ètica y valores i

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Ética y Valores I
2007
Centro de Desarrollo Educativo [CDE] [Acuerdo
No. MSB120051404 de Fecha 15 de Marzo
2005] [C.T. 14PBJ0076Z]
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SECRETARÍA DE EDUCACIÓN JALISCO
COORDINACIÓN DE EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR, SUPERIOR
Y TECNOLÓGICA
DIRECCIÓN GENERAL DE EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR
DIRECCIÓN DEL BACHILLERATO EN LA MODALIDAD INTENSIVA
SEMIESCOLARIZADA
ÉTICA Y VALORES I
PROYECTOS ACADÉMICOS DE LA DGEMS
Guadalajara, Jalisco
Mayo de 2007
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SECRETARÍA DE EDUCACIÓN JALISCO
ÉTICA Y VALORES I
DIRECTORIO
SECRETARIO DE EDUCACIÓN JALISCO
LIC. MIGUEL ÁNGEL MARTÍNEZ ESPINOSA
COORDINADOR DE EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR,
SUPERIOR Y TECNOLÓGICA
LIC. EDUARDO DÍAZ BECERRA
DIRECCIÓN GENERAL DE EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR
ING. ANTONIO MAGAÑA ZÚÑIGA
DIRECCIÓN DEL BACHILLERATO EN LA MODALIDAD
INTENSIVA SEMIESCOLARIZADA
MTRA. DIMNA SILVIA GONZÁLEZ HERNÁNDEZ
PROYECTOS ACADÉMICOS DE LA DIRECCIÓN GENERAL
DE EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR
PROFR. JUAN ANTONIO JIMÉNEZ GONZÁLEZ
Compilación
Gabriel Alejandro Olmos Lozano
Academia:
Víctor Hugo Becerra Campos
María Estela Castillejo Mendoza
Ernesto Rafael Navarro Mayer
Gabriel Alejandro Olmos Lozano
Ana María Ramírez Delgadillo
Zoila Rosas Otero
José de Jesús Valdez Sandoval
Julio Cesar Torres Chávez
3
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Tabla de Contenidos
UNIDAD 1 – INTRODUCCIÓN A LA ÉTICA Y VALORES .................. 5
UNIDAD 2 – ÁMBITOS DE DECISIÓN PERSONAL Y SOCIAL ....... 20
UNIDAD 3 – DEMOCRACIA Y DERECHOS HUMANOS ................. 46
UNIDAD 4 – MULTICULTURALISMO Y GLOBALIZACIÓN ............. 57
UNIDAD 5 – DIMENSIÓN ÉTICA DE LA CIENCIA Y LA
TECNOLOGÍA ................................................................................... 70
UNIDAD 6 – EDUCACIÓN AMBIENTAL PARA EL DESARROLLO
SUSTENTABLE. ................................................................................ 79
BIBLIOGRAFÍA .................................................................................. 89
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UNIDAD 1 – INTRODUCCIÓN A LA ÉTICA Y VALORES
El estudio y reflexión de la Ética permitirá comprender más a fondo el porqué del
comportamiento y la moral del ser humano en general, pero principalmente de los valores y
costumbres que existen en tu país, tu comunidad y tu familia.
Comprenderás también, el progreso de la moral en la Historia, a través del conocimiento
de distintos códigos morales que se han dado en distintas épocas, regiones, culturas y
comunidades, para comprender así, tanto la eticidad inherente en la vida de los pueblos y de
las personas, como el respeto y la tolerancia hacia los valores que cada uno de ellos posee.
Cada ciencia tiene un objeto de estudio que es en lo que se enfoca, así mismo se
comparará el objeto de estudio de la filosofía y se ubicará a la Ética como una rama de la
filosofía y a su vez, como un objeto propio de estudio.
Todo conocimiento de la ética lleva a una finalidad, conocer los distintos modelos
morales de México en sus distintas fases históricas, regiones y comunidades que enriquecen
nuestra diversidad cultural. Este punto le da un tinte especial a la ética, quién no se a
preguntado lo siguiente: ¿debo de cumplir con las promesas hechas en cualquier
circunstancia? ¿por qué debo obedecer a mis padres? ¿Por qué debo de pagar los
impuestos? En estas y más situaciones se advierte que las personas se encuentran en la
necesidad de ajustar su conducta a ciertas normas que se reconocen como obligatorias o por
lo menos dignas de tomarse en cuenta.
1.1. Caracterización de la Filosofía y la Ética.
1.1.1 La ética como disciplina filosófica.
La filosofía es una ciencia que surge desde la antigüedad en Grecia, cuando los
primeros filósofos o pensadores como Tales de Mileto se cuestionaron primeramente por
algún principio físico como origen de todo; para él este principio era el agua, para otros como
Anaxímenes era el aire, para Heráclito era el fuego. Posterior a ellos hubo filósofos de gran
importancia entre los que destacan por su aportación al saber filosófico y científico, los
llamados clásicos, como lo fue Sócrates que fue el primer filósofo que le dio preponderancia
al estudio del hombre, a su reflexión y conocimiento interior, al conocimiento y la sabiduría
como el bien mayor para los hombres. Posteriormente se puede mencionar a Platón,
discípulo de Sócrates, para el que existe un mundo superior que son las ideas de las que
depende nuestro mundo físico, temporal y corporal. Por último, dentro de los clásicos se
encuentra a Aristóteles como uno de los pensadores más importantes en la cultura
occidental, no sólo en el ámbito filosófico sino también científico, aportó conocimiento en
distintas ramas, mencionando a la Metafísica como la más elevada, ya que es la que se
encarga del estudio del ser de las cosas, e introdujo el concepto de sustancia como
fundamento de toda realidad.
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En la época medieval o llamada también Escolástica, se observa que el tema central
como fundamento de nuestra realidad, ya no es la naturaleza o el hombre, sino Dios,
surgiendo filósofos y teólogos importantes como San Agustín, para quien la esencia del
hombre es el amor, siempre en relación con Dios, y Santo Tomás que buscó reconciliar la
razón con la fe y propuso cinco vías para demostrar de manera racional la existencia de
Dios. Ya en la época moderna dejó de ser Dios el tema central para regresar al hombre
siendo el tema central la validez de su conocimiento, dándole ahora preponderancia a la
razón como tema central, filósofos como Descartes, Bacon, Hume, Kant o Hegel, ente otros,
se preocuparon por la validez del conocimiento humano dándole unos más preponderancia a
los sentidos como principio de validez y otros a la razón.
Finalmente en la época contemporánea se encuentra con una riqueza y diversidad de
corrientes que se derivan fundamentalmente de dos ejes temáticos, que son el fundamento y
validez del lenguaje y la ciencia. Por un lado con pensadores y científicos como Bertrand
Russell, Canap o Wittgenstein y los llamados filósofos Neopositivistas, que analizaron el
progreso y validez del conocimiento científico de la lógica y del lenguaje; mientras que en
otra vertiente encontramos filósofos que aportaron de manera importante al estudio de la
Metafísica y Ontología o estudio del ser, un ser concreto e individual como lo son Nietzche,
Sastre, Kierkegaard y Heidegger, que retomaron la existencia del hombre concreto, el
hombre que vive en su época, en sus circunstancias particulares.
Se reconoce que la filosofía aborda temas que todo ser humano se pregunta a lo largo
de su existencia como el origen del universo, el origen del hombre, la existencia de Dios, la
validez del conocimiento humano, la razón, el alma, el ser, etc. Temáticas que a lo largo del
tiempo se han derivado entre ramas de la filosofía que abordan una cuestión en particular
siempre con el carácter universal, de fundamento y esencialidad, que busca el saber
filosófico y entre las cuales encontramos disciplinas orientadas hacia el lado teórico
principalmente, y ciencias que además de ser teóricas pueden tener como objetivo fines
prácticos. Entre las ciencias teóricas encontramos a la Metafísica, como aquella que se
encarga del estudio del ser que fundamenta y estructura a la realidad. La Epistemología, que
aborda la teoría sobre el conocimiento humano; la Axiología, que estudia el fundamento de
los valores, la Lógica, que estudia el argumento y razonamiento válido; entre las teóricoprácticas encontramos a la Estética, como aquella que estudia el arte y lo bello. La Ética,
como aquella que se encarga del estudio del comportamiento y actos humanos.
Entonces la Ética pertenece a la Filosofía porque estudia el sentido y la estructura
fundamental de los actos humanos: su bondad, su realización esencial al bien.
La Ética es una parte de la Filosofía puesto que la filosofía no sólo se ocupa de lo que
es, sino también de lo que debe ser.
Los griegos establecieron una distinción fundamental entre producción y acción, entre el
ámbito de los esfuerzos del hombre por hacer cosas o controlar las fuerzas de la naturaleza y
el ámbito de la conducta humana individual y social.
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La filosofía se conoce como una ciencia que se le da el termino de ―saber-como‖ (al
conocimiento en sí mismo) y a la Ética como una ciencia que se le da el termino ―saber- que‖
(todo conocimiento que puede ser aplicado), por lo tanto la Filosofía como ciencia no nos
dice, ni puede decirnos, cuales fines deberíamos proseguir, por útil que sea productivamente,
no nos dice si deberíamos o no deberíamos producir ciertas cosas (tales como las bombas
termonucleares o aviones supersónicos de transporte), es decir, la Ética es una parte de la
Filosofía y es una disciplina teórico-practica que ayuda al hombre a ―saber que‖ si
deberíamos o no deberíamos.
1.1.2 Carácter histórico de la Ética.
La definición real de Ética es: ―La Ética es la ciencia normativa de la actividad humana
en orden al bien‖.
Doy otras dos definiciones: la tomista, dice: es la ciencia de los actos humanos
considerados en su orientación hacia el fin último, o también, la ciencia normativa de la
conducta humana a la luz de la razón. La marxista dice: la Ética es la teoría o ciencia del
comportamiento moral de los hombres en sociedad.
En lo fundamental las tres definiciones coinciden, aunque la marxista deja entender que
el hombre sólo tiene Ética cuando está en sociedad, es decir, que sólo se da Ética colectiva y
no individual.
La Ética es ciencia porque es una disciplina racional; parte de los actos humanos y los
trasciende para llegar a sus principios. Es un conjunto de conocimientos sistemáticos,
metódicos, racionales, basados en al experiencia y fundados en principios.
La Ética es una ciencia teórica-practica pues por ella se realiza en la vida lo conocido en
los principios. Quien vive éticamente está actuando lo que conoció que debía hacer.
La Ética es la ciencia de lo que el hombre debe hacer para vivir, como debe vivir, para
ser lo que tiene que llegar a ser, para alcanzar su valor supremo, para realizar en su
naturaleza lo que se presenta como la justificación de su existencia, aquello hacia lo que y
por lo que existe. En dos palabras: la Ética es una ciencia categóricamente normativa.
Por lo tanto la Ética está ubicada dentro de las ramas teórico prácticas de la filosofía,
aborda sobre las cuestiones fundamentales como: la libertad, la justicia, la responsabilidad,
la autonomía, el respeto, la honestidad, etc. Pero lo esencial de la ética es que juzga sobre la
bondad y maldad de estos actos humanos, norma sobre lo que le conviene o no al hombre y
su sociedad.
Desde la antigüedad los filósofos han tratado de determinar la bondad o maldad de los
actos humanos basándose en diversos principios éticos y códigos morales. Han surgido así
distintas posturas éticas, que han tomado como criterio fundamental lo que se consideran
valores o tipos de conductas buenas en sí mismas. Teniendo esta postura como fundamento
al considerar un comportamiento ético como bueno en sí mismo, han surgido a lo largo de la
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historia diversas posturas éticas. Así, por ejemplo, para algunos lo más importante para
juzgar la maldad o la bondad de los actos es la felicidad, para otros el placer, para otros el
beber, para algunos el poder y para otros la perfección. Estas posturas o fines últimos para
los hombres, se desprenden o derivan distintas autoridades morales, para algunos filósofos
griegos como los epicureístas, este fin último que mencionamos es el placer y el fundamento
o autoridad moral que siguen es la naturaleza humana, mientras que para Sócrates el fin
último es el conocimiento.
Correspondió a un sofista, Protágoras, romper el vínculo entre moralidad y religión. A él
se le atribuye la famosa frase: ―el hombre es la medida de todas las cosas‖. Sostuvo que los
fundamentos de un sistema no precisaban de los dioses o de un reino metafísico que
estuviese fuera del mundo ordinario de los sentidos. Fue al parecer el sofista, Trasímaco de
Calcedonia el primero en situar el fundamento comportamiento ético en el egoísmo
individual.
Sócrates, a quien algunos consideran el fundador de la ética, fue defensor de una
moralidad autónoma, independiente de la religión y cimentada únicamente sobre la razón.
Respecto al Estado, al contrario que los sofistas, Sócrates establece una relación profunda,
íntima y personal. Según él, incluso la autoridad del padre o la madre debe supeditarse a la
del Estado. Platón siguió la ética socrática que apoyó en su teoría de las ideas
(trascendentes e inmutables): la verdadera virtud surge del verdadero saber; pero el
verdadero saber es sólo el de las ideas.
Para Aristóteles, la causa final de todas acciones humanas era la felicidad (eudaimonia).
En su ética, totalmente individualista, los fundamentos de la moralidad no se derivan de un
principio metafísico, sino lo más privativo del ser del hombre (logos) y actuación (energeia)
son los dos puntos de apoyo de la ética aristotélica. Por tanto, sólo será feliz el hombre que
actúe continuamente de acuerdo con la virtud, adquirible por la educación.
La diversidad de los sistemas éticos que se han propuesto a lo largo de los siglos ha
sido tan amplia como la diversidad de los ideales. Los cirenaicos defendían el deleite a
ultranza, los cínicos recomendaban el rechazo de los bienes materiales; Epicuro asentó su
doctrina en la búsqueda de un placer razonable; los estoicos recomendaron la resignación y
el temple acerado del alma, el cristianismo enalteció la obediencia a las órdenes divinas, la
candad y la humildad.
Para algunas posturas cristianas como la de San Agustín, el fundamento del actuar
humano es la bondad, pero una bondad siempre en relación con Dios como fin último y
autoridad moral, predicando inclusive en su obra La Ciudad de Dios, que el amor a Dios
puede llegar hasta el desprecio de uno mismo; Tomás de Aquino que al igual que San
Agustín tenía como fundamento y finalidad Dios, pero un Dios a que se puede conocer
racionalmente y al que no se llega exclusivamente con la fe sino a través de la razón.
Liebnitz se apoyó en la perfección, Jeremy Bentham sostuvo el principio de la mayor
felicidad para el mayor número de individuos, Friedrich Nietzsche y Arthur Schopenhauer
hicieron de la voluntad el pilar de su sistema ético.
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Hasta Kant, en el siglo XVIII. todos los filósofos, con la excepción en cierta medida de
Platón, habían creído que el objeto de la ética era dictar leyes a la conducta.
Kant dio un giro nuevo al problema al postular que la realidad del conocimiento práctico
(comportamiento moral) está en la idea, en la regla para la experiencia, en el "deber saber"
La voluntad moral es sólo voluntad de fines absolutos: el ideal moral es un imperativo
categórico no condicionado.
1.1.3 Algunas de las ciencias con que se relaciona la Ética.

Ética y Psicología.
Es evidente la relación entre estas dos ciencias porque parte del objeto de la Psicología
—los actos humanos y sus consecuencias, como los hábitos, la libertad, las pasiones y
sentimientos, etc.— es también objeto de la Ética. Todo acto humano tiene un aspecto
psíquico, es producto o manifestación de motivos, pulsiones, sentimientos, puesto que la
actividad ética siempre es una vivencia. Entonces la Ética necesita de la Psicología para
conocer las leyes que rigen la actividad humana. Es decir, los actos morales son actos de
personas concretas que los viven según su constitución psíquica y por lo mismo la Ética no
puede prescindir de los resultados de la Psicología. Problemas éticos, como el de la
culpabilidad, el de la responsabilidad, el de la conciencia, no se pueden estudiar sin tener en
cuenta los factores psíquicos que intervinieron en los actos respectivos.
Cuando se sobrevalora el factor psíquico en la conducta olvidando o infravalorando el
aspecto objetivo, se cae en el psicologismo ético, es decir, la Ética se reduce a la Psicología.
Así opinan algunos autores ingleses como Smith, Schaftesbury y Hutcheson. Entonces no se
tiene en cuenta que la Psicología es una ciencia de hechos: los constata y los explica; se
concreta a indicar cómo son, cómo proceden los actos humanos y explica su naturaleza. La
Psicología es una ciencia indicativa y explicativa. En cambio, la Ética es una ciencia
normativa. Tiene por fin determinar cómo deben ser los actos humanos, dirigir la actividad
humana al bien.
Ni una ética abstracta, alejada de la realidad; ni una Ética que sea un capítulo de la
Psicología. En este último sentido, los behavioristas o conductistas se han ido al extremo de
reducir la Psicología a la Fisiología. Para ellos no hay Psicología-menos aún. Ética-pues los
llamados fenómenos psíquicos se explican en términos de materia, cantidad y movimiento.
La conducta humana no es más que la respuesta al estímulo exterior. Y lo que llamamos
acción buena no es más que la acumulación de energía fisiológica.

Ética y Sociología.
La Sociología se define: la ciencia que estudia las relaciones del hombre con los demás.
O mejor: la ciencia que estudia la estructura de la sociedad y describe los fenómenos
sociales. En este caso la Sociología ayuda mucho a la Ética que estudia al hombre no sólo
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individualmente sino también en su vertiente social, en sus instituciones, en sus costumbres
y en sus realidades sociales.
El hombre es social por naturaleza: nace y vive en una determinada sociedad, de suerte
que su conducta tiene también un aspecto social. Por eso la Ética no puede prescindir del
conocimiento de las estructuras sociales de las que trata la Sociología. Pero es evidente que
la actividad ética no se reduce a la pura manifestación de los factores sociales que
condicionan una conducta, ya que un acto moral no se reduce a su forma social. Es decir, la
Ética y la Sociología se distinguen: la Sociología es una ciencia indicativa —constata
hechos— y explicativa —llega a conclusiones que explican los fenómenos sociales
constatados—; la Ética es una ciencia normativa.
A. Comte y sobre todo E. Durkheim redujeron la Ética a la Sociología. La Ética —
pensaron— es un conjunto de fenómenos sociales: las normas de conducta son elaboradas
por la sociedad y la conciencia personal simplemente las acepta; la presión social convierte
las normas en deber. De aquí que la Ética sea un capitulo de la Sociología.

Ética y Derecho.
Estas dos ciencias coinciden en que las dos son normativas. Pero el Derecho está
subordinado a la Ética porque el Derecho es una parte del orden ético en cuanto que la
justicia —de lo que trata el Derecho— es una virtud y la Ética trata de las virtudes. El ideal
ético sobre la perfección humana, sobre el sentido de la vida, decide, en última instancia, el
sentido de la justicia que imparte el Derecho. De lo dicho aparece claro que Ética y Derecho
no son lo mismo. Se diferencian en que la Ética establece normas de conducta para el
individuo y para el individuo en relación con los demás, el Derecho regula sólo las relaciones
de la persona para con los demás; la Ética prohíbe el mal y prescribe hacer el bien, el
Derecho sólo prohíbe perjudicar los intereses de un tercero, y únicamente en circunstancias
especiales prescribe hacer el bien; las normas éticas se establecen mediante la conciencia,
las normas jurídicas obligan hasta que son promulgadas por la autoridad; la violación de las
normas éticas lleva consigo sanción interna, la violación de las normas jurídicas es castigada
por el poder público.

Ética y Economía.
Es lógico que haya relación entre la Ética y la Economía desde el momento que la Ética
tiene que conocer el orden económico, sus mecanismos y leyes para formular el deber, el
deber-ser siempre presupone el ser. Si la Economía es pura teoría económica describe
solamente lo que son los fenómenos económicos porque entonces "estudia los valores de
cambio con el único deseo de explicar su mecanismo y de definir sus leyes", como dice G.
Pirón en tal caso la Economía es una ciencia indicativa y empírica. Pero también puede ser
Economía política. Entonces trata de realizar determinados ideales de justicia hacia los que
orienta la Economía. En este aspecto es una ciencia normativa, pero subordinada a la Ética,
que es la suprema ciencia normativa en cuanto que prescribe normas para el bien en
general. Y como hacer funcionar la economía es un bien particular, tiene que estar
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subordinada a la Ética. En todo caso la Economía depende de la concepción que se tenga
del hombre y de la sociedad, temas que corresponden, de una manera o de otra. a la Ética.

Ética y Política.
Etimológicamente política es la ciencia de lo relativo a la ciudad. En sentido propio es la
ciencia del gobierno del Estado, es decir, el conjunto de normas que deben seguir los
gobernantes en sus relaciones con los ciudadanos y con otros Estados. Así la Política se
funda en los principios generales del Derecho y de la Ética. Para Aristóteles la Política es la
ciencia suprema; la Ética es una parte de la Política. La razón de ello es que la Política es la
ciencia del bien general y la Ética es la ciencia del bien particular. Y como el bien particular
debe estar subordinado al bien general, por eso la Ética está subordinada a la Política.
Maquiavelo decía que una persona puede actuar contra las normas morales cuando es
necesario para obtener o mantener el poder. Es decir, que para Maquiavelo Ética y Política
son completamente distintas.
Hegel divinizó al Estado al que todo debe estar subordinado y convirtió la Política en
Teología. Los modernos totalitarismos hacen del gobernante un Mesías. En este caso la
Política, encarnación de la voluntad del gobernante, es la norma suprema que determina el
Derecho y la Ética.

Ética y Religión.
"La religiosidad es la dimensión más profunda del espíritu humano: el hombre en lo más
hondo de su ser se siente abierto a un Absoluto. La religión es una relación del hombre con
la divinidad en reconocimiento de su excelencia y de su dominio sobre todo, de donde surgen
algunas obligaciones. Con todo las normas éticas no emanan de la religión, como
generalmente se cree. Bien es cierto que las normas éticas, de hecho, van unidas a las
normas religiosas, pero de suyo son diferentes. Tanto es así que se pueden dar —y se dan a
veces— actitudes éticas en personas sin religión; lo más ordinario, sin embargo, es que una
vida moralmente buena se abre necesariamente a la religión, como la actitud religiosa eficaz
desemboca en actitudes éticas.
A través de la historia se han dado diferentes posturas respecto a las relaciones entre
Ética y Religión.
1. Ética y Religión independientes.--La actitud religiosa, separada de la Ética, se dio
en algunas religiones primitivas que exigían sacrificios humanos u orgías en honor de la
divinidad. Estos actos eran —dice L. Aranguren— expresión injusta del justo reconocimiento
del dominio de Dios sobre la vida y sobre todos los serosa
2. La Ética está sobre la Religión.—Ésta es la característica de la religión romana —
anticipada ya en la religión griega—. La palabra religión fue una creación de los romanos que
hicieron de la religión una obligación estrictamente jurídica: la religión queda bajo la categoría
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de la justicia1 —Cicerón la define iustitia adversus déos—. Tenemos aquí primacía de la
Ética sobre la Religión. Esta situación prevaleció en la edad moderna que sólo admitió la
religión natural. Kant funda la religión en la Ética y dice que la Ética conduce
indispensablemente a la Religión.
3. Ética sin .Religión.—Kierkegaard ve conflicto entre el estadio ético y el religioso. En
el primero, prevalecen el deber y. la ley de valor universal; en el segundo, hay una relación
única y privadísima entre la conciencia y Dios. En esta relación se produce la "suspensión
teleológica de la moral". Pone el ejemplo de Abraham que por mandato de Dios iba a
sacrificar a su hijo Isaac. Esta acción, desde el punto de vista ético, indudablemente es mala.
Sin embargo, ante Dios. Abraham fue el "caballero de la fe" porque Dios suspendió para él,
teleológicamente. la obligatoriedad de la Ética. N. Hartman piensa que entre Religión y Ética,
hay contradicción. Dios y el hombre son valores supremos; por lo cual no pueden coexistir.
Para la Ética los valores morales son autónomos; para la Religión, son mandatos de Dios. La
Religión —dice— se opone a la libertad. Por ello el hombre no puede admitir la redención
sino que tiene que "salvarse" por sí mismo. "La nostalgia de la redención es un signo de
bancarrota interior". De igual manera opina H. Nohl para quien una "ética religiosa" es un
contrasentido. La Ética, entonces, no puede estar subordinada a ninguna religión —es
autónoma—. La Ética se tiene que conquistar frente a la Religión.
Esta misma postura defienden los marxistas. Según ellos "los filósofos materialistas
demostraron que la sociedad puede organizar su vida moral sin ayuda de la religión y a pesar
de ella".2 El hombre se basta a sí mismo ya que "el ateísmo real y verdadero es el perfil
general de la actividad "de la sociedad humana, que teórica y prácticamente se vuelve capaz
de tomar conscientemente en sus manos su propio destino"3.
Esta también es la postura de los existencialistas franceses de izquierda, como Sartre,
Simone de Beauvoir, Camus. Para ellos si el hombre admitiera una Religión, sena renegar de
su propia grandeza—"el hombre es deseo de ser Dios"—. De esta manera el problema
fundamental de la Ética —para Camus— era cómo ser santo sin Dios, estas actitudes
terminan inexorablemente en el nihilismo. Por ello, para nosotros la Ética no se apoya en la
Religión, pero está abierta a ella. El hombre no tiene religión; es religión —apunta
insistentemente Zubiri—. ya los paganos habían sospechado que la gracia precede a la
conducta. Recuérdese que en el Eutifrón se plantea la pregunta: ¿qué es primero, ser
piadoso (ser justo para con los dioses) o ser querido por ellos? Platón responde tímidamente
que ser piadoso consiste en ser amado por los dioses —tó hosion, tó toís theois philon— Y
es que el hombre no se puede dirigir hacia Dios sino porque está envuelto en El, está
fundado en El, "relegado" a El.
La Ética tiene sus límites. Por ello una Ética sin Dios casi siempre desemboca en
fracaso, en "el fracaso radical de una vida y de una persona que han intentado sustantivarse"
1
Etica, Alianza, Madrid, 1979, p. 143.
A. F. Shishkin. Ética marxista, Grijalbo, México. 1966. p. 102.
3
J. Milhau. "Ateísmo, ideología y religión", en filosofía y Religión, Grijalbo, México. 1976. o. 89.
2
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—dice Zubiri—. Las situaciones-límite. el dolor, la lucha, la culpa y la muerte nos indican el
arraigo religioso de la existencia. ¿No concibe Heidegger la existencia humana como culpa?
¿No dice Scheler que el sufrimiento sólo tiene sentido en el plano religioso? Si el hombre es
un ser "arrojado" a la existencia, si su misma libertad esencial es una "condena", si
constitutivamente es un "ser-para-la-muerte", quiere decir que Alguien lo "arrojó", que
Alguien lo "condenó" a ser libre y lo "destinó" a ser contingente. Por ello la Ética está
necesariamente abierta a la Religión.
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1.2. La ética como teoría sobre la moralidad y como moral filosófica.
1.2.1. La eticidad: característica esencial del ser humano.
En la vida cotidiana, el ser humano realiza diversas prácticas de carácter afectivo,
político, artístico. etc. Para poder realizar estos actos, debe decidir que alternativas tomar
para actuar en función de sus intereses, y de los demás. La ética se pregunta las razones de
estas conductas y decisiones, la ética es el campo de la teoría filosófica que averigua las
fundamentaciones racionales de las conductas y prácticas individuales y sociales.
La búsqueda que la ética hace es verdad (fundamentaciones, razones, causalidades)
diferente de la de otras ciencias que responden a la cuestión de verdadero-falso. La ética y la
moral responden a los aspectos de bueno-malo, correcto-incorrecto, justo-injusto (principios
de veracidad y de rectitud).
El estudio de las causas, las razones de las decisiones y acciones, nos conduce a un
sistema de valores a través de los cuales se establecen las normas del obrar.
En consecuencia, se concibe la ética como la teoría filosófica que trata de la conducta
humana y define proposiciones sobre lo que es virtuoso y vicioso entre los distintos tipos de
conducta. La moral es el conjunto de normas que marcan la convivencia social, la de
decisión de individuos y grupos para actuar de una determinada forma La ética alude a la
fundamentación racional de esas conductas, hasta establecer un sistema de valores
correspondiente a una determinada sociedad o grupo. Establece valoraciones que fundan la
identidad de una persona y de la sociedad.
Desde una perspectiva filosófica, la ética estudia la moralidad, es decir las ideas,
conceptos, nociones y el lenguaje de la moralidad. La moral se distingue de la ética en que
indica, de forma inmediata y práctica, lo que es bueno o malo. La ética, si bien incide también
en las decisiones correctas de la conducta humana, lo hace a través de cánones o
fundamentos morales, no señala lo que es bueno o malo, sino cuándo lo es.
En las sociedades modernas, basadas en un discurso "racional y razonable", a 1a
pregunta ¿qué debo hacer? damos tres tipos de respuestas:
La primera respuesta sigue el proceso de la razón pragmática o instrumental, es decir,
la organización de medios para el logro de propósitos definidos, la adecuación de aquello
que se quiere y lo que debe hacerse para conseguirlo. Se trata de objetivos definidos según
preferencias e intereses, que requieren un plan de acción y una estrategia para ser
alcanzados. El debe aquí es relativo al aspecto técnico o estratégico de la acción, es
propiamente un tener que referido a medios. La respuesta está en la viabilidad y la eficacia.
De lo anterior se desprende que la ética no puede, por ello, como pretenden las visiones
utilitaristas que han dominado las sociedades modernas, reducirse a la determinación de las
utilidades y beneficios del individuo, limitada por las conveniencias y beneficios del otro. Esto
equivale a reducir la racionalidad a una de sus modalidades, la instrumental.
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La segunda respuesta sigue el camino de la razón moral. Se refiere a lo que uno debe
hacer o tiene que hacer. Posee aquí más bien el sentido de que aquello es justo y en virtud
de ello, por así decirlo, obligatorio. La respuesta está en la imparcialidad y universalidad de la
justicia como características de toda acción moral El verdadero ámbito de lo moral estriba en
la decisión del querer, en medio de relaciones sociales.
En ocasiones, cuando respondemos a la pregunta ¿qué debo hacer?, encontramos un
contexto de disputa de intereses y los conflictos que ello genera. Entonces buscamos
solución imparciales y justas para todos: determinar la justicia de una acción, de forma que
pueda ser aceptada por cualquier ser humano. Los principios morales permiten la regulación
de la vida en común.
La tercera respuesta sigue el camino de la razón ética. Se refiere a las valoraciones
inmersas en el contexto de una autocomprensión, la apropiación de la historia vital, así como
también de las tradiciones y el contexto vital que han determinado el propio proceso de
formación. Estamos ante las valoraciones que conciernen no sólo a disposiciones e
inclinaciones casuales, sino a la autocomprensión de una persona, su tipo de vida y carácter.
Ellas están ligadas a la propia identidad. El dilema ético está en determinar las preferencias y
conocer lo que hay detrás de cada una de ellas, qué bien o valor persigue Se cruzan dos
componentes los descriptivos de la génesis del yo-histórico vital y los normativos del yo ideal
En este sentido, la razón ética tiene una base histórica de génesis de la identidad
personal y social En el caso de América Latina hay un proceso propio en que se combinan
las visiones originarias, estructuradas en torno al equilibrio energético de las relaciones
personales, comunitarias y con la naturaleza, lo que se expresa en una ética de
responsabilidad holística, con los sistemas de valores que se forman desde el influjo del
proceso occidental América Latina es, a la vez, el occidente y la originalidad y diversidad de
sus fuentes
1.2.1.1. Diferencia entre Ética y moral.
Para hacer la distinción entre ética y moral, empecemos por afirmar que la moral hace
referencia o proviene de las costumbres y valores que se generan y recibimos de nuestro
entorno, es por eso que a lo largo de la Historia y de las culturas, han existido y existen
distintos códigos morales. Por otro lado, la Ética hace referencia a la búsqueda racional y
convicción personal más que una asimilación y respeto a las costumbres y valores de mi
ambiente, es la justificación racional de mis acciones, es algo que ejerzo de manera más
activa y consciente.
La Ética busca una razón común a todos los hombres, puede hacer que convivan y
sustenten su acción distintas morales, por ejemplo entre personas de distintas religiones que
buscan una justificación racional a su actuar y, aunque esto en la práctica es difícil, siempre
buscan el apoyo intelectual de la Ética para regirse. En esta sociedad plural donde conviven
distintas morales, la ética ofrece un campo neutral como justificación racional de los actos,
podemos ver que para una persona judía o para una católica, el violar una ley es igualmente
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no ético, aunque para uno puede ser inmoral vestirse de distinta manera y para otro no,
según los valores y costumbres de su religión. Vemos, en conclusión, que la ética busca el
fundamento teórico y práctico de la moralidad, ya que trata de justificarla de manera concreta
y racional, pero vemos también que al final aunque puede haber algunas distinciones, tanto
la ética como la moral se fundan en cuestiones de valor y juzgan como bueno o malo el
comportamiento de los hombres.
1.2.1.2. Códigos Morales.
A lo largo de la Historia han existido distintas posturas éticas que se han regido u
orientado por diversos valores y principios, algunos han buscado una finalidad (ética
teolológica) como guía y parámetro de comportamiento, ya sea el placer, la felicidad, la
perfección o el amor a Dios. Y otros, mas que una finalidad han seguido como línea ética el
cumplimiento del deber por el deber mismo (ética deontológica). Pues de algunas de estas
posturas se han derivado códigos morales, que son los principios y valores de estas diversas
posturas plasmadas por escrito como leyes y lineamientos morales y de conducta, para los
distintos seguidores o integrantes de este comportamiento moral y ético. Así, podemos ver
que en la historia del pueblo hebreo han surgido como códigos morales los Diez
Mandamientos o Tablas de Moisés, que tienen como fundamento la ley divina y como
autoridad moral a Dios. Así mismo, en el pueblo chino como producto del pensamiento,
principios y valores del filósofo Confucio, surgieron Las máximas de Confucio, teniendo como
fundamento moral, valores como la lealtad, el amor filial, la honestidad. Y así podemos
mencionar entre otros el Código de Hammurabi, el Código de Manu, la declaración de los
derechos del hombre y del ciudadano o la Constitución mexicana de 1857, que a su vez
tienen distintos fundamentos y autoridad moral, por lo que podemos observar que los códigos
se desprenden del pensamiento ético y moral de los distintos pueblos, épocas, culturas,
religiones y autoridades morales
1.2.2. La eticidad: característica del ser humano
Seguramente has participado en algún juego o deporte en el que hay que seguir reglas,
hay que establecer normas de conducta, desarrollar valores de convivencia como el
compañerismo, el respeto y la tolerancia, entre otros. Probablemente en este juego o deporte
que has practicado o visto, se han desarrollado muchos de estos valores de convivencia y no
lo has reflexionado, por ejemplo el respeto a las reglas, no puedes imponer tu voluntad
aunque lo desees, hay lineamientos que hay que seguir y al hacerlo estás generando
respeto. O a lo mejor en otra ocasión habrás querido imponerte a la fuerza a tu rival o hasta
insultarlo o agredirlo al calor del juego, pero no lo haces y te controlas, por una convicción de
que esto no es lo correcto. A lo mejor has tenido que aceptar un golpe o una derrota dolorosa
y comprender que es parte del juego, pues con ello estás poniendo en práctica la tolerancia.
Este es sólo un ejemplo entre las distintas facetas y actividades en las que se desarrolla el
ser humano y en el que a su vez desarrolla valores de convivencia, como: la lealtad, la
honestidad, la ayuda o solidaridad; pero vemos también que puede llegar a desarrollar
antivalores, como: el egoísmo, la agresión, el rencor, la envidia, y es que el ser humano es
un ser lleno de contrastes, en él conviven, se van desarrollando o no, a lo largo de su vida
distintos valores, creencias, costumbres y hábitos que van integrando su carácter y
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demuestran que el hombre es un ser inacabado que se va formando día a día con sus actos,
un ser esencialmente ético.
Dignidad, eticidad y educación. El termino griego ethos alude al carácter o manera de
ser de una persona A través de esta breve definición nominal, podemos advertir sus dos
dimensiones la social y la moral.
En efecto, el ethos es siempre social, ya que la persona no es un ser aislado Su manera
de ser se hace patente a través de acciones que tienen efectos sobre otras personas y se
realiza en el seno de una sociedad en la que existen normas y se prefieren valores Por otra
parte, el ethos es moral en virtud de que la manera de ser refleja la forma en la que las
acciones obedecen a pautas que el sujeto considera como validas.
Referirnos a la eticidad implica aludir a la unidad dialéctica de la moralidad con la
sociabilidad de la persona (el particular), la comunidad (lo general), el interior (la asunción
íntima y personal de normas), el exterior (las regulaciones y valores que establece la
comunidad), del proceso de individuación (por el que la persona se conforma como algo
único e irrepetible) y con la identidad de el colectivo (que conlleva reconocimiento de valores
compartidos y normas legitimas).
La dialéctica referida, hace patente la condición humana desde las perspectivas:
1. El ser humano es un hecho, puesto que además de ser producto de una evolución
biológica, es determinado por circunstancias culturales y sociales
2. El ser humano cambia continuamente, en proceso de constituirse como tal, es un ser
que se autocrea En este último consiste su especificidad y su dignidad Por lo anterior,
podemos advertir que todo aquello que favorece la dignidad es valioso. Todo aquello que
limita o impide el proceso de autocreación del ser humano se convierte en un antivalor
afectando con ello a la dignidad humana
Desde este ángulo, el término ethos adquiere un nuevo significado, pues nos remite a
los valores y a la dignidad humana.
Lo anterior implica que es valioso todo aquello que favorece a la dignidad. Todo lo que
limita o impide el proceso de auto creación del ser remite a los valores y a la dignidad
humana, por ello la eticidad se puede definir como el esfuerzo de realización de valores y
dignificación .
¿A qué se refiere dignificar la vida? A luchar por la libertad de todos los individuos y por
la revocación de cualquier forma de denominación Es empeñarse por elevar el nivel de
conciencia propio y ajeno, contribuir a conformar integraciones sociales y redes de
interacción gracias a las cuales se satisfagan las necesidades del colectivo, se comuniquen
los sujetos y se establezcan lazos afectivos entre ellos. Radica en favorecer la participación
creativa de todos y cada uno de los seres humanos en la producción de la cultura, en
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construir la propia identidad y la de la comunidad, reconociendo a los otros individuos y a uno
mismo como miembros del género humano y parte de la naturaleza.
Realizar los valores que satisfacen y confieren vitalidad a las necesidades que a lo largo
le la historia ha dado impulso al proceso de autocreación del ser humano. La libertad, la
conciencia, la objetivación, la socialidad y la universidad, son necesidades que A. Heller ha
denominado radicales, por estar arraigadas en lo básicamente humano Así entendida, la
dignidad se nos revela como el horizonte axiológico de la educación y la eticidad como la
pauta de las acciones y de las finalidades educativas.
Considerando lo anterior, los docentes deben dedicarse a la tarea de lograr que cada
uno de sus alumnos se forme como sujeto de la eticidad, esto es, como realizador de
valores.
Por otra parte, considerando que la realización de valores conlleva preferirlos y actuar
para que se hagan realidad, consecuentemente se deberá formar a los alumnos como
sujetos asertivos.
Por ejemplo, la preferencia por una institución democrática es radical ya que, merced a
sus cualidades, dicha institución propicia la realización de la libertad de los ciudadanos La
preferencia por una sociedad justa es radical en virtud de las regulaciones e interacciones
que le dan forma y contenido a la sociedad en cuestión.
Lo anterior nos permite inferir que para ser radical, se debe saber distinguir entre
valores (que satisfacen necesidades radicales) y pseudovalores (que aunque atraen el
interés del sujeto no contribuyen a satisfacer necesidades radicales) Además, deberá decidir
de manera tal que requiere de las habilidades para obtener la información suficiente acerca
de su preferencia. Ha de ser también tanto un buen argumentador como un buen
comunicador, ya que solamente es radical la preferencia si se fundamentan las suficientes
razones para resistir la crítica en un proceso comunicativo. Debe ser un particular
descentrado para que su preferencia sea resultado de una decisión autónoma y se sustente
en principios universalizables.
Por otra parte, la educación valoral requiere del docente habilidades y disposiciones
para contribuir a que el educando se desarrolle, elevándose desde una perspectiva
egocéntrica a una perspectiva de autonomía intelectual y moral.
El sujeto de la eticidad, moral y práctica:
La identidad individual, que resulta de la interrelación de los procesos previamente
referidos, tiene una dimensión formal (las estructuras cognitivas y motivacionales) y una
dimensión sustantiva (las competencias adquiridas y los valores y pautas asumidos como
válidos)
Las señales de identidad que pueden alcanzarse como sujeto de la eticidad son las
siguientes:
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a) Gracias a sus estructuras cognitivas y sus guías de valor, el individuo podrá ser
capaz de determinar, en situaciones controvertidas, la rectitud de una acción o de una
norma, basándola en principios universalizables cuya pretensión de validez los hace factibles
de ser sometidos a la crítica en procesos comunicativos,
b) El individuo se siente obligado a comportarse de una manera recta con
independencia de presiones extras o de convenciones establecidas socialmente que se le
imponen En otras palabras, el sujeto de la eticidad es aquel que ha logrado una identidad
postconvencional, es decir, que adquiere la forma de lo que se conoce como personalidad
moral
En consideración a lo anterior, el sujeto de la eticidad es una persona moral que resulta
de la formación de una identidad posconvencional pero, sobre todo, es un sujeto actuante.
En efecto, la realización del valor requiere de la praxis, esto es, de una actividad que
comienza con un resultado ideal (la necesidad satisfecha) y que culmina en la transferencia a
un objeto (al que se le confiere una cualidad). En otras palabras, el valor adquiere concreción
mando la preferencia de un sujeto le lleva a la acción para realizar una transformación
objetiva, y la transformación en cuestión se realiza.
En consecuencia, una obra de arte carece de belleza sin la actividad del artista y la
actividad del contemplador, no hay corrección en un argumento sin la actividad del
argumentador, no hay democracia sin la participación de los ciudadanos, no hay honestidad
sin el JUICIO de un sujeto sobre sí mismo, etcétera.
La praxis es, por tanto, la fuente del valor, sin embargo su fundamento son las
necesidades radicales, de ahí que el valor no constituye sólo algo subjetivo u objetivo, sino la
unidad dialéctica sujeto objeto.
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UNIDAD 2 – ÁMBITOS DE DECISIÓN PERSONAL Y SOCIAL
2.1 El juicio moral sobre las acciones humanas.
Todas las acciones (u omisiones) que dependen de nuestra determinación voluntaria
son éticamente valorables. Los actos morales son los que implican intencionalidad, voluntad
y una cierta conciencia de los fines y consecuencias, por lo que también conllevan
responsabilidad.
El sentido ético de nuestra existencia implica un proceso permanente de deliberación y
decisión. La vida humana implica ejercer la reflexión racional y deliberativa para analizar,
comparar y argumentar en pro y en contra de las opciones que se nos presentan para,
finalmente, establecer un juicio claro sobre la opción que vamos a elegir.
Los elementos que intervienen en nuestros actos son los siguientes: las causas y
motivos que nos llevan a desear hacer o no hacer algo, los fines que queremos cumplir, la
intención que tenemos al actuar , los medios de que nos valemos para realizar la acción y,
finalmente los efectos y consecuencias de nuestra acción.
Causas y
motivos
Fines
Intenciones y medios
Resultados y
consecuencias
2.1.1. Componentes de la acción moral.

Causas y motivos.
Todo acto moralmente valorable tiene una causa y unos motivos más o menos
conscientes. El contexto en el que nos encontramos nos motiva a actuar en un sentido o en
otro. Motivar viene del latín movere que significa mover. Nos motivan también los ideales y
las creencias que tenemos, el temperamento y los hábitos que nos distinguen así como el
carácter que hemos logrado formarnos.
Nos movemos por causas externas y por nosotros mismos. Las causas externas reciben
el nombre de necesidades o determinaciones. Los seres humanos son libres, pero también
están determinados por la necesidad social o natural, pero nunca a tal grado que pueda
decirse que pierden totalmente su libertad.
Para que un acto sea ético o moralmente positivo, es decir, libre y voluntario, el
individuo no tiene que situarse al margen de las necesidades y determinaciones, sino estar
consciente de ellas y de cómo puede enfrentarlas. Esto es, un hombre libre no es el que no
está determinado o no se ve coaccionado por la necesidad, sino el que sabe enfrentar la
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necesidad para preservar hasta las últimas consecuencias la capacidad de decidir por sí
mismo.
En una concepción integral del hombre, el cuerpo y el alma o la razón forman una
unidad inseparable. El problema para la ética consiste en alcanzar una clara conciencia de
estas motivaciones y determinaciones para que el individuo se convierta en sujeto activo
(más que pasivo o reactivo) de su propia vida, es decir, para que sea capaz de decidirse a
actuar por sí mismo, motivado por su propia reflexión y ponderación de las opciones, y
guiado por sus sentimientos y emociones.
Lo que conviene evitar es dejarnos llevar por las causas y necesidades exteriores o por
los impulsos y las pasiones solamente, pues de este modo nos moveríamos mecánica o
automáticamente. En la medida en que nos hacemos conscientes de las determinaciones, y
nos preguntamos qué deseamos hacer realmente, emergen nuestros verdaderos motivos,
debido a que iniciamos un movimiento en nosotros mismos. Así nos convertimos en la causa
de nuestros actos y del sentido que anhelamos darle a la vida.
Al actuar conscientemente, no sólo realizamos la autonomía, sino también un aspecto
central de la vida ética que es el llamado autodominio. Autodominarse no significa reprimir lo
que queremos o lo que somos, sino tomar las riendas de nuestra vida. Esto significa tener
motivos propios, saber por qué actuamos y hacia dónde queremos llegar, ver claramente los
fines que deseamos realizar, conscientes de las consecuencias de nuestros actos.

Fines, intenciones y medios.
Sentido significa dirección, rumbo y por ende, implica un objetivo, un fin al que se quiere
llegar. Los fines por excelencia de las decisiones éticas son los valores: darles realidad a
éstos es lo que, en última instancia, consiste el actuar éticamente. La intención es la
disposición con la cual aceptamos realizar tales fines e implica la percepción que tenemos de
las circunstancias en las cuales vamos a realizar cierto fin. Fines e intenciones están
íntimamente relacionados.
Existen dos grandes grupos de fines: los finales, que corresponden a los valores
básicos, y los fines inmediatos que, por lo general, se cumplen a corto plazo. Para actuar
éticamente es muy importante distinguir estos dos tipos de fines pues, de hecho, los de corto
plazo generalmente son, en realidad, medios para realizar los valores. Conviene establecer
una jerarquía entre lo que realmente importa para realizarnos como seres humanos y lo que
es menos importante aunque pueda ser urgente y necesario.
El actuar con conciencia ética implica dar realidad plena a los ideales y al futuro , en la
confianza y la convicción con la que actuamos. Claro está que al hacer esto se nos pide
renunciar a la satisfacción inmediata en cierto momento, pero ello no significa que hayamos
de renunciar siempre a los bienes materiales y corporales. Por eso es muy importante
establecer un juicio adecuado para cada una de las diferentes situaciones en que nos
encontramos y ver si no estamos comprometiendo lo de mayor valor por obtener algo que
vale menos, de acuerdo con el sentido ético que deseamos darle a nuestra vida.
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Puesto que los medios pueden ser muy variados, es preciso tener claro que éstos han
de concordar con los fines; no es suficiente que los fines sean buenos, sino que los medios
deben ser proporcionados.
La elección de los medios es ya la gestación del fin; y si los medios no son adecuados y
justos, no podrán realizar fines benéficos. Dicho de otra forma: los fines están al final en
nuestra previsión, pero se van gestando con los medios que elegimos, con nuestros actos
concretos y cotidianos.

Resultados, consecuencias y coherencia de actuar.
La acción ética no puede quedarse sólo en tener la intención de hacer algo positivo o
benéfico; por el contrario, busca tener resultados, llegar a concretarse de forma efectiva, es
decir, que concuerde con lo previsto en la intención.
Ello nos exige reflexionar sobre la objetividad de nuestros actos. Éstos se insertan en el
mundo real, en un conjunto de otros actos que imponen condiciones y límites espaciales y
temporales a los proyectos personales. La ética nos pide ser realistas y esforzarnos por
llevar a término nuestras intenciones.
Por otro lado, al insertarse en el mundo real, los actos éticos no quedan aislados sino
que traen consigo una serie de consecuencias para nuestra vida y para la de la comunidad,
frente a las cuales tendremos que responder. La responsabilidad no consiste sólo en
enfrentar nuestros actos, sino también lo que ellos suscitarán con el tiempo. Es preciso, por
tanto, prever tales consecuencias y tomar en cuenta que algunas de ellas no son siempre
evidentes.
Las consecuencias de los actos nunca son estrictamente individuales, pues se inscriben
en el mundo en el que están los otros. La responsabilidad no se funda solamente en lo que
hacemos sino también en lo que dejamos de hacer. En otras palabras, no sólo somos
responsables por las acciones, sino también por las omisiones.

La decisión ética y la valentía.
Toda decisión implica una renuncia. La persona ética sabe que no todo es posible, que
es preciso poner límites a la acción y que éstos deben estar de acuerdo con lo mejor y lo
más adecuado para la comunidad humana, es decir, que debe optarse por aquello que nos
haga más libres.
La renuncia, por tanto, ha de hacerse con pleno convencimiento; de lo contrario se
convierte en una represión y mutilación de la voluntad.
Pero el problema más fuerte al que nos enfrentamos con la decisión y la renuncia es
que ellas implican soledad y miedo. Nadie puede decidir por nosotros, aunque pidamos
consejo, la decisión emana del individuo, y es éste el que ha de enfrentar las consecuencias.
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Pero además surge el temor a equivocarse, a no tomar la decisión o a no poder realizar
aquello que se elige.
Sören Kierkegaard (1813-1855), filósofo danés, iniciador de la filosofía existencial
plantea que decidir es confiar en lo posible sin tener ninguna seguridad de que esto pueda
llegar a ser. Cuando decidimos damos un salto –dice Kierkegaard- hacia lo incierto y eso nos
provoca miedo.
¿Cómo vencer el miedo al fracaso cuando tomamos una decisión? En sentido estricto,
el miedo no se vence, no se elimina, pues nunca tenemos la seguridad de que triunfaremos.
Lo único que podemos hacer, por paradójico que parezca, es: no tenerle miedo al miedo, es
decir, enfrentar la sensación de temor y por encima de ella luchar por los fines que nos
hemos propuesto. La diferencia entre el hombre valiente y el cobarde no reside en que el
primero no sienta miedo y el segundo sí, sino en que el primero se mantiene
2.1.2. El problema de la libertad.
La libertad es uno de los conceptos centrales y de los problemas más agudos de la
ética filosófica. La libertad no es solamente una capacidad de acción y decisión; es el rasgo
fundamental y constitutivo de la condición humana. El ser humano posee características
específicas como la racionalidad, la comunicación dialógica, la historicidad, el sentido
artístico, el amor, la sociabilidad y la organización individual, pero todas esas características
están en nosotros como posibilidades que pueden desarrollarse en distintas grados y de muy
variadas formas.
Esto se debe precisamente a que nuestro ser es libre, abierto, indeterminado o
ambiguo; no está conformado ni programado para que todos seamos igualmente racionales,
artísticos e incluso sociales y comunicativos. Nuestra naturaleza nos dota de ciertas
características que sólo llegan a ser reales por nosotros mismos, por nuestro esfuerzo y
decisión frente a lo que somos y lo que queremos ser. La libertad, en este sentido esencial,
es el poder realizar nuestras capacidades e incluso perfeccionarlas o poder no realizarlas, y
constituye, en última instancia, lo que nos distingue de todos los demás seres del universo.
La condición humana implica la ambigüedad del "ascenso" o "descenso", de
"crecimiento" o "decrecimiento" de su ser mismo. No está determinado de antemano el grado
en que podemos crecer como seres humanos. Nosotros nos damos la forma humana (dentro
del rango de nuestras potencias) que queremos adquirir. Los animales, las plantas, las
estrellas o las piedras, tienen una forma de ser ya definida o determinada, ellos no pueden
lograr un perfeccionamiento o una mejoría en lo que son. Por lo contrario, el hombre puede
humanizarse "más" o "menos", lleva la "alternativa" en su propio ser.
En la vida práctica el ejercicio de la libertad se encuentra con múltiples limitaciones.
Aunque nuestro ser es indeterminado, los distintos contextos en los que actuamos nos
determinan o condicionan. Nacemos en un contexto familiar y social que no elegimos y que
nos demarca un ámbito de acción. Nacemos también con un cuerpo que no escogimos y que
nos impone necesidades y pasiones. La libertad, para realizarse, se encuentra siempre en
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interacción con su contrario: la determinación. Y esta última tampoco se da sin el deseo de
actuar libremente. Libertad y determinación son dos contrarios íntimamente vinculados; uno
no se da sin el otro.
La libertad de acción no se manifiesta nunca como un poder absoluto que se realiza sin
obstáculos. En otras palabras, la libertad humana no es ilimitada. A la vez, tampoco podemos
pensar que las limitaciones son absolutas. Ciertamente estamos conformados ya por una
herencia genética, por una estructura psicológica y por un ambiente económico y social;
asimismo, debemos atender las necesidades del cuerpo, y si es verdad que todo esto nos
condiciona y determina, también es cierto que nos ofrece oportunidades de acción.
Toda situación ofrece varios aspectos, siempre es plural, diversa, contiene múltiples
ángulos en los cuales podemos encontrar la oportunidad para actuar. Si las determinaciones
fueran insuperables no podríamos generar cambios en la vida individual o en la vida social.
Los casos abundan en este respecto. Por ejemplo, el caso del ateniense Demóstenes en el
siglo V A.C., quien era tartamudo pero logró vencer esta limitación mediante la práctica de
hablar con piedras en la boca. Demóstenes no sólo superó sus limitaciones personales, sino
que se convirtió en el mejor orador de su época.
Así pues, la libertad consiste en tener la capacidad de iniciar o generar un cambio en las
circunstancias dadas, consiste en tener iniciativa para autodeterminarse uno mismo. Para
poseer una vida propia, para ser independientes, hay que tomar en cuenta las condiciones
del país en que vivimos, de la realidad social, económica, política, de la familia, de nuestras
relaciones personales y en general de todo el contexto en el que vivimos. Esto no quiere
decir que nos conformemos con todo ello, sino que debemos estar conscientes y luchar por
transformar lo que nos parece inconveniente.
A pesar de todo lo que nos limita, somos los autores de nuestro destino, podemos
modificar ciertas circunstancias porque somos seres esencialmente libres y posibles, nunca
determinados absolutamente. Por supuesto, es imposible transformar todo nuestro entorno,
pero sí podemos influir en alguna medida para que las situaciones sean favorables a
nuestros propósitos. Si vivimos en un ambiente de violencia, por ejemplo, podemos
oponernos a ella protestando de forma racional, organizándonos con otros, buscando
alternativas para combatirla y demandando el apoyo de las autoridades competentes.
Por ello conviene evitar el pesimismo y el conformismo que dicen: "esto me tocó", "ya
sabemos que nada va a cambiar", "así lo hacen todos y es lógico que yo lo haga así".
Podemos ser agentes de cambio, porque aunque la libertad está limitada, también es una
fuerza transformadora; todo depende de nuestra iniciativa.
2.1.3. Libertad y responsabilidad.
De acuerdo con lo que se ha expuesto hasta aquí, la libertad consiste en elegir y tomar
decisiones respecto de nuestro ser y de las distintas circunstancias. Sin embargo, para ser
plenamente libres y autónomos no basta con ejercer el poder de decisión, es preciso además
hacernos responsables. La responsabilidad es la culminación de la libertad. Hemos de ser
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capaces de responder por nuestros actos y por sus consecuencias; sobre todo, hemos de
responder ante nosotros mismos y ante otros por nuestra humanización y por el sentido que
hemos dado a la vida. ¿Seremos igualmente responsables si tomamos la decisión de
desarrollar las potencias humanas que si decidimos depender de otros, o descuidarnos y
abandonarnos?
Es preciso aclarar que la libertad tiene dos sentidos distintos sin los cuales no se
entiende su dinamismo: 1) el ontológico: es un rasgo radical y constitutivo del ser humano,
que reside en su condición indeterminada. Es decir, somos libres por el hecho de nacer como
seres humanos, queramos o no ser libres; se trata de algo esencial y constitutivo. 2) El
sentido axiológico (esta palabra viene del vocablo griego axios, "valioso"): la libertad se
adquiere, se desarrolla y perfecciona en distintos grados como consecuencia de las
decisiones y acciones personales; la libertad es también una virtud', ella se realiza al elegir
acciones valiosas para la persona y para la sociedad entera La libertad conlleva así una
evaluación de las diferencias cualitativas, una distinción entre lo "mejor" y lo "peor".
Y es que la libertad humana es esencialmente reflexiva y autoconsciente: tiene la
capacidad de volver sobre sí misma, de juzgar sus decisiones; por eso implica
responsabilidad se exige a sí misma una respuesta. Esto significa que somos realmente
libres cuando podemos responder por nuestros actos, cuando asumimos sus consecuencias
y no cuando las desatendemos, ni mucho menos cuando las negamos. Ser libre es actuar de
forma consciente y responsable. Y la primera y más importante responsabilidad es la forma
que damos a nuestro ser, es aquello que hacemos con nuestras potencias, es decir, de
nuestra humanización. No es igualmente libre quien actúa conforme a los valores más
universales, que quien opta, por ejemplo, por la violencia y la crueldad. Nos hacemos
verdaderamente libres cuando elegimos desarrollar las potencias que nos caracterizan como
seres humanos, cuando somos creativos, no destructivos.
2.1.4. Autonomía y heteronomía
El objetivo principal de la reflexión ética es propiciar en el individuo el descubrimiento de
su libertad en relación con los valores. Esto significa que cada uno de nosotros tiene la
posibilidad de elegir el comportamiento que quiere seguir, es decir, tiene la capacidad de ser
autónomo. La palabra autonomía proviene de dos palabras griegas autos, "sí mismo" y
nomos, "norma" o "ley".
Para ser autónomo es preciso conocernos a nosotros mismos, ejercitar la reflexión
sobre aquello que queremos y creemos, sobre lo que nos parece mejor; es necesario tener
vida interior y estar en diálogo con nosotros mismos. De hecho, Sócrates funda la conciencia
ética cuando plantea que la virtud consiste en el autoconocimiento. Para él: "una vida sin
autoexamen no vale la pena de ser vivida". Se trata de saber quiénes somos, cómo
actuamos en realidad, qué ideales tenemos y cómo queremos ser, para poder decidir de
forma consciente y adecuada cuáles son las leyes y valores que nos van a guiar. La
autonomía ética no consiste sólo en darse normas, sino en poder diseñar con ellas un
proyecto de vida, se trata de buscar los auténticos fines que deseamos alcanzar, de darle un
sentido propio a la vida.
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Pero la autonomía no es soledad ni aislamiento: implica estar en relación con los
valores de una sociedad y de la humanidad en general. Lo cierto es que nacemos y vivimos
en un mundo ya construido por otros y del cual no nos podemos sustraer. Tenemos que
analizar qué es lo que en verdad aceptamos y queremos del mundo al que pertenecemos, y
qué es aquello que no tiene verdadero significado o importancia. Nuestro proyecto de vida
tiene que tomar en cuenta la realidad que nos circunda.
El acuerdo y la aceptación del mundo son éticos en la medida en que parten de la
reflexión y el autoconvencimiento, en la medida en que los valores que vienen del exterior
dejan de adoptarse por obligación y se asumen desde la reflexión interior y racional.
Lo que nos quita autonomía es la irreflexión, el caer en un comportamiento mecánico y
mimético o sumiso que acepta lo que viene del exterior sin cuestionamiento y valoración
propia. Immanuel Kant definió la autonomía precisamente como la capacidad de "darse a sí
mismo la ley ética desde la propia razón". Esto significa que cuando asumimos normas de
conducta sin haberlas analizado racionalmente, caemos en la heteronomía, es decir, en el
estar gobernados por una norma que viene de fuera y que no es propia. La heteronomía es
estar gobernado por las normas de otros, (heteros significa en griego "otro" o "diferente"), ya
sea por lo que dicen los padres, el Estado, la sociedad y las costumbres o todo aquello que
no proviene de la reflexión y la búsqueda interior, como son los caprichos personales, los
deseos inconscientes y las modas que nos imponen los amigos, así como el mundo de la
publicidad y el comercio.
Lo decisivo para la autonomía ética es que la asunción de normas y valores sea un
proceso de autoconocimiento y no un mero dejarse llevar por lo que los demás dicen o
hacen.
2.1.5. Autonomía y deber.
La autonomía no consiste en hacer todo lo que nos venga en gana, sino en pensar que
valor tiene aquello que deseamos realizar. Al valorar establecemos una preferencia con
respecto a las distintas formas de conducta, percibimos cualidades "mejores" o "peores" en
los diferentes comportamientos y, sobre todo, nos vemos obligados a ser consecuentes con
nuestras decisiones y a formular normas de conducta; nos damos cuenta de que no
podemos actuar un día en un sentido y otro en uno diferente, pues hemos de responder ante
nosotros mismos y ante otros sobre la dirección que estamos dando a nuestra existencia.
Al valorar los actos y normar nuestras preferencias descubrimos el deber ético. Éste no
consiste en algo impuesto desde el exterior, tal es la obligación heterónoma; por lo contrario,
el deber proviene de las propias convicciones, de lo que nos parece preferible, pues para la
libertad responsable sus valores se convierten en una ley que obliga a serle fiel.
El deber significa que aquello que hemos descubierto como un valor debe prevalecer en
nuestras acciones. Al conocer el deber que nos imponen los valores, la libertad deja de ser
indeterminada. Ya no es posible optar en cualquier sentido, sino que la libertad ha recibido
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una determinación, pero si ésta proviene de lo que nosotros mismos hemos decidido, se
convierte en una libertad autónoma. En otras palabras, la autonomía consiste en descubrir la
capacidad de guiar la vida según las propias convicciones, en ser capaces de "escuchar la
propia voz" de nuestra conciencia y no dejarnos llevar simplemente por lo que los demás
dicen y esperan de nuestro comportamiento.
Todos los valores básicos y universales implican determinados deberes que involucran
a la comunidad. ¿Cómo realizar la igualdad, la tolerancia, la justicia si los individuos no
reconocen que estos valores se imponen en las relaciones que conforman a una comunidad?
El sentido del deber se comparte con los otros y la aspiración a alcanzar la autonomía
individual trae consigo la conciencia de que los demás también deben ser autónomos, que de
nada sirve ser libres y autónomos si los que nos rodean, los que forman parte de nuestra
sociedad, no actúan también de forma autónoma y no son capaces de reconocer y acatar
determinados deberes.
2.2 Los valores.
La ética se preguntaba desde la antigua Grecia cómo debe actuar el ser humano para
ser justo, valiente, prudente; reflexionaba sobre las virtudes. La virtud es la realización de la
excelencia y para ello se requieren los valores; sin embargo, se habla de virtud cuando el
centro de la atención está en el individuo que realiza el valor. En cambio, en el mundo
moderno los filósofos se peguntaron por el "valor en sí", se cuestionaron si los valores tienen
acaso una realidad independiente del hombre o si están siempre incorporados a sus
acciones.
La atención que la ética moderna y contemporánea ha prestado al tema de los valores
indica que éstos constituyen un fenómeno problemático. Los valores no son cosas físicas ni
cualidades de las cosas, sino cualidades que percibimos con un sentido emotivo especial.
Los valores están en función de nuestra capacidad para valorar, es decir, para preferir o
estimar cualidades positivas que reconocemos en las cosas, personas o acciones.
Los filósofos tomaron conciencia de que los valores orientaban los criterios del actuar
humano en todos los ámbitos. No sólo existen valores éticos (bueno-malo, prudenciaimprudencia), sino también valores económicos (valor de uso y valor de cambio) —como lo
puso de manifiesto Marx—, valores epistémicos (verdad frente a falsedad), políticos
(democracia frente a totalitarismo), estéticos (belleza frente a fealdad), religiosos (lo sagrado
frente a lo profano), tecnológicos (eficiencia frente a la ineficiencia), e incluso, ecológicos
(protección y conservación frente a destrucción y contaminación).
2.2.1. Universidad y relatividad histórica de los valores.
Los valores no son meras invenciones de los individuos o de comunidades, pues
expresan la conciencia que la humanidad ha ido formándose de lo que es preferible y
conveniente. Los valores son intersubjetivos y por ello tienden a ser universales. Pero no son
universales porque todo el mundo los acepte, los comprenda y los realice, sino porque cada
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valor señala un imperativo o un deber: cualquier persona humanizada debe poder
reconocerlos y desear su realización. Si cierto criterio de acción vale sólo para unos cuantos
o para un solo sujeto, entrará en conflicto con lo que piensan los demás y no se sostendrá
como realmente valioso. Lo que vale va más allá de los intereses particulares y trasciende el
tiempo y el espacio. Por ello, los valores que denominamos básicos (libertad, autonomía,
igualdad, justicia, tolerancia, solidaridad, etc.) han permanecido a lo largo de toda la historia
en la conciencia de la humanidad, aunque quizás expresados de distinto modo y no siempre
con la misma intensidad.
De algún modo u otro, las sociedades se han orientado hacia la búsqueda de un "bien
común". Sin embargo, esto no significa que todas las sociedades adopten los valores de la
misma manera o que no haya cambiado su contenido a lo largo de la historia. Cada
sociedad, según su propio tiempo y espacio, según sus costumbres, tradiciones y creencias,
concibe los valores de una manera específica. Los valores son relativos al tiempo y el
espacio en el que se dan.
La universalidad de los valores responde al hecho de que es posible que todas las
comunidades los busquen y acepten, mientras que su relatividad se debe a que en la
práctica ellos se dan con modalidades distintas. Lo importante es comprender que la
universalidad y la relatividad histórica de los valores son dos rasgos simultáneos.

Idealidad y realidad de los valores.
Los valores se proponen como ideales por alcanzar y, en este sentido, son irreales. No
describen sólo lo que los seres humanos desean o prefieren de hecho, sino lo que cualquier
ser humano debe apreciar y esforzarse por realizar. La idealidad de los valores consiste en
que éstos indican lo "deseable", lo "preferible", es decir, muestran un deber-ser. Es posible
que nunca veamos un acto totalmente justo o una persona que sea completamente
autónoma y, no obstante, comprendemos el valor de la justicia o de la autonomía. No
obstante, al mismo tiempo que son ideales, los valores señalan un deber de realización. De
nada serviría aprehender un valor si no es posible realizarlo de algún modo. Por ello, las
personas tenemos que llevarlos a la práctica mediante un esfuerzo cotidiano. La realidad de
los valores es obra de la lucha porque en la experiencia, en nuestras actividades y relaciones
sociales, nos encontramos con valores y antivalores.
Los antivalores se dan en la realidad, porque —como hemos dicho— somos seres
contradictorios que luchamos por adquirir una libertad responsable, por construirnos un ethos
propio y darle forma humanizada a nuestra vida.
Para hacer reales los valores, requerimos una educación y una sensibilidad
desarrollada que nos capacite para estar "despiertos" ante ellos, así como ante nuestras
potencias humanas e individuales. No es suficiente con leer sobre los valores, ni tampoco
admirarlos en otras personas. Conviene estar dispuestos a practicarlos, a hacer experiencia
de la libertad, a vivir realizando aquello que sabemos que vale porque es preferible para
todos, así como a exigir que los demás actúen conforme a valores que son racionales y
universales. Asimismo, es indispensable estar dispuestos a percibir cuándo un acto, nuestro
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o de los otros, es justo o injusto, solidario o egoísta, tolerante o intolerante, valiente o
cobarde, liberador o esclavizante. Tal educación puede provenir de algunos maestros o de
los padres, pero sobre todo tiene que venir de nosotros mismos, del ejercicio de la reflexión y
el autoconocimiento. Finalmente, somos nosotros quienes nos educamos en valores.
2.2.2. Objetividad y subjetividad de los valores.
La ética ha discutido sobre dos problemas esenciales en torno a los valores: su
objetividad y subjetividad, y su universalidad y cambio histórico.
Al menos existen dos posiciones teóricas sobre la objetividad de los valores. 1. El
objetivismo sostiene que el valor es algo absolutamente independiente de las cosas, y que
las cosas valiosas lo son porque participan de un valor. Para Max Scheler, por ejemplo, los
valores son objetivos y universales, y constituyen el fundamento de la aprobación o de la
desaprobación que producen en nosotros. 2. El subjetivismo niega la existencia
independiente de los valores y afirma que éstos son relativos a los afectos de los seres
humanos; es decir, que las cosas que deseamos son las que consideramos valiosas. De este
modo, e! problema de la naturaleza del valor ha girado en torno a su carácter objetivo o
subjetivo. 3. Quizás una respuesta más completa al problema implica conceder razón a
ambas teorías: los valores son objetivos (sin llegar a ser "cosas en sí" totalmente separadas
de los bienes que apreciamos) y. a la vez, subjetivos (son cualidades que sólo las personas
perciben, pero las cosas en sí mismas no son buenas o malas, feas o bellas). La objetividad
de los valores deriva del hecho de que son compartidos intersubjetivamente; es decir, porque
podemos coincidir con otros en que lo valioso tiene cualidades que nos impone una actitud
favorable o incluso un deber. Por otro lado, la subjetividad de los valores emana de las
circunstancias histórico-culturales en las que cobran realidad: sin sujetos que los estimen no
existirían; pero existen además de manera dinámica, porque los valores son el resultado de
las variaciones histórico-sociales de las valoraciones humanas.
Los valores se han inventado o —quizá mejor— descubierto a lo largo de la historia, es
decir, han evolucionado históricamente. No todos los individuos o no todos los pueblos han
podido percibir los valores de igual modo, y es cierto que hay valores que han cobrado fuerza
ahora y que antes no se concebían con la misma intensidad, por ejemplo, la tolerancia y el
respeto a la diferencia.
Además, los valores no son idénticos a los bienes (o cosas valiosas) porque éstos
pueden destruirse y no existir más, pero los valores no sucumben con los bienes ni
dependen de su existencia. De hecho, los valores tienen un cierto grado de irrealidad; por
ejemplo, la justicia es algo irreal, pues lo que vemos son actos que se aproximan o se alejan
del valor de la justicia, pero la justicia total y plenamente realizada no existe.
Los valores constituyen un mundo de objetos distinto a los que captamos mediante la
sensibilidad y mediante la razón. De acuerdo con Max Scheler, los valores los percibimos
con una facultad especial que él llamaba intuición o experiencia emocional pura, distinta de
toda experiencia empírica y de toda aprehensión racional. Así pues, existen diversas
modalidades de la realidad que conocemos a través de facultades diversas: a) mediante los
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sentidos corporales captamos las cualidades sensibles de las cosas que nos rodean: b)
mediante la razón captamos las ideas, las relaciones (como la proporción, la semejanza o la
desemejanza), los números o las operaciones matemáticas, y c) mediante el sentimiento
puro o la conciencia emotiva percibimos valores.
En suma, los valores tienen cualidades específicas: a) son objetivos pero no se dan sin
que un sujeto los perciba; b) no se identifican con los bienes o las cosas valiosas; es decir,
no se reducen a las propiedades de las cosas; c) son polares (se dan en pares positivonegativo; los valores negativos se llaman antivalores), d) cambia su contenido e
interpretación históricamente y, e) están siempre ordenados en una jerarquía (de hecho,
valorar significa jerarquizar los valores).
La condición indeterminada de la libertad hace que el ser humano necesite valorar o
estimar las cosas y los actos. La conciencia advierte diferencias cualitativas en las cosas, en
las propias potencias humanas y en las situaciones a las que se enfrenta. En la interacción y
el diálogo con los otros nos damos cuenta, a medida que crecemos y maduramos, de las
cosas que valen y de las que no, de los valores que se manifiestan en los bienes y de los
antivalores que afectan a nuestras vidas y que causan males. Valoramos porque nos parece
mejor, preferible o "deseable" una opción frente a otra. Así, reconocemos ciertos valores
intrínsecos; por ejemplo, el valor de una obra de arte, de monumentos históricos o de una
reserva natural, o bien distinguimos que el respeto y la consideración hacia los demás es una
actitud valiosa.
Los valores son las convicciones generales que sirven de guía o criterio a nuestras
acciones y responden al deseo humano de superación. Estas convicciones son ideas que se
han incorporado a las emociones y a la sensibilidad. De tal modo que los valores afectan a la
totalidad de nuestro ser y, por ello, los adoptamos con la inteligencia y con el corazón:
exaltan el sentimiento y el deseo de ser "mejores".
2.2.3. La jerarquía de los valores.
La jerarquización clásica de los valores es la que propuso Scheler, quien los delimitó en
un orden de mayor a menor valor y con su correspondiente antivalor:
a) valores de lo sagrado (sagrado-profano)
b) valores vitales (noble-vulgar, excelente-bajo) relacionados con el sentimiento de
felicidad y vitalidad, y sus valores de referencia en distintos ámbitos como bienestarmalestar, valentía-cobardía, que corresponden a los sentimientos englobados en la alegría y
la tristeza, la salud y el vigor, y la enfermedad y el desánimo
c) valores espirituales como los estéticos (bello-feo), cognoscitivos (verdad-falsedad)
d) jurídico-políticos (justo-injusto)
e) valores sensibles (agradable-desagradable) que corresponden a los sentimientos de
placer y de dolor, y a las pulsiones básicas de la supervivencia. También se ubican en este
nivel los valores de lo útil-inútil y lo eficiente-ineficiente.
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El valor ético de las acciones no se deriva de forma mecánica de la elección de un valor
superior sino de la plena conformidad entre la voluntad y el obrar de cada persona, es decir,
de la congruencia entre la intuición del valor y el acto partiendo de la capacidad para captar
el sentido de los valores positivos y superiores. Además, las personas no son sujetos
aislados, sino que están en correlación con un mundo propio conformado por la interacción
con otras personas. La jerarquización de los valores cobra sentido en ese mundo
intersubjetivo, en una comunidad capaz de reconocerlos y practicarlos
Así, los valores nos orientan en todos los ámbitos de la acción y, por ello el vivir
éticamente implica que realicemos diversas modalidades de valores y que reflexionemos
constantemente para jerarquizarlos de acuerdo con las circunstancias y los fines que nos
proponemos Resultan igualmente importantes el bienestar, la libertad, la justicia, la
autonomía, la verdad o la belleza, la vida ética demanda que seamos capaces de realizarlos
de manera sistémica y armónica, sin que demos prioridad sólo a uno de ellos destruyendo
nuestra capacidad para realizar los demás valores.
No obstante, es posible saber que si un valor predomina y elimina a otros valores,
probablemente se producirá un mal en nuestra época, por ejemplo, suelen predominar los
valores vitales de la utilidad pragmática, el lucro económico y el disfrute inmediato de bienes
materiales por encima de otros valores (vitales, espirituales, morales, etc.), por lo que hemos
perdido socialmente la sensibilidad para apreciar valores estéticos (en las obras de arte y en
la naturaleza) o los valores de lo sagrado y lo profano. Lo que resulta negativo de esta
situación tan común ahora es, pues, que una comunidad no posea la sensibilidad para
distinguir entre las diferentes esferas del valor, y que, como consecuencia, se va haciendo
incapaz de deliberar y reflexionar adecuadamente sobre su jerarquía en cada caso en
concreto
2.2.4. Ámbitos de la práctica moral.
Las acciones que podemos valorar éticamente se dan en distintos ámbitos de
relaciones: a) la relación con uno mismo, b) con la familia, los amigos y las personas más
cercanas que comparten nuestros códigos de normas y costumbres, c) con la sociedad (con
otros que no necesariamente comparten nuestros códigos morales) en la escuela, el trabajo,
en las esferas de la acción política, económica y cultural, d) las relaciones con la nación o la
patria (unidad política de individuos que comparten una cultura y una historia común), e) las
relaciones en el ámbito internacional con el resto de la humanidad (culturas, pueblos,
nacionalidades distintas), y f) las relaciones con otros seres vivos y con la naturaleza.
Estos ámbitos de acción conforman, como lo señalaba el escritor mexicano Alfonso
Reyes en su Cartilla moral, una serie de "círculos concéntricos", pues todos tienen un mismo
centro: el individuo y su relación consigo mismo. Los demás círculos rodean este centro
haciéndose cada vez más amplios. La evolución ética del individuo ha consistido en el
reconocimiento de que cada ámbito de relación posee valores y deberes propios. En general,
en cada ámbito la persona ética reconoce derechos de los otros (amigos, familiares y
extraños, compatriotas y extranjeros, seres humanos y otros seres vivos, hasta la naturaleza
entera) y considera sus propios intereses vitales en igualdad con los de los demás. Esta
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actitud ética implica consideración, respeto y amor por los otros, y al mismo tiempo, dispone
a la persona a defender su propia autonomía y a exigir que los demás respeten sus derechos
y sus intereses vitales.

Individual: el amor propio
En su sentido radical, el amor no se reduce simplemente a un sentimiento agradable y
complaciente que puede suscitarnos una persona o cualquier otro ser del universo, sino que
es atracción, afán de vínculo, interés y cuidado; por ende, implica conocimiento de lo que se
ama y esfuerzo para cuidarlo. El amor propio exige autoconocimiento y diálogo interior, y
consiste en el cuidado permanente de nuestra propia persona y de su libertad responsable
para poder experimentar el crecimiento de nuestra autonomía y personalidad ética.
El amor propio, en tanto virtud ética, consiste en cultivar lo más preciado que tenemos:
la libertad responsable. Se trata de amar o cuidar nuestro deseo de ser "mejores" siendo
fieles a él y convertirnos en los conductores de nuestra propia vida. El amor propio conlleva
la autocrítica: juzgar lo que hacemos a partir de valores, contrastarlo con lo que podría ser
"mejor". Por eso, representa un esfuerzo continuo, pero la gratificación por éste consiste en
experimentar el respeto y el amor a nuestra condición humana, así como la capacidad para
vivir de un modo autónomo y libre.

Familiar
El fin ético de la familia consiste en procurar el bienestar y el desarrollo adecuado de
cada uno de sus miembros como personas autónomas y responsables. El significado ético
de la familia está determinado por los valores de igualdad y libertad, de respeto recíproco de
unos por otros, y por la búsqueda de complementación y colaboración. Para la comprensión
ética de nuestro tiempo no cabe una estructura familiar basada en el autoritarismo y la
dominación ni del hombre sobre la mujer (o viceversa), ni de los padres sobre los hijos.
Lo cual no significa que desaparezca la "autoridad" de los padres y que éstos no dicten
reglas de comportamiento a los hijos En la familia éticamente estructurada debe persistir un
principio de autoridad, pero sin llegar al autoritarismo o la dictadura. La autoridad debe
conservarse debido a que los padres tienen la responsabilidad de formar a los niños y
jóvenes pues poseen mayor experiencia vital. Pero debe ser una "autoridad racional", que
pueda explicar las reglas y no las imponga sin más de forma arbitraria, con violencia y
dominación. Desde el punto de vista ético, no cabe tampoco que los padres evadan su
responsabilidad de adultos y pretendan comportarse como unos amigos más de los hijos.
Los padres deben ser una guía y no tan solo interlocutores confiados y cariñosos.

Social
La escuela
La escuela, por su parte, es el ámbito en que experimentamos desde la infancia las
diferencias entre personas, nos encontramos con personas con otras costumbres y
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creencias, con otros estilos de vida y la aceptación de unos por otros no está garantizada.
Tenemos que aprender a conocer y reconocer las diferencias, tenemos que construir el
vínculo con los demás y conquistar su amistad.
En la escuela deben privar todos los valores de los que hemos hablado y, en particular,
el respeto recíproco y la tolerancia. También debe existir la autoridad racional, pues los
maestros y directores, por el hecho de tener más conocimientos y experiencia, son
responsables de guiar a niños y jóvenes, pero sin recurrir al uso arbitrario e irracional de la
autoridad
Uno de los valores más importantes que puede transmitir la escuela es el de la libertad
de pensamiento, que es inseparable del ejercicio de la autonomía. Esta libertad se alcanza
mediante la búsqueda del conocimiento y la verdad. El saber hace libres a los seres
humanos y los capacita para ejercer una reflexión más consciente y adecuada de su
realidad.
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El trabajo y el ocio
La dimensión ética del ámbito laboral reside en lo que los griegos llamaron el "bien
hacer". Solamente hacemos algo de manera plena cuando se hace bien. El bien no es un
mero añadido sino que es parte del hacer mismo. Hacer mal algo es, en realidad deshacerlo,
no lograr lo propio de ese algo.
El trabajo se diversifica en diferentes profesiones, y el profesional es aquel que sabe
hacer su trabajo y que actúa conforme a los valores y responsabilidades de su profesión.
Para ello es preciso estudiar y capacitarse en el dominio del campo al que nos dedicamos, ya
sea teórico o práctico, y perfeccionar las habilidades y destrezas adecuadas. Es preciso
realizar el trabajo con concentración, entrega, cuidado, inteligencia, cumplimiento y sacrificio
(si es necesario).
Además del profesionalismo, la dimensión ética del trabajo está en la responsabilidad
con que lo asumimos. Se trata de ser responsables ante nosotros mismos, es decir, hacer las
cosas de la mejor manera posible por cumplimiento y satisfacción propios, no por el
calificativo que podemos recibir de los demás. En esta medida, el trabajo se humaniza se
asume como una vía para el descubrimiento y el desarrollo de las propias potencias, en
especial, de la posibilidad de "ser mejores" trascendiendo las limitaciones. El trabajo es una
forma de humanización.
También la responsabilidad es ante los otros, todo trabajo es social. Trabajamos con
otros y para otros, de modo que la forma de hacer el trabajo conlleva una respuesta a lo que
los demás esperan de nuestro compromiso social.
Si el trabajo se realiza buscando el desarrollo de nuestras capacidades y con
responsabilidad, entonces se convierte en fuente de satisfacción, incluso podemos encontrar
las vías para escapar a lo rutinario de cierto tipo de obligaciones laborales y realizarlas con
iniciativa, pues nos hemos descubierto a nosotros mismos en lo que hacemos. Pero si no
ponemos esta intención humanizarte, entonces el trabajo se convierte en insatisfactorio y
frustrante incluso puede llegar a enajenarnos, a convertirnos en seres mecánicos, incapaces
de disfrutar de la vida
Finalmente, el trabajo tiene que alternarse con el descanso y la diversión. La entrega a
él no significa llegar al embotamiento o convertirnos en compulsivos, en adictos al trabajo
como una forma de escapar a la convivencia con el entorno familiar o amistoso, como una
forma de huir del vínculo interhumano y de abandono de la pluralidad de dimensiones que
conforman el mundo humano.
La productividad y creatividad de la vida no residen tan sólo en el ámbito laboral, ellas
están presentes en la forma como nos relacionamos con nosotros mismos y con los otros, se
dan en la forma de descansar, de contemplar la naturaleza, de dialogar con los amigos, de
dar y recibir placer, de jugar y de disfrutar la vida
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Estas actividades llamadas recreativas también tienen una dimensión ética Pueden
vivirse como una evasión y llegar a mecanizarse si no se realizan en equilibrio con el trabajo
y como una forma del auténtico gusto por vivir y descubrir la riqueza de lo humano Así como
hay un trabajo enajenado, hay un descanso y un ocio enajenado, esclavizado y destructivo

Interacción entre personas: amistades y relaciones amorosas.
El cultivo de uno mismo se irradia o extiende, en primer término, a las amistades y las
relaciones amorosas. Los seres humanos necesitamos el afecto y el reconocimiento de
nuestros semejantes, pero también necesitamos cuidar y amar a otros para humanizarnos.
Las relaciones interpersonales adquieren una cualidad ética cuando hay un interés y respeto
mutuos por el despliegue de la libertad del otro. Estas relaciones interpersonales requieren
reciprocidad, en el sentido de que no puede haber dominio de uno por otro o desigualdad en
el interés por el bienestar del otro. La reciprocidad permite que ambos miembros de la
relación descubran sus capacidades y puedan desarrollarlas sin cortapisas.
Lo que tenemos que evitar es que el otro pretenda subordinarnos o negar nuestra
libertad, que pretenda hacer de nosotros una posesión. La amistad y la relación amorosa
exigen un esfuerzo constante por mantener nuestra dignidad de personas autónomas frente
al otro; pero no podemos exigir desde el inicio el mismo interés por los asuntos que nos
atañen, para ello hay que dar y saber recibir lo que el otro, desde su situación y su
perspectiva puede darnos. Con el tiempo, la donación de un amor interesado en el
crecimiento del amigo o la pareja genera amor en el otro.
En el caso específico de la pareja amorosa interviene el vínculo sexual del placer
mutuo. Platón, en el Banquete o Simposium, hace una distinción, que conviene tener
presente entre "buen amor" y "mal amor". El primero es aquel en el que además de darse la
relación sexual, hay un interés por la persona en su integridad y se busca formar entre los
dos una unidad mayor, más fuerte y completa: dar nacimiento a nuevos intereses y
capacidades (los "hijos del alma") o a otros seres humanos (los "hijos del cuerpo"). Este
amor exige respeto de uno por el otro e implica una mutua ayuda en el despliegue de la
libertad y la autonomía.
El "mal amor" es el que sólo se interesa por lo sexual, desconoce la integridad del otro e
incluso pretende poseerlo y limitar su autonomía. En este tipo de relación no hay, desde
luego, confianza mutua, respeto ni aspiración a la reciprocidad.
En síntesis, hay amistad y pareja ética cuando existe un vínculo de libertad a libertad
entre iguales; por el contrario hay una mala relación cuando se dan la posesión y el
sometimiento, cuando no se cultiva la igualdad interhumana.

Comunidades, naciones, ser humano y naturaleza
Lo que llamamos patria o nación es esa región del mundo, esa "tierra", ese paisaje y
esa historia política y ética de la que formamos parte como individuos y como pueblo. La
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patria es física, terrenal y al mismo tiempo, es un símbolo de los valores que hemos
heredado de nuestros antepasados.
Tenemos un compromiso ineludible con el ámbito nacional, somos producto de su
devenir y con nuestra actividad contribuimos, aun sin quererlo, a su destino futuro.
La patria nos pertenece en tanto que hemos nacido v crecido en ella pero a la vez,
nosotros le pertenecemos. Pareciera que es solo en tiempos de guerra cuando la patria nos
llama pero en realidad es sobre todo en tiempos de paz cuando advertimos que todo lo que
hacemos repercute en mayor o menor medida, para bien o para mal, en el contexto nacional.
Con el concepto de nación comprendemos también el de "bien común", superior al bien
individual lo cual implica que hemos de estar dispuestos a subordinar nuestro beneficio
personal al de la patria. La nación protege a los individuos medianote las leyes y las
instituciones políticas, como la Carta Magna o Constitución y los tres poderes de la Unión
pero también señala obligaciones del individuo para que se preserve la unidad de todos los
miembros de la nación. Debemos hacer por la patria todo lo que podamos, de ello depende
el futuro de la comunidad a la que pertenecemos y pertenecerán nuestros hijos. Pero este
deber tiene que cumplirse por amor y no solo porque lo señalen las leyes. El amor a la patria
es un constitutivo de la vida ética.
Tener presente el "bien común" implica reconocer nuestra liga indestructible con los
otros y reconocer en éstos la igualdad de derechos. Por ello, tal reconocimiento nos
humaniza.
Ninguna nación sobrevive aislada, todas establecen vínculos con el exterior. En la
época actual, debido a la globalización socioeconómica y al hecho de que todos los
habitantes de la Tierra nos enfrentamos a problemas comunes ocasionados por la
sobreexplotación de los recursos naturales, las naciones están cada vez más
interconectadas. No sólo existen intereses económicos entre ellas, también existen
responsabilidades y preocupaciones comunes que han dado lugar a leyes y tratados
internacionales para regular las relaciones internacionales
La relación del individuo con su patria adquiere una dimensión ética en tanto se da una
liga consciente, asimismo se requiere un vínculo amoroso con la humanidad en general para
ocuparse de los problemas internacionales y asumir los deberes que impone la unión entre
las naciones. De hecho, la persona ética hace del mundo entero su patria y reconoce la
igualdad de derechos y de intereses vitales en todos los seres humanos, sin restricción
alguna.
La manera como somos y vivimos en esta época es en gran parte el resultado de lo que
fueron nuestros padres y antepasados de este país y del mundo entero. En la actualidad, un
imperativo ético en el ámbito internacional consiste en defender los derechos humanos y en
preservar la concordia y la paz entre las naciones.
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Por esto, Immanuel Kant formula su "imperativo categórico" o ley ética suprema de la
siguiente manera "Obra de tal manera que la máxima de tu acción pueda convertirse en ley
universal". Si al extender el motivo y el interés con el que pensamos actuar a todas las
personas, nos percatamos de que ellos siguen siendo aceptables, entonces, lo que
queremos hacer es un bien, pero si no, sería algo que tendríamos que rechazar.
La responsabilidad de mantener el respeto humano va más allá de las naciones. Este
es el motivo que llevo a la formulación de los derechos humanos universales, los cuales son
precisamente normas y valores éticos internacionales, aceptadas por la mayoría de los
países.
Por último en relación con las generaciones futuras tenemos una doble responsabilidad.
Por un lado, hemos de hacer valer el respeto a las personas en la actualidad practicando los
valores y virtudes éticas de las que hemos hablado, para crear con ello un precedente que
otros habrán de continuar. Y por el otro, tenemos la responsabilidad ética de heredar a los
hombres y mujeres del futuro un planeta habitable
2.2.5. Las virtudes como realización de los valores.
La virtud puede concebirse como la disposición habitual a elegir, voluntariamente, el
bien para uno mismo o para los demás. Por ello, la virtud es la decisión ética de llevar a la
práctica los valores. Virtus significa "excelencia" o "perfección". Las virtudes éticas
constituyen el medio por el que nos hacemos mejores y alcanzamos un grado de excelencia
humana; y de este modo, las virtudes objetivan los valores. Las virtudes éticas más
importantes son: libertad, autonomía, igualdad, tolerancia, responsabilidad, solidaridad y
justicia. De ellas se derivan muchas otras como el amor propio y la dignidad, la sabiduría
moral o prudencia, la racionalidad, la valentía, la paz y la esperanza ética. La mayoría de
estas virtudes tiene una dimensión estrictamente ética y otra ético-política, pues atañen a la
vida en comunidad.
De acuerdo con lo que Aristóteles proponía, las virtudes no son cualidades innatas de
las personas, sino que se generan mediante el hábito adquirido y se convierten en una
"segunda naturaleza". Se desarrollan a partir de características y capacidades del
temperamento, pero sólo se despliegan mediante un esfuerzo continuo y son, por ello,
meritorias y dignas de alabanza. El virtuoso no nace, se hace en la medida en que se
esfuerza por actuar conforme a un principio o valor. Por su parte, Scheler distinguía distintos
tipos de personas virtuosas, conforme a su jerarquización de los valores: el "artista de la
vida" (que realiza los valores de lo agradable y del bienestar), el héroe (que realiza el valor
de la valentía), el genio científico, político o artístico (que realiza los valores espirituales), el
santo (que realiza el valor de la santidad). Así pues, en todas las modalidades de virtudes se
expresan formas excelsas de ser humano, los grados más altos de humanización.
Ahora bien, según Aristóteles, las virtudes surgen de una actividad racional y reflexiva
para deliberar y elegir la mejor opción, que Aristóteles concebía como el "término medio"
entre un exceso y defecto motivados por las pasiones; por ejemplo, entre la temeridad y la
cobardía, el virtuoso sabe elegir adecuadamente actuando con valentía, es decir, no cobarde
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ni temerariamente. Pero el "término medio" sólo es posible determinarlo en cada caso
concreto. La valentía puede significar en un caso extremo ser más arrojado o arriesgado, y
en otros casos, más bien prudente y precavido. Ahora bien, como el propio Aristóteles
reconocía, algunas virtudes fundamentales no tienen "término medio", más bien se oponen a
sus contrarios; así por ejemplo, la virtud de la justicia no tiene "término medio", pues lo
éticamente aceptable no es ser "más o menos" justo, sino ser justo en todo momento.
Las virtudes nos señalan el sentido de realización y cumplimiento de los valores. Si
captamos el valor de la libertad y la autonomía, por ejemplo, ello nos impone el deber de
actuar para realizar en nuestras acciones estos valores, y para ello necesitamos convertir el
acto virtuoso en un hábito consciente y deseado intencionalmente.

Libertad y autonomía.
Libertad y autonomía son la base de todas las otras virtudes. Si no podemos vivir como
seres libres, capaces de autodeterminarnos y decidir por nosotros mismos no buscaremos ni
podremos alcanzar ninguna excelencia en nuestra vida.
En un sentido ontológico, la libertad consiste en la indeterminación que nos constituye
como un ser posible, con potencias contradictorias racionalidad e irracionalidad,
individualidad y comunidad, alegría y tristeza, "elevación", por un lado y "descenso", por el
otro. Íntimamente unido a este sentido ontológico está el axiológico, el cual se da cuando,
gracias a la conciencia, el individuo libre valora las alternativas y las cualifica de "mejores" o
"peores". También en la experiencia concreta la libertad tiene una condición dialéctica,
puesto que siempre se da en relación con su contrario, la determinación ¿Por qué entonces
la libertad es un valor?, ¿qué representa ella para el individuo y que tenemos que hacer para
realizarla como una virtud?
La libertad es el valor más importante porque en ella se cifra la realización de lo más
propio del ser humano que es su physis o su condición indeterminada. Toda ética busca
hacernos libres, lo cual implica tomar conciencia, en la experiencia de nuestro ser
indeterminado para liberarnos de limitaciones y esclavitudes.
En tanta virtud, la libertad expresa la capacidad de autocreación o autonomía es decir,
la capacidad de elaborar un proyecto de vida conforme a los fines o valores supremos de la
existencia. Autonomía significa darse a si mismo (autos) la propia ley (nomos). Y
precisamente, cuando diseñamos un proyecto de vida, surge ante nosotros lo que debemos
hacer y lo que debemos evitar, nos damos la propia ley y, al hacerlo, comprendemos la
necesidad general de toda ley posible.
Para ser libres y autónomos lo primero que hay que hacer es autoconocernos. Libertad
es conocimiento y conciencia de sí. Pero no se trata tan sólo de conocernos como Pedro,
Juan o María, según historias personales, sino de algo más radical y fundamental; es decir,
hacer experiencia de nuestro ser indeterminado siendo capaces de trascender las propias
limitaciones. Se trata de esforzarnos por "ser mejores cada día", por perfeccionar, en la
medida de lo posible, nuestras potencias y capacidades.
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El autoconocimiento ético consiste en vivenciar la posibilidad de generar un cambio en
nuestras vidas y comprometernos con ella hasta el grado de saber que, en el fondo, no
existen más limitaciones que las que nos queremos poner a nosotros mismos. Se trata en fin,
de la experiencia de nuestra infinitud o apertura a lo posible, al futuro y la novedad. Dicho de
otra forma, la libertad es la capacidad de romper con la repetición (y los malos hábitos), con
las limitaciones externas y con todo aquello que nos ata y pretende mantenernos estáticos.
En este sentido, el contrario de la libertad se da cuando no vivimos como un ser ya hecho y
determinado por los otros o por las circunstancias, cuando decimos "así soy yo", "este es el
destino que me tocó".
La virtud de autonomía consiste en una conquista interminable. Que nunca logramos de
modo pleno. Tenemos que luchar permanentemente por hacernos libres porque la libertad no
tiene un desarrollo garantizado, por lo contrario, su descubrimiento tiene a la vez un impulso
a la realización y un movimiento regresivo.
Ya nos hemos referido al miedo a tomar decisiones. Desde el punto de vista de la
vivencia de la libertad, el miedo se transforma en angustia. La diferencia entre el miedo y la
angustia, es que el primero se da ante lo determinado, ante lo concreto.
La libertad se vive, entonces, como vacío de ser, como pura posibilidad o potencia y
esto nos angustia. Sin embargo, la libertad conlleva también una vivencia feliz y alegre. Al
descubrirla afirmamos nuestra potencia para el cambio, y en esta medida, aunque el futuro
sea incierto, podemos dirigirnos a él confiando en que lograremos realizar lo que nos
proponemos. El ejercicio de esta confianza se convierte en una virtud que puede llamarse
"esperanza ética".
La libertad implica también soledad. Al asumirnos como seres libres y autónomos
sabemos que tenemos un camino único, que nadie más puede recorrer y que tenemos que
construirlo con las decisiones propias. No podemos imitar a los otros o dejar que ellos
decidan lo que vamos a hacer. Tenemos que singularizarnos esto es, separarnos del refugio
y la comodidad que implica el querer ser como otro y el dejar que alguien más tome las
decisiones que nos corresponden. La soledad ética consiste en que hemos de regirnos por
nuestra propia conciencia, tener la capacidad de escuchar la "propia voz' y no la que viene
de afuera, de la moda o de la costumbre.
Por último, la realización de la libertad, el enfrentamiento de aquello que la puede
detener implica un "heroísmo ético", implica trascender los obstáculos y concebirse a sí
mismo como un ser posible con capacidad de dar forma propia a la vida con capacidad de no
olvidar los valores e ideales, sino, por lo contrario mantenerse con firmeza. De este modo la
virtud de la libertad y su ejercicio permanente produce un fortalecimiento del ―yo" de nuestra
identidad. Se trata de hacerse "persona‖.

Igualdad, solidaridad y justicia
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Para comprender el sentido de la igualdad es necesario implicar su contrario: la
desigualdad. La idea de que los seres humanos somos iguales no significa, en efecto, que
seamos idénticos, que todos nos comportemos de la misma manera ni tengamos las mismas
características físicas, culturales o emocionales. Igualdad no es uniformidad. Somos iguales
y diferentes a la vez. ¿Cómo es esto posible? Por un lado, todos los seres humanos tenemos
la misma condición de seres posibles e indeterminados. De hecho, es la libertad la que nos
hace iguales, pues nadie nace totalmente determinado, sino que siempre hay un margen
para desarrollar las distintas potencialidades.
Pero, a la vez, no todos nacemos con las mismas características ni en las mismas
condiciones socioeconómicas y culturales. Hay diferencias de todo tipo entre chinos y
franceses, mexicanos e hindúes. Además, no todos los seres humanos hacemos lo mismo
con la libertad de nuestro ser; unos se comprometen más con ella y desarrollan sus
potencialidades humanas, otros no.
Entonces, ¿por qué proponer la igualdad como virtud, como un ideal por alcanzar, si ya
la poseemos? Lo que ocurre es que en las condiciones concretas de existencia, en los
diversos sistemas político-sociales y en el trato que nos damos unos a otros, intervienen los
intereses particulares o de grupo y solemos dar mayor importancia a las diferencias y
generar con ello injusticias y discriminaciones.
Existe, por tanto, la necesidad de reconocer que todos somos seres humanos
compartimos una physis común y, que por ello todos tenemos, en principio, los mismos
derechos básicos y universales (derechos humanos) para llevar a cabo el proyecto de vida
que hemos elegido. El actuar reconociendo estos derechos comunes constituye la virtud de
la igualdad.
Y es precisamente la igualdad interhumana la que nos permite comprender los valores
de la solidaridad y la justicia. Desde el punto de vista ético, la solidaridad no es otra cosa sino
el reconocimiento de que todos tenemos precisamente la misma naturaleza, la misma
aspiración a "ser mejores" y a realizar la libertad y que, por ende, existe una "hermandad"
interhumana.
Somos solidarios en sentido ético cuando asumimos la frase del sabio romano Terencio:
"Nada humano me es ajeno", es decir, cuando comprendemos que las diferencias entre los
humanos no constituyen cortes o distancias radicales, que lo que otros han desarrollado, ya
sea el éxito o el fracaso ético, económico. político-social, también es posible para cualquier
ser humano y que, por ende, no podemos ser indiferentes al destino de los demás, sino que,
por lo contrario. , podemos hacer algo por ellos. La solidaridad se convierte en virtud ética
cuando ejercemos, en la medida de lo posible, la responsabilidad de hacer algo para mejorar
la vida de aquellos que conviven en nuestro entorno. La virtud de la justicia, por su parte,
consiste básicamente en "dar a cada quien lo que le corresponde" y esto se refiere, ante
todo, al reconocimiento de los derechos humanos de los otros, a tratar a todo ser humano
como un ser libre, autónomo y digno de respeto. La justicia excluye, por principio, el dominio,
la violencia y la manipulación. Pero además, ella implica buscar el reparto equitativo de los
bienes materiales. Así como de las oportunidades de desarrollo personal o de grupo en el
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interior de una sociedad. Es preciso acortar estas distancias para que las personas lleven
una vida digna, y para hacer efectiva su libertad y su autonomía.

La tolerancia
Para hacer posible la vida comunitaria basada en la igualdad, la solidaridad y la justicia
requerimos la tolerancia, es decir, el respeto activo hacia las diferentes formas de vida,
concepciones morales y comportamientos sociales.
Existen dos formas de tolerancia: la pasiva, que no tiene valor ético ni es una virtud, y la
activa, que es la que importa realizar. La primera consiste en aguantar simplemente al otro
porque nos vemos forzados por las circunstancias. Es el mínimo de aceptación que podemos
dar a los demás en la convivencia. Pero se trata de algo extrínseco y forzado, cuyo único
objetivo es evitar el conflicto y no conlleva ningún interés por conocer a quienes no son como
nosotros ni comparten todas nuestras concepciones morales. Por lo contrario, la auténtica
tolerancia es una forma genuina de respeto que proviene de una aceptación libre y sincera
de la íntima relación entre igualdad y diferencia entre los seres humanos; gracias a ella
podemos interesarnos en conocer y aceptar las diferencias.
La tolerancia activa parte de la convicción de que la diversidad de formas de vida no
anula la radical igualdad interhumana; por tanto, no elimina el derecho que todos tenemos a
realizar nuestros proyectos, ideales y valores éticos, políticos y religiosos. Voltaire (16941778), filósofo de la Ilustración francesa, precisó esta síntesis de igualdad y diferencia en la
siguiente frase —que puede considerarse el lema de la tolerancia—: "no estoy de acuerdo
con lo que piensas pero estoy dispuesto a defender hasta la muerte el derecho que tienes de
pensar lo que piensas".
El respeto a la diferencia implica el reconocimiento del carácter relativo, no absoluto, de
la propia forma de vida; implica también una actitud de humildad, de no soberbia ni
superioridad frente al otro, se basa en reconocer que nadie posee nunca la verdad absoluta.
En el polo opuesto de la tolerancia genuina está la intolerancia: el dogmatismo y el fanatismo
de quienes tienen la soberbia de creer que sólo su forma de vida es válida y, por tanto,
intentan negar al diferente con la imposición y el dominio. Esta actitud ha dado lugar en la
historia a diversos tipos de marginaciones y estigmatizaciones que atentan contra la dignidad
del otro como son el racismo, la marginación religiosa, la discriminación por diferencias
sexuales. La Intolerancia conlleva el desconocimiento de la diversidad o pluralidad humana.
En el fondo, la humildad proviene de la seguridad del hombre ético, que sabe que la
libertad, al ser posibilidad abierta, implica muchas formas de realización y, por ende, él
mismo busca realizar sus propias convicciones sin pretender imponerlas a los demás. Por el
contrario, la soberbia proviene de la inseguridad de quien no ha descubierto la naturaleza
propia de la libertad, de quien no es libre y cree que al imponer sus creencias y negar las de
los demás realiza su ser.
Por último, hay que señalar que la tolerancia tiene un límite; no todos los actos son
Igualmente aceptables, desde el punto de vista ético. Si aceptamos cualquier tipo de actos,
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caeríamos en la indiferencia, en el "todo vale igual". La pluralidad no es axiológicamente
indiferente, es tanto positiva como negativa. Pero ¿cuáles son las diferencias negativas? La
única de ellas que tiene un signo negativo es la intolerancia de los fanáticos y de los
violentos.
No es éticamente aceptable tolerar al que no tolera y actúa en contra de los derechos
del otro. No vale tolerar al racista, al terrorista, al violador, al cruel, al violento y al criminal, a
quien no respeta la libertad y dignidad de los otros, al que quebranta el orden de la igualdad
y el respeto recíproco. Si permitimos todo esto caemos en una fuerte contradicción ya que
damos lugar a que la intolerancia destruya la diversidad de formas de vida. Por tanto la única
forma de vida no tolerable es la intolerante es decir aquella que pretende imponerse por
coacción y violencia sobre los demás.
Para enfrentar este límite la persona ética no puede servirse de una actitud intolerante
por ejemplo haciendo uso de la violencia. Debe valerse de medios racionales, tendrá que
apoyarse en la educación el diálogo la apelación a la ley y a la justicia.

La sabiduría ética o prudencia, la racionalidad y la valentía
La prudencia (en griego phrónesis) es la virtud que nos permite tomar decisiones
correctas en la vida práctica y realizar de ese modo los valores. Se ejerce en situaciones
concretas a las que nos enfrentamos, pero tiene como horizonte lo universal. La prudencia
consiste en preguntarse qué es ser justo, tolerante, solidario etc. y con qué medios
implementar estas virtudes "aquí y ahora" es decir, cómo realizar el ideal ético en esta
situación concreta cómo acortar la distancia entre uno y otro. En otras palabras la prudencia
es el arte de saber cómo actuar de la mejor manera posible en cada caso, por lo que
requiere la comprensión de la singularidad o del carácter irrepetible de cada caso y de la
generalidad de la ley o del deber.
El polo opuesto de la sabiduría ética es el apriorismo o purismo ético que consiste en
proceder desde la pura generalidad sin tomar en cuenta las especificidades de la situación.
Lo que destaca en la sabiduría ética es la resolución de lo singular dentro de un horizonte de
valores, pero sin dejarse llevar por la aplicación mecánica de las reglas.
La prudencia es el arte de decidir adecuadamente. El hombre prudente tiene que ir
descubriendo cómo actuar en cada caso. La prudencia implica por tanto intuición, es decir, el
arte de saber qué hacer según las circunstancias. Pero también implica el desarrollo de la
inteligencia y de la razón deliberativa.
.
En realidad, a la prudencia corresponde lo que hemos dicho sobre el juicio moral o la
deliberación. Hemos de analizar racionalmente las causas y los motivos los fines y los
medios así como las consecuencias de los actos y de acuerdo con todo esto determinar con
valentía qué hacer. No hay prudencia sin un análisis racional y sin valor para decidirnos por
una acción y actuar en consecuencia.

La paz
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La paz es incomprensible sin la guerra y la violencia, debido a que en la historia siempre
ha habido conflicto entre los seres humanos.
Estamos hechos de fuerzas contradictorias unas hacia el ascenso y la construcción y
otras hacia el descenso y la destrucción. Pero también hemos visto que la libertad
responsable esta en un movimiento de trascendencia de la contradicción, pues se propone
fines se compromete con ellos y, en esta medida cobra una forma definida. La dimensión
ética de la paz proviene de este movimiento en el que la libertad encuentra un compromiso
con el crecimiento del ser humano.
Sin embargo es preciso comprender que la violencia es parte de la naturaleza humana.
La paz nunca se conquista por completo, no es un estado definitivo, sino siempre relativo al
conflicto. Paz y violencia son dos contrarios que se implican mutuamente y que, por ende no
se anulan uno al otro.
El polo opuesto de la paz no es propiamente la guerra, sino el predominio de las fuerzas
destructivas de la vida humana sobre las creativas. Lo verdaderamente inadmisible es
dejarnos llevar por las fuerzas que obstruyen la libertad, el fatalismo, el miedo y la angustia,
el sometimiento a los otros por no haber sabido conquistar la independencia. Estas fuerzas
pueden hacerse presentes tanto en la guerra como en una paz igualmente destructiva.
Una paz destructiva es aquella que proviene del sometimiento del conformismo con las
propias limitaciones y del temor a protestar y a exigir los propios derechos, la que huye del
conflicto con uno mismo y con los otros Ella no constituye, desde luego, ninguna virtud.
Asimismo, existe una guerra esencialmente destructiva, cuando lo que motiva el conflicto es
el propósito de sojuzgar a otros. Esta actitud belicosa surge de la incapacidad de asumir las
propias fuerzas creativas, de la falta de compromiso con nuestros fines, entonces, lo que
buscamos es someternos a nosotros mismos al miedo o bien, someter a los otros. La guerra
que busca el sometimiento y el dominio tiene como fin lograr lo que se ha caracterizado
como la "paz de los sepulcros", puesto que se acerca al quietismo de la muerte y al
sometimiento. Es la paz manchada de sangre, la de la resignación de los vencidos. Pero ésta
no puede ser una paz estable y duradera, puesto que alimenta el resentimiento de los
sojuzgados y, tarde o temprano, la explosión de más violencia.
En cambio, es posible hablar de una paz, e incluso, de una violencia constructivas. En
este caso lo decisivo es que el dinamismo y complementariedad entre una y otra está
marcado por la búsqueda autentica de la libertad responsable. Es un hecho que en
ocasiones tenemos que entrar en conflicto contra las determinaciones del medio social y
político que nos oprimen, y también contra la voluntad de otros que se oponen a nuestros
proyectos legítimos y al desarrollo de nuestra libertad y autonomía. Por ello, es no sólo
legítimo sino necesario, desde el punto de vista ético, protestar y exigir los derechos
personales o de un pueblo. La defensa de la libertad personal o colectiva puede valerse de la
violencia para combatir a las fuerzas que intentan destruirla.
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Lo decisivo para que la paz adquiera un carácter ético (que surja de la tolerancia y no
del miedo y el sometimiento) es la tendencia hacia la libertad y la autonomía comprometida
con los valores humanizantes, con aquellos que permiten el desarrollo de las virtudes de
todos los seres humanos.
La paz exige el ejercicio permanente de actitudes conciliatorias (aun en el conflicto)
como la serenidad, la tranquilidad de ánimo y el autodominio. Desde luego, no el autodominio
como represión de la libertad sino como verdadera conciencia de la dirección que deseamos
dar a la libertad. Si tenemos claro esto conquistaremos la tranquilidad incluso en la guerra y
la protesta.
Lo que la virtud ética de la paz no puede implicar es por consiguiente, la actitud
belicosa, la disposición a la guerra sin cuartel, a la destrucción ciega e irracional sin fines de
humanización, y sin la búsqueda de acuerdos, conciliación.
En síntesis, la paz tiene como objetivo el desarrollo de las potencias humanas, la
preservación de la libertad; la autonomía. La violencia y la guerra pueden ser un medio para
alcanzar la paz cuando se busca defender el derecho a la autonomía o la independencia
política de un pueblo, o cuando una comunidad busca preservar sus derechos o su identidad
cultural ante la oposición violenta de un grupo dominante o de otro Estado.
En cambio, los contrarios irreconciliables y opuestos a la virtud de la paz son: la paz por
impotencia y la belicosidad destructiva. Conviene evitar estos extremos, pues sin la
búsqueda constante de la paz (en la que pueden intervenir actos de fuerza) no puede
realizarse una auténtica libertad del ser humano.

La esperanza ética
Para realizar los valores es preciso tener confianza en que los ideales pueden hacerse
realidad, a pesar de los múltiples impedimentos a su realización. Los valores son
convicciones que muchas veces no han cobrado realidad en nuestro entorno, pero que
nosotros tenemos que esforzarnos por hacer reales, si en verdad estamos convencidos de
que valen. Para esto requerimos esperanza, necesitamos pensar que podemos ser agentes
de cambio y que los valores tienen fuerza transformadora no sólo en nuestra persona sino en
la de los demás.
Pero no se trata en modo alguno de una esperanza meramente ingenua que se aferra a
que en el futuro las cosas serán mejores que en el presente, y con ello desplaza los
problemas hacia un mañana indefinido. La esperanza ética se basa en el ejercicio de la
razón analítica y crítica, en el conocimiento de la naturaleza o physis humana, en el
conocimiento de su historia y su presente. Para actuar éticamente hemos de conocer la
situación concreta a la que nos enfrentamos así como nuestros fines, motivos y medios. La
esperanza ética debe ser realista.
A la vez, cabe advertir que no basta con el mero realismo racional, sino que éste tiene
que ser esperanzador. Pues la vida ética es la vida de la libertad y, por ende, de lo posible,
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de lo que aún no es Ella implica lanzarse al futuro, y para esto no es suficiente la pura razón,
se requiere una actitud de auténtico convencimiento en la que intervienen fuerzas como la
imaginación, la intuición y el amor. La ética moviliza la integridad de nuestro ser.
En tanto la virtud de la esperanza consiste en la conjunción del conocimiento realista y
la fidelidad a los propios ideales y valores, aún cuando ellos todavía no lleguen a realizarse
Se trata de reunir el ejercicio de la razón con el afán de tener un futuro imaginativo y
transformador. Si sólo ejercemos uno de estos dos aspectos, es decir, si sólo somos realistas
o si sólo anhelamos un futuro sin ninguna base en la realidad, no se da la virtud de la
esperanza, y sin ella no hay un auténtico movimiento ético. En este caso es preciso evitar los
extremos: por un lado, la pura racionalidad que sólo analiza sin impulsar al cambio y, por el
otro, la mera ilusión vacía y estéril que proyecta ideales sin analizar los elementos de una
determinada situación.
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UNIDAD 3 – DEMOCRACIA Y DERECHOS HUMANOS
3.1 Valores de la democracia.
En muchos lugares se señala que la democracias es el poder del pueblo (demos:
pueblo, cratos: poder), pero ¿qué significa eso? ¿qué significa el poder del pueblo? Cuando
justamente las personas del pueblo son las que tienen y padecen mayores problemas
sociales.
La democracia es fundamentalmente, un compromiso de los ciudadanos para proteger
los derechos y obligaciones que nos permiten ser una sociedad mejor. Estos derechos y
obligaciones no son cosas que a alguna persona se le ocurrieron de repente, son fruto de
luchas sociales y de reflexiones de muchas personas a lo largo de la historia. Ya en la
antigua Grecia se hablaba de gobierno democrático en el que todos los ciudadanos
participaban y tomaban decisiones, claro que no todas las personas eran consideradas
ciudadanos, sólo los adultos varones. Fue a partir del Renacimiento y la exaltación de la
razón que se dio apertura no sólo al concepto, sino a la práctica de la democracias, en contra
de formas de pensamiento pertenecientes a la Edad Media, donde el único poder era el de
Dios y sus representantes en la tierra, es decir, los monarcas (absolutismo).
El concepto y teoría democrática se han promulgado, desde la antigüedad hasta
nuestros días, pero en la práctica ha ido perdiendo terreno, ha sido víctima del poder y los
intereses particulares, dictaduras, desigualdades, injusticias sociales y políticas, guerras
internas y externas que desvirtúan a la democracia como valor fundamental para la
convivencia política entre los seres humanos. Actualmente en el capitalismo, que predomina
en la mayoría de las naciones, se demuestra que la democracia está al servicio de los más
ricos y la gente más desprotegida no tiene siquiera la educación necesaria para poder ser
consciente de lo que implican los valores fundamentales como la democracia.
La democracia no implica sólo derechos sino también obligaciones, por ejemplo, una de
los derechos fundamentales de los mexicanos es el voto a elegir a nuestros representantes.
¿Sabías que por muchos años las mujeres no tenían derecho a votar?, sólo después de
muchas luchas civiles y debates se concedió el voto a la mujer en nuestro país. Otro de los
derechos fundamentales es el derecho a la huelga, que igualmente se logró después de
muchas luchas obreras, en las que incluso muchas personas perdieron la vida. Por este
motivo, es muy importante conocer nuestros derechos ciudadanos y su historia, para
poderlos apreciar y defender.
3.1.1. El pacto social y la soberanía popular.
El pacto social entre los hombres ha sido objeto de muchas reflexiones y posturas tanto
en su inicio como en su desarrollo. Para algunos filósofos el hombre en su estado natural y
sin asociación alguna es malo y para evitar hacerse daño tiene que pactar con los demás.
Para otros filósofos el hombre en su estado de naturaleza es bueno y es la sociedad la que lo
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corrompe, porque debe pactar nuevamente, pero de forma tal que al hacerlo no pierda su
libertad o identidad, sino que la vuelva general.
A raíz de los pactos sociales y políticos surgieron varias posturas de la forma de
establecerse o gobernarse. Para algunos filósofos, el poder debe recaer en un sólo hombre
para que no existan confusiones o diferencias al dirigir, para otros, deben gobernar varias
personas para evitar caer en las dictaduras unilaterales; para otros más, el poder debe estar
en manos de todos, a través de acuerdos y representantes de la voz popular y, por último,
podemos mencionar a los que proponen una división de poderes que cumplen con funciones
específicas.
La democracia no se limita a la liberta de votar, sino que implica fundamentalmente un
pacto entre todas las personas que convivimos en una sociedad para fomentar la igual u la
fraternidad. Este pacto intrínseco implica, que todos tengamos oportunidad para progresar y
mejora nuestra calidad de vida. Por lo tanto, la democracia no sólo implica pactar
exclusivamente en lo político, sino también en lo económico y lo social. En una sociedad
donde existe la pobreza y, sobretodo, la desigualdad social, esto es gente muy rica y otra
muy pobre, difícilmente se puede dar la democracia.
3.1.2. La dignidad, igualdad y la libertad.

Dignidad
Su fundamento tiene que ver con el respeto a la vida de todas las personas por igual y
no sólo a su integridad corporal. La dignidad implica no ser violentado en sus derechos, pero
también acceso a los beneficios sociales como la salud y la educación . Una vida digna
significa cubrir las necesidades básicas de los seres humanos como una buena alimentación,
un hogar apropiado, tener vestido, etc. La democracia también implica no ser discriminados
por ningún motivo, ya sea: racial, de género o de preferencias de vida, religiosas o políticas.
Dignidad implica tener la libertad para conseguir lo antes mencionado, pero también la
responsabilidad por parte del gobierno para generar estas condiciones.

Igualdad
La igualdad consiste, éticamente, en reconocer nuestra dignidad como seres humanos,
pero reconocer que esto no debe quedarse en lo teórico, ya que en la práctica los hombres
tienden a acentuar sus diferencias.
La igualdad implica varios aspectos: el legal, el social y el político. En la cuestión legal,
la igualdad significa que todos estamos protegidos por las garantías que nos ofrece la
Constitución, pero así mismo, todos estamos obligados a cumplir con las leyes que ésta
manda. En la cuestión social, la igualdad significa que todos tengamos oportunidades
semejantes para estudiar y para mejorar nuestra vida, tanto en lo económico como en lo
intelectual y espiritual. La igualdad es una cuestión básica en la democracia, cuando no se
tienen niveles de vida semejantes entre los ciudadanos es muy difícil lograr una sociedad
democrática.
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Nuestro país, desgraciadamente, sufre un grave problema de desigualdad social y
económica, esto es, hay poca gente que tiene mucho dinero mientras que millones de
personas se encuentran en niveles de pobreza y hasta pobreza absoluta. Mientras que como
nación no logremos que se acorte esa brecha entre pobres y ricos, mientras no logremos
atacar con éxito la diferencia entre unos y otros, no podremos hablar de que la democracia
se pueda consolidar en nuestro país.

Libertad
Es uno de los valores fundamentales para el ser humano, ya que de este valor partimos
los seres humanos para poder desarrollarnos individualmente o en sociedad. Pero la libertad
no sólo implica derechos, también implica deberes conmigo mismo y con los demás, ya que
de no ser así se puede caer en el libertinaje e irresponsabilidad.
Sin la libertad el ser humano no podría ni desarrollar sus potencialidades. A través de la
libertad el hombre elige su forma de vida. Es cierto que los seres humanos tenemos que
adaptarnos a nuestras circunstancias, pero a través de la libertad expresamos y realizamos
la potencialidad de nuestro ser. Para que pueda existir la democracia debe existir el respeto y
fomento de los distintos tipos de libertades que se generan como producto de la sociedad.
Respecto a la libertad es importante reconocer una serie de avances que hemos tenido
como sociedad, pero también los riesgos y los atentados en contra de la libertad. En México
las libertades políticas, religiosas o de creso y sociales, están garantizadas en nuestra
Constitución.
Como libertades políticas, las más importantes son la libertad de asociación; esto es,
todos somos libres de asociarnos con quien queramos para difundir y luchar por nuestras
ideas políticas, siempre y cuando no atenten contra la libertad de otros o incurramos en
delitos. Otra liberta política importante es la libertad de expresión, en este sentido, todos
somos libres de expresar nuestras ideas por los medios que queramos, obviamente, siempre
que no se falte a la Constitución de nuestro país.
Las libertades de credo o religiosas garantizan la posibilidad de practicar la religión que
más nos convenga sin ser presionados o coercionados por nadie. Nadie puede obligarte a
cree en su religión y de igual manera, nadie puede ser discriminado por sus ideas religiosas.
Es importante señalar que México tiene un estado laico, esto es, que su gobierno está
distanciado de cualquier iglesias y que no puede promover desde los puestos públicos a
ninguna religión en lo particular. La iglesia está separada de las cuestiones públicas, no
pueden participar en la vida política ni orientar las opiniones de las personas con estos fines.
Por mucho tiempo la iglesia católica, en lo particular, tuvo ingerencia en la vida política
en la Nueva España. Esto Originó que se favoreciera al clero en contra del interés del
pueblo, e incluso, del propio gobierno. Por eso, poco tiempo después de lograr su
independencia, nuestro país decidió regirse por un estado laico, que no significa que esté en
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contra de la iglesias, sino que el gobierno y la religión deben estar separados para garantizar
la libertad de todos.
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
Igualdad y Libertad
El problema más complejo es poder conciliar la libertad e igualdad en la práctica
política, ya que por un lado se promulga una igualdad legal, pero la libertad económica a su
vez propicia que existan diferencias muy marcadas entre las personas e inclusive se
manipule la ley a favor de los más poderosos. Al querer buscar la igualdad nos inclinamos
por una postura más comunitaria y social pero, por otro lado, al buscar una libertad y
autonomía, me desarrollo de una manera más individual, generando diferencias inevitables
con las demás personas. Es una contradicción social digna de reflexionar en nuestras
sociedades democráticas, en las que el capitalismo y desigualdad social predominan.
3.1.3. El diálogo y el consenso.
A través del diálogo los seres humanos se pueden comunicar, pero el diálogo no
significa necesariamente comunicarle una idea a otra persona, sino entablar una
comunicación reciproca. No sólo conversar, sino comprender y asimilar lo que la otra
persona me dice. Por otro lado, el consenso hace referencia a los acuerdos que se generan
a través del diálogo, es el producto de dos o más opiniones que concuerdan en una sola.
El diálogo y el consenso son dos características necesarias para el desarrollo de un
gobierno democrático, sólo a través de ellos podemos llegar a soluciones, respetando la
libertad de expresión e igualdad social de los demás. Pero, para que exista un diálogo es
utilizado como un instrumento de poder. Es cierto que todos los seres humanos poseemos
una capacidad racional y la posibilidad de expresarnos. Pero las condiciones sociales de
desigualdad que se viven en ciertos países provocan situaciones de desventaja, donde las
clases más desprotegidas no tienen acceso a la educación que es una herramienta
fundamental para poder desarrollarnos racionalmente y comunicarnos. Y el diálogo que
proponen las clases más favorecidas de la sociedad es inaccesible para los menos
favorecidos. Un ejemplo claro es la clase política que utiliza el diálogo como una herramienta
para convencer o persuadir al pueblo, cuando muchas veces ni siquiera la población tiene la
capacidad, ni la posibilidad de debatir sus argumentos, situación que les conviene.
Es por eso que la educación es la parte más importante para generar una democracia
real entre los ciudadanos de una nación, ya que a es a través de ella que los seres humanos
podemos desarrollar de igual manera nuestras potencialidades racionales y llegar así a
entablar un verdadero diálogo y consenso.
3.1.4. La protección de los derechos de las minorías.
Probablemente te imaginas el término “minoría” respecto a un grupo de mayor número,
pero no siempre tiene que ver con menor cantidad. En el ámbito democrático se puede
entender también como aquellos que están más desprotegidos o con menos derechos, como
en el caso de México, en el que son muchos los que tienen carencias, más necesidades y
son pocos los que poseen la mayor parte de la riqueza de este país. Por extraño que suene
son mayoría en cantidad, pero minoría en bienestar.
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Las sociedades actuales son comunidades más grandes y más complejas que las
sociedades del mundo pasado. En nuestro país, por ejemplo, existen muchos grupos étnicos,
personas de otros países que han venido a trabajar, además de las diferencias propias de las
personas de diferentes regiones. Esto no sólo es un fenómeno de nuestra nación sino que en
otros países pasa lo mismo, por ejemplo, en algunas regiones de Estados Unidos habitan
hasta dos millones de mexicanos. De esta manera, cuando conviven juntas personas de
diferentes nacionalidades, razas y culturas, conviven también diferentes formas de pensar y
actuar.
Pero no sólo las personas de otros países o regiones son minorías sociales, también
están aquellas personas o grupos, que no necesariamente comparten las mismas
costumbres, ideas o actitudes del resto de la sociedad. Grupos sociales como los
homosexuales o las personas con una religión diferente a la del común de las personas,
pueden considerarse, también como minorías.
3.1.5. La tolerancia y la paz.
El término ha sido muy utilizado en el último siglo, ya que a raíz de las guerras
mundiales perdieron la vida millones de personas. El racismo y discriminación se ha hecho
ver en muchos países, el exterminio hacia algunos pueblos africanos, la intolerancia religiosa
en el medio oriente, el racismo de Estados Unidos hacia los latinos que viven en su país y,
en el caso de México, la discriminación y segregación que sufren las clases indígenas.
Evidentemente una sociedad tiene ideas arraigadas en las personas que forma parte de
ella. Normalmente la mayoría comparte una religión o ideas morales que los hace
semejantes entre sí. Pero también existen las minorías que pueden tener ideas propias que
sean diferentes a las del resto de la sociedad, Obviamente las minorías tienen que respetar y
aceptar la mayoría de las reglas jurídicas y sociales de los demás, sin embargo, esto no
significa que no tengan derecho a expresar libremente sus ideas, sus actitudes y su forma de
ser, siempre y cuando no lastimen a los demás con esto.
Los grupos mayoritarios, consciente o inconscientemente, muchas veces quieren
imponer sus ideas a las minorías y a veces, incluso se atenta contra la integridad física o
moral. Fenómenos como el racismo (el odio a otras razas), la homofonía (rechazo a los
homosexuales) o el machismo (la idea de que las mujeres son inferiores) causan mucha
violencia y resentimiento en las sociedades que las padecen. Por eso, y por el respeto que
nos debemos tener todos como humanos, es importante promover y cuidar los derechos de
las minorías.
Para alcanzar el ideal de paz que se predica, el ser humano tiene que convivir en la
práctica con una de tantas paradojas que envuelven su existencia, el respeto a la igualdad
esencial en los seres humanos, pero a su vez la tolerancia a las diferencias específicas, ya
sean raciales, culturales, religiosas, sexuales, políticas, etc.
3.1.6. El bienestar común y la solidaridad.
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El hombre para poder vivir en una sociedad democrática y pacífica tiene que entender
que no vive nada más de ideales. La igualdad que se promulga entre los seres humanos no
sólo puede estar plasmada en las constituciones o en los discursos de los políticos. Es cierto,
hay que tolerar las diferencias específicas de las personas, pero también igualar los
derechos y oportunidades de desarrollo. Ser solidarios con los demás significa reconocer que
yo pertenezco a una comunidad universal llamada humanidad.
Saber que así como yo necesito de los demás, ellos necesitan de mí, ya sea de mi
cariño, de mi trabajo, de mis conocimientos o simplemente de mi apoyo moral. Yo vivo en
una sociedad y no sé en qué momento puedo necesitar de la ayuda de los demás.
Los seres humanos tenemos que entender que la solidaridad no debe darse sólo
cuando ha sucedido una tragedia, o cuando la gente ya se está muriendo de hambre. La
solidaridad debe ser un valor que permita la ayuda mutua en una sociedad para ir creciendo
juntos y desarrollarse por igual, no sólo ayudas esporádicas en situaciones extremas.
3.2 Características y principios de la democracia contemporánea.

Estado de derecho y apego a la legalidad.
La democracia es una forma de gobierno que ha sido el resultado de la evolución
política de muchas naciones y, en algunos casos, es el resultado de la negación de otras
formas de gobierno como el absolutismo.
Para que exista un estado de derecho en un gobierno democrático debe ser
representativo y limitado. Es decir, que no sea uno solo el que tome las decisiones a
diferencia del absolutismo en el que uno solo manda y decide. En el caso de México, puedes
observar que hay un presidente, pero además, está la cámara de diputados y senadores, y el
poder judicial, que vigila y sanciona el cumplimiento de las leyes. Los problemas se
presentan cuando una de las partes que integran el gobierno no funciona correctamente, ya
sea que tenga más poder que las otras o sea corrompida por la gente que la conforma.
Otro factor importante para un correcto estado de derecho es el respeto a las leyes,
leyes que aprueban el presidente y el legislativo, y vigila o sanciona el poder judicial, pero
que, como se mencionó, pueden ser manipuladas o corrompidas. De que sirve una ley si
beneficia sólo a un sector de la sociedad y desfavorece a otros. O también, de qué sirve una
ley si hay gente que pasa por encima de ella, la viola, la incumple o no la respeta. Lo más
grave es cuando esta violación de la ley es cubierta por las mismas autoridades o es
transgredida por ellos mismos.
Es importante mencionar también algo en lo cual se ha hecho énfasis últimamente en
los gobiernos democráticos, que las leyes no sólo protejan al grueso de la población, sino
que protejan también a las minorías, que muchas veces ni siquiera tienen acceso a la
satisfacción de necesidades básicas. Que las leyes protejan los derechos humanos en
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general y no sólo a quienes tienen la posibilidad de exigirlos y ejercerlos, protección a los
niños, a los discapacitados o mejor dicho, con capacidades diferentes; a las mujeres
abusadas, a los ancianos o las clases sociales y raciales más marginadas. Un gobierno que
pierda de vista esto, no se puede decir que sea un gobierno democrático, representativo y
que ejerza un estado de derecho.

Voto y participación ciudadana.
El hombre, al considerarse un ser racional y social, manifiesta su racionalidad no sólo
de manera individual sino en comunidad. Este es uno de los principios de un gobierno
democrático, manifestar la racionalidad de cada individuo a través del consenso y
racionalidad social.
En un gobierno democrático no se puede pasar por algo la elección de los gobernantes,
ya que es a través de ellos como se debe manifestar la voluntad general de los pueblos, ser
ciudadano no implica sólo recibir derechos, hay que ejercerlos y propiciar con la participación
que garantice el respeto y desarrollo de los mismos.
Pero la Democracias no implica nada más elegir un gobierno democrático, este
gobierno tiene que ser representativo de los intereses y de la voluntad popular, es por eso
que la sociedad debe buscar que sus intereses coincidan con los intereses de sus
gobernantes, sus propuestas y ya elegidos, con sus acciones.
Esto implica también, que no vasta con votar para elegir a los gobernantes. La
Democracia consiste en participar activamente, reflexionar si mi gobierno va por buen camino
y, si no es así, buscar los medios para manifestarlo, generar conciencia colectiva si es
necesario, agruparse con otras voces y buscar soluciones, expresar y hacerles saber a los
gobernantes que están actuando en contra de los intereses de la sociedad.
Pero esto es sólo una forma de expresión, ya que muchas veces no nos damos cuenta
de que muchos de los problemas sociales que queremos que los gobernantes solucionen
tienen sus raíces en nosotros mismos y nuestros comportamientos. Es importante buscar un
gobierno justo y democrático, pero si nosotros no actuamos como una sociedad solidaria,
con deseos de superación y honestidad, propiciaremos que nuestros gobernantes no sean
más que un reflejo de nuestro comportamiento como sociedad.

Libertades cívicas.
El hombre posee libertades y derechos que tiene en común con los otros seres, primero
posee la misma naturaleza y dignidad, también que convive con ellos en una sociedad.
El hombre para poder convivir armónicamente en sociedad tiene que establecer leyes,
es un hombre libre pero con ciertas restricciones que le impone la ley. Al hablar de libertades
cívicas hacemos referencia a aquellas libertades a las que el hombre tiene derecho en su
convivencia en sociedad como la libertad de expresión, de asociación, de culto entre otras.
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Estas libertades deben ser vigiladas por el estado y son principios básicos de un gobierno
democrático.
Pero así como la ley debe proteger estas libertades cívicas, también regula las
responsabilidades que los ciudadanos deben cumplir, yo no puedo llevar a cabo mis
libertades si pongo, en juego la integridad, dignidad y desarrollo de algún integrante de mi
sociedad. El problema está en que estas libertades en algunas ocasiones no son accesibles
para todos, ya sea por la falta de conciencia o educación de las clases más desprotegidas de
la sociedad, o por el manejo de los intereses de los sectores más favorecidos de la sociedad,
haciéndonos reflexionar nuevamente si realmente hay una democracia como tal.

Protección de derechos humanos.
Te has preguntado cuál es el fundamento de la leyes, de los derechos, de las
obligaciones y las libertades cívicas. Todo esto tiene una base y composición se funde en
una razón común en los hombres, que le exige la necesidad de respetar por igual a los seres
humanos, antes que una sociedad legal y moralmente establecida, el hombre pertenece a
una comunidad universal que debe respetar, ―la humanidad‖.
Al referirnos a humanidad se reconoce como concepto universal, por lo tanto hablar de
derechos humanos implica que son derechos para todos los hombres sin excepción. Pero
esto no sólo es una referencia lógica o conceptual. Es producto de un orden natural
identificado racionalmente por los seres humanos. Pero este orden moral y racional, por la
diversidad de culturas, costumbres y creencias debe ser homogenizado legalmente. Esto
requiere, a su vez, de acuerdos y pactos jurídicos entre las naciones para su correcto
cumplimiento.
3.3. Obstáculos a la democracia.
Seguramente te has preguntado si los valores que se predican de la democracia son
sólo algo ficticio o que en la práctica se quedan cortos. Tal vez pienses que esto no siempre
se ha dado en todas las sociedades, pero si pensaste de esta manera es porque en la
democracia existen obstáculos y vicios en su desarrollo.
Existe sin duda una gran relación de la democracia con la ética, ya que ésta se sustenta
en valores fundamentales como la libertad, la igualdad, la justicia y la tolerancia, entre otros.
Pero se menciono también que el hombre en la práctica puede generar antivalores.

Ilegalidad.
Un valor importante para la democracia es la legalidad y el estado de derecho. Existen
diferentes situaciones que se derivan de no sólo respeto a este estado de derecho o
legalidad. Cuando se actúa por encima del bien común y en beneficio propio perjudicando a
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las demás personas, violentando sus derechos, pasando por encima de la ley que los
protege, estamos ante un acto de ilegalidad.

Injusticia e impunidad.
Cuando la violencia legal o ilegalidad, no es sancionada por el poder judicial o el Estado
como responsable del estado de derecho nos encontramos ante un acto de impunidad, esto
es, la ilegalidad no sancionada, que puede a su vez dar paso a la injusticia social. El actuar
ilegalmente en beneficio de algunos y en perjuicio de otros.

Crimen organizado.
Pero se actúa de manera más ilegal y antidemocrática cuando se da en una sociedad
de manera organizada e inmersa en la mismas estructuras de la sociedad la corrupción y
crimen organizado. Situación que en algunas ocasiones es tan poderosa que se impone por
la fuerza del estado y la sociedad, o en algunas ocasiones, la corrompe y la integra a este
círculo vicioso.

Otros.
Pero no sólo violando una ley se actúa de manera antidemocrática, porque vemos
también que muchas veces las leyes favorecen sólo a unos cuantos, generalmente a los
dueños del capital o más poderosos. Es entonces cuando se dan situaciones como los
monopolios o privilegios de otro tipo como los fueros a los gobernantes aunque sean
corruptos, el salario mínimo comparado con el sueldo de los diputados, agua a cierta parte
de la población y en otra no, o la carencia de algunos grupos minoritarios para cubrir sus
necesidades básicas, son sólo algunos ejemplos de una sociedad que ante estas situaciones
tampoco se puede decir que sea democrática, entre otras cosas.
Es cierto que todas estas son situaciones que se dan en muchas de las naciones que
son gobernadas bajo el régimen democrático. Por mucho tiempo nuestros países
latinoamericanos han sufrido de gobernantes autoritarios, esto es, de gobiernos que dirigían
los destinos de nuestras naciones sin consultar a nadie y reprimiendo a cualquier persona
que no pensara como ellos. Sun embargo, poco a poco a partir de muchas luchas sociales,
nuestros países se han vuelto más democráticos. Un país democrático no se limita a un país
en donde se respeta el voto de la gente.
Un país democrático es aquel en donde, además de lo anterior, los ciudadanos están
conscientes de sus derechos y obligaciones, esto es, que participan activamente en la toma
de decisiones que incumben a la sociedad en su conjunto utilizando los medios e
instituciones políticas destinadas para ello. Entonces, la democracia no se limita a la
participación en las elecciones, sino que requiere un compromiso constante y permanente
para vigilar y ayudar a respetar la ley y los derechos de todos.
Un país en el que sus ciudadanos exigen la democracia, pero ellos a su vez son
pasivos, es difícil que lo consiga. Para esto, primero es necesario que los ciudadanos tengan
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claro los valores necesarios para que se dé la democracia y, segundo, una vez que los
conozca tenga la confianza en que ésta se pueda dar realmente. Es necesaria la conciencia
de que la democracia se da a partir de cada ciudadano.
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UNIDAD 4 – MULTICULTURALISMO Y GLOBALIZACIÓN
4.1. Cultura, identidad colectiva, multiculturalidad y globalización.

Cultura
Cultura es todo en cuanto a una sociedad determinada se adquiere, aprende y se puede
transmitir. La cultura se refiere a todo el conjunto de la vida social desde los basamentos
tecnológicos y las organizaciones institucionales hasta las formas de expresión de la vida del
espíritu, todo ello considerado como un orden de valores que dan una cierta calidad humana
al grupo.
La cultura abarca técnicas, normas, pautas sociales y sistemas de valores generados a
través del desarrollo histórico del grupo; incluye lenguaje, organizaciones, sistemas sociales,
económicos, políticos y tecnológicos, así como todas las resultantes de actividades humanas
no ingénitas, tales como casas, alimentos, vestidos, máquinas, etcétera.
Cada sociedad genera sus propios patrones, de acuerdo con sus necesidades, por
ejemplo, normas, modos de vida, ideología, etcétera. Dentro de cada territorio se desarrollan
culturas como la maya, la mixteca, la zapoteca, la purépecha y otras pertenecientes a
mesoamérica, los patrones culturales se transmiten de generación en generación y se les
denomina herencia cultural; ésta sólo se da por la presencia del hombre.

Identidad Colectiva
La identidad colectiva se refiere al conjunto de elementos culturales (creencias deseos,
propósitos, etcétera) que comparten determinado grupo, los cuales permiten a sus
integrantes identificarse.
José del Val Blanco, establece seis proposiciones básicas dentro del ámbito de la
identidad:
1. Las identidades son atributos de todo ser social, de tal manera que no existe
individuo o grupo que no participe en la identidad.
2. La identidad significa pertenencia, y por tanto exclusión, la pertenencia y exclusión
son condiciones de toda existencia social.
3. Cualquier individuo, en cualquier cultura, participa de un número variable de criterios
de agrupación que le otorgan identidades específicas.
4. La identidad o las identidades implican necesariamente conciencia de las mismas, y
en tal sentido tendrán expresiones singulares.
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5. En tanto no exista conciencia de identidad, no existe exclusión ni pertenencia; por
tanto, no se expresa como identidad y no podemos propiamente hablar de ésta.
6. No debe confundirse por tanto, la identidad como fenómeno asumido, con las
identidades que pueden surgir de criterios clasificatorios externos, particularmente, los que
devienen de los denominados marcos teóricos.
En 1925 Manuel Gamio dio a conocer mediante sus estudios e investigaciones de
arqueología que la identidad se generaba con el movimiento armado. José Vasconcelos,
desde el cargo de Secretario de Educación Pública durante el gobierno de Álvaro Obregón,
le dio un impulso a la identidad nacional promoviendo una sociedad más humanista; vale la
pena recordar que el país se encontraba dividido geográficamente, racial, lingüística y
culturalmente.

Multiculturalidad
En la actualidad se pueden tener diversas identidades de acuerdo con varios ámbitos
socioculturales; de ahí que todo hombre o mujer puedan ser simultáneamente miembro de
una familia, de una colonia, de una cuidad, de un estado, de un país, de una región, y
ciudadano del mundo. Asimismo se puede pertenecer a las organizaciones laborales,
políticas sociales, deportivas o culturales. Dentro de cada uno de estos ámbitos se pueden
compartir usos y costumbres, creencias y valores que singularizan a la persona frente a otros
grupos u organizaciones.
Para concluir, cabe señalar que las culturas son capaces de generar un amplio sentido
de pertenencia, lealtad e identidades. Se forma una identidad merced al grupo al cual se
pertenece; todo ello da sentido a la vida, de tal manera que la identidad se determina a partir
de una multiculturalidad en términos de: grupos étnicos, idiomas, religión. Ideología y
creencias; en resumen, de valores que se comparten.

Globalización
El término globalización significa tomado en conjunto; de ahí que al ser la identidad el
resultado tanto de las experiencias históricas compartidas como los eventos que nos ponen
en contacto con el otro, con otras culturas, con otras ideologías y con otras concepciones del
mundo, podemos advertir como se van globalizando todas las culturas, particularmente las
dominantes que penetran en nuestros hogares a través de los medios de comunicación.
Así la comunicación global genera una paradoja, y paralelamente establece una
identidad mundial por el reconocimiento de los valores universales y antivalores comerciales
consumistas, que se basan en gran medida en la violencia y el sexo, fortalece la identidad
local por oposición y como mecanismo de defensa (la resistencia de los mexicanos
emigrados por ejemplo).
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4.1.1. Elementos que conforman una cultura étnica, regional o nacional: territorio,
historia, lengua, tradiciones, costumbres y leyes.
La cultura étnica se refiere a las agrupaciones naturales de hombres que presentan
ciertas afinidades somáticas, lingüísticas o culturales.
Los grupos étnicos poseen características comunes, en términos de raza, lenguaje,
creencias y tradiciones culturales, en determinados casos también características físicas.
Ahora bien, México es un país que aún cuenta con 56 grupos étnicos distribuidos a todo
lo ancho y largo del territorio. La mayor concentración se encuentra en los estados
circundantes al Golfo de México y en el sureste; Oaxaca y Chiapas son los estados con
mayor número de grupos indígenas, y a veces se llegan a confundir las etnias con el grupo
campesino.
Al estudiar los diferentes grupos indígenas se debe considerar un elemento importante,
el lenguaje, -que es un vehículo de expresión de la cultura a la vez que sirve como un factor
de identidad étnica- , mediante cuyo estudio se puede demostrar que la relación entre grupos
que hoy pueden aparecer como distintos tienen un origen común. El estudio indigenista se ha
orientado a la vivienda y la vestimenta que es otro aspecto que ha merecido un estudio por
regiones.
Si se define la ciencia de la lingüística como el estudio de las lenguas naturales que
existen y que permiten una convivencia, resulta obvia su importancia, ya que sin el
conocimiento de las lenguas indígenas se pierde riqueza natural de una nación.
El indígena primero debe aprender a escribir y leer en su propia lengua. Desde el
momento de la conquista, durante los tres siglos de la Colonia y posteriormente durante el
México independiente, se les impulso de manera arbitraria el que hablaran español. El la
actualidad se hablan diversas lenguas: de acuerdo a cifras proporcionadas por el atlas de las
lenguas indígenas de México, el instituto Nacional Indigenista (INI) y el Instituto Nacional de
Estadística Geografía e Informática (INEGI), en nuestro país actualmente se hablan, por lo
menos, 62 lenguas de las 170 que existían a la llegada de los españoles.
Las lenguas indígenas que tienen más representatividad son: el náhuatl con 1 448 936
habitantes, el maya con 800 291, el zapoteco con 452 887, el mixteco con 444 493 y el otomí
con 291 722; mientras que el lacandón con 40 y el Kiliwa con 52, son las lenguas con menor
número de habitantes (INEGI, INI 2000).
Según el INI, alrededor de cuatro millones de indígenas ya no hablan su lengua materna
y se pronostica que al finalizar este siglo, el 95 por ciento de las lenguas que existen en el
mundo habrán desaparecido.
Estos datos dan una idea del mosaico lingüístico y cultural del país; aquí sólo es
considerado el aspecto lingüístico y los dialectos que más se hablan, no hay que olvidar que
existen 56 etnias, desde los kumiai y cucapá en la parte norte de Baja California, el grupo
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Pápago en el norte de Sonora, el kikapú el Coahuila, hasta el Maya peninsular el Yucatán, el
Tzotzil en Chiapas, todos ellos con vivienda, vestuario y educación características.
En el centro del país y las colindancias con las principales ciudades, han dado origen a
un sincretismo y mestizaje más pronunciado, aunque subsisten los grupos marginales como
los cora, huichi, otomí, mazahua, matlazinca, y nahua por citar sólo algunos.

Elementos que conforman la cultura regional
Conviene analizar cada vocablo por separado; así, los grupos son un conjunto de
personas interdependientes que participan en una misma tarea y que requieren de su
cooperación y solidaridad, regidos por normas y valores para alcanzar intereses comunes.
El grupo consta de varios elementos: miembros que lo integran, papel que desempeña
cada uno de ellos (rol), normas que los rigen, valores o criterios de orientación conforme a
los cuales actúan y fines por alcanzar.
Ahora bien, el término regional alude a cada una de las grandes divisiones territoriales
de una nación, definida por características geográficas o histórico-sociales, con una cultura
bien definida; consecuentemente, la cultura local es un modelo de vida históricamente
creado, el cual implica conjuntos de conocimientos, ideas, creencias, normas, valores y
conductas específicas de cada región. Nuestro país está dividido en grupos regionales cuya
cultura conlleva las características previamente referidas, como es la región jarocha,
localizada en la costa de Veracruz y la cuenca de Papaloapan, la región tapatía en el
occidente o Jalisco.
Los grupos regionales implican varios elementos culturales que los hacen diferentes
como sus tradiciones, danzas, canciones, vestuarios, y fiestas; en ellos se descubren a si
mismos rasgos hispánicos, criollos y mestizos.
TRADICIONES. Las tradiciones consisten en la transmisión que se realiza, a través de
generaciones, del patrimonio cultural propio de un grupo determinado. La tradición es la
transmisión es la transmisión fiel de los comportamientos colectivos que permiten la
supervivencia del grupo regional, de todo su género de vida y en particular de los métodos y
de las técnicas que han permitido salir adelante en un ambiente.
Pero como la experiencia del grupo no se limita a su éxito material, la tradición transmite
también su experiencia social y espiritual, el conjunto de las costumbres (actos espontáneos
y repetidos en una sociedad que se arraiga en ella y se transmiten de generación en
generación), de las creencias, de los ideales dominantes, etcétera.
DANZAS. La danza es una de las artes dinámicas que implica un determinado número
de danzantes que se juntan para bailar en una función al son de uno o varios instrumentos.
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La danza es un fenómeno universal, cuyo origen, es un hecho fundamentalmente social
en su contenido inconsciente y es un medio a través del cual se expresa la cohesión del
grupo.
CANCIONES. La canción es una de las artes fonéticas que consiste en una
composición en verso, o hecha a propósito para que se pueda poner en música.
En el México prehispánico, la música indígena había logrado un importante desarrollo,
utilizaba tambores de un tono (huéhetl) y de dos (teponaztli), flautas de hueso y barro,
silbatos, sonajas y raspadores. Indudablemente, este tipo de música, era radicalmente
diferente de la europea, que se introdujo durante la Colonia.
Los frailes fueron los primeros en utilizar los cánticos religiosos como uno de los
elementos de catequización. Con ellos llegaron además, las canciones profanas y los
instrumentos del Viejo Mundo, especialmente los de cuerda, la guitarra y luego el violín. Las
canciones de amor, de guerra, de cuna, y de viaje se popularizaron en gran medida. Era
costumbre cantar villancicos en las principales fiestas, muchos de ellos compuestos ya en
México. Sor Juana Inés de la Cruz sobresalió en este género.
Conviene destacar que los romances españoles llegaron a la Nueva España con el
propio Hernán Cortés, lo mismo que la corrida andaluza, hermana menor del romance. Del
romance español se fue derivando el corrido, una de las formas más típicas de la canción
popular mexicana.
Los cantos indígenas se conservaron en regiones apartadas de las montañas y en
grupos que lograron mantener su individualidad. En el resto del país se formó una amalgama
entre los elementos hispánicos y los indígenas.
Hoy en día ciertas tonadas españolas se siguen cantando en México; entre los niños
son especialmente populares Doña Blanca, La víbora de la mar, La pájara pinta, etcétera.
En la independencia se popularizaron las composiciones criollas, tanto las regionales
(El jarabe tapatío, la Bamba, etcétera) como las canciones de guerra de los insurgentes e
inclusive las picarescas y burlonas, prohibidas antes por la inquisición. Algunas formas líricas
importadas de España (malagueñas, jotas, peteneras, fandangos, pascalles, muñeiras, y
caahucas) se transformaron por influencia criolla. Algunas canciones aluden a los animales
como: El palomo, el toro, la lagartija, etcétera, tanto que entre los jarabes destacan: El
tapatío, El tlaxcalteco, etcétera.
Ahora bien, por influencia del bel canto y de la ópera italiana, se hicieron populares las
canciones románticas, sentimentales y junto con ellas se desarrollaron otras de tema
revolucionario, históricas, patrióticas, políticas, rancheras, religiosas, humorísticas y
picarescas, como: La paloma azul, A la orilla de un palmar, La china Hilaria, etcétera. Entre
las canciones más populares del tiempo de la Revolución destacan: La Adelita, La
cucaracha, y la valentina.
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62
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
Elementos que conforman la cultura nacional
Las culturas regionales que integran en su conjunto a la nación, se distinguen por
diversos elementos como la tradición, la danza la música la vestimenta, artesanía, fiestas,
etcétera.
Los elementos que integran esta cultura pueden ser de carácter material de carácter
formal. Los elementos de carácter material son el avance tecnológico que a su vez se
traduce en los artefactos como los instrumentos, recipientes, alimentos, vestidos, alojamiento
y transporte.
Los elementos de la cultura formal, por su parte, son: lenguaje, organización social
(nacionalidad, raza, sexo, profesión, autoridad, residencia), sistemas sociales (económico,
políticos y religiosos), artes estéticas (plásticas, fonéticas y dinámicas).
Por otro lado la cultura nacional implica: aprender un rasgo cultural, conservándolo y
enriqueciéndolo. Dinamizar un proceso que cambia, se transforma y aumenta continuamente.
Permanecer aun cuando haya cambios constantes y los inventos se incrementen, los
aspectos universales tales como la necesidad de comunicación, continúen en vigor. Ser
universal, creada por el hombre y para el hombre, a través de sus rasgos más relevantes que
se percatan en todas las sociedades, en consecuencia, la educación , la política, la
producción de alimentos, las creencias religiosas, las organizaciones sociales y la música
prevalecen donde quiera que haya un núcleo de seres humanos. Influir desde la infancia, ya
que a través de los padres se aprende el idioma, los hábitos, las maneras de
comportamiento, etcétera.
4.2 México, nación pluricultural.
4.2.1. Conocimiento y valorización de nuestra identidad y diversidad como nación.
La expresión de identidad individual se refiere al conjunto de propiedades que
caracterizan a una persona o cosa y que en consecuencia diferencia algo como una unidad
en el tiempo y en el espacio. En expresiones culturales un pueblo lo identifica de manera
colectiva por sus costumbres, lengua, composición demográfica, música, vestido, etc.
Constituir su unidad a través del tiempo, es plantear sus registros históricos y mitos. De
esta forma la identidad se refiere a una representación que tiene del o los individuos de un
pueblo que se identifica con otros pueblos o culturas.
En este sentido, por identidad4 de un pueblo se puede entender lo que un sujeto
representa cuando se reconoce o reconoce a otra persona como miembro de ese pueblo a
partir de la participación en las creencias, actitudes y comportamientos de los grupos a los
que pertenece.
4
La identidad como la distinción de cualquier tipo entre cualquier persona, animal o cosa y sus semejantes.
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Así, se comparte el modo de sentir, comprender y actuar en el mundo en forma de vida
que se expresa a través de instituciones, el arte, saberes transmitidos, comportamientos, lo
que viene a conformar una cultura.
Con base en lo anterior, podemos inferir que la identidad individual responde a las
características, costumbres y modos de cada individuo. Mientras que la identidad colectiva o
social es lo que caracteriza y uniforma a un grupo o comunidad en cuanto a sus modos,
tradiciones, costumbres, etc.
4.2.2. Formas de expresión cultural de grupos sociales mayoritarios y minoritarios.
Las sociedades modernas tienen que hacer cada vez más a grupos minoritarios que
exigen el reconocimiento de su identidad, es decir, de sus formas de expresión como grupos
sociales minoritarios; ello implica la acomodación de sus diferencias culturales, algo que con
frecuencia se denomina el reto del multiculturalismo5. Sin embrago, el termino
multiculturalismo abarca formas muy diferentes de pluralismo cultural, cada una de las cuales
plantea sus propios retos.
Existen diversas formas mediante las cuales las minorías se incorporan a las
comunidades políticas, desde la conquista y la colonización de sociedades que anteriormente
gozaban de autogobierno hasta la inmigración6 voluntaria de individuos y familias. Estas
diferencias en la forma de incorporación afectan a la naturaleza de los grupos minoritarios y
el tipo de relaciones que éstos desean con la sociedad de la que forman parte.
Así, en las generalizaciones sobre los objetivos o las consecuencias del
multiculturalismo pueden ser un tanto equívocas. Desde luego que gran parte del debate
público sobre el multiculturalismo acusa dicho defecto. Por ejemplo, quienes se oponen al
multiculturalismo suelen afirmar que éste encapsula a las minorías en un gueto (comunidad
marginada del resto de la sociedad por motivos culturales entre otros), impidiéndoles su
integración en el grueso de la sociedad; los partidarios del mismo responden, por el contrario,
que la preocupación por la integración es un reflejo del imperialismo cultural. De hecho,
ambas acusaciones constituyen generalizaciones excesivas que ignoran las diferencias entre
los grupos minoritarios y malinterpretan sus autenticas motivaciones.
La diversidad cultural surge de la incorporación de culturas, que previamente
disfrutaban de autogobierno y estaban territorialmente concentradas en un Estado mayor.
Una de las características distintivas de las culturas incorporadas a las denominadas
minorías nacionales, es precisamente el deseo de seguir siendo sociedades distintas
respecto de la cultura mayoritaria de la que forman parte; exigen, por tanto, diversas formas
de autonomía o autogobierno para asegurar su supervivencia como sociedades distintas.
5
Convivencia de varias culturas en una misma sociedad: el multiculturalismo es muy frecuente en las grandes ciudades.
Movimiento de población que alude a la llegada a un país de personas de otra nacionalidad para establecerse en él: política
de inmigración.
6
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Por otra parte, la diversidad cultural surge de la inmigración individual y familiar. Estos
emigrantes acostumbraban a unirse en asociaciones poco rígidas y evanescentes, que
reciben el nombre de grupos étnicos. A grandes rasgos, los grupos en cuestión desean
integrarse en la sociedad de la que forman parte y que se les acepte como miembros de
pleno derecho de la misma. Si bien a menudo pretenden obtener un mayor reconocimiento
de su identidad étnica, su objetivo no es convertirse en una nación separada y
autogobernada paralela a la sociedad de la que forman parte, sino modificar las instituciones
y las leyes de dicha sociedad para que sea más permeable a las diferencias culturales.
Desde luego que se trata de modelos generales, no de leyes de la naturaleza, motivo
por el cual cada categoría general requerirá mayor refinamiento y precisión a medida que
vayamos avanzando en el análisis y argumentación. Sin embrago, no podemos empezar a
entender y a evaluar las políticas del multiculturalismo a menos que comprendamos como la
incorporación histórica de los grupos minoritarios configura sus instituciones colectivas, sus
identidades y sus aspiraciones. Por consiguiente, empezaremos por describir la naturaleza
de estas dos categorías amplias y enseguida abordaremos las exigencias específicas
implícitas en cada una de ellas.

Categorías multiculturales
Al ciudadano de otro país se le ve como un ajeno; en italiano extranjero se entiende
como extrañeza, el inmigrado es entonces distinto, es un extraño, lo que lo hace ver como un
extra o un exceso de alteridad a la población que lo recibe. Cuatro categorías son las que
distinguen al extranjero:
a) Lingüística
b) Costumbres
c) Religiosa
d) Étnica
Las dos primeras diversidades pueden ser extrañezas superables mientras que las dos
últimas son extrañezas radicales. En este sentido, hoy día en Europa, la xenofobia 7 se da
más hacia los grupos islámicos y africanos, lo que nos habla de un rechazo cultural –
religioso. En el caso de la cultura islámica, su visión del mundo es teocratita, es decir, no
acepta la separación entre la política y la religión; empero, el occidental por su parte, no ve al
islámico como un fiel, a pesar de que para el islámico si lo sea.
Por otra parte, la inmigración y la incorporación de minorías nacionales son las dos
fuentes más comunes de diversidad cultural en los Estados modernos. Estas dos categorías
amplias son aplicables a otros países, por lo que la mayoría de los grupos culturales puede
situarse en uno u otro de ambos campos. Pero, naturalmente, no todos los grupos
etnoculturales se adaptan clara y totalmente a ellos. Concretamente, la situación de los
afroamericanos es muy distinta. No se ajustan al modelo de los inmigrantes voluntarios,
habida cuenta que fueron a América involuntariamente como esclavos, y también porque se
7
Odio u hostilidad hacia los extranjeros: muchos emigrantes han sufrido las consecuencias de la xenofobia.
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les impidió integrarse (en lugar de estimularles a hacerlo) en las instituciones de la cultura
mayoritaria (piénsese, por ejemplo, en la segregación racial, las leyes contra el
encruzamiento de razas y la alfabetización). Tampoco se ajustan al modelo de minoría
nacional, puesto que no tienen una tierra natal en América o una lengua histórica común. Por
el contrario, desde el principio se dispersó a las personas pertenecientes a la misma cultura
(e incluso a la misma familia) por toda Norteamérica. Además, se les prohibió legalmente
cualquier intento de recrear su propia cultura (por ejemplo, todas las formas de asociación
negra, excepto las iglesias, eran ilegales).
Aunque tradicionalmente el interés de las minorías nacionales y los grupos étnicos se
ha centrado en el autogobierno o en los derechos poliétnicos, estos grupos, así como otros
grupos sociales no étnicos, se interesan cada vez más por la idea de los derechos especiales
de representación.
En las democracias occidentales hay una creciente preocupación por que el proceso
político no es representativo, en el sentido de que no consigue reflejar la diversidad de la
población. En la mayoría de estos países, los legislativos están dominados por hombres
blancos, de clase media, que no padecen ninguna discapacidad. Se considera que en un
proceso más representativo debería incluir a miembros de minorías étnicas y raciales,
mujeres, pobres, discapacitados, etc. La representación insuficiente de los grupos
históricamente desfavorecidos es ya un fenómeno general. En los Estados Unidos y Canadá,
las minorías raciales y los pueblos indígenas juntos totalizan menos de un tercio de los
escaños que les corresponderían en función de su peso demográfico. Las personas con
discapacidades físicas y las económicamente desfavorecidas tampoco cuentan, ni de lejos,
con una representación proporcional.
Una manera de reformar el proceso es hacer que los partidos políticos sean más
inclusivos, socavando las barreras que inhiben a las mujeres, a las minorías étnicas o a los
pobres, a convertirse en candidatos o dirigentes del partido. Otra forma de abordar el
problema consiste en adoptar alguna forma de representación proporcional, algo que
históricamente ha ido asociado con la elaboración de candidaturas más abiertas e inclusivas.
Muchas veces los derechos de representación derivados de la pertenencia a un grupo
se defienden como respuesta a algunas desventajas o barreras sistemáticas presentes en el
proceso político, que impiden que las opiniones y los pareceres del grupo en cuestión estén
debidamente representados. En la medida en que tales derechos se consideren una
respuesta a la opresión o las carencias sistemáticas, resulta más plausible que se
contemplen como medidas temporales en el transito hacia una sociedad en la que ya no
exista la necesidad de representación especial, algo así como una forma de acción positiva
política. La sociedad debería afanarse en erradicar la opresión y las carencias, eliminando
así la necesidad de esos derechos.
Sin embargo, el tema de los derechos especiales de representación merced a la
pertenencia grupal resulta complejo, porque a veces esta representación especial se
defiende no por cuestiones de opresión, sino como corolario del autogobierno. El derecho al
autogobierno de una minoría se vería gravemente debilitado si algún organismo externo
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pudiese revisar o revocar sus competencias unilateralmente, es decir sin consultar a la
minoría ni asegurar consentimiento. Por tanto, que la minoría nacional tuviese garantizada la
representación en todo aquel organismo que pueda interpretar o modificar sus competencias
de autogobierno (como, por ejemplo, el tribunal supremo) podría considerarse un corolario de
dicho autogobierno. Puesto que las reivindicaciones de autogobierno se completan como
algo intrínseco y permanente, también lo serían en este caso las garantías de representación
emanadas de ellas, a diferencia de las garantías fundamentadas en la opresión.
4.3. Multiculturalismo.
4.3.1. Formas de dominación hegemónica de una cultura sobre otra.
La dominación hegemónica radica en el poder que ejerce un estado sobre otro; este tipo
de dominación abarca 3 aspectos fundamentales que son:
1.- Colonización
2.- Explotación
3.- Discriminación

Colonización.
El proceso colonizador responde a necesidades que van desde lo económico hasta lo
estratégico. La necesidad imperiosa de dar salida al excedente de la población de un estado
constituyó en todos los tiempos uno de los principales factores o puntos que impulsaron la
colonización. El intercambio comercial significó justamente un estimulo eficaz.
Los dos factores los podemos encontrar entremezclados en el movimiento colonizador
del pueblo griego en los siglos VI y VII A.C. y condujo al a creación de las florecientes
colonias de Asia Menor y de la Magna Grecia.

Explotación.
La explotación en el significado que nos importa, se refiere al sometimiento de los
conquistados por los conquistadores, para trabajar en servicio de estos. Por ejemplo, durante
la colonia Española en México, cuando los españoles, para conseguir un mayor numero de
trabajadores, no se detuvieron en acusar algunas veces de rebeldía a varios pueblos
indígenas para esclavizarlos. Y la explotación de la raza negra en los cultivos de caña de
azúcar y las minas.

Discriminación.
Esta consiste en separar o diferenciar las razas, clase social, genero, religión entre
otras…
Por ejemplo el caso de la Colonia en México en el cual destacan 3 castas principales
que son:
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• Mestizos.- Hijos de blanco e indígenas
• Mulatos .- Hijos de blanco y negro
• Los Zambos.- Hijos de Negro e indígena
Por otra parte se puede mencionar que en todas las organizaciones políticas
complejas de territorio extenso, formadas por la conquista o por la inmigración de personas
de cultura distinta a la de los pobladores originarios ha surgido el problema de las minorías.
Por ejemplo el de la raza negra en los Estados Unidos.
Para ahondar un poco mas en el tema de discriminación hegemónica cabe destacar
que el sistema Mundo-Capitalista, surgió estrechamente ligado a la expansión Europea en el
resto del orbe… a partir de los últimos decenios del siglo pasado y condujo inevitablemente
a la hegemonía mundial, adoptando esta estructuras socioeconómicas y políticas que fueron
evolucionando de modo cíclico expandiéndose y adquiriendo analogías y diferencias a lo
largo del tiempo, en un ascenso cualitativo de cada escalón sucesivo.
El rasgo básico inicial del sistema señalado fue la dominación violenta del centro
europeo-occidental sobre las fronteras así como la creación de imperios mundiales, como el
Español, Portugués, Holanda e Ingles. Lo cual llega a evolucionar en la hegemonía mundial,
específicamente en la primicia mundial holandesa. La existencia de los imperios coloniales,
holandés e Inglés dan como característica una gran dosis de violencia y coerción del
liderazgo mundial.
Los Estados Unidos a su vez perfeccionaron estas estructuras e inventaron el imperio
formal. Se anexo durante su ascenso hegemónico territorios como Hawai, Puerto Rico y
Caribe incluyendo en una situación semicolonia a los países de Filipinas y Centroamérica,
para posteriormente dejar en una situación de subordinación a la mayor parte de los países
pobres.
Como conclusión es bueno entender que los ejes centrales de la dominación
hegemónica sobre le mundo se dan como puntos básicos, la economía, la política, la
guerra y las ideologías.
4.3.2. Valores de la convivencia y de la soberanía de los pueblos. La Justicia
internacional y su relación con la paz.
La soberanía de los pueblos implica una autoridad suprema del poder público, sobre un
territorio y sus habitantes; de ahí que México sea un país soberano, respetado en el mundo y
con gran reconocimiento internacional, en el que los valores de la convivencia social
armónica destaca la Paz.
La tranquilidad y el desarrollo son juntos una realidad dentro de los cuales no existen
riesgos que amenacen a la población o en su defecto minimicen la idea que se tiene como
país.
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Desde el punto de vista del principio democrático, los valores de la convivencia
conllevan que la democracia marque le fin del gobierno de los hombres y el inicio del
gobierno de las leyes; además todo acto a autoridad publica debe de tener su fundamento
dentro de las normas jurídicas en vigencia, así como la relación entre le derecho y el poder
publico.
Hablando de la democracia que se esta constituyendo, las personas así como las
instituciones deben ser sujetas a la ley.
Por lo cual la división de poderes da como resultado la vigencia del estado de Derecho.
Es bueno mencionar que los valores de la convivencia en su estricto respeto a las
normas propias del Estado de Derecho y en el cumplimiento de las exigencias de la
democracia, México es un país que siempre será un país fuerte y con gran futuro.
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UNIDAD 5 – DIMENSIÓN ÉTICA DE LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA
5.1. La ciencia y la ética.
Partiendo de la idea que la ciencia es el conjunto de conocimientos organizados,
sistematizados y comprobables, que tienen como fin último la búsqueda de las causas
primeras, la ciencia es concebida como la descripción y explicación de los hechos, podemos
decir, que la ciencia es la actividad humana inherente al desarrollo de la especie humana.
Otro de los temas muy polémicos y discutibles en la actualidad sobre la ciencia es el
que se refiere a su carácter ético, es decir, cuál es la utilidad que se le está dando, con qué
fines se está utilizando, cuáles son las ventajas y desventajas en su aplicación. Podríamos
preguntarnos si la ciencia siendo tan exacta y precisa, no se deja llevar por la subjetividad, ni
intereses, sólo se evoca a los resultados que nacen de la investigación, entonces dónde
podríamos ubicar la ética científica
5.1.1. Características de la ciencia.
La ciencia es una actividad inherente al ser humano pues aparece en la medida que el
hombre se va desarrollando, gracias al surgimiento de nuevas necesidades a satisfacer, en
primer término el dominio de la naturaleza y posteriormente el domino de sí mismo como
sujeto, esto fue lo que permitió el desarrollo de la ciencia, la cual ha traído consigo grandes
avances tecnológicos que ha venido a cambiar la vida del hombre. Es decir, que gracias a la
ciencia el hombre vive más cómodo, en un estado de confort, pero también provoca que viva
en un estado de alerta gracias a los malos manejos que de ésta se están haciendo.
Por características de la ciencia se refiere a aquellos aspectos que la hacen ser
diferente de otras actividades que realiza el hombre, que producen conocimientos y saber,
son aquellas particularidades distintivas que la conceptualizan. Algunos autores plantean que
las características de la ciencia desde el punto de vista epistemológico en la generación de
conocimiento cumple con dos características básicas de racionalidad y subjetividad,
hablamos de objetividad del conocimiento cuando las hipótesis pueden ser contrastadas y,
es verdadero cuando su valor de verdad no depende de la autoridad del grupo que la está
haciendo o la persona que está dando a conocer el conocimiento nuevo, esto indica que el
hecho que una persona tenga un reconocimiento enorme dentro de la comunidad científica y
dentro de la investigación, y todos los aportes que haga no significa que en realidad sean
verdaderos, sino más bien que esta verdad objetiva dependerá de la eficiencia explicativa
que tenga; es decir, que se pueda comprobar; por ejemplo, si se asienta que la tierra gira
alrededor del sol es porque los astrónomos ya lo comprobaron científicamente.
Por otro lado, la racionalidad está constituida por los juicios y conceptos; es decir, lo
racional se encuentra cuando el proceso de la construcción del conocimiento es de manera
lógica, en otras palabras, la comprobación lógica del fenómeno; por ejemplo, Pedro y Juanita
no son la misma persona, primero son distintos en nombre y en género, viven en diferentes
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partes, son hijos de diferente papá y mamá, uno es moreno y otro blanco, por lo tanto ni
Pedro es Juanita, ni Juanita es Pedro, así pues, Pedro y Juanita son distintos y no son la
misma persona.
Entre las características generales de la ciencia como generadora de conocimiento, se
incluyen la objetividad, que significa referirse al objeto de estudio, lo que estudiará sin que
intervengan los sentimientos, gustos personales, creencias y perjuicios; es sistemática,
ordena y organiza lógicamente el conocimiento de acuerdo al campo de estudio que
corresponde, es metódica, porque sigue una serie de pasos lógicos dentro del proceso de
investigación de cada ciencia; es comprobable, porque recurre a diversos procedimientos
de demostración y verificación, es racional, porque explica la razón de búsqueda de las
explicaciones científicas de manera lógica.
En el mismo sentido acerca del conocimiento en sí, existen ciencias que lo estudian,
como la Teoría del conocimiento, conocida también como Gnoseología que estudia el
conocimiento general y la Epistemología, que se encarga de estudiar el conocimiento
científico; es decir, el origen del mismo.
La ciencia para obtener el conocimiento se vale de una metodología que le permite
obtener resultados verificables y comprobables, gracias a la rigidez en su aplicación; es
decir, hace uso de un conjunto de pasos lógicos y ordenados mismos que conducirán y
llevarán hacia un resultado, llamado método científico.
5.1.2. El juicio ético sobre: acceso, uso, investigación y divulgación.
Este tema es muy interesante ya que permite obtener una visión más clara de la
responsabilidad enorme que tienen los hombres de ciencia al momento de realizar sus
investigaciones, pues son personas, son seres humanos con emociones y sentimientos como
cualquiera, la única diferencia es que ellos se encargan de generar nuevos conocimientos
que permitan mejorar el desarrollo de la sociedad y que al momento de tomar decisiones
acerca de la aplicación de un nuevo conocimiento científico se ven en ciertos dilemas muy
difíciles para ellos, donde tienen que tomar las decisiones que consideren más adecuadas.
Se reconoce al hablar del juicio ético sobre el acceso, uso, investigación y divulgación
de la ciencia, que se refiere a la visión que tienen los hombres de ciencia acerca de su papel
fundamental que juegan en la sociedad, en su quehacer, ya que es una gran responsabilidad
de cómo se vaya a manejar ese nuevo descubrimiento que se realizó, y si no se hace un uso
adecuado del mismo se tendrán consecuencias muy graves. Para ello es necesario poseer
una educación ética, para poder tomar decisiones que no vayan a perjudicar a la sociedad en
general (plantas, animales y seres humanos). Cuando se habla de educación ética no se
refiere únicamente a los hombres de ciencia sino también a toda la población en general,
dado que todo el producto de la ciencia aterriza de alguna manera en beneficio de todos
nosotros. Por ejemplo, la TV, la radio, la luz eléctrica, la medicina, descubrimiento de nuevas
enfermedades, los electrodomésticos, todo lo que usamos, en su momento fue descubierto
por hombres de ciencia.
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5.2 Tecnología y tecnociencia.
Este tema permitirá comprender y conocer la relación que existe entre la ciencia y la
tecnología, y la interrelación que tienen ambas con el poder, para controlar el mundo, la
naturaleza y los seres humanos, como se ha planteado, la ciencia permite obtener
conocimientos científicos, como teorías, leyes, inventos, entre otras cosas, para el desarrollo
de la humanidad y que a partir de la ciencia en cada casa se tienen: carros, TV y
conocimientos sobre muchas cosas, lo cual permite vivir más cómodamente pero que
algunas veces trae cosas malas, por ejemplo, las armas con las que se mata a gente todos
los días. Resumiendo, es a partir de la ciencia que se crean las nuevas tecnologías.
5.2.1. El juicio ético sobre la tecnología y la tecnociencia: acceso, uso, investigación y
divulgación.
A fin de poder establecer un juicio ético sobre la tecnología y la tecnociencia en los
aspectos de acceso, uso, investigación y divulgación, primero es necesario identificar los
significados de los conceptos de tecnología y tecnociencia, reconociendo que se encuentran
muy relacionados entre sí y que ambas se complementan para existir. Es importante estar
concientes de que la ciencia produce conocimiento y éste a su vez produce poder, para
generar cierta ideología.

Tecnología.
Es un sistema de acciones intencionales estructuradas socialmente que se basa en la
aplicación de conocimientos científicos para producir resultados útiles en los procesos
productivos industriales – principalmente –, así como en otros campos de la actividad
humana (la medicina, la administración, la política, el entretenimiento, el deporte, ...), y cuyo
fin consiste en lograr la mayor eficacia y eficiencia posibles en las acciones de
transformación e intervención sobre la realidad natural o social. Para ello, los tecnólogos
diseñan y operan artefactos e instrumentos muy variados (las computadoras, los robots, los
aparatos de medición y monitoreo, las máquinas de todo tipo, etc.). Las tecnologías típicas
se han derivado de la ingeniería, evolucionando en sus diversas ramas (mecánica, eléctrica,
electrónica, química, bioquímica, genética, etcétera)

Tecnociencia.
Es el resultado de la conjunción y vinculación entre diversas ramas de la ciencia y de la
tecnología para desarrollar nuevas posibilidades y campos de intervención tecnológica. La
tecnociencia se despliega de grandes proyectos en los que participan diversos especialistas
de diferentes disciplinas científicas (es decir, es multidisciplinaría), que requieren grandes
infraestructuras y recursos económicos proporcionados por los Estados o por las empresas
privadas. La tecnociencia avanza gracias a la colaboración de científicos y tecnólogos de
varios países y simultáneamente de diversos sitios del planeta. Su objetivo es la innovación
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tecnológica y la intervención practica en el mundo, al mismo tiempo que el desarrollo de
nuevos conocimientos. La tecnociencia no se restringe a explicar lo que pasa en el mundo;
construye sus propios objetos de conocimiento y los modifica, y en la medida en que los
interviene y manipula, teoriza sobre ellos.
Es notorio que la ciencia produce conocimiento y sabiduría, y dentro del conocimiento
se encuentra el conjunto de avances tecnológicos que vienen a revolucionar la vida del
hombre generando los siguientes cuestionamientos ¿Cuál es la finalidad con que se usan las
nuevas tecnologías?, ¿Cuál es la intención con que se van a usar?, es para ayudar a toda la
gente o sólo para algunos cuantos; o bien, ¿Se podrán usar para mantener el control sobre
las demás personas?
En los medios de comunicación se puede observar que E.U. ha buscado por todos los
medios el control mundial, a través de diferentes políticas económicas y principalmente por
medio de la fuerza y la guerra; se puede realizar una reflexión ética sobre el uso, aplicación y
acceso de la tecnología y tecnociencia; en la televisión se presentan imágenes tan crueles de
esa guerras, matanzas, destrucción de ciudades, hambres, daños irreparables al medio
ambiente y se puede afirmar qué malos son, ¿Acaso no tendrán corazón ni sentimientos y no
les importa matar y destruir?. Por ejemplo, imaginar cuando se empleo la radiactividad para
elaborar la bomba atómica y más cuando fue usada en la Segunda Guerra Mundial contra
Japón, en las ciudades más importantes de Hiroshima y Nagashaki, ¿Qué pensarían esas
personas al momento de decidir que se lanzarán?, ¿Cómo se sentirían los pilotos de los
aviones?
Así como la aplicación de la tecnociencia y tecnología trae consecuencias muy graves,
al considerarlas con juicio ético y educación ética también traen consigo grandes beneficios;
que han venido a mejorar la vida de todos en variados aspectos. Podrías imaginar cuando no
había carros en qué se trasladaban, cuánto tiempo tardaban para llevar a la ciudad algún
enfermo, cuándo no había vacunas contra las diferentes enfermedades que antaño
acababan con pueblos enteros; si no se hubiera descubierto la penicilina, cuántas personas
morirían al año por una infección; el microscopio, el cual permitió identificar a los
microorganismos como bacterias y virus que causan las diferentes enfermedades; la
electricidad, podrías imaginar una ciudad (o la sociedad actual) sin ella. El acero que se
utiliza en las grandes industrias, no se hubieran descubierto nuevas máquinas para producir
mejor la tierra; es decir, la ciencia y la tecnología no son malas, sino las personas que hacen
uso de ellas, pues el ideal hacia el que se debería aspirar es buscar una mejor calidad de
vida, únicamente alcanzable si todos participan en hacer conciencia, primero en las personas
más cercanas que les rodean y posteriormente, fomentar una educación ética en la
aplicación y uso de la ciencia y la tecnología.
5.2.2. Conflicto entre el saber técnico científico y la vida humana.
El sistema tecnológico mundial se ha convertido en un objeto de valoración ética porque
en muchas ocasiones ha entrado en conflicto con la vida humana y ha suscitado
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controversias sociales sobre su desarrollo y poder incrementado. Este conflicto se ha
derivado de algunos rasgos esenciales del sistema tecnológico, que constituyen el
fundamento para una nueva evaluación ética.
a) La ambivalencia de los efectos a gran escala. Las tecnologías se caracterizan por su
uso intensivo y masivo, es decir, a gran escala y de modo universal en todo el planeta.
Ello implica cambios cualitativos en los efectos que produce. A pequeña escala, por
ejemplo, el daño provocado por la emisiones de gases de las industrias y automóviles
podría ser controlable, pero a medida que crecieron las ciudades y se convirtieron en
megalópolis el aumento descomunal y la concentración de esas emisiones han hecho
de la contaminación atmosférica un serio problema que hasta ahora no tiene solución.
El incremento de los riesgos y problemas reside en los éxitos mismos de la tecnología
en su progreso incesante y acelerado, pero también en el hecho de que la tecnología
contemporánea se embarca en empresas que no podrían fracasar; esto es, las
tecnologías se encadena, éxito tras éxito, en una línea irreversible cuyo error o fracaso
puede significar una catástrofe mayúscula. De este modo, los intereses positivos que
motivaron el surgimiento de muchas tecnologías se han revertido contra la sociedad
misma, al generarse problemas por el uso intensivo y el crecimiento descontrolado del
poder tecnológico.
b) El automatismo de la innovación tecnológica. La tecnología contemporánea ha
entrado en una fase de progreso casi automático e ilimitado, en el que cada nuevo logro
implica ya la necesidad de dar el siguiente paso. Cada aplicación e innovación que se
integra en el sistema se convierte en una nueva necesidad social. A medida que se
lanzan al mercado nuevas tecnologías, se ―encadenan‖ con las ya existentes haciendo
más compleja la red de conexiones y efectos dentro del sistema tecnológico mundial.
Así pues, el poder tecnológico actual tiene una dimensión global y planetaria, pues sus
efectos son acumulativos y, en algunos casos, irreversibles. Por ejemplo, los desechos
radiactivos de las plantas nucleares que permanecen cientos e incluso miles de años.
Existe un desfase entre lo mucho que somos capaces de producir tecnológicamente y lo
poco que podemos conocer científicamente, y por lo tanto, planear y prever hacia el
futuro. El gran desafío ético de nuestro tiempo consiste en formular regulaciones
internacionales eficaces para prevenir y evitar los efectos negativos de las tecnologías
y, al mismo tiempo, para potenciar el uso racional de las tecnologías necesarias para el
bienestar de todo el mundo.
c) La expansión de la responsabilidad colectiva. Como resultado de conflicto entre la
tecnología y vida humana, el valor ético que se coloca en el primer puesto ahora es el
de la responsabilidad colectiva. El sistema tecnológico extiende cada vez más sus
efectos en el espacio y en el tiempo, para bien y para mal y, por ello, nos exige una
nueva responsabilidad social, que no sólo compete a los científicos y tecnólogos, sino a
todos los ciudadanos del mundo.
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Pero además, el exceso de poder tecnológico impone al ser humano la obligación de
proteger y preservar la biodiversidad y los equilibrios ecológicos del planeta. Así pues, el
creciente y expansivo poder tecnológico han convertido en objeto de responsabilidad
humana a la naturaleza terrestre y, en particular, a la propia naturaleza del ser humano.
d) El valor ético del conocimiento tecnocientífico. En las actuales condiciones de
desarrollo tecnológico, el saber científico y tecnológico se ha convertido en una nueva
necesidad ética. Esto es el conocimiento científico debe estar, en lo posible, a la par de
la capacidad transformadora de la tecnología. Es indispensable entonces procurar el
conocimiento de las condiciones y de los efectos futuros probables o potenciales.
Así, la ciencia y la tecnociencia tienen un nuevo deber ético: vigilar el despliegue del
poder tecnológico para proteger a la humanidad misma de sus excesos y de sus posibles
efectos negativos y, al mismo tiempo, potenciar y expandir los beneficios de las tecnologías
más seguras, más limpias y más eficientes.
Para poder enfrentar el conflicto por los efectos negativos del poder tecnológico deben
prevalecer nuevos valores en la cultura tecnocientífica de nuestra época. En lugar de una
tecnociencia que se ha fundado en los ―valores‖ del capitalismo y que ha caído en los
excesos del derroche, la falta de planeación, el riesgo desmedido, y el gasto irracional de
recursos naturales y humanos, la tecnociencia requiere un nuevo carácter moral que se
funde en la prudencia, la planeación rigurosa, la anticipación de los efectos, la humildad y la
austeridad, el ahorro racional de energía y de recursos naturales, el reconocimiento de los
límites de nuestros conocimientos científicos y, ante todo, la responsabilidad social.
En cuanto más dependemos de una tecnología, son mayores los riesgos de colapsos y
catástrofes que no podríamos remediar a tiempo con nuestros propios recursos
tecnocientíficos, pues no acostumbramos planear medidas de precaución o disponer de
medios alternos. Así, los beneficios inmediatos pueden convertirse en problemas muy
costosos a largo plazo que terminen por pulverizar los logros de la civilización tecnocientífica.
A menudo es el predominio de los valores económicos en el desarrollo y uso intensivo
de las tecnologías lo que se contrapone a los valores que están en el interés y beneficio
común de la sociedad. Por ejemplo, numerosas innovaciones tecnocientíficas que
desarrollan las empresas privadas son patentadas de inmediato, incluso antes de que se
pruebe su efectividad, lo cual ha generado que el conocimiento tecnocientífico sea cada vez
más una propiedad privada y que sus productos sólo adquieran el carácter de bienes de
consumo privado.
Esa privatización de la tecnociencia entra en contradicción con el valor público de la
ciencia y el valor de utilidad social de la tecnología. Si bien las tecnologías son mercancías
que se ofrecen para el consumo individual, tienen un inherente interés público, ya sea por los
beneficios o por los problemas que genera. El mínimo sentido común nos indica que lo más
conveniente es que su beneficio se maximice y que los daños y riesgos se minimicen. Pero
en el mundo actual, la tendencia del desarrollo tecnológico parece ir en sentido contrario: los
beneficios se privatizan, sólo acceden a ellos quienes tienen el poder económico para
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pagarlos, mientras que los daños y riesgos se extienden a todas las sociedades y afectan
mayormente a los más pobres, es decir, a los que menos disfrutan de los beneficios del
desarrollo tecnocientífico.
La sociedad tiene, por lo menos, el derecho de saber los riesgos potenciales a los que
está expuesta por efecto de los sistemas tecnológicos, así como de conocer los
procedimientos de precaución para actuar oportuna y adecuadamente en caso de algún
accidente. Asimismo, las empresas y los gobiernos no deben ocultar a la gente la
información mínima sobre los riesgos potenciales para poder prever y actuar en cualquier
situación de riesgo tecnológico y, mucho menos, esconder la información sobre un daño
causado. Para ello, debe haber leyes estrictas y claras, así como organismos ciudadanos
nacionales e internacionales que vigilen y regulen el desarrollo de la tecnociencia.
Los científicos y tecnólogos son co-responsables con el resto de la sociedad de los
efectos y consecuencias de las tecnologías. En otras palabras, no sólo los científicos y
tecnólogos son responsables de los efectos de la tecnología, también lo somos los usuarios.
Por ello, los valores propiamente éticos deben ubicarse ahora en primer término en la
valoración social sobre la innovación y aplicación de las tecnologías.
Pero no sólo debemos promover nuevos valores éticos aplicables a las tecnologías que
tienen que ver con la calidad de la vida humana, también es necesario que asumamos la
responsabilidad de la protección de la vida de otros animales que intencionadamente o no
hemos afectado con la extensión planetaria del poder tecnológico.
Por otro lado, no existen condiciones ideales para el desarrollo o aplicación de las
tecnologías, pero debemos valorar socialmente cuáles son las mejores condiciones; en esto
podemos señalar tres valores: la publicidad, la precaución y la responsabilidad.
Las tecnologías deben ser públicas puesto que los efectos o los daños perjudican a
todos. La gente debe tener suficiente información sobre los riesgos y los problemas que
implican el uso masivo de ciertas tecnologías, debe también poder decidir si está de acuerdo
en asumir riesgos, como vivir cerca de una central nuclear, o bañarse en aguas donde se
descargan por toneladas desechos orgánicos e industriales.
La información de seguridad sobre las tecnologías debe ser pública para poder exigir
responsabilidad a los diseñadores, los fabricantes, los operarios y los dueños de los sistemas
y artefactos.
Las tecnologías deben ser controladas también por dos principios asociados: la
precaución y la responsabilidad. Esto significa que la sociedad pueda reconocer en qué
casos es conveniente tomar precauciones o establecer moratorias (como las que se han
declarado sobre la clonación de seres humanos o la introducción masiva de transgénicos) en
tecnologías que implican o podrían desencadenar riesgos considerables; así como en qué
casos hay tecnologías cuyos fines son deseables y necesarios, aunque produzcan ciertos
males, mientras éstos no sean mayores que los beneficios, y siempre que los daños a la
salud o al ambiente no impliquen un problema irresoluble a mediano y corto plazo.
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Para tomar decisiones tecnológicas en una sociedad democrática no es suficiente con
la opinión de los expertos, sino que también deben participar los directamente afectados y
todos aquellos que tengan interés en el desarrollo de una tecnología. Sin embargo, para que
la sociedad pueda fundar sus opiniones y sus posiciones, debe contar con la información
básica, y ello sólo es posible con base en una cultura científica general que se obtiene en la
escuela y que difunden los medios de comunicación.
Por tanto, la responsabilidad social de los científicos y tecnólogos consiste en investigar
lo más posible sobre los efectos, daños reales o potenciales y riesgos de las tecnologías,
ofrecer información confiable a la sociedad y advertir a tiempo cuando existan posibilidades
de riesgos inminentes o de problemas que el resto de la comunidad desconoce.

Calidad de vida.
La ciencia, y en particular la tecnología y la tecnociencia, no tiene sentido si no actúan
como medios para mejorar la vida humana. Pero el problema ha sido que el modelo
tecnológico-industrial del último siglo ha concebido esas mejoras como beneficios
inmediatos, a gran escala y espectaculares, pero con efectos colaterales negativos para el
ambiente y para las condiciones de la vida humana. Por ello, el control y orientación social
del sistema tecnológico implica un nuevo concepto: el desarrollo sostenible, cuyo núcleo es
la idea de calidad de vida. En está no sólo intervienen los factores económicos, sino también
los elementos psicosociales, políticos y ambientales. La calidad de vida no consiste en
poseer más bienes materiales, más instrumentos y aparatos complicados y más costosos,
sino en vivir en un ambiente equilibrado, en una sociedad más justa, con oportunidades de
desarrollo para todos, y en donde haya posibilidad de mejorar las condiciones
socioeconómicas.
La calidad de vida depende de las necesidades biológicas y de las capacidades
intelectuales y emocionales que los seres humanos tienen que satisfacer para alcanzar el
proyecto de vida que quieran realizar. Lo que ―necesitamos‖ para sobrevivir y las
―capacidades básicas‖ que requerimos para convivir constituyen los pilares de la condición
humana”, así como la base de unos derechos humanos universales. Estos derechos, por
cierto, están consagrados en los primeros artículos de nuestra Constitución Política
(garantías individuales y derechos sociales).
Para poder desplegar esas capacidades son necesarios otros bienes tecnológicos
(instrumentos de comunicación e información, computadoras, transportes, libros, etc.) y
bienes culturales (educación, atención a la salud, sociabilidad, trabajo y medios económicos,
libertades individuales y oportunidades para ejercer la libertad). Hasta aquí podríamos fijar el
límite mínimo de la calidad de vida aceptable (ambiente adecuado, alimento suficiente,
educación, salud, trabajo, libertades civiles y oportunidades de desarrollo personal).
Para que las sociedades alcancen una buena calidad de vida general se hace
indispensable erradicar la pobreza extrema, disminuir la brecha entre los más ricos y los más
pobres y disminuir las tensiones sociales por esas diferencias, mejorar y expandir la
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educación y los servicios de salud, promover la igualdad entre hombres y mujeres, la
tolerancia a las diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, de orientación sexual, etc., y
preservar el ambiente mediante modelos de desarrollo sostenible y sistemas tecnológicos
que no impliquen grandes riesgos ni daños severos. El bienestar individual sólo puede
fortalecerse si se realiza en un entorno en el que existe una calidad de vida aceptable para
toda la sociedad.
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UNIDAD 6 – EDUCACIÓN
SUSTENTABLE.
AMBIENTAL
PARA
EL
DESARROLLO
6.1. Dimensión ética de la relación hombre-naturaleza en los ámbitos:
individual, social e internacional.
Para que el ser humano pueda seguir admirando y disfrutando de toda la belleza de la
naturaleza: el olor de las flores, el canto de las aves, la fuerza del mar, la frescura de los
árboles y la vida silvestre, deberá cultivar a diario en su corazón y mente una conciencia
ética de cuidar cada espacio de su contexto natural, sin envidias limitantes e intereses
económicos que lo beneficien, transmitiendo a cada ser humano una cultura de preservar
todo lo que la naturaleza nos dio para disfrutarlo y así poder entregar a las próximas
generaciones un mundo pleno, para poder vivir armónicamente.
La degradación ambiental tiene consecuencias económicas y sociopolíticas. En primer
lugar, debe considerarse que los recursos naturales (renovables y no renovables) constituyen
la base en la que se sostiene la economía de nuestro país. Si agotamos estos recursos, no
tendremos con que producir muchos de los bienes y satisfactores necesarios para la vida
humana. La economía no podrá marchar bien en un ambiente deteriorado y contaminado.
Nuestro país necesita modificar sus métodos de explotación de los recursos naturales
(agricultura, ganadería, silvicultura) para hacerlos sustentables. Por ejemplo, en la
agricultura, limitar el uso de agroquímicos (fertilizantes, pesticidas) y utilizar abonos
orgánicos, emplear métodos de cultivo de varias especies en el mismo terreno; en el caso de
la explotación forestal emplear una tabla selectiva y planeada para permitir que los árboles
se regeneren a un ritmo normal.
Además de la consecuencia negativa en la economía, la destrucción del ambiente
natural también tiene efectos sociales. La pobreza ha contribuido al daño del ambiente, pero
ella también es un efecto del deterioro del hábitat natural. Al deforestase áreas boscosas y
empobrecerse los suelos de cultivo, los pobladores no tienen más remedio que emigrar a las
grandes ciudades para trabajar en labores que no están bien remuneradas. La erosión de los
suelos y la sequía son causas del mayor empobrecimiento de la gente.
El deterioro ambiental se ha convertido en una amenaza para los más pobres del país.
Son los más vulnerables a los desastre naturales, porque se han asentado en terrenos
peligrosos, cercanos a las costas en laderas de los ríos o cerca de canales.
Por otro lado, la degradación ambiental tiene efectos sociales que podríamos denominar
éticos e incluso espirituales. En la relación con la naturaleza posee un valor intrínseco porque
es un componente de la formación espiritual del hombre, de su sensibilidad estética, su
sentido ético de respeto, solidaridad y compasión con otras criaturas vivas.
Recordemos, que el mundo y la vida son realidades maravillosas de las que el ser
humano jamás terminará de descubrir, entender y admirar. Pero tan fascinante como estas
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realidades son las facultades del hombre para sentirlas y percibirlas 8. Los seres humanos
estamos dotados de múltiples sentidos, como la vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto, a
través de los cuáles puede aprehender todas las realidades exteriores, y de un cerebro
capaz de organizar toda la información recibida gracias a los sentidos para interpretarla y
permitirle asumir actitudes positivas frente al mundo y a la vida.
Es aquí donde las facultades de sensación y percepción permiten al hombre conocer al
mundo y a la vida, para aportar lo mejor de sí, para garantizar su conservación y
perfeccionamiento continúo

Problemas ambientales en el ámbito nacional.
México pertenece a un selecto grupo de doce países (junto con Brasil, Colombia,
Indonesia, Ecuador, Perú, Zaire, Madagascar, Australia, China, India y Malasia)
considerados como mega diversos porque en ellos viven cerca de 70% de todas las especies
vivas conocidas. En México se dan la mayoría de los paisajes naturales del planeta debido a
que nuestro territorio se encuentra en una zona en que se intercalan los ecosistemas
tropicales de Centroamérica y los ecosistemas templados de Norteamérica. Por ejemplo, en
México existen cuatro tipos de selvas y de bosques montañosos, así mismo, una diversidad
marina sobresaliente, los botánicos calculan que en México habitan entre 25 mil y 35 mil
especies de plantas, se calcula que los bosques se extienden en 72% del país, los bosques
de confieras se ubican en las zonas montañosas y principalmente en Chihuahua, Durango,
Michoacán, Jalisco, Guerrero y Oaxaca, mientras que los bosques tropicales (las selvas) en
Campeche, Chiapas, Quintana Roo y Veracruz.
El ambiente natural de México ha sido deteriorado sistemáticamente en las últimas
décadas: los bosques por la deforestación, incendios accidentales y la quema para crear
pastizales. Las aguas por la contaminación de desechos industriales y orgánicos por el
derrame de petróleo.
La destrucción de ecosistemas y la degradación ambiental se desencadenaron en
México después de la segunda mitad del siglo XX cuando el país entro en una fase de
industrialización no planeada. La población nacional creció desmesuradamente y este
crecimiento desordenado ha favorecido la intensificación de la agricultura y ganadería, pero
con métodos ineficientes y tecnologías no eficientes.
El ámbito internacional: la crisis ecológica global
Como se vio en la unidad anterior, el poder tecnológico del hombre para controlar y
modificar la naturaleza ha aumentando enormemente en los dos últimos siglos, lo que ha
provocado diversos efectos negativos en la naturaleza.
Es cierto que desde sus orígenes la humanidad ha alterado las condiciones
ambientales. La transformación humana de la naturaleza comenzó a partir de la agricultura y
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Mora G., Guillermo E. Valores humanos y actitudes positivas. Ed. Mc Graw Hill. 1997
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la construcción de las primeras ciudades. Pero estas capacidades técnicas no causaron
grandes efectos en el ambiente.
El equilibrio entre el ser humano y la naturaleza cambio radicalmente a partir de la
revolución Industrial del siglo XVIII y con la aparición de la tecnología moderna, basada en el
uso a gran escala de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural), altamente
contaminante, así como la explotación extensiva de los recursos naturales.
Entre los fenómenos de mayores consecuencias para la vida humana y para la vida de
otras especies, que constituyen síntomas de las crisis ambientales están, por una parte, los
que afectan los ámbitos locales o regionales:
a) La deforestación de amplias zonas de bosques principalmente de las selvas
b) La pérdida de biodiversidad por la destrucción de hábitat natural.
c) La desertificación y degradación de los suelos.
d) La contaminación atmosférica, que provocan el llamado efecto invernadero, lluvia
ácida e inversión térmica.
e) La contaminación de las aguas por residuos químico industriales y por desechos
orgánicos de las ciudades.
Por otra parte, se han generado problemas que manifiestan la dimensión global de la
crisis ecológica por los efectos acumulativos de las acciones humanas:
a) El calentamiento de la atmósfera y la elevación de los niveles del mar producido por
el efecto invernadero,
b) El calentamiento y la elevación del nivel de los Océanos.
c) La destrucción de la capa de Ozono.
d) La invasión de especies exóticas en diferente hábitat.

Hacia una nueva relación ética de la sociedad con la naturaleza.
Después de años de estudio científicos, existe ahora la clara conciencia de que la
forma de vida de las sociedades industrializadas, que se caracteriza por el alto consumo,
poco reciclaje, contaminación, agotamiento de recursos naturales, así como la cultura
tecnológico industrial que ha privilegiado el egoísmo individual, no puede perdurar durante
mucho tiempo.
De continuar así tendríamos cinco factores resultantes:
1) El aumento exponencial de la población mundial.
2) El acelerado ritmo de la producción industrial.
3) La contaminación de aire, agua y tierra.
4) La producción agroindustrial que empobrece y erosiona los suelos.
5) El sobre consumo de los recursos no renovables.
Este colapso significaría la escasez de energía, alimentos y recursos suficientes para la
población mundial.
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Análisis más detallados han demostrado que nuestro modelo de crecimiento económico
industrial, nuestra forma de consumo y producción y nuestras políticas públicas, nuestra
cultura económica y tecnológica, no están en concordancia con la preservación de los
equilibrios ecológicos.
Ante los indicios cada vez más claros de la crisis económica global en los sesentas
comenzó a surgir una nueva modalidad de ética aplicada, denominada ética ambiental, que
aplica principios éticos universales a la acción del hombre con respecto a la naturaleza. La
ética ambiental ha buscado reflexionar sobre los principios globales y valores universales que
deben regir las acciones tecnológicas de las sociedades.
Uno de los antecedentes mas importantes de la ética ambiental es la obra del ecólogo
e ingeniero forestal estadounidense Aldo Leopold, quien propuso por primera vez una ética
de la tierra, sostiene que el hombre ha abusado de la tierra porque la considera una mera
mercancía. Según leopold la ecología señala que para poder transformar nuestra relación
con la naturaleza es el de comunidad biótica, concibiendo a la naturaleza como un sistema
de interrelaciones que es preciso conocer, amar y respetar.
La ética que proponía Leopold consistía en la limitación de la libertad de acción (tanto
de individuos como de especies) en su lucha por la sobre vivencia en aras del sostenimiento
de la biosfera entera.
Hasta el siglo XX no había habido una ética que atendiera específicamente los deberes
éticos del hombre con la tierra, y que defendiera los derechos de los seres vivos que la
habitan. La ética ambiental requiere replantear nuevos valores fundados en la solidaridad con
la naturaleza. Lo anterior implica la vinculación entre la ética y la ecología. Así pues, la
ecología nos demuestra la esencial interdependencia de la especie humana con el resto de
la comunidad biótica, mientras que la ética intenta fundar racionalmente los principios y
valores necesarios para regular nuestra conducta en relación con la naturaleza. No es
posible conocer con exactitud como funciona el complejo sistema ecológico de la tierra, por
lo que no podemos saber con certeza si debemos preservar tal como están los ecosistemas
o podemos intervenir en ellos para evitar todo tipo de desajustes. Pero el juicio moral sobre
las acciones humanas debe crear conciencia de la responsabilidad que tenemos con nuestro
entorno y, además, debe traducirse en normas jurídicas y en acciones políticas nacionales e
internacionales.

El antropocentrismo como factor cultural de la crisis ecológica.
Una de las bases culturales que explican el modo de vida predominante desde la
Revolución Industrial se encuentra en el antropocentrismo de la tradición ética de nuestra
civilización, es decir, la concepción ético-filosófica que supone que el hombre es el único ser
que merece consideración moral y que, por tanto, todo lo que le rodea está a su servicio y
puede ser objeto de uso para los fines que él mismo quiera darle.
Para el antropocentrismo el hombre es un ser superior. Está teoría proviene de las dos
fuentes culturales de nuestra civilización: tanto de la tradición judeo-cristiana que interpreto
que Dios había dado al hombre toda la naturaleza para su provecho como de la tradición
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filosófica occidental, que concibió al hombre como ser superior a todo el mundo natural,
debido a su capacidad racional.
El antropocentrismo se consolido en la tradición racionalista moderna que dio origen a
las ciencias físicas y a la tecnología como formas de dominación de la naturaleza. Por
ejemplo, Francis Bacón propugnó que el conocimiento científico debía ser luz al dominio de
la naturaleza, y Rene Descartes elaboró una concepción mecanicista de la naturaleza, es
decir, que concebía el mundo natural como una gran máquina y a todos los seres vivos
(excepto el alma humana) como máquinas incapaces de tener sentimientos y de razonar.
La concepción antropocéntrica del mundo, es pues, el objeto principal de la crítica de la
ética ambiental. Así pues, la ética ambiental se ha valido de los estudios científicos para
enfatizar la interdependencia del hombre con el resto de la naturaleza.
Los procesos de la naturaleza no pueden darnos pautas de comportamiento ético. La
condición ética es una posesión distintiva, somos nosotros los que debemos valorar, juzgar y
replantear nuestras acciones con respecto a la biosfera.
La superación del antropocentrismo dominador es posible, nuestro modelo actual de
relación con la naturaleza es modificable, sin que para ello debamos renunciar a los grandes
logros que el desarrollo tecnocientifíco nos ha reportado y que nos ha llevado, hasta ahora, al
éxito en la lucha por la supervivencia.
6.2 Conceptos y categorías para el análisis de la relación hombrenaturaleza.

Lo natural y lo artificial: biosfera y tecnósfera.
La palabra naturaleza proviene del latín natura, que significa el surgir o nacer (del verbo
nascor, nacer, originarse, a su vez traducción del griego Phycis). El concepto naturaleza se
entiende en general como el conjunto de las cosas existentes en el universo. Así, las ciencias
naturales estudian ese conjunto de cosas (física, química, biología, geología, astronomía,
ecología, etc.). También se entiende por naturaleza la esencia de una cosa, su origen o
causa principal que determine el conjunto de sus características y propiedades.
Ahora bien, Aristóteles elaboro en su física la primera definición formal de naturaleza:
sustancia que posee en si misma el principio de movimiento. Es decir, para él todo lo que es
natural surge y se desarrolla en razón de su propia sustancia: animales y plantas, que en si
mismos portan un fin al que tiende todo su desarrollo, por ejemplo, la semilla tiende a
desarrollarse en árbol y dar frutos, el embrión tiende a desarrollarse hasta convertirse en un
humano adulto.
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Aristóteles distinguía claramente entre las cosas que surgían por naturaleza y las cosas
que se originaban por un acto técnico humano; o sea, diferenciaban entre cosas naturaleza y
cosas artificiales.
Siguiendo esta distinción Aristotélica, existe u tercer significado de naturaleza: el
conjunto de las cosas que existen y se desarrollan sin intervención humana, que surgen por
razón de su propia sustancia, que el ser humano no diseña ni fabrica. La naturaleza
comprende un conjunto de procesos cíclicos y autorregulados que forman un complejo
sistema planetario. Sin embargo a medida que mejora nuestra comprensión científica de la
naturaleza como un sistema global, hemos caído en la cuenta de que las acciones humanas
(intencionales o no) participan como factores causales de muchos fenómenos naturales,
cambian su rumbo y modifican los equilibrios sistémicos de la naturaleza entera.
Un cuarto concepto de naturaleza (más propio para entender la dimensión ética de la
relación hombre-naturaleza) comprende no sólo los procesos naturales sino también las
consecuencias de la intervención humana. La naturaleza se entiende, así, desde el punto de
vista de la ecología, como biosfera (esfera de la vida), es decir, como el conjunto de
ecosistemas en donde habitan todos los seres vivos. Los ecosistemas son conjuntos de
poblaciones de seres vivos que se interrelacionan de modo organizado con elementos no
orgánicos en un determinado espacio geográfico.
Ahora bien, la biosfera coexiste con la tecnósfera, que en naturaleza trasformada y adaptada
por el hombre: ¿dónde empieza y dónde termina una y otra? Podemos ver claramente los
límites cuando observamos desde el aire una ciudad. La tecnósfera es el ámbito de la polis
(que en griego significaba ciudad), allí encontramos el mundo tecnológico compuesto de
múltiples sistemas de acciones que enlazan edificios, carteras, aparatos, máquinas,
dispositivos y seres humanos, junto con elementos naturales modificados. Fuera de la ciudad
se ubicara el campo abierto, la naturaleza no manipulada por el hombre.
Los límites entre tecnósfera y biosfera no son estables. La tecnósfera está en relación
estrecha con la biosfera, pues requiere energía y materia externas a ella. La tecnósfera se ha
extendido poco a poco, y ha alargado sus brazos para manipular y transformar sitio natural,
incluso en dónde ni siquiera habitan los seres humanos. La expansión de la tecnósfera
implica que cada vez quede menos naturaleza en estado natural, aunque la humanidad
habite sólo una porción menor de la superficie terrestre. El concepto de naturaleza como
biosfera incluye tanto la naturaleza natural como la naturaleza artificializada (alterada por la
acción humana). Es ser la forma de relación entre la tecnósfera humana y la biosfera natural.

Medio ambiente y ecología
El ambiente es el sistema de elementos y condiciones orgánicos (microbios, hongos,
plantas y animales) e inorgánicos (energía solar, temperatura, humedad, composición del
suelo, etc.).
El medio ambiente funciona como una unidad, pues sus componentes se encuentran
interrelacionados.
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La ecología (del griego oikos, casa, y logos, estudio) es la ciencia que estudia las
relaciones de los seres vivos entre si y las relaciones de estos con el ambiente. Podría
decirse que uno de los antecedentes mas importantes de la ecología moderna fue la teoría
de la evolución de Charles Darwin, quien elaboro conceptos centrales para la ecología, como
la adaptación de los organismos a su medio ambiente y la selección natural como medio de
regulación de las especies. El termino ecología fue empleado por primera vez en 1869 por el
biólogo alemán Ernest Hackel, quien la definió como el estudio de las relaciones de los
animales con su medio orgánico e inorgánico.
La ecología se ha convertido en una de las disciplinas científicas mas importantes
integrando diversos conceptos de las ciencias que estudian a los seres vivos y su relación
con el ambiente, tales como la adaptación de las especies y la selección natural ( la teoría
darvinista de la evolución, y ahora la genética), las interrelaciones entre las poblaciones de
los seres vivos ( crecimiento poblacional, migración, cadenas alimentarias, etc.), la
taxonomía , la fisiología, el comportamiento animal ( etología), así como los conceptos de la
geología, edafología( estudio de los suelos) , la climatología o meteorología.
La principal característica de la ecología consiste en comprender todos los elementos
de la relación entre los seres vivos y el medio ambiente de una manera sistémica, o sea,
como una unidad ordenada y autorregulada.

La eficiencia natural de los ecosistemas
Los ecosistemas de la Tierra funcionan con fuentes de energía natural (que provienen
del Sol y de la regulación interna de los elementos que los componen). Todos los
ecosistemas son sistemas autorregulados que circulan la energía y la materia, transformando
a esta ultima a través de la acción de los procesos inorgánicos y de la acción de los seres
vivos que viven en ellos. La característica principal de un ecosistema es que recicla la
materia en una serie indefinida (no produce desechos que no se reciclen), y aprovecha
eficientemente la energía que entra en el.
Los ecosistemas han alcanzado un alto grado de estabilidad entre los elementos que
los componen (aunque no dejan de estar en movimiento y en evolución), tienden a
mantenerse en homeostasis. Pero los ecosistemas son altamente vulnerables a efectos
externos.
Nuestra economía mundial consume cada vez mas energía natural que no aprovecha al
máximo, produce muchos desechos materiales y libera energía en forma desorganizada y no
reutilizable (calor). Para incrementar la producción de alimentos y productos, el sistema
tecnológico mundial (la tecnósfera) requiere consumir cada vez más desechos inservibles,
basura que no puede ser reabsorbida por los ecosistemas porque contiene materiales y
energía no biodegradable.
A pesar de que la interacción entre la tecnósfera y la biosfera es cada vez mayor, ello
no implica que no podamos seguir diferenciando, como lo hacia Aristóteles, entre las cosas
naturales y cosas artificiales, o sea entre productos que se integran adecuadamente a los
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ciclos regenerativos de los ecosistemas y productos que no son biodegradables, y que no
pueden ser insertados en las cadenas de reciclamiento de los ecosistemas.

Fenómenos naturales y problemas ambientales.
Los ecosistemas tienden, como lo hemos dicho, a la autorregulación (la homeostasis), y
a veces se provocan efectos que son negativos para los seres humanos (y para otras
especies). Existen fenómenos de contaminación natural sin intervención humana (por
ejemplo, incendios, explosiones volcánicas e inundaciones). No obstante, los problemas
ambientales más graves en la actualidad son resultado de algún efecto ocasionado directa o
indirectamente por el hombre.
Ahora bien, los problemas ambientales más complejos son los que causan más daños a
la población humana (como las inundaciones por el desbordamiento de ríos o tormentas). En
el caso de las inundaciones, la erosión de los suelos (que el hombre ha causado) ha
agravado los efectos de las crecidas de los ríos. Definitivamente, los problemas ambientales
ya no pueden ser vistos como fenómenos naturaleza.
Sin embargo, no todos los efectos de la acción humana han sido perjudiciales en el
medio ambiente. A veces, las intervenciones humanas favorecen a algunas especies, pero
eso ha tenido efectos dañinos a largo plazo para un ecosistema. ¿Cómo es esto posible? Se
trata del fenómeno que se conoce como invasión de especies exóticas. Ya sea por la
introducción intencionada o accidental de una especie no originaria en un determinado
ecosistema, estas especies exóticas colonizan rápidamente el hábitat y se multiplican hasta
convertirse en un depredador sin competencia (un poco como la especie humana en todo el
planeta). Las especies exóticas, al no tener competidores, destruyen a las demás y alteran
las condiciones de un ecosistema.
Por lo tanto, aunque es un fenómeno natural la adaptación de una especie a su hábitat
y a la lucha por la supervivencia, en el caso de las especies exóticas, se trata de un
problema ambiental que no puede ser regulado por un ecosistema.

Desarrollo sostenible.
Se entiende por desarrollo sostenible o sustentable el modelo económico que puede
ser soportado o sostenido indefinidamente, puesto que no agota o daña la base de recursos
naturales utilizados en la producción y el consumo. En esta medida tal desarrollo busca
buenas condiciones de vida para las generaciones futuras. El concepto de sustentabilidad se
aplicaba a los problemas de la agricultura.
Parte esencial del desarrollo sostenible consiste en atender el grave problema de la
pobreza mundial. El objetivo mundial del desarrollo sostenible es asegurar una buena calidad
de vida para toda la población.
1.-Dimensión económica.
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En el modelo económico predominante hasta ahora, el desarrollo humano va ligado al
crecimiento industrial y comercial. El desarrollo económico del capitalismo mundial se ha
basado en la explotación de recursos naturales, buscando el máximo rendimiento económico
a corto plazo.
Por lo contrario, el desarrollo sostenible se basa en la premisa de que el bienestar
económico no se asocia necesariamente con el crecimiento de la producción industrial, el
incremento del consumo y la sobre explotación de recursos naturaleza. Este modelo no
busca sobre explotar recursos hasta agotarlos o hasta que pierdan valor mercantil, sino que
limita la capacidad de aprovechamiento de los recursos naturales a las tasa de renovación de
los mismos.
El consumo excesivo de recursos naturales en el mundo industrializado no se ha
traducido en mejores niveles de vida para la mayoría; los países ricos derrochan recursos
naturales y consumen diez veces más energía que los demás, producen 75% de los gases
que provocan el calentamiento del planeta.
El desarrollo sostenible implica modificar el sistema de valores que predomina en la
sociedad contemporánea. Este desarrollo no puede eliminar por sí mismo las desigualdades
socioeconómicas, ni pretende evitar que las personas accedan a diferentes niveles de
ingreso por su trabajo y meritos propios, sino que tiene por objetivo planear el uso racional de
recursos naturales y lograr una mejor distribución de la riqueza para asegurar buena
condiciones de vida para todos.
2.- Dimensión social.
Mientras el mundo persista y se incremente la pobreza, la desigualdad social, la falta de
oportunidades de educación, la carencia de empleo digno y bien remunerado, y de cuidado
eficiente de salud, el crecimiento económico no sostenible nos conducirá a un precipicio.
3.- Dimensión ecológica.
El desarrollo sostenible tiene como finalidad proteger los ecosistemas y preservar el
hábitat natural, favoreciendo métodos de explotación que permiten un ciclo de renovación y
generación naturales. Así pues, el desarrollo sostenible se basa en imitar la forma eficiente
en que la naturaleza se autorregula: recicla, reutiliza y reduce los desechos.

Educación ambiental.
Características y objetivos.
La educación ambiental es la enseñanza que tiene como objetivo promover conceptos
y valores así como actitudes para crear conciencia de la necesidad de la conservación y la
protección del medio ambiente, así como del buen manejo de los recursos naturales. El
objetivo final de la educación ambiental es mejorar la calidad de vida de la sociedad
mediante una relación más adecuada con la biosfera.
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La educación ambiental tiene dos esferas de acción:
La formal que se realiza en las escuelas mediante la incorporación de contenidos
conceptuales en los planes de estudio a nivel básico, medio y medio superior; y la no formal
que se realiza en ámbitos extraescolares, sin sujetarse a planes de estudio y que puede
llegar a grupos de la población que no poseen educación formal. En el ámbito no formal de la
educación ambiental, los medios de comunicación masiva constituyen una posibilidad real
para divulgar información ecológica, sin embargo, en México los medios de comunicación no
han sido un soporte adecuado de educación ambiental, alientan y promueven prácticas
sociales de uso irracional de los recursos naturales.

Ciudadanía ambiental.
Como parte de las garantías individuales que se establecen en la Constitución Política
el Art. 4, fracción tercera, señala: Toda persona tiene derecho a un medio ambiente
adecuado para su desarrollo y bienestar. Para proteger este derecho, el estado mexicano
cuenta con diversas leyes: forestal, de pesca, agraria, de caza, etc. Pero el más importante
es la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección Ambiental (LGEEPA) sus objetivos
son proteger el medio ambiente, establecer los medios para protección de la biodiversidad, la
administración y salvaguarda de áreas naturales protegidas, y disponer de las regulaciones
para el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales.
A esto se le denomina ciudadanía ambiental. Uno de los procedimientos que establece
la LGEEPA es la de la denuncia ciudadana.: cualquier persona tiene derecho y la obligación
moral de denunciar un delito ambiental.
Otra de las disposiciones más relevantes de esta Ley es el establecimiento de un
sistema nacional de áreas naturales protegidas (reservas de la biosfera, parque nacional y
monumentos naturales).
Para superar el antropocentrismo depredador que ha caracterizado a nuestra
civilización tecnológica, debemos asumir un nuevo concepto de ciudadanía que implique la
defensa y el cuidado del medio ambiente en cualquier parte del mundo. Así pues, la defensa
de nuestro derecho a un medio ambiente saludable y la responsabilidad de iniciar acciones
individuales y colectivas para proteger nuestro patrimonio.
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BIBLIOGRAFÍA
1. Sagols, De la Garza y Linares. Ética y valores 1, México, McGraw Hill, 2006
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aprendizaje, México, SEP, 2006
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5. Sanabria, José Rubén. Ética, México, Porrua, 1996
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