El dolor y la memoria de los jóvenes

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El dolor y la memoria de los jóvenes
Ruth Lidia Guzmán*
Resumen
En el siguiente trabajo se plantea la posibilidad de comprender la obra arquitectónica,
especialmente los monumentos, como arte de nuestro tiempo. Al mismo tiempo, habla
del simbolismo en la interpretación del Paseo y Monumento a los Caídos en Malvinas,
en Comodoro Rivadavia, Argentina. Y la pintura del sufrimiento, “Los fusilamientos de
la Moncloa” (o “El 3 de mayo de 1808”) de Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828),
pintura al óleo, localizada en el Museo del Prado en Madrid.
En cuanto a los objetivos buscados en el trabajo, se intenta responder a la pregunta por
la percepción estética y la apreciación artística del paseo y monumento, acompañado
de una interpretación del sentido oculto a partir del significado simbólico y metafórico.
Palabras clave: estética – memoria – Malvinas
Introducción
El siguiente trabajo plantea la posibilidad de comprender la obra arquitectónica
como arte de nuestro tiempo. Al mismo tiempo, habla del simbolismo en la interpretación
del Paseo y Monumento a los Caídos en Malvinas, ubicada sobre la Avenida Ducós,
Comodoro Rivadavia, Argentina. Y la pintura del sufrimiento, “Los fusilamientos de la
Moncloa” (o “El 3 de mayo de 1808”) de Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828),
pintura al óleo, localizada en el Museo del Prado en Madrid.
En cuanto a los objetivos buscados en el trabajo, se intenta responder a la
pregunta por la percepción estética y la apreciación artística del paseo y monumento,
acompañado de una interpretación del sentido oculto a partir del significado simbólico y
metafórico.
Por otro lado, la hipótesis de trabajo propuesta señala una solución inmediata en
referencia a dos épocas distintas (siglo XIX –la invasión de los franceses en España-, y en el
siglo XX –la guerra de las Malvinas de 1982), en referencia a la segunda época histórica, se
habla de dos inauguraciones de la obra artística. La primera data del año 1985, y, la
segunda corresponde al año 2007 (siglo XXI). Si bien, la obra de Goya y los monumentos
recordatorios de Malvinas son obras diferentes y distantes, históricamente, éstas tienen
una temática en común, el dolor y la memoria en el sujeto que acarrea de por vida los
efectos de la guerra.
Reseña sobre el Monumento a Malvinas
“El 14 de diciembre de 1985, en una sencilla pero emotiva ceremonia, en horas
del mediodía la Municipalidad de Comodoro Rivadavia dejó inaugurado el
monumento a la Fuerza Aérea Argentina, integrante de un grupo escultórico
que compondrá la plaza Islas Malvinas, en el predio que se encuentra ubicado
sobre la avenida Hipólito Yrigoyen, entre las calles Martín Miguel de Güemes y
9 de Julio. En la misma se hallaban presentes el gobernador provincial, doctor
Atilio Oscar Viglione y otras altas autoridades provinciales y locales Durante el
transcurso de la misma, el intendente Morejón pronunció una encendida
alocución, en la cual convocó a todos los hombres y mujeres de esta ciudad,
para dejar esa pasividad y luchar por lo nos corresponde” (El Patagónico,
14/12/1985).
En la actualidad (2009), se reemplaza la vieja escultura del año 1985 por un
monumento que responde a rescatar la memoria de todos los ex – combatientes, y de
todas las Fuerzas. En este caso, se busca exhibir una obra de arte que no denote la guerra
explícitamente, sino que, ésta tiene como característica despojar de todo resabio del
conflicto bélico. Es decir, no se la representa como si fuese algo digno de recordar, en el
que se rescata la bravura del aviador, con la frente en alto y una actitud de orgullo, sino
que, la representación connota un objeto de arte que hace un llamado a la pacificación y
el consuelo; lo cual se logra no incorporando elementos de la batalla como las armas o el
avión puesto que, la guerra de Malvinas es un hecho humillante para la memoria colectiva
de la gran mayoría de los ciudadanos argentinos. Así lo expresa el Director de Cultura
Mario Morón al matutino local Diario Crónica:
“El resultado del concurso público fue muy interesante, se eligió una obra
simbólica, reconocible, que presenta cortes tipo flecha direccionales y en una de
las caras estarán grabados los nombres de los 655 jóvenes caídos en Malvinas,
una de las cosas más importantes es que se buscaron símbolos que
reemplazaran el uso de las armas” (Diario Crónica, 15/12/2006)
Fotografía N°1 – Paseo y Monumento a los caídos en Malvinas . Comodoro Rivadavia.
Descripción de la obra: Es una estructura totalmente construida en hormigón armado y
revestida con piezas únicas de mármol.
Autor del Proyecto: El prototipo elegido pertenece a Nicolás Picón Fernández, un joven
arquitecto oriundo de Comodoro Rivadavia.
Colaboradores: Arq. Marco Praga, Arq. Sebastián Marsiglia, Arq. Patricio Garaguso.
Asesor Estructural: Estudio Ing. Nicastro.
Asesor en Iluminación: Arq. Jorge Braverman.
Aspectos técnicos: El Monumento ocupa alrededor de 30 m de largo por casi 3 de alto.
Contratista: Ruca Ingeniería S.R.L. es la empresa constructora de la obra.
Ubicación: Av. Ducós en la ciudad de Comodoro Rivadavia. Chubut, Argentina.
En el 2007 se inaugura el Paseo y Monumento a los caídos en Malvinas. El artículo
del diario local Crónica señala:
“El monumento es una bella construcción, de líneas simples, cuyo contenido y
simbolismo, le dan jerarquía y ha sido concebido como parte central del Paseo
a los Caídos en Malvinas. (…) Fue elegido entre proyectos presentados tras la
convocatoria realizada por la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de
Comodoro Rivadavia. Continuando con la descripción de la obra inaugurada:
“Los bancos y la iluminación que forman parte, invitan a la reflexión y a la
memoria. (…) Un elemento sobresaliente está integrado al paseo y es una
continuación horizontal, vertical y de nuevo horizontal simboliza la unidad de
sentimiento, en la unidad de la Nación y la unidad de las Fuerzas. (…).” (Diario
Crónica, 01/04/2007). Por lo tanto, podría decirse que el objeto artístico es
propio de nuestra época contemporánea, ya sea desde el punto de vista del
significado histórico que el sujeto le otorgue al objeto, o bien, el arte del
presente dispone de materiales concretos o recursos filosóficos para apropiarse
o hacer uso como mejor le convenga al creador. Vicente Jarque (2005) apunta:
“Todo, en principio, puede hacerse de tal modo que sea arte (…) de un resuelto
pluralismo en cuyo marco, al menos en principio, anything goes”.
Interpretación crítica del Paseo y Monumento a los Caídos en Malvinas (Picón) y
Los fusilamientos de la Moncloa (Goya y Lucientes)
El Monumento a los Caídos en Malvinas produce no sólo impresiones impactantes
en relación al tamaño de sus dimensiones y las formas extrañas del mismo, sino que,
despierta en el sujeto que la contempla, el sentimiento de lo sublime. Esto significa que su
admiración es sublime, dado que la ubicación del Paseo de Malvinas, pone a disposición
de quién la mire, dos factores: el primero, el elemento natural como el mar que
contribuye a acentuar el sentimiento mediante el efecto visual de inacabamiento. El
segundo factor es la soledad, este elemento se debe a la propia localización del objeto
artístico, que se encuentra alejado del paisaje urbano de la ciudad. Sin embargo, esta
ubicación permite al simple admirador, la posibilidad de reflexionar sobre el pasado. De
este modo, se conjugan el elemento material o artificial (el Paseo y Monumento a los
Caídos en Malvinas) que se confunde con el paisaje natural (el mar). Por lo tanto, la visión
de estos factores fusionados, enfatizan el valor sublime de la estructura arquitectónica,
inmersa en el mar de las aguas profundas de la soledad. Parafraseando a Kant, este
sentimiento, conmueve, en el sentido de que él es acompañado de la melancolía. Además,
el monumento responde a dos características esenciales que lo convierten en sublime,
estas son, su tamaño grande y su sencillez.
La belleza de la creación arquitectónica radica en las formas simples y armónicas.
La austeridad de sus formas, llama la atención del transeúnte, puesto que el monumento
no representa fielmente la figura de un ex –combatiente de Malvinas. O dicho de otro
modo, el vínculo del objeto de arte representado no es una representación mimética de la
realidad, es decir, no es una imitación de la figura del soldado, tal como la percibimos en
la realidad, sin distorsiones de la figura humana, sino lo contrario. Picón, creador de la
obra, apela a la memoria. Es decir, se trata de salvaguardar las distancias del tiempo y el
espacio. En consecuencia, la distancia que separa no sólo a la Argentina respecto a las
Malvinas, sino, también, la del sujeto en estrecha vinculación con el paso del tiempo,
marcado por la bella huella del Monumento que rescata la memoria de los protagonistas
del conflicto bélico de 1982. Así, la obra tiene como función guardar el respeto de la
memoria y el dolor de los 655 jóvenes que ya no están. Asimismo, éste permite la
posibilidad de que los casi niños de ayer (hoy veteranos de guerra) posean un espacio para
memorar y puedan reflexionar con madurez la experiencia trágica de su juventud.
Según el Arq. Picón, autor del proyecto, “se trata de un sitio entendido como un
espacio de uso de contemplación, que invita a la reflexión y a la memoria. De esta manera
el sentido del homenaje es sugestionado a través de la materialización del sentimiento”,
(Diario Crónica, 15/12/2006).
Además, en el Monumento a los Caídos, se ocultan las duras, sangrientas y
cruentas imágenes de la guerra. De modo tal, que lo sublime terroríficamente (Kant, 2004)
se oculta a la mirada pública.
El coraje sobrehumano de los mártires sólo puede comprenderse con la belleza de
sus acciones durante el conflicto, y no de otra forma. Puesto que, ellos son los dueños de
la belleza amarga, en este caso, el sentimiento sublime (Kant, 2004). Al fin de cuentas, sus
cuerpos fueron utilizados para rescatar la decadencia del Estado de terrorismo que
reinaba a principios de los ochenta en el país.
En abril de 2007, en relación a la conmemoración de los 25 años de la guerra de
Malvinas, en el diario Clarín se indicaba:
“(…) ciertos giros históricos en el Tercer Mundo ya no eran bienvenidos no
tolerados en los centros de poder. Es curioso, porque en este momento en que
el mundo parecía ordenarse de acuerdo con el imaginario de los militares que
usurparon el poder en la Argentina en marzo de 1976, éstos empezaron a
cavarse de modo entusiasta la propia fosa. La tumba tendría un nombre,
Malvinas, y un epitafio: derrota y humillación. Sobre todo, el llamado entonces
giro a la derecha de la sociedad estadounidense a fines de los años 70 que dio
con Reagan en la Casa Blanca en el inicio de los 80, los había llenado de
entusiasmo y, según se sabe ahora, de una omnipotencia boba” (Cardoso,
2007).
Las consecuencias de una guerra absurda son: caída del régimen dictatorial, el
derramamiento de la sangre de miles de inocentes, y la vuelta de la democracia.
El valor estético en el Monumento a los Caídos es sumamente bello, en el sentido
de que su representación cumple con la armonía de sus formas, sus líneas son rústicas
pero bien acabadas, que agrada la mirada del visitante al Paseo de Malvinas.
Precisamente, en lo simple, ahí es donde radica la belleza desnuda de la obra; despojada
de adornamiento y pompa o figuras extravagantes como el Monumento a la Fuerza Aérea
Argentina de 1985 (que podría pecar de excesivo orgullo nacionalista). En fin la
apreciación estética y artística del Monumento expresa la verdad de la historia, que es
sepultar las ideas erróneas de la guerra del ´82. La belleza desnuda que se oculta en una
representación simbólica de la memoria y el dolor infinitos, conlleva una doble
interpretación del sentido oculto del Monumento a los Caídos. En el diario local, Crónica
se dice:
“Más allá del desgarro territorial y la subdivisión en dos partes en términos
físicos, se vincula el sentimiento de dolor que implica el objeto de su existencia.
Una analogía de las dualidades emocionales, espaciales y temporales que no
dejan de lado el sentido enaltecedor que pretende evocar la memoria” (Diario
Crónica, 01/04/2007).
Ahora bien, la doble interpretación del sentido oculto se manifiesta de la siguiente
forma: la primera interpretación, se expresa mediante la metáfora materializada en la
estructura, que presenta largas extensiones horizontales tendidas hacia el mar.
Posiblemente, éstas desean alcanzar las Islas Malvinas. El medio local, agrega:
“Las líneas generales del proyecto direccionan la visión al horizonte, al mar y a
Malvinas. El tratamiento del suelo evoca la cuestión geográfica y la forma nace
de la tierra, repite sus gestos como una nueva topografía, como un lazo o
puente que se alza y proyecta reafirmando la continuidad territorial con
Malvinas”(Diario Crónica, 01/04/2007)
Pero las extensiones horizontales, permanecen, allí, como dos puentes colgantes
de doble vías que ha sufrido una ruptura (una vía que los transporta en el viaje de ida
hasta la guerra, y, la otra vía, que jamás les permitirá regresar a sus vidas como
ciudadanos con derechos plenos).
La segunda interpretación, se asocia con el simbolismo del Monumento, esto
significa que esta manifestación cultural-histórica representa la verdad bella (si se quiere).
Es decir, se recurre a sensaciones agradables del posible público receptor para
obtener la aceptación; sin necesidad de recurrir a imágenes explícitas del dolor en la
guerra. El diario local Crónica agregaba: “están grabados los nombres de los Caídos y como
elemento corpóreo la silueta de Malvinas. Estos están inscriptos, contenidos y cobijados en
la unidad, como partícipes constantes del espacio y en consecuencia de nuestra
cotidianeidad” (Diario Crónica, 01/04/2007). En el objeto artístico, sí se expresa para quién
lo aprecie, una construcción, hermosamente planteada, en el sentido de que es digna, es
adecuada para la memoria de los caídos. Lo cual, se observa en el centro de la estructura,
en la que se haya grabada los nombres de los fallecidos. De esta manera, la parte del
centro representa el corazón de dos tierras (la propia, Argentina, y las Malvinas) que
cobijan en su seno, tal como lo haría una madre que abraza a su hijo para darle calor y
afecto. Esto significa que la memoria de los jóvenes descansa eternamente, tanto en el
seno de la patria que los vio nacer (el Monumento a los Caídos, situado en Comodoro
Rivadavia) como la otra tierra (Malvinas), testigo mudo del sufrimiento de los
adolescentes que afrontaron, valientemente, su destino desconociéndolo. El Monumento
a los Caídos en Malvinas es la expresión de la catarsis, producto del padecimiento de la
guerra finalizada. De acuerdo con la unanimidad de los especialistas modernos:
“la kátharsis o purificación a la que apunta la representación trágica tiene un
sentido curativo, más que ético (…) se trata de una consecuencia momentánea
o si imprime en el éthos del espectador una orientación o una condición
psicológica o moral más o menos duradera, que subsiste, por así decirlo,
cuando se ha abandonado el teatro” (Sinnot, en Aristóteles, 2004).
La cita precedente sirve para explicar un momento de la vida de los argentinos que
viven entre el fervor patriótico y la pena. Tal es así, que en el momento en que se declara
la guerra a Gran Bretaña por la soberanía de las Malvinas, la mayoría de los argentinos se
sienten ciudadanos partícipes como si estuviesen viviendo bajo un gobierno democrático,
expulsan todas sus tensiones (hacen catarsis). Pero no son más que una masa servil y
oprimida por el Aparato represor de Estado de aquel entonces. En relación a lo dicho,
(Althusser, 1988,21) explica el término de esta forma:
“la definición del Estado como Estado de clase, existente en el aparato
represivo de Estado, aclara de manera fulgurante todos los hechos observables
en los diversos órdenes de la represión (…) desde las masacres hasta las simples
intervenciones de una censura que prohíbe la Religiosa de Diderot o una obra
de Gatti sobre Franco”1
Es decir, ya sea que se trate de una forma directa o indirecta de dominación
cotidiana de las masas. En el comienzo de los ochenta, el aparato represor de Estado, es el
elemento esencial de la preservación de Estado de poder. Althusser (1988, 22) añade:
“el aparato de Estado puede seguir en pie como lo prueban (…) los golpes de
estado (2 de diciembre de 1851, mayo de de 1958), las conmociones de estado
(caída del imperio en 1870, caída de la III República en 1940), (…), sin que el
aparato de Estado fuera afectado o modificado; puede seguir en pie bajo
acontecimientos políticos que afecten a la posesión del poder de Estado.”
Y esto se traduce en el control de posibles actos de repudio o protestas de la
gente, ante la dictadura. Aunque, se deduce que la opresión de las masas, es el signo de la
1
El Estado (pág. 18-19), De la teoría descriptiva a la teoría a secas (pág. 21) y Lo esencial de la teoría
marxista del Estado (pág. 22) en Althusser.
caída de la Junta Militar, -que ostenta el aparato de represión de Estado, y no el poder de
Estado a principios de los años 80-. La caída es la manifestación del grito ciego para
preservarse en el poder. Por lo tanto, los militares hacen uso de la ingenuidad popular, la
excusa es la guerra; el recurso moral, desesperado, para conservar el poder político. Al
mismo tiempo, con este hecho se pretende calmar un ambiente que empieza a
convulsionar en la última etapa de la dictadura. Por lo tanto, es el inicio del fin de la época
oscura, sin que ello signifique el derrumbe del Estado, sino que se trata del ascenso de un
nuevo orden a la estructura de la sociedad; el ascenso de la democracia que se producirá
en el año 1983. A pesar de la algarabía, los argentinos son espectadores, a los que se les
ofrece una salida de purificación falsa, ya que se trata de una mentira anunciada por un
dictador delirante (Galtieri) a un público reunido, espontáneamente, en Plaza de Mayo.
Entonces, el escenario trágico que se presenta ante la mirada ciudadana es irreal.
Rápidamente, la ilusión desaparece. En lugar de ella, aparece la verdadera kátharsis o
purificación del sentimiento de decepción y humillación, que sufre la gente. Durante todo
el tiempo, ocurre la tragedia (muertes, engaños), sin que ellos noten, su papel de
espectadores en la tragedia, ocurrida ante su mirada dormida. De esta manera, el hecho
histórico enseña el derrumbe de la época oscura de la Junta Militar, transformada en un
Aparato represivo caduco, cuya perdición individual, trae aparejada, la realidad de una
crónica anunciada. Esta es, la humillación de un pueblo.
En cuanto a la estética de la guerra, tanto la obra de Goya y Lucientes (Los
fusilamientos de la Moncloa) como el Monumento a los Caídos, responden al efecto de las
imágenes, en un posible receptor de las creaciones artísticas mencionadas. El
Monumento, es la metáfora de las Islas Malvinas. Es decir, esta nueva forma de
representación del objeto artístico es terrenal, y, a la vez, una visión idílica. El autor
recurre a la memoria de los habitantes que han vivido en aquel tiempo. Como así,
también, pretende dejar la huella histórica del recuerdo, en las jóvenes generaciones. Para
ello, se utiliza una estructura que presenta formas pacíficas, en detrimento de la
representación plena de la acción bélica. En cambio, Goya se expresa mediante una obra
perteneciente al periodo de conflictos internos del pintor, en el que se refleja, dicho
debate en su arte, tornándose su pintura cada vez más triste y negra. Como se lee en su
biografía:
“observa con expectación cómo se desarrollan los hechos políticos. El estallido
de la Guerra de la Independencia en mayo de 1808 supone un grave conflicto
interior para el pintor, y aunque su ideología liberal le acerca a los
afrancesados y a José I, mientras que su patriotismo le atrae hacia los que
están luchando contra los franceses. (…)Al finalizar la contienda pinta sus
famosos cuadros sobre el dos y el tres de Mayo de 1808, en los que narra de
manera directa el origen del reciente enfrentamiento con la Francia
napoleónica, convirtiendo al espectador en un protagonista más de tan atroces
episodios”. (ArteHistoria, n/d)
No obstante, el Monumento a los Caídos tiene como intención estética, enseñar el
significado oculto. Es decir, manifestar, indirectamente, que se trata de una obra de arte
bella, que reproduce la lucha armada acabada, y, recordada en el presente. Ésta
representa la memoria, -como ya se ha señalado-, de aquellos que nunca pudieron ser
portadores conscientes de sus voces (no tuvieron la libertad o el poder de decisión, sobre,
luchar por su país o no). Ahora, el monumento es la voz representativa de una generación
perdida, a causa del llamado de la tiranía gobernante, embargada de ambición y de locura.
En Malvinas, los jóvenes aprendieron la triste lección del dolor y la violencia en
todas sus formas. Allí, los muchachos padecen las heladas temperaturas, están
hambrientos, abandonados por sus oficiales, incluso, son sometidos a castigos crueles, en
caso de desobediencia. Por ejemplo, un soldado argentino es estaqueado por oficiales
porque hurta comida o caza unas palomas para subsistir en un entorno hostil. De modo
similar, en la literatura Argentina, el Martín Fierro, de José Hernández (una de las obras
más representativas del siglo XIX, en la que se denuncian las injusticias, y se deja oír la voz
del oprimido), expone un episodio ilustrativo, equiparable a la experiencia del dolor de los
soldados en Malvinas. En el poema épico popular, el gaucho relata sus penurias, entre
ellas, el servicio militar en la frontera, donde trabajan sin recibir paga ni alimento. Por lo
tanto, estas experiencias lo conducen al sufrimiento en su propia carne:
“Por de contao, con el tiro
se alborotó el avispero;
los oficiales salieron
y se empezó la junción;
quedó en su puesto el nación,
y yo fi al estaquiadero.
Entre cuatro bayonetas
me tendieron en el suelo;
vino el mayor medio en pedo
y allí se puso a gritar:
¡pícaro, te he de enseñar
andar reclamando sueldos!”
(Hernandez, 2008)
De acuerdo con Jorge Luis Borges: “Martín Fierro es la obra capital de la literatura
Argentina. Su valor humano y estético es innegable.” (Borges, en Hernández, 2008)
Entonces el valor estético y humano de obras como el Martín Fierro o la pintura de Goya y
Lucientes o el Monumento a los Caídos, son poseedores de dichos valores, que no se
pueden cuantificar ni dar un juicio de la razón pura. Puesto que, la belleza de estas
manifestaciones de la cultura, sólo se pueden aprehender, recurriendo a los sentimientos
del contemplador, su subjetividad. En relación a esto, Kant señala: “El juicio del gusto no
es, pues, un juicio de conocimiento; no es por tanto lógico sino estético, es decir, que el
principio que lo determina es puramente subjetivo.” (Kant, 1999).
Por otra parte, el análisis del Monumento permite a los críticos principiantes,
formular nuevas interpretaciones que les permiten comprender, participar y acceder al
mundo del arte, por ende, esto es una suerte de democratización de la percepción
estética. Dicho de otro modo, se trata de la posibilidad de que un amplio público, sea esta
especialista o gente común, aprecien a su modo tales obras de arte sin la necesidad de
emitir una crítica de arte, es decir, sus impresiones u opiniones. Al respecto, Gerard Vilar
(2005) indica: “en los últimos tiempos hemos asistido a un progresivo proceso de
democratización del mundo del arte, con más y más ciudadanos alrededor del mundo del
arte participando en la producción, distribución y recepción del arte moderno y
contemporáneo”. En la pintura, Goya expresa explícitamente las acciones de los soldados
franceses disparando a sangre fría a los prisioneros. Aquí se intenta imitar los hechos de la
vida tal como ocurren. Él no esconde la violencia ni pretende jugar con el sujeto, sino que,
lo integra de lleno al cuadro con el objeto de que la historia de su tierra, en este caso los
fusilamientos, sea revivida, repetidamente, por parte del observador contemporáneo. El
valor del lienzo, se halla en que la estética de las imágenes de la guerra, expresan
significados que hablan por sí mismos, tal como Foucault (1970) explica: “El lenguaje
desborda, de alguna manera, su forma propiamente verbal, y que hay muchas otras cosas
en el mundo que hablan y que no son lenguaje. (…) los rostros (…) hablan hay lenguajes
que se articulan de una manera no verbal”. Es decir, éstas trasmiten el silencio de la
batalla acabada, que se enseña en los gestos corporales de las personas representadas. En
el óleo se observa la posición dominante del pelotón de fusilamiento, sus caras no se ven,
no tienen identidad, sino que son marionetas uniformadas, ellos son autómatas que
adquieren el mismo movimiento mecánico cuando aprietan el gatillo de sus armas, una, y,
otra vez, para matar. Con esta acción, los cuerpos se amontonan en el suelo para brindar
una imagen sombría y dantesca del infierno, reforzada por el color rojo de la barbarie –en
la que se remite a la sangre de las víctimas-. Entre las figuras patéticas, se destaca la
aflicción de un hombre vestido con ropas claras -camisa blanca y pantalones amarillos-, en
contraste con los condenados y los soldados franceses, quienes llevan puesto, atuendos
en tonos oscuros, grises, marrones para simbolizar la muerte. Goya es el artista que ha
tomado como recurso principal las tonalidades oscuras para la pintura. En cuanto a las
tonalidades utilizadas en Los fusilamientos de Moncloa, hay juego del claro/oscuro, el
claro responde al vestido del hombre posicionado en el centro con los brazos en alto, él
ilumina el campo de batalla para connotar la matanza de los inocentes. Y, por otra parte,
la parte enemiga, la atmósfera lúgubre del campo rodeada de oscuridad, es interpretada
como el avance de las fuerzas napoleónicas sobre el territorio español. Por lo tanto, su
técnica en el periodo de creaciones negras y de sufrimiento, se vuelve suelto y empastado,
muestra su subjetividad, sus miedos, su locura.
Retomando, la interpretación del cuadro, posiblemente, el personaje central
focalizado con colores claros, levanta los brazos en señal de rendición. Aunque, es más
probable que este gesto se compare con un Cristo crucificado, rodeado de sus discípulos,
también, a punto de morir a su lado. La expresión del rostro del protagonista comunica el
silencio de la batalla, es decir, aquello que el receptor no alcanza a oír ni mirar. Como el
momento en que la bala atraviesa los cuerpos o la sangre, emanando a borbotones de los
cuerpos. Sino que se observa la acción final de la guerra. La pintura, imita el sufrimiento
silencioso del hombre retratado en el centro de la pintura, que pide con su mirada,
misericordia a sus verdugos. Mientras, el resto permanecen angustiados, atemorizados e
impotentes ante el enemigo, sólo les queda esperar su fin. De este modo, lo sublime
terrible atrapa al espectador de esta pintura lúgubre, puesto que posee una atmósfera
perfecta de encierro y perdición en una fosa negra a cielo abierto, llamada montaña del
Príncipe Pío que los deja sin escapatoria.
Por su parte, Picón en su obra el Monumento a los Caídos, representa el sentido
pacificador e ilumina, en el tiempo presente, a los combatientes de Malvinas que han
quedado bajo el fuego de la guerra. A pesar de la expresión del sufrimiento, en el cuadro,
éste agrada porque depende del observador, percibir la obra como algo placentero, sin
necesidad de encontrar conocimiento en ella, sino, simplemente, obtener sensaciones de
placer en el sujeto. Por lo tanto, Kant (2004, 19) formula:
“el juicio por el cual yo declaro un objeto agradable, expresa un interés
referente a este objeto, y puesto que por la sensación, este juicio excita en mí el
deseo de semejantes objetos, y que en esto, por consiguiente, la satisfacción no
supone un simple juicio sobre el objeto, una relación entre su existencia y mi
estado, en tanto que soy afectado por este objeto. Por esto no se dice
simplemente de lo agradable que agrada, sino que nos proporciona placer. No
obtiene, de nuestra parte un simple asentimiento, sino que produce en
nosotros una inclinación, y para decidir de lo que es más agradable, no hay
necesidad de ningún juicio sobre la naturaleza del objeto; también los que no
tienden más que al goce (es la palabra por la cual se expresa lo que hay de
íntimo en el placer), se dispensan voluntariamente de todo juicio”.
Esta cita extensa, es necesaria para explicar las razones del juicio de la simple
sensación del placer que experimenta el sujeto observador afectado por el objeto
artístico. Esto podría interpretarse, tanto en el agrado (producto de los sentidos) como en
el sentimiento sublime terrorífico ante el tiempo incierto. Es decir, una realidad
inmortalizada y eterna que denuncia Goya (la inacabable pugna del hombre). Si bien, Los
Fusilamientos de la Moncloa es un ejemplo aplicable al Monumento a los Caídos. Es
posible, que el sujeto del presente, lo contemple con asombro e inmovilidad, desde el
sentimiento suave de terror, en referencia al tiempo pasado, la lucha armada en Malvinas,
en la que se reitera como en un espejo, el eterno sufrimiento del hombre. Pero, sobre
todo, se repite indefinidamente la violencia y el carácter sangriento, que conllevan el
sufrimiento, el dolor y la angustia de las víctimas de las guerras.
Conclusión
El Monumento a los Caídos en Malvinas es la síntesis de la unión del pueblo
argentino con los mártires del conflicto bélico, ocurrido en el año de 1982. Atrás quedaron
las políticas esquizofrénicas de un régimen dictatorial delirante, que hizo y deshizo a su
parecer las vidas de miles de inocentes. Por todo ello, el monumento representa, el
llamado a curar las heridas de la guerra, y la conciliación con el pasado. Sin embargo, el
cierre de este capítulo sangriento de la historia Argentina, no significa el olvido del dolor
de los jóvenes, por parte de la sociedad, sino que sus experiencias perdurarán en la
memoria de toda una comunidad. Memoria materializada en una bella estructura en
honor a todos a los veteranos de guerra. De este modo, la obra funciona como una suerte
de museo de la memoria a cielo abierto, y, propiedad pública, en tanto patrimonio
cultural-histórico y turístico.
Por otra parte, se concluye que la pintura de Goya y el monumento tienen estilos
diferentes pero con un motivo o leitmotiv reiterativo que es denunciar la verdad de los
hechos. En el primer caso, se trata de la persistente necesidad de plasmar imágenes
incómodas –por caso los fusilamientos- como si se tratara de un efecto de catarsis para el
artista. Y, al mismo tiempo, él mismo proyecta en ella, su compromiso con su patria.
Probablemente, en el segundo caso, el deseo del creador patagónico, es manifestar su
pensamiento con esta obra arquitectónica que representa la fraternidad de los pueblos,
Argentina- Malvinas. Por lo tanto, el objetivo de ésta es: preservar la conciencia histórica
del sujeto o del ciudadano comodorense, ante el transcurso del tiempo, mediante el arte
de hoy.
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* Ruth Lidia Guzmán: alumna de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales.
Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco
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