XDO. DO MERCANTIL N. 1 notificado 19-10-15 PONTEVEDRA SENTENCIA: 00172/2015 ROSALIA DE CASTRO 5 Teléfono: 986 80 51 66 Fax: 986 80 51 55 N04390 N.I.G.: 36038 47 1 2015 0000186 OR5 ORDINARIO CONTRATACION-249.1.5 0000121 /2015-CProcedimiento origen: / Sobre OTRAS MATERIAS DEMANDANTE D/ña. ALEJANDRA LAGO ALONSO Procurador/a Sr/a. MARTA ROBES CABALEIRO Abogado/a Sr/a. RICARDO MANUEL GOMEZ LOUREDA DEMANDADO D/ña. BANCO DE CAJA ESPAÑA DE INVERSIONES SALAMANCA Y SORIA SAU Procurador/a Sr/a. DOLORES ABELLA OTERO Abogado/a Sr/a. SENTENCIA En Pontevedra, a 14 de octubre de 2015. Juez que la dicta: Roberto de la Cruz Álvarez. Demandante: Alejandra Lago Alonso. Procurador: Marta Robés Cabaleiro. Abogado: Ricardo M. Gómez Loureda Demandado: Banco de Caja España de Inversiones, Salamanca y Soria, SAU. Procurador: Dolores Abellá Otero. Abogado: Fernando Torres Álvarez. Objeto del juicio: Nulidad de condiciones generales de la contratación. ANTECEDENTES DE HECHO PRIMERO.- El presente procedimiento trae causa de la demanda presentada el día 29 de abril de 2015 por la representación procesal de la Sra. Lago en que reclamaba la declaración de nulidad de la llamada cláusula suelo-techo de determinado contrato de préstamo hipotecario. Admitida a trámite la demanda, fue emplazado el demandado quien contestó por medio de escrito presentado en fecha 3 de junio de 2015, oponiéndose a la misma. SEGUNDO.- Tras ello fueron citadas las partes personadas a la celebración de la audiencia previa al juicio, que tuvo lugar el día 22 de junio de 2015. En ella se trataron las cuestiones procesales, documentales y demás según consta en el acta levantada al efecto, y fue propuesta y admitida la prueba. La práctica de la misma se verificó el día 7 de octubre de 2015 en la sede de este Juzgado con el resultado que obra en las actuaciones; tras lo cual las partes formularon conclusiones y quedaron los autos vistos para dictar sentencia. TERCERO.- En la tramitación del presente procedimiento se han observado las prescripciones legales esenciales. FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO.En el presente procedimiento las partes cuestionan la validez y eficacia de la llamada cláusula suelotecho del contrato de préstamo hipotecario que se referencia, contratado en su día con la entidad Caja España de Inversiones, Caja de Ahorros y Monte de Piedad, hoy la demandada en legitimación no discutida, y en el que se habría subrogado la demandante tras la compraventa del bien gravado. Será anticipado ya que, guardando el presente proceso grandes similitudes con otros tramitados en este mismo Juzgado –en particular, en autos de OR5 98/2015-, los conceptos básicos aquí tratados verán reproducido lo entonces resuelto. La hoy actora, de este modo, entiende en resumen que nos hallamos ante una condición general de la contratación que, por una parte, no supera los requisitos de transparencia fijados en la conocida Sentencia del Pleno del Tribunal Supremo de 9 de mayo de 2013 y por otra, resulta abusiva en tanto muestra un manifiesto desequilibrio entre las prestaciones de las partes. Con heterogénea cita legal y jurisprudencial, pero que se asienta principalmente en el RD Legislativo 1/2007 (particularmente, su art. 82, que define la abusividad de una cláusula), la Ley de Condiciones Generales de Contratación (que en su art. 8 prevé la llamada acción individual) y la sentencia citada, se suplica en consecuencia la declaración de nulidad de la citada cláusula. A pesar de exponerse determinados cálculos en la narración fáctica, y de mencionarse en la fundamentación jurídica los preceptos legales referidos a los vicios del consentimiento, en el acto de la audiencia previa –con la relevancia que se verá- se confirma, sin oposición al respecto, que la acción es única y pretende la declaración de nulidad por abusividad; así como la expresa reserva para juicio posterior de la determinación de las sumas que hubiese de corresponder a la actora como consecuencia de una eventual estimación. Frente a ello, el banco accionado ofrece como motivos de oposición para sostener la validez de la cláusula la negación de la naturaleza de condición general de la contratación de aquélla y aún de la condición de consumidora de la demandante; se defiende el cumplimiento de los parámetros de transparencia que hayan de ser realmente aplicables al supuesto, toda vez que la operación fuese producto de una negociación individual y consciente; se apela a los propios actos de la actora; y se rechaza en cualquier caso y a pesar de la reserva formulada la devolución de suma alguna en virtud del posible efecto retroactivo de la sentencia que pudiera llegar a dictarse. Debe partirse, en cualquier caso, de la realidad del contrato de novación de préstamo hipotecario de 25/5/2006 y 2 compraventa con subrogación de contenido (281.3, 405 y 319 LEC). 24/9/2008 y su respectivo El texto del que se predica la nulidad en el presente caso es el siguiente: “TERCERA BIS.- TIPO DE INTERÉS VARIABLE.- (…) En ningún caso el tipo de interés nominal anual resultante de cada variación podrá ser superior al DOCE COMA CINCUENTA (12,50%) ni inferior al TRES COMA QUINCE POR CIENTO (3,15%)” SEGUNDO.- El primer objeto de discusión pasa, así, por considerar o no aquélla como una condición general en los términos previstos en su Ley reguladora. De este modo, el artículo 1.1 de la Ley 7/1998 dispone que "Son condiciones generales de la contratación las cláusulas predispuestas cuya incorporación al contrato sea impuesta por una de las partes, con independencia de la autoría material de las mismas, de su apariencia externa, de su extensión y de cualesquiera otras circunstancias, habiendo sido redactadas con la finalidad de ser incorporadas a una pluralidad de contratos”. Para su interpretación, resulta obligado acudir a lo resuelto en la STS 9/5/2013, de la que se rescatan los parámetros que resultan más relevantes para el caso. Así, para que una cláusula tenga la consideración de condición general (P. 137), debe reunir los siguientes requisitos: a) Contractualidad: se trata de "cláusulas contractuales" y su inserción en el contrato no deriva del acatamiento de una norma imperativa que imponga su inclusión. b) Predisposición: la cláusula ha de estar prerredactada, siendo irrelevante que lo haya sido por el propio empresario o por terceros, siendo su característica no ser fruto del consenso alcanzado después de una fase de tratos previos. En particular en el caso de los contratos de adhesión. c) Imposición: su incorporación al contrato debe ser impuesta por una de las partes -aunque la norma no lo exige de forma expresa, dada su vocación de generalidad, debe ser impuesta por un empresario-, de tal forma que el bien o servicio sobre el que versa el contrato nada más puede obtenerse mediante el acatamiento a la inclusión en el mismo de la cláusula. d) Generalidad: las cláusulas deben estar incorporadas a una pluralidad de contratos o estar destinadas a tal fin ya que, como afirma la doctrina, se trata de modelos de declaraciones negociales que tienen la finalidad de disciplinar uniformemente los contratos que van a realizarse. Resulta irrelevante (P. 138): a) La autoría material, la apariencia externa, su extensión y cualesquiera otras circunstancias; y b) Que el adherente sea un profesional o un consumidor. Sí se entiende trascendente que (P. 144): a) El hecho de que se refieran al objeto principal del contrato en el que están insertadas, no es obstáculo para que una cláusula contractual sea calificada como condición general de la contratación, ya que esta se define por el proceso seguido 3 para su inclusión en el mismo. b) El conocimiento de una cláusula -sea o no condición general o condición particulares un requisito previo al consentimiento y es necesario para su incorporación al contrato, ya que, en otro caso, sin perjuicio de otras posibles consecuencias - singularmente para el imponente- no obligaría a ninguna de las partes. c) No excluye la naturaleza de condición general de la contratación el cumplimiento por el empresario de los deberes de información exigidos por la regulación sectorial. Y, en conclusión, a) La prestación del consentimiento a una cláusula predispuesta debe calificarse como impuesta por el empresario cuando el consumidor no puede influir en su supresión o en su contenido, de tal forma que o se adhiere y consiente contratar con dicha cláusula o debe renunciar a contratar. b) No puede equipararse la negociación con la posibilidad real de escoger entre pluralidad de ofertas de contrato sometidas todas ellas a condiciones generales de contratación aunque varias de ellas procedan del mismo empresario. c) Tampoco equivale a negociación individual susceptible de eliminar la condición de cláusula no negociada individualmente, la posibilidad, cuando menos teórica, de escoger entre diferentes ofertas de distintos empresarios. d) La carga de la prueba de que una cláusula prerredactada no está destinada a ser incluida en pluralidad de ofertas de contrato dirigidos por un empresario o profesional a los consumidores, recae sobre el empresario. Desde este general planteamiento, el acervo probatorio obrante en autos no permite alcanzar la conclusión de que la cláusula a examinar haya sido fruto de una negociación individualizada de acuerdo con los criterios acabados de exponer. En parecer del juzgador, el hecho de que nos hallemos ante una subrogación, incluso en los propios términos de la escritura de préstamo a promotor, refuerza la naturaleza de condición general. Antes al contrario, precisamente, el prestamista preveía –como además es el objeto propio del préstamo cuando se otorga para la promoción inmobiliaria- que esas condiciones sean las aplicables para cualquier comprador, con carácter indiscriminado, que hubiese de subrogarse en la posición del prestatario inicial. No puede, así, el banco escudarse en que no ha sido parte en el contrato de compraventa, por cuanto él mismo y en su interés ya dejó prerredactadas las condiciones que habría de observar el futuro comprador, que en base a un consentimiento previamente manifestado por el prestamista, pasa a integrar la contraparte en el negocio bilateral cuya nulidad parcial se pretende. El carácter indisponible de la cláusula limitativa, en cualquier caso, ha sido expresamente confirmado por el antiguo empleado de la demandada en su declaración en juicio, así como por la actual trabajadora Sra. da Silva, que confirma su imposición general; amén de ser notorio en esta sede la existencia de una 4 multiplicidad de cláusulas similares a la examinada. La alegación coetánea de existencia de negociación y de desconocimiento de la subrogación no parece admisible, y el hecho de que la entidad unilateralmente y dependiendo de la coyuntura varíe al cabo de determinado tiempo el tope máximo a ofrecer a todos los clientes durante tal periodo–que es lo reconocido por el testigo-, en absoluta desvirtúa un carácter impuesto que resulta patente. La conclusión que se alcanza –como parece llegar a reconocerse en conclusiones- de lo que se acaba de apuntar no es otra que nos hallamos, en efecto, ante una auténtica condición general, toda vez que concurren los indicados, en los términos expuestos, requisitos de contractualidad, predisposición, imposición y generalidad. Debe ser rechazado así, sin más, el motivo de oposición consistente la pretendida naturaleza a la cláusula de litis. Estamos, pues, ante una condición general de la contratación que por tanto ha de ser examinada bajo el prisma de lo dispuesto en su Ley reguladora (7/1998) y de los criterios establecidos en la citada STS 9/5/2013. Y toda vez que, como se declara en ésta, que una condición general defina el objeto principal de un contrato (como con carácter general ha de entenderse de las denominadas cláusulas suelo, en tanto que definidoras del precio del préstamo) y que, como regla y por ello mismo (como resulta del art. 4.2 de la Directiva Comunitaria 43/13), no pueda examinarse la abusividad de su contenido, no supone que el sistema no las someta al doble control de transparencia, que debe ser aplicado a la ahora atacada, y cuya falta de cumplimiento constituye el motivo esencial por el que por el que cabría entrar en el examen de la abusividad de la condición atacada. (SAP Pontevedra 30/4/2015, entre innumerables). Y todo ello, en la medida en que la actora haya de considerarse consumidora a estos efectos. Lo que, aunque negado, debe entenderse probado por cuanto lo que resulta del relato común de las partes es que la demandante, bien que pareja del gerente de la promotora, trabajaba como administrativa a las órdenes de éste, sin que conste participación alguna en el negocio de su empleadora ni que su profesión habitual entonces –ni menos ahora- fuese la de la promoción o la venta inmobiliaria en beneficio propio. Y si bien el hecho de que en la propia escritura se disponga que no se trata de adquisición para vivienda habitual –lo que de otro modo no consta- permite razonablemente pensar que la vivienda se adquirió como inversión, para obtener un rendimiento por su reventa o alquiler; lo cierto es que la interpretación del actual art. 3.1 del RDLeg. 1/2007 que venía efectuando el juzgador por el que tales adquisiciones permiten descartar la naturaleza de consumidor que cabe presumir en una persona física que cuenta con un trabajo asalariado, ha sido 5 desautorizada por la doctrina de nuestra Ilma. Audiencia Provincial, que dispone (vid. S. 16/7/2015) considerar como consumidores a los inversores no profesionales de productos financieros que adquieren para revender o para especular con su valor, o a una persona física al margen de su actividad empresarial o profesional que adquiere un bien para "invertir", siempre que tal actividad no se realiza de forma habitual, formando parte de su profesión u oficio. Aún cuando conste y haya sido aceptado que la actora adquiriese previamente otra vivienda al 50%, no cabe decir que su profesión habitual fuese ésa. El contrato, por tanto, debe verse incluido en el ámbito de actuación previsto en el art. 3 del RDLeg. 1/2007. TERCERO.- Pues bien, las premisas del primer control de transparencia, referido al examen de incorporación de la cláusula al contrato a que se refieren los artículos 5 y 7 de la LCGC, se satisfacen, como reconoce el Tribunal Supremo en la sentencia antes citada (p. 202), en el caso de las cláusulas suelo, siempre que se dé cumplimiento en los procesos de concesión de préstamos hipotecarios a los consumidores las previsiones de la normativa sectorial (OM de 5 de mayo de 1994), ya que ésta garantiza razonablemente tales premisas; en particular atención a que, ciertamente, la redacción de la impugnada cláusula del contrato de préstamo hipotecario, reproducida supra, cuenta con una redacción sencilla en sí misma. En el presente caso, si bien podría no ser exactamente del caso la citada OM al tratarse de venta con subrogación, ha de decirse que ello no exime a la entidad de haber informado en modo suficiente a los prestatarios. Como ha razonado la reciente SAP de Pontevedra de 5/2/2015, más allá de que aún no hubiese entrado en vigor la actual normativa de 2011, la obligación de informar al prestatario, inicial o subrogado, incumbe a la entidad de crédito prestamista, con independencia de las que, además, puedan imponerse al promotor/vendedor en el desenvolvimiento de su actividad empresarial y que en modo alguno empecen o desdibujan la que corresponde a aquélla. El antiguo empleado Sr. Magaz confirma, incluso, que la entidad les conminaba a conducir a los compradores a sus oficinas para examinar cada caso. Pues bien, en el presente supuesto, lo cierto es que no consta absolutamente ninguna información previa escrita a la prestataria. Y el mismo testigo Sr. Magaz no recuerda el caso con precisión pero reconoce que, en general, sobre la cláusula de litis, o bien se ocultaba, o al menos no se informaba debidamente, en tanto ello suponía una merma de oportunidades de contratación respecto de las entidades de la competencia que no imponían tal limitación. Lo que tampoco confirma su entonces compañera. El primer filtro de incorporación, por tanto, no parece cumplido. Pero, en opinión del juzgador, tampoco se puede entender superado el segundo control, de transparencia propiamente 6 dicha, lo que revela una abusividad que ha de ser declarada. Para efectuar éste, el Tribunal Supremo nos señala (p. 225) diversos criterios que serían reveladores de falta de transparencia de las cláusulas suelo/techo. En concreto: “a) Falta información suficientemente clara de que se trata de un elemento definitorio del objeto principal del contrato. b) Se insertan de forma conjunta con las cláusulas techo y suelo como aparente contraprestación de las mismas. c) No existen simulaciones de escenarios diversos relacionados con el comportamiento razonablemente previsible del tipo de interés en el momento de contratar. d) No hay información previa clara y comprensible sobre el coste comparativo con otras modalidades de préstamo de la propia entidad –caso de existir- o advertencia de que al concreto perfil de cliente no se le ofertan las mismas. e) En el caso de las utilizadas por el BBVA, se ubican entre una abrumadora cantidad de datos entre los que quedan enmascaradas y que diluyen la atención del consumidor.” Criterios que no constituyen un catálogo exhaustivo de circunstancias a tener en cuenta con exclusión de cualquier otra, ni tampoco la presencia aislada de alguna de ellas es necesariamente condición suficiente para que deba considerarse no transparente una cláusula suelo (o suelo/techo), como precisó el Tribunal Supremo en su auto de fecha 3 de junio de 2013, aclaratorio de la precedente sentencia de 9 de mayo de 2013. Y revisando los hechos acreditados en atención a los parámetros expuestos, la conclusión a alcanzar ha de ser negativa. Así, se trata de una condición general que, aunque su redacción sea ciertamente clara, está enmarcada en el contexto de una sucesión de novaciones modificativas del préstamo a promotor entre los que queda enmascarada y que contribuyen a diluir la atención sobre la misma del consumidor, caso de que pudiera hacerse con la escritura original. La cláusula recibe asimismo un tratamiento impropiamente secundario de modo que el consumidor no percibirá su verdadera relevancia. Tampoco consta que se realizasen simulaciones, al menos al corto plazo, de las posibles evoluciones del tipo. Se trata, así, de que la parte contratante tenga representación real de lo que ha de pagar no obstante el descenso del tipo de referencia por razón del límite, y ésto no consta en absoluto. Antes al contrario, ya se ha dicho que el encargado de facilitar esa información no la prestaba en absoluto o lo hacía con el menor detalle posible. 7 Prevalece así, en cualquier caso, la apariencia de que el tipo sería nominalmente variable al alza y a la baja cuando, en realidad, exclusivamente lo sería hacia arriba, pues hay una limitación que merced a ese tope inferior lo convertiría en fijo, por debajo, a favor del banco. En definitiva, no consta que la consumidora haya podido tener cabal conocimiento de la trascendencia económica de la cláusula. Y esta falta de transparencia encubre una cláusula que objetivamente puede considerarse abusiva. Se ha procedido, así, a la fijación de un mínimo de significativa cuantía (en este caso, el 3.15%), que puede convertir en meramente teórica la posibilidad de variaciones a la baja del tipo de interés; máxime cuando, como se ha dicho ya, la apariencia inicial es que el tipo fluctúa libremente. Resulta particularmente relevante, en este sentido, que se establecían una serie de bonificaciones por la contratación de productos que en gran medida no podrían ser efectivas al encontrarse con un tope mínimo tan alto; por lo que la función de garantía frente a eventuales descensos resultaba ilusoria, produciéndose por contra un efecto automático. La cláusula, pues, opera tan sólo en beneficio del banco, sin contrapartida para el prestatario que haya podido verificarse durante los años de vigencia del contrato. Se produce, en suma, un desequilibrio en las prestaciones en perjuicio de los consumidores; lo que integra el presupuesto legal de abusividad, y la nulidad ha de ser declarada. A tales argumentos no obstan las argumentaciones en contra ofrecidas por la entidad accionada. Así, en primer lugar, no puede hablarse de aplicación de la doctrina de los actos propios ni de confirmación del contrato por aquiescencia de la demandante, por el hecho de haber abonado pacíficamente las cuotas, por cuanto como se ha dicho ya, las razones ofrecidas no se refieren a un contrato con consentimiento viciado que pueda ser confirmado ex art. 1.309 del C.C., sino ante una cláusula nula por abusiva tras incumplimiento del doble control de transparencia exigido legal y jurisprudencialmente. Las razones acerca del conocimiento de la cláusula que se derivarían del lazo familiar entre la actora y el promotor tampoco pueden acogerse en la medida en que se ha repetido asimismo que el deber de información corresponde a la entidad y no al vendedor. Como tampoco puede prosperar la denuncia en conclusiones de la imposibilidad de anular parte de un contrato sin que se demande a uno de sus intervinientes –el vendedor-, por cuanto la cláusula de litis ahora mismo sólo opera entre prestamista y prestatarios, que al subrogarse han novado subjetivamente el préstamo, y que son las partes que correctamente constituyen la litis. 8 CUARTO.- Declarada la nulidad de la cláusula, restaría por determinar cuáles hayan de ser las consecuencias de ésta. Se anticipa ya que se entiende innecesaria la mención a la subsistencia del resto del contrato, en tanto ni nadie pedido lo contrario, ni se ha hecho cuestión sobre ello, ni la parte dispositiva de la presente dará lugar al equívoco. Y en cuanto a la eventual devolución de cantidades que pudiera corresponder como efecto natural de la cantidad, es de hacerse notar que en demanda se ha hecho expresa reserva de las acciones que pudieran corresponder a los actores para su determinación en el futuro, a lo que el juzgador no encuentra motivo de oposición al no conculcarse el art. 219 LEC, siendo así que el demandado, pese a su queja final en conclusiones, tampoco mostró oposición en contestación o en la audiencia previa al juicio, donde fue debatido expresamente, más allá de indicar que en cualquier caso no procedería restitución sino desde el 9/5/2013. La presente, pues y sin perjuicio de lo que pueda resolverse en ese eventual proceso ulterior, producirá efectos desde la fecha de la presente. Todo lo cual, en estimación de la demanda suma, no supone sino la íntegra QUINTO.- En materia de costas procesales, el carácter íntegro de la estimación tal y como ha sido expuesta, de conformidad con lo establecido en el artículo 394.1 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, determina su imposición a la parte demandada, que ha visto rechazadas todas sus pretensiones. Vistos los preceptos legales citados y demás de general y pertinente aplicación, FALLO Que ESTIMANDO ÍNTEGRAMENTE la demanda presentada por la representación procesal de Alejandra Lago Alonso frente a Banco de Caja España de Inversiones, Salamanca y Soria, SAU: Declaro la nulidad de la cláusula “TERCERA BIS.- TIPO DE INTERÉS VARIABLE.- (…) En ningún caso el tipo de interés nominal anual resultante de cada variación podrá ser superior al DOCE COMA CINCUENTA (12,50%) ni inferior al TRES COMA QUINCE POR CIENTO (3,15%)”, fijada en el contrato de novación de préstamo hipotecario de 25/5/2006 y compraventa con subrogación de 24/9/2008 a que hace referencia la demanda, con efectos desde la fecha de la presente y expresa reserva de acciones en favor de la actora para la reclamación de las sumas de devengo anterior a que pudieran tener derecho como efecto de la nulidad declarada. 9 Con expresa imposición de las procedimiento a la parte demandada. costas del presente La presente resolución no es firme y contra ella cabe RECURSO DE APELACIÓN para ante la Ilma. Audiencia Provincial de Pontevedra a interponer directamente en este Juzgado el plazo de 20 DÍAS desde su notificación, previa acreditación del depósito de la cantidad de 50 euros en la cuenta de depósitos y consignaciones de este mismo Juzgado, domiciliada en la Entidad Banesto. Notifíquese a las partes. Así lo acuerdo, mando y firmo. PUBLICACIÓN.La anterior sentencia ha sido publicada por el Sr. Juez que la suscribe en el mismo día de su fecha, estando celebrando audiencia pública con mi asistencia el secretario, de lo que doy fe. 10