Cuadernos Oriente - Occidente Sobre revelaciones religiosas y filosofía Agustín Andreu © Casa Asia 2007 Todos los derechos reservados. No se permite reproducir ninguna parte de esta publicación sin el permiso previo y por escrito del autor. PRESENTACIÓN Ion de la riva Director general de Casa Asia y embajador en Misión Especial para el Plan de Acción Asia-Pacífico La vida es una sucesión de descubrimientos que se van sedimentando hasta manifestarse como experiencia. Algunas personas tienen las llaves que nuestro asombro pide, en momentos cruciales, cuando necesitamos respuestas. Agustín Andreu es una de esas personas que nos abren nuevas puertas. Este primer Cuaderno de Diálogos Oriente-Occidente nos ofrece una gran variedad de puertas justo en una etapa de la historia que está cargada de dudas, incertidumbres, pero también de esperanza, por saber que si el problema está en nosotros, la solución también depende de nosotros mismos. Agustín Andreu ha tenido la gentileza de aportar esta primera visión titulada “Sobre revelaciones religiosas y filosofía” y, lo hace con una narrativa que se sustenta en su característica conciencia de saber que también esos túneles en los que nos encontramos entre Oriente y Occidente a principios del siglo XXI y estas llaves nos remiten a los fundamentos religiosos y filosóficos de cada cultura y a sus peculiares llaves. A lo largo de sus dedicados años de generosa entrega intelectual nos ha expresado con claridad que su filosofía no sólo servía para la vida sino que se comprometía con ella, haciendo posible la vida de quienes no acertaban a salir de su angustia, de sus dudas o sus preguntas ante unos problemas cada vez más complejos e irracionales. Hoy en día, la complejidad y gravedad del choque entre civilizaciones y culturas requieren de las puertas de intelectuales comprometidos con la historia que nos toca vivir. Sin lugar a dudas, este primer cuaderno del profesor Andreu servirá también para que algunas personas encuentren sus llaves y sus puertas, abriéndose al diálogo. También ofrecerá caminos para que por lo menos, sino encontramos soluciones a los problemas reales y actuales de un mundo en agitación y continuo cambio, sí nos ayude a poder identificar esas dificultades y trabajar en armonía en pos de un mundo más justo y mejor. Se trata, en definitiva, de una trascendente aportación española al Diálogo Oriente-Occidente y al análisis riguroso y profundo de las civilizaciones de nuestro tiempo. Quiero agradecer de nuevo al maestro Andreu su compromiso con nuestro Diálogo. INTRODUCCIÓN RAFAEL BUENO Director del Diálogo Oriente-Occidente Entenderse, dialogar y cooperar para poder afrontar juntos los retos del futuro. El Diálogo Oriente-Occidente, organizado por Casa Asia desde 2004 nació de la necesidad de identificar los puntos en común que unen a orientales y a occidentales para poder encontrar vías de comunicación y de entendimiento ante un mundo en transformación. Con el fin de lograr establecer vías de cooperación, se decidió desde el principio buscar lugares de entendimiento en los más diversos aspectos que pueden identificar a una cultura tanto de Oriente como de Occidente. Vivimos en un mundo que se encuentra en crisis y, desde Occidente, se piensa que nuestra sociedad civil tiene la capacidad y la fortuna de poder exigir a sus gobiernos e influir para que tomen las medidas necesarias para aportar soluciones concretas a problemas urgentes. En Oriente, los instrumentos a disposición de las sociedades civiles son más limitados, por lo que la intervención de actores como los estados se hace más necesaria e imprescindible. En este complejo y confuso periodo que nos ha tocado vivir, el diálogo se ha convertido en un instrumento tan útil como imprescindible para responder a la necesidad de crear puentes de entendimiento y de cooperación a nivel global, regional y local. Es un redescubrimiento para los actores políticos, económicos y para la sociedad entera. A través de esta nueva serie de documentos titulada “Cuadernos Oriente-Occidente”, pretendemos profundizar nuestra reflexión entorno a temas puntuales y claves que pueden servir para entender qué son nuestros valores, sus raíces y los valores universales, para construir sobre nuestro pasado y nuestras culturas un futuro de paz. Los objetivos de esta iniciativa del Diálogo Oriente-Occidente son lograr que las esperanzas que los pueblos de Oriente y Occidente puedan crear se materialicen e intentar que a través de este Diálogo se aporten soluciones concretas a los desafíos crecientes y a las amenazas existentes y que las medidas recomendadas lleguen en la agenda de los políticos. La responsabilidad a la que nos enfrentamos para resolver los problemas actuales ha de ser compartida. En este punto, Oriente no sólo tiene la capacidad de ser testigo directo de esta época, pero también debe actuar. Oriente tiene que jugar un papel más acorde al papel que le destina el futuro en este siglo que ya es conocido como el siglo de Asia. El lejano oriente está llamado a ser el centro de atención económico y político de este siglo que comienza y Occidente debe ser el compañero de viaje de esta nueva travesía en la historia. Las interacciones entre Oriente y Occidente están marcadas por una larga historia y tradición llena de encuentros que terminaron en fracasos pero también en intercambios fructuosos que dieron lugar a periodos de esplendor. El choque entre civilizaciones no es algo nuevo en la historia de la humanidad, lo que sí es novedoso es que ahora, al contrario de antaño, disponemos de más medios para evitar que ese enfrentamiento ocurra. Las causas del enfrentamiento siguen existentes: el dogmatismo, y la irracionalidad y el egoísmo. No dejemos que el conflicto potencial entre religiones se expanda y altere nuestra voluntad de cooperación. El diálogo entre estados, entre pueblos, entre religiosos y entre laicos es más que nunca necesario para poder asegurar un mundo de paz. El Diálogo debe de ser un programa de acción y no una simple idea y con esta serie de Cuadernos Oriente-Occidente, nos comprometemos a aportar nuestra parte utilizando como base el propio Diálogo Oriente-Occidente. Pág. Índice general 2 Presentación - Ion de la Riva 5 Introducción - Rafael Bueno 9 Sobre revelaciones religiosas y filosofía - Agustín Andreu 10 I Parte - Revelaciones y civilizaciones como sujetos agentes 13 1- Religión y civilización 18 2- Inteligencia y revelación 26 3- Revelaciones y civilizaciones (o naciones) 31 4- Razón viva y revelación escrita 39 5- Teoría de la intención pura 44 II Parte - Ilustración y religión 44 1- Del planteamiento 47 2- Acumulaciones y sobresaltos 50 3- Dos momentos paradigmáticos de Ilustración de la civilización occidental 55 europeas 4- Ilustraciones 63 III Parte - De la unidad de revelaciones y vidas en los hombres 72 Notas SOBRE REVELACIONES RELIGIOSAS Y FILOSOFÍA Agustín Andreu Las páginas que siguen, espaciadas unas de otras en el tiempo, son por ello mismo testimonio de una preocupación que se apoderó de mí desde que, como estudiante de Teología, me vi delante del tema que se decía por entonces de la salvación de los infieles o paganos. El exclusivismo de la revelación judío-cristiana y la teología cristiana del paganismo habían perdido de vista una revelación originaria así como la doctrina misma neotestamentaria de que Dios no dejó a ningún pueblo sin testimonio de Sí, con todas las consecuencias, entre otras la de la consiguiente problemática teórica y práctica. La existencia escrita de tales testimonios de uno u otro modo eficaces, no podía excluirse, y el problema del diálogo de las revelaciones se convertía en principal si éstas no tenían que convertirse en muros o distancias insalvables entre las sociedades, entre las civilizaciones cuyo sentir de lo trascendente o divino diera de sí también un precipitado literario de nivel universal y por ende resistente a ser allanado. La historia de las tensiones y lamentables consecuencias que traía consigo la interpretación de la revelación judío-cristiana, en el interior de las confesiones judía y cristiana mismas, proyecta sus fatídicas sombras sobre el panorama mundial en un momento como el nuestro, en que las grandes civilizaciones orientales y el Occidente se encuentran, en virtud de los desplazamientos inevitables que impone la Historia, en vísperas de encuentro masivos, cotidianos, intensos pero confusos como consecuencia de la penetración multimodal y multilateral que permiten o más bien conllevan e imponen las tecnologías. Todo ello me llevó continuamente al tema de la filosofía de la revelación concreta, en las diversas grandes sociedades o civilizaciones, y a los fundamentos de su posible diálogo. A esa fundamental preocupación responden los tres ensayos que componen este libro y que los últimos tiempos me llevaron a repensar y tratar. Pretenden ofrecer una ontología básica para enfrentar teóricamente el encuentro de las diversas grandes civilizaciones desde una actitud no ingenuamente misionera sino capaz de entender la unidad del género humano y la que dicen teológica o providencial las teologías de las Iglesias cristianas y del judaísmo y el islam. Las proporciones del ensayo no permiten más que ofrecer las líneas maestras o la dirección de una reflexión. Dedico el trabajo al Embajador Ion de la Riva, en cuya visión de la trascendencia de los elementos religiosos para la comprensión de los pueblos, reclamo haber tenido yo, aunque pequeña, alguna parte. Campanar (Valencia), 6 de febrero de 2007. 11 Cuadernos Oriente - Occidente I ª Parte Revelaciones y civilizaciones como sujetos agentes (Planteamiento del tema) “Lo más bello de la inteligencia es la imparcialidad” (Aristóteles) “En una cabeza filosófica se da cita todo a su debido tiempo” (Lessing) Los saltos que no da la Naturaleza (“Natura non facit saltus”), se los da al hombre el pensamiento. De repente se le han ocurrido al hombre cosas que lo han asustado, incluso al inventor mismo a veces, o le han abierto horizontes contra los que se rompía toda previsibilidad: lo han asaltado imaginaciones o pensamientos y ha experimentado revelaciones, que se han salido del pentagrama habitual y aun del extraordinario. Y desde que el hombre conectó pensamiento y signo escrito –conexión que se veía venir irresistiblemente dada la estructura esencial de la inteligencia y naturaleza humanas-- y cayó la escritura en poder y manos minoritarias, sacerdotales de ordinario, por diversas razones que no son del caso, se invirtió el orden del fenómeno creyendo ver en las Escrituras supuestamente sagradas, la señal, el signo de un origen más que humano. Con ello se producían objetivaciones esclavizadoras (Berdiaev) del espíritu, que requirieron y requieren Ilustraciones liberadoras, penosamente liberadoras las más veces. En lo que sigue nos proponemos describir fenomenológicamente (I) la función de lo revelado (revelado en sentido amplio que precisaremos) por lo que hace a las civilizaciones en tanto que medio o hábitat natural del hombre en cuanto tal y (II) la asimilación de lo revelado como forma superior o acrecida de humanidad, desde el hombre mismo y su situación, mediante un trabajo de elaboración racional en un tipo de proceso que se llamó y llama Ilustración y que forma parte del trabajo natural de la razón como apropiación responsable de un conocimiento. Sobre revelaciones religiosas y filosofía pontificios sobre la jihad), en una reciente reunión habitual de la sociedad (cultural) de Amigos del Zambuch, se presentó a discusión el tema acerca de lo que “real y verdaderamente está pasando en el mundo” como unidad global, como un todo. Es pregunta que el hombre ha sabido ponerse desde que fue capaz de ver y concebir que el mundo funciona como una unidad de conciencia e información, sea por influencia de un poder sobrenatural sabio o arbitrario como la Providencia o el Demiurgo de la Gnosis, respectivamente, sea por la confluencia de las directrices de los hombres en forma de dominio o de convergencia, sea por ambas cosas. El sentimiento de la unidad mundial de destino se ha ido sin duda acentuando al realizarse técnicamente la posibilidad de convivencia y copresencia, en el grado de tiempo real que nos están permitiendo la televisión, el teléfono, la traslación en horas desde cualquier punto del globo a cualquier otro punto tanto de pasajeros como de mercancías o ejércitos. La pregunta ha tenido siempre sentido para las mentes responsables o capaces de responsabilidad, sólo que ahora es crecientemente acuciante, perentoria, apremiante para la mayor parte del género humano... Así, la forma histórica de esta pregunta cobra representación clara en cuanto podemos traducirla como una pregunta acerca de los agentes que actúan presentándose recíprocamente, colaborando, amenazándose en el mismo escenario de la común o universal historia. Hoy estamos a una distancia que nos permite entender con claridad de escena viva, lo que pasaba en el mundo en 1914. El intento lo aludimos brevemente como ejemplo o referencia de la manera como quisiéramos prever objetivamente los tiempos que se nos echan encima. Y podemos decir: el efectivo Imperio inglés en el mundo quería ser compartido por la gran potencia cultural e industrial emergente que era Alemania. Ese gran deseo organizó al resto de potencias en torno a la ambición alemana y por contrapunto en torno a la resistencia inglesa. Este mismo mes de septiembre de 2006 (en que, por segunda vez este año, se ha levantado y alborotado el mundo islámico por juicios o conductas occidentales sobre el mismo: viñetas sobre Mahoma y juicios occidental- El internacionalismo obrero emergente podría haber organizado esa lucha de otra manera, pero no lo hizo: el obrerismo se plegó al principio nacional, y los obreros, masivamente, lucharon bajo una bandera y un principio organizativo mundial de tipo nacional, incluso donde no lo parecía. La segunda guerra mundial fue el segundo acto de este intento alemán con mucha mayor resolución y claridad; el nazismo y el fascismo fueron dos intentos de nacionalismo absoluto y tajante que se beneficiaban del miedo del Imperio inglés, así como de los intereses del futuro pero predecible Imperio americano, ante el emergente comunismo o internacionalismo, que era percibido, además, como nacionalismo ruso. Esta claridad viendo lo que sucedía en 1914 y 1939 nos ha de permitir plantearnos ventajosamente la cuestión de lo que está pasando hoy, ante nuestra vista, en este tiempo nuestro. ¿Qué está pasando verdaderamente en el mundo en que estamos viviendo? 12 13 Lo hacemos acuciados por la circunstancia mundial, que está cambiando paladinamente, con perspectiva histórica de largo alcance, el panorama de la Historia universal, y a la vista de las grandes literaturas religiosas de las civilizaciones orientales y de su significado para la vida de esas mismas civilizaciones que llaman imperiosamente a las puertas de la hasta ahora indiscutida civilización occidental. (III) Completará la exposición un adelanto de ontología para el tratamiento de la diversidad de las revelaciones religiosas. Recinto CaixaForum, donde se celebró el Dialogo Oriente - Occidente 2005 Cuadernos Oriente - Occidente Sobre revelaciones religiosas y filosofía Y salta a la vista como esquema del siglo-milenio recién nacido, que los factores o agentes de la Historia no son las naciones que fueron protagonistas en el siglo XX. Ni Gran Bretaña ni Alemania son sujetos decisivos de lo que está configurando la vida presente. Rusia ha abdicado de su destino imaginativo de redención mundial: está por redimir de la injusticia y los peligros del capitalismo, ella misma, es decir, ha venido a recaer en el cuadro de la civilización cristiana, o excristiana, que dicen occidental. Estados Unidos ha palpado que es imposible imponerse por la guerra no atómica a cualquier país por pequeño que sea: Cuba, Nicaragua, Vietnam, Corea del Norte… Entonces, ¿quiénes son los nuevos sujetos históricos? civilizacional. Necesitamos una radiografía profunda de esos sujetos que son las civilizaciones y en concreto de las asiáticas, contradistintas de la europeo-americana o cristiana (aun en forma ex cristiana). Un diplomático muy atento al movimiento profundo de las sociedades de alcance mundial efectivo y directo se preguntaba: ¿Qué hacer ante esta tremenda y en diversos aspectos explosiva situación del orbe? Conocer ese trasfondo, es la respuesta de orientación intelectual y política. Y ese trasfondo en último término es el mythos originario, su intuición y sensación o experiencia de lo divino. (Hay también, y es esencial, una respuesta de inminencia práctica, pero no toca tratarla ahora). Los sujetos decisivos se presentan con claridad, ya ahora, y tenderán a ser cada vez más resolutivamente civilizacionales. No importa su tamaño mientras representen una efectiva civilización de alcance mundial, bien por la fuerza financiera, cultural, militar consiguiente, como es el caso de Europa y de los EEUU; o por el dominio sobre grandes reservas necesarias e insustituibles, así el petróleo, como es el caso del mundo árabe; o por la capacidad de presión homogénea como el África Negra; o por la extraordinaria capacidad demográfica, como China e India y su absorción de contenidos tecnológicos modernos; o por la intensidad cultural y su influencia en alguna gran civilización, como es el caso de Israel; o por un conjunto de territorio, materias primas, población y uniformidad cultural y de actitud ante o frente a los EEUU y el mundo occidental desarrollado, como es el caso de una Iberoamérica que se pone de pie. Factores que se dan combinados, o sumados, naturalmente. 1.Religión y civilización Son los sujetos que se mueven indeclinablemente, inevitablemente en el momento presente de la Historia Universal y cuyos movimientos acusamos día a día, viéndolos en la televisión, siguiéndolos en la prensa, comprobándolo en los movimientos migratorios millonarios y en las consecuencias económicas con sus latidos cotidianos en la cadena de las Bolsas mundiales… Y he aquí que la marcha de las cosas acusa una suerte de potencia-impotencia del hombre: potencia de destruirse y mantenerse a raya los unos a los otros, más que potencia de colaboración efectiva y de convivencia positiva. Subsiste la convicción moderna, fundamentada por Hobbes y Locke principalmente, de que el hombre no se puede fiar del hombre (homo homini lupus), y el nacionalismo absolutista y consecuente tiene todavía su peso y vigencia como forma ontológica que se organiza en miedo, bien que dentro del cuadro Agustín Andreu, La Iglesia ortodoxo rusa y el episodio del comunismo soviético (Una interpretación del desarrollo del cristianismo en la historia de Europa), Editorial Popular, Madrid 1992, pp.46-113. Tal vez habría que cambiar la grandilocuente y hegeliana categoría de “Historia” por la sencilla palabra “vida”, entendida en su tono de hacerse un lugar al sol y poder comer y beber agua limpia. Y no pensar que las civilizaciones que se avanzan y hacen sentir su presencia pretenden seguir la historia de Julio César, Carlos Vº, Napoleón y el modo occidental de sentir la aventura, o lo que sea, del hombre. 14 La religión está en el trasfondo de las civilizaciones y opera como una inspiración o revelación de naturaleza remota o distante (trascendente) cuyo contenido va actuándose en la historia en varios modos a lo largo del tiempo, con resultados que se juzgan beneficiosos al cabo, mediante la experiencia y la varia actividad de la razón. “Al cabo” decimos, porque la actuación de los contenidos de una revelación radical y transformadora, fundadora o refundadora de sociedades para milenios, resulta laboriosa además de laberíntica, como consecuencia de la estructura de la inteligencia de la vida humana, de la dificultad de ser hombre y de serlo en la múltiple reciprocidad social. Contentémonos de momento con esta definición de revelación, que concretaremos en situación por sus diversos flancos. Y precisemos de entrada que, con independencia de que la necesidad de revelación puede deducirse a priori (Espinosa, Leibniz, Lessing), la consideramos de momento como cuestión de hecho: la vida humana se nos aparece siempre a la sombra de revelaciones presuntamente divinas o trascendentes. Últimamente, por influjo anglosajón se habla preferentemente de “cultura” para referirse a la organización de un grupo humano, a su sensación fundamental de la vida, a su imagen del mundo, ajustándose así el vocablo a la doctrina del multiculturalismo como proyecto político y social. Las afirmaciones sobre el trasfondo religioso de las civilizaciones valen igualmente para las que dicen culturas (que las hay a cientos, y cuanto más pequeñas y aisladas y exóticas con mayor aplicación se las estudia y defiende); pero aquí nos vamos a referir expresamente sólo a las grandes civilizaciones que han ocupado y se han distribuido la mayor porción del espacio del mundo, su geografía e historia: al hinduismo y al budismo en sus diversas formas; al judaísmo, el cristianismo y el islamismo. Sin olvidarnos del mazdeísmo o zo Del autor, Shaftesbury—crisis de la civilización puritana, Universidad Politécnica de Valencia, 2005; idem, Shaftesbury. Carta sobre el entusiasmo, Grijalbo, Crítica, Barcelona 1997. Las civilizaciones quedan marcadas tanto por la afirmación en que viven como por la negación en que sobreviven. Puesto el trazado de su fundamentación, se derriban paredes y muros, se alzan diversidades de estilos, pero sub-siste la delimitación interpretativa del lugar o establecimiento de humanidad en que comenzó a vivir el grupo humano, la civilización. 15 Cuadernos Oriente - Occidente roastrismo dado su decisivo influjo en la cultura occidental y por ser además un ejemplo claro de cómo una civilización de las grandes puede montarse sobre un equívoco, condicionando milenios la vida de una civilización como la occidental. Así, se habla también de “multicivilizacionismo” en alusión a las grandes civilizaciones que siguen configurando la historia y la vida y que se han hecho y se están haciendo presentes con la fuerza que son capaces de hacer valer. Cualquier aeropuerto internacional o plaza importante de una gran ciudad es hoy plásticamente “multicivilizacional”. Y es una forma de humanidad imparablemente creciente. De una manera empírica, ha contado Toynbee veintitantas civilizaciones, concibiéndolas desde la analogía de la mónada leibniziana, de modo profundamente realista sin dejar de rozar una fundamentación metafísica (leibniziana) y tal vez teológica (por lo aficionado que se muestra el maestro inglés es a trabajar a la sombra de citas de libros sagrados). Cada civilización sería una unidad de vida histórica, que tendría un orto, un desarrollo y un final según leyes que descubre el historiador empíricamente y que tienen en cuenta la religiosidad como trasfondo de su forma de vida . Siguiendo con rigor la traslaticia concepción monádica, les reconoce el historiador inglés a todas las civilizaciones, como es el caso de todas las mónadas, un comportamiento Sobre revelaciones religiosas y filosofía idéntico, un fondo común, y por lo tanto las tiene por capaces de entenderse mutuamente, de entender sus respectivos movimientos, pero en un ensimismamiento tal que cada mónada de civilización encuentra en sí misma y recibe de sí misma cuanto la afecta, según la célebre imagen de la mónada sin ventanas. Aspecto sumamente importante para las religiones que abordan con ánimo evangelizador o apostólico a las otras civilizaciones practicando la intro-misión y el corte de digestión que representa la inter-ferencia de la vida propia. Expresa y directamente tendremos presentes a las civilizaciones asiáticas que por su portentosa literatura religiosa y por su emergente poderío histórico son hoy factores ineludibles y crecientemente decisivos en la historia universal, factores por cierto indicados y tratados ya en el siglo XVIII por Gotthold Ephraïm Lessing en su teología de la historia y en su Poema dramático NATAN EL SABIO, donde oteaba en el futuro el encuentro más o menos tumultuario de las grandes civilizaciones con la civilización cristiana (o ex cristiana) en un movimiento de devolución de visita. Leibniz llamó la atención hacia China y escribió un Discurso sobre la teología natural de los chinos, donde se aborda el encuentro de las doctrinas religiosas cristianas con la tradición religiosa y filosófica china en un sentido convergente y en una forma de teología donde se parte del aspecto doctrinal cuya vertiente da a los otros. Actitud, la leibniziana, que tiene detrás suyo el que dicen –superficialmente-- monismo o panteísmo de Espinosa y, ya delante, el desarrollo de la teología de la historia y la revelación, de Lessing. Cfr. Kishore Mahbubani, SHARED WISDOM, en NEWSWEEK , nn .8-9, 2006, p.67: “In the multicivilizacional world in the future…” A la impresionante literatura religiosa india y china habrá que añadir la de la religión hitita (cfr. Alberto Bernabé, Textos literarios hititas, Madrid 1979), y Federico Lara, El poema de Gilgamesh , Madrid 1980. Tener en cuenta también, en el estudio de la filosofía de la revelación, al mazdeísmo o zaratustrismo y sus diversas variantes, es indispensable en razón de la fuerza de configuración que su literatura ha tenido hasta hoy en la religiosidad y mentalidad occidentales. A Zaratustra no se le entendió correctamente; lo advirtió Leibniz (cfr. Leibniz.La inteligencia en la torre. Razón y misterio en la Ilustración leibniziana, Univ.Polit.Valencia, 2001, pp.113s.). En Zoroastro, el bien y el mal son “mellizos”, son aspectos, de ningún modo sustancias como dualistamente se pensó y desarrolló en líneas predominantes del helenismo y el judaísmo contagiado. Con independencia de que subsisten algunas comunidades mazdeas en la India, en Bombay concretamente, su influjo en el Antiguo y en el Nuevo Testamento es tal que ha condicionado la historia espiritual de Europa y América hasta hoy. Leyendo los Gathas no se puede dejar de percibir claros antecedentes de la mentalidad creadora occidental, así como de un pensamiento inmanente que lleva a la idea de elección divina que divide el mundo en el Reino del Bien y el Reino del Mal, dualismo que determina escatológicamente la historia discerniendo entre los buenos y los malos, y que trabaja con los conceptos de responsabilidad y culpa eternas, con el consiguiente juicio y acento pedagógico…, recordando las antropologías de san Pablo y san Agustín, Hobbes y Calvino (Cfr. Juan Bergua, El Avesta, textos relativos al mazdeísmo o zoroastrismo, Madrid 1974). Los arios, que, en tiempos prehistóricos, en torno al neolítico, se dividen en dos corrientes: la oriental que acaba asentándose en la India, y la occidental que se dirige hacia occidente, están en el origen del mazdeísmo y el hinduismo, respectivamente. Se trata de dos núcleos de civilización representables gráficamente por el toro, la occidental, y por la vaca, la india. Y a esa división corresponde el concepto de sustancia, con todas sus consecuencias antropológicas, que se implantará en Grecia e Israel por un lado, y en el budismo o los budismos, por otro. Quede aquí meramente indicado. Cfr. Sideraciones (3), Pre-textos 2003, Valencia, pp.182s. Cfr. G.E. Lessing, NATAN EL SABIO, POEMA DRAMÁTICO, Espasa-Calpe, Madrid, 1982, traducción, introducción y notas del autor. G.W.LEIBNIZ. Discurso sobre la teología natural de los chinos, traducción introducción y notas de Lourdes Rensoli Laliga, Biblioteca Internacional Martín Heidegger, Buenos Aires 2000. 16 17 El momento del encuentro masivo y precipitado (precipitado, por más que se le planee, a contrapie ya, en los más diversos aspectos) de las grandes culturas asiáticas con la occidental, ha llegado, amenazadoramente para los estudiosos convencionales de la historia, es a saber los que la ‘observan’ desde el punto de vista de la seguridad (y del poder que la seguridad de momento otorga), pero la observan sin ir al fondo de lo humano. El Embajador De la Riva está sintiendo la presión incontenible de esa milenaria presencia irruptora, abiertamente irruptora en los últimos decenios desde el hundimiento soviético (pues se daba una apariencia de separación civilizacional intraeuropea como si el muro berlinés detuviera el futuro en un horizonte cristiano o excristiano pero doméstico). En la apertura del Diálogo Oriente-Occidente del 2005, patrocinado por esta prestigiosa Casa, advertía el Embajador -- descubriendo así su sólida formación humanista—de la importancia de que “los debates [de dicho diálogo] se centren también en cuestiones más profundas y menos coyunturales”, pues que “Casa Asia tiene un compromiso también […] con el diálogo interreligioso”, es decir, tiene un compromiso profundo, referente a las ultimidades de lo humano. Hace ya tres o cuatro generaciones Cuadernos Oriente - Occidente Sobre revelaciones religiosas y filosofía –a lo largo del siglo XX—que selectos, autoselectos, estudiantes asiáticos en Europa, sobre todo en Gran Bretaña y en Alemania, al incorporar la ciencia y la tecnología europea y americana y al cotejar de cerca la civilización occidental con la suya propia, depusieron significativamente el modo occidental de vestir (con lo que significa semejante renuncia) volviendo con sensatez crítica a su esencial modo de vida, a sus tradiciones humanistas, sintiéndose, como dice Kishore Mahbubani, “guardianes de las almas de su gente”. Va de `almas´ , pues. Desde Oriente, seguía diciendo Ion de la Riva, se apuntan diferencias “entre Oriente y Occidente en relación con los valores asiáticos” predominantes, valores de otra inspiración radical incluso, de suerte que “de alguna forma parecería cuestionarse la universalidad de ciertos valores y derechos”. Muy justo, por más que nos moleste a los centralistas que somos los europeos y cristianos, incluso y principalmente desde el punto de vista de las formas estéticas cuya historia comienza para nosotros los occidentales en el Partenón– al margen, por lo que a mí hace, de todo relativismo de valores de formas y fondos. Y remataba nominativamente: “Estamos también en un debate importante sobre el papel de lo sagrado y lo profano, sobre el papel del laicismo y de la religión”. 10 Y el señor Goh Chok Tong, Senior Minister de Singapur, más desembarazadamente y por la cuenta que le tiene, declaraba en el mismo evento sobre Oriente y Occidente, que el peligro mayor que nos amenaza hoy “se basa en la religión”. 11 Por la cuenta que nos tiene hemos de concedérselo a los orientales que conocen la historia de Europa, y las guerras de religión que es capaz de suscitar en una civilización su religión misma. El análisis sobre el caso particular de la religión occidental (judaísmo y cristianismo) no es automáticamente trasladable al hinduismo, el budismo y el taoísmo, así como al islamismo, también en sus diversas versiones. Pero sí metódicamente: es bastante más que un caso para una inducción, porque a la inteligencia de la vida humana se le ve la querencia hacia la matemática y la metafísica, hacia la unidad y el ser, es decir, hacia la unidad y la multiplicidad en todos los órdenes de la vida; lo muestra así una fenomenología de la inteligencia. Además de que la historia más que milenaria de roces y choques, de intercambios a contrapie de civilizaciones, facilita la traslación metódica del análisis del caso occidental a las grandes religiones orientales y al islamismo. 12 Y ello fundamentalmente, porque la filosofía ha surgido y se ha desarrollado a partir del trabajo de los presocráticos y Aristóteles, de suerte que no es mera casualidad que la ciencia y su actitud brotaran y se desarrollaran en Occidente. Practicaremos, pues, una suerte de previsión meteorológica del encuentro civilizacional, es decir, no del encuentro de minorías misioneras o intelectuales, sino de las sociedades o masas de las grandes civilizaciones con todo su contenido religioso teórico y práctico y con verdaderas ganas de devorarse mutuamente con provecho. Que llamamos grandes no sólo por las dimensiones demográficas y geográficas de sus asentamientos sino por el contenido espiritual de las mismas, cosechado y probado a lo largo de milenios, es decir, pasado por las almas de generaciones y generaciones de conciencias y de espíritus, por tanto de indudable interés teológico, si, como dice la tradición cristiana y su teología, “Dios no dejó a ningún pueblo sin testimonio de sí” (Hechos de los Apóstoles) . Con la comodidad, pues, o la incomodidad, de quien como cristiano y teólogo independiente o no confesional se sabe reconocido como útil, me apresto a tratar técnicamente el problema del encuentro de las civilizaciones desde el punto de vista de su trasfondo religioso, el de sus respectivas civilizaciones: de su inspiración última o revelación religiosa. Trazando la Ontología de ese posible encuentro y convergencia favorable. No es cierto que estas cuestiones sean de difícil y enrevesada inteligencia. Lo que sucede es que los colectivos profesionales se establecen y encierran en un vocabulario, medio críptico medio convenido, que, en el mejor de los casos, les facilita el trasiego interprofesional, pero al precio de amurallar y separar muchas cosas no separables por su naturaleza y facticidad. Con Leibniz y Lessing, con Ortega y D´Ors, creo que estas cuestiones de un humanismo político inesquivable pueden ser entendidas por todos y es incluso peligroso que se niegue o descuide el acceso a las mismas al buen sentido político general, al buen sentido del género humano. El cristianismo ha tenido dos momentos luminosos por lo que hace al entendimiento de su propia relación con la filosofía y con otras religiones. Uno fue el momento alejandrino (sincretístico y universal) del siglo IIIº, con Clemente de Alejandría, quien enseñó que el cristianismo y la filosofía habrían tenido un mismo origen, el Logos divino, “único y universal”, y que eran por tanto una misma visión con esenciales aspectos complementarios, lejos de cualquier tipo de exclusión. 13 Detrás de los filósofos de la Hélade y de los profetas de Israel estaría el mismo Verbo divino que se revela de dos modos complementarios. La otra ocasión, en el siglo XVIII, la practicó y desplegó Lessing desde una retaguardia leibniziana, presentando una filosofía de la revelación y de sus fuentes que abarcaba a las tres religiones abrahamíticas incluyendo al brahamanismo, como dice él, y a los parsis, teniendo presente a China como le enseñó su maestro Leibniz. En medio de esas dos ocasiones, entre el siglo IIIº y el XVIII, las Confesiones cristianas, entre sí y en relación a las otras grandes religiones, sufrieron una esclerosis en fórmulas doctrinales y ceremoniales, que les facilitó ejercer un poder o una pretensión al poder Cfr. Teología del vestido, teología de la apariencia humana, en E.Peterson, TRATADOS TEOLÓGICOS, Madrid, Cristiandad 1966, p.215-227 (traducción del autor). 10 Cfr. East-West Dialogue 2005, Barcelona, pp.14-16. Cfr. Daisaku Ikeda, Unlocking the Mysteries of Birth and Death: Buddhism in the Contemporary World, London 1988. 11 Ib. p.22. 12 Todas las literaturas religiosas tratan de la unidad y la multiplicidad en los más diversos aspectos de la vida individual y social, con las casuísticas consiguientes tanto en la visión de lo divino y sus caminos como en su varia institucionalización en la historia: institucionalización sacerdotal o clerical y escrituraria o doctrinal, o sea en formularios y ceremonias, como enseñaba Leibniz. 13 Cfr. del autor, “Alegato en favor de una teología del Logos único y universal”, en Jesucristo en la Historia y en la fe, Sígueme, Salamanca 1977, pp. 280-290. 18 19 Cuadernos Oriente - Occidente tal, que contribuyeron a dar a la hegemonía europea en el mundo un aspecto excluyente de otras formas de religiosidad y civilización, rayano muchas veces no ya en la falta de buen sentido y en la arbitrariedad, sino en lo inhumano. Sobre la primera oportunidad, la alejandrina, traté recientemente en Salamanca 14. Sobre la segunda y desde ella misma intentamos una breve exposición desde la línea de solución que apuntó y desarrolló “el atrevido G. E. Lessing” prosiguiendo los principios de un Leibniz espinosiano más que crípticamente. Creo que aportó no sin incómodos y humillantes sufrimientos los principios para un tratamiento saludable y fecundo de la convergencia en humanidad, de las grandes civilizaciones y sus tradiciones religioso-literarias. Es hora de Lessing. Hay un Lessing a mano, gracias a la Providencia que cuida de la Educación del género humano. Espinosa, Leibniz y Lessing representan la posibilidad de “otra Ilustración” que las realizadas a trompicones en diversos sectores de la civilización occidental (Escocia e Inglaterra, Francia, Alemania, España e Italia, Rusia…). 15 2. Inteligencia y revelación “La revelación forma parte de la sana inteligencia humana”, dice Lessing 16. “La razón es una revelación natural, y la revelación es una razón sobrenatural”, había dicho Leibniz en los Nuevos ensayos sobre el entendimiento en oposición al empirismo y el irracionalismo de Locke, y subrayando la mutua pertenencia de inteligencia y revelación. El texto íntegro es: “Y como se puede decir que la razón es una revelación natural de la que es autor Dios, igual que lo es de la naturaleza, puede decirse también que la revelación es una razón sobrenatural, es decir, una razón ampliada por un nuevo fondo de descubrimientos, emanados directamente de Dios.” 17 A la inteligencia le sucede llegar a encontrarse con conocimientos o vislumbres que la desconciertan, aterrándola o seduciéndola incluso; pero talmente que razonándolos puede irse a acostumbrando a lo más insólito. No hay inteligencia o razón sin fe o revelación en sentido amplio, ni hay fe sin razón. Cualquier acto de la razón como cualquier acto de la vida incluye fe en múltiples aspectos. La experiencia de la ampliación de la razón es una experiencia cotidiana. Mas, la historia nos dice y la vida nos enseña que se han producido o producen 14 “Crítica de la fe en Clemente alejandrino”, en Diálogo filosófico 2005, Universidad Pontificia de Salamanca. 15 Agustín Andreu, “De Lessing a Benjamin: la otra Ilustración”, en ISEGORÍA, nº 4, 1991, pp.88-121. 16 Cfr. G.E.Lessing. Escritos filosóficos y teológicos, introducción, traducción y notas del autor, Ed. Anthropos, Barcelona 1982 , 2ª edición, p.455 (“Algo más de los papeles del anónimo tocantes a la revelación”). Citado en adelante como LEE(=Lessing Escritos); e Ilustración e Ilustraciones, Universidad Politécnica de Valencia, 1997, pp.54-56. 17 Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, Parte IVª, cap.XIX, 4. Leibniz ha definido la revelación aquí con mucho cuidado pero prescindiendo de la revelación del misterio o del elemento sobrenatural, porque quiere ver la revelación desde el proceso de su aparición y desarrollo en la mente y sociedad humanas. 20 Sobre revelaciones religiosas y filosofía ampliaciones extraordinarias que determinan el destino de pueblos y hasta su formación y desarrollo en forma de civilizaciones. La razón se educa en la fe o revelación, decía Lessing. 18 El gran maestro de la Hélade, Aristóteles, enseñaba que “el que ha de entender conviene que crea”, y otro gran maestro medieval, san Anselmo, explicaba la intención del griego diciendo que “se cree para llegar a entender”. 19 Por eso hay que salvar la religión revelada de una civilización, porque la razón no tiene otro lugar donde educarse, donde trabajar sobre material humano, pues no se puede mover en el vacío, o en un marco de la mera ciencia con el entorno del Todo eludido o negado. Y por eso una imagen del mundo y del Todo se le destila necesaria, insensiblemente, a la inteligencia humana en y desde el primer instante de su ser natural. Por eso mismo trabajamos sobre la tesis, que damos por supuesta, de que ha habido una revelación universal originaria, no en el sentido del tradicionalismo que afirma que no hay más conocimiento que el transmitido (De Bonald), sino de que el hombre ha pensado siempre desde una sensación innata (en sentido leibniziano) de la vida y de la vida en común y de que cualesquiera revelaciones que se produjeron a lo largo del tiempo llevan en sí una capacidad de convergencia radical, de la cual la fertilidad recíproca de las razas humanas no es más que un síntoma y no el más significativo. Las formas de transmisión de esa revelación originaria única o de las revelaciones fundacionales de civilización–que no hay que representarse con el primitivismo que el positivista o empirista suele darle por presupuesta al metafísico o al teólogo (no sin colaboración dogmática del mismo)— son formas elementales de transmisión de humanidad, que van desde el proverbio hasta la danza muda, pasando por la lírica, la historia, la fábula y las formas más sencillas de expresión, incluida la transmisión, tan frecuente, de quien no entiende lo que está transmitiendo pero que va pasando de mano en mano como la supuesta “falsa monea” hasta que alguien la vuelve a entender y aprovechar. Volvamos a la inevitabilidad y necesidad de que la inteligencia racional trabaje o actúe en el marco de una imagen del mundo previa (imagen que se origina del cruce de los instintos intelectuales innatos y del mundo y su imagen, anterior a nosotros y que nos recibe). La fenomenología de la inteligencia humana nos muestra que la inteligencia es intencional; todo acto de la inteligencia tiene un objeto, y no por cierto un objeto aislado sino un objeto dentro de sus relaciones de horizonte y de transhorizonte, pues igual que un objeto no se tiene por sí mismo ni en su entidad ni en su sentido sin el complejo de sus relaciones constitutivas, tampoco un horizonte se basta a sí mismo, y el mismo movimiento vario dentro de él es reclamo de consistencia, más allá de él, de horizonte tras horizonte y del definitivo y último o ultimante (Aristóteles), que es el de la infinitud en sí. La intención última, bien que confusa, de la inteligencia, necesariamente implícita en todo acto suyo, es el Todo, el Ser 18 LEE, p. 173 (nota 1). 19 Cfr. SIDERACIONES (2), p.307. 21 Cuadernos Oriente - Occidente suficiente. 20 Y como esa intención es irrefrenable, la inteligencia se llena de fábulas sobre el Todo y la realidad última; no se ha encontrado inteligencia alguna vacía de mitos o revelaciones. Y es que si Natura horret vacuum, mucho más incompatible con el vacío es la mente humana, la cual consiste en asombro serio e indefectible ante la plenitud confusa del Universo, ante la auroral o apenumbrada infinitud. El asombro radical, la pregunta radical que es la conciencia de estar, de estar presente en el Universo y ante el Universo, de ser un necesario lugar del mismo, ese asombro inquisitivo por lo visto, por la evidencia del hecho, es el estrato o movimiento primero o constitutivo del ser humano. El hombre es originariamente un asombro por haber aparecido como sujeto en este tan amplio como intrincado escenario cual es el mundo. Asombro compartido, además. Pues, a la primera mirada de asombro ante y en el Universo, sucede enseguida el advertir que es mirada en diversos tonos compartida de otros hombres. Y el asombro se hace presencia, es decir, sujeto advertido por otros sujetos: se hace reciprocidad. Esta posición de la inteligencia que es el asombro puede ser pasmosa o curiosa, y seguramente la convergencia de unos cuantos hombres o de alguno extraordinario en una determinada actitud consiguiente, está en el origen o cuaje de una determinada sensación del ser fundamental ( sensación que es fundacional de civilización, como veremos). Sin la fenomenología de la inteligencia no es posible ir respondiendo esencialmente a la cuestión de qué es el hombre y a los modos de la inteligencia. El lleno de ese vacío descrito sucintamente como el asombro que pregunta, es el mito cósmico poblado de gigantescos sujetos que al parecer lo habitan; sujetos que al parecer son más que hombres y que nos llevan a suponer que el hombre no está solo en el caso de que prefiriera estarlo. Son más que hombres y sufren al parecer. El hombre tiene desde el principio mismo de su asombro la impresión de que los destinos, en este Universo, no son fáciles ni lógicos y que se habrá de resignar a estar aquí tal y como esos sujetos llamados divinos (por ser mayores que el hombre, o más que hombres), y a contar con ellos. Una civilización no es más que la respuesta social o agrupada a ese asombro originario y constitutivo, que se produce en un determinado país o paisaje, y que intenta configurarse una morada, una habitación, un lugar de seguridad ante el peligro del ser. Mas, antes de pasar al mito y la revelación precisemos desde otros ángulos la índole imaginativa de la inteligencia humana. El segundo movimiento de la inteligencia humana proviene de que no puede dejar de mirar específica o reflexivamente a lo que está por encima y a lo que está por debajo de ella misma. Por debajo ve la vida universal, la vegetal y la animal en todo su esplendor y peligro (Max Scheler). Por encima advierte presencias y acciones superiores al poder humano. Con una y otra forma de vida tiene que hacer algo. Esta situación estructural de la inteligencia Sobre revelaciones religiosas y filosofía humana entre lo que queda por debajo del pentagrama humano y lo que lo trasciende, está en el origen de la religión como relación con poderes cósmicos terrenos o subterrenos y celestes, que se manifiestan a la inteligencia como la encargada precisamente de la vida, de su vida que es inteligencia de la vida y, reflexivamente, de toda vida. No conocemos ninguna civilización o cultura donde al conocimiento humano no se le hayan presentado el objeto e interlocutor subterreno y el superior. El animal, con su instinto, es seguro. Mas este viviente con inteligencia es fundamentalmente inseguro. Su experiencia del ser es un susto de perplejidad, de entusiasmo o de pánico que lo saca de sí y lo hace fundamentalmente inseguro, es decir, libre: necesitado de e-ducarse o conducirse o moverse eligiendo entre posibilidades o creando lo que imagina necesitar. El instinto del viviente mero se ha transcreado en viviente inteligencia racional; entre el ímpetu instintivo y los fines se sitúan formas de vida asombrada y perpleja, interfieren recursos de la imaginación creadora o aterrada. 21 Y entre estos, visiones o inspiraciones o revelaciones. Todo conocimiento es revelación porque es descubrimiento, sea más o menos sospechado o buscado. Pero hay conocimientos que se nos imponen, que deslumbran y revuelven o replantean el entero círculo de la vida: son más sagrados y traen consigo como una sensación de obligación o deber. Y por lo visto no cualquiera está en condiciones de recibirlos ni, recibidos, los aguanta e interpreta, ni sabe tampoco transmitirlos. La desigualdad de fuerzas de los hombres contará esencialmente en el régimen y economía de las revelaciones. La revelación se dirigirá a “la inteligencia humana de nivel medio” (Lessing) 22 y seguirá estrictamente la idea leibniziana de la gradualidad: Todo para todos, pero verdadera y dignamente, es decir, gradual o respetuosamente con la inteligencia de cada cual. Volveremos sobre la gradualidad en diversos contextos. Tal vez no convenga proseguir esta exposición de la fenomenología de la inteligencia humana sin dejar sentado que el conocimiento (y por lo tanto la revelación) supone la alteridad del objeto e interlocutor, mas ello dentro de una afinidad absolutamente radical por su profundidad y más allá del principio de identidad sustancial, es decir, dentro de un sentimiento de unidad de ser y vida que perturba a la ontología clásica. Llamaban los teólogos escolásticos a esta afinidad “potencia obediencial”. Locución ésta en verdad laberíntica y de verdadera añagaza. Potencia obediencial sería potencia de recepción de algo que uno no puede más que recibir. Pero, anterior a la obediencia o receptividad, es la apertura o capacidad de recepción de tal conocimiento y de sus consecuencias. Y ¿qué es una potencia o posibilidad meramente pasiva? ¿Es pasiva la necesidad de la inteligencia humana de saber dónde está, habida 20 Cfr. Franz Brentano, El origen del conocimiento moral, Tecnos 2002 (traducción de M. García Morente). 21 Cfr. del autor “El principio arquitectónico de Leibniz en Ética y Política”, en CIENCIA, TECNOLOGÍA Y BIEN COMÚN: LA ACTUALIDAD DE LEIBNIZ, Universidad Politécnicca de Valencia, 2002, pp.299-319. 22 LEE, 464. 22 23 Cuadernos Oriente - Occidente cuenta de la infinitud que caracteriza a todo lo que hay en el mundo y al mundo mismo, de uno u otro pero inevitable y decisivo modo? (Bueno, la infinitud que caracteriza a casi todo en todos los órdenes, menos en lo que hace al mal.). Nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu nisi intellectus ipse: cuanto entra en la inteligencia, propiamente de ella brota, pues por naturaleza es realidad de y para la inteligencia. A la máxima alteridad responde el innatismo leibniziano: la esencial afinidad de los espíritus, incluido el divino o absoluto. Ese asombro cargado de perplejidades (Muguerza), retraído y atrevido, es experiencia fundamental, fundante y constitutiva, del Ser. En todo individuo. Experiencia que es acogida enseguida por el grupo. Llegar a la experiencia originaria de las civilizaciones, a su revelación fundacional, es ponerse en disposición de entenderlas a limine, es decir, de entenderlas y respetarlas en su eventual riqueza, desde la originaria sensación particular y perspectiva del ser Uno. Pues no hay que reducir fácilmente las diversas modalidades de experiencia del ser a una sola; precisamente sus diferencias en acento o perspectiva es lo que necesita advertir y aprovechar el género humano en su unidad. Y no se trata de relativismo de nociones y valores, sino de infinitud como condición indispensable de la salud mental de la inteligencia de la vida: es condición ineludible que la inteligencia se roce con la infinitud implícita y necesaria en todos los órdenes y objetos; lo que no quiere decir que la aritmética y geometría griegas no sean realidades intelectuales y vitales definitivas en su orden y utilidad, bien que superables en otros y diversos órdenes. A lo largo de la historia de una civilización de las grandes, ni el ser se le escapa al hombre ni el hombre se le escapa al ser. La experiencia del ser ha abierto la vida a todo desde el primer instante de su ser natural. Y es que esa experiencia del ser es una estética, es experiencia del ser en formas que se mueven en el espacio. (¿Estaremos encontrándonos hoy con una mutación en la experiencia del ser, con esta aparición de las formas a que se entrega la juventud del mundo entero abandonando las formas que han imperado durante siglos o milenios?). 23 Sobre revelaciones religiosas y filosofía La revelación es una experiencia o intuición de humanidad, de forma o nivel superior, presuntamente, cuyo atractivo le resulta incontenible al hombre; lo configurará y permeará todo por dentro y por fuera, al individuo y al grupo. Se presenta y se impone de golpe y escandalosamente, o con un trabajo previo del subconsciente. Acabará siendo la referencia ineludible, la medida de todas las cosas en el origen del grupo humano, o en su cuaje. Por motivos diversos –que se pueden enumerar sin pretender establecerlos en articulación general alguna: la geografía, la zoología, la vegetación, la lengua, sucesos extraordinarios de vario origen…, se fueron formando algunas grandes civilizaciones de las que arranca el panorama del mundo actual. Toda cultura tiene dignidad suprema y en esta dimensión ningún hombre vale más que otro hombre. Pero significación histórica por lo menos la tienen más las grandes civilizaciones (hindú y china en sus diversas formas y etapas, el budismo, el Islam, la civilización greco-romana y la civilización judío-cristiana) que son las que mostraron mayor capacidad de encauzar al género humano o de moverlo. La intuición y experiencia fundacionalmente originaria de estas civilizaciones ha hecho un largo viaje en el espíritu, en la forma y en sus expresiones humanas, un largo viaje que deja rastros múltiples en las artes plásticas y en las letras… Acercarse a ellas con la intención de hacerse con esa experiencia originaria es una tarea inmensa pero ineludible… Hay unas breves palabras de sabiduría, unas sentencias, unos principios donde se trasluce lo que esa larga historia ha destilado de humanidad en cada una de las grandes civilizaciones, cifras o sensaciones intelectuales intensas que hay que descubrir para entender el despliegue multimilenario de las grandes civilizaciones. Esa intuición o experiencia originaria se puede determinar. Lejos pues -dice Lessing- de ser “un invento” la revelación, pertenece a la estructura de la inteligencia de la vida humana misma. 24 La inteligencia humana es como un ‘revelatorio’. La determinación del grado de sacralidad o sobrenaturalidad de una cierta revelación, de la intuición y experiencia en que consiste, es una calificación posterior de las teologías y de las civilizaciones, y de la filosofía o teología no confesional, por supuesto en la forma del buen sentido crítico. El profeta de oficio puede creerse portador de visión o encargo divino; pasa todos los días en formas religiosas o secularizadas institucionalizadas. Pero la revelación se manifestó y fue aceptada racionalmente como tal cuando fue operando, activando lo que llamaba Leibniz “un nuevo fondo de descubrimientos” que, por su novedad entre otras cosas precisamente, obtiene el asentimiento de venir “inmediatamente de la Divinidad” y significa “una nueva apertura”. 25 Por eso, dice Lessing, “la inteligencia humana no se formó sino paulatinamente”. 23 Una nueva estética no es un capricho, y si la traen inconscientemente las vanguardias de una juventud que persiste hasta su vejez ‘educando’ a las generaciones sucesivas, menos aún. La estética entrante arrumba las estéticas locales, sus ritmos y melodías, sus temas. El auge de las estéticas folklóricas que cultivan sobre todo los nacionalismos (y cuanto más pequeños más, por su pavor a desaparecer) no puede engañarnos: las juventudes del mundo entero se despojan de los trajes terrestres y mentales de siempre y cobran formas de despegue de lo terrícola, al mismo tiempo que se revela el desnudo imponiendo la igualdad de formas, de las formas que indudablemente el hombre prefiere, concretamente en la civilización puritana que, desde san Agustín y el agustinismo, es la sociedad y religiosidad occidental. Sólo una sociedad sexualmente equivocada en sus usos, en su concepción de lo que representa la sexualidad para la vida y en la vida, puede necesitar tanta pornografía y tanta prostitución machacona y aburrida. Con la aparición de las formas transterrestres y la pura forma humana, van siendo trascendidas esas piscinas del alma que fueron y son a contrapie, hoy mismo, las culturas arcaicas de museo con que intentan recrearse ciertos folklores religiosos y nacionalistas. Con las nuevas estéticas podrían estarse anunciándose nuevas formas interiores de la vida, de la sensación de la vida, sobre todo en las figuras en movimiento de danza y andadura, de instrumentos y utensilios, de acuñamiento en fin de cuanto modula y modera el hombre en el orbe de la vida. Cfr. del autor “El hombre interior de san Agustín”, en El libro de las estatuas, Universidad Politécnica de Valencia, 2004, pp.63-77; SIDERACIONES . 24 LEE, p.444. 25 Cfr. del autor La inteligencia en la torre—razón y misterio en la Ilustración leibniziana, Universidad Politécnica de Valencia, 2001, pp.57ss. (Revelación de misterios naturales y sobrenaturales. Misterio y racionalidad humana). 24 25 Cuadernos Oriente - Occidente De suerte que verdades que hoy son “evidentes y claras para el hombre sencillo, fueron otrora muy incomprensibles”. Sin “inspiraciones inmediatas de la Divinidad” que presentaban como tales esas verdades, sabe Dios el tiempo y las peripecias que hubiera habido que pasar para que se las aceptara por su mismo contenido. 26 La revelación es creadora. La creación es un proceso difícil. El hecho de la revelación se afirma por su fecundidad misma y por la fuerza de reunión de los hombres y los grupos de los hombres. La revelación se desenvuelve como un proceso de conocimiento que ofrece una perspectiva y arranque nuevos y elevadores en todos los aspectos de la vida y, además, genera fuerza espiritual para llevarlo adelante. El nuevo fondo de conocimientos se va abriendo camino paulatina o aceleradamente a veces pero ratificándose a sí mismo por su extraordinaria capacidad de ir configurando la vida y por el asentimiento espontáneo que la acoge; levanta a la vida abriéndole panoramas impensables. “Se hace” revelación la nueva ocurrencia, llega a ser generalmente sentida como revelación, porque sólo una luz venida inmediatamente de Dios puede abrir tanto camino. El verdadero profeta cae en la cuenta tarde, muchas veces, de que hubo de ser divina la luz que se le encendió; él mismo dudaba y ello es garantía de honradez y sensatez. El teólogo o pensador de lo religioso es el que dirá: eso vino inmediatamente de Dios y como tal ha de ser considerado y tomado. El proceso de revelación se desenvuelve como un proceso de conocimiento y nueva conformación del sujeto y del grupo. Se percibe por los más, o acaba por percibirse de los más, como un proceso maravilloso, acompañado de milagros y hechos externos maravillosos y espectaculares. Pero eso sucede a posteriori y como consecuencia de la fuerza transformadora de humanidad que la intuición o experiencia de lo divino aportó, y como consecuencia de la ‘administración’ que ciertas corporaciones harán del tesoro con mayor o menos teatralidad, o cinismo. Entonces se llega a esas deformaciones (a que tan dado es el hombre) de interpretar el proceso de la nueva manifestación o revelación eliminando en él todos los rasgos de un proceso natural y considerando que lo extraordinario, la elevación general a un cierto plano o su configuración en grupo nacional o religioso, ha de haber sido y ha de ser por lo tanto de régimen completamente extraordinario, peculiar, especial. Y así el hombre religioso de oficio y sus variantes laicas estrangulan, anegan al mismo tiempo la intención que es la esencia de la revelación, la intención humana o humanitaria. Cuando, en el caso de los Evangelistas por ejemplo, dice Lessing, “lo que sabían de Cristo los Evangelistas, lo sabían porque lo sabían y en parte porque lo habían presenciado” 27. Y es que el hecho de la revelación, por su propia naturaleza de superioridad de conocimiento, relativa o absoluta, desencaja el cuadro normal de la inteligencia receptiva y altera enseguida el mundo social en que se da. La tarea de crear un nuevo nivel social y de evitar que de la revelación se asuma la esencia y se evite la superstición, es la de la teología que tantas veces en vez de contribuir precisamente a apuntalar el proceso esencial, trabaja para los poderes que administran supuestamente la revelación y sus condiciones y efectos. 26 LEE, p.466. 27 LEE, p.563. 26 Sobre revelaciones religiosas y filosofía “Hubo en todos los tiempos y países almas privilegiadas, dice Lessing, que, con sus propias fuerzas, pensando, se salían de la esfera de sus contemporáneos, corrían al encuentro de la luz mayor, y, si es verdad que no podían comunicar a todos sus sentimientos sobre esta luz, no obstante podían indicarlos”. Lo dice precisamente acerca de los brahmanes, cuyos “libros santos podrían competir por la antigüedad y dignidad de sus representaciones sobre Dios, con los libros del Antiguo Testamento, si lo que desconocemos aún de esos libros santos corresponde a los especímenes que de ellos nos han dado a conocer personas fidedignas”. 28 Porque la gran revelación acaba en libro, en letra, en literatura, dramáticamente como veremos. El alumbramiento de la revelación en la inteligencia crea una nueva situación. Es bueno que el hombre no sepa originariamente que es Dios mismo quien directamente suscitó el nuevo mito o fábula que abre una ventana a perspectivas perturbadoras por su elevación o por el valor que requerirán; no lo resistiría tal vez, intentaría escapar de la responsabilidad como Moisés o Jonás.29 El auto-aminoramiento del discreto, la inercia, el miedo a la inseguridad…hacen que el hombre verdaderamente superior se niegue a aceptar ser escogido para misión tan significativa; no se cree a sí mismo, no cree en sí mismo. Es sujeto que suele saber dónde está y lo que significa acercarse a los hombres con una propuesta de “terra incognita”, una propuesta incómoda, arriesgada, donde la mayoría, incluida sobre todo lo que llamaba Leibniz “el vulgo de los profesores” o sabios oficiales, se sentirá diversamente incomodado, notando que se le debilita la respetabilidad social. Porque al régimen de vida de la inteligencia pertenece que, al producirse revelación, será inevitable a trancas y barrancas y patéticamente incluso, “una cierta cautividad de la razón por la obediencia a la fe”. 30 El catafalco provisionalmente racional empieza a tambalearse y las autoridades establecidas han de sospechar del profeta o visionario, que puede ser Isaías o Nietzsche, Zaratustra o Mahoma. El ilustrado Lessing piensa (se es ilustrado pensando, nos ha dicho él) que el fondo de descubrimientos y conocimientos que la revelación lleva en sí, tardará milenios tal vez en irse descubriendo, porque se trata de convertir la inteligencia de la vida en camino. Posición difícil la que se le pide a la razón, vivir en cautividad, porque ¿quién administra esa cierta cautividad de la razón en la dirección de formas de humanidad creciente, y cómo se administrará? Se presentaba el espantajo del clericalismo ideológico que padeció en propias carnes Lessing cuando discutió públicamente con el Pastor Goeze de Hamburgo precisamente sobre la revelación escrita, sobre la Biblia. A la prohibición de seguir escribiendo sobre la Escritura, respondió Lessing con su Natán el sabio, ese poema dramático que tan poco gusta a las Iglesias, donde 28 Ib. 466.465. “Ser de Dios” quiere decir ser de una más alta inspiración compuesto. 29 Moisés alegó ser tartamudo y no servir precisamente para hablar en público y dirigirse al pueblo. Jonás alegó excusas más de miedo que de pereza y fue arrojado a la playa de Nínive transportado de una ballena que ofició de submarino. 30 27 Cuadernos Oriente - Occidente muestra el patetismo ridículo de los funcionaros de la religión que desconocen lo que es esa cierta cautividad de la razón ante la fe porque creen que ha de ser una negación de la razón 31 y de la sensación de la vida que se deposita en el fondo del corazón humano. Este trabajo de interpretación de los textos en que cuajó la revelación, en la dirección y sentido de humanidad o ayuda al hombre en marcha hacia una vida intelectual y libre, la expuse hace años en la revista HETERODOXIA y constituye la tercera parte de este ensayo. “Lo que en la revelación se ofrece a la intuición es sólo y siempre figura de humanidad”: figura de algo que se puede y debe hacer por el hombre, por sí propio y por los demás; figura esencial de humanidad o destino en el marco de las diversas formas de relación humana (filiación y paternidad, exilios, retornos, renacimientos, sufrimientos, redenciones, salvaciones, etc. La suprema forma de relación humana es la amistad.) Desde la revelación, según se la va viviendo, se produce un precipitado de experiencia humana de nivel más alto. Y luego hay confluencia de esos precipitados de experiencia humana que confluyen viniendo como vienen de laderas de montañas distantes y circunstancialmente diversas, que rozan el Cielo. 32 3. Revelaciones y civilizaciones (o naciones) La revelación es constitutiva de la inteligencia de la vida, dijimos al empezar esta exposición. La distinción que hacen las teologías ortodoxas entre revelación natural y sobrenatural es secundaria para el caso. 33 Mas, como la vida se da individuada en existencias múltiples y diversas, y los individuos se encuentran en situaciones y niveles también muy distintos, resulta que una revelación para cada individuo, lejos de ayudar a su inteligencia la dejaría sola con su revelación y la paralizaría al impedir el diálogo y la comunidad; acentuaría insanamente la unicidad monádica del individuo; lo monádico se convertiría en irremediable aislamiento en las actuales condiciones de la vida humana. Hace falta revelación para mover mejor y apuntalar el movimiento propio de la inteligencia, mas habrá de ser una revelación que aúne los elementos del paisaje y la perspectiva común con los desniveles propios del grupo humano. La diferencia de fuerza intelectual y vital entre los individuos hace conveniente una revelación que corresponda al medio humano común y Sobre revelaciones religiosas y filosofía mantenga un nivel donde los individuos más deficientes se mantengan dentro de un mismo pentagrama con los más eficientes, de suerte que puedan seguir entrambos la misma melodía con sus contrapuntos, allegros, lentos, etc.etc. Por lo mismo, es obvia también la “imposibilidad de una sola revelación” 34 universal, un solo lenguaje histórico para todos los países o paisajes. Como la revelación se produce para una vida de inteligencia en paisaje y perspectiva, el lenguaje, la imaginería resultante de su expresión hablada y escrita en los esquimales, por ejemplo, resultaría ininteligible para las tribus nómadas del Sahara. Ha de haber, pues, pluralidad de revelaciones. Más aún: si Dios no ha de dejar sin ayuda a ninguna inteligencia, por divergente y extraviada culturalmente que ande, siendo así que en ella se refleja en último término la infinita riqueza y vida del Logos. La inteligencia que es el núcleo del ser del hombre, frustrada, se convierte en fuente de funestos malestares y desficios… Ha de haber cuantas ayudas y asistencias de Dios hagan falta si no se quiere revivir dualismos fatídicos. Para el encuentro, convivencia y colaboración de las civilizaciones desde su trasfondo de revelación, será esencial el grado de autenticidad que se concedan las unas a las otras. Y conocemos las pretensiones de unicidad del judeo-cristianismo, celoso de la primogenitura y exclusividad racial o espiritual, en opinión del judío Pablo de Tarso. 35 Es ésta cuestión capital si han de encontrarse las religiones de las diversas civilizaciones en tanto experiencias de lo divino que representan. ¿Cómo van a hablar de Dios y del mismo Dios dos grupos humanos de los cuales el uno cree saber quién y cómo es Dios y el dice saber que no sabe nada, o casi nada, o mucho menos, sobre todo ello? Es mejor no tratar expresamente el problema de la pretensión de ser la revelación principal o única, pretensión que las Iglesias cristianas heredan del judaísmo y que blanden con odiosidad repelente, o tratan con hipócrita modestia–, es mejor no tratar públicamente esa cuestión, digo, con objeto de que cada revelación se procure su propia maduración ilustrada, entrando en los problemas por su propia puerta y, si se presenta la necesidad, atreviéndose a dejar caer las cuestiones psicológicamente insolubles y evitando su utilización política que tanto daño puede hacer. 36 La consecuencia de la concreta índole vital de la revelación – en tanto ayuda para la inteligencia de la vida- hace que la revelación acontezca dentro de una cultura o universo de formas y figuras cotidianas de un grupo humano. Y cuando la cultura de que se trata se convierte, normalmente por 31 Cfr. LEE, pp.455s. (Todo el punto Iº de “Algo más de los papeles del anónimo tocante a la revelación”). 32 Cfr. HETERODOXIA, nº.14, 1991. Y SIDERACIONES (3), pp.65ss. 33 Cuando el misterio sobrenatural visita a la inteligencia y a la razón, éstas están acostumbradas al objeto que las desborda, no sólo en abstracto (pues que han tenido que entender nociones como “Uno” y “Todo”, sino porque es inevitable la impresión o sensación de “infinito” o “eterno”. Además de que el misterio es compatible con sus sospechas y presentimientos, incluso el de la Trinidad (cfr . Agustín Andreu, “Pitágoras y Aristóteles sobre el alma en ‘El hombre y lo divino’, de María Zambrano”, en Actas del Congreso Internacional del Centenario…vol.Iº, pp.26-74.36ss., y en María Zambrano: el Dios de su alma, Edit.Comares, Granada, 2007. 34 LEE, p.458ss.). 35 Cfr. “La Iglesia de judíos y gentiles”, en E.Peterson, Tratados teológicos, Madrid , Cristiandad, 1966 (traducción del autor). 36 Lamentaba Leibniz que el silencio en que habían caído ciertas disputas teológicas que mantenían la división de la Cristiandad, silencio que significaba más bien el cansancio en que cayeran incluso los más zelantes y carentes de sentido común, lamentaba que se hubiera roto por persona de tanta cultura y tanto porte mundano como Pierre Bayle. Decía Leibniz que tales cuestiones estaban ya para tratadas en conversaciones amigables en nada parecidas a trifulcas de Foro o Concilio o diálogo público de certamen o propaganda. Cfr. La inteligencia en la torre. Razón y misterio en la Ilustración leibniziana, Univ.Politécnica de Valencia, 2001. 28 29 Cuadernos Oriente - Occidente derechos de conquista, o por una peripecia de la historia como por ejemplo la constitución en religión oficial y única de un Imperio, se convierte digo en el fondo y motor de una gran civilización, entonces se eleva a categoría divina todo el “fum y fullaca” que no es propiamente revelación y que, con el paso del tiempo, no es más que arqueología en el mejor de los casos, arqueología que acaba molestando, interfiriendo, traicionando al contenido de la revelación misma, a su intuición e intención pura. El judaísmo se impresionó de tal modo con la escritura como palabra escrita de “su” Dios, que todo lo que no es propiamente revelación sino circunstancialidad en ella, lo cuidó y miró con reverencia intocable, llegando mediante una exégesis alegórica, a convertir a Abrahán en un sabio estoico (Filón) o en todo un lógico 37, o mediante la interpretación alegórica, simbólica y astrológica, en una mezcla de alquimia sumamente ingeniosa y apasionante, en un hilo donde la razón se pierde como sucede con la Cábala. Actitud, la de cogerse al texto bíblico como fuente maravillosa, que ha heredado hasta grados francamente ridículos el biblicismo cristiano protestante y, por contagio, bien tardíamente, el católico. La revelación, para un grupo humano que vive monádicamente, es decir, que vive como un “en sí” o un orbe entero imaginativo, asume el conjunto de la vida y las expresiones del grupo y las lleva todas en una misma dirección contando con la ayuda múltiple y varia que los individuos mutuamente se prestan, dirección que es el espíritu e intención de la dicha revelación. Mas el elemento cultural, que ha servido como medio de expresión y muchas veces es del escasísimo nivel de una andadera, un chupete o un sonajero, se queda atrasado por la natural evolución humana, y ello precisamente en virtud de los lentos pero seguros efectos de la revelación, resultando al cabo que la afectividad cultural o folklórica y sus complicaciones con intereses e inseguridades disfrazadas, entre otras cosas, dificulta la superación del nivel de humanidad social en que actuaban. La revelación da empujones y agitación a la vida social y política. La revelación es profundamente crítica en su intención. La inspiración que lleva consigo obliga a grandes cambios normalmente a la larga, aunque de momento queden las inteligencias desconcertadas o deslumbradas. Luego, sucede que revelación y forma social alcanzada parecen indisolubles, se sienten como mutuamente inseparables. Es el fenómeno de la resaca religiosa. Lessing respondió a esta dificultad con su teoría de la revelación como providencial medio para La educación del género humano. 38 Los peores nacionalismos surgen de esa mezcla de revelación o religión y de cultura, aunque no faltan casos en que el nacionalismo se siente a sí mismo como revelación natural, como pe37 Cfr. LEE, pp.193ss. (“La Lógica de Abrahán. Crítica de exégesis bíblica”). Las chanzas en este sentido ridiculizando las pretensiones científicas o morales de la revelación se convirtieron en un género literario, con razón. Sirvió para poco el empeño que pusieron Leibniz y Lessing en librar a la religión revelada de esta proclividad al ridículo, que subsiste hasta el punto de ser útil seguir recordando que de estos asuntos, en público cuanto menos mejor. 38 Este escrito, traducido y anotado, se encuentra en LEE, pp. 627-658. 30 Sobre revelaciones religiosas y filosofía culiaridad divinamente autentificada o ratificada por una religión, como fue el caso de las nacionalidades y el Concilio Vaticano IIº ; secularmente vivido y útil como instrumento de conducción social (observen que no quiero decir conducción de “masas”), se convierte, por el contacto con lo religioso, lo más anecdótico en intocable, apareciendo la actitud religiosa conservadora y, de rechazo, la racionalista o atea. Las religiones se olvidan de que nacieron en un momento histórico y que, si hoy apuntalan y mantienen un statu quo religioso y cultural, “un día se rebelaron contra otro statu quo.” 39 Cada Confesión o interpretación de la Revelación, se pone escatológica, es decir, definitiva. Un precio tremendo que han de pagar algunas civilizaciones, o que se hacen pagar torpemente y hacen pagar. Esta mecánica debería formar parte del más elemental catecismo de cuantos se preocupan profesionalmente de las ideas y creencias de una sociedad. ¡Claro que el poder político se ha de preocupar de la religión! Las guerras de religión que le endilgan a la sociedad, la predicación misionera y el fervor de los elegidos, que no quieren perder plaza, acaban de arreglar el panorama, siendo así que, como veremos, una civilización, también como consecuencia de la rigidez psicológica que acaba por darle su revelación, no puede moverse sanamente más que por fermentación, dada su estética condición monádica. 40 No se señalarán nunca bastante los desgarros políticos a que pueden conducir las pretensiones de las revelaciones que no han pasado un inmanente proceso suficiente de Ilustración. Y creo que hay que afirmar claramente hoy que no se dispone en la Teología occidental de un concepto suficiente de revelación que acepte la multiplicidad sobrenatural de revelaciones, sobrenatural, es decir, de paridad e igualdad en la historia de la salvación del género humano. No olvidemos que en el Antiguo Testamento mismo hay paganos que profetizan en nombre de Yavé a los predilectos judíos. Hacia la literatura religiosa del extremo Oriente hay que dirigirse dispuestos a aprender y no poco. La fermentación de los elementos de revelación opera a muy largo plazo porque su objeto e intención es promover el acercamiento interior y de persuasión experiencial del hombre y de la sociedad a la mejor forma de humanidad posible, y ese caminar resulta muy trabajoso. Con todo, sucedió, o empezó a suceder más de una vez, que, de repente, los supuestos administradores de una religión se encuentran –literalmente ‘se encuentran’ como por sorpresa y farisaicamente escandalizados- con que se ha producido un profundo cambio social en la manera de sentir y ver, cambio que empieza a notarse en la periferia cultural, en los sitios más tolerables y casi de broma de una sociedad, es decir, en áreas alejadas de la vigilancia de las ortodoxias y aun de la conciencia cotidiana; es decir, se trata de procesos de cambio inconscientes e inadvertidos en su trascendencia. Y no advierten los encargados, expertos y oficiales en la materia, que es su misma revelación la causante de ese cambio de vida, justamente de vida, produciéndose los chuscos 39 LEE, p.622. 40 Ib. cfr. 622, notas. 31 Cuadernos Oriente - Occidente equívocos de que nos habla la historia universal, no por excepción, sino cada día de la Edad Moderna. 41 La historia de Europa es anecdótica en este punto, hasta el delirio. Desde Erasmo, con entera claridad, no ha dejado de resonar el principio de que la esencia del cristianismo va envuelta en follaje, cuando no en vicios y pretensiones miserables e inaceptables. Una pavorosa falta de sinceridad presenta como revelación un planteamiento y un montaje lleno de todas las inverosimilitudes que aturden y aperplejan a una sensibilidad humana sencilla y razonante. Se duda de cómo podrán ser las cosas; pero se está seguro de que, como están siendo, no podrán ser, no pueden ser, según una revelación para el hombre. Lessing sabe ser testigo, a mediados del siglo XVIII, de un cambio como el “acontecido en nuestros tiempos y [que] está aconteciendo en la religión cristiana”. Lessing ha superado los Confesionalismos, que siguen a día de hoy tan rinconeros y suyos, tan protagónicamente incapaces de entenderse en punto a revelación mediada por el Libro. El siente que el cristianismo de este siglo XVIII es “diferente” del “cristianismo de los diecisiete siglos anteriores”. Además, lo encuentra prevenido por el Cardano, aunque parezca que toma al genial profeta a chacota, no más que porque el Cardano necesita aún mucho tiempo para que el nivel medio de talento social, incluido el académico desde luego, sea capaz de admitirle la categoría intelectual que tiene. 42 Pero está sintiendo en sus propias carnes y en su casa la resistencia y agresividad… (inmorales las más veces en quienes pueden advertir el cambio y su verdadero significado de humanización creciente). Mas, las religiones “afectivas” (Dilthey) 43 anudan al pueblo con su profeta, con “su” Dios, de tal manera, que el subconsciente huele traición en cualquier cambio que se produzca, y entiende como apostasía cualquier cambio que libere de letra, grillete mental o dolor sin sentido. Por eso mismo, del filósofo se espera, enseña Lessing, que ejerza de “árbitro” imparcial en las disputas entre teólogos, incluso en los Concilios entre biblistas. 44 Cada uno tiene su trabajo en la marcha larga de la educación del 41 Sólo por lo curioso citaré aquí para quien quiera asombrarse –nunca se ha colmado la capacidad de asombro del hombre, que es esencial asombro—el caso de Voltaire y del obispo Dupanloup (cfr. SIDERACIONES (1), pp. 221-223) y de otras ocasiones donde la caridad ha estado representada por el impío frente al fariseo y escriba, talmente que desde el comienzo de la Edad Moderna equilibrados filósofos han sentado que religión y moralidad no van de hecho juntas y se ha de establecer este hecho como pauta fáctica (Shaftesbury). Pero la aparición del franciscanismo fue el susto mayor que se llevó el eclesiasticismo y cuyo frenado teológico y jurídico fue indispensable para tomar el rumbo del Renacimiento estético pero no el bruniano. 42 LEE, p.611- 613. (“Sobre una profecía del Cardano relativa a la religión cristiana”. Es un breve escrito del género de la “salvación” que decía Lessing). 43 LEE, 615. 44 Ib. 608 (“El filósofo en el Concilio”). La apelación a “su” Dios sacará de sus casillas al sabio Natán en su trato con el cristiano y con el musulmán. Cfr. mi Natán el sabio. 32 Sobre revelaciones religiosas y filosofía género humano, y además, hay trabajos imponderables (pero no toquemos aquí cuestiones relativas a los individuos verdaderamente interiores a la inteligencia, los de lo imponderable, los in-institucionalizables –que serían “los masones”, los hombres verdaderamente interiores). 45 A Lessing lo llevó a esta experiencia de soledad su experiencia política tanto como su experiencia religiosa. ¿Quién o quiénes le enseñaron ese camino? Porque siempre hay alguien. En España, cuando surgieron personas parecidas en situaciones de cambio similares (Giner de los Ríos), se preguntaban: ¿quiénes somos nosotros? Y se contestaban: Somos los erasmistas. Esos aparentes saltos atrás caracterizan la continuidad del proceso de apropiación racional de los contenidos de la revelación. Lessing llegó a “salvar” para la historia a un grupo de hombres que supieron adivinar el momento en que hay que saltarse cualquier tipo de administradores de revelación, porque habían comprendido la parábola de los tres anillos y su significación: No hay distinción de pueblos en la Creación ante Dios (es el sentido de su Natán el sabio).Los anillos que reparte el Padre entre los hijos son perfectamente iguales, idénticos, de imposible diferenciación. 4. Razón viva y revelación escrita Resumamos y recordemos. La inteligencia sabe por sí misma que queda siempre mucho por entender y que hay necesidad de irlo entendiendo: se lo hace saber la múltiple presión de la vida. Y así se da cuenta por sí misma de que el conocimiento es acotación, poda, interpretación. La inteligencia es consciente de su limitación y de ser inteligencia de un sujeto (el sujeto del conocimiento) que consiste en una fuerza cegadora, “un apetito” inagotable de conocimiento y, además, con “unas representaciones oscuras” anteriores a todo conocimiento, con poder sobre él por evidente que sea (Lessing). 46 Y hasta sospecha o presupone de hecho un innatismo de lo necesario y una natural presunción de lo histórico o contingente (Leibniz). La inteligencia de la vida se da cuenta de su verdadera situación forzada y esforzada, y de que dispone del don y función de la revelación, de suerte que el crédito con que se presentan las revelaciones es inmenso e imborrable, por diversos conceptos: estético, benéfico, aclarador. Así que, muy luego, la inteligencia “se entrega” al “plus” ese que la desborda, a la revelación, es decir, al misterio (en sentido amplio) que se le presenta y propone, una vez ha probado racionalmente la verdad (la racionalidad vital) del hecho de la revelación. Se entrega como actitud existencial. Eso representa “una cierta 45 Lessing en su trabajo final ERNST Y FALK. DÁLOGOS PARA FRANCMASONES, trató el tema de los trabajadores por su cuenta que están siempre al caer en esas situaciones en que el género humano no pude desatascarse sin una contribución tan discreta y personal cuan innotada y no oficial. Esos sujetos incógnitos son los correspondientes a las apariciones de ángeles de antaño y a los milagros. Son también los santos del a mejoramiento monádico (de inteligencia) y paciente, del género humano. Pero no se puede saber quiénes son esos masones, dónde se esconden, cómo obran o cuáles son sus obras. Viven en el dentro de las situaciones y representan la cofradía de Natán el sabio. 46 Cfr. LEE, p.456. 33 Cuadernos Oriente - Occidente cautividad de la razón bajo la obediencia a la fe, [la cual] se basa simplemente en el concepto esencial de revelación”. Pero “la religión revelada no presupone lo más mínimo una religión racional sino que la incluye en sí” 47, no es un asalto irracional que viene de fuera a imponérsele a la razón. La violencia necesaria que la razón se exige a sí misma para aceptar su propia entrega a la revelación, esa capacidad de aceptar metódicamente tal esfuerzo crítico, no excluye que la fe en una revelación sea una dimensión de la fe y confianza innatas en la cobertura protectora, tranquilizadora de la vida de una sociedad. No hay que perder de vista, impía e inmisericordemente, que la revelación es, como dice Eugenio Trías, “la matriz” de una civilización, el refugio donde se ampara, al que se acoge el hombre, aunque a veces, o muchas veces, convierta el refugio en trinchera. Así que la revelación tendrá sus pruebas propias, milagrosas y maravillosas, pero dentro de ellas y no meramente adheridas irán las pruebas racionales. El trabajo de la teología será ir convirtiendo en verdades de razón, razón iluminada, los contenidos misteriosos o místicos o proféticos de la revelación. Así es como razón y revelación se pertenecen constitutivamente. Igual que instinto e inteligencia forman una función de la vida y la constituyen. La fe tiene racionalidad, y no será verdad que cuanto más absurdo sea algo, más divino o misterioso será. La inteligencia de la vida humana se entrega continuamente a la fe y la confianza humanas, y el de la revelación religiosa no es sino un caso más de esa entrega, un caso especial que, por lo tanto, ha de presentar sus credenciales, sus pruebas basadas “en testimonios y proposiciones empíricas”, de momento, y en frutos personales y sociales no menos, aunque todavía no directamente en deducciones necesarias de las mismas, geométricamente demostrables, que “fluyen de la misma naturaleza de las cosas” 48 y que llegarán a verse en su lógica pura cobrando así fuerza los espíritus. “Hay que salvar la revelación para la razón” 49, hemos de decir hoy los occidentales, con Espinosa, Leibniz y Lessing, a la vista de las grandes religiones orientales, previendo la agresividad e intromisión del judeo-cristianismo, de alcurnia abrahámica (como el islamismo) y no menos los posibles entusiasmos orientales por la ciencia y la tecnología, que acaben llevándolos a inconsultos e innecesarios vaivenes de racionalismo seco tanto como de fideísmo canijo. Ha habido en todos los pueblos buena gente que no hizo aparentemente ningún caso de religión revelada alguna; puede haber llegado a ser meritorio incluso haber prescindido de religiones de revelación y ello por una sensibilidad que nos acredita que vamos yendo hacia una luz mayor en medio de dificultades torpes de teologías que abandonan el buen sentido de la razón que razona para la vida. El Natán el sabio de Lessing puso sobre el escenario a un grupo procedente de religiones y revelaciones diversas que habían comprendido la dirección única de las revelaciones: la gran verdad de la fraternidad univer47 Ib. pp. 456.457. 48 Ib.458. 49 Ib. 452. Sobre revelaciones religiosas y filosofía sal, y que prescindían de particularidades de sus revelaciones respectivas. Las ventoleras de la historia cambian las señales de los caminos, y la inseguridad de la razón y su necesidad de proceder por tientos muchas veces no ha sido remediada a tiempo y en forma, sino acentuada por una revelación que llega a quedar des-acreditadamente marcada por su misma historia y que acaba como enemiga del género humano. Por varias razones, pero también por la misma naturaleza pedagógica y gradual de la revelación, hubo de soportar normas indignas con objeto de evitar otras mil veces más indignas, señala Lessing como buen conocedor del hombre; por los motivos tan susceptibles de travestimiento en aras de la vanidad y de las intenciones aviesas. Esta es la kénosis de la revelación, una humillación de la que no escapa quien se acerca “humaniter” al hombre con visión de largo alcance. Habrá Ilustración e Ilustraciones, también, como hay revelación y revelaciones. Habrá Ilustración que “desestime y futilice” a la revelación. 50 Pero podrá haber Ilustración que reconozca el camino andado de las civilizaciones detrás de la luz mayor y, así, nos ayude y nos libere del poder de toda letra. La luz mayor es como una aurora larga, de crecimiento “imperceptible” muchas veces y de paciencia incansable si la educación ha de ser precisamente por Ilustración de la mente, sugerida y comprobada luego por un creciente “bienestar”. Porque la revelación versa en último término sobre una clave de la vida. El sacrificio de un presente por un futuro mayor tiene sentido si se entiende de un futuro de esta vida, es decir, de la vida. La revelación está viva en la inteligencia y no puede menos de trabajar en ella, como cualquier contenido por lo demás, y trabajar en con-vivencia con otras inteligencias y con la inteligencia social. Y cuanto más viva y operativa y transformadora, tanto más puede “mantenerse y extenderse sin estar escrita”. 51 Esta constatación la soportan, la han soportado con dificultad, las civilizaciones de cultivo de la escritura, del prestigio de la letra y el letrado. Pero es un dato esencial para la salud mental y espiritual del hombre, de la sociedad y la historia y para el intercambio de experiencia religiosa entre las civilizaciones. Una de las piedras de escándalo mayores que produce la revelación es su idolatrización en forma de letra escrita, de escritura divina. En las ceremonias eclesiásticas de las religiones abrahamíticas se ponen los libros sagrados sobre la cabeza o se llevan delante como presencias que abren paso. La fe objetivada en letra (Berdiaev) es colocada delante de todo como medida de todo, acabando la letra en verdadera tortura de la vida misma. ¿Qué hacer cuando se advierte que una tradición literaria religiosa se ha convertido en una charca de agua estancada y estancadota de inteligencias de la vida, y que ha perdido su dirección fundamental? El período fundacional de la religión es oral o predominantemente oral, plástico y personal, más bien que libresco y de escritura. En último término, la religión más fundada en libro, se origina de un dictado o expresión verbal, 50 LEE, p.452. 51 LEE, p.517. 34 35 Cuadernos Oriente - Occidente cae cerca de una experiencia y de la expresión de la misma. Pero sucede que para la sensibilidad temporal y fenoménica, el de escuchar a quien ha recibido inmediatamente la inspiración de lo divino y a sus discípulos es un momento privilegiado; Lessing extendía ese momento de inmediatez a las dos generaciones subsiguientes al fundador o revelador mismo, que pueden decir: me dijeron que el Maestro decía…; o bien: Yo vi y presencié que Policarpo contaba de Juan… 52 Fórmula que da autoridad, autoridad externa, prestigio con diversas consecuencias además de lo testimonial. Es lógico y explicable que el período fundacional de una religión tenga una función propia y en cierto sentido, como tal, perenne, pues desde ese momento la esencia de la revelación pasa de espíritu en espíritu en el marco y movimiento de un grupo o comunidad, y aunque el locus donde esa esencia sigue viva y operante en contacto con el mundo real es el espíritu presente de los hombres que van viviendo y quieren vivir de aquella revelación, sin embargo no se deja de ir viendo en retrospectiva aquel locus y momento históricos pasados desde el que todo empezó. El período fundacional de una religión (no olvidemos que será base y contenido fundamental de una civilización) queda aureolado por eso como maravilloso. Sin excluir que haya gozado de señales extraordinarias, pues por algo lleva un valor de nuevo horizonte aceptado en general y decisivo, la posteridad queda inclinada a ornamentar maravillosamente aquellos días aurorales, a magnificarlos sin tasa, atribuyéndolo todo por supuesto a la divina Providencia o a la fuerza de lo Divino. Esta condición aureolada se explica filosóficamente porque la aparición de una intuición o experiencia semejante provoca e infunde una nueva sensación del mundo y de la vida, se ven presencias testimoniales fundacionales por su palabra personal. Y una nueva sensación del mundo y de la vida es como un nuevo día, un nacimiento, una renovación, una aparición de posibilidades inéditas impensables algunas de ellas hasta poco antes. El período fundacional es de “iluminación inmediata”, hay individuos que lo que saben lo saben de primera mano, son fuente para siempre. 53 En la medida que ese período se aleja, empiezan a aparecer escrituras: notas, apuntes, colecciones de dichos, discursos , diálogos, tratados… que pretenden fijar, objetivar, dejar establecido como instrumento y señal de autoridad, lo relativo al origen y fundamento. Si tan importante es la revelación, se siente y dice, todo medio será poco para dejarla fijada, o toda curiosidad será de lícita satisfacción cuando el espíritu se moviliza en mil formas de interés e intereses. Y se pasa, inadvertidamente, de considerar fundacional y Sobre revelaciones religiosas y filosofía fundamental un período determinado a considerar fundamentales y fundacionales los primeros escritos del mismo y sobre el mismo. Según aparecen son aceptados o van siendo aceptados, atribuyendo a los escritos, al papel y la letra, la función y don de ser iluminantes. Al comienzo, las escrituras, según iban apareciendo, valían en tanto se adecuaban a la experiencia compartida que caracterizaba a los hombres de los orígenes; mas, poco a poco se invierten los papeles, nunca mejor dicho, y la verdad de la experiencia religiosa actual pasa a aprobarse y a medirse según su coincidencia con los papeles o escritos aparecidos. 54 Ahora bien, esta inversión, por muy santas y reconocidas que sean esas escrituras, antropológicamente es una aberración: porque es el libro para el hombre, no el hombre para el libro. La vida implica una evolución homogénea de la experiencia social o del conjunto de los individuos, mientras que la mejor serie de diccionarios que aseguren el sentido de una proposición en los orígenes o bien en el tránsito de una etapa a otra o la transición de uno a otros idiomas, resultará una medida exterior. De suerte que se desencadena una discusión secular e interminable que desgarra el cuerpo institucional de las sociedades de religión de revelación escrita, y ello tanto más cuanto más se haya filologizado científicamente esa sociedad o civilización. La fuerza del literalismo, el prestigio del escrito revelado, la profesionalidad clerical o selecta de la clase letrada, la necesidad de tener un lugar visible y plástico adonde volverse hacia lo originario…, serán principio de división y enfrentamiento. Éstos podrán ser interpretados más o menos positivamente, o pacíficamente, según el talante de una civilización. En la occidental, acaba el trance en sangrientas peripecias de condena recíproca, dejando al cuerpo social traumatizado en dirección a inhumanidades. Por eso Lessing no duda en afirmar que “el cristianismo oralmente revelado, […] “la enseñanza oral, es mejor que [la enseñanza] mediante escritos”.55 Lo dice el bibliotecario más famoso de Alemania, luterano de nacimiento, que ve la necesidad de poner al libro en su sitio para que no ocupe el lugar del corazón pensante, del pensamiento y de su corazón, del corazón del pensamiento. 56 La batalla, no buscada, que reñirá Lessing, no sin el respaldo de Leibniz, en este terreno con la ortodoxia protestante biblicista tiene una importancia nunca exagerada. Porque está viendo la desgracia de la revelación cristiana a cuenta precisamente de su libro inspirado y prevé los insuperables conflictos a que llevará el encuentro de las literaturas sagradas del Islam y el budismo consigo mismas, entre sí luego y, finalmente, con el cristianismo, es decir, prevé que el destino del mundo se juega en la hermenéutica de esas literaturas sagradas. La necesidad de volverse con ánimo de reforma y autenticidad, hacia el cris- 52 Lessing daba a este tiempo una duración de dos siglos, más o menos. Y los consideraba, ya para siempre, como contemporáneos de la vida de Jesús. Y es que la transmisión se producía en caliente: de mirada a mirada, de persona conocida personalmente a persona conocida personalmente, de corazón a corazón. Y ello en una circunstancia emocional con fundamento, significativa e importante. Por eso mismo atenuará Lessing la diferencia de importancia, en el caso de los libros del NT, entre éstos y los de los Padres apostólicos y apologetas de los siglos IIº y IIIº. Cfr. LEE p.517. En tal período suceden muchas “cosas extraordinarias”. 53 LEE, p.518. 54 Ib.517-8. 55 Ib.517. 56 Es curioso que en la reforma de la Universidad que se proyecta a cuenta de la globalización en curso, se apele, en el estudio de las humanidades además, a clases con un número personalizable de alumnos. Pues se trata de acercar a experiencias y de ayudar a entender desde las experiencias que dieron lugar y ocasión a tales escritos o decisiones. 36 37 Cuadernos Oriente - Occidente Sobre revelaciones religiosas y filosofía tianismo primitivo, que sería supuestamente el de las Escrituras, es consecuencia de que la palabra que se habla cotidianamente en las Iglesias y agrupaciones religiosas, se pone formularia y facilona y se le quiere adscribir eficacia ceremonial automática. La desconfianza moral en el ministro, la debilidad descontada del receptor, una antropología de la naturaleza y la libertad corrompidas, hicieron y hacen volverse al texto donde supuestamente habría quedado vinculado y condicionado el sentido de la voluntad y verdad de Dios; al texto, ese rastro material, exterior no más. La trapisonda de volverse a la letra suponiéndole efectos mágicos como lugar de pensamiento, se olvidaba y se olvida de que la escritura fue solamente uno de los medios de transmisión de la revelación. Antes de quedar ocasional o deliberadamente fijada en escritura, la revelación había vivido en el alma y la vida de la comunidad, del grupo. Y en esa larga prehistoria vivida y viviente, quedaron en el fondo de las almas y en el medio social, rastros y frutos del contenido esencial de la revelación, frutos evidentes y rastros de una transparencia de intención muy superior a la letra y de una condición experiencial. probarlo, el probarlo muchos y en libertad y de día y de noche. “Una cita de esa clase no puede ni debe ayudar a nada” estableciendo la verdad interior de una revelación, prorrumpe Lessing. 59 La hermenéutica y el análisis filológico establecerán una verdad histórica y casi siempre de modo muy discutible, pues que, además, cuanto más prudente es la autoridad religiosa y más consciente de lo mucho que ha errado, menos se arriesgará a imponer una interpretación de un texto de un escrito revelado. No es cuestión de diccionarios el dar a sentir la verdad interior de una revelación. Por eso, la literatura comparada de religiones tiene sin duda sentido, pero la experiencia religiosa de que habla el libro budista o islámico, esa experiencia en cuanto tal, con quien ha de cotejarse en vivo, es con la experiencia religiosa personal del religiosamente interesado –si se trata de ir encontrando el camino común del hombre. Toda esa literatura ha de ser leída, con gradualidades pertinentes, desde la libertad de la experiencia razonada de la vida. Por eso decía Lessing que a la literatura de los Padres apostólicos y apologetas (siglos II y III) les concedía casi tanta autoridad como a los libros canónicos del Nuevo Testamento. Hay una tradición oral que es más intensa y transparente y que es anterior con mucho a la escrita. “La mayor parte de cristianos, dice Lessing, asegura que hay otra fuente de ese conocimiento histórico [de la revelación], a saber, la tradición oral de la Iglesia”. 57 Y es absolutamente imposible señalar un momento en que “no ya pasara a ser solo fuente secundaria [esa tradición oral] sino en que haya dejado de ser pura y simplemente fuente” y fuente viva como la vida misma que se expresa necesariamente, tampoco por cierto sólo con palabras, pero mucho menos con solos escritos: la vida es un fluir incesante de expresión que culmina en la palabra, la cual es ya acotación, delimitación transmisible, del sentir total del cuerpo y actividad humanos como expresión. Con la palabra se expresa lo que se puede y como se puede, y mucho más condicionada aún está la escritura. El dogma o convicción compartida que del escrito sagrado se extrajo, se le extrajo al filo de experiencia y conciencia: es la historia viviente y consecutiva la que lo acredita, no sólo ni principalmente aquel momento o instante histórico en que quedó puesta en el papel. En el ánimo está actuante la verdad interior que trasluce o expresa ese dogma u opinión establecida para la marcha, para los trabajos y los días. Y esa expresión es “la mejor posible” para aquellos para quienes se legisla o enseña –y aquí Dios está de acuerdo con Solón y con Leibniz, ¡vamos: con los bienhechores del género humano para cuya educación se legisla y enseña!60 Ninguna verdad histórica puede dar el convencimiento que da la verdad interior, es decir, la sensación de realidad que dan de sí la belleza, la armonía personal y social, la repetida sensación de aumento de inteligencia de la vida. Sin esta sensación de realidad creciente no cabe llegar muy lejos en la mejora espiritual del hombre, dice Lessing con Leibniz y Shaftesbury. Y en esa sensación estética (es la palabra que conviene al conjunto de esa experiencia serena, reflexiva más o menos conscientemente), en esa sensación estética como entrada o introducción a la verdad y al bien, está la clave de la transformación salvadora del hombre, que es lo que pretende toda revelación. Porque es el presupuesto de toda revelación: que el hombre necesita que le echen una mano esencial. Contemplando la historia de Europa y su religión de revelación, considerando los frutos que del esfuerzo filológico y arqueológico se han esperado, después de mucha explicación analítica pero desde su antropología y desde su fenomenología de la inteligencia, exclama Lessing: Las objeciones que se le ponen a la religión desde la arqueología y la filología…, son insignificantes, “tanto si pueden contestarse como si no”.61 Porque no afectan a la verdad interior y a la intención de la revelación; se refieren al elemento humano con que se ha tenido que revestir la revelación para hacerse accesible al hombre en el proceso de la Educación del género humano.62 La revelación tiene su prueba histórica y para esa prueba histórica resulta la escritura, el rastro histórico, si no indispensable, sí de la mayor importancia. Pero la vida madurada en la racionalidad acaba por abandonar a la religión que pretenda autorizarse principalmente por la historia y la narración de maravillas, cuando ha mostrado su incapacidad de dar de sí un resultado en bienes de humanidad superior. El creyente sustantivo, el creyente que se atiene a la vida, “se contenta con el dogma que hace tiempo se extrajo de la Biblia…y que no considera verdadera esa doctrina por haberla extraído de la Biblia sino porque comprende que esa doctrina es más propia de Dios y más útil al género humano…, porque siente que esa doctrina […] le tranquiliza”, dice Lessing. 58 Se ha autorizado a sí misma desde sí misma. Probar con citas de un escrito en papel, la verdad interior de una revelación, es meterse en una discusión interminable sobre si el fruto de la higuera es silvestre o sano, cuando a la mano está el tomarlo y 57 LEE, p.527. 58 LEE, p.530. 38 59 60 61 62 Ib.529. Ib. 530. Ib. 530. Para el joven Lessing, verdad interior es…. Para el que escribe en la polémica 39 Cuadernos Oriente - Occidente Sobre revelaciones religiosas y filosofía Con un sentido común y de lo común, propio de una Ilustración que no deja de mirar nunca al hombre corriente, reprocha Lessing a los escrituristas que ven palabra inspirada en cada vocablo, giro y frase de su Biblia, que así como “un abuso de poder legislativo” humilla al hombre libre y perjudica al educando, igualmente un abuso de revelación estropearía, estropea, a la inteligencia humana y probablemente a todo tipo de inteligencia imaginable –porque resultaría insoportable sentir lo más elevado sin pre-sentirlo. 63¡Quieren que la letra sea espíritu, quieren que la genealogía de Esaú (Génesis 36, 1-43) tenga el mismo carácter inspirado que las Bienaventuranzas de la misericordia (Mateo 5, 7) o que el prólogo de san Juan sobre el Verbo que se hizo carne! Cosa que va contra las leyes de salud mental más elementales de la vida, porque la revelación, al ser vivida, va seleccionando en la escritura misma los textos verdaderamente significativos, mientras el letrerismo o interpretación literal del texto es rebasado más o menos clandestinamente hurgando en las palabras en busca de sentidos esotéricos que van mucho más allá de lo literal y lo alegórico y cuyo descubrimiento convierte el libro sagrado en un texto para el ingenio liberador de la letra y del aparato religioso institucional que se apoya en la misma (Peterson). verdad acude a la Escritura porque creyó previamente en la religión cristiana. Insistamos en que ese “corazón” no es ciego, no es irracional: lleva en sí el precipitado experiencial de una tradición oral y escrita cotejada día a día con la racionalidad de la vida humana, de una tradición resultante del vivir continuo de la intención de la revelación. En un momento dado, todo el esfuerzo científico-filológico por la fundamentación histórica de la revelación y por la averiguación filológica de su esencia, se parece más a una objeción a la revelación que a una apologética incluso, tan mal plantean sus interesados el uso de su literatura sagrada. Y el hombre sencillo se ha ido quedando sin religión y sin revelación. Yo le ofrezco un consuelo a tanta desolación, dice Lessing. Frente al tremendo desengaño que es para una civilización quedarse sin religión, yo he aportado el que llaman “escudo de paja” pero invulnerable. Es un escudo que “cubre sólo al individuo” 65, pero crea grupos que se independizan de la religión deficiente o torcidamente establecida y de las torpes relaciones con la racionalidad de quienes no se han dado cuenta de que la racionalidad va dentro de la revelación y de su esencia, tanto en la forma de su adecuación a los atributos divinos de Unidad, Belleza y Bondad como en los rastros correspondientes que surgen de la experiencia esencial de la vida. 66 Los textos breves y decisivamente significativos, que llevan su forma viva de circunstancia y contexto, quedan en la memoria y son de perpetuo uso, son fruto de la criba de la vida. El pietismo alemán comprendió que la experiencia religiosa y transformadora que necesitaba el hombre ya en el siglo XVIII, no podía ser cuestión de cirugía o arqueología filológica bíblica, y se replegó a la meditación de la vida de piedad fraternal, activa y práctica. 64 La revelación, al ser vivida desde el interior y puesta la mirada en común, se va centrando y concentrando en unos textos que demuestran estar inspirados porque siguen inequívocamente inspirando conducta que no puede menos de ser humanamente aunadora y vista como tal. La presencia y actuación de laicos o de individuos independientes o disidentes en una religión, la presencia y acción de individuos “de ese tipo”, que se basan en la “experiencia” benéfica, en el “sentir” la verdad por una adecuación a la belleza y al bien que incitan al amor, esa presencia misma se convierte en una suerte de rastro de la revelación misma, es la garantía de que la revelación está llevando frutos. Al cristiano de ese tipo llámalo Lessing “cristiano de corazón” pero sólo por oposición al cristiano de fundamentación hermenéutico-histórica, el cual en 5. Teoría de la intención pura verdad interior es la intención de la revelación, su adecuación a la idea de Dios y a sus atributos, en su caso a la Trinidad de un Dios que es Pensamiento y Amor como veremos y que espera encontrar en su imagen viva esa calidad. 63 Cfr. LEE, p.516. 64 Lessing conoció de joven ya este giro del protestantismo del que saldría la filosofía de la vida frente a la ortodoxia primero y el kantismo después. El Pietismo alemán está en el origen de las Escuelas de Formación profesional y en las formas de educación que facilitaron al mundo rural alemán pasar al mundo industrializado sin tener que sufrir el infierno del suburbanismo de Londres o Birmingham. El Pietismo hizo en Alemania lo que el Metodismo intentó hacer en Inglaterra y los Salesianos, más tarde, en Italia: preparar buenos técnicos para el empresariado industrial. Sin esta operación la Socialdemocracia hubiera sido tal vez imposible, o bien muy dificultosa. 40 Normalmente, las manifestaciones verbales de revelación más sintéticas y sencillas quedan “impresas con mayor fidelidad en la memoria [de la gente] que en su entendimiento”. 67 Ello supone que hay una impresión espontánea que acusa la importancia del aviso o encargo que lleva una determinada sentencia, aunque no se pueda entender enseguida su alcance y sus consecuencias en el contexto de la vida social y personal tal como se está dando. Es imposible que la escritura, la letra misma, esporádica y coyuntural como es –cosa que el letrerismo ha querido corregir afirmando que hasta lo más anecdótico y coyuntural de la Biblia es infaliblemente inspirado y palabra de Dios, siguiendo la querencia humana de la seguridad fácil y automática—, es imposible que no se haya ido cribando a sí misma y haciendo valer su selección natural. La oración dominical que es el Padre Nuestro, así como la formula bautismal se hicieron valer naturalmente entre tanta página de milagros raros y extraordinarios, como la estampida de la piara endemoniada o la multiplicación de panes y peces, u otras maravillas; se hicieron valer prácticamente cual quintaesencias de la doctrina cristiana; es la función que tienen en el fluir de la vida, los apotegmas y proverbios, dichos y sentencias. Ello con independencia de que el grupo que está vivo y no pierde la referencia de la salud y del bienestar profundo de la vida, sabe que “todo se puede sacar de todo” a pesar de los escribas y fariseos,68 y no por cinismo sino por la unidad de referencia (los atributos divinos y la vida cotidiana y atenta a sí que los refleja), defendiéndose del 65 66 67 68 Cfr. LEE, 531s. Cfr. La inteligencia en la torre… LEE, p.589. Cfr. LEE, p.567. 565ss. 41 Cuadernos Oriente - Occidente abuso de poder que sacrifica la vida cotidiana a la letra excelsa y laberíntica, académica y sociológicamente ortodoxa. Así que Lessing se pregunta: ¿Tiene algún significado religioso la coincidencia de contenidos últimos de humanidad en las diversas escrituras de las diversas religiones, o bien semejante coincidencia llega a ser “inútil” para la salvación porque la salvación del hombre depende de la recitación de ciertas fórmulas establecidas y controladas por la autoridad y no de otra cosa, como dice el biblicista Pastor Goeze? En el nudo de los galimatías y contradicciones que se arman en los textos de la Escritura, Lessing, con Daniel Defoe, llama al diablo excelente experto en Escrituras. 69 Ha de haber un método al alcance de cualquier cristiano sencillo, de cualquier hombre religioso sencillo: una intención que perfore las letras y, llevada del espíritu, encuentre la forma de humanidad conveniente en la ocasión. “Y nadie puede tener nada en contra de que, a ese espíritu, se le llame Espíritu Santo”. 70 Pero ¡es que suponen que “el Espíritu Santo, sin la Escritura, no es capaz de nada”! 71 En un momento dado, la Escritura misma se concentra y agota afinando y se expresa con un mínimum de expresión hablada incluso. Lessing lo mostró con una obra breve según el formato del argumento mismo, titulada El testamento de Juan. 72 Trata éste de la escueta recomendación con que durante años acababa Juan, el discípulo amado, las reuniones con sus fieles, hasta aburrirles: “Hijitos, amaos los unos a los otros”. Anécdota que no nos ha llegado por ningún libro del N.T., ni siquiera por el Evangelio de Juan (que es también, en tanto que libro, corruptible y ciego como cualquier otro libro según recuerda Lessing a los escrituristas que acababan por refugiarse en este evangelio ante las crecientes dificultades filológicas que presentaban los Sinópticos), sino por un escritor eclesiástico que recogió, así al pairo, de memoria en memoria, anecdotario que pasaba de boca en boca todavía en el siglo IVº. 73 “Pero es que ¿acaso todo tiene que ser libro?”, le contestó Lessing al Pastor biblista cuando preguntó en qué libro de los Evangelios estaba ese Evangelio del Espíritu que se transmite en una sola palabra de una intención pura y sencilla: “Amaos”, en el sentido de ayudaos. Sí, suelen circular de memoria estas atrevidas síntesis, no encuentran fácilmente editor, son como riachuelos, “arroyuelos” puros de agua clara y casi invisible… Son elementos de tipo hermesiano, es decir, del Dios asendereado que rehuye el camino real de todos con comodidad y oficialidad andado y trillado, y que se va por senderos nunca hollados, guiado por un espíritu… 74 Es como si estos compendios o quintaesencias se transmitieran por mera “fermentación”, por cofermenta69 LEE, pp.495. 947. Aduce Lessing la frase de Cristo “quien no está contra nosotros está con nosotros” y él mismo aduce la que le gustaría al Pastor, buen conocedor de lugares paralelos: “Quien no está conmigo, está contra mí”. 70 Ib. 581. 71 Ib. p.596. 72 Ib. p.490-7. 73 Ib. p.491. 74 Cfr. “Hermesiana”, en LEE, pp.439s. 42 Sobre revelaciones religiosas y filosofía ción de inteligencias de la vida, de la inteligencia cordial que es imagen del Logos único y universal… 75 Los discípulos que oían cada día el “amaos” y, como mucho, cuando protestaron de tanta repetición, la explicación de que es lo que había “encomendado el Señor y que con eso basta”, habían oído también que ese discípulo amado no podía morir y seguían repitiéndolo cuando ya había muerto…, sin entender en absoluto lo que decían, porque el sentido era que la recomendación del amaos y su cumplimiento “no podía morir”: eso es lo que no podía morir”. En fin, gran demostración de lo “cerca que va a menudo de la superstición la verdad!” 76 Basta con ese evangelio del Espíritu y el espíritu que es el “Amaos”. Si las Iglesias y sectas cristianas se trasladaran sinceramente desde las Escrituras, que les dan en su opinión carta de legitimidad, a la vida según ese “amaos” entendido como recomendación del Verbo divino, de la Inteligencia del Padre, acabarían “familiarizados con el espíritu” e intención (que es el lugar del Espíritu, no olvidemos). 77 La verdad del “espíritu del cristianismo es cosa de ser sentida más que conocida, experimentada más que examinada”, 78 pero sin apartarse de la “regula fidei” que es la misma fórmula bautismal y “algo más”(cuya explicación, la del “algo más” es el Padre Nuestro) y que encarrila la obra de la revelación trinitariamente. Esa regla de la fe lleva historia de tradición y tradición de historia y no es fruto de entusiasmo alguno ni tiene sombra de irracionalidad: es experiencia de la fe y razonamiento en esa fe. Y éste es el “pequeño pero insuperable círculo” del creyente, inaccesible a las objeciones de cualquier tipo a la revelación. Ahora bien; las revelaciones que están a la base de las grandes civilizaciones que están en nuestra mira, tienen su “testamento”, su concentrada síntesis, su expresión espiritual y ya no letrada, su intención sobre el ser y el hombre… No costaría nada señalar ese camino lírico de reducción en la literatura religiosa india, en Rabindranath, o en el maronita libanés Khalil Gibran…Una inmensa montaña mágica de experiencia de trascendencia nos espera a los occidentales en la literatura y en la vida de las civilizaciones orientales, montaña en cuya ascensión difícil hay mucho que aprender. Una religión invasora como el judeo-cristianismo y el cristianismo de la Iglesia de judíos y gentiles, imperializada además, no ha sabido tener en cuenta esta condición, no ha supuesto esos restos sintéticos de experiencia secular cribada por la vida, los ha descontado uniliteral cuando no brutalmente. O, si los ha advertido, no los ha tratado discipularmente, aprendiendo de su simplicidad – franciscana o de hassidim. Experiencia de lo divino que no habría que llevar a juicio e ignorar brutalmente desde el tribunal de nuestra letra. El Logos único y universal, el Logos, no los ha abandonado y librado a sí mismos, y esto se echa de ver palpablemente no en sus escrituras, sino en su espíritu. De modo que contrastaremos escrituras todo lo que les apetezca a los filólogos e historiadores de la literatura comparada, pero el encuentro de la religión con la religión se producirá en otro terreno con su racionalidad 75 76 77 78 I. 621. Ib. p. 491. Ib., p.444. 581. Ib.,p.551. 43 Cuadernos Oriente - Occidente no filológica e histórica principalmente sino con la racionalidad que va dentro de la revelación misma. Así que podrían desaparecer ahora todas las biblias –es una hipótesis, no se nos ocurre mandar al paro a los exegetas de profesión, es una hipótesis ya incumplible--, podrían desaparecer todas las biblias, y el cristianismo no por eso desaparecería de la Tierra; porque no dependió nunca ni depende hoy de la Escritura. 79 Es un principio (el de la oralidad fundacional y revivificante) que necesitarán las literaturas religiosas de Oriente en la medida en que se internen en la mentalidad inevitable del camino racional de la filosofía y la ciencia occidentales. Desde luego, es una hipótesis que parece tener ganas de armar escándalo en un momento en que acaba de producirse un fenómeno de regresión bíblica del catolicismo, al correrse, en el problema de las fuentes de la fe, desde el Magisterio y el Concilio hacia la postura protestante de la “sola fides” y la “sola scriptura” abocándose a producir literatura teológica en forma de textos con superabundante conocimiento científico-filológico de los mismos, y con la inconcebible fe ingenua de quienes pensaron recientemente o piensan hoy mismo que la lectura de una traducción adecuada y limpia de occidentalismos serviles y torpes, producirá una renovación de la fe y la vida cristiana. ¡Si pudiera hacerse la prueba! Y es que se bajan del tren lento que parece idéntico a sí mismo de tan lento cono marcha, los teólogos biblistas y se ponen a discutir un texto relativo a un paisaje por el que se viaja y a hacerle exégesis interminables, mientras el tren de la vida sigue desplazándose, aunque lento lento, de manera que, cuando se dan cuenta en su interminable discusión exegética, han perdido irremisiblemente para esa circunstancia el tren de la realidad y el espíritu, el de la experiencia de la inteligencia de la vida. Lessing emplea otra parábola: La del incendio de un palacio de interior admirable y apto para todos, para vivir muchos y muy diversos en él, que se incendia, reuniéndose en la emergencia los arquitectos-exegetas que se ponen a discutir sobre el plano dónde empezó y por dónde se propaga el incendio como si el fuego estuviera en los planos mismos y no en la realidad. Mas había “unos pocos” de esos arquitectos-exégetas (¡siempre son unos pocos!) que se movían con especial agudeza por el interior de este sabio palacio, y éstos pocos, difícilmente tolerados y oblicuamente vistos, “resultaron sobremanera aptos para asociarse a los que trabajaban en el interior”, de tal manera sumidos en sensación de realidad y verdad humana y divina que “no tenían ni tiempo ni ganas de mezclarse en disputas carentes de sentido”. 80 Si “cada momento” nos da la sensación de bienestar último, de estar cumpliendo el Testamento de Juan, de estar viviendo “en la más amable sabiduría” talmente que desde esa morada “se desparrama en todo el país no más que belleza, orden y bienestar” ¿no querrá decir eso que le hemos sacado a esos planos del palacio el provecho que de unos planos se puede sacar, y de Sobre revelaciones religiosas y filosofía que es hora de dirigirse a la realidad de la vida…? Pero… “¡qué mal caían esos pocos!” ¿Cuál es la función de esos pocos en toda esta historia? Es evitar el descarrío de la letra con todas sus lamentables consecuencias. Tengo un amigo que soñó una vez estando en la Casa de Lessing en Wolfenbütel que se ponía Lessing en plan de mendigo a las puertas del templo (él, que como Espinosa y Leibniz ¡no asistía a los oficios!), pidiendo a los santificados que acababan de cumplir con parroquia y salían del templo “una condenita por amor de Dios”. La inmensa mole exegética que desde los tiempos de la Reforma se ha llevado a cabo es uno de los esfuerzos literarios más admirables y concienzudos de la historia universal. Pero, igual que hay minas abandonadas que se están convirtiendo en museos, igual que hay fortificaciones bélicas a las que se está aderezando para ser visitadas, toda esa exégesis no fundamenta la fe, no produce experiencia de la fe, y es imposible que, no habiendo llegado a entenderse entre sí las Confesiones cristianas en puntos que ellas mismas consideran esenciales, puedan ayudar en la ineludible empresa del encuentro de las religiones que inspiran a las grandes civilizaciones y cuyo latido percibimos cada día más próximo y más cuestionante. El fuego está en el palacio que arde, no en los planos que compusieron y reeditaron los expertos en planos. Y sucedió finalmente que “por unos cuantos lugares equívocos de la Escritura”, exasperaron a la mismísima razón. Y se descolocaron las Ilustraciones. El tratamiento de la literatura religiosa oriental por parte de los orientales mismos no será, creo, mimético del occidental, aunque la literatura islámica está profundamente adentrada en el subcontinente indio y el sudeste asiático. Los avatares de la exégesis del libro sagrado euro-americano, de la Biblia, deberían prevenirlos de las guerras civiles por hermenéutica entre otras cosas, que convirtieron la revelación de la educación para la vida, en instrumento de muerte. El proceso de Ilustración que espera a las grandes religiones orientales tendrá sus particularidades porque esas religiones no se han encontrado por sí mismas con la filosofía pura ni han entrado ampliamente en discusión con las ciencias naturales, encuentro y discusión de los que nos prometemos mucho los occidentales y que será indispensable para ellos. La diferencia entre el concepto de sustancia basado en la intuición del “vacío” y el basado en el lleno de la “fuerza” y el acto-potencia, augura profundas divergencias en último término complementarias. Y la diferencia entre la danza oriental y la occidental pone de relieve tal divergencia en la idea y sensación de movimiento y espacio, que el hombre puede pensar que ha estado hasta hoy en la prehistoria de estas nociones. Por señalar dos fundamentos no más: dos elementos, fundamental el uno y alado el otro, llenos de trascendencia general. 79 Ib. p.453. “Sería posible que se perdiera cuanto escribieron los evangelistas y los apóstoles y que, no obstante, subsistiera la religión que enseñaron ellos”. 80 LEE, p.500. 44 45 Cuadernos Oriente - Occidente II ª Parte Ilustración y religión En varios momentos y contextos de nuestra exposición hemos aludido a la Ilustración como un proceso de racionalidad que brota y se desarrolla dentro de una determinada revelación o “nuevo fondo de demostraciones”. “Ilustración” era, en la primera parte del siglo XX, para la religiosidad convencional incluso académica, todavía una palabra ‘non sancta’. Cuando se funda el CSIC en 1945, se hace constar en su Reglamento que el objeto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas es debelar a la Ilustración atea que desorientó a Europa. Por Ilustración se entendía la literatura que se suponía más revolucionaria, antirreligiosa y radical de la Ilustración francesa. Fruto del separatismo nacionalista de los pueblos de Europa era su ignorancia de que en cada uno de ellos pugnaba por brotar o estaba en curso un modo distinto de Ilustración, aunque su objeto fuese el mismo: dar origen, desde su estado o situación religiosa, a un camino de racionalidad. Es evidente que ha habido una Ilustración escocesa, otra inglesa, otra francesa, otra alemana, otra inglesa, otra española, otra americana… El proceso de razonamiento o deducción de verdades mediante discurso –que eso significa razonar por distinción a intuir -empieza desde presupuestos materiales y metodológicos distintos en cada uno de esos sitios. 1.Del planteamiento Podría parecer que la exposición que vamos a hacer sobre la problemática de la Ilustración y la religión –que no es un tema de ayer ni solamente europeoestá lleno de indirectas o alusiones a circunstancias españolas del momento presente. Pero no serán indirectas ni alusiones sino directas e indicaciones, y no sólo a circunstancias españolas y europeas sino a civilizaciones como las asiáticas que están sumiéndose, masivamente, por la fuerza de la tecnología, en procesos de Ilustración. Los mete en ellos la tecnología pero consisten en encuentros inevitables con la filosofía científica, es decir, con la filosofía en su forma ontológica o conceptuadora del ente y sus relaciones. Tal como se dieron en su día en Damasco y Córdoba cuando la civilización islámica se encontró con la Metafísica de Aristóteles, en Avicena y Averroes, el judío Maimónides e Ibn Arabí. Este tratamiento directo y más que enunciativo será posible gracias a que las relaciones entre Ilustración y Religión se pueden tratar hoy desde un planteamiento antropológico y no ideológico o dogmático. Ilustración es un estadio normal en la vida con inteligencia, y religión es la expresión ceremonial y doctrinal- práxica de datos inevitables de esa misma inteligencia de la vida, concretamente del sentimiento de trascendencia que acusa la inteligencia humana de mil formas. Es posible, por lo tanto, un planteamiento no frontal ni dialéctico sino experiencial (desde la experiencia propia del individuo y la sociedad) y dialógico (únicamente desde una racionalidad consiguiente a la 46 Sobre revelaciones religiosas y filosofía experiencia y desde la gradualidad de las mismas en forma de un continuum también pedagógico). Es la petición con que Walter Benjamin encara el futuro cuando abandona los callejones sin salida del kantismo al uso así como del marxismo, postulando la elaboración de un “continuo experimental sistemático puro” o sea “la variedad unitaria y continua del conocimiento que es la experiencia” 81, desde una metafísica monádica leibniziana. Tal planteamiento (fenomenológico y no ideológico, analítico y no panfletario) no obedece, sólo o fundamentalmente, a un propósito de buena voluntad o socialmente ecológico, ni tampoco al fantasma de factores de torpeza que ponen en guardia ante la lamentable historia occidental del siglo XX (tan poco ejemplar e ilustrada, que deja ahí detrás un siglo vergonzoso con 60 millones de muertos en guerras genocidas y un mundo ex-colonial exasperado por abusos e injusticias- dos considerandos por lo demás ineludibles). Es un planteamiento que resulta elemental e inexorablemente de una descripción fenomenológica de la inteligencia humana, de la inteligencia de la vida humana, y de la consiguiente falta de fe en la violencia intelectual en sus diversas formas. Es un planteamiento desde la fe en la inteligencia de la vida, la inteligencia naturalmente suficiente para que la razón como discurso que articula cualquier diversidad de factores y la religión como trasfondo de toda civilización, hagan su camino sin convertir sus tropezones en desgarros de principio y de programa. “La sana razón” es la frase con que desde Leibniz y Lessing se expresaba este propósito o programa ilustrado. “La sana religión” es la frase con que expresaría esto mismo, desde la Gran Bretaña, que siempre ha sabido ser más libre, Shaftesbury, el nieto, el tercer conde de Shaftesbury. 82 Tanto la razón europea (y probablemente toda razón) como la revelación judío-cristiana (y probablemente toda revelación) tienden a aplicarse, aplicarse a los demás y a lo demás, expeditiva y mecánicamente sin dudar de sí mismas, alcanzando así a la totalidad universal, al Universo uno; está de algún modo en su naturaleza ser necesarias y globales. Y cabe disculpar a la razón humana y a la revelación religiosa de su primer movimiento totalitario, porque son, además, dos formas de deslumbramiento que generan seguridad máxima en un sujeto inseguro como el hombre es y sediento de seguridad como está. Mas, razón y revelación acaban por desarrollar sus frenos propios, o podrían, en buena lógica de la vida, acabar por hacerlo, sin tener que recibir duras lecciones de la vida y la historia, y tampoco por cálculos del poder con el que necesariamente juegan en la sociedad y en la historia, sino por la persuasión que brota de sus quehaceres o misiones mismas, de la misión de la razón y la misión de la revelación. El siglo y pico de la llamada Ilustración (desde fines del XVII a comienzos del XIX) y el siglo de la Revolución (el resto del XIX hasta el estallido de la revolución rusa) han puesto al aire las entrañas de sus respectivas intenciones en buena parte, y el análisis ha dado de sí lo 81 A. Andreu, “De Lessing a Benjamin. La otra Ilustración. (Experiencia e individuo I)”, en: ISEGORÍA, 4, 1991, p. 20ss. 82 Agustín Andreu, Shaftesbury. Crisis de la civilización puritana, Universidad Politécnica Valencia, 1998 (2ª edic.). 47 Cuadernos Oriente - Occidente que tuvieron y tienen de utilidad y de necesidad las dos actitudes mentales en que consisten la actitud ilustrada y la revolucionada, que representan en último término dos dimensiones de la inteligencia de la vida humana, de la limitada inteligencia de la vida humana, que está en continua elaboración y que tiene que reordenarse de cuando en cuando poniendo orden, claridad (iluminación) en la diversidad de materiales que se le acumulan, algunos terriblemente sorprendentes, y tiene que sublevarse escatológicamente de cuando en cuando para librarse de frustraciones deliberadas o fatales. Como dos dimensiones de la inteligencia de la vida, razón y religión, subsisten en la forma de sus respectivos gestores, el poder político y el poder religioso. Pero, aun concediendo que hay algo de maquinal y demiúrgico en las encarnaciones o somatizaciones de las fuerzas espirituales y sociales, acaba por funcionar todo según decisiones de individuos que aciertan más o menos en el cálculo de tensiones y resistencias de una sociedad en un momento dado. Es la actitud ilustrada, traicionada de modo múltiple y con razones especiosas variadísimas muchas veces por supuesto. Así, en virtud del carácter en último término individual de los sujetos de la acción ilustrada, Ilustración y Religión están recíprocamente poblados de individuos de signo recíproco. Hay ilustrados que merecerían aposentarse más en una Sacristía que en una Academia. La religión ha demostrado que resiste mucho más que el más insistente virus y el Estado no confesional está poblado de individuos con conciencia y costumbres religiosas. El forcejeo entre poder religioso y poder político es cuestión de principio y habría que tomarlo por una y otra parte como un espectáculo socialmente pedagógico a pesar de sus diversos aspectos menos estéticos y aun menos ejemplares. ¿Qué es ganar y qué es perder en el terreno de la ilustración o conocimiento de las cosas y situaciones por su interioridad inengañable? Y ello a pesar de la renuncia a la ingenuidad, pues ésta puede ser muy bien suplida por la ironía que es una dimensión no menos de la inteligencia racional que de la inteligencia de la fe. Si, como dice Belaval, hay que empezar a dejar de decir generalidades sobre la Ilustración, 83 habremos de distinguir entre los caminos y modos como desde los diversos centros de la vida europea, se cumplió la última vez esa operación de la sana inteligencia que llamamos por antonomasia Ilustración. En la primera parte del siglo XX hubo poca gente que advirtiera y llevara al concepto de Ilustración, esas diferencias de modalidad que permiten trabajar con la inteligencia de la vida y no contra la inteligencia de la vida. En España nos hubiera ayudado mucho en los años 30 del siglo pasado esa distinción entre modalidades históricas de Ilustración. Don Julián Besteiro advirtió el contraste entre la Ilustración británica y la alemana: entre la observación de la vida de la gente con criterios estéticos y económicos y la forma del idealismo trascendental alemán. Y lo hizo notar, calificando de “visión unilateral y simple” la de Voltaire, que rectificaron, en la Gran Bretaña mismo, Coleridge y Carlyle. Besteiro no advirtió del todo que era a Shaftesbury a quien habría Sobre revelaciones religiosas y filosofía que haber recurrido para rectificar a un Voltaire que le concedía demasiado a Locke a pesar de tratarlo con sus sarcasmos. 84 Fernando de los Ríos, ayudado de Francisco Giner que le recomendaba el estudio de Shaftesbury, bien que lo advirtió, según ha sabido advertir el joven investigador Javier Zamora. Hubo una posibilidad de Ilustración que, una vez abandonada la obsesión confesional como directriz y criterio, volvía con la fuerza del humanismo que se marginara y ocultara esencialmente a mediados del XVI. Esa posibilidad fue traicionada en la Gran Bretaña y en el Continente. Lo iremos haciendo notar en nuestra exposición; la historia de Europa del XIX y el XX es fruto silvestre de esa equivocación que consistió en no ser capaces de cambiar de trasfondo antropológico religioso Se prefirió la antropología de Hobbes (y su precedente ideológico en Lutero, Calvino y san Agustín, y su versión católica en Pascal) a la de Shaftesbury y Adam Smith (con su robusta formulación de la simpatía universal según Leibniz y Lessing). El drama de la Ilustración se jugó en la casa donde estaba acogido Locke, el director general de Asuntos Eclesiásticos del abuelo Shaftesbury. Y se trataba de escoger, para la reforma secular y ya no religiosa de la sociedad, entre la antropología de san Agustín y san Pablo (que veía en el interior de la naturaleza un gusano roedor de culpa y de intención torcida, que se llamaba pecado original) y entre la de los humanistas (Bruno, Moro, Vives, que volvían en Shaftesbury el joven). La Ilustración habida fue en Inglaterra una traición a las mejores posibilidades del hombre. Voltaire, que listo lo era un rato, después de tratar personalmente a Locke que lo visitara en un momento en que le convenía al inglés alejarse de su suelo, lo llamó “el Pascal inglés.” Pero la partida la ganó el inglés que convirtió al francés en su agente literario en el Continente, determinando la dirección de la Ilustración europea. 85 Esto en cuanto al planteamiento. 86 2.Acumulaciones y sobresaltos La religión, antes de ser una institución social que puede ocupar más o menos sitio en una forma de vida individual y de sociedad política, es una disposición de la inteligencia humana, disposición resultante de su movimiento o actuación más propia como una facultad de intuición imaginativa en la cual late una rara y evidente sensación de trascendencia. 83 Ilustración e Ilustraciones, Universidad Politécnica de Valencia, 1997, p.44. En adelante citaré por Ilustraciones. 84 Cfr. J. Besteiro, Marxismo y antimarxismo, ZYX, p.74ss. E Ilustración e Ilustraciones, Universidad Politécnica, Valencia 1997. 85 Hay un asomo de traición de Locke a Shaftsbury el abuelo fundador del Partido whig. La sospecha la pone el nieto, que fue pupilo de Locke y se esforzó por guardarle respeto y fidelidad. Cfr. Shaftesbury.Crisis de la civilización puritana, y “Shaftesbury y el ‘Pascal inglés’ “, en La Tradición analítica, I, 1992 (Coord. J.G. Cafarena y J.M. Mardones), pp.20ss. 86 El planteamiento consta pues de una ontología de la naturaleza de la inteligencia de la vida (que ampliaremos a lo largo del trabajo) y de una valoración histórica del caso Locke/Shaftesbury (que sería la ocasión que desencadenaría el hegelianismo de la Idea absoluta). 48 49 Cuadernos Oriente - Occidente Una facultad de intuición de las cosas y de ampliación imaginativa incesante sobre las cosas, ésa es su naturaleza y vida, su movimiento interior. La pluralidad de intuiciones e imaginaciones se conectan como naturalmente, o mejor dicho, esas conexiones son también objeto de intuición e imaginación. Y el conjunto de esas conexiones produce una imagen del mundo dentro de la cual se orienta y dispone de pautas y puede así vivir el hombre. Esa imagen del mundo toca siempre directa o implícitamente el tema del infinito, del fundamento, de la razón última, y este toque lo permea, transe, contagia todo (lo infecta, decía cierta Ilustración) y acaba condicionando la imagen del mundo en grado y modo siempre esencial. La presencia de esa sombra en la inteligencia es lo natural o innato; echársela de encima, con uno u otro propósito, es obra o trabajo de la reflexión. El hombre no es naturalmente “descreído” (como suele expresarse su desentendimiento de todo tipo de trascendencia). Ni Diderot ni Voltaire siquiera hubieran aceptado eso desde su justa irritación anticlerical. Y esa sombra del infinito, del sentido y fundamento último del Universo es lo que produce en la inteligencia de la vida humana la aparición o revelación de expresiones del plus, o más allá de lo presente y a mano, que el hombre presiente o sospecha: expresiones en forma de relatos diversísimos acerca de los orígenes y las intenciones últimas operantes en el Universo, en forma de mitos. Ni el mito ni el folklore son enfermedades o trampas; pertenecen al modo de ser o entender desde la vida, del hombre; y es una conquista penosa de la antropología del siglo XX haber reivindicado su valor esencial que no es el pintoresco. La vida de la inteligencia humana individual y social empieza a partir de esos trasfondos religiosos, mitológicos u originarios. La sana inteligencia humana requiere que la escuela infantil y joven sea iniciada desde esos y en esos trasfondos; el cómo, será lo que habrá que ver desde el punto de vista de la salud mental y de la racionalidad ínsita y propia de cada interés. Pero prescindir de ese trasfondo es mutilar el alma además de obligarla a prescindir insanamente de su pasado. Hay una historia detrás del hombre; es indispensable entenderla sanamente, y la manera más insana de entenderla es negarla, o utilizarla dolosamente. Estado laico o neutral quiere decir solamente que la autoridad administrativa facilitará el acceso a las expresiones vigentes de esa dimensión de la inteligencia de la vida que atiende a la trascendencia de los orígenes y las destinaciones de la vida y el mundo. Los interesados en la fe religiosa tendrían que ser los más interesados en que la transmisión de la revelación como trasfondo de civilización se cumpliera con toda la delicadeza de las cosas íntimas de la inteligencia. Sobre revelaciones religiosas y filosofía documental ni de la oficial) y obligan a un reordenamiento del conjunto de la teoría y praxis. Las conexiones entre las intuiciones vitales (de la inteligencia de la vida) son relaciones de diverso modo: según principio de participación, según principio de analogías, según principios filosóficos o científicos. Y todo ello se produce en la esfera esencial de la aplicación práctica a la vida cotidiana en todas sus dimensiones, ordenadas éstas según criterios muy diversos y más o menos acertados o sanos. El resultado de esta “variedad unitaria y continua del conocimiento que es la experiencia humana” social --con sus tensiones, sus posiciones a favor de lo nuevo inevitable y supuestamente necesario y de lo antiguo más seguro y supuestamente intocable—, el resultado es la vida misma, la salud mental y social, que no puede ser estática. Viviente de hábitos inventados y heredados, animal de tradición y tradiciones, al hombre se le producen de tanto en tanto acumulaciones de conocimientos teóricos y prácticos que acaban operando como un atolladero y obturan la vida individual y social. Y es que la múltiple atención humana se ha ido dirigiendo, por necesidad o por curiosidad, hacia ocurrencias o descubrimientos que han suscitado perplejidades y confusiones o esperanzas e ilusiones; ha ido aumentando incesante e imperceptiblemente el mundo y se ha complicado. De repente es el horizonte entero el que ha cambiado y nada está en el que se decía su sitio. Esa complicación pone muchas cosas, o todo, en crisis en el mundo concreto de una determinada cultura o una civilización 88. No voy a entrar aquí en las formas de crisis a que da lugar el fenómeno de la acumulación de conocimientos en una sociedad; y no distinguiré entre conocimientos teóricos, incluso máximamente teóricos o referentes a dioses y mundos lejanos, celestiales o infernales, y conocimientos prácticos y aplicables al vivir, no; porque todo conocimiento humano puede ser sumamente peligroso y sumamente favorable. El hombre es un ser así, su ser de instinto que desemboca en libertad es así, su instinto es la libertad: entra en un orbe de innumerables e inimaginables posibles, y elige, o “le eligen” a la fuerza aquello con lo que habrá de pechar. Y del modo de resolver o no resolver esa crisis de acumulación puede depender hasta la supervivencia de una civilización, en todo caso la salud pública, el bienestar elemental de una sociedad. La operación de reordenar los materiales de conocimiento y uso que se van acumulando, de evaluarlos respectivamente y de re-situarlos en el orden de preferencia, de considerarlos históricos y valiosos como pasado, de “abrir nuevas aperturas” y aceptar “nuevos fondos de conocimientos” de los que 87 El puesto del hombre en el cosmos, p.30 (segunda edición 1936, en la Revista de Occidente.). 88 Llamo cultura a un medio humano determinado, con sus creencias, conocimientos, religión, usos y útiles para la vida, idioma, arte, etc. El vocablo civilización lo usaré para las culturas de envergadura en la historia universal. Todo grupo humano, por minúsculo que sea (un grupo de una isla muy aislada de la Polinesia, o un grupo perdido en la Amazonia) tiene la forma problemática propia de la inteligencia viva o de la vida humana, pero el camino real de la historia universal (universal, también para las numéricamente pequeñas culturas) viene marcado y dirigido por las grandes civilizaciones que incorporan centenares de culturas (es el caso de Babilonia, el Helenismo, la civilización cristiana, la civilización china o la india…) 50 51 Sigamos con la sucinta descripción fenomenológica de la manera como surge ese sobresalto que es la revelación religiosa o algún otro tipo de conocimientos que representan un vuelco en la inteligencia de la vida o, como decía Max Scheler, “un creciente descoyuntamiento de la tradición” biológica 87 (no de la Cuadernos Oriente - Occidente se derivan y sacan después durante siglos iluminaciones y prácticas útiles (así hablaba Leibniz), esa operación de la inteligencia se llama Ilustración, y la actitud política, intelectual o religiosa correspondiente, es la actitud ilustrada. La cual, obviamente, se produce entre todo tipo de tensiones. La cuestión en último término se reduce a ver si, dado un momento de acumulación peligrosa o de asombro y revelación notable, hay algunos ciudadanos que representen tal actitud intelectual de la vida. Una revelación, decía Leibniz, es una aparición de un fondo de conocimientos que lo trastoca todo: planteamiento general y conceptos, pero aprovechándolo todo y favoreciendo más y mejor a todos los hombres en el trasiego o aventura, o lo que sea, de esta vida. 89 La historia humana, la historia de la vida humana, no puede menos de ser la historia de los mundos que se van desmontando y luego tal vez construyendo en un mismo lugar, con materiales de los mundos sidos. Es curioso ver los lugares axiales de las ciudades antiguas. La geografía les señaló lugar: una colina, el recodo de un río, la cima de un acantilado, el punto central de un golfo marino…, y luego sobre ese lugar se alzó como sitio central un templo ibero, y sobre él un templo romano, otro cristiano pero romano, otro visigótico luego, otro románico, otro islámico, otro cristiano de nuevo con carga gótica… En una forma de continuidad de la vida que se traga la discontinuidad o en una forma de discontinuidad que se traga la continuidad. El mérito de poder ver y expresar las cosas así es de las ciencias antropológicas que se han ido construyendo a lo largo de los siglos XVIII y XIX, empezando por los viajes para conocer a los hombres en su diversidad de organización y hábitos y luego averiguando, formulando y ponderando su estructura individual y social a partir del trabajo y de la propiedad. 3. Dos momentos paradigmáticos de Ilustración (de la civilización occidental) En la historia del pensamiento occidental hay dos grandes momentos, dos grandes ocasiones que dejan ver con toda plasticidad el trabajo que ha de desarrollar precisamente la inteligencia racional para salvar el mundo del hombre pero trasladándolo a otro pentagrama talmente, que pueda seguir siendo no ya el mismo sino más él mismo por intensificación y ampliación de humanidad. Son tan brillantes y enormes esos dos trabajos de la inteligencia de la vida, dos trabajos consistentes en ilustrar una situación humana obtu- Sobre revelaciones religiosas y filosofía rada para poder salir a “riveder le stelle” o simplemente para tirar adelante, que han quedado como prototipos de lo que es una Ilustración. Son dos trabajos de un talento y un sufrimiento inmensos, pero útil e imprescindible. La conciencia no se da sin padecer, y sus grados lo son de sufrimiento, decía Scheler. Se trata de momentos que se pueden colocar en el tiempo por lo que hace a su arranque, pero en verdad son actitudes que constituyen el espíritu y su memoria tanto como su subconsciente, su esperanza y expectativa, y que como tales se prolongan. El primero de esos momentos consistió en la aparición de la filosofía, de la racionalidad en forma lógica y ontológica. El segundo fue el célebre, y recientemente rescatado, siglo XVIII : rescatado porque la Iglesia y la Revolución coincidieron en condenarlo y despreciarlo o devaluarlo, respectivamente. Cuando el 1940 se funda el CSIC, consta en el reglamento de su fundación que su objetivo es “restaurar lo que destruyó el siglo XVIII”: “nuestra gloriosa tradición científica”. La Ilustración habría destruido “la clásica y cristiana unidad de las ciencias”. 90 Para la Revolución, “ilustrado” era ya un insulto. La aparición de la racionalidad lógica y ontológica se le convirtió al hombre occidental, ya en los albores, en ley del pensamiento: es el momento en que la mentalidad religiosa griega, mitológica y mitologizante, en su sana función de imaginarse el Todo divino o Universo, se encuentra, dentro de ella misma, con un brote de racionalidad formal, de esa forma del pensar que llamamos filosofía y ciencia y que es, como cualquier otra forma o estilo del pensar (poética, histórica, vital…) ineludible, pues que es en el hombre mismo donde ha aparecido: tan ineludible como los pulmones y el hígado o el corazón. Se le ha hecho esa forma de pensamiento, le ha nacido, le ha salido de dentro. Es el momento de los filósofos presocráticos, los físicos, que toman una actitud mental nueva ante las cosas y su conjunto, preguntando fundamentalmente qué son las cosas en sí mismas y con independencia de los dioses. Cosas tremendas que pasan sin hacer ruido. El motivo del moverse a preguntar no es ningún apetito de independencia renegadora o autoliberadora de lo divino, no necesariamente, aunque también se dará esa forma de actitud, sino la curiosidad o interés inevitable de conocer lo que las cosas son en sí mismas incluso por gratuita creación divina, pero por donación sincera, irreversible, real, que habrá que tener en cuenta incluso por motivos de piedad y religión. Es un preguntar hipotético en efecto; no niega el carácter divino de lo cósmico y de su mito; en este punto se limita a ponerlo entre paréntesis. Pero el hombre, con ese preguntar, ahonda en el respeto a sí mismo y en el conocimiento de sí mismo en el mundo, queriendo saber qué es en el fondo cada cosa por sí misma. Pregunta que a continuación y sin mucho tardar, se la hará sobre sí mismo y sobre su propio preguntar: es irrefrenable el impulso que lo lleva a preguntarse por la naturaleza de las cosas, de momento. ¡La revela- 89 El vocablo revelación lo empleamos en sentido amplio, pero sin cargando de imprecisión alguna. Pues, al contrario, deseamos que el fenómeno espiritual y psicológico de la que dice la teología “revelación” estrictamente dicha y aun sobrenatural, no se escape de la ley general del surgir los conocimientos en el alma y la mente humanas. Esta observación es técnicamente indispensable para poder hablar con una revelación o desde una revelación; pues, saliéndose de las leyes generales del conocimiento, o expulsándola de las mismas, se hace imposible tratar de la revelación con y desde la razón humana. 90 Cfr. Ilustraciones…, p.14. Y conviene señalar expresamente que ésta no era una situación española especíal. 52 53 Cuadernos Oriente - Occidente Sobre revelaciones religiosas y filosofía ción de la filosofía! Clemente de Alejandría les dijo a los teólogos eclesiastizantes exclusivos que la filosofía era también revelación del Logos. mente: se le hace naturaleza pero no superficial sino intensa, como innata. Se queda inolvidablemente ahí. No podían faltar –naturalmente, porque el miedo a la inteligencia es natural, además de los intereses de la inercia—quienes se encargaran de avisar que no se puede prever lo que puede pasar si esa forma de pensar según las cuatro causas (eficiente, material y formal, final) se convertía en regla de ordenamiento del mundo y la vida, en iluminación a cuya luz se ordena y ve el mundo y la vida. Los poderes sacerdotales del mundo que se hunde ante la fuerza atractiva de la pregunta experimentable o demostrable por las cosas, se echaron a temblar. Ésa de los presocráticos era una revelación de otro tipo, del logos inmediato e interior, íntimo, de las cosas, que da mucho malestar a los dioses, los cuales tienen un modo de gobernar así como por auras. Y en efecto, hacia el siglo II a C, quedó paralizado el impulso del pensamiento cuatricausal, pero quedó ahí una nostalgia que lo volvería a llamar con redoblada fuerza. Por qué se acabó, se agotó de momento la actitud científica, por qué se eclipsó en el mundo de la Antigüedad, es un problema más que histórico, porque a la naturaleza del hombre le pasan cosas verdaderamente raras y dificultosas: descubre posibilidades de entender el mundo y la vida y de dominar su circunstancia, y las desaprovecha perdiéndose en sus laberintos emocionales e interesados, banales muchas veces, y aun peor. Cosa que hoy, por un conjunto de circunstancias, le puede pasar menos de esa misma manera, pero podría perderse grandes oportunidades que tiene a mano, de otras maneras y aun peores. El hecho es que se iba a tardar más de mil años en volver decididamente a jugarse las cartas en la dirección de esa pregunta por la naturaleza de las cosas terrestres, por su ser propio e interior, es decir, por lo que son de verdad. La presencia de la revelación judío-cristiana, además de la forma de vida que imponía el Imperio y la circunstancia política exterior (militar) e interior, pudo prolongar la inercia de esa pérdida de la actitud difícil. Durante esos mil años predominó en exclusiva, se naturalizó el esquema eclesiástico de la inteligencia de la vida, un esquema propio de la Dogmática –con infierno fogoso y limbo, dos muestras sólo del arrastre que tal esquema y su planteamiento pueden suponer para una teología ilustrada, es decir, no al servicio, lícito por lo demás, de una Confesión. (En la prehistoria puede haberle sucedido al hombre muchas veces este tipo de parón y vuelta a empezar. Hoy sabemos por el arte rupestre que le pasó. Es el sentido de la constatación que hace Aristóteles en su Metafísica sobre la repetida invención de las Artes. Podría sucederle con alguna gran religión, el dejarla precipitada o inconscientemente de lado y el tener que volver a ella). Siempre que la inteligencia se pregunta radicalmente por las cosas y el mundo, los poderes se echan a temblar, se ven ya desposeídos, y los poderes religiosos más que ningún otro. El fenómeno se explica por la comodidad de la inercia, por las pretensiones de monopolio, por el deseo malentendido de cuidar del otro, etc.; en el fondo, sucede así también porque el hombre como creador es peligrosísimo y su capacidad de complicar y complicarse las cosas, además de imparable, es inagotable –según la mitología tanto griega como judía. Es muy importante en la actitud ilustrada no saltar enseguida o demasiado pronto al terreno de la ironía y de la visión del ridículo humano de la pose sublime. Porque nos enseñaba Espinosa, siguiendo a Aristóteles, que en esto de la vida y el ser no se trata de burlarse y reírse, ni de llorar, sino de entender – y entender puede ser también muy divertido. Si recordamos el juego que la mitología y fábula tienen en los diálogos platónicos, advertiremos enseguida que el preguntar físico o “cuatricausal” no ha anulado la imaginativa intelectual; simplemente la presupone de otra manera, a otro nivel, y la pospone a otro horizonte. (El mito no es abolido nunca; tampoco en Leibniz y Lessing, y en autores del siglo XX como Russell, Hans Jonas…, porque el infinito sigue desentrañándole la experiencia del ser al hombre y éste se da cuenta del relato interminable de su mismo corazón). El libro VIº de la Metafísica de Aristóteles es un intento de categorizar el mundo tal como ha quedado inicialmente visto por Sócrates y Platón, después de los filósofos físicos, de concebirlo y ordenarlo según la naturaleza y los aspectos diversos de las cosas. Concepción y ordenamiento que se presenta con mucha fuerza: una vez la inteligencia ha probado ese estilo del pensar, del plantear y resolver, no puede olvidarlo ni prescindir de él por más que pataleen los dioses y se resista el ordenamiento vigente según principio de una forma menos experimental de racionalidad. El hombre había descubierto un “fondo de conocimientos y un método nuevos”, toda una revelación, que decía Leibniz, el verdadero gran ilustrado. Y aunque se hundiera el mundo antiguo, se iniciaba el curso de su aplicación. Con las consecuencias que fuere. Una forma intelectual y su correlativo modo de vida, se le impone al hombre imparable- 54 Mas, en el campo de los conocimientos morales y políticos, persistió irreductible la confrontación o encuentro de la religión (o mitología) y la filosofía, pero ahora dentro del cristianismo. La actitud interrogadora radical resistió más en algunas escuelas filosóficas (estoicos, cínicos, peripatéticos…) y se guadianizó en diversos modos. Resultó más difícil de olvidar lo espiritual que lo tecnológico, la actitud espiritual que la científica. Y éste es un dato favorable pues habla de la maduración del espíritu, que es grato registrar alguna vez. La persistencia del pensamiento filosófico resultó ser más comprometida, y determina hasta hoy con la mayor intensidad imaginable la relación entre Religión e Ilustración, porque esa revelación judío-cristiana que se cruzó con el helenismo ya desde el siglo II a C, supone nada menos que “el Verbo se hizo carne”, es decir, nombra lo divino con un concepto con que el hombre entiende su propio y característico ser que es el pensar las cosas, el pensamiento, el Verbo, el Logos. O sea, lo que pasó en la Grecia del siglo VI a C, la aparición del pensamiento de realidad inmediata, se hace ahora existencia divina. Y esa religión, que se ha encontrado ya a la racionalidad en sus afortunadas formulaciones primeras o de revelación, allá donde en- 55 Cuadernos Oriente - Occidente cuentre logos habrá de comportarse con reconocimiento y consideración; de lo contrario desgarrará impíamente el pensar y la vida en su dimensión más honda. La historia de la civilización europea se puede ver como una sucesión de momentos de conflicto agudo con la acumulación de conocimientos que se van produciendo dentro de un formato religioso confesional. A veces en terrenos muy sensibles. Por poner sólo un ejemplo, bien que enormemente importante: en el ámbito de la religión judía se encuentran, ya en los siglos del Helenismo, con una lengua que quiere expresar en griego, en la lengua y mentalidad profanas, la revelación judía exclusiva de los hebreos. Y se les entran a los hebreos en su Biblia libros escritos ya originalmente en griego, con gran escándalo del elemento social y político. El hecho se repetirá cuando haya que recoger en escritos las primeras tradiciones del cristianismo: la lengua debería haber sido el hebreo, o el arameo (si había que atenerse a la letra y no a la intención humana del hecho), y se escogió exclusivamente la griega o pagana. En Occidente, para la vida cotidiana de la religión habría que haber seguido con la lengua sagrada o griega (sacralizada por ser lengua de revelación), pero se escogió el latín y se convenció de que con esa lengua se podría decir todo lo que se sentía y decía en griego. Sobre revelaciones religiosas y filosofía persisten implícitos y crean mentalidades en las civilizaciones. Y se confunden con las posibilidades y las imposibilidades de la naturaleza humana, del hombre en general. La verdad es que tanto el dogma de la creación ex nihilo como el escatológico deberían fundamentar una actitud de inventiva y de fe en la per-fección, la cual no puede ser más que un camino. La idea judío-cristiana de creación no debería haber permitido que la ciencia y la invención hubieran plantado sus reales fuera del ámbito de esa fe; en el caso del judaísmo no ha sido así; el número extraordinario de científicos judíos que se sienten en lo suyo en la investigación creadora, cabría hacer esperar de las Iglesias hubiesen mantenido una actitud de colaboración con el Dios creador, y hubieran vencido el espíritu de sospecha ante la innovación. Y la escatología, el dogma de que hay un final transhistórico, más allá del final geológico del planeta y del final de las generaciones en la historia, debería haber generado una actitud de quien sabe estar al final viéndolas venir. En cambio, hay una desconfianza en el cambio, la cual sugiere en las cabezas ortodoxas la cuestión de “adónde va a parar esto”. 4. Ilustraciones europeas Estos cambios de lengua y mentalidad ontológica son un precedente que debería haber servido para comprender que el segundo envite de las ciencias descubiertas en el presocratismo (matemática, geometría, física…, política), el de la Edad Moderna obligaría a un proceso de Ilustración, o sea a un preguntarse por lo que las cosas son en su creciente interioridad física y psicológica, subconsciente y espiritual (o supraconsciente), es decir de suyo y por sus conexiones naturales prescindiendo metódicamente de lo que son por tradición y costumbre. Es como si la milenaria “dormitio” de la actitud científica hubiera sido más bien una maduración subterránea, inconsciente, pero incesante de la “acies mentis”. Se reclama un proceso de Ilustración de una inesperada fuerza y presión: es lo que le pasa al Occidente a partir del siglo XV. Y del mismo se espera una decisiva aportación de la naturaleza de las cosas a la naturaleza de las cosas. La historia moderna de Europa en las relaciones entre la religión y el saber científico, y entre el poder del Estado y el de la Iglesia cristiana debería habernos enseñado que es una situación normal y un avatar normal como lo es el sistema respiratorio del cuerpo humano o el sistema motor o el digestivo. La que conocemos como Ilustración europea, el intento de mover a la sociedad entera por el camino del conocimiento general y de sus aplicaciones en todos los órdenes de la vida personal y social, se produjo en una sociedad más compartimentada que la griega, porque había ya diversos centros desde donde comenzar ese proceso y en su diversidad. Hay una Ilustración escocesa y otra inglesa, una Ilustración francesa, subsidiaria en su origen de las anteriores, una Ilustración alemana promovida por las otras dos, y las Ilustraciones rusa, polaca, italiana y española. (Nombro la española la última por educación, que así nos lo enseñaban de niños hace setenta años. Carlos Seco Serrano habla del “brillante siglo XVIII” y de “la brillante reacción regeneradora” que supuso). 91 Desde el punto de vista de las dificultades sociales y religiosas, esta diversidad de procesos de nueva ordenación social a partir de la naturaleza interior de las cosas, que facilitan las nuevas ciencias, es un espectáculo donde se puede entender mucho de las limitaciones con que se topan los procesos de racionalización según el principio de la inteligencia de la vida y de las formas o caminos que ha de tomar fuera de todo dogmatismo, ateniéndose al principio de ir entendiendo. La Iglesia cristiana tuvo una revelación, que califica de escatológica, y cree que lo esencial está ya sabido. Tal vez esta convicción está en el origen de que la Iglesia no invente nada, no haya lanzado pedagógicamente hacia la invención sino más bien a la conquista de lo inventado y probado, y de que, además, sospeche de los inventos o no esté preparada para enfrentar las grandes mutaciones del individuo, la familia y la sociedad, que son realidades abiertas. La Iglesia se siente incómoda en las innovaciones, la pillan asentada en el orden constituido. Y lo defiende con todas sus fuerzas. Estos esquemas Una reflexión sobre los tipos de Ilustración experimentados en Europa y América es en este momento sumamente útil dada la aventura en que se están irremisiblemente metiendo grandes civilizaciones como China e India, con literaturas religiosas tradicionales milenarias, inmensas, de calidad filosófica sapiencial comparable a las más elevadas de la historia universal y, natural- 56 57 91 Los caminos de Ilustración en que se polifurcaba el movimiento euro-americano de la Ilustración del XVIII, en Ilustración e Ilustraciones, Universidad Politécnica 1997. Para la cita de Darlos Seco Serrano, cfr. Ilustraciones…, p. 44 izq. Cuadernos Oriente - Occidente Sobre revelaciones religiosas y filosofía mente, sin ánimo de rendirse ante las formas sociales asumidas por los europeos como resultado de sus propios avatares. ¿Para qué desear clarificaciones o ilustraciones de sus contenidos culturales a la luz de la teorías políticas y religiosas y de los valores, que no han sabido eludir las guerras de religión, así como las inconsultas aceleraciones de las modas en todo orden, que rompen inconsultamente con tradiciones sabias en terrenos cual la pedagogía, o la organización social de las ciudades? En suma, ¿para qué calcar la historia de la civilización europea tan lamentable en muchas cosas por edificada sobre un determinado concepto de hombre, sobre una antropología cuyas debilidades son palmarias y pueden historiarse en una línea que va desde el mazdeísmo de los dos principios, el del bien y el del mal hasta Hobbes y Locke y su antropología del “homo homini lupus”, pasando por san Pablo y Manes, por san Agustín y Lutero, por la antropología del pecado original y la corrupción radical o modal del individuo el cual es el elemento para la construcción social y política? ¿Para qué seguir esas huellas? Hace ya más de un siglo, hay orientales conscientes de que, del Occidente, cabe aceptar, por supuesto, la ciencia y la idea de democracia, pero nada más. de ilustración es el pueblo, pues se trata de un proceso de aprendizaje intelectual y social, moral y profesional. Habría que decir orteguianamente “la gente”, pues la palabra pueblo cuando caiga en manos hegelianas se pervertirá nacionalistamente, y en manos marxistas de otra manera. El pueblo de Leibniz es “para sí”; el de Hegel y Marx, el del progreso serán para el ideal de la Patria o de la Humanidad. (1) Los movimientos ilustrados occidentales (euro-americanos) parten de grupos de individuos que, religiosamente, se han des-confesionalizado de modo personal, que tampoco familiar y social, sin hacer ruido, y se han vuelto hacia la naturaleza y la cultura como fuentes de nueva configuración del vivir. Una línea de estos hombres concibe religiosamente la naturaleza como lugar de la manifestación de lo divino. Estos grupos han aparecido por todas partes en la Europa occidental; son los herederos de los humanistas que en su día se replegaron a una “marginación esencial” (Giner de los Ríos) porque se negaron a militar en la Reforma y la Contrarreforma en el siglo XVI, modos religiosos militantes de vida que acabarían despedazando a Europa irreconciliablemente y llenando de sospechas mutuas el rumbo común de la Humanidad y el camino de la ciencia. La nueva Física, la mecánica y la dinámica, la astronomía, la aplicación de métodos naturales al tratamiento de las cosas moverá a los pueblos hacia la perfección clásica y armónica creciente, la cual se llamará en el XIX progreso con música heroica de fondo. Esa prosecución de la búsqueda del interior natural de las cosas por vía empírica con fundamentación metafísica en el caso leibniziano, es como una sinfonía a la que se convoca al género humano por un camino que no era ya el de la unidad confesional que se mostrara imposible. Y en el que, ahora, el género humano cobra fe no sin fundamentación religiosa no confesional. Como el obstáculo mayor para una interpretación de la historia y la política como desarrollo en evolución que se va trascendiendo, es el biblicismo (la pretendida pauta religiosa revelada, inspirada, in-errante o infalible de la Sagrada Escritura), la teoría la monta Lessing sobre la exégesis del Antiguo Testamento donde es patente la evolución incluso en materias esenciales como la inmortalidad del individuo o del alma como se decía, o la misma concepción del Dios Uno, pero con la intención de extender la teoría a la Escritura del Nuevo y dejar la pauta dogmática en manos de la Tradición oral y de su experiencia en la Iglesia constituida orgánicamente como indiscutiblemente está. Esta aplicación no se le puede aceptar por las Iglesias establecidas en ningún cantón de Occidente, y menos en las Confesiones protestantes. Sólo se han independizado de la tiranía de la letra, como dice Lessing, las llamadas sectas y congregaciones, las cuales, con regula fidei, o con el continuo de su experiencia comunitaria, se van asegurando el rumbo cristiano de otra manera. ¿Por qué no ha de ser posible una religión que, como revelación sucesiva, “se va plegando…según las fronteras de su nostalgia y deseos”? “¿Por qué habría de ampliarse necesariamente de antemano la esfera de esa nostalgia y de esos deseos” de las almas crecientes de los pueblos? “No se da un adelanto con la fuente entera” (Lessing). 92 (2) La dirección fundamental de la mirada hacia la naturaleza hace que se busque a los pueblos (como se decía en el XVIII) y que se les busque por dentro, como a la naturaleza: en este caso, por su inteligencia y capacidad de aprender cómo son las cosas, y por su memoria: que entiendan y que se entiendan, que entiendan la vida familiar, municipal y laboral. Porque se trata ahora de emprender un camino de Educación del género humano, educación para que sepa estar donde está y hacer competentemente lo que hace. En la intención escocesa y en la leibniziana y lessinguiana el actor del proceso 58 (3) La idea de un desarrollo pedagógico o educacional del pueblo es alejandrina del siglo IIIº; tiene un trasfondo judío porque el falsete sobre el que se monta es el Éxodo de Israel a través del desierto hacia una tierra de libertad y bienestar. Pero su mecánica interior es la ontología aristotélica del acto/potencia: se va actuando lo sentido y percibido como posibilidad propia. Lessing la recoge de ahí ampliándola con la intención (irrealizable dados los fanatismos confesionales europeos del XVI y XVII, nunca corregidos y permanentes en el fondo de modo dermoesquelético) de ir ordenando la aparición de nuevos materiales y replanteamientos sin que las aparentes discontinuidades escandalicen. La idea de una religión de revelación progresiva resultaba peligrosa y se advirtió enseguida, porque al final de un trayecto de un proceso pedagógico el educando no es el mismo, pero el educador tampoco. Los cristianismos eclesiásticos interpretaban la revelación bíblica como definitiva de un modo que no podría soportar, hasta hoy, un pensamiento necesitado de “nuevas aperturas”. Ante esta inflexibilidad en la manera de entender el carácter definitivo de la revelación cristiana (es decir, ante esta manera literal e historicista, no espiritual, de entender la Cristología), la Ilustración francesa prescindía 92 Lessing. Estudios…p.466. 467. 59 Cuadernos Oriente - Occidente dramáticamente del cristianismo con consecuencias que valdría la pena de considerar y que llegan hasta hoy en día. Es Lessing quien ha hecho lo posible por desescombrar las dificultades eclesiásticas y bíblicas para concebir la historia misma del Antiguo Testamento como paradigma de un proceso providencial de educación de un pueblo; del judío, en este caso, “elegido” precisamente por ser un pueblo particularmente rudo, y buen ejemplar para advertir cómo ha de ser el tratamiento de los pueblos caídos a bajos niveles, los cuales requieren sin duda una inconcebible paciencia pedagógica. Por ello el comienzo y el camino de cada pueblo será distinto; Lessing hablará de los caminos de Dios en cada pueblo refiriéndose incluso a la religión brahamánica, al islamismo, al judaísmo y al cristianismo. La lentitud del proceso educativo de los pueblos se deberá fundamentalmente a que se trata no sólo de darles una catequesis sino de aprender, de persuadirse y no de entrar en el redil bordeada la manada por perros eficaces. Aunque no son mancas las lentitudes impuestas por las Administraciones torpes, pues hay lentitudes y aplazamientos (dirán contra Locke, su pupilo Shaftesbury y Lessing) que proceden de las “esclavitudes cómodas” como la encebollada de Israel en Egipto: se quejaban los hombres liberados de que tenían que ganarse el pan en el desierto mientras en la esclavitud de Egipto tenían la cebolla de cada día asegurada; o de la antropología de Hobbes que impedirá poner en manos del pueblo la parte de fuerza económica y política que le toca, si se quiere tenerla segura. Este dilema y bifurcación de la Ilustración del XVIIXVIII será dramática hasta hoy. La civilización puritana no cree en el pueblo ni en la inocencia de la naturaleza humana; cree en el pecado original que la retorció como nace. La victoria de Calvino y Lutero era la de san Agustín, y en este punto central de la antropología no hubo prácticamente (prácticamente) diferencias confesionales. (4) La disposición leibniziano-lessinguiana, que es la de Espinosa, a bajar al nivel ínfimo para empezar un proceso educativo que, al ser de aprendizaje y experiencia, es autoeducativo, negaba la impotencia de la naturaleza y denunciaba la trampa que se escondía en la teoría de que hay hombres de primera (los elegidos) y hay, aparte, el pueblo: aquí encontraba la denominación de pueblo su sentido de desecho, de material utilizable y desechable. Noción sin la que no se hubiera producido el abandono abominable de las gentes, que se vivió en la primera industrialización en los suburbios de las ciudades británicas cuando la primera industrialización y que recogió en sus novelas Isabel Gaskell. 93 El pueblo está llamado a los más altos grados de perfección humana posible; lo único que hace falta es no enviar su inteligencia a cumplir encargos viles o bajos, que se la estropean incluso. Cuando Gleim (1719-1803) publicó sus Canciones para el pueblo, le escribió Lessing una carta comulgando con su punto de vista en la que le decía: “Sus predecesores, querido amigo, entendieron por pueblo, pura y simplemente, la parte del género humano menos 93 Cfr.Ilustraciones…,p.27. 60 Sobre revelaciones religiosas y filosofía dotada para pensar y, en consecuencia, poetizaron para el pueblo aristocrático y para el pueblo llano. Mas Vd. ha entendido propiamente al pueblo y ha tomado en consideración a la parte del pueblo que es activa con su cuerpo, a la cual lo que le falta no es tanto inteligencia como ocasión de demostrarla” 94. Por un camino no intelectual pero tampoco confesional a pesar de su cristianismo, en Escocia y la Alta Sajonia hubo grupos que habría que comparar con algunas ONG de hoy, que empezaron a abrir algo más tarde por todas partes lo que llamaríamos nosotros Escuelas Profesionales, influyendo incluso en la Ilustración rusa. Los pietistas de Spenner pertenecen a esos grupos. De ahí arrancaría el krausismo y nuestra Institución Libre de Enseñanza. Es difícil de comprender la acusación de elitista de que fue objeto la Ilustración durante buena parte del siglo XX. La pauta de esta educación era comprender, dar a entender, no imponer. Un hombre adelantado de la traicionada ilustración inglesa, Shaftesbury (16711712), escribió que, con la imposición, “cegaron y entorpecieron…el verdadero camino de la Humanidad” incluso hacia los misterios de la religión, con el resultado de que “las cosas que por su naturaleza eran objeto de profunda especulación se convirtieron en objeto de asentimiento estricto y absoluto”. 95 Destrozando así, confundiendo así lo que diríamos hoy el funcionamiento del hombre en su parte central que es la inteligencia. Bien lo vio W.M.Taylor, que alabando al partido presbiteriano moderado (del que saliera Adam Smith por ejemplo) dijo que “impidió el divorcio entre fe y cultura y aseguró el cristianismo sin destruir al hombre”. 96 Por eso no cabía en una Ilustración honesta dejar marginado a ningún sector del género humano, incluso a ningún individuo, ni en la tierra ni en el cielo. En su Poema dramático Natán el sabio (que es la fábula con que culmina Lessing la teoría de la Ilustración) aparece el Sultán Saladino esperando la llegada de tres mensajeros enviados para asegurarse la noticia de que se han concedido créditos para salir de los atolladeros apremiantes en que se estaba a causa de la guerra. Han llegado ya dos de ellos y el mensaje está recibido y confirmado. Pero no ha llegado el tercero, por lo que sea, porque un trompicón lo echó al suelo, porque le reventó el caballo…Y Saladino no sigue el curso lógico de la guerra sino el humanitario del educador. Cuando le dicen que total falta el último, exclama: “¡El último!” La razón de ser de todo. La educación del género humano no es la educación de una parcialidad por muy selecta o divinamente elegida (o racionalmente o civilizacionalmente elegida) que sea o crea ser. Ese último es el sentido del Universo; estamos en metafísica. Si no tiene sentido absoluto la presencia y consideración de ese último, hay licencia para prescindir del penúltimo y el antepenúltimo. Entre los papeles leibnizianos que sacó oportunamente de los legajos de Wolfenbütel y dio a conocer el bibliotecario Lessing, hay un escrito que publicó 94 Lessing. Estudios…p. 691. Cfr. Ilustración e Ilustraciones, p. 42.s. 95 Crisis de la civilización puritana, p.168. 96 Franco Restaino, Scettiscismo e senso comune. La filosofia scozese da Hume a Reid,laterza 1947 (cfr.Ilustraciones…, p.17 izq.). 61 Cuadernos Oriente - Occidente con el título Leibniz. Sobre las penas eternas (muy oportuno en un momento en que se remueve lo del fuego eterno del infierno de la letra del Nuevo Testamento y lo del limbo de las consecuencias del conflicto entre la idea de un Dios bueno y el buen sentido del corazón humano, después de haberles levantado la excomunión a Galileo, Lutero…[no sé si le ha llegado la suerte o el turno a Giordano Bruno]). En ese escrito, Lessing explica el sentido del Universo como totalidad así como el sentido de lo penal en cualquier grado, de un modo impresionante. Ironiza acerca de quienes se sienten capaces de pasárselo estupendamente toda la eternidad mientras algún individuo humano, o un hermano, o su padre, no sólo se lo pasa infernalmente sino, en buena lógica, cada vez más infernalmente, porque si no le mejora la inteligencia no podrá menos de blasfemar cada día más, vista su mala suerte en este Universo creado por un ser que dicen infinitamente sabio y bueno. 97 Y se sigue jugando todavía con total seriedad con los textos del N.T, donde por lo visto de modo infalible se notifica que este Universo acabará con un individuo, llamado Judas, irrecuperable: un último esencial. Esa irracionalidad escatológica, que prepara los ánimos presentes y los ejercita ya aquí, predisponiéndolos para una dureza inhumana incalificable, es enfrentada por la Ilustración leibniziana que en los trasfondos de la religiosidad de su civilización ve la radiografía de su estructura mental y de los prejuicios estructurales correspondientes: explicándose entonces muchas cosas que se ven cada día en el trato entre los hombres. Es una de las ocasiones en que más arriesgaron Leibniz y Lessing intentando explicar la intención pedagógica de la revelación, consiguiendo bien poco por lo demás, pero siempre sin perder la paciencia y aplicando en este caso también la teoría del último, que es la verdadera escatología. (5) No estamos en anecdotario. Porque como las revelaciones de las religiones se producen en un tiempo y un lugar determinados y han de expresar su intención que es lo esencial y que se refiere a la humanidad esencial, a la educación del género humano, van necesariamente envueltas en lo relativo a “lugares y tiempos” 98, o, como dice mi amigo el poeta Ferrer Perales, “en fum i fullaca”. Y esa observación y la consiguiente cautela metodológica tienen hoy vigencia, y más aún que en el siglo XVIII. Primero porque la esencia del cristianismo (que no incluye ninguna reducción sino una inteligencia sana de las cosas, incluidos los misterios )99, esa misma esencia pero en formas alumbradas por las condiciones de la provinciana y parroquial historia occidental, sigue estando en el trasfondo de nuestra civilización y condicionando nuestra manera de pensar más de lo que imagina la filosofía que no sabe teología. Y luego porque la civilización occidental está entrando masivamente en contacto con las civilizaciones orientales de trasfondo vario pero budista y puede contagiarlas de planteamientos y de técnicas exegéticas de los libros 97 Cfr. Lessing. Escritos…,pp.318-348. 98 Ib. 449 nota 7. No sólo por razón de las características nativas sino por los atascos de que hay que sacar a los pueblos, dados sus extravíos y malformaciones. 99 Cfr. La inteligencia en la torre. Razón y misterio en la Ilustración leibniziana, (Universidad Politécnica, valencia 2001). 62 Sobre revelaciones religiosas y filosofía sagrados, practicadas por los admirables occidentales, produciendo verdaderas catástrofes si no guerras de religión por aquellos ya no tan lejanos parajes. El problema hermenéutico de los libros sagrados ha provocado años y años de guerras de religión no menos que el problema hermenéutico de las Constituciones políticas. Y esto no puedo decirlo aquí más que sucintamente, pero debo decirlo. El problema exegético del NT es la mayor fuente de dificultades para un entendimiento ilustrado de Iglesia y Estado en los países de tradición más o menos implícita católica o anticatólica (que viene a ser lo mismo desde el punto de vista de los “tics” o esquemas mentales). Pues el problema, desde el punto de vista de la teología, llega al fondo, porque llega hasta una cuestión capital de Cristología sobre la inteligencia humana del Verbo divino hecho verdaderamente hombre: Es decir, a ver si tenía que sabérselo absolutamente todo (cosa que es imposible en una inteligencia verdaderamente humana) o tenía que tener las limitaciones propias de un hombre serio y capaz de su tiempo, y a ver si en el N.T. nos encontramos además con dichas limitaciones arropadas o envueltas con las limitaciones de los que recogían sus palabras y las de los que recogían las palabras de quienes primero las oyeron. Dije una vez en público que el catolicismo, como consecuencia del Concilio Vaticano IIº y el complejo europeo sureño de inferioridad, se ha embarcado en un fenómeno de regresión como consecuencia de haberse protestantizado con el biblicismo en metodología cambiando el orden de las Fuentes y anteponiendo prácticamente la bíblica a la experiencial de la Fe. Aprovecho la ocasión de repetirlo para vender un poco de libertad y ayudar a salvar la fe sin destruir la inteligencia. Para centrar la cosa. Y es que la Ilustración leibniziana y lessinguiana eran catolizantes en este punto, y se atenían en esto como en situaciones paralelas a la tradición oral y a la experiencia del género humano. No creían en la conquista filológica del sentido común sino en la transformación, incluso en la transcreación (que incluye el cambio de planteamiento como intensificación de fidelidad a la tradición) de la intención originaria de la revelación pasando de experiencia en experiencia, es decir, de experiencia de intención cristiana en experiencia de intención cristiana. (6) El principio del progreso mediante la comprensión imponía la concepción gradual de los cambios y el principio de las composibilidades. La gradualidad, los grados en la enseñanza quedó como una marca de la Ilustración en el sistema escolar europeo. Se trata de gradualidad social y por cierto tanto de gradualidad intelectual como moral. La Ilustración del XVII y XVIII riñó su batalla en este sentido. La Ilustración escocesa pugnó por mantenerse atenida a los criterios de humanidad, de progreso en humanidad. Luigi Turco ha mostrado la lucha entre Lord Kames, que quiere orientar la Ilustración escocesa hacia la nueva ciencia inglesa de Newton y Locke, y entre Dugald Stewart que quiere mantener el interés predominante escocés y su dirección hacia las ciencias morales y sociales. A esos temas morales y sociales, “Hume 63 Cuadernos Oriente - Occidente seemed indifferent”. 100 Newton estaba lleno de supersticiones, como Sánchez Ron acaba de mostrar con la edición del libro de Newton sobre el templo de Salomón. Y Locke practicaba el aplazamiento de la puesta en práctica de la justicia, o sea del tomar en cuenta el interés inmediato de las necesidades elementales. Frente a esta táctica de la que llama Reinhard Brandt “una cultura del temblor y del aplazamiento” de las consecuencias políticas de una Ilustración para el pueblo, 101 la metafísica leibniziana de la Ilustración de Lessing (y de Shaftesbury) urge el concepto de composibilidad. La naturaleza humana, en virtud de su inteligencia imaginativa soporta con dificultad el aplazamiento de los posibles ya realizables y por ello apremiantes. Las cosas que son ya posibles se llaman las unas a las otras y como quien dice son exigidas por el sistema que natural y objetivamente constituyen: llaman y atraen al composible. Y ese sistema educa las sensibilidades y las inteligencias a que se obedezcan a sí mismas. Y esa obediencia a sí misma es una forma de conciencia de la educación desde dentro, y resulta imparable. Es inútil intentar la realización de lo que, hoy y aquí, es aún irrealizable; para eso existen símbolos que mantienen esperanzas. Pero lo objetivamente realizable, por más que su entrada en la circunstancia altere sus alrededores al hacerse su realidad efectiva, está llamando a las puertas de la existencia con toda la violencia de lo que quiere ser. La Ilustración frustrada desembocará a medio plazo en las revoluciones del XIX. (7) La concepción evolutiva pedagógicamente no es compatible con la concepción del poder como un factor de una pieza. Entre el poder político y el poder de persuasión, la Ilustración escocesa y shaftesburyana, la de LeibnizLessing escogen el poder de persuasión. (Esto explica la retracción de no pocos ilustrados una vez se entró, o entra, en fase de revolución: no les interesa el método, y el método es el todo cuando no se cree en el sistema cerrado a las sorpresas, es decir, no abierto. Sin perder de vista que la revolución no toma siempre la misma forma ni la retracción tampoco; la libertad se puede perder de muchas maneras y se puede intentar anularla de muchas maneras). Pero las Iglesias europeas no saben vivir fuera del área del poder. Y contra lo que suele pensarse en España, ello no es una característica de nuestra historia moderna y contemporánea. Las Iglesias protestantes escandinavas son religión de Estado, con todas las ventajas de todo orden que ello conlleva. La Iglesia anglicana es la religión del Estado. Los británicos que se opusieron a este hecho con todas sus consecuencias, no se fueron al ateísmo, sino a una forma de cristianismo que transmitiera más verídica y auténticamente la esencia de la actitud cristiana, según ellos. Y tal vez sean los que se pusieron en trance de acertar. Los países de la Europa oriental ven en la forma oriental de cristianismo su religión nacional. Las ventajas de todo orden (menos de uno, como veremos) que reporta el quedarse a la sombra del poder constitu100 Cfr. Ilustración e Ilustraciones, p.16. 101 Cfr. Ilustración e Ilustraciones, p.24 64 Sobre revelaciones religiosas y filosofía cionalmente como Iglesias de Estado, no son fáciles de denunciar, porque la picaresca diplomática ha creado una red de usos corteses que dan a la Iglesia, en Francia por ejemplo, una situación muy privilegiada, dado que, por laico que sea un Gobierno francés, ve en la cultura y apostolado católicos de Francia avanzadillas de la cultura francesa, además del morbo que les da a los franceses que se dicen ateos entenderse con un “Curé” o con una “Mère de la Charité”, como le pasaba a Léon Blume. Y en esto, la que dicen Santa Sede juega con arte. Cosas de este tipo fino no son posibles en esta Casa española que da en modales rudos. Las Iglesias cristianas europeas no han aprendido a vivir en el clima de la libertad civil y no dan la impresión de estar persuadidas de que la doctrina del mundo y de la vida que predican lleva en sí toda la posibilidad de convicción que puede llevar el Verbo. La mecánica psicológica de las almas está acostumbrada a los apoyos del poder de modo múltiple, y tiene que soportar la mirada no admiradora de la inteligencia pura y de los corazones puros. No quisiera afirmarlo como un manifiesto, pero estoy persuadido de que la teología occidental (la occidental) está deformada en sus planteamientos por las mil sombras del poder de que disfrutó y de su mentalidad. Necesita una Ilustración tan radical como tal vez sencilla y franciscana. (8) Igualmente, las Iglesias europeas no supieron educar a sus juventudes en el mundo común, en el de todos; es como si no creyeran en la ventaja de su fe a campo abierto. En lugar de una educación de la juventud según la metáfora de la masa y el fermento, se prefirió proyectar ya en el mundo actual la metáfora escatológica del juicio final que separa a los corderos de los cabritos. Los colegios y universidades confesionales han configurado separatistamente la presencia de la fe en el mundo, poniéndose de ese modo ésta a sí misma una objeción muy sensible de desconfianza en la fe misma. Luego surgió en los países de antigua Cristiandad, un talante que no deja de hacerse valer aun hoy: el de la conquista del Estado. (9) Para la Ilustración fuerte e intensa, la frustrada, de Leibniz y Shaftesbury, la de Lessing, hay un criterio de crecimiento moral y un criterio en la exégesis de la revelación y sus fuentes: la verdadera humanidad de Dios. La verdadera divinidad de Cristo es el fundamento de la intensidad con que se entra en juego en todo lo que hace a la dignidad de todo hombre. Para esta Ilustración, que habría que llamar aristotélicamente “la que se busca”, las religiones de revelación, igual que los nacionalismos con que se mezclan, son “parroquiales” –para decirlo con el lenguaje de Toynbee--, y la educación de tal Ilustración es una educación que impide la glorificación política del folklore tanto como cultiva su historia, sus formas y sus significados en dirección a la humanidad común. Las religiones de revelación que conocemos no se han caracterizado ni mucho menos por ser desbordamientos de humanidad, y sus literaturas, además 65 Cuadernos Oriente - Occidente de sus comportamientos, abundan en episodios poco ejemplares cuando no en atrocidades. Vale la pena recordar ahora la lentitud y premiosidad de la evolución moral del género humano, pero hay que acordarse también de que a la esencia de humanidad han llegado en diversas formas pueblos de otras revelaciones o marginados de revelaciones históricas visibles. Una religión atenta a la racionalidad inmanente que lleva, no debería olvidar nunca que trata con gentes que también han oído el nombre de Dios y han advertido en el amor al prójimo la esencia de la racionalidad social. La Ilustración enfrentó diversamente el diálogo con la religión. Leibniz y Lessing, no sin ayuda de Espinosa, advirtieron que hay una escala que partiendo de los anecdotarios parroquiales de la revelación de un determinado grupo, pasa luego por la meditación y formulación teológica y puede ir a parar a una especulación metafísico-mística que responde a experiencias de trascendencia muy comunes a los hombres, muy comunicables y muy aunadoras. En ese nivel se tiene la sensación creciente de que todo es lo mismo, es decir, de que la razón de ser del Universo es una, de que Dios es uno y la salvación es una. Gerhard Wehr acaba de publicar una introducción a la Mística europea desde Orígenes a la mística moderna más o menos disimulada. 102 En ese libro caben muy bien las filosofías místicas orientales que están exponiendo Chantal Maillard, el valenciano Juan Arnau y el catalán Oscar Pujol. Las grandes civilizaciones orientales –el hinduismo y el budismo en sus diversas formas, desde el Japón a Indonesia, pasando por Corea y China, el Tíbet y la India, Indochina, Malasia e Indonesia, ese gran arco geopolítico—están entrando masivamente en contacto con Occidente. Imparable, intrincado, a todos los niveles. Hace un mes decía un ex ministro de Singapur, en un Congreso Oriente-Occidente que se celebraba en Barcelona, que el peligro mayor de Oriente venía de la religión, sobre todo del reflejo de las religiones abrahamíticas, que son camineras, conquistadoras y se tienen por infalibles históricamente en su empeño, porque están seguras de dominar el final judicial de la Historia. Los errores que hemos acumulado los occidentales en Asia son innumerables y de proporciones insuperables incluso en los últimos tiempos; recuerden de una gran autoridad moral y cultural de Occidente que, no hace más de veinte años, en un viaje por Asia decía y repetía hasta la saciedad que el budismo es un ateísmo. Tan grande y ofensivo disparate sólo podía salir de un tan voluntarioso cuan ignorante juicio sobre la idea de lo divino. El futuro depende de que una filosofía más bien descriptiva que dogmática (dogmática sea en forma literaria y emocional, como lo fue el existencialismo, sea en forma política como lo fue el marxismo) ayude a las religiones a deshacerse de dogmas sobre el hombre y la historia que llevan a enfrentamientos de civilización, y que lo haga bien, es decir, ayudando a trasladar de pentagrama la intención que late en el Universo, transcreando las dogmáticas o ideologías religiosas en un sentido convergente de humanidad, de ayuda mutua. Es tarea de Ilustración. Sobre revelaciones religiosas y filosofía Si hubiera que ponerle veleta personal para señalar la dirección de la ventolera o ventisca de la historia en que entramos, yo señalaría a Gotthold Ephraim Lessing: volver a Lessing, tanto para conjurar los peligros inagotables de cerrazón en la filología y hermenéutica de los libros sagrados como para establecer el criterio universal de entendimiento de los mismos. Religión e Ilustración en permanente conversación comprensiva y no declamatoria ni apologética ni servil ni parcial pueden ser el mejor método de la paz. III ª Parte De la unidad de revelaciones y vidas en los hombres PRELIMINAR Emancipación y liberación requieren independencia en el conocer y autonomía en la disposición de tiempo. Las dependencias en el conocer condenan a enajenaciones y al paro de fondo, más aún que al atraso. Y los racionamientos de tiempo acaban por confundir y desesperar. 103 Con una idea del hombre que haga imposible la vida, se ata bien corto. Pudiera haber sido necesario alguna vez [el atar corto], pero siempre hará falta soltarse. (Dame visión propia y tiempo vario y te diré quién soy). Hablaremos sólo de la sana emancipación en relación con la independencia en el conocer. Se dice sana cuando sabe desprenderse bien de lo innecesario y tomarse bien lo necesario. La idea de revelación trae al recuerdo senderos y maestros. Fijar aquéllos y agradecer a éstos, es faena de filosofía. Nos conviene recordar pues ahora a Heráclito y Aristóteles, al Yavista y a Isaías, a san Juan y al autor de la Carta a los Hebreos, a Clemente Alejandrino y a Plotino, a Maimónides y Avicena, a Espinosa y a Leibniz: a Lessing, a Simone Weil (una mujer finalmente en proscenio) y a los anónimos. En ella y en ellos se aprende a reunir a los antiguos [más antiguos] (pampalaîoi) con las necesidades y posibilidades de la vida en curso. Falta hace. Si pudiera ilustrar con viñeta esta entradilla, pondría fuente de caño en piedra y, al pie, unos cuantos botijos. 104 102 Gerhard Wehr, Europäische Mystik, Panorama Verlag. Rudolf Steiner, Martin Buber, Von Baltasar, Hermann Hesse…). 103 Sobre la falta de tiempo, cfr. Leibniz, Nouveaux Essais, IV, c.XX, &2: “Cuando hablo de falta de pruebas, me refiero también a las que se podría encontrar si se dispusiera de los medios y las facilidades para ello...”. Ib. &5: “En cuanto a la falta de capacidad, de eso hay tal vez menos de lo que se piensa; creo que el buen sentido junto con aplicación pueden bastar para todo lo que no exija prontitud...”- En un soneto confiesa Petrarca: “Me faltó vigor, y tiempo”. Habla Santayana de quienes son capaces de suspender las propias fatigas irracionales con bastante tiempo para echar una mirada alrededor...” Aristóteles dijo por todos: “Un filósofo ha de tener tiempo (cfr. J.M.Zemb, Aristóteles. RoRoRo, 1983, p.27). Cfr. también Riccardo Mariani, Abitazione e città..., p.178. 104 A María Zambrano le pedía yo una ontología para su metafísica mística; era 66 67 Cuadernos Oriente - Occidente 1. En todo lo individual hay una dimensión de fondo por lo que la cosa es lo que es, desde sí misma. Por esa dimensión de fondo es de su propiedad: inaccesible, irreductible, inagotable. El fondo de los vivientes es vitalidad, capacidad ilimitada de vida. Y la revelación se relaciona con el fondo. 2. La antropología tricotómica (cuerpo, alma, espíritu; fondo, forma, expresión) puede dar razón más adecuadamente de los modos o zonas de la realidad que en el hombre se divisan. 3. El fondo se hace sensible en la forma y ésta se hace sentir en la múltiple expresión. Mas no hay frontera ni límite claro entre fondo, forma y expresión; son modos de ser del mismo todo individual. Hay circulación. 4. Por eso, la forma es tan profunda y tan interior como el fondo. Superficie, movimiento, son fenómenos densos de ser. Añoramos un fondo, una trascendencia, una cosa “en sí” que es puramente metáfora de realidad. El sujeto es fontanal y, así, “fonomenóforo” y aun “fenómenofabril”. 5. (En el fondo reside la independencia; en la forma, el poder. La expresión se queda con las epopeyas del fracaso). El fondo trans-es. La forma se transforma sin límites previsibles. La expresión se agota, doloridamente. 6. Y en ese todo y circulación tricotómico, ¿dónde está el sujeto? ¿Cuál es su lugar propio y fijo? Los cazadores de sujetos quisieran saberlo. Mas, lo del sujeto es desplazarse. O reaccionar desplazándose. Cada individuo viene caracterizado por unas coordinadas habituales entre fondo, forma y expresión. Pero el sujeto va y viene; poza y sale, se da en forma. En ocasiones se anima y hunde. Puede quedarse en el fondo sin poder o sin querer salir. Infiernos. Paraísos. 7. Los fondos son fuerza pura. Continua y entera, pues. Emiten visión y vida, visión para vivir. Böhme: El fondo sale y sube. Si sale, en el fondo estaba; si sube, es que realmente sale. Cuando sale resulta forma expresiva. 8. Por eso, creación y revelación van juntas. Crear es encender la luz. El judaísmo quiere decir eso con el sábado (Rosezwig). Y el cristianismo, con el domingo. 9. El individuo está a la escucha de sus fondos. Pero la infinitud/finita en desenvoltura y acumulación, que es el hombre, está por fuerza en el tiempo. El presupuesto de la unidad es la comunidad de fondos y de revelación. Se diría contradictorio. 10. Todas las naciones tuvieron revelación. Más aún, los profetas judíos profetizaron para los gentiles también, y los gentiles profetizaron para los judíos la frontera de nuestras tensiones. Algo de esa ontología hay en estas páginas. 68 Sobre revelaciones religiosas y filosofía también (Espinosa). El fondo alumbra auroras, salidas a la plena luz. ¿Puede ser que hayan oído y que no se hayan enterado todavía? Puede. ¿Puede ser que oyeran y que se hayan dado tanto que se encuentren como exhaustos y extinguidos, con el mero espíritu de la forma que fueron? Puede. 11. Las revelaciones son propiedad del individuo y la sociedad en quienes brotan. Las administraron corporaciones religiosas, muchas veces; beneficiarias más que beneméritas. Las hace suyas quien las entiende y las acoge. Las religiones-Estado aceptarán esto con dificultad. Pero hasta las Iglesias administran hoy misterio que es por naturaleza anterior a ellas mismas. 12. La revelación lo es de totalidad: impresiones globales, mundos, panoramas. Es inmediata, se hace sentir como tal por la sociedad, que se reconoce a fondo en ella. Por eso, tan fácilmente, se convierte en nacional, en religión nacionalizada o nación religiosa. 13. El proceso de revelación puede contemplarse y describirse, pero está en el orden y clima de lo infinitesimal. 14. Por ejemplo, entre fondo y figura se encuentra la forma. Y entre fondo y forma, preformaciones de diversa índole. Como entre forma y figura, prefiguraciones. La figura está en el fondo en sus primeros e iniciales movimientos. Descubrimiento de imagen generadora de pensamiento. 105 15. El análisis y la síntesis que se empeñan en ser exhaustivos, jamás llegarán al fondo; se perderán. “Para entender hay que pararse”, decía el Filósofo. ¿Cuándo, dónde? En un momento dado, obtendrá la figura su aspecto claro y útil para lo que verdaderamente interesa según las necesidades y posibilidades del sujeto. En la ocasión y momento elegidos, se lo juega todo el alma. Mas, tendrá que acordarse de que hubo de pararse. 16. La forma es realización de relaciones. Hay algo de milagroso en la unidad e infinitud de toda forma, que no se produce sin la actividad de quien hace el fenómeno o presencia, que es la cosa. 17. Por razón de su origen y de su configuración, la revelación puede presentarse en formas muy diversas: alocución interior o exterior, sueño, chispa que salta de visión o de diálogo, un caer en la cuenta... Forma literaria u oral. Delfos sentencioso, Jeremías ampuloso... Una semilla contiene un bosque; y un puñado de historias de los hassidim, la filosofía de Buber y otras más, tal vez. Las formas de la inteligencia son ilimitadas y superan a la multitud de las formas naturales. 105 He alterado el orden de los tres momentos: fondo, forma, figura. Creo que en la primera redacción cometí inadvertidamente un error. 69 Cuadernos Oriente - Occidente 18. La verdad de una revelación reside en el fondo y en sus figuras. En las formas está su belleza y su utilidad, su bondad, y así luego su verdad. En cuanto a formas hay que guiarse por los frutos, sin contemplaciones. Por ejemplo: la figura de la unión firme de varón y mujer, es verdadera, pero el sistema capaz de humillar a una pareja o a sus hijos naturales, es falso, y esos niños deben saber que ese sistema o religión es malo. Et sic de coeteris. 19. El fondo, las figuras se resisten a ser objeto de argumentación. Su condición es de ofrecerse de quienes sientan la honrada incomodidad que los lleva a contemplar la posibilidad de que las cosas sean de un modo que antes no se figuraba nadie. (Del fondo hay que recibirlo todo, sin miedo. El fallo está en la forma.) La revelación es la prueba de sí misma. Es la contemplación lo que da qué pensar y lleva a pensar. 20. Los administradores de la forma disfrutan con las tijeras. Todo empezó para muchos acortando las [plurimétricas] colas de los cardenales (el gusto de la racionalidad empieza a hacerse sentir por la periferia de las cosas). Pero las tijeras se desfondan en la luz, en el agua y el aire. 21. Lo que en la revelación se ofrece a la intuición, a la conciencia, es sólo y siempre figura de humanidad. 22. El contenido de la figura esencial de humanidad es destino: sentimiento asombrado de sí en situación, sentimiento de sí mismo vinculado a otros y con otros. Adán, Caín, Enoc, Melquisedec, Abrahán, Job...Ifigenia, Electra, Antígona, Ulises, Edipo... Pueblo, exilio, templo, ley, desaparición [Elías], resurrección, lucha final... 23. De modo que toda intuición de humanidad esencial, o destino, tiene un a priori: el marco de relaciones humanas vinculadas [recíprocamente]. 24. Las relaciones humanas se cruzan en el tiempo. Sucesiones y constelaciones dan filiación y paternidad, fraternidad, autoridad, salvaciones y redenciones, renacimientos, soledad, olvido, perdición, sufrimiento inocente, culpa ritual y demás variaciones, y otros avatares de destino y situación límite. Sobre revelaciones religiosas y filosofía 27. En esas figuras y formas se va depositando y criando la miel de la experiencia humana y, en ella, toda posibilidad de comprensión saludable. Cada sociedad con su tarrito. Es agravio grave el desconocerlo e ir con el asombroso cuento de que, en punto a revelación e intuición esencial de humanidad, sólo la nuestra ofrece garantías. ¡Ahí está el hombre todavía! 28. La intuición esencial de humanidad oscila, al contemplar a los individuos y su multiplicidad, entre verlos en fusión panteísta o en abisal distancia razonada incluso. La historia más íntima es la que nos describe el sentimiento de distancia o de asistencia, con sus variedades, entre los hombres, en las diversas sociedades. 29. Unos cuantos hombres --en estas cosas es difícil incluso aproximadamente decir cuántos-- van viendo desde hace siglos --también resulta difícil concretar fechas --que una humanidad emancipada y liberada tendría que realizar su unidad de vida social dando de sí una variedad creciente de formas de igualdad. Se siente más insoportablemente cada día el desfogue de la arbitrariedad contra la vida. 30. Algunos de esos hombres (de quienes se diría que poco cabría esperarlo) señalaron que el misterio de la Santísima Trinidad, al revelar que lo divino en su vida es tan plural como uno, apuntaba en dirección sana y elevante para los conceptos antropológicos y sociales. 31. Que la vida divina sea plural, venga de donde venga esa sospecha --y viene de muchas vertientes-- es ocurrencia audaz, tanto en cabeza griega como en judía. La multiplicidad en fiesta deja ver algo de lo que sería la multiplicidad en unidad, en justicia. Pero de la multiplicidad a la forma vital de unidad, va tanto trecho que habría que pensar en varias Historias Universales. Mas, tiempo habrá, seguro ([Lessing], Hermann Cohen). Audaces, con todo, no faltaron. Imposible que faltaran. 32. Otra vez el sabio que lo viera todo en figura de número, tendría razón. En el fondo de todo problema político o humano hay una cuestión de números, de proporción y razón interior, de logos. 25. La figura suprema de relación humana es la amistad. Las demás formas están llamadas en el mejor de los casos a descubrir su propia esencia amigable. “No os llamaré siervos, sino amigos”. 33. Las figuras de revelación, pues, en el fondo han de venir a decir lo mismo: que encuentren los hombres formas de unión eficaz y vital, formas de asistirse los unos a los otros. Habría que hacerlas hablar, a las revelaciones aparentemente más diversas, en esa dirección. 26. Claro que las diversas figuras de humanidad dan de sí todos los colores del paisaje y toda la carga de la herencia, pues se reciben vividas. Acaban por parecer formas de vida brotadas de dioses contrarios. Hay revelaciones que parecen decir: “odia, persigue, condena”. Y se cumple el mandamiento; [a veces, el hombre es muy cumplidor]. Desvarío y desvío sacrosanto. 34. Pero hay un inconveniente prácticamente insuperable: el presunto monopolio de revelación por parte de judíos y cristianos. El judeocristianismo pretende controlar las fuentes de información trascendentes, además de los almacenes de bendición. Éste es hoy el problema mayor de la Humanidad: es el obstáculo mayor imaginable de cuantos impiden que todo hombre pueda hablar por sí mismo, es decir, empezar a ser y a ser tenido por hombre. 70 71 Cuadernos Oriente - Occidente Sobre revelaciones religiosas y filosofía 35. Y sin embargo, las fuentes judeocristianas hablaron de revelación primordial. cuando se abordan. ¡Gran colaborador el mendigo de todas las clases sociales! ¡Igual que el resistente y el mártir! 36. Diabluras hicieron las ortodoxias para desvirtuar la revelación primordial o incluso mostrar perversa a la revelación de las gentes. Enoc, Noé, Cam, Melquisedec..., habrían pasado sin dejar rastro, rastro apreciable, o rastro aprovechable alguno... Rastros, en todo caso, poco claros, donde la revelación bíblica, en cambio, estaría tan clara, tan providencialmente clara... 43. Y el caso es que en otras revelaciones (Egipto, Fenicia, Grecia, Irán…) había y hay figuras y formas de humanidad mejor vistas que en la revelación judía y en la cristiana. Y lo que es más, mejor sentidas y vividas. Y seguro que están brotando hoy figuras, incluso en inesperados rincones. 37. Porque, ¿cómo va a transmitirse una figura de revelación a lo largo de cientos de miles de años? En efecto; imposible demostrar la transmisión. Tanto como la imposibilidad de transmisión. Cuanto entró en la historia está en régimen de contagio y cofermentación: en vivo, o vivificable, juego mutuo. 38. Decisivo es que las figuras brotan. La vida empieza siempre con la vida y desde vidas. 39. La revelación forma parte de la estructura de la vida y el conocimiento. Primordial absolutamente fue la metáfora del todo y del destino, donde se abrigó y amparó el primer Robinsón. Mas, primordial es cuanto alumbra nuevo comienzo. 40. La idea de revelación primordial expresa primariamente el hecho de que todos estamos en revelación, y en revelación ya vivida, y de que por tanto la historia universal es un diálogo de revelaciones. ¿Cómo van a hablar a fondo dos sociedades de las cuales la una oyó hablar a Dios y la otra sólo oyó hablar de Dios? Dijo el Filósofo a favor de la democracia: Ya que gobernantes y aristócratas hablan todo lo que quieren, justo es que hablen todos los ineptos. 41. Pugnas de primogenitura y predilección, infantilismos sanguinarios. Un día se extinguirán, de pura falta de felicidad, los exclusivismos, y se colmará todo de la alegría de la diversidad profunda. El hombre está aún lejos de sí mismo. 44. Ya se produjeron desde antiguo decisivas confluencias de revelaciones. Lo helenista y lo judío-cristiano suelen las más veces rechazarse recíprocamente como abominación y nefasto, respectivamente. Y se expurga cada uno en busca de la autenticidad y peculiaridad. 45. Mas, debe de haber habido muchas más confluencias que las notadas, y las seguirá habiendo mientras siga Dios vivo, de hilillos casi invisibles de agua pura. ¿Qué es lo grande y lo pequeño en estas cosas? ¿Qué puede salir de un grano y adónde podrá llevar un rastro? 46. Hubo y habrá siempre almas grandes que reconocen que el agua es agua. Plotino intentó llegar al Indo para aprender a ver el Uno. Judá Magnes se volvió de Jerusalén a Gandi cuando advirtió en peligro su pacifismo. Y entre ellos, ¡cuántos hombres sin miedo a cruzar destino! 47. El “semelismo” o escatologismo simple se encierra en la anécdota y se arma del estupendo alambique exegético, dispuesto al más lamentable sacrificio propio y ajeno: el del buen sentido en aras del propio privilegio. 48. La ingenuidad, administrándose ya sin inocencia, sigue pintando al Niño Jesús de negrito o chinito. La humillación de pueblos delicados y nobles ridiculiza a Dios. 49. La emancipación de fondo presupone la propiedad de la revelación. Dios está aquí, cantan todos los pueblos a pulmón lleno. Revelación y ajeno son conceptos contradictorios. Aparecerá cada uno con su voz y el mundo será otra cosa. 42. Lo que sucedió es que una secta de la religión más eficaz del mundo conquistó por conversión al Imperio más eficaz del mundo. Se entendieron sólidamente a las mil maravillas (desengañémonos de todo eso de leones y circos) y dejaron casi mudas a las naciones: sabinos, ligures, etruscos…, iberos, sículos, bereberes…, celtas, germanos, eslavos…, chinos, indios, africanos… Con disciplinada severidad fueron tratados judíos y cristianos disidentes. Mujer judía hubo de ser quien denunciara esa alianza providencial (providencial es seriamente todo lo que pasa). Mujer judía con aguantadas ganas de probar misterios cristianos, pero bebedora en fuente griega. Quedaba el mundo entero desarraigado de veras y no en metáfora de multinacional: desarraigado por arriba, desarraigado de su propia revelación. Expolios de los hombres 50. Judaísmo y cristianismo son algo más que sus formas convencionales. El judío errante lo ha presenciado todo, hasta anteayer, desde el arroyo; el cristiano, instalado en la tronera. Encontrarán sitio en el nuevo coro. Así habló Zaratustra. Así habló Orfeo. Así habló Buda. Así habló Jesús. 72 73 Cuadernos Oriente - Occidente NOTAS. (1) El origen de este trabajo es el encargo que se me hizo de exponer en cien páginas de manera ilustrada lo que es el cristianismo. Preparé la respuesta, pero no creí conveniente publicarla entonces. Para que no anduviese todo el esfuerzo perdido, redacté al modo lessinguiano, estas notas que pretenden situar al cristianismo en el concierto providencial de los pueblos reconociéndole la particularidad teológica pero no la exclusividad. Ahora, años después, veo que fue un acierto dar así la respuesta. El cristianismo, como el judaísmo y el islamismo, están profundamente enfermos de neurosis de primogenitura; la traen desde Abrahán y los pleitos entre sus mujeres e hijos, pleitos que se trasiegan de generación en generación y que les ciegan para oír a Dios en otras melodías. No son capaces de advertir ya con qué tranquilidad de conciencia se les pone en su sitio por gobernantes cristianos independientes o bien agnósticos “oficiales”. El arrastre histórico del cristianismo es el enemigo mayor del cristianismo; encontrar la sencillez del Padre Nuestro y de las Bienaventuranzas es su verdadera posibilidad. 74 CASA ASIA ALTO PATRONATO Coordinación: Gaëlle Patin Laloy Diseño y maquetación: Ingogroup