Velada literaria celebrada por los alumnos, para festejar el santo del

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VELADA LITERARIA
f
CELEERADA POR LOS ALUMNOS
DEL COLEGIO MAYOR
DE NUESTRA SENORA DEL ROSARIO
PARA FESTEJAR EL SANTO DEL SEÑOR RECTOR.
DOCTOR RAFAEL MARIA CARRASQUILLA
......
BOGOTA
IMPRENTA ELÉCTRICA-168-CALLE 10
19°7
VELADA LITERARIA
CELEBRADA POR LOS ALUMNOS
DEL COLEGIO MAYOR
DE NUESTRA SENORA DEL ROSARIO
PARA FESTEJAR EL SANTO DEL SJ}ÑOR RECTOR
DOCTOR RAFAEL MARIA CARRASQUILLA
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BOGOTA
IMPRENTA EL'CTRICA-168- c ~LLE 10
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Velada literaria
Entre los meses que mayor y más variada agitación
tienen en las tareas y deportes de los estudiantes del Rosario, ocupa lugar preferente el de Octubre. Se dan cita en
él las fiestas íntimas del Colegio. Primero la tradicional
de la Bordadita, patrona y protectora del claustro; de la
Bordadita que en el transcurso de dos siglos y medio ha
visto caer á sus pies incontables generaciones de estudiantes; oíelo sus votos, escuchado sus plegarias, }' que siempre
está pronta á cobijar con su manto á los hijos dr! Colegi'o.
Pasarla esta fiesta, que tan íntimas é inefables satisfacciones deja en el alma, viene la que los superiores y
alumnos hacen para festejar el santo del Sr. Hector.
Todos esp . ran con entusiasmo el día de San Rafael, y
todos rivalizan en buena voluntad para que la fiesta corresponda á la dignidad de la persona á quien se ofrece
.Y á la fama y categoría del Colegio.
Quieren los estudian tes, en ocasi6n tan señalada, desquitar á su maestro, con las efusiones de su cariño, de lo.
binsabores y pesares inherentes á la grave y delicada tarea del magisterio.
Para dar cumplimiento á sus deseos, celebraron en la
noche del 23 de Octubre una magnífica vela,la literaria, de
la cr,al vamos á trazar hre"e r seña.
VELADA LITERARIA
A las siete y media principió la función. El Aula
Máxima, adornada con gusto y elegancia, presentaba un
aspecto imponente. Hermosas lámparas, suspendidas del
techo, inundaban de luz el recinto; en contorno de las paredes la galería de los Rectores, y alIl, destacándose entre
todos, la figura meritisima del Fundador, y no lejos de él
la del actual Rector, obra de aquilatado mérito. En uno
de los ángulos del salón estaba la orquesta y seguía después la tribuna.
Bajo el solio se veía al Rector ostentando sobre sus
hombros la beca de los colegiales; á su derecha al Sr. Ministro de Guerra; á su izquierda al Sr. CHmaco Losada,
Subsecretario de Guerra; seguían luégo, consiliarios, profesores, antiguos alumnos, periodistas y literatos; al frente,
damas y caballeros de lo más escogido de nuestra sociedad, y por último, los estudiantes con elegante uniforme, el escudo blanco sobre el pecho, atrayendo la atenmOn del selecto concurso por su porte distinguido y correcto.
'La orquesta dio principio. A sus últimos acordes se
encaminó á la tribuna el Sr. Colegial D. Alberto Coradine,
estudiante de Filosofía y Letras. Sus compañeros le hablan dado la grata á la vez que honrosa misión de ofrecer
la fiesta, y él lo hizo en un discurso lleno de entusiasmo,
de forma elegante y sencilla, que gustó mucho.
El Dr. D. Juan C. Trujillo, antiguo alumno del Colegio y que ha profesado en él varias asignaturas y act ualmente es 'catedrático de Derecho Romano, vino en seguida. Estaba emocionado. Se sentía á la vez alum no y maestro, porque quien ha pasado algunos años en el Colegio
del Rosario, no deja de pertenecer á él por más que se encuentre ya en medio de los azares y luchas de la vida. Su
discurso se inspiró en los progresos que ha visto cumplidos en el Colegio; restablecida hoy su gloriosa Facultad
de Jurisprudencia, que tantos recuerdos tiene para él y
levantada nueva fábrica que contrasta con la antigua y la
ANGEL MARÍA SÁENZ
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completa. Su buena elocución hizo resaltar más, si cabe,
lo correcto del lenguaje.
El Sr. Colegial D. José Manuel Saavedra Galindo, es~
tudiante aventajado de Derecho, recitó su poesfa Bajo el
crepúsculo. Se muestra en ella poeta de fantasía y de corazón, prendas sin las cuales se marcha sin rumbo y á oscuras por las sendas del arte. Esta poesía, recitada con
voz llena y sonora, con calor y entusiasmo, le valió á su
autor muchos y merecidos aplausos. Denuncia gusto formado en buenos estudios.
El Dr. D. Hernando Holguín y Caro, Profesor de
Ciencia Constitucional y conocido orador parlamentario,
ascendic) á la tribuna. Le traían á ella el querer de los estudiantes no menos que el interés que tiene para él lo que
al Colegio del Rosario se refiere y la amistad estrecha que
le liga con el Rector. Versó su discurso sobre la necesidad
imperiosa de unir los estudios jurídicos con los filosófico.
y literarios, único medio de sacar varones que puedan servir con lustre á su país, y que sepan á la par que asentar
lIUS razonamientos en las bases inconmovibles de la Lógica, revestirlos con 1&5 galas y atractivos del buen decir.
Ilustró su pensamiento con la cita Je eminentes hombres de Estado europeos y americanos, que fueron á la
vez jurisperitos excelsos y consumados humanistas. El
discurso del Sr. Holguín estuvo por el fondo y por la forma á la altura á que le han colocado sus talrntos c()mo
orador y como escritor.
El Sr. Colegial D. Antonio Otero H erre ra, á quien
vimos no há mucho recibir el diploma que le acreditaba
Doctor en Filosofía y Letras, produjo verdad ero en tusiasmo con su poesía La Cometa.
Escoge el Dr. Otero temas al parecer poco apropiados para la poesía y que nada prometen de sí, pero donde
otros nada alcanzan á ver ni á sospechar siquiera, encuentra él rico venero que al pasar por su fantasía se pule y
hermosea, para quedar en sus estrofas con los primores del
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VELADA LITERA RIA
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arte. I Qué cosa menos aparente para ser cantada que una
escalera de albañil! Pues bien, con este prosaico tema pro·
dujo una poesía llena oe encantos y donde figuran elementos que para llegar á ser poéticos, necesitan los recursos
inagotables que da la verdadera inspiración.
La Cometa, poesía de fáci 1 versificación, nacida al calor de sentimientós íntimos, es un ejemplo más de lo que
vale el Dr. Otero como poeta; con ella se puede conseguir una fama mayor y más le~Ítima que la qu.e tienen
entre nosotros muchos que se llaman y se dejan llamar
poetas. Si el Dr. Otero no es tan conocido como merece,
lo debe á su excesiva modestia. La Cometa puede presentarse en un concurso donde figuren nuestros buenos poetas, segura de salir airosa.
La música correspondió á la excelencia de la parte literaria. La orquesta Conti, sin disputa la mejor de la capital por la habilidad probada de los miembros que la
componen y la capacidad y ~astos conocimien tos de su Director, se propuso sacar lucida Ja fiesta, ejecutando 10 más
escogido de su rico repertorio.
Para darle al programa mayor variedad en esta parte,
dos jóvenes y ya adelantados artistas, los Sres. Alfonso Borrero y Solón Espinosa, se prestaron gustosos á tocar un
dúo de flautas: La Favorita. En lo limpio y se'guro de la
ejecución, demostraron tener la destreza de maestros. Ellos
irán muy adelante y conquista-rán muchos triunfos, porque
tienen vocación decidida por la música y aman de corazón
el arte.
El Sr. colegial D. José María Prado amenizó la velada
tocando en el violín el Intermezzo de Godarcl y la Serenata
de Drla, con acompañamiento de piano. Prado para el Colegio del Rosario no es tan sólo el afamado violinista llamado ya maestro, es, ante todo, el estudiante de Filosofla y Letras que comparte con sus compañeros los azares
y esperanzas de la tarea; es el yif'jo ('amarada querido de
todos, es el que disputa el premio en los torn eos literarios
ANGEL MARíA SÁENZ
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del Colegio. Por eso el número que desempeña Prado gusta tanto y deja en los superiores y alumnos tan grata impresión.
Para finalizar la velada, el Sr. Dr. D. Rafael María
CarrasquiUa, en hermosa y sentida improvisación, dio las
gracias á las damas y caballeros allí presentes, y de modo
tspecialmente expresivo á los superiores y alumnos.
La velada de que acabamos de hablar, fue un certamen literario, digno ciertamente del primer Colegio de la
República y del ilustre Rector que preside hoy los destinos del claustro legendario.
Han querido los superiores y alumnos publicar este
folleto con las piezas de la velada, á fin de conservar un
recuerdo de ella.
Dentro de pocos días habrán cesado las risas y alborozos de los estudiantes en las horas del recreo, y el claustro qued2.1'á solitario.
Este folleto irá con ellos, y cuando, llegados al hogar
querido, principien al calor de los agasajos de los padres y
de los hermanos á relatar los azares de su vida de estudiantes, nada habrá más grato para ellos que releer y comentar, en la intimidad de la familia, las piezas del torneo
que ellos organizaron. A los que no tornen al Colegio
les recordarán haber pertenecido al más ilustre instituto
del país, y á los que vuelvan les servirá de estímulo y aliciente para hace~se dignos de tomar parte en estas disciplinas del claustro.
ANGEL !lIARÍA SAENZ
Dedicatoria
Señor Rector:
El Colegio del Rosario celebra hoy vuestro onomástico, y en fes tej os de tal día, el centenar de corazones jóve-
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DEDICA TORJA
)
.
I
que p:;¡lpita.n con el vuéstro bajo un mismo techo, ha
querido hacer sensihle su cariño por medio de esta velada
qu~ viene á dedicaros el más desautorizado de vuestros.
discfpu)os.
Par:;¡ levantar los ánimos en la ardua tarea del v¡v~r,
para recrear los espíritus, para solazar el alma consagraron Jos pueblos en todos los tiempos días fastos, épocas.
de fiestas y jwgos, que ya conmoviendo las ciudades y los.
campos, ya dando esparcimiento á los corazones, son como
una tregua en el duro bregar de la existencia.
Por eso all;í desde la mañana de la historia se presenta Ja raza esteta, la raza de la luz y la armonía, congregando sus multitudes á pleno cielo en las Ilanura!l, á conceder
un gajo de laurel lo mismo al atleta de gallarda y escultórica apostura, que á la poetisa que inspirada en viriles
acentos vence con el sonoro ' ritmo de su verso á todos sus
competidores hijos varones de Apolo .
.Más tarde el soberbio coliseo de Roma nos muestra
las fruiciones violen tas de u n pueblo rudo, los triunfos del
Emperador auriga y el estruendo enloquecedor con que las
multitudes tumultuosas colmaban el ámbito cuando iba.
enrojeciéndose la arena en la lucha ' de:;piadada de las fieras y los hombres.
Después, en la edarl caballeresca, en aquella edad ro-o
mántica de trovadores y castellanos, sintieron las ciudades
estremecer sus plazas en las justas de varones aguerridos,
con el choque terrible de las lanzas en medio de pintorescos estrados coronados de banderas y gallardetes.
Pero esto no llega al alma: son placeres que trastornan, aparato exterior que con el fuego de colores y el vértigo de las muchedumbres pueden seducir los sentidos, pero asfixian el espíritu. Por eso las . naturalezas delicadas
: buscan como un pri vilegio el retiro y aspiran como un aroma secreto los goces íntimos y escondidos del hogar, y
por eso el dulce poeta mantuano, temperamento de exquilita sensibilidad, no pudo soportar á esa Roma febricitan ....
DeS
.
ALBERTO CORADINE
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te y huyó á dilatar su espíritu á la humilde cabaña que lo
v~era nacer en las tranquilas orilJas del Mincio.
i Cuán apacibles, cuán gratos son ciertamente los placeres del hogar I Allí el silencio y el recogimiento se apoderan del alma y la penetran como genios tutelares en una
gruta escondida. AlU, el mueble humilde, el cuadro desteñido, el libro amarillento, viejos compañeros de nuestra
vida, participan de nuestro sér, tien en algo de reliquias
sagradas que encarnan nuestra historia de pesares y alegrfas: consiste en que el hogar es un santuario, y los afectos que alli crecen son una religión!
y cuando una vez se ha !'a horeado la ncu Ita esencia
de sus ehcantos, ya no puede olvidársela, y cautivo en ajenos placeres, el ausente suspira por el rincón escondido á
cuya sombra únicamente se abre la flor del verdadero sentimiento, porque esta como aquella otra flor de que nos hahla el poeta, sólo crec~ á la somhra y se marchita con la
luz de] sol.
Así, todas las horas del hogar, aun en medio del infortunio, son felices, pero ha.Y un día único en el año en
que, los hijos, aunque se hallen dispersos por los cuatro
puntos cardinales, como por un convenio hicito, llegan, se
congregan, la familia se suma, se completa: es el día del
santo de la madre. Todos quieren rodearla, hacerse presentes; eso les hasta á ellos para dar testimonio de su
amor, y ese instante baRta para resarcir al sér querido
de las amarguras y penas que han emblanquecido sus cabellos.
No de otra manera, seño"r, os rodean vuestros discípulos esta noche; no os traen ell os presentes valiosos que
no dicen nada á la ternura de un padre, pero á todos anima un solo deseo: desquitaros por un momento de la carga de luchas y sinsabores que elía por día os ooliga á apurar el desempeño de vuestro delicado puesto.
No quiero por eso enumerar aquí vuestros méritos, no
quiero mencionar el bien que hacéis á la Nación rigiendo
VELADA LITERARrA
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- -- - -- el primer Colegío de la República, no lIecesito recordar la
semilla de ciencia y de vi'r tud que venís sembrando hace
años en lo más selecto de la juventud colombiana; esto es
grande, trascendental, está patente á todos, es el resultado
que la sociedad percibe y siente; pero lo que allá afuera
no se ve y sólo vuestros compañeros, vuestros alumnos,
los que vivimos con vos, señor, sabemos es el sacrificio
diario, la desilusión mor~ificante, la lucha callada y sin
tregua, espinas infinitas que brota la llanura y que ra~­
gan al que marcha por la senda, pero que no descubre el
que desde el r~cuesto del monte sólo admira la belleza y
armonía del panorama.
, Si el voto sincero de los hijos es poderoso á dar una
hora de júbilo al pp.cho que les dio el sér, recibid, señor,
esta fiesta como un puro brote de cariño filial con que
vuestros alumno; quieren disipar por un instante las 'amarguras necesarias que van unidas á la augusta carrera que
elegisteis, la sagrada miSIón del magisterio.
He dicho.
ALBERTO
CORADINE
Discurso
DEL SR. D. JUAN C. TRUJILLO ARROYO
Se flores :
Com prometido por design ación de los colegiales promotores de esta velada, y venciendJ el natural tcmor propio de quien, no hecho á los torneos de la palabra, y si
abstraído de continuo en arduas laboresjudiciales, desconfía con razón de sus fuerzas, vengo á rendir mi homenaje
de respetuoso cariño al Sr. Rector y resta urador de este
ilustre colegio, cuyo onomástico llena hoy de júbilo el corazón de los hijos de fray Cristóbal de Torres.
Ligado desde hace muchos a ños á este plantel amadísimo que me g úió en mis primeros pasos por el campo de
JUAN C. TRUJILLO
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la Jurisprudencia, y qne me ha honrado con el encargo de
colaborar en sus tareas docentes, son bien sagrados los
vínculos que á él me ligan; por estos nexos, no por merecimientos ni aptitudes, el cariño de mis altlmnos ha venido á habilitarme erradamente de idóneo para tomar la
palabra ante un auditorio tan respetable. Me acojo, señores, á vuestra indulgencia, que mucha necesito.
En la dulce fiesta de familia que anualmente celebra
este Claustro en honor de ,'lU Rector actual, se han escuchado disertaciones magistrales sobre las glorias del Colegio, siempre antiguas, siempre nuevas, )' evocadoras de
memorias gratlsimas, pues que giran sobre los dos ejes
más poderosos de nuestro sér: el sentimiento católico y el
amor de nuestras tradiciones patrias. ¿ Qué podré yo, setí.ores, agregar dignamente en esta ocasión, ya sea sobre
las grandezas del legendario plantel, ó bien sobre los motivos de gratitud y almirat:ión que imponen deuda imponderable á cuantos venimos dirigidos y adoctrinados
en esta solidaria labor por el maestro eximio cuyo entendimiento nos ilumina, cuyo corazón nos cautiva dulcemente, y cuya ejemplar virtlld nos impele por modo irresistible hacia el Bien infinito?
La labor educadora del claustro del Rosario bajo la
dirección del Dr. Carrasquilla, de que voy á ocuparme en
esta breve disertación, siquiera sea en sus faces más salientes é intensas, es, como bien lo comprendéis, un tema tan
fecundo, que podría, ocupar un libro en nuestra patria
historia, cuyas páginas tranra la pluma de un Plutarco
en áureos caracteres.
La cultura del espíritu que aqllí se recibe, aun mirándola en la generalidad y sin tomar como modelos los elementos sobresalientes, es algo bien consolador para nuestro país y para la época en que la Divina Providencia nos
ha traído á peregrinar en la tierra.
Los ql1e, ajenos al espíritl! de este instituto, miran tan
sólo en él una escuela su perior de segunda enseñanza, con
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DISCURSO
dos facultades mayores de estudios académicos, más ó menos avaqzados en métodos é intelectual provecho; y si se
quiere un plantel afamado por su moralidad y buen orden, están bien leJos todavía de saber lo que significa, en
la actualidad y para el porvenir de Colombia, y en las tradiciones de nuestra raza latina, el Colegio Mayor de N uestra Señora del Rosario, reconcentrado en la men te del
Fundador por el genio del Dr. Carrasquilla. Mas, los qua
tenemos la fortuna de venir á respirar diariamente su ambiente de salud, año tras año, como hijos amorosos del
claustro ó como obreros en mínima escala siquiera de su
labor docente, podemos penetrar algún ,tanto más en el
alma del instituto y dar testimonjo á propios y á extraños
de todo aquello que-más p:l fa sentido que expresadocompenetra nuestro sér todo entero como el éter al mundo
corpóreo, desde que pisamos sus umbral .!s sagrados.
Aquí el adolescente abre los ojos á la luz del entendimiento bajo el manto amoroso de la Virgen del Rosario,
patrona y protectora \ y á medida que se va dando cuenta
de su condición de alumno hijo del claustro, miembro de
este organismo vivo, de este hogar ennoblecido por cuanto hay de más puru en nuestras tradiciones patrias, en
donde cada paraje evoca una memoria ilustre, cada año de
su historia llll esfuerzo coronado por la Virtud y la Sabiduría; el corazón del joven se dilata ante horizontes an, churosos que había divisado antes entre vagas intuiciones
é impalpables ensucños. Los gérmenes de picdad y de
amor al Bien, cultivados en el hogar al calor de las caricias maternales, hallan entonces ese campo propicio de
expansión vislumbrado para el más allá de la vida, en ese
eterno asplrar á un mañana mejor, manifestacIón innata
en el hombre, desde la cuna, de que fue creado para la
dicha, para la inmortalidad y para la gloria.
Embarcado en la primera transía de la vida, y aún
bien lejos del puerto, comprende aquí el joven que tiene
un piloto sabio, en cuya fe confía; que navega en bajel
JUAN C. TRUJILLO
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inquebrantable, el que, por dos siglos y medio, ha conducido al puerto oel honor y de la sabia madurez á las generaciones que le han precedido. Aquf, bajo una disciplina
suave al par que discreta, aprende á amar la sujeción, á
hufr las frivolidades malsanas, á aspirar á 'lo verdadero, á
lo bello y lo bueno, por discernimiento propio y progresivo, no por ciega imposición reglamentaria.
Aquí, todo tiene su razón de ser para el educando:
por eso el mantenimiento de la disciplina no es para el
superior carga dura y pesada, como de ordinario acontece
en los cuerpos colegiados. Aquí el orden, el respeto á la
autoridad, el afecto al maestro, el amor al estudio, brotan
espontáneos de las sabias constituciones que cada híjo del
claustro lleva impresas en su espírilu con más indeleble
huella que las conserva el tiempo en los in-jolios de nuestro archi vo antiguo, y más nítidas que las nue vamente expedidas por la Consiliatura; porque el fiel intérprete del
Fundador, que hoy dirige y vivifica el Colegio, ha sabido
trasfundir de su alma á las de sus jóvenes educandos, con
el poder de su verbo fecundo y con esa unción tan suya,
que atrae y subyuga, los ideales del egregio Arzobispo de
Santafé, de ese gran vidente que en el siglo XVII, y bajo
el régimen de la hispana monarquía, realizó en su instituto el más acabado modelo d e la República.
y mal puede pensarse que el encargo de dirigir cien
y cien voluntades, en la edad de transición y de las primeras pasiones juveniles, por los senderos del honor, d~ la
virtud y del saber sea dable á muchos "hombres, por eminentes que puedan ser en las ciencias y en las letras humanas, y aun por muchas virtudes que atesoren. Esa es
misión de predestinados, inaccesible en su perfección á las
fuerzas naturales y humanos recursos.
y comoquiera que, cuantos profesamos la doctrina
católica, sí tenemos el privilegio de creer firmemente en
los conductores providenciales, así en las corporaciones
limitadas que se llaman colegios, como en las naciones,
DISCURSO
podemos explicarnos por qué el clam tro tradicional del
Arzobispo Torres ha venido á tener, con el andar de los
siglos, para las necesidades de los tiempos, un Rector y
conductor de almas que llegase á penetrar tan hondo en
las miras del Fundador, nó para formar religiosos, sino
hombres del siglo, pero según las enseñanzas del Evangelio.
Un maestro encarnado en la más pura y vigoro~a
filosofía, la enseñada á los griegos por Aristóteles y al
mundo cristiano por Santo Tomás, alma de esle instituto,
en donde esa ciencia de las ciencias (ultima ratt'o ralt"onum) informa con su espíritu las enseñanzas todas, encaminándolas á sus fines supremos, como medios auecuados
al perfeccionamiento del hombre. Esa doctrina vivificadora
de los entendimientos y dominadora de las voluntades, es
el cimiento inconmovible de las carreras y profesiones: es
la que se traduce luégo en rectitud en los jueces, abnegación en los médicos, prubidad en los abogados, amor á la
verdad en los pub icistas, patriotismo en los ciudadanos.
¿Y qué habré de decir, señores, de los más altos fines,
de los fines supraterrenos á que las mismas enseñanzas de
este claustro, aun las más concretas y humanas, conducen
y encaminan al joven que aquí se furma '! Aprend e en la
Estética más que las leyes de la hermosura perceptible, la
aspiración á la Belleza Eterna, buscando en las cosas creadas el reflejo de la Bondad y de la Hermosura infinitas:
en las ciencias exactas, la Verdad que es reina del entendimiento, la que hizo de Newton y Pascal varones tan altamente espirituales, tan amantes de la di vina Sabiduría,
ó por mejor decir, del Hacedor Supremo, en qllien reside
esencialmente. Y, en la Jurisprudencia, florón novísi mo
en la restauración de este Colegio, en esa "cien cia de lo
divino y de lo humano," como la definió ' uno de sus más
autorizados intérpretes, allí el entendimien to ilumin ado
por la fe cristiana que todo lo engrandece; la voluntad,
disciplinada en la noción del deber, no ve rán un mero coo-
JUAN C. TRUJILLO
junto de reglas para hacer triunfar el humano derecho, sino ante todo la Ciencia de la Justicia, emanación del Sér
Supremo, que grabó en el hombre ese sentimiento y le dio
luz para seguir la senda única que asegura la felicidad de
los individuos y las sociedades, así como habrá de asegurar nuestra futura suerte en el día de la liq uida~ión universal.
Una juventud adoctrinada tan sólidamente en lo moral como en lo científico, que todo lo ve subordinado á la
ley eterna del orden, que en las aspiraciones humanas lleva como derrotero la verdad, la justicia y el a mor al bien
infinito, tiene que ser para la fa milia, para la sociedad y
para la patria prenda segura de engrandecimiento; y tiene
que llegar con la conciencia pura, iluminado el entendimiento, firme la voluntad, al través de las vicisitudes y
azares de su peregrinación, á la meta suprema que aprendió á conocer, y seguir en este sacro instituto.
¿Cómo no hemos de regocijarnos desde lo más íntimo
de nuestro sér en este día conmemorativo del natalicio del
Sr. Rector, cuantos tenemos hijos por educar, cuantos
amamos á la juventud y laboramos con ella bajo tan poderosa egida? Quiera el Cielo conservar por largos años su
preciosa existencia sobre la tierra y á la cabeza del amado claustro; aunque retarde un tan to la recompensa eterna y única digna de él, que allá en. la altura le tiene reservada el padre de familia.
Baj O el crepúsculo
En la hora en que el sol tras la colina
Su luz convierte en incendiaria tea,
y el fatigado labrador se inclina
Al escuchar la voz de la vecina
Campana alegre de la blanca aldea;
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,
BAJO EL CREPUSCULO
Cuando el golpe del hacha que palpita
Entre la selva secular, no lanza
Su grito de labor, ni el viento agita
Del humo níveo la espiral bendita
En la hoguera vivaz de la labranza;
Cuando ha dejado de' surcar el llano
El arado que en horas de fatiga
Desgarra el césped que sepulta el grano,
Que habrá de aparecer en el verano
Entre el rubio cabello de la espiga;
En esa hora de quietud, que toca
El corazón con su indecible calma,
He vuelto á ver desde la enhiesta roca,
La casa solariega, donde evoca
Tánto recuerdo venturoso el alma.
Con el pesar que inspira lo que ha sido
y nunca ha de volver cuando se aleja,
Vi destacarse el naranjal querido,
Que en clrculo confuso y reducido,
Casi invisible la techumbre deja;
Vi va la llama del hogar dichoso
Entre la sombra de la selva oscura,
D~snudo y solitario el ,tronco añoso
Del pino que guardaba victorioso
La inmensa soledad de la l1anura.
Busqué en la estepa, por doquier, en vano
Las ordenadas filas del plantío :
Cerrado el bosque hasta el confín lejano,
Donde truena y se aclama soberano
Al descender de la mon taña, el río.
Vi I~ ceiba frondosa y corpulenta,
A cuya sombra contemplar solía
Al toro que al rival temible ahuyenta,
Afilando tenaz la cornamenta
Bajo el ardiente sol del medio dla.
JosÉ
MANUEL SAAVEDRA GALlNDO
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Tornaban ya de la laguna ignota
Las garzas agitando su ala lenta,
Como las perlas de un collar que nota,
Hasta ceñir la cúspide remota
Del roble vencedor de la tormenta.
De pronto, entre la curva del sendero
Que abrió para su roza el campesino,
Oí como el acento lastimero
De las arias de amor que oye el viajero
A la lumbre del astro vespertino.
Era la oculta y rumorosa fuente
Que entonaba su agreste melodía,
Mientras que se apagaba lentamente
El incendio lejano del poniente
Con la postrera claridad del día.
Creí ver otra vez la enredadera
De la granja vetusta y legendaria;
Las flores de mi muerta primavera,
Todo lo dulce de la edad primera,
y así le hablé á la fuente solitaria:
Trovadora gue can tas los amenos
• campos, y te alejas
Jardines de los
Bajo cielos azules y serenos:
Ya yo sé que no sufres, pero al menos,
En tu sentido modular, te quejas.
A ti vuelvo cansado y macilento
A desperlar mis muertas alegrías,
Para templar mi lira con tu acento,
Para hacer menos triste mi lamento
Juntando tus canciones con las mías.
Porque naciste del peñasco andino
Para ofrecer en tu sendero flores,
Para apagar la sed del peregrino
y alegrar el recodo del camino
Con la endecha ideal de tus rumores;
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,
BAJO EL CREPUSCULO
Porque el alma es un ave adormecida
Que el vuelo raudo y soñador levanta
Para olvidar lo acerbo de la vida,
Junto á la cuerda por el arco herida,
y junto á todo lo que ríe y canta ....
y te hallo, como ayer bajo mi aurora,
En medio de cenizas y de escombros:
Tú la misma silvestre trovadora
y yo, el mismo también.... llevando ahora,
El peso del dolor sobre mis hombros!
Sin extrañar jamás el floreciente
Jardín de mis ensueños que te amaba,
Has seguido tu arrullo, iudiferente ....
Te pareces al hombre, hermosa fuente,
Cantándole á la vida que se acaba I
Quizá seas la misma soberana
De ]a orquesta de] bosque, cual te dejo,
Cuando te vuelva á contemplar mañana,
-Doliente, triste, la cabeza canaComo vuel ve al peñón el condor viej o !
o acaso hayas también ennftIdecido,
Arrulladora del verjel risueño:
. y al través de ]a sombra del 01 vido,
Llegues á ser, como el rosal florido,
y como todo lo de ayer, nn sueño ....
JosÉ lIIANUEL
SAA VEDHA GALINDO
Bogotá, O ~ tub re 23 de 1907
--.--
Culegial
HERNANDO HOLGUÍN y CARO
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Discurso
DEL SR. DR. HERNANDO HOLGUiN y CARO
Sr. Ministro, Sr. Rector, respetable Claustro:
Cuando el melancólico Octubre, encapotando los cielos
y estrechando los horizontes, parece convidar á la juventud estudiosa que buscó albergue en estos claustros venerables, á redoblar sus esfuerzos para vencer en los anuales
torneos de la inteligencia, aparece de pronto, como fulguración de verano, esta fiesta de San Rafael, en que superiores y alumnos rinden tributo de gratitud á su ilustre
Rector, haciendo votos al cielo por su dicha en prósperos
y dilatados años.
Refiere la historia bíblica que cierto joven salió de la
casa de sus padres para ir á la tierra de los Medos á recibir una cantidad considerable de dinero; y como fuesen
grandes los peligros que hubiesen de ocurrirle en el camino, y excelsos los destinos á que Dios lo tenía llamado, vino un compañero celestial á servirle de guía, y después de
prodigarle bienes sin cuento, á restituirlo á la casa paterna.
Vosotros también, jóvenes alumnos, como en otro tiempo Tobías, vosotros, hijos unos de esta antigua y benemérita ciudad, otros de las regiones que baña el mar de Colón, de los diáfanos valles del Cauca, de las austeras montañas de Santander ó de Antioquia, vosotros, jóvenes
alumnos de este Colegio Mayor, al emprender el viaje de
la vida, encontras teis un a migo y un compañero que os lleva á la conquista de un tesoro más precioso que la deuda
de Gabelo: el tesoro escondido de la ciencia y la virtud.
El, que tornándose de maestro en amigo de los jóvenes, y
amenizando con la dulzura de su corazón lo áspero de la
jornada, y deleitando al propio tiempo que instruyendo,
os va preparando para ser en vuestra patria buenos ciuda-
20
DISCURSO
danos, y ciudadanos después de una patria mil veces
mejor.
El, para vosotros, formado de antemano en la paterna escuela del deber y de las más nobles virtudes, abre ante vuestros ojos el libro de su inteligencia y os entrega los
múltiples conocimientos con que lo ha enriquecido; él levanta para vosotros muros y techumbres y da remate al
templo que erigió á la sabiduría Fray Cristóbal de Torres;
él devuelve su pristino esplendor á la obra del munífico
Arzobispo, y abarcando en tod'a su magnitud el pensamiento del Fundador, abre las facultades mayores con que
hoy se ufana el instituto.
La lHtima en el orden del tiempo, pero una de las primeras por su importancia entre las reformas realizadas en
este Rectorado, es, sin duda, la restauración de los estudios de Derecho. Esta fue una de las Facultades mayores
establecidas por el fundador desde 1653, y continuó, con
breves interrupciones, durante más de dos siglos, sin perjuicio de los estudios jurídicos que se hacían en otros antiguos establecimientos públicos igualmente acreditados,
Colegio Mayor de San Bartolomé y Universidad TomÍstica. Ahora se restablece con el mismo espíritu que antes
tuvo, para anudar la tradición interrumpida, y de ningún
modo para iniciar innoble competencia con la Facultad
Nacional de Derecho; aHí como acá, los estudios tienen
unos mismos fund amentos éticos y jurídicos, y es uno mismo el anhelo de los profesores: levantar el carácter nacional, mediante el conocimiento tan completo como sea posihle de los deberes del ciudadano y de los nerechos imprescriptibles del hombre.
Obedece, además) la renovación de los estudios jurídicos en este Colegio á una más reciente y gloriosa tradición,
puesto que las enseñanzas de Juris,prudencia que dieron
aquí á fines del siglo X,VIII y principios dcI XIX el inmortal Camilo Torres y otros profesores, prepararon el
\erreno á la transformación política de 1810; y de aque-
HERNANDO HOLGuíN y CARO
21
los colegiales y catodráticos, unos perecieron en los patíbulos de 181 6 á 181 9; y los que, no sin grandes padecimientos, sobrevinieron á aquella sangrienta época, Castillo
y Rada, Miguel Tobar, Ig nacio de Herrera,..Estanislao Vergara, volvieron á estos claustros, fundada definitivamente
la República en 1821, á perpetuar con la doctrina y el
ejemplo los g randes principios de libertad y de justicia.
No fue rara en otros tiempos entre nosotros, la opinión
de que los estudios de Derecho deberían ceder ante el de
las Ciencias Naturales y Matemáticas, y tal vez á algunos
de vosotros alcanzó á llegar la conocida frase: ¿Para qué
queremos tantos doctores?
No me aparto yo de la idea de que un-pueblo como el
nuéstro debe preocuparse grandemen te de su adelanto material, y apro vechar las fuentes de riqueza con que lo dotó
el Creador, facilitar las com unicaciones y procurar un estrecho enlace de productos con los demás pueblos civilizados, especialmente con aquell os á quienes debe su cultura
y tradicion es; pero todo ello carece de va lor efec tivo si el
pueblo no tiene arraigada la id ea de la nacionalidad, si no
conoce y ~abe defender sus derechos, si ignora los orígenes de su legislación, el porqué de sus instituciones, si no
'sabe adivin ar, por los sucesos pasados, cuál es el destino
que la Providencia le trazó para el porvenir.
y para que los estudios de Derecho revistan toda la
dignidad que les es propia y alcancen el honor que merecen, para que el título de jurisconsulto no se torne en objeto de mofa ó menosprecio, preciso es, ante todo, jó venes
alumn os, que quien haya de penetrar en el templo de Temis, prepare de antemano su espíritu larga y concienzudamente, por medio de serios estudios literarios. Porque
si la Jurisprudencia y las Ciencias Políticas carecen de sólidas bases de literatura, en vez de jurisconsultos tendremos abogadillos que desprestigien el derecho y politicos
de aldea en lugar de hombres de Estado.
Dios, como ~Autor soberano del universo, ha establecido una armonía perfecta, oculta muchas veces á los ojos
22
DISCURSO
---------------------------------------morta les, en todas las obras de la naturaleza 'es precisa·
mente en el conjunto de las ciencias humanas donde esa
armonía resplandece de una manera más admirable.
y si en oc asiones no aparecen á primera yista las relaciones que ligan á unas ciencias con otras, en cambio
no es raro' el caso de que tal trabazón y enlace hiera el
espíritu con la luz de la evidencia. Hállanse en este caso
cabalmente los víncu los que ligan á la Literatura con el
Derecho. P orqu e si nó, decid me, ¿ cómo podrá ser verdadero Jurisconsulto ó verdadero hombre público quien carece de bien cimentados conocimientos literarios? ¿ Cómo
podrá, por ejemplo, estudiar y domi nar en toda su extensión el Derecho In tern acional quien no conoce con precisión la g eografía y la historia de las naciones? ¿ Cómo
podrá entrar á resolver un economista los grandes problemas fiscal es de un país si no está a", ezado á la ciencia de
los números? Y si la marcha silenciosa del tiempo ó los
trabajos de los legisladores; como dice un historiador célebre, han introduc ido la razón públiea de los romanos en
las instituciones domésticas de Europa; si las leyes de
Justiniano obtienen aún el respeto y la obediencia de muchas nacion es que jamás dependieron de su imperio, ¿cómo
habremos de desestimar aquellos grandes monumentos de
la jurisprudencia romana, ni cómo habrá de estimarlos
bien quien no conozca tanto la lengua y literatura latinas
como la índole y el desarrollo del pueblo que tuvo en
grado excelso el sentimiento del derecho? El criminalista,
para poder apreciar móviles y circunstancias, deberá haber estudiado la alta ciencia que contempla á el alma human a; y ya trate un abogado de profundizar las relaciones civiles que llamamos contratos, ya un representante de
la Nación de defender lb digndad y los fueros del Estado,
todos deberán presentar sus oraciones envueltas con el
manto de un lenguaje culto y correcto, habrán de aprender á manejar hábilmente los recursos de la dialéctica, y
por encim a de todo habrán de obedecer las leyes inmutables de la lógica.
.
HERNANDO HOLGUÍN y CARO
Estos vínculos impalpables, esta estrecha alianza que
existe en tre las letras, las ciencias jurídicas y sociales, fue
ya proclamada por D. Andrés Bello en aquel discurso
suyo, modelo por la doctrina que encierra y por su bellísima forma artística, que pronunció en la inauguración de
la Universidad Chilena. Allí decía: " ¿Quién prendió en la
Europa esclavizada las primeras centellas de libertad civil? ¿ No fueron las letras? ¿ No fue la herencia intelectual de Grecia y Roma, reclamada, después de una larga
época de oscuridad, por el espíritu humano?"
y ese mutuo, benéfico influjo aparece á cada paso en
los anales d e la historia, y osténtase en los hombres que
tuvieron á su cuidado los g randes intereses públicos ó
abogaron por los derechos no menos sagrados del individuo. Así en la antigüedad "ved á P ericles," podré deciros, repitiendo las elegantes palabras de Jovellanos, "ved
á Pericles, apoyo y delicia de Atenas por su profunda política y por su victoriosa elocuencia, al mismo tiempo que
era por su sabiduría el ornamento del Liceo, así como por
su sensibilidad y buen gusto el amigo de Sófocles, de Fidias y de Aspasia. Ved á Cicerón mandando ejérci tos,
gobernando provincias, aterrando á los facciosos y salvan·
do la patria, mientras que desenvol vía en sus oficios y en
sus academias los sublimes preceptos de la moral pública
y privada; á Jenofonte, dirigiendo la gloriosa retirada de
los diez mil, é inmortalizándola con su pluma; á César
lidiando, orando y escribiendo con la misma sublimidad."
y en los tiempos modernos, entre tántos ejemplos
como se agrupan en la memoria, ved á esa serie de hombres eminentes que en Inglatena ilustraron el reinado de
Victoria; y decid me si no fueron antes que todo lo que
allá se conoce con el expresivo término de scholars. Ved
principalmente á Disraeli y á G1adstone, personificando
los dos grandes partidos ingleses, levantándose el uno
desde el modesto hogar de sus padres hasta las cumbres
de la aristocracia, asombrando el otro á sus contemporá-
DISCURSO
neos con ]a fu erza de su inte1igencia, y rigiendo entram bos altern ativamente el vasto Imperio británico; pero al
mismo tiempo deleitando aquél á los hombres de buen
gusto con las originales producciones d su orienta] fan tasía, y éste con sus profundos estudios teológicos y fi losóficos, con sus g randes in vesligaciones sobre Homero.
Ved en España al ya cita 10 Joyellan os, honor en su
tiempo de ]a Magistratlll'a, hornhreándose como hablista
con Cer van tes y Granada; á Martínez de la Rosa, hombre
de Estad o y diplomrítico al propio tiempo que literato insigne ; y fresco está toda vía el rer.uerdo de Cánovas del
Castillo y de Francisco Sil vela-nombres gratos para Colombia,-Silvela, el primer abogado de Madrid y disti nguid/sima académico ; Cánovas, el hombre de la Hesta u ración, que pudo cimentar la paz tras largos años de revo]uciones y pronunciamientos, porten to por otro lado de erudiciÓn literaria.
¿Mas á qué b uscar ejemplos mayores en apartados hemisferios? Ese Código CIvil, con cuyo estudio muc hos d e
vosotros os estáis ya familiarizando, no es el producto de
alguna árid a inteligencia, ni concertó sus disposiciones
quien no tu vo otro horizonte que los inamenos expedientes de los tribunales. Nó, ese libro, sustancialmente el mismo de Chile y de otros Estados de la América española,
es la obra de Bello, el literato ilustre, el inimitable cantor
de la Zona Tórrida, así como es suya la clásica obra que
difundió durante largos años en el Continente los principios del Derecho In ternacional.
1Seguid, jóvenes alumnos, el camino que {'sos hombres
os señalan, y aSÍ, en vez de aplehe)'arse entre nosotros ]a
noble ciencia del Derecho, veréisla cerner el vllelo en las
altas esferas del pensamiento, y contribuir, antes que otra
alg una, á dilatar el patrio renombre 1
Pero si el sentimi~nto de ]a justicia inflama )'a vuestros pechos juveniles, y anheláis ser algún día ministros
dig nos de ella, principiad por acostumbraros á practicar
HERNANDO HOLGUÍN
y
CARO
vosotros mismos tan santa y austera virtud. Y si es justicia dar á cada cual lo que es suyo, comenzad por pagar
siempre á vuestro Rector la deuda de afecto y gratitud que
en todo rigor os obliga. Dulcificad con vuestra conducta
lo amargo de la tarea que para bien vuéstro se impuso; y
con vuestra moJestia y laboriosidad, con el puntual cumplimiento al Instituto del Colegio, con el amor al estudio,
y antes qU 3 todo, con una sólida piedad cristiana, llegad á
ser vosotros mismos su mejor corona.
Mas ¿á qué encomiaras la gratitud, si esta velada no
es otra cosa que un hermoso tes timonio de agradecimiento? Que nunca serán para vosotros aquellas melancólicas
palabras del poeta:
¡Ay! mas con todo así nos pasa:
Con la patria y la juventud,
Con nuestro hogar y antigua caS!:l,
Con la inocencia y la virtud.
Mientras tenemos despreciamos,
Sentimos después de perder;
I Y entonces aquel bien lloramos
Que se fue para no volver!
No! vosotros desde ahora saLéis apreciar el bien de
que sois deudores á Dios. Que yo por mí sólo sabre deciros
que al recordar que fue en 1890, bajo la Administración que
presidió el Dr. Carlos Holguín, cuando vino á dirigir estt!
Colegio vuestro amado Rector, se enciende de entusiasmo
la sangre de mis venas. Dij eron los contemporáneos de
Holguín que Dios le había conced ido el dón de conocer á los
hombres. No seré yo quien pueda decir cuánta verdad encierran aquellas palabras; pero sí puedo afirma r que al contemplar que tú fiaste el cuidado de la juventud al Dr. Carrasquilla, i oh padre!, las nuevas gene raciones bendecirán tu
memoria.
Tal vez, señores, os parezca oír en mis palabras los
ecos de la ternura filial; pero congregada hoy la familia
del Colegio del Rosario para felicitar en su día al Sr. Dr.
26
LA COMETA
D. Rafael Maria Carrasquilla, no puedo menos de hablar
en la abundancia del corazón; y es éste el homenaje más
ferviente que rinde mi alma al esclarecido sacerdote, al patriota eminente, al amigo incomparable.
La cometa
(A la memoria de mi padre)
1
-Con más algazara y risa
Que á vuestra edad corresponde,
¿ Adónde, niños, adónde
Vais corriendo con tal prisa?
¿ ~starán dejando á misa,
O habrá incendio en el lugar ?
-No; que vamos á encumbrar
Esta cometa.-Ah) qué hermosa!
Llevadme! Tal vez es cosa
Con que ahuyente mi pegar.
11
¡ Ea, vamos! que ya el viento
Batiendo está la veleta
De la torre, y la cometa
Se elevará en un momento.
, pensamIento
.
V amos.....,y tu,
Crüel que á sufrir me obligas,
Quédate aquí, ¡ no me sigas I
Que tan pueril di versión
No cuadra á la condición
De mis penas enemigas.
ANTONIO OTERO HERRERA
111
Me voy en pos del placer,
De la risa y el contento ....
¡ Quedaos, pues, entend imiento
y conciencia de mi sér !
i Hoy no quiero poseer
Sino libertad, Dios mío,
y gozar á mi albedrío
Del favor que me ofrecéis,
Sin que amargarlo dejéis
Por el dolor ni el hastío!
IV
Abur, pues .... ! Mirad la falda
De la ri ente colina:
Cuán muellemente reclina
Sobre los Andes la espalda:
Su color es de esmeralda
y hace visos con el sol;
y su senda es caracol
De much o recodo y pliegue ....
V ámos allá hasta que llegue
De la tarde el arrebol....
V
Ya van corriendo á cual más,
Los niños por la pendiente;
Yo camino lentamente
Y me voy quedando atrás.
Porque ¿ quién corrió jamás
Por escabroso terreno
Quedando á riesgos ajeno?
Sólo los niños avanzan
Y por los riscos se lanzan
Como corceles sin freno ,
LA COMETA
VI
-Hola, señor ... .! ya llegamos I
¿ No quiere ver la cometa?
-Sí; lanzadla cual saeta
Por el aire .... Mas ¿ dó estarnos?
1 Por Dios, aquí no .... ! j Partamos ... .!
1Seguid, niños, á encumbrar
•
La corneta á otro lugar I
Seguid I Por algo os lo digo:
¿ Qué hacéis vosotros conmigo
Si me pongo aquí á llorar?
VII
Mirad: ¿ sabéis dónde queda
Aquella arboleda oscura .... ?
-Mire, señor, cómo apura
El viento allá en la arboleda I
-¿ No veis la triste vereda
Que hasta el cementerio va?
-1 El viento! 1 Qué fuerte está I
1A ver la cuerda y la cola!
La corneta se irá sol a
y hasta el cielo subirá.
VIII
Si una cometa en su vuelo
Pudiera subir tan alto,
Todo el mundo por asalto
Penetraría en el cielo.
Pero al infinito anhelo
Que á las almas atormenta
No satisface, acrecienta
La corneta cuando sube
Hasta tocar con la nube
Que en los espacios se asienta.
-9
IX
En um io mu: el' n (,8t:\
Tro' d" In nc"'1':) urhúl 'da,
Ellu:!I,tll' d nd" 8' queda
El p h· del q\lt.' s' \3.
1 cni tt hullan\
orqu el ti 'mp de ' tl'u'
Lnsfl I"squ'nnt' s'm 1')
ni 'u t\ useur
ocall1in"
na luz qu' lo ilumine
En la Iumba el qU) a!l1
. y sin
emb(ll'~ü
..\ los pies
tu ruz h udl" ulIlud
N y . siempr,:J ¿ Y no 11, l"fTlld
n mi llant o tI! ipr~s '1
. Y n h' querid d 'spué'
Abruzarm á tu d 'sp oj ,.
Es u har pu ' t de hinoj s
Tu nsej o dulc }' saoi ;
P nI' en tu sien mi lubi
y y r In luz en tu ~
I Per mi mal e
111 ¡~s
ci rt)
.uand t ~ haol ' n rcsp ud's;
Cuand I lbm
t es odes
ebajo d' un Ill t rmol yerl !
I Y cuál d , mi enu Hthí 'l'l
El espantoso ri"'ol' .
Cóm rece mí d 101'
uan o t> dej
nbiend
Qu 10m t\ sc"'uir yiri ndo
Sin tu ternura . t u amor 1
3°
LA COMETA
XII
1Seguir viviendo, Dios santo!
i Y cual vive el mundo entero:
Con el rostro placen tero
Porque no se usa el quebranto .... !
1Brote, pues, la risa .... 1 El llanto
Quédese en el corazón;
y no turbe mi aflicción
A los qué aquf se entretienen
y en una cometa tienen
Puesta toda la atención.
XIII
Los niños mi mal ignoran';
Aun nada saben de penas;
Principian la vida apenas;
Lloran por nada, si lloran.
Ríen, juegan .... 1Y hoy deploran
Que no g . . . '(' yo en su juego .... !
¿Cómo á su querer me niego,
Si en sus semblan tes de fiesta
Cada sonrisa es protesta,
Cada mirada es un ruego?
XIV
¿Por qué, á mi recuerdo unido,
No he de poder gozar hoy?
¡Desde ahora vuéstro soy,
. Nmos,
cometa .... y oI VIO.
''d '
¿Ya mil vece~ no ha podido,
Del mundo en la eterna orgía,
Reír la desdicha mía?
i Qué importa la desventura,
Si en todas partes se apura
La copa de la alegria I
A TO
ro
OTERO HERRERA
v
I los niños I I Al placer I
I Y á la cometa que a
Muy alta en el aire está
y apenas se alcanza á ver I
I Qué insignificante sér
El que así la tierra deja .... 1
I Cómo del mortal se aleja,
Cual la ilusión ó el ensuefio,
U n listón de imitil I fio
Forrado en percala i ja I
XVI
I Y con qué gentil donaire
Sigues subiendo, I oh com ta I
¿Persigues la única m ta
De hacerle al mundo un desaire?
¿O te imaginas que el air
Al océano es igual;
Que te sopla un vendaval;
y que hoy te vas, viento en popa,
A contemplar desde Europa
El progreso universal?
" VII
I Simplecilla .... 1 ¿ No subieras
i no pesaras tan poco
¿ y así forjas, como un loco,
Tan fallló ticas quim ras ?
¿No piensas que nada fueras
in estar á un hilo atada;
y que la gloria stimadu
No se funda en una cola
Qu no es d' una pinta s la,
Sino do mil fubricado.?
LA COMETA
XVIII
A merced del viento está,
j Oh cometa! tu destino;
y un furioso torbellino
Bramando se acerca ya.
Débil cuerda no podrá
En el aire sostenerte ....
i Ludibrio será tu suerte
De ese elemento contrario,
Que con rumbo incierto y vario,
Te empuja para perderte!
XIX
Adiós, cometa .... Llegó
El huracán espantoso;
y tu fin es ya forzoso,
i Porque la cuerda estalló .... !
i Mas ay, que si ahora yo
Tentado á reir me siento,
De los niñu6 el contento
Finaliza en desencanto .... !
Sus ojos anubla el llanto
y apaga el dolor su acent<?
XX
i Oh niños! ¿Tantª amargura
Porque una cometa cae .... ?
La vida también atrae
y tan corto espacio dura.
De toda humana criatura
U n hilo se ha de romper:
Lo que importa es no caer
Cual la cometa .... Pensemos
En cómo subir debemos
Para nunca descender.
ANTONIO
OTERO HERRERA
Cole~ial
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