Hacia una institucionalización de la producción

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Hacia una institucionalización de la producción, distribución y consumo de la marihuana:
aspectos filosóficos y neurobiológicos
Dr. Fernando Huesca Ramón
“El consenso punitivo sobre las drogas vive una crisis de eficacia global. Sus resultados son
pobres y sus costos altos.” (Informe especial, 2010: 28) asevera un reporte editorial de la
revista mexicana Nexos en 2010, en el seno de la fracasada Guerra contra el narcotráfico
emprendida por el entonces presidente de la República, Felipe Calderón, y que habría de
tener como resultado una descomposición palpable en la sociedad civil mexicana, a partir
de la militarización de la vía pública y de la orientación de recursos tributarios a la
persecución de la producción, distribución y consumo de drogas (entre ellas la marihuana),
y una crisis institucional a todos los niveles de gobierno, en gran medida provocada por una
discordancia entre la política pública mexicana y la realidad económica del país y el
mundo.
Lo que nos proponemos en esta breve presentación, entonces, es, por un lado, ofrecer
elementos científicos (neurobiológicos, en concreto) de discusión, para reactualizar el
debate sobre la deseabilidad, la inocuidad, la peligrosidad, etc., de una legalización o
despenalización amplia y radical sobre todas las drogas, centrándonos en un caso de estudio
a concreto, a saber, los efectos fisiológicos, psicológicos y neurológicos del consumo de
marihuana, como para dirigir las decisiones gubernamentales en materia de salud pública
de una manera informada y racional, sobre la base de conocimientos biológicos sólidos y
empíricos; por otro lado, nos proponemos establecer una base general de pensamiento
político, que sobre la base de una red conceptual biológico-filosófica adecuada, ofrezca
elementos de reflexión aplicables a un contexto sociopolítico como el mexicano, a efectos
de proponer, a fin de cuentas, un par de lineamientos fundamentales de acción civil y
gubernamental que incidieran en un mejor clima institucional para la vida social y en un
fomento intencionado de la salud pública.
I
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“Hace unos 20 años se habló mucho sobre el glaseado de plomo (Bleiglasur), los
eruditos opinaron que la neurastenia (Nervenschwäche) se generalizaría por ello,
que el glaseado de plomo sería un veneno que operaría en lo silencioso, y la
policía tomó medidas estrictas contra ello, estableció muchos preceptos contra
ello; hoy en día eso ya ha pasado. Ya nadie teme por el glaseado de plomo.”
(Hegel, 1974: 592)
Estas palabras pronunciadas por un filósofo alemán en 1824 son relevantes para iniciar una
discusión pública sobre la institucionalización o legalización de cualquier sustancia,
psicoactiva o no; en efecto, ya nadie teme por X sustancia, podría tomarse como un dictum
fundamental a nivel de actividad científica en el sentido de una apuesta por el destierro de
prejuicios y supersticiones, a efectos de posibilitar un amplio y diverso marco de acción de
éstos en el mundo natural y social; así, la idea de una ciencia como actividad esclarecedora
de la realidad y de ampliación de nuestros márgenes de acción en ella, es la que guía la
siguiente sección de este trabajo.
¿Qué es la marihuana? La Cannabis forma parte del folklor de consumo popular mexicano
desde inicios del siglo XX (Gómez, 1920), de una manera tal que no parece alejada de la
situación descrita por los estudios sociológicos de nuestros días.
Con respecto a su
constitución química (el moderno correlato de la discusión antigua sobre sustancias y
esencias), cabe decir que para la segunda mitad del siglo XX se habían aislado por lo
menos 37 canabinoides (una molécula tricíclica de 21 carbonos en su constitución), de los
cuales el delta 9 y el delta 8 tetrahidrocanabinol (THC), son los más analizados a la fecha
en búsqueda de sus efectos celulares (Carchman, 1979: 219); definitivamente hay que
resaltar al delta 9 THC como el principal agente psicoactivo – esto es, que produce
alteraciones en la “función de los neutrotransmisores en el cerebro” (Dewey, 1979: 343) de la marihuana, y así, como el responsable de los “efectos euforiantes” (Mcgeer, 1979
519) de su consumo (en ingesta alimenticia o de inhalación por combustión).
Ahora bien, a efectos de expresar a manera de resumen, el modo en que la investigación en
materia de canabinoides y marihuana en los niveles de “cuantificación de canabinoides”,
“mecanismos de su acción” y “efectos celulares en pulmones, cerebro y órganos
reproductores” (Nahas, 1979: XV) procede (y ha de proceder) en el presente, a efectos de
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generar una adecuada relación ciencia-sociedad, nos remitimos a las siguientes palabras
metodológicas e interdisciplinarias de una investigadora contemporánea , alrededor del
tema de la incidencia de los canabinoides en el sistema límbico:
Un entendimiento adecuado de cómo las relaciones cerebro-comportamiento son
alteradas por los canabinoides, debe contener un entendimiento de centros
interactuantes en el cerebro y los complejos procesos neuronales y neuroquímicos
que median sus funciones. Es importante el construir puentes entre las
disciplinas, buscando establecer relaciones causales entre el comportamiento del
organismo total y los cambios fisiológicos y bioquímicos que tienen lugar en el
organismo de manera coincidente con el comportamiento. (Miller, 1979: 539)
Efectivamente, solamente un amplio y sustancioso esquema científico interdisciplinario
con elementos de bioquímica, de neurología, de psicología y de filosofía podría acometer la
riqueza de aspectos diversos que se encuentran en torno a un sempiterno tema de discusión
en la historia de las ideas, a saber, el de la relación mente-cuerpo; sin entrar en detalle
alguno sobre esta temática, misma que es uno de los temas por excelencia de la filosofía de
la mente actual, lo que deseamos establecer es tres principios fundamentales de una
filosofía o teoría de la mente, que serían de relevancia fundamental para toda discusión
científica y de opinión pública, sobre el tema de la marihuana; tales tres principios – que
toman como figuras de inspiración a Georg Wilhelm Friedrich Hegel, a John Searle, a
Carsten Herrmann-Pillath y a Ivan Boldyrev – rezan como sigue:
Todo proceso mental como volición, percepción, memoria, imaginación,
intención, emoción, cognición, etc., se encuentra anclado en la arquitectónica del
cerebro humano, y sobre todo en áreas “superiores” 1 como la corteza cerebral y el
sistema límbico.
La mente humana, lejos de ser una cosa, observable o experimentable, debe ser
considerada como una propiedad emergente de un sistema – a la manera en que
la liquidez es una propiedad de un sistema multimolecular, y no de solamente una
parte atómica de dicho sistema -.
1
En un sentido topológico, pero también metafísico.
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La mente humana posee una dimensión ampliada, esto es, fuera del marco craneal
de las operaciones neuronales, todo el variado universo de la cultura, debe
considerarse como una extensión, de los procesos mentales-neuronales de un
cerebro particular.
La aplicación de estos principios nos permite dar un marco de lectura plenamente
significativo a relevantes conclusiones neurológicas-empíricas que un grupo de
investigación en el siglo XX encontró alrededor de los efectos del d9 THC sobre el sistema
límbico – “El sistema límbico es un centro de recepción e integración para información de
todas las modalidades sensoriales [Su función primordial parece ser, el asociar a toda
información neuronal una carga emotiva o una cierta relacionalidad hacia la propia
personalidad] Este sistema parecería modular los inputs multimodales y regular el filtrado
en canales de información a diferentes niveles integrativos del tallo cerebral” (Miller, 1979:
549) - ; partiendo del entendido que el sistema límbico tiene decisivas (de hecho sine qua
non) funciones en torno a procesos psicológicos como motivación, excitación y atención
(Miller, 1979: 545), sería de esperarse que toda sustancia que incidiera de manera activa en
los procesos bioquímicos de las áreas del sistema límbico, tuviera alguna incidencia en tales
procesos psicológicos. En el caso de la marihuana, es posible evidenciar, a partir de
diferentes niveles de análisis – electroencefalograma, estudios conductuales, etc. - , que la
ingesta de d9 THC de parte de sujetos de experimentación (animales o humanos) produce
efectos tanto en la función de estructuras límbicas, como en comportamientos psicológicos
observables, lo que llevaría a pensar (a partir del modelo de mente arriba propuesto) que en
el fondo del sistema límbico se encuentra la clave psicoactiva del consumo de marihuana.
Para añadir solamente un par de elementos científicos al tema, deseamos consignar tres
efectos neuroquímicos descritos a la fecha que serían relevantes tanto para examinar los
mecanismos de acción neuronal de la ingesta de THC como la seguridad biológica de la
ingesta de la marihuana; dichos efectos pueden resumirse como sigue:
Inhibición del sistema colinérgico
Bloqueo del sistema de dopamina
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Inhibición de la recaptación de serotonina y facilitación de su liberación (Nahas, 1979)
Cabe resaltar que este paquete de efectos sobre neurotransmisores y sobre áreas cerebrales
lleva a establecer que a nivel de efectos neuronales, el consumo de THC no compromete en
modo alguno la adecuada funcionalidad fisiológica del cuerpo humano (a nivel de relación
cerebro-resto del cuerpo) , y así no supone riesgo alguno per se a la conservación de la
propia vida. Concomitantemente, los efectos euforizantes del consumo de marihuana,
pueden remitirse al funcionamiento del sistema límbico. Todo lo que resulta en un atractivo
conjunto de ideas para explorar los potenciales clínicos de la marihuana a nivel
neurofisiológico y psicológico.
Naturalmente que estos últimos elementos llevan a plantear la cuestión de la peligrosidad
sistémica en lo que atañe al cuerpo humano a nivel del principal centro de ingesta -por la
historia cultural de la marihuana –, a saber la vía pulmonar; los daños pulmonares (en ratas,
pero hay una adecuada transpolación actual hacia el equivalente humano) descritos por un
grupo de investigación contemporáneos pueden resumirse en lo siguiente:
Después de exposición crónica, las lesiones morfológicas más llamativas fueron
inflamación granulomatosa focal y hendiduras de colesterol […] No se pudo
determinar enfermedad respiratoria crónica y los síntomas de enfisema y lesiones
inflamatorias proliferativas en vías aéreas mayores no fueron observadas después
de exposición al humo de marihuana o al humo placebo. (Rosenkrantz, 1979:
294)
Lo que, en general, apunta al hecho de que el principal daño pulmonar causado por el
consumo fumante de marihuana es provocado por las partículas inhaladas durante la
combustión, de una manera muy análoga al daño causado por el humo de tabaco, pero sin
consecuencias sistémicas sumamente graves como “enfisema” o alteraciones morfológicas
por una alteración en la reproducción celular (cáncer); en realidad hablar de una
“interacción mosaico” (Carchman, 1979: 227) del THC con la célula humana en general, y
con los tejidos humanos en particular, parecería bastante acertado en el sentido de indicar
que el carácter constitutivo (por un importante lado, lipofílico) del THC posibilita una
amplia interacción con toda la arquitectónica celular (principalmente proteínas y lípidos), y
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así no sorprende que alteraciones en los patrones de expresión genética y de síntesis
protéica (Stein, 1979: 171) sean encontrables en la inoculación de tejidos animales con
canabinoides; adicionalmente, la misma composición química compleja de la marihuana,
llama a considerar y buscar tales interacciones mosaico de los componentes químicos de la
marihuana con los tejidos humanos in vivo, como para considerar un posible contrarrestar
de efectos nocivos de un agente bioquímico de la marihuana por otro – Reuter (2015: 86)
describe como el cannabidiol (CBD) tiene “algunos efectos positivos” que contrarrestan los
posibles daños del THC tomado por sí solo–.
Finalmente, a nivel de salud pública y de política pública, consideramos pertinente
consignar los interesantes resultados de una investigación contemporánea, alrededor de los
efectos del consumo de marihuana en las habilidades motrices de un conductor de vehículo
motorizado: “Las magnitudes de incapacitación observadas después del consumo de
marihuana sola, no fueron especialmente grandes en comparación histórica con la de otras
drogas, y nunca excedieron el equivalente del efecto del alcohol.” (Robbe, 1998: S77) Así,
un instrumento de toma de decisión, sobre una posible legalización o institucionalización
de X droga se atisba a partir de esta perspectiva: partiendo del supuesto de la inocuidad
fisiológica inmediata de X sustancia, la decisión política a efectos de su aceptabilidad
legal debería darse en torno a la peligrosidad que los efectos psicoactivos tengan sobre las
capacidades motrices de los individuos, especialmente las que atañen al manejo de
vehículos motorizados.
Interesantemente, la posible legalización radical de la marihuana, no requeriría, de acuerdo
a esto, en modo alguno de la instauración de un marihuanómetro, para vigilar y mantener la
seguridad en las calles y carreteras del país a nivel de tráfico.
II
“Ciertamente se puede uno liberar de tales necesidades (como, por ejemplo, ahora
una cierta clase de hombres en Inglaterra se abstienen de la cerveza y cosas
similares), y uno puede tener razones morales o económicas para ello. Esto es
cosa de los singulares.” (Hegel, 1983: 154)
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Desde una perspectiva liberal puede esgrimirse un derecho pleno a consumir, en inspiración
del dictum de John Stuart Mill: “Sobre sí mismo, sobre su propio cuerpo y espíritu”
(Informe especial: 28) todo individuo es soberano.
A esto se podría añadir un motivo hegeliano: Además del derecho privado, cabe invocar un
derecho a la socialización, por medio de instituciones de asociación de individuos,
Públicas y privadas. El espacio público liberado de prácticas represivas hacia el consumo
de una planta fisiológicamente inofensiva podría efectivamente constituirse como una
institución socializadora, al brindar a la ciudadanía en general un marco de seguridad y
respeto para las decisiones individuales en lo terapéutico y lo lùdico; en lo privado, un
marco legal que contemplara la posibilidad de dispensarios o coffee shops a la Holanda,
podría igualmente generar una dinámica socioeconómica adecuada para la vida ciudadana.
En pocos términos: articular prácticas sociales, antes bien que meramente atender el
consumo de agentes psicoactivos en un sentido atomizado en lo social debe ser un motivo
constante de acción gubernamental.
A manera de conclusión, consignamos los siguientes tres puntos de recapitulación de
nuestra exposición y que inciden en propuestas concretas a corto y mediano plazo para la
acción gubernamental, a efectos de contrarrestar los efectos nocivos de una política pública
prohibicionista que ha redundado hasta la fecha, en una peligrosa tensión a nivel de las
relaciones intersubjetivas en el marco de la diversas actividades de la sociedad civil
mexicana.
1.- Legalización de la producción, distribución y posesión de marihuana. No solamente
institucionalización (como en el caso de otras drogas), por motivos farmacológicos.
2.- Establecimiento de foros públicos de discusión entre comunidad científica, sociedad
civil y gobierno, a efectos de la discusión sobre la peligrosidad y posible
institucionalización de otras drogas duras suaves y fuertes.
3.- Apostar por una definición puntual del discurso gubernamental a efectos de resaltar que
los objetivos de la política pública del Estado mexicano deben redundar en la salud y
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bienestar de la sociedad civil mexicana, antes que en la atención a las necesidades e
intereses de otros países o unidades políticas.
Bibliografía
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