tmmm siiímco ¡ .2ri^!^t LA ÚLTIMA PROHIBICIÓN

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n ó N tiS el periódico de menos oircnlaGióii áe Espaíia
Ex-Oiputado á Goríes por Madrid
tmmm siiímco ¡ . 2 r i ^ ! ^ t
Se pütlioa los miércoles.
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IS céntimos numero
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L Nümeií': siEi-Td?.... 0,30 »
COLMENARES. 7, BAJO f Z a ' T
ASUL. LÍ b; 30 u«at8. line».
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fitadrid 16 de JuHo de 1900
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LA ÚLTIMA PROHIBICIÓN
prohibe fijar -carteles.
I KúHL 2 4 3
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EPÍSTOLA Á GEDEÓN
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lE'EX-iTTíSi'CTEK.O
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I3_A.TO
San Sebastián 16 Julio 1900
Muy Beñor mío y de mi consideraeióa más
distinguida: Después de rasurar tres veces
en dos horas al señor miuiatro de jornada,
lie tenido el honor de ser llamado por su eatraaable amigo de \isted, Calínez, quien se
eacueutra algo indispuesto, lo mismo que
el marqués de Portago, al cual hemos logrado la dicha de afeitarle el gobierno civil de
Madrid.
E l Sr. Calíaez me llamaba, no para cosas
de mi arte, sino para decirme la impoaibiliilad en que se encontraba de escribirle á usted con la natiu'al decencia, pues anoche,
después de comer en la terraza del Caain-t,
entró en la sala de los cabEillitos y varios
de éstos se le sentaron en el estómago.
A cambio de su epístola, me suplicó que
W escribiera á usted, suponiéndome enterado dé cuanto aquí ocurre en materia política, merced al cargo de confianza que des(-•mpeiio cerca del ministro de jornada. .
—Usted—me dijo con su Iiabitual benevolencia,—que descañona tantas veces al señor Dato, tendrá que conocer sus mas íntimos pensamientos. Aplícele, puesj la ve:í
primera que le llame y escriba á mi amiijo
Gedeón el resultado de sus navajas.
Cumplo gustoso el encargo del Sr. (lalínéz, aunque confieso que esta comisión i^s
superior á mis fuerzas. Hubiérame su amigi> deusted encomendado la misión de teñirle las patillas, v. g. (que buena falta le
hace,.sopeña de parecer un número descabalado de Btanvo y Nerjro), y yo le hubiese
cumplido.á concieucia y con la natural satisfacción de ua hombre ducho en tales artes decorativas; pero en achaques de escritura, hálleme bastante meaos fuerte, y auaque gran admirador del poeta Perrati, le
imito mejor con el cepillito misterioso, que
con la grandilocuente pluma.
De todos modos, ahí van algunas impra..sienes políticas, arrancadas navaja en mano al señor ministro de la Gobernación, y
Fígaro mi maestro me valga en este difícil
trance.
- • ,
Lo primero que le chocó al Sr. Dato,
cuando vino á San Sebastián, fué (según
me ha cont-ado repetidas veces) que aplaudieran en algunas estaciones del trayecto.
Desde aquel viaje triunfal que hizo en
primavera á Barcelona, el señor ministro
de la Gobernación creía que los trenes no
paraban ea las estaciones para dejar viajeros, sino para cargar pitos; por eso al escuchar en Tolosa ruido de aplausos, apresuróHP á decir -á' sus acompañantes: e No se regocijen ustedes demasiado por ese grato
luído; no es que aplauden, es que silban
ron las maáos. n
í"ué preciso que el secretario particular
del señor ministro se apeara del vagón y
preguntara á los toloaaaos :-^-Con franqueza, í eso que hacen ustedes, es aplaudir ó
silbar?—y que ellos contestaran :—Es que
aplaudimos, para que el Si;, Dato recobrara
la tranquilidad y aun sonriese satisfecho.
Como los aplausos continuaban, mi ilustre cliente rebosó de alegría, y, para ocultarla pudorosamente, me dijo: «A ver,
maestro, afeíteme usted la mejilla izquierda. » Raque del estuche brocha, jabón, navaja y cuero, y en medio del fragor de los
aplausos le hice la mitad de la barba. Cuando arrancó el tren le quitaba los polvos.
•Tamas se nos olvidará aquella rasuración.
Apenas lleffajnoB á San Rebaatiún, apresuíóse D. Eduardo á telefonear los'aplausos dé'Tolosa.- Desde el auriculariviapós la
cara de asombro que ]iuso el S>r. Rilvelsi.- '
Después, y sin quitarse más polvo del caen nombrar alcalde de Madrid al duque de
mino que aquel que yo le había limpiado
Santo-Mauro, que no quería ir al concejo
en Tolosa, salió el señor ministro por el
ni ea automóvil ?
houlevard, contando á cuantos hallaba al
—Le hemos hecho alcalde—me responpaso que le habían aplaudido en la impordió,—porque nos coaviene tener al frente
tante villa guipuzcoana. i Qué diferentes
del Ayuntamiento de Madrid á un hombre
son estos vascos de los catalanes! decía con
como él, sacudido de caraes, que se mueva
natui'al regocijo, y hasta se permitió, agracon facilidad ó investigue por sí mismo todecido, piropear á varias nescatillas, las
dos los servicios.
cuales respondieron á sus frases de alhago,
—¿ De suerte que le han nombrado ustellamándole sinsorgo, que es una especie de
des alcalde por flaco ?
traducción al vascuence de la frase que Cá—Por flaco le hemos nombrado alcalde.
novas aplicaba con tanta frecuencia y justiPues bien; hoy, Sr. Gedeón, siguiendo yo
cia tan grande a l S r . Silvela.
en el tema de mis preginitas, le he interroE n fin, que mi ilustre paiToquiano volvió
gado :
contentísimo al hotel y le afeité nueva—Dígame V. E., ¿ por qué han nombrado
mente.
: .. •
:•-.',
Ustedes gobernador civil de Madrid al conde de Toreno, que no es, n i con mucho, la
Pero ¡ a h ! Sr. Gedeón, puede usted creer,
persona soñada para ese difícil y espinoso
aunque lo diga un peluquero, que no hay
cargo ?
dicha completa en este mundo. Escúcheme
cotí atención. Al- día siguiente de nuestra
—Le hemos nombrado gobernador civil
llegada, fui cen los útiles del oficio al Hotel
de Madrid, por gordo^-me respondió, como
en que mora el Sr. Dato, y encontré á éste
el que no admite réplicas.
más contento, si es posible, que el día anY ya ve usted, Sr. Gedeón: nn ministn»
terior.
oue nombra al duque de Santo-Mauro alcalde de Madrid por flaco, y nombra al con—i Me van á dar una serenata esta node de Toreno gobernador de la misma ínsuche!—me dijo, sin responder apenas á mi
la por gordo, no puede estar en las cabales.
saludo y con una XO'A tan alegre como cuando juró el cargo de ministro.
Pero hay más, señor mío de mi alma. ¿ Sa• • —í Y qué ?-^le pregunté yo.-^—á Hay que
be usted.cuál ha sido la causa de que no le
afeitar á los músicos?
nombraran gobernador de esa provincia al
marqués de Portago? Pues la causa es que
—Hombre, no estaría demás—contestóel citado señor, deseaba con vivo anhelo
me;—yo no puedo comprender que haya
tal puesto. )L ahora pregunto yo si no está
quien reforme la policía ó sople en un bomtocado u a Gabinete que mete á empellones
bardino sia tener los pómulos tersos.
en la alcaldía al duque de Santo-Mauro porEn esta!^ bromas uos entreteníamos mique no la quiere, y desahucia del gobierno
aistri) y pelnquero, cuando anunciaron la
civil de la corte al marqués de Poi-tago,
visita del señor alcalde. Entró el conde de
precisamente porque desea ese cargo y se
Torre-Üuzciuiz coíno una exhalación y le
juzga en condiciones para desempeñarlo
dijo al Sr. Dato:
coa gloria.
—^Ya sabe usted: c[_ue esta noche es la serenata. •
" .-.••;
i A h ! Sr. Gedeón, yo voy creyendo para
mis navajas que toda España es Leganés y
^ T a lo sé.
• .
todos sus habitantes somos socios del doctor
— P u e s bien, yo Víjngo á decirle que no
Esquerdo, salvo D. Francisco Silvela, que
se asuste.
según el refrán no puede volverse loco.
—¿ Cómo que ao me asuste ? ¿ Yan á toEn tal sitio se silba cuando se aplaude,
car á degüello?
cuatro leguas más allá se aplaude cuando «e
—No, señor ministro; pero en este país
silba, en la alcaldía d'e Madrid le meten á
hay costumbre de silbar en demostración
uno por flaco y en la casa inmediata le mede entusiasmo, y se lo advierto á usted para
ten á otro por gordo. Nombran á quien no
que si escucha, como escuchará, los silbidos
quiere y declara honradamente que no está
del público que acuda á oir la música, no
preparado poi-a tales cosas, y á quien quiere
crea usted que es que silba, sino que
y se juzga apto para desempeñar gloriosaaplaude.
mente un cargo le dejan sin él, precisamenY el conde, que es u a alcalde relámpago,
'te por eso. Si todas esas señales, y más que
hizo mutis por el foro, dejándonos al mipudiesa citar, no son datos de locura, que
nistro y á mí tumbados en el clásico colmo
me llame ea este momento mi ilustre cliende las confusiones.
te para rizarle la calva.
—i Cómo I—exclamó por fia con voz dolorida el Sr. Dato.—¿ En este país se silba
Y basta por hoy, Sr. Gedeón; he cumplicuando se aplaude? ¿Entonces, cuando se
do como Dios rae ha dado á entender el enaplaude es que se silba ?
cargo del Sr. Calínez, y termino esta larg.i y
Y acordándonos de los cacareados aplaudesabrida epístola con las palabras del artsos de Tolosa, se nos llenaron de lágrimas
gel de la peluquería: í Está usted servido t
los ojos. •
Mil gracias por la propina y mand^
—i Eran silbidos como los de Tarrasa!
siempre á su más afectuoso y subordinado
Llegó la noche, vinieron los músicos, toamigo, etc., etc.,
caron, y el público silbaba desesperadamenI Chico, cepilla á ese caballero!
te al fin de cada pieza, i Los anlausos! i Los
E L PELUQITEItO JintADO TfF, S. E.
aplausos! le decían al Sr. Dato varios concejales que le acompañaban; pero mi ilustre cliente, ^agiendo que les creía, decíame
á mí por lo bajo: «El músico mayor debe
de parecerse al doctor Morgades. Hágame
la merced ^,^6 asomarse al balcón y mirar si
Sumiso a.1 ruGjín, dnctil «1 halngo,
tiene mitra.»
después de icnnrriArables escarceos,
Yo me aaoi^CLé y no se la vi; bien es cierel marqués de Portasrn
to'que ese -seuor Bisbe casi todo lo tiene ', la Dirección ocupa fie Corrpoi?.
oculto.
Allí hace falta un bntnbre de energía,
En suma, Sr, Gedeón : desde el tropieza'
que con brto-ácometa las empresas,
de los aplausos que son silbidos y de los sil-,
y póreáo Silvela proponía
bidos que son aplausos, el señor ministro
•al araijEfo Portado, pues sabía
está cada vez niás inquieto y más receloso.' . qñe fc las tuvo tiesas .
T o hasta voy sospechando que sufran aU
con él püpblr» indis'iinfío en la Graa Víor
guñ estravío.sus exquisitas facultades meri- cuando estuvo con D«t.f>
tales.
'-•' • •
Bt^'TSaTcelona, y w c^mnó el mal rato.
•• iPobre inarqnéfi! (Tan joven,tan sumÍBO,
Ayer le pregunté*"por distraerle :—rDígabiieno y tan amable,.aie V. E„ 6 por qué ha tenido tanto empeño '/tan
. puesto en.pl coToprnri!ii«n
'de aceptar: é$e;oaT';ró dpleznflble
que ha ocupado unoB días el uíncMo,
¿£'sAcRincio
G - 3ES 3 3 £ : O i 3Sr
gordo y rollizo conde de Toreno!
Portago, que ha seguido
al hombre de la daf^a, desde el punto
en que ansioso de ruido
hizo BU agrupación, ó bien partido,
que hoy está, ya más muerto que nn difunto;
éi, que nunca imitó á. loa disct-epautes,
ni estropeó luuidas votaciones
y 4ii varias ocasitjnes
prestó varios servicios ijmportanteB;
élJ que dejó au mesa
y las comodidades de BU casa,
por escuchar los gritos de Manresa
y las ruidüBaa silbaH de Tarrasa...
sólo tuvo el deseo grande, eterno,
cual premio á su actitud üiempre amistosa,
de ocupar el gobierno
de Madrid: es decir, ¡muy poca coaat...
Ki Silvela ni Dato af opunieron
& petición tan justa d e Portago,
y el gobiernn civil le urometieron
cuando aímecdra d ala Üon tiantiago;
con lo cuiJ el marqués ¿a se creía,
lleno de autoridad; cuando iba en coche
á las gentes miraba, y presumía,
y hasta a-^eguran muchos que decía:
«Ya soy goberijadtjr duraute el día;
el amigo Liniers lo es por la noche.»
Tomó Uatjs curiosos al eí't-cto,
y en su interés por ejercer el mando,
86 pasó laa veladas estudiando
relormas en proyecto;
y sin penttar en que las horas pasan
sin dejar A au espíritu coulorme,
]se maadó poner borlas 4 uu palásan
y se hizu á la medida un uniibrmel
,
Mas lajt ¡La vida entura
se columpia en la cut-rda de los sueños;
la ilusión tiene ropa du quimera,
y siempre viven, grandes y pequeñoSf
Ja fábula inmortal do Ja Jeclieral...
(¡Caracoles!... H e p>íngo
cursi al hlosuiar, y á ello renuncio...
]SÍ parece que anuncio ^
el Jabón de los príncipes del Congo!)
Lo cierto en que Liuiers, al enterarse
que el marqués esperaba
que él quifitira laigarüe,
y con tali's deseos I** nzarafiti.
.como él es uno de esos inlelices
que al prójima le dan contra una esquina,
66 agarraba al baetóu en aus det^lices
como se agarra Tucw a »UH naricea, ,
como sa abarra ei innúrdaijo á la
encina;
hasta, qutí al ciibu, viendo
que es Lodu inútjl y su esfuerzo vano,
pues le estautOH sulViendi»,
además del calor, MU el verauo,
se decido á u.aruhar, y á vuz en grito
á Silvela 1« dice: «[Aüi va mi puesto!...
pero entérale dt) eoti.':
si el marquen uio sui'ede, [uo dimito!»
Y Silvela, qua guarda «n arrogancia
para aquel quo en la preu^a le replica,
por dar gusto al nmig'j 'le la iutancia
al amable Purcago i-acritica,
pensando qn» ei híicej'uoM el servicio
de limpiar á Liniei's el comedero
bien vale el hacriticio
de un marqués foii levita y cou_sombrero.
Yjpuede que pt*nHaiael buen Silvela
—nlóaoío que busi-a lo agradabJe—
que al i-acar una muela
hay que dar uu tirón muy respetable.
Acaso estas ruzones
convencierau, lemplAudole el enojo,
á quien ya iba toujando precauciones
para miínJar... Y wn la protenta Jh'jo,
sumiso al ruegii, dúctil al halago,
después de inunmorablea escarceos,
el marqués de l'urtago
la I^ireoiiion ocupa de Correos.
Hia.
levita.
En los tiempos modernos, el historiador
recoge y aprovecha en BUS trabajos iauch.os
sucesos que no tienen iniportancia para la
mayoría de las gentes.
A quien estudie la pintoresca época en
<iue vivimos, no podrá prescindir de iiablar
de la levita del Sr.'J5atü, :ciiya grandeza,
tiomo levitüj y aun coiuo fariseo, nadie puede poner en duda. '
, •
Llamado precipitadamente el marqués
de Portago, convencidode la inutilidad de
sus pretensiones y de lo necesario de au
concurso, aceptó la dirdccíón de Comnnicacionea. Y al querer; dar gi-afcias á la regente,
según es uso y costumbre en nuestra historia política, Be encontró I con que no trajo
de Biarritz la levita! Y como, por lo visto,
la chaqueta carece todavía de representación social, el señor marqués llevó á Miramar la elegante prenda del ministro de la
Gobernación.
El Sr. líatu es más bajo de estatura que
el marqués de Portago, pero en cambio éste
es más grueso que aquél; por lo cual, la levita que liÍKO su gloriosa aparición en Palacio, si estaba un poco estrecha, por verse en
tan apiu'ado trance, se quedaba corta á causa de la natural gratitud y del justt» reconocimiento.
Puede decirle que no ha sido el mai'(]ués
de Portago, sino la levita del Sr. Dato, quien
aceptó la dirección de Comunicaciones ; cosa que no extrañará á quien vea cómo en
estos tiempo.s cóiníco-líricos las prendas de
vestir son más estimadas que las prendas
personales.
Acaso algún malicioso diga, en vista de
tan notable suceso, que el nuevo jefe de los
Correos y Telégrafos de España es hecbura
de TJato; pero nadie dirá, á no sor injustamente, que i\ Portago le vienen anchos ni
el cargo ni la levita. Y" si alguien apunta
que se agarró á los faldones de la de su amigo, puede contestar el exfuturo gobernador
de Madrid que más bien los faldones se
agarraron á él y le obligaron y le convencieron.
Este hecho, que merece ser eternamente
recordado, ha elevado tan .suntuosa prenda
de vestir á una altura inconmensurable,
demostrando al propio tiempo, que todo
liombre político debe llevar au levita en la
maleta, en previsión de los acontecimientos.
Gedoón, aprovechando tan fecunda y
provechosa enseñanza, se ha mandado hacer
una levita.-fine piensa ostentar hasta en los
más insignificantes menesteres de la vida, y
cuando viaje la llevará consigo como se
lleva nn escapulario, por si es llamado á
ocxipar cualquiera de los antigitos grandes
eartros, Ixny pequeños.
Q.ue al hallarse sin ella en un trance parecido, sabe de sobra Gedeón que la levita
de Bato no le serviría absolutamente para
nada.
*»:w/j>:i30C«ííWí=i.:^-
DATO EN LIBERTAD
(Dialoguitos gedeónieos)
EN SAN SEBASTIAN
' Un bañista.—tí También usted toma baños, señor ministro y
Dato.—Sí, señoz", los tomo por prescripción de mi eximio paniaguado el doctor Cortejo j voy á ver si consigo tomar carnes... y
que las deje Silvela. •
.* *
Un presbítero go-rdoy en traje de baño.—
Parece que está V. lí. conteiito...
Uuto. — Contentísimo, padre. Figúrese
usted que vamos á catolizar á casi todas las
naciones europeas.
El presbítero.—¡..:\ ¿...? i...!
Dato.—Sí, señor; me escriben de París
que inis buenos amigos los judíos de toda
Europa se lían e:^íendidt> perfectamente
con La Iglesi'íí.-. .; / .
K¡ preKhUtr6.-—¿ Para una conversión, ge.,neraf ?
•-'lítito.-—^Justo: para una conversión g^7,neral de la Deuda extprior.
El do^rtostiarra.—Es que los gilbidoa de
aquí son de satisíacción.
Dtilu.—Vamos, convénzase usted, amigo
Portago, y déjese de tonterías. Acepte usted la dirección de Comunicaciones y esta
levita mía para ii- á Miramar.
Portar/o.—í Eso es! i Qué negra ingratitud í i Y pai-a eso fui á oií con iisted aquel
concierto económico á silbato solo ! ¡ Y para
eso le pegué dos tortas al alcalde ríe R e u s !
Dato.—No i'ecordemos cosas trinfes. Yam.os, póngase usted mi levita^
PoHaf/o.- y.Y j>ai.'a ace])tar ese píaki de
lentejas tengo que ponei'me la levita de usted ? '
Dato,—¡ Cuidado que es usted reparón !
Ahí tiene iisted á Burell qxie, para aceptar
el gobierno de -laén, ha tenido puesta dos
años la levita de D. Camelo.
{Lo.<;mi.mws. media hora, despi'f'x.)
Dato.—¿ Qué tal le lia ido á usted con mi
levita ?
Portago.—Maravillosamente.
Es una levita que parece más bien macho que hembra ; pero, al fin y al cabo, de la tribu de
Israel. ¿Y usted ha estado en mangas de
camisa este rato ?
Dato.—i CEÍ! Usted no me conoce, amigo
Portago ; en este rato me he jjuesto la casaca de Silvela... y he visto que no me viene
ancha.
Un hizhaitarra..—Biskaitarra,
pues, y:\
tener garantías Dato que te das, y ¡aba; i
maketos !
Uu. víar/rde-ño.—Y nosotros, ^ euándp h': tendremos Y '
Z?íi¿t>.—-Cuando'uo las ]jLdaii ustedes i .i
niahio.
Un vuntvihiii/ciiir.—fl ('oii que se ha aiTrglado eso de la IJeiida e^xterior contm la v< Imitad de Villuverde.^
Dato.—¿Quién es ese Viilaverde?
El coiürihuyente.—Parece mentira que
sea y . E. tan desmemoriado, cuando todo lo
' debe á su jlemoria sobre la inmoralidad
administrativa.
Dato.—Con las glorias se van las memorias, y las inmoralidadí'.s. se desvanecen.
Pues, sí, señor; ese Coniyn....
El contribuyen ifí,—Meparece que con eso
los tenedores extranjeros son los que verdaderamente comgt)... y á dos carrillos.
Una viargur.sa (farda.—Oiga usted, Vicente, ¿cómo ba aci'jttado usted un puesto
inferior á su categoría ;•'
Porta.cjo.—Señora, ya sabe \isted lo que
idecía niiestro difunto amigo Villaverile:
cuando el hombre ticjie un compromiso...
Dato.—Ko haga usted caso-; marquesa.
Vicente va muy á gusto á la Dirección de
Correos. Hace tiempo que éste y yo necesitamos verle las cartas á iSilvela.
(En- el corro grande del Boulerard.)
• —Señores, i qué tragedia! Se ha despeñado ixn automóvil, y ban perecido ías cuatro personas que iban en el vehícoilo.
— T a sé qxiienes eran esas jjcrsonas: Polavíeja, Q-ómez Imaz, Durái^ y Ba^ y ^ ^ i ]Iavpi:de; •
-r:''.:,..
•,•, .Díiío.'-^í Démbíiío, parétée qué se oyen. — Y el automóvil, ¿ de quién era P
«nóa-^.BilbaílSÉ'-T
_..
.j,-.,•,'.-•
_ ' ' •,•'=••".-',,
7.-."':~-Í í o ú i a ! El de Silvela, dirigido por
Vn donostiarra ofícioiio.—I Jío se alái'iáe' Dato; ese renombrado chauffeur, que acavuestra excelencia!
bará por estrellar al amo.
Dato.—No, si en Catahiña me fui jaciendo. Allí silbaban muchísimo más fuerte.
"woaOQQOOOa
CK011CZA3 DE HA^IKA)
^ 1 0 ^
ConU-% ^ voluntad del ministro de Marina ha sido botado al agua el Gobernador Linkrs entre San SebastíAn y ffi«rti|tv
ca-:E: x> E ; o 3xr
!EI papel
vale
más!
(NOTAS BIBLIOGRÁFICAS)
De la culta liarcelüiia, donde h a y críticos q u e después de fusügar á la dosprecia"ble crítica madrileiía,
creen que Müo y
P r a s í t e l e s eran dos escultores de la a n t i gtiedad..., p u e s bien^ de la c u l t a Barcelona
nos e n v í a n u n l i b r i t o i n t i t u l a d o Joco-seria
de Poemas cortos, Fábulas (humorísticas
y
humóricas)
y Epigramas,
originales, sin
duda, p o r q u e eso no es posible copiarlo, de
D . I g n a c i o íienover d e Baile.
A esos críticos que sin d u d a p e n s a r á n q u e
l a V e n u s de Mediéis es original d e ii?i tal
' MédiciSf y el H é r c u l e s , de otro tal
Famesio;
á esos señoritos p a r a quienes las obras de
L o p e , representadas por la compañía t r u e r r e r o , son unos adefesios ensalzados por la
crítica venal y h a m b r i e n t a de M a d r i d , á
c a m b i o d e unos billetes d e teatro g r a t u i tos ; á esos escritorcetes g a l i p a r l a n t e s y d i g nos de haber escrito La Filocalia, tal vez
les parecerán do perlas los versos del señor
Genover de líaíle, quien se p i n t a solo p a r a
d a r co-ps de fals á la g r a m á t i c a y al sentido
comiín.
Véase u n ejemplo, y conste q u e copiamos
lo p r i m e r o q u e salta en el v o l u m e n de G e novcír. Es u n a fábula, no sabemos' si hv'mo- •
ristifía ó humórica, y dice a s í ;
CARIÑOS UAHTA.., AS'J'A
Por pura amistad con Inocencio, un día
la eiítendió i mocenbe 1 á BU mujer, Clemente.
Y cierta noche á inoüencio él veía
cómo i clemenLe; en la suya hincaba el diente.
Si tú quieres qutí te potiíjan en la frente^
procura OJU lus 'demás ser dnfeíatte.
Y no copiamos lo que sigue, por no escandalizar los' castos oídos del nuevo señor
g o b e r n a d o r civil, que a u n no está hechor á
estos trotes.
Todo el v o l u m e n es de la m i s i n a calidady fuerza que esos versos: lo j u r a m o s por la
l a g u n a E s t i g í a , q u e debe de caer hacia
P i c a m o i x o n s , según a l g u n o s críticos de
Barcelona.
P e r o lo notable no es eso; versos malos,
c u a l q u i e r a los compone, ¿ v e r d a d , Grilo ?
L o notable es q u e el Sr. Wenover, hacia el
comedio de su libro, e n d i l g a u n a s Breves
apuntaciones sohre el Humorismo,
en prosa
d e Els segadors, l l a m a n d o de t ú por tú, con
©1 m a y o r desparpajo, y citando, como en un
harbecho, á Ü . J u a n Valora (á quien llama
en j u n t o donoso, correcto y hien
parecido),
á Yoltaire, Adisím, Stecle, Musset, BjTon,
T i e r k , H i p p e l , Hoffmann, Bulwer, A r i o s to, L a m b , GoldsmitK, A r n i n i , Breutano...
y á todo c u a n t o Dios crif3 y puso en manos
pecadoras de escritores jocoserios
yliwmórieos.
.
.
Así, del -corte v p i n t a d e l Sr. Genover,
son todos estos literatos, del hon mp de fals.
Esos son los que desprecian á los escritores
madrileños, los que dicen que el castellá es
• • u n - i d i o m a degenerado, los que creen indispensable la descentralización l i t e r a r i a y
afirman que no h a y p ú b l i c o sano j no vendido sino á Barsdona.
•
' ' P u e s q u e le suelten á ese püblidb: sano
mucKasi jocoserias y m u c h a s traducciones
"' como las de Cyvano de Bergerac y Zaza, ú l t i m a m e n t e estrenada, y verán lo que d u r a
l a sa^vidad del público.
*
•V.
A:
'
E l chico de Ranees t e n í a u n lavamanos
• con tres pies, digo, no, t i e n e , ó mejor, le h a
^ salido, antes q u e la barba, u n t o m i t o d e Realidades y novelas.
Poco h a y q u e afeitar" e n el, tomo, como
• ^ e n la cara de su autor, que es u n joven listo,
; 81 bien con menos chistes q u e s u señor p a dre, á quien todos apreciamos y compadecemos por d tiempo q u e llevó v lleva al lado
d e Cursilvela.
Dice el chico de Hancés (pág. 30) q u e u n
señor m a r q u é s a. deploraba no h a b e r t e n i d o
u n a familia romo la de J u a n , aunque hubiese i:ir/.((ii taherneron. Y otras cosas por el
estilo (si eso es estilo) h a y en Realidades
y
novelas •,'\-f^vo si insistimos m u c h o en esto, el
chico de Ranees podrá decirnos, con razón :
— P u e s , niii'eii ustedes ; m u c h o peor que eso
lo escribe Silvela, y es jefe de m i papá.
* **
I). Agusiíii Laaerna, q u e lleva v e i n t e
años pensando q u e va á ser m i n i s t r o al día
aiyiiiaite, h a s t a el p u n t o de habérsele apelillado tres uniformes con ojos antes de est r e n a r l o s , se dedica ahora, y h a c e b i e n , á
t r a d u c i r á K i p l i n g , el g r a n poeta inglés, á
quien n i como inglés n i como poeta conoce
todavía D. S e g i s m u n d o üloret.
Los Cuentos de las montafias, de K i p l i n g ,
traducidos por el Sr. Laserna, no le v a l d r á n
á éste la a n s i a d a cartera, porcj^ue Sagasta
n o g u s t a de q u e le v a y a n con cuentos, n i le
tolera eso á nadie sino á R o m a n o n e s ; pero,
en fin, como obra veraniega, son frescos y
elevados, iiaturalniente... y ¡ y a quisiera el
Sr. L a s e r n a q u e en la p r 9 x i m a crisis le t r a t a r a n tan bien como ahora nosotros !
Bajemos el palo y presentémosle r e s p e t u o s a m e n t e al paso de Los a.yariteJios, nuevo
episodio nacional de Pérez Galdós.
Y después de leerlo, envidiaremos aquellos tiempos, con sus fusilamientos y todo.
E s p a ñ a sigue siendo, como dice u n personaje de esa obra, u n charco de r a n a s ; y
todo el ideal de los que nos disfrutan consiste en a g r a n d a r el charco, p a r a que m e jor q u e p a n en él congrios y a t u n e s .
i Qué diferencia de los ayac.nchos á los
silvelistas! •
Como de 1). Diego León á Angiolillo.
£21 Tiro 2Tacional
N o cabe d u d a de que esta naciente i n s titución merece las simpatías del país, el
cual va teniendo vivísimos deseos de p o n e r
la b a l a donde p o n g a el ojo.
i l u y ilustres y crtiispicuos h o m b r e s p ú blicos se h a n convertido en activos propag a n d i s t a s de la idea, a u n q u e n i n g u n o de
ellos h a llevado su desinterés al grado h e r o i co q u e reflejan cierl as'frases del Sr. A g u i lera (D. Alberto), vicepresidente de la Sociedad. Con efecto; el p o p u l a r e x g o b e r n a d o r de
M a d r i d ha exclamado en u n a de las ú l t i mas j u n t a s : « A l l a n a r e m o s todas las difi• cuitados p a r a la realización de nuestros
propositas, y-si el Tiro n a c i o n a l zozobrara
por insuficiencia de recursos, cada u n o de
nosotros c o n t r i b u i r í a á él con sus propios
Hiedios; í yo m e ofrezco desde ahora a servir de b l a n c o !
. i Con u n blanco así no puede fracasar el
tiro, á menos de que salga por la c u l a t a !
T a m b i é n el. Sr. R o m e r o Robledo se dedica sin descanso al noble ejercicio del
tiro, bajo l a dirección del Sr. B e r r i a t ú a , e m . presarlo y r o m e r i s t a universal, pero des-g r a c i a d a m e n t e ese conspicuo h o m b r e p ú blico, á fuerza d e d i s p a r a r , . h a p e r d i d o la
puütería.
. ' • . . .
' D e todos modós^ á nosotros ¿os parece al^ •
t a m e n t e plausible que los ¡jolitieot!, olvid a n d o las rencillas y t r i q u i ñ u e l a s d e l a
pelotera m e n u d a , dediquen sus esfuerzos
á la realización de u n a idea que p u e d e y
debe ser de prácticos resultados.
M u c h a fe" tenemos en los hombrea q u e
boy la p a t r o c i n a n ; pero si- nosotros viéramos en la naciente sociedad á los d o s ' i l u s tres jefes de los dos partidos q u e t u r n a n en
el poder, si viéramos emparejados al señor
Sagasta y al Sr. Silvela, ¡ entonces sí q u e
creeríamos e n ' e l Tiro N a c i o n a l !
..... y armas al hombro
A n t e todo, presentemos nuestros respetos
al nuevo gobernador civil, señor Conde d e
Toreno.
P o r m a l que lo haga, no h a de ser t a n a n tipático, rechinoso, cursi y t r a g a p a p e l e s
como el difunto Sr. Liniers (q. o. n. v.), es
decir, q u e ojalá n o vuelva.
S e g ú n dicen, el m á s soqirendido por ese
n o m b r a m i e n t o h a sido el propio Sr. Toreno.
Q u e h a resultado g o b e r n a d o r e n t r e L i niers y S ü v e l a .
Como quien dice, e n t r e p a ñ o y bola.
E l malogrado Sr. L i n i e r s {q. o. n, y.),
hizo sú líltimo chiste en la t o m a de posesión del señor D u q u e de Santo M a u r o .
—« E l A y u n t a m i e n t o de Madrid'—cacaeareo el Sr. Gallo-Alcántara,—es modelo
de b u e n a a d m i n i s t r a c i ó n . !
Y no sabemos si fué por cortesía, p e r o ello
es q u e se rieron h a s t a ios bancos.
E l corresponsal d e El Imj'O-Tcial en S a n
Sebastián ha t o m a d o t a n en serio su m i n i s terialismo, q u e ya se expresa en estos términos :
« E n este m o m e n t o sale P o r í a g o de Mii-amar, diciendo qué, como no podía
menos,
acepta la Dirección de Comunicaciones.
i>Queda, pues, resudta esta
dificultad.—
Castell.»
¡ A d i ó s , P r e s i d e n t e del Consejo!
E l Sr. Dato ae esfuerza en demostrar q u e
los catalanes que vinieron á ver á R o m e r o
son unos nadies.
Y a se s a b e ; p a r a el g r a n p a t r i o t a y h.ebreófilo de Gobernacittn, los únicos catalanes inipoi-tantes y numerosos son los q u e
vienen con la hoK e m p u ñ a d a .
Y es, ([lie Dato conoce á los catalanes de
oídas.
Y 'cabiilmente, esos de l a ho:^ eran loa
que silbaban más fuerte.
Cursilvela va á S a n Sebastián
próximo.
^ N o hace caso del r e f r á n : Ni
ni en martes...
O está coíivencido'de que p a r a
h a g a , sean .viajes ú otras cosas,
días son aciagos.
el viernes
en
viernes,
c u a n t o él
todos los
a E l Sr. Silvela sigue estudiando el a s u n to de la colonización d e l'^ernando Póo, y el
decreto de 1893.»
E s t u d i a en vei-ano, como los suspensos.
Y p r o b a b l e m e n t e t a m b i é n le darán calabazas en Septiembre.
M u c h a g e n t e se p r e g u n t a qué h a b r á sido
del i l u s t r e D. Basilio Paraíso, á t(uien ya '
algunos juKgan m u e r t o política 3^ socialraente.
N o h a y motivo p a r a tales a l a r m a s .
E l caballero de los espejos está en la situación p r o p i a de éstos en el v e r a n o ; e n vuelto en u n a s gasas de color.
Lo que no sabemos,es si al -fin se q u i t a r á
las gasas ó b a i l a r á con ellas la danza serpentina.
Volvamos al ministerialismo del señor
Castell, ú n i c o detalle divertido de verdad
en esta semana.
P o r parecerle bien todo, el corresponsal
' de El Im.parcial h a s t a dá á e n t e n d e r q u e el
lÁtri y e l Behe chico son dos torerazos formidables, y q u e sus bajonazos fueron estocadas en las mismas péndolas.
A f o r t u n a d a m e n t e , los otros correspoiisales p o n e n las cosas y los golletazos en BUL
lugar.
P e r o , en fin, i cómo h a de h a b l a r de mEilos
toreros quien a d m i r a a Silvela v a Dato,.
ese Liiri y ese Bebe chico de la política ?
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bien ]ji importanciív cHpitai d" la peculiarísima acción del
Odol. Mieotras que todos loa deraAs rlentifricos no pueden
nbrar sino durante loa pocos momentos de la limpieza, el
Odol eierciií au acción antisóptiya durante boras enteras, ó
sea por mucho tiempo aun dfppués de esta operación. E l
Orlnl [iPiu-riM >-ii IHH miifUi^ IniPcaH y t-iitíadjis. así como eu
laa mucoBas de las encías, que impregna en cierto modo; y
esta provisión aotieéptica que deia es la que obra por (ispacio de horas enteras. P o r esta maravillosa propiedad del
Odol se logra la completa y segura «asepsis» (esto 63, exención de putrefacción y fermentación de la boca)^ y por consiguiente, la salud y conservación de los dientes.
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