la decada homeopática

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AÑO
III.
MADRID 40 DE MARZO DE
1856.
NÚM. 79.
LA DECADA HOMEOPÁTICA,
PEKIÓSICO OFICIAL
Redactado por los profesores en medicina y cirnjía D. J. Lartiga, D. A. Merino, ü . B. Sacristán
y D. P. Hernández.
Se publica los dias 10, 20 y 30 de cada mes. Se suscribe en Madrid en la redacción y en la librería de Bailly-Bailliere, á 40 rs.
por un año. Para las condiciones y puntos de suscricion en provincias, estranjero v ultramar, véase la última plana.—Todas las
comunicaciones relativas á la D é c a d a , se dirigirán/raneas de porie, á la redacción caíle de Preciados, número 18, cuarto principal,
á nombre de llon Pío Hernández.
Lo que nosotros hemos sospechado al leer
los párrafos precedentes, ha sido; que ha podido haber un error de diagnóstico relativanoente
á estas pneumonías terminadas constantemente
del quinto al sesto dia, por esa erupción miliar:
y nuestra sospecha no ha podido menos de acrecentarse al oir al articulista, que «habia llegado
A sospechar si lo que se llama pulmonia, no seria otra cosa sino un erilema del parenquima
pulmonal.»
¡La pulmonia un eritema del parenquima
pulmonal!
Supongamos que lo que el articulista quiso
decir, fué una irritación de la mucosa de los
bronquios ó de los capilares, irritación que termina por un movimiento metastático á la periferia, bajo la forma de esa miliar observada.
Esta idea sería lógica por lo menos, y no llevaría en sí misma el absurdo y la contradicción.
Veamos hasta qué punto puede ser admisible
semejante idea, hasta qué punto pueden acogerla en su seno la anatomía y la patología.
Sabemos todos que el pulmón es una viscera blanda y esponjosa que está formada en su mayor parte por un gran número de lobulillos, separados entre si por un tegído celular que penetra en esta entraña al través de los grandes
vasos que se distribuyen por la misma , lobulillos que se dividen y subdividen en eslremos, y
que vienen á ser el resultado de la terminación
de las últimas ramificaciones de los bronquios
en unión con los capilares arteriales y venosos;
entran además en su composición un tegido
aéreo, vasos encargados de conducir el aire atmosférico hasta los últimos límites del tegido
lobular, vasos linfáticos y nervios. El conjuntivo de todos estos diversos elementos anatómicos es lo que viene á constituir el parenquima
pulmonal.
La simple esposicion de los diversos elementos constitutivos de este órgano tan delicado
como importante, aleja y aun rechaza la idea de
que la enfermedad que conocemos con el nom-'
bre de pneumonía sea un simple erilema como
sospecha el articulista; basta conocer la estructura de todo.>í estos tegidos orgánicos, y sobre
todo su enlace é íntima conexión para desechar
semejante concepto, que ni aun en hipótesis podría admitirse; un eritema, que como ya llevamos dicho no es otra cosa, que una rubicundez
mas ó menos graduada de la piel, no puede existir, no puede afectar al conjunto de estos diversos tegidos, ni mucho menos puede esplícar los
multiplicados fenómenos morbosos que acompañan á la pulmonía. Podría sí, desenvolver ciertos síntomas generales y aun locales;, como la
frecuencia y dureza del pulso, la inquietud, la
agitación, el dolor, etc. pero de ninguna manera determinar los signos patognomónicos de la
pneumonia, los caracteres que la distinguen
esencialmente de todas las demás enfermedades
de los órganos respiratorios. La falla de sonoridad á la percusión, en el órgano enfermo, y la
carencia absoluta del ruido respiratorio, son una
demostración bien palmaria, de que la pulmonía es y no puede dejar de serla inflamación de
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