CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALA DE CASACION CIVIL Magistrado Ponente: Silvio Fernando Trejos Bueno Bogotá, D. C., siete (7) de Junio de dos mil dos (2002).- Referencia: Expediente No. 7360 Se pronuncia la Corte sobre el recurso de casación interpuesto por la parte demandante contra la sentencia de 12 de agosto de 1998 proferida por la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, dentro del proceso ordinario promovido por ANDRES y NATALIA PERRY TURBAY contraAEROVIAS NACIONALES DE COLOMBIA S.A. “AVIANCA”. I.- EL LITIGIO 1.- Piden los demandantes que se declare que como consecuencia de la muerte trágica de su padre Guillermo Perry Ferreira, la demandada ha obtenido un enriquecimiento sin causa que los nombrados demandantes han sufrido un empobrecimiento correlativo, y, consecuentemente, que se obligue aAVIANCA a reparar el daño causado a los últimos y se le condene a pagar la suma de $250.000.000, más el valor de la corrección monetaria desde la fecha de presentación de la demanda y hasta el momento en que se efectúe el pago. 2.- Los hechos en que se fundan tales pretensiones, se pueden compendiar así: a) Guillermo Perry Ferreira falleció trágicamente el 27 de noviembre de 1983, en la localidad de Mejorada del Campo de España, a consecuencia del accidente del avión Jumbo 747, HK 2910 de Avianca, cuando realizaba el trayecto ParisMadrid-Bogotá; a la sazón él tenía 44 años de edad, ocupaba el cargo de gerente de Inversiones Bogotá S.A. y era el padre legítimo de ANDRES Y NATALIA PERRY TURBAY, quienes ostentaban 16 y 14 años de edad, respectivamente, y dependían moral y económicamente de su progenitor. b) En el informe que presentó la Comisión de la Aeronáutica Civil Española concluyó que el accidente aéreo se produjo por una falla humana cuando “el Comandante, sin tener conocimiento preciso de su posición, se dirigió a interceptar el ILS con una trayectoria incorrecta, sin iniciar la maniobra de aproximación instrumental publicada; descendiendo por debajo de todos los márgenes de seguridad del área, hasta colisionar con el terreno”; dicho informe fue suscrito por dos funcionarios de la Aeronáutica Civil de Colombia y conocido por la demandada, pues “ha sido aportado como prueba en los diversos procesos de responsabilidad que se iniciaron contra la aerolínea por causa del accidente”, los cuales condujeron a que AVIANCA indemnizara “los perjuicios sufridos por los familiares de gran mayoría de los pasajeros cuando fue demandada ante diferentes países del mundo”. c) Los nombrados hijos de la víctima, por conducto de su madre, instauraron demanda de responsabilidad civil contractual iniciándose el respectivo proceso en cuyo trámite la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, al desatar el recurso de apelación, decretó la perención del mismo, la que se produjo “por causa imputable a los funcionarios judiciales del citado Despacho Judicial” y ajena por lo tanto a culpa o hecho de los demandantes, a quienes se les impidió que “por un tecnicismo procesal, promovieran un nuevo proceso judicial dentro de los dos años siguientes contados a partir de la notificación del auto que la decretó”. d) En esas condiciones la demandada se ha enriquecido sin justa causa como secuela del accidente en el que perdió la vida Guillermo Perry Ferreira, puesto que ha dejado de pagar a los demandantes “una cuantiosa indemnización a la que se encontraba legalmente obligada” y, éstos, a su vez, se han empobrecido pues han visto “disminuido su patrimonio por cuanto dejaron de recibir la indemnización de los perjuicios sufridos” por la muerte de su progenitor, no solo como herederos de éste sino los daños padecidos directamente “derivados de la privación de la asistencia económica que recibían en ese momento y la que recibirían en el futuro de no haber fallecido su padre”. 3. La sociedad demandada se opuso a las pretensiones; en esencia alegó que no le cabe ninguna responsabilidad en la ocurrencia del accidente aéreo, y en tal sentido dice que no acepta las conclusiones del informe emitido por las autoridades aeronáuticas españolas; que no se ha enriquecido sino que, por el contrario, ha sufrido cuantiosas pérdidas; y que la perención del proceso de responsabilidad contractual seguido en su contra por los mismos demandantes se debió a la “inactividad de la parte demandante” y no “por causa imputable a los funcionarios judiciales” del despacho de conocimiento, como sin fundamento se afirma en la demanda. Finalmente propuso las excepciones de fondo que, en su orden, denominó de “inexistencia de la obligación demandada” y “petición de más de lo debido”, pero sin sustentarlas. 4. Culminado el trámite de la primera instancia, la Juez dictó fallo en el cual declaró probada la primera de tales excepciones, negó las pretensiones, absolvió a la demandada y condenó en costas a la parte actora. Esta apeló y el Tribunal confirmó el fallo absolutorio, no obstante que revocó el reconocimiento de la excepción de fondo por no tener éste carácter. II. FUNDAMENTOS DEL FALLO IMPUGNADO Ellos admiten el siguiente resumen: 1. La responsabilidad civil por el deceso de una persona genera dos acciones, que son “la hereditaria transmitida por el causante, y la personal, perteneciente a quienes, herederos o no del fallecido, se vieron perjudicados con la muerte de éste”; el daño de la víctima directa se cobra por medio de la acción hereditaria, la que puede ser contractual o extracontractual, y “el de los terceros herederos o no de la víctima, mediante el ejercicio de la acción personal”, la que, en principio y por regla general, es extracontractual. 2. Por mandato del artículo 1006 del Código de Comercio, los herederos de un pasajero fallecido no pueden ejercer en forma acumulada la acción contractual transmitida por el causante y la extracontractual derivada del daño que la muerte del mismo les haya irrogado, aunque sí les está permitido promoverlas separada o sucesivamente. 3. Las acciones que surgen por la inejecución o ejecución imperfecta del contrato de transporte no pueden quedar vigentes de manera indefinida y, es por ello, que "transcurrido un determinado período de tiempo, sus titulares pierden el derecho a ejercerlas, pues contra dichas acciones opera generalmente la prescripción”. 4. El presente caso se refiere a transporte aéreo internacional, en tanto que el punto de partida fue París y el de destino era Bogotá, razón por la cual se rige por el Convenio de Varsovia, donde se haya establecido que la acción de responsabilidad “debe ser intentada, so pena de caducidad en el plazo de dos años contados desde el arribo o desde el día en que la aeronave ha debido llegar”. 5. Doctrina y jurisprudencia sostienen al unísono que la característica principal de la acción de enriquecimiento sin causa es la subsidiariedad, “es decir, que esta solo procede cuando el demandante carece de otra acción, ya que si tiene otra vía ella es la que debe ejercer; y si tuvo otra acción y no se ejercitó, la acción mencionada es improcedente”. Además, el objeto de esta acción es la de reparar el daño y no el de indemnizarlo “que es lo que al parecer pretende el actor”. 6. Los demandantes tenían a su alcance, según el citado artículo 1006 del Código de Comercio, la acción contractual y la extracontractual, pero solamente ejercieron la primera y dejaron de promover la segunda, argumentando para tal omisión la operancia de la caducidad, por lo que es dable concluir “que estos sí tuvieron otro medio judicial para obtener el resarcimiento de perjuicios derivados de la muerte del pasajero, como lo era la acción personal extracontractual” y que, con prescindencia de que la misma se encuentre o no prescrita, “lo cierto es que tuvieron la posibilidad de ejercerla, ante lo cual deviene la improcedencia de la acción de enriquecimiento sin causa”. 7. Advierte el Tribunal que aunque se admitiera la procedencia de la acción de enriquecimiento sin causa, lo cierto es que tampoco se estructuran los requisitos necesarios para su prosperidad. En efecto, no puede afirmarse que la demandada se haya enriquecido por el solo hecho de haber pagado, como lo confiesa su representante legal al absolver interrogatorio de parte, “casi el 100% de las indemnizaciones presentadas como consecuencia del accidente”. Ni mucho menos puede predicarse empobrecimiento correlativo de los demandantes, al no haberse demostrado un desplazamiento patrimonial de ellos hacia dicha sociedad. III. LA DEMANDA DE CASACIÓN Tres cargos formula el recurrente contra la sentencia impugnada: los dos iniciales con apoyo en la causal primera de casación, los cuales serán despachados conjuntamente dado que se complementan; y el otro con fundamento en la causal segunda, el cual se examinará adelantadamente por cuanto denuncia un vicio de procedimiento. CARGO TERCERO: Se acusa el fallo de ser incongruente porque a pesar de que el artículo 304 del Código de Procedimiento Civil dispone que la parte resolutiva de toda sentencia debe contener “decisión expresa y clara sobre cada una de las pretensiones de la demanda, las excepciones, cuando procede resolver sobre ellas, las costas y perjuicios a cargo de las partes y sus apoderados, y demás asuntos que corresponda decidir”, y entre éstos últimos la decisión de la objeción que por error grave se formule contra el dictamen pericial de acuerdo con el artículo 238 del C. de P.C. En este caso tanto la Juez como el Tribunal omitieron pronunciarse sobre la objeción formulada en ese sentido por la demandada, contra la prueba pericial practicada a instancia de la demandante, lo cual afecta el fallo impugnado de incongruencia. CONSIDERACIONES: 1. La causal segunda de casación consagrada en el artículo 368 del C. de P.C. se halla reservada para enmendar el vicio de procedimiento que se produce únicamente por “No estar la sentencia en consonancia con los hechos, con las pretensiones de la demanda, o con las excepciones propuestas por el demandado o que el juez ha debido reconocer de oficio”; ningún otro asunto al que deba referirse la sentencia y que ésta omita da pie para que se examine tal inadvertencia en casación sobre la base de que se presenta una incongruencia; quiso pues el legislador dar una posibilidad de corregir el vicio de actividad sólo respecto de aquellas cuestiones que constituyen la médula del litigio y del derecho disputado por las partes. Nada más. 2. Y si el artículo 304 del C. de P.C. señala qué debe contener una sentencia, y en relación con la parte resolutiva concretamente indica que “deberá contener decisión expresa y clara sobre cada una de las pretensiones de la demanda, las excepciones, cuando proceda resolver sobre ellas”, quiere decir que restringió a tales aspectos la inconsonancia de los fallos, denunciable en casación con respaldo en la causal segunda; en esa medida, entonces, es sabido que para deducir ese vicio de procedimiento debe confrontarse la demanda, y en su caso la contestación, con la parte resolutiva de la sentencia, a fin de detectar si con ésta el Juzgador superó o redujo los límites de su actividad para proferir una fallo extra, ultra o mínima petita 3. Quedan fuera de control por esa vía otras decisiones que según la última norma citada también hacen parte del contenido de la sentencia, las que ciertamente por su naturaleza y por no corresponder al cuadro de instancia que trazan las partes ni al litigio mismo, no cabe predicar respecto de ellas la incongruencia en ninguna de sus especies. Tales decisiones, marginadas de la causal segunda, son las que recaen sobre “las costas y perjuicios a cargo de las partes y sus apoderados, y demás asuntos que corresponde decidir, con arreglo a lo dispuesto en este código”, entre las cuales en verdad se halla la decisión sobre la objeción por error grave formulada contra un dictamen pericial (artículo 238-6 C. de P.C.), cuya omisión no da pie para invocar dicha causal. 4. Por consiguiente, el cargo tercero no prospera. CARGO PRIMERO En él se tilda la sentencia impugnada de haber violado directamente, el artículo 1006 del Código de Comercio, por aplicación indebida; y, por falta de aplicación, el artículo 29 de la Convención para la Unificación de Ciertas Reglas Relativas al Transporte Aéreo Internacional, Convenio de Varsovia de 1929, Tratado Público ratificado por Colombia con la ley 95 de 1965 y aplicable por mandato del artículo 1874 del citado Código; el artículo 8 de la ley 153 de 1887 por interpretación errónea. Para sustentar el cargo se hacen las siguientes afirmaciones: a) Al contrato de transporte, tanto interno como internacional, se le aplican las disposiciones del Código de Comercio, a menos que, en relación con el último, exista disposición internacional que sea obligatoria para Colombia, según la preceptiva del artículo 1874 del citado Estatuto mercantil, la que, para el caso concreto de este proceso del accidente en el que falleció el padre de los demandantes Guillermo Perry Ferreira y por tratarse de transporte aéreo internacional, es el artículo 29 del Convenio de Varsovia, el cual establece que “la acción de responsabilidad deberá entablarse, bajo pena de caducidad, en el plazo de dos años a partir de la llegada a su destino, o del día en que la aeronave debiera haber llegado, o a partir de la suspensión del transporte”. b) El accidente se produjo durante la ejecución de un contrato de transporte internacional, en atención a sus puntos de partida y destino, Paris-Madrid-Bogotá, por lo que la regulación aplicable era la del Convenio de Varsovia, artículo 29, y no la que tuvo en cuenta el Tribunal, artículo 1006 del Código de Comercio, situación que lo condujo, además, a interpretar de manera errónea el artículo 8º de la ley 153 de 1887, así como también la regla general del enriquecimiento sin causa, puesto que resulta incuestionable que ésta era la única acción al alcance de los demandantes para obtener el pago de la indemnización por la muerte de su fallecido progenitor, ante la caducidad de la acción regulada por el Convenio de Varsovia. c) La perención decretada el 6 de julio de 1987 en segunda instancia respecto del anterior proceso de responsabilidad contractual promovido por los mismos demandantes contra idéntica demandada, en armonía con lo dispuesto en el Convenio de Varsovia, impidió la iniciación de cualquier otra acción generada por el accidente aéreo, “bien de naturaleza contractual o extracontractual”, en virtud de lo previsto en el artículo 29 de dicho Tratado que fija en dos (2) años la caducidad de la acción que surge del contrato de transporte internacional. Para esa fecha, por haber transcurrido mas de dos años desde el accidente acaecido el 27 de noviembre de 1983, no había posibilidad de ejercer ninguna acción, por lo que cabe preguntar “qué otra vía procesal tenían los demandantes, distinta al ejercicio de la acción de enriquecimiento sin causa, para reclamar sus derechos no extinguidos, con posterioridad a la fecha de la sanción procesal decretada por primera vez”. d) No está de acuerdo con la razón tenida en cuenta por el sentenciador de segundo grado al atribuir responsabilidad a los demandantes en la declaratoria de perención, pero se apoya en dicha aseveración para deducir que “con mayor razón quedaría intacto el remedio de la actio in rem verso, pues ésta funda su razón de ser en la equidad, y en impedir precisamente que la rigidez normativa genere situaciones de injusticia grave”, en respaldo de lo cual cita un doctrinante nacional que se refiere a doctrina extranjera de la que destaca que “La ley repara el enriquecimiento injusto no sólo donde hay negligencia, sino aún donde hay mala fe (...) La teoría de la culpa puede penetrar en el acción in rem verso, pero no hay razón para darle más fuerza que en los casos ordinarios”, todo para sustentar por qué no incide la supuesta atribución de la culpa de los demandantes para que hubiera obrado la perención. e) Cuestiona, además, por equivocado el análisis que hizo el Tribunal de los elementos restantes de la acción in rem verso, la que acusa de contener una interpretación errónea del artículo 8º del la ley 153 de 1887. Citando la jurisprudencia sobre el punto, precisa que el empobrecimiento correlativo exigido para la prosperidad de ésta puede ser de carácter positivo como se refiere en la sentencia, pero también negativo, por lo cual considera que están dados los elementos de la acción incoada por el hecho incuestionable de que hasta la fecha la Compañía demandada no ha pagado una obligación que legalmente demandantes le que competía, se han en detrimento visto de los correlativamente empobrecidos, al no recibir una indemnización a la que a todas luces tienen derecho. f) Destaca que por el solo hecho del accidente aéreo para AVIANCA había una presunción de responsabilidad que la obligaba a pagar las indemnizaciones respectivas a víctimas, herederos y terceros afectados, lo que hizo al pagarle “a la casi totalidad de los pasajeros supervivientes y la gran mayor de los familiares de las víctimas fatales”, que no fue un acto de mera liberalidad sino el reconocimiento de su responsabilidad en el accidente, lo que se encuentra en consonancia con el artículo 17 del Convenio de Varsovia que la presume en el transportador por el solo hecho que el daño se produzca a bordo de la aeronave, presunción que se extiende también al “nexo causal entre ésta y el daño”. g.-) Señala por último el recurrente que la contradictora no pudo desvirtuar la presunción de responsabilidad por el hecho del accidente reconocida en las normas y en la jurisprudencia, de donde las conclusiones que el Departamento Administrativo de Aeronáutica Civil, remitió como prueba del siniestro, conservan plena vigencia y ratifican tal responsabilidad. CARGO SEGUNDO Con fundamento en la causal primera de casación del artículo 368 del Código de Procedimiento Civil, se acusa la sentencia del Tribunal de haber quebrantado indirectamente, por falta de aplicación, el artículo 8º de la Ley 153 de 1887, a consecuencia de error de hecho manifiesto y trascendente en la apreciación de las siguientes pruebas: Registros civiles de los demandantes; el interrogatorio de parte de la entidad demandada; la lista de pasajeros indemnizados; el contrato de transacción celebrado entre la entidad demandada y Ana Inés Ferreira de Perry, abuela de los actores; declaración de renta de Guillermo Perry para el año gravable de 1982; declaración de testigos; declaración por certificación del Dr. Julio Cesar Turbay; y, dictamen pericial. a) Asegura manifiesto la de censura hecho, que al no el Tribunal tener por cometió error acreditado el enriquecimiento de la sociedad demandada y el correlativo empobrecimiento de los actores, no obstante que se hallaban idóneamente demostrados, tanto lo uno como lo otro, así: el parentesco a través de los registros civiles; el reconocimiento del representante legal de AVIANCA de no haber pagado suma alguna por concepto del accidente a los demandantes; la lista de pasajeros permite deducir el pago personal o hereditario a ciento veintiséis (126) ocupantes del accidentado Jumbo, entre quienes no figuran los reclamantes, mas sí la abuela de éstos y los subalternos de trabajo del señor Perry Ferreira, señores Rafael Valderrama y Roberto Angel Reyes; en la última declaración de renta del difunto aparecen como personas a cargo suyas sus hijos ANDRES Y NATALIA; y, en el dictamen pericial se concluyó que el total del daño a reparar por AVIANCA a los demandados ascendía a octubre de 1994 a la suma de setecientos veintiún millones trescientos cincuenta y siete mil ochocientos ochenta y cinco pesos ($721.357.885,00). b) Termina precisando el impugnante que el ad quem omitió la apreciación de todas la pruebas relacionadas guardando silencio sobre ellas, y si las hubiera tenido en cuenta habría concluido que ciertamente se produjo el enriquecimiento de la empresa demandada y el empobrecimiento de los actores quienes no han recibido de parte de ésta la correspondiente reparación de los daños padecidos en su carácter de herederos únicos y excluyentes de su fallecido padre Guillermo Perry Ferreira. CONSIDERACIONES DE LA CORTE: 1. El Tribunal, para desestimar la procedibilidad de la acción de enriquecimiento sin causa aducida por los demandantes y confirmar, en consecuencia, la sentencia de primera instancia proferida en el mismo sentido, consignó dos argumentos centrales: 1º) La citada actio in rem verso no procede cuando la persona que la instaura tuvo a su disposición otra acción para hacer la reclamación del derecho pretendido, con prescindencia de la razón por la cual no se haya ejercido o se haya frustrado la misma; y 2º) Aun en el supuesto de que pudiera superarse el escollo consistente en la presencia de otra acción, en este caso no se cumplen los requisitos establecidos por la jurisprudencia para la misma, particularmente porque no se ha demostrado el enriquecimiento de Avianca ni el empobrecimiento de los demandantes, en tanto que no hubo un desplazamiento de patrimonio de éstos hacia aquélla. El cargo primero apunta por la vía directa a desquiciar ambos fundamentos, y el otro por la vía indirecta únicamente el último, lo cual amerita su despacho integrado. 2. Sobre la acción de enriquecimiento sin causa o actio in rem verso, de antaño la jurisprudencia de esta Corporación ha precisado los requisitos que la estructuran, e invariablemente los ha considerado bajo la idea de que son acumulativos o concurrentes, y por lo tanto todos deben estar presentes para que esa acción pueda resultar exitosa. Tales son: “ 1) Que exista un enriquecimiento, es decir, que el obligado haya obtenido una ventaja patrimonial, la cual puede ser positiva o negativa. Esto es, no sólo en el sentido de adición de algo sino también en el de evitar el menoscabo de un patrimonio”. “2) Que haya un empobrecimiento correlativo, lo cual significa que la ventaja obtenida por el enriquecido haya costado algo al empobrecido, o sea que a expensas de éste se haya efectuado el enriquecimiento. Es necesario aclarar que la ventaja del enriquecido puede derivar de la desventaja del empobrecido, o, a la inversa, la desventaja de éste derivar de la ventaja de aquél”. “Lo común es que el cambio de la situación patrimonial se opere mediante una prestación hecha por el empobrecido al enriquecido, pero el enriquecimiento es susceptible de verificarse también por intermedio de otro patrimonio”. “El acontecimiento que produce el desplazamiento de un patrimonio a otro debe relacionar inmediatamente a los sujetos activo y pasivo de la pretensión de enriquecimiento, lo cual equivale a exigir que la circunstancia que origina la ganancia y la pérdida sea una y sea la misma”. “3) Para que el empobrecimiento sufrido por el demandante, como consecuencia del enriquecimiento del demandado, sea injusto, se requiere que el desequilibrio entre los dos patrimonios se haya producido sin causa jurídica”. “En el enriquecimiento torticero, causa y título son sinónimos, por cuyo motivo la ausencia de causa o falta de justificación en el enriquecimiento, se toma en el sentido de que la circunstancia que produjo el desplazamiento de un patrimonio a otro no haya sido generada por un contrato o un cuasicontrato, un delito o un cuasi-delito, como tampoco por una disposición expresa de la ley”. “4) Para que sea legitimada en la causa la acción de in rem verso, se requiere que el demandante, a fin de recuperar el bien carezca de cualquiera otra acción originada por un contrato, un cuasi-contrato, un delito, un cuasi-delito, o de las que brotan de los derechos absolutos”. “Por lo tanto, carece igualmente de la acción de in rem verso el demandante que por su hecho o por su culpa perdió cualquiera de las otras vías de derecho. El debe sufrir las consecuencias de su imprudencia o negligencia”. “5) La acción de in rem verso no procede cuando con ella se pretende soslayar una disposición imperativa de la ley” (G. J. T. XLIV, págs. 474 y 474.). Dicha jurisprudencia ha sido reiterada en múltiples oportunidades como dan cuenta, entre otras, la Gacetas Judiciales XLVIII pag. 130, L pag. 40 y LXXXI pag 731; y en el mismo sentido pero especialmente en torno al carácter subsidiario de la acción, más recientemente en la sentencia No. 124 de 10 de diciembre de 1999 y en la sentencia de 28 de agosto de 2001, expediente 6673. 3. Ante la exigencia inevitable de la concurrencia de los anteriores requisitos para el éxito de la acción invocada, la Sala se detendrá en el estudio del carácter subsidiario de la acción de enriquecimiento, cuya consideración constituye el pilar fundamental del fallo impugnado, y del cual se dedujo el sentenciador que como los demandantes tuvieron a su alcance otra acción no se abre paso la propuesta para dar inicio a este proceso. En efecto, está plenamente demostrado que la parte actora promovió en su momento un proceso de responsabilidad civil contractual, también contra Avianca S.A., con el fin de obtener la indemnización de los perjuicios que se le irrogaron por el trágico deceso de su progenitor durante la ejecución del contrato de transporte aéreo internacional; e igualmente que a ese proceso se le puso fin porque se decretó la perención, cuyo efecto, por la primera vez, era el de impedir que dicha parte iniciara uno nuevo durante los últimos dos años siguientes, contados como dispone el artículo 346 del C. de P. Civil. Lo anterior significa, sin duda alguna, que aun haciendo abstracción de la causa o motivo que dio lugar a la perención, que los demandantes no carecían de acción para hacer valer la reparación del daño que ahora pretenden rescatar, y que si la misma abortó por causa de abandono imputable a aquéllos, hecho que no es disputable en este proceso, puede afirmarse que si como consecuencia de tal fenómeno procesal no pueden ya entablarla porque cumplidos los dos años de sanción ha caducado, no hay lugar a proponer la acción in rem verso, en la medida en que esta no es de carácter alternativo sino subsidiario, y en que tampoco puede servir de medio evasivo de las consecuencias de la perención; no se trata de la posibilidad de escoger entre dicha acción y la de responsabilidad civil, en este caso simplemente se acude a aquélla con ocasión del fracaso de ésta. 4. Sobre lo último, debe llamarse la atención en el sentido de que la razón de ser de la perención no se traduce en un tecnicismo procesal de poca monta ni generador de oprobio ni injusticia; se trata de una sanción contra el litigante descuidado, que cuando se decreta por primera vez, se impone que la demanda sólo puede volverse a presentar después de dos años, dándose sus efectos procesales y sustanciales a partir de ella como si nunca se hubiera presentado la anterior; tanto es así que pueden proponerse legítimamente contra la segunda demanda, si llegare a ser instaurada, la excepción de prescripción y la de caducidad, en la medida en que el artículo 91 del C. de P.C. dispone que no se considerará interrumpida la prescripción y operará la caducidad, a pesar de haberse notificado oportunamente la demanda del antiguo proceso, entre otras hipótesis, “Cuando se produzca la perención del proceso”. De allí que no le asista la razón a la parte impugnante, quien ha acudido a la acción de enriquecimiento sin causa, alegando que ya no puede ejercer las acciones de responsabilidad civil contra Avianca, prevalida de que éstas caducaron en los términos previstos en el Pacto de Varsovia, pero sin parar mientes en que si ello sucede de ese modo no es por nada distinto de las consecuencias de la sanción procesal que antes le había sido impuesta, de cuyos efectos letales no puede escapar, bajo el entendimiento equivocado de que el carácter subsidiario de la acción in rem verso, se da también cuando fracasan por cualquier motivo, incluso imputable al demandante, las acciones que tuvo a su alcance. Es obvio que, si así fuera, de nada valdría que se establecieran otras acciones, como inane devendrían las reglas de la prescripción y la caducidad establecidas para éstas, las cuales quedarían borradas o por lo menos serían fácilmente burladas, en la medida en que siempre quedaría el sucedáneo de la acción de enriquecimiento sin causa. Y no viene al caso acudir a la manifestación legal de la llamada acción de enriquecimiento cambiario establecida en el inciso final del artículo 882 del C. de Comercio, prevista para cuando el acreedor deja caducar o prescribir el título valor que le ha sido entregado en pago de una obligación anterior, la cual, si bien igualmente se extingue, no impide que se instaure acción contra quien se haya enriquecido sin causa a consecuencia de tales fenómenos extintivos; se trata justamente de una disposición expresa de la ley constitutiva de una excepción, la que, justamente por serlo, reafirma la tesis de que la regla general consiste en que cuando prescribe un derecho o se extingue una acción por caducidad no superviven sus efectos mediante el ejercicio de la acción in rem verso. 5. Situada la Corte, como le corresponde, únicamente en la perspectiva que propone el recurrente, según la cual el Convenio de Varsovia consagra una caducidad corta de las acciones de responsabilidad “bien de naturaleza contractual o extracontractual”, resulta preciso concluir lo siguiente: a) Que de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 1874 del Código de Comercio, el contrato de transporte internacional aéreo se regula por lo dispuesto en Convenio de Varsovia establecido para la Unificación de algunas normas relativas al transporte aéreo internacional, el cual fue aprobado por la ley 95 de 1965, en virtud del cual los demandantes tenían el derecho de proponer las acciones de responsabilidad civil de cualquier índole, las cuales están sometidas a un término de caducidad de dos años fijado por el artículo 29 del citado Convenio, contados “a partir de la llegada a su destino, o del día en que la aeronave debiera haber llegado, o a partir de la suspensión del transporte”. b) Que en aplicación de lo anterior, los demandantes iniciaron oportunamente un proceso de responsabilidad civil contractual contra Avianca S.A., el cual se frustró por causa del decreto de perención de cuyos efectos legales y sustanciales se ha dado cuenta atrás; de allí que en la especie del presente proceso no ostenten legitimación en la causa para invocar la acción in rem verso, en la medida en que siendo ésta subsidiaria no procede por el simple hecho de que fracase otra vía instituida para el efecto y escogida precisamente por los demandantes, y menos si ello ocurrió por causa de una sanción imputable a ellos. c) Que en esos términos, la solución del caso en favor de los demandantes no puede dimanar de la aplicación del principio de la equidad, como lo pretende el recurrente, en tanto que no puede hacerse abstracción de la regulación legal existente en lo que concierne a la acción de enriquecimiento sin causa y a los efectos de la perención, sin la cual, valga decirlo, los impugnantes no hubieran tenido que acudir a este proceso; ni tampoco es dable sostener que haya inequidad por el hecho de que a otras personas colocadas en similares circunstancias fácticas les haya sido reconocida cuantiosas indemnizaciones por daños derivados del mismo accidente aéreo, bien directamente por la sociedad demandada o por medio de fallos judiciales, puesto que, tal como ha quedado demostrado y lo dedujo con acierto el Tribunal, los demandantes tuvieron a su alcance, desde cuando falleció su padre, emprender las acciones de responsabilidad civil surgidas del contrato de transporte internacional, o las de índole extracontractual. d) Que el carácter subsidiario objeto de la acción objeto de examen, entonces, no fluye de que se haya presentado una circunstancia de orden procesal, en este caso la perención de la acción contractual iniciada oportunamente, por la que se frustró transitoriamente ésta y de modo definitivo después como consecuencia de la caducidad que la afectaría al momento de instaurarse una nueva demanda; en verdad, la verificación sobre la presencia de otras acciones ocurre cuando nace el respectivo derecho, y no después cuando fracasan o se frustran; la subsidiariedad de la acción de enriquecimiento sin causa no consiste en que existiendo otras acciones, el fracaso de éstas admite la provocación de aquélla. e) Que en los términos de la jurisprudencia de esta Corporación, no se ha reconocido la posibilidad de ejercer la acción in rem verso de modo concurrente con otras acciones, ni como ajena a la participación del accionante en el devenir infructuoso de éstas. f) Que como la acción de enriquecimiento sin causa no es procedente, y ese argumento cardinal y primero del fallo impugnado se mantiene en pie, resulta superfluo que la Corte extienda su análisis a fin de establecer el cumplimiento de los restantes requisitos de dicha acción, punto sobre el cual, recae el cargo tercero; con todo, el concepto de lo que constituye enriquecimiento y el empobrecimiento correlativo, encuentra respuesta en la descripción de los elementos de la acción de enriquecimiento que ha efectuado tradicionalmente la jurisprudencia. g) Que en las circunstancias que ofrece el presente caso, el sentenciador no quebrantó ninguna de las normas sustanciales reseñadas en la acusación. 6. Por consiguiente, los cargos primero y segundo tampoco prosperan. DECISION: En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley, NO CASA la sentencia adiada el 12 de agosto de 1998, proferida por la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá dentro del proceso ordinario promovido por ANDRES y NATALIA PERRY TURBAY contra AEROVIAS NACIONALES DE COLOMBIA S.A. “AVIANCA”. Condénase en costas del recurso de casación a la parte recurrente, las cuales serán tasadas en su oportunidad. CÓPIESE, NOTIFÍQUESE Y DEVUÉLVASE NICOLAS BECHARA SIMANCAS MANUEL ARDILA VELASQUEZ JORGE ANTONIO CASTILLO RUGELES CARLOS IGNACIO JARAMILLO JARAMILO JOSE FERNANDO RAMIREZ GOMEZ JORGE SANTOS BALLESTEROS SILVIO FERNANDO TREJOS BUENO