Cantiga Armónica México, Arco & Lira y Cuartero Orishas. Auditorio

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Cantiga Armónica México, Arco & Lira y Cuartero Orishas. Auditorio
Mateo Herrera
Alex Castro
Penúltima noche de conciertos del VI Encuentro de las Artes Escénicas de
León. Tres proyectos de distinta índole, emparentados por un común
denominador: Viajar en el tiempo de la mano de la música.
En el caso del ensamble Cantiga Armónica México, se trazó un breve
recorrido por la historia musical del barroco, principalmente latinoamericano,
pero también europeo.
Lo anterior bajo el argumento de que esta corriente dejó una huella que
persiste hasta nuestros días en la música de buena parte de América,
primordialmente desde México hasta Chile.
Y así lo comprobamos en el showcase de esta agrupación que hizo bien su
tarea de hacernos viajar en el tiempo, desde la época del Virreinato, cuando
esta música llegó a nuestro continente, hasta su transformación en un
lenguaje musical autóctono.
Todo sin amplificación ni micrófonos, en una sala de acústica perfecta.
La sala, casi llena y sin aire acondicionado, para no alterar ni el más mínimo
detalle en el desempeño de los instrumentos: Verdaderas piezas llenas de
historia (cítola medieval, laúd renacentista, guitarra renacentista y barroca;
violín barroco, vielle medieval y flautas de pico, entre otros).
Misión cumplida, a pesar de contar con sólo treinta minutos para ello. El
quinteto concluye, agradece y se retira.
Los técnicos de la sala encienden, por fin el aire acondicionado. Menos de
diez minutos y todo está dispuesto para que ocupe el escenario…
Arco & Lira
Que no son precisamente un dueto, sino cinco ejecutantes –más otro en el
reproductor de video– que realizan un concierto conmemorativo de la música
mexicana, desde la Independencia hasta la Revolución.
El conjunto ejecuta temas de Macedonio Alcalá (“Dios nunca muere”) y
Melesio Morales (“Guarda esa flor”, “El último suspiro”) a un costado del
escenario, mientras en el centro se proyectan imágenes de la historia de
México en pantalla grande, como si se tratara de una película musicalizada.
Suenan “Flores de mayo”, de Tomás León; “Gavota”, de Manuel M. Ponce y
la canción de dominio popular “Jesusita en Chihuahua”, mientras sigue
proyectándose la “película” que consta de imágenes muy bien seleccionadas,
provenientes de la Fototeca del INAH y de la Filmoteca de la UNAM.
La gente sonríe, disfruta. No a todos les agrada la idea de que la música
pase a segundo término, pero no pueden negar que se trata de un buen
experimento. Finalmente, también cumplen con el objetivo de llevarnos de
viaje por otras épocas.
Se van los músicos, llegan los micrófonos y después de pocos minutos todo
está dispuesto para la actuación de…
Cuarteto Orishas
El cuarteto de guitarras se presenta. Lucen pulcros e impecables de pies a
cabeza. Parecen todos hijos bien portados y de buena familia.
Se apagan las luces y antes de que suene la primera cuerda de nylon se
enciende en el piso un círculo de luces azules y rojas de leds…
Automáticamente, la audiencia ríe. Nadie sabe si esto es kitsch o ingenuidad,
pero no cuadra. Aunque falta escuchar lo realmente importante: la música.
Y ahí sí cumplen Antonio Laguna, Diego Emerith, Jesús Guarneros y Daniel
Aguilar (primera, segunda, tercera y cuarta guitarras, respectivamente).
“Caleidoscopio Americano” se llama el espectáculo que traen, y consiste en
esbozar un mosaico de obras escritas para este formato de cuatro guitarras,
a través de géneros como el tango argentino y el huapango veracruzano, y
de compositores de todo el Continente: desde Canadá y Estados Unidos,
hasta Brasil y Cuba.
Primero “Bluezilian” y después “Fantasía”, que se divide en cuatro
movimientos: “Introducción y huapango”, “Canción”, “Andante” y “Fuga”. Los
devotos de Chamín Correa deben estar felices.
Pero hay más. En “Quiccan” las cosas se ponen interesantes, pues hay más
juego y versatilidad, incluso algo de virtuosismo que refresca los sonidos.
Un silbatazo nos dice que inicia el “Carnaval”. Ya se entiende el nombre del
espectáculo… hay hasta golpecitos en la guitarra, aunque tímidos. Suben y
luego bajan. El tiempo se agota. Suben, bajan y terminan.
Las luces de leds se apagan y se encienden las del foro. El viaje por tantos
momentos de la historia musical ha concluido.
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