Autoritarismo electoral en Venezuela

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Revista Memoria Política
Vol. 1, Nº 1, 2012: 97-128
AUTORITARISMO ELECTORAL EN VENEZUELA
Ingrid Jiménez Monsalve*
RESUMEN
El trabajo analiza cómo en Venezuela se ha ido sustituyendo el
sistema democrático representativo por un sistema autoritario de
nuevo cuño, cuyas formas se amparan en leyes hechas a la medida
del régimen para, sirviéndose de un ventajismo estatal desbocado y
sin cortapisas, violar sistemáticamente los principios de la democracia. La investigación, que utiliza como punto de referencia el marco
teórico del profesor austríaco Andreas Schedler, explica eventos
que han resultado claves para el sistema político venezolano, como
el referéndum revocatorio presidencial de 2004, el retiro de las competencias de la Alcaldía Metropolitana, como respuesta al triunfo
opositor en las elecciones regionales de 2008 y las inhabilitaciones
a líderes opositores sin mediar sentencia definitivamente firme.
Palabras claves: Autoritarismo, Democracia, Elecciones.
* Doctora en Ciencias Políticas, Universidad Central de Venezuela.
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Revista Memoria Política
Vol. 1, Nº 1, 2012: 97-128
ELECTORAL AUTHORITARIANISM IN VENEZUELA
Ingrid Jiménez Monsalve
Summary
This paper analyzes as in Venezuela the representative democratic system has been replaced by a new authoritarian system, whose
forms take refuge in laws tailored to the regime and the State advantage to systematically violate the principles of democracy. Research
on the basis of the theoretical framework of the Austrian Professor
Andreas Schedler explains events that have been key to the
Venezuelan political system, as the presidential recall referendum of
2004, the disqualifications to opposition leaders without a definitive
sentence, as well as the withdrawal of the powers of the Metropolitan
Mayor, as a response to the opposition victory in regional elections
in 2008.
Key words: Authoritarianism, Democracy, Election.
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AUTORITARISMO ELECTORAL EN VENEZUELA
A lo largo de los catorce años de régimen chavista, el sistema político
venezolano se ha ido transformando En el decurso de los catorce años
del régimen chavista, la democracia representativa inaugurada en 1958 ha
degenerado en un sistema autoritario, a pesar de que la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela de 1999 establece los principios de
una democracia liberal. Para concentrar todo el poder del Estado en sus
manos, el Presidente de la República ha recurrido a formas más sutiles
de autoritarismo como el autoritarismo electoral, en el cual los regímenes
realizan elecciones periódicas en el marco de unas condiciones políticas y
jurídicas absolutamente desventajosas para los disidentes, pero que cumplen el objetivo de legitimar el régimen sobre todo a los ojos de la comunidad internacional.
A continuación examinaremos los aspectos formales que rigen el sistema electoral en nuestro país, para luego analizar bajo la óptica del autoritarismo electoral algunos casos emblemáticos que comprenden estas categorías dentro del sistema político venezolano.
El sistema electoral en la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela de 1999
En diciembre de 1998, resultó electo Presidente de la República Hugo
Chávez, un joven Teniente Coronel que, en 1992, protagonizó la sangrienta
intentona golpista contra el Presidente Carlos Andrés Pérez. Chávez fue
postulado por el Polo Patriótico, una aglutinación de pequeños partidos de
izquierda encabezada por su organización recién creada, el Movimiento
V República. El teniente coronel obtuvo en esa votación 3.673.685 votos,
representando el 56,20% de los electores, con una abstención del 36,55%
según cifras oficiales. El candidato opositor Henrique Salas Romer, obtuvo
el 39,97% de los votos.
A partir de entonces y, cumpliendo con lo que había sido su principal
promesa electoral, Chávez se aprestó a convocar a una Asamblea Nacional
Constituyente “originaria” y “plenipotenciaria”, sometiéndola a aprobación popular a través de un referéndum consultivo, siendo aprobada
mayoritariamente por la población. (87,5% aprobó la pregunta número 1,
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Ingrid Jiménez Monsalve
Revista Memoria Política
referida a la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, con una
abstención de 62,35%).
La Constitución de 1999, que constituye, en el fondo, una reafirmación
de los postulados de la democracia liberal, consagra un sistema electoral
basado en los principios de la representación proporcional y la personalización del sufragio, como establece su artículo 63: “El sufragio es un
derecho. Se ejercerá mediante votaciones libres, universales, directas
y secretas. La ley garantizará el principio de la personalización del
sufragio y la representación proporcional” (1999:23).
La Constitución tiene como novedad la eliminación del financiamiento
público a los partidos políticos y las campañas electorales (artículo 67)
e, incluso, se cuida de emplear la palabra “partido”, sustituyéndola por
“organizaciones con fines políticos”. Esto, por supuesto, causó un impacto
negativo en la equidad de la competencia electoral, dado que el partido
oficial pronto aprovechó todas las ventajas del poder para desbalancear a
su favor las contiendas electorales.
Con respecto al derecho al sufragio, la Constitución del 1999 consagró
una novedad: por primera vez le confirió este derecho a los integrantes de
la Fuerza Armada Nacional. Esta disposición significó en la práctica el
inicio de la partidización del sector castrense auspiciada por el Presidente
de la República. Tal y como señala Peeler (2007) con el derecho al voto,
y como corresponde a los ciudadanos activos, los militares tuvieron también el deber de deliberar, e incluso desobedecer las órdenes ilegales o de
autoridades ilegítimas. Así se constituyó una diferencia fundamental con
relación a la Carta Magna de 1961, en la que las Fuerzas Armadas fueron
concebidas como un cuerpo a político y no deliberante.
De igual manera, y en el marco de la prédica presidencial de los primeros años de la tan cacareada “democracia participativa y protagónica”,
hoy totalmente olvidada, se estableció la figura del referéndum, de tipo
consultivo en las materias de interés nacional, abrogatorio y el referéndum
revocatorio de los cargos de elección popular. En estos casos, se estatuyó
que los referéndum podían ser convocados por iniciativa del Presidente
de la República, de la mayoría de la Asamblea Nacional a solicitud del
10% de los electores inscritos en el registro civil y electoral (en el caso
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AUTORITARISMO ELECTORAL EN VENEZUELA
del referéndum consultivo) y, para convocar un referéndum revocatorio, la
solicitud debe ser hecha por el 20% de los electores.
En el artículo 186 del texto, referido a la elección de los miembros de
la Asamblea Nacional, ratifica la máxima según la cual la elección se hará
“por votación universal, directa, personalizada y secreta con representación proporcional”, según una base poblacional del 1,1% de la población
total del país.
La Constitución eliminó la Cámara del Senado y, con eso, provocó una
grave distorsión en el sistema federal de nuestro país; en este sentido, el
constitucionalista Carlos Ayala Corao (citado por Arismendi: 2008) explica
que, a pesar de que esta idea no se encontraba en las premisas expresadas
por el Presidente Chávez para la nueva constitución, a última hora y de
manera apresurada se decidió prescindir del Senado, por considerarla una
cámara “oligárquica”, sin reparar en los razonamientos jurídico-políticos
que convalidaban su permanencia. La eliminación del Senado tuvo graves
consecuencias para la representatividad del país.
Otro aspecto preocupante de los cambios constitucionales que afectaron
al sistema electoral es la exacerbación del presidencialismo, expresado,
entre otras cosas, en la extensión del período presidencial de 5 a 6 años,
cuando la tendencia mundial es hacia su reducción. Además, se aprobó la
reelección inmediata por un período cuando, en la Constitución de 1961, la
reelección sólo era permitida después de dos periodos constitucionales.
Sobre la elección presidencial, Combellas (2003) señala que se mantuvo la elección por mayoría simple a una vuelta, a pesar de la matriz de
opinión favorable a la instauración de la doble vuelta.
Finalmente, es importante señalar que la Constitución creó dos poderes
públicos adicionales, el poder ciudadano y el electoral. Con respecto a la
administración electoral, la Constitución establece en su artículo 296 que
la integración del Consejo Nacional Electoral debe estar compuesta por 5
personas no vinculadas a las organizaciones con fines políticos, postuladas
3 de ellos por la sociedad civil, una por las facultades de ciencias jurídicas
y políticas de las universidades nacionales, una por el poder ciudadano,
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y tres por la sociedad civil. Su designación corresponde a la Asamblea
Nacional con el voto de las dos terceras partes de sus integrantes.
Combellas (2003:8) resalta tres cualidades del poder electoral: “primero, su integración por representantes postulados por la sociedad
civil, segundo el principio de la despartidización de los organismos
electorales, y tercero la prohibición de financiamiento público de los
partidos, organizaciones y asociaciones con fines políticos”.
La novel Constitución tuvo su primera enmienda muy pronto. En 2007,
un año después de ser reelecto presidente, Chávez, propuso una amplia
reforma constitucional destinada a implementar su nueva oferta programática denominada el “socialismo del siglo XXI”, que implicaba la ruptura
con los principios democráticos-liberales establecidos en la Constitución
de 1999. La propuesta fue rechazada por el 51.05% de los venezolanos
(según el primer boletín del CNE), sin que hasta ahora el ente electoral
haya publicado los resultados oficiales definitivos de la consulta.
No obstante, un año después, concretamente en diciembre de 2008, el
Presidente propuso someter a votación una enmienda constitucional con
el único objetivo de establecer la reelección indefinida (esta propuesta se
encontraba presente en el proyecto de reforma constitucional rechazado en
2007). A pesar de su dudosa constitucionalidad, la iniciativa fue diligentemente acogida por la Asamblea Nacional y, en ese mismo mes, se sometió
a primera discusión, acordándose realizar el referéndum en febrero de
2009. A diferencia de la propuesta del 2007, que contenía la reelección
indefinida sólo para el Presidente de la República, esta vez se incluyó a los
gobernadores, alcaldes, diputados y miembros de los concejos legislativos
de los estados. La enmienda fue aprobada con el 54. 85% de los votos,
según cifras del CNE.
Esta disposición introdujo un elemento distorsionador al sistema electoral y a la tradición democrática según la cual los periodos duraban 5 años.
La enmienda lesiona un principio fundamental de la convivencia democrática como es la alternabilidad de poder, y la forma como fue presentada la
propuesta indica de manera clara que ésta responde a la necesidad personal
del Presidente Chávez de mantenerse indefinidamente en el poder.
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AUTORITARISMO ELECTORAL EN VENEZUELA
La reelección no es mala per sé. Puede ser favorable si es inmediata y
si se trata de periodos presidenciales cortos de cuatro años. La experiencia
histórica de nuestro país en los siglos XIX y XX demuestra que la reelección casi siempre ha servido para perpetuar caudillos en el poder. Esta
enmienda nos retrotrae a oscuros periodos de nuestra historia como las
dictaduras de Cipriano Castro (1899 – 1908) y Juan Vicente Gómez (1908
– 1935), caudillos que modificaron la Constitución a su antojo e hicieron
de su obsesión con la permanencia indefinida en el poder.
Como comentamos anteriormente, en la era democrática, la Constitución de 1961 estableció la reelección presidencial luego de dos periodos
presidenciales. Esto permitió que los ex – presidentes continuaran gravitando en el sistema político, impidiendo el acceso de nuevas generaciones
al poder. Tal es el caso de Rafael Caldera, quien fue candidato presidencial
en 1947, 1958, 1963, 1968, 1983 y 1993, y electo presidente en 1968 y
1993 y Carlos Andrés Pérez en 1973 y 1988, resultando electo en ambas
oportunidades. Justo en la segunda presidencia de Pérez se desató una
crisis política de gran magnitud que acabó con su destitución en 1993.
En definitiva, nuestro juicio sobre la Constitución de 1999, coincide con
el del profesor Combellas (2003: 18):
“La naturaleza democrática de la Constitución no invalida dos
necesarias consideraciones: en primer lugar nuestra Lex Superior
no fue producto del consenso, sino de una imposición mayoritaria. El
acuerdo de la representación de la pluralidad política y social de la
nación estuvo ausente de su proceso de creación. La Constitución fue
obra de una mayoría sin duda relevante, pero circunstancial coaligada
en torno al Presidente de la República, su indisputado mentor.”
En las siguientes líneas veremos cómo el gobierno ha violado en la práctica las disposiciones legales de acuerdo a las necesidades del momento
político, a la vez que aplica normas sobrevenidas según su mejor conveniencia, configurando así un régimen autoritario.
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Ingrid Jiménez Monsalve
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Autoritarismo Electoral
En la primera parte del siglo XX, Schumpeter afirmaba que la condición
sine qua non para enmarcar a un país como democrático era la realización
de elecciones. Actualmente, muchos países que celebran elecciones distan
mucho ser democráticos, tales como: Singapur, Cuba, Rusia, Bielorusia,
etc. Y es que a partir del fin de la Guerra Fría, los términos “democracia” y
“autoritarismo” han dejado de ser los mismos, y ya no parece tan sencillo,
enmarcar a un gobierno, dentro de una u otra tipología.
La lucha de los países de Europa del Este en contra del comunismo al
final de la década de los ochenta, que a la postre terminó por dar al traste
también con la poderosa Unión Soviética, determinó el establecimiento de
nuevas consideraciones para el estudio de la realidad de los sistemas políticos, así como una interesante reflexión acerca los factores y condiciones
que intervienen en las transiciones del autoritarismo a la democracia.
En este contexto, numerosos autores han identificado la existencia de
una “zona gris” entre democracia y autoritarismo que han dado en llamar
regímenes híbridos, semidemocracia, o pseudodemocracia. Por otro lado,
se encuentran otra matriz de tipologías, tales como autoritarismo competitivo de Steve Levitsky y Lucan Way, y el autoritarismo electoral de
Schedler. Dentro de este último tipo de autoritarismo pudieran enmarcarse
la Rusia de Putin, el Perú de Alberto Fujimori, la Zimbabue de Robert
Mugabe o la Nicaragua de Daniel Ortega.
En el caso que nos ocupa, y tomando como base de nuestro análisis
al autoritarismo electoral, encontramos que es un término acuñado por el
investigador austríaco Andreas Schedler (2004). El profesor distingue a
los regímenes autoritarios electorales, como regímenes que se encuentran
en el límite entre la democracia y el autoritarismo, porque no practican
la represión abierta pero tampoco la democracia en los términos de la
democracia liberal. Para el autor (2004: 2): “Organizan elecciones periódicas y tratan de conseguir cuando menos cierta apariencia de legitimidad democrática, con la esperanza de satisfacer tanto a los actores
internos como a los externos. Al mismo tiempo, ponen las elecciones
bajo estrictos controles autoritarios, con el fin de consolidar su permanencia en el poder.”
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Esto supone partir de la premisa de que no todos los procesos de democratización conducen a la consolidación de una democracia plena en los
países donde se ponen en marcha. Por el contrario, existe siempre el riesgo
de que se instauren regímenes no democráticos. En este caso, podríamos
ubicar a las ex republicas soviéticas, dominadas por mafias provenientes
de los nuevos capitalistas, el narcotráfico y antiguos ex - funcionarios de
la URSS, que mantienen a la sociedad bajo el autoritarismo, a pesar de
celebrar “elecciones periódicas”. Tal es el caso de Bielorusia y su Presidente desde 1996 Alexander Lukashenko, denominado el “último dictador
de Europa”.
En este sentido, Schedler (2004) plantea la formación de un peligroso
“juego de dos niveles” dentro del cual se mantiene un cierto grado de incertidumbre: El gobierno hace elecciones manipuladas, y a su vez los opositores aceptan las reglas con el fin de ganar tiempo y buscar una mejora
progresiva de las condiciones que le permitan conquistar unas elecciones
verdaderamente competitivas. El asunto es que nunca se sabe cuál será el
resultado del juego: si la oposición legitimará a un gobierno autoritario, o
bien si forzará al gobierno a implementar reformas incrementales.
Tanto Levitsky (2004) como Schedler (2010) coinciden en señalar que
en los países con insumos de valor, (materias primas) como el petróleo, y
con rentas elevadas se le hace más fácil al Estado someter a la sociedad al
autoritarismo electoral por un tiempo prolongado. En estos casos, las estrategias de redistribución de la renta, el clientelismo político y la corrupción
resultan muy eficaces para mantener el status quo.
Es importante precisar que estamos hablando de categorías abstractas y,
por tanto, susceptibles de ser cambiadas permanentemente por la realidad.
Para construir su menú de la manipulación electoral, Schedler (2004)
emplea las categorías de Robert Dahl con respecto a las condiciones de
existencia de un régimen democrático dentro de lo que ha denominado
“Poliarquía”, estas son:
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INGRID JIMÉNEZ MONSALVE
Revista Memoria Política
Fuente: Dahl, 1999: 10
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De esta manera, tomamos de Schedler (2004) la cadena de la elección
democrática explicar las estrategias a través de las cuales los gobiernos
trasgreden los principios democráticos:
Premisas normativas de
elecciones democráticas
Empoderamiento: En elecciones
democráticas, los ciudadanos
confieren capacidad de decisión
real a los ganadores.
Estrategias de violación de
normas democráticas
Posiciones reservadas: Limitar el
rango de los puestos de elección.
Dominios reservados: Limitar la
jurisdicción de los puestos de
elección.
2.El rango de alternativas
Libertad de oferta: Los ciudadanos
deben ser libres de formar y
apoyar a partidos, candidatos, y
programas políticos diversos.
Exclusión: Restringir el acceso de
la oposición a la arena electoral.
Fragmentación: Desorganizar a la
disidencia electoral.
3.La formación de preferencias
Libertad de demanda: Los
ciudadanos deben tener acceso a
fuentes
alternativas
de
información para poder enterarse
de las opciones existentes.
Represión:
Restringir
las
libertades políticas y civiles.
Inequidad: Restringir el acceso a
los medios de comunicación y el
dinero.
4.Los sujetos de la elección
Inclusión: La democracia confiere
derechos iguales de participación
a todos los miembros de pleno
derecho de la comunidad
política.
Restricciones
formales:
Limitaciones legales al sufragio
universal.
Restricciones
informales:
Limitaciones
prácticas
del
derecho al voto.
5.La expresión de preferencias
Protección: Los ciudadanos
deben ser libres de expresar sus
preferencias electorales.
Coacción: La intimidación de
votantes.
Corrupción: La compra de votos.
6.La agregación de preferencias
Integridad: Una persona, un voto.
El ideal democrático de la
igualdad exige darle a cada voto
el mismo valor.
7.Las consecuencias de la
elección
Decisividad: Las elecciones que
no tienen consecuencias no se
consideran democráticas.
Fraude
electoral:
Prácticas
redistributivas de gobernación
electoral.
Sesgos institucionales: Reglas
redistributivas de competencia
electoral.
Dimensiones de elección
1.El objeto de la elección
Tutela: Evitar que los
funcionarios elegidos ejerzan
sus facultades constitucionales.
Reversión: Evitar que los
ganadores asuman sus cargos,
o que los funcionarios elegidos
concluyan sus mandatos.
Fuente: Schedler (2004)
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Con respecto a nuestro país, coincidimos con el criterio del profesor
Alfredo Ramos Jiménez (2007) según el cual las últimas elecciones verdaderamente competitivas en Venezuela fueron las de 1998. Sobre esto
afirma (2006: 5-6):
“El falseamiento de la competición electoral en Venezuela, posterior a las elecciones presidenciales y parlamentarias de 1998, incorpora elementos de tipo autoritario, que van desde el uso abusivo de
los recursos del Estado a favor de un candidato o lista de candidatos
“oficial” hasta la vigencia de un pluralismo “controlado”, pasando por
el carácter previsible de los resultados.”
A continuación examinaremos algunos casos que consideramos como
las más claras expresiones del autoritarismo electoral en nuestro país. En
un trabajo previo, (ver Jiménez: 2011) analizamos el autoritarismo electoral, desde el punto de vista de la violación al principio de la representación proporcional de las minorías.
En esta investigación nos concentraremos en el análisis del referéndum
revocatorio presidencial del año 2004, la creación de la autoridad única
metropolitana tras la victoria del opositor Antonio Ledezma en noviembre
de 2008 y las inhabilitaciones, tomando como estudio de caso al ex –
alcalde del municipio Chacao Leopoldo López.

El referéndum revocatorio presidencial de 2004
Seleccionamos el caso del referéndum revocatorio de 2004 porque, a
nuestro juicio, constituye el ejemplo más claro de la violación de varios de
los principios normativos señalados por Schedler (2004). Visto en retrospectiva, resulta insólita la cantidad de obstáculos impuestos por el Consejo
Nacional Electoral para convocar a un referéndum con el fin de revocar el
mandato del Presidente Chávez. A continuación, trataremos de destacar
algunos de los aspectos más importantes que nos permitan comprender
este evento, así como las estrategias autoritarias empleadas por el gobierno
para impedir la realización de la consulta.
El contexto político en el que se trató de activar el mecanismo del referéndum revocatorio presidencial fue el de una profunda crisis política
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gestada, aproximadamente en el año 2001 cuando el Presidente Chávez
promulgó un paquete de 49 leyes incluidas dentro de la Ley Habilitante
otorgada por la Asamblea Nacional que encendieron las alarmas del país
democrático.
El ambiente que gran parte de los venezolanos vivimos a partir del año
2001 y hasta abril del 2003 es difícil de describir. La sociedad civil comenzó
articular una respuesta frente a las políticas públicas del gobierno, que
eran percibidas como excluyentes y con una clara orientación por parte del
Estado a controlar la vida de los ciudadanos en ámbitos tan sensibles como
el educativo, el económico, y el político. La expresión de este malestar se
evidenció en masivas protestas de calle, primero en Caracas y luego en las
principales ciudades del país.
Los ciudadanos fuimos presa de nuestras emociones, y los ánimos
comenzaban a caldearse. Durante esta época se agudizó aún más el fenómeno de polarización política iniciado en las elecciones de 1998 en torno
a la figura de Chávez. Para un sector de los venezolanos, el Presidente
encarnaba la realización de sus aspiraciones de ascenso social y prosperidad frustrados en los últimos años de democracia; mientras que para que
otros representaba la destrucción de la democracia, y la vuelta del caudillismo decimonónico.
Es necesario destacar la inmensa responsabilidad que tiene el discurso
oficial en la polarización política, y cuyo principal incitador ha sido el
propio Chávez, quien desde su primera campaña presidencial hizo ver claramente a los venezolanos que aquellos que no estaban de acuerdo con su
opción política pasaban a ser considerados como “traidores a la patria”,
“imperialistas”, “escuálidos”, “apátridas”, “oligarcas”, etc. Sobre esto,
el investigador Antonio Pascuali (2010:1) afirma:
“Chávez, bondad suya, eliminó el paredón a cambio de un terrorismo soft, y su incesante incitación al odio de clase, su construcción
de enemigos y su implacable aplastamiento de la oposición aún no han
inducido guerra civil y muertos porque, como quien dice, Dios es muy
grande. Su polarización es un juego pesado que se le pudiera ir de las
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manos convirtiéndolo en un Robespierre. Nos deja una certeza apodíctica: la paranoia amigo/enemigo es, en su alma cuartelera, irreversible.”
En consecuencia, los sectores opositores, encabezados por los partidos
políticos, entre los que se encontraban Acción Democrática, Primero Justicia, COPEI, etc., así como la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) y la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y
Producción de Venezuela (FEDECÁMARAS) se aliaron con el propósito
de conjurar, de manera pacífica y democrática, la primera crisis política
que enfrentaba el gobierno de Hugo Chávez, lo que, según los personeros
de esta sui géneris yunta obrero-patronal, pasaba por la salida del poder del
Presidente de la República.
Es muy importante recalcar que el movimiento de protesta que ocurrió en
el país fue el producto espontáneo de un proceso de malestar creciente en la
población que comenzó a organizarse en contra del ejercicio arbitrario del
poder por parte del Presidente y la imposición de políticas que estaban francamente en contra de la democracia y el desarrollo económico del país.
En diciembre de 2001, se produjo el primer paro nacional que, según la
profesora Margarita López Maya (2003), significó un gran éxito opositor
debido a la contundencia del mismo, situación que animó a los impulsores
de la huelga a continuar con esta estrategia durante los años 2002 - 2003.
La respuesta por parte del Presidente fue autoritaria y pugnaz, por lo que
cerró las puertas para cualquier tipo de diálogo, a pesar de que, por su alta
investidura, estaba llamado a convocar el diálogo nacional.
A partir de entonces, se planteó la posibilidad de exigir la renuncia del Presidente estudiándose varias vías para ello, como, por ejemplo, la enmienda
constitucional, el referéndum consultivo o el referéndum revocatorio. Este
proceso significó un mayor reto para la oposición que decidió aglutinarse en
torno a un mecanismo de concertación denominado la Coordinadora Democrática, compuesta por los principales partidos políticos, FEDECÁMARAS,
la CTV y numerosas organizaciones no gubernamentales.
El año 2002 comenzó con mayor conflictividad política esta vez por el
malestar creciente en la industria petrolera debido al nombramiento de una
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nueva junta directiva que los empleados no reconocían como legítima, por
no haber sido seleccionada de acuerdo a los criterios meritocráticos de
la empresa.
Esta situación planteó un nuevo y más grave conflicto al estallar un paro
administrativo de los empleados petroleros el 09 de abril de 2002, que fue
secundado por FEDECÁMARAS y la CTV. Esta situación dio origen a los
trágicos sucesos del 11 de abril en los cuales murieron más de 19 personas
y resultaron heridas más de 100, cuando una marcha convocada hacia el
Palacio de Miraflores por parte de los impulsores del paro fue disuelta a
balazos por grupos violetos vinculados al oficialismo.
No es el objetivo de este trabajo analizar a profundidad estos sucesos,
pero conviene apuntar que, a pesar de que ya ha pasado una década, sus
actores principales no han dado su versión de los hechos y tampoco hubo
una investigación oficial sobre lo ocurrido. Lo que hay que precisar, a
nuestro juicio, es la necesaria diferenciación que debe hacerse entre el
movimiento ciudadano, que se originó como legítima respuesta al abuso
de poder del Presidente Chávez, expresado a través de marchas multitudinarias totalmente pacíficas, y el golpe de Estado que le dan los militares al
Presidente la tarde del 11 de abril, para luego ser devuelto al poder el día
13 de abril por sus propios compañeros de armas.
Es importante aclarar esto, pues, a lo largo de todos estos años, el discurso oficial, y no pocos medios de comunicación y analistas políticos de
los factores democráticos, se refieren a estos hechos simplemente como “el
golpe de Estado del 11 de abril”, sin diferenciar entre el legítimo derecho a
protestar pacíficamente que tienen los ciudadanos y la consumación de un
golpe de Estado perpetrado por la Fuerza Armada.
Después de los graves hechos de abril de 2002, la Organización de
Estados Americanos (OEA) envió a su Secretario General César Gaviria
para ofrecer su colaboración en la resolución del conflicto. A raíz de esta
visita, surgió la Mesa de Negociación y Acuerdos, instalada en noviembre
de 2002, con la participación de la OEA, el Centro Carter, el PNUD, un
grupo de países amigos de Venezuela (Estados Unidos, Portugal, España,
Brasil, México y Chile), negociadores del gobierno y de la Coordinadora
Democrática.
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En los acuerdos logrados después de 6 meses de negociación, ambas
partes se acogieron a la propuesta del gobierno, que no era otra cosa que
lograr una salida pacífica y electoral a través de la realización de un referéndum revocatorio, tal como lo establece el artículo 72 de la Constitución.
Por su parte, la oposición se había pronunciado a favor de un referéndum
consultivo relativo a la solicitud de renuncia del Presidente Chávez. Para
impulsar este mecanismo, consignaron ante el CNE un número de firmas
suficientes para activar la consulta.
A partir de entonces, los venezolanos fuimos víctimas de un conjunto de
maniobras dirigidas a impedir la expresión de la voluntad popular a través
del voto. Los poderes públicos, y, especialmente las autoridades electorales, se encargaron de obstaculizar la realización primero del referéndum
consultivo y luego del referéndum revocatorio presidencial.
De esta manera, y cumplidos todos los requisitos legales, el CNE fijó
la convocatoria del referéndum consultivo para el 2 de febrero de 2003.
No obstante, apenas dos semanas antes de su realización la Sala Electoral
del Tribunal Supremo de Justicia suspendió la consulta por considerar que
existían irregularidades en la conformación de la autoridad electoral. Vale
acotar que la autoridad electoral desde el año 1999, nunca ha sido electa
por el método establecido en la Constitución, bajo el argumento de la provisionalidad o la urgencia, permitiendo así que la mayoría del directorio
del CNE sea simpatizante o militante abierto del oficialismo.
A pesar de este revés, la oposición aprovechó el día fijado originalmente
para la realización del referéndum para realizar un nuevo “firmazo” con
el objeto de recabar más firmas para activar un referéndum revocatorio
presidencial.
En agosto del mismo año, se presentó ante el CNE 3.200.000 firmas para
solicitar la revocatoria del mandato al Presidente, esta cantidad excedía con
creces las recabadas anteriormente, y las necesarias para activar la consulta
(2.400.000). Insólitamente, 15 días después de presentada, autoridad electoral rechazó la solicitud aduciendo el incumplimiento de formalidades
esenciales.
El comportamiento del gobierno pronto puso en evidencia que la Mesa
de Negociación y Acuerdos sólo sirvió como una estrategia más para ganar
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AUTORITARISMO ELECTORAL EN VENEZUELA
tiempo y retrasar la realización de la consulta popular; de hecho, el gobierno
incumplió los compromisos acordados, tales como el nombramiento de un
CNE de acuerdo con el método establecido en la Constitución y el respeto
a la libertad de expresión.
De esta manera, el nuevo CNE, nombrado por el Tribunal Supremo de
Justicia, e integrado por 3 miembros afectos al oficialismo y dos independientes, comenzó a restringir el derecho a participar de los venezolanos
que deseaban activar el mecanismo constitucional del referéndum revocatorio, convirtiéndose en una especie de muro inexpugnable para impedir la
realización de la consulta. Esta vez, la estrategia utilizada fue la creación
de un conjunto de normas sobrevenidas que se aplicaron a la solicitud realizada con anterioridad a la publicación de la normativa.
Como lo señala Schedler (2004) los Estados autoritarios ya no recurren
a métodos extremos como la limpieza étnica, o la eliminación física para
restringir el derecho al voto, sino que emplean métodos mucho más sutiles
y efectivos para privar informalmente a los ciudadanos de este derecho,
bajo la apariencia del respeto a las normas electorales.
En el reglamento de fecha 25 de septiembre de 2003, (un mes después
de la entrega de las firmas recolectadas), se legalizó la subrogación por
parte del CNE de las actividades de la sociedad civil en la organización de
un proceso netamente ciudadano como lo es una consulta popular de este
tipo. En este sentido, el artículo 6 del documento no deja lugar a dudas:
“El Consejo Nacional Electoral organizará, administrará, supervisará
y vigilará todos los actos relativos a los procesos de referendos revocatorios de mandatos.” (2003: 1). Incluso, en el numeral tercero llega a
señalarse que el CNE elaborará los instrumentos de recolección de firmas
para la solicitud de los referéndums revocatorios.
Otra de las disposiciones arbitrarias del instrumento tienen que ver con
los criterios para invalidar las firmas como, por ejemplo, aquellas que no
fueran “manuscritas” o si se determinaba que una “firma proviene de la
misma persona” (artículo 29). Vale acotar que en nuestro país no existía
(ni existe aún) un registro completo de las firmas de todos los ciudadanos
que forman parte del registro electoral, y la firma es algo tan personal que
ningún experto grafólogo podría certificar si una firma es válida o no por
el hecho de no ser manuscrita.
113
Ingrid Jiménez Monsalve
Revista Memoria Política
Es importante señalar que la misión de observación de la OEA (2003)
advirtió que el criterio para invalidar firmas fue absolutamente arbitrario
y sometido a la discrecionalidad de los funcionarios del organismo, por
esta razón indicó que esto podría afectar negativamente el resultado del
proceso, dado que los criterios de validación cambiaban constantemente.
Incluso, según señala el informe de la OEA se llegó a someter a observación hasta el 50 y 60% de las firmas recabadas.
No obstante, y a pesar de que la misión del organismo interamericano
participó como observadora en el proceso de recolección de firmas realizado por la oposición y comprobó que el proceso había sido totalmente
transparente, el CNE se radicalizó aún más.
En el artículo 31 del mencionado reglamento estableció la obligatoriedad del organismo electoral de publicar en un diario de circulación
nacional las cédulas de identidad de los solicitantes del referéndum, violando la disposición constitucional que consagra el derecho a la privacidad
de cada uno de los electores que ejercieron su legítimo derecho a solicitar
la revocatoria del mandato.
Además, el ente comicial retrasó durante 100 días el proceso de verificación de firmas, cuando la ley estableció un lapso de 30 días. Como
resultado de la verificación, el CNE admitió apenas 1.832.493 firmas,
invalidando miles de firmas por incongruencias con en el Registro Electoral, al tiempo que fueron enviadas a “reparo” la cantidad de 876.017. El
“mecanismo del “reparo” fue explicado como la respuesta al hallazgo de
firmas denominadas como “planas” debido a su “similar caligrafía”, esta
categorización obligó a numerosos ciudadanos a someterse de nuevo a un
proceso de verificación de firmas.
A manera de anécdota personal, quiero comentar que fui una de las
miles de personas cuya firma fue mandada a “reparo” y, por ende, doy fe
del carácter parcializado de esta extraña categorización. En mi cédula de
identidad firmo con la misma rúbrica que me acompaña desde que soy
mayor de edad, y ella contiene mi apellido en manuscrito sin ninguna otra
particularidad.
El día acordado por el CNE me dispuse a “reparar” para manifestar mi
voluntad de activar el referéndum revocatorio. Al llegar al centro electoral,
114
AUTORITARISMO ELECTORAL EN VENEZUELA
noté un ambiente francamente hostil, rodeado de seguidores del oficialismo. Cuando traté de ejercer por segunda vez mi derecho, presentando
mi cédula de identidad, un funcionario me manifestó que no podía firmar
porque mi cédula se veía borrosa (mi cédula tenía muy baja calidad, pero
los datos se podían leer claramente). En consecuencia, el funcionario me
exigió que le mostrara la cédula vencida y el pasaporte para permitirme
firmar, vale acotar que ninguno de estos requisitos se encontraba en las
disposiciones del CNE. A pesar del atropello, consigné los documentos
solicitados y finalmente pude ratificar mi firma.
Sin embargo, miles de ciudadanos dejaron de acudir a este llamado a
“reparo” por temor a las represalias, que ya se asomaban en el discurso
presidencial a través de amenazas veladas sobre todo contra los funcionarios públicos, empleándose de la manera más descarada la estrategia de
la coacción. Esta lamentable situación, por la que pasamos miles de venezolanos, nos llevó a concluir que el escenario de unas elecciones limpias,
transparentes y democráticas, sin duda, era utópico.
Un año después de los sucesos del 11 de abril, el gobierno no había
podido recuperar su credibilidad ante la opinión pública y el rechazo era
mayoritario. Según la firma encuestadora Datanálisis (2003) para mayo
de 2003 el 70,1% de los venezolanos se manifestaba como crítico duro
del régimen y apenas 15,8% sentía mucha confianza en el Presidente. De
igual manera, un contundente 64% se encontraba a favor de la revocatoria
del mandato.
Durante el tiempo transcurrido entre la convocatoria del referéndum y
su realización, el gobierno nacional entendió que, de permitir la realización de la consulta popular en ese momento, sería ampliamente derrotado.
Por esta razón, además de ganar tiempo, decidió implementar un plan
masivo de ayuda social denominado “las misiones”, programas sociales
que se manejaron desde el principio como una ayuda personal que Chávez
daba el pueblo, y que, a confesión del propio Presidente, se pusieron en
marcha por sugerencia de Fidel Castro, quien ofreció personal cubano
para llevarlas a cabo. Chávez reconoció incluso que más que una política social, las misiones cumplieron el claro objetivo a dar respuesta a una
coyuntura electoral desfavorable. Al respecto señaló (citado por D’Elia y
115
Ingrid Jiménez Monsalve
Revista Memoria Política
Cabezas; 2008: 6): “ustedes deben recordar que, producto del golpe y
todo el desgaste aquel, la ingobernabilidad que llegó a un grado alto, la
crisis económica, nuestros propios errores, hubo un momento en el cual
nosotros estuvimos parejitos, o cuidado si por debajo. Hay una encuestadora internacional recomendada por un amigo que vino a mitad del
2003, pasó como 2 meses aquí y fueron a Palacio y me dieron la noticia
bomba: Presidente, si el referéndum fuera ahorita usted lo perdería`.
(…) Entonces fue cuando empezamos a trabajar con las misiones, diseñamos aquí la primera y empecé a pedirle apoyo a Fidel (Castro)”.
Las principales misiones fueron Barrio Adentro, que garantizaba la presencia de médicos cubanos en las zonas populares y barriadas del país, y
Mercal, una red de distribución estatal de alimentos a bajos costos. Asimismo, se plantearon misiones educativas como la Robinson y la Ribas,
destinadas a aquellas personas que no hubiesen culminado su educación
primaria o media.
Las misiones tuvieron una gran acogida en la población y en pocos meses
ayudaron a rescatar el sentimiento de esperanza y de inclusión social que
había despertado Chávez al ser electo en 1998. Las misiones se constituyeron en la expresión más acabada del clientelismo político, una de las estrategias señaladas por Schedler (2006) como eficaces en el control de votantes
en contextos de elevada desigualdad social como el nuestro.
Según Datanálisis (2004), en las semanas previas al referéndum revocatorio, la tendencia electoral era hacia el aumento de la popularidad del Presidente y la negativa a la revocatoria su mandato, demostrando así el éxito
y acogida de las misiones en las clases populares. La encuestadora vaticinó
que la diferencia entre ambas opciones era muy cerrada y, por tanto, el
triunfo a favor de una u otra opción serían por un pequeño margen.
Finalmente, en junio de 2004 se convocó la realización de la consulta,
fijándose como fecha el 15 de agosto de ese año, prácticamente un año después de la solicitud inicial de la consulta. Incluso, en la pregunta redactada
por el árbitro electoral podemos observar el sesgo a favor de la ratificación
del mandato presidencial. La pregunta se planteó así: “¿Está usted de
acuerdo con dejar sin efecto el mandato popular otorgado mediante
elecciones democráticas legítimas al ciudadano Hugo Rafael Chávez
116
AUTORITARISMO ELECTORAL EN VENEZUELA
Frías como presidente de la República Bolivariana de Venezuela para
el actual periodo presidencial?.” Incluso las opciones de respuesta fueron
invertidas, en vez de Si - No, fueron presentadas como No - Si.
Luego de tantos tropiezos y retrasos, el día de la elección devino en un
evento caótico: la introducción de máquinas captahuellas y el retraso en
la apertura de las mesas, provocaron un retardo inusitado en el proceso
de votación que se prolongó hasta la madrugada en la mayor parte del
país. Además, se produjeron restricciones al derecho al voto, motivados
por las máquinas captahuellas que causaron confusión y zozobra en la ciudadanía.
Por otra parte, la autoridad electoral incumplió con el deber de informar
a los venezolanos el resultado oficial. El primer boletín había sido anunciado para las 8 de la noche, debido a la rapidez del sistema automatizado y
no fue sino hasta aproximadamente las 3 de la madrugada cuando el CNE
presentó el primero boletín.
En un resultado que aún hoy despierta controversias, el 59.09% de los
venezolanos votó a favor de la continuidad del Presidente Chávez, mientas
que 40.63% apoyó la revocatoria del mandato. Ahora bien, más allá de
las dudas razonables del resultado porque la mayoría de las encuestadoras
daban una diferencia muy cerrada entre ambas opciones, las innumerables irregularidades del proceso, el incumplimiento repetido de los lapsos
legales para la convocatoria, la aplicación de normas sobrevenidas, la
manera poco transparente como se implementó el voto electrónico, el uso
indiscriminado de los recursos del Estado en la propaganda oficial, la parcialidad de los poderes públicos, y todos los obstáculos suscitados el día de
la elección, constituyen elementos de juicio que nos llevan a concluir que
el referéndum revocatorio presidencial fue una elección semicompetitiva.
La historia del referéndum revocatorio no terminó con la ratificación de
Chávez. La victoria del Presidente significó la agudización de la discriminación política y el empleo masivo de la estrategia de coacción y amenazas
como política de Estado. A partir de ese momento la discriminación política alcanzó altos niveles de sofisticación, a través de las listas “Tascón” y
más adelante la lista “Maisanta”.
117
Ingrid Jiménez Monsalve
Revista Memoria Política
Pero, ¿Qué son las listas Tascón y Maisanta?
En enero de 2004, Chávez le informó al entonces presidente del CNE
Francisco Carrasquero que había autorizado a su jefe de campaña el diputado Luis Tascón a obtener copias de las planillas de los firmantes del revocatorio. Las planillas fueron entregadas sin ninguna objeción al diputado,
y este procedió a publicar la lista de nombres en su página web supuestamente para que las personas pudieran verificar su firma.
Posteriormente, el oficialismo diseño un nuevo programa más sofisticado denominado “Maisanta” que además de los nombres de los firmantes del revocatorio, contenía la información de registro electoral de
cada elector, su filiación política (gobierno – oposición) y la pertenencia a
alguna misión gubernamental.
A partir de entonces, estas listas sirvieron para emplear una terrible
estrategia de coacción e intimidación a los votantes que habían solicitado
la revocatoria del mandato. Esta estrategia discriminatoria se materializó
de muchas maneras, las más frecuentes fueron: el despido de instituciones oficiales sin motivo justificado, y el cese de contratos y de pagos a
empresas contratistas del Estado. Incluso, a numerosas empresas privadas
se las coaccionó a despedir a empleados si habían sido ex - trabajadores de
la petrolera estatal y firmantes de la solicitud de revocatorio presidencial.
Esta discriminación política inédita en nuestra historia contemporánea
fue ampliamente documentada por organizaciones de derechos humanos
y organizaciones internacionales. Al respecto, la Unión Europea (2005:)
señaló:
“Tras el referéndum, la consolidación de datos de ciudadanos y sus
preferencias en el proceso de recolección de firmas dio lugar a una utilización claramente abusiva de la información compilada, que supuso
una intromisión en los derechos civiles y políticos de los ciudadanos.
Se ha dicho que el abuso fue generalizado y que incluyó amenazas y
varias formas de presión sobre los ciudadanos (exclusión de concursos
públicos, despido de personal de empresas públicas y privadas por ser
de una opción política contraria.”
118
AUTORITARISMO ELECTORAL EN VENEZUELA
Las listas perjudicaron a miles de familias venezolanas, y violentaron
el derecho al trabajo de numerosos ciudadanos, sencillamente por haber
ejercido sus derechos políticos. Las evidencias de estos terribles hechos
se encuentran documentadas con testimonios de las víctimas en el libro de
Ana Julia Jattar denominado “Apartheid del siglo XXI” (2006).
Otra consecuencia, desde el punto de vista electoral, fue la pérdida de
la ya poca credibilidad del CNE, las dudas con respecto al secreto del voto
y peor aún el cuestionamiento del valor del voto para resolver conflictos
políticos y cambiar una situación no deseada.
Un aspecto no menos terrible, y que refleja la gran indefensión de los
ciudadanos frente al autoritarismo electoral, fue la indiferencia de los
poderes públicos frente a la discriminación política. Al respecto Kornblith
(2007: 19) señala:
“Muchos de los que aparecieron en la llamada lista Tascón fueron
destituidos de sus cargos públicos, se les negó la documentación oficial y el acceso a los servicios públicos, los contratistas con el sector
público perdieron sus asignaciones, los firmantes fueron conminados
a retirar sus nombres en la fase de reparo, etc. Ninguno de los órganos
responsables de la defensa de los derechos de los ciudadanos, como el
Defensor del Pueblo o la Fiscalía General se pronunció en contra de
esa práctica discriminatoria.
Tampoco fue sancionado el diputado ni quienes utilizaron la información en contra de los electores.”
Incluso hoy en día el Estado sigue discriminando a través de estas listas
para impedir el ingreso de disidentes a los organismos estatales, ministerios, banca pública, etc.
Elección del Alcalde Metropolitano de Caracas. 23 de noviembre
de 2008
En estas elecciones, el gobierno empleó la estrategia de tutela, tras la
victoria en las elecciones regionales del 23 de noviembre de 2008 del candidato opositor Antonio Ledezma con el 52.42%, frente al candidato ofi-
119
Ingrid Jiménez Monsalve
Revista Memoria Política
cial Aristóbulo Isturiz con 44.94%. Es importante recordar que Ledezma
asumió la candidatura luego que Leopoldo López, quien encabezaba los
estudios de opinión (según Datanálisis ostentaba el 48,3% de las preferencias frente al 31,5% del candidato oficial) fue inhabilitado por el Contralor
General de la República.
En términos políticos perder la Alcaldía Metropolitana de Caracas resultó
devastadora para el gobierno, así que bien pronto ideó un plan para despojar
a Ledezma de sus funciones constitucionales. De esta manera, el Parlamento
anunció el 9 de marzo de 2009 la discusión de la Ley del Distrito Capital que,
según la Presidente del Parlamento Cilia Flores, debía otorgar al Presidente
Chávez la potestad de elegir “una autoridad única” o “vicepresidente” del
Distrito Capital. La ley fue aprobada en menos de un mes, el día 7 de abril,
otorgándole funciones al gobierno metropolitano de administrar la hacienda
pública del Distrito Capital, elaborar y ejecutar el plan de desarrollo económico y social, contratar la ejecución de obras públicas, la organización
recaudación y control tributario, así como la prevención de delito y la seguridad. La Alcaldía metropolitana fue despojada de su sede y de presupuesto,
quedando solamente como una instancia coordinadora de los diversos municipios que conforman el distrito metropolitano.
En su artículo 7 la ley en cuestión establece que el Jefe o Jefa de Gobierno
del Distrito Capital será de libre nombramiento y remoción por parte del
Presidente de la República. Si bien la Constitución ordena a la Asamblea
Nacional la creación de una Ley Especial para regir el Distrito Capital,
señala en su artículo 156 que esto deberá estar acorde con el carácter participativo y democrático de la Constitución, sin señalar en modo alguno que
el Presidente tendría la potestad de designar una autoridad única. Además,
la Constitución es clara cuando señala que el sufragio universal es el medio
a través del cual el pueblo elige a sus representantes.
La autoridad designada por el Presidente fue Jacqueline Farías, quien
había desempeñado varios cargos en el gobierno como ministra de
ambiente, presidenta de Hidrocapital y luego vicepresidenta de occidente
del PSUV. La Ley del Distrito Capital, como ha ocurrido en muchas otras
oportunidades, sirvió para darle un barniz de legitimidad a la destitución de
facto de Antonio Ledezma, gobernante elegido por el voto popular apenas
5 meses antes de la sanción de dicho instrumento.
120
AUTORITARISMO ELECTORAL EN VENEZUELA
Como si esto no fuera suficiente, encontramos también la vulneración
al principio de decisividad a través de la estrategia de reversión. Schedler
(2004) señala que las elecciones deben poder dotar de un poder real a los
candidatos electos para tomar decisiones públicas, si no es así, no estamos
hablando de elecciones democráticas. En el caso del Alcalde Metropolitano, electo por votación popular, no sólo se le escamoteó aproximadamente el 93% del presupuesto de la institución, sino que se le arrebató la
administración de las escuelas, los hospitales, policías y bomberos.
Como hemos demostrado a lo largo de la investigación y a través de tres
casos muy concretos el gobierno de Hugo Chávez ha desmontado el sistema democrático representativo para imponer un modelo de autoritarismo
electoral. Para ello y a través del control total de los poderes públicos, tales
como el Consejo Nacional Electoral, la Asamblea Nacional, la Contraloría
General de la República y el Tribunal Supremo de Justicia, ha recurrido
a estrategias señaladas por el profesor Schedler, como la exclusión, las
restricciones informales al derecho al voto, y la tutela.
Esta situación complejiza aún más la naturaleza del autoritarismo en
Venezuela, porque por un lado se busca cumplir o al menos hacer ver que
se cumple con las formalidades democráticas, fundamentalmente las elecciones, y por el otro se restringen las libertades públicas y se crean marcos
electorales absolutamente desiguales para evitar el triunfo de la disidencia.
Incluso, como ha ocurrido en los últimos procesos electorales cuando ocurren triunfos opositores el Estado emplea la estrategia de la reversión.
Finalmente, consideramos que la decisión de los factores democráticos
de continuar participando en elecciones a pesar de las condiciones desventajosas impuestas por el régimen, es la más adecuada para enfrentar el
autoritarismo electoral. No obstante, esta participación debe ir sustentada
por un movimiento de lucha por la restitución de garantías electorales y de
igualdad de condiciones de participación. Los partidos políticos no pueden
realizar solos esta lucha, se requiere la participación de las universidades,
gremios, empresarios y organizaciones civiles.
121
Ingrid Jiménez Monsalve
Revista Memoria Política
Las inhabilitaciones.
Resultaría muy confuso para un lector extranjero entender cómo es
posible que cientos de venezolanos hayan sido inhabilitados para ejercer
funciones públicas a pesar de no haber sido condenados mediante una sentencia judicial definitivamente firme y en el marco de un juicio imparcial.
Las inhabilitaciones por vía administrativa constituyen una violación
más de los derechos políticos de los ciudadanos. En este caso del derecho
al sufragio pasivo que viene a ser la posibilidad de todo ciudadano a ser
elegido, siempre y cuando cuente con los requisitos constitucionales para el
cargo de elección popular al que aspira. Asimismo, se violan los derechos
de todos los venezolanos al sufragio activo, que no es más que el derecho
que todos tenemos a elegir a los candidatos de nuestra preferencia.
En la Constitución de 1999 se establece claramente en su artículo 65 las
limitaciones para ejercer un cargo público:
“No podrán optar a cargo alguno de elección popular quienes hayan
sido condenados o condenadas por delitos cometidos durante el ejercicio de sus funciones y otros que afecten el patrimonio público, dentro
del tiempo que fije la ley, a partir del cumplimiento de la condena y de
acuerdo con la gravedad del delito.”
En el año 2001, se aprobó la Ley Orgánica de la Contraloría General
de la República y del Sistema Nacional de Control Fiscal (SIAF). En el
artículo 105 del instrumento se faculta al Contralor General para imponer
la sanción de inhabilitación para el ejercicio de cargos públicos a funcionarios públicos hasta por un periodo de quince años. El artículo dice textualmente (2001: 19):
“La declaratoria de responsabilidad administrativa, de conformidad
con lo previsto en los artículos 91 y 92 de esta ley, será sancionada con
la multa prevista en el artículo 94 de acuerdo con la gravedad de la
falta y el monto de los prejuicios que se hubieran causado. Corresponderá al Contralor General de la República de manera exclusiva
y excluyente, sin que medie ningún otro procedimiento, acordar en
atención a la entidad del ilícito cometido, la suspensión del ejercicio
del cargo, sin goce de sueldo por un periodo no mayor de 24 meses
122
AUTORITARISMO ELECTORAL EN VENEZUELA
o la destitución del declarado responsable, cuya ejecución quedará a
cargo de la máxima autoridad, e imponer atendiendo a la gravedad de
la irregularidad cometida su inhabilitación para el ejercicio de funciones públicas hasta por un máximo de 15 años, en cuyo caso deberá
remitir la información pertinente a la dependencia responsable de la
administración de los recursos humanos del ente u organismo en el
que ocurrieron los hechos para que realice el trámite pertinente.”
Sin embargo, según el experto Alberto Arteaga Sánchez (2008) la Contraloría General de la República no puede aplicar penas, por cuanto no es
juez penal, pero si puede declarar la responsabilidad administrativa. En el
caso de que existan elementos que indiquen responsabilidad penal, debe
remitirse lo actuado al Ministerio Público.
Un grupo de juristas, entre los cuales se encuentra Enrique Sánchez
Falcón, Jesús María Casal, Alfonso Rivas Quintero y el propio Alberto
Arteaga Sánchez (2008) solicitó al Tribunal Supremo de Justicia que
declarara la inconstitucionalidad del citado artículo 105, argumentando
entre otras cosas que el mencionado artículo se refiere sólo a funcionarios públicos designados y en ningún caso a funcionarios electos popularmente.
Pero la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia argumentó
que los procesos establecidos por el Contralor garantizan el derecho a la
defensa y al debido proceso de las personas imputadas y, más aún, que el
artículo 65 de la Constitución no contiene una única modalidad de inhabilitación administrativa por malos desempeños en la gestión pública. Esta
decisión puso una vez en evidencia la inexistencia del necesario equilibrio
de poder que debe existir en un sistema democrático, por cuanto corresponde al máximo tribunal del país defender el orden constitucional.
Sobre esta situación, el profesor José Enrique Molina (2007: 161)
expresa:
“La posibilidad de que un funcionario, altamente politizado, como
el Contralor General de la República de Venezuela, puede inhabilitar
para el ejercicio de cargos públicos, y por ende, para el ejercicio del
derecho a postularse como candidatos a políticos tanto del gobierno
123
Ingrid Jiménez Monsalve
Revista Memoria Política
como de la oposición, se ha constituido en una innovación muy importante del sistema electoral venezolano, que como es evidente puede
poner en entredicho el carácter democrático de los procesos electorales en nuestro país.”
Al contar con esta facultad de inhabilitar por vía administrativa, el Contralor se convierte en un actor principal del sistema electoral. Y es que, a
partir de ese momento, las inhabilitaciones decidieron el futuro político de
muchos dirigentes políticos y erigieron en candidatos a líderes que no eran
considerados como la primera opción para aspirar a los cargos de elección
popular.
De esta manera, además de la violación de los derechos políticos, las
inhabilitaciones tienen un claro sesgo político-partidista, por cuanto la
mayoría de los líderes políticos inhabilitados pertenecen, sospechosamente, al bando opositor. Una vez más nuestro país es escenario de un
proceso de discriminación política dirigido desde el poder, erigiéndose una
nueva lista, esta vez la lista “Russian” (por Clodosvaldo Russian, difunto
Contralor General de la República) con el nombre de los inhabilitados.
Algunos de los dirigentes opositores más importantes han sido inhabilitados. Tal es el caso de Enrique Mendoza, ex – gobernador de Miranda,
Leopoldo López ex – alcalde del municipio Chacao y del ex – gobernador
del Zulia y ex – candidato presidencial Manuel Rosales. Incluso, en mayo de
2010, faltando sólo cuatro meses para las elecciones parlamentarias se inhabilitó a los comisarios de la Policía Metropolitana, juzgados por los hechos
del 11 de abril de 2002, Lázaro Forero y Henry Vivas, que planeaban postularse como candidatos a la Asamblea Nacional. La ratificación de la condena
a 30 años de cárcel se produjo después de siete años en prisión, tras un juicio
plagado de retrasos, irregularidades y parcialización política.
Nos referiremos in extenso al caso de Leopoldo López que, en nuestra
opinión, expresa la arbitrariedad y el uso de las inhabilitaciones para
excluir del juego electoral a líderes opositores.
López fue inhabilitado por la Contraloría en 2006 porque, siendo
empleado de la estatal Petróleos de Venezuela, obtuvo una donación de
60 millones de bolívares para su fundación Primero Justicia (génesis del
124
AUTORITARISMO ELECTORAL EN VENEZUELA
partido Primero Justicia) entre los años 1998 y 2001, cuando su madre
era gerente de asuntos públicos de la empresa. López, quien para el 2006
ejercía el cargo de Alcalde del municipio capitalino de Chacao, fue inhabilitado por 3 años, contándose a partir de noviembre de 2008. Posteriormente, se le inhabilitó por 3 años más por el desvío de recursos de la
alcaldía que fueron destinados al pago de bomberos, maestros, policías
y gastos de alumbrado público. Esta decisión también le impidió participar en los comicios regionales de 2008, en los que aspiraba a la Alcaldía
Mayor del Distrito Metropolitano.
Conviene apuntar que el ex alcalde de Chacao nunca fue juzgado por
ninguno de estos dos hechos, ni mucho menos condenado por un tribunal
de la república. Por esta razón, decidió elevar su reclamo de justicia a
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en marzo de 2008. El 01
de septiembre de 2011 este órgano falló a favor de López. La Corte basó
su decisión en los artículos 23.1 y 23.2 de la Convención Americana de
Derechos Humanos que consagra los derechos y oportunidades a la participación en la dirección de los asuntos públicos, directamente o por medio
de representantes libremente elegidos; a votar y ser elegidos en elecciones
periódicas, auténticas, realizadas por sufragio universal e igual y por voto
secreto que garantice la libre expresión de los electores; así como acceder
a las funciones públicas de su país.
Además, el artículo 23.2 de la mencionada Convención señala cuáles
son las causales que restringen los derechos reconocidos en el artículo 23.1
eusdem, y los requisitos que deben cumplirse para que proceda tal restricción. En el caso concreto de una restricción impuesta por una sanción para
ocupar cargos públicos, ésta sólo es posible mediante una “condena por
juez competente, en proceso penal.”
La Corte es muy clara al señalar que ese requisito no se cumplió en el
presente caso, pues el órgano que impuso las sanciones en cuestión no era
“un juez competente.”, esto es, “no hubo condena y las sanciones no se
aplicaron como consecuencia de un proceso penal”.
Con base en estos argumentos, el órgano resolvió que el Estado venezolano violó los artículos 23.1 y 23.2, en concordancia con el artículo 1.1
de la Convención Americana, en perjuicio de López. Igualmente, la Corte
125
Ingrid Jiménez Monsalve
Revista Memoria Política
concluyó que el artículo 105 de la Ley Orgánica de Contraloría General
de la República y del Sistema Nacional de Control Fiscal es contrario a la
seguridad jurídica que debe ostentar un procedimiento sancionatorio. Por
ende, resolvió dejar sin efecto las resoluciones emitidas por el Contralor
General, mediante las cuales el ex – alcalde fue inhabilitado y, además,
dispuso que, dentro de un plazo razonable, el Estado venezolano debe adecuar el artículo 105 de la Ley Orgánica de la Contraloría General de la
República y del Sistema Nacional de Control Fiscal, de acuerdo a lo señalado en esta sentencia.
Casi inmediatamente después que la Corte Interamericana de Derechos
Humanos pronunció el fallo a favor de López, el Tribunal Supremo de Justicia emitió un comunicado en el que explicaba que “revisaría” la decisión
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a raíz de un recurso de
interpretación introducido por el entonces Procurador General de la República Carlos Escarrá.
El TSJ se pronunció el 17 de octubre de 2011, declarando “inejecutable” la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, dictaminando que López puede postularse al cargo de elección popular que
desee, pero sigue inhabilitado para administrar fondos públicos.
La Presidenta del Tribunal Luisa Estela Morales, en una confusa rueda
de prensa en la que dio a conocer los detalles de la decisión, al responder
a una pregunta sobre si López de ganar la elección presidencial podría
ejercer su cargo, expresó lo siguiente: “No podemos hablar sobre situaciones futuras. Si López gana las elecciones presidenciales entonces el
TSJ se pronunciará al respecto.”
En la sentencia, se destaca que “no se trata de interpretar el contenido y alcance de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ni de desconocer el tratado válidamente suscrito por
la República que la sustenta o eludir el compromiso de ejecutar las
decisiones según los dispone el artículo 68 de la Convención Interamericana.” (p.40). Incluso al final de la sentencia, se critica a la Corte al
señalar: (La Corte) “emitiendo órdenes directas a órganos del poder
público venezolano (Asamblea Nacional y Consejo Nacional Electoral), usurpando funciones cual si fuera una potencia colonial y pre-
126
AUTORITARISMO ELECTORAL EN VENEZUELA
tendiendo imponer a un país soberano e independiente criterios políticos e ideológicos absolutamente incompatibles con nuestro sistema
constitucional.”
Sin embargo, a pesar de que la sentencia trata de ampararse básicamente
en un concepto anticuado de soberanía y en una retórica declaración de
principios a favor de la lucha contra la corrupción, está claro que el efecto
de la decisión, tras este enrevesado, fallo es una sólo: Leopoldo López
continúa inhabilitado y, una vez más, fuera del juego electoral, gracias a las
maniobras legales de la Contraloría General de la República y del Tribunal
Supremo de Justicia.
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