Fascículo 10 - Corporación Viva la Ciudadanía

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Fascículo 10
CONFLICTO
armado interno y
Derecho
Internacional Humanitario - DIH
Proceso de Conformación Participativa de la Política Pública en
Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario
Secretaría Técnica:
PNUD
Gobierno Nacional:
Vicepresidente Angelino Garzón
Comisión Metodológica:
Programa Presidencial de Derechos Humanos
Embajada de Suiza
AECID
OACNUDH
Asamblea de la Sociedad Civil por la Paz
Unidad Administrativa de Atención a las Víctimas
Fundación Restrepo Barco
Federación Colombiana de Municipios
Alianza de Organizaciones Sociales
Coordinación Editorial:
Antonio Madariaga Reales
Textos:
Lida Núñez
Juan Camilo Acevedo
Antonio Madariaga Reales
Didactización:
Esperanza Cerón Villaquirán
Jefferson Gallego Figueredo
Diseño y armada electrónica:
Álvaro Ortiz Ramos
Fotografías:
Archivo particular
Internet
Impresión:
Editorial El Globo – Diario La República
Esta publicación fue posible gracias al apoyo del pueblo Americano y el gobierno de Estados
Unidos, a través de su Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID). Los contenidos
de este fascículo son responsabilidad exclusiva de sus autores y no necesariamente
reflejan los puntos de vista de USAID ni del gobierno de los Estados Unidos.
Conflicto armado interno
y Derecho Internacional
Humanitario - DIH
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Presentación
El texto que se ofrece a continuación es uno de los productos del proceso Tripartito, (Estado,
Sociedad Civil y Comunidad Internacional), de Construcción Participativa de la Política Pública de
Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario que hemos adelantado durante los dos
últimos años y que nos ha llevado por 26 departamentos del país, que los cubrirá a todos, que ha
estimulado la participación de más de 14.000 personas, más de 8.000 organizaciones sociales y de
cientos de funcionarios de gobierno y Estado y que incluyó la realización en diciembre de 2012 de
la Conferencia Nacional de Derechos Humanos a la que asistieron más de 2.000 personas.
Este proceso ha sido posible por el acompañamiento de la comunidad internacional, la orientación permanente de la Mesa de Firmantes con el liderazgo del Vicepresidente de la República y el
compromiso y esfuerzo de la Comisión Metodológica y sus integrantes.
Son múltiples los problemas de violación y/o desconocimiento de derechos que se han puesto en
evidencia; la desigualdad y la impunidad están al centro de muchos de ellos, aunque no expliquen
ni agrupen todos los problemas.
El conflicto armado interno se encuentra como uno de los factores de generación directa de vulneración de derechos o de favorecimiento de entornos o prácticas violatorias de derechos, por lo
que la construcción de la paz, según todos los participantes del proceso, es una condición indispensable para el logro de mejoras sustanciales en la situación de derechos humanos en Colombia.
Esta serie de fascículos, diez en total, serán herramientas pedagógicas no sólo para difundir los
elementos esenciales de diagnóstico y propuestas extraídos de la sistematización de la deliberación, sino que avanzan en brindar herramientas para contribuir a enfrentar uno de los más grandes
retos evidenciados en este proceso.
La necesidad de construir una cultura de Derechos Humanos en Colombia, que tenga como punto de partida la integralidad de los mismos.
Que logre, sin desconocer la urgencia e importancia de los Derechos Civiles y Políticos en el
contexto colombiano, poner los reflectores de la atención nacional en los Derechos Económicos,
Sociales, Culturales y Ambientales.
Que destaque el deber del Estado como garante de derechos y a los funcionarios públicos como
expresiones de esa condición de garantes.
Que aumente la construcción de ciudadanía como sujetos y sujetas de derechos.
Que contribuya a lograr que todas las políticas públicas sean con enfoque de derechos y enfoque
diferencial.
Que contribuya a hacer local, departamental y regional la presencia de los Derechos Humanos
como eje de la relación entre Estado y Ciudadanía.
En resumen: Que ayude a transitar hacia la promesa de la Constitución de 1991: Colombia, una
sociedad de los derechos
Bogotá, abril de 2013
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Contenido
Pág.
A manera de introducción
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I. ¿Qué es el Derecho Internacional Humanitario – DIH?
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¿Siempre ha existido el DIH tal como lo conocemos hoy?
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¿Cuáles son los llamados Principios Generales Básicos del DIH?
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II. Diagnóstico, a manera de contexto
Graves violaciones a los derechos humanos en el marco del conflicto armado
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¿Confianza en la Fuerza Pública?
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III.- El DIH y sectores de la población
1.- Reclutamiento de niños y niñas ¿En qué falla la familia?
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2.- Minas antipersonal y Municiones sin Explotar (MUSE)
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3.- Ejecuciones extrajudiciales
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4. Violencia sexual y otras formas de control social ejercido por grupos armados
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5. Otras infracciones al principio de distinción del DIH
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6. Involucramiento de la población civil en acciones cívico-militares
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7. Infracciones contra personas y bienes protegidos por el DIH
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8. Protección al medio ambiente
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9. Infracciones al DIH y violaciones a los DDHH en zonas de consolidación
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10. Desarme, desmovilización y reinserción
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11. Administración de justicia y conflicto armado
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IV. Nuestras agendas pendientes
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A manera de introducción
Colombia ha vivido por más de 60 años un conflicto armado interno que nos ha dejado un saldo
de muerte, destrucción, desplazamiento de millones de personas, viudas, huérfanos, familias y pueblos destruidos, masacres, genocidios de pueblos indígenas, personas en situación de discapacidad,
mujeres violadas y abusadas sexualmente bajo diversas formas de esclavitud, niños convertidos en
máquinas de muerte, ambiente arrasado, proyectos de vida individuales y colectivos frustrados; potencialidades truncadas de desarrollo como país. Muchos actores se han envuelto en diversos momentos
de esta historia, en la que como en todos los conflictos, hay siempre intereses y poderes territoriales
involucrados.
Las y los colombianos estamos cansados de la irracionalidad a que ha conllevado el conflicto, por lo
que poner en la agenda pública, y masificar el tema del Derecho Internacional Humanitario, es ahora
más que nunca pertinente. Para ello debemos entender que es el Derecho Internacional Humanitario,
cuál es su origen y cómo aplicaría en Colombia. Cabe decir que es triste que como humanidad, hayamos aceptado las guerras - invención humana- como inevitables; y que para paliar un poco su desarrollo, hayamos creado este instrumento, al que sin embargo hoy, debemos apelar, dado que confundir al
contradictor con el enemigo, hizo carrera en la cultura de nuestro país.
Los conflictos armados se remontan a los orígenes mismos de la humanidad. Las guerras han estado
siempre presentes en los diferentes estadios de desarrollo de la sociedad. Con distintos métodos y armas los individuos han procurado saldar sus diferencias o imponer sus intereses a través de la guerra1.
Sin embargo no siempre los métodos y el uso de las armas ha sido valido o aceptado. En palabras de
los primeros teóricos del derecho internacional humanitario: hasta la guerra tiene límites. No todo está
“La guerra es casi tan antigua como el hombre mismo y está arraigada en lo más profundo del corazón humano, un reducto en el que se diluyen los propósitos racionales del yo, reina el orgullo, predomina lo emocional e impera el instinto”.
En Jhon Keegan. La Guerra. GeoPlaneta, Editorial S.A. 1995. Págs. 499.
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permitido. Precisamente esas limitaciones o reglamentaciones iniciales son las que se conocen como
el derecho consuetudinario o derecho basado en las costumbres de la guerra. Podría decirse que el
origen del DIH se remonta a las normas dictadas por las antiguas civilizaciones y religiones en procura
de encontrar soluciones a sus conflictos.
Aunque hay relatos de las guerras entre tribus Africanas precoloniales que dirimían sus conflictos
poniéndose una al frente de la otra para realizar largos rituales de muecas y danzas, venciendo aquél
grupo que se mantuviera en pie más tiempo, también hay vestigios de armas para hacer la guerra entre
culturas antiguas. Hoy como ayer, el fin es el mismo: imponerse sobre su adversario, derrotarlo y hacer
primar intereses y propósitos. Ayer con lanzas con puntas de piedra o hierro, hoy con armas tan aterradoramente sofisticadas como letales.
I. ¿Qué es el Derecho
Internacional Humanitario - DIH?
El DIH es un compendio de normas y/o principios que por razones estrictamente humanitarias procura
limitar los efectos de los conflictos armados, mitigar sus impactos en la población civil que no participa
en las hostilidades, así como en los combatientes que han quedado por fuera de la contienda por enfermedad, herida, detención o cualquier otra causa.
El DIH define y establece los derechos y las obligaciones de las partes en la conducción de las hostilidades y específicamente con relación a los métodos y los medios de hacer la guerra. El DIH también
es conocido como el “derecho de la guerra” y “derecho de los conflictos armados”.
En tanto ley, el DIH impone obligaciones a las partes, independientemente de su estatus – Estados o
Altas partes contratantes en el caso de conflicto armado internacional, o grupos armados insurgentes,
para el caso de los conflictos armados internos.
Esto significa que ningún grupo armado puede usar
como argumento su no reconocimiento como parte
beligerante para no acatar la normativa del DIH.
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¿Siempre ha existido el DIH tal como lo conocemos hoy?
El núcleo del DIH lo constituyen los Cuatro Convenios de Ginebra promulgados por la mayoría de
naciones en agosto de 1949, una vez concluida la II Guerra Mundial. No obstante, ante la proliferación
de nuevos conflictos más localizados y su cada vez mayor complejidad, las propias Naciones Unidas,
promulgaron otros dos tratados complementarios, los cuales se conocen como los Protocolos adicionales2. Ambos fueron promulgados en 1977 y se refieren de manera más precisa a la protección de las
víctimas de los conflictos sean estos de carácter internacional o Interno.
Sin embargo para llegar a este cuerpo de normas con carácter de ley, debieron transcurrir muchos
años. Sangrientas batallas caracterizadas por el uso indiscriminado de todo tipo de armas letales y
métodos atroces de conducción de la guerra, fueron originando incipientes acuerdos o reglamentos de
comportamiento en el campo de batalla y fuera de él.
Ante la barbaridad de la guerra y procurando mitigar su impacto devastador entre los combatientes y
los que iban quedando por fuera de las hostilidades, los primeros acuerdos humanitarios fueron verbales. Posteriormente se fueron perfeccionando con la aparición de los primeros tratados bilaterales y con
la utilización de bandos o carteles en los que se plasmaba ante todo un espíritu humanitario al amparo
del cual se contemplaba la atención y el socorro a las personas que no participaban o habían dejado de
participar en las hostilidades, a los enfermos y heridos, a los prisioneros y a los náufragos. Sin embargo
estos incipientes tratados no siempre se acataban rigurosamente por las partes y generalmente se aplicaban según las conveniencias de las partes.
Lo cierto es que desde los primeros conflictos o guerras hasta nuestros días se han promulgado alrededor de 500 tratados, códigos de conducta, pactos, acuerdos, normas o leyes, y otros textos procurando reglamentar la conducción de las hostilidades3.
El primer Convenio con pretensión de ley o tratado universal se promulgó en Ginebra en 1864 en el
marco de la conferencia Diplomática con participación de 16 estados y se llamó “Convenio de Ginebra
para el mejoramiento de la suerte que corren los militares heridos en los ejércitos en campaña”.
En los años siguientes el cuerpo jurídico del DIH fue creciendo y perfeccionándose. En 1906 y 1929 se
amplió para atender la suerte de los heridos y enfermos de las fuerzas armadas en campaña e incorporó
nuevas normas para la protección de los prisioneros de guerra. Ya en 1899 y 1907 se adoptaron los
Convenios de la Haya con el propósito de reglamentar la conducción de la guerra.
Otros textos, tratados y convenios:
4 La Convención de la Haya de 1954 para la protección de los bienes culturales en caso de conflicto
armado, y sus dos protocolos.
4 La Convención de 1972 sobre la prohibición de las armas bacteriológicas.
4 La Convención de 1980 sobre ciertas armas convencionales y sus cinco protocolos.
4 La Convención de 1993 sobre armas Químicas.
4 El tratado de Otawa de 1997 sobre Minas Antipersonal.
Protocolo adicional a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los
conflictos armados sin carácter internacional. (Protocolo II).
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Código de Lieber o Instrucciones de Lieber. Entró en vigor en abril de 1863 y es el primer intento de codificación de las
leyes y costumbres sobre la guerra que existían en aquella época. Sin embargo no tenía valor de tratado por que estaba
destinado únicamente a las tropas nordistas de los Estados Unidos de América que luchaban en la Guerra de Secesión.
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También se adoptó un símbolo protector neutral, una cruz roja
sobre fondo blanco, al amparo del cual podían realizar su labor
humanitaria quienes ayudaban a las víctimas de los conflictos.
4 El Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del niño relativo a la participación de
niños en los conflictos armados.
¿Cuáles son los llamados Principios Generales Básicos del DIH?
Representan el mínimo de humanidad aplicable en todo tiempo, lugar y circunstancia y sirven para
interpretar las normas aplicables a los conflictos armados:
4 Principio de Humanidad: Se debe tratar con humanidad a todas aquellas personas que no participan en las hostilidades incluso los combatientes que hayan quedado fuera de combate.
4 Principio de Igualdad: La aplicación del DIH no afecta el estatuto de las partes. Se aplica a todas
las partes enfrentadas.
4 Principio de Proporcionalidad: Está prohibido atacar objetivos no militares incluso aquellos que siendo
tales podrían desatar fuerzas incontrolables y letales que podrían afectar a la población civil. Los daños
que se causen no deben infligir daños desproporcionados con relación a la ventaja militar que se persigue.
4 Principio de Distinción: En caso de duda sobre el carácter militar o civil del objetivo, deberá prevalecer la presunción de que el carácter es civil.
4 Principio de limitación: Prohibición de armas y métodos que causen en la otra parte y en la población civil daños innecesarios.
4 Principio de necesidad militar: El motivo de la guerra debe ser lícito y deben procurase en todo
momento el respeto y acatamiento de las normas y costumbres de la guerra.
4 Principio de Protección del Medio Ambiente: En todo conflicto armado debe garantizarse el respeto
y protección del medio ambiente.
II. Diagnóstico, a manera de contexto
Graves violaciones a los derechos humanos en el marco del conflicto armado
El conflicto armado interno constituye el problema en sí mismo. De este se desprenden innumerables
vulneraciones al disfrute y plena vigencia de los DD.HH. a la vez que es identificado como causas de
múltiples problemáticas sociales. Después de 50 años de persistencia del conflicto armado interno en el
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país, son evidentes los altos costos en vidas, degradación de la guerra, deformación de las estructuras
económicas regionales cada vez mas ligadas a actividades ilegales como el narcotráfico y pérdida de
legitimidad de las instituciones estatales, generalmente supeditadas a la presencia del aparato militar y
policial armado, en detrimento de las soluciones en salud, educación, condiciones de vida digna, empleo, e infraestructura productiva.
Los grupos insurgentes mantienen su accionar militar
contra la fuerza pública y el sabotaje a la infraestructura
eléctrica y de transporte de hidrocarburos, en no pocos casos afectando las comunidades. El fragor de los
combates trae consigo desplazamientos, reclutamiento
forzado de niñas y niños, bloqueos alimentarios4, fumigaciones a los cultivos de pan coger, a las fuentes hídricas y bombardeos por parte de la fuerza pública. Los
grupos armados ilegales del tipo águilas negras, rastrojos, Urabeños, entre otros, mantienen su presencia
y poderío en algunas regiones en las cuales afincan su
poder a través del miedo, la intimidación y las presiones
psicológicas sistemáticas sobre las comunidades. Esto
se expresa en las frecuentes amenazas y extorsiones,
que adquieren la forma de asesinatos y ataques selectivos, si hay oposición.
Los homicidios aumentan, al igual que los pequeños
grupos delincuenciales, que aún no son catalogados
como grupos armados ilegales (BACRIM). A lo cual se
agrega las diversas modalidades de financiamiento generalmente asociados al narcotráfico, la explotación ilegal de actividades mineras y los oleoductos. El círculo
perverso se completa con las múltiples violaciones a los DD.HH en el marco del conflicto armado interno5.
Al ya de por si complejo panorama de violencia, ligado generalmente a la zozobra y riesgo a que se
exponen las comunidades por el escalamiento de la confrontación militar, se agrega la desconfianza y
poca credibilidad de algunos sectores de la comunidad en la fuerza pública; dada su debilitada presencia en zonas dónde se requiere; el escaso o nulo acatamiento a las normativas del derecho internacional
humanitario – DIH-, y la percepción de asociación, complicidad u omisión con algunos grupos armados
ilegales. Para muchas comunidades se percibe que la fuerza pública forma parte del conflicto armado
como un generador de violaciones sistemáticas a los DD.HH y al DIH al no garantizar la protección y el
bienestar de las comunidades.
“Queda prohibido, como método de combate, hacer padecer hambre a las personas civiles. En consecuencia se prohíbe atacar, destruir, sustraer o inutilizar con ese fin los bienes indispensables para la supervivencia de la población civil,
tales como los artículos alimenticios, y las zonas agrícolas que los producen, las cosechas, el ganado, las instalaciones y
reservas de agua potable y las obras de riego”. Art. 14. Protección a los bienes indispensables para la supervivencia de
la población civil. Título IV: Población civil. Protocolo II adicional a los Convenios de Ginebra relativo a la protección de
las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional.
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En palabras del Sr Philip Alston, Relator Especial de las Naciones Unidas para las Ejecuciones Extrajudiciales, sumarias o arbitrarias: “…Las fuerzas de seguridad han perpetrado un elevado número de asesinatos premeditados de civiles
y han presentado fraudulentamente a esos civiles como “bajas en combate”. Aunque al parecer estos llamados falsos
positivos no respondían a una política de Estado, tampoco fueron hechos aislados. Esos homicidios fueron cometidos
por un gran número de unidades militares y en todo el país. Se produjeron porque las unidades militares se sintieron
presionadas para demostrar que su lucha contra las guerrillas tenía resultados positivos a través del “número de bajas”.
Hubo además algunos alicientes: un sistema oficioso de incentivos ofrecidos a los soldados para que produjeran bajas y
un sistema oficial de incentivos ofrecidos a los civiles para que proporcionaran información que condujera a la captura o
muerte de guerrilleros. Este último sistema careció de supervisión y transparencia. En general, hubo una falta fundamental de rendición de cuentas y problemas en todas las etapas de los procesos disciplinarios y de investigación”.
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También es evidente que la intensificación del conflicto armado en el marco de los diálogos de paz
que se desarrollan en medio de la guerra, trae como una de sus consecuencias el incremento de las
violaciones sistemáticas a los derechos humanos.
Muchas de las comunidades han identificado, junto con el narcotráfico, a las multinacionales como
factores generadores de violencia debido a que con sus procesos de exploración y explotación minera
y de hidrocarburos vienen generando nuevas dinámicas de violencia, delincuencia y enriquecimiento
ilícito en los territorios.
Los constantes señalamientos por parte de la fuerza pública a las comunidades como presuntos colaboradores de los grupos armados ilegales y, en general la estigmatización contra la población civil así
como la falta de protección por parte de la fuerza pública generan oleadas de amenazas selectivas que
desencadenan homicidios, ataques e intimidaciones y procesos extorsivos contra las comunidades en
las zonas de conflicto.
El gobierno promueve estrategias de protección y prevención de violaciones de los DD.HH., que, en
el mejor de los casos, las comunidades dicen desconocer. En otros, se cuestionan ampliamente debido al predominio del componente militar sobre la institucionalidad civil, y a las pobres indicadores de
disminución de los factores de riesgo y de violencia. En el caso concreto de las zonas de consolidación
social del territorio, organizaciones como CODHES, han documentado el incremento de los casos de
desplazamientos forzados colectivos, homicidios de líderes y lideresas y amenazas, así como la persistencia y fortalecimiento de grupos armados ilegales que el gobierno denomina BACRIM lo que genera
una mayor afectación de sus derechos.
Por último, todos coinciden en afirmar que la magnitud y complejidad de la problemática ha superado
la capacidad de respuesta del Estado, razón por la que resulta urgente formular planes, y políticas que
permitan prevenir y atender los casos de violación de derechos humanos, diseñar planes de vida y
desarrollo para las comunidades, incrementar ostensiblemente la inversión social y reparar satisfactoriamente a las víctimas.
¿Confianza en la fuerza pública?
La fuerza pública debe ser un ente garante de los derechos y la seguridad de los ciudadanos.
Sin embargo en algunos sectores de la población persiste la desconfianza hacia esta, en razón a la
percepción de que su actuación comporta métodos arbitrarios, atropellos contra los civiles, violaciones
a los derechos humanos y las libertades fundamentales y, especialmente, por la percepción de nexos o
complicidades con grupos armados ilegales. Cada vez más amplios sectores sociales repudian el reclutamiento de jóvenes que realiza el ejército para el servicio militar obligatorio. Se ha identificado que este
se presenta en forma de detenciones arbitrarias y masivas, generalmente en zonas rurales y zonas marginadas de los centros urbanos. Todo esto configura un ambiente de intimidación, miedo y desconfianza
de la comunidad que percibe como peligrosa a la institución encargada, por mandato constitucional, de
garantizar la seguridad y la plena vigencia y disfrute de los DD.HH y el DIH.
Otra situación preocupante tiene que ver con las actividades de recolección de información personal
no autorizada (incluidos registros fotográficos y en video), por parte de miembros de la fuerza pública
en eventos de víctimas o jornadas de movilización y protesta pacífica, lo cual termina incrementando los
riesgos y los ataques selectivos contra personas de la comunidad, percibiendo a la fuerza pública, no
como garante de la seguridad del ciudadano sino como factor de riesgo.
Adicionalmente la difícil identificación de las funciones de la policía y el ejército genera confusión
sobre los límites que cada uno de ellos tiene con la población, lo que aumenta el desconcierto y la suspicacia por parte de los ciudadanos.
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Las comunidades perciben cuatro (4) problemas estructurales:
4 Muchos comportamientos evidencian el desconocimiento de los DD.HH y el DIH por parte de los
miembros de la Fuerza pública.
4 Hay debilidades y deficiencias en las medidas preventivas para la vulneración de los derechos.
4 Falta de orientación a las víctimas en relación con los mecanismos de exigibilidad de derechos y
las rutas de atención.
4 Falta de políticas y mecanismos de control a los procesos de selección de personal idóneo, durante
el enlistamiento (que muchas veces se realiza de modo forzado).
III. El DIH y sectores de la población
1.- Reclutamiento de niños y niñas ¿En qué falla la familia?
La responsabilidad de la protección de los niños y niñas compete al Estado, a la familia y a la sociedad. El reclutamiento forzado ha adquirido novedosas formas, incluidas aquellas en las que los jóvenes
acuden bajo su propia voluntad6. Esto es posible, entre otras razones, por algunos modelos familiares
que favorecen la vinculación de algunos de sus miembros a los grupos armados.
Es incuestionable que el reclutamiento forzado existe porque existe el conflicto armado interno con
sus dinámicas perversas de generación de imaginarios proclives a las armas, la violencia y la guerra en
niñas, niños y jóvenes. En muchas ocasiones los antecedentes familiares de pertenencia a grupos armados ilegales configuran un modelo de imitación asociado a una especie de fascinación por la guerra.
La carencia de valores democráticos fundamentales, la ausencia de canales de comunicación al interior de la familia, el maltrato y la violencia intrafamiliar, la situación de pobreza, el desplazamiento y los
contextos de conflicto resultan también determinantes para el reclutamiento.
c)…los niños menores de quince años no serán reclutados en las fuerzas o grupos armados y no se permitirá que participen en las hostilidades”. Artículo 4º. Título II: Trato Humano. Protocolo II adicional a los Convenios de Ginebra, relativo
a la protección de las Víctimas de los Conflictos Armados sin carácter internacional, Aprobado el 8 de junio de 1977 por
la Conferencia Diplomática sobre la Reafirmación y el Desarrollo del Derecho Internacional Humanitario aplicable a los
Conflictos Armados.
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A esto debe agregarse que los métodos de reclutamiento han mutado vertiginosamente. Se ha identificado que bajo las nuevas modalidades, los niños pueden ejercer labores diferentes al combate: labores
de cocina y labores de inteligencia, entre otros. Adicionalmente pueden acudir a entrenamientos durante
el día y regresar a sus casas en la noche. Estas formas de reclutamiento hacen más difícil el seguimiento por parte de la familia, y aumentan la posibilidad de permanencia en los grupos armados ilegales.
En muchos casos, la misma situación de vulnerabilidad de las familias no permite garantizar el bienestar y los derechos de los niños y niñas, en otros casos la muerte o asesinato de los padres y la consecuente desprotección o abandono, facilitan el reclutamiento. De igual manera la violencia intrafamiliar y
la baja autoestima de los niños y niñas los hacen vulnerables a los grupos armados ilegales los cuales
establecen relaciones de confianza con los niños y niñas, con generación de cercanía emocional.
También se ofrecen posibilidades de mejorar la posición social y los ingresos económicos. La unión
de estos factores favorece la deserción escolar, alejando a los niños y niñas del círculo protector que
representa la escuela. Algunas veces aparecen otros niños y niñas como reclutadores.
Por su parte el estado viene implementando programas que buscan garantizar los derechos de los
niños, niñas y jóvenes, promover el bienestar de las familias y fortalecer su rol protector. Sin embargo,
esas iniciativas son poco articuladas y no responden a las necesidades particulares de las familias y
regiones con mayores índices de reclutamiento, lo cual afecta su efectividad. Se percibe la ausencia de
una política dirigida exclusivamente a la prevención del reclutamiento infantil.
Reclutamiento de niños y niñas (NNA): ¿En qué falla el Estado?
El Estado no está cumpliendo con su deber de garante de los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Esto facilita el reclutamiento infantil que realizan los grupos armados ilegales.
El difícil acceso a la educación y al empleo en las familias es una de las razones por la que los NNA
son fácilmente reclutados, ante el ofrecimiento de acceso a mejores condiciones de vida, en términos
económicos y sociales.
La edad de reclutamiento forzado infantil ha disminuido dramáticamente. Actualmente, niños y niñas
menores de doce años están siendo reclutados por los grupos al margen de la ley, lo que genera mayores alarmas e interpela severamente el papel del Estado como garante de los derechos de los niños y
niñas y proveedor de seguridad.
La débil presencia institucional en zonas de conflicto armado, la cercanía de los NNA a los grupos
armados ilegales y la lejanía de algunas zonas, favorece el reclutamiento infantil. Se llama la atención
sobre el preocupante incremento del reclutamiento infantil en las comunidades indígenas, debido, en
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parte, a la insuficiente información sobre la magnitud del reclutamiento en sus territorios, la ausencia de
canales directos de interlocución entre las autoridades indígenas y las autoridades locales y territoriales, la invisibilización de la problemática, la desatención del Estado y la ausencia de mecanismos que
garanticen la protección especial de su territorio.
Las comunidades denuncian que ante los vacíos de la interpretación que realiza el Estado de las denominadas BACRIM, al no catalogarlas como expresiones del paramilitarismo o como grupos armados
ilegales, se dificulta su combate por el conjunto de la institucionalidad del Estado y se diluye como sujeto
que debe acatar el DIH.
En algunos sectores existe la percepción de connivencia de los grupos armados ilegales y la fuerza
pública lo cual favorece los procesos de reclutamiento infantil por una parte, pero por otra, afecta la
confianza de la población en la fuerza pública como garante de la seguridad de los NNA y los procesos
de denuncia también se ven afectados.
A esto se agregan las promesas de venganza y retaliación usadas ampliamente por los grupos armados ilegales como mecanismo de reclutamiento infantil, lo cual se constituye a su vez en un indicativo
de que incluso los niños y niñas no confían en el Estado y sus mecanismos de justicia.
Pero las insuficiencias del Estado no se refieren exclusivamente a lo militar. La comunidad reporta dificultades serias en el acceso a la educación o proyectos educativos, lo que favorece la desocupación y
por ende las probabilidades de ser reclutado. La atención psicosocial es prácticamente inexistente y no
se identifica ningún tipo de estrategia que ayude a los adolescentes a definir proyectos de vida viables.
Las rutas de atención para víctimas y denunciantes no son claras y generan confusión y respuestas
tardías a las denuncias. No se cuenta con funcionarios permanentes para oficializar las denuncias.
Finalmente y a pesar de que se ha observado la eficacia del trabajo conjunto de la comunidad y las
fuerzas armadas en la prevención del reclutamiento, su frecuencia y duración son insuficientes.
2.- Minas antipersonal y Municiones sin Explotar (MUSE)
Fíjate bien donde pisas…no vaya a ser que una mina te desbarate los pies amor…
Canción de Juanes
Las minas antipersonal y las municiones sin explotar son una problemática transversal a todos los
demás derechos vulnerados en el marco del conflicto armado interno. Las minas se usan como arma
de defensa pero también como estrategia de ataque y se ubican en zonas que los actores del conflicto
quieren proteger de la incursión de su adversario. También se siembran para restringir el acceso a territorios usados para narcotráfico, explotación ilegal de oleoductos y minería, los cultivos de uso ilícito así
como la lucha por el territorio, y cada vez más, como estrategia de guerra. Otros factores que favorecen
la siembra de minas y la existencia de MUSE son la presencia de bases militares, compañías petroleras
y mineras en algunos territorios.
Ser víctima de una mina o una MUSE implica la violación de un sinnúmero de derechos, ya que afecta,
entre otros, el derecho a transitar con libertad por el territorio, dado que generalmente se realiza en lugares de alto tráfico y genera miedo, incertidumbre, desplazamientos y confinamiento de las comunidades.
La existencia de minas sembradas y MUSE afecta las dinámicas de los campesinos y las dinámicas
sociales y las actividades cotidianas de las comunidades campesinas, indígenas, afro descendientes,
niñas y niños, y adultos que viven en las zonas de conflicto; y, particularmente, los procesos aun incipientes de retorno y restitución de tierras.
La situación se agrava con el desconocimiento de la ubicación de los campos minados lo que aumenta
la posibilidad de ser víctima. Además con el recrudecimiento de los enfrentamientos armados se aumen-
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tan las zonas minadas, disminuye drásticamente el territorio “limpio” por el que las personas pueden
transitar sin ningún riesgo, a la vez que se genera estigmatización sobre los territorios, al constituirse en
zonas con alto peligro para las poblaciones.
Tampoco existe una respuesta efectiva y ágil por parte del estado en la atención y acompañamiento
a aquellos asentamientos rodeados por minas, lo que aumenta la percepción de abandono estatal. Las
comunidades han logrado identificar una débil y preocupante presencia del estado en zonas con altos
índices de minas y MUSE, percepción que se incrementa con la carencia de educación con respecto al
riesgo que representan las minas y las rutas de atención disponibles a las víctimas y sus familiares. El
desminado no es suficiente y la cultura de la denuncia en relación con las minas es mínima, dado que
el miedo existente.
Aunque las comunidades también reconocen procesos de desminado y de erradicación de MUSE
en algunos territorios por parte del estado, lo cierto es que estos siguen siendo insuficientes y, en todo
caso, limitados en su cobertura, y coinciden en la necesidad de privilegiar el desminado humanitario
por encima del desminado por razones estrictamente militares, así como en la necesidad de avanzar en
acuerdos humanitarios entre las partes que excluyan a la población civil del desarrollo de las hostilidades. Las soluciones de fondo a estas problemáticas están asociadas a la apertura de diálogos de paz
y solución política del conflicto.
¿Qué pasa con las víctimas?
Las víctimas de las minas antipersonal y de las MUSE sufren la vulneración de casi todos los derechos
fundamentales, entre otros, la afectación de sus proyectos de vida (adultos y NNA), libertad de movilización e integridad personal. La atención integral a las víctimas es fundamental y debe estar orientada a
la atención que permita restituir los derechos y garantizar la reinserción en la vida cotidiana.
Sin embargo, la atención continua siendo ineficiente, insuficiente y anacrónica. Se identifican deficiencias en la prestación de los servicios médicos, principalmente debido a la falta de centros de salud
que permitan una atención pronta y de primer nivel; también hay carencia de elementos críticos para la
atención de urgencias como helicópteros y herramientas médicas especializadas.
La difusión de las rutas de atención que existen actualmente no ha sido efectiva, lo que sumado a la
ausencia de articulación interinstitucional, a la falta de acompañamiento psicosocial afecta aún más la
posibilidad de acceso a procesos de rehabilitación, recuperación y reincorporación a la vida.
3.- Ejecuciones extrajudiciales
Se han presentado y se persibe que aun se continúan presentando, aunque en menor medida, ejecuciones extrajudiciales y homicidios en persona protegida, por parte de la fuerza pública.
Diferentes organismos nacionales e internacionales coinciden en calificar la ocurrencia de las ejecuciones extrajudiciales como una práctica persistente en sectores de las fuerzas militares.
Algunos analistas e investigadores sociales, así como defensores de DD.HH expresan que una de las
tantas causas de este proceder delincuencial por parte de la fuerza pública, está asociado a la necesidad de mostrar resultados –“positivos- en desarrollo de las políticas y estrategias de lucha contra las
guerrillas y los grupos armados ilegales.
Según datos preliminares de la Fiscalía General de la nación, durante la última década, al menos
3.500 colombianos fueron víctimas de ejecución extrajudicial. Otros estudiosos del conflicto van más
allá y denuncian que esta ha sido una práctica histórica al interior de las fuerzas militares. Mencionan
cifras de más 10.000 víctimas de este crimen de lesa humanidad.
14
Otros plantean que la proliferación de las ejecuciones extrajudiciales durante los últimos 8 años, está
estrechamente asociada a la promulgación de la directiva 029, que contemplaba ascensos, bonificaciones, días de descanso, traslados y hasta remuneraciones económicas por los resultados positivos
operacionales en la lucha contra las guerrillas y los grupos armados ilegales.
Frente a esto una de las mayores dificultades es la casi total impunidad en la que se encuentran la
mayoría de los casos.
Algunos familiares de las víctimas han denunciado amenazas, hostigamientos e intimidaciones en su
contra, a la vez que rechazan la lentitud y la actitud dilatoria de la justicia para actuar en la individualización y judicialización de los responsables materiales e intelectuales de estos crímenes, que, por cadena
de mando, compromete la responsabilidad de la alta oficialidad de las FF.MM.
4. Violencia sexual y otras formas de control social ejercido por grupos armados
La violencia sexual como forma de control social y estrategia de guerra tiene muchas expresiones,
entre otras, los abortos forzados y la intimidación a las víctimas para evitar la denuncia y el acceso a la
justicia. También se evidencia en la imposición de relaciones afectivas entre miembros de la sociedad
civil y miembros de los Grupos Armados, en el confinamiento de la población y de las víctimas como
táctica de control social. La violencia sexual es usada también como represalia o castigo, cuando las
mujeres se vinculan con personas de otros grupos armados ilegales o con miembros de la fuerza pública. A esto debe agregarse la inoperancia del sistema judicial, la casi absoluta impunidad, y la nula o
escasa respuesta en la atención calificada a las víctimas.
La persistencia e incremento de estas prácticas en algunas regiones están estrechamente asociadas
con el recrudecimiento del conflicto armado y con el establecimiento de grupos armados ilegales los
cuales pretenden imponer prácticas de control social sobre la población, principalmente, población femenina: niñas, mujeres jóvenes y adultas que son usadas como trabajadoras sexuales.
Se pueden identifican varios patrones relacionados con la violencia sexual como una estrategia de
guerra: 1) Es una forma de sometimiento; 2) Los miembros de grupos armados ilegales producen embarazos; 3) Es una problemática desatendida, debido a la baja frecuencia de denuncias; 4) Los pocos
casos que se denuncian no son resueltos. 5) El sometimiento sexual de NNA y 6) las mujeres y sus
cuerpos como botines de guerra.
Desafortunadamente la violencia sexual contra mujeres y NNA no se corresponde con una respuesta
efectiva del Estado. La impunidad es alta en materia de investigación y sanción a los responsables materiales, los determinadores y beneficiarios de esta práctica tipificada como crimen de lesa humanidad.
5. Otras infracciones al principio de distinción del DIH
La construcción y localización de bases militares y helipuertos cerca a zonas civiles genera riesgos y
hace vulnerable a la población civil debido a la ocurrencia de accidentes, retenes y acciones militares
que dejan víctimas en la población que no participa en las hostilidades. En algunas regiones avanza la
construcción de instalaciones militares en medio de colegios, resguardos indígenas y cascos urbanos
densamente poblados, a pesar del rechazo y las acciones jurídicas interpuestas por las comunidades
para evitarlo.
Otra problemática tiene que ver con los daños ocasionados a bienes civiles protegidos por las acciones militares que las guerrillas realizan contra objetivos militares a través de bombardeos o el lanzamiento de artefactos explosivos artesanales, no convencionales y de poca precisión(Tatucos). A esto
se agrega la ocupación por las partes de bienes civiles que tienen especial protección como escuelas,
hospitales, centros de culto o de reunión de las comunidades y su utilización como escudo para obtener
15
una ventaja militar. Todo esto afecta y la cotidianidad de las comunidades que se encuentran en las
zonas de conflicto pero de manera muy particular a las comunidades y los territorios indígenas, a las
poblaciones afro descendientes, mujeres y, en general a la población civil ubicada cerca o alrededor de
instalaciones militares, corredores estratégicos, o de infraestructura estratégica como oleoductos, torres
de energía o vías carretéables, entre otras.
Adicionalmente la falta de señalización de bienes protegidos por parte de las autoridades locales o
fuerzas militares y la declaración por parte de las guerrillas, como objetivos instalaciones militares y
otras guarniciones generalmente ubicadas en medio de bienes civiles como centros de salud, puentes,
carreteras, vehículos y viviendas.
6. Involucramiento de la población civil en acciones cívico-militares
Algunas de las problemáticas identificadas tienen que
ver con la realización por parte de la fuerza pública de actividades recreativas que involucran a niñas y niños y otro
tipo de acciones cívico militares (labor humanitaria – acción militar) a las que se vincula a adultos y en ocasiones
a poblaciones enteras. Falta de identificación visible y suficiente de las partes contendientes, con lo cual generan
confusión y hacen difusa el carácter de su participación
en las hostilidades.
Adicionalmente se presenta una militarización permanente de espacios públicos y privados por parte de los
actores armados regulares e irregulares, con el fin de
controlar a la población. También se presentan bombardeos que afectan a la población civil y bloqueos
de alimentos y medicinas por parte de militares. Se conocen casos en los que miembros de la fuerza
pública y guerrilleros han ingresado a las casas de los civiles o utilizado estos como escudos humanos
en medio de los combates. Estas situaciones ya de por si condenables, se agravan, con la inoperancia
de la justicia y de las autoridades locales al no investigar ni sancionar a los responsables de estos hechos violatorios del DIH.
Una primera consecuencia es el temor a denunciar de las comunidades, ya que perciben escasa
presencia del Estado y sus instituciones, en medio del fuego cruzado al que se encuentran expuestos
permanentemente y en el marco del cual son estigmatizadas y señaladas como auxiliadores de los diferentes grupos al margen de la ley.
Algunas comunidades han declarado su intención de abstenerse de ser parte del conflicto armado
interno, aunque esto se les dificulta por que los campamentos de los grupos armados ilegales cada vez
están más cerca de las viviendas de los ciudadanos o por la propia descalificación que hace la fuerza
pública de estas figuras humanitarias en donde la comunidad se ha declarado neutral frente a los actores del conflicto.
Es muy grave que el ejército implique a la población en el conflicto armado a través de su utilización
como correos humanos, informantes, guías o transportándose en sus vehículos. Todo esto evidencia
el desconocimiento de la normatividad en Derechos Humanos y DIH, lo que hace necesaria su mayor
difusión y promoción.
Desconfianza en la fuerza pública
La población civil expresa desconfianza en la fuerza pública debido a la no diferenciación que esta
hace entre la población civil y los combatientes durante sus procedimientos. Abordan los vehículos
16
civiles y de transporte público armados colocando en riesgo a sus ocupantes. En algunas zonas de
conflicto la fuerza pública desarrolla acciones militares como los bombardeos, los registros de casas y
sitios de trabajo y en ocasiones, han simulado enfrentamientos armados para justificar atropellos contra
las comunidades. También se han denunciado casos de violencia sexual contra niñas y niños, indígenas, campesinos y afro descendientes y detenciones arbitrarias de líderes y lideresas, configurando un
patrón de ataque e intimidación contra la población, que, según la fuerza pública, auxilia, colabora o
simpatiza con las organizaciones insurgentes.
Esta situación es más grave cuando los factores de riesgo provienen de autoridades constitucionalmente establecidas para preservar, la vida, la honra y los bienes de los ciudadanos
7. Infracciones contra personas y bienes protegidos por el DIH
Por parte de los grupos guerrilleros y de los grupos armados ilegales también es reiterativa la conducta de no utilizar ningún tipo de identificación o distintivo como lo exige el DIH, lo cual hace confuso
distinguir entre los combatientes y sus grupos de pertenencia. Esto no solo diluye las responsabilidades
sino que también, y especialmente, deja más expuestas y vulnerables a las comunidades al no reconocer cuáles son sus victimarios.
Misiones médicas en conflicto8
En el marco del conflicto armado interno se vienen presentando limitaciones y ataques a las misiones médicas y sanitarias en zonas de conflicto. También se presentan judicializaciones y ataques al
personal médico y sanitario, restricciones al ingreso a las zonas de los enfrentamientos y presiones a
sus miembros para atender a los integrantes de grupos armados ilegales. En ocasiones las partes han
utilizado los transportes y emblemas médicos y humanitarios para trasladar material bélico en procura
de alguna ventaja militar, lo cual constituye actos de perfidia prohibidos por el DIH.
Afectación a personas y bienes protegidos
por el DIH y a los principios de proporcionalidad y limitación
Existe un enorme desconocimiento de las normas del DIH y de los protocolos I y II adicionales a los
cuatro Convenios de Ginebra, por parte de funcionarios públicos, fuerza pública, miembros de grupos al
margen de la ley y ciudadanía en general.
Las principales afectaciones a personas y bienes tienen que ver con la desprotección de las tierras
que fueron abandonadas por el desplazamiento forzado, en todo el país, pero de manera singular en
las zonas de frontera. Las partes atacan bienes civiles protegidos bien sea con armas convencionales
como es el caso de los bombardeos por parte de la fuerza aérea o por la utilización de artefactos artesanales no convencionales de poca precisión, que utiliza las guerrillas. A esto se agrega la ocupación que
realizan las partes en escuelas, acueductos, hospitales o zonas cercanas la población civil, y prácticas
prohibidas por el DIH como el bloqueo de alimentos y medicinas por parte de la fuerza pública. En materia ambiental los actores armados ponen en riesgo los recursos naturales al acampar en estos y dejar
artefactos explosivos no convencionales (Cilindros) y MUSE.
Algunas de las prácticas que más afectan a la población civil están relacionadas con el uso y lanzamiento de artefactos explosivos no convencionales (cilindros o tatucos)9, restricciones a la libre circu-
Artículo 11. Protección de unidades y medios de transporte sanitarios. 1. Las unidades sanitarias y los medios de transporte sanitarios serán respetados y protegidos en todo momento y no serán objeto de ataques. En: Protocolo II adicional
a los Convenios de Ginebra.
9
Norma 13. Quedan prohibidos los ataques por bombardeo, cualesquiera que sean los métodos o medios utilizados, que
traten como un objetivo militar único varios objetivos militares precisos y claramente separados, situados en una ciudad,
8
17
lación y tránsito de la población civil, acciones militares indiscriminadas, falta de identificación de los
grupos armados. También se presenta el constante ataque a las estructuras petroleras y eléctricas, generando contaminación ambiental y afectación a la población ubicada en los alrededores. Generalmente
los grupos armados, principalmente guerrilla, realizan un minado de la zona para impedir el acceso de
los técnicos que hacen la reparación.
8. Protección al medio ambiente
Con relación a la preservación y protección del medio ambiente10 es importante señalar que los actores armados incursionan en los parques con cultivos de uso ilícito, tala de madera, minería ilegal, etc.,
contribuyendo a la afectación del medio ambiente. La fuerza pública también afecta los ecosistemas al
realizar bombardeos masivos.
Los actores armados realizan constantes ataques a la infraestructura petrolera, eléctrica y minera
generando contaminación ambiental y afectaciones graves a los ecosistemas ubicados en zonas de
reserva forestal o parques nacionales. Estas acciones afectan las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas, que habitan en ellas, y sus actividades productivas y prácticas culturales
cotidianas, presentándose además una contaminación importante en los yacimientos de agua y la vida
de todas las especies de flora y fauna.
9. Infracciones al DIH y violaciones a los DDHH en el marco de las zonas de consolidación
Uno de los principales dramas humanitarios que ha vivido el país en las últimas décadas ha sido el
desplazamiento forzado. Sin embargo muy pocos estudios aciertan en precisar las causas y razones de
esta tragedia que según cifras gubernamentales puede alcanzar los 5.000.000 de desplazados en las
últimas dos décadas. Paradójicamente muchas comunidades coinciden en afirmar que en los últimos
años este es mayor en las zonas de consolidación.
Informes recientes de organismos humanitarios y de dd.hh. dan cuenta de nuevas modalidades y actores generadores del desplazamiento. Es evidente que con la llamada desmovilización de los grupos
paramilitares y su metamorfosis en nuevas y variadas estructuras militares y de control económico en las
regiones, el fenómeno del desplazamiento forzado ha adquirido nuevas formas y llegado a las grandes
ciudades en donde se expresa en lo que hoy se conoce como el desplazamiento interurbano. Aunque
todos las partes desplazan, cada vez es más evidente la relación entre la lucha por el control de zonas
estratégicas y el establecimiento y consolidación de poderes ilegales que procuran mantener el control
sobre corredores de movilidad y la captura de rentas asociadas a la explotación minero energético y de
hidrocarburos. Las comunidades han identificado a los grupos armados ilegales, al ejército y las guerrillas
como los principales generadores de desplazamientos11 entre municipios, veredas, regiones y ciudades.
Las causas principales para el desplazamiento forzado a las cabeceras municipales tiene que ver con
la persistencia del conflicto armado interno, la presencia de grupos armados ilegales, las fumigaciones
aéreas que, además también afectan cultivos lícitos; escasa presencia social del estado, pobreza, la
un pueblo, una aldea u otra zona en la que haya una concentración análoga de personas civiles o bienes de carácter civil.
Lista de Normas Consuetudinarias del Derecho Internacional Humanitario.
10
Principio de Protección del Medio Ambiente: En todo conflicto armado debe garantizarse el respeto y protección del
medio ambiente.
11
“No se podrá ordenar el desplazamiento de la población civil por razones relacionadas con el conflicto, a no ser que
así lo exijan la seguridad de las personas civiles o razones militares imperiosas…”. Articulo 17, Titulo IV. Población Civil.
Protocolo adicional a los Convenios de Ginebra, relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin
carácter internacional (Protocolo II). En: Derecho Internacional humanitario aplicable al Conflicto armado interno en Colombia. Oficina en Colombia del alto comisionado de las naciones unidas para los derechos <humanos. Edigroup Ltda.
Bogotá D.C. Septiembre de 2012.
18
creciente militarización de los territorios, y las pocas oportunidades de empleo, educación y permanencia en la región.
A su turno los funcionarios de Estado plantean como respuesta la existencia de un Plan Integral Único
para garantizar la movilidad humana por razón del conflicto armado, un sistema de alertas tempranas,
informes de riesgos, planes de contingencia de inversión de prevención en los municipios y los departamentos para la atención integral de la población en situación de desplazamiento forzado.
10. Desarme, desmovilización y reinserción
Se expresa preocupación por el hecho de que algunos de los procesos de desmovilización no fueron
tales lo cual se expresa en la reaparición de estructuras armadas ilegales del tipo de los autodenominadas Águilas negras, Rastrojos, Urabeños entre otros, y el la persistencia de su accionar intimidatorio, de
control social y de homicidios contra líderes y lideresas.
Adicionalmente gran parte de la crisis de los programas de desmovilización y reinserción tiene que
ver con las pocas oportunidades de capacitación y educación de los desmovilizados, situación que se
entiende en parte por las altas cifras de personas acogidas a estos programas y que desbordaron la
capacidad institucional de respuesta, atención y acompañamiento.
Las causas identificadas se encuentran estrechamente asociadas con el fracaso y el incumplimiento
de la ley de justicia y paz. Solo se quedó en el desarme; no hubo planeación adecuada en el largo plazo;
el número de desmovilizados superó el presupuestado; se han presentado falsas desmovilizaciones; no
existe una normativa adecuada que permita un proceso de desmovilización transparente que resuelva
los problemas estructurales. Otro de los problemas tienen que ver con la ausencia de reintegración entre la sociedad y los desmovilizados que termina evidenciando problemas de exclusión social.
Muchos de los desmovilizados han reincidido en prácticas delictivas, son sicarios a sueldos, han
vuelto a las filas o realizan acciones de la mal llamada limpieza social. Estudios recientes han alertado
sobre el hecho que muchas de las llamadas Bandas criminales –BACRIM- están integradas en su gran
mayoría por desmovilizados del proceso con las AUC. También llaman a atención sobre la persistencia
del control social, la movilidad de la población civil, los homicidios, y las amenazas continuas en muchas
de las zonas donde se presentaron los procesos de desmovilización Lo que es evidente es que las estructuras de los grupos armados ilegales desmovilizados no se acabaron, se modificaron, mutaron hacia
otras estructuras con patrones y conductas similares a las desmovilizadas.
11. Administración de justicia y conflicto armado: procesamiento de autores
de violaciones de derechos humanos e infracciones al derecho humanitario
en zonas de aplicación de políticas de seguridad
Uno de las principales dificultades para acceder a la justicia tiene que ver con la falta de condiciones
y garantías hacer las denuncias, poder participar en las acciones procesales y acudir a las distintas
instancias judiciales. La población, especialmente rural, no cuenta con las garantías suficientes para el
acceso a la justicia y no cuenta con los recursos económicos financieros para asistir a las diligencias
judiciales y mucho menos tiene los medios técnicos para registrar el material probatorio suficiente como
fotografías, videos pruebas técnicas, etc.
Las causas principales están relacionadas con la poca presencia del Estado, el abuso de las autoridades locales, la dificultad de recolectar elementos materiales probatorios para investigar los casos y los
altos niveles de impunidad que se evidencian en la prolongación inexplicable de las investigaciones, la
lentitud y ausencia de condenas relacionadas con los casos de ejecuciones extrajudiciales o los asesinatos y el accionar de las llamadas BACRIM.
19
IV. Nuestras agendas pendientes
Detengamos las graves violaciones
a los DD.HH. y el DIH en el marco del
conflicto armado interno
serción escolar y la generación de oportunidades
de vida digna.
4 Combate decidido y neutralización de los grupo armados ilegales y paraestatales como paso
crucial para la recuperación de la confianza en la
fuerza pública.
4 Implementar estrategias integrales de combate y desarticulación de los grupos armados ilegales.
4 Creación de Comités interinstitucionales independientes y autónomos que difundan las rutas de
atención, haga más pronto el acceso a la justicia
y velen por la transparencia de los procesos de
reparación a las víctimas.
4 Romper con todo tipo de nexos, complicidades y apoyo de la fuerza pública a estos grupos.
4 Capacitaciones permanentes a los miembros
de la fuerza pública en DD.HH y DIH. y evaluación
permanente de sus comportamientos en terreno.
4 Desarrollo de estrategias conjuntas entre las
comunidades y el Estado que garanticen atención
dignificante y justicia, verdad, reparación y garantías de no repetición.
4 Fortalecimiento de las Personerías Municipales y las Defensorías del Pueblo, en recursos
financieros, talento humano e infraestructura.
4 Habilitar un sistema Nacional Integrado de
atención que facilite el monitoreo y evaluación
constante de los procesos de atención a las víctimas del conflicto.
4 Mesas de Encuentro y de Diálogo entre las
instituciones del estado territorial y nacional y la
sociedad civil, que permitan denunciar con plenas
garantías los atropellos de la fuerza publica.
4 Implementación, educación y divulgación
masiva del Plan Nacional de Educación en Derechos Humanos que permita a las comunidades
conocer y promover la garantía de sus derechos.
4 Acompañamiento internacional en las zonas
con mayor presencia del conflicto armado, como
garantes del cumplimiento de los DD.HH y el DIH.
4 Adopción de protocolos y medidas de amparo
y protección de la información personal que recolecta la fuerza pública como factor preventivo de
hostigamientos o ataques selectivos.
4 Implementación de políticas y estrategias de
prevención y atención al reclutamiento forzado de
niñas, niños y jóvenes, de manera concertada con
las comunidades en riesgo y atendiendo las particularidades de los territorios.
Agenda de prevención
del Reclutamiento de niños y niñas
4 Prevención eficaz del reclutamiento a través
del acceso a la educación, la lucha contra la de-
4 Capacitación y formación de padres de fami-
20
lias, lideres, lideresas y comunidades en prevención y afrontamiento del reclutamiento forzado
para que se conviertan en protectores de los niños, niñas y adolescentes en sus territorios.
sión de su gravedad y magnitud y favorezcan su
visibilización.
4 Diálogos abiertos con los líderes de los grupos armados ilegales con el propósito de que renuncien al reclutamiento infantil, respeten los derechos humanos (DD.HH) y acaten el DIH.
4 Estrategias dirigidas a la desmitificación de
la guerra como mecanismo de ascenso social y
como opción de mejorar económica y socialmente.
4 Sanciones ejemplarizantes a quienes incurran
en delitos relacionados con el reclutamiento de NNA.
4 Renuncia por parte de la fuerza pública a las
campañas de reclutamiento e incorporación a sus
filas en las que incentivan el militarismo y la militarización de la sociedad.
4 Apoyo a los proyectos productivos y de vida
de los jóvenes que inician su vida laboral. Garantía del acceso a la educación técnica y superior,
estableciendo este tipo de instituciones en zonas
sensibles al reclutamiento forzado.
4 Elaboración de mapas de riesgo de reclutamiento que faciliten el conocimiento de las zonas
que implican peligro para que la familia, las comunidades y las autoridades ejerzan una mayor acción
protectora.
4 Difusión masiva de los patrones y modalidades de reclutamiento así como de las estrategias
para evitarlo y enfrentarlo, priorizando el entorno
y la familia.
4 Apoyo y acompañamiento integral del Estado a
niñas, niños y jóvenes que han perdido sus padres.
4 Escenarios de dialogo entre las comunidades
y el estado tendientes a restablecer la confianza
en la instituciones para que estas sean percibidas
como un ente protector y no como un cómplice de
los grupos armados ilegales.
4 Acceso universal a la escuela de modo que
padres y comunidad educativa trabajen conjuntamente en la tarea de protección contra el reclutamiento infantil. Estrategias integrales de corto,
mediano y largo plazo que incluyan la ocupación
del tiempo libre de los niños, niñas y adolescentes
en actividades deportivas, culturales, lúdico – recreativas y/ o refuerzo escolar.
4 Cooperación interinstitucional con diferentes
agencias nacionales e internacionales que permitan contrarrestar y atacar el problema de raíz.
4 Veedurías ciudadanas que garanticen monitoreo y vigilancia al adecuado uso de los recursos
destinados a la prevención del reclutamiento infantil.
4 Creación de Observatorios sobre el reclutamiento forzado de NNA que faciliten la compren-
21
Agenda pendiente Minas antipersonal
y Municiones sin Explotar (MUSE)
salud que se encuentran actualmente cerrados,
para mejorar el acceso a la atención de emergencia
a las víctimas, específicamente en las zonas mas
apartadas.
4 Avanzar en acuerdos humanitarios parciales
que garanticen territorios libres de minas.
4 Monitoreo permanente a las víctimas de modo
que se garantice su acceso a la justicia y las medidas de reparación, satisfacción e indemnización
a que haya lugar.
4 Sistema Permanente de recepción de información y denuncia que permitan el conocimiento
sobre la ubicación de campos minados y MUSE.
Incentivo a las denuncias protección y garantías
para facilitar las fuentes confiables de ubicación
es estos artefactos explosivos.
4 Adecuación y funcionamiento de infraestructura terrestre, área, y marítima que permita el ingreso de la misión humanitaria y la atención ágil y
segura de las víctimas.
4 Procesos de desminado exclusivamente humanitarios a través de procesos de consulta previa con las comunidades para que estas se conviertan en un generador de alertas tempranas.
4 Promover penas ejemplares para quienes
usan minas antipersona como estrategia de guerra
Una agenda para Erradicar la
Violencia sexual en sus múltiples formas
4 Capacitación y formación por parte del SENA,
Naciones Unidas y la Cruz Roja, a las comunidades principalmente indígenas y campesinas, y a
los funcionarios, en manejo del riesgo y rutas de
atención como primer nivel de respuesta.
4 Mayor acompañamiento para las víctimas por
medio de las instituciones del Estado (Profamilia,
ICBF, centros de salud, hospitales, etc.) y diseño
e implementación de políticas públicas de educación sexual y reproductiva.
4 Procesos de capacitación y educación en
las poblaciones campesinas y comunidades indígenas de modo que sus líderes se conviertan en
replicadores de la información y se masifique la
estrategia de prevención.
4 Promover y favorecer la interlocución, comunidad e instituciones de gobierno y de estado.
4 Favorecer el empoderamiento y la sensibilización de la comunidad para que se convierta en
promotora del cumplimiento, garantía y exigibilidad
de los derechos de las víctimas de delitos sexuales.
4 Limitación y señalización de las zonas de polígono establecidas por la fuerza pública e información de la ubicación sus minas.
4 Procesos de diálogo, y acuerdos humanitarios parciales dirigidos a lograr la renuncia de los
grupos armados ilegales a la siembra de minas
antipersonal y su ubicación.
4 Sistema Nacional de Atención a las Víctimas
de violencia sexual, que garantice prevención,
atención, acompañamiento profesional, recuperación, acceso a la justicia y a las medidas de reparación ofrecidas por el Estado, privilegiando la re
dignificación de las víctimas.
4 Realización de censos que permitan comprender quiénes son las víctimas, dónde están y
sus necesidades en términos de atención y como
garantizar la restitución de sus derechos.
4 Fortalecimiento de la familia como primer escenario de respuesta a la violencia sexual, especialmente en cuanto a el dialogo y la información
sobre salud sexual y reproductiva, la prevención
de actos de violencia sexual, y el conocimiento de
los derechos fundamentales.
4 Implementación de programas de rehabilitación
y reinserción a la vida cotidiana, que incluya atención médica y psicosocial completa y suficiente.
4 Políticas de atención idóneas que consulten
las particularidades de las zonas afectadas. Estas
deben difundirse ampliamente y acompañarse de
los derechos y los mecanismos de exigibilidad a
los que pueden recurrir as víctimas.
4 Capacitar y empoderar a los padres de familia
y las JAC como instituciones protectoras.
Agenda para superar las infracciones
al principio de distinción del DIH
4 Capacitación y sensibilización de los funcionarios de modo que puedan ofrecer siempre atención dignificante y respetuosa a las víctimas.
4 Diálogo entre los pobladores y la fuerza pública para poner en práctica y respetar los principios
del DIH.
4 Adecuación y reactivación de los puestos de
22
zonas en conflicto no deben generar restricciones
a los suministros de alimentos y medicinas.
4 Mantener distancia entre Fuerza Pública y
población civil (evitar acampar en espacios cercanos a la población civil como casas, colegios, coliseos deportivos o fuentes de agua), respetando el
principio de distinción.
4 Fortalecer la institucionalidad local y los funcionarios encargados en atención a la comunidad,
reconociendo las necesidades y contexto de la población.
4 Las partes deben renunciar a utilizar a la población civil como escudos humanos y no ingresar
a las viviendas.
4 Exigir una plena identificación a todos los actores armados.
4 Ubicación de los puestos de policía e instalaciones militares en zonas que no generen ningún
tipo de riesgo a la comunidad.
Relacionamiento respetuoso y amable
de la fuerza pública con las comunidades
4 Buen trato al campesino, al indígena, al afro
descendiente por parte de la fuerza pública, cambiando el estigma que se les tiene de guerrilleros.
4 Presencia institucional integral del Estado
de manera permanente. No solo presencia de la
Fuerza Pública, también en infraestructura, servicios médicos y educativos.
4 Comisión de seguimiento para el buen trato y
conductas respetuosas con la población civil conformada por la Defensoría del Pueblo, Cruz Roja,
4 Fortalecer los procesos de formación y ca-
Comunidad Internacional y sociedad civil.
pacitación en DD.HH y DIH, derechos y jurisdicciones especiales de los pueblos indígenas y sus
costumbres, y de las comunidades afro descendientes, al interior de la fuerza pública.
4 Respeto y seguridad a los líderes comunales
y dirigentes sociales, así como a sus organizaciones como expresiones de participación legítimas y
necesarias a toda democracia.
4 Reforzar en la sociedad civil la denuncia con
garantías ante estas situaciones.
4 Rendición de cuentas mensuales en escenarios públicos para saber que hacen los miembros
de la Fuerza Pública con relación a la capacitación
en DIH y sus prácticas en las comunidades.
4 Cumplimiento de las normas, tratados y convenios internacionales en materia de DIH, en particular la protección a la población civil y su no
vinculación en el conflicto. Las partes deben abstenerse de utilizar armas que puedan afectar a la
población civil bien sea por su uso indiscriminado
como por su proporcionalidad o falta de precisión
los controles que realiza el ejército nacional en las
4 Emplear los recursos en inversión social y no
en más Fuerza Pública.
4 Garantías de protección para las personas
que denuncien y fortalecimiento de las acciones
23
ra integral no solo la fuerza pública, sino también
con infraestructura, servicios médicos, educativos
y productivos.
de individualización y judicialización. Lucha contra la impunidad.
4 Fortalecimiento de la independencia institucional (Defensoría y personerías) en sus actuaciones y presencia y cumplimiento de su función,
para que puedan remitir casos a la fiscalía para
iniciar investigaciones.
4 Veeduría internacional que garantice el cumplimiento de los tratados y convenios internacionales que regulan el conflicto armado y protegen los
derechos de la población que no participa en las
hostilidades.
4 Que las fuerzas militares y los grupos armados ilegales respeten el principio de neutralidad
para que el personal médico y sanitario tenga las
garantías para el desarrollo de su labor.
Protección al medio ambiente
4 Defensa, exigibilidad y plena vigencia del derecho que tenemos todos los colombianos a vivir
en un medio ambiente sano así como el de garantizar por parte del Estado el agua como un derecho fundamental.
4 Difusión masiva por parte del estado de la resolución 1020 de agosto de 2002.
4 Difusión masiva de los manuales de la misión médica y el uso de los símbolos, distintivos
y emblemas del DIH a todo el personal sanitario,
fuerzas militares y comunidad en general.
4 Promover y difundir ampliamente entre las
comunidades y estas mismas como promotoras,
el cumplimiento de los derechos colectivos y ambientales
4 Señalización de bienes protegidos por el DIH
con el apoyo del CICR.
Desplazamiento forzado y otras
violaciones a los DDHH en el marco de las
zonas de consolidación
4 Concienciar al personal sanitario sobre medidas adecuadas de protección teniendo en cuenta
el contexto con el fin de que se abstengan de participar del conflicto.
4 Ruta de identificación, atención y restitución
de derechos de las victimas del desplazamiento forzado. Presencia institucional, concertación
y corresponsabilidad con las comunidades para
prevenir desplazamientos.
4 Acompañamiento integral a todas las familias
víctimas de infracciones al DIH
4 Promover los intercambios de experiencias
de paz entre comunidades, para fortalecer el conocimiento de los derechos de las victimas locales
para ser aplicados en otros contextos
4 Activación de las alertas tempranas, Planes
de contingencia y rutas de atención a través de
capacitaciones a la sociedad civil, medios de comunicación local, cartillas pedagógicas, etc.
4 Prevención y seguimiento psicológico a los
policías y soldados que están en el campo de batalla y capacitación en primeros auxilios para la
atención primaria a las víctimas.
4 Intervención oportuna de los Organismos de
control para verificar el funcionamiento de las instituciones que tienen la obligación legal de atender
a la población desplazada, en los suministros de
alimentos, la entrega de ayudas humanitarias, re-
4 Presencia permanente del Estado de mane-
24
gistros de las victimas etc. Soluciones sostenibles
e integrales a la población desplazada.
4 Política pública de seguridad y atención integral a las personas que retornan.
4 Mayor control, verificación, presencia y oferta
institucional permanente que permita atender de
manera integral a las víctimas.
4 Organizar y agilizar las rutas de atención con
el fin de que sean más efectivas. Acabar con la tramitología para acceder a las ayudas humanitarias.
4 Revisión de las solicitudes de ampliación y
legalización de resguardos; eliminación simplificación o supresión de trámites para la titulación de
tierras.
4 Certificación de la condición de víctima en los
territorios indígenas y de población afro descendientes por parte de las comunidades indígenas y
afro descendientes.
4 Contratación de funcionarios competentes,
humanistas e idóneos para atender a la población
víctima del desplazamiento forzado.
4 Atención psicosocial diferenciada, rápida
y efectiva, orientada a los sectores vulnerables
como pueblos indígenas, afro descendientes,
campesinos adultos mayores, personas en condiciones de discapacidad, infancia y adolescencia,
población LGTBI, palenquearos, ROM y raizales.
4 Sanciones penales, disciplinarias y administrativas a los funcionarios corruptos.
4 Socializar y divulgar ampliamente las estrategias de atención e intervención de las instituciones de Gobierno y de estado para recuperar
la confianza en el mismo y mayor presencia de
las instituciones en zonas alejadas con un enlace
integral entre las mismas.
Desarme, desmovilización
y reinserción. Una agenda pendiente…
4 Cumplimiento de los compromisos de proyectos productivos y los programas de reintegración.
que tengan en cuenta su orientación vocacional,
con el fin de permitir la inclusión social a través de
ofertas de trabajo y planes de vivienda.
4 Campañas masivas de información a la población civil sobre la labor que realizan las instituciones en el respeto y garantía de DDHH y DIH.
4 Promover espacios de reconciliación y reintegración entre la comunidad y los desmovilizados.
4 Proyectos productivos y de comercialización
en las regiones afectadas, teniendo en cuenta a la
comunidad para su diseño e implementación.
4 Generación de empleo y creación de empresas para los desmovilizados a través de alianzas
público - privadas.
4 Veedurías ciudadanas que acompañen las labores de las instituciones y los funcionarios.
4 Interventoría financiera por medio de la procuraduría a los programas de reinserción.
4 Presencia institucional con proyectos educativos, de vivienda, seguridad, vías, bienestar social
y una mejor atención en salud.
4 Programas de capacitación para desmovilizados.
4 Acompañamiento a la población carcelaria
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la vulneración del derecho a la identidad de las
comunidades afrocolombianas negras, raizales y
palanqueras.
de reinsertados en su reintegro a la vida civil en
igualdad y con goce efectivo de derechos.
4 Campañas a la ciudadanía de concientización
y aceptación a estos procesos de reinserción y los
que en ellos participan.
4 Conducto efectivo y seguro para el trámite de
las quejas por infracciones al DIH que son cometidas por unidades militares.
4 La participación activa de la sociedad civil en
los procesos de paz como condición mínima para
el alcance de una paz duradera para nuestro país.
4 Cumplimiento del debido proceso al interior
de la Justicia Penal Militar en los casos que involucran miembros de la Fuerza Pública.
Administración de justicia,
conflicto armado y DIH
4 Cese a la persecución, los hostigamientos y
las amenazas a los familiares y las victimas de las
ejecuciones extrajudiciales y otras infracciones al
DIH por parte de la fuerza pública.
4 Informes periódicos sobre avances de las investigaciones en casos de violaciones de DDHH de indígenas. Resultados en la lucha contra la impunidad.
4 Juicios a los autores intelectuales, determinadores y beneficiarios de violaciones a los DDHH como
políticos, empresarios y altos cargos de estado y de
gobierno vinculados a grupos armados ilegales.
4 Creación de una oficina de asuntos indígenas por parte de las gobernaciones y alcaldías.
Acompañamiento psicojurídico permanente a las
víctimas.
4 Asignación de fiscales de la Unidad Nacional
de DDHH y DIH, con su respectiva Policía Judicial,
para impulsar las investigaciones por violaciones
a DDHH e infracciones al DIH.
4 Oficinas de atención a cargo de las Juntas
de Acción Comunal con el propósito de aliviar la
carga que no puede cubrir el Personero en ciertas
áreas rurales.
4 Confidencialidad, garantías y medidas de protección suficientes y eficaces para las personas
que hacen las denuncias donde están involucrados integrantes de la Fuerza Pública.
4 Creación de una Comisión de la Verdad sobre las múltiples violaciones de los derechos humanos desde el año 1985 a 2012, principalmente
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Fascículo 10
CONFLICTO
armado interno y
Derecho
Internacional Humanitario - DIH
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