DuocUC – Vicerrectoría Académica Dirección de Formación General FET 102 ANTROPOLOGÍA Unidad, inseparabilidad y relación entre la vida biológica y la vida biográfica Natalia López Moratalla/ Iranzu González Cada ser humano tiene una vida personal, una historia, una biografía que no es simplemente su vida corporal. Cuando alguno, queriendo darse a conocer a una persona querida, le cuenta su vida le dice no sólo que nació, creció, se alimentó, tuvo hijos, enfermó y morirá algún día; le dice mucho más. Y al mismo tiempo esa historia personal que narrará es inseparable de su nacer, crecer, engendrar, enfermar, y morir. Su vida, como la de todo ser humano, ha tenido una trayectoria temporal que no es paralela, ni es plenamente dependiente, de la trayectoria temporal del hacerse y empezar a deshacerse de su cuerpo, aunque sí es inseparable, conectada y entrelazada a esa trayectoria corporal. De una forma u otra aflorarán en una narración de la propia vida acontecimientos muy propios, muy personales, normales o extraordinarios eso poco importa, pero que le han marcado de tal forma que sin ellos no sería la misma persona. Algunos de estos acontecimientos están poco ligados a la biología, como puede ser el sufrimiento causado por la traición del mejor amigo, y otros muy ligados, como puede ser el nacimiento de un hijo, que se ha vivido con la intensidad interior del descubrimiento de ser padre. Y junto a esos momentos estelares de una vida, se dan un sin fin de determinantes que, de alguna manera, predisponen el cómo somos, cómo pensamos y por qué nos comportamos de una forma. El mundo en que vivimos condiciona en gran medida las trayectorias de cada uno, aunque siempre en un mismo mundo ha habido y habrá vidas muy diferentes en sí mismas y de muy diferente intensidad. Es evidente que cada uno es en cierto sentido hijo de su tiempo; la mentalidad de una época histórica, o de un ámbito cultural, se refleja en las pautas de comportamiento, en los enfoques y las interpretaciones de la realidad, en planteamientos de vida; configuran de tal forma que nos referimos a las personas que se salen de esa mentalidad como anticuadas, avanzadas, exóticas o muy del lugar; hablamos con razón del tiempo histórico, o de una persona con mentalidad occidental u oriental, etc. Pero, aún así, para cada ser humano la vida es siempre tarea personal; no sólo nos hacemos sino que proyectamos nuestra vida, y al mismo tiempo esa vida viene en gran medida configurada en la relación con los demás. Tanto la Metafísica como la Antropología han abordado la composición, la dualidad,la pluralidad humana y al mismo tiempo unidad del ser humano. Dualidad no significa, como han tratado las diferentes formas de dualismo, disociación, dicotomía, rotura, doble vida, etc. Precisamente, como ha señalado Polo (1), la dualidad es una nota característica del ser humano. “El hombre no es una realidad simple, sino compleja. Tal complejidad se organiza al enfocarla con el criterio de dualidad. Cuerpo y alma, voluntad e inteligencia, interioridad y medio externo, sujeto y objeto, individuo y sociedad... son algunas dimensiones humanas en las que se puede apreciar la dualidad. En ella se basa por otra parte la posibilidad de doblez (la hipocresía el disimulo el fingimiento). Ciertamente la doblez presupone la dualidad y sólo así es posible ". Por otra parte, la dualidad está en el fundamento de la realidad de que el hombre no puede ser sólo y único; no está condenado a no tener réplica; " lo más profundo del hombre es la persona y el ser personal es incompatible con el monismo..., en cada hombre la naturaleza se dobla con su naturaleza ... y no puede tener como réplica más que a otra persona humana". La concepción actual de la vida humana, necesariamente una y dual al mismo tiempo, en cuanto que es biográfica y es biológica, está muy influenciada por la visión aportada desde las Neurociencias y en cierta medida también por la Etología. Las Neurociencias han avanzado de manera espectacular en los últimos años; la década final del siglo XX fue declarada solemnemente como la "década del cerebro" por numerosos gobiernos, instituciones y organismos internacionales. Este interés se asienta, por una parte, en el hecho de que ahora ya contamos con la tecnología y los conocimientos básicos necesarios para abordar la complejidad del funcionamiento del cerebro humano. Pero, sobre todo, está presente la eterna aspiración de todo ser humano que la vieja máxima de la filosofía presocrática expresó en modo imperativo: ¡conócete a ti mismo! La Psicología fisiológica se ocupa de las relaciones entre el cerebro y la conducta, y de las bases biológicas del comportamiento. Su desarrollo nos ha permitido saber que las ideas, imágenes, memorias, afectos, etc. tienen un correlato material, químico. Ciertamente la biología del sistema nervioso no nos puede dar toda la clave de lo que somos, pero sí nos aporta muchos aspectos acerca del como lo somos. Conocer un ser humano es conocer sus tendencias y sus deseos más íntimos; y es también, en cierta medida, conocer qué puede predisponer su conducta y su forma de ser; qué es innato a nuestra naturaleza, qué es lo dado- y qué es fruto del entorno familiar y social, de la educación y la cultura, lo adquirido. Una buena parte de los datos de que disponen las Neurociencias proceden de estudios hechos con animales, a lo largo del siglo XX. Los cultivadores de la Etología, al observar a los animales en su ambiente natural, comprobaron que cada individuo de una especie se comporta de forma muy parecida a los de las generaciones precedentes: las arañas tejen sus telas igual que sus padres y abuelos, incluso aunque no hayan tenido ocasión de aprenderlo. La genética moderna nos habla de las causas y las formas de como se hereda el comportamiento animal. Ahora sabemos que está controlado por genes de forma similar a como los genes controlan el color del pelo o la forma de las patas. La selección natural ha actuado sobre la evolución de la conducta eliminando aquellos individuos cuyos genes determinaban conductas que les incapacitaban, por ejemplo, para ahuyentar a los depredadores y, en cambio, ha favorecido la supervivencia de aquellos individuos cuyos genes provocaban el desarrollo del gesto de apaciguamiento de una agresión, consistente, por ejemplo en el caso de la gaviota argenta, en volver la cabeza. Sin pretender reducir la Psicología a una simple Etología humana, se puede afirmar que el comportamiento de los individuos de nuestra especie, como el de los animales, depende en cierta medida de su patrimonio genético, sin que esto contradiga en absoluto, que el aprendizaje y la inteligencia desempeña un papel fundamental en el desarrollo del comportamiento humano. En el hombre hay un buen número de comportamientos innatos; desde los reflejos simples de los bebés como es la succión, a la sonrisa, la risa, o la danza. Así, sonrisa y risa significan alegría y felicidad en los más diversos pueblos de todas las épocas; más aún, niños ciegos de nacimiento, que de ninguna forma pueden conocer y aprender lo que es sonreír o reír, realizan estos gestos cuando están satisfechos o alegres. La danza se aprende, y de formas diferentes de unas culturas a otras, pero hay una característica innata que refuerza su aprendizaje: el placer que sentimos al realizar una actividad rimada junto con otros miembros de un grupo determinado. La genética está también en la base de características propiamente humanas que son aprendidas, como el lenguaje y la lengua que se habla. Lo innato o congénito se funde con lo aprendido o adquirido en el desarrollo de cada vida humana. No es infrecuente que se dé una divulgación que podríamos calificar de temeraria, especialmente cuando se tratan algunos aspectos de la conducta humana que preocupan e inquietan: agresividad, drogo-dependencia, sexo, etc. Sobre bases pretendidamente científicas se aportan como teorías confirmadas simples opiniones, o se seleccionan datos fragmentarios que se interpretan erróneamente. Se ha dicho que se ha hallado, por ejemplo, "el gen" de instinto asesino, de la inteligencia o la memoria, sin que se especifique con claridad si esos descubrimientos significan que hay que sacar de la cárcel a los criminales o que vamos a poder ser sabios sin esfuerzo. Ciertamente, y lo que trataremos más adelante, los investigadores están encontrado genes que controlan los procesos de agresividad, o de capacidades cerebrales como aprendizaje y memoria. Pero falta mucho por conocer acerca de lo qué es innato en la conducta humana y la mayoría de los planteamientos de la Etología humana habría que tomarlos todavía hoy con una buena dosis de espíritu crítico. También la Biología molecular, que vive actualmente lo que se viene llamando la hora de la genómica, se presenta a sí misma con la pretensión de sentar, en cierta medida, con el desarrollo del Proyecto Genoma Humano, las bases de la biología del siglo XXI. El conocimiento que la secuenciación completa de las bases del DNA, el mapa de localización de los aproximadamente 100.000 genes en los cromosomas, y la función que codifican y la regulación de la expresión de los mismos, lejos de ser una simple revolución biotecnológica, aparece como una nueva ciencia de lo viviente; pero a pesar de tal pretensión habría que decir que se trata más bien de una etapa científica que tiene como rasgo más característico la asunción de la complejidad de lo vivo. Si el dogma central de la Biología molecular clásica se puede formular como un gen / una proteína / una función, o un rasgo biológico, ahora ya conocemos que no es tan simple. Sabemos que hay genes que desempeñan varias funciones, que la información de los genes se procesa, que pertenecen a redes de moléculas, con una dinámica compleja que no permite predicciones simples; se han descrito genes que regulan la actividad de otros genes y rigen así el proceso del desarrollo embrionario, la existencia de interacciones entre múltiples proteínas que se mueven en las células del embrión y que comunican a lo largo de la vida de un individuo las células entre sí. La vida de los organismos, de los más simples hasta los más complejos, consiste el la emisión del mensaje contenido en su genoma, como consideraremos detalladamente más adelante; los vivientes procesan la información genética y constituyen sistemas que se pueden modelizar. Ciertamente algunos científicos dan una dimensión excesivamente grande a estos descubrimientos, advirtiendo que todavía falta mucho por hacer para conocer profundamente la estructura y la función de los genes, así como para sacar ventajas de estos conocimientos para la salud del hombre. Pero aunque aún falta saber cómo funcionan los genes y cómo interactúan entre sí, tal vez no es tan exagerado afirmar se ha dado con la codificación del mapa genético humano un paso comparable al descubrimiento de un continente, o al de los vuelos espaciales. En principio el primer objetivo de la utilización de estos descubrimientos será la prevención de las causas que determinan las enfermedades hereditarias, y después, garantizar un mejor conocimiento de los mecanismos que determinan la formación de tumores. Pero también las conquistas realizadas pueden ser utilizadas para promover un eugenismo con mecanismos de selección de individuos o para establecer una especie de valoración de la existencia humana en virtud de las características genéticas. Se trataría de una especie de dictadura que, además contaría con toda la información de nuestra constitución genética. El reduccionismo de la vida humana a la mera complejidad del viviente, y el determinismo genético cobra adeptos ante la espectacularidad de los resultados de esta aventura científica y técnica y es un nuevo elemento en el debate de la naturaleza humana. La declaración universal sobre el genoma humano de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) advierte del peligro y la falacia del determinismo genético del hombre: la dignidad humana obliga a no reducir a los individuos a sus características genéticas. No obstante, tras el anuncio del avance en la codificación del genoma, se han alzado voces que proclaman que ya no queda nada más por decir sobre el hombre y sobre su presencia en el mundo. Trataremos en estas nociones de Biología humana de describir los procesos que subyacen a la vida del hombre; vida que, lejos de ser conducida de forma determinista, es una tarea personal a realizar; la Antropología, la Filosofía de la ciencia, la Metafísica se ven más estimuladas que nunca a dar cuenta de la irreductibilidad de la vida biográfica a la vida biológica del hombre y al mismo tiempo de la inseparabilidad de ambas. Desde siempre el pensamiento humano ha encontrado una dificultad real para comprender las "junturas" del cuerpo material con el alma espiritual y para plantear adecuadamente y resolver las cuestiones acerca del problema mente y cerebro. ¿De que forma se influyen mutuamente la mente inmaterial y el órgano cerebro? Cómo funciona el cerebro de cada uno, y en que medida ese funcionamiento está conformado por el medio en que cada uno ha crecido, por la educación o por los estímulos externos; cuáles son las pautas de la actividad inteligente humana, y en que medida son universales y pueden ser enseñadas y mejoradas, son cuestiones que tiene relación con el problema de quién es el hombre y cual es la naturaleza humana. Hace tres siglos René Descartes consideró la mente como una entidad extracorpórea y promovió una forma de pensar dualista respecto al ser humano, cuya influjo en las Neurociencias, la Antropología y la Psicología no ha disminuido con el tiempo. La respuesta a qué sea el ser humano no está en las circunvoluciones cerebrales y también hay que afirmar que el conocimiento detallado de los diversos niveles del funcionamiento cerebral puede facilitar mucho nuestra compresión de la actividad inteligente humana considerada habitualmente el rasgo más característico de nuestra especie. El debate continúa en el trasfondo de todo intento de explicar al hombre. Actualmente, algunos científicos convencidos de que el hombre no es mas que un sistema de neuronas, rechazan no tanto la existencia del alma humana sino su necesidad para explicar las diferencias cualitativas profundas con los animales no-racionales. En palabras del Premio Nobel Francis Crick (2), "un neurobiólogo moderno no ve necesidad alguna de tener un concepto religioso del alma para explicar el comportamiento de los humanos y de otros animales...No todos los neurocientíficos creen que la idea del alma sea un mito (sir John Eccles es la excepción más notable), pero si la mayoría. Y no es que puedan demostrar todavía que se trata de una idea falsa sino, más bien, que en el estado actual de la cuestión no ven la necesidad de semejante hipótesis. Con la perspectiva de la historia humana, el objetivo primordial de la investigación científica del cerebro no es la comprensión y la cura de las diferentes situaciones clínicas, por importante que resulte este objetivo, sino la comprensión de la autentica naturaleza del alma humana. Que éste termino sea metafórico o literal es precisamente lo que estamos intentando averiguar". 1.- Artículo extractado de “Biología de la Personalidad” MAEF, UNAV, Pamplona, 2003.