XV EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS

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XV
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN
DE LOS PUEBLOS
1.
EL PRINCIPIO DE LIBRE DETERMINACIÓN
15.1. MENSAJE DEL PRESIDENTE W. WILSON AL CONGRESO DE LOS ESTADOS
UNIDOS («CATORCE PUNTOS»), DE 8 DE ENERO DE 1918
No perseguimos en esta guerra nada que redunde en nuestro beneficio propio y particular; aspiramos a que en el mundo se pueda vivir cómoda y pacíficamente y, de un modo
especial, a que puedan hacerlo así todas las naciones amantes de la paz que, como nosotros,
quieran vivir su propia vida, fijar libremente sus instituciones, mantener relaciones de justicia y de armonía con los demás pueblos de la tierra y aparecer realmente unidos en la defensa de este ideal: por lo que a nosotros se refiere, vemos con entera claridad que, mientras no
se haga justicia a los demás, no se nos hará tampoco a nosotros.
Nuestro programa es, pues, la paz del mundo: y este programa, único posible y tal como
nosotros lo entendemos, es el siguiente:
[...]
5) Arreglo libre, sin reservas y absolutamente imparcial de todas las reivindicaciones
coloniales, basado en la estricta observancia del principio de que, al resolver todas las cuestiones de soberanía, los intereses de los pueblos respectivos tendrán el mismo valor y consideración que las justas reclamaciones del gobierno cuyos derechos hayan de ser examinadas.
[...] [Reproducido en V. ABELLÁN HONRUBIA (dir.), Prácticas de Derecho Internacional
Público, J. M. Bosch Editor, Barcelona, 1993, pp. 20-22.]
15.2. INFORME DE LA COMISIÓN DE JURISTAS EN EL ASUNTO DE LAS ISLAS
AALAND, DE 5 DE SEPTIEMBRE DE 1920
Aunque el principio de que los pueblos deban poder disponer de sí mismos ocupe un lugar
importante en el pensamiento político moderno, sobre todo después de la guerra mundial,
conviene hacer notar que no se encuentra inscrito en el Pacto de la Sociedad de las Naciones.
Y la consagración de este principio en cierto número de tratados internacionales, no puede
bastar para considerarlo como una de las reglas positivas del Derecho de Gentes. Al contrario, salvo estipulación en contrario de tratados internacionales, el derecho de disponer del
territorio nacional es uno de los atributos de la soberanía de cada Estado. El Derecho Internacional no reconoce a fracciones de pueblos, como tales, el derecho de separarse, por un
simple acto de voluntad del Estado de que forman parte, y tampoco reconoce a otros Estados
el derecho de solicitar tal separación. De una manera general, pertenece exclusivamente a la
soberanía de todo Estado definitivamente constituido conceder o rehusar a una fracción de su
población la determinación de su propia suerte política por la vía del plebiscito o de otra
manera. Una diferencia entre los Estados a propósito de tal determinación recae, pues, en
[735]
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MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
circunstancias normales, sobre una cuestión que el Derecho Internacional deja a la competencia exclusiva de uno de dichos Estados.
15.3. CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS
CAPÍTULO I
PROPÓSITOS Y PRINCIPIOS
Art. 1. Los propósitos de las Naciones Unidas son:
[...]
2. Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio
de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar otras medidas
adecuadas para fortalecer la paz universal;
[...]
CAPÍTULO IX
COOPERACIÓN INTERNACIONAL ECONÓMICA Y SOCIAL
Art. 55. Con el propósito de crear las condiciones de estabilidad y bienestar necesarias
para las relaciones pacíficas y amistosas entre las naciones, basadas en el respeto al principio
de igualdad de derechos y el de la libre determinación de los pueblos, la Organización promoverá:
a) niveles de vida más elevados, trabajo permanente para todos, y condiciones de progreso y desarrollo económico y social:
b) la solución de problemas internacionales de carácter económico, social y sanitario, y de
otros problemas conexos; y la cooperación internacional en el orden cultural y educativo; y
c) el respeto universal a los derechos humanos y a las libertados fundamentales de todos,
sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, y la efectividad de tales
derechos y libertades.
15.4. TIJ. ASUNTO DE TIMOR ORIENTAL (PORTUGAL C. AUSTRALIA). SENTENCIA
DE 30 DE JUNIO DE 1995
[...]
29. [...]
El Tribunal considera que la afirmación de Portugal según la cual el derecho de libre determinación de los pueblos, tal como se ha desarrollado a partir de la Carta y de la práctica de
la Organización de las Naciones Unidas, es un derecho oponible erga omnes, es irreprochable. El principio del derecho de libre determinación de los pueblos ha sido reconocido por la
Carta de las Naciones Unidas y en la jurisprudencia del Tribunal (ver Consecuencias jurídicas para los Estados de la presencia continua de África del Sur en Namibia (Sud-Oeste africano) a pesar de la resolución 276 (1970) del Consejo de seguridad, CIJ Recueil, 1971, pp. 3132, par. 52-53; Sahara occidental, dictamen consultivo, CIJ Recueil, 1975, pp. 31-33, par.
54-59); se trata de uno de los principios esenciales del derecho internacional contemporáneo.
Sin embargo, el Tribunal estima que la oponibilidad erga omnes de una norma y la regla del
consentimiento a la jurisdicción son dos cosas diferentes. Cualquiera que sea la naturaleza de
las obligaciones invocadas, el Tribunal no puede decidir sobre la licitud del comportamiento
de un Estado cuando la decisión a tomar implica una apreciación de la licitud del comportamiento de otro Estado que no es parte en el caso. En un caso semejante, el Tribunal no puede
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
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pronunciarse, incluso si el derecho en cuestión es oponible erga omnes. [CIJ Recueil, 1995,
p. 102.]
15.5. TIJ. ASUNTO DE TIMOR ORIENTAL (PORTUGAL C. AUSTRALIA). SENTENCIA
DE 30 DE JUNIO DE 1995. OPINIÓN DISIDENTE DEL JUEZ C. G. WEERAMANTRY
En el presente asunto, está muy claro que las consecuencias del principio de la oponibilidad erga omnes desembocan en su conclusión lógica, a saber que es posible que la obligación que es el corolario del derecho haya sido infringida. En consecuencia, en mi opinión, la
violación del derecho en cuestión debería dar lugar a la concesión de una reparación judicial.
Al llegar a esta conclusión, soy consciente de que el Tribunal no ha acordado nunca hasta
ahora reparación judicial por la violación de un derecho erga omnes. Sin embargo, los principios están claros y es manifiestamente necesario reconocer que este derecho, como todos los
demás, engendra obligaciones correspondientes.
La noción de oponibilidad a todos ha permanecido en el umbral del Tribunal durante
muchos años. La inobservancia de obligaciones oponibles erga omnes provoca un desgarro
grave en el tejido de las obligaciones internacionales y el estado actual del derecho internacional exige que se dé una conclusión lógica y jurídica a las violaciones de estas obligaciones. [CIJ Recueil, 1995, pp. 215-216.]
2.
LIBRE DETERMINACIÓN Y DESCOLONIZACIÓN
A)
15.6.
Aspectos generales
PACTO DE LA SOCIEDAD DE NACIONES, DE 28 DE JUNIO DE 1919
[...]
Art. 22. 1. Los principios siguientes se aplicarán a las colonias y territorios que, a consecuencia de la guerra, hayan dejado de estar bajo la soberanía de los Estados que los gobernaban anteriormente y que estén habitados por pueblos aún no capacitados para dirigirse por
sí mismos en las condiciones particularmente difíciles del Mundo moderno. El bienestar y el
desarrollo de estos pueblos constituye una misión sagrada de civilización y conviene incorporar al presente Pacto garantías para el cumplimiento de esta misión.
2. El mejor método para realizar prácticamente este principio será el de confiar la tutela
de dichos pueblos a las naciones desarrolladas que, por razón de sus recursos, de su experiencia o de su posición geográfica se hallen en mejores condiciones de asumir esta responsabilidad y que consienten en aceptarla. Estas naciones ejercerán la tutela en calidad de Mandatarias y en nombre de la Sociedad.
3. El carácter del mandato deberá diferir según el grado de desarrollo del pueblo, la situación geográfica del territorio, sus condiciones económicas y demás circunstancias análogas.
4. Ciertas comunidades, que pertenecieron en otro tiempo al Imperio otomano, han alcanzado un grado de desarrollo tal, que su existencia como naciones independientes puede ser
reconocida provisionalmente a condición de que los consejos y ayuda de un Mandatario guíen
su administración hasta el momento en que sean capaces de dirigirse por sí mismas. Para la
elección de Mandatario se tendrán en cuenta, en primer término, los deseos de dichas comunidades.
5. El grado de desarrollo en que se hallan otros pueblos, especialmente los del África
Central, exige que el Mandatario asuma en ellos la administración del territorio en condiciones que, juntamente con la prohibición de abusos tales como la trata de esclavos, el tráfico de
armas y de alcohol, garanticen la libertad de conciencia y de religión, sin más limitaciones
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MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
que las que pueda imponer el mantenimiento del orden público y de las buenas costumbres,
la prohibición de instalar fortificaciones o bases militares o navales, y de dar a los indígenas
instrucción militar salvo para policía y defensa del territorio, y que aseguren igualmente a los
demás Miembros de la Sociedad condiciones de igualdad para el intercambio y el comercio.
6. Hay, por último, territorios, tales como el Sudoeste africano y ciertas islas del Pacífico austral, que, a consecuencia de la escasa densidad de su población, de su superficie restringida, de su alejamiento de los centros de civilización, de su contigüidad geográfica al territorio del Mandatario o por otras circunstancias, no podrían estar mejor administradas que bajo
las leyes del Mandatario, como una parte integrante de su territorio, a reserva de las garantías previstas anteriormente en interés de la población indígena.
7. En todos estos casos, el Mandatario deberá enviar al Consejo una Memoria anual
concerniente al territorio que tenga a su cargo.
8. Si el grado de autoridad, de control o de administración que haya de ejercer el Mandatario no hubiere sido objeto de un Convenio anterior entre los Miembros de la Sociedad, el
Consejo resolverá expresamente acerca de estos puntos.
9. Una Comisión permanente estará encargada de recibir y examinar las Memorias anuales
de los Mandatarios, y de dar al Consejo su opinión acerca de las cuestiones relativas al cumplimiento de los mandatos.
15.7. TIJ. ASUNTO DE LAS CONSECUENCIAS JURÍDICAS PARA LOS ESTADOS DE
LA PRESENCIA CONTINUA DE ÁFRICA DEL SUR EN NAMIBIA (SUDOESTE
AFRICANO), A PESAR DE LA RESOLUCIÓN 276 (1970) DEL CONSEJO DE
SEGURIDAD. OPINIÓN CONSULTIVA DE 21 DE JUNIO DE 1971
[...]
52. De otra parte, la evolución ulterior del derecho internacional respecto a los territorios no autónomos, tal como ha sido consagrado por la Carta de las Naciones Unidas, ha hecho
de la autodeterminación un principio aplicable a todos estos territorios. La noción de misión
sagrada ha sido confirmada y extendida a todos los «territorios cuyos pueblos no hayan alcanzado todavía la plenitud del gobierno propio» (art. 73). Es claro que estos términos se referían
a los territorios bajo régimen colonial. Manifiestamente la misión sagrada continuaba aplicándose a los territorios situados bajo el mandato de la Sociedad de Naciones a los que hubiese
conferido un estatuto internacional con anterioridad. Otra etapa importante de esta evolución
ha sido la declaración sobre concesión de independencia a los países y a los pueblos sometidos a dominación colonial [resolución 1514 (XV) de la Asamblea General, con fecha de 14
de diciembre de 1960] aplicable a todos los pueblos y a todos los territorios «que todavía no
han accedido a la independencia». Al propio tiempo, es imposible olvidar la historia política
de los territorios en general bajo mandato. Todos los que no han accedido a la independencia, con excepción de Namibia, están en régimen de fideicomiso. En la actualidad, de quince
de estos territorios, sin incluir a Namibia, solamente dos están situados todavía bajo la tutela
de las Naciones Unidas. Ello constituye una manifestación más de la evolución general que
ha conducido al nacimiento de tantos nuevos Estados.
53. Todas estas consideraciones están vinculadas al análisis realizado por el Tribunal en
el caso presente... En el ámbito al que se refiere el presente procedimiento, los cincuenta
últimos años han supuesto, como se ha indicado más arriba, una evolución importante. Como
resultado de esta evolución, no cabe duda alguna que «el sagrado deber de civilización» tenía
por objetivo último la autodeterminación y la independencia de los pueblos afectados. En este
ámbito, como en otros, el corpus juris gentium se ha enriquecido considerablemente y ello
no puede ser ignorado por el Tribunal, si quiere permanecer fiel al cumplimiento de sus funciones.
[...]
56. Cuando se creó en el ámbito de las Naciones Unidas un régimen internacional de
fideicomiso, se intentaba claramente que los territorios bajo mandato a los que no se considerara todavía preparados para la independencia, quedarán situados en el régimen interna-
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cional de fideicomiso de las Naciones Unidas. Este régimen implicaba una vigilancia internacional más amplia y más eficaz que la de los mandatos de la Sociedad de Naciones.
57. Hubiera sido contrario a la finalidad primordial del sistema de mandatos admitir que
las dificultades suscitadas por la sustitución de un régimen por otro distinto destinado a mejorar
el control internacional, pudiera entrañar, en el momento en que la Sociedad de Naciones
desaparece, la desaparición de todo control internacional. Aceptar la tesis del Gobierno Sudafricano en este punto, significaría el retorno de los territorios bajo mandato al estatuto colonial,
y la sustitución virtual del sistema de mandatos por la anexión territorial, solución descartada expresamente en 1920.
[...]
133. Por estos motivos,
[...]
por trece votos contra dos,
1) que, siendo ilegal la presencia de África del Sur en Namibia, África del Sur tiene la
obligación de retirar inmediatamente su administración de Namibia, cesando de esta suerte
la ocupación del territorio;
por once votos contra cuatro,
2) que los Estados miembros de las Naciones Unidas tienen la obligación de reconocer la ilegalidad de la presencia de África del Sur en Namibia y la nulidad de las medidas
llevadas a cabo en nombre de Namibia o en aspectos que la conciernan, y de abstenerse de
todo acto y en particular de todas las relaciones con el Gobierno sudafricano que impliquen
el reconocimiento de la legalidad de esta presencia y de esta administración, o que pudieran constituir una ayuda o una asistencia a este respecto [...] [CIJ Recueil, 1971, pp. 31, 33
y 58.]
15.8. TIJ. ASUNTO DEL SAHARA OCCIDENTAL. OPINIÓN CONSULTIVA DE 16 DE
OCTUBRE DE 1975
[...]
48. Se ha pedido al Tribunal que declare la imposibilidad de examinar la presente solicitud en cuanto al fondo, teniendo en cuenta que una respuesta a las cuestiones que le han sido
planteadas no tendría objeto. España estima que las Naciones Unidas han definido ya el proceso de descolonización aplicable al Sahara occidental, conforme a la resolución 1514 (XV) de
la Asamblea General y que ésta ha determinado el método a seguir para la descolonización,
a saber, una consulta a la población autóctona por medio de un referéndum organizado por la
Potencia administradora bajo los auspicios de la Organización de las Naciones Unidas. No
ha lugar, pues, según España a las cuestiones planteadas al Tribunal, y las respuestas a estas
cuestiones no pueden tener ningún efecto práctico.
49. La opinión de Marruecos es que la Asamblea General no ha determinado definitivamente los principios y las técnicas que deberían ser seguidas y que la Asamblea General
queda libre para escoger entre toda una gama de soluciones inspirándose en dos principios
fundamentales, el de la autodeterminación, enunciado en el párrafo 2 de la resolución 1514
(XV) y el de la unidad nacional y la integridad territorial de los países, proclamada en el
párrafo 6 de la misma resolución. Marruecos subraya que la descolonización puede tomar
la forma de una reintegración de una provincia al país de origen, del que la ha separado el
hecho colonial. La consecuencia, es, según Marruecos, que las cuestiones planteadas son
pertinentes, porque la respuesta del Tribunal colocaría a la Asamblea General en una mejor
posición para escoger el proceso más adecuado que asegure la descolonización del territorio.
50. Mauritania afirma que el principio de la autodeterminación es indisociable del principio del respeto de la unidad nacional y de la integridad territorial; que la Asamblea General
examina cada cuestión en función de situaciones concretas; que en varias ocasiones tuvo que
conceder prioridad a la integridad territorial, en particular cuando el territorio había sido creado
por una Potencia colonizadora en detrimento del Estado o del país al que pertenecía. Subra-
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MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
yando que las resoluciones 1541 (XV) y 2625 (XXV) de la Asamblea General tienen presentes varios métodos y variantes de descolonización, Mauritania considera que, en estas condiciones, las cuestiones planteadas al Tribunal son pertinentes y que por ello conviene responderlas.
51. Argelia declara que el principio fundamental que rige la descolonización, consagrado por los artículos 1 y 55 de la Carta, así como por la resolución 1514 (XV) de la Asamblea
General, es el del derecho de los pueblos a disponer de sí mismos; que, a través de sus resoluciones sucesivas recomendando que la población sea consultada sobre su futuro, la Asamblea
General ha reconocido el derecho de la población del Sahara occidental a ejercer la autodeterminación en condiciones de libertad y autenticidad; que la aplicación de la autodeterminación en el marco de esta consulta fue aceptada por la Potencia administradora y apoyada
por instituciones regionales y conferencias internacionales, así como por los países de la
región. En estas condiciones, Argelia opina que el Tribunal debiera responder a la solicitud,
y ello sin perder de vista que, en la resolución 3292 (XXIX), la Asamblea General ha confirmado nuevamente su voluntad de aplicar la resolución 1514 (XV), es decir, de recurrir a un
sistema de descolonización fundado en la autodeterminación de las poblaciones del Sahara
occidental.
52. Se han presentado ante el Tribunal argumentos detallados y divergentes en torno al
problema de saber cómo y bajo qué forma se aplican en el caso los principios de la descolonización, teniendo en cuenta las diversas resoluciones de la Asamblea General sobre la descolonización en general y sobre la del territorio del Sahara occidental en particular. No constituye este problema el objeto directo de las cuestiones planteadas ante el Tribunal, pero es la
base de una objeción tendente a que el Tribunal no responda a la solicitud. De todas maneras,
los principios aplicables de la descolonización exigen un examen por parte del Tribunal, porque
constituyen uno de los elementos esenciales del marco donde se inscriben las cuestiones
planteadas en la solicitud. No se podría considerar que el hecho de que estas cuestiones remitan
a un período de la historia, obligue o dificulte al Tribunal en el ejercicio de sus funciones
judiciales. Ello no sería compatible con el carácter judicial del Tribunal porque, en el ejercicio de sus funciones, está obligado a tener en cuenta necesariamente las reglas de derecho
internacional existentes que se relacionen directamente con los términos de la solicitud y que
son indispensables para interpretar y comprender bien su dictamen consultivo (CIJ Recueil,
1962, p. 157).
53. La idea según la cual estas cuestiones son académicas y desprovistas de pertinencia
jurídica se relaciona íntimamente con su objeto, para cuya determinación el Tribunal debe
considerar, no sólo el texto completo de la resolución 3292 (XXIX), sino también los antecedentes generales y las circunstancias que han conducido a su adopción. La razón de ello es
que la resolución 3292 (XXIX) es la última en el tiempo de una larga serie de resoluciones
de la Asamblea General sobre el Sahara occidental. Todas estas resoluciones, comprendida
la resolución 3292 (XXIX), fueron elaboradas en el contexto global de la política de la Asamblea
General relativa a la descolonización de los territorios no autónomos. Por consiguiente, para
apreciar el fundamento de la opinión española sobre el objeto de las cuestiones planteadas,
conviene recordar brevemente los principios de base que rigen la política de descolonización
de la Asamblea General, las grandes líneas de las resoluciones anteriores de la Asamblea
sobre la cuestión del Sahara occidental, así como los trabajos preparatorios y el contexto de
la resolución 3292 (XXIX).
54. Según el artículo 1, párrafo 2, de la Carta de las Naciones Unidas, uno de los fines
de las Naciones Unidas es el de: «Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas
en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los
pueblos». Los artículos 55 y 56 de la Carta hacen suya y desarrollan esta idea. Estas disposiciones interesan directa y particularmente a los territorios no autónomos de los que trata el
Capítulo XI de la Carta. Como ha dicho el Tribunal en su dictamen consultivo de 21 de junio
de 1971 sobre las Consecuencias jurídicas para los Estados de la presencia continua de África
del sur en Namibia (África del Sudoeste) a pesar de la resolución 276 (1970) del Consejo de
Seguridad:
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«la evolución ulterior del Derecho internacional respecto a los territorios no autónomos, tal como está consagrado por la Carta de las Naciones Unidas, ha hecho de la
autodeterminación un principio aplicable a todos estos territorios» (CIJ Recueil,
1971, p. 31).
55. El principio de autodeterminación como derecho de los pueblos y su aplicación para
poner fin rápidamente a todas las situaciones coloniales están enunciados en la resolución
1514 (XV) de la Asamblea General, titulada «Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales». En esta resolución, la Asamblea General proclama
«la necesidad de poner fin rápidamente e incondicionalmente al colonialismo en todas sus
formas y manifestaciones». A este efecto, la resolución dispone especialmente: [...]
«2. Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación; en virtud de
este derecho, determinan libremente su condición política y persiguen libremente
su desarrollo económico, social y cultural.
[...]
5. En los territorios en fideicomiso y no autónomos y en todos los demás territorios que no han logrado aún su independencia deberán tomarse inmediatamente
medidas para traspasar todos los poderes a los pueblos de esos territorios, sin condiciones ni reservas, en conformidad con su voluntad y sus deseos libremente expresados, y sin distinción de raza, credo ni color, para permitirles gozar de una libertad y una independencia absolutas.
6. Todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas.»
Estas disposiciones, en particular las del párrafo 2, confirman y subrayan de esta manera
que la aplicación del derecho a la autodeterminación supone la expresión libre y auténtica de
la voluntad de los pueblos interesados.
56. El Tribunal tuvo ocasión de aludir a esta resolución en su Dictamen consultivo de
21 de junio de 1971, mencionado más arriba. A propósito de la evolución del derecho internacional relativo a los territorios no autónomos, el Tribunal se expresó de la siguiente
manera:
«Otra etapa importante de esta evolución ha sido la declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales [resolución 1514 (XV)
de la Asamblea General, de fecha 14 de diciembre de 1960] aplicable a todos los
pueblos y a todos los territorios «que no hayan accedido aún a la independencia»
(CIJ Recueil, 1971, p. 31).
El Tribunal continuó en estos términos:
«El Tribunal debe tomar en consideración las transformaciones acaecidas en el
medio siglo siguiente y su interpretación no puede dejar de tener en cuanta la evolución que el derecho ha conocido ulteriormente gracias a la Carta de las Naciones
Unidas y a la costumbre» (ibid).
Y el Tribunal concluía así:
«En el ámbito con el que se relaciona el presente procedimiento, los últimos
cincuenta años han marcado, como se ha dicho más arriba, una evolución importante. Debido a esta evolución, apenas existe duda de que “la misión sagrada de
civilización” tenía por objeto último la autodeterminación y la independencia de
los pueblos implicados. En este terreno, como en los demás, el corpus iuris gentium
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MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
se ha enriquecido mucho y, para poder cumplir fielmente sus funciones, el Tribunal no puede ignorarlo» (ibid).
57. La resolución 1514 (XV) de la Asamblea General ha sido la base del proceso de
descolonización que se ha traducido, desde 1960, en la creación de numerosos Estados, hoy
Miembros de las Naciones Unidas. Se completó en algunos aspectos por la resolución 1541
(XV) de la Asamblea General, que ha sido invocada en el curso del procedimiento. Según
esta resolución, existe más de una forma por la que un territorio no autónomo pueda alcanzar su plena autonomía; puede
a) Convertirse en un Estado independiente y soberano;
b) Asociarse libremente a un Estado independiente;
c) Integrarse a un Estado independiente.
Además, algunas disposiciones de la resolución 1541 (XV) desarrollan el elemento esencial
del derecho a la autodeterminación tal y como lo establece la resolución 1514 (XV): «la libre
asociación debe ser el resultado de la libre y voluntaria elección de los pueblos del territorio
interesado expresada con conocimiento de causa y por procedimientos democráticos.
Siguiendo el principio IX:
«La integración debe producirse en las condiciones siguientes:
[...]
b) La integración debe ser el resultado de los deseos libremente expresados de los pueblos
del territorio, plenamente enterados del cambio de su estatuto, con conocimiento de causa y
por procedimientos democráticos, aplicados imparcialmente y fundados en el sufragio universal de los adultos. Las Naciones Unidas podrán, cuando lo juzguen necesario, vigilar esos
procedimientos.»
58. La resolución 2625 (XXV) de la Asamblea General titulada «Declaración sobre los
principios de Derecho internacional referentes a las relaciones de amistad y a la cooperación
entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas», que también ha sido
invocada en el procedimiento, prevé otras posibilidades, además de la independencia, la asociación o la integración, pero reafirmando siempre la necesidad fundamental de tener en cuenta
los deseos de la población implicada:
«El establecimiento de un Estado soberano e independiente, la libre asociación o integración con un Estado independiente o la adquisición de cualquier otra
condición política libremente decidida por un pueblo constituyen formas del
ejercicio del derecho de libre determinación de ese pueblo» (el subrayado es del
Tribunal).
La resolución 2625 (XXXV) dispone además:
«Todo Estado tiene el deber de promover, mediante acción conjunta o individual la aplicación del principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos, de conformidad con las disposiciones de la Carta, y de prestar
asistencia a las Naciones Unidas en el cumplimiento de las obligaciones que se le
encomiendan por la Carta respecto de la aplicación de dicho principio, a fin de:
[...]
b) Poner fin rápidamente al colonialismo, teniendo debidamente en cuenta la
voluntad libremente expresada de los pueblos de que se trate».
59. La validez del principio de autodeterminación, definido en cuanto necesidad de respetar la voluntad libremente expresada de los pueblos, no ha disminuido por el hecho de que en
algunos casos la Asamblea General no haya creído necesario exigir la consulta de los habitantes de tal o cual territorio. Estas excepciones se explican ya por la consideración de que cierta
población no constituía un «pueblo» que pueda pretender disponer de sí mismo, ya por la
convicción de que una consulta no hubiese sido necesaria, en razón de circunstancias especiales.
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
743
60. Después de haber enunciado los principios fundamentales que rigen la política de
descolonización de la Asamblea General, el Tribunal va a examinar ahora las resoluciones
que interesan más especialmente a la descolonización del Sahara occidental. Debe analizarlas para apreciar el fundamento de la opinión según la cual las cuestiones planteadas en la
resolución 3292 (XXIX) carecen de objeto. Es útil comparar, en particular, las diversas maneras
en que las resoluciones de la Asamblea General adoptadas de 1966 a 1969 han tratado de las
cuestiones de Ifni y del Sahara occidental.
61. En 1966, en el Comité especial encargado de estudiar la situación en lo relativo a la
aplicación de la declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos
coloniales, España tomó postura a favor de la descolonización del Sahara occidental por medio
del ejercicio, por parte de la población del territorio, de su derecho a la autodeterminación.
Esta sugerencia recibió en aquel momento el apoyo de Mauritania y el asentamiento de Marruecos. En el caso de Ifni, España sugirió una toma de contacto con Marruecos a título de medida
preliminar. Marruecos declaró que la descolonización de Ifni debía realizarse de acuerdo con
el párrafo 6 de la resolución 1514 (XV).
62. A propuesta del Comité especial, la Asamblea General adoptó la resolución 2229
(XXI) que trataba de forma diferente al Ifni y al Sahara occidental. En el caso de Ifni, la
Asamblea General:
«3. Pide a la Potencia administradora que tome inmediatamente las medidas
necesarias para acelerar la descolonización de Ifni y que determine con el Gobierno marroquí, teniendo en cuenta las aspiraciones de la población autóctona, modalidades de transferencia de los poderes, conforme a las disposiciones de la Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General».
Respecto al tema del Sahara occidental, la resolución:
«4. Invita a la Potencia administradora a determinar lo más pronto posible, de
conformidad con las aspiraciones de la población autóctona del Sahara español y
en consulta con los Gobiernos marroquí y mauritano y cualquier otra parte interesada, las modalidades de la organización de un referéndum que será llevado a cabo
bajo los auspicios de la Organización de las Naciones Unidas a fin de permitir a la
población autóctona del territorio ejercer libremente su derecho a la autodeterminación...»
Se enunciaban además respecto a este territorio diversas condiciones con el fin de asegurar la libre expresión de la voluntad popular y previendo especialmente la concesión de facilidades por la Potencia administradora a una «misión de las Naciones Unidas para que pueda
participar activamente en la organización y desarrollo del referéndum».
63. La resolución 2229 (XXI) ha servido de modelo a una serie de resoluciones en las
que las disposiciones sobre el Sahara occidental eran casi idénticas en sustancia. No se
diferenciaban de ella más que en algunas variaciones menores. En 1967 la parte dispositiva
de la resolución 2354 (XXII) fue dividida en dos partes, una relativa a Ifni y otra al Sahara
occidental; ocurrió lo mismo en 1968 con la resolución 2428 (XXIII), que llevaba consigo
un preámbulo señalando «la diferencia de naturaleza del estatuto jurídico de estos dos territorios, así como los procesos de descolonización previstos por la resolución 2354 (XXII) de
la Asamblea General para estos territorios». A partir de 1969 Ifni, descolonizado a consecuencia de su transferencia a Marruecos, no es ya mencionado en las resoluciones de la
Asamblea General.
64. En el curso de los años siguientes, la Asamblea General no ha cambiado de actitud
sobre la cuestión del Sahara occidental: ha reiterado en términos más apremiantes la necesidad de consultar a la población del territorio sobre su futuro político. La resolución 2983
(XXVII) de 1972 reafirmaba de hecho «la responsabilidad de la Organización de las Naciones Unidas en todas las consultas que deben conducir a la expresión libre de la voluntad de
las poblaciones». En la resolución 3162 (XXVIII) de 1973, lamentando que la misión de las
744
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Naciones Unidas cuya participación activa en la organización y en el desarrollo del referéndum era recomendada desde 1966 no haya tenido todavía la posibilidad de ir al territorio. La
Asamblea General reafirmaba:
«su adhesión al principio de autodeterminación y su preocupación de ver aplicado
este principio en un marco que garantice a los habitantes del Sahara bajo dominación española la expresión libre y auténtica de su voluntad, conforme a las resoluciones pertinentes de la Organización de las Naciones Unidas en esta materia».
65. De 1966 a 1973 todas estas resoluciones han sido adoptadas no sin que Marruecos
y Mauritania hayan recordado que, según ellos, el Sahara occidental constituía una parte
integrante de su territorio. Al mismo tiempo Marruecos y Mauritania consentían en la celebración de un referéndum. Estos Estados, entre otros, alegando que España no respetaba las
recomendaciones de la Asamblea General, han subrayado que el referéndum debía desarrollarse en condiciones satisfactorias y bajo el control de la Organización de las Naciones Unidas.
66. Una modificación fue introducida en la resolución 3292 (XXIX) en virtud de la cual
se sometió al Tribunal la presente solicitud de dictamen consultivo. En el párrafo 3 de la resolución, la Potencia administradora es invitada encarecidamente a «diferir el referéndum que
había previsto realizar en el Sahara occidental». Pero la Asamblea General tuvo mucho cuidado en insertar en el texto disposiciones precisando que tal aplazamiento no atenta ni afecta al
derecho a la autodeterminación de las poblaciones del Sahara occidental, conforme a la resolución 1514 (XV).
67. Las disposiciones en cuestión contienen tres menciones expresas de la resolución
1514 (XV). En el curso de los debates desarrollados en la Asamblea General, uno de los
autores de la resolución 3292 (XXIX) —el representante de Costa de Marfil—, después de
haber dicho del texto en discusión que era el resultado de un compromiso, llamó la atención
sobre estas menciones y explicó que se habían introducido en el texto inicial para permitir
que la Asamblea General fuese consecuente consigo misma. Vistos los términos de la resolución 3292 (XXIX), hay que entender que se ha querido asegurar la coherencia de este texto
en relación a las resoluciones anteriores de la Asamblea General.
68. El tercer párrafo del preámbulo de la resolución 3292 (XXIX) reafirma «el derecho
a la autodeterminación de las poblaciones del Sahara español, conforme a la resolución 1514
(XV)». El párrafo 1 de la parte dispositiva donde se formulan las cuestiones sometidas al
Tribunal pide a éste que dé un dictamen consultivo «sin perjuicio de la aplicación de los principios contenidos en la resolución 1514 (XV) de la Asamblea General». Esta referencia a la
resolución 1514 (XV) se relaciona pues con la misma petición de dictamen consultivo. La
referencia a la aplicación de los principios consagrados por la resolución 1514 (XV) debe
necesariamente interpretarse teniendo en cuenta la reafirmación por la Asamblea General, en
el tercer párrafo del preámbulo, del «derecho a la autodeterminación de las poblaciones del
Sahara español, conforme a la resolución 1514 (XV)».
69. En el párrafo 3 de la parte dispositiva, se invita encarecidamente a la Potencia administradora a aplazar el referéndum «en tanto que la Asamblea General no se haya pronunciado
sobre la política a seguir para acelerar el proceso de descolonización del territorio, conforme
a la resolución 1514 (XV)». Esta tercera referencia a la resolución 1514 (XV), que debe igualmente conectarse con el preámbulo, indica que la resolución rige «el proceso de descolonización del territorio» y «la política a seguir para acelerar» este proceso.
70. En resumen, el proceso de descolonización que debe ser acelerado y que la Asamblea
General contempla en esta disposición es un proceso que respetará el derecho a las poblaciones del Sahara occidental a determinar su estatuto político futuro mediante la libre expresión de su voluntad. Este derecho no está modificado ni por la presente solicitud de dictamen
consultivo ni por la resolución 3292 (XXIX) que por el contrario lo reafirma expresamente.
El derecho de estas poblaciones a la autodeterminación constituye pues un elemento de base
de las cuestiones dirigidas al Tribunal.
71. Queda por verificar si la aplicación a la descolonización del Sahara occidental del
derecho a la autodeterminación deja sin objeto las dos cuestiones planteadas al Tribunal. Este
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
745
ha concluido ya que las dos cuestiones deben ser examinadas en el marco global del proceso
de descolonización. El derecho a la autodeterminación deja a la Asamblea General una cierta
amplitud en cuanto a las formas y a los procedimientos según los cuales este derecho debe
ser puesto en práctica.
72. Un dictamen consultivo del Tribunal sobre el estatuto jurídico del territorio en el
momento de la colonización española y sobre la naturaleza de los vínculos que podían existir
entonces con Marruecos y el conjunto mauritano podría ayudar a la Asamblea General en las
decisiones que está llamada a tomar. La Asamblea General ha indicado su intención de continuar el examen de esta cuestión a la luz del dictamen consultivo del Tribunal. Al examinar el
objeto de las cuestiones conforme al texto de la resolución 3292 (XXIX), el Tribunal no puede
dejar de tener en cuenta esta declaración. Por lo que respecta a la acción futura de la Asamblea
General, existen diversas posibilidades en lo que concierne, por ejemplo, a las consultas entre
los Estados interesados y los procedimientos y garantías necesarias para asegurar la expresión
libre y auténtica de la voluntad de las poblaciones. De manera general, el dictamen consultivo que dará el Tribunal en este caso proveerá a la Asamblea General de elementos de carácter
jurídico que le serán útiles cuando trate de nuevo la descolonización del Sahara occidental.
73. De todas maneras, no corresponde al Tribunal el decir en qué medida ni hasta qué
punto su dictamen deberá influenciar la acción de la Asamblea General. La función del Tribunal es dar un dictamen fundado en derecho, desde que ha llegado a la conclusión de que las
cuestiones que le son planteadas son pertinentes, tienen un efecto práctico en la hora actual
y por consecuencia no están desprovistas de objeto o de fin...
[...]
162. (Tras afirmar la inexistencia de vínculos de soberanía territorial entre el territorio
del Sahara occidental y el Reino de Marruecos o el conjunto mauritano en el momento de la
colonización por España, se agrega:) El Tribunal no ha comprobado la existencia de vínculos jurídicos de tal naturaleza que puedan modificar la aplicación de la resolución 1514 (XV)
en cuanto a la descolonización del Sahara occidental, y, en particular la aplicación del principio de autodeterminación por medio de la expresión libre y auténtica de la voluntad de la
población y territorio. [CIJ Recueil, 1975, pp. 21-29 y 60.]
15.9. PROTOCOLO I ADICIONAL A LOS CONVENIOS DE GINEBRA DE 12 DE
AGOSTO DE 1949 RELATIVO A LA PROTECCIÓN DE LAS VÍCTIMAS DE LOS
CONFLICTOS ARMADOS INTERNACIONALES, DE 1977
Art. 1.o Principios generales y campo de aplicación.—[...]
4. En las situaciones contempladas en el párrafo anterior se incluyen los conflictos
armados en los cuales los pueblos luchan contra la dominación colonial y la ocupación extranjera y contra los regímenes racistas en el ejercicio del derecho de los pueblos a disponer de
sí mismos, consagrado en la Carta de las Naciones Unidas y en la Declaración sobre los principios del Derecho internacional relativos a las relaciones de amistad y a la cooperación entre
los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas.
15.10. TIJ. ASUNTO DE CIERTAS TIERRAS DE FOSFATOS EN NAURU (NAURU C.
AUSTRALIA), EXCEPCIONES PRELIMINARES. SENTENCIA DE 26 DE JUNIO
DE 1992
[...]
41. El sistema de mandatos, instituido en virtud del artículo 22 del Pacto de la Sociedad
de Naciones, estaba concebido para el bien de los territorios «que estén habitados por pueblos
aún no capacitados para dirigirse por sí mismos en las condiciones particularmente difíciles
del mundo moderno». Según el mismo artículo 22, «el bienestar y el desarrollo de estos pueblos
constituye una misión sagrada de civilización». Así, el mandato había sido «creado, en el
interés de los habitantes del Territorio y de la humanidad en general, como una institución
internacional a la cual se asignaba un fin internacional: una misión sagrada de civilización»
746
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
(Estatuto internacional del Sud-Oeste africano, CIJ Recueil, 1950, p. 132). Esta «misión»
[...] debía ser ejercida en provecho de las poblaciones interesadas a las cuales se les reconocían intereses propios. [Consecuencias jurídicas para los Estados de la presencia continua
de África del Sur en Namibia (Sud-Oeste africano) a pesar de la resolución 276 (1970) del
Consejo de seguridad, CIJ Recueil, 1971, pp. 28-29, par. 46].
42. Es en este marco en el que el Consejo de la Sociedad de Naciones dio, el 17 de
diciembre 1920, a Su Majestad británica «plenos poderes de administración y de legislación
sobre el territorio sometido [...] al mandato como porción integrante de su territorio». Un
acuerdo concluido el 2 de julio de 1919 entre «el Gobierno de Su Majestad en Londres, el
Gobierno de Su Majestad de la Commonwealth de Australia y el Gobierno de su Majestad
del Dominio de Nueva Zelanda», modificado el 30 de mayo de 1923, fijó «las condiciones
del ejercicio de dicho mandato y de la explotación de los yacimientos de fosfatos sobre dicha
isla». Esta explotación se confiaba a una empresa dirigida por tres «British Phospate Commissioners» nombrados por los tres gobiernos...
[...]
44. Cuando la desaparición de la Sociedad de Naciones y el nacimiento de la Organización de las Naciones Unidas, disposiciones comparables a las del Pacto de la Sociedad de
Naciones se incorporaron a la Carta de las Naciones Unidas en lo relativo al régimen de tutela
establecido por esta última. A este respecto el artículo 76 de la Carta dispone que [...]
45. El sistema de administración que había sido el de Nauru en la época de la Sociedad
de Naciones fue mantenido en lo esencial cuando el mandato fue reemplazado por la tutela.
El acuerdo de tutela para el territorio de Nauru, aprobado por la Asamblea General de las
Naciones Unidas el 1 de noviembre de 1947, disponía en efecto en su artículo 2:
«Los Gobiernos de Australia, de Nueva Zelanda y del Reino Unido (en adelante denominados «la autoridad encargada de la administración») son designados
conjuntamente por los presentes como la autoridad que ejercerá la administración
del Territorio».
Añadía en su artículo 4:
«La autoridad encargada de la administración responderá de la paz, del orden,
de la buena administración y de la defensa del Territorio. A este fin, en virtud de
un acuerdo concluido entre los Gobiernos de Australia, de Nueva Zelanda y del
Reino Unido, el Gobierno de Australia continuará ejerciendo en dicho territorio
plenos poderes legislativos, administrativos y judiciales; en nombre de la autoridad
encargada de la administración —a menos que los tres gobiernos arriba mencionados decidan otra cosa y hasta el momento en que se adopte una decisión en este
sentido». [CIJ Recueil, 1992, pp. 256-258.]
B)
El asunto del Sahara Occidental
15.11. INFORME DEL SECRETARIO GENERAL DE LAS NU DE CONFORMIDAD
CON LA RESOLUCIÓN 379 (1975) DEL CS RELATIVA A LA SITUACIÓN
RESPECTO DEL SAHARA OCCIDENTAL, DE 8 DE NOVIEMBRE DE 1975
En un discurso a la nación SM Hassan II de Marruecos afirmó el 16 de octubre de 1975
que el reconocimiento por el TIJ de los vínculos existentes entre Marruecos y el Sahara occidental tenían la misma fuerza que un reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el territorio; y anunció que personalmente dirigiría una «marcha verde» de 350.000 civiles desarmados, hacia el Sahara occidental, para recuperar el territorio; marcha que se realizaría bajo la
protección del Ejército Real de Marruecos, en caso de ataque por fuerzas no españolas.
El Consejo de Seguridad de las NU convocado a instancia del Gobierno español, adoptó
las Resoluciones 377 (1975) y 379 (1975), de 22 de octubre y 2 de noviembre de ese año,
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
747
pidiendo a las partes se abstuvieran de cualquier acto susceptible de comprometer la paz y la
seguridad en la región, y encomendando al Secretario General una misión de información,
respecto de los Estados interesados. El 6 de noviembre, el Consejo de Seguridad adoptó una
nueva resolución, 380 (1975), deplorando la realización de la «marcha verde» y solicitando
la inmediata retirada de todos los participantes. La «marcha verde» pasó la frontera del paralelo 27°40’ L.N. el mismo 6 de noviembre. Tras una reunión del Consejo de Ministros español,
el 7 de noviembre, presidida por el Príncipe de España, Jefe de Estado en funciones, el Sr.
Ministro de la Presidencia del Gobierno conferenció en Agadir, el 8 de noviembre, con SM
Hassan II. El día 9 el Rey de Marruecos anunció el final de la «marcha verde» [cfr. Keesing’s
Contemporary Archives (1976), p. 27576]. El informe del SG de las NU de fecha 8 de noviembre, da cuenta de las actitudes de las partes interesadas, con anterioridad a esa fecha.
[...]
7. Durante las consultas informales que mantuvieron los miembros del Consejo de Seguridad con anterioridad al 2 de noviembre, tuve la oportunidad de informar al Consejo que mis
consultas con las partes interesadas y afectadas continuaban, sobre la base de ciertas sugerencias hechas en el curso de mis entrevistas anteriores. La finalidad de estas sugerencias era y
aún es la de hallar un punto común de entendimiento, con miras a eliminar la situación creada
por la «marcha verde».
8. Estas sugerencias radicaban en una posible declaración por parte de España de retirarse del Sahara occidental en una fecha determinada y en una actuación por parte de las NU
que podría incluir la administración temporal del territorio por la Organización, hasta que se
hubiera manifestado la voluntad de la población del Sahara occidental. Las partes se abstendrían asimismo de realizar cualquier acto que pudiera agravar la tensión en dicha zona. Sin
constituir una solución al problema de la descolonización del Sahara occidental, estas sugerencias habían hecho posible, si todas las partes estuvieran de acuerdo en ello, reducir la tensión
existente y facilitar una solución aceptable para todos y consistente con los principios establecidos por la Asamblea General para la descolonización del Sahara occidental.
[...]
16. Posición de Marruecos. En Agadir, durante su conversación con el Sr. Lewin (enviado especial del SG de las NU), el 4 de noviembre, el Rey Hassan II de Marruecos declaró
que, ante todo, la «marcha verde» constituía «una manifestación de la voluntad unánime del
pueblo de Marruecos de afirmar sus legítimos derechos sobre su Sahara y de demostrar la
unidad del país». La marcha tendría lugar en todo caso y se iniciaría dentro de 48 horas... En
el intercambio de puntos de vista que siguió, se declaró, sin embargo, que la marcha tendría
un carácter simbólico. Así existía la posibilidad de limitar los riesgos de una confrontación
restringiendo la marcha a una zona inmediatamente contigua a la frontera geográfica del territorio...
[...]
18. Considerando que la voluntad de la población del Sahara ya se había manifestado
(mediante la sumisión de El Jadj Jatri, en nombre de varias tribus del territorio), Marruecos
continuaba propugnando un acuerdo trilateral con España y Mauritania. Las principales disposiciones de tal acuerdo ya habían sido convenidas y estipulaban una transferencia de soberanía por parte de la Potencia administradora a Marruecos y a Mauritania. No obstante, Marruecos estaba dispuesto a someter dicho acuerdo a los órganos competentes de las NU, para su
aprobación.
[...]
28. Posición de España. En Madrid, durante sus conversaciones en la mañana del jueves
6 de noviembre, en el mismo momento en que los participantes en la marcha iniciaban el
viaje, el Sr. Lewin constató que según las autoridades españolas una marcha limitada en cuanto
a la zona y quizás en cuanto a la duración no daría lugar a una respuesta militar por parte de
las fuerzas armadas españolas, situadas en el territorio a lo largo de una «línea de disuasión»
a unos 12 kilómetros de la frontera geográfica.
29. España deseaba una rápida y pacífica descolonización del territorio. Por tanto, admitía
cualquier solución consistente con los principios de las NU o aprobada por sus órganos compe-
748
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
tentes. Mientras tanto, España estaba determinada a cumplir plenamente con sus responsabilidades como Potencia Administradora.
30. Como recordó el Presidente del Gobierno, España ya había aceptado las sugerencias
aludidas en el párrafo 8 (cfr. supra). Está dispuesta a fijar una fecha próxima para su retirada del
territorio y a cooperar con las NU en una administración temporal por éstas del mismo. Estaría
dispuesta, también, a transferir inmediatamente la soberanía del territorio a las NU dejando a las
fuerzas armadas españolas a la disposición de la administración temporal en orden a asistir a ésta
en el mantenimiento del orden dentro del territorio, bajo un régimen adoptado por las NU.
31. Sin embargo, el Presidente del Gobierno español expresó la opinión de que un acuerdo trilateral también podía ofrecer una fórmula apropiada si las NU estaban dispuestas a prestar
su consentimiento al mismo. Si la Asamblea General establecía un procedimiento para consultar válidamente a la población. España apoyaría esta decisión... [Doc. NU S/11874 ILM, vol.
XIV, 1975, pp. 1503-1, 508.]
15.12. DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS ENTRE LOS GOBIERNOS DE ESPAÑA, DEL
REINO DE MARRUECOS Y DE LA R.I. DE MAURITANIA, HECHA EN
MADRID EL 14 DE NOVIEMBRE DE 1975
En Madrid, a 14 de noviembre de 1975, y reunidas las delegaciones que legítimamente
representan los Gobiernos de España, Marruecos y Mauritania, se manifiestan de acuerdo en
orden a los siguientes principios:
1.o España ratifica su resolución —reiteradamente manifestada ante la ONU— de descolonizar el territorio del Sahara occidental poniendo término a las responsabilidades y poderes
que tiene sobre dicho territorio como Potencia administradora.
2.o De conformidad con la anterior determinación y de acuerdo con las negociaciones
propugnadas por las Naciones Unidas con las Partes afectadas, España procederá de inmediato a instituir una Administración temporal en el territorio en la que participarán Marruecos y
Mauritania, en colaboración con la Yemaa, y a la cual serán transmitidas las responsabilidades y poderes a que se refiere el párrafo anterior. En consecuencia, se acuerda designar a dos
Gobernadores adjuntos, a propuesta de Marruecos y Mauritania, a fin de que auxilien en sus
funciones al Gobernador general del territorio. La terminación de la presencia española en el
territorio se llevará a efecto definitivamente antes del 28 de febrero de 1976.
3.o Será respetada la opinión de la población saharaui, expresada a través de la Yemaa.
4.o Los tres países informarán al Secretario General de las Naciones Unidas de lo establecido en el presente documento como resultado de las negociaciones celebradas de conformidad con el artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas.
5.o Los tres países intervinientes declaran haber llegado a las anteriores conclusiones
con el mejor espíritu de comprensión, hermandad y respeto a los principios de la Carta de las
NU y como la mejor contribución al mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.
6.o Este documento entrará en vigor el mismo día en que se publique en el Boletín Oficial
del Estado, la Ley de Descolonización del Sahara que autoriza al Gobierno español para adquirir los compromisos que condicionadamente se contienen en este documento.— Firmado:
Carlos Arias, Ahmed Osman, Hamdi Mouknass.
15.13. DOCUMENTO DE FECHA 19 DE NOVIEMBRE DE 1975, DEL REPRESENTANTE DE LA REPÚBLICA ARGELINA ANTE LAS NU AL SECRETARIO
GENERAL DE LA ORGANIZACIÓN
[...]
II. El Gobierno español acaba de hacer público el texto de una «Declaración de Principios», adoptada en Madrid el 14 de noviembre de 1975, tras las negociaciones celebradas con
Marruecos y Mauritania, y por la que el Gobierno español se propone transferir sus poderes
y responsabilidades como Potencia administradora a Marruecos y Mauritania.
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
749
III. En relación con esta «Declaración de Principios», el Gobierno argelino desea hacer
las siguientes observaciones:
1. La Asamblea General de las NU ha considerado el problema del Sahara occidental en
los últimos diez años y ya ha definido el proceso de descolonización del territorio. En su
Resolución 3292 (XXIX) solicitó del Tribunal Internacional de Justicia que emitiese una
opinión consultiva y pidió al Comité especial de Descolonización que enviase una misión de
visita al territorio. La opinión consultiva y el informe de la misión de visita deben ser tenidos
en cuenta por la Asamblea General en su decisión final sobre la ejecución del proceso de
descolonización en el Sahara.
2. Dado que el Sahara occidental es un territorio no autónomo en el sentido del Capítulo XI de la Carta, España, como Potencia administradora de dicho territorio, es responsable
ante las NU del cumplimiento de sus obligaciones.
3. El Gobierno español puede transferir sus responsabilidades administrativas respecto
del territorio del Sahara únicamente a la población de ese territorio o, en otro caso, a las NU,
que es garante, de los derechos e intereses de dicha población.
4. Las reivindicaciones de los Gobiernos de Marruecos y Mauritania al territorio del
Sahara no confieren a estos Gobiernos derecho alguno a ejercer autoridad de ningún tipo sobre
dicho territorio a menos que la Asamblea General reconozca la validez de tales reivindicaciones y su primacía sobre el derecho de autodeterminación de la población del Sahara, En
cualquier caso, ello no es ni puede ser así.
5. Cuando el Consejo de Seguridad alude en sus Resoluciones 377 y 380 a unas negociaciones conforme al artículo 33 de la Carta, es evidente, en primer lugar, que se refiere a «todas
las partes afectadas e interesadas» y, en segundo término, que ello se refiere al arreglo de la
situación creada por la iniciativa unilateral de Marruecos... Por tanto, el Gobierno argelino no
admite que las negociaciones celebradas entre España, Marruecos y Mauritania hayan sido
realizadas de conformidad con las resoluciones del Consejo de Seguridad o las de la Asamblea
General ni que se relacionen con el artículo 33 de la Carta.
IV. Consiguientemente,
1. El Gobierno argelino no reconoce derecho alguno a los Gobiernos de España, Marruecos y Mauritania para disponer del territorio del Sahara y de los destinos de su población. Por
tanto, considera como nula y sin efecto alguno la «Declaración de Principios» presentada por
España (a las NU mediante carta del representante permanente, Sr. Piniés, de fecha 18 de
noviembre) y no concede validez alguna a sus disposiciones.
2. El Gobierno argelino sigue manteniendo que el Gobierno español continúa con
sus responsabilidades ante las NU como Potencia administradora del Sahara y debe
asumir las obligaciones resultantes, en particular, de conformidad con el artículo 103 de
la Carta [...]. [Anejo IV al Doc. NU S/11880, de 19 de noviembre. Tercer informe del SG de
las NU al CS. Cfr. ILM, vol. XIV, 1975, pp. 1514-1515.]
15.14.
RESOLUCIÓN 621 (1988) DEL CS
El Consejo de Seguridad,
Habiendo oído el informe del Secretario general sobre la misión de buenos oficios llevada a cabo conjuntamente con el Presidente de la Organización para la Unidad Africana, en
conformidad con la resolución 40/50 de la Asamblea General de 2 de diciembre de 1985, con
el fin de arreglar la cuestión del Sahara Occidental.
Tomando nota del acuerdo en principio adoptado por el Reino de Marruecos y el Frente
Popular para la Liberación de Saguia el-Hamra y del Río de Oro, el 30 de agosto de 1988
junto a los propósitos del Secretario general de las Naciones Unidas y el Presidente de la
Organización para la Unidad Africana.
Ansiosos de apoyar estos esfuerzos con el fin de celebrar un referéndum para la autodeterminación del pueblo de Sahara Occidental, organizado y supervisado por las Naciones
Unidas en cooperación con la Organización para la Unidad Africana.
750
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
1. Decide autorizar al Secretario general a nombrar un representante especial para el
Sahara Occidental;
2. Requiere al Secretario general para que transmita tan pronto como sea posible un
informe sobre la celebración de un referéndum para la autodeterminación del pueblo del
Sahara Occidental y sobre los medios para asegurar la organización y supervisión del
referéndum por las Naciones Unidas en cooperación con la Organización para la Unidad
Africana.
15.15.
RESOLUCIÓN 690 (1991) DEL CS
El Consejo de Seguridad,
Recordando su resolución 621 (1988), de 20 de septiembre de 1988, por la que, en particular, pidió al Secretario general que le presentase un informe sobre la celebración de un
referéndum de libre determinación del pueblo del Sahara Occidental y sobre los medios necesarios para asegurar la organización y supervisión del mencionado referéndum por las Naciones Unidas en cooperación con la Organización de la Unidad Africana,
Recordando también que, el 30 de agosto de 1988, el Reino de Marruecos y el Frente
Popular para la Liberación de Saguía el-Hamra y de Río de Oro manifestaron estar en principio de acuerdo con las propuestas del Secretario general de las Naciones Unidas y el Presidente en funciones de la Organización de la Unidad Africana, en el marco de su misión conjunta de buenos oficios,
Recordando asimismo su resolución 658 (1990), por la que aprobó el informe del Secretario general, que contenía el texto completo de las propuestas de arreglo aceptadas por las
dos partes del 30 de agosto de 1988 juntamente con un bosquejo del plan presentado por el
Secretario general para aplicar esas propuestas, y por la que pidió al Secretario general que
transmitiera lo antes posible al Consejo de Seguridad un informe detallado sobre su plan de
aplicación, que contuviese en particular una estimación del costo de la Misión de las Naciones Unidas para el referéndum del Sahara Occidental,
Deseoso de lograr una solución justa y duradera en relación con la cuestión del Sahara
Occidental,
Habiendo examinado el informe del Secretario general sobre la situación relativa al Sahara
Occidental,
1. Aprueba el informe del Secretario general, presentado al Consejo de Seguridad con
arreglo a la resolución 658 (1990);
2. Expresa su apoyo total a los esfuerzos del Secretario general en relación con la
organización y supervisión por las Naciones Unidas, en cooperación con la Organización
de la Unidad Africana, de un referéndum de libre determinación del pueblo del Sahara
Occidental, de conformidad con los objetivos mencionados en el informe del Secretario
general;
3. Pide a las dos partes que cooperen plenamente con el Secretario General con miras a
la aplicación del plan que se describe y desarrolla en los informes del Secretario general que
figuran como documentos S/22360 y S/22464 y Corr. 1, respectivamente;
4. Decide establecer bajo su autoridad una Misión de las Naciones Unidas para el referéndum del Sahara Occidental, de conformidad con el informe mencionado anteriormente;
5. Decide que el período de transición comenzará, a más tardar, 16 semanas después de
la aportación por la Asamblea General del presupuesto para la Misión;
6. Pide al Secretario general que mantenga periódicamente informado al Consejo de
Seguridad sobre el proceso de aplicación de su plan de arreglo.
15.16. INFORME DEL SECRETARIO GENERAL SOBRE LA SITUACIÓN RELATIVA
AL SAHARA OCCIDENTAL, DE 20 DE JUNIO DE 2001
[...]
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
751
III. EVALUACIÓN DE LOS ADELANTOS Y DE LOS PROBLEMAS DEL PROCESO DE APLICACIÓN DESDE
LA APROBACIÓN DEL PLAN DE ARREGLO
[...]
21. Como se señaló en el informe, con excepción de la vigilancia de la cesación del fuego
efectiva a partir del 6 de septiembre de 1991, no se ha aplicado cabalmente ninguna de las
disposiciones más importantes del plan de arreglo desde que se estableció la MINURSO, a
causa de las diferencias fundamentales de interpretación entre las partes. Es particularmente
importante señalar que tal vez el problema principal que plantea la aplicación del plan de
arreglo es que las Naciones Unidas no pueden poner en práctica ninguna medida a menos que
las dos partes convengan en cooperar para ello (S/22464, párr. 55). El establecimiento del
órgano electoral para el referéndum del Sahara Occidental ha sido y sigue siendo la cuestión
más contenciosa y uno de los principales motivos de los sucesivos estancamientos que sufrió
la labor de la MINURSO.
22. Las dificultades que entrañe determinar quiénes entre los saharauis reúnen las condiciones para participar en el referéndum obedecían, en particular, a las características de la
población del Sahara, más concretamente su tradición nomádica y la estructura tribal de la
sociedad. A ese respecto, en el informe del ex Secretario General Javier Pérez de Cuéllar de
fecha 19 de diciembre de 1991 (S/23299, anexo), se señalaba: «Debido a su carácter nómada,
la población del Territorio cruza fácilmente las fronteras para desplazarse a los países vecinos,
donde es acogida por miembros de sus tribus o incluso de sus familias. Este flujo y reflujo de
las poblaciones a través de las fronteras del Territorio hace difícil levantar un censo completo de los habitantes del Sahara Español y plantea también el delicado problema de la identificación de los saharianos del Territorio y, sobre todo, el del levantamiento de un censo satisfactorio de los refugiados».
23. Así pues, a causa de la definición imprecisa de la composición de las tribus del Territorio, esta cuestión fundamental procuró desde el principio una enorme controversia entre las
dos partes. El Frente POLISARIO sostenía que, en virtud del plan de arreglo, sólo deberían
participar en el referéndum las 74.000 personas inscritas en el censo del Territorio realizado
por España en 1974. Marruecos opinaba lo contrario, a saber, que otros miles de integrantes
de tribus saharauis estaban en iguales condiciones de votar, incluso los que se encontraban
en el Territorio en el momento del censo que no habían quedado inscritos, los que habían
huido a Marruecos en años anteriores y los que provenían de regiones que habían formado
parte del Territorio que España había devuelto a Marruecos en los decenios de 1950 y 1960
(y que ahora forman parte de Marruecos meridional) (S/2000/131, párr. 18).
24. En estas circunstancias, el proceso de identificación y de hecho, toda actividad encaminada a aplicar el plan de arreglo que no fuera el mantenimiento de la cesación del fuego quedaron interrumpidos a finales de 1995, cuando el Frente POLISARIO consideró inaceptable que
se llevara a cabo la identificación de integrantes de las «Tribus del Norte» y «Costeras del
Sur» (enumeradas en el censo español del Territorio de 1974 como categorías H y J), en particular las conocidas como H41; H61 y J51/52. La presencia civil de la MINURSO se limitó a
la oficina política y el componente militar también se redujo en un 20 por 100 (véase
S/1996/343).
25. Para salir del estancamiento, nombré a James A. Baker III mi Enviado Personal en
marzo de 1997 a fin de reevaluar la viabilidad de la aplicación del plan de arreglo. Tras su
visita a la región, durante la cual se reunió con los dirigentes de las dos partes y de los países
vecinos, el Sr. Baker me informó de que ninguna de las dos partes se había manifestado dispuesta a convocar ninguna solución política que no fuera aplicar el plan de arreglo.
26. Mi Enviado Personal consideró que la única forma viable de determinar si era posible
aplicar el plan sería organizar conversaciones directas entre las partes. A tal efecto, se organizaron cuatro rondas de conversaciones directas bajo sus auspicios en que se llegó a un acuerdo sobre cuestiones que había causado el estancamiento del proceso de identificación, sobre
un código de conducta para la celebración de la campaña del referéndum y sobre una fórmula de avenencia para el acantonamiento de las tropas del Frente POLISARIO (véase S/1997/742).
Además, las partes reiteraron su adhesión a las disposiciones del plan de arreglo para el regre-
752
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
so de los refugiados y la liberación de prisioneros de guerra y presos políticos saharauis. Era
la primera vez que las dos partes celebraban, bajo los auspicios de las Naciones Unidas, conversaciones directas sustantivas en que trataban de resolver los problemas relacionados con la
aplicación del plan de arreglo.
27. Aunque el proceso de identificación se reanudó en diciembre de 1997 con la conclusión satisfactoria de los acuerdos de Houston, no tardaron en volver a plantearse dificultades
que causaron nuevas demora e interrupciones. Así pues, entre otras muchas propuestas técnicas y sustanciales formuladas a lo largo de los años, se presentó a las partes en octubre de
1998 un conjunto de proyectos de protocolo de las Naciones Unidas relativos a la identificación y a las apelaciones, en un intento de superar las dificultades pendientes del proceso. Finalmente, en abril y mayo de 1999, las partes aceptaron oficialmente protocolos y directrices
operacionales, aunque con reservas y dudas por motivos opuestos (S/1999/554 y S/1999/555),
para la conclusión del proceso de identificación y para las apelaciones (S/1999/483/Add.1).
28. Merced a los constantes esfuerzos de al menos tres Representantes Especiales así
como de mi Enviado Especial, finalmente se puso término al proceso de identificación a fines
de 1999. Ahora bien, para ese entonces, las apelaciones presentadas a la MINURSO ascendían a un total de 131.038. A juzgar por la experiencia de la Misión con las dos partes, cuyas
preocupaciones e intentos de controlar el proceso de identificación han sido la causa principal de las dificultades y demoras sufridas, el proceso de apelación podría ser incluso más
prolongado, engorroso y contencioso que la identificación en sí.
29. Cabría recordar asimismo que, además del proceso de apelación y el establecimiento de la lista final de votantes, quedan por resolver en el marco del plan de arreglo las siguientes cuestiones fundamentales: la liberación de prisioneros de guerra y de presos políticos
saharauis: el cumplimiento de las condiciones de seguridad necesarias para el regreso de los
saharauis que reúnen las condiciones para votar y sus familiares inmediatos (así como la
aceptación de un proyecto de protocolo del ACNUR para la repatriación de los refugiados,
presentado a las partes, Argelia y Mauritania en noviembre de 1998); los posibles problemas
relacionados como la aplicación del código de conducta para la campaña del referéndum, en
particular respecto de la función de las actuales fuerzas de seguridad (marroquíes); y , quizás
la cuestión más importante en vista de la experiencia de las Naciones Unidas en otros ámbitos,
la falta de un mecanismo para hacer cumplir los resultados del referéndum. Cabe reiterar que
es preciso obtener la plena cooperación de las dos partes, así como la cooperación y el apoyo
de Argelia y de Mauritania, son condiciones indispensables para la aplicación efectiva del
plan de arreglo y para el cumplimiento del mandato de la MINURSO (S/22464, párr. 55). Tal
vez es comprensible que cueste lograr esa cooperación cabal en vista de que, por la naturaleza del referéndum solicitado en el plan de arreglo, «va todo al ganador».
[...]
37. Como se indica en mi informe de 17 de febrero de 2000 (S/2000/131), la experiencia de los 10 últimos años ha demostrado que, cada vez que las Naciones Unidas proponen
una solución técnica para mitigar el problema de las formas discrepantes en que las partes
interpretan una disposición determinada del plan de arreglo, surge una nueva dificultad que
exige la celebración de otra ronda de consultas prolongadas. Por ese motivo, en la segunda
ronda de consultas, celebrada en junio de 2000, mi Enviado Personal pidió a las partes que
hicieran propuestas concretas para reducir sus diferencias que ayudaran a resolver las dificultades de la aplicación del plan de arreglo. Como no lo hicieron, les pidió que volvieran a
reunirse para llegar a una solución política, explicándoles que había varias formas de llegar
a esa solución: podría concertarse un acuerdo negociado para la integración total del Sahara
Occidental en Marruecos o para la plena independencia, aunque a su juicio ninguna de las
dos alternativas parecía probable. Sin embargo, un acuerdo negociado podría proveer una
solución intermedia. Otra solución política podría ser un acuerdo que permitiera aplicar satisfactoriamente el plan de arreglo. Mi Enviado Especial reitero a las partes que, si convenían
en considerar una solución política distinta del plan de arreglo, ello no iría en perjuicio de su
posición definitiva pues, según las reglas de las consultas, nada quedaría acordado hasta que
quedara acordado todo.
[...]
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
V.
753
OBSERVACIONES Y RECOMENDACIONES
45. Como se indica en la sección III del presente informe, durante los 10 años últimos
las Naciones Unidas han atravesado por un largo y arduo proceso en sus esfuerzos por aplicar
el plan de arreglo. En ese proceso hemos participado dos de mis predecesores y yo mismo,
cinco Representantes Especiales y mi Enviado Personal. Además, el Consejo de Seguridad y
diversos Estados Miembros han tratado varias veces de salir del punto muerto en el proceso
de aplicación. Durante ese período, se ha revisado varias veces el calendario de ejecución del
plan y cada vez se ha postergado la fecha del referéndum, de manera que ahora es sumamente dudoso que alguna vez se realice.
[...]
52. Habida cuenta de la evolución de la operación de las Naciones Unidas en el Sahara
Occidental en los últimos 10 años, incluidos los últimos cuatro, en los cuales mi Enviado
Personal ha participado en la búsqueda de modos aceptables de aplicar el plan de arreglo, y
el hecho de que las partes no hayan formulado ninguna propuesta concreta durante las tres
rondas de consultas celebradas entre junio y septiembre de 2000, mi Enviado Personal ha
llegado a la conclusión de que es muy dudoso que el plan de arreglo, en su forma actual, pueda
aplicarse de modo que conduzca a una solución pronta, duradera y convenida de la controversia relativa al Sahara Occidental. Coincidió plenamente con esa opinión.
[...]
54. Por consiguiente, mi Enviado Personal y yo mismo tenemos la esperanza de que
Marruecos, el Frente POLISARIO, Argelia y Mauritania convengan en reunirse en calidad
de partes, ya sea directamente o por medio de conversaciones indirectas bajo los auspicios de
mi Enviado Personal, para tratar específicamente de los elementos del proyecto de acuerdo
marco, que tiene por objeto lograr una solución pronta, duradera y convenida del conflicto
del Sahara Occidental de modo que no se excluya la libre determinación sino que se facilite.
Invitó especialmente a Argelia, que ha indicado su voluntad de ofrecer a mi Enviado Personal todas las aclaraciones que sean necesarias respecto de las deficiencias y los desequilibrios
que observa en el proyecto de acuerdo marco, a que participe en esas deliberaciones, en calidad
de parte, y negocie bajo los auspicios de mi Enviado Personal los cambios concretos que
desearía que se introdujeran en el proyecto de documento para que fuera aceptable para ese
país.
55. El proyecto de acuerdo marco no se diferencia mucho de los acuerdos utilizados para
abordar situaciones similares en otras partes en que se concede la transmisión de autoridad a
los habitantes de un territorio no autónomo, para determinar después mediante referéndum el
estatuto final del territorio. El proyecto de acuerdo marco confiere a la población del Sahara
Occidental el derecho a elegir sus propios órganos ejecutivos y legislativos y a tener competencia sobre la administración del gobierno local, el presupuesto territorial y la tributación,
la aplicación de la ley, la seguridad interna, el bienestar social, la cultura, la educación, el
comercio, el transporte, la agricultura, la minería, las pesquerías y la industria, la política del
medio ambiente, la vivienda y el desarrollo urbano, los recursos hídricos y la electricidad, las
carreteras y otras infraestructuras básicas. Cabe señalar que el procedimiento establecido en
el proyecto de acuerdo marco para la elección del ejecutivo debería dar lugar a la elección de
los candidatos apoyados por el Frente POLISARIO. Antes de qué transcurrieran cinco años,
se celebraría un referéndum sobre el estatuto final del Territorio.
[...]
58. Si mi Enviado Personal decide proseguir los debates sobre el proyecto de acuerdo
marco después del período sugerido de cinco meses, para tratar de negociar los cambios que
deberían introducirse en el proyecto de acuerdo marco al objeto de hacerlo aceptable para
Marruecos, el Frente POLISARIO, Argelia y Mauritania, mi intención es recomendar al Consejo de Seguridad que se prorrogue el mandato de la MINURSO a fin de dar tiempo para estas
negociaciones. Por otra parte, si al finalizar dicho período, mi Enviado Personal llegase a la
conclusión de que no valdría la pena continuar las consultas, el Consejo de Seguridad podría
decidir examinar el mandato de la MINURSO y considerar qué otra función podría desempeñar en tales circunstancias.
754
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
[...]
60. Han transcurrido 26 largos años desde que estalló este conflicto. Se tardó cinco años
en negociar las propuestas y el plan de arreglo de las Naciones Unidas, y 10 años más de
aplicar este plan. Entretanto, toda una nueva generación de refugiados saharauis nació y creció
en los campamentos de Tindouf, en tanto que otros muchos de la primera generación han
fallecido ya, sin haber podido regresar a su hogar. El proyecto de acuerdo marco ofrece lo que
podría ser la última oportunidad en muchos años. Esta oportunidad debería ser aprovechada
por todas las partes interesadas, ya que redunda en interés de la población del Sahara Occidental, así como de los países de la región. Ya es hora de resolver la controversia sobre el Sahara
Occidental para que la región del Magreb pueda finalmente centrarse en la cooperación y el
desarrollo y toda su población puede esperar un futuro mejor. [Doc. NU, S/2001/613.]
15.17. RESOLUCIÓN 1359 (2001) DEL CS
El Consejo de Seguridad,
Recordando todas sus resoluciones anteriores sobre la cuestión del Sahara Occidental en
particular su resolución 1108 (1997), de 22 de mayo de 1997, y la declaración de su Presidente de 19 de marzo de 1997 (S/PRST/1997/16).
Recordando también su resolución 1308 (2000), de 17 de julio de 2000, y los principios
pertinentes que figuran en la Convención sobre la Seguridad del Personal de las Naciones
Unidas y el Personal Asociado, aprobada el 9 de diciembre de 1994.
Reafirmando las disposiciones que figuran en el párrafo 2 del artículo 1 de la Carta de las
Naciones Unidas.
Habiendo examinado el informe del Secretario General de 20 de junio de 2001 (S/2001/613).
Expresando su pleno apoyo al papel y la labor del Enviado Personal.
Reiterando su pleno apoyo a los intentos que sigue realizando la Misión de las Naciones
Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental (MINURSO) para aplicar el Plan de Arreglo
y los acuerdos adoptados por las partes para la celebración de un referéndum libre, justo e
imparcial sobre la libre determinación del pueblo del Sahara Occidental.
Teniendo en cuenta las propuestas oficiales presentadas por el Frente POLISARIO para
superar los obstáculos que impiden la aplicación del Plan de Arreglo, propuestas que figuran
en el anexo IV del informe del Secretario General.
Teniendo en cuenta también el proyecto de acuerdo marco sobre el estatuto del Sahara
Occidental que figura en el anexo I del informe del Secretario General, que entrañaría una
sustancial devolución de autoridad y en el que no se precluye sino que de hecho se prevé la
libre determinación.
Teniendo en cuenta, además, el memorando del Gobierno de Argelia sobre el proyecto de
estatuto para el Sahara Occidental que figura en el anexo II del informe del Secretario General.
Reafirmando su compromiso de ayudar a las partes a encontrar una solución justa y duradera para la cuestión del Sahara Occidental.
1. Decide prorrogar el mando de la MINURSO hasta el 30 de noviembre de 2001, conforme a la recomendación formulada por el Secretario General en su informe de 20 de junio de
2001;
2. Apoya plenamente los esfuerzos del Secretario General por invitar a todas las partes
a reunirse directamente o para celebrar conversaciones indirectas bajo los auspicios de su
Enviado Personal y alienta a las partes a que examinen el proyecto de acuerdo marco y negocien
cualesquiera modificaciones concretas que deseen introducir en esta propuesta y a que examinen cualesquiera otras propuestas par alcanzar una solución política que puedan presentar las
partes para llegar a un acuerdo mutuamente aceptable;
3. Afirma que, mientras se lleven adelante las conversaciones a que se hace referencia
más arriba, se examinarán las propuestas oficiales presentadas por el Frente POLISARIO con
el fin de superar los obstáculos que impiden la aplicación del Plan de Arreglo;
4. Recuerda que, según las normas de las consultas establecidas por el Enviado Personal, nada se considerará acordado hasta que se haya llegado a un acuerdo general y, por tanto
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
755
hace hincapié en que al participar en estas negociaciones las partes no prejuzgan sus posturas definitivas;
5. Insta a las partes a que resuelvan el problema del destino de las personas cuyo paradero se desconoce y exhorta a las partes a que cumplan sus obligaciones dimanantes del derecho
internacional humanitario de poner en libertad sin más demora a todas las personas retenidas
desde el inicio del conflicto;
6. Pide al Secretario General que haga una evaluación de la situación antes de que concluya el actual mandato y que, si procede, le presente recomendaciones sobre la composición y
el mandato futuros de la MINURSO;
7. Decide seguir ocupándose de la cuestión.
15.18. MANIFESTACIONES DEL GOBIERNO ESPAÑOL EN RELACIÓN CON EL
SAHARA OCCIDENTAL
A) Comparecencia del Secretario de Estado de Política Exterior y para la Unión Europea,
Ramón de Miguel y Egea, ante la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso para
informar sobre las actuaciones para apoyar la efectividad del acuerdo entre Marruecos y el Frente Polisario para la celebración de un referéndum en el Sahara
El señor SECRETARIO DE ESTADO DE POLÍTICA EXTERIOR Y PARA LA UNIÓN
EUROPEA (De Miguel y Egea): Como es sabido, los acuerdos alcanzados en Houston son
la culminación de un proceso negociador auspiciado por Naciones Unidas a raíz de la designación por su Secretario General de un enviado especial que recayó en la persona del secretario de Estado de los Estados Unidos, señor Baker, fruto de la convicción de que el estancamiento en que se encontraba el plan de arreglo no podía prolongarse por mucho más tiempo.
La iniciativa de confirmar al señor Baker la delicada tarea de mediar entre Marruecos y el
Frente Polisario llevaba implícito el mensaje de que la organización tomaba de esta manera
la iniciativa de hacer un último intento para contribuir a resolver el contencioso.
El cansancio de la comunidad internacional y la creciente resistencia de los más importantes miembros de Naciones Unidas para continuar sufragando los gastos de la misión MINURSO, una misión que decían no tenía horizonte, se combinaron al otorgar al enviado especial
un amplio margen de maniobra para sondear la aplicabilidad del plan de arreglo original, introducir en el mismo incluso algunos ajustes y hacer propuestas para impulsar el proceso de paz
al margen de dicho plan.
Después de la diferentes rondas de negociación entre junio y septiembre, que sin duda SS
SS han seguido, el enviado personal anunció el 16 de septiembre, en la ciudad de Houston,
que Marruecos y el Frente Polisario habían conseguido llegar a acuerdos sobre todas las
cuestiones sometidas a su consideración por el mediador. El diferendo volvía pues a colocarse sobre los raíles del plan de arreglo al que las partes manifestaron no querer renunciar.
Mediante el informe que publicó el 24 de septiembre, el Secretario General dio cuenta al
Consejo de Seguridad de los compromisos suscritos en Houston que decidiría en consecuencia prorrogar la misión de Naciones Unidas para el referéndum en el Sahara Occidental, la
famosa MINURSO, por un mes. Transcurrido ese plazo el Consejo extenderá —ya lo ha extendido— el mandato a la misión por seis meses para completar el proceso de identificación de
votantes. Desde entonces se abre ya un período de preparativos que culminará a finales de
1998 con la celebración de la consulta que tendrá lugar en el territorio del antiguo Sahara
español.
Habida cuenta de la duración del contencioso y de las innumerables dificultades con que
ha tropezado todo intento por encontrar una solución, el calendario esbozado en las líneas
precedentes parece inspirarse en una visión por voluntarista irreconciliable con la auténtica
naturaleza de una disputa en la que cada parte reclama para sí un derecho exclusivo sobre la
totalidad del territorio. No debemos olvidar el cansancio de los miembros de Naciones Unidas,
que antes había mencionado, y tampoco la difícil situación financiera de la organización que
obliga a administrar sus recursos con particular rigor.
756
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Ante semejante exigencia, la efectividad en los acuerdos de Houston dependerá en primer
lugar de que las partes los cumplan de buena fe, actúen con espíritu constructivo y presten la
cooperación necesaria a los integrantes de MINURSO para resolver con diligencia los problemas que dejará de plantear la ejecución de las diversas partes del plan: identificación, acantonamiento de fuerzas y militares, refugiados, campaña electoral, referéndum y proclamación
de resultados.
El Gobierno español entiende que el éxito de esta operación dependerá asimismo del apoyo
internacional con que cuente; este apoyo internacional debe expresarse políticamente ante las
partes y cerca de los países interesados. El Gobierno, en cuantas ocasiones se le han presentado, ha ejercido una amistosa presión a favor de la vuelta al marco de Naciones Unidas durante el tiempo que ha permanecido estancado el plan, simultáneamente ha existido la necesidad
de mantener la MINURSO, aun en ausencia de progresos por su imprescindible contribución
al mantenimiento del alto el fuego, y por ello se propone continuar actuando, tanto a título
nacional como en el seno de la Unión Europea, en favor del cumplimiento de las disposiciones del plan en los mejores plazos posibles.
Este extremo es importante en la medida que cuanto más se ciñen las evoluciones sobre
el terreno de la MINURSO al calendario establecido, más factible será la obtención de los
medios necesarios para proseguir el ritmo de ejecución previsiblemente exigido.
El Gobierno entiende, y actuará en consecuencia en sus contactos con los países interesados, que en la nueva etapa inaugurada ante los compromisos de Houston, la celeridad con
que se reanuden contempladas en el plan tendrán suma importancia para confirmar la viabilidad de todo el proceso y el texto final del mismo con la organización del referéndum.
Estamos al principio de un proceso complejo. Había un acuerdo y este acuerdo ha sido un
gran logro del Secretario General de Naciones Unidas, señor Kofi Annan, y de su representante personal.
Sobre los acuerdos de Houston circulan ya interpretaciones, algunas malintencionadas,
que tratan de desvirtuar una cosa que para mí está en la base y es el acuerdo entre las dos
partes. Hay que presumir que se trata de realizar esa consulta popular que para nosotros, para
toda la comunidad internacional pero también para España, es fundamental para decidir el
futuro de ese territorio.
El Gobierno español está siendo extraordinariamente cauto en este momento en sus manifestaciones públicas. Lo único que hacemos es congratularnos de este acuerdo y esperar que el
referéndum se celebre en las mejoras condiciones y con todas las garantías para que la consulta dé un resultado creíble, puesto que del resultado de esa consulta va a depender en mucho
la futura estructura de ese territorio que no nos puede dejar indiferentes, como en efecto no
nos deja.
El señor Alcaraz ha dicho algo en lo que nosotros coincidimos y es que el tema del Sahara
tiene una extraordinaria sensibilidad en la población española por muchas razones y la más
importante es que no podemos olvidar que ese territorio ha estado sometido a la responsabilidad y a la administración española durante muchos años. Por tanto, la sociedad española
tiene un deber histórico respecto a esa población saharaui que de muchas maneras comparte
nuestra lengua, nuestra cultura e incluso nuestra manera de ser después de tantos años de
haber convivido con ellos.
Deseamos que ese espíritu que existe entre las partes, de hacer el referéndum, y hacerlo
en las mejores condiciones, cuente con el apoyo de toda la comunidad internacional, apoyo
que se tiene que materializar en el reforzamiento de la misión de MINURSO y también con
el apoyo de la Unión Europea, puesto que al fin y al cabo tiene una responsabilidad particular respecto a ello. En ese sentido, nosotros hemos sido muy activos en el marco de Naciones
Unidas para la renovación de todo el mandato de MINURSO, como lo somos también en la
Unión Europea para que, dentro de la política exterior y de seguridad común, haya una posición
muy clara respecto a la celebración del referéndum y a las condiciones neutrales que tienen
que acompañar a ese proceso. España naturalmente está dispuesta a ayudar a todas las partes,
también al Frente Polisario, por qué no, para que se den todas las condiciones necesarias y
que esa consulta electoral tenga todas las garantías.
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
757
Respecto a la fecha del referéndum, deseamos que se haga dentro de lo que se ha acordado, es decir, antes de finales de 1998. También es otra cuestión en la que las partes tienen que
ponerse de acuerdo. Nosotros estamos al habla tanto con las autoridades de Marruecos como
con el Frente Polisario, en el sentido de significarles la importancia de que no se produzcan
nuevos retrasos y urgirles a que los temas que quedan por resolver, más bien temas de logística, sean resueltos con suficiente decisión, en tiempo y forma [...]. [Actividades, Textos y
Documentos de la Política Exterior Española, 1997, pp. 430-431.]
B) Comparecencia del Secretario de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica, Fernando Villalonga Campos, ante la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso para informar sobre aspectos relacionados con la situación del Sahara Occidental
El señor SECRETARIO DE ESTADO DE COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y PARA
IBEROAMÉRICA (Villalonga Campos): Como conocen sus señorías, el pasado 29 de octubre
el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó la resolución 1204, en cuyo primer párrafo decidió prorrogar el mandato de la misión de Naciones Unidas para el referéndum del
Sahara Occidental —la MINURSO— hasta el 17 de diciembre del año en curso. Para dentro
de dos días las dos partes en el plan de arreglo, Marruecos y el Frente Polisario, deberían
haberse pronunciado sobre un conjunto de propuestas concebidas para superar el estancamiento en que se encuentra el proceso en su conjunto por divergencias respecto a la identificación de votantes.
Con el fin de comprender mejor el carácter de los problemas, procede remontarse a principios de septiembre, fechas en las que la comisión de MINURSO dio por finalizadas las operaciones de identificación de 147.350 personas que pasaron por sus diferentes centros entre el
comienzo del plan en 1991 y el 3 de septiembre de 1998. Sin embargo, quedó pendiente de
resolución de la cuestión planteada por un número de personas, estimado en torno a 65.000,
pertenecientes a las agrupaciones tribales, cuya saharauidad es defendida por Marruecos e
impugnada por el Frente Polisario. A tales agrupaciones, conocidas por las claves utilizadas
en el censo español de 1974, como H-41, H-61, J-51/52 se referían a los acuerdos alcanzados por las dos partes en Houston en septiembre de 1997, gracias a la mediación de Baker en
su condición de enviado personal del secretario general para el Sahara Occidental. A tenor de
estos acuerdos de Houston, que en su momento permitieron la vuelta a la aplicación del plan
de arreglo tras un largo proceso, las partes acordaron que no patrocinarían ni presentarían,
directa o indirectamente, a los fines de la identificación, a ningún miembro de esas agrupaciones tribales, si bien no debían tampoco impedir activamente que esas personas se presentasen por su cuenta para la identificación y el censo. Merced a los acuerdos de Houston, la
comisión de identificación pudo completar en el curso de un año su trabajo en relación con
las tribus no contestadas por ninguna de las dos partes del plan. Pero apenas existieron durante ese tiempo progresos con la identificación de las personas pertenecientes a la agrupaciones tribales controvertidas, por lo que el nuevo enviado personal entabló contactos con las
autoridades de Marruecos y con el Frente Polisario, seguidas de una visita a la región del
secretario general adjunto de Naciones Unidas para las operaciones de mantenimiento de la
paz, señor Millet, del 17 al 24 de octubre pasados. Los resultados de esa misión aparecen
recogidos en el informe regular que el secretario general dirigió al Consejo de Seguridad con
fecha de 26 de octubre y sobre cuya base habría de adoptarse ya la mencionada resolución
1204.
El cometido del señor Millet consistió en someter un conjunto de propuestas a las partes,
cuyo fin se enderazaba a relanzar la aplicación del plan de arreglo mediante la identificación
de los miembros de las agrupaciones tribales contestadas que se presentaran individualmente para su identificación, iniciando simultáneamente el procedimiento de recursos contra la
inclusión o exclusión en el censo de votantes para el referéndum. Con ese propósito, MINURSO manifestó su intención de publicar a partir del día 1 de diciembre, las listas de personas
que figuraran en el censo de votantes para el referéndum de entre las 147.350 que ya han
758
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
pasados por los distintos centros habilitados por la comisión de identificación, desde el inicio
del proceso.
Además de estas dos importantes propuestas, Marruecos y el Frente Polisario debían
pronunciarse en los mismo plazos, es decir a mediados de noviembre, sobre un memorándum
relativo a las actividades de la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los
Refugiados —ACNUR— y sobre un esbozo de las etapas siguientes del plan de arreglo. El
secretario general, en su informe de 26 de octubre, anticipaba un calendario según el cual la
fase de recursos para los requirentes pertenecientes a las tribus no contestadas terminaría en
marzo de 1999 y la identificación de los correspondientes a las agrupaciones H-41, H-61, J51/52, es decir las tribus contestadas, podría estar terminada en abril de este año.
Es oportuno, en este punto, hacer notar, como puntualizaba el propio secretario general,
que las propuestas sometidas a consideración por las dos partes en el contencioso se inscriben en la línea marcada por el plan de arreglo, y muy particularmente por el artículo 20 del
informe al Consejo de Seguridad de 19 de abril de 1991, al estipular éste que la comisión de
identificación tendrá por mandato principalmente la puesta al día del censo de 1974: a) suprimiendo de las listas el nombre de las personas muertas desde entonces y b) examinando las
peticiones de las personas que afirmen estar en derecho de participar en el referéndum por el
hecho de ser saharauis y no haber sido incluidas durante la elaboración del censo de 1974.
De igual modo, las propuestas para proceder a la identificación de las tribus contestadas
se atienen a lo acordado en la ciudad de Houston, como ha quedado señalado anteriormente.
Por todo ello, se puede concluir que el secretario general no ha planteado a Marruecos ni al
Frente Polisario una nueva negociación del plan original de Naciones Unidas, simplemente
ha planteado la introducción de ajustes técnicos y procesales que permitan relanzar la aplicación en un horizonte temporal, que el mismo secretario general de Naciones Unidas ha fijado
en diciembre de 1999 como fecha tentativa para la celebración del referéndum sobre la independencia del Sahara Occidental.
El hecho de que el plan de arreglo haya conservado su vigencia debe atribuirse a la voluntad de las dos partes de continuar observándolo como marco de solución para el referéndum
sobre el territorio. Así lo hicieron constar en los últimos tiempos al enviado personal señor
Baker cuando éste inició las rondas negociadoras que desembocaron en Houston, y de nuevo
las partes pusieron de manifiesto tal intención durante los más recientes contactos, de los que
el secretario general dio cuenta al Consejo de Seguridad mediante su informe de octubre.
Los resultados de la misión emprendida por el señor Millet propiciaron la importante visita
del secretario general Annan a Nouakchott, a El Aaiún y a Marrakesh entre el 7 y 12 de noviembre, y a Tindouf y Argel, entre el 29 de ese mes y el 2 de diciembre. Durante su gira, el
secretario general trató con las partes y con los dos países observadores en el plan de arreglo
—Mauritania y Argelia— las propuestas recogidas en la resolución 1204.
En esta resolución, el Consejo de Seguridad instaba a las partes a aceptar el conjunto de
medidas o protocolos avanzado por el secretario general, a fin de permitir un examen positivo de las próximas etapas del plan de arreglo. Entre ellas, sobresalen por su importancia y
complejidad la repatriación de refugiados, objeto de un protocolo preparado por la Secretaría General en estrecha consulta con ACNUR y sometido a Marruecos y al Frente Polisario,
así como a Mauritania y Argelia, a principios de noviembre.
El secretario general presentó un nuevo informe al Consejo de Seguridad el pasado 11 de
diciembre sobre la aplicación de la resolución 1204 y sobre el progreso alcanzado en la aplicación del plan de arreglo y de los acuerdos concertados por las partes. En este último informe,
el secretario general da cuenta de su gira por la región y de las conversaciones celebradas con
las partes y con los dos países observadores en el plan de arreglo. Entre las recomendaciones
y observaciones que en él formula, se encuentra la de extender el mandato de la MINURSO
hasta el 31 de enero de 1999 con objeto de permitir realizar consultas adicionales para lograr
un acuerdo, no se han llevado a cabo medidas inicialmente previstas, como la publicación de
las listas provisionales de votantes, incluidas en el censo elaborado por la comisión de identificación, y el Consejo de Seguridad deberá decidir sobre la extensión del mandato de MINURSO a partir del 17 de diciembre.
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
759
El Gobierno entiende que el plan de arreglo de Naciones Unidas atraviesa una fase decisiva para el futuro del contencioso, y partiendo de la afirmación realizada más arriba en el sentido de que no se ha producido una nueva negociación del plan, la postura del Gobierno sigue
consistiendo en el apoyo al plan como marco de solución en el que se integrarán las medidas
avanzadas por el secretario general. Se trata, como es sobradamente conocido por sus señorías, de un respaldo político y práctico que nuestro país ha hecho efectivo mediante diferentes contribuciones materiales a la misión desplegada en el territorio.
Como es sabido, el Gobierno ha hecho llegar al Congreso de los Diputados, mediante una
carta del ministro de Asuntos Exteriores, de 28 de agosto, dirigida al presidente de la Comisión
de Asuntos Exteriores, el contenido del programa de apoyo y las gestiones llevadas a cabo en
cumplimiento de la proposición no de ley de 22 de diciembre de 1997. La intención del Ejecutivo, en sintonía con la mencionada proposición no de ley, es la de continuar prestando, en la
medida de sus posibilidades, toda la cooperación que se le solicite y cuente con la conformidad de las dos partes. Como ha quedado claro a lo largo de esta comparecencia, la reanudación de los trabajos de la Minurso en relación con la identificación está pendiente de la aceptación por las partes del conjunto de medidas propuestas por el secretario general. No habiéndose
producido novedades en ese punto, como explica el propio secretario general en el informe
de 11 de diciembre, el Gobierno no ha sido requerido para efectuar ulteriores contribuciones
al plan que tengan que ver con los restantes cometidos de MINURSO.
En definitiva, el Gobierno continuará invitando a las dos partes a colaborar con Naciones
Unidas, dando muestras del indispensable espíritu constructivo que requerirá el relanzamiento
del plan de arreglo. El Gobierno, desde luego, aprovechará sus relaciones con ambas partes
para animarles a perseverar en una línea de cooperación y de generación de confianza que
haga posible la feliz culminación del proceso patrocinado e impulsado por Naciones Unidas.
El señor SECRETARIO DE ESTADO PARA LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL
Y PARA IBEROAMÉRICA (Villalonga Campos): Yo quiero entender que hay un consenso
básico entre todos los grupos, que desde luego comparte el Gobierno y es que por supuesto
está en el interés de España la estabilidad de Marruecos, pero también hay un compromiso
moral, primero porque fuimos potencia colonizadora y, segundo, porque descolonizamos mal
o no descolonizamos. Eso está presente en la posición española y se traduce en esa neutralidad; una neutralidad que no es fría, sino activa, que supone el apoyo al derecho de autodeterminación del pueblo saharaui y que se traduce en el apoyo a todas las resoluciones de Naciones Unidas que han ido dirigidas en este sentido y en el apoyo pleno al plan de paz. Este apoyo
es activo, con colaboración financiera y desde luego el Gobierno está dispuesto a prestar toda
la colaboración que nos solicite Naciones Unidas para el desarrollo del proceso.
Además, es una neutralidad que yo diría que es discriminatoriamente positiva, puesto que
sigue manteniendo todo el apoyo humanitario al pueblo saharaui. Es cierto que ha descendido el nivel de proyectos o de subvención de la Agencia a los proyectos de organizaciones no
gubernamentales en el Sahara —yo estoy dispuesto a corregir eso—, pero no lo es que haya
descendido la ayuda total que se ofrece a los campos de refugiados saharauis, puesto que se
ha incrementado la ayuda alimentaria, la ayuda humanitaria de emergencia también está cerca
de los 100 millones, continúa todo el programa de becas y otro tipo de ayudas singulares.
Además, entre la ayuda centralizada y la descentralizada, la oficial, se ha incrementado durante el pasado año, según los datos que tengo.
Esto no impide mantener una postura de discreción y de neutralidad activa, que es absolutamente necesaria dada la posición española respecto a Marruecos y al Sahara; de manera que
seguimos manteniendo el apoyo al plan de paz o al plan de referéndum de Naciones Unidas,
al secretario general. Como no se ha modificado ese plan, creemos que es el marco adecuado para lograr un arreglo. Desde luego que el Gobierno lamenta, y así se lo manifiesta a las
partes, los incumplimientos de los acuerdos de Houston, pero creemos que es prudente no
hacer manifestaciones públicas. Hacer declaraciones sobre futuribles o sobre posibles incumplimientos futuros contribuiría, además, a que ese nuevo calendario no se cumpliese o a dificultar el cumplimiento de los acuerdos.
760
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Reitero que la posición del Gobierno es el apoyo pleno al plan de Naciones Unidas y a
este nuevo calendario. Ejerceremos, desde luego, nuestra influencia, y así lo decimos siempre
en las conversaciones con las partes, en la necesidad de cumplimiento de este plan, y seguiremos manteniendo esa actitud de neutralidad positiva. En primer lugar, apoyo humanitario
al pueblo saharaui y, en segundo lugar, apoyo al plan de Naciones Unidas para la celebración
del referéndum.
Si en algún momento el Gobierno ha hecho alguna manifestación sobre las organizaciones no gubernamentales o ha dicho que no deseaba subvencionarlas directamente, no era
respecto a la ayuda humanitaria al pueblo saharaui, sino a la celebración del referéndum
mismo, al proceso de puesta en práctica del plan del referéndum. Hemos subvencionado y
hemos comprometido ayudas al ACNUR, estamos dispuestos a incrementarlas, hemos tenido
conversaciones con ECHO y nos parece bien y necesario que tanto acnur como ECHO contraten y tengan en cuenta a las organizaciones no gubernamentales españolas. No queremos decir
directamente desde el Gobierno, desde la ayuda oficial, qué organizaciones no gubernamentales tienen que estar presentes en las acciones de traslado, de movilización, etcétera, que sean
necesarias para poner en práctica el plan de Naciones Unidas, porque suponemos que esto
podría poner en peligro, al menos, una visión objetiva de nuestra neutralidad por alguna de
las partes o por las dos. Preferimos que sean ACNUR o la Comisión los que determinen qué
organizaciones no gubernamentales tienen que estar presentes en la puesta en práctica del
plan de Naciones Unidas y no hacerlo directamente, pero esto no tiene nada que ver con la
subvención a organizaciones no gubernamentales para la acción humanitaria en los campamentos de refugiados saharauis. [Actividades, Textos y Documentos de la Política Exterior
Española, 1998, pp. 542-544.]
15.19. SENTENCIA TS (SALA 1. a), DE 28 DE OCTUBRE DE 1998. PONENTE:
SR. ALMAGRO NOSETE
[...]
Tercero.—El origen de la cuestión debatida se halla en las confusiones creadas por la legislación interna, promulgada para la antigua colonia del llamado Sahara español, en el período
histórico precedente a la «descolonización» llevada en su día a cabo, en trance lleno de dificultades, que culminaron con el abandono del territorio (que fue ocupado militarmente por otro
Estado), al margen, desde luego, de la calificación objetiva que mereciera el territorio del
Sahara en relación con el territorio metropolitano, según el Derecho Internacional. Tal período histórico ha sido denominado, doctrinalmente, etapa de la «provincialización», a consecuencia de la manifestada y reiterada voluntad legislativa de equiparar aquel territorio, no
obstante sus peculiaridades, con una «provincia» española, y, por ello, a considerarla, como
una extensión del territorio metropolitano, o sea, territorio español, sin acepciones, con todas
las vinculaciones políticas determinantes de la referida concepción que, sin duda, se proyectaron, como corolario obligado, en la población saharaui y, en su condición de nacionales
españoles. Ilustres administrativistas enseñaron que la «provincialización» elevaba dichos
territorios al rango de territorio nacional. Entre otras normas debe destacarse la Ley de 19 de
abril 1961 que estableció, con otros aspectos, algunos tan importantes como el recogido en
el artículo cuarto que, textualmente, dispone que, regla que fue llevada a la práctica con la
participación efectiva de representantes saharauis en las Cortes y en el Consejo Nacional. Sin
duda que con esta norma se pretendía hacer manifiesta la equiparación de los «stati» entre
«españoles peninsulares» y «españoles nativos», a los que se refiere la Orden de 29 de noviembre 1966 que dicta instrucciones para ejercer el derecho al voto en el referéndum convocado
por el Decreto 2.930/1966. [...] Si se toman en consideración las características autoritarias
del régimen político imperante en España, con anterioridad al sistema constitucional vigente, cabe concluir que, desde la vertiente de la participación política, clave para configurar el
status civitatis, la asimilación era completa, tanto más cuanto que las profundas diferencias
de orden social y jurídico privado, derivadas de ancestrales costumbres, de raíces, en muchos
casos religiosas, se consideraban a la sazón «simples modalidades forales» del régimen provin-
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
761
cial, según interpretaba el propio legislador (exposición de motivos de la Ley citada) que
comparaba la diversidad de con la «actualmente existente en España» variedades económicas forales y la especial «configuración de los Cabildos insulares». Como manifestación de
esta posición España negó inicialmente al Secretariado General de la ONU información sobre
(1958 y 1959). La expresada Ley de 1961, además, al establecer en la no específicamente
regulado, la aplicación subsidiaria de la legislación sustantiva y procesal española, insistía en
la naturaleza homogénea del territorio (art. 2). No debe, pues, extrañar que el Tribunal Supremo (Sala Primera, Sentencia de 22 de febrero de 1977) declarara que, en la fecha del nacimiento que se enjuiciaba, El Aaiún.
Cuarto.—No obstante, el acatamiento de las exigencias que imponían las realidades políticas y jurídicas dimanantes del orden jurídico público internacional y, especialmente, la doctrina sobre la «descolonización» de la ONU, condujeron al reconocimiento por el Gobierno
español del «hecho colonial» y, por tanto, a la diferenciación de «territorios», puesto, finalmente, de relieve, con rotunda claridad, por la Ley de 19 de noviembre de 1975 de «descolonización» del Sahara cuyo preámbulo expresa «que el Estado Español ha venido ejerciendo, como potencia administradora, plenitud de competencias sobre el territorio no autónomo
del Sahara, que durante algunos años ha estado sometido en ciertos aspectos de su administración a un régimen peculiar con analogías al provincial y que nunca —recalcaba— ha formado parte del territorio nacional».
[...] [RAJ, 1995, n.o 8.257.]
15.20. SENTENCIA TS (SALA 3.a), DE 7 DE NOVIEMBRE DE 1999. PONENTE:
SR. GONZÁLEZ NAVARRO
[...] una de las cuestiones más debatidas —también de las más oscuras— de la teoría
general del Estado es precisamente la naturaleza de su territorio, hasta el punto de que hace
tiempo se echa en falta una teoría tópica del Estado. Lo cual no quiere decir, ni dice, que los
iuspublicistas se hayan desinteresado del estudio del territorio, pues, como es notorio, viene
de lejos la consideración de éste como elemento del Estado. Pero tampoco puede desconocerse que, al menos en el plano del saber establecido o saber convencional, que, por serlo,
es patrimonio de todos (saber exotérico), no es frecuente hallar una explicación de hechos
tales como la distinción entre territorio metropolitano y territorio colonial, una distinción
cuyo tratamiento jurídico no puede entenderse si se margina la carga política e incluso simbólica, que contiene. Análisis de este tipo son más bien escasos y parece que, por el momento, se encuentran recluidos en el ámbito del saber discrepante, patrimonio de unos pocos
(saber esotérico).
A esta situación insatisfactoria de la investigación científica hay que añadir la actitud
cambiante de la política colonial como consecuencia de lo mutable también de las relaciones internacionales, caracterización a la que no ha podido sustraerse como es fácil de entender, la política española en África ecuatorial y occidental, y que se hace patente a través de
una legislación que, si algún rasgo no posee es precisamente el de la linealidad; antes al
contrario el aspecto que ofrece a todo aquel que se aproxime a ella es el de que sigue un
itinerario zigzaguante: a) en un primer momento dichos territorios se consideraron simplemente colonias; b) vino luego la fase de provincialización durante la que se intenta su asimilación a la metrópoli; c) por último se entra en la fase de descolonización, que reviste la
forma de independencia en Guinea Ecuatorial, de cesión en Ifni, y de autodeterminación en
el Sahara.
Y porque nuestra Sala conoce esto es por lo que tiene conciencia de que el problema se
esconde tras el recurso que estamos conociendo es de alto porte jurídico y constitucional, por
lo que exige una madura reflexión. Afortunadamente, en la concreta materia que nos ocupa
podemos contar con dos dictámenes del Consejo de Estado, uno sobre Guinea (Dictamen n.o
36.017, de 20 de junio de 1968), y otro sobre Ifni (Dictamen 36.227, de 7 de noviembre de
1968), que pueden consultarse en Recopilación de doctrina legal, 1967-1968, Madrid, 1971,
páginas 21-31 y en Recopilación de doctrina legal, 1968-1969, Madrid, 1972, páginas 613-
762
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
620. Estos dos dictámenes sirvieron de base en su día para un pormenorizado análisis doctrinal en el que se aborda también el problema de Sahara, y que se recoge en las páginas 356418 del Libro jubilar del Consejo de Estado, publicado en 1972 por el que entonces se llamaba Instituto de Estudios políticos. Un tratamiento del problema más breve, pero sumamente
claro, que se apoya en los trabajos que acabamos de citar, y publicado junto con otros estudios
sobre División territorial y descentralización, en 1975, por el Instituto Nacional de Administración local, facilita el acceso a los datos históricos indispensables para entender el problema.
Debemos decir que en este caso nuestra Sala considera conveniente citar las fuentes a las
que ha acudido, no ya no sólo por lo delicado del tema que tenemos que abordar, ni porque,
en la medida de lo posible este Tribunal Supremo procura mantener un fecundo diálogo con
la doctrina científica, sino porque en esos dictámenes, el citado órgano consultivo estatal
elaboró la noción de «territorio nacional», concepto que inspira la interpretación a la que ha
ajustado luego el Gobierno español todo el proceso descolonizador ulterior, y que es clave
para resolver el problema de fondo que la representación procesal de don Ahmed Abdellaquí Abnou somete al enjuiciamiento casacional por nuestra Sala.
La idea conductora para un correcto entendimiento del problema que nos ocupa es que la
expresión territorio español se emplea en el derecho positivo en una doble acepción: una
acepción amplia, queriendo hacer referencia a todos aquellos espacios físicos que están bajo
la autoridad del Estado español y sometidos a sus leyes; esta acepción incluye las « posesiones», y una acepción restringida, que es la que, si se quiere hacer precisión, debemos llamar
«territorio nacional» propiamente dicho, y del que quedan excluidos las colonias, las posesiones, y los protectorados.
Cierto es —y el recurso de casación que aquí debemos resolver así lo demuestra— que
los textos legales no siempre matizan la distinción entre las expresiones «territorio español»
y «territorio nacional», pese a que, sólo diferenciándolas, es posible entender el sentido de
esos textos.
No es el caso hacer aquí una teorización de las características opuestas que definen uno
y otro espacio territorial. Pero quizá convenga apuntar, por hacer inteligible cuanto luego
ha de decirse, que siendo —como es— el territorio el ámbito espacial sobre el que el derecho
internacional reconoce soberanía al Estado, el llamado territorio metropolitano es un espacio
vinculado, infungible, inalienable, imprescriptible, esencial (por cuanto pertenece al ser del
Estado, a aquello sin lo que un determinado Estado no sería el que es), y cuya integridad,
precisamente por todo ello, se protege específicamente, con protección reforzada además.
Por el contrario, el territorio colonial es un territorio de libre disposición, fungible, alienable, prescriptible, accidental (no esencial), protegido con protección ordinaria, cuantitativamente valorable por cuanto se le puede tomar (y de hecho se le toma) como magnitud
física (remitiendo por ello a ideas concretas y hasta, en su caso, groseramente crematísticas).
Pues bien, Guinea, Ifni y Sahara eran territorio españoles que no formaban parte del territorio nacional. Y porque esto era así es por lo que no se quebrantaba la integridad del territorio nacional por la realización de aquellos actos jurídicos y políticos que determinaron la
independencia de Guinea (que hasta ese momento fue una dependencia de España), la cesión
o, si se quiere, la «retrocesión» de Ifni a Marruecos, y la iniciación del proceso de autodeterminación del Sahara.
Y es que solamente puede considerarse «territorio nacional» aquel que, poblado de una
colectividad de ciudadanos españoles en la plenitud de sus derechos, constituye una unidad
administrativa de la Administración local española —en su caso, de parte de una de ellas—
y que, cualquiera que sea su organización, no goce de otra personalidad internacional ni de
otro derecho de autodeterminación que el que a la nación corresponda como un todo.
Repetimos: El Sahara español —y otro tanto ocurría con Ifni y Guinea Ecuatorial— era,
pese a su denominación provincial, un territorio español —es decir: un territorio sometido a
la autoridad del Estado español— pero no era territorio nacional.
Y es que —como ahora vamos a ver— la «provincia» tiene en derecho colonial un significado muy distinto del que tiene en la legislación de Régimen local. La «provincialización»
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
763
de Guinea Ecuatorial, de Ifni y del Sahara no constituía una especialidad del régimen local
español sino algo bien distinto: un perfeccionamiento del Régimen colonial, una etapa en el
camino hacia la descolonización, que permitió el establecimiento de estructuras políticas
modernas. Y en este sentido hay que decir que la llamada «provincialización» de esas colonias
españolas no fue una técnica de asimilación política, sino un instrumento de mejor organización administrativa con vistas a la «promoción del bienestar de sus habitantes impulsando el
adelanto en todos los órdenes de la vida y aceptando el encargo sagrado de asegurar su futuro»
(Exposición de motivos de la Ley de la Jefatura del Estado, de 20 de diciembre de 1963, de
Bases sobre régimen autónomo en Fernando Poo y Río Muni). No se trataba, pues, de especialidad, sino de heterogeneidad. Y debemos hacer notar que ese decreto de 1958 era insuficiente
para crear una verdadera provincia. Y es que convertir una colonia en provincia supone alterar
el territorio nacional y toda alteración —sea en más o en menos— del territorio nacional exige
intervención de las Cortes, y ello tanto conforme al derecho hoy vigente como según el derecho
de la época a que aquélla «conversión» se produjo (art. 9 LO del Estado de 1967 y el art. 14.1
de la Ley de Cortes). Cierto es que respecto de Guinea se dictó la Ley de 30 de julio de 1959,
y respecto del Sahara, la Ley de 19 de abril de 1961; pero ni una ni otra ley son convalidatorias de aquella provincialización, pues se limitaban a «estructurar la organización y régimen
de gobierno» de unas entidades administrativas, cual las citadas, que eran ya existentes desde
el decreto de 21 de agosto de 1956 al que hace referencia el decreto de 4 de julio de 1958
invocado por el recurrente.
También importa recordar aquí la doctrina de Naciones Unidas sobre colonización y autodeterminación bajo la que se puso en marcha y llevó a cabo el proceso descolonizador, doctrina que, obviamente, fue tenida en cuenta en los correspondientes procesos referentes a Guinea,
Ifni y Sahara. Fundamental al respecto es la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y a los pueblos coloniales, llamada Carta Magna de la descolonización
[Resolución 1514 (XV), Asamblea General de las NU adoptada en 947 sesión plenaria en 14
de diciembre de 1960], en la que, entre otras cosas, puede leerse lo siguiente: «La Asamblea
General [...] Considerando el importante papel que corresponde a las Naciones Unidas como
medio de favorecer el movimiento en pro de la independencia en los territorios en fideicomiso y en los territorios no autónomos. Reconociendo que los pueblos del mundo desean
ardientemente el fin del colonialismo en todas sus manifestaciones [...] Declara que: Todo
intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones
Unidas [...]». [RAJ, 2000, n.o 899.]
C)
15.21.
El asunto de Timor Oriental
RESOLUCIÓN 384 (1975) DEL CS
El Consejo de Seguridad,
Tomando nota de los contenidos de la carta del Representante Permanente de Portugal
(S/11899),
Habiendo oído los discursos de los representantes de Portugal e Indonesia,
Habiendo oído a los representantes del pueblo de Timor Oriental,
Reconociendo el inalienable derecho del pueblo de Timor Oriental a la autodeterminación
e independencia de acuerdo con los principios de la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales, contenida en
la resolución de la Asamblea General 1514 (XV) de 14 de diciembre de 1960,
Recordando que la resolución de la Asamblea General 3485 (XXX) de 12 de diciembre
de 1975, inter alia, requirió al Comité Especial sobre la situación con relación al cumplimiento de la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales el envío de una misión de encuesta al Timor Oriental,
Gravemente afectados por el deterioro de la situación en Timor Oriental,
764
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Gravemente afectados también por las pérdidas de vidas y conscientes de la urgente necesidad de evitar mayores derramamientos de sangre en Timor Oriental,
Deplorando la intervención de las fuerzas armadas de Indonesia en Timor Oriental,
Lamentando que el Gobierno de Portugal no cumpla totalmente con sus responsabilidades como Potencia administradora según el Capítulo XI de la Carta,
1. Llama la atención de todos los Estados respecto a la integridad territorial del Timor
Oriental así como el derecho inalienable de su pueblo a la autodeterminación de acuerdo con
la resolución 1514 (XV) de la Asamblea General;
2. Llama la atención del Gobierno de Indonesia para que retire sin demora todas sus
fuerzas del Territorio;
3. Llama la atención del Gobierno de Portugal como Potencia administradora para que
coopere plenamente con las Naciones Unidas para que permita al pueblo de Timor Oriental
ejercer libremente su derecho de autodeterminación;
4. Urge a todos los Estados y otras partes afectadas para que cooperen plenamente con
los esfuerzos de las Naciones Unidas para conseguir una solución pacífica a la situación
existente y facilitar la descolonización del territorio;
5. Requiere al Secretario General para que envíe urgentemente un representante especial
a Timor Oriental con el propósito de hacer un examen sobre el terreno de la situación existente y que establezca contacto con todas las partes en el Territorio y todos los Estados afectados para asegurar el cumplimiento de la presente resolución;
6. Además requiere al Secretario General para que siga el cumplimiento de la presente
resolución y, teniendo en cuenta el informe de su representante especial, someta las recomendaciones al Consejo de Seguridad tan pronto como sea posible;
7. Decide permanecer atento a la situación. [Texto en K. C. WELLENS, Resolutions and
Statements of the United Nations Security Council (1946-1989) —A Thematic Guide—, Martinus Nijhoff Publishers, Dordrecht/Boston/Londres, 1990, pp. 345-346.]
15.22.
RESOLUCIÓN 389 (1976) DEL CS
El Consejo de Seguridad,
Recordando su resolución 384 (1975) de 22 de diciembre de 1975,
Habiendo considerado el informe del Secretario General de 12 de marzo de 1976,
Habiendo oído los discursos de los representantes de Portugal e Indonesia,
Habiendo oído los discursos de los representantes del pueblo de Timor Oriental,
Reafirmando el inalienable derecho del pueblo del Timor Oriental a la autodeterminación
e independencia de acuerdo con los principios de la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales, contenida en
la resolución 1514 (XV) de la Asamblea General de 14 de diciembre de1960,
Creyendo que todos los esfuerzos han de ser hechos para crear las condiciones que permitan al pueblo de Timor Oriental ejercer libremente su derecho a la autodeterminación,
Tomando nota de que la cuestión de Timor Oriental está en la Asamblea General,
Consciente de la urgente necesidad de poner término a la situación de tensión existente en
Timor Oriental,
Tomando nota del discurso del representante de Indonesia,
1. Llama la atención de todos los Estados con respecto a la integridad territorial del
Timor Oriental, así como el inalienable derecho de su pueblo a la autodeterminación de acuerdo con la resolución 1514 (XV) de la Asamblea General;
2. Llama la atención del Gobierno de Indonesia para que retire sin más demora todas
sus fuerzas del territorio;
3. Requiere al Secretario General para que su Representante Especial continúe con la
tarea confiada según el parágrafo 5 de la Resolución 384 (1975) del Consejo de Seguridad y
evacue consultas con las partes afectadas;
4. Además requiere al Secretario General para que siga el cumplimiento de la presente
resolución y someta un informe al Consejo de Seguridad tan pronto como sea posible;
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
765
5. Llama la atención de todos los Estados y otras partes afectadas para cooperar completamente con las Naciones Unidas para conseguir una solución pacífica para la situación existente y facilitar la descolonización del territorio;
6. Decide permanecer atento a la situación. [Texto en K. C. WELLENS, Resolutions and
Statements of the United Nations Security Council (1946-1989) —A Thematic Guide—, Martinus Nijhoff Publishers, Dordrecht/Boston/Londres, 1990, pp. 346-347.]
15.23. DISTURBIOS EN DILI (TIMOR ORIENTAL) EL 12 DE NOVIEMBRE DE 1991
Los trágicos incidentes que han provocado, el 12 de noviembre de 1991, en Dili, capital
de Timor Oriental, un número impresionante de víctimas (50 muertos y 90 heridos según las
autoridades indonesias, más de 100 muertos según las organizaciones humanitarias) han llevado al primer plano de la actualidad el problema de Timor, territorio en otro momento bajo
administración portuguesa ocupado militarmente por Indonesia desde diciembre de 1975. La
brutal represión se ha abatido una vez más sobre la población perseguida desde hace más de
dieciséis años en menosprecio del derecho a la autodeterminación. Pero la matanza del cementerio de Santa Cruz tendrá su peso cuando llegue la hora del balance. Según fuentes independientes la armada indonesia ha matado ya a más de 200.000 timorenses, la mayor parte de
ellos civiles indefensos desde que Yakarta ha hecho de este territorio su 27 provincia. Muchos
otros habitantes han sido deportados a las islas vecinas y a la parte occidental de Timor. En
cuanto a la ONU, se ha limitado a protestar platónicamente contra la anexión indonesia sin
adoptar medidas prácticas para ponerle fin.
Las reacciones internacionales han sido concretas. En un mensaje oficial difundido el 13
de noviembre, el Comité Internacional de la Cruz Roja se declaraba consternado por la extrema violencia de la represión. El Primer Ministro portugués, M. Anibal Cavaco Silva, ha
denunciado, el 19 de noviembre, la hipocresía de la política internacional y el silencio de los
Estados Unidos. El Presidente de Portugal, M. Mario Soares, ha expresado su indignación
ante las autoridades indonesias y el Papa Juan Pablo II ha enviado al lugar al Nuncio Apostólico, Msr. De Andrés, para efectuar una investigación. El Parlamento Europeo se ha rebelado el 21 de noviembre contra la actitud de Yakarta y ha solicitado el establecimiento de un
embargo sobre la venta de armas a Indonesia. En cuanto al gobierno indonesio, ha rechazado el acuerdo sobre un estatus especial en Timor Oriental y se ha limitado a relevar de sus
funciones el 28 de diciembre a los dos generales considerados responsables de la masacre
del 12 de noviembre. [Ch. ROUSSEAU, «Chronique des faits internationaux», RGDIP, 1992,
pp. 399-400.]
15.24. ACUERDO ENTRE LA REPÚBLICA DE INDONESIA Y LA REPÚBLICA
PORTUGUESA SOBRE LA CUESTIÓN DE TIMOR ORIENTAL
Recordando las resoluciones 1514 (XV), 1541 (XV), y 2625 (XXV) de la Asamblea General
y las resoluciones y decisiones pertinentes aprobadas por el Consejo de Seguridad y la Asamblea
General sobre la cuestión de Timor Oriental,
Teniendo presentes los sostenidos esfuerzos desplegados desde julio de 1983 por los Gobiernos de Indonesia y de Portugal, utilizando los buenos oficios del Secretario General, para
encontrar una solución justa, amplia e internacionalmente aceptable de la cuestión de Timor
Oriental,
Recordando el acuerdo alcanzado el 5 de agosto de 1998 al efecto de celebrar, bajo los
auspicios del Secretario General, negociaciones sobre un régimen especial basado en una
amplia autonomía para Timor Oriental sin perjuicio de las posiciones de principio de los
respectivos gobiernos sobre el régimen jurídico final de Timor Oriental,
Habiendo debatido un marco constitucional para la autonomía de Timor Oriental sobre la
base de un proyecto presentado por las Naciones Unidas, en su forma enmendada por el
Gobierno de Indonesia,
766
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Tomando nota de la posición del Gobierno de Indonesia de que la autonomía especial
propuesta debería aplicarse únicamente como solución final para la cuestión de Timor Oriental, con pleno reconocimiento de la soberanía indonesia sobre Timor Oriental,
Tomando nota de la posición del Gobierno de Portugal de que un régimen de autonomía
debería ser provisional, sin necesidad de exigir el reconocimiento de la soberanía indonesia
sobre Timor Oriental ni la eliminación de Timor Oriental de la lista de territorios no autónomos de la Asamblea General, en espera de una decisión definitiva sobre el régimen jurídico
de Timor Oriental por parte de la población del territorio mediante un acto de libre determinación bajo los auspicios de las Naciones Unidas,
Teniendo en cuenta que, a pesar de que los gobiernos de Indonesia y de Portugal tienen
sus respectivas posiciones de principio sobre el proyecto de propuesta de autonomía especial,
ambos convienen en que es esencial impulsar el proceso de paz y que, por consiguiente, los
gobiernos de Indonesia y de Portugal aceptan que el Secretario General consulte a la población de Timor Oriental sobre el marco constitucional para la autonomía que figura como anexo
de la presente resolución,
Teniendo presente que los gobiernos de Indonesia y de Portugal pidieron al Secretario
General que formulara el método y los procedimientos para la consulta popular mediante una
votación directa, secreta y universal,
Las partes convienen en lo siguiente:
Art. 1. Pedir al Secretario General que someta el proyecto de marco constitucional adjunto, en el que se contempla una autonomía especial para Timor Oriental en el marco unitario
de la República de Indonesia, a la población de Timor Oriental residente en el territorio o
fuera de él, para su examen y aprobación o rechazo mediante una consulta popular basada en
una votación directa, secreta y universal.
Art. 2. Pedir al Secretario General que establezca, inmediatamente después de la firma
del presente Acuerdo, una misión apropiada de las Naciones Unidas en Timor Oriental que
le permita celebrar efectivamente la consulta popular.
Art. 3. Que el Gobierno de Indonesia será responsable de mantener la paz y la seguridad en Timor Oriental para que la consulta popular pueda celebrarse de manera imparcial y
pacífica en una atmósfera libre de intimidación, violencia o injerencias de cualquiera de las
partes.
Art. 4. Pedir al Secretario General que informe del resultado de la consulta popular al
Consejo de Seguridad y a la Asamblea General, así como a los gobiernos de Indonesia y de
Portugal y a la población de Timor Oriental.
Art. 5. Que si, habida cuenta del resultado de la consulta popular y de conformidad
con el pesente Acuerdo, el Secretario General determina que el proyecto de marco constitucional para la autonomía especial es aceptable para la población de Timor Oriental, el
Gobierno de Indonesia iniciará las medias constitucionales necesarias para la aplicación
del marco constitucional y el Gobierno de Portugal iniciará en las Naciones Unidas los
procedimientos necesarios para la eliminación de Timor Oriental de la lista de territorios
no autónomos de la Asamblea General y para la supresión de la cuestión de Timor Oriental de la lista de temas de que se ocupa el Consejo de Seguridad y del programa de la
Asamblea General.
Art. 6. Que si, habida cuenta del resultado de la consulta popular y de conformidad
con el presente Acuerdo, el Secretario General determina que el proyecto de marco constitucional para la autonomía especial no es aceptable para la población de Timor Oriental,
el Gobierno de Indonesia adoptará las medidas constitucionales necesarias para poner fin
a sus vínculos con Timor Oriental de manera que se restablezca en la legislación indonesia el régimen jurídico que tenía Timor Oriental antes del 17 de julio de 1976, y los gobiernos de Indonesia y de Portugal y el Secretario General llegarán a un acuerdo sobre las
disposiciones necesarias para un traspaso pacífico y ordenado de la autoridad en Timor
Oriental a las Naciones Unidas. Las Naciones Unidas iniciarán entonces el procedimiento que permita a Timor Oriental poner en marcha un proceso de transición hacia la independencia.
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
767
Art. 7. En el período de transición entre la conclusión de la consulta popular y el inicio
de la aplicación de cualquiera de esas opciones, las partes piden al Secretario General que
mantenga una presencia adecuada de las Naciones Unidas en Timor Oriental.
Hecho en Nueva York el 5 de mayo de 1999.
Por el Gobierno de Indonesia
Por el Gobierno de Portugal
Ali Alatas
Ministro de Relaciones Exteriores
de Indonesia
Jaime Gama
Ministro de Relaciones Exteriores
de Portugal
Testigo:
Kofi A. Annan
Secretario General de las Naciones Unidas.
[Reproducido en Doc. NU, S/1999/513, Anexo I, pp. 4-6.]
15.25.
RESOLUCIÓN 1236 (1999) DEL CS
El Consejo de Seguridad,
Recordando sus resoluciones anteriores relativas a la situación en Timor Oriental,
Recordando también las resoluciones de la Asamblea General 1514 (XV), 1541 (XV) y
2625 (XXV) y otras resoluciones de la Asamblea General sobre la cuestión de Timor Oriental, en particular la resolución 37/30,
Teniendo presentes los esfuerzos desplegados constantemente desde julio de 1983 por los
Gobiernos de Indonesia y Portugal, utilizando los buenos oficios del Secretario General, a fin
de encontrar una solución justa, amplia e internacionalmente aceptable de la cuestión de Timor
Oriental,
Acogiendo con beneplácito los progresos alcanzados en la última serie de conversaciones
entre los Gobiernos de Portugal e Indonesia, bajo los auspicios del Secretario General de las
Naciones Unidas, que condujeron a la concertación de varios acuerdos en Nueva York el 5 de
mayo de 1999,
Encomiando, en particular, las gestiones realizadas por el Representante Personal del Secretario General a ese respecto,
Tomando nota del informe del Secretario General (S/1999/513),
Tomando nota de la preocupación expresada en el informe del Secretario General en relación
con las condiciones de seguridad en Timor Oriental,
1. Acoge con beneplácito la concertación, el 5 de mayo de 1999, del Acuerdo entre
Indonesia y Portugal sobre la cuestión de Timor Oriental (el Acuerdo General) (S/1999/513,
anexo I);
2. Acoge asimismo con beneplácito la concertación, en esa misma fecha, de los acuerdos entre las Naciones Unidas y los Gobiernos de Indonesia y Portugal relativos a los arreglos
en materia de seguridad (S/1999/513, anexo III) y las modalidades de la consulta popular a
los timorenses orientales mediante votación directa (S/1999/513, anexo II);
3. Acoge además con beneplácito el propósito manifestado por el Secretario General de
establecer lo antes posible una presencia de las Naciones Unidas en Timor Oriental con miras
a prestar asistencia en la aplicación de esos acuerdos, entre otras cosas mediante:
a) La realización de una consulta al pueblo de Timor Oriental sobre la aceptación o el
rechazo de un marco constitucional para la autonomía de Timor Oriental, prevista para el 8
de agosto de 1999, de conformidad con el Acuerdo General;
b) El despliegue de oficiales de policía civil que actuarán como asesores de la policía de
Indonesia en el cumplimiento de sus funciones en Timor Oriental y, durante la consulta, supervisarán la tarea de escoltar las urnas y cédulas de voto hacia y desde los centros de votación;
4. Subraya la importancia de las solicitudes formuladas al Secretario General en el Acuerdo General de que informe al Consejo de Seguridad y la Asamblea General, así como a los Gobier-
768
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
nos de Indonesia y Portugal, y al pueblo de Timor Oriental, sobre el resultado de la consulta
popular y, en el período de transición entre la conclusión de la consulta popular y el inicio de la
aplicación de una de las dos opciones, la autonomía dentro de Indonesia o la transición hacia la
independencia, mantenga una presencia adecuada de las Naciones Unidas en Timor Oriental.
5. Subraya asimismo la obligación del Gobierno de Indonesia de mantener la paz y la
seguridad en Timor Oriental a fin de garantizar que la consulta se celebre de manera imparcial y pacífica en una atmósfera libre de intimidación, violencia o injerencia de cualquiera de
las partes y de garantizar la seguridad y protección de los funcionarios y observadores de las
Naciones Unidas y de otros organismos internacionales en Timor Oriental;
[...]
15.26.
RESOLUCIÓN 1264 (1999) DEL CS
El Consejo de Seguridad,
Recordando sus resoluciones anteriores y las declaraciones de su Presidente sobre la situación en Timor Oriental,
Recordando asimismo el Acuerdo entre Indonesia y Portugal sobre la cuestión de Timor
Oriental de 5 de mayo de 1999 y los Acuerdos entre las Naciones Unidas y los Gobiernos de
Indonesia y Portugal de esa misma fecha sobre las modalidades de la consulta popular de los
habitantes de Timor Oriental mediante votación directa y las disposiciones de seguridad
(S/1999/513, anexos I a III),
Reiterando su beneplácito por el éxito de la consulta popular del pueblo de Timor Oriental celebrada el 30 de agosto de 1999 y tomando nota de su resultado, que considera refleja
con exactitud la opinión del pueblo de Timor Oriental,
Profundamente preocupado por el empeoramiento de la situación de Timor Oriental en
materia de seguridad, en particular por la continuación de los actos de violencia contra la
población civil de Timor Oriental y el desplazamiento y reasentamiento en gran escala de
estas personas,
Profundamente preocupado también por los ataques contra el personal y los locales de la
Misión de las Naciones Unidas en Timor Oriental (UNAMET), contra otros funcionarios y
contra el personal humanitario internacional y nacional,
Recordando los principios pertinentes contenidos en la Convención sobre la Seguridad del
Personal de las Naciones Unidas y Personal Asociado, aprobada el 9 de diciembre de1994,
Profundamente consternado por el empeoramiento de la situación humanitaria en Timor
Oriental, sobre todo porque afecta a mujeres, niños y otros grupos vulnerables,
Reafirmando el derecho de los refugiados y las personas desplazadas a regresar sanos y
salvos a sus hogares,
Haciendo suyo el informe de la Misión del Consejo de Seguridad a Yakarta y Dili
(S/1999/976),
Acogiendo complacido la declaración del Presidente de Indonesia de 12 de septiembre de
1999 en la que manifestó que Indonesia estaba dispuesta a aceptar el envío a Timor Oriental
de una fuerza internacional de mantenimiento de la paz por conducto de las Naciones Unidas,
Acogiendo con beneplácito la carta dirigida al Secretario General por el Ministro de Relaciones Exteriores de Australia, de 14 de septiembre de 1999 (S/1999/975),
Reafirmando el respeto de la soberanía y la integridad territorial de Indonesia,
Expresando su preocupación por las informaciones según las cuales se han perpetrado
violaciones sistemáticas, generalizadas y patentes del derecho humanitario internacional y
del derecho relativo a los derechos humanos en Timor Oriental, y subrayando que las personas que cometen dichas violaciones son individualmente responsables de ellas,
Habiendo determinado que la situación actual en Timor Oriental constituye una amenaza a la paz y la seguridad,
Actuando en virtud del Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas,
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
769
1. Condena todos los actos de violencia perpetrados en Timor Oriental, insta a que se
les ponga fin de inmediato y exige que los responsables de dichos actos sean obligados a
comparecer ante la justicia;
2. Subraya la urgente necesidad de prestar asistencia humanitaria coordinada y la importancia de permitir un acceso pleno, seguro y sin trabas a las organizaciones que prestan asistencia humanitaria e insta a todas las partes a que cooperen con dichas organizaciones de modo
que se garantice la protección de los civiles en peligro, el regreso seguro de los refugiados y
personas desplazadas y la prestación eficaz de la ayuda humanitaria;
3. Autoriza la acreditación de una fuerza multinacional bajo una estructura de mando
unificado, de conformidad con la solicitud del Gobierno de Indonesia transmitida al Secretario General el 12 de septiembre de 1999, para cumplir las siguientes tareas: restablecer la paz
y la seguridad el Timor Oriental, proteger y prestar apoyo a la UNAMET en el desempeño de
sus tareas y, dentro de las posibilidades de la fuerza facilitar las operaciones de asistencia
humanitaria, y autoriza a los Estados que participen en la fuerza multinacional a adoptar todas
las medidas necesarias para cumplir el presente mandato;
4. Acoge complacido el compromiso expreso del Gobierno de Indonesia de cooperar con
la fuerza multinacional en todos los aspectos del desempeño de su mandato, y espera con
interés una estrecha coordinación entre la fuerza multinacional y el Gobierno de Indonesia;
5. Destaca que el Gobierno de Indonesia sigue siendo responsable, en virtud de los
Acuerdos del 5 de mayo de 1999, teniendo en cuenta el mandato de la fuerza multinacional
enunciado en el párrafo 3 supra, de mantener la paz y la seguridad en Timor Oriental en la
fase de transición entre la conclusión de la consulta popular y el comienzo de la aplicación
de sus resultados, así como de garantizar la seguridad del personal y los locales de la UNAMET;
[...]
15.27.
RESOLUCIÓN 1272 (1999) DEL CS
El Consejo de Seguridad,
Recordando sus resoluciones anteriores y las declaraciones de su Presidente sobre la situación en Timor Oriental, en particular las resoluciones 384 (1975), de 22 de diciembre de 1975,
389 (1976), de 22 de abril de 1976, 1236 (1999), de 7 de mayo de 1999, 1246 (1999), de 11
de junio de 1999, 1262 (1999), de 27 de agosto de 1999, y 1264 (1999), de 15 de septiembre
de 1999,
Recordando asimismo el Acuerdo entre Indonesia y Portugal sobre la cuestión de Timor
Oriental de 5 de mayo de 1999 y los Acuerdos entre las Naciones Unidas y los Gobiernos de
Indonesia y Portugal de esa misma fecha, sobre las modalidades de la consulta popular de los
habitantes de Timor Oriental mediante votación directa y las disposiciones de seguridad
(S/1999/513, anexos I a III),
Reiterando su beneplácito por el éxito de la consulta popular del pueblo de Timor Oriental celebrada el 30 de agosto de 1999 y tomando nota de su resultado, en virtud del cual el
pueblo de Timor Oriental expresó claramente su deseo de comenzar, bajo la autoridad de las
Naciones Unidas, un proceso de transición hacia la independencia, que considera un fiel reflejo de la opinión del pueblo de Timor Oriental,
Acogiendo con beneplácito la decisión de la Asamblea Consultiva del pueblo indonesio
relativa a Timor Oriental, de 19 de octubre de 1999,
Destacando la importancia de la reconciliación del pueblo de Timor Oriental,
Encomiando a la Misión de las Naciones Unidas en Timor Oriental (UNAMET) por la
admirable valentía y la determinación demostradas en el cumplimiento de su mandato,
Acogiendo con beneplácito el despliegue de una fuerza multinacional en Timor Oriental,
de conformidad con la resolución 1264 (1999), y reconociendo la importancia de la cooperación en esta cuestión entre el Gobierno de Indonesia y la fuerza multinacional,
Tomando nota del informe del Secretario General de 4 de octubre de 1999 (S/19991024),
Tomando nota con satisfacción del resultado favorable de la reunión trilateral celebrada
el 28 de septiembre de 1999, que se indica en el informe del Secretario General,
770
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Profundamente preocupado por la grave situación humanitaria a consecuencia de la violencia en Timor Oriental y por el desplazamiento y el reasentamiento en gran escala de civiles
en Timor Oriental, incluidas grandes cantidades de mujeres y niños,
Reafirmando la necesidad de que todas las partes velen por que se protejan los derechos
de los refugiados y las personas desplazadas y que éstos estén en condiciones de regresar
voluntariamente, sanos y salvos, a sus hogares,
Reafirmando el respeto de la soberanía y la integridad territorial de Indonesia,
Tomando nota de la importancia de velar por la seguridad de las fronteras de Timor Oriental y tomando nota en ese sentido de que las autoridades de Indonesia han expresado su propósito de colaborar con la fuerza multinacional desplegada con arreglo a la resolución 1264
(1999) y con la Administración de Transición de las Naciones Unidas para Timor Oriental,
Expresando su preocupación por las informaciones según las cuales en Timor Oriental se
han perpetrado violaciones sistemáticas, generalizadas y patentes del derecho humanitario
internacional, subrayando que las personas que cometen dichas violaciones son individualmente responsables de ellas, e instando a todas las partes a colaborar con las investigaciones
relativas a estas informaciones,
Recordando los principios pertinentes estipulados en la Convención sobre la Seguridad
del Personal de las Naciones Unidas y el Personal Asociado, aprobada el 9 de diciembre de
1994,
Habiendo determinado que la situación actual en Timor Oriental constituye una continua
amenaza para la paz y la seguridad,
Actuando en virtud del Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas,
1. Decide establecer, de conformidad con el informe del Secretario General, la Administración de Transición de las Naciones Unidas para Timor Oriental (UNTAET), que tendrá la
responsabilidad general de la administración de Timor Oriental y poseerá facultades para
ejercer la total autoridad legislativa y ejecutiva, incluida la administración de justicia;
2. Decide también que el mandato de la UNTAET constará de los siguientes componentes:
a) Proporcionar seguridad y mantener el orden público en todo el territorio de Timor
Oriental;
b) Establecer una administración eficaz;
c) Contribuir al desarrollo de los servicios civiles y sociales;
d) Encargarse de la coordinación y la prestación de asistencia humanitaria, la rehabilitación y la asistencia para el desarrollo;
e) Apoyar el fomento de la capacidad para el autogobierno;
f) Ayudar al establecimiento de las condiciones necesarias para el desarrollo sostenible;
3. Decide además que la UNTAET tendrá objetivos y una estructura de conformidad con
lo estipulado en la parte IV del informe del Secretario General y, en particular, que sus principales componentes serán:
a) Un componente de gestión y administración de los asuntos públicos, que incluirá un
elemento de policía internacional con un máximo de 1.640 oficiales;
b) Un componente de asistencia humanitaria y rehabilitación de emergencia;
c) Un componente militar, con un máximo de 8.950 soldados y 200 observadores militares;
4. Autoriza a la UNTAET a adoptar todas las medidas necesarias para cumplir su mandato;
5. Reconoce que, para elaborar y desempeñar sus funciones con arreglo a su mandato,
la UNTAET necesitará basarse en la experiencia y capacidad de los Estados Miembros, los
organismos de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, incluidas las instituciones financieras internacionales;
6. Acoge con beneplácito la intención del Secretario General de nombrar a un Representante Especial que, en su calidad de Administrador de Transición, será responsable de
todos los aspectos de la labor de las Naciones Unidas en Timor Oriental y estará facultado
para promulgar nuevas leyes y reglamentos y enmendar, suspender o derogar los existentes;
[...]
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
D)
771
El asunto de Gibraltar
15.28. CONSENSO SOBRE GIBRALTAR ADOPTADO POR EL «COMITÉ ESPECIAL
ENCARGADO DE ESTUDIAR LA SITUACIÓN CON RESPECTO A LA APLICACIÓN DE LA DECLARACIÓN SOBRE LA CONCESIÓN DE LA INDEPENDENCIA A LOS PAÍSES Y PUEBLOS COLONIALES» EN LA 291.a SESIÓN,
DE 16 DE OCTUBRE DE 1964
El «Comité Especial», después de haber examinado la situación en el territorio no autónomo de Gibraltar, y de haber escuchado las declaraciones hechas por el Representante de la
Potencia administradora y por el Representante de España, así como las de los peticionarios
venidos del Territorio y de España, afirma que las disposiciones de la Declaración sobre la
concesión de independencia a los países y a los pueblos coloniales se aplican íntegramente al
territorio de Gibraltar.
El examen de estas declaraciones ha permitido al «Comité Especial» comprobar la existencia de un desacuerdo, incluso de una disputa, entre el Reino Unido y España en lo que se refiere al status y a la situación del territorio de Gibraltar. En estas condiciones, el «Comité Especial»
invita al Reino Unido y a España a iniciar sin demora conversaciones a fin de encontrar, conforme a los principios de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas, una solución
negociada de acuerdo con las disposiciones de la Resolución 1514 (XV), teniendo en cuenta
debidamente las opiniones expresadas por los miembros del «Comité», así como los intereses de los habitantes del territorio.
Dentro del cuadro del mandato que le fue conferido por la Resolución 1654 (XVI), el
«Comité Especial» pide al Reino Unido y a España que informen al «Comité Especial» y a
la Asamblea General del resultado de sus negociaciones.
15.29.
RESOLUCIÓN 2070 (XX) DE LA AG
La Asamblea General, habiendo considerado la cuestión de Gibraltar, teniendo presente
el informe sobre la situación, de garantía de la independencia de los pueblos y países coloniales; habiendo oído las declaraciones hechas ante el cuarto Comité:
1.o Invita al Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte y a España a iniciar sin
tardanza las conversaciones proyectadas, en los términos de la propuesta adoptada por el
Comité Especial el 16 de octubre de 1964.
2.o Pide al Reino Unido y a España que informen al Comité Especial y a la Asamblea
General en su 21 sesión del éxito de sus negociaciones.
15.30.
RESOLUCIÓN 2231 (XX) DE LA AG
La Asamblea General.
Habiendo examinado la cuestión de Gibraltar.
Habiendo oído las declaraciones de los peticionarios.
Recordando su resolución 2070, de 16 de diciembre de 1965, y el consenso aprobado el
16 de octubre de 1964 por el Comité Especial encargado de examinar la situación con respecto a la aplicación de la declaración de la independencia a los países y pueblos coloniales.
Recordando asimismo su resolución 1514, de 14 de diciembre de 1960.
Teniendo en cuenta la manifiesta disposición de la potencia administradora y del Gobierno español para continuar las actuales negociaciones.
Deplorando que hayan ocurrido ciertos actos que han perjudicado la buena marcha de esas
negociaciones.
Primero. Lamenta la demora en el proceso de descolonización y en la aplicación de la
resolución 1514 de la Asamblea General a Gibraltar.
772
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Segundo. Invita a las dos partes a que continúen sus negociaciones, tomando en consideración los intereses de la población del territorio, y pide a la potencia administradora que
acelere, sin ningún obstáculo y en consulta con el Gobierno de España, la descolonización de
Gibraltar y que presente al «Comité especial encargado de examinar la situación con respecto a la aplicación de la declaración sobre la concesión de la independencia a los países y
pueblos coloniales» un informe lo antes posible, y en cualquier caso antes del vigesimosegundo período de sesiones de la Asamblea General, y
Tercero. Pide al Secretario General que preste su asistencia para la aplicación de la
presente resolución.
15.31. COMUNICADO DE LA OID, DE 27 DE NOVIEMBRE DE 1984, SOBRE LA
REUNIÓN EN BRUSELAS DE LOS MINISTROS DE ASUNTOS EXTERIORES
DE ESPAÑA Y GRAN BRETAÑA SOBRE GIBRALTAR
Los ministros de Asuntos Exteriores del Reino Unido y España, Sir Geoffrey Howe y
Fernando Morán, han celebrado los días 26 y 27 de noviembre conversaciones en Bruselas
sobre la cuestión de Gibraltar. Dichas conversaciones han culminado el proceso iniciado hace
más de una año.
En el día de hoy han llegado a un acuerdo, en la forma de una declaración común. Por este
texto:
1.o Se equilibran los derechos de españoles y gibraltareños. Sobre este punto la Declaración de Lisboa de abril de 1980 había dado lugar a una interpretación desequilibrada común
a favor de los segundos;
2.o Ambos Gobiernos han decidido restablecer la libre circulación de personas, vehículos y mercancías entre Gibraltar y el territorio circunvecino, así como favorecer el tráfico
aéreo,
3.o Se establece un sistema para abordar y resolver todas las cuestiones respecto a
Gibraltar.
4.o Por primera vez en la historia del contencioso, la parte británica admite expresamente
que se abordarán en este proceso las cuestiones de soberanía. La expresión plural cubre los
temas de la soberanía sobre el territorio, al que se refiere el Tratado de Utrecht, así como la
soberanía sobre el istmo, nunca cedido a Gran Bretaña.
El Gobierno español tiene la firme y fundada esperanza de que esta declaración sea el
pórtico de unas relaciones muy amistosas y cooperadoras con la Gran Bretaña. [Actividades,
Textos y Documentos de la Política Exterior Española, 1984, p. 532.]
15.32. COMUNICADO DE LA OID, DE 3 DE DICIEMBRE DE 1987, POR EL QUE SE
HACE PÚBLICA LA DECLARACIÓN CONJUNTA HISPANO-BRITÁNICA
SOBRE EL AEROPUERTO DE GIBRALTAR
La Oficina de Información Diplomática, del Ministerio de Asuntos Exteriores hace público el siguiente Comunicado:
«DECLARACIÓN CONJUNTA SOBRE EL AEROPUERTO DE GIBRALTAR»
«El ministro de Asuntos Exteriores del Reino de España, Excmo. Sr. don Francisco Fernández Ordóñez, y el secretario para Relaciones Exteriores y la Commonwealth del Reino Unido,
honorable Sir Geoffrey Howe, reunidos en Londres el 2 de diciembre de 1987.
Teniendo en cuenta el Comunicado Conjunto de Bruselas de 27 de noviembre de 1984
que estableció entre ambos países un proceso negociador a fin de solucionar todas sus diferencias sobre Gibraltar, así como promover, en beneficio mutuo, la cooperación de una serie de
materias, incluyendo la aviación.
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
773
Teniendo en cuenta asimismo las deliberaciones en el seno del Consejo de las Comunidades Europeas sobre las propuestas de la Comisión Europea para la Liberalización del Transporte Aéreo.
Entendiendo, por las conversaciones que han tenido lugar entre los dos ministros, que
ambos Gobiernos consideran que una mayor cooperación sobre el uso del aeropuerto de Gibraltar será beneficiosa para ambos países y para la población de Gibraltar y del Campo de Gibraltar.
Y en vista de que la aplicación de la política de transporte aéreo de la Comunidad Europea
al aeropuerto de Gibraltar se traducirá en una ampliación de su utilización civil.
Han acordado el siguiente régimen:
1. Las autoridades aeronáuticas de las dos partes mantendrán consultas regulares acerca
de todas las cuestiones relativas al desarrollo del uso civil del aeropuerto, incluidas las relativas al establecimiento de nuevos servicios con terceros países.
Los permisos a las compañías aéreas españolas para efectuar servicios entre aeropuertos
del Reino de España y Gibraltar, a que se refiere el apartado 1 del artículo 6 del Proyecto de
Decisión de la CEE, sobre capacidad y acceso al mercado, serán otorgados por las autoridades españolas.
2. Las autoridades españolas construirán una nueva terminal en La Línea de la Concepción, adyacente al lado norte de la verja existente. Los pasajeros que utilicen esta terminal
tendrán acceso directo al aeropuerto a través de una puerta en la fachada sur de la terminal.
3.1. La terminal española será utilizada por la siguiente categoría de pasajeros:
— Pasajeros de cualquier país, volando en aviones de cualquier compañía y de cualquier
nacionalidad, que se dirijan a desembarcar, a cualquier punto del territorio situado al norte de
la verja.
— Pasajeros que, procedentes de cualquier punto del territorio situado al norte de la verja,
embarquen en aviones de cualquier compañía y de cualquier nacionalidad, con destino a
cualquier país del mundo.
3.2. La terminal británica será utilizada por todos los demás pasajeros.
3.3. Los pasajeros estarán sujetos, en su caso, a los controles de aduanas y de inmigración en la correspondiente terminal.
4.1. Se establecerá un comité para coordinar las actividades de transporte aéreo civil de
las terminales británica y española y su relación con los demás servicios del aeropuerto. El
comité se compondrá de un número igual de miembros designados por cada Gobierno. Su
mandato figura en el Anejo A.
4.2. Lo establecido en el párrafo 4.1 será supervisado por el grupo de trabajo sobre
cuestiones de Aviación Civil establecido en 1895 bajo los auspicios de los coordinadores
hispano-británicos. El grupo de trabajo informará con regularidad a los coordinadores. Los
informes incluirán toda recomendación para ampliación de la cooperación en el uso de aeropuerto de Gibraltar.
5. Los Gobiernos británico y español asegurarán que se adopten medidas eficaces en la
terminal existente y en la nueva para controlar a los pasajeros y su equipaje de mano, y para
realizar comprobaciones adecuadas sobre las tripulaciones, carga y bodegas de las aeronaves
antes de y durante el embarque. Habrá una estrecha colaboración de las dos terminales y entre
ellas y las autoridades responsables de esas cuestiones en el resto del aeropuerto, con objeto
de asegurar el mantenimiento de los más altos niveles de seguridad.
6. Continuarán las discusiones entre las dos partes con vistas al ulterior fortalecimiento
de las medidas de seguridad aérea y control de tráfico en la zona.
7. El presente régimen y cualquier actividad o medida tomada en aplicación o como
consecuencia del mismo, se entienden sin perjuicio de las respectivas posiciones jurídicas de
España y del Reino Unido acerca de la controversia respecto de la soberanía sobre el territorio en el que el aeropuerto se encuentra situado.
8. El presente régimen comenzará a aplicarse cuando las autoridades británicas hayan
notificado a las autoridades españolas la entrada en vigor de la legislación necesaria para llevar
a efecto el punto 3.3 o cuando se haya terminado la construcción de la terminal española,
774
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
cualquiera que sea lo último en producirse, y en todo caso no más tarde de un año desde la
notificación arriba mencionada.
Londres, a 2 de diciembre de 1987». [Actividades, Textos y Documentos de la Política
Exterior Española, 1987, pp. 807-810.]
15.33. INTERVENCIÓN DEL MINISTRO ESPAÑOL DE ASUNTOS EXTERIORES,
D. FRANCISCO FERNÁNDEZ ORDÓÑEZ, EN EL PLENO DEL CONGRESO
DE LOS DIPUTADOS EN RESPUESTA A LA PREGUNTA DEL DIPUTADO,
SR. PERINAT ELIO
El señor Ministro de Asuntos Exteriores (Fernández Ordóñez): Señor Perinat, en este
momento la negociación continúa enfrentando dos posiciones. La británica, según la cual no
podemos hacer nada sin respetar los deseos de la población de Gibraltar, que obviamente son
contrarios a la transferencia de la soberanía española; y la posición española, que bien conoce
S.S., según la cual es un problema de integridad territorial, y corresponde al Reino Unido, en
estos momentos encontrar la fórmula para resolver este problema de la última y única colonia
europea. Hoy que se ha hablado tanto del muro de Berlín, el último muro que queda en Europa
es la verja que separa Gibraltar.
España no renuncia, obviamente, a esta reivindicación. En el próximo mes de julio habrá
una reunión de coordinadores; va a haber una visita del Presidente del Gobierno a Londres, en
otoño, no para hablar de esto, pero tendremos ocasión de tratar este problema; y a primeros de
año yo tendré un encuentro, sólo dedicado a esta cuestión, con el Ministro de Asuntos Exteriores. Junto a esta negociación de soberanía, estamos ahora empeñados en cinco frentes de actuación, que son: primero: el aeropuerto; segundo: el tráfico de drogas, que denuncié por primera
vez hace meses; tercero: el vertido de residuos por parte de la Administración de Gibraltar, que
hemos denunciado a la Comunidad; cuarto: el contrabando; y quinto la cooperación entre el
Peñón y los municipios, a la que nunca se ha negado España, que consideramos del mayor
interés.
[...]
Quizá el paso más importante que se ha dado en relación con Gibraltar desde hace muchos
años ha sido el del aeropuerto que ha mencionado. Nos encontramos con el espectáculo sorprendente de que el secretario del Foreign Office firma un documento, que no entra en vigor porque
la Administración de Gibraltar se lo impide. Esto es algo insólito, completamente absurdo y
por eso he dicho, cuando he comenzado hablando de este asunto, que nos encontramos ante
la posición británica según la cual, nada, no sólo la soberanía, sino nada se puede hacer sin
contar con Gibraltar.
Reitero lo que he dicho. El problema de la soberanía de Gibraltar sigue siendo fundamental, no sólo de la política exterior española, sino de España. Es un problema fundamental compartido, yo creo, por todas las fuerzas políticas. La situación de Gibraltar no tiene nada
que ver con la Europa de la que hemos estado hablando hace unos momentos. Es algo que
pertenece al surrealismo político. España no podrá renunciar nunca a esta reivindicación.
[BOCG, 27 de junio de 1990; reproducido en Actividades, Textos y Documentos de la Política Exterior Española, 1990, pp. 525-526.]
15.34. COMPARECENCIA DEL MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES, D. ABEL
MATUTES JUAN, ANTE LA COMISIÓN DE ASUNTOS EXTERIORES DEL
CONGRESO, PARA INFORMAR SOBRE LAS LÍNEAS GENERALES DE LA
POLÍTICA DE SU DEPARTAMENTO SOBRE GIBRALTAR
El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Matutes Juan): señor presidente de la
Comisión, señoras y señores diputados, a petición del Grupo Socialista comparezco hoy ante
ustedes para explicar la política del Gobierno en relación con la colonia de Gibraltar. Situaré lo
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
775
más brevemente posible las coordenadas históricas y jurídicas del contencioso, para luego concentrarme en el momento actual de la colonia y en las líneas de una política a seguir en el futuro.
En relación con los aspectos históricos, el problema de Gibraltar —y hay que recordardo
una vez más—, única colonia existente en Europa, es un vestigio de los conflictos dinásticos
del Antiguo Régimen. El Tratado de Utrecht, desigual e injusto, recordemos que le fue impuesto al Rey de España. Desde entonces y a lo largo de nuestra historia ha sido permanente la
reivindicación de la soberanía sobre el enclave sin distinción ideológica o de credo político
del Gobierno de España. Los descendientes de los gibraltareños originales se encuentran ahora
en San Roque y en los demás municipios de la comarca, mientras que la actual población de
la colonia procede de distintas regiones del Mediterráneo y fueron traídos a ella por los británicos para satisfacer las necesidades de la guarnición.
Los aspectos jurídicos del contencioso, piedra angular de la justa reivindicación española, pueden sintetizarse del modo siguiente. Según el Derecho internacional general, Gibraltar es un territorio bajo la soberanía del Reino Unido sobre el que existe una reivindicación
por parte de España y sobre cuyos límites existe, asimismo, una controversia. El título de
soberanía británico deriva del artículo X del Tratado de Utrecht, que contiene tres cláusulas
fundamentales. Primera, cesión a perpetuidad —y cito textualmente—, dando la propiedad
absolutamente para que la tenga y goce con entero derecho y para siempre, sin excepción ni
impedimento alguno. Luego hay una limitación de la cesión —segundo aspecto—: que la
propiedad se ceda sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación abierta con el país
circunvecino por parte de tierra. Es en este cláusula en la que basa España el cierre de la verja
en 1969.
Tercer elemento: derecho de tanteo. Si en algún tiempo a la Corona de Gran Bretaña le
pareciera conveniente dar, vender o enajenar de cualquier modo la propiedad de dicha ciudad
de Gibraltar, se ha convenido y concordado por ese tratado que se dará a la Corona de España
la primera acción antes que a otros para redimirla. Esa cláusula impide no sólo la independencia sino cualquier otra fórmula, por imaginativa que sea, que no haya sido previamente
acordada con España. La soberanía sobre el territorio cedido o es británica o es española. El
Reino Unido coincide con España en la interpretación de esta cláusula, y así continúa poniéndolo de manifiesto el Gobierno británico en sus intervenciones en el Parlamento. Está claro,
por lo tanto, que en único título para la presencia de Gran Bretaña en Gibraltar es el Tratado
de Utrecht, tratado que el Reino Unido prácticamente nunca ha dejado de violar, dicho sea
por otra parte, sea en la limitación territorial de la cesión, sea en la limitación de la soberanía
que contiene. España, como veremos más adelante, ha reaccionado a estas violaciones aplicando de forma más estricta la letra y el espíritu del tratado.
En cuanto a los límites del territorio cedido, la controversia afecta tanto al istmo como a
las aguas jurisdiccionales y al espacio aéreo. España nunca ha reconocido la ocupación ilegal
por los británicos de unos 800 metros en sur de la zona neutral, en cuyo extremo norte erigieron la verja en 1908. En esta zona usurpada a España construyeron, durante la guerra civil
española, el aeródromo en 1938, y el Reino Unido alega la posesión continuada desde 1938
y la aquiescencia española. Pero España no reconoce la validez de la prescripción en el Derecho
internacional y refutó eficazmente la tesis británica de aquiescencia, recopilando en los libros
rojos de 1965 y 1967 las numerosas protestas españolas por las violaciones de lo dispuesto
en el Tratado de Utrecht. El límite marcado por la verja no constituye para España una frontera internacional. Al restablecerse las comunicaciones terrestres el 5 de febrero de 1985, el
Gobierno español dejó nueva constancia de esta reserva al respecto.
Por lo que se refiere a las aguas jurisdiccionales y al espacio aéreo. España sólo reconoce como propias del Reino Unido las aguas del puerto, cedido en Utrecht, y al espacio aéreo
situado en la vertical del Peñón. Para Naciones Unidas, tema fundamental, Gibraltar es un
territorio sometido a un proceso de descolonización desde que en 1946 el Reino Unido lo
registrara como territorio no autónomo en aplicación del Capítulo XI de la Carta, y en 1963
el Comité de Descolonización de Naciones Unidas decidiera estudiar el problema de Gibraltar. La Asamblea General de Naciones Unidas aprobó entonces toda una serie de resoluciones, que ya ha sentado la siguiente doctrina. Primero, la situación de Gibraltar es de naturaleza colonial. Segundo, la situación colonial de Gibraltar destruye la unidad nacional y la
776
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
integridad territorial de España y es incompatible con el párrafo sexto de la Resolución 1514
de 1960, sobre descolonización en general. A ese propósito quiero recordarles que Gibraltar
y las Malvinas son los únicos casos en que la ONU no ha reconocido el derecho a la autodeterminación. Es el principio que defiende el Gobierno británico.
La cuestión de Gibraltar debe ser resuelta —estamos todavía en la doctrina de la ONU—
mediante negociaciones bilaterales entre España y el Reino Unido. La IV Comisión de Naciones Unidas aprueba anualmente una decisión instando a la potencia administradora y a España
a llevar a término el proceso de descolonización y restaurar así la integridad territorial de
España, quebrantada, como hemos visto, por un conflicto dinástico. En las negociaciones
deben tenerse en cuenta, ciertamente, los intereses de la población de la colonia. Para la Unión
Europea Gibraltar es un territorio europeo al que se le aplica la normativa comunitaria, en
virtud del artículo 272.4 del Tratado de Roma, y cuyas relaciones exteriores son responsabilidad del Reino Unido. Con ocasión de la entrada de España en las Comunidades Europeas,
ambos Gobiernos realizaron un canje de notas, el 13 de junio de 1985, un día después de la
firma del Tratado de Adhesión, para dejar constancia de que la adhesión de España ni implicaba ninguna modificación en sus respectivas posturas y no afectaba al proceso negociador
previsto en la declaración de Bruselas.
[...]
Es obvio y no haría falta repetirlo que, como en el pasado, cualquier alteración del status
de Gibraltar, llevado a cabo fuera del marco de las negociaciones entre los dos países, sería
un acto hostil de suma gravedad. La España democrática ha demostrado suficientemente,
durante los últimos dieciséis años, su talante negociador y aperturista. Por ello, el Gobierno
español no dudará en adoptar las medidas oportunas para defender los intereses nacionales.
En el canje de notas, al que se procedió al día siguiente de la adhesión a las Comunidades
Europeas, se deja constancia de que la adhesión de España no afectaba al proceso negociador previsto en la Declaración de Bruselas.
El pretendido respeto del Reino Unido a los deseos de los gibraltareños, de hecho, puesto
que está en clara violación del tratado, es una excusa para tener encapsulado el proceso, sin
avances en las cuestiones de soberanía y al margen de nuestras relaciones bilaterales. La llamada Constitución, que en 1969 el Reino Unido concedió a Gibraltar, se proponía garantizar el
respeto británico a los deseos de los gibraltareños, en un contexto político determinado, en el
que España era un régimen autoritario. Es decir, se concede un derecho de veto en un contexto histórico concreto, y ese veto se está utilizando hoy en otro marco donde el Reino Unido
y España son miembros de la Unión Europea y aliados en la OTAN. Sólo la protección de
intereses opacos justifica esta situación. Esta Constitución establece que los gibraltareños
tendrán derecho a opinar sobre su propio futuro, pero en cuanto al futuro del territorio, la
capacidad de decisión queda exclusivamente en manos de Parlamento británico. Es decir, no
se concede a la población el derecho a decidir el futuro jurídico y político de un territorio,
cedido en Utrecht, que no les pertenece.
Es importante subrayar que España, miembro del Consejo Europeo, de la Unión Europea
y de la OTAN, garantiza el respeto a los derechos y libertades fundamentales, de la misma
manera que lo puede hacer cualquier otro Estado miembro de la Unión Europea. El marco
histórico de la llamada Constitución del 69 ha quedado, por tanto, superado. Es surrealista
pretender que, en este marco, otros países pueden garantizar mejor que España los derechos
y los intereses legítimos de los gibraltareños. España nunca ha negado su existencia a los
gibraltareños, con sus derechos, intereses, sentimientos y peculiaridades, como pretenden
hacerles creer algunos, sino que, muy al contrario, ya en la época del ministro Castiella, pero
sobre todo en esta fase negociadora actual, España ha mostrado total flexibilidad a la hora de
salvaguardar los derechos de los que son titulares los habitantes de Gibraltar, individual y
colectivamente, así como a la hora de garantizar su nacionalidad británica, bilingüismo, usos,
costumbres, instituciones, autogobierno, etcétera.
El Gobierno español ha declarado, una y otra vez, que no alberga intención alguna de absorber o anexionar a la población de Gibraltar. No queremos hacer españoles a los gibraltareños. El
Gobierno español es consciente de que las características de la población de Gibraltar, ajena, como
se ha visto, al estatuto jurídico internacional del Peñón, hace que el régimen de autogobierno de
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
777
Gibraltar deba ser enfocado con criterios específicos. Serán consultados, se decía ya en la época
de Castiella, sobre cualquier decisión que afecte a su status personal y a su identidad, de acuerdo
con los compromisos contraídos por el gobierno británico al respecto. Posteriormente, España fue
presentando propuestas concretas —el ministro de Exteriores Morán presentó formalmente una
imaginativa fórmula de soberanía compartida— que, fuera de duda, ratifican que España desde un
principio, ha brindado a los gibraltareños la garantía más amplia imaginable para preservar, ahora
y en el futuro, su status personal, su forma de vida, así como otros intereses y sentimientos.
Esperamos que el nuevo ministro principal sepa aprovechar el mandato otorgado por el
electorado para poner fin a un período estéril, de retórica antiespañola, que pretende encontrar sus raíces en un pretendido hostigamiento a los gibraltareños, que no existe por parte de
España y que, como sabe el señor Caruana, conduce a un escenario de vía muerta. Los gibraltareños tienen una oportunidad histórica que difícilmente volverá a presentarse.
Respecto a los años de enfrentamiento las consecuencias de la tolerancia británica a las
iniciativas gibraltareñas, el proceso de Bruselas, que acaba de cumplir doce años, debido al
enfrentamiento provocado por el anterior ministro, no ha producido ningún fruto en los últimos
ocho años. Esta situación de bloqueo en todos los temas, y sobre todo en los de soberanía, ha
impedido el normal desarrollo económico de la colonia. Un ejemplo significativo de lo que les
digo es el aeropuerto, en el que sigue sin ponerse en marcha el Acuerdo de uso conjunto hispano-británico de 1987, tras largas y difíciles negociaciones. Su puesta en marcha habría permitido no sólo el desarrollo y ampliación de este aeropuerto sino su incorporación a la política
de liberación del tráfico aéreo acometido por la Unión Europea. Tanto es así que la propia
Unión Europea siempre ha desestimado los intentos del anterior ministro principal de pasar
por alto el acuerdo hispano-británico en la aplicación de las correspondientes directivas. Resulta paradójico que el bloqueo de la aplicación de este acuerdo lo siga presentando como un triunfo en lo gibraltareño cuando el único perjudicado ha sido el Peñón. Lo que no puede pretenderse es que bajo la supuesta utilización comercial se vulneren o ignoren aspectos básicos del
contencioso. El aeropuerto está en el istmo ocupado ilegalmente por el Reino Unido. Por tanto,
ninguna actuación podría vulnerar nuestra reivindicación de soberanía sobre el istmo.
[...]
Para terminar voy a referirme al status de Gibraltar en la Unión Europea. Al territorio
cedido por el tratado se le aplican las disposiciones del artículo 272.4 en tanto que territorio
europeo cuyas relaciones exteriores asume el Reino Unido, con las siguientes particularidades derivadas de la adhesión del Reino Unido: no forma parte de la Política Agrícola Común,
no se le aplica el IVA, no forma parte de la Unión Aduanera ni de la Política Comercial Común
y, como consecuencia de su situación colonial, sus habitantes están además excluidos de las
elecciones al Parlamento Europeo. La parte del istmo ilegalmente ocupada es naturalmente
territorio español al que se le aplica el Derecho comunitario como territorio en virtud del
artículo 272.4, es decir, como parte de España.
Al día siguiente de la firma del Tratado de Adhesión de España se procedió a un canje de
notas, como les he dicho, en el que se manifestaba que dicha adhesión no afecta al proceso
negociador bilateral. Por carta de 31 de enero de 1985 al presidente de la Comisión y para su
comunicación a todos los miembros, el Gobierno español notificó oficialmente que nada en el
proceso negociador iniciado en Bruselas puede ser interpretado como un reconocimiento español
de la soberanía británica sobre el istmo. La aplicación del Derecho comunitario al Peñón no
puede desconocer, tal y como ha hecho el Tribunal de Justicia, que hay límites y características
peculiares que se derivan del carácter colonial del territorio y de la controversia que sobre su
soberanía existe entre los dos Estados miembros. Por ello Gibraltar no es ni puede ser el decimosexto Estado de la Unión y las autoridades locales de Gibraltar no pueden reconocerse como
autoridades legitimadas para establecer relaciones de carácter interestatal con las autoridades
de otros Estados miembros. A estos efectos sólo cabe admitir como autoridades competentes
las de la metrópolis, las del Reino Unido, y evidentemente el Gobierno español no puede permitir intentos subrepticios de las autoridades locales y del Reino Unido para enriquecer el status
de la colonia en la Unión Europea. Todos aquellos temas que se derivan de la soberanía sobre
el territorio son responsabilidad del Reino Unido y no de las autoridades locales. Quiero referirme en concreto a la justicia, que corresponde al Reino Unido, con independencia de su organi-
778
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
zación administrativa o la expedición de tarjetas de identidad que ni siquiera el Reino Unido
expide para sus ciudadanos y, por tanto, no podemos aceptar como tales las expedidas por las
autoridades locales de Gibraltar. Por otra parte, es obvio, y no por ello voy a dejar de reiterarlo,
que en la aplicación de directivas comunitarias las autoridades competentes en las materias que
regulan estas directivas, financieras, seguros, etcétera, no pueden ser otras que las británicas.
[...] [Actividades, Textos y Documentos de la Política Exterior Española, 1996, pp. 409413.]
15.35. COMPARECENCIA DEL SECRETARIO DE ESTADO DE POLÍTICA EXTERIOR
Y PARA LA UNIÓN EUROPEA, SR. RAMÓN DE MIGUEL Y EGEA, ANTE LA
COMISIÓN DE ASUNTOS EXTERIORES DEL CONGRESO PARA CONTESTAR A LA PREGUNTA DEL DIPUTADO SR. DE LA ENCINA ORTEGA, DEL
GRUPO SOCIALISTA, SOBRE VALORACIÓN DE LOS INCIDENTES Y ACTOS
DE HOSTIGAMIENTO DE LAS PATRULLERAS DE GIBRALTAR HACIA
PESQUEROS ESPAÑOLES QUE FAENAN EN LA BAHÍA DE ALGECIRAS
[...]
El señor SECRETARIO DE ESTADO DE POLÍTICA EXTERIOR Y PARA LA UNIÓN
EUROPEA (De Miguel Egea): Dado lo avanzado de la hora y sobre todo porque S. S. es buen
conocedor, y yo también, por muchas y muy variadas razones del tema, voy a ahorrar comentarios sobre todo lo que pasa en la bahía de Algeciras desde hace muchos años, aparte de
conocer personalmente a muchos de los patrones y personas que se mueven en el entorno de
la pesca en Gibraltar.
Quiero decirle sobre todo y fundamentalmente que el señor Caruana y otros podrán hacer
afirmaciones destinadas a la política local en cualquier momento, pero creo que la palabra del
Gobierno español y del ministro de Asuntos Exteriores, que yo hoy ratifico y reitero, debe
ser la base para esta Comisión de Exteriores y para usted. Lo que diga el señor Caruana es su
responsabilidad frente al Gobierno del Reino Unido, porque nosotros no hemos negociado,
porque no debemos hacerlo, con el ministro principal de Gibraltar los temas que conciernen
única y exclusivamente al Reino Unido, que es el que ejerce la soberanía nacional.
Ahorraré toda la evolución de los hechos, que ya conocemos de sobra, y me concentraré
en algo por lo que usted ha manifestado con interés, que yo creo que todo el mundo en Algeciras y en La Línea conoce, pero de todas maneras diciéndolo yo aquí quedará en el «Diario de
Sesiones».
El acuerdo hispano-británico alcanzado entre el señor Cook y el señor Matutes permite la
pesca en las aguas en litigio, porque es así como se conocen las aguas en Gibraltar, puesto
que ellos sostienen que Gibraltar genera un mar territorial y nosotros afirmamos que no; por
lo tanto, entre dos países civilizados que tenemos una posición divergente sobre qué régimen
debe aplicarse a unas aguas, hay aguas en litigio, partimos, entonces de un entendimiento, un
understanding, como se dice en inglés, de que mientras resolvamos si son o no son de soberanía, por lo menos dejemos que se siga practicando la actividad pesquera en los términos en
los que se había venido haciendo desde tiempo inmemorial, como el diputado De la Encina
mencionaba.
Las aguas en litigio fundamentalmente son milla y media en poniente y tres millas en
levante, próximas al Peñón, y en ellas el entendimiento autoriza la pesca en las siguientes
líneas. Primero, la pesca no será permitida en las denominadas aguas del Almirantazgo o zona
de seguridad, que es la franja de 200 metros de anchura hacia el interior de la bahía y paralela a los diques de entrada al puerto de Gibraltar, que es fundamentalmente, como todos sabemos,
una base militar. Segundo, la presencia de pesqueros, para evitar incidentes no debe ser muy
numerosa. Aquí hemos seguido la práctica comunitaria de tener una lista de base y una lista
de presencia; es decir, lista de base de todos los pesqueros que pueden entrar en la zona, lista
de presencia limitada a un número, y el número de barcos con redes caladas simultáneamente en esa zona, que es muy pequeña, en un momento determinado hemos acordado limitarla
a tres. Por una parte, esto nos permite seguir con nuestras tareas pesqueras y al mismo tiempo
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
779
no damos pretexto a que se diga que hay una especie de invasión de las aguas próximas al
Almirantazgo por una flota demasiado numerosa. Los barcos pueden rotar tranquilamente y
como los barcos no solamente faenan ahí, sino que lo hacen en otras muchas zonas, se puede
establecer un sistema de rotación que de hecho ya está funcionando. El tercer término del
entendimiento es que la policía naval gibraltareña ejercerá la máxima contención para permitir la pesca, pero equilibrada por una actitud recíproca por parte de nuestros pescadores.
Sabemos los abusos que ha habido por parte de las patrulleras gibraltareñas, que no siempre
han entendido o han querido entender los términos del entendimiento; también nosotros, en
algún caso, hemos tenido que lamentar —debo decir que prácticamente han desaparecido—
alguna infracción por parte de barcos pesqueros españoles.
En estos últimos días, como decía el diputado De la Encina, parece que la situación está
más tranquila. No hemos constatado abusos por parte de patrulleras gibraltareñas, que efectivamente han existido, y nos consta que tampoco ha habido infracciones por parte de pesqueros españoles. Espero que esto permita que la situación se sosiegue, porque soy muy consciente de lo que acontece, igual que todos en el Ministerio, y el ministro primero, que me ha
llamado hoy desde Estados Unidos para preguntarme cómo estaba la situación, porque le
preocupa extraordinariamente. Esperemos, pues, que esta situación se serene e impida que la
tensión, muy justificada, en la que se encuentran los pescadores en la zona, se apacigüe para
evitar enfrentamiento que no benefician a nadie.
En relación con este acuerdo y a la vista de las especulaciones que han surgido, quisiera
hacer dos puntualizaciones. En primer lugar, que no se trata de un acuerdo escrito, se trata de
un entendimiento cuyos términos conocen los actores y los gobiernos están dispuestos a garantizar, pero que no lo hemos plasmado en un texto escrito, porque las circunstancias no lo
permiten. El propósito tanto de España como del Reino Unido es el de revertir a la situación
tradicional de pesca sin prejuzgar los temas de soberanía de las aguas en litigio. Ni España
ni el Reino Unido están pretendiendo aquí una mejora de posiciones, como siempre es tradicional en todo lo que rodea a Gibraltar, con respecto a temas de soberanía lo que sí hubiera
sido si se hace un acuerdo formal, porque el hacerlo sirve de precedente que puede utilizarse como arma arrojadiza por una y otra parte para fijar posiciones o colocar hitos en el litigio
de soberanía. Lo relevante es que se trata de un entendimiento de facto, neutral sobre los temas
de soberanía, con el único propósito de regular y garantizar la continuidad de la actividad
pesquera.
En segundo lugar, me parece importante señalar que nuestro sector pesquero, que es un
sector que, conociendo la problemática de Gibraltar, es responsable, aceptó no faenar en la
llamada zona de seguridad, y en eso nunca ha habido ningún problema; nadie puede acusar
a los pesqueros españoles de ser irresponsables y querer faenar en la zona de seguridad, en la
que además, por otra parte, la pesca estaría prohibida conforme a las legislaciones comunitarias y españolas al tener en su 95 por 100 profundidades inferiores a los 35 metros, en las
que todos sabemos que la legislación comunitaria impide faenar. Por tanto, ahí no ha habido
nunca ningún problema.
Aquí se han solapado las exigencias de la legislación española con las necesidades militares del Reino Unido y de la seguridad de la navegación marítima en la proximidad a las bocanas
del puerto, lo cual nos parecerá razonable. Ello desde luego no implica reconocimiento de
jurisdicción británica alguna sobre esa zona por parte de España, como tampoco la aceptación británica de nuestros pesqueros en las aguas en litigio ha supuesto lo contrario; tampoco ellos han reconocido ni quieren reconocer que el hecho de que nuestros pesqueros faenen
por la zona da a España un derecho a tener soberanía sobre las aguas donde están faenando.
Yo creo que este acuerdo sobre la pesca en proximidades del Peñón recoge en líneas generales las aspiraciones del sector, si fuéramos capaces de hacerlo cumplir. Yo creo que la Secretaría General de Pesca Marítima y la ministra de Agricultura y Pesca están haciendo grandes
esfuerzos para ayudar al sector por todas las vías para que lo cumplan y nosotros por nuestra
parte estamos interviniendo casi diariamente con las autoridades del Reino Unido. Yo he
tenido una reunión anteayer con la ministra Joyce Queen y con el señor Cook en Luxemburgo, precisamente para pedirles que tengan ellos la misma firmeza que estamos teniendo nosotros
en ser garantes de ese entendimiento y evitar que se produzcan fricciones. Nosotros creemos
780
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
que este entendimiento favorece los intereses del sector, le permite seguir estando presente
en la zona, y lo que queremos es que el Reino Unido de verdad se comprometa, y no nos cabe
la menor duda sobre su buena voluntad, a garantizar los términos de ese entendimiento para
que las faenas pesqueras continúen según los términos que hemos acordado, que son razonables, sin ninguna incidencia.
Creo que como S. S. decía la situación se está normalizando, aunque no estamos exentos
del riesgo de incidentes. Precisamente por eso estamos insistiendo particularmente ante el
Reino Unido en que ejerzan su responsabilidad ante el gobernador y asuman sus responsabilidades frente al Gobierno local de Gibraltar para hacer cumplir lo establecido. Lo único que
puedo decir es que el Gobierno y desde luego el Ministerio de Asuntos Exteriores no van a
escatimar ningún esfuerzo en la defensa de nuestros pescadores para que puedan seguir faenando en los términos que hemos acordado. De todas maneras, la naturaleza de las aguas en litigio
aconsejan ser expresamente prudentes. Como he dicho, la Guardia Civil está cooperando, en
los límites en los que puede, porque muchas veces lanchas de la Guardia Civil demasiado
próximas a las aguas del Almirantazgo provocan sensibilidades raras, pero creo que el diputado conoce que la Secretaría General de Pesca Marítima ha puesto inspectores españoles de
pesca en lanchas sin distintivos para que puedan estar allí, atender a las necesidades de los
pescadores, aconsejarles en el momento que vean que pueden cometer infracción e, incluso,
si fuera necesario, levantar un acta de infracción si hubiera algún patrón que de alguna manera
desafiara, que de momento no es el caso, los términos de este acuerdo.
Sabemos que el acuerdo tiene enemigos importantes dentro de Gibraltar, que la mera
existencia de este entendimiento ha desencadenado una polémica que el diputado señor De
la Encina conoce muy bien y que es muy importante que por nuestra parte tengamos una gran
firmeza y una gran confianza en que estos términos de entendimiento que tiene negociados
el Gobierno español sean los que nos permitan continuar con esta actividad, que es, como se
ha dicho, tradicional y que el Gobierno español tiene el compromiso de preservar. [Actividades, Textos y Documentos de la Política Exterior Española, 1998, pp. 483-485.]
15.36.
I.
TEDH. ASUNTO MATTHEWS C. REINO UNIDO. SENTENCIA DE 18 DE
FEBRERO DE 1999
SOBRE LA VIOLACIÓN DEL ARTÍCULO 3 DEL PROTOCOLO NÚMERO 1
[...]
31. El Tribunal debe sin embargo examinar si, a pesar de la naturaleza de las elecciones
al Parlamento Europeo, órgano de la Comunidad Europea, el Reino Unido puede ser juzgado como responsable con respecto al Convenio por no haber organizado tales elecciones en
Gibraltar, o dicho de otro modo, si el Reino Unido está obligado a «reconocer» el derecho de
participar en las elecciones al Parlamento Europeo, a pesar del carácter comunitario de éstas.
32. El Tribunal estima que los actos de la Comunidad Europea no pueden ser atacados
como tales ante el Tribunal, ya que la Comunidad, en sí misma, no es una Parte Contratante.
El Convenio no excluye la transferencia de competencias a organizaciones internacionales,
siempre que los derechos garantizados por el Convenio sigan siendo «reconocidos». Tal transferencia no hace desaparecer la responsabilidad de los Estados miembros.
33. En este caso, la violación del Convenio resultaría de la combinación del anexo del
Acta de 1976, que el Reino Unido suscribió, con la ampliación de las competencias del Parlamento Europeo operada por el Tratado de Maastricht. La Decisión del Consejo, el Acta de
1976 (apartado 18 supra) y el Tratado de Maastricht que modificó el Tratado CEE constituyen todos ellos instrumentos internacionales que el Reino Unido suscribió libremente. De
hecho, el Acta de 1976 no puede ser impugnada ante el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, ya que no se trata de un acto «ordinario» de la Comunidad, sino de un Tratado concluido en el seno del ordenamiento jurídico comunitario. El Tratado, de Maastricht no
es tampoco un acto de la Comunidad, sino un Tratado, mediante el cual se realiza la revisión
del Tratado CEE. El Reino Unido, juntamente con el conjunto de las otras Partes del Trata-
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
781
do de Maastricht, es responsable ratione materiae en base al artículo 1 del Convenio y, en
particular, del artículo 3 del Protocolo número 1, de las consecuencias de ese tratado.
34. Para determinar en qué medida incumbe al Reino Unido «reconocer» los derechos
que consagra el artículo 3 del Protocolo número 1 en relación con las elecciones al Parlamento Europeo en Gibraltar, el Tribunal recuerda que el Convenio tiende a garantizar los
derechos no teóricos o ilusorios, sino concretos y efectivos (véase, por ejemplo, la Sentencia
Partido Comunista Unificado de Turquía y otros contra Turquía anteriormente citada, pp. 1819, ap. 33). No se ha contestado que los textos resultantes de un proceso legislativo comunitario afecten a la población de Gibraltar de la misma manera que los que emanan exclusivamente de la Cámara de la Asamblea local. Desde este punto de vista, no hay ninguna diferencia
entre la legislación europea y la legislación interna, y ninguna razón para considerar que el
Reino Unido no está obligado a «reconocer» los derechos consagrados por el artículo 3 del
Protocolo número 1 con relación a la legislación europea del mismo modo que los que deben
ser «reconocidos» en relación con la legislación puramente interna. En particular, el argumento según el cual el Reino Unido no tuvo en cuenta la situación incriminada no altera en nada
esta constatación, ya que la responsabilidad de este Estado resulta del hecho de que, con posterioridad al momento en el que el artículo 3 del Protocolo número 1 pasó a ser aplicable en
Gibraltar, asumió, por la vía del instrumento internacional que constituye el Tratado de
Maastricht, obligaciones que tenían por efecto modificar su situación con respecto a la Decisión
del Consejo y al Acta de 1976. El Tribunal señala que, en el momento de su adhesión al Tratado CE, el Reino Unido eligió, aplicando el artículo 227.4 de dicho Tratado, permitir que partes
substanciales de la legislación comunitaria pusieran de manifiesto sus efectos en Gibraltar
(apartados 11 a 14 supra).
35. De lo que antecede resulta que en virtud del artículo 1 del Convenio, el Reino Unido
debe reconocer a Gibraltar los derechos consagrados por el artículo 3 del Protocolo número
1, ya se trate de elecciones puramente internas o de elecciones europeas.
[...]
OPINIÓN DISIDENTE COMÚN DE LOS JUECES SIR JOHN FREELAND Y SEÑOR
JUNGWIERT
[...]
9. Añadiremos simplemente que, para decirlo en términos moderados, percibimos una
cierta incongruencia en la condena del Reino Unido por incumplimiento de las obligaciones
que se derivan del artículo 3 del Protocolo número 1, cuando la exclusión del derecho de sufragio operada de manera multilateral por la Decisión del Acta de 1976 —y en particular, por el
anexo II del Acta— era entonces perfectamente compatible con esas obligaciones (ya que
nadie podría ver en la Asamblea de entonces un cuerpo legislativo), ya que en ninguna época
posterior le ha sido posible al Reino Unido modificar unilateralmente la situación de manera
que se extendiera el derecho de sufragio a Gibraltar, y que tal modificación requeriría el acuerdo del conjunto de los Estados miembros de la Comunidad (de los que uno está en conflicto
con el Reino Unido a propósito del tema de la soberanía de Gibraltar).
15.37. AUTO TS (CIVIL), DE 20 DE FEBRERO DE 2001. PONENTE: D. IGNACIO
SIERRA GIL DE LA CUESTA
[...]
II.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
1. La primera cuestión que se debe abordar para resolver sobre la solicitud de exequátur de la sentencia dictada por el Tribunal Supremo de Gibraltar el 28 de noviembre de 1995
consiste en determinar el régimen jurídico aplicable y bajo el que ha de examinarse la preten-
782
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
sión, cuestión de singular importancia por cuanto de ella dependen no sólo el conjunto de los
presupuestos a los que se condiciona la eficacia de la resolución extranjera, sino también la
competencia objetiva del órgano llamado a resolver sobre la homologación.
[...]
3. Descartada, por tanto, la aplicación del Convenio de Bruselas, el examen de la concurrencia de los presupuestos de homologación de la sentencia extranjera ha de hacerse a la vista
de los establecidos en el régimen interno de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1881 —arts.
951 y siguientes—, aplicable al caso, ya conforme a lo dispuesto en la Disposición Transitoria Segunda de la Ley 1/2000, de 7 de enero, ya, en todo caso, por lo dispuesto en su Disposición Derogatoria única, punto 1, apartado 3.o
4. El artículo 951 de la LEC 1881 establece que las sentencias firmes pronunciadas en
países extranjeros tendrán en España la fuerza que establezcan los Tratados respectivos. En
defecto de tratados habrá de estarse al régimen de reciprocidad, como precisan los artículos
siguientes, y en defecto de ambos, al régimen de condiciones que establece la misma Ley de
Enjuiciamiento. El conjunto de artículos que regula la materia se integra en la Sección Segunda del Título VIII del Libro II bajo el epígrafe «De las sentencias dictadas por los Tribunales
extranjeros».
La nota de extranjería representa, pues, un presupuesto de base para el exequátur, extranjería que ha de predicarse de la resolución y del país de donde procede, el cual habrá de ostentar soberanía jurisdiccional sobre un territorio determinado para dirimir los litigios suscitados en él, entre sus nacionales, entre nacionales y extranjeros, o entre extranjeros, con arreglo
a las normas uniformes o autónomas que determinen la extensión y los límites de su jurisdicción. Vinculada ésta, por tanto, a la soberanía territorial del Estado, de la cual constituye
una de sus expresiones, tratándose de las dictadas por un tribunal de Gibraltar la cuestión
hunde sus raíces en la historia, pues ha de acudirse al título que da origen a la situación actual,
el Tratado de Utrecht de 13 de julio de 1713, que en su artículo X dispone, literalmente, lo
siguiente:
«El Rey Católico, por sí y por sus herederos y sucesores, cede por este Tratado a la Corona
de Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillo de Gibraltar, juntamente
con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen, dando la dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce con entero derecho y para siempre, sin excepción ni impedimento alguno.
Pero, para evitar cualesquiera abusos y fraudes en la introducción de las mercaderías,
quiere el Rey Católico, y supone que así se ha de entender, que la dicha propiedad se ceda a
Gran Bretaña sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna abierta con el país
circunvecino por parte de tierra. Y como la comunicación por mar con la costa de España no
puede estar abierta y segura en todos los tiempos, y de ahí puede resultar que los soldados de
la guarnición de Gibraltar y los vecinos de aquella ciudad se vean reducidos a grandes angustias, siendo la mente del Rey Católico sólo impedir, como queda dicho más arriba, la introducción fraudulenta de mercaderías por la vía de tierra se ha acordado que en estos casos se
pueda comprar a dinero de contado en tierra de España circunvecina la provisión y demás
cosas necesarias para el uso de las tropas del presidio, de los vecinos y de la naves surtas en
el puerto.
Pero si se aprehendieran algunas mercaderías introducidas por Gibraltar, ya para permuta de víveres o ya para otro fin, se adjudicarán al físico y presentada queja de esta contravención del presente Tratado serán castigados severamente los culpados.
Y su Majestad Británica, a instancia del Rey Católico consiente y conviene en que no se
permita por motivo alguno que judíos ni moros habiten ni tengan domicilio en la dicha ciudad
de Gibraltar, ni se dé entrada ni acogida a las naves de guerra moras en el puerto de aquella
Ciudad, con lo que no se puede cortar la comunicación de España a Ceuta, o ser infestadas
las costas españolas por el corso de los moros. Y como hay tratados de amistad, libertad y
frecuencia de comercio entre los ingleses y algunas regiones de la costa de África, ha de entenderse siempre que no se puede negar la entrada en el puerto de Gibraltar a los moros y sus
naves que sólo vienen a comerciar.
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
783
Promete también su Majestad la Reina de Gran Bretaña que a los habitantes de la dicha
Ciudad de Gibraltar se les concederá el uso libre de la Religión Católica Romana.
Si en algún tiempo a la Corona de la Gran Bretaña le pareciera conveniente dar, vender o
enajenar de cualquier modo la propiedad de la dicha Ciudad de Gibraltar, se ha convenido y
concordado por este Tratado que se dará a la Corona de España la primera acción antes que
a otros para redimirla.»
5. El propio tenor de la norma ha llevado a un importante sector de la doctrina científica más autorizada a sostener que la cesión operada por virtud del Tratado fue puramente territorial, dominical, sin asunción de soberanía alguna ni, por tanto, de sus atributos. En auxilio
de dicha interpretación vienen no sólo los términos del precepto, que aluden a una cesión «sin
jurisdicción territorial alguna» y que reconocen un derecho de retracto en favor de la Corona
española para el caso de que la Gran Bretaña diese, vendiese o enajenase de cualquier modo
la propiedad de la Ciudad de Gibraltar, sino también y especialmente los antecedentes históricos del Tratado, a saber, el Tratado de Paz de 24 de octubre de 1648 celebrado entre Fernando III y el Imperio, dentro del Congreso de Münster, el Tratado de Versalles de 9 de marzo
de 1701 entre Francia y el elector de Baviera y particularmente el Tratado preliminar de Paz
y de amistad hispano-británico, firmado en Madrid el 27 de marzo de 1713, en el que en
ningún momento se hace referencia a la soberanía.
No es ajena la Sala, sin embargo, a interpretaciones diversas, más atentas quizá a los principios y a la técnica del Derecho Internacional Público, que llevan a admitir la transferencia de
la soberanía a la luz que arrojan el Derecho de los Tratados, especialmente los artículos 31 y
32 de la Convención de Viena de 1969, los trabajos preparatorios del propio tratado de Utrech
y algún antecedente en las sentencias de la Corte Internacional de Justicia, como la de 12 de
abril de 1960 («Derecho de Paso de Portugal sobre territorio Indio»). Ahora bien, esta afirmación ha de ser inmediatamente objeto de diversas precisiones. En primer lugar, admitir la
transferencia de soberanía porque en términos de Derecho Internacional Público no es posible
entender la cesión limitada exclusivamente al dominio territorial conduce a convertir al Tratado de Utrech, específicamente a su artículo X, en el título que delimita espacialmente el territorio cedido, limitado exclusivamente a la ciudad y castillo de Gibraltar, junto con su puerto,
defensas y fortalezas, es decir, al Peñón de Gibraltar. La cesión no alcanza pues, a otros
espacios físicos, terrestres o marítimos, quedando asimismo fuera de ellas las aguas adyacentes al Peñón. En segundo lugar, la posesión territorial actual, que ha extralimitado ese espacio,
no encuentra una adecuada justificación en la institución de la prescripción adquisitiva, de la
cual se quiere derivar el derecho soberano sobre el territorio del itsmo y sobre las aguas
adyacentes; de admitirse en el ámbito de Derecho Internacional Público que dicho instituto
faculta para adquirir la soberanía territorial, y de admitirse que ha transcurrido el período de
tiempo preciso para ello, la pretensión legitimadora se encuentra con el insalvable escollo de
que el efectivo ejercicio de los poderes soberanos sobre el territorio no ha sido pacífico, pues
conocida es la falta de aquiescencia española a dicho ejercicio manifestada con rotundidad,
de forma activa y positiva. En tercer lugar, sobre el reconocido estatuto colonial de Gibraltar planean los efectos del actual proceso descolonizador, que en este particular contencioso
se encuentra jalonado por diversas resoluciones de la Asamblea General de las Naciones
Unidas —desde la 2070 de 1965, pasando por la 2331 de 1966, y la 2353 de 1967 hasta llegar
a la resolución 2429 de 1968— y que defienden los postulados del principio de integridad
territorial en favor de España, al no darse en Gibraltar el presupuesto de la existencia de un
pueblo con derecho a la libre determinación. Ese mismo proceso y derecho de la descolonización, en tanto pone de manifiesto el abandono de la concepción de la relación colonial como
una relación de soberanía para pasar a considerarse actualmente como una administración
bajo supervisión internacional, deslegítima la soberanía británica sobre los territorios de Gibraltar en beneficio del Estado cuya reclamación territorial se identifica con el proceso de descolonización; y se proyecta también sobre los espacios marítimos que bañan esos territorios,
vista la acogida de los principios descolonizadores en la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre el Derecho del Mar, de 1982. En cuarto lugar, principios propios del derecho intertemporal en el ámbito del Derecho Internacional, y especialmente en el ámbito del Derecho
de los Tratados, oscurecen la vigencia de los derechos británicos derivados del Tratado de
784
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Utrech, por cuanto permiten interpretar sus normas a la luz de los hechos contemporáneos; e
incluso las propias disposiciones del Convenio de Viena de 1969 ennegrecen esta vigencia,
pues si su artículo 64 dispone la terminación de los tratados que estén en oposición con una
nueva norma imperativa del Derecho Internacional, y el artículo 71.2 dispensa del cumplimiento del Tratado y mantiene los derechos, obligaciones y situaciones jurídicas en la medida
en que su permanencia no esté en sí misma en oposición con una nueva norma imperativa del
Derecho Internacional, la cesión de soberanía a resultas de un uso de la fuerza hoy carente de
legitimidad tan sólo sería respetada en sus efectos en tanto no vulnerase el principio de integridad territorial que constituye el norte del proceso y del derecho de la descolonización.
6. Así las cosas, no resulta procedente otorgar el exequátur a la resolución de los tribunales gibraltareños. Concurren suficientes argumentos que, cuando menos, empañan la legitimidad del título de soberanía territorial de la que emana el ejercicio de la potestad jurisdiccional por parte de aquéllos: pues, o bien la cesión territorial llevada a cabo en 1713 lo fue
desnuda de soberanía y, por tanto, de jurisdicción, o bien, si conllevó esa transmisión de
soberanía territorial, su legitimidad actual está en cuestión a la vista de las normas sobre el
derecho de tratados, del actual derecho de la descolonización, y del hecho, en fin, de que el
estatuto actual de Gibraltar deriva del uso de la fuerza y que sus efectos y consecuencias
pugnan con los postulados de la integridad territorial y libre determinación que constituyen
el eje de ese proceso de descolonización. En cualquier caso, esa cuestionada soberanía territorial habría de referirse exclusivamente a aquellos espacios delimitados en el título de concesión, y nunca alcanzaría a otros, terrestres o marítimos, distinto de aquéllos, respecto de los
que en modo alguno cabría reconocer poder soberano ni jurisdicción de ninguna clase fundamentada en institutos prescriptivos.
La proyección, pues, de todas estas consideraciones sobre los presupuestos del exequátur
lleva a la conclusión de que no es posible apreciar el más básico de todos ellos, consistente
en la existencia de una resolución dictada por tribunales de un país extranjero —y, por tanto,
tribunales extranjeros— en el ejercicio de una jurisdicción emanada de la soberanía ejercida
incuestionablemente sobre un determinado territorio; y como argumento de mero refuerzo
cabe añadir que, aún en el caso de que se hiciera abstracción de esa puesta en cuestión, no
aparece justificada en este supuesto concreto el ejercicio de las funciones jurisdiccionales del
tribunal gibraltareño, que habrían de quedar limitadas exclusivamente al territorio cedido por
el título de atribución y no a otros espacios; pues no hay datos bastantes que permitan sostener fundadamente que, ya el domicilio de alguna de las partes, ya el de la sociedad cuyas
acciones fueron objeto del contrato, ya el lugar de celebración de éste o de producción de sus
efectos, ya cualquier otro vínculo o punto de conexión determinante de la competencia internacional del tribunal de origen deba referirse a ese limitado espacio, por lo que entonces la
cuestión se resolvería en la falta de competencia judicial internacional del tribunal para conocer
un asunto del que no hay constancia de que presente vinculación alguna con el territorio sobre
el que habría de ejercer sus funciones jurisdiccionales.
[...]
E) Otros supuestos
15.38. ACUERDO SOBRE NUEVA CALEDONIA ENTRE EL GOBIERNO FRANCÉS
Y REPRESENTANTES DE NUEVA CALEDONIA, FIRMADO EN NUMEA EL
5 DE MAYO DE 1998
[...]
5. Los firmantes de los acuerdos de Mattignon han decidido por consiguiente adoptar
conjuntamente una solución negociada, de naturaleza consensual, para la que convocarán
conjuntamente a pronunciarse a los habitantes de Nueva Caledonia.
Esta solución define para un período de veinte años la organización política de Nueva
Caledonia y las modalidades en orden a su emancipación.
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
785
Su aplicación exige una ley constitucional que el Gobierno se compromete a preparar con
miras a su adopción por el Parlamento.
El pleno reconocimiento de la identidad kanak obliga a precisar el estatuto consuetudinario y sus vínculos con el estatuto civil de las personas de derecho común, a prever el lugar de
las estructuras consuetudinarias en las instituciones, en especial a través del establecimiento
de un Senado consuetudinario, a proteger y realzar el valor del patrimonio cultural kanak, a
poner en práctica nuevos mecanismos jurídicos y financieros para responder a las demandas
planteadas respecto a la vinculación con la tierra, favoreciendo al mismo tiempo su revalorización, y a adoptar símbolos de identidad que expresen el lugar esencial de la identidad kanak
del país en la comunidad de destino aceptada.
Las instituciones de Nueva Caledonia traducirán la nueva etapa hacia la soberanía: algunas
deliberaciones del Congreso del territorio tendrán valor legislativo y un Ejecutivo electo las
preparará y las ejecutará.
A lo largo de este período, se adoptarán signos de reconocimiento progresivo de una ciudadanía de Nueva Caledonia, la cual habrá de traducir la comunidad de destino elegida y que
podrán transformarse, al término del período, en una nacionalidad, si así se decidiere.
El cuerpo electoral para las elecciones a las asambleas locales propias será limitado a las
personas establecidas desde un cierto período de tiempo.
Con miras a tener en cuenta la exigüedad del mercado laboral, se definirán disposiciones
que favorezcan el acceso al empleo local de las personas establecidas permanentemente en
Nueva Caledonia.
El reparto de las competencias entre el Estado y Nueva Caledonia significará la soberanía
compartida. Será progresivo. Algunas competencias serán transferidas desde el momento
mismo de la puesta en marcha de la nueva organización. Otras lo serán, de acuerdo con un
calendario definido, modulable por el Congreso, de acuerdo con el principio de autoorganización. Las competencias transferidas no podrán retornar al Estadio, lo que traducirá el principio de irreversibilidad de esta organización.
Nueva Caledonia se beneficiará durante todo el período de puesta en marcha de la nueva
organización de la ayuda del Estado, en términos de asistencia técnica y de formación y de
financiación necesarias, para el ejercicio de las competencias transferidas y para el desarrollo económico y social.
Los compromisos serán introducidos en programas plurianuales. Nueva Caledonia participará en el capital o en el funcionamiento de los principales instrumentos de desarrollo en
los que intervenga el Estado.
Al término de un período de veinte años la transferencia a Nueva Caledonia de competencias soberanas, el acceso a un estatuto internacional de plena responsabilidad y la organización de la ciudadanía como nacionalidad serán sometidas al voto de las poblaciones interesadas.
Su aprobación equivaldría a la plena soberanía de Nueva Caledonia.
[...]
5.
La evolución de la organización política de Nueva Caledonia
En el curso del cuarto mandato (de cinco años) del Congreso, se organizará una consulta
electoral. La fecha de esta consulta será determinada por el Congreso, en el curso de ese
mandato, por una mayoría cualificada de tres quintos de sus miembros.
Si el Congreso no ha fijado esa fecha antes de final del penúltimo año de su cuarto mandato, la consulta será organizada, en una fecha fijada por el Estado, en el último año de mandato.
La consulta se referirá a la transferencia a Nueva Caledonia de competencias soberanas,
el acceso a un estatuto internacional de plena responsabilidad y la organización de la ciudadanía como nacionalidad.
Si la respuesta de los electores a estas propuestas resultare negativa, un tercio de los
miembros del Congreso podrá solicitar la convocatoria de una nueva consulta, celebrándose
786
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
en el segundo año transcurrido desde la primera consulta. Si la respuesta resultare de nuevo
negativa, podrá organizarse una nueva consulta de acuerdo con el mismo procedimiento y en
los mismos plazos. Si la respuesta volviere a ser negativa, los representantes políticos se reunirán para examinar la situación planteada.
Entretanto las consultas no aboquen a la instauración de la nueva organización política
propuesta, la organización política establecida por el acuerdo de 1998 se mantendrá en vigor,
en su última etapa de evolución, sin posibilidad de regresión, al estar constitucionalmente
garantizada esta «irreversibilidad».
El resultado de esta consulta se aplicará globalmente para el conjunto de Nueva Caledonia. Una parte de Nueva Caledonia no podrá acceder por sí sola a la plena soberanía o conservar por sí sola vínculos diferentes con Francia so pretexto de que los resultados de la consulta electoral hubieren resultado allí diferentes al resultado global.
El Estado reconoce la vocación de Nueva Caledonia a beneficiarse, al fin de este período,
de una completa emancipación. [RGDIP, 1998, pp. 1111-1119.]
15.39.
RESOLUCIÓN 54/88 DE LA AG
La Asamblea General,
Habiendo examinado la cuestión de Nueva Caledonia,
Habiendo examinado el capítulo relativo a Nueva Caledonia del informe del Comité Especial
encargado de examinar la situación con respecto a la aplicación de la Declaración sobre la
concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales,
Reafirmando el derecho de los pueblos a la libre determinación, consagrado en la Carta
de las Naciones Unidas,
Recordando las resoluciones de la Asamblea General 1514 (XV), de 14 de diciembre de
1960, y 1541 (XV), de 15 de diciembre de 1960,
Tomando nota de la importancia de las medidas positivas que han venido adoptando en
Nueva Caledonia las autoridades francesas, en cooperación con todos los sectores de la población, para fomentar el desarrollo político, económico y social en el Territorio, incluidas las
medidas adoptadas en los ámbitos de la protección ambiental y de la acción contra el uso
indebido y el tráfico de drogas, con el objeto de establecer un marco para el avance pacífico
del Territorio hacia la libre determinación,
Tomando nota también, en ese contexto, de la importancia del desarrollo económico y
social equitativo y del continuo diálogo entre las partes interesadas en la preparación del acto
de libre determinación de Nueva Caledonia,
Tomando nota con satisfacción de la intensificación de los contactos entre Nueva Caledonia y los países vecinos de la región del Pacífico meridional,
1. Acoge con beneplácito los importantes acontecimientos que han tenido lugar en Nueva
Caledonia, por ejemplo la firma del Acuerdo de Numea de 5 de mayo de 1998 entre representantes de Nueva Caledonia y del Gobierno de Francia;
2. Insta a todas las partes interesadas a que, en bien de todo el pueblo de Nueva Caledonia, prosigan su diálogo en un espíritu de armonía, en el marco del Acuerdo de Numea;
3. Toma nota de las disposiciones pertinentes del Acuerdo de Numea que tienen por
objeto lograr que en la organización política y social de Nueva Caledonia se tenga más en
cuenta la identidad canaca, así como las disposiciones del Acuerdo relativas al control de la
inmigración y la protección del empleo local;
4. Toma nota también de las disposiciones pertinentes del Acuerdo de Numea a los efectos
de que Nueva Caledonia pueda pasar a ser miembro o miembro asociado de ciertas organizaciones internacionales —tales como las organizaciones internacionales de la región del
Pacífico, las Naciones Unidas, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura y la Organización Internacional del Trabajo, etc.—, con arreglo a sus
reglamentos;
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
787
5. Toma nota además del acuerdo a que llegaron los signatarios del Acuerdo de Numea
en el sentido de que los progresos que se logran en el proceso de emancipación se señalen a
la atención de las Naciones Unidas;
6. Acoge con beneplácito el hecho de que la Potencia administradora haya invitado a
Nueva Caledonia, en el momento en que se establecieron las nuevas instituciones, a una misión
de información de la que formaban parte representantes de países de la región del Pacífico;
7. Exhorta a la Potencia Administradora a que transmita al Secretario General la información relativa a la situación política, económica y social de Nueva Caledonia;
8. Invita a todas las partes interesadas a que sigan fomentando un marco para el progreso pacífico del Territorio hacia un acto de libre determinación en el que se brinden todas las
opciones y se salvaguarden los derechos de todos los neocaledonios, de conformidad con la
letra y el espíritu del Acuerdo de Numea, que se basa en el principio de que incumbe a los
neocaledonios elegir la manera en que controlarán su destino;
9. Acoge con beneplácito las medidas que se han adoptado para fortalecer y diversificar
la economía de Nueva Caledonia en todos los sectores y alienta la promoción de esas medidas
de conformidad con el espíritu de los Acuerdos de Matignon y de Numea;
10. Acoge con beneplácito también la importancia que asignan las partes en los Acuerdos de Matignon y de Numea al logro de mayores progresos en materia de vivienda, empleo,
formación profesional, enseñanza y atención de la salud en Nueva Caledonia;
11. Reconoce la contribución hecha por el Centro Cultural Melanesio a la protección de
la cultura autóctona de Nueva Caledonia;
12. Toma nota de las iniciativas constructivas adoptadas con la finalidad de proteger el
medio ambiente natural de Nueva Caledonia y, en especial, de la operación «Zonéco», que
tiene por objeto trazar mapas de los recursos marinos situados en la zona económica de Nueva
Caledonia y evaluarlos;
13. Reconoce los estrechos vínculos que unen a Nueva Caledonia con los pueblos del
pacífico meridional y las medidas constructivas que están adoptando las autoridades de Francia
y del Territorio para facilitar el fortalecimiento aún mayor de esos vínculos, incluido el establecimiento de relaciones más estrechas con los países miembros del Foro del Pacífico Meridional;
14. Acoge con beneplácito a este respecto la admisión de Nueva Caledonia, en calidad
de observador, en el Foro del Pacífico Meridional, las visitas de alto nivel que delegaciones
de países de la región del Pacífico continúan haciendo a Nueva Caledonia y las visitas que
delegaciones de alto nivel de Nueva Caledonia continúan haciendo a los países miembros del
Foro del Pacífico Meridional;
15. Decide mantener en examen el proceso que tiene lugar en Nueva Caledonia como
resultado de la firma del Acuerdo de Numea;
16. Pide al Comité Especial encargado de examinar la situación con respecto a la aplicación de la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales que prosiga el examen de esta cuestión y le presente en su quincuagésimo quinto período
de sesiones un informe al respecto.
15.40. NOTIFICACIÓN DE LA REPÚBLICA PORTUGUESA RELATIVA AL TERRITORIO DE MACAO, DE 18 DE NOVIEMBRE DE 1999
«De conformidad con la Declaración conjunta del Gobierno de la República Portuguesa
y del Gobierno de la República Popular China, sobre la cuestión de Macao, firmada el 13 de
abril de 1987, la República Portuguesa seguirá ostentando la responsabilidad internacional
respecto a Macao hasta el 19 de diciembre de 1999, fecha a partir de la cual la República
Popular China reanudará el ejercicio de la soberanía sobre Macao con efectos a partir del 20
de diciembre de 1999.
A partir del 20 de diciembre de 1999, la República Portuguesa dejará de ser responsable
de los derechos y obligaciones internacionales derivados de la aplicación del Convenio a
Macao.» [BOE, 9 de junio de 2000.]
788
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
3.
LA LIBRE DETERMINACIÓN COMO UN DERECHO
DE TODOS LOS PUEBLOS
15.41. ARTÍCULO 1 DEL PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS ECONÓMICOS,
SOCIALES Y CULTURALES Y DEL PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS
CIVILES Y POLÍTICOS, DE 16 DE DICIEMBRE DE 1966
Art. 1. 1. Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación. En virtud de este
derecho establecen libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y cultural.
2. Para el logro de sus fines, todos los pueblos pueden disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales, sin perjuicio de las obligaciones que derivan de la cooperación económica internacional basada en el principio de beneficio recíproco, así como del derecho internacional. En ningún caso podría privarse a un pueblo de sus propios medios de subsistencia.
3. Los Estados Partes en el presente Pacto, incluso los que tienen la responsabilidad de
administrar territorios no autónomos y territorios fideicomiso, promoverán el ejercicio del
derecho de libre determinación, y respetarán este derecho de conformidad con las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas.
15.42.
ACTUACIONES EN RELACIÓN CON EL ARTÍCULO 1 DE LOS PACTOS
DE 1966
A) India, adhesión, 10 de abril de 1979, con la declaración de que, en relación con el
artículo 1 del Pacto, la expresión «derecho a la autodeterminación» se aplica únicamente a
aquellos pueblos bajo denominación extranjera y no a los Estados soberanos e independientes o a una parte de un pueblo o nación —principio que es la esencia de la integridad nacional—. Los artículos 4 y 8 se aplicarán de conformidad con el artículo 19 de la Constitución
India. El artículo 7.c) se aplicará de conformidad con el artículo 16.4 de la Constitución India.
[BOE, 26 de noviembre de 1980.]
B) República Federal de Alemania, 15 de agosto de 1980, objeción a la declaración
formulada por la India respecto al artículo 1 del Pacto. La República Federal de Alemania
no puede considerar como válida ninguna interpretación del derecho de autodeterminación
que sea contraria al claro lenguaje del artículo en cuestión. Por añadidura, considera que
cualquier limitación de su aplicabilidad a todas las naciones es incompatible con el objeto y
fines del Pacto. [BOE, 5 de marzo de 1981.]
C) Bangladesh, 5 de octubre de 1998. Adhesión, entrada en vigor el 5 de enero de 1999
con las siguientes Declaraciones:
Art. 1. El Gobierno de la República Popular de Bangladesh entiende que la expresión
«el derecho a la autodeterminación de los pueblos» que aparece en ese artículo es aplicable
en el contexto histórico de régimen y administración coloniales, de dominación extranjera,
de ocupación y de situaciones similares.
[...] [BOE, 28 de octubre de 1999.]
D) Francia, 30 de septiembre de 1999. Objeción a las declaraciones formuladas por
Bangladesh en el momento de su adhesión:
«El Gobierno de Francia señala que las “declaraciones” formuladas por Bangladesh constituyen verdaderas reservas ya que tratan de excluir o modificar el efecto jurídico de determinadas disposiciones del Tratado. Por lo que respecta a la declaración relativa al artículo 1, la
reserva somete el ejercicio del derecho de autodeterminación de los pueblos a condiciones no
previstas por la Carta de las Naciones Unidas.
[...]
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
789
En consecuencia, el Gobierno de Francia presenta una objeción a las reservas de carácter
general anteriormente mencionadas. La presente objeción no será obstáculo para la entrada
en vigor del Pacto entre Bagladesh y Francia.»
E) Alemania, 17 de diciembre de 1999. Comunicación relativa a las declaraciones formuladas por Bangladesh en el momento de su adhesión:
El Gobierno de la República Federal de Alemania ha examinado las declaraciones formuladas por el Gobierno de la República Popular de Bangladesh en el momento de su adhesión al
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 16 de diciembre de 1966.
El Gobierno de la República Federal de Alemania señala que la declaración relativa al
artículo primero constituye una reserva que supedita el ejercicio del derecho de los pueblos
a disponer sobre sí mismos a condiciones no previstas por el derecho internacional. Tales
condiciones pueden atentar contra la noción de autodeterminación y debilitar gravemente su
carácter universalmente aceptable.
[...]
El Gobierno de la República Federal de Alemania formula una objeción a las mencionadas reservas formuladas por el Gobierno de la República Popular de Bangladesh respecto del
Pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales. Esta objeción no impedirá la entrada en vigor del Pacto entre la República Federal de Alemania y la República Popular
de Bangladesh.
F) Tailandia, 5 de septiembre de 1999. Adhesión entrada en vigor 5 de diciembre de
1999, con la siguiente declaración:
«El Gobierno del Reino de Tailandia declara que el término “autodeterminación” que
aparece en el párrafo 1 del artículo 1 del pacto se interpretará de manera compatible con el
expresado en la Declaración y el Programa de Acción de Viena, adoptados por la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos de 25 de junio de 1993.» [BOE, 9 de junio de 2000.]
15.43. COMITÉ DE DERECHOS HUMANOS. OBSERVACIÓN GENERAL NÚMERO 12
DERECHO DE LOS PUEBLOS A LA LIBRE DETERMINACIÓN (ART. 1) (21.o PERÍODO DE SESIONES, 1984)
1. De conformidad con los Propósitos y Principios de la Carta de las Naciones Unidas
el artículo 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos reconoce que todos los
pueblos tienen el derecho de libre determinación. Este derecho reviste especial importancia,
ya que su ejercicio es una condición esencial para la eficaz garantía y observancia de los
derechos humanos individuales y para la promoción y fortalecimiento de esos derechos. Por
esta razón, los Estados han enunciado el derecho de libre determinación en una disposición
de derecho positivo en ambos Pactos e incluido en dicha disposición como artículo 1, separado de todos los demás derechos reconocidos en dichos instrumentos y anterior a los mismos.
2. El artículo 1 consagra un derecho inalienable de todos los pueblos, que se describe
en sus párrafos 1 y 2. En virtud de ese derecho, los pueblos «establecen libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y cultural». Este artículo
impone a todos los Estados Partes las obligaciones correspondientes. Este derecho y las obligaciones correspondientes en cuanto a su aplicación están vinculados a otras disposiciones del
Pacto y normas de derecho internacional.
3. Aunque la obligación de todos los Estados Partes de presentar informes incluye al
artículo 1, solamente en algunos informes se ofrecen explicaciones detalladas en relación con
cada uno de sus párrafos. El Comité ha observado que en muchos informes se prescinde por
completo del artículo 1, se suministra una información inadecuada a su respecto o bien se
hace una simple referencia a las leyes electorales. El Comité considera sumamente conveniente que en los informes de los Estados Partes se incluya información sobre cada uno de
los párrafos del artículo 1.
4. En lo que respecta al párrafo 1 del artículo 1, de los Estados Partes deberían describir
los procesos constitucionales y políticos que permiten en la práctica el ejercicio de este derecho.
790
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
5. El párrafo 2 afirma un aspecto especial del contenido económico del derecho de libre
determinación, a saber, el derecho de los pueblos, para el logro de sus fines, de «disponer
libremente de sus riquezas y recursos naturales, sin perjuicio de las obligaciones que derivan
de la cooperación económica internacional basada en el principio del beneficio recíproco, así
como del derecho internacional. En ningún caso podrá privarse a un pueblo de sus propios
medios de subsistencia». Este derecho entraña obligaciones correspondientes de todos los
Estados y de la comunidad internacional. Los Estados deberían indicar cualesquiera factores
o dificultades que impidan la libre disposición de sus riquezas y recursos naturales contrariamente a lo dispuesto en este párrafo y en qué medida ello afecta al disfrute de los demás
derechos enunciados en el Pacto.
6. El párrafo 3 reviste, a juicio del Comité, especial importancia por cuanto impone
obligaciones concretas a los Estados Partes, no sólo en relación con sus propios pueblos sino
con todos los pueblos que no han podido ejercer su derecho a la libre determinación o se han
visto privados de la posibilidad de ejercer tal derecho. El carácter general de este párrafo es
confirmado por los antecedentes relativos a su redacción. Dicho párrafo estipula que: «Los
Estados Partes en el presente Pacto, incluso los que tienen la responsabilidad de administrar
territorios no autónomos y territorios en fideicomiso, promoverán el ejercicio del derecho de
libre determinación, y respetará este derecho de conformidad con las disposiciones de la Carta
de las Naciones Unidas». Estas obligaciones existen con prescindencia de que un pueblo que
tenga derecho a la libre determinación dependa, o no, de un Estado Parte en el Pacto. Se
desprende de ello que todos los Estados Partes en el Pacto deben adoptar medidas positivas
para facilitar el ejercicio y el respeto del derecho de los pueblos a la libre determinación. Esas
medidas positivas deben ser compatibles con las obligaciones contraídas por los Estados en
virtud de la Carta de las Naciones Unidas y del derecho internacional; en especial, los Estados
no deben injerirse en los asuntos internos de otros Estados, afectando así desfavorablemente
el ejercicio del derecho a la libre determinación. En los informes debe detallarse el cumplimiento de esas obligaciones y las medidas adoptadas a tal efecto.
7. En relación con el artículo 1 del Pacto, el Comité se remite a otros instrumentos internacionales relativos al derecho de todos los pueblos a la libre determinación, en especial, la
Declaración sobre los principios de derecho internacional referentes a las relaciones de amistad
y a la cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas,
aprobada por la Asamblea General el 24 de octubre de 1970 [resolución 2625 (XXV) de la
Asamblea General].
8. El Comité considera que la historia ha demostrado que el ejercicio y el respeto del
derecho de libre determinación de los pueblos contribuyen al establecimiento de relaciones
de amistad y de cooperación entre los Estados y al fortalecimiento de la paz y la comprensión internacionales.
15.44. COMISIÓN DE ARBITRAJE DE LA CONFERENCIA DE PAZ SOBRE YUGOSLAVIA. DICTAMEN NÚMERO 2, DE 11 DE ENERO DE 1992
El Presidente de la Comisión de Arbitraje ha recibido, el 20 de noviembre de 1991, una
carta, por la cual Lord Carrington, Presidente de la Conferencia para la Paz en Yugoslavia,
solicitaba el dictamen de la Comisión sobre la siguiente cuestión, planteada por la República de Serbia:
«Las poblaciones serbias de Croacia y Bosnia-Herzegovina, en cuanto que constituyen una
de las naciones integrantes de Yugoslavia, ¿se benefician del derecho de autodeterminación?
La Comisión ha tomado conocimiento de las memorias, observaciones y documentos,
presentados respectivamente por las Repúblicas de Bosnia-Herzegovina, Croacia, Macedonia, Montenegro, Eslovenia, Serbia, la Presidencia de la República Socialista Federativa de
Yugoslavia (RSFY), y por la «Asamblea del pueblo serbio de Bosnia-Herzegovina».
1. La Comisión considera que, en el estado actual de su desarrollo, el Derecho Internacional no determina todas las consecuencias del derecho de autodeterminación.
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
791
Sin embargo, está suficientemente establecido que, cualesquiera que sean la circunstancias, el derecho de autodeterminación no puede conllevar una modificación de las fronteras
existentes en el momento de la independencia (uti possidetis juris) salvo en el caso de un
acuerdo en contrario de todos los Estados interesados.
2. Si, en el seno de un Estado, existen uno o varios grupos que constituyen una o más
comunidades étnicas, religiosas o lingüísticas, estos grupos tienen, según el Derecho Internacional, el derecho a ver reconocida su identidad.
Como la Comisión ha subrayado, en su Dictamen número 1, de 29 de noviembre de 1991,
hecho público el 7 de diciembre, de acuerdo con normas, ahora imperativas, del Derecho Internacional General, corresponde a los Estados asegurar el respeto a los derechos de las minorías. Esta exigencia se impone a todas las Repúblicas en relación con las minorías establecidas
sobre su territorio.
En consecuencia, las poblaciones serbias de Bosnia-Herzegovina y de Croacia deben
beneficiarse de todos los derechos reconocidos a las minorías por las Convenciones internacionales en vigor, así como de las garantías nacionales e internacionales conformes con los
principios de Derecho Internacional y con las disposiciones del Capítulo II del Proyecto de
Convención de 4 de noviembre de 1991, aceptado por estas Repúblicas.
3. Por otra parte, el artículo 1 de los dos Pactos Internacionales relativos a los derechos
humanos de 1966, establece que el derecho de autodeterminación es un principio protector
de los derechos del hombre. En virtud de este derecho, todo ser humano puede reivindicar su
pertenencia a la comunidad étnica, religiosa o lingüística de su elección.
Según la Comisión, una de las consecuencias de este principio podría ser que, sobre la
base de acuerdos entre las Repúblicas, los miembros de las poblaciones serbias de BosniaHerzegovina y de Croacia tengan derecho a que se les reconozca, si lo desean, la nacionalidad de su elección, con todos los derechos y obligaciones inherentes, respecto de todos los
Estados interesados.
4. En consecuencia, la Comisión de Arbitraje formula el siguiente dictamen:
— que las poblaciones serbias de Bosnia-Herzegovina y de Croacia tienen derecho a
beneficiarse de todos los derechos reconocidos a las minorías y a los grupos étnicos por el
Derecho Internacional y por las disposiciones del proyecto de Convención de la Conferencia
para la Paz en Yugoslavia de 4 de noviembre de 1991, que las Repúblicas de Bosnia-Herzegovina y de Croacia se han obligado a aplicar;
— que estas Repúblicas deben hacer que los miembros de estas minorías y grupos étnicos
se beneficien del conjunto de los derechos del hombre y de las libertades fundamentales
reconocidos por el Derecho Internacional, incluido, llegado el caso, el derecho a elegir su
nacionalidad. [RGDIP, 1992, pp. 266-267.]
15.45. TEDH. ASUNTO LOIZIDOU C. TURQUÍA (FONDO). SENTENCIA DE 18 DE
DICIEMBRE DE 1996. OPINIÓN CONCORDANTE DE LOS JUECES L. WILDHABER Y R. RYSSDAL
En los últimos años parece haber surgido cierto acuerdo acerca del hecho de que los pueblos
también pueden ejercer un derecho a la libre determinación si sus derechos humanos son sistemática y flagrantemente violados o si se les priva absolutamente de representación o son infrarrepresentados abrumadoramente en una forma antidemocrática y discriminatoria. De ser
correcta esta descripción, entonces el derecho a la libre determinación aparece como una
herramienta que puede ser empleada para restablecer parámetros internacionales en materia
de derechos humanos y democracia.
15.46. TRIBUNAL SUPREMO DE CANADÁ. DICTAMEN DE 20 DE AGOSTO DE
1998, EN EL ASUNTO SOBRE LA SECESIÓN DE QUEBEC
792
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
«1. ¿Pueden la Asamblea Nacional, el Poder legislativo provincial, o el Gobierno de
Quebec, en virtud de la Constitución de Canadá, proceder de forma unilateral a la secesión
de Quebec del Canadá?
2. ¿Poseen la Asamblea Nacional, el Poder legislativo provincial, o el Gobierno de Quebec,
en virtud del Derecho internacional, el derecho a proceder de forma unilateral a la secesión de
Quebec del Canadá? A este respecto, en virtud del Derecho internacional, ¿existe un derecho a la
autodeterminación que atribuya a la Asamblea Nacional, al Poder legislativo provincial, o al Gobierno de Quebec el derecho de proceder de forma unilateral a la secesión de Quebec del Canadá?
3. Ante un eventual conflicto entre el derecho interno y el Derecho internacional respecto
al derecho de la Asamblea Nacional, el Poder legislativo provincial, o el Gobierno de Quebec de
proceder de forma unilateral a la secesión de Quebec del Canadá, ¿cuál de ellos prevalecería?»
[....]
I.
LA SECESIÓN EN DERECHO INTERNACIONAL
111. Está claro que el Derecho internacional no otorga, de forma expresa, a las partes
constituyentes de un Estado soberano, el derecho de realizar unilateralmente la secesión del
Estado «padre». Así ha sido reconocido por los expertos que han opinado tanto por cuenta
del amicus curiae como por la del Procurador General del Canadá. Dada la ausencia de autorización expresa para la secesión unilateral, los defensores de la existencia de tal derecho en
Derecho internacional, no han tenido otra opción que fundamentar sus argumentos en a) ya
sea sobre la teoría según la que la secesión unilateral no está expresamente prohibida, y que
aquello que no está expresamente prohibido, por inferencia, está permitido; b) ya sea sobre
la obligación implícita que incumbe a los Estados de reconocer la legitimidad de una secesión
llevada a cabo por medio del ejercicio del derecho, establecido en Derecho internacional, que
posee un pueblo a la «autodeterminación». El amicus curiae ha abordado el derecho a la
autodeterminación pero ha sostenido que éste no sería aplicable al caso de Quebec en el sentir
de la federación canadiense, al margen de la existencia o inexistencia de un resultado referendario en favor de la secesión. Estamos de acuerdo con el amicus curiae en este punto, por las
razones que, brevemente, vamos a exponer.
A)
La ausencia de prohibición expresa
112. El Derecho internacional ni prevé ni niega expresamente la existencia de un derecho
de secesión unilateral, aunque, en cierta medida, tal negación deriva, implícitamente, del carácter excepcional de las circunstancias que se requieren para autorizar una secesión fundamentada
sobre el derecho de un pueblo a la autodeterminación, como el derecho de secesión derivado de
la situación excepcional de un pueblo oprimido o colonizado, que se examina más tarde. Como
veremos, el Derecho internacional otorga una gran importancia a la integridad territorial de los
Estados Naciones y, de forma general, deja en manos del derecho interno del Estado existente
del que la entidad secesionista forma parte, decidir la creación o no de un nueva Estado (R. Y.
JENNINGS: The Acquisition of Territory in International Law, 1963, pp. 8-9). Cuando, como en
este caso, la secesión unilateral fuera incompatible con la constitución interna, el Derecho internacional aceptará probablemente esta conclusión, a excepción del derecho de los pueblos a disponer de ellos mismos, o derecho de autodeterminación, tema que vamos a abordar ahora.
B)
El derecho de un pueblo a la autodeterminación
113. Aunque, normalmente, el Derecho internacional rija la conducta de los Estados
Naciones, éste reconoce asimismo, en determinadas circunstancias, los «derechos» de entidades que no son Estados Naciones, como el derecho de un pueblo a la autodeterminación.
[...]
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
793
122. Como veremos, en Derecho internacional, el derecho a la autodeterminación pretende ser ejercido por pueblos, en el interior de Estados soberanos existentes, y conforme al
principio del mantenimiento de la integridad territorial de esos Estados. Cuando esto no es
posible, puede nacer un derecho de secesión dentro de las circunstancias excepcionales examinadas más abajo.
[...]
b) Ámbito del derecho a la autodeterminación
126. Las fuentes del Derecho internacional reconocidas establecen que el derecho de un
pueblo a disponer de sí mismo se realiza normalmente por vía de la autodeterminación interna, es decir, la persecución por parte de ese pueblo de su desarrollo político, económico, social
y cultural en el marco de un Estado existente. El derecho a la autodeterminación externa (que,
en el presente caso, podría tomar forma de la reivindicación de un derecho de secesión unilateral) no nace sino en casos extremos, y en circunstancias, por otra parte, cuidadosamente
definidas. La autodeterminación externa puede ser descrita mediante el siguiente extracto de
la Declaración sobre las Relaciones Amicales:
«La creación de un Estado soberano e independiente, la libre asociación o la
integración con un Estado independiente o la adquisición de cualquier otro estatuto político libremente decidido por un pueblo, constituyen para ese pueblo medios
de ejercer su derecho a disponer de sí mismo.»
127. El principio de autodeterminación en Derecho internacional ha evolucionado dentro
de un marco de respeto por la integridad territorial de los Estados existentes. Los diversos documentos internacionales que apoyan la existencia del derecho de un pueblo a la autodeterminación,
también contienen declaraciones paralelas de apoyo del principio según el cual el ejercicio de
dicho derecho debe estar suficientemente limitado para prevenir las amenazas contra la integridad territorial de un Estado existente o la estabilidad de las relaciones entre Estados soberanos.
128. La declaración sobre las Relaciones Amicales, la Declaración de Viena y la Declaración en ocasión del 50 Aniversario de la Organización de las Naciones Unidas, ya citados, son
explícitas. Justo después de haber afirmado el derecho de un pueblo a determinar su estatuto político y a perseguir su desarrollo económico, social y cultural, precisan que este derecho no debe ser:
«interpretado como autorizando o promoviendo cualquier medida tendente a desmembrar o comprometer, total o parcialmente, la integridad territorial o la unidad política de Estados soberanos e independientes respetuosos con el principio de la igualdad de derechos y la autodeterminación de los pueblos y, en consecuencia, dotados
de un gobierno representativo de la totalidad de la población perteneciente al territorio, sin distinción alguna.»
129. Asimismo, el documento de clausura del reencuentro de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa llevado a cabo en Viena en 1989, que dio lugar al Acta Final
de Helsinki, hacía mención del derecho de los pueblos a determinar «su estatuto político interno y externo», pero esta declaración viene inmediatamente seguida por el reconocimiento
expreso de que los Estados participantes actuarán en todo momento «conforme a los objetivos y a los principios de la Carta de las Naciones Unidas y a las normas pertinentes del Derecho
internacional, lo que incluye aquellas referentes a la integridad territorial», como así enuncia
el Acta Final de Helsinki. Se declara en el Principio 5 del documento de clausura, que los
Estados participantes (incluyendo Canadá):
«confirman su compromiso de observar estricta y efectivamente el principio de la
integridad territorial de los Estados. Éstos se abstendrán de toda violación de dicho
principio y, por tanto, de toda acción encaminada, por medios directos o indirectos
en contravención con los objetivos y principios de la Carta de Naciones Unidas,
otros Estados. Ninguna acción o situación que contravenga este principio será reconocida como legal por los Estados participantes.»
794
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
En consecuencia, el pasaje del Acta Final de Helsinki que se refiere a la determinación
por un pueblo de su estatuto político externo es interpretado como significando la expresión
del estatuto político externo de ese pueblo por medio del gobierno del Estado existente, salvo
en las circunstancias excepcionales examinadas más tarde. Como subraya Cassesse, ya citado,
teniendo en cuenta la historia de este documento y de su estructura, la mención de la autodeterminación externa significa simplemente que «las autoridades centrales de un Estado no
pueden llevar a cabo ningún cambio territorial o cualquier otro, que sea contrario a la voluntad del conjunto de la población de ese Estado».
130. Mientras que el Pacto Internacional relativo a los Derechos Económicos Sociales y
Culturales y el Pacto Internacional relativo a los Derechos Civiles y Políticos, ya citados, no
hacen referencia expresa a la protección de la integridad territorial, éstos delimitan el alcance
del derecho a la autodeterminación en función de condiciones que normalmente son realizables en el marco de un Estado existente. No existe necesariamente incompatibilidad entre el
mantenimiento de la integridad territorial de Estados existentes, como Canadá, y el derecho de
un «pueblo» de disponer completamente de sí mismo. Un Estado cuyo gobierno represente,
dentro de la legalidad y sin discriminación, el conjunto del pueblo o de los pueblos residentes
sobre su territorio y que respeta los principios de la autodeterminación en sus asuntos internos, tiene derecho, en virtud del Derecho internacional, a la protección de su integridad territorial.
c)
Pueblos oprimidos o colonizados
131. En consecuencia, según el estado general del Derecho internacional, el derecho a
la autodeterminación se aplica dentro de los límites de la protección preponderante garantizada a la integridad territorial de los Estados «padres». Sin embargo, como subraya Cassesse, ya citado, existen ciertos contextos definidos, dentro de los que el derecho de los pueblos
a la autodeterminación otorga el derecho a ejercitarlo «de forma externa», lo que, en el contexto del presente dictamen, podría significar potencialmente la secesión:
«[...] el derecho a la autodeterminación externa, que comporta la posibilidad de
escoger (o de restablecer) la independencia, sólo se ha reconocido a dos categorías
de pueblos (aquéllos bajo dominación colonial o bajo ocupación extranjera), sobre
la base de la hipótesis de que, en ambos casos, estos pueblos constituyen entidades
intrínsecamente distintas de la potestad colonial u ocupacional, y que la “integridad territorial” de estos pueblos, que ha sido en la práctica destruida por la potencia colonial u ocupante, debe ser plenamente restablecida.»
132. El derecho de los pueblos colonizados a ejercer su derecho a la autodeterminación
para desprenderse del poder «imperial» es, en la actualidad, incontestable, pero no es relevante para el presente dictamen.
133. El otro caso claro de aplicación del derecho a autodeterminación externa es aquel
en que un pueblo se halla sometido al yugo, a la dominación o a la explotación extranjeras
fuera del contexto colonial. Este reconocimiento encuentra sus raíces en la Declaración sobre
las Relaciones Amicales, ya citada:
«Todo Estado tiene el deber de favorecer, conjuntamente con otros Estados o
separadamente, la realización del principio de la igualdad de derechos de los pueblos
y de su derecho a disponer de ellos mismos, conforme a las disposiciones de la
Carta, y de ayudar a la Organización de las Naciones Unidas a desempeñar las
responsabilidades que le ha conferido la Carta en lo concerniente a la aplicación de
este principio, con el fin de:
a) favorecer las relaciones amistosas y la cooperación entre los Estados; y,
b) poner fin rápidamente al colonialismo tomando debida cuenta de la voluntad libremente expresada por los pueblos interesados; y tener presente que este
EL DERECHO A LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS
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sometimiento a los pueblos al yugo, a la dominación o a la explotación extranjeras
constituye una violación de este principio, a la vez que una negación de los derechos
fundamentales del hombre, y es contrario a la Carta.»
134. Numerosos comentaristas han afirmado, además, que el derecho a la determinación
puede, en un tercer caso, dar lugar a un derecho a la secesión unilateral. Aunque este tercer
caso ha sido descrito de muchas formas, reside en la idea de que, cuando un pueblo se ve
impedido para ejercer su derecho a la autodeterminación interna, tienen entonces derecho, en
última instancia, de ejercerlo mediante la secesión. El hecho de que la Declaración de Viena,
ya citada, exija que los gobiernos representen «el conjunto de la población perteneciente al
territorio, sin distinción alguna», añade crédito a la afirmación de que un completo impedimento de este tipo, podría dar nacimiento a un derecho a la secesión.
135. Una situación de este tipo se asimila claramente a las dos otras situaciones reconocidas, en el hecho de que la capacidad del pueblo de ejercer en el ámbito interno su derecho
a la autodeterminación, se ve absolutamente frustrado. Aunque aún no se sepa con certeza si
esta tercera teoría es reflejo, realmente, de una norma jurídica internacional establecida, decidirlo es irrelevante a los fines del presente dictamen. Aún suponiendo que esta tercera situación
pudiera crear un derecho de secesión unilateral en virtud del Derecho internacional, no puede
afirmarse que el contexto quebequés actual se le aproxime. Como afirmó el amicus curiae,
en el Addendum a su memoria, en los párrafos 15 y 16.
«15. El pueblo quebequés no es víctima de atentados contra su existencia o
contra su integridad física, ni de violación masiva de sus derechos fundamentales.
El pueblo quebequés no es, de forma evidente, un pueblo oprimido.
16. En efecto, durante casi 40 de los últimos 50 años, el Primer Ministro de
Canadá ha sido un quebequés. Durante ese período, quebequeses han ocupado, más
o menos asiduamente, los puestos más importantes del Gabinete Federal. Durante
los 8 años precedentes a junio de 1997, el Primer Ministro y el Jefe de la Oposición
Oficial en la Cámara de los Comunes eran ambos quebequeses. Actualmente, el
Primer Ministro de Canadá, el muy honorable Presidente del Tribunal Supremo así
como otros dos miembros del Tribunal, el Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas
Armadas canadienses y el embajador de Canadá en los Estados Unidos, sin contar
la Vice-Secretaría General de las Naciones Unidas, son todos quebequeses. Los éxitos
internacionales de los quebequeses en la mayor parte de los campos de la actividad
humana son demasiado numerosos para ser enumerados. Desde que el dinamismo
del pueblo quebequés se ha dirigido hacia el campo de los negocios, éste conoce
importantes éxitos en Quebec, en el resto de Canadá y en el extranjero.»
136. No se puede, razonablemente, pretender que se haya negado a la población de Quebec
el acceso al gobierno. Los quebequeses ocupan puestos muy importantes en el seno del Gobierno de Canadá. Los residentes de esta provincia realizan sus opciones políticas libremente y persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural en el interior de Quebec, en el conjunto de Canadá y en todo el mundo. La población de Quebec se halla equitativamente representada
en las instancias legislativas, ejecutivas y judiciales. En resumen, para retomar los términos de
los instrumentos internacionales que tratan el derecho de los pueblos a la autodeterminación, el
Canadá es «un Estado soberano e independiente respetuoso con el principio de legalidad de los
derechos y de la autodeterminación de los pueblos y a su vez dotado de un gobierno representativo de la totalidad de la población perteneciente al territorio, sin distinción alguna».
137. Los continuos fracasos en la búsqueda de un acuerdo sobre la modificación de la
Constitución, aunque son un tema de preocupación, no equivalen a una negación del derecho
a la autodeterminación. En ausencia de modificaciones constitucionales, debemos basarnos
en los acuerdos constitucionales actualmente en vigor y no podemos concluir, en las actuales circunstancias, que estos acuerdos sitúen a los quebequeses en una situación de desventaja dentro del ámbito del Derecho internacional.
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MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
138. En resumen, el derecho a la autodeterminación en Derecho internacional genera solamente, en el mejor de los casos, un derecho a la autodeterminación externa para el caso de antiguas
colonias; pueblos oprimidos, como los pueblos sometidos a una ocupación militar extranjera; o
también para el caso en que un grupo definido vea rechazado un acceso real al gobierno para asegurar su desarrollo político, económico, social y cultural. En estas tres situaciones, el pueblo en
cuestión gozaría del derecho a la autodeterminación externa ya que se le rechaza capacidad para
ejercer, en el ámbito interno, su derecho a la autodeterminación. Estas circunstancias excepcionales no son, con seguridad, aplicables a Quebec. En consecuencia, ni la población de Quebec,
aunque ésta pudiera caracterizarse como «pueblo» o «pueblos», ni sus instituciones representativas, la Asamblea Nacional, el Poder legislativo provincial, o el Gobierno de Quebec, poseen, en
virtud del Derecho internacional, el derecho a realizar la secesión del Canadá de forma unilateral.
139. No queremos cerrar este aspecto de nuestra respuesta a la Pregunta 2 sin reconocer la
importancia de los argumentos que nos han sido presentados en referencia a los derechos e inquietudes de los pueblos autóctonos y a los medios apropiados para delimitar las fronteras de Quebec,
en caso de secesión, particularmente en lo concerniente a los territorios nórdicos ocupados principalmente por pueblos autóctonos. Sin embargo, las inquietudes de los pueblos autóctonos derivan
del derecho invocado por el Quebec a realizar la secesión unilateral. A la luz de nuestra conclusión, de que ningún derecho de este género es aplicable a la población de Quebec, ni en virtud
del Derecho internacional ni en virtud de la Constitución de Canadá, y que, al contrario, la expresión clara de una voluntad democrática en favor de la secesión entrañaría, en virtud de la Constitución, negociaciones en el curso de las cuales los intereses de los autóctonos serían tenidos en
cuenta, resulta inútil examinar, previamente, las preocupaciones de los pueblos autóctonos en el
presente dictamen. [Reprod. en Cuadernos Constitucionales de la Cátedra Fadrique Furió Ceriol,
n.o 24, 1998, pp. 167-174. Traducción de C. Chacón Piqueras y A. Ruiz Robledo.]
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