la relación público-privado en la provisión de servicios sociales

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la relación público-privado en la provisión de servicios sociales
notas previas para una intervención y diálogo a desarrollar en la II Jornada sobre iniciativa social
(sobre la provisión de servicios desde la empresa cooperativa de iniciativa social) organizada por
Agintzari
en Bilbao el 22 de noviembre de 2003
Fernando Fantova
primero: la relevancia de la cuestión
Me sitúo ante un numeroso grupo de trabajadoras y trabajadores de una cooperativa de
iniciativa social dedicada a la provisión de servicios sociales y se me pide que intente
reflexionar sobre la cuestión que aparece en el título de este documento. Y la primera
pregunta que me surge es la siguiente: ¿por qué este tema es relevante para los
trabajadores y trabajadoras de lo social? Dicho de manera más drástica, si se me
permite: ¿qué le importa a la trabajadora o el trabajador si presta sus servicios desde una
proveedora pública o privada?
Y, ciertamente, no hace muchos días, un importante líder sindical con quien coincidía en
una mesa redonda venía a afirmar que en tanto que trabajadoras y trabajadores no
entramos, como tal, en el debate público-privado en materia de política social. Entramos,
seguía diciendo, en la medida en que hoy y aquí el hecho de trabajar en el sector público
o en el sector privado afecta de forma importante a nuestras condiciones laborales, a
nuestros derechos e intereses como trabajadoras y trabajadores. Quizá sus palabras no
eran éstas con exactitud pero no creo alterar el sentido de lo que dijo.
Creo que se podría decir que la afirmación del líder sindical escinde o separa en exceso
la condición de trabajador o trabajadora de la condición de ciudadano o ciudadana o,
directamente de la condición de persona. ¿Qué quiero decir con esto? Quiero decir que
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como trabajador de lo social no estoy dispuesto, en principio, a reconocer que ningún
agente o instancia presente en el escenario de la provisión de servicios sociales tiene un
mayor compromiso que yo con la misión y con las personas destinatarias de los servicios
sociales. Ni las instituciones públicas que diseñan las políticas sociales ni las entidades o
empresas de diverso tipo que gestionan servicios sociales tienen necesariamente más
interés que las trabajadoras y trabajadores en que se alcancen los objetivos por los que
existen los servicios sociales: el desarrollo autónomo y la integración comunitaria de
todas las personas y en especial de aquellas más vulnerables o desfavorecidas.
Creo que como trabajadores y trabajadoras de lo social podemos reconocer y reivindicar
esos objetivos como nuestros objetivos y esos intereses como nuestros intereses. Si eso
es así, creo que ya podemos presentar la razón principal para involucrarnos en el debate
público-privado. Nos involucramos en el problema porque como ciudadanos y ciudadanas
(y trabajadoras y trabajadores) sabemos que no da igual (que no le da igual, sobre todo,
a quien recibe los servicios) cómo se considere y articule, desde las políticas públicas, la
provisión de servicios sociales.
No soy ingenuo y sé que, hoy y aquí, no son éstas las consideraciones que toman en
cuenta muchas personas cuando se plantean el trabajo en el sector público o en el sector
privado. Soy perfectamente consciente de que, hoy y aquí, las condiciones laborales y
salariales de una persona que trabaje en los servicios sociales públicos o en los privados
pueden ser sustancialmente diferentes y que en general se prefieren las del sector
público. Sin embargo, sigo afirmando lo que he dicho y lo propongo para el debate.
segundo: los términos del problema
Intentemos esclarecer, en segundo lugar, cómo se plantea, hoy y aquí, la relación
público-privado en el campo de los servicios sociales. Para hacerlo dejadme que parta de
las personas destinatarias de los servicios sociales (que, en mi concepto, somos todas
las personas). Dejadme que ponga en el centro del escenario a las personas y sus
necesidades. A la hora de responder a las necesidades que tenemos las personas creo
que, esquematizando, podemos obtener respuesta en cuatro esferas o ámbitos distintos:
el ámbito familiar y de las redes primarias, el ámbito público, el ámbito privado lucrativo y
el ámbito de la iniciativa social.
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Por poner un ejemplo de un campo diferente pero próximo al nuestro, todos sabemos que
hay necesidades sanitarias que se cubren en nuestro ámbito familiar, sobre todo si
tenemos un pariente médico; otras muchas se resuelven en el centro de salud de
Osakidetza; en tercer lugar, hay quien hace uso de la medicina privada y paga tras cada
consulta; y también sabemos que hay organizaciones no gubernamentales que actúan en
el campo de la salud.
Hasta aquí todos de acuerdo. Entonces: ¿dónde está el problema? El problema está en
la interpretación o valoración que hacemos de esa pluralidad de ámbitos de respuesta a
las necesidades sociales. El debate empieza cuando marcamos nuestras opciones en
relación con las ventajas y desventajas de cada una de esas esferas en la respuesta a
las diferentes necesidades que se presentan en una sociedad. Ese es, posiblemente, el
núcleo del debate en materia de política social. Lógicamente no es objeto de esta
intervención zanjar ese debate. Sin embargo, sí intentaré hacer dos o tres afirmaciones
sobre dicha cuestión refiriéndome, cada vez más, al ámbito de los servicios sociales.
Como primera afirmación señalaría que la existencia de esas diversas esferas puede ser
interpretada como un signo de desarrollo social. Si viajáramos en la máquina del tiempo
descubriríamos que nuestros antepasados no contaban con tantos tipos de dispositivos.
Así, pues, en principio, tomemos esa pluralidad como síntoma de una sociedad
desarrollada y compleja que brinda a sus ciudadanos y ciudadanas más alternativas y
más oportunidades para dar respuesta a sus necesidades.
La segunda afirmación que quiero hacer es que el servicio que se brinda o los resultados
que se obtienen no son exactamente los mismos según cuál sea la esfera o ámbito del
que estemos hablando en cada caso. Dicho de otra manera y volviendo al ejemplo
sanitario: todas las esferas o ámbitos dan respuesta a necesidades de salud pero, en
cada caso, con elementos característicos, con puntos fuertes peculiares, con valores
añadidos específicos. No puedo extenderme aquí pero creo que cada lectora o lector
puede pensar en cuáles son las ventajas comparativas (si se permite la expresión) de
cada una de las cuatro esferas mencionadas. O lo podemos suscitar en el debate.
La tercera y última afirmación es que, en materia de servicios sociales, parece imponerse
el denominado modelo mixto, es decir, el de la copresencia del sector público, el tercer
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sector y el sector lucrativo. Soy consciente de que eso no es decir mucho pero,
reconozcamos, aunque sea en trazos de brocha gorda, que las familias y redes primarias
tienden a hacerse cargo de diferente manera de una serie de cuidados y atenciones; que
ante ese reto creciente los poderes públicos van a mantener e incrementar su apuesta
por una cierta red de servicios sociales de gestión pública; pero que dada la naturaleza y
envergadura de las necesidades y problemas a casi nadie se le ocurre prescindir de la
iniciativa privada sin y con ánimo de lucro.
Dicho esto, señalaré que el diseño está prácticamente por hacer. Creo que nuestros
servicios sociales están en un momento clave precisamente para la definición de los
papeles de esas diferentes esferas o ámbitos y de los diversos agentes o instancias y
que la historia no está escrita de antemano. El denominado sistema de servicios sociales
ha ido creciendo en un estado de desestructuración pero posiblemente estamos próximos
a un tiempo de reordenación del panorama, de nuevo reparto de papeles, de diferentes
apuestas estratégicas.
Así, entre otras, podríamos hacernos preguntas como las siguientes: ¿Cómo
comprenderán las administraciones públicas su responsabilidad pública en materia de
servicios sociales? ¿Qué unidades administrativas o de servicios serán de gestión pública
directa? ¿En qué subsectores harán los poderes públicos una discriminación positiva que
favorezca al tercer sector? ¿Cómo se estructurarán los diversos mercados sociales para
la provisión de diversos servicios sociales? ¿Qué derechos serán garantizados y podrán
ser exigidos? ¿Qué espacios de intervención social quedarán fuera del marco del sistema
público de servicios sociales? ¿Cómo se estructurará internamente el tercer sector?
¿Qué diversos posicionamientos emergerán en el tercer sector en cuanto a sus
relaciones con las bases sociales, los poderes públicos o los mercados? ¿En qué
ámbitos y cómo se fortalecerá la iniciativa privada con ánimo de lucro?
tercero: el papel de la iniciativa social
En ese panorama, en mi opinión, la iniciativa social, las organizaciones no lucrativas
pueden tener un importante protagonismo. Por la complejidad de la situación que vivimos
y de las perspectivas que se avizoran; por la naturaleza radicalmente relacional de
muchas de las necesidades a las que se da respuesta en el campo de los servicios
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sociales, por la tradicional importancia de las que ahora llamamos organizaciones no
gubernamentales en el sector, por el creciente protagonismo del tercer sector en torno a
una gran variedad de retos sociales, y así sucesivamente.
Creo que no es casualidad que estemos hablando del papel del tercer sector en la
política social y, específicamente, en el campo de los servicios sociales. Y creo que es un
error pensar, como se hace a veces, que el sector no lucrativo opera con fuerza en el
campo de los servicios sociales por lo que se denomina fallos del Estado. Desde mi punto
de vista, la iniciativa social no tiene que sentirse acomplejada y creer que existe por un
insuficiente desarrollo de la gestión pública. Sin entrar en muchas matizaciones históricas
creo que puede decirse que cuando los poderes públicos comenzaron a involucrarse en
las cuestiones que hoy se entienden como del interés de los servicios sociales hacía
tiempo que el que podríamos denominar sector voluntario ya lo venía haciendo.
Por otra parte, creo que hay argumentos de peso que nos pueden hacer pensar en que la
iniciativa social, en el entorno de lo que denominamos servicios sociales, está para
quedarse y tiene mucho que aportar. Nos hallamos en un contexto de cambios radicales
y de nuevos papeles de las familias y redes primarias, en el que los poderes públicos se
exponen a demandas y presiones de diverso signo en relación con las políticas de
solidaridad, en el que el discurso de la mercantilización arrecia con fuerza. Y en ese
contexto creo que la iniciativa social se presenta como una pieza clave de las políticas
sociales en nuestras sociedades complejas, en la medida en que ofrece nuevas
soluciones a dicotomías (familia-estado, mercado-estado, familia-mercado) que, de lo
contrario, tendrían difícil salida.
Tengo para mí que, mirando las cosas desde el punto de vista de la ciudadanía y,
particularmente, intentando mirar las cosas desde el punto de vista de las personas en
situación de vulnerabilidad, dependencia, riesgo o exclusión, las entidades de iniciativa
social son y pueden ser cada vez más un recurso valioso, apoyo de familias y
comunidades, herramientas para la reconstrucción de lo público, factor de dinamización
social y escuela de solidaridad para una sociedad satisfecha a la que no le sobran
espacios donde ésta se reproduzca y se reinvente.
Esto no quiere decir, sin embargo, que las organizaciones del tercer sector cumplan
siempre esas promesas de las que venimos hablando. Cada vez que intento vender esta
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moto me presentan ejemplos y ejemplos en los que entidades de iniciativa social no son
sino empresas con ánimo de lucro encubiertas, puras redes clientelares o malos
sucedáneos de la intervención pública directa. Lo sé. Sin embargo, lo que quiero
proponer para el debate son las condiciones de posibilidad de un verdadero tercer sector
que no pierda sus señas de identidad y que sea sostenible en la aportación de ese valor
añadido peculiar del que venimos hablando.
cuarto: trabajando en los servicios sociales desde la iniciativa social
Y para terminar estas notas con las que quiero ir calentando motores para un diálogo me
referiré a quienes de una u otra manera trabajamos en el ámbito de la iniciativa social
dedicada a los servicios sociales (o, si se quiere un término más amplio y abarcador, a la
intervención social). Y me referiré brevemente a nuestro papel en toda esta historia de la
que estamos hablando.
Creo que como trabajadoras y trabajadores nos ha tocado vivir una determinada época
caracterizada por la complejidad y la turbulencia en nuestras relaciones con las
organizaciones en las que nos encuadramos y la sociedad a la que decimos servir.
Vivimos en una sociedad en la que, en buena medida de la mano de las nuevas
tecnologías de la información y la comunicación, las realidades organizacionales se están
transformando de manera radical. Las organizaciones e instituciones se descomponen y
se recomponen en red y los vínculos entre personas y organizaciones se hacen más
frágiles y discontinuos. El trabajo ya no es fuente de identidad a la manera clásica y
nuestros itinerarios laborales se componen de cada vez más eslabones diferentes.
Como casi todo en la vida, esto podemos vivirlo como una amenaza o como una
oportunidad. Algunas personas quizá añoren el viejo modelo del varón trabajador que
pasa toda su vida laboral en una misma empresa hasta que se jubila, pero quizá también
podamos ver lo que esta nueva situación nos ofrece de apertura, flexibilidad e, incluso, si
se me permite la expresión, de aventura. La aventura de construir nuestra propia
identidad profesional, de labrar un posicionamiento personal y colectivo en un entorno
complejo, de aprender a gestionar nuestro capital intelectual y relacional ya así
sucesivamente.
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Estos retos, sin embargo, nos obligan a eso que los clásicos de la gestión de recursos
humanos llamaban enriquecimiento del puesto. La situación nos empuja a incorporar
cada vez más a cada uno de nuestros puestos de trabajo toda una serie de procesos
cada vez más complejos. Se nos invita a cada persona, allá donde estemos, a intentar
ser constructores de conocimiento, constructores de redes, constructores de política,
constructores de estrategia, y así sucesivamente. Se nos invita a no amputarnos ninguna
de las dimensiones y riquezas que como personas tenemos.
Y posiblemente las entidades de iniciativa social no sean los peores lugares para
enfrentar esos retos. No lo serán en la medida en que cultiven y expresen sus señas de
identidad, en la medida en que mantengan capilares sensibles a los cambios que se
producen en el tejido social, en la medida en que sean y sigan siendo espacios para el
compromiso solidario y la participación, en la medida en que demuestren ser alternativas
sostenibles para el trabajo profesional y la prestación de servicios, en la medida en que
gestionen en forma inteligente su interlocución con los poderes públicos. Y así
sucesivamente.
El diálogo y el debate están servidos. He intentado imaginarme por dónde os podría
resultar interesante abordar este tema pero, sin duda, cuando nos encontremos, tras una
presentación en la que recoja y desarrolle lo dicho aquí, podremos dialogar y debatir
sobre estas y otras cuestiones que espero sean de vuestro interés.
Hasta pronto.
para ampliar la reflexión
Algunos libros o artículos más o menos recientes:
ARIÑO, A. (ed.) (2003): Diccionario de la solidaridad. Valencia, Tirant lo Blanch.
CASADO, D. y GUILLÉN, E. (2001): Manual de servicios sociales. Madrid, CCS.
CORNELLA, A. (2003): Hacia la empresa en red. Barcelona, Gestión 2000.
FANTOVA, F. (2003): “Perspectivas en gestión de servicios sociales” (próxima
publicación en Zerbitzuan, www.siis.net) (podéis solicitar éste y también otros
documentos a [email protected]).
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HERRERA, M y CASTÓN, P. (2003): Las políticas sociales en las sociedades complejas.
Barcelona, Ariel.
RODRÍGUEZ CABRERO, G. (coord.) (2003): Las entidades voluntarias de acción social
en España. Madrid, Fundación FOESSA.
SUBIRATS, J. (2002): Redes, territorios y gobierno. Barcelona, Diputació de Barcelona.
Algunas páginas de Internet con mucha documentación interesante:
www.siis.net
www.fundacionalternativas.com
www.iesam.csic.es
www.redrentabasica.org
www.fantova.net
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