Dossier exposición -Zz Zidane, con todas sus letras

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Exposición ‘Zz Zidane, con todas sus letras’ con retratos de Philippe Bordas
Del 5 de mayo al 3 de junio de 2016
Inauguración: 5 de mayo de 2016
19.00 horas – Conferencia de Philippe Bordas sobre el proyecto
20.00 horas – Inauguración de la exposición
Horario habitual:
De martes a domingo
11.00 a 14.00 y 17.00 a 21.00 horas
Lunes cerrado
Sala 017
La Térmica
*Entrada libre hasta completar aforo
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El Centro de cultura contemporánea, La Térmica, presenta una exposición alrededor
de la figura del deportista Zinedine Zidane. ‘Zz Zidane, con todas sus letras’ se
inaugurará el próximo 5 mayo en La Térmica, y podrá visitarse hasta el 3 de junio de
2016. Todas las fotografías están realizadas por el fotógrafo y escritor Philippe
Bordas, y la exposición es una colaboración con la embajada de Francia en España, y
con el Instituto Francés de Madrid.
Se trata de una serie de imágenes tomadas por Bordas en 2006, cuando recibió el
encargo de un editor para publicar un libro con las últimas imágenes de la carrera del
futbolista, proyecto que finalmente nunca se materializó. Durante más de 100 días
realizó un seguimiento del deportista en los últimos meses de su etapa como jugador
del Real Madrid, equipo al que ahora entrena. Esto hizo que ambos estrecharán una
relación amistosa, motivada entre otras cosas porque ambos se criaron en extrarradios
de grandes ciudades.
El resultado es ‘Zz Zidane con todas sus letras’, una muestra de 40 fotografías donde
se puede ver a un Zidane que aparece retratado junto a Alfredo Di Stéfano con una
bandera del Madrid como fondo, con la selección francesa, o en el vestuario de la
Ciudad Real Madrid poniéndose su camiseta con el 5, entre otras imágenes. También
se mostrarán fotografías de la familia Zidane durante el último partido del futbolista en
el Bernabéu.
Philippe Bordas retrata a un hombre que está solo y a la vez rodeado en el campo de
fútbol, y que fuera de éste destila lo más potente de un personaje que ha firmado
episodios míticos en el mundo del fútbol. Trabajó con su cámara y poco más, para
respetar la privacidad del futbolista, y realizó la mayoría de fotografías en lugares con
poca luz, lo que dio lugar a la improvisación de forma habitual. En 2014, el artista
publicó el libro ‘Chant furieux’, a través de la editorial Gallimard, donde contaba su
experiencia vivida con el deportista.
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ZZ
Zidane como suena
Philippe Bordas
En la primavera de 2006, tres meses antes de la Copa del Mundo, me piden que
acompañe a Zinedine Zidane en los últimos pasos de su carrera, con la esperanza y el
encargo de inspirarme y recoger la experiencia en un libro desdemedido.
Hay que decir que no tengo ninguna idea de fútbol. Solo me gusta el ciclismo y el
boxeo. Nunca había visto un partido en directo y, de pronto, me encuentro en Madrid,
en el Bernabéu, rodeado de la familia Zidane, en el partido de su despedida.
De la noche a la mañana me veo arrastrado a su mundo. Zidane me permite
fotografiarlo todo; a sus allegados, sus hermanos, sus jornadas, incluido el vestuario,
donde nunca se aventuró nadie. Como si hubiese decidido que yo hiciese su álbum de
recuerdos. Me reúno con él en París. Posteriormente, en Madrid. Me adapto a su
vida. No está todavía en su mejor forma pero ha decidido que estará en la final de la
Copa del Mundo. Se lo cuenta a sus íntimos. ¿Cómo imaginar, no obstante, que hará
realidad este sueño? Posa, torso desnudo, como una estatua. Su mirada transmite
una determinación inquebrantable pero todavía no llego a captar su alcance.
Llego a Alemania para el encuentro Francia-España. Estoy en primera fila y, ante mí,
Zidane gana su apuesta. Marca in extremis. Renace en el final de su vida deportiva
como un campeón. Resucita y hace resucitar al equipo de Francia. Hasta el FranciaBrasil donde ofrece, como colofón a su carrera, su más bello recital de artista y
bailarín. Y Zidane llega a la final. Tal y como lo había decidido. Tal y como lo había
predicho.
Por desgracia, el voluminoso libro-memorial, no ha llegado nunca a editarse. Mis fotos
han dormido el sueño de los justos durante casi diez años. En el ínterin, dicha
aventura fotográfica se transforma en una novela, Chant furieux (Gallimard, 2014), en
la que narro el libro que no llegó a ver la luz.
Una novela en la que, armado únicamente con las palabras, he intentado trazar el
retrato de este personaje heroico y silencioso; en la que, mezclando la infancia de
Zidane en los barrios de Marsella a la mía en los suburbios de París, he puesto en
palabras aquellos gestos de fábula y he dado testimonio de esa aristocracia popular
encarnada a la perfección en Zidane. Esta exposición es lugar de encuentro de las
fotos y las páginas de la novela. El espacio de maridaje entre las imágenes y las
palabras, el espacio de encuentro entre el escritor y el fotógrafo.
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Extracto en apertura.
Le conté la historia de Zidane a todo el mundo; al portero, mis primas, mis vecinos de
arriba tan taciturnos y los de abajo, que se quejan de James Brown todo el santo día.
(...) Me dejé caer por todos los pisos y me jacté en las tiendas del barrio, desde
Denfert hasta Alésia. Aquellos días en los que era la sombra de Zidane. No iba a
hablar de ello toda mi vida. Narré hasta la saciedad el breve idilio, los cien días de
amor, hasta quedar sin aliento, estas mismas frases, las mismas palabras, tartamudo
de tanto repetirme. Al escuchar el nombre de Zidane, pocos son los que muestran
desdén, los rostros se hacen menos adustos, de admiradores, las miradas extasiadas,
boquiabiertos. (....) Su rostro inundaba el mundo. Durante tres meses, casi cien días,
ocupó todos mis pensamientos. El tiempo dejó de existir. Durante aquel tiempo,
volando de estadio en estadio, de finales de abril a principios de julio, Leica en mano.
De España a Alemania, de Madrid a París, hoy Hanover, mañana Hamburgo, pegado
a Zidane como una lapa, viví únicamente para él. Conté mil veces la historia y otras
tantas produje el éxtasis a multitud de gente, las chicas epatadas ante el icono
televisivo, las mujeres enardecidas, enloquecidas por aquellos ojos verdes, y los
chicos estupefactos, bendiciendo cada uno de sus gestos, imitando al dios del cesped.
Aquellos días locos.
Zidane iba delante, corriendo; yo lo marcaba como podía.
Íbamos a escribir el libro gigante, la Biblia de las mil viñetas, el aerolito más
voluminoso que jamás hubiese aterrizado en los estantes de las librerías, una
constelación de sus retratos, cientos de medallas, viñetas y regates, todos sus
malabares.
Chant furieux. Gallimard, 2014.
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Zidane, torso desnudo
No nos conocíamos y, sin embargo, hice la serie
definitiva; está bajo llave, no la publicaré nunca, Zidane
torso desnudo, una plancha completa, treinta y seis
tomas, Zidane surgiendo de la oscuridad, sin distintivos
ni publicidad, cual estatua, Eastwood te llamé, Zidane
con el busto enhiesto bajo la luz cenital, cabeza rapada
y sacando pecho, una figura pétrea en las alturas del
Bernabéu, entre los extintores y la caldera, con barba
de dos días, un rollo de película entero, iba cargando
mientras giraba, grado a grado, Zidane inmóvil, treinta y
seis imágenes a bocajarro, todas perfectas, un
milagro...
Vestuario del estadio
La foto, esa que nadie logró nunca, yo la conseguí, la imagen prohibida, Zidane me
hizo bajar, había olvidado una bolsa, o eso me dijo, desenfundé la Leica con suavidad,
Zidane torso desnudo en el vestuario de los dioses, los vestuarios del Real Madrid,
nadie se había aventurado allí, tengo esa foto, esa que nunca verá nadie, Zidane
cerca de las taquillas, Beckham o Ronaldo, las familias de las estrellas, las fotos
pegadas, aquella luz cavernosa, los brillos de su piel, tengo un montón, fotos nunca
vistas.
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Zidane y Di Stefano
Un dúo de leyenda digno de los almanaques, Zidane y Di Stefano, uno bien erguido, el
otro con su bastón, en las tinieblas de una pequeña habitación, las dos glorias más
aclamadas de España, inmortalizadas por mi cámara.
La familia de Zidane
La familia del rey.
Por primera vez, la dinastía al completo se dejaba ver en público. Como en un lienzo
de Goya. La familia real. Toda una estirpe de niños morenos. Aquellos pequeños de
aspecto mediterráneo y aquellas niñas color miel. Ella es la madre. Muy morena. Muy
racial. Su familia es de origen español. Por eso también era difícil jugar ese último
partido. En Madrid, estamos casi como en casa. Los Grandes de España. La Kabilia,
Marsella, Madrid, forman un triángulo.
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Philippe Bordas
Nació en 1961, vive y trabaja en
París. Residente en la Villa Médicis
en 1996, fue director de la película
‘Grand Battle’, seleccionada en el
festival de Venecia en 1996. Bordas
ha expuesto sus imágenes por todo
el mundo. Su trabajo fotográfico va
unido a su obra literaria, que
comenzó en 2008. Después de
haber mostrado la aristocracia
francesa popular en sus obras,
Philippe Bordas ofrece, con la
invención de la escritura, el retrato
de la aristocracia popular en África. Creció en Sarcelles, en 1986 compró una camára
Leica y decidió comenzar a fotografiar.
A los 25 años se exilió en África y estableció contacto con los boxeadores de Mathare
Valley. De vuelta a Francia en 1988, se convirtió en periodista y retratista de revistas.
También es conocido por ser el fotógrafo oficial de la cantante MC Solar y director de
su video “Fashion Victims”. Sigue ejecutando en paralelo un trabajo en profundidad
sobre África.
Escritor
Forcenés. Fayard, 2008. Folio Gallimard 2011.
L’invention de l’écriture. Fayard, 2010.
Chant furieux. Gallimard, 2014.
Cœur-Volant. Gallimard, 2016.
Fotógrafo
EXPOSICIONES PRINCIPALES
2016 Zz / Zidane en toutes lettres. Institut Français. Madrid. España
2013 Herojska Afrika - Galerija Fotografija. Ljubljana. Eslovenia.
2012 Les lutteurs du Sénégal - Galerie Young.Art Paris/Art Fair. Grand Palais. París.
2012 Moskvafrika- Photo Biennale. Moscú. Rusia.
2011 L’Afrique héroïque - Galerie Xippas.Paris Photo. Grand Palais. París.
2011 Les chasseurs du Mali - Biennale de Bamako. Mali.
2010 L’Afrique héroïque (1988-2008) - Maison Européenne de la Photo. Paris.
2004 L’Afrique à poings nus - Maison Européenne de la Photo. Paris.
2001 Bruly Bouabré - Galerie Brent Sikkema. New York.
2000 Fernando Botero - Alliance Française. Bogotá, Colombia.
1997 SolAAr in AAction - Musée des Arts Décoratifs. Paris.
1996 Bruly Bouabré - Villa Médicis. Roma.
1995 Bruly Bouabré - American Center. Paris.
1994 Bruly Bouabré / MC Solaar - Festival d’Arles.
1992-1995 Les boxeurs du Kenya - Galeries Photos Fnac.
1989 Les boxeurs du Kenya - Festival d’Arles.
EXPOSICIONES COLECTIVAS
2012 Les lutteurs du Sénégal. Galerie Young. Bruselas.
1998 « Au nom du Sport. » Galerie Gabrielle Maubrie. Paris.
(Kertesz, William Klein, J. H. Lartigue, M. Munkacsi.)
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CONSERVADOR
2001 « FELA ». (For Ever Lives Africa). Galeries Photos Fnac.
( B. Barbey, Abbas, P. Marlow, C. Steele-Perkins, P. Bordas, etc.)
LIBROS DE ARTISTA
2013 Bare-fisted Africa - ArtZine Éditions. Slovénie.
2004 L’Afrique à poings nus - Le Seuil. Prix Nadar. 2004.
1997 Au combat- Filigranes.
1995 Ousmane Sow - Revue Noire.
1994 Bruly Bouabré - Hazan / Revue Noire. Mohammed Dib - Revue Noire.
PORTFOLIOS &RETRATOS
Vogue, Vogue Homme, Vogue Japon, Géo, Elle, Glamour, Les Inrockuptibles, Max, Femme, Marie-Claire,
Photographies Magazine, Figaro Magazine, Figaro Madame, L'Équipe Magazine, Libération, Le Monde,
Le Monde 2, L'Autre Journal, Straight No Chaser, etc.
PORTADAS DE DISCO
MC Solaar (todos los trabajos visuales desde 1991 a 2008), Youssou N'Dour, Femi Kuti, Khaled, Lena
Fiagbe, Percy Sledge, Faudel, 1 2 3 Soleil, Jean-Louis Murat, Bernard Lavilliers, Ray Lema, Moos,
Walking Large, Julien Clerc, Carla Bruni, etc.
COLECCIONES
Collection personnel de Mohammed VI. Maroc.
Maison Européenne de la Photo (MEP). Paris.
FNAC. Fonds National d’Art Contemporain.
FondationBernard Magrez.
Musée Géo-André. Échirolles.
Galeries Photos Fnac.
Collections privées.
PREMIOS
Nadar price 2004 por L’Afrique à poings nus.
Prix Lacoste 2004 por L’Afrique à poings nus.
Prix du Livre Thomas Cook 2004 por L’Afrique à poings nus.
Villa Médicis. Rome, 1996.
REALIZADOR
1996 « Grand Combat » - Film Super 16 mm, color. 52 minutes. Diffusion CANAL + / Arte.
1996 / Festival de Venise. Nominé au Banf Rockie festival. Canada, 1997.
1992 « Victime de la mode » - vidéoclip for MC Solaar, NB/35 mm.
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Algunos cánticos descendían tímidamente desde las tribunas. Subiendo un tramo de peldaños, salidas de
una escalera oculta, aparecieron las señoras, las cuñadas y la esposa, Véronique Zidane, Fernández de
soltera, de sangre andaluza, así como la hermana, Lila, inconfundible melliza. Todas hijas de emigrados,
hijas de exiliados de Béjaïa y huidos de Almería. Con el iris oculto, viendo sin mirar, todas eran de una
belleza discreta, de aire seductor pero sin galantería. La esposa se expresaba con pasión, una morena de
mirada franca, sin las vulgaridades de sus homónimas futboleras, todas tan chic y con tanto artificio
rendidas ante las cámaras. Mujeres solemnes y mudas, ibéricas y moras, todas en pantalón salvo la
hermana, tan bella, que lucía una falda ancha y botines de flecos a lo amazona. No podía quitar los ojos
de la hermana: era la viva imagen del hermano, turbadora.
Llegaron los hermanos. Madjid, Nordine y Farid, el más alto. Todos con el mismo corte marcial y la
coronilla despoblada, como Zidane. Madjid, el mayor, vestía chaqueta vaquera. Mejillas hundidas, seco
como la mojama, seguía a las señoras y a las damas de honor, venidas desde Aveyron y Estaque, a
modo de procesión, mujeres de Marsella, pero hispanizadas. Señoras y niñas. Españolas pasadas por el
tamiz de Massilia, jóvenes hispanizadas, con acento del sur, con arte gitano. Parecían bañadas por la luz
del sol. La madre estaba detrás. Toda de negro. Un bello rostro. Vestida a la española. Una belleza de la
Kabilia al estilo sevillano. Hombros y brazos desnudos bajo el entramado de encaje. Cabellos negros y
vestimenta negra. Reinaba desde el último peldaño. Con suavidad, sonriente, dedicó una mirada a los
suyos para asegurarse de que estaban bien situados. Ella, la más menuda, y la más elegante. Había
decidido ser la más bella. Una pequeña figura mahometana. Un perfil distinguido. El estilo de Zidane. De
su madre, tomó la mirada, la órbita profunda, la boca, la inflexión de la nariz, pero se parece a la
hermana.
Siendo el padre el primero de su estirpe, el hijo era el que menos se parecía a él. Sus retratos parecían
pintados por artistas diferentes. Preparado para enfrentar una dificultad inédita, prudente bajo el manto de
matices pálidos, con su chaqueta gris, sus cabellos canos, todo envuelto en gris tanto como la madre lo
estaba en sus encajes negros, el padre marcó un tiempo muerto. Ante esa masa ingente, esas enormes
mareas humanas, sus gafas y su bigote hacían las veces de últimas defensas. Smaïl Zidane se acomodó
a la derecha de su esposa. Su apellido revoloteaba sobre sus cabellos, golpeando sus hombros, su nuca.
El nombre familiar lo rodeaba, aquellos estandartes, aquellos gritos. Los ecos de su apellido rebotaban
por doquier, multiplicándose, atizando no tanto su orgullo sino su malestar. Cejas pobladas, corte a
cepillo, sus cabellos canos y claros, el padre hacía gala de la depurada austeridad de los hombres
forjados por la paciencia y el miedo.
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Todo su cuerpo transmite una inquietud que lo recorre todo entero. Un fondo de sabiduría y de
intranquilidad se podía leer tras aquellas lentes. Una voluntad de ilegibilidad. Bondad contenida, dolor
sordo, Smaïl Zidane no tenía más parapetos que sus gafas color ámbar y su delgado bigote. Ese orgullo
anclado bajo el rostro carente de alegría. El padre había conservado el calor, la aridez y la rudeza del
antiguo país. Una autoridad absoluta, a la par que cándida. Sus ojos no engañaban. Que sus movimientos
fuesen contenidos, que sus brazos fuesen pesados, era la prueba para Zinedine de que el éxito no había
cambiado nada. Zinedine había elevado la genialidad del juego a cotas inéditas. El padre no había
alterado su suave templanza y sobriedad. Aquella cristalización virtuosa tranquilizaba al hijo. Zidane podía
patearse el mundo y contrastar todas sus locuras; no perdía de vista la referencia paterna. Smaïl Zidane
seguía siendo la única brújula.
Al final del partido, Zidane caminaba sobre el césped, en camiseta blanca de tirantes. Con sus hombros
descarnados, iba saludando al graderío, todo el mundo lloraba, él hacía por contener las lágrimas, a punto
de ceder. Lanzó una mirada a su familia. Lloraba con ellos. Se miraban llorando. El padre se mordía los
labios. Como Zinedine. Se esforzaba por no derrumbarse. Bebía las lágrimas de los suyos. Solo el padre
y el hijo intentaban resistir. El padre tomó a Enzo en sus brazos. Cuanto más lloraba Enzo, más lo
abrazaba el abuelo, como si exorcizase su propio llanto consolando al niño. Lila entró en escena. Acarició
las mejillas de su madre. Madre e hija se miraban, llorando, y el padre, al verlas, sacó un pañuelo de su
gran abrigo y se derrumbó. Las lágrimas llaman a las lágrimas.
Philippe Bordas.
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