Untitled - Casa Asia

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Cuadernos
Oriente - Occidente
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
Agustín Andreu
© Casa Asia 2007
Todos los derechos reservados.
No se permite reproducir ninguna parte de esta publicación sin el permiso previo y por escrito del autor.
PRESENTACIÓN
Ion de la riva
Director general de Casa Asia y embajador en Misión Especial para el
Plan de Acción Asia-Pacífico
La vida es una sucesión de descubrimientos que se van sedimentando hasta
manifestarse como experiencia. Algunas personas tienen las llaves que nuestro
asombro pide, en momentos cruciales, cuando necesitamos respuestas. Agustín
Andreu es una de esas personas que nos abren nuevas puertas.
Este primer Cuaderno de Diálogos Oriente-Occidente nos ofrece una gran
variedad de puertas justo en una etapa de la historia que está cargada de dudas,
incertidumbres, pero también de esperanza, por saber que si el problema está en
nosotros, la solución también depende de nosotros mismos.
Agustín Andreu ha tenido la gentileza de aportar esta primera visión titulada
“Sobre revelaciones religiosas y filosofía” y, lo hace con una narrativa que se
sustenta en su característica conciencia de saber que también esos túneles en los
que nos encontramos entre Oriente y Occidente a principios del siglo XXI y estas
llaves nos remiten a los fundamentos religiosos y filosóficos de cada cultura y a
sus peculiares llaves.
A lo largo de sus dedicados años de generosa entrega intelectual nos ha expresado
con claridad que su filosofía no sólo servía para la vida sino que se comprometía con
ella, haciendo posible la vida de quienes no acertaban a salir de su angustia, de sus
dudas o sus preguntas ante unos problemas cada vez más complejos e irracionales.
Hoy en día, la complejidad y gravedad del choque entre civilizaciones y culturas
requieren de las puertas de intelectuales comprometidos con la historia que nos
toca vivir.
Sin lugar a dudas, este primer cuaderno del profesor Andreu servirá también para
que algunas personas encuentren sus llaves y sus puertas, abriéndose al diálogo.
También ofrecerá caminos para que por lo menos, sino encontramos soluciones a
los problemas reales y actuales de un mundo en agitación y continuo cambio, sí
nos ayude a poder identificar esas dificultades y trabajar en armonía en pos de un
mundo más justo y mejor. Se trata, en definitiva, de una trascendente aportación
española al Diálogo Oriente-Occidente y al análisis riguroso y profundo de las
civilizaciones de nuestro tiempo.
Quiero agradecer de nuevo al maestro Andreu su compromiso con nuestro
Diálogo.
INTRODUCCIÓN
RAFAEL BUENO
Director del Diálogo Oriente-Occidente
Entenderse, dialogar y cooperar para poder afrontar juntos los retos
del futuro.
El Diálogo Oriente-Occidente, organizado por Casa Asia desde 2004 nació de la
necesidad de identificar los puntos en común que unen a orientales y a occidentales
para poder encontrar vías de comunicación y de entendimiento ante un mundo en
transformación.
Con el fin de lograr establecer vías de cooperación, se decidió desde el principio
buscar lugares de entendimiento en los más diversos aspectos que pueden
identificar a una cultura tanto de Oriente como de Occidente.
Vivimos en un mundo que se encuentra en crisis y, desde Occidente, se piensa
que nuestra sociedad civil tiene la capacidad y la fortuna de poder exigir a sus
gobiernos e influir para que tomen las medidas necesarias para aportar soluciones
concretas a problemas urgentes. En Oriente, los instrumentos a disposición de las
sociedades civiles son más limitados, por lo que la intervención de actores como
los estados se hace más necesaria e imprescindible.
En este complejo y confuso periodo que nos ha tocado vivir, el diálogo se ha
convertido en un instrumento tan útil como imprescindible para responder a la
necesidad de crear puentes de entendimiento y de cooperación a nivel global,
regional y local. Es un redescubrimiento para los actores políticos, económicos y
para la sociedad entera.
A través de esta nueva serie de documentos titulada “Cuadernos Oriente-Occidente”,
pretendemos profundizar nuestra reflexión entorno a temas puntuales y claves
que pueden servir para entender qué son nuestros valores, sus raíces y los valores
universales, para construir sobre nuestro pasado y nuestras culturas un futuro de paz.
Los objetivos de esta iniciativa del Diálogo Oriente-Occidente son lograr que las
esperanzas que los pueblos de Oriente y Occidente puedan crear se materialicen e
intentar que a través de este Diálogo se aporten soluciones concretas a los desafíos
crecientes y a las amenazas existentes y que las medidas recomendadas lleguen en
la agenda de los políticos.
La responsabilidad a la que nos enfrentamos para resolver los problemas actuales
ha de ser compartida. En este punto, Oriente no sólo tiene la capacidad de ser
testigo directo de esta época, pero también debe actuar. Oriente tiene que jugar
un papel más acorde al papel que le destina el futuro en este siglo que ya es
conocido como el siglo de Asia.
El lejano oriente está llamado a ser el centro de atención económico y político de
este siglo que comienza y Occidente debe ser el compañero de viaje de esta nueva
travesía en la historia.
Las interacciones entre Oriente y Occidente están marcadas por una larga historia
y tradición llena de encuentros que terminaron en fracasos pero también en
intercambios fructuosos que dieron lugar a periodos de esplendor.
El choque entre civilizaciones no es algo nuevo en la historia de la humanidad,
lo que sí es novedoso es que ahora, al contrario de antaño, disponemos de más
medios para evitar que ese enfrentamiento ocurra. Las causas del enfrentamiento
siguen existentes: el dogmatismo, y la irracionalidad y el egoísmo.
No dejemos que el conflicto potencial entre religiones se expanda y altere
nuestra voluntad de cooperación. El diálogo entre estados, entre pueblos, entre
religiosos y entre laicos es más que nunca necesario para poder asegurar un
mundo de paz.
El Diálogo debe de ser un programa de acción y no una simple idea y con esta serie
de Cuadernos Oriente-Occidente, nos comprometemos a aportar nuestra parte
utilizando como base el propio Diálogo Oriente-Occidente.
Pág.
Índice general
2
Presentación - Ion de la Riva
5
Introducción - Rafael Bueno
9
Sobre revelaciones religiosas y filosofía - Agustín Andreu
10
I Parte - Revelaciones y civilizaciones como sujetos agentes
13
1- Religión y civilización
18
2- Inteligencia y revelación
26
3- Revelaciones y civilizaciones (o naciones)
31
4- Razón viva y revelación escrita
39
5- Teoría de la intención pura
44
II Parte - Ilustración y religión
44
1- Del planteamiento
47
2- Acumulaciones y sobresaltos
50
3- Dos momentos paradigmáticos de Ilustración de la civilización
occidental
55
europeas
4- Ilustraciones
63
III Parte - De la unidad de revelaciones y vidas en los hombres
72
Notas
SOBRE REVELACIONES RELIGIOSAS Y FILOSOFÍA
Agustín Andreu
Las páginas que siguen, espaciadas unas de otras en el tiempo, son por ello mismo
testimonio de una preocupación que se apoderó de mí desde que, como estudiante
de Teología, me vi delante del tema que se decía por entonces de la salvación de
los infieles o paganos. El exclusivismo de la revelación judío-cristiana y la teología
cristiana del paganismo habían perdido de vista una revelación originaria así como
la doctrina misma neotestamentaria de que Dios no dejó a ningún pueblo sin
testimonio de Sí, con todas las consecuencias, entre otras la de la consiguiente
problemática teórica y práctica. La existencia escrita de tales testimonios de
uno u otro modo eficaces, no podía excluirse, y el problema del diálogo de las
revelaciones se convertía en principal si éstas no tenían que convertirse en muros
o distancias insalvables entre las sociedades, entre las civilizaciones cuyo sentir
de lo trascendente o divino diera de sí también un precipitado literario de nivel
universal y por ende resistente a ser allanado.
La historia de las tensiones y lamentables consecuencias que traía consigo la
interpretación de la revelación judío-cristiana, en el interior de las confesiones
judía y cristiana mismas, proyecta sus fatídicas sombras sobre el panorama mundial
en un momento como el nuestro, en que las grandes civilizaciones orientales y el
Occidente se encuentran, en virtud de los desplazamientos inevitables que impone
la Historia, en vísperas de encuentro masivos, cotidianos, intensos pero confusos
como consecuencia de la penetración multimodal y multilateral que permiten o
más bien conllevan e imponen las tecnologías. Todo ello me llevó continuamente al
tema de la filosofía de la revelación concreta, en las diversas grandes sociedades
o civilizaciones, y a los fundamentos de su posible diálogo.
A esa fundamental preocupación responden los tres ensayos que componen este
libro y que los últimos tiempos me llevaron a repensar y tratar. Pretenden ofrecer
una ontología básica para enfrentar teóricamente el encuentro de las diversas
grandes civilizaciones desde una actitud no ingenuamente misionera sino capaz
de entender la unidad del género humano y la que dicen teológica o providencial
las teologías de las Iglesias cristianas y del judaísmo y el islam. Las proporciones
del ensayo no permiten más que ofrecer las líneas maestras o la dirección de una
reflexión.
Dedico el trabajo al Embajador Ion de la Riva, en cuya visión de la trascendencia
de los elementos religiosos para la comprensión de los pueblos, reclamo haber
tenido yo, aunque pequeña, alguna parte.
Campanar (Valencia), 6 de febrero de 2007.
11
Cuadernos Oriente - Occidente
I ª Parte
Revelaciones y civilizaciones como sujetos agentes (Planteamiento
del tema)
“Lo más bello de la inteligencia es la imparcialidad” (Aristóteles)
“En una cabeza filosófica se da cita todo a su debido tiempo” (Lessing)
Los saltos que no da la Naturaleza (“Natura non facit saltus”), se los da al
hombre el pensamiento. De repente se le han ocurrido al hombre cosas que lo
han asustado, incluso al inventor mismo a veces, o le han abierto horizontes
contra los que se rompía toda previsibilidad: lo han asaltado imaginaciones o
pensamientos y ha experimentado revelaciones, que se han salido del pentagrama habitual y aun del extraordinario. Y desde que el hombre conectó
pensamiento y signo escrito –conexión que se veía venir irresistiblemente
dada la estructura esencial de la inteligencia y naturaleza humanas-- y cayó
la escritura en poder y manos minoritarias, sacerdotales de ordinario, por
diversas razones que no son del caso, se invirtió el orden del fenómeno creyendo ver en las Escrituras supuestamente sagradas, la señal, el signo de un
origen más que humano. Con ello se producían objetivaciones esclavizadoras
(Berdiaev) del espíritu, que requirieron y requieren Ilustraciones liberadoras,
penosamente liberadoras las más veces.
En lo que sigue nos proponemos describir fenomenológicamente (I) la función
de lo revelado (revelado en sentido amplio que precisaremos) por lo que hace
a las civilizaciones en tanto que medio o hábitat natural del hombre en cuanto tal y (II) la asimilación de lo revelado como forma superior o acrecida de
humanidad, desde el hombre mismo y su situación, mediante un trabajo de
elaboración racional en un tipo de proceso que se llamó y llama Ilustración y
que forma parte del trabajo natural de la razón como apropiación responsable
de un conocimiento.
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
pontificios sobre la jihad), en una reciente reunión habitual de la sociedad
(cultural) de Amigos del Zambuch, se presentó a discusión el tema acerca
de lo que “real y verdaderamente está pasando en el mundo” como unidad
global, como un todo.
Es pregunta que el hombre ha sabido ponerse desde que fue capaz de ver y
concebir que el mundo funciona como una unidad de conciencia e información, sea por influencia de un poder sobrenatural sabio o arbitrario como la
Providencia o el Demiurgo de la Gnosis, respectivamente, sea por la confluencia de las directrices de los hombres en forma de dominio o de convergencia,
sea por ambas cosas.
El sentimiento de la unidad mundial de destino se ha ido sin duda acentuando al realizarse técnicamente la posibilidad de convivencia y copresencia,
en el grado de tiempo real que nos están permitiendo la televisión, el teléfono, la traslación en horas desde cualquier punto del globo a cualquier
otro punto tanto de pasajeros como de mercancías o ejércitos. La pregunta ha tenido siempre sentido para las mentes responsables o capaces de
responsabilidad, sólo que ahora es crecientemente acuciante, perentoria,
apremiante para la mayor parte del género humano... Así, la forma histórica
de esta pregunta cobra representación clara en cuanto podemos traducirla
como una pregunta acerca de los agentes que actúan presentándose recíprocamente, colaborando, amenazándose en el mismo escenario de la común
o universal historia.
Hoy estamos a una distancia que nos permite entender con claridad de escena
viva, lo que pasaba en el mundo en 1914. El intento lo aludimos brevemente
como ejemplo o referencia de la manera como quisiéramos prever objetivamente los tiempos que se nos echan encima. Y podemos decir: el efectivo Imperio inglés en el mundo quería ser compartido por la gran potencia cultural
e industrial emergente que era Alemania. Ese gran deseo organizó al resto
de potencias en torno a la ambición alemana y por contrapunto en torno a la
resistencia inglesa.
Este mismo mes de septiembre de 2006 (en que, por segunda vez este año,
se ha levantado y alborotado el mundo islámico por juicios o conductas
occidentales sobre el mismo: viñetas sobre Mahoma y juicios occidental-
El internacionalismo obrero emergente podría haber organizado esa lucha
de otra manera, pero no lo hizo: el obrerismo se plegó al principio nacional,
y los obreros, masivamente, lucharon bajo una bandera y un principio organizativo mundial de tipo nacional, incluso donde no lo parecía. La segunda
guerra mundial fue el segundo acto de este intento alemán con mucha mayor
resolución y claridad; el nazismo y el fascismo fueron dos intentos de nacionalismo absoluto y tajante que se beneficiaban del miedo del Imperio inglés,
así como de los intereses del futuro pero predecible Imperio americano, ante
el emergente comunismo o internacionalismo, que era percibido, además,
como nacionalismo ruso. Esta claridad viendo lo que sucedía en 1914 y 1939
nos ha de permitir plantearnos ventajosamente la cuestión de lo que está
pasando hoy, ante nuestra vista, en este tiempo nuestro. ¿Qué está pasando
verdaderamente en el mundo en que estamos viviendo?
12
13
Lo hacemos acuciados por la circunstancia mundial, que está cambiando paladinamente, con perspectiva histórica de largo alcance, el panorama de la
Historia universal, y a la vista de las grandes literaturas religiosas de las civilizaciones orientales y de su significado para la vida de esas mismas civilizaciones que llaman imperiosamente a las puertas de la hasta ahora indiscutida
civilización occidental. (III) Completará la exposición un adelanto de ontología para el tratamiento de la diversidad de las revelaciones religiosas.
Recinto CaixaForum, donde se celebró el Dialogo Oriente - Occidente 2005
Cuadernos Oriente - Occidente
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
Y salta a la vista como esquema del siglo-milenio recién nacido, que los factores o agentes de la Historia no son las naciones que fueron protagonistas
en el siglo XX. Ni Gran Bretaña ni Alemania son sujetos decisivos de lo que
está configurando la vida presente. Rusia ha abdicado de su destino imaginativo de redención mundial: está por redimir de la injusticia y los peligros
del capitalismo, ella misma, es decir, ha venido a recaer en el cuadro de la
civilización cristiana, o excristiana, que dicen occidental. Estados Unidos
ha palpado que es imposible imponerse por la guerra no atómica a cualquier
país por pequeño que sea: Cuba, Nicaragua, Vietnam, Corea del Norte… Entonces, ¿quiénes son los nuevos sujetos históricos?
civilizacional. Necesitamos una radiografía profunda de esos sujetos que son
las civilizaciones y en concreto de las asiáticas, contradistintas de la europeo-americana o cristiana (aun en forma ex cristiana). Un diplomático muy
atento al movimiento profundo de las sociedades de alcance mundial efectivo y directo se preguntaba: ¿Qué hacer ante esta tremenda y en diversos
aspectos explosiva situación del orbe? Conocer ese trasfondo, es la respuesta
de orientación intelectual y política. Y ese trasfondo en último término es el
mythos originario, su intuición y sensación o experiencia de lo divino. (Hay
también, y es esencial, una respuesta de inminencia práctica, pero no toca
tratarla ahora).
Los sujetos decisivos se presentan con claridad, ya ahora, y tenderán a ser
cada vez más resolutivamente civilizacionales. No importa su tamaño mientras representen una efectiva civilización de alcance mundial, bien por la
fuerza financiera, cultural, militar consiguiente, como es el caso de Europa y
de los EEUU; o por el dominio sobre grandes reservas necesarias e insustituibles, así el petróleo, como es el caso del mundo árabe; o por la capacidad de
presión homogénea como el África Negra; o por la extraordinaria capacidad
demográfica, como China e India y su absorción de contenidos tecnológicos
modernos; o por la intensidad cultural y su influencia en alguna gran civilización, como es el caso de Israel; o por un conjunto de territorio, materias
primas, población y uniformidad cultural y de actitud ante o frente a los EEUU
y el mundo occidental desarrollado, como es el caso de una Iberoamérica que
se pone de pie. Factores que se dan combinados, o sumados, naturalmente.
1.Religión y civilización
Son los sujetos que se mueven indeclinablemente, inevitablemente en el momento presente de la Historia Universal y cuyos movimientos acusamos día a
día, viéndolos en la televisión, siguiéndolos en la prensa, comprobándolo en
los movimientos migratorios millonarios y en las consecuencias económicas
con sus latidos cotidianos en la cadena de las Bolsas mundiales… Y he aquí
que la marcha de las cosas acusa una suerte de potencia-impotencia del hombre: potencia de destruirse y mantenerse a raya los unos a los otros, más que
potencia de colaboración efectiva y de convivencia positiva.
Subsiste la convicción moderna, fundamentada por Hobbes y Locke principalmente, de que el hombre no se puede fiar del hombre (homo homini lupus),
y el nacionalismo absolutista y consecuente tiene todavía su peso y vigencia
como forma ontológica que se organiza en miedo, bien que dentro del cuadro
Agustín Andreu, La Iglesia ortodoxo rusa y el episodio del comunismo soviético (Una interpretación del desarrollo del cristianismo en la historia de Europa),
Editorial Popular, Madrid 1992, pp.46-113.
Tal vez habría que cambiar la grandilocuente y hegeliana categoría de “Historia” por la sencilla palabra “vida”, entendida en su tono de hacerse un lugar al
sol y poder comer y beber agua limpia. Y no pensar que las civilizaciones que se
avanzan y hacen sentir su presencia pretenden seguir la historia de Julio César,
Carlos Vº, Napoleón y el modo occidental de sentir la aventura, o lo que sea, del
hombre.
14
La religión está en el trasfondo de las civilizaciones y opera como una inspiración o revelación de naturaleza remota o distante (trascendente) cuyo
contenido va actuándose en la historia en varios modos a lo largo del tiempo,
con resultados que se juzgan beneficiosos al cabo, mediante la experiencia y
la varia actividad de la razón. “Al cabo” decimos, porque la actuación de los
contenidos de una revelación radical y transformadora, fundadora o refundadora de sociedades para milenios, resulta laboriosa además de laberíntica,
como consecuencia de la estructura de la inteligencia de la vida humana,
de la dificultad de ser hombre y de serlo en la múltiple reciprocidad social.
Contentémonos de momento con esta definición de revelación, que concretaremos en situación por sus diversos flancos. Y precisemos de entrada que,
con independencia de que la necesidad de revelación puede deducirse a priori
(Espinosa, Leibniz, Lessing), la consideramos de momento como cuestión de
hecho: la vida humana se nos aparece siempre a la sombra de revelaciones
presuntamente divinas o trascendentes.
Últimamente, por influjo anglosajón se habla preferentemente de “cultura”
para referirse a la organización de un grupo humano, a su sensación fundamental de la vida, a su imagen del mundo, ajustándose así el vocablo a
la doctrina del multiculturalismo como proyecto político y social. Las afirmaciones sobre el trasfondo religioso de las civilizaciones valen igualmente
para las que dicen culturas (que las hay a cientos, y cuanto más pequeñas
y aisladas y exóticas con mayor aplicación se las estudia y defiende); pero
aquí nos vamos a referir expresamente sólo a las grandes civilizaciones que
han ocupado y se han distribuido la mayor porción del espacio del mundo,
su geografía e historia: al hinduismo y al budismo en sus diversas formas; al
judaísmo, el cristianismo y el islamismo. Sin olvidarnos del mazdeísmo o zo Del autor, Shaftesbury—crisis de la civilización puritana, Universidad Politécnica de Valencia, 2005; idem, Shaftesbury. Carta sobre el entusiasmo, Grijalbo,
Crítica, Barcelona 1997.
Las civilizaciones quedan marcadas tanto por la afirmación en que viven como
por la negación en que sobreviven. Puesto el trazado de su fundamentación, se
derriban paredes y muros, se alzan diversidades de estilos, pero sub-siste la delimitación interpretativa del lugar o establecimiento de humanidad en que comenzó
a vivir el grupo humano, la civilización.
15
Cuadernos Oriente - Occidente
roastrismo dado su decisivo influjo en la cultura occidental y por ser además
un ejemplo claro de cómo una civilización de las grandes puede montarse
sobre un equívoco, condicionando milenios la vida de una civilización como
la occidental. Así, se habla también de “multicivilizacionismo” en alusión a
las grandes civilizaciones que siguen configurando la historia y la vida y que
se han hecho y se están haciendo presentes con la fuerza que son capaces de
hacer valer. Cualquier aeropuerto internacional o plaza importante de una
gran ciudad es hoy plásticamente “multicivilizacional”. Y es una forma de
humanidad imparablemente creciente.
De una manera empírica, ha contado Toynbee veintitantas civilizaciones, concibiéndolas desde la analogía de la mónada leibniziana, de modo profundamente realista sin dejar de rozar una fundamentación metafísica (leibniziana)
y tal vez teológica (por lo aficionado que se muestra el maestro inglés es a
trabajar a la sombra de citas de libros sagrados). Cada civilización sería una
unidad de vida histórica, que tendría un orto, un desarrollo y un final según
leyes que descubre el historiador empíricamente y que tienen en cuenta la
religiosidad como trasfondo de su forma de vida . Siguiendo con rigor la traslaticia concepción monádica, les reconoce el historiador inglés a todas las
civilizaciones, como es el caso de todas las mónadas, un comportamiento
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
idéntico, un fondo común, y por lo tanto las tiene por capaces de entenderse mutuamente, de entender sus respectivos movimientos, pero en un
ensimismamiento tal que cada mónada de civilización encuentra en sí misma
y recibe de sí misma cuanto la afecta, según la célebre imagen de la mónada
sin ventanas. Aspecto sumamente importante para las religiones que abordan
con ánimo evangelizador o apostólico a las otras civilizaciones practicando
la intro-misión y el corte de digestión que representa la inter-ferencia de la
vida propia.
Expresa y directamente tendremos presentes a las civilizaciones asiáticas que
por su portentosa literatura religiosa y por su emergente poderío histórico
son hoy factores ineludibles y crecientemente decisivos en la historia universal, factores por cierto indicados y tratados ya en el siglo XVIII por Gotthold
Ephraïm Lessing en su teología de la historia y en su Poema dramático NATAN
EL SABIO, donde oteaba en el futuro el encuentro más o menos tumultuario
de las grandes civilizaciones con la civilización cristiana (o ex cristiana) en un
movimiento de devolución de visita. Leibniz llamó la atención hacia China y
escribió un Discurso sobre la teología natural de los chinos, donde se aborda
el encuentro de las doctrinas religiosas cristianas con la tradición religiosa y
filosófica china en un sentido convergente y en una forma de teología donde se parte del aspecto doctrinal cuya vertiente da a los otros. Actitud, la
leibniziana, que tiene detrás suyo el que dicen –superficialmente-- monismo
o panteísmo de Espinosa y, ya delante, el desarrollo de la teología de la historia y la revelación, de Lessing.
Cfr. Kishore Mahbubani, SHARED WISDOM, en NEWSWEEK , nn .8-9, 2006, p.67:
“In the multicivilizacional world in the future…” A la impresionante literatura religiosa india y china habrá que añadir la de la religión hitita (cfr. Alberto Bernabé,
Textos literarios hititas, Madrid 1979), y Federico Lara, El poema de Gilgamesh ,
Madrid 1980. Tener en cuenta también, en el estudio de la filosofía de la revelación, al mazdeísmo o zaratustrismo y sus diversas variantes, es indispensable en
razón de la fuerza de configuración que su literatura ha tenido hasta hoy en la religiosidad y mentalidad occidentales. A Zaratustra no se le entendió correctamente;
lo advirtió Leibniz (cfr. Leibniz.La inteligencia en la torre. Razón y misterio en la
Ilustración leibniziana, Univ.Polit.Valencia, 2001, pp.113s.). En Zoroastro, el bien
y el mal son “mellizos”, son aspectos, de ningún modo sustancias como dualistamente se pensó y desarrolló en líneas predominantes del helenismo y el judaísmo
contagiado. Con independencia de que subsisten algunas comunidades mazdeas
en la India, en Bombay concretamente, su influjo en el Antiguo y en el Nuevo
Testamento es tal que ha condicionado la historia espiritual de Europa y América
hasta hoy. Leyendo los Gathas no se puede dejar de percibir claros antecedentes
de la mentalidad creadora occidental, así como de un pensamiento inmanente que
lleva a la idea de elección divina que divide el mundo en el Reino del Bien y el
Reino del Mal, dualismo que determina escatológicamente la historia discerniendo
entre los buenos y los malos, y que trabaja con los conceptos de responsabilidad
y culpa eternas, con el consiguiente juicio y acento pedagógico…, recordando las
antropologías de san Pablo y san Agustín, Hobbes y Calvino (Cfr. Juan Bergua, El
Avesta, textos relativos al mazdeísmo o zoroastrismo, Madrid 1974). Los arios,
que, en tiempos prehistóricos, en torno al neolítico, se dividen en dos corrientes:
la oriental que acaba asentándose en la India, y la occidental que se dirige hacia
occidente, están en el origen del mazdeísmo y el hinduismo, respectivamente.
Se trata de dos núcleos de civilización representables gráficamente por el toro,
la occidental, y por la vaca, la india. Y a esa división corresponde el concepto
de sustancia, con todas sus consecuencias antropológicas, que se implantará en
Grecia e Israel por un lado, y en el budismo o los budismos, por otro. Quede aquí
meramente indicado.
Cfr. Sideraciones (3), Pre-textos 2003, Valencia, pp.182s.
Cfr. G.E. Lessing, NATAN EL SABIO, POEMA DRAMÁTICO, Espasa-Calpe, Madrid,
1982, traducción, introducción y notas del autor.
G.W.LEIBNIZ. Discurso sobre la teología natural de los chinos, traducción
introducción y notas de Lourdes Rensoli Laliga, Biblioteca Internacional Martín
Heidegger, Buenos Aires 2000.
16
17
El momento del encuentro masivo y precipitado (precipitado, por más que
se le planee, a contrapie ya, en los más diversos aspectos) de las grandes
culturas asiáticas con la occidental, ha llegado, amenazadoramente para los
estudiosos convencionales de la historia, es a saber los que la ‘observan’ desde el punto de vista de la seguridad (y del poder que la seguridad de momento
otorga), pero la observan sin ir al fondo de lo humano. El Embajador De la
Riva está sintiendo la presión incontenible de esa milenaria presencia irruptora, abiertamente irruptora en los últimos decenios desde el hundimiento
soviético (pues se daba una apariencia de separación civilizacional intraeuropea como si el muro berlinés detuviera el futuro en un horizonte cristiano
o excristiano pero doméstico). En la apertura del Diálogo Oriente-Occidente
del 2005, patrocinado por esta prestigiosa Casa, advertía el Embajador -- descubriendo así su sólida formación humanista—de la importancia de que “los
debates [de dicho diálogo] se centren también en cuestiones más profundas
y menos coyunturales”, pues que “Casa Asia tiene un compromiso también
[…] con el diálogo interreligioso”, es decir, tiene un compromiso profundo,
referente a las ultimidades de lo humano. Hace ya tres o cuatro generaciones
Cuadernos Oriente - Occidente
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
–a lo largo del siglo XX—que selectos, autoselectos, estudiantes asiáticos en
Europa, sobre todo en Gran Bretaña y en Alemania, al incorporar la ciencia
y la tecnología europea y americana y al cotejar de cerca la civilización
occidental con la suya propia, depusieron significativamente el modo occidental de vestir (con lo que significa semejante renuncia) volviendo con
sensatez crítica a su esencial modo de vida, a sus tradiciones humanistas,
sintiéndose, como dice Kishore Mahbubani, “guardianes de las almas de su
gente”. Va de `almas´ , pues. Desde Oriente, seguía diciendo Ion de la Riva,
se apuntan diferencias “entre Oriente y Occidente en relación con los valores asiáticos” predominantes, valores de otra inspiración radical incluso, de
suerte que “de alguna forma parecería cuestionarse la universalidad de ciertos valores y derechos”. Muy justo, por más que nos moleste a los centralistas que somos los europeos y cristianos, incluso y principalmente desde el
punto de vista de las formas estéticas cuya historia comienza para nosotros
los occidentales en el Partenón– al margen, por lo que a mí hace, de todo
relativismo de valores de formas y fondos. Y remataba nominativamente:
“Estamos también en un debate importante sobre el papel de lo sagrado y lo
profano, sobre el papel del laicismo y de la religión”. 10 Y el señor Goh Chok
Tong, Senior Minister de Singapur, más desembarazadamente y por la cuenta que le tiene, declaraba en el mismo evento sobre Oriente y Occidente,
que el peligro mayor que nos amenaza hoy “se basa en la religión”. 11 Por la
cuenta que nos tiene hemos de concedérselo a los orientales que conocen la
historia de Europa, y las guerras de religión que es capaz de suscitar en una
civilización su religión misma.
El análisis sobre el caso particular de la religión occidental (judaísmo y cristianismo) no es automáticamente trasladable al hinduismo, el budismo y el
taoísmo, así como al islamismo, también en sus diversas versiones. Pero sí
metódicamente: es bastante más que un caso para una inducción, porque a
la inteligencia de la vida humana se le ve la querencia hacia la matemática
y la metafísica, hacia la unidad y el ser, es decir, hacia la unidad y la multiplicidad en todos los órdenes de la vida; lo muestra así una fenomenología
de la inteligencia. Además de que la historia más que milenaria de roces y
choques, de intercambios a contrapie de civilizaciones, facilita la traslación
metódica del análisis del caso occidental a las grandes religiones orientales
y al islamismo. 12 Y ello fundamentalmente, porque la filosofía ha surgido y
se ha desarrollado a partir del trabajo de los presocráticos y Aristóteles, de
suerte que no es mera casualidad que la ciencia y su actitud brotaran y se
desarrollaran en Occidente. Practicaremos, pues, una suerte de previsión meteorológica del encuentro civilizacional, es decir, no del encuentro de minorías misioneras o intelectuales, sino de las sociedades o masas de las grandes
civilizaciones con todo su contenido religioso teórico y práctico y con verdaderas ganas de devorarse mutuamente con provecho. Que llamamos grandes
no sólo por las dimensiones demográficas y geográficas de sus asentamientos
sino por el contenido espiritual de las mismas, cosechado y probado a lo largo
de milenios, es decir, pasado por las almas de generaciones y generaciones
de conciencias y de espíritus, por tanto de indudable interés teológico, si,
como dice la tradición cristiana y su teología, “Dios no dejó a ningún pueblo
sin testimonio de sí” (Hechos de los Apóstoles) .
Con la comodidad, pues, o la incomodidad, de quien como cristiano y teólogo
independiente o no confesional se sabe reconocido como útil, me apresto a
tratar técnicamente el problema del encuentro de las civilizaciones desde el
punto de vista de su trasfondo religioso, el de sus respectivas civilizaciones:
de su inspiración última o revelación religiosa. Trazando la Ontología de ese
posible encuentro y convergencia favorable.
No es cierto que estas cuestiones sean de difícil y enrevesada inteligencia.
Lo que sucede es que los colectivos profesionales se establecen y encierran
en un vocabulario, medio críptico medio convenido, que, en el mejor de los
casos, les facilita el trasiego interprofesional, pero al precio de amurallar y
separar muchas cosas no separables por su naturaleza y facticidad. Con Leibniz y Lessing, con Ortega y D´Ors, creo que estas cuestiones de un humanismo
político inesquivable pueden ser entendidas por todos y es incluso peligroso
que se niegue o descuide el acceso a las mismas al buen sentido político general, al buen sentido del género humano.
El cristianismo ha tenido dos momentos luminosos por lo que hace al entendimiento de su propia relación con la filosofía y con otras religiones. Uno
fue el momento alejandrino (sincretístico y universal) del siglo IIIº, con Clemente de Alejandría, quien enseñó que el cristianismo y la filosofía habrían
tenido un mismo origen, el Logos divino, “único y universal”, y que eran por
tanto una misma visión con esenciales aspectos complementarios, lejos de
cualquier tipo de exclusión. 13 Detrás de los filósofos de la Hélade y de los
profetas de Israel estaría el mismo Verbo divino que se revela de dos modos
complementarios. La otra ocasión, en el siglo XVIII, la practicó y desplegó
Lessing desde una retaguardia leibniziana, presentando una filosofía de la
revelación y de sus fuentes que abarcaba a las tres religiones abrahamíticas
incluyendo al brahamanismo, como dice él, y a los parsis, teniendo presente
a China como le enseñó su maestro Leibniz. En medio de esas dos ocasiones,
entre el siglo IIIº y el XVIII, las Confesiones cristianas, entre sí y en relación a
las otras grandes religiones, sufrieron una esclerosis en fórmulas doctrinales
y ceremoniales, que les facilitó ejercer un poder o una pretensión al poder
Cfr. Teología del vestido, teología de la apariencia humana, en E.Peterson,
TRATADOS TEOLÓGICOS, Madrid, Cristiandad 1966, p.215-227 (traducción del autor).
10 Cfr. East-West Dialogue 2005, Barcelona, pp.14-16. Cfr. Daisaku Ikeda, Unlocking the Mysteries of Birth and Death: Buddhism in the Contemporary World,
London 1988.
11 Ib. p.22.
12 Todas las literaturas religiosas tratan de la unidad y la multiplicidad en
los más diversos aspectos de la vida individual y social, con las casuísticas consiguientes tanto en la visión de lo divino y sus caminos como en su varia institucionalización en la historia: institucionalización sacerdotal o clerical y escrituraria o
doctrinal, o sea en formularios y ceremonias, como enseñaba Leibniz.
13 Cfr. del autor, “Alegato en favor de una teología del Logos único y universal”,
en Jesucristo en la Historia y en la fe, Sígueme, Salamanca 1977, pp. 280-290.
18
19
Cuadernos Oriente - Occidente
tal, que contribuyeron a dar a la hegemonía europea en el mundo un aspecto excluyente de otras formas de religiosidad y civilización, rayano muchas
veces no ya en la falta de buen sentido y en la arbitrariedad, sino en lo inhumano. Sobre la primera oportunidad, la alejandrina, traté recientemente
en Salamanca 14. Sobre la segunda y desde ella misma intentamos una breve
exposición desde la línea de solución que apuntó y desarrolló “el atrevido
G. E. Lessing” prosiguiendo los principios de un Leibniz espinosiano más que
crípticamente. Creo que aportó no sin incómodos y humillantes sufrimientos
los principios para un tratamiento saludable y fecundo de la convergencia en
humanidad, de las grandes civilizaciones y sus tradiciones religioso-literarias.
Es hora de Lessing. Hay un Lessing a mano, gracias a la Providencia que cuida
de la Educación del género humano. Espinosa, Leibniz y Lessing representan
la posibilidad de “otra Ilustración” que las realizadas a trompicones en diversos sectores de la civilización occidental (Escocia e Inglaterra, Francia,
Alemania, España e Italia, Rusia…). 15
2. Inteligencia y revelación
“La revelación forma parte de la sana inteligencia humana”, dice Lessing 16.
“La razón es una revelación natural, y la revelación es una razón sobrenatural”, había dicho Leibniz en los Nuevos ensayos sobre el entendimiento en
oposición al empirismo y el irracionalismo de Locke, y subrayando la mutua
pertenencia de inteligencia y revelación. El texto íntegro es: “Y como se
puede decir que la razón es una revelación natural de la que es autor Dios,
igual que lo es de la naturaleza, puede decirse también que la revelación es
una razón sobrenatural, es decir, una razón ampliada por un nuevo fondo de
descubrimientos, emanados directamente de Dios.” 17 A la inteligencia le sucede llegar a encontrarse con conocimientos o vislumbres que la desconciertan,
aterrándola o seduciéndola incluso; pero talmente que razonándolos puede
irse a acostumbrando a lo más insólito. No hay inteligencia o razón sin fe o
revelación en sentido amplio, ni hay fe sin razón. Cualquier acto de la razón
como cualquier acto de la vida incluye fe en múltiples aspectos.
La experiencia de la ampliación de la razón es una experiencia cotidiana.
Mas, la historia nos dice y la vida nos enseña que se han producido o producen
14 “Crítica de la fe en Clemente alejandrino”, en Diálogo filosófico 2005, Universidad Pontificia de Salamanca.
15 Agustín Andreu, “De Lessing a Benjamin: la otra Ilustración”, en ISEGORÍA,
nº 4, 1991, pp.88-121.
16 Cfr. G.E.Lessing. Escritos filosóficos y teológicos, introducción, traducción
y notas del autor, Ed. Anthropos, Barcelona 1982 , 2ª edición, p.455 (“Algo más
de los papeles del anónimo tocantes a la revelación”). Citado en adelante como
LEE(=Lessing Escritos); e Ilustración e Ilustraciones, Universidad Politécnica de
Valencia, 1997, pp.54-56.
17 Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, Parte IVª, cap.XIX, 4. Leibniz ha definido la revelación aquí con mucho cuidado pero prescindiendo de la revelación del misterio o del elemento sobrenatural, porque quiere ver la revelación
desde el proceso de su aparición y desarrollo en la mente y sociedad humanas.
20
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
ampliaciones extraordinarias que determinan el destino de pueblos y hasta su
formación y desarrollo en forma de civilizaciones. La razón se educa en la fe
o revelación, decía Lessing. 18
El gran maestro de la Hélade, Aristóteles, enseñaba que “el que ha de entender conviene que crea”, y otro gran maestro medieval, san Anselmo, explicaba la intención del griego diciendo que “se cree para llegar a entender”. 19 Por
eso hay que salvar la religión revelada de una civilización, porque la razón
no tiene otro lugar donde educarse, donde trabajar sobre material humano,
pues no se puede mover en el vacío, o en un marco de la mera ciencia con
el entorno del Todo eludido o negado. Y por eso una imagen del mundo y del
Todo se le destila necesaria, insensiblemente, a la inteligencia humana en y
desde el primer instante de su ser natural.
Por eso mismo trabajamos sobre la tesis, que damos por supuesta, de que ha
habido una revelación universal originaria, no en el sentido del tradicionalismo que afirma que no hay más conocimiento que el transmitido (De Bonald),
sino de que el hombre ha pensado siempre desde una sensación innata (en
sentido leibniziano) de la vida y de la vida en común y de que cualesquiera
revelaciones que se produjeron a lo largo del tiempo llevan en sí una capacidad de convergencia radical, de la cual la fertilidad recíproca de las razas
humanas no es más que un síntoma y no el más significativo. Las formas de
transmisión de esa revelación originaria única o de las revelaciones fundacionales de civilización–que no hay que representarse con el primitivismo que
el positivista o empirista suele darle por presupuesta al metafísico o al teólogo (no sin colaboración dogmática del mismo)— son formas elementales de
transmisión de humanidad, que van desde el proverbio hasta la danza muda,
pasando por la lírica, la historia, la fábula y las formas más sencillas de expresión, incluida la transmisión, tan frecuente, de quien no entiende lo que
está transmitiendo pero que va pasando de mano en mano como la supuesta
“falsa monea” hasta que alguien la vuelve a entender y aprovechar.
Volvamos a la inevitabilidad y necesidad de que la inteligencia racional trabaje o actúe en el marco de una imagen del mundo previa (imagen que se origina
del cruce de los instintos intelectuales innatos y del mundo y su imagen, anterior a nosotros y que nos recibe). La fenomenología de la inteligencia humana
nos muestra que la inteligencia es intencional; todo acto de la inteligencia
tiene un objeto, y no por cierto un objeto aislado sino un objeto dentro de
sus relaciones de horizonte y de transhorizonte, pues igual que un objeto no
se tiene por sí mismo ni en su entidad ni en su sentido sin el complejo de sus
relaciones constitutivas, tampoco un horizonte se basta a sí mismo, y el mismo movimiento vario dentro de él es reclamo de consistencia, más allá de él,
de horizonte tras horizonte y del definitivo y último o ultimante (Aristóteles),
que es el de la infinitud en sí. La intención última, bien que confusa, de la
inteligencia, necesariamente implícita en todo acto suyo, es el Todo, el Ser
18 LEE, p. 173 (nota 1).
19 Cfr. SIDERACIONES (2), p.307.
21
Cuadernos Oriente - Occidente
suficiente. 20 Y como esa intención es irrefrenable, la inteligencia se llena de
fábulas sobre el Todo y la realidad última; no se ha encontrado inteligencia
alguna vacía de mitos o revelaciones. Y es que si Natura horret vacuum,
mucho más incompatible con el vacío es la mente humana, la cual consiste en
asombro serio e indefectible ante la plenitud confusa del Universo, ante la
auroral o apenumbrada infinitud.
El asombro radical, la pregunta radical que es la conciencia de estar, de
estar presente en el Universo y ante el Universo, de ser un necesario lugar
del mismo, ese asombro inquisitivo por lo visto, por la evidencia del hecho,
es el estrato o movimiento primero o constitutivo del ser humano. El hombre
es originariamente un asombro por haber aparecido como sujeto en este tan
amplio como intrincado escenario cual es el mundo. Asombro compartido,
además. Pues, a la primera mirada de asombro ante y en el Universo, sucede enseguida el advertir que es mirada en diversos tonos compartida de
otros hombres. Y el asombro se hace presencia, es decir, sujeto advertido por
otros sujetos: se hace reciprocidad. Esta posición de la inteligencia que es
el asombro puede ser pasmosa o curiosa, y seguramente la convergencia de
unos cuantos hombres o de alguno extraordinario en una determinada actitud
consiguiente, está en el origen o cuaje de una determinada sensación del ser
fundamental ( sensación que es fundacional de civilización, como veremos).
Sin la fenomenología de la inteligencia no es posible ir respondiendo esencialmente a la cuestión de qué es el hombre y a los modos de la inteligencia.
El lleno de ese vacío descrito sucintamente como el asombro que pregunta,
es el mito cósmico poblado de gigantescos sujetos que al parecer lo habitan;
sujetos que al parecer son más que hombres y que nos llevan a suponer que
el hombre no está solo en el caso de que prefiriera estarlo. Son más que
hombres y sufren al parecer. El hombre tiene desde el principio mismo de su
asombro la impresión de que los destinos, en este Universo, no son fáciles ni
lógicos y que se habrá de resignar a estar aquí tal y como esos sujetos llamados divinos (por ser mayores que el hombre, o más que hombres), y a contar
con ellos. Una civilización no es más que la respuesta social o agrupada a ese
asombro originario y constitutivo, que se produce en un determinado país o
paisaje, y que intenta configurarse una morada, una habitación, un lugar de
seguridad ante el peligro del ser. Mas, antes de pasar al mito y la revelación
precisemos desde otros ángulos la índole imaginativa de la inteligencia humana.
El segundo movimiento de la inteligencia humana proviene de que no puede
dejar de mirar específica o reflexivamente a lo que está por encima y a lo
que está por debajo de ella misma. Por debajo ve la vida universal, la vegetal
y la animal en todo su esplendor y peligro (Max Scheler). Por encima advierte presencias y acciones superiores al poder humano. Con una y otra forma
de vida tiene que hacer algo. Esta situación estructural de la inteligencia
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
humana entre lo que queda por debajo del pentagrama humano y lo que lo
trasciende, está en el origen de la religión como relación con poderes cósmicos terrenos o subterrenos y celestes, que se manifiestan a la inteligencia
como la encargada precisamente de la vida, de su vida que es inteligencia de
la vida y, reflexivamente, de toda vida. No conocemos ninguna civilización o
cultura donde al conocimiento humano no se le hayan presentado el objeto e
interlocutor subterreno y el superior.
El animal, con su instinto, es seguro. Mas este viviente con inteligencia es
fundamentalmente inseguro. Su experiencia del ser es un susto de perplejidad, de entusiasmo o de pánico que lo saca de sí y lo hace fundamentalmente
inseguro, es decir, libre: necesitado de e-ducarse o conducirse o moverse
eligiendo entre posibilidades o creando lo que imagina necesitar. El instinto
del viviente mero se ha transcreado en viviente inteligencia racional; entre
el ímpetu instintivo y los fines se sitúan formas de vida asombrada y perpleja,
interfieren recursos de la imaginación creadora o aterrada. 21 Y entre estos,
visiones o inspiraciones o revelaciones.
Todo conocimiento es revelación porque es descubrimiento, sea más o menos sospechado o buscado. Pero hay conocimientos que se nos imponen, que
deslumbran y revuelven o replantean el entero círculo de la vida: son más
sagrados y traen consigo como una sensación de obligación o deber. Y por lo
visto no cualquiera está en condiciones de recibirlos ni, recibidos, los aguanta e interpreta, ni sabe tampoco transmitirlos. La desigualdad de fuerzas de
los hombres contará esencialmente en el régimen y economía de las revelaciones. La revelación se dirigirá a “la inteligencia humana de nivel medio”
(Lessing) 22 y seguirá estrictamente la idea leibniziana de la gradualidad: Todo
para todos, pero verdadera y dignamente, es decir, gradual o respetuosamente con la inteligencia de cada cual. Volveremos sobre la gradualidad en
diversos contextos.
Tal vez no convenga proseguir esta exposición de la fenomenología de la inteligencia humana sin dejar sentado que el conocimiento (y por lo tanto la revelación) supone la alteridad del objeto e interlocutor, mas ello dentro de una
afinidad absolutamente radical por su profundidad y más allá del principio de
identidad sustancial, es decir, dentro de un sentimiento de unidad de ser y
vida que perturba a la ontología clásica. Llamaban los teólogos escolásticos
a esta afinidad “potencia obediencial”. Locución ésta en verdad laberíntica
y de verdadera añagaza. Potencia obediencial sería potencia de recepción
de algo que uno no puede más que recibir. Pero, anterior a la obediencia o
receptividad, es la apertura o capacidad de recepción de tal conocimiento y
de sus consecuencias. Y ¿qué es una potencia o posibilidad meramente pasiva?
¿Es pasiva la necesidad de la inteligencia humana de saber dónde está, habida
20 Cfr. Franz Brentano, El origen del conocimiento moral, Tecnos 2002 (traducción de M. García Morente).
21 Cfr. del autor “El principio arquitectónico de Leibniz en Ética y Política”,
en CIENCIA, TECNOLOGÍA Y BIEN COMÚN: LA ACTUALIDAD DE LEIBNIZ, Universidad
Politécnicca de Valencia, 2002, pp.299-319.
22 LEE, 464.
22
23
Cuadernos Oriente - Occidente
cuenta de la infinitud que caracteriza a todo lo que hay en el mundo y al mundo mismo, de uno u otro pero inevitable y decisivo modo? (Bueno, la infinitud
que caracteriza a casi todo en todos los órdenes, menos en lo que hace al
mal.). Nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu nisi intellectus
ipse: cuanto entra en la inteligencia, propiamente de ella brota, pues por
naturaleza es realidad de y para la inteligencia. A la máxima alteridad responde el innatismo leibniziano: la esencial afinidad de los espíritus, incluido el
divino o absoluto. Ese asombro cargado de perplejidades (Muguerza), retraído
y atrevido, es experiencia fundamental, fundante y constitutiva, del Ser. En
todo individuo. Experiencia que es acogida enseguida por el grupo.
Llegar a la experiencia originaria de las civilizaciones, a su revelación fundacional, es ponerse en disposición de entenderlas a limine, es decir, de entenderlas y respetarlas en su eventual riqueza, desde la originaria sensación
particular y perspectiva del ser Uno. Pues no hay que reducir fácilmente las
diversas modalidades de experiencia del ser a una sola; precisamente sus
diferencias en acento o perspectiva es lo que necesita advertir y aprovechar
el género humano en su unidad. Y no se trata de relativismo de nociones y
valores, sino de infinitud como condición indispensable de la salud mental
de la inteligencia de la vida: es condición ineludible que la inteligencia se
roce con la infinitud implícita y necesaria en todos los órdenes y objetos; lo
que no quiere decir que la aritmética y geometría griegas no sean realidades
intelectuales y vitales definitivas en su orden y utilidad, bien que superables
en otros y diversos órdenes. A lo largo de la historia de una civilización de las
grandes, ni el ser se le escapa al hombre ni el hombre se le escapa al ser. La
experiencia del ser ha abierto la vida a todo desde el primer instante de su
ser natural. Y es que esa experiencia del ser es una estética, es experiencia
del ser en formas que se mueven en el espacio. (¿Estaremos encontrándonos
hoy con una mutación en la experiencia del ser, con esta aparición de las formas a que se entrega la juventud del mundo entero abandonando las formas
que han imperado durante siglos o milenios?). 23
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
La revelación es una experiencia o intuición de humanidad, de forma o
nivel superior, presuntamente, cuyo atractivo le resulta incontenible al
hombre; lo configurará y permeará todo por dentro y por fuera, al individuo
y al grupo. Se presenta y se impone de golpe y escandalosamente, o con un
trabajo previo del subconsciente. Acabará siendo la referencia ineludible,
la medida de todas las cosas en el origen del grupo humano, o en su cuaje.
Por motivos diversos –que se pueden enumerar sin pretender establecerlos
en articulación general alguna: la geografía, la zoología, la vegetación,
la lengua, sucesos extraordinarios de vario origen…, se fueron formando
algunas grandes civilizaciones de las que arranca el panorama del mundo
actual. Toda cultura tiene dignidad suprema y en esta dimensión ningún
hombre vale más que otro hombre. Pero significación histórica por lo menos la tienen más las grandes civilizaciones (hindú y china en sus diversas
formas y etapas, el budismo, el Islam, la civilización greco-romana y la
civilización judío-cristiana) que son las que mostraron mayor capacidad de
encauzar al género humano o de moverlo. La intuición y experiencia fundacionalmente originaria de estas civilizaciones ha hecho un largo viaje en el
espíritu, en la forma y en sus expresiones humanas, un largo viaje que deja
rastros múltiples en las artes plásticas y en las letras… Acercarse a ellas con
la intención de hacerse con esa experiencia originaria es una tarea inmensa
pero ineludible… Hay unas breves palabras de sabiduría, unas sentencias,
unos principios donde se trasluce lo que esa larga historia ha destilado de
humanidad en cada una de las grandes civilizaciones, cifras o sensaciones
intelectuales intensas que hay que descubrir para entender el despliegue
multimilenario de las grandes civilizaciones. Esa intuición o experiencia
originaria se puede determinar.
Lejos pues -dice Lessing- de ser “un invento” la revelación, pertenece a
la estructura de la inteligencia de la vida humana misma. 24 La inteligencia
humana es como un ‘revelatorio’. La determinación del grado de sacralidad
o sobrenaturalidad de una cierta revelación, de la intuición y experiencia en que consiste, es una calificación posterior de las teologías y de las
civilizaciones, y de la filosofía o teología no confesional, por supuesto en
la forma del buen sentido crítico. El profeta de oficio puede creerse portador de visión o encargo divino; pasa todos los días en formas religiosas
o secularizadas institucionalizadas. Pero la revelación se manifestó y fue
aceptada racionalmente como tal cuando fue operando, activando lo que
llamaba Leibniz “un nuevo fondo de descubrimientos” que, por su novedad
entre otras cosas precisamente, obtiene el asentimiento de venir “inmediatamente de la Divinidad” y significa “una nueva apertura”. 25 Por eso,
dice Lessing, “la inteligencia humana no se formó sino paulatinamente”.
23 Una nueva estética no es un capricho, y si la traen inconscientemente las
vanguardias de una juventud que persiste hasta su vejez ‘educando’ a las generaciones sucesivas, menos aún. La estética entrante arrumba las estéticas locales,
sus ritmos y melodías, sus temas. El auge de las estéticas folklóricas que cultivan
sobre todo los nacionalismos (y cuanto más pequeños más, por su pavor a desaparecer) no puede engañarnos: las juventudes del mundo entero se despojan de los trajes terrestres y mentales de siempre y cobran formas de despegue de lo terrícola,
al mismo tiempo que se revela el desnudo imponiendo la igualdad de formas, de las
formas que indudablemente el hombre prefiere, concretamente en la civilización
puritana que, desde san Agustín y el agustinismo, es la sociedad y religiosidad
occidental. Sólo una sociedad sexualmente equivocada en sus usos, en su concepción de lo que representa la sexualidad para la vida y en la vida, puede necesitar
tanta pornografía y tanta prostitución machacona y aburrida. Con la aparición de
las formas transterrestres y la pura forma humana, van siendo trascendidas esas
piscinas del alma que fueron y son a contrapie, hoy mismo, las culturas arcaicas de
museo con que intentan recrearse ciertos folklores religiosos y nacionalistas. Con
las nuevas estéticas podrían estarse anunciándose nuevas formas interiores de la
vida, de la sensación de la vida, sobre todo en las figuras en movimiento de danza
y andadura, de instrumentos y utensilios, de acuñamiento en fin de cuanto modula
y modera el hombre en el orbe de la vida. Cfr. del autor “El hombre interior de san
Agustín”, en El libro de las estatuas, Universidad Politécnica de Valencia, 2004,
pp.63-77; SIDERACIONES .
24 LEE, p.444.
25 Cfr. del autor La inteligencia en la torre—razón y misterio en la Ilustración
leibniziana, Universidad Politécnica de Valencia, 2001, pp.57ss. (Revelación de
misterios naturales y sobrenaturales. Misterio y racionalidad humana).
24
25
Cuadernos Oriente - Occidente
De suerte que verdades que hoy son “evidentes y claras para el hombre
sencillo, fueron otrora muy incomprensibles”. Sin “inspiraciones inmediatas
de la Divinidad” que presentaban como tales esas verdades, sabe Dios el
tiempo y las peripecias que hubiera habido que pasar para que se las aceptara por su mismo contenido. 26 La revelación es creadora. La creación es un
proceso difícil. El hecho de la revelación se afirma por su fecundidad misma
y por la fuerza de reunión de los hombres y los grupos de los hombres. La
revelación se desenvuelve como un proceso de conocimiento que ofrece
una perspectiva y arranque nuevos y elevadores en todos los aspectos de
la vida y, además, genera fuerza espiritual para llevarlo adelante. El nuevo
fondo de conocimientos se va abriendo camino paulatina o aceleradamente
a veces pero ratificándose a sí mismo por su extraordinaria capacidad de ir
configurando la vida y por el asentimiento espontáneo que la acoge; levanta
a la vida abriéndole panoramas impensables. “Se hace” revelación la nueva ocurrencia, llega a ser generalmente sentida como revelación, porque
sólo una luz venida inmediatamente de Dios puede abrir tanto camino. El
verdadero profeta cae en la cuenta tarde, muchas veces, de que hubo de
ser divina la luz que se le encendió; él mismo dudaba y ello es garantía de
honradez y sensatez. El teólogo o pensador de lo religioso es el que dirá: eso
vino inmediatamente de Dios y como tal ha de ser considerado y tomado. El
proceso de revelación se desenvuelve como un proceso de conocimiento y
nueva conformación del sujeto y del grupo. Se percibe por los más, o acaba
por percibirse de los más, como un proceso maravilloso, acompañado de
milagros y hechos externos maravillosos y espectaculares. Pero eso sucede a
posteriori y como consecuencia de la fuerza transformadora de humanidad
que la intuición o experiencia de lo divino aportó, y como consecuencia de
la ‘administración’ que ciertas corporaciones harán del tesoro con mayor o
menos teatralidad, o cinismo. Entonces se llega a esas deformaciones (a
que tan dado es el hombre) de interpretar el proceso de la nueva manifestación o revelación eliminando en él todos los rasgos de un proceso natural y
considerando que lo extraordinario, la elevación general a un cierto plano o
su configuración en grupo nacional o religioso, ha de haber sido y ha de ser
por lo tanto de régimen completamente extraordinario, peculiar, especial.
Y así el hombre religioso de oficio y sus variantes laicas estrangulan, anegan
al mismo tiempo la intención que es la esencia de la revelación, la intención
humana o humanitaria. Cuando, en el caso de los Evangelistas por ejemplo,
dice Lessing, “lo que sabían de Cristo los Evangelistas, lo sabían porque lo
sabían y en parte porque lo habían presenciado” 27. Y es que el hecho de la
revelación, por su propia naturaleza de superioridad de conocimiento, relativa o absoluta, desencaja el cuadro normal de la inteligencia receptiva y
altera enseguida el mundo social en que se da. La tarea de crear un nuevo
nivel social y de evitar que de la revelación se asuma la esencia y se evite
la superstición, es la de la teología que tantas veces en vez de contribuir
precisamente a apuntalar el proceso esencial, trabaja para los poderes que
administran supuestamente la revelación y sus condiciones y efectos.
26 LEE, p.466.
27 LEE, p.563.
26
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
“Hubo en todos los tiempos y países almas privilegiadas, dice Lessing, que,
con sus propias fuerzas, pensando, se salían de la esfera de sus contemporáneos, corrían al encuentro de la luz mayor, y, si es verdad que no podían
comunicar a todos sus sentimientos sobre esta luz, no obstante podían indicarlos”. Lo dice precisamente acerca de los brahmanes, cuyos “libros santos
podrían competir por la antigüedad y dignidad de sus representaciones sobre
Dios, con los libros del Antiguo Testamento, si lo que desconocemos aún de
esos libros santos corresponde a los especímenes que de ellos nos han dado a
conocer personas fidedignas”. 28 Porque la gran revelación acaba en libro, en
letra, en literatura, dramáticamente como veremos.
El alumbramiento de la revelación en la inteligencia crea una nueva situación. Es bueno que el hombre no sepa originariamente que es Dios mismo
quien directamente suscitó el nuevo mito o fábula que abre una ventana a
perspectivas perturbadoras por su elevación o por el valor que requerirán; no
lo resistiría tal vez, intentaría escapar de la responsabilidad como Moisés o
Jonás.29 El auto-aminoramiento del discreto, la inercia, el miedo a la inseguridad…hacen que el hombre verdaderamente superior se niegue a aceptar ser
escogido para misión tan significativa; no se cree a sí mismo, no cree en sí
mismo. Es sujeto que suele saber dónde está y lo que significa acercarse a los
hombres con una propuesta de “terra incognita”, una propuesta incómoda,
arriesgada, donde la mayoría, incluida sobre todo lo que llamaba Leibniz “el
vulgo de los profesores” o sabios oficiales, se sentirá diversamente incomodado, notando que se le debilita la respetabilidad social. Porque al régimen de
vida de la inteligencia pertenece que, al producirse revelación, será inevitable a trancas y barrancas y patéticamente incluso, “una cierta cautividad de
la razón por la obediencia a la fe”. 30 El catafalco provisionalmente racional
empieza a tambalearse y las autoridades establecidas han de sospechar del
profeta o visionario, que puede ser Isaías o Nietzsche, Zaratustra o Mahoma.
El ilustrado Lessing piensa (se es ilustrado pensando, nos ha dicho él) que
el fondo de descubrimientos y conocimientos que la revelación lleva en sí,
tardará milenios tal vez en irse descubriendo, porque se trata de convertir
la inteligencia de la vida en camino. Posición difícil la que se le pide a la
razón, vivir en cautividad, porque ¿quién administra esa cierta cautividad de
la razón en la dirección de formas de humanidad creciente, y cómo se administrará? Se presentaba el espantajo del clericalismo ideológico que padeció
en propias carnes Lessing cuando discutió públicamente con el Pastor Goeze
de Hamburgo precisamente sobre la revelación escrita, sobre la Biblia. A la
prohibición de seguir escribiendo sobre la Escritura, respondió Lessing con su
Natán el sabio, ese poema dramático que tan poco gusta a las Iglesias, donde
28 Ib. 466.465. “Ser de Dios” quiere decir ser de una más alta inspiración
compuesto.
29 Moisés alegó ser tartamudo y no servir precisamente para hablar en público y
dirigirse al pueblo. Jonás alegó excusas más de miedo que de pereza y fue arrojado
a la playa de Nínive transportado de una ballena que ofició de submarino.
30 27
Cuadernos Oriente - Occidente
muestra el patetismo ridículo de los funcionaros de la religión que desconocen lo que es esa cierta cautividad de la razón ante la fe porque creen que ha
de ser una negación de la razón 31 y de la sensación de la vida que se deposita
en el fondo del corazón humano.
Este trabajo de interpretación de los textos en que cuajó la revelación, en
la dirección y sentido de humanidad o ayuda al hombre en marcha hacia una
vida intelectual y libre, la expuse hace años en la revista HETERODOXIA y
constituye la tercera parte de este ensayo. “Lo que en la revelación se ofrece
a la intuición es sólo y siempre figura de humanidad”: figura de algo que se
puede y debe hacer por el hombre, por sí propio y por los demás; figura esencial de humanidad o destino en el marco de las diversas formas de relación
humana (filiación y paternidad, exilios, retornos, renacimientos, sufrimientos, redenciones, salvaciones, etc. La suprema forma de relación humana
es la amistad.) Desde la revelación, según se la va viviendo, se produce un
precipitado de experiencia humana de nivel más alto. Y luego hay confluencia
de esos precipitados de experiencia humana que confluyen viniendo como
vienen de laderas de montañas distantes y circunstancialmente diversas, que
rozan el Cielo. 32
3. Revelaciones y civilizaciones (o naciones)
La revelación es constitutiva de la inteligencia de la vida, dijimos al empezar esta exposición. La distinción que hacen las teologías ortodoxas entre
revelación natural y sobrenatural es secundaria para el caso. 33 Mas, como la
vida se da individuada en existencias múltiples y diversas, y los individuos se
encuentran en situaciones y niveles también muy distintos, resulta que una
revelación para cada individuo, lejos de ayudar a su inteligencia la dejaría
sola con su revelación y la paralizaría al impedir el diálogo y la comunidad;
acentuaría insanamente la unicidad monádica del individuo; lo monádico se
convertiría en irremediable aislamiento en las actuales condiciones de la vida
humana. Hace falta revelación para mover mejor y apuntalar el movimiento propio de la inteligencia, mas habrá de ser una revelación que aúne los
elementos del paisaje y la perspectiva común con los desniveles propios del
grupo humano. La diferencia de fuerza intelectual y vital entre los individuos
hace conveniente una revelación que corresponda al medio humano común y
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
mantenga un nivel donde los individuos más deficientes se mantengan dentro
de un mismo pentagrama con los más eficientes, de suerte que puedan seguir
entrambos la misma melodía con sus contrapuntos, allegros, lentos, etc.etc.
Por lo mismo, es obvia también la “imposibilidad de una sola revelación” 34
universal, un solo lenguaje histórico para todos los países o paisajes. Como la
revelación se produce para una vida de inteligencia en paisaje y perspectiva,
el lenguaje, la imaginería resultante de su expresión hablada y escrita en los
esquimales, por ejemplo, resultaría ininteligible para las tribus nómadas del
Sahara.
Ha de haber, pues, pluralidad de revelaciones. Más aún: si Dios no ha de dejar
sin ayuda a ninguna inteligencia, por divergente y extraviada culturalmente
que ande, siendo así que en ella se refleja en último término la infinita riqueza y vida del Logos. La inteligencia que es el núcleo del ser del hombre,
frustrada, se convierte en fuente de funestos malestares y desficios… Ha de
haber cuantas ayudas y asistencias de Dios hagan falta si no se quiere revivir dualismos fatídicos. Para el encuentro, convivencia y colaboración de
las civilizaciones desde su trasfondo de revelación, será esencial el grado
de autenticidad que se concedan las unas a las otras. Y conocemos las pretensiones de unicidad del judeo-cristianismo, celoso de la primogenitura y
exclusividad racial o espiritual, en opinión del judío Pablo de Tarso. 35 Es ésta
cuestión capital si han de encontrarse las religiones de las diversas civilizaciones en tanto experiencias de lo divino que representan. ¿Cómo van a hablar de Dios y del mismo Dios dos grupos humanos de los cuales el uno cree
saber quién y cómo es Dios y el dice saber que no sabe nada, o casi nada, o
mucho menos, sobre todo ello? Es mejor no tratar expresamente el problema de la pretensión de ser la revelación principal o única, pretensión que
las Iglesias cristianas heredan del judaísmo y que blanden con odiosidad repelente, o tratan con hipócrita modestia–, es mejor no tratar públicamente
esa cuestión, digo, con objeto de que cada revelación se procure su propia
maduración ilustrada, entrando en los problemas por su propia puerta y, si
se presenta la necesidad, atreviéndose a dejar caer las cuestiones psicológicamente insolubles y evitando su utilización política que tanto daño puede
hacer. 36 La consecuencia de la concreta índole vital de la revelación – en
tanto ayuda para la inteligencia de la vida- hace que la revelación acontezca
dentro de una cultura o universo de formas y figuras cotidianas de un grupo
humano. Y cuando la cultura de que se trata se convierte, normalmente por
31 Cfr. LEE, pp.455s. (Todo el punto Iº de “Algo más de los papeles del anónimo
tocante a la revelación”).
32 Cfr. HETERODOXIA, nº.14, 1991. Y SIDERACIONES (3), pp.65ss.
33 Cuando el misterio sobrenatural visita a la inteligencia y a la razón, éstas
están acostumbradas al objeto que las desborda, no sólo en abstracto (pues que
han tenido que entender nociones como “Uno” y “Todo”, sino porque es inevitable
la impresión o sensación de “infinito” o “eterno”. Además de que el misterio es
compatible con sus sospechas y presentimientos, incluso el de la Trinidad (cfr .
Agustín Andreu, “Pitágoras y Aristóteles sobre el alma en ‘El hombre y lo divino’,
de María Zambrano”, en Actas del Congreso Internacional del Centenario…vol.Iº,
pp.26-74.36ss., y en María Zambrano: el Dios de su alma, Edit.Comares, Granada,
2007.
34 LEE, p.458ss.).
35 Cfr. “La Iglesia de judíos y gentiles”, en E.Peterson, Tratados teológicos,
Madrid , Cristiandad, 1966 (traducción del autor).
36 Lamentaba Leibniz que el silencio en que habían caído ciertas disputas teológicas que mantenían la división de la Cristiandad, silencio que significaba más
bien el cansancio en que cayeran incluso los más zelantes y carentes de sentido
común, lamentaba que se hubiera roto por persona de tanta cultura y tanto porte
mundano como Pierre Bayle. Decía Leibniz que tales cuestiones estaban ya para
tratadas en conversaciones amigables en nada parecidas a trifulcas de Foro o Concilio o diálogo público de certamen o propaganda. Cfr. La inteligencia en la torre.
Razón y misterio en la Ilustración leibniziana, Univ.Politécnica de Valencia, 2001.
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29
Cuadernos Oriente - Occidente
derechos de conquista, o por una peripecia de la historia como por ejemplo
la constitución en religión oficial y única de un Imperio, se convierte digo
en el fondo y motor de una gran civilización, entonces se eleva a categoría
divina todo el “fum y fullaca” que no es propiamente revelación y que, con
el paso del tiempo, no es más que arqueología en el mejor de los casos,
arqueología que acaba molestando, interfiriendo, traicionando al contenido de la revelación misma, a su intuición e intención pura. El judaísmo se
impresionó de tal modo con la escritura como palabra escrita de “su” Dios,
que todo lo que no es propiamente revelación sino circunstancialidad en
ella, lo cuidó y miró con reverencia intocable, llegando mediante una exégesis alegórica, a convertir a Abrahán en un sabio estoico (Filón) o en todo
un lógico 37, o mediante la interpretación alegórica, simbólica y astrológica,
en una mezcla de alquimia sumamente ingeniosa y apasionante, en un hilo
donde la razón se pierde como sucede con la Cábala. Actitud, la de cogerse
al texto bíblico como fuente maravillosa, que ha heredado hasta grados
francamente ridículos el biblicismo cristiano protestante y, por contagio,
bien tardíamente, el católico.
La revelación, para un grupo humano que vive monádicamente, es decir, que
vive como un “en sí” o un orbe entero imaginativo, asume el conjunto de
la vida y las expresiones del grupo y las lleva todas en una misma dirección
contando con la ayuda múltiple y varia que los individuos mutuamente se
prestan, dirección que es el espíritu e intención de la dicha revelación. Mas
el elemento cultural, que ha servido como medio de expresión y muchas veces
es del escasísimo nivel de una andadera, un chupete o un sonajero, se queda
atrasado por la natural evolución humana, y ello precisamente en virtud de
los lentos pero seguros efectos de la revelación, resultando al cabo que la
afectividad cultural o folklórica y sus complicaciones con intereses e inseguridades disfrazadas, entre otras cosas, dificulta la superación del nivel de
humanidad social en que actuaban.
La revelación da empujones y agitación a la vida social y política. La revelación es profundamente crítica en su intención. La inspiración que lleva consigo obliga a grandes cambios normalmente a la larga, aunque de momento
queden las inteligencias desconcertadas o deslumbradas. Luego, sucede que
revelación y forma social alcanzada parecen indisolubles, se sienten como
mutuamente inseparables. Es el fenómeno de la resaca religiosa. Lessing respondió a esta dificultad con su teoría de la revelación como providencial medio para La educación del género humano. 38 Los peores nacionalismos surgen
de esa mezcla de revelación o religión y de cultura, aunque no faltan casos en
que el nacionalismo se siente a sí mismo como revelación natural, como pe37 Cfr. LEE, pp.193ss. (“La Lógica de Abrahán. Crítica de exégesis bíblica”).
Las chanzas en este sentido ridiculizando las pretensiones científicas o morales de
la revelación se convirtieron en un género literario, con razón. Sirvió para poco
el empeño que pusieron Leibniz y Lessing en librar a la religión revelada de esta
proclividad al ridículo, que subsiste hasta el punto de ser útil seguir recordando
que de estos asuntos, en público cuanto menos mejor.
38 Este escrito, traducido y anotado, se encuentra en LEE, pp. 627-658.
30
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
culiaridad divinamente autentificada o ratificada por una religión, como fue
el caso de las nacionalidades y el Concilio Vaticano IIº ; secularmente vivido
y útil como instrumento de conducción social (observen que no quiero decir
conducción de “masas”), se convierte, por el contacto con lo religioso, lo
más anecdótico en intocable, apareciendo la actitud religiosa conservadora
y, de rechazo, la racionalista o atea. Las religiones se olvidan de que nacieron en un momento histórico y que, si hoy apuntalan y mantienen un statu
quo religioso y cultural, “un día se rebelaron contra otro statu quo.” 39 Cada
Confesión o interpretación de la Revelación, se pone escatológica, es decir,
definitiva. Un precio tremendo que han de pagar algunas civilizaciones, o
que se hacen pagar torpemente y hacen pagar. Esta mecánica debería formar
parte del más elemental catecismo de cuantos se preocupan profesionalmente de las ideas y creencias de una sociedad.
¡Claro que el poder político se ha de preocupar de la religión! Las guerras de
religión que le endilgan a la sociedad, la predicación misionera y el fervor de
los elegidos, que no quieren perder plaza, acaban de arreglar el panorama,
siendo así que, como veremos, una civilización, también como consecuencia de la rigidez psicológica que acaba por darle su revelación, no puede
moverse sanamente más que por fermentación, dada su estética condición
monádica. 40 No se señalarán nunca bastante los desgarros políticos a que
pueden conducir las pretensiones de las revelaciones que no han pasado
un inmanente proceso suficiente de Ilustración. Y creo que hay que afirmar
claramente hoy que no se dispone en la Teología occidental de un concepto
suficiente de revelación que acepte la multiplicidad sobrenatural de revelaciones, sobrenatural, es decir, de paridad e igualdad en la historia de la
salvación del género humano. No olvidemos que en el Antiguo Testamento
mismo hay paganos que profetizan en nombre de Yavé a los predilectos judíos. Hacia la literatura religiosa del extremo Oriente hay que dirigirse dispuestos a aprender y no poco.
La fermentación de los elementos de revelación opera a muy largo plazo
porque su objeto e intención es promover el acercamiento interior y de
persuasión experiencial del hombre y de la sociedad a la mejor forma de
humanidad posible, y ese caminar resulta muy trabajoso. Con todo, sucedió,
o empezó a suceder más de una vez, que, de repente, los supuestos administradores de una religión se encuentran –literalmente ‘se encuentran’ como
por sorpresa y farisaicamente escandalizados- con que se ha producido un
profundo cambio social en la manera de sentir y ver, cambio que empieza a
notarse en la periferia cultural, en los sitios más tolerables y casi de broma
de una sociedad, es decir, en áreas alejadas de la vigilancia de las ortodoxias
y aun de la conciencia cotidiana; es decir, se trata de procesos de cambio
inconscientes e inadvertidos en su trascendencia. Y no advierten los encargados, expertos y oficiales en la materia, que es su misma revelación la causante de ese cambio de vida, justamente de vida, produciéndose los chuscos
39 LEE, p.622.
40 Ib. cfr. 622, notas.
31
Cuadernos Oriente - Occidente
equívocos de que nos habla la historia universal, no por excepción, sino cada
día de la Edad Moderna. 41
La historia de Europa es anecdótica en este punto, hasta el delirio. Desde Erasmo, con entera claridad, no ha dejado de resonar el principio de
que la esencia del cristianismo va envuelta en follaje, cuando no en vicios
y pretensiones miserables e inaceptables. Una pavorosa falta de sinceridad
presenta como revelación un planteamiento y un montaje lleno de todas las
inverosimilitudes que aturden y aperplejan a una sensibilidad humana sencilla
y razonante. Se duda de cómo podrán ser las cosas; pero se está seguro de
que, como están siendo, no podrán ser, no pueden ser, según una revelación
para el hombre.
Lessing sabe ser testigo, a mediados del siglo XVIII, de un cambio como el
“acontecido en nuestros tiempos y [que] está aconteciendo en la religión
cristiana”. Lessing ha superado los Confesionalismos, que siguen a día de hoy
tan rinconeros y suyos, tan protagónicamente incapaces de entenderse en
punto a revelación mediada por el Libro. El siente que el cristianismo de este
siglo XVIII es “diferente” del “cristianismo de los diecisiete siglos anteriores”.
Además, lo encuentra prevenido por el Cardano, aunque parezca que toma
al genial profeta a chacota, no más que porque el Cardano necesita aún mucho tiempo para que el nivel medio de talento social, incluido el académico
desde luego, sea capaz de admitirle la categoría intelectual que tiene. 42 Pero
está sintiendo en sus propias carnes y en su casa la resistencia y agresividad…
(inmorales las más veces en quienes pueden advertir el cambio y su verdadero significado de humanización creciente). Mas, las religiones “afectivas”
(Dilthey) 43 anudan al pueblo con su profeta, con “su” Dios, de tal manera,
que el subconsciente huele traición en cualquier cambio que se produzca, y
entiende como apostasía cualquier cambio que libere de letra, grillete mental
o dolor sin sentido.
Por eso mismo, del filósofo se espera, enseña Lessing, que ejerza de “árbitro” imparcial en las disputas entre teólogos, incluso en los Concilios entre
biblistas. 44 Cada uno tiene su trabajo en la marcha larga de la educación del
41 Sólo por lo curioso citaré aquí para quien quiera asombrarse –nunca se ha
colmado la capacidad de asombro del hombre, que es esencial asombro—el caso
de Voltaire y del obispo Dupanloup (cfr. SIDERACIONES (1), pp. 221-223) y de otras
ocasiones donde la caridad ha estado representada por el impío frente al fariseo y
escriba, talmente que desde el comienzo de la Edad Moderna equilibrados filósofos
han sentado que religión y moralidad no van de hecho juntas y se ha de establecer
este hecho como pauta fáctica (Shaftesbury). Pero la aparición del franciscanismo fue el susto mayor que se llevó el eclesiasticismo y cuyo frenado teológico y
jurídico fue indispensable para tomar el rumbo del Renacimiento estético pero no
el bruniano.
42 LEE, p.611- 613. (“Sobre una profecía del Cardano relativa a la religión cristiana”. Es un breve escrito del género de la “salvación” que decía Lessing).
43 LEE, 615.
44 Ib. 608 (“El filósofo en el Concilio”). La apelación a “su” Dios sacará de sus casillas al
sabio Natán en su trato con el cristiano y con el musulmán. Cfr. mi Natán el sabio.
32
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
género humano, y además, hay trabajos imponderables (pero no toquemos
aquí cuestiones relativas a los individuos verdaderamente interiores a la inteligencia, los de lo imponderable, los in-institucionalizables –que serían “los
masones”, los hombres verdaderamente interiores). 45 A Lessing lo llevó a esta
experiencia de soledad su experiencia política tanto como su experiencia religiosa. ¿Quién o quiénes le enseñaron ese camino? Porque siempre hay alguien.
En España, cuando surgieron personas parecidas en situaciones de cambio
similares (Giner de los Ríos), se preguntaban: ¿quiénes somos nosotros? Y se
contestaban: Somos los erasmistas. Esos aparentes saltos atrás caracterizan
la continuidad del proceso de apropiación racional de los contenidos de la revelación. Lessing llegó a “salvar” para la historia a un grupo de hombres que
supieron adivinar el momento en que hay que saltarse cualquier tipo de administradores de revelación, porque habían comprendido la parábola de los tres
anillos y su significación: No hay distinción de pueblos en la Creación ante
Dios (es el sentido de su Natán el sabio).Los anillos que reparte el Padre entre
los hijos son perfectamente iguales, idénticos, de imposible diferenciación.
4. Razón viva y revelación escrita
Resumamos y recordemos. La inteligencia sabe por sí misma que queda siempre mucho por entender y que hay necesidad de irlo entendiendo: se lo hace
saber la múltiple presión de la vida. Y así se da cuenta por sí misma de
que el conocimiento es acotación, poda, interpretación. La inteligencia es
consciente de su limitación y de ser inteligencia de un sujeto (el sujeto del
conocimiento) que consiste en una fuerza cegadora, “un apetito” inagotable
de conocimiento y, además, con “unas representaciones oscuras” anteriores
a todo conocimiento, con poder sobre él por evidente que sea (Lessing). 46 Y
hasta sospecha o presupone de hecho un innatismo de lo necesario y una natural presunción de lo histórico o contingente (Leibniz).
La inteligencia de la vida se da cuenta de su verdadera situación forzada y
esforzada, y de que dispone del don y función de la revelación, de suerte que
el crédito con que se presentan las revelaciones es inmenso e imborrable,
por diversos conceptos: estético, benéfico, aclarador. Así que, muy luego, la
inteligencia “se entrega” al “plus” ese que la desborda, a la revelación, es
decir, al misterio (en sentido amplio) que se le presenta y propone, una vez
ha probado racionalmente la verdad (la racionalidad vital) del hecho de la
revelación. Se entrega como actitud existencial. Eso representa “una cierta
45 Lessing en su trabajo final ERNST Y FALK. DÁLOGOS PARA FRANCMASONES,
trató el tema de los trabajadores por su cuenta que están siempre al caer en esas
situaciones en que el género humano no pude desatascarse sin una contribución
tan discreta y personal cuan innotada y no oficial. Esos sujetos incógnitos son
los correspondientes a las apariciones de ángeles de antaño y a los milagros. Son
también los santos del a mejoramiento monádico (de inteligencia) y paciente,
del género humano. Pero no se puede saber quiénes son esos masones, dónde se
esconden, cómo obran o cuáles son sus obras. Viven en el dentro de las situaciones
y representan la cofradía de Natán el sabio.
46 Cfr. LEE, p.456.
33
Cuadernos Oriente - Occidente
cautividad de la razón bajo la obediencia a la fe, [la cual] se basa simplemente en el concepto esencial de revelación”. Pero “la religión revelada no
presupone lo más mínimo una religión racional sino que la incluye en sí” 47,
no es un asalto irracional que viene de fuera a imponérsele a la razón. La
violencia necesaria que la razón se exige a sí misma para aceptar su propia
entrega a la revelación, esa capacidad de aceptar metódicamente tal esfuerzo crítico, no excluye que la fe en una revelación sea una dimensión de la fe
y confianza innatas en la cobertura protectora, tranquilizadora de la vida de
una sociedad. No hay que perder de vista, impía e inmisericordemente, que
la revelación es, como dice Eugenio Trías, “la matriz” de una civilización, el
refugio donde se ampara, al que se acoge el hombre, aunque a veces, o muchas veces, convierta el refugio en trinchera.
Así que la revelación tendrá sus pruebas propias, milagrosas y maravillosas,
pero dentro de ellas y no meramente adheridas irán las pruebas racionales. El
trabajo de la teología será ir convirtiendo en verdades de razón, razón iluminada, los contenidos misteriosos o místicos o proféticos de la revelación. Así
es como razón y revelación se pertenecen constitutivamente. Igual que instinto e inteligencia forman una función de la vida y la constituyen. La fe tiene
racionalidad, y no será verdad que cuanto más absurdo sea algo, más divino o
misterioso será. La inteligencia de la vida humana se entrega continuamente
a la fe y la confianza humanas, y el de la revelación religiosa no es sino un
caso más de esa entrega, un caso especial que, por lo tanto, ha de presentar
sus credenciales, sus pruebas basadas “en testimonios y proposiciones empíricas”, de momento, y en frutos personales y sociales no menos, aunque
todavía no directamente en deducciones necesarias de las mismas, geométricamente demostrables, que “fluyen de la misma naturaleza de las cosas” 48 y
que llegarán a verse en su lógica pura cobrando así fuerza los espíritus.
“Hay que salvar la revelación para la razón” 49, hemos de decir hoy los occidentales, con Espinosa, Leibniz y Lessing, a la vista de las grandes religiones
orientales, previendo la agresividad e intromisión del judeo-cristianismo, de
alcurnia abrahámica (como el islamismo) y no menos los posibles entusiasmos
orientales por la ciencia y la tecnología, que acaben llevándolos a inconsultos
e innecesarios vaivenes de racionalismo seco tanto como de fideísmo canijo.
Ha habido en todos los pueblos buena gente que no hizo aparentemente ningún caso de religión revelada alguna; puede haber llegado a ser meritorio incluso haber prescindido de religiones de revelación y ello por una sensibilidad
que nos acredita que vamos yendo hacia una luz mayor en medio de dificultades torpes de teologías que abandonan el buen sentido de la razón que razona
para la vida. El Natán el sabio de Lessing puso sobre el escenario a un grupo
procedente de religiones y revelaciones diversas que habían comprendido la
dirección única de las revelaciones: la gran verdad de la fraternidad univer47 Ib. pp. 456.457.
48 Ib.458.
49 Ib. 452.
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
sal, y que prescindían de particularidades de sus revelaciones respectivas. Las
ventoleras de la historia cambian las señales de los caminos, y la inseguridad
de la razón y su necesidad de proceder por tientos muchas veces no ha sido
remediada a tiempo y en forma, sino acentuada por una revelación que llega
a quedar des-acreditadamente marcada por su misma historia y que acaba
como enemiga del género humano. Por varias razones, pero también por la
misma naturaleza pedagógica y gradual de la revelación, hubo de soportar
normas indignas con objeto de evitar otras mil veces más indignas, señala
Lessing como buen conocedor del hombre; por los motivos tan susceptibles
de travestimiento en aras de la vanidad y de las intenciones aviesas. Esta es
la kénosis de la revelación, una humillación de la que no escapa quien se
acerca “humaniter” al hombre con visión de largo alcance. Habrá Ilustración
e Ilustraciones, también, como hay revelación y revelaciones. Habrá Ilustración que “desestime y futilice” a la revelación. 50 Pero podrá haber Ilustración
que reconozca el camino andado de las civilizaciones detrás de la luz mayor
y, así, nos ayude y nos libere del poder de toda letra. La luz mayor es como
una aurora larga, de crecimiento “imperceptible” muchas veces y de paciencia incansable si la educación ha de ser precisamente por Ilustración de la
mente, sugerida y comprobada luego por un creciente “bienestar”. Porque la
revelación versa en último término sobre una clave de la vida. El sacrificio de
un presente por un futuro mayor tiene sentido si se entiende de un futuro de
esta vida, es decir, de la vida.
La revelación está viva en la inteligencia y no puede menos de trabajar en ella,
como cualquier contenido por lo demás, y trabajar en con-vivencia con otras
inteligencias y con la inteligencia social. Y cuanto más viva y operativa y transformadora, tanto más puede “mantenerse y extenderse sin estar escrita”. 51
Esta constatación la soportan, la han soportado con dificultad, las civilizaciones de cultivo de la escritura, del prestigio de la letra y el letrado. Pero es un
dato esencial para la salud mental y espiritual del hombre, de la sociedad y la
historia y para el intercambio de experiencia religiosa entre las civilizaciones.
Una de las piedras de escándalo mayores que produce la revelación es su
idolatrización en forma de letra escrita, de escritura divina. En las ceremonias eclesiásticas de las religiones abrahamíticas se ponen los libros sagrados
sobre la cabeza o se llevan delante como presencias que abren paso. La fe
objetivada en letra (Berdiaev) es colocada delante de todo como medida de
todo, acabando la letra en verdadera tortura de la vida misma.
¿Qué hacer cuando se advierte que una tradición literaria religiosa se ha convertido en una charca de agua estancada y estancadota de inteligencias de la
vida, y que ha perdido su dirección fundamental?
El período fundacional de la religión es oral o predominantemente oral, plástico y personal, más bien que libresco y de escritura. En último término, la
religión más fundada en libro, se origina de un dictado o expresión verbal,
50 LEE, p.452.
51 LEE, p.517.
34
35
Cuadernos Oriente - Occidente
cae cerca de una experiencia y de la expresión de la misma. Pero sucede
que para la sensibilidad temporal y fenoménica, el de escuchar a quien ha
recibido inmediatamente la inspiración de lo divino y a sus discípulos es un
momento privilegiado; Lessing extendía ese momento de inmediatez a las dos
generaciones subsiguientes al fundador o revelador mismo, que pueden decir:
me dijeron que el Maestro decía…; o bien: Yo vi y presencié que Policarpo
contaba de Juan… 52 Fórmula que da autoridad, autoridad externa, prestigio
con diversas consecuencias además de lo testimonial.
Es lógico y explicable que el período fundacional de una religión tenga una
función propia y en cierto sentido, como tal, perenne, pues desde ese momento la esencia de la revelación pasa de espíritu en espíritu en el marco y
movimiento de un grupo o comunidad, y aunque el locus donde esa esencia
sigue viva y operante en contacto con el mundo real es el espíritu presente de
los hombres que van viviendo y quieren vivir de aquella revelación, sin embargo no se deja de ir viendo en retrospectiva aquel locus y momento históricos
pasados desde el que todo empezó. El período fundacional de una religión (no
olvidemos que será base y contenido fundamental de una civilización) queda
aureolado por eso como maravilloso. Sin excluir que haya gozado de señales
extraordinarias, pues por algo lleva un valor de nuevo horizonte aceptado en
general y decisivo, la posteridad queda inclinada a ornamentar maravillosamente aquellos días aurorales, a magnificarlos sin tasa, atribuyéndolo todo
por supuesto a la divina Providencia o a la fuerza de lo Divino. Esta condición
aureolada se explica filosóficamente porque la aparición de una intuición o
experiencia semejante provoca e infunde una nueva sensación del mundo
y de la vida, se ven presencias testimoniales fundacionales por su palabra
personal. Y una nueva sensación del mundo y de la vida es como un nuevo
día, un nacimiento, una renovación, una aparición de posibilidades inéditas
impensables algunas de ellas hasta poco antes. El período fundacional es de
“iluminación inmediata”, hay individuos que lo que saben lo saben de primera
mano, son fuente para siempre. 53
En la medida que ese período se aleja, empiezan a aparecer escrituras: notas, apuntes, colecciones de dichos, discursos , diálogos, tratados… que pretenden fijar, objetivar, dejar establecido como instrumento y señal de autoridad, lo relativo al origen y fundamento. Si tan importante es la revelación,
se siente y dice, todo medio será poco para dejarla fijada, o toda curiosidad
será de lícita satisfacción cuando el espíritu se moviliza en mil formas de
interés e intereses. Y se pasa, inadvertidamente, de considerar fundacional y
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
fundamental un período determinado a considerar fundamentales y fundacionales los primeros escritos del mismo y sobre el mismo. Según aparecen son
aceptados o van siendo aceptados, atribuyendo a los escritos, al papel y la
letra, la función y don de ser iluminantes. Al comienzo, las escrituras, según
iban apareciendo, valían en tanto se adecuaban a la experiencia compartida
que caracterizaba a los hombres de los orígenes; mas, poco a poco se invierten los papeles, nunca mejor dicho, y la verdad de la experiencia religiosa
actual pasa a aprobarse y a medirse según su coincidencia con los papeles o
escritos aparecidos. 54
Ahora bien, esta inversión, por muy santas y reconocidas que sean esas escrituras, antropológicamente es una aberración: porque es el libro para el
hombre, no el hombre para el libro. La vida implica una evolución homogénea
de la experiencia social o del conjunto de los individuos, mientras que la
mejor serie de diccionarios que aseguren el sentido de una proposición en los
orígenes o bien en el tránsito de una etapa a otra o la transición de uno a
otros idiomas, resultará una medida exterior. De suerte que se desencadena
una discusión secular e interminable que desgarra el cuerpo institucional de
las sociedades de religión de revelación escrita, y ello tanto más cuanto más
se haya filologizado científicamente esa sociedad o civilización. La fuerza
del literalismo, el prestigio del escrito revelado, la profesionalidad clerical o selecta de la clase letrada, la necesidad de tener un lugar visible y
plástico adonde volverse hacia lo originario…, serán principio de división y
enfrentamiento. Éstos podrán ser interpretados más o menos positivamente,
o pacíficamente, según el talante de una civilización. En la occidental, acaba
el trance en sangrientas peripecias de condena recíproca, dejando al cuerpo
social traumatizado en dirección a inhumanidades.
Por eso Lessing no duda en afirmar que “el cristianismo oralmente revelado,
[…] “la enseñanza oral, es mejor que [la enseñanza] mediante escritos”.55 Lo
dice el bibliotecario más famoso de Alemania, luterano de nacimiento, que ve
la necesidad de poner al libro en su sitio para que no ocupe el lugar del corazón
pensante, del pensamiento y de su corazón, del corazón del pensamiento. 56 La
batalla, no buscada, que reñirá Lessing, no sin el respaldo de Leibniz, en este
terreno con la ortodoxia protestante biblicista tiene una importancia nunca
exagerada. Porque está viendo la desgracia de la revelación cristiana a cuenta
precisamente de su libro inspirado y prevé los insuperables conflictos a que
llevará el encuentro de las literaturas sagradas del Islam y el budismo consigo
mismas, entre sí luego y, finalmente, con el cristianismo, es decir, prevé que el
destino del mundo se juega en la hermenéutica de esas literaturas sagradas.
La necesidad de volverse con ánimo de reforma y autenticidad, hacia el cris-
52 Lessing daba a este tiempo una duración de dos siglos, más o menos. Y los
consideraba, ya para siempre, como contemporáneos de la vida de Jesús. Y es que
la transmisión se producía en caliente: de mirada a mirada, de persona conocida
personalmente a persona conocida personalmente, de corazón a corazón. Y ello en
una circunstancia emocional con fundamento, significativa e importante. Por eso
mismo atenuará Lessing la diferencia de importancia, en el caso de los libros del
NT, entre éstos y los de los Padres apostólicos y apologetas de los siglos IIº y IIIº.
Cfr. LEE p.517. En tal período suceden muchas “cosas extraordinarias”.
53 LEE, p.518.
54 Ib.517-8.
55 Ib.517.
56 Es curioso que en la reforma de la Universidad que se proyecta a cuenta de
la globalización en curso, se apele, en el estudio de las humanidades además, a
clases con un número personalizable de alumnos. Pues se trata de acercar a experiencias y de ayudar a entender desde las experiencias que dieron lugar y ocasión
a tales escritos o decisiones.
36
37
Cuadernos Oriente - Occidente
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
tianismo primitivo, que sería supuestamente el de las Escrituras, es consecuencia de que la palabra que se habla cotidianamente en las Iglesias y agrupaciones religiosas, se pone formularia y facilona y se le quiere adscribir
eficacia ceremonial automática. La desconfianza moral en el ministro, la
debilidad descontada del receptor, una antropología de la naturaleza y la libertad corrompidas, hicieron y hacen volverse al texto donde supuestamente
habría quedado vinculado y condicionado el sentido de la voluntad y verdad
de Dios; al texto, ese rastro material, exterior no más. La trapisonda de volverse a la letra suponiéndole efectos mágicos como lugar de pensamiento, se
olvidaba y se olvida de que la escritura fue solamente uno de los medios de
transmisión de la revelación. Antes de quedar ocasional o deliberadamente
fijada en escritura, la revelación había vivido en el alma y la vida de la comunidad, del grupo. Y en esa larga prehistoria vivida y viviente, quedaron
en el fondo de las almas y en el medio social, rastros y frutos del contenido
esencial de la revelación, frutos evidentes y rastros de una transparencia de
intención muy superior a la letra y de una condición experiencial.
probarlo, el probarlo muchos y en libertad y de día y de noche. “Una cita de
esa clase no puede ni debe ayudar a nada” estableciendo la verdad interior de
una revelación, prorrumpe Lessing. 59 La hermenéutica y el análisis filológico
establecerán una verdad histórica y casi siempre de modo muy discutible,
pues que, además, cuanto más prudente es la autoridad religiosa y más consciente de lo mucho que ha errado, menos se arriesgará a imponer una interpretación de un texto de un escrito revelado. No es cuestión de diccionarios
el dar a sentir la verdad interior de una revelación. Por eso, la literatura comparada de religiones tiene sin duda sentido, pero la experiencia religiosa de
que habla el libro budista o islámico, esa experiencia en cuanto tal, con quien
ha de cotejarse en vivo, es con la experiencia religiosa personal del religiosamente interesado –si se trata de ir encontrando el camino común del hombre.
Toda esa literatura ha de ser leída, con gradualidades pertinentes, desde la
libertad de la experiencia razonada de la vida. Por eso decía Lessing que a la
literatura de los Padres apostólicos y apologetas (siglos II y III) les concedía
casi tanta autoridad como a los libros canónicos del Nuevo Testamento.
Hay una tradición oral que es más intensa y transparente y que es anterior
con mucho a la escrita. “La mayor parte de cristianos, dice Lessing, asegura
que hay otra fuente de ese conocimiento histórico [de la revelación], a saber,
la tradición oral de la Iglesia”. 57 Y es absolutamente imposible señalar un
momento en que “no ya pasara a ser solo fuente secundaria [esa tradición
oral] sino en que haya dejado de ser pura y simplemente fuente” y fuente
viva como la vida misma que se expresa necesariamente, tampoco por cierto
sólo con palabras, pero mucho menos con solos escritos: la vida es un fluir
incesante de expresión que culmina en la palabra, la cual es ya acotación,
delimitación transmisible, del sentir total del cuerpo y actividad humanos
como expresión. Con la palabra se expresa lo que se puede y como se puede,
y mucho más condicionada aún está la escritura.
El dogma o convicción compartida que del escrito sagrado se extrajo, se le extrajo al filo de experiencia y conciencia: es la historia viviente y consecutiva la que
lo acredita, no sólo ni principalmente aquel momento o instante histórico en que
quedó puesta en el papel. En el ánimo está actuante la verdad interior que trasluce o expresa ese dogma u opinión establecida para la marcha, para los trabajos
y los días. Y esa expresión es “la mejor posible” para aquellos para quienes se
legisla o enseña –y aquí Dios está de acuerdo con Solón y con Leibniz, ¡vamos: con
los bienhechores del género humano para cuya educación se legisla y enseña!60
Ninguna verdad histórica puede dar el convencimiento que da la verdad interior,
es decir, la sensación de realidad que dan de sí la belleza, la armonía personal y
social, la repetida sensación de aumento de inteligencia de la vida. Sin esta sensación de realidad creciente no cabe llegar muy lejos en la mejora espiritual del
hombre, dice Lessing con Leibniz y Shaftesbury. Y en esa sensación estética (es
la palabra que conviene al conjunto de esa experiencia serena, reflexiva más o
menos conscientemente), en esa sensación estética como entrada o introducción
a la verdad y al bien, está la clave de la transformación salvadora del hombre, que
es lo que pretende toda revelación. Porque es el presupuesto de toda revelación:
que el hombre necesita que le echen una mano esencial. Contemplando la historia
de Europa y su religión de revelación, considerando los frutos que del esfuerzo
filológico y arqueológico se han esperado, después de mucha explicación analítica
pero desde su antropología y desde su fenomenología de la inteligencia, exclama
Lessing: Las objeciones que se le ponen a la religión desde la arqueología y la
filología…, son insignificantes, “tanto si pueden contestarse como si no”.61 Porque
no afectan a la verdad interior y a la intención de la revelación; se refieren al
elemento humano con que se ha tenido que revestir la revelación para hacerse
accesible al hombre en el proceso de la Educación del género humano.62
La revelación tiene su prueba histórica y para esa prueba histórica resulta la
escritura, el rastro histórico, si no indispensable, sí de la mayor importancia.
Pero la vida madurada en la racionalidad acaba por abandonar a la religión
que pretenda autorizarse principalmente por la historia y la narración de
maravillas, cuando ha mostrado su incapacidad de dar de sí un resultado en
bienes de humanidad superior.
El creyente sustantivo, el creyente que se atiene a la vida, “se contenta con
el dogma que hace tiempo se extrajo de la Biblia…y que no considera verdadera esa doctrina por haberla extraído de la Biblia sino porque comprende
que esa doctrina es más propia de Dios y más útil al género humano…, porque
siente que esa doctrina […] le tranquiliza”, dice Lessing. 58 Se ha autorizado a
sí misma desde sí misma. Probar con citas de un escrito en papel, la verdad
interior de una revelación, es meterse en una discusión interminable sobre si
el fruto de la higuera es silvestre o sano, cuando a la mano está el tomarlo y
57 LEE, p.527.
58 LEE, p.530.
38
59 60 61 62 Ib.529.
Ib. 530.
Ib. 530.
Para el joven Lessing, verdad interior es…. Para el que escribe en la polémica
39
Cuadernos Oriente - Occidente
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
Con un sentido común y de lo común, propio de una Ilustración que no deja de
mirar nunca al hombre corriente, reprocha Lessing a los escrituristas que ven
palabra inspirada en cada vocablo, giro y frase de su Biblia, que así como “un
abuso de poder legislativo” humilla al hombre libre y perjudica al educando,
igualmente un abuso de revelación estropearía, estropea, a la inteligencia
humana y probablemente a todo tipo de inteligencia imaginable –porque resultaría insoportable sentir lo más elevado sin pre-sentirlo. 63¡Quieren que la
letra sea espíritu, quieren que la genealogía de Esaú (Génesis 36, 1-43) tenga
el mismo carácter inspirado que las Bienaventuranzas de la misericordia (Mateo 5, 7) o que el prólogo de san Juan sobre el Verbo que se hizo carne! Cosa
que va contra las leyes de salud mental más elementales de la vida, porque
la revelación, al ser vivida, va seleccionando en la escritura misma los textos
verdaderamente significativos, mientras el letrerismo o interpretación literal
del texto es rebasado más o menos clandestinamente hurgando en las palabras en busca de sentidos esotéricos que van mucho más allá de lo literal y lo
alegórico y cuyo descubrimiento convierte el libro sagrado en un texto para el
ingenio liberador de la letra y del aparato religioso institucional que se apoya
en la misma (Peterson).
verdad acude a la Escritura porque creyó previamente en la religión cristiana.
Insistamos en que ese “corazón” no es ciego, no es irracional: lleva en sí el
precipitado experiencial de una tradición oral y escrita cotejada día a día con
la racionalidad de la vida humana, de una tradición resultante del vivir continuo de la intención de la revelación. En un momento dado, todo el esfuerzo
científico-filológico por la fundamentación histórica de la revelación y por la
averiguación filológica de su esencia, se parece más a una objeción a la revelación que a una apologética incluso, tan mal plantean sus interesados el uso
de su literatura sagrada. Y el hombre sencillo se ha ido quedando sin religión
y sin revelación. Yo le ofrezco un consuelo a tanta desolación, dice Lessing.
Frente al tremendo desengaño que es para una civilización quedarse sin religión, yo he aportado el que llaman “escudo de paja” pero invulnerable. Es un
escudo que “cubre sólo al individuo” 65, pero crea grupos que se independizan
de la religión deficiente o torcidamente establecida y de las torpes relaciones
con la racionalidad de quienes no se han dado cuenta de que la racionalidad
va dentro de la revelación y de su esencia, tanto en la forma de su adecuación
a los atributos divinos de Unidad, Belleza y Bondad como en los rastros correspondientes que surgen de la experiencia esencial de la vida. 66
Los textos breves y decisivamente significativos, que llevan su forma viva
de circunstancia y contexto, quedan en la memoria y son de perpetuo uso,
son fruto de la criba de la vida. El pietismo alemán comprendió que la experiencia religiosa y transformadora que necesitaba el hombre ya en el siglo
XVIII, no podía ser cuestión de cirugía o arqueología filológica bíblica, y se
replegó a la meditación de la vida de piedad fraternal, activa y práctica. 64
La revelación, al ser vivida desde el interior y puesta la mirada en común, se
va centrando y concentrando en unos textos que demuestran estar inspirados
porque siguen inequívocamente inspirando conducta que no puede menos de
ser humanamente aunadora y vista como tal. La presencia y actuación de laicos o de individuos independientes o disidentes en una religión, la presencia
y acción de individuos “de ese tipo”, que se basan en la “experiencia” benéfica, en el “sentir” la verdad por una adecuación a la belleza y al bien que
incitan al amor, esa presencia misma se convierte en una suerte de rastro de
la revelación misma, es la garantía de que la revelación está llevando frutos.
Al cristiano de ese tipo llámalo Lessing “cristiano de corazón” pero sólo por
oposición al cristiano de fundamentación hermenéutico-histórica, el cual en
5. Teoría de la intención pura
verdad interior es la intención de la revelación, su adecuación a la idea de Dios y a
sus atributos, en su caso a la Trinidad de un Dios que es Pensamiento y Amor como
veremos y que espera encontrar en su imagen viva esa calidad.
63 Cfr. LEE, p.516.
64 Lessing conoció de joven ya este giro del protestantismo del que saldría la
filosofía de la vida frente a la ortodoxia primero y el kantismo después. El Pietismo
alemán está en el origen de las Escuelas de Formación profesional y en las formas
de educación que facilitaron al mundo rural alemán pasar al mundo industrializado sin tener que sufrir el infierno del suburbanismo de Londres o Birmingham. El
Pietismo hizo en Alemania lo que el Metodismo intentó hacer en Inglaterra y los
Salesianos, más tarde, en Italia: preparar buenos técnicos para el empresariado
industrial. Sin esta operación la Socialdemocracia hubiera sido tal vez imposible,
o bien muy dificultosa.
40
Normalmente, las manifestaciones verbales de revelación más sintéticas
y sencillas quedan “impresas con mayor fidelidad en la memoria [de la
gente] que en su entendimiento”. 67 Ello supone que hay una impresión
espontánea que acusa la importancia del aviso o encargo que lleva una determinada sentencia, aunque no se pueda entender enseguida su alcance
y sus consecuencias en el contexto de la vida social y personal tal como
se está dando. Es imposible que la escritura, la letra misma, esporádica y
coyuntural como es –cosa que el letrerismo ha querido corregir afirmando
que hasta lo más anecdótico y coyuntural de la Biblia es infaliblemente
inspirado y palabra de Dios, siguiendo la querencia humana de la seguridad
fácil y automática—, es imposible que no se haya ido cribando a sí misma y
haciendo valer su selección natural. La oración dominical que es el Padre
Nuestro, así como la formula bautismal se hicieron valer naturalmente entre tanta página de milagros raros y extraordinarios, como la estampida de
la piara endemoniada o la multiplicación de panes y peces, u otras maravillas; se hicieron valer prácticamente cual quintaesencias de la doctrina
cristiana; es la función que tienen en el fluir de la vida, los apotegmas y
proverbios, dichos y sentencias. Ello con independencia de que el grupo
que está vivo y no pierde la referencia de la salud y del bienestar profundo
de la vida, sabe que “todo se puede sacar de todo” a pesar de los escribas
y fariseos,68 y no por cinismo sino por la unidad de referencia (los atributos
divinos y la vida cotidiana y atenta a sí que los refleja), defendiéndose del
65 66 67 68 Cfr. LEE, 531s.
Cfr. La inteligencia en la torre…
LEE, p.589.
Cfr. LEE, p.567. 565ss.
41
Cuadernos Oriente - Occidente
abuso de poder que sacrifica la vida cotidiana a la letra excelsa y laberíntica,
académica y sociológicamente ortodoxa.
Así que Lessing se pregunta: ¿Tiene algún significado religioso la coincidencia de contenidos últimos de humanidad en las diversas escrituras de
las diversas religiones, o bien semejante coincidencia llega a ser “inútil”
para la salvación porque la salvación del hombre depende de la recitación
de ciertas fórmulas establecidas y controladas por la autoridad y no de otra
cosa, como dice el biblicista Pastor Goeze? En el nudo de los galimatías y
contradicciones que se arman en los textos de la Escritura, Lessing, con
Daniel Defoe, llama al diablo excelente experto en Escrituras. 69 Ha de haber
un método al alcance de cualquier cristiano sencillo, de cualquier hombre
religioso sencillo: una intención que perfore las letras y, llevada del espíritu, encuentre la forma de humanidad conveniente en la ocasión. “Y nadie
puede tener nada en contra de que, a ese espíritu, se le llame Espíritu
Santo”. 70 Pero ¡es que suponen que “el Espíritu Santo, sin la Escritura, no
es capaz de nada”! 71
En un momento dado, la Escritura misma se concentra y agota afinando y
se expresa con un mínimum de expresión hablada incluso. Lessing lo mostró
con una obra breve según el formato del argumento mismo, titulada El testamento de Juan. 72 Trata éste de la escueta recomendación con que durante
años acababa Juan, el discípulo amado, las reuniones con sus fieles, hasta
aburrirles: “Hijitos, amaos los unos a los otros”. Anécdota que no nos ha
llegado por ningún libro del N.T., ni siquiera por el Evangelio de Juan (que es
también, en tanto que libro, corruptible y ciego como cualquier otro libro
según recuerda Lessing a los escrituristas que acababan por refugiarse en
este evangelio ante las crecientes dificultades filológicas que presentaban
los Sinópticos), sino por un escritor eclesiástico que recogió, así al pairo, de
memoria en memoria, anecdotario que pasaba de boca en boca todavía en el
siglo IVº. 73 “Pero es que ¿acaso todo tiene que ser libro?”, le contestó Lessing
al Pastor biblista cuando preguntó en qué libro de los Evangelios estaba ese
Evangelio del Espíritu que se transmite en una sola palabra de una intención
pura y sencilla: “Amaos”, en el sentido de ayudaos. Sí, suelen circular de
memoria estas atrevidas síntesis, no encuentran fácilmente editor, son como
riachuelos, “arroyuelos” puros de agua clara y casi invisible… Son elementos
de tipo hermesiano, es decir, del Dios asendereado que rehuye el camino real
de todos con comodidad y oficialidad andado y trillado, y que se va por senderos nunca hollados, guiado por un espíritu… 74 Es como si estos compendios
o quintaesencias se transmitieran por mera “fermentación”, por cofermenta69 LEE, pp.495. 947. Aduce Lessing la frase de Cristo “quien no está contra
nosotros está con nosotros” y él mismo aduce la que le gustaría al Pastor, buen
conocedor de lugares paralelos: “Quien no está conmigo, está contra mí”.
70 Ib. 581.
71 Ib. p.596.
72 Ib. p.490-7.
73 Ib. p.491.
74 Cfr. “Hermesiana”, en LEE, pp.439s.
42
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
ción de inteligencias de la vida, de la inteligencia cordial que es imagen del
Logos único y universal… 75 Los discípulos que oían cada día el “amaos” y, como
mucho, cuando protestaron de tanta repetición, la explicación de que es lo
que había “encomendado el Señor y que con eso basta”, habían oído también que ese discípulo amado no podía morir y seguían repitiéndolo cuando
ya había muerto…, sin entender en absoluto lo que decían, porque el sentido
era que la recomendación del amaos y su cumplimiento “no podía morir”: eso
es lo que no podía morir”. En fin, gran demostración de lo “cerca que va a
menudo de la superstición la verdad!” 76 Basta con ese evangelio del Espíritu y
el espíritu que es el “Amaos”. Si las Iglesias y sectas cristianas se trasladaran
sinceramente desde las Escrituras, que les dan en su opinión carta de legitimidad, a la vida según ese “amaos” entendido como recomendación del Verbo
divino, de la Inteligencia del Padre, acabarían “familiarizados con el espíritu”
e intención (que es el lugar del Espíritu, no olvidemos). 77 La verdad del “espíritu del cristianismo es cosa de ser sentida más que conocida, experimentada
más que examinada”, 78 pero sin apartarse de la “regula fidei” que es la misma fórmula bautismal y “algo más”(cuya explicación, la del “algo más” es el
Padre Nuestro) y que encarrila la obra de la revelación trinitariamente. Esa
regla de la fe lleva historia de tradición y tradición de historia y no es fruto de
entusiasmo alguno ni tiene sombra de irracionalidad: es experiencia de la fe
y razonamiento en esa fe. Y éste es el “pequeño pero insuperable círculo” del
creyente, inaccesible a las objeciones de cualquier tipo a la revelación. Ahora
bien; las revelaciones que están a la base de las grandes civilizaciones que
están en nuestra mira, tienen su “testamento”, su concentrada síntesis, su
expresión espiritual y ya no letrada, su intención sobre el ser y el hombre… No
costaría nada señalar ese camino lírico de reducción en la literatura religiosa
india, en Rabindranath, o en el maronita libanés Khalil Gibran…Una inmensa
montaña mágica de experiencia de trascendencia nos espera a los occidentales en la literatura y en la vida de las civilizaciones orientales, montaña en
cuya ascensión difícil hay mucho que aprender.
Una religión invasora como el judeo-cristianismo y el cristianismo de la Iglesia de judíos y gentiles, imperializada además, no ha sabido tener en cuenta
esta condición, no ha supuesto esos restos sintéticos de experiencia secular cribada por la vida, los ha descontado uniliteral cuando no brutalmente.
O, si los ha advertido, no los ha tratado discipularmente, aprendiendo de su
simplicidad – franciscana o de hassidim. Experiencia de lo divino que no
habría que llevar a juicio e ignorar brutalmente desde el tribunal de nuestra
letra. El Logos único y universal, el Logos, no los ha abandonado y librado a
sí mismos, y esto se echa de ver palpablemente no en sus escrituras, sino en
su espíritu. De modo que contrastaremos escrituras todo lo que les apetezca
a los filólogos e historiadores de la literatura comparada, pero el encuentro
de la religión con la religión se producirá en otro terreno con su racionalidad
75 76 77 78 I. 621.
Ib. p. 491.
Ib., p.444. 581.
Ib.,p.551.
43
Cuadernos Oriente - Occidente
no filológica e histórica principalmente sino con la racionalidad que va dentro
de la revelación misma.
Así que podrían desaparecer ahora todas las biblias –es una hipótesis, no se
nos ocurre mandar al paro a los exegetas de profesión, es una hipótesis ya
incumplible--, podrían desaparecer todas las biblias, y el cristianismo no por
eso desaparecería de la Tierra; porque no dependió nunca ni depende hoy de
la Escritura. 79 Es un principio (el de la oralidad fundacional y revivificante)
que necesitarán las literaturas religiosas de Oriente en la medida en que se
internen en la mentalidad inevitable del camino racional de la filosofía y la
ciencia occidentales. Desde luego, es una hipótesis que parece tener ganas de
armar escándalo en un momento en que acaba de producirse un fenómeno de
regresión bíblica del catolicismo, al correrse, en el problema de las fuentes
de la fe, desde el Magisterio y el Concilio hacia la postura protestante de la
“sola fides” y la “sola scriptura” abocándose a producir literatura teológica
en forma de textos con superabundante conocimiento científico-filológico de
los mismos, y con la inconcebible fe ingenua de quienes pensaron recientemente o piensan hoy mismo que la lectura de una traducción adecuada y
limpia de occidentalismos serviles y torpes, producirá una renovación de la
fe y la vida cristiana. ¡Si pudiera hacerse la prueba! Y es que se bajan del
tren lento que parece idéntico a sí mismo de tan lento cono marcha, los teólogos biblistas y se ponen a discutir un texto relativo a un paisaje por el que
se viaja y a hacerle exégesis interminables, mientras el tren de la vida sigue
desplazándose, aunque lento lento, de manera que, cuando se dan cuenta
en su interminable discusión exegética, han perdido irremisiblemente para
esa circunstancia el tren de la realidad y el espíritu, el de la experiencia de
la inteligencia de la vida. Lessing emplea otra parábola: La del incendio de
un palacio de interior admirable y apto para todos, para vivir muchos y muy
diversos en él, que se incendia, reuniéndose en la emergencia los arquitectos-exegetas que se ponen a discutir sobre el plano dónde empezó y por
dónde se propaga el incendio como si el fuego estuviera en los planos mismos
y no en la realidad. Mas había “unos pocos” de esos arquitectos-exégetas
(¡siempre son unos pocos!) que se movían con especial agudeza por el interior
de este sabio palacio, y éstos pocos, difícilmente tolerados y oblicuamente
vistos, “resultaron sobremanera aptos para asociarse a los que trabajaban en
el interior”, de tal manera sumidos en sensación de realidad y verdad humana
y divina que “no tenían ni tiempo ni ganas de mezclarse en disputas carentes
de sentido”. 80
Si “cada momento” nos da la sensación de bienestar último, de estar cumpliendo el Testamento de Juan, de estar viviendo “en la más amable sabiduría” talmente que desde esa morada “se desparrama en todo el país no más
que belleza, orden y bienestar” ¿no querrá decir eso que le hemos sacado a
esos planos del palacio el provecho que de unos planos se puede sacar, y de
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
que es hora de dirigirse a la realidad de la vida…? Pero… “¡qué mal caían esos
pocos!” ¿Cuál es la función de esos pocos en toda esta historia? Es evitar
el descarrío de la letra con todas sus lamentables consecuencias. Tengo un
amigo que soñó una vez estando en la Casa de Lessing en Wolfenbütel que
se ponía Lessing en plan de mendigo a las puertas del templo (él, que como
Espinosa y Leibniz ¡no asistía a los oficios!), pidiendo a los santificados que
acababan de cumplir con parroquia y salían del templo “una condenita por
amor de Dios”.
La inmensa mole exegética que desde los tiempos de la Reforma se ha llevado a cabo es uno de los esfuerzos literarios más admirables y concienzudos
de la historia universal. Pero, igual que hay minas abandonadas que se están
convirtiendo en museos, igual que hay fortificaciones bélicas a las que se
está aderezando para ser visitadas, toda esa exégesis no fundamenta la fe,
no produce experiencia de la fe, y es imposible que, no habiendo llegado a
entenderse entre sí las Confesiones cristianas en puntos que ellas mismas
consideran esenciales, puedan ayudar en la ineludible empresa del encuentro de las religiones que inspiran a las grandes civilizaciones y cuyo latido
percibimos cada día más próximo y más cuestionante. El fuego está en el
palacio que arde, no en los planos que compusieron y reeditaron los expertos en planos. Y sucedió finalmente que “por unos cuantos lugares equívocos
de la Escritura”, exasperaron a la mismísima razón. Y se descolocaron las
Ilustraciones.
El tratamiento de la literatura religiosa oriental por parte de los orientales
mismos no será, creo, mimético del occidental, aunque la literatura islámica está profundamente adentrada en el subcontinente indio y el sudeste
asiático. Los avatares de la exégesis del libro sagrado euro-americano, de
la Biblia, deberían prevenirlos de las guerras civiles por hermenéutica entre
otras cosas, que convirtieron la revelación de la educación para la vida, en
instrumento de muerte.
El proceso de Ilustración que espera a las grandes religiones orientales tendrá sus particularidades porque esas religiones no se han encontrado por sí
mismas con la filosofía pura ni han entrado ampliamente en discusión con las
ciencias naturales, encuentro y discusión de los que nos prometemos mucho
los occidentales y que será indispensable para ellos.
La diferencia entre el concepto de sustancia basado en la intuición del “vacío”
y el basado en el lleno de la “fuerza” y el acto-potencia, augura profundas divergencias en último término complementarias. Y la diferencia entre la danza
oriental y la occidental pone de relieve tal divergencia en la idea y sensación de
movimiento y espacio, que el hombre puede pensar que ha estado hasta hoy en
la prehistoria de estas nociones. Por señalar dos fundamentos no más: dos elementos, fundamental el uno y alado el otro, llenos de trascendencia general.
79 Ib. p.453. “Sería posible que se perdiera cuanto escribieron los evangelistas
y los apóstoles y que, no obstante, subsistiera la religión que enseñaron ellos”.
80 LEE, p.500.
44
45
Cuadernos Oriente - Occidente
II ª Parte
Ilustración y religión
En varios momentos y contextos de nuestra exposición hemos aludido a la
Ilustración como un proceso de racionalidad que brota y se desarrolla dentro
de una determinada revelación o “nuevo fondo de demostraciones”. “Ilustración” era, en la primera parte del siglo XX, para la religiosidad convencional
incluso académica, todavía una palabra ‘non sancta’. Cuando se funda el
CSIC en 1945, se hace constar en su Reglamento que el objeto del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas es debelar a la Ilustración atea que
desorientó a Europa. Por Ilustración se entendía la literatura que se suponía
más revolucionaria, antirreligiosa y radical de la Ilustración francesa. Fruto
del separatismo nacionalista de los pueblos de Europa era su ignorancia de
que en cada uno de ellos pugnaba por brotar o estaba en curso un modo distinto de Ilustración, aunque su objeto fuese el mismo: dar origen, desde su
estado o situación religiosa, a un camino de racionalidad. Es evidente que ha
habido una Ilustración escocesa, otra inglesa, otra francesa, otra alemana,
otra inglesa, otra española, otra americana… El proceso de razonamiento
o deducción de verdades mediante discurso –que eso significa razonar por
distinción a intuir -empieza desde presupuestos materiales y metodológicos
distintos en cada uno de esos sitios.
1.Del planteamiento
Podría parecer que la exposición que vamos a hacer sobre la problemática de
la Ilustración y la religión –que no es un tema de ayer ni solamente europeoestá lleno de indirectas o alusiones a circunstancias españolas del momento
presente. Pero no serán indirectas ni alusiones sino directas e indicaciones,
y no sólo a circunstancias españolas y europeas sino a civilizaciones como las
asiáticas que están sumiéndose, masivamente, por la fuerza de la tecnología,
en procesos de Ilustración. Los mete en ellos la tecnología pero consisten en
encuentros inevitables con la filosofía científica, es decir, con la filosofía
en su forma ontológica o conceptuadora del ente y sus relaciones. Tal como
se dieron en su día en Damasco y Córdoba cuando la civilización islámica se
encontró con la Metafísica de Aristóteles, en Avicena y Averroes, el judío
Maimónides e Ibn Arabí.
Este tratamiento directo y más que enunciativo será posible gracias a que las
relaciones entre Ilustración y Religión se pueden tratar hoy desde un planteamiento antropológico y no ideológico o dogmático. Ilustración es un estadio
normal en la vida con inteligencia, y religión es la expresión ceremonial y
doctrinal- práxica de datos inevitables de esa misma inteligencia de la vida,
concretamente del sentimiento de trascendencia que acusa la inteligencia
humana de mil formas. Es posible, por lo tanto, un planteamiento no frontal
ni dialéctico sino experiencial (desde la experiencia propia del individuo y la
sociedad) y dialógico (únicamente desde una racionalidad consiguiente a la
46
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
experiencia y desde la gradualidad de las mismas en forma de un continuum
también pedagógico). Es la petición con que Walter Benjamin encara el futuro cuando abandona los callejones sin salida del kantismo al uso así como del
marxismo, postulando la elaboración de un “continuo experimental sistemático puro” o sea “la variedad unitaria y continua del conocimiento que es la
experiencia” 81, desde una metafísica monádica leibniziana.
Tal planteamiento (fenomenológico y no ideológico, analítico y no panfletario) no obedece, sólo o fundamentalmente, a un propósito de buena voluntad
o socialmente ecológico, ni tampoco al fantasma de factores de torpeza que
ponen en guardia ante la lamentable historia occidental del siglo XX (tan poco
ejemplar e ilustrada, que deja ahí detrás un siglo vergonzoso con 60 millones
de muertos en guerras genocidas y un mundo ex-colonial exasperado por abusos e injusticias- dos considerandos por lo demás ineludibles). Es un planteamiento que resulta elemental e inexorablemente de una descripción fenomenológica de la inteligencia humana, de la inteligencia de la vida humana, y de
la consiguiente falta de fe en la violencia intelectual en sus diversas formas.
Es un planteamiento desde la fe en la inteligencia de la vida, la inteligencia
naturalmente suficiente para que la razón como discurso que articula cualquier diversidad de factores y la religión como trasfondo de toda civilización,
hagan su camino sin convertir sus tropezones en desgarros de principio y de
programa. “La sana razón” es la frase con que desde Leibniz y Lessing se
expresaba este propósito o programa ilustrado. “La sana religión” es la frase
con que expresaría esto mismo, desde la Gran Bretaña, que siempre ha sabido
ser más libre, Shaftesbury, el nieto, el tercer conde de Shaftesbury. 82
Tanto la razón europea (y probablemente toda razón) como la revelación
judío-cristiana (y probablemente toda revelación) tienden a aplicarse, aplicarse a los demás y a lo demás, expeditiva y mecánicamente sin dudar de
sí mismas, alcanzando así a la totalidad universal, al Universo uno; está de
algún modo en su naturaleza ser necesarias y globales. Y cabe disculpar a la
razón humana y a la revelación religiosa de su primer movimiento totalitario,
porque son, además, dos formas de deslumbramiento que generan seguridad
máxima en un sujeto inseguro como el hombre es y sediento de seguridad
como está. Mas, razón y revelación acaban por desarrollar sus frenos propios,
o podrían, en buena lógica de la vida, acabar por hacerlo, sin tener que recibir duras lecciones de la vida y la historia, y tampoco por cálculos del poder
con el que necesariamente juegan en la sociedad y en la historia, sino por la
persuasión que brota de sus quehaceres o misiones mismas, de la misión de
la razón y la misión de la revelación. El siglo y pico de la llamada Ilustración
(desde fines del XVII a comienzos del XIX) y el siglo de la Revolución (el resto
del XIX hasta el estallido de la revolución rusa) han puesto al aire las entrañas
de sus respectivas intenciones en buena parte, y el análisis ha dado de sí lo
81 A. Andreu, “De Lessing a Benjamin. La otra Ilustración. (Experiencia e individuo I)”, en: ISEGORÍA, 4, 1991, p. 20ss.
82 Agustín Andreu, Shaftesbury. Crisis de la civilización puritana, Universidad
Politécnica Valencia, 1998 (2ª edic.).
47
Cuadernos Oriente - Occidente
que tuvieron y tienen de utilidad y de necesidad las dos actitudes mentales
en que consisten la actitud ilustrada y la revolucionada, que representan en
último término dos dimensiones de la inteligencia de la vida humana, de la
limitada inteligencia de la vida humana, que está en continua elaboración y
que tiene que reordenarse de cuando en cuando poniendo orden, claridad
(iluminación) en la diversidad de materiales que se le acumulan, algunos
terriblemente sorprendentes, y tiene que sublevarse escatológicamente de
cuando en cuando para librarse de frustraciones deliberadas o fatales.
Como dos dimensiones de la inteligencia de la vida, razón y religión, subsisten
en la forma de sus respectivos gestores, el poder político y el poder religioso.
Pero, aun concediendo que hay algo de maquinal y demiúrgico en las encarnaciones o somatizaciones de las fuerzas espirituales y sociales, acaba por
funcionar todo según decisiones de individuos que aciertan más o menos en el
cálculo de tensiones y resistencias de una sociedad en un momento dado. Es
la actitud ilustrada, traicionada de modo múltiple y con razones especiosas
variadísimas muchas veces por supuesto. Así, en virtud del carácter en último
término individual de los sujetos de la acción ilustrada, Ilustración y Religión
están recíprocamente poblados de individuos de signo recíproco. Hay ilustrados que merecerían aposentarse más en una Sacristía que en una Academia.
La religión ha demostrado que resiste mucho más que el más insistente virus y
el Estado no confesional está poblado de individuos con conciencia y costumbres religiosas. El forcejeo entre poder religioso y poder político es cuestión
de principio y habría que tomarlo por una y otra parte como un espectáculo
socialmente pedagógico a pesar de sus diversos aspectos menos estéticos y
aun menos ejemplares. ¿Qué es ganar y qué es perder en el terreno de la ilustración o conocimiento de las cosas y situaciones por su interioridad inengañable? Y ello a pesar de la renuncia a la ingenuidad, pues ésta puede ser muy
bien suplida por la ironía que es una dimensión no menos de la inteligencia
racional que de la inteligencia de la fe.
Si, como dice Belaval, hay que empezar a dejar de decir generalidades sobre la Ilustración, 83 habremos de distinguir entre los caminos y modos como
desde los diversos centros de la vida europea, se cumplió la última vez esa
operación de la sana inteligencia que llamamos por antonomasia Ilustración.
En la primera parte del siglo XX hubo poca gente que advirtiera y llevara al
concepto de Ilustración, esas diferencias de modalidad que permiten trabajar
con la inteligencia de la vida y no contra la inteligencia de la vida. En España
nos hubiera ayudado mucho en los años 30 del siglo pasado esa distinción
entre modalidades históricas de Ilustración. Don Julián Besteiro advirtió el
contraste entre la Ilustración británica y la alemana: entre la observación de
la vida de la gente con criterios estéticos y económicos y la forma del idealismo trascendental alemán. Y lo hizo notar, calificando de “visión unilateral y
simple” la de Voltaire, que rectificaron, en la Gran Bretaña mismo, Coleridge
y Carlyle. Besteiro no advirtió del todo que era a Shaftesbury a quien habría
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
que haber recurrido para rectificar a un Voltaire que le concedía demasiado a
Locke a pesar de tratarlo con sus sarcasmos. 84 Fernando de los Ríos, ayudado
de Francisco Giner que le recomendaba el estudio de Shaftesbury, bien que lo
advirtió, según ha sabido advertir el joven investigador Javier Zamora.
Hubo una posibilidad de Ilustración que, una vez abandonada la obsesión confesional como directriz y criterio, volvía con la fuerza del humanismo que se
marginara y ocultara esencialmente a mediados del XVI. Esa posibilidad fue
traicionada en la Gran Bretaña y en el Continente. Lo iremos haciendo notar
en nuestra exposición; la historia de Europa del XIX y el XX es fruto silvestre
de esa equivocación que consistió en no ser capaces de cambiar de trasfondo
antropológico religioso Se prefirió la antropología de Hobbes (y su precedente
ideológico en Lutero, Calvino y san Agustín, y su versión católica en Pascal)
a la de Shaftesbury y Adam Smith (con su robusta formulación de la simpatía
universal según Leibniz y Lessing).
El drama de la Ilustración se jugó en la casa donde estaba acogido Locke, el
director general de Asuntos Eclesiásticos del abuelo Shaftesbury. Y se trataba
de escoger, para la reforma secular y ya no religiosa de la sociedad, entre la
antropología de san Agustín y san Pablo (que veía en el interior de la naturaleza un gusano roedor de culpa y de intención torcida, que se llamaba pecado
original) y entre la de los humanistas (Bruno, Moro, Vives, que volvían en
Shaftesbury el joven). La Ilustración habida fue en Inglaterra una traición a
las mejores posibilidades del hombre. Voltaire, que listo lo era un rato, después de tratar personalmente a Locke que lo visitara en un momento en que
le convenía al inglés alejarse de su suelo, lo llamó “el Pascal inglés.” Pero la
partida la ganó el inglés que convirtió al francés en su agente literario en el
Continente, determinando la dirección de la Ilustración europea. 85
Esto en cuanto al planteamiento. 86
2.Acumulaciones y sobresaltos
La religión, antes de ser una institución social que puede ocupar más o menos
sitio en una forma de vida individual y de sociedad política, es una disposición de la inteligencia humana, disposición resultante de su movimiento o
actuación más propia como una facultad de intuición imaginativa en la cual
late una rara y evidente sensación de trascendencia.
83 Ilustración e Ilustraciones, Universidad Politécnica de Valencia, 1997, p.44.
En adelante citaré por Ilustraciones.
84 Cfr. J. Besteiro, Marxismo y antimarxismo, ZYX, p.74ss. E Ilustración e Ilustraciones, Universidad Politécnica, Valencia 1997.
85 Hay un asomo de traición de Locke a Shaftsbury el abuelo fundador del Partido whig. La sospecha la pone el nieto, que fue pupilo de Locke y se esforzó por
guardarle respeto y fidelidad. Cfr. Shaftesbury.Crisis de la civilización puritana, y
“Shaftesbury y el ‘Pascal inglés’ “, en La Tradición analítica, I, 1992 (Coord. J.G.
Cafarena y J.M. Mardones), pp.20ss.
86 El planteamiento consta pues de una ontología de la naturaleza de la inteligencia de la vida (que ampliaremos a lo largo del trabajo) y de una valoración
histórica del caso Locke/Shaftesbury (que sería la ocasión que desencadenaría el
hegelianismo de la Idea absoluta).
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Cuadernos Oriente - Occidente
Una facultad de intuición de las cosas y de ampliación imaginativa incesante
sobre las cosas, ésa es su naturaleza y vida, su movimiento interior. La pluralidad de intuiciones e imaginaciones se conectan como naturalmente, o mejor
dicho, esas conexiones son también objeto de intuición e imaginación. Y el
conjunto de esas conexiones produce una imagen del mundo dentro de la cual
se orienta y dispone de pautas y puede así vivir el hombre.
Esa imagen del mundo toca siempre directa o implícitamente el tema del
infinito, del fundamento, de la razón última, y este toque lo permea, transe,
contagia todo (lo infecta, decía cierta Ilustración) y acaba condicionando
la imagen del mundo en grado y modo siempre esencial. La presencia de esa
sombra en la inteligencia es lo natural o innato; echársela de encima, con
uno u otro propósito, es obra o trabajo de la reflexión. El hombre no es naturalmente “descreído” (como suele expresarse su desentendimiento de todo
tipo de trascendencia). Ni Diderot ni Voltaire siquiera hubieran aceptado eso
desde su justa irritación anticlerical. Y esa sombra del infinito, del sentido
y fundamento último del Universo es lo que produce en la inteligencia de la
vida humana la aparición o revelación de expresiones del plus, o más allá de
lo presente y a mano, que el hombre presiente o sospecha: expresiones en
forma de relatos diversísimos acerca de los orígenes y las intenciones últimas
operantes en el Universo, en forma de mitos.
Ni el mito ni el folklore son enfermedades o trampas; pertenecen al modo
de ser o entender desde la vida, del hombre; y es una conquista penosa de
la antropología del siglo XX haber reivindicado su valor esencial que no es el
pintoresco. La vida de la inteligencia humana individual y social empieza a
partir de esos trasfondos religiosos, mitológicos u originarios.
La sana inteligencia humana requiere que la escuela infantil y joven sea iniciada desde esos y en esos trasfondos; el cómo, será lo que habrá que ver desde el punto de vista de la salud mental y de la racionalidad ínsita y propia de
cada interés. Pero prescindir de ese trasfondo es mutilar el alma además de
obligarla a prescindir insanamente de su pasado. Hay una historia detrás del
hombre; es indispensable entenderla sanamente, y la manera más insana de
entenderla es negarla, o utilizarla dolosamente. Estado laico o neutral quiere
decir solamente que la autoridad administrativa facilitará el acceso a las expresiones vigentes de esa dimensión de la inteligencia de la vida que atiende
a la trascendencia de los orígenes y las destinaciones de la vida y el mundo.
Los interesados en la fe religiosa tendrían que ser los más interesados en que
la transmisión de la revelación como trasfondo de civilización se cumpliera
con toda la delicadeza de las cosas íntimas de la inteligencia.
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
documental ni de la oficial) y obligan a un reordenamiento del conjunto de la
teoría y praxis. Las conexiones entre las intuiciones vitales (de la inteligencia
de la vida) son relaciones de diverso modo: según principio de participación,
según principio de analogías, según principios filosóficos o científicos. Y todo
ello se produce en la esfera esencial de la aplicación práctica a la vida cotidiana en todas sus dimensiones, ordenadas éstas según criterios muy diversos
y más o menos acertados o sanos. El resultado de esta “variedad unitaria y
continua del conocimiento que es la experiencia humana” social --con sus
tensiones, sus posiciones a favor de lo nuevo inevitable y supuestamente necesario y de lo antiguo más seguro y supuestamente intocable—, el resultado
es la vida misma, la salud mental y social, que no puede ser estática.
Viviente de hábitos inventados y heredados, animal de tradición y tradiciones,
al hombre se le producen de tanto en tanto acumulaciones de conocimientos
teóricos y prácticos que acaban operando como un atolladero y obturan la
vida individual y social. Y es que la múltiple atención humana se ha ido dirigiendo, por necesidad o por curiosidad, hacia ocurrencias o descubrimientos
que han suscitado perplejidades y confusiones o esperanzas e ilusiones; ha ido
aumentando incesante e imperceptiblemente el mundo y se ha complicado.
De repente es el horizonte entero el que ha cambiado y nada está en el que
se decía su sitio. Esa complicación pone muchas cosas, o todo, en crisis en el
mundo concreto de una determinada cultura o una civilización 88. No voy a entrar aquí en las formas de crisis a que da lugar el fenómeno de la acumulación
de conocimientos en una sociedad; y no distinguiré entre conocimientos teóricos, incluso máximamente teóricos o referentes a dioses y mundos lejanos,
celestiales o infernales, y conocimientos prácticos y aplicables al vivir, no;
porque todo conocimiento humano puede ser sumamente peligroso y sumamente favorable. El hombre es un ser así, su ser de instinto que desemboca
en libertad es así, su instinto es la libertad: entra en un orbe de innumerables
e inimaginables posibles, y elige, o “le eligen” a la fuerza aquello con lo que
habrá de pechar. Y del modo de resolver o no resolver esa crisis de acumulación puede depender hasta la supervivencia de una civilización, en todo caso
la salud pública, el bienestar elemental de una sociedad.
La operación de reordenar los materiales de conocimiento y uso que se van
acumulando, de evaluarlos respectivamente y de re-situarlos en el orden de
preferencia, de considerarlos históricos y valiosos como pasado, de “abrir
nuevas aperturas” y aceptar “nuevos fondos de conocimientos” de los que
87 El puesto del hombre en el cosmos, p.30 (segunda edición 1936, en la Revista de Occidente.).
88 Llamo cultura a un medio humano determinado, con sus creencias, conocimientos, religión, usos y útiles para la vida, idioma, arte, etc. El vocablo civilización lo usaré para las culturas de envergadura en la historia universal. Todo grupo
humano, por minúsculo que sea (un grupo de una isla muy aislada de la Polinesia,
o un grupo perdido en la Amazonia) tiene la forma problemática propia de la inteligencia viva o de la vida humana, pero el camino real de la historia universal
(universal, también para las numéricamente pequeñas culturas) viene marcado y
dirigido por las grandes civilizaciones que incorporan centenares de culturas (es
el caso de Babilonia, el Helenismo, la civilización cristiana, la civilización china
o la india…)
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Sigamos con la sucinta descripción fenomenológica de la manera como surge
ese sobresalto que es la revelación religiosa o algún otro tipo de conocimientos que representan un vuelco en la inteligencia de la vida o, como decía Max
Scheler, “un creciente descoyuntamiento de la tradición” biológica 87 (no de la
Cuadernos Oriente - Occidente
se derivan y sacan después durante siglos iluminaciones y prácticas útiles
(así hablaba Leibniz), esa operación de la inteligencia se llama Ilustración,
y la actitud política, intelectual o religiosa correspondiente, es la actitud
ilustrada. La cual, obviamente, se produce entre todo tipo de tensiones. La
cuestión en último término se reduce a ver si, dado un momento de acumulación peligrosa o de asombro y revelación notable, hay algunos ciudadanos que
representen tal actitud intelectual de la vida. Una revelación, decía Leibniz,
es una aparición de un fondo de conocimientos que lo trastoca todo: planteamiento general y conceptos, pero aprovechándolo todo y favoreciendo más
y mejor a todos los hombres en el trasiego o aventura, o lo que sea, de esta
vida. 89
La historia humana, la historia de la vida humana, no puede menos de ser la
historia de los mundos que se van desmontando y luego tal vez construyendo
en un mismo lugar, con materiales de los mundos sidos. Es curioso ver los lugares axiales de las ciudades antiguas. La geografía les señaló lugar: una colina,
el recodo de un río, la cima de un acantilado, el punto central de un golfo
marino…, y luego sobre ese lugar se alzó como sitio central un templo ibero, y
sobre él un templo romano, otro cristiano pero romano, otro visigótico luego,
otro románico, otro islámico, otro cristiano de nuevo con carga gótica… En
una forma de continuidad de la vida que se traga la discontinuidad o en una
forma de discontinuidad que se traga la continuidad.
El mérito de poder ver y expresar las cosas así es de las ciencias antropológicas que se han ido construyendo a lo largo de los siglos XVIII y XIX, empezando
por los viajes para conocer a los hombres en su diversidad de organización y
hábitos y luego averiguando, formulando y ponderando su estructura individual y social a partir del trabajo y de la propiedad.
3. Dos momentos paradigmáticos de Ilustración (de la civilización
occidental)
En la historia del pensamiento occidental hay dos grandes momentos, dos
grandes ocasiones que dejan ver con toda plasticidad el trabajo que ha de
desarrollar precisamente la inteligencia racional para salvar el mundo del
hombre pero trasladándolo a otro pentagrama talmente, que pueda seguir
siendo no ya el mismo sino más él mismo por intensificación y ampliación de
humanidad. Son tan brillantes y enormes esos dos trabajos de la inteligencia
de la vida, dos trabajos consistentes en ilustrar una situación humana obtu-
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
rada para poder salir a “riveder le stelle” o simplemente para tirar adelante,
que han quedado como prototipos de lo que es una Ilustración.
Son dos trabajos de un talento y un sufrimiento inmensos, pero útil e imprescindible. La conciencia no se da sin padecer, y sus grados lo son de sufrimiento, decía Scheler. Se trata de momentos que se pueden colocar en el tiempo
por lo que hace a su arranque, pero en verdad son actitudes que constituyen
el espíritu y su memoria tanto como su subconsciente, su esperanza y expectativa, y que como tales se prolongan.
El primero de esos momentos consistió en la aparición de la filosofía, de la
racionalidad en forma lógica y ontológica. El segundo fue el célebre, y recientemente rescatado, siglo XVIII : rescatado porque la Iglesia y la Revolución
coincidieron en condenarlo y despreciarlo o devaluarlo, respectivamente.
Cuando el 1940 se funda el CSIC, consta en el reglamento de su fundación
que su objetivo es “restaurar lo que destruyó el siglo XVIII”: “nuestra gloriosa
tradición científica”. La Ilustración habría destruido “la clásica y cristiana
unidad de las ciencias”. 90 Para la Revolución, “ilustrado” era ya un insulto.
La aparición de la racionalidad lógica y ontológica se le convirtió al hombre
occidental, ya en los albores, en ley del pensamiento: es el momento en que
la mentalidad religiosa griega, mitológica y mitologizante, en su sana función
de imaginarse el Todo divino o Universo, se encuentra, dentro de ella misma,
con un brote de racionalidad formal, de esa forma del pensar que llamamos
filosofía y ciencia y que es, como cualquier otra forma o estilo del pensar
(poética, histórica, vital…) ineludible, pues que es en el hombre mismo donde
ha aparecido: tan ineludible como los pulmones y el hígado o el corazón. Se
le ha hecho esa forma de pensamiento, le ha nacido, le ha salido de dentro.
Es el momento de los filósofos presocráticos, los físicos, que toman una actitud mental nueva ante las cosas y su conjunto, preguntando fundamentalmente qué son las cosas en sí mismas y con independencia de los dioses. Cosas
tremendas que pasan sin hacer ruido. El motivo del moverse a preguntar no es
ningún apetito de independencia renegadora o autoliberadora de lo divino, no
necesariamente, aunque también se dará esa forma de actitud, sino la curiosidad o interés inevitable de conocer lo que las cosas son en sí mismas incluso
por gratuita creación divina, pero por donación sincera, irreversible, real,
que habrá que tener en cuenta incluso por motivos de piedad y religión.
Es un preguntar hipotético en efecto; no niega el carácter divino de lo cósmico y de su mito; en este punto se limita a ponerlo entre paréntesis. Pero
el hombre, con ese preguntar, ahonda en el respeto a sí mismo y en el conocimiento de sí mismo en el mundo, queriendo saber qué es en el fondo cada
cosa por sí misma. Pregunta que a continuación y sin mucho tardar, se la hará
sobre sí mismo y sobre su propio preguntar: es irrefrenable el impulso que lo
lleva a preguntarse por la naturaleza de las cosas, de momento. ¡La revela-
89 El vocablo revelación lo empleamos en sentido amplio, pero sin cargando
de imprecisión alguna. Pues, al contrario, deseamos que el fenómeno espiritual y
psicológico de la que dice la teología “revelación” estrictamente dicha y aun sobrenatural, no se escape de la ley general del surgir los conocimientos en el alma
y la mente humanas. Esta observación es técnicamente indispensable para poder
hablar con una revelación o desde una revelación; pues, saliéndose de las leyes generales del conocimiento, o expulsándola de las mismas, se hace imposible tratar
de la revelación con y desde la razón humana.
90 Cfr. Ilustraciones…, p.14. Y conviene señalar expresamente que ésta no era
una situación española especíal.
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Cuadernos Oriente - Occidente
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
ción de la filosofía! Clemente de Alejandría les dijo a los teólogos eclesiastizantes exclusivos que la filosofía era también revelación del Logos.
mente: se le hace naturaleza pero no superficial sino intensa, como innata.
Se queda inolvidablemente ahí.
No podían faltar –naturalmente, porque el miedo a la inteligencia es natural, además de los intereses de la inercia—quienes se encargaran de avisar
que no se puede prever lo que puede pasar si esa forma de pensar según
las cuatro causas (eficiente, material y formal, final) se convertía en regla
de ordenamiento del mundo y la vida, en iluminación a cuya luz se ordena
y ve el mundo y la vida. Los poderes sacerdotales del mundo que se hunde
ante la fuerza atractiva de la pregunta experimentable o demostrable por
las cosas, se echaron a temblar. Ésa de los presocráticos era una revelación
de otro tipo, del logos inmediato e interior, íntimo, de las cosas, que da
mucho malestar a los dioses, los cuales tienen un modo de gobernar así
como por auras.
Y en efecto, hacia el siglo II a C, quedó paralizado el impulso del pensamiento
cuatricausal, pero quedó ahí una nostalgia que lo volvería a llamar con redoblada fuerza. Por qué se acabó, se agotó de momento la actitud científica,
por qué se eclipsó en el mundo de la Antigüedad, es un problema más que
histórico, porque a la naturaleza del hombre le pasan cosas verdaderamente
raras y dificultosas: descubre posibilidades de entender el mundo y la vida y
de dominar su circunstancia, y las desaprovecha perdiéndose en sus laberintos emocionales e interesados, banales muchas veces, y aun peor. Cosa que
hoy, por un conjunto de circunstancias, le puede pasar menos de esa misma
manera, pero podría perderse grandes oportunidades que tiene a mano, de
otras maneras y aun peores. El hecho es que se iba a tardar más de mil años
en volver decididamente a jugarse las cartas en la dirección de esa pregunta
por la naturaleza de las cosas terrestres, por su ser propio e interior, es decir, por lo que son de verdad. La presencia de la revelación judío-cristiana,
además de la forma de vida que imponía el Imperio y la circunstancia política
exterior (militar) e interior, pudo prolongar la inercia de esa pérdida de la
actitud difícil. Durante esos mil años predominó en exclusiva, se naturalizó el
esquema eclesiástico de la inteligencia de la vida, un esquema propio de la
Dogmática –con infierno fogoso y limbo, dos muestras sólo del arrastre que tal
esquema y su planteamiento pueden suponer para una teología ilustrada, es
decir, no al servicio, lícito por lo demás, de una Confesión. (En la prehistoria
puede haberle sucedido al hombre muchas veces este tipo de parón y vuelta
a empezar. Hoy sabemos por el arte rupestre que le pasó. Es el sentido de la
constatación que hace Aristóteles en su Metafísica sobre la repetida invención
de las Artes. Podría sucederle con alguna gran religión, el dejarla precipitada
o inconscientemente de lado y el tener que volver a ella).
Siempre que la inteligencia se pregunta radicalmente por las cosas y el mundo, los poderes se echan a temblar, se ven ya desposeídos, y los poderes
religiosos más que ningún otro. El fenómeno se explica por la comodidad de
la inercia, por las pretensiones de monopolio, por el deseo malentendido
de cuidar del otro, etc.; en el fondo, sucede así también porque el hombre
como creador es peligrosísimo y su capacidad de complicar y complicarse las
cosas, además de imparable, es inagotable –según la mitología tanto griega
como judía. Es muy importante en la actitud ilustrada no saltar enseguida o
demasiado pronto al terreno de la ironía y de la visión del ridículo humano de
la pose sublime. Porque nos enseñaba Espinosa, siguiendo a Aristóteles, que
en esto de la vida y el ser no se trata de burlarse y reírse, ni de llorar, sino de
entender – y entender puede ser también muy divertido.
Si recordamos el juego que la mitología y fábula tienen en los diálogos platónicos, advertiremos enseguida que el preguntar físico o “cuatricausal” no ha
anulado la imaginativa intelectual; simplemente la presupone de otra manera, a otro nivel, y la pospone a otro horizonte. (El mito no es abolido nunca;
tampoco en Leibniz y Lessing, y en autores del siglo XX como Russell, Hans
Jonas…, porque el infinito sigue desentrañándole la experiencia del ser al
hombre y éste se da cuenta del relato interminable de su mismo corazón). El
libro VIº de la Metafísica de Aristóteles es un intento de categorizar el mundo
tal como ha quedado inicialmente visto por Sócrates y Platón, después de los
filósofos físicos, de concebirlo y ordenarlo según la naturaleza y los aspectos
diversos de las cosas. Concepción y ordenamiento que se presenta con mucha
fuerza: una vez la inteligencia ha probado ese estilo del pensar, del plantear
y resolver, no puede olvidarlo ni prescindir de él por más que pataleen los
dioses y se resista el ordenamiento vigente según principio de una forma menos experimental de racionalidad. El hombre había descubierto un “fondo de
conocimientos y un método nuevos”, toda una revelación, que decía Leibniz,
el verdadero gran ilustrado. Y aunque se hundiera el mundo antiguo, se iniciaba el curso de su aplicación. Con las consecuencias que fuere. Una forma
intelectual y su correlativo modo de vida, se le impone al hombre imparable-
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Mas, en el campo de los conocimientos morales y políticos, persistió irreductible la confrontación o encuentro de la religión (o mitología) y la filosofía,
pero ahora dentro del cristianismo. La actitud interrogadora radical resistió
más en algunas escuelas filosóficas (estoicos, cínicos, peripatéticos…) y se
guadianizó en diversos modos. Resultó más difícil de olvidar lo espiritual
que lo tecnológico, la actitud espiritual que la científica. Y éste es un dato
favorable pues habla de la maduración del espíritu, que es grato registrar
alguna vez. La persistencia del pensamiento filosófico resultó ser más comprometida, y determina hasta hoy con la mayor intensidad imaginable la relación entre Religión e Ilustración, porque esa revelación judío-cristiana que
se cruzó con el helenismo ya desde el siglo II a C, supone nada menos que
“el Verbo se hizo carne”, es decir, nombra lo divino con un concepto con que
el hombre entiende su propio y característico ser que es el pensar las cosas,
el pensamiento, el Verbo, el Logos. O sea, lo que pasó en la Grecia del siglo
VI a C, la aparición del pensamiento de realidad inmediata, se hace ahora
existencia divina. Y esa religión, que se ha encontrado ya a la racionalidad
en sus afortunadas formulaciones primeras o de revelación, allá donde en-
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Cuadernos Oriente - Occidente
cuentre logos habrá de comportarse con reconocimiento y consideración; de
lo contrario desgarrará impíamente el pensar y la vida en su dimensión más
honda. La historia de la civilización europea se puede ver como una sucesión
de momentos de conflicto agudo con la acumulación de conocimientos que
se van produciendo dentro de un formato religioso confesional. A veces en
terrenos muy sensibles.
Por poner sólo un ejemplo, bien que enormemente importante: en el ámbito
de la religión judía se encuentran, ya en los siglos del Helenismo, con una
lengua que quiere expresar en griego, en la lengua y mentalidad profanas,
la revelación judía exclusiva de los hebreos. Y se les entran a los hebreos en
su Biblia libros escritos ya originalmente en griego, con gran escándalo del
elemento social y político. El hecho se repetirá cuando haya que recoger en
escritos las primeras tradiciones del cristianismo: la lengua debería haber
sido el hebreo, o el arameo (si había que atenerse a la letra y no a la intención humana del hecho), y se escogió exclusivamente la griega o pagana. En
Occidente, para la vida cotidiana de la religión habría que haber seguido con
la lengua sagrada o griega (sacralizada por ser lengua de revelación), pero se
escogió el latín y se convenció de que con esa lengua se podría decir todo lo
que se sentía y decía en griego.
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
persisten implícitos y crean mentalidades en las civilizaciones. Y se confunden con las posibilidades y las imposibilidades de la naturaleza humana, del
hombre en general.
La verdad es que tanto el dogma de la creación ex nihilo como el escatológico
deberían fundamentar una actitud de inventiva y de fe en la per-fección, la
cual no puede ser más que un camino. La idea judío-cristiana de creación no
debería haber permitido que la ciencia y la invención hubieran plantado sus
reales fuera del ámbito de esa fe; en el caso del judaísmo no ha sido así; el
número extraordinario de científicos judíos que se sienten en lo suyo en la
investigación creadora, cabría hacer esperar de las Iglesias hubiesen mantenido una actitud de colaboración con el Dios creador, y hubieran vencido el
espíritu de sospecha ante la innovación. Y la escatología, el dogma de que
hay un final transhistórico, más allá del final geológico del planeta y del final
de las generaciones en la historia, debería haber generado una actitud de
quien sabe estar al final viéndolas venir. En cambio, hay una desconfianza en
el cambio, la cual sugiere en las cabezas ortodoxas la cuestión de “adónde
va a parar esto”.
4. Ilustraciones europeas
Estos cambios de lengua y mentalidad ontológica son un precedente que debería haber servido para comprender que el segundo envite de las ciencias
descubiertas en el presocratismo (matemática, geometría, física…, política),
el de la Edad Moderna obligaría a un proceso de Ilustración, o sea a un preguntarse por lo que las cosas son en su creciente interioridad física y psicológica, subconsciente y espiritual (o supraconsciente), es decir de suyo
y por sus conexiones naturales prescindiendo metódicamente de lo que son
por tradición y costumbre. Es como si la milenaria “dormitio” de la actitud
científica hubiera sido más bien una maduración subterránea, inconsciente,
pero incesante de la “acies mentis”. Se reclama un proceso de Ilustración de
una inesperada fuerza y presión: es lo que le pasa al Occidente a partir del
siglo XV. Y del mismo se espera una decisiva aportación de la naturaleza de
las cosas a la naturaleza de las cosas. La historia moderna de Europa en las
relaciones entre la religión y el saber científico, y entre el poder del Estado y
el de la Iglesia cristiana debería habernos enseñado que es una situación normal y un avatar normal como lo es el sistema respiratorio del cuerpo humano
o el sistema motor o el digestivo.
La que conocemos como Ilustración europea, el intento de mover a la sociedad entera por el camino del conocimiento general y de sus aplicaciones
en todos los órdenes de la vida personal y social, se produjo en una sociedad más compartimentada que la griega, porque había ya diversos centros
desde donde comenzar ese proceso y en su diversidad. Hay una Ilustración
escocesa y otra inglesa, una Ilustración francesa, subsidiaria en su origen
de las anteriores, una Ilustración alemana promovida por las otras dos, y las
Ilustraciones rusa, polaca, italiana y española. (Nombro la española la última
por educación, que así nos lo enseñaban de niños hace setenta años. Carlos
Seco Serrano habla del “brillante siglo XVIII” y de “la brillante reacción regeneradora” que supuso). 91 Desde el punto de vista de las dificultades sociales
y religiosas, esta diversidad de procesos de nueva ordenación social a partir
de la naturaleza interior de las cosas, que facilitan las nuevas ciencias, es un
espectáculo donde se puede entender mucho de las limitaciones con que se
topan los procesos de racionalización según el principio de la inteligencia de
la vida y de las formas o caminos que ha de tomar fuera de todo dogmatismo,
ateniéndose al principio de ir entendiendo.
La Iglesia cristiana tuvo una revelación, que califica de escatológica, y cree
que lo esencial está ya sabido. Tal vez esta convicción está en el origen de
que la Iglesia no invente nada, no haya lanzado pedagógicamente hacia la
invención sino más bien a la conquista de lo inventado y probado, y de que,
además, sospeche de los inventos o no esté preparada para enfrentar las
grandes mutaciones del individuo, la familia y la sociedad, que son realidades
abiertas. La Iglesia se siente incómoda en las innovaciones, la pillan asentada
en el orden constituido. Y lo defiende con todas sus fuerzas. Estos esquemas
Una reflexión sobre los tipos de Ilustración experimentados en Europa y América es en este momento sumamente útil dada la aventura en que se están
irremisiblemente metiendo grandes civilizaciones como China e India, con
literaturas religiosas tradicionales milenarias, inmensas, de calidad filosófica
sapiencial comparable a las más elevadas de la historia universal y, natural-
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91 Los caminos de Ilustración en que se polifurcaba el movimiento euro-americano de la Ilustración del XVIII, en Ilustración e Ilustraciones, Universidad Politécnica 1997. Para la cita de Darlos Seco Serrano, cfr. Ilustraciones…, p. 44 izq.
Cuadernos Oriente - Occidente
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
mente, sin ánimo de rendirse ante las formas sociales asumidas por los europeos como resultado de sus propios avatares. ¿Para qué desear clarificaciones
o ilustraciones de sus contenidos culturales a la luz de la teorías políticas y
religiosas y de los valores, que no han sabido eludir las guerras de religión, así
como las inconsultas aceleraciones de las modas en todo orden, que rompen
inconsultamente con tradiciones sabias en terrenos cual la pedagogía, o la
organización social de las ciudades? En suma, ¿para qué calcar la historia de
la civilización europea tan lamentable en muchas cosas por edificada sobre un
determinado concepto de hombre, sobre una antropología cuyas debilidades
son palmarias y pueden historiarse en una línea que va desde el mazdeísmo
de los dos principios, el del bien y el del mal hasta Hobbes y Locke y su antropología del “homo homini lupus”, pasando por san Pablo y Manes, por san
Agustín y Lutero, por la antropología del pecado original y la corrupción radical o modal del individuo el cual es el elemento para la construcción social y
política? ¿Para qué seguir esas huellas? Hace ya más de un siglo, hay orientales
conscientes de que, del Occidente, cabe aceptar, por supuesto, la ciencia y la
idea de democracia, pero nada más.
de ilustración es el pueblo, pues se trata de un proceso de aprendizaje intelectual y social, moral y profesional. Habría que decir orteguianamente “la
gente”, pues la palabra pueblo cuando caiga en manos hegelianas se pervertirá nacionalistamente, y en manos marxistas de otra manera. El pueblo de
Leibniz es “para sí”; el de Hegel y Marx, el del progreso serán para el ideal de
la Patria o de la Humanidad.
(1) Los movimientos ilustrados occidentales (euro-americanos) parten de grupos de individuos que, religiosamente, se han des-confesionalizado
de modo personal, que tampoco familiar y social, sin hacer ruido, y se han
vuelto hacia la naturaleza y la cultura como fuentes de nueva configuración
del vivir. Una línea de estos hombres concibe religiosamente la naturaleza
como lugar de la manifestación de lo divino. Estos grupos han aparecido por
todas partes en la Europa occidental; son los herederos de los humanistas
que en su día se replegaron a una “marginación esencial” (Giner de los Ríos)
porque se negaron a militar en la Reforma y la Contrarreforma en el siglo XVI,
modos religiosos militantes de vida que acabarían despedazando a Europa
irreconciliablemente y llenando de sospechas mutuas el rumbo común de la
Humanidad y el camino de la ciencia. La nueva Física, la mecánica y la dinámica, la astronomía, la aplicación de métodos naturales al tratamiento de las
cosas moverá a los pueblos hacia la perfección clásica y armónica creciente,
la cual se llamará en el XIX progreso con música heroica de fondo. Esa prosecución de la búsqueda del interior natural de las cosas por vía empírica con
fundamentación metafísica en el caso leibniziano, es como una sinfonía a la
que se convoca al género humano por un camino que no era ya el de la unidad
confesional que se mostrara imposible. Y en el que, ahora, el género humano
cobra fe no sin fundamentación religiosa no confesional.
Como el obstáculo mayor para una interpretación de la historia y la política
como desarrollo en evolución que se va trascendiendo, es el biblicismo (la
pretendida pauta religiosa revelada, inspirada, in-errante o infalible de la
Sagrada Escritura), la teoría la monta Lessing sobre la exégesis del Antiguo
Testamento donde es patente la evolución incluso en materias esenciales
como la inmortalidad del individuo o del alma como se decía, o la misma concepción del Dios Uno, pero con la intención de extender la teoría a la Escritura del Nuevo y dejar la pauta dogmática en manos de la Tradición oral y de su
experiencia en la Iglesia constituida orgánicamente como indiscutiblemente
está. Esta aplicación no se le puede aceptar por las Iglesias establecidas en
ningún cantón de Occidente, y menos en las Confesiones protestantes. Sólo se
han independizado de la tiranía de la letra, como dice Lessing, las llamadas
sectas y congregaciones, las cuales, con regula fidei, o con el continuo de su
experiencia comunitaria, se van asegurando el rumbo cristiano de otra manera. ¿Por qué no ha de ser posible una religión que, como revelación sucesiva,
“se va plegando…según las fronteras de su nostalgia y deseos”? “¿Por qué
habría de ampliarse necesariamente de antemano la esfera de esa nostalgia y
de esos deseos” de las almas crecientes de los pueblos? “No se da un adelanto
con la fuente entera” (Lessing). 92
(2) La dirección fundamental de la mirada hacia la naturaleza hace
que se busque a los pueblos (como se decía en el XVIII) y que se les busque
por dentro, como a la naturaleza: en este caso, por su inteligencia y capacidad de aprender cómo son las cosas, y por su memoria: que entiendan y que
se entiendan, que entiendan la vida familiar, municipal y laboral. Porque se
trata ahora de emprender un camino de Educación del género humano, educación para que sepa estar donde está y hacer competentemente lo que hace.
En la intención escocesa y en la leibniziana y lessinguiana el actor del proceso
58
(3) La idea de un desarrollo pedagógico o educacional del pueblo
es alejandrina del siglo IIIº; tiene un trasfondo judío porque el falsete sobre
el que se monta es el Éxodo de Israel a través del desierto hacia una tierra
de libertad y bienestar. Pero su mecánica interior es la ontología aristotélica
del acto/potencia: se va actuando lo sentido y percibido como posibilidad
propia. Lessing la recoge de ahí ampliándola con la intención (irrealizable
dados los fanatismos confesionales europeos del XVI y XVII, nunca corregidos
y permanentes en el fondo de modo dermoesquelético) de ir ordenando la
aparición de nuevos materiales y replanteamientos sin que las aparentes discontinuidades escandalicen.
La idea de una religión de revelación progresiva resultaba peligrosa y se advirtió enseguida, porque al final de un trayecto de un proceso pedagógico el
educando no es el mismo, pero el educador tampoco. Los cristianismos eclesiásticos interpretaban la revelación bíblica como definitiva de un modo que
no podría soportar, hasta hoy, un pensamiento necesitado de “nuevas aperturas”. Ante esta inflexibilidad en la manera de entender el carácter definitivo
de la revelación cristiana (es decir, ante esta manera literal e historicista,
no espiritual, de entender la Cristología), la Ilustración francesa prescindía
92 Lessing. Estudios…p.466. 467.
59
Cuadernos Oriente - Occidente
dramáticamente del cristianismo con consecuencias que valdría la pena de
considerar y que llegan hasta hoy en día.
Es Lessing quien ha hecho lo posible por desescombrar las dificultades eclesiásticas y bíblicas para concebir la historia misma del Antiguo Testamento
como paradigma de un proceso providencial de educación de un pueblo; del
judío, en este caso, “elegido” precisamente por ser un pueblo particularmente rudo, y buen ejemplar para advertir cómo ha de ser el tratamiento de los
pueblos caídos a bajos niveles, los cuales requieren sin duda una inconcebible
paciencia pedagógica. Por ello el comienzo y el camino de cada pueblo será
distinto; Lessing hablará de los caminos de Dios en cada pueblo refiriéndose
incluso a la religión brahamánica, al islamismo, al judaísmo y al cristianismo.
La lentitud del proceso educativo de los pueblos se deberá fundamentalmente
a que se trata no sólo de darles una catequesis sino de aprender, de persuadirse y no de entrar en el redil bordeada la manada por perros eficaces. Aunque
no son mancas las lentitudes impuestas por las Administraciones torpes, pues
hay lentitudes y aplazamientos (dirán contra Locke, su pupilo Shaftesbury y
Lessing) que proceden de las “esclavitudes cómodas” como la encebollada de
Israel en Egipto: se quejaban los hombres liberados de que tenían que ganarse
el pan en el desierto mientras en la esclavitud de Egipto tenían la cebolla de
cada día asegurada; o de la antropología de Hobbes que impedirá poner en
manos del pueblo la parte de fuerza económica y política que le toca, si se
quiere tenerla segura. Este dilema y bifurcación de la Ilustración del XVIIXVIII será dramática hasta hoy. La civilización puritana no cree en el pueblo
ni en la inocencia de la naturaleza humana; cree en el pecado original que la
retorció como nace. La victoria de Calvino y Lutero era la de san Agustín, y en
este punto central de la antropología no hubo prácticamente (prácticamente)
diferencias confesionales.
(4) La disposición leibniziano-lessinguiana, que es la de Espinosa,
a bajar al nivel ínfimo para empezar un proceso educativo que, al ser de
aprendizaje y experiencia, es autoeducativo, negaba la impotencia de la naturaleza y denunciaba la trampa que se escondía en la teoría de que hay
hombres de primera (los elegidos) y hay, aparte, el pueblo: aquí encontraba
la denominación de pueblo su sentido de desecho, de material utilizable y
desechable. Noción sin la que no se hubiera producido el abandono abominable de las gentes, que se vivió en la primera industrialización en los suburbios
de las ciudades británicas cuando la primera industrialización y que recogió
en sus novelas Isabel Gaskell. 93
El pueblo está llamado a los más altos grados de perfección humana posible;
lo único que hace falta es no enviar su inteligencia a cumplir encargos viles
o bajos, que se la estropean incluso. Cuando Gleim (1719-1803) publicó sus
Canciones para el pueblo, le escribió Lessing una carta comulgando con su
punto de vista en la que le decía: “Sus predecesores, querido amigo, entendieron por pueblo, pura y simplemente, la parte del género humano menos
93 Cfr.Ilustraciones…,p.27.
60
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
dotada para pensar y, en consecuencia, poetizaron para el pueblo aristocrático y para el pueblo llano. Mas Vd. ha entendido propiamente al pueblo y ha
tomado en consideración a la parte del pueblo que es activa con su cuerpo,
a la cual lo que le falta no es tanto inteligencia como ocasión de demostrarla” 94. Por un camino no intelectual pero tampoco confesional a pesar de su
cristianismo, en Escocia y la Alta Sajonia hubo grupos que habría que comparar con algunas ONG de hoy, que empezaron a abrir algo más tarde por todas
partes lo que llamaríamos nosotros Escuelas Profesionales, influyendo incluso
en la Ilustración rusa. Los pietistas de Spenner pertenecen a esos grupos. De
ahí arrancaría el krausismo y nuestra Institución Libre de Enseñanza. Es difícil
de comprender la acusación de elitista de que fue objeto la Ilustración durante buena parte del siglo XX.
La pauta de esta educación era comprender, dar a entender, no imponer. Un
hombre adelantado de la traicionada ilustración inglesa, Shaftesbury (16711712), escribió que, con la imposición, “cegaron y entorpecieron…el verdadero camino de la Humanidad” incluso hacia los misterios de la religión, con
el resultado de que “las cosas que por su naturaleza eran objeto de profunda
especulación se convirtieron en objeto de asentimiento estricto y absoluto”. 95
Destrozando así, confundiendo así lo que diríamos hoy el funcionamiento del
hombre en su parte central que es la inteligencia. Bien lo vio W.M.Taylor, que
alabando al partido presbiteriano moderado (del que saliera Adam Smith por
ejemplo) dijo que “impidió el divorcio entre fe y cultura y aseguró el cristianismo sin destruir al hombre”. 96
Por eso no cabía en una Ilustración honesta dejar marginado a ningún sector
del género humano, incluso a ningún individuo, ni en la tierra ni en el cielo.
En su Poema dramático Natán el sabio (que es la fábula con que culmina
Lessing la teoría de la Ilustración) aparece el Sultán Saladino esperando la
llegada de tres mensajeros enviados para asegurarse la noticia de que se han
concedido créditos para salir de los atolladeros apremiantes en que se estaba
a causa de la guerra. Han llegado ya dos de ellos y el mensaje está recibido
y confirmado. Pero no ha llegado el tercero, por lo que sea, porque un trompicón lo echó al suelo, porque le reventó el caballo…Y Saladino no sigue el
curso lógico de la guerra sino el humanitario del educador. Cuando le dicen
que total falta el último, exclama: “¡El último!” La razón de ser de todo.
La educación del género humano no es la educación de una parcialidad por
muy selecta o divinamente elegida (o racionalmente o civilizacionalmente
elegida) que sea o crea ser. Ese último es el sentido del Universo; estamos en
metafísica. Si no tiene sentido absoluto la presencia y consideración de ese
último, hay licencia para prescindir del penúltimo y el antepenúltimo.
Entre los papeles leibnizianos que sacó oportunamente de los legajos de Wolfenbütel y dio a conocer el bibliotecario Lessing, hay un escrito que publicó
94 Lessing. Estudios…p. 691. Cfr. Ilustración e Ilustraciones, p. 42.s.
95 Crisis de la civilización puritana, p.168.
96 Franco Restaino, Scettiscismo e senso comune. La filosofia scozese da Hume
a Reid,laterza 1947 (cfr.Ilustraciones…, p.17 izq.).
61
Cuadernos Oriente - Occidente
con el título Leibniz. Sobre las penas eternas (muy oportuno en un momento
en que se remueve lo del fuego eterno del infierno de la letra del Nuevo Testamento y lo del limbo de las consecuencias del conflicto entre la idea de
un Dios bueno y el buen sentido del corazón humano, después de haberles
levantado la excomunión a Galileo, Lutero…[no sé si le ha llegado la suerte
o el turno a Giordano Bruno]). En ese escrito, Lessing explica el sentido del
Universo como totalidad así como el sentido de lo penal en cualquier grado,
de un modo impresionante. Ironiza acerca de quienes se sienten capaces de
pasárselo estupendamente toda la eternidad mientras algún individuo humano, o un hermano, o su padre, no sólo se lo pasa infernalmente sino, en buena
lógica, cada vez más infernalmente, porque si no le mejora la inteligencia no
podrá menos de blasfemar cada día más, vista su mala suerte en este Universo
creado por un ser que dicen infinitamente sabio y bueno. 97 Y se sigue jugando
todavía con total seriedad con los textos del N.T, donde por lo visto de modo
infalible se notifica que este Universo acabará con un individuo, llamado Judas, irrecuperable: un último esencial. Esa irracionalidad escatológica, que
prepara los ánimos presentes y los ejercita ya aquí, predisponiéndolos para
una dureza inhumana incalificable, es enfrentada por la Ilustración leibniziana que en los trasfondos de la religiosidad de su civilización ve la radiografía
de su estructura mental y de los prejuicios estructurales correspondientes:
explicándose entonces muchas cosas que se ven cada día en el trato entre los
hombres. Es una de las ocasiones en que más arriesgaron Leibniz y Lessing intentando explicar la intención pedagógica de la revelación, consiguiendo bien
poco por lo demás, pero siempre sin perder la paciencia y aplicando en este
caso también la teoría del último, que es la verdadera escatología.
(5) No estamos en anecdotario. Porque como las revelaciones de las
religiones se producen en un tiempo y un lugar determinados y han de expresar su intención que es lo esencial y que se refiere a la humanidad esencial, a
la educación del género humano, van necesariamente envueltas en lo relativo
a “lugares y tiempos” 98, o, como dice mi amigo el poeta Ferrer Perales, “en
fum i fullaca”. Y esa observación y la consiguiente cautela metodológica tienen hoy vigencia, y más aún que en el siglo XVIII. Primero porque la esencia
del cristianismo (que no incluye ninguna reducción sino una inteligencia sana
de las cosas, incluidos los misterios )99, esa misma esencia pero en formas
alumbradas por las condiciones de la provinciana y parroquial historia occidental, sigue estando en el trasfondo de nuestra civilización y condicionando
nuestra manera de pensar más de lo que imagina la filosofía que no sabe
teología. Y luego porque la civilización occidental está entrando masivamente
en contacto con las civilizaciones orientales de trasfondo vario pero budista y
puede contagiarlas de planteamientos y de técnicas exegéticas de los libros
97 Cfr. Lessing. Escritos…,pp.318-348.
98 Ib. 449 nota 7. No sólo por razón de las características nativas sino por los
atascos de que hay que sacar a los pueblos, dados sus extravíos y malformaciones.
99 Cfr. La inteligencia en la torre. Razón y misterio en la Ilustración leibniziana, (Universidad Politécnica, valencia 2001).
62
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
sagrados, practicadas por los admirables occidentales, produciendo verdaderas catástrofes si no guerras de religión por aquellos ya no tan lejanos
parajes. El problema hermenéutico de los libros sagrados ha provocado años
y años de guerras de religión no menos que el problema hermenéutico de las
Constituciones políticas.
Y esto no puedo decirlo aquí más que sucintamente, pero debo decirlo. El
problema exegético del NT es la mayor fuente de dificultades para un entendimiento ilustrado de Iglesia y Estado en los países de tradición más o menos
implícita católica o anticatólica (que viene a ser lo mismo desde el punto de
vista de los “tics” o esquemas mentales). Pues el problema, desde el punto
de vista de la teología, llega al fondo, porque llega hasta una cuestión capital
de Cristología sobre la inteligencia humana del Verbo divino hecho verdaderamente hombre: Es decir, a ver si tenía que sabérselo absolutamente todo
(cosa que es imposible en una inteligencia verdaderamente humana) o tenía
que tener las limitaciones propias de un hombre serio y capaz de su tiempo,
y a ver si en el N.T. nos encontramos además con dichas limitaciones arropadas o envueltas con las limitaciones de los que recogían sus palabras y las de
los que recogían las palabras de quienes primero las oyeron. Dije una vez en
público que el catolicismo, como consecuencia del Concilio Vaticano IIº y el
complejo europeo sureño de inferioridad, se ha embarcado en un fenómeno
de regresión como consecuencia de haberse protestantizado con el biblicismo
en metodología cambiando el orden de las Fuentes y anteponiendo prácticamente la bíblica a la experiencial de la Fe. Aprovecho la ocasión de repetirlo
para vender un poco de libertad y ayudar a salvar la fe sin destruir la inteligencia. Para centrar la cosa.
Y es que la Ilustración leibniziana y lessinguiana eran catolizantes en este
punto, y se atenían en esto como en situaciones paralelas a la tradición oral
y a la experiencia del género humano. No creían en la conquista filológica
del sentido común sino en la transformación, incluso en la transcreación (que
incluye el cambio de planteamiento como intensificación de fidelidad a la
tradición) de la intención originaria de la revelación pasando de experiencia
en experiencia, es decir, de experiencia de intención cristiana en experiencia
de intención cristiana.
(6) El principio del progreso mediante la comprensión imponía la
concepción gradual de los cambios y el principio de las composibilidades. La
gradualidad, los grados en la enseñanza quedó como una marca de la Ilustración en el sistema escolar europeo. Se trata de gradualidad social y por cierto
tanto de gradualidad intelectual como moral. La Ilustración del XVII y XVIII
riñó su batalla en este sentido. La Ilustración escocesa pugnó por mantenerse
atenida a los criterios de humanidad, de progreso en humanidad. Luigi Turco
ha mostrado la lucha entre Lord Kames, que quiere orientar la Ilustración
escocesa hacia la nueva ciencia inglesa de Newton y Locke, y entre Dugald
Stewart que quiere mantener el interés predominante escocés y su dirección
hacia las ciencias morales y sociales. A esos temas morales y sociales, “Hume
63
Cuadernos Oriente - Occidente
seemed indifferent”. 100 Newton estaba lleno de supersticiones, como Sánchez
Ron acaba de mostrar con la edición del libro de Newton sobre el templo de
Salomón. Y Locke practicaba el aplazamiento de la puesta en práctica de la
justicia, o sea del tomar en cuenta el interés inmediato de las necesidades
elementales.
Frente a esta táctica de la que llama Reinhard Brandt “una cultura del temblor y del aplazamiento” de las consecuencias políticas de una Ilustración
para el pueblo, 101 la metafísica leibniziana de la Ilustración de Lessing (y de
Shaftesbury) urge el concepto de composibilidad. La naturaleza humana, en
virtud de su inteligencia imaginativa soporta con dificultad el aplazamiento
de los posibles ya realizables y por ello apremiantes. Las cosas que son ya
posibles se llaman las unas a las otras y como quien dice son exigidas por el
sistema que natural y objetivamente constituyen: llaman y atraen al composible. Y ese sistema educa las sensibilidades y las inteligencias a que se
obedezcan a sí mismas. Y esa obediencia a sí misma es una forma de conciencia de la educación desde dentro, y resulta imparable. Es inútil intentar la
realización de lo que, hoy y aquí, es aún irrealizable; para eso existen símbolos que mantienen esperanzas. Pero lo objetivamente realizable, por más que
su entrada en la circunstancia altere sus alrededores al hacerse su realidad
efectiva, está llamando a las puertas de la existencia con toda la violencia de
lo que quiere ser. La Ilustración frustrada desembocará a medio plazo en las
revoluciones del XIX.
(7) La concepción evolutiva pedagógicamente no es compatible con
la concepción del poder como un factor de una pieza. Entre el poder político y
el poder de persuasión, la Ilustración escocesa y shaftesburyana, la de LeibnizLessing escogen el poder de persuasión. (Esto explica la retracción de no pocos
ilustrados una vez se entró, o entra, en fase de revolución: no les interesa el
método, y el método es el todo cuando no se cree en el sistema cerrado a las
sorpresas, es decir, no abierto. Sin perder de vista que la revolución no toma
siempre la misma forma ni la retracción tampoco; la libertad se puede perder
de muchas maneras y se puede intentar anularla de muchas maneras).
Pero las Iglesias europeas no saben vivir fuera del área del poder. Y contra lo
que suele pensarse en España, ello no es una característica de nuestra historia moderna y contemporánea. Las Iglesias protestantes escandinavas son
religión de Estado, con todas las ventajas de todo orden que ello conlleva.
La Iglesia anglicana es la religión del Estado. Los británicos que se opusieron
a este hecho con todas sus consecuencias, no se fueron al ateísmo, sino a
una forma de cristianismo que transmitiera más verídica y auténticamente la
esencia de la actitud cristiana, según ellos. Y tal vez sean los que se pusieron
en trance de acertar. Los países de la Europa oriental ven en la forma oriental
de cristianismo su religión nacional. Las ventajas de todo orden (menos de
uno, como veremos) que reporta el quedarse a la sombra del poder constitu100 Cfr. Ilustración e Ilustraciones, p.16.
101 Cfr. Ilustración e Ilustraciones, p.24
64
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
cionalmente como Iglesias de Estado, no son fáciles de denunciar, porque la
picaresca diplomática ha creado una red de usos corteses que dan a la Iglesia,
en Francia por ejemplo, una situación muy privilegiada, dado que, por laico
que sea un Gobierno francés, ve en la cultura y apostolado católicos de Francia avanzadillas de la cultura francesa, además del morbo que les da a los
franceses que se dicen ateos entenderse con un “Curé” o con una “Mère de la
Charité”, como le pasaba a Léon Blume. Y en esto, la que dicen Santa Sede
juega con arte. Cosas de este tipo fino no son posibles en esta Casa española
que da en modales rudos.
Las Iglesias cristianas europeas no han aprendido a vivir en el clima de la
libertad civil y no dan la impresión de estar persuadidas de que la doctrina
del mundo y de la vida que predican lleva en sí toda la posibilidad de convicción que puede llevar el Verbo. La mecánica psicológica de las almas está
acostumbrada a los apoyos del poder de modo múltiple, y tiene que soportar
la mirada no admiradora de la inteligencia pura y de los corazones puros.
No quisiera afirmarlo como un manifiesto, pero estoy persuadido de que la
teología occidental (la occidental) está deformada en sus planteamientos por
las mil sombras del poder de que disfrutó y de su mentalidad. Necesita una
Ilustración tan radical como tal vez sencilla y franciscana.
(8) Igualmente, las Iglesias europeas no supieron educar a sus juventudes en el mundo común, en el de todos; es como si no creyeran en la ventaja de su fe a campo abierto. En lugar de una educación de la juventud según
la metáfora de la masa y el fermento, se prefirió proyectar ya en el mundo
actual la metáfora escatológica del juicio final que separa a los corderos de
los cabritos.
Los colegios y universidades confesionales han configurado separatistamente
la presencia de la fe en el mundo, poniéndose de ese modo ésta a sí misma
una objeción muy sensible de desconfianza en la fe misma. Luego surgió en
los países de antigua Cristiandad, un talante que no deja de hacerse valer aun
hoy: el de la conquista del Estado.
(9) Para la Ilustración fuerte e intensa, la frustrada, de Leibniz y
Shaftesbury, la de Lessing, hay un criterio de crecimiento moral y un criterio
en la exégesis de la revelación y sus fuentes: la verdadera humanidad de Dios.
La verdadera divinidad de Cristo es el fundamento de la intensidad con que se
entra en juego en todo lo que hace a la dignidad de todo hombre. Para esta
Ilustración, que habría que llamar aristotélicamente “la que se busca”, las
religiones de revelación, igual que los nacionalismos con que se mezclan, son
“parroquiales” –para decirlo con el lenguaje de Toynbee--, y la educación de
tal Ilustración es una educación que impide la glorificación política del folklore tanto como cultiva su historia, sus formas y sus significados en dirección a
la humanidad común.
Las religiones de revelación que conocemos no se han caracterizado ni mucho menos por ser desbordamientos de humanidad, y sus literaturas, además
65
Cuadernos Oriente - Occidente
de sus comportamientos, abundan en episodios poco ejemplares cuando no
en atrocidades. Vale la pena recordar ahora la lentitud y premiosidad de la
evolución moral del género humano, pero hay que acordarse también de que
a la esencia de humanidad han llegado en diversas formas pueblos de otras
revelaciones o marginados de revelaciones históricas visibles. Una religión
atenta a la racionalidad inmanente que lleva, no debería olvidar nunca que
trata con gentes que también han oído el nombre de Dios y han advertido en
el amor al prójimo la esencia de la racionalidad social.
La Ilustración enfrentó diversamente el diálogo con la religión. Leibniz y Lessing, no sin ayuda de Espinosa, advirtieron que hay una escala que partiendo
de los anecdotarios parroquiales de la revelación de un determinado grupo,
pasa luego por la meditación y formulación teológica y puede ir a parar a una
especulación metafísico-mística que responde a experiencias de trascendencia muy comunes a los hombres, muy comunicables y muy aunadoras. En ese
nivel se tiene la sensación creciente de que todo es lo mismo, es decir, de que
la razón de ser del Universo es una, de que Dios es uno y la salvación es una.
Gerhard Wehr acaba de publicar una introducción a la Mística europea desde
Orígenes a la mística moderna más o menos disimulada. 102 En ese libro caben
muy bien las filosofías místicas orientales que están exponiendo Chantal Maillard, el valenciano Juan Arnau y el catalán Oscar Pujol.
Las grandes civilizaciones orientales –el hinduismo y el budismo en sus diversas formas, desde el Japón a Indonesia, pasando por Corea y China, el Tíbet
y la India, Indochina, Malasia e Indonesia, ese gran arco geopolítico—están
entrando masivamente en contacto con Occidente. Imparable, intrincado, a
todos los niveles. Hace un mes decía un ex ministro de Singapur, en un Congreso Oriente-Occidente que se celebraba en Barcelona, que el peligro mayor
de Oriente venía de la religión, sobre todo del reflejo de las religiones abrahamíticas, que son camineras, conquistadoras y se tienen por infalibles históricamente en su empeño, porque están seguras de dominar el final judicial
de la Historia. Los errores que hemos acumulado los occidentales en Asia son
innumerables y de proporciones insuperables incluso en los últimos tiempos;
recuerden de una gran autoridad moral y cultural de Occidente que, no hace
más de veinte años, en un viaje por Asia decía y repetía hasta la saciedad que
el budismo es un ateísmo. Tan grande y ofensivo disparate sólo podía salir de
un tan voluntarioso cuan ignorante juicio sobre la idea de lo divino.
El futuro depende de que una filosofía más bien descriptiva que dogmática
(dogmática sea en forma literaria y emocional, como lo fue el existencialismo, sea en forma política como lo fue el marxismo) ayude a las religiones a
deshacerse de dogmas sobre el hombre y la historia que llevan a enfrentamientos de civilización, y que lo haga bien, es decir, ayudando a trasladar de
pentagrama la intención que late en el Universo, transcreando las dogmáticas
o ideologías religiosas en un sentido convergente de humanidad, de ayuda
mutua. Es tarea de Ilustración.
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
Si hubiera que ponerle veleta personal para señalar la dirección de la ventolera o ventisca de la historia en que entramos, yo señalaría a Gotthold
Ephraim Lessing: volver a Lessing, tanto para conjurar los peligros inagotables
de cerrazón en la filología y hermenéutica de los libros sagrados como para
establecer el criterio universal de entendimiento de los mismos. Religión e
Ilustración en permanente conversación comprensiva y no declamatoria ni
apologética ni servil ni parcial pueden ser el mejor método de la paz.
III ª Parte
De la unidad de revelaciones y vidas en los hombres
PRELIMINAR
Emancipación y liberación requieren independencia en el conocer y autonomía en la disposición de tiempo. Las dependencias en el conocer condenan a
enajenaciones y al paro de fondo, más aún que al atraso. Y los racionamientos
de tiempo acaban por confundir y desesperar. 103
Con una idea del hombre que haga imposible la vida, se ata bien corto. Pudiera haber sido necesario alguna vez [el atar corto], pero siempre hará falta
soltarse. (Dame visión propia y tiempo vario y te diré quién soy).
Hablaremos sólo de la sana emancipación en relación con la independencia
en el conocer. Se dice sana cuando sabe desprenderse bien de lo innecesario
y tomarse bien lo necesario.
La idea de revelación trae al recuerdo senderos y maestros. Fijar aquéllos y
agradecer a éstos, es faena de filosofía. Nos conviene recordar pues ahora a
Heráclito y Aristóteles, al Yavista y a Isaías, a san Juan y al autor de la Carta
a los Hebreos, a Clemente Alejandrino y a Plotino, a Maimónides y Avicena, a
Espinosa y a Leibniz: a Lessing, a Simone Weil (una mujer finalmente en proscenio) y a los anónimos. En ella y en ellos se aprende a reunir a los antiguos
[más antiguos] (pampalaîoi) con las necesidades y posibilidades de la vida en
curso. Falta hace.
Si pudiera ilustrar con viñeta esta entradilla, pondría fuente de caño en piedra y, al pie, unos cuantos botijos. 104
102 Gerhard Wehr, Europäische Mystik, Panorama Verlag. Rudolf Steiner, Martin
Buber, Von Baltasar, Hermann Hesse…).
103 Sobre la falta de tiempo, cfr. Leibniz, Nouveaux Essais, IV, c.XX, &2: “Cuando hablo de falta de pruebas, me refiero también a las que se podría encontrar si
se dispusiera de los medios y las facilidades para ello...”. Ib. &5: “En cuanto a la
falta de capacidad, de eso hay tal vez menos de lo que se piensa; creo que el buen
sentido junto con aplicación pueden bastar para todo lo que no exija prontitud...”- En un soneto confiesa Petrarca: “Me faltó vigor, y tiempo”. Habla Santayana de
quienes son capaces de suspender las propias fatigas irracionales con bastante
tiempo para echar una mirada alrededor...” Aristóteles dijo por todos: “Un filósofo
ha de tener tiempo (cfr. J.M.Zemb, Aristóteles. RoRoRo, 1983, p.27). Cfr. también
Riccardo Mariani, Abitazione e città..., p.178.
104 A María Zambrano le pedía yo una ontología para su metafísica mística; era
66
67
Cuadernos Oriente - Occidente
1. En todo lo individual hay una dimensión de fondo por lo que la cosa es
lo que es, desde sí misma. Por esa dimensión de fondo es de su propiedad:
inaccesible, irreductible, inagotable. El fondo de los vivientes es vitalidad,
capacidad ilimitada de vida. Y la revelación se relaciona con el fondo.
2. La antropología tricotómica (cuerpo, alma, espíritu; fondo, forma, expresión) puede dar razón más adecuadamente de los modos o zonas de la realidad
que en el hombre se divisan.
3. El fondo se hace sensible en la forma y ésta se hace sentir en la múltiple
expresión. Mas no hay frontera ni límite claro entre fondo, forma y expresión; son modos de ser del mismo todo individual. Hay circulación.
4. Por eso, la forma es tan profunda y tan interior como el fondo. Superficie,
movimiento, son fenómenos densos de ser. Añoramos un fondo, una trascendencia, una cosa “en sí” que es puramente metáfora de realidad. El sujeto es
fontanal y, así, “fonomenóforo” y aun “fenómenofabril”.
5. (En el fondo reside la independencia; en la forma, el poder. La expresión
se queda con las epopeyas del fracaso).
El fondo trans-es. La forma se transforma sin límites previsibles. La expresión
se agota, doloridamente.
6. Y en ese todo y circulación tricotómico, ¿dónde está el sujeto? ¿Cuál es su
lugar propio y fijo? Los cazadores de sujetos quisieran saberlo. Mas, lo del
sujeto es desplazarse. O reaccionar desplazándose. Cada individuo viene caracterizado por unas coordinadas habituales entre fondo, forma y expresión.
Pero el sujeto va y viene; poza y sale, se da en forma. En ocasiones se anima
y hunde. Puede quedarse en el fondo sin poder o sin querer salir.
Infiernos. Paraísos.
7. Los fondos son fuerza pura. Continua y entera, pues. Emiten visión y vida,
visión para vivir. Böhme: El fondo sale y sube. Si sale, en el fondo estaba; si
sube, es que realmente sale. Cuando sale resulta forma expresiva.
8. Por eso, creación y revelación van juntas. Crear es encender la luz. El
judaísmo quiere decir eso con el sábado (Rosezwig). Y el cristianismo, con el
domingo.
9. El individuo está a la escucha de sus fondos. Pero la infinitud/finita en
desenvoltura y acumulación, que es el hombre, está por fuerza en el tiempo.
El presupuesto de la unidad es la comunidad de fondos y de revelación.
Se diría contradictorio.
10. Todas las naciones tuvieron revelación. Más aún, los profetas judíos profetizaron para los gentiles también, y los gentiles profetizaron para los judíos
la frontera de nuestras tensiones. Algo de esa ontología hay en estas páginas.
68
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
también (Espinosa). El fondo alumbra auroras, salidas a la plena luz.
¿Puede ser que hayan oído y que no se hayan enterado todavía?
Puede. ¿Puede ser que oyeran y que se hayan dado tanto que se encuentren
como exhaustos y extinguidos, con el mero espíritu de la forma que fueron?
Puede.
11. Las revelaciones son propiedad del individuo y la sociedad en quienes
brotan. Las administraron corporaciones religiosas, muchas veces; beneficiarias más que beneméritas. Las hace suyas quien las entiende y las acoge. Las
religiones-Estado aceptarán esto con dificultad. Pero hasta las Iglesias administran hoy misterio que es por naturaleza anterior a ellas mismas.
12. La revelación lo es de totalidad: impresiones globales, mundos, panoramas. Es inmediata, se hace sentir como tal por la sociedad, que se reconoce
a fondo en ella. Por eso, tan fácilmente, se convierte en nacional, en religión
nacionalizada o nación religiosa.
13. El proceso de revelación puede contemplarse y describirse, pero está en
el orden y clima de lo infinitesimal.
14. Por ejemplo, entre fondo y figura se encuentra la forma. Y entre fondo
y forma, preformaciones de diversa índole. Como entre forma y figura, prefiguraciones.
La figura está en el fondo en sus primeros e iniciales movimientos. Descubrimiento de imagen generadora de pensamiento. 105
15. El análisis y la síntesis que se empeñan en ser exhaustivos, jamás llegarán
al fondo; se perderán. “Para entender hay que pararse”, decía el Filósofo.
¿Cuándo, dónde? En un momento dado, obtendrá la figura su aspecto claro y
útil para lo que verdaderamente interesa según las necesidades y posibilidades del sujeto.
En la ocasión y momento elegidos, se lo juega todo el alma. Mas, tendrá que
acordarse de que hubo de pararse.
16. La forma es realización de relaciones.
Hay algo de milagroso en la unidad e infinitud de toda forma, que no se produce sin la actividad de quien hace el fenómeno o presencia, que es la cosa.
17. Por razón de su origen y de su configuración, la revelación puede presentarse en formas muy diversas: alocución interior o exterior, sueño, chispa que
salta de visión o de diálogo, un caer en la cuenta... Forma literaria u oral.
Delfos sentencioso, Jeremías ampuloso... Una semilla contiene un bosque; y
un puñado de historias de los hassidim, la filosofía de Buber y otras más, tal
vez. Las formas de la inteligencia son ilimitadas y superan a la multitud de
las formas naturales.
105 He alterado el orden de los tres momentos: fondo, forma, figura. Creo que
en la primera redacción cometí inadvertidamente un error.
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Cuadernos Oriente - Occidente
18. La verdad de una revelación reside en el fondo y en sus figuras. En las
formas está su belleza y su utilidad, su bondad, y así luego su verdad.
En cuanto a formas hay que guiarse por los frutos, sin contemplaciones. Por
ejemplo: la figura de la unión firme de varón y mujer, es verdadera, pero el
sistema capaz de humillar a una pareja o a sus hijos naturales, es falso, y esos
niños deben saber que ese sistema o religión es malo. Et sic de coeteris.
19. El fondo, las figuras se resisten a ser objeto de argumentación. Su condición es de ofrecerse de quienes sientan la honrada incomodidad que los lleva
a contemplar la posibilidad de que las cosas sean de un modo que antes no
se figuraba nadie.
(Del fondo hay que recibirlo todo, sin miedo. El fallo está en la forma.)
La revelación es la prueba de sí misma.
Es la contemplación lo que da qué pensar y lleva a pensar.
20. Los administradores de la forma disfrutan con las tijeras. Todo empezó
para muchos acortando las [plurimétricas] colas de los cardenales (el gusto de
la racionalidad empieza a hacerse sentir por la periferia de las cosas). Pero
las tijeras se desfondan en la luz, en el agua y el aire.
21. Lo que en la revelación se ofrece a la intuición, a la conciencia, es sólo y
siempre figura de humanidad.
22. El contenido de la figura esencial de humanidad es destino: sentimiento
asombrado de sí en situación, sentimiento de sí mismo vinculado a otros y
con otros. Adán, Caín, Enoc, Melquisedec, Abrahán, Job...Ifigenia, Electra,
Antígona, Ulises, Edipo... Pueblo, exilio, templo, ley, desaparición [Elías],
resurrección, lucha final...
23. De modo que toda intuición de humanidad esencial, o destino, tiene un a
priori: el marco de relaciones humanas vinculadas [recíprocamente].
24. Las relaciones humanas se cruzan en el tiempo. Sucesiones y constelaciones dan filiación y paternidad, fraternidad, autoridad, salvaciones y redenciones, renacimientos, soledad, olvido, perdición, sufrimiento inocente, culpa ritual y demás variaciones, y otros avatares de destino y situación límite.
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
27. En esas figuras y formas se va depositando y criando la miel de la experiencia humana y, en ella, toda posibilidad de comprensión saludable. Cada
sociedad con su tarrito. Es agravio grave el desconocerlo e ir con el asombroso
cuento de que, en punto a revelación e intuición esencial de humanidad, sólo
la nuestra ofrece garantías. ¡Ahí está el hombre todavía!
28. La intuición esencial de humanidad oscila, al contemplar a los individuos
y su multiplicidad, entre verlos en fusión panteísta o en abisal distancia razonada incluso. La historia más íntima es la que nos describe el sentimiento
de distancia o de asistencia, con sus variedades, entre los hombres, en las
diversas sociedades.
29. Unos cuantos hombres --en estas cosas es difícil incluso aproximadamente
decir cuántos-- van viendo desde hace siglos --también resulta difícil concretar fechas --que una humanidad emancipada y liberada tendría que realizar
su unidad de vida social dando de sí una variedad creciente de formas de
igualdad. Se siente más insoportablemente cada día el desfogue de la arbitrariedad contra la vida.
30. Algunos de esos hombres (de quienes se diría que poco cabría esperarlo)
señalaron que el misterio de la Santísima Trinidad, al revelar que lo divino en
su vida es tan plural como uno, apuntaba en dirección sana y elevante para
los conceptos antropológicos y sociales.
31. Que la vida divina sea plural, venga de donde venga esa sospecha --y viene
de muchas vertientes-- es ocurrencia audaz, tanto en cabeza griega como en
judía. La multiplicidad en fiesta deja ver algo de lo que sería la multiplicidad
en unidad, en justicia. Pero de la multiplicidad a la forma vital de unidad,
va tanto trecho que habría que pensar en varias Historias Universales. Mas,
tiempo habrá, seguro ([Lessing], Hermann Cohen).
Audaces, con todo, no faltaron. Imposible que faltaran.
32. Otra vez el sabio que lo viera todo en figura de número, tendría razón. En
el fondo de todo problema político o humano hay una cuestión de números,
de proporción y razón interior, de logos.
25. La figura suprema de relación humana es la amistad. Las demás formas están llamadas en el mejor de los casos a descubrir su propia esencia amigable.
“No os llamaré siervos, sino amigos”.
33. Las figuras de revelación, pues, en el fondo han de venir a decir lo mismo: que encuentren los hombres formas de unión eficaz y vital, formas de
asistirse los unos a los otros. Habría que hacerlas hablar, a las revelaciones
aparentemente más diversas, en esa dirección.
26. Claro que las diversas figuras de humanidad dan de sí todos los colores del
paisaje y toda la carga de la herencia, pues se reciben vividas. Acaban por
parecer formas de vida brotadas de dioses contrarios. Hay revelaciones que
parecen decir: “odia, persigue, condena”. Y se cumple el mandamiento; [a
veces, el hombre es muy cumplidor].
Desvarío y desvío sacrosanto.
34. Pero hay un inconveniente prácticamente insuperable: el presunto monopolio de revelación por parte de judíos y cristianos. El judeocristianismo
pretende controlar las fuentes de información trascendentes, además de los
almacenes de bendición. Éste es hoy el problema mayor de la Humanidad: es
el obstáculo mayor imaginable de cuantos impiden que todo hombre pueda
hablar por sí mismo, es decir, empezar a ser y a ser tenido por hombre.
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Cuadernos Oriente - Occidente
Sobre revelaciones religiosas y filosofía
35. Y sin embargo, las fuentes judeocristianas hablaron de revelación primordial.
cuando se abordan. ¡Gran colaborador el mendigo de todas las clases sociales!
¡Igual que el resistente y el mártir!
36. Diabluras hicieron las ortodoxias para desvirtuar la revelación primordial
o incluso mostrar perversa a la revelación de las gentes. Enoc, Noé, Cam,
Melquisedec..., habrían pasado sin dejar rastro, rastro apreciable, o rastro
aprovechable alguno... Rastros, en todo caso, poco claros, donde la revelación bíblica, en cambio, estaría tan clara, tan providencialmente clara...
43. Y el caso es que en otras revelaciones (Egipto, Fenicia, Grecia, Irán…)
había y hay figuras y formas de humanidad mejor vistas que en la revelación
judía y en la cristiana. Y lo que es más, mejor sentidas y vividas. Y seguro que
están brotando hoy figuras, incluso en inesperados rincones.
37. Porque, ¿cómo va a transmitirse una figura de revelación a lo largo de
cientos de miles de años?
En efecto; imposible demostrar la transmisión. Tanto como la imposibilidad
de transmisión.
Cuanto entró en la historia está en régimen de contagio y cofermentación: en
vivo, o vivificable, juego mutuo.
38. Decisivo es que las figuras brotan. La vida empieza siempre con la vida
y desde vidas.
39. La revelación forma parte de la estructura de la vida y el conocimiento.
Primordial absolutamente fue la metáfora del todo y del destino, donde se
abrigó y amparó el primer Robinsón. Mas, primordial es cuanto alumbra nuevo
comienzo.
40. La idea de revelación primordial expresa primariamente el hecho de que
todos estamos en revelación, y en revelación ya vivida, y de que por tanto la
historia universal es un diálogo de revelaciones. ¿Cómo van a hablar a fondo
dos sociedades de las cuales la una oyó hablar a Dios y la otra sólo oyó hablar
de Dios?
Dijo el Filósofo a favor de la democracia: Ya que gobernantes y aristócratas
hablan todo lo que quieren, justo es que hablen todos los ineptos.
41. Pugnas de primogenitura y predilección, infantilismos sanguinarios. Un día
se extinguirán, de pura falta de felicidad, los exclusivismos, y se colmará todo
de la alegría de la diversidad profunda. El hombre está aún lejos de sí mismo.
44. Ya se produjeron desde antiguo decisivas confluencias de revelaciones. Lo
helenista y lo judío-cristiano suelen las más veces rechazarse recíprocamente
como abominación y nefasto, respectivamente. Y se expurga cada uno en
busca de la autenticidad y peculiaridad.
45. Mas, debe de haber habido muchas más confluencias que las notadas, y
las seguirá habiendo mientras siga Dios vivo, de hilillos casi invisibles de agua
pura. ¿Qué es lo grande y lo pequeño en estas cosas? ¿Qué puede salir de un
grano y adónde podrá llevar un rastro?
46. Hubo y habrá siempre almas grandes que reconocen que el agua es agua.
Plotino intentó llegar al Indo para aprender a ver el Uno. Judá Magnes se
volvió de Jerusalén a Gandi cuando advirtió en peligro su pacifismo. Y entre
ellos, ¡cuántos hombres sin miedo a cruzar destino!
47. El “semelismo” o escatologismo simple se encierra en la anécdota y se
arma del estupendo alambique exegético, dispuesto al más lamentable sacrificio propio y ajeno: el del buen sentido en aras del propio privilegio.
48. La ingenuidad, administrándose ya sin inocencia, sigue pintando al Niño
Jesús de negrito o chinito. La humillación de pueblos delicados y nobles ridiculiza a Dios.
49. La emancipación de fondo presupone la propiedad de la revelación. Dios
está aquí, cantan todos los pueblos a pulmón lleno.
Revelación y ajeno son conceptos contradictorios.
Aparecerá cada uno con su voz y el mundo será otra cosa.
42. Lo que sucedió es que una secta de la religión más eficaz del mundo
conquistó por conversión al Imperio más eficaz del mundo. Se entendieron sólidamente a las mil maravillas (desengañémonos de todo eso de leones y circos) y dejaron casi mudas a las naciones: sabinos, ligures, etruscos…, iberos,
sículos, bereberes…, celtas, germanos, eslavos…, chinos, indios, africanos…
Con disciplinada severidad fueron tratados judíos y cristianos disidentes. Mujer judía hubo de ser quien denunciara esa alianza providencial (providencial
es seriamente todo lo que pasa). Mujer judía con aguantadas ganas de probar
misterios cristianos, pero bebedora en fuente griega. Quedaba el mundo entero desarraigado de veras y no en metáfora de multinacional: desarraigado
por arriba, desarraigado de su propia revelación. Expolios de los hombres
50. Judaísmo y cristianismo son algo más que sus formas convencionales. El
judío errante lo ha presenciado todo, hasta anteayer, desde el arroyo; el cristiano, instalado en la tronera. Encontrarán sitio en el nuevo coro.
Así habló Zaratustra. Así habló Orfeo. Así habló Buda. Así habló Jesús.
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NOTAS.
(1) El origen de este trabajo es el encargo que se me hizo de exponer en cien
páginas de manera ilustrada lo que es el cristianismo. Preparé la respuesta,
pero no creí conveniente publicarla entonces. Para que no anduviese todo el
esfuerzo perdido, redacté al modo lessinguiano, estas notas que pretenden
situar al cristianismo en el concierto providencial de los pueblos reconociéndole la particularidad teológica pero no la exclusividad. Ahora, años después,
veo que fue un acierto dar así la respuesta. El cristianismo, como el judaísmo
y el islamismo, están profundamente enfermos de neurosis de primogenitura;
la traen desde Abrahán y los pleitos entre sus mujeres e hijos, pleitos que
se trasiegan de generación en generación y que les ciegan para oír a Dios
en otras melodías. No son capaces de advertir ya con qué tranquilidad de
conciencia se les pone en su sitio por gobernantes cristianos independientes
o bien agnósticos “oficiales”. El arrastre histórico del cristianismo es el enemigo mayor del cristianismo; encontrar la sencillez del Padre Nuestro y de las
Bienaventuranzas es su verdadera posibilidad.
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CASA ASIA
ALTO PATRONATO
Coordinación: Gaëlle Patin Laloy
Diseño y maquetación: Ingogroup
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