Erosión mecánica

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Meteorizacion
(http://www.astromia.com/tierraluna/meteoriza.htm)
La corteza terrestre sufrió numerosas alteraciones causadas por las fuerzas internas del
planeta, por lo que se rompió y se formó de nuevo. Una gran parte de estos procesos
continua actuando.
Pero desde que existe la atmósfera hay otros agentes que han contribuido a transformarla
lentamente hasta tener el aspecto que ahora nos presenta. Todos estos procesos se
denominan "meteorización" o, genéricamente, "erosión" y los agentes causantes (agentes
geológicos externos) pueden ser de tipo físico (mecánico), químico y biológico.
La meteorización produce fragmentos de rocas y minerales, así como otros productos
residuales y solubles, que pueden ser transportados y depositados a otros niveles, lo que
deja nuevas superficies expuestas a la meteorización.
Erosión mecánica
La meteorización mecánica es la disgregación física de las rocas en fragmentos, a causa de
los cambios de temperatura, humedad y actividad biológica.
Temperatura Al calentarse las rocas y minerales se producen diferencias de tensión en su
estructura. Los materiales oscuros absorben más calor que los claros y están expuestos. Las
altas variaciones de temperatura entre el día y la noche imprimen a las rocas fuertes
contracciones y dilataciones, que provocan fisuras y, con el tiempo, su fragmentación.
Agua: El agua líquida influye en la meteorización mecánica de las rocas, y aún más cuando
se trata de hielo. En pocas horas el hielo puede abrir fisuras en las rocas y exponerlas a una
acción acelerada de otros agentes. Las rocas de las capas más superficiales de la corteza
terrestre, presentan grietas o fisuras. Cuando el agua de lluvia o procedente de los deshielos
penetra en el interior de estas grietas y la temperatura desciende por debajo de los 0
grados, se expande. Si la roca es muy porosa, su disgregación puede llegar a tener
consistencia granular.
Actividad biológica: Cuando las rocas ya presentan fisuras pueden ser colonizadas por las
raíces de los árboles, que imprimen presión conforme crecen y aumentan de volumen. La
presión ejercida por las raíces no es comparable a la del hielo, pero puede ser suficiente para
generar rotura y desprendimiento de rocas, que quedan así expuestas a la acción otros
agentes.
La meteorización química es el conjunto de los procesos llevados a cabo por medio del agua
o por los agentes gaseosos de la atmósfera como el oxígeno y el dióxido de carbono.
Las rocas se disgregan más fácilmente gracias a este tipo de meteorización, ya que los
granos de minerales pierden adherencia y se disuelven o desprenden mejor ante la acción de
los agentes físicos.
Disolución: Consiste en la incorporación de las moléculas de un cuerpo sólido a un
disolvente como es el agua. Mediante este sistema se disuelven muchas rocas sedimentarias
compuestas por las sales que quedaron al evaporarse el agua que las contenía en solución.
Hidratación: Es el proceso por el cual el agua se combina químicamente con un compuesto.
Cuando las moléculas de agua se introducen a través de las redes cristalinas de las rocas se
produce una presión que causa un aumento de volumen, que en algunos casos puede llegar
al 50%. Cuando estos materiales transformados se secan se produce el efecto contrario, se
genera una contracción y se resquebrajan.
Oxidación: La oxidación se produce por la acción del oxígeno, generalmente cuando es
liberado en el agua. En la oxidación existe una reducción simultánea, ya que la sustancia
oxidante se reduce al adueñarse de los electrones que pierde la que se oxida. Los sustratos
rocosos de tonalidades rojizas, ocres o parduzcas, tan abundantes, se producen por la
oxidación del hierro contenido en las rocas.
Hidrólisis: Es la descomposición química de una sustancia por el agua, que a su vez
también se descompone. En este proceso el agua se transforma en iones que pueden
reaccionar con determinados minerales, a los cuales rompen sus redes cristalinas. Este es el
proceso que ha originado la mayoria de materiales arcillosos que conocemos.
Carbonatación: Consiste en la capacidad del dióxido de carbono para actuar por si mismo,
o para disolverse en el agua y formar ácido carbónico en pequeñas cantidades. El agua
carbonatada reacciona con rocas cuyos minerales predominantes sean calcio, magnesio,
sodio o potasio, dando lugar a los carbonatos y bicarbonatos.
Acción biológica: Los componentes minerales de las rocas pueden ser descompuestos por
la acción de sustancias liberadas por organismos vivos, tales como ácidos nítricos, amoniacos
y dióxido de carbono, que potencian la acción erosionadora del agua.
Erosion
Las aguas continentales son un agente erosivo de primera magnitud. En forma de rios que
discurren sobre la superficie, o de corrientes subterráneas, el agua desgasta los materiales
que hay por donde pasa y arrastra los restos en dirección al mar, dejándolos depositados en
diversos lugares, formando nuevos suelos y, en definitiva, modelando el paisaje.
El agua crea cascadas, gruras, desfiladeros, meandros y deltas. En ocasiones inunda
determinadas regiones, más o menos amplias, del territorio. La vida se ha desarrollado de
forma más prolífera, desde siempre, en los márgenes de los rios.
La acción erosiva de los rios
La erosión debida a las aguas corrientes sigue las mismas
etapas en que se divide de forma natural el curso de un rio.
Hay una primera etapa en que la erosión mecánica
provocada por el agua y los materiales que arrastra es muy
intensa en el curso alto del rio. En la segunda etapa, de
transporte, la erosión mecánica sigue activa pero empieza a
actuar la erosión química. Esta tiene lugar en el curso
medio. Finalmente, en el curso bajo predomina la
sedimentación de los materiales transportados, la acción
mecánica se reduce muchísimo y prácticamente sólo actua
la erosión química.
La acción erosiva de un rio se debe a la energía del agua.
Es capaz de arrancar trozos de roca que, al ser arrastrados por la corriente, actuan como un
martillo sobre el cauce del rio, desprendiendo nuevos fragmentos. Como el cauce no es
regular, se suelen producir remolinos que arrastran arenas y gravas, puliendo el fondo del rio
y creando cavidades.
Otras veces, la pendiente elevada hace el agua forme saltos, cascadas o cataratas, algunas
de las cuales llegan hasta los 1000 metros de altura. La zona de salto retrocede
gradualmente aguas arriba a medida que se desgasta. En otros casos, cuando el curso se
encuentra con grandes obstáculos, el agua "busca" las zonas más frágines, las desgasta y
forma desfiladeros o cañones.
En terrenos calcáreos es frecuente la aparición de cuevas subterráneas causadas por la
erosión química del agua, que transforma el carbonato insoluble en bicarbonato soluble.
Inundaciones
Durante las temporadas de lluvias intensas o cuando se
produce el deshielo, el caudal de un rio puede aumentar
tanto que no quepa dentro de su cauce. Entonces el agua
se desborda por las riberas. Este fenómeno se produce a
veces de forma gradual, pero otras lo hace de forma
violenta, provocando una gran erosión en todo el territorio.
Meandros
El resultado de la erosión consiste en materiales más o
menos finos que el agua arrastra a lo largo del curso del
rio. En el curso medio empiezan a depositarse cuando la
fuerza de la corriente no es capaz de mantener estas
partículas en suspensión.
Pero la fuerza erosiva actua después sobre estos depósitos y los desgasta más por la zona en
que la velocidad del agua es mayor, mientras deposita nuevos materiales donde es más
débil. El resultado final son unos depósitos de forma sinuosa que llamamos meandros. Con el
tiempo y las crecidas, el rio puede volver a abrirse paso en línea recta, dejando en sus
márgenes lagunas en forma de media luna.
Los deltas
El final del proceso erosivo fluvial tiene lugar en la desembocadura del rio, aunque en
algunos casos la fuerza de la corriente es capaz de seguir erosionando el fondo de la
plataforma continental y formar un valle submarino.
En muchos casos, sobre todo en grandes rios con mucha erosión, los materiales más finos se
depositan en la desembocadura formando un delta.. Los deltas son, pues, terrenos
sedimentarios extensos en los cuales hay un equilibrio constante entre la fuerza destructiva
de la corriente y el depósito de nuevos materiales.
Comparado con el agua, el viento resulta un agente erosivo menos intenso, pero en las
regiones secas adquiere una importancia muy especial. En estas zonas áridas el viento ha
formado los desiertos, que constituyen una superficie muy extensa a lo largo y ancho de la
Tierra.
El viento constante forma estructuras tan conocidas como las dunas, pero también produce
otras formas muy particulares y, a veces, espectaculares, en las rocas de las regiones donde
actua con mayor intensidad.
La acción erosiva del viento
El viento, por sí mismo, no tiene suficiente fuerza para producir efectos de meteorización. Lo
que sí puede hacer es transportar partículas que, cuando chocan con el terreno, lo van
desgastando. Este tipo de erosión suele ser lento y, para que se produzca, el territorio debe
estar desnudo, ya que la vegetación disminuye o anula el efecto.
La erosión eólica se produce, pues, en zonas áridas, como los desiertos y la alta montaña.
Estos tienen además otra característica imprescindible: las grandes diferencias de
temperaturas. Esto hace que la roca se rompa y la erosión eólica pueda actuar con mayor
eficacia.
La corrosión es la abrasión sufrida por las rocas al ser friccionadas por los impactos de las
partículas arenosas que son transportadas por el viento. Cuando estas partículas golpean las
rocas sufren a su vez una transformación, tomando un aspecto redondeado. Cuando el
viento pierde fuerza va depositando los materiales transportados de forma gradual, lo que
habitualmente da lugar a la acumulación de partículas de similar tamaño y peso.
Desiertos y dunas
Generalmente se llama desierto a un área cuya precipitación
media anual es inferior a 250 mm y donde, en la mayoría de
los casos, la evaporación excede a la precipitación como
resultado de una temperatura media alta. Debido a la falta de
humedad en el suelo y en la atmósfera, los rayos del Sol
inciden con fuerza. Las temperaturas durante el día pueden
alcanzar los 55 °C a la sombra; durante la noche, el suelo del
desierto irradia el calor a la atmósfera y las temperaturas
pueden descender hasta el punto de congelación.
Las dunan son como montaña de arena que se forman en los
desiertos, aunque también lo hacen en el borde de los lagos y
del mar, donde los vientos son fuertes y tienden a soplar en
una sola dirección. Los campos de dunas se extienden a lo
largo de miles de kilómetros cuadrados en los desiertos del
norte de África, en la península Arábiga y en Asia central.
El viento, al mover los granos de arena, causa el crecimiento en altura de las dunas, así
como su traslado. Una duna en crecimiento puede desplazarse hasta 30 m por año. La cara
que opone al viento es siempre más larga y menos empinada que la cara contraria.
Los depósitos de dunas antiguas que quedan enterrados se transforman en arenisca, la cual
presenta una estratificación asimétrica, llamada estratificación cruzada, que revela la
dirección del viento que la originó.
Desierto
Continente Lugar
Superficie (km2)
Sahara
África
Mitad septentrional
9.100.000
Libia
África
NE del Sahara
1.680.000
Australiano Australia
Región central
1.550.000
Arábigo
Asia
Península Arábiga
1.300.000
Gobi
Asia
Centro
1.040.000
Sonora
América
México
310.000
Kalahari
África
Botswana
260.000
Thar
Ásia
India-Pakistan
260.000
Atacama
América
Chile
180.000
Namibia
África
Namibia
162.000
Impacto del Hombre
Todos los organismos alteran, en cierta medida, el entorno
en el que viven, modelando el paisaje. El ser humano no es
una excepció, al contrario. Posee una elevada capacidad de
alteración gracias a sus progresivos avances técnicos.
Los paisajes surgidos por la influencia humana ocupan una
extensión cada vez mayor de la superfície del planeta.
Básicamente, la erosión humana se puede clasificar en dos
tipos: de explotación (tierras agrícolas, forestales, minas,
... ) y de construcción (ciudades, vías de comunicación, ...
). En los últimos años, además, las actividades industriales
no sólo alteran la superfície de la Tierra, sino que están
poniendo en peligro la supervivencia del planeta.
Sin la intervención humana, las pérdidas de suelo debidas a la erosión probablemente se
verían compensadas por la formación de nuevos suelos en la mayor parte de la Tierra.
En terreno sin alterar, los suelos están protegidos por el manto vegetal. Cuando la lluvia cae
sobre una superficie cubierta por hierba u hojas, parte de la humedad se evapora antes de
que el agua llegue a introducirse en la tierra. Los árboles y la hierba hacen de cortavientos y
el entramado de las raíces ayuda a mantener los suelos en el lugar, frente a la acción de la
lluvia y el viento.
La agricultura y la explotación forestal, la urbanización, la instalación de industrias y la
construcción de carreteras destruyen parcial o totalmente el dosel protector de la vegetación,
acelerando la erosión de determinados tipos de suelos. Ésta es menos intensa en zonas con
cultivos como el trigo, que cubren uniformemente el terreno, que en zonas con cultivos como
el maíz o el tabaco, que crecen en surcos.
El exceso de pastoreo, que a la larga puede transformar la pradera en desierto, y las
prácticas agrícolas poco cuidadosas, han tenido efectos desastrosos en determinadas
regiones del mundo.
Algunos historiadores piensan que la erosión del suelo ha sido un factor determinante en el
conjunto de causas que han provocado algunos desplazamientos de población, debidos a la
sequía, y en la decadencia de algunas civilizaciones. Las ruinas de pueblos y ciudades
encontradas en regiones áridas, como los desiertos de Mesopotamia, indican que hubo un
momento en el que la agricultura fue una actividad generalizada por toda la zona.
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