Epístola a los europeos

Anuncio
Michel Geoffroy
Epı́stola a los europeos
1
Epı́stola a los europeos
En verdad os digo, hermanos europeos, que sois como niños. No sabéis
distinguir el bien del mal, lo bello de lo feo, lo justo de lo injusto, lo verdadero de lo falso. Basta con visitar vuestros museos o con recorrer vuestras
ciudades para darse cuenta. Vivı́s en un caos. Ya no sabéis organizar ese caos
porque os han confundido el espı́ritu. Y por eso vuestro mundo se os ha hecho
incomprensible.
Habéis seguido las enseñanzas de malos maestros que os han inculcado el
veneno del relativismo, y que os han hecho creer que todas las cosas tienen el
mismo valor. Igualmente, han pretendido que podı́a existir una moral común
a todos los hombres, y que esa moral es precisamente la vuestra. Han pretendido que las diferencias no existen ni entre los hombres ni entre los sexos.
Estos errores los habéis a su vez trasmitido a vuestros hijos, rompiendo con la
herencia de vuestros antepasados. Y después, habéis abandonado a vuestros
hijos a ellos mismos, por miedo a ejercer vuestra autoridad. Ya no les enseñáis
nada. Habéis dilapidado, porque era más fácil, el patrimonio de vuestra civilización, hermanos mı́os. Y eso es lo que habéis perdido. Porque, en verdad,
esos malos pastores os han empujado hacia el camino del nihilismo.
Pero ahora os veréis obligados a reaprender todo lo que habéis olvidado, y
ese aprendizaje será doloroso, hermanos mı́os.
Vais a volver a aprender que los hombres son diferentes y que su valor
reposa precisamente sobre sus diferencias, y no sobre aquello que tienen en
común. Porque lo cierto es que tienen bastantes pocas cosas en común. Eso
también se os ha ocultado, pero eso que hoy en dı́a se llama ”inmigración” os
obliga a redescubrirlo. Lo que funda el valor de la condición humana reside
en aquello que no es común a todos los hombres. Porque sólo la animalidad
es común a todos.
Os veréis obligados a reaprender que el hombre no es la medida de todas
las cosas. Habéis divinizado el hombre e instaurado su culto. Para vuestros
ancestros los dioses se hacı́an hombres. Pero vosotros habéis invertido el
panteón europeo, pretendiendo que el hombre era superior a todo, incluso a
los dioses. Seréis castigados por eso, hermanos mı́os.
2
Hoy descubrı́s estremecidos que un mundo reducido al único horizonte de la
vida humana, la vuestra, está vacı́o de sentido y es desesperante; que el olvido
de los dioses y los héroes os conduce a la Nada; que la dominación del becerro
de oro no ha hecho el mundo más pequeño como pensabais ingenuamente sino
solamente el horizonte de vuestra triste vida. Vuestras vidas han perdido todo
sentido y habéis sido condenados, además, a vivir cada vez más tiempo. Es
ése el infierno, hermanos mı́os.
Esos que vosotros llamáis terroristas os van a hacer redescubrir que hay
cosas en el mundo que tienen más valor que el mantenimiento de vuestras
pobres vidas, hermanos mı́os. Porque son vuestros soldados, y sólo ellos, los
únicos que a partir de ahora tienen miedo a morir en la guerra. No hay más
que ver como se equipan, incluso cuando sólo se enfrentan a niños.
Vosotros pretendéis que os habéis liberado de los dioses y que no creéis
más que en la razón. Pero en realidad hoy cedéis por todas partes frente a
aquéllos que sı́ han sabido guardar su fe en aquello que sobrepasa la dimensión
humana.
Vuestra vida se ha reducido a la sola dimensión material, o sea a la obsolescencia y al consumo en las llamas del deseo. Porque el sistema económico
que habéis puesto en marcha reposa sobre la renovación permanente del consumo de mercancı́as. No sois más que un engranaje de la economı́a, un poder
adquisitivo y una fuerza de trabajo al servicio de mercaderes. Y lo que es
peor, sólo a condición de que éstos no encuentren en otras partes del mundo
una mano de obra menos cara o más dócil.
Ahora descubrı́s que vosotros también os habéis convertido en desechables,
como los bienes materiales que no cesáis de comprar sin ninguna finalidad,
únicamente porque obedecéis a los mandatos de la publicidad. En verdad,
os habéis convertido en mercancı́as vosotros mismos. Vuestra vida sólo tiene
valor mientras sea convertible en dinero.
¡Desgraciados los pobres, porque han perdido toda posibilidad de existir
en este infierno económico!
En verdad os digo, habéis perdido la memoria del hombre. Creéis ser los
primeros hombres. Creéis que la historia ha comenzado con vosotros. Pero
sois a la vez ignorantes y presuntuosos, hermanos mı́os. Las civilizaciones
humanas son más antiguas que la vuestra. Otras han existido, y el recuerdo
3
se ha perdido. Como se ha desvanecido también la memoria de los cataclismos
y tribulaciones que las han aniquilado.
Habéis también olvidado la naturaleza del hombre y su violencia. Pero ese
olvido no os protegerá del juicio de la historia. Porque habéis de padecer la
violencia de otros hombres, contra la cual no habéis sabido protegeros. Vuestros pésimos pastores pretenden asegurar por todas partes vuestra seguridad
al tiempo que han destruido las fronteras, los Estados, las instituciones, las
culturas y las disciplinas que protegen a los hombres de ellos mismos.
Vivı́s en la ilusión de estar en posición de imponer -con eso que vosotros
pensáis constituye vuestra superioridad material- vuestras extrañas convicciones a todos los pueblos de la tierra. Pero esta ilusión también se disipará,
hermanos mı́os. Porque vuestros malos pastores os ocultan que sois cada vez
menos numerosos, que vuestra civilización ha envejecido y que ya no estáis en
la posición de imponer nada a nadie. Porque los otros pueblos ya no creen en
vosotros y ya no os temen. Ellos se instalan ya en vuestra casa, sin ninguna
reacción por vuestra parte. Ya no tenéis el monopolio del saber. Y menos
todavı́a el de la fuerza.
En verdad, sois como esclavos.
Ya no tenéis ni patria, ni familia, ni identidad: sólo tenéis patrones. Pero
todavı́a amáis vuestra esclavitud porque creéis que ella os garantizará el
bienestar material. ¡Esta ilusión se disipará también!
Vuestros malos pastores pretenden que sois cada vez más libres, pero sólo
lo hacen para perderos. Porque sólo os han entregado a las leyes despiadadas
de la economı́a y al egoı́smo de los que la dirigen. Os han sometido a las
leyes de la materia, oscureciendo vuestro espı́ritu y destruyendo todo lo que
podı́a protegeros. Eso es lo que ellos denominan la libertad. Pero lo que hoy
llaman democracia no es más que la máscara de la esclavitud polı́tica, de
la servidumbre económica y de la abyección moral, hermanos mı́os. Porque
esos malos profetas os han trasformado en individuos, átomos humanos que
se agitan creyendo encontrar en ellos mismos la única razón para vivir.
Esta ilusión se disipará también.
4
En realidad se está disipando ya, pero vuestros ojos no lo ven, vuestras
orejas no escuchan. Porque sólo veis el mundo a través de las pantallas que
vuestros malos pastores han erigido ante vuestros ojos, para ocultaros la
verdad. En verdad, vivı́s en una caverna: tomáis las sombras que se reflejan
en los muros por la realidad. Os habéis convertido en idólatras porque tomáis
las imágenes por la realidad de las cosas.
No hay otra solución que salir de la caverna y romper todos los ı́dolos,
hermanos mı́os. ¡Tomad vuestro martillo y golpead fuerte!
5
Descargar