Sobre los mecanismos de una política antidroga integral y equilibrada, basada en el desarrollo de las infraestructuras, que incluya la resolución del problema sobre la destrucción del centro mundial de producción de estupefacientes en Afganistán Intervención de V.P. Ivanov, director del Servicio Federal de Control sobre la Circulación de Estupefacientes de Rusia, en la sesión plenaria de la 55ª sesión de la CND ONU del 12 de marzo de 2012 Estimado Sr. Presidente. Señoras y señores. En la presente 55ª sesión de una organización tan respetable como la CND ONU, se celebra el 100 aniversario de un acontecimiento trascendental del siglo pasado: la firma del ”Convenio multilateral sobre control de drogas” por parte de 89 estados en la Convención Internacional sobre el Opio de 1912, en La Haya. El recuerdo de este gran acontecimiento y las celebraciones de su aniversario suponen una responsabilidad mayor y una necesidad de estar a la altura de las decisiones de nuestros antecesores. Una solución clave para nuestro milenio podría ser la victoria de la comunidad internacional sobre el centro mundial de producción de estupefacientes en Afganistán. Consideramos que la opinión difundida entre los expertos, que mantienen que la situación respecto a la producción de estupefacientes en Afganistán es algo ordinario que no sobrepasa los límites de fenómenos análogos, no es simplemente una opinión ingenua e infundada, sino un grave error. Además, la salida de las tropas de Afganistán prevista por la Alianza Atlántica para 2014 y la correspondiente cesión al gobierno afgano de toda la responsabilidad sobre las garantías de seguridad, crea una situación completamente nueva y extraordinaria. En los 10 años y medio que han transcurrido desde el comienzo de la operación “Libertad duradera”, han muerto ya alrededor de 1 millón de personas a causa de la heroína afgana, mientras que gracias a la enorme producción afgana de estupefacientes, el crimen organizado transnacional consiguió inversiones por valor de 1 billón de dólares. Como consecuencia, la catástrofe humanitaria no sólo ha tenido lugar en Eurasia, sino también dentro del propio Afganistán. Por ejemplo, según los datos de la organización no gubernamental afgana “Nueva línea”, hoy en día hasta el 7% de la población de Afganistán consume drogas de manera habitual. Asimismo, según una investigación llevada a cabo por un grupo de toxicólogos encabezado por el doctor Bruce Goldberg, conocido catedrático de la Universidad de Florida, la actual generación de niños en Afganistán no tiene ningún futuro al tratarse ya de adictos clásicos al opio y a la heroína. Los investigadores detectaron en la sangre de los niños una concentración de estupefacientes nunca vista hasta la fecha. No sólo el humo de los fumadores adultos de opio contiene una concentración peligrosa de esta sustancia, sino también su ropa, pelo, sábanas, alfombras, muebles, juguetes infantiles, así como la leche de las madres lactantes. Está comprobado que si a estos niños no se les administran drogas, empiezan a experimentar síntomas relacionados con el síndrome de abstinencia. Por ejemplo, en las muestras del pelo de una niña de 10 años, el contenido en un metabolito de la heroína alcanzó los 5607 pg/mg, en uno de la morfina, 8350 pg/mg, y en uno de la codeína, 4654 pg/mg, respectivamente, lo cual correspondería a los análisis de una persona adulta con un diagnóstico de drogadicción. Los comentarios sobran. Además, hay que tener en cuenta que, según declaraciones oficiales, en particular, las vertidas en el Congreso de EEUU, desde 2014 la ayuda financiera a Afganistán se reducirá considerablemente. En una situación en la que la mayor parte del presupuesto nacional de Afganistán está constituida por la ayuda del exterior (alrededor de 8 mil millones, de los 12 mil millones de dólares del presupuesto), si este tipo de decisiones no van acompañadas de la creación de una nueva economía en Afganistán, no serán más que otro motivo para que se produzca una explosión, agravando la situación respecto al nivel de producción de estupefacientes, ya de por sí catastrófica. En un Afganistán destruido por 10 años de guerra, las consecuencias negativas de las acciones militares se convertirán en una pesada carga que caerá sobre los propios afganos. ¡No puede ser que la esencia de la política de “afganización” consista en el hecho de abandonar a uno de los estados más débiles del mundo frente a una mafia internacional basada en los narcóticos! ¿O es que todos nosotros estamos preparados para sufrir otro narcotsunami? Estimados colegas, Una situación extraordinaria exige medidas extraordinarias, y exige que la comunidad internacional ejerza su responsabilidad de acuerdo con los Estatutos, el derecho y el espíritu de las Naciones Unidas. En mi intervención me gustaría, basándome en el Plan quinquenal de destrucción de la producción de estupefacientes en Afganistán propuesto en la anterior sesión nº 54, añadir propuestas y argumentos nuevos respecto a los instrumentos y los mecanismos destinados a solucionar este problema clave a día de hoy: la aniquilación del centro mundial de producción de estupefacientes como una acción consolidada de la comunidad internacional bajo el escudo de las Naciones Unidas. Durante las últimas décadas, la ONU ha elaborado suficientes normativas y estándares legislativos para resolver este problema. Para empezar: Primero – un enfoque integral y equilibrado de la política antidroga. Segundo – el derecho al desarrollo, un derecho fundamental proclamado por la ONU y reglamentado en la “Declaración sobre el derecho al desarrollo” adoptada por la resolución de la Asamblea General del 4 de diciembre de 1986. Tercero – un sistema de medidas de estimulación hacia el progreso y el desarrollo social basado en la “Declaración sobre el progreso y el desarrollo social” proclamada por la resolución 2542 (XXIV) de la Asamblea General, el 11 de diciembre de 1969. Finalmente, se trata del ya clásico método del desarrollo alternativo, elemento primordial en la lucha antidroga dentro del sistema de Naciones Unidas. Sin embargo, lamentablemente, hasta ahora el desarrollo alternativo, tal y como lo demuestra el detallado informe del presidente del Comité Internacional de Control sobre los Estupefacientes, el catedrático Hamid Godse, es una especie de hijastro o hijastra de la política antidroga y, además, se ve reducido al procedimiento aislado de sustitución de cultivos agrarios. Un ejemplo clásico es la distribución de sacos de trigo por parte de soldados americanos y de la OTAN entre los campesinos afganos, a cambio de la promesa de dejar de cultivar opio. Sin embargo, en la mayoría de los casos, como bien sabemos, los campesinos afganos cogen con mucho gusto el trigo y siguen cultivando el opio, lo que les aporta enormes beneficios. Por lo tanto, el estatus del desarrollo alternativo hoy en día equivale a una trivial profanación. En este sentido, aplaudimos los esfuerzos por hacer una revisión íntegra del contenido y los estándares del desarrollo alternativo que empezaron el otoño pasado en un seminario práctico en Tailandia y que serán retomados por los representantes de alto nivel en la Conferencia Internacional para el Desarrollo Alternativo que se celebrará en Lima en noviembre de 2012. Estamos convencidos de que esa conferencia marcará el inicio de una nueva etapa. El desarrollo alternativo a gran escala es fundamental para Afganistán hoy en día. ¿Qué significa esto en la práctica? Organizar la industrialización y la electrificación de un país, Afganistán, que ha sufrido tanto, y crear una situación en la que la fuente y el motor principal de la riqueza social sean las nuevas tecnologías e infraestructuras. Estoy convencido de que la solución al problema de la producción de estupefacientes radica precisamente en la organización de una mejora económica y social a través de la creación de infraestructuras de nueva generación, tecnológicamente capaces de garantizar a la mayoría de la población de los estados el acceso a una calidad de vida moderna al nivel internacional. La respuesta al desafío de la producción de estupefacientes a escala mundial consiste precisamente en la creación de infraestructuras de nueva generación, de acceso ilimitado, para el uso y disfrute de todos. En realidad, el mundo se encuentra ahora ante la necesidad de rechazar la economía neoliberal enferma, que sólo produce desigualdad y drogadicción en la Tierra, y pasar a otro modelo de desarrollo socioeconómico que cumpla con el derecho al desarrollo y al progreso social proclamado por Naciones Unidas. El punto de vista que expreso coincide con la posición del primer ministro y actual presidente electo de Rusia Vladímir Putin. También me gustaría indicar brevemente que la situación actual que se vive en Afganistán es consecuencia absoluta de la economía global, que en una necesidad crítica de liquidez utiliza el dinero negro producido por los narcóticos para cubrir su enorme déficit. En la diapositiva vemos que la existencia de la narcoeconomía es una condición sine qua non para la existencia misma de la actual economía global. Esto significa que desarrollando Afganistán, estamos beneficiando el mundo entero. En relación con lo expuesto anteriormente, propongo, concretando el Plan ruso Arco iris-2, los siguientes mecanismos para la resolución del problema de la producción de estupefacientes en Afganistán. Primero. Crear un estado mayor operativo internacional de ayuda a Afganistán, de cara a la organización de la industrialización y aniquilación de la producción de estupefacientes. Segundo. Para desarrollar su actividad, el estado mayor necesitará un operador intergubernamental. Tal y como he propuesto, habría que crear una comisión o agencia internacional para este fin. Una especie de Comisión para el desarrollo de Afganistán. Tercero. La elaboración de proyectos para el desarrollo de Afganistán. En particular, hay que acelerar la puesta en marcha de proyectos de construcción de oleoductos y gasoductos de tránsito. La intensificación de la economía de los oleoductos y gasoductos supondrá un estímulo importantísimo para la integración de la región y la expulsión de la producción de drogas de la vida económica de Afganistán. Rusia está dispuesta a participar en el proyecto de construcción del gasoducto “Turkmenistán – Afganistán – Pakistán – India” (TAPI) y apoya el proyecto IPI (Irán – Pakistán – India), porque ayudará a reconstruir la economía de las provincias donde viven los baluchis. También me gustaría señalar que Rusia últimamente tiene buenas relaciones con los estados de la región: por ejemplo, hay grandes avances en cooperación en materia antidrogas con Pakistán e Irán, y con Pakistán, Tayikistán y Afganistán hemos creado un cuarteto de lucha contra las drogas. Cuarto. Creación de un grupo especial de expertos dedicados al análisis de la influencia mundial que tiene la producción de estupefacientes en la economía global. Quinto. La creación de un mapa interactivo para la desintegración de la producción de estupefacientes en Afganistán, en el que aparezcan las plantaciones de opio, la situación de los laboratorios de droga, y otras infraestructuras dedicadas a la producción y a la logística. Por ejemplo, tan sólo en el norte de Afganistán se concentran más de 500 laboratorios de droga que trabajan como un cluster industrial dedicado exclusivamente al mercado ruso. Todos los habitantes del planeta que posean cierta información podrán descargarla sobre el mapa. El mapa interactivo no sólo reflejará las plantaciones y los laboratorios de droga, sino también el desarrollo de la industrialización y la electrificación. Gracias por su atención.