Público Índice AI: ACT 30/32/98 DECLARACIÓN DE PARÍS BORRADOR FINAL PARA SU ADOPCIÓN EN LA CUMBRE DE DEFENSORES DE DERECHOS HUMANOS EL 10 DE DICIEMBRE DE 1998 Nosotros, los defensores de los derechos humanos, 1. Reunidos en Estados Generales con motivo del cincuentenario de la Declaración Universal de Derechos Humanos en el Palais de Chaillot, lugar simbólico en el que los Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas adoptaron esta Declaración el 10 de diciembre de 1948; 2. Nos esforzamos cotidianamente por convertir las aspiraciones elevadas de la Declaración Universal de Derechos Humanos, así como todos los derechos garantizados por los demás instrumentos internacionales y regionales de protección de los derechos humanos, en una realidad para todos y en todo lugar; 3. Insistimos en que los derechos humanos son universales, indivisibles e inalienables, que pertenecen a todos los hombres, mujeres y niños desde que nacen, y que constituyen el patrimonio común de la humanidad que nos une a las futuras generaciones; 4. Nos felicitamos del hecho de que, en los últimos cincuenta años, el creciente número de organizaciones e individuos que defienden los derechos humanos ha abierto nuevas posibilidades de actuación y ha reforzado considerablemente la influencia de los defensores de los derechos humanos en el plano nacional e internacional; 5. Consideramos que la Declaración Universal de Derechos Humanos representa «el ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse» y establece también tanto para el ayer, para el hoy como para el mañana, principios esenciales 1 para la vida en sociedad basados en el respeto por la dignidad humana, y que, como tal, la Declaración Universal constituye una referencia jurídica y moral incontestable; 6. Atestiguamos que cincuenta años después de la adopción de la Declaración Universal de Derechos Humanos, «el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos» siguen constituyendo una realidad cotidiana para muchas personas y que las violaciones de los derechos humanos están adoptando formas cada vez más variadas y complejas en las que están implicados un número creciente de agentes, especialmente los económicos, en un contexto de mundialización; 7. Afirmamos: 7.1 - que los Estados tienen la responsabilidad de garantizar la realización de todos los derechos humanos consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos y demás instrumentos internacionales y regionales de derechos humanos; 7.2 - que los derechos humanos atañen a la comunidad internacional, tal como lo reconocen la Declaración y el Plan de Acción de Viena, y que el conjunto de esa comunidad -las organizaciones intergubernamentales, las instituciones financieras, las compañías transnacionales y las empresas privadas- tiene la responsabilidad de contribuir a la realización de esos derechos; 7.3 - el derecho de toda persona a proteger y promover los derechos humanos consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos y demás instrumentos internacionales y regionales, en conformidad con éstos; 8. Denunciamos la creciente discrepancia entre la realidad, a menudo dramática, de las violaciones de los derechos humanos en muchos Estados y el discurso enervante de esos mismos Estados en apoyo de su imagen internacional; 9. Denunciamos los intentos de cierto número de Estados de justificar o excusar las violaciones de los derechos humanos en nombre de la especificidad cultural, religiosa o histórica, o de coartadas idiosincrásicas o de seguridad nacional, así como los intentos de oponer falazmente a los derechos civiles y políticos los económicos, sociales y culturales y el derecho al desarrollo, o, por el contrario, de negar el valor de estos últimos; 10. Denunciamos la precariedad económica y social que conduce —en sus formas más graves y cuando es persistente— a la pobreza extrema y a la marginación, y constituye una violación de los derechos humanos; insistimos en el hecho de que aquellos que viven en condiciones de extrema pobreza figuran entre las víctimas principales de toda la gama de abusos contra los derechos humanos, y que los esfuerzos que realizan cotidianamente por vivir los colocan entre los defensores de esos derechos; 11. Denunciamos el hecho de que los Estados no hayan puesto fin a la impunidad, que constituye uno de los principales obstáculos al respeto por los derechos humanos y que sigue dificultando la labor de los defensores de los derechos humanos; acogemos con satisfacción la creación de la Corte Penal Internacional y pedimos a los Estados que ratifiquen su Estatuto de forma inmediata y que garanticen su funcionamiento efectivo y eficaz; 2 En este espíritu, 12. Afirmamos solemnemente que la realización de todos los derechos humanos sigue siendo nuestro objetivo común para vivir, trabajar y actuar, y estamos convencidos de que no se podrá alcanzar la paz y la seguridad a la que todos aspiramos hasta que no se respeten todos los derechos humanos para todos; 13. Invitamos a todas las personas, individual o colectivamente, a contribuir a la aplicación de los derechos garantizados por la Declaración Universal de Derechos Humanos y demás instrumentos internacionales y regionales, tal como lo proclama especialmente la Declaración para la protección de los defensores de los derechos humanos adoptada por las Naciones Unidas, y otros instrumentos de derechos humanos; 14. Deploramos el hecho de que el creciente número e influencia de los defensores de los derechos humanos en el mundo haya venido acompañado por el desarrollo y la sistematización de medidas y prácticas represivas contra ellos; 15. Deploramos el hecho de que, en algunos países, esas medidas y prácticas represivas son tales que las mujeres y los hombres carecen de medios para promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales en el ámbito nacional; 16. Denunciamos en particular el hecho de que los defensores de los derechos humanos son objetivo de aquellos cuyos regímenes y prácticas condenan, y de que figuran, a causa de su compromiso, entre las víctimas de ejecución sumaria, desaparición forzada, tortura, detención arbitraria, violaciones del derecho a un juicio justo, de los derechos a la libertad de opinión, expresión, asociación, reunión, manifestación, circulación, del derecho a la vida privada, del derecho al empleo y a los derechos laborales, del derecho a vivienda, a la sanidad, a la educación y la cultura, y que cada vez más se ven obligados al exilio o al desplazamiento forzado, o a vivir en condiciones inhumanas y degradantes; 17. Condenamos la multiplicación de medidas y prácticas sistemáticas empleadas por los Estados para obstaculizar o impedir las actividades legítimas de los defensores de los derechos humanos, entre ellas la censura y la confiscación de publicaciones, la difamación, el hostigamiento administrativo y policial, las medidas de intimidación, la implicación en causas penales, la identificación con grupos «terroristas», las restricciones impuestas para la creación o registro oficial de sus asociaciones, los obstáculos legales y administrativos al derecho a tener acceso a la información y a difundirla, la supervisión y el control de acceso a financiación y del uso de esos fondos, la creación por las autoridades de organizaciones no gubernamentales controladas por el Estado, la 3 invocación del estado de excepción o de necesidades de orden público, la impunidad de los autores de tales actos contra los defensores de los derechos humanos; 18 Expresamos nuestra solidaridad con todos aquellos que son víctimas de violaciones de los derechos humanos y que no pueden recurrir a ningún mecanismo de protección de esos derechos debido a la represión sistemática; 19. Formulamos un llamamiento a los Estados para que cumplan con sus obligaciones en virtud del derechos internacional humanitario y para que respeten y hagan respetar el derecho a la libertad de actuación de los defensores de los derechos humanos, y, a tal efecto: 19.1 -que asuman su obligación, conforme a lo dispuesto en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en otros instrumentos internacionales y regionales, y a los que se hayan suscrito libremente, de no obstaculizar el ejercicio libre y efectivo del derecho a proteger y fomentar los derechos humanos; 19.2 -que adopten las medidas necesarias con las que garantizar este derecho y proteger a los que lo ejercen, especialmente asegurando que sus leyes nacionales están en conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y demás instrumentos internacionales y regionales de derechos humanos; 19.3 -y que garanticen esta protección contra los actos u omisiones imputables al Estado, así como contra los actos de violencia o ataques contra la dignidad humana perpetrados por grupos armados, o por grupos o individuos privados; 20. Asimismo formulamos un llamamiento a las organizaciones intergubernamentales internacionales o regionales para que protejan a los defensores de los derechos humanos, y a este respecto, para que se doten de los instrumentos y establezcan los mecanismos necesarios para garantizar efectivamente la libertad de actuación de los defensores de los derechos humanos y para protegerlos contra toda forma de represión, y concretamente: 20.1 -manifestamos nuestra satisfacción por que la Asamblea General de las Naciones Unidas haya adoptado en este día, 10 de diciembre de 1998, la Declaración para la protección de los defensores de los derechos humanos1 tras trece años de elaboración; 20.2 formulamos un llamamiento a todos los Estados para que tomen, de forma inmediata, las medidas necesarias en el ámbito nacional e internacional para asegurar la aplicación efectiva de los derechos proclamados en esa Declaración; 21. Reafirmamos el hecho de que la realización de todos los derechos consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos es responsabilidad de todos, y pedimos a las empresas privadas, a las compañías transnacionales, y a las instituciones financieras, que se aseguren de que sus estrategias y proyectos contribuyen a la 1 Declaración sobre el derecho y el deber de los individuos, los grupos y las instituciones de promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales universalmente reconocidos. 4 aplicación de los derechos civiles, culturales, económicos, políticos y sociales, y no obstaculizan la libertad de actuación de los defensores de los derechos humanos; 22. Finalmente, instamos a hombres y mujeres de todas las edades y todos los órganos de la sociedad a que trabajen cotidianamente en sus comunidades en favor del respeto y la promoción de todos los derechos para todos y en todo lugar, y a que se unan a nosotros para convertir en realidad, para las actuales y futuras generaciones, las aspiraciones elevadas proclamadas por la Declaración Universal de Derechos Humanos. *** 5