Anselmo Sella_Discurso Lima

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
Sr. Defensor del Pueblo de Perú, Dr. Eduardo Vega Luna

Representantes e integrantes de Organizaciones y comunidades indígenas

Embajador de la República Federal de Alemania, Joachim Christoph
Schmillen

Relator Especial de Naciones Unidas para los Pueblos Indígenas, Sr.
James Anaya

Representante Alterno para América Latina de la Oficina del Alto
Comisionado de Naciones Unidas, Humberto Henderson

Presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Sr. Diego
García Sayán,

Defensores del Pueblo, Procuradores, Comisionados de Derechos
Humanos

expertos y expertas que desde diferentes países se han venido a hacer
posible estas jornadas,

Público en general
Es un honor para mí compartir con ustedes este acto inaugural del Encuentro
extraordinario de la Federación Iberoamericana de Ombudsman sobre “Derecho a
la consulta previa a los Pueblos Indígenas y el rol de los Ombudsman en América
Latina (organizado en conjunto por la Defensoría del Pueblo del Perú, la
Federación Iberoamericana de Ombudsman y la Cooperación Alemana)
(Quiero comenzar expresando un concepto que es conocido pero q no, por ello, lo
considero menos importante), me refiero a que trataremos en las dos próximas
jornadas una cuestión que es propia del nuevo paradigma de los derechos
humanos y que concierne plenamente a la misión de las defensorías,
procuradurías y comisiones de derechos humanos.
Este nuevo paradigma se ha construido sobre la base de la toma de conciencia,
sólida en parte de nuestras sociedades pero incipiente en otras, acerca del
significado del respeto y del ejercicio de los derechos y libertades, como condición
indispensable para la realización de la justicia social y de la dignidad humana.
Vivimos en épocas signadas por profundas transformaciones en el campo de lo
social, lo político y lo jurídico.
Muchos de los conceptos del derecho clásico que pensaban a las personas en
una relación de subordinación con los Estados, que pensaban en los
administrados, han sido desplazados por otro concepto: el de seres humanos
libres y dignos, capaces de exigir el respeto de sus derechos.
La relación del Estado con las personas y los Pueblos, ha cambiado
sustancialmente, pues el fundamento mismo del poder estatal, es actualmente la
garantía de esos derechos.
Hoy, el fin último de la existencia del Estado es la vigencia y protección de los
derechos humanos.
Hemos llegado a un momento de la historia en la que no es concebible el poder
por sí mismo, sino que su permanencia, su vigencia y su legitimidad se sostienen,
únicamente, en el reconocimiento, la garantía y la protección de los derechos
humanos.
Pero también debemos aceptar, (no resignadamente) que los beneficios de esta
concepción, no han sido equitativamente distribuidos. No han llegado a todos y
todas. Al tiempo que la humanidad avanza consolidando lentamente procesos de
inclusión social a través de instrumentos, herramientas y políticas, han quedado
millones de seres humanos excluidos del goce de los beneficios y derechos, y de
los procesos decisorios.
Especialmente los Pueblos Indígenas han sufrido (y ellos los conocen mejor que
madie) una histórica marginación en relación a sus derechos individuales y
colectivos.
Hoy la globalización excluyente, que no responde a las necesidades de respetar
los pueblos y la justicia social, sino que se rige por las exigencias del capital y de
los mercados, continúa empujándolos a situaciones de pobreza e indigencia y en
ocasiones, exclusión social extrema.
Más aún, en nuestros países, cuyas economías siguen fuertemente asociadas a
la explotación de los recursos naturales, continúan presentándose situaciones en
las que la depredación del ambiente y el avance sobre las tierras que las
comunidades indígenas habitan, siguen provocando la vulneración sistemática de
sus derechos.
En este contexto, la consulta previa debe necesariamente formar parte de la
agenda de derechos humanos, de las agenda de las políticas públicas, de la
agenda de los operadores institucionales.
Las acciones de los gobiernos, en el contexto de este nuevo paradigma global,
deben ser legitimadas y la participación de todos los sectores sociales en la toma
de decisiones es determinante.
Este derecho, a la consulta previa, a la participación en las decisiones que los
afecten, contribuye al ejercicio de la autodeterminación, es decir a la elección por
parte de los pueblos originarios, de sus formas de vida y de bienestar, en
condiciones de igualdad con el resto de los pueblos.
Así, lo exigen las convenciones internacionales que han ratificado casi todos los
países de nuestro continente y así lo exige la dignidad de los pueblos indígenas.
La instrumentación del derecho a la participación, del derecho a la consulta previa
a que nos venimos refiriendo, cuestiona el modelo de Estado Nación proyectado
por las elites gobernantes oligárquicas, q construyeron los Estados
latinoamericanos en el SXIX.
El ejercicio del este derecho, el dictado de una ley de consulta previa significa el
reconocimiento a los pueblos indígenas como sujetos conformadores y
formadores de nuestras sociedades. Nos acerca a la realidad de hoy, semejante a
la de hace dos siglos, la de la diversidad étnica y cultural.
Este derecho puede conducirnos hacia la construcción de democracias más
plurales, de Estados que ejerciten el diálogo con los ciudadanos y ciudadanas y a
estructuras de poder profundamente racistas y excluyentes.
No estamos cuestionando el sistema democrático, estamos estamos
reafirmándolo, ampliándolo y alimentándolo con nuevas formas de convivencia.
La inclusión de los procesos decisorios de nuevos actores (o más bien de viejos
actores pero históricamente excluidos, relegados, discriminados) amplía los
límites del concepto de democracia.
Instaura nuevos mecanismos que dan voz a quienes hace pocas décadas
estaban, en gran medida, invisibilizados y, en ese sentido, provoca un salto
cualitativo en materia de derechos humanos.
Para terminar quiero referir unas pocas palabras a la tarea que nuestras
instituciones pueden llevar adelante en favor de la concreción de estos derechos:
Como defensores de los derechos humanos, la dinámica de nuestro trabajo
puede orientarse en tres direcciones:
-
hacia los titulares de derechos, los pueblos indígenas: podemos
cooperar con el fortalecimiento de sus capacidades, ayudar a que
conozcan en profundidad sus derechos y los mecanismos de defensa y de
garantía disponibles en el sistema universal, en el sistema y en los
sistemas nacionales.
-
hacia el Estado: para que cumpla con sus obligaciones hacia aquellos
titulares de derechos y asuma la perspectiva de derechos humanos en las
políticas públicas relacionadas con los derechos de los pueblos indígenas.
-
Y, por último, una línea de trabajo dirigida a la sociedad, a los
operadores políticos, judiciales e institucionales: a través de la
divulgación y promoción de los derechos de los pueblos indígenas, ante la
imperiosa necesidad de eliminar la resistencia que existe todavía para el
reconocimiento e implementación de los derechos de los pueblos
indígenas.
Tengo la certeza de que las dos jornadas que compartiremos enriquecerán
enormemente las ideas que he expuesto, y al mismo tiempo tengo la seguridad de
que es mucho lo que podremos aprender en este encuentro.
Muchas gracias.-
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