado una información inexacta respecto de las condiciones de financiación ofertada para la compra de vehículos, pues sin duda el deber de garantía y protección al consumidor, como obligación de seguridad inspirada en la buena fe, ha sido incumplido y tal conducta ha ocasionado perjuicios económicos al reclamante”. (CNCiv., sala K, 2008/09/08 – Lopo Tejo, Miguel c. Forest Car S.A.” “Las violaciones de la empresa automotriz demandada a sus deberes de informar y de obrar con buena fe y con lealtad comercial, vician de nulidad el contrato que suscribió la actora a los fines de adquirir un cero kilómetro, de conformidad con lo dispuesto en el art. 3 7 de la Ley de Defensa del Consumidor y por ello corresponde que se restituya a la actora el monto de las cuotas abonadas con más sus intereses”. (CaCiv: y Com., Córdoba, 2012/06/12. -Villegas, Claudia c. Turin S.A. s/ abreviado-daños y perjuicios – otras formas de responsabilidad extracontractual – (RCyS 2012-X, p. 6) “Tratándose de contratos de consumo, la cláusula que permite la modificación unilateral del contenido de la prestación debe, en principio, ser calificada como abusiva y, por tanto, capaz de acarrear su nulidad parcial, ello en virtud de lo establecido por el art. 37, inc. a de la Ley 24.240”. (CNCom., sala A, 2011/08/04 – Cilla, Néstor Reinaldo c. Galeno Argentina SA. s/ Sumarísimo) DFyP, 2011, Diciembre, 253) “Debe tenerse por no convenida la cláusula inserta en una póliza de seguro de vida, que establece la falta de pago de la prima y produce la caducidad automática del seguro sin previo aviso al tomador o a los beneficiarios, desde que la apuntada disposición contiene una forma de renuncia o restricción de los derechos de aquellos que conduce a desequilibrar la economía propia del contrato”. (CNCom., sala C., Gualco, Alba Clara y otro c. Provincia Seguros S.A., 06/08/2010, LA LEY, 2011-A, 23, AR/JUR/39672/2010). 58 “La aseguradora no puede liberarse de su obligación de indemnizar al asegurado por los daños sufridos por su vehículo en un accidente automovilístico basándose en la cláusula contractual según la cual para efectivizar la cobertura sería requisito la individualización del otro rodado que intervino en el hecho denunciado, pues dicha exigencia importa cláusula predispuesta y abusiva en los términos del art. 37 de la ley 24.240”. (CNCom, sala C, Villalba, Gladys Isabel c. Vanguardia Compañía Argentina de Seguros s/ sumario, 16/10/2001). “Resulta abusiva la cláusula contenida en un contrato de seguro de responsabilidad civil en cuanto limita la cobertura a los daños ocasionados a terceros no transportados, excluyendo los causados a los transportados, pues la diferencia entre el contenido de dicha cláusula y lo declarado por el productor de seguros en relación al riesgo cubierto revela que en el caso no se cumplió satisfactoriamente con el deber impuesto al proveedor, por el art. 4 de la ley 24.240, de informar con exactitud las características del seguro contratado”. (CNCiv, sala L, Fernández, Liliana Mónica y otros c. Bonavera, Walter Oscar y otros, 28/04/2009, LA LEY, 2009-E, 435). “Incurre en la infracción prevista en el art. 4° de la ley de defensa del consumidor 24.240 (Adla, LIII-D,14125) –violación del deber de informar– la empresa de medicina prepaga que no acreditó haber brindado al consumidor información suficiente sobre las características del servicio contratado en el caso, sólo se adjuntó el reglamento, vigente al tiempo del reclamo en sede administrativa, sin constancia alguna de notificación o recepción por el denunciante-, especialmente sobre la posibilidad de aumentar la cuota mensual”. “Encuadra dentro del concepto de “cláusula abusiva” – art. 37, ley de defensa del consumidor 24.240, la estipulación que otorga a la empresa de medicina prepaga la facultad unilateral de modificar ilimitada e incausadamente uno de los elementos esenciales del contrato, cual es el precio de la cuota, si se trata de afiliados de avanzada edad –en el caso; un matrimonio de 80 y 76 años respectivamente–, que no cuentan con posibilidades ciertas de ser aceptados por otra entidad, debiendo, asimilarse el incremento a una resolución unilateral, ya que de no poder afrontárselo, el consumidor se vería obligado a desasociarse. (Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala II 13/04/2004 Asociación Civil Hospital Alemán c. Ciudad de Buenos Aires – LA LEY 05/05/2004, 14 - DJ 05/05/2004, 66) “El fundamento del deber de información impuesto por el art. 9° de la ley 24.290 (Adla,1,III-D, 9125) está dado por la necesidad de suministrar al consumidor conocimientos de los cuales carece, al efecto de permitirle efectuar una elección 59 racional y fundada respecto de determinado servicio, y también radica en la evidente desigualdad que existe entre el proveedor y el consumidor en cuanto a la información relacionada con los productos o servicios ofrecidos”. (C.Contenciosoadtninistrativo y Trib., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala 1, 2003/11/12. - Eves S.A. c. Ciudad de Buenos Aires), p. 770. “La publicidad en la que una empresa de viajes y turismo afirmó que quienes abonaran una suma de dinero en concepto de reserva, se aseguraban el viaje, el precio y la estadía, constituye una oferta mediante la cual se comprometió a asegurar un lugar al consumidor en el viaje que contrataba -en el caso, no se realizó porque la demandada le informó que no había disponibilidad hotelera en la ciudad de destino-, que la obliga porque el contenido de los anuncios integra la trama obligacional aunque no haya sido reproducido en el contrato singular”. (CNCom., sala B, 2003/06/30. - Bosso, Claudia S. y otro c. Viajes ATI S.A. Empresa de Viajes y Turismo) RCyS, 2004-818 - JA, 2003-IV-529 “Si de la publicidad surge que se condicionaba la vigencia de la oferta de productos allí promocionados al cumplimiento de un plazo o “hasta agotar stock”; la sola mención de la frase “hasta agotar stock” sin precisar la cantidad de productos disponibles a los fines de poder hacer frente a la eventual demanda de la oferta publicitada configura el incumplimiento del art. 7 de la Ley 24.240 (“Frávega SA. c/ DNCI- Disp. 885/05 (Expte S01: 48315/05)”. C. NAC. CONT. ADM. FED., Sala III, Argento, Grecco, Fernández. 26/06/2007). 60 UNIDAD 6 PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO (LEY 24240)-LEGISLACIÓN NACIONAL El procedimiento administrativo se encuentra regulado en el art. 45 de la ley 24.240 (ref. por ley 26.361). Las actuaciones administrativas pueden ser iniciadas por el damnificado, por las entidades de defensa de los consumidores o de oficio por la Autoridad de Aplicación. En primer término se cita a una audiencia conciliatoria. Si la misma es exitosa, corresponde su homologación por la Autoridad de Aplicación, lo cual cierra el procedimiento administrativo. Caso contrario se labra un acta o se agrega la documentación y se cita al infractor para que presente un descargo y ofrezca pruebas. Igual procedimiento se seguirá en caso de actuaciones iniciadas de oficio. Las pruebas serán producidas sólo si la Autoridad de Aplicación las considera pertinentes para la resolución del caso. Asimismo, la Autoridad de Aplicación puede disponer de oficio la realización de otras pruebas que estime convenientes. Concluido el sumario por infracción la Autoridad de Aplicación dictará Resolución fundada, pudiendo sancionar o exonerar al proveedor cuestionado. En el primer caso, también puede fijar el resarcimiento del daño directo, conforme a la modificación introducida por la ley 26361. Las resoluciones sancionatorias pueden ser apeladas por el infractor ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal o ante las Cámaras de Apelaciones con asiento en las provincias, según el lugar del hecho. El recurso debe interponerse dentro de los 10 días hábiles de notificada la Resolución, ante la misma Autoridad de Aplicación, quien remitirá las actuaciones a la Justicia. En el orden nacional la Autoridad de Aplicación es la Subsecretaría de Defensa del Consumidor dependiente de la Secretaría e Comercio Interior (ME y FP) Señalan Centanaro-Surín, siguiendo a Lorenzetti, que “La Ley de Defensa del consumidor no plantea en su articulado ningún ilícito de consumo; no hay en ella tipificación alguna. Sin embargo posee tipos abstractos, aquellos que para su consumación no necesitan del perjuicio efectivo, pues su finalidad es preventiva, prescindiéndose de la comprobación del daño” Sanciones La aplicación de penalidades administrativas tiene obviamente carácter punitivo. La sanción tiende al castigo del responsable del daño, al par que actúa como disuasivo de futuras conductas disvaliosas tanto del sancionado como de otros proveedores o prestadores. Asimismo, las cauciones a un proveedor son registradas por la Autoridad de Aplicación para verificar la reincidencia. El Art. 47 (Texto según ley 26.361) prescribe que, “Verificada la existencia de la 61 infracción, quienes la hayan cometido serán pasibles de las siguientes sanciones, las que se podrán aplicar independiente o conjuntamente, según resulte de las circunstancias del caso: a) apercibimiento; b) multa de pesos cien a pesos cinco millones; c) decomiso de las mercaderías y productos objeto de la in fracción d) clausura del establecimiento o suspensión del servicio afectado por un plazo de hasta treinta días; e) suspensión de hasta cinco años en los registros de proveedores que posibilitan contratar con el Estado; f) la pérdida de concesiones, privilegios, regímenes impositivos o crediticios especiales de que gozare. Resarcimiento en sede administrativa Responsabilidad por daños La responsabilidad por daños, en general, surge del incumplimiento de las obligaciones a cargo de un sujeto de derecho. O sea, en principio, los sujetos se encuentran obligados, por la ley, por los contratos que celebre o por los hechos que pudiera cometer. Como ejemplos, en el primer caso podemos hablar de una obligación impositiva, en el segundo de las obligaciones emergentes de un contrato de locación, y en el tercero de la obligación de abstenerse de realizar conductas ilícitas, sean voluntarias como robar, o por imprudencia, como conducir negligentemente y herir a un transeúnte. El efecto jurídico del incumplimiento de las obligaciones es la responsabilidad civil que conlleva a la obligación de reparar el daño causado, en todos los casos. Más allá de la responsabilidad civil, existe la responsabilidad administrativa y la penal. Mucho se ha discutido desde la sanción del Código Civil acerca de si la responsabilidad debe ser subjetiva, como lo era inicialmente en el Cód. Civil de Vélez Sarsfield, lo cual requiere en el sujeto una situación mental de voluntariedad hacía el acto de incumplimiento (intención hacia el acto), o si debe ser objetiva bastando para atribuir responsabilidad que alguien haya creado una situación que eventualmente dañe a otro, más allá de cualquier intención de su parte de provocar daño alguno. La responsabilidad objetiva se fue abriendo camino en la jurisprudencia y en la legislación. Las legislaciones tuitivas, en principio, consagraron la responsabilidad objetiva, como la “ley de riesgos del trabajo”. Igual camino ha seguido la jurisprudencia al establecer la obligación tácita de seguridad, como en los casos de responsabilidad de establecimientos sanitarios. Y así también lo ha consagrado la ley de defensa del consumidor. El resarcimiento consiste en la indemnización al consumidor por los perjuicios sufridos como consecuencia del incumplimiento del proveedor de las normas legales o contractuales a su cargo, con motivo de la relación de consumo. El resarcimiento puede ser limitado o amplio. El primero no comprende la reparación integral, a la que sí tiende el segundo. Este último se integra, conforme al Código Civil, por el “daño emergente”, el “lucro cesante” y el “daño moral”. 62 Dice el Art. 40 bis LDC (Texto según ley 26.361) que: “Daño Directo”- Es todo perjuicio o menoscabo al derecho del usuario o consumidor, susceptible de apreciación pecuniaria, ocasionado de manera inmediata sobre sus bienes o sobre su persona, como consecuencia de la acción u omisión del proveedor de bienes o del prestador de servicios”. La autoridad de aplicación podrá determinar la existencia de daño directo al usuario o consumidor resultante de la infracción del proveedor o del prestador de servicios y obligar a éste a resarcirlo, hasta un valor máximo de cinco Canastas Básicas Totales para el Hogar 3, que publica el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). “El daño directo consiste en la posibilidad de resarcir al consumidor damnificado en sede administrativa, en atención a que en una inmensa mayoría de los casos ventilados por denuncias de consumidores, cuando no se ha podido alcanzar la conciliación de intereses en la etapa correspondiente, el consumidor no accede ya a reclamar por la vía judicial, dada la complejidad de trámite ante el órgano jurisdiccional, especialmente en las causas de menor cuantía. Con este artículo incluido por la reforma realizada a través de la ley 26.361 se dota a la Autoridad Administrativa de Aplicación de la Ley de Defensa del Consumidor para determinar la existencia de daño directo al usuario o consumidor y obligar al proveedor a resarcir al consumidor hasta un valor máximo de cinco Canastas Básicas Total para el Hogar, según sea publicado por el I.N.D.E.C.. Una solución similar, es la establecida actualmente como facultad del Ente Nacional Regulador de la Electricidad (E.N.R.E.), en materia de daños por incorrecta prestación del servicio electro energético. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con la sanción de la ley 2876, se incorpora al procedimiento administrativo de defensa del consumidor, su derecho de hacer efectivo el reclamo de daño directo. Por último, es importante destacar que el consumidor que haya sido resarcido en sede administrativa no tiene vedada la oportunidad de ocurrir y realizar el reclamo en sede judicial, sin perjuicio de deducirse posteriormente lo determinado de las indemnizaciones que pudieran haberse aplicado en la etapa administrativa”. Ello es sí porque la indemnización en el procedimiento administrativo es limitada. Es importante señalar que, con la reforma del año 2008, se ha incorporado el Daño directo a nuestra legislación en materia de Defensa y Protección de los Consumidores y Usuarios, que efectivamente constriñe a la verificación del daño y faculta a la Autoridad Administrativa a la imposición del resarcimiento una vez comprobado el perjuicio. El Art. 46 señala que “El incumplimiento de los acuerdos conciliatorios se considerará violación a esta ley. En tal caso, el infractor será pasible de las sanciones establecidas en la presente, sin perjuicio del cumplimiento imperativo de las obligaciones que las partes hubieran acordado”. Centanaro-Surín comentan “El acuerdo conciliatorio homologado por la Autoridad de Aplicación –sea nacional o local- es equivalente a una sentencia, y su incumplimiento conlleva una sanción en el marco del artículo 47 de esta misma norma. 63 EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO PARA LA DEFENSA DE LOS DERECHOS DEL CONSUMIDOR Y DEL USUARIO EN LA CIUDAD AUTONOMA DE BUENOS AIRES-LEY 757 En el marco de las atribuciones que la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires ha previsto en su artículo 46, y del inciso 2, apartado g del artículo 80 de la Carta Magna, se deducen las competencias que en materia de policía de consumo tiene la Ciudad Autónoma y de legislación en dichos asuntos. En esa inteligencia fue sancionada la ley 757, que rige el Procedimiento Administrativo para la efectiva implementación en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires de los Derechos de los Consumidores y Usuarios reconocidos en la Constitución Nacional, en la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en las Leyes Nacionales de Defensa del Consumidor (24.240), de Lealtad Comercial (22.802) y disposiciones complementarias. El procedimiento administrativo en la CABA (según el art. 6 ley 741 modif. Por ley 2876), se inicia por la denuncia. La misma la puede hacer el particular afectado –lo que se da en la mayoría de los casos- o una Asociación de Consumidores registrada ante la Autoridad de Aplicación, que represente al afectado. Debe constituir domicilio en la Ciudad en su presentación. Asimismo, deberá consignar los datos completos del denunciado, y relatar en su denuncia en forma concreta los hechos que la generan. Asimismo, debe acompañar las pruebas pertinentes, y, si reclama la indemnización en sede administrativa debe estimar y fundar su pretensión. Luego, según el art. 7 de la ley citada, la Autoridad de Aplicación fijará una audiencia a los fines conciliatorios, notificando al denunciado con copia de la denuncia. Celebrada la audiencia, si las partes llegaran a un acuerdo se labrará un acta, la cual será homologada. En caso de no llegarse al acuerdo el funcionario propondrá en la misma audiencia una fórmula de acuerdo que, de no ser aceptada por las partes dentro de 5 días hábiles, se considerará rechazada, lo que dará por finalizado el procedimiento conciliatorio y el expediente continuará hasta su Resolución por la Autoridad de Aplicación. Cuando el artículo se refiere a la conclusión del procedimiento, se refiere obviamente al procedimiento conciliatorio. Con posterioridad al mismo, y si no ha habido acuerdo, la Autoridad de aplicación inicia el sumario y le imputa la conducta contraria a la LDC al presunto infractor, notificándosela por cédula en términos claros y concretos, con mención a los hechos y a las normas presuntamente infringidas. Pueden dictarse medidas preventivas para la defensa de los consumidores y usuarios, prohibiendo la reiteración de la conducta y llegando hasta una clausura en caso de peligro para la salud o la seguridad. El presunto infractor debe presentar su descargo y ofrecer la prueba pertinente. Se producirán las pruebas que el instructor juzgue pertinentes. Concluido el sumario, la Autoridad de Aplicación dicta una Resolución dentro de los 30 días hábiles administrativos. Dicha resolución puede ser de sobreseimiento o imponer las sanciones previstas por 64 las leyes nacionales de lealtad comercial y de defensa del consumidor. En este caso se puede publicar la Resolución condenatoria, a costa del infractor, en los diarios de la ciudad. Las Resoluciones sancionatorias son apelables por recurso directo ante la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Tributario de la Ciudad de Buenos Aires. Con la reforma introducida por la ley 2876 al artículo 6 ya citado en su inc. f, 2º párrafo, se introdujo la posibilidad la posibilidad de que el consumidor o usuario potencialmente damnificado pueda efectuar su denuncia y reclamar el daño directo en la misma. En el artículo 6 de esta ley, se establece que ello será posible, siempre que se incluyan dentro de la petición el monto reclamado o su estimación si fuera posible” pues, como se establece en el artículo 40 bis de la ley 24.240, es la autoridad de aplicación quién determinará no sólo la existencia del daño directo sino también su apreciación pecuniaria. Deberá el reclamante, por supuesto, fundamentar la pretensión del daño directo, estableciendo la distinción entre las bases de la pretensión y la del daño directo , debiendo quedar cada una de ellas perfectamente determinada. (Centanaro-Surin, Op. Cit.) Autoridad de Aplicación La máxima autoridad del Gobierno de la Ciudad en materia de defensa de los consumidores y usuarios, será la autoridad de aplicación a los efectos de esta ley y de las Leyes nacionales de Defensa del Consumidor (24.240) y de Lealtad Comercial (22.802), sin perjuicio de las funciones de los demás organismos de la ciudad que persigan la protección y defensa del Consumidor o de problemáticas afines a las establecidas por esta ley. A los efectos de garantizar la defensa y protección de los derechos de los consumidores, la autoridad de aplicación tendrá facultades para firmar convenios o acuerdos de colaboración con organismos públicos o privados a fin de hacer eficaz y efectiva la implementación de los objetivos de la presente ley (ley 757). Las funciones han sido delegadas por el Decreto 17/03 en lo siguientes términos: “Delegase en la Dirección General de Defensa y Protección al Consumidor, dependiente de la Subsecretaría de Producción y Empleo de la Secretaria de Desarrollo Económico, las facultades de vigilancia, contralor y aplicación de lo establecido por las Leyes 24.240 y 22.802. .”; y en su Anexo I, que “La Dirección General de Defensa y Protección al Consumidor, actúa como Autoridad de Aplicación del Procedimiento Administrativo para la Defensa de los Derechos del Consumidor y del Usuario, aprobado por la ley 757. Facúltese al Director General de la Dirección General de Defensa y Protección al Consumidor para dictar las normas instrumentales e interpretativas necesarias para la mejor y más adecuada aplicación de las leyes y este reglamento”. PROCEDIMIENTO JUDICIAL – LEGISLACIÓN NACIONAL La órbita de la responsabilidad Wajnatraub señala que “si bien modernamente se predica la unidad del fenómeno resarcitorio postulándose la reparación del daño injusto como norte del sistema y 65 afirmándose que, en todos los casos, para que exista responsabilidad civil se requiere la concurrencia de los mismos presupuestos- daño, antijuridicidad, relación causal y factor de atribución- lo que resta sustento a una diversa regulación de las esferas contractual y extracontractual de responsabilidad, esta distinción entre ambas órbitas subsiste, no obstante, en nuestro derecho positivo de la mano del art. 1107 del Código Civil. Y si bien es cierto que un análisis dogmático de la ley demuestra que ello no es óbice para considerar a la responsabilidad por daños como un fenómeno unitario, regido por los mismos principios y que requiere de idénticos presupuestos para su configuración, lo cierto es que, de lege lata, subsisten algunas diferencias de regulación, entre ambos subsistemas- contractual y aquiliano-, siendo las más importantes las que hacen a la extensión del resarcimiento y los plazos de prescripción. Prosigue el autor “en materia de daños causados al consumidor por el vicio o riesgo de la cosa o la prestación del servicio, la ley no distingue entre la índole contractual o extracontractual de la responsabilidad, resulta más complejo en cambio determinar qué normas se aplicarán v. gr., para medir la extensión del resarcimiento al que estarán obligados los eventuales responsables. Es que la ley 24.240 se limita a unificar la responsabilidad en esta materia, pero, con excepción del plazo de prescripción trienal que resulta de su art. 50, no sienta normas específicas aplicables a la obligación de reparar que recaiga sobre los sujetos enumerados en el art. 40. De allí que deba acudirse a las normas comunes contenidas en el Código Civil. Responsabilidad por daños Se trata aquí de la obligatoriedad de responder frente al consumidor. Así, el Art. 40 (Ley 24240 – Texto según ley 24.999). “Si el daño al consumidor resulta del vicio o riesgo de la cosa o de la prestación del servicio, responderán el productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el vendedor y que hay puesto su marca en la cosa con motivo o en ocasión del servicio. La responsabilidad es solidaria, sin perjuicio de las acciones de repetición que correspondan. Sólo se liberará total o parcialmente quien demuestre que la causa del daño ha sido ajena”. Se trata en principio de responsabilidad objetiva aunque con la limitación de la última parte del artículo citado. Los sujetos responsables Wajtntraub explica que “el texto legal enumera de forma bastante clara a los legitimados pasivos de la acción de responsabilidad que entable el consumidor damnificado. Así, para el caso de los daños causados por un producto elaborado, se responsabiliza al fabricante, el importador, el distribuidor, el vendedor y quien haya puesto su marca en el producto. Esto implica incluir también al mayorista que vende la cosa al minorista que luego la transfiere, a su vez, al consumidor. La ley menciona también al transportista, pero responsabilizándolo sólo “por los daños ocasionados a la cosa con motivo o en ocasión del servicio”. Pese a lo confuso que resulta este párrafo, que interpretado literalmente carecería prácticamente de trascendencia, creemos que lo que la ley quiere decir es que el transportista responderá por los daños que sufra el 66 consumidor como consecuencia de la existencia de un defecto en la cosa, siempre que ese defecto se hubiere originado en el hecho del transportista, “con motivo o en ocasión “del transporte”. En todos los casos, dice el autor “la responsabilidad es solidaria “sin perjuicio de las acciones de repetición que correspondan” “La ley aclara expresamente que, tanto para el caso de la responsabilidad por productos cuanto para la resultante de la prestación del servicio, el deber de reparar tiene naturaleza objetiva. No otra cosa significa “Sólo se liberará total o parcialmente quien demuestre que la causa del daño le ha sido ajena”. Esto es, la prueba de la propia diligencia resulta insuficiente para eximirse, debiendo llegar el sindicado como responsable a acreditar la fractura del nexo causal. Un claro supuesto de responsabilidad objetiva. (Wainjtraub, JAVIER –Op. cit.–) Responsabilidad subjetiva es la que exige dolo o culpa del responsable del incumplimiento, la responsabilidad objetiva no exige dicho componente psicológico. ACCIONES JUDICIALES Acciones Individuales: Farina, comenta que “El Capítulo XIII, que comprende desde el art. 52 al 54, bajo el ambiguo acápite “De las acciones”, se refiere a las acciones judiciales para el caso en que un consumidor( o usuario) afectado en cualquiera de los derechos que le otorga le ley, accione judicialmente contra el responsable demandando el cumplimiento del contrato, o la nulidad de cláusulas abusivas o del contrato todo, o bien la resolución contractual y la indemnización o reparación de los daños y perjuicios sufridos. (FARINA, Juan M., pág. 402) El tema de las acciones judiciales ha sido legislado por la LDC a partir del art. 52, con mayor amplitud a partir de la reforma a la ley 24.240 efectuada por la ley 26.361. El art. 52 LDC (s/ley 26.361) prescribe que la acción puede iniciarla el consumidor o usuario, las asociaciones de consumidores registrados actuando por la representación del afectado, el Defensor del Pueblo o el Ministerio Público Fiscal. Tales acciones, según el art. 53 LDC (s/ley 26.361) tramitarán por el procedimiento más abreviado que rija en la jurisdicción en que tramite el litigio o la representación puede otorgarse mediante una simple acta poder (como la justicia laboral a favor del trabajador), gozando asimismo en principio del beneficio de justicia gratuita (el proveedor puede demostrar la solvencia del consumidor y hacer cesar dicho beneficio). Centanaro-Surin, comentan “la nueva redacción del presente artículo impone al juez la obligación de una previa acreditación acerca de la habilitación de la respectiva asociación de consumidores que actuará en defensa de los intereses de la clase. Sin embargo, en caso de desistimiento de la asociación de consumidores de asumir la titularidad de la acción de continuarla el Ministerio Público. Con ello, por supuesto, se resguardará en todo el trámite del proceso que el interés de los consumidores sea protegido debidamente.” (Centanaro-Surin –Op. cit.– Pág., 76, 77). 67 Extensión del resarcimiento El resarcimiento en sede administrativa comprende exclusivamente el daño directo y, como dijimos, es limitado al importe de 5 canastas básicas – Hogar Nº 3 fijada por el INDEC. Por el contrario, en sede judicial, el consumidor (como el trabajador, en los casos de accidentes de trabajo reclamados judicialmente y no ante los ART) puede obtener una reparación integral, que, como se dijo, se compone de año emergente (el perjuicio efectivamente sufrido) como el lucro cesante (lo que se ha dejado de ganar como consecuencia del incumplimiento del obligado), y el daño moral (todo daño en los afectos legítimos de una persona). Daño Punitivo: La reforma a la LDC por la ley 26.361, también puede demandarse el llamado “daño punitivo”, esto es, una multa civil en beneficio del consumidor, por el incumplimiento sustancial, así como los jueces pueden aplicar “astreintes” (o multas procesales ) para el caso de incumplimientos procesales de lo decidido por los magistrados. Este nuevo instituto ha sido criticado en su denominación por resultar más adecuado la denominación “multa civil” El Art. 52 bis (Agregado por ley 26.361, a la ley 24.240) reza lo siguiente: “Al proveedor que no cumpla sus obligaciones legales o contractuales con el consumidor, a instancia del damnificado, el juez podrá aplicar una multa civil a favor del consumidor, la que se graduará en función de la gravedad del hecho y demás circunstancias del caso, independientemente de otras indemnizaciones que correspondan. Cuando más de un proveedor sea responsable del incumplimiento responderán todos solidariamente ante el consumidor, sin perjuicio de las acciones de regreso que le correspondan. La multa civil que se imponga no podrá superar el máximo de multa prevista en el artículo 47, inciso b de esta ley”. Respecto de este artículo, opinan Centanaro-Surín “Esta nueva figura, tomada del Derecho anglosajón, consiste en una multa que el consumidor puede obtener, y que no guarda relación con el daño que ha sufrido. El objeto de esta multa es disuadir al proveedor en la continuación de la oferta y venta de un producto o servicio que genere perjuicio; ello, por estimar que resultará más económica la reparación de los casos particulares que la prevención para la generalidad. Se otorga al Juez la facultad de imponerla, debiendo tener en cuenta el caso concreto y las incidencias del mismo. Y, como bien señala la letra del artículo, será otorgado con independencia de las otras multas que el Juez estimare pertinentes.” Destacan los autores que “este nuevo instituto tiene efectos ejemplificadores y disuasorios con respecto al conjunto de los proveedores del mercado, más aún con la ampliación de los montos de las multas del inciso b) del artículo 47, y de la responsabilidad solidaria que se fija en dicho artículo.” (Centanaro-Surin –Op. cit.– Pág., 77). La doctrina y la jurisprudencia, en general, entiende que para aplicar el daño punitivo 68 tiene que mediar un elemento subjetivo que agrave la conducta del proveedor. Ello porque la multa civil juega un doble rol: el de punir y prevenir futuras conductas semejantes. Acciones Colectivas En general, en nuestro derecho no están legislados específicamente los procesos de tipo grupal. O sea que el proceso colectivo como tal no tiene regulación en nuestra legislación. Esta situación da lugar a que los magistrados den diversos tratamientos a los procesos así planteados, con lo cual muchas cuestiones no tienen una solución unívoca. Las acciones colectivas han tenido su origen en las “class actions” del derecho anglosajón y constituyen un sistema procesal por el cual una persona o un grupo de ellas puede representar a un grupo de personas que tienen un interés común, precisamente cuando no pueden actuar todas ellas por ser un colectivo numeroso. En los EE.UU se reguló el siglo pasado la nombrada “class action”. Su utilización, al decir de Bianchi, tiene defensores y detractores, pero lo cierto es que durante el siglo XX han tramitado en EE.UU numerosos procedimientos, existiendo asociaciones que promueven usualmente este tipo de procesos. Los requisitos de estas acciones –siempre en el derecho extranjero citado– son: el carácter numeroso de los miembros de la clase; la existencia de cuestiones fácticas y jurídicas comunes; la representatividad que se atribuye el demandante y la finalidad de protección de los derechos afectados: La normativa americana incluye los aspectos procesales de la tramitación de los “class actions”. En el derecho del consumidor es claro que la afectación de los derechos de los mismos pueden ser de naturaleza colectiva o general, o de naturaleza individual, no obstante lo cual, al decir de Cuello, Ramiro, en su artículo publicado en LL-23/03/09, “el ámbito de consumo es uno de aquellos donde con mayor frecuencia se pueden presentar las afectaciones masivas o plurales con comunidad de causa. Por ello, resulta coherente que la reforma a la ley 24.240, efectuada en 2007 por la ley 26361, haya introducido las acciones colectivas en la legislación consumerista, si bien ha sido objeto de críticas en razón de no establecerse pautas definidas para su procedencia y ejercicio. Precisamente, la LDC –ley nacional– contiene respecto de toda la materia normas sustanciales y procesales, lo cual proviene de la forma en que fuera incorporado a nuestro derecho el derecho del consumo. El Código Modelo de Procesos Colectivos para Iberoamérica prevé nítidamente dos tipos de acciones colectivas: las relativas a la defensa de intereses colectivos o difusos, y las referentes a la defensa de intereses plurindividuales homogéneos. Ello no surge tan nítidamente en nuestra ley 24.240 (texto s/ley 26361). La C.S. ha sostenido que existen tres categorías de derechos (a) los clásicos derechos individuales, (b) los de incidencia colectiva que tienen por objeto bienes colectivos y (c) los de incidencia colectiva referentes a intereses individuales homogéneos. La LDC trata el tema de las acciones de incidencia colectiva en el art. 52 párrafos 3º, 4º y 5º (requisitos de procedencia y legitimación procesal), el art. 54 (efectos de la sentencia en las mentadas acciones) y art. 55 última parte (beneficio de justicia gratuita). 69 El ART. 54 (Texto según ley 26.361) regula las Acciones de incidencia colectiva. “Para arribar a un acuerdo conciliatorio o transacción, deberá correrse vista previa al Ministerio Público Fiscal, salvo que éste sea el propio actor de la acción de incidencia colectiva, con el objeto de que se expida respecto de la adecuada consideración de los intereses de los consumidores o usuarios afectados. La homologación requerirá de auto fundado. El acuerdo deberá dejar a salvo la posibilidad de que los consumidores o usuarios individuales que así lo deseen puedan apartarse de la solución general adoptada para el caso. La sentencia que haga lugar a la pretensión hará cosa juzgada para el demandado y para todos los consumidores o usuarios que se encuentre en similares condiciones, excepto de aquellos que manifiesten su voluntad en contrario previo a la sentencia en los términos y condiciones que el magistrado disponga. Si la cuestión tuviese contenido patrimonial establecerá las pautas para la reparación económica o el procedimiento para su determinación sobre la base del principio de reparación integral. Si se trata de la restitución de sumas de dinero se hará por los mismos medios que fueron percibidos; de no ser posible, mediante sistemas que permitan que los afectados puedan acceder a la reparación y, si no pudieran ser individualizados, el juez fijará la manera en que el resarcimiento sea instrumentado, en la forma que más beneficie al grupo afectado. Si se trata de daños diferenciados para cada consumidor o usuario, de ser factible se establecerán grupos o clases de cada uno de ellos y, por vía incidental, podrán éstos estimar y demandar la indemnización particular que les corresponda”. En el Art. 55 (Texto según ley 26.361) se alude a la Legitimación - Las asociaciones de consumidores y usuarios constituidas como personas jurídicas reconocidas por la autoridad de aplicación, están legitimadas para accionar cuando resulten objetivamente afectados o amenazados intereses de los consumidores o usuarios sin perjuicio de la intervención de éstos prevista en el artículo 58 párrafo segundo de esta ley. Las acciones judiciales iniciadas en defensa de intereses de incidencia colectiva cuentan con el beneficio de justicia gratuita. Tambussi comenta,”Sin perjuicio de lo ya insinuado, se introduce un art. 54, que establece la vista previa al Ministerio Fiscal en supuestos de acciones de incidencia colectiva en los supuestos en que se formula un acuerdo conciliatorio, a efectos de la vigilancia de una adecuada consideración de los derechos (maldice intereses) de usuarios o consumidores que se encuentren involucrados, con posibilidad de que aquellos usuarios o consumidores que así lo deseen puedan apartarse individualmente de la solución general. Así la sentencia hará cosas juzgada respecto de todos los consumidores en igual situación, excepto los que manifiesten lo contrario, en forma previa a la sentencia y de acuerdo a la forma en que el magistrado disponga la efectividad de tal manifestación. En suma, significa una puesta en marcha de reglamentación de las acciones colectivas cuya experiencia bien contribuirá al desarrollo de esta garantía. De existir pretensión reparatoria, el magistrado establecerá las pautas para la reparación, regulando la forma más adecuada para la integralidad de la misma, según se trate de damnificados individualizados o un grupo afectado, siempre sobre el 70 principio de reparación integral. La reforma acota el arbitrio judicial reparatorio estableciendo que la restitución de sumas de dinero se efectúa por el mismo medio que fueron percibidas, posibilitando siempre que los afectados puedan acceder a la reparación, y en caso de no poder individualizarlos, se hará justicia de la forma que el juez considere más apropiada para beneficiar al grupo involucrado. De existir daños diferenciados, se prevé la posibilidad de establecer grupos o clases de consumidores afectados que por vía incidental podrán demandar la indemnización particular que estimen corresponder. Las acciones colectivas son gratuitas y razonablemente exentas del procedimiento de mediación obligatoria (agregado al art. 55)” (Tambussi, Carlos E. –Op. cit.– pág. 187188) “Al sancionarse la reforma mediante la ley 26.361, se hizo evidente que la inclusión de un precepto que reglara las acciones de incidencia colectiva (las class actions del derecho anglosajón) era inevitable dado el desarrollo y la masividad que posee el mercado de consumo en la República Argentina” (Centanaro-Surin –Op. cit.– Pág., 79, 80). 71 JURISPRUDENCIA UNIDAD 6 Sanción Administrativa El Caso de AMIL Asistencia Médica Internacional S.A. La empresa de medicina prepaga AMIL ASISTENCIA MEDICA INTERNACIONAL S.A., fue sancionada en septiembre de 2001, por no cumplir con las prestaciones obligatorias que la Ley N° 24754 le impone a toda entidad que presta servicios de medicina prepaga, en este caso, por negar la cobertura de gastos de internación, honorarios, material descartable, anestesia, derechos operatorios, monitoreo, y otros derivados de una intervención quirúrgica a la que debió someterse una asociada. La Norma El artículo 19 de la Ley N° 24240 de Defensa del Consumidor, referido a las modalidades de la prestación de servicios, establece que “Quienes presten servicios de cualquier naturaleza, están obligados a respetar los términos, plazos, condiciones, modalidad, reservas y demás circunstancias conforme a las cuales hayan sido ofrecidos, publicitados o convenidos”. Los Hechos Las actuaciones administrativas se iniciaron a causa de una denuncia presentada por una asociada a la empresa, porque ésta se negó a cubrir una determinada intervención quirúrgica de urgencia. La paciente había concurrido al Sanatorio para practicarse unos estudios médicos y le detectaron un embarazo de cuatro semanas que debía extirparse de urgencia porque provocaba un alto riesgo de vida. Por ello, el sanatorio se comunicó con la prepaga AVAL para solicitar su autorización para realizar la operación, la cual fue denegada. El argumento esgrimido por la empresa al sanatorio fue que la asociada no estaba adherida al módulo de maternidad, motivo por el cual no cubriría los costos de la misma. Debido al estado crítico de la paciente, el médico indicó que sólo podría retirarse en ambulancia hacia algún hospital cercano, aunque por la urgencia, no lo recomendaba. Bajo esas circunstancias, previo pedido de presupuesto, la paciente decidió operarse en ese establecimiento previa firma de un cupón de su tarjeta de crédito por $ 1.700.- en garantía (el costo de la intervención sería de $ 1.000 más los honorarios médicos). No obstante, cuando al día siguiente iban a cancelar la factura, le informan que el monto era de $ 4.600 aproximadamente, lo cual era imposible de abonar para la asociada. En el reglamento de AMIL que le entregaron al momento de su afiliación aparece especificado que la cobertura en casos de emergencia quirúrgica con riesgo de vidas es total, así como los estudios que le practicaron. A pesar de ello, la empresa de medicina prepaga mantuvo su negativa a cubrir los gastos de la intervención, por lo que la empresa fue imputada por presunta infracción a la norma. La Defensa La empresa rechazó los cargos formulados y los dichos de la denunciante por considerarlos improcedentes. La empresa indicó que la internación y operación fue rechazada porque la paciente entró al sanatorio por guardia con un diagnóstico de “posible causa ginecológica”, donde se le autorizó la consulta para la verificación de dicho diagnóstico, de cuyos estudios se determinara el informe final y la terapia a seguir. 72 Allí se determinó que el cuadro presentado correspondía a una patología de obstetricia y que el paciente no había adquirido el módulo especial de obstetricia que le otorga cobertura en cualquier sanatorio que ella elija. Ante el inconveniente suscitado, conforme lo establece el PMO (Plan Médico Obligatorio) se le otorgaría la cobertura obligatoria en el Hospital Fernández o en otro sanatorio contemplado en el plan, con un médico de la cartilla que atiende para y por el PMO. De esta forma, la asociada tenía tiempo para ser derivada a los centros de atención propuestos ya que no es cierto que se encontrara en riesgo de vida, pues no estaba descompensada como para que se tomara una conducta derivada de una emergencia. Por consiguiente, la paciente resolvió quedarse en esa clínica de manera arbitraria y unilateral. La Sanción Del análisis de los argumentos planteados por la empresa no surge ningún elemento que brinde pruebas de lo que ésta manifestó en su defensa, por lo cual, los dichos sólo constituyen manifestaciones unilaterales que no poseen valor para exculparla de la imputación en su contra. Debe tenerse presente que la asociada había solicitado la visita de un médico en su domicilio el día previo a la internación y fue éste quien le ordenó realizar los estudios de diagnóstico porque tenía fuertes dolores abdominales. No obstante ello, al momento de ordenarse la intervención quirúrgica, la empresa pretendía que la paciente se trasladara a la guardia de un hospital, motivo suficiente para considerar que no cumplió con la prestación del servicio cuyo contrato tiene como finalidad la cobertura médica. Asimismo, en ningún momento la empresa identificó al médico que supuestamente habría diagnosticado que la asociada no presentaba un cuadro clínico de urgencia y podía entonces ser trasladada sin ningún riesgo para su salud. Pero más allá de si la situación permitía o no su traslado, la empresa debió haber enviado una ambulancia a tal efecto o haber mediado con el sanatorio para que se adoptaran todos los recaudos para el traslado propuesto. Esa falta de preocupación por garantizar el traslado demuestra que la empresa de medicina prepaga no se interesó realmente en que la paciente fuese atendida en otro centro médico, tal como expresara en su descargo. Por último, cabe remarcar que entre las prestaciones que obligatoriamente deben cubrir las empresas de la salud en virtud del cumplimiento del PMO, se encuentran los gastos originados por cirugías, medicamentos e internación, todas erogaciones que la empresa denunciada se negó a reintegrar, lo cual configura la infracción a la norma por lo que fue sancionada con una multa de $ 5.000.Apelación de multa: confirmación Incumplimiento del deber de información – Artículo 4 de la ley 24.240 – Identificación del origen del producto – Numeración del Registro Nacional de Productos Alimenticios – Carga de la prueba – Mora de la Administración – Mercadería peligrosa – Artículo 5 de la ley 24.240 - Publicación de la resolución administrativa condenatoria – Artículo 37 de la ley 24.240. La Secretarla de Industria, Comercio y Minería impuso una multa de $ 35.000 a un hipermercado en virtud de la falta de consignación en los rótulos de quesos y chacinados de la identificación de origen y de los números del Registro Nacional de 73 Productos Elaborados y del Registro Nacional de Productos Alimentarios. La Cámara modificó la resolución apelada en tanto redujo la multa a $ 10.000.“Debe confirmarse la resolución de la Secretaría de Industrias, Comercio y Minería que impuso una multa a un hipermercado en virtud de la falta de consignación en los rótulos del Registro Nacional de Productos Elaborados y del Registro Nacional de Productos Alimentarios –RNE y RNPA- toda vez que dichas omisiones vulneran el deber de información impuesto a los fabricantes, distribuidores y vendedores por el art. 4 de la ley 24.240 (Adla, LIII, D, 4125). Una vez configurada la falta de determinación en los rótulos de productos alimenticios de su país de origen y de la numeración del Registro Nacional de Productos Elaborados y del Registro Nacional de Productos Alimentarios, incumbe al presunto infractor acreditar que a la fecha de la inspección habían transcurrido los 30 días con los que cuenta la Administración para otorgar el número de registro solicitado, a fin de poder alegar válidamente que se encontraba habilitado para comercializar los productos posteriormente intervenidos. El hecho de que se haya omitido suministrar en los rótulos de productos alimenticios información sobre el país de origen y números de registro no hace presumir que se trate de productos peligrosos para la integridad física o salud de los consumidores, razón por la cual dicha omisión no importa por sí sola Infracción ni art. 5 de la ley 24.240 (Adla, L.III-D, 4125). Resulta procedente imponer, a quien infringió la ley de defensa del consumidor -en el caso, el deber de suministrar información completa y adecuada-, la publicación de la resolución administrativa condenatoria, ya que dicha obligación prevista en el art. 47 de la ley 24.240 (Adla. LIII-D, 4125) configura una sanción accesoria que tiene como objetivo informar a los consumidores de las contravenciones a sus derechos y divulgar los medios con los que cuentan para defenderse”. 107.237 - CNFed. Contenciosoadministrativo, sala II, 2003/09/04 – Coto CICSA c. Secretaría de Industria, Comercio y Minería. Apelación de multa: Confirmación “La finalidad que persiguen las sanciones en materia de “Defensa del consumidor”; es restituir el equilibrio que se quebró en la relación contractual, en atención a la disparidad de situaciones en la que se encuentran uno y otro de los sujetos de la relación de consumo. Esa finalidad de la actividad sancionatoria de la administración, que nace -en la materia- a partir de las repercusiones de la denominada “sociedad de consumo” (caracterizada -en lo que nos interesa- por las masificación y abstracción de las relaciones contractuales), busca un doble objeto, una situación de prevención general y otra de prevención especial. La prevención general procura tutelar esa incidencia colectiva que tipifican a las relaciones de consumo. Vale decir, prevenir que la falta que se cometió era forma específica, con relación al usuario o consumidor, no tenga un efecto multiplicador respecto a otros. Esto es, que el obrar antijurídico no se reitere con relación a otros usuarios y, a su vez, que otras empresas no incurran en una conducta igual o similar a la sancionada.” (Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Sala II, 12/09/2006, “Volkswagen compañía Financiera S.A. c/ G.CB.A. s/ otras causas con trámite directo ante la Cámara de Apelaciones). Citado 74 por CENTANARO-SURIN “Leyes de Defensa del Consumidor y Usuario Comentadas y anotadas Pág., 66 a 71, Lajouane 2009 I Edición, Buenos Aires. Apelación de multa: confirmación Hechos: La Secretarla de Desarrollo Económico de la Ciudad de Buenos Aires impuso una multa a un Banco que, en infracción al art. 4 de la ley 24.240, debitó el importe de un cheque que anteriormente había acreditado erróneamente en la cuenta que su cliente tenía en caja de ahorro, sin brindar al titular de la cuenta ninguna explicación respecto de estos movimientos. La Cámara confirmó dicha disposición. “Corresponde confirmar la multa impuesta a un banco que, sin informar al titular de una cuenta en caja de ahorro, debitó el importe de un cheque que con anterioridad había acreditado erróneamente en dicha cuenta antes de finalizar la etapa de clearing, pues esta conducta vulnera el deber de brindar Información adecuada, veraz, detallada, eficaz y suficiente -art. 4, ley 24.240- a lo largo de la ejecución del contrato de caja de ahorro oportunamente suscripto. Las multas por Infracción al art. 4 de la ley 24.240 (Adla, LIII-D, 4125), que la autoridad de aplicación está autorizada a imponer, no tienen por objeto resarcir al denunciante por los perjuicios sufridos -en el caso, se aplicó una multa a un banco que debitó el importe de un cheque que con anterioridad había acreditado erróneamente en la caja de ahorro de su cliente, sin informarlo a aquél de estos movimientos-, toda vez que se trata de medidas disuasivas tendientes a prevenir futuros comportamientos lesivos de los derechos del consumidor”. Contencioso administrativo y Trib., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala 1, 2003/10/10 - BBVA Banco Francés c. Ciudad de Buenos Aires. Apelación de multa: confirmación “Las facultades reconocidas a la administración por las leyes 24240 y 7402 de la Provincia de Salta para aplicar sanciones ante la detección de infracciones son válidas, pues se dispuso el control judicial suficiente, mediante el procedimiento recursivo que prevén los arts. 4 de la primera y 19 de la segunda”. (CJ Salta, 2012/09/25. - Telecom Argentina S.A. s/ apelación resolución de la Secretaria de Defensa del Consumidor s/ queja por rec. de inc. denegado) LL NOA 2012 (octubre), p. 975. Apelación de multa: confirmación “Multa a una empresa de medicina prepaga. Debe confirmarse la disposición del Director Nacional de Comercio Interior que impuso a una empresa de medicina prepaga una multa de $ 100.000 por infracción a los artículos 4° y 19 de la ley 24.240 de Defensa del Consumidor, dado que para determinar la sanción aplicada se manifestó ponderar las circunstancias del caso y los elementos indicados por el artículo 49 de la ley 24.240, y la recurrente no da razones suficientes que permitan afirmar que esos elementos de valoración de la conducta no fueron en realidad tenidos en cuenta, ni que justifiquen la reducción de la multa, y en atención a los montos mínimo y 75 máximo previstos en el artículo 45 de la ley ($ 100 hasta $ 5.000.000), y teniendo en cuenta la naturaleza de la conducta reprochada así como la entidad de las cuestiones comprometidas, la multa impuesta no sólo respeta los límites legales sino que, asimismo, no se exhibe como desproporcionada”. (CNFed. Contencioso administrativo, sala II, 2012/04/19. Swiss Medical SA c/ DNCI – Disp. 614/10. JA 2012-09 12, p. 35 Apelación de multa: confirmación “Corresponde aplicar multa a un establecimiento comercial por violación a los arts. 4°, 11 y 19 de la ley 24.240 de defensa del consumidor (Adla, LIII D, 4125), pues decidió reemplazar unilateralmente a la empresa que, según la póliza oportunamente entregada, prestaría el servicio de garantía del producto adquirido –en el caso, una computadora personal– sin informarle al cliente sobre tal circunstancia”. (CContencioso administrativo y Trib., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala 1, 2003/10/31 – Carrefour Argentina S.A. c. Ciudad de Buenos Aires), p. 96. Apelación de multa: confirmación La Dirección Nacional de Comercio Interior impuso una multa a una obra social por infracción al art. 19 de la ley 24.240, por haber vulnerado el derecho del usuario a seguir con la prestación médica a pesar de haber cesado su relación laboral. Apelado dicho decisorio por la multada, la Cámara lo confirmó. “La multa impuesta a una obra social por infracción al art. 19 de la ley 24.240 debe confirmarse, en tanto rechaza una solicitud de ingreso como afiliado adherente de un consumidor alegando “razones médicas”, sin respetar su derecho a la continuidad de la prestación luego del cese de la relación laboral, conforme prevé la Resolución 9/04 de la ex Secretaría de Coordinación Técnica. Aun cuando la actividad de las empresas de medicina prepaga presenta ciertos rasgos mercantiles, éstas tienden a proteger las garantías a la vida, seguridad e integridad de las persones, y adquieren un compromiso social con los usuarios, en virtud del cual no puede desconocerse un contrato sin contrariar su propio objeto”. 115.971 - CNFed. Contenciosoadministrativo, sala II, 2011/06/16 OSUPUPCN c. D.N.C.I. Disp. N° 371/10 (Expte. S01:99792/04). [Cita on line: AR/JUR/40760/2011] Apelación de multa: confirmación Hechos: Una empresa de medicina prepaga apeló la resolución dictada por el Secretario de Desarrollo Económico de la Ciudad de Buenos Aires que le impuso una multa por considerar que estaba violado el deber de información dispuesto por el art. 4° de la ley 24.290 de defensa del consumidor al no informar a su afiliada que se reservaba la facultad de rescindir unilateralmente el contrato de prestación de servicios médicos en casa de cesar la relación laboral de su padre con la empresa en la que trabajaba y en razón de la cual se afilió debido a la existencia de un convenio. Asimismo, planteó la inconstitucionalidad del art. 19 por cuanto somete a la instancia 76 administrativa urca controversia regida por el derecho privado. La Cámara rechazó el recurso de apelación. “1. Corresponde sancionar con multa a la empresa de medicina prepaga que violó el deber de información que establece el art. 4° de la Ley 24.240-de defensa del consumidor- (Adla, LIII-D, 4125) desde que no informó oportunamente a la afiliada que se reservaba la facultad de rescindir unilateralmente el contrato de prestación de servicios médicos en caso de cesar la relación laboral de su padre con la empresa en la que trabajaba y en razón de la cual se afilió debido a la existencia de un convenio, ya que no aportó prueba tendiente a demostrar que dicho modo de rescisión era conocido y aceptado por la denunciante. 2. La omisión o el incumplimiento de los deberes a cargo de los prestadores de bienes y servicios que son impuestos por la ley 24.240 de defensa del consumidor (Adla, LIII-D, 4125) a fin de equilibrar la relación de consumo configura una infracción formal, razón por la cual, es innecesaria la existencia de daño concreto, por ella si bien el art. 49 de la ley fija la cuantía del beneficio obtenido como un parámetro que debe tenerse en cuenta al momento de aplicar y graduar la sanción, este criterio no es un elemento constitutivo de la infracción sino una pauta, entre otras, de carácter no excluyente para fijar el tipo y grado de la pena. 3. Cabe rechazar el planteo de inconstitucionalidad del art. 19 efe la ley 24.240 – de defensa del consumidor- (Adla, LIII-D, 4125), en cuanto somete a instancia administrativa una controversia regida por el derecho privado, desde que la peticionante no indica de qué forma la intervención de la Secretaría de Desarrollo Económico como autoridad de aplicación de la Ley afecta su garantía de defensa y del juez natural, en la medida en que el mencionado cuerpo legal prevé la plena y amplia revisión judicial de las decisiones administrativas sancionatorias por vía del recurso directo -art. 45-” . 106.898 - CContenciosoadministrativo y Trib., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala 1, 2003/10/31 – Medicus SA. de Asistencia Médica y Científica c. Ciudad de Buenos Aires. Apelación de multa: confirmación. Hechos: Una persona denunció a una empresa de telefonía celular por entregarle “gratuitamente” un teléfono, sin informar que el equipo en cuestión era suministrado en comodato. La autoridad administrativa aplicó una multa a la empresa denunciada. Apelada la sanción, la Cámara confirmó la misma. “1. La omisión de una empresa de telefonía celular de informar respecto de las condiciones de adquisición de un equipo telefónico -en el caso, la empresa entregó “gratuitamente” un teléfono, sin informar que lo suministraba en comodato-, constituye una infracción al art. 4 de la ley de defensa del consumidor (Adla, LIII-D, 4125), ya que se trata de datos esenciales para comprender las características del servicio. 2. Corresponde rechazar el recurso de apelación incoado contra la sanción impuesta por la autoridad administrativa a una empresa de telefonía celular por infringir el art. 4 de la ley de defensa del consumidor (Adla, LIII-D, 4125) -en el caso, la empresa entregó gratuitamente a una persona un teléfono, sin informar que en realidad lo suministraba en comodato-, ya que la sancionada no probó la existencia de alguna causal que permita excluir su responsabilidad. 77 3. Cabe rechazar el recurso de apelación deducido contra la sanción impuesta por la autoridad administrativa a una empresa de telefonía celular por infringir el art. 4 de la ley 24.240 (Adla, LIII-D, 4125) -en el caso, la empresa entregó gratuitamente a una persona un teléfono, sin informar que en realidad lo suministraba en comodato-, si la resolución administrativa carece de vicios en la motivación, puesto que en la misma se expresaron claramente los argumentos jurídicos que fundamentan la multa” (del voto del doctor Corti CContenciosoadministrativo y Trib., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala I, 2005/02/25 (*). - Telecom Personal S.A. c. Ciudad de Buenos Aires. Apelación de multa: confirmación Hechos: Un banco fue multado por infracción a la ley 24.240, al haber violado los deberes de información al usuario previstos en dicha ley: El proceso fue iniciado a raíz de la denuncia de un cliente que ejecutó por medio de un cajero automático el depósito de una cantidad de dinero, en tanto la entidad bancaria acreditó un monto menor, que dijo encontrar dentro del sobre. La Cámara confirmó el pronunciamiento. “Corresponde multar al banco por infracción a la ley 24.240 (Adla, L.III-D, 4125), si éste no ha cumplido con la obligación contractual prevista en el artículo 4º de dicha ley, de informar al usuario que las eventuales diferencias entre el depósito informado en un cajero automático y el verificado, en caso de ocurrir, son de exclusiva responsabilidad del cliente, sin que la circunstancia de que en el comprobante de la transacción se haya consignado la leyenda “operación a confirmar” resulte suficiente para acreditar que se ha informado debidamente al usuario sobre las consecuencias que pueden derivarse de la utilización de un cajero electrónico para realizar depósitos en cuenta. Toda vez que el cajero automático donde se efectuó el depósito es un mecanismo dispuesto por el banco, quien tiene bajo su exclusiva y excluyente responsabilidad el control de los depósitos efectuados por este medio, es éste quien debe acreditar que al momento de abrirse el sobre de depósito se detectó que existía una diferencia entre la cantidad consignada en el comprobante y el dinero en efectivo que estaba en su interior, porque resultaría arbitrario e irrazonable imputar esta obligación probatoria a la autoridad administrativa o al usuario que, al no tener posibilidad de supervisión o control alguno sobre el proceso de arqueo de los cajeros, no está en condiciones de demostrar, luego de introducido el sobre y ante la posterior invocación por parte del banco de la existencia de una diferencia, que depositó la suma que alega”. 106.807 – Contencioso administrativo y Trib., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala 1, 2003/09/02. - Banco Río de la Plata c. Ciudad de Buenos Aires (1). LA LEY, 2003-F, 193. Apelación de multa: revocación Corresponde hacer lugar al recurso de apelación y dejar sin efecto la sanción de multa impuesta por la autoridad administrativa a la empresa fabricante de automotores por infracción al art. 16 de la ley 24.240 (Adla, L-III-D, 4125) de Defensa del consumidor, cuando la resolución recurrida no se apoya sobre hechos probados -en él caso, dichos del denunciante que afirma que el rodado presentaba desperfectos-, por lo cual carece de causa. 78 Corresponde dejar sin efecto por carecer de causa, el acto administrativo que impuso una multa al fabricante de automotores teniendo en cuenta únicamente las afirmaciones de un consumidor -en el caso, afirmó que presenta desperfecto- sin adecuados elementos probatorios que las respalden, resultando tales afirmaciones insuficientes para considerar configurada la infracción que tornaría procedente la sanción aplicada (del voto del doctor Corti). Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala I, 12/11/2003 - Fiat Auto Argentina S.A. c. /Ciudad dé Buenos Aires • DJ 14/04/2004, 927 - DJ 2004-1, 927 Apelación de multa: confirmación Multas por incumplimiento de un acuerdo conciliatorio. “La multa -en el caso, de $1500- aplicada por la Dirección General de Defensa y Protección al Consumidor a una empresa por no cumplir en tiempo oportuno un acuerdo conciliatorio logrado en sede administrativa con un cliente resulta legítima y proporcionada, toda vez que la Administración explicitó las pautas que determinaron su aplicación y su graduación, entre ellas, el incumplimiento constatado, el carácter reincidente del denunciado y su posición en el mercado y, por lo tanto, se encuentra a resguardo la posibilidad de un adecuado ejercicio del derecho de defensa por parte del administrado”. (CContenciosoadministrativo y Trib., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala 1, 2012/03/26. - Multipoint S.A. c. G.C.B.A, y otros s/otras causas con trámite directo ante la cámara de apelaciones) LLCABA 2012 (junio), p. 291. Procedimiento Judicial “Las empresas fabricantes de las distintas partes de un equipo de gas y la firma que lo instaló en un automóvil son solidariamente responsables, en los términos de los arts. 1113 del Cód. Civil y 40 de la Ley 24.240 por las consecuencias del incendio que sufrió este a causa de un desperfecto que ocasionó una pérdida de fluido, en tanto no aportaron prueba alguna que precise en forma fehaciente alguna exención de responsabilidad”. (CNCiv., sala J, 2011/08/25. - Martín, Rubén Oscar c. Progas Todo GNC (Genese S.R.L.) y otros s/ daños y perjuicios) DJ 2012/02/22, p. 93. Procedimiento Judicial “El derecho del consumidor no supone una habilitación para demandar indiscriminadamente en el caso, se desestimó la pretensión indemnizatoria incoada contra una empresa de televisión por cable por falta de transmisión de ciertos eventos deportivos-, exonerándose al reclamante de aportar las pruebas necesarias para fundar su reclamo por el solo hecho de revestir calidad de tal, sino establece una serie de pautas o directrices para acentuar la protección de la parte más débil de la relación, mas sin que se lo pueda escindir de la teoría general del contrato, que en materia de reparación exige la acreditación de los daños. El principio según el cual ante la duda debe estarse a la interpretación más favorable al consumidor no avala una interpretación parcial o tendenciosa -en el caso, se revocó la 79 sentencia que había acogido, si bien parcialmente, la acción resarcitoria contra una compañía de televisión por cable por la no transmisión de ciertos eventos deportivos-, sin que el juez pueda prescindir del esfuerzo interpretativo habitual y si, efectuado éste, conforme a las reglas de la teoría general, la duda persiste, sólo entonces habrá de aplicar la mentada regla. Es improcedente el reclamo a título de daño moral formulado contra una compañía de televisión por cable con sustento en la omisión de transmitir ciertos eventos -en el caso, partidos de fútbol del campeonato local protagonizados por clubes importantes, comúnmente denominados “clásicos”-, pues la lesión de sentimientos personales no es asimilable a las meras molestias, dificultades, inquietudes y perturbaciones propias de la contratación de cualquier especie”. CNCom., sala A, 2004/03/31 (*). - D., C. c. Video Cable Comunicación S.A. y otro. Procedimiento Judicial “El comprador de un vehículo tiene derecho a reclamar los daños sufridos por la cosa adquirida a cualquier miembro de la cadena de producción, desde el productor hasta el contratante directo -en el caso, se reclamó al fabricante del rodado por defectos en el motor; quienes son solidariamente responsables frente al consumidor (art. 40 de la Ley de Defensa, del Consumidor, 24.240)”. Cám. Nac. Com. Sala B, 28/6/2002, “Manessi, Alberto V. v. General Motors de Argentina S.A.” LL, 8/10/2002-5). Citado por WAJNTRAUB, Javier H. “Protección Jurídica del Consumidor; Ley 24.240 comentada y anotada Pag. 235. Procedimiento Judicial “El fabricante y la concesionaria donde el consumidor compró un automóvil defectuoso deben sustituirlo por otro del mismo tipo y modelo, conforme los términos del art. 1° de la Ley 24.240 (Adla, LIII-D, 4125), ya que el vehículo presenta vicios y desperfectos que no pudieron ser solucionados por las sucesivas revisaciones técnicas, lo cual demuestra que los defectos solo deben ser atribuidos a un inadecuado proceso de fabricación”. (CCiv. y Com., Lomas de Zamora, Sala 1. Fecha: 21/02/2008, Partes: Mercurio, Cosme G. c. Organización Sur Automotores S.A. y otro. Publicado en: LLBA-2008 (mayo), 426 Procedimiento Judicial “La concesionaria vial es responsable por los daños y perjuicios sufridos por un automovilista que colisionó con un animal suelto en la ruta, ya que existió un incumplimiento de aquélla respecto de su obligación de velar por la seguridad de los usuarios -art. 40 de la ley 24.240-, por cuanto tratándose de una carretera en zona rural, la presencia de animales no puede constituir un evento imprevisible, sino por el contrario, plenamente previsible y habitual”. (CCiv y Com., Mar del Plata, Sala I. Fecha: 22/05/2008, Partes: Parisotti, Crisanto y otro c. Camino del Atlántico S.A.C.V y otro, Publicado en: La Ley Online; Cita Online: AR/JUR/3904/2008). 80 Procedimiento Judicial “Resulta nula la cláusula de prórroga de la competencia dispuesta en un contrato de adhesión, pues, la redacción de la referida estipulación pudo llevar al consumidor a considerar que el domicilio de su contraria, a los fines de dirimir un conflicto, era el de la sucursal provincial existente donde se celebró y ejecutó el contrato y en el cual aquél tiene su domicilio, no advirtiendo su eventual, sometimiento a litigar en extraña jurisdicción con la posible afectación a su defensa en juicio”. (SC Buenos Aires, Fecha: 17/09/2000, Partes: Choqui, Néstor Petronio c. Coop. Viv pers. YPF Gral. Mosconi, Publicado en: LLBA 2008 (diciembre), 1178. Procedimiento Judicial “Corresponde responsabilizar a un hipermercado por los perjuicios ocasionados a un cliente que luego de ganar una promoción consistente en llevarse en forma gratuita lo adquirido previamente, tomó conocimiento de que el premio estaba sujeto a un límite dinerario pues, el hecho de que el demandado no haya consignado la existencia de dicho límite en los avisos relativos a la mencionada promoción permite concluir que se trata de un supuesto de publicidad engañosa en tanto generó en los clientes expectativas superiores a las que en realidad corresponderían en caso de obtener el premio. A efectos de eximir a un hipermercado de responsabilidad por una promoción publicitada en forma engañosa, resulta irrelevante que el anuncio advirtiera sobre la necesidad de consultar las bases y condiciones disponibles en el establecimiento del demandado por cuanto, ello permite concluir que la idea que guió dicho proceder fue que pocos o ningún cliente se tomaría la precaución de leer esa frase del folleto publicitario”. (Civ y Com., La Plata, Sala II, Fecha: 27/09/2005, Partes: Tomas, Héctor A. c. Hipermercado Carrefour, Publicado en: LLBA2006, 358. Procedimiento Judicial “El comprador de un vehículo tiene derecho a reclamar lo daños sufridos por la cosa adquirida a cualquier miembro de la cadena de producción, desde el productor hasta el contratante directo –en el caso, se reclamó se reclamó al fabricante del rodado por defectos en el motor–, quienes son solidariamente responsables frente al consumidor – art. 40 de la ley de defensa al consumidor, 24240. Es procedente la acción de daños y perjuicios incoada contra el fabricante de un vehículo por los defectos que presenta –en el caso vicios en el motor– toda vez que éste tiene una obligación de resultado de carácter objetivo, que consiste en transmitir al adquirente el dominio de un producto apto para el uso al que está destinado, (art. 1198 Cod. Civil). Si bien no existe relación contractual “stricto sensu” entre el fabricante de un vehículo y el adquirente, aquél es responsables de los perjuicios ocasionados por defectos del rodado –en el caso, el motor–, pues el fabricante ofrece el bien que produce y acepta frente al consumidor su responsabilidad al introducirlo en el mercado”. 81 CNCom., sala B, 2002/06/28, Manessi, Alberto V. c. General Motors de Argentina S.A. Fallo Nº 104516. Procedimiento Judicial “Una empresa productora, distribuidora y proveedora de bebidas gaseosas es responsable por los daños sufridos por una persona que adquirió uno de sus productos y encontró en su interior un objeto extraño -en el caso, un envoltorio de gel íntimo-, en tanto tal defecto ostensible lo tornó no apto para ser ingerido y no se presentaron pruebas que demostraran que el cierre de la botella fue adulterado después de haber salido de la planta embotelladora. El daño punitivo reclamado a una empresa productora, distribuidora y proveedora de bebidas gaseosas por quien encontró en el interior de uno de sus productos un objeto extraño –en el caso, un envoltorio de gel íntimo– es improcedente, en tanto aquélla demostró que en el proceso de producción y embotellamiento adopta las medidas de precaución para preservar la higiene y calidad requeridas conforme a parámetros internacionales, máxime ante la ausencia de acreditación de un potencial daño a la salud. Para la imposición de la multa civil a que se refiere el art. 52 bis de la Ley de Defensa del Consumidor no basta la acreditación de las circunstancias que autorizan a atribuir objetivamente la responsabilidad al proveedor por su calidad de tal, sino que es necesario que concurra un reproche subjetivo de gravedad tal que torne conveniente adoptar esa medida excepcional con el objeto de disuadir al dañador de la actitud que ha generado el ilícito, para evitar que continúe repitiéndose. La acción de vicios redhibitorios prevista en el art. 18 de la Ley de Defensa del Consumidor no es aplicable a casos de adquisición por un consumidor de una botella de bebida gaseosa, en tanto tal artículo está contenido en el Capítulo IV de este cuerpo normativo, que se refiere a las cosas muebles no consumibles. La indemnización por daño moral reclamada por quien encontró en el interior de una botella de bebida gaseosa un objeto extraño –en el caso, un envoltorio de gel íntimo– debe ser rechazada, pues la situación de disgusto, fastidio, incomodidad y aprensión que pudo sufrir no alcanza a configurar una lesión espiritual susceptible de generar el derecho a ser resarcido”. CCiv. y CoM. 3a Nom., Córdoba, 2012/04/17. - Teijeiro (o) Teigeiro, Luis Mariano c. Cervecería y Maltería Quilmes S.A.LC.A. y G. s/abreviados-otros. [Cita on line: AR/JUR/8275/2012] Procedimiento Judicial “La clínica demandada es responsable por los daños que sufrió un paciente al fracturarse la cadera cuando se encontraba internado para tratarse por una lesión neurológica, pues no logró demostrar lo alegado en cuanto a que el damnificado cayó al suelo al ser conducido al sanitario por un familiar o por intentar incorporarse solo en la cama con las barandas levantadas y aun cuando hubiera ocurrido de este modo ello no resultaba imprevisible a inevitable, ya que el personal de la institución tenía conocimiento de que el paciente solía efectuar esa maniobra. 82 En el marco de un reclamo de daños iniciado por un paciente de un centro de habilitación es aplicable el art. 42 de la institución Nacional y los arts. 5 y concs. la Ley 24.240, pues el actor contrató con demandado la provisión de un servicio médico para su consumo final, configurándose los extremos previstos por los arts. 1 y 2 de la normativa del consumidor, razón por la que resulta indudable que existía entre las partes una relación de consumo. La incapacidad física y la lesión psíquica deben resarcirse en una misma partida indemnizatoria, pues si bien conformarían dos índoles diversas de lesiones, se traducen en el mismo daño, que consiste, en definitiva, en la merma patrimonial que sufre la víctima por la disminución de sus aptitudes y para el desempeño de cualquier trabajo o actividad productora de beneficios materiales. A fin del calcular el resarcimiento por incapacidad sobreviniente, debe seguirse un criterio flexible, apropiado a las circunstancias singulares de cada caso, y no ceñirse a cálculos basados en relaciones actuariales, fórmulas matemáticas porcentajes rígidos, desde que el juzgador goza en esta materia de un margen de valoración amplio. Para el cálculo de las indemnizaciones por incapacidad o muerte debe partirse del empleo de fórmulas matemáticas, que proporcionan una metodología común para supuestos similares, ya que el principio de reparación integral importa que la indemnización reponga a la víctima en la misma situación que tenía antes del hecho dañoso de modo que teniendo en cuenta esto y que el resarcimiento se fija en dinero, nada resulta más adecuado que el empleo de tales cálculos para tratar de reflejar de la manera más exacta posible el perjuicio patrimonial sufrido por el damnificado”. CNCiv. – Sala A – 2012/08/30, P.C., LE c/ Alcla SACIEI y A. y Otro s/ daños y perjuicios”, [AR/JUR/44835/2012]. Procedimiento Judicial “Una sociedad explotadora de una cadena de comidas rápidas es responsable por los daños sufridos por un menor en un pelotero ubicado dentro de uno de sus locales, pues incumplió la obligación de seguridad prevista en el art. 5° de la Ley de Defensa del Consumidor, al permitir la utilización de un juego potencialmente peligroso en forma simultánea por infantes de distintas edades, pero sin discriminar sus diferentes exigencias de cuidado. Los intereses correspondientes a una indemnización de daños, fijada a valores actuales, deben liquidarse hasta la fecha de la sentencia aplicando la tasa pasiva del BCRA y, desde ese momento hasta el efectivo pago, aplicando la tasa activa fijada en el plenario “Samudio de Martínez” -2009/04/20, La Ley 22/04/2009, 5–, ello a fin de no producir un enriquecimiento sin causa del reclamante” CNCiv, sala J, 2012/08/30. - G., R. D. y Otros c/ Arcos Dorados Argentina S.A. y otro s/ perjuicios. [Cita on line: AR/JUR/44468/2012] Procedimiento Judicial “Habrá un defecto de información al consumidor respecto de los efectos adversos de un medicamento que hacen responsable al laboratorio por las consecuencia dañosas -art. 4, ley 24240-, si el cotejo de los prospectos correspondientes al mismo producto, 83 pero comercializado bajo nombres distintos, arroja diferencias significativas en cuanto a los síntomas que figuran en uno de ellos y que denunció haber padecido el actor. El médico que recetó el fármaco debe ser eximido de responsabilidad por las consecuencias dañosas que su ingesta provocó a un consumidor, si está demostrado el carácter defectuoso del producto y la prueba pericial descartó negligencia de su parte, pues ello impide demostrar la fractura del nexo causal. Si bien entre las advertencias y precauciones de un medicamento consta la posibilidad de sufrir determinado trastorno médico –en el caso, miopatías o mialgias difusas con sensibilidad o debilidad muscular–, ello es insuficiente para liberar de responsabilidad al laboratorio que lo elaboró por los daños ocasionados al consumidor por esas secuelas, pues esa información es parcial e insuficiente. El laboratorio debe ser eximido de abonar los daños punitivos reclamados por el consumidor, si el medicamento cuya ingesta provocó un perjuicio a su salud fue retirado del mercado con anterioridad a la sanción de la ley 26361, pues ello torna inaplicable el art. 52 bis de la ley 24240. La deficiente información respecto de las posibles contraindicaciones y efectos adversos de un medicamento permite considerarlo defectuoso en los términos del art. 40 de la Ley de Defensa del Consumidor. El laboratorio es responsable por la incapacidad que la manifestación de una enfermedad le generó a un consumidor luego de la toma de un medicamento, si no hay constancias de que aquélla -en el caso, el hipotiroidismo- se había manifestado anteriormente, pues ello permite adjudicar al producto la totalidad de la eficacia causal en la producción del daño generado. Por aplicación del principio de reparación integral, la indemnización debe poner a la víctima en la misma situación que tenía antes del hecho dañoso, por lo que a fin de calcular la incapacidad sobreviniente el empleo de cálculos matemáticos es adecuado para reflejar el perjuicio patrimonial que ello genera. La reparación, cualquiera sea su naturaleza y entidad, debe seguir un criterio flexible, apropiado a las circunstancias de cada caso, y no ceñirse a cálculos basados en relaciones actuariales, fórmulas matemáticas y porcentajes rígidos, ya que el juzgador goza en esta materia de un régimen de valoración amplio” CNCiv., sala A, 2012/08/22 R, F E. c. Bayer S.A. y otros s/ daños y perjuicios. [Cita on line: AR/JUR/44850/2012] Daño punitivo “Para la imposición de la multa civil a que se refiere el art. 52 bis de la Ley de Defensa del Consumidor, no basta la acreditación de las circunstancias que autorizan a atribuir objetivamente la responsabilidad al proveedor por su calidad de tal, sino que es necesario que concurra un reproche subjetivo de gravedad tal que torne conveniente adoptar esa medida excepcional con el objeto de disuadir al dañador de la actitud que ha generado el ilícito, para evitar que continúe repitiéndose”. (CCiv y Com. 3a Nom., Córdoba, 2012/04/17. – Teijeiro (o) Teigeiro, Luis Mariano c. Cervecería y Maltería Quilmes S.A.I.C.A. y G. s/abreviados-otros) LLC 2012 (mayo). 84 Daño punitivo “La aplicación de los daños punitivos- art. 52 bis. Ley de Defensa del Consumidor es de carácter excepcional y se encuentra reservada para los supuestos en los que el proveedor incumple con sus obligaciones con dolo, culpa grave o malicia- en el caso, se condenó a una compañía financiera por la falta de pago de un seguro de desempleo- o cuando su comportamiento importe un desprecio inadmisible para el consumidor.” (CNCom. Sala F, 2012/05/10 – R.S.A. c. Compañía Financiera Argentina S.A.) RCyS 2012-X-P.99, LA LEY 2012/10/22 Daño punitivo “Para que proceda la condena a pagar los daños punitivos no basta el mero incumplimiento pues se debe determinar si el proveedor actuó con grosera negligencia y asimismo, es preciso que el consumidor hubiera sufrido un perjuicio”. (CNFed. Civ y Com., sala II, 2012/03/30. - Araujo, María Fernanda c. Galeno S.A. s /incumplimiento de prestación de obra social / medicina prepaga) JA 2012-10-24, p. 51. Daño Punitivo Rechazo por inexistencia de un obrar grave y malicioso. “El daño punitivo reclamado a una empresa de telefonía por un cliente que adquirió un celular defectuoso es improcedente, pues no se vislumbra un obrar grave y malicioso de aquélla; pues los elementos probatorios no develan que efectuara algún tipo de examen económico, cálculo o especulación de que le conviniera económicamente actuar como lo hizo y abonar una indemnización por incumplimiento contractual”. (CCiv y Com., Rosario, sala IV, 2012/08/07, -Vazquez Ferreyra, Roberto c. Claro AMX Argentina y otro s/ daños y perjuicios) Rev. LA LEY 2012/10/17, p. 10. Daño Punitivo La violación de la obligación de seguridad ha sido causal de aplicación de los “punitive damages” en la jurisprudencia de EE.UU. Se cita el antecedente de “Grimshaw vs. Ford Motor Co.” fallado el 29/05/1981 por la Cámara de Apelaciones del cuarto Distrito de California 119.Ca 3d 757. “En el caso la fabricante automotriz detectó vicios riesgosos por la ubicación del tanque de combustible en uno de los modelos, pero por un cálculo económico, omitió solucionar el problema y se produjo un grave accidente. La sentencia además del resarcimiento al damnificado hizo lugar a la aplicación adicional de los daños punitivos a la empresa”. CNCom., sala C, 29/06/2010, “Martínez Carlos Oscar c. HSBC Bank Argentina S.A.” Comentario de Fulvio Santarelli. Daño punitivo Daños punitivos aplicados a empresa de telefonía celular. La conducta de la empresa de telefonía móvil que facturó a un consumidor dos líneas telefónicas que éste no contrató e incumplió con el deber de información a su cargo, prestando una deficiente atención, revela de por sí un grave incumplimiento a sus obligaciones legales que la 85 hacen merecedora de la aplicación de una sanción en concepto de daño punitivo -arts.4 y 8 bis, ley 24.240; art.42, Constitución Nacional. (JCiv. yCom. Nro. 5, San Nicolás, 2012/04/10. -Taborda, Pablo Alcides c. AMX Argentina S.A. s/daños y perjuicios) DJ 2012-09-19, p. 12. Daño Punitivo “La aplicación de los daños punitivos -art. 52 bis, Ley de Defensa del Consumidor- es de carácter excepcional y se encuentra reservada para los supuestos en los que el proveedor incumple con sus obligaciones con dolo, culpa grave o malicia, o cuando su comportamiento importe un desprecio inadmisible para el consumidor”. (CNCom., sala F, 2012/05/10. - R.S.A. c. Compañía Financiera Argentina S.A.) DCCyF 2012 (junio), p. 136. Daño punitivo “Corresponde hacer lugar al reclamo por daño moral formulado por una persona con discapacidad motriz que se desplaza en una silla de ruedas, en virtud de la imposibilidad de acceder a un local comercial de la demandada que carece de rampa de acceso, ya que dicha circunstancia implica un incumplimiento de la normativa vigente, y un acto discriminatorio para los discapacitados motrices susceptible de provocar en el actor una dolencia íntima que debe ser reparada. El incumplimiento del art. 24 de la ley 10.592 de la Provincia de Buenos Aires, que prevé la construcción de rampas de acceso a los edificios de uso público para permitir la circulación de personas con discapacidad motriz, constituye un acto discriminatorio, por cuanto vulnera los derechos de igualdad y de autodeterminación del discapacitado. Resulta procedente imponer una multa civil, en los términos del art. 52 bis de la ley 24.240, a una empresa de telefonía celular cuyo local carece de una rampa de acceso para discapacitados, impidiendo el acceso al mismo de un cliente que había concurrido para formular un reclamo y se desplazaba en silla de ruedas, desde que se da en el caso un abuso de posición de poder que evidencia un menosprecio grave por el derecho del consumidor a un trato digno”. C1aCiv y Com., Mar del Plata, sala II, 2009/05/27 – Machinandiarena Hernández, Nicolás c. Telefónica de Argentina. Daño punitivo “Un laboratorio y su director técnico deben responder solidariamente por los daños causados a una persona que ingirió un medicamento que le causó efectos adversos, pues se acreditó una omisión de información veraz y completa respecto de sus componentes, dado que se comercializaba con dos prospectos que diferían sustancialmente, y uno de ellos no advertía respecto de la contraindicación. El daño punitivo reclamado a un laboratorio y su director técnico por una persona que ingirió un medicamento que le causó efectos adversos debe ser admitido, pues aquellos comercializaron un producto que no alertaba sobre contraindicaciones e hicieron caso omiso al intercambio epistolar, lo que pudo, incluso, causar un hipotético daño grave a la salud pública”. 86 CNCiv., Sala G, 2012/09/25, L, NR c/ Laboratorios Phoenix SAICF y otros s/ daños y perjuicios [AR/JUR/51035/2012]. 87 88 UNIDAD 7 ARBITRAJE El arbitraje consiste en someter voluntariamente un conflicto determinado a la decisión vinculante de un tercero, que no es un juez. El caso de arbitraje en el derecho internacional lo encontramos en muchísimos casos, atento que no existe un poder judicial supranacional, por lo cual los estados en conflicto, si no logran un “común acuerdo” frecuentemente recurren al arbitraje. No existe un juez natural para actuar en el diferendo. El arbitraje es un método alternativo de resolución de conflictos. Es un medio optativo para las partes, que implica algo muy trascendente: es la renuncia voluntaria a la jurisdicción. Es sabido que el art. 18 DN consagra la garantía de la jurisdicción, esto es, el derecho a ocurrir ante los Tribunales de Justicia en defensa de los derechos. Dice textualmente “es inviolable la defensa en juicio de la persona y de sus derechos”. Por ello el arbitraje sólo puede darse si todas las partes que participan de un litigio están voluntariamente de acuerdo en que un tercero actúe en lugar del juez, y dicte un “laudo” con valor de sentencia de última instancia, con fuerza de cosa juzgada. Saravia cita a Guasp que refiriéndose al Arbitraje, dice “es la resolución de un conflicto que se lleva a cabo por un tercero a cuya decisión las partes se someten voluntariamente” La American Arbitration Association lo define como la remisión de una disputa a una o más personas imparciales para una determinación final y obligatoria. El autor define algunos conceptos básicos relevantes: Arbitro: Persona física encargada de dirimir el conflicto confiado por la o las personas de existencia física o jurídica mediante reglas predeterminadas o por el derecho de fondo. Su decisión es vinculante. Mediación: Actividad desarrollada por una persona física a quien se le encomienda la tarea de lograr un acuerdo en función de los elementos aportados por las partes sin que su resolución sea vinculante u obligatoria para las partes Compromiso arbitral: Acuerdo suscripto por las partes en un diferendo -que la legislación de fondo admita como arbitrable -en donde se fijan los mecanismos de resolución de conflicto, procedimiento, legislación a aplicar, calidades y condiciones que deben reunir los árbitros etc. . Clausula arbitral: es el compromiso que adquieren las partes en forma contractual para dirimir ciertos conflictos que pudieran surgir con motivo de la relación jurídica existente entre ellos, diferendo que serán resueltos por intermedio de un árbitro o árbitros mediante un laudo al que ambos se someterán en forma efectiva una vez suscripto el compromiso arbitral. Laudo arbitral: Denominación particular de la resolución emanada del o de los árbitros en función de un proceso de conocimiento, prueba y alegatos producido por quienes someten el conflicto a su jurisdicción. Arbitros de parte: árbitros que cada parte puede nombrar, eligiendo del listado de árbitros sectoriales. Arbitros sectoriales: árbitros designados por las asociaciones que representan a una calidad. Ej: de consumidores o empresariales… 89 Arbitros institucionales: Son designados por una entidad especializada que administra la contienda y organiza el trámite arbitral. Diferencia entre arbitraje y mediación: El arbitraje surge principalmente de decisión a la que arriba el árbitro designado por las partes es de carácter y vinculante para éstas, es decir que se comprometen a aceptar la decisión con efectos de cosa juzgada, pudiendo inclusive fallar en contra de una de las partes, en la actividad de mediación no decide nada simplemente realiza una actividad de acercamiento entre las partes mediante su pericia en encontrar puntos comunes y limar asperezas. La decisión final es tomada por las partes que aceptan o no dicha opinión.” (Saravia, Jorge A. “Sistema Nacional de Consumo”, pág. 26 a 20, La Ley. Suplemento de Resolución de Conflictos 11 de Junio de 1999) TRIBUNALES ARBITRALES DE CONSUMO El Art. 59 de la ley 24240 reza: “La autoridad de aplicación propiciará la organización de tribunales arbitrales, que actuarán como amigables componedores o árbitros de de derecho según el caso, para resolver las controversias que se susciten con motivo de lo previsto en esta ley. Podrá invitar para que integren estos tribunales arbitrales, en las condiciones que establezca la reglamentación, a las personas que teniendo en cuenta las competencias, propongan las asociaciones de consumidores y cámaras empresarias. Regirá el procedimiento del lugar en que actúa el tribunal arbitral. Farina analiza, que “ en el párr.. 2º, el art. 59 encomienda a la autoridad de aplicación que procure integrar estos tribunales arbitrales recurriendo a este fin a las asociaciones de consumidores y cámaras empresarias. La referencia que hace el art. 59 a las asociaciones de consumidores es con respecto a las que tengan la autorización del art.56, pese a que no lo explicita. En cuanto a las cámaras empresarias a las cuales se habrá de recurrir, el problema resulta más arduo, pues las cámaras se organizan por ramos y cada uno indica una especialidad. El art. 59 habla de la autoridad de aplicación sin otro aditamento, con lo que está refiriendo tanto a la autoridad nacional como a las respectivas autoridades provinciales.” Farina, Juan M. “Defensa del Consumidor y el Usuario”. Competencia ¿Qué asuntos pueden someterse a la decisión de un tribunal arbitral?: Entiende Farina sólo aquellos en que se halle comprometido un interés económico particular. El art. 59 expresa que estos tribunales arbitrales “actuarán como amigables componedores o árbitros de derecho según el caso”. El amigable componedor es conocido como árbitro de equidad. Los “amigables componedores” pueden ser letrados, pero no es necesario, pues no se requieren conocimientos legales ni tienen que fundar en normas jurídicas expresas su pronunciamiento. El amigable componedor puede actuar como mediador (quizás ésta sea una función natural). “La primera es una labor de mediación que a veces suele confundirse con el arbitraje propiamente dicho, de modo que si no se conoce bien la diferencia, hay que distinguirlas con mucho cuidado ya que importan funciones distintas. Los árbitros toman en cuenta los datos y, sobre esa base, adoptan decisiones vinculantes que las partes han acordado aceptar por adelantado. Los árbitros suelen ser abogados y a 90 menudo también tienen competencia técnica en el campo en el que tienen que arbitrar” (Vázquez Ferreyra-Romera, Lineamientos procesales y arbitraje en la ley de defensa del consumidor, J.A, 1994-II-743). Distinto es el árbitro de derecho, pues debe fundar sus decisiones en normas jurídicas.” (Farina, Juan M. –Op. cit.– Págs. 459 a 463). Por su parte, Wajntraub (op. cit) comenta “La ley se hace eco de una tendencia doctrinal que se ha abierto paso en la doctrina procesal moderna, cual es la de aliviar la carga pesada del aparto judicial, debiendo agregársele los inconvenientes que tiene la justicia para satisfacer con urgencia y simplicidad las necesidades de los ciudadanos, sobre todo en cuestiones de menor cuantía. Además el arbitraje de consumo “pretende satisfacer la necesidad, tanto de consumidores como de empresarios, de resolver las reclamaciones de aquéllos a través de mecanismos extrajudiciales simples, rápido, eficaces y sin costes” (Sistema Arbitral de Consumo, public. del Ministerio de Sanidad y Consumo de España, Madrid, 1993, p.3) El Sistema Nacional de Arbitraje de Consumo El sistema nacional de arbitraje de consumo está previsto en el art. 59 LDC, reglamentado por el Decreto PEN Nº 276/98, en el orden nacional. Dice Wajntraub que “El decreto 276/1998 y la resolución 212/1998 y modificatorias de la Secretaría de Industria, Comercio y Minería pusieron en marcha el Sistema Nacional de Arbitraje de Consumo. En dichos cuerpos reglamentarios se especifican todas las cuestiones atinentes al régimen arbitral, determinándose las materias de incumbencia, la constitución del tribunal, los aspectos procedimentales, etc. Se establece que el sometimiento de las partes al arbitraje de consumo es de carácter voluntario y deberá constar expresamente por escrito.” (Wajntraub, Javier H. –Op. cit.– págs. 283 a 285) Registro de árbitros sectoriales: los lleva la autoridad de aplicación y los proveedores que se adhieren deben utilizar el logo pertinente. El arbitraje de consumo debe siempre llegarse por el compromiso arbitral, en el que las partes acordarán someterse al laudo a dictarse y fijarán los puntos sobre los cuales deberán pronunciarse los árbitros. Este compromiso arbitral debe estar refrendado por el consumidor y el proveedor. Ahora bien, respecto del sometimiento al arbitraje, no se requiere la conformidad del proveedor si el mismo se inscribe en un Registro especial llevado por la Autoridad de Aplicación, utilizando el logo identificatorio. Lo que sí será necesario será el acuerdo sobre los puntos sobre los cuales debe pronunciarse el Tribunal Arbitral. El procedimiento se inicia con el requerimiento de arbitrje ante la Autoridad de Aplicación que formulen el consumidor y el consumidor debe ser aceptado por el proveedor, o estar éste inscripto. Se conforma entonces el Tribunal Arbitral de Consumo, que se integra con 3 vocales asistidos por un secretario. Uno de los vocales será designado entre los representantes de las Asociaciones de Consumidores que figuren inscriptos el otro entre los representantes de las 91 asociaciones empresariales inscriptas, y el tercero o “árbitro institucional”, que debe ser abogado, será designado entre aquellos que revisten como tales en la Secretaría de Comercio Interior (ME y FP). El consumidor y el proveeor designrán a quien elijan dentro de los que figuren inscriptos si no lo hicieren, se designan por sorteo. Luego el Tribunal cita a una audiencia de conciliación. Si se logra la misma, pasa a la Autoridad de Aplicación para su homologación. Caso contrario el Tribunal abre a prueba, fija un plazo para su producción, y, una vez finalizado, dicta el laudo pertinente por mayoría de sus miembros. Existen tres clases de arbitraje: de amigables componedores (el más frecuente), de derecho (en cuyo caso los tres integrantes del Tribunal deben ser abogados) y el arbitraje menor para sumas inferiores a $ 500.- aun no modificada. Los laudos arbítrales no son apelables porque ya fue renunciada la jurisdicción judicial. Sólo son susceptibles del recurso de aclaratoria ante el mismo Tribunal Arbitral; o el de nulidad, por haberse resuelto sobre cuestiones no planteadas, o por haber mediado conveniencia dolosa con alguna de las partes. Este último devuelve la competencia al Poder Judicial, al que deberán remitirse las actuaciones dentro de los 2 días hábiles de su interposición. Laquidara comenta: “La incorporación al ámbito nacional del Arbitraje de Consumo como método alternativo de resolución de las controversias existentes entre consumidores y usuarios y proveedores de bienes y servicios, ya pueden mostrar sus resultados. Es preciso resaltar que no obstante los medios jurisdiccionales previstos por la Constitución Nacional y leyes específicas, un amplio espectro de actividades cotidianas y muy sensibles para los habitantes de nuestro país, tales como sus relaciones de consumo, no encontraban un ámbito de las características del Arbitraje para ser debatidas y resueltas. Cada Tribunal Arbitral se conforma con un árbitro escogido por el reclamante del Registro de Representantes de Asociaciones de Consumidores, uno designado por el proveedor, elegido del Registro de Representantes de Asociaciones Empresariales (se toma la del rubro del proveedor) y un tercero, sorteado del Registro de Arbitros Institucionales pertenecientes a l Estado. Todos los árbitros son profesionales de diversas disciplinas, en su mayoría abogados, a excepción de los árbitros institucionales que son abogados en su totalidad. Los Tribunales Arbitrales Colegiados, se han expedido en un 97 % de los casos por unanimidad, representando un importante índice de acuerdo entre los sectores involucrados, visualizado en los Laudos Arbitrales emitidos en equidad.” Gran número de empresas, comenta Laquidara, “de diferentes actividades comerciales han realizado su Oferta Pública de Adhesión al sistema, estando por ello obligadas a comparecer ante los Tribunales Arbitrales en el supuesto de efectuarse algún reclamo por parte de un usuario o consumidor. Otras, a su vez, han aceptado puntualmente el Arbitraje para resolver un conflicto de consumo iniciado por un consumidor, sin adherirse al sistema mediante la formalización de su Oferta Pública.” (Laquidara, José L.,“El sistema Nacional de Artbitraje de Consumo: Un ágil y efectivo método para resolver conflictos” La Ley, pág. 14- Suplemento Resolución de conflictos- 11/06/99) 92 Sistema Arbitral de Consumo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires La ley 2963 crea y regula el Sistema Arbitral de consumo en la CABA. La misma sigue en sus líneas generales la normativa del Dec. 276/98 que lo reglamenta en el orden nacional. La ley mencionada crea el “Sistema Arbitral de Consumo de la CABA” dependiente de la Dirección de Defensa y Protección al Consumidor. Dispone que los Tribunales Arbitrales de Consumo se integrarán con 3 vocales, uno por las asociaciones de consumidores, otro por las asociaciones empresariales (Cámaras de distintos rubros) y un Árbitro Institucional que debe ser abogado, con 5 años de ejercicio y especial preparación en la materia. Los dos primeros deben tener también título universitario y 5 años de ejercicio y estar inscriptos en el Registro de Árbitro propuesto por las mencionadas asociaciones, con sede en la Ciudad de Buenos Aires. Cabe señalar que el consumidor y el proveedor deben firmar el convenio arbitral que pone en marcha el arbitraje. Es importante destacar que el Tribunal Arbitral, antes de la producción de la prueba y de dictar su laudo, debe intentar la conciliación entre las partes. De no lograrlo, recién se pone en marcha el arbitraje propiamente dicho. Se crea también un Registro de Adherentes al Sistema de Oferta Pública de la CABA, destinado a los proveedores que anticipan su consentimiento a la intervención de un tribunal arbitral, a semejanza del Registro Nacional. 93 JURISPRUDENCIA UNIDAD 7 “Los árbitros deben resolver a verdad sabida y buena fe guardada, procurando uno justa y equitativa composición de los intereses en juego, flexibilizando el rigor de las leyes al juzgar y teniendo en vista la necesidad de morigerar aquellas cláusulas que, aplicadas estrictamente, puedan llevar una violación del art. 37 de la ley 24.240, en tanto su utilización sea abusiva e implique una renuncia o restricción de los derechos del consumidor ampliándolos de la otra parte”. (Trib. Arbitral de Consumo, 20/10/98, exp. 0941/1998. LL, 1999-B- 439) ·Cabe rescindir -en virtud del art. 37 inc.) b de la ley 24.240- el contrato por el cual se cede hasta el año 2090 el libre uso de una semana en un complejo turístico, pues tal lapso excede con creces la expectativa de vida natural de los contratantes y su utilización devendría abusiva al implicar una renuncia o restricción de los derechos del consumidor ampliando los de la otra parte”. (Trib. Arbitral de Consumo, 24/11/1998, Expediente 01242/98, LL. 1999-D-554). Citado por WAJNTRAUB, Javier H. “Protección Jurídica del Consumidor”, págs. 285 Ed. Depalma, 1995 Buenos Aires). Casos resueltos por Tribunales Arbitrales de Consumo: Caso 1: Objeto de la Solicitud de Arbitraje. En este caso la parte reclamante solicitó arbitraje a fin de que se le devuelva la suma de $ 1000 entregada en concepto de anticipo por la compra de un automotor, cuya venta se encontraba supeditada a la obtención de un crédito prendario, el que no le fuera otorgado. Laudo. Citadas las partes a los fines de arribar a un acuerdo, de conformidad con lo previsto por la Res. SIC. Y M N° 212/98 el mismo no fue posible pues la empresa reclamada no se presentó, por lo que el Tribunal, en vistas a la prueba documental ofrecida por la parte reclamante, ordenó la devolución del importe en cuestión. Caso 2: Objeto de la Solicitud de Arbitraje En este caso el consumidor solicitaba el reintegro de las sumas abonadas por el servicio de Internet, dada la mala prestación del mismo. Acuerdo – Homologación. En la audiencia conciliatoria convocada por el Tribunal, las partes acordaron que la empresa reclamada le devolvería la suma abonada. Caso 3: Objeto de la Solicitud de Arbitraje En este caso el reclamante solicitó arbitraje a fin de que se proceda a la rescisión del contrato de locación de obra suscripto con empresa reclamada y al reintegro de los importes abonados. Laudo. 94 En la audiencia de conciliación las partes no arribaron a un acuerdo, por lo cual el Tribunal procedió a dictar el laudo correspondiente. En este sentido ordenó a la empresa la devolución de los importes abonados declarando rescindido el contrato de locación de obra firmado entre las partes. Ello, toda vez que la intimación por carta documento enviada a la reclamada no fue contestada por la misma, la falta de presentación de descargo por parte de la requerida, y el reconocimiento por parte de la empresa del incumplimiento del contrato de locación de obra. 95 96 UNIDAD 8 Servicios Públicos domiciliarios Servicios públicos Dice Marienhoff que “por servicio público ha de entenderse toda actividad de la Administración Pública o de los particulares o administrados, que tienda a satisfacer necesidades o intereses de carácter general cuya índole o gravitación, en el supuesto de actividades de los particulares o administrados, requiera el control de la autoridad estatal.” Prosigue, “No es menester que la “actividad” de referencia esté sujeta a un “régimen” (“procedimiento”) jurídico especial de derecho público, bastando con que quede “encuadrada” en el ámbito del derecho público, regida entonces, por normas de “subordinación”, con las consecuencias pertinentes. Tampoco es necesario que en la definición de servicio público se haga constar que la satisfacción de la necesidad o del interés general deba serlo en forma “regular” y “continua”, pues esto va de suyo, ya que pertenece a los caracteres esenciales del servicio público. Finalmente, la satisfacción de las necesidades generales puede hacerse en forma “genérica” o “concreta”, según se trate de servicios públicos “uti universi” o “uti singuli”, respectivamente.” “Los servicios públicos “propios” son los que la Administración Pública presta, directa o indirectamente, por así haberlo decidido o resuelto para satisfacer una necesidad o un interés general. Servicios públicos “impropios”. La prestación de éstos generalmente se basa en una autorización o permiso de la Administración para que el administrado o particular realice la respectiva actividad. Pero el carácter de “servicio público” de la actividad así ejercida resultará de la propia naturaleza de la actividad en cuestión, con la cual se satisface una “necesidad” de carácter “general”. (Ej. “servicio de taxis”) El control estatal respecto a los servicios públicos que integran el grupo o la categoría de “impropios”, difiere especialmente del control que el Estado realiza sobre la actividad de las personas particulares en ejercicio del poder de policía general. (Garrido Falla). En primer lugar, este último se realiza, por principio, respecto a actividades que no salen del ámbito del derecho privado, en tanto que el control sobre la actividad de quienes presten o realicen servicios públicos “impropios” tiene esencia fundamentalmente “pública”- como que se refiere a actividades ubicadas en el campo del derecho público-, lo que hace que dicho control sea más intenso y riguroso que el anterior.” El servicio público no supone, como principio, la existencia de un monopolio, referido éste a la actividad objeto del servicio. Pueden existir servicios públicos monopolizados o no. El monopolio que suprime la concurrencia respecto a una actividad libre cuyo ejercicio queda entonces circunscripto a una persona pública o privada, si bien condice con la naturaleza del servicio público, no pertenece a la esencia de éste. Por eso es que 97 pueden existir y existen servicios públicos sin monopolio. Respecto a los servicios públicos “impropios” el principio general lo constituye la falta de monopolio; en cambio, tratándose de servicios públicos “propios” es frecuente la existencia de monopolio. “ Continua el autor, “El servicio público puede tener usuarios indeterminados, según que la utilidad que él reporte sea genérica, para la población en general, o puede tener usuarios determinados, que reciben una utilidad concreta particular, porque se benefician individualmente con la prestación. (Presutti: “Instituzioni di diritto administrativo italiano) tomo 1º, págs. 345-436). El primer supuesto, comprende los servicios públicos “uti universi” (vgr. Defensa nacional, policía de seguridad, etc.) Aquí el beneficiario no es el individuo en particular, sino la sociedad toda.” (Marienhoff, Miguel S., “Tratado de Derecho Administrativo”, págs. 39, 46 y 47,53, 55 Y 56 , Abeledo-Perrot, Buenos Aires 1966). Relaciones Jurídicas involucradas Mertehikian analiza: a) Estado-prestadores privados: Si la actividad se encuentra caracterizada como un servicio público y así ha sido declarada por el legislador, no dudamos en afirmar que las relaciones entre los particulares titulares de una concesión, licencia, permiso o autorización y el Estado, estarán sometidas al régimen de derecho público. b) Prestadores- usuarios: De manera análoga, en tanto nos encontremos frente a un servicio público, las relaciones entre prestadores y usuarios estarán sometidas a idéntico régimen de derecho público, no siendo libre la actividad de aquéllos, por cuanto estará estrictamente ceñida a las reglas y principio del servicio público, esto es, igualdad, uniformidad, regularidad, universalidad. c) Prestadores - terceros con quienes contratan Finalmente, y aún cuando la actividad se encuentre caracterizada legalmente como un servicio público no dudo en afirmar que las relaciones jurídicas establecidas con los terceros con quienes aquéllos celebran contratos, estarán regidas por el derecho común. (Mertehikian, Eduardo, “La regulación de los servicios públicos privatizados”, La Ley, Secc. Doctrina, pág. 9) Regulación y control de los servicios públicos Cincunegui comenta “Teniendo en cuenta que los servicios públicos son actividades que por su esencialidad para satisfacer el interés público, son sustraídas de la libertad individual acordándoles una “publicatio”, por medio de la cual la titularidad con carácter de monopolio legal corresponde al estado (en sentido lato), la regulación y control tiene distintas características a la deviniente de las actividades privadas de carácter común o las denominadas de “interés general”. (op. Cit. Leading-case “New State ICE Co. v. Liebmann). Al respecto se señala que el servicio público se crea mediante el ejercicio del poder 98 regulatorio (poder de policía) esto es, con la medida legislativa por la cual se sustrae la actividad de la posibilidad de ser ejercida por particulares y se la sitúa en el Estado. Con posterioridad a ello, creado el servicio público, corresponde al Poder Ejecutivo Nacional, conforme el art. 86 Inc. 1) de la Constitución Nacional, establecer el marco regulatorio de la actividad, esto es, ejercitar el poder reglamentario de la Administración Pública. En cuanto al poder regulatorio en sus diversas facetas, una vez creado el servicio público por norma legislativa, la reglamentación no solo descansa en la competencia del Poder Ejecutivo sino que es asignada por delegación en organismos inferiores (ministerios o secretarías) de la Administración centralizada o en entes autárquicos (comisiones reguladoras o de control). Aquí el Estado actúa, por una parte en ejercicio de dicha potestad-deber, pero además, porque siendo titular de la actividad es responsable de la prestación de la misma, ya sea prestada a través de sus propios organismos o por medio de gestores (licenciatarios, concesionarios o permisionarios)” (Cincunegui, Juan B., “Regulación Pública “ en Revista de la Administración Pública – T 184) Sistemas de gestión de los servicios públicos Cassagne comenta, “La problemática de la gestión de los servicios públicos gira en torno a los servicios públicos propios ya que los llamados impropios tienen, prácticamente, un solo régimen jurídico y funcionan mediante el empleo de la técnica autorizatoria. Las diferentes formas de gestión de los servicios públicos propios, interesan fundamentalmente al Derecho Administrativo por tres razones: a) la condición jurídica del prestatario; b) las relaciones entre los prestatarios particulares y el Estado (en los supuestos de gestión indirecta) y c) el derecho de los usuarios a reclamar prestaciones. Conforme al principio de subsidariedad, existe una regla general que determina que la prestación de los servicios públicos debe ser efectuada por los particulares, justificándose la asunción de la gestión directa por el Estado solamente cuando la iniciativa privada revele desinterés, insuficiencia o ineficacia. Gestión directa: …” del servicio puede prestarse mediante algunos de estos modos: 1) empresa sin personalidad jurídica propia; 2)persona pública estatal o entidad descentralizada, incluidas las empresas del Estado regidas por la ley 13.653 y complementarias; 3) sociedad del Estado ;4) sociedad anónima de participación mayoritaria estatal; 5) sociedad de economía mixta o sociedad anónima común (cuando el Estado tuviera la mayoría del capital de la entidad) Gestión indirecta: Se produce cuando el Estado, sin relegar sus potestades ni renunciar a su titularidad le encomienda a un particular, por lo común dotado de organización empresaria, la prestación de un servicio público. Son varias las formas que puede asumir esta clase de gestión que van desde la figura de la concesión y del permiso hasta la locación. Por excepción, puede darse también la gestión indirecta en la llamada colaboración que realizan los particulares en forma paralela, por participación o por injerencia” (Cassagne, Juan C. “Derecho Administrativo” Tomo II, págs. 309 Y 310- Abeledo-Perrot, 2002, Bs. As). 99 Servicio Público domiciliario y derecho del consumidor Wajntraub comenta “La Ley de Defensa del Consumidor trata la temática de los servicios públicos domiciliarios estableciendo la obligación de la empresa prestadora de entregar una constancia escrita de las obligaciones de las partes, sin perjuicio de que dicha información también esté a disposición de los usuarios en todas las oficinas comerciales que posea la compañía. También se pone en cabeza del proveedor la carga de colocar en toda constancia de facturación una leyenda predeterminada de donde el consumidor es informado de su derecho a demandar los daños y perjuicios propios de reclamos indebidos. La relación jurídica que se establece entre el proveedor y el usuario es de consumo, encuadrando perfectamente dentro de lo que surge de los art. 1º y 2º de la Ley de Defensa del Consumidor.” (Wajntraub, Javier (op. cit.). Según el Art. 25, ley 24240 (Texto según ley 26.361). “Las empresas prestadoras de servicios públicos a domicilio deben entregar al usuario constancia escrita de las condiciones de la prestación y de los derechos y obligaciones de ambas partes contratantes. Sin perjuicio de ello, deben mantener tal información a disposición de los usuarios en todas las oficinas de atención al público. Las empresas prestadoras de servicios públicos domiciliarios deberán colocar en toda facturación que se extienda al usuario y en las oficinas de atención al público carteles con la leyenda: “Usted tiene derecho a reclamar una indemnización si le facturamos sumas y conceptos indebidos o reclamamos el pago de facturas ya abonadas, ley 24.240”. Los servicios públicos domiciliarios con legislación específica y cuya actuación sea controlada por los organismos que ella contempla serán regidos por esas normas y por la presente ley. En caso de duda sobre la normativa aplicable, resultará la más favorable para el consumidor. Los usuarios de los servicios podrán presentar sus reclamos ante la autoridad instituida por la legislación específica o ante la autoridad de aplicación de la presente ley. Centanaro-Surín entienden por servicio público “a la actividad realizada por órganos públicos o privados que tiene por objeto la satisfacción en forma regular y continua de necesidades de interés general, operadas en forma directa o a través de cualquier otro medio legal con sujeción a un régimen de Derecho Público o Privado, según corresponda. Los autores citan a Farina, quien define “Servicio Público Domiciliario” : “Aunque la ley usa la expresión “domiciliario”, no ha de entenderse por ello que las disposiciones de este capítulo sólo se aplican cuando se prestan en el domicilio del usuario, pues también regirán cuando el servicio se efectúe en cualquiera de los ámbitos que pueda utilizar el usuario, ya sea como la vivienda habitual o circunstancia, o de recreo, turismo o lugar de trabajo, ya se trate de inmueble para dar en locación o a cualquier otro fin” . Prosiguen los autores “Respecto de los servicios públicos, en general, y en relación a la normativa aplicable se modifica el criterio de supletoriedad por el de integración normativa, con las concernientes legislaciones específicas (la redacción anterior refería acerca de “los servicios públicos domiciliarios con legislación específica y cuya actuación sea controlada por los organismos que ella contempla, serán regidos por 100 esas normas, aplicándose la presente ley supletoriamente”). Centanaro-Surín comentan que “La presente norma habilita al usuario o consumidor a optar acerca del régimen aplicable, ya sea el marco regulatorio de los servicios públicos o la normativa que tiene por objeto la defensa del consumidor. Asimismo, adaptando la Ciudad Autónoma de Buenos Aires su normativa, según lo establecido en la Carta Magna local, el 9 de octubre de 2008 se sancionó la ley 2870”. (Centanaro-Surin, –Op. cit.– págs. 43 a 45). Información al usuario Señala Wajntraub que: “Es evidente que los usuarios de servicios públicos domiciliaros tienen frente a los proveedores una situación de debilidad estructural, aún mayor que frente a los prestadores reguladores de productos y servicios, debido fundamentalmente a que son prestaciones usualmente monopólicas de cuyo objeto no puede prescindir el contratante, dada su indispensabilidad. Por esta razón la ley prevé algunos resguardos adicionales, mucho de los cuales se relacionan con la información que deben brindar los prestadores, como así también con las formalidades que deben cumplir al brindar la misma.” El trato equitativo y digno Wajntraub cita a Lorenzetti que dice “el trato equitativo y digno es una regulación de las prácticas, es decir de comportamientos previos o colaterales a la prestación nuclear, esto es, el servicio”. (LORENZETTI, R. L . “Consumidores”). En relación con el trato equitativo en el marco de los contratos que versan sobre los servicios públicos domiciliarios, la ley de defensa del consumidor consagra una norma específica que regula la reciprocidadad de trato y es la que surge del artículo en análisis. Debemos agregar que es sólo un aspecto de los que componen la manera en que el proveedor debe administrar la relación con el usuario. Es decir, que el trato equitativo no se agota en una tasa de interés. Por su parte, “el trato digno tiene relación con la dignidad de las personas, por ejemplo, con evitar colas, demoras, riesgos, etc.”(Lorenzetti R. L. “Consumidores”). Obligación de seguridad Continua el autor “Al analizar el art. 5º ley 24.240 nos hemos extendido acerca de los deberes que pesan en cabeza de los proveedores en cuanto a la preservación de los bienes y de la persona del consumidor. Sólo agregaremos que “la noción de seguridad significa que no deben ser afectados los bienes que se depositan en manos del proveedor y que los bienes que integran la prestación no deben causar perjuicio a otros bienes del usuario”. En lo que hace a la persona, “el proveedor será responsables de todos los daños que sufra el consumidor en su persona, conforme al régimen de responsabilidad aplicable”..(Lorenzetti R. L. “Consumidores”, cit. P. 472). Información acerca de las condiciones de seguridad “Los prestadores de servicios públicos deben brindar a los usuarios una información detallada y comprensible, sobre las condiciones de seguridad de las instalaciones y de los artefactos necesarios para la adecuada prestación del servicio, tanto sean provistos por aquéllos o por terceros. En este caso, el usuario puede a su vez exigir el 101 cumplimiento de las condiciones y sin perjuicio de la responsabilidad de los terceros. En cualquier caso es el proveedor el que deberá probar el haber brindado la información y el contenido de la misma.” Facturación de sumas indebidas “La ley determina lo evidente, al establecer que en todos los casos en los que una empresa prestadora de servicios públicos domiciliarios facturase cualquier suma o concepto indebido deberá reintegrar los correspondientes importes con sus intereses (moratorios y punitorios), que se calcularán sobre la base de las tasas que la propia empresa utilice cuando el usuario paga fuera de término.” (Wajntraub, Javier (op. cit.). Los entes reguladores “No caben dudas de que gozan de rango constitucional, dada su inclusión expresa en el art. 42 del texto constitucional. Deben estudiarse y comprenderse en el marco de las privatizaciones y el cambio del rol del Estado, a partir de 1991 y la necesidad de regulación prestacional y económica de los servicios públicos El art. 42 se respeta cuando el derecho al buen servicio se garantiza con un marco regulatorio adecuado y ordenando la existencia de organismos de control. En consecuencia, los entes tienen raigambre constitucional, misión directamente asignada por la Carta Magna. De ahí surge la plena y necesaria autonomía de los entes reguladores, escindibles de toda subordinación al poder político, y que deben garantizar la neutralidad de la administración, capacitar a sus integrantes y asegurar la estabilidad de las prestaciones.” (Tambussi, Carlos E., –Op. cit.– pág. 135 y 136) Centraremos nuestro estudio en el ENRE, el ENERGAS, la CNC y el ERAS. Ente Regulador de la Electricidad (ENRE). Fue creado en 1993 por la ley 24065 como un ente autárquico dentro de la jurisdicción del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios. Tiene funciones reglamentarias y puede aplicar multas por infracciones. Los usuarios, luego de reclamar ante un incumplimiento ante la empresa proveedora, puede ocurrir ante el Ente o ante la Autoridad de Aplicación de la Ley de Defensa del Consumidor. Ente Nacional Regulador del Gas (ENERGAS) Fue creado en 1993 por ley 24076 como un ente autárquico dentro de la jurisdicción del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios. Tiene funciones reglamentarias y puede aplicar multas por infracciones. Resuelve los reclamos de usuarios contra las prestadoras y vela por la protección del medio ambiente. Comisión Nacional de Comunicaciones (CNC). Fue creada por Decreto Nº 1185/90 (modificado por Dec. 1260/96), como organismo 102 descentralizado dependiente de la Secretaría de Comunicaciones. Tiene funciones reglamentarias y puede aplicar multas por infracciones. Interviene en protección para los consumidores en el valor del servicio básico telefónico, y en la prestación del servicio Sus funciones están determinadas por la Resolución 2065/99 Ante un incumplimiento, el usuario puede recurrir ante la Comisión o ante la Autoridad de Aplicación de la Ley de Defensa del Consumidor. Ente Regulador Agua y Saneamiento (ERAS) Creado por ley 26.221, Anexo I Regula a las Empresas prestadoras del servicio de agua y saneamiento ambiental en la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, en especial la actividad de Agua y Saneamientos Argentinos S.A. (AYSA), prestadora de servicios sanitarios, constituida como Sociedad Anónima en la órbita del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios (Decreto 304/06). La ley de Defensa del Consumidor y los servicios públicos Tambussi señala: “Sin perjuicio de remitir a lo que la ley 26.361 ha introducido a este respecto: La ley de Defensa del Consumidor trató el tema en su capítulo VI, relativo a los servicios públicos domiciliarios, estableciendo que es de aplicación supletoria a los servicios que tengan regulación específica. Determina: 1) Que se debe entregar a los usuarios constancia escrita de las condiciones del servicio, derechos y obligaciones de las partes. En este punto, solo lo hicieron las telefónicas, que publican el Reglamento del Servicio Básico junto a la guía telefónica que distribuyen anualmente. Como contrapartida nunca dicha, cerraron sus oficinas comerciales de atención al público. El resto de las privatizadas, en el mejor de los casos, pueden exhibir el reglamento del servicio en elegantes displasys de sus oficinas, o bien proporcionárselo al ciudadano insistente que encare a la empresa con cierta constancia. 2) El derecho de reciprocidad de trato que consiste en aplicar para reintegros y devoluciones los mismos criterios que para los recargos por mora. 3) El derecho de las autoridades competentes de intervenir en la verificación del funcionamiento de instrumentos de medición de suministros, cuando haya dudas sobre el mismo. 4) La obligación de llevar registro de reclamos. 5) El deber de informar a los usuarios sobre seguridad de instalaciones y artefactos (por falta de servicio es objetiva la responsabilidad, sobre artefactos hay que acreditar el daño). 6) La admisión de reclamos por consumo excesivo. 7) El principio básico de no interrupción de la prestación. Comenta Tambussi, respecto de la reforma de la ley 26.361, que “Se agrega al capítulo VI de la ley 24.240 un nuevo párrafo del art. 25, que atiende la problemática ya planteada en capítulos anteriores, relativa a la aplicación de esta ley en los servicios 103 públicos que tienen regulación específica. Recordemos la importancia de la aplicación de la LDC a esta temática, ya que en estos casos los usuarios son cautivos de las empresas, generalmente monopólicas (legales, territoriales), y cuyos servicios e instalaciones ingresan a la intimidad del hogar y son atinentes a principios elementales de calidad de vida. El párrafo agregado se refiere a servicios públicos con legislación (no regulación) específica y establece que se regirán por las normas de los organismos que la legislación contemple y por la “presente ley”, aplicándose la norma más favorable al consumidor en caso de duda, resultando precisa y determinante la aplicación directa de da ley 24.240 a los servicios públicos domiciliarios”. Hubo unánime consenso durante el tratamiento legislativo en cuanto a eliminar el régimen de supletoriedad sobre los servicios públicos. Lo contrario implica el cercenamiento del derecho constitucional de 1994, o en otras palabras porque, además de su rango normativo superior, la consagración constitucional de los derechos de los usuarios es posterior a los marcos regulatorios específicos y a la propia ley 24.240. La vía reclamatoria sale fortalecida por cuanto los usuarios pueden presentar ahora sus reclamos tanto al ente regulador como a la autoridad de aplicación de la Ley de Defensa del Consumidor (Secretaría de Comercio Interior de la Nación). El art. 27 mereció un agregado que impone a las empresas prestadoras el deber de garantizar la atención personalizada, y de otorgar constancias de los reclamos efectuados por los consumidores por cualquier medio, incluyendo el correo electrónico. La aprobada reforma al art. 31 refiere a la facturación de servicios públicos, y asegura: a) el derecho del usuario a reclamar abonando los conceptos no cuestionados de la factura, con plazo de 30 días a partir del reclamo para que la empresa acredite fehacientemente el consumo facturado, dando claridad a un plazo específico para realizar la queja, y b) ante la insatisfacción del reclamo o incontestación, la posibilidad del usuario de acudir al organismo de control. Todo ello en el marco de la integración normativa de la ley del consumidor con la normativa de servicios públicos. Tambussi señala que el nuevo art. 25 determina la posibilidad de presentar los reclamos ante el ente regulador o ante la autoridad de aplicación de la ley 24.240. La prospectiva de su implementación dirá cuál es la suerte real de esta nueva norma, ante lo que pensamos es un sinceramiento del fracaso de los entes reguladores, que intenta ser solucionado abriendo otra vía o ventanilla de reclamos ante organismos que ni siquiera en su formulación, financiamiento o estructura personal, espacio o solvencia técnica específica sobre la maraña de reclamos por servicios que pueden presentárseles, están cerca de comenzar a entender en estas cuestiones.” (Tambussi, Carlos E., –Op. cit.– pág. 181 a 183) 104 JURISPRUDENCIA UNIDAD 8 “Debe declararse la inconstitucionalidad de la Resolución 1049/08 de la Dirección Provincial de Energía de Corrientes y del Decreto ratificatorio 2668/08, en cuanto establecieron un nuevo régimen tarifario, pues, las autoridades han faltado al “deber de información” que están obligadas a suministrar en forma clara, precisa, detallada y oportuna a los usuarios, quienes se vieron sorprendidos ante imprevistas modificaciones sobre sus consumos”. (J.Civ. y Com. Nro. 8, Corrientes, 2009/09/02 – Asociación de usuarios y consumidores de la Provincia de Corrientes c. Dirección Provincial de Energía de Corrientes y otro) LLLitoral, 2010-Abril, 252. “Antes de la entrada en vigor de un nuevo régimen tarifario para un servicio público esencial -en el caso, de agua potable y desagües cloacales- se requiere la realización de una audiencia pública, caso contrario se vulnera el derecho a una información adecuada y veraz”. (JContenciosoadministrativo Nro. 1, La Plata, 2009/09/22. - Defensoría Ciudadana de La Plata y otros c. Aguas Bonaerenses S.A. ABSA) DJ, 2010/03/10, 606. “La falta de pago del servicio público de agua potable no puede, bajo ningún aspecto, condicionar su prestación, pues la empresa prestataria se encuentra obligada a realizar el suministro en la misma forma y con los alcances en que el usuario está obligado a su uso, pudiendo actuar a través de vías procesales mas idóneas para percibir el cobro por su acreencia y que no se contraponen con la salud pública”. (CContenciosoadministrativo, Tucumán, sala I, 2010/02/25. - Ramos, Elsa Mirta c. Sociedad Aguas del Tucumán) LLNOA, 2010-Mayo, 395. 105 106 UNIDAD 9 ORGANIZACIONES DE DEFENSA DEL CONSUMIDOR Farina comenta que “La Constitución nacional reconoce a estas instituciones como elementos importantes en la defensa y resguardo de los derechos del consumidor (arts. 43 y 43). Advierte que la ley 24.240 tan solo ha tomado en consideración las entidades de base asociativa, formada por consumidores y usuarios, que son las más habituales.” Finalidad específica de las asociaciones de consumidores: Entiende que el rasgo típico de éstas asociaciones es el bien común y define el bien común como “la persecución de un fin altruista sin ánimo de lucro, entendida aquí esta última expresión como la ausencia de incremento patrimonial en los miembros de la asociación como consecuencia de repartir un beneficio dinerario resultante de las actividades de ésta.” El autor aclara que “la ley, en todo su articulado cuando habla de “asociaciones de consumidores”, se está refiriendo a las autorizadas por la autoridad de aplicación (en el orden nacional Secretaría de Comercio). (Farina, –Op. cit.–) Funciones de las asociaciones de consumidores Wajntraub , afirma: “La posibilidad de crear asociaciones de consumidores y usuarios con facultades especiales es una de las más interesantes novedades de la Ley de Defensa del Consumidor. Para ello, estas organizaciones deberán trabajar en pos de la defensa, la información y la educación de los consumidores, cumpliendo con los requisitos comunes para la obtención de la personería jurídica y los particulares que surgen de las leyes y los reglamentos. Las funciones de las asociaciones y usuarios se encuentran prácticamente resumidas en el artículo que comentamos, el que establece los fines que deben perseguir. Entre las varias funciones con las que cuentan se destacan: - La función de defensa de los intereses de los consumidores ante la justicia, la autoridad de aplicación de la normativa en análisis y/u otros organismos estatales o privados es una de las tareas que por excelencia distinguen a estas entidades. - La facultad de asesorar a los consumidores en materia de precios, condiciones de compra, calidad, etc. Este punto tiene una directa vinculación con la función de promotores de la educación del consumidor que tienen estas entidades. - La posibilidad de desarrollar todo tipo de tarea que tenga como objeto el hacer más eficiente la aplicación de la normativa vigente, pudiendo aportar ideas o propuestas para el mejoramiento de la legislación en materia de consumo. - La organización, realización y divulgación de estudios sobre la temática del consumo. - Realizar cualquier tipo de emprendimiento que tienda a la defensa o protección de los intereses de los consumidores.” (Wajntraub – Op. cit.-) Condiciones especiales – El Registro Nacional de Asociaciones de Consumidores. Centanaro-Surín observan que “De la lectura de esta norma surge que estas Asociaciones de Consumidores necesitan una doble registración. Por un lado, deberán 107 tener la personería jurídica propia de una asociación civil, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 33 del Código Civil, con la consecuente inscripción en la I.G.J y/o autoridad local correspondiente. Asimismo, deberá cumplir con los requisitos propios que le impone la ley en este preciso artículo, y solicitar la inscripción, a su vez en el Registro Nacional de Asociaciones de Consumidores, creado a través del artículo 55 del Decreto Reglamentario 1798/94. Señala Farina, “Todas las asociaciones de consumidores y usuarios autorizadas a funcionar como tales deben inscribirse en el Registro Nacional de Asociaciones de Consumidores (“y usuarios”). Condiciones exigidas para conceder la autorización: Según el art, 56, párr. 1º, la asociación para ser autorizada por la autoridad de aplicación, debe tener como finalidad, las siguientes funciones: a) la defensa de los consumidores y usuarios; b) la información a los consumidores y usuarios, y c) la educación de los consumidores y usuarios. Contribuciones Estatales El Artículo 62- LDC se refiere a las Contribuciones Estatales. “El Estado nacional podrá disponer el otorgamiento de contribuciones financieras con cargo al presupuesto nacional a las asociaciones de consumidores para cumplimentar con los objetivos mencionados en los artículos anteriores. En todos los casos estas asociaciones deberán acreditar el reconocimiento conforme a los arts. 56 y 57 de la presente ley. La autoridad de aplicación seleccionará a las asociaciones en función de criterios de representatividad, autofinanciamiento, actividad y planes futuros de acción a cumplimentar por éstas”. Farina observa que “El art. 62 se refiere sólo al Estado nacional, lo cual es natural pues el Congreso no puede imponer a los gobiernos provinciales directivas sobre el manejo de sus recursos propios, tema exclusivo de las respectivas legislaturas. Al decir el “Estado nacional”, naturalmente se está refiriendo al Poder Ejecutivo de la Nación, al cual autoriza que pueda (“podrá” dice el artículo) prever el presupuesto nacional el otorgamiento de contribuciones financieras a las asociaciones de consumidores reconocidas según los arts. 56 y 57, tal como lo exige expresamente el art. 62, párr. 2º. Estas contribuciones deberán ser destinadas por la asociación beneficiaria “para cumplimentar con los objetivos mencionados en los artículos anteriores”(es decir arts. 60 y 61). Pero ello no ha de entenderse que, efectuada la contribución, la función educativa y formativa del consumidor queda a exclusivo cargo de estas entidades.” (Farina, Juan M. –Op. cit.– pág.485) Afirma Wajntraub: “Existen algunas limitaciones en el accionar de las asociaciones de consumidores y usuarios, que son una consecuencia lógica de la función social que desempeñan. Las entidades deberán reunir ciertas condiciones especiales a saber: - Prohibición de participar en actividades políticas partidarias. - Ser independientes de toda forma de actividad profesional, comercial y productiva. 108 - Prohibición de recibir donaciones, aportes o contribuciones de empresas comerciales, industriales o proveedoras de servicios, privadas o estatales, nacionales o extranjeras. - Sus publicaciones no podrán contener avisos publicitarios, entendiéndose a aquellas como folletos, diarios, revistas, programas de radio y televisión, boletines informativos, etc.” Baja del Registro. Pérdida de personería. “En caso de verificarse el desvío por parte de la asociación de consumidores de lo estipulado en los arts. 56 y 57, la autoridad de aplicación deberá proceder a la baja de la misma del Registro Nacional de Asociaciones de Consumidores y podrá considerar la suspensión de las contribuciones económicas ya otorgadas. Por su parte, la autoridad que corresponda tendrá la facultad de disponer la pérdida de la personería jurídica conferida a la hasta ahora entidad de defensa de consumidores.” Tramitación de reclamos privada Dice Wajntraub “Dentro de las facultades que se otorgan a las asociaciones de consumidores, se contempla la de recibir reclamaciones de los consumidores y promover soluciones amigables entre éstos y los proveedores. Este artículo propende a reglamentar la prerrogativa mencionada facultando a las entidades defensoras de los consumidores a canalizar los reclamos de éstos ante el integrante de la cadena de comercialización y distribución que corresponda, por el incumplimiento de la ley 24.240. El Artículo 58 - LDC se refiere a la Promoción de Reclamos- “Las asociaciones de consumidores podrán sustanciar los reclamos de los consumidores de bienes y servicios ante los fabricantes, productores, comerciantes, intermediarios o prestadores de servicios que correspondan que se deriven del incumplimiento de la presente ley. Para promover el reclamo, el consumidor deberá suscribir la petición ante la asociación correspondiente, adjuntando la documentación e información que obre en su poder, a fin de que la entidad promueva todas las acciones necesarias para acercar a las partes. Formalizado el reclamo, la entidad invitará a las partes, con el objetivo de intentar una solución al conflicto plateado a través de un acuerdo satisfactorio. En esta instancia, la función de las asociaciones de consumidores es estrictamente conciliatoria y extrajudicial, su función se limita a facilitar el acercamiento entre las partes”. Instancia conciliatoria “Una vez que el reclamo haya sido formalizado, la asociación de consumidores invitará a las partes a las reuniones que considere oportunas, con el objeto de buscar una solución al conflicto planteado a través de un acuerdo satisfactorio. Establece la ley que “en esta instancia, la función de las asociaciones de consumidores es estrictamente conciliatoria y extrajudicial, su función se limita a facilitar el acercamiento entre las partes”, debiendo aclararse que la incomparecencia del proveedor no podrá ocasionarle consecuencia legal alguna.”(Wajntraub, Javier H. –Op. cit.–) 109 Legitimación para accionar: Farina entiende que la “legitimación activa para accionar- tanto en sede administrativa como judicial- en defensa de los intereses generales de los consumidores y usuarios, faculta a la asociación para que actúe no tanto en representación de uno o más asociados, en defensa de un interés concreto e individual, como para la defensa de un interés general de los consumidores y usuarios, considerado como interés colectivo (difuso) amenazado por un determinado comportamiento en el mercado.” (FARINA, Juan M. –Op. cit.– pág. 431 a 435) El Art. 55- LDC (Texto según ley 26.361)- se refiere a las asociaciones de consumidores y usuarios constituidas como personas jurídicas reconocidas por la autoridad de aplicación, están legitimados para accionar cuando resulten objetivamente afectados o amenazados intereses de los consumidores o usuarios, sin perjuicio de la intervención de éstos prevista en el artículo 58, párrafo segundo de esta ley. Las acciones judiciales iniciadas en defensa de intereses de incidencia colectiva cuentan son el beneficio de justicia gratuita”. Remitimos a lo explicado sobre acciones colectivas. EDUCACIÓN AL CONSUMIDOR La educación para el consumo está prevista en el art. 60 LDC. La misma fue ampliada con la reforma de 2009 (ley 26361), que especificó que corresponde efectuarla en los niveles inicial, primario, medio, terciario y universitario. Cabe consignar que el tema de la educación en las básicas previsiones del derecho, sobre todo en las materias más cercanas a la cotidianeidad, debería ser impartida en forma general e incorporada a todos los planes de estudio de nuestro país. Volviendo a la educación para el consumo, es el modo preventivo más eficaz para la defensa del consumidor, que tome por sí mismo los recaudos para no refrendar cláusulas abusivas ni seguir la ruta que ofrece la publicidad engañosa, al par de exigir la correcta instrumentación de las garantías, y, de tener dudas, acercarse con carácter previo a la asociación de defensa de consumidores para su orientación, tal como lo hacen los trabajadores con las asociaciones gremiales. Farina afirma que: “Educar al consumidor significa orientarlo para que logre independizarse del sometimiento a que lo tiene atado el consumismo, así como descubrir qué es lo más conveniente para su integridad física, para su desarrollo cultural. Estos objetivos básicos que deben tener los planes de educación general y los planes oficiales de educación primaria y media están explicitados en el art. 61, donde se habla de que deben ayudar a que cada persona comprenda y pueda efectuar un adecuado análisis de la información y de la publicidad que se le transmite, así como también brindarle una formación básica que permita a todo individuo evaluar las alternativas que se le ofrecen, emplear sus recursos en forma eficiente y prevenir los riesgos creados por los bienes o servicios que utilice. La ley 24.240 está imponiendo pautas y exigencias que pueden llevar a un profundo cambio de planes y fines educativos, cambios que han de ser altamente favorables para la cultura general del país si esto se encara con responsabilidad, porque los 110 hábitos de consumo influyen sobre la conducta de los individuos, y quien sabe adquirir un control sobre tales hábitos generalmente resulta ser una persona responsable y respetuosa del derecho de los demás. La función educadora no solo ha de enseñar a los consumidores cuáles son sus derechos y obligaciones sino también a que el individuo sepa discernir entre lo necesario ,lo conveniente y lo superfluo; a que aprenda a detectar el costo real del crédito que se le otorga, así como los riesgos que asume en operaciones de esta naturaleza. (FARINA, Juan M. op. cit.). Según el Art. 60 LDC (Texto según ley 26.361) “Incumbe al Estado nacional, a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a las provincias y a los Municipios, la formulación de planes de educación para el consumo y su difusión pública, arbitrando las medidas necesarias para incluir dentro de los planes oficiales de educación inicial, primaria, media, terciaria y universitaria los preceptos y alcances de esta ley…” Actualmente, las Jornadas de Derecho del Consumidor están abocadas al tratamiento del sobreendeudamiento de los consumidores, y el modo de evitarlo, siendo indiscutiblemente el más relevante la educación al consumidor. El consumidor y la publicidad Comenta Farina “En un principio el comercio necesitó de la información para hacer conocer la mercadería ofrecida, y en esto consistió durante mucho tiempo la publicidad comercial; pero, en lo que va del siglo, la promoción de productos y marcas ha avanzado a punto tal, que su principal objetivo es lograr que la gente compare y utilice los servicios que ofrecen las empresas sin publicitar mayor información. Por ello, más del 90% de la publicidad consiste en verdaderos mensajes destinados a captar voluntades, y esto constituye un aspecto de ser considerado en el mundo de los contratos comerciales y en la tutela de los consumidores y usuarios. La publicidad ha sido considerada un aspecto clave en una economía de mercado; pero el crecimiento descomunal de las inversiones en campañas publicitarias organizadas por las grandes empresas se ha convertido en un arma que atrapa en sus redes al público consumidor. No olvidemos que los principales destinatarios de la publicidad son los jóvenes, debido a su credulidad, su predisposición a ser engañados simplemente porque quieren creer en algo. La presencia de la publicidad en el mundo actual constituye un fenómeno que otorga a la contratación mercantil de nuestros días aspectos ignorados hasta las primeras décadas del siglo XX. En efecto: a las condiciones generales de contratación, al contrato celebrado mediante formularios y cláusulas predispuestas, o por el empleo de aparatos automáticos, etc., debemos agregar la influencia que ejerce la publicidad para imponer una marca, para orientar al público hacia determinado producto, incluso para hacer que la gente sienta la necesidad de adquirir bienes o servicios que, de otro modo, habría ignorado.” (Farina, Juan M. –Op. cit.– pág. 476 a 478). 111 JURISPRUDENCIA UNIDAD 9 “Tratándose de la protección de intereses individuales, el art. 52 de la ley 24.240 confiere legitimación al consumidor o usuario, a las entidades de defensa de los consumidores, a la autoridad de aplicación, al Defensor del Pueblo y al Ministerio Público, es decir, que frente a la afectación de un interés de ese tipo existen otros legitimados además del titular directo -el consumidor-, por lo cual mientras éste actúa por derecho propio, los otros lo hacen por representación legal”. (CNCom. sala F, 2011/08/02 - Consumidores Financieros Asociación Civil p/su defensa c. Frávega S.A. y otro s/ ordinario) DJ 2012/02/22, p. 85. Debe reconocerse legitimación a una asociación de consumidores para solicitar que se condene a un a banco a cesar en el cobro de un cargo por seguro de vida colectivo superior al valor corriente de plaza a sus clientes, en tanto la acción recae sobre una conducta uniforme del demandado y se pretende una condena e carácter general, por lo que perseguir que cada perjudicado acuda personalmente a formular el reclamo implicaría desnaturalizar el sistema de protección establecido en el art. 43 de la Constitución Nacional. CNCom., sala F, 2011/06/14 – Adecua c. HSBC Bank Argentina S.A. y otro s/ordinario) LA LEY, 2011-E, 459 - DJ, 2011/12/28, 84. “La decisión del juez de citar a. los titulares de cuentas de caja de ahorro a fin de expresar su voluntad de no ser alcanzados por los efectos de la sentencia que recaerá en el proceso de nulidad del cobro del rubro “mantenimiento de caja” iniciado por una asociación de consumidores, encuentra su fundamento en las facultades que le otorga el art. 27 del Código de rito para dirigir el proceso, y resulta compatible con el adecuado derecho de defensa en juicio y con el texto del art. 54 de la ley 24.240, que establece que el propio juez es el que fijará las condiciones de la citación de aquellos consumidores o usuarios que se encuentren en similares condiciones. Corresponde ordenar la citación de los clientes de un banco que sean titulares de cuentas de caja de ahorro a fin de expresar su voluntad de no ser alcanzados por los efectos de la sentencia que resultase favorable, en el proceso de nulidad del cobro del rubro “mantenimiento de caja” iniciado por una asociación de consumidores, puesto que una sentencia desfavorable no podrá serles oponible en ningún caso ni perjudicar sus derechos”. 115.877 - CContenciosoadministrativo y Trib., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala II, 2011/07/12. - PADEC c. Banco de la Ciudad de Buenos Aires. Cita on line AR/JUR/53332/2011) “Procede la medida cautelar solicitada por una asociación de consumidores a fin de hacer cesar las operatoria del banco demandado consistente en debitar en forma automática de la cuenta de todos los usuarios de tarjetas de débito emitidas por dicha entidad, un importe en concepto de seguro por robos en cajeros, toda vez que dicho 112 débito se realizaba sin previsión contractual (del dictamen de la fiscal general subrogante que la Cámara hace suyo)”. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, Sala C, 13/02/2004- Unión de Usuarios y Consumidores c/Banco de la Prov. De Bs.As. LA LEY 10/5/04-pag.7 ___________________________________________________________ Obtención de información contable. Preconstitución de prueba para una acción colectiva en defensa de consumidores “Debe rechazarse la diligencia preliminar solicitada por una asociación de consumidores, a fin de recabar información contable de una cooperativa necesaria para determinar la procedencia de la promoción de una acción colectiva contra aquélla en defensa de los consumidores, pues mediante la solicitud entablada, la actora persigue preconstituir prueba a fin de consolidar su posición, con lo cual podría verse afectado el derecho a la defensa en juicio de la demandada”. 115.132. CNCom, sala A, 2010/09/02. Consumidores Financieros Asociación Civil p/su Defensa c. CGO Cooperativa de Vivienda y Crédito y Consumo Ltda. “La publicidad emitida por una prestadora de Internet en la que se ofrece un precio promocional por el servicio “hasta” una determinada fecha no resulta engañosa, pues no se advierte de qué manera pueda interpretarse que dicho precio promocional seria el vigente para toda la relación contractual. Dado que en la publicidad emitida por una prestadora de Internet en la que se ofrece un precio promocional por el servicio “hasta” una determinada fecha se indicó con letra legible el precio posterior a la vigencia de la promoción, si algún error se produjo en determinado consumidor, ello debe imputarse a la lectura incompleta del anuncio. Si bien la información a que se refiere el art. 41 de la ley 24.240 debe ser objetiva, precisa y completa, esos mismos requisitos no son exigibles en la noticia publicitaria cuya finalidad consiste exclusivamente en interesar para atraer clientela, ya que la publicidad persigue promover la contratación, lo que no es lo mismo que la información para decidirla. El hecho de que el proveedor de un servicio realice promociones que importen que los nuevos clientes abonen una suma menor que los contratantes anteriores no importa un trato discriminatorio respecto de éstos, ni les genera el derecho a obtener el reintegro de la parte pertinente del precio, pues tales promociones no se encuentran vedadas por la ley, sino que constituyen prácticas habituales de comercio, máxime considerando que no cualquier distinción importa una discriminación”. 115.878 - CNCiv, sala 1, 2011/03/17 – Padec Prevención Asesoramiento y Defensa del Consumidor c. Cablevisión S.A. (Cita on line: AR/JUR/6993/2011). 113 114 APÉNDICE LA DEFENSA DEL CONSUMIDOR EN EL PROYECTO DE REFORMA AL CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL DE 2012. El Proyecto de Reformas al Código Civil y Comercial, remitido en el año 2012 por el PEN al Congreso, se refiere a varios tópicos que han sido tratados en el programa de nuestra materia. Dado que no se trata obviamente de legislación vigente, la principal fuente para conocer las modificaciones propuestas y sus fundamentos, es la lectura de los comentarios de los integrantes de la Comisión Reformadora creada por el Decreto Nº 191/11, e integrada por el presidente de la CSJN, Dr. Ricardo L. Lorenzeetti, la vicepresidenta del cuerpo Dra. Elena I. Highton de Nolasco y la ex integrante de la Suprema Corte de la Pcia. de Mendoza, Dra. Aída Kemelmajer de Carlucci, a lo que cabe agregar algunos comentarios específicos de la materia Derecho del Consumidor. Es así que en el Anexo II del Proyecto se estipulan las normas que se derogan de la LDC. Son sustituidos otros textos los artículos 1º, 8º, 40 bis, 50 y 52 bis de la ley 24.240 modificada por la ley 26.361. En el art. 1º se limita el carácter de consumidor, que la ley 26.361, había extendido respecto de la redacción originaria de la LDC. Expresamente exige que el consumidor sea “destinatario final” de los bienes o servicios (sea en beneficio propio de su grupo familiar). Además, limita la figura del “expuesto a una relación de consumo” (bystander). En el art. 8º se ratifica el valor de las especificaciones de los anuncios publicitarios como integrantes de la oferta y del contrato. También efectúa aclaraciones sobre la información que debe suministrar el vendedor: nombre, domicilio, y Nº de CUIT. El art. 40 bis ratifica que la Autoridad de Aplicación puede fijar indemnizaciones a favor del consumidor (daño directo), pero determina las condiciones que deben tener los organismos administrativos a saber: que tengan facultad legal para hacerlo, especialidad técnica, imparcialidad, que sus decisiones hagan cosa juzgada administrativa, y sean ejecutorias; y por último, que se prevea su posible revisión judicial. También aclara que la indemnización fijada en sede administrativa sólo podrá referirse a las consecuencias patrimoniales que deba reparar el proveedor. El art. 50, referido a la prescripción, ratifica los 3 años estipulados por la ley 24.240 (texto s/ley 26.361), pero aclara que el cómputo de la misma se interrumpe por el inicio de las actuaciones administrativas o por la comisión de otras infracciones. El art. 52 bis ley 24240 (modif. por ley 26361) se refiere al daño punitivo. Al respecto, el proyecto adecua su denominación a “sanción pecuniaria disuasiva”, exige para imponerla el grave menosprecio de los derechos de los consumidores por el proveedor, y determina que sea el Juez quien asigne el destino que se dará a la misma. También se agrega el Título III al Libro III, el que trata específicamente de los “contratos de consumo” Contratos de Consumo El Proyecto no deroga la ley 24.240, sino en algunos tópicos puntuales, tal como se dijo 115 al principio. …“Se propone incluir en el código Civil una serie de principios generales de protección al consumidor que actúan como una “protección mínima”·. Lo que tiene efectos importantes: a) En materia de regulación, ello implica que no hay obstáculos para que una ley especial establezca condiciones superiores. b) Ninguna ley especial en aspectos similares pueda derogar esos mínimos sin afectar el sistema. El Código, como cualquier ley, puede ser modificado, pero es mucho más difícil hacerlo con relación a cualquier ley especial. Por lo tanto, estos “mínimos” actúan como un núcleo duro de tutela. c) También es considerable el beneficio en cuanto a la coherencia del sistema porque hay reglas generales sobre prescripción, caducidad, responsabilidad civil, contratos, del Código Civil que complementan la legislación especial proveyendo un lenguaje normativo común. d) En el campo de la interpretación, se establece un “diálogo de fuentes” de manera que el Código recupera una centralidad para iluminar a las demás fuentes. El intérprete de una ley especial recurrirá al Código para el lenguaje común de lo no regulado en la ley especial y, además para determinar los pisos mínimos de tutela conforme con el principio de interpretación más favorable al consumidor. De conformidad con esta perspectiva, se produce una integración del sistema legal en una escala de graduación compuesta por: a) los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución Nacional; b) los principios y reglas generales de protección mínima y el lenguaje común del Código; c) la reglamentación detallada existente en la legislación especial. Los dos primeros niveles son estables, mientras que el tercero es flexible y adaptable a las circunstancias cambiantes de los usos y prácticas. De modo complementario con esta concepción, es necesario dar cabida a críticas que ha hecho la doctrina a la legislación especial de consumidores, y, en los aspectos generales, solucionar algunos problemas. Por esta razón es que abordamos la noción de relación y de contrato de consumo y otros aspectos. (Lorenzetti, Highton Y Kemelmajer –Op. Cit–). Al respecto, sostiene Sliglitz que es un avance en la legislación consumerista que se incorporen normas sobre la materia al Cód. Civil y Comercial. Por una parte, entiende que jerarquiza este tipo de normas, y, por otro lado, que su incorporación al Código hace a la estabilidad del sistema. También cuando regula los contratos por adhesión, las cláusulas abusivas, la publicidad ilícita, etc.. Y, asimismo, cuando incorpora los contratos bancarios con consumidores y usuarios, los contratos sobre emprendimientos de tiempo compartido y los cementerios privados. (Stiglitz, Gabriel A., “La Defensa del Consumidor en el Proyecto de Código” (LL 29/10/12). Definición de relación y contrato de consumo …“ Definiciones normativas: Relación de consumo. Consumidor. Relación de consumo es el vínculo jurídico entre proveedor y un consumidor. Se considera consumidor a la persona física o jurídica que 116 adquiere o utiliza bienes o servicios como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social. Queda equiparado al consumidor quien, sin ser parte de una relación de consumo como consecuencia o en ocasión de ella, adquiere o utiliza bienes o servicios en forma gratuita u onerosa como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social. Contrato de consumo: Contrato de consumo es el celebrado entre un consumidor o usuario final con una persona física o jurídica que actúe profesional u ocasionalmente o con una empresa productora de bienes o prestadora de servicios, pública o privada, que tenga por objeto la adquisición, uso o goce de los bienes o servicios por parte de los consumidores o usuarios, para su uso privado, familiar o social. (Lorenzetti, Highton y Kemelmajer –Op. Cit–). En punto al concepto de consumidor, señala Stiglitz que se suprimió el “bystandard”, o sea aquel que sin haber celebrado contrato alguno (ni oneroso ni gratuito) se encuentra expuesto a una relación de consumo. También se ha zanjado el tema del empresario-consumidor, en tanto considera consumidor a los usuarios finales de los bienes adquiridos o servicios contratados. De tal modo, se ha tratado en el proyecto de que el derecho del consumo no sea “todo” el derecho de los contratos sobre bienes o servicios. (Stiglitz, Gabriel A. – art. cit.). Se regula para los contratos de consumo: - Formación del consentimiento. Al respecto, se consagra la transparencia informativa en lo contratos de consumo. Asimismo, propone una regulación amplia y sistemática de la publicidad dirigida a los consumidores. “Se define a la publicidad ilícita, incluyendo las categorías de publicidad engañosa, comparativa, inductiva, discriminatoria, y se especifican las acciones de lo consumidores y otros legitimados según las leyes especiales y procesales”. Al igual que en el régimen actual, se establece que la publicidad integra el contrato. -Modalidades especiales Aquí se regulan modalidades especiales que constituyen prácticas muy extendidas en los contratos de consumo: contratos celebrados fuera de los establecimientos, celebrados a distancia y celebrados por medio electrónicos”. Se forma principalmente en cuanto que el deber de información debe enfocarse a la vulnerabilidad propia del medio, a la disponibilidad mientras la oferta sea accesible, el derecho de revocación y el lugar de cumplimiento de las obligaciones, que es aquel en que el consumidor hubiera recibido la prestación. - Cláusulas abusivas Se tratan las reglas generales sobre cláusulas abusivas. Se señala la aplicación en los contratos de consumo de las disposiciones sobre contratos por adhesión. Se define la cláusula abusiva por su contenido, que provoca desequilibrio entre las obligaciones de las partes en perjuicio del consumidor, lo que nulifica la cláusula aunque haya sido aprobada expresamente por el consumidor. Excluye de la posibilidad 117 de revisión a la cuestión de la relación precio/bien. (LORENZETTI, HIGHTON y KEMELMAJER – Op. cit.) Sanción pecuniaria disuasiva Debemos asumir que el instituto ya se encuentra incorporado en el derecho argentino y resulta aplicable a una gran cantidad de supuestos de responsabilidad por daños en el ámbito de las relaciones de consumo. Caracteres a) No se aplica de oficio, sino a petición de parte b) Tiene por finalidad disuasiva de la conducta de quien actúa con grave menosprecio hacia los derechos de incidencia colectiva. c) Su monto se fija prudencialmente. d) Los criterios son: las circunstancias del caso, en especial la gravedad de la conducta del sancionado, su repercusión social, los beneficios que obtuvo o pudo obtener, los efectos disuasivos de la medida, el patrimonio del dañador, y la posible existencia de otras sanciones penales o administrativas. e) La sanción tiene el destino que le asigne el juez por resolución fundada. (Lorenzetti, Highton y Kemelmajer – Op. Cit.) En cuando a los daños punitivos, señalan Stiglitz y Alvarez Larrondo que se ha delimitado con claridad su procedencia a los casos de “grave menosprecio a los derechos del consumidor”, lo cual pone fin a la disparidad judicial existente luego de la sanción de la ley 26.361. También resulta loable dar la facultad al juez –como lo hace el proyecto– para regular el destino de la sanción pecuniaria disuasiva. (Stiglitz, Gabriel A., art. cit.). OTROS TEMAS DE INTERÉS PARA LA MATERIA TRATADOS EN EL PROYECTO DE REFORMAS. Error y dolo como vicios de la voluntad. “Se ha decidido, preservar la metodología seguida por Vélez Sársfield en orden a la regulación de los “vicios de la voluntad”. En consecuencia, se dedican sendos capítulos al error, al dolo y a la violencia. Se mantiene la necesidad de que el error sea esencial y se prescinde del requisito de la excusabilidad. Tratándose de actos bilaterales o unilaterales recepticios, el esquema de la excusabilidad se traslada- para tutela de la confianza- del que yerra hacia el destinatario de la declaración: se requiere, por ello, la reconocibilidad (art. 1428 del Código Civil italiano). En la caracterización del dolo, se sigue el criterio del Código Civil- que prescinde de vincular al dolo con el error provocado- pues se estima que las maquinaciones pueden afectar zonas contiguas aunque diversas a la intención, como la libertad de quien emite la declaración. El dolo es determinante o no de la “voluntad” y no solo del “consentimiento” por cuanto el vicio del dolo afecta también a los negocios 118 unilaterales. (Lorenzetti, Ricardo L., Highton De Nolasco, Elena y Kemelmajer de Carlucci, Aída “Código Civil y Comercial de la Nación”, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2012. 1º Ed.) Contratos en general La regulación del tipo general del contrato “El Anteproyecto regula tanto los contratos civiles como los comerciales. En el ordenamiento jurídico argentino hay que considerar el rango constitucional de los derechos del consumidor, la amplia aplicación de estas normas en los casos judiciales y la opinión de la mayoría de la doctrina. Siguiendo estos lineamientos, es necesario no sólo avanzar en cuanto a la unificación de los contratos civiles y comerciales, sino también incorporar a los contratos de consumo. …Corresponde regular los contratos de consumo atendiendo a que no son un tipo especial más (ejemplo: la compraventa), sino una fragmentación del tipo general de contratos, que influye sobre los tipos especiales (ejemplo compraventa de consumo), y de allí la necesidad de incorporar su regulación en la parte general. Esta solución es consistente con la Constitución Nacional que considera al consumidor como un sujeto de derechos fundamentales, así con la legislación especial y la voluminosa jurisprudencia y doctrina existentes en la materia. Es necesario, entonces regular los contratos civiles, como los comerciales y de consumo, distinguiendo el tipo general del contrato de consumo. Una vez establecida esta premisa, es necesario precisar cuál es el método para ordenar con claridad estas disposiciones.” (Lorenzetti, Highton y Kemelmajer – Op. Cit.) El contrato por adhesión “El contrato se celebra por adhesión cuando las partes no negocian sus cláusulas, ya que una de ellas, fundada en su mayor poder de negociación, predispone el contenido y la otra adhiere. La predisposición, en cambio, es una técnica de redacción que nada dice sobre los efectos. El contenido predispuesto unilateralmente puede ser utilizado para celebrar un contrato paritario, o uno por adhesión o uno de consumo. El sistema queda ordenado entonces de la siguiente manera: a) Contratos discrecionales: en ellos hay plena autonomía privada b) Contratos celebrados por adhesión: cuando se demuestra que hay una adhesión a cláusulas generales redactadas previamente por una de las partes, hay una tutela basada en la aplicación de este régimen. c) Contratos de consumo: cuando se prueba que hay un contrato de consumo, se aplica el Título III, sea o no celebrado por adhesión, ya que este último es un elemento no tipificante.” (Lorenzetti, Highton y Kemelmajer – Op. cit.) 119 Cláusulas generales En el nuevo Código, “Se establecen requisitos para las cláusulas generales predispuestas: deben ser comprensibles y autosuficientes; su redacción debe ser clara, completa y fácilmente inteligible: se tienen por no convenidas aquellas que efectúen un reenvío a textos de documentos que no se faciliten a la contraparte del predisponente, previa o simultáneamente a la conclusión del contrato. Estos requisitos se extienden a la contratación telefónica o electrónica, o similares. Su interpretación es en sentido contrario a la parte predisponente. La definición de cláusula abusiva es más extensa, ya que comprende los concluidos por adhesión y los que, aunque no estén celebrados por adhesión, contienen cláusulas predispuestas. La razón de esta extensión es que no se trata de un control de incorporación, sino de con tenido, en el que no importa su hubo adhesión o consentimiento. Además, se han incorporado reglas sobre las cláusulas predispuestas. Son abusivas las cláusulas que desnaturalizan las obligaciones del predisponente; importan renuncia o restricción a los derechos del adherente o amplían derechos del predisponente que resulten de normas supletorias; o las que, por su contenido, redacción o presentación, no sean razonablemente previsibles. Las cláusulas abusivas se tienen por o convenidas. Cuando el Juez declara la nulidad parcial del con trato, simultáneamente lo debe integrar, si no puede subsistir sin comprometer su finalidad. La aprobación administrativa de las cláusulas generales no obsta a su control judicial. (Lorenzetti, Highton y Kemelmajer – Op. Cit.) Interpretación “En materia de interpretación se consagra el principio de buena fe, en concordancia con Título Preliminar. Siguiendo las líneas de proyectos anteriores, se consagra la interpretación estricta para los casos en que así lo dispone una estipulación o disposición legal. Para los demás casos se debe tomar en consideración las circunstancias en que en el contrato se celebró, incluyendo las negociaciones preliminares; la conducta de las partes, incluso la posterior a la celebración del contrato; la naturaleza y la finalidad del contrato; el sentido que comúnmente se dé a tales cláusulas y expresiones en la actividad a la que corresponda su objeto. También se precisa el significado que debe dársele a las palabras del contrato, la interpretación conforme al conjunto del acto, el principio de conservación. El principio de apariencia, y el de coherencia. Se consagran principios clásicos de la hermenéutica contractual. En este sentido cabe resaltar la norma que sostiene: la interpretación debe proteger la confianza y la lealtad que las partes se deben recíprocamente, siendo inadmisible la contradicción con una conducta jurídicamente relevante, previa y propia del mismo sujeto. Este dispositivo es esencial en las relaciones mercantiles.” (Lorenzetti, Highton y Kemelmajer – Op. Cit. ) 120 Contratos bancarios “Los contratos bancarios tienen una importancia relevante en todos los campos, y por esta razón se ha decidido desarrollar un capítulo para tratar de modo sistemático y profundo esta temática. El elemento subjetivo es la presencia de entidades sujetas a la ley de entidades financieras; luego se desarrollan los contratos que esas entidades celebran habitualmente y se los regula. Por no reunir esas condiciones, la cuenta corriente se trata de modo autónomo, como contrato mercantil, ya que no es específicamente bancario. Asimismo, cuando el otro contratante es un consumidor, se disponen normas específicas, además de las que surgen de la aplicación del Título III sobre contratos de consumo. Es propósito del Código civil establecer normas que permitan orientar las prácticas negociales de una manera que disminuya la litigiosidad y es por eso que se incluye una Sección 1ª relativa a la transparencia en las condiciones contractuales. Se dispone que: - La publicidad, la propuesta y la documentación contractual deben indicar con precisión y en forma destacada si la operación corresponde a la cartera de consumo o a la cartera comercial. Los bancos deben informar en sus anuncios en forma clara la tasa de interés, gastos, comisiones y demás condiciones económicas de las operaciones y servicios ofrecidos. - El contrato debe especificar la tasa de interés y cualquier precio, gasto, comisión y otras condiciones económicas a cargo del cliente. - Las cláusulas de remisión a los usos para la determinación de las tasas de interés y de otros precios y condiciones contractuales se tienen por no escritas. - El banco debe comunicar en forma clara, escrita o por medios electrónicos previamente aceptados por el cliente, al menos una vez al año, el desenvolvimiento de las operaciones correspondientes a contratos de plazo indeterminado o de plazo mayor a un año. - El cliente tiene derecho, en cualquier momento, a rescindir un contrato por tiempo indeterminado sin penalidad ni gastos, excepto los devengados antes del ejercicio de este derecho. - En la misma línea de política legislativa se establecen reglas para los contratos celebrados con consumidores y usuarios. Se aplican las disposiciones relativas a los contratos de consumo, se establecen normas sobre la publicidad, información, obligaciones precontractuales y contenido.” (Lorenzetti, Highton y Kemelmajer – Op. cit. ) La unificación de la responsabilidad contractual y extracontractual “En materia de reparación, y siguiendo a los proyectos anteriores, se recepta la unificación de los ámbitos de responsabilidad contractual y extracontractual. Al respecto, existe uniforme opinión doctrinal que ha sido expresada en distintos encuentros científicos. También los proyectos anteriores se inclinan por la misma tesis. Por ejemplo, el artículo 1581 del Proyecto de 1998 dispone; “Las disposiciones de este Título son aplicables cualquiera que sea la fuente del deber jurídico de cumplir o reparar el daño”. 121 El texto proyectado confiere unicidad al régimen de la responsabilidad contractual y extracontractual. (Lorenzetti, Highton y Kemelmajer– Op. cit.) 122 INDICE Unidad 1. Defensa del Consumidor…………………………………………………………………… 3 Unidad 2. Contrato……………………………………………………………………………………………. 11 Unidad 3. Antecedentes de protección al consumidor anteriores a las leyes específicas y a la reforma constitucional…………………………………………………. 25 Unidad 4. Ley 22.802 de Lealtad Comercial……………………………………………………… 37 Unidad 5. “El derecho del consumidor”…………………………………………………………….. 43 Unidad 6. Procedimiento administrativo (Ley 24240) – Legislación Nacional……. 61 Unidad 7. Arbitraje…………………………………………………………………………………………….. 89 Unidad 8. Servicios Públicos Domiciliarios………………………………………………………… 97 Unidad 9. Organizaciones de defensa del consumidor……………………………………….. 107 Apéndice. La defensa del consumidor en el proyecto de reforma al Código Civil y Comercial de 2012……………………………………………………… 115 123 Lunes a viernes de 9 a 21 h. Torre Universitaria, Zabala 1837, primer nivel inferior. C1426DQG - CABA Teléfono: 4788-5400, internos 5002 y 2122. Email: [email protected] www.ub.edu.ar