Santiago, veintiocho de marzo de dos mil trece. Vistos

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Santiago, veintiocho de marzo de dos mil trece.
Vistos:
En
estos
autos
Rol
N°
2191-2006,
seguidos
en
juicio
ordinario sobre indemnización de perjuicios ante el Primer
Juzgado Civil de Valparaíso, don Alejandro Francisco González
Rodríguez dedujo demanda en contra del Fisco de Chile fundada
en que el día 30 de junio de 2005, en circunstancias que se
encontraba realizando el Servicio Militar Obligatorio en el
Regimiento N° 3 “Yungay” de la ciudad de Los Andes, el Cabo
2° Rodrigo Meza Meza lo golpeó en la cabeza con el contenedor
de una bomba de artillería de 105 mm, de aproximadamente un
kilo y medio de peso, golpe que le causó el desprendimiento
de la retina de su ojo izquierdo.
Refiere que el día de los hechos se encontraba, junto a
otros cuatro conscriptos realizando ejercicios de artillería
en el sector de Peldehue, momentos en los cuales el Cabo 2°
Rodrigo Meza Meza, que dirigía las maniobras, se enojó debido
a
un
error
cometido
por
los
participantes
en
estas
actividades y los obligó a realizar ejercicios físicos, para
luego ordenarles adoptaran posición firme e inclinaran sus
cabezas
hacia
abajo,
procediendo
a
golpearlos
con
un
contenedor de vainilla en sus cabezas, después de lo cual
comenzó a nublársele la vista y comenzó a sentir fuertes
dolores de cabeza.
Agrega que el 11 de julio, ante los fuertes dolores de
cabeza,
constantes
mareos
y
visión
borrosa
concurrió
al
Hospital Naval de Viña del Mar en donde fue atendido y se le
diagnosticó
el
desprendimiento
de
la
retina
del
ojo
izquierdo, por lo cual fue operado en la ciudad de Santiago.
Señala que producto de la agresión prácticamente perdió
el
ojo
izquierdo,
$100.000.000
en
razón
su
por
calidad
la
de
cual
víctima
demanda
directa
la
suma
del
de
daño,
$50.000.000 por concepto de lucro cesante y $100.000.000 por
daño moral.
Al contestar la demanda, el Fisco de Chile refiere que
el actor inició su instrucción militar el día 5 de abril de
2005 en el Regimiento N° 3 Yungay en la ciudad de Los Andes y
en esa condición el 30 de junio de 2005 desarrollaba una
serie de tácticas de artillería, bajo el mando del ex Cabo 2º
Rodrigo Meza Meza, quien procedió a reprender al grupo en el
cual se encontraba el demandante, para luego golpearlos en la
cabeza con un envase vacio de proyectil, sin que se les
causara ningún tipo de lesión física en la zona del impacto.
Expone que en conocimiento de los hechos el Ejército de
Chile
desplegó
una
serie
de
actuaciones
tendientes
a
verificar con exactitud la ocurrencia de los acontecimientos
desarrollando una investigación al interior del Regimiento,
en la cual se estableció que la lesión sufrida por el actor
se produjo, aparentemente, en actos de servicio, pudiendo ser
atribuida al ex Cabo 2º Meza, quien finalmente fue sancionado
con el “licenciamiento del servicio”, ello sin perjuicio de
iniciarse la correspondiente investigación ante la Justicia
Militar.
Agrega
que
los
hechos
ocurridos
son
atribuibles,
exclusivamente, al ex Cabo 2° Rodrigo Meza, quien incurrió en
conductas
absolutamente
separables
del
ejercicio
de
las
funciones que le fueron encomendadas, conducta que importan
un grave incumplimiento a sus deberes militares, razón por la
cual solicita sea rechazada la demanda, con costas.
Por sentencia de diecinueve de junio de dos mil nueve,
escrita a fojas 588, dictada por la Juez Titular del tribunal
aludido en el párrafo primero, se acoge la demanda, sólo en
cuanto, el Fisco de Chile debe indemnizar al actor en la suma
de $40.000.000 por concepto de daño físico o patrimonial y
$50.000.000 por concepto de daño moral.
Apelado que fue el fallo la Corte de Apelaciones de
Valparaíso, en sentencia de diecinueve de abril de dos mil
diez, escrita a fojas 682, la confirmó en todas sus partes.
En contra de esta última decisión el Fisco de Chile
dedujo recurso de casación en el fondo y, en subsidio, pide
se invalide de oficio la misma.
Se ordenó traer los autos en relación.
Considerando:
Primero:
asunto
por
Que
la
al
vía
conocer
del
este
recurso
tribunal
de
casación
del
presente
interpuesto,
encontrándose el proceso en estado de acuerdo, ha advertido
que la sentencia que se ha impugnado podría adolecer de un
posible vicio de aquellos que dan lugar a la casación en la
forma y respecto de los cuales el artículo 775 del Código de
Procedimiento Civil autoriza para proceder de oficio.
Segundo:
Que
en
estos
autos
se
ha
formulado
acción
ordinaria de indemnización de perjuicios en contra del Fisco
de Chile fundada en las lesiones sufridas por el actor, el
día
30
de
servicio
junio
militar
consecuencia
Rodrigo
de
Meza
de
la
Meza,
2005,
época
en
obligatorio,
agresión
la
lesiones
realizada
funcionario
cual
de
por
quien
realizaba
que
el
ex
dependía
su
fueron
Cabo
en
2º
ese
momento.
En base a los hechos referidos se demandó la suma de
$100.000.000 en atención a su calidad de víctima directa del
daño,
$50.000.000
por
concepto
de
lucro
cesante
y
$100.000.000 por daño moral.
Tercero: Que la sentencia de primer grado, confirmada
sin
modificaciones
por
la
de
segunda
instancia,
da
por
establecido, en el fundamento vigésimo segundo, que: “el día
30
de
junio
de
2005,
encontrándose
un
grupo
de
soldados
conscriptos, del Regimiento N° 3 Yungay de Los Andes, en la
localidad de Peldehue, realizando maniobras de artillería, a
cargo de un superior (Cabo 2º Rodrigo Humberto Meza Meza),
éste
se
ofuscó
más
de
lo
normal,
al
percatarse
de
un
procedimiento erróneo de los conscriptos (municioneros), y
les sanciona agrediéndoles verbalmente y con un golpe en la
cabeza, el que realiza con contenedor de bomba de artillería
de 105 mm. (con un peso de 1 kilo y medio), lo que provoca en
el actor un daño ocular permanente, que se concreta en el
desprendimiento de la retina en el ojo izquierdo, lo que le
ha causado daño patrimonial y moral, sirviendo esto de base a
la declaración de inutilidad de segunda clase decretada, a su
respecto, por el Ejército”, y en virtud de dichos hechos
procede
en
los
fundamentos
posteriores
a
acceder
a
las
indemnizaciones a que finalmente condena al Fisco de Chile,
sin emitir pronunciamiento acerca de la causal de exoneración
planteada por la demandada, consistente en que lo obrado por
el
ex
Cabo
Meza
constituye
una
conducta
absolutamente
separable del ejercicio de sus funciones, que incluso fue
calificada
como
un
grave
incumplimiento
a
sus
deberes
militares, lo que derivó en su expulsión de la Institución.
Es decir, la sentencia no contiene todas las consideraciones
de hecho y derecho que le sirven de fundamento para acoger la
demanda,
desde
efectuado
un
Ejército
hechos
de
de
que
acoge
análisis
Chile
autos
de
para
y,
la
acción
la
conducta
imputarle
en
intentada
sin
desplegada
por
el
en
los
falta
de
responsabilidad
consecuencia,
acoger
la
haber
servicio invocada en el demandante.
Cuarto: Que vinculado con lo concluido precedentemente,
debe anotarse que el legislador se ha preocupado de estatuir
las
formalidades
a
que
deben
sujetarse
las
sentencias
definitivas de primera o única instancia y las de segunda que
modifiquen o revoquen en su parte dispositiva las de otros
tribunales -categoría esta última a la que pertenece aquella
objeto de la impugnación en análisis-; las que, además de
satisfacer
los
requisitos
exigibles
a
toda
resolución
judicial, conforme a lo prescrito en los artículos 61 y 169
del Código de Procedimiento Civil (esto es: la expresión en
letras de la fecha y el lugar en que se expiden; la firma del
juez o jueces que la pronuncien o intervengan en el acuerdo y
la
autorización
enunciaciones
del
secretario),
contempladas
en
el
deben
artículo
contener
170
del
las
mismo
cuerpo normativo, entre las que figuran -en lo que atañe al
presente recurso- en su numeral 4, las consideraciones de
hecho o de derecho que sirven de fundamento a la sentencia.
Quinto:
Que
esta
Corte,
dando
cumplimiento
a
lo
dispuesto por la Ley N° 3.390 de 1918, en su artículo 5°
transitorio, dictó con fecha 30 de septiembre de 1920 un Auto
Acordado en que regula pormenorizada y minuciosamente los
requisitos formales que, para las sentencias definitivas a
que se ha hecho mención, dispone el precitado artículo 170
del Código de Procedimiento Civil.
Refiriéndose al enunciado exigido en el N° 4 de este
precepto, el Auto Acordado determina que las sentencias de
que se trata deben expresar las consideraciones de hecho que
les
sirven
de
fundamento,
estableciendo
con
precisión
aquéllos sobre que versa la cuestión que haya de fallarse,
con distinción entre los que han sido aceptados o reconocidos
por las partes y los que han sido objeto de discusión.
Agrega
que
si
no
hubiera
discusión
acerca
de
la
procedencia legal de la prueba, deben esas sentencias fijar
los hechos que se encuentran justificados con arreglo a la
ley y los fundamentos que sirven para estimarlos comprobados,
haciéndose, en caso necesario, la apreciación correspondiente
de la prueba de autos conforme a las reglas legales.
Si se suscitare cuestión acerca de la procedencia de la
prueba
rendida
-prosigue
el
Auto
Acordado-
deben
las
sentencias contener los fundamentos que han de servir para
aceptarla o rechazarla, sin perjuicio de la determinación de
los hechos en la forma expuesta anteriormente.
Prescribe, enseguida, que establecidos los hechos, se
enunciarán las consideraciones de derecho aplicables al caso
y, luego, las leyes o, en su defecto, los principios de
equidad
con
arreglo
a
los
cuales
se
pronuncia
el
fallo;
agregando que, tanto respecto de las consideraciones de hecho
como
las
de
derecho,
debe
el
tribunal
observar,
al
consignarlos, el orden lógico que el encadenamiento de las
proposiciones requiera.
Sexto: Que la importancia de la parte considerativa de
la sentencia, en cuanto allí se asientan las bases que sirven
de sustento previo y necesario de la decisión mediante la
cual ella dirime el litigio, resulta de tal envergadura que
algunas Constituciones -como la española, la italiana y la
peruana- consignan de manera expresa la obligación de los
jueces de fundamentar sus fallos.
Semejante deber aparece también contemplado de manera
implícita
dentro
de
nuestro
ordenamiento
constitucional,
según se desprende de lo dispuesto en el artículo 8° de la
Carta Política, donde se consagra el principio de publicidad
de
los
actos
y
resoluciones
emanados
de
los
órganos
del
Estado así como de sus “fundamentos”; en el artículo 76 del
mismo cuerpo normativo, que se refiere a la prohibición de
los
otros
Poderes
“fundamentos”
de
del
las
Estado
en
resoluciones
orden
de
los
a
revisar
tribunales
los
de
justicia establecidos por la ley; a lo que debe sumarse,
especialmente,
el
arbitrio
garantístico
previsto
en
el
artículo 19 N° 3 inciso 6° de la Carta, de acuerdo con el
cual toda sentencia de un órgano que ejerza jurisdicción debe
“fundarse”
agregando
en
que
un
proceso
corresponde
previo
al
y
legalmente
legislador
tramitado,
establecer
las
garantías de un procedimiento y una investigación racionales
y justas.
A
satisfacer
este
imperativo,
vinculado
al
debido
proceso legal, tiende el antes citado artículo 170 del Código
de Procedimiento Civil en cuanto ordena a los jueces expresar
determinadamente las razones de índole fáctica y jurídica en
que se apoyen sus sentencias; resultando, entonces, patente
la raigambre constitucional de la mencionada exigencia.
Séptimo: Que, por otra parte, tanto la jurisprudencia
como la doctrina se han preocupado también de hacer hincapié
en
la
trascendencia
del
presupuesto
procesal
en
examen,
aduciendo para ello diversas razones.
Se ha sostenido que al estatuirse por el ordenamiento la
obligación de fundamentar las sentencias, se pretende que
éstas se expidan con arreglo a los criterios de racionalidad
y
de
sujeción
preventivamente
a
la
cualquier
“despotismo judicial”.
ley,
descartándose
asomo
de
con
arbitrariedad
ello
o
Al mismo tiempo, se considera que el señalado deber de
los jueces asume una finalidad persuasiva respecto de las
partes,
en
cuanto,
al
exponer
el
fallo
las
razones
de
carácter fáctico y jurídico, quedarán éstas en situación de
comprender la exactitud y corrección de tales razonamientos y
que
la
decisión
a
la
que
sirven
de
asidero
constituye
expresión genuina de la ley; y, en la eventualidad de que tal
convicción no llegue a producirse, cuenten con los elementos
de juicio necesarios para impugnar lo resuelto, utilizando
los medios recursivos idóneos al efecto.
Siendo, en fin, las sentencias el instrumento mediante
el cual los jueces desempeñan la función jurisdiccional, que
constituye una parte de la soberanía cuyo ejercicio les es
delegado por la Nación, tienen los componentes de ésta el
derecho
a
controlar
la
racionalidad
y
justicia
de
sus
decisiones a través del examen de las razones que se aducen
para fundamentarlas.
Octavo: Que la omisión a los requerimientos que se les
han impuesto a los jueces del fondo, en orden a indicar las
motivaciones
que
permiten
asentar
las
decisiones
de
los
órganos que ejercen jurisdicción en el Estado, en el caso de
marras es ostensible.
Noveno: Que observados los antecedentes a la luz de lo
expresado con antelación, resulta inconcuso que los jueces de
la segunda instancia, en el caso sub judice, no han dado
cumplimiento a los requisitos legales indicados.
Décimo: Que de lo expresado se advierte que la sentencia
carece
de
consideraciones
que
le
sirvan
de
fundamento
al
prescindir del análisis de la actuación del demandado, que es
la base de la falta de servicio en que se funda la acción,
circunstancia
que
configura
el
vicio
de
casación
formal
contemplado en el N°5 del artículo 768 del Código ya citado.
Undécimo: Que, como natural consecuencia de lo antes
razonado,
es
del
caso
concluir
que
el
estándar
de
razonabilidad exigido por el artículo 768 N°5°, en relación
con
el
artículo
170
numeral
4°
de
nuestro
ordenamiento
procesal civil, no fue satisfecho y ejerció una influencia
sustancial en la decisión adoptada por los sentenciadores de
segunda instancia que no puede ser reparado sino por medio de
la invalidación del pronunciamiento impugnado.
Duodécimo: Que lo anteriormente expuesto autoriza a esta
Corte,
al
deficiencia
no
existir
procesal
otro
medio
comprobada,
idóneo
para
para
casar
corregir
de
oficio
la
la
sentencia de segundo grado por adolecer del vicio que se hizo
notar.
De
conformidad
artículos 764, 765
asimismo
con
lo
que
disponen
los
775 y 786 del Código de Procedimiento
Civil, se casa de oficio la sentencia de diecinueve de abril
de dos mil diez, escrita a fojas 682, la que por consiguiente
es nula y se la reemplaza por la que se dicta a continuación.
Atendido lo resuelto, es innecesario pronunciarse sobre
el recurso de casación en el fondo deducido en lo principal
de fojas 683.
Regístrese.
Redacción a cargo de la Ministra señora Sandoval.
Rol N° 3844-2010.-
Pronunciado
por
la
Tercera
Sala
de
esta
Corte
Suprema,
Integrada por los Ministros Sr. Héctor Carreño S., Sr. Pedro
Pierry A., Sra. María Eugenia Sandoval G., y los Abogados
Integrantes
Sr.
Emilio
Pfeffer
U.
y
Sr.
Jorge
Lagos
G.
Santiago, 28 de marzo de 2013.
Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.
En Santiago, a veintiocho de marzo de dos mil trece, notifiqué
en Secretaría por el Estado Diario la resolución precedente.
Santiago, veintiocho de marzo de dos mil trece.
En cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 786 del
Código
de
Procedimiento
Civil,
se
dicta
la
siguiente
sentencia de reemplazo.
Vistos:
Se reproduce la sentencia en alzada con las siguientes
modificaciones: en su fundamento vigésimo segundo se suprimen
las
palabras
“daño
patrimonial”;
se
elimina
el
párrafo
tercero del fundamento vigésimo tercero y el considerando
vigésimo cuarto.
Y se tiene el su lugar además presente:
Primero:
Que
el
Fisco
de
Chile
ha
sostenido
que
la
controversia debe ser resuelta en conformidad con las normas
contempladas en el estatuto general de responsabilidad y más
precisamente en base a lo establecido en los artículos 2314 y
2322 del Código Civil, normas que establecen el régimen de
responsabilidad del empleador por los daños cometidos por sus
dependientes en el ejercicio de sus funciones, permitiendo
exonerar de responsabilidad civil al principal si se prueba
la
falta
de
medios
para
prever
o
impedir
inadecuado de las funciones del dependiente.
el
ejercicio
Se
trata,
responsabilidad
sostiene
directa
la
del
parte
demandada,
empleador
de
–Fisco-Ejército
una
de
Chile- por los hechos de sus dependientes, con lo cual el
juicio de reproche está constituido por la falta de cuidado o
diligencia en el cuidado o vigilancia de aquéllos que están
bajo su dependencia, esto es, la ausencia de adopción de
medidas necesarias para haber evitado causar el daño por la
conducta impropia de sus dependientes.
En
base
a
lo
anterior
es
que
se
sostiene,
en
la
impugnación de la sentencia de primer grado, que el FiscoEjército de Chile adoptó todos los resguardos posibles para
evitar
la
comisión
de
hechos
conscriptos,
no
negligente
culposa
de
parte
Que
el
caso
o
existiendo
relativos
una
a
conducta
de
la
maltrato
a
deficitaria,
Administración
del
Estado.
Segundo:
en
de
autos
es
un
hecho
no
controvertido que el día 30 de junio de 2005 en el contexto
de una campaña de instrucción militar, desarrollada en el
marco del cumplimiento de su servicio militar obligatorio, el
conscripto
Alejandro
Francisco
González
Rodríguez
fue
golpeado en su cabeza con un elemento contundente por quien
detentaba en ese momento la superioridad jerárquica, golpe
que le causó desprendimiento de retina de su ojo izquierdo y
posteriormente la pérdida de la visión del mismo, lesión que
derivó en que fuera dado de baja por incapacidad visual.
Tercero: Que conforme lo expresado en los fundamentos
precedentes
se
hace
necesario
señalar
que,
tal
como
se
resolviera en los autos Rol N° 371-2008, caratulados “Seguel
Cares Pablo Andrés con Fisco de Chile”, “hasta antes de la
dictación de la Ley Nº 18.575 la responsabilidad del Estado
se determinaba a través de la aplicación del artículo 2320
del Código Civil. Sin embargo, la situación varió con la
promulgación de la Ley de Bases de la Administración del
Estado el 5 de diciembre de 1986, que incorporó al Derecho
Público
chileno
extracontractual
administrativo
el
del
sistema
Estado
francés,
de
responsabilidad
elaborado
principalmente
por
a
el
través
derecho
de
la
jurisprudencia del Consejo de Estado, que en opinión de la
mayoría de los autores, constituye la mejor solución lograda
por el derecho para asegurar un debido equilibrio entre los
derechos de los particulares y los intereses públicos. La ley
contempló entonces el artículo 44 -hoy 42- que prescribió:
“Los órganos de la Administración serán responsables del daño
que causen por falta de servicio. No obstante, el Estado
tendrá
derecho
a
repetir
en
contra
del
funcionario
que
hubiere incurrido en falta personal”. Sin embargo, se excluyó
de la aplicación del Título II sobre normas especiales, donde
había
quedado
ubicado
el
artículo
44,
a
la
Contraloría
General de la República, al Banco Central, a las Fuerzas
Armadas y de Orden y Seguridad, a las Municipalidades, al
Consejo
Nacional
creadas
por
ley.
de
Televisión
Todo
ello
y
en
a
el
las
empresas
inciso
públicas
segundo
de
su
aplicable
a
las
particular,
a
las
artículo 18 -actual 21-“.
Para
determinar
instituciones
qué
excluidas
sistema
y,
en
el
resulta
caso
Fuerzas Armadas, en dicho fallo se dejó establecido que “debe
recurrirse
al
derecho
común,
teniendo
presente
que
precisamente el desarrollo del derecho administrativo, allí
donde
ha
ocurrido,
ha
sido
a
partir
de
la
distinta
interpretación de las normas de derecho común para el Estado
y para las relaciones entre particulares, permitiendo de esta
forma
la
conciliación
de
la
actuación
estatal,
dotada
de
imperio público como guardiana del interés colectivo, con la
protección de los derechos de los ciudadanos, de tal suerte
que cabe aceptar la aplicación en nuestro país a partir del
artículo 2314 del Código Civil de la noción de falta de
servicio.
públicos
En
efecto,
al
administrativos
Estado
pueden
como
serle
a
los
otros
aplicadas
de
entes
manera
diversa las normas del Título XXXV del Código Civil, sin que
esto implique desde luego una errada interpretación de las
mismas. Es así que las personas jurídicas son capaces de
culpa, aunque carezcan de voluntad propia. La culpa civil,
como señalan los hermanos Mazeaud y André Tunc, no requiere
la
voluntad,
ni
siquiera
el
discernimiento,
no
es
necesariamente una culpa moral; es suficiente con comportarse
de manera distinta a la que habría observado en parecidas
circunstancias un individuo cuidadoso. De acuerdo con este
razonamiento
y
ampliándolo,
puede
no
exigirse
para
la
responsabilidad de la persona jurídica Estado la culpa o dolo
de
sus
órganos
comportamiento
o
del
representantes;
servicio
público
basta
sea
con
distinto
que
el
al
que
debiera considerarse como su comportamiento normal; o sea,
basta con probar una falta de servicio”.
Cuarto: Que, a su vez, como se decidiera en los autos
Rol N° 7919-2008 caratulados “Morales Gamboa Edith del Carmen
con
Fisco”
y
en
los
autos
Rol
N°
9318-2009,
caratulados
“Erwin Candia Hernández y otra con Fisco”, “a la noción de
falta
de
servicio,
aplicable
a
las
Fuerzas
Armadas
y
Carabineros a través del artículo 2314 del Código Civil, se
le debe complementar la noción de falta personal, ya que la
distinción
capital
en
materia
de
responsabilidad
extracontractual del Estado es precisamente entre falta de
servicio y falta personal, la que por lo demás recoge el
artículo 42 de la Ley de Bases de la Administración del
Estado y el artículo 141 de la Ley Orgánica Constitucional de
Municipalidades.
Dicha
falta
personal
compromete
la
responsabilidad del Estado cuando no se encuentra desprovista
de vínculo con la función, lo que ocurre cuando ella se ha
cometido en ejercicio de la función o con ocasión de la
misma. Ahora bien, la noción de falta personal aplicable a
las Fuerzas Armadas y Carabineros se debe hacer a partir del
artículo 2320 ó 2322 del Código Civil, entendiéndose que la
contemplan, para que de este modo, como se señaló en el fallo
“Seguel con Fisco” ya citado, permita uniformar el sistema de
responsabilidad extracontractual para todos los entes de la
Administración del Estado”.
Quinto: Que expuesto lo anterior conviene precisar que,
de acuerdo a como han quedado asentados los hechos de la
causa, claramente el ex Cabo 2º Rodrigo Meza Meza incurrió en
lo
que
el
personal”
y
derecho
no
una
administrativo
falta
de
denomina
servicio,
que
una
“falta
ocasionó
las
lesiones en otro miembro del Ejército. Ahora bien dado el
contexto en el cual se desarrollan dichos acontecimientos,
estos
es,
en
una
campaña
de
instrucción
militar,
falta
personal atribuida a Meza Meza no se encuentra desvinculada
del servicio, sino que se ha cometido en ejercicio de la
función que el Cabo 2° Meza realizaba.
Sexto:
Que
en
esta
perspectiva,
el
Estado
no
puede
desvincularse de la falta personal en que ha incurrido uno de
sus agentes, por cuanto ha sido el Ejército quien puso al ex
Cabo 2º a cargo de la instrucción de un grupo de conscriptos,
entre los que se encontraba el demandante, de modo que la
acción
desplegada
por
el
funcionario
Meza
Meza
no
se
encuentra separada del servicio, sino que por el contrario,
la función de instrucción militar que le fue asignada la
ejerció indebidamente, cometiendo una falta personal en su
ejercicio, por lo que compromete la responsabilidad estatal.
Séptimo: Que la causal de exoneración de responsabilidad
civil planteada por el Fisco de Chile se basa en lo dispuesto
en el inciso final del artículo 2322 del Código sustantivo
que señala, en lo pertinente: “Pero no responderán de lo que
hayan hecho sus criados o sirvientes en el ejercicio de sus
respectivas funciones, si se probare que las han ejercido de
un modo impropio que los amos no tenían medio de prever o
impedir,
empleando
el
cuidado
ordinario,
y
la
autoridad
competente”.
Octavo: Que la norma precitada a la luz del artículo
1698 del Código Civil pone de cargo del Fisco de Chile la
obligación
de
probar
que
dicha
parte
empleó
el
cuidado
ordinario y competente para evitar la ocurrencia de la acción
lesiva.
Con dicho objeto acompañó copia de la instrucción N° 64
CJE.
SECRET.
N°
1595/64
S.D.,
emitida
por
el
entonces
Comandante en Jefe del Ejército, señor Juan Emilio Cheyre
Espinoza, que da cuenta de directrices que prohíben cualquier
tipo de maltrato de los superiores al personal subalterno,
indicando que dicha conducta constituye una falta grave a la
disciplina militar y que conlleva como sanción la baja de la
persona que la ejecute.
A la prueba documental señalada ha de adicionarse la
declaración del Cabo Enfermero Álvaro Martínez Castro, quien
expresa que efectivamente el Ejército de Chile cuenta con una
política de prohibición de maltrato físico a los conscriptos,
para
lo
cual
la
institución
desarrolla
actividades
de
instrucción acerca de dicho tema.
Noveno: Que sin perjuicio de que el inciso final del
artículo 2322 del Código Civil no es aplicable tratándose de
una falta personal cometida por el funcionario en ejercicio
de la función o con ocasión de la misma, la prueba a que se
ha hecho referencia en el considerando anterior resulta del
todo insuficiente para tener por configurada la causal de
exoneración
de
responsabilidad
contemplada
en
el
inciso
segundo del artículo 2322 del Código Civil, pues la norma en
cuestión
no
se
satisface
sólo
con
la
dictación
de
instrucciones o reglamentos generales, sino también exige y
requiere de medidas anexas y complementarias tendientes a
verificar
su
conocimiento
y
aplicación
por
parte
de
sus
destinatarios,
tarea
esta
última
que
importa
una
supervigilancia del cumplimiento de las instrucciones, para
lo cual la organización en cuestión –Ejército de Chile- debe
adoptar las medidas organizacionales necesarias para que ello
ocurra, conductas y medidas que en el caso de autos no se
demostró que existieran.
Décimo: Que establecida la responsabilidad de la parte
demandada en los hechos materia de la demanda cabe entonces
emitir pronunciamiento acerca de las partidas resarcitorias
pedidas por el demandante.
Undécimo:
Que
al
momento
de
fijar
la
pretensión
el
demandante señala que por concepto de daño emergente solicita
ser indemnizado en la suma de $100.000.000, indicando como
fundamento de ello la merma que le causó la lesión en su
capacidad
de
trabajo,
lo
que
le
se
traduce
en
su
empobrecimiento. Por concepto de lucro cesante pide la suma
de $50.000.000 y expone que dicha suma reparará lo que ha
dejado de ganar o percibir, pues al tener visión disminuida
tendrá
menores
expectativas,
y
finalmente
solicita
por
concepto de daño moral la suma de $100.000.000.
Duodécimo: Que como cuestión previa ha de señalarse que
a partir del artículo 2329 del Código Civil, que dispone que
“todo daño que pueda ser atribuido a malicia o negligencia de
otra persona debe ser reparado por ésta”, se ha desarrollado
el denominado “Principio de la Reparación Integral del Daño”,
el cual se traduce en que todo daño debe ser reparado y en
toda su extensión, es decir, el objeto de la reparación es
poner
al
demandante
en
la
misma
situación
en
que
se
encontraría si no hubiese víctima del daño causado por el
hecho del demandado.
Establecido
lo
anterior
y
atento
lo
pedido
en
la
demanda, se hace necesario recordar en términos generales la
distinción entre daño patrimonial y daño extrapatrimonial;
siendo el primero una afección meramente patrimonial, en el
cual
es
posible
diferenciar
entre
daño
emergente
y
lucro
cesante, constituyendo el primero una alteración directa al
patrimonio,
como
por
ejemplo
los
derivados
de
gastos
y
pérdidas, y el segundo, las desventajas económicas, pérdida
de opciones o disminución de ingresos, conceptos ambos que
encuentran
Código
su
Civil.
padecimientos
recepción
positiva
El
segundo,
a
bienes
en
en
el
cambio,
que
artículo
viene
carecen
de
1556
del
por
los
dado
significación
patrimonial.
Décimo
tercero:
Que
conforme
lo
establecido
en
la
consideración precedente es posible señalar que el demandante
confunde, en su petición, las categorías de daño emergente y
lucro
cesante,
pérdidas
pues
futuras,
ambas
es
las
decir,
fundamenta
en
incorpora
el
un
hecho
de
elemento
contingente, elemento que es propio del lucro cesante, con lo
cual dicha petición debe ser reconducida hacia dicho ítem, lo
que
importa
desestimar
desde
ya
la
alegación
de
daño
emergente.
Décimo cuarto: Que lo solicitado por concepto de lucro
cesante
habrá
de
ser
desestimado
toda
vez
que
la
prueba
rendida por el demandante, principalmente testimonial, no da
cuenta en forma cierta de que, producto de la agresión que
sufrió haya dejado de percibir ingresos o visto disminuida su
capacidad para producirlo; en otras palabras, no probó la
pérdida del incremento neto que habría tenido su patrimonio
de no haber ocurrido el hecho por el cual un tercero es
responsable.
Décimo quinto: Que en lo relativo a la petición de daño
moral
cabe
tener
presente
que
esta
Corte
pronunciándose
acerca de la naturaleza del daño moral en los autos Rol N°
2073-2009 caratulados “Mellao y otros con Fisco de Chile”
señaló que: “a fin de resolver este capítulo del recurso, es
necesario
determinar
previamente
la
naturaleza
del
daño
moral. Si bien no existe un concepto unívoco de lo que se
entiende por tal, su acepción más restringida se relaciona
con el pesar, dolor o aflicción que experimenta la víctima y
que se conoce como pretium doloris. Sin embargo, esta visión
ha dado paso, tanto en la doctrina como en la jurisprudencia,
a considerar una concepción más amplia de tal concepto, a fin
de reparar todas las especies de perjuicios morales y no sólo
el pretium doloris, toda vez que en cada una de ellas hay
atentados a intereses extrapatrimoniales diversos”.
Y añade “Así, la profesora Carmen Domínguez Hidalgo ha
manifestado sobre el punto: Estamos con aquellos que conciben
el daño moral del modo más amplio posible, incluyendo allí
todo daño a la persona en sí misma física o psíquica, como
todo
atentado
Comprende
pues
contra
el
sus
daño
intereses
moral
todo
extrapatrimoniales.
menoscabo
del
cuerpo
humano, considerado como un valor en sí y con independencia
de sus alcances patrimoniales. Y agrega: “En suma, el daño
moral
estará
constituido
por
el
menoscabo
de
un
bien
no
patrimonial que irroga una lesión a un interés moral por una
que
se
encontraba
obligada
a
respetarlo”.
(En
“El
Daño
Moral”, tomo I, Editorial Jurídica de Chile, 2002, páginas 83
y 84).”
Décimo sexto: Que a los antecedentes referidos en los
párrafos cuarto a sexto del fundamento vigésimo tercero, ha
de adicionarse lo sostenido por los testigos que depusieron
en estos autos, quienes se encuentran contestes en señalar
que
el
demandante
ha
visto
alterada
su
autoestima
y
ha
generado desconfianza hacia la autoridad, lo que se suma a
los cambios en su diario vivir, todo lo cual, además, le
produjo, según consta del informe psicológico emitido por el
médico Nicolás Avsolomovich que se encuentra agregado a fojas
118, un estado depresivo profundo con consecuencias negativas
y traumáticas que le han alterado la esfera de vida.
Décimo
séptimo:
Que
el
daño
antes
establecido
es
consecuencia inmediata y directa de la falta personal en que
incurrió el ex Cabo 2° Meza Meza en el ejercicio de sus
funciones al golpear al actor en su cabeza provocándole el
desprendimiento
consecuente
de
pérdida
la
retina
de
visión
del
del
ojo
izquierdo
mismo,
por
lo
y
la
que
la
sentencia de primera instancia será confirmada en esta parte.
Décimo octavo: Que el monto de la indemnización por daño
moral ascendente a $50.000.000 (cincuenta millones de pesos)
sufrido por el actor deberá pagarse reajustada de acuerdo a
la
variación
experimentada
por
del
Índice
de
Precios
al
Consumidor entre la fecha de esta sentencia y la de su pago
efectivo. No se dará lugar a los intereses solicitados por
tratarse de un daño extrapatrimonial.
Por estas consideraciones y teniendo además presente lo
dispuesto en los artículos 144 y 186 y siguientes del Código
de Procedimiento Civil, se declara:
I.
Se revoca la sentencia de diecinueve de junio de
dos mil nueve, escrita a fojas 580 en cuanto en ella se
condenaba al Fisco de Chile por concepto de daño emergente.
II.
Se confirma en lo demás la señalada sentencia, con
declaración de que la suma ordenada pagar al Fisco de Chile
deberá
solucionarse
reajustada
de
acuerdo
a
la
variación
experimentada por el Índice de Precios al Consumidor entre la
fecha de esta sentencia y la de su pago efectivo.
III. No se condena en costas a la parte demandada por no
haber resultado totalmente vencida.
Regístrese y devuélvase con sus agregados.
Redacción a cargo de la Ministra Sra. Sandoval.
Rol N° 3844-2010.-
Pronunciado
por
la
Tercera
Sala
de
esta
Corte
Suprema,
Integrada por los Ministros Sr. Héctor Carreño S., Sr. Pedro
Pierry A., Sra. María Eugenia Sandoval G., y los Abogados
Integrantes
Sr.
Emilio
Pfeffer
U.
y
Sr.
Jorge
Lagos
G.
Santiago, 28 de marzo de 2013.
Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.
En Santiago, a veintiocho de marzo de dos mil trece, notifiqué
en Secretaría por el Estado Diario la resolución precedente.
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