Posición de la Sociedad Civil del PERU más allá de Río+20. Las organizaciones de la sociedad civil comprometidas en generar debate, propuestas y soluciones en torno a la problemática social y ecológica por la que atraviesa el planeta, alcanzamos al Gobierno Peruano y a la ciudadanía una serie de planteamientos hacia a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, “Río +20”. Esperamos que los mismos sean tomados en cuenta para las posiciones que llevará el Perú a las negociaciones con otros Estados, y sirvan a la elaboración del informe País a Río+20. 1. Aspectos Generales: 1.1 Balance crítico de los 20 años A 20 años de la Cumbre de la Tierra estamos muy lejos de haber logrado el “desarrollo sostenible” acordado en el año 1992: las brechas sociales y el problema ecológico en el mundo han adquirido caracteres dramáticos. Si bien la tendencia global en los últimos años ha significado una mejora en términos del índice de desarrollo humano (IDH) en diversos países, existen otros tipos de indicadores que nos dicen que este desarrollo esconde muchas inequidades en términos sociales, económicos y ambientales. Es así que, la distribución de los ingresos entre ricos y pobres ha empeorado en todas las regiones del mundo -entre ellas, América Latina que sigue siendo la más desigual de todas-, demostrando que las crisis económicas no afectan a los que más tienen, sino por el contrario van acumulando mayor riqueza en detrimento de las poblaciones rurales y urbanas que viven en condiciones críticas. Esta situación afecta a casi todos los países del mundo donde los indicadores de desarrollo humano se ven disminuidos al considerar la distribución inequitativa de la riqueza. Lo mismo sucede cuando hablamos en términos ambientales, en que los patrones de producción y de consumo, sostenidos por el crecimiento económico irracional, nos han llevado a una situación de degradación de la naturaleza, acompañada del calentamiento global y de amenaza a la disponibilidad y calidad de recursos tan importantes como el agua, además de una mayor vulnerabilidad a los desastres. Ya hemos superado en 50% la capacidad que tiene el planeta para producir lo necesario para la vida de los seres humanos y para regenerarse, pero las 1 responsabilidades de esta situación no son las mismas: los habitantes de los países con mayores ingresos, consumen más allá de lo necesario para satisfacer las necesidades básicas, dejando una huella ecológica- es decir, el impacto sobre los ecosistemas del planeta generado por la demanda humana de recursos naturales en relación a su capacidad de regeneración - 3 veces mayor que las personas de ingresos medios y 5 veces mayor a las de ingresos más bajos. Según este indicador clave de la sostenibilidad, se ha estimado en 1,8 has. la biocapacidad del planeta por cada habitante. Sin embargo, al 2005, el consumo medio global por habitante y año era de 2,7 hectáreas, por lo que estamos consumiendo más recursos y generando más residuos de los que el planeta puede generar y admitir. En el caso del Perú es 1.6 hectáreas, inferior al global , a Ecuador (2.2 has), Bolivia (2.1 has) y Colombia (1.8 has). Por tal motivo, es urgente cambiar el actual paradigma, ya que de lo contrario, la sociedad en su conjunto podría verse afectada ante la actual y futura amenaza que pende sobre la biodiversidad y los ecosistemas. Estamos muy lejos de haber logrado el “desarrollo sostenible” acordado en Río de Janeiro durante la Cumbre de la Tierra del año 92. No obstante, sin haber examinado las causas profundas de este fracaso, hoy se propone una concepción de “economía verde” que pretende convertirse en una solución sin encarar el fondo del problema originado por una concepción imperante que sigue priorizando el crecimiento sobre la equidad social y sostenibilidad ambiental, confundiendo el “aumento del PBI” con “bienestar” general. Tal como señala el reciente Informe del Panel de Alto nivel sobre Sostenibilidad global (“Resilient people/Resilient Planet: a Future Worth Choosing) del Secretario General de las Naciones Unidas, “los pueblos del mundo no tolerarán la continua devastación ambiental o la persistente desigualdad que ofende profundamente los principios universales de justicia social” (acp .5) (...) “el modelo global actual de desarrollo es insostenible” (acp -8) No es momento de engañarnos sino de abrir los ojos antes de que sea demasiado tarde. En nuestro país, más allá de los avances en la creación de institucionalidad ambiental, los indicadores muestran la profundización del modelo extractivista caracterizado por la apropiación intensa y masiva de recursos naturales, con altos costos sociales, culturales y ambientales. Vemos, por ejemplo, cómo la promoción de la minería ha provocado un tremendo crecimiento de las concesiones mineras en los territorios andinos, pasando de 2 millones de Has. en 1991 a 24 millones de Has en el 2011. Por otro lado, más del 50% del territorio amazónico se encuentra 2 concesionado como lotes de hidrocarburos, los cuales se sobreponen sobre áreas naturales protegidas y territorios indígenas acrecentando conflictos entre pueblos indígenas y petroleras. En ambos sectores – minería e hidrocarburos – los impactos sociales y ambientales son desproporcionados al monto de la inversión. Asimismo, en 20 años de aplicación del modelo neoliberal, los impactos han sido negativos en el crecimiento del salario real de los trabajadores o en la desregulación del mercado de trabajo lo que generó un debilitamiento del sector sindical. Este modelo aumentó la desigualdad - ejecutivos del sector minero o financiero pueden tener un ingreso mensual de hasta 20 veces más que el de un obrero - y no puede autosostenerse en el tiempo dado que su crecimiento depende de factores externos como el alto precio de los minerales. A nivel continental vemos a los gobiernos latinoamericanos, incluso los que proclaman ser progresistas, en un apuesta neo-extractivista, que profundiza el modelo primario-exportador, altamente contaminante, en lugar de apostar por modelos que busquen un verdadero desarrollo sostenible. Río+20 debe revisar, monitorear y exigir el cumplimiento de parte de los países del Norte de proveer el 0.7% del producto nacional bruto en forma de Ayuda Oficial al Desarrollo como fue establecido en la Conferencia de Monterrey y reiterado en numerosas otras conferencias internacionales. Asimismo, concretar la transferencia de recursos significativos, adicionales y predecibles a nuestros países para encarar un Cambio Climático que no hemos generado. Los compromisos internacionales pactados en Rio 92 y Johannesburgo 2002, promovidos por la ONU y suscritos por los Jefes de Estado como la Agenda 21, las 3 convenciones sobre Cambio Climático, Biodiversidad y Desertificación, la Declaración de bosques y el Plan de Acción de Johannesburgo, no han avanzado en su cumplimiento para alcanzar el desarrollo sostenible y asegurar el bienestar futuro de las y los ciudadanos del mundo . 1.2 ¿Una Nueva Economía Verde? El Programa de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente, impulsa la propuesta de una Economía Verde basada en el crecimiento económico, y en la premisa de que los recursos naturales constituyen el capital natural. A partir de éste, se generarán nuevas ganancias, re direccionando las inversiones hacia actividades económicas "verdes", entre ellas, la agricultura pesca, energía renovable, industria, construcción, transporte y turismo. Esta propuesta se enlaza con los intereses de grandes empresas trasnacionales y es apoyada por muchos Estados. Sin embargo, desde la sociedad civil la vemos con preocupación, porque 3 representaría una forma de lograr que se mantengan los viejos esquemas de producción, comercio y consumo, convirtiéndose a la vez en una oportunidad para grandes negocios a costa de la naturaleza. La Conferencia de Río+20 quiere legitimar la adopción de un nuevo patrón de crecimiento económico basado en actividades supuestamente más orientadas al desarrollo sostenible que ya ha recibido el apoyo del G20. Sin embargo, la forma en que están planteadas y dirigidas algunas de las propuestas en sectores muy específicos y sensibles –como el cambio de la matriz energética–, no hacen más que replicar las formas extractivistas, constituyendo serias amenazas para los países del Sur. Algunas de estas amenazas serían: i) Incursión de transnacionales en nuevos sectores productivos basados en recursos naturales y monopolización de los mercados, ii) El acaparamiento de tierras por parte de grandes empresas con fines de utilizar grandes extensiones para actividades “verdes”, iii) La reconversión de los sectores Agricultura, Industria y Energía en actividades productivas basadas en la biomasa, iv) Desarrollo de mercados financieros basados en recursos naturales, lo que provocaría que los agentes económicos encuentren nuevos espacios para jugar con la especulación (ej a través de los bonos de carbono), v) Un mayor endeudamiento de nuestros países con una serie de condicionamientos a cambio de dinero y tecnología, y vi) Exacerbación de los problemas generados por la liberalización de los mercados y por la desventaja en la que nuestros países se encuentran históricamente en las relaciones Norte-Sur. Los ciudadanos y ciudadanas sí estamos dispuestos a construir “otra “economía con justicia social y ecológica. Pero no aceptamos que bajo ese concepto, aunque se impulsen algunas medidas necesarias (como el uso de energías renovables) se aliente la mercantilización de la naturaleza con las graves consecuencias que ello implica para el derecho al acceso y uso de los bienes comunes, mientras se dejan intactas las lógicas concentradoras, excluyentes y ambientalmente irresponsables predominantes en la economía global. Una economía con justicia social y ecológica es la que recoge los aportes de numerosas iniciativas que vienen desarrollando ciudadanos y ciudadanas, además de pequeños productores y pueblos indígenas en todo el mundo y que desafían el orden económico actual caracterizado por la depredación de la naturaleza. Es hora de pisar tierra asumiendo compromisos vinculantes y no sólo haciendo ajustes a un modelo depredador que valora más la acumulación de riqueza por pocos que el bienestar total de la sociedad. Coincidimos con el PNUMA en que hay que cambiar el patrón de combustibles fósiles por el de energías renovables y 4 aplicar la ecoeficiencia, pero su propuesta se sigue basando en un modelo en el cual el consumo intensivo y el crecimiento ilimitado son los motores que crean bienes para la sociedad. Además no garantiza de ninguna manera que los beneficiados sean principalmente los que tienen poco o nada. Existe también el peligro de que la mercantilización y valoración de más recursos naturales entregue más poder y control a los grandes actores. Por tal motivo, es necesario cambiar la visión sobre el crecimiento, pasando de un crecimiento ilimitado a uno diferenciado y sostenible que priorice la generación de bienes para todos, entre ellos los que tienen necesidades básicas insatisfechas y que no concentre el poder de la biomasa en una minoría de actores económicos. Frente a la Conferencia de Río+20, las propuestas hacia un nuevo modelo económico con justicia social y ecológica deberían estar basadas en: - - - - El respeto a los derechos humanos y los derechos de la Madre Tierra, para lograr una convivencia sostenible con la naturaleza y la distribución equitativa de la riqueza. Nuevas formas de producción, intercambio y consumo que se mantengan dentro de los límites de la capacidad de carga del planeta y que contribuyan a la conservación de la biodiversidad y la naturaleza. La articulación en todos los sectores económicos hacia y entre pequeñas unidades productivas, generando empleo digno y promoviendo la solidaridad. Compromiso de parte del sector empresarial con el entorno social y ambiental antes que el lucro. Respeto de la diversidad étnica, cultural, generacional y de género. 1.3 Propuestas más allá de Río+20 Es urgente trabajar en la construcción de otras propuestas y rutas hacia el bienestar socio-ecológico, hacia el Buen Vivir, involucrando a las comunidades y pueblos en las decisiones, propuestas que sean diseñadas desde la conciencia de la finitud de los recursos naturales y con la evidencia de que las políticas de crecimiento no necesariamente garantizan la justicia social y ecológica. Es urgente que Naciones Unidas como expresión máxima de la comunidad universal, cuente con la legitimidad indispensable para liderar los cambios que la situación requiere. Ello le exige escuchar el clamor de los pueblos e involucrar a 5 los espacios sub nacionales de gobierno a través de canales eficaces de participación. Consideramos que el principio de la Convención Marco de las Naciones Unidas frente al Cambio Climático (CMNUCC) “responsabilidades comunes pero diferenciadas”, exige que: a) los países industrializados reduzcan drásticamente sus emisiones de gases de efecto invernadero y que se identifiquen y controlen a empresas emisoras procedentes de sus países aunque éstas operen en otra ubicación geográfica, b) cumplan con los sucesivos compromisos de financiamiento pendientes desde Rio 92 c) Se establezcan mecanismos para que los que han generado pasivos ambientales asuman la restauración de los ecosistemas con las debidas sanciones en caso de incumplimiento. Finalmente, debemos insistir en el principio precautorio que exige tomar medidas para evitar un posible daño ambiental. Estos principios deben aplicarse para el conjunto de las actividades económicas. Para lograr lo planteado proponemos criterios de política pública que recogen propuestas elaboradas por diferentes sectores de la sociedad civil organizada (movimiento indígena, movimiento de mujeres, movimiento ciudadano frente al Cambio Climático, organizaciones de promoción del desarrollo, redes ambientales, académicos etc.) . Algunas tienen alcance en los tres niveles del estado peruano y otras en el ámbito internacional 2. Recomendaciones más allá de Río +20 Río +20 debe acordar declarar la existencia de una crisis ambiental calificándola como una situación de emergencia global que requiere del cumplimiento de acuerdos vinculantes como son la reducción drástica de emisiones de gases de efecto invernadero en los países industrializados y de esfuerzos concretos por evitarlas en los países de economías emergentes. Río+ 20 para hacer frente a esta situación de emergencia global, debe acordar prohibir la extracción de petróleo en el mar. Debe declarar zonas intangibles para las actividades extractivas a los glaciares, las cabeceras de cuencas hidrológicas de montaña y los páramos y establecer vallas ambientales y protección a la Amazonía considerándolos como patrimonio ecológico universal, estableciendo mecanismos viables de control y sanción ambiental. 6 Río+20 debe adoptar también mecanismos muy claros para que los estados y los ciudadanos contribuyan eficazmente a cambiar los patrones de producción y consumo imperantes. Reformar el sistema financiero internacional regulando los flujos financieros y promoviendo la justicia tributaria, prohibiendo toda especulación para contrarrestar la volatilidad y reducir los impactos de las crisis internacionales. Eliminar los subsidios a los combustibles fósiles, materias primas, biocombustibles y a sectores que forman parte de la economía marrón, destinando estos recursos a incentivar las actividades que preserven y conserven la biodiversidad y los recursos promoviendo la revolución energética sostenible y renovable. Río +20 debe reconocer como uno de los pilares del desarrollo sostenible los derechos de los diferentes pueblos y el respeto a la interculturalidad. Debe reafirmar el consentimiento previo, libre e informado de los pueblos indígenas y comunidades locales involucrados en inversiones que se realizan en su territorio, de acuerdo con lo establecido en la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas Debe acordar medidas para recuperar y revalorar los conocimientos ancestrales articulándolos con las tecnologías modernas en las estrategias de adaptación y mitigación al Cambio Climático. En Río +20 se debe priorizar las políticas de apoyo a los pequeños agricultores y productores que garanticen la soberanía alimentaria. Reconocer también el rol fundamental que cumplen en asegurar la alimentación de la población y demanda de mercados locales, la conservación de la biodiversidad en un marco de sostenibilidad. Establecer una normatividad y planes de ordenamiento territorial para delimitar dónde es posible o no la explotación de los recursos naturales. Esto debe ir acompañado, en países como el Perú, de una moratoria a nuevas concesiones mineras-hidrocarburíferas y la suspensión de proyectos mineros que comprometan de manera irremediable las fuentes de agua que es el mayor bien común. En Río+20 se deben proponer medidas para asegurar la implementación de monitoreos eficaces de los balances hídrico, energético y de materiales para 7 determinar la factibilidad de las diferentes actividades extractivas e industriales. Asimismo, incentivar la aplicación de normas y certificaciones que garanticen procesos productivos ecoeficientes con sistemas de "Producción más Limpia", incorporación de información del "Ciclo de Vida" de los productos y consideraciones de ecodiseño, entre otros ecoindicadores en un marco de promoción de modelos productivos que busquen reducir los riesgos sobre los seres humanos y el medio ambiente. Supone también fortalecer la autoridad ambiental. En el caso del Perú dándole al Ministerio del Ambiente (MINAM) capacidad de evaluar y autorizar de manera independiente de los ministerios productivos los estudios de impacto ambiental. Cumplimiento, sin ampliaciones de los programas de adecuación y manejo ambiental (PAMAS) En Río+ 20 se debe acordar proteger un adecuado uso del suelo evitando los monocultivos y la concentración de la propiedad de la tierra que generan pérdida de la biodiversidad, aumentan la pobreza rural y afectan la seguridad y la soberanía alimentaria. Así mismo debe aprobar la recuperación y conservación de las semillas nativas frente al uso de transgénicos. Siguiendo el ejemplo de países como el Perú que han aprobado una ley de Moratoria a la entrada de semillas transgénicas. Río+20 debe acordar desarrollar políticas para la aplicación de los valores y estrategias de la Economía Solidaria que permitan la creación, fortalecimiento y recuperación de los mercados locales, regionales y nacionales con énfasis en la producción ecológica, el desarrollo económico local y sostenible, las finanzas solidarias, el comercio justo, el consumo ético, el turismo social, motivando al intercambio alternativo a través del trueque o monedas sociales y con modelos organizativos que coincidan con los valores de justicia social y ecológica, tales como el cooperativismo. Reconocer y visibilizar el rol de las mujeres porque ellas vienen garantizando la biodiversidad, los conocimientos tradicionales y la seguridad alimentaria en la población mundial. Así como incorporar el enfoque de género en políticas públicas, evaluaciones de eventos climáticos y generar estadísticas oficiales sensibles al género. Asimismo revalorar el rol del adulto mayor como depositario de las sabidurías ancestrales. 8 Río + 20 debe reconocer y acordar que es urgente un cambio de una matriz energética basada en la energía fósil a otra que ponga prioridad en el uso masivo de nuevas energías renovables y limpias (solar, eólica, geotérmica) además del uso de energía hidroeléctrica no basada en megaproyectos , de manera descentralizada y con prioridad a pequeños productores. Los costos elevados de esta transición deben ser asumidos por los países con mayores emisiones históricas de gases de efecto invernadero dado que la acumulación de su riqueza se ha basado en la contaminación del clima. Frente al Cambio Climático se debe priorizar el diseño, impulso y monitoreo de políticas públicas y acciones de ámbito nacional y subnacional de carácter transversal asignando recursos para ello y fortaleciendo la institucionalidad ambiental. En el caso del Perú afianzar la Comisión Nacional de Cambio Climático como espacio concertador que oriente y haga seguimiento a la Estrategia Nacional de Cambio Climático y a las posiciones del Perú en las negociaciones internacionales. Es imprescindible usar nuevos indicadores como por ejemplo el “PBI Verde” para sincerar el debate sobre el desarrollo económico. Perú, 24 de Abril de 2012 Comité Impulsor “Perú hacia Río+20” ANC Asociación Nacional de Centros MOCICC- Movimiento Ciudadano frente al Cambio Climático RAP Red Ambiental Peruana CONACAMI/ CAOI Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas Género y Economía Red Jubileo Perú GRESP- Grupo Red de Economía Solidaria del Perú FSP- Forum Solidaridad Perú Proética DAR – Derecho Ambiente y Recursos Naturales COMISEDE CIDDH Soluciones Prácticas Red de Agricultura Ecológica. 9