Santiago, veintiocho de marzo de dos mil trece. Vistos: En estos autos Rol N° 2191-2006, seguidos en juicio ordinario sobre indemnización de perjuicios ante el Primer Juzgado Civil de Valparaíso, don Alejandro Francisco González Rodríguez dedujo demanda en contra del Fisco de Chile fundada en que el día 30 de junio de 2005, en circunstancias que se encontraba realizando el Servicio Militar Obligatorio en el Regimiento N° 3 “Yungay” de la ciudad de Los Andes, el Cabo 2° Rodrigo Meza Meza lo golpeó en la cabeza con el contenedor de una bomba de artillería de 105 mm, de aproximadamente un kilo y medio de peso, golpe que le causó el desprendimiento de la retina de su ojo izquierdo. Refiere que el día de los hechos se encontraba, junto a otros cuatro conscriptos realizando ejercicios de artillería en el sector de Peldehue, momentos en los cuales el Cabo 2° Rodrigo Meza Meza, que dirigía las maniobras, se enojó debido a un error cometido por los participantes en estas actividades y los obligó a realizar ejercicios físicos, para luego ordenarles adoptaran posición firme e inclinaran sus cabezas hacia abajo, procediendo a golpearlos con un contenedor de vainilla en sus cabezas, después de lo cual comenzó a nublársele la vista y comenzó a sentir fuertes dolores de cabeza. Agrega que el 11 de julio, ante los fuertes dolores de cabeza, constantes mareos y visión borrosa concurrió al Hospital Naval de Viña del Mar en donde fue atendido y se le diagnosticó el desprendimiento de la retina del ojo izquierdo, por lo cual fue operado en la ciudad de Santiago. Señala que producto de la agresión prácticamente perdió el ojo izquierdo, $100.000.000 en razón su por calidad la de cual víctima demanda directa la suma del de daño, $50.000.000 por concepto de lucro cesante y $100.000.000 por daño moral. Al contestar la demanda, el Fisco de Chile refiere que el actor inició su instrucción militar el día 5 de abril de 2005 en el Regimiento N° 3 Yungay en la ciudad de Los Andes y en esa condición el 30 de junio de 2005 desarrollaba una serie de tácticas de artillería, bajo el mando del ex Cabo 2º Rodrigo Meza Meza, quien procedió a reprender al grupo en el cual se encontraba el demandante, para luego golpearlos en la cabeza con un envase vacio de proyectil, sin que se les causara ningún tipo de lesión física en la zona del impacto. Expone que en conocimiento de los hechos el Ejército de Chile desplegó una serie de actuaciones tendientes a verificar con exactitud la ocurrencia de los acontecimientos desarrollando una investigación al interior del Regimiento, en la cual se estableció que la lesión sufrida por el actor se produjo, aparentemente, en actos de servicio, pudiendo ser atribuida al ex Cabo 2º Meza, quien finalmente fue sancionado con el “licenciamiento del servicio”, ello sin perjuicio de iniciarse la correspondiente investigación ante la Justicia Militar. Agrega que los hechos ocurridos son atribuibles, exclusivamente, al ex Cabo 2° Rodrigo Meza, quien incurrió en conductas absolutamente separables del ejercicio de las funciones que le fueron encomendadas, conducta que importan un grave incumplimiento a sus deberes militares, razón por la cual solicita sea rechazada la demanda, con costas. Por sentencia de diecinueve de junio de dos mil nueve, escrita a fojas 588, dictada por la Juez Titular del tribunal aludido en el párrafo primero, se acoge la demanda, sólo en cuanto, el Fisco de Chile debe indemnizar al actor en la suma de $40.000.000 por concepto de daño físico o patrimonial y $50.000.000 por concepto de daño moral. Apelado que fue el fallo la Corte de Apelaciones de Valparaíso, en sentencia de diecinueve de abril de dos mil diez, escrita a fojas 682, la confirmó en todas sus partes. En contra de esta última decisión el Fisco de Chile dedujo recurso de casación en el fondo y, en subsidio, pide se invalide de oficio la misma. Se ordenó traer los autos en relación. Considerando: Primero: asunto por Que la al vía conocer del este recurso tribunal de casación del presente interpuesto, encontrándose el proceso en estado de acuerdo, ha advertido que la sentencia que se ha impugnado podría adolecer de un posible vicio de aquellos que dan lugar a la casación en la forma y respecto de los cuales el artículo 775 del Código de Procedimiento Civil autoriza para proceder de oficio. Segundo: Que en estos autos se ha formulado acción ordinaria de indemnización de perjuicios en contra del Fisco de Chile fundada en las lesiones sufridas por el actor, el día 30 de servicio junio militar consecuencia Rodrigo de Meza de la Meza, 2005, época en obligatorio, agresión la lesiones realizada funcionario cual de por quien realizaba que el ex dependía su fueron Cabo en 2º ese momento. En base a los hechos referidos se demandó la suma de $100.000.000 en atención a su calidad de víctima directa del daño, $50.000.000 por concepto de lucro cesante y $100.000.000 por daño moral. Tercero: Que la sentencia de primer grado, confirmada sin modificaciones por la de segunda instancia, da por establecido, en el fundamento vigésimo segundo, que: “el día 30 de junio de 2005, encontrándose un grupo de soldados conscriptos, del Regimiento N° 3 Yungay de Los Andes, en la localidad de Peldehue, realizando maniobras de artillería, a cargo de un superior (Cabo 2º Rodrigo Humberto Meza Meza), éste se ofuscó más de lo normal, al percatarse de un procedimiento erróneo de los conscriptos (municioneros), y les sanciona agrediéndoles verbalmente y con un golpe en la cabeza, el que realiza con contenedor de bomba de artillería de 105 mm. (con un peso de 1 kilo y medio), lo que provoca en el actor un daño ocular permanente, que se concreta en el desprendimiento de la retina en el ojo izquierdo, lo que le ha causado daño patrimonial y moral, sirviendo esto de base a la declaración de inutilidad de segunda clase decretada, a su respecto, por el Ejército”, y en virtud de dichos hechos procede en los fundamentos posteriores a acceder a las indemnizaciones a que finalmente condena al Fisco de Chile, sin emitir pronunciamiento acerca de la causal de exoneración planteada por la demandada, consistente en que lo obrado por el ex Cabo Meza constituye una conducta absolutamente separable del ejercicio de sus funciones, que incluso fue calificada como un grave incumplimiento a sus deberes militares, lo que derivó en su expulsión de la Institución. Es decir, la sentencia no contiene todas las consideraciones de hecho y derecho que le sirven de fundamento para acoger la demanda, desde efectuado un Ejército hechos de de que acoge análisis Chile autos de para y, la acción la conducta imputarle en intentada sin desplegada por el en los falta de responsabilidad consecuencia, acoger la haber servicio invocada en el demandante. Cuarto: Que vinculado con lo concluido precedentemente, debe anotarse que el legislador se ha preocupado de estatuir las formalidades a que deben sujetarse las sentencias definitivas de primera o única instancia y las de segunda que modifiquen o revoquen en su parte dispositiva las de otros tribunales -categoría esta última a la que pertenece aquella objeto de la impugnación en análisis-; las que, además de satisfacer los requisitos exigibles a toda resolución judicial, conforme a lo prescrito en los artículos 61 y 169 del Código de Procedimiento Civil (esto es: la expresión en letras de la fecha y el lugar en que se expiden; la firma del juez o jueces que la pronuncien o intervengan en el acuerdo y la autorización enunciaciones del secretario), contempladas en el deben artículo contener 170 del las mismo cuerpo normativo, entre las que figuran -en lo que atañe al presente recurso- en su numeral 4, las consideraciones de hecho o de derecho que sirven de fundamento a la sentencia. Quinto: Que esta Corte, dando cumplimiento a lo dispuesto por la Ley N° 3.390 de 1918, en su artículo 5° transitorio, dictó con fecha 30 de septiembre de 1920 un Auto Acordado en que regula pormenorizada y minuciosamente los requisitos formales que, para las sentencias definitivas a que se ha hecho mención, dispone el precitado artículo 170 del Código de Procedimiento Civil. Refiriéndose al enunciado exigido en el N° 4 de este precepto, el Auto Acordado determina que las sentencias de que se trata deben expresar las consideraciones de hecho que les sirven de fundamento, estableciendo con precisión aquéllos sobre que versa la cuestión que haya de fallarse, con distinción entre los que han sido aceptados o reconocidos por las partes y los que han sido objeto de discusión. Agrega que si no hubiera discusión acerca de la procedencia legal de la prueba, deben esas sentencias fijar los hechos que se encuentran justificados con arreglo a la ley y los fundamentos que sirven para estimarlos comprobados, haciéndose, en caso necesario, la apreciación correspondiente de la prueba de autos conforme a las reglas legales. Si se suscitare cuestión acerca de la procedencia de la prueba rendida -prosigue el Auto Acordado- deben las sentencias contener los fundamentos que han de servir para aceptarla o rechazarla, sin perjuicio de la determinación de los hechos en la forma expuesta anteriormente. Prescribe, enseguida, que establecidos los hechos, se enunciarán las consideraciones de derecho aplicables al caso y, luego, las leyes o, en su defecto, los principios de equidad con arreglo a los cuales se pronuncia el fallo; agregando que, tanto respecto de las consideraciones de hecho como las de derecho, debe el tribunal observar, al consignarlos, el orden lógico que el encadenamiento de las proposiciones requiera. Sexto: Que la importancia de la parte considerativa de la sentencia, en cuanto allí se asientan las bases que sirven de sustento previo y necesario de la decisión mediante la cual ella dirime el litigio, resulta de tal envergadura que algunas Constituciones -como la española, la italiana y la peruana- consignan de manera expresa la obligación de los jueces de fundamentar sus fallos. Semejante deber aparece también contemplado de manera implícita dentro de nuestro ordenamiento constitucional, según se desprende de lo dispuesto en el artículo 8° de la Carta Política, donde se consagra el principio de publicidad de los actos y resoluciones emanados de los órganos del Estado así como de sus “fundamentos”; en el artículo 76 del mismo cuerpo normativo, que se refiere a la prohibición de los otros Poderes “fundamentos” de del las Estado en resoluciones orden de los a revisar tribunales los de justicia establecidos por la ley; a lo que debe sumarse, especialmente, el arbitrio garantístico previsto en el artículo 19 N° 3 inciso 6° de la Carta, de acuerdo con el cual toda sentencia de un órgano que ejerza jurisdicción debe “fundarse” agregando en que un proceso corresponde previo al y legalmente legislador tramitado, establecer las garantías de un procedimiento y una investigación racionales y justas. A satisfacer este imperativo, vinculado al debido proceso legal, tiende el antes citado artículo 170 del Código de Procedimiento Civil en cuanto ordena a los jueces expresar determinadamente las razones de índole fáctica y jurídica en que se apoyen sus sentencias; resultando, entonces, patente la raigambre constitucional de la mencionada exigencia. Séptimo: Que, por otra parte, tanto la jurisprudencia como la doctrina se han preocupado también de hacer hincapié en la trascendencia del presupuesto procesal en examen, aduciendo para ello diversas razones. Se ha sostenido que al estatuirse por el ordenamiento la obligación de fundamentar las sentencias, se pretende que éstas se expidan con arreglo a los criterios de racionalidad y de sujeción preventivamente a la cualquier “despotismo judicial”. ley, descartándose asomo de con arbitrariedad ello o Al mismo tiempo, se considera que el señalado deber de los jueces asume una finalidad persuasiva respecto de las partes, en cuanto, al exponer el fallo las razones de carácter fáctico y jurídico, quedarán éstas en situación de comprender la exactitud y corrección de tales razonamientos y que la decisión a la que sirven de asidero constituye expresión genuina de la ley; y, en la eventualidad de que tal convicción no llegue a producirse, cuenten con los elementos de juicio necesarios para impugnar lo resuelto, utilizando los medios recursivos idóneos al efecto. Siendo, en fin, las sentencias el instrumento mediante el cual los jueces desempeñan la función jurisdiccional, que constituye una parte de la soberanía cuyo ejercicio les es delegado por la Nación, tienen los componentes de ésta el derecho a controlar la racionalidad y justicia de sus decisiones a través del examen de las razones que se aducen para fundamentarlas. Octavo: Que la omisión a los requerimientos que se les han impuesto a los jueces del fondo, en orden a indicar las motivaciones que permiten asentar las decisiones de los órganos que ejercen jurisdicción en el Estado, en el caso de marras es ostensible. Noveno: Que observados los antecedentes a la luz de lo expresado con antelación, resulta inconcuso que los jueces de la segunda instancia, en el caso sub judice, no han dado cumplimiento a los requisitos legales indicados. Décimo: Que de lo expresado se advierte que la sentencia carece de consideraciones que le sirvan de fundamento al prescindir del análisis de la actuación del demandado, que es la base de la falta de servicio en que se funda la acción, circunstancia que configura el vicio de casación formal contemplado en el N°5 del artículo 768 del Código ya citado. Undécimo: Que, como natural consecuencia de lo antes razonado, es del caso concluir que el estándar de razonabilidad exigido por el artículo 768 N°5°, en relación con el artículo 170 numeral 4° de nuestro ordenamiento procesal civil, no fue satisfecho y ejerció una influencia sustancial en la decisión adoptada por los sentenciadores de segunda instancia que no puede ser reparado sino por medio de la invalidación del pronunciamiento impugnado. Duodécimo: Que lo anteriormente expuesto autoriza a esta Corte, al deficiencia no existir procesal otro medio comprobada, idóneo para para casar corregir de oficio la la sentencia de segundo grado por adolecer del vicio que se hizo notar. De conformidad artículos 764, 765 asimismo con lo que disponen los 775 y 786 del Código de Procedimiento Civil, se casa de oficio la sentencia de diecinueve de abril de dos mil diez, escrita a fojas 682, la que por consiguiente es nula y se la reemplaza por la que se dicta a continuación. Atendido lo resuelto, es innecesario pronunciarse sobre el recurso de casación en el fondo deducido en lo principal de fojas 683. Regístrese. Redacción a cargo de la Ministra señora Sandoval. Rol N° 3844-2010.- Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema, Integrada por los Ministros Sr. Héctor Carreño S., Sr. Pedro Pierry A., Sra. María Eugenia Sandoval G., y los Abogados Integrantes Sr. Emilio Pfeffer U. y Sr. Jorge Lagos G. Santiago, 28 de marzo de 2013. Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema. En Santiago, a veintiocho de marzo de dos mil trece, notifiqué en Secretaría por el Estado Diario la resolución precedente. Santiago, veintiocho de marzo de dos mil trece. En cumplimiento a lo dispuesto en el artículo 786 del Código de Procedimiento Civil, se dicta la siguiente sentencia de reemplazo. Vistos: Se reproduce la sentencia en alzada con las siguientes modificaciones: en su fundamento vigésimo segundo se suprimen las palabras “daño patrimonial”; se elimina el párrafo tercero del fundamento vigésimo tercero y el considerando vigésimo cuarto. Y se tiene el su lugar además presente: Primero: Que el Fisco de Chile ha sostenido que la controversia debe ser resuelta en conformidad con las normas contempladas en el estatuto general de responsabilidad y más precisamente en base a lo establecido en los artículos 2314 y 2322 del Código Civil, normas que establecen el régimen de responsabilidad del empleador por los daños cometidos por sus dependientes en el ejercicio de sus funciones, permitiendo exonerar de responsabilidad civil al principal si se prueba la falta de medios para prever o impedir inadecuado de las funciones del dependiente. el ejercicio Se trata, responsabilidad sostiene directa la del parte demandada, empleador de –Fisco-Ejército una de Chile- por los hechos de sus dependientes, con lo cual el juicio de reproche está constituido por la falta de cuidado o diligencia en el cuidado o vigilancia de aquéllos que están bajo su dependencia, esto es, la ausencia de adopción de medidas necesarias para haber evitado causar el daño por la conducta impropia de sus dependientes. En base a lo anterior es que se sostiene, en la impugnación de la sentencia de primer grado, que el FiscoEjército de Chile adoptó todos los resguardos posibles para evitar la comisión de hechos conscriptos, no negligente culposa de parte Que el caso o existiendo relativos una a conducta de la maltrato a deficitaria, Administración del Estado. Segundo: en de autos es un hecho no controvertido que el día 30 de junio de 2005 en el contexto de una campaña de instrucción militar, desarrollada en el marco del cumplimiento de su servicio militar obligatorio, el conscripto Alejandro Francisco González Rodríguez fue golpeado en su cabeza con un elemento contundente por quien detentaba en ese momento la superioridad jerárquica, golpe que le causó desprendimiento de retina de su ojo izquierdo y posteriormente la pérdida de la visión del mismo, lesión que derivó en que fuera dado de baja por incapacidad visual. Tercero: Que conforme lo expresado en los fundamentos precedentes se hace necesario señalar que, tal como se resolviera en los autos Rol N° 371-2008, caratulados “Seguel Cares Pablo Andrés con Fisco de Chile”, “hasta antes de la dictación de la Ley Nº 18.575 la responsabilidad del Estado se determinaba a través de la aplicación del artículo 2320 del Código Civil. Sin embargo, la situación varió con la promulgación de la Ley de Bases de la Administración del Estado el 5 de diciembre de 1986, que incorporó al Derecho Público chileno extracontractual administrativo el del sistema Estado francés, de responsabilidad elaborado principalmente por a el través derecho de la jurisprudencia del Consejo de Estado, que en opinión de la mayoría de los autores, constituye la mejor solución lograda por el derecho para asegurar un debido equilibrio entre los derechos de los particulares y los intereses públicos. La ley contempló entonces el artículo 44 -hoy 42- que prescribió: “Los órganos de la Administración serán responsables del daño que causen por falta de servicio. No obstante, el Estado tendrá derecho a repetir en contra del funcionario que hubiere incurrido en falta personal”. Sin embargo, se excluyó de la aplicación del Título II sobre normas especiales, donde había quedado ubicado el artículo 44, a la Contraloría General de la República, al Banco Central, a las Fuerzas Armadas y de Orden y Seguridad, a las Municipalidades, al Consejo Nacional creadas por ley. de Televisión Todo ello y en a el las empresas inciso públicas segundo de su aplicable a las particular, a las artículo 18 -actual 21-“. Para determinar instituciones qué excluidas sistema y, en el resulta caso Fuerzas Armadas, en dicho fallo se dejó establecido que “debe recurrirse al derecho común, teniendo presente que precisamente el desarrollo del derecho administrativo, allí donde ha ocurrido, ha sido a partir de la distinta interpretación de las normas de derecho común para el Estado y para las relaciones entre particulares, permitiendo de esta forma la conciliación de la actuación estatal, dotada de imperio público como guardiana del interés colectivo, con la protección de los derechos de los ciudadanos, de tal suerte que cabe aceptar la aplicación en nuestro país a partir del artículo 2314 del Código Civil de la noción de falta de servicio. públicos En efecto, al administrativos Estado pueden como serle a los otros aplicadas de entes manera diversa las normas del Título XXXV del Código Civil, sin que esto implique desde luego una errada interpretación de las mismas. Es así que las personas jurídicas son capaces de culpa, aunque carezcan de voluntad propia. La culpa civil, como señalan los hermanos Mazeaud y André Tunc, no requiere la voluntad, ni siquiera el discernimiento, no es necesariamente una culpa moral; es suficiente con comportarse de manera distinta a la que habría observado en parecidas circunstancias un individuo cuidadoso. De acuerdo con este razonamiento y ampliándolo, puede no exigirse para la responsabilidad de la persona jurídica Estado la culpa o dolo de sus órganos comportamiento o del representantes; servicio público basta sea con distinto que el al que debiera considerarse como su comportamiento normal; o sea, basta con probar una falta de servicio”. Cuarto: Que, a su vez, como se decidiera en los autos Rol N° 7919-2008 caratulados “Morales Gamboa Edith del Carmen con Fisco” y en los autos Rol N° 9318-2009, caratulados “Erwin Candia Hernández y otra con Fisco”, “a la noción de falta de servicio, aplicable a las Fuerzas Armadas y Carabineros a través del artículo 2314 del Código Civil, se le debe complementar la noción de falta personal, ya que la distinción capital en materia de responsabilidad extracontractual del Estado es precisamente entre falta de servicio y falta personal, la que por lo demás recoge el artículo 42 de la Ley de Bases de la Administración del Estado y el artículo 141 de la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades. Dicha falta personal compromete la responsabilidad del Estado cuando no se encuentra desprovista de vínculo con la función, lo que ocurre cuando ella se ha cometido en ejercicio de la función o con ocasión de la misma. Ahora bien, la noción de falta personal aplicable a las Fuerzas Armadas y Carabineros se debe hacer a partir del artículo 2320 ó 2322 del Código Civil, entendiéndose que la contemplan, para que de este modo, como se señaló en el fallo “Seguel con Fisco” ya citado, permita uniformar el sistema de responsabilidad extracontractual para todos los entes de la Administración del Estado”. Quinto: Que expuesto lo anterior conviene precisar que, de acuerdo a como han quedado asentados los hechos de la causa, claramente el ex Cabo 2º Rodrigo Meza Meza incurrió en lo que el personal” y derecho no una administrativo falta de denomina servicio, que una “falta ocasionó las lesiones en otro miembro del Ejército. Ahora bien dado el contexto en el cual se desarrollan dichos acontecimientos, estos es, en una campaña de instrucción militar, falta personal atribuida a Meza Meza no se encuentra desvinculada del servicio, sino que se ha cometido en ejercicio de la función que el Cabo 2° Meza realizaba. Sexto: Que en esta perspectiva, el Estado no puede desvincularse de la falta personal en que ha incurrido uno de sus agentes, por cuanto ha sido el Ejército quien puso al ex Cabo 2º a cargo de la instrucción de un grupo de conscriptos, entre los que se encontraba el demandante, de modo que la acción desplegada por el funcionario Meza Meza no se encuentra separada del servicio, sino que por el contrario, la función de instrucción militar que le fue asignada la ejerció indebidamente, cometiendo una falta personal en su ejercicio, por lo que compromete la responsabilidad estatal. Séptimo: Que la causal de exoneración de responsabilidad civil planteada por el Fisco de Chile se basa en lo dispuesto en el inciso final del artículo 2322 del Código sustantivo que señala, en lo pertinente: “Pero no responderán de lo que hayan hecho sus criados o sirvientes en el ejercicio de sus respectivas funciones, si se probare que las han ejercido de un modo impropio que los amos no tenían medio de prever o impedir, empleando el cuidado ordinario, y la autoridad competente”. Octavo: Que la norma precitada a la luz del artículo 1698 del Código Civil pone de cargo del Fisco de Chile la obligación de probar que dicha parte empleó el cuidado ordinario y competente para evitar la ocurrencia de la acción lesiva. Con dicho objeto acompañó copia de la instrucción N° 64 CJE. SECRET. N° 1595/64 S.D., emitida por el entonces Comandante en Jefe del Ejército, señor Juan Emilio Cheyre Espinoza, que da cuenta de directrices que prohíben cualquier tipo de maltrato de los superiores al personal subalterno, indicando que dicha conducta constituye una falta grave a la disciplina militar y que conlleva como sanción la baja de la persona que la ejecute. A la prueba documental señalada ha de adicionarse la declaración del Cabo Enfermero Álvaro Martínez Castro, quien expresa que efectivamente el Ejército de Chile cuenta con una política de prohibición de maltrato físico a los conscriptos, para lo cual la institución desarrolla actividades de instrucción acerca de dicho tema. Noveno: Que sin perjuicio de que el inciso final del artículo 2322 del Código Civil no es aplicable tratándose de una falta personal cometida por el funcionario en ejercicio de la función o con ocasión de la misma, la prueba a que se ha hecho referencia en el considerando anterior resulta del todo insuficiente para tener por configurada la causal de exoneración de responsabilidad contemplada en el inciso segundo del artículo 2322 del Código Civil, pues la norma en cuestión no se satisface sólo con la dictación de instrucciones o reglamentos generales, sino también exige y requiere de medidas anexas y complementarias tendientes a verificar su conocimiento y aplicación por parte de sus destinatarios, tarea esta última que importa una supervigilancia del cumplimiento de las instrucciones, para lo cual la organización en cuestión –Ejército de Chile- debe adoptar las medidas organizacionales necesarias para que ello ocurra, conductas y medidas que en el caso de autos no se demostró que existieran. Décimo: Que establecida la responsabilidad de la parte demandada en los hechos materia de la demanda cabe entonces emitir pronunciamiento acerca de las partidas resarcitorias pedidas por el demandante. Undécimo: Que al momento de fijar la pretensión el demandante señala que por concepto de daño emergente solicita ser indemnizado en la suma de $100.000.000, indicando como fundamento de ello la merma que le causó la lesión en su capacidad de trabajo, lo que le se traduce en su empobrecimiento. Por concepto de lucro cesante pide la suma de $50.000.000 y expone que dicha suma reparará lo que ha dejado de ganar o percibir, pues al tener visión disminuida tendrá menores expectativas, y finalmente solicita por concepto de daño moral la suma de $100.000.000. Duodécimo: Que como cuestión previa ha de señalarse que a partir del artículo 2329 del Código Civil, que dispone que “todo daño que pueda ser atribuido a malicia o negligencia de otra persona debe ser reparado por ésta”, se ha desarrollado el denominado “Principio de la Reparación Integral del Daño”, el cual se traduce en que todo daño debe ser reparado y en toda su extensión, es decir, el objeto de la reparación es poner al demandante en la misma situación en que se encontraría si no hubiese víctima del daño causado por el hecho del demandado. Establecido lo anterior y atento lo pedido en la demanda, se hace necesario recordar en términos generales la distinción entre daño patrimonial y daño extrapatrimonial; siendo el primero una afección meramente patrimonial, en el cual es posible diferenciar entre daño emergente y lucro cesante, constituyendo el primero una alteración directa al patrimonio, como por ejemplo los derivados de gastos y pérdidas, y el segundo, las desventajas económicas, pérdida de opciones o disminución de ingresos, conceptos ambos que encuentran Código su Civil. padecimientos recepción positiva El segundo, a bienes en en el cambio, que artículo viene carecen de 1556 del por los dado significación patrimonial. Décimo tercero: Que conforme lo establecido en la consideración precedente es posible señalar que el demandante confunde, en su petición, las categorías de daño emergente y lucro cesante, pérdidas pues futuras, ambas es las decir, fundamenta en incorpora el un hecho de elemento contingente, elemento que es propio del lucro cesante, con lo cual dicha petición debe ser reconducida hacia dicho ítem, lo que importa desestimar desde ya la alegación de daño emergente. Décimo cuarto: Que lo solicitado por concepto de lucro cesante habrá de ser desestimado toda vez que la prueba rendida por el demandante, principalmente testimonial, no da cuenta en forma cierta de que, producto de la agresión que sufrió haya dejado de percibir ingresos o visto disminuida su capacidad para producirlo; en otras palabras, no probó la pérdida del incremento neto que habría tenido su patrimonio de no haber ocurrido el hecho por el cual un tercero es responsable. Décimo quinto: Que en lo relativo a la petición de daño moral cabe tener presente que esta Corte pronunciándose acerca de la naturaleza del daño moral en los autos Rol N° 2073-2009 caratulados “Mellao y otros con Fisco de Chile” señaló que: “a fin de resolver este capítulo del recurso, es necesario determinar previamente la naturaleza del daño moral. Si bien no existe un concepto unívoco de lo que se entiende por tal, su acepción más restringida se relaciona con el pesar, dolor o aflicción que experimenta la víctima y que se conoce como pretium doloris. Sin embargo, esta visión ha dado paso, tanto en la doctrina como en la jurisprudencia, a considerar una concepción más amplia de tal concepto, a fin de reparar todas las especies de perjuicios morales y no sólo el pretium doloris, toda vez que en cada una de ellas hay atentados a intereses extrapatrimoniales diversos”. Y añade “Así, la profesora Carmen Domínguez Hidalgo ha manifestado sobre el punto: Estamos con aquellos que conciben el daño moral del modo más amplio posible, incluyendo allí todo daño a la persona en sí misma física o psíquica, como todo atentado Comprende pues contra el sus daño intereses moral todo extrapatrimoniales. menoscabo del cuerpo humano, considerado como un valor en sí y con independencia de sus alcances patrimoniales. Y agrega: “En suma, el daño moral estará constituido por el menoscabo de un bien no patrimonial que irroga una lesión a un interés moral por una que se encontraba obligada a respetarlo”. (En “El Daño Moral”, tomo I, Editorial Jurídica de Chile, 2002, páginas 83 y 84).” Décimo sexto: Que a los antecedentes referidos en los párrafos cuarto a sexto del fundamento vigésimo tercero, ha de adicionarse lo sostenido por los testigos que depusieron en estos autos, quienes se encuentran contestes en señalar que el demandante ha visto alterada su autoestima y ha generado desconfianza hacia la autoridad, lo que se suma a los cambios en su diario vivir, todo lo cual, además, le produjo, según consta del informe psicológico emitido por el médico Nicolás Avsolomovich que se encuentra agregado a fojas 118, un estado depresivo profundo con consecuencias negativas y traumáticas que le han alterado la esfera de vida. Décimo séptimo: Que el daño antes establecido es consecuencia inmediata y directa de la falta personal en que incurrió el ex Cabo 2° Meza Meza en el ejercicio de sus funciones al golpear al actor en su cabeza provocándole el desprendimiento consecuente de pérdida la retina de visión del del ojo izquierdo mismo, por lo y la que la sentencia de primera instancia será confirmada en esta parte. Décimo octavo: Que el monto de la indemnización por daño moral ascendente a $50.000.000 (cincuenta millones de pesos) sufrido por el actor deberá pagarse reajustada de acuerdo a la variación experimentada por del Índice de Precios al Consumidor entre la fecha de esta sentencia y la de su pago efectivo. No se dará lugar a los intereses solicitados por tratarse de un daño extrapatrimonial. Por estas consideraciones y teniendo además presente lo dispuesto en los artículos 144 y 186 y siguientes del Código de Procedimiento Civil, se declara: I. Se revoca la sentencia de diecinueve de junio de dos mil nueve, escrita a fojas 580 en cuanto en ella se condenaba al Fisco de Chile por concepto de daño emergente. II. Se confirma en lo demás la señalada sentencia, con declaración de que la suma ordenada pagar al Fisco de Chile deberá solucionarse reajustada de acuerdo a la variación experimentada por el Índice de Precios al Consumidor entre la fecha de esta sentencia y la de su pago efectivo. III. No se condena en costas a la parte demandada por no haber resultado totalmente vencida. Regístrese y devuélvase con sus agregados. Redacción a cargo de la Ministra Sra. Sandoval. Rol N° 3844-2010.- Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema, Integrada por los Ministros Sr. Héctor Carreño S., Sr. Pedro Pierry A., Sra. María Eugenia Sandoval G., y los Abogados Integrantes Sr. Emilio Pfeffer U. y Sr. Jorge Lagos G. Santiago, 28 de marzo de 2013. Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema. En Santiago, a veintiocho de marzo de dos mil trece, notifiqué en Secretaría por el Estado Diario la resolución precedente.