23 La crítica de Leibniz a los Elementos de Euclides Jorge Alberto Molina Universidade de Santa Cruz do Sul (UNISC) Universidade Estadual de Rio Grande do Sul (UERGS) [email protected] Abstract: In this text we deal with Leibniz's criticism of Euclid's Elements. We focus our attention on Leibniz's objections to the definitions, axioms and kinds of proof used by Euclides. Key-words: Philosophy of mathematics; History of mathematics; Leibniz. Resumen: En este trabajo se examinan las objeciones de Leibniz a la exposición euclidiana de la Geometría en los Elementos. Especial atención é dada a las críticas de Leibniz a las definiciones, a los axiomas y a las pruebas contenidas en esa obra. Palabras clave: Filosofía de la matemática; Historia de la Matemática; Leibniz. En el siglo XVII los Elementos de Euclides eran considerados un paradigma de exposición de la Geometría. Sin embargo no dejaron de formularse reparos contra ellos: a) Euclides suponía cosas que podían ser probadas y asumía otras sin prueba; b) algunas de las definiciones de los Elementos eran consideradas confusas, por ejemplo las definiciones de la teoría de las proporciones y las de recta y ángulo; c) Euclides usaba pruebas por reducción al absurdo; d) empleaba pruebas por superposición, lo que introducía un elemento empírico en la Notae Philosophicae Scientiae Formalis, vol. 1, n. 1, p. 23 - 31, maio 2012. 24 exposición matemática; e) los Elementos no respetan el orden científico de exposición que consiste en partir de los géneros supremos para llegar a las especies ínfimas. 1. Sobre las definiciones y axiomas de los Elementos Euclides define el ángulo, en los Elementos, como el encuentro de dos líneas rectas inclinadas sobre un mismo plano. Pero cuando prueba que un ángulo puede ser dividido en dos partes iguales asume que el ángulo no es el encuentro de esas dos líneas, sino el espacio que determinan. Probablemente Euclides no habría querido definirlo como el espacio comprendido entre dos líneas por el hecho de que éste puede aumentar o disminuir según aumenten en extensión las líneas que lo determinan. Pero ocupará siempre la misma parte proporcional de la circunferencia que tiene por centro el punto donde se encuentran esas dos líneas. La definición euclidiana de ángulo muestra lo que para muchos era un defecto en el orden de exposición de los Elementos. Euclides debería haber comenzado esa obra con una teoría de las proporciones, dado que la definición de ángulo implícitamente la presupone. En 1677 Leibniz define el ángulo como la razón del arco a la circunferencia (Leibniz 1995, p. 53). Leibniz pensaba que muchas de las definiciones que están en el Libro I de los Elementos podrían derivarse de definiciones más básicas. Consideraba necesario también probar la posibilidad de las entidades geométricas definidas, esto es, su carácter no contradictorio. En su Characteristica Geometrica, de 1679 afirma (Leibniz 1995, p. 227): Todas las definiciones habituales de la recta no son lo suficientemente perfectas, pues siempre puede dudarse y siempre aún es necesaria una demostración de que tal recta sea posible. Mas eso debe figurar entre las cosas más elementales, y por consecuencia precisamos una definición que haga aparecer inmediatamente la posibilidad de la recta. Si se la define como un mínimo se puede dudar de que exista un mínimo de un punto al otro. Si se la define como una línea, cuyos puntos no pueden apartarse, se presupone la distancia, o una trayectoria mínima. Notae Philosophicae Scientiae Formalis, vol. 1, n. 1, p. 23 - 31, maio 2012. 25 Observemos que es la definición euclidiana de recta como línea cuyos puntos no pueden apartarse la que está siendo aquí considerada. En un escrito del año 1685, Leibniz presenta un procedimiento para la generación de una recta (Leibniz 1995, p. 325): Consideremos que dos puntos A y B de un cuerpo rígido permanezcan inmóviles mientras que otro punto está en movimiento. Todos los puntos del cuerpo que permanecen inmóviles se encontrarán sobre una recta puesto que su situación en relación a esos puntos inmóviles no puede variar siendo, por hipótesis , rígido el cuerpo que los conecta, ni su lugar, puesto que ellos mismos son inmóviles. En la Demostración de las proposiciones primarias, del año 1671 (Leibniz 1982, p. 86-95) Leibniz intentó demostrar el axioma de que el todo es mayor que cualquiera de sus partes. En un opúsculo del año 1686, consideró como un defecto de los Elementos, suponer cosas que pueden ser demostradas (C, p.180). Posteriormente en los Nuevos Ensayos (N.E, p. 489) criticó a quienes reprocharon a Arnauld querer demostrar en sus Nuevos Elementos de Geometría el axioma de que si a magnitudes iguales les substraemos una misma magnitud la igualdad permanece. 2. Sobre las pruebas de los Elementos En sus Segundos Analíticos, I, 26, Aristóteles afirmó que la demostración directa es superior a la demostración por el absurdo. Inspirándose en esa concepción muchos matemáticos del siglo XVII buscaron sustituir las pruebas por el absurdo por pruebas directas. Cuando se deriva una contradicción de que A no es B, y a partir de ahí se concluye que A es B, la existencia de esa contradicción es un signo de la falsedad de que A no es B. Pero la prueba no da una razón de por qué A es B, simplemente indica el hecho. Las pruebas por reducción al absurdo no se dejan subsumir dentro de la concepción aristotélica de ciencia según la cual ésta es el conocimiento de las causas. Notae Philosophicae Scientiae Formalis, vol. 1, n. 1, p. 23 - 31, maio 2012. 26 Otras pruebas que, para muchos matemáticos del siglo XVII, resultaban polémicas eran las pruebas por superposición como la demostración de la proposición I, 4 de los Elementos. Se apoyan en el axioma de los Elementos que dice que dos cosas que pueden superponerse una con las otra son iguales entre si. Las ciencias matemáticas según la caracterización de Aristóteles en su Metafísica M, 3, se ocupan de la cantidad en la medida en que ésta es abstraída de las cosas sensibles. Como el movimiento es propio de las cosas sensibles y no de las abstractas, en la Geometría no podrían ser admitidas pruebas que estuvieran basadas en el movimiento de figuras. Leibniz pretendió llevar el análisis de la naturaleza de las demostraciones desde el plano de la Geometría sintética de los griegos hasta otro plano, el de un cálculo, la característica geométrica, que opera con símbolos, sin figuras. (Leibniz 1995, p. 47-48). Sería una cogitatio caeca, una manipulación simbólica de acuerdo con ciertas reglas que no exige que al efectuarse cada operación se piense en el contenido representativo de cada símbolo. Sin embargo la idea de usar un cálculo como auxiliar de la Geometría no era nueva. La Geometría de Descartes enseñaba cómo resolver problemas geométricos usando el álgebra. También puede ser pensada como una cogitatio caeca, pues no es necesario saber qué representa cada símbolo al efectuar las operaciones. Sólo al final de todo el cálculo algebraico sabremos cuál es la referencia de la incógnita. ¿En qué sentido era para Leibniz su characeristica geometrica superior a la Geometría de Descartes? Leibniz afirma que el método de Descartes presupone los Elementos (Leibniz 1995, p. 52), entre otras cosas, el Teorema de Pitágoras para introducir las coordenadas. Eso era inaceptable para Leibniz pues estaba interesado en rescribir los Elementos, en su cálculo característico, a partir de nociones más básicas que las de Euclides. Además las pruebas en la Geometría cartesiana podrían ser muy complejas pues en ellas son introducidas las magnitudes suponiendo las posiciones a partir de la figura (Leibniz 1995, p. 52) y después se es forzado a trazar líneas y figuras apelando a la imaginación. Por Notae Philosophicae Scientiae Formalis, vol. 1, n. 1, p. 23 - 31, maio 2012. 27 último Leibniz estaba en desacuerdo con la creencia de que todos los problemas geométricos pudieran resolverse por medio de ecuaciones. ¿Cómo serían las demostraciones en ese cálculo característico? En una carta de 1678 (Leibniz 1972, p. 122) Leibniz afirma: Pues en las demostraciones de cualquier proposición, no se precisa nada más que las definiciones, los axiomas (a los que reduzco aquí los postulados), los teoremas ya demostrados y las experiencias. Y como a su vez, los teoremas deben ser demostrados y todos los axiomas, excepto los idénticos, pueden serlo, es en fin evidente que todas las verdades se resuelven en definiciones, proposiciones idénticas y experiencias [….]; y habiendo terminado la resolución perfecta, aparece que una cadena de demostraciones comienza con proposiciones idénticas o experiencias; ella se detiene en la conclusión En Sobre la síntesis y el análisis universal, de 1679, Leibniz refuerza lo dicho en esa carta (Leibniz 1982, p. 199 y GP VII, p. 292): A partir de estas ideas o definiciones pues, pueden demostrarse todas las verdades, excepto las proposiciones idénticas, las que por su naturaleza es patente que son indemostrables y a las que realmente se las puede llamar de axiomas. Pero los axiomas ordinarios pueden ser reducidos a identidades ,es decir pueden ser demostrados por resolución del sujeto o del predicado, o de ambos […] De donde es patente que en último análisis coinciden la demostración ostensiva y la demostración apagógica [...] Así puede darse razón de una verdad cualquiera pues la conexión del predicado con el sujeto o es patente por sí misma, como en las proposiciones idénticas, o debe ser explicada, lo que se hace con la resolución de los términos. Este es el único y supremo criterio de verdad en todo lo que es abstracto y no depende de una experiencia: que la proposición sea idéntica o reducible a las proposiciones idénticas. Si uno de los llamados axiomas aparece en una demostración se reducirá, vía sustitución del definiendum por el definiens a una identidad del tipo A es AB. En relación con esas demostraciones ideales, en las que piensa Leibniz, no se podría hacer la distinción entre pruebas directas y pruebas apagógicas. En ellas serían usados los símbolos de la característica geométrica y la propia fórmula final obtenida al término del proceso demostrativo mostraría su verdad. Leibniz justifica las pruebas por superposición por medio de las propiedades de la relación de congruencia, expuestas en su ensayo Characteristica Geometrica (Leibniz 1995, p. 205-206). Cuando dos cosas, por ejemplos dos Notae Philosophicae Scientiae Formalis, vol. 1, n. 1, p. 23 - 31, maio 2012. 28 líneas AB e CD, no coinciden, es decir no ocupan el mismo lugar en el mismo momento, pero pueden superponerse y sustituirse una por la otra sin ninguna modificación interna ellas son llamadas, por Leibniz, congruentes, hecho denotado por ABCD. 3. La cuestión del orden de exposición en los Elementos Los Elementos no respetan la regla metodológica de comenzar por las cosas más simples y más generales, para pasar después a las más compuestas y a las más particulares (Arnauld e Nicole 1970, p. 402). Después de tratar de la Geometría plana, en los libros I, II, III y IV, Euclides, en el V, aborda un tópico más general, la teoría general de las razones y proporciones, que puede aplicarse tanto a cantidades continuas como a las discretas. En el libro VI vuelve a ocuparse de la Geometría plana. En los libros VII, VIII e IX se ocupa de los números. Retorna a la Geometría en los libros X hasta XIII, tratando de ángulos planos, sólidos, método de exacción en polígonos semejantes dentro de círculos, pirámides, conos, cilindros y esferas. En su Characteristica Geometrica, Leibniz comienza a partir del espacio, definido como lo extenso puro y absoluto, puro porque desprovisto de toda materia y de todo movimiento, absoluto porque es ilimitado y encierra en sí mismo toda extensión. La segunda cosa que considera es el punto, el objeto más simple entre todos aquellos relativos al espacio y a la extensión, pues del mismo modo que el espacio contiene la extensión absoluta, el punto expresa la mera situación. A partir de esa definición, Leibniz deduce la definición euclidiana de que el punto es lo que no tiene partes. Muestra que todos los puntos son congruentes, igualmente semejantes e iguales. Después define la trayectoria como un lugar continuo sucesivo. La trayectoria de un punto es una línea. De eso Leibniz deduce que toda parte de una línea es una línea. La trayectoria de una línea es una superficie y la de una superficie es un cuerpo. La noción de Notae Philosophicae Scientiae Formalis, vol. 1, n. 1, p. 23 - 31, maio 2012. 29 trayectoria permite definir la línea recta, después de haber definido en general lo que es una línea. Habiendo elegido dos puntos está inmediatamente determinada la trayectoria más simple que pasa por los dos. Si no existiera esa trayectoria no estaría determinada la distancia entre ellos ni su situación. Esa línea es la recta. De ahí se sigue que dos rectas no poseen dos puntos en común ni encierran ningún espacio. En un manuscrito de enero de 1680 (Leibniz 1995, p. 277) Leibniz afirma la idealidad del continuo extenso. El continuo-dice-es aquello cuyas partes son indefinidas y delimitadas mentalmente. La situación (Situs) no es otra cosa que la posición (status) de una cosa que hace que ella pueda ser concebida de una forma bien determinada como existiendo simultáneamente junto con otras cosas extensas, esto es su modo de coexistir. El espacio es aquello en lo cual, considerado en si mismo, ninguna otra cosa puede ser pensada además de la extensión. Del punto no se puede decir otra cosa fuera de que tiene una posición. En su Characteristica Geometrica (Leibniz 1955, p. 183) Leibniz había distinguido entre dos relaciones, la semejanza y la igualdad, la primera cualitativa y la segunda cuantitativa: son semejantes aquellas cosas que no pueden ser discernidas consideradas una después de la otra, como dos triángulos semejantes; iguales son las cosas extensas que sin ser efectivamente congruentes, pueden serlo sin modificación de su masa, esto es de su cantidad, por medio de una transposición de sus puntos. En los Principios Metafísicos de la Matemática (Leibniz 1982, p. 581-596; GM VII, p. 17-29) va todavía más lejos. Distingue la cantidad y la cualidad así: cantidad o magnitud es aquello que puede conocerse en las cosas por su mera percepción simultánea; cualidad es aquello que puede conocerse cuando se las observa en su singularidad (GM VII, p. 18-19) A partir de esto distingue entre semejanza e igualdad sin pasar por la noción de congruencia. Iguales son entes de la misma cantidad. Semejantes son entes de la misma cualidad, de modo que dos entes semejantes y desiguales sólo pueden distinguirse al ser percibidos simultáneamente. Así Leibniz comienza con una Notae Philosophicae Scientiae Formalis, vol. 1, n. 1, p. 23 - 31, maio 2012. 30 definición del género supremo: el continuo, aquello cuyas partes son indefinidas y delimitadas mentalmente. Define la diferencia específica: la simultaneidad. Entonces tenemos el espacio, como el orden del coexistir de los simultáneos. Define la situación y después la cantidad y la cualidad. De esas definiciones se derivan las de igualdad y semejanza. Notamos así la preocupación de Leibniz por comenzar la Geometría por las cosas más abstractas y generales, y de respetar aquella marcha que va de lo más abstracto a lo más específico y concreto. 5. Conclusiones No hay una versión definitiva de la característica geométrica. En ninguno de sus textos Leibniz consiguió rescribir todas las definiciones de los libros I y V ni demostrar todos los axiomas y postulados de los Elementos. No fue más allá de los primeros principios y de la prueba de algunos de ellos, sin conseguir derivar todos dentro de su cálculo característico. Su esfuerzo de rescribir los Elementos está asociado a su Calculus situs y debe ser relacionado con sus ensayos de Característica geométrica. Leibniz, pensaba poder obtener, dentro de ese cálculo, las demostraciones de los Elementos de Euclides (C. p. 546). Lo que distingue el proyecto de Leibniz de otros intentos de reformular los Elementos es: a)La idea de que no habría axiomas propiamente geométricos, dado que todas las pruebas geométricas procederían a partir de proposiciones idénticas, definiciones y sustituciones; b) la introducción de un cálculo , la característica, que permitiría dispensar el uso de figuras, y que a diferencia del álgebra no presupondría los Elementos; c) la redefinición de los objetos de la Geometría, a partir de la definición de entidades más abstractas. Notae Philosophicae Scientiae Formalis, vol. 1, n. 1, p. 23 - 31, maio 2012. 31 Bibliografia ARNAULD, A. y Nicole, P. La logique ou l’ art de penser. Paris: Flammarion, 1970. EUCLIDES. The Thirteen Books of The Elements. New York: Dover, 1956. LEIBNIZ, G. W. Mathematische Schriften Hildesheim: Olms, 1971. Abreviado MS ______. Leibniz: oeuvres. Tradução Lucy Prenant. Paris: Aubier Montaigne, 1972. ______. Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano. Tradução espanhola de J.Echeverria. Madri: Editora Nacional, 1977. Abreviado N.E ______. Philosophische Schriften. 7 vols. Hildesheim: Olms, 1978. Abreviado GP ______. Escritos filosóficos. Tradução Ezequiel de Olaso. Buenos Aires: Charcas, 1982. ______. Opuscules et fragments inédits. Editados por Louis Couturat. Hildesheim: Olms, 1988. Abreviado C. ______. La caractéristique géométrique. Paris: Vrin, 1995. Notae Philosophicae Scientiae Formalis, vol. 1, n. 1, p. 23 - 31, maio 2012.