1 TRATADOS INTERNACIONALES, RELEGADOS POR

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TRATADOS INTERNACIONALES, RELEGADOS
POR ACUERDOS EJECUTIVOS
Lic. Aidée Gracia Rodríguez
El 13 de abril de 2010, la Cámara de Senadores aprobó con 93 votos a favor, el dictamen que
expide la Ley General sobre Celebración y Aprobación de Tratados y deroga la Ley de
Aprobación de Tratados Internacionales en materia económica, así como la Ley sobre
Celebración de Tratados.
Durante la sesión en la que se aprobó el dictamen que expide la Ley de Tratados, los
senadores expresaron su satisfacción por aprobar una nueva Ley que finalmente incorporaría
las reformas Constitucionales del 2005, que consisten en ampliar la facultad exclusiva de la
Cámara de Senadores sobre la ratificación de los tratados internacionales y su participación
en la decisión que adopte el Ejecutivo para terminar, denunciar, suspender, modificar,
enmendar, retirar reservas y formular declaraciones interpretativas sobre los tratados.
En los posicionamientos, los Senadores expresaban que la nueva Ley dotaría al poder
legislativo de una mayor capacidad de control sobre el Ejecutivo y que la Cámara de
Senadores tendría mucho mayor incidencia en la celebración y aprobación de los tratados y
los Acuerdos que suscribiera nuestro gobierno con instancias internacionales. Sin embargo,
el texto de la Ley establece justamente lo contrario, en realidad, la Cámara de Senadores
aprobó un proyecto de Ley que no solo mutila una de sus facultades exclusivas, también
pisotea las disposiciones Constitucionales en materia de celebración y aprobación de tratados
y vulnera el equilibrio de poderes concentrando en el poder Ejecutivo una responsabilidad
que debe ser compartida.
El Proyecto plantea ser una Ley reglamentaria de los artículos 76 y 89 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos y curiosamente es violatoria de estos mismos
artículos porque establece una nueva mecánica que reemplaza en los hechos el
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procedimiento de celebración y aprobación de tratados y relega la facultad exclusiva que
tiene la Cámara de Senadores de conocer y ratificar los tratados internacionales que suscriba
el Ejecutivo, pues se introduce un nuevo instrumento llamado “Acuerdo Ejecutivo” que a
diferencia de los tratados internacionales no requiere pasar por el “engorroso” trámite de la
ratificación de la Cámara de Senadores.
El Proyecto de Ley establece en el artículo 2 la definición de Tratados y de Acuerdos
Ejecutivos de la siguiente manera:
“Tratado: el convenio regido por el derecho internacional público y celebrado por escrito
entre los Estados Unidos Mexicanos y uno o varios sujetos de derecho internacional
público, ya conste en un instrumento único o en dos o más instrumentos conexos y
cualquiera que sea su denominación particular, mediante el cual los Estados Unidos
Mexicanos asumen compromisos jurídicamente vinculantes”.
“Acuerdo Ejecutivo: el convenio regido por el derecho internacional público, celebrado por
escrito entre el gobierno federal de los Estados Unidos Mexicanos y uno o varios gobiernos
de otros Estados nacionales u organizaciones internacionales, cualquiera que sea su
denominación, mediante el cual el gobierno federal de los Estados Unidos Mexicanos
adquiere compromisos jurídicamente vinculantes”.
La diferencia que existe entre el Tratado y el Acuerdo Ejecutivo es que los Tratados son
suscritos por el Presidente de la República con la ratificación de la Cámara de Senadores y
de conformidad con el artículo 133 de la Constitución son Ley suprema de toda la unión,
mientras que los Acuerdos Ejecutivos son suscritos sin mayor trámite por la Secretaría de
Relaciones Exteriores a petición de las dependencias y entidades del Ejecutivo federal o de
la Procuraduría General de la República.
El Proyecto de Ley también crea un nuevo instrumento llamado Acuerdo Interinstitucional,
que aparentemente concede facultades a los gobiernos estatales, municipales, del Distrito
Federal y sus Delegaciones, para que puedan suscribir Acuerdos con órganos
gubernamentales extranjeros u organizaciones internacionales.
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Sin embargo, esta facultad aún no cuenta con base Constitucional y su procedencia depende
de la resolución que emita la Secretaría de Relaciones Exteriores, que sería la encargada de
cuidar que los términos de los Acuerdos se ajusten a las disposiciones constitucionales, es
decir que no existe certeza alguna de que se puedan instrumentar.
Con la nueva Ley, la Secretaría sería la garante de la constitucionalidad de todos los
Acuerdos que se pretendan suscribir, lo cual es contradictorio de origen. Además se dotaría a
la Secretaría de un enorme poder al ser la única instancia autorizada para definir quienes
pueden suscribir Acuerdos Interinstitucionales, lo cual implica el riesgo de que actúe de
manera facciosa privilegiando solo a las entidades del mismo signo político, a las entidades
paraestatales de la administración pública federal y a la Procuraduría General de la
República.
Uno de los principales riesgos que representan los acuerdos Ejecutivos e Interinstitucionales
es que sin control alguno, el Ejecutivo podría suscribir convenios que pudieran comprometer
nuestra soberanía y nuestra economía.
Finalmente, el Proyecto plantea que la Cámara de Senadores podrá conocer el contenido de
los acuerdos Interinstitucionales y Ejecutivos, así como los avances de las negociaciones de
los tratados internacionales, siempre y cuando dicha información no se encuentre clasificada
como reservada de conformidad con lo que establece la Ley Federal de Transparencia y
Acceso a la Información Pública Gubernamental, es decir que habrán nichos de opacidad.
El dictamen que contiene la minuta por la que se expide la Ley General sobre Celebración y
Aprobación de Tratados fue aprobado en la Cámara de Diputados con modificaciones el
pasado 26 de abril con los votos en contra de las bancadas del PRD y PT. Por lo tanto el
proyecto modificado se ha devuelto como a la Cámara de Senadores, la cual
podrá
abordarlo hasta la próxima Legislatura.
Habrá tiempo para fortalecer la posición de izquierda frente a esta Minuta, que debe ser de
rechazo, ya que este proyecto vulnera claramente los equilibrios republicanos entre poderes,
a costa de la merma de una facultad esencial de la Cámara de Senadores.
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