De la búsqueda del romance al romance de la búsqueda

Anuncio
De la búsqueda del romance al romance de la
búsqueda
Por: Mara Viveros Vigoya
I
NTRODUCCIÓN
Poner en relación la propuesta
artística de Sophie Calle en Historias de
Pared con mi propio trabajo sobre las
representaciones
y
narraciones
sentimentales en Colombia en la segunda
mitad del siglo XX, período en el que ha
transcurrido la mayor parte de la vida de
esta artista, es un desafío intelectual y
personal por la naturaleza tan distinta de
estos dos trabajos. Mi investigación está
fundada en el análisis de documentos que
incluyen los resultados de investigaciones
colombianas realizadas desde las ciencias
sociales sobre temas afines al sentimiento
amoroso y sus representaciones en los
medios de comunicación, en escritos
literarios de mujeres y en el análisis de
entrevistas a hombres y mujeres de dos
generaciones, que dieron cuenta de sus
experiencias amorosas (Viveros, 2011).
El trabajo de Sophie Calle exhibido en el
museo de Arte del Banco de la República
no busca hacer una reflexión sociológica
o antropológica sobre el amor, o sobre las
relaciones de género. Como ella lo ha
expresado en algunas entrevistas, a
propósito de un trabajo que hizo,
haciéndose contratar como camarera de
un hotel, para descubrir los objetos
personales de los clientes, su interés no es
sacar conclusiones sobre los usos sociales
del piyama sino la poesía del lugar, el
juego entre la ausencia y una cama que ha
sido ocupada». Calle pretende hacer soñar
y
evocar
imágenes,
emociones,
sentimientos y no reflexionar sobre ellos,
explicarlos o analizarlos.
1
i ii
Las propuestas artísticas de
Sophie Calle son siempre polémicas:
suscitan empatía o rechazo. Hay acuerdo
en señalar que es una de las mejores
artistas conceptuales contemporáneas,
pero también es una de las más criticadas
por la utilización explícita de lo que
podríamos llamar su vida privada como la
materia prima de su creación artística,
rompiendo con ironía muchos códigos
sociales del respeto a la intimidad y sus
rituales. A través de la exposición pública
de sus propias veleidades personales,
Calle pone en escena la complejidad de
los sujetos contemporáneos, y sus
contradicciones, deseos, limitaciones,
precariedades y miserias. Su trabajo
conmueve o produce repulsión, o las dos
cosas al tiempo.
iii
Recorriendo la exposición de “Historias
de pared” he sentido empatía y cercanía
con sus obras, porque ¿quién no ha
experimentado en algún momento de su
vida una historia amorosa fallida y no ha
deseado salir del dolor que produce? ¿Y
quién no ha sentido curiosidad por saber
qué sienten las personas significativas que
nos rodean y ha deseado rastrear, con la
misma desfachatez con que lo hace
Sophie Calle, esos sentimientos en sus
objetos más personales? Pero también me
he sentido interpelada por su capacidad
de correr riesgos, sin temer no regresar
indemne de sus aventuras y por su
habilidad para integrar el carácter
imprevisible de la vida con la
manipulación artística de las realidades
autobiográficas.
He intentado responder a la difícil
solicitud que me formuló la BLAA
estableciendo puentes entre algunas
reflexiones sobre el lugar que adquirió en
la segunda mitad del siglo XX el
sentimiento amoroso, como principio que
da sentido a nuestras vidas y
compromisos, y la deconstrucción de
paradigmas que realiza con su obra
Sophie Calle, en particular su exploración
de las construcciones performaticas de las
identidades de género. No entiendo la
obra de Calle como un diagnóstico sobre
la experiencia amorosa en la sociedad
contemporánea aunque su propuesta -que
convierte su vida en artefacto artístico
autoreflexivo- ofrezca pistas importantes
sobre esta cuestión. Ni la autora pretende
tal cosa, ni la obra podría dar respuesta a
este interrogante, pues se trata de algo
que excedería el sentido de la misma. El
lugar desde el cual escribo oscila entre
mis
distintas
coordenadas
como
antropóloga, mujer feminista, enamorada
del mito del amor y sus representaciones,
y producto y agente de cambios que se
han vivido en el mundo contemporáneo
en el ámbito de la intimidad, los
sentimientos y las relaciones sociales de
sexo, género y sexualidad. Me dejo
interpelar por la propuesta artística de
Sophie Calle y al mismo tiempo la
analizo como una producción elaborada
por una mujer francesa, blanca y
privilegiada, deudora de la época y del
contexto sociopolítico, económico y
cultural que le tocó vivir.
2
L
A DELICADEZA DEL DOLOR
En las cuatro propuestas
presentadas en la exposición “Historias de
Pared”, la artista introduce, como en toda
su obra, la ficción en las situaciones
reales. ¿Cómo lo hace? Imponiendo
constreñimientos a las situaciones de las
cuales parte y realizando observaciones
de lo que le acontece en ellas a partir de
estas exigencias. En el caso de Dolor
exquisito la situación real es el diario de
su viaje no deseado al Japón, fruto de una
beca de estudios que le concede el
gobierno francés y su contrariedad por
este viaje que la separa durante tres meses
de su amante, un amigo de su padre. Él le
propone que se encuentren en Nueva
Delhi al final de su estadía, pero esta cita
nunca tiene lugar ya que le anuncia a la
víspera del encuentro, por medio de un
telegrama, que no llegará. La primera
parte de la exposición es la cuenta
regresiva, aprehendida en fotos y cartas
que anticipan este encuentro desde el
momento en que se planea hasta el
momento en que la artista recibe el
telegrama que anuncia la ruptura
amorosa, vivida en ese instante “como el
momento más doloroso de su vida”.
iv
Hasta aquí este relato es una
historia más de una ruptura amorosa, que
a pesar de ser un acontecimiento trivial,
es vivida en su momento con gran
intensidad. Como cualquiera de las
espectadoras de esta exposición y no
escojo el femenino por casualidad,
reconozco situaciones experimentadas de
la misma manera. No en vano los relatos
amorosos que construyeron nuestras
subjetividades femeninas narraron con
intensidad las emociones contradictorias
que
anticipaban
los
reencuentros
amorosos y los dolores que acompañaban
las rupturas. Este dramatismo fue parte
del guión aprendido en libros, revistas y
películas. Basta con recorrerlos para
darnos cuenta también de que la
sensibilidad amorosa que pone en escena
Sophie Calle en la primera parte de este
trabajo es la de una mujer modelada por
los relatos de amor de una época sedienta
de éste, probablemente más que de sexo,
como señala la filosofa francesa Olivia
Gazalé al interrogarse sobre la adoración
que suscita el credo del amor en una
época abandonada por la trascendencia y
colmada de dudas e incertidumbre.
La segunda parte de la exposición
da cuenta de los límites impuestos por la
artista a esta situación real: en este caso,
contar hasta el cansancio el sufrimiento
que le produjo esta ruptura amorosa en
lugar del viaje, como dispositivo
terapéutico, y recoger narraciones de
amigos o conocidos casuales sobre su
mayor sufrimiento. En la exposición cada
relato anónimo de dolor, está presentado
en un panel blanco a la derecha de otro en
el que se repite la misma fotografía de un
teléfono rojo sobre una cama en la
habitación del hotel que estaba prevista
para el encuentro y una versión cada vez
más corta y cada vez menos legible de su
reiterado dolor.
3
v
Al recorrer la exposición, la
realidad del sufrimiento de Calle se
desgasta de tanto ser contada y se
relativiza frente al de los demás, poniendo
de presente el carácter azaroso de la vida
y el papel que desempeñan tanto las
reglas como las estrategias de las y los
agentes en el desenlace de los
acontecimientos.
A medida que los
dípticos (que representan el diálogo
implícito de su relato con las otras
narraciones) se distancian del epicentro
de la exposición y la tragedia amorosa de
Sophie Calle, las fronteras entre lo real
vivido y lo real imaginado se desdibujan
pero nunca desaparecen. El relato del
dolor es un dolor controlado y la realidad
del dolor que producen las pérdidas
amorosas se devela como algo complejo y
ambiguo. Sin embargo, la fuerza emotiva
de esta propuesta artística tiene que ver
con el hecho de que en ella se pone de
presente la falsa oposición entre la
“objetividad” y la “subjetividad” de estos
relatos y su común humanidad.
Esta borradura de las fronteras
entre lo público y lo privado de estas
narraciones, acerca a mi modo de ver la
obra de Calle
a la escritura
autoetnográfica y a la perspectiva
feminista que señala que lo personal es
político. Hemos sido las mujeres
feministas y ciertos antropólogo(a)s sui
generis quienes han intentado trascender
la idea del autor neutral y distante de su
obra y quienes han acordado a la
experiencia un estatus como fuente
privilegiada de conocimientos. Esta
iniciativa ha estado sustentada en buena
medida en aquello que ha sido
denominado como “la epistemología del
punto de vista”, que parte del
reconocimiento del carácter socialmente
situado de los conocimientos y del
privilegio epistémico de las posiciones
marginales para ver lo que a los grupos
dominantes se les escapa desde sus
posiciones de poder (Haraway, 1991;
Harding, 1987). La "objetividad fuerte"
proporcionada por el punto de vista
feminista se opone a la noción tradicional
de "objetividad", irremediablemente débil
por la parcialidad inconsciente de su
perspectiva.
El contexto histórico y social que
ha posibilitado este conjunto de
operaciones ha sido el de las numerosas y
variadas transformaciones
que se
produjeron a partir de la década del
sesenta del siglo XX, un período de
intensa reestructuración de las relaciones
sociales,
surgimiento
de
nuevos
movimientos sociales y controversias en
torno
a
los
enfoques
teóricos
predominantes. Detengámonos un poco el
análisis de estos cambios.
OS CAMBIOS QUE ABRIERON
EL ESPACIO
A NUEVAS
SENSIBILIDADES AMOROSAS1
L
En los años sesenta, los dos
paradigmas teóricos hegemónicos del
período, el funcionalismo norteamericano
y el marxismo en sus diferentes
versiones, entraron en crisis. Autores
como Norbert Elias, Pierre Bourdieu y
Anthony Giddens intentaron sobrepasar
las oposiciones clásicas de las ciencias
1
Este apartado retoma los resultados de mi
trabajo, consignados en Viveros (2011).
4
sociales entre pares de conceptos como
ideal/material,
subjetivo/objetivo,
individuo/sociedad tomando como objeto
de
estudio
los
individuos
interdependientes, la exteriorización de la
interioridad y la historia emocional de las
sociedades modernas, respectivamente.
Por otra parte, los llamados nuevos
movimientos sociales, entre estos el
movimiento feminista, abrieron el camino
para nuevas preocupaciones sociales,
como las concernidas por las relaciones
de género y sexualidad. De igual modo, el
análisis de las redes sociales, entendidas
como esos conjuntos complejos de
relaciones entre miembros de los sistemas
sociales en todas las dimensiones, desde
el ámbito interpersonal hasta el
internacional ha surgido como una
metodología clave para las ciencias
sociales modernas y como un enfoque
analítico que permite estudiar
la
influencia del todo en las partes y
viceversa, y desde la estructura hasta la
relación y el individuo, o desde el
comportamiento hasta la actitud (Red
Social, 2012, 1 de Septiembre).
Hablar de los cambios que se
dieron en la sensibilidad amorosa a partir
de la segunda mitad del siglo XX resulta
particularmente difícil si se considera que
en las sociedades contemporáneas las
relaciones amorosas carecen en gran
medida de institucionalización y que en el
momento actual, son las personas
implicadas en estas relaciones quienes
elaboran sus reglas, en sus propios
términos, pese a la intervención de ciertos
factores estructurales como el género, el
curso de vida, la clase, la pertenencia
étnico-racial de los miembros de la
pareja, etc. Por otra parte, no se puede
ignorar el proceso que condujo a una
aceleración del tiempo y a un
encogimiento del espacio bajo el efecto
de las nuevas tecnologías de transporte y
comunicación. El espacio y el tiempo
que antes localizaban las relaciones
amorosas se han ido modificando con
estas tecnologías de información y la
existencia de las llamadas redes sociales.
Mi trabajo ha buscado abordar las
dinámicas del sentimiento amoroso, los
encuentros y desencuentros que genera, y
sus representaciones en un momento
histórico, la segunda mitad del siglo XX,
y en un espacio social particular, el de la
“cultura colombiana”, a partir de
documentos muy heterogéneos que
incluyen fuentes secundarias como
investigaciones de ciencias sociales,
materiales provenientes de distintos
medios de comunicación, textos literarios
y fuentes primarias como entrevistas a
mujeres y hombres de distintas
generaciones (Viveros, 2011).
C
AMBIOS
EN
REPRESENTACIONES
AMOR
LAS
DEL
Llueven piedras sobre el ángel y
guardián del hogar: los años cincuenta
Mientras en la década de los
cincuenta las mujeres que habitaban las
zonas rurales “buscaban que la vida no se
les ahogara en un charco de sangre”
generado
por
los
violentos
enfrentamientos que protagonizaban los
seguidores de los partidos conservador y
liberal, en las grandes ciudades las
mujeres de sectores medios libraban
batallas por fortalecer su ingreso a la
universidad y por acceder al voto, y se
organizaban en asociaciones como la
Unión de Ciudadanas de Colombia y el
Voluntariado colombiano para responder
desde diferentes perspectivas a la
catástrofe humana que generó lo que se
llamó el período de la Violencia.
5
vi
El hostil contexto de esta década
puso de presente la importancia de las
mujeres en la supervivencia e integridad
de las familias y en la defensa de sus
comunidades. Pero también las sacó de
sus hogares y de sus roles tradicionales:
de mujeres víctimas, ultrajadas y/o
violadas pasaron a ser compañeras de
lucha, respetadas y algunas veces temidas
o idealizadas. La Violencia llevó a las
mujeres de las zonas afectadas por el
conflicto a vivir nuevas formas de
relación amorosa en el campo de batalla,
en el cual no sólo participaron brindando
apoyo logístico sino como activas
combatientes.
Sin embargo, a mediados del siglo
XX, el mejor lugar para la mujer
colombiana seguía siendo el hogar, crisol
de las virtudes cristianas y oasis de paz en
medio de los horrores de la guerra, como
el desplazamiento de mujeres y niños y su
difícil inserción en las zonas marginadas
de la ciudad. El futuro de las mujeres de
clases medias y altas era preferiblemente
el de ser esposas y madres y en su
defecto, religiosas o célibes caritativas.
Unas pocas mujeres de estos sectores
habían estudiado pedagogía o comercio y
un número aún más reducido había
ingresado a la Universidad y completado
en ella sus estudios. En consonancia con
estos hechos, los medios de comunicación
buscaban suscitar la identificación de las
mujeres con la imagen de “ángeles del
hogar” y continuaban aconsejando a las
jóvenes no sólo mantenerse vírgenes
hasta el matrimonio, para no amenazar la
felicidad conyugal sino también utilizar
los conocimientos adquiridos a través de
la educación para ser mejores esposas y
madres y brindar mayor apoyo desde el
hogar al hombre público. Y a través de la
televisión que llega en esta década a
Colombia circulan los discursos que
difunden los valores de la cultura
estadounidense,
sus
imágenes
de
feminidad y masculinidad, sus nociones
de amor. La imagen de la mujer frágil y
delicada es reemplazada paulatinamente
por la vamp, de curvas insinuantes como
las de algunas actrices norteamericanas y
europeas. El beso cinematográfico se
populariza y se propaga una noción de
amor “autónomo”, que prescinde de las
opiniones de la sociedad o la familia y es
movido únicamente por el sentimiento.
el ámbito del nuevo hogar, las novias son
descritas en las páginas sociales como
“agraciadas y distinguidas señoritas”
mientras los novios son definidos como
hombres con “intenciones serias” y
“económicamente bien establecidos”. Son
“tenientes”, “doctores” o en su defecto
personajes cuyos nombres deben ir
precedidos por el apelativo “don”. Las
representaciones de las relaciones
amorosas adecuadas se rigen por un
principio de complementariedad que
ordena y distribuye de manera precisa las
cualidades, capacidades, derechos y
deberes entre los sexos.
viii
Las mujeres prosiguen su conquista del
espacio público: los años 60.
vii
Al mismo tiempo la publicidad,
que encuentra en las revistas femeninas
un soporte decisivo, difunde nuevas
formas de consumo y con ellas, nuevos
valores y normas de feminidad que
prometen que su fiel seguimiento
conducirá al bien deseado: el amor y el
matrimonio. La escena de la boda marca
el paso del amor juvenil al sentimiento
que acompaña su rol de casadas, para el
cual están destinadas. En función de los
roles complementarios que les esperan en
6
En 1960 se desmoronan los viejos
modelos de la mujer confinada en el
hogar pero al mismo tiempo, se sustenta
el conformismo de la mujer en una
posición laboral subordinada. Las
imágenes de las pautas publicitarias y
fotonovelas de esta década muestran
cómo en este período se sanciona
positivamente la salida de la mujer del
ámbito hogareño al ámbito laboral o
estudiantil, pero no de cualquier forma,
sino preservando las virtudes que se les
atribuye como propias: el recato, la
modestia y el pudor. Las preguntas que
suscitaba en las mujeres de clases medias,
su acceso al espacio público, se reflejan
en los motivos de consulta que se
enumeran en las secciones regulares de
consejos sobre problemas sentimentales
que brindan las revistas femeninas. Estos
buzones anónimos a los que llegaron las
más variadas solicitudes colmadas de
angustia, temores y sufrimientos revelan
la necesidad que experimentaban las
mujeres colombianas de la época, de
recibir una educación sentimental y
sexual que no se impartía ni en la familia
ni en la educación formal. Las encargadas
de responder a estas cartas en la columna
fueron convirtiéndose paulatinamente en
directoras espirituales y autoridades
morales respetadas que empezaron a
anunciar la pérdida del valor social de la
moral de las apariencias y la legitimidad
del carácter placentero del sexo.
relajamiento moral que aportan las
noticias sobre la revolución sexual en
marcha en otras latitudes, en un país
carente de la “personalidad y afirmación
cultural suficientes para exponerse a los
impactos sexuales de la época” (Pedraza,
1999). Al mismo tiempo se señala con
inquietud los problemas que acarrea el
acelerado crecimiento poblacional en
relación con un desarrollo económico
insuficiente para garantizar el bienestar
social e individual de la población. Con
explicaciones de corte económico y otros
que aluden a la salud, la vida y la
dignidad femenina se intenta apuntalar el
argumento de la necesidad de controlar la
natalidad en un contexto adverso por la
rígida posición que plantea la Iglesia
Católica respecto a la anticoncepción.
La revolución sexual llega a Colombia:
Los años 70
ix
En
esta
década
también
identificamos algunos artículos sobre el
tema del matrimonio que provienen de
revistas extranjeras, en los cuales se
plantean “fórmulas mágicas” para unir la
pareja y salvarla de la amenaza del
divorcio “que se pide a la primer señal de
disturbio” (Cromos 1965, pág., 67). Se
multiplican las imágenes disuasivas del
divorcio en torno a los altos costos
económicos del mismo, la posible pérdida
de amigos por una decisión tal y la
soledad que espera a las mujeres, carentes
de los contactos y redes sociales que
ofrece el mundo del trabajo. Algunos
artículos de este período advierten
igualmente sobre los peligros del
7
Las publicaciones durante los años
1970 prolongan los cuestionamientos
iniciados en la década del sesenta debido
al descubrimiento de la píldora
anticonceptiva que concedió a las mujeres
el dominio de la fecundidad y dan cuenta
de las nuevas actitudes de las
colombianas que hacen eco a los debates
planteados entre las militantes del
Women’s
Lib
norteamericano
y
acompañan con entusiasmo patrio la
creación de una Oficina de Asuntos
Femeninos en la casa de Bolívar.
Uno de los cambios notables en
Colombia en esta década fue la creciente
generalización del uso de métodos
anticonceptivos. La adopción masiva de
métodos modernos anticonceptivos llegó
al punto que en 1976 el 62.7% de las
mujeres en edad fértil ya había practicado
alguna forma de control natal y el 48. 4%
de las mujeres unidas estaba usando algún
tipo de método anticonceptivo. De éstas,
el 28.3 usaban ya un método moderno
(Rubiano y Zamudio 1994: 52). En
consonancia con esta disociación entre
sexualidad y procreación, la sexualidad
empieza a ser tratada como tema central y
a presentarse ya sea como factor de
equilibrio y estabilidad de la vida
conyugal, ya sea como fuente de salud
física y psicológica del individuo. Entre
tanto, la Iglesia sigue ejerciendo una
fuerte coerción señalando que la solución
de los problemas sociales pasan más por
la superación del egoísmo de las clases
más favorecidas que por el uso de los
anticonceptivos (Pedraza 1999).
Aunque la publicidad de los
productos de aseo y belleza continúa
acudiendo a las imágenes de la pareja
como promesa de una porción de amor si
se realizan ciertos consumos, el público
objetivo de estas pautas propagandísticas
es claramente un público juvenil. Por eso
las imágenes publicitarias recurren a
parejas jóvenes que visten de forma más
informal y adoptan una disposición
postural más horizontal, frente a frente o
ambos mirando al frente. El amor se
representa de manera menos “sublime” y
más anclada en el cuerpo y en las
realidades cotidianas que trae la
cohabitación
juvenil.
Esa
menor
diferencia de edad entre los miembros de
la pareja expresa algunos de los cambios
sociodemográficos que vivía el país en
este período. El estudio de Ordóñez
(1986)
señalaba
que
entre
las
generaciones posteriores a 1970 se
volvieron comunes las uniones entre
parejas de la misma edad, un patrón poco
usual algunos años antes. Este dato es
revelador de cambios culturales en la
concepción de la pareja. Si bien el orden
de género vigente hasta ese momento
hacía común y deseable una diferencia de
edad entre los cónyuges a favor del
marido por ser considerado el responsable
8
de garantizar un vínculo estable
económica
y emocionalmente, el
replanteamiento del proyecto de vida de
las mujeres incluyó la búsqueda de una
mayor gratificación sexual y emocional
en las parejas que cuestionaba la
pertinencia de este criterio.
Con la aceptación de la
importancia de la sexualidad en la vida
social e individual, las imágenes de los
comerciales publicitarios empiezan a
mostrar las mujeres desnudas. La belleza
y la feminidad se conjugan con la
desnudez y la sensualidad y al hacer
alusión al amor las imágenes insisten más
en los aspectos que tienen que ver con la
seducción
y
la
intimidad.
Las
propagandas que ofrecen productos de
higiene personal como clave para el éxito
sentimental y afectivo disminuyen
sensiblemente a partir de 1975 a favor de
anuncios publicitarios de productos más
diversificados: ropa íntima y perfumes
pero también cigarrillos, hoteles, autos y
prendas de vestir.
x
Para dar cuenta de un período
caracterizado por el inconformismo y la
desadaptación, las revistas traducen
algunos artículos de revistas extranjeras
homólogas en los cuales se señalan “las
dificultades que acechan a las nuevas
parejas que otorgan el mismo valor a las
exigencias de las mujeres que a las de los
hombres” mientras indican en un tono
conciliador que los cambios en la
posición de la mujer, hacen que “la
posición del hombre pierda algo de lo
patriarcal, pero gane en valores humanos”
(ídem). Pese a la valoración persistente de
la virginidad, el amor, la pasión y el
placer sexual empiezan a ser cada vez
más apreciados y se dice que la
modernización de la familia y de la moral
se ha difundido hasta la base misma de la
sociedad colombiana.
Si bien antes de la década del
setenta los cónyuges permanecían unidos
para evitarse la censura social, “guardar
las apariencias” y preservar la estabilidad
de los niños, cada vez son más numerosas
las personas que buscan una segunda
oportunidad y no temen la sanción de un
supuesto fracaso. El modelo de familia
fundado por un matrimonio monógamo,
apoyado sobre una pareja estable
comienza a mostrar numerosas fisuras. Si
a comienzos de los años cincuenta del
siglo XX todavía se casaban las parejas
con la convicción de que sería para toda
la vida, el incremento notorio de las
separaciones conyugales a partir de los
años
70
muestra
modificaciones
importantes en las conductas de las y los
colombianos. Surgen debates en torno al
número de hijos, a la división de tareas, al
trabajo doméstico, al trabajo fuera del
hogar y al placer sexual. Los problemas
sexuales se tornan asunto terapéutico y
pedagógico en los artículos de las
revistas: por ejemplo, se menciona el
aumento de la impotencia del hombre
“amenazado por la igualdad entre los
sexos” (Cromos, 1975). A la par,
aparecen referencias al amor lésbico y
homosexual como un vínculo que puede
ser tan profundo y duradero como el que
une a un hombre con una mujer.
9
xi
El imposible deseo de restaurar el orden
sexual: los años ochenta
La década del ochenta es un
período en que coexisten fuertes pero
efimeros coletazos de la revolución
sexual, como la aparición en la escena
pública
de
las
comunidades
homosexuales, con otras tendencias de lo
que podríamos llamar la “restauración del
orden sexual”, expresión de las
resistencias a las redefiniciones de género
y sexualidad que se produjeron en la
década del setenta. En agosto de 1980 se
publica la primera revista gay en
Colombia titulada Ventana gay, un año
después, en julio de 1981 se efectúa en
Bogotá el I Encuentro Feminista
Latinoamericano y del Caribe, organizado
por los grupos feministas colombianos y
al año siguiente, en 1982, se realiza la
primera marcha pública de las minorías
sexuales en Colombia. Estos tres
acontecimientos expresan los procesos de
modernización en curso en la sociedad
colombiana y el deseo de las mujeres y
“minorías” sexuales de ser escuchadas,
luego de largos años de silencio.
xii
xiii
Sin embargo, las imágenes y anuncios
publicitarios de este período dan cuenta
de esta búsqueda de contrabalancear los
profundos cuestionamientos que se
hicieron en la década anterior a los
modelos de feminidad y masculinidad. Se
innova en la forma, pretendiendo que la
publicidad sea atractiva y novedosa pero
al mismo tiempo se refuerzan los
contenidos normativos que presentan el
espacio conyugal como el único lugar que
garantiza el sexo seguro y la supuesta
continuidad de un guión de género que se
transmite de madres a hijas dejando en las
lectoras la sensación de una gran
estabilidad en los modelos e ideales de la
feminidad. No es casual tampoco la
publicación
de
algunos
artículos
elogiando la maternidad como una
protección contra las “ilusiones” de
reconocimiento que procura la incursión
de las mujeres en el ámbito público. En
esa misma perspectiva normalizadora se
señala que la cohabitación juvenil no
implica un cuestionamiento de la
institución matrimonial y que la
aceptación del divorcio no es sino la
10
actualización de la ley con respecto al
cambio de las mentalidades en materia
conyugal. Si bien las revistas femeninas
dan cuenta de esta imagen ambivalente de
la
mujer,
moderna
pero
“contradictoriamente definida en su
totalidad por el otro” (Thomas 1994: 51),
el medio privilegiado para la circulación
del discurso amoroso es la televisión y
particularmente las telenovelas, por su
“complicidad con la vida cotidiana” y su
duración (algunas pueden alcanzar más de
dos años). Aunque pocas telenovelas
logran romper los moldes en relación con
un orden de género convencional, vale la
pena señalar que desde finales de los
ochentas algunas de ellas intentan alejarse
de los esquemas tradicionales de la
telenovela a través de libretos que anclan
las historias amorosas en contextos
sociales y políticos que impiden la
realización del amor romántico y el ideal
doméstico con el que se sigue soñando.
xiv
En resumen, este ciclo puede
describirse como una fase de convivencia
entre un limitado grado de liberalidad con
un fuerte nivel de normalización en las
costumbres sexuales. La aparición de la
pandemia del SIDA reforzará esta vuelta
atrás, en un momento en que la Iglesia ya
ha perdido un buen margen de coerción
sobre la familia y las mujeres.
¿Elogio
de
la
diversidad
o
democratización de la vida personal?
Los años noventa
En el escenario político y social
colombiano de los años noventa
concurrieron procesos muy diversos que
incidieron en mayor o menor grado en las
formas en que se narró y representó el
sentimiento amoroso. Estos procesos
incluyeron entre otros: los nuevos
espacios de reconocimiento y lucha
política que abrió el panorama pluriétnico
y multicultural establecido por la
Constitución de 1991; la permanencia de
desigualdades de género a pesar de la
institucionalización de las políticas de
equidad y de la mayor visibilidad de los
asuntos de las mujeres en el escenario
mundial; la persistencia de la influencia
de la Iglesia católica en el estado
colombiano, pese a la abolición del
concordato
y
al
reconocimiento
constitucional de la pluralidad religiosa y
el surgimiento de movimientos que
buscan reivindicar los derechos de grupos
oprimidos sexualmente en el marco del
ejercicio de una ciudadanía incluyente.
En esta década se propició por primera
vez el reconocimiento de las diferencias,
de género y muy pronto de orientación
sexual, pero igualmente étnicas. Lo
característico de este reconocimiento de
las diferencias fue que éstas fueron
pensadas en términos de variaciones
culturales y no como diferencias
arraigadas en las estructuras socioeconómicas y políticas, como pudo haber
sucedido en la década del 70.
La profunda transformación del
rol femenino, asociado a la participación
y permanencia crecientes de las mujeres
en el mercado de trabajo no dejó de
acentuarse creando las condiciones para
la construcción de parejas de nuevo tipo
como las “parejas de doble carrera”,
11
uniones conyugales en las cuales marido
y mujer ejercen una actividad profesional
que exige una alta calificación y un nivel
de responsabilidad comparables. Las
parejas de doble carrera expresan el
proceso de transformación de las
mentalidades y de las prácticas sociales
que se llevó a cabo en la segunda mitad
del siglo XX, circunscribiendo el lugar
que ocupa la maternidad en el proyecto de
vida femenino, valorando el trabajo como
base de su autonomía, redefiniendo la
paternidad y generando nuevos arreglos
de pareja en los cuales los hombres se han
mostrado más dispuestos que antes a
asumir mayores compromisos en el hogar
y a posibilitar a sus esposas una mayor
disponibilidad para su trabajo.
xv
En un momento de incertidumbres
en relación con las definiciones de género
como el de los años noventa, no es
sorprendente que hayan circulado teorías
que intentaran dar respuesta a la pregunta
sobre la posibilidad de encontrar la pareja
ideal. Es en ese contexto que resurgen
viejos temas como el de las “almas
gemelas”, descritas como almas que
atraviesan los tiempos para estar con su
otra mitad, y el de las terapias de
regresión a vidas pasadas, como las
reportadas
por
el
psiquiatra
estadounidense Brian Weiss, que
permiten
reencontrar
las
parejas
predestinadas. Por otra parte, aunque el
principio de igualdad definido por la
Constitución de 1991 permitió que la
Corte
Constitucional afirmara
en
sucesivas sentencias que las personas
LGBT tenían los mismos derechos que
las personas heterosexuales y que la
discriminación por orientación sexual o
por identidad de género era ilegal, en la
práctica este principio no se plasmó
durante esta década ni en las normas ni en
las políticas públicas. Sin embargo, los
temas LGBT empezaron a aparecer con
cada vez mayor frecuencia en las notas
periodísticas y en la producción cultural
del país. Los medios de comunicación
empezaron a dar cuenta del surgimiento
de comunidades de cultura gay en
Bogotá, proveyendo un nuevo rostro
público a la homosexualidad y
comenzaron a hacer referencia a la
sexualidad “como una cualidad o
propiedad de la identidad personal”
(Giddens 1995: 25). Esta salida a la luz de
los temas de diversidad sexual tuvo
grandes consecuencias para la vida social
en general ya que el reconocimiento de
distintas orientaciones sexuales no está
desligado de la aceptación de una
pluralidad de estilos de vida. La televisión
acompañó también esta etapa de relativa
tolerancia hacia la diversidad sexual que
se inauguró a finales de los noventa. Se
rompieron algunos tabúes al presentar, en
horario triple A, ciertos dramatizados que
trataban las relaciones homosexuales sin
adoptar un punto de vista caricaturesco o
estereotipado.
12
xvi
Para finalizar la descripción de lo
acontecido en esta década respecto al
ámbito amoroso quisiera poner en
paralelo dos tipos de imágenes del amor:
las provenientes de los testimonios de las
mujeres ex guerrilleras, que entrelazan
sus reflexiones personales sobre la
experiencia amorosa con la descripción y
el análisis del contexto social y político
en el que se dieron estas experiencias. En
segundo lugar, las imágenes provenientes
de mujeres exitosas que exhiben con
desenfado en las portadas de algunas
revistas sus vientres de mujeres
embarazadas mientras afirman su
condición de solteras. Hojeando estas
revistas es difícil ignorar el gran número
de
anuncios
publicitarios
que
promocionan productos y consumos que
ofrecen ya no sólo la felicidad de la
pareja sino el placer auto-referido del
culto al cuerpo: equipos de gimnasia
pasiva, propagandas de centros estéticos
que ofrecen tratamientos para adelgazar,
tonificar, combatir la celulitis, en suma,
rejuvenecer.
xvii
xviii
Hoy, el amor puede ser leído en dos
claves: la de “la búsqueda del romance”,
amor-refugio, estable y perenne y la del
“romance de la búsqueda” (de libertad y
autonomía) que tiene su precio como
alternativa incierta. El tema de la pareja
tradicional, del amor eterno, de la
experiencia del romance más allá de los
juicios sociales pero al servicio de la
familia convencional, siguen vivos como
ideales, como lo muestra el éxito
comercial de las novelas que recrean
estos modelos. Si bien los guiones de las
historias amorosas contemporáneas son
más sofisticados, en su gran mayoría
están hechos para complacer el deseo de
sus lectoras y lectores de creer en el amor
eterno, al mejor estilo decimonónico.
Muy pocas propuestas comunicativas
elaboran imágenes que recojan las nuevas
posibilidades afectivas induciendo el
deseo de las lectoras de identificarse con
13
ellas y de encontrar en estas posibilidades
relacionales una alternativa satisfactoria.
En la segunda perspectiva, la del
“romance de la búsqueda”, podríamos
señalar que actualmente se han ido
consolidando nuevas formas de relación
afectiva
que
exigen
nuevas
denominaciones para describir la gran
multiplicidad de vínculos con distintas
apreciaciones en función de criterios de
tiempo, de tipo de intercambio sexual y
de la firmeza del nexo afectivo, entre
otros. Estas
nuevas modalidades
relacionales
dan
cuenta
de
la
fragmentación de los ideales del amor
romántico frente a la presión de la
emancipación sexual femenina (Giddens
1995). Igualmente, señalan que la pareja
heterosexual y monógama se ha
convertido para algunos, particularmente
para las nuevas generaciones, en una
opción de un estilo de vida entre otros.
Las intenciones y los significados que se
atribuyen a las relaciones afectivas son
actualmente los elementos fundamentales
a la hora de evaluar los méritos de una
relación.
En esta búsqueda de romances y
romances de la búsqueda no se puede
dejar de lado la consideración de los
efectos emocionales que las nuevas
tecnologías
de
información
y
comunicación están teniendo en la
población. Algunos estudios realizados
sobre los usos amorosos del correo
electrónico y sobre el cibersexo señalan
que si bien las redes electrónicas han
multiplicado
las
posibilidades
de
encuentros interpersonales entre extraños,
no han logrado mitigar la soledad de los
ciudadanos (Gubert 2000). Sin embargo
vale la pena preguntarse por los alcances
que tendrá - para la generación de los
menores de 20 años que en Colombia
como en otros países ha crecido en gran
parte en un mundo dominado por los
medios electrónicos- la transformación de
las relaciones interpersonales que trajo el
uso cotidiano de la red electrónica. Las
posiciones de quienes han analizado el
tema son variables. Ciertos autores ven en
esta cultura electrónica una ausencia de
cultura mientras otros (Dumesnil 2004,
Singly 2006) plantean que Internet no
sólo ha abierto a los jóvenes una
multiplicidad de mundos sino que ha
modificado positivamente “el arte de los
encuentros”. Y que lejos de aislarlos ha
reforzado sus redes de proximidad.
Los comportamientos sexuales y
afectivos de las y los jóvenes
colombianos de hoy hablan de la
coexistencia de estas dos claves de
lectura. De sus dificultades de no poder
construir
una
identidad
personal
contestataria, contra un orden moral
definido, como hicieron sus progenitores
y sobre todo sus progenitoras, que
tuvieron que inventar nuevas formas de
ser mujeres. Las y los jóvenes han tenido
que aprender a vivir en la incertidumbre y
la ausencia de vías afectivas y sexuales
totalmente legítimas, para toda la
sociedad. Igualmente, en el intento de
ocultar la diversidad de sus experiencias
detrás de una apariencia de uniformidad,
impuesta por las presiones normativas provenientes ya no de sus padres o de las
instituciones sino de sus grupos de pares
y de los mensajes impartidos a través de
los medios masivos de comunicación
(Viveros 2004). Finalmente, en las
dificultades de relacionarse con las y los
otros sobre bases de libertad y autonomía,
pese a la supuesta facilidad de los
intercambios interpersonales.
Las dificultades económicas de un
gran porcentaje de la población
colombiana y la persistencia de la
violencia en la vida política y cotidiana
hacen que las aspiraciones a democratizar
14
la vida personal aparezcan todavía como
una utopía o como un lujo y que la
ideología del éxito se extienda a muchos
sectores de la sociedad, volviendo
borrosas
las
antiguas
fronteras
ideológicas. Sin embargo no hay que
olvidar que “la naturaleza abierta del
proyecto de la modernidad tiene un
correlato real en el resultado incierto de
los experimentos sociales cotidianos”
(Giddens 1995: 177. 17) - como son las
relaciones amorosas - y que aunque nadie
sabe a ciencia cierta lo que nos deparará
el futuro en esta materia, no se puede
descartar la posibilidad de que esta
incertidumbre sea portadora de promesas
emancipatorias.
xix
A
MANERA DE COLOFÓN: NO
SEX LAST NIGHT
En alguna entrevista que le hacen
a Sophie Calle, a propósito de la
exposición que presentó en la Bienal de
Venecia de 19, la artista dice que conoce
más la experiencia de haber sido dejada
por sus amantes que la contraria y se
pregunta con cierta ironía teñida de
ingenuidad la razón de ello. De
inmediato, ella misma se responde que
debe haber un problema. Dar cuenta de
este problema y de la dificultad para vivir
los amores deseados ha sido uno de los
objetos recurrentes de un trabajo artístico
que ha podido responder como pocos a
esta pregunta con inteligencia, humor e
irreverencia.
La propuesta de la película No sex
Last Night de Sophie Calle, un video
construido en torno a la selección de una
hora y media de material visual referido
al año de su vida de pareja junto a Greg
Sheppard, es una buena ilustración de
esta
tensa
coexistencia
descrita
anteriormente: la de la búsqueda de la
perennidad del romance, a pesar de todo,
con el relato novelado de las búsquedas
múltiples del amor. En este video,
inclasificable como documental o ficción,
se entretejen las obsesiones por las
averías del carro con las obsesiones por
los fracasos sexuales y amorosos, la
ansiedad por la falta de dinero con la
ansiedad por la falta de amor, la búsqueda
de la aventura con la búsqueda del amor
perdido. La relación de pareja de los
realizadores es el objeto mismo de la
filmación, orientada por el juego de las
invenciones,
disimulos, ficciones,
delirios paranoides, juegos a las
escondidas o juegos de pistas que se
relatan de forma paralela en primera
persona.
Las y los espectadores somos
desafiados por esta ambigua exploración
que exhibe su esfuerzo por demostrar la
autenticidad del relato al tiempo que pone
de presente su carácter ficcional y los
efectos de la filmación en la relación de
pareja. El leitmotiv de la abstinencia
sexual de la pareja que da título a la
película recalca la función terapéutica de
la narración fílmica, convocada cada
mañana mediante la aserción « No Sex
Last Night » pronunciada en voz off,
redoblada por un subtítulo y la imagen de
una cama destendida. Al cabo de un
tiempo el leitmotiv se reduce a la simple
15
aparición de un No en la pantalla que
evoca el fracaso amoroso de una relación
pese a su prolongación a través de un
matrimonio efímero.
xx
La interacción entre el relato de la
intimidad y las relaciones de pareja es
enunciada y discutida a lo largo del viaje
de la pareja y particularmente en el
epílogo del video en el cual cada uno de
los protagonistas hace un comentario
retrospectivo sobre la experiencia. Las
conclusiones de cada uno develan la
impronta del guión de género que orienta
sus búsquedas respectivas. Y al decir
guión de género busco subrayar que en el
trabajo de Calle no hay identidad de
género más allá de las expresiones de
género. Esa identidad se construye
performativamente y el género responde
más a un hacer, a una actuación que a
unas características que se poseen.
Así, al borde de la ruptura, Greg
Shephard mantiene la cámara delante de
su rostro y permanece púdicamente
escondido mientras Sophie Calle, escoge
no ocultar sus emociones e intenta por el
contrario provocar un encuentro cara a
cara con su amante. En otro momento,
Greg Shephard confiesa haberse casado
únicamente para « aportar una tensión
dramática a la película, una especie de
final feliz hollywoodense». En paralelo
Sophie Calle asegura haber sido
sorprendida por el hecho de que su
amante se hubiese casado con ella y no
haber descubierto, sino durante el
montaje de la película que este
matrimonio había sido suscitado por la
filmación.
xxi
Greg Shephard hace varias
alusiones a la importancia que tuvo para
él tanto la posibilidad de realizar este
video como la dimensión artística de esta
experiencia que dio nacimiento a lo que él
llama “amor”. En su opinión, la
realización de la película y la relación
amorosa estuvieron signadas siempre por
el problema de la ambigüedad entre lo
verdadero y lo falso. Por ejemplo, aunque
la interdependencia entre el viaje, la
relación amorosa y la realización de la
película fueron admitidas y certificada
durante la filmación, el rodaje ─ como
dispositivo retórico de la autenticidad─
no logró eliminar el carácter subjetivo y
relativo del relato de esta experiencia. Por
su parte, Sophie Calle se concentra en la
constatación de que su relación amorosa
nunca fue una historia de pareja sino un
trío. Si bien con estas palabras la artista
alude a la amante de Shephard, esta
revelación pone de presenta la presencia
de una tercera entidad que se inmiscuye
tanto en la relación de pareja como en la
estructura binaria de la construcción
fílmica.
Y es que “No Sex Last Nihgt” escenifica
el romance de la búsqueda revelando lo
16
que Kundera ha denominado como la
insoportable levedad del ser, en un mundo
en el cual se ha profundizado el proceso
de individualización. La pareja de Sophie
Calle y Greg Shepard es la de dos sujetos
que se experimentan como individuos
autónomos y carentes de vínculos firmes
como los que ofrecía el modelo del amor
romántico. No se trata de la historia de un
amor idílico, por el contrario, la película
de Shepard y Calle es tediosa, produce
una sensación constante de hartazgo
porque en lugar de idealizar el amor,
muestra los malos entendidos, los
desacuerdos constantes, los choques, y el
desencanto permanente entre dos
personajes que no parecen dispuestos a
ceder, pero que al mismo tiempo actúan
bajo la necesidad de llenar carencias y
vacios, evocando la paradójica condición
del sujeto contemporáneo, que en su
hiper-individualismo descubre siempre,
de la peor manera, la necesidad de
compartir la vida con otros y las
dificultades que de allí se derivan; en “No
Sex Last Night” la relación de Shepard y
Calle está siempre en riesgo de romperse
debido a las complicaciones, las
contradicciones y las “tonterías” o
“vanidades” que configuran a los sujetos
contemporáneos (Lesmes, 2012).
Así mismo, el viaje, telón de fondo de
“No Sex Last Night”, opera como otro
elemento de la composición que
metaforiza
las
dificultades
y
complejidades del romance de la
búsqueda en el cual la máquina del deseo
no cesa de producir fantasías que
devalúan constantemente la realidad
cotidiana. Pese a que el tema del amor
sigue saturando las pantallas del cine y la
televisión con la promesa de ser aquello
que nos ofrece una certeza en un mundo
apocalíptico
de
crisis,
zombies,
desempleo masivo y guerras mundiales,
las altas tasas de divorcio nos indican la
fragilidad de los vínculos o mejor, la
pérdida
de
legitimidad
de
una
normalización del deseo, fundada en la
temporalidad del “para siempre”. El
deseo que expresa la figura del flaneur, o
viajero, siempre dispuesto a la búsqueda,
eternamente insatisfecho rivaliza con ese
otro deseo de vivir con algunas
seguridades en el mundo del caos o la
complejidad. Esa tensión está presente en
la película “No Sex Last Night” pero su
valor consiste justamente en no ceder al
convencionalismo que ante la angustia
que genera la movilidad constante busca
reificar el mito del amor romántico
(Lesmes, 2012).
A través de esos ires y venires entre los
sentimientos y pensamientos de cada uno
de los protagonistas que sitúan al público
en una posición de testigos incómodos se
redefinen
los
términos
y
los
parámetros de
las
relaciones
sujeto/objeto,
público/privado,
verdad/ficción, masculino/femenino y
dispositivo
terapéutico/dispositivo
artístico.
Hace más de treinta años que la
irreverente Sophie Calle escapa a la
censura, juega con las prohibiciones y
realiza sus fantasmas, cumpliendo el
sueño de hacer de su vida una novela y
del relato fotográfico, fílmico o escrito,
de las instalaciones, su vida. Nada le
impide continuar, ni la limita, porque
todo le interesa y la estimula, hasta sus
propias tristezas, decepciones y fracasos,
todo es materia de su trabajo artístico, de
su ironía calculada, y de su profunda
levedad.
17
Comprendo que pueda irritar,
intrigar y fascinar al mismo tiempo esta
artista, que como pocas es emblemática
de lo que trajo la sobremodernidad a
finales del siglo XX. Comprendo que
muchos hayan proyectado sobre ella y su
enigmático trabajo lo que hayan querido
proyectar. Es difícil responder a la
pregunta de quién es Sophie Calle, una
artista inasible por su levedad. Algunos
han visto en ella una artista irresponsable
que usa herramientas etnográficas sin ser
consciente de todas las implicaciones que
esto tiene; otros la han tildado de dama
burguesa que utiliza sus privilegios para
producir trabajos artísticos frívolos,
enfundados en formas que ocultan los
componentes de raza, clase, género y
etnia que configuran ciertas maneras de
producir arte, y nuevamente, las hacen
pasar por universales. Personalmente,
creo como otros, que su posición
privilegiada nos ayuda a ver los
mecanismos culturales por los cuales
construimos la subjetividad del amor, el
deseo, la frustración y el duelo. No con
explicaciones, sino con insinuaciones,
transgresiones,
inversiones
y
circulaciones inesperadas entre distintos
lugares de estas enmarañadas cartografías
del deseo, la sexualidad, las emociones y
los sentimientos. De ahí mi opinión:
¡desconfiad de Sophie Calle tanto como
de los mitos del amor!.
xxii
Bibliografía:
Butler, Judith (1993). Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del
“sexo”. Buenos Aires, Paidós.
Cromos (1965). Vol. 113, 30 de Julio, pág., 67.
Cromos (1975). Vol. 146, 02 de Julio, pág., 40.
Dumesnil, Anne (2004). Mes copains sur Internet, c'est "pour de faux" et "pour de vrai". La
Lettre de l'enfance et l'adolescence, Revue du Grape, N°. 55, marzo, p. 47.
Giddens, Anthony (1995). La transformación de la intimidad. Sexualidad, amor y erotismo
en las sociedades modernas. Madrid: Cátedra.
Gubert, Román (2000). El eros electrónico. Madrid: Taurus.
Haraway, Donna (1991). Ciencia, cyborgs y mujeres: la reinvención de la naturaleza.
Madrid: Ediciones Cátedra.
Harding, Sandra. (1987), "Is There a Feminist Method?" En Feminism and Methodology.
Bloomington/Indianapolis: Indiana University Press.
Lesmes, Sergio (2012). Notas a propósito del Amor, el Dolor y Sophie Calle. Trabajo sin
publicar.
Ordóñez, Myriam (1986). Población y Familia Rural en Colombia. Bogotá: Pontificia
Universidad Javeriana. Facultad de Estudios Interdisciplinarios. Programa de Población.
Pedraza, Sandra (1999). En cuerpo y alma. Visiones del progreso y de la felicidad. Bogotá:
Universidad de los Andes.
Red Social (2012, 1 de Septiembre). Wikipedia. La enciclopedia libre. Fecha de consulta:
Agosto, 2012. http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Red_social&oldid=59313946.
Rubiano, Norma y Zamudio Lucero (1994). Las familias de hoy en Colombia. En N.
Rubiano & L. Zamudio, La Familia en Colombia. Bogotá: Presidencia de la República,
Consejería para la Política Social – Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.
Singly, Francois de (2006). Les Adonnaissants. París: Seuil.
Thomas, Florence (1994). Los estragos del amor. Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia.
Viveros, Mara (2004). “El gobierno de la sexualidad juvenil y la gestión de las diferencias.
Reflexiones a partir de un estudio de caso colombiano”, Revista Colombiana de
Antropología, 40, ene.-dic., pp.155-183.
18
___________ (2011). Relatos e imágenes del amor en la segunda mitad del siglo XX. En J.
Borja Gómez & P. Rodríguez Jiménez (Eds.), Historia de la vida privada en Colombia
(Vol. 2). Bogotá: Taurus.
Notas:
i
Economista de la Universidad Nacional de Colombia. Doctora en Antropología Social de la Escuela de Altos
Estudios, París-Francia. Profesora asociada del Departamento de Antropología y de la Escuela de Estudios de
Género de la Universidad Nacional de Colombia.
ii
Para la recolección de la información consignada en este artículo y el diseño del mismo conté con la
colaboración de Sergio Lesmes, antropólogo de la Universidad Nacional, y pude beneficiarme de sus
pertinentes comentarios sobre esta información.
iii
http://www.elespectador.com/files/img_ipad/c936eb06ceb7bfa243eea8299c479600.jpg
iv
http://www.perrotin.com/FM_WEB/vue/photo/4300_1.jpg?=19700101010000
v
http://www.perrotin.com/FM_WEB/vue/photo/4302_1.jpg?=19700101010000
vi
Caída de Rojas Pinilla. http://poorbuthappy.com/colombia/post/more-photos-and-memorabilia-fromcolombias-past/
vii
www.plumasdecaballo.com
viii
Fragmento de Publicidad, 1940. El Tiempo, Bogotá.
ix
Mujeres tomatragos, 1966. Revista Cromos, Bogotá.
x
Publicidad Cerveza Costeña, Sticker de 1969. http://poorbuthappy.com/colombia/post/more-photos-andmemorabilia-from-colombias-past/
xi
Escena de bar gay, 1973. Revista Cromos, Bogotá.
xii
I Encuentro Feministas Latinoamericano y del Caribe. Bogotá, 1981. www.generoconclase.blogspot.com
xiii
Primera Marcha de la Diversidad Sexual. Bogotá, 1982. www.orgullolgbtcolombia.blogspot.com
xiv
Imagen de “Amar y Vivir” (telenovela). www.colarte.com
xv
Desplazados. Fernando Botero. www.lahistoriadeldia.wordpress.com
xvi
“En Bogotá se puede ser Gay, Lesbiana, Bisexual y Transgenerista” Pieza publicitaria de la campaña por el
respeto de la diversidad sexual lanzada por la Alcaldía Mayor de Bogotá en 2011. www.iosfera.com
xvii
Mi vida como una guerrillera colombiana. Portada del libro de María Eugenia Vásquez.
xviii
www.bebes.net
19
xix
Los enamorados. XV Arcano Mayor del Tarot de Marsella. www.mundolatino.org
xx
No Sex Last Night. Sophie Calle & Greg Shepard. Cartel Promocional. www.cinemovies.fr
xxi
www.ecranlarge.com
xxii
www.esferapublica.org
20
Descargar