completo - defensa del consumidor

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Facultad de Derecho
y Ciencias Sociales
Defensa del
consumidor
Guía de estudio
Profesora titular:
Prof. Elena Crivellari Lamarque
INTRODUCCIÓN
El presente fascículo de la materia “Defensa del Consumidor”, contiene las
nociones sobre los tópicos correspondientes a las diez unidades de la materia con
opiniones doctrinarias de distintos autores, y una compilación de jurisprudencia
referente a cada unidad.
En forma alguna este fascículo –guía de estudios– reemplaza el uso de los dos
instrumentos básicos; la lectura de la bibliografía (consignada en el programa, para
cada unidad) y el conocimiento de las normas legales, tanto las específicas
(Constitución Nacional, Leyes nacionales y de la CABA de Lealtad Comercial y Defensa
del Consumidor, Decretos y Resoluciones complementarias) y los artículos del Código
Civil y del Código de Comercio señalados en el programa.
Asimismo, resulta deseable la obtención por parte de los alumnos, de
jurisprudencia –administrativa y judicial– distinta de la citada en el fascículo, que de
todos modos, sirve de guía para orientar la obtención de la misma.
Cabe señalar que el presente fascículo no adelanta opinión jurídica sobre los
temas tratados, sea sobre la normativa existente como de la que pudiera dictarse en el
futuro, limitándose la exposición de cada uno de los temas que integran el Programa.
No es en forma alguna un texto, es una Guía de Estudio que incluye conceptos
jurídicos básicos, atento que va dirigido no sólo a alumnos de la Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales o de Ciencias Económicas, todos los cuales han cursado en mayor o
menor medida materias jurídicas, sino también a alumnos de la Facultad de Ingeniería,
la de Ciencias Agrarias y la de Ciencias Exactas y de la Salud, los cuales no han
estudiado temáticas legales en sus carreras.
Por último cabe hacer mención al Proyecto de Reformas de los Códigos Civil y
Comercial que fuera remitido por el Poder Ejecutivo al Congreso Nacional, donde se
encuentra a estudio. Es por ello que, en prieta síntesis, se han señalado en un
Apéndice los tópicos que podrían ser objeto de futura modificación, en caso de
aprobarse el citado cuerpo normativo.
Prof. Titular Elena Crivellari Lamarque
Cátedra: “Defensa del Consumidor”
1
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DEFENSA DEL CONSUMIDOR
UNIDAD 1
El “derecho de los consumidores” tiene su raíz en el desenvolvimiento y variación del
sistema contractualista. Se ha hablado por lo tanto de crisis de la noción tradicional del
contrato como equiparado a la ley (como el C.C. francés y el C .C.. de Vélez Sarfield).
La evolución económica agudizó las desigualdades entre los sujetos de los contratos
celebrados por consumidores y los proveedores de bienes y servicios.
Cuantitativamente se incrementó el número de contrataciones, pero cualitativamente
se desvirtuó el contrato de libre formulación en relación con los consumidores, pues
prácticamente todos los contratos de consumo son contratos de adhesión o
prerredactados.
En los mencionados contratos difiere la forma de llegar al consentimiento (acuerdo de
voluntades) pues una de las partes fija las cláusulas o condiciones del contrato cuya
celebración se propone, y quienes quieran participar del mismo no tienen otra
alternativa que aceptarlo sin posibilidad de discutir su contenido. En tales contratos
deben destacarse, como características básicas, la simplificación del acuerdo, pues ya
está redactado por el predisponente, y la desigualdad de las partes,
fundamentalmente desigualdad de información sobre el producto o servicio. El
contrato por adhesión va a requerir regulación del Estado cuando se está frente a un
monopolio de hecho o de derecho o a una actividad que constituya un servicio público,
y a los prerredactados, si bien no se encuentran regulados, le es aplicable toda la
formativa dirigida a impedir el abuso del predisponente respecto de la otra parte.
El derecho positivo argentino contenía –antes de 1994, año de la reforma
constitucional– distintas normas para evitar abusos de una parte sobre la otra.
Las encontramos en el Cód. Civil de Vélez Sarfield de 1871, en leyes especiales y luego
en forma más acentuada, en la ley de reformas del Cód. Civil de 1968 (ley 17711).
Pero los antecedentes inmediatos a la recepción constitucional del derecho del
consumidor, los encontramos fundamentalmente en la ley de lealtad comercial y en la
ley de defensa del consumidor dictada en 1993.
La mencionada recepción constitucional, de la reforma constitucional de 1994, se
plasma en el art. 42 –como norma específica– y el art. 43 sobre acción de amparo.
Constitución Nacional
Con referencia a los derechos del consumidor en la reforma constitucional, se ha
dicho: “El Constituyente de 1994 ha incorporado estos derechos a nuestra Carta
Magna, llevándolos a su más alta consideración, en consonancia con la corriente que
se venía dando dentro del constitucionalismo provincial y en el derecho extranjero.
Sobre este punto nos expediremos más adelante, en cuanto a las consecuencias del
reconocimiento expreso y las particularidades en cuanto a la legitimación activa para la
defensa judicial de los derechos del consumidor y defensa de la competencia.
Lo que queda expresamente plasmado es la trascendencia que ha tenido para el
constituyente y para la ciencia jurídica la elevación a rango constitucional de estos
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derechos con su correlato de beneficios y garantías para la población en general.”
(Tambussi, Carlos E., “El Consumo como Derecho Humano”, págs. 53 Ed. Universidad,
1º Ed., Buenos Aires 2009)
El nuevo art. 42 reza “Los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho,
en la relación de consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses
económicos; a una información adecuada y veraz; a la libertad de elección, y a
condiciones de trato equitativo y digno.
Las autoridades proveerán a la protección de esos derechos, a la educación para el
consumo, a la defensa de la competencia contra toda forma de distorsión de los
mercados, al control de los monopolios naturales y legales, al de la calidad y eficiencia
de los servicios públicos; y a la constitución de asociaciones de consumidores y
usuarios.
La legislación establecerá procedimientos eficaces para la prevención y solución de
conflictos y los marcos regulatorios de los servicios públicos de competencia nacional
previendo la necesaria participación de las asociaciones de consumidores y usuarios y
de las provincias interesadas, en los organismos de control.”
Con respecto al primer párrafo Alberto Natale comenta que la norma“a) distingue
entre consumidores de bienes y usuarios de servicio; b)aclara que se refiere a los
derechos emergentes de la relación de consumo, excluyendo a cualquier otro que
pudiera haber entre las partes; c) la protección de la salud y seguridad son
obligaciones inherentes al poder de policía del Estado d) la información adecuada y
veraz implica sancionar toda publicidad que lleve al engaño del consumidor; e) la
libertad de elección, y f) el trato equitativo y digno, son consecuencia de la libertad de
comercio que el artículo trata de resguardar asegurando la igualdad entre quienes se
supone que hay desigualdad de posiciones ante el negocio jurídico” (Comentarios
sobre la Constitución- La Reforma de 1994-, Pág. 59, Alberto Natale Ediciones
Depalma, Buenos Aires 1995).
Farina observa que, “la norma constitucional se basa en el reconocimiento del aspecto
social del moderno contrato de masa, cuyos principales destinatarios son los
consumidores y usuarios. He aquí pues, la filosofía que inspira al “derecho del
consumidor y usuario y a la normativa de ese artículo, pues allí donde se intensifique la
función social del contrato, su finalidad será principalmente la tutela de la parte débil
en esa relación.”
Relación de consumo: Dice Farina: “El art. 42 de la Const. Nacional se refiere a los
derechos de los consumidores y usuarios “en relación de consumo”. Entendemos que
es lo correcto, pues la tutela no va dirigida a un sector de la población sino a toda
persona que se halle en ese supuesto.
Dignidad del consumidor: El art. 42 de la Const. Nacional dispone que todo
consumidor o usuario ha de ser objeto de “trato equitativo y digno”, entendiendo que
la norma se refiere “al honor, respeto o consideración que se debe a la persona. La
dignidad humana es un principio elemental. El honor y la dignidad corresponden a
toda persona, como derechos inalienables, innatos e inseparables de ella y no se
pierden ni por el pecado ni por el delito.
Prosigue el autor, “…cualesquiera sean las disposiciones legales que afecten a los
consumidores, habrán de ser interpretadas en la forma que más favorezca a éstos…”
(Juan M. Farina, “Defensa del Consumidor y usuario”, págs.. 5 a 8, E. Astrea, Bs. As.,
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1995”.)
Por su parte, Gelli comenta “Al tratar la cuestión en el art. 42, la Constitución Nacional
comienza declarando los derechos de usuarios y consumidores en la relación de
consumo. Es éste el primer borde dispuesto en la Constitución a la amplitud de los
derechos reconocidos.”
“Dado que cuando una norma otorga derechos a una persona recorta, en la misma
medida, las facultades de otra, la protección constitucional de consumidores y
usuarios, deber ser compatible con los demás derechos declarados y con los principios
y valores de la Constitución.
Con relación a los derechos que comprende la protección de usuarios y consumidores,
Gelli entiende, que “la reforma se propone el logro de tres propósitos. En el art. 42
establece la protección del consumidor, las garantías a los competidores (productores
y oferentes de bienes y servicios) y la transparencia del mercado. Este último objetivo,
es, claro, tanto en beneficio de los usuarios y consumidores como de los competidores,
obteniendo unos mejores precios y servicios, la posibilidad de elección y el derecho a
variar de elección y alcanzando, los otros, una porción del mercado en competencia
leal.
La defensa del consumidor, prosigue Gelli, se abre en dos campos: el de los derechos
patrimoniales (la seguridad de no sufrir daño; los intereses económicos; la libertad de
elección; el trato equitativo y digno; la mayor protección cuando en la relación de
consumo se constituya en la parte más débil) y el de los derechos personales (la
protección de la salud y la seguridad de no sufrir menoscabo en aquella o en la vida.
Por otra, el derecho a una información adecuada y veraz resguarda (como la
seguridad) tanto los derechos patrimoniales como los personales, a la vida y a la
salud.” (Gelli, María Angélica “Constitución de la Nación Argentina, comentada y
concordada” 3º Ed. Pág. 460 a 462, La Ley-Buenos Aires, 2006,)
Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
La Constitución de la Ciudad de Buenos Aires incorporó la defensa del consumidor a su
Constitución.
Artículo 46: La Ciudad garantiza la defensa de los consumidores y usuarios de bienes y
servicios, en su relación de consumo, contra la distorsión de los mercados y el control
de los monopolios que los afecten.
Protege la salud, la seguridad y el patrocinio de los consumidores y usuarios,
asegurándoles trato equitativo, libertad de elección y el acceso a la información
transparente, adecuada, veraz y oportuna, y sanciona los mensajes publicitarios que
distorsionen su voluntad de compra mediante técnicas que la ley determine como
inadecuadas.
Debe dictar una ley que regule la propaganda que pueda inducir a conductas adictivas
o perjudiciales o promover la automedicación.
Ejerce poder de policía en materia de consumo de todos los bienes y servicios
comercializados en la Ciudad, en especial en seguridad alimentaria y de medicamentos.
El Ente Único Regulador de los Servicios Públicos promueve mecanismos de
participación de usuarios y consumidores de servicios públicos de acuerdo a lo que
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reglamente la ley.
López Alfonsín, al comentar este artículo, afirma que su texto es prácticamente igual a
la norma contenida en el art. 42 de la Constitución Nacional, pero es novedosa la
remisión que se hace al legislador para el dictado de una ley que regule la publicidad
inductiva de conductas perjudiciales o que promueva la automedicación. Asimismo, se
establece que la ciudad ejerce el poder de policía en materia de consumo de bienes y
servicios comercializados dentro de su jurisdicción, especialmente lo referente a
alimentos y medicamentos (Cit. López Alfonsín, Marcelo: Constitución de la Ciudad de
Buenos Aires, Ed. Estudio, Buenos Aires, 2000)”
ACCIÓN DE AMPARO
La acción de amparo es una acción expedita para evitar en forma inmediata los efectos
de hechos o normas que causen un perjuicio real y actual en el afectado, y que no
puedan ser eficazmente tramitadas por los procedimientos previstos en las leyes
procedimentales.
El art. 43 CN reformado por la Convención Constituyente de 1994 ha previsto la acción
de amparo contra actos del Estado o de los particulares, que lesione derechos o
garantías constitucionales, mencionando expresamente en su 2º párrafo, a los
derechos del consumidor.
En lo que concierne al derecho de los consumidores y usuarios derivados de la relación
de consumo, el art. 43 de Const. Nacional dispone en los párrs. 1º y 2º: “Toda persona
puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no exista otro
medio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades públicas o de
particulares, que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con
arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidas por esta
Constitución, un tratado o una ley. En el caso, el juez podrá declarar la
inconstitucionalidad de la norma en que se funde el acto u omisión lesiva.
Podrán interponer esta acción contra cualquier forma de discriminación y en lo relativo
a los derechos que protegen el ambiente, a la competencia, al usuario y al consumidor,
así afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines,
registradas conforme a la ley, la que determinará los requisitos y formas de su
organización”.
“En el art. 43 de la Const. Nacional otorga expresa base constitucional a la acción de
amparo como medida expedita y rápida (“siempre que no exista otro medio judicial
más idóneo” dice la norma; difícilmente la haya decimos nosotros) contra todo acto u
omisión de la autoridad pública o de sujetos privados, que en forma actual o inminente
lesione, restrinja, altere o amenace derechos y garantías reconocidos por esta
Constitución, o contra cualquier forma de discriminación en lo relativo a los derechos
que protegen al usuario y al consumidor.
El art. 42 de Const. Nacional, a su vez, dispone que las autoridades deben proveer a la
protección de la salud, a la seguridad y a la tutela de los intereses económicos de
consumidores y usuarios, así como a la calidad y eficiencia de los servicios públicos,
sean éstos prestados directamente por el Estado o por concesionarios privados.”
(Farina, Juan M. – Op.cit.–) pág. 8 y 9.
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Gelli explica “ El amparo, de antigua tradición en nuestro país, fue incorporado de
modo expreso a la Constitución Nacional en la reforma de 1994, junto con el hábeas
corpus y el denominado hábeas data- en realidad un amparo especial- en una de las
disposiciones nuevas.
En sus orígenes, la acción de amparo tuvo por principal efecto acelerar el dictado de
las decisiones judiciales enderezadas a proteger a quienes sufrían una manifiesta
violación de sus derechos constitucionales, en ausencia de remedios procesales
adecuados para reparar aquélla lesión.
Como se advierte, la discusión acerca de la naturaleza del amparo –acción subsidiaria
de remedios administrativos o judiciales menos idóneos o acción supletoria y de
excepción ante la inexistencia de aquellas tutelas- comenzó temprano en la República
Argentina, con el nacimiento mismo de la garantía.
Más tarde, la ley 16.986 resolvió la cuestión exigiendo, como requisito de
admisibilidad del amparo, la inexistencia de recursos o remedios judiciales o
administrativos que permitieran obtener la protección del derecho o garantía
constitucional lesionada (art. 2 inc. a). Interpretando esta disposición, la Corte
Suprema sentó el principio de inadmisibilidad de la acción de amparo no sólo por la
existencia de remedios administrativos, sino ante la falta de agotamiento de esa
instancia. No obstante, el mismo Tribunal admitió excepciones a la regla enunciada, en
caso de que los remedios administrativos se revelaban ineficaces para tutela los
derechos.
El primer parágrafo del art. 43 de la Constitución Nacional comienza diciendo que toda
persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no exista
otro remedio judicial más idóneo.
A partir de la norma constitucional iluminada por los antecedentes registrados en los
debates, puede concluirse en que a) la admisibilidad del amparo no exige la existencia
ni agotamiento de las vías administrativas; b) la existencia de medios judiciales
descarta, en principio, la acción de amparo; c) el principio cedería cuando la existencia
y empleo de los remedios judiciales impliquen demoras o ineficacias que neutralicen la
garantía.
Amparo individual: “La constitución argentina ha incorporado dos tipos de amparo,
cuyo impulso corresponde a diferentes categorías de sujetos legitimados.
En el primer párrafo, el art. 43 regula el amparo individual, personal o clásico, de larga
tradición en el país. La norma dispone que 2toda persona puede interponer acción
expedita y rápida de amparo, siempre que no exista otro medio judicial más idóneo,
contra todo acto u omisión de autoridades públicas o de particulares.
En consecuencia, toda persona, habitante o no, podrá interponer acción individual de
amparo- en las condiciones del art. 43, 1º parte, de la Constitución argentina- ante la
lesión de sus derechos subjetivos alegando un daño concreto.”
Amparo colectivo: “La reforma de 1994 incorporó a la Constitución el amparo
colectivo señalando, al mismo tiempo, los sujetos legitimados para accionar. En efecto,
el segundo parágrafo del art., 43 dispuso que “podrán interponer esta acción contra
cualquier forma de discriminación y en lo relativo a los derechos que protegen el
ambiente, a la competencia, al usuario y al consumidor, así como a los derechos de
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incidencia colectiva en general, el afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones
que propendan a esos fines, registradas conforme a la ley, la que determinará los
requisitos y formas de su organización.”
A partir de la reforma, el legislador constitucional ha creado la categoría de derecho
de incidencia colectiva en general. Ahora bien, lo ha hecho en la disposición que trata
el amparo y en el parágrafo en el cual legitima, para accionar, a tres sujetos en
particular; el afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones de defensa de aquellos
fines.” (Gelli, María A. – Op.cit.– pág. 478/480, 484 y 489/490)
Derechos tutelados. Sagües comenta que “el nuevo art.43 de la Constitución ha
ampliado el alcance del amparo, al cubrir bajo su tutela los derechos y garantías
emergentes de la Constitución, un tratado o una ley” y que “el criterio mayoritario,
expuesto en este caso por el convencional Quiroga Lavié, sostuvo que “cualquiera sea
la fuente del derecho, merece tutela constitucional” (“Diario de Sesiones”, p. 4252 y
4253).
Sostiene el autor que, el promotor del amparo debe cubrir, cuando lo interpone, un
presupuesto de admisibilidad; demostrar, siquiera prima facie, que no tiene otros
procedimientos útiles para proteger su derecho constitucional (CN Civ. Sala C,
“Villegas”, LL, 1986-E-176).”
Prosiguiendo, Sagües nos dice “El nuevo art. 43 ha abierto el abanico de posibilidades
para intentar el amparo, en estas cinco materias: a) casos de discriminación; b) tutela
del ambiente; c) protección de la libre competencia; d) derechos del usuario y del
consumidor, y e) todo “derecho de incidencia colectiva” (llamados generalmente
“derechos colectivos”, o de “intereses difusos”).
Para estos supuestos, además del afectado, se habilita al defensor del pueblo y a
asociaciones que propendan a tales fines, “registradas conforme a la ley, la que
determinará los requisitos y formas de su organización” (Sagües, Néstor Pedro,
“Elementos de Derecho Constitucional” – T I, Editorial Astrea, 3ª Edición 1999, Buenos
Aires, Págs. 301 a 303 y 306).
La conducta cuestionable por el amparo.
Sagües comenta: “El art. 1º de la ley 16986 declara admisible la acción de amparo
“contra todo acto u omisión de (la) autoridad pública. La expresión normativa sigue
aquí a la ley 7166 de Buenos Aires, que programaba el amparo “contra todo acto u
omisión de órganos o agentes de la Administración pública”, y, más aún, el
anteproyecto del III Congreso de Abogados de la Provincia de Buenos Aires (Azul, 1961,
que en su art. 1º planteó al instituto contra todo acto u omisión de autoridad”
En concreto, la ley torna viable el cuestionamiento de “todo acto u omisión”, de
autoridad pública.
El amparo contra los actos del Estado: Sagües cita a Bidart Campos y Lazarini quienes
coinciden en la amplísima acepción que debe darse al vocablo “acto” del art. 1º de la
ley 16.986. Esa palabra alude, tanto a hechos, actos, acciones, decisiones, como
órdenes, negocios jurídicos u omisiones de la autoridad pública. Cualquier conducta
de autoridad, por tanto, puede caer dentro del ámbito del amparo argentino: el
adjetivo “todo”, previo a la voz “acto”, obliga a considerar incluida en esta acción a la
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totalidad del comportamiento estatal.
En múltiples supuestos, las normas imponen a los funcionarios estatales una conducta
negativa, es decir una omisión (p.ej., a tenor del art. 19, Const. Nacional, no deben
inmiscuirse en las acciones privadas de los hombres). En otros por el contrario, existe
el deber de actuar, dentro de los plazos y las formas del caso. Ese deber también
aparece -como obligación de pronunciarse- ante el derecho de peticionar a las
autoridades (art. 14. Const. Nacional). En otras palabras, el órgano estatal requerido
no debe permanecer inerte, tendrá que decirse, en un sentido u otro.
Ahora bien, cuando el órgano estatal no ejecuta el acto que legalmente debe
cumplimentar, o cuando no emite decisión en el plazo en que debe hacerlo, sin que la
ley califique a esa inactividad como admisión o rechazo de lo peticionado, tales
omisiones pueden ocasionar lesiones subsanables por vía del amparo, siempre que se
den los demás requisitos de esta acción p.ej. no es viable el amparo si la mora
administrativa puede encontrar reparación adecuada por otra vía procesal.
Si se trata de un acto concreto cuya comisión no se ha efectivizado, la sentencia de
amparo deberá contener “la determinación precisa de la conducta a cumplir, con las
especificaciones necesarias para su debida ejecución”, y “el plazo para el cumplimiento
de lo resuelto” (art. 12, incs. b y c ley 16.986).
Si se trata de una decisión que autoridad pública no pronunció oportunamente, debe
indicarse, el plazo para que el ente requerido se decida.
La doctrina argentina insistió en la vigencia del amparo contra actos de particulares, y
pese a la ley 16.986.
En los medios tribunalicios, el sistema consagrado por la ley 16.986 no terminó las
discusiones en torno a la viabilidad del amparo para cuestionar actos de particulares.
El art. 1º de la ley 16.986 debe entenderse en sentido amplio, comprensivo de
cualquier agente, auxiliar, empleado, funcionario, magistrado o gobernante público
actuando en condición de tal. Por un lado, esto evitaría conflictos doctrinarios y
tribunalicios acerca de la naturaleza de algunas entidades o actos emanados de ciertos
entes estatales. Además, aun desempeñándose en el ámbito del derecho privado, no
por eso la dependencia estatal deja de ser lato sensu “autoridad pública” (no privada),
y de operar a menudo en condiciones superiores a las de un particular común.(Sagües,
Néstor P. “Derecho Procesal Constitucional págs.63, 71,73, 74, 75, 88,93, Edit. Astrea,
Buenos Aires.)
El amparo contra los actos de los particulares: “La Corte Admitió su procedencia en
caso “Kot” (1958), donde la afectación de los derechos constitucionales provenía de
actos particulares. La ley de amparo 16.986 no los comprendió, pero el art. 321, inc. 1,
de la ley 17.454 (Código Procesal Civil y Comercial de la Nación) lo incorporó, volviendo
al criterio originario de la Corte en el célebre leading case mencionado. Las
constituciones y leyes provinciales también lo comprenden”. (Natale, Alberto, Op.cit.–
pág. 63).
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JURISPRUDENCIA UNIDAD 1
“Es procedente la acción de amparo incoada por la afiliada a una obra social que
padece prognatismo mandibular con retrusión maxilar, a fin de que su agente de salud
le brinde cobertura total de la cirugía bimaxilar que necesita para tratar su dolencia, en
tanto de los antecedentes médicos aportados surge evidente la necesidad de la
intervención quirúrgica, la cual trata de subsanar severos trastornos masticatorios,
fonéticos y psicosociales”.
(JInstruc. Formal la Nom., Salta, 2011/07/22. - Claudia Lorena c. Galeno Argentina S.A
s/Acción de Amparo) LLNOA, 2011, Agosto, 779.
“El requisito del peligro o inminencia de causarse daños de imposible reparación
ulterior, no se verifican en el marco de la acción de amparo intentada a fin de que se
declare ilegal la resolución del ente regulador del servicio de agua potable de la
Provincia de Jujuy que aprobó el aumento tarifarlo propuesto por la empresa
prestadora de tal servicio, toda vez que existe una prohibición legal y consecuente
imposibilidad de suspender o disminuir el servicio por falta de pago, por lo que resulta
improcedente la vía intentada”.
(TContencioso administrativo, Jujuy, 2011/05/10. Codelco – Proconsumer c.
Superintendencia de Servicios Públicos y otras Concesiones - SUSEPU – Estado
Provincial) LLNOA, 2011-Octubre, 1010.
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UNIDAD 2
CONTRATO
Garrido y Zago definen el contrato como “un acto jurídico bilateral, destinado a reglar
los derechos de las partes en el ámbito patrimonial”.
Por su parte, el art. 1137 del Código Civil argentino establece “hay contrato cuando
varias personas se ponen de acuerdo sobre una declaración de voluntad común
destinada a reglar sus derechos”.
Siguiendo a Videla Escalada, (Visión general del contrato, en “Contratos”, Cátedra de
Derecho Civil del Dr. Federico N. Videla Escalada, Buenos Aires, pág. 22) “existe una
base uniforme mínima que ubica al contrato, en el cuadro de las instituciones del
derecho, como acto jurídico bilateral, patrimonial y creador de derechos creditorios”.
(Garrido-Zago “Contratos Civiles y Comerciales, Tomo I Parte general- Ed. Universidad,
Buenos Aires 1995, p. 32, 33, 36)
La autonomía de la Voluntad, la fuerza obligatoria y el efecto relativo en la realidad
de nuestro tiempo
El contrato, a partir de la sanción del Cód. Civil francés de fines del siglo XVIII, tuvo su
etapa de mayor relevancia hasta mediados del siglo pasado. La norma del Cód. Civil
francés que preceptúa que las convenciones hechas en los contratos son la ley para las
partes, fuente del art. 1197 del Código Civil Argentino vigente, llevó a su máxima
expresión el principio de la autonomía de la voluntad y sus consecuencias.
Si bien el codificador, Dr. Dalmacio Vélez Sarfield, previó limitaciones a la misma, como
el objeto ilícito que lleva a la nulidad de los contratos o algunos vicios de la voluntad
jurídica (como el error, el dolo y la violencia) que llevan también a la invalidez de lo
pactado, fue en principio la jurisprudencia y luego algunas normas aisladas y la
importante reforma de 1968 (ley 17711) las que abrieron el camino para una nueva y
más moderna concepción del contrato, donde se faculta al juez para dejar sin efecto
los contratos cuyas cláusulas o cuyo desenvolvimiento que vulneren la buena fe de las
partes. Así, se abrieron camino figuras como la lesión, la imprevisión y el abuso del
derecho.
Garrido y Zago sostienen que “es evidente que el contrato fue estructurado por Vélez
Sarsfield partiendo de un presupuesto esencialmente individualista, en el cual el
respeto a la autonomía de los contratantes determinaba que sus acuerdos prestados
sin ninguno de los vicios que pudieran anular su voluntad haría nacer una ley privada
que de allí en más regiría totalmente sus relaciones respecto del contrato de que se
tratare. Es necesario reconocer que este enfoque en el codificador debe ser valorado
retrospectivamente, es decir que debe ser considerado con relación a la época en que
se escribe nuestro Código Civil.
Es necesario, pues, admitir que dentro de nuestra legislación positiva fue la ley 17711
la que introdujo instituciones que ya se habían abierto camino en la doctrina y la
legislación comparada. Ello ha motivado que debamos admitir que actualmente el
texto de los arts. 954, 1071 y 1198 ha debilitado el principio clásico de la autonomía de
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la voluntad y hay varios supuestos en que la lesión, la imprevisión o el abuso del
derecho, acreditados por quien resulta perjudicado hagan caer lo convenido en el
contrato. (Garrido-Zago – Op.cit. – Parte General , T I pág. 476 y 477).
PRERREDACCION
Garrido y Zago, sostienen que el maquinismo modificó el alcance y la estructura de la
sociedad y por lo tanto considera necesario reconocer la influencia de este cambio en
relación a la figura del contrato ya que “ el consentimiento, uno de los llamados
elementos esenciales o estructurales inherentes a la existencia del acuerdo, se presta
en forma diferente al previsto y reconocido por los códigos, que siguiendo el francés
puntualizaron el reconocimiento a outrance de la autonomía de la voluntad como
base legítima para crear la ley que dentro del derecho privado de las partes iba a
regular sus relaciones patrimoniales convenidas libremente.
Es evidente, prosiguen los autores, que “el nacimiento de las condiciones generales de
los contratos se debe a las exigencias que la moderna economía demanda a la
dogmática del contrato…”. Por ello, es muy frecuente que sea una de las partes la que
estipula las cláusulas del mismo, si bien pueden modificarse en el momento de la
celebración.
CONTRATOS POR ADHESION
Para definir este tipo de contratos, Garrido-Zago citan a Vallespinos (El contrato por
adhesión a condiciones generales, Ed. Universidad, Buenos Aires, 1984, pág.237)
“contrato por adhesión es aquél en el cual el contenido contractual ha sido
determinado con prelación, por uno solo de los contratantes al que se deberá adherir
el co-contratante que desee formalizar una relación jurídica obligatoria.”
Las características específicas de este tipo de contratos, según Garrido y Zago “pueden
ser notas distintivas: a) simplificación del acuerdo; b) desigualdad de las partes; c)
papel del Estado; d) promesa pública, firme e irrevocable, y e) predominio del interés
general (Lafaille, Tratado de Derecho Civil, t VIII, Contratos, vol. I, Buenos Aires, 1953,
nº 122).
a) La simplificación del acuerdo, que hace que el aceptante no pueda diferir o
modificar la propuesta ya prerredactada a la que debe adherirse, motiva una notoria
economía de tiempo, que está también asegurada por la irrevocabilidad de la oferta,
que por su parte impide al proponente modificarla o retractarse.
b) La desigualdad de las partes consiste en que una de ellas ha tenido el privilegio de
determinar las condiciones en que debe ser aceptada la propuesta, y es la que origina
los mayores problemas en el análisis de esta categoría por haber facilitado los posibles
abusos en perjuicio del contratante más débil.
c) El papel del Estado está dirigido a evitar los posibles abusos en perjuicio del
contratante más débil. El Estado puede tomar intervención en esta clase de contratos
por intermedio de los tres poderes que lo componen: el Legislativo, por la sanción de
leyes que establezcan las condiciones generales a que deben ajustarse estos actos en
general o determinadas hipótesis en particular; el Ejecutivo, por la pertinente vía de
reglamentación, que posibilita el control sobre las cláusulas establecidas por los
oferentes o proponentes, y finalmente, el Judicial, que en la interpretación y
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valorización de cada uno de los casos específicos que lleguen a dirimirse ante él puede
corregir el contrato o llegar hasta su anulación si apareciese viciada la voluntad del
aceptante.
d) La promesa pública, firme e irrevocable tiene estado público desde el momento que
se emite y no puede luego ser modificada por el oferente, quien también queda sujeto
y atado al cumplimiento de las condiciones generales que ha cristalizado en la
formulación de la oferta.
e) El predominio del interés general está dado por la simplificación del sistema que
permite contrataciones acordes con la realidad fáctica producida como lógica
consecuencia del desarrollo tecnológico de la sociedad.
Sintetizan los autores “En consecuencia en el acuerdo de partes existen dos
posiciones claras y bien diferenciadas; por un lado, la expresión de una de las
voluntades mediante condiciones generales predispuestas, y en el otro, una voluntad
que se manifiesta por la adhesión a esas condiciones generales. Pero, estos dos
elementos que son tipificantes del contrato por adhesión resultan necesarios y
distintos, separables y pertenecientes a dos voluntades diferentes, que atañen a la
existencia de dos partes con intereses contrapuestos, conforme lo requiere el art. 1137
del Cód. Civil para que se pueda hablar de contrato. Una moderna denominación
permite hablar de estipulante en lugar de oferente, y de adherente en lugar de
aceptante. (Garrido-Zago –Op.cit.– Tomo I Parte general” – p. 488 a 493).
Contrato con cláusulas predispuestas: su naturaleza contractual
El contrato predispuesto no pierde su naturaleza jurídica de contrato.
Sitglitz y Stiglitz citan a Halperín quien opina que, son normas que por su letra o
naturaleza son total o parcialmente inmodificables, aquéllas “redactadas
imperativamente, o que sólo autorizan su modificación parcial, o que por la función en
el cuadro jurídico del contrato no pueden variarse sin alterar el equilibrio de las partes,
buscado con la reglamentación legal” (Halperín, Isaac “Seguros”, Tº. 1, núm. 53, p. 12
Ed. Depalma, Buenos Aires 1983).
La norma imperativa asume condición de límite inherente a la autonomía de la
voluntad.
Continuan Sitglitz y Stiglitz afirmando que “…Cuando nos hallamos frente a una norma
imperativa,… la metodología que proponemos es acudir a criterios de interpretación
basados en el elemento gramatical y cuando la interpretación filológica no nos auxilie,
apelar al elemento lógico, en cuanto a través del mismo se intenta investigar los
móviles o la ratio legis que impulsaron al legislador a sancionar el dispositivo legal… la
mayor o menor libertad con que se preste el consentimiento, podrá motivar un
régimen especial de protección, o una más amplia interpretación y aplicación de las
reglas de los contratos, pero no justifica el derrumbe de la estructura del
ordenamiento jurídico que implica negar esencia contractual a una relación que lo
único que tiene de peculiar es un mecanismo distinto –impuesto por la masificación
social- de formación de la oferta. La naturaleza contractual de las condiciones
generales no se conmueve, por la circunstancia de resultar aprobadas por la autoridad
administrativa de control, en ciertas hipótesis en que existe un interés público
comprometido en la actuación de la empresa predisponente”.
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“Solo a partir de la calificación de las condiciones generales como un derecho
contractual, puede esperarse hoy, toda la gama de respuesta que de lege data,
únicamente el régimen de los contratos puede brindar al consumidor, a través de las
grandes llaves de la protección de nuestro derecho positivo; la buena fe, regla moral,
abuso del derecho, lesión, imprevisión, etc. Instituciones éstas, que tanto han
aportado ya a la justicia contractual, y que tanto pueden ofrecer todavía
(precisamente porque son válvulas abiertas)” (Stiglitz Rubén y Stglitz Gabriel,
“Contratos con Clausulas predispuestas: su naturaleza contractual” LL, págs. 14, 16, 17;
19; 21; 22; y 23, t. 1988-E)
El Contrato y el Derecho del Consumidor
Claudia Brizzio se refiere al derecho del consumidor en los siguientes términos:
“El derecho del consumidor es el ordenamiento jurídico de las necesidades de bienes
y servicios, y del modo de satisfacerlas en un mercado caracterizado por la escasez.
(Mosset-Iturraspe- “Introducción al Derecho del consumidor”, en Revista derecho
Privado y comunitario, t. 5 p. 9 Ed. Rubinzal-Culzoni) Es un sistema totalizador porque,
en un cierto sentido todos somos consumidores.
El Derecho Comercial, por su parte, ha sido tradicionalmente – y sigue siéndolo el
derecho de los comerciantes, y no sólo se ocupa de regular las relaciones de ellos
entre sí, sino que avanza por sobre el hombre común, al que abarca mediante los actos
unilateralmente mercantiles (art. 7º Cód. de Comercio).
El consumidor adquiere el valor de uso de la mercadería para su utilización y goce, con
vistas a satisfacer sus necesidades individuales, o las de su grupo familiar o social.
Dentro del contexto del derecho de la empresa, el contrato aparece como
instrumento esencial en el campo de las transacciones dentro de una economía de
mercado. Y es en esta área precisamente que la legislación de defensa del consumidor
se ha convertido en la piedra basal para procurar la conciliación en el enfrentamiento
entre los consumidores y los empresarios.
La Constitución argentina, tras la reforma de 1994, dispone en lo pertinente que “los
Consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en relación al consumo,
a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos (… ), a condiciones de
trato equitativo y digno”, y prevé la actuación estatal para proveer a “la protección de
esos derechos (art. 42)… concede legitimación activa “ al afectado, al defensor del
pueblo y (a) las asociaciones que propenden a esos fines” (art. 43) .
Brizzio comenta que “para precisar el ámbito de aplicación de la legislación respectiva,
es preciso delimitar quién es el consumidor.”
Además observa la autora que, “En términos generales, algunas concepciones se basan
en elementos subjetivos, y otras en elementos objetivos: a) La concepción objetiva,
tiene un elemento positivo y uno negativo; el elemento positivo consiste en la
exigencia de que el acto de intermediación sea realizado por un profesional del
comercio; el elemento negativo atañe al sujeto consumidor, que no debe actuar
profesionalmente, b)la concepción subjetiva considera consumidor al que destina la
adquisición a su uso personal o familiar, pero la calidad profesional del intermediario
resulta indiferente. La ley argentina 24.240 (Adla, LIII-d, 4125) adoptó el criterio
objetivo.”
Prosiguiendo, Brizzio resalta “En el Derecho comparado, para el Código de defensa del
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consumidor brasileño (art. 1) “consumidor es toda persona física o jurídica que
adquiere o utiliza productos o servicios como destinatario final”; pero, claro está, la
relación de consumo supone la existencia de un “proveedor que desenvuelve
actividades de producción o comercialización de productos, o prestación de servicios
(art. 3º). La ley del consumidor peruana de 1991 comprende a quienes “se dediquen
en establecimientos abiertos al público, en forma habitual, a la producción o
comercialización de bienes o la prestación de servicios (art. 1º). La ley de protección al
consumidor mejicana de 1992 abarca a la persona que “habitual o periódicamente
ofrece, distribuye, vende, arrienda o concede el uso o disfrute de bienes, productos o
servicios” (art.1º). La ley sobre protección de los derechos de los consumidores chilena
de 1997 incluye a las personas “que habitualmente desarrollen actividades de
producción, fabricación, importación, construcción, distribución o comercialización de
bienes o prestación de servicios a consumidores, por las que se cobra precio o tarifa”
(art. 1º). El nuevo Código civil holandés de 1992 define como “compra del consumidor”
a la realizada de una cosa mueble, que celebran un vendedor que actúa en el ejercicio
de una profesión o empresa, y un comprador, persona física, que no actúa en el
ejercicio de una profesión o empresa (Libro 7, Sección 1, art. 5º). “
Sostiene Brizzio que “la problemática del consumidor, por ser común a todos, a pobres
y a ricos, a fuertes y a débiles, a instruidos y a ignorantes, a habitantes de la ciudad y a
habitantes del campo, a consumidores de productos de primera necesidad y a
consumidores de bienes suntuarios, concierne genéricamente a la persona. De allí que
la disposiciones propias de los contratos de consumo, contenidas en su origen en
estatutos particulares, van siendo incorporadas a los Códigos; por ejemplo el Código
civil peruano…el nuevo Código civil holandés…”
Brizzio observa que “el Código Civil italiano, establece un régimen diferente para la
interpretación de los contratos, según una de las partes sea profesional o no lo sea
(art. 1368); el nuevo Código Civil holandés hace lo propio cuando prevé normas
especiales para la “compra de consumidores” (Libro 7, Arts.5º, 6º Y 7º).
Es indudable que la legislación de protección al consumidor se ubica dentro del orden
público económico de protección: el objeto de la ley 24.240 es “la defensa” del
consumidor (art. 1º).
La idea de protección es derivada de la evidencia de la “inferioridad de los profanos
respecto de los profesionales”, los cuales tienen una superioridad considerable en las
relaciones contractuales (Ghestin, J. ob. cit. Nº 59, cit. en Alterini, A.A “los contratos de
consumo” La Ley 1993-E, 1058) De ello se ha extraído la idea de protección al débil
jurídico, como uno de los postulados del Derecho moderno; incluso en el derecho
anglosajón, en el cual se toma en cuenta el desequilibrio del bargaining power(poder
de negociación) de las partes.”
Las libertades contractuales: La autora entiende que “por aplicación del principio
clásico de autonomía de la voluntad, en el régimen propio de los Códigos las partes
tienen –entre otras- las facultades de celebrar un contrato, de no celebrarlo, de elegir
con quién contratar, de determinar su objeto, de elegir la forma del contrato, de
modificarlo, de ponerle fin. En el Derecho moderno, esas facultades han sido
modificadas de alguna manera, sobre todo en los contratos de consumo.
Los códigos clásicos proclamaban la libertad contractual, pero de otras leyes, o de
leyes modificatorias, ha resultado una clara protección a los intereses de los
15
económicamente débiles.
El derecho común ha sido modificado en relación a los contratos de consumo.
Concluye Brizzio señalando que, “El derecho tradicional partía de la concepción de
sujetos económicamente iguales, con un poder de negociación similar, que los llevaba
a pactar en igualdad de condiciones, logrando un equilibrio…Dentro de ese contexto, la
función del Estado, a través de las normas legales emanadas del legislador y la de los
tribunales, era exclusivamente de proteger y posibilitar la actuación de las voluntades
libres.
En el nuevo contexto ideológico, político y económico de los últimos cincuenta años,
se destacan dos líneas conceptuales respecto a la orientación general de los sistemas
de Derecho privado de los países occidentales.
Por una parte, el nuevo humanismo logra sentarse con firmeza en el plano superior
de las Constituciones occidentales, y entiende que el hombre-persona, la personalidad
como objeto de la dignidad, constituye un valor jurídico normativo, y no un mero
concepto metafísico; ese valor jurídico normativo, es concebido como exigencia del
programa de objetivos del nuevo Derecho Privado que ya no puede seguir siendo
apolítico y “distanciado del Estado”, y que reorientado por el valor normativo del
humanismo, evoluciona rápidamente hacia la “solidaridad social”( Font Galan J.I
“Curso sobre el nuevo Derecho del Consumidor” p. 26, Madrid 1990) destaca Brizzio,
“se aplica el nuevo modelo de relación entre Derecho y Estado, entre Estado y
sociedad... El nuevo derecho del consumidor intenta corregir y enmendar los defectos,
las deficiencias o desequilibrios internos del cuerpo social causados por la natural
irracionalidad de la economía de libre mercado y del sistema social subsiguiente…. El
protagonismo colectivo es del consumidor.
Prosigue Brizzio señalando que se produjo una revolución en las ideas; a los derechos
de la primera generación (basados en la libertad y en la igualdad) sucedieron los
derechos de segunda generación (los derechos sociales) y los de tercera generación
(calidad de vida, consumo; ambiente, patrimonio cultural, patrimonio genético) y
concluye diciendo que “resulta coherente que el derecho proteja con firmeza la
efectividad de las posibilidades de realizar contratos de consumo en condiciones de
dignidad, porque se trata de actos vitales; y que el Derecho del consumidor irrumpa en
la teoría general del contrato de los Códigos Civiles con un cortejo de prerrogativas
que son asignadas a la persona humana en cuanto tal.”(Claudia R. Brizzio- LL T 1998-D,
Pág. 1285 a 1296 Sec. Doctrina)
Clases de Contratos de Consumo más frecuentes
Contrato de compraventa
Concepto: Dice Borda, “Según el artículo 1323, Código Civil, habrá compraventa
cuando una de las partes se obligue a transferir a la otra la propiedad de una cosa y
ésta se obligue a recibirla y a pagar por ella un precio cierto en dinero. Este contrato
no supone transferencia de la propiedad ni la entrega efectiva del precio, sino la
obligación de hacerlo.
Esta obligación es válida aun en la llamada compraventa manual o al contado, que se
consuma y concluye en forma instantánea con la entrega simultánea de la cosa y el
16
precio. A primera vista parecería que en tal hipótesis las partes no contraen obligación
alguna y que todo se reduce a un trueque o, más exactamente, a dos tradiciones
simultáneas. Pero no es así, porque en ese trueque no se agotan las obligaciones de las
partes. Así por ejemplo, el vendedor tiene que responder por evicción; y si la moneda
pagada es falsa, el comprador podrá ser demandado por cobro de pesos. Las
necesidades del tráfico tienen su protección adecuada sólo cuando se considera que
las prestaciones recíprocas de la compraventa manual responden al cumplimiento de
la obligación contraída al contratar. (Borda, Guillermo, “Manual de Contratos”, pág. 163 y
165 ,Ed. Abeledo Perrot, 20ª Edición, Buenos Aires, 2004)
Salvat transcribe al C.C.: “El art. 1323 dice que habrá compra y venta cuando una de las
partes se obligue a transferir a la otra la propiedad de una cosa y ésta se obligue a
recibirla y a pagar por ella un precio en dinero”.
Distinción entre la compraventa civil y comercial: la compraventa civil puede ser cosas
inmuebles o muebles, mientras que la mercantil sólo puede recaer sobre cosas
muebles.
En la compraventa civil, simplemente, una parte se obliga a transferir la propiedad de
una cosa, y la otra a pagar un precio cierto en dinero.
En la compraventa mercantil, además de esa obligación de transferir la propiedad e
incluso aun cuando la cosa fuera ajena, se admite que sea parte del contrato; una
finalidad específica por parte de quien la compra que es para revenderla o alquilar su
uso ,es decir, hay una finalidad de lucro, de obtener ganancias mediante esa actividad
comercial, (art. 452, inc. 1º, del Cód. de Comercio). (Garrido-Zago- –Op.cit.– T II, págs..
41 y 44)
Contrato de locación de obra
Concepto: señala Salvat que, conforme al Cód. Civil, “La locación de obra es el contrato por el
cual una de las partes se obliga a ejecutar una obra y la otra a pagar por ella un precio
determinado en dinero (art. 1493, 1º p.). Los elementos que caracterizan este contrato son:
1º) Ejecución de una obra y 2º) Pago de un precio determinado en dinero. (Salvat, “Tratado de
Derecho Civil Argentino”, pág. 297, 298, 1957, BS. As.)
Garrido-Zago, comentan: “el contrato de obra aparece cuando una de las partes, el
empresario, se obliga a producir un resultado de trabajo, obra y la otra parte, el
comitente, a pagar una remuneración. Se entiende por obra, en el sentido de este
contrato, todo resultado a producir por la actividad o por el trabajo, por ello
ejemplifica que la producción o modificación de cosas, el transporte de personas o de
cosas, la realización de una labor científica, la creación de una obra artística material o
inmaterial, constituye locación de obra. En cambio, considera que en la prestación de
tareas cuyo resultado ulterior esperado es completamente inseguro, como es el caso
de las operaciones peligrosas, debe suponerse, en la duda, que sólo se promete el
primer resultado, o sea, la buena ejecución técnica de la operación misma, no su
resultado favorable, es decir, la curación o mejoría.
En el contrato de locación de obra se promete el resultado del trabajo, en el contrato
de locación de servicios se promete el trabajo sin atención al resultado.
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Borda por su parte señala que según el Cód. Civil: “Se llama locación de obra al
contrato en virtud del cual una de las partes se compromete a realizar una obra y la
otra a pagar por esa obra un precio cierto en dinero (art. 1493). En la terminología de
nuestro Código se llama locador o arrendador al que ejecuta la obra, y locatario o
arrendatario al que la paga (art. 1493, último apartado). El origen de esta
denominación adoptada por Vélez, obedece a ideas y conceptos perimidos. Tan
inactual es la idea de alquilar el trabajo, que las designaciones de locador y locatario,
aplicadas a este contrato, carecen ya de vivencia y sólo sirven para confundir los
conceptos. Así se explica que algunos autores, entre ellos nada menos que Photier,
llamen locador al que paga la obra, en tanto que otros, a cuya terminología adhirió
Vélez, lo llamen locatario.
En el derecho moderno se lo denomina contrato de obra o de empresa, el que ejecuta
la obra se llama empresario y el que la paga, dueño de la obra o comitente.” (Borda,
Guillermo –Op.cit.– pág. 163 y 165)
En la locación de obra, es más conveniente usar la denominación de empresario para
quien ejecuta la obra, y de dueño de la obra para quien en definitiva, pagará el precio
una vez obtenido el resultado. (Garrido-Zago –Op.cit. – pág. 339, 340)
Contrato de locación de servicios
Concepto:
Salvat dice “El Código Civil establece que la locación de servicios tiene lugar cuando
una de las partes se obligare a prestar un servicio, y la otra a pagarle por ese servicio
un precio en dinero (art. 1623, 21 p..) .
Los dos elementos particulares de este contratos son: 1º) Prestación de un servicio
por una de las partes y 2º) pago de un precio en dinero. (Salvat, –Op.cit.– pág. 297,
298)
Garrido-Zago, comentan: “Vélez Sarsfield, en forma que ha sido criticada, englobaba
las tres locaciones en la única definición contenida en el art. 1493, que dispone:
“Habrá locación, cuando dos partes se obliguen recíprocamente, la una a conceder el
uso o goce de una cosa, o a ejecutar una obra, o prestar un servicio, y la otra a pagar
por este goce, obra, o servicio un precio determinado en dinero”.
Además en el art. 1623, el codificador específicamente define el contrato: “La locación
de servicios es un contrato consensual, aunque el servicio hubiese de ser hecho en
cosa que una de las partes debe entregar. Tiene lugar cuando una de las partes se
obligare a prestar un servicio y la otra a pagarle por ese servicio un precio en dinero.
Los efectos de este contrato serán juzgados por las disposiciones de las obligaciones”.
“De la definición del art. 1623, puntualizan los autores, que el concepto de locación de
servicios está referido a un contrato consensual que tiene, además de los elementos
generales de todo contrato (consentimiento, capacidad, objeto lícito y posible,
elementos propios específicos:
a) La prestación de un servicio por parte del locador al locatario;
b) el pago de un precio en dinero, por el locatario en retribución del mencionado
servicio a que hemos hecho referencia.
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Es decir, resulta necesario para la existencia del contrato un hacer físico por parte del
locador y una retribución que deberá ser pagada en dinero por parte del locatario.”
Contratos bancarios
Concepto: son los contratos financieros en los que el “dador” es una “entidad
financiera” (autorizadas conforme las reglamentaciones vigentes en la materia) cuyo
objeto va más allá del respaldo que define a los con tratos de crédito, pues incluye los
llamados:
1-“productos bancarios”: comprenden en general todas las operaciones activas y
pasivas (art. 21 ley 21.526: “Los bancos comerciales podrán realizar todas las
operaciones activas, pasivas y de servicios que no le sean prohibidas por la presente ley
o por las normas que con sentido objetivo dicte el Banco Central de la República
Argentina en ejercicio de sus facultades”) de las entidades a saber: cuenta corriente,
caja de ahorro, depósitos bancarios en todas sus clases, tipos, cartas de crédito,
movimiento de fondos por cajeros automáticos y banca electrónica, etc.;
2- “servicios bancarios”: tal como surge del art. 21 de la ley 21.526, los servicios son
aquellas operaciones bancarias neutras desde el punto de vista financiero (difiere su
denominación, no su concepto entre distintos autores) que realizan entidades
bancarias a saber: contrato de caja de seguridad, transporte y custodia de valores,
percepción de cobranzas, pagos por cuenta del cliente (dividendos de títulos, salarios,
facturas, etc.), procuración en otras jurisdicciones, entre otros.
Ghersi, dice que “Los bancos son empresas económicas que, dedicadas a una
actividad específica- la intermediación en el crédito-, lo hacen en forma profesional y
permanente, posibilitando la transferencia de recursos de un sector de la comunidad a
otro que los necesita. De tal forma, la función primaria de la banca, que era el
resguardo de la custodia particular, evolucionó hacia la obtención de un rédito por la
inmovilización, para una parte, y el acceso al financiamiento, para la otra.
Por ello, la actividad bancaria tiene un interés público, ya que compromete los
intereses de los particulares, actividad que los propios bancos organizan y desarrollan
en forma minuciosa mediante procedimientos especiales donde combinan elementos
jurídicos, técnicos y contables. Luego, esos intereses se concretan con el tomador o
dador del crédito, quienes se vinculan jurídicamente por medio de los contratos
bancarios en una relación sustancial que contiene una relevante valoración subjetiva,
ya que subyace allí la confianza del cliente en la trayectoria, solvencia, buena
organización y lealtad del banco.
Por su parte, los bancos también evalúan las condiciones personales de su cliente,
esto es, su solvencia moral y material, extremo que se impone en tanto ninguna otra
actividad económica tiene la particularidad de emplear recursos de terceros en tan
elevada proporción y que, afectados al crédito, desaparecen de la custodia tangible del
banco.
Se consolida entonces una relación jurídica influida por la confianza recíproca con
proyección sustancial.(Ghersi, Carlos A. “Contratos Civiles y comerciales”, T. II, págs.
561 y 562 Ed. Astrea, Buenos Aires, 2006)
Contrato de Depósito de dinero (Caja de ahorro/ cuenta corriente/ plazo fijo)
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Dice Ghersi: “El depósito bancario es un contrato por el cual el cliente transfiere
dinero al banco y éste se obliga a devolverlos en el tiempo convenido”.
El depósito bancario es una operación por la cual el depositante entrega a la entidad
financiera una suma de dinero con el compromiso de su restitución en la misma
especie, con fecha prefijada o cuando lo solicite.
Cabe distinguir los depósitos de dinero a la vista de aquellos a plazo. Los primeros
están representados por entregas de sumas de dinero a los bancos respecto de los
cuales el cliente conserva la disponibilidad total, pudiendo requerir su reembolso ad
nutum, extremo que lo diferencia del depósito a plazo fijo, donde aparece como
elemento caracterizante el término, en virtud del cual el depositante renuncia a la
disponibilidad inmediata.
A la especie de depósitos a la vista pertenecen las operaciones de caja de ahorro y de
cuenta corriente bancaria. La distinción entre ambas pasa por la frecuencia con que el
depositario debe atender las órdenes de extracción del depositante y que se vincula
con la finalidad del negocio.
Las cuentas corrientes tienen una movilidad muy superior a la de caja de ahorro, y
existe en las primeras la posibilidad –impropia de una cuenta específicamente de
depósitos- de tener saldo deudor; es cierto que también se enunciaban otras
diferencias, las que últimamente se han diluido ya que hoy no es función excluyente de
la cuenta corriente registrar operaciones diversas como, por ejemplo, los pagos de
servicios, las acreditaciones de préstamos y la compensación por otros servicios. Es
que con la aparición de las tarjetas y la búsqueda por parte de los bancos de nuevos
clientes, aquéllas operaciones también se fueron registrando en las tradicionales cajas
de ahorro.
La diferencia entre la cuenta corriente y el depósito bancario a la vista se reduce a la
mayor disponibilidad y el escaso o nulo devengamiento de intereses en la primera de
las imposiciones, sin olvidar que todos los depósitos bancarios de dinero tienen la
misma naturaleza jurídica y están sometidos a una única disciplina sustancial. Se trata
de modalidades de una misma especie- depósitos a la vista- distintas de los depósitos a
plazo fijo donde la imposición genera la indisponibilidad absoluta durante el plazo
convenido, salvo la rescisión anticipada con la pérdida del rendimiento. (Ghersi, Carlos
A. – Op.cit.– T. II, págs. 561 y 562)
Contrato de Depósito de valores (cajas de seguridad)
“Generalmente la empresa bancaria pone a disposición de su clientela cajas
individuales acorazadas en un local apropiado, encargándose de su custodia y de su
integridad externa, por un tiempo determinado y mediante un pago de dinero
(Giraldi).
El alquiler de compartimientos de cajas de seguridad es el servicio prestado a las
personas que desean poner a buen recaudo o conservar con toda seguridad títulos,
documentos u objetos de valor (Ferronniére).
De tal forma, el banco cede un espacio al cliente que lo utiliza para guardar cosas y
retirarlas por sí mismo o por persona autorizada, sin que intervenga el banco en la
recepción o entrega, circunstancia que ilustra sobre la naturaleza jurídica del
contrato.”
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(Ghersi, Carlos A. – Op.cit.– T. II, págs. 622 a 623)
Contrato de Tarjeta de crédito
El contrato de tarjeta de crédito como tal constituye un contrato de crédito, de
caracteres especiales, que algunos califican como negocio jurídico complejo.
Precisamente, las relaciones que se establecen en él abonan lo expuesto (en esta
contratación participan la sociedad franquiciante de la tarjeta de crédito y el
usuario…).
La relación jurídica es la que se establece entre la entidad financiera (emisora de la
tarjeta de crédito) y el usuario de la misma, cliente de ella.
Pueden asimilarse a una apertura de crédito, con una regulación especial incluida en el
producto que se ofrece bajo la denominación comercial de que se trate. Este marco
regulatorio surge además del contrato de franquicia que la entidad titular de la marca
de la tarjeta impone a la entidad emisora como un derecho-deber (incluido el know
how que habitualmente se transmite en las franquicias sobre tarjetas de crédito),
estableciendo una particular situación, ya que el usuario, si bien recibe el respaldo
financiero de la entidad bancaria, lo hace a partir de su adhesión a un sistema
comercial determinado de tarjeta de crédito.
El usuario realiza un gasto en su cuenta personal de tarjeta de crédito que el comercio
adherido al sistema declara en sus presentaciones periódicas y que le será abonado
por la entidad pagadora independientemente del pago el usuario realice en su en
entidad emisora; ello denota que, dentro de las múltiples relaciones que se establecen
a partir de su consumo, existe un crédito similar al que se genera en la apertura de
crédito o en la autorización para girar en descubierto, pero con características propias;
la compleja instrumentación ya referida, el límite de crédito y de compra que el
usuario posee, el plazo de vencimiento de la tarjeta, el instrumento tarjeta con sus
atributos propios (dimensión, banda de seguridad, firma registrada, códigos especiales,
marca comercial, etc.) el reglamento de uso de la misma, etcétera. (Ghersi, Carlos A.
Op. cit).
Contrato de seguro
Concepto: Referencia Ghersi que “El art. 1º de la ley de seguros 17.418 dice que hay
contrato de seguro cuando el asegurador se obliga mediante una prima o cotización, a
resarcir un daño o cumplir la prestación convenida si ocurre el evento previsto. La
finalidad perseguida consiste en el traslado de los riesgos hacia un tercero mediante la
asunción de las consecuencias provocadas por un hecho determinado y dentro de los
límites acordados. El seguro cumple, de ese modo, una función resarcitoria por medio
de la indemnización pactada frente a los daños que ese acontecimiento futuro o
incierto puede producir.
Los elementos de este contrato son:
a) Interés asegurable: Es la finalidad que ha tenido en vista el asegurado en el
momento de contratar (causa), esto es, la de obtener una reparación patrimonial ante
el acontecimiento de determinado evento. Si falta ese interés, el contrato es nulo.
b) Riesgo: La noción de “riesgo” se encuentra indisolublemente ligada al concepto de
“actividad”. El riesgo es un hecho posible pero incierto.
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c) Prima (o premio): Es la contraprestación a cargo del asegurado, equivalente al precio
del seguro y a la remuneración que corresponde al segurador por todos los riesgos que
acepta a su cargo. Su pago es una de las obligaciones principales del asegurado para
mantener vigente la garantía, y su incumplimiento provoca la pérdida de todo derecho
(art. 31, ley 17.418)”. (Ghersi, Carlos A. – Op.cit.– T. II, págs. 561 y 562).
d) Indemnización o resarcimiento: el asegurador asume el riesgo que potencialmente
se puede llegar a producir y se obliga a resarcir el mismo una vez que el daño se
produce. En síntesis, el asegurador se obliga a resarcir el daño o cumplir una
prestación convenida si ocurre el evento previsto.
Existen seguros de daños y seguros de personas. Entre los primeros podemos
mencionar el seguro de robo o hurto, incendio, de daños materiales o determinados
bienes y de responsabilidad por daños a terceros. Entre los segundos, el seguro de v
ida, el seguro de accidentes personales, el seguro de supervivencia y el de retiro, (de
naturaleza previsional), etc.
Contrato de Medicina Prepaga
Concepto: “El contrato de Medicina Prepaga es aquél por el cual una persona (o una
empresa), promete a otra, llamado asociado o beneficiario, una determinada
asistencia médica y recibe, como contraprestación, el pago generalmente periódico de
una suma de dinero (Ghersi-Weingarten-Ippolito “Contrato de Medicina Prepaga”,
pág. 150, Ed. Astrea, Buenos Aires)
“Al igual que en el sistema de ahorro previo para la obtención de cosas, en el ámbito
de los servicios se implementó una metodología que en su esencia es igual, pues
acaece el “adelanto del precio”, mediante un sistema de cuotas y el “servicio” aparece
como una situación jurídica futura definida, en cuanto a sus calidades y cualidades.
Desde un punto de vista más general, la aleatoriedad del servicio depende de la
continuidad del ente prestador.
El contrato de prestación médica prepaga se suscribe entre el “beneficiario”, que
adquiere al adherir al sistema la calidad de asociado y por otro lado, el ente o
“empresa prestadora de servicios”, que en realidad en la mayoría de los supuestos se
trata de empresas organizadoras de servicios, prestado por terceros.” (Ghersi, Carlos
A. –Op.cit.– T. II, pág. 342)
Estructura de adhesión: “el contrato de medicina prepaga, es considerado de adhesión
por cuanto una de las partes, la empresa, realiza una contratación en masa, y
establece un contenido prefijado para todos los contratos de un determinado tipo que
se celebren en el ejercicio de la empresa.
La conclusión de éste tipo de contratos no va precedido de una discusión del posible
contenido, sino que las cláusulas del contrato de adhesión deben ser aceptadas. Si los
interesados desean contratar, han de hacerlo aceptando el contenido que, con
carácter inmodificable, se da al contrato” (Diez-Picazo, Fundamentos del derecho civil
patrimonial, p. 233, citado por Ghersi-Weingarten-Ippolito, –Op.cit.– p. 157)
“El beneficiario no tiene posibilidad de discutir las cláusulas contractuales. Todo está
prefijado y predeterminado. La única opción que le cabe es aceptar o no integrarse al
sistema. “Muchas veces, el beneficiario suscribe una solicitud de ingreso, donde entre
22
otras cláusulas, manifiesta conocer y aceptar un reglamento de la empresa
organizadora. Y es en dicho reglamento, donde se establece el verdadero contrato con
los derechos y obligaciones de las partes, los términos contractuales, las
responsabilidades, las coberturas, las carencias, etc.. Pero aquél en la mayoría de los
casos, ni siquiera se entrega al asociado, o si se entrega, se lo hace con posterioridad a
su incorporación al sistema, o sea en la etapa funcional del contrato” (GhersiWeingarten-Ippolito –Op.cit.– Pág. 157).
O sea que se trata típicamente de un contrato de adhesión.
23
JURISPRUDENCIA UNIDAD 2
“Las cláusulas manuscritas o mecanografiadas contienen de ordinario las convenciones
que han sido objeto de tratativas y discusión por los contratantes, de modo tal que
deben prevalecer sobre las cláusulas impresas que las contradigan o alteren su sentido,
las cuales a veces sólo reflejan la voluntad de una de las partes, a la que la otra adhiere
sin mayor reflexión. Las primeras deben considerarse como una deliberada
modificación de lo impreso”.
(CNCom., sala A, mayo 30-991. - Quiroga Ferrando, Mario A. c. Elangeni S. A.) LA LEY,
1992-B, 235.
“Si el contrato bajo cuyas cláusulas ha de resolverse el litigio resultó oscuro o equívoco
o planteó dificultades en cuanto al alcance de las obligaciones asumidas por quien
redactó las cláusulas uniformes, en la duda ha de prevalecer la que favorezca a quien
contrató con el predisponente”.
(CNCom., sala C, mayo 31-993. - Montenegro, Genaro c. Cervecería Bieckert S. A.) LA
LEY, 1993-D, 249.
“En caso que se pruebe que hubo una simple adhesión a condiciones predispuestas, el
texto debe interpretarse contra el predisponente, pues éste cargaría con el deber de
manifestarse con claridad, para no lesionar la voluntad del adherente, en aplicación del
principio de buena fe (80).”
CNCom., Sala C, 16/11/95 IBM Argentina SA c. Editorial La Capital S.A., LA LEY, 1996-E,
654.
24
UNIDAD 3
Antecedentes de protección al consumidor anteriores a las leyes específicas y a la
reforma constitucional.
Son muchas las previsiones legales contenidas en nuestro Código Civil y nuestro Código
de Comercio, existentes con anterioridad a la legislación específica y a la reforma
constitucional, aplicables a los contratos de consumo. Cabe destacar que son normas
vigentes que rigen para cualquier clase de contratos, sean o no de consumo.
A) Objeto de los actos jurídicos y de los contratos
Corresponde considerar que el contrato es una especie dentro del género de los actos
jurídicos. En tal sentido, le resultan aplicables a aquellos las normas relativas a los
actos jurídicos.
Nieto Blanc comenta respecto del objeto de los actos jurídicos, que el mismo:
“Constituye el contenido del acto (v. Nos. 61 y 192), a cuyo respecto dice el art. 953:
“El objeto de los actos jurídicos deben ser cosas que estén en el comercio, o que por un
motivo especial no se hubiese prohibido que sean objeto de algún acto jurídico, o
hechos que no sean imposibles, ilícitos, contrarios a las buenas costumbres o
prohibidos por las leyes, o que se opongan a la libertad de las acciones o de la
conciencia, o que perjudiquen los derechos de un tercero. Los actos jurídicos que no
sean conformes a esta disposición, son nulos como si no tuviesen objeto”.
De acuerdo con dicho artículo las cosas y los hechos pueden ser el objeto de los
negocios jurídicos.
Del texto legal y de su nota se extraen los caracteres que debe reunir el objeto de
todo acto jurídico (se trate de un bien o de un hecho), para tener validez:
-
Ser determinable, aunque no esté determinado.
Ser lícito, es decir no prohibido por la ley.
No ser contrario a las buenas costumbres, que constituyen el precipitado de la
moral media social”
(Nieto Blanc-Laje-Yungano-Urite, “Curso de Derecho Civil”, Primera Parte, págs. 315 y
316, Ed. Macchi, Bs. As. 1980)
Garrido y Zago, dicen que: “Vélez Sarsfield dedica a este tema el Capítulo III del Título I,
Sección tercera, Libro Segundo, C.C., cuyo art. 1167 dice: “Lo dispuesto sobre los
objetos de los actos jurídicos y de las obligaciones que se contrajeren, rige respecto a
los contratos, y las prestaciones que no pueden ser objeto de los actos jurídicos, no
pueden serlo de los contratos”.
Conforme a este artículo, y teniendo presente lo dispuesto para los actos jurídicos, el
objeto del contrato debe tener las siguientes condiciones: a) ser un objeto posible,
material y jurídicamente; b) ser un objeto determinado.”
1) Cosas: El art. 2311, C.C., texto según ley 17.711, define a las cosas de la siguiente
manera: “Se llama cosas en este Código, los objetos materiales susceptibles de tener
25
un valor. Las disposiciones referentes a las cosas son aplicables a la energía y a las
fuerzas naturales susceptibles de apropiación”.
De acuerdo al artículo de Vélez Sarsfield la palabra en el concepto jurídico expresa la
idea de objeto material, a lo que debe agregarse el requisito de tener un valor de
índole económica. (art. 1169 C.C.)
Las cosas deben estar en el comercio o no haber sido prohibidas como objeto de algún
contrato (art. 953 C.C.).
2) Hechos: El art. 1169 C.C., aclara que la prestación objeto de un contrato puede
consistir en el cumplimiento de un hecho positivo o negativo, siempre que sea de
apreciación pecuniaria. En consecuencia, los hechos deben reunir las condiciones
siguientes: a) no ser hechos ilícitos, imposibles o contrarios a la moral y las buenas
costumbres; b) no ser hechos prohibidos por las leyes, c) no ser hechos que
perjudiquen los derechos de un tercero y d) tener significado económico.
B) Vicios de la Voluntad jurídica en actos y contratos
La voluntad jurídica está integrada por tres elementos fundamentales, discernimiento,
intención y libertad.
El discernimiento, en principio, está dado por la capacidad jurídica, reconocida a todos
los seres humanos mayores de 18 años, con excepción de los dementes, los
sordomudos analfabetos así declarados judicialmente, y, restringidamente, a los
inhabilitados por deficiencias mentales, prodigalidad o adicciones.
La intención es la voluntad dirigida a la realización del acto o contrato.
No está presente cuando median vicios en la voluntad jurídica tales como el error, el
dolo, la violencia, la lesión o el abuso del derecho.
En cuanto a la libertad del sujeto para realizar o contratar está viciada cuando media
violencia, física o moral.
Respecto de los contratos de consumo, debemos considerar aplicables, en general, lo
vicios en la intención como integrante de la voluntad jurídica, lo que se explicita en los
puntos B.1), B.2) y B.3).
B.1.) El Error
Nieto Blanc define “El error es un conocimiento inexacto de la realidad, supone creer
verdadero lo que es falso, o falso lo que es verdadero. Si en base al error la persona
realiza el acto, su voluntad muestra un vicio, que afecta el elemento intención (no el
discernimiento, pues el sujeto tiene uso de razón, ni la libertad, pues nadie lo
coacciona)-v.art. 922 y nº 252Clases: El Código civil distingue el error de hecho (arts. 924-928) y el error de derecho
(arts. 20, 923 y 930). El primero recae sobre las circunstancias materiales o fácticas del
acto; el segundo sobre la norma jurídica aplicable al acto, que la persona desconoce o
a la que da un alcance distinto del que tiene. El trato legal es diferente: se admite el
error de hecho, bajo ciertas condiciones, no el error de derecho, sino por excepción.”
(Nieto Blanc-Laje-Yungano-Urite –Op.cit.– pág. 351)
26
Condiciones: Ovsejevich dice al respecto “para que el error o vicio pueda conducir a la
invalidez, debe reunir ciertas condiciones:
a) Ser sobre una situación fáctica, sobre circunstancias materiales relativas al acto de
que se trata; no comprende la ignorancia de derecho (art. 923).
b) Recaer sobre un aspecto esencial. Es decir que no puede ser sobre circunstancias
accidentales (art. 924-8).
c) Ser excusable, o sea que haya habido razón para errar (art. 929-30)
Error esencial: Ovsejevich señala que Vélez no da un concepto del error esencial
pero en los art. 924-27 señalan diversos casos del mismo:
a) Sobre el tipo de acto (art. 924, C.C.)
b) Sobre la persona (art. 925, C.C.)
c) Sobre el objeto (art. 927, C.C.)
d) Sobre la sustancia o cualidad (art. 926, C.C.)
Error Accidental (art. 928, C.C.). El error accidental recae sobre cualidades menores, o
que no fueron determinantes de la celebración del acto.
Error excusable (art. 929. C.C.). El error excusable es aquel al que la víctima ha sido
ajena, sin culpa de su parte. Este concepto ha sido revisado por la doctrina moderna.
Error de derecho (art. 923 C.C.). El error por desconocimiento de las normas jurídicas
era inexcusable en la vieja doctrina, no así luego de la incorporación de tesis modernas
o legislaciones tuitivas como la laboral o la consumerista.
(Luis Ovsejevich “Contratos II “Cátedra de Derecho Civil del Dr. Federico N. Videla
Escalada., pág. 274 a 279, Ed. Víctor P. de Zavalía, Bs. As. 1973)
B.2.) El Dolo
Concepto y fundamento:
Comenta Borda la definición de dolo: El art. 931 C.C., que se transcribe, lo caracteriza
como: “Acción dolosa para conseguir la ejecución de un acto, es toda aserción de lo
que es falso o disimulación de lo verdadero, cualquier artificio, astucia o maquinación
que se emplee con ese fin”
“El dolo supone siempre un engaño: es inducir deliberadamente en error a una
persona con el propósito de hacerla celebrar un acto jurídico.
Generalmente, el dolo consiste en un acto positivo, tal ocurre cuando se vende la
copia de un cuadro célebre afirmando engañosamente que es el auténtico. Pero
también se miente con el silencio. La omisión o reticencia dolosa consiste en callar la
verdad cuando se sabe que la otra parte está equivocada respecto de un elemento
esencial del contrato, que es determinante de su consentimiento. Al incluir la omisión
dentro del concepto de dolo (arts. 931 y 933), nuestro Código ha adoptado la buena
solución. Juega en este caso una cuestión de moral: el engaño, sea por acción o por
omisión, no puede tener el amparo del derecho.
El dolo vicia el acto jurídico y quien lo ha sufrido tiene derecho a pedir su anulación. El
orden jurídico exige no convalidar actos que han tenido su origen en la mala fe de uno
de los contratantes, pues ello sería estimular el delito y propiciar el engaño.
El Código Civil establece en el art. 932 cuáles son las condiciones que debe reunir el
dolo para que pueda dar lugar a la anulación del acto jurídico: a) Debe ser grave b)
Debe ser determinante del consentimiento c) Debe ocasionar un daño importante d)
27
Es necesario que el dolo no haya sido recíproco” (Guillermo Borda- “Manual de
Derecho Civil”- Parte General- pág. 501, 502 Editorial Abeledo Perrot- Bs. As, 1995.
B.3.) La lesión
Videla Escalada dice que el nuevo enfoque de la lesión a partir de la ley 17711, se
refleja en las siguientes expresiones:
“También podrá demandarse la nulidad o modificación de los actos jurídicos cuando
una de las partes, explotando la necesidad, ligereza o inexperiencia de la otra,
obtuviera por medio de ellos una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada
y sin justificación. Se presume salvo prueba en contrario, que existe tal explotación en
caso de notable desproporción en las prestaciones…” (art. 954 Código Civil)
(Federico Videla Escalada, “Contratos II”. Cátedra de Derecho Civil del Dr. Federico N.
Videla Escalada, pág. 229 a 233-Ed. Victor P. de Zavalía, Bs. As, 1973).
Ovsejevich dice que “Para que en nuestra legislación se considere configurada la
lesión, se deben dar ciertas condiciones que podemos dividirlas desde un punto de
vista objetivo y subjetivo, y esta última teniendo en cuenta a las dos partes del
contrato. Así tenemos:
Objetiva: Desproporción evidente e injustificada.
a) Evidente: la ley no establece pautas rígidas, luego es el juez quien la determina.
Pero ello quiere significar que la sola desproporción no basta sino que debe ser
evidente, indiscutible.
b) Injustificada: en ciertos casos especiales la desproporción puede estar justificada.
Por ejemplo si se celebra una compraventa con un precio bajo, debido a que no
garantiza la evicción, o si se asume prestaciones a favor de terceros.
Subjetiva: Para que se configure la lesión el beneficiado debe haber explotado ciertos
estados de inferioridad del perjudicado.
Estado del perjudicado: Además de los anteriores requisitos, solo habrá lesión cuando
el perjudicado esté realmente en una situación de inferioridad que se da en caso de
necesidad, ligereza e inexperiencia. Estos tres estados pueden actuar en concurrencia,
pero basta con que se presente uno sólo, para que exista lesión.
Necesidad: Se produce por la falta o escasez de cosas que son necesarias para la vida
material y moral. El contratante advierte la desproporción pero obra impelido por la
necesidad.
Ligereza: El lesionado no advierte la desproporción por falta de adecuado examen,
debido a la irreflexión con que actúa.
Inexperiencia: Ocurre cuando hay ausencia de conocimiento que da la vida, en especial
la de de los negocios, que se adquieren con el uso y la práctica. No está impelido ni es
irreflexivo, pero carece de los conocimientos generales adecuados. No se exige que sea
notoria o extrema. El Juez es quien la determina.” (Luis Ovsejevich, en “Contratos II”,
Cátedra de Derecho civil del Dr. Federico N. Videla Escalada, pág. 294 a 296, Ed. Víctor
Zavalía, Bs As. 1973)
Garrido y Zago dicen “La disparidad de las prestaciones se presenta en la lesión al
momento de la celebración de la convención y debe subsistir a la época de reclamar la
nulidad por acción judicial.
28
(Garrido y Zago – Op.cit.– Parte General,” P. 302)
C) El abuso de derecho. Según Garrido y Zago, “tiene un carácter de norma general, y
es amplia su recepción jurisprudencial como un medio para morigerar los efectos
obligatorios de los contratos.
Representa una norma de interpretación general que permite, a menudo y conforme a
una abundante jurisprudencia, atenuar los efectos de la fuerza obligatoria de los
contratos en razón que la ley no admite el ejercicio abusivo de los derechos (art. 971
Cód. Civil).
Ello ha sido relacionado con los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas
costumbres. Los Tribunales no admiten que, bajo la invocación de un derecho
otorgado por ley, se logre el enriquecimiento injustificado de una parte y el correlativo
empobrecimiento de la otra. (Garrido –Zago –Op.cit.– Parte General, Tomo I, p. 302,
303).
D) Interpretación de los contratos
Fontanarrosa dice “En términos generales, la interpretación es una actividad dirigida a
desentrañar el significado de una manifestación de voluntad (declaración o
comportamiento) considerada con relación al ambiente social económico dentro del
cual ella ha sido producida. Entendida con este alcance general, la interpretación se
refiere tanto a las leyes como a los negocios jurídicos.”
Objeto de la interpretación no es, meramente, el documento o instrumento en el que
se ha materializado el acuerdo, sino el negocio jurídico contractual en su integridad,
incluyendo el comportamiento de las partes anterior, simultáneo y posterior a la
conclusión del contrato (Fontanarrosa, Rodolfo O. “Derecho Comercial Argentino,
Doctrina General de los Contratos Comerciales” pág. 153, 153, Ed. Zavalía, 1993 Bs.
As).
“Interpretar” es un proceso de comprensión que fija el contenido y valor de una
declaración. La doctrina moderna tiene como regla básica ajustarse a las circunstancias
del caso, esto es, ver la manifestación común de voluntad en el contexto en el que la
misma se ha producido. El código Civil trae una norma de interpretación en su art.
1198 (según ley 17.711), que señala que los contratos deben interpretarse de buena
fe, y de acuerdo a lo que las partes entendieron o pudieron entender obrando con
cuidado y previsión. Desde la reforma mencionada, se consagra el principio de la
buena fe, que debe ser considerado al interpretar una cláusula contractual, sea o no
en un contrato de consumo. Otras reglas objetivas surgen del art. 218 Cód. Comercio,
que postula que: ante palabras equívocas debe tomarse el uso general; las cláusulas
ambiguas deben interpretarse conforme a la equidad; debe prevalecer, en caso de
discordancia, en principio, lo escrito en letras y no en números; debe tomarse en
cuenta la conducta anterior de las partes concomitante y posterior a la celebración del
contrato, y también que cada cláusula debe interpretarse sistemáticamente en
relación con las otras.
La doctrina moderna se refiere también a los contratos predispuestos, en lo cuales en
caso de duda, hay que interpretar en contra de la parte predisponente.
Por su parte, el art. 37 LDC se refiere a que deben tenerse por no convenidas las
29
cláusulas que desnaturalicen las obligaciones o limiten la responsabilidad por daños,
las que importen renuncia o restricción de los derechos del consumidor o amplíen los
de la otra parte, y que contengan cualquier precepto que imponga la inversión de la
carga de la prueba en perjuicio del consumidor.
E) La Buena Fe
Garrido y Zago comentan que según Boffi Boggero podría definírsela como “la
confianza que una parte deposita en el comportamiento correcto de la otra”.
“El art. 1198 del Código Civil, antes de la reforma, no mencionaba la buena fe; su
fuente, que era el art. 1135 del Código Civil francés, hablaba de la equidad, el uso, etc.
Al respecto, Risolía analizando este artículo dice que los contratos obligan no sólo a lo
que expresan de un modo formal, sino a todas las consecuencias que puedan
considerarse que hubieran sido virtualmente comprendidas en ellos.
A partir de la reforma del año 1968 contamos con un nuevo texto, el art. 1198, cuyo
primer párrafo dice: “Los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de
buena fe y de acuerdo con lo que verosímilmente la partes entendieron o pudieron
entender, obrando con cuidado y previsión”. Resulta interesante lo manifestado por
Garrido y Andorno, quiénes señalan la amplitud que debe presidir el principio de
buena fe en la vida del contrato, que no se circunscribe a la interpretación del mismo,
sino que abarca también su celebración y ejecución” (Garrido y Andorno, Reformas al
Código Civil, comentadas, 2º ed. Bs .As, 1971).
El principio de la buena fe, el orden público, la moral y las buenas costumbres, y el
abuso del derecho, son los principales límites a tener en cuenta por las partes a
contratar.
La expresión de la ley “y de acuerdo con lo que verosímilmente la partes entendieron o
pudieron entender, obrando con cuidado y previsión” lleva al intérprete a considerar la
base del negocio jurídico.
No se trata de propugnar que se penetre en la intimidad de la motivación de cada uno
de los contratantes, sino de establecer si la voluntad declarada, examinada conforme a
la pauta preindicada, refleja la realidad de la convención.
Determinar si se ha obrado con cuidado y previsión, significa establecer cómo hubiera
actuado, en la misma situación, un hombre prudente. Ello nos permitirá establecer lo
que verosímilmente las partes entendieron o pudieron entender como auténtico
contenido del contrato. (Garrido-Zago –Op.cit.– Parte General, T 1 pág. 411, 412, 413).
F) Vicios redhibitorios
Comentan Garrido y Zago, “El art. 2164 de nuestro Código Civil dice “son vicios
redhibitorios los defectos ocultos de la cosa, cuyo dominio, uso o goce se transmitió
por título oneroso, existentes al tiempo de la adquisición, que la hagan impropia para
su destino, si de tal modo disminuyen el uso de ella que a haberlos conocido el
adquirente, no la habría adquirido, o habría dado menos por ella”.
Garrido y Zago, analizando el artículo comentan los “requisitos que la ley establece y
son necesarios para que se dé lugar a la garantía:
1) Debe tratarse de vicios ocultos, porque si se trata de vicios aparentes no existe la
garantía por vicios redhibitorios.
30
2) Tampoco existe la garantía según el art. 2170 si el enajenante de una cosa con vicios
ocultos puede probar que el adquirente los conocía o que debía conocerlos según su
profesión u oficio; también está libre de responsabilidad cuando la adquisición se ha
efectuado en un remate público o por adjudicación judicial.
3) Que la cosa se haya adquirido por un título oneroso; no puede reclamarse, pues,
por vicios redhibitorios cuando se trata de una adquisición a título gratuito, por
donación o herencia.
4) Que el vicio oculto haga impropio el uso de la cosa o lo disminuya en medida
sustancial. “(Garrido-Zago – Op.cit. – Parte General”, T 1 pág. 378, 379).
Salvat, por su parte, sostiene que “para que exista un vicio redhibitorio son necesarias
tres condiciones: 1º) que exista un defecto oculto, 2º) que este defecto sea grave y 3º)
que haya existido al tiempo de la adquisición (art. 2164). Es indiferente, en cambio,
que el enajenante haya tenido o no conocimiento de la existencia del vicio.
Se analizaran los elementos mencionados:
Defecto oculto: Esta condición la enumera la ley expresamente al darnos noción de los
vicios redhibitorios: ellos debe consistir, ante todo en defectos ocultos de la cosa (art.
2164), como por ejemplo:
“Habría defecto oculto en caso de venta de una casa cuyas vigas o tirantes de sostén
de los pisos y techos están carcomidos, porque no es usual que al realiza una compra
de esta naturaleza, el vendedor los haga revisar uno por uno” (Troplong, t II, núm. 556)
y
“No existiría defecto oculto en el caso de faltar la capa aisladora en una casa de
construcción antigua, no sólo porque es éste un detalle que puede ser fácilmente
comprobado, sino porque todos sabemos que en las construcciones antiguas no era
usual ponerla” (Cám. Civ. 2º Cap. Dic.19/932 en “J.A” t. 40 pág. 556).
Gravedad de los defectos ocultos:
Prosigue Salvat diciendo que “el Código consagra la necesidad de esta condición al
decirnos: si de tal modo disminuyen el uso de ella (de la cosa adquirida) que a haberlos
conocido el adquirente no la habría adquirido o habría dado menos por ella (art. 2164,
in fine).
La apreciación de la gravedad de los vicios o defectos es una cuestión de hecho,
librada al criterio de los jueces en cada caso particular y dependiente de las
circunstancias del mismo. Como uno de los elementos de apreciación debe tenerse en
cuenta el destino que el adquirente debía da a la cosa, siempre que ese destino haya
sido debidamente informado al enajenante (Conf. Baudry –Lacantinerie y Saignat,
núm. 417).”
Existencia al tiempo de la adquisición: Los vicios o defectos ocultos, como lo dice la
ley expresamente, deben existir al tiempo de la adquisición (art. 2164).
El código agrega: Incumbe al adquirente probar que el vicio existía al tiempo de la
adquisición, y no probándolo se juzga que el vicio sobrevino después (art. 2168).
Desde el momento que las condiciones enunciadas concurran, la responsabilidad del
enajenante es independiente de que el mismo haya tenido o no conocimiento de la
31
existencia de los vicios o defectos. El código lo dice expresamente en una disposición
relativa al vendedor, el cual debe sanearlos aunque los ignore (art. 2173).
La ley, al darnos la noción de los vicios redhibitorios, se refiere a los defectos ocultos
de la cosa, sin hacer distinción alguna entre cosas muebles o inmuebles.” (Salvat,
“Derecho Civil Argentino, Fuentes de las obligaciones”, t III, pág. 453 a 460 Tipográfica
Editora Argentina, Bs. As., 1957).
Conocimiento o profesionalidad del adquiriente: si bien la doctrina difería en cuanto
al conocimiento o profesionalidad del adquiriente como eximente de responsabilidad,
el art. 18 LDC aclara que el conocimiento que por su profesión u oficio pudiera tener el
consumidor no obsta el mantenimiento de la garantía legal; y ratifica la vigencia plena
y agravada la responsabilidad del proveedor, que por su oficio conocía o debía conocer
los vicios de la cosa vendida y no los manifestó al comprador.
La existencia de vicios redhibitorios, según el CC, autoriza el ejercicio –por la parte
perjudicada- de la acción redhibitoria, para dejar sin efecto el contrato, o de la acción
“quanti minoris” para reducir el precio pagado debido al vicio existente.
32
JURISPRUDENCIA UNIDAD 3
“Es nulo el contrato por el cual el locatario de un predio ubicado en una zona
denominada "urbanización parque", sublocó una estructura metálica destinada a la
exhibición de publicidad si, la ordenanza n° 41.115 de la Ciudad de Buenos Aires
prohíbe obtener permisos de publicidad en la mencionada zona, pues ello permite
concluir que el referido contrato de sublocación posee como objeto una actividad
prohibida por la normativa municipal vigente, resultando aplicable lo establecido en el
art. 1044 del Código Civil”.
(CNCom., sala E, 2010/02/04. - Recreación y Deportes SA c. Mab S.A.) DJ, 2010/07/21,
1991.
“Corresponde rechazar la acción de danos y perjuicios promovida contra un
supermercado, en virtud de haber ofrecido en un catálogo un producto a un precio
inferior al real -en el caso, un televisor-; pues el hecho de que el precio consignado en
dicho anuncio publicitario haya sido irrisorio en comparación al de plaza, sumado a la
notoria diferencia entre el precio al contado y el financiado, permite concluir que el actor obró con mala fe al intentar aprovecharse de un obvio error ajeno, máxime cuando
el demandado se retractó de la oferta a través de la publicación de una fe de erratas en
un diario de amplia circulación.
La presencia de un error obstativo en la oferta realizada impide la formación del
contrato, por cuanto hace imposible el consentimiento al que alude el art. 1144 del
Código Civil.
Carece de carácter vinculante la oferta pública publicitaria -en el caso, prevista en el
catálogo de un supermercado- que contiene-u un error en la determinación del precio,
ya que se trata de un error obstativo, el cual produce una divergencia entre la voluntad
interna y la manifestada”.
CNCom., sala D, 2009/07/30 - De Rueda, Sebastián Matías c. Jumbo Retail Argentina
S.A.
“Es procedente la demanda incoada por el contratante destinada a que se declare la
nulidad de la tarifa -en el caso, de conservación en frío de pollos importados por la
Secretaría de Comercio Interior- plasmada en el contrato por ser superior a la que
realmente las partes tenían intención de establecer, si el precio cobrado en los
restantes supuestos durante esa época por el mismo servicio era similar al invocado
por el actor, resultando evidente que en el caso no podía superar diez veces a las
demás.
Corresponde considerar que existió error material en la formulación de los términos
contractuales si se plasmó una tarifa notablemente superior a la que las partes tenían
intención de establecer -en el caso, por conservación en frío de pollos importados por la
Secretaría de Comercio Interior-, pudiendo el cocontratante afectado repetir del
demandado los pagos efectuados con arreglo a la tarifa no pactada, en la proporción
en que haya superado el precio querido por las partes, con más la actualización
monetaria e intereses correspondientes”.
33
“Si sobre la base de una equivocación se transcribió incorrectamente la tarifa de un
contrato plasmándose una mayor a la que realmente las partes tenían intención de
establecer -en el caso, por la conservación en frío de pollos importados por la
Secretaría de Comercio Interior-, procede la repetición del pago efectuado, debiéndose
declarar nulos los abonados sólo en la parte que excede del monto que los contratantes
quisieron pactar” (del voto del doctor Farrel).
(CNFed. Civ. y Com., sala III, 2003/02/06. - Junta Nac. de Granos c. Frigorífico La
Estrella S.A.) LA LEY, 2003D, 677.
“Es revisable el mutuo con garantía hipotecaria a la luz de lo previsto en los artículos
954 y 1071 del Código Civil, a fin de reajustar el contenido económico de las
prestaciones en función de las expectativas que las partes tuvieron en mira al tiempo
de contratar, si se verificó una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y
sin justificación a favor de la entidad bancaria, quien utilizando de modo unilateral sus
facultades contractuales y legales, alteró el número de cuotas y los intereses,
desoyendo la prohibición legal de indexar deudas, lo cual hace presumir juris tantum la
explotación de la parte económica más fuerte por sobre la mas débil en el contrato de
adhesión”.
(CCiv., Com. y Minería, Viedma, 2010/08/30 - Echandi, Oscar Alberto c. Banco
Hipotecario SA.) LLPatagonia, 2010-Diciembre, 637.
“Corresponde declarar la nulidad de un convenio de honorarios celebrado a favor de un
letrado al cual su cliente le encomendó las gestiones judiciales tendientes a rescindir mi
acuerdo de liquidación de sociedad conyugal suscripto con el patrocinio de otro
abogado, si la labor desarrollada por aquél profesional no alteró sustancialmente el
acuerdo alcanzado originariamente pues, ello pone en evidencia que el monto pactado
en el aludido convenio de honorarios -en el caso, 5500.000- resulta desproporcionado
con relación al trabajo profesional realizado, y la actitud del abogado de exigirle a éste
la firma del citado convenio con el argumento de que había renunciado a percibir
honorarios de la parte contraria a fin de no poner en riesgo la concreción del acuerdo
de liquidación, consiste en un aprovechamiento de la situación de inferioridad de su
cliente, encuadrable en un supuesto de lesión subjetiva”.
(CNCiv., sala E, 2010/03/19. - R., M. C. c. G., L. J.) ED, 240, 112.
“La acción quanti minoris interpuesta por el adquirente de una unidad funcional contra
la constructora de un emprendimiento urbano es procedente, se ha probado la
existencia de una destacable cantidad de deficiencias técnicas que han provocado
vicios en vicios en el inmueble -en el caso, filtraciones y humedad- y un menor valor de
éste”.
(CNCiv., sala F, 2010/11/17 - Mennah, Cristina Liliana c. Fernández Sarcone, Claudia
Aída y otros) DJ, 2011/04/13, 77 - DJ, 2011/06/08, 10
“La acción quanti minoris interpuesta por el adquirente de una unidad funcional contra
34
el responsable del emprendimiento urbano, debe ser encuadrada en las disposiciones
de la ley 24.240, aun cuando la aplicación de dicha norma no hubiera sido invocada, ya
que se encuentra acreditado que el accionado hizo construir el edificio a su costo para
su posterior venta, constituyendo a tal fin una sociedad accidental y ofreciendo el
negocio a personas indeterminadas a través de una red inmobiliaria”.
(CNCiv., sala F, 2010/11/17 - Mennah, Cristina Liliana c. Fernández Sarcone, Claudia
Aída y otros) DJ, 2011/04/13, 77 - DJ, 2011/06/08, 10.
“Constituye un deber y una facultad del juez interpretar los términos del contrato con
equidad y prudente arbitrio para así poder desentrañar lo que verosímilmente los
contratantes entendieron o pudieron entender al celebrarlo -en el caso, se discute la
existencia de desistimiento del contrato de locación de obra por parte del demandado
o de abandono de la misma por parte del actor-, pues la interpretación de un contrato
es reconstruir la intención de las partes, siendo necesario colocarse con un punto de
vista que esté por encima del interés de cada uno sin desnaturalizarlo”.
(CNCiv, sala B, 2003/10/24. - Alvarez, José F. c. Consorcio de Prop. Jorge Newbery
3821/67) LA LEY, 2004-B, 780.
“Teniendo en cuenta que el actor reclama el pago de "software" que afirma haber
vendido al demandado, es de toda obviedad que no pudo conocerse su calidad hasta
que estuvo instalado y se intentó operario, por lo que parece razonable encuadrar
como vicios redhibitorios el reclamo relativo a su falta de operatividad”.
(CNCam., sala B, 2003/10/17. - Informix Software Argentina S.A. c. Arte Gráfico
Editorial Argentino S.A.) LA LEY, 2004-D. 300.
“El monto por el que ha de progresar la acción “quanti minoris" está dado por el costo
de las reparaciones que hubiesen sido necesarias para que el inmueble adquirido por el
actor fuese el que realmente entendió adquirir en buenas condiciones para su uso, sin
vicio oculto alguno”.
(CNCiv., sala B, 2004/03/25. - Cámara, Susana E. c. Silvaín, Irma A.) DJ 2004-2-183.
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36
UNIDAD 4
Ley 22.802 de Lealtad Comercial
La primera ley específica –si bien existieron normas anteriores pero parciales– que
regula la forma de presentación de los productos destinados al consumo y los modos
en que los mismos deben ser publicitados, es la ley de lealtad comercial, ley de alcance
nacional dictada en el año 1983. Fue luego objeto de diversas modificaciones en 2004
y 2008.
Asimismo, la mencionada ley regula el funcionamiento del poder de policía que le
compete a la Secretaría de Comercio, en el orden nacional.
Farina analiza que esta ley “tiene por objetivo evitar la competencia desleal realizada
mediante publicidad engañosa, o por el modo de identificar la mercadería u otras
prácticas que induzcan a error o produzcan confusión en el público” y que “tales
normas vienen a tutelar los derechos de los consumidores y usuarios, pues tratan de
evitar que sean víctimas de engaños”
a) El capítulo I trata de la identificación de la mercadería; establece los datos e
indicaciones que deberán consignarse en las etiquetas, envases o envoltorios de los
productos manufacturados que se comercializarán en el país (arts. 1º a 6º)
b) El Capitulo II se refiere a las denominaciones de origen del producto a comercializar
c) El Capítulo III legisla sobre la publicidad engañosa que puede inducir al consumidor
a comprar un producto diferente del que tenía intención de adquirir; además prohíbe
algunos casos específicos de promoción de bienes o servicios mediante la entrega de
premios (art.9º y 10º)
d) El Capítulo IV se refiere a las autoridades de aplicación y sus atribuciones, contiene
normas de clara y directa tutela de los consumidores …” (Farina, Juan M. –Op.cit.– pág.
86 a 88)
De las Autoridades de Aplicación y sus atribuciones
Dispone el art. 11 L.L.C que “La Secretaría de Comercio o el organismo que en lo
sucesivo pudiera reemplazarla en materia de Comercio Interior será la autoridad
nacional de aplicación de la presente ley con facultad de delegar sus atribuciones, aún
las de juzgamiento, en organismos de su dependencia de jerarquía no inferior a
Dirección General.
No podrá delegar las facultades previstas en los incisos a, b, c, d, e, f, h, i, j, k, y l del
artículo 12.
Según el Art. 12 del mismo cuerpo legal - La autoridad nacional de aplicación tendrá las
siguientes facultades:
a) Establecer las tipificaciones obligatorias requeridas para la correcta identificación de
los frutos, productos o servicios, que no se encuentren regidos por otras leyes.
b) Establecer los requisitos mínimos de seguridad que deberán cumplir los productos o
servicios que no se encuentren regidos por otras leyes.
c) Determinar el lugar, forma y características de las indicaciones a colocar sobre los
frutos y productos que se comercializa en el país o sobre sus envases.
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d) Establecer el régimen de tolerancia aplicable al contenido de los envases.
e) Establecer los regímenes y procedimientos de extracción y evaluación de muestras,
así como el destino que se dará a las mismas.
f) Determinar los contenidos o las medidas con que deberán comercializarse las
mercaderías
g) Autorizar el reemplazo de la indicación de las medidas netas del contenido por el
número de unidades o por la expresión “venta al peso.”
h) Establecer la obligación de consignar en los productos manufacturados que se
comercialicen sin envasar, su peso neto o medidas.
i) Obligar a exhibir o publicitar precios.
j) Obligar a quienes ofrezcan garantía por bienes o servicios a informar claramente al
consumidor sobre el alcance y demás aspectos significativos de aquélla; y a quienes no
la ofrezcan, en los casos de bienes muebles de uso durable o de servicios, a consignarlo
expresamente.
k) Obligar a quienes ofrezcan servicios a informar claramente al consumidor sobre sus
características.
l) Disponer, por vía reglamentaria, un procedimiento y la organización necesaria para
recibir y procesar las quejas de las personas físicas y jurídicas presuntamente
perjudicadas por conductas que afecten a la lealtad comercial, y darle difusión
necesaria para que cumpla debidamente su cometido;
m) (Agregado por ley 26.422, art. 71) Verificar que las máquinas, equipos y/o
artefactos y sus componentes consumidores de energía que se comercialicen en la
República Argentina cumplan con los estándares de eficiencia energética establecidos
por la Secretaría de Energía del Ministerio de Planificación Federal, Inversión pública y
Servicios)”.
El art. 13 ha sido modificado en los siguientes términos:
“Los gobiernos provinciales y la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires actuarán
como autoridades locales de aplicación ejerciendo el control y vigilancia sobre el
cumplimiento de la presente ley y sus normas reglamentarias, con respecto a los
hechos cometidos en su jurisdicción y que afecten exclusivamente al comercio local,
juzgando las presuntas infracciones.
A ese fin determinarán los organismos que cumplirán tales funciones, pudiendo los
gobiernos provinciales delegar sus atribuciones en los gobiernos municipales, excepto
la de juzgamiento que solo será delegable en el caso de exhibición de precios previsto
en el inc. i) del art. 12.
Señala Wajntraub que “Con la modificación que se establece en el art. 13 de de la ley
22.802 se apunta a armonizar la misma con el régimen creado a partir de la entrada en
vigencia de la Ley de Defensa del Consumidor, instituyendo a los gobiernos
provinciales y al de la Ciudad de Buenos Aires como autoridades locales de aplicación,
siempre que las circunstancias afecten exclusivamente al comercio local. (Wajntraub,
Javier H., “Protección Jurídica del Consumidor, Ley 24.240 y su Reglamentación.
Comentada y anotada. Normativa Complementaria” Ed. Depalma, págs. 293, 294
Buenos Aires, 2004)
Procedimiento, Infracciones, sanciones y recursos
Según el art. 17 LLC, el procedimiento se inicia por un acta de inspección o un acta de
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infracción.
En el primer caso hay que hacer una verificación.
Posteriormente se notifica al presunto infractor para que en el plazo de 10 días hábiles
presente su descargo y ofrezca pruebas. Además, debe acreditar personería y
constituir domicilio.
La prueba se debe producir dentro de lo 10 días hábiles posteriores.
La Resolución se dicta en los 20 días posteriores.
Las infracciones a la Ley de Lealtad Comercial serán sancionadas con multas de $ 100.a $ 500.0000, que ingresarán al presupuesto nacional o local, según cual haya sido la
autoridad interviniente.
Dichas multas serán apelables dentro de los 10 día hábiles de notificadas, ante la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso-Administrativo Federal o ante las
Cámaras Federales de Apelación según el asiento de la autoridad que impuso la multa.
Las multas firmes serán ejecutables, sin otro requisito que el testimonio de la
resolución firme.
Prescriben en el término de 3 años, que se interrumpe por la comisión de nuevas
infracciones.
De la publicidad y las normas
Comentan Centanaro-Surín: “El deber de información que consagra la Constitución
Nacional (artículo 42), la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (art. 46)
y la Ley de Defensa del Consumidor 24.240 (art. 4 y concordantes) es el equivalente al
artículo 5 (de la ley 22.802) referido a publicidad engañosa en rotulados. El cuerpo
principal y destacado de la pieza publicitaria no debe inducir a error o engaño.
El público consumidor debe estar debidamente informado, en forma clara y veraz
respecto a las modalidades y características de los productos o servicios que se le
ofrecen por medio de las publicidades. (Centanaro-Surin “Leyes de Defensa del
Consumidor y Usuario” Comentadas y anotadas, Págs., 22, 121 y 130 Lajouane 2009, I
Edición Buenos Aires).
Así, cabe citar:
El Art. 4 de la ley 24.240 (Texto según ley 26.361) dice: “El proveedor está obligado a
suministrar al consumidor en forma cierta, clara y detallada todo lo relacionado con
las características esenciales de los bienes y servicios que provee, y las condiciones de
su comercialización.
La información debe ser siempre gratuita para el consumidor y proporcionada con
claridad necesaria que permita su comprensión”.
El Art. 5 de la ley 22.802 dice: – “Queda prohibido consignar en la presentación,
folletos, envases, etiquetas y envoltorios, palabras, frases, descripciones, marcas o
cualquier otro signo que pueda inducir a error, engaño o confusión, respecto de la
naturaleza, origen, calidad, pureza, mezcla o cantidad de los frutos o productos, de sus
propiedades, características, usos, condiciones de comercialización o técnicas de
producción”.
39
JURISPRUDENCIA UNIDAD 4
La Sala “A” de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal Económico confirmó, en
lo que aquí interesa, lo resuelto mediante la Disposición Nº 87/2003 por la Secretaria
de la Competencia la Desregulación y la Defensa del Consumidor del Ministerio de la
Producción, en la que se impuso a la firma “Anchan Argentina S.A,” una multa de
treinta mil pesos, en orden a las infracciones previstas en los Artículos 1, incisos a) y b)
y 4 de la Ley Nº 22.802; Artículo 18 de la Resolución Nº 100/83 y Articulo 1 de la
Resolución Nº 92/98, ambas reglamentarias de la citada ley. Tal sanción tuvo origen en
las omisiones verificadas con motivo de las inspecciones que documentan las actas
Nros. 46.906 y 47.876, llevadas a rabo en el hipermercado sito en el partido de
Avellanada, provincia de Buenos Aires, el 21 de marzo de 2000 y el 13 de noviembre
del mismo año, respectivamente.
Para llegar a esa conclusión, el tribunal de alzada rechazo el planteo de prescripción de
la acción penal al no haber transcurrido el término de tres años establecido en el
Artículo 26 de la Ley Nº 22.802. Descartó también la aplicación del precedente
invocado por el apoderado de la empresa pues allí se aludía al plazo de caducidad para
dictar la resolución administrativa.
Asimismo además de considerar debidamente acreditada la materialidad de las
infracciones constatadas en ambos procedimientos y puntualizar, en cada caso, las
omisiones advertidas respecto de cada producto intervenido, la Cámara desestimó las
explicaciones exculpatorias de la empresa, condenada al intentar responsabilizar a los
proveedores de las mercaderías, pues si bien el Artículo 6 de la citada ley, invocado por
el recurrente, exime de responsabilidad al comerciante que no los elabora e
individualiza fehacientemente a los fabricantes, ello es así cuando se trata de
reglamentaciones de aspectos técnicos de fabricación de productos, pero no cuando la
falencia puede ser fácilmente advertida -ausencia de indicaciones de origen,
denominación, precauciones de uso y de los certificados de conformidad- tal como
acontece en autos.
Por último, teniendo en cuenta la naturaleza de las infracciones reprochadas y el bien
jurídico que se tiende a resguardar con su castigo, tampoco consideró viable la
pretensión de eximir de sanción a la empresa en razón de la insignificancia de la lesión
producida y la ausencia de daño a terceros.
“Corresponde confirmar la multa impuesta a un supermercado por infracción a la ley
de lealtad comercial por haberse constatado que la adquisición de dos unidades de un
producto en forma individual, traía aparejado que el precio a abonar resultara menor
que el de una promoción de los mismos productos que consistía en llevar tres por el
precio de dos, tornándose, esta última, engañosa puesto que su rótulo declara un
mensaje inexacto y, desde esa óptica, resulta idóneo para inducir a error a potenciales
interesados en consumir aquel elemento”.
(CNPenal Económico, sala A, 2004/05/31 – Auchan Argentina S.A.) (44.317-S) - Fallo in
extenso en www.laleyonline.com. ar.
En el año 2004 la Dirección Nacional de Comercio Interior mediante Disposición
191/04 sancionó a la firma Arcos Dorados A. (Mc Donalds) por infracción al art. 9 de la
ley 22.802 de Lealtad Comercial condenándola a pagar la multa de $ 25.000. Al
40
momento de decidir, la Autoridad de Aplicación de la Ley de Lealtad Comercial
consideró que haber designado al producto con el nombre Lomo de luxe mientras que
en la porte inferior de las presentaciones se consignaba que el mismo era de 100%
Carne de Cuadril, es, al menos una inexactitud posible de generar confusión en los
consumidores respecto de la naturaleza, calidad y pureza del producto. Aún cuando
pudiera considerarse que no han existido ocultamientos, la duda surge al denominar al
producto como Lomo, término que refiere a un corte de carne específico.
El 9 de agoto de 2004, la Sala A de la Cámara Nacional en lo Penal Económico, al
resolver sobre el recurso de apelación interpuesto, confirmó lo actuado por la
Dirección Nacional de Comercio Interior, ratificando, tanto la cuestión de fondo como
así también el monto de la multa impuesta. La Cámara entendió que “la publicidad en
cuestión era engañosa, pues el nombre del producto hace pensar que su contenido es
uno, mientras que en la descripción de sus componentes se declara que el ingrediente
es de otra especie del mismo género, y justamente esta disimilitud recae sobre el
ingrediente principal, es decir, sobre la clase de carne que se sirve en el sándwich.
(Cámara Nacional en lo Penal Económico, Sala A, “Arcos Dorados S.A. s/ ley 22.802”
Causa Nº 51.893, de fecha 9 de Agosto de 2004). Citado por CENTANARO-SURIN “Leyes
de Defensa del Consumidor y Usuario, Comentadas y anotadas, Pág., 129 a 131,
Lajouane 2009, I Edición Buenos Aires.
“Si el formulario que la empresa automotriz demandada tenía predispuesto para
celebrar el contrato de adhesión al plan de ahorro, incluía exigencias mucho más
gravosas que las publicitadas para acceder a la adjudicación del automóvil, ello
además de constituir una violación al art. 7 de la Ley de Lealtad Comercial, pone en
evidencia un obrar de mala fe, tanto en la etapa previa a la conclusión del contrato
como en la celebración misma, que encuadra en el art. 37 de la Ley de Defensa del
Consumidor”.
CCiv y Com., Córdoba, 2012 /06/12 - Villegas, Claudia c. Turín S.A. s/ abreviado – daños
y perjuicios – otras formas de responsabilidad extracontractual – (expte. Nº
1735893/36) RCyS 2012-X P. 62
“Corresponde confirmar la resolución que impuso la pena de multa a una firma si, al
publicitar la venta de vehículos a través del sistema de financiación, omitió consignar el
precio total financiado y que vendía igual al contado que financiado toda vez que es
uno de los objetivos de la ley de lealtad comercial (Adla, XLIII-B, 1346) que el
consumidor conozca, en forma precisa e inmediata, la información adecuada del bien o
servicio publicitado y resulta contrario a ello que aquél deba realizar cálculos
matemáticos, por más simples que ellos fueren”.
(CNPenal Económico, sala A, 2004/05/03 – Espasa S.A.) LA LEY, 2004-D, 947.
“Corresponde confirmar la resolución que impuso la pena de multa al exportador e
importador de productos por infracción a la ley de lealtad comercial (Adla, XLIII-B,
1346)ante la omisión de consignar el origen de los productos vendidos, sin que resulten
exculpatorias las explicaciones responsabilizando al comerciante minorista que
41
adquirió los productos, toda vez que la ley es clara en cuanto extiende la
responsabilidad, tanto a este último como al proveedor, respecto de la correcta
identificación de los productos” (del voto en disidencia del doctor Bonzón).
(CNPenal Económico, sala A, 2004/02/23. – Centrex S.A.) LA LEY, 2004-E, 526.
“Las infracciones previstas en la ley de lealtad comercial revisten el carácter de
formales, pues para su tipificación sólo se requiere su simple constatación, con
independencia de que medie un daño a los consumidores o competidores y de que
exista dolo o culpa por parte del infractor”.
(CNPenal Económico, sala B, 2003/12/09 – Sinectis S.A.) LA LEY, 2004-B, 526.
“Debe multarse al hipermercado por infracción a los arts. 1 ° inc. d), y 5° de la ley de
lealtad comercial 22.802 (Adla, XLIV-B, 1346) al haberse encontrado en su local
comercial mercaderías listas para la venta carentes de indicación del contenido neto, o
con leyendas que inducen a error, engaño o confusión respecto de sus características y
condiciones de comercialización, pues si bien los productos inspeccionados fueron
adquiridos de proveedores por quienes en principio aquél no debe responder, no puede
eximirse de responsabilidad cuando la falencia no es de carácter técnico y puede ser
fácilmente advertida por el comerciante”.
(CNPenal Económico, sala A, 2003/10/15 – Cencosud S.A.) LA LEY, 2004-B, 327.
“Aunque la ley de lealtad comercial 22.802 no contiene criterios para graduar la
sanción de multa, debe considerarse razonable la multa impuesta a la empresa -en el
caso, de $ 28.000 por no exhibir el precio de algunos productos en las góndolas-,
cuando se ajusta a los límites previstos en dicha ley, teniendo en cuenta que se trata de
una reincidente que además no cuestionó el sistema general de graduación por
considerarlo desproporcionado y no acreditó el agravio referido a la supuesta
confiscación que le generaría la multa”.
(CContenciosoadministrativo y Trib., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala I,
2003/10/11 – Carrefour Argentina S.A. c. Ciudad de Buenos Aires) DJ, 2004-1-665.
42
UNIDAD 5
El “derecho del consumidor”
El “derecho del consumidor”, así como en su momento lo fue el derecho laboral, surge
del incremento de relaciones jurídicas que requieren protección para la parte más
débil de la relación.
“El derecho del consumidor está hoy en boga tanto en Europa como en América, como
un desprendimiento del derecho civil y comercial relativo a los contratos, que cada vez
amplía más su ámbito de aplicación a mayor número de contratos.
Cabe destacar las “Directrices para la Protección del Consumidor” aprobadas por la
ONU en 1985, como inicio del movimiento legislativo en favor del consumidor. Con
posterioridad la legislación consumerista se incorpora a la Unión Europea por los
acuerdos de Maastricht y Ámsterdam, en la década de los años 90.
El MERCOSUR no ha incorporado aún dicha legislación consumerista, a pesar que los
países que lo integran, individualmente, han dictado leyes sobre defensa del
consumidor: Brasil en 1990, Argentina en 1993, Paraguay en 1998 y Uruguay en 1999.
En nuestro país, antes de 1993 y de la Reforma Constitucional de 1994, habrían
considerado a los consumidores las constituciones de Jujuy, Río Negro y Tierra del
Fuego”.
“Tanto el Derecho Civil como el Derecho Comercial se han ocupado desde el remoto
origen en regular las adquisiciones de bienes, el pago, el crédito, las locaciones de
servicios, etc. El derecho de las obligaciones como el de los contratos, parecieran en
principio suficientes para otorgar soluciones a los conflictos que suscitaran los
hombres, en cuanto consumidores.”
“Es también
indudable que las características del tráfico moderno hacen
imprescindible que el derecho se ocupe con especial dedicación a estas particulares
relaciones intersubjetivas. Ello es debido, según marcan de manera unánime los
doctrinarios, a la existencia de una desigualdad que no lograba equilibrarse con las
normas de lo que conocíamos como derecho común”.
“Y el contrato, alma de los negocios, que cierra nudos de fuerza semejante a la de la
ley misma, corre riesgos de llegar a convertirse en instrumento de inequidad, ya que
puede nacer con desequilibrio. Y estos institutos, carecen de sentido y eficacia si no se
los considera a la luz de esa nueva concepción de la justicia y del contrato; si no se los
vincula con la equidad, el ejercicio regular de los derechos, y la buena fe”. (Mosset
Iturraspe, Jorge, “Justicia Contractual”, p. 9. EDIAR, Bs AS., 1978).
“La actualidad de un tema está directamente relacionada con el lugar que la
colectividad le reserva en sus relaciones sociales. El derecho del consumidor nace, se
desarrolla y se justifica en la sociedad de consumo. Regula la producción y la
comercialización de productos y servicios a través del prisma del consumo. Y este,
como señala Jean Baudrillar, tiene un lugar cierto; es la vida cotidiana (BENJAMIN,
Antonio H.V., “El Derecho del Consumidor”, en “Defensa de los Consumidores de Bienes
y Servicios, p. 87, La Rocca, Bs. As., 1994) (Tinti, Guillermo Pedro, “Derecho del
Consumidor” , págs. 9 A 11, Ed. Alveroni, Córdoba, 1994)
43
Ley de Defensa del consumidor (24.240 y modificatorias)
Todas las personas, salvo que vivan fuera del mundo civilizado, son consumidores y
usuarios, cualquiera sea su condición socioeconómica.
Asimismo, cabe destacar que no se concibe el comercio sin consumidores, siendo éstos
el último eslabón de la cadena de comercialización de bienes o de prestación de
servicios.
Era entonces una necesidad detectada a nivel mundial, el dictado de una ley específica,
sobre todo por las modalidades de contratación que fueron adoptando los
proveedores, el dictado de una ley tuitiva que protegiera a los usuarios y consumidores
de la desigualdad fáctica que se manifestaba en los contratos de consumo final, entre
el proveedor (de bienes o servicios), y el consumidor. Dicha desigualdad fáctica no
debe confundirse con desigualdad económica, pues si bien está última está presente
en la mayoría de los casos, la desigualdad que se considera es la de conocimiento que
tiene el proveedor de lo que introduce al mercado, frente al desconocimiento del
consumidor. Asimismo, también cobra relevancia el hecho que las condiciones
contractuales en este tipo de negocios jurídicos, generalmente son impuestas por el
proveedor al consumidor, en forma de contratos por adhesión.
En tal contexto, se dicta la ley de Defensa del Consumidor, en 1993 y su decreto
reglamentario Nº 1798/94. Farina comenta: “La ley 24.240 ha venido a articular una
serie disposiciones destinadas a tutelar de modo específico- y con soluciones prácticas
y efectivas- a los consumidores y usuarios que considera dignos de tal protección. A
esta norma hay que remitirse de modo principal cada vez que se trate de aplicar las
otras leyes de carácter general que procuran brindar transparencia a las operaciones
mercantiles y evitar maniobras en perjuicio de los clientes y del mercado. Por ello
podemos afirmar que el derecho del consumidor tiene un contenido más amplio que
la ley de defensa del consumidor”.
“En alguna medida sus disposiciones integran y amplían el contenido de varias normas
del Código Civil, pues establecen regímenes particulares que configuran las
excepciones a las disposiciones generales, o bien imponen requisitos especiales
cuando está en juego el derecho de los consumidores. Y esto alcanza no sólo al Código
Civil sino también al de Comercio”. (Farina, Juan M. Op. cit).
“El derecho del consumidor fue evolucionando y perfilándose a partir de las primeras
medidas adoptadas para tutelar la salud del consumidor, esto es, mediante leyes y
reglamentos que imponían ciertas condiciones de calidad para productos de primera
necesidad (p.ej., alimentos y medicamentos)”
“De modo que podemos decir que la necesidad de proteger a los consumidores deriva
de haberse advertido que la creciente vulnerabilidad de éstos en las relaciones
económicas estaba poniendo en riesgo a la propia economía de mercado. Para que el
mercado continúe desenvolviéndose se requieren más inversiones e investigaciones,
nuevas tecnologías, creación de nuevos bienes de consumo, progreso constante en las
técnicas de comercialización y marketing, para lo cual se hace necesario el
fortalecimiento de la posición del consumidor. Un consumidor fortalecido implica un
mercado más sólido y dinámico.
Fácil es advertir, pues, que “el movimiento consumista no es una “revuelta” contra el
mercado; al contrario, es una corriente a favor del mercado. Pero para que así sea, se
44
impone la corrección de los desvíos -market failures- que amenazan la confiabilidad y
estabilidad de las relaciones de intercambio. De allí el imperativo de revisión profunda
de todo el modelo jurídico que, directa o indirectamente, fomentó, permitió o
simplemente legitimó tales fallas económicas” ( BENJAMIN, Protección del consumidor
y patentes ,JA, 1994-III-689)
Esto, bien lo advierten KEMELMAJER DE CARLUCCI y TAVANO DE AREDES al señalar
que “la tendencia prevaleciente en nuestros días es que las leyes de defensa de la
competencia no están para proteger al mercado sino al destinatario último de la
actividad económica: el consumidor”.
“La ley 24.240 debe interpretarse en forma amplia, y así lo exige el art. 42 de la Const.
Nacional. Este derecho del consumidor debe enfocarse no sólo desde un punto de
vista subjetivo sino también desde uno objetivo, para lo cual ha de tenerse en cuenta
la naturaleza y el destino de los bienes y servicios volcados al mercado, qué ocurre con
aquellos que son de uso o consumo común, ordinario y generalizado, así como las
circunstancias que intervienen en la oferta. Debe bastar que se trate de un bien de
estas características, y ofrecido en tales condiciones, para que se aplique la tutela legal
sin necesidad de averiguar si es o no para el consumo personal del adquirente o de su
familia, o qué hará después con él” (Farina, Juan M. –Op. cit.– págs. 12 a 14)
La oferta en la LDC
Según el Art. 7º de la ley 24240 “La oferta dirigida a consumidores potenciales
indeterminados, obliga a quien la emite durante el tiempo que se realice, debiendo
contener la fecha precisa de comienzo y de finalización, así como también sus
modalidades, condiciones o limitaciones.
La revocación de la oferta hecha pública es eficaz una vez que haya sido difundida por
medidos similares a los empleados para hacerla conocer (párrafo agregado por la ley
26.361, art. 5) La no efectivización de la oferta será considerada negativa o restricción
injustificada de venta, pasible de las sanciones previstas en el artículo 47 de esta ley.”
Comenta Farina: “Toda oferta hecha pública está dirigida a consumidores potenciales
indeterminados; pero debe aceptarse que la oferta está dirigida a consumidores
potenciales indeterminados aunque no sea a través de un medio que la haga pública,
como es el caso de la mercadería exhibida, con su precio, en el local comercial.
Cuando la mercadería está exhibida, con su precio, siempre que un cliente pida la
entrega del objeto expuesto y proponga pagar su precio, no solamente se perfecciona
el contrato de compraventa con esta aceptación, sino que también se lo ejecuta por
completo al retirar el cliente la cosa ofrecida y pagar su precio al comerciante que
tiene en exhibición la mercadería (o que la tiene en existencia aunque no la exhiba). Si
el precio no está precisado siempre será determinable (arts. 1353 y 1354 Cód. Civil); de
ese modo el comerciante está formulando una oferta (arts. 914, 918 y 1145 Cód. Civil)
y no puede rehusar- salvo causa fundada- la aceptación que haga cualquier persona
del público que concurre a su negocio, sometiéndose a las condiciones predispuestas.
En consecuencia el comerciante no puede revocar su oferta, o lo que es igual, no
puede negarse a efectuar la entrega de la mercancía a quien la pida, porque éste al
pedirla perfecciona el contrato y es ya adquirente (art. 7º). En ese sentido, el art. 7º,
inc. a) …dispone: “En la oferta de bienes o servicios realizada en el lugar donde los
mismos se comercializan se podrán omitir las fechas de comienzo y finalización, en
45
cuyo caso obliga a quien la emite durante el tiempo en que se realice”.
La oferta que se realice fuera del lugar de comercialización pude ser hecha pública a
través de los medios de comunicación (diarios, revistas, televisión, radio) o bien
mediante prospectos, circulares, folletos, exhibición en un stand, o por cualquier otro
medio.
El art. 7º, inc. “a” del Decr. Regl. 1798/94 se refiere así a esta clase de propuesta: “La
oferta realizada fuera del lugar de comercialización deberá contener siempre el plazo
de su vigencia”
El autor, prosigue enunciando los diferentes modos de ofertar bienes o servicios al
público, dependiendo de las modalidades adoptadas por comerciantes en este aspecto
y distingue:
a) Mediante publicidad, prospectos o circulares, sin determinar sus características
específicas ni precio.
Admite la opinión de quienes sostienen que, en principio los medios de propaganda no
vinculan a quien recurre a ellos, pues no es posible suponer que alguien quiera
obligarse frente a todo el mundo. La venta, locación o servicio en tales casos más que
ofrecerse, se anuncian. Pero esto no impide que pueda alegarse la responsabilidad de
quien utiliza estos medios sin observar normas de prudencia y diligencia para evitar
perjuicios, al incurrir el avisante en un acto antifuncional (arts.1071 y 1109, Cód. Civil).
b) Mediante folletos, circulares o publicidad con determinación de sus características y
precio.
En este supuesto, existe desde el punto de vista del Código Civil, mayor posibilidad de
responsabilidad del oferente, pues aquí se individualiza el bien ofrecido y su precio.
En cuanto a la ley 24.240, según los arts. 7º, 8º y 9º estamos en presencia de una
oferta al público, aún cuando esté contenida en un prospecto o en una circular, sin una
firma responsable…Si además se precisan las características del bien o del servicio
ofrecido y su precio, estaremos ante una oferta que cumple acabadamente con los
requisitos del art. 1148 del Código Civil, y con más razón será aplicable el art. 7º de la
ley 24.240 aunque el folleto haya sido enviado a muchas personas.
Si una empresa publicita la venta de ciertos bienes especificados por medio de
formularios que llevan su membrete, en los cuales se detallan precios, fechas de
entrega y demás condiciones del contrato ofrecido, el comprador que concurre al local
de la empresa y, conforme a lo consignado en dichos formularios, manifiesta su
voluntad de comprar uno de esos bienes, y, si además, paga una suma a cuenta de
precio, en tales condiciones la empresa recibe entre presentes el pedido de compra
por un artículo determinado, con fecha determinada , y una cantidad de dinero “a
cuenta de su pedido”, no queda duda de que en los hechos ha quedado concertada
una compraventa, al haber el comprador aceptado la oferta, no indeterminada sino
concretamente individualizada, hecha por el vendedor.”
Advierte además el autor que “desde el momento en que el vendedor aceptó la suma
de dinero “en concepto de seña y a cuenta de precio” a partir de ese momento hay
contrato (art. 475, Cód. de Comercio)
c) Mediante simples avisos y anuncios al público.
Para que exista oferta al público ésta debe tener la virtualidad de que una aceptación
perfeccione el contrato sin más. Si el aviso da precisiones sobre el precio y forma de
pago del bien o servicio, podrá entenderse- según las circunstancias del caso- que hay
oferta. Puede ocurrir que la demanda exceda la posibilidad del comerciante para
46
satisfacer todos los pedidos… debe preverse este hecho como una causal de caducidad
de la oferta en materia mercantil, cuya prueba está a cargo del comerciante. Además
el simple anuncio hecho al público mediante avisos o circulares es siempre revocable
(pues el simple anuncio no es la oferta que prevé el art. 7º), salvo que el oferente
hubiera renunciado a la facultad de retractarla o se hubiese obligado a mantenerla
durante un plazo (art. 1150, Cód. Civil).
D )Mediante la “ nota de pedido”: Es posible considerarla uno de los modos de aceptar
la oferta, pues ha sido definida como la declaración de voluntad unilateral y recepticia
que tiene por objeto la consolidación de un contrato de compraventa…la aceptación
del destinatario se concreta en forma implícita por el envío o remisión de la
mercadería”.
Mantenimiento de la oferta
Consecuencias del carácter vinculante de la oferta en la LDC
Efectuada la oferta, mientras no haya sido revocada válidamente o no se haya operado
su caducidad por vencimiento de su plazo u otra causa legalmente admisible, el
proveedor está obligado a cumplir lo ofrecido frente a todo aquel que expreseexplícita o implícitamente- su voluntad de aceptarla; de no hacerlo será responsable
de su incumplimiento.
En efecto esta responsabilidad recae sobre el proveedor que ha asumido tal
obligación, si bien no es procedente que en estos casos se hable de responsabilidad
solidaria o concurrente de todos cuantos han intervenido en la cadena de
comercialización, a diferencia de cuando se trata de vicios o defectos de la cosa o de
cosas o servicios riesgosos entre sí. (Farina, Juan M., “Defensa del Consumidor y el
usuario”, pág. 126 a 134, Ed. Astrea, Bs. As. 1995).
Tinti observa que, según el art. 7º de la ley 24.240, “se establece aquí el sistema de
una oferta vinculante durante todo el tiempo que el oferente se haya comprometido
en mantenerla. Puede retractarse mientras no haya sido aceptada, excepto que se
haya obligado a mantenerla hasta una época determinada. Lo que hace la ley es
reforzar la excepción imponiendo ahora el deber del oferente da mantenerse en ella
especificando el momento del comienzo y el de finalización; estableciendo además la
obligación de dar a la revocación una publicidad similar a la que le dio a la oferta.
Tinti resalta el hecho de que la ley se extienda a personas indeterminadas puesto
excluido del Código Civil que exige “para que haya promesa, ésta debe ser a persona o
personas determinadas”. Las propuestas dirigidas al público en general mediante
anuncios, catálogos, etc. han sido entendidas por la doctrina como simples invitaciones
a negociar y no se les daba la categoría de oferta (Cit. Ripert-Boulanger “Derecho
Civil”, T IV, P. 214, LL, Bs. As. 1964). “No es necesario que sea hecha a una persona
determinada: todos los días se hacen ofertas al público por medio de carteles,
prospectos, o avisos en los diarios”.
Requisitos de la ofera en la LDC.
El autor señala que los requisitos de la oferta según el art. 1148 del Código Civil
47
deberán ser:
a) Precisa y completa: Conteniendo todos los elementos constitutivos del contrato que
se desea celebrar.
b) Efectuada con intención de obligarse. El punto debe tenerse en cuenta pues ciertas
ofertas hechas bajo reserva, “cantidad limitada”, “hasta agotar existencia” han de
tener validez hasta que la cantidad indicada se hubiere agotado.
Asimismo debe entenderse que siguen vigentes las reglas de caducidad de la oferta,
que la dejaran sin efecto en caso de muerte o pérdida de la capacidad del oferente,
antes de haber sabido de la aceptación –art. 1149- C.C.
El art. 9 de la ley 24.240, reza “Cosas deficientes usadas o reconstituidas- Cuando se
ofrezcan en forma pública a consumidores potenciales indeterminados cosas que
presenten alguna deficiencia, que sean usadas o reconstituidas debe indicarse la
circunstancia en forma precisa y notoria”
-Cosas usadas: Las que ya han sido alguna vez utilizadas o al menos adquiridas con
anterioridad por otro consumidor, por insignificante que fuere el uso que le hubiere
dado
-Cosas reconstituidas: aquellas que ya han sido utilizadas y se les ha efectuado una
reparación, aunque la misma sea hecha con la mayor excelencia, o la haya el propio
fabricante reponiendo o agregando partes nuevas.
-Cosas deficientes: Las que no tienen la calidad óptima exigible de que se trate, ya sea
por defectos de fabricación o alteración producida con posterioridad. (Tinti, Guillermo
P. –Op. cit.– pág. 33 a 38, 1994)
Publicidad
La ley 24240, en su art. 8 dispone que: “Las precisiones formuladas en la publicidad o
en anuncios prospectos, circulares u otros medios de difusión obligan al oferente y se
tienen por incluidas en el contrato con el consumidor.
(Párrafo agregado por ley 24.787, art. 1) en los casos en que las ofertas de bienes y
servicios se realicen mediante el sistema de compras telefónicas, por catálogos o por
correos, publicados por cualquier medio de comunicación, deberá figurar el nombre,
domicilio y número de CUIT del oferente”
Al respecto, Farina explica qué entiende por publicidad el art. 8º. Señala que es
publicidad cualquier forma de anuncio público destinado a ayudar directa o
indirectamente en la venta de un producto, en la prestación de un servicio. El
Diccionario de la Real Academia Española expresa que es el “conjunto de medios que
se emplean para divulgar o extender la noticia de las cosas o de los hechos”. Se ha
dicho también que un anuncio publicitario es una comunicación pagada destinada a
informar o influir en una o más personas” (Farina, Juan M. –Op. cit.– pág. 126 a 146).
Tinti, por su parte, observa que, “en este artículo se dispone la inclusión automática en
el contrato de todas las precisiones que el oferente hubiere hecho en cualquier tipo de
propaganda. “Las manifestaciones suficientemente precisas, realizadas por el
empresario a través de técnicas de información y publicidad, son vinculantes, forman
parte integrante del contenido de cada contrato celebrado por los consumidores de
bienes y servicios promocionados, y obligan al empresario a brindarlos en los términos
anunciados. Caso contrario, incurre en responsabilidad por incumplimiento” (IIº
Congreso Internacional de Derecho de Daños, Buenos Aires, 1991, Comisión Nº 4, en
48
“El Derecho Privado en la Argentina”, Universidad Notarial Argentina, Bs. As. 1991)
Destaca el autor la “distinción entre la propaganda, que sería una publicidad inductiva,
y la información, que apunta mas bien a la obligación que deberían tener las empresas
de poner en conocimiento del ciudadano las cualidades, insumos, condiciones de uso,
precauciones, etc., tendientes a evitar riesgos por mala utilización y por ende, la
eventualidad dañosa (cit. Ghersi, Carlos A.”Contratos Civiles y Comerciales”, T. 1, p.
158, Astrea, 1992) (Tinti, Guillermo P. –Op. cit.– pág. 35 a 36).
Con relación a la publicidad corresponde poner en relieve que el mensaje publicitario
sienta las bases sobre las cuales se asentará la relación de consumo, sustituyendo a las
tratativas y discusiones previas, prácticamente ausente en el tráfico mercantil de
masas y, por lo mismo, ha de ser merecedora de credibilidad, en cuanto engendra
determina expectativas en cuanto a los bienes ofertados”(Junyent Bas –Garzino “El
deber de información al consumidor” , L.L., 16/04/12; Amirato, Aurelio L. “Sobre el
Derecho a la información de consumidores y usuarios, JA 1998-IV-850).
Cabe destacar la norma específica sobre publicidad engañosa, contenida en la ley 451
CABA (régimen de faltas). Dice textualmente:
(Texto según ley 2981, art. 1) Publicidad engañosa. “El/la anunciante que realice
publicidad engañosa, total o parcialmente falsa, que induzca o pueda inducir a los
consumidores a error respecto de la naturaleza, característica, calidad, cantidad,
propiedades, origen, precio o sobre cualquier otro aspecto referente al producto y/o
servicio o que omita datos fundamentales sobre ellos, es sancionado/a con multa de
100 a 500.000 unidades fijas y decomiso”.
Asimismo, existen diversas leyes locales sobre las condiciones que debe reunir la
publicidad de bienes y servicios, según la naturaleza de lo ofertado (ej. cigarrillos)
La relación de consumo:
En principio, es la relación contractual entre proveedor y consumidor, pero puede
tener un campo de aplicación mas amplio.
Wajntraub dice “La relación jurídica de consumo es una definición normativa y su
extensión surgirá de los límites que la legislación le establezca a sus elementos: sujeto,
objeto, fuentes. Coincidimos en que debe definirse la relación de consumo “de modo
que abarque todas las situaciones en que el sujeto es protegido: antes, durante y
después de contratar; cuando es dañado por un ilícito extracontractual, o cuando es
sometido a una práctica del mercado; cuando actúa individualmente o cuando lo hace
colectivamente. Siendo la relación de consumo el elemento que decide el ámbito de
aplicación del derecho del consumidor, debe comprender todas las situaciones
posibles”. (Lorenzetti, R.L., Consumidores, cit. P. 74)
En consonancia con lo expresado, podemos agregar que si bien el derecho del
consumidor regula fundamentalmente materia contractual, existe una buena cantidad
de disposiciones que otorgan prerrogativas a los sujetos, aun sin estar vinculados
contractualmente con proveedores. De esta manera, una noción acotada de la relación
49
de consumo no puede dejar de considerar estos supuestos expresamente
contemplados por la legislación. Además, teniendo su fundamento principal en la
normativa constitucional, esta amplitud de criterio es la que mejor se adecua a una
correcta hermenéutica.” (Wajntraub, Javier H. –Op. cit.– Págs. 25 Y 27)
La ley 24.240 dispone en su Art. 3 (Texto según ley. 26.361)- “Relación de consumo.
Integración normativa. Preeminencia. Relación de consumo es el vínculo jurídico entre
el proveedor y el consumidor o usuario. Las disposiciones de esta ley se integran con
las normas generales y especiales aplicables a las relaciones de consumo, en particular
la ley 25156 de Defensa de la Competencia y la ley 22.802 de Lealtad comercial o las
que en el futuro las reemplacen. En caso de duda sobre la interpretación de los
principios que establece esta ley prevalecerá la más favorable al consumidor. Las
relaciones de consumo se rigen por el régimen establecido en esta ley y sus
reglamentaciones sin perjuicio de que el proveedor, por la actividad que desarrolle,
esté alcanzado asimismo por otra norma específica”.
Es por ello que las normas sobre determinados contratos en particular pueden ser
diferentes a las genéricamente reguladas por la LDC. Ej: normas sobre contratos
bancarios, contratos de seguros, contrato de tarjeta de crédito, etc.
En todos los casos, según el párrafo segundo el artículo ciado, deberá prevalecer la
norma que determine una solución mas favorable al consumidor.
De igual manera, la prestación de servicios es mas amplia que la locación de servicios
del Código Civil.
La amplitud que prima en la legislación de defensa del consumidor nos lleva a coincidir
con Farina en cuanto a que el “concepto de prestación de servicios de esta ley es más
amplio que el del contrato de locación de servicios que regula el Código Civil, pues
comprende todo contrato por el cual no se adquiere la propiedad o disponibilidad de
una cosa, sino, mediante el servicio del prestador, lograr el uso o goce de una cosa en
virtud del quehacer humano o del funcionamiento de una máquina o elementos
electrónicos (por ejemplo), así como cuando tiene por objeto un asesoramiento,
transporte, asistencia de cualquier naturaleza, seguro, hospedaje, administración de
un fondo común, etc. Así como la locación de obra es para la ley 24.240 una prestación
de servicio, como también lo es el transporte, e incluso un espectáculo público.
Debemos poner mucho énfasis en esto, pues de otro modo quedarían fuera de esta ley
una larga serie de relaciones contractuales de vigencia permanente en todos los
ámbitos de la vida diaria.” (Farina, J.M. –Op. cit.– p.72)”
Concepto de Consumidor
La ley 24.240, dispone en su Art. 1 (texto según ley 26.361) que es “consumidor” “toda
persona física o jurídica que adquiere o utiliza bienes o servicios en forma gratuita u
onerosa como destinatario final en beneficio propio o de su grupo familiar o social.
Queda comprendida la adquisición de derechos en tiempos compartidos, clubes de
campo, cementerios privados y figuras afines.
Se considera asimismo consumidor o usuario a quien, sin ser parte de una relación de
consumo, como consecuencia o en ocasión de ella adquiere o utiliza bienes o servicios
50
como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social, y a quien de
cualquier manera está expuesto a una relación de consumo.”
Centanaro-Surín advierten que “Con la modificación realizada a la ley 24.240 a través
de la sanción de la ley 26.361 se procede a una nueva caracterización del concepto de
consumidor, será consumidor aquel adquirente de cosas para consumo o uso personal,
de aquellas cosas que no volverán a ser utilizadas como bienes de cambio, o
incorporados nuevamente a algún proceso productivo (Cit. Farina, Juan M., Defensa
del consumidor y del usuario. Comentario exegético de la ley 24.240 y del decreto
reglamentario 1798/94, 3º edición actualizada y ampliada, Buenos Aires, Astrea, 2004,
pág. 42 y 43).
Destacan los autores a los efectos de definir los alcances y significados del concepto de
consumidor que el legislador tuvo en miras, es la modificación del término “consumidor final”
por “destinatario final”. Dicho alcance había sido receptado por la jurisprudencia con
anterioridad a la reforma. (Centanaro-Surin –Op. cit.– Pág., 15 a 17).
Quien “está expuesto a una relación de consumo”, sin haber sido contratante ni haber
celebrado convenio alguno ni a título oneroso ni gratuito con el proveedor o con el
consumidor, se ha dado en llamar “bystander”, palabra que significa “tercero próximo
al producto o servicio”.
La equiparación de estos terceros a quienes efectivamente han sido partes en una
relación de consumo ha sido aplaudida y criticada por la doctrina; los críticos se han
focalizado en la amplitud que, así entendida, tendría la legitimación procesal –acción
contra los integrantes de la cadena de comercialización– en el derecho consumerista.
Concepto de Proveedor
Para la LDC, Art. 2 (Texto según ley 26.361) “Proveedor. Es la persona física o jurídica
de naturaleza pública o privada, que desarrolla de manera profesional, aun
ocasionalmente, actividades de producción, montaje, creación, construcción,
transformación, importación, concesión de marca, distribución y comercialización de
bienes y servicios, destinados a consumidores o usuarios. Todo proveedor está obligado
al cumplimiento de la presente ley.
No están comprendidos en esta ley los servicios de profesionales liberales que
requieran para su ejercicio título universitario y matrícula otorgada por colegios
profesionales reconocidos oficialmente o autoridad facultada para ello, pero sí la
publicidad que se haga de su ofrecimiento. Ante la presentación de denuncias, que no
se vincularen con la publicidad de los servicios, presentadas por los usuarios y
consumidores, la autoridad de aplicación de esta ley informará al denunciante sobre el
ente que controle la respectiva matrícula a los efectos de su tramitación”.
Wajntraub comenta que este artículo “hace referencia a todo el sector oferente de
productos y servicios, en la medida que se realice profesionalmente y en el marco de
una relación de consumo. Los elementos que califican al proveedor, siguiendo a
Lorenzetti, son:
-
La profesionalidad, ya que no todos los que ofrecen son jurídicamente
proveedores.
La oferta para el consumo, se excluye una amplia categoría de sujetos que
ofrecen al sector empresario.
51
-
-
La noción de proveedor es una calificación transversal al derecho público y
privado, con lo cual puede haber proveedores tanto en el sector público como
en el privado, siempre que lo haga con destino al consumo.
El proveedor es definido sobre la base de la oferta profesional, que puede ser
habitual u ocasional.
Puede ser nacional o extranjero.
El proveedor debe realizar algunas de las siguientes actividades; producción,
montaje, creación seguida de ejecución, construcción, transformación,
importación, distribución y/o comercialización de productos o servicios.
(Wajntraub, Javier H. –Op. cit.– Págs. 31 y 32)
Forma de los contratos de consumo
El Art. 10 de la Ley 24240 (Texto según ley 26.361), habla del contenido del documento de
venta en los siguientes términos: “En el documento que se extienda por la venta de
cosas inmuebles, sin perjuicio de la información exigida por otras leyes o normas,
deberá constar:
a) La descripción específica de la cosa;
b) El nombre y domicilio del vendedor;
c) El nombre y domicilio del fabricante, distribuidor o
importador cuando
correspondiere;
d) La mención de las características de la garantía conforme a lo establecido en esta
ley.
e) plazos y condiciones de entrega;
f) el precio y condiciones de pago;
g) los costos adicionales, especificando precio final a pagar por el adquirente.
La redacción deber ser hecha en idioma castellano, en forma completa, clara y
fácilmente legible, sin reenvíos a textos o documentos que no se entreguen previa o
simultáneamente. Cuando se incluyan cláusulas adicionales a las aquí indicadas o
exigibles en virtud de lo previsto en esta ley, aquéllas deberán ser escritas en letra
destacada y suscritas por ambas partes.
Deben redactarse tantos ejemplares como partes integren la relación contractual y
suscribirse a un solo efecto.
Un ejemplar original debe ser entregado al consumidor.
La reglamentación establecerá modalidades más simples cuando la índole del bien
objeto de la contratación así lo determine, siempre que asegure la finalidad perseguida
en esta ley.”
Centanaro - Surín definen lo prescripto en esta norma como “una aplicación práctica
del deber de información referida específicamente al documento de venta (CentanaroSurin –Op. cit.– Pág., 29 y 30)
Tinti señala que “se desprende de este artículo la exigencia de forma escrita para
venta de las cosas muebles incluidas en la presente ley. Tal exigencia no era prevista
en el Código Civil.
La ley exige además, que ese documento que instrumenta la venta, detalle con
exactitud la cosa vendida, e incluya los datos del vendedor, características de la
garantía, y las modalidades del pago y de la entrega.
52
Impone redactar el documento en estilo sencillo y claro de forma tal que asegure al
adquirente el conocimiento inmediato de las condiciones contractuales, prohibiéndose
remisiones a documentos que no se entreguen al momento de formalizarse el
negocio.” (Tinti, Guillermo P. –Op. cit.– Pág. 37,38,)
VENTAS FUERA DEL ESTABLECIMIENTO
Se trata de contrataciones donde el consumidor no se dirige espontáneamente al local
de venta.
Señala el Art. 32 LDC (Texto Según le 26.361) Venta Domiciliaria- Es la oferta o
propuesta de venta de un bien o prestación de un servicio efectuada al consumidor
fuera del establecimiento del proveedor. También se entenderá comprendida dentro de
la venta domiciliaria o directa aquella contratación que resulte de una convocatoria al
consumidor o usuario al establecimiento del proveedor o a otro sitio cuando el objetivo
de dicha convocatoria sea total o parcialmente distinto al de la contratación, o se trate
de un premio u obsequio.
El contrato debe ser instrumentado por escrito y con las precisiones establecidas en los
artículos 10 y 34 de la presente ley.
Lo dispuesto precedentemente no es aplicable a la compraventa de bienes perecederos
recibidos por el consumidor y abonados al contado”.
Centanaro- Surín explican que “Las contrataciones planteadas en este capítulo de la
ley abarcan la compraventa de bienes, la contratación de servicios, aquella que resulte
de la convocatoria al consumidor o usuario al establecimiento del proveedor, o a otro
sitio, o cuando se trate de un premio u obsequio.”
Los autores comentan que la reforma realizada con la sanción de la ley 26.361, se
incorporó al texto normativo aquello que ya estaba prescripto por el decreto
reglamentario 1798/94 y el inciso b, reformado por el decreto 561/99, que extienden
el concepto “venta domiciliaria “que comprende a aquéllas ventas realizadas incluso
en el establecimiento del proveedor o en domicilio de un tercero. Y, cuando se
convoque al consumidor o usuario teniendo en miras un objeto total o parcialmente
distinto al de la contratación. (Centanaro-Surin –Op. cit.– Pág., 50)
GARANTÍAS
Las garantías desde el punto de vista jurídico, consisten en cláusulas que aseguren el
cumplimiento de la prestación debida.
Por ej., la constitución de una prenda sobre un automotor, o la constitución de una
hipoteca sobre un inmueble, le aseguran al vendedor que, en caso que el comprador
no pague el precio del automóvil o del departamento adquirido, podrá ejecutar dichos
bienes con un procedimiento abreviado y sencillo.
Ahora bien, en el caso del derecho del consumo, se entiende por garantías las
seguridades que debe otorgar, por vía legal o convencional, el proveedor al
consumidor, de que la cosa transferida o el servicio prestado lo serán en la forma y en
el plazo estipulado (art. 11 a 18 LDC).
Por ello la ley obliga a que el plazo de garantía sea de 6 meses para artículos nuevos y
de 3 meses para cosas usadas, el cual puede ser ampliado a favor del consumidor.
53
Asimismo, hace responsable por los defectos que pudiera tener la cosa vendida, a toda
la cadena de comercialización, desde el fabricante hasta el minorista, pasando por el
mayorista, el transportista (bien que limitadamente), y, en definitiva, todos los actores
comerciales que hubieran intervenido en la mencionada cadena, incluyendo al
importador, al distribuidor y al titular de la marca del producto.
Esta responsabilidad es solidaria (el consumidor puede demandar a todos o a quien
elija), y se manifiesta en la obligación de reparar la cosa, de sustituirla, o bien
reintegrar el precio o parte de él si el adquirente decide conservar la cosa adquirida.
Sin perjuicio de ello, subsiste a favor del adquirente la garantía por vicios redhibitorios
(ocultos) legislada en el Cód. Civil.
Tinti comenta “Los requisitos del certificado de garantía, contenido en este artículo
(se refiere al art. 14 LDC), tiende a una cabal comprensión por parte del adquirente de
los alcances de su derecho. La norma pretende vedar la posibilidad de garantías
engañosas que en definitiva defrauden al usuario. Al exigir que sea de fácil
comprensión, impide que se desarrolle en el certificado un vocabulario
exageradamente técnico o especializado que impida su comprensión al consumidor
corriente.
Resulta ponderable que se requiera la redacción en español, lo que obligará a efectuar
las correspondientes traducciones de los productos importados.
Creemos conveniente destacar que la falta de alguno de los requisitos expresados en
los cinco incisos subsiguientes no pueden operar en contra del adquirente, sino en
todo caso, en contra quien emitió el certificado.
Hay que señalar un punto relevante: la obligación de notificar al fabricante o
importador de la entrada en vigencia de la garantía se pone en cabeza del vendedor,
eximiéndose en consecuencia al adquirente que el comprador tuviese que remitir por
correo al fabricante un formulario en que se le anoticia de la adquisición, y aparecía
mas bien como un sbterfugio para luego evadir responsabilidad.
Se sanciona además con absoluta ineficacia a aquéllas cláusulas de la garantía que se
formulen en contra de las exigencias del artículo.” (Tinti, Guillermo Pedro –Op. cit.–
Pág. 42 y 43).
“También legisla la Ley de Defensa del Consumidor en materia de garantías para los
contratos que tienen por objeto cosas muebles no consumibles. Esta garantía obligará
al proveedor a reparar la cosa que presente vicios o defectos. Y si esta reparación no
resulta satisfactoria, el consumidor cuenta con las tres opciones que prevé el art. 17 de
la ley, a saber: 1) pedir la sustitución de la cosa por otra de similares características; II)
devolver la cosa en estado en que se encuentre, con reintegro del importe equivalente
a las sumas pagadas” y III) obtener una quita proporcional del precio.
La ley de Defensa del consumidor, contiene una norma específica en relación al
instituto de los vicios redhibitorios. Así, el art. 18 aclara que la existencia de la garantía
a cargo del proveedor que consagran los arts. 11 y ss. de la ley no obsta a la
subsistencia de la garantía legal por vicios redhibitorios.
Agrega la Ley de Defensa del Consumidor que “ a instancia del consumidor se aplicará
de pleno derecho el art. 2176 del Código Civil”, y que “ el art. 2170 del Código Civil no
podrá ser opuesto al consumidor” (Wajntraub, Javier H. –Op. cit.– Pág. 231)
54
CLÁUSULAS INEFICACES
La ley consagra las cláusulas ineficaces en su Art. 37 en los siguientes términos “Sin
perjuicio de la validez del contrato, se tendrán por no convenidas:
a) Las cláusulas que desnaturalicen las obligaciones o limiten la responsabilidad por
daños;
b) Las cláusulas que importen renuncia o restricción de los derechos del consumidor o
amplíen los derechos de la otra parte;
c) Las cláusulas que contengan cualquier precepto que imponga la inversión de la carga
de la prueba en perjuicio del consumidor.
La interpretación del contrato se hará en el sentido más favorable para el consumidor.
Cuando existan dudas sobre los alcances de su obligación, se estará a la que sea menos
gravosa.
En caso de que el oferente viole el deber de buena fe en la etapa previa a la conclusión
del contrato o en su celebración transgreda el deber de información o la legislación de
defensa de la competencia o de lealtad comercial, el consumidor tendrá derecho a
demandar la nulidad del contrato o la de una o más cláusulas. Cuando el juez declare la
nulidad parcial, simultáneamente integrará el contrato, si ello fuera necesario”.
Tinti observa “Queda claro que el contrato subsiste, pero es ineficaz la cláusula
prohibida.
En el inciso primero, por desnaturalizar la obligación debe entenderse la imposición de
ventajas abusivas a favor del proveedor, ya sea que imponga cargos excesivamente
gravosos, o que tornen de cualquier modo ilusorios los derechos del adquirente.
Queda asimismo establecida la prohibición de limitar la responsabilidad por daños de
los proveedores de bienes o de servicios, es decir, convenir una cláusula de
irresponsabilidad, que según enseña Rezzonico sería aquella en que el deudor de una
prestación se exonera de reparar los daños que una ejecución imperfecta o una
inejecución pudiera causar a la persona, a los bienes o a los intereses patrimoniales de
su co-contratante.
El inciso segundo contiene una limitación de la voluntad prohibiéndose convenir la
renuncia o disminución de los derechos del consumidor. Efectuada de cualquier modo
la renuncia, no tiene ningún valor y el proveedor no la podrá alegar para liberarse de
las responsabilidades con esta ley. El artículo 2166 del C.C. no podrá emplearse para
restringir o renunciar la responsabilidad por vicios redhibitorios, si el negocio jurídico
es de los comprendidos por la presente ley.
En el tercer inciso no se está imponiendo la carga de la prueba al proveedor, sino que
se impide que convencionalmente se altere el principio probatorio general que exige
probar a quien afirme, en perjuicio del adquirente, exigiéndole a éste que demuestre
en juicio lo que por aquel principio, debía demostrar el proveedor. (Tinti, Guillermo, p.
op. cit.)
INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS DE CONSUMO:
Interpretación Integradora e Integración del Contrato
Fontanarrosa dice “En términos generales, la interpretación es una actividad dirigida a
55
desentrañar el significado de una manifestación de voluntad (declaración o
comportamiento) considerada con relación al ambiente social económico dentro del
cual ella ha sido producida. Entendida con este alcance general, la interpretación se
refiere tanto a las leyes como a los negocios jurídicos.”
Objeto de la interpretación no es, meramente, el documento o instrumento en el que
se ha materializado el acuerdo, sino el negocio jurídico contractual en su integridad,
incluyendo el comportamiento de las partes anterior, simultáneo y posterior a la
conclusión del contrato .
Interpretación integradora: Ocurre a veces que las partes, por una inadvertencia,
omiten alguna cláusula o estipulación necesaria para la ejecución del contrato. En tal
supuesto se produce una verdadera laguna contractual que es menester llenar con
algún contenido ajeno a la manifestación de las partes, pero que, en cierto modo,
puede considerarse virtualmente incluido en ella. En otros términos, no se atribuye a
los contratantes una voluntad más extensa que la que presumiblemente han querido
declarar, sino que meramente se suple una omisión que se supone voluntaria.
Integración de los contratos: La integración del contrato se distingue de la
interpretación integradora en que esta última tiende siempre a colmar lagunas de la
voluntad de los contratantes sobre la base de inferencias de lo que presumiblemente
hubiera sido esa voluntad si hubiese sido declarada. En tanto que la integración es un
procedimiento legal que introduce efectos contractuales no previstos por las partes,
pero dispuestos por la ley. Tanto la interpretación integradora como la integración son
un producto de la voluntad de la ley (Messineo, Doctrina, t. II, pág. 122). Pero se
distinguen en que, en tanto la primera opera sobre el supuesto de hecho contractual,
intentando suplir las lagunas o deficiencias de la voluntad de las partes, la segunda
opera sobre los efectos del contrato (CASELLA, Op. cit., pág. 114), imputando al
negocio jurídico determinados efectos impuestos por la ley, aunque no hayan sido
previstos ni queridos por los estipulantes.
Ejemplos de integración pueden mencionarse en los contratos de transporte y de
seguro, en los que la ley acuerda derechos e impone obligaciones que rigen con
independencia de lo querido por las partes.”
La integración del contrato opera incluso contra la voluntad expresa de las partes.
(Fontanarrosa, Rodolfo O. –Op. cit.– pág. 152, 158).
Tinti, tomando como ejemplo el artículo 18 LDC concluye que el mismo “establece una
regla general de interpretación, que manda interpretar de modo favorable al
consumidor. Esa es la dirección general que ha establecido la doctrina civil afirmando
que en caso de duda debe interpretarse la cláusula contra el que la ha estipulado.
El autor resalta la importancia de la tarea del juzgador, cuya función será “intervenir
en la cláusula abusiva y neutralizarla encaminándola de manera manifiesta hacia un
resultado justo, borrando su coloración inequitativa” (Rezzónico, Juan C., “Contratos
con cláusulas predispuestas”, p. 611, Astrea, Bs. As., 1987).
Destaca Tinti que “la norma reconoce que el deber de buena fe de los contratantes
debe reinar aún desde la etapa previa a la conclusión del contrato, asignándole
consecuencias jurídicas a su inobservancia, con lo cual reconoce una verdadera
responsabilidad “in contrahendo” (Cit. Brebbia, Roberto H. “Responsabilidad
Contractual”, p. 42, La Rocca, Bs. As, 1987).” (Tinti, Guillermo Pedro –Op. cit.– Pág. 69 a 71).
56
JURISPRUDENCIA UNIDAD 5
Relación de consumo. “El hecho de que el actor no haya cuestionado, impugnado u
observado las facturas emitidas por la demandada en virtud de los servicios,
telefónicos contratados, y/o que jamás haya hecho un pago bajo protesto, no perjudica
su derecho de reclamar los importes indebidamente facturados, pues el art.474 del
Código de Comercio es inaplicable cuando en la relación debe primar la normativa de
defensa del consumidor, por tratarse de una típica relación de consumo”.
(JCiv. y Com. Nº 5, San Nicolás, 2012/04/10. Taborda, Pablo Alcides c. AMX Argentina
S.A. s /daños y perjuicios) DJ 2012-09-19, p. 12,
Noción de consumidor. A los fines de la aplicación de los beneficios comprendidos en la
Ley de Defensa del Consumidor, debe considerarse como destinatario final a quien
adquiere bienes o servicios para quedarse con ellos y sin la idea de volver a insertarlos
en el mercado, emplearlos en un proceso de producción o lucrar con ellos.
(JCiv y Com. Nro. 5, San Nicolás, 2012/02/16 – Las Diagonales S.R.L. c. Patricio Palmero
S.A.I.C.YA. s/ daños y perjuicios) LL – 01/06/12 pág. 6 cita on line: AR/JUR/997/2012.
Requisitos para la existencia de una relación de consumo. “La adquisición del rodado
por una firma dedicada a la explotación agropecuaria está fuera de toda
conceptualización como relación de consumo, pues si bien se trata de un modelo todo
terreno y de uso privado, no puede descartarse que su uso esté vinculado con algunas
de las actividades habituales de la firma y que hacen a su objeto social, por lo cual, al
no ser ajena al giro de la empresa, carece de la protección de la ley 24.240”.
(CCiv, Com. y Contencioso administrativo la Nom., Río Cuarto, 2011/12/21. – La Pampa
Gringa S.A. y Antonio Tavella c. Centro Automotores S.A. s/ abreviado LL.C 2012
(mayo), p. 450.
“En las ejecuciones de títulos cambiarios dirigidas contra deudores residentes fuera de
la jurisdicción del tribunal:
1.
Cabe inferir de la sola calidad de las partes que subyace una relación de
consumo en los términos previstos en la ley N° 24.240 de Defensa del Consumidor,
prescindiendo de la naturaleza cambiaria del título en ejecución.
2.
Corresponde declarar de oficio la incompetencia territorial del tribunal con
fundamento en lo dispuesto en el art. 36 de la Ley de Defensa del Consumidor”.
(CNCom., en pleno, 2011/06/29 – Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial.
Autoconvocatoria a plenario s/ competencia del fuero comercial en los supuestos de
ejecución de títulos cambiarios en que se invoquen involucrados derechos de
consumidores) DCCyE 2012 (febrero), p. 218.
“En el marco de las relaciones de consumo, de conformidad con lo establecido por el
art. 8 de la ley 24.240, la publicidad opera como una oferta contractual que obliga a
quien la ejecuta por los términos allí expresados de modo explícito o implícito, de
57
manera que desde el origen del vínculo contractual las razonables expectativas
generadas en los potenciales adquirentes se encuentran protegidas”.
(CContencioso administrativo y Trib., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala 1,
2011/12/07 – Coto C.I.C.S.A. S.A. c. G.C.B.A. y otros s/ otras causas con trámite directo
ante la cámara de apelaciones) LLCABA 2012 (abril), p. 205.
“1. La concesionaria de automotores que publicitó la venta de rodados a través de la
financiación del precio por parte de una entidad financiera debe responder por
haber brindado una información inexacta respecto de la financiación ofertada, lo
que indujo al actor a tomar un préstamo en condiciones más gravosas que las
publicitadas, pues visto que la demandada era quien contactaba a los clientes con
el banco, no puede afirmar que era ajena a las condiciones en que el mutuo se
celebraba.
2. La concesionaria de automotores debe responder por haber brindado una
información inexacta respecto de las condiciones de financiación ofertada para la
compra de vehículos, pues sin duda el deber de garantía y protección al
consumidor, como obligación de seguridad inspirada en la buena fe, ha sido
incumplido y tal conducta ha ocasionado perjuicios económicos al reclamante”.
(CNCiv., sala K, 2008/09/08 – Lopo Tejo, Miguel c. Forest Car S.A.”
“Las violaciones de la empresa automotriz demandada a sus deberes de informar y de
obrar con buena fe y con lealtad comercial, vician de nulidad el contrato que suscribió
la actora a los fines de adquirir un cero kilómetro, de conformidad con lo dispuesto en
el art. 3 7 de la Ley de Defensa del Consumidor y por ello corresponde que se restituya a
la actora el monto de las cuotas abonadas con más sus intereses”.
(CaCiv: y Com., Córdoba, 2012/06/12. -Villegas, Claudia c. Turin S.A. s/
abreviado-daños y perjuicios – otras formas de responsabilidad extracontractual –
(RCyS 2012-X, p. 6)
“Tratándose de contratos de consumo, la cláusula que permite la modificación
unilateral del contenido de la prestación debe, en principio, ser calificada como abusiva
y, por tanto, capaz de acarrear su nulidad parcial, ello en virtud de lo establecido por el
art. 37, inc. a de la Ley 24.240”.
(CNCom., sala A, 2011/08/04 – Cilla, Néstor Reinaldo c. Galeno Argentina SA. s/
Sumarísimo) DFyP, 2011, Diciembre, 253)
“Debe tenerse por no convenida la cláusula inserta en una póliza de seguro de vida,
que establece la falta de pago de la prima y produce la caducidad automática del
seguro sin previo aviso al tomador o a los beneficiarios, desde que la apuntada
disposición contiene una forma de renuncia o restricción de los derechos de aquellos
que conduce a desequilibrar la economía propia del contrato”.
(CNCom., sala C., Gualco, Alba Clara y otro c. Provincia Seguros S.A., 06/08/2010, LA
LEY, 2011-A, 23, AR/JUR/39672/2010).
58
“La aseguradora no puede liberarse de su obligación de indemnizar al asegurado por
los daños sufridos por su vehículo en un accidente automovilístico basándose en la
cláusula contractual según la cual para efectivizar la cobertura sería requisito la
individualización del otro rodado que intervino en el hecho denunciado, pues dicha
exigencia importa cláusula predispuesta y abusiva en los términos del art. 37 de la ley
24.240”.
(CNCom, sala C, Villalba, Gladys Isabel c. Vanguardia Compañía Argentina de Seguros s/
sumario, 16/10/2001).
“Resulta abusiva la cláusula contenida en un contrato de seguro de responsabilidad
civil en cuanto limita la cobertura a los daños ocasionados a terceros no transportados,
excluyendo los causados a los transportados, pues la diferencia entre el contenido de
dicha cláusula y lo declarado por el productor de seguros en relación al riesgo cubierto
revela que en el caso no se cumplió satisfactoriamente con el deber impuesto al
proveedor, por el art. 4 de la ley 24.240, de informar con exactitud las características
del seguro contratado”.
(CNCiv, sala L, Fernández, Liliana Mónica y otros c. Bonavera, Walter Oscar y otros,
28/04/2009, LA LEY, 2009-E, 435).
“Incurre en la infracción prevista en el art. 4° de la ley de defensa del consumidor
24.240 (Adla, LIII-D,14125) –violación del deber de informar– la empresa de medicina
prepaga que no acreditó haber brindado al consumidor información suficiente sobre las
características del servicio contratado en el caso, sólo se adjuntó el reglamento,
vigente al tiempo del reclamo en sede administrativa, sin constancia alguna de
notificación o recepción por el denunciante-, especialmente sobre la posibilidad de
aumentar la cuota mensual”.
“Encuadra dentro del concepto de “cláusula abusiva” – art. 37, ley de defensa del
consumidor 24.240, la estipulación que otorga a la empresa de medicina prepaga la
facultad unilateral de modificar ilimitada e incausadamente uno de los elementos
esenciales del contrato, cual es el precio de la cuota, si se trata de afiliados de
avanzada edad –en el caso; un matrimonio de 80 y 76 años respectivamente–, que no
cuentan con posibilidades ciertas de ser aceptados por otra entidad, debiendo,
asimilarse el incremento a una resolución unilateral, ya que de no poder afrontárselo,
el consumidor se vería obligado a desasociarse.
(Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, sala II 13/04/2004 Asociación Civil Hospital Alemán c.
Ciudad de Buenos Aires – LA LEY 05/05/2004, 14 - DJ 05/05/2004, 66)
“El fundamento del deber de información impuesto por el art. 9° de la ley 24.290
(Adla,1,III-D, 9125) está dado por la necesidad de suministrar al consumidor
conocimientos de los cuales carece, al efecto de permitirle efectuar una elección
59
racional y fundada respecto de determinado servicio, y también radica en la evidente
desigualdad que existe entre el proveedor y el consumidor en cuanto a la información
relacionada con los productos o servicios ofrecidos”.
(C.Contenciosoadtninistrativo y Trib., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala 1,
2003/11/12. - Eves S.A. c. Ciudad de Buenos Aires), p. 770.
“La publicidad en la que una empresa de viajes y turismo afirmó que quienes abonaran
una suma de dinero en concepto de reserva, se aseguraban el viaje, el precio y la
estadía, constituye una oferta mediante la cual se comprometió a asegurar un lugar al
consumidor en el viaje que contrataba -en el caso, no se realizó porque la demandada
le informó que no había disponibilidad hotelera en la ciudad de destino-, que la obliga
porque el contenido de los anuncios integra la trama obligacional aunque no haya sido
reproducido en el contrato singular”.
(CNCom., sala B, 2003/06/30. - Bosso, Claudia S. y otro c. Viajes ATI S.A. Empresa de
Viajes y Turismo) RCyS, 2004-818 - JA, 2003-IV-529
“Si de la publicidad surge que se condicionaba la vigencia de la oferta de productos allí
promocionados al cumplimiento de un plazo o “hasta agotar stock”; la sola mención de
la frase “hasta agotar stock” sin precisar la cantidad de productos disponibles a los
fines de poder hacer frente a la eventual demanda de la oferta publicitada configura el
incumplimiento del art. 7 de la Ley 24.240
(“Frávega SA. c/ DNCI- Disp. 885/05 (Expte S01: 48315/05)”. C. NAC. CONT. ADM. FED.,
Sala III, Argento, Grecco, Fernández. 26/06/2007).
60
UNIDAD 6
PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO (LEY 24240)-LEGISLACIÓN NACIONAL
El procedimiento administrativo se encuentra regulado en el art. 45 de la ley 24.240
(ref. por ley 26.361).
Las actuaciones administrativas pueden ser iniciadas por el damnificado, por las
entidades de defensa de los consumidores o de oficio por la Autoridad de Aplicación.
En primer término se cita a una audiencia conciliatoria. Si la misma es exitosa,
corresponde su homologación por la Autoridad de Aplicación, lo cual cierra el
procedimiento administrativo. Caso contrario se labra un acta o se agrega la
documentación y se cita al infractor para que presente un descargo y ofrezca pruebas.
Igual procedimiento se seguirá en caso de actuaciones iniciadas de oficio.
Las pruebas serán producidas sólo si la Autoridad de Aplicación las considera
pertinentes para la resolución del caso. Asimismo, la Autoridad de Aplicación puede
disponer de oficio la realización de otras pruebas que estime convenientes.
Concluido el sumario por infracción la Autoridad de Aplicación dictará Resolución
fundada, pudiendo sancionar o exonerar al proveedor cuestionado.
En el primer caso, también puede fijar el resarcimiento del daño directo, conforme a la
modificación introducida por la ley 26361.
Las resoluciones sancionatorias pueden ser apeladas por el infractor ante la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal o ante las Cámaras
de Apelaciones con asiento en las provincias, según el lugar del hecho.
El recurso debe interponerse dentro de los 10 días hábiles de notificada la Resolución,
ante la misma Autoridad de Aplicación, quien remitirá las actuaciones a la Justicia.
En el orden nacional la Autoridad de Aplicación es la Subsecretaría de Defensa del
Consumidor dependiente de la Secretaría e Comercio Interior (ME y FP)
Señalan Centanaro-Surín, siguiendo a Lorenzetti, que “La Ley de Defensa del
consumidor no plantea en su articulado ningún ilícito de consumo; no hay en ella
tipificación alguna. Sin embargo posee tipos abstractos, aquellos que para su
consumación no necesitan del perjuicio efectivo, pues su finalidad es preventiva,
prescindiéndose de la comprobación del daño”
Sanciones
La aplicación de penalidades administrativas tiene obviamente carácter punitivo.
La sanción tiende al castigo del responsable del daño, al par que actúa como disuasivo
de futuras conductas disvaliosas tanto del sancionado como de otros proveedores o
prestadores.
Asimismo, las cauciones a un proveedor son registradas por la Autoridad de Aplicación
para verificar la reincidencia.
El Art. 47 (Texto según ley 26.361) prescribe que, “Verificada la existencia de la
61
infracción, quienes la hayan cometido serán pasibles de las siguientes sanciones, las
que se podrán aplicar independiente o conjuntamente, según resulte de las
circunstancias del caso:
a) apercibimiento;
b) multa de pesos cien a pesos cinco millones;
c) decomiso de las mercaderías y productos objeto de la in fracción
d) clausura del establecimiento o suspensión del servicio afectado por un plazo de
hasta treinta días;
e) suspensión de hasta cinco años en los registros de proveedores que posibilitan
contratar con el Estado;
f) la pérdida de concesiones, privilegios, regímenes impositivos o crediticios especiales
de que gozare.
Resarcimiento en sede administrativa
Responsabilidad por daños
La responsabilidad por daños, en general, surge del incumplimiento de las obligaciones
a cargo de un sujeto de derecho. O sea, en principio, los sujetos se encuentran
obligados, por la ley, por los contratos que celebre o por los hechos que pudiera
cometer. Como ejemplos, en el primer caso podemos hablar de una obligación
impositiva, en el segundo de las obligaciones emergentes de un contrato de locación,
y en el tercero de la obligación de abstenerse de realizar conductas ilícitas, sean
voluntarias como robar, o por imprudencia, como conducir negligentemente y herir a
un transeúnte.
El efecto jurídico del incumplimiento de las obligaciones es la responsabilidad civil que
conlleva a la obligación de reparar el daño causado, en todos los casos. Más allá de la
responsabilidad civil, existe la responsabilidad administrativa y la penal.
Mucho se ha discutido desde la sanción del Código Civil acerca de si la responsabilidad
debe ser subjetiva, como lo era inicialmente en el Cód. Civil de Vélez Sarsfield, lo cual
requiere en el sujeto una situación mental de voluntariedad hacía el acto de
incumplimiento (intención hacia el acto), o si debe ser objetiva bastando para atribuir
responsabilidad que alguien haya creado una situación que eventualmente dañe a
otro, más allá de cualquier intención de su parte de provocar daño alguno.
La responsabilidad objetiva se fue abriendo camino en la jurisprudencia y en la
legislación.
Las legislaciones tuitivas, en principio, consagraron la responsabilidad objetiva, como
la “ley de riesgos del trabajo”.
Igual camino ha seguido la jurisprudencia al establecer la obligación tácita de
seguridad, como en los casos de responsabilidad de establecimientos sanitarios. Y así
también lo ha consagrado la ley de defensa del consumidor.
El resarcimiento consiste en la indemnización al consumidor por los perjuicios sufridos
como consecuencia del incumplimiento del proveedor de las normas legales o
contractuales a su cargo, con motivo de la relación de consumo.
El resarcimiento puede ser limitado o amplio. El primero no comprende la reparación
integral, a la que sí tiende el segundo. Este último se integra, conforme al Código Civil,
por el “daño emergente”, el “lucro cesante” y el “daño moral”.
62
Dice el Art. 40 bis LDC (Texto según ley 26.361) que: “Daño Directo”- Es todo perjuicio
o menoscabo al derecho del usuario o consumidor, susceptible de apreciación
pecuniaria, ocasionado de manera inmediata sobre sus bienes o sobre su persona,
como consecuencia de la acción u omisión del proveedor de bienes o del prestador de
servicios”.
La autoridad de aplicación podrá determinar la existencia de daño directo al usuario o
consumidor resultante de la infracción del proveedor o del prestador de servicios y
obligar a éste a resarcirlo, hasta un valor máximo de cinco Canastas Básicas Totales
para el Hogar 3, que publica el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
“El daño directo consiste en la posibilidad de resarcir al consumidor damnificado en
sede administrativa, en atención a que en una inmensa mayoría de los casos ventilados
por denuncias de consumidores, cuando no se ha podido alcanzar la conciliación de
intereses en la etapa correspondiente, el consumidor no accede ya a reclamar por la
vía judicial, dada la complejidad de trámite ante el órgano jurisdiccional,
especialmente en las causas de menor cuantía.
Con este artículo incluido por la reforma realizada a través de la ley 26.361 se dota a la
Autoridad Administrativa de Aplicación de la Ley de Defensa del Consumidor para
determinar la existencia de daño directo al usuario o consumidor y obligar al
proveedor a resarcir al consumidor hasta un valor máximo de cinco Canastas Básicas
Total para el Hogar, según sea publicado por el I.N.D.E.C..
Una solución similar, es la establecida actualmente como facultad del Ente Nacional
Regulador de la Electricidad (E.N.R.E.), en materia de daños por incorrecta prestación
del servicio electro energético.
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con la sanción de la ley 2876, se incorpora al
procedimiento administrativo de defensa del consumidor, su derecho de hacer
efectivo el reclamo de daño directo.
Por último, es importante destacar que el consumidor que haya sido resarcido en sede
administrativa no tiene vedada la oportunidad de ocurrir y realizar el reclamo en sede
judicial, sin perjuicio de deducirse posteriormente lo determinado de las
indemnizaciones que pudieran haberse aplicado en la etapa administrativa”. Ello es sí
porque la indemnización en el procedimiento administrativo es limitada.
Es importante señalar que, con la reforma del año 2008, se ha incorporado el Daño
directo a nuestra legislación en materia de Defensa y Protección de los Consumidores
y Usuarios, que efectivamente constriñe a la verificación del daño y faculta a la
Autoridad Administrativa a la imposición del resarcimiento una vez comprobado el
perjuicio.
El Art. 46 señala que “El incumplimiento de los acuerdos conciliatorios se considerará
violación a esta ley. En tal caso, el infractor será pasible de las sanciones establecidas
en la presente, sin perjuicio del cumplimiento imperativo de las obligaciones que las
partes hubieran acordado”.
Centanaro-Surín comentan “El acuerdo conciliatorio homologado por la Autoridad de
Aplicación –sea nacional o local- es equivalente a una sentencia, y su incumplimiento
conlleva una sanción en el marco del artículo 47 de esta misma norma.
63
EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO PARA LA DEFENSA DE LOS DERECHOS DEL
CONSUMIDOR Y DEL USUARIO EN LA CIUDAD AUTONOMA DE BUENOS AIRES-LEY
757
En el marco de las atribuciones que la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires ha
previsto en su artículo 46, y del inciso 2, apartado g del artículo 80 de la Carta Magna,
se deducen las competencias que en materia de policía de consumo tiene la Ciudad
Autónoma y de legislación en dichos asuntos.
En esa inteligencia fue sancionada la ley 757, que rige el Procedimiento Administrativo
para la efectiva implementación en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires de los
Derechos de los Consumidores y Usuarios reconocidos en la Constitución Nacional, en
la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en las Leyes Nacionales de
Defensa del Consumidor (24.240), de Lealtad Comercial (22.802) y disposiciones
complementarias.
El procedimiento administrativo en la CABA (según el art. 6 ley 741 modif. Por ley
2876), se inicia por la denuncia.
La misma la puede hacer el particular afectado –lo que se da en la mayoría de los
casos- o una Asociación de Consumidores registrada ante la Autoridad de Aplicación,
que represente al afectado. Debe constituir domicilio en la Ciudad en su presentación.
Asimismo, deberá consignar los datos completos del denunciado, y relatar en su
denuncia en forma concreta los hechos que la generan.
Asimismo, debe acompañar las pruebas pertinentes, y, si reclama la indemnización en
sede administrativa debe estimar y fundar su pretensión.
Luego, según el art. 7 de la ley citada, la Autoridad de Aplicación fijará una audiencia a
los fines conciliatorios, notificando al denunciado con copia de la denuncia.
Celebrada la audiencia, si las partes llegaran a un acuerdo se labrará un acta, la cual
será homologada.
En caso de no llegarse al acuerdo el funcionario propondrá en la misma audiencia una
fórmula de acuerdo que, de no ser aceptada por las partes dentro de 5 días hábiles, se
considerará rechazada, lo que dará por finalizado el procedimiento conciliatorio y el
expediente continuará hasta su Resolución por la Autoridad de Aplicación.
Cuando el artículo se refiere a la conclusión del procedimiento, se refiere obviamente al
procedimiento conciliatorio.
Con posterioridad al mismo, y si no ha habido acuerdo, la Autoridad de aplicación
inicia el sumario y le imputa la conducta contraria a la LDC al presunto infractor,
notificándosela por cédula en términos claros y concretos, con mención a los hechos y
a las normas presuntamente infringidas.
Pueden dictarse medidas preventivas para la defensa de los consumidores y usuarios,
prohibiendo la reiteración de la conducta y llegando hasta una clausura en caso de
peligro para la salud o la seguridad.
El presunto infractor debe presentar su descargo y ofrecer la prueba pertinente. Se
producirán las pruebas que el instructor juzgue pertinentes.
Concluido el sumario, la Autoridad de Aplicación dicta una Resolución dentro de los 30
días hábiles administrativos.
Dicha resolución puede ser de sobreseimiento o imponer las sanciones previstas por
64
las leyes nacionales de lealtad comercial y de defensa del consumidor. En este caso se
puede publicar la Resolución condenatoria, a costa del infractor, en los diarios de la
ciudad.
Las Resoluciones sancionatorias son apelables por recurso directo ante la Cámara de
Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Tributario de la Ciudad de Buenos Aires.
Con la reforma introducida por la ley 2876 al artículo 6 ya citado en su inc. f, 2º
párrafo, se introdujo la posibilidad la posibilidad de que el consumidor o usuario
potencialmente damnificado pueda efectuar su denuncia y reclamar el daño directo
en la misma. En el artículo 6 de esta ley, se establece que ello será posible, siempre
que se incluyan dentro de la petición el monto reclamado o su estimación si fuera
posible” pues, como se establece en el artículo 40 bis de la ley 24.240, es la autoridad
de aplicación quién determinará no sólo la existencia del daño directo sino también su
apreciación pecuniaria. Deberá el reclamante, por supuesto, fundamentar la
pretensión del daño directo, estableciendo la distinción entre las bases de la
pretensión y la del daño directo , debiendo quedar cada una de ellas perfectamente
determinada. (Centanaro-Surin, Op. Cit.)
Autoridad de Aplicación
La máxima autoridad del Gobierno de la Ciudad en materia de defensa de los
consumidores y usuarios, será la autoridad de aplicación a los efectos de esta ley y de
las Leyes nacionales de Defensa del Consumidor (24.240) y de Lealtad Comercial
(22.802), sin perjuicio de las funciones de los demás organismos de la ciudad que
persigan la protección y defensa del Consumidor o de problemáticas afines a las
establecidas por esta ley.
A los efectos de garantizar la defensa y protección de los derechos de los
consumidores, la autoridad de aplicación tendrá facultades para firmar convenios o
acuerdos de colaboración con organismos públicos o privados a fin de hacer eficaz y
efectiva la implementación de los objetivos de la presente ley (ley 757).
Las funciones han sido delegadas por el Decreto 17/03 en lo siguientes términos:
“Delegase en la Dirección General de Defensa y Protección al Consumidor, dependiente
de la Subsecretaría de Producción y Empleo de la Secretaria de Desarrollo Económico,
las facultades de vigilancia, contralor y aplicación de lo establecido por las Leyes
24.240 y 22.802. .”; y en su Anexo I, que “La Dirección General de Defensa y Protección
al Consumidor, actúa como Autoridad de Aplicación del Procedimiento Administrativo
para la Defensa de los Derechos del Consumidor y del Usuario, aprobado por la ley 757.
Facúltese al Director General de la Dirección General de Defensa y Protección al
Consumidor para dictar las normas instrumentales e interpretativas necesarias para la
mejor y más adecuada aplicación de las leyes y este reglamento”.
PROCEDIMIENTO JUDICIAL – LEGISLACIÓN NACIONAL
La órbita de la responsabilidad
Wajnatraub señala que “si bien modernamente se predica la unidad del fenómeno
resarcitorio postulándose la reparación del daño injusto como norte del sistema y
65
afirmándose que, en todos los casos, para que exista responsabilidad civil se requiere
la concurrencia de los mismos presupuestos- daño, antijuridicidad, relación causal y
factor de atribución- lo que resta sustento a una diversa regulación de las esferas
contractual y extracontractual de responsabilidad, esta distinción entre ambas órbitas
subsiste, no obstante, en nuestro derecho positivo de la mano del art. 1107 del Código
Civil. Y si bien es cierto que un análisis dogmático de la ley demuestra que ello no es
óbice para considerar a la responsabilidad por daños como un fenómeno unitario,
regido por los mismos principios y que requiere de idénticos presupuestos para su
configuración, lo cierto es que, de lege lata, subsisten algunas diferencias de
regulación, entre ambos subsistemas- contractual y aquiliano-, siendo las más
importantes las que hacen a la extensión del resarcimiento y los plazos de
prescripción.
Prosigue el autor “en materia de daños causados al consumidor por el vicio o riesgo de
la cosa o la prestación del servicio, la ley no distingue entre la índole contractual o
extracontractual de la responsabilidad, resulta más complejo en cambio determinar
qué normas se aplicarán v. gr., para medir la extensión del resarcimiento al que
estarán obligados los eventuales responsables. Es que la ley 24.240 se limita a unificar
la responsabilidad en esta materia, pero, con excepción del plazo de prescripción
trienal que resulta de su art. 50, no sienta normas específicas aplicables a la obligación
de reparar que recaiga sobre los sujetos enumerados en el art. 40. De allí que deba
acudirse a las normas comunes contenidas en el Código Civil.
Responsabilidad por daños
Se trata aquí de la obligatoriedad de responder frente al consumidor. Así, el Art. 40
(Ley 24240 – Texto según ley 24.999). “Si el daño al consumidor resulta del vicio o
riesgo de la cosa o de la prestación del servicio, responderán el productor, el fabricante,
el importador, el distribuidor, el proveedor, el vendedor y que hay puesto su marca en
la cosa con motivo o en ocasión del servicio.
La responsabilidad es solidaria, sin perjuicio de las acciones de repetición que
correspondan. Sólo se liberará total o parcialmente quien demuestre que la causa del
daño ha sido ajena”.
Se trata en principio de responsabilidad objetiva aunque con la limitación de la última
parte del artículo citado.
Los sujetos responsables
Wajtntraub explica que “el texto legal enumera de forma bastante clara a los
legitimados pasivos de la acción de responsabilidad que entable el consumidor
damnificado. Así, para el caso de los daños causados por un producto elaborado, se
responsabiliza al fabricante, el importador, el distribuidor, el vendedor y quien haya
puesto su marca en el producto. Esto implica incluir también al mayorista que vende
la cosa al minorista que luego la transfiere, a su vez, al consumidor. La ley menciona
también al transportista, pero responsabilizándolo sólo “por los daños ocasionados a la
cosa con motivo o en ocasión del servicio”. Pese a lo confuso que resulta este párrafo,
que interpretado literalmente carecería prácticamente de trascendencia, creemos que
lo que la ley quiere decir es que el transportista responderá por los daños que sufra el
66
consumidor como consecuencia de la existencia de un defecto en la cosa, siempre que
ese defecto se hubiere originado en el hecho del transportista, “con motivo o en
ocasión “del transporte”.
En todos los casos, dice el autor “la responsabilidad es solidaria “sin perjuicio de las
acciones de repetición que correspondan”
“La ley aclara expresamente que, tanto para el caso de la responsabilidad por
productos cuanto para la resultante de la prestación del servicio, el deber de reparar
tiene naturaleza objetiva. No otra cosa significa “Sólo se liberará total o parcialmente
quien demuestre que la causa del daño le ha sido ajena”. Esto es, la prueba de la
propia diligencia resulta insuficiente para eximirse, debiendo llegar el sindicado como
responsable a acreditar la fractura del nexo causal. Un claro supuesto de
responsabilidad objetiva. (Wainjtraub, JAVIER –Op. cit.–)
Responsabilidad subjetiva es la que exige dolo o culpa del responsable del
incumplimiento, la responsabilidad objetiva no exige dicho componente psicológico.
ACCIONES JUDICIALES
Acciones Individuales:
Farina, comenta que “El Capítulo XIII, que comprende desde el art. 52 al 54, bajo el
ambiguo acápite “De las acciones”, se refiere a las acciones judiciales para el caso en
que un consumidor( o usuario) afectado en cualquiera de los derechos que le otorga le
ley, accione judicialmente contra el responsable demandando el cumplimiento del
contrato, o la nulidad de cláusulas abusivas o del contrato todo, o bien la resolución
contractual y la indemnización o reparación de los daños y perjuicios sufridos.
(FARINA, Juan M., pág. 402)
El tema de las acciones judiciales ha sido legislado por la LDC a partir del art. 52, con mayor
amplitud a partir de la reforma a la ley 24.240 efectuada por la ley 26.361.
El art. 52 LDC (s/ley 26.361) prescribe que la acción puede iniciarla el consumidor o
usuario, las asociaciones de consumidores registrados actuando por la representación
del afectado, el Defensor del Pueblo o el Ministerio Público Fiscal. Tales acciones,
según el art. 53 LDC (s/ley 26.361) tramitarán por el procedimiento más abreviado que
rija en la jurisdicción en que tramite el litigio o la representación puede otorgarse
mediante una simple acta poder (como la justicia laboral a favor del trabajador),
gozando asimismo en principio del beneficio de justicia gratuita (el proveedor puede
demostrar la solvencia del consumidor y hacer cesar dicho beneficio).
Centanaro-Surin, comentan “la nueva redacción del presente artículo impone al juez la
obligación de una previa acreditación acerca de la habilitación de la respectiva
asociación de consumidores que actuará en defensa de los intereses de la clase.
Sin embargo, en caso de desistimiento de la asociación de consumidores de asumir la
titularidad de la acción de continuarla el Ministerio Público. Con ello, por supuesto, se
resguardará en todo el trámite del proceso que el interés de los consumidores sea
protegido debidamente.” (Centanaro-Surin –Op. cit.– Pág., 76, 77).
67
Extensión del resarcimiento
El resarcimiento en sede administrativa comprende exclusivamente el daño directo y,
como dijimos, es limitado al importe de 5 canastas básicas – Hogar Nº 3 fijada por el
INDEC.
Por el contrario, en sede judicial, el consumidor (como el trabajador, en los casos de
accidentes de trabajo reclamados judicialmente y no ante los ART) puede obtener una
reparación integral, que, como se dijo, se compone de año emergente (el perjuicio
efectivamente sufrido) como el lucro cesante (lo que se ha dejado de ganar como
consecuencia del incumplimiento del obligado), y el daño moral (todo daño en los
afectos legítimos de una persona).
Daño Punitivo: La reforma a la LDC por la ley 26.361, también puede demandarse el
llamado “daño punitivo”, esto es, una multa civil en beneficio del consumidor, por el
incumplimiento sustancial, así como los jueces pueden aplicar “astreintes” (o multas
procesales ) para el caso de incumplimientos procesales de lo decidido por los
magistrados.
Este nuevo instituto ha sido criticado en su denominación por resultar más adecuado
la denominación “multa civil”
El Art. 52 bis (Agregado por ley 26.361, a la ley 24.240) reza lo siguiente:
“Al proveedor que no cumpla sus obligaciones legales o contractuales con el
consumidor, a instancia del damnificado, el juez podrá aplicar una multa civil a favor
del consumidor, la que se graduará en función de la gravedad del hecho y demás
circunstancias del caso, independientemente de otras indemnizaciones que
correspondan.
Cuando más de un proveedor sea responsable del incumplimiento responderán todos
solidariamente ante el consumidor, sin perjuicio de las acciones de regreso que le
correspondan. La multa civil que se imponga no podrá superar el máximo de multa
prevista en el artículo 47, inciso b de esta ley”.
Respecto de este artículo, opinan Centanaro-Surín “Esta nueva figura, tomada del
Derecho anglosajón, consiste en una multa que el consumidor puede obtener, y que
no guarda relación con el daño que ha sufrido. El objeto de esta multa es disuadir al
proveedor en la continuación de la oferta y venta de un producto o servicio que
genere perjuicio; ello, por estimar que resultará más económica la reparación de los
casos particulares que la prevención para la generalidad.
Se otorga al Juez la facultad de imponerla, debiendo tener en cuenta el caso concreto y
las incidencias del mismo. Y, como bien señala la letra del artículo, será otorgado con
independencia de las otras multas que el Juez estimare pertinentes.”
Destacan los autores que “este nuevo instituto tiene efectos ejemplificadores y
disuasorios con respecto al conjunto de los proveedores del mercado, más aún con la
ampliación de los montos de las multas del inciso b) del artículo 47, y de la
responsabilidad solidaria que se fija en dicho artículo.” (Centanaro-Surin –Op. cit.–
Pág., 77).
La doctrina y la jurisprudencia, en general, entiende que para aplicar el daño punitivo
68
tiene que mediar un elemento subjetivo que agrave la conducta del proveedor.
Ello porque la multa civil juega un doble rol: el de punir y prevenir futuras conductas
semejantes.
Acciones Colectivas
En general, en nuestro derecho no están legislados específicamente los procesos de
tipo grupal. O sea que el proceso colectivo como tal no tiene regulación en nuestra
legislación.
Esta situación da lugar a que los magistrados den diversos tratamientos a los procesos
así planteados, con lo cual muchas cuestiones no tienen una solución unívoca.
Las acciones colectivas han tenido su origen en las “class actions” del derecho
anglosajón y constituyen un sistema procesal por el cual una persona o un grupo de
ellas puede representar a un grupo de personas que tienen un interés común,
precisamente cuando no pueden actuar todas ellas por ser un colectivo numeroso.
En los EE.UU se reguló el siglo pasado la nombrada “class action”. Su utilización, al
decir de Bianchi, tiene defensores y detractores, pero lo cierto es que durante el siglo
XX han tramitado en EE.UU numerosos procedimientos, existiendo asociaciones que
promueven usualmente este tipo de procesos.
Los requisitos de estas acciones –siempre en el derecho extranjero citado– son: el
carácter numeroso de los miembros de la clase; la existencia de cuestiones fácticas y
jurídicas comunes; la representatividad que se atribuye el demandante y la finalidad
de protección de los derechos afectados: La normativa americana incluye los aspectos
procesales de la tramitación de los “class actions”.
En el derecho del consumidor es claro que la afectación de los derechos de los mismos
pueden ser de naturaleza colectiva o general, o de naturaleza individual, no obstante
lo cual, al decir de Cuello, Ramiro, en su artículo publicado en LL-23/03/09, “el ámbito
de consumo es uno de aquellos donde con mayor frecuencia se pueden presentar las
afectaciones masivas o plurales con comunidad de causa.
Por ello, resulta coherente que la reforma a la ley 24.240, efectuada en 2007 por la ley
26361, haya introducido las acciones colectivas en la legislación consumerista, si bien
ha sido objeto de críticas en razón de no establecerse pautas definidas para su
procedencia y ejercicio. Precisamente, la LDC –ley nacional– contiene respecto de
toda la materia normas sustanciales y procesales, lo cual proviene de la forma en que
fuera incorporado a nuestro derecho el derecho del consumo.
El Código Modelo de Procesos Colectivos para Iberoamérica prevé nítidamente dos
tipos de acciones colectivas: las relativas a la defensa de intereses colectivos o difusos,
y las referentes a la defensa de intereses plurindividuales homogéneos.
Ello no surge tan nítidamente en nuestra ley 24.240 (texto s/ley 26361).
La C.S. ha sostenido que existen tres categorías de derechos (a) los clásicos derechos
individuales, (b) los de incidencia colectiva que tienen por objeto bienes colectivos y (c)
los de incidencia colectiva referentes a intereses individuales homogéneos.
La LDC trata el tema de las acciones de incidencia colectiva en el art. 52 párrafos 3º, 4º
y 5º (requisitos de procedencia y legitimación procesal), el art. 54 (efectos de la
sentencia en las mentadas acciones) y art. 55 última parte (beneficio de justicia
gratuita).
69
El ART. 54 (Texto según ley 26.361) regula las Acciones de incidencia colectiva.
“Para arribar a un acuerdo conciliatorio o transacción, deberá correrse vista previa al
Ministerio Público Fiscal, salvo que éste sea el propio actor de la acción de incidencia
colectiva, con el objeto de que se expida respecto de la adecuada consideración de los
intereses de los consumidores o usuarios afectados. La homologación requerirá de auto
fundado. El acuerdo deberá dejar a salvo la posibilidad de que los consumidores o
usuarios individuales que así lo deseen puedan apartarse de la solución general
adoptada para el caso.
La sentencia que haga lugar a la pretensión hará cosa juzgada para el demandado y
para todos los consumidores o usuarios que se encuentre en similares condiciones,
excepto de aquellos que manifiesten su voluntad en contrario previo a la sentencia en
los términos y condiciones que el magistrado disponga.
Si la cuestión tuviese contenido patrimonial establecerá las pautas para la reparación
económica o el procedimiento para su determinación sobre la base del principio de
reparación integral. Si se trata de la restitución de sumas de dinero se hará por los
mismos medios que fueron percibidos; de no ser posible, mediante sistemas que
permitan que los afectados puedan acceder a la reparación y, si no pudieran ser
individualizados, el juez fijará la manera en que el resarcimiento sea instrumentado, en
la forma que más beneficie al grupo afectado. Si se trata de daños diferenciados para
cada consumidor o usuario, de ser factible se establecerán grupos o clases de cada uno
de ellos y, por vía incidental, podrán éstos estimar y demandar la indemnización
particular que les corresponda”.
En el Art. 55 (Texto según ley 26.361) se alude a la Legitimación - Las asociaciones de
consumidores y usuarios constituidas como personas jurídicas reconocidas por la
autoridad de aplicación, están legitimadas para accionar cuando resulten
objetivamente afectados o amenazados intereses de los consumidores o usuarios sin
perjuicio de la intervención de éstos prevista en el artículo 58 párrafo segundo de esta
ley.
Las acciones judiciales iniciadas en defensa de intereses de incidencia colectiva
cuentan con el beneficio de justicia gratuita.
Tambussi comenta,”Sin perjuicio de lo ya insinuado, se introduce un art. 54, que
establece la vista previa al Ministerio Fiscal en supuestos de acciones de incidencia
colectiva en los supuestos en que se formula un acuerdo conciliatorio, a efectos de la
vigilancia de una adecuada consideración de los derechos (maldice intereses) de
usuarios o consumidores que se encuentren involucrados, con posibilidad de que
aquellos usuarios o consumidores que así lo deseen puedan apartarse individualmente
de la solución general.
Así la sentencia hará cosas juzgada respecto de todos los consumidores en igual
situación, excepto los que manifiesten lo contrario, en forma previa a la sentencia y de
acuerdo a la forma en que el magistrado disponga la efectividad de tal manifestación.
En suma, significa una puesta en marcha de reglamentación de las acciones colectivas
cuya experiencia bien contribuirá al desarrollo de esta garantía.
De existir pretensión reparatoria, el magistrado establecerá las pautas para la
reparación, regulando la forma más adecuada para la integralidad de la misma, según
se trate de damnificados individualizados o un grupo afectado, siempre sobre el
70
principio de reparación integral.
La reforma acota el arbitrio judicial reparatorio estableciendo que la restitución de
sumas de dinero se efectúa por el mismo medio que fueron percibidas, posibilitando
siempre que los afectados puedan acceder a la reparación, y en caso de no poder
individualizarlos, se hará justicia de la forma que el juez considere más apropiada para
beneficiar al grupo involucrado.
De existir daños diferenciados, se prevé la posibilidad de establecer grupos o clases de
consumidores afectados que por vía incidental podrán demandar la indemnización
particular que estimen corresponder.
Las acciones colectivas son gratuitas y razonablemente exentas del procedimiento de
mediación obligatoria (agregado al art. 55)” (Tambussi, Carlos E. –Op. cit.– pág. 187188)
“Al sancionarse la reforma mediante la ley 26.361, se hizo evidente que la inclusión de
un precepto que reglara las acciones de incidencia colectiva (las class actions del
derecho anglosajón) era inevitable dado el desarrollo y la masividad que posee el
mercado de consumo en la República Argentina” (Centanaro-Surin –Op. cit.– Pág., 79,
80).
71
JURISPRUDENCIA UNIDAD 6
Sanción Administrativa
El Caso de AMIL Asistencia Médica Internacional S.A.
La empresa de medicina prepaga AMIL ASISTENCIA MEDICA INTERNACIONAL S.A., fue
sancionada en septiembre de 2001, por no cumplir con las prestaciones obligatorias
que la Ley N° 24754 le impone a toda entidad que presta servicios de medicina
prepaga, en este caso, por negar la cobertura de gastos de internación, honorarios,
material descartable, anestesia, derechos operatorios, monitoreo, y otros derivados de
una intervención quirúrgica a la que debió someterse una asociada.
La Norma
El artículo 19 de la Ley N° 24240 de Defensa del Consumidor, referido a las
modalidades de la prestación de servicios, establece que “Quienes presten servicios de
cualquier naturaleza, están obligados a respetar los términos, plazos, condiciones,
modalidad, reservas y demás circunstancias conforme a las cuales hayan sido
ofrecidos, publicitados o convenidos”.
Los Hechos
Las actuaciones administrativas se iniciaron a causa de una denuncia presentada por
una asociada a la empresa, porque ésta se negó a cubrir una determinada intervención
quirúrgica de urgencia. La paciente había concurrido al Sanatorio para practicarse unos
estudios médicos y le detectaron un embarazo de cuatro semanas que debía extirparse
de urgencia porque provocaba un alto riesgo de vida. Por ello, el sanatorio se comunicó
con la prepaga AVAL para solicitar su autorización para realizar la operación, la cual
fue denegada.
El argumento esgrimido por la empresa al sanatorio fue que la asociada no estaba
adherida al módulo de maternidad, motivo por el cual no cubriría los costos de la
misma. Debido al estado crítico de la paciente, el médico indicó que sólo podría
retirarse en ambulancia hacia algún hospital cercano, aunque por la urgencia, no lo
recomendaba.
Bajo esas circunstancias, previo pedido de presupuesto, la paciente decidió operarse en
ese establecimiento previa firma de un cupón de su tarjeta de crédito por $ 1.700.- en
garantía (el costo de la intervención sería de $ 1.000 más los honorarios médicos). No
obstante, cuando al día siguiente iban a cancelar la factura, le informan que el monto
era de $ 4.600 aproximadamente, lo cual era imposible de abonar para la asociada.
En el reglamento de AMIL que le entregaron al momento de su afiliación aparece
especificado que la cobertura en casos de emergencia quirúrgica con riesgo de vidas es
total, así como los estudios que le practicaron. A pesar de ello, la empresa de medicina
prepaga mantuvo su negativa a cubrir los gastos de la intervención, por lo que la
empresa fue imputada por presunta infracción a la norma.
La Defensa
La empresa rechazó los cargos formulados y los dichos de la denunciante por
considerarlos improcedentes. La empresa indicó que la internación y operación fue
rechazada porque la paciente entró al sanatorio por guardia con un diagnóstico de
“posible causa ginecológica”, donde se le autorizó la consulta para la verificación de
dicho diagnóstico, de cuyos estudios se determinara el informe final y la terapia a
seguir.
72
Allí se determinó que el cuadro presentado correspondía a una patología de obstetricia
y que el paciente no había adquirido el módulo especial de obstetricia que le otorga
cobertura en cualquier sanatorio que ella elija. Ante el inconveniente suscitado,
conforme lo establece el PMO (Plan Médico Obligatorio) se le otorgaría la cobertura
obligatoria en el Hospital Fernández o en otro sanatorio contemplado en el plan, con
un médico de la cartilla que atiende para y por el PMO.
De esta forma, la asociada tenía tiempo para ser derivada a los centros de atención
propuestos ya que no es cierto que se encontrara en riesgo de vida, pues no estaba
descompensada como para que se tomara una conducta derivada de una emergencia.
Por consiguiente, la paciente resolvió quedarse en esa clínica de manera arbitraria y
unilateral.
La Sanción
Del análisis de los argumentos planteados por la empresa no surge ningún elemento
que brinde pruebas de lo que ésta manifestó en su defensa, por lo cual, los dichos sólo
constituyen manifestaciones unilaterales que no poseen valor para exculparla de la
imputación en su contra.
Debe tenerse presente que la asociada había solicitado la visita de un médico en su
domicilio el día previo a la internación y fue éste quien le ordenó realizar los estudios de
diagnóstico porque tenía fuertes dolores abdominales. No obstante ello, al momento
de ordenarse la intervención quirúrgica, la empresa pretendía que la paciente se
trasladara a la guardia de un hospital, motivo suficiente para considerar que no
cumplió con la prestación del servicio cuyo contrato tiene como finalidad la cobertura
médica.
Asimismo, en ningún momento la empresa identificó al médico que supuestamente
habría diagnosticado que la asociada no presentaba un cuadro clínico de urgencia y
podía entonces ser trasladada sin ningún riesgo para su salud. Pero más allá de si la
situación permitía o no su traslado, la empresa debió haber enviado una ambulancia a
tal efecto o haber mediado con el sanatorio para que se adoptaran todos los recaudos
para el traslado propuesto. Esa falta de preocupación por garantizar el traslado
demuestra que la empresa de medicina prepaga no se interesó realmente en que la
paciente fuese atendida en otro centro médico, tal como expresara en su descargo.
Por último, cabe remarcar que entre las prestaciones que obligatoriamente deben
cubrir las empresas de la salud en virtud del cumplimiento del PMO, se encuentran los
gastos originados por cirugías, medicamentos e internación, todas erogaciones que la
empresa denunciada se negó a reintegrar, lo cual configura la infracción a la norma
por lo que fue sancionada con una multa de $ 5.000.Apelación de multa: confirmación
Incumplimiento del deber de información – Artículo 4 de la ley 24.240 – Identificación
del origen del producto – Numeración del Registro Nacional de Productos Alimenticios
– Carga de la prueba – Mora de la Administración – Mercadería peligrosa – Artículo 5
de la ley 24.240 - Publicación de la resolución administrativa condenatoria – Artículo 37
de la ley 24.240.
La Secretarla de Industria, Comercio y Minería impuso una multa de $ 35.000 a un
hipermercado en virtud de la falta de consignación en los rótulos de quesos y
chacinados de la identificación de origen y de los números del Registro Nacional de
73
Productos Elaborados y del Registro Nacional de Productos Alimentarios. La Cámara
modificó la resolución apelada en tanto redujo la multa a $ 10.000.“Debe confirmarse la resolución de la Secretaría de Industrias, Comercio y Minería que
impuso una multa a un hipermercado en virtud de la falta de consignación en los
rótulos del Registro Nacional de Productos Elaborados y del Registro Nacional de
Productos Alimentarios –RNE y RNPA- toda vez que dichas omisiones vulneran el deber
de información impuesto a los fabricantes, distribuidores y vendedores por el art. 4 de
la ley 24.240 (Adla, LIII, D, 4125).
Una vez configurada la falta de determinación en los rótulos de productos alimenticios
de su país de origen y de la numeración del Registro Nacional de Productos Elaborados
y del Registro Nacional de Productos Alimentarios, incumbe al presunto infractor
acreditar que a la fecha de la inspección habían transcurrido los 30 días con los que
cuenta la Administración para otorgar el número de registro solicitado, a fin de poder
alegar válidamente que se encontraba habilitado para comercializar los productos
posteriormente intervenidos.
El hecho de que se haya omitido suministrar en los rótulos de productos alimenticios
información sobre el país de origen y números de registro no hace presumir que se
trate de productos peligrosos para la integridad física o salud de los consumidores,
razón por la cual dicha omisión no importa por sí sola Infracción ni art. 5 de la ley
24.240 (Adla, L.III-D, 4125).
Resulta procedente imponer, a quien infringió la ley de defensa del consumidor -en el
caso, el deber de suministrar información completa y adecuada-, la publicación de la
resolución administrativa condenatoria, ya que dicha obligación prevista en el art. 47
de la ley 24.240 (Adla. LIII-D, 4125) configura una sanción accesoria que tiene como
objetivo informar a los consumidores de las contravenciones a sus derechos y divulgar
los medios con los que cuentan para defenderse”.
107.237 - CNFed. Contenciosoadministrativo, sala II, 2003/09/04 – Coto CICSA c.
Secretaría de Industria, Comercio y Minería.
Apelación de multa: Confirmación
“La finalidad que persiguen las sanciones en materia de “Defensa del consumidor”; es
restituir el equilibrio que se quebró en la relación contractual, en atención a la
disparidad de situaciones en la que se encuentran uno y otro de los sujetos de la
relación de consumo. Esa finalidad de la actividad sancionatoria de la administración,
que nace -en la materia- a partir de las repercusiones de la denominada “sociedad de
consumo” (caracterizada -en lo que nos interesa- por las masificación y abstracción de
las relaciones contractuales), busca un doble objeto, una situación de prevención
general y otra de prevención especial. La prevención general procura tutelar esa
incidencia colectiva que tipifican a las relaciones de consumo. Vale decir, prevenir que
la falta que se cometió era forma específica, con relación al usuario o consumidor, no
tenga un efecto multiplicador respecto a otros. Esto es, que el obrar antijurídico no se
reitere con relación a otros usuarios y, a su vez, que otras empresas no incurran en una
conducta igual o similar a la sancionada.”
(Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, Sala II, 12/09/2006, “Volkswagen compañía Financiera S.A.
c/ G.CB.A. s/ otras causas con trámite directo ante la Cámara de Apelaciones). Citado
74
por CENTANARO-SURIN “Leyes de Defensa del Consumidor y Usuario Comentadas y
anotadas Pág., 66 a 71, Lajouane 2009 I Edición, Buenos Aires.
Apelación de multa: confirmación
Hechos: La Secretarla de Desarrollo Económico de la Ciudad de Buenos Aires impuso
una multa a un Banco que, en infracción al art. 4 de la ley 24.240, debitó el importe de
un cheque que anteriormente había acreditado erróneamente en la cuenta que su
cliente tenía en caja de ahorro, sin brindar al titular de la cuenta ninguna explicación
respecto de estos movimientos. La Cámara confirmó dicha disposición.
“Corresponde confirmar la multa impuesta a un banco que, sin informar al titular de
una cuenta en caja de ahorro, debitó el importe de un cheque que con anterioridad
había acreditado erróneamente en dicha cuenta antes de finalizar la etapa de clearing,
pues esta conducta vulnera el deber de brindar Información adecuada, veraz,
detallada, eficaz y suficiente -art. 4, ley 24.240- a lo largo de la ejecución del contrato
de caja de ahorro oportunamente suscripto.
Las multas por Infracción al art. 4 de la ley 24.240 (Adla, LIII-D, 4125), que la autoridad
de aplicación está autorizada a imponer, no tienen por objeto resarcir al denunciante
por los perjuicios sufridos -en el caso, se aplicó una multa a un banco que debitó el
importe de un cheque que con anterioridad había acreditado erróneamente en la caja
de ahorro de su cliente, sin informarlo a aquél de estos movimientos-, toda vez que se
trata de medidas disuasivas tendientes a prevenir futuros comportamientos lesivos de
los derechos del consumidor”.
Contencioso administrativo y Trib., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala 1,
2003/10/10 - BBVA Banco Francés c. Ciudad de Buenos Aires.
Apelación de multa: confirmación
“Las facultades reconocidas a la administración por las leyes 24240 y 7402 de la
Provincia de Salta para aplicar sanciones ante la detección de infracciones son válidas,
pues se dispuso el control judicial suficiente, mediante el procedimiento recursivo que
prevén los arts. 4 de la primera y 19 de la segunda”.
(CJ Salta, 2012/09/25. - Telecom Argentina S.A. s/ apelación resolución de la Secretaria
de Defensa del Consumidor s/ queja por rec. de inc. denegado) LL NOA 2012 (octubre),
p. 975.
Apelación de multa: confirmación
“Multa a una empresa de medicina prepaga. Debe confirmarse la disposición del
Director Nacional de Comercio Interior que impuso a una empresa de medicina
prepaga una multa de $ 100.000 por infracción a los artículos 4° y 19 de la ley 24.240
de Defensa del Consumidor, dado que para determinar la sanción aplicada se
manifestó ponderar las circunstancias del caso y los elementos indicados por el artículo
49 de la ley 24.240, y la recurrente no da razones suficientes que permitan afirmar que
esos elementos de valoración de la conducta no fueron en realidad tenidos en cuenta,
ni que justifiquen la reducción de la multa, y en atención a los montos mínimo y
75
máximo previstos en el artículo 45 de la ley ($ 100 hasta $ 5.000.000), y teniendo en
cuenta la naturaleza de la conducta reprochada así como la entidad de las cuestiones
comprometidas, la multa impuesta no sólo respeta los límites legales sino que,
asimismo, no se exhibe como desproporcionada”.
(CNFed. Contencioso administrativo, sala II, 2012/04/19. Swiss Medical SA c/ DNCI –
Disp. 614/10. JA 2012-09 12, p. 35
Apelación de multa: confirmación
“Corresponde aplicar multa a un establecimiento comercial por violación a los arts. 4°,
11 y 19 de la ley 24.240 de defensa del consumidor (Adla, LIII D, 4125), pues decidió
reemplazar unilateralmente a la empresa que, según la póliza oportunamente entregada, prestaría el servicio de garantía del producto adquirido –en el caso, una
computadora personal– sin informarle al cliente sobre tal circunstancia”.
(CContencioso administrativo y Trib., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala 1,
2003/10/31 – Carrefour Argentina S.A. c. Ciudad de Buenos Aires), p. 96.
Apelación de multa: confirmación
La Dirección Nacional de Comercio Interior impuso una multa a una obra social por
infracción al art. 19 de la ley 24.240, por haber vulnerado el derecho del usuario a
seguir con la prestación médica a pesar de haber cesado su relación laboral. Apelado
dicho decisorio por la multada, la Cámara lo confirmó.
“La multa impuesta a una obra social por infracción al art. 19 de la ley 24.240 debe
confirmarse, en tanto rechaza una solicitud de ingreso como afiliado adherente de un
consumidor alegando “razones médicas”, sin respetar su derecho a la continuidad de la
prestación luego del cese de la relación laboral, conforme prevé la Resolución 9/04 de
la ex Secretaría de Coordinación Técnica.
Aun cuando la actividad de las empresas de medicina prepaga presenta ciertos rasgos
mercantiles, éstas tienden a proteger las garantías a la vida, seguridad e integridad de
las persones, y adquieren un compromiso social con los usuarios, en virtud del cual no
puede desconocerse un contrato sin contrariar su propio objeto”.
115.971 - CNFed. Contenciosoadministrativo, sala II, 2011/06/16 OSUPUPCN c.
D.N.C.I. Disp. N° 371/10 (Expte. S01:99792/04).
[Cita on line: AR/JUR/40760/2011]
Apelación de multa: confirmación
Hechos: Una empresa de medicina prepaga apeló la resolución dictada por el
Secretario de Desarrollo Económico de la Ciudad de Buenos Aires que le impuso una
multa por considerar que estaba violado el deber de información dispuesto por el art.
4° de la ley 24.290 de defensa del consumidor al no informar a su afiliada que se
reservaba la facultad de rescindir unilateralmente el contrato de prestación de servicios
médicos en casa de cesar la relación laboral de su padre con la empresa en la que
trabajaba y en razón de la cual se afilió debido a la existencia de un convenio.
Asimismo, planteó la inconstitucionalidad del art. 19 por cuanto somete a la instancia
76
administrativa urca controversia regida por el derecho privado. La Cámara rechazó el
recurso de apelación.
“1. Corresponde sancionar con multa a la empresa de medicina prepaga que violó el
deber de información que establece el art. 4° de la Ley 24.240-de defensa del consumidor- (Adla, LIII-D, 4125) desde que no informó oportunamente a la afiliada que se
reservaba la facultad de rescindir unilateralmente el contrato de prestación de
servicios médicos en caso de cesar la relación laboral de su padre con la empresa en
la que trabajaba y en razón de la cual se afilió debido a la existencia de un convenio, ya que no aportó prueba tendiente a demostrar que dicho modo de rescisión
era conocido y aceptado por la denunciante.
2. La omisión o el incumplimiento de los deberes a cargo de los prestadores de bienes y
servicios que son impuestos por la ley 24.240 de defensa del consumidor (Adla,
LIII-D, 4125) a fin de equilibrar la relación de consumo configura una infracción
formal, razón por la cual, es innecesaria la existencia de daño concreto, por ella si
bien el art. 49 de la ley fija la cuantía del beneficio obtenido como un parámetro que
debe tenerse en cuenta al momento de aplicar y graduar la sanción, este criterio no
es un elemento constitutivo de la infracción sino una pauta, entre otras, de carácter
no excluyente para fijar el tipo y grado de la pena.
3.
Cabe rechazar el planteo de inconstitucionalidad del art. 19 efe la ley 24.240 –
de defensa del consumidor- (Adla, LIII-D, 4125), en cuanto somete a instancia administrativa una controversia regida por el derecho privado, desde que la peticionante
no indica de qué forma la intervención de la Secretaría de Desarrollo Económico
como autoridad de aplicación de la Ley afecta su garantía de defensa y del juez
natural, en la medida en que el mencionado cuerpo legal prevé la plena y amplia revisión judicial de las decisiones administrativas sancionatorias por vía del recurso
directo -art. 45-” .
106.898 - CContenciosoadministrativo y Trib., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala
1, 2003/10/31 – Medicus SA. de Asistencia Médica y Científica c. Ciudad de Buenos
Aires.
Apelación de multa: confirmación.
Hechos: Una persona denunció a una empresa de telefonía celular por entregarle
“gratuitamente” un teléfono, sin informar que el equipo en cuestión era suministrado
en comodato. La autoridad administrativa aplicó una multa a la empresa denunciada.
Apelada la sanción, la Cámara confirmó la misma.
“1.
La omisión de una empresa de telefonía celular de informar respecto de las
condiciones de adquisición de un equipo telefónico -en el caso, la empresa entregó
“gratuitamente” un teléfono, sin informar que lo suministraba en comodato-,
constituye una infracción al art. 4 de la ley de defensa del consumidor (Adla, LIII-D,
4125), ya que se trata de datos esenciales para comprender las características del
servicio.
2.
Corresponde rechazar el recurso de apelación incoado contra la sanción
impuesta por la autoridad administrativa a una empresa de telefonía celular por
infringir el art. 4 de la ley de defensa del consumidor (Adla, LIII-D, 4125) -en el
caso, la empresa entregó gratuitamente a una persona un teléfono, sin informar
que en realidad lo suministraba en comodato-, ya que la sancionada no probó la
existencia de alguna causal que permita excluir su responsabilidad.
77
3.
Cabe rechazar el recurso de apelación deducido contra la sanción impuesta por
la autoridad administrativa a una empresa de telefonía celular por infringir el art.
4 de la ley 24.240 (Adla, LIII-D, 4125) -en el caso, la empresa entregó
gratuitamente a una persona un teléfono, sin informar que en realidad lo
suministraba en comodato-, si la resolución administrativa carece de vicios en la
motivación, puesto que en la misma se expresaron claramente los argumentos
jurídicos que fundamentan la multa” (del voto del doctor Corti
CContenciosoadministrativo y Trib., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala I,
2005/02/25 (*). - Telecom Personal S.A. c. Ciudad de Buenos Aires.
Apelación de multa: confirmación
Hechos: Un banco fue multado por infracción a la ley 24.240, al haber violado los
deberes de información al usuario previstos en dicha ley: El proceso fue iniciado a raíz
de la denuncia de un cliente que ejecutó por medio de un cajero automático el depósito
de una cantidad de dinero, en tanto la entidad bancaria acreditó un monto menor, que
dijo encontrar dentro del sobre. La Cámara confirmó el pronunciamiento.
“Corresponde multar al banco por infracción a la ley 24.240 (Adla, L.III-D, 4125), si éste
no ha cumplido con la obligación contractual prevista en el artículo 4º de dicha ley, de
informar al usuario que las eventuales diferencias entre el depósito informado en un
cajero automático y el verificado, en caso de ocurrir, son de exclusiva responsabilidad
del cliente, sin que la circunstancia de que en el comprobante de la transacción se haya
consignado la leyenda “operación a confirmar” resulte suficiente para acreditar que se
ha informado debidamente al usuario sobre las consecuencias que pueden derivarse de
la utilización de un cajero electrónico para realizar depósitos en cuenta.
Toda vez que el cajero automático donde se efectuó el depósito es un mecanismo
dispuesto por el banco, quien tiene bajo su exclusiva y excluyente responsabilidad el
control de los depósitos efectuados por este medio, es éste quien debe acreditar que al
momento de abrirse el sobre de depósito se detectó que existía una diferencia entre la
cantidad consignada en el comprobante y el dinero en efectivo que estaba en su
interior, porque resultaría arbitrario e irrazonable imputar esta obligación probatoria a
la autoridad administrativa o al usuario que, al no tener posibilidad de supervisión o
control alguno sobre el proceso de arqueo de los cajeros, no está en condiciones de
demostrar, luego de introducido el sobre y ante la posterior invocación por parte del
banco de la existencia de una diferencia, que depositó la suma que alega”.
106.807 – Contencioso administrativo y Trib., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala
1, 2003/09/02. - Banco Río de la Plata c. Ciudad de Buenos Aires (1). LA LEY, 2003-F,
193.
Apelación de multa: revocación
Corresponde hacer lugar al recurso de apelación y dejar sin efecto la sanción de multa
impuesta por la autoridad administrativa a la empresa fabricante de automotores por
infracción al art. 16 de la ley 24.240 (Adla, L-III-D, 4125) de Defensa del consumidor,
cuando la resolución recurrida no se apoya sobre hechos probados -en él caso, dichos
del denunciante que afirma que el rodado presentaba desperfectos-, por lo cual carece
de causa.
78
Corresponde dejar sin efecto por carecer de causa, el acto administrativo que impuso
una multa al fabricante de automotores teniendo en cuenta únicamente las
afirmaciones de un consumidor -en el caso, afirmó que presenta desperfecto- sin
adecuados elementos probatorios que las respalden, resultando tales afirmaciones
insuficientes para considerar configurada la infracción que tornaría procedente la
sanción aplicada (del voto del doctor Corti).
Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, sala I, 12/11/2003 - Fiat Auto Argentina S.A. c. /Ciudad dé
Buenos Aires • DJ 14/04/2004, 927 - DJ 2004-1, 927
Apelación de multa: confirmación
Multas por incumplimiento de un acuerdo conciliatorio. “La multa -en el caso, de
$1500- aplicada por la Dirección General de Defensa y Protección al Consumidor a una
empresa por no cumplir en tiempo oportuno un acuerdo conciliatorio logrado en sede
administrativa con un cliente resulta legítima y proporcionada, toda vez que la
Administración explicitó las pautas que determinaron su aplicación y su graduación,
entre ellas, el incumplimiento constatado, el carácter reincidente del denunciado y su
posición en el mercado y, por lo tanto, se encuentra a resguardo la posibilidad de un
adecuado ejercicio del derecho de defensa por parte del administrado”.
(CContenciosoadministrativo y Trib., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala 1,
2012/03/26. - Multipoint S.A. c. G.C.B.A, y otros s/otras causas con trámite directo
ante la cámara de apelaciones) LLCABA 2012 (junio), p. 291.
Procedimiento Judicial
“Las empresas fabricantes de las distintas partes de un equipo de gas y la firma que lo
instaló en un automóvil son solidariamente responsables, en los términos de los arts.
1113 del Cód. Civil y 40 de la Ley 24.240 por las consecuencias del incendio que sufrió
este a causa de un desperfecto que ocasionó una pérdida de fluido, en tanto no
aportaron prueba alguna que precise en forma fehaciente alguna exención de
responsabilidad”.
(CNCiv., sala J, 2011/08/25. - Martín, Rubén Oscar c. Progas Todo GNC (Genese S.R.L.) y
otros s/ daños y perjuicios) DJ 2012/02/22, p. 93.
Procedimiento Judicial
“El derecho del consumidor no supone una habilitación para demandar
indiscriminadamente en el caso, se desestimó la pretensión indemnizatoria incoada
contra una empresa de televisión por cable por falta de transmisión de ciertos eventos
deportivos-, exonerándose al reclamante de aportar las pruebas necesarias para
fundar su reclamo por el solo hecho de revestir calidad de tal, sino establece una serie
de pautas o directrices para acentuar la protección de la parte más débil de la relación,
mas sin que se lo pueda escindir de la teoría general del contrato, que en materia de
reparación exige la acreditación de los daños.
El principio según el cual ante la duda debe estarse a la interpretación más favorable al
consumidor no avala una interpretación parcial o tendenciosa -en el caso, se revocó la
79
sentencia que había acogido, si bien parcialmente, la acción resarcitoria contra una
compañía de televisión por cable por la no transmisión de ciertos eventos deportivos-,
sin que el juez pueda prescindir del esfuerzo interpretativo habitual y si, efectuado éste,
conforme a las reglas de la teoría general, la duda persiste, sólo entonces habrá de
aplicar la mentada regla.
Es improcedente el reclamo a título de daño moral formulado contra una compañía de
televisión por cable con sustento en la omisión de transmitir ciertos eventos -en el caso,
partidos de fútbol del campeonato local protagonizados por clubes importantes,
comúnmente denominados “clásicos”-, pues la lesión de sentimientos personales no es
asimilable a las meras molestias, dificultades, inquietudes y perturbaciones propias de
la contratación de cualquier especie”. CNCom., sala A, 2004/03/31 (*). - D., C. c. Video
Cable Comunicación S.A. y otro.
Procedimiento Judicial
“El comprador de un vehículo tiene derecho a reclamar los daños sufridos por la cosa
adquirida a cualquier miembro de la cadena de producción, desde el productor hasta el
contratante directo -en el caso, se reclamó al fabricante del rodado por defectos en el
motor; quienes son solidariamente responsables frente al consumidor (art. 40 de la Ley
de Defensa, del Consumidor, 24.240)”.
Cám. Nac. Com. Sala B, 28/6/2002, “Manessi, Alberto V. v. General Motors de
Argentina S.A.” LL, 8/10/2002-5). Citado por WAJNTRAUB, Javier H. “Protección
Jurídica del Consumidor; Ley 24.240 comentada y anotada Pag. 235.
Procedimiento Judicial
“El fabricante y la concesionaria donde el consumidor compró un automóvil defectuoso
deben sustituirlo por otro del mismo tipo y modelo, conforme los términos del art. 1° de
la Ley 24.240 (Adla, LIII-D, 4125), ya que el vehículo presenta vicios y desperfectos que
no pudieron ser solucionados por las sucesivas revisaciones técnicas, lo cual demuestra
que los defectos solo deben ser atribuidos a un inadecuado proceso de fabricación”.
(CCiv. y Com., Lomas de Zamora, Sala 1. Fecha: 21/02/2008, Partes: Mercurio, Cosme
G. c. Organización Sur Automotores S.A. y otro. Publicado en: LLBA-2008 (mayo), 426
Procedimiento Judicial
“La concesionaria vial es responsable por los daños y perjuicios sufridos por un
automovilista que colisionó con un animal suelto en la ruta, ya que existió un
incumplimiento de aquélla respecto de su obligación de velar por la seguridad de los
usuarios -art. 40 de la ley 24.240-, por cuanto tratándose de una carretera en zona
rural, la presencia de animales no puede constituir un evento imprevisible, sino por el
contrario, plenamente previsible y habitual”.
(CCiv y Com., Mar del Plata, Sala I. Fecha: 22/05/2008, Partes: Parisotti, Crisanto y otro
c. Camino del Atlántico S.A.C.V y otro, Publicado en: La Ley Online; Cita Online:
AR/JUR/3904/2008).
80
Procedimiento Judicial
“Resulta nula la cláusula de prórroga de la competencia dispuesta en un contrato de
adhesión, pues, la redacción de la referida estipulación pudo llevar al consumidor a
considerar que el domicilio de su contraria, a los fines de dirimir un conflicto, era el de
la sucursal provincial existente donde se celebró y ejecutó el contrato y en el cual aquél
tiene su domicilio, no advirtiendo su eventual, sometimiento a litigar en extraña
jurisdicción con la posible afectación a su defensa en juicio”.
(SC Buenos Aires, Fecha: 17/09/2000, Partes: Choqui, Néstor Petronio c. Coop. Viv
pers. YPF Gral. Mosconi, Publicado en: LLBA 2008 (diciembre), 1178.
Procedimiento Judicial
“Corresponde responsabilizar a un hipermercado por los perjuicios ocasionados a un
cliente que luego de ganar una promoción consistente en llevarse en forma gratuita lo
adquirido previamente, tomó conocimiento de que el premio estaba sujeto a un límite
dinerario pues, el hecho de que el demandado no haya consignado la existencia de
dicho límite en los avisos relativos a la mencionada promoción permite concluir que se
trata de un supuesto de publicidad engañosa en tanto generó en los clientes
expectativas superiores a las que en realidad corresponderían en caso de obtener el
premio.
A efectos de eximir a un hipermercado de responsabilidad por una promoción
publicitada en forma engañosa, resulta irrelevante que el anuncio advirtiera sobre la
necesidad de consultar las bases y condiciones disponibles en el establecimiento del
demandado por cuanto, ello permite concluir que la idea que guió dicho proceder fue
que pocos o ningún cliente se tomaría la precaución de leer esa frase del folleto
publicitario”.
(Civ y Com., La Plata, Sala II, Fecha: 27/09/2005, Partes: Tomas, Héctor A. c.
Hipermercado Carrefour, Publicado en: LLBA2006, 358.
Procedimiento Judicial
“El comprador de un vehículo tiene derecho a reclamar lo daños sufridos por la cosa
adquirida a cualquier miembro de la cadena de producción, desde el productor hasta el
contratante directo –en el caso, se reclamó se reclamó al fabricante del rodado por
defectos en el motor–, quienes son solidariamente responsables frente al consumidor –
art. 40 de la ley de defensa al consumidor, 24240.
Es procedente la acción de daños y perjuicios incoada contra el fabricante de un
vehículo por los defectos que presenta –en el caso vicios en el motor– toda vez que éste
tiene una obligación de resultado de carácter objetivo, que consiste en transmitir al
adquirente el dominio de un producto apto para el uso al que está destinado, (art. 1198
Cod. Civil).
Si bien no existe relación contractual “stricto sensu” entre el fabricante de un vehículo y
el adquirente, aquél es responsables de los perjuicios ocasionados por defectos del
rodado –en el caso, el motor–, pues el fabricante ofrece el bien que produce y acepta
frente al consumidor su responsabilidad al introducirlo en el mercado”.
81
CNCom., sala B, 2002/06/28, Manessi, Alberto V. c. General Motors de Argentina S.A.
Fallo Nº 104516.
Procedimiento Judicial
“Una empresa productora, distribuidora y proveedora de bebidas gaseosas es
responsable por los daños sufridos por una persona que adquirió uno de sus productos
y encontró en su interior un objeto extraño -en el caso, un envoltorio de gel íntimo-, en
tanto tal defecto ostensible lo tornó no apto para ser ingerido y no se presentaron
pruebas que demostraran que el cierre de la botella fue adulterado después de haber
salido de la planta embotelladora.
El daño punitivo reclamado a una empresa productora, distribuidora y proveedora de
bebidas gaseosas por quien encontró en el interior de uno de sus productos un objeto
extraño –en el caso, un envoltorio de gel íntimo– es improcedente, en tanto aquélla
demostró que en el proceso de producción y embotellamiento adopta las medidas de
precaución para preservar la higiene y calidad requeridas conforme a parámetros
internacionales, máxime ante la ausencia de acreditación de un potencial daño a la
salud.
Para la imposición de la multa civil a que se refiere el art. 52 bis de la Ley de Defensa
del Consumidor no basta la acreditación de las circunstancias que autorizan a atribuir
objetivamente la responsabilidad al proveedor por su calidad de tal, sino que es
necesario que concurra un reproche subjetivo de gravedad tal que torne conveniente
adoptar esa medida excepcional con el objeto de disuadir al dañador de la actitud que
ha generado el ilícito, para evitar que continúe repitiéndose.
La acción de vicios redhibitorios prevista en el art. 18 de la Ley de Defensa del
Consumidor no es aplicable a casos de adquisición por un consumidor de una botella de
bebida gaseosa, en tanto tal artículo está contenido en el Capítulo IV de este cuerpo
normativo, que se refiere a las cosas muebles no consumibles.
La indemnización por daño moral reclamada por quien encontró en el interior de una
botella de bebida gaseosa un objeto extraño –en el caso, un envoltorio de gel íntimo–
debe ser rechazada, pues la situación de disgusto, fastidio, incomodidad y aprensión
que pudo sufrir no alcanza a configurar una lesión espiritual susceptible de generar el
derecho a ser resarcido”.
CCiv. y CoM. 3a Nom., Córdoba, 2012/04/17. - Teijeiro (o) Teigeiro, Luis Mariano c.
Cervecería y Maltería Quilmes S.A.LC.A. y G. s/abreviados-otros.
[Cita on line: AR/JUR/8275/2012]
Procedimiento Judicial
“La clínica demandada es responsable por los daños que sufrió un paciente al
fracturarse la cadera cuando se encontraba internado para tratarse por una lesión
neurológica, pues no logró demostrar lo alegado en cuanto a que el damnificado cayó
al suelo al ser conducido al sanitario por un familiar o por intentar incorporarse solo en
la cama con las barandas levantadas y aun cuando hubiera ocurrido de este modo ello
no resultaba imprevisible a inevitable, ya que el personal de la institución tenía
conocimiento de que el paciente solía efectuar esa maniobra.
82
En el marco de un reclamo de daños iniciado por un paciente de un centro de
habilitación es aplicable el art. 42 de la institución Nacional y los arts. 5 y concs. la Ley
24.240, pues el actor contrató con demandado la provisión de un servicio médico para
su consumo final, configurándose los extremos previstos por los arts. 1 y 2 de la
normativa del consumidor, razón por la que resulta indudable que existía entre las
partes una relación de consumo.
La incapacidad física y la lesión psíquica deben resarcirse en una misma partida
indemnizatoria, pues si bien conformarían dos índoles diversas de lesiones, se traducen
en el mismo daño, que consiste, en definitiva, en la merma patrimonial que sufre la
víctima por la disminución de sus aptitudes y para el desempeño de cualquier trabajo o
actividad productora de beneficios materiales.
A fin del calcular el resarcimiento por incapacidad sobreviniente, debe seguirse un
criterio flexible, apropiado a las circunstancias singulares de cada caso, y no ceñirse a
cálculos basados en relaciones actuariales, fórmulas matemáticas porcentajes rígidos,
desde que el juzgador goza en esta materia de un margen de valoración amplio.
Para el cálculo de las indemnizaciones por incapacidad o muerte debe partirse del
empleo de fórmulas matemáticas, que proporcionan una metodología común para
supuestos similares, ya que el principio de reparación integral importa que la
indemnización reponga a la víctima en la misma situación que tenía antes del hecho
dañoso de modo que teniendo en cuenta esto y que el resarcimiento se fija en dinero,
nada resulta más adecuado que el empleo de tales cálculos para tratar de reflejar de la
manera más exacta posible el perjuicio patrimonial sufrido por el damnificado”.
CNCiv. – Sala A – 2012/08/30, P.C., LE c/ Alcla SACIEI y A. y Otro s/ daños y perjuicios”,
[AR/JUR/44835/2012].
Procedimiento Judicial
“Una sociedad explotadora de una cadena de comidas rápidas es responsable por los
daños sufridos por un menor en un pelotero ubicado dentro de uno de sus locales, pues
incumplió la obligación de seguridad prevista en el art. 5° de la Ley de Defensa del
Consumidor, al permitir la utilización de un juego potencialmente peligroso en forma
simultánea por infantes de distintas edades, pero sin discriminar sus diferentes
exigencias de cuidado.
Los intereses correspondientes a una indemnización de daños, fijada a valores actuales,
deben liquidarse hasta la fecha de la sentencia aplicando la tasa pasiva del BCRA y,
desde ese momento hasta el efectivo pago, aplicando la tasa activa fijada en el
plenario “Samudio de Martínez” -2009/04/20, La Ley 22/04/2009, 5–, ello a fin de no
producir un enriquecimiento sin causa del reclamante” CNCiv, sala J, 2012/08/30. - G.,
R. D. y Otros c/ Arcos Dorados Argentina S.A. y otro s/ perjuicios.
[Cita on line: AR/JUR/44468/2012]
Procedimiento Judicial
“Habrá un defecto de información al consumidor respecto de los efectos adversos de
un medicamento que hacen responsable al laboratorio por las consecuencia dañosas
-art. 4, ley 24240-, si el cotejo de los prospectos correspondientes al mismo producto,
83
pero comercializado bajo nombres distintos, arroja diferencias significativas en cuanto
a los síntomas que figuran en uno de ellos y que denunció haber padecido el actor.
El médico que recetó el fármaco debe ser eximido de responsabilidad por las
consecuencias dañosas que su ingesta provocó a un consumidor, si está demostrado el
carácter defectuoso del producto y la prueba pericial descartó negligencia de su parte,
pues ello impide demostrar la fractura del nexo causal.
Si bien entre las advertencias y precauciones de un medicamento consta la posibilidad
de sufrir determinado trastorno médico –en el caso, miopatías o mialgias difusas con
sensibilidad o debilidad muscular–, ello es insuficiente para liberar de responsabilidad
al laboratorio que lo elaboró por los daños ocasionados al consumidor por esas
secuelas, pues esa información es parcial e insuficiente.
El laboratorio debe ser eximido de abonar los daños punitivos reclamados por el
consumidor, si el medicamento cuya ingesta provocó un perjuicio a su salud fue
retirado del mercado con anterioridad a la sanción de la ley 26361, pues ello torna
inaplicable el art. 52 bis de la ley 24240.
La deficiente información respecto de las posibles contraindicaciones y efectos
adversos de un medicamento permite considerarlo defectuoso en los términos del art.
40 de la Ley de Defensa del Consumidor.
El laboratorio es responsable por la incapacidad que la manifestación de una
enfermedad le generó a un consumidor luego de la toma de un medicamento, si no hay
constancias de que aquélla -en el caso, el hipotiroidismo- se había manifestado
anteriormente, pues ello permite adjudicar al producto la totalidad de la eficacia causal
en la producción del daño generado.
Por aplicación del principio de reparación integral, la indemnización debe poner a la
víctima en la misma situación que tenía antes del hecho dañoso, por lo que a fin de
calcular la incapacidad sobreviniente el empleo de cálculos matemáticos es adecuado
para reflejar el perjuicio patrimonial que ello genera.
La reparación, cualquiera sea su naturaleza y entidad, debe seguir un criterio flexible,
apropiado a las circunstancias de cada caso, y no ceñirse a cálculos basados en
relaciones actuariales, fórmulas matemáticas y porcentajes rígidos, ya que el juzgador
goza en esta materia de un régimen de valoración amplio” CNCiv., sala A, 2012/08/22 R, F E. c. Bayer S.A. y otros s/ daños y perjuicios.
[Cita on line: AR/JUR/44850/2012]
Daño punitivo
“Para la imposición de la multa civil a que se refiere el art. 52 bis de la Ley de Defensa
del Consumidor, no basta la acreditación de las circunstancias que autorizan a atribuir
objetivamente la responsabilidad al proveedor por su calidad de tal, sino que es
necesario que concurra un reproche subjetivo de gravedad tal que torne conveniente
adoptar esa medida excepcional con el objeto de disuadir al dañador de la actitud que
ha generado el ilícito, para evitar que continúe repitiéndose”.
(CCiv y Com. 3a Nom., Córdoba, 2012/04/17. – Teijeiro (o) Teigeiro, Luis Mariano c.
Cervecería y Maltería Quilmes S.A.I.C.A. y G. s/abreviados-otros) LLC 2012 (mayo).
84
Daño punitivo
“La aplicación de los daños punitivos- art. 52 bis. Ley de Defensa del Consumidor es de
carácter excepcional y se encuentra reservada para los supuestos en los que el
proveedor incumple con sus obligaciones con dolo, culpa grave o malicia- en el caso, se
condenó a una compañía financiera por la falta de pago de un seguro de desempleo- o
cuando su comportamiento importe un desprecio inadmisible para el consumidor.”
(CNCom. Sala F, 2012/05/10 – R.S.A. c. Compañía Financiera Argentina S.A.) RCyS
2012-X-P.99, LA LEY 2012/10/22
Daño punitivo
“Para que proceda la condena a pagar los daños punitivos no basta el mero
incumplimiento pues se debe determinar si el proveedor actuó con grosera negligencia
y asimismo, es preciso que el consumidor hubiera sufrido un perjuicio”.
(CNFed. Civ y Com., sala II, 2012/03/30. - Araujo, María Fernanda c. Galeno S.A. s
/incumplimiento de prestación de obra social / medicina prepaga) JA 2012-10-24, p.
51.
Daño Punitivo
Rechazo por inexistencia de un obrar grave y malicioso. “El daño punitivo reclamado a
una empresa de telefonía por un cliente que adquirió un celular defectuoso es
improcedente, pues no se vislumbra un obrar grave y malicioso de aquélla; pues los
elementos probatorios no develan que efectuara algún tipo de examen económico,
cálculo o especulación de que le conviniera económicamente actuar como lo hizo y
abonar una indemnización por incumplimiento contractual”.
(CCiv y Com., Rosario, sala IV, 2012/08/07, -Vazquez Ferreyra, Roberto c. Claro AMX
Argentina y otro s/ daños y perjuicios) Rev. LA LEY 2012/10/17, p. 10.
Daño Punitivo
La violación de la obligación de seguridad ha sido causal de aplicación de los “punitive
damages” en la jurisprudencia de EE.UU.
Se cita el antecedente de “Grimshaw vs. Ford Motor Co.” fallado el 29/05/1981 por la
Cámara de Apelaciones del cuarto Distrito de California 119.Ca 3d 757.
“En el caso la fabricante automotriz detectó vicios riesgosos por la ubicación del tanque
de combustible en uno de los modelos, pero por un cálculo económico, omitió
solucionar el problema y se produjo un grave accidente. La sentencia además del
resarcimiento al damnificado hizo lugar a la aplicación adicional de los daños punitivos
a la empresa”.
CNCom., sala C, 29/06/2010, “Martínez Carlos Oscar c. HSBC Bank Argentina S.A.”
Comentario de Fulvio Santarelli.
Daño punitivo
Daños punitivos aplicados a empresa de telefonía celular. La conducta de la empresa
de telefonía móvil que facturó a un consumidor dos líneas telefónicas que éste no
contrató e incumplió con el deber de información a su cargo, prestando una deficiente
atención, revela de por sí un grave incumplimiento a sus obligaciones legales que la
85
hacen merecedora de la aplicación de una sanción en concepto de daño punitivo -arts.4
y 8 bis, ley 24.240; art.42, Constitución Nacional.
(JCiv. yCom. Nro. 5, San Nicolás, 2012/04/10. -Taborda, Pablo Alcides c. AMX Argentina
S.A. s/daños y perjuicios) DJ 2012-09-19, p. 12.
Daño Punitivo
“La aplicación de los daños punitivos -art. 52 bis, Ley de Defensa del Consumidor- es de
carácter excepcional y se encuentra reservada para los supuestos en los que el
proveedor incumple con sus obligaciones con dolo, culpa grave o malicia, o cuando su
comportamiento importe un desprecio inadmisible para el consumidor”.
(CNCom., sala F, 2012/05/10. - R.S.A. c. Compañía Financiera Argentina S.A.) DCCyF
2012 (junio), p. 136.
Daño punitivo
“Corresponde hacer lugar al reclamo por daño moral formulado por una persona con
discapacidad motriz que se desplaza en una silla de ruedas, en virtud de la
imposibilidad de acceder a un local comercial de la demandada que carece de rampa
de acceso, ya que dicha circunstancia implica un incumplimiento de la normativa
vigente, y un acto discriminatorio para los discapacitados motrices susceptible de
provocar en el actor una dolencia íntima que debe ser reparada.
El incumplimiento del art. 24 de la ley 10.592 de la Provincia de Buenos Aires, que prevé
la construcción de rampas de acceso a los edificios de uso público para permitir la
circulación de personas con discapacidad motriz, constituye un acto discriminatorio,
por cuanto vulnera los derechos de igualdad y de autodeterminación del discapacitado.
Resulta procedente imponer una multa civil, en los términos del art. 52 bis de la ley
24.240, a una empresa de telefonía celular cuyo local carece de una rampa de acceso
para discapacitados, impidiendo el acceso al mismo de un cliente que había concurrido
para formular un reclamo y se desplazaba en silla de ruedas, desde que se da en el caso
un abuso de posición de poder que evidencia un menosprecio grave por el derecho del
consumidor a un trato digno”.
C1aCiv y Com., Mar del Plata, sala II, 2009/05/27 – Machinandiarena Hernández,
Nicolás c. Telefónica de Argentina.
Daño punitivo
“Un laboratorio y su director técnico deben responder solidariamente por los daños
causados a una persona que ingirió un medicamento que le causó efectos adversos,
pues se acreditó una omisión de información veraz y completa respecto de sus
componentes, dado que se comercializaba con dos prospectos que diferían
sustancialmente, y uno de ellos no advertía respecto de la contraindicación.
El daño punitivo reclamado a un laboratorio y su director técnico por una persona que
ingirió un medicamento que le causó efectos adversos debe ser admitido, pues aquellos
comercializaron un producto que no alertaba sobre contraindicaciones e hicieron caso
omiso al intercambio epistolar, lo que pudo, incluso, causar un hipotético daño grave a
la salud pública”.
86
CNCiv., Sala G, 2012/09/25, L, NR c/ Laboratorios Phoenix SAICF y otros s/ daños y
perjuicios [AR/JUR/51035/2012].
87
88
UNIDAD 7
ARBITRAJE
El arbitraje consiste en someter voluntariamente un conflicto determinado a la
decisión vinculante de un tercero, que no es un juez.
El caso de arbitraje en el derecho internacional lo encontramos en muchísimos casos,
atento que no existe un poder judicial supranacional, por lo cual los estados en
conflicto, si no logran un “común acuerdo” frecuentemente recurren al arbitraje. No
existe un juez natural para actuar en el diferendo.
El arbitraje es un método alternativo de resolución de conflictos. Es un medio optativo
para las partes, que implica algo muy trascendente: es la renuncia voluntaria a la
jurisdicción.
Es sabido que el art. 18 DN consagra la garantía de la jurisdicción, esto es, el derecho a
ocurrir ante los Tribunales de Justicia en defensa de los derechos. Dice textualmente
“es inviolable la defensa en juicio de la persona y de sus derechos”.
Por ello el arbitraje sólo puede darse si todas las partes que participan de un litigio
están voluntariamente de acuerdo en que un tercero actúe en lugar del juez, y dicte un
“laudo” con valor de sentencia de última instancia, con fuerza de cosa juzgada.
Saravia cita a Guasp que refiriéndose al Arbitraje, dice “es la resolución de un
conflicto que se lleva a cabo por un tercero a cuya decisión las partes se someten
voluntariamente”
La American Arbitration Association lo define como la remisión de una disputa a una o
más personas imparciales para una determinación final y obligatoria.
El autor define algunos conceptos básicos relevantes:
Arbitro: Persona física encargada de dirimir el conflicto confiado por la o las personas
de existencia física o jurídica mediante reglas predeterminadas o por el derecho de
fondo. Su decisión es vinculante.
Mediación: Actividad desarrollada por una persona física a quien se le encomienda la
tarea de lograr un acuerdo en función de los elementos aportados por las partes sin
que su resolución sea vinculante u obligatoria para las partes
Compromiso arbitral: Acuerdo suscripto por las partes en un diferendo -que la
legislación de fondo admita como arbitrable -en donde se fijan los mecanismos de
resolución de conflicto, procedimiento, legislación a aplicar, calidades y condiciones
que deben reunir los árbitros etc. .
Clausula arbitral: es el compromiso que adquieren las partes en forma contractual
para dirimir ciertos conflictos que pudieran surgir con motivo de la relación jurídica
existente entre ellos, diferendo que serán resueltos por intermedio de un árbitro o
árbitros mediante un laudo al que ambos se someterán en forma efectiva una vez
suscripto el compromiso arbitral.
Laudo arbitral: Denominación particular de la resolución emanada del o de los árbitros
en función de un proceso de conocimiento, prueba y alegatos producido por quienes
someten el conflicto a su jurisdicción.
Arbitros de parte: árbitros que cada parte puede nombrar, eligiendo del listado de
árbitros sectoriales.
Arbitros sectoriales: árbitros designados por las asociaciones que representan a una
calidad. Ej: de consumidores o empresariales…
89
Arbitros institucionales: Son designados por una entidad especializada que administra
la contienda y organiza el trámite arbitral.
Diferencia entre arbitraje y mediación: El arbitraje surge principalmente de decisión a
la que arriba el árbitro designado por las partes es de carácter y vinculante para éstas,
es decir que se comprometen a aceptar la decisión con efectos de cosa juzgada,
pudiendo inclusive fallar en contra de una de las partes, en la actividad de mediación
no decide nada simplemente realiza una actividad de acercamiento entre las partes
mediante su pericia en encontrar puntos comunes y limar asperezas. La decisión final
es tomada por las partes que aceptan o no dicha opinión.” (Saravia, Jorge A. “Sistema
Nacional de Consumo”, pág. 26 a 20, La Ley. Suplemento de Resolución de Conflictos
11 de Junio de 1999)
TRIBUNALES ARBITRALES DE CONSUMO
El Art. 59 de la ley 24240 reza: “La autoridad de aplicación propiciará la organización
de tribunales arbitrales, que actuarán como amigables componedores o árbitros de de
derecho según el caso, para resolver las controversias que se susciten con motivo de lo
previsto en esta ley. Podrá invitar para que integren estos tribunales arbitrales, en las
condiciones que establezca la reglamentación, a las personas que teniendo en cuenta
las competencias, propongan las asociaciones de consumidores y cámaras
empresarias.
Regirá el procedimiento del lugar en que actúa el tribunal arbitral.
Farina analiza, que “ en el párr.. 2º, el art. 59 encomienda a la autoridad de aplicación
que procure integrar estos tribunales arbitrales recurriendo a este fin a las
asociaciones de consumidores y cámaras empresarias.
La referencia que hace el art. 59 a las asociaciones de consumidores es con respecto a
las que tengan la autorización del art.56, pese a que no lo explicita. En cuanto a las
cámaras empresarias a las cuales se habrá de recurrir, el problema resulta más arduo,
pues las cámaras se organizan por ramos y cada uno indica una especialidad.
El art. 59 habla de la autoridad de aplicación sin otro aditamento, con lo que está
refiriendo tanto a la autoridad nacional como a las respectivas autoridades
provinciales.” Farina, Juan M. “Defensa del Consumidor y el Usuario”.
Competencia
¿Qué asuntos pueden someterse a la decisión de un tribunal arbitral?: Entiende Farina
sólo aquellos en que se halle comprometido un interés económico particular.
El art. 59 expresa que estos tribunales arbitrales “actuarán como amigables
componedores o árbitros de derecho según el caso”. El amigable componedor es
conocido como árbitro de equidad. Los “amigables componedores” pueden ser
letrados, pero no es necesario, pues no se requieren conocimientos legales ni tienen
que fundar en normas jurídicas expresas su pronunciamiento.
El amigable componedor puede actuar como mediador (quizás ésta sea una función
natural). “La primera es una labor de mediación que a veces suele confundirse con el
arbitraje propiamente dicho, de modo que si no se conoce bien la diferencia, hay que
distinguirlas con mucho cuidado ya que importan funciones distintas. Los árbitros
toman en cuenta los datos y, sobre esa base, adoptan decisiones vinculantes que las
partes han acordado aceptar por adelantado. Los árbitros suelen ser abogados y a
90
menudo también tienen competencia técnica en el campo en el que tienen que
arbitrar” (Vázquez Ferreyra-Romera, Lineamientos procesales y arbitraje en la ley de
defensa del consumidor, J.A, 1994-II-743).
Distinto es el árbitro de derecho, pues debe fundar sus decisiones en normas jurídicas.”
(Farina, Juan M. –Op. cit.– Págs. 459 a 463).
Por su parte, Wajntraub (op. cit) comenta “La ley se hace eco de una tendencia
doctrinal que se ha abierto paso en la doctrina procesal moderna, cual es la de aliviar
la carga pesada del aparto judicial, debiendo agregársele los inconvenientes que tiene
la justicia para satisfacer con urgencia y simplicidad las necesidades de los ciudadanos,
sobre todo en cuestiones de menor cuantía. Además el arbitraje de consumo
“pretende satisfacer la necesidad, tanto de consumidores como de empresarios, de
resolver las reclamaciones de aquéllos a través de mecanismos extrajudiciales simples,
rápido, eficaces y sin costes” (Sistema Arbitral de Consumo, public. del Ministerio de
Sanidad y Consumo de España, Madrid, 1993, p.3)
El Sistema Nacional de Arbitraje de Consumo
El sistema nacional de arbitraje de consumo está previsto en el art. 59 LDC,
reglamentado por el Decreto PEN Nº 276/98, en el orden nacional.
Dice Wajntraub que “El decreto 276/1998 y la resolución 212/1998 y modificatorias de
la Secretaría de Industria, Comercio y Minería pusieron en marcha el Sistema Nacional
de Arbitraje de Consumo. En dichos cuerpos reglamentarios se especifican todas las
cuestiones atinentes al régimen arbitral, determinándose las materias de incumbencia,
la constitución del tribunal, los aspectos procedimentales, etc. Se establece que el
sometimiento de las partes al arbitraje de consumo es de carácter voluntario y deberá
constar expresamente por escrito.” (Wajntraub, Javier H. –Op. cit.– págs. 283 a 285)
Registro de árbitros sectoriales: los lleva la autoridad de aplicación y los proveedores
que se adhieren deben utilizar el logo pertinente.
El arbitraje de consumo debe siempre llegarse por el compromiso arbitral, en el que
las partes acordarán someterse al laudo a dictarse y fijarán los puntos sobre los cuales
deberán pronunciarse los árbitros. Este compromiso arbitral debe estar refrendado
por el consumidor y el proveedor. Ahora bien, respecto del sometimiento al arbitraje,
no se requiere la conformidad del proveedor si el mismo se inscribe en un Registro
especial llevado por la Autoridad de Aplicación, utilizando el logo identificatorio. Lo
que sí será necesario será el acuerdo sobre los puntos sobre los cuales debe
pronunciarse el Tribunal Arbitral.
El procedimiento se inicia con el requerimiento de arbitrje ante la Autoridad de
Aplicación que formulen el consumidor y el consumidor debe ser aceptado por el
proveedor, o estar éste inscripto.
Se conforma entonces el Tribunal Arbitral de Consumo, que se integra con 3 vocales
asistidos por un secretario.
Uno de los vocales será designado entre los representantes de las Asociaciones de
Consumidores que figuren inscriptos el otro entre los representantes de las
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asociaciones empresariales inscriptas, y el tercero o “árbitro institucional”, que debe
ser abogado, será designado entre aquellos que revisten como tales en la Secretaría de
Comercio Interior (ME y FP). El consumidor y el proveeor designrán a quien elijan
dentro de los que figuren inscriptos si no lo hicieren, se designan por sorteo.
Luego el Tribunal cita a una audiencia de conciliación. Si se logra la misma, pasa a la
Autoridad de Aplicación para su homologación. Caso contrario el Tribunal abre a
prueba, fija un plazo para su producción, y, una vez finalizado, dicta el laudo
pertinente por mayoría de sus miembros.
Existen tres clases de arbitraje: de amigables componedores (el más frecuente), de
derecho (en cuyo caso los tres integrantes del Tribunal deben ser abogados) y el
arbitraje menor para sumas inferiores a $ 500.- aun no modificada.
Los laudos arbítrales no son apelables porque ya fue renunciada la jurisdicción judicial.
Sólo son susceptibles del recurso de aclaratoria ante el mismo Tribunal Arbitral; o el
de nulidad, por haberse resuelto sobre cuestiones no planteadas, o por haber mediado
conveniencia dolosa con alguna de las partes. Este último devuelve la competencia al
Poder Judicial, al que deberán remitirse las actuaciones dentro de los 2 días hábiles de
su interposición.
Laquidara comenta: “La incorporación al ámbito nacional del Arbitraje de Consumo
como método alternativo de resolución de las controversias existentes entre
consumidores y usuarios y proveedores de bienes y servicios, ya pueden mostrar sus
resultados.
Es preciso resaltar que no obstante los medios jurisdiccionales previstos por la
Constitución Nacional y leyes específicas, un amplio espectro de actividades cotidianas
y muy sensibles para los habitantes de nuestro país, tales como sus relaciones de
consumo, no encontraban un ámbito de las características del Arbitraje para ser
debatidas y resueltas.
Cada Tribunal Arbitral se conforma con un árbitro escogido por el reclamante del
Registro de Representantes de Asociaciones de Consumidores, uno designado por el
proveedor, elegido del Registro de Representantes de Asociaciones Empresariales (se
toma la del rubro del proveedor) y un tercero, sorteado del Registro de Arbitros
Institucionales pertenecientes a l Estado.
Todos los árbitros son profesionales de diversas disciplinas, en su mayoría abogados, a
excepción de los árbitros institucionales que son abogados en su totalidad.
Los Tribunales Arbitrales Colegiados, se han expedido en un 97 % de los casos por
unanimidad, representando un importante índice de acuerdo entre los sectores
involucrados, visualizado en los Laudos Arbitrales emitidos en equidad.”
Gran número de empresas, comenta Laquidara, “de diferentes actividades
comerciales han realizado su Oferta Pública de Adhesión al sistema, estando por ello
obligadas a comparecer ante los Tribunales Arbitrales en el supuesto de efectuarse
algún reclamo por parte de un usuario o consumidor.
Otras, a su vez, han aceptado puntualmente el Arbitraje para resolver un conflicto de
consumo iniciado por un consumidor, sin adherirse al sistema mediante la
formalización de su Oferta Pública.” (Laquidara, José L.,“El sistema Nacional de
Artbitraje de Consumo: Un ágil y efectivo método para resolver conflictos” La Ley, pág.
14- Suplemento Resolución de conflictos- 11/06/99)
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Sistema Arbitral de Consumo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
La ley 2963 crea y regula el Sistema Arbitral de consumo en la CABA.
La misma sigue en sus líneas generales la normativa del Dec. 276/98 que lo reglamenta
en el orden nacional.
La ley mencionada crea el “Sistema Arbitral de Consumo de la CABA” dependiente de
la Dirección de Defensa y Protección al Consumidor.
Dispone que los Tribunales Arbitrales de Consumo se integrarán con 3 vocales, uno por
las asociaciones de consumidores, otro por las asociaciones empresariales (Cámaras de
distintos rubros) y un Árbitro Institucional que debe ser abogado, con 5 años de
ejercicio y especial preparación en la materia.
Los dos primeros deben tener también título universitario y 5 años de ejercicio y estar
inscriptos en el Registro de Árbitro propuesto por las mencionadas asociaciones, con
sede en la Ciudad de Buenos Aires.
Cabe señalar que el consumidor y el proveedor deben firmar el convenio arbitral que
pone en marcha el arbitraje.
Es importante destacar que el Tribunal Arbitral, antes de la producción de la prueba y
de dictar su laudo, debe intentar la conciliación entre las partes. De no lograrlo, recién
se pone en marcha el arbitraje propiamente dicho.
Se crea también un Registro de Adherentes al Sistema de Oferta Pública de la CABA,
destinado a los proveedores que anticipan su consentimiento a la intervención de un
tribunal arbitral, a semejanza del Registro Nacional.
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JURISPRUDENCIA UNIDAD 7
“Los árbitros deben resolver a verdad sabida y buena fe guardada, procurando uno
justa y equitativa composición de los intereses en juego, flexibilizando el rigor de las
leyes al juzgar y teniendo en vista la necesidad de morigerar aquellas cláusulas que,
aplicadas estrictamente, puedan llevar una violación del art. 37 de la ley 24.240, en
tanto su utilización sea abusiva e implique una renuncia o restricción de los derechos
del consumidor ampliándolos de la otra parte”.
(Trib. Arbitral de Consumo, 20/10/98, exp. 0941/1998. LL, 1999-B- 439)
·Cabe rescindir -en virtud del art. 37 inc.) b de la ley 24.240- el contrato por el cual se
cede hasta el año 2090 el libre uso de una semana en un complejo turístico, pues tal
lapso excede con creces la expectativa de vida natural de los contratantes y su
utilización devendría abusiva al implicar una renuncia o restricción de los derechos del
consumidor ampliando los de la otra parte”.
(Trib. Arbitral de Consumo, 24/11/1998, Expediente 01242/98, LL. 1999-D-554). Citado
por WAJNTRAUB, Javier H. “Protección Jurídica del Consumidor”, págs. 285 Ed.
Depalma, 1995 Buenos Aires).
Casos resueltos por Tribunales Arbitrales de Consumo:
Caso 1:
Objeto de la Solicitud de Arbitraje.
En este caso la parte reclamante solicitó arbitraje a fin de que se le devuelva la suma
de $ 1000 entregada en concepto de anticipo por la compra de un automotor, cuya
venta se encontraba supeditada a la obtención de un crédito prendario, el que no le
fuera otorgado.
Laudo.
Citadas las partes a los fines de arribar a un acuerdo, de conformidad con lo previsto
por la Res. SIC. Y M N° 212/98 el mismo no fue posible pues la empresa reclamada no
se presentó, por lo que el Tribunal, en vistas a la prueba documental ofrecida por la
parte reclamante, ordenó la devolución del importe en cuestión.
Caso 2:
Objeto de la Solicitud de Arbitraje
En este caso el consumidor solicitaba el reintegro de las sumas abonadas por el servicio
de Internet, dada la mala prestación del mismo.
Acuerdo – Homologación.
En la audiencia conciliatoria convocada por el Tribunal, las partes acordaron que la
empresa reclamada le devolvería la suma abonada.
Caso 3:
Objeto de la Solicitud de Arbitraje
En este caso el reclamante solicitó arbitraje a fin de que se proceda a la rescisión del
contrato de locación de obra suscripto con empresa reclamada y al reintegro de los
importes abonados.
Laudo.
94
En la audiencia de conciliación las partes no arribaron a un acuerdo, por lo cual el
Tribunal procedió a dictar el laudo correspondiente. En este sentido ordenó a la
empresa la devolución de los importes abonados declarando rescindido el contrato de
locación de obra firmado entre las partes. Ello, toda vez que la intimación por carta
documento enviada a la reclamada no fue contestada por la misma, la falta de
presentación de descargo por parte de la requerida, y el reconocimiento por parte de la
empresa del incumplimiento del contrato de locación de obra.
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96
UNIDAD 8
Servicios Públicos domiciliarios
Servicios públicos
Dice Marienhoff que “por servicio público ha de entenderse toda actividad de la
Administración Pública o de los particulares o administrados, que tienda a satisfacer
necesidades o intereses de carácter general cuya índole o gravitación, en el supuesto
de actividades de los particulares o administrados, requiera el control de la autoridad
estatal.”
Prosigue, “No es menester que la “actividad” de referencia esté sujeta a un “régimen”
(“procedimiento”) jurídico especial de derecho público, bastando con que quede
“encuadrada” en el ámbito del derecho público, regida entonces, por normas de
“subordinación”, con las consecuencias pertinentes.
Tampoco es necesario que en la definición de servicio público se haga constar que la
satisfacción de la necesidad o del interés general deba serlo en forma “regular” y
“continua”, pues esto va de suyo, ya que pertenece a los caracteres esenciales del
servicio público.
Finalmente, la satisfacción de las necesidades generales puede hacerse en forma
“genérica” o “concreta”, según se trate de servicios públicos “uti universi” o “uti
singuli”, respectivamente.”
“Los servicios públicos “propios” son los que la Administración Pública presta, directa
o indirectamente, por así haberlo decidido o resuelto para satisfacer una necesidad o
un interés general.
Servicios públicos “impropios”. La prestación de éstos generalmente se basa en una
autorización o permiso de la Administración para que el administrado o particular
realice la respectiva actividad. Pero el carácter de “servicio público” de la actividad así
ejercida resultará de la propia naturaleza de la actividad en cuestión, con la cual se
satisface una “necesidad” de carácter “general”. (Ej. “servicio de taxis”)
El control estatal respecto a los servicios públicos que integran el grupo o la categoría
de “impropios”, difiere especialmente del control que el Estado realiza sobre la
actividad de las personas particulares en ejercicio del poder de policía general.
(Garrido Falla).
En primer lugar, este último se realiza, por principio, respecto a actividades que no
salen del ámbito del derecho privado, en tanto que el control sobre la actividad de
quienes presten o realicen servicios públicos “impropios” tiene esencia
fundamentalmente “pública”- como que se refiere a actividades ubicadas en el campo
del derecho público-, lo que hace que dicho control sea más intenso y riguroso que el
anterior.”
El servicio público no supone, como principio, la existencia de un monopolio, referido
éste a la actividad objeto del servicio. Pueden existir servicios públicos monopolizados
o no.
El monopolio que suprime la concurrencia respecto a una actividad libre cuyo ejercicio
queda entonces circunscripto a una persona pública o privada, si bien condice con la
naturaleza del servicio público, no pertenece a la esencia de éste. Por eso es que
97
pueden existir y existen servicios públicos sin monopolio.
Respecto a los servicios públicos “impropios” el principio general lo constituye la falta
de monopolio; en cambio, tratándose de servicios públicos “propios” es frecuente la
existencia de monopolio. “
Continua el autor, “El servicio público puede tener usuarios indeterminados, según
que la utilidad que él reporte sea genérica, para la población en general, o puede tener
usuarios determinados, que reciben una utilidad concreta particular, porque se
benefician individualmente con la prestación. (Presutti: “Instituzioni di diritto
administrativo italiano) tomo 1º, págs. 345-436).
El primer supuesto, comprende los servicios públicos “uti universi” (vgr. Defensa
nacional, policía de seguridad, etc.) Aquí el beneficiario no es el individuo en particular,
sino la sociedad toda.” (Marienhoff, Miguel S., “Tratado de Derecho Administrativo”,
págs. 39, 46 y 47,53, 55 Y 56 , Abeledo-Perrot, Buenos Aires 1966).
Relaciones Jurídicas involucradas
Mertehikian analiza:
a) Estado-prestadores privados: Si la actividad se encuentra caracterizada como un
servicio público y así ha sido declarada por el legislador, no dudamos en afirmar que
las relaciones entre los particulares titulares de una concesión, licencia, permiso o
autorización y el Estado, estarán sometidas al régimen de derecho público.
b) Prestadores- usuarios: De manera análoga, en tanto nos encontremos frente a un
servicio público, las relaciones entre prestadores y usuarios estarán sometidas a
idéntico régimen de derecho público, no siendo libre la actividad de aquéllos, por
cuanto estará estrictamente ceñida a las reglas y principio del servicio público, esto es,
igualdad, uniformidad, regularidad, universalidad.
c) Prestadores - terceros con quienes contratan
Finalmente, y aún cuando la actividad se encuentre caracterizada legalmente como un
servicio público no dudo en afirmar que las relaciones jurídicas establecidas con los
terceros con quienes aquéllos celebran contratos, estarán regidas por el derecho
común. (Mertehikian, Eduardo, “La regulación de los servicios públicos privatizados”,
La Ley, Secc. Doctrina, pág. 9)
Regulación y control de los servicios públicos
Cincunegui comenta “Teniendo en cuenta que los servicios públicos son actividades
que por su esencialidad para satisfacer el interés público, son sustraídas de la libertad
individual acordándoles una “publicatio”, por medio de la cual la titularidad con
carácter de monopolio legal corresponde al estado (en sentido lato), la regulación y
control tiene distintas características a la deviniente de las actividades privadas de
carácter común o las denominadas de “interés general”. (op. Cit. Leading-case “New
State ICE Co. v. Liebmann).
Al respecto se señala que el servicio público se crea mediante el ejercicio del poder
98
regulatorio (poder de policía) esto es, con la medida legislativa por la cual se sustrae la
actividad de la posibilidad de ser ejercida por particulares y se la sitúa en el Estado.
Con posterioridad a ello, creado el servicio público, corresponde al Poder Ejecutivo
Nacional, conforme el art. 86 Inc. 1) de la Constitución Nacional, establecer el marco
regulatorio de la actividad, esto es, ejercitar el poder reglamentario de la
Administración Pública.
En cuanto al poder regulatorio en sus diversas facetas, una vez creado el servicio
público por norma legislativa, la reglamentación no solo descansa en la competencia
del Poder Ejecutivo sino que es asignada por delegación en organismos inferiores
(ministerios o secretarías) de la Administración centralizada o en entes autárquicos
(comisiones reguladoras o de control).
Aquí el Estado actúa, por una parte en ejercicio de dicha potestad-deber, pero además,
porque siendo titular de la actividad es responsable de la prestación de la misma, ya
sea prestada a través de sus propios organismos o por medio de gestores
(licenciatarios, concesionarios o permisionarios)” (Cincunegui, Juan B., “Regulación
Pública “ en Revista de la Administración Pública – T 184)
Sistemas de gestión de los servicios públicos
Cassagne comenta, “La problemática de la gestión de los servicios públicos gira en
torno a los servicios públicos propios ya que los llamados impropios tienen,
prácticamente, un solo régimen jurídico y funcionan mediante el empleo de la técnica
autorizatoria.
Las diferentes formas de gestión de los servicios públicos propios, interesan
fundamentalmente al Derecho Administrativo por tres razones: a) la condición jurídica
del prestatario; b) las relaciones entre los prestatarios particulares y el Estado (en los
supuestos de gestión indirecta) y c) el derecho de los usuarios a reclamar prestaciones.
Conforme al principio de subsidariedad, existe una regla general que determina que la
prestación de los servicios públicos debe ser efectuada por los particulares,
justificándose la asunción de la gestión directa por el Estado solamente cuando la
iniciativa privada revele desinterés, insuficiencia o ineficacia.
Gestión directa: …” del servicio puede prestarse mediante algunos de estos modos: 1)
empresa sin personalidad jurídica propia; 2)persona pública estatal o entidad
descentralizada, incluidas las empresas del Estado regidas por la ley 13.653 y
complementarias; 3) sociedad del Estado ;4) sociedad anónima de participación
mayoritaria estatal; 5) sociedad de economía mixta o sociedad anónima común
(cuando el Estado tuviera la mayoría del capital de la entidad)
Gestión indirecta: Se produce cuando el Estado, sin relegar sus potestades ni renunciar
a su titularidad le encomienda a un particular, por lo común dotado de organización
empresaria, la prestación de un servicio público. Son varias las formas que puede
asumir esta clase de gestión que van desde la figura de la concesión y del permiso
hasta la locación. Por excepción, puede darse también la gestión indirecta en la
llamada colaboración que realizan los particulares en forma paralela, por participación
o por injerencia” (Cassagne, Juan C. “Derecho Administrativo” Tomo II, págs. 309 Y
310- Abeledo-Perrot, 2002, Bs. As).
99
Servicio Público domiciliario y derecho del consumidor
Wajntraub comenta “La Ley de Defensa del Consumidor trata la temática de los
servicios públicos domiciliarios estableciendo la obligación de la empresa prestadora
de entregar una constancia escrita de las obligaciones de las partes, sin perjuicio de
que dicha información también esté a disposición de los usuarios en todas las oficinas
comerciales que posea la compañía. También se pone en cabeza del proveedor la
carga de colocar en toda constancia de facturación una leyenda predeterminada de
donde el consumidor es informado de su derecho a demandar los daños y perjuicios
propios de reclamos indebidos.
La relación jurídica que se establece entre el proveedor y el usuario es de consumo,
encuadrando perfectamente dentro de lo que surge de los art. 1º y 2º de la Ley de
Defensa del Consumidor.” (Wajntraub, Javier (op. cit.).
Según el Art. 25, ley 24240 (Texto según ley 26.361). “Las empresas prestadoras de
servicios públicos a domicilio deben entregar al usuario constancia escrita de las
condiciones de la prestación y de los derechos y obligaciones de ambas partes
contratantes. Sin perjuicio de ello, deben mantener tal información a disposición de los
usuarios en todas las oficinas de atención al público.
Las empresas prestadoras de servicios públicos domiciliarios deberán colocar en toda
facturación que se extienda al usuario y en las oficinas de atención al público carteles
con la leyenda: “Usted tiene derecho a reclamar una indemnización si le facturamos
sumas y conceptos indebidos o reclamamos el pago de facturas ya abonadas, ley
24.240”.
Los servicios públicos domiciliarios con legislación específica y cuya actuación sea
controlada por los organismos que ella contempla serán regidos por esas normas y por
la presente ley. En caso de duda sobre la normativa aplicable, resultará la más
favorable para el consumidor.
Los usuarios de los servicios podrán presentar sus reclamos ante la autoridad instituida
por la legislación específica o ante la autoridad de aplicación de la presente ley.
Centanaro-Surín entienden por servicio público “a la actividad realizada por órganos
públicos o privados que tiene por objeto la satisfacción en forma regular y continua
de necesidades de interés general, operadas en forma directa o a través de cualquier
otro medio legal con sujeción a un régimen de Derecho Público o Privado, según
corresponda.
Los autores citan a Farina, quien define “Servicio Público Domiciliario” : “Aunque la ley
usa la expresión “domiciliario”, no ha de entenderse por ello que las disposiciones de
este capítulo sólo se aplican cuando se prestan en el domicilio del usuario, pues
también regirán cuando el servicio se efectúe en cualquiera de los ámbitos que pueda
utilizar el usuario, ya sea como la vivienda habitual o circunstancia, o de recreo,
turismo o lugar de trabajo, ya se trate de inmueble para dar en locación o a cualquier
otro fin” .
Prosiguen los autores “Respecto de los servicios públicos, en general, y en relación a la
normativa aplicable se modifica el criterio de supletoriedad por el de integración
normativa, con las concernientes legislaciones específicas (la redacción anterior
refería acerca de “los servicios públicos domiciliarios con legislación específica y cuya
actuación sea controlada por los organismos que ella contempla, serán regidos por
100
esas normas, aplicándose la presente ley supletoriamente”).
Centanaro-Surín comentan que “La presente norma habilita al usuario o consumidor a
optar acerca del régimen aplicable, ya sea el marco regulatorio de los servicios
públicos o la normativa que tiene por objeto la defensa del consumidor.
Asimismo, adaptando la Ciudad Autónoma de Buenos Aires su normativa, según lo
establecido en la Carta Magna local, el 9 de octubre de 2008 se sancionó la ley 2870”.
(Centanaro-Surin, –Op. cit.– págs. 43 a 45).
Información al usuario
Señala Wajntraub que: “Es evidente que los usuarios de servicios públicos domiciliaros
tienen frente a los proveedores una situación de debilidad estructural, aún mayor que
frente a los prestadores reguladores de productos y servicios, debido
fundamentalmente a que son prestaciones usualmente monopólicas de cuyo objeto no
puede prescindir el contratante, dada su indispensabilidad. Por esta razón la ley prevé
algunos resguardos adicionales, mucho de los cuales se relacionan con la información
que deben brindar los prestadores, como así también con las formalidades que deben
cumplir al brindar la misma.”
El trato equitativo y digno
Wajntraub cita a Lorenzetti que dice “el trato equitativo y digno es una regulación de
las prácticas, es decir de comportamientos previos o colaterales a la prestación
nuclear, esto es, el servicio”. (LORENZETTI, R. L . “Consumidores”). En relación con el
trato equitativo en el marco de los contratos que versan sobre los servicios públicos
domiciliarios, la ley de defensa del consumidor consagra una norma específica que
regula la reciprocidadad de trato y es la que surge del artículo en análisis. Debemos
agregar que es sólo un aspecto de los que componen la manera en que el proveedor
debe administrar la relación con el usuario. Es decir, que el trato equitativo no se agota
en una tasa de interés.
Por su parte, “el trato digno tiene relación con la dignidad de las personas, por
ejemplo, con evitar colas, demoras, riesgos, etc.”(Lorenzetti R. L. “Consumidores”).
Obligación de seguridad
Continua el autor “Al analizar el art. 5º ley 24.240 nos hemos extendido acerca de los
deberes que pesan en cabeza de los proveedores en cuanto a la preservación de los
bienes y de la persona del consumidor. Sólo agregaremos que “la noción de seguridad
significa que no deben ser afectados los bienes que se depositan en manos del
proveedor y que los bienes que integran la prestación no deben causar perjuicio a
otros bienes del usuario”. En lo que hace a la persona, “el proveedor será responsables
de todos los daños que sufra el consumidor en su persona, conforme al régimen de
responsabilidad aplicable”..(Lorenzetti R. L. “Consumidores”, cit. P. 472).
Información acerca de las condiciones de seguridad
“Los prestadores de servicios públicos deben brindar a los usuarios una información
detallada y comprensible, sobre las condiciones de seguridad de las instalaciones y de
los artefactos necesarios para la adecuada prestación del servicio, tanto sean provistos
por aquéllos o por terceros. En este caso, el usuario puede a su vez exigir el
101
cumplimiento de las condiciones y sin perjuicio de la responsabilidad de los terceros.
En cualquier caso es el proveedor el que deberá probar el haber brindado la
información y el contenido de la misma.”
Facturación de sumas indebidas
“La ley determina lo evidente, al establecer que en todos los casos en los que una
empresa prestadora de servicios públicos domiciliarios facturase cualquier suma o
concepto indebido deberá reintegrar los correspondientes importes con sus intereses
(moratorios y punitorios), que se calcularán sobre la base de las tasas que la propia
empresa utilice cuando el usuario paga fuera de término.” (Wajntraub, Javier (op. cit.).
Los entes reguladores
“No caben dudas de que gozan de rango constitucional, dada su inclusión expresa en el
art. 42 del texto constitucional.
Deben estudiarse y comprenderse en el marco de las privatizaciones y el cambio del
rol del Estado, a partir de 1991 y la necesidad de regulación prestacional y económica
de los servicios públicos
El art. 42 se respeta cuando el derecho al buen servicio se garantiza con un marco
regulatorio adecuado y ordenando la existencia de organismos de control. En
consecuencia, los entes tienen raigambre constitucional, misión directamente
asignada por la Carta Magna.
De ahí surge la plena y necesaria autonomía de los entes reguladores, escindibles de
toda subordinación al poder político, y que deben garantizar la neutralidad de la
administración, capacitar a sus integrantes y asegurar la estabilidad de las
prestaciones.” (Tambussi, Carlos E., –Op. cit.– pág. 135 y 136)
Centraremos nuestro estudio en el ENRE, el ENERGAS, la CNC y el ERAS.
Ente Regulador de la Electricidad (ENRE).
Fue creado en 1993 por la ley 24065 como un ente autárquico dentro de la jurisdicción
del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios.
Tiene funciones reglamentarias y puede aplicar multas por infracciones.
Los usuarios, luego de reclamar ante un incumplimiento ante la empresa proveedora,
puede ocurrir ante el Ente o ante la Autoridad de Aplicación de la Ley de Defensa del
Consumidor.
Ente Nacional Regulador del Gas (ENERGAS)
Fue creado en 1993 por ley 24076 como un ente autárquico dentro de la jurisdicción
del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios.
Tiene funciones reglamentarias y puede aplicar multas por infracciones.
Resuelve los reclamos de usuarios contra las prestadoras y vela por la protección del
medio ambiente.
Comisión Nacional de Comunicaciones (CNC).
Fue creada por Decreto Nº 1185/90 (modificado por Dec. 1260/96), como organismo
102
descentralizado dependiente de la Secretaría de Comunicaciones.
Tiene funciones reglamentarias y puede aplicar multas por infracciones.
Interviene en protección para los consumidores en el valor del servicio básico
telefónico, y en la prestación del servicio
Sus funciones están determinadas por la Resolución 2065/99
Ante un incumplimiento, el usuario puede recurrir ante la Comisión o ante la Autoridad
de Aplicación de la Ley de Defensa del Consumidor.
Ente Regulador Agua y Saneamiento (ERAS)
Creado por ley 26.221, Anexo I
Regula a las Empresas prestadoras del servicio de agua y saneamiento ambiental en la
Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, en especial la actividad de Agua y
Saneamientos Argentinos S.A. (AYSA), prestadora de servicios sanitarios, constituida
como Sociedad Anónima en la órbita del Ministerio de Planificación Federal, Inversión
Pública y Servicios (Decreto 304/06).
La ley de Defensa del Consumidor y los servicios públicos
Tambussi señala: “Sin perjuicio de remitir a lo que la ley 26.361 ha introducido a este
respecto: La ley de Defensa del Consumidor trató el tema en su capítulo VI, relativo a
los servicios públicos domiciliarios, estableciendo que es de aplicación supletoria a los
servicios que tengan regulación específica.
Determina:
1) Que se debe entregar a los usuarios constancia escrita de las condiciones del
servicio, derechos y obligaciones de las partes. En este punto, solo lo hicieron las
telefónicas, que publican el Reglamento del Servicio Básico junto a la guía telefónica
que distribuyen anualmente. Como contrapartida nunca dicha, cerraron sus oficinas
comerciales de atención al público. El resto de las privatizadas, en el mejor de los
casos, pueden exhibir el reglamento del servicio en elegantes displasys de sus oficinas,
o bien proporcionárselo al ciudadano insistente que encare a la empresa con cierta
constancia.
2) El derecho de reciprocidad de trato que consiste en aplicar para reintegros y
devoluciones los mismos criterios que para los recargos por mora.
3) El derecho de las autoridades competentes de intervenir en la verificación del
funcionamiento de instrumentos de medición de suministros, cuando haya dudas
sobre el mismo.
4) La obligación de llevar registro de reclamos.
5) El deber de informar a los usuarios sobre seguridad de instalaciones y artefactos
(por falta de servicio es objetiva la responsabilidad, sobre artefactos hay que acreditar
el daño).
6) La admisión de reclamos por consumo excesivo.
7) El principio básico de no interrupción de la prestación.
Comenta Tambussi, respecto de la reforma de la ley 26.361, que “Se agrega al capítulo
VI de la ley 24.240 un nuevo párrafo del art. 25, que atiende la problemática ya
planteada en capítulos anteriores, relativa a la aplicación de esta ley en los servicios
103
públicos que tienen regulación específica. Recordemos la importancia de la aplicación
de la LDC a esta temática, ya que en estos casos los usuarios son cautivos de las
empresas, generalmente monopólicas (legales, territoriales), y cuyos servicios e
instalaciones ingresan a la intimidad del hogar y son atinentes a principios elementales
de calidad de vida.
El párrafo agregado se refiere a servicios públicos con legislación (no regulación)
específica y establece que se regirán por las normas de los organismos que la
legislación contemple y por la “presente ley”, aplicándose la norma más favorable al
consumidor en caso de duda, resultando precisa y determinante la aplicación directa
de da ley 24.240 a los servicios públicos domiciliarios”.
Hubo unánime consenso durante el tratamiento legislativo en cuanto a eliminar el
régimen de supletoriedad sobre los servicios públicos. Lo contrario implica el
cercenamiento del derecho constitucional de 1994, o en otras palabras porque,
además de su rango normativo superior, la consagración constitucional de los
derechos de los usuarios es posterior a los marcos regulatorios específicos y a la propia
ley 24.240.
La vía reclamatoria sale fortalecida por cuanto los usuarios pueden presentar ahora sus
reclamos tanto al ente regulador como a la autoridad de aplicación de la Ley de
Defensa del Consumidor (Secretaría de Comercio Interior de la Nación).
El art. 27 mereció un agregado que impone a las empresas prestadoras el deber de
garantizar la atención personalizada, y de otorgar constancias de los reclamos
efectuados por los consumidores por cualquier medio, incluyendo el correo
electrónico.
La aprobada reforma al art. 31 refiere a la facturación de servicios públicos, y asegura:
a) el derecho del usuario a reclamar abonando los conceptos no cuestionados de la
factura, con plazo de 30 días a partir del reclamo para que la empresa acredite
fehacientemente el consumo facturado, dando claridad a un plazo específico para
realizar la queja, y b) ante la insatisfacción del reclamo o incontestación, la posibilidad
del usuario de acudir al organismo de control. Todo ello en el marco de la integración
normativa de la ley del consumidor con la normativa de servicios públicos.
Tambussi señala que el nuevo art. 25 determina la posibilidad de presentar los
reclamos ante el ente regulador o ante la autoridad de aplicación de la ley 24.240. La
prospectiva de su implementación dirá cuál es la suerte real de esta nueva norma, ante
lo que pensamos es un sinceramiento del fracaso de los entes reguladores, que intenta
ser solucionado abriendo otra vía o ventanilla de reclamos ante organismos que ni
siquiera en su formulación, financiamiento o estructura personal, espacio o solvencia
técnica específica sobre la maraña de reclamos por servicios que pueden
presentárseles, están cerca de comenzar a entender en estas cuestiones.” (Tambussi,
Carlos E., –Op. cit.– pág. 181 a 183)
104
JURISPRUDENCIA UNIDAD 8
“Debe declararse la inconstitucionalidad de la Resolución 1049/08 de la Dirección
Provincial de Energía de Corrientes y del Decreto ratificatorio 2668/08, en cuanto
establecieron un nuevo régimen tarifario, pues, las autoridades han faltado al “deber
de información” que están obligadas a suministrar en forma clara, precisa, detallada y
oportuna a los usuarios, quienes se vieron sorprendidos ante imprevistas
modificaciones sobre sus consumos”.
(J.Civ. y Com. Nro. 8, Corrientes, 2009/09/02 – Asociación de usuarios y consumidores
de la Provincia de Corrientes c. Dirección Provincial de Energía de Corrientes y otro)
LLLitoral, 2010-Abril, 252.
“Antes de la entrada en vigor de un nuevo régimen tarifario para un servicio público
esencial -en el caso, de agua potable y desagües cloacales- se requiere la realización de
una audiencia pública, caso contrario se vulnera el derecho a una información
adecuada y veraz”.
(JContenciosoadministrativo Nro. 1, La Plata, 2009/09/22. - Defensoría Ciudadana de
La Plata y otros c. Aguas Bonaerenses S.A. ABSA) DJ, 2010/03/10, 606.
“La falta de pago del servicio público de agua potable no puede, bajo ningún aspecto,
condicionar su prestación, pues la empresa prestataria se encuentra obligada a realizar
el suministro en la misma forma y con los alcances en que el usuario está obligado a su
uso, pudiendo actuar a través de vías procesales mas idóneas para percibir el cobro por
su acreencia y que no se contraponen con la salud pública”.
(CContenciosoadministrativo, Tucumán, sala I, 2010/02/25. - Ramos, Elsa Mirta c.
Sociedad Aguas del Tucumán) LLNOA, 2010-Mayo, 395.
105
106
UNIDAD 9
ORGANIZACIONES DE DEFENSA DEL CONSUMIDOR
Farina comenta que “La Constitución nacional reconoce a estas instituciones como
elementos importantes en la defensa y resguardo de los derechos del consumidor
(arts. 43 y 43). Advierte que la ley 24.240 tan solo ha tomado en consideración las
entidades de base asociativa, formada por consumidores y usuarios, que son las más
habituales.”
Finalidad específica de las asociaciones de consumidores: Entiende que el rasgo típico
de éstas asociaciones es el bien común y define el bien común como “la persecución
de un fin altruista sin ánimo de lucro, entendida aquí esta última expresión como la
ausencia de incremento patrimonial en los miembros de la asociación como
consecuencia de repartir un beneficio dinerario resultante de las actividades de ésta.”
El autor aclara que “la ley, en todo su articulado cuando habla de “asociaciones de
consumidores”, se está refiriendo a las autorizadas por la autoridad de aplicación (en
el orden nacional Secretaría de Comercio). (Farina, –Op. cit.–)
Funciones de las asociaciones de consumidores
Wajntraub , afirma: “La posibilidad de crear asociaciones de consumidores y usuarios
con facultades especiales es una de las más interesantes novedades de la Ley de
Defensa del Consumidor. Para ello, estas organizaciones deberán trabajar en pos de la
defensa, la información y la educación de los consumidores, cumpliendo con los
requisitos comunes para la obtención de la personería jurídica y los particulares que
surgen de las leyes y los reglamentos.
Las funciones de las asociaciones y usuarios se encuentran prácticamente resumidas
en el artículo que comentamos, el que establece los fines que deben perseguir. Entre
las varias funciones con las que cuentan se destacan:
- La función de defensa de los intereses de los consumidores ante la justicia, la
autoridad de aplicación de la normativa en análisis y/u otros organismos estatales
o privados es una de las tareas que por excelencia distinguen a estas entidades.
- La facultad de asesorar a los consumidores en materia de precios, condiciones de
compra, calidad, etc. Este punto tiene una directa vinculación con la función de
promotores de la educación del consumidor que tienen estas entidades.
- La posibilidad de desarrollar todo tipo de tarea que tenga como objeto el hacer
más eficiente la aplicación de la normativa vigente, pudiendo aportar ideas o
propuestas para el mejoramiento de la legislación en materia de consumo.
- La organización, realización y divulgación de estudios sobre la temática del
consumo.
- Realizar cualquier tipo de emprendimiento que tienda a la defensa o protección
de los intereses de los consumidores.” (Wajntraub – Op. cit.-)
Condiciones especiales – El Registro Nacional de Asociaciones de Consumidores.
Centanaro-Surín observan que “De la lectura de esta norma surge que estas
Asociaciones de Consumidores necesitan una doble registración. Por un lado, deberán
107
tener la personería jurídica propia de una asociación civil, de conformidad con lo
dispuesto por el artículo 33 del Código Civil, con la consecuente inscripción en la I.G.J
y/o autoridad local correspondiente. Asimismo, deberá cumplir con los requisitos
propios que le impone la ley en este preciso artículo, y solicitar la inscripción, a su vez
en el Registro Nacional de Asociaciones de Consumidores, creado a través del artículo
55 del Decreto Reglamentario 1798/94.
Señala Farina, “Todas las asociaciones de consumidores y usuarios autorizadas a
funcionar como tales deben inscribirse en el Registro Nacional de Asociaciones de
Consumidores (“y usuarios”).
Condiciones exigidas para conceder la autorización:
Según el art, 56, párr. 1º, la asociación para ser autorizada por la autoridad de
aplicación, debe tener como finalidad, las siguientes funciones: a) la defensa de los
consumidores y usuarios; b) la información a los consumidores y usuarios, y c) la
educación de los consumidores y usuarios.
Contribuciones Estatales
El Artículo 62- LDC se refiere a las Contribuciones Estatales. “El Estado nacional podrá
disponer el otorgamiento de contribuciones financieras con cargo al presupuesto
nacional a las asociaciones de consumidores para cumplimentar con los objetivos
mencionados en los artículos anteriores.
En todos los casos estas asociaciones deberán acreditar el reconocimiento conforme a
los arts. 56 y 57 de la presente ley. La autoridad de aplicación seleccionará a las
asociaciones en función de criterios de representatividad, autofinanciamiento,
actividad y planes futuros de acción a cumplimentar por éstas”.
Farina observa que “El art. 62 se refiere sólo al Estado nacional, lo cual es natural pues
el Congreso no puede imponer a los gobiernos provinciales directivas sobre el manejo
de sus recursos propios, tema exclusivo de las respectivas legislaturas.
Al decir el “Estado nacional”, naturalmente se está refiriendo al Poder Ejecutivo de la
Nación, al cual autoriza que pueda (“podrá” dice el artículo) prever el presupuesto
nacional el otorgamiento de contribuciones financieras a las asociaciones de
consumidores reconocidas según los arts. 56 y 57, tal como lo exige expresamente el
art. 62, párr. 2º. Estas contribuciones deberán ser destinadas por la asociación
beneficiaria “para cumplimentar con los objetivos mencionados en los artículos
anteriores”(es decir arts. 60 y 61). Pero ello no ha de entenderse que, efectuada la
contribución, la función educativa y formativa del consumidor queda a exclusivo cargo
de estas entidades.” (Farina, Juan M. –Op. cit.– pág.485)
Afirma Wajntraub: “Existen algunas limitaciones en el accionar de las asociaciones de
consumidores y usuarios, que son una consecuencia lógica de la función social que
desempeñan.
Las entidades deberán reunir ciertas condiciones especiales a saber:
- Prohibición de participar en actividades políticas partidarias.
- Ser independientes de toda forma de actividad profesional, comercial y
productiva.
108
- Prohibición de recibir donaciones, aportes o contribuciones de empresas
comerciales, industriales o proveedoras de servicios, privadas o estatales,
nacionales o extranjeras.
- Sus publicaciones no podrán contener avisos publicitarios, entendiéndose a
aquellas como folletos, diarios, revistas, programas de radio y televisión, boletines
informativos, etc.”
Baja del Registro. Pérdida de personería.
“En caso de verificarse el desvío por parte de la asociación de consumidores de lo
estipulado en los arts. 56 y 57, la autoridad de aplicación deberá proceder a la baja de
la misma del Registro Nacional de Asociaciones de Consumidores y podrá considerar la
suspensión de las contribuciones económicas ya otorgadas. Por su parte, la autoridad
que corresponda tendrá la facultad de disponer la pérdida de la personería jurídica
conferida a la hasta ahora entidad de defensa de consumidores.”
Tramitación de reclamos privada
Dice Wajntraub “Dentro de las facultades que se otorgan a las asociaciones de
consumidores, se contempla la de recibir reclamaciones de los consumidores y
promover soluciones amigables entre éstos y los proveedores. Este artículo propende
a reglamentar la prerrogativa mencionada facultando a las entidades defensoras de los
consumidores a canalizar los reclamos de éstos ante el integrante de la cadena de
comercialización y distribución que corresponda, por el incumplimiento de la ley
24.240.
El Artículo 58 - LDC se refiere a la Promoción de Reclamos- “Las asociaciones de
consumidores podrán sustanciar los reclamos de los consumidores de bienes y servicios
ante los fabricantes, productores, comerciantes, intermediarios o prestadores de
servicios que correspondan que se deriven del incumplimiento de la presente ley.
Para promover el reclamo, el consumidor deberá suscribir la petición ante la asociación
correspondiente, adjuntando la documentación e información que obre en su poder, a
fin de que la entidad promueva todas las acciones necesarias para acercar a las partes.
Formalizado el reclamo, la entidad invitará a las partes, con el objetivo de intentar una
solución al conflicto plateado a través de un acuerdo satisfactorio.
En esta instancia, la función de las asociaciones de consumidores es estrictamente
conciliatoria y extrajudicial, su función se limita a facilitar el acercamiento entre las
partes”.
Instancia conciliatoria
“Una vez que el reclamo haya sido formalizado, la asociación de consumidores invitará
a las partes a las reuniones que considere oportunas, con el objeto de buscar una
solución al conflicto planteado a través de un acuerdo satisfactorio. Establece la ley
que “en esta instancia, la función de las asociaciones de consumidores es
estrictamente conciliatoria y extrajudicial, su función se limita a facilitar el
acercamiento entre las partes”, debiendo aclararse que la incomparecencia del
proveedor no podrá ocasionarle consecuencia legal alguna.”(Wajntraub, Javier H. –Op.
cit.–)
109
Legitimación para accionar:
Farina entiende que la “legitimación activa para accionar- tanto en sede administrativa
como judicial- en defensa de los intereses generales de los consumidores y usuarios,
faculta a la asociación para que actúe no tanto en representación de uno o más
asociados, en defensa de un interés concreto e individual, como para la defensa de un
interés general de los consumidores y usuarios, considerado como interés colectivo
(difuso) amenazado por un determinado comportamiento en el mercado.” (FARINA,
Juan M. –Op. cit.– pág. 431 a 435)
El Art. 55- LDC (Texto según ley 26.361)- se refiere a las asociaciones de consumidores
y usuarios constituidas como personas jurídicas reconocidas por la autoridad de
aplicación, están legitimados para accionar cuando resulten objetivamente afectados o
amenazados intereses de los consumidores o usuarios, sin perjuicio de la intervención
de éstos prevista en el artículo 58, párrafo segundo de esta ley.
Las acciones judiciales iniciadas en defensa de intereses de incidencia colectiva
cuentan son el beneficio de justicia gratuita”.
Remitimos a lo explicado sobre acciones colectivas.
EDUCACIÓN AL CONSUMIDOR
La educación para el consumo está prevista en el art. 60 LDC.
La misma fue ampliada con la reforma de 2009 (ley 26361), que especificó que
corresponde efectuarla en los niveles inicial, primario, medio, terciario y universitario.
Cabe consignar que el tema de la educación en las básicas previsiones del derecho,
sobre todo en las materias más cercanas a la cotidianeidad, debería ser impartida en
forma general e incorporada a todos los planes de estudio de nuestro país.
Volviendo a la educación para el consumo, es el modo preventivo más eficaz para la
defensa del consumidor, que tome por sí mismo los recaudos para no refrendar
cláusulas abusivas ni seguir la ruta que ofrece la publicidad engañosa, al par de exigir la
correcta instrumentación de las garantías, y, de tener dudas, acercarse con carácter
previo a la asociación de defensa de consumidores para su orientación, tal como lo
hacen los trabajadores con las asociaciones gremiales.
Farina afirma que: “Educar al consumidor significa orientarlo para que logre
independizarse del sometimiento a que lo tiene atado el consumismo, así como
descubrir qué es lo más conveniente para su integridad física, para su desarrollo
cultural.
Estos objetivos básicos que deben tener los planes de educación general y los planes
oficiales de educación primaria y media están explicitados en el art. 61, donde se
habla de que deben ayudar a que cada persona comprenda y pueda efectuar un
adecuado análisis de la información y de la publicidad que se le transmite, así como
también brindarle una formación básica que permita a todo individuo evaluar las
alternativas que se le ofrecen, emplear sus recursos en forma eficiente y prevenir los
riesgos creados por los bienes o servicios que utilice.
La ley 24.240 está imponiendo pautas y exigencias que pueden llevar a un profundo
cambio de planes y fines educativos, cambios que han de ser altamente favorables
para la cultura general del país si esto se encara con responsabilidad, porque los
110
hábitos de consumo influyen sobre la conducta de los individuos, y quien sabe adquirir
un control sobre tales hábitos generalmente resulta ser una persona responsable y
respetuosa del derecho de los demás.
La función educadora no solo ha de enseñar a los consumidores cuáles son sus
derechos y obligaciones sino también a que el individuo sepa discernir entre lo
necesario ,lo conveniente y lo superfluo; a que aprenda a detectar el costo real del
crédito que se le otorga, así como los riesgos que asume en operaciones de esta
naturaleza. (FARINA, Juan M. op. cit.).
Según el Art. 60 LDC (Texto según ley 26.361) “Incumbe al Estado nacional, a la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, a las provincias y a los Municipios, la formulación de planes
de educación para el consumo y su difusión pública, arbitrando las medidas necesarias
para incluir dentro de los planes oficiales de educación inicial, primaria, media,
terciaria y universitaria los preceptos y alcances de esta ley…”
Actualmente, las Jornadas de Derecho del Consumidor están abocadas al tratamiento
del sobreendeudamiento de los consumidores, y el modo de evitarlo, siendo
indiscutiblemente el más relevante la educación al consumidor.
El consumidor y la publicidad
Comenta Farina “En un principio el comercio necesitó de la información para hacer
conocer la mercadería ofrecida, y en esto consistió durante mucho tiempo la
publicidad comercial; pero, en lo que va del siglo, la promoción de productos y marcas
ha avanzado a punto tal, que su principal objetivo es lograr que la gente compare y
utilice los servicios que ofrecen las empresas sin publicitar mayor información. Por ello,
más del 90% de la publicidad consiste en verdaderos mensajes destinados a captar
voluntades, y esto constituye un aspecto de ser considerado en el mundo de los
contratos comerciales y en la tutela de los consumidores y usuarios.
La publicidad ha sido considerada un aspecto clave en una economía de mercado; pero
el crecimiento descomunal de las inversiones en campañas publicitarias organizadas
por las grandes empresas se ha convertido en un arma que atrapa en sus redes al
público consumidor. No olvidemos que los principales destinatarios de la publicidad
son los jóvenes, debido a su credulidad, su predisposición a ser engañados
simplemente porque quieren creer en algo.
La presencia de la publicidad en el mundo actual constituye un fenómeno que otorga
a la contratación mercantil de nuestros días aspectos ignorados hasta las primeras
décadas del siglo XX. En efecto: a las condiciones generales de contratación, al
contrato celebrado mediante formularios y cláusulas predispuestas, o por el empleo de
aparatos automáticos, etc., debemos agregar la influencia que ejerce la publicidad
para imponer una marca, para orientar al público hacia determinado producto, incluso
para hacer que la gente sienta la necesidad de adquirir bienes o servicios que, de otro
modo, habría ignorado.” (Farina, Juan M. –Op. cit.– pág. 476 a 478).
111
JURISPRUDENCIA UNIDAD 9
“Tratándose de la protección de intereses individuales, el art. 52 de la ley 24.240
confiere legitimación al consumidor o usuario, a las entidades de defensa de los
consumidores, a la autoridad de aplicación, al Defensor del Pueblo y al Ministerio
Público, es decir, que frente a la afectación de un interés de ese tipo existen otros
legitimados además del titular directo -el consumidor-, por lo cual mientras éste actúa
por derecho propio, los otros lo hacen por representación legal”.
(CNCom. sala F, 2011/08/02 - Consumidores Financieros Asociación Civil p/su defensa
c. Frávega S.A. y otro s/ ordinario) DJ 2012/02/22, p. 85.
Debe reconocerse legitimación a una asociación de consumidores para solicitar que se
condene a un a banco a cesar en el cobro de un cargo por seguro de vida colectivo
superior al valor corriente de plaza a sus clientes, en tanto la acción recae sobre una
conducta uniforme del demandado y se pretende una condena e carácter general, por
lo que perseguir que cada perjudicado acuda personalmente a formular el reclamo
implicaría desnaturalizar el sistema de protección establecido en el art. 43 de la
Constitución Nacional.
CNCom., sala F, 2011/06/14 – Adecua c. HSBC Bank Argentina S.A. y otro s/ordinario)
LA LEY, 2011-E, 459 - DJ, 2011/12/28, 84.
“La decisión del juez de citar a. los titulares de cuentas de caja de ahorro a fin de expresar su voluntad de no ser alcanzados por los efectos de la sentencia que recaerá en el
proceso de nulidad del cobro del rubro “mantenimiento de caja” iniciado por una
asociación de consumidores, encuentra su fundamento en las facultades que le otorga
el art. 27 del Código de rito para dirigir el proceso, y resulta compatible con el
adecuado derecho de defensa en juicio y con el texto del art. 54 de la ley 24.240, que
establece que el propio juez es el que fijará las condiciones de la citación de aquellos
consumidores o usuarios que se encuentren en similares condiciones.
Corresponde ordenar la citación de los clientes de un banco que sean titulares de
cuentas de caja de ahorro a fin de expresar su voluntad de no ser alcanzados por los
efectos de la sentencia que resultase favorable, en el proceso de nulidad del cobro del
rubro “mantenimiento de caja” iniciado por una asociación de consumidores, puesto
que una sentencia desfavorable no podrá serles oponible en ningún caso ni perjudicar
sus derechos”.
115.877 - CContenciosoadministrativo y Trib., Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala
II, 2011/07/12. - PADEC c. Banco de la Ciudad de Buenos Aires.
Cita on line AR/JUR/53332/2011)
“Procede la medida cautelar solicitada por una asociación de consumidores a fin de
hacer cesar las operatoria del banco demandado consistente en debitar en forma
automática de la cuenta de todos los usuarios de tarjetas de débito emitidas por dicha
entidad, un importe en concepto de seguro por robos en cajeros, toda vez que dicho
112
débito se realizaba sin previsión contractual (del dictamen de la fiscal general
subrogante que la Cámara hace suyo)”.
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, Sala C, 13/02/2004- Unión de
Usuarios y Consumidores c/Banco de la Prov. De Bs.As. LA LEY 10/5/04-pag.7
___________________________________________________________
Obtención de información contable. Preconstitución de prueba para una acción
colectiva en defensa de consumidores
“Debe rechazarse la diligencia preliminar solicitada por una asociación de consumidores, a fin de recabar información contable de una cooperativa necesaria para
determinar la procedencia de la promoción de una acción colectiva contra aquélla en
defensa de los consumidores, pues mediante la solicitud entablada, la actora persigue
preconstituir prueba a fin de consolidar su posición, con lo cual podría verse afectado el
derecho a la defensa en juicio de la demandada”.
115.132. CNCom, sala A, 2010/09/02. Consumidores Financieros Asociación Civil p/su
Defensa c. CGO Cooperativa de Vivienda y Crédito y Consumo Ltda.
“La publicidad emitida por una prestadora de Internet en la que se ofrece un precio
promocional por el servicio “hasta” una determinada fecha no resulta engañosa, pues
no se advierte de qué manera pueda interpretarse que dicho precio promocional seria
el vigente para toda la relación contractual.
Dado que en la publicidad emitida por una prestadora de Internet en la que se ofrece
un precio promocional por el servicio “hasta” una determinada fecha se indicó con letra
legible el precio posterior a la vigencia de la promoción, si algún error se produjo en
determinado consumidor, ello debe imputarse a la lectura incompleta del anuncio.
Si bien la información a que se refiere el art. 41 de la ley 24.240 debe ser objetiva,
precisa y completa, esos mismos requisitos no son exigibles en la noticia publicitaria
cuya finalidad consiste exclusivamente en interesar para atraer clientela, ya que la
publicidad persigue promover la contratación, lo que no es lo mismo que la información
para decidirla.
El hecho de que el proveedor de un servicio realice promociones que importen que los
nuevos clientes abonen una suma menor que los contratantes anteriores no importa un
trato discriminatorio respecto de éstos, ni les genera el derecho a obtener el reintegro
de la parte pertinente del precio, pues tales promociones no se encuentran vedadas por
la ley, sino que constituyen prácticas habituales de comercio, máxime considerando
que no cualquier distinción importa una discriminación”.
115.878 - CNCiv, sala 1, 2011/03/17 – Padec Prevención Asesoramiento y Defensa del
Consumidor c. Cablevisión S.A.
(Cita on line: AR/JUR/6993/2011).
113
114
APÉNDICE
LA DEFENSA DEL CONSUMIDOR EN EL PROYECTO DE REFORMA AL CÓDIGO CIVIL Y
COMERCIAL DE 2012.
El Proyecto de Reformas al Código Civil y Comercial, remitido en el año 2012 por el PEN
al Congreso, se refiere a varios tópicos que han sido tratados en el programa de
nuestra materia.
Dado que no se trata obviamente de legislación vigente, la principal fuente para
conocer las modificaciones propuestas y sus fundamentos, es la lectura de los
comentarios de los integrantes de la Comisión Reformadora creada por el Decreto Nº
191/11, e integrada por el presidente de la CSJN, Dr. Ricardo L. Lorenzeetti, la
vicepresidenta del cuerpo Dra. Elena I. Highton de Nolasco y la ex integrante de la
Suprema Corte de la Pcia. de Mendoza, Dra. Aída Kemelmajer de Carlucci, a lo que
cabe agregar algunos comentarios específicos de la materia Derecho del Consumidor.
Es así que en el Anexo II del Proyecto se estipulan las normas que se derogan de la
LDC. Son sustituidos otros textos los artículos 1º, 8º, 40 bis, 50 y 52 bis de la ley 24.240
modificada por la ley 26.361.
En el art. 1º se limita el carácter de consumidor, que la ley 26.361, había extendido
respecto de la redacción originaria de la LDC. Expresamente exige que el consumidor
sea “destinatario final” de los bienes o servicios (sea en beneficio propio de su grupo
familiar). Además, limita la figura del “expuesto a una relación de consumo”
(bystander).
En el art. 8º se ratifica el valor de las especificaciones de los anuncios publicitarios
como integrantes de la oferta y del contrato. También efectúa aclaraciones sobre la
información que debe suministrar el vendedor: nombre, domicilio, y Nº de CUIT.
El art. 40 bis ratifica que la Autoridad de Aplicación puede fijar indemnizaciones a favor
del consumidor (daño directo), pero determina las condiciones que deben tener los
organismos administrativos a saber: que tengan facultad legal para hacerlo,
especialidad técnica, imparcialidad, que sus decisiones hagan cosa juzgada
administrativa, y sean ejecutorias; y por último, que se prevea su posible revisión
judicial.
También aclara que la indemnización fijada en sede administrativa sólo podrá referirse
a las consecuencias patrimoniales que deba reparar el proveedor.
El art. 50, referido a la prescripción, ratifica los 3 años estipulados por la ley 24.240
(texto s/ley 26.361), pero aclara que el cómputo de la misma se interrumpe por el
inicio de las actuaciones administrativas o por la comisión de otras infracciones.
El art. 52 bis ley 24240 (modif. por ley 26361) se refiere al daño punitivo. Al respecto,
el proyecto adecua su denominación a “sanción pecuniaria disuasiva”, exige para
imponerla el grave menosprecio de los derechos de los consumidores por el
proveedor, y determina que sea el Juez quien asigne el destino que se dará a la misma.
También se agrega el Título III al Libro III, el que trata específicamente de los
“contratos de consumo”
Contratos de Consumo
El Proyecto no deroga la ley 24.240, sino en algunos tópicos puntuales, tal como se dijo
115
al principio.
…“Se propone incluir en el código Civil una serie de principios generales de protección
al consumidor que actúan como una “protección mínima”·. Lo que tiene efectos
importantes:
a) En materia de regulación, ello implica que no hay obstáculos para que una ley
especial establezca condiciones superiores.
b) Ninguna ley especial en aspectos similares pueda derogar esos mínimos sin afectar
el sistema. El Código, como cualquier ley, puede ser modificado, pero es mucho más
difícil hacerlo con relación a cualquier ley especial. Por lo tanto, estos “mínimos”
actúan como un núcleo duro de tutela.
c) También es considerable el beneficio en cuanto a la coherencia del sistema porque
hay reglas generales sobre prescripción, caducidad, responsabilidad civil, contratos, del
Código Civil que complementan la legislación especial proveyendo un lenguaje
normativo común.
d) En el campo de la interpretación, se establece un “diálogo de fuentes” de manera
que el Código recupera una centralidad para iluminar a las demás fuentes. El
intérprete de una ley especial recurrirá al Código para el lenguaje común de lo no
regulado en la ley especial y, además para determinar los pisos mínimos de tutela
conforme con el principio de interpretación más favorable al consumidor.
De conformidad con esta perspectiva, se produce una integración del sistema legal en
una escala de graduación compuesta por: a) los derechos fundamentales reconocidos
en la Constitución Nacional; b) los principios y reglas generales de protección mínima
y el lenguaje común del Código; c) la reglamentación detallada existente en la
legislación especial. Los dos primeros niveles son estables, mientras que el tercero es
flexible y adaptable a las circunstancias cambiantes de los usos y prácticas.
De modo complementario con esta concepción, es necesario dar cabida a críticas que
ha hecho la doctrina a la legislación especial de consumidores, y, en los aspectos
generales, solucionar algunos problemas. Por esta razón es que abordamos la noción
de relación y de contrato de consumo y otros aspectos.
(Lorenzetti, Highton Y Kemelmajer –Op. Cit–).
Al respecto, sostiene Sliglitz que es un avance en la legislación consumerista que se
incorporen normas sobre la materia al Cód. Civil y Comercial. Por una parte, entiende
que jerarquiza este tipo de normas, y, por otro lado, que su incorporación al Código
hace a la estabilidad del sistema.
También cuando regula los contratos por adhesión, las cláusulas abusivas, la publicidad
ilícita, etc.. Y, asimismo, cuando incorpora los contratos bancarios con consumidores y
usuarios, los contratos sobre emprendimientos de tiempo compartido y los
cementerios privados.
(Stiglitz, Gabriel A., “La Defensa del Consumidor en el Proyecto de Código” (LL
29/10/12).
Definición de relación y contrato de consumo
…“ Definiciones normativas:
Relación de consumo. Consumidor. Relación de consumo es el vínculo jurídico entre
proveedor y un consumidor. Se considera consumidor a la persona física o jurídica que
116
adquiere o utiliza bienes o servicios como destinatario final, en beneficio propio o de
su grupo familiar o social.
Queda equiparado al consumidor quien, sin ser parte de una relación de consumo
como consecuencia o en ocasión de ella, adquiere o utiliza bienes o servicios en forma
gratuita u onerosa como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o
social.
Contrato de consumo: Contrato de consumo es el celebrado entre un consumidor o
usuario final con una persona física o jurídica que actúe profesional u ocasionalmente
o con una empresa productora de bienes o prestadora de servicios, pública o privada,
que tenga por objeto la adquisición, uso o goce de los bienes o servicios por parte de
los consumidores o usuarios, para su uso privado, familiar o social. (Lorenzetti, Highton
y Kemelmajer –Op. Cit–).
En punto al concepto de consumidor, señala Stiglitz que se suprimió el “bystandard”, o
sea aquel que sin haber celebrado contrato alguno (ni oneroso ni gratuito) se
encuentra expuesto a una relación de consumo.
También se ha zanjado el tema del empresario-consumidor, en tanto considera
consumidor a los usuarios finales de los bienes adquiridos o servicios contratados.
De tal modo, se ha tratado en el proyecto de que el derecho del consumo no sea
“todo” el derecho de los contratos sobre bienes o servicios.
(Stiglitz, Gabriel A. – art. cit.).
Se regula para los contratos de consumo:
- Formación del consentimiento.
Al respecto, se consagra la transparencia informativa en lo contratos de consumo.
Asimismo, propone una regulación amplia y sistemática de la publicidad dirigida a los
consumidores. “Se define a la publicidad ilícita, incluyendo las categorías de publicidad
engañosa, comparativa, inductiva, discriminatoria, y se especifican las acciones de lo
consumidores y otros legitimados según las leyes especiales y procesales”. Al igual que
en el régimen actual, se establece que la publicidad integra el contrato.
-Modalidades especiales
Aquí se regulan modalidades especiales que constituyen prácticas muy extendidas en
los contratos de consumo: contratos celebrados fuera de los establecimientos,
celebrados a distancia y celebrados por medio electrónicos”. Se forma principalmente
en cuanto que el deber de información debe enfocarse a la vulnerabilidad propia del
medio, a la disponibilidad mientras la oferta sea accesible, el derecho de revocación y
el lugar de cumplimiento de las obligaciones, que es aquel en que el consumidor
hubiera recibido la prestación.
- Cláusulas abusivas
Se tratan las reglas generales sobre cláusulas abusivas. Se señala la aplicación en los
contratos de consumo de las disposiciones sobre contratos por adhesión.
Se define la cláusula abusiva por su contenido, que provoca desequilibrio entre las
obligaciones de las partes en perjuicio del consumidor, lo que nulifica la cláusula
aunque haya sido aprobada expresamente por el consumidor. Excluye de la posibilidad
117
de revisión a la cuestión de la relación precio/bien.
(LORENZETTI, HIGHTON y KEMELMAJER – Op. cit.)
Sanción pecuniaria disuasiva
Debemos asumir que el instituto ya se encuentra incorporado en el derecho argentino
y resulta aplicable a una gran cantidad de supuestos de responsabilidad por daños en
el ámbito de las relaciones de consumo.
Caracteres
a) No se aplica de oficio, sino a petición de parte
b) Tiene por finalidad disuasiva de la conducta de quien actúa con grave menosprecio
hacia los derechos de incidencia colectiva.
c) Su monto se fija prudencialmente.
d) Los criterios son: las circunstancias del caso, en especial la gravedad de la conducta
del sancionado, su repercusión social, los beneficios que obtuvo o pudo obtener,
los efectos disuasivos de la medida, el patrimonio del dañador, y la posible
existencia de otras sanciones penales o administrativas.
e) La sanción tiene el destino que le asigne el juez por resolución fundada.
(Lorenzetti, Highton y Kemelmajer – Op. Cit.)
En cuando a los daños punitivos, señalan Stiglitz y Alvarez Larrondo que se ha
delimitado con claridad su procedencia a los casos de “grave menosprecio a los
derechos del consumidor”, lo cual pone fin a la disparidad judicial existente luego de la
sanción de la ley 26.361.
También resulta loable dar la facultad al juez –como lo hace el proyecto– para regular
el destino de la sanción pecuniaria disuasiva.
(Stiglitz, Gabriel A., art. cit.).
OTROS TEMAS DE INTERÉS PARA LA MATERIA TRATADOS EN EL PROYECTO DE
REFORMAS.
Error y dolo como vicios de la voluntad.
“Se ha decidido, preservar la metodología seguida por Vélez Sársfield en orden a la
regulación de los “vicios de la voluntad”. En consecuencia, se dedican sendos capítulos
al error, al dolo y a la violencia.
Se mantiene la necesidad de que el error sea esencial y se prescinde del requisito de la
excusabilidad. Tratándose de actos bilaterales o unilaterales recepticios, el esquema
de la excusabilidad se traslada- para tutela de la confianza- del que yerra hacia el
destinatario de la declaración: se requiere, por ello, la reconocibilidad (art. 1428 del
Código Civil italiano).
En la caracterización del dolo, se sigue el criterio del Código Civil- que prescinde de
vincular al dolo con el error provocado- pues se estima que las maquinaciones pueden
afectar zonas contiguas aunque diversas a la intención, como la libertad de quien
emite la declaración. El dolo es determinante o no de la “voluntad” y no solo del
“consentimiento” por cuanto el vicio del dolo afecta también a los negocios
118
unilaterales.
(Lorenzetti, Ricardo L., Highton De Nolasco, Elena y Kemelmajer de Carlucci, Aída
“Código Civil y Comercial de la Nación”, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2012. 1º Ed.)
Contratos en general
La regulación del tipo general del contrato
“El Anteproyecto regula tanto los contratos civiles como los comerciales.
En el ordenamiento jurídico argentino hay que considerar el rango constitucional de
los derechos del consumidor, la amplia aplicación de estas normas en los casos
judiciales y la opinión de la mayoría de la doctrina. Siguiendo estos lineamientos, es
necesario no sólo avanzar en cuanto a la unificación de los contratos civiles y
comerciales, sino también incorporar a los contratos de consumo.
…Corresponde regular los contratos de consumo atendiendo a que no son un tipo
especial más (ejemplo: la compraventa), sino una fragmentación del tipo general de
contratos, que influye sobre los tipos especiales (ejemplo compraventa de consumo),
y de allí la necesidad de incorporar su regulación en la parte general. Esta solución es
consistente con la Constitución Nacional que considera al consumidor como un sujeto
de derechos fundamentales, así con la legislación especial y la voluminosa
jurisprudencia y doctrina existentes en la materia.
Es necesario, entonces regular los contratos civiles, como los comerciales y de
consumo, distinguiendo el tipo general del contrato de consumo.
Una vez establecida esta premisa, es necesario precisar cuál es el método para ordenar
con claridad estas disposiciones.”
(Lorenzetti, Highton y Kemelmajer – Op. Cit.)
El contrato por adhesión
“El contrato se celebra por adhesión cuando las partes no negocian sus cláusulas, ya
que una de ellas, fundada en su mayor poder de negociación, predispone el
contenido y la otra adhiere.
La predisposición, en cambio, es una técnica de redacción que nada dice sobre los
efectos. El contenido predispuesto unilateralmente puede ser utilizado para celebrar
un contrato paritario, o uno por adhesión o uno de consumo.
El sistema queda ordenado entonces de la siguiente manera:
a) Contratos discrecionales: en ellos hay plena autonomía privada
b) Contratos celebrados por adhesión: cuando se demuestra que hay una adhesión a
cláusulas generales redactadas previamente por una de las partes, hay una tutela
basada en la aplicación de este régimen.
c) Contratos de consumo: cuando se prueba que hay un contrato de consumo, se
aplica el Título III, sea o no celebrado por adhesión, ya que este último es un elemento
no tipificante.”
(Lorenzetti, Highton y Kemelmajer – Op. cit.)
119
Cláusulas generales
En el nuevo Código, “Se establecen requisitos para las cláusulas generales
predispuestas: deben ser comprensibles y autosuficientes; su redacción debe ser clara,
completa y fácilmente inteligible: se tienen por no convenidas aquellas que efectúen
un reenvío a textos de documentos que no se faciliten a la contraparte del
predisponente, previa o simultáneamente a la conclusión del contrato.
Estos requisitos se extienden a la contratación telefónica o electrónica, o similares.
Su interpretación es en sentido contrario a la parte predisponente.
La definición de cláusula abusiva es más extensa, ya que comprende los concluidos
por adhesión y los que, aunque no estén celebrados por adhesión, contienen cláusulas
predispuestas. La razón de esta extensión es que no se trata de un control de
incorporación, sino de con tenido, en el que no importa su hubo adhesión o
consentimiento. Además, se han incorporado reglas sobre las cláusulas predispuestas.
Son abusivas las cláusulas que desnaturalizan las obligaciones del predisponente;
importan renuncia o restricción a los derechos del adherente o amplían derechos del
predisponente que resulten de normas supletorias; o las que, por su contenido,
redacción o presentación, no sean razonablemente previsibles.
Las cláusulas abusivas se tienen por o convenidas. Cuando el Juez declara la nulidad
parcial del con trato, simultáneamente lo debe integrar, si no puede subsistir sin
comprometer su finalidad. La aprobación administrativa de las cláusulas generales no
obsta a su control judicial.
(Lorenzetti, Highton y Kemelmajer – Op. Cit.)
Interpretación
“En materia de interpretación se consagra el principio de buena fe, en concordancia
con Título Preliminar.
Siguiendo las líneas de proyectos anteriores, se consagra la interpretación estricta para
los casos en que así lo dispone una estipulación o disposición legal.
Para los demás casos se debe tomar en consideración las circunstancias en que en el
contrato se celebró, incluyendo las negociaciones preliminares; la conducta de las
partes, incluso la posterior a la celebración del contrato; la naturaleza y la finalidad del
contrato; el sentido que comúnmente se dé a tales cláusulas y expresiones en la
actividad a la que corresponda su objeto.
También se precisa el significado que debe dársele a las palabras del contrato, la
interpretación conforme al conjunto del acto, el principio de conservación. El principio
de apariencia, y el de coherencia.
Se consagran principios clásicos de la hermenéutica contractual. En este sentido cabe
resaltar la norma que sostiene: la interpretación debe proteger la confianza y la lealtad
que las partes se deben recíprocamente, siendo inadmisible la contradicción con una
conducta jurídicamente relevante, previa y propia del mismo sujeto. Este dispositivo es
esencial en las relaciones mercantiles.”
(Lorenzetti, Highton y Kemelmajer – Op. Cit. )
120
Contratos bancarios
“Los contratos bancarios tienen una importancia relevante en todos los campos, y por
esta razón se ha decidido desarrollar un capítulo para tratar de modo sistemático y
profundo esta temática.
El elemento subjetivo es la presencia de entidades sujetas a la ley de entidades
financieras; luego se desarrollan los contratos que esas entidades celebran
habitualmente y se los regula. Por no reunir esas condiciones, la cuenta corriente se
trata de modo autónomo, como contrato mercantil, ya que no es específicamente
bancario. Asimismo, cuando el otro contratante es un consumidor, se disponen
normas específicas, además de las que surgen de la aplicación del Título III sobre
contratos de consumo.
Es propósito del Código civil establecer normas que permitan orientar las prácticas
negociales de una manera que disminuya la litigiosidad y es por eso que se incluye
una Sección 1ª relativa a la transparencia en las condiciones contractuales.
Se dispone que:
- La publicidad, la propuesta y la documentación contractual deben indicar con
precisión y en forma destacada si la operación corresponde a la cartera de consumo
o a la cartera comercial.
Los bancos deben informar en sus anuncios en forma clara la tasa de interés, gastos,
comisiones y demás condiciones económicas de las operaciones y servicios ofrecidos.
- El contrato debe especificar la tasa de interés y cualquier precio, gasto, comisión y
otras condiciones económicas a cargo del cliente.
- Las cláusulas de remisión a los usos para la determinación de las tasas de interés y de
otros precios y condiciones contractuales se tienen por no escritas.
- El banco debe comunicar en forma clara, escrita o por medios electrónicos
previamente aceptados por el cliente, al menos una vez al año, el desenvolvimiento
de las operaciones correspondientes a contratos de plazo indeterminado o de plazo
mayor a un año.
- El cliente tiene derecho, en cualquier momento, a rescindir un contrato por tiempo
indeterminado sin penalidad ni gastos, excepto los devengados antes del ejercicio de
este derecho.
- En la misma línea de política legislativa se establecen reglas para los contratos
celebrados con consumidores y usuarios. Se aplican las disposiciones relativas a los
contratos de consumo, se establecen normas sobre la publicidad, información,
obligaciones precontractuales y contenido.”
(Lorenzetti, Highton y Kemelmajer – Op. cit. )
La unificación de la responsabilidad contractual y extracontractual
“En materia de reparación, y siguiendo a los proyectos anteriores, se recepta la
unificación de los ámbitos de responsabilidad contractual y extracontractual. Al
respecto, existe uniforme opinión doctrinal que ha sido expresada en distintos
encuentros científicos. También los proyectos anteriores se inclinan por la misma tesis.
Por ejemplo, el artículo 1581 del Proyecto de 1998 dispone; “Las disposiciones de este
Título son aplicables cualquiera que sea la fuente del deber jurídico de cumplir o
reparar el daño”.
121
El texto proyectado confiere unicidad al régimen de la responsabilidad contractual y
extracontractual.
(Lorenzetti, Highton y Kemelmajer– Op. cit.)
122
INDICE
Unidad 1. Defensa del Consumidor…………………………………………………………………… 3
Unidad 2. Contrato……………………………………………………………………………………………. 11
Unidad 3. Antecedentes de protección al consumidor anteriores a las
leyes específicas y a la reforma constitucional…………………………………………………. 25
Unidad 4. Ley 22.802 de Lealtad Comercial……………………………………………………… 37
Unidad 5. “El derecho del consumidor”…………………………………………………………….. 43
Unidad 6. Procedimiento administrativo (Ley 24240) – Legislación Nacional……. 61
Unidad 7. Arbitraje…………………………………………………………………………………………….. 89
Unidad 8. Servicios Públicos Domiciliarios………………………………………………………… 97
Unidad 9. Organizaciones de defensa del consumidor……………………………………….. 107
Apéndice. La defensa del consumidor en el proyecto de
reforma al Código Civil y Comercial de 2012……………………………………………………… 115
123
Lunes a viernes de 9 a 21 h.
Torre Universitaria, Zabala 1837, primer nivel inferior.
C1426DQG - CABA
Teléfono: 4788-5400, internos 5002 y 2122.
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