el goce del adicto psicoanálisis y toxicomanía1

Anuncio
ERRANCIA
POLIÉTICAS
AGOSTO 2015
EL GOCE DEL ADICTO
PSICOANÁLISIS Y TOXICOMANÍA1.
JULIO ORTEGA BOBADILLA
El primer paso para resolver un problema es definirlo adecuadamente y precisamente
respecto al tema de la toxicomanía encontramos variadas dificultades para llegar a una
precisión en lo que respecta a las coordenadas de su estructura.
Se ha dicho repetidas veces en los medios que el problema de las drogas es social, que es un
inconveniente de nuestros tiempos. El empuje desenfrenado a la búsqueda de placer, como
reza el anuncio de cierto refresco de Cola: ¡Goza! Parece ser el signo implacable de nuestros
tiempos, el mandato superyoico, el ideal a alcanzar inmediata y forzosamente. El fracaso de
nuestras sociedades, sin embargo, prueba lo inútil de nuestros afanes para alcanzar el Paraíso
Perdido, que imaginamos, alguna vez existió.
El pobre adelanto del siglo XX ha sido reducir esos sueños idílicos a la producción de
múltiples substancias, a su envase e industrialización, de tal manera que se pusiese al alcance
de todo aquel que pudiera pagarlas el engaño de una felicidad infecunda. El coste ha sido alto
(violencia social, polución, cambio climático) y no hemos podido eliminar para nada el
Malestar en la Cultura. La farmacopea ha fracasado en eliminar el deseo humano por obtener
respuestas frente a preguntas insolubles y la gente se refugia en la religión, las sociedades
secretas, las terapias alternativas, los placebos y otras formas de esclavismo que ofrecen
seguridades que no brindan los fármacos.
El caso que nos ocupa, que es el de las drogas, junto con el tabaquismo y el alcohol, son
Este trabajo se púbico en el Blog del autor “Psicoanálisis extensión” con fecha del 19 de marzo del
2008. Dada la vigencia del tema, Errancia agradece a Julio Ortega permitirnos su difusión.
http://psicoanalisisextension.blogspot.mx/2008/03/el-goce-del-adicto-psicoanlisis-y.html
1
http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v12/polieticas_3.html
ERRANCIA
POLIÉTICAS
AGOSTO 2015
elíxires que – podemos decir – han acompañado al hombre desde el principio de su existencia.
Reservadas en las culturas primordiales a los viejos, los chamanes y aquellos que debían
iniciar un viaje de reflexión interna hacia el fondo de sí mismos del que retornarían con una
sabiduría incrementada; a través del tiempo y merced al progreso civilizatorio de Occidente
se convirtieron en una moneda corriente que dejó de ser tabú, para convertirse en una forma
de relación con el deseo que más que desarrollar u optimizar nuestra relación con éste, nos
aleja más y más de éste, pudiendo llegar a sustituir la relación con el mundo, por una
representación fantasmática que llega a suplir completamente a la realidad. No en balde los
pitagóricos insistían en un hermetismo de sus tradiciones y conocimientos, considerando que
si los mitos órficos o báquicos fuesen accesibles a todo el mundo, podrían acarrear daños
incalculables.
El bienestar casi completo e instantáneo que proporcionan las drogas le coloca por encima
de las relaciones sexuales (que necesitan previo calentamiento, súplicas y hasta sufrimiento)
y no es por ello difícil imaginar que un drogadicto pueda sustituir a las personas por el goce
en polvo ó líquido, de substancias que son más manejables que los seres humanos de carne y
hueso.
En este extremo goce narcisista que implica completamente al cuerpo y que llega a prescindir
del semejante, se efectúa una refusión con el Otro materno que lleva a un goce no fálico, es
decir, de naturaleza sin límite. El drogadicto vuelve por un escaso instante a volver a ser el
bebé de brazos, alucinando la vuelta a la completud en el vientre de su progenitora. Nada
puede satisfacerle más que ese estupor situado, más allá de la racionalidad y el pensamiento.
Ese acto de completud lasciva y en el fondo incestuosa, substituye a cualquier operación
simbólica y lo sitúa más allá del lenguaje, en el reino de la completud propio del psicótico.
La experiencia empírica, muestra por otro lado, que el efecto que tiene el uso prolongado de
substancias depresivas, estimulantes ó alucinógenas sobre el desempeño sexual es
simplemente nefasto, corroborando la substitución del interés sexual normal por uno de
naturaleza perversa, tal y cómo lo señalaba Freud desde sus Tres Ensayos para una teoría
sexual (1905).
http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v12/polieticas_3.html
ERRANCIA
POLIÉTICAS
AGOSTO 2015
Así pues, la toxicomanía se sitúa en el intervalo que separa la perversión de la psicosis, según
la clínica razonada en la teoría lacaniana, sin llegar a ser del todo una estructura clínica,
oscilando la posición del sujeto adicto entre esos dos mundos aparentemente incompatibles.
Por la droga y en búsqueda de la droga se tocará el terreno de la violencia del deseo sin
restricciones, el terreno del Mal que es el otro nombre del deseo. El pasaje al acto y otras
formas de substitución del lenguaje serán así corrientes en el quehacer del drogadicto.
El cuerpo se juega de manera singular en la toxicomanía. La droga viene a ocupar el lugar
del objeto que permitiría una vía de acceso privilegiada e inmediata hacia el goce, así como
un modo de impugnar al Otro y a la dependencia que tenemos de éste. La droga se convierte
en el Santo Grial, la Piedra filosofal, el aqua vitae, de la cual se espera salvación y plenitud,
convirtiéndose así en un objeto de necesidad imperiosa. La satisfacción del deseo se vuelve
necesidad, devolviendo al hombre a su condición animal sin aceptar postergación, ni
sustitución metafórica de ningún tipo del objeto. El toxicómano se acerca a la imagen mítica
del vampiro ancestral que debe chupar sangre para poder sobrevivir y que en su búsqueda
arrasa con la vida.
En la esperanza de ir más lejos en el goce, el toxicómano recula de los límites del símbolo,
al drogadicto le es necesario, alcanzar otras formas de goce más brutales. Rosa Aksenchuk(2)
dice sobre cierto tipo de prácticas que englobarían a nuestro estudio: “En este sentido, las
prácticas sadomasoquistas se presentan como una tentativa de síntesis entre dos
virtualidades: por un lado, la anulación o desaparición de la voluntad que supone el abandono
del sujeto al goce del Otro; y por el otro, la búsqueda de un nuevo goce que supere en grado
sumo a una sexualidad más convencional, a la que el par sadismo-masoquismo vendría
entonces a dar respuesta, en tanto pone en juego la posibilidad de gozar ya no desde la
aproximación limitada y provisional de órganos particulares sino desde un cuerpo que goza
y esto está más presente en el masoquismo que en el acto sexual más convencional”.
La droga es, pues así, el rechazo de la finitud, de la castración y del ser para la muerte.
Negación de todo límite posible, que prefiere la promesa de la completud a la miseria de la
falta que caracteriza a los seres humanos normales. En términos lacanianos, frente a la
castración que humaniza, el imperativo superyoico promueve el cumplimiento inhumano del
2
Aksenchuk Rosa. Toxicomanía y psicoanálisis. Del goce globalizado a la ética de la diferencia.
Revista Psikeba. Nº 2. Agosto de 2006. ISSN 1850-339X.
http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v12/polieticas_3.html
ERRANCIA
POLIÉTICAS
AGOSTO 2015
ideal del goce por el goce mismo, fuera de toda temporalidad y finitud.
La droga se posiciona así, fuera del goce fálico, en tanto que dicho goce impulsa hacia el
Otro, mientras que su goce parece situarse en un más allá de lo imaginario y lo simbólico, en
el plano del mero real. Su goce empuja al autoerotismo y niega la diferencia, la diacronía,
forzando al cuerpo a romper cualquier límite y al toparse con la imposibilidad corpórea, real
de lograrlo, revienta al sujeto y lo vuelve gargajo, expectoración, mera excrecencia fuera de
cualquier máscara posible.
Alfredo Moreno(3) afirma: “El sujeto se conecta a una instancia que lo conecta directamente
al goce, además que no pasa por el forzamiento del cuerpo del otro. Hablamos, de esta
manera, del sustituto de la sexualidad”.
Quizá no pueda concordar del todo con el autor de esta frase, la sexualidad no se substituye,
más bien se intenta negar la diferencia sexual a partir de la afirmación de un goce no fálico.
El inconsciente sigue siendo sexual a pesar de este intento y precisamente la reducción del
toxicómano a excrecencia lo sitúa en un punto muerto en el que ese más allá del deseo se
reduce a simple vómito: la refundición a pesar de todo, en el goce del Otro sin jamás poder
alcanzar el goce del Uno. Para Moreno(4):
“La droga llega a enmascarar o sustituir el deseo de carácter inconsciente. Al suceder esto,
el deseo queda a un más desconocido que nunca detrás del sujeto de la droga. Existe el
goce o existe la nada. La necesidad es absoluta” (…) “El toxicómano se muestra como
una máquina sin deseos, así como la negativa del fantasma de la castración a través de la
negación del falo”.
Nuevamente disiento con el término “máquina sin deseos” para calificar al toxicómano. Más
bien se trata de un deseo loco de ser máquina, y de rechazar la esencia de deseo que
caracteriza al hombre. Insisto, rechazo a la necesidad del otro como cuerpo, como objeto de
3
Moreno Alfredo. Cuerpo, Toxicomanía y Psicoanálisis. Revista Acheronta. No. 23. Octubre de
2006. ISSN 0329-9147.
4
Ídem.
http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v12/polieticas_3.html
ERRANCIA
POLIÉTICAS
AGOSTO 2015
goce, como carne y como manantial vital. Negación que tiene como base identificable, casi
siempre, una historia de sufrimiento infantil y de rechazos por parte de ese otro.
En esa negación, el cuerpo se dilata en el mundo constituyendo un cuerpo libidinal que se
extiende en una única cara sin reverso abierta y extendida que se prolonga sin cortes hacia el
exterior, constituyendo un mundo de sueños alucinatorios en el que todo es posible, no hay
borde, porque no hay límite.
En el artículo de 1925 conocido como La Negación, Freud nos hacía notar que el Yo se
constituye primariamente por un proceso de exclusión e inclusión. El yo primitivo, regido
por el principio del placer, se introyecta todo lo bueno y expulsa de sí todo lo malo. Pero otra
consecuencia de no menos importancia en esa operación, es que en base a esa lógica binaria
placer — displacer, procede a juzgar la existencia real de los objetos en el mundo, tomando
como base, no la percepción simple, sino la posibilidad de que debido a las bondades del
objeto en el mundo, éste sea pasible de ser introyectado (considerado como interior y propio),
empezando a conformarse en esta tesitura los bordes de lo real y lo imaginario, lo exterior y
lo interior. Ese algo que es acogido en el Yo se constituirá como representación y base de
representaciones que servirá de base para el encuentro en la realidad de un mundo posible.
Si algo no existe en el Yo, no ha dejado marca, entonces no será buscado en el exterior. El
planteo freudiano es completamente radical: No existe antítesis entre lo objetivo y lo
subjetivo en un principio, más aún: sujeto y objeto se confunden en las primeras
aproximaciones de comprensión al mundo. La más inmediata finalidad del examen de la
realidad no es, hallar en la percepción real un objeto, sino reencontrarlo y compararlo con la
representación correspondiente primeramente introyectada, convencerse de que aún existe.
Poco a poco, el principio de placer va cediendo su lugar a otras consideraciones. La
experiencia le enseña al niño que cualquier cosa de la realidad puede ser utilizada —
independientemente de su cualidad inmediata como buena o mala— para obtener un dominio
del mundo que asegura poder sobre su entorno. No sólo eso, el manejo del lenguaje constituye
la construcción misma de las cosas del mundo. Derrida en su libro De la gramatología (1998)
va más lejos, y enfatiza esta situación, poniendo el acento en la imposibilidad de separar el
lenguaje hablado del escrito y la importancia de éste último, para enladrillar el edificio
científico que opera en los fenómenos, nos ofrece como ejemplo, la obra de Husserl: El origen
http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v12/polieticas_3.html
ERRANCIA
POLIÉTICAS
AGOSTO 2015
de la geometría, dónde éste refiere cómo el lenguaje matemático (simbólico y que no forma
parte de ninguna naturaleza) es la condición de posibilidad de ciertos objetos ideales y, por
tanto, de la mismísima objetividad científica.
El adicto quisiera prenderse de la percepción bruta y no pasar a la reflexión, a la
representación como tal, quedar en el acto puro fuera de la dimensión más simbólica del
pensamiento. La renuncia a la primera impresión se niega a aparecer, la pobre metabolización
de la realidad queda en el plano de la atemporalidad del ensueño ó del accionar del pasaje al
acto.
Frente a este complicado panorama, surgen miles de preguntas. Una de ellas acuciante versa
sobre el tratamiento posible. La respuesta no puede provenir sólo del campo psicoanalítico
sino que tiene que estar ligada a la interdisciplinaridad. Un tratamiento psicoanalítico
ortodoxo es inviable pues topará con el exceso del síntoma sin poder producir los cambios
necesarios en la subjetividad que pasarían por la reinserción del vínculo social.
Las experiencias en diversos países demuestran que no es desde el campo de la represión y
la pedagogía autoritaria como puede rescatarse al toxicómano de su patología, sino desde una
perspectiva psicológica que sea dinámica y se haga cargo de su locura, soportándola y
acompañando al enfermo en las diversas etapas que atraviese a lo largo de su desazón. Las
experiencias comunitarias son útiles como marco de apoyo del drogadicto, pues le reinsertan
en un medio controlado a la vinculación social de la que se ve expulsado mediante el uso de
la droga. La experiencia del Dr. Claude Olievenstein en el Centro Marmotan en París,
relatada en textos como Destin du toxicomane (1983) y La drogue ou la vie (1983), se opone
a la adopción de un modelo rígido predeterminado.
Los modelos que hasta ahora hemos adoptado en México han sido siempre soluciones de
compromiso, destinadas a llenar formatos estadísticos e informes que demuestren que no se
tiene en el abandono a esos infortunados. Pero los contratos terapéuticos a determinado
número limitado de sesiones, la aproximación cognitivo – conductual, moral ó de corte
http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v12/polieticas_3.html
ERRANCIA
POLIÉTICAS
AGOSTO 2015
social, lo que descarta es que no hay un modelo predeterminado de tratamiento posible,
porque no hay un caso único de drogadicto.
Emiliano del Campo(5)explica:
“Esto quiere decir que el sujeto no debe de ninguna manera estar incluido en una
dependencia incondicional, a la institución o a un terapeuta. Que la fase inevitable y
necesaria de dependencia debe ser constantemente controlada por el imperativo de ser
destruida. Imperativamente: es el término de la dimensión ética sin la cual la práctica de
esta actividad debería ser prohibida”.
Según Olievenstein(6): la función terapéutica, se debe apartar de los modelos clásicos, «el
clínico debe aventurarse, de alguna manera, hacia una zona prohibida, entonces, por una vez,
él debe franquear las fronteras, no como investigador sino con una mirada casi de iniciado
(iniciático) para que el encuentro pueda producirse" Se trata de producir "momentos
fecundos"», que alternen el acto y la palabra, para develar – cada vez un poco más – el
misterio que sostiene la íntima y personal convicción del drogadicto en su manara de gozar,
la que habita en su gran reserva de recuerdos que, cargada de gran afectividad, y que sostiene
su identidad mutable. De este modo, la mesura del deseo podrá ir sustituyendo a la desmesura
del goce. Se irá produciendo así a un sujeto de la demanda de curación, que no pulveriza de
golpe el ser de un sujeto drogadicto.
El intento es que él mismo se pueda reconocer, para que se instale un efecto terapéutico,
reconocerlo ante todo en su auténtica subjetividad, lo que va a permitir que acceda a formas
más estables de relación, creer que siempre nos engaña, no solo es desconocerlo sino
condenarlo moralmente a una figura degradada. Olievenstein insiste: "El rol del terapeuta es
aquel que conduce poco a poco al deseo del paciente de construir una identidad diferente de
aquella del drogadicto(...) sin esta alucinación a dos no hay lugar para la falta"
Sólo franqueando las fronteras que reprimen el sin-sentido se puede actuar en la subjetividad
5
Del Campo Emiliano. La estructura de la pre-psicosis y pre-adictiva en la clínica de la
drogadependencia. Revista Acheronta. No. 10. Diciembre de 1999. ISSN 0329-9147.
6
Olievenstein Claude. La drogue ou la vie. 1983. Edit. Robert Laffont. Paris. Op. Cit. Del Campo
Emiliano.
http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v12/polieticas_3.html
ERRANCIA
POLIÉTICAS
AGOSTO 2015
del drogadicto, "como co-explorador del sentido, paso a paso, en los mismos caminos-para
un verdadero trabajo de reajuste de la historia del sujeto, tal como ella es vivida por él, una
realidad más tolerable devendrá en él. Lo que no será posible, repitámoslo, sin la parte de
iniciación del clínico en los "hechos primeros" de la vida del drogadicto".(7)
Por supuesto, toda suerte de resistencias se juega en marcha, en la cura del drogadicto como
parte de las transferencias múltiples. En otras palabras, una terapia efectiva de la
drogadicción, debe apoyarse en una comprensión dinámica psicoanalítica, en la utilización
de los recursos que provee una comunidad terapéutica y en la evitación de la violencia y el
forzamiento del tratamiento hacia el paciente. Esquemas que no se utilizan en el panorama
de la salud mental en México, que pulula en modelos de corte AA (Alcohólicos anónimos)
que evitan toda reflexión y comprensión hermenéutica del complejo problema que representa
el horizonte de la drogadicción, refundiéndolo a un programa de superación moral, que si
bien resulta adecuado para muchos alcohólicos, no puede serlo para los drogadictos, porque
no se trata de la misma cosa.
La perspectiva médica, por otro lado, reduce el problema a la simple clasificación,
ordenación y segregación social o la aplicación acrítica de modelos neurológicos que hacen
ver al toxicómano como un mal nacido, o un criminal con tendencias impulsivas innatas. La
violencia intrafamiliar, la marginación social, la familia disfuncional, son por otro lado,
causas falsas dentro de la etiología imaginada por los teóricos de la salud mental. Si ese fuese
el caso, todos los que provienen de esos horizontes estarían sumidos en las drogas, pero no
es así.
Horizonte triste del toxicómano en nuestro país, expuesto al simple cambio de drogas por
parte del psiquiatra, a la vigilancia social y a la cura sugestiva. Expuesto a la medicina sin
control, la ética sin exigencia y la filosofía sin rigor, que representa la filosofía positivista de
los tratamientos cognitivo conductuales y catárticos. Para el Estado resulta muy caro su
tratamiento verdadero, para sus familiares resulta una carga, y para él mismo la droga se
7
Ídem.
http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v12/polieticas_3.html
ERRANCIA
POLIÉTICAS
AGOSTO 2015
constituye en su único mundo posible ante la negación de una, otra, cualquier puerta que
pudiera abrirse por parte de la medicina social. Por eso se hace necesario un cambio de
mentalidad en las estrategias de tratamiento que logre una comprensión mayor del problema
subjetivo detrás del síntoma de la toxicomanía. Nada sino el psicoanálisis provee esa
indispensable comprensión del problema anímico, histórico y genético de la realidad del
toxicómano, y cómo decíamos al principio, el primer paso a resolver un problema es
comprenderlo.
Queda por otra parte, sin resolver, y no es el momento más que para plantearlo, el asunto de
la guerra contra las drogas. Esfuerzo inútil y tragedia nacional, establecida por encargo cruel
de los Estados Unidos a su esclavo México, sin atender a los costos humanos y sociales del
problema, a las implicaciones políticas de corrupción y de violencia. La guerra contra el
narcotráfico nos hace daño a todos los niveles... por supuesto, el consumo de las drogas es
peligroso para los jóvenes, pero también lo es el manejo de automóviles y no por ello se
prohíbe su uso. También el alcohol es perjudicial y es tolerado por la sociedad, de hecho, su
prohibición en Estados Unidos lo único que trajo es poder a la mafia y otras organizaciones
delictivas.
¿Podrá llegar el día en que nos plantemos sin pasión y seriamente otra salida al problema que
no implique seguir al pie de la letra las instrucciones de nuestros vecinos del norte? ¿Cabrá
la posibilidad de estudiar la legalización de ciertas drogas blandas como una salida a la
invasión del narcotráfico?
http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v12/polieticas_3.html
Descargar