la formación de profesionales en

Anuncio
DOSSIER proyecto Nº 67
LUIS PANTOJA VARGAS
PA L A B R A S C L AV E :
Doctor en Pedagogía por la Universidad Complutense de
Madrid, catedrático de la Universidad de Deusto, ex
director del Instituto Deusto de Drogodependencias
y profesor de Pedagogía Social en la Universidad de
Deusto.
Formación de profesionales en
drogodependencias, trayectoria de la
formación en drogodependencias, modelos
formativos, cursos master, experto, oferta
formadora, formación a la carta.
LA FORMACIÓN DE PROFESIONALES EN DROGODEPENDENCIAS
Una visión desde la experiencia formadora del Instituto Deusto
de Drogodependencias de la Universidad de Deusto (IDD)
Este dossier, dedicado al tema de la
formación de profesionales en drogodependencias, describe, en primer lugar, la trayectoria en nuestro
país de la formación, orígenes y etapas; para continuar fijando en el día
de hoy los principios orientadores de
la formación, los objetivos que debe
perseguir, qué tipo de profesionales
hace falta en el campo de las drogodependencias, cuál es la metodología más adecuada, qué características ha de tener la formación en estos
momentos y en un futuro próximo.
Ilustraciones: Francisco Solé
Todo ello, enfocado desde la perspectiva y la experiencia del Instituto
de Drogodependencias de la Universidad de Deusto, el cual lleva desde
1989 formando profesionales.
23
DOSSIER proyecto Nº 67
Importancia de
la formación de
profesionales para
intervenir en las
drogodependencias
El Instituto Deusto de Drogodependencias (IDD) es una entidad universitaria integrada en la Universidad
de Deusto que nació entre 1990 y
1991 con la misión de formar profesionales para intervenir en el grave
problema de las drogodependencias
que ya desde la anterior década tenía alarmada a la sociedad vasca y,
en general, a toda España. También
adquirió los compromisos de hacer
estudios sobre el tema de las drogas
y las drogodependencias, difundir el
conocimiento a través de publicaciones y prestar asesoramiento a las
instituciones o a los particulares que
lo solicitaran.
Cuando se creó el Instituto de Drogodependencias, la formación de
profesionales era un problema muy
serio porque el fenómeno de la drogodependencia, sobre todo y principalmente debido al consumo abusivo
de heroína, había sorprendido y cogido desprevenidas a las autoridades
sanitarias que no se habían ocupado
de proporcionar la formación adecuada a los profesionales de la salud (médicos, sobre todo) para tratar
este grave problema.
La formación de profesionales relacionados con la intervención en el
amplio campo de las toxicomanías
se convirtió en una preocupación
muy importante en todos los países
europeos a partir de la década de los
ochenta, pero no fue sólo en éstos
sino que —se podría afirmar— abarcó prácticamente a todo el mundo
manifestándose esta preocupación
en los informes de las organizaciones
internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las
Naciones Unidas (ONU), que en los
últimos años del siglo XX hicieron un
24
fuerte hincapié en recomendar y exigir a los países que se preocuparan
por formar a los profesionales de la
salud para hacer frente al problema
de las adicciones.
Este interés en la formación de profesionales se explica por la agudización
del problema de las drogodependencias a partir de la década de los setenta, fenómeno cuyo crecimiento no
sólo no se detuvo con las medidas
inmediatas que se tomaron sino que
siguió —y ha seguido— creciendo
hasta nuestros días abarcando a un
número de población cada vez más
elevado en todos los países. Por todo
ello, la formación ha sido y continúa
siendo un tema de constante actualidad necesitado de revisión y readaptación a las circunstancias cambiantes
del problema en todos los países.
En el momento de reflexionar sobre
el tema de la formación de los profesionales acude a la mente una serie
de preguntas como: cuáles son las
necesidades actuales de formación
para profesionales que intervienen
en el mundo de las drogas; en dónde se debe centrar tal formación; en
qué sentido se debe modificar lo que
hasta ahora se ha venido haciendo
a raíz de los cambios que han tenido lugar en la forma y contenido de
los consumos o en la aparición de
nuevas drogas; cómo implementar
los servicios necesarios para hacer
frente a esas necesidades de formación, etc.
Más en concreto se pueden formular
varias preguntas entre las que cabe
señalar las siguientes a manera de
ejemplo: cuál ha sido la trayectoria
general de la formación de profesionales que ha predominado en las
últimas décadas, cómo debemos entender hoy la formación de profesionales, cuáles deben ser los principios
orientadores de la formación hoy en
día, qué objetivos debe perseguir la
formación en estos momentos y en
los años venideros, qué tipo de profesionales hace falta en el campo de las
drogodependencias, en qué contenidos teóricos y prácticos debe incidir
la formación, cuál es la metodología
más eficaz, qué características han
de tener los formadores, dónde se
debe impartir la formación y de qué
manera se debe comprobar la eficacia de los esfuerzos formadores.
Como se puede observar por este
elenco de preguntas, el tema de la
DOSSIER proyecto Nº 66
La formación ha sido y
continúa siendo un
tema de constante actualidad
necesitado de
revisión y readaptación a las
circunstancias cambiantes
del problema en todos
los países.
formación es complejo y a partir de
las respuestas de cada institución o
agencia formadora es posible deducir el modelo formativo que se sigue
aunque, a decir verdad, en muchas
de las ocasiones no existe tal modelo
sino que la oferta formadora se rige
por la improvisación o la oportunidad
o, en todo caso, se hace una mezcla
—medio confusa— de los tres ingredientes (idea de formación, oportunidad e improvisación).
Este cúmulo de preguntas servirá de
base para exponer —de la mejor forma posible— la trayectoria formadora de profesionales de las drogodependencias en el Instituto Deusto de
Drogodependencias (IDD) de la Universidad de Deusto (Bilbao) a lo largo
de un extenso periodo de tiempo y
en el contexto de la situación general
en España acerca de esta cuestión.
Trayectoria
general en España
de la formación de
profesionales de las
drogodependencias
Refiriéndonos a España, podríamos
distinguir —grosso modo— alrededor
de tres etapas en la cuestión de la formación de profesionales. La primera
abarcaría todos los años setenta y
parte de los ochenta, la segunda iría
desde los inicios de los ochenta hasta
principios de los noventa y la tercera
desde la segunda mitad de los noventa anunciando ya lo que podría ser la
formación de los profesionales en drogas en los años venideros.
Por lo que se refiere a la primera etapa, se puede asegurar que fue de
incertidumbre en relación con la formación de los profesionales que intervenían en el problema de la drogodependencia. Parece como si en los
años que van desde el inicio de los
setenta hasta los primeros años de la
década de los ochenta, el problema
de las adicciones a las drogas —entendiendo por éstas principalmente
la heroína y la cocaína— hubiese sorprendido a las autoridades sanitarias
y sociales, como si no hubiesen previsto la aparición del fenómeno.
En esta etapa, la primera reacción
fue la de proponer líneas de formación para los profesionales sanitarios
(médicos psiquiatras, médicos de la
asistencia primaria) destinadas a capacitarlos para dar una respuesta in-
25
DOSSIER proyecto Nº 67
mediata a la epidemia. No se trataba
de una formación a fondo sino para
salir del trance y con un enfoque netamente sanitario. La formación se
redujo a cursos de corta duración,
jornadas, seminarios, charlas o conferencias que con no poco acierto,
utilizando una jerga muy conocida
en el norte de España, el psiquiatra
Juan Antonio Abeijón la denominó
la formación de “pica-pica”1 en un
documento de trabajo que preparó
en 1992 para el Plan Nacional de
Drogas, no publicado, cuyo título fue “Balance de la formación en
drogodependencias en el Estado
Español”.
El denominador común de todas estas acciones formadoras fue el de ser
respuestas momentáneas sin criterio
de continuidad y, por consiguiente,
provisionales. En otras palabras, carentes de una verdadera planificación
de la formación de los profesionales.
Hay que resaltar dos hechos que iban
a ser muy importantes para la formación de profesionales en los siguientes años: por una parte, el hecho de
que el inicial enfoque sanitario de las
toxicomanías fue cediendo lugar a
otros enfoques complementarios y
muy específicamente al psicosocial
que entendía que el problema de
las drogodependencias no era una
cuestión meramente sanitaria sino
un problema complejo de orden social en el que intervenía un conjunto
de factores tanto individuales como
sociales que estaban en el origen del
problema y que, por tanto, exigían
que la solución al problema no fue-
1
“Pica, pica” en el Norte de España, sobre todo
en el País Vasco, se refiere a todos aquellos
que salen por las tardes o noches y van de
bar en bar comiendo algo de lo que está expuesto en el mostrador de los bares a la vez
que se consume alguna bebida, pero lo que
se come no llega a constituir una comida en
toda forma. En otros lugares de España recibe también el nombre de pinchar algo.
26
se meramente sanitaria sino también
psicológica, social y educativa.
Por otra, la constatación de la aparición del consumo de otras sustancias
distintas a la heroína y cocaína, incluyendo en el elenco de nuevas drogas
al alcohol y el tabaco que hasta ese
momento no eran considerados como
a finales de los setenta y ya entrados
los ochenta, se empezó a hablar de
la necesidad de que los tratamientos
fueran psicológicos y reeducativos y
no sólo médicos y psiquiátricos. De
hecho fue entonces cuando la prevención se convirtió, en España, —y
también en otros países europeos y
tales. Hacía falta, por tanto, preparar a
profesionales no sólo para hacer frente a las consecuencias del consumo
de la heroína y cocaína sino a la adicción a otras sustancias y al proceso
de drogadicción en general. Por esto,
del mundo— en la prioridad máxima
rompiéndose, por consiguiente, el círculo de la formación que estaba dirigida hasta entonces —en exclusiva— a
sanitarios. A partir de ese momento
se incorporaron a la formación otros
DOSSIER proyecto Nº 66
profesionales del ámbito psicosocial
como psicólogos, pedagogos, educadores sociales, mediadores sociales, sociólogos, etc.
No obstante estos hechos, la práctica general de la formación en estos años continuó realizándose a
través de la oferta de cursos cor-
dad y estructuración científica una
constante.
La segunda etapa abarca —a grandes rasgos— desde los inicios de los
ochenta hasta bastante entrados los
noventa y se caracterizó por la necesidad de estructurar y sistematizar la
formación de los profesionales. Los
responsables políticos del Gobierno
del Estado y los de las Autonomías,
los Organismos Internacionales y
otras importantes Organizaciones No
Gubernamentales animaron a las Universidades a organizar esa formación
de una forma coherente y continuada
convencidos de la necesidad de contar con profesionales competentes,
casi especialistas en la materia.
Se constata en estos
últimos años una tendencia
a la reconversión de los
postgrados presenciales
de Master y Experto en una
oferta formadora virtual,
una especie de formación a
larga distancia motivada por
la búsqueda de alumnos,
sobre todo entre los
países latinoamericanos,
aprovechando la fuerza y el
poder de nternet.
tos, seminarios, conferencias, jornadas, etc. cuyo principal objetivo
fue la transmisión de informaciones
acerca de las drogas, sus nombres,
efectos, tratamientos, trabajo en
red, etc., siendo la falta de continui-
En respuesta a esta insistencia algunas universidades comenzaron
a ofrecer estudios reglados —generalmente de posgrado— aunque era un reto para ellas puesto
que se encontraban con una falta de experiencia en el campo de
las toxicomanías, problema al que
nunca le habían prestado atención
si exceptuamos las facultades de
farmacología, medicina, psiquiatría
y psicología.
La oferta formadora universitaria fue
concebida en dos sentidos: a) incorporando contenidos referentes a las
drogas en los currículos de diferentes
estudios relacionados con el tema,
como, por ejemplo, medicina, psicología, magisterio, pedagogía, etc.
b) intentando la formación directa de
profesionales en drogodependencias
a través de programas de posgrado
denominados “Master” y “Experto”
en drogodependencias.
En resumen, esta etapa se caracterizó por un intento de estructuración de
la formación, cimentándola en bases
científicas, de manera que los profesionales fueran capaces de dar una
respuesta global al problema de las
toxicomanías en todos sus aspectos.
No obstante, hay que afirmar que esta
respuesta formadora no anuló a la
anterior sino que ambas coexistieron.
Los profesionales que se beneficiaron de esta formación universitaria de
posgrado fueron médicos, psicólogos, pedagogos, sociólogos, juristas,
farmacéuticos, periodistas, asistentes
técnicos sanitarios, trabajadores sociales, profesores, maestros, educadores
sociales, policías, etc., de donde se
deduce que el supuesto filosófico básico de esta formación fue el considerar
a las toxicomanías como un fenómeno
psicosocial de corte global antes que
exclusivamente sanitario.
La tercera etapa, que se inicia a finales de los noventa y llega hasta
nuestros días, se ha caracterizado
por un declive en el ímpetu de la
oferta formadora de las universidades o por un cambio significativo
en la misma. En cuanto a lo primero, varias universidades que habían
venido ofreciendo los programas de
posgrado Master o Experto en Drogodependencias han ido dejándolos
de impartir por varias razones, entre
las cuales cabe señalar la saturación
de profesionales de las drogodependencias en pocos años con la con-
27
DOSSIER proyecto Nº 67
siguiente falta de trabajo para estos
especialistas y, por ende, la baja demanda de estos estudios. Sin embargo —aunque son pocas— aún
quedan universidades que ofrecen
este Master a pesar de que cada
vez es mayor la dificultad para llenar
las plazas ofertadas.
En cuanto al segundo aspecto, los
cambios que se han producido en
la oferta formadora, se constata en
estos últimos años una tendencia a
la reconversión de los postgrados
presenciales de Master y Experto
en una oferta formadora virtual, una
especie de formación a larga distancia motivada por la búsqueda de
alumnos, sobre todo entre los países
latinoamericanos, aprovechando la
fuerza y el poder de Internet. Este ha
sido un cambio importante al que se
han adherido algunas universidades
españolas y latinoamericanas, lo cual
ha provocado la aparición de redes
interuniversitarias de formación. Este
hecho ha acarreado el beneficio de
contemplar la formación en una dimensión global, entre continentes,
abandonando los planteamientos de
formación de profesionales dirigidos
a círculos geográficos reducidos alrededor del lugar en donde estaba
enclavada la universidad que ofrecía
tales estudios, lo cual —lógicamente— terminaba por empobrecer la
misma formación. El hecho de participar nuevas y distantes universidades, no sólo aporta riqueza ideológica sino también nuevos problemas y
situaciones que suscitan nuevas necesidades de formación con la repercusión de un aprendizaje constante
en la labor formadora.
Sin embargo, parece que ya hemos
comenzado a ver el declive de este
tipo de formación al no conseguir tan
fácilmente —como se creía— los frutos esperados. Hay muchos factores
causales que explicarán su fracaso,
si llega a darse. No obstante, hemos
28
aprendido y estamos aprendiendo
muy buenas lecciones.
Otro cambio muy importante en la
oferta formadora que se ha dado
en estos últimos diez años en algunas universidades, —y al que se han
unido otras agencias no universitarias— es lo que en la Universidad de
Deusto ha sido designado como formación “a la carta”2 destinada a los
profesionales, que habiendo recibido
o no formación de Master o Experto
en la universidad, necesitan ponerse
Otro cambio muy importante
en la oferta formadora
que se ha dado en estos
últimos diez años en algunas
universidades, —y al que se
han unido otras agencias
no universitarias— es lo que
en la Universidad de Deusto
ha sido designado como
formación “a la carta”
al día o adquirir conocimientos o habilidades para enfrentarse con éxito
al cambiante mundo de los drogodependientes. Es una modalidad
de formación permanente y que, en
cierto sentido, significa en nuestro
campo un regreso al pasado porque
los que participan en estos cursos
son —tal como sucedió al inicio— de
procedencia heterogénea encontrándose entre ellos profesionales especialistas, pero también otros que
únicamente tienen práctica o que
están iniciándose en el tratamiento
de los drogodependientes —sin haber recibido una formación específica
previa— y que trabajan en comuni-
2
Al estilo de los platos ofertados en un restaurante.
dades terapéuticas, ambulatorios u
otros centros educativos donde hay
adolescentes que realizan consumos
esporádicos o abusivos de drogas.
Esta oferta formadora de cursos
cortos se ha multiplicado aquí y allá
y se hace no tanto por parte de universidades sino más bien por otras
agencias entre las cuales abundan
las procedentes de los mismos
centros de atención a los drogodependientes. Por otra parte, la oferta
de congresos sobre el tema de las
drogas y drogodependencias se ha
visto aumentada en la última década
como se puede comprobar visitando ciertas páginas claves de drogodependencias en Internet.
Regresando sobre la idea de la oferta formadora “a la carta”, nuestro
Instituto de Drogodependencias ha
ofrecido este tipo de formación de
reciclaje, puesta al día e, incluso,
de iniciación para algunos profesionales en activo, desde 1995 y continúa manteniéndose hoy en día. En
este intervalo de tiempo el número
de cursos que se han ofertado ha
sido aproximadamente de 179, incluyendo en ellos alrededor de 20
simposios, serie destinada a analizar
anualmente los avances en el campo de las drogodependencias que el
Instituto ha venido ofreciendo desde
sus inicios. En estos simposios ha
tenido una presencia muy destacada
la colaboración de la Universidad del
País Vasco (UPV) a través del Departamento de Farmacología bajo la responsabilidad del profesor catedrático
Javier Meana.
El número aproximado de formadores que ha participado en esta oferta formadora, durante este periodo,
es de unos 250 procedentes no
sólo del País Vasco sino de prácticamente toda España y de bastantes países europeos y latinoamericanos. Los temas abordados
han sido muy variados y siempre
DOSSIER proyecto Nº 66
han sido los de mayor interés por
su actualidad alrededor de núcleos
generales como la terapia y la educación familiar, el mundo de los
adolescentes y su relación con las
drogas, los menores vulnerables,
adicciones a determinadas sustancias —haciendo hincapié en las de
mayor consumo—, el mundo de lo
escolar, de lo laboral, la problemática de los propios profesionales, los
recursos instrumentales al servicio
de los terapeutas, el problema del
género en relación con la drogodependencia, los diagnósticos duales,
la reducción del daño, los efectos
farmacocinéticos y farmacodinámi-
cos de las drogas en el cerebro, la
inserción social, etc.
En definitiva, la modalidad de la oferta a la carta ha permitido, a lo largo
de todos estos años, reunir como
en una mesa a profesionales y personas interesadas en esta formación
poniéndoles delante una variedad de
platos para elegir según el gusto y
la necesidad. Los demandantes de
estos cursos han sido profesionales
provenientes de prácticamente toda
España, incluyendo las Islas, hecho
que ha sorprendido muy favorablemente ya que en un principio la oferta iba destinada a los profesionales y
personas interesadas del País Vasco.
El número de personas que han participado en esta oferta en cada curso
académico se estima aproximadamente en una media de 500 lo cual
hace un total de 6.000, aproximadamente, después de 12 años de venir
ofreciendo estos cursos.
Una vez vista la trayectoria predominante de la formación de profesionales de intervención en drogas en
España, expongamos cómo se ha
concebido esta formación en nuestra
universidad de Deusto, es decir, cuál
ha sido el modelo, si es que se puede
utilizar esta expresión. Lo haremos
en el contexto de las preguntas planteadas al inicio.
29
DOSSIER proyecto Nº 67
Manera de entender
la formación
¿Cómo se ha entendido la formación
de profesionales en drogodependencias en nuestro Instituto? Hablando
en términos generales, en el momento en que se planteó la necesidad de organizar la formación para
los profesionales, se hizo con la idea
de ceñirse y partir de la realidad circundante: a problemas concretos de
aquí y ahora, soluciones concretas
para aquí y ahora.
El problema del consumo de drogas
había surgido de repente y, como ya
se ha afirmado, con cierta sorpresa
para el mundo de los profesionales
de la salud, principalmente para los
30
médicos de atención primaria. Por
tanto, se trataba de profesionales
—incluidos médicos psiquiatras—
titulados superiores de la medicina,
pero sin los recursos necesarios para
el tratamiento de nuevas sintomatologías: sobredosis, urgencias, hospitalizaciones, tratamientos ambulatorios, tratamientos más prolongados,
etc. En síntesis, la necesidad concreta que tenían era la adquisición de
competencias teóricas y prácticas
para hacer frente al problema.
Por otra parte, al analizar el problema de las drogodependencias sobre
la base de los estudios epidemiológicos realizados en el País Vasco en
aquellos momentos, se comprobó
la complejidad del fenómeno o, di-
cho de otro modo, la existencia de
múltiples caras del mismo. Indudablemente era un problema de salud,
pero éste dependía de otros varios
factores que actuaban sistémicamente, es decir, influyéndose y retroalimentándose mutuamente yendo
desde situaciones familiares anómalas, fracasos escolares, problemas
psicológicos personales y un largo
etcétera. Se pudo comprobar cómo
este nuevo problema tenía una faceta
claramente ligada a la educación y a
los valores, tanto en el ámbito de la
escuela como en el de la familia y la
comunidad.
A partir de estas constataciones generales era necesario preguntarse
acerca de qué tipo de profesional
DOSSIER proyecto Nº 66
hacía falta para abordar un problema
de semejante complejidad. ¿Habría
que preparar especialistas en tratamientos clínicos médicos? ¿En prevención? ¿Terapia familiar? ¿Qué era
lo que interesaba realmente en aquellos momentos? ¿De qué especialidad deberían ser los candidatos a la
formación? ¿Únicamente médicos?
¿A cuántos profesionales habría que
formar, es decir, cuántos harían falta
para el País Vasco, según las previsiones de evolución del problema hechas por los estudios?
No se prepararía a los
médicos únicamente para
trabajar como médicos, sino
para que fueran capaces
de trabajar también en el
ámbito de la prevención, de
lo familiar y de lo comunitario
en equipos y en la red, con
educadores sociales de
calle, psicólogos, terapeutas
familiares, profesores, etc.
La opción elegida fue formar profesionales con una visión amplia y global sobre el problema, capacitados
—desde la teoría y la práctica— para
hacer intervenciones sobre las principales facetas del problema no limitadas exclusivamente a su especialidad y que, además, les permitiese
contemplar no sólo acciones para
el presente, el aquí y el ahora, sino
también para el futuro porque había
la conciencia de estar ante un problema de fácil y variada evolución,
incluso capaz de sorprender. Se
trataría de un profesional preparado
para trabajar en diversos ámbitos y
facetas del problema y, sobre todo,
capacitado para trabajar en equipos
y en red, algo esencial para enfren-
tar un problema tan complejo. Para
poner un ejemplo, no se prepararía a
los médicos únicamente para trabajar como médicos, sino para que fueran capaces de trabajar también en
el ámbito de la prevención, de lo familiar y de lo comunitario en equipos
y en la red, con educadores sociales
de calle, psicólogos, terapeutas familiares, profesores, etc.
Por otra parte, al analizar el problema
del consumo de drogas, tal y como
se ha comentado anteriormente, y
constatar sus diversas facetas, —entre las que destacan las dimensiones sociales y personales— se hizo
evidente la necesidad de dirigir la
formación no sólo a un tipo de profesionales, por ejemplo, los médicos,
sino a distintos provenientes de diferentes especialidades. ¿A cuáles
habría de incluirse en la formación?
Indudablemente médicos, pero también psicólogos, pedagogos, juristas,
sociólogos, periodistas, educadores
sociales, ATS, maestros, policías,
etc., pero ¿habría de ser el mismo
currículo para todos?
Esta pregunta condujo al planteamiento de una doble oferta de formación de acuerdo a la demanda de los
mismos profesionales y a la capacidad que les otorgaba su título profesional. Algunos eran licenciados,
otros sólo poseían el título de diplomado. Las normas de la universidad
en aquellos momentos eran tajantes:
a los estudios superiores de posgrado, como el Master, sólo podían
acceder quienes estuvieran en posesión del título de licenciado, dejando
fuera, por tanto, a quienes tenían únicamente el título de diplomado como
era el caso de los educadores sociales, los ATS, los maestros, etc. Esta
circunstancia motivó que el Instituto
ofreciera en primer lugar una formación de Master en Drogodependencias, dirigida a licenciados, con dos
años de duración, y posteriormente,
otra modalidad que recibió el nombre
de Experto en Drogodependencias
destinada a los diplomados y que
tuvo un año de duración. Los contenidos y las exigencias académicas
eran, lógicamente, diferentes para
cada modalidad.
Al plantear y organizar los estudios
de Master en Drogodependencias se
tuvo que hacer frente a otro problema, el de la posibilidad de saturar rápidamente el campo de la demanda
de profesionales formados en drogodependencias (con titulación de
Master o de Experto). Las preguntas
a contestar fueron: ¿Qué número de
estudiantes se deberían admitir? ¿Se
ofrecerían estos estudios cada curso
o cada dos? ¿Cuál debía ser la proporción adecuada de profesionales
de cada rama?
En consideración a las circunstancias
geográficas y sociales del País Vasco
y teniendo en cuenta los resultados
de los estudios epidemiológicos citados, en el caso del Master se optó
por poner el límite en 20 alumnos
cada curso estableciendo la proporción de 8 médicos, como máximo, 4
psicólogos y 4 pedagogos, dejando
otras 4 plazas para repartirlas entre
sociólogos, juristas, periodistas, etc.
de acuerdo a la demanda que se
pudiera dar. En la modalidad del Experto nunca se llegó a establecer una
proporción tan férrea ni el número de
plazas fue tan cerrado.
Y respecto a los contenidos curriculares del Master, ¿cómo se concibieron? De acuerdo al criterio —ya señalado— de capacitar para obtener
una visión global del problema y de
la intervención en el mismo, los contenidos curriculares se distribuyeron
por áreas abarcando cada una de
ellas varios núcleos de contenidos.
Conviene recordar que se pretendía
formar a profesionales no excesivamente especializados en un área sino
con una visión global del problema,
31
DOSSIER proyecto Nº 67
capacitados teórica y prácticamente para trabajar en equipo y en red
y para enfrentar el problema en el
presente pero, al mismo tiempo, con
una visión de futuro. En su momento
esto se expresó con las siguientes
palabras: “El Master está orientado
a la formación de profesionales capaces de afrontar las toxicomanías
en todas sus vertientes: prevención,
educación sanitaria, terapéutica, rehabilitación, reinserción, organización
y planificación de recursos, teniendo
en cuenta los patrones socioculturales y las necesidades de la Comunidad Autónoma del País Vasco conforme a la legislación vigente en este
ámbito”.
Las áreas curriculares más significativas en el programa del Master fueron
las siguientes:
• Farmacología.
• Sociología.
• Psicopatología.
• Medicina.
• Tratamiento.
• Legal.
• Prevención, educación y reinserción.
• Investigación.
• Prácticas.
• Trabajo de investigación.
Cada área encerraba una serie de
contenidos teóricos que no viene al
caso detallar, pero es importante detenernos en las dos últimas, aunque
sea de forma breve.
El aprendizaje
práctico
Por lo que se refiere a las prácticas, se diseñó esta área con mimo
y cuidado porque siempre se ha
considerado que el profesional de
las drogodependencias sólo puede
adquirir una formación adecuada si
las enseñanzas y los aprendizajes
no se quedan reducidos al interior
de la universidad, lo cual supone el
riesgo de una teorización escueta. El
32
modelo de aprendizaje que se perseguía exigía que gran parte de éste
se realizara fuera del aula, concretamente en centros de tratamiento
o en lugares de intervención directa
con drogodependientes o en ámbitos en donde estuvieran aplicándose
programas de intervención escolar,
familiar o comunitaria. Esto obligó
al Instituto a pactar colaboraciones
y firmar convenios con toda la red
que acababa de crearse en la que
estaban integrados centros públicos
como hospitales, ambulatorios, comunidades terapéuticas, cárceles,
etc. y centros privados dependientes
de ONGs u otro tipo de instituciones
llegando a contar hasta con 32 cen-
tros del País Vasco dispuestos a colaborar en la formación de profesionales de las drogodependencias.
En cuanto a la organización del
aprendizaje práctico, éste comenzaba desde el primer curso y se
extendía al segundo con objetivos
diferentes en ambos. Durante el primero, los alumnos tenían que acudir
por lo menos a dos centros de intervención, distintos a los de su propia
especialidad profesional, con el objetivo de observar y conocer diferentes
tipos de intervención en el ámbito de
las drogodependencias. En el primer curso este aprendizaje práctico
exigía 250 horas y comenzaba en el
mes de enero para finalizar en junio,
DOSSIER proyecto Nº 66
manías, adquiriesen las competencias adecuadas para hacer frente a
la evolución del problema del consumo de drogas y la capacidad para
hacerse preguntas sobre el mismo
y buscar las respuestas adecuadas
mediante la utilización de las herramientas científicas al uso. El aprendizaje investigador lógicamente no
podía ser autónomo sino que debía
estar orientado constantemente por
un profesor tutor de la universidad. El
producto final había de ser evaluado
por un tribunal que decidiría si el trabajo realizado tenía el suficiente valor
para merecer la calificación de apto.
Conclusiones
mientras que en el del segundo curso, los estudiantes debían elegir dos
centros de su especialidad y tenían
que permanecer en ellos 250 horas
participando directamente en las
intervenciones terapéuticas, educativas, etc. de cada centro. En cada
centro se eligió a uno de sus profesionales para desempeñar las funciones de tutor de prácticas, es decir,
orientar y ayudar a los estudiantes en
su aprendizaje. Los tipos generales
de prácticas fueron:
• Trabajo ambulatorio: general, terapia grupal, terapia familiar.
• Trabajo hospitalario: unidad de
desintoxicación, urgencias y psiquiatría e infecciosos.
• Trabajo residencial: comunidad
terapéutica.
• Reinserción.
• Prevención.
• Investigación.
Aprender a investigar
sobre el problema
La adquisición de esta competencia
fue considerada indispensable porque —tal como hemos comentado
anteriormente— el problema de las
adicciones es cambiante y sorprendente. El objetivo que se pretendía
era que los profesionales en contacto con los drogodependientes y, en
general, con el mundo de las toxico-
A lo largo de esta exposición se ha
tratado de poner de manifiesto la importancia que ocupa en el mundo de
las drogodependencias la formación
de los profesionales, se ha analizado la trayectoria española de esta
formación en medio de la cual se ha
retratado también la acción formadora que tuvo lugar en la Universidad
de Deusto a través de su Instituto de
Drogodependencias explicando en
este marco el modelo que se ha seguido desde el inicio, en el curso académico 1989-1990 hasta hoy, hace
aproximadamente unos 19 años.
Los programas de formación Master
y Experto, en su dimensión presencial, se impartieron hasta el curso
1996-1997 y comprendieron 7 promociones de profesionales por parte
del Master y 6 por la del Experto. A
partir de la supresión de estos programas, el Instituto pasó a potenciar
la formación de reciclaje con una
oferta multitemática que se denominó “formación a la carta” compuesta
de cursos cortos de una duración de
10 horas. Andando el tiempo se ha
visto la necesidad de alargar la duración de algunos de estos cursos y
se ha utilizado la modalidad de se-
33
DOSSIER proyecto Nº 67
minario con una duración de varias
semanas, incluso meses en el caso
de conocimientos prácticos a aprender en los lugares de intervención en
drogodependencias.
A partir del curso 2002-2003, la
Universidad de Deusto, a través del
Instituto de Drogodependencias comenzó a ofrecer un Master on line en
Drogodependencias realizado conjuntamente con otras ocho universidades de España y Latinoamérica
(Universidad de Deusto, Universidad
Miguel Hernández y Universidad
Nacional de Educación a Distancia
(UNED) de España; Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez
de Venezuela, Universidad Peruana
Cayetano Heredia y Universidad Nacional Federico Villarreal de Perú, Universidad Estatal a Distancia de Costa
Rica y la Fundación Universitaria Luis
Amigó de Colombia. Esta formación
se pudo realizar gracias a un Convenio de colaboración ínter universitaria
bajo el apoyo económico y político
de la OEA/CICAD (Organización de
Estados Americanos/Comisión Interamericana para el Control del Abuso
de Drogas) y el PND (Plan Nacional
sobre Drogas del Gobierno Español).
¿Cómo se podría resumir lo fundamental respecto a la formación de
profesionales en drogodependencias
a lo largo de las dos últimas décadas del siglo XX y la primera del XXI?
Sirva la siguiente enumeración como
una especie de resumen conclusivo:
1. La formación de profesionales
para el tratamiento de las drogodependencias nació espontáneamente
y ha ido dando bandazos desde los
años ochenta hasta nuestros días.
2. Sin embargo, todo el mundo la
considera clave e importante.
3. A pesar de ello, el Estado no ha
apostado seriamente por ella y la
ha dejado en manos de la iniciativa social. Sin embargo, hay que
exceptuar la actuación de Adminis-
34
traciones de algunas Autonomías o
Ayuntamientos.
4. Los modelos de formación, si es
que han existido, han dado también
bandazos yendo desde una formación generalista hasta una especializada en algún ámbito de intervención
de las drogodependencias.
5. Dependiendo de lugares, podemos asegurar que en España y en el
momento actual, el mercado cuenta
ya con profesionales suficientemente
preparados.
6. Esta preparación se da en carreras como medicina, psicología,
educación social, de manera que los
posgrados como Masters y Expertos
El tipo de profesionales que
se necesita es el de aquellos
que desde su propia profesión
están alertas a la evolución
del perfil del consumidor de
drogas, a la aparición de
nuevas sustancias y al cambio
de percepción social del
problema.
han quedado desfasados o sirven
para muy pocos y no son rentables.
7. Los principios formativos actualmente deberían tender a capacitar
profesionales generalistas en y durante su propia carrera y después
complementar esa formación con
una formación continua según las
necesidades laborales.
8. El tipo de profesionales que se necesita es el de aquellos que desde
su propia profesión están alertas a
la evolución del perfil del consumidor
de drogas, a la aparición de nuevas
sustancias y al cambio de percepción social del problema.
9. Hablamos de profesionales dinámicos y dispuestos al cambio desde
su propia profesión.
10. Los contenidos curriculares sobre los que debería incidir la formación los deben marcar la evolución
de las sustancias y del perfil del consumidor.
11. Sin embargo, se debe hacer
mucho hincapié en técnicas instrumentales sobre todo para los que
se dedican al campo de la prevención en sus categorías de universal y
selectiva.
12. La metodología más eficaz no es
ya la de la clase magistral sino la que
favorece un intercambio de experiencias en equipo y en red.
13. Aunque el currículo debe incluir
contenidos teóricos, la formación
debe hacer hincapié en la discusión
de casos prácticos.
14. La metodología de seminario
y de supervisión es la indicada
actualmente.
15. Los formadores han de ser profesionales de los distintos ámbitos de
intervención que tengan conocimiento teórico y práctico y habilidad para
la transmisión o enseñanza.
16. Por ello cobra sentido que la
formación se dé en los mismos
centros de intervención o en las
universidades por profesionales de
estos centros.
17. No obstante la visión se debe
alargar mediante congresos especializados o jornadas intensivas que
pongan de manifiesto los avances en
la materia.
18. La formación estructurada a través de un Master puede tener muy
poca demanda sobre todo si se exige la presencialidad.
19. En todo caso debería ser mixto
(presencial y virtual) y sería mejor que
participaran varias universidades o
centros formadores.
20. La modalidad de posgrado (Master) también podría ser parte de una
oferta más amplia de formación de
posgrado (por ejemplo de la intervención social).
Descargar