La música precisa de lo impreciso: la poesía de Joyce y la influencia de Verlaine Luz Aurora Pimentel Universidad Nacional Autónoma de México Abstract Este trabajo es un análisis comparativo de la poesía de James Joyce y Paul Verlaine, la influencia que el poeta francés tuvo sobre el irlandés y, sobre todo, las tentativas de Joyce por traducir la poesía de Verlaine. Las búsquedas auditivas de la poesía de Joyce, que rinden su fruto maduro en la prosa más que en la poesía, tienen origen en su interés por la musicalidad de la poesía de Paul Verlaine. This paper offers a comparative analysis of Joyce’s and Verlaine’s poetry, in terms of the influence of the latter on the Irish writer and his efforts to translate some of Verlaine’s most musical poetry. Joyce’s searches on the aural dimensions of poetry, which rendered its most mature products in his prose rather than in his poetry, have as its remote origin his interest in the musicality of Paul Verlaine’s poetry and his efforts to translate into English. Trabajo publicado originalmente en inglés como, “The Precise Music of the Imprecise: the Influence of Verlaine in Joyce's Poetry”, Anuario de Letras Modernas 2 (1986), 189-205. Traducción al español de Antonieta Rosas. 1 La música precisa de lo impreciso: la poesía de Joyce y la influencia de Verlaine De la musique avant toute chose,... Rien de plus cher que la chanson grise Où l’Indécise au Précise se joint. Verlaine, “Art poétique” Musemathematics. And you think you’re listening to the ethereal. But suppose you said like: Martha, seven times nine minus X is thirtyfive thousand. Fall quite flat. It’s on account of the sounds it is. Joyce, Ulysses, “Sirens” “Cuando Joyce pasa del plano de lo especulativo a aquel de lo sensorial”, dice Harry Levin, sugiriendo por tanto que hay un desarrollo paralelo entre el artista y su ser ficcional, “sus primeros resultados no muestran una mayor fusión entre teoría y práctica. Si su crítica es demasiado abstracta, su poesía es muy concreta, con una forma opaca de concreción que pudiera ser tan sólo otra forma de abstracción. Sus pequeñas estrofas, lastimeras y empalagosas, sólo podrían haber satisfecho los cánones de pureza poética de George Moore. No sólo carecen de significado —una deficiencia a la que se sabe han podido sobrevivir los poetas— sino de colorido. Las palabras, casi sin ninguna cualidad visual, se encuentran en bloques convencionales de patrones métricos. Incluso la excepcional viveza de ‘I hear an army’ proviene de una noche de llanto y de quejarse en sueños; ‘golpeando’ y 2 ‘gritando’, el ejército no se ve ni se escucha. De carácter lírico, 1 en el más estricto sentido de la palabra, todos los poemas de Joyce poseen la virtud práctica de poder ser transformados en canciones y ser cantados”. 2 La similitud entre Joyce y Stephen Dedalus es tal que invita a explorar las diferencias para descubrir, como en un espejo, el reflejo de los logros poéticos del propio Joyce. Ambos, el autor y el alter ego ficcional, parecen más preocupados por la poética que por la poesía y, cuando escriben poemas, existe una brecha evidente entre teoría y práctica, como ya lo indica Harry Levin. Empero, los esfuerzos poéticos de Stephen no duplican de forma exacta a aquellos de Joyce, aun cuando, como sabemos a través de su hermano Stanislaus, Joyce escribió la ‘villanelle de la seductora’ como parte de una colección que tituló Shine and Dark (Brillo y Oscuridad) y que nunca publicó. 3 Al no publicarla como uno de sus propios poemas, la villanelle ya no le pertenece a Joyce sino a Stephen, y esto señala una importante separación entre el desarrollo poético de ambos (¡Stephen se “regocija” en lo que Joyce rechaza!). Quisiera examinar la villanelle a manera de antecedente al examen de la poesía de Joyce. 1 Are you not weary of ardent ways, Lure of the fallen seraphim? Tell no more of enchanted days. 1 2 3 N. de T. Juego de palabras. Lyrics, en inglés, significa, entre otras cosas, la letra de una canción. En esta oración, Levin utiliza la palabra tanto como adjetivo (para describir la cualidad lírica de los poemas de Joyce), como sustantivo (haciendo referencia a la letra de las canciones). Harry Levin, James Joyce: A critical Introduction, Londres: Faber & Faber, 1971, p. 26. Stanislaus Joyce, My Brother’s Keeper, Londres: Faber & Faber, 1958, p. 100. 3 Your eyes have set man’s heart ablaze And you have had your will of him. Are you not weary of ardent ways? Above the flame the smoke of praise Goes up from ocean rim to rim. Tell no more of enchanted days. Our broken cries and mournful lays Rise in one eucharistic hymn. Are you not wary of ardent ways? While sacrificing hands upraise The chalice flowing to the brim. Tell no more of enchanted days. And still you hold our longing gaze With languorous look and lavish limb! Are you not weary of ardent ways? Tell no more of enchanted days. La composición de la villanelle le sigue a la expostulación peripatética de la teoría estética de Stephen, de forma que la yuxtaposición de poética y poesía invita a la comparación. El lector encuentra el poema lamentablemente inferior a la teoría y, sin embargo, la interacción entre teoría, texto poético y la experiencia emocional que lo genera le confiere al poema una riqueza de significado que pierde por completo si se le separa de su función diegética. Leído de manera individual, el poema resulta curiosamente “opaco” y apagado. La forma escogida, la villanelle, con sus versos en estribillo alternados, rítmicamente asegura la continuidad y unidad del poema; también garantiza la persistencia de una imagen central o motivo, en este caso, el fuego. Pero la intención formal de integritas es tan sólo eso: formal; también es artificial. Tomando en préstamo los términos empleados por Stephen, este poema, de clara adherencia a la forma lírica, no es ciertamente “la más simple vestidura de un instante de emoción”; tampoco se comunica dicha emoción de esta forma, sino que es forzada a adoptar un extraño estado de ánimo teológico-litúrgico4 sensual que resulta vago por ser artificial. No se trata aquí de la naturaleza incierta de la emoción verlainiana, que es vaga porque es indefinible y porque la naturaleza misma de la emoción es la vacilación e incertidumbre de los sentimientos; aquí la emoción tiene un falso tono intelectual; pervierte la máxima del propio Stephen respecto a que lo lírico es un simple “llanto o cadencia o estado anímico”. 4 Sin embargo, observado dentro de su contexto adecuado, el poema se convierte tan sólo en una pieza dentro de la compleja red de relaciones intertextuales. La constante yuxtaposición del texto poético con el contexto de las circunstancias de su gestación y la base de su teoría estética, emulada constantemente a nivel del lenguaje, le confiere al poema una riqueza, una claritas que obviamente no le es propia; es la luz conferida por su constelación intertextual. La primera estrofa irradia significado en todas direcciones: Are you not weary of ardent ways, Lure of the fallen seraphim? Tell no more of enchanted days. Como la punta de un iceberg, el “tú”, en la superficie intencional, está representado por la figura de E. C. (ostensiblemente, la Emma Clery de Stephen héroe), pero la textura está compuesta de múltiples capas. Evoca aquel fragmento de Shelly que por largo tiempo ha obsesionado la imaginación de Stephen, como un leit-motif: Art thou pale for weariness Of climbing heaven and gazing on the earth, Wandering companionless Among the stars that have a different name? 4 James Joyce, Portrait of an Artist as a Young Man, Gran Bretaña: Penguin, 1972, p. 252. 5 Una y otra vez, Stephen se ha identificado con estos atributos “lunares” —“cansado”, “diferente” y “sin compañía”— y ha llegado a ver en esto una señal de su vocación como artista. Otro eco que escuchamos en estos versos proviene de Jonson, una canción que siempre ha deleitado a Stephen: I was not wearier where I lay By frozen Tythons side tonight; Then I am willing now to stay, And be part of your delight. But I am urged by the day, Against my will, to bid you come away. El verso del poema de Jonson del que hace eco la primera línea de la villanelle pudiera haber sido una de las fuentes de la idea de la seductora en esta última. Después de que Aurora se ha llevado a Titonio del palacio de su padre, como lo hizo la seductora de Stephen, ha “hecho su voluntad” con él, y el lenguaje claramente tiene un fuerte parecido a la estrofa de la villanelle. El sufrimiento de Titonio, quien padece de una inmortalidad sin juventud, es la especie de muerte en vida de la cual podría escapar el fénix-personaje de la villanelle si tan sólo la seductora lo dejara ir. 5 Más tarde, cuando el momento de inspiración se ha roto, Stephen exclama, “Weary! Weary! He too was weary of ardent ways”.6 E. C. (incluso la identidad misma de su nombre se ha diluido a iniciales) no es una mujer, más que eso, es la imagen de todas las mujeres en Retrato del artista adolescente, 5 6 Cf. Zack Bowen, Musical Allusions in the Works of James Joyce, Nueva York: Albany State University of New York Press, 1974, p. 39. James Joyce, op. cit., p. 270. 6 Distorted reflections of her image started from his memory: the flower girl in the ragged dress with damp coarse hair… the kitchen girl… a girl who had laughed gaily to see him stumble… a girl he had glanced at… she was the figure of the womanhood of her country, a bat-like soul waking to the consciousness of itself in darkness and secrecy and loneliness. 7 E. C. es más un producto de su imaginación; mientras que el lenguaje con el cual se dirige a ella es en realidad el lenguaje con el que articula su propia obsesión religiosa y sus preocupaciones artísticas. El “tú” se transforma en un “yo” disfrazado. Él es quien está cansado del camino de las pasiones (“weary of ardent ways”). El segundo verso de la villanelle es un reflejo de la naturaleza de su experiencia: “In a dream or vision he had known the ecstasy of seraphic life”. 8 En un principio, su éxtasis se percibe más como una experiencia religiosa, incluso estética, que como una de naturaleza sensual. En este punto, su interlocutor pareciera ser más la Virgen María que Emma Clery: “Gabriel the seraph had come to the Virgin’s chamber”. Es casi de forma incidental que relaciona este resplandor con E. C.: “That rose and ardent light was her strange, wilful heart”. El atributo falsifica la experiencia en su origen y es responsable de la extraña artificialidad de la emoción, la cual he catalogado de teológico-litúrgico-sensual (que, por lo abstrusa, no dista mucho de la versión gótico-sensual del poema de Stephen en el Ulises: “On swift sail flaming / From storm and south / He comes, pale vampire, / Mouth to my mouth”. 9 Hugh Kenner analiza a profundidad esta fusión de figuras femeninas: Esta mujer simultáneamente representa a la pálida amada de Stephen, “E. C.”, y a la antigua cortesana de Yeats en su poema “La adoración de los Reyes Magos”, el cual Joyce se sabía de memoria cuando tenía diecinueve años. “Lured by that ardent roselike glow the choir of the seraphim were falling from heaven”. La música de los 7 8 9 Ibidem, p. 259. Ibidem, p. 255. James Joyce, Ulysses, Nueva York: Random House, 1946, p. 132. 7 coros desciende del cielo para refrescar y celebrar a la Novia mística; pero los coros por sí solos, los serafines mismos, caen atraídos por la tentación que representa una mujer. Pero fue a causa del orgullo intelectual que cayó una décima parte de los ángeles; la mujer es más que un cuerpo; ella contiene también el orgullo de la vocación estética de Stephen. 10 “Tell no more of enchanted days” refleja su fascinación con el fisiólogo italiano y su frase, “embrujo del corazón” (“enchantment of the heart”), que Stephen evoca de forma burlona como una analogía de su noción de la estasis de la experiencia estética. Cuando despierta utiliza la metáfora para describir su extática/estática experiencia: “An enchantment of the heart! The night had been enchanted”. Así, lo que en la villanelle representa una continuidad formal debido al patrón de estribillos, en la experiencia se trata de algo discontinuo. Las primeras tres estrofas están compuestas como parte del flujo de recuerdos de aquel sueño extático, pero al cesar el ritmo evocador de los versos junto con el estado somnoliento de Stephen, los recuerdos de la Emma de todos los días llenan su mente de coraje y frustración. Rude brutal anger routed the last lingering instant of ecstasy from his soul. It broke up violently her fair image and flung the fragments on all sides. On all sides distorted reflections of her image started from his memory (...) 11 Sin embargo, nada de este enojo y frustración sobrevive en las estrofas siguientes. No es tanto que la experiencia haya sido sublimada a través de los versos escritos, sino que simplemente ha sido eliminada, obligada a acoplarse a un esquema de rima preconcebido: “The rose-like glow sent forth its rays of rhyme; ways, days, blaze, praise, raise”. 12 Cuesta trabajo imaginar que exista otra razón para una imagen como “from ocean rim to rim” 10 11 12 Hugh Kenner, Dublin’s Joyce, Londres: Chatto and Windus, 1955, p. 101. James Joyce, A Portrait of an Artist as a Young Man, pp. 282-59. Ibidem, p. 255. 8 excepto la necesidad de que encaje en un esquema de rima concebido incluso antes de que se haya concebido el tema del poema. Después de haberse escrito la cuarta y quinta estrofa, existe todavía otro cambio en el estado de ánimo de Stephen. Su fantasía evoca la desnudez de Emma, “radiant, warm odours and lavish limbed”. 13 En esta ocasión los versos traducen el estado anímico: “And still you hold our longing gaze / With langorous look and lavish limb!”; quizá los únicos versos que directamente tienen que ver con E. C. Si Aquino ha sido instrumental en la formulación de su teoría estética, el uso de imaginería religiosa para comunicar lo sensual resulta perjudicial a su poesía, ya que distorsiona y falsifica su experiencia. Como ha señalado Charles Rossman, Ha abandonado los símbolos externos de la religión, pero continua experimentando, y siendo lisiado, por sus conceptos y actitudes. Así, el arte que practica funciona de manera irónica como un substituto de la religión, una instancia que repite el molde. Como en poemas anteriores, la villanelle de Stephen lo conduce fuera del mundo. 14 De hecho, la villanelle de Stephen rompe con todos los cánones de su propia teoría estética: no es “la más simple vestidura de un instante de emoción”; tampoco está “más conciente del instante de la emoción que de él mismo experimentando la emoción”; ni su mente ha quedado cautiva en la aprehensión de la imagen estética, si acaso, lo ha excitado a un regocijo erótico de la “radiante desnudez” de Emma. (“The feelings excited by improper art are kinetic, desire or loathing”). 15 13 14 15 Ibidem, p. 262. Charles Rossman, “Stephen Dedalus’ Villanelle”, James Joyce Quarterly, vol. 12, no. 3 (Spring 1975), p. 285 . James Joyce, Portrait, p. 240. 9 Chamber Music (Música de cámara) de Joyce, aunque en cierta medida comparte los defectos de la producción poética de su alter ego, representa una separación importante del tipo de poema que es la villanelle. No existen trazas de la imaginería religiosa artificial de ésta; los poemas de Música de cámara están más cerca del ideal de la lírica como “cadencia o estado anímico”, el lenguaje es más simple y los efectos musicales son más deliberados. El efecto musical de la villanelle radica en la naturaleza misma de su forma, mientras que en los poemas de Música de cámara, Joyce hace uso de mecanismos poéticos como la aliteración, la repetición, los ecos y las modulaciones de sonido para conseguir el efecto que desea. Esta forma de poesía como música la aprendió Joyce principalmente de los poetas isabelinos —en particular Jonson— así como de Yeats y Verlaine. 16 Joyce habla ya en 1902 de su predilección por ellos en un ensayo sobre Mangan. Una canción de Shakespeare o Verlaine, que aparenta ser tan libre y vivaz y alejada de cualquier propósito consciente, como la lluvia que cae sobre un jardín o la luz de la tarde, se descubre como el idioma rítmico de una emoción que de otra manera resulta incomunicable, al menos tan apropiadamente. 17 Esta es la intención detrás de los poemas de Música de cámara: crear canciones que den la impresión de libertad y espontaneidad; no más “himnos eucarísticos”, “cálices desbordantes” o “fuegos rituales”. “Lo que Verlaine le enseñó a Joyce”, dice Hugh Kenner, 16 17 Se pueden escuchar reminiscencias de Shakespeare, por ejemplo, en poemas como el No. X “Leave dreams to the dreamers / That will not after / That song and laughter / Do nothing move”. El poema VIII recuerda a “Charis’ Triumph” de Jonson en aquella secuencia de preguntas seguidas de signos de exclamación, y al mismo tiempo, la forma en que están formuladas las preguntas nos hace pensar en “Who goes with Fergus?” de Yeats. El poema XXIII (“Now, o now, in this brown land”), con el mismo patrón de repeticiones en cada estrofa, recuerda a “From the Shepherd’s Holiday” de Jonson (“Thus, thus begin the yearly rites … Strew, strew the glad and smiling ground…”). Las alusiones a Yeats también son constantes, en especial del Yeats de Crossways (1889), The Rose (1893) y The Wind Among the Reeds (1899); el poema XXXI, por ejemplo, hace eco a “Down by the Salley Gardens”: “O, it was out by Donneycarney / When the bat flew from tree to tree / My love and I did walk together”. James Joyce, “James Clarence Magan”, James Joyce Quarterly, vol. 14, p. 32. 10 “fue la interdependencia entre ritmo, frase y sintaxis; la eliminación de la ‘grasa’; la autosuficiencia de una presentación y constatación sin adornos. Verlaine fue un buen remedio para alguien que buscaba escapar —por decirlo de alguna manera— a la facilidad retórica de Byron”. 18 La traducción de Joyce del poema de Verlaine, “Chanson d’automne”, ilustra no sólo lo que aprendió de Verlaine sino además los intereses de Joyce al traducir esta canción. “Chanson d’automne” Les sanglots longs Des violons De l’automne Blessent mon cœur D’une langueur Monotone The voice that sings Like viol strings Through the wane Of the pale year Lulleth me here With its strain. Tout suffocant Et blême, quand Sonne l’heure, Je me souviens Des jours anciens Et je pleure; My soul is faint At the bell’s plaint Ringing deep; I think upon A day bygone And I weep. Et je m’en vais Au vent mauvais Qui m’emporte Deçà, delà Pareil à la Feuille morte. Away! Away! I must obey This drear wind, Like a dead leaf In nameless grief Drifting blind. Ellman cita este poema 19 como ejemplo de una mayor soltura en la traducción, al menos como una mejor traducción que las que Joyce hizo de Horacio. Hugh Kenner la 18 19 Hugh Kenner, op. cit., p. 33. Richard Ellman, James Joyce, Oxford University Press, 1965, p. 79. 11 encuentra defectuosa y describe sus errores acertadamente. Cito el párrafo completo para examinar su punto de vista más adelante: Esta es la peor prueba por la que pueden atravesar las palabras. Lo que sorprende no es que la traducción sea defectuosa sino que se pueda leer tan bien. Cada tercera o cuarta sílaba está relacionada con el esquema de rima que el traductor estaba determinado a conservar aun cuando mucha de su función original haya desaparecido. Con el tercero y sexto verso de cada estrofa, el sonido modificado de Verlaine señala un descanso; la traducción consigue esto en cinco de seis ocasiones, pero tropieza ante el primer obstáculo de todos: “Through the wane / Of the pale year” no sólo diluye en siete palabras a “De l’automne”, sino que desafortunadamente prolonga un movimiento que debería hacer una pausa con cierto sentido de finalidad en “wane”. La rima es un amo imposible de complacer. El traductor no puede, como Verlaine, dejar descansar el poema con gentileza en una “hoja muerta” (“dead leaf”), por el contrario, se ve forzado a utilizar esa carta de manera prematura y debe fabricar un final poderoso alternativo. Las circunlocuciones forzadas lo acosan: “Monotone” es ónice, “With its strain” es puré; “Et je m’en vais” es un suspiro, “Away! Away!” es un Keats conscripto. Resulta educativo observar las imposibilidades contra las que Joyce estaba dispuesto a pelear (…) 20 La traducción juvenil de Joyce también instruye sobre las elecciones que hizo el traductor, las cuales se conformaban a las ideas que en ese entonces tenía sobre la poesía. Stanislaus Joyce registra las preferencias que entonces tenía su hermano: Su preferencia personal yacía en poemas cuyo interés no dependía de la expresión de cierta idea poética sino de la sugerencia indefinible de palabras, frases y ritmos. Los poemas que le gustaban buscaban capturar estados de ánimo e impresiones, con frecuencia eran estados de ánimo inasibles e impresiones esquivas (...) 21 Lo que claramente le interesa a Joyce en el poema de Verlaine es el ritmo y la forma en que los sonidos hacen eco entre ellos. En cuanto a la emoción transmitida, el traductor no parece interesado en ella como para querer representarla de manera acertada; su interés no va más allá de la impresión general que este poema trata de un “estado de ánimo 20 21 Hugh Kenner, op. cit., p. 31. Stanislaus Joyce, op. cit., p. 166. 12 inasible” de pena. Su atención a la técnica del poema lo ciega a la forma en que el sentimiento mismo está organizado dentro de él y la precisión con la que es recreado. Por lo tanto, Joyce ignora el “ennui” y la despersonalización gradual de sentimientos en la “Chanson”. La primera estrofa del poema en francés está construida como un doble movimiento: alejándose y acercándose a lo personal. La palabra “sanglots”, suspiros, por lo general tiene una cualidad humana; al unirla con “violons”, es distanciada de lo humano —el instrumento musical mediando entre lo humano y lo no humano—; cuando esto a su vez se asocia con el otoño, los suspiros han sido diluidos casi al punto de la no existencia. Estos suspiros vagos y ubicuos hieren el corazón del poeta, la herida, a su vez, constituye un retorno a lo personal. “Blessent” es una palabra fuerte, no sólo semánticamente, sino también dentro del contexto fonético del poema, ya que rompe el patrón de sonido en eco que /õ/, /o/ y /%/ establecen en los versos previos. Pero este regreso a lo personal sólo inicia un movimiento de nuevo hacia lo tenue e impersonal: “languer”, “monotone”, “Tout suffocant / Et blême”. “Monotone”, esa frase de “ónice”, como la llama Kenner por lo fuerte y compacta, es una elección perfecta, no sólo por la cadencia rítmica que le da a toda la estrofa, sino porque la palabra por sí sola también reúne y hace eco del patrón de sonido dominante de la estrofa; y significa además lo que hace: “Monotone” significa no sólo aburrido, monótono, sino también un sólo tono. Todo esto se pierde en la traducción. En Joyce, se trata de una “voz” que, aunque indefinida, conserva su identidad como tal (incluso a pesar del símil permanece separada; no es la voz de las cuerdas del violín —“viol strings” — sino como la voz de las cuerdas de éste). Si acaso, la relación se invierte: si en Verlaine los suspiros, refinados casi fuera del plano de la existencia, tienen la capacidad de 13 herir, en la traducción la voz cantora arrulla (“lulleth”) al poeta; elimina el contraste presente en el original. En la segunda estrofa de la “Chanson”, el movimiento es una vez más de lo impersonal a lo personal. Todo, lo indefinido y lo indefinible, es sofocante y pálido; el encabalgamiento extremo con un adverbio, “quand”, casi refleja este sofoco —la línea de hecho es estrangulada con este adverbio—. “Sonne l’heure” también permanece ambiguo; no sabemos quién o qué llama, o a qué tiempo se refiere, qué hora. En la traducción esta indistinción se le atribuye al alma (“soul”), personalizando así la sensación indefinible; mientras que la campana (“bell”) es particularizada en demasía: lo neutral, casi fatídico de “Sonne l’heure”, la traducción lo convierte en una campana concreta (¿por qué no un reloj?), personalizada con un lamento (“plaint”) y el añadido, superfluo, tañido profundo “Ringing deep”. En la tercera estrofa de la traducción, además del “Keats conscripto” (y el débil eco shakesperiano de un Macbeth desesperado aunque cínico: “Away and mock the time with fairest show”), Joyce utiliza palabras que son demasiado fuertes como para transmitir el “estado de ánimo inasible” del original: “drear” es demasiado fuerte en comparación con “mauvais”; mientras que “grief” no sólo es demasiado fuerte sino que además traiciona el propósito del original que es no mencionar nada tan rotundo como la pena, aun cuando hay suspiros y sollozos, ya que es esencialmente “une langueur / Monotone”. 2 La villanelle y la traducción de “Chanson d’automne” representan etapas en el desarrollo de Joyce que éste superó. Como hemos visto antes, al no publicar la villanelle 14 como uno de sus poemas, y al hacer de ésta el único poema que Stephen escribe en Retrato del artista, el desarrollo de Joyce como poeta se demuestra tanto como convergente como divergente del de su alter ego ficcional. Su periodo como aprendiz verlainiano —entre otras influencias— le permite realizar, si no completamente, al menos de forma parcial, su ideal de la forma lírica como “cadencia o estado de ánimo”. A ese respecto, la poesía de Joyce está más cerca de la teoría de Stephen, que aquella del propio Stephen. La poesía de Música de cámara aún traiciona ese deleite en las palabras por su mera cualidad musical, aparente en la composición de la villanelle, aquel “rose-like glow” irradiando “its rays of rhyme”: palabras y ritmo por el sólo placer de ser, con frecuencia a costa del significado, como ha observado Harry Levin; pero en ninguna parte de su poesía volverá Joyce a utilizar la imaginería artificial, redolente de liturgia, de la villanelle; ni volverá a elegir patrones métricos tan restrictivos que, para él, se convierten en una forma mecánica de alcanzar una unidad de ritmo y efecto. En ese sentido, la crítica de Levin sobre la poesía de Joyce es injusta; las palabras no sólo “se encuentran en bloques convencionales de patrones métricos”, existe un esfuerzo constante por compaginar la métrica con el estado anímico. Si la traducción del poema de Verlaine es defectuosa, tiene el merito de comunicar apropiadamente la musicalidad del original, aun cuando los contenidos de éste se pierden en el proceso. Esto, sin embargo, es un problema que se resuelve parcialmente en Música de cámara, como señala Hugh Kenner en el primer poema de la colección. Las palabras no son ya superfluas y hay una mayor adecuación entre la métrica y la frase musical. 22 Resulta también injusto que Harry Levin descarte la poesía de Joyce con base en su “opacidad”. Desde el ángulo inadecuado, en verdad es “opaca”, ya que su intención nunca 22 Hugh Kenner, op. cit., p. 32 15 fue conseguir un efecto visual; tomando prestada la terminología de Pound, la poesía de Joyce estaría mucho más cerca de la melopoeia que de la phanopoeia. 23 El ejemplo de Levin, el poema XXXVI, “I hear an army charging upon the land”, es una muestra de ello; también es un buen ejemplo de las lecciones aprendidas de Verlaine. I hear an army charging upon the land, And the thunder of horses plunging, foam about their knees: Arrogant, in black armour, behind them stand, Disdaining the reins, with fluttering ships, the charioteers. They cry unto the night their battle-name: I moan in sleep when I hear afar their whirling laughter. They cleave the gloom of dreams, a blinding flame, Clanging, clanging upon the heart as upon an anvil. They come shaking in triumph their long, green hair: They come out of the sea and run shouting by the shore. My heart, have you no wisdom thus to despair? My love, my love, my love, why have you left me alone? (Música de cámara, XXXVI) El énfasis, en este poema, recae por completo en el oído: “thunder”, “whirling laughter” y “clanging” evocan, no un verdadero ejército, sino el latido desbocado del corazón del poeta. Lo visual se emplea sólo en auxilio de lo auditivo para crear entre sueños un estado anímico de desesperación. Podría uno decir de este poema lo que Symons dijo de la “pintura paisajista” de Verlaine, que ésta “es siempre una evocación en la que los contornos se pierden en la atmósfera”. 24 Lo visual se reduce a unas cuantas pinceladas y éstas, a su vez, se diluyen para crear un estado de ánimo, para mezclarse con las imágenes 23 24 De acuerdo con la poética de Erza Pound se puede concebir la poesía, en términos imagísticos, como una tripartición: la phanopoeia genera una imagen visual en la mente del lector; la melopoeia, una imagen de naturaleza más auditiva, y la logopoeia, una imagen que apela más a la razón. Cf. http://www.poetsgraves.co.uk/glossary_of Arthur Symons, “Paul Verlaine”, en The Symbolist Movement in Literature, (1899). The Symbolist Poem, p. 332 16 que son puramente auditivas. A este respecto, el poema de Joyce podría ser comparado con “Charleroi” de Verlaine, en sus Romances sans paroles. Dans l’herbe noire Les Kobolds vont. Le vent profond Pleure, on veut croire. Quoi donc se sent? L’avoine siffle, Un buisson gifle œil au passant. Plutôt des bouges Que des maisons. Quels horizons De forges rouges. On sent donc quoi? Des gares tonnent, Les veux s’étonnent, Où Charleroi? Parfums sinistres! Qu’est-ce que c’est? Quoi bruissait Comme des sistres? Sites brutaux! Oh! votre haleine, Sueur humaine, Cris des métaux! Dans l’herbe noire Les Kobolds vont. Le vent profond Pleure, on veut croire. No hay duda, encontramos aquí algunas pinceladas que sugieren lo visual —“herbe noire”, “buissons”, “avoine”, “bouges”, “gares”, etc.—, sin embargo su cualidad visual ha sido atenuada de forma deliberada. No se espera que visualicemos este “paysage”, de la 17 misma manera que no espera que veamos los “Kobolds”; se espera que lo escuchemos, y al hacerlo, que nos atrape un ánimo sombrío de premonición y penumbras. Al principio, uno podría pensar que la baja cualidad visual de este poema se debe a la predominancia de los colores oscuros, con sólo un súbito destello de “forges rouges” (el cual, por decirlo de alguna manera, también es un destello auditivo), pero una rápida yuxtaposición de este poema con “Effet de nuit”, en Poèmes Saturniens, nos mostrará el efecto tan vívidamente visual que se puede conseguir sólo con grises y negros: “Un ciel blafard que déchiquette / De flèches et de tours à jour la silhouette / D’une ville gothique éteinte au lointain gris”. En esa “eau-forte”, la intención es claramente visual: de las constantes frases cortas (como títulos de pinturas o las acotaciones en las obras de teatro, “la nuit”, “La pleine”, etc.) al cuadro intensamente visual que Verlaine pinta en este poema: “un gibet plein de pendus rabougris / Secoués par le bec avide des corneilles… / Tandis que leurs pieds sont la pâture des loups”. En contraste, es evidente que en “Charleroi” la intención es auditiva. Diferentes sonidos, como acordes distintos, dominan cada estrofa, y todos los sonidos se combinan para crear un “mode mineur”, el cual crea el estado de ánimo del poema. En la primera estrofa, predominan los diptongos y sonidos vocálicos abiertos (/ua/, /o/, /õ/). La segunda estrofa se compone principalmente de consonantes sibilantes y consonantes nasales que las siguen o preceden que evocan al viento. Los diptongos abiertos de la estrofa previa todavía se pueden escuchar como un eco en “Quoi” y “avoine”. La tercera estrofa enfatiza el triple sonido de “bouges” y “forges rouges”, y se escucha que vuelve a predominar una vocal abierta, con un tenue eco de las consonantes sibilantes en la estrofa previa en “Quels horizons”. En la cuarta estrofa se da una explosión de ‘t’es y la quinta y sexta de nuevo insisten poderosamente en las consonantes sibilantes, esta vez combinadas con consonantes 18 oclusivas (/ t /, / k /) y sonidos de vocales abiertas y cerradas (/ e /, / ;: /) —la combinación refleja, auditivamente, la violencia metálica de este “paysage" industrial descrito por Verlaine—. La sexta estrofa combina además este efecto con sonidos de vocales abiertas (“brutaux”, “métaux”) que conducen de vuelta a la penumbra de la primera estrofa, repetida al final. Este paisaje hostil que literalmente golpea al poeta (“Un buisson gifle / l’œil au passant”) se recrea de esta forma más por medio del oído que de la vista. El paisaje interior es homólogo en su incertidumbre y ansiedad al paisaje exterior; esto se refleja en la cualidad nerviosa de las preguntas que salpican el poema: “Quoi donc se sent?”, “On sent donc quoi?”, “Où Charleroi?” Otra característica que subraya la total naturaleza evocativa de la poesía de Verlaine es la típica característica verlainiana de utilizar palabras o arreglos de líneas inusuales que sorprenden al lector y enfatizan el verso, o si no, introducen de forma deliberada una nota discordante, 25 una fuente de contraste auditivo y evocación. La palabra inusual es con frecuencia un término obsoleto, una palabra rara o especializada, o vocablos de diferentes registros léxicos que desentonan en el contexto (este es el uso particular que Verlaine con frecuencia hace de argot). En este poema, la palabra inusual que escogió es “sistres”. Porque el significado de la palabra es inverosímil, el lector tarda en establecer la conexión entre ‘signifiant’ y ‘signifié’, el ‘significante’ por sí solo resuena puro como un eco o, más bien, como una extensión de la ya llamativa y espléndidamente evocativa colocación “Parfums sinistres”. Una vez que se conoce el significado de “sistres” —un instrumento 25 Jean-Pierre Richard llama la atención sobre la palabra discordante en la poesía de Verlaine y dice que, “dans la masse de la sensation vague, la puissance corrosive de la dissonance ou de l’impair creuse des fêlures, crée des lignes de rupture, taille des plans de déséquilibre, qui, sans renvoyer à l’évocation d’aucune réalité précise, rompent pourtant d’une certaine manière la cohésion harmonique du sentir. C’est cette même puissance qui retient la somnolence sur la pente du sommeil. Toute la réussite verlainienne fut donc de se fabriquer une incantation qui invitât à la fois à la jouissance d’une indétermination et à la délectation d’une extrême acuité sensible” (p. 168). 19 Comentario [AK1]: Revisar todas las comillas musical egipcio que produce un sonido particularmente metálico y chirriante—, el intelecto también queda profundamente satisfecho con la increíble precisión de la elección de palabra. El contraste inmediato, en este volumen de poesía, con “Charleroi” es brindado por el poema que esta impreso en la página contigua: “Walcourt”. En él, los paisajes interno y externo se regocijan en el deleite de vivir, y esto se transmite únicamente a través de la música del poema; al nivel fonético de esta música, el paisaje soleado está pintado por vocales cerradas dominantes, en especial (;:) y por sonidos líquidos: “Brisques et tuiles / O les charmants / Petits asiles / Pour les amants!” Ni un solo verbo, ni una sola oración construida regularmente, ni una sola transición. Una sucesión de breves anotaciones, dentro de una llave tonal luminosa y alegre. Como los impresionistas, Verlaine pinta con una luz pura, preocupado ahora por completo con captar la maravillosa vibración y el juego de luz. Como ellos, él también ignora el contorno, yuxtapone tonos de forma atrevida (…) La poesía de Verlaine se concentra en grabar las características transitorias de un paisaje en un instante de luz (…) Lo esencial para el poeta-pintor no es imponer arreglos —repeler la intervención del intelecto que ordena y, en consecuencia, falsifica y distorsiona— sino, de una manera algo tosca, recolectar impresiones, capturarlas en su frescor natural. 26 Si “Walcourt” está construido como “una sucesión de breves anotaciones, dentro de una llave tonal luminosa y alegre”, “Charleroi” se ubica en la llave menor de las penumbras y la ansiedad. Como Verlaine en “Charleroi”, Joyce intenta pintar su paisaje en “I hear an army” con sólo unas cuantas, vagas, pinceladas de oscuridad —incluso los conductores de carros visten armaduras negras—. Como en “Charleroi”, hay sólo unos pocos destellos de luz dispersos aquí y allá: la espuma alrededor de las rodillas de los caballos que se zambullen, 26 Antoine Adam, The Art of Paul Verlaine, trad. Carl Morse, Nueva York: New York University Press, 1963, p. 94. 20 es luego interiorizada en la “blinding flame” que parte “the gloom of dreams”. El paisaje pintado afuera es el mismo que el interior. Lo que diluye ligeramente el efecto de este poema, sin embargo, es la sintaxis amanerada que no corresponde al “inasible” tono oscuro que intenta evocar. Por otra parte, el eco yeatsiano es demasiado fuerte en este poema (un eco que también incluye a Verlaine, puesto que uno no debe olvidar que hay algo del crepúsculo verlainiano en el “Celtic Twilight” de Yeats). Desde el primer verso, el poema de Joyce hace fuerte eco del poema de Yeats, “The Shadowy Horses”, como apareció originalmente en 1896 en The Savoy: 27 “I hear the shadowy horses, their long manes ashake”. Para el “thunder of horses” y la “foam about their knees” de Joyce, existen los caballos de Yeats: “Their hoofs heavy with tumult, their eyes glimmering white”. 3 Si Música de cámara posee un contenido restringido, no es tanto porque los poemas “carezcan de significado” o no sean lo suficientemente visuales, 28 es más bien porque Joyce aún no termina de encontrar su propia voz. Los ecos de otros poetas, Verlaine, Jonson, Yeats, a veces incluso Margan, son demasiado fuertes como para permitirle al joven poeta encontrar su propia identidad poética. Las observaciones de Stanislaus Joyce respecto a esto son válidas: 27 28 Citado en The Symbolist Poem (ed. Edward Engelberg), p. 269. William Archer expresó dudas sobre la poesía de Joyce que no son muy diferentes de la crítica que le hace Harry Levin: “Confieso preferir una poesía que encarna un pensamiento definitivo, o una imagen precisa, a una que sólo sugiere un estado de ánimo. Podrían decir que esta crítica igual podría aplicarse a mucho de lo que escribió Verlaine y una buena parte del trabajo de Shelley. Bien, quizá sea cierto, pero uno debe de escribir con la misma exquisitez con la que ellos lo hacen antes de poder apelar a ellos como precedente.” (De una carta sin fecha enviada a Joyce. Citado en Stanislaus Joyce, op. cit., pp. 149-50). 21 Lo que era cierto, y de lo que comenzaba a percatarme, es que no toda la personalidad de Jim, ni siquiera la parte más característica de ella, llegaba a expresarse en su poesía, tan sólo su lado emotivo, el cual, hasta cierto punto, era ficticio. 29 En lo que coinciden la mayoría de los críticos de Joyce, es que su identidad poética se encuentra en sus trabajos en prosa, donde prospera. Pero a lo largo de su vida, Joyce continuó escribiendo poesía, aunque de manera muy esporádica; una poesía con las cualidades líricas de Música de cámara que nunca abandonó por completo, aunque de alguna forma, estos poemas que abarcan un periodo de tiempo tan largo y que Joyce recopiló en el volumen Poemas a penique (Pomes Pennyeach), conservando las cualidades líricas de su poesía anterior, hacen débil eco, al mismo tiempo, de los textos en prosa en Comentario [AK2]: arreglar que trabaja. “A Flower Given to my Daughter”, por ejemplo, es una reminiscencia rítmica de la descripción de la joven a la orilla de la playa en Retrato del artista: “Frail the white rose and frail are / Her hands… Rosefrail and fair – yet frailest…” Cfr. “Her bosom was as a bird’s, soft and slight, slight and soft as the breast of some dark-plumaged dove. But her long fair hair was girlish; and girlish, and touched with the wonder of mortal beauty, her Comentario [AK3]: arreglar face” (Retrato del artista). 30 Un poema como “A Memory of the Players in a Morror at Midnight” comparte algo del distintivo estilo onomatopéico y aliterativo del Ulises: “They mouth love’s language. Gnash / The thirteen teeth your lean jaws grin with. Lash / Your itch and qualing, nude greed of the flesh” Cfr. “Mawkish pulp her mouth had mumbled sweet and sour with spittle”. (“Los comedores de loto”), 31 o “His lips lipped and mouthed fleshless lips of air: 29 30 31 Ibidem, p. 150. James Joyce, Portrait, p. 199. James Joyce, Ulysses, p. 176. 22 mouth to her womb. Oomb, allwombing tomb” (“Proteo”), 32 o “SOPHIST WALLOPS HAUGHTY HELEN SQUARE ON PROBOSCIS. SPARTANS GNASH MOLLARS. ITHACANS VOW PEN IS CHAMP” (“Eolo”). 33 Un poema como “She Weeps over Rahoon” ilustra este doble eco en la poesía tardía de Joyce. Guarda semejanza con la prosa al final de “Los muertos”, pero también hace eco del ariette de Verlaine, “Il pleure dans mon coeur”. Rain on Rahoon falls softly, softly falling, Where my dark lover lies. Sad is his voice that calls me, sadly calling, At grey moonrise. Love, hear thou How soft, how sad his voice is ever calling, Ever unanswered and the dark rain falling, Then as now. Dark too our hearts, O love, shall lie and cold As his sad heart has lain Under the moongrey nettles, the black mould And muttering rain. El poema trabaja de manera exquisita con el ritmo, las modulaciones de sonido y los ecos tan típicos en la poesía de Verlaine. La primera estrofa juega con las repeticiones, con las variaciones de un patrón sintáctico; en un caso, de forma sintagmática, por medio de una inversión en el orden de las palabras (“fall softly soflty falling”). Este mismo patrón es luego utilizado para una variación paradigmática en versos alternados (“softly falling — sadly calling”). En la segunda estrofa la repetición se da sólo por substitución paradigmática y ocurre una sola vez (“how soft, how sad”); mientras que la tercera estrofa 32 33 Ibidem, p. 48. Ibidem, p. 148. 23 no contiene repeticiones. Esto construye un ritmo cambiante que varía conforme a la voz narradora. En la primera estrofa, las repeticiones alternantes y en eco crean un ritmo adormecedor como de un péndulo en movimiento, con los puntos extremos que describe su arco ubicados en el modelo sintáctico que se repite y, el centro de éste, en los versos cortos: “Where my dark lover lies” y “At grey moonrise”. El ritmo, por un lado, refleja el ritmo incesante de la lluvia al caer; por otro lado, evoca el estado de contemplación en que se encuentra sumergido el “yo”, mientras que el eco de las palabras simula también a la voz queda e incorpórea de la amante muerta, “sadly calling”, que ya se ha vuelto una con la naturaleza y con la lluvia “softly falling”. En la segunda estrofa aparece un nuevo “yo”, el cual no comparte el ensimismamiento del primero, sino que se externaliza y tiene la única intención de dirigirse a la voz de la primera estrofa, que ahora se ha convertido en un “tú”. Este nuevo “yo”, aunque hasta cierto punto comparte algo del estado como de trance del primero, tiene una postura más objetiva con respecto al eco de la voz “sadly calling”. Por consiguiente, el ritmo adormecedor ha cesado, hay menos repeticiones y el último verso, corto y abrupto, de esta estrofa no es ya el punto menos elevado de un movimiento en arco sino una conclusión fatídica: “Then as now”. La última estrofa está aún más separada de la influencia adormecedora de la voz; es la comprensión última del final que a todos nos llega. Ya no se trata de un “yo” o un “tú”, sino de un “nosotros” general que todo lo engloba, un “nosotros” que por medio de comparaciones incluye también a la amante muerta: “Dar too our hearts. . .”, “As his sad heart has lain”. El final de “Los muertos” es similar a este poema tanto en ritmo como en tema (aunque de mayor alcance que el poema). En “Los muertos” encontramos inversiones y 24 modulaciones de sonido parecidas que evocan el ritmo suave y adormecedor de la nieve al caer. La descripción culmina con la finalidad semántica y rítmica de la palabra “muerte” (“dead”). His soul swooned slowly as he heard the snow falling faintly through the universe and faintly falling, like the descent of their last end, upon al the living and the dead. 34 El tipo de variaciones y modulaciones de sonido que Joyce emplea en “She Weeps over Rahoon” de alguna forma tienen el típico sello poético verlainiano: “la cloche, dans le ciel qu’on voit. . . Un oiseau sur l’arbre qu’on voit”; “La main blanche et la blanche patte”; “Bien que mon cœur s’en soit allé, // Bien que mon cœur, bien que mon âme”; “Qui ne pleure que pour vous plaire”. También típicamente verlainiano es ese ritmo cadencioso que es casi como una incantación, como un trance, que quisiera limar con el olvido el filo de una emoción de otra manera demasiado dolorosa. Es interesante notar la frecuencia con que Verlaine recurre a imágenes relacionadas con mecer y arrullar, y cómo las repeticiones de sonido están moduladas de forma tal que insisten rítmicamente en esta naturaleza pendular de las emociones experimentadas: “Qui m’emporte / Deçà, delà”; “Va, vient, luit et calme”; “Où tremblote à travers un jour trouble / L’ariette, hélas! de toutes lyres!”; “Qu’est-ce que c’est que ce berceau soudain / Qui lentement dorlote mon pauvre être?”; “Une aube affaiblie / Verse par les champs / la mélancolie / Ses soleils couchants. / La mélancolie / Berce de doux chants / Mon cœur qui s’oublie; Le ciel est, par-dessus le toit, / Si bleu, si calme! / Un arbre, par-dessus le toit, / Berce sa palme.” 34 James Joyce, Dubliners, Viking Press, p. 288. 25 El poema de Joyce de alguna manera recrea este adormecedor ritmo verlainiano y evoca también un estado de olvido, pero en Joyce se trata del olvido brindado por la muerte y la disolución, mientras que en Verlaine el olvido, el arrullo de las emociones, parece ser el único antídoto contra el dolor. En verdad, uno podría decir, con Harry Levin, que la cualidad lírica de la poesía tanto de Joyce como de Verlaine es tal, que a sus poemas se les podría, y se les ha puesto, música y han sido cantados. Esto, por sí sólo, no es un logro menor. El que no podamos hablar de la “œuvre poétique” de Joyce como lo hacemos de Verlaine —ya que el genio poético de éste se volcó en su prosa—, no significa que muchos de los poemas de Joyce en verdad no sean hermosas líricas, 35 o que el que sean musicales sea una muestra de su inferioridad. 35 N. de T. Ver nota 1. 26