Las urgencias de estos tiempos: El mundo de hoy

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hasta el 26 de junio de 2015
"Un mundo nuevo no es sólo posible, 'ella' está en camino. En un día tranquilo, puedo escucharla
respirar”. Arundhati Roy
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En un tiempo de creciente represión en el mundo y de intentos por silenciar las voces progresistas,
el Foro 2016 de AWID constituye un espacio para volver a imaginar y crear de forma colectiva. Esta
invitación es para ustedes, que creen en un futuro libre de opresiones de género, en la realización
de todos los derechos de las personas y el planeta y en la autodeterminación desde el cuerpo
hasta las naciones.
Estamos atravesando tiempos de represión y violencia sin precedentes. La mayoría de las
agresiones se cometen contra quienes desafían la discriminación, la desigualdad y la injusticia;
contra quienes trabajan para transformar las estructuras de poder opresivo; contra quienes hacen
valer sus derechos humanos; y contra quienes se movilizan para proteger a las personas y el
planeta. Los ataques contra mujeres activistas y demás defensoras y defensores de los derechos
humanos son cada vez más violentos y extendidos.
No obstante, aun cuando asistimos al auge de nuevas formas de opresión, crecen las grietas en los
viejos sistemas de poder, a menudo como resultado de la resistencia de nuestros movimientos.
Estas grietas, pese a las amenazas, crean la oportunidad de engendrar nuevos futuros basados en
nuestra propia visión de sociedades y relaciones justas y una Madre Tierra saludable.
Las crisis y oportunidades que se nos presentan hacen que debamos repensar las respuestas. Es
momento de avanzar más allá de las temáticas, sectores, localizaciones e identidades que
acostumbramos a tratar de forma aislada para crear nuevas alianzas de alto impacto, alianzas que
transformen los distintos lugares de activismo en potentes redes que interconecten visiones y
acciones. Sólo entonces podremos aprovechar las oportunidades y repeler las fuerzas de opresión
que a diario reducen y destruyen nuestros derechos, nuestra vida y el planeta.
El Foro de AWID 2016 es un espacio para que las voces feministas progresistas y nuestras aliadas y
aliados imaginemos un futuro libre de opresiones de género, raciales y étnicas, libre de injusticias
económicas, de degradación ambiental, de explotación laboral, de guerra y violencia. Un lugar,
para que renovemos las solidaridades y promovamos programas concretos de acción conjunta. Se
trata de un espacio para que todas y todos aquellos que creen en los valores de la dignidad, los
derechos y la justicia para todas las personas y el planeta encontremos formas creativas de
romper con la dominación y opresión que han buscado silenciar cualquier alternativa. Es también
un espacio donde las ideas y experiencias de las distintas voces y movimientos convergen para
examinar las lecciones del pasado, conjurar perspectivas nuevas e ideas audaces y explorar nuevas
formas de trabajo conjunto para salir de los compartimentos estancos y afianzar nuestro poder
colectivo.
Los objetivos del Foro de AWID 2016 son los siguientes:
1. Celebrar las conquistas obtenidas en los últimos 20 años por los diversos movimientos
sociales y analizar de forma crítica las lecciones que podemos llevar adelante;
2. Evaluar nuestra realidad actual en toda la diversidad de contextos, para identificar las
oportunidades que promuevan los derechos de las mujeres y de otros grupos oprimidos,
así como las amenazas y desafíos – nuevas y/o viejos - que enfrentamos hoy;
3. Explorar estrategias para movilizar una mayor solidaridad y poder colectivo entre los
distintos movimientos de manera de combatir las fuerzas de opresión y aprovechar las
oportunidades de promover visiones conjuntas para un mundo más justo;
4. Inspirar, energizar y renovar las fuerzas y propósitos entre activistas y aliadas de distintos
lugares y movimientos.
Las urgencias de estos tiempos: El mundo de hoy
Las demandas y aspiraciones de los pueblos relativas a la justicia, la igualdad, la libertad y los
derechos han existido desde siempre y en todas las geografías. Son las demandas que alentaron la
resistencia a las dictaduras, el colonialismo y la esclavitud, que encendieron la subversión al
patriarcado y los sistemas de explotación de clases y de castas mucho antes de quedar
consagradas en la doctrina jurídica. Los derechos siguen su evolución y se defienden tanto desde
los marcos normativos oficiales, como en las luchas y demandas de los movimientos sociales. La
Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 inauguró el sistema internacional de
derechos humanos y amplió el reconocimiento mundial de la indivisibilidad y universalidad de los
derechos humanos, donde el Estado es el responsable y garante primordial de su cumplimiento,
respeto y protección.
Durante los últimos cincuenta años, los movimientos feministas y otros de carácter progresista
expandieron el alcance y profundidad de los derechos formalmente reconocidos para atender las
demandas de personas que enfrentan formas particulares de opresión y en respuesta a realidades
rápidamente cambiantes en el mundo. El grito de protesta "los derechos de las mujeres son
derechos humanos" consiguió que la década de 1990 se convirtiera en un punto de inflexión tanto
para los movimientos por los derechos de las mujeres como para el marco de los derechos
humanos y puso en el centro la obligación de toda sociedad de proteger, cumplir y promover los
derechos de las mujeres en toda su diversidad. Desde entonces, se obtuvieron importantes
conquistas para las mujeres en lo legislativo y en la práctica en distintos contextos, sobre
cuestiones que van desde la violencia contra las mujeres, los derechos sexuales y reproductivos, la
educación y el derecho a la participación.
Entre tanto, los marcos feministas se han nutrido de otros movimientos que aspiran a la
transformación, incluidos por un lado, la lucha de activistas disconformes con las categorías de
género, trans*, intersexo e intergénero que han empujado al feminismo más allá de las nociones
binarias de género y opresión de género. Por el otro, los movimientos de activistas negras,
indígenas y dalits también han impulsado a los movimientos feministas a superar las luchas monotemáticas y reconocer la intersección con los privilegios de raza, origen étnico, clase y casta; los
movimientos por la justicia ambiental han desafiado a la economía extractiva y dado visibilidad al
efecto desproporcionado del cambio climático en las mujeres; y los movimientos por los derechos
laborales han luchado contra la explotación del trabajo de las mujeres. Por ello, cuando hablamos
de “derechos humanos” nos referimos a toda la gama de derechos económicos, sociales,
culturales, civiles y políticos ya establecidos, así como a la labor constante de estos y otros grupos
que buscan definir y reclamar nuevos derechos que reflejen sus aspiraciones de igualdad y justicia.
Durante los últimos cincuenta años, el mundo atravesó importantes cambios: pasó de un periodo
de colonialismo directo a las promesas de naciones políticamente independientes; de las
dictaduras de la guerra fría y las guerras indirectas al auge de la experimentación democrática de
los pueblos. En el mejor de los casos, el proceso de descolonización fue incompleto, y en el peor,
se convirtió en un patronazgo o manipulación de las naciones colonizadas. A la vez, hubo actos
nuevos y continuos de anexión y ocupación como los que se dieron en el Sahara Occidental,
Palestina y Ucrania. El paradigma económico dominante, fundado en la legitimación del desarrollo
basado en el mercado, la privatización y la liberalización, ha afianzado la explotación laboral y las
desigualdades profundamente arraigadas entre y dentro de los Estados. Han surgido nuevas
formas de colonialismo que incluyen el arrebatamiento de tierras y recursos naturales, con efectos
devastadores sobre la vida de las personas negras, indígenas, campesinas, rurales, el pueblo
empobrecido y la protección de la Tierra. La explotación de los recursos, el arrebatamiento de
tierras por parte de intereses corporativos, la mercantilización de los sistemas alimentarios y los
bienes comunes están creando una crisis masiva para las personas y en el planeta, que además se
exacerba claramente a causa del cambio climático. La opresión basada en la clase, la raza y el
origen étnico continúa de manera incesante adoptando nuevas y viejas formas en este sistema
capitalista donde persiste la supremacía blanca, el hetero-patriarcado, y la discriminación contra
las personas con discapacidades que afectan a todos los pueblos oprimidos.
Los avances tecnológicos y científicos sin precedentes han aumentado las posibilidades de
bienestar e interconexión mundial. En simultáneo, no obstante, la tecnología ha aumentado el
aparato de control de las empresas y de los organismos estatales de seguridad, haciendo de la
represión un negocio rentable y más sencillo que nunca. En todo el mundo, la violencia sigue sin
freno. La violencia y los intentos por controlar el cuerpo de las mujeres y de las personas queer,
lesbianas, bisexuales, gay, trans* e intersexo se han extendido de manera descontrolada, como en
el caso de la violencia ejercida contra las mujeres defensoras de los derechos humanos y la
violencia de género en el lugar de trabajo. Esto va acompañado de la propagación del militarismo,
que ha cobrado legitimidad como ideología y práctica para dirimir los conflictos sociales y
políticos, como se observa en Ucrania, Palestina, Nigeria, México y Siria, por nombrar sólo algunos.
Como consecuencia, el complejo militar-industrial —una unión entre guerra y lucro— se ha
afianzado y normalizado.
El nuevo milenio es testigo de un cambio en el poder del Estado y una creciente falta de rendición
de cuentas estatal. Se ha dado un auge indiscutido del poder mundial de las corporaciones y el
capitalismo sin fronteras. En el norte y en el sur, los intereses de las corporaciones han tenido una
importante incidencia en el papel del Estado como protector de los derechos humanos y de los
derechos humanos de las mujeres. De forma similar, si bien las Naciones Unidas continúan siendo
un foro importante donde se forjan consensos internacionales sobre desarrollo, derechos y
justicia, tal como ocurre con la agenda de desarrollo posterior a 2015 y los Objetivos de Desarrollo
Sostenible, la ONU continúa mostrando debilidades a la hora de asegurar la rendición de cuentas
de los Estados respecto de sus compromisos y obligaciones. Por otro lado, ante un sector
corporativo que financia cada vez más el desarrollo y la propia Naciones Unidas, queda por ver si
la gobernanza mundial puede ser independiente de sus patrones.
Entre tanto, en algunos contextos, las redes criminales y otros actores no estatales están ganando
poder, o bien existe una connivencia activa entre actores estatales y redes criminales, en lo que
ahora se conoce como narco-estados o mafiocracias. Ello ha aumentado el nivel de impunidad y
violencia generalizada, perjudicando y desafiando gravemente al poder del Estado y el trabajo de
los distintos movimientos y organizaciones feministas y de derechos humanos. Los fascismos y
fundamentalismos también han tenido un auge. Estos utilizan la religión, la tradición, la cultura y
la soberanía como justificativos de sus intentos por aniquilar la diversidad de identidades e
imponer normas patriarcales de género. Estos actores han ido ascendiendo en las estructuras del
poder religioso, político y económico de los países. Los fundamentalismos y sus adherentes han
ido imponiendo sus agendas también en los procesos multilaterales de los ámbitos regionales y
mundiales, reactivando argumentos basados en el relativismo cultural, socavando los acuerdos de
derechos humanos vigentes, así como los derechos civiles y políticos fundamentales, con efectos
particulares sobre los derechos humanos de las mujeres y los derechos de las personas oprimidas.
Ante este escenario, el concepto de 'las mujeres y las niñas' ocupa un lugar central en los debates
sobre desarrollo y ha adquirido una visibilidad sin precedentes en las instituciones y los medios de
comunicación masivos lo que presenta tanto oportunidades como desafíos. Los compromisos
contraídos por los nuevos actores del desarrollo y la filantropía, como el sector corporativo, suelen
omitir la perspectiva basada en los derechos o dejar al margen a las organizaciones por los
derechos de las mujeres. Abordar el fenómeno de 'las mujeres y las niñas' es tan complicado como
necesario.
El estado de nuestros procesos de organización
En su avance, estas agendas, sin embargo, fueron encontrando resistencias. Las fuerzas
progresistas han empleado diversos marcos de derechos, justicia, equidad, libertad y
autodeterminación para aportar a la construcción de comunidades, sociedad y mundos más
justos. Recientemente, los marcos de derechos y de justicia están siendo desafiados hoy en
nuevos espacios de lucha tales como Internet; en cuanto a los sujetos de las obligaciones, el rol de
las empresas; y desde la perspectiva de las demandas, el surgimiento de los derechos de la Madre
Tierra.
Sobre el terreno, los movimientos sociales progresistas se han organizado para resistir y responder
a estas tendencias y desafíos. Han seguido presionando para avanzar los derechos humanos y
transformar las estructuras de poder que mantienen las desigualdades y destruyen el planeta. En
la última década únicamente, los nuevos relatos de libertad y liberación han sido escritos por la
gente común, fuera de los espacios mundiales de decisión política, en la calle, en la casa y en el
lugar de trabajo, que es donde se están configurando los nuevos destinos, contra todas las
adversidades y pese a ellas. Cientos de miles de personas se movilizan en las calles y a través de las
comunidades virtuales, para congregarse rápidamente, compartir información y denunciar abusos.
Otras y otros han seguido estrategias para construir alternativas dentro y fuera de las estructuras
imperantes, como el Buen Vivir en Bolivia, los procesos de autonomía y autoderminación de los
pueblos indígenas, y las iniciativas económicas de cooperación en Grecia, España y las
comunidades negras de los Estados Unidos. Otros movimientos intentan producir cambios desde
adentro, ocupando cargos públicos y aportando a la formulación de políticas internacionales.
Las luchas compartimentadas y aisladas, sin embargo, han provocado la fragmentación de los
movimientos, mientras que los grupos anti derechos y anti feministas cooptaron, manipularon e
instrumentalizaron el discurso de los derechos humanos. Pero en un mundo cada vez más
conectado, el potencial de la acción colectiva entre las diversas formas de organización ha crecido
exponencialmente. Activistas por los derechos y la justicia han contribuido a aumentar el trabajo a
través de diversos temas y entre los distintos movimientos para llevar adelante agendas conjuntas,
y son estos ejemplos de coaliciones diversas los que debemos fortalecer y multiplicar.
En este momento histórico, tenemos la responsabilidad común de romper y transformar las
estructuras de poder actuales para impulsar los derechos y la justicia. El Foro de AWID 2016 se
centra en esta tarea de salir de los compartimentos estancos de cada tema, sector, localización e
identidad entendiendo que nadie será libre hasta que todas y todos seamos libres. En conjunto
podemos crear nuevos futuros. ¡El momento es ahora!
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