Documentos para la reflexión y el examen de conciencia

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Asociación de Salesianos Cooperadores Centro de Triana
Retiro Penitencial de Cuaresma
Horario
Para este retiro se presenta una nueva experiencia: será toda una jornada de retiro y oración inserta en
nuestro quehacer diario. Durante la mañana tendremos la parte comunitaria del mismo, pero deberá ser
completado a lo largo del día allá donde nos encontremos. Aquí puedes comprobar el horario del retiro
(las horas de la tarde son únicamente una sugerencia):
10.30
Acogida
10.45
Oración Inicial (laudes)
11.00
Presentación breve
11.15
Reflexión personal: Examen de Conciencia
12.15
Comunicación por parejas
12.45
Oración Comunitaria Penitencial
13.15
Oración final (hora intermedia)
19.30
Oración de la tarde (vísperas)
20.00
Celebración Eucarística
Antes de ir a la cama
Oración de la noche (completas)
El reloj cuaresmal
Por Javier Leoz
LA HORA DE LA CONVERSIÓN. Es una llamada a redescubrir nuestro origen. A poner en hora nuestra vida
cristiana. No es tanto un esfuerzo personal cuanto, de nuevo, ir al encuentro de Aquel que nos ama.
LA HORA DE LA VERDAD. No caminamos hacia la nada. El tiempo de cuaresma nos pone en órbita hacia la
Pascua. Nuestro final definitivo no es la gran mentira en la que viven sumidos muchos hombres. Nosotros,
porque Cristo nos lo aseguró con su propia existencia, sabemos que hay una gran Verdad: la vida de Jesús
y sus promesas.
LA HORA DE LA CARIDAD. Sin obras, nuestra fe, queda coja. Pero, nuestras obras sin referencia a Dios,
pronto se agotan. Pueden derivar incluso en el puro humanismo. La hora de la caridad cuaresmal nos
centra en Aquel donde nace el paradigma del amor: Cristo.
LA HORA DEL SILENCIO. El silencio es un bien escaso. No se encuentra en cualquier lugar ni se compra en
cualquier establecimiento. Una campana, una iglesia abierta….pueden ser una llamada a poner en orden
lo que tal vez llevamos atrasado: la visita con el Señor. La oración.
LA HORA DE LA PALABRA. ¿Cómo podemos encontrar el camino si no dejamos que el Señor nos lo
indique? El reloj cuaresmal nos hace llegar con prontitud a la escucha de la Palabra. Es un tiempo de
audición de lo santo, de captar aquello que es esencial para nuestra fe.
LA HORA DEL AYUNO. Acostumbrados a mirar al reloj para la hora de la comida, la cuaresma, lo paraliza.
Nos hace comprender que, la ansiedad, no es buena consejera para tener hambre de Cristo. Es un buen
momento para ayunar de excesos, malos modos, blasfemias, odios, ingratitud, preocupaciones, críticas…
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LA HORA DE LA PENITENCIA. Nos gusta el llano y antes que una simple carretera preferimos la autopista.
La cuaresma nos recuerda que el sacrificio nos mantiene vigorosos, lo mismo que el entrenamiento hace
grande y fuerte a un futbolista. Rectificar es de sabios y moderar ciertos comportamientos nuestros nos
pueden encaminar a identificarnos más con Cristo.
LA HORA DE LA CONFESIÓN. Hasta la mejor prenda necesita, de vez en cuando, ser llevada a una buena
lavandería. Nuestras almas, en las que se encuentra impreso el sello de Hijos de Dios, tienen derecho a
ser puestas a punto. La hora de la confesión nos facilita un nuevo rostro: la alegría de sentirnos
reconciliados con Dios y con nosotros mismos.
LA HORA DEL HERMANO. El encuentro con Jesús empuja al abrazo con el hermano. No podemos observar
el reloj cristiano y, a continuación, olvidarnos de las horas amargas en las que viven los que nos rodean.
Poner a punto nuestra vida cristiana nos exige ayudar a aquellas personas que quedaron rezagadas en la
felicidad, en el bienestar o en el amor.
LA HORA DEL CORAZÓN. Las prisas y los agobios, el estrés o el ritmo de vida que llevamos…presionan en
exceso la serenidad de nuestro corazón. El reloj cuaresmal procura que, el corazón, vaya despacio,
medite, reflexione, ame y se oxigene a la sombra del Corazón de Cristo.
LA HORA DE LA MISA. Frecuentemente señalamos el reloj y preguntamos ¿y si tomamos un café? El reloj
cuaresmal nos interpela ¿y por qué no una eucaristía diaria? Nunca, en tan poco tiempo, se nos ofrece
tanto: acogida, perdón, calor, palabra, fuerza, silencio, amor, paz interior y poder saborear lo que sólo
Jesús nos puede dar: su Cuerpo y su Sangre.
http://www.betania.es/1-reportaje.htm
Austeridad y penitencia
Unas espinacas bien servidas te pueden cambiar el día. La austeridad y la penitencia, bien vividas y
entendidas, te pueden cambiar la vida.
Por Santiago Giraldo, L.C.
De pequeño, nunca me gustaron las espinacas. No se me borra el recuerdo angustiante de ver llegar a mi
padre con aquellas hierbas verdes y marchitas y exclamar con júbilo: ¡para que seas fuerte como Popeye!
Años después me sirvieron una especie de ensalada de espinaca que llevaba pistachos, pasas, aceite, algo
de sal y manzana picada. ¡Qué delicia de espinacas! Esto me hizo reflexionar en que las cosas pueden
cambiar de apariencia dependiendo de cómo se presenten.
Hemos entrado en el período litúrgico de la Cuaresma con la imposición de las cenizas. Para los cristianos
este tiempo tiene muchos significados, significados no muy agradables desde el punto de vista humano,
pero sí muy provechosos para el alma que quiere acercarse más a Cristo. Podemos reflexionar en dos
temas que no resultan muy simpáticos a nuestra naturaleza, pero que presentados de una manera
diferente pueden ser tomados con gusto y agrado.
El primero es la austeridad. Austeridad es vivir con sencillez y sobriedad la vida diaria. No se trata de una
austeridad vivida en la tristeza, sino una austeridad vivida por amor. Cuando se vive por amor se es feliz,
porque la austeridad nos lleva a desprendernos de nosotros mismos para entregarnos a los demás.
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La austeridad fue una constante en la vida de Cristo. En (Lc 8,20) se nos narra cómo un hombre exclama
con grande efusión: “Maestro, te seguiré a donde fueres”. La respuesta de Cristo es tajante: “Las zorras
tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”.
Cristo no contó con medios sofisticados para proclamar su mensaje, sin embargo sus palabras han llegado
a millones de corazones a través de los siglos.
Los hombres de hoy también podemos asemejarnos a Cristo a través de la austeridad. No se trata de no
tener almohadas en donde reclinar la cabeza. Se trata de vivir con normalidad pero con austeridad el día a
día. Algunos medios concretos podrían ser: preferir sentarme en una silla dura en vez de un sillón
amueblado y cómodo; viajar en transporte público en vez de usar mi propio coche; vestir de una manera
sencilla y digna en vez de con ropa cara y vistosa; no querer aparentar el último bolso, celular, Ipod, o
cualquier objeto lujoso. Pero lo más importante es hacer todo esto con convicción y por amor a Aquél que
nos lo enseñó.
El segundo tema es la penitencia. La penitencia se puede interpretar de muchas maneras y ninguna se
excluye en la Cuaresma. La penitencia como sacramento es la acción por la cual confesamos nuestros
pecados al sacerdote. También nos referimos a la penitencia como la tarea o el propósito de reparar
nuestras faltas, y puede ser espiritual o física.
Podríamos caer en el engaño de pensar en la penitencia como algo imposible. A lo mejor nos puede venir
la imagen de personas santas que se someten a duras pruebas de la carne para tensar el espíritu:
flagelación, cilicio, ayuno absoluto. Como cristianos no debemos olvidar los méritos de quienes practican
este tipo de penitencia. Quizá nosotros no lleguemos a este grado, pero sí hay otras maneras que en
pleno siglo XXI pueden ser más costosas que las pruebas a la carne.
La penitencia más común es la del ayuno y abstinencia. Abstinencia de comer carne los viernes de
Cuaresma. Pero ¿no es muy poco en comparación con todo lo que Cristo hizo por nosotros? ¿Acaso se
llama a la novia o se ve la tele una vez a la semana? Entonces, ¡qué buena penitencia sería imponernos la
restricción de aquellos medios que solemos utilizar! ¿Nos animaríamos a no navegar por Internet, a no
usar el celular, a no utilizar la computadora por un solo día? ¡Qué difícil! Pues esto le agradaría más a
Cristo que cualquier otra penitencia rebuscada. Pero hay que recordar que si no se hace por amor, si no
se hace con un sentido de reparación, ¡mejor ni intentarlo!
En la homilía que el Papa Benedicto XVI pronunció el miércoles de ceniza de 2009, remarcaba la
importancia de vivir la Cuaresma practicando estas dos virtudes. Decía el Papa: “La Cuaresma, que se
caracteriza por una escucha más frecuente de esta Palabra, por una oración más intensa, por un estilo de
vida austero y penitencial, ha de ser estímulo a la conversión y al amor sincero a los hermanos,
especialmente a los más pobres y necesitados”.
Vale la pena recordar que unas espinacas bien servidas y preparadas pueden cambiar el día. La austeridad
y penitencia, bien vividas y entendidas, pueden cambiar la vida. No dudemos, por tanto, en ofrecerle a
Cristo en esta Cuaresma pequeños actos de austeridad y penitencia que aliviarán sus sufrimientos y que
fortificarán nuestra propia alma. Y así, después de una Cuaresma intensa y bien vivida, podamos exclamar
con júbilo, ¡qué delicia! ¡Cristo ha resucitado y ha cambiado mi vida!
http://es.catholic.net/catequistasyevangelizadores/802/3102/articulo.php?id=40963
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Examen de Conciencia
"El Reino de Dios se ha acercado. Tomen otro camino y crean en la Buena Nueva" Mc. 1, 15
El seguimiento de Jesús comienza por la conversión. El Señor nos pide que dejemos nuestra manera de
vivir para creer en lo que nos propone el Evangelio y cambiar de vida. La conversión está en la médula del
mensaje evangélico. Implica un cambio de camino, de mentalidad, de forma de vivir, de pensar, de creer,
de amar. Para vivir la conversión a la que nos invita Jesús en su Evangelio son necesarios cuatro pasos:
Revisar la propia vida y la vida social que nos rodea:
o ¿Cuáles son los valores que mueven nuestra vida?
o ¿Cuáles son los valores que me propone la sociedad?
o ¿Qué situaciones hay en mi vida, en la sociedad que me rodea, que no tienen nada que
ver con lo que Jesús propone?
Discernir por dónde pasa el Evangelio en estos días.
o ¿Por qué existen situaciones en mi vida que me alejan de Dios? ¿Por qué existen
situaciones en la sociedad que producen injusticia, egoísmo, violencia y exclusión?
o ¿Cómo vivir para ser fieles al mensaje de Jesús?
Cambiar lo que nos aleja de Jesús y lo que impide que la sociedad se construya según los valores
del Reino.
o ¿Qué debo cambiar en mi vida para vivir según el modelo que nos transmite Jesús?
o ¿Cuáles son las cosas a cambiar para que en la sociedad se construya el Reino de Dios?
Vivir el cambio que se descubre en la oración, la reflexión compartida, el discernimiento
comunitario. Dejar que los hechos ocupen el lugar de las palabras. Cambiar con gestos, con
actitudes, con decisiones que impliquen cosas concretas. Vida nueva.
Un camino de conversión para la Cuaresma
Los textos bíblicos de Cuaresma nos introducen en la verdadera espiritualidad que Dios nos invita a seguir,
y para vivir esa espiritualidad debemos cambiar el corazón e intentar escuchar la voz de Dios.
Te proponemos un espacio de lectura orante con dos textos bíblicos que se leen en el tiempo de
Cuaresma: Is. 58, 1-14 y Mt. 25, 31-46. Ambos textos los propone la Iglesia en la liturgia diaria de los
primeros días de Cuaresma. Representan auténticos indicadores de cuál es el camino a seguir que Dios
nos invita a recorrer.
Is. 58, 1-14
¡Grita a voz en cuello, no te contengas, alza tu voz como una trompeta: denúnciale a mi pueblo su rebeldía
y sus pecados a la casa de Jacob! Ellos me consultan día tras día y quieren conocer mis caminos, como lo
hará una nación que practica la justicia y no abandona el derecho de su Dios; reclaman de mí sentencias
justas, les gusta estar cerca de Dios: «¿Por qué ayunamos a tú no lo ves, nos afligimos y tú no lo
reconoces?». Porque ustedes, el mismo día en que ayunan, se ocupan de negocios y maltratan a su
servidumbre. Ayunan para entregarse a pleitos y querellas y para golpear perversamente con el puño. No
ayunen como en esos días, si quieren hacer oír su voz en las alturas, ¿Es este acaso el ayuno que yo amo, el
día en que el hombre se aflige a sí mismo? Doblar la cabeza como un junco, tenderse sobre el cilicio y la
ceniza: ¿a eso llamas ayuno y día aceptable al Señor?
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Este es el ayuno que yo amo –oráculo del Señor–: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo,
dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar
a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne.
Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu llaga no tardará en cicatrizar; delante de ti avanzará tu
justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él
dirá: «¡Aquí estoy!». Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si ofreces
tu pan al hambriento y sacias al que vive en la penuria, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será
como al mediodía. El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y llenará tus
huesos de vigor; tú serás como un jardín bien regado, como una vertiente de agua, cuyas aguas nunca se
agotan. Reconstruirás las ruinas antiguas, restaurarás los cimientos seculares, y te llamarán «Reparador
de brechas», «Restaurador de moradas en ruinas».
Si dejas de pisotear el sábado, de hacer tus negocios en mi día santo; si llamas al sábado «Delicioso» y al
día santo del Señor «Honorable»; si lo honras absteniéndote de traficar, de entregarte a tus negocios y de
hablar ociosamente, entonces te deleitarás en el Señor; yo te haré cabalgar sobre las alturas del país y te
alimentaré con la herencia de tu padre Jacob, porque ha hablado la boca del Señor.
El texto es clave para entender el significado de la conversión. La voz de Dios resuena en el texto con
claridad y transparencia. Un corazón arrepentido es un corazón compasivo y misericordioso.
1) Leer el texto.
2) Hacer una lista de las actitudes relacionadas con la conversión: para los hombres y para Dios.
Comparar esas actitudes.
3) Relacionar las actitudes que Dios exige con la vida de Jesús. ¿Encontramos paralelos? ¿Cuáles?
4) Aplicar al texto los cuatro verbos y sus preguntas, presentados al comienzo del artículo:
Revisar la vida personal a la luz del texto
Discernir qué te propone Dios en tu vida concreta a partir del texto
Cambiar, ¿qué puedes ofrecerle a Dios en esta Cuaresma?
Vivir. Piensa en un compromiso concreto a partir de lo leído y rezado.
Mt. 25, 31-46
«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en
su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los
otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su
izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del
Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer;
tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo,
y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme."
Entonces los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento,
y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te
vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?"
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Y el Rey les dirá: "En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a
mí me lo hicisteis." Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno
preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me
disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la
cárcel, y no me visitasteis."
Entonces dirán también éstos: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o
enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?"
Y él entonces les responderá: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más
pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo." E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida
eterna.»
Al leerlo encontrarás una gran coherencia entre la enseñanza de Jesús, su práctica y las enseñanzas de los
profetas del Antiguo Testamento. El texto presenta un camino de vida para seguir los pasos de Jesús y
vivir sus enseñanzas en la vida concreta de todos los días. El Dios de la Vida juzgará a las personas por el
amor solidario, compasivo y generoso, que brindemos a los demás, en especial a los que sufren y menos
tienen.
1)
2)
3)
4)
Leer el texto.
Hacer una lista de las actitudes que Dios tendrá en cuenta. Comparar con el mensaje de Isaías.
Recordar ejemplos y situaciones de la vida de Jesús en las que El mismo viva estas actitudes.
Aplicar al texto los cuatro verbos y sus preguntas, presentados al comienzo del artículo:
Revisar la vida personal a la luz del texto
Discernir qué te propone Dios en tu vida concreta a partir del texto
Cambiar, ¿qué puedes ofrecerle a Dios en esta Cuaresma?
Vivir. Piensa en un compromiso concreto a partir de lo leído y rezado.
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