Documento descargado de http://www.elsevier.es el 29/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. ORIGINALES Rev. Logop. Fonoaud., vol. IV, n.º 1 (20-26), 1984. EL PAPEL DEL ENTORNO EN LA ADQUISICIÓN DEL LENGUAJE EN EL NIÑO Por Jean A. Rondal, Ph., D. Universidad de Lieja deja de ser sorprendente la falta de preocupación por el entorno lingüístico del niño en vías de construcción del lenguaje hasta hace una década. La antigua concepción según la cual el niño adquiere el lenguaje por «simple» imitación del habla de los adultos, que ha prevalecido durante mucho tiempo, curiosamente no ha desembocado en un estudio sistemático de los modelos de lenguaje imitados por el niño. Por su parte, las concepciones nativistas radicales sobre el desarrollo del lenguaje propuestas en los años sesenta por Chomsky, McNeil, Lenneberg, Fodor, etc., no han conducido tampoco a un estudio sistemático del entorno lingüístico del niño pequeño. En este último caso, la razón, elevada a nivel de axioma, consiste en que el entorno lingüístico del niño no se distingue en nada del lenguaje de los adultos. No hay, por tanto, ningún interés particular en estudiarlo. Este dogma, que reemplaza a los datos empíricos, viene a poner de relieve la extrema dificultad de la tarea a la que se enfrenta el niño: desarrollar el lenguaje a partir de un material lingüístico de máxima complejidad, lo que equivale indirectamente a justificar la atención que, obstinadamente, se presta en esta corriente teórica a los factores innatos. De hecho, todo enfoque que intente explicar la construcción del lenguaje debe especificar tres categorías de fenómenos y definir sus relaciones. En primer lugar, se trata del entorno lingüístico del niño y de las modificaciones que intervienen en su evolución; en segundo lugar, se trata de los procesos N O mentales mediante los cuales el niño analiza el lenguaje registrado, y de las deducciones hechas por éste en la construcción de su gramática del lenguaje; en tercer lugar, se trata de las conductas de comprensión y de producción del niño en los distintos momentos de su desarrollo lingüístico. El presente artículo trata exclusivamente de la primera categoría de fenómenos, es decir, de cómo los adultos, y muy particularmente los padres, se dirigen a sus hijos, y de cómo los primeros reaccionan (feedback) a las producciones verbales de éstos. Las publicaciones internacionales acumuladas sobre este tema desde hace una década alcanzan ya un volumen bastante considerable. Están constituidas esencialmente por estudios descriptivos y, en menor medida, por estudios experimentales que se proponen establecer relaciones de causa y efecto entre ciertos aspectos del lenguaje de los padres en un momento T1 y ciertos aspectos del desarrollo del lenguaje del niño en un momento T2 (véase Rondal, 1983, para una reseña detallada de esta bibliografía). En un plano descriptivo, se ha demostrado que el lenguaje de la madre y del padre dirigido al niño en vías de adquisición del lenguaje se modifica y evoluciona según el nivel del niño en sus diferentes aspectos: prosodia, fonología (articulación), léxico, contenidos semánticos, morfología y sintaxis. La mayoría de las investigaciones hechas hasta ahora son transversales, es decir, investigaciones que comparan sujetos diferentes a edades diferentes. Sin embargo, existen algunas investigaciones lon- Correspondencia: Laboratoire de Psycholinguistique, Institut de Psychologie et de Sciences de l’Education, Université de Liège. B-32, Sart Tilman, 4000 Liège. 20 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 29/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. gitudinales, es decir, efectuadas con los mismos sujetos observados durante un periodo de tiempo más largo, que confirman los datos obtenidos en estudios transversales. Señalaremos, a título de ejemplo, la entonación exageradamente aguda de las producciones de los padres —sobre todo de la madre— dirigidas al niño de corta edad con el fin de captar y retener su atención; la articulación más cuidada y más lenta del lenguaje de los padres dirigido al niño pequeño; la muy clara segmentación del discurso de los padres en frases y enunciados. Se ha calculado, efectivamente (Broen, 1972; Dale, 1974), que cerca del 90 % de los enunciados dirigidos por las madres a sus hijos de dos años de edad están separados por pausas bien marcadas («pausa» definida como toda interrupción del habla durante un lapso de tiempo superior a 250 milisegundos, en el trabajo de Broen). La proporción desciende a cerca de 61 % en el discurso materno dirigido a niños de cinco a seis años. Es inferior al 50 % en el lenguaje entre adultos. De manera general, la inteligibilidad del lenguaje del padre y de la madre dirigido al niño pequeño es excelente. El vocabulario utilizado por los padres al dirigirse a su hijo es igualmente simplificado, es más concreto y contiene más palabras que aparecen con mayor frecuencia en los hábitos lingüísticos de la comunidad. Este vocabulario es también menos diversificado respecto al lenguaje entre adultos y respecto al lenguaje dirigido por los adultos a los niños mayores, como lo manifiestan los índices IDL (Índice de Diversidad Léxica; en inglés, TTR: Type Token Ratio) calculados a partir de los corpus de lenguaje intercambiados ora entre adultos, ora entre adultos y niños a diferentes edades (por ejemplo, Longhurst y Stepanich, 1975). En el nivel morfosintáctico, el lenguaje de los padres dirigido al niño pequeño está generalmente bien construido, es estructuralmente más simple y más breve que el lenguaje dirigido al niño mayor o al lenguaje entre los adultos. Uno de los medios técnicos frecuentemente utilizados para calcular la complejidad relativa del nivel morfosintáctico del lenguaje de la madre con el niño es el estudio de la extensión media de los enunciados (EMPV: Extensión Media de Producción Verbal; en inglés, MLU: Mean Length Utterance). El EMPV se obtiene dividiendo el número de palabras o de morfemas obtenidos en un corpus de lenguaje por el número de enunciados. Su cálculo presupone así la segmentación del corpus en enunciados (Rondal y cols., 1983). En la práctica, se pueden explotar muestras que contienen 100 o 200 enunciados. La fiabilidad del EMPV, al menos en el niño, es satisfactoria cuando se dispone de cincuenta o más enunciados (Rondal y Defays, 1978). La figura 1 ilustra la evolución de los EMPV de la madre y del niño según la edad de los niños. Esta figura está basada en un estudio de la bibliografía pertinente realizado por Rondal (1983). Como lo muestra la figura 1, la relación entre los EMPV maternos e infantiles varía según la edad y el desarrollo del niño; pero en lo que se refiere al EMPV, existe una notable diferencia entre el habla de la madre y el del niño. Esta diferencia resume el camino que tendrá que recorrer el niño en el nivel del desarrollo morfosintáctico durante los meses y los años siguientes. 2 3 4 Edad2 de los niños 7 1. Extensión media de producción verbal calculado en número de monemas o en número de palabras. 2. Se trata de la edad cronológica expresada en años. FIG. l. - Relación entre las EMPV materna e infantil (reproducción autorizada por J. A. RONDAL, en L’interaction adulte-enfant et la construction du langage, Liège: Mardaga, 1983, p. 37). 21 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 29/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. ORIGINALES La evolución de la EMPV materna y la de la EMPV infantil se encuentran en correlación positiva (lineal) aproximadamente a partir de los 18 meses. Moerk (1975) ha medido esta correlación entre los 2 y los 5 años. Se establece a 0,69 y es estadísticamente significativa (Rondal, 1978) menciona una correlación del mismo orden (0,55, muy significativa) entre 20 y 32 meses en el niño normal y entre 3 y 12 años en el niño afectado de trisomía 21 (deficiente medio y severo). Aunque los datos anteriores se refieren exclusivamente al lenguaje de la madre, las mismas conclusiones son válidas para el lenguaje del padre dirigido al niño (Golinkoff y Ames, 1979; Rondal, 1980). Los padres hacen algo más que dirigirse al niño. Reaccionan verbal y no verbalmente a las producciones lingüísticas de los niños. Las reacciones de los padres se refieren ya sea a los contenidos o ya sea a los medios formales utilizados por el niño. Los padres aprueban o desaprueban verbal o no verbalmente los enunciados infantiles. Entre los 18 y los 31 meses, el lenguaje materno contiene entre un 10 y un 20 % aproximadamente de instancias evaluativas verbales explícitas según la situación (Rondal, 1983). Los padres repiten también todo o parte de los enunciados infantiles, hasta un total del, aproximadamente, 5 al 10 % de estas producciones. Seitz (1975) sugiere que las repeticiones del lenguaje infantil por la madre retransmiten al niño una información relativa a uno o varios de los elementos siguientes: 1) corrección del mensaje en el plano acústico; 2) corrección de su referencia perceptiva o conceptual; 3) comprensión de la entonación significante. Los padres repiten también una proporción considerable de sus enunciados o partes de sus enunciados (autorrepeticiones; del 3 al 34 % entre 1 y 3 años, según los estudios, Rondal, 1983). Estas conductas de autorrepetición tienen al parecer una función pragmática. Permiten ejercer un mejor control sobre la conducta del niño. Las autorrepeticiones parciales en paráfrasis de los padres (por ejemplo, madre: «Es un caballito.» «Es un poney.») desempeñan quizá también un papel en la adquisición del lenguaje en el niño pequeño, procurándole indicios que éste utiliza en la estructuración de enunciados 22 reales y potenciales en el eje paradigmático del lenguaje. Los padres corrigen igualmente de manera implícita (expansiones) o explícita una parte importante de los enunciados infantiles (entre el 10 y el 30% según los estudios y las edades de los niños). Las proporciones de expansiones y de correcciones explícitas parecen disminuir según avanzamos en la edad del niño (Seitz y Stewarts, 1975; Rondal, 1978). La tabla I resume las principales características del lenguaje materno dirigido al niño entre 1 y 10 años aproximadamente. La mayoría de estas características son válidas para el lenguaje del padre. En un plano experimental, disponemos de varios estudios (reseñados por Rondal) que parecen mostrar que las simplificaciones y adaptaciones del lenguaje de la madre dirigido al niño favorecen el desarrollo del lenguaje de éste. Mencionaremos solamente dos ejemplos. Furrow, Nelson y Benedict (1979) han grabado las interacciones verbales entre siete niños y niñas primerizos y sus respectivas madres, en situación de juego libre en el hogar, durante un periodo de nueve meses. Los niños (y niñas) tenían 18 meses al comienzo del estudio. Su EMPV era de l,00. Los datos principales del estudio son los siguientes: mientras más simple sea la constitución estructural del lenguaje materno cuando el niño tiene 18 meses, más desarrollado lingüísticamente será el niño a los 27 meses. Más aún, mientras mayor sea el número de palabras, verbos, pronombres y cópulas por enunciado en el lenguaje materno dirigido al niño de 18 meses, menores probabilidades tiene éste de encontrarse lingüísticamente desarrollado a los 27 meses. En cambio, una frecuencia relativamente elevada de nombres en relación a los pronombres y de preguntas sí-no (sin inversión del orden tradicional de sujeto y verbo) en el lenguaje materno dirigido al niño de 18 meses, está asociada con un crecimiento lingüístico más acusado en el niño durante los meses siguientes. Los datos de Furrow y cols. (1979), al contrario de una opinión generalizada entre los padres, señalan que un lenguaje de los padres estructuralmente simple es el mejor adaptado para favorecer una construcción lingüística relativamente rápida en el niño Documento descargado de http://www.elsevier.es el 29/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. TABLA I..- Principales características del lenguaje materno dirigido al niño en vías de adquisición del lenguaje (reproducción autorizada por J. A. RONDAL, en L’interaction adulte-enfant et la construction du langage, Liège: Mardaga, 1983, p. 62). Aspectos Características 1. Fonética y fonología. Lenguaje dirigido al niño pequeño - Elevación de la altura tonal del discurso y ampliación del muestrario de frecuencias fundamentales con predominio de las frecuencias altas - Acentuación y prolongación de la duración de emisión de los sustantivos y de los verbos - Excelente inteligibilidad del discurso 2. Léxico - Reducción de la diversidad léxica - Utilización preferente de términos léxicos frecuentes en la lengua con mayoría de palabras de referencia concreta - Menor utilización de las subclases formales más complejas en el plano cognitivo-semántico ——————— 3. Estructuras semánticas - Reducción cuantitativa y cualitativa de las estructuras semánticas expresadas en estructuras superficiales 4. Morfosintaxis - Gramaticalidad y fluidez del discurso - Reducción de la extensión media de producción verbal (EMPV) y de la EMPV preverbal - Reducción de la complejidad sintáctica del discurso - Predominio de frases interrogativas, seguidas, en frecuencia, por las frases declarativas y por las imperativas 5. Pragmática - Respecto a los actos de habla, predominio, a nivel de frecuencias, de demandas de información, seguidas por las declarativas y las descripciones y, finalmente, por las demandas de acción - Reducción de la frecuencia de los subtipos de demandas en acción más compleja a nivel pragmático - Repeticiones maternas 6. Feedback verbal - Aprobación y desaprobación verbales del lenguaje infantil - Repetición, expansión, corrección explícita y extensión de los enunciados infantiles entre 18 y 27 meses. A estas edades, todo lo que en el input de los padres trasciende esta exigencia de simplicidad obstaculiza el trabajo analítico del niño de corta edad y retrasa tanto más su progreso lingüístico. No obstante, no debiera concluirse que un input de los padres igualmente simplificado pueda todavía favorecer el desarrollo del lenguaje más allá de los 27 meses, puesto que la probabilidad de que sea efectivamente favorable es baja o nula. Sin embargo, no disponemos actualmente de datos empíricos relativos a este problema. Nelson (1980) aporta una demostración experimental de la eficacia de las expansiones y de otras repeticiones adultas del lenguaje infantil sobre las adquisiciones lingüísticas de los niños. Las repeticiones adultas en este estudio hacían variar sistemáticamente o el constituyente verbal (por ejemplo, un verbo simple en el condicional, una forma verbal compuesta en vez de una simple, etcétera) o la forma de las preguntas (preguntas que empiezan con «quién», preguntas negativas, etcétera). Los niños tenían 30 meses al comienzo del estudio, y eran emparejados según su nivel de lenguaje expresivo. El estudio abarcó un periodo de dos meses. Los resultados indican claramente que los niños que recibieron el primer tratamiento adquirieron nuevas estructuras verbales, lo que no sucedió con el segundo grupo de niños, quienes adquirieron, sin embargo, nuevas estructuras interrogativas. Esta investigación (y otras) demuestra la eficacia de las intervenciones adultas constituidas por repeticiones de los enunciados infantiles. Tanto el carácter adecuado del lenguaje de los padres dirigido al niño como la pertinencia y la eficacia de los modelos y de los feedback de estos padres en la adquisición y construcción del lenguaje en el niño parecen así quedar bien establecidos. El problema teórico que se plantea actualmente puede resumirse en la siguiente pregunta: ¿Se trata acaso de una verdadera enseñanza de la lengua y del lenguaje impartida a los niños por los padres de manera implícita, o se trata, de parte de los padres, de favorecer tanto como puedan la eficacia de la comunicación con su hijo, adaptándose lo mejor posible al nivel de éste? La mayoría de los autores que se han pronunciado sobre este problema opinan que la hipótesis inter23 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 29/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. ORIGINALES pretativa válida es la segunda (por ejemplo, Wanner y Gleitman, 1982; Slobin, 1981; Snow, 1977; Wells, 1983; Sharwood Smith, 1981; Khomsi, 1982). Entre los partidarios de la primera hipótesis, además de nosotros mismos (Rondal, 1983), sólo conocemos a Moerk (1983 a, 1983 b). Antes de empezar una breve discusión sobre las dos hipótesis, precisemos que éstas no se excluyen mutuamente, aunque la hipótesis de una enseñanza implícita del lenguaje por los padres a sus hijos va más allá de la hipótesis de una facilitación comunicativa perseguida en primera y única instancia por estos padres. Si la mayoría de las características del input y de los feedback de los padres pueden ser interpretadas como compatibles con la hipótesis de la facilitación comunicativa, quedan algunas, sin embargo, que no pueden ser explicadas en estos términos y requieren, a nuestro parecer, ser vinculadas a una función didáctica del lenguaje de los padres. Estas características son las siguientes: en primer lugar, un input de los padres que tuviera como único objetivo maximizar el poder de comunicación adulto-niño, no tendría ninguna necesidad de situarse en un nivel de complejidad relativa algo superior al nivel productivo del niño (para la extensión media de los enunciados se ha calculado que, entre 2 y 6 años, la EMPV materna sobrepasa la EMPV infantil en un valor que varía desde 0,85 a 2,97, según los estudios, véase figura 1). Si se tratara, pues, únicamente de comunicar con el niño con una eficacia máxima, convendría situar el input de los padres al mismo nivel de complejidad estructural que el del niño, lo que nunca se ha observado; en segundo lugar, tampoco parece que la hipótesis de la facilitación comunicativa sea suficiente para dar cuenta de los feedback verbales presentes en el lenguaje de los padres y referidos a las producciones infantiles, es decir, de los fenómenos de repetición, expansión y correcciones explícitas del lenguaje infantil por los padres. ¿Cómo explicar, en efecto, la elevada frecuencia de estos fenómenos (en absoluto indispensables para la facilitación comunicativa postulada más arriba) sin recurrir a la idea de que los padres desean intervenir activamente en el proceso de adquisición del lenguaje de su hijo? No se trata, sin duda, de una 24 voluntad consciente de parte de la mayoría de los padres. Pero el carácter consciente o no de estos fenómenos de enseñanza no nos parece en absoluto importante; en tercer lugar, los análisis recientes y detallados de algunos corpus longitudinales de interacciones verbales madre-niño (Moerk, 1980, 1983 a, 1983 b) han permitido observar verdaderas lecciones de lenguaje, con que las madres, muy hábilmente, enseñan a sus hijos (a este respecto, véase en el informe de Moerk, 1980, cómo una madre enseña a su hijo el giro «in the wastebasket»). Estas alecciones de lenguaje, trascienden, desde luego, una simple búsqueda de armonía o de eficacia comunicativa y demuestran claramente una función de enseñanza del lenguaje ejercida por los padres. Ésta implica complementariamente una función de aprendizaje de lenguaje en el niño a partir de los modelos, feedback y otras prácticas educativas del lenguaje asumidas por los padres. Investigaciones realizadas en la actualidad en varios laboratorios deberían permitir evaluar con exactitud la frecuencia, la extensión y la generalidad de estos fenómenos. Llegados a este punto, parece, por tanto, permitido postular que los padres desempeñan un papel fundamental en la enseñanza del lenguaje a sus hijos. No se trata nunca, claro está, de una enseñanza explícita, consciente o de tipo escolar, sino más bien de una enseñanza que podríamos calificar de implícita. Sin embargo, tal enseñanza implícita de los padres (cuyo valor y, consecuentemente, cuya eficacia puede variar sustancialmente de unos padres a otros, lo que puede constituir un determinante, por lo menos parcial, de importantes diferencias interindividuales observables en la cronología del desarrollo del lenguaje en los niños) no excluye que el niño aprehenda el lenguaje y, sobre todo, los elementos que le propone el adulto. El aspecto «aprendizaje del lenguaje» que incumbe al niño, no está tratado aquí, lo que no implica en absoluto que tenga un papel secundario. Al contrario, constituye el segundo e indispensable aspecto del modelo teórico de la adquisición del lenguaje que hemos esbozado en otro trabajo (Rondal, 1983). Inscribimos esta hipótesis relativa a los procesos de adquisición del lenguaje del niño en el marco general de los trabajos teóricos de L. S. Vygotsky Documento descargado de http://www.elsevier.es el 29/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. (Vygostky, 1962, 1978) y de J. S. Bruner (Bruner, 1966, 1983), que definen la cultura como un conjunto de procesos de interacción en los cuales las relaciones adulto-niño desempeñan un papel de primer orden. La concepción del adulto que actúa como mediador de la transmisión cultural es central en esta perspectiva teórica, lo que no significa en absoluto que se reduzca la función del niño a la de ser un receptor pasivo. Como lo señala Bruner (1983, Prefacio), la tarea de colaboración a través de la cual el adulto ayuda al niño a desarrollarse, no deja de plantear numerosos problemas a la psicología, puesto que tanto la mayoría de las teorías del aprendizaje, como de las del desarrollo se han fundado hasta ahora sobre metodologías esencialmente individualistas. Terminaremos con una cita de la misma obra de Bruner, que se refiere a la curiosa reticencia de la psicología frente a la posibilidad de considerar que muchos instrumentos y conocimientos culturales pueden ser efectivamente transmitidos. Deseamos que estas últimas consideraciones, junto a las que preceden, puedan conducir a los psicólogos a intentar definir con más decisión los parámetros de los fenómenos transaccionales considerados. «Hay en este volumen1 un artículo que trata específicamente de cómo un adulto ayuda al niño a dominar una tarea conceptual, una construcción cuya solución depende de la manera de concebir las relaciones entre las partes. Curiosamente, es uno de los pocos estudios de psicología que trata de cómo la enseñanza tiene una vertiente práctica. Las publicaciones sobre este tema empiezan ahora a multiplicarse. Recientemente, existe también un interés más vivo por la práctica de estas madres y de otros adultos en su «enseñanza» del lenguaje a los niños. Sin embargo, existe todavía en lingüística una reserva tal frente a la idea de que el lenguaje se enseña, que la palabra misma debe escribirse entre comillas. Es curioso observar cuán refractarios son aún los psicólogos a la idea de que la cultura se transmite» (Bruner, 1983, Prefacio, p. 9). 1. De la obra de Bruner, en su Prefacio, 1983. BIBLIOGRAFÍA BROEN P: «The verbal environment of the language-learning child». American Speech and Hearing Association Monographs, 1972, 17. BRUNER J. S.: Toward a theory of instruction, Cambridge, Harvard University Press, 1966. BRUNER J. S.: Le développement de l’enfant: Savoir faire, savoir dire, Paris, Presses Universitaires de France, 1983. DALE P.: «Hesitations in maternal speech». Language and Speech, 1974, 17, 174-181. FURROW D., NELSON K., BENEDICT H.: «Mothers’ speech to children and syntactic development: some simple relationship». Journal of Child Language, 1979, 2, 423-442. GOLINKOFF R. M., AMES G. J.: «A comparison of fathers’ and mothers’ speech with their young children». Child Development, 1979, 50, 28-32. KHOMSI A.: «Langue maternelle et langage adressé à l’enfant». 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Colin Versión castellana de M.ª Dolores Suriá. Un volumen de 112 páginas; formato 13,5 × 21 cm, encuadernado en rústica. 1980. Editorial Massonn- Balmes, 151 - Teléfono 217 98 54. BARCELONA-8 EDUCACIÓN PRECOZ DEL NI ÑO SORDO para padres y educadores por Alain Morgon, Paule Aimard y Nathaliel Daudet. Versión castellana de M.ª Dolores Suriá. Un volumen de 120 páginas;; formato 13,5 × 21 cm, encuadernado en rústica. 1978. Editorial Massonn - Balmes, 151 - Teléfono 217 98 54. BARCELONA-8 26 LA TARTAMUDEZ (Sintomatología, tratamiento) por Claire Dinville. Prefacio de S. Borel-Maisonny. Versión castellana de José Guixá Camprodón. Un volumen de 112 páginas, con 19 figuras; formato 13,5 × 21 cm, encuadernado en rústica. LOS TRASTORNOS DE LA VOZ Y SU REEDUCACIÓN por C. Dinville. Prefacio del Dr. B. Vallancien. Versión castellana del Dr. Jorge Perelló. El objetivo esencial de esta obra es dar una formación teóricary práctica a todos aquellos que se consagranna la rehabilitación de los trastornos de la voz. Interesa a logopedistas, foniatras, reeducadores y especialistasaen ORL. Un volumen de 240 páginas, con 26 figuras; formato 13,5 × 21 cm, encuadernado en rústica.