VELADA LITERARIA f CELEERADA POR LOS ALUMNOS DEL COLEGIO MAYOR DE NUESTRA SENORA DEL ROSARIO PARA FESTEJAR EL SANTO DEL SEÑOR RECTOR. DOCTOR RAFAEL MARIA CARRASQUILLA ...... BOGOTA IMPRENTA ELÉCTRICA-168-CALLE 10 19°7 VELADA LITERARIA CELEBRADA POR LOS ALUMNOS DEL COLEGIO MAYOR DE NUESTRA SENORA DEL ROSARIO PARA FESTEJAR EL SANTO DEL SJ}ÑOR RECTOR DOCTOR RAFAEL MARIA CARRASQUILLA --------- BOGOTA IMPRENTA EL'CTRICA-168- c ~LLE 10 19 0 7 Velada literaria Entre los meses que mayor y más variada agitación tienen en las tareas y deportes de los estudiantes del Rosario, ocupa lugar preferente el de Octubre. Se dan cita en él las fiestas íntimas del Colegio. Primero la tradicional de la Bordadita, patrona y protectora del claustro; de la Bordadita que en el transcurso de dos siglos y medio ha visto caer á sus pies incontables generaciones de estudiantes; oíelo sus votos, escuchado sus plegarias, }' que siempre está pronta á cobijar con su manto á los hijos dr! Colegi'o. Pasarla esta fiesta, que tan íntimas é inefables satisfacciones deja en el alma, viene la que los superiores y alumnos hacen para festejar el santo del Sr. Hector. Todos esp . ran con entusiasmo el día de San Rafael, y todos rivalizan en buena voluntad para que la fiesta corresponda á la dignidad de la persona á quien se ofrece .Y á la fama y categoría del Colegio. Quieren los estudian tes, en ocasi6n tan señalada, desquitar á su maestro, con las efusiones de su cariño, de lo. binsabores y pesares inherentes á la grave y delicada tarea del magisterio. Para dar cumplimiento á sus deseos, celebraron en la noche del 23 de Octubre una magnífica vela,la literaria, de la cr,al vamos á trazar hre"e r seña. VELADA LITERARIA A las siete y media principió la función. El Aula Máxima, adornada con gusto y elegancia, presentaba un aspecto imponente. Hermosas lámparas, suspendidas del techo, inundaban de luz el recinto; en contorno de las paredes la galería de los Rectores, y alIl, destacándose entre todos, la figura meritisima del Fundador, y no lejos de él la del actual Rector, obra de aquilatado mérito. En uno de los ángulos del salón estaba la orquesta y seguía después la tribuna. Bajo el solio se veía al Rector ostentando sobre sus hombros la beca de los colegiales; á su derecha al Sr. Ministro de Guerra; á su izquierda al Sr. CHmaco Losada, Subsecretario de Guerra; seguían luégo, consiliarios, profesores, antiguos alumnos, periodistas y literatos; al frente, damas y caballeros de lo más escogido de nuestra sociedad, y por último, los estudiantes con elegante uniforme, el escudo blanco sobre el pecho, atrayendo la atenmOn del selecto concurso por su porte distinguido y correcto. 'La orquesta dio principio. A sus últimos acordes se encaminó á la tribuna el Sr. Colegial D. Alberto Coradine, estudiante de Filosofía y Letras. Sus compañeros le hablan dado la grata á la vez que honrosa misión de ofrecer la fiesta, y él lo hizo en un discurso lleno de entusiasmo, de forma elegante y sencilla, que gustó mucho. El Dr. D. Juan C. Trujillo, antiguo alumno del Colegio y que ha profesado en él varias asignaturas y act ualmente es 'catedrático de Derecho Romano, vino en seguida. Estaba emocionado. Se sentía á la vez alum no y maestro, porque quien ha pasado algunos años en el Colegio del Rosario, no deja de pertenecer á él por más que se encuentre ya en medio de los azares y luchas de la vida. Su discurso se inspiró en los progresos que ha visto cumplidos en el Colegio; restablecida hoy su gloriosa Facultad de Jurisprudencia, que tantos recuerdos tiene para él y levantada nueva fábrica que contrasta con la antigua y la ANGEL MARÍA SÁENZ 5 completa. Su buena elocución hizo resaltar más, si cabe, lo correcto del lenguaje. El Sr. Colegial D. José Manuel Saavedra Galindo, es~ tudiante aventajado de Derecho, recitó su poesfa Bajo el crepúsculo. Se muestra en ella poeta de fantasía y de corazón, prendas sin las cuales se marcha sin rumbo y á oscuras por las sendas del arte. Esta poesía, recitada con voz llena y sonora, con calor y entusiasmo, le valió á su autor muchos y merecidos aplausos. Denuncia gusto formado en buenos estudios. El Dr. D. Hernando Holguín y Caro, Profesor de Ciencia Constitucional y conocido orador parlamentario, ascendic) á la tribuna. Le traían á ella el querer de los estudiantes no menos que el interés que tiene para él lo que al Colegio del Rosario se refiere y la amistad estrecha que le liga con el Rector. Versó su discurso sobre la necesidad imperiosa de unir los estudios jurídicos con los filosófico. y literarios, único medio de sacar varones que puedan servir con lustre á su país, y que sepan á la par que asentar lIUS razonamientos en las bases inconmovibles de la Lógica, revestirlos con 1&5 galas y atractivos del buen decir. Ilustró su pensamiento con la cita Je eminentes hombres de Estado europeos y americanos, que fueron á la vez jurisperitos excelsos y consumados humanistas. El discurso del Sr. Holguín estuvo por el fondo y por la forma á la altura á que le han colocado sus talrntos c()mo orador y como escritor. El Sr. Colegial D. Antonio Otero H erre ra, á quien vimos no há mucho recibir el diploma que le acreditaba Doctor en Filosofía y Letras, produjo verdad ero en tusiasmo con su poesía La Cometa. Escoge el Dr. Otero temas al parecer poco apropiados para la poesía y que nada prometen de sí, pero donde otros nada alcanzan á ver ni á sospechar siquiera, encuentra él rico venero que al pasar por su fantasía se pule y hermosea, para quedar en sus estrofas con los primores del 6 VELADA LITERA RIA - - - - - -- - - - - - - - - - - - - - - - ._- arte. I Qué cosa menos aparente para ser cantada que una escalera de albañil! Pues bien, con este prosaico tema pro· dujo una poesía llena oe encantos y donde figuran elementos que para llegar á ser poéticos, necesitan los recursos inagotables que da la verdadera inspiración. La Cometa, poesía de fáci 1 versificación, nacida al calor de sentimientós íntimos, es un ejemplo más de lo que vale el Dr. Otero como poeta; con ella se puede conseguir una fama mayor y más le~Ítima que la qu.e tienen entre nosotros muchos que se llaman y se dejan llamar poetas. Si el Dr. Otero no es tan conocido como merece, lo debe á su excesiva modestia. La Cometa puede presentarse en un concurso donde figuren nuestros buenos poetas, segura de salir airosa. La música correspondió á la excelencia de la parte literaria. La orquesta Conti, sin disputa la mejor de la capital por la habilidad probada de los miembros que la componen y la capacidad y ~astos conocimien tos de su Director, se propuso sacar lucida Ja fiesta, ejecutando 10 más escogido de su rico repertorio. Para darle al programa mayor variedad en esta parte, dos jóvenes y ya adelantados artistas, los Sres. Alfonso Borrero y Solón Espinosa, se prestaron gustosos á tocar un dúo de flautas: La Favorita. En lo limpio y se'guro de la ejecución, demostraron tener la destreza de maestros. Ellos irán muy adelante y conquista-rán muchos triunfos, porque tienen vocación decidida por la música y aman de corazón el arte. El Sr. colegial D. José María Prado amenizó la velada tocando en el violín el Intermezzo de Godarcl y la Serenata de Drla, con acompañamiento de piano. Prado para el Colegio del Rosario no es tan sólo el afamado violinista llamado ya maestro, es, ante todo, el estudiante de Filosofla y Letras que comparte con sus compañeros los azares y esperanzas de la tarea; es el yif'jo ('amarada querido de todos, es el que disputa el premio en los torn eos literarios ANGEL MARíA SÁENZ 7 del Colegio. Por eso el número que desempeña Prado gusta tanto y deja en los superiores y alumnos tan grata impresión. Para finalizar la velada, el Sr. Dr. D. Rafael María CarrasquiUa, en hermosa y sentida improvisación, dio las gracias á las damas y caballeros allí presentes, y de modo tspecialmente expresivo á los superiores y alumnos. La velada de que acabamos de hablar, fue un certamen literario, digno ciertamente del primer Colegio de la República y del ilustre Rector que preside hoy los destinos del claustro legendario. Han querido los superiores y alumnos publicar este folleto con las piezas de la velada, á fin de conservar un recuerdo de ella. Dentro de pocos días habrán cesado las risas y alborozos de los estudiantes en las horas del recreo, y el claustro qued2.1'á solitario. Este folleto irá con ellos, y cuando, llegados al hogar querido, principien al calor de los agasajos de los padres y de los hermanos á relatar los azares de su vida de estudiantes, nada habrá más grato para ellos que releer y comentar, en la intimidad de la familia, las piezas del torneo que ellos organizaron. A los que no tornen al Colegio les recordarán haber pertenecido al más ilustre instituto del país, y á los que vuelvan les servirá de estímulo y aliciente para hace~se dignos de tomar parte en estas disciplinas del claustro. ANGEL !lIARÍA SAENZ Dedicatoria Señor Rector: El Colegio del Rosario celebra hoy vuestro onomástico, y en fes tej os de tal día, el centenar de corazones jóve- 8 DEDICA TORJA ) . I que p:;¡lpita.n con el vuéstro bajo un mismo techo, ha querido hacer sensihle su cariño por medio de esta velada qu~ viene á dedicaros el más desautorizado de vuestros. discfpu)os. Par:;¡ levantar los ánimos en la ardua tarea del v¡v~r, para recrear los espíritus, para solazar el alma consagraron Jos pueblos en todos los tiempos días fastos, épocas. de fiestas y jwgos, que ya conmoviendo las ciudades y los. campos, ya dando esparcimiento á los corazones, son como una tregua en el duro bregar de la existencia. Por eso all;í desde la mañana de la historia se presenta Ja raza esteta, la raza de la luz y la armonía, congregando sus multitudes á pleno cielo en las Ilanura!l, á conceder un gajo de laurel lo mismo al atleta de gallarda y escultórica apostura, que á la poetisa que inspirada en viriles acentos vence con el sonoro ' ritmo de su verso á todos sus competidores hijos varones de Apolo . .Más tarde el soberbio coliseo de Roma nos muestra las fruiciones violen tas de u n pueblo rudo, los triunfos del Emperador auriga y el estruendo enloquecedor con que las multitudes tumultuosas colmaban el ámbito cuando iba. enrojeciéndose la arena en la lucha ' de:;piadada de las fieras y los hombres. Después, en la edarl caballeresca, en aquella edad ro-o mántica de trovadores y castellanos, sintieron las ciudades estremecer sus plazas en las justas de varones aguerridos, con el choque terrible de las lanzas en medio de pintorescos estrados coronados de banderas y gallardetes. Pero esto no llega al alma: son placeres que trastornan, aparato exterior que con el fuego de colores y el vértigo de las muchedumbres pueden seducir los sentidos, pero asfixian el espíritu. Por eso las . naturalezas delicadas : buscan como un pri vilegio el retiro y aspiran como un aroma secreto los goces íntimos y escondidos del hogar, y por eso el dulce poeta mantuano, temperamento de exquilita sensibilidad, no pudo soportar á esa Roma febricitan .... DeS . ALBERTO CORADINE 9 te y huyó á dilatar su espíritu á la humilde cabaña que lo v~era nacer en las tranquilas orilJas del Mincio. i Cuán apacibles, cuán gratos son ciertamente los placeres del hogar I Allí el silencio y el recogimiento se apoderan del alma y la penetran como genios tutelares en una gruta escondida. AlU, el mueble humilde, el cuadro desteñido, el libro amarillento, viejos compañeros de nuestra vida, participan de nuestro sér, tien en algo de reliquias sagradas que encarnan nuestra historia de pesares y alegrfas: consiste en que el hogar es un santuario, y los afectos que alli crecen son una religión! y cuando una vez se ha !'a horeado la ncu Ita esencia de sus ehcantos, ya no puede olvidársela, y cautivo en ajenos placeres, el ausente suspira por el rincón escondido á cuya sombra únicamente se abre la flor del verdadero sentimiento, porque esta como aquella otra flor de que nos hahla el poeta, sólo crec~ á la somhra y se marchita con la luz de] sol. Así, todas las horas del hogar, aun en medio del infortunio, son felices, pero ha.Y un día único en el año en que, los hijos, aunque se hallen dispersos por los cuatro puntos cardinales, como por un convenio hicito, llegan, se congregan, la familia se suma, se completa: es el día del santo de la madre. Todos quieren rodearla, hacerse presentes; eso les hasta á ellos para dar testimonio de su amor, y ese instante baRta para resarcir al sér querido de las amarguras y penas que han emblanquecido sus cabellos. No de otra manera, seño"r, os rodean vuestros discípulos esta noche; no os traen ell os presentes valiosos que no dicen nada á la ternura de un padre, pero á todos anima un solo deseo: desquitaros por un momento de la carga de luchas y sinsabores que elía por día os ooliga á apurar el desempeño de vuestro delicado puesto. No quiero por eso enumerar aquí vuestros méritos, no quiero mencionar el bien que hacéis á la Nación rigiendo VELADA LITERARrA 10 - -- - -- el primer Colegío de la República, no lIecesito recordar la semilla de ciencia y de vi'r tud que venís sembrando hace años en lo más selecto de la juventud colombiana; esto es grande, trascendental, está patente á todos, es el resultado que la sociedad percibe y siente; pero lo que allá afuera no se ve y sólo vuestros compañeros, vuestros alumnos, los que vivimos con vos, señor, sabemos es el sacrificio diario, la desilusión mor~ificante, la lucha callada y sin tregua, espinas infinitas que brota la llanura y que ra~­ gan al que marcha por la senda, pero que no descubre el que desde el r~cuesto del monte sólo admira la belleza y armonía del panorama. , Si el voto sincero de los hijos es poderoso á dar una hora de júbilo al pp.cho que les dio el sér, recibid, señor, esta fiesta como un puro brote de cariño filial con que vuestros alumno; quieren disipar por un instante las 'amarguras necesarias que van unidas á la augusta carrera que elegisteis, la sagrada miSIón del magisterio. He dicho. ALBERTO CORADINE Discurso DEL SR. D. JUAN C. TRUJILLO ARROYO Se flores : Com prometido por design ación de los colegiales promotores de esta velada, y venciendJ el natural tcmor propio de quien, no hecho á los torneos de la palabra, y si abstraído de continuo en arduas laboresjudiciales, desconfía con razón de sus fuerzas, vengo á rendir mi homenaje de respetuoso cariño al Sr. Rector y resta urador de este ilustre colegio, cuyo onomástico llena hoy de júbilo el corazón de los hijos de fray Cristóbal de Torres. Ligado desde hace muchos a ños á este plantel amadísimo que me g úió en mis primeros pasos por el campo de JUAN C. TRUJILLO 11 la Jurisprudencia, y qne me ha honrado con el encargo de colaborar en sus tareas docentes, son bien sagrados los vínculos que á él me ligan; por estos nexos, no por merecimientos ni aptitudes, el cariño de mis altlmnos ha venido á habilitarme erradamente de idóneo para tomar la palabra ante un auditorio tan respetable. Me acojo, señores, á vuestra indulgencia, que mucha necesito. En la dulce fiesta de familia que anualmente celebra este Claustro en honor de ,'lU Rector actual, se han escuchado disertaciones magistrales sobre las glorias del Colegio, siempre antiguas, siempre nuevas, )' evocadoras de memorias gratlsimas, pues que giran sobre los dos ejes más poderosos de nuestro sér: el sentimiento católico y el amor de nuestras tradiciones patrias. ¿ Qué podré yo, setí.ores, agregar dignamente en esta ocasión, ya sea sobre las grandezas del legendario plantel, ó bien sobre los motivos de gratitud y almirat:ión que imponen deuda imponderable á cuantos venimos dirigidos y adoctrinados en esta solidaria labor por el maestro eximio cuyo entendimiento nos ilumina, cuyo corazón nos cautiva dulcemente, y cuya ejemplar virtlld nos impele por modo irresistible hacia el Bien infinito? La labor educadora del claustro del Rosario bajo la dirección del Dr. Carrasquilla, de que voy á ocuparme en esta breve disertación, siquiera sea en sus faces más salientes é intensas, es, como bien lo comprendéis, un tema tan fecundo, que podría, ocupar un libro en nuestra patria historia, cuyas páginas tranra la pluma de un Plutarco en áureos caracteres. La cultura del espíritu que aqllí se recibe, aun mirándola en la generalidad y sin tomar como modelos los elementos sobresalientes, es algo bien consolador para nuestro país y para la época en que la Divina Providencia nos ha traído á peregrinar en la tierra. Los ql1e, ajenos al espíritl! de este instituto, miran tan sólo en él una escuela su perior de segunda enseñanza, con 12 DISCURSO dos facultades mayores de estudios académicos, más ó menos avaqzados en métodos é intelectual provecho; y si se quiere un plantel afamado por su moralidad y buen orden, están bien leJos todavía de saber lo que significa, en la actualidad y para el porvenir de Colombia, y en las tradiciones de nuestra raza latina, el Colegio Mayor de N uestra Señora del Rosario, reconcentrado en la men te del Fundador por el genio del Dr. Carrasquilla. Mas, los qua tenemos la fortuna de venir á respirar diariamente su ambiente de salud, año tras año, como hijos amorosos del claustro ó como obreros en mínima escala siquiera de su labor docente, podemos penetrar algún ,tanto más en el alma del instituto y dar testimonjo á propios y á extraños de todo aquello que-más p:l fa sentido que expresadocompenetra nuestro sér todo entero como el éter al mundo corpóreo, desde que pisamos sus umbral .!s sagrados. Aquí el adolescente abre los ojos á la luz del entendimiento bajo el manto amoroso de la Virgen del Rosario, patrona y protectora \ y á medida que se va dando cuenta de su condición de alumno hijo del claustro, miembro de este organismo vivo, de este hogar ennoblecido por cuanto hay de más puru en nuestras tradiciones patrias, en donde cada paraje evoca una memoria ilustre, cada año de su historia llll esfuerzo coronado por la Virtud y la Sabiduría; el corazón del joven se dilata ante horizontes an, churosos que había divisado antes entre vagas intuiciones é impalpables ensucños. Los gérmenes de picdad y de amor al Bien, cultivados en el hogar al calor de las caricias maternales, hallan entonces ese campo propicio de expansión vislumbrado para el más allá de la vida, en ese eterno asplrar á un mañana mejor, manifestacIón innata en el hombre, desde la cuna, de que fue creado para la dicha, para la inmortalidad y para la gloria. Embarcado en la primera transía de la vida, y aún bien lejos del puerto, comprende aquí el joven que tiene un piloto sabio, en cuya fe confía; que navega en bajel JUAN C. TRUJILLO 13 inquebrantable, el que, por dos siglos y medio, ha conducido al puerto oel honor y de la sabia madurez á las generaciones que le han precedido. Aquf, bajo una disciplina suave al par que discreta, aprende á amar la sujeción, á hufr las frivolidades malsanas, á aspirar á 'lo verdadero, á lo bello y lo bueno, por discernimiento propio y progresivo, no por ciega imposición reglamentaria. Aquí, todo tiene su razón de ser para el educando: por eso el mantenimiento de la disciplina no es para el superior carga dura y pesada, como de ordinario acontece en los cuerpos colegiados. Aquí el orden, el respeto á la autoridad, el afecto al maestro, el amor al estudio, brotan espontáneos de las sabias constituciones que cada híjo del claustro lleva impresas en su espírilu con más indeleble huella que las conserva el tiempo en los in-jolios de nuestro archi vo antiguo, y más nítidas que las nue vamente expedidas por la Consiliatura; porque el fiel intérprete del Fundador, que hoy dirige y vivifica el Colegio, ha sabido trasfundir de su alma á las de sus jóvenes educandos, con el poder de su verbo fecundo y con esa unción tan suya, que atrae y subyuga, los ideales del egregio Arzobispo de Santafé, de ese gran vidente que en el siglo XVII, y bajo el régimen de la hispana monarquía, realizó en su instituto el más acabado modelo d e la República. y mal puede pensarse que el encargo de dirigir cien y cien voluntades, en la edad de transición y de las primeras pasiones juveniles, por los senderos del honor, d~ la virtud y del saber sea dable á muchos "hombres, por eminentes que puedan ser en las ciencias y en las letras humanas, y aun por muchas virtudes que atesoren. Esa es misión de predestinados, inaccesible en su perfección á las fuerzas naturales y humanos recursos. y comoquiera que, cuantos profesamos la doctrina católica, sí tenemos el privilegio de creer firmemente en los conductores providenciales, así en las corporaciones limitadas que se llaman colegios, como en las naciones, DISCURSO podemos explicarnos por qué el clam tro tradicional del Arzobispo Torres ha venido á tener, con el andar de los siglos, para las necesidades de los tiempos, un Rector y conductor de almas que llegase á penetrar tan hondo en las miras del Fundador, nó para formar religiosos, sino hombres del siglo, pero según las enseñanzas del Evangelio. Un maestro encarnado en la más pura y vigoro~a filosofía, la enseñada á los griegos por Aristóteles y al mundo cristiano por Santo Tomás, alma de esle instituto, en donde esa ciencia de las ciencias (ultima ratt'o ralt"onum) informa con su espíritu las enseñanzas todas, encaminándolas á sus fines supremos, como medios auecuados al perfeccionamiento del hombre. Esa doctrina vivificadora de los entendimientos y dominadora de las voluntades, es el cimiento inconmovible de las carreras y profesiones: es la que se traduce luégo en rectitud en los jueces, abnegación en los médicos, prubidad en los abogados, amor á la verdad en los pub icistas, patriotismo en los ciudadanos. ¿Y qué habré de decir, señores, de los más altos fines, de los fines supraterrenos á que las mismas enseñanzas de este claustro, aun las más concretas y humanas, conducen y encaminan al joven que aquí se furma '! Aprend e en la Estética más que las leyes de la hermosura perceptible, la aspiración á la Belleza Eterna, buscando en las cosas creadas el reflejo de la Bondad y de la Hermosura infinitas: en las ciencias exactas, la Verdad que es reina del entendimiento, la que hizo de Newton y Pascal varones tan altamente espirituales, tan amantes de la di vina Sabiduría, ó por mejor decir, del Hacedor Supremo, en qllien reside esencialmente. Y, en la Jurisprudencia, florón novísi mo en la restauración de este Colegio, en esa "cien cia de lo divino y de lo humano," como la definió ' uno de sus más autorizados intérpretes, allí el entendimien to ilumin ado por la fe cristiana que todo lo engrandece; la voluntad, disciplinada en la noción del deber, no ve rán un mero coo- JUAN C. TRUJILLO junto de reglas para hacer triunfar el humano derecho, sino ante todo la Ciencia de la Justicia, emanación del Sér Supremo, que grabó en el hombre ese sentimiento y le dio luz para seguir la senda única que asegura la felicidad de los individuos y las sociedades, así como habrá de asegurar nuestra futura suerte en el día de la liq uida~ión universal. Una juventud adoctrinada tan sólidamente en lo moral como en lo científico, que todo lo ve subordinado á la ley eterna del orden, que en las aspiraciones humanas lleva como derrotero la verdad, la justicia y el a mor al bien infinito, tiene que ser para la fa milia, para la sociedad y para la patria prenda segura de engrandecimiento; y tiene que llegar con la conciencia pura, iluminado el entendimiento, firme la voluntad, al través de las vicisitudes y azares de su peregrinación, á la meta suprema que aprendió á conocer, y seguir en este sacro instituto. ¿Cómo no hemos de regocijarnos desde lo más íntimo de nuestro sér en este día conmemorativo del natalicio del Sr. Rector, cuantos tenemos hijos por educar, cuantos amamos á la juventud y laboramos con ella bajo tan poderosa egida? Quiera el Cielo conservar por largos años su preciosa existencia sobre la tierra y á la cabeza del amado claustro; aunque retarde un tan to la recompensa eterna y única digna de él, que allá en. la altura le tiene reservada el padre de familia. Baj O el crepúsculo En la hora en que el sol tras la colina Su luz convierte en incendiaria tea, y el fatigado labrador se inclina Al escuchar la voz de la vecina Campana alegre de la blanca aldea; 16 , BAJO EL CREPUSCULO Cuando el golpe del hacha que palpita Entre la selva secular, no lanza Su grito de labor, ni el viento agita Del humo níveo la espiral bendita En la hoguera vivaz de la labranza; Cuando ha dejado de' surcar el llano El arado que en horas de fatiga Desgarra el césped que sepulta el grano, Que habrá de aparecer en el verano Entre el rubio cabello de la espiga; En esa hora de quietud, que toca El corazón con su indecible calma, He vuelto á ver desde la enhiesta roca, La casa solariega, donde evoca Tánto recuerdo venturoso el alma. Con el pesar que inspira lo que ha sido y nunca ha de volver cuando se aleja, Vi destacarse el naranjal querido, Que en clrculo confuso y reducido, Casi invisible la techumbre deja; Vi va la llama del hogar dichoso Entre la sombra de la selva oscura, D~snudo y solitario el ,tronco añoso Del pino que guardaba victorioso La inmensa soledad de la l1anura. Busqué en la estepa, por doquier, en vano Las ordenadas filas del plantío : Cerrado el bosque hasta el confín lejano, Donde truena y se aclama soberano Al descender de la mon taña, el río. Vi I~ ceiba frondosa y corpulenta, A cuya sombra contemplar solía Al toro que al rival temible ahuyenta, Afilando tenaz la cornamenta Bajo el ardiente sol del medio dla. JosÉ MANUEL SAAVEDRA GALlNDO 17 Tornaban ya de la laguna ignota Las garzas agitando su ala lenta, Como las perlas de un collar que nota, Hasta ceñir la cúspide remota Del roble vencedor de la tormenta. De pronto, entre la curva del sendero Que abrió para su roza el campesino, Oí como el acento lastimero De las arias de amor que oye el viajero A la lumbre del astro vespertino. Era la oculta y rumorosa fuente Que entonaba su agreste melodía, Mientras que se apagaba lentamente El incendio lejano del poniente Con la postrera claridad del día. Creí ver otra vez la enredadera De la granja vetusta y legendaria; Las flores de mi muerta primavera, Todo lo dulce de la edad primera, y así le hablé á la fuente solitaria: Trovadora gue can tas los amenos • campos, y te alejas Jardines de los Bajo cielos azules y serenos: Ya yo sé que no sufres, pero al menos, En tu sentido modular, te quejas. A ti vuelvo cansado y macilento A desperlar mis muertas alegrías, Para templar mi lira con tu acento, Para hacer menos triste mi lamento Juntando tus canciones con las mías. Porque naciste del peñasco andino Para ofrecer en tu sendero flores, Para apagar la sed del peregrino y alegrar el recodo del camino Con la endecha ideal de tus rumores; 2 18 , BAJO EL CREPUSCULO Porque el alma es un ave adormecida Que el vuelo raudo y soñador levanta Para olvidar lo acerbo de la vida, Junto á la cuerda por el arco herida, y junto á todo lo que ríe y canta .... y te hallo, como ayer bajo mi aurora, En medio de cenizas y de escombros: Tú la misma silvestre trovadora y yo, el mismo también.... llevando ahora, El peso del dolor sobre mis hombros! Sin extrañar jamás el floreciente Jardín de mis ensueños que te amaba, Has seguido tu arrullo, iudiferente .... Te pareces al hombre, hermosa fuente, Cantándole á la vida que se acaba I Quizá seas la misma soberana De ]a orquesta de] bosque, cual te dejo, Cuando te vuelva á contemplar mañana, -Doliente, triste, la cabeza canaComo vuel ve al peñón el condor viej o ! o acaso hayas también ennftIdecido, Arrulladora del verjel risueño: . y al través de ]a sombra del 01 vido, Llegues á ser, como el rosal florido, y como todo lo de ayer, nn sueño .... JosÉ lIIANUEL SAA VEDHA GALINDO Bogotá, O ~ tub re 23 de 1907 --.-- Culegial HERNANDO HOLGUÍN y CARO 19 Discurso DEL SR. DR. HERNANDO HOLGUiN y CARO Sr. Ministro, Sr. Rector, respetable Claustro: Cuando el melancólico Octubre, encapotando los cielos y estrechando los horizontes, parece convidar á la juventud estudiosa que buscó albergue en estos claustros venerables, á redoblar sus esfuerzos para vencer en los anuales torneos de la inteligencia, aparece de pronto, como fulguración de verano, esta fiesta de San Rafael, en que superiores y alumnos rinden tributo de gratitud á su ilustre Rector, haciendo votos al cielo por su dicha en prósperos y dilatados años. Refiere la historia bíblica que cierto joven salió de la casa de sus padres para ir á la tierra de los Medos á recibir una cantidad considerable de dinero; y como fuesen grandes los peligros que hubiesen de ocurrirle en el camino, y excelsos los destinos á que Dios lo tenía llamado, vino un compañero celestial á servirle de guía, y después de prodigarle bienes sin cuento, á restituirlo á la casa paterna. Vosotros también, jóvenes alumnos, como en otro tiempo Tobías, vosotros, hijos unos de esta antigua y benemérita ciudad, otros de las regiones que baña el mar de Colón, de los diáfanos valles del Cauca, de las austeras montañas de Santander ó de Antioquia, vosotros, jóvenes alumnos de este Colegio Mayor, al emprender el viaje de la vida, encontras teis un a migo y un compañero que os lleva á la conquista de un tesoro más precioso que la deuda de Gabelo: el tesoro escondido de la ciencia y la virtud. El, que tornándose de maestro en amigo de los jóvenes, y amenizando con la dulzura de su corazón lo áspero de la jornada, y deleitando al propio tiempo que instruyendo, os va preparando para ser en vuestra patria buenos ciuda- 20 DISCURSO danos, y ciudadanos después de una patria mil veces mejor. El, para vosotros, formado de antemano en la paterna escuela del deber y de las más nobles virtudes, abre ante vuestros ojos el libro de su inteligencia y os entrega los múltiples conocimientos con que lo ha enriquecido; él levanta para vosotros muros y techumbres y da remate al templo que erigió á la sabiduría Fray Cristóbal de Torres; él devuelve su pristino esplendor á la obra del munífico Arzobispo, y abarcando en tod'a su magnitud el pensamiento del Fundador, abre las facultades mayores con que hoy se ufana el instituto. La lHtima en el orden del tiempo, pero una de las primeras por su importancia entre las reformas realizadas en este Rectorado, es, sin duda, la restauración de los estudios de Derecho. Esta fue una de las Facultades mayores establecidas por el fundador desde 1653, y continuó, con breves interrupciones, durante más de dos siglos, sin perjuicio de los estudios jurídicos que se hacían en otros antiguos establecimientos públicos igualmente acreditados, Colegio Mayor de San Bartolomé y Universidad TomÍstica. Ahora se restablece con el mismo espíritu que antes tuvo, para anudar la tradición interrumpida, y de ningún modo para iniciar innoble competencia con la Facultad Nacional de Derecho; aHí como acá, los estudios tienen unos mismos fund amentos éticos y jurídicos, y es uno mismo el anhelo de los profesores: levantar el carácter nacional, mediante el conocimiento tan completo como sea posihle de los deberes del ciudadano y de los nerechos imprescriptibles del hombre. Obedece, además) la renovación de los estudios jurídicos en este Colegio á una más reciente y gloriosa tradición, puesto que las enseñanzas de Juris,prudencia que dieron aquí á fines del siglo X,VIII y principios dcI XIX el inmortal Camilo Torres y otros profesores, prepararon el \erreno á la transformación política de 1810; y de aque- HERNANDO HOLGuíN y CARO 21 los colegiales y catodráticos, unos perecieron en los patíbulos de 181 6 á 181 9; y los que, no sin grandes padecimientos, sobrevinieron á aquella sangrienta época, Castillo y Rada, Miguel Tobar, Ig nacio de Herrera,..Estanislao Vergara, volvieron á estos claustros, fundada definitivamente la República en 1821, á perpetuar con la doctrina y el ejemplo los g randes principios de libertad y de justicia. No fue rara en otros tiempos entre nosotros, la opinión de que los estudios de Derecho deberían ceder ante el de las Ciencias Naturales y Matemáticas, y tal vez á algunos de vosotros alcanzó á llegar la conocida frase: ¿Para qué queremos tantos doctores? No me aparto yo de la idea de que un-pueblo como el nuéstro debe preocuparse grandemen te de su adelanto material, y apro vechar las fuentes de riqueza con que lo dotó el Creador, facilitar las com unicaciones y procurar un estrecho enlace de productos con los demás pueblos civilizados, especialmente con aquell os á quienes debe su cultura y tradicion es; pero todo ello carece de va lor efec tivo si el pueblo no tiene arraigada la id ea de la nacionalidad, si no conoce y ~abe defender sus derechos, si ignora los orígenes de su legislación, el porqué de sus instituciones, si no 'sabe adivin ar, por los sucesos pasados, cuál es el destino que la Providencia le trazó para el porvenir. y para que los estudios de Derecho revistan toda la dignidad que les es propia y alcancen el honor que merecen, para que el título de jurisconsulto no se torne en objeto de mofa ó menosprecio, preciso es, ante todo, jó venes alumn os, que quien haya de penetrar en el templo de Temis, prepare de antemano su espíritu larga y concienzudamente, por medio de serios estudios literarios. Porque si la Jurisprudencia y las Ciencias Políticas carecen de sólidas bases de literatura, en vez de jurisconsultos tendremos abogadillos que desprestigien el derecho y politicos de aldea en lugar de hombres de Estado. Dios, como ~Autor soberano del universo, ha establecido una armonía perfecta, oculta muchas veces á los ojos 22 DISCURSO ---------------------------------------morta les, en todas las obras de la naturaleza 'es precisa· mente en el conjunto de las ciencias humanas donde esa armonía resplandece de una manera más admirable. y si en oc asiones no aparecen á primera yista las relaciones que ligan á unas ciencias con otras, en cambio no es raro' el caso de que tal trabazón y enlace hiera el espíritu con la luz de la evidencia. Hállanse en este caso cabalmente los víncu los que ligan á la Literatura con el Derecho. P orqu e si nó, decid me, ¿ cómo podrá ser verdadero Jurisconsulto ó verdadero hombre público quien carece de bien cimentados conocimientos literarios? ¿ Cómo podrá, por ejemplo, estudiar y domi nar en toda su extensión el Derecho In tern acional quien no conoce con precisión la g eografía y la historia de las naciones? ¿ Cómo podrá entrar á resolver un economista los grandes problemas fiscal es de un país si no está a", ezado á la ciencia de los números? Y si la marcha silenciosa del tiempo ó los trabajos de los legisladores; como dice un historiador célebre, han introduc ido la razón públiea de los romanos en las instituciones domésticas de Europa; si las leyes de Justiniano obtienen aún el respeto y la obediencia de muchas nacion es que jamás dependieron de su imperio, ¿cómo habremos de desestimar aquellos grandes monumentos de la jurisprudencia romana, ni cómo habrá de estimarlos bien quien no conozca tanto la lengua y literatura latinas como la índole y el desarrollo del pueblo que tuvo en grado excelso el sentimiento del derecho? El criminalista, para poder apreciar móviles y circunstancias, deberá haber estudiado la alta ciencia que contempla á el alma human a; y ya trate un abogado de profundizar las relaciones civiles que llamamos contratos, ya un representante de la Nación de defender lb digndad y los fueros del Estado, todos deberán presentar sus oraciones envueltas con el manto de un lenguaje culto y correcto, habrán de aprender á manejar hábilmente los recursos de la dialéctica, y por encim a de todo habrán de obedecer las leyes inmutables de la lógica. . HERNANDO HOLGUÍN y CARO Estos vínculos impalpables, esta estrecha alianza que existe en tre las letras, las ciencias jurídicas y sociales, fue ya proclamada por D. Andrés Bello en aquel discurso suyo, modelo por la doctrina que encierra y por su bellísima forma artística, que pronunció en la inauguración de la Universidad Chilena. Allí decía: " ¿Quién prendió en la Europa esclavizada las primeras centellas de libertad civil? ¿ No fueron las letras? ¿ No fue la herencia intelectual de Grecia y Roma, reclamada, después de una larga época de oscuridad, por el espíritu humano?" y ese mutuo, benéfico influjo aparece á cada paso en los anales d e la historia, y osténtase en los hombres que tuvieron á su cuidado los g randes intereses públicos ó abogaron por los derechos no menos sagrados del individuo. Así en la antigüedad "ved á P ericles," podré deciros, repitiendo las elegantes palabras de Jovellanos, "ved á Pericles, apoyo y delicia de Atenas por su profunda política y por su victoriosa elocuencia, al mismo tiempo que era por su sabiduría el ornamento del Liceo, así como por su sensibilidad y buen gusto el amigo de Sófocles, de Fidias y de Aspasia. Ved á Cicerón mandando ejérci tos, gobernando provincias, aterrando á los facciosos y salvan· do la patria, mientras que desenvol vía en sus oficios y en sus academias los sublimes preceptos de la moral pública y privada; á Jenofonte, dirigiendo la gloriosa retirada de los diez mil, é inmortalizándola con su pluma; á César lidiando, orando y escribiendo con la misma sublimidad." y en los tiempos modernos, entre tántos ejemplos como se agrupan en la memoria, ved á esa serie de hombres eminentes que en Inglatena ilustraron el reinado de Victoria; y decid me si no fueron antes que todo lo que allá se conoce con el expresivo término de scholars. Ved principalmente á Disraeli y á G1adstone, personificando los dos grandes partidos ingleses, levantándose el uno desde el modesto hogar de sus padres hasta las cumbres de la aristocracia, asombrando el otro á sus contemporá- DISCURSO neos con ]a fu erza de su inte1igencia, y rigiendo entram bos altern ativamente el vasto Imperio británico; pero al mismo tiempo deleitando aquél á los hombres de buen gusto con las originales producciones d su orienta] fan tasía, y éste con sus profundos estudios teológicos y fi losóficos, con sus g randes in vesligaciones sobre Homero. Ved en España al ya cita 10 Joyellan os, honor en su tiempo de ]a Magistratlll'a, hornhreándose como hablista con Cer van tes y Granada; á Martínez de la Rosa, hombre de Estad o y diplomrítico al propio tiempo que literato insigne ; y fresco está toda vía el rer.uerdo de Cánovas del Castillo y de Francisco Sil vela-nombres gratos para Colombia,-Silvela, el primer abogado de Madrid y disti nguid/sima académico ; Cánovas, el hombre de la Hesta u ración, que pudo cimentar la paz tras largos años de revo]uciones y pronunciamientos, porten to por otro lado de erudiciÓn literaria. ¿Mas á qué b uscar ejemplos mayores en apartados hemisferios? Ese Código CIvil, con cuyo estudio muc hos d e vosotros os estáis ya familiarizando, no es el producto de alguna árid a inteligencia, ni concertó sus disposiciones quien no tu vo otro horizonte que los inamenos expedientes de los tribunales. Nó, ese libro, sustancialmente el mismo de Chile y de otros Estados de la América española, es la obra de Bello, el literato ilustre, el inimitable cantor de la Zona Tórrida, así como es suya la clásica obra que difundió durante largos años en el Continente los principios del Derecho In ternacional. 1Seguid, jóvenes alumnos, el camino que {'sos hombres os señalan, y aSÍ, en vez de aplehe)'arse entre nosotros ]a noble ciencia del Derecho, veréisla cerner el vllelo en las altas esferas del pensamiento, y contribuir, antes que otra alg una, á dilatar el patrio renombre 1 Pero si el sentimi~nto de ]a justicia inflama )'a vuestros pechos juveniles, y anheláis ser algún día ministros dig nos de ella, principiad por acostumbraros á practicar HERNANDO HOLGUÍN y CARO vosotros mismos tan santa y austera virtud. Y si es justicia dar á cada cual lo que es suyo, comenzad por pagar siempre á vuestro Rector la deuda de afecto y gratitud que en todo rigor os obliga. Dulcificad con vuestra conducta lo amargo de la tarea que para bien vuéstro se impuso; y con vuestra moJestia y laboriosidad, con el puntual cumplimiento al Instituto del Colegio, con el amor al estudio, y antes qU 3 todo, con una sólida piedad cristiana, llegad á ser vosotros mismos su mejor corona. Mas ¿á qué encomiaras la gratitud, si esta velada no es otra cosa que un hermoso tes timonio de agradecimiento? Que nunca serán para vosotros aquellas melancólicas palabras del poeta: ¡Ay! mas con todo así nos pasa: Con la patria y la juventud, Con nuestro hogar y antigua caS!:l, Con la inocencia y la virtud. Mientras tenemos despreciamos, Sentimos después de perder; I Y entonces aquel bien lloramos Que se fue para no volver! No! vosotros desde ahora saLéis apreciar el bien de que sois deudores á Dios. Que yo por mí sólo sabre deciros que al recordar que fue en 1890, bajo la Administración que presidió el Dr. Carlos Holguín, cuando vino á dirigir estt! Colegio vuestro amado Rector, se enciende de entusiasmo la sangre de mis venas. Dij eron los contemporáneos de Holguín que Dios le había conced ido el dón de conocer á los hombres. No seré yo quien pueda decir cuánta verdad encierran aquellas palabras; pero sí puedo afirma r que al contemplar que tú fiaste el cuidado de la juventud al Dr. Carrasquilla, i oh padre!, las nuevas gene raciones bendecirán tu memoria. Tal vez, señores, os parezca oír en mis palabras los ecos de la ternura filial; pero congregada hoy la familia del Colegio del Rosario para felicitar en su día al Sr. Dr. 26 LA COMETA D. Rafael Maria Carrasquilla, no puedo menos de hablar en la abundancia del corazón; y es éste el homenaje más ferviente que rinde mi alma al esclarecido sacerdote, al patriota eminente, al amigo incomparable. La cometa (A la memoria de mi padre) 1 -Con más algazara y risa Que á vuestra edad corresponde, ¿ Adónde, niños, adónde Vais corriendo con tal prisa? ¿ ~starán dejando á misa, O habrá incendio en el lugar ? -No; que vamos á encumbrar Esta cometa.-Ah) qué hermosa! Llevadme! Tal vez es cosa Con que ahuyente mi pegar. 11 ¡ Ea, vamos! que ya el viento Batiendo está la veleta De la torre, y la cometa Se elevará en un momento. , pensamIento . V amos.....,y tu, Crüel que á sufrir me obligas, Quédate aquí, ¡ no me sigas I Que tan pueril di versión No cuadra á la condición De mis penas enemigas. ANTONIO OTERO HERRERA 111 Me voy en pos del placer, De la risa y el contento .... ¡ Quedaos, pues, entend imiento y conciencia de mi sér ! i Hoy no quiero poseer Sino libertad, Dios mío, y gozar á mi albedrío Del favor que me ofrecéis, Sin que amargarlo dejéis Por el dolor ni el hastío! IV Abur, pues .... ! Mirad la falda De la ri ente colina: Cuán muellemente reclina Sobre los Andes la espalda: Su color es de esmeralda y hace visos con el sol; y su senda es caracol De much o recodo y pliegue .... V ámos allá hasta que llegue De la tarde el arrebol.... V Ya van corriendo á cual más, Los niños por la pendiente; Yo camino lentamente Y me voy quedando atrás. Porque ¿ quién corrió jamás Por escabroso terreno Quedando á riesgos ajeno? Sólo los niños avanzan Y por los riscos se lanzan Como corceles sin freno , LA COMETA VI -Hola, señor ... .! ya llegamos I ¿ No quiere ver la cometa? -Sí; lanzadla cual saeta Por el aire .... Mas ¿ dó estarnos? 1 Por Dios, aquí no .... ! j Partamos ... .! 1Seguid, niños, á encumbrar • La corneta á otro lugar I Seguid I Por algo os lo digo: ¿ Qué hacéis vosotros conmigo Si me pongo aquí á llorar? VII Mirad: ¿ sabéis dónde queda Aquella arboleda oscura .... ? -Mire, señor, cómo apura El viento allá en la arboleda I -¿ No veis la triste vereda Que hasta el cementerio va? -1 El viento! 1 Qué fuerte está I 1A ver la cuerda y la cola! La corneta se irá sol a y hasta el cielo subirá. VIII Si una cometa en su vuelo Pudiera subir tan alto, Todo el mundo por asalto Penetraría en el cielo. Pero al infinito anhelo Que á las almas atormenta No satisface, acrecienta La corneta cuando sube Hasta tocar con la nube Que en los espacios se asienta. -9 IX En um io mu: el' n (,8t:\ Tro' d" In nc"'1':) urhúl 'da, Ellu:!I,tll' d nd" 8' queda El p h· del q\lt.' s' \3. 1 cni tt hullan\ orqu el ti 'mp de ' tl'u' Lnsfl I"squ'nnt' s'm 1') ni 'u t\ useur ocall1in" na luz qu' lo ilumine En la Iumba el qU) a!l1 . y sin emb(ll'~ü ..\ los pies tu ruz h udl" ulIlud N y . siempr,:J ¿ Y no 11, l"fTlld n mi llant o tI! ipr~s '1 . Y n h' querid d 'spué' Abruzarm á tu d 'sp oj ,. Es u har pu ' t de hinoj s Tu nsej o dulc }' saoi ; P nI' en tu sien mi lubi y y r In luz en tu ~ I Per mi mal e 111 ¡~s ci rt) .uand t ~ haol ' n rcsp ud's; Cuand I lbm t es odes ebajo d' un Ill t rmol yerl ! I Y cuál d , mi enu Hthí 'l'l El espantoso ri"'ol' . Cóm rece mí d 101' uan o t> dej nbiend Qu 10m t\ sc"'uir yiri ndo Sin tu ternura . t u amor 1 3° LA COMETA XII 1Seguir viviendo, Dios santo! i Y cual vive el mundo entero: Con el rostro placen tero Porque no se usa el quebranto .... ! 1Brote, pues, la risa .... 1 El llanto Quédese en el corazón; y no turbe mi aflicción A los qué aquf se entretienen y en una cometa tienen Puesta toda la atención. XIII Los niños mi mal ignoran'; Aun nada saben de penas; Principian la vida apenas; Lloran por nada, si lloran. Ríen, juegan .... 1Y hoy deploran Que no g . . . '(' yo en su juego .... ! ¿Cómo á su querer me niego, Si en sus semblan tes de fiesta Cada sonrisa es protesta, Cada mirada es un ruego? XIV ¿Por qué, á mi recuerdo unido, No he de poder gozar hoy? ¡Desde ahora vuéstro soy, . Nmos, cometa .... y oI VIO. ''d ' ¿Ya mil vece~ no ha podido, Del mundo en la eterna orgía, Reír la desdicha mía? i Qué importa la desventura, Si en todas partes se apura La copa de la alegria I A TO ro OTERO HERRERA v I los niños I I Al placer I I Y á la cometa que a Muy alta en el aire está y apenas se alcanza á ver I I Qué insignificante sér El que así la tierra deja .... 1 I Cómo del mortal se aleja, Cual la ilusión ó el ensuefio, U n listón de imitil I fio Forrado en percala i ja I XVI I Y con qué gentil donaire Sigues subiendo, I oh com ta I ¿Persigues la única m ta De hacerle al mundo un desaire? ¿O te imaginas que el air Al océano es igual; Que te sopla un vendaval; y que hoy te vas, viento en popa, A contemplar desde Europa El progreso universal? " VII I Simplecilla .... 1 ¿ No subieras i no pesaras tan poco ¿ y así forjas, como un loco, Tan fallló ticas quim ras ? ¿No piensas que nada fueras in estar á un hilo atada; y que la gloria stimadu No se funda en una cola Qu no es d' una pinta s la, Sino do mil fubricado.? LA COMETA XVIII A merced del viento está, j Oh cometa! tu destino; y un furioso torbellino Bramando se acerca ya. Débil cuerda no podrá En el aire sostenerte .... i Ludibrio será tu suerte De ese elemento contrario, Que con rumbo incierto y vario, Te empuja para perderte! XIX Adiós, cometa .... Llegó El huracán espantoso; y tu fin es ya forzoso, i Porque la cuerda estalló .... ! i Mas ay, que si ahora yo Tentado á reir me siento, De los niñu6 el contento Finaliza en desencanto .... ! Sus ojos anubla el llanto y apaga el dolor su acent<? XX i Oh niños! ¿Tantª amargura Porque una cometa cae .... ? La vida también atrae y tan corto espacio dura. De toda humana criatura U n hilo se ha de romper: Lo que importa es no caer Cual la cometa .... Pensemos En cómo subir debemos Para nunca descender. ANTONIO OTERO HERRERA Cole~ial