la historia a través del archivo parroquial de íllora

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LA HISTORIA A TRAVÉS DEL ARCHIVO PARROQUIAL
DE ÍLLORA (GRANADA)
LA COFRADÍA Y LA ERMITA DE SANTA CATALINA,
DE ÍLLORA.
1598 - 1626 - 1770 - 1835
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La Cofradía y las fuentes históricas.
No está totalmente clara la fecha de la fundación de la Cofradía, pero pudo ser
alrededor de los años 1625 / 26, ya que fue en uno de esos años cuando consta que se
sacaron en limpio las Constituciones de la Hermandad, cuando se pagó la licencia para
su fundación y se compró un libro blanco para “la fundación y servicio de la cofradía”.
Poco se dice en el Libro Primero de Cuentas respecto a los documentos de la
fundación y nada se conserva del texto de las Constituciones; éstas debieron desaparecer
en algún momento, probablemente debido a que no estuvieran depositadas en el
Archivo Parroquial de Íllora.
En las cuentas de algunos años (1630) se hace mención de un libro donde se
relacionaban las personas que iban entrado como miembros de la Cofradía, y en el año
1656 se adquirió otro libro para que sirviera al asiento de los cofrades, pero ninguno de
ellos se encuentra en el Archivo Parroquial.
El orden que siguen los documentos en el primer Libro de Cuentas (que está sin
foliar) no se corresponde con su orden cronológico, pues las cuentas situadas al
comienzo corresponden a los años 1638 a 1645, mientras que a continuación
encontramos las de los años 1626 a 1638. Ello puede ser debido a que estos primeros
folios se reservaron en un principio para reflejar en ellos los nombres de los cofrades o
hermanos, pero posteriormente se adquirió un libro abecedario para este fin, por lo que
se utilizaron los folios en blanco dejados al comienzo del libro para las cuentas anuales.
En algún caso la no ubicación cronológica de las cuentas en el libro se debe a que no se
rindieron esas cuentas al finalizar el año y hubo que requerir del mayordomo que las
facilitase, lo que hizo con retraso.
Algunas cuentas anuales están incompletas, lo que puede deberse bien al
desprendimiento y pérdida de algunas hojas o a que estuvieran ya extraviadas al
encuadernar el libro (1647). De hecho falta la que sería la hoja nº 4 y también las
cuentas del año 1685, aunque en este caso no es seguro que sea porque falten las hojas
del libro o porque se hicieran en papel aparte.
En las hojas 41 y 41 b (de mi propia numeración) está situada parte de una
cuenta de gastos que pudiera corresponder a los años inmediatos posteriores. A
continuación de las citadas hojas 41 y 41 b, o sea, en la 42, se encuentran unas cuentas
sin encabezamiento que, por las cantidades que arrastran y los conceptos de los gastos,
se desprende que corresponde al año 1626, continuando a partir de este año su orden
hasta el folio 81 b. Tras este folio se vuelven a interrumpir las cuentas correlativas y
continúan otras, sin encabezamiento, que son parte de las que quedaron incompletas en
el folio 42.
Esas dos partes de cuentas incompletas, deben corresponder a parte de los años
1643 a 1646, continuando con las del año 1647 que, aunque carecen de su aprobación y
firmas, estarían situadas en la que sería la hoja 104 del Libro.
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En el folio 224, de mi numeración, se encuentras unas cuentas a las que falta el
encabezamiento, la introducción y algunas de las partidas de ingresos, pero que deduzco
que corresponden al año 1674.
Desde el 18/07/1638, en que se tomaron las cuentas correspondientes al año
1637, no vuelven a reunirse con este fin hasta febrero del año 1640 (que lo hacen el
Licenciado Mateo Gutierrez, Vicario, Beneficiado y Cura, Pedro Miguel, hermano
mayor, y Marcos Gomez y Juan Lopez Gabilan, “beedores”). El mayordomo era Diego
Gomez de la Rosa, el cual iba a rendir cuentas de los años 1638 y 1639. Sin embargo,
las cuentas se interrumpen, apenas comenzadas, en el folio 81 vuelto del Libro de
Cuentas, y se inician de nuevo en el folio 16 del citado Libro.
Las cuentas del año 1680 fueron tomadas el 06/06/1681, coincidiendo con el
inicio de la epidemia de peste de 1681. Precisamente desde el día tres al día ocho del
mes de Junio, se enterraron varios difuntos fallecidos por la enfermedad en “la fosa de
Santa Catalina”. El nueve de Junio, día en que fallecieron nueve personas, se abrió el
hospital. Sin embargo, la Cofradía de Santa Catalina no fue de las más afectadas por la
catástrofe y continuó su actividad en los años siguientes, si bien las citadas cuentas se
quedaron sin firmar por los responsables de la Cofradía, Notario y Vicario de la Iglesia.
El Libro 1º de Cuentas termina con las correspondientes al año 1687, mientras
que el Libro 2º de Cuentas comienza con las del año 1696, sin que conste lo ocurrido
con las cuentas de los ocho años que van de 1688 a 1695. Este segundo Libro de
Cuentas comprende las correspondiente a los años que van de 1696 a 1770, siendo las
de este año las últimas que se conservan de la Cofradía en el Archivo Parroquial.
En la visita que el Arzobispo “D.n Phelipe de los tueros y Huerta” realizó en
1738, concedió “ochenta dias de Yndulgencia â todos los q e con el ma.or fervor se
exmeraren en el Cumplimientto y observancia de los Capitulos de sus Constituciones”,
“para que no Se entibie la devozion en los Cofrades Deesta Hermandad”. Esta
concesión también se hizo a la Hermandad de la Santa Vera Cruz.
En la medida en que se impuso como la festividad más celebrada por la Cofradía
la de San Antonio Abad, llegó un tiempo en que se denominaba a ésta indistintamente
como “cofradia de S.ra S.ta Cattalina” y “cofradia de S,r S.n Antt.º de Abad” (1679,
1683, 1770).
Para la elección de los cargos de la Cofradía se llamaba a los hermanos mediante
toques de la campana de la Ermita, votando los asistentes para elegir al Hermano Mayor
y a los Mayordomos. El número de votantes era generalmente muy escaso: 9 en 1630,
14 en 1632, 17 en 1633, 10 en 1634, 16 en 1635, 9 en 1636, 12 en 1637, 8 en 1638 –
contando al Sr. Vicario que no votó en todas las demás elecciones-, 12 en 1639, 7 en
1640...
La Cofradía y de la Ermita de Santa Catalina mantenían una relación evidente.
Sin embargo, la extinción de la primera debió ser anterior a la desaparición de la Ermita.
De hecho, mientras se carece de toda referencia a la Cofradía más allá de las últimas
cuentas del año 1770, las referencias a la Ermita se prolongan hasta el año 1835, pero
siendo los trabajos de mantenimiento de la Ermita, de los que se tiene noticia a partir del
año 1770, asumidos por la Fábrica Mayor de la Iglesia.
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La Ermita.
La sede de la Cofradía de Santa Catalina era la Ermita de su mismo nombre, de
cuya ubicación solamente se menciona estar situada “extramuros” de la Villa (1745,
46, 47, 48, 49, 50...). La construcción de la Ermita debió ser anterior a la fundación de
la Cofradía, si bien, a juzgar por las reparaciones y mejoras que se realizaron, ya desde
las primeras cuentas de gastos, la existencia de la Cofradía dio lugar a importantes
mejoras en la Ermita y a que se desarrollara en ella una actividad permanente.
El primer testimonio sobre la existencia de la Ermita procede de un documento
del año 1598, por el cual el “LLdo diego muñoz. de morian rregidor que fue desta
Villa”, y médico en ella, dejó por su testamento el encargo de que el día de Santa
Catalina, de cada año (28 de Noviembre), “se baya en proçesion a la ermita de señora
santa catalina. desta Villa.”
Al igual que ocurría con el resto de las ermitas de Íllora con sus respectivas
cofradías, la conservación y mantenimiento de la Ermita de Santa Catalina corría a
cargo de la Cofradía de su nombre (1636…1649, 1659, 1665, 1670, 1671, 1675, 1682,
1686, 1707, 1733, 1737, 1740, 1741, 1750, 1759, 1763, 1768):
Ya en las primeras cuentas (1626), consta que se revocaron los cimientos y se
pintó la capilla de Santa Catalina, se tornearon unas verjas y se hicieron los asientos de
la Ermita, el pulpito y un atril.
En el año 1632 hubo que “quebrar una piedra questaba junto al altar desenora
santa catalina y estorbaba”, trabajo que realizó Pedro Martín, albañil.
En el año 1634, se abrió una ventana de aproximadamente 1,5 metros de alta
para dar claridad a la Ermita y para que viese la misa desde el exterior mucha gente. La
reja para esta ventana fue hecha (1635) por Francisco Juarez, herrero y gitano de Íllora,
el cual realizó variados trabajos para la Iglesia y las Cofradías.
En la obra que se hizo el año 1641, además de reparar el tejado se alargó el coro
de la ermita. Para las actuaciones de éste contaba con “dos fasistores de madera para el
Coro” (1666, 1688), uno de los cuales se hizo en 1652.
En 1707, se reparó el tejado de la Ermita, interviniendo carpintero, maestro
albañil y ocho peones. Se volvieron a “recorrer los texados” en 1759.
También en 1720, 1733 y 1737 se hicieron algunas obras, pero la más
importante de este periodo fue la construcción de la Sacristía, en 1741, con un costo de
808 reales. Posiblemente con ocasión de esta obra se reparó la puerta de la Ermita que
“Cae azia los olibares” (1740).
La Ermita debía tener al menos dos puertas, la principal y una “puerta falsa”,
para la que se hizo una llave en 1698. Esta segunda puerta sería la que “Cae azia los
olibares”, mientras que a la principal se la llama en 1722 “la puerta del sol”,
posiblemente por estar orientada al Este.
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En 1704 se hicieron nuevas las puertas de la Ermita, utilizándose tablones de
unos 3,75 metros de largo, lo que da una idea de la altura de la puerta. En 1759 se hizo
“Un tranco en la puerta dela hermita”, y en 1763 se repararon “las puertas y llabes
dela hermita”.
En 1747 se da la circunstancia de que habiéndose producido un resultando
favorable a la Cofradía en las cuentas de ese año de 249,5 reales, se decretó en la
aprobación de dichas cuentas que fueran entregados a la Fábrica Mayor de la Iglesia, de
donde, al parecer, se habían recibido 700 reales “para hazer obra en dha Hermita”. En
otra ocasión (1767) prestó la Fábrica de la Iglesia 300 reales para realizar obras en la
Ermita.
En el interior, habría tres altares.
En uno de ellos estaban puestas dos cruces de madera, la más grande de las
cuales tenía diferentes vidrieras. El altar principal tenía un “zielo de tafettan encarnado
alistado con su bastidor” (1722).
Las imágenes de San Antón y Nuestra Señora de la Salud estaban situadas en el
mismo altar. En 1699 se hizo “un nicho embebido en la pared, para que estubiera
Nuestra s,ra Con dezenzia”, dorando el nicho o “Capilla”, donde se situó la imagen.
También se adornó la Capilla con flores de color azul, encarnado y blanco. Encima del
citado altar se hizo “otra CapilliCa pequeña [...] para una Ymajen pequeniCa de
nuestra s,ra del Carmen” (1699); para esta imagen se hicieron unas andas en 1720.
Evidentemente contaba la Ermita con la pila para el agua bendita (1642, 1722),
en la cual “esta puesto un Lebrillo mediano donde se echa el agua bendita”. En 1654,
se aclara que se compró “un lebrillo pequeño questa dentro de la pila del agua bendita
porque Se salia dha pila”
También había una campana (1626, 1630, 1675, 1722), para llamar a los
diversos actos y ceremonias. Esta campana, que pesaba unos 41 Kg., “se quebro” y se
cambió por otra nueva, que pesaba unos 31 Kg., que hizo el campanero de Granada
Francisco Muñoz de Bihar (1668). Este mismo campanero hizo en 1655, la primera
refundición de una campana de la Catedral (“Historia de las Campanas de Granada”,
Nieves Jiménez Díaz). Para pagar la nueva campana ese año se dieron limosnas
extraordinarias de trigo y cebada.
En 1647 se hicieron unas colgaduras para la Ermita de cuatro tafetanes y su
cielo, para lo que se adquirieron unos 55 metros de tafetán listado carmesí y amarillo,
con sus complementos, bastidor y hechura.
Una lámpara de plata se puso en la Ermita el año 1653, sustituyendo a el “plato
que serbia de lanpara que era de laton” (1653, 1656).
Junto a la Ermita estaba situada una cruz de madera. La que hubiera en un
principio “se quebro”, por lo que se hizo otra cruz “y demas aderentes de la pasion”,
para ponerla en su lugar (1650).
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En la Ermita se decía Misa “los dias festivos” (1749), por lo que contaba con un
Cáliz y Patena, que se aderezaron en 1732 atendiendo el mandato del Arzobispo D.
Francisco de Perea, el cual “en la Visita q se a hecho de la hermita de S.ta Catharina se
á reconoz.do q la Copa del Calix Con q Se celebra esta Lastimada, Mando SuYttª a
Dicho Vicario haga se adereze pudiendo quedar entoda perfeczion, oq se funda y haga
de nuevo, y q hasta tanto q Asi Se ejecuta, no se celebre con dho Calix”.
En 1743, habiendo sido construida la Sacristía dos años antes, se hizo “un
Caxon [...] para meter los ornamentos de la Sacristia”.
Terminado el último Libro de la Cuentas de la Cofradía en el año 1770, nos
queda el problema de encontrar otras referencias documentales que nos faciliten algún
dato sobre la Cofradía y la Ermita de Santa Catalina:
En un testamento del año 1781 se mandó que “se digan en la herm.ta de S.ta
Catalina dos Missas Rezadas de una promesa que tenia Mandada a la Ymagen de Sr
S.n Ant.º Abad”.
En 1783 se compró una casa para hacer en ella un nuevo lugar de enterramiento.
En este nuevo cementerio había una capilla en la que, en 1791, estaba la imagen de
Nuestra Señora de la Salud. Puesto que esta imagen se veneraba tradicionalmente en la
Ermita de Santa Catalina, es de suponer, primero, que el citado cementerio fuera el que
estuvo situado al final de la calle de Santa Catalina, cerca del arroyo, y, segundo, que la
citada “Capilla del campo S.to” fuera en realidad la Ermita de Santa Catalina.
La “Hermitta del Campo S.to de esta Villa”, fue retejada en 1791. Mientras que
en 1799, se acometió la “reparacion y materiales de los Texados dela Hermita de S.ta
Catalina”. Los importes de estos dos trabajos, realizados en 1791 y 1799, fueron
asumidos por la Fábrica Mayor de la Iglesia, y no por la Cofradía de Santa Catalina, lo
que parece demostrar que la Cofradía ya no estaba en funcionamiento ni existía.
De 1805 a 1832 se realizaron diversos trabajos en la Ermita: componer la
solería, limpiar los tejados, puerta para la Sacristía, repisas de los altares, etc. Las obras
del año 1805 (ó 1804) fueron necesarias como consecuencia de un terremoto ocurrido el
día 25 de agosto.
En 1825 falleció el Doctor D. Juan Antonio de Palma, Beneficiado de la Iglesia
de Illora, y en su testamento, de fecha 12/04/1825, legaba “a la Hermita de S.ta
Catalina un Quadro de Jesus, y otro de la Virgen del Carmen;”. Si se hubieran
conservado hasta hoy sería una tarea interesante identificar de estos cuadros y el lugar
donde se encuentran.
Por último, en un documento de 1835, entre las Misas encargadas en un
testamento se encuentra “Otra en S.ta Catalina a Nra S.ra dela Salud y vela”.
El período de tiempo que abarca la primera y última referencias a la Ermita de
Santa Catalina, de Íllora, va de 1598 a 1835, o sea, 238 años.
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Las imágenes.
La Cofradía tenia en principio en la ermita las imágenes de Santa Catalina, de
San Blas y de San Antón o San Antonio (que de ambas formas se le nombra), cuyas
fiestas son las que tenía obligación de hacer (1632).
No se dice nada en los libros sobre la fecha de construcción de las citadas
imágenes, aunque evidentemente sabemos que eran anteriores al año 1626, que es el
primer año del que se recogen los gastos de la Hermandad, pues entre los gastos de ese
año ya se cuentan las fiestas a dichos santos y sus imágenes.
A la imagen de Santa Catalina se la describe con mayor o menor abundancia de
detalles en los sucesivos inventarios, diferencias que aportan datos complementarios
sobre ella:
-
-
Año 1642.- La ymajen de la gloriosa Santa catalina virjen y martir –
Año 1645.- la ymajen dela gloriosa Santa catalina virjen y martin hecha de
talla dorada –
Año 1648.- la ymajen de la gloriosa Santa catalina virjen y martir hecha de
talla dorada con su rrueda de nabaxas –
Año 1649.- la ymajen de la gloriosa Santa catalina hecha de talla dorada con
su rrueda de nabaxas y espada y la cabeça alos pies de la santa del rrey moro
–
Año 1666.- la ymajen de la gloriosa santa catalina hecha de talla con su
rrueda de nabaxas y espada y una cabeça a los pies –
Año 1688.- la ymagen de santa catalina de talla dorada con su rueda de
nabajas espada en la mano y una cabeza a los pies –
Año 1722.- una Jechura de Santa Catalina Jecha de talla dorada Con Una
Cabeza de talla a sus pies Y una espada en La Mano –
La representación de Santa Catalina que nos revela especialmente el inventario
del año 1649, es posible que guarde relación con el hecho de que las Capitulaciones
para la entrega de la ciudad de Granada se firmaron por los Reyes Católicos el día 25 de
noviembre de 1491, día de Santa Catalina virgen y mártir.
Aunque puede obedecer a otras causas, es coincidente con la asociación anterior
el hecho de que el Convento que hoy ocupa en Granada la casa del que fue Secretario de
los Reyes Católicos y uno de los principales artífices de las citadas Capitulaciones,
Fernando de Zafra, sea el Convento de Santa Catalina.
Según lo todo ello, parece existir una representación local de la Santa vinculada
al hecho histórico de la conquista de Granada, y que, a pesar de que las Capitulaciones
aceptaban el derecho de los granadinos ªa estar en su ley, e non les mandarán quitar sus
algimas e zumaas, e almuédanos, e torres de los dichos almuédanos, para que llamen á
sus azalaes [...]”, la imagen de Santa Catalina tenía “la cabeça del rrey moro a los pies
de la santa”, y en la mano “una espada” . La “rrueda de nabaxas”, hacía alusión a la
que sirvió para el martirio de la santa.
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Esta asociación local serviría para que la Cofradía celebrara el Día de Santa
Catalina, los años 1727 y 1733, con una “fiesta de moros y christianos”.
A la imagen de Santa Catalina le “aderezo” el rostro y el cuerpo con barniz el
padre fray Bartolomé Hurtado en 1638. La espada fue aderezada en 1659. Y en 1742, se
pagaron 450 reales por “Componer y Retocar de nuebo las Ymaxenes de S.r S.n Antonio
de Abad y S.ra S.ta Catalina”.
En 1633 se pidieron limosnas destinadas a hacer un manto “para la gloriosa
santa catª”. y también en 1716 se hizo un manto a la imagen de Santa Catalina, para el
que dieron limosnas varios vecinos. De este segundo manto sabemos que se hizo en
Granada, pues se alquiló una cabalgadura para ir a pagarlo y traerlo.
La imagen de San Antonio Abad era “de talla dorado con su cochino”. La
devoción a San Antonio Abad debió ser importante, hasta el punto que en los años
1679, 1683 y 1770 se denomina a la hermandad como “Cofradía desr San Antonio
abad”, siendo en su fiesta cuando la Hermandad recogía el montante más cuantioso de
limosnas, consistentes en productos del cerdo, lechones, corderos, etc.
Interesante es el hecho de que “los frayles antonynos” iniciaran acciones para
evitar que hubiese en Íllora ermita dedicada a la advocación de San Antón. No están
claros los motivos para esa pretendida exclusividad tratándose de un hecho, como es la
devoción religiosa, que se pretende extender e intensificar.
La imagen tenía en la cabeza unas potencias de plata y en la mano un esquilón
de plata. También portaba un bastón o bordón de madera “bestido con zinco cañones de
plata i en el Remate un Jesus de plata”. Otros adornos de la imagen eran, un rosario
“con las q,tas gordas i los padres nuestros engarzados em plata Y tres medallas de plata
Y una Cruz con Los cabos de plata”, y dos bandas, “una de tafetan zenzillo Morado
con encaxes de xilo de plata falssa La ottra de tafettan zenzillo encarnado con puntas
de seda negra”.
El “Lechon” que tenían San Antonio Abad a sus pies, llevaba “en el pesquezo
una campanilla de plata”, que pesaba unos 44 gramos. (1722)
Como comenté más arriba a propósito de la imagen de Santa Catalina, en 1742
se pagaron 450 reales por “componer y Retocar de nuebo las Ymaxenes de S.r S.n
Antonio de Abad y S.ra S.ta Catalina”.
En 1761 se pusieron “quatro Candeleros Una Cruz y la tabla del Ultimo
ebanjelio” en el altar de San Antón de la ermita.
Debido a los defectos en la sucesión cronológica de las cuentas y a la carencia en
algunas de ellas de la fecha a que corresponden, no es posible datar con precisión la
fecha en que se adquiere la imagen de Nuestra Señora de la Salud, pero debió ser
hacia el año 1644, ya que figura por primera vez en el inventario del año 1645.
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La citada imagen contaba con “una corona de plata con su diadema y rrayos de
plata con estrellas”, y estaba “hecha de bulto”. Según el inventario de 1722, la corona
de plata pesaba 10 onzas (unos 288 gramos).
En 1668, se hizo un velo para la imagen, para el que se compraron “quatro
baras de tafetan berde para el dho belo y puntas de humo de seda negra fina cintas y
manillas y seda para haçerlo”.
En el año 1699 se hizo un “manto de raso” para la Virgen, para lo que se
recibieron diversas limosnas y se vendieron ropas viejas, como “un manto negro que
tenia nuestra Sra i era mui biejo el qual Se bendio para aiuda a pagar el manto de
raso”. Entre las limosnas, algunas fueron en forma de trabajo, debido a que los
donantes eran pobres.
Otro manto se le hizo en el año 1732, éste de “media nobleza”. Y un tercero en
1757, de “tela de lustrina”, que con el “tafetande su forro”, “seda y echuras” y “punta
de plata”, tuvo un costo de 820 reales; en esta última ocasión, el mayordomo perdonó el
resultado negativo que se produjo en las cuentas anuales, que fue de 539 reales.
En 1700, se hicieron dos cirios de madera, que “Con luz de Azeite”, alumbraban
a Nuestra S.ra de la Salud en la Ermita.
En 1702, se puso un tornillo con su tuerca en la cabeza de Nuestra Señora de la
Salud, “para ponerle la Corona de plata”.
La imagen contaba con diversas joyas: tres corazones de plata, “una Joia de
filigrana de plata”, una cruz de plata de “carabaca”, unas vueltas de corales...
También consta la existencia de dos sortijas de oro con cinco piedras cada una, de las
cuales cuatro eran pequeñas carmesíes y una grande en medio, carmesí en una sortija y
azul en la otra; ambas sortijas pesaban unos 122 gramos. (1722)
En la visita a la Iglesia de Íllora del Arzobispo Don Martín de Ascargorta, del
año 1704, mandó “quela Y Maxem de nuestra señora queesta en la hermita de Santa
Cathalina no este ala dis posiçion de Diego elGenio de Miranda sino, ala deel Vicario
deesta Villa quien, y no ôtro, en ella â de dar las ordenes que Conbengan”. El dicho
Diego, podría ser el Mayordomo de la Cofradía de Santa Catalina en ese año,
desconociendo cual sería la causa del mandato del Arzobispo y el alcance que dicho
mandato podría tener en relación a la imagen de Nuestra Señora de la Salud y con
relación a las demás imágenes de la Cofradía. Aunque la causa podría estar relacionada
con la hechura de la escultura, el encargo o el costo de la misma y quienes realizaron el
pago.
Encima del altar de San Antón, se hizo (1699) una “CapilliCa pequeña”, para
situar una “Ymajen pequeniCa de nuestra s,ra del Carmen”. Aunque a dicha imagen la
Cofradía no le hacía una fiesta especial, como a las anteriores, sí que salió en la
procesión del Corpus de algunos años junto a las otras tres imágenes de la Cofradía
(1721, 22, 25), ya que se le hicieron unas andas en 1720. En 1732 se le hizo a esta
imagen un manto de “media nobleza” (y otro a la imagen de Nª Sª de la Salud)..
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Además de las imágenes de talla, existían diversos cuadros con las pinturas de
San Blas, de San Francisco y de Santo Domingo, con sus bastidores. Dos cuadros
grandes, uno de Nuestra Señora del Carmen y el otro de Nuestra Señora del Rosario.
Siete cuadros pequeños y “un Lienzo que esta embebido en La pared de cara dela
puerta del sol, con La echura del santo christo de las penas” (1722)
Para las distintas imágenes se hicieron otros ricos y bellos vestuarios a lo largo
de los años.
Después de las últimas cuentas de la Cofradía, del año 1770, no contamos con
más datos en relación a la imagen de San Blas.
A la imagen de San Antonio Abad se la cita en un documento del año 1781, y a
la imagen de Nuestra Señora de la Salud en otro documento del año 1835.
Pero la última noticia sobre las imágenes de Santa Catalina, Nuestra Señora de la
Salud, San Antonio de Padua y Nuestra Señora del Carmen, procede del inventario
realizado el año 1933. En este inventario mecanografiado se añadió una anotación
manuscrita junto a la reseña de estas imágenes (excepto de la de Santa Catalina):
“Se quemaron”
Este tremendo final es como una sentencia que se ha repetido periódicamente en
nuestra historia, fruto de la intransigencia, del fanatismo o de la incultura..., que
hicieron de la hoguera el lugar en donde encontrar, inútilmente, los remedios.
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Fiestas y celebraciones.
Las festividades que celebraba la Cofradía se fueron sucediendo a medida que
ésta se iba dotando de imágenes. La más importante de la festividades fue, en un
principio, la de Santa Catalina, en segundo lugar la de San Antón y en tercero la de San
Blas.
Cuando se contó la imagen de Nuestra Señora de la Salud, su festividad tuvo un
papel dominante, posiblemente debido a las frecuentes epidemias y a las numerosas
enfermedades a las que la medicina de aquel tiempo no podía aportar cura.
Con el comienzo del Siglo XVIII, adquieren un papel destacado las limosnas de
animales que se hacían en el Día de San Antón, y que terminaron por convertir a esta
festividad en la de mayor relevancia de la Cofradía.
Respecto a las procesiones, en el año 1626 se pintaron las andas de San Antón y
se hicieron cuatro horquillas para las de Santa Catalina, lo que demuestra que se
procesionaban estos santos.
En los años 1631, 1635... consta se hacían las procesiones de Santa Catalina y
San Antonio (17/01) en sus días, mientras que el día de San Blas la Cofradía celebraba
su fiesta, pero no se hacía procesión (1660).
Para participar en dichas procesiones de Santa Catalina y San Antonio, el
muñidor traía los pendones de las demás cofradías (1631,1635). Parece ser que ya
entrado el siglo XVIII, la única procesión que hacía la Cofradía era la de San Antonio
Abad, y, naturalmente, la participación en la del Corpus con todas las imágenes.
En unas cuentas que carecen de fecha, pero que por su situación en el libro
pudieran corresponder al año 1646, consta que la cofradía celebra la fiesta de Nuestra
Señora de la Salud “Por tener su santa ymajen en su ermita”. Debido al deterioro de las
cuentas de este año y, tal vez, del anterior, no contamos con dato alguno sobre el
escultor y la adquisición de esta imagen.
En el año 1649, Alonso Martín, carpintero de Íllora, hizo unas andas para poder
sacar en procesión a esta imagen de la Virgen, trabajo por el que se le abonaron 50
reales en ese año y otros 61 en el año siguiente (1650), en el cual ya consta que uno de
los actos de la fiesta anual de Nuestra Señora de la Salud fue la procesión (1658). A
estas andas se les pusieron unos arcos de alambre gordo, que se adornaron, para cuando
salió en la procesión del Corpus, el año 1699.
En 1760 se les pusieron “ocho palos alas Andas de nra Señora dela Salud Y alas
de nra S.ra del Carmen”.
Al igual que hacían las demás cofradías, la de Santa Catalina llevaba en
procesión a sus imágenes hasta la Iglesia para que salieran, junto con las demás de la
Iglesia y Ermitas, en la procesión del Corpus (1654, 1660, 1669, 1670, 1675,1721). Este
traslado se hacía acompañado de cantos y bailes que en ocasiones hacían algunos
gitanos de Íllora.
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En el año 1721, se citan las cuatro imágenes de la Cofradía que salieron en la
procesión del Corpus: “Santa Cathalina nuestra s,ra dela salud, san Antonio abad,
nuestra S,ra del Carmen”. También en 1756 y 57, se cifran en “quatro Santos q.e salen
de dha ermita para la prozesion”, sin nombrarlos.
Otra procesión anual era la de la “letanía”, que iba desde la Iglesia parroquial
hasta la Ermita. De estas procesiones y misas de las letanías, o rogativas que se hacían
anualmente, la que se hacía a Santa Catalina era la tercera (1626, 1650, 1665).
No queda totalmente claro cual era el recorrido de las procesiones de la Cofradía
(1668); pudiera ser un recorrido desde la Ermita a la Iglesia parroquial y la vuelta, u
otro recorrido menor.
En 1627 se hizo en Granada un pendón para la Cofradía. Por datos que figuran
en el año siguiente (1628), el pendón sería de seda de color blanco. En el año 1657 se le
hicieron algunos reparos. También se hizo una cruz de plata para “el estandarte”, que
se acabó de pagar en 1667, y para la que “dio doña rrojelia de maçuecos nuebe rreales
de a ocho y faltaron los [65] rreales”. La cruz de plata se reparó por un platero de
Granada en 1676, porque “se abia quebrado”. Otra reparación posterior de esta cruz
dio lugar a un incidente, que relato en el último punto de este Resumen.
En 1722, el pendón era de “tafettan zenzillo de Color carmesi com flueques
cordones Y borlas” y la cruz de plata pesaba unos 240 gramos. Sin embargo, en 1736 se
hizo “un estandarte de tafetan doble Carmesi con sus fleques [...] para que sirba en dha
Cofradia por no tener Como no tenia ninguno”, por lo que es de presumir que el primer
estandarte se habría roto con el paso de los años.
Algunos años se tiraron cohetes en las festividades (1632...37...1699, 1700,
1720, 1721, 1723 ...) y, además, se compraba pólvora (estos artículos se traían de
Granada) en la fiesta de San Antón (1628, 1629, 1632…1637). Con el tiempo, los
cohetes, o “fuegos” se limitaron a esta fiesta de San Antón. Hacia 1635, con un real se
adquirían cuatro cohetes, comprando por valor de 9 reales en 1632, y de 12 reales en
1637.
En la Ermita se decía misa habitualmente. En 1634 consta que la gente veía la
misa desde el exterior a través de una ventana, dado que la ermita estaría totalmente
ocupada. También consta que en 1733 se decía misa en la Ermita todos los días de fiesta
del año.
En cuanto a la música, generalmente la había en todas las fiestas que celebraba
la Cofradía. Así consta por la intervención en ellas de Francisco García (1636,37),
primer Maestro de Capilla de la Iglesia de Íllora, Esteban Fernández (1638 a 1652),
Francisco Valverde (1654), Francisco Ángel (1655 a 1663 y 1668 a 1674) y Manuel
Cordero (1666 y 1667).
En cuatro sábados de la cuaresma del año 1657, se cantaron unas salves a la
imagen de Nuestra Señora de la Salud, bajo la dirección del Maestro de Capilla de la
Iglesia de Íllora “franco anjel”.
17
Con Francisco Ángel, prácticamente termina la Capilla Musical, siendo
sustituida la música coral, tradicional de las celebraciones, por la música del órgano y,
ocasionalmente, por algunos instrumentos musicales (chirimías, 1680). La última etapa
del Maestro de Capilla Francisco Ángel, coincidió con la construcción de un nuevo
órgano para la Iglesia por parte del Licenciado Jacinto de Olivares, que vino de la
ciudad de Baza –ver el Capítulo dedicado a este instrumento-. El organista que mantuvo
en ese momento la parte musical de las celebraciones (1677, 1678...) fue Bernabé
Fernández; en cuanto a las chirimías, las personas que las tocaron en alguna ocasión
parece que fueron las que aparecen como el carpintero y el cerero de Íllora (1680).
En el año 1671, parte de la fiesta de San Antonio Abad, que constaba de
vísperas, procesión y misa, se celebró en la Iglesia, por lo que además de la música
habitual, se tocó el órgano. También en 1736, debido a que la fiesta de San Antonio
Abad se celebró en la Iglesia parroquial.
Desde 1686, en que intervino la música del órgano en la celebración de la Fiesta
de Nuestra Señora de la Salud, no volvió a hacerlo hasta 1716.
En los años 1728, 29 y 30 se trajo de Granada “Clarin y tambor” para la fiesta
de San Antón.
En algunas de las fiestas de la Cofradía, se predicaba un sermón. El hecho de
que el sermón se predicara en más o en menos de las festividades anuales de la
Cofradía, posiblemente dependiera, por una parte, de la presencia en Íllora de algún
fraile predicador, generalmente de Granada y en ocasiones de Santa Fe, o bien de la
coyuntura económica de la Cofradía. A partir del año 1671 la predicación suele hacerse
por los frailes del Convento de San Pedro de Alcántara de Íllora (fundado hacia 1669),
haciéndose más frecuente, aunque algunos años seguían trayéndose predicadores de
Granada (1721).
Como en las otras ermitas de Íllora, junto a la Ermita de Santa Catalina se hacía
un “monumento”, con diferentes adornos (1650, 1669), para cuando pasaban las
procesiones de Semana Santa (1651, 57, 62, 67…). Al paso de las procesiones por la
Ermita se recogían las limosnas que para la Cofradía de Santa Catalina dejaba la gente.
En las cuentas del año 1679 se cifran en seis las participaciones en festividades
de la Cofradía: San Blas, Santa Catalina, Nuestra Srª de la Salud, San Antonio Abad, El
Corpus y “gastos de monumento” . Al año siguiente (1680) se precisan las fiestas de la
Cofradía en las cuatro primeras; y además la participación en la Semana Santa mediante
el “monumento”, y el transporte de las imágenes de la Cofradía desde la Ermita a la
Iglesia Mayor de Íllora para la procesión del Corpus.
1681 fue el año de la epidemia de peste, durante el cual se celebraron las
festividades de la Cofradía, pero sin música ni sermón, y no se condujeron las imágenes
a la Iglesia para la procesión del Corpus, ya que ésta procesión no se hizo. Posiblemente
como penitencia u ofrenda por el fin de la enfermedad ese año se adquirieron “quatro
docenas de belas de sebo que se compraron para Las Luminarias dela fiesta de
nuestra sra dela salud que costaron doce Rs”
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El hecho de que a los pies de la imagen de Santa Catalina estuviera “la cabeça
[...] del rrey moro”, puede tener que ver con el hecho de que en los dos años 1727 y
1733 la cofradía de Santa Catalina celebrara las Fiestas de Moros y Cristianos.
Sin embargo, la primera “fiesta de moros y christianos” que hizo la Cofradía, en
el año 1727, se celebró con motivo de “los dos dias de fiesta de iglessia que se le hizo a
S,r San Antonio abad”, mientras que la del año 1733, fue con ocasión de la festividad de
Nuestra Señora de la Salud.
Para la fiesta de 1727 se alquilaron “bestidos de moros que se trajeron de
granada” y se gastó pólvora por valor de 200 reales “en dhª funzion de moros Y
christianos”, mientras que en 1733, “La soldaesca de los Moros Y Cristianos” disparó
pólvora por valor de 100 reales.
Es relevante que durante todo el siglo XVII no se hiciera este tipo de fiesta de
Moros y Cristianos, y se hiciera ya en los años 1727 y 1733. La razón podríamos
encontrarla en el carácter beligerante que evidencia dicha fiesta, de clara confrontación
entre dos culturas y dos religiones que durante aquel siglo XVII aún se encontraban
presentes en la memoria de determinados individuos descendientes de la población
musulmana granadina, como eran la mayor parte de los esclavos y libertinos
(recordemos que en ese siglo aún se produjeron algunos bautismos de personas que
profesaban la religión musulmana, el último de ellos el de María de la Victoria, en
1667).
Sin embargo, una vez plenamente concluido el proceso de asimilación de esos
individuos y lograda la integración en una sociedad culturalmente uniforme; borrados
de la memoria colectiva los vínculos y el ascendiente cultural y racial con la sociedad de
los vencidos; asumida la plena identidad del pueblo con el catolicismo oficial del
Estado, en ese momento se conmemora, como fiesta lúdico-patriótica, la confrontación
y la victoria católica mediante la fiesta de Moros y Cristianos.
Este tipo de celebraciones fueron prohibidas por el Arzobispo D. Juan Manuel
de Moscoso, en el año 1801, de acuerdo con la Sagrada Congregación.
En ocasiones no se hacían todas las fiestas habituales de la Cofradía,
probablemente dependiendo de la situación económica o bien del mayor o menor fervor
devocional o tal vez por el carácter que quisiera imprimir a la actividad cofrade el
Vicario de la Iglesia que supervisaba las cuentas. Esta reducción se hizo más patente a
partir del año 1745, coincidiendo con el relevo como Vicario de D. Gaspar Fernández
Crespo (Comisario del Santo Oficio) por D. Joachin Policarpo de Santa Coloma. En este
periodo únicamente se celebraba la fiesta de San Antonio Abad y la participación en la
del Corpus, e incluso en la primera el único acto especial que requirió un gasto en 1745
fue el sermón.
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La economía.
Desconocemos la causa por la que “Juan Berdexo” pagaba un censo a la
Cofradía impuesto sobre la casa en que vivía, que se encontraba situada en la calle de
Las Parras y que estaba cubierta de “retama” -no de teja-. Dicho censo fue abonado
desde el inicio de las cuentas en 1626 hasta 1641, continuando a partir de1642, pagando
el censo, sus herederos, que lo hicieron hasta 1668. Además del censo, el citado Juan
Berdexo dio también un real de limosna para la Cofradía en el año 1632. De esta
persona podemos afirmar que estaba casado con Juana Gallega, matrimonio del año
1616.
Esta familia Berdexo siguió estando tradicionalmente ligada a la Cofradía de
Santa Catalina, pues otro miembro de ella, también llamado Juan Berdexo, desempeñó
el cargo de “beedor” durante los años 1648 a 1651, y de Hermano Mayor los años 1661
y 1662, mientras que Pedro Berdexo también fue “beedor” en 1651.
En 1680 este censo lo pagaba Miguel Palomo.
En el año 1631 se toma el acuerdo de pedir limosna por las eras en agosto con
destino a la compra de cera y para hacer la fiesta de Santa Catalina, previa consulta del
contenido de las Constituciones de la Cofradía para hacer estas peticiones.
Las limosnas a la Cofradía consistían en cereales, trigo y cebada principalmente.
También, en ocasiones, garbanzos y aceite para la lámpara en los molinos. Para el
citado aceite se compró en 1659 “una alcuça grande en que se rrecoje el açeite que dan
de limosna”. Y hay un caso de granadas (1700). El resto eran limosnas en metálico que
se recibían en los domingos y en las fiestas de la Cofradía, además de algunas fiestas
especialmente señaladas que, en ocasiones, eran las organizadas por otras cofradías,
tales como el Jueves y Viernes Santos, el día de la Cruz y el día de todos los Santos
(1676). En el caso de la Semana Santa, las limosnas de recibía al paso de las
procesiones por la Ermita.
En 1629, se recogieron limosnas en metálico “En una dotrina que se hiço ala
hermita...”.
La petición de limosnas en metálico los domingos se hacía en ocasiones “por las
puertas” o “por las casas” (1680, 1682, 1683, 1696, 1717), al igual que las peticiones
de limosnas en especie se hacía “por las eras” (1631...1681). Este método podía
suponer un modo de ‘provocar’ la actitud de los vecinos en razón de su predisposición,
más o menos favorable, al mantenimiento de determinados cultos.
En 1636, el vicario Bartolomé Sanchez Albaladejo, mandó que las limosnas de
trigo y cebada no se vendieran “si no fuere En publica almoneda y por boz de
pregonero y el rremate sea ante sno para que haga fe y se saque testimonio dello [...]”,
y que “la limosna que se pida todos los domingos del año y las Entradas de hermanos
se pongan En El libro del abecedario que tiene la dha cofradia y libro deporsi de la
limosna dela baçia para que El Escribano de la dha cofradia la ponga y se halle buena
quenta y rraçon de todas las limosnas y se cumpla so pena descomunion mayor y de
quatro ducados para obras pias”. Medidas que servirían para prevenir la posibilidad
20
de cualquier irregularidad en la administración de la Cofradía y aumentar sus ingresos,
pues ese mismo año el trigo de la limosna se vendió a 52 reales, el precio más alto
registrado hasta esa fecha.
Como también ocurre con otras cofradías, prácticamente con el comienzo del
siglo XVIII, se reciben limosnas de animales: pollos, pavos, borregos y productos del
cerdo (tocino), etc. La percepción de este tipo de limosnas coincidía, generalmente, con
el Día de San Antón, por lo que la celebración de esta festividad se fue haciendo, con el
tiempo, la más intensamente conmemorada por la Cofradía, hasta el punto de nombrar a
ésta, en ocasiones, como “cofradia del S,r S.n Antt.º de Abad”..
Las limosnas en especie se vendían posteriormente o, en alguna ocasión, y
tratándose de animales, también se rifaban como otro de los actos de la festividad (1765,
66, 68).
Como dije arriba, algún año se vendió ropa de imágenes o de la Ermita, que
estaba vieja o había quedado en desuso (1699, 1702).
En 1724, la Cofradía adquirió una “casulla que se izo de Raso de nobleza para
dezir misa”; el importe íntegro de la casulla se recogió ese mismo año de limosnas en
metálico en el día de San Antonio Abad, por lo que es probable que la petición se
hiciera expresamente para aquel fin.
La cuota de entrada en la Cofradía era de tres reales, bastante alta en relación a
las cuotas de entrada en otras cofradías de Íllora. Aunque es posible que desde el año
1638 se bajase la cuota o “limosna” de entrada en la Cofradía de Santa Catalina a la
mitad, o sea, a un real y medio.
El primer año que firma las cuentas el notario Andrés Fernández Crespo fue en
1638, y, al parecer, no cobró derechos por hacerlas hasta el año 1653, en que cobró los
de tres años atrás.
Al igual que las demás cofradías, la de Santa Catalina tenía una persona, o
“munidor”, que se ocupaba de diversas tareas y recados necesarios para el servicio de
la Cofradía (1676).
Al parecer no se hicieron cuentas el año 1663, arrastrándose el alcance del año
1662 a las cuentas de 1664.
El año 1681, año de la epidemia, únicamente se recogieron de limosnas en
metálico, los domingos y festividades, nueve reales y medio, “antes que se publicase la
peste”, mientras el año anterior se habían recogido 153 reales.
Las cuentas anuales comenzaban a contar, generalmente, desde el 17 de Enero,
“Día de San Antonio Abad” (1700), hasta “otro tal dia de enero de S,r San Antonio
Abad”, y eran supervisadas y aprobadas por el Vicario de la Iglesia. Como dato curioso,
el único año en que no consta la aprobación ni se firmaron las cuentas fue el de 1727, en
el cual se celebró por primera vez la fiesta de Moros y Cristianos, siendo Vicario Don
Andrés Fernández Crespo, “Comisario del Santo ofizio dela Ynquisizion deste Reino”.
21
Al final del año 1730, el déficit acumulado en las cuentas de la Cofradía
ascendía a 666 reales, los cuales fueron perdonados por el Mayordomo D. Juan de
Molina Santa Ana, que venía ejerciendo dicho cargo desde el año 1723 y que lo
desempeñó hasta su muerte (hacia 1751).
A la muerte del mayordomo D. Juan de Molina Santana, la Cofradía acusó el
vacío dejado por este hermano y no se pudieron hacer cuentas de los dos años siguientes
1752 y 53, continuando en 1754 con un nuevo mayordomo (es posible que tampoco se
hicieran cuentas en el año 1766, con ocasión del cambio de Vicario). El nuevo
mayordomo, D. Francisco Gallardo Criado, perdonó a la Cofradía los 539 reales de
saldo negativo para la Cofradía que se produjeron en las cuentas del año 1757, con
motivo de haberse hecho un manto de “tela de lustrina”, para la “Ymaxen de Nra S.ra
de la Salud”, que tuvo un costo de 820 reales.
En la contabilidad de algunos años no se arrastró el resultado negativo a las
cuentas del año siguiente, por lo que presumo que el déficit de la Cofradía era
perdonado por los Mayordomos, pero no consta tal donación en la aprobación del
resultado anual (1733, 34... 41, 42, 1760 en que el déficit ascendía a 339 reales).
Frecuentemente los mayordomos lo eran más por su devoción que por su
formación o conocimientos, a pesar de estar a su cargo la economía de la Cofradía y la
gestión de las celebraciones, contrataciones de los participantes y el mantenimiento de
enseres y Ermita. De hecho, en 1732, los dos mayordomos (uno de ellos había sido
anteriormente Hermano Mayor de la Cofradía) “no firmaron por que Dixeron no saber
escribir”.
Respecto a los resultados positivos, en 1747 se produjo un excedente de 249,5
reales, y se decretó, en la aprobación de las cuentas, que fueran entregados a la Fabrica
Mayor de la Iglesia, de donde, al parecer, recibió la Cofradía 700 reales para hacer obra
en la Ermita. Sin embargo, los citados 249,5 reales fueron acumulados entre los
ingresos de la Cofradía del año siguiente y no se volvió a mencionar este asunto hasta el
año 1750, en que sí se abonaron 100 reales a la Fabrica Mayor a cuenta de el citado
préstamo, y de nuevo en 1754, en que se entregaron otros 300 reales a cuenta.
Una segunda vez, el año 1767, recibió la Cofradía un préstamo de la Fabrica de
la Iglesia para hacer obras en Ermita, que ascendió a 300 reales. Posiblemente debido a
las obras, ese año se recibió mayor cantidad de limosnas, que lo fueron de cereales,
cerdos, despojos (pies y cabeza) de cerdos, tocino, rifa y dinero en efectivo.
El año 1734 no se hizo petición de limosna de granos en agosto “por ser como
fue un año tan fatal”. Tampoco “se pidio Limosna de Grano por lo falta del”, el año
1747, “pr la falta deellos”, en 1749, “pr la Cortetud de Cosecha”, en 1765, “p.r la falta
de cosecha”, en 1766. En otros años también se deja constancia de no haber hecho
petición de limosna de granos, pero no se indica el motivo, aunque parece ser más una
falta de medios, de hermanos disponibles o de organización de la Cofradía.
22
El Visitador de la Iglesia Metropolitana de Granada, en el año 1752, previno al
Vicario de Íllora “qe en adelante haga se formen dhas quentas con mas expresion en sus
partidas De el cargo de limosnas qe se recojen pª dha Hermandad con yndividualidad
del num.º de fanegas de granos y demas especies q.e se recojen y delos precios a qe se
venden [...] para qe asi se enmiende el defecto q.e dhas quentas padecen [...]”
A partir de las cuentas del año 1763, la Cofradía recibía una arroba de aceite
anual para la lámpara de Nª Sª de la Salud, gracias a una memoria que fundó D.ª Ana
Pérez Gallego, doncella, fallecida en el año 1758, “Sobre Un olibar partido del
Cañaveralejo”. El citado olivar “Lo Compro Dn Franco Fezs Crespo Venefiziado desta
villa”, que era quien entregaba anualmente la arroba de aceite. Como precedente, en el
año 1755, “Melchor Rodriguez del Olmo viudo de Dª Maria Gorgonia Ximenez
Rosales”, dejó por su testamento “a Nra S.ª de la salud, que esta en la Hermita de S.ª
Sta Cath.ª media @ de azeite para la Lampara”, por una sola vez.
Las últimas cuentas conservadas de esta Cofradía son las del año 1770.
El balance general de ingresos y gastos en los 144 años transcurridos entre 1627,
año de las primeras cuentas conservadas, y 1770, año de las últimas cuentas, es el
siguiente:
945 fanegas de trigo recibidas de limosna, por valor de
451 fanegas de cebada, por valor de
Limosnas en dinero
Limosnas de animales
Aceite
Otras limosnas, etc.
22.878 reales
5.351 “
9.954 “
8.974 “
190 “
1.881 “
Sobre este volumen total de ingresos por limosnas, la suma de los resultados
anuales negativos ascendió en los citados 144 años a 8.079 reales, mientras que los
resultados anuales positivos en dicho periodo suman 4.210 reales.
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Incidentes.
En las cuentas de 1704, 1705 y 1706, se relata lo ocurrido con unas limosnas de
dos fanegas y cuartilla de trigo, que se quedaron pendientes de ser recogidas en “el
Corttixo de zujaira”, y que se llevó el Hermano Mayor de la Cofradía. Fallecido éste, su
mujer no pudo devolverlas por “quedar [...] mui pobre y no tener de donde pagarlas”.
En 1703, “Maria del rrio, defuntta muxer que fue de Franco Lopez Camarada”,
dejó en su testamento “para que Se Comprase unas binaxeras de platta para estta dh,ª
Cofradia”. Sin embargo, no debió cumplirse este mandato por sus herederos en un
primer momento, lo que dio lugar a una serie de actuaciones y gastos que se concretan
en las cuentas de 1716: Sacar el testamento, 12 reales; papel y traslado del testamento,
10 reales; hacer escribir los autos, 24 reales; firmar los autos, 8 reales; citaciones, 16
reales. Total: 70 reales costó a la Cofradía este caso, que dio como resultado que se
cumpliera este legado de María del Río.
En 1719, el Visitador de la Iglesia de Granada, Don Juan de Herrera, tuvo
conocimiento de que el mayordomo anterior de la Cofradía había llevado a reparar una
cruz de plata del Pendón de la Hermandad sin que se hubiera devuelto, por lo que dio
comisión al Teniente de Vicario para hacer las gestiones necesarias para su
recuperación.
Estas gestiones fueron más dilatadas y complicadas de lo que cabría esperar,
concediendo sucesivos aplazamientos a las promesas, repetidamente incumplidas, del
mayordomo responsable.
En el año 1722, se entregó la citada cruz al mayordomo siguiente.
-ooOoo-
Antonio Verdejo Martin
Illora. 2006.
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