Los Primeros Auxilios

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Manual de Primeros Auxilios
PRIMEROS
AUXILIOS
BÁSICOS
ORGANIZACIÓN DE ESTADOS IBEROAMERICANOS
PARA LA EDUACIÓN LA CIENCIA Y LA CULTURA
NOMBRE: __________________________________________________
MARZO 2016
Departamento de Formación y Capacitación
i
Cuerpo de Bomberos de El Salvador
Manual de Primeros Auxilios
1
LOS PRIMEROS AUXILIOS
Los primeros auxilios, como su nombre lo indica, son aquellos gestos o medidas que se adoptan
inicialmente con un accidentado o enfermo repentino en el mismo lugar de los hechos, hasta que se
pueda obtener una asistencia especializada.
Para prestar primeros auxilios no se necesitan equipos ni materiales sofisticados; en el mejor de los
casos, contaremos con la ayuda de un botiquín básico.
Hemos de ser conscientes que de estos primeros auxilios que reciba el accidentado, va a depender en
gran medida su evolución posterior y en ocasiones, su propia vida. De ahí la importancia de saber
prestar primeros auxilios correctamente.
Al decidirse a actuar nosotros contribuimos a:

Conservar la vida

Evitar complicaciones físicas y psicológicas

Aliviar el dolor físico y moral

Ayudar a la recuperación

Asegurar el traslado adecuado de los accidentados a un centro médico.
Nuestro objetivo principal a la hora de prestar primeros auxilios, consistirá en evitar agravar o
empeorar (como consecuencia de una actuación incorrecta) las lesiones que presente la víctima. Por
ello haremos sólo aquello de lo que estemos totalmente seguros.
Antes de nada, es necesario recordar DOS PREMISAS fundamentales para todo el que presta primeros
auxilios:
a) Tranquilidad
Es frecuente que en un accidente “se pierdan los nervios” y que en consecuencia, movidos por la prisa,
se den actitudes bien intencionadas pero incorrectas, por ejemplo mover sin las debidas precauciones a
una persona que pudiera tener una lesión en la columna vertebral o una pierna fracturada.
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Hay que actuar de prisa pero con serenidad, manteniendo la calma y trasmitiendo la sensación de
tranquilidad a los demás y a la propia víctima. Sólo de esta manera, lograremos dominar la situación y
evitar el pánico.
b) Composición del lugar
Una vez ocurrido el accidente hay que delimitar la realidad del mismo y sus posibles consecuencias.
Dado que prácticamente cada situación será diferente (no hay dos accidentes iguales), debemos
recordar unas pautas de actuación sencillas, que nos permitan llevar a cabo una labor correcta y eficaz
al mismo tiempo.
PAUTAS GENERALES DE ACTUACIÓN
Estas pautas de actuación se resumen básicamente en tres:
1º. PROTEGER en el lugar de los hechos
2º. ALERTAR a los servicios de socorros
3º. SOCORRER a las víctimas
1. Proteger en el lugar de los hechos:
No debemos olvidar que después de haberse producido un accidente puede persistir el peligro que lo
originó, por ejemplo fuego, escape de gas, electricidad, tráfico congestionado; por tanto, hay que hacer
seguro el lugar del accidente, debiendo cuidar nuestra propia seguridad y la de los accidentados. En
ocasiones, actitudes improcedentes pueden desencadenar un nuevo accidente o agravar el ya existente.
Si hubiera algún peligro, aléjelo de usted y del accidentado, y sólo si ello no fuera posible, aleje el
accidentado del peligro.
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Importante

En un accidente de tráfico hay que quitar el contacto de los vehículos accidentados e impedir
que se fume en las proximidades del mismo, ya que puede haber gasolina derramada en la
calle.

No tocar a un accidentado que esté en contacto con la corriente eléctrica: hay que cortar ésta
previamente o alejarla de la víctima con un objeto aislante.
2. Alertar a los Servicios de Socorro:
En determinadas situaciones por ejemplo en un accidente de tránsito, será necesario AVISAR a los
servicios de socorro: Policía, Bomberos, Cruz Roja, etc.
Permanezca con el accidentado y envíe a alguien a pedir ayuda al teléfono más cercano. Ahora bien, no
basta con dar la alerta, hay que hacerlo CORRECTAMENTE.
La persona que da la alarma, tiene que indicar SIEMPRE:

El LUGAR exacto del accidente: carretera, punto del kilómetro, distancia al pueblo más
cercano, etc., o si es estamos en la ciudad, la calle, avenida, puntos de referencia.

El TIPO DE ACCIDENTE y circunstancias que puedan agravar la situación: vehículos
invadiendo la carretera, riesgo de incendio, heridos, atrapados, derribo de postes eléctricos,
escape de gas, fuga de químicos, etc.

El número de lesionados y su estado aparente.
Es necesario IDENTIFICARSE: dar el nombre, decir desde dónde se llama; las llamadas anónimas no
inspiran confianza.
CUELGUE SIEMPRE EN ÚLTIMO LUGAR, y regrese para indicar que la ayuda está en camino.
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3. Socorrer
Dado que un mismo accidentado puede presentar varios tipos de lesiones, o que incluso puede haber
varios accidentados que necesiten ser auxiliados, es necesario seguir un orden de prioridades a la hora
de prestar primeros auxilios.
Hemos de extremar las medidas de precaución en el manejo del accidentado, en esta fase en la que
todavía no sabemos con certeza lo que tiene, ya que podríamos causar daños mayores y empeorar su
estado.
En caso de que haya varios lesionados, no atender al primero que nos encontremos o a quien más grite:
pensar en la existencia de víctimas ocultas o inconscientes. (La experiencia muestra que el accidentado
que más se queja, generalmente no es el más grave)
Tenga presente siempre las precauciones generales para prestar primeros auxilios:

Determine posibles peligros en el lugar del accidente y ubique a la víctima en un lugar seguro.

Comuníquese continuamente con la víctima, su familia o vecinos.

Afloje las ropas del accidentado y compruebe si las vías respiratorias están libres de cuerpos
extraños.

Cuando realice la valoración general de la víctima, evite movimientos innecesarios; NO trate de
vestirlo o de desvestirlo.

Si la víctima está consciente, pídale que por sí misma mueva cada una de sus cuatro
extremidades, para determinar sensibilidad y movimiento.

Si la víctima no tiene lesiones en el cuello o la columna, colóquela en posición lateral, para
evitar acumulación de secreciones que obstruyan las vías respiratorias (vómito y mucosidades).

Cubra a la víctima para mantenerle la temperatura corporal.

Proporcione seguridad emocional y física.

No obligue al lesionado a levantarse o moverse especialmente si se sospecha fractura, antes es
necesario inmovilizarlo.

No administre medicamentos, excepto analgésicos, si es necesario.
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
No dé líquidos por vía oral a personas con alteraciones de la conciencia. No dé licor en ningún
caso.

No haga comentarios sobre el estado de salud del lesionado, especialmente si éste se encuentra
inconsciente
RECUERDE
En muchos casos, se podrá contar con la colaboración de los “curiosos” que estén presentes en el
lugar de los hechos, y que en ocasiones pueden llegar a estorbar: aprovéchelos y déles instrucciones
claras, por ejemplo: señalizar el accidente, quitar el contacto del vehículo accidentado, pedir ayuda
o ayudarle a socorrer a los accidentados si es necesario (por ejemplo: comprimir sobre una herida
que sangra, cubrir a una víctima con una manta, etc.)
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2
COMO VALORAR LAS LESIONES DE UN ACCIDENTADO:
LA EVALUACIÓN INICIAL.
Hemos visto cómo a la hora de SOCORRER a un accidentado es necesario seguir un orden de
prioridades. Efectivamente, todos hemos presenciado un accidente en alguna ocasión y, posiblemente,
hayamos tenido la sensación de que la ayuda prestada ha carecido del orden necesario (varias personas
dando órdenes incluso contradictorias, movimientos innecesarios de las víctimas, desorden a la hora de
realizar una maniobra, etc.)
Para evitar esto, es imprescindible disponer de un esquema de actuación, que sea fácil de recordar
para el que presta primeros auxilios: a este esquema lo denominamos evaluación inicial del paciente.
La evaluación inicial de un accidentado consiste en realizar una valoración global de su estado, con el
objeto de DETERMINAR EL ALCANCE DE SUS LESIONES. Esto a su vez, nos permitirá
ESTABLECER LAS PRIORIDADES DE ACTUACIÓN y ADOPTAR LAS MEDIDAS
NECESARIAS en cada caso.
Se ha de efectuar en el lugar de los hechos y consta de 2 fases sucesivas:
1º. Evaluación Primaria
2º. Evaluación Secundaria
1 Evaluación Primaria
Tiene por objeto identificar aquellas situaciones que pueden suponer una amenaza inmediata para la
vida del accidentado; así, observaremos rápidamente:

Estado de CONSCIENCIA: hay que asegurar el paso del aire hasta los pulmones, sobre todo, si
la víctima está inconsciente.

La RESPIRACIÓN: si falta, se debe reestablecer de inmediato

La CIRCULACIÓN de la sangre: si falta el pulso carotídeo, deberán iniciarse las maniobras de
reanimación cardiopulmonar.

La existencia de HEMORRAGIAS SEVERAS: deben detenerse de inmediato.
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2 Evaluación Secundaria
Una vez que hemos asegurado el mantenimiento de las funciones vitales, podemos ocuparnos de otras
lesiones que presente la víctima (heridas, quemaduras, fracturas, etc.) y además, buscaremos la posible
existencia de lesiones ocultas. Para ello llevaremos a cabo la evaluación secundaria, que es la
exploración detallada de la víctima, ordenadamente, de la cabeza a los pies.
Nos será de gran utilidad saber qué ha ocurrido, preguntando a los testigos que presenciaron el
accidente y/o hablando con el propio accidentado (escucharemos todo lo que nos cuente, en especial,
en lo relativo a su estado: si le duele algo, si no puede mover o sentir una extremidad, etc.)
¡En todo momento tranquilizaremos al accidentado y le mantendremos informado sobre nuestras
intenciones y maniobras, que serán siempre cuidadosas!
El ESQUEMA DE ACTUACIÓN para la evaluación secundaria será el siguiente:
Interrogue a la víctima, pregúntele su nombre, qué le pasó, como se siente, su ubicación en tiempo y
espacio. Investigue sobre antecedentes de la lesión o enfermedad. Luego interrogue a los espectadores
sobre lo que vieron.
Realice un examen siguiendo este orden:
1. Cabeza, sin mover la cabeza del paciente:

Buscar la presencia de heridas y/o contusiones en el cuero cabelludo y en la cara.

Observar si existe salida de sangre o líquido claro por la nariz y/o por los oídos, podría ser un
signo de fractura en el cráneo.

Observar la existencia de lesiones en los ojos y verificar la respuesta de las pupilas a la luz.

Observar la boca, percibir el aliento y buscar la presencia de objetos extraños (chicle, placas)

Observar el aspecto de la cara (la piel pálida fría y sudorosa es sugestiva del shock)
2. Cuello

Es una zona muy delicada: debe tratarse con sumo cuidado a la menor indicación de dolor por
parte de la víctima. Si hay que moverla, mantener cabeza-cuello-tronco como si fuera un
bloque único rígido.

Valorar el pulso carotídeo (frecuencia, fuerza, ritmo)

Aflojar las prendas ajustadas a su alrededor
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
Buscar la presencia de heridas y/o lesiones.
3. Tórax

Buscar la existencia de heridas y/o deformidades que hagan sospechar una fractura

Valorar los movimientos respiratorios y si existe dificultad para respirar.

Preguntar si existe dolor: localizarlo.
4. Abdomen

Buscar la existencia de heridas.

Pregunte si existe dolor: localizarlo

Notar si está duro, o al contrario, depresible y pensar en la posibilidad de lesiones internas.

Verificar si no hay erección involuntaria (varones) o emisión de orina involuntaria.
5. Extremidades

Examinar los brazos y las piernas (intentando moverlos lo menos posible) en busca de heridas,
puntos sangrantes, deformidades, inflamación, etc. (será de gran utilidad comparar ambos
brazos y ambas piernas entre sí).

Explorar la sensibilidad (pellizcando la piel) y la movilidad de los brazos y piernas (pidiendo a
la víctima que mueva los dedos de las manos y de los pies), para descartar una lesión en la
médula espinal.
6. Espalda

Buscar sangrados y lesiones obvias

No levantar o rodar al paciente si hay sospecha de lesiones en la columna.

Es mejor considerar a todo paciente inconsciente como si tiene lesiones de este tipo.
Además de lo anterior, es conveniente buscar cualquier indicador de tipo médico, como tarjetas de
información, pulseras o collares de ALERTA MÉDICA, que nos pueden informar si la persona es por
ejemplo: diabética, alérgica a algún medicamento, hemofílica, está bajo tratamiento médico, si es
donante de órganos, etc.
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HEMORRAGIAS: ¿QUÉ HACER?
La sangre se encuentra circulando por el interior de los vasos sanguíneos (arterias, venas y capilares),
que la transportan por todo el cuerpo, formando un complicado sistema parecido a una enorme red de
cañerías. Cuando alguno de estos vasos sanguíneos se rompe, la sangre sale de su interior (como
cuando se rompe una tubería) originándose una hemorragia.
Tradicionalmente, las hemorragias se han distinguido por el color de la sangre: rojo brillante en las
hemorragias arteriales o rojo oscuro en las venosas. En la actualidad, desde un punto de vista práctico,
es más importante fijarse en la forma que sale la sangre por la herida: “a borbotones”, a modo de golpes
que coinciden con los latidos del corazón, en las hemorragias arteriales; de forma continua, como el
chorro de un grifo, en las venosas, o filtrándose por la herida, a modo de múltiples puntitos sangrantes,
en las hemorragias capilares.
Por otra parte, las hemorragias pueden ser externas, cuando vemos la sangre a través de una herida
(por ejemplo, cuando nos hacemos un corte) o internas, cuando NO vemos la sangre salir debido a que
ésta queda oculta en el interior del organismo (por ejemplo, después de recibir un golpe violento en el
abdomen)
Toda pérdida de sangre debe ser controlada cuanto antes, sobre todo, si es importante. No debemos
olvidarnos de que la sangre “lo mancha todo”, incluso en pequeñas cantidades, creando una gran
aparatosidad y despertando alarma. Cuando se produce una hemorragia, el propio organismo se encarga
de reparar el vaso sanguíneo que se ha roto, formando un “tapón” o coágulo en la herida, con el fin de
que cese la hemorragia.
Nosotros podemos ayudar a la formación e este “tapón” en el caso de las hemorragias externas,
comprimiendo sobre la herida, levantando la zona lesionada para reducir la presión con que la sangre
llega a la herida y haciendo presión sobre la arteria abastecedora.
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ACTUACIÓN:
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Tranquilice al accidentado, hable con él o ella (pregúntele qué es lo que ha ocurrido)
Haga seguro (“proteger”) el lugar de los hechos: asegúrese de que la víctima no está expuesta
al peligro que ha ocasionado la hemorragia. Por ejemplo, si está tendida en el suelo encima de
vidrios rotos que podrían causar una nueva hemorragia.
3
Evite que la víctima permanezca de pie, ya que si se marea podría caer al suelo y golpearse,
ocasionándose una lesión adicional.
De inmediato, aplique presión con su mano directamente sobre la herida; en cuanto se
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pueda, coloque sobre la herida gasa o compresas estériles (pueden servir: pañuelos, servilletas,
toallas pequeñas, siempre que estén limpios). Mantenga la presión de manera constante,
aproximadamente 10 minutos. Esto será suficiente para detener la mayoría de las hemorragias.
Cuando la hemorragia se produzca en las extremidades, las mantendremos elevadas por
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encima del nivel del corazón, con el objeto de reducir la presión con que la sangre llega a la
herida; (si al intentar hacerlo, la victima experimenta dolor –posible fractura-, no haremos
elevación) y se hará presión sobre la arteria correspondiente, entre ésta y el corazón
Si ve que la hemorragia no se detiene a pesar de aplicar la presión directa, consiga ayuda
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médica; para ello, pida a la propia víctima que continúe ejerciendo la presión directa sobre la
herida. Pero si ello no es posible, coloque sobre la herida un “vendaje compresivo”. Esto
permitirá tener las manos libres para pedir ayuda. Si no tiene una venda, improvise una con
trozos de tela.
IMPORTANTE:
Si mientras esta aplicando la presión directa, los apósitos se empapan de sangre, NO los quite,
ya que destruiría el coagulo que se está formando y aumentaría la hemorragia. Al contrario
coloque otros encima y continúe apretando.
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HEMORRAGIAS INTERNAS:
En determinadas ocasiones, puede haber una pérdida de sangre importante sin que se vea la mínima
señal de hemorragia externa: estamos ante una hemorragia interna.
El peligro de este tipo de hemorragias reside en que la sangre queda oculta y no sale al exterior (no se
ve), por lo que son difíciles de detectar. Normalmente hay antecedente de golpe violento
(traumatismo).
Por todo ello, hay que prestar atención a aquellas personas (en especial a los niños) que, después de
recibir un golpe violento y a pesar de no tener signos visibles de hemorragia interna, presenten los
siguientes SINTOMAS:
-
Piel pálida, fría y sudorosa (sobre todo en la cara)
-
Pulso débil y rápido
-
Respiración rápida y superficial
-
Inquietud o ansiedad, que poco a poco irán transformándose en somnolencia.
Estos síntomas pueden aparecer también en el caso de hemorragias externas importantes, e indican una
gravedad del estado general de la víctima que se conoce con el nombre de “shock”. En estos casos, hay
que cubrir a la víctima y mantenerla acostada, con las piernas ligeramente elevadas, procurando su
traslado urgente a un hospital.
Un caso que merece atención especial son las hemorragias nasales o “epistaxis”. Son muy frecuentes
en los niños y normalmente se deben a golpes o traumatismos directos sobre la cara (por ejemplo, un
pelotazo), aunque también pueden originarse por el uso de medicamentos (Aspirinas), gripes o
espontáneamente.
Para ayudar a detenerlas, hay que apretar las alas de la nariz (zona blanda) contra el tabique nasal con
la ayuda de los dedos índice y pulgar, al mismo tiempo que se inclina la cabeza de la víctima hacia
delante, pidiéndole que respire por la boca. Mantener la presión unos diez minutos.
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No es recomendable echar la cabeza hacia atrás, porque debido a que la nariz y la boca están
comunicadas por su parte posterior, el accidentado se tragará su propia sangre, lo cual puede resultar
molesto o producir sensación de mareo. Tampoco hay que sonarse la nariz hasta pasado un buen
tiempo de detenida la hemorragia, ya que se podría destruir el coágulo formado.
Si la hemorragia no se detiene, se puede introducir una gasita empapada de agua oxigenada o un
producto específico de venta en la farmacia, en el interior de la fosa sangrante, taponándola en su
totalidad. Si a pesar de todo, la hemorragia no cesa, consiga ayuda médica.
RECUERDE:
Una hemorragia por la nariz o por el oído, después de recibir un golpe violento en la cabeza puede ser
un síntoma de fractura de algún hueso del cráneo, sobre todo, si el accidentado está inconsciente y
presenta hematomas (moretones) alrededor de los ojos o de los oídos.
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HERIDAS, CORTES Y PEQUEÑOS RASGUÑOS
Una de las funciones de la piel que envuelve nuestro organismo, es la de protegerlo frente a las
agresiones de los microbios que se encuentran en el exterior, a modo de una barrera que impide que los
gérmenes puedan atravesarla.
Cuando la piel se rompe, decimos que se ha producido una herida; esto ocurre después de un golpe,
una caída, un corte, etc. Al romperse la piel, se pierde su función de barrera protectora, creándose una
puerta de entrada para que los microbios puedan penetrar en el organismo con el consiguiente riesgo de
infección.
Cuando se produce una herida, el propio organismo se encarga de su reparación, poniendo en marcha el
mecanismo de la cicatrización, a través de la cual, la piel volverá a recuperar su integridad.
Imaginémonos una situación habitual: llega a casa el pequeño de la familia, con una herida en la rodilla
y nos cuenta que se ha caído de la bicicleta.
Para “CURAR” la herida, hemos de seguir ordenadamente una serie de pasos:
1
En primer lugar, hemos de preparar y tener a mano el material de curación que vamos a
2
Antes de limpiar la herida, debemos lavarnos las manos con agua y jabón y después frotarlas
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utilizar: gasas, agua oxigenada, un antiséptico, pinzas, tijeras, esparadrapo, etc.
con alcohol. De esta forma evitaremos contaminar la herida nosotros mismos al tocarla.
Si la herida sangra un poco, dejaremos que la sangre salga durante unos instantes más; si
sangra considerablemente, presionaremos directamente sobre la herida para ayudar a detener la
hemorragia.
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Limpiaremos las heridas SUCIAS preferiblemente con agua oxigenada, generosamente, para
que penetre en su interior. También podemos utilizar agua y jabón (un jabón dermatológico irá
bien)
Observaremos si existen en la herida pequeños cuerpos extraños que esté sueltos (tierra,
piedrecitas, vidrios, astillas, etc.), en cuyo caso los retiraremos con cuidado con las propias
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gasas o con la ayuda de unas pinzas previamente desinfectadas. En cambio, si estuvieran
incrustados, NO trataremos de retirarlos. (Un trozo de vidrio que haya perforado un vaso
sanguíneo y se haya quedado clavado, actuará como un “tapón”, evitando que se escape la
sangre, al sacarlo, podríamos producir nuevos daños) En este caso llevaremos al accidentado al
centro médico más cercano
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Después secaremos la herida con gasas, desde su centro hacia la periferia, para evitar
contaminarla.
Por último, aplicaremos un antiséptico a la herida, preferiblemente uno que no tenga color, tipo
clorhexidrina, o bien un antiséptico coloreado tipo povidona yodada.
Como norma general, dejaremos la herida al aire libre. Ahora bien, en el caso de los niños
pequeños, que tienden a hurgarse en las heridas, es recomendable cubrirlas con apósitos
adhesivos (curitas), gasas o un vendaje.
Si cubrimos una herida, el vendaje debe ser revisado cada 24/48 horas, para descartar la
9
existencia de una infección (enrojecimiento de la herida, hinchazón, dolor, pus). Si al tratar de
retirar una gasa de una herida vemos que está pegada a la misma, hay que empaparla de agua
oxigenada o agua tibia y luego retirarla
Un riesgo presente en las heridas, sobre todo en las que se producen en lugares sucios, es el
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Tétanos, enfermedad que puede provocar la muerte. Los niños poseen cuadros de vacunación
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estandarizados hasta los 6 años, siendo necesaria una dosis de refuerzo cada 10 años. Pero en cualquier
caso y ante la duda, es recomendable acudir al médico.
Si la herida a tratar necesita unos puntos de sutura (en general, cuanto más larga sea una herida,
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más probable será que necesite ser suturada) o tiene un aspecto muy sucio, feo o irregular, nos
limitaremos a limpiarla, cubrirla con apósitos limpios y sujetar estos con esparadrapos; luego,
acudiremos a un centro médico para que se trate en las condiciones idóneas.
NO UTILIZAR NUNCA ENCIMA DE LAS HERIDAS:

Algodón, pañuelos o servilletas de papel porque desprenden pelusa y se deshilachan
fácilmente, por lo que se adhieren a los bordes de las heridas, con el consiguiente riesgo de
infección.

Alcohol, yodo, lejía, etc., son desinfectantes muy fuertes, pero queman los bordes de las
heridas.

Pomadas o polvos que contengan antibióticos, porque el paciente puede ser alérgico a los
mismos.
RECUERDE:
Un riesgo a tener en cuenta en las heridas es la posibilidad de contraer el tétanos, cuyo bacilo suele
estar presente en las tierras de climas calientes, en los excrementos de los animales e incluso, en
ocasiones en las heces humanas. Por ello, es especialmente importante la vacunación preventiva.
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LAS QUEMADURAS
Las quemaduras son un tipo de lesión bastante frecuente, sobre todo en el hogar, y a menudo originan
secuelas funcionales o estéticas (cicatrices) importantes y difíciles de tratar.
En efecto, diariamente y sin darnos cuenta de ello, nos exponemos a distintas fuentes de calor que, con
frecuencia, son la CAUSA de una quemadura. Veamos algunos ejemplos:
-
la llama de las cocinas, calentadores, fósforos, encendedores, etc.
-
Los objetos muy calientes: planchas, hornillas, sartenes, etc.
-
Los líquidos hirvientes: aceite, agua, café, etc.
Por otra parte, la electricidad o los productos químicos de tipo cáustico (la mayoría de los productos de
limpieza del hogar lo son), pueden causar también quemaduras.
Cuando se produce una quemadura, observaremos algunos de los SÍNTOMAS O SIGNOS siguientes:

ENROJECIMIENTO: la piel afectada por una quemadura superficial enrojecerá rápidamente.

AMPOLLAS: aparecen en ocasiones y contienen en su interior un líquido transparente (plasma
sanguíneo)

ASPECTO CARBONIZADO: si la quemadura es profunda, la piel presentará un color café
oscuro o negruzco

DOLOR: generalmente está presente en todas las quemaduras, pero no conviene saber que las
quemaduras más profundas son menos dolorosas que las superficiales, en contra de lo que
podría pensarse (al destruirse las terminaciones nerviosas)

Por otra parte, hemos de tener en cuenta la superficie de la piel (EXTENSIÓN) afectada por la
quemadura; cuanto más extensa sea una quemadura, mayor será el estado de gravedad de la
víctima, debido a la gran pérdida de líquidos (plasma sanguíneo) que acompaña a las
quemaduras y que predisponen al paciente al estado de “shock”.
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RECUERDE:
La electricidad de los cables de alta tensión es mucho más potente que la doméstica; si el
accidentado estuviera en contacto con dichos cables NO lo toque, ni siquiera con un objeto
aislante. Hay que dar aviso a la compañía eléctrica respectiva para que procedan a cortar la
corriente, para poder rescatar a la víctima.
¿QUÉ HACER ANTE UNA QUEMADURA?
1
Antes que nada, hay que apartar la fuente de calor que le ha causado la quemadura
(“proteger”): desenchufar la plancha y ponerla de pié, tapar la sartén si ha tomado fuego, etc
(de no hacerlo se podría originar un incendio).
Enfriar la quemadura inmediatamente, colocando la zona afectada bajo un chorro de agua al
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tiempo durante un mínimo de 10 minutos; también se puede introducir la zona afectada en un
recipiente con agua tibia, o cubrirla con compresas empapadas en agua fría que se irán
renovando periódicamente.
De esta manera, se aliviará el dolor y se evitará que la quemadura siga progresando, ya que
aunque la piel no esté en contacto con la fuente de calor, los tejidos PERMANECEN
CALIENTES y pueden continuar quemándose.
Si la quemadura es extensa o si la piel pierde su integridad, hay que cubrir la zona afectada para
evitar el riesgo de infección; para ello nos podemos valer de toallas, pañuelos, sábanas, etc.
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siempre que estén LIMPIOS. Asimismo, hay que mantener la zona elevada para evitar la
hinchazón.
Es recomendable que toda quemadura reciba atención médica, con la única excepción de
aquellas superficies con un diámetro inferior a dos centímetros.
Si la ropa de la víctima ha resultado quemada, hay que tener cuidado a la hora de quitársela;
pensar que puede estar adherida a la piel y puede ser necesario recortarla. En cambio,
quitaremos INMEDIATAMENTE las ropas que estén impregnadas en productos químicos o
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líquidos hirvientes, para evitar que éstos sigan en contacto con la piel y ésta continúe quemada,
(se puede hacer esto mientras se mantiene la zona afectada bajo un chorro de agua fría,
protegiendo nuestras manos del contacto con la sustancia química)
Si encuentra una persona cuyas ropas están ardiendo, lo primero que hay que hacer es sofocar
las llamas. Ante todo, evite que la víctima, presa del pánico, empiece a correr, ya que con ello
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sólo conseguirá avivar las llamas; al contrario, tiéndala en el suelo y cubra sus ropas con una
sábana, alfombra, toalla grande, saco o cualquier prenda grande y gruesa que se tenga a mano (si
se pueden mojar previamente, mejor). Si no tuviera nada, hágala rodar sobre el suelo.
RECUERDE:

NUNCA entre solo en un edificio o en una habitación en llamas; además del riesgo de
sufrir quemaduras, podría asfixiarse con el humo o los gases tóxicos que se desprenden en
un incendio y que pueden resultar mortales en espacios cerrados.

Son especialmente importantes las quemaduras que afectan a la cara, a los ojos, a las
manos y a las articulaciones, así como todas las que afectan a los niños y a los ancianos.
Un caso que se da con cierta frecuencia, lo constituyen las quemaduras químicas producidas en los ojos
por algunos productos de limpieza del hogar: lejía, desinfectantes, etc.
Lo que hay que hacer en estos casos es mantener el ojo afectado durante un mínimo de 10 minutos bajo
un chorro suave de agua (para arrastrar el químico) de manera que el ojo afectado quede por debajo del
ojo sano.
Después, hay que cubrir con un apósito el ojo afectado, y acudir a un centro médico cuanto antes
(idealmente que tenga servicio de oftalmología)
En caso de calor ambiental excesivo pueden presentarse situaciones como: la insolación y el
agotamiento por calor.
En cualquiera de los dos casos, haga lo siguiente:
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
Retire a la víctima a un lugar más fresco, sombreado y ventilado

Aflójele las ropas para facilitar la circulación y retire las ropas empapadas de sudor

Acérquele un ventilador, o abaníquele

Aplique toallas, paños o compresas frías en todo el cuerpo

Cubra las lesiones con vendas o compresas húmedas

Déle a beber suero oral o agua fresca, siempre y cuando esté consciente

Si presenta calambres NO le de masajes. Estire ligeramente el músculo afectado

Prevenga el shock

Si la temperatura corporal no baja y aumenta la deshidratación, llévela rápidamente a un centro
médico.
IMPORTANTE:

NO aplicar sobre una quemadura, pomadas, lociones o ungüentos.

Tampoco son recomendables los “remedios caseros” como el aceite, vinagre, pasta de
dientes, salsa de tomate, crema láctea, etc.

NO utilizar hielo o agua helada para enfriar una quemadura

NO utilizar algodón ni apósitos adhesivos sobre las quemaduras

NO tratar de romper o reventar una ampolla producida por una quemadura (crearíamos
una vía de entrada para la infección)

NO intentar neutralizar una quemadura producida por un producto químico, con otro
producto químico
PREVENCIÓN
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
No dejar niños en habitaciones donde haya fuego (cocina, planchas, etc.)

No dejar planchas calientes en los bordes de las mesas

No almacenar líquidos inflamables al acceso de los niños

Evitar fumar en las habitaciones y especialmente en la cama

Evitar las quemas de basuras o de los zacatales

No deben dejarse velas o veladoras encendidas si hay niños pequeños en casa

Enseñe a los niños el peligro del fuego.
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LESIONES QUE AFECTAN A
LAS ARTICULACIONES
Nuestro organismo está dotado de una armazón sobre el cual se sustenta y que al mismo tiempo sirve
para darle forma: el esqueleto. Ahora bien, los más de 200 huesos que forman el esqueleto humano,
nos servirían de muy poco (se desmoronarían), si no estuvieran en contacto unos con otros a través de
las articulaciones, y éstas a su vez, tuvieran la movilidad que les proporcionan los músculos.
Las articulaciones mantienen dos o más huesos unidos entres sí, gracias a unas fibras muy resistentes:
los ligamentos. Están diseñadas (la mayoría), de manera que puedan realizar distintos movimientos
según el tipo de articulación; pesemos por ejemplo, en la articulación de la rodilla, que realiza
movimientos de flexión y extensión de la pierna, o en la articulación del hombro, que realiza una gama
más amplia de movimientos.
Debido a esto, cuando una articulación se ve sometida a un movimiento para el cual no está preparada,
los ligamentos se resienten, pudiendo originar una lesión a nivel de las articulaciones: las más
frecuentes son las torceduras (esguinces) y las dislocaciones (luxaciones):
Este tipo de situaciones es muy frecuente en la vida diaria y por lo general, son bastante dolorosas.
Suelen ir precedidas de un golpe, una caída o una sobrecarga a nivel de la articulación afectada.
En muchos casos, sobre todo si no se está habituado, resultará difícil llegar a diferenciar estas lesiones
entre sí, e incluso, con posibles fracturas que se localicen a nivel de una articulación, ya que los
síntomas y manifestaciones que se presentan son muy parecidos.
Por ello, es muy importante antes de hacer algo, escuchar lo que nos cuente el accidentado o un testigo
presencial, acerca de lo que ha ocurrido; por ejemplo: la víctima nos puede decir que estaba bajando las
gradas y que al apoyar el pie en el suelo, éste se giró inesperadamente y esto ha causado un dolor
intenso en el tobillo.
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SIGNOS O SÍNTOMAS:
Busca la presencia de alguno/s de los siguientes:

DOLOR: el accidentado se quejará de dolor más o menos intenso a nivel de la articulación
afectada.

HINCHAZÓN / DEFORMIDAD: La articulación adolorida puede estar:
a) Hinchada, inflamada: esto es característico de los esguinces
b) Deformada, desdibujada: esto es característico de las luxaciones, al “desencajarse” de los
huesos de su sitio.
Para comprobar estos signos, podemos comparar la articulación afectada con la articulación respectiva
sana; esto nos ayudará a valorar si existe hinchazón, deformidad, etc.
Además la articulación dañada puede adquirir un tono amoratado con mayor o menor rapidez.

DIFICULTAD PARA REALIZAR MOVIMIENTOS: puede ser más o menos manifiesta,
dependiendo de la gravedad de la lesión; por ejemplo, si la persona se ha torcido el tobillo,
tendrá dificultad para caminar o bien, el dolor aumentará al apoyar el pie en el suelo.
ACTUACIÓN:
Si sospechamos la existencia de una torcedura o de una luxación, es recomendable que el accidentado
reciba atención médica; ya hemos dicho que en estas lesiones suele ser difícil “a priori” valorar su
alcance. Podría haber una rotura de ligamentos en la articulación afectada, que hay que descartar o
tratar, en su caso.
Por otra parte, si no curan bien, predisponen a la repetición de la aparición de la lesión e incluso,
pueden llegar a producir secuelas importantes en el funcionamiento de la articulación, limitando su
capacidad de realizar movimientos.
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EN PRIMEROS AUXILIOS hay que:
Inmovilizar la zona afectada, bien mediante un “vendaje compresivo” (es un vendaje
1
2
colocado sobre una capa gruesa de algodón), o bien, si se trata de la extremidad superior,
colocando un “cabestrillo” con un pañuelo triangular.
Si la lesión es reciente aplicar hielo sobre la zona, esto ayudará a disminuir la hinchazón y
calmará el dolor.
Mantener en reposo y elevada la zona afectada; por ejemplo, en caso de una torcedura de
3
tobillo, colocar la pierna apoyada sobre una silla.
4
Conseguir ayuda médica o llevar al accidentado a un hospital.
IMPORTANTE:

NO fuerce al accidentado a mover una articulación que puede haberse lesionado.

Si observa una deformidad evidente en una articulación, NO intente volver a “encajar”
los huesos en su sitio. Esto ha de hacerse en un hospital.

NO aplique pomadas antiinflamatorias, ni dé analgésicos a la víctima ANTES de acudir
al hospital: los síntomas desaparecerían o quedarían enmascarados y el médico no podría
apreciarlos.
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LAS FRACTURAS
El esqueleto, además de servir como armazón del organismo, actúa como un “escudo protector”,
envolviendo a los órganos vitales; así tenemos por ejemplo:

El cráneo, en cuyo interior se aloja el cerebro.

La columna vertebral (que protege a la médula espinal), formada por la superposición de las
vértebras.

La “caja torácica”, delimitada por las costilla, que se unen por detrás de la columna vertebral
y por delante al esternón; protege al corazón, los pulmones y los grandes vasos.

Los huesos que forman la pelvis

Los huesos largos que forman las extremidades superiores e inferiores
En condiciones normales, los huesos son muy resistentes. Pero en ocasiones, como consecuencia de
determinadas enfermedades o después de sufrir un traumatismo, pueden llegar a romperse. Entonces,
decimos que se ha producido una fractura.
Las fracturas pueden producirse, bien en el lugar del impacto, o bien a cierta distancia de éste (por
ejemplo, la clavícula se puede romper al caernos al suelo, apoyándonos con nuestra mano extendida
sobre él).
Hay muchas formas de clasificar las fracturas; en primeros auxilios, distinguimos fundamentalmente
dos tipos de fracturas:
a) FRACTURAS CERRADAS: son aquellas en las que la piel que rodea a la fractura no está
dañada.
b) FRACTURAS ABIERTAS: son aquellas en las que además del hueso, la piel también se
rompe, pudiendo salir algún fragmento óseo a través de la herida. Conllevan el riesgo adicional
de la infección.
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Los signos y síntomas que nos harán sospechar la existencia de una fractura son muy parecidos a los
que hemos visto al tratar las lesiones en las articulaciones, de ahí que a nivel de éstas, en ocasiones sea
difícil distinguirlas. Por ello, hay que prestar especial atención a lo que nos cuente el accidentado o
algún testigo acerca de lo que ha ocurrido.
Además, hay que buscar la presencia de los siguientes SIGNOS O SÍNTOMAS:

DOLOR: el accidentado puede quejarse de dolor intenso en el lugar de la lesión.

HINCHAZÓN / DEFORMIDAD: se aprecia, sobre todo en el caso de las fracturas que afectan
a las extremidades, comparando la extremidad afectada con su respectiva sana; por ejemplo,
una pierna puede parecer más corta que la otra, o bien, estar doblada o torcida en una posición
extraña.

IMPOSIBILIDAD DE REALIZAR MOVIMIENTOS: puede ser más o menos manifiesta,
dependiendo la gravedad de la lesión.

Pueden estar presentes los síntomas del shock ya que cuando se rompen los huesos, se originan
hemorragias internas que pueden ser importantes.
En ocasiones, será difícil determinar con exactitud si existe o no una fractura; en cualquier caso, los
primeros auxilios se prestarán como si REALMENTE existiese la fractura.
ACTUACIÓN:
Como en muchos casos las fracturas se producirán como consecuencia de un accidente, hemos
1
de recordar que en PRIMER LUGAR, hay que hacer seguro el lugar de los hechos, tanto para
el accidentado, como para nosotros mismo (proteger). Por ejemplo, un peatón que ha sido
atropellado, puede haber quedado tendido en la calle, pudiendo originarse un nuevo accidente
si no son alertados los conductores que transitar por el lugar.
2
Es especialmente IMPORTANTE evitar cualquier movimiento innecesario de la zona
lesionada, ya que los fragmentos óseos resultantes de la fractura, están rodeados por vasos
sanguíneos, nervios y otros órganos que podrían resultar lesionados, originándose nuevos
daños.
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En este sentido, hay que tratar al accidentado allí donde se encuentre; no hay que moverlo antes de
inmovilizar la fractura, si no es absolutamente necesario, (por ejemplo, si está dentro de un vehículo
y se inicia un incendio). En este caso, sostenga la parte lesionada con ambas manos, por encima y por
debajo del lugar de la fractura, mientras se traslada a un lugar seguro.
Hay que inmovilizar la fractura, en la misma posición en la cual la encontramos; como
REGLA GENERAL para las inmovilizaciones, estas han de abarcar el hueso o los huesos rotos y
3
las articulaciones adyacentes; por ejemplo, si sospechamos una fractura en el antebrazo, hay que
inmovilizar éste y las articulaciones del codo y de la muñeca; si sospechamos una fractura en la
pierna, habría que inmovilizar, junto a las articulaciones de la rodilla y el tobillo, etc.
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En el caso de las fracturas abiertas, hay que cubrir la herida con apósitos estériles o pañuelos lo
más limpios posible y proteger los extremos de los huesos rotos ANTES de inmovilizarlas.
Hay que conseguir ayuda médica o trasladar al paciente a un hospital, preferiblemente en una
ambulancia, para que se realice el diagnóstico y tratamiento adecuados.
COMO INMOVILIZAR:
Una inmovilización se hace con el objeto de impedir cualquier movimiento a nivel de la zona
lesionada y evitar así, agravar las lesiones ya existentes. Al inmovilizar, conseguiremos calmar el
dolor, reducir el riesgo de shock, y disminuir la posibilidad de que se produzcan nuevas lesiones.
En primeros auxilios, se utilizan básicamente dos técnicas para inmovilizar una supuesta fractura:
A) Una, más sencilla es la utilización del propio cuerpo de la víctima que sirve como soporte de la
inmovilización con la ayuda de pañuelos en forma de vendas, vendas triangulares (cabestrillos), etc.
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B) Otra técnica, más compleja, requiere la utilización de elementos rígidos o “férulas”, como soportes
de la inmovilización. Pueden servir tablillas, periódicos o revistas enrolladas, tubos de cartón, palos de
escoba, paraguas o cualquier soporte rígido que seamos capaces de improvisar.
En cada situación tendremos que OPTAR por el método más factible, si bien, en muchos casos y
dependiendo de dónde nos encontremos, la mejor inmovilización va a consistir en NO MOVER al
accidentado (ni permitir que se le mueva); nos limitaremos a esperar junto a él la llegada del personal
especializado (ambulancia), con los MEDIOS IDÓNEOS para llevar a cabo la inmovilización y el
traslado en óptimos condiciones.
TÉCNICA PARA LA COLOCACIÓN DE UN CABESTRILLO
Generalmente, sospecharemos la existencia de una fractura de extremidad superior porque además de
los síntomas que estén presentes, la víctima se sostiene el peso del brazo afectado con la ayuda del
brazo sano. Para colocar un cabestrillo, hemos de seguir los siguientes pasos:
Pida al accidentado que se sostenga el brazo lesionado, de manera que la muñeca se encuentre
ligeramente más lata que el codo, ayúdele en caso necesario. Introduzca el pañuelo por el
hueco que queda debajo del codo, entre éste y el cuerpo; deslícelo hacia arriba y extiéndalo con
1
cuidado, de manera que la punta del pañuelo quede a la altura del codo del brazo lesionado, y
su base llegue a la altura de los nudillos de la mano
Doble el extremo inferior del pañuelo hacia arriba y ate con un nudo cuadrado los extremos del
2
pañuelo a un lado de cuello (si hace el nudo en la nuca, llegaría a causar dolor a la víctima. La
víctima ha de sostener el brazo lesionado hasta que el cabestrillo esté atado.
Con el pañuelo que sobra a la altura del codo, haga un nudo sencillo o sujételo con un ganchito
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de seguridad al cabestrillo, con el objeto de evitar que el brazo lesionado se deslice hacia atrás
y se salga del cabestrillo.
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En caso de no disponer ni tan siquiera de un pañuelo triangular, SE PUEDE IMPROVISAR UN
CABESTRILLO, utilizando para ello la propia ropa del accidentado, un suéter, una chumpa o una
camisa, nos pueden servir para improvisar un cabestrillo, doblándolos sobre sí mismos y abotonándolos
o sujetándolos con ganchitos después.
RECUERDE:

Una fractura cerrada puede transformarse en una abierta como consecuencia de una
manipulación indebida, produciéndose nuevos daños.

NO descuide una supuesta fractura a nivel de una articulación en un niño, ya que una curación
incorrecta podría repercutir cobre el crecimiento en longitud del hueso implicado. Es
necesaria su revisión médica.

Una hemorragia por la nariz o por el oído, después de recibir un golpe violento en la cabeza,
puede ser un síntoma de fractura de algún hueso del cráneo, sobre todo, si el accidentado
está inconsciente y presenta hematomas alrededor de los ojos o de los oídos.

Son especialmente IMPORTANTES las fracturas que afectan al cráneo o a la columna
vertebral, ya que pueden provocar daños en el cerebro o en la médula espinal,
respectivamente. En estos casos, es fundamental NO MOVER a la víctima (a no ser que su
vida corra peligro); hay que procurar que esté lo más cómoda posible en la posición en la que
se encuentre (sobre todo, si nos dice que no puede moverse), y ESPERAR la llegada de ayuda
especializada.
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BOTIQUÍN
En primeros auxilios, muchas veces será de gran utilidad poder disponer de un botiquín; de hecho,
posiblemente todos hemos pensado alguna vez sobre la necesidad de tener un botiquín en casa, en el
auto, en la oficina o en el lugar de trabajo.
Lo que ocurre es que normalmente no sabemos QUÉ NOS PUEDE SERVIR COMO BOTIQUÍN,
DÓNDE SE DEBE GUARDAR O QUÉ ELEMENTOS DEBE CONTENER.
Puede valer una caja de metal o plástico, con una buena cerradura que dificulte el acceso a su
interior a los niños pequeños.
Son preferibles las cerraduras que no utilizan un sistema de apertura con llave, ya que a la hora de
utilizar el botiquín, tendremos que recordar dónde está la llave.
El botiquín debe guardarse en un lugar ni muy húmedo, ni muy seco, lejos de una fuente directa de
calor y del alcance de los niños. La cocina o el baño NO son buenos lugares para guardar un botiquín.
Los ocupantes de la casa o el lugar de trabajo deben conocer dónde se guarda y si se utiliza, volver
a dejarlo en su sitio, preocupándose periódicamente por reponer los productos gastados y/o
caducados.
Su COMPOSICIÓN puede variar según las circunstancias, el tipo de establecimiento y del
entrenamiento del personal a cargo de él. Pero en general, bastarán los elementos siguientes:

Gasas estériles (una caja o varios sobres) y compresas estériles

Algodón hidrófilo

Agua oxigenada

Alcohol

Antiséptico no coloreado (tipo clorhexidrina) o coloreado (tipo povidona yodada) preferiblemente. El mercurocromo tiñe de rojo las heridas y dificulta observar los síntomas de la
infección local.

Esparadrapo, preferiblemente hipoalergénico

Curitas de varios tamaños
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
Vendas de gasa de varios tamaños

Vendas triangulares

Vendas elásticas

Analgésicos (acetaminofén), antihistamínicos, antieméticos, suero oral.

Pomada especial para pequeñas quemaduras

Pomada antiinflamatoria para pequeños golpes

Crema antihistamínica o calamina para las picaduras

Un termómetro y férulas pequeñas de madera

Unas tijeras, preferiblemente de puntas redondeadas, ganchitos de seguridad

Unas pinzas pequeñas, un mechero.

Guantes de látex

Hisopos

Gotas para ojos

Metilo

Una linterna

Una manta termo aislante (aluminizada)
Además, es recomendable tener:

Un extintor

Triángulos de señalización de peligro

Un encendedor, hojas de afeitar, libreta y lápiz, teléfonos de emergencia, manual de
primeros auxilios, cuchara, vaso, gotero.
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