Trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos: De la formulación de los derechos a su aplicación Cuatro estudios locales en Colombia Sistematización realizada por Juanita Barreto Gama Profesora Departamento de TTrabajo rabajo Social Universidad Nacional de Colombia Consultora-Investigadora UNICEF y Save the Children U.K. Colombia Los Derechos de la Niñez Trabajadora en Hogares Ajenos en Colombia Desde la legislación y la jurisprudencia Investigación y autoría Esmeralda Ruíz Coordinación Proyecto Rocío Mojica Coordinadora Programa Colombia Save the Children Reino Unido Nelson Ortiz Oficial de Derechos Unicef Colombia Coordinación Editorial Angélica Gutiérrez Oficial de Comunicación e Información para América del Sur Save the Children Reino Unido Sara Franky Calvo Oficial Asistente de Comunicaciones Unicef Colombia Diseño y Diagramación Carlos Monroy Rubiano Fotografías William Torres - Unicef Colombia Jenny Mathews - Save the Children Reino Unido “Las fotos no corresponden a niños trabajadores domésticos” Impresión Gente Nueva Editorial Save the Children Reino Unido. Oficina para América del Sur Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia - UNICEF Oficina de Area para Colombia y Venezuela Bogotá D.C., Colombia - Octubre de 2001 Todos los derechos reservados. 7 Primera parte Trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos: de la formulación de los derechos a su aplicación Cuatro estudios locales en colombia Introducción ................................................................................................................... 11 1. Escenarios, actoras/es y procesos ...................................................................... 14 1.1 Cuatro localidades de Colombia para analizar el trabajo doméstico infantil en hogares ajenos ..................................................................................................................... 14 1.2 Actoras y actores protagonistas de este estudio: La población infantil y adolescente trabajadora doméstica en hogares ajenos y los equipos de investigación ................... 15 1.3 Orientaciones metodológicas: El carácter cualitativo de los estudios, las aproximaciones cuantitativas y el problema de la representatividad. La relación investigación-acción .. 19 2. Niñez, género, trabajo doméstico en hogares ajenos y derechos humanos .. 22 2.1 Los conceptos de niñez, adolescencia y juventud en el contexto de esta investigación ......................................................................................................................... 22 2.2 Género y generación: su potencial sinérgico y sus articulaciones con las condiciones de clase y etnia. ...................................................................................................... 26 2.3 La categoría trabajo doméstico en hogares ajenos y los significados subjetivos y socioculturales de denominar una actividad y tipificar el lugar donde ésta se realiza ... 29 2.4 La categoría derechos de la niñez como perspectiva analítica e interpretativa de los hallazgos obtenidos que confiere sentido ético a las orientaciones y propuestas que de ellos se derivan. .................................................................................................. 34 3. Un camino obligado para la subsistencia y una socialización para la sumisión. Síntesis de los principales hallazgos .................................................................. 37 3.1 Las palabras de las protagonistas como puerta de entrada ....................................... 38 3.2 Las diferentes condiciones, percepciones y significados de las experiencias de trabajo infantil y juvenil en hogares ajenos. .......................................................................... 41 4. De la formulación de los derechos a su aplicación ............................................ 48 5. La importancia de procesos participativos en la generación de alternativas al trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos. Conclusiones y recomendaciones .................................................................................................... 52 CONTENIDO Presentación ................................................................................................... Segunda parte Estudios de caso Niñas y jovenes empleadas domesticas: Condiciones de vida, derechos y expectativas. Presentación ................................................................................................................... 62 1. Las niñas trabajadoras domesticas. Contextos de procedencia, familia y socialización .......................................................................................................... 64 1.1 Características socio-demográficas de las niñas .......................................................... 64 1.2 Infancia, familia y socialización ................................................................................. 67 1.3 Familias en situación de desplazamiento forzado ........................................................ 69 1.4 Condiciones de trabajo y calidad de vida .................................................................. 70 2. Trabajo domestico infantil, socializacion e identidad ....................................... 76 2.1 Relaciones de autoridad, normas y castigos .............................................................. 77 2.2 Atributos y valores para ser una "buena niña empleada doméstica" .......................... 77 2.3 Valoración y autovaloración del trabajo doméstico infantil ......................................... 79 2.4 Socialización para el sacrificio y la servidumbre ........................................................... 81 3. El trabajo domestico infantil ayer y hoy. ¿Algunos cambios significativos? .......... 82 3.1 Razones y condiciones de trabajo ............................................................................ 82 3.2 El significado del trabajo en la calidad de vida ........................................................... 83 3.3 Percepción del servicio doméstico ............................................................................ 84 3.4 Influencia en su vida personal .................................................................................. 85 3.5 El control social: factor protector y regulador el la relación empleador empleada ....... 85 4. Factores de riesgo y protectores y vulneracion de derechos en el trabajo domestico infantil ................................................................................................ 87 4.1 Sobre los factores socioeconómicos y culturales que explican el trabajo infantil en servicio doméstico ................................................................................................... 87 4.2 El contexto de violencia social y política y el trabajo doméstico ................................. 88 4.3 El trabajo domestico infantil: ¿bueno o malo, mejor o peor? Factores de riesgo y factores protectores ................................................................................................ 88 4.4 Acceso y/o vulneración de derechos ........................................................................ 90 5. Conclusiones y recomendaciones ....................................................................... 96 Bibliografia ...................................................................................................................... 99 Anexos ............................................................................................................................. 101 Niños, niñas y jóvenes escolarizados/as, trabajadores/as en hogares de terceros. Para comenzar…. ............................................................................................................ 107 1. Algunas consideraciones sobre el trabajo infantil ............................................ 111 1.1 El servicio doméstico: pasado y presente ................................................................ 112 1.2 Características del servicio doméstico ....................................................................... 114 1.3 Empoderamiento como modelo para el desarrollo .................................................... 115 2. Ese mundo llamado Ciudad Bolívar. Análisis del contexto .................................... 117 3. Descripción de los hallazgos ................................................................................ 119 3.1 Modalidades de trabajo y condiciones laborales de los niños y niñas .......................... 119 3.2 El caso de las jóvenes .............................................................................................. 123 4. Impresiones del viaje… ........................................................................................ 125 4.1 El enfoque de Género ............................................................................................. 125 4.2 El enfoque de Derechos .......................................................................................... 127 4.3 Los programas institucionales ................................................................................... 130 4.4 Los docentes ......................................................................................................... 130 5. Y entonces… para seguir viajando… .................................................................. 132 A quienes consultamos… .................................................................................... 134 Anexos .................................................................................................................. 136 Condiciones de vida de niñas trabajadoras domésticas en Bucaramanga Introducción ................................................................................................................... 149 1. Contexto ............................................................................................................... 151 2. Referentes teóricos ............................................................................................. 152 2.1 El enfoque de derechos .......................................................................................... 152 2.2 Enfoque de género ................................................................................................. 153 2.3 Trabajo doméstico y servicio doméstico ................................................................... 153 3. Las niñas y jóvenes trabajadoras domésticas en hogares de terceros ........... 154 3.1 Características sociodemográficas y familiares de las niñas y jóvenes del estudio ........ 154 3.2 Condiciones laborales ............................................................................................... 155 3.3 Gustos, disgustos y expectativas. ............................................................................ 157 3.4 El estilo de vida ....................................................................................................... 158 3.5 Dificultades en el trabajo ......................................................................................... 158 3.6 La percepción de empleadores y empleadoras ......................................................... 161 4. Conclusiones y recomendaciones ....................................................................... 161 Bibliografía ...................................................................................................................... 163 Anexos ............................................................................................................................. 164 Condiciones de vida de las niñas empleadas en trabajo doméstico en hogares de terceros en la ciudad de Cali Introducción ................................................................................................................... 168 1. Contexto ............................................................................................................... 170 2. Referentes conceptuales ..................................................................................... 172 2.1 Injusticias Socieconómicas y Culturales ..................................................................... 172 2.2 Relaciones en el Trabajo Doméstico ......................................................................... 174 3. La situación de las niñas empleadas en servicio doméstico en hogares de terceros ................................................................................................................. 175 3.1 Aspectos Sociodemográficos .................................................................................... 175 3.2 Ámbito Familiar ........................................................................................................ 175 3.3 Trayectoria y condiciones laborales ........................................................................... 178 3.4 Relaciones Laborales ................................................................................................ 180 3.5 Expectativas ............................................................................................................ 182 3.6 La situación de las niñas desde una perspectiva de derechos .................................. 182 4. Conclusiones y recomendaciones ....................................................................... 185 Bibliografía ...................................................................................................................... 188 Anexos ............................................................................................................................. 189 Presentación “Los Estados Partes reconocen el derecho del niño a estar protegido contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, o que sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social.” (CDN Art.32) Para UNICEF y Save the Children Reino Unido es un placer entregar publicados los resultados de este proyecto de investigación sobre Trabajo Doméstico Infantil Y Juvenil en Hogares Ajenos en Colombia, el cual se enfoca en cuatro estudios de caso en el país. Este es la segunda de dos publicaciones que realizamos conjuntamente como una contribución al debate sobre la participación de los niños y especialmente las niñas en este tipo de trabajo. Desde 1999 las dos organizaciones decidimos trabajar en un proyecto común de investigación tanto de la situación en materia de legislación y jurisprudencia sobre el tema en Colombia, como de la situación de derechos y de condiciones laborales de las niñas y niños y su propia mirada sobre dichas situaciones. Nos centramos en el trabajo doméstico por considerarlo uno de los más potencialmente riesgosos para las niñas y niños, uno de los que aporta más contundentemente a la perpetuación de la discriminación, la inequidad, la pobreza y la desigualdad entre los géneros, y uno de los menos visibles toda vez que continúa considerándose propio del ámbito privado. La niña trabajadora en un hogar ajeno se encuentra separada de su familia; su jornada de trabajo es más larga que la de los adultos; su salario es, por lo general, inferior al mínimo permitido; se le asignan responsabilidades muy pesadas o riesgosas como el cuidado de niños o el manejo de combustibles u objetos corto-punzantes; en la mayoría de los casos no asiste a la escuela; no se le permite salir, se marcan estrictas diferencias entre su calidad de vida y la de las demás personas -niños y adultos- en cuyos hogares vive; está expuesta frecuentemente a violencia genérica y sexual, a la pérdida de su autoestima y al servilismo El trabajo desarrollado por niños y niñas está generalmente ligado a la privación de sus derechos fundamentales: carencia o déficit educativo, privación de afecto, falta de seguridad social, negación del juego y los demás aspectos necesarios para su desarrollo integral. En el caso del trabajo doméstico estas privaciones son mucho más dramáticas. Se ha determinado, por ejemplo, que el promedio de atraso escolar de las niñas en trabajo doméstico es de alrededor de 4.5 años, mientras el de niños en otros tipos de trabajo es de cerca de 1.5 años. El trabajo doméstico infantil pone en cuestionamiento el respeto a la Dignidad Humana, uno de los fundamentos del Estado Social de Derecho en Colombia, consagrado en el artículo 1 de la Constitución de 1991, el cual impone limites a la forma en que pueden ser tratados los seres humanos. Pone en cuestionamiento el también constitucionalmente consagrado principio del Interés Superior del Niño, el cual implica que, en cualquier tipo de decisión en la que se ven enfrentados intereses de diferentes sujetos, los intereses de las niñas y los niños prevalecen por sobre los de los demás. 1 En Cali con Taller Abierto, Centro de Promoción Integral para la Mujer y la Familia. Proyecto: Situación de niñas empleadas en trabajo doméstico en hogares de terceros en la ciudad de Cali. 2 En Bucaramanga con la Fundación Mujer y Futuro. Proyecto: Estudio investigativo sobre condiciones de vida de niñas trabajadoras domésticas en Bucaramanga. 3 4 En Ciudad Bolivar con la Casa de la Mujer Trabajadora -CUT-. Proyecto: Caracterización de niños, niñas y jóvenes escolarizados/as trabajadores/as en hogares de terceros en cuatro colegios distritales de la localidad 19 -Ciudad Bolívar. En Bogotá-SoachaCazucá con Martha Nubia Bello, Nayibe Peña y otras. Proyecto: Niñas y jóvenes empleadas domésticas: condiciones de vida, derechos y expectativas. Aunque es muy difícil conocer la magnitud de la problemática del trabajo infantil en general, dada su invisibilidad y las dificultades para determinarlo, se sabe que es una dramática realidad en el país. A pesar de que Colombia ratificó el Convenio 138/73 mediante ley 515/99. el cual señala que la edad mínima para trabajar no debe ser inferior a la edad en que cesa la educación obligatoria (15 años según la Carta Política de 1991) los datos obtenidos a través de las encuestas de hogar a lo largo de la década de los noventa permiten afirmar que alrededor de 2.5 millones de niños y niñas entre 9 y 17 años trabajan en Colombia. Debido al carácter privado del trabajo doméstico, es mucho más difícil saber con exactitud cuántos niñas y niños lo realizan. Un análisis reciente de las encuestas mencionadas, financiado por Save the Children, advierte que cerca de 323 mil niñas y niños, entre 5 y 18 años, están vinculados a este tipo de actividad en las siete principales ciudades del país. Desde la perspectiva de UNICEF y Save the Children, la Convención sobre los Derechos del niño constituye el fundamento ético y jurídico sobre el cual debe descansar la formulación de políticas sociales en torno al problema del trabajo de niños y adolescentes. Lo Convención plantea el reto de erradicar progresivamente el trabajo nocivo para los niños y los adolescentes, entendiendo que nociva es toda actividad laboral que pueda interferir en su bienestar integral y en particular entrar en conflicto con su acceso, permanencia y éxito en la escuela básica obligatoria de acuerdo al mandato constitucional , en el caso colombiano mínimo 9 años de educación básica gratuita y obligatoria. Los derechos consagrados en la Convención Internacional de Derechos del Niño que son con más frecuencia vulnerados a los niños y niñas trabajadores del hogar son los siguientes: Derecho a la no discriminación (Art. 1), a ser cuidado por sus padres (Art. 7), a mantener contacto directo con ambos padres (Art.9), a la protección de maltratos, abandono o explotación (Art.19), a un nivel de vida adecuado para su desarrollo (Art. 27), a la educación (Art. 28), al descanso, al esparcimiento, al juego y actividades culturales (Art. 31), a la protección contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, o que sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social (Art. 32). a estar protegido contra todas las formas de explotación y abuso sexual (Art.34), a no estar privado arbitrariamente de su libertad (Art. 37). Save the Children UK y UNICEF decidimos adelantar un proceso de investigación que permitiera descubrir o verificar las diversas maneras como se expresa en Colombia el problema del trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos, desde una perspectiva de derechos y desde el rescate de la palabra de las propias niñas que han vivido esta experiencia. Para ello contratamos la realización de cuatro investigaciones que permitiesen el reconocimiento del problema y de sus principales manifestaciones en las ciudades de Cali1, Bucaramanga2, Bogotá-Ciudad Bolívar3 y Bogotá-Soacha-Cazucá4, así como la sistematización de sus resultados por parte de Juanita Barreto Gama, Consultora-Investigadora, Profesora del Departamento de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Colombia. El presente documento señala las expresiones más significativas del trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos en dichas localidades, identifica las condiciones objetivas y subjetivas que en él confluyen y da elementos de análisis sobre sus implicaciones socioculturales, económicas y políticas. Igualmente, identifica las condiciones diferentes para abordar el problema cuando se trata niñas y jóvenes vinculadas o no a la educación formal, cuando la modalidad del trabajo es interno o por días, cuando el trabajo se realiza en hogares de diversos estratos socioeconómicos y cuando las vivencias corresponden a experiencias de trabajo en la gran ciudad o en ciudades intermedias. Aborda la dinámica de los procesos migratorios del campo a la ciudad, las características de los procesos de movilidad inter e intra barrial, las condiciones étnicas y las particulares experiencias de los casos referidos a población en situación de desplazamiento. Todo ello con el objetivo de avanzar en el diseño estrategias de intervención y acciones consecuentes con los hallazgos obtenidos que aporten elementos que permitan avanzar en el proceso hacia la erradicación progresiva del trabajo doméstico infantil en hogares ajenos. Supone una perspectiva de largo plazo que requiere una relación con los proyectos y acciones que se gestan en el corto y el mediano plazo. Agradecemos a todas las personas que hicieron parte de los equipos de investigación por su trabajo y su compromiso con el tema y, especialmente, a las niñas y niños que participaron y aportaron la esencia de este proceso. Esperamos que esta publicación contribuya no solamente a visibilizar y documentar la problemática, sino a sensibilizar y fundamentar acciones orientadas a modificar la situación de las niñas y niños que realizan este tipo de trabajo, para bien de la totalidad de las niñas y niños colombianos. Manuel Manrique Richard Hartill Representante de UNICEF para Colombia y Venezuela Director Programa América del Sur Save the Children, Reino Unido DE LA FORMULACIÓN DE LOS DERECHOS A SU APLICACIÓN TRABAJO DOMÉSTICO INFANTIL Y JUVENIL EN HOGARES AJENOS: Introducción La toma de posiciones, la formulación de propuestas y la definición de políticas y programas relacionados con el trabajo infantil y los problemas que comporta, exigen concentrar el interés en sus particulares expresiones en cada país y en cada localidad. Sólo así se podrá avanzar en el descubrimiento de las condiciones que, aún a comienzos del tercer milenio, mantienen y reproducen ancestrales prácticas sociales que desconocen o ignoran el camino recorrido por los procesos de construcción de valores que han elevado a principio universal los derechos de la niñez. Para satisfacer dicha exigencia es hoy necesario construir una perspectiva orientada, no tanto a encontrar explicaciones producto de la pretensión de establecer relaciones causa-efecto ante una realidad dinámica, compleja y contradictoria, sino, tal vez, a animar procesos que permitan la comprensión de dicha realidad y la definición de acciones consecuentes con las posibilidades que abre la intención comprensiva1. Por ello resulta imprescindible asumir opciones de conocimiento de lo social gestadas a partir de reflexiones, sentimientos y propuestas nacidas de experiencias vividas que logran hacerse palabra y ponerse en circulación para tender puentes entre los intereses individuales y los colectivos. En este contexto se ubica el interés de Save the Children (UK) y de UNICEF por estimular y propiciar el desarrollo de procesos de investigación y de intervención que permitan descubrir las diversas maneras como se expresa en Colombia el problema del trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos. Para ello apoyaron la realización de cuatro investigaciones que permitiesen concentrar la atención en el reconocimiento de este problema y de sus principales manifestaciones en las ciudades de Cali2, Bucaramanga3, Bogotá-Ciudad Bolívar4 y Bogotá-Soacha5, así como la sistematización de sus resultados. 1 Queda así enunciada la inserción de este trabajo en el debate sobre el sentido del conocimiento de lo social hoy, en el cual me sitúo desde la prevalencia de intereses comprensivos sobre intereses explicativos, que permitan dar cuenta de los indisolubles nexos entre la investigación y la acción. 2 Taller Abierto, Centro de Promoción Integral para la Mujer y la Familia. Situación de niñas empleadas en trabajo doméstico en hogares de terceros en la ciudad de Cali, Informe de investigación presentado a Save the Children U.K y UNICEF, Septiembre de 2000. Inédito 3 LELIEVRE, Christiane e Isabel M. ORTIZ, Fundación Mujer y Futuro. Estudio investigativo sobre condiciones de vida de niñas trabajadoras domésticas en Bucaramanga, Informe final presentado a Save the Children U.K Colombia y UNICEF, Agosto de 2000. Inédito. 4 LOMBANA, Ximena y Ana Isabel PAVAS MARTINEZ, Corporación Casa de la Mujer El presente documento se propone identificar las convergencias y diferencias entre las cuatro investigaciones; señalar las expresiones más significativas del trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos en dichas localidades, identificar las condiciones objetivas y subjetivas que en él confluyen y derivar elementos de análisis sobre sus implicaciones socioculturales, económicas y políticas, que den base para formular recomendaciones orientadas a diseñar estrategias de intervención y acciones consecuentes con los hallazgos obtenidos. Se trata de aportar elementos que permitan avanzar en el proceso orientado a la erradicación progresiva del trabajo doméstico infantil en hogares ajenos, responsabilidad ética de la humanidad en su conjunto y de quienes habitamos en Colombia en particular. Sin embargo, ese proceso no depende del arbitrio de intereses particulares porque está anclado en las condiciones materiales e ideológicas que sustentan la existencia de cada ser humano. Supone, por tanto, la conciencia del largo plazo para hacer realidad esa Trabajadora -CUTCaracterización de niños, niñas y jóvenes escolarizados/as trabajadores/as en hogares de terceros en cuatro colegios distritales de la localidad 19 -Ciudad Bolívar. Informe final e Investigación final presentado a Save the Children U.K y UNICEF, Agosto de 2000. Inédito. 5 6 7 BELLO ALBARRACIN, Martha Nubia, PEÑA FRADE, Nayibe y otras. Niñas y jóvenes empleadas domésticas: condiciones de vida, derechos y expectativas. Informe final de investigación realizada con niñas empleadas domésticas en Soacha y Bogotá, presentado a Save the Children U.K Colombia y UNICEF, Agosto de 2000. Inédito. CASTILLO, Zoraida y otros. Cuantificación y características de las niñas y los niños trabajadores del servicio doméstico en Colombia, UNICEF y Save the Children Fund., Colombia, Santafé de Bogotá, Mayo de 2000. Inédito. RUIZ GONZALEZ, Esmeralda. Los derechos de la niñez trabajadora doméstica desde la legislación y la jurisprudencia, Documento para Discusión, UNICEF, Save the Children U.K., Santafé de Bogotá, Junio del 2000. Inédito. utopía e identificar su necesaria relación con los proyectos y acciones que se gestan en el corto y el mediano plazos, es decir, la convicción profunda del presente como mediación permanente entre el pasado y el futuro. Para tal efecto estas reflexiones se han organizado en los siguientes capítulos: El primer capítulo da cuenta de los escenarios en los cuales se realizaron las investigaciones, las orientaciones metodológicas que animaron los procesos de investigación realizados y las relaciones establecidas entre quienes integraron los equipos de investigación y la población participante en el estudio. En él se hace explícito el significado de haber asumido en todas ellas una perspectiva orientada por los principios de la investigación acción participativa que reconoce a la población con la cual se trabaja como sujeto y no como objeto de investigación; se destaca la indisoluble y necesaria relación entre el conocimiento y la acción y se abordan los criterios de representatividad cualitativa y sus aportes para la comprensión de problemas y realidades en los cuales el acceso a la información cuantitativa es difícil, limitado e insuficiente6. El segundo capítulo concentra su interés en el debate sobre las cuatro categorías eje del interés cognoscitivo que atraviesa las investigaciones y que requieren precisiones en razón de los complejos efectos del oficio de nombrar, a saber: a) la categoría niñez y sus relaciones con las categorías adolescencia y juventud; b) la categoría género y las posibilidades que ofrece para estudiar las especificidades del trabajo doméstico infantil en las niñas y los niños; c) la categoría trabajo doméstico en hogares ajenos y los significados subjetivos y socioculturales de denominar una actividad y tipificar el lugar donde ésta se realiza y d) la categoría derechos de la niñez7 como perspectiva analítica e interpretativa de los hallazgos obtenidos que confiere sentido ético a las orientaciones y propuestas que de ellos se derivan. El tercer capítulo señala los principales hallazgos obtenidos identificando lo que nos une y lo que nos diferencia en materia de trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos en un país caracterizado por la diversidad de sus regiones. Se describe allí un panorama global construido a partir de los estudios referenciados en las citas precedentes. Se trata de poner en circulación las palabras de quienes se han desempeñado como trabajadoras domésticas en hogares ajenos y han experimentado en su propia historia la tensión entre necesidad y libertad. Se trata también de abrir el camino para el reconocimiento que de esta realidad hacen las/os patronas/os o empleadoras/es y las entidades u organizaciones a las cuales pertenecen las investigadoras. Se identifican las condiciones diferentes para abordar el problema cuando esta realidad es asumida desde la experiencia de trabajadoras domésticas niñas y jóvenes vinculadas o no a la educación formal, cuando la modalidad del trabajo es interno o por días, cuando el trabajo se realiza en hogares de diversos estratos socioeconómicos y cuando las vivencias corresponden a experiencias de trabajo en la gran ciudad o en ciudades intermedias. Cuatro variables actúan como referente transversal de la caracterización lograda en este capítulo: la dinámica de los procesos migratorios del campo a la ciudad, las características de los procesos de movilidad inter e intra barrial, las condiciones étnicas y las particulares experiencias de los casos referidos a población en situación de desplazamiento. La categoría género también actúa como criterio transversal en éste capítulo, básicamente para dar cuenta de sus posibilidades y sus límites para el estudio del trabajo doméstico y de la necesaria prevalencia de la categoría mujer para los fines de análisis, interpretación y búsqueda de alternativas consecuentes con las metas de justicia social y equidad de género que alimentan los intereses investigativos. El cuarto capítulo presenta algunas reflexiones sobre el camino que va de la formulación de los derechos a su aplicación, la función mediadora que cumplen en ese camino los complejos procesos de introyección subjetiva de los derechos y de legitimación social de su ejercicio develando algunas paradojas entre las dimensiones legales y legítimas, formales y reales de los derechos de la niñez y, de manera específica, de la niñez trabajadora doméstica. Allí se realizan dos miradas problematizadoras del trabajo doméstico: de una parte su relación con el problema de la pobreza en Colombia y sus particulares implicaciones para la población femenina y la población infantil; de otra parte, su función en la reproducción y mantenimiento de relaciones de servilismo y subordinación. Tales miradas sustentan la realización de un balance orientado a generar alternativas que permitan enfrentar la tensión entre lo legal y lo legítimo. Ello supone reconocer los obstáculos que implica el trabajo doméstico infantil en hogares ajenos para la construcción de la autonomía, el ejercicio de los derechos y su reconocimiento como un valor. El quinto y último capítulo está estructurado en dos partes: La primera, provee elementos de análisis para comprender los contrasentidos del trabajo doméstico infantil, mediante la búsqueda de respuestas a las preguntas formuladas de manera persistente en las últimas décadas sobre la razón de ser y el sentido de la relación niñez y trabajo, y de modo específico sobre el trabajo doméstico infantil en hogares ajenos como un agente de socialización que, sutil o explícitamente, reproduce procesos que legitiman la sumisión, el sufrimiento y el sacrificio. La segunda parte propone generar procesos orientados hacia la eliminación progresiva del trabajo doméstico infantil en hogares ajenos. Ello supone diseñar estrategias que permitan construir propuestas individuales y colectivas en los órdenes personal y social, gubernamental y poblacional, en los niveles locales, regionales, nacionales e internacionales. Allí se destaca el sentido de definir políticas, diseñar programas y desarrollar proyectos animados por procesos de participación social, de educación comunitaria y de movilización de recursos que permitan hacer visible el trabajo doméstico infantil, volverlo palabra, constituirlo en problema generador de interrogantes y desarrollar acciones progresivas y sistemáticas que actúen como engranaje de un movimiento social en el que se reconozca que el ejercicio de los derechos humanos pasa por el reconocimiento cotidiano de los derechos de la niñez. De modo paralelo, se formulan alternativas orientadas a divulgar las disposiciones legales que protegen el trabajo doméstico juvenil en hogares ajenos, a analizar sus implicaciones y sus efectos sobre el ejercicio de otros derechos de niñas, niños y adolescentes y sobre sus condiciones de vida, y a generar espacios sociales que consulten sus experiencias y sus propuestas cuando se definen normas, políticas y programas relativos al trabajo doméstico en hogares ajenos. 1. Escenarios, actoras/es y procesos El presente capítulo se constituye en la puerta de entrada al proceso de sistematización y se orienta a responder cuatro preguntas: ¿Dónde se realizaron las investigaciones? ¿Quiénes las animaron? ¿Con quiénes trabajaron? ¿Cómo se desarrollaron los procesos de obtención, análisis e interpretación de la información?. Cada una de ellas se aborda desde la intención de hacer explícita la relación entre la realidad inmediata en la cual se llevó a cabo cada investigación, sus entornos, sus contextos y las maneras particulares como se abordó el trabajo de investigación propuesto. 1.1 Cuatro localidades de Colombia para analizar el trabajo doméstico infantil en hogares ajenos El amplio escenario en el cual se realizaron las investigaciones objeto de esta sistematización es el territorio colombiano, con una población superior a los cuarenta millones de habitantes de los cuales las mujeres son el 51.4% y los hombres el 48.6%8. Cerca de la mitad (el 44%) son menores de 19 años, rango en el cual el número de mujeres es ligeramente inferior al número de hombres (49.6% mujeres y 50.4% hombres). Casi la cuarta parte (el 23.13%) se encuentra entre los 5 y los 14 años de edad, siendo éstos un poco mas de la mitad (el 52.4%) de la población menor de 19 años.9 Un territorio cuyos procesos de poblamiento en constante transformación han estado determinados por persistentes problemas de inequidad en la distribución de los recursos -gran concentración de la propiedad y de la riqueza- con sus efectos sobre la coexistencia de altos niveles de enriquecimiento de unos pocos y de empobrecimiento de amplias mayorías de la población, sustentados en crecientes procesos migratorios muchos de los cuales han sido forzosos en cuanto producto de diversas exclusiones, discriminaciones y violencias. Un territorio en el cual durante la última década el recrudecimiento de la violencia, la multiplicación de las acciones armadas y las guerras locales recurrentes han intensificado los desplazamientos forzosos de numerosos grupos poblacionales que buscan en las grandes ciudades y en las ciudades intermedias un refugio a su dolor y nuevas alternativas para su subsistencia. Un territorio donde el trabajo doméstico ha constituido a través de la historia del país una puerta de entrada a las pequeñas o grandes ciudades para una amplia proporción de mujeres migrantes procedentes de los sectores rurales. Un territorio en el cual el conocimiento sobre las condiciones y características del trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos está inscrito en las historias de quienes lo han experimentado; donde los estudios que dan cuenta de su magnitud, sus significados y sus implicaciones son incipientes y están muy articulados a la dinámica de los organismos internacionales que animan el estudio y análisis de los problemas que afectan a la población infantil. Por ello, en consonancia con las metas trazadas en la “Reunión técnica internacional Niñez Trabajadora en el Hogar de Terceros” realizada en Lima en septiembre 8 DANE estadísticas. Encuesta Nacional de Hogares Septiembre de 1999. 9 DANE. Estadísticas. Censo de 1993. Total nacional. de 199910 las organizaciones UNICEF y Save The Children UK se propusieron estimular procesos de conocimiento e intervención sobre esta realidad en Colombia mediante el impulso de cuatro estudios cualitativos de carácter local. La delimitación de los escenarios del territorio colombiano en los cuales se llevaron a cabo tales estudios correspondió al interés de obtener una exploración sobre el problema objeto de investigación en diferentes zonas del país. Se eligieron el distrito capital de Bogotá D.C (Localidad Ciudad Bolívar), el municipio de Soacha y las ciudades de Cali y Bucaramanga. De esta manera se realizaban recorridos por la gran capital, por un municipio aledaño a ésta que ha alojado una amplia proporción de población desplazada, por una ciudad principal y por una ciudad intermedia, los cuales permitieron dar cuenta de las implicaciones que tienen diversas dinámicas socioeconómicas y culturales características del país sobre el problema del trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos. Según los datos del último censo (1993), la población total de estas cuatro ciudades era de 7.256.616 habitantes (3.436.636 hombres y 3.819.980 mujeres), de los cuales Bogotá contaba con 4.945.448 (2.341.775 hombres y 2.603.673 mujeres), Cali con 1.666.468 (787.905 hombres y 878.563 mujeres), Bucaramanga con 414.365 (194.468 hombres y 219.897 mujeres) y Soacha con 230.335 (112.488 hombres y 117.847 mujeres); estos municipios, en razón de su número de habitantes, ocupan el primero, segundo, séptimo y vigésimo lugar, respectivamente, dentro de la totalidad de municipios del país. El crecimiento poblacional en estas ciudades ha estado determinado por las dinámicas generadas por las diversas corrientes migratorias y los diversos grupos de población desplazada que al salir de sus lugares de origen se dirigen hacia el centro (Bogotá y Soacha), el occidente (Cali) o el nororiente (Bucaramanga) del país en busca de nuevas posibilidades o nuevas opciones para sus vidas. 10 Véase: CASTRO ROJAS, Adriana Lucía (Editora y compiladora). "Memorias Reunión Técnica Internacional Niñez Trabajadora en el hogar de terceros", Lima, Perú, 20, 21 y 22 de Septiembre de 1999, Coedición OIT, IPEC, UNICEF y Save the Children, Colombia, primera edición, septiembre de 2000. 11 Las investigadoras Lelievre y Ortiz (ob. cit. pag. 8) calculan la población de Bucaramanga y su área metropolitana en 1.100.000 habitantes. Son, entonces, cuatro los escenarios concretos en los cuales se exploró el problema del trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos: 1) Bogotá cuya población tres veces mayor que la de la segunda ciudad del país- está conformada por corrientes migratorias y desplazados provenientes de todo el país, en especial de Cundinamarca, Boyacá, Tolima y los Llanos Orientales. 2) Soacha, municipio colindante con Bogotá y con un crecimiento poblacional de proporciones geométricas en los últimos años, en el cual se ha ubicado gran cantidad de la población en situación de desplazamiento procedente de muy diversas regiones del país, sobre todo del Chocó y de la región Caribe. 3) Cali, cuyos habitantes -en una cantidad muy similar a la de Medellín con la cual se disputa el reconocimiento como segunda ciudad del país- proceden en mayor proporción de Cauca, Nariño, Putumayo y, en menor proporción, de Caldas, Risaralda y Quindío y donde, en los últimos años, se han ubicado habitantes pertenecientes a comunidades indígenas del sur del país. 4) Bucaramanga, cuya población -que en la actualidad duplica los datos censales del 93-11, comprende habitantes procedentes de los dos Santanderes, Bolívar, Cesar y diversas veredas de la región del Magdalena Medio circundante, buena parte de los cuales han huido o están huyendo de la violencia armada. 1.2 Actoras y actores protagonistas de este estudio: La población infantil y adolescente trabajadora doméstica en hogares ajenos y los equipos de investigación La delimitación de los escenarios concretos del territorio colombiano en los cuales se realizaron tales estudios estuvo muy articulada a la selección y conformación de los equi- pos de investigación. Entre los criterios que orientaron las acciones de Save the Children UK y de UNICEF en la toma de decisiones relativas a la iniciación y al desarrollo de las investigaciones sobre trabajo doméstico infantil y juvenil en Colombia se destacan: 12 Integrado por Nelson Ortiz de UNICEF, Rocío Mújica, Jennifer Newton, María Inés Cuadros, Richard Harthill de Save The Children UK; Zoraida Castillo, Esmeralda Ruíz y Juanita Barreto, Investigadoras; Vilma Sned Giraldo, Relatora de los encuentros y Beatríz Céspedes, María Cristina Salazar (DNI), Liliana Obregón (IPEC/OIT) y Mariela Rivera, expertas en el tema y participantes invitadas a los encuentros. 13 Los contenidos del trabajo realizado en los eventos que permitieron la puesta en escena de las entidades convocantes, de los equipos de investigación y de las asesoras o consultoras de este proceso y de sus principales resultados quedaron consignados en los documentos "Relatoría Seminario-Taller Investigaciones Sobre Trabajo Domestico Infantil y Juvenil en hogares de terceros en Colombia", Santafé de Bogotá, jueves 13 y viernes 14 de abril de 2000 y "Relatoría SeminarioTaller Trabajo Domestico Infantil y Juvenil en hogares ajenos en Colombia. Puesta en común de las investigaciones. Encuentro de Investigadoras. Santafé de Bogotá, viernes 15 y sábado 16 de septiembre de 2000. • Una perspectiva de proceso: expresada en la necesidad de que los equipos de investigación se introdujesen en los caminos recorridos en materia de sensibilización ante la temática objeto de estudio, tanto en el país como en América Latina y en el contexto internacional, y sentaran las bases para dar continuidad al estudio del tema y a la generación de propuestas de intervención frente al mismo, una vez finalizadas las investigaciones. • Una perspectiva de interacción: orientada a crear condiciones para hacer posible la comunicación y el intercambio de experiencias entre los cuatro equipos de investigación, y entre éstos y profesionales, consultores o especialistas en el campo del trabajo infantil y los derechos de la niñez. • Una perspectiva ética: que permita construir un horizonte de sentido en el cual las miradas, las palabras, las acciones y las propuestas sobre el problema del trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos permita la articulación entre las dimensiones individuales, comunitarias y socioculturales de tal forma que estén animadas por intereses emancipatorios que atraviesen los necesarios intereses prácticos y estratégicos que incentivan toda acción humana. Tales criterios permiten reconocer a las actoras y actores que entraron en escena con el fin de desarrollar cuatro estudios que permitiesen derivar nuevos conocimientos, reflexiones y alternativas de acción frente a una de las expresiones del trabajo de niños, niñas y adolescentes: el trabajo doméstico en hogares ajenos en Colombia. Se trata de introducirnos en un proceso de conocimiento e intervención en curso respondiendo las siguientes preguntas: ¿Quiénes animaron las investigaciones? ¿Con quiénes trabajaron? ¿Quiénes participaron en este proceso?. El primer tipo de participantes estuvo integrado por las entidades convocantes y las investigadoras vinculadas al proyecto para aportar sus conocimientos frente al tema. Este grupo12 actuó como generador del interés investigativo incentivando la inserción en el concierto internacional de los rumbos y contenidos de los debates sobre el problema del trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos en Colombia. Además de su función de seleccionar los grupos de investigación, financiar las investigaciones y los eventos resultantes de este proceso y poner en circulación sus resultados, aportó buena parte de los materiales de apoyo para los trabajos de consulta documental sobre el problema. Para ello impulsó la realización de dos Seminarios-taller -uno para dar inicio al proceso y otro para poner en común los resultados de las investigaciones13- y brindó apoyo logístico y seguimiento al trabajo realizado. El segundo tipo de participantes lo constituyeron las integrantes de los equipos de investigación y a través de ellas las organizaciones que las respaldan o a las cuales pertenecen14. El primer Seminario-Taller permitió gestar un proceso de conocimiento e interacción entre éstas, de acuerdo con lo que se afirmaba en la “Agenda de trabajo”: “Impulsar un trabajo sistemático orientado a comprender el problema del trabajo doméstico infantil en Colombia y a definir alternativas de acción frente al mismo, exige crear condiciones para que los equipos de investigación conformados para tal efecto se comuniquen, compartan sus experiencias y construyan una base común que alimente conceptual y operacionalmente los enfoques y contenidos de las acciones realizadas en los distintos lugares en los cuales se desarrollan los procesos”. Y se formulaban objetivos orientados a: “1. Construir colectivamente las bases para desarrollar procesos de investigación sobre Trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos. 2. Compartir el estado actual de los proyectos de investigación sobre “Trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos” definidas por los equipos de investigación de Bogotá, Soacha, Cali y Bucaramanga y ubicarlas en el contexto de otros estudios realizados al respecto en Colombia y en América Latina. 14 María Helena Unigarro y Enid Guzmán de Taller Abierto de Cali; Isabel Ortíz y Cristiane Lelievre de la Fundación Mujer y Futuro, de Bucaramanga; Ana Isabel Pavas, Ximena Lombana, Rocío Santamaría, Masly Baquero y Rosario Calle, de la Casa de la Mujer de la Central Unitaria de Trabajadores -CUT- de Santafé de Bogotá, y Martha Nubia Bello Albarracín, Delma Constanza Millán, Nayibe Peña Frade y Vilma Sned Giraldo del Proyecto Altos de Cazuca, Soacha y de Santafé de Bogotá. 15 Agenda Seminario Taller Abril 13 y 14 de 2000, pag. 1 16 Para efectos de esta sistematización estos dos grupos se denominarán BogotáSoacha y BogotáCiudad Bolívar. 3. Analizar las orientaciones conceptuales, metodológicas y técnicas que sustentan la formulación y el desarrollo de tales investigaciones, a fin de enriquecer mediante el trabajo conjunto el abordaje del problema de investigación, la interacción con la población participante en el estudio, los procesos de obtención, análisis y sistematización de la información y las proyecciones de los estudios sobre los proyectos de vida de las niñas y niños trabajadores en oficios domésticos”.15 El taller permitió identificar que los cuatro equipos de investigación tenían en común su interés por estimular procesos de organización y movilización de diversos grupos de población en sus respectivas localidades, mediante el desarrollo de programas de educación popular y proyección social y comunitaria. Al mismo tiempo, cada uno se caracterizaba por trabajar en especial con grupos poblacionales diversos, a saber: En Bogotá trabajaron dos equipos de investigación,16 el primero tenía a Soacha como referente de acción y se conformó a partir de la experiencia obtenida en el marco de un proyecto de trabajo con población en situación de desplazamiento forzoso, realizado en Altos de Cazuca, con el apoyo del departamento de Trabajo Social y la División de Extensión de la Universidad Nacional de Colombia. El segundo tenía a la localidad de Ciudad Bolívar como referente de acción; se conformó a partir de los intereses de la Casa de la Mujer Trabajadora de la Central Unitaria de Trabajadores -CUT-, la cual tiene como uno de sus frentes de acción una experiencia con niños, niñas y jóvenes generada para hacer visible la problemática del trabajo infantil en el marco de un proceso realizado en cuatro colegios de la localidad 19 del Distrito Capital. El equipo de investigación de Bucaramanga pertenece a la Fundación Mujer y Futuro, Organización no Gubernamental cuyas acciones se orientan al desarrollo de procesos de educación, asesoría e investigación sobre derechos de las mujeres, construcción de nuevas identidades femeninas y masculinas y alternativas para enfrentar la discriminación y la exclusión. El equipo de investigación de Cali tiene trayectoria de conocimiento y acción con el trabajo doméstico porque sus programas apoyan los procesos organizativos de las empleadas domésticas asociadas en la Unión de Trabajadoras del Hogar, UTRAHOGAR. Sus acciones se orientan a establecer nexos entre las condiciones de género, etnia y clase social, mediante el desarrollo de procesos de afirmación cultural y de educación en derechos humanos, económicos y sociales. De manera especial ha trabajado con mujeres inmigrantes y viene realizando estudios sobre la situación de las mujeres indígenas inmigrantes residentes en Cali. El trabajo de investigación a cargo de estos grupos se inspiró en los siguientes criterios formulados en el seminario taller inicial: “La necesidad de realizar un reconocimiento inicial de las investigaciones sobre trabajo doméstico infantil y juvenil impulsadas recientemente por organismos nacionales e internacionales y de manera específica por UNICEF y Save the Children. La importancia de generar procesos de interacción de saberes sobre el trabajo doméstico infantil y juvenil que consulten las diversas experiencias locales y regionales. El significado de asumir una perspectiva animada por los principios de la investigación acción participativa, en tanto se reconoce a la población con la cual se trabaja como sujeto y no como objeto de investigación y se afirma la indisoluble relación entre el conocimiento y la acción y entre las dimensiones cuantitativas y cualitativas de la realidad”. 17 Los anteriores criterios hacen explícito que quienes confluyen en este proceso de investigación -la mayoría mujeres y unos pocos hombres- se reconocen en su condición de sujetos. Tanto quienes actúan en él en calidad de investigadoras/es que se interrogan sobre el problema del trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos, como quienes portan en su propia historia las experiencias derivadas del desempeño de sus roles de trabajadoras/es en hogares ajenos en su diario acontecer, son sujetos activos de este estudio. El tercer tipo de participantes está constituido por la población con la cual trabajaron los equipos de investigación en sus respectivas localidades, la cual aportó sus intereses y vivencias, sus temores y sus esperanzas, sus recuerdos, su necesidad de conversar y sus resistencias; lo que en lenguaje de especialistas se denomina la información primaria. Esta población está constituida por un total de 397 personas. De ellas 322 (81.1%) son niñas o adolescentes mujeres, 36 (9.1%) son niños o adolescentes varones, 16 (4%) son empleadores/as, 14 (3.5%) son familiares de las niñas trabajadoras y 9 (2.3%) son empleadas adultas “trabajadoras del hogar”. El siguiente cuadro ilustra la distribución de estas actoras y estos actores en sus respectivos escenarios: Cuadro No. 1 Población participante en las investigaciones según localidades Ciudades Bogotá Soacha Ciudad Bolívar Cali Bucaramanga 70 10 80 20 9 29 91 36 127 100 2 102 41 6 12 59 Población Niñas o jóvenes mujeres Niños o varones jóvenes Empleadores Familiares Empleadas adultas Totales Totales No. % 322 36 16 14 9 397 81.1 9.1 4 3.5 2.3 100 Los procesos de selección de la población corresponden a las condiciones generadas por el trabajo comunitario realizado en las respectivas localidades por los equipos de investigación y a las posibilidades de establecer nexos con los diversos grupos poblacionales. Pese a la voluntad expresa en el taller inicial por parte de los cuatro equipos de investigación de incorporar al estudio las experiencias de niñas, niños y adolescentes, solamen- 17 Agenda SeminarioTaller, ob. cit. te en el caso de la investigación realizada en Bogotá-Ciudad Bolívar -la cual se concentró en población escolarizada, esto es “población cautiva” en razón de su vinculación a instituciones escolares- se encontraron varones vinculados al servicio doméstico en hogares ajenos y, como lo describe el estudio, en labores diferentes a las realizadas por las mujeres; en las demás ciudades todas las experiencias corresponden a población femenina. Para el estudio realizado en Bogotá-Soacha una parte de la población se contactó con base en el conocimiento de su vinculación al trabajo doméstico obtenido por estudiantes en prácticas de Trabajo Social en los barrios donde residen sus familias, otras fueron contactadas a través de empleadores y otras en escuelas nocturnas, parques e iglesias de la ciudad18. En el estudio realizado en Bogotá-Ciudad Bolívar la población se seleccionó a partir de un censo realizado con 1.658 estudiantes (hombres y mujeres) matriculados/as en cuatro colegios de la localidad y se llevaron a cabo conversaciones complementarias y reuniones con madres de familia con profesores y profesoras y con funcionarios públicos de la zona.19 En el caso de Bucaramanga la población se identificó mediante visitas casa por casa y a un colegio de la localidad y por aportes de niñas conocidas de las investigadoras.20 Para el estudio realizado en Cali la población se identificó a partir de las relaciones preexistentes con mujeres vinculadas a procesos comunitarios, en especial inmigrantes y trabajadoras del hogar, con albergues para adolescentes embarazadas y con colegios de la localidad.21 En todos los casos el principal criterio de selección de la población participante fue el interés por compartir su experiencia y por participar en las diversas actividades orientadas a obtener la información, procesarla y consolidarla. También en todos los casos operó el mecanismo conocido como “bola de nieve” que permite “echar a andar” el tema y las personas interesadas se encargan de “pasar la voz” e ir construyendo redes de comunicación e intercambio sobre él. 18 BELLO ALBARRACIN y otras: ob cit, 3-4 19 LOMBANA y PAVAS: ob cit, 28 -30 20 LELIEVRE y ORTIZ: ob. cit. , 6-7 21 TALLER ABIERTO: ob. cit., 12-13 Si bien este tipo de selección de la muestra no corresponde a los criterios de representatividad estadística requeridos para los estudios cuantitativos, y por lo tanto restringen las posibilidades de generalización, si obedecen a los criterios de representatividad de los estudios de caso o de las investigaciones cualitativas en tanto dan cuenta de diversas expresiones de la realidad a partir de las historias particulares o las realidades locales. La importancia de este tipo de investigaciones es creciente cuando se trata de dar cuenta de las implicaciones de problemas sociales sobre grupos poblacionales específicos. 1.3 Orientaciones metodológicas: El carácter cualitativo de los estudios, las aproximaciones cuantitativas y el problema de la representatividad. La relación investigación-acción El carácter oculto e invisible del trabajo doméstico, la subvaloración social y personal que conlleva y el poco tiempo que ha pasado desde que se reconoce en el ámbito legal y normativo, unidos al cuestionamiento creciente del trabajo infantil, a la condición de explotación que lleva consigo y a la función restrictiva que ejerce sobre los derechos de la infancia, son algunas de las condiciones que dificultan la realización de estudios sistemáticos sobre el trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos. La necesidad de realizar estudios cuantitativos sobre el problema como condición para identificar su magnitud, visibilizar su extensión y obtener datos concretos para su análisis y para la determinación de criterios, políticas y acciones, va de la mano con la necesidad de acopiar información cualitativa que de cuenta de las diversas expresiones del problema, de sus implicaciones sobre la vida cotidiana de quienes encuentran en el trabajo doméstico en hogares ajenos una opción laboral o una posibilidad de subsistencia y de su significado para la construcción de la individualidad y para el ejercicio de la autonomía, esenciales en el proceso de construcción de cada sujeto en particular y de la sociedad en su conjunto. Las investigaciones objeto de esta sistematización aportan algunos referentes cuantitativos sobre el trabajo doméstico infantil y juvenil, enriquecidos con los aportes derivados de los análisis de contenido propios de los estudios cualitativos en los cuales, el relato, la narración y la observación sistemática arrojan elementos de conocimiento y análisis que no sería posible identificar desde un interés cuántico. Cada una de las localidades en las cuales se realizaron estas investigaciones puede asumirse como “un estudio de caso”22, que arroja información útil para la comprensión del problema y de sus implicaciones sobre los sujetos, las instituciones y los procesos y prácticas sociales. Estos estudios de caso son de carácter exploratorio, constituyen una primera aproximación al problema del trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos en dichas localidades y sientan las bases para posteriores estudios sobre el tema. En tal sentido los criterios de selección de la población y los procesos de obtención de datos no se rigen por criterios de representatividad estadística. Se trata de asignar valor a las personas participantes en cuanto tales, a sus sentimientos y emociones y a las reflexiones que se derivan de experiencias particulares para descubrir sus nexos con proyectos de desarrollo social con sentido humano23 e histórico, en los cuales las dimensiones de largo plazo tengan efectos directos y explícitos sobre el mediano y el corto plazo, esto es, sobre el presente. Desde esta perspectiva, los procesos de investigación se rigen por los postulados que animan la investigación-acción-participativa, IAP, en virtud de los cuales a la vez que se asume a la población como sujeto en condiciones de conocer y analizar críticamente su propia historia y la de la sociedad en la cual está inmersa, se privilegia la dimensión transformadora del conocimiento, esto es, la necesidad de articularlo de manera estrecha y directa con la generación de alternativas de acción frente a los problemas objeto de estudio24. 22 Teniendo en cuenta que "El propósito del estudio de caso no es la representación del universo sino la representación del caso, del tema, del problema" como afirma Robert E. Stake en un artículo sobre el tema. Véase: DENZIN, Norman K. & Yvonna S. Lincoln (editors), Handbook of Qualitative Research, SAGE Publicatios, California, 1994, 245. 23 Parodiando la expresión de Manfred Max Neef, en su artículo "Desarrollo sin sentido" publicado en: Revista Número No. 11, Santafé de Bogotá, Septiembre a noviembre de 1996 24 Véase: FALS BORDA, Orlando y Anisur Rahman, Acción y Conocimiento., Cinep, Bogotá, 1985 Tres características se destacan como comunes a los procesos de investigación realizados en las diferentes localidades: • La creación de espacios de palabra en los cuales la población participante en los estudios ponía en circulación su pensamiento y sus propuestas, a través de entrevistas, grupos focales o talleres lúdicos y proyectivos. • El establecimiento de puentes de comunicación entre la población participante orientados a poner en común experiencias individuales como medio para reconocer su dimensión colectiva, socioeconómica y cultural. • La identificación de la necesidad de reconocer los nexos entre los procesos de investigación que incentivan el recuerdo que fluye en la entrevista, que estimulan los deseos y los sueños presentes en los ejercicios grupales, en los talleres y en los foros y que arrojan efectos educativos y formativos, es decir, que permitan derivar saldos pedagógicos. Las especificidades de las opciones metodológicas en cada una de las localidades están en relación directa con la diversidad de los grupos de población con los cuales trabajaron, veamos: En Bogotá-Soacha la dimensión cuantitativa del estudio se aborda a partir de una encuesta aplicada con niñas trabajadoras domésticas y la dimensión cualitativa a partir de entrevistas a profundidad y entrevistas estructuradas.25 En Bogotá-Ciudad Bolívar la dimensión cuantitativa se aborda a partir de un estudio de carácter censal del cual se extrae la información pertinente al tema objeto de análisis y la dimensión cualitativa a partir de entrevistas semiestructuradas, talleres, testimonios y relatos.26 En Bucaramanga la dimensión cuantitativa se aborda a partir de encuestas, entrevistas a profundidad y entrevistas estructuradas, estudios socio-familiares mediante visitas domiciliarias y talleres para aplicación de herramientas de Diagnóstico Urbano Participativo.27 En Cali la dimensión cuantitativa se abordó a través de entrevistas semidirigidas y la dimensión cualitativa a través entrevistas a profundidad, encuentros-talleres y observación sistemática.28 El tiempo disponible limitó una perspectiva participativa en la cual la población interviniera activamente en todas las fases del proceso de investigación, es decir, en el diseño de los instrumentos y en el procesamiento, análisis e interpretación de la información. Tres meses son muy pocos para el trabajo de educación y organización de la población que requieren los estudios participativos y los trabajos etnográficos. Las expectativas de intervención directa y de prestación de servicios que animan a la población participante se constituyen en un motivo de preocupación en el desarrollo del proceso y confirman la necesidad de realizar investigaciones que logren articulaciones evidentes y en plazos más amplios con la intervención. Si bien dicha articulación es un postulado que acompaña el proceso, la limitación de tiempo y de recursos impide hacerlo operante en el corto plazo. 25 BELLO ALBARRACIN y otras: ob cit, 3. 26 LOMBANA y PAVAS: ob cit, anexos. 27 LELIEVRE y ORTIZ: ob. cit. 28 TALLER ABIERTO: ob. cit. 2. Niñez, género, trabajo doméstico en hogares ajenos y derechos humanos La configuración del trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos como problema supuso -desde el primer taller- reconocer las diversas acepciones y significados que cada grupo de investigación le confiere a los conceptos de infancia y juventud, trabajo doméstico y hogares ajenos, así como su relación con una perspectiva que de cuenta de sus relaciones con las diferencias de género, clase, etnia y generación. Se trataba de construir unas bases comunes para el abordaje de los conceptos centrales del estudio teniendo en cuenta la trascendencia del oficio de nombrar y de asignar significados para la búsqueda de explicaciones a los problemas y para la generación de alternativas de acción frente a los mismos. En esta perspectiva este capítulo se organiza en una secuencia expositiva conformada por cuatro movimientos: El primero parte de la dimensión subjetiva del problema respondiendo a la pregunta ¿Qué se entiende por niñez, adolescencia y juventud en el contexto de esta investigación?. El segundo establece un nexo entre la dimensión subjetiva y las condiciones objetivas en las cuales está inmersa respondiendo a la pregunta ¿Qué incidencia tienen las condiciones de género, clase, etnia y generación en el trabajo doméstico infantil y juvenil? esto es, ¿a cuáles niños y niñas se refiere este estudio?. El tercero se concentra en la dimensión objetiva del problema al responder a la pregunta ¿Qué se entiende por trabajo doméstico en hogares ajenos? precisando los significados socio económicos y culturales que tiene denominar una actividad y tipificar el lugar donde ésta se realiza. El cuarto, identifica la dimensión ética imprescindible para abordar el problema de investigación y permite, de una parte, establecer los nexos entre éste y los complejos procesos de construcción y reconocimiento de los derechos humanos, de manera específica de los derechos de la niñez y, de otra, responder a la pregunta ¿Qué significa pensar el trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos desde una perspectiva animada por el fortalecimiento de los valores de justicia y equidad, libertad y solidaridad? 2.1 Los conceptos de niñez, adolescencia y juventud en el contexto de esta investigación El Seminario-Taller que dio comienzo a los procesos de investigación puso en circulación algunos de los debates acerca del concepto de niñez, los cuales actuaron como marco de referencia acerca del concepto de niñez y de su sentido. Los siguientes extractos de las memorias de dicho seminario precisan tales orientaciones: “...se trabajó alrededor de la pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre niño y adulto?. Al respecto, las intervenciones se dirigieron a señalar que el niño es un sujeto de derecho que no es reconocido como tal y esto sustenta el que los adultos se apropien de él; otras a identificar que el modelo de niño estándar no permite reconocerlo como sujeto de Derecho y el modelo en el cual la visión se centra en el niño. Algunos componentes claves en este modelo son: • La “niñez” se considera una característica natural y universal del desarrollo humano, que se describe en una forma estándar, codificada por una serie de pasos en el tránsito hacia la adultez, y un conjunto estándar de resultados por las costumbres de formación de los niños. La niñez, las familias y los estilos de vida “anormales” se definen como aquellos que entran en conflicto con el modelo estándar, modelo que castiga a los niños pobres y los estilos de vida de las minorías, y además justifica las intervenciones para “corregirlas”. En algunos casos considera patológicas las culturas y las familias en los países del Sur por no sustentar los principios de los países del Norte de niños dependientes y con acceso a recreación, en vez de reconocer una pluralidad de trayectorias hacia la madurez. • Este fenómeno individual y universal de la niñez se considera independiente de la clase, el género, la cultura, la geografía o la etnia, a pesar de que la investigación muestra que los significados vinculados al “niño” y a la “niñez” difieren mucho en el tiempo y en el espacio. • Los niños se consideran seres inmaduros, irracionales, incompetentes, asociales y aculturales comparados con los adultos, quienes se ven como seres maduros, racionales, competentes, sociales y autónomos. El concepto clave de la niñez es el “desarrollo” hacia la racionalidad y el control del adulto, con una niñez que representa el período de aprendizaje para la adultez. • Los niños y la niñez que no se ajustan al modelo no lo invalidan, sino que se consideran como descarriados o incluso criminales. Algunas criticas al modelo son: - Margina la importancia de la niñez en su propio derecho al centrar la atención en la manera como ellos evolucionan hacia la condición de seres humanos “completos”, como adultos. Esto ha generado una falta de interés en la realidad de las vidas de los niños y la subvaloración de sus actividades y contribuciones - No reconoce que no existe una barrera rígida entre la “niñez” y la “adultez”, sólo una larga trayectoria de la vida hacia el cambio económico y social, en la cual las personas necesitan especial protección y apoyo en una etapa inicial (y final) en su desarrollo. - Este paradigma está exportándose y amenaza con convertirse en el modelo ortodoxo de la niñez en el mundo al momento de planear el desarrollo social. - También ha generado una súper concentración de recursos y atención en grupos particulares de niños (por ejemplo, niños de la calle en muchos países en vía de desarrollo) sólo porque se alejan del precepto de niñez “normal” que aparece en el modelo. (Tomado de Hacia una Agenda para los Niños – SCF, 1995) Aunque su referencia es “universal”, este modelo estándar de la “niñez” en realidad se originó en el pensamiento occidental del siglo XIX. Esta concepción se ha expandido a todo el mundo y ahora predomina en el campo de las políticas de desarrollo. En éste, la niñez en sí, se considera como una evolución estándar hacia la edad adulta, que es la misma en todos los tiempos y en todas las culturas. Sin embargo, las interpretaciones de la infancia varían enormemente en todo el mundo y a menudo difieren en forma significativa del modelo Occidental. Debido a que este modelo proclama ser universal, hace parecer innecesaria la recolección de información sobre los niños, y castiga a aquellos infantes cuya niñez parece desviarse del patrón Occidental. Este modelo estándar de la niñez cobra gran importancia a partir de la forma como concibe los intereses de los adultos. Al presentar a los niños como seres pasivos y dependientes, refuerza el monopolio del poder proclamado por el mundo del adulto, que le permite a los adultos ejercer autoridad sobre los niños más allá de lo requerido para su crianza y protección hasta la adultez. El poder de los adultos puede ejercerse en bien o en mal, y puede generar tensiones entre los deseos de control del adulto y la creciente capacidad de los niños para asumir responsabilidades. 29 "Relatoría SeminarioTaller Investigaciones Sobre Trabajo Doméstico Infantil y Juvenil en hogares de terceros en Colombia", Santafé de Bogotá, jueves 13 y viernes 14 de abril de 2000 30 Phillipe Ariés, George Duby y Michelle Perrot, entre otros, dan cuenta en sus estudios sobre la historia de la infancia, la historia de la familia, la historia de las mujeres y la historia de la vida cotidiana, de la ancestral invisibilidad de los niños y las niñas, de su inexistencia durante mucho tiempo para la ley, para la ciencia, para el lenguaje y para las miradas y de las persistentes dudas sobre el carácter de su participación en el mundo y en la sociedad. Un enfoque progresivamente “centrado en la niñez” refleja el reconocimiento que emerge de los niños y niñas como ciudadanos, tal como se consideran en el creciente movimiento por la defensa de sus derechos. - Reconoce a los niños y a las niñas como actores sociales independientes Reconoce los diferentes modelos y experiencias de la niñez Mira al niño y a la niña en su contexto local No aísla al niño ni a la niña de sus familias, comunidades y sociedades Incluye a las niñas y los niños en los procesos de desarrollo Reconoce el aporte de las niñas y los niños a estos procesos En una programación con enfoque en la niñez - Se debe tener en cuenta las opiniones y percepciones de los niños y niñas (comunicándose con los niños...) - Se debe apuntar a una progresiva participación de niños y niñas - Se debe partir de las capacidades y fortalezas de los niños y las niñas y no preocuparse exclusivamente de sus vulnerabilidades - Se debe desagregar la información por edad y género - Se debe tener en cuenta los contextos socioeconómico y ambiental - Se debe buscar el incremento del conocimiento y la conciencia sobre los derechos de la niñez en todos los niveles, incluidos los y las niñas, sus familias y sus comunidades” 29 Si bien la niñez no se concibe de la misma manera en todos los lugares del planeta, ni ha tenido el mismo significado en las diferentes épocas de la historia de la humanidad, es posible que en la actualidad pueda reconocérsele como la puerta de entrada al mundo que le es dado a cada ser, como la ventana a través de la cual cada quien empieza a descubrir el momento de la historia que le corresponde vivir30. Al observar el curso del ciclo vital promedio de los seres humanos la niñez es, al mismo tiempo, el periodo de más corta duración si se le compara con los lapsos correspondientes a la adultez y a la vejez, y el periodo de más larga duración si se considera la intensidad de sus vivencias, el impac- to que las experiencias de los primeros años ejercen sobre la totalidad de la vida y la huella que dejan en cada ser los eventos constitutivos de la infancia. 31 Artículo 28 del decreto 2737 de 1989 "Por el cual se expide el Código del Menor" 32 Artículo 3o. de la Ley 375 de 1997 "Por la cual se crea la ley de la juventud..." 33 Mussen, Conger y Kagan, Desarrollo de la personalidad de colegios distritales y que incluyó colegios diurnos y nocturnos, en el niño, Trillas, México, 1976 34 DE MORAGAS, Jerónimo, Psicología del niño y del adolescente, Labor S.A., Barcelona, 1965 35 36 37 MARCUS, Rachel y Caroline Harper, Manos pequeñas. Los niños en el mundo laboral, Save the Children, documento de trabajo No. 16, 1996, pag. 13 BARRETO, Juanita y Yolanda Puyana, Sentí que se me desprendía el alma. Análisis de procesos y prácticas de socialización, Universidad Nacional de Colombia e Indepaz, Santafé de Bogotá, 1996, pag.65 íbid. Desde el punto de vista jurídico la infancia en Colombia corresponde al periodo de la vida en que los seres humanos son aún menores de edad, esto es, desde el nacimiento hasta cuando cumplen los 18 años31 y la juventud comprende entre los 14 y los 26 años32. Las diversas áreas del saber que se preguntan sobre el desarrollo humano van reconociendo cada vez más la relatividad y complejidad de estas etapas, al descubrir, registrar y nombrar los cambios y diferencias que comportan las dimensiones biológicas, emocionales e intelectuales que confluyen en la construcción de cada ser y que tienen una relación intrínseca con las dimensiones socioeconómicas, culturales, políticas y ambientales en que están inmersas. Sólo a manera de ejemplo, la psicología del desarrollo identifica cuatro periodos constitutivos de la infancia “los dos primeros años, los años preescolares, la niñez intermedia y la adolescencia”33; otros autores reconocen la pubertad como antesala de la adolescencia34 y en el lenguaje cotidiano, entre los menores de 18 años están los bebés, los párvulos, los niños (y las niñas más recientemente) y los jóvenes. Si se tiene en cuenta que “el ideal de la niñez como un periodo hasta los 18 años dedicado al aprendizaje y el juego, sin responsabilidades económicas guarda escasa relación con las experiencias de la mayoría de los niños del mundo”35 es necesario entender la infancia como “una forma específica como la sociedad designa la primera etapa de la vida de los seres humanos, que contiene significados y prácticas diversas, en razón de las condiciones particulares de cada cultura”36 y reconocerla como una etapa en la cual “se desarrollan los procesos de socialización, mediante los cuales cada ser construye su identidad sexual y cultural, aprende el lenguaje y las normas sociales y establece los vínculos emocionales esenciales para la formación de la subjetividad”37 y para la construcción de la autonomía. El cuadro No. 2 identifica las edades de la población infantil y juvenil trabajadora doméstica en hogares ajenos entrevistada en las distintas localidades donde se realizaron los estudios objeto de esta sistematización. Cuadro No. 2 Edades de la población trabajadora doméstica en hogares ajenos entrevistada según localidades Localidades Bogotá Edades 8-9 10 – 11 12 – 13 14 – 15 16 – 17 18 – 19 20 – 21 22 – 23 24 - 25 26 o más Totales Soacha Ciudad Bolívar No. % No % 8 15 33 14 11.4 21.4 47.1 20.1 5 4 8 3 25.0 20.0 40.0 15.0 70 100.0 20 100.0 No. % 21 16.5 36 28.3 16 12,6 9 7.1 20 15.8 13 10.2 3 2.4 3 2.4 1 0.8 5 3.9 127 100.0 Cali No. Bucaramanga % 10 10.0 27 27.0 51 51.0 12 12.0 100 100 No. Totales % 4 9.7 23 56.2 10 24.4 4 9.7 41 100 No. 21 36 43 78 122 46 3 3 1 5 358 % 5.9 10.1 12.1 21.8 34.1 12.8 0.8 0.8 0.3 1.4 100-0 Puede observarse que en la investigación realizada a partir de cuatro instituciones educativas de Bogotá-Ciudad Bolívar es en la única en la cual se detectan 57 casos de menores de doce años que laboran en trabajo doméstico en hogares ajenos, los cuales corresponden al 44.8% del total de la población escolarizada que participó en este estudio, mientras que en los demás grupos poblacionales participantes, en los que el contacto se estableció en las comunidades a través de vecinos o de otras entidades u organizaciones de la localidad, no se detectó ningún caso en este rango de edad. También entre la población escolarizada participante un 9.5% corresponde a estudiantes con mas de 19 años. Se destaca también que entre los grupos poblacionales participantes fue posible identificar como algunas de las entrevistadas -el 11.4% (8) de Bogotá, el 20% (4) de Soacha, el 12.2% (5) de Bucaramanga y el 16% (16) de Cali- habían empezado a trabajar en oficios domésticos antes de los doce años. Es posible inferir que cuando la información se obtiene sin la mediación de población adulta es más factible descubrir el trabajo doméstico en edades más tempranas porque, como lo han demostrado diversos estudios, “esta fuerza laboral es invisible porque el niño trabaja solo y recluido en una casa privada a diferencia de los niños que trabajan en fábricas o en la calle. No existen como grupo y resulta difícil llegar a ellos y contabilizarlos”38. Que en Bogotá, Soacha y Cali la mayor parte de la población participante en el estudio esté en el rango de los 16 - 17 años y en Bucaramanga entre los 14 - 15 y que en los cuatro casos la totalidad de la población esté entre los 12 y los 19 años obliga a preguntar: ¿Cómo se consideran ellas mismas en relación con su edad? ¿Se asumen como niñas, adolescentes o jóvenes? ¿Se consideran adultas, obligadas por las circunstancias a “madurar” o destinadas a permanecer por un tiempo no determinado en la minoría de edad? ¿Cúales son las implicaciones del ejercicio de los roles de empleada doméstica en la construcción de su identidad cuando, por ejemplo, en un ejercicio de dibujo una de las participantes se dibuja a sí misma y titula su obra “Esta soy yo y no me gusta nada y no tengo nada que gusta” 39? 2.2 Género y generación: su potencial sinérgico y sus articulaciones con las condiciones de clase y etnia Avanzar en la construcción de los conceptos de infancia y de las diferentes etapas que la caracterizan exige reconocer que no es lo mismo ser/hacerse niña que ser/hacerse niño, adolescente mujer que adolescente varón, mujer joven que hombre joven. Como lo demostrara hace más de cincuenta años Simone de Beauvoir y lo desarrollaran a profundidad las diversas vertientes del pensamiento feminista, y más recientemente los estudios de mujer y género y las investigaciones sobre identidades, reconocer y asumir las diferencias entre mujeres y hombres, nombrarlas, descubrirlas y otorgarles sentido es una condición imprescindible para dotar de nuevos significados los valores de justicia y de igualdad. Hoy la justicia social no es posible sin equidad entre los géneros ni la igualdad sin reconocimiento y valoración de la diferencia. En el Seminario-taller de apertura de las investigaciones que nos ocupan, se planteó la necesidad de reconocer los nexos, las similitudes y las diferencias entre los conceptos de género y generación, los cuales no por azar tienen raíces comunes que invitan a pensar por lo menos en tres relaciones convergentes: la primera referida a la génesis/el comienzo, el punto de partida; la segunda a la acción de generar/crear, poner en movimiento, 38 UNICEF, Innocent Digest. Trabajo Doméstico Infantil, No. 5, enero de 2000, pag. 3 39 LOMBANA, Ximena y otra, ob. cit dinamizar y la tercera al reconocimiento de la tensión entre lo que se mantiene del origen y lo que se transforma en el movimiento, a la necesidad de asumir el conflicto y la confrontación que suponen las diferencias entre un género y otro, entre una generación y otra. De las memorias de dicho seminario se transcriben las principales orientaciones presentadas por Rocío Mújica con base en planteamientos de Ann Oakley: Género y generación en el diseño de políticas SIMILITUDES - Invisibles en el diseño de políticas - No se cuentan en las estadísticas - No tienen representación en el diseño de políticas establecidas “en pro de sus intereses” - La “niñez” como el género se construyen socialmente - Son grandes grupos sociales pero tratados como “minorías” - Se consideran “improductivos” - Ambos sufren opresión - Ambos deben asumir costos desproporcionados de los programas de austeridad/ajuste - A ambos se les niega la participación en la toma de decisiones - Los efectos de ignorarlos son a corto y a largo plazo. DIFERENCIAS - La niñez es transicional, no permanente - La delegación de poder de los niños se encuentra más circunscrita. Por ejemplo, por los derechos parentales y la inmadurez biológica - La frontera entre los adultos y los niños es menos clara que la que existe entre hombres y mujeres - Todos hemos sido niños - Es menos claro que los niños representen sus propios intereses, en ausencia de un movimiento político equivalente al movimiento de las mujeres Las mujeres y los niños a menudo se han considerado como individuos con intereses en conflicto, lo cual se centra en el hecho de que, en lo fundamental, los niños son vistos como un asunto de las mujeres -en el nacimiento, la maternidad, la protección y la crianza-, de que los infantes se constituyen en uno de los principales elementos de la “doble carga” de labor productiva y doméstica por parte de las mujeres. El estatus social inferior de las mujeres también se considera un factor de estancamiento que proviene en gran medida de su estrecho nexo con los bebés y los niños... “ 40 40 Relatoría SeminarioTaller..., ob.cit. Las categorías género y generación tienen, por tanto, una íntima relación y llevan consigo un potencial sinérgico que anima el reconocimiento y valoración de otras múltiples diferencias. La afirmación anterior “no es lo mismo ser/hacerse niño que ser/hacerse niña” desencadena otras afirmaciones consecuentes que actúan como un entramado de relaciones para seguir preguntándose ¿de qué niño, de qué niña se trata?, porque tampoco es lo mismo ser niño, blanco, ilustrado y rico que ser niña, negra, analfabeta y pobre. Y aquí cabe registrar las afirmaciones que al respecto hiciera en mi calidad de facilitadora del Seminario-taller: “El debate entre sexo y género es un recurso analítico que ha posibilitado visibilizar realidades que hasta ahora fueron pensadas simplemente ligadas al orden de lo establecido, de lo dado, de lo inmodificable y frente a las cuales se pudo poner a circular, y cada vez circula con mas fuerza, la pregunta del ¿por qué?, la pregunta ¿de qué igualdad estamos hablando?. La intención con estas reflexiones es analizar el significado que tiene pensar las categorías de identidad y de género para el reconocimiento y construcción de sujetos de Derecho y por lo tanto, para la construcción de sujetos autónomos si asumimos la autonomía como la condición para el ejercicio y el reconocimiento de los Derechos. Tres puntos de partida: • Las categorías mujer y género como posibilidad para situarnos y reconocernos como seres humanos concretos: lo que somos y lo que hacemos; como recurso del pensamiento para dar cuenta de los procesos de interacción con los otros seres humanos y con el mundo en que estamos inmersos. • Las categorías mujer y género como posibilidad para asumir las diferencias que nos constituyen como un valor y no como un obstáculo en la vida individual y en la acción colectiva; esto es como constructoras de valor en razón de su capacidad para dotar de nuevos sentidos y resignificar los valores de igualdad, de justicia, de libertad y de solidaridad, que la humanidad ha construido en el curso de su historia. • Las categorías mujer y género como posibilidad de construcción de un nuevo lenguaje, una nueva manera de nombrar que se sustenta en nuevas maneras de mirar, de escuchar, de sentir, de olfatear y de palpar la realidad. Como posibilidad de reconocer que “el conocimiento, pasa por el cuerpo” 41, condición necesaria para describir la indisoluble conexión entre “el adentro” y “el afuera” y para impulsar procesos de cambio cultural. Tres consideraciones sobre identidad de género: • La construcción de la identidad como proceso sociocultural; como resultado del encuentro entre cada ser humano y su sociedad, entre los hombres y las mujeres con la naturaleza, la cultura, la economía, la política. • La construcción de identidades como resultado de un proceso histórico que tiene expresiones diversas en los distintos lugares del planeta; un proceso que da cuenta de las diferencias entre ser y hacerse mujeres y ser y hacerse hombres en los diferentes tiempos y en los diferentes espacios humanos y sociales. • Preguntarse sobre cómo somos y nos hacemos mujeres y hombres en la actualidad, es imprescindible para desarrollar, fortalecer y dotar de nuevos contenidos los valores de igualdad, justicia y libertad, que la humanidad ha conquistado en el curso de su existencia. Tres consideraciones sobre perspectiva de género: • Construir una perspectiva de géneros es una condición para hacer posible que las palabras, acciones y sentimientos de amplios sectores de la población que durante mucho tiempo permanecieron invisibilizadas y silenciadas, sean reconocidas y escuchadas. • Una perspectiva de género supone construir y mantener en cada espacio donde nos movemos, las condiciones para transformar los roles tradicionalmente asignados a las mujeres y a los hombres. • Una perspectiva de género implica construir caminos para la construcción de símbolos, representaciones e imaginarios sociales que den cuenta de la existencia de voces 41 Ver: GRUPO MUJER Y SOCIEDAD: "El aporte de las mujeres en el debate sobre Universidad-Estado y sociedad". En: DUEÑAS VARGAS, Guiomar: "UN proyecto público. Debates". Universidad Nacional de Colombia, Santafé de Bogotá, 1999, pags. 155-161 múltiples; implica relatar la vida de tal manera que las diferencias no sean motivo de exclusión, de subordinación, de dominio o de explotación”.42 Lo anterior permite hacer explícito que tampoco es por azar, ni producto de las circunstancias ni de las condiciones particulares de mujeres y hombres, que por tradición el trabajo doméstico haya sido “asunto de mujeres” y que las labores de crianza y de cuidado de la familia y del hogar, con todo lo que ello implica, hayan sido ubicadas en el orden de lo femenino, en tanto son producto y consecuencia de complejos procesos históricos de distribución socio-económica y cultural de roles. 41 Relatoría SeminarioTaller, ob.cit. 42 UNICEF, ob.cit., pag. 5 43 LOMBANA, Ximena y otra, ob. cit 44 BELLO ALBARRACIN y otras: ob cit, 23 45 En 1974 Alvaro Villar Gaviria puso en circulación su obra El Servicio doméstico un gremio en extinción, Editada por Controversia, Bogotá en la cual daba cuenta de su opción progresista y liberadora en ese momento al utilizar expresiones tales como "muchacha", "empleada" y "servidora" y por su resistencia y cuestionamiento al uso de las palabras "criada" o "sirvienta" ... unos años mas tarde, entre 1981 y 1985, Magdalena León puso en marcha el Proyecto "Acciones para transformar las condiciones sociolaborales del servicio Reiteradas investigaciones en diversos lugares del planeta han demostrado que “la mayoría de los trabajadores domésticos infantiles del mundo son chicas; se calcula que en una proporción del 90%... sin embargo hay diferencias regionales..”.43. En el caso de las investigaciones realizadas en Bogotá-Soacha, Bucaramanga y Cali la totalidad de trabajadoras domésticas participantes son mujeres, pese a la voluntad explícita de las investigadoras de identificar hombres que se desempeñaran en estas labores. La única excepción la constituyó el estudio realizado en Bogotá-Ciudad Bolívar en el que se censaron 1658 estudiantes de cuatro colegios distritales de los cuales 91 (72%) eran mujeres y 36 (28%) hombres empleados como trabajadores domésticos en hogares ajenos; sin embargo, las investigadoras señalan que “aunque el porcentaje de niños que participa de esta actividad es alto, asumen este rol de manera provisional y con actividades que son mas de puertas para afuera tales como hacer mandados”.44 Cabe destacar acá que la prevalencia casi absoluta de mujeres en éstas investigaciones se refiere tanto a la población trabajadora como a las integrantes de los grupos de investigación y a las funcionarias de las entidades convocantes interesadas en el tema del trabajo doméstico y, en sentido más amplio, en la situación de la infancia. Las contadas excepciones, por lo menos en el caso de Colombia, confirman la regla. Y si bien se aprecian cambios en curso, acelerados en las últimas décadas por la puesta en cuestión del que durante milenos se considerara el “orden natural”, es necesario intensificar preguntas que fortalezcan la apertura de caminos para poder contar nuevas historias sobre las relaciones de género, las cuales, al no ser sometidas a la crítica, se reproducen con insistencia de generación en generación. Las palabras de una de las participantes en el estudio realizado en Bogotá-Soacha, de 16 años de edad, son ilustrativas: “Tres de mis hermanas trabajan en casas de familia. Ellas se fueron a trabajar para ayudar a mi mamá porque mi papá se fue a trabajar hace diez años y no volvió; mi mamá quedó con nosotras pequeñas, las grandes se fueron a trabajar y ahora que estamos creciendo las más pequeñas también estamos trabajando”. 45 2.3 La categoría trabajo doméstico en hogares ajenos y los significados subjetivos y socioculturales de denominar una actividad y tipificar el lugar donde ésta se realiza El trabajo doméstico es una categoría más bien reciente en nuestro medio46, portadora del poder de las palabras para animar y poner en circulación o frenar y detener las transformaciones que se van operando lenta, y a veces imperceptiblemente, en la vida social, ante la cual se generan hoy nuevos interrogantes. Una categoría que en las últimas décadas pronunciamos muchas mujeres con insistencia por lo que ha representado para nuestros procesos de construcción de la individualidad y de la subjetividad. Una categoría que ha contribuido a asignar nuevos valores a los tradicionales roles femeninos que, situados en la esfera de lo imperceptible, de lo no mostrable y ubicados en el rango de los “oficios domésticos”, se declararon por mucho tiempo circunscritos al ámbito privado y a la esfera reproductiva. Una categoría que en apariencia no tiene impacto en el ámbito de lo público, y menos aún en las relaciones productivas, que comporta tensiones y paradojas que requieren nombrarse, en cuanto constituye un referente analítico para situarnos en el problema específico que nos ocupa, esto es, sus características concretas cuando es realizado en hogares ajenos y asumido como medio de subsistencia personal o familiar por niñas, niños, adolescentes o jóvenes. Me refiero a las tensiones que, en el uso de la categoría trabajo doméstico, accionan la balanza de la conservación y el cambio, siempre en movimiento dependiendo de las palancas que la impulsen, las condiciones que la dinamicen y las voluntades que la sustenten. La primera, representada en la expresión doméstico, puede llamarse tensión mantenedora por cuanto activa tendencias que sostienen ancestrales relaciones de servilismo, subordinación, dominación e incluso apropiación de unos seres humanos por otros, propias todas ellas de la tarea domesticadora. Es, además, la expresión que se mantiene en el tránsito del “servicio doméstico” al “trabajo doméstico”. La segunda, representada en la expresión trabajo, puede llamarse tensión transformadora por cuanto emite impulsos para avanzar en el reconocimiento y la valoración del quehacer cotidiano, de las tareas de mantenimiento y cuidado, de las funciones nutricias, contribuyendo a descubrir que la concentración de estas tareas en la mitad de la humanidad -en las mujeres- ha sido uno de los puntos de apoyo de la concentración de las riquezas y los recursos naturales y sociales, del poder y del saber. Es además, una expresión que permite una ruptura: entre el “servicio” y el “trabajo” no hay relaciones de continuidad, hay diferencias sustanciales marcadas por la asignación de valor que propicia la relación salarial. doméstico en Colombia" que partiendo de Bogotá se extendió por Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga en el cual la dimensión transformadora se expresaba en el paso de la expresión servicio doméstico a la de trabajo doméstico. Véase al respecto su artículo: LEON, Magdalena: Estrategias para entender y transformar las relaciones entre trabajo doméstico y servicio doméstico, en: LUNA, Lola (comp.): Género, Clase, y Raza en América Latina. Algunas Aportaciones. Seminario Interdisciplinar Mujeres y Sociedad, Universidad de Barcelona, 1991 La tercera, representada en la incesante búsqueda de nuevas expresiones, por ejemplo trabajo del hogar, puede llamarse tensión indagadora por cuanto mantiene viva la pregunta, anima la construcción de respuestas y estimula el valor de la incertidumbre y de la crítica sobre los complejos procesos que concurren en el trabajo doméstico. La cuarta, representada en los caminos abiertos por la organización y la lucha por los derechos, puede llamarse tensión movilizadora porque promueve la acción mancomunada y reivindicativa y estimula el reconocimiento personal y social de las labores realizadas en la esfera reproductiva y doméstica y de su valoración. La quinta, representada por expresiones implícitas y muchas veces inasibles tales como la capacidad de contar, de narrar y de historiar la vida, puede llamarse tensión creadora por cuanto potencia la construcción de símbolos y es germen de nuevas representaciones e imaginarios sobre las labores que se realizan en el hogar, su sentido y su significado. Las primeras dos tensiones tienen entre sí relaciones de oposición y actúan como los extremos de la balanza; las otras tres se colocan al servicio de uno de los opuestos en razón de la fuerza que cada uno de ellos logre desplegar en el movimiento que las pone en acción. Si el trabajo doméstico se entiende como “aquel que se realiza en el hogar para mantener y reproducir la fuerza de trabajo, es decir para reparar la energía de los miembros de la familia que cumplen labores productivas o de los que se preparan a hacerlo..”.47 47 LEON, Magdalena, ob. cit. pag. 26 48 Véase al respecto: HELLER, Agnes, Sociología de la vida cotidiana, Península, Barcelona, 1977 49 Lo que en psicología social se reconoce como principio de territorialidad (al referirse a la seguridad que representa para cada ser el transitar por lugares conocidos), en sociología como la "resistencia al cambio", en psicoanálisis los "mecanismos de defensa" y en física como "principio de acción y reacción". 50 51 52 Imposible por cuanto la contratación de un alguien para realizar el trabajo doméstico desplaza hacia otra persona -en este caso la contratada- la realización de tareas que podrían ser asumidas individualmente o redistribuidas entre los integrantes del hogar o de la familia. Si bien toda acción humana y toda palabra que la representa constituyen una huella en la historia personal de todo ser, las acciones y las palabras que acompañan el advenimiento al mundo y los múltiples ritos de iniciación en la vida social en los primeros años (infancia en sentido amplio) son huellas mas profundas y más fuertes. Entendiendo la autonomía en su triple dimensión de reconoci- podemos observar que en los diversos escenarios en los cuales circula el trabajo doméstico, las tensiones atrás enunciadas son puestas en movimiento en relación directa tanto con el lugar en el cual se realiza como con las condiciones y los intereses que animan a quienes confluyen en la ejecución de las actividades que lo constituyen o a quienes se acercan a él para preguntarse sobre su función su significado. Si se tiene en cuenta que la vida cotidiana es la esfera por excelencia de la imitación, la repetición y el sostenimiento del mundo que nos es dado48 y que las labores domésticas corresponden en su totalidad al ámbito de la cotidianidad, puede afirmarse que la tensión mantenedora se pone en acción con la fuerza de la tendencia dominante en la vida humana, y también en las dinámicas de la sociedad y de la naturaleza, a reproducir lo establecido49. Así, la activación de la tensión transformadora está mediada por la capacidad de poner en cuestión la cotidianidad, de criticarla, de proponer alternativas y en ello, las tensiones indagadora, movilizadora y creadora se activan al servicio de la transformación; de lo contrario, operan también, pero del lado del mantenimiento, de la resistencia al cambio o de la generación de cambios aparentes que no tocan los cimientos de la cotidianidad. En este contexto es necesario preguntar: ¿Cómo operan dichas tensiones cuando el trabajo doméstico se realiza en el propio hogar y cómo cuando se realiza en hogares ajenos? ¿Qué dinámica se genera en la movilización de tales tensiones cuando el trabajo doméstico es realizado por niñas, por niños, por mujeres jóvenes o por hombres jóvenes?. Si bien el capítulo siguiente dará cuenta de los principales hallazgos al respecto, a partir de resultados que arrojan las investigaciones objeto de ésta sistematización es posible formular una hipótesis respecto a cada pregunta: La primera tiene como premisa el reconocimiento del carácter transformador de los procesos de redistribución social, económica, política y cultural, lo cual permite asumir que, cuando el trabajo doméstico se realiza en hogares ajenos las probabilidades de que la tensión transformadora entre en acción y logre poner a su servicio a todas las demás son menores que cuando éste se realiza en el propio hogar, toda vez que, en el primer caso, la mediación del salario, pago o retribución mantiene la concentración de los quehaceres del hogar en manos de la o las personas a quien o a quienes se le/s paga por realizar el trabajo, siendo la redistribución del trabajo doméstico en este caso un imposible50, mientras que en el segundo caso, al no existir mediación salarial, la redistribución de los quehaceres del hogar entre los distintos miembros que lo componen es por lo menos una posibilidad. La segunda tiene como premisa el reconocimiento del significado determinante de las experiencias de la infancia en la construcción de la identidad, mediante los complejos procesos de socialización a través de los cuales cada niña y cada niño se introduce en el mundo, lo descubre, lo interioriza y asume posiciones frente a él. Esta premisa permite suponer que cuando el trabajo doméstico en hogares ajenos lo realizan quienes se encuentran en las primeras etapas de su ciclo vital, todos y cada uno de los eventos que concurren en el trabajo doméstico se incorporan en la vida de cada niña, de cada niño, como improntas constitutivas de su identidad, de su particular manera de ser y hacer en el mundo51; allí no existen posibilidades de que la tensión transformadora entre en acción y logre poner a su servicio a todas las demás, por cuanto la fuerza de la tensión mantenedora que comporta relaciones de subordinación y dominación es determinante. Podría decirse que entre menor sea la edad de las trabajadoras domésticas, de los trabajadores domésticos, mayor es la fuerza de la dominación, de la sumisión y menores las posibilidades de construcción de la identidad, la individualidad y la subjetividad autónomas52. miento del sí mismo/ del sí misma, de formación del criterio moral -que orienta la capacidad de optary de construcción del sentido ético -que orienta la capacidad de actuar en consecuencia con los valores morales, asumiendo la existencia de los otros/las otras-. Más aún, si se tiene en cuenta que uno de los principales indicadores del ingreso a la vida adulta, y con él del reconocimiento de la mayoría de edad, es la capacidad de tomar decisiones, ¿cómo puede darse o desarrollarse dicha capacidad en un trabajo en el cual la posibilidad de decidir está reducida a su mínima expresión o incluso no existe? Por todo lo anterior, analizar la realidad de las y los trabajadores domésticos que participaron en estas investigaciones supone necesariamente asumir una perspectiva de derechos, y de manera específica para el caso que nos ocupa, de derechos de la niñez. Antes de desarrollar los fundamentos de esta perspectiva, hay que exponer dos razones por las cuales en esta sistematización se optó por la expresión “hogares ajenos” y no “hogares de terceros” también utilizada con frecuencia para precisar de qué tipo de trabajo doméstico se habla. La primera es que la diferenciación entre el yo y los otros, el yo y las otras, lo propio y lo ajeno son procesos determinantes en la construcción de identidad y en la dinámica de la socialización primaria; la segunda porque la designación hogares de terceros resulta ambigua, da lugar a preguntas como la que se formulara en la reunión técnica de Lima53. Si bien puede haber otras expresiones como “trabajo en casa de particulares” en las cuales el debate sobre quien es “el particular” podría arrojar nuevas luces en la construcción de sentido sobre esta actividad, no logra la claridad o la precisión que permite la expresión hogares ajenos que, en mi criterio, tiene un potencial liberador para visibilizar las diferencias, condición imprescindible para la construcción de la autonomía y con ella de la igualdad real; por ello, la expresión hogares ajenos como categoría analítica tiene especial significado cuando se trata de transformar concepciones que durante milenios legitimaron a las mujeres, las niñas y los niños como seres tutelados, apropiados por otros (los padres, los mayores), durante mucho tiempo imposibilitadas para ser propietarias de bienes y cuestionadas como poseedoras de criterio propio. 53 "Después de haber usado con entusiasmo durante la reunión el término TIHT (trabajo doméstico infantil en hogares e terceros) recibí una pregunta muy generosa: ¿y por qué de terceros y no de segundos? Aquí decimos en casa de particulares..." MOCKUS, Antanas: Síntesis, En: CASTRO ROJAS, Adriana Lucía (Editora y compiladora). "Memorias Reunión Técnica Internacional Niñez Trabajadora en el hogar de terceros", Lima, Perú, 20, 21 y 22 de Septiembre de 1999, Coedición OIT, IPEC, Save the Children, Colombia y UNICEF, primera edición, septiembre de 2000, 224 54 Vienen al caso las palabras del maestro Estanislao Zuleta: "... es casi una burla para una población decir que todos los ciudadanos son iguales ante la ley si son iguales ante la vida: ¿Qué dice la Ley? Anatole France dijo en el siglo pasado: "Queda prohibido a 2.4 La categoría derechos de la niñez como perspectiva analítica e interpretativa de los hallazgos obtenidos que confiere sentido ético a las orientaciones y propuestas que de ellos se derivan. Las niñas y los niños, esos “sujetos inesperados” que acaban de irrumpir en la historia como tales, por cuanto se necesitaron milenios para que su condición de sujetos fuera reconocida y asumida social y culturalmente, son hoy sujetos de derechos. Se necesitaron largos, lentos e intensos procesos sociales para que tal reconocimiento fuera una realidad. Se necesitaron también complejos movimientos locales, nacionales e internacionales para que tal reconocimiento fuera convertido en normatividad. Y aún hoy se continúan necesitando intensos, persistentes y continuos procesos sociales para que lo contemplado por la ley y por la normatividad sea incorporado a la vida; es decir, retorne a la cotidianidad enriquecido y transformado54. La normatividad consagrada en las disposiciones nacionales e internacionales en materia de derechos de la niñez expresa el reconocimiento de los niños y las niñas como sujetos de derecho55 y se constituye en un recurso de primer orden, tanto para el análisis de la realidad que viven amplios sectores de población infantil y juvenil, como para la formulación de alternativas de acción frente a las condiciones concretas de amplios sectores de población infantil y juvenil cuyas condiciones, no solo distan sustancialmente de lo establecido en leyes, normas, convenciones y convenios sino que incluso las contradicen. ricos y pobres dormir bajo los puentes". Desde luego solo les quedaba prohibido a los pobres, porque los ricos no se van a dormir bajo los puentes. Si no hay igualdad ante la vida, la igualdad ante la ley se convierte en una burla. Pero la igualdad ante la vida es algo que es necesario conquistar. Es una tarea, no es un decreto ... es una búsqueda". En: ZULETA, Estanislao: Colombia: Violencia, democracia y derechos humanos. Altamir, Bogotá, 1991 55 56 57 Una caracterización y análisis de dicha normatividad, de sus alcances y sus límites puede estudiarse en: RUIZ GONZÁLEZ, Esmeralda: Los derechos de la niñez trabajadora doméstica desde la legislación y la jurisprudencia, Save The Children U.K, Bogotá, Junio de 2000 Sobre los valores como motores de la historia de la humanidad, su construcción y fortalecimiento y su ocaso u ocultamiento puede consultarse: HELLER, Agnes: Historia y Vida Cotidiana, Grijalbo, Barcelona, 1985 Guardadas proporciones tales contradicciones se asemejan a las que se presentan con las disposiciones relativas a la prevención del mal- El carácter de sujeto de derecho de cada niño y de cada niña es hoy incuestionable en los terrenos axiológicos y jurídicos. Sin embargo en el terreno de la vida social, las distancias con relación a la normatividad, tanto en su introyección subjetiva como en su efectividad y en su cumplimiento, son aún muy grandes: Las niñas y los niños, y la población adulta, desconocen, ignoran o pasan por alto las disposiciones; razones de índole socioeconómica, psicológica, ideológica o cultural sustentan de modo sistemático el incumplimiento de las leyes, decretos, convenios y convenciones relativas al trabajo infantil las cuales, en la práctica, entran en contradicción con lo establecido, e incluso legitiman socialmente el ocultamiento de lo que en un momento de la historia se construyó -también socialmentecomo un valor y como un principio.56 Y en ésta contradicción radica una de las principales dificultades para que las formulaciones y propuestas en materia de eliminación y erradicación del trabajo infantil sean asumidas en la realidad como objetivos deseables y como decisiones políticas articuladas a la creación de condiciones para alcanzar dichas metas.57 Algunos apartes de las memorias del Seminario-taller de iniciación de las investigaciones objeto de esta sistematización ilustran los planteamientos anteriores: “Las niñas trabajadoras domésticas tienen un casi absoluto desconocimiento de sus derechos como niñas, mujeres y trabajadoras, lo que constituye un daño significativo a su integridad personal, determinado por la interiorización de la subvaloración y la discriminación, llevando a las niñas a vivir con profundos sentimientos de inferioridad por el resto de su vida a menos que tengan posibilidad de reconstruir su historia. Las dudosas condiciones de contratación, las extensas jornadas laborales, la carencia de la seguridad social y protección, la imposibilidad de estudiar, la falta de descanso, los malos tratos y los abusos sexuales, la baja o inexistente remuneración, las relaciones de servidumbre o semiesclavitud, la negación o subvaloración de sus culturas propias, el alejamiento de sus familias son situaciones que van en contravía de la vigencia y aplicación real de los derechos contemplados en la legislación nacional e internacional a favor del desarrollo integral de la población menor de edad..” María Inés Cuadros de Save the Children, al presentar la posición de su institución con respecto al trabajo infantil planteaba: ...Estamos analizando una serie de estudios de la OIT en los cuales se muestra que al parecer, lo que se aporta económicamente a la familia no es tan alto, y en esto tendríamos que indagar más.¿Cuánto está aportando realmente el niño o la niña y qué sucedería si no aporta a la familia?. Porque en el caso de trabajo doméstico, la impresión que tenemos es que aunque la niña no aporte en términos económicos, la familia deja de responsabilizarse de la niña. No solo como SAVE THE CHILDREN, sino como acuerdo mundial, consideramos que el trabajo infantil nocivo y de alto riesgo debe ser eliminado en el mundo (el convenio 182 del año pasado es el convenio vigente en este momento en el mundo y allí están consignados los acuerdos que existen). El trabajo nocivo significa que es perjudicial para el niño, que es una explotación laboral y económica, y que como personas no les permite el acceso a la educación. Cualquiera de estos trabajos que vulnere los derechos, es un trabajo nocivo. El análisis que hacemos es que habiendo unas categorías tan graves de explotación, en estos momentos hay que focalizar nuestros esfuerzos en esas graves explotaciones y alto riesgo de los niños. También creemos que hay un tipo de trabajo infantil que puede ser benéfico en términos educativos y sociales, que puede llegar a desarrollar la autoestima, facilitar el respeto de la comunidad, de la familia, que ayuda a participar a los niños dentro de las relaciones sociales. Aceptamos que hay ese tipo de trabajo que es menor en términos generales y que casi no está asociado ni con pobreza, ni con desigualdades sino que es un trabajo casi siempre mas focalizado en los niños de las clases medias, o en el aprendizaje del oficio de sus padres en unas condiciones aceptables. Ahí recalcamos que la apreciación del niño sobre su propio trabajo es muy importante y en ese sentido, creemos lo mismo, que hay que escuchar a los niños, a las niñas y a sus familias. Ese es un punto central cuando vamos a hacer algún tipo de trabajo tanto de conocimiento como de intervención. Las intervenciones que se realicen, deben basarse en un cuidadoso análisis y esto significa analizar todo tipo de factores que empujan y atraen a los niños y niñas hacia el trabajo infantil. Mirar aspectos como el por qué se les contrata (¿será que consideran que es más barato ese trabajo?, ¿será que piensan que los niños son mas diestros haciendo eso?, etc). Si no se planifica bien se llega a intervenciones que pueden ocasionar condiciones más riesgosas. En el momento de hacer la intervención debe haber un análisis que propicie el intercambio de saberes y se permita conclusiones consecuentes con ese intercambio. Desde Save the Children se reconoce que el trabajo infantil constituye un tema importante tanto para el hemisferio norte como para el hemisferio sur. No es el norte mirando al sur. Ambos hemisferios están expuestos a riesgo y explotación. Con relación a la investigación, es esencial el monitoreo cuidadoso del impacto de las investigaciones e intervenciones. La investigación es necesaria para comprender mejor el significado del trabajo en la vida de los niños y las niñas en contextos particulares, y para desarrollar criterios profundos de evaluación de riesgos a los cuales se enfrentan los niños y las niñas en los diferentes tipos de labor. Este es el punto del cual creemos que hay que arrancar. Son necesarias las definiciones claras de prioridades y metas por parte de las organizaciones relacionadas con el trabajo infantil para identificar áreas de interés común y desarrollar acciones conjuntas. En consecuencia, es necesario desarrollar una acción coordinada en los temas de trabajo infantil en el ámbito internacional, regional, nacional y local. Creemos que tenemos el deber de desempeñar un papel de promoción de tales nexos, de manera que logremos algunos acuerdos fundamentales entre la sociedad civil, las agencias de las naciones unidas, los gobiernos y los propios niños y niñas trabajadores. Esta ha sido la reflexión desde la posición de Save the Children y más ampliamente de la alianza Save the Children en cuanto a trabajo infantil” 58. La discusión sobre la relación trabajo doméstico infantil y juvenil y derechos humanos está mediada por la palabra, el sentimiento y las propuestas que nacen de la capacidad que niñas y niños desarrollen para leer su propia historia, conferirle significado y derivar de ello acciones y propuestas consecuentes. Está mediada también por el debate sobre los márgenes de discusión derivados de la legislación misma, de sus imprecisiones, sus laxitudes y sus silencios: ¿Qué se entiende por “las peores formas de trabajo infantil”? y de manera más específica: ¿Es el trabajo doméstico una de las “peores formas de trabajo infantil”?; más aún, si se tiene en cuenta que la expresión “lo peor” es ante todo comparativa, ¿cuáles son los parámetros para determinar “lo peor” ante la diversidad de condiciones de vida de niños y niñas? trato infantil, la violencia intrafamiliar y la violencia contra la mujer, frente a las cuales aún se esgrimen razones morales, culturales, ideológicas o socioeconómicas para justificar prácticas que lesionan la integridad física y psicológica de maltratadas/os y maltratadores/as 58 Relatoría SeminarioTaller, ob.cit Al respecto, declaraciones de expertos defensores de los derechos de la niñez dan cuenta de las labores que concurren en esta calificación y que como tales niegan o restringen el ejercicio de los derechos: “... Entre la normativa internacional tenemos el recientemente aprobado Convenio OIT No. 182 sobre la Prohibición de las peores formas de Trabajo Infantil y la acción inmediata para su Eliminación. ¿A qué ocupaciones alude el vocablo peores formas de trabajo infantil? Básicamente a las siguientes actividades realizadas por menores de 18 años de edad: “a) todas las formas de esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, como la venta y el tráfico de niños, la servidumbre por deudas y la condición de siervo y el trabajo forzoso u obligatorio, incluido el reclutamiento forzoso u obligatorio de niños para utilizarlos en conflictos armados;... d) el trabajo que por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva a cabo, es probable que dañe la salud, la seguridad o la moralidad de los niños” (art. 3); señalándose que todo miembro que ratifique dicho Convenio se compromete a adoptar medidas para la prohibición y eliminación de estas formas de trabajo infantil”.59 59 ALARCON GLASINOVICH, Walter. Aspectos legislativos sobre el trabajo doméstico infantil en América Latina", en: CASTRO ROJAS, Adriana Lucía (Editora y compiladora)."Memorias Reunión Técnica Internacional Niñez Trabajadora en el hogar de terceros", Lima, Perú, 20, 21 y 22 de Septiembre de 1999, Coedición OIT, IPEC, Save the Children, Colombia y UNICEF, primera edición, septiembre de 2000, pg., 100 60 ALARCON GLASINOVICH, íbid. 61 ob. cit., 100-101 62 ob. cit., 103 Al mismo tiempo que se hacen explícitas estas características en las cuales están presentes las condiciones de servidumbre, las labores que atenten contra la salud y el trabajo obligatorio, se reconoce que “... Esta tipología de trabajos extremos parece recoger sólo un sector del trabajo doméstico; aquel mencionado antes sobre el trabajo forzoso de niñas que se ofrecen a adultos no familiares. No obstante que en el proceso de debate sobre el nuevo convenio OIT organizó (Ginebra, Junio 1997) una mesa de discusión sobre trabajo infantil invisible y trabajo doméstico, desde el Convenio aprobado difícilmente se puede catalogar el trabajo doméstico como una de las formas extremas de trabajo infantil.... El trabajo doméstico en hogares de terceros, por su dificultad de regular y porque no siempre necesariamente significa explotación, desde mi percepción quedaría fuera del ámbito del Convenio sobre las formas extremas del trabajo infantil..”.60, lo cual confirma la necesidad de conocer, describir y analizar, con la participación activa de las niñas y los niños que asumen dichos trabajos, las implicaciones que tales experiencias tienen sobre sí mismos, sobre sus derechos fundamentales y sobre los procesos de socialización. Es importante lograr mayores precisiones tanto en la normatividad como en las propuestas que las instituciones y entidades presenten a los gobiernos para hacer efectiva por lo pronto la meta de eliminación de las peores formas de trabajo infantil. El mismo autor citado anteriormente afirma: “...que la determinación específica de qué ocupaciones concretas serán admitidas como formas extremas de trabajo infantil es tarea de las autoridades nacionales de cada país que ratifica el mencionado Convenio. Esto deja una puerta abierta donde es posible generar una demanda social para que la actividad del trabajo doméstico en casa de terceros, cuando es realizado por niños, pueda ser considerado nacionalmente como una actividad extrema y, por ello, prohibida..”.61 En Colombia se “...prohíbe expresamente el trabajo de menores de 14 años sin referencia particular al servicio doméstico” 62 lo cual hace más difícil aún generar acciones en defensa de los derechos de quienes trabajan en este campo, la duda sobre el impacto de dicho trabajo en el ejercicio de los derechos se ampara en las imprecisiones del significado del trabajo doméstico para los mismos. Además, como lo señala el mismo autor “...El incumplimiento de las legislaciones nacionales vigentes es generalizado... la trabajadora doméstica en la práctica cotidiana, está sometida a los acuerdos a que llegue particularmente con su empleador” 63 y ante ello, Colombia no constituye ninguna excepción. Se podría agregar a este enunciado que en el caso del trabajo infantil doméstico, los acuerdos sobre los términos de la relación contractual -si se puede llamar así- se establecen por lo general a través de la familia, con lo cual se configura una condición de trabajo obligado o incluso forzoso. Tampoco es Colombia una excepción al análisis que a renglón seguido se plantea sobre la carencia de efectividad de la exigua legislación vigente: “Dicha inobservancia de la normativa vigente creemos se debe a las siguientes razones: a) carencia en las legislaciones, o en su reglamentación de sanciones ante el incumplimiento de la norma; b) dificultad de las autoridades públicas de ejercer en control de las condiciones de trabajo, cuando el lugar donde se labora es un espacio privado como los hogares; c) el predominio de una actitud ciudadana de complacencia ante el trabajo infantil y una suerte de arreglo cultural donde, tanto las niñas como sus patrones, aceptan convivir bajo relaciones serviles en las cuales dominan los acuerdos personales antes que las leyes”.64. Así lo demostraba en su intervención en este mismo evento el investigador Jorge Iván Bula, de UNICEF, cuando afirmaba que “... El entorno macroeconómico descrito, traduciría las condiciones del trabajo doméstico infantil en largas jornadas de trabajo, aislamiento de la familia y de los amigos, trato discriminatorio en el uso de los recursos e la familia, posible maltrato, posible abuso sexual, remuneración por debajo del mínimo legal o no remuneración del todo, ausencia de seguridad social (incluso cuando la ley obliga) y posibles relaciones de servidumbre.... Los imaginarios sociales sobre el trabajo infantil doméstico en hogares de terceros, llevan a que éste se perciba como una oportunidad que permite a la niña mejorar sus condiciones de vida y que la prepara para la vida (trabajo reproductivo). Por otra parte, el hogar receptor es visto como un benefactor que está haciendo un favor para mejorar las condiciones de vida de la niña. Igualmente las niñas son consideradas económicamente inactivas, toda vez que su trabajo no genera valor agregado y es considerado una actividad normal para las niñas de bajos ingresos”.65 Todos estos planteamientos dan cuenta de que, al mismo tiempo que el trabajo doméstico en general, el trabajo doméstico en hogares de terceros en particular y de manera especial el trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos, es puesto en cuestión en las declaraciones de principios, se ignoran o se desconocen sus implicaciones en las dimensiones concretas del hacer y del acontecer de cada niña y cada niño, de cada joven mujer y cada joven varón. Es imprescindible que dichas implicaciones sean descubiertas, nombradas y repensadas sin cesar en cada realidad, a partir de la vivencia de quien las experimenta, para hacer posible el encuentro entre lo deseable y lo soñado en materia de construcción de la identidad y las condiciones que permiten la realización de tales deseos y sueños. 63 ob. cit., 107 64 íbid. 65 BULA, Jorge Iván: Formulación de políticas públicas y niñez trabajadora en hogar de terceros. Hacia la erradicación progresiva del trabajo infantil y el cumplimiento de los derechos de los niños, en: ob. cit, pag. 128 3. Un camino obligado para la subsistencia y una socialización para la sumisión Síntesis de los principales hallazgos En este capítulo se espera dar cuenta de los principales hallazgos que ofrecen las investigaciones realizadas sobre condiciones concretas del trabajo doméstico infantil y juvenil; empecemos registrando la cifra calculada recientemente sobre la cantidad de trabajadores domésticos menores de edad en Colombia: “En 1999 cerca de 323 mil niñas y niños entre 5 y 18 años estaban vinculados al servicio doméstico, aislados y ocultos al interior de los hogares en donde son empleados” 66. Si bien las 332 niñas y los 36 niños participantes en estos estudios constituyen apenas el 0,11% del total calculado en el país, sus palabras y sus experiencias tienen sentido y significación en el contexto de violencias, pobrezas e inequidades del país; cobran el sentido que en realidad debería tener cada vida humana para una nación y la significación que, por lo menos en lo ideal, debería otorgársele a las condiciones de vida y de crecimiento a cada una de las mujeres y a cada uno de los hombres que la habitan. De allí que las palabras de quienes se han desempeñado como trabajadoras domésticas en hogares ajenos, actúen como puerta de entrada a este diagnóstico que ofrecen los estudios. Ellas han experimentado en su propia historia la tensión entre necesidad y libertad, en cuanto es la necesidad de acceder a los recursos básicos para su subsistencia y/o la de sus familias la razón fundamental que las obliga a incursionar por espacios y actividades que -en el momento actual de la historia de la humanidad por los valores que ha construido-, deberían estar reservados a la población adulta, y en cuanto, al mismo tiempo, son los sueños con hacer realidad lo que las condiciones objetivas tienden a convertir en un imposible, los que sustentan y soportan las múltiples tensiones y dificultades que comporta el correr el riesgo de trabajar como empleadas domésticas desde su mas tierna infancia; son los anhelos de libertad los que incluso llegan a permitir que los abusos, los malos tratos, las discriminaciones y las dificultades se conviertan en un motivo que alimenta los sueños de poder volar. Una vez puestas en escena palabras ilustrativas del sentir y del pensar de las participantes sobre sus vivencias en trabajo doméstico, se presentan los principales hallazgos comunes a la totalidad de entrevistadas67. Después se identifican las principales diferencias en la percepción de sus vivencias explicadas por las condiciones particulares en que se desenvuelven cuando esta realidad es asumida desde la experiencia de trabajadoras domésticas niñas y jóvenes vinculadas o no a la educación formal, cuando la modalidad del trabajo es interno o por días, cuando el trabajo se realiza en hogares de diversos estratos socioeconómicos, cuando las vivencias corresponden a experiencias de trabajo en la gran ciudad o en ciudades intermedias y cuando los contrastes culturales se acrecientan por la diversidad de los grupos étnicos de procedencia. 66 CASTILLO, ob. cit., 25. 67 Utilizaremos de modo preferente la expresión niñas y jóvenes por las razones de prevalencia de la condición femenina de éste trabajo en la historia y en nuestro contexto particular. Cuatro variables actúan como referente transversal de la caracterización lograda en este capítulo: a) la dinámica de los procesos migratorios del campo a la ciudad, b) las características de los procesos de movilidad inter e intra barrial, c) las condiciones étnicas y d) las particulares experiencias de los casos referidos a población en situación de desplazamiento. La categoría género mantiene su condición de actuar como criterio transversal en éste estudio, dando cuenta de sus posibilidades y sus límites para el estudio del trabajo doméstico en tanto la categoría mujer continúa siendo necesaria para el análisis, interpretación y búsqueda de alternativas consecuentes con las metas de justicia social y equidad de género que alimentan los intereses investigativos. 3.1 Las palabras de las protagonistas como puerta de entrada: “...Con todo y lo duro que sea el trabajo en la ciudad nunca es comparable con lo que le toca a uno en el campo, por allá se sufre mucho, uno trabaja y trabaja y nunca tiene plata, ni nada, acá al menos me puedo vestir como yo quiero y cambiar de trabajo cuando me da la gana... “...Soy una empleada y no soy nada de ellos”, “Ellos comparten conmigo pero aún así, me siento distante, soy la empleada”, “Aunque me tenían confianza, me tomaban como una persona aparte, no era de la casa..”. 68 “...Salí de mi casa a trabajar porque uno tiene que `salir a botar la ceniza´ es un dicho que tenemos. Es importante conocer otras personas y otras partes... ...Me tratan bien, no me regañan, pero hay dos niños de cinco y seis años de edad que son muy groseros, me pegan, tiran los zapatos, riegan la basura cuando no los ven; a mí me da mucha rabia; es lo que no me gusta del trabajo..”. 69 “...Empecé a trabajar a los 15 porque quería ser independiente y tener para mis cosas... del estudio realizado en Bogotá-Soacha. En: BELLO ALBARRACIN, Martha Nubia y otras, ob.cit. ...Me siento discriminada cuando: “Me toca comer en la cocina y me dicen `no se siente allí, usted es la empleada´, `Me dicen ´permiso´ para quitarme´, `...me dice que soy sucia´, `...me dice que soy fea´, `...me dice que soy negra´..”.70 60 del estudio realizado en Cali. En: Taller Abierto, ob. cit. “...Yo seguiría trabajando aunque no me dejaran porque necesitamos la plata y porque puedo ayudarle a progresar a mis papás... 70 del estudio realizado en Bucaramanga. En: LELIEVRE, Christiane e Isabel M. ORTIZ, ob.cit. ...Tengo 16 años... trabajé a los diez años, mas que todo en oficios domésticos, ahí se aprovechan mucho de uno... a la final nunca me pagaban, salían con el cuento de que yo era una ladrona, que se les había perdido algo”.71 71 del estudio realizado en Bogotá-Ciudad Bolívar. En: LOMBANA, Ximena y otra, ob. cit. 68 Estas palabras pronunciadas por niñas o jóvenes mujeres de hoy permitieron descubrir a quienes las entrevistaron -y tal vez a ellas mismas- que antes de ser consideradas legalmente adultas, es decir antes de terminar la segunda década de sus vidas, eran ya portadoras de historias personales en las cuales sus deseos, sus proyectos y sus sueños estaban atravesados por los rigores de una historia social signada por la ausencia de condiciones para satisfacer las necesidades existenciales y axiológicas indispensables para la vida de todo ser humano. Por ello, en el intento de sintetizar los hallazgos comunes a la totalidad de entrevistadas se destacan algunas características del trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos: - Su condición de trabajo forzado y obligatorio: “Me vine para Bogotá por necesidad, porque lo que yo quiero tener en mi vida nunca podría tenerlo allá... porque a mí me toca buscar como ayudarme para poder ayudarles a ellos... porque mi padrastro y mi hermano me violaron..”.72 La expresión “me tocó, me tocaba” es una constante en los testimonios y relatos, acompaña todos los recuerdos relacionados con los motivos por los cuales estas niñas trabajan en hogares ajenos. Todas sin excepción, han asumido sus roles de trabajadoras domésticas en hogares ajenos por la fuerza y en consecuencia están obligadas a realizar los trabajos que se derivan de dichos roles: lavar, planchar, cocinar, arreglar la casa, atender a quienes habitan en tales hogares. Obligadas por las circunstancias familiares, socioeconómicas y socioculturales, es decir, por la fuerza de las deprivaciones afectivas, la fuerza de las carencias de recursos para la subsistencia o la fuerza de la tradición y de las costumbres; obligadas por la fuerza e intensidad de las distintas expresiones de violencia que recaen sobre ellas, sobre sus familias o sobre su vecindario: de las violencias, malos tratos, vejaciones o abusos sobre sus cuerpos, sus deseos o sus sueños; de las violencias del hambre, el desempleo y las precarias condiciones habitacionales de sus familias de origen, o de las violencias políticas generadoras de discriminaciones, señalamientos, exclusiones o persecución que experimentaron en sus vecindarios, sus localidades o sus regiones. Todas sin excepción fueron obligadas a asumir roles que no corresponden con las demandas de su edad y en consecuencia a ingresar de modo prematuro y forzoso al mundo adulto. - Su condición de trabajo discriminatorio: “Uno sabe que como empleada doméstica tiene sus cosas separadas, pero ella exageraba mucho, me sentía como discriminada” 73 “Me siento discriminada cuando me dicen “permiso” para quitarme” 74 Aunque estas palabras darían la impresión de una situación de discriminación que puede corresponder a éste caso o a similares en razón de circunstancias particulares, la expresión “uno sabe que..”. tiene un contenido simbólico muy profundo, en cuanto representa la naturalización que se ha construido socialmente. Uno sabe que, significa, “así es”, “está establecido”, “es inmodificable. En la totalidad de los casos estudiados la discriminación aparece como una constante, no solo en sus dimensiones amplias derivadas de las diferencias de clase, etnia, género, edad, sino en aquellas dimensiones relacionadas con el trabajo cotidiano que realizan, con el espacio que configura el hogar ajeno en el que se mueven y con la interacción cotidiana con las personas que lo habitan. El quehacer constitutivo del trabajo doméstico comporta de manera sistemática símbolos que explican la discriminación en el comer, en el vestir, en el hablar, en el mirar. El trabajar en oficios domésticos en hogares ajenos lleva consigo la necesidad de habitar un espacio en el que el movimiento está restringido y la presencia cuestionada, y en el que las posibilidades de que disfrutan los otros niños o niñas, jóvenes o adultos que lo habitan están restringidas, no son las mismas o no existen para quienes trabajan en él. Estas discriminaciones, experimentadas en la infancia, la adolescencia o la juventud se interiorizan y son por tanto vehículo de construcción de una identidad subordinada. Incluso en aquellos casos en los cuales niñas y jóvenes manifiestan no sentirse discriminadas expresiones como “uno sabe cual es su lugar” dan cuenta de la legitimación de la discriminación. 72 del estudio realizado en Bogotá-Soacha. En: BELLO ALBARRACIN, Martha Nubia y otras, ob.cit 73 del estudio realizado en Cali. En: Taller Abierto, ob. cit. 74 del estudio realizado en Bucaramanga. En: LELIEVRE, Christiane e Isabel M. ORTIZ, ob.cit - Su condición de trabajo que legitima la subordinación, la sumisión y la expropiación de los cuerpos: ...Me siento como una cosa que ellos tienen” 75 El epígrafe con el cual Bourdieu inicia el texto en el que sostiene que los sujetos sociales se diferencian por las distinciones que realizan76 cobra especial sentido ante la realidad del trabajo doméstico en hogares de terceros, como expresión de la existencia de relaciones serviles en las cuales quienes asumen el trabajo doméstico no solo intercambian su trabajo, en este caso sus quehaceres, sino que depositan en sus patronos su ser entero. Y esto, que podría ser relativo cuando este trabajo es desempeñado por personas adultas, es una constante en el caso de menores de edad, quienes son depositados o entregados a sus patronos o empleadores por sus padres, sus madres u otros parientes o vecinos, madres o por otras personas. Como se afirma en el estudio Bogotá-Soacha al analizar las condiciones de “reclutamiento” de las niñas y jóvenes para el trabajo doméstico “es una especie de cesión que hace la madre de su hija en beneficio de quien la emplea”.77 75 del estudio realizado en Bogotá-Soacha. En: BELLO ALBARRACIN, Martha Nubia y otras, ob.cit 76 "... y en estos momentos aún no sabemos si la vida cultural puede sobrevivir a la desaparición de la servidumbre". A. Besancon, Etre russe au XIXème siècle" En: BOURDIEU, Pierre La distinción. Criterio y bases sociales del gusto, Taurus, Madrid, 1998 77 del estudio realizado en Bogotá-Soacha. En: BELLO ALBARRACIN, Martha Nubia y otras, ob.cit 78 del estudio realizado en Bucaramanga. En: LELIEVRE, Christiane e Isabel M. ORTIZ, ob.cit Los pensamientos, los criterios las palabras, las miradas de las niñas y los niños que trabajan en hogares ajenos no son (no pueden ser) propios, son los que corresponden a los de sus empleadoras o empleadores, no por que no existan sino porque su expresión está restringida, limitada por la voluntad de las familias en las cuales trabajan. Podría decirse que sus palabras están confiscadas, sus miradas deben depositarse donde sus patronos ordenan, sus cuerpos transitan para servir a otros en medio del silencio, el sigilo, el procurar no ser vistas por otros. Sentirse “como una cosa que ellos tienen” es una expresión que por su contenido simbólico representa las posibilidades de expropiación del sí misma, de la propia corporeidad para asumirla colocada en manos de otros. - Su condición de trabajo generador de temores e inseguridades: “... las niñas expresan angustia frente a la soledad, cuando tienen que quedarse solas en las casas o con la responsabilidad total de los hijos, a veces muy pequeños, de los patronos... del miedo que sienten al estar solas con el patrón... del miedo cuando se pierden las cosas porque las pueden acusar y perder la confianza... del miedo a no hacer las cosas bien y que las regañen... a que las castiguen... a..”.78 Todos los grupos de investigadoras encontraron como una constante el miedo, el temor, la angustia y la ansiedad en diversas formas, apariencias y expresiones. Al comenzar los procesos de investigación, fue para ellas evidente el temor de las niñas y jóvenes a expresar sus sentimientos y sus emociones y a valorar sus experiencias vitales. Los procesos de interlocución permitieron enfrentar dichos temores, de tal forma que vencido el miedo inicial se fueron haciendo explícitas las necesidades persistentes de contar con espacios en los cuales sea posible compartir sus experiencias; espacios de circulación de su palabra. La soledad y el aislamiento se registran como algunos de los factores que afectan la posibilidad de comunicación de quienes trabajan desde sus primeros años de edad en labores domésticas y como generadores de nostalgias, tristezas e inseguridades. Podría decirse que el miedo inmovilizador, el temor que se convierte en fundamento del terror, la angustia y la inseguridad, son condiciones inherentes al trabajo en hogares ajenos que se intensifican cuando éste es realizado por menores de edad, en razón de su vulnerabilidad. Sus implicaciones para la construcción de una identidad en la cual la subvaloración, los sentimientos de minusvalía y la baja autoestima van a alimentar un proceso en el cual el temor a los otros se convierte en el temor a sí mismas. Allí se van a tejer redes en las cuales se mecen contradicciones en el curso del ciclo vital: en la infancia necesitan asumirse adultas, hacerse adultas-niñas por las tareas que les competen y luego, en la adultez, hacerse adultas se les convierte en una imposibilidad, necesitan allí hacerse niñas-adultas por su condición tutelada; los miedos y las inseguridades de su diario quehacer perpetúan su condición de menores de edad. 3.2 Las diferentes condiciones, percepciones y significados de las experiencias de trabajo infantil y juvenil en hogares ajenos. El carácter general y común de las condiciones anteriores no implica que la totalidad de las niñas y jóvenes participantes en las investigaciones experimenten de la misma manera tales condiciones; por el contrario, allí radica la complejidad de esta realidad que es vivida, valorada y significada de modo diferente por cada persona tanto por las particularidades de su propia historia como por las condiciones objetivas en las cuales está inmersa. Allí pueden encontrarse no sólo matices sino diferencias significativas cuando la experiencia de trabajadoras domésticas niñas y jóvenes mantiene la vinculación a la educación formal o no, cuando la modalidad del trabajo es interno o por días, cuando el trabajo se realiza en hogares de diversos estratos socioeconómicos y cuando las vivencias corresponden a experiencias de trabajo en la gran ciudad o en ciudades intermedias. Cada una de las investigaciones explica las diversas valoraciones que se asignan a la experiencia en cuanto tales condiciones favorezcan o restrinjan el movimiento de las tensiones que concurren en el trabajo doméstico en hogares ajenos, ya sea haciendo posible la realización de sueños y metas de transformación personal y mejoramiento de la calidad de vida, o restringiendo dichas posibilidades e incluso reproduciendo las relaciones que con estas labores se pretenden transformar. Veamos algunas reflexiones sobre cada una de las cuatro condiciones que se identificaron en los estudios locales: - Trabajo en hogares ajenos y educación formal El ejercicio del derecho a la educación, establecido no solamente en las declaraciones, convenios y normas internacionales, sino estipulado en la Constitución Política de Colombia, marca una diferencia significativa entre la población participante en las cuatro localidades estudiadas, en cuanto la información correspondiente a Bogotá-Ciudad Bolívar es aportada por niñas, niños y jóvenes que desempeñan al mismo tiempo sus roles de estudiantes y de trabajadoras/es domésticas/os en hogares ajenos. Esta situación es compartida por una proporción reducida de las participantes en el estudio en Bogotá-Soacha, Bucaramanga y Cali, en donde se encuentra una proporción amplia de niñas y jóvenes para quienes la vinculación al trabajo doméstico no es compatible con el estudio. Ahora bien, entre las razones por las cuales la población participante en estos estudios se vinculó al trabajo doméstico las más relevantes son las precarias condiciones de las familias; son éstas, y no propiamente el trabajo doméstico, el factor restrictivo del ejercicio del derecho a la educación. Incluso algunos testimonios señalan que el trabajar en determinados hogares ajenos favorece en las niñas y jóvenes el ejercicio de este dere- cho; al respecto podemos presuponer que esto sucede cuando las familias contratantes confieren un alto valor a la educación. Sin embargo, los datos que al respecto arrojan las investigaciones realizadas, permiten identificar que en Bogotá-Soacha, Bucaramanga y Cali, son más las niñas y jóvenes que no estudian que las que si lo hacen y entre éstas, solo una mínima proporción alcanza niveles educativos altos. Lo anterior permite afirmar que el trabajo doméstico puede resultar incompatible con la escolaridad, y que para quienes laboran en trabajo doméstico en hogares de ajenos, permanecer en el sistema educativo y alcanzar los niveles superiores de educación deseada, exige esfuerzos muy grandes y condiciones especiales y constituye por tanto una situación de excepción. Esta incompatibilidad es más evidente y se intensifica cuando el trabajo es interno, se reduce cuando el trabajo es por días porque las niñas y jóvenes dispondrían de los horarios nocturnos para el estudio y se reduce aún mas si el trabajo es por horas, en cuyo caso, como puede verse en los testimonios de las niñas y jóvenes de los colegios distritales, pueden disponer para el estudio de la jornada alterna o de la noche. La historia de Mapalina, que recoge la situación promedio de las estudiantes entrevistadas en Bogotá-Ciudad Bolívar, ilustra en parte las situaciones descritas: “... Al igual que su madre, Mapalina empezó a trabajar a los diez años como empleada doméstica interna en una casa de familia, llegó a ese trabajo a través de una familiar, fue una experiencia desagradable porque los patrones exigían más de lo que ella podía rendir, y además ellos y los hijos/as de éstos la irrespetaban. Mapalina ha sufrido mucho, su niñez no fue fácil, le hizo falta afecto, y el hecho de ser menor y trabajar hacia que la explotaran con facilidad y no se le respetaran sus derechos. Inicia su jornada levantándose a las cuatro o cinco de la mañana, realiza labores domésticas en su hogar, después sale a trabajar en otro hogar, llega al colegio a las 6:30 de la tarde y sale a las 10 de la noche, llega a su casa y ayuda en lo que pueda, hace tareas hasta las 12 o hasta la una de la madrugada..”.79 79 del estudio realizado en Bogotá-Ciudad Bolívar. En: LOMBANA, Ximena y otra, ob. cit. Los testimonios y consideraciones de las niñas y jóvenes de los colegios distritales que participaron en la investigación en Bogotá-Ciudad Bolívar no difieren sustancialmente del conjunto en lo referente a la condición y carácter del trabajo que realizan en hogares ajenos, en cambio, se diferencian de los demás testimonios y relatos en lo referente a las relaciones que establecen con el trabajo mismo, las posibilidades de interacción que ofrece la escolaridad para sus proyectos vitales y las diferencias en las relaciones con sus familias de origen y con las familias contratantes. Toda vez que la escuela es reconocida como uno de los principales agentes de socialización en la infancia y que la universalización de la educación básica es hoy no solo deseable sino imprescindible para responder tanto a las demandas sociales como a las expectativas individuales, la inserción y permanencia en la vida escolar es un derecho que se vulnera con el trabajo infantil, aún en los casos en los cuales, en apariencia, el trabajo genera posibilidades para el ejercicio de tal derecho, en tanto, en estos casos, las condiciones para asumir las responsabilidades escolares no son las socialmente deseables ni las individualmente necesarias. - Tiempos y modalidades: trabajo interno y por días. La duración de las jornadas de trabajo, su intensidad e impacto sobre la restricción de derechos de la niñez no pueden analizarse sin considerar su estrecha relación con la modalidad del trabajo desarrollado en los hogares ajenos. El siguiente cuadro permite observar en primer término que las niñas y los niños estudiantes de colegios distritales de Bogotá-Ciudad Bolívar que trabajan en hogares ajenos lo hacen en la modalidad de trabajo por días, ninguna de ellas trabaja en la modalidad de “interna”, lo cual ratificaría lo antes afirmado sobre la dificultad, casi imposibilidad, de hacer compatibles el trabajo interno en hogares ajenos con el estudio. Cuadro No. 3 Modalidad de trabajo de la población trabajadora doméstica en hogares ajenos entrevistada según localidades Localidades Bogotá Modalidad Por horas Por días Internas Totales No. % 24 34,3 46 65,7 70 100 Soacha Ciudad Bolívar Cali No % No. % No. % 2 10 127 100 23 23 18 90 77 77 20 100 127 100 100 100 Bucaramanga Totales No. % No. % 2 4,9 2 0,6 12 29,3 188 52,5 27 65,8 168 46,9 41 100 358 100 Obsérvese como varía también esta modalidad por regiones, si bien en Cali, Bucaramanga, Bogotá y Soacha son mayoría las trabajadoras internas (77%, 66%, 66% y 90% respectivamente), en comparación con las otras modalidades en Bogotá es mayor la vinculación por días. Cuadro No. 4 Jornadas laborales de la población trabajadora doméstica en hogares ajenos entrevistada según localidades Localidades Bogotá Jornadas 4 o menos 4 a 8 horas Más de 9 h. Totales No. % 24 34,3 46 65,7 70 100 Soacha No 2 18 20 % 10 90 100 Ciudad Bolívar No. 127 127 % 100 100 Cali Bucaramanga Totales No. % 23 23 77 77 100 100 No. % No. % 2 4,9 2 0,6 12 29,3 188 52,5 27 65,8 168 46,9 41 100 358 100 El cuadro No. 4 permite observar que para una amplia proporción de niñas y jóvenes entrevistadas, las jornadas laborales superan las ocho horas de trabajo legalmente establecidas para cualquier trabajador en Colombia, lo cual atenta no solo contra los derechos de la niñez sino contra los derechos laborales y contra los derechos humanos. Las jornadas de trabajo superiores a las ocho horas diarias son consecuencia directa del tipo de vinculación como trabajadoras internas e indirecta, pero están muy relaciona- das con el desconocimiento del derecho al tiempo libre, al descanso y a los demás derechos de la niñez ya referidos de manara persistente en diversas investigaciones. Los testimonios muestran que la jornada laboral es expresión de fenómenos como la sobrecarga de responsabilidades, la asignación de tareas como el cuidado de otros niños u otras niñas y la apropiación de los cuerpos y voluntades de las niñas y niños trabajadores, en tanto no hay cuidado, e incluso muchas veces, ni percepción del cansancio que se convierte en necesidad corporal de destinar un tiempo al dormir, como tampoco hay conciencia por parte de las empleadoras y los empleadores y muchas veces ni siquiera de las mismas niñas y jóvenes, de los límites de tiempo de la jornada laboral. - Los estratos socioeconómicos de las familias contratantes Las investigaciones realizadas exploraron la incidencia que ejercen sobre el trabajo doméstico infantil y juvenil los diversos estratos socioeconómicos de las familias contratantes; los datos permiten identificar que la mayor proporción de niñas y jóvenes trabajan con familias de los estratos medios, una proporción menor con familias de estratos altos y una mínima parte con familias de estratos bajos. Las posibilidades de acceso a la educación son mayores para quienes trabajan con familias de estratos medios, tal vez porque coinciden circunstancias favorables al respecto, tales como el valor que le asignan a la escolaridad, el tipo de vinculación y las jornadas laborales. Son menores para quienes trabajan en estratos altos y bajos, tal vez porque la vinculación dominante en las familias de estos estratos es en la modalidad de internas, en cuyos casos las jornadas laborales son más intensas y las condiciones no sólo limitan sino que impiden el desarrollo de la conciencia sobre la necesidad y el derecho a disfrutar del “tiempo libre” que permitiría acceder al estudio. - El trabajo en hogares ajenos en la gran ciudad o en ciudades intermedias: 80 Digo ideales porque bien pueden corresponder al deseo mas que a la realidad, a la ilusión que se crea con el deslumbre de la gran ciudad... esto demandaría estudios de mayor profundidad. Los testimonios y relatos obtenidos por los cuatro estudios realizados, permiten afirmar que las condiciones para el trabajo doméstico infantil en hogares ajenos difieren cuando se realiza en pequeñas o grandes ciudades -este enunciado debe generar posteriores estudios. Por lo pronto, no es posible responder si para las niñas y/o las jóvenes es mejor o peor trabajar en hogares ajenos de grandes o pequeñas ciudades pues en unas y otras, los efectos restrictores del trabajo sobre los demás derechos de la niñez son evidentes. Sus variaciones están en relación directa con las circunstancias particulares de cada caso. Sin embargo, en estas investigaciones las posibilidades que ofrece el trabajo doméstico infantil y juvenil en la gran ciudad aparecen en los relatos con ventajas relativas sobre las que ofrecen experiencias similares en ciudades más pequeñas. Tales ventajas son relacionadas en lo básico con los ideales80 de acceso a los medios de comunicación y a los recursos tecnológicos que apoyan las labores domésticas y con las perspectivas de acceso a la educación formal. En pocas ocasiones se mencionan las posibilidades de intercambio con otras niñas y jóvenes que han llegado a la ciudad en circunstancias similares y que se constituyen en las eventuales y casi únicas interlocutoras, siendo esta interlocución posible solo en aquellos casos en que ya ha pasado un tiempo -varios años- de permanencia en la ciudad, siempre y cuando se hayan dado las condiciones para construir allí redes de intercambio; es posible que éstas se den cuando las niñas han pasado ya la adolescencia y están prontas a reconocerse y ser reconocidas como jóvenes adultas. Por otra parte, se perciben ciertas ventajas relativas en las posibilidades que ofrece el trabajo doméstico infantil y juvenil en las ciudades de tamaño medio81 en relación con experiencias similares en la gran ciudad en aspectos tales como la mayor confianza que tienen quienes trabajan en ciudades más pequeñas para acceder a relaciones de amistad; también en las ciudades intermedias las niñas trabajadoras cuentan con alguna disponibilidad de tiempo para la comunicación interpersonal con las/os empleadoras/es y sus familias y menor aislamiento y encierro en comparación con la sensación de soledad que viven las niñas y jóvenes de Bogotá. De otra parte los testimonios señalan también que para las niñas y jóvenes tiene un significado positivo encontrar en las redes afectivas de las familias con las cuales se trabaja compensaciones a demandas o carencias afectivas de las familias de origen, lo cual puede ocurrir tanto en las pequeñas como en las grandes ciudades; sin embargo parece que en las grandes ciudades el encuentro de tales redes afectivas es más difícil; podría pensarse que es excepcional, por cuanto en éstas los tiempos de intercambio con las/os patronas/os se reducen a su mínima expresión y se caracterizan por ser ante todo intercambios funcionales en relación con el cumplimiento de los roles que les competen. Cabe señalar acá que la pregunta sobre las redes afectivas que se construyen en estas experiencias y sus efectos sobre la formación de la identidad de las niñas y sobre sus proyectos de vida, deberá ser motivo de estudios sistemáticos. Las cuatro condiciones descritas en los numerales anteriores están a su vez atravesadas de modo sistemático por cuatro fenómenos que intensifican las diferencias en las experiencias vividas por las niñas y jóvenes que trabajan en hogares ajenos y las hacen aún más complejas y difíciles, tales fenómenos son: a) la dinámica de los procesos migratorios; b) las características de los procesos de movilidad inter e intra barrial; c) los cambios culturales producto de los procesos de los procesos de interacción étnica y d) las particulares experiencias de los casos referidos a población en situación de desplazamiento. Los relatos y testimonios permiten afirmar que la experiencia de trabajo doméstico en hogares ajenos vivida por la totalidad de niñas y jóvenes participantes en este estudio forma parte de la dinámica generada por los procesos migratorios personales o familiares. En el caso de la infancia, la decisión de migrar, con pocas excepciones, es individual, por lo general es producto de la voluntad de los progenitores (la madre, el padre o ambos), de un familiar que recomienda, presiona o asume la función decisoria en la familia de origen, o de las circunstancias obligantes a las cuales se hizo referencia en páginas anteriores. Son procesos migratorios generados en la decisión familiar o personal de partir del campo a la ciudad, en la mayor parte de los casos estudiados, o de trasladarse de un lugar dentro de la ciudad a otro diferente, en una proporción más reducida de casos. Ello supone que para estas niñas y jóvenes, a las posibilidades y perspectivas, dificultades y tensiones que representan los necesarios procesos de inserción en la cultura y en el mundo de los mayores, se agregan los efectos de procesos intensos de intercambio cultural, que según las condiciones y circunstancias particulares son vividos como transculturación, interculturalidad, aculturación o dominación cultural. Los estudios realizados no permiten profundizar en estas connotaciones; sólo dan a conocer algunas expresiones de esos cambios entre los cuales las distintas maneras de hablar (el lenguaje) y de vestir (el hábito) son las más recurrentes y ostensibles. Entre los efectos más destacados de tales cambios sobre la vida cotidiana de las niñas y jóvenes trabajadoras domésticas en hogares ajenos pueden señalarse los siguientes: 81 Para nombrarlas con un criterio comparativo ante la diferencia con el tamaño descomunal de las llamadas "metrópolis". En primer término la inserción en hogares ajenos genera choques que dan lugar a persistentes temores e inseguridades al verse abocadas a costumbres y pautas de comportamiento desconocidas, diferentes y consideradas por sus patrones/as o por ellas mismas inferiores o incorrectos. En segundo lugar las expectativas con las cuales inician las experiencias alimentan los sueños de lograr mejores condiciones de vida para ellas mismas y para sus familias. En tercer lugar, se aprecian contradicciones en las maneras particulares como cada cual asume la experiencia de interacción con los otros y las otras, con los mayores y los menores de edad que conforman el hogar y con los saberes requeridos para desempeñar los roles que les corresponden; tales contradicciones van desde una positiva valoración frente a la experiencia, en la cual se destaca el “me siento a gusto cuando... o me tratan bién... o no me puedo quejar..”. hasta una valoración negativa, dolorosa o escéptica de la experiencia, en la cual se señala “lo que me disgusta es... o no tolero cuando... o el ya mencionado ejercicio que termina con ‘Ésta soy yo y no me gusta nada y no tengo nada que gusta´”. En medio de estos dos polos hay innumerables valoraciones que identifican tanto dimensiones enriquecedoras como dimensiones traumáticas y frustrantes de la experiencia como trabajadoras domésticas en hogares de terceros. Estas valoraciones dependen también de las particulares maneras como se asumen los intercambios culturales –como choques o como encuentros-, no sólo por parte de las niñas y jóvenes sino de las/os empleadoras/es y sus familias, pueden generar gratificaciones y satisfacciones o frustraciones e inseguridades. Especial atención merecen los resultados del estudio realizado en Cali82, en el cual se aportan elementos relacionados con la experiencia de niñas y jóvenes pertenecientes a comunidades indígenas quienes, además de vivir la experiencia de migración o desplazamiento geográfico y poblacional y la ruptura de sus lazos familiares, experimentan con intensidad la salida de sus comunidades, con los ritos del grupo étnico al cual pertenecen, con sus prácticas cotidianas, sus creencias y sus cosmovisiones; allí también sus relaciones con la naturaleza adquieren nuevas dimensiones, connotaciones y valores en los cuales operan rupturas y transformaciones. 82 Ver: Taller Abierto, ob. cit. 83 Ver: BELLO ALBARRACIN, Martha Nubia y otras, ob.cit Es necesario reconocer que asumir, como parte de los procesos de socialización de la infancia, la adolescencia y la juventud, esta dinámica contradictoria entre rupturas y transformaciones, entre temores y esperanzas, lleva consigo tensiones y ansiedades que sin duda, ejercen efectos imprevisibles sobre los procesos de construcción de identidad de las niñas y jóvenes trabajadoras en hogares de terceros, sobre los valores que ellas asignan a las prácticas cotidianas de sus familias de origen y de las familias que conforman los hogares ajenos para los cuales trabajan, sobre las maneras particulares de asumir sus derechos y sus responsabilidades con ellas mismas y con la sociedad. Merecen también especial análisis las situaciones vividas por las niñas y jóvenes que acceden al trabajo doméstico en hogares ajenos como parte de las búsquedas gestadas en el marco de la intensificación de la violencia social, económica y política que ha colocado a muchas familias en situación de desplazamiento forzoso y sobre las cuales, el estudio realizado en Bogotá-Soacha83 incluye un capítulo específico dedicado a considerar las variantes de esta experiencia. Para los fines de esta sistematización, baste señalar que la población adulta siente sus derechos fundamentales lesionados, restringidos y socava- dos cuando se ve en condiciones de desplazamiento, las cuales los conducen a asumirse individualmente como desplazados y a ser percibidos y valorados socialmente como tal, esa experiencia actúa como huella profunda en las vidas de la población infantil y juvenil, acompañando cada uno de los espacios por donde transiten. En tal sentido, la experiencia de trabajo doméstico en hogares ajenos vivida por niños en situación de desplazamiento se acompaña de los dolores que comportan el desalojo y el terror que conlleva la enorme capacidad de resistir que porta cada ser humano dentro de su ser84. Como cierre de éste capítulo, es pertinente hacer explícito que la categoría género actúa como criterio transversal en este estudio. En su condición de categoría relacional, permite establecer los nexos entre los seres humanos considerados en abstracto, esto es en su dimensión conceptual y los seres humanos considerados en concreto, esto es en su dimensión práctica; permite además dar cuenta de los diversos efectos que todo hecho humano, natural y social tiene sobre las mujeres y sobre los hombres en razón de las diferentes vivencias de inserción de unas y otros en la cultura y en el lenguaje. En tal sentido, los cuatro estudios realizados incorporaron la perspectiva de género como una necesidad para descubrir las condiciones específicas de la vinculación al trabajo doméstico de las niñas y de los niños, de las mujeres jóvenes y los hombres jóvenes, para reconocer las estrechas articulaciones entre la división social del trabajo y la división sexual de los roles. También la experiencia de los estudios realizados da cuenta de como en los casos de niños y varones jóvenes trabajadores domésticos en hogares ajenos, el tipo de actividades a su cargo difiere de las actividades a cargo de las niñas y mujeres jóvenes, y de cómo en consecuencia, la categoría mujer continúa siendo necesaria para los fines de análisis, interpretación y búsqueda de alternativas consecuentes con las metas de justicia social y relaciones de equidad que alimentan tanto los intereses de conocimiento de la realidad del trabajo doméstico infantil y juvenil como las propuestas y actividades de intervención que de ellos se deriven. 84 Además del estudio referido en la cita anterior, véase al respecto: BELLO ALBARRACIN, Martha Nubia, MOSQUERA, Claudia y otros, Relatos de violencia. Experiencias e niñas y niños en situación de desplazamiento, coed. Universidad nacional de Colombia, Fundación Dos Mundos y AVRE, Bogotá, 1999 4. De la formulación de los derechos a su aplicación Sobre la realidad de niñas y jóvenes trabajadoras domésticas en hogares ajenos recaen también las consecuencias de una historia social en la cual existen grandes distancias entre la normatividad y su cumplimiento, entre la expedición de una ley y su interiorización, entre la formulación de unos principios y la creación de condiciones para hacerlos vivos en la cotidianidad. Los testimonios y relatos de los estudios objeto de esta sistematización permiten señalar algunas características que hacen evidentes las distancias entre la ley y la vida: • La lentitud de los procesos de incorporación de las disposiciones internacionales en materia de trabajo infantil a la normatividad nacional85. • La ausencia de condiciones que permitan dar cumplimiento a lo dispuesto por la constitución política y la legislación colombiana en materia de derechos de la niñez en general y de trabajo infantil en particular. • La escasa normatividad específicamente dirigida al trabajo doméstico en general y al trabajo infantil y juvenil en particular. • La expedición de disposiciones de excepción a las normas establecidas con sus efectos directos sobre la confusión generada por interpretaciones de las mismas que se sustentan en intereses particulares; por ejemplo las disposiciones relativas a la edad límite de prohibición del trabajo infantil. • La ambigüedad e imprecisión de los contenidos de las disposiciones en especial de las referidas a la prohibición del trabajo infantil que pone en escena debates como los enunciados en capítulos precedentes sobre lo que se considera “peores formas de trabajo infantil”, “trabajos de alto riesgo” o “situación de peligro físico o moral” para menores de edad. • El desconocimiento de los derechos de la niñez y de la juventud en algunos casos, el desprecio e ignorancia de los mismos en otros y el escepticismo frente a la posibilidad de hacerlos reales tanto por parte de los y las empleadoras como por parte de las mismas niñas y jóvenes trabajadoras. Reconocer la complejidad de los procesos de legitimación social e introyección subjetiva de los derechos de la niñez como derechos humanos y como derechos que prevalecen sobre los demás es imprescindible para asumir alternativas de acción ante el problema del trabajo infantil y juvenil en hogares ajenos, que asumiendo las tensiones entre la ley y la vida contribuyan al reconocimiento social de niños y niñas, quienes irrumpen hace muy poco en la historia de la construcción de nuevos sujetos de derecho. 85 Véase el estudio realizado por RUIZ GONZALEZ, Esmeralda (ob.cit). Bien cabe registrar en este contexto, como criterio analítico y fundamento de las propuestas por construir, las afirmaciones de Esmeralda Ruiz al concluir su recorrido por la legislación colombiana, los derechos de la niñez y el trabajo doméstico infantil: “...la Corte Constitucional ha sido categórica al referirse a la salud de los niños y las niñas como derecho fundamental, éste prevalece sobre los derechos de los demás y debe ser protegido no sólo por el estado sino también por la familia y la sociedad...... Es fuerza concluir que Colombia cuenta con jurisprudencia profusa e iluminadora sobre la niñez y sus derechos. Mucho se ha avanzado en dar alcance y contenido a los distintos postulados constitucionales. Sin embargo, existe una distancia astronómica entre estos enunciados y la realidad que viven mis niños y niñas, poco o nada de estos avances llega a los trabajadores infantiles domésticos. Tal vez el desafío planteado consista en llevar la norma, su conocimiento y comprensión, tanto al usuario como al beneficiario, en incidir en el imaginario que tenemos del niño y de la niña como propiedad del adulto, en cambiar la forma de relacionamos con las otras y con los otros, con los diferentes, en reconocer que mientras las personas, la comunidad y las autoridades no se apropien del sentido emancipatorio de la ley, esta se quedará escrita”.86. Se trata por tanto de construir caminos que permitan el paso de la existencia legal de los derechos de la niñez a la creación de condiciones que legitimen socialmente tales leyes. Para ello es necesario reconocer los problemas del trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos para dar curso a procesos socializadores que favorezcan la construcción de la autonomía, su autovaloración, su autoestima, en fin, para crear condiciones que favorezcan el encuentro de cada niña, de cada joven consigo misma y la construcción de sus proyectos vitales. Se trata de considerar el trabajo doméstico en hogares ajenos en sí mismo, esto es, en las redes de relaciones que comporta en su constitución como tal, en otras palabras, ir más allá de las circunstancias particulares que lo hagan más o menos grato, más o menos favorable para algunas o muchas niñas o jóvenes. 86 íbid. 87 artículo 27. 88 artículo 19. Reconocer tales problemas pasa por descubrir y nombrar las paradojas entre las dimensiones legales y legítimas, formales y reales de los derechos de niñas y jóvenes trabajadoras domésticas en hogares ajenos. A la luz de los hallazgos de los estudios objeto de esta sistematización es necesario de una parte reconocer que para muchas niñas y jóvenes el trabajo doméstico tiene un carácter remedial ante los problemas de pobreza, maltrato y violencia que afectan a las niñas y jóvenes trabajadoras y a sus familias de origen y que a su vez obedecen a problemas relacionados con la distribución de las riquezas y del poder en las familias y en la sociedad. Dentro de ésta lógica, que responde en el terreno inmediato al necesario pragmatismo del diario acontecer -y que en el lenguaje cotidiano remite a “escoger entre dos males” el que se considera el menor-, el trabajo doméstico infantil y juvenil encuentra razones que lo justifican, lo amparan y lo promueven. Tales razones aceptan o asumen individual y/o socialmente la condición remedial del trabajo doméstico estableciendo jerarquías entre los derechos consagrados en la Convención, de tal forma que en la aparente defensa de unos derechos se lesionan otros. Por ejemplo, algunas razones sustentan el trabajo doméstico infantil y juvenil como medio para que la niña trabajadora acceda al “derecho a un nivel de vida adecuado para su desarrollo”87 y como recurso o vehículo probable para su “protección del maltrato, abandono o explotación” 88, con lo cual se ignoran o se minimizan los efectos restrictivos del trabajo doméstico en hogares ajenos sobre sus derechos “a la educación”, “a la no discriminación” 89, “a ser cuidadas por sus padres” 90 y “a mantener contacto directo con ambos padres” 91. Es probable que como lo muestran algunos relatos, haya casos en los cuales el trabajo doméstico permite también el acceso al “derecho a la educación” 92, sin embargo ello es posible cuando el trabajo es por días y en una ínfima proporción cuando son internas, pero esto de ninguna manera puede justificarlo. En lo relativo al “derecho al descanso, al esparcimiento, al juego y a las actividades culturales” 93, los testimonios muestran jornadas laborales extensas y extenuantes en donde además ninguna parte del tiempo de las niñas les pertenece pues está sujeto al criterio que sobre éste tengan quienes integran las familias empleadoras; este mismo hecho lesiona en muchos casos el “derecho a la no explotación” 94, que se ve afectado en los casos en los cuales hay recargo de tareas o asignación de responsabilidades superiores a las capacidades de las niñas. Los riesgos que representa el trabajo doméstico en la vida cotidiana (quemaduras y accidentes caseros entre otros) para las amas de casa y las empleadas del hogar adultas, se multiplican y se hacen mas graves en el caso de las niñas y los niños, por lo cual no debería dudarse de ubicarlo en el espectro de los trabajos peligrosos y nocivos, máxime si a ello se agregan las referencias persistentes a las tensiones generadas por el aislamiento, la soledad y el confinamiento, lo cual lesiona además el “derecho a no ser privado arbitrariamente de su libertad” 95. Los análisis realizados en los capítulos segundo y tercero acerca de la relación entre apropiación de los tiempos y de los cuerpos de las niñas y jóvenes -en sentido amplio y simbólico- dan base para afirmar que el trabajo doméstico en hogares ajenos coloca a niñas y jóvenes en permanente situación de riesgo para ejercer el “derecho a estar protegido contra todas las formas de explotación y abuso sexual”96, lo cual se puede observar en las investigaciones objeto de esta sistematización, en las cuales se consignan experiencias de acoso sexual y violación. También hay que mencionar como problema conexo el desconocimiento de niñas y jóvenes de las consecuencias reproductoras de una sexualidad activa, de lo cual dan muestra los datos sobre embarazos de adolescentes en Bogotá-Soacha: “Entre las características sociodemográficas de la población, las edades de las niñas y jóvenes oscilan entre los 12 y los 18 años; 72 de ellas están entre 15 y 17 años; 4 de las chicas tienen un hijo y 12 de ellas están embarazadas en el momento”.97 Finalmente, el trabajo doméstico conlleva en sí mismo un carácter reproductor y mantenedor de relaciones de servilismo y subordinación y sustenta la reproducción de relaciones de dominación lo cual se expresa en las diversas relaciones que en él confluyen de las cuales se destacan la informalidad de las relaciones laborales, la sustitución de éstas por relaciones afectivas suplementarias o supletorias y el autoritarismo como recurso regulador de la interacción. Veamos cada una de ellas: • En la informalidad de las relaciones laborales que constituyen el trabajo doméstico, las cuales en el caso de las niñas y las adolescentes se eluden sistemáticamente en cuanto las condiciones de vinculación al trabajo toman en ocasiones la forma de colaboración interpersonal. De esta forma, la relación salarial se diluye y el intercambio de fuerza de trabajo por retribución económica se convierte en un intercambio de favores y servicios. • En la sustitución de las relaciones laborales por relaciones afectivas supletorias o suplementarias como respuesta a las demandas generadas en carencias afectivas produc- 89 artículo 1. 82 artículo 7. 83 artículo 9. 84 artículo 28. 85 artículo 31. 86 artículo 32. 87 artículo 37. 88 artículo 34. 89 BELLO ALBARRACIN y otras, ob. cit. to de la ubicación en un hogar que no es el propio y frente al cual se genera una dinámica entre las niñas y jóvenes trabajadoras y sus patronas o empleadoras en la cual las expectativas emocionales son altas. Los testimonios recolectados denotan que expresiones tales como sentirse bien tratadas, gozar del cariño de las patronas y establecer con ellas relaciones de reciprocidad animan en unas y otras en algunos casos la idea de asimilar los hogares ajenos en los cuales trabajan con hogares sustitutos que reemplazan a sus familias de origen. • En la prevalencia de relaciones en las cuales la autoridad se convierte en autoritarismo, donde la obediencia ciega actúa como el criterio regulador de la interacción personal de las niñas y jóvenes trabajadoras, no solo con sus patronas o empleadoras sino con todos/as y cada uno/a de los integrantes de la familia. Expresiones como “me debo a..., “mi señora..”. “no puedo ni chistar” y multiplicidad de actitudes ligadas a la asignación de las tareas correspondientes a los roles domésticos legitiman la sumisión al presentarla como una necesidad para satisfacer las necesidades cotidianas ligadas a la alimentación, el descanso, el aseo personal y del hogar, en donde de suyo cuentan los deseos e intereses de los hogares ajenos y pero no los correspondientes a quien ejerce el trabajo para satisfacerlos. Para el caso de las niñas y jóvenes la obediencia y la sumisión se sustentan además en la edad y la ausencia de conocimientos, por lo cual, las relaciones laborales en este sentido se sustituyen por relaciones de enseñanza-aprendizaje animadas en buena parte de los casos por el ejercicio de un poder absoluto por parte de quien contrata. Tales expresiones se constituyen en sí mismas en obstáculos propios del trabajo doméstico infantil en hogares ajenos para la construcción de la autonomía, el ejercicio de los derechos y el reconocimiento de los mismos como un valor. Las palabras de algunas de las entrevistadas actúan como referente de las consideraciones anteriores y a su vez como enlace con las propuestas que se formulan en el capítulo siguiente. “En Bogotá tengo una casa donde estar y una cama pero no siento que ellos expresen amor hacia mí (...) ellos me están sirviendo y yo les estoy sirviendo. ....Cuando estoy trabajando no tengo días libres, sólo me los dan cuando me voy para donde mi familia cada mes. No hablo con los de mi casa porque viven en una vereda y no hay teléfono y a mis padres les sale muy caro estarme llamando del pueblo. Cuando no voy a mi casa me toca trabajar... 98 En: BELLO ALBARRACIN y otras, ob. cit. 99 En: LELIEVRE y otra, ob. cit. 100 CASTILLO , Zoraida y ...A mí me hacen mucha falta mi mamá y mi papá, en el primer trabajo solo duré un mes, no aguanté más la tristeza y me devolví. Aquí ya llevo dos años trabajando y aunque los señores son muy buenos yo todavía lloro mucho, el día de la madre, por ejemplo, lloré todo el día. La ultima vez que fui a visitar a mi familia no me quería venir, pero me toca porque tengo que ayudar a mi familia, allá somos muy pobres..”. 98 “la contratamos para ayudarla... como un favor a la mamá... para darle el estudio... me la ofreció una amiga... me la prestaron y se quedé conmigo... me quedé con ella..”.99 5. La importancia de procesos participativos en la generacion de alternativas al trabajo domestico infantil y juvenil en hogares ajenos -Conclusiones y recomendacionesEl camino recorrido por las aproximaciones al trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos en cuatro ciudades de Colombia permitió descubrir a través de la información obtenida, nuevas/viejas razones que sustentan -en este caso particular- lo que los convenios internacionales ya declararon al promulgar los derechos de la niñez y convertido mas adelante en disposiciones legales nacionales: que la relación niñez y trabajo es, en la actualidad, una ecuación carente de sentido humano y social. Pese a ello, es una ecuación que sigue transitando por diversos lugares del territorio nacional y que toma cuerpo en las vidas cotidianas de los “cerca de 323 mil niñas y niños entre 5 y 18 años”100 que se calculaban para el año de 1999 como trabajadores domésticos en hogares ajenos. Estos datos, producto de aproximaciones estadísticas, develan una realidad que los estudios de caso van corroborando y descubriendo, no sin dificultad, en razón del carácter oculto e invisibilizado de lo doméstico y de su ubicación en el llamado “ámbito privado”. Una realidad en la cual los relatos tanto de quienes han asumido sus roles de trabajadoras domésticas desde sus primeros años como de quienes la viven como empleadoras o patronas, permiten reconocer que el trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos implica contradicciones y contrasentidos. Contradicciones entre el reconocimiento de los derechos de los niños y las exigencias de unas condiciones sociales en las cuales este quehacer, que no se corresponde con el deber ser, se convierte en un portador de ilusiones y de sueños, en un activador de fantasías para niñas y jóvenes que, por razones siempre ajenas a sus voluntades se ven compelidas a asumir roles que sus contemporáneas no tienen que asumir. Contrasentidos, en tanto el trabajo doméstico infantil en hogares ajenos, se convierte para estas niñas y jóvenes en un nuevo agente de socialización, que en muchos casos, por las relaciones propias de éste trabajo, se convierte en un agente de socialización para la sumisión que legitima el sufrimiento y el sacrificio. Tales contradicciones y contrasentidos se constituyen en base para que las recomendaciones y propuestas se orienten en direcciones que permitan construir caminos en los cuales las acciones de corto plazo que necesariamente continuarán teniendo carácter remedial tengan un contenido sinérgico, es decir, capaz de potenciar en el corto, el mediano y el largo plazo, el ejercicio de la totalidad de los derechos de la niñez. Ello implica asumir como una responsabilidad social, como un deber personal y como un derecho subjetivo la otros, ob. cit. 101 Relatoría Semi- generación de procesos que, en el corto y mediano plazos, se orienten hacia la eliminación progresiva de todas las formas de trabajo doméstico infantil en hogares ajenos. Los cuatro estudios realizados ofrecen propuestas y alternativas que permiten dar contenidos a tales procesos, teniendo en cuenta algunas condiciones que surgen como recomendaciones a partir de las experiencias vividas en la experiencia de investigación: a) La participación de las niñas y jóvenes que trabajan en hogares ajenos es condición fundamental para poner en circulación sus palabras, sus pensamientos y sus propuestas de tal forma que éstas sean la base para la formulación de las políticas y las acciones relativas a las condiciones de su trabajo y al ejercicio de sus derechos. b) La generación de acciones orientadas a lograr el fortalecimiento personal de las niñas y jóvenes trabajadoras en hogares ajenos, a posibilitar la reconstrucción crítica de sus historias vitales y a ponerlas en común para descubrir la articulación entre las historias personales y las historias sociales, es condición básica para derivar de ellas acciones colectivas que incidan en la formulación de políticas relativas al trabajo doméstico infantil y juvenil. c) El diseño de procesos de sensibilización de las familias contratantes orientados al reconocimiento de los derechos de la niñez es condición necesaria para ampliar los niveles de conciencia individual y social sobre las implicaciones presentes y futuras del ejercicio de tales derechos; allí cabe considerar los vecindarios, barrios o conjuntos residenciales y las organizaciones sociales presentes en las comunidades como vehículos para dicha sensibilización. d) La construcción de una voluntad política en los ámbitos gubernamentales de los niveles locales, regionales y nacionales, que permita reconocer el trabajo doméstico infantil y juvenil como un problema es una condición necesaria para incorporarlo de manera explícita en los planes de desarrollo locales, ante el cual se formulen alternativas de acción en las instituciones ejecutoras de las políticas sectoriales de salud y de educación. e) El fortalecimiento de los procesos de comunicación entre las entidades del orden nacional y las organizaciones internacionales que promueven acciones en defensa de los derechos de la niñez, es condición básica para fortalecer el intercambio de experiencias con otros países en materia de trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos, de tal forma que Colombia logre insertarse efectivamente en la dinámica que al respecto viene desarrollándose en el contexto latinoamericano. f) Establecer nexos entre las acciones y políticas que se impulsen en materia de trabajo doméstico infantil y juvenil en los niveles subjetivos, comunitarios, institucionales, gubernamentales y no gubernamentales es una condición para construir propuestas que permitan conectar las dimensiones personales y sociales, poblacionales y gubernamentales y los niveles locales, regionales, nacionales e internacionales. g) Formular políticas, diseñar programas y desarrollar proyectos animados por procesos de participación social, de educación comunitaria y de movilización de recursos en materia de trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos es condición fundamental para hacer visible el trabajo doméstico infantil y volverlo palabra; para constituir el trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos en problema generador de interrogantes y para desarrollar acciones progresivas y sistemáticas que actúen como engranaje de un movimiento social en el que se reconozca que el ejercicio de los derechos humanos pasa por el reconocimiento cotidiano de los derechos de la niñez, los cuales se niegan mientras subsistan formas de trabajo doméstico infantil en hogares ajenos. Las condiciones anteriores se apoyan en el desarrollo de procesos en los cuales se construyan alternativas de investigación e intervención que permitan divulgar las disposiciones legales que protegen el trabajo doméstico juvenil -a partir de la edad legalmente permitida- en hogares ajenos, analizar sus implicaciones y sus efectos sobre el ejercicio de otros derechos de los y las jóvenes y sobre sus condiciones de vida, generar espacios sociales que consulten las experiencias y las propuestas de adolescentes y jóvenes cuando se definen normas, políticas y programas relativos al mismo. Todo ello conlleva la necesidad de generar un engranaje que consulte las diferencias de edad para la definición de políticas, estrategias y acciones en las cuales la eliminación progresiva del trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos se construya mediante procesos legales, educativos, culturales y de creación de formas de conciencia colectiva que sustenten el cumplimiento de los convenios y acuerdos, el seguimiento y control de las disposiciones legales y la incorporación de las metas de eliminación del trabajo doméstico en la construcción de valores. Algunas de las conclusiones del Seminario-taller en el cual se pusieron en común las investigaciones realizadas, actúan como recomendaciones finales en este trabajo de sistematización. En ellas se incluyen las bases para lo que en dicho taller se denominó “construir una matriz de triple entrada” que permita formular proyectos de acción en las dimensiones socioculturales, psicoafectivas, socioeconómicas y sociopolíticas que confluyen en el escenario del trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos y relacionar tales proyectos tanto con las actoras y actores que confluyen en dicho escenario como con las entidades gubernamentales del orden local, departamental y nacional que definen y ejecutan las políticas sociales en los sectores educativo y de salud, y con las organizaciones internacionales que trabajan por los derechos de la niñez. A manera de ejemplo se registran los principales elementos que intervendrían en un ejercicio participativo de construcción de dicha matriz, mediante el cual se logre darle el contenido específico en relación con el tiempo y el lugar en donde se realicen las acciones, así como con las condiciones concretas de las personas e instituciones que convergen en el desarrollo de las mismas. Se trata de considerar los componentes de esta matriz tanto en sí mismos -es decir identificando la especificidad de cada uno de ellos y su dinámica interna- como en sus nexos y relaciones con los demás, de tal forma que las acciones que se emprendan en el proceso de erradicación progresiva del trabajo doméstico infantil en hogares ajenos estén animadas por una perspectiva interactuante, relacional e integral. Los elementos a incorporar para dotar de contenido las categorías allí incluidas están registrados en las memorias del taller antes mencionado; se transcriben apartes de las consideraciones finales por cuanto sintetizan las propuestas y recomendaciones resultantes de estos estudios: “... Se considera que las propuestas deben estar dirigidas a distintos auditorios entre estos: las Jóvenes y niñas que trabajan en el servicio doméstico, familias empleadoras, las familias de origen, la opinión pública en general... también al sector Dimensiones y relaciones a considerar en un proceso participativo orientado a la dignificación del trabajo doméstico y a la erradicación progresiva del trabajo doméstico infantil en hogares ajenos Dimensiones Contextuales Psicoafectiva Socioeconómica Sociocultural Actores y Relaciones Niñas y niños trabajadores domésticos en hogares ajenos Familias de origen Familias Empleadoras Sociopolítica Instituciones Guber namentales Y No Gubernamentales Escenarios o Niveles Asociaciones Personal Y Organizaciones SociaLes Local Regional / Nacional Internacional educativo y el sector salud y a los organismos representativos del Estado y del Gobierno, que tienen a cargo la política pública y en especial la política pública de familia en lo relacionado con población infantil y juvenil... y... a las organizaciones internacionales en la elaboración de recomendaciones al Estado colombiano para que tome responsabilidad sobre la problemática. Organizaciones como UNICEF y Save the Children a través del conocimiento de las investigaciones pueden fortalecer su interlocución con el Estado a fin incidir en los proyectos de desarrollo local, regional y nacional para que incluyan programas que prevengan la migración por falta de opciones para la población infantil y juvenil. Además que se planteen alternativas para quienes ya están vinculados al trabajo doméstico teniendo en cuenta que: el sector educativo puede ser trabajado en dos aspectos: uno... en relación con el problema de un sistema educativo que no logra la retención de la población en edad escolar y no resulta adecuado a las necesidades de esta población... y otro en relación con las instituciones escolares mediante el apoyo a educadores que tienen relación directa con el menor trabajador y las familias empleadoras, donde tienen la posibilidad de sensibilizar y reflexionar sobre la situación... la comunidad educativa tiene que verse en dos sentidos, la que se ubica en los lugares de origen y la de la familia empleadora. La primera tiene que ver con la creación de mecanismos que disminuyan sistemática y progresivamente la oferta de población infantil y juvenil para el trabajo doméstico. La segunda con la reflexión y transformación de las relaciones entre la trabajadora doméstica y los integrantes de la familia empleadora. En cuanto a propuestas inmediatas: • Trabajos alrededor de los medios de comunicación, con campañas de sensibilización frente a las condiciones indignas del trabajo doméstico, que permitan resignificar el trabajo doméstico... utilizar medios como el periódico del vecindario y la comunidad educativa, con el diseño de materiales visuales (afiches, carteleras) en los conjuntos residenciales. • Generar estrategias que favorezcan la comunicación de las jóvenes y las niñas con sus familias, de manera que se disminuya uno de los problemas más graves a que se ven sometidas como es el aislamiento y el rompimiento de sus redes de apoyo. • Establecer mecanismos y competencias para ejercer denuncias y garantizar el respeto como trabajadoras, para el caso de las mayores de 14 o 15 años. • Proporcionar un espacio como punto de encuentro y creación de redes sociales. • Para llegar a la erradicación del trabajo doméstico infantil un primer paso es la prevención, que debe estar relacionada con los lugares de origen, teniendo presente que este sería un proceso que sólo se lograría a largo plazo. • Establecer metas en estos niveles tendría que atravesar las dimensiones afectiva y subjetiva como sujetos emocionales y políticos; esto significa construir ciudadanía, ya que las empleadas no cuentan con un lugar que les permita tomar decisiones sobre sí mismas ni expresar lo que sienten. Subir los niveles de escolaridad donde vayan ligados la dimensión política y la apropiación de derechos, uno de ellos el derecho a ejercer la ciudadanía • Darle importancia al trabajo infantil en condiciones de riesgo como un problema que puede afectar a toda la sociedad, de manera que trascienda los debates de lo privado y se relacione con la forma como concebimos la infancia... • Los estudios de adolescencia son muy pocos... siendo ésta una etapa que se pasa tan rápido se le ha restado importancia... Realizar un trabajo con este tipo de población, requiere mostrarles alternativas, la experiencia que se ha tenido con los jóvenes de Soacha muestra que es difícil convocarlos y mantenerlos en un trabajo, además, ellos han asumido su vida aceleradamente, por embarazos prematuros, conformación de hogares a edad muy temprana y los problemas de la sobrevivencia que priman sobre cualquier programa de capacitación o de formación. • La profesionalización del trabajo doméstico a partir de la edad establecida legalmente... ubicarlo en una relación contractual... llamarle empleo de manera que cuente con las garantías de tipo salarial y legal, donde exista una cualificación de las chicas que están realizando el trabajo doméstico, no sólo para el desarrollo del trabajo en sí mismo, sino en la búsqueda de dignificación de condiciones para ellas mismas... la profesionalización debe estar dirigida a quienes estén realizando este trabajo y a la población adulta que permita ver este empleo como un trabajo que cuente con las garantías legales. • ... para la población entre 14 y 18 años que no lo ven como una posibilidad sino como algo que les toca realizar, se requiere plantear alternativas para que puedan cumplir con sus expectativas,... reconociendo que estos son ideales a largo plazo puesto que la realidad les hace permanecer en estas condiciones y ahí lo que se puede plantear es la modificación de las relaciones laborales. Este tipo de trabajo está marcado por relaciones serviles lo cual es un problema de orden socio cultural; posibilitar alternativas pasa por la transformación de las relaciones entre hombres y mujeres; es también un problema de mercado y esto se traduce en una oferta de niños y jóvenes que vienen desde el campo o que están en los sectores populares y se contratan a cualquier precio para labores domésticas; es un problema que se tiene que plantear desde la política pública, disminuir la oferta requiere que sean retenidos por el sistema escolar y esto va unido a la política pública de familia frente a lo cual se deben plantear acciones en inmediato, mediato y largo plazo. Los elementos histórico-culturales conciben el trabajo doméstico asociado al servilismo, este aspecto necesita ser revaluado en el plano de lo laboral; en la práctica se ha visto que no existe mayor diferencia entre la joven que tiene una relación contractual y la que no, puede que tenga condiciones labores más favorables pero las relaciones de trabajo son casi las mismas; estandarizar las jornadas laborales es parte de la dignificación, crear mecanismos de representación e interlocución de las empleadas y en este sentido hay una propuesta muy concreta y es la creación de un centro de atención ya que no existe un lugar donde ellas puedan colocar una denuncia, encontrarse con personas que vivan su misma situación, recibir orientación legal y asesoría. Trabajar con esta matriz significa considerar las dimensiones socio-económica, sociocultural, psico-afectiva y socio-política para darle sentido a la dignificación y erradicación del trabajo doméstico y comprender el sin sentido del trabajo infantil. Entre las acciones inmediatas por realizar están: • Proporcionar mecanismos para que las niñas y jóvenes accedan al conocimiento de derechos y favorecer los espacios de denuncia, encuentro, empoderamiento y brindar alternativas de formación en habilidades para la vida. • Se propone dar continuidad al trabajo con esta población, puesto que se ha iniciado un proceso de sensibilización, se necesita trabajar para sustentar la segunda parte del proyecto con propuestas concretas a seguir. • Socializar los resultados de estas investigaciones de manera que los informes locales puedan alimentar otro tipo de publicación a nivel nacional, esto sería muy valioso, puesto que existe muy poca bibliografía sobre el tema, es una manera de empezar a socializar en el ámbito intelectual y de la política. • Estos informes cuentan con relatos de vida que pueden permitir otro tipo de análisis como fuentes de nuevas investigaciones, pueden ser fuente de consulta tomando las respectivas medidas de anonimato de las protagonistas, estos documentos podrían ser incluidos en los centros de documentación de Genero de la Universidad Nacional, de Save the Children y de UNICEF. • Difundir esta información y comprometer a quienes pueden trabajar alrededor de esta problemática como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para que lo incluya dentro de sus políticas de acción. La actual situación del país, que se caracteriza por las deficientes condiciones de los sectores rurales y populares de las ciudades, sumada al incremento de la violencia, entre otros aspectos por la agudización del conflicto armado, hace que aumente el número de menores que salen de sus hogares e ingresan al mercado laboral a través del servicio doméstico. Las menores de edad que ingresan al trabajo doméstico lo hacen en condiciones no dignas que atentan contra sus derechos, autoestima y su desarrollo integral, puesto que no cuentan con ningún tipo de regulación efectiva que pueda colocarlo en la categoría de empleo y se fundamenta en relaciones de servilismo. Si bien el trabajo doméstico infantil no debe existir bajo ninguna condición, debe ser erradicado por constituirse en una forma de violación de los derechos de este sector de la población, la población juvenil accede a éste presionada por su situación económica precaria en su grupo familiar, por lo tanto, se tiene que pensar en la dignificación de condiciones de trabajo de quienes lo están ejerciendo y mecanismos de prevención y de mejoramiento de condiciones de vida en los lugares de origen que permitan la erradicación de este tipo de trabajo a largo plazo. En las historias de las jóvenes existen diferencias en las representaciones de pequeña y gran ciudad; en la primera parece que las chicas logran fácilmente encontrar una red social que las protege la cual les permite entrar en contacto con otras personas que están en su misma situación esto contribuye a disminuir el aislamiento social. Para quienes han pasado por la experiencia en ciudades más pequeñas se manifiesta la añoranza de espacios de encuentro. En casos como Bogotá, donde la ciudad es vista como insegura tanto por los empleadores como por las trabajadoras existe mayor dificultad para crear redes de apoyo y se incrementan la exclusión y el aislamiento social al moverse en relaciones mediadas por la desconfianza, sin embargo, las grandes ciudades resultan atractivas para ellas porque consideran que tienen mayor oferta de trabajo, mejores condiciones se salario y de seguridad social y porque existe la representación de mejoramiento de estatus al llegar a ciudades como la capital. La representación de una ciudad peligrosa y la desconfianza de los empleadores limita el acceso a los espacios públicos, aunque Bogotá tenga una oferta grande a nivel recreativo, que puede ser muy barata y a la que las chicas podrían acceder, el temor les impide hacer uso de la misma. Es ahí donde impera la necesidad de plantear alternativas, crear espacios donde puedan socializar y disminuir las relaciones de desconfianza mutua que caracteriza la relación empleador-empleada, así como las inseguridades que se derivan de la forma como se percibe el medio. Elementos como el estrato y la escolaridad influyen en la forma como se asumen las relaciones entre empleadores-empleadas, en Bogotá en los estratos 4 y 5 ven a las chicas como empleadas en términos contractuales sin desconocer que aún persisten condiciones indignas en el trabajo, valoración que aumenta cuando este trabajo permite realizar los proyectos de vida de mujeres profesionales o que trabajan fuera de su hogar. Por el contrario se evidencian relaciones de mayor maltrato cuando las empleadoras permanecen siempre en el hogar. Aunque se han dado algunos cambios en la valoración del trabajo doméstico, prevalecen en estas relaciones formas sutiles de servidumbre e inequidad social que no permiten a quienes se dedican a este trabajo la construcción de proyectos de vida que hagan posible definirlo como una opción laboral digna o acceder a otros de acuerdo con sus expectativas. La invisibilización del trabajo doméstico es un problema que se hace evidente en las mismas luchas por los derechos de los niños y las mujeres y debería incluirse en eventos como los que se realizan “El Día Internacional de la Mujer” o “El día del niño y de la niña” puesto que las condiciones en que se hace el trabajo doméstico reproduce muchas de las formas de exclusión y discriminación. Recomendaciones • Integrar la mirada de género en los procesos educativos, la búsqueda de equidad no sólo en el trabajo doméstico sino en todo tipo de trabajo que involucre población infantil y juvenil con una perspectiva más amplia. Para el caso de las desescolarizadas se tiene que motivar al acceso a la educación, lo que requiere un trabajo con las familias empleadoras. • En las comunidades de origen, especialmente las rurales, existe la noción que la niña debe salir, adquirir una experiencia, desenvolverse más, desprenderse de la familia, esta situación genera la importancia de un trabajo de investigación e intervención que proporcione un cambio en la representación de niño y joven en sus lugares de origen debido a que los patrones culturales en estas regiones determinan la maternidad y conformación de hogar temprana (13 o 14 años), por lo tanto las madres motivan a sus hijas para que salgan y así no repitan sus historias. • Promover en las universidades la reflexión alrededor de la temática, propiciar el debate y motivar la realización de trabajos de investigación – acción que lleven a la creación de políticas Estatales y metodologías de intervención, análisis críticos y políticos proyectados a la erradicación del trabajo doméstico infantil... adelantar procesos con las organizaciones comunitarias en los lugares de origen, de manera que incluyan en los proyectos de desarrollo local líneas de intervención a jóvenes y adolescentes... Vincular al ICBF en el programa de salud reproductiva y socializar con los padres de familia los riesgos a los que se ven expuestos las chicas al ingresar a los trabajos domésticos en una casa de familia....Trabajar en el campo de los derechos humanos y la conciencia de derecho en todos los niveles, los empleadores, las empleadas y la sociedad en general, y enfatizar en el mejoramiento de relaciones laborales....Realizar campañas que tiendan a la dignificación del trabajo doméstico mediante el establecimiento de mecanismos que permitan la redistribución del mismo de manera que la persona que sea contratada no tenga que realizar todas las actividades que le competen al grupo familiar para que no asuman jornadas de trabajo superiores a las reglamentadas. nario-Taller Trabajo Doméstico Infantil y Juvenil en hogares ajenos en Colombia. Puesta en común de las investigaciones. Encuentro de Investigadoras. Santafé de Bogotá, viernes 15 y sábado 16 de septiembre de 2000. • Es importante incluir la variable de género en el análisis de las relaciones que se producen alrededor del trabajo doméstico, dado que la relación se ha estructurado desde una visión empleadora- empleada, por lo que se hace necesario entrar en otras miradas que integren al grupo familiar en esta relación, por otra parte también se plantea la necesidad de trabajar para que las actividades domésticas dejen de ser actividades asociadas exclusivamente con la mujer y empiecen a participar otros miembros. Esto no quiere decir que el trabajo doméstico se debe acabar sino el replanteamiento de sus funciones, sobre todo de aquellas que lo convierten en excluyente o le dan un matiz de servilismo. Se retoman casos de países desarrollados donde existe reconocimiento del trabajo doméstico, sin embargo, se anota que esto no sucede porque exista otra concepción sobre él sino que se debe a la oferta y la demanda ya que existen mayores posibilidades de trabajo, mientras que en el caso colombiano se presenta un alto número de mujeres migrantes, campesinas que asumen el trabajo doméstico como una estrategia de sobrevivencia para sus familias. Aunado a ello las condiciones socioeconómicas en las regiones donde habitan hacen que se convierta en una forma de acceder a nuevas expectativas y superación de su situación.” 198101 De manera inmediata, se considera imprescindible dar continuidad a los procesos de intercambio e interacción iniciados tanto por parte de los cuatro grupos de investigación participantes en estos estudios como entre estos y la población participante en sus respectivas localidades. Las investigaciones permitieron poner en circulación el tema del trabajo doméstico infantil y juvenil en hogares ajenos en las localidades en donde se realizaron y al mismo tiempo movilizaron en las niñas y jóvenes sus necesidades y sus deseos de pensar en sus propias experiencias y la posibilidad de compartirlas. Tales posibilidades a su vez potencian la realización de otras experiencias similares en las que el interés investigativo esté estrechamente conectado a los intereses de intervención, confiriendo sentido práctico al conocimiento. Así mismo se recomienda la creación de espacios de encuentro y de palabra en los lugares en los cuales se realizaron estas investigaciones. Para ello, los equipos tienen en sus propios lugares de trabajo un ambiente favorable para desarrollar esta idea. Finalmente, es necesario dar continuidad a los procesos de interacción iniciados entre personas e instituciones interesadas en problematizar el trabajo doméstico infantil en hogares ajenos en Colombia. Para ello es imprescindible consolidar una red de intercambio de experiencias en esta temática que permita la construcción colectiva y participativa de las propuestas necesarias para que en Colombia sean cada vez menores los procesos de socialización para la sumisión y se amplíen los caminos de una socialización para la autonomía. NIÑAS Y JOVENES EMPLEADAS DOMESTICAS: Trabajadora Social, Profesora de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia. Consultora - Investigadora. Nayibe Peña Frade Vilma Sned Giraldo Consultoras Independientes. CONDICIONES DE VIDA, DERECHOS Y EXPECTATIVAS. NIÑAS Y JOVENES EMPLEADAS DOMESTICAS: Martha Nubia Bello Presentación El presente estudio atiende a la necesidad de conocer y analizar la situación de las niñas y jóvenes que se desempeñan como empleadas domésticas en hogares de terceros. El oficio doméstico resulta ser una de las opciones de trabajo, si no la única, a la cual pueden acceder las niñas debido a que se considera que es una actividad que no requiere mayor calificación y que puede, al mismo tiempo, preparar y “formar” para la vida adulta. Las niñas, obligadas a trabajar por las precarias condiciones económicas de sus familias y/o por las situaciones de maltrato y abuso intrafamiliar, encuentran en los hogares de los empleadores un “sustituto” de hogar que, por lo menos, les garantiza el techo y la comida y que para sus padres suele ser sinónimo de norma, vigilancia y protección. Las condiciones y relaciones de trabajo de las niñas son difíciles de conocer debido a que se realizan en un ámbito privado; además, como es una labor históricamente realizada por mujeres a la que no se le asigna ningún valor productivo, no se asume como un “trabajo” sino más bien como un oficio que no requiere mediaciones ni regulaciones contractuales. Dado el tiempo del que se dispuso para hacer el trabajo (3 meses) y a su carácter de exploratorio descriptivo se definió que las siguientes eran las estrategias metodológicas más versátiles, flexibles y rápidas para capturar la información básica: · Encuesta realizada a 70 niñas, algunas de las cuales ya eran conocidas porque las entrevistadoras habían hecho prácticas académicas en los barrios donde residen sus familias; otras fueron contactadas a través de empleadores y otras en escuelas nocturnas, parques e iglesias de la ciudad (Ver en el Anexo 1 el formulario de la encuesta). · Entrevistas en profundidad realizadas a 20 niñas empleadas en servicio doméstico y con formulario estructurado aplicadas a 10 empleadas adultas y 10 empleadores (Ver en el anexo 2 las guías de entrevistas). La entrevista a empleadas adultas se pensó desde dos puntos de vista: como si fuera el futuro de las niñas y como una forma de explorar en las implicaciones de este trabajo en la vida de las mujeres que lo realizan. La visión de la empleada adulta puede dar una idea más real y completa de qué es el servicio doméstico. La entrevista a empleadores fue un complemento y medio de contraste de las anteriores. En el análisis del servicio doméstico no se puede deslindar la empleada del empleador, son lógicas que se complementan y que forman una realidad. Las entrevistas sirvieron, más que para recolectar datos, para identificar lógicas enfrentadas o complementarias, factores que determinan o influyen en la situación estudiada; en últimas, contribuyeron a una primera formulación de los elementos estructurales de la cuestión. Se procuró que hubiera relación entre todas las entrevistas, esto es, que algunos de las niñas entrevistadas o encuestadas trabajaran con los empleadores entrevistados o que fueran hijas o hermanas de algunas de las empleadas adultas. También se incluyeron niñas desplazadas por la violencia política. 1. Las niñas trabajadoras domesticas: Contextos de procedencia, familia y socialización 1.1 Características socio-demográficas de las niñas - Procedencia El 41.5% de las niñas encuestadas (29) provienen del departamento de Cundinamarca y de ellas 21 nacieron en Bogotá. Tolima (14 niñas), Boyacá y Norte de Santander (cada uno con 5 niñas) son los departamentos de origen del 35% de las niñas. El 13.5% restante proviene de varias zonas del país, 4 niñas de la región Caribe y 5 de los antiguos territorios nacionales. Las otras 8 vienen de distintos departamentos. El 51.4% de las niñas (36) nacieron y vivieron su primera infancia en el campo pero de ellas sólo el 43% proceden de un medio rural, es decir, 30 niñas pasaron directamente de vivir en una vereda a vivir en Bogotá. Hay 34 niñas que nacieron en un medio urbano102 y 40 que antes de venir a Bogotá no vivían en una vereda sino en el casco urbano de un municipio o en una ciudad de provincia. En general, el 84.3% de las niñas (59) llegaron a Bogotá provenientes del mismo lugar en el que nacieron. En la encuesta se preguntaba por las razones para venir a vivir Bogotá, esta pregunta admitía varias respuestas. Los resultados señalan que la opción más escogida por las niñas que no nacieron en Bogotá fue “para mejorar la condición de vida” (61%) y “buscar opción de trabajo” (41%). La violencia política y la intrafamiliar fueron señaladas, cada una, por el 25% de las niñas que respondieron la pregunta. Esta es una de las preguntas a través de las cuales se ve la pobreza y la falta de alternativas laborales como uno de los factores fundamentales que expulsa población del campo; muestra también que la situación económica precaria, inestable y sin perspectivas es más grave que la violencia política. Es preocupante que la cuarta parte de las niñas que llegaron a trabajar a Bogotá se hayan visto obligadas a escapar de una situación de abuso, maltrato y violencia intrafamiliar. 102 En Colombia se entiende por urbano cualquier municipio que tenga más de 10.000 habitantes. 103 Las entrevistas se - Tipo de vinculación laboral y lugar de residencia y trabajo De las 70 niñas encuestadas 46 son internas. De las restantes, 20 viven en barrios de las localidades Ciudad Bolívar, Usme y San Cristóbal y del municipio de Soacha, zonas con altos índices de NBI, mayor cantidad de barrios ilegales y problemáticas más agudas de carencia de servicios, desempleo, precariedad en la infraestructura, delincuencia juvenil y violencia asociada a disputas territoriales. La mayoría de las 46 niñas que viven en el hogar de sus empleadores habita en las localidades de Teusaquillo, Barrios Unidos, Engativá y Usaquén. El 63% de las niñas (44) trabaja en estrato 3 y 4, el 20% (14) en estrato 5 y 6 y el 14.3% (10 niñas) en estrato 2. - Edad y escolaridad El promedio de edad cumplida de las niñas es de 16 años, la mayor cantidad de ellas, el 47%, está entre los 16 y los 17 años; el 33% (23 niñas) tiene menos de 15 años. El nivel más bajo de escolaridad es primaria incompleta, en esta categoría hay 9 niñas que representan el 13%. El nivel más alto es secundaria completa en 3 casos que representan apenas el 4.3%. De las otras 58 niñas, 22 completaron la educación primaria (31%) y 35 (50%) tienen secundaria incompleta. realizaron con 20 niñas con las siguientes características: Cinco niñas tenían 13 años al momento de ser entrevistadas, 4 niñas estaban entre los 14 y 15 años, 8 niñas tenían 16 o 17 años y 3 niñas habían cumplido los 18 años. El grado más bajo de escolaridad es el de dos niñas que solo alcanzaron los grados de tercero y cuarto, 4 niñas tienen primaria, 4 niñas sexto grado, una séptimo, tres octavo, 3 noveno, una décimo y otra once. Once niñas no estudian en la actualidad, las otras nueve sí estudian, de ellas cuatro están en octavo, noveno y décimo grado. De las cinco niñas de más baja escolaridad una está terminando primaria y tres iniciaron bachillerato. Cinco niñas proceden del Tolima, tres niñas son de Bogotá, tres vienen de municipios de Cundinamarca, dos niñas son indígenas (paéz 22 de las niñas encuestadas (31%) estudian en la actualidad y de ellas 21 hacen el bachillerato. De este dato se puede inferir que las 9 niñas que no terminaron la primaria abandonaron por completo el sistema escolar y que un porcentaje muy alto de las 22 que la terminaron no han empezado (y quizás ya no van a empezar) la educación secundaria. Es más alto el porcentaje de niñas que estudian entre las que trabajan internas (63%) que en las que trabajan por días (36.3%). De las 48 niñas que no estudiaban en el momento de ser encuestadas 32, es decir, casi el 70%, abandonaron los estudios para trabajar. A 12 niñas (el 25%) el sistema escolar no las retuvo. Ellas lo expresan como tener dificultades académicas o no querer seguir estudiando. Las entrevistas permiten comprender mejor esta situación103. Por un lado, en las escuelas rurales (y las urbanas de los sectores más pobres) los estudiantes tienen la sensación de perder mucho tiempo por las características estructurales de dichas escuelas: la carencia de profesores suficientes o inestabilidad laboral de los que están, la precariedad de recursos económicos, didácticos y locativos y las difíciles condiciones políticas y económicas de las zonas geográficas en las que se ubican inciden en el incumplimiento del calendario académico y la discontinuidad de los programas. Por otro lado, los contenidos de las materias no se ajustan a la realidad cotidiana del estudiante, no le sirven para comprender mejor o menos aún para solucionar sus problemas inmediatos. Finalmente, en las zonas rurales, el calendario escolar suele interferir con las labores agrícolas de la familia del estudiante, éste no está en capacidad de escoger el estudio por sobre el trabajo que se le asigna. El 96% de las niñas que no están estudiando quiere volver a la escuela. Sin embargo, varios factores pueden obstaculizar ese reintegro al sistema educativo: la edad de la niña con respecto a la edad promedio de sus compañeros de curso, la pérdida de una disciplina académica, el esfuerzo suplementario que requiere por estar trabajando y la definición misma del bachillerato que está orientado al ingreso a la educación universitaria y no al mejoramiento directo de las condiciones de vida. - Estado civil y composición de la familia 67 niñas (el 96%) son solteras, dos están casadas y una es separada. 63 (90%) no tienen hijos y las 7 que son madres tienen cada una un solo hijo. 30 de las niñas (43%) trabajan para sí mismas, no son responsables únicas de la manutención de nadie. Sin embargo, esto no significa que no ayuden al sostenimiento de sus hogares104. 27 niñas (38.5%) sostienen a una o dos personas (aquí estarían incluidas las 7 madres). De las 13 niñas restantes dependen 3 personas (en el 8.5% de los casos) o hasta 6 (10% de los casos). La pregunta por la composición de la familia se hizo abierta. Al codificarla se establecieron varias categorías, para cada encuesta podía haber más de un código. El 51.4% de las niñas (36) proviene de hogares en los que están presentes la madre y el padre. Hay 27 niñas (38.6%) en cuyos hogares la madre es cabeza de familia. 7 niñas tienen padrastro105 y 1 madrastra. 44 niñas (el 63%) tienen entre uno y cinco hermanos y 20 (29%) tienen más de cinco hermanos. 17 niñas (25%) vivían en la casa paterna con otros parientes, es decir, tenían familias extensas. - Trayectoria laboral y kamentza), las demás vienen de departamentos de la costa atlántica y de Santander. Entre las 20 niñas hay 5 niñas en situación de desplazamiento. Dos niñas trabajan por días y las demás son internas. Cinco niñas llevan trabajando menos de un año y seis más de 3 años. 17 niñas trabajan con acuerdo verbal con los empleadores. Seis niñas no sabían el estrato de sus empleadores, cuatro niñas trabajan en estrato 2, cinco en estrato 3 y cinco en estrato 4. Para 34 niñas el que tenían en el momento de ser encuestadas era su primer trabajo. De las 36 que ya habían trabajado el 75% (27 niñas) lo había hecho en el servicio doméstico y 8 (22%) reportaron como su trabajo anterior vendedoras en establecimientos públicos. Sin embargo, sólo 1 niña de estas 36 no había trabajado antes en servicio doméstico. El 66.6% (24 niñas) había sido empleada en 2 o 3 casas de familia y el 25% (9 niñas) en 4 o más casas. Las razones más aducidas para el retiro se relacionan con el trabajo mismo: excesivo (25%) y mal remunerado (19.4%). Al 19.4% de las niñas le hicieron una mejor oferta, al 5.6% la despidieron y 2 niñas (5.6%) se retiraron por malos tratos. Las razones de otras 9 niñas (25%) se relacionan con estados anímicos (nostalgia, aburrimiento), con circunstancias familiares o porque el trabajo no les gustaba, sin especificar razones. La edad promedio en que empezaron a trabajar las 70 niñas es de 14 años, la mayor cantidad (el 40%) empezó entre los 14 y los 15 años. El 11.4% de las niñas (8) empezó a trabajar antes de los 12 años y el 23% entre los 12 y los 13. Al comparar estos datos con los de edad cumplida se encuentra que, en promedio, las niñas llevan dos años trabajando. En la edad cumplida el 11.4% de las niñas está entre los 12 y los 13 años, en la edad de inicio este rango contiene al 23% lo cual permitiría inferir que las niñas ya no empiezan a trabajar tan jóvenes porque, posiblemente, los factores que las obligaban se han visto atenuados. El 63% de las 70 niñas aceptó el trabajo actual por la mala situación económica de sus familias. A este factor se asocian los demás: por salir del pueblo (4.3%), no encontró otro trabajo (8.6%) o representaba una oferta mejor (8.6%) y por ayudar a la madre (5.7%)106. Estos datos harían pensar que el problema de las niñas trabajando para hogares de terceros tiene sobre todo una lectura económica y que es una manifestación de la crisis del campo y de la carencia de empleos para mujeres. También muestra que los menores de edad (hombres y mujeres) necesitan trabajar porque sus familias no disponen de suficientes recursos para proveer sus necesidades y que el periodo de infancia se acorta por factores económicos. Tres niñas (4.3%) aducen que aceptaron el trabajo por escapar de situaciones de violencia intrafamiliar. Para algunas de las 8 niñas restantes el irse a trabajar fuera de la casa representaba una disminución de las obligaciones o atender a una familia menos numerosa y además ser remunerada por ello. Esta situación está descrita en las entrevistas. Son niñas que suplantan a la madre en las labores del hogar y la crianza de los hermanos menores. Para las niñas campesinas el trabajo es mayor porque deben cocinar 104 Ver más adelante. El porcentaje de destinación del salario a ayudar a la familia es del 73% 105 Confróntese este dato con el las 10 niñas que abandonaron el hogar por violencia intrafamiliar. 106 Recuérdese que el 38% de los hogares de estas niñas tienen a la madre como cabeza de familia 107 Aproximadamente 66 para peones y colaborar con sus padres en labores agrícolas. Para otras niñas salir del pueblo representa una oportunidad de superación, de mejorar sus condiciones de vida y de estudiar. 1. 2 Infancia, familia y socialización A pesar de que se entrevistaron niñas nacidas en Bogotá, niñas de procedencia urbana, niñas de extracción campesina, niñas indígenas y niñas provenientes de distintas regiones del país hay elementos comunes en sus infancias. El más generalizado es la pobreza, no sólo de su familia sino del entorno social inmediato -e, incluso, de la regiónen el que viven. Las suyas son familias que escasamente generan los recursos mínimos para asegurar una supervivencia física precaria. En general, sus padres no son propietarios de tierra sino arrendatarios, el nivel de escolaridad de los padres apenas alcanza la primaria incompleta; son familias numerosas, la mayoría de sus miembros están desempleados o subempleados. Son familias extensas formadas por más de un hogar; como estrategia de supervivencia viven juntos miembros de la familia materna y de la paterna, hijos de varias uniones, abuelos y nietos. “Nosotros les ayudábamos a mis abuelitos a sembrar yuca y maíz, a mis tíos les ayudábamos a coger naranjas, mangos y aguacates. Toda la familia vivía en la finca de una tía, en total éramos 11 personas. Teníamos una casita con una piecita y la cocina, mi tía tiene su casa aparte donde vive con mis abuelitos, nos tocaba ir al baño que quedaba en la casa de mi tía”. Las familias rurales que viven en fincas familiares o como arrendatarios, agregados o que se emplean como jornaleros sobreviven de productos de pancoger; sus salarios reunidos alcanzan para el mercado pero no para vestuario, calzado, educación, recreación salud o ahorro. Generalmente estudian sólo los hijos menores porque ya los mayores están trabajando y contribuyen al sostenimiento de los padres y los niños. Los costos de la escuela rural son, comparados con los urbanos, muy bajos, sin embargo, para el nivel de ingreso son proporcionalmente altos. Niños y niñas trabajan desde muy pequeños; empiezan ayudando a sus padres y madres en las labores de cada uno. La división sexual del trabajo es marcada: los niños se van con el padre a las labores del campo y las niñas se quedan en casa ayudando o sustituyendo a la madre. Pero la situación económica cambia un poco el rol de las niñas y de las mujeres que se ven obligadas a hacer tareas agrícolas: desyerbar, sembrar y recolectar. Paralelamente desempeñan las tareas típicas de su género: cocinar para los obreros (o peones) que trabajen en la finca, cuidar a los hermanos, asear la casa, hacer el mercado y cuidar los animales. En la mayoría de los casos estas actividades se combinan con las escolares; la niña empieza su jornada preparando desayunos de padres y hermanos, cuando regresa de la escuela se encarga de la casa y sólo en la noche se dedica a sus estudios. La cantidad de trabajo es proporcional a la edad, empiezan a los 4 o 5 años con labores elementales, a los 12 o 13 ya tienen el sentido de responsabilidad de un adulto. El mundo escolar es también el del juego, el esparcimiento y el ocio, la única posibilidad para ejercer la infancia; en los relatos de niñas y adultas la escuela es el mejor recuerdo. En la casa no pueden jugar ni perder el tiempo porque sus padres no lo permiten; la niñez se acorta o desaparece y siempre tiene una connotación etárea y biológica, no cultural; son niños aquellos que todavía no pueden encargarse de una tarea porque sus condiciones físicas los limitan. La niñez de las entrevistadas de origen urbano es un periodo más largo y cargado con menos responsabilidades. Aunque también desempeñan tareas, el medio urbano, por precario que sea, les ofrece comodidades que les liberan tiempo; además tienen mayores medios para recrearse. El oficio de una casa urbana es comparativamente más fácil y reducido que el de una casa rural. La jornada de trabajo de los padres es más corta por lo cual no les delegan tantas funciones. También influye como elemento diferenciador el que las familias urbanas no están aisladas en un medio geográfico muy amplio; este es un factor protector de la niñez porque la ciudad crea intermediarios que disminuyen la autoridad de los padres y la sumisión de los hijos. La relación entre cónyuges, sobre todo en el campo, sigue siendo vertical, desigual y autoritaria; el padre toma las decisiones importantes, la madre media entre él y los hijos. La comunicación familiar es escasa, los roles están claramente demarcados. La mayoría de familias se mueve entre dos tipos polares: la familia en situación límite de maltrato, abuso y miseria y la familia “feliz” que se desarrolla en un ethos armónico, afectuoso, comunicativo y donde las privaciones no se dan en lo básico. En las familias en condiciones críticas se observan elementos comunes: consumo consuetudinario de alcohol, convivencia con hijos de otras uniones o con hermanos de alguno de los cónyuges, hacinamiento, permanencia diaria en la casa de los miembros adultos de la familia que no tienen empleo, dispersión de algunos de los niños en hogares de los abuelos o de parientes cercanos, coexistencia de dos o más hogares, abandono o ausencia de alguno de los padres y existencia de padrastro o madrastra. Estas familias, situadas, además, en un contexto de pobreza, desempleo y carencia de alternativas de trabajo, generan éxodo de los hijos a medida que crecen; esta situación se agudiza cuando ya se han ido hermanos o parientes cercanos que actúan como estímulo para dejar el hogar y como contacto para conseguir empleo en la ciudad. Es generalizado el hecho de que en una misma familia haya varias mujeres trabajando como empleadas domésticas. Las niñas se van de la casa obligadas por la situación económica de sus padres, bien porque la supervivencia esté en riesgo -en el peor de los casos- o bien porque desean mejorar sus condiciones de vida accediendo al estudio y el consumo -en el caso más común-. Esta última circunstancia es más frecuente cuando existe el precedente de hermanas o primas que han migrado y que se convierten en modelos y manifestaciones de una forma de vida diferente y atractiva. La decisión de irse no es cuestionada ni obstaculizada, los padres piden a su hija que lo medite un poco, que vaya y pruebe y que si no le gusta regrese al hogar pero no se lo impiden. Para los padres, como para los hijos que preparan el viaje, la ciudad sigue siendo considerada como un lugar de oportunidades y de progreso. Esa es una imagen que no puede cuestionarse fácilmente; para las condiciones en que han vivido y, sobre todo, para las que deberán enfrentar, la ciudad sí implica un mejor nivel de vida. Aunque no tuviesen que padecer privaciones en lo elemental la vida en el campo, en las condiciones descritas, no ofrece alternativas diferentes a la mera supervivencia y reproducción. “Con todo y lo duro que sea el trabajo en la ciudad, nunca es comparable con lo que le toca a uno en el campo, por allá se sufre mucho, uno trabaja y trabaja y nunca tiene plata, ni nada, acá al menos me puedo vestir como yo quiero y cambiar de trabajo cuando se me da la gana”. En el caso de las niñas urbanas la decisión de trabajar tiene más ingredientes de espíritu de superación que de pura necesidad de supervivencia. La situación de partida es la misma: los padres sólo pueden ofrecer alimento y techo, las niñas deben procurarse lo demás, vestuario, bienes de consumo y estudio. Se encuentran con la misma carencia de ofertas laborales, la única opción disponible para ellas es el servicio doméstico. 1.3 Familias en situación de desplazamiento forzado El conflicto armado interno es una de las principales causas para el desplazamiento forzado de cerca de dos millones de personas en el país. La mayoría de las personas en situación de desplazamiento son familias que se ven obligadas a insertarse, en condiciones muy precarias, en la vida de las grandes ciudades. El empleo doméstico es la principal alternativa para sobrevivir que tienen muchas mujeres y niñas. El desplazamiento significa un cambio abrupto en la vida de las personas, implica el abandono de pertenencias y de redes de familiares y de amigos lo que genera en sus víctimas problemas emocionales marcados por el miedo, el resentimiento y la frustración. Como estrategia para sobrevivir algunas familias tienen que “repartir” a su hijos en casas de familiares o de amigos en las que, con frecuencia, empiezan a desempeñar oficios domésticos a cambio de albergue y alimentación. Recibir a una niña en situación de desplazamiento es visto como una “ayuda”, generalmente transitoria, mientras los padres se estabilizan, no se le concibe como una relación contractual que amerite alguna remuneración salarial. Entre las entrevistadas hay cuatro niñas en situación de desplazamiento. Sus condiciones son más dramáticas porque, primero, migra toda la familia y en condiciones muy precarias y, segundo, porque la vida urbana, y más en esa condición, genera cambios en el interior de la familia. Las mujeres -hijas o esposas- de las familias en situación de desplazamiento se convierten en las proveedoras de sus hogares porque la ciudad les ofrece más alternativas de trabajo que a los hombres. En este caso la niña se ve obligada a trabajar no sólo para ella o para colaborar con la familia -como en los casos anterioressino para mantenerla, lo cual implica una responsabilidad mayúscula. Estas niñas pierden movilidad y libertad, los ingresos que generan no son para ellas, de repente son adultas con un rol imprevisto. Sin embargo, los padres y madres siguen ejerciendo sobre ellas similar autoridad. Progresivamente entran en el doloroso conflicto de escoger entre sostener a su familia o vivir su propia vida. Son niñas cargadas con obligaciones desmesuradas y expuestas a condiciones emocionales y afectivas muy hostiles. Oscilan entre el sentido de deber y el resentimiento; la imagen de su padre como figura de autoridad y seguridad se resquebraja. A los problemas emocionales que generan los múltiples hechos de violencia ya vividos, se suman, en el presente, nuevas relaciones de arbitrariedad y de exclusión que consolidan el aislamiento o las respuestas agresivas. Las niñas en situación de desplazamiento no encuentran en la ciudad ningún tipo de ayuda o asistencia gubernamental que les garantice procesos de acompañamiento y de recuperación emocional; por el contrario, ya vulneradas en todos los derechos que viola el desplazamiento, empiezan a ser objeto de nuevas situaciones que las exponen al abuso y a la exclusión. A diferencia de las niñas no desplazadas, éstas deben cuidarse de lo que dicen, de sus opiniones, de contar aspectos de sus vidas o hablar de sus familias, al mismo tiempo tienen mas razones para desconfiar de quienes las rodean. Esta situación fortalece aún más el aislamiento y acentúa la tristeza y la depresión. La manera como las niñas desplazadas vivan y enfrenten su situación como empleadas domésticas depende de las características de sus hogares de procedencia, del grado de desintegración familiar que provoca el desplazamiento y de las condiciones económicas que enfrentan en la ciudad. Cuando los cambios son más abruptos, como por ejemplo, pasar de ser una familia propietaria a una familia expropiada, de una núcleo familiar completo a uno desintegrado, de unas condiciones de vida aceptables (escolaridad, alimentación, buen trato) a unas precarias y, en consecuencia, cuando el trabajo doméstico significa una ruptura total con la cotidianidad previa, el costo emocional y moral es mucho mayor. En cambio, para las niñas desplazadas que proceden de contextos muy deprimidos y violentos el trabajo doméstico representa una mejora en la calidad de vida porque implica una reducción de la intensidad del trabajo y un escape de las situaciones de abuso y maltrato, tanto de actores armados como, en ocasiones, de los miembros de la propia familia. 1.4 Condiciones de trabajo y calidad de vida - Salario El 91.4% (64 niñas) recibe por sí misma su salario, en el caso de otras 4 niñas (5.7%) el salario lo recibe la madre. El 93% (65 niñas) recibe todo el salario en dinero. El 85.7% de las 70 niñas recibe más de $100.000 de salario y el 10% menos de esa cantidad. Sin embargo, estos datos son distintos si se diferencian las niñas internas (que viven en el hogar del empleador) de las que trabajan por días (cumplen un horario de llegada y de salida). Esta categorización implica también diferencias jurídicas en el salario y las obligaciones del empleador. El promedio de salario de las niñas que trabajan internas es $139.652 en dinero y el de las niñas que trabajan por días es de $169.458107. Según el Código Sustantivo del Trabajo el salario de la empleada interna se divide en un 70% que se paga en dinero y un 30% que está representado por la alimentación y la vivienda. El 100% debe equivaler a un salario mínimo legal vigente. Las niñas que trabajan por día deben recibir la totalidad de dicho salario (Flórez y Méndez, 1998). En el año 2000 el salario mínimo es de $260.106 más un subsidio de transporte de $26.411. Esto significa que la empleada interna debería recibir $182.074 si se calcula sin subsidio o $200.562 si se calcula con subsidio. De las 46 niñas internas el 41.3% (19 niñas) gana más de $150.000108 y el 4.3% menos de $100.000. Entre las 24 niñas que trabajan por días la mitad gana más de $150.000 y el 21% menos de $100.000. El rango de quienes ganan entre 100 y 150 mil se reduce del 48% en las internas al 29% en las que trabajan por días. El dato de salario está asociado al de edad cumplida. Los salarios más altos los reciben las niñas de mayor edad, aunque esta afirmación tendría que comprobarse con una muestra en la que hubiera mayor cantidad de niñas menores de 15 años. En nuestra muestra el 68.5% de las niñas tienen entre 16 y 17 años y el 45% gana más de $150.000 y 80 dólares respectivamente 108 El salario más alto que recibe una niña interna es $180.000 109 Este dato se presen- Al 68.6% (48 niñas) no le hacen descuentos de su salario. Las niñas que respondían que si les descontaban podían escoger entre varias opciones. Las más señaladas fueron alimentación (35%), vivienda (25%) y llamadas telefónicas a larga distancia (15%). El 5% de las niñas respondió que de su salario le descontaban lo que dañaran o rompieran en el desarrollo de sus tareas. Entre los “otros” figuran la ropa o implementos personales que sus empleadores les compran, los préstamos o adelantos que les hacen y los anticipos y pasajes cuando las traen de otras regiones. A la pregunta sobre qué recibe del empleador, además del salario en dinero, el 75% (52 niñas) respondió que la alimentación, el 37% (26) que la ropa, el 5.7% que la educación y 18.6% respondió que nada más. Esta pregunta permite ver que las niñas no tienen una idea clara de los derechos que amparan su trabajo y que parecieran no concebirse como trabajadoras. La alimentación no es una dádiva del empleador sino una parte del salario; la ropa generalmente se da -y se recibe- como un regalo cuando, según el mismo CST, es una dotación para el desempeño de las tareas que el empleador debe entregar tres veces al año. Sin embargo, el hecho de que este trabajo se desarrolle en un ámbito privado y que tenga unas connotaciones de intimidad hace difícil introducir en él conceptos jurídicos. Las entrevistas arrojan información sobre esta relación y muestran que hay acciones motivadas por los afectos que desde un punto de vista jurídico serían ilegítimas, innecesarias o cuestionables pero que son vitales para la convivencia y significativas para el estado de ánimo de la niña. Aproximadamente el 72% de las niñas destinan su salario para gastos personales y para ayudar a la familia. Para educación sólo el 20% y para ahorros el 14.3%. La destinación más exigua es para recreación con apenas un 4.3%. El hecho de que 51 niñas dediquen una proporción de su salario mensual para ayudar a su familia matiza por completo el dato anterior de que el 43% (30 niñas) trabajaba para sí misma y no tenía personas económicamente dependientes. Es muy coherente, además, con el 68% de niñas (48) que se vio obligada a trabajar como empleada doméstica por la situación económica que atravesaban ella y su familia. El que apenas 10 niñas puedan ahorrar y 14 invertir en educación es preocupante porque confirma las apreciaciones de las empleadas adultas: el trabajo doméstico garantiza la supervivencia diaria e inmediata pero no permite construir proyectos de vida a largo plazo ni acumular excedentes. Una empleada doméstica muy difícilmente será propietaria de su vivienda o de su propio negocio o trabajadora independiente. Cuando ya no pueden trabajar o quedan desempleadas no tienen ninguna protección diferente a la que les brinden sus hijos o sus familias. - Contrato y prestaciones El 85.7% (60 niñas) no tiene un contrato escrito sino que trabaja según un acuerdo verbal en el cual el empleador fija unas condiciones que la niña acepta. Este porcentaje es más alto (91.7%) entre las niñas que trabajan por días que entre las internas (82.6%). La razón de esta diferencia puede estar en que a las primeras se les paga por día y por tarea mientras que a las últimas se les paga por mes lo cual crea otras obligaciones para el empleador así no medie un contrato escrito. El 91.5% (64 niñas) no tiene cesantías pero el porcentaje es diferente según categoría: el 18% de las niñas internas si las tienen mientras que ninguna de las que trabajan por días las acumula. Aquí se les está privando de ahorros para vivienda o estudio. El 92.8% (65 niñas) no tienen primas, sin embargo el porcentaje es más alto entre las niñas que trabajan por días (95%) que entre las externas (89%). Este dato significa que las niñas no reciben ingresos extras, sólo se les paga lo que el empleador considera que vale su trabajo. - Salud El 88.5% (62 niñas) no está afiliada a ningún servicio de salud, este porcentaje es similar en las dos categorías (86.7% internas y 91.7% por días). El 97.14 (68 niñas) no está afiliada al SISBEN. Este dato es preocupante porque este servicio tiene cobertura familiar y está dirigido a los estratos de menor ingreso. En este dato puede leerse que las familias de 68 de estas niñas no tienen ningún servicio de salud. El 53% de las niñas (37) reporta haberse enfermado en el trabajo, de ellas 19 (el 51.4%) de gripes y el 21.6% de dolores de cabeza. Ninguna enfermedad ha implicado hospitalización y muy pocas visita al médico. El 31.4% (22 niñas) han sufrido accidentes en el trabajo. De ellos los más comunes son quemaduras (41%), cortaduras (27.3%) y caídas (31.8%). Estos datos podrían leerse de varias maneras: las niñas reciben más una salud curativa (que se reduce a los primeros auxilios o la medicación) que preventiva. El trabajo representa exclusivamente una mejora económica pero no tiene incidencia en la persona misma de la niña. Tienen acceso a un servicio de salud que sólo garantiza preservar la capacidad de trabajo pero que no tiene ninguna connotación de bienestar integral. - Jornada laboral Las niñas internas trabajan en promedio 12 horas diarias y 26 días al mes; las niñas empleadas por día trabajan 10 horas diarias y 22 días al mes. El 35% (16) de las niñas internas comienza a trabajar a las a las 5 de la madrugada, el 50% (23) a las 6 de la mañana y el 13% (6 niñas) a las 7, una niña (2.2%) trabaja desde las 4 de la madrugada. El 15% (7 niñas) termina su jornada diaria antes de las 5 de la tarde, el 35% (16 niñas) termina entre las 6 y las 7 de la noche, el 41% (19 niñas) entre las 8 y las 9 y el 8.7% (4 niñas) a las 10. Al 17.4% de las niñas internas en ocasiones las despiertan para realizar algún trabajo. Este dato muestra la disponibilidad obligada de la niña y la discrecionalidad absoluta del empleador sobre su tiempo. Aparentemente estos datos, y el de salario, muestran una ventaja de las niñas que trabajan por días respecto a las internas: ganan más y trabajan menos; sin embargo, debe contrastarse con el de prestaciones sociales y salud y con la composición del salario. Por otro lado, ganar a diario significa gastar a diario lo cual es ventaja y desventaja, depende desde que punto de vista se analice. Las empleadas adultas consideran que una ventaja de ser interna es que se tienen garantizadas la alimentación y la vivienda pero que lo mejor de estar empleada por días es la libertad. Las niñas encuestadas resaltaban la estabilidad y seguridad del trabajo como internas109. En todo caso es indudable que en cuanto a extensión de la jornada hay explotación de la trabajadora. El régimen laboral colombiano establece la jornada legal para menores ta más adelante. 110 Código del Menor. Ar- de edad así: entre 12 y 13 años hasta 24 horas a la semana (4 horas diarias), entre 14 y 15 años hasta 36 h/s (6 h/d) y entre 16 y 17 años 48 h/s (8 h/d)110. Hay que tener en cuenta que la empleada interna no trabaja todo el tiempo, tiene ratos libres entre sus diferentes actividades, hay días que trabaja más que otros. Con la experiencia aprenden a planificar su trabajo y a reducir el tiempo que le requiere. El problema es que por vivir en el hogar del empleador la empleada está automáticamente disponible todo el tiempo, incluyendo esos ratos en los que no está haciendo oficio. Además son lapsos del día discontinuos, dispersos e irregulares por lo cual no puede utilizarlos en forma sistemática para su propio beneficio. Las únicas que los aprovechan, a pesar de esas características, son las niñas internas que estudian (14). - Características de las familias empleadoras 46 niñas trabajan como internas y 24 por días; 31 trabajan en casas y 31 en apartamentos, las 8 restantes además trabajan en oficinas. El tamaño de las familias empleadoras varía un poco, en promedio tiene 4 miembros pero las familias empleadoras de las niñas internas son, en promedio, más pequeñas (3.7 miembros) que las de empleadas por días (4.2). El 53% de las 70 niñas trabaja con familias que tienen entre 4 y 5 miembros, el 32.8% con familias formadas hasta por 3 personas. Sólo el 14% (10 niñas) debe atender a 6 o más personas. Sin embargo, estos datos son diferentes si se desagregan niñas internas y por días. El 50% de las primeras y el 58.3% de las últimas trabajan con familias compuestas por 4 o 5 personas. - Condiciones de vida en el trabajo El 82% de las niñas que trabajan internas tiene habitación propia pero la proporción se reduce a un 61% que tiene su propio baño. El 78.3% considera que tiene y se le respeta su privacidad. El 90% considera que la calidad y cantidad de comida que recibe es suficiente, el 88.6% consume los mismos alimentos que el empleador. Al 76% no le permiten recibir visitas de amigos o amigas en el hogar del empleador, el 20% si tiene esta posibilidad. Pero al 50% le permiten recibir visitas de la familia y al 37% no. El 11% de las niñas (5) no tienen quién las visite porque su familia está muy lejos y no conocen a nadie en Bogotá. El 54.2% de las niñas que trabaja por días no puede recibir visitas de la familia lo cual es comprensible porque, primero, generalmente están solas en la casa y, segundo, el empleador no suele conocer a la familia ni tiene importancia real que la conozca. El hogar del empleador de una niña interna se convierte en un sustituto de su hogar paterno, las visitas de la familia tienen el sentido de transferir y, a la vez, legitimar la autoridad del empleador. En el caso de las niñas empleadas por días la relación es más cercana a lo contractual (se paga tiempo/tarea) y no tiene las mismas connotaciones afectivas de la primera. tículo 242. ICBF. 1991. 111 Se entrevistaron 10 Al 58% le permiten hacer llamadas telefónicas siempre que lo desee y al 31.4% nunca. El 75% de las niñas que trabajan por días recibe permisos para ausentarse del trabajo cuando el empleador lo considera justificado, este porcentaje es apenas del 59% entre las niñas internas. Esto confirma la hipótesis anterior del hogar y la autoridad sustitutas. El que la niña viva bajo su mismo techo hace que el empleador se sienta más responsable de ella y ese sentimiento genera prohibiciones y encierro. Por otro lado, el empleador considera que la niña recibe todo lo necesario en su hogar lo cual incluye las necesidades de orden social, cultural y afectivo. De otra parte aquí también se evidencia la disponibilidad total de la niña interna, el hecho de que viva allí hace que siempre sea necesaria. La niña que trabaja por días tiene la posibilidad de negociar un horario o un día y es más bien el empleador el que se pliega a su tiempo. Sin embargo, estos datos deben compararse con los relativos a las prohibiciones. El 25% del total de niñas encuestadas declara que le han prohibido cosas que para ellas son importantes, entre éstas figuran, en primer lugar, relaciones sociales (53%) y en segundo lugar llamadas telefónicas (11.8%) a los familiares. El 35% de las niñas respondió “otros” (6) y se refería a descanso (dormir más tarde, salidas y permisos) o a recreación (escuchar música, ver televisión). - Características del trabajo que realizan Todas las niñas internas encuestadas preparan los alimentos, el 95.5% hace el aseo (diario y semanal) de la casa, el 95.5% plancha la ropa, el 95.5% lava la ropa, el 79.5% tiende las camas, el 79.5% hace mandados, el 63.6% cuida los niños del empleador, el 50% atiende las visitas del empleador y el 36.4% hace el mercado. Entre las tareas que menos deben realizar están: el 15.9% cuida animales, el 13.6% hace oficios de jardinería, el 11.4% cuida ancianos, el 11.4% hace otros oficios y el 6.8% lava un carro. El 88% de las niñas que trabajan por días hace el aseo de la casa, el 84% hace mandados, el 76% prepara los alimentos, el 60% plancha la ropa, el 52% tiende las camas, el 48% lava la ropa, el 36% cuida los niños, el 32% hace el mercado y el 32% atiende las visitas. Entre las labores que menos realizan están el cuidado de ancianos y otros, cada uno con el 8%. Ninguna de estas niñas lava carros, arregla jardines ni cuida animales. Resulta interesante confrontar estos datos con el resultado total de que el 58.6% de las familias ayudan a la empleada en los oficios y el 41.4% no. Aunque en la encuesta no se discrimina el tipo de ayuda puede suponerse que ésta se relaciona con los espacios privados o las actividades de los miembros del hogar lo cual incluye lavar automóviles, cuidar animales, hacer el mercado, ordenar la ropa, arreglar jardines y en ocasiones tender las camas, actividades que en los resultados anteriores aparecen como las menos realizadas. De las entrevistas a empleadores se infiere que a veces la ayuda se entiende simplemente como no obstaculizar o retardar el trabajo de las empleadas. Podría pensarse que las niñas que van por días al hogar del empleador trabajan menos que las internas. Sin embargo, es en esta categoría donde puede haber mayor explotación puesto que más actividades deben hacerse en menos tiempo. La niña interna planifica y distribuye su trabajo en 6 días y, por lo menos, diez horas; la que va por días generalmente tiene una jornada de 8 horas y va máximo tres días a la semana. También podría afirmarse que las actividades que definen el trabajo doméstico son la preparación de alimentos y el arreglo de la ropa, las más relacionadas también con la idea de “servir” a un tercero. Las niñas que trabajan por días, según lo expresan en las entrevistas, se sienten menos empleadas domésticas porque su trabajo se relaciona más con las cosas (aseo del inmueble, organización del hogar en ausencia de la propietaria) que con las personas. Los mismos empleadores tienden a ver a la empleada por días como una asistente o una auxiliar. Por otro lado, podría suponerse que, formalmente, el ama de casa que contrata empleada por días ha delegado menos de sus funciones que la que tiene una empleada interna y que esa condición marca la relación con la empleada y la percepción del servicio doméstico. El 77% de las niñas (54) dispone de electrodomésticos para hacer su trabajo. Esta ayuda técnica influye en que muchas de las niñas consideren que es un trabajo fácil -pero aburridor- máxime si lo comparan con lo que debían hacer en sus hogares de origen. La ciudad les ofrece una cantidad de comodidades que desconocían. - El reclutamiento Las entrevistas muestran que el mercado del servicio doméstico se mueve por recomendaciones personales y que se forman redes de empleadas y empleadores. Una niña se emplea porque una mujer de su familia o una amiga ya está enganchada y le consigue trabajo con amigas o familiares de su empleadora. No son usuales las figuras de un intermediario, un reclutador o una agencia. Una niña consigue trabajo porque otra la recomendó arriesgando su propio puesto o la relación con su empleador. En muchas ocasiones la madre o la hermana de la niña les consiguen el trabajo, en el primer caso es una especie de cesión que hace la madre de su hija en beneficio del que la emplea. - Descanso, recreación y uso de tiempo libre La encuesta diferencia entre el tiempo libre diario que les queda entre los oficios y el tiempo libre de fin de semana que pasan fuera del hogar del empleador. El 23% de las niñas dice que no le queda ningún tiempo libre durante el día. Las que si lo tienen lo ocupan viendo televisión (53%), oyendo radio (25.7%), leyendo (21.4%) y estudiando (13%). Otras actividades son dormir, salir cerca de la casa y hacer manualidades. Aquí es importante resaltar que las niñas declaraban como actividades de tiempo libre ir con los niños del empleador al parque, sentarse con ellos a ver televisión o hacer tareas y hacer los mandados. Para el equipo de investigación estas actividades son labores del trabajo porque implican responsabilidad, atención y disponibilidad. En cuanto al tiempo libre fuera de casa el 57.1% visita a los familiares que viven en Bogotá y el 44.3% a los amigos o paisanos. En un sentido de recreación el 10% va a fiestas y el 8.6% hace deporte. Otras actividades declaradas son salir con la familia del empleador o quedarse en la casa, esta es la condición de las niñas que están solas en Bogotá y no conocen la ciudad. El domingo es el día libre por excelencia, el día para vivir lo urbano, lo joven, lo independiente. Es el espacio de tiempo en el cual pueden ejercer su estatus de mujeres trabajadoras, autónomas y liberadas de cualquier autoridad. ¿Qué les ofrece la ciudad? Hay que considerar aquí que son niñas sojuzgadas, primero por sus familias y después por sus empleadores, socializadas en un medio de privaciones y autoritarismo, sin perspectivas claras y sin medios institucionales para conseguir sus metas. Es en ese contexto que deben analizarse las condiciones de vida o las formas de recreación. Podría afirmarse que más que recrearse las niñas empleadas cambian de actividad o de espacio. No están en el hogar del empleador sino en la casa de algún pariente, en la iglesia o en la escuela, todos esos espacios sujetos a normas y usos reglamentados. Parecería que sólo el espacio público de los parques o las calles les permitiría ser sin autoridad. La paradoja es que muchas niñas tienen miedo a la ciudad y a estar solas. 2. Trabajo domestico infantil, socializacion e identidad 2.1 Relaciones de autoridad, normas y castigos Teniendo en cuenta las formas de reclutamiento atrás mencionadas es posible entender la relación de autoridad que se establece entre empleada y empleador. Como ya se insinuó, el hogar del empleador es un hogar sustituto para la niña; la autoridad de los padres es transferida al empleador, los padres le delegan sus facultades para dictar normas, imponer conductas, sancionar o prohibir. Padres y empleadores consideran que si la niña debe trabajar el mejor lugar para hacerlo es con una familia porque va a estar protegida, normalizada y vigilada. Se establece una perniciosa continuidad entre el hogar paterno y el del empleador y entre la condición de hija y la de empleada. La autoridad discrecional del empleador se ve afirmada por la carencia de alternativas laborales de la niña, porque está sola en la ciudad, porque su familia necesita los recursos que le brinda, porque ella misma se concibe como objeto de un favor o de una dádiva y porque si no satisface las exigencias del empleador hace quedar mal a la persona que la recomendó. Este encadenamiento de factores, sumado a la socialización de la que ya se habló, agudiza la sujeción de la niña y dificulta aún más el que pueda asumirse como trabajadora sujeto de derechos. La mayoría de los empleadores entrevistados111 siente que es diferente a la generación anterior de patrones despóticos que maltrataban a las empleadas y las confinaban a un reducido espacio social y cultural. En sus hogares las empleadas ya no usan uniforme y comen lo mismo que ellos -aunque no en todos con la familia reunida en el comedor. Sin embargo, consideran que hay que marcar las distancias y que un principio de orden doméstico es que cada quien ocupe el lugar que le corresponde. El gran diferenciador de estatus es el “respeto mutuo”, categoría que no está claramente definida. No excluye el trato cordial, la consideración, el reconocimiento del trabajo, el interés y la conversación. Incluye el no hacer ni permitir confidencias, imponer desde el comienzo de la relación laboral condiciones y normas que se aceptan de una vez y para siempre. Es una difusa categoría que a pesar de la vaguedad y sutileza es claramente comprendida por las chicas. Los empleadores entrevistados creen ser buenos y hasta excelentes empleadores. Aunque sólo en cuatro casos se entrevistó a empleador y empleada (no al mismo tiempo) se detecta una distancia entre las intenciones del empleador y la percepción de la empleada. Sólo confluyen plenamente en la importancia de los consejos: la empleada empleadores con las siguientes características: La edad promedio de los empleadores es de 39 años. Siete tienen entre 21 y 37 años, una tiene 44 años y dos son mayores de 60. De ellos, seis son profesionales y cuatro tienen secundaria completa. Cuatro son empleados, tres comerciantes, un estudiante, un pensionado y sobre uno no hay información. Un empleador es de estrato 6, uno de estrato 5, cinco de estrato 4, dos de estrato 3 y sobre uno no hay información. Ocho tienen empleadas internas y dos por días. valora mucho al empleador que se los da y éste se siente mejor empleador cuando aconseja. En esta dimensión hay otra transferencia entre la figura de la madre-padre y la de la empleadora-empleador. Concomitantemente, cuando la niña no recibe consejos se siente tratada con frialdad e indiferencia. El empleador parte del supuesto de que si la niña acepta el trabajo es porque lo necesita, a partir de ahí construye la imagen de empleada y actúa según esa imagen prejuiciada. El rol de empleador de niñas para su servicio doméstico está “contaminado” por elementos mesiánicos y paternalistas que obstaculizan una relación contractual “fría” y “pura”. Asumen un deber moral hacia ellas: reemplazar o complementar a la madre, el padre o el hermano mayor en su función de dar consejos que orienten las decisiones o percepciones del mundo de la niña. Consideran que su actuación respecto a ellas no termina en el pago del salario y la asignación de tareas (así la tratarían como empleada) sino que debe trascender al plano de la formación para la vida (así la consideran persona). Obviamente las niñas lo permiten porque necesitan esa figura de autoridad y porque se separaron de sus madres de donde provenía toda la gratificación emocional. Es decir, el paternalismo del empleador se corresponde y encuentra sentido en la carencia emocional, en el desequilibrio afectivo y en la precariedad de la niña. Por otro lado, el empleador (como todos nosotros) es heredero y depositario de una tradición autoritaria que considera al trabajo como formativo en la medida que fortalece a la persona para enfrentar la dureza de la vida. Creen en la necesidad de cumplir una disciplina, de hacer sacrificios y de experimentar la satisfacción que produce la tarea cumplida. Ellos involucran a la empleada en SU ética del trabajo y no permiten que ella misma desarrolle la suya propia lo cual tiene relación directa con su asunción del rol de trabajadora. En la relación del empleador y su empleada doméstica se mezclan actitudes, valores y conductas de la relación filial, de la fraternal y hasta de la conyugal; en el espacio laboral se crea un ethos confuso y conflictivo que genera afectos y desafectos que ya nadie controla y que deforma ambos roles. Esto es importante porque influye en cómo se identifiquen y definan categorías como abuso, explotación, maltrato y condiciones laborales. Es en este punto donde está la imposibilidad de estandarizar el oficio, la remuneración y la jornada. Finalmente, de aquí surge la dificultad para definir el trabajo doméstico, para diferenciarlo de otros trabajos y de condiciones como la de ayudante de los oficios caseros o auxiliar de la familia, etc. 2.2 Atributos y valores para ser una “ buena niña empleada doméstica” Las niñas entrevistadas aprendieron a trabajar en la casa, con su madre; en la casa del empleador perfeccionan el saber básico y lo adaptan a los requerimientos urbanos. Aprenden a utilizar los electrodomésticos, a preparar otro tipo de alimentos y a hacer el aseo o arreglar la ropa utilizando otros materiales. El servicio doméstico -las labores del hogar, en general- no requiere calificación, se basa en el mejoramiento de habilidades y en la optimización de tiempos y movimientos. Lo que sí requiere son cualidades, rasgos de carácter. El valor de una empleada doméstica no está dado tanto por lo que sabe o por la experiencia sino por un perfil caracteriológico y por las recomendaciones que tenga. Estas últimas no se relacionan, de nuevo, con su competencia o su eficacia sino con su confiabilidad. En el caso de las niñas menores de edad la gran cualidad que poseen parece ser su inexperiencia porque se traduce en una mayor moldeabilidad. La mejor empleada es aquella a la que el empleador puede dar la forma que le convenga. Al contrario, la empleada adulta es menos valorada porque ya tiene una forma propia de hacer las cosas que puede no ajustarse a las costumbres o los gustos del empleador. La niña es una arcilla cuya forma inicial fue dada por la madre y la socialización. Esa forma elemental y primaria no obstaculiza el deseo del empleador, al contrario, le facilita su manipulación por las razones que ya se anotaron. Una empleada es preferible para el empleador en la medida que esté más vacía de atributos personales porque éstos son potencialmente conflictivos; lo más probable es que un estilo personal y definido choque con la necesidad, el capricho o el prejuicio del empleador. Esta condición es fundamental para el enganche lo cual significa que el servicio doméstico no es un proceso acumulativo de saber o que lo es siempre y cuando no interfiera o dificulte la consecución o permanencia de la niña en el trabajo. Esto muestra un trabajo cuya dinámica es un continuo aprender y desaprender, volver a empezar, esconder lo que se sabe, engañar o transar para evitar conflictos. Según los empleadores entrevistados, emplear a una niña les resulta ventajoso porque es sana, obediente y manejable lo cual significa que no tiene experiencia ni repertorios que le permitan comparar situaciones y formular exigencias o que puedan representar un peligro potencial para la seguridad del hogar. De otra parte, la juventud garantiza eficiencia, agilidad, rapidez, buena salud y facilidad para aprender y adaptarse. Las cualidades que más valoran los empleadores en sus empleadas son, en ese orden, la honestidad, la limpieza, la responsabilidad y el deseo de superación. Después figuran la sumisión, la lealtad, la nobleza, la sinceridad y el respeto. Piden que sean acomedidas, atentas, juiciosas y que los traten bien. Los defectos que más les irritan son el mal genio, la altanería y la mala voluntad. Tampoco les gusta la terquedad (que hagan las cosas como las quieren hacer), la pereza o el incumplimiento. Una hipótesis se configura a partir de los resultados del estudio: la relación entre buenas condiciones de vida y de trabajo de la niña es directamente proporcional al estrato de su empleador. Algunas de las razones que apoyan esta afirmación son: • Las circunstancias económicas del empleador (ingresos y estabilidad) determinan el salario y las condiciones de la empleada; el trabajo en servicio doméstico no se ha estandarizado, el Estado propone unos mínimos en cuanto a salarios y jornada a los que el empleador se acoge o no según sus posibilidades, la empleada acepta la propuesta del empleador por múltiples razones. Los acuerdos laborales en este trabajo se hacen de una forma irregular y tan privada que podrían llamarse clandestinos. • Las posibilidades de que haya niñas que no son hijas del empleador viviendo en su hogar aumentan en los estratos bajos. Estas niñas –a las que se acoge por la precariedad económica de sus padres- son potencialmente empleadas domésticas. • Es probable que a menor estrato aumente la cantidad de empleadores que trabajan en el sector informal o como “independientes” lo cual determina, primero, que no tengan conocimiento de derechos y deberes laborales, segundo, que no hayan sido socializados en un ethos laboral colectivo y, tercero, que tiendan a ser escépticos tanto respecto de lo legal como de un discurso democrático y de respeto a los derechos del niño o de la mujer. 2.3 Valoración y autovaloración del trabajo doméstico infantil - Satisfacción con el trabajo Teniendo en cuenta las condiciones descritas habría que reflexionar en estos datos: el 75.7% de las niñas dice que la relación con la familia empleadora es buena, el 18.6% que es regular y el 5.7% que es mala. Sin embargo, el 31.4% se siente aburrida con el trabajo y el 17.1% declara temor, inconformidad, resignación o un vago sentimiento de estar “regular”. El 51.4% de las niñas dice estar contenta. Esa diferencia entre la buena relación con la familia empleadora y el sentimiento hacia el trabajo muestra que no es un oficio valorado, independientemente de las condiciones favorables o desfavorables en las que se desempeñe. Esto es coherente con las razones por las cuales se aceptó que muestran más una falta de alternativas que una elección libre. Además se ve ratificado por el hecho de que el 85.7% (60 niñas) quiere cambiar de oficio. Las razones que arguyen las 34 niñas que no están contentas tienen relación directa con el trabajo o las condiciones que implica: muy pesado y mal remunerado según el 29.4% y por la soledad, el encierro y el aislamiento según el 23.5%. Otras razones no se relacionan con el trabajo en sí mismo sino con los empleadores: su temperamento difícil, 23.5%, los maltratos a que las someten, 17.6%, o el incumplimiento en el pago, 5.8%. Las 36 niñas que se declaran contentas valoran, en primer lugar, al empleador que les da buen trato (el 80.5%) y después si las ventajas económicas y la estabilidad del trabajo, el 19.4%. Todos estos datos concuerdan con la respuesta a la pregunta de si el trabajo que realiza está de acuerdo a sus deseos: el 74.3% respondió que no, sólo 18 niñas (el 25.7%) respondieron que si. Lo que tenemos aquí es un grupo humano insatisfecho y obligado a hacer algo que no quiere, ni le gusta, ni le sirve y que, además, no tiene otras alternativas para suplir sus necesidades. - Expectativas y figuras identitarias Se preguntó a quién le gustaría parecerse y por qué como una forma de explorar en la autoimagen de la niña, en su autoestima y en las figuras identificatorias o los modelos. El 38.6% (27 niñas) no desea parecerse a nadie, de ellas 20 (el 74%) porque dicen estar satisfechas consigo mismas y 7 (el 26%) porque no tienen un modelo. El 15.7% de las niñas (11) quiere parecerse a diferentes personajes de la farándula por razones que tienen que ver con sus cualidades personales (belleza, elegancia, inteligencia, talento). La misma cantidad de niñas (15.7%) se identifica con diversos profesionales, el 45% de ellas (5 niñas) por su inteligencia y dedicación al estudio, el 36% por el trabajo que hacen y el 18% por atributos personales. 14.3% (10 niñas) quiere parecerse a sus empleadores o a familiares de éstos, en el 60% de los casos por la forma en que se relacionan con las demás personas, en el 10% por el trato que les dan a ellas y en el 30% por las condiciones económicas que tienen y que les permiten comprar bienes que ellas desearían tener. El 10% de las niñas (7) quiere parecerse a su madre y en la totalidad de los casos porque es una mujer trabajadora y porque se dedicó a la crianza y manutención de sus hijos. Estos datos confirman la insatisfacción ya no sólo con el oficio o las condiciones del trabajo sino con su valoración social o su representación cultural. El hecho de que apenas el 10% de las niñas tenga a la madre como su modelo a imitar muestra que el prototipo de mujer sacrificada que posterga o ignora sus necesidades para satisfacer las de otros está en crisis. Este modelo puede transferirse al de ama de casa, mujer que permanece relegada al ámbito privado. Las figuras modélicas son públicas, exitosas, reconocidas y admiradas. Son representaciones de éxito social, de vida cómoda, de consumo. Es de resaltar la importancia que las niñas le dan a figuras que ellas asocian con la inteligencia, el esfuerzo y el estudio. Son figuras validadas por un público masivo o restringido pero en todo caso que se sitúa afuera y los observa; esta connotación excluye y cuestiona, por un lado, el mundo cerrado e ignorado de una casa y, por otro, un trabajo invisible y fugaz pero permanente que no sirve sino a los miembros de una familia. Estos datos se confirman con las respuestas de la pregunta final de la encuesta: ¿qué cree que estará haciendo en los próximos 5 años? Tan sólo el 15.7% de las niñas (11) piensa que habrá conformado una familia propia y que vivirá con su pareja y el 5.7% que habrá regresado a su pueblo o al hogar de sus padres. Es de resaltar que el 57.1% tiene aspiraciones que, por un lado, concuerdan con sus figuras modelos y, por otro, se contradicen con el trabajo que realiza en la actualidad El 21.4% piensa en terminar sus estudios de bachillerato y el 35.7% cree que tendrá una profesión. 7.1% de las niñas (5) no sabe qué estará haciendo (lo cual no necesariamente es tener sentido de la realidad sino que podría expresar una falta de aspiraciones e, incluso, una cierta apatía o depresión). Siete niñas se ven trabajando, 5 en algo distinto sin especificar qué y 2 como propietarias de un negocio. Otros deseos son tener casa propia, vivir en otro país, ayudar a la madre y mejorar las condiciones de vida. De los resultados relativos a figuras identitarias hay que resaltar que en todas esas identificaciones subyacen valores de orden ético que las niñas anteponen a los logros económicos. En su concepción tienen más valor las cualidades de las personas que su estatus, lo cual podría significar que para ellas es más importante ser que tener o que el tener está subordinado al ser. De cualquier forma podría verse en esta estructura de valores una pervivencia de su socialización en el campo o en la provincia, por un lado, y una peculiaridad de su corta edad, por el otro. 2.4 Socialización para el sacrificio y la servidumbre La experiencia laboral de estas niñas no puede desligarse de su infancia y de su propia madre. El medio en el que crecen, la socialización a la que son sometidas y las condiciones económicas del país las “preparan” -y casi las obligan- para el servicio doméstico. Desde niñas son “entrenadas” para el sacrificio, la postergación de sus propios deseos, la asunción de responsabilidades que las exceden, la sumisión, la pasividad, la resignación, el conformismo y para soportar situaciones adversas sin rebelarse ni sucumbir. No saben hacer “nada”, sólo las múltiples, tediosas e inacabables labores de hogar o tareas agrícolas que desempeñan no como trabajadoras sino como ayudantes naturales de sus padres, como un deber filial y una condición de género. Ellas son conscientes de esa limitación lo cual las induce a aceptar cualquier propuesta laboral, por desventajosa que sea; consideran que quien les ofrece trabajo a pesar de su ignorancia y su edad les está haciendo un favor. Esa concepción de su situación las priva de cualquier derecho o les impide asumirse como trabajadoras. La mayoría no tiene modelos ni ejemplos reales que contradigan ese esquema. Sus madres son mujeres sin escolaridad, sometidas, madres de muchos hijos, envejecidas y agotadas. Son maltratadas y abusadas por sus esposos y lo fueron por sus propios padres. A su vez, maltratan a sus hijas y reproducen en ellas su propia historia. Son madres sin tiempo para ellas o para sus hijos, sin intereses diferentes a la supervivencia de su familia, condenadas a vivir en medio de las privaciones y la fatiga. Los esposos las menosprecian o ignoran, están confinadas al mundo cerrado e invariable de la casa. Muchas de las niñas empleadas domésticas no conocen un tipo de mujer diferente a la esposa-madre, no se han relacionado con mujeres profesionales ni independientes; no hay un modelo real de mujer exitosa, por eso tal vez el alto porcentaje de identidad con figuras de la farándula. Su contacto con el mundo masculino está mediado por la violencia, el abuso o el autoritarismo. No tienen forma de construirse como rivales, colegas o iguales de los hombres porque en todas sus circunstancias y facetas se reproduce y reafirma una subordinación de género. Son niñas-mujeres con problemas de autoestima y con dificultades para definir alguna cualidad de si mismas distinta a su capacidad para trabajar y obedecer: La mayoría de las niñas entrevistadas considera que sus defectos se relacionan con la timidez, la incapacidad para hablar con las personas y el mal genio. Muy pocas niñas ven en el trabajo un medio para el logro de fines más amplios y lejanos; el servicio doméstico no tiene posibilidades de ascenso -lo cual es un derecho del trabajador- dentro de su propio universo; no hay diferencia real entre una niña aprendiz o una empleada con años de trayectoria: de las dos se espera lo mismo. Lo máximo que logra una empleada en años de trabajo es hacer más cosas en menos tiempo y mejor hechas; el tiempo que libera, generalmente, lo emplea en hacer más trabajo. Aunque ya se ha probado que a mayor edad mayor salario, estos argumentos no se invalidan porque el meollo del asunto es que el trabajo doméstico no redunda en la cualificación personal de la empleada, no tiene un saldo para su único usufructo. 3. El trabajo domestico infantil ayer y hoy: ¿Algunos cambios significativos? Las entrevistas con algunas mujeres adultas que se desempeñan, o se desempeñaron, como empleadas domésticas desde niñas112 permitieron identificar algunos factores que confirman el mantenimiento o los procesos de cambio en las condiciones de trabajo, las relaciones y la valoración del trabajo doméstico infantil, es decir, bosquejar los cambios históricos en el servicio doméstico tal como se presenta en Colombia. 3.1 Razones y condiciones de trabajo Las razones por las cuales empezaron a trabajar siguen relacionadas con la pobreza y el maltrato familiar. La diferencia con las niñas entrevistadas está en la edad de inicio y la escolaridad. Es común en las de más edad que duren mucho tiempo (entre 5 y 10 años) con un mismo empleador o que pasen por diferentes hogares de una misma familia. El trabajo ha sido más duro por la carencia de electrodomésticos, por el maltrato de los empleadores y por la escasa protección laboral. Aquí es pertinente introducir una hipótesis: aunque el trabajo doméstico sigue definiéndose por los elementos expuestos a lo largo de este documento la figura de la empleada doméstica y las características del empleador han variado lo cual incidió en que el trabajo doméstico se humanizara. El personaje de la criada -o la sirvienta-, generalmente “recogida” por la familia, analfabeta, aislada, sobreexplotada, sometida a la voluntad hegemónica del patrón y usualmente violada por los hombres del hogar ya no existe porque tampoco quedan patrones déspotas, del tipo patriarcal, ni patronas crueles y arbitrarias. Es un proceso paralelo y, simultáneamente, determinado por la modernización del país, por la extensión de las profesiones y los profesionales, por la penetración de los medios de comunicación en el ámbito de lo privado, por el aumento de la escolaridad, la disminución de las tasas de fecundidad, la ampliación de la oferta laboral, la urbanización creciente, la expansión de las capas medias de la sociedad, la inestabilidad laboral y económica que implica una alta rotación de puestos de trabajo, el cambio cultural en las elites, etc. El hogar ha cambiado, ya no es ese mundo hermético e impenetrable que giraba alrededor de la autoridad indiscutible del padre. Lo público (entendido como la legislación y la normatividad, la comunicación, la forma misma de la vivienda) ha abierto los hogares y ha creado intermediarios entre los sujetos con autoridad y los objetos de esa autoridad. La familia ya no acepta ni tolera tiranías porque se han diversificado las formas en que la sociedad puede proteger a sus miembros más vulnerables, aún a costa de su propia voluntad. A eso se añade la distribución demográfica de la población que determina que la mayor parte de empleadores de servicio doméstico esté entre los 40 y 60 años 112 Se realizaron entrevistas a 9 mujeres adultas con las siguientes características: un promedio de edad de 37.6 años. Dos mujeres tienen menos de 30 años, tres tienen menos de 40 años, dos tienen menos de 50 años y dos tienen más de 51. Respecto a la escolaridad sólo dos de las nueve mujeres han cursado grados de la secundaria (séptimo y noveno), dos tienen primaria completa y tres primaria incompleta. De dos mujeres no hay información. Dos mujeres vienen de municipios de Cundinamarca, cuatro del Tolima, una de Boyacá, una de Santander y sobre una no hay información. Dos mujeres están en situación de desplazamiento. Seis mujeres estaban empleadas por días al momento de ser entrevistadas, una estaba interna, una buscaba trabajo y otra estaba dedicada a su propio hogar. Tres de las mujeres llevan trabajando entre 35 y 45 años; tres entre 20 y 25 años y tres menos de 5 años. y sea una generación socializada en un medio urbano y con actividades típicas de este medio de las que provienen la mayoría de sus ingresos. Podría plantearse la hipótesis de que un empleador rentista, propietario de tierras rurales (así viva en la ciudad) y mayor de 60 años tiene más tendencia a establecer relaciones despóticas con sus empleados. Indudablemente, el perfil del empleador ha cambiado (y se podría aventurar que más que el de la empleada). Es importante responder estas preguntas ¿Quién (qué estrato social) demanda servicio doméstico ahora y quién hace 20 o 30 años? ¿Qué necesidades satisface ahora la empleada doméstica y cuáles satisfacía antes? Una hipótesis es que en los años 60 y 70 (los años del aceleramiento definitivo de la urbanización) el servicio doméstico era una manifestación de estatus mientras que ahora es una necesidad que se corresponde plenamente con la creciente profesionalización de las mujeres y de su participación en el mercado laboral. La diferencia entre empleada y empleador ya no se marca de la antigua forma evidente: por el uso de uniforme, por los apelativos mutuos o por la segregación en el espacio. Esto no significa que las distancias se hayan borrado o que la asimetría se haya superado, la diferenciación se ha hecho sutil aunque sigue siendo evidente. Incluso, tanto en niñas como en adultas, se ha naturalizado. En las narraciones de las empleadas de más edad se perciben vestigios de esta etapa del trabajo doméstico pero, así mismo, es claro que pertenecen a un pasado remoto. 3.2 El significado del trabajo en la calidad de vida Una primera conclusión es que, al tenor de estas entrevistas, nunca se sale del trabajo doméstico aunque sí se abandona la condición de empleada interna. Sólo una de las mujeres se había dedicado al hogar y a ayudarle a su esposo en un negocio familiar. Las demás seguían trabajando, para ellas mejorar es pasar de internas a trabajar por días porque así pueden ayudar o sostener a sus familias y escoger a sus empleadores. El trabajo por días es visto como alcanzar independencia y autonomía, ser menos empleada. La rotación también es escasa, pocas han tenido -y aprovechado- la oportunidad de cambiar de oficio. Generalmente han pasado por trabajos como aseadoras o atendiendo público en restaurantes y panaderías. Ninguna ha tenido un trabajo estable con una vinculación laboral formal. Siempre han trabajado sin contratos ni prestaciones sociales. En el momento de la entrevista ninguna de ellas era propietaria de su vivienda. Las mayores están casadas, las más jóvenes se han separado, han tenido varias uniones y, en ambos casos, son las responsables únicas de la manutención de los hijos. El sentimiento que prima hacia los empleadores y el empleo es la gratitud; si bien son conscientes de que es un trabajo sólo para sobrevivir también reconocen que les permitió criar a sus hijos, ofrecerles estudio (aunque en ningún caso más allá del bachillerato) y mejorar la condición de vida de su familia; en sus hijos han conjurado las privaciones y el hambre de su niñez. Agradecen a sus empleadores la ayuda en especie que le dieron a sus familias o a ellas mismas: ropa, alimentación, vivienda y estabilidad (entendida como permanencia). Consideran que haber estado empleadas en un hogar de terceros les permitió aprender “cosas” que significaron un mayor bienestar para sus familias: comidas, nutrición, orden en la casa, formas de trato, maneras de conducir a la familia, etc. A la gratitud por el empleador se suman sentimientos de afecto y de respeto. Reconocen que las maltrataron pero lo consideran parte de la formación. En la relación de esta generación de empleadas con sus patrones es más evidente que el empleador no solo es sino que simboliza la autoridad y en esa medida se le atribuyen las funciones del padre, esto le da derecho a ejercer maltrato o a ser “duro” y “fuerte”, prerrogativa del padre sobre los hijos y que se hace extensiva a la patrona. Así mismo la empleada tiende a considerar que el salario y las demás dádivas son una manifestación de la bondad y los buenos sentimientos del patrón. En ellas hay todavía menos asunción del rol de trabajadoras que en las niñas, no conciben una relación contractual con el empleador. Otro aspecto de esta relación que se mantiene en las niñas es, más que la obediencia, el sujetarse por completo al estilo del empleador, a su lógica, sus necesidades, sus modos de hacer y sus caprichos. En esta manera de actuar se muestra, una vez más, que en el trabajo doméstico no tiene tanta importancia la acumulación de experiencia y que no hay un intercambio “pedagógico” entre los dos actores: la empleada no “forma” ni “enseña” al empleador, en ese sentido su trabajo no tiene efectos sociales o culturales. Desde otro punto de vista podría afirmarse que en el universo de este trabajo hay muchos elementos premodernos porque sigue dándose en mundos cerrados, monológicos y privados; tampoco ha alcanzado el estadio contractual de rol y función sino que sigue primando el estilo personal de un actor que, respecto al otro, tiene un poder que le permite sojuzgarlo. Quizás una forma de modernizar esta relación y de introducir elementos de lo público y lo contractual sería el mayor protagonismo de las agencias como intermediarias entre empleador y empleada. La superación definitiva de esa relación velada y semioculta de servidumbre sería la abolición del servicio doméstico interno. 3.3 Percepción del servicio doméstico Estas mujeres eran todavía más frágiles que las niñas que se han venido describiendo, la fluidez entre autoridad del padre o la madre y los empleadores y de los trabajos en el hogar y el trabajo doméstico era aún mayor, la subordinación al patrón estaba completamente naturalizada. Además en sus hogares sufrían mayor maltrato y vivían en ambientes de más pobreza y privación, esas condiciones prefiguraban la posterior relación con los empleadores. Esta afirmación puede leerse en la reiterada alusión a la comida (su cantidad, periodicidad y calidad) como una ventaja y el aspecto más positivo de trabajar en el servicio doméstico. Igual sucede con la ropa y la vivienda. Esta valoración podría ser el envés de una carencia reiterada que por primera vez se veía satisfecha. La naturaleza de la relación empleador-empleada se confirma al observar las cualidades que según ellas tiene un buen empleador: darles buen trato y tener buen genio, ser considerado y humanitario, que aprecie el trabajo y que les pague cumplidamente. En contraposición, las cualidades de la buena empleada son la obediencia, que sea acomedida (es decir, hacer más de lo que tiene que hacer y antes de que se lo ordenen), respetuosa y de buena voluntad, honradez y cumplimiento. Estos son listados de cualidades que conforman más un relación de servidumbre que una contractual de trabajo como se entiende en términos modernos. Aún así, a posteriori, identifican lo negativo de su trabajo: los malos tratos o humillaciones a las que se exponían, la baja remuneración o el incumplimiento en los pagos, el trabajo pesado y la explotación, el encierro y la rutina. Este listado concuerda con lo que según ellas daña a una buena empleada: los malos patrones (humillantes, déspotas e incumplidos) y las malas amistades. Las de más edad consideran que el servicio doméstico es bueno para las niñas porque si los empleadores son buenos las cuidan y les enseñan a trabajar; pero si los patrones no son buenos las pueden manipular, engañar y pagarles menos que a una adulta. Ellas creen que una menor tiene la ventaja de ser más ágil y rápida aunque sea menos responsable. En este punto hay una leve diferencia entre las empleadas más jóvenes y las mayores: las primeras ven en las niñas sus competidoras en un trabajo, las últimas expresan un sentimiento más maternal y de protección. Sin excepción consideran que la única posibilidad de mejorar es el estudio pero no lo ven como un derecho de la empleada sino como una concesión del empleador. También por unanimidad desean para sus hijas otra experiencia, la mayoría quisiera que estudiaran y se desempeñaran como profesionales o que tuvieran un trabajo de oficina. 3.4 Influencia en su vida personal Estas mujeres fluyeron de un hogar a otro y aunque formalmente distintos su situación fue muy similar. El exceso de trabajo y la sujeción a una autoridad son los elementos que igualan el hogar paterno, el del empleador y el propio. Siempre hicieron -y siguen haciendo- las mismas actividades rutinarias e invariables a pesar de las décadas que separan las distintas etapas. Son mujeres que trabajaron siempre para otros y sólo de contera para sí mismas. Variaron las contraprestaciones (afecto, salario) pero siempre hubo una actitud que vició por completo su experiencia: el sentimiento de ser objeto de la buena voluntad de los otros, el no concebirse ni asumirse como sujeto múltiple de diversos derechos (niña, mujer, trabajadora, cabeza de hogar, ciudadana). Son mujeres frágiles y vulnerables porque siempre han estado a merced de otros, porque han creído que deben merecer lo que se les da y ese merecimiento está condicionado a que el otro las apruebe y se sienta satisfecho con ellas. El costo es subordinar su persona a exigencias externas, vaciarse para poder llenarse del contenido que convenga en ese momento. Su gran logro después de años de trabajo es haber levantado a los hijos, trabajaron para darles techo, alimentación, ropa, estudio y recreación. Lo que obtuvieron a cambio es sólo la satisfacción de haberlo hecho. ¿Qué puede pasar con las empleadas domésticas que no tengan hijos? ¿De dónde va a provenir su gratificación si no tienen cómo experimentar el deber ser que la sociedad patriarcal ha impuesto a las mujeres de sacrificio y postergación? Suponiendo que ese fuera el destino de las 90 niñas con las que se trabajó (70 encuestadas y 20 entrevistadas), primero, ¿es deseable?, segundo, ¿cómo torcerlo?, tercero, ¿es suficiente con mejorar las condiciones laborales? 3.5 El control social: factor protector y regulador el la relación empleador empleada Como ya se esbozó, los empleadores han cambiado. Uno de esos cambios es que ya no creen ser portadores naturales de un poder señorial legitimado por su estatus socio- económico y que les da pleno derecho sobre su empleado; su autoridad ya no los protege ni les permite ejercer su arbitraria voluntad. Aunque no haya una estricta relación contractual, y a pesar de que la empleada no se asuma como trabajadora ni ejerza su derecho, el empleador no se extralimita porque el riesgo de incurrir en violaciones a la ley y ser denunciado actúa como freno. Por otro lado, en la relación que establecen con su empleada hay un cálculo racional que está basado en una especie de miedo a la retaliación. El empleador se concibe en una cierta desventaja, le otorga un poder a la empleada que hace que, simultáneamente, desconfíe de ella y la trate bien. Esto tiene que ver con lo que se exponía antes de la apertura del hogar y de la introducción de elementos de lo público en el ámbito privado. El empleador, a la vez, teme y valora las relaciones que la empleada pueda tener fuera de su hogar y cómo vayan a afectarlo a él. En este sentido hay otros dos factores que actúan sobre ambos actores y los controlan, incluso los inhiben: • La proximidad y agrupación de las viviendas. • La red que forman las recomendaciones personales. Ambos son factores externos que vigilan, simultáneamente, a uno y otro. El que la empleada pueda contar a otros vecinos o empleadas lo que sucede en el hogar donde trabaja o el trato que recibe es un riesgo que orienta las acciones de los empleadores y una posibilidad para que la empleada identifique, comprenda y controle su relación con el empleador. Por otra parte, el que la empleada trabaje para diferentes empleadores que tienen relación entre sí la obliga a cuidar su comportamiento. La mayor necesidad de los empleadores es aumentar su seguridad en el extraño que llevan a la casa, en últimas, parecen dispuestos a sacrificar eficiencia por confianza. Una niña, que venga del campo, que ojalá esté sola en la ciudad, que no estudie y que esté recomendada es el tipo que les genera mayor confianza. La recomendación más confiable es la del empleador de alguna mujer de la misma familia o región de la niña que contratan. Como ya se dijo su ideal es una niña que puedan moldear según sus deseos. Aunque parecería que en este punto hay diferencias entre empleadores según su edad y ocupación: las más desconfiadas y temerosas son las mujeres mayores. Aunque en su lógica mayor conocimiento y control de la empleada significa un mayor margen de seguridad, los empleadores poco saben de su empleada, conocen a la madre o algún familiar, saben algo de la historia personal y tienen una idea de lo que hace cuando no está trabajando; en la relación laboral que establecen están más o menos diferenciados el rol de empleada y su propia persona y la jornada laboral y el tiempo libre fuera de la casa. Los empleadores ejercen un control más o menos férreo y detallado pero permiten (o mejor, no impiden) una vida individual fuera de la casa. Esa es una diferencia fundamental con la condición narrada por las empleadas adultas. 4. Factores de riesgo y protectores y vulneracion de derechos en el trabajo domestico infantil 4.1 Sobre los factores socioeconómicos y culturales que explican el trabajo infantil en servicio doméstico Las niñas que vienen de zonas rurales y cuyos padres son campesinos que se dedican a labores agrícolas se ven en la necesidad de ingresar al servicio doméstico, principalmente por las siguientes razones: • El campo brinda el mínimo vital para la supervivencia física pero no permite la acumulación ni el consumo de bienes. • No pueden mantenerse en el sistema educativo bien por la escasez de recursos de la familia, porque la escuela no ofrece más que educación primara o porque el cumplimiento del calendario escolar está sujeto a muchos factores que no dependen de la voluntad o el interés de los estudiantes. • Sus carencias y las familiares las presionan a conseguir trabajo y en sus pueblos no tienen opciones, no tanto por su edad o su escolaridad sino porque no hay fuentes de empleo disponible. • En sus hogares sufren formas de maltrato y abuso que hacen imposible la convivencia. • La violencia política que afecta principalmente a la población rural y obliga al desplazamiento forzado de población. Las niñas de procedencia urbana trabajan porque las difíciles condiciones económicas de sus familias no permiten que sus padres les den estudio y bienes diferentes a la alimentación y la vivienda en condiciones precarias; enfrentan también las malas relaciones con sus familias y la carencia de otras alternativas laborales. En ambos casos las niñas se ven obligadas a hacerse cargo de sí mismas desde el comienzo de su adolescencia y no tienen ninguna opción de trabajo diferente al servicio doméstico; en esa carencia de alternativas influyen su género, su escolaridad, su edad y el desempleo generalizado en las ciudades y agudizado en las zonas rurales o en ciudades de provincia. El trabajo es un medio para seguir sus estudios, acceder al consumo, ayudar a sus familias, ampliar sus posibilidades escolares, sociales y culturales de superación y cambio de oficio y, en general, la posibilidad de conseguir un mejor estatus social y económico que el de sus familias. Muchas condiciones reproducen el trabajo doméstico infantil. Las niñas vienen de situaciones sociales, económicas y culturales particulares (pobreza, carencia de servicios, baja escolaridad de padres, conflictos familiares y sociales), el trabajo que les ofrece la ciudad es el servicio doméstico, las posibilidades de estudio son nocturnas o de tiempo parcial los fines de semana, no hacen los cursos completos sino los validan. El cambio más factible es pasar a la economía informal o seguir en los servicios pero ya no en el hogar de terceros. 4.2 El contexto de violencia social y política y el trabajo domestico Sin duda, factores como la delincuencia social y la violencia política influyen negativamente en la relación que se establece entre empleadores y empleadas. Las constantes denuncias de empleadas comprometidas en el secuestro de niños y en los robos a las viviendas, entre otras, acentúan el clima social de desconfianza y llevan a que los patrones asuman una actitud de mayor vigilancia y encierro hacia sus empleadas. La mayoría de las prohibiciones (hablar con extraños, llevar visitas a la casa, hablar por teléfono) son justificadas por los empleadores como simples medidas preventivas, especialmente si ya han sido víctimas de robos por parte de empleadas anteriores. Se asume, o bien que la empleada puede ser una potencial delincuente o que su ingenuidad la hace fácilmente manipulable para delincuentes que viven a la conquista de cómplices, especialmente si son menores de edad. Aquí es fundamental introducir una idea: quizás si la sociedad colombiana -y los habitantes de Bogotá- no atravesaran por las particulares condiciones de inseguridad y violencia que han creado un clima colectivo paranoide, temeroso y agresivo las relaciones empleador-empleada y la vivencia misma de las niñas sería diferente. 4.3 El trabajo domestico infantil: ¿bueno o malo, mejor o peor? Factores de riego y factores protectores No es recomendable calificar a priori la vinculación de las niñas al trabajo doméstico como buena o mala, mejor o peor; si bien el trabajo no debiera ser, en ninguna circunstancia, alternativa de mejoría para ninguna niña, la situación socioeconómica y política del país, de hecho, viola y vulnera los derechos de la niñez al someterlos al hambre y los malos tratos y al negarles las posibilidades de acceso a la educación, la salud, la recreación y demás derechos. Al crecer en un mundo marcado por las carencias y las necesidades, el trabajo doméstico aparece como la posibilidad de acceder al alimento, tener techo, ropa y, en algunos casos, de disminuir el maltrato. En ese sentido, y paradójicamente, el servicio doméstico representa una mejora substancial de la calidad de vida de estas niñas. Es importante destacar que mientras el Estado y la sociedad no garanticen los derechos mínimos de la niñez y mientras no se reconozcan y respeten los derechos de las mujeres y de los y las trabajadoras, las niñas seguirán encontrando en el trabajo doméstico en hogares de terceros la única alternativa de supervivencia, aun cuando signifique también la vulneración de derechos. El trabajo doméstico tiene un significado y un efecto diferentes en la vida de las niñas dependiendo de los siguientes factores: • Características de sus familias de origen. • Características socioeconómicas de sus contextos de procedencia. • Características personales: auto percepción, recursos comunicacionales, educación, etc. • Redes sociales e institucionales de apoyo. • Características de la familia empleadora. Teniendo en cuenta estos aspectos es posible, entonces, determinar los factores de riesgo o protectores en relación con los derechos de las niñas, veamos: Factores de riesgo • Proceder de una familia desintegrada y/o caracterizada por relaciones de maltrato, abuso y abandono. • Carecer en la ciudad en donde se trabaja de contactos y apoyos de familiares y amigos. • Desconocer la ciudad donde se trabaja y su red de servicios. • El analfabetismo y los bajos niveles educativos. • Presentar problemas de salud. • Tener defectos o limitaciones físicas. • Que la niña desconozca sus derechos. • Que el empleador desconozca sus deberes. • El aislamiento social, esto es, la falta de relaciones con chicas y chicos de su edad. • El no estar escolarizada o realizando algún tipo de labor o aprendizaje diferente al oficio doméstico. • El consumo de alcohol o de sustancias psicoactivas en la familia empleadora. • Niveles de alta conflictividad y de desintegración de la familia empleadora. • Que el empleador no pueda suministrarle una habitación propia ni demarcarle una jornada laboral diaria. • Que el empleador no tenga ingresos constantes y estables y que la remuneración de la niña dependa de esas contingencias. Las niñas en peor situación son las que están solas en Bogotá, tienen a la familia lejos y además no estudian. Ellas están sometidas al encierro, a la nostalgia y a la total merced del empleador. Son niñas que no tienen tiempo libre porque no pueden emplearlo en nada, si no trabajan se encuentran con una cantidad de tiempo que no tienen en qué invertir y que les resulta penoso, pesado y deprimente. La opción para las niñas en esta condición es quedarse sola en la casa o ir con los empleadores a donde ellos vayan -si la invitan. Salir con ellos es seguir en la misma condición subordinada, desempeñar el papel de toda la semana pero en un espacio diferente. Sobre estas niñas la autoridad del empleador es potencialmente más fuerte, lo único que impide o mitiga su arbitrariedad es su propia voluntad. Factores protectores • • • • • Pertenecer a un núcleo familiar sólido. Mantener relación y comunicación permanente con la familia. Tener familiares, paisanos y/o amigos en la ciudad donde trabaja. Conocer la ciudad y su red de servicios. Saber leer y escribir o tener niveles educativos acordes a su edad. • Conocer sus derechos como empleada menor de edad. • Que los empleadores conozcan los derechos legales de las empleadas. • Tener amigos y amigas de su edad y participar de dinámicas de encuentro y esparcimiento. • Estar estudiando o realizando algún tipo de labor o aprendizaje diferente al oficio doméstico. • Niveles adecuados de comunicación e integración de la familia empleadora. • Estabilidad laboral y económica del empleador que le garantice su propia estabilidad. Las niñas en mejor condición son las que estudian y tienen familia o paisanos en Bogotá porque eso representa un universo alterno y contrario al laboral, pueden establecer una diferencia clara y saludable entre trabajo y tiempo libre. Son niñas que no están privadas de una vida social activa, que tienen contacto con personas de su edad, que están respaldadas y que pueden ver alternativas a situaciones que las niñas anteriores no pueden controlar ni alterar. El tema de los factores de riesgo y de protección se amplía si se lo refiere a otro criterio para valorar el trabajo infantil: qué pierde y qué gana la niña al trabajar. En casos “normales” (donde no hay maltrato intrafamiliar, ni situación de desplazamiento, ni orfandad) la niña está perdiendo su niñez, esto es, el periodo social y culturalmente asignado para la socialización básica, el juego, la creación de valores, el ocio creativo, la irresponsabilidad y la experimentación de sensaciones emocionales y afectivas, en general, el periodo de moratoria, el plazo de gracia, que concede la sociedad antes de asumir el rol de adulto. En esos casos normales la pérdida, de índole emocional, estará siempre insuficientemente compensada por cualquier ganancia económica. Pero en los casos “anormales” (en los que la niña proviene de condiciones familiares y sociales extremas) la ganancia es superior a la pérdida puesto que significa, en lo fundamental, la liberación de una situación lesiva y denigrante que trae ventajas adicionales: comodidad, mejor nivel de vida, dinero disponible, apertura de intereses y alternativas y, sobre todo, no estar expuesta a riesgos de mayor abuso. En el primer caso el trabajo es completamente alienado puesto que se expresa sólo en dinero, en el segundo caso tiene una significación más amplia porque involucra condiciones de existencia. Sin embargo, el trabajo doméstico para terceros no brinda en sí mismo una posibilidad de objetivación ni genera reconocimiento. No es un trabajo creativo que implique la concentración del espíritu en el logro de un fin, no es un trabajo que cree valor. 4.4 Acceso y /o vulneración de derechos La actitud de los empleadores hacia el servicio doméstico parece depender del nivel de escolaridad y del estrato. Para los de mayor escolaridad predomina la idea de una relación contractual en la cual un sujeto paga a otro por cumplir determinadas tareas en un tiempo y espacio acordado de antemano. En el otro extremo está el empleador que considera que le está haciendo un favor a una niña en condiciones difíciles que necesita un ingreso económico. Este tipo de empleador tiende a confundir o a oscilar entre considerar a la empleada un miembro de la familia o un objeto de beneficencia. No suelen considerar a la niña como su par en cuanto sujeto de iguales derechos o por tener una misma condición civil; su relación se fundamenta en las desigualdades y las asimetrías. Aunque no es común un maltrato evidente y extremo tampoco hay un reconocimiento de los derechos de tercera generación (los específicos por razón del sujeto o por razón del objeto). Se les reconoce el derecho a comer, vestirse y dormir bajo un techo (la supervivencia, que es derecho de primera generación) o a estudiar para mejorar las condiciones de vida en el futuro (derecho de segunda generación), pero no se les reconocen derechos a tener una vida social libremente elegida, a la recreación, al ocio y el juego o al ejercicio de la sexualidad. Se aprueba a la empleada cuando el resultado de su trabajo y su forma de ser se adaptan a las expectativas, necesidades o creencias del empleador pero se le reprende o estigmatiza cuando su conducta diverge de esos criterios. De estas niñas se exige obediencia, disciplina y seriedad dentro del trabajo pero no se aceptan expresiones de su personalidad ni de su condición de mujer o de joven. La otra dimensión del problema está en que, tanto para las niñas como para sus empleadores, su trabajo es una continuidad natural del oficio casero por lo cual no requiere capacitación sino, escasamente, fortalecer habilidades o perfeccionar modos de hacer aprendidos en su propio hogar. Cualquier persona estaría en capacidad de desempeñar estas labores por lo cual no es un trabajo valorado. Además, el trabajo doméstico tiene una relación directa con la empleadora, y con sus roles de ama de casa, madre y esposa, y con los niños; la relación con el hombre de la casa -rol de padre, esposo y proveedores indirecta, la empleada doméstica lo sirve pero no es su reemplazo, su suplente o la persona que optimice la eficiencia de sus funciones. Esto es clave en una sociedad machista como la nuestra. El que se pueda contratar a alguien para que realice los oficios de la casa y la atención a la familia tiene una significación diferente según género, estrato, escolaridad y ocupación del empleador. En el mejor de los casos, el servicio doméstico libera tiempo de la mujer para el desempeño laboral fuera del ámbito privado del hogar, es en estos casos en los que más importancia se le atribuye. Se le valora mucho menos cuando el servicio doméstico libera a la empleadora de la actividad en sí misma y de las molestias que trae consigo pero no le facilita el desempeño laboral porque éste no existe. En el primer caso el trabajo doméstico facilita un proyecto de vida porque convierte a la mujer liberada de esas tareas en proveedora del hogar y le permite el ejercicio de un rol en el ámbito público, en el segundo caso apenas produce ocio. Por otro lado, podría pensarse que la niña en servicio doméstico suplanta una parte del rol de madre, esposa y “propietaria” pero que no recibe la gratificación emocional y afectiva con la cual la sociedad recompensa el ejercicio de ese rol. El trabajo doméstico es, entonces, un medio para el logro de los fines del empleador, a cambio la empleada no recibe nada diferente al salario, no la cualifica como persona. Su trabajo es fundamental porque permite a la unidad familiar mejorar sus ingresos y su estatus, sin embargo, paradójicamente, no es un trabajo valorado. Prueba de ello es que sigue siendo asignado a las mujeres con menos repertorios culturales de los sectores más empobrecidos de la población rural y urbana. - Ni noción de derecho, ni noción de niñez Las niñas no se reconocen a sí mismas como trabajadoras ni como sujetos de derecho. Este reconocimiento se dificulta aún más cuando el empleador es a la vez pariente o allegado de la familia de la niña o cuando ésta no recibe un salario sino que trabaja a cambio de vivienda, estudio, alimentación o por servir de compañía a una persona. Al no reconocerse como trabajadoras las niñas se asumen como objeto de un favor o de una dádiva y eso las coloca en una posición mental, emocional y cultural subordinada, las priva de valía ante sí mismas. Consideran que el gran favor que les hacen es darles trabajo aunque sean menores de edad y no tengan bachillerato. Sin embargo, reconocen dos situaciones. En primer lugar es reiterada la idea de que los empleadores contratan a una menor de edad porque le pueden pagar menos, pero no ven en el salario más bajo una consecuencia de su minoría de edad o de su inexperiencia sino el resultado de que el empleador sabe que ellas lo van a aceptar porque una niña no pelea ni impone condiciones, no sabe negociar. Esa misma razón explica, según las empleadas adultas, por qué los empleadores prefieren niñas. Pero los empleadores no utilizan ese argumento, para ellos la niña es preferible porque es sana, manejable y obediente y se le paga menos, cuando lo admiten, porque, uno, no tiene responsabilidades de adulta y, dos, en su casa está mejor que en la de su familia. También reconocen algunos derechos del niño pero no con claridad ni diferenciándolos de los derechos del adulto o de los valores cristianos relacionados con el trato al prójimo. La concepción que las niñas tienen del derecho está completamente influida por la autoridad que otorgan al adulto, entonces sus derechos son más bien concesiones que les hacen los adultos de buena voluntad que las rodean o a los que están sujetos de alguna forma. La mayoría de estas niñas no concibe la existencia de instancias ajenas a la relación empleado-empleador que puedan imponer sus propias decisiones y así favorecerlas. En esa circunstancia también puede leerse la transferencia de autoridad entre padres y empleadores y la concepción de “hogar” como universo cerrado y privado sujeto a una voluntad hegemónica. La idea de reivindicar, rehabilitar o mejorar las condiciones de vida y de trabajo de las niñas se fundamenta en que esto se logra si su trabajo está guiado por su propio interés. En las condiciones estructurales descritas ¿cuál sería este interés? No es sólo trabajar para sí mismos o hacer del trabajo un medio para la consecución de fines racionalmente definidos; hay componentes afectivos y relacionados con la tradición o los valores. La niña que trabaja se siente independiente y adulta, máxime si puede ayudar a su familia, por ejemplo. Si el criterio para valorar el trabajo infantil no es la remuneración sino su influencia en el desarrollo de la niña habría que decir que el trabajo doméstico es válido si y sólo si es un medio para el logro de un fin y si ese fin es el que determina la jornada diaria, la intensidad de las tareas y la periodicidad. El fin legítimo sería el estudio y, en algunos casos, la ayuda a la familia; cuando el fin es estudiar el trabajo se está articulando a un proyecto de vida y tiene un carácter temporal. Ahora, aquí son pertinentes las preguntas de estudiar qué y para qué. Las niñas entrevistadas no se asumen como niñas y no sólo porque estén trabajando y ayudando al mantenimiento de su familia sino porque desde temprana edad colaboraban con los oficios de su casa. En un extremo está la niña campesina que suplía a su madre mientras ella estaba en el campo y que tenía sobre sí la responsabilidad de la reproducción de la familia. En el otro están las niñas que estudiaban en jornadas diarias normales, que en su tiempo libre jugaban y hacían tareas pero que tenían algunas res- ponsabilidades en el hogar. En ningún caso el trabajo en servicio doméstico ha representado una ruptura total con la vida anterior ni ha marcado algo así como el final de la niñez. Esto hace pensar en qué concepto de niñez se está manejando, si uno puramente cronológico-biológico o uno de índole cultural. La niñez (su duración, su especificidad) está determinada, en primer lugar, por condiciones económicas y culturales, por el modo de vida y por el espacio social, el renglón productivo y la región desde la que se mire, sólo después de esos factores está la definición legal, jurídica o académica del término. - Sumatoria de derechos – sumatoria de violaciones Resultaría un tanto simplista enumerar los derechos consagrados para la niñez que son vulnerados por el trabajo doméstico infantil pues, como se mencionó anteriormente, de hecho, muchas niñas son vulneradas en sus derechos antes de ingresar como trabajadoras domésticas, a tal punto que el trabajo significa una mejoría o una oportunidad para acceder a derechos tan elementales como el derecho a la alimentación o a la vivienda y, en algunos casos, hasta a la recreación, la salud y la educación. Al respecto es importante destacar que cuando el trabajo está marcado por relaciones de exclusión, discriminación y subordinación le niega a la niña posibilidades de un sano desarrollo; en esos casos el proceso de construcción de su identidad se verá seriamente afectado en tanto se le impide autopercibirse como persona, autónoma, capaz y creativa. En estas condiciones el trabajo la está condenando a aceptar y a “naturalizar” una sociedad de ricos y pobres, capaces e incapaces, mejores y peores, un mundo en el que ni siquiera se permiten las aspiraciones. Otra característica importante del trabajo doméstico infantil es el encierro y la restricción a entablar relaciones con hombres y mujeres de su edad, aspecto que impide, entre otros, el derecho al ejercicio de la sexualidad y que genera sentimientos de soledad, abandono y conductas depresivas. Por otro lado, el análisis acerca de la relación entre trabajo doméstico infantil en hogares de terceros y derechos no puede restringirse a considerar solamente los derechos de la niñez, porque quienes se desempeñan en este oficio además son mujeres y trabajadoras, por lo tanto, deben analizarse también los derechos de las y los trabajadores y los derechos de las mujeres. Los primeros derechos vulnerados de estas trabajadoras son a la libre elección de profesión u oficio y a la promoción. Las encuestas y entrevistas ilustran con claridad, además, como el trabajo doméstico, por realizarse en un ámbito privado, permite vulnerar más los derechos de los trabajadores en cuanto a la jornada laboral, salarios y prestaciones sociales. El derecho más vulnerado como mujer en este trabajo es estar sujetas a patrones estereotipados de comportamiento y prácticas sociales y culturales basadas en conceptos de inferioridad o subordinación. ¿Cómo humanizar el trabajo domestico? En estas niñas se contratan brazos, piernas, el poco de inteligencia necesario para no dejar entrar un extraño o para no permitir que un niño se hiera. De ella, por principio, no se requiere que aporte sino que cumpla. En ella se han disociado las facultades de pensar y ejecutar. Su iniciativa se reduce a encontrar la forma de hacer lo que le ordenaron en menos tiempo y empleando menor esfuerzo físico. Cambiar esta condición del trabajo no depende de la buena voluntad o de la escolaridad del empleador, supone más bien una profunda transformación socio-cultural que propenda por una revaloración y resignificación del trabajo doméstico y de las relaciones entre adultos y niños, hombres y mujeres. La pregunta es ¿qué adultas van a ser estas niñas? pareciera que van a estar en las condiciones intelectuales, económicas y morales de las mujeres de comienzos de siglo, de las previas a la generación que pensó en el feminismo y la visión de género. 5. Conclusiones y recomendaciones • Situaciones de nuestro país como la crisis del sector agrario, la agudización del conflicto armado interno, la pobreza generalizada y la violencia intrafamiliar obligan a muchas menores de edad a salir de sus hogares y a buscar el trabajo doméstico como opción de sobrevivencia personal y/o apoyo a la precaria situación económica de sus hogares. • La mayoría de las niñas trabajadoras domésticas nacieron y vivieron su primera infancia en el campo y un alto porcentaje pasó directamente de vivir en una vereda a vivir en Bogotá. • La edad promedio en que empezaron a trabajar es de 14 años, la mayor cantidad empezó entre los 14 y los 15 años. El 11.4% de las niñas empezó a trabajar antes de los 12 años y el 23% entre los 12 y los 13. • Las niñas internas trabajan en promedio 12 horas diarias y 26 días al mes; las niñas empleadas por día trabajan 10 horas diarias y 22 días al mes. • El servicio doméstico interno es un oficio que se ejerce desde las 5 de la mañana hasta las 10 de la noche, esto es, durante 17 horas diarias. Este dato muestra la disponibilidad obligada de la niña y la discrecionalidad absoluta del empleador sobre su tiempo. • Al relacionar el salario con el promedio de horas trabajadas por una empleada interna se encuentra que la hora de trabajo vale 388 pesos, esto es, aproximadamente, 20 centavos de dólar. Si el cálculo se hace con las horas/oficio el costo baja a 14 centavos de dólar. En el mejor de los casos -salario más alto, jornada más corta- la hora resulta costando 50 centavos de dólar, es decir, $1000. • El hecho de que el trabajo doméstico se desarrolle en un ámbito privado y que tenga unas connotaciones de intimidad hace difícil introducir en él conceptos jurídicos. • El hogar del empleador aparece como un hogar sustituto para la niña; la autoridad de los padres es transferida al empleador, los padres le delegan sus facultades para dictar normas, imponer conductas, sancionar o prohibir. Padres y empleadores consideran que si la niña debe trabajar el mejor lugar para hacerlo es con una familia porque va a estar protegida, normalizada y vigilada. • El trabajo doméstico garantiza la supervivencia diaria e inmediata pero no permite construir proyectos de vida a largo plazo ni acumular excedentes. Una empleada doméstica muy difícilmente será propietaria de su vivienda o de su propio negocio o trabajadora independiente • En la relación empleador-empleada doméstica se mezclan actitudes, valores y conductas de la relación filial, de la fraternal y hasta de la conyugal; en el espacio laboral se crea un ethos confuso y conflictivo que genera afectos y desafectos que ya nadie controla y que deforman ambos roles. Esto influye en cómo se identifiquen y definan categorías como abuso, explotación, maltrato y condiciones laborales. Es en este punto donde está la imposibilidad de estandarizar el oficio, la remuneración y la jornada. • Emplear a una niña para que realice los oficios domésticos resulta “ventajoso” para sus empleadores porque consideran que son personas sanas, obedientes y manejables -lo cual significa que no tienen experiencia ni repertorios que les permitan comparar situaciones y formular exigencias o que puedan representar un peligro potencial para la seguridad del hogar. De otra parte, la juventud garantiza eficiencia, agilidad, rapidez, buena salud, facilidad para aprender y adaptarse. • Las cualidades que los empleadores más valoran en sus empleadas son, en ese orden, la honestidad, la limpieza, la responsabilidad y el deseo de superación. Después figuran la sumisión, la lealtad, la nobleza, la sinceridad y el respeto. Piden que sean acomedidas, atentas, juiciosas y que los traten bien. Estos son listados de cualidades que configuran más un relación de servidumbre que una contractual de trabajo como se entiende en términos modernos. • Muy pocas niñas ven en el trabajo un medio para el logro de fines más amplios y lejanos, el servicio doméstico no tiene posibilidades de ascenso, lo cual es un derecho del trabajador. No hay diferencia real entre una niña aprendiz o una empleada con años de trayectoria: de las dos se espera lo mismo. Lo máximo que logra una empleada en años de trabajo es hacer más cosas en menos tiempo y mejor hechas; el servicio doméstico no representa ni permite una cualificación personal de la empleada. • La figura de la empleada doméstica y las características del empleador han variado lo cual incidió en que el trabajo se “humanizara”; ha sido un proceso paralelo y, simultáneamente, determinado por la modernización del país, por la extensión de las profesiones y los profesionales, por la penetración de los medios de comunicación en el ámbito de lo privado, por el aumento de la escolaridad, la disminución de las tasas de fecundidad, la ampliación de la oferta laboral, la urbanización creciente y la expansión de las capas medias de la sociedad. • Al parecer en los años 60 y 70 el servicio doméstico era una manifestación de estatus mientras que ahora es una necesidad que se corresponde plenamente con la creciente profesionalización de las mujeres y de su participación en el mercado laboral. • Si el trabajo está marcado por relaciones de exclusión, discriminación y subordinación niega a la niña las posibilidades de un sano desarrollo porque afectará el proceso de construcción de su identidad al impedirle auto percibirse como persona, autónoma, capaz y creativa. El trabajo en estas condiciones la condena a aceptar y a “naturalizar” una sociedad de ricos y pobres, capaces e incapaces, mejores y peores. • En el trabajo doméstico infantil se vulneran, además de los derechos de la niñez, los derechos de las trabajadoras y los derechos de las mujeres • Las niñas no se reconocen a sí mismas como trabajadoras ni como sujetos de derecho. Este reconocimiento se dificulta aún más cuando el empleador es a la vez pariente o allegado de la familia de la niña o cuando ésta no recibe un salario sino que trabaja a cambio de vivienda, estudio, alimentación o por servir de compañía a una persona. Al no reconocerse como trabajadoras las niñas se asumen como objeto de un favor o de una dádiva y eso las coloca en una posición mental, emocional y cultural subordinada, las priva de valía ante sí mismas. Consideran que el gran favor que les hacen es darles trabajo aunque sean menores de edad y no tengan bachillerato. • Las niñas en peor situación son las que están solas en Bogotá, tienen a la familia lejos y además no estudian. Ellas están sometidas al encierro, a la nostalgia y la total merced del empleador. Son niñas que no tienen tiempo libre porque no pueden emplearlo en nada, si no trabajan se encuentran con una cantidad de tiempo que no tienen en qué invertir y que les resulta penoso, pesado y deprimente. • Las niñas en mejor condición son las que estudian y tienen familia o paisanos en Bogotá porque eso representa un universo alterno y contrario al laboral, pueden establecer una diferencia clara y saludable entre trabajo y tiempo libre. Son niñas que no están privadas de una vida social activa, que tienen contacto con personas de su edad, que están respaldadas y que pueden ver alternativas a situaciones que las niñas anteriores no pueden controlar ni alterar. • Si el criterio para valorar el trabajo infantil no es la remuneración sino su influencia en el desarrollo de la niña habría que decir que el trabajo doméstico es válido si y sólo si es un medio para el logro de un fin y si ese fin es el que determina la jornada diaria, la intensidad de las tareas y la periodicidad. El fin legítimo sería el estudio y, en algunos casos, la ayuda a la familia. Cuando el fin es estudiar el trabajo doméstico se está articulando a un proyecto de vida y tiene un carácter temporal. Recomendaciones Del estudio realizado, y teniendo en cuenta la complejidad del tema, se desprenden algunas recomendaciones: 1. Fortalecer y potencializar los factores protectores de las niñas empleadas domésticas a través de mecanismos jurídicos, educativos y de programas de atención, tales como: • Informar y sensibilizar a la sociedad respecto a los derechos de la niñez. • Informar y sensibilizar a los empleadores respecto a los derechos de la niñez trabajadora y los mecanismos concretos para viabilizarlos. • Fomentar mecanismos de sanción y de control social para los abusos cometidos por los empleadores. • Identificar, comprender y disminuir los factores y condiciones que determinan que el trabajo doméstico tenga la connotación de privado y clandestino que conduce a su desregulación. 2. Crear centros de orientación y apoyo para las niñas empleadas domésticas con las siguientes funciones: • Informar a la niñas sobre sus derechos como menores de edad, como mujeres y como trabajadoras. • Denunciar abusos y emprender mecanismos jurídicos de sanción. • Favorecer el encuentro y la comunicación entre las niñas. • Ofrecer alternativas de uso del tiempo libre. • Ofrecer alternativas de capacitación y formación. • Favorecer la comunicación de las niñas con sus familias. 3. Identificar los centros en los que estudian niñas empleadas en el servicio doméstico o en otras actividades y articularlos a programas orientados a: • Diversificar contenidos curriculares • Realizar talleres y otras actividades que generen en las niñas conciencia de ser sujetos de derecho y conocimientos respecto a las instituciones o autoridades que tienen la función de tutelar sus derechos. • Diseñar una política de recreación y uso del tiempo libre que incluya la asistencia institucionalmente organizada a eventos culturales. • Crear, aumentar o fortalecer la red social de las niñas y ampliar el espectro de sus actividades e intereses fuera del trabajo. 4. Establecer contactos con instituciones del Estado y ONGs tendientes a: • Acercar a la institución nacional, Distrital o local encargada de una problemática específica a la niña que la padece y propiciar un encuentro fructífero para ambas. • Fortalecer y racionalizar el trabajo de instituciones locales y ampliar su cobertura a la orientación de los empleadores. • Aumentar el número de niñas que conocen y pueden hacer valer sus derechos como niñas, trabajadoras y mujeres. • Crear las condiciones para que las niñas puedan retirarse del servicio doméstico sin menoscabar sus condiciones de vida. • Financiar investigaciones sobre aspectos o actores relacionados con el problema del trabajo infantil en servicio doméstico para garantizar un conocimiento más integral y, en consecuencia, aumentar las posibilidades de acciones eficaces y racionales. Bibliografía ACEVEDO, Juan (1997). Los niños de Cualq. Radda Barnen, Save the Children. Lima. 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Anexos Save the Children U.K - Unicef Condiciones de vida de niñas empleadas domésticas Guía de entrevista para los empleadores Barrio donde vive ______________________ Estrato ____ Casa ____ Apto ____ Edad ____ Sexo __ Escolaridad _______________ Ocupacion _______________ Entrevistador __________________________________________________ Datos del empleador ¿Cuántas personas forman su hogar? ¿Cuánto hace que tiene a su empleada? ¿Cuántas empleadas ha tenido entre mayo del año anterior y mayo de este año? ¿Cómo acostumbra conseguir empleadas de servicio doméstico? ¿Quién asigna y evalúa el trabajo de la empleada? Percepciones sobre el servicio doméstico ¿Qué ventajas tiene emplear en el servicio doméstico a una menor de edad? ¿Cuáles cree usted que resultan ser las mejores empleadas? ¿Qué cree usted que daña a una buena empleada? ¿Cómo se deben marcar las distancias con las empleadas? Condiciones laborales ¿Usted es el primer empleador de su empleada? ¿Su empleada es interna, externa o por días? ¿Qué tipo de arreglo laboral tiene usted con su empleada? ¿Le paga todo su salario en dinero? Además del dinero, ¿qué más da a su empleada? ¿Le hace descuentos del salario? ¿Por qué conceptos? ¿Su empleada está afiliada a EPS? ¿Recibe prestaciones sociales? ¿Cuántas vacaciones tiene en el año? ¿Su empleada se ha enfermado o accidentado en el trabajo? Descripción de tareas ¿Qué labores realiza la empleada? ¿Qué labores realizan los miembros de su familia en el hogar? ¿Cómo sanciona o disciplina usted a su empleada? Para empleadas internas ¿A qué horas comienza el trabajo de su empleada? ¿A qué horas termina? ¿De qué tiempo libre a la semana dispone su empleada? ¿Le dan permisos cuando los solicita? ¿Su empleada estudia actualmente? ¿Por qué no? ¿Su empleada tiene una habitación propia? ¿Le permite recibir visitas a su empleada? ¿Le permiten usar el teléfono? ¿Conoce a la familia de su empleada? Relaciones empleador - empleada ¿Qué advertencias hace a sus hijos con respecto a la empleada? ¿Cómo es la relación de la empleada con sus hijos? ¿Sabe usted qué hace su empleada en su tiempo libre? ¿Cómo cree que se siente su empleada respecto al trabajo? ¿Por qué? ¿Cree usted que su empleada quiera cambiar de oficio? ¿Por qué cree que aceptó el trabajo? ¿Cómo son las relaciones entre su familia y su empleada? ¿Cuáles son las cualidades que más valora de su empleada? ¿Cuáles son los defectos que más le molestan de su empleada? ¿Cuál es su principal sentimiento hacia su empleada? ¿Por qué? Save the Children U.k – Unicef Condiciones de vida de niñas empleadas domésticas Guía de entrevista para empleadas adultas Barrio Donde Vive ______________________________ Estrato _____ Edad _____ Escolaridad _______________ Ocupacion _____________________ Entrevistador _________________________________________________ Trayectoria laboral ¿A qué edad empezó a trabajar fuera de su hogar? ¿Cuál fue su primer trabajo? ¿Por qué aceptó trabajar como empleada doméstica? ¿Cuánto tiempo en promedio dura en un trabajo? ¿En cuántas casas ha trabajado? ¿Qué problemas se le presentan con más frecuencia en su trabajo? ¿Cuál ha sido la experiencia más desagradable que ha tenido en su trabajo? ¿Cuál ha sido la experiencia más agradable que ha tenido en su trabajo? ¿Ha trabajado siempre con contrato, servicio de salud y prestaciones? ¿Qué trato ha recibido en el trabajo? Experiencia personal ¿Cómo afectó su trabajo a las relaciones con sus padres y hermanos? ¿Cómo afecta su trabajo a las relaciones con su pareja e hijos? ¿Qué dicen sus hijos respecto a su trabajo? ¿Cómo cree usted que su trabajo ha influido en su vida? ¿Qué problemas se presentan en su hogar o en su vida social por causa de su trabajo? ¿Ha tenido oportunidad de cambiar de trabajo? ¿Por qué no cambió de trabajo teniendo oportunidad de hacerlo? ¿Qué siente con mayor frecuencia respecto a sus empleadores? ¿A quién de las personas que conoce le gustaría parecerse? ¿Por qué? ¿Apoyaría usted a sus hijas para que consiguieran trabajo como empleadas? ¿Por qué? Percepción sobre sí misma ¿Tuvo posibilidades de estudiar mientras trabajaba? Si las tuvo, ¿Las aprovechó? ¿Por qué no? ¿Cuáles son sus mayores cualidades? ¿Cuáles son sus mayores defectos? Cuando era niña, ¿qué le hubiera gustado ser de adulta? ¿Qué le gustaría ser ahora? ¿Su trabajo como empleada le ha impedido ser o hacer algo que deseara? ¿Qué? ¿Qué de su vida que le guste mucho no hubiera existido de no ser por su trabajo? ¿Alguna vez ha sentido vergüenza o rabia por su trabajo? ¿Por qué? Percepciones sobre el servicio doméstico ¿Qué ventajas tiene emplear en el servicio doméstico a una menor de edad? ¿Cuáles cree usted que resultan ser las mejores empleadas? ¿Cuáles cree usted que resultan ser los mejores empleadores? ¿La experiencia de varios años ha cambiado su forma de trabajar? ¿Cómo? ¿Cómo se suelen marcar las distancias con las empleadas? ¿Qué características de personalidad, físicas o sociales favorecen el trabajo de la empleada doméstica? ¿Cuáles son los mayores problemas que debe enfrentar una empleada? ¿Qué es lo más difícil de ser empleada? ¿Qué es lo mejor de ser empleada? ¿Qué posibilidades de desarrollo o de mejorar cree usted que tiene una empleada? Save the Children U.k – Unicef Condiciones de vida de niñas empleadas domésticas Guía de entrevista para empleadas menores de edad Datos preliminares: ¿Dónde vivía antes de llegar a Bogotá? ¿Cómo era la vida en ese lugar? (familia, amigos, actividades, uso del tiempo libre) Trabajo de los padres, ¿la madre fue empleada? Recuerdos buenos y malos del lugar, nostalgias. Espacio que ocupaba en la vivienda familiar ¿Cuánto tiempo lleva trabajando para terceros? ¿Quién tomó la decisión de que trabajara? ¿Por qué migró a Bogotá? Términos del empleo ¿Cuánto y cuándo le pagan? ¿Quién recibe el salario? ¿Cómo fue reclutada? ¿Le pagaron un anticipo? (concepto, forma de devolución) ¿Le dan algo además de dinero? ¿Qué? ¿Trabaja con contrato escrito o con acuerdo verbal? ¿La niña lo entiende? Condiciones de trabajo Labores, peligros, accidentes Horario de trabajo y de descanso Salidas y vacaciones anuales Formas de recreación ¿Dónde duerme, dónde come, dónde se baña? ¿Cuántas personas componen la familia del empleador, dónde viven? Trato recibido, cómo la disciplinan, quién le asigna trabajo Nivel socioeconómico Ingresos de la familia de la niña Situación de la familia, relaciones, quien es cabeza de hogar Origen étnico de la niña, diferencias étnicas, religiosas o lingüísticas con empleadores ¿Participó en decisión de trabajar como empleada, por qué lo aceptó? Impacto del trabajo ¿Quién es la persona mas cercana en la casa donde trabaja? Conocimiento de lo que sucede fuera de la casa Frecuencia con que ve o se comunica con la familia Estado de salud Estado de ánimo Actitud hacia el trabajo y el empleador Escolaridad, ¿estudia mientras trabaja? Conocimiento de sus derechos Percepción sobre su futuro Aspectos positivos y negativos del trabajo NIÑAS, NIÑOS Y JÓVENES ESCOLARIZADOS/AS, TRABAJADORES/AS EN HOGARES DE TERCEROS Responsable del Programa del Menor Trabajador Clara Ximena Lombana Investigadora Casa de la Mujer Trabajadora. Central Unitaria de Trabajadores, CUT NIÑAS, NIÑOS Y JÓVENES ESCOLARIZADOS/AS, TRABAJADORES/AS EN HOGARES DE TERCEROS Ana Isabel Pavas Para comenzar…. Este informe es el resultado de un viaje al mundo de niños, niñas y jóvenes empleados en servicio doméstico que estudian en cuatro colegios distritales de la Localidad de Ciudad Bolívar en Bogotá. Fue un viaje impactante que dejó en el equipo de investigación la satisfacción de conocer personas valiosas, con deseos de superación, que le dieron lecciones de vida, que compartieron sus sueños, sus realidades, sus visiones, a veces sus lágrimas pero siempre sus sonrisas; también quedan sinsabores ante una realidad dura, compleja y por momentos desesperanzadora, contradictoria y llena de paradojas con la que pequeños y pequeñas luchan cotidianamente. Es el mundo de la eterna y siempre presente tensión entre deber ser, querer ser y realidad. Aproximarse a la cotidianidad de los niños, niñas y jóvenes es entender lo lejos que está la materialización de las declaraciones, convenciones y demás acuerdos para la erradicación del trabajo infantil y lo difícil que es para ellas y ellos que el contenido de esos documentos sea una realidad palpable. Las condiciones de vida de gran parte de la población colombiana son tan precarias que la única alternativa de sobrevivencia es el trabajo de todas y todos los miembros del hogar, sin importar la edad. ¿Qué pueden hacer los/as jóvenes y los/as niño/as si no trabajan?. Algunos/as no podrían seguir estudiando pero trabajar viola sus derechos y los/as coloca en situaciones de peligro y vulnerabilidad. Además el servicio doméstico afianza y reproduce diversas formas de discriminación por clase y género. El mundo del servicio doméstico infantil es paradójico porque, a pesar de que las madres de estas niñas y jóvenes no quieren ver repetida su historia laboral en sus hijas, ellas se ven obligadas a hacerlo, hasta que no terminen de estudiar no tienen una alternativa laboral distinta, no saben hacer nada más y no hay otras fuentes de empleo –ni siquiera para adultos. Es paradójico porque a pesar de que la mayoría de adultos no está de acuerdo con el trabajo infantil y afirma que los niños y niñas deberían aprovechar su infancia estudiando y jugando, la realidad los introduce al mercado laboral desde temprana edad como única forma de alimentar la esperanza de construir una vida adulta de mejor calidad. Es un mundo desesperanzador porque erradicar el trabajo infantil es un esfuerzo a largo plazo que exige una voluntad política que se traduzca en acciones concretas y no sólo en tratados y convenciones. Pero en la situación actual del país cada vez se recorta más el presupuesto para lo social y se aumenta el de la guerra; la brecha social se profundiza debido a la inequidad con la que se distribuye el ingreso. Sin embargo, después de escuchar las historias de estos y estas pequeños/as gigantes -pequeños/as en estatura y edad pero inmensos/as en deseos de vivir, en capacidad para superar las dificultades, en deseos de trascender la muerte que los ronda; considerados pequeños/as para opinar y tenerlos en cuenta pero ignorados como grandes para asumir responsabilidades y ritmos de vida que exceden su edad- dan más ganas de seguir luchando. Las utopías requieren de tiempo y esfuerzos conjuntos, si bien no hay voluntad política se han dado, y se siguen dando pasos para lograrlas; hay entidades e instituciones privadas, mixtas de diferentes posiciones, ideologías y visiones que trabajan desde el rescate de la diferencia y han asumido esta lucha de construcción de una sociedad que brinde iguales oportunidades de justicia y vida. Esta primera aproximación arroja luces para hacer visible ese mundo desconocido y complejo, queda camino por recorrer y sobre todo propuestas por edificar y llevar a la realidad. Para esta investigación se optó por la metodología cualitativa que permite comprender la realidad social como un proceso histórico de construcción a partir de la lógica y sentir de sus protagonistas. Valora la subjetividad como objeto legítimo de conocimiento y valida la cotidianidad como escenario de construcción social (Sandoval, s.f). Implica una postura metodológica de carácter dialógico en la cual las creencias, mentalidades, mitos, prejuicios y sentimientos son aceptados como elementos de análisis para producir conocimiento sobre la realidad humana. La Investigación Acción Participativa es un proceso metodológico que integra educación, participación, generación de nuevos conocimientos y acción; puesto que se fundamenta en la participación tanto individual (proceso en el que cada persona se transforma en actor/a y evoluciona desde una participación condicionada y tutelada a una libre y autónoma) como colectiva exige un proceso de comunicación, decisión y ejecución que posibilite el intercambio permanente de conocimientos y experiencias. Todo esto requiere definir niveles e instancias de decisión y responsabilidad grupal de gestión, programación y desarrollo de acciones conjuntas. Este fue el enfoque que orientó esta investigación. 113 Ver en el anexo número 1 las guías de entrevistas para los/ as niñas y jóvenes, los docentes y funcionarios. El trabajo se realizo en cuatro colegios, en las jornadas de la mañana, la tarde y nocturna y en grados de primaria y bachillerato. Se aplicó un censo a cerca de 1700 niños y niñas para identificar la población empleada en servicio doméstico entre los 6 y 12 años (población infantil) y entre los 13 y 17 años (población juvenil); el resultado fue 128 niños/as y jóvenes trabajando en hogares de terceros en servicio doméstico, de ellos se seleccionaron los 51 que trabajaban más días y horas y realizaban más tareas. Tres jóvenes más fueron seleccionadas de un grupo con el que se realizó una investigación anterior sobre menores trabajadores en la misma localidad. Con ellos se hicieron entrevistas a profundidad113 y talleres a través de grupos focales concebidos como encuentros lúdicos. Se identificó a los participantes en condiciones más vulnerables para hacer relatos de vida y entrevistar a las familias. En general, las niñas y jóvenes trabajadoras de los 4 colegios se empleaban en servicio doméstico, ventas, pequeños negocios, cafeterías, panaderías y acompañando a trabajadoras del servicio doméstico. Los niños y jóvenes trabajaban en construcción, talleres, ventas ambulantes, como ayudantes en tiendas y supermercados y acompañando a trabajadoras del servicio doméstico. Los docentes entrevistados han observado entre sus alumnos trabajadores que las niñas y las jóvenes son las que se desempeñan como empleadas domésticas y que los niños y jóvenes asisten como apoyo o como ayudantes en labores más externas: hacen mandados y llevan mensajes. No sólo se trabajó con los niños, niñas y jóvenes porque su situación no depende de ellos/as sino de la articulación de circunstancias, formas de vida y concepciones de padres, madres y profesores que influyen directamente en su formación. En consecuencia, se hicieron entrevistas a las/os orientadores de los colegios y a varios profesores/as para determinar su conocimiento sobre la problemática que padecen los/as niñas/os y jóvenes en el colegio, su rendimiento, nivel de repitencia y percepción de la importancia del estudio. Para tener un referente institucional se entrevistaron funcionarios/as de la zona que trabajan en el sector judicial, de salud y en la policía comunitaria; se quería determinar si la situación de los niños/as y jóvenes trabajadores está identificada como problema y si existen programas o acciones al respecto. Se utilizó una matriz para sistematizar la información y tener el panorama de la situación de los niños/as y jóvenes, y sus familias. La información se organizó en las siguientes categorías: familia, empleo, educación y proyecto de vida. Estas categorías fueron analizadas desde las siguientes dimensiones: histórica, espacial (física) y afectiva-proyectiva (Ver anexo 2). El equipo de investigación agradece la ayuda de compañeros/as de viaje tan importantes y valiosos/as sin los cuales el camino hubiera sido mas difícil; a las niñas, niños y jóvenes y sus familias; a las orientadoras, profesoras/es y rectores/as de los cuatro colegios por facilitar los espacios de trabajo y su interés por los resultados de la investigación; a Nazly y Rocío (estudiantes de Psicología de la Universidad Antonio Nariño) en la aplicación de Censos y realización de entrevistas y a los y las integrantes del Grupo Iniciativa Juvenil de la CUT (Guillermo, Natalia, Juan Carlos, Tito y Marisol) por su acompañamiento y ayuda en las diferentes etapas de este recorrido. 1. Algunas consideraciones sobre el trabajo infantil La diversa y rica literatura sobre el trabajo infantil y juvenil114 tiene en común considerar que situaciones estructurales como la pobreza y la discriminación son su causa principal. Cerca de la mitad de la población colombiana se encuentra ubicada por debajo de la línea de pobreza (Sánchez Ruíz, 2000) como resultado de políticas que disminuyen los estándares de vida. Estas medidas de ajuste son producto de un proceso de concentración de la riqueza en pocos sectores, del deterioro del ingreso, la disminución del empleo y los crecientes niveles de violencia. Los estratos medios y bajos de la población se han visto obligados a desarrollar estrategias de sobrevivencia o a ingresar al sector informal; en las familias las mujeres, hijos e hijas han debido cambiar sus formas cotidianas de vida porque han aumentado sus jornadas de trabajo, no sólo en el hogar sino fuera de él. Sin embargo, la estructura de la división sexual del trabajo, que le confiere a la mujer todas las responsabilidades del hogar y cuidado de los hijos/as, no se ha modificado. La mujer trabaja doble o triple jornada (cuando además del trabajo en y fuera del hogar asume labores o responsabilidades comunitarias) y los hijos/as abandonan sus estudios o los combinan con la jornada laboral reforzando el ciclo de la pobreza. Sus posibilidades de calificación laboral disminuyen y con ellas las oportunidades de ingreso a empleos de mejor remuneración. Estas circunstancias obligan a los niños/as y jóvenes a asumir trabajos riesgosos, sin protección ni garantías legales, que amenazan su integridad y minan su autoestima. El servicio doméstico es uno de esos trabajos. A su precariedad se suma que es invisible porque se realiza de puertas para adentro y porque en muchos casos no se considera trabajo sino una prolongación de las labores domésticas que se realizan en el hogar. El empleo doméstico debe ser analizado a partir de las consecuencias, positivas o negativas, que tendrá en la construcción de la identidad y la integridad de los/as niños/as y jóvenes. Para este análisis son útiles los enfoques de derechos y de género. El primero permite visualizar la situación de las y los niños que participan en actividades incompatibles con su dignidad humana, su salud y educación y con su derecho fundamental a ser niños/as. Además permite valorarlos/as como ciudadanos/as plenos/as (Santos en García y Salazar, s.f) El enfoque de género evidencia situaciones de discriminación y vulneración que son invisibles porque están inmersas en la estructura cultural y mental de todos/as y porque 114 El lector interesado puede remitirse a la bibliografía que aparece al final del texto se consideran “naturales”. Los roles asignados a las mujeres y hombres perpetúan estructuras de poder opresoras y discriminatorias. Este enfoque, además, alerta sobre las consecuencias de esta estructura y concepción de sociedad en las condiciones de las mujeres, niñas y jóvenes. 1.1 El servicio doméstico: pasado y presente Son las condiciones económicas y sociales las que han determinado las características históricas de este tipo de trabajo. Durante la Colonia el servicio doméstico fue asumido tal como era vivido en España, esto es, como servidumbre, término derivado de las relaciones feudales y se caracterizó porque el patrón y su familia tenían la propiedad del sirviente (CRESALC, 1984). En Colombia la conquista y la colonia constituyeron una sociedad ruroagraria y/o minera caracterizada por el predominio del estatus adscrito, por un régimen de tenencia de la tierra acorde con la estratificación étnica de sus clases sociales y por una escasa opción de ubicación. La mujer aborigen no accedió a la educación por restricción del hispánico y reserva del indígena. Los oficios domésticos fueron desempeñados por los grupos situados en las escalas sociales más bajas de la estructura social. La independencia no cambió la situación de las y los sirvientes, significó apenas un cambio de patrones, del español por el criollo. Entre 1819 y 1952 la población colombiana era predominantemente rural y la economía se centraba en la tenencia de la tierra. Continuó el dominio del status adscrito sustentado en la etnia y en el linaje. Las mujeres estaban subordinadas al hombre, el control del sexo femenino era riguroso y su rol limitado a la esfera del hogar. Los propietarios de fincas y haciendas tenían a su servicio a las hijas de los arrendatarios, a cambio de comida y protección estas eran entregadas en propiedad a los señores para que hicieran los servicios domésticos. El crecimiento de la industria y la economía, el desarrollo de las ciudades, la violencia y el gradual deterioro de la calidad de vida en el campo generaron migraciones a la ciudad. La población migrante se empleó en el sector manufacturero y de servicios. Las mujeres coparon el servicio doméstico porque les ofrecía protección, un hogar donde vivir y comida a cambio del único trabajo que sabían hacer. Eran mujeres de familias campesinas o proletarias agrícolas (León en Luna, 1991), migraron solas y rompieron los lazos con sus familias de origen. En la ciudad formaron familias marginales caracterizadas por la inestabilidad afectiva, el madre solterismo y las escasas posibilidades de proyección. El crecimiento sostenido de la economía consolidó la clase media trabajadora; los hogares de clase media y alta ocuparon más empleadas domésticas porque “el ama de casa” empezó a incorporarse a la fuerza de trabajo. En los años ochenta la crisis económica mundial también afectó a América Latina, cambiaron las condiciones de pago de la deuda externa, aumentaron los intereses y presiones internacionales, fracasó el Estado de bienestar e instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial intervinieron y regularon las economías nacionales imponiendo normas y ajustes estructurales que afectaron a todos los sectores sociales; en síntesis, los estados adoptaron el modelo neoliberal. Beatriz Bustos (en Arango y López, 1999) plantea la hipótesis de que existe una correlación entre el estilo de desarrollo neoliberal y la precarización del empleo. El desarrollo de la política neoliberal presupone la utilización de la fuerza de trabajo femenina e infantil. Sin embargo, la incorporación de mujeres, niños/as y jóvenes al mercado de trabajo no ha significado el mejoramiento de sus condiciones de trabajo y de calidad de vida, ni el desempeño de labores calificadas y remuneradas. Las políticas laborales refuerzan la ideología patriarcal porque consideran que el salario de las mujeres y niñas/os es un complemento del salario familiar (aportado por el hombre), así se legitima su bajo salario, su desempeño en trabajos no calificados o a domicilio y la flexibilización de su vinculación laboral (medio tiempo, temporal). Por otra parte, la mano de obra femenina se concentra en el sector de servicios y la producción industrial porque, según la ideología de género que reproduce el modelo, resulta barata, dócil, diestra y fácilmente reemplazable. Esta concepción refuerza la división sexual del trabajo como jerarquización de tareas y personas. El análisis de la vinculación de mujeres y niñas al servicio doméstico no puede abstraerse de la división sexual del trabajo que, a su vez, se relaciona con dos factores: la clase de técnicas y medios intelectuales de los que dispone una sociedad (fuerzas productivas) y la relación que los grupos humanos tienen con sus condiciones de existencia (Comas D’Argemir, 1995). La división del trabajo es el resultado de las relaciones sociales y de las fuerzas productivas, de las diferencias entre los sexos culturalmente construidas y del reconocimiento de las capacidades y habilidades diferenciales. Según la misma autora, tres fuerzas contribuyen a la estratificación de los trabajadores: la socialización y preparación profesional, las características del mercado de trabajo y las divisiones basadas en género, raza, etnia y edad. El primer factor jerarquiza a las personas no sólo por su preparación sino por los valores, aspiraciones y expectativas ocupacionales que adquieren en el proceso de socialización. Las consideraciones culturales sobre género y trabajo se basan en la idea de que el cuidado de la familia y de la casa son responsabilidad de las mujeres y que los hombres deben ocuparse de proveer las necesidades materiales. Una primera implicación de esta idea es que las actividades de las mujeres como amas de casa no se consideran trabajo porque no se las remunera y porque se realizan en el ámbito familiar, las dos características determinan un escaso reconocimiento social de dichas actividades (Comas D’ Argemir). Otra implicación es que la participación laboral de las mujeres se entiende como una opción y como una ayuda no como un aporte básico para la economía familiar. Esta idea influye en que el trabajo remunerado de las mujeres sea valorado como secundario frente al de los hombres. Los estereotipos que posee cada sociedad respecto al carácter y la manera de ser de hombres y mujeres contribuyen a definir las actividades para unas y otros. Así, las ocupaciones que se asignan a las mujeres en el mercado de trabajo representan una prolongación de las actividades que realizan en la esfera familiar. El estereotipo según el cual las mujeres son pacientes, detallistas, emocionales y serviciales las limita a trabajos rutinarios en los que es importante la habilidad manual y la presentación final más que la creatividad. Estos estereotipos han alejado a las mujeres de ocupaciones que involucran el ejercicio de la autoridad, racionalidad, organización y competitividad. La propia denominación de las ocupaciones está fuertemente sexuada lo cual contribuye a reproducir la asociación entre ciertas tareas y determinado sexo. El servicio doméstico basa su lógica particular en la reproducción de estas discriminaciones. Magdalena León (1991) afirma que el trabajo doméstico, entendido como aquel que se realiza en el hogar para mantener y reproducir la fuerza de trabajo, ha sido asignado culturalmente a la mujer como su papel fundamental porque está dirigido a las actividades de consumo familiar e implica la prestación de un servicio personal. La mujer ha internalizado la ideología de servir a otros como una situación natural de su rol en la sociedad. Cuando el ama de casa delega parte de las responsabilidades domésticas, generalmente a una mujer o niña que busca una remuneración por su trabajo en casa ajena, haciendo las mismas labores de reproducción de la fuerza de trabajo, pero para una familia diferente a la propia y dentro de la misma lógica de servir a otros, el trabajo doméstico se convierte en servicio doméstico asalariado. En su rol de esposas y madres las mujeres luchan por organizar sus vecindarios; ante las deficiencias del Estado en vivienda y servicios básicos las mujeres asumen la distribución de los escasos recursos acudiendo a estrategias de sobrevivencia comunitaria; de esa forma desarrollan un tercer rol a veces no valorado. La lógica de los valores de cambio solo reconoce el trabajo productivo; el trabajo reproductivo y la gestión comunal, según esta lógica, son “naturales” a la mujer. Esto significa que la mayor parte del trabajo de las mujeres es invisible, a diferencia del trabajo masculino que es valorado a través de la remuneración, el status y poder político. 1.2 Características del servicio doméstico Para analizar el servicio doméstico infantil hay que partir de tres categorías básicas (Black, s.f): los términos y condiciones del trabajo, el nivel socioeconómico de quienes lo desempeñan y el impacto sobre sus vidas. Los términos laborales indican el grado de explotación y las condiciones de servidumbre, sometimiento y esclavitud en los que se pueda encontrar el o la empleada. Las condiciones de trabajo son una dimensión espacio temporal que expresa las formas de estar y actuar del/a infante en su sitio de trabajo, analiza aspectos como tareas asignadas, horarios, calidad de los espacios, manejo de tiempos de trabajo y personales y peligros a los que se puede ver enfrentado/a. Las condiciones socioeconómicas tienen que ver con el análisis estructural de las discriminaciones por clase y edad; el impacto en el desarrollo físico, intelectual y psicológico de la población infantil empleada remite a la vulneración de derechos y la reproducción de formas de vida subordinadas y discriminadas. Esta última categoría hace énfasis en el proceso de socialización durante el cual cada persona aprende a cumplir un rol social, se identifica con su sociedad, desarrolla sentido de pertenencia a su grupo y hábitat y construye los imaginarios sociales que le servirán de referentes en el transcurso de su existencia (Puyana y Orduz, 1999). Los padres, pero sobre todo las madres, discriminan a sus hijas cuando les adjudican más tareas en el hogar porque son más obedientes, en ese proceso reiterado las niñas internalizan su función natural de servicio a los demás. Porque ejecutan más veces determinadas tareas las niñas adquieren más habilidades para realizar el trabajo doméstico, así se configura un circulo cerrado (Zamudio, 1999). La identidad se construye partir de las percepciones e ideas sobre sí misma/o (autoconcepto e identidad personal), de cómo quiere que le vean los demás (imagen), de cómo le ven los demás (identidad pública) y del reconocimiento que recibe (identidad social); todas estas variables influyen en la manera como se actúa y se identifica social y étnicamente (Buxo, 1990). Desde esta perspectiva es indudable que el trabajo doméstico afecta la proyección de vida de las niñas Buxo define la identidad como una categoría cognitiva que describe la manera en que los acontecimientos son subjetivamente organizados, esto es, cómo son experimentados, interpretados y juzgados por las personas. La identidad es la forma como la cultura se hace significativa para cada uno/a. La identidad es construida a partir de los procesos de socialización en el hogar y la escuela y a través de la interacción social en un contexto particular; los procesos de identificación se mezclan con múltiples elementos culturales (actitudes políticas, concepciones religiosas, gustos en diferentes ámbitos) a los que se suman los intereses y concepciones de un mundo androcéntrico. En las sociedades patriarcales la identidad de género se define invisibilizando a las mujeres y subsumiéndolas en el mundo masculino, desconociendo así una variedad de experiencias y manifestaciones identitarias que no pueden inscribirse dentro de lo patriarcal. Las consideraciones anteriores muestran la necesidad de implementar estrategias que si bien en el corto o mediano plazo no romperán el circulo de pobreza estructural, pueden contribuir a disminuir la subordinación y discriminación interiorizados en los modelos mentales de mujeres y niñas. Pero eso requiere que en cualquier estrategia de acción se incluya el concepto de empoderamiento. 1.3 Empoderamiento como modelo para el desarrollo “El empoderamiento de las mujeres es de vital importancia en el lento proceso de los cambios sociales, políticos y económicos necesarios para tornar sus visiones alternativas en realidades” (Sen y Grown, citados por Rowlands, 1992). El empoderamiento individual es una condición para alcanzar el empoderamiento colectivo; sin embargo, la dimensión individual no es suficiente. Se necesitan cambios en las habilidades de los individuos y los colectivos para que puedan identificar y encontrar sus propias necesidades como familias, comunidades y sociedades (Rowlands, 1992). Según Young (citada por Rowlands, 1992) empoderamiento significa asumir el control sobre sus propias vidas para sentar sus propias agendas, organizarse para ayudarse unas a otras y elevar demandas de apoyo del Estado y de cambio en la sociedad. El empoderamiento colectivo de las mujeres puede transformar la dirección y los procesos de desarrollo para que respondan a sus necesidades y perspectivas. Existen cuatro clases de poder (Rowlands, 1992): el poder sobre, el poder para, poder con y poder desde dentro. El poder “sobre” es la habilidad de una persona o un grupo para lograr que otra persona o grupo actué en contra de sus propios deseos; sus medios incluyen la violencia o el despojo de recursos a cambio de algún comportamiento. La coerción, la manipulación, la información falsa y otras maneras de influenciar son formas de ejercer este poder. El poder “para” es el tipo de liderazgo que surge del deseo de ver a un grupo alcanzar aquello de lo que es capaz, es un poder generativo y que abre posibilidades. El poder “con” se basa en la creencia de que el todo puede ser superior a la sumatoria de los poderes individuales. El poder “desde dentro” es la fuerza espiritual y la unicidad que reside en cada individuo y lo hace verdaderamente humano/a. Su base es la aceptación y el respeto por sí mismo que genera respeto y aceptación de los otros/as como iguales. Un análisis de género de las relaciones de poder debe incluir la identificación de las formas en que la opresión internalizada limita el ejercicio del poder de las mujeres contribuyendo a mantener la desigualdad entre hombres y mujeres. El empoderamiento es más que acceder a la toma de decisiones; incluye la capacidad de los individuos de percibirse a sí mismos/as como aptos/as para ocupar los espacios de toma de decisiones y usarlos de manera efectiva. El empoderamiento integra tres dimensiones: la personal que consiste en desarrollar el sentido del ser y la confianza en la capacidad individual (involucra la superación de la opresión internalizada); las relaciones cercanas en las que se desarrolla la habilidad para negociar e influenciar la naturaleza de la relación y de las decisiones tomadas en su interior y la dimensión colectiva en la cual los individuos trabajan en conjunto para lograr un impacto mayor del que obtendrían individualmente. Esta última dimensión incluye tanto la participación en las estructuras políticas como la acción colectiva fundamentada en un modelo cooperativo y no en uno competitivo. Según Batliwala (citada por Rowlands, 1992) las estrategias y procesos de empoderamiento incluyen la creación de un espacio y tiempo específicos para que las mujeres puedan estar juntas como mujeres y no como beneficiarias o receptoras de seguridad social o programas de desarrollo. El autorreconocimiento, la autoimagen positiva y el pensamiento crítico deben partir de las experiencias y realidades de las mujeres y de la comprensión de las estructuras de poder que definen el género. 2. Ese mundo llamado Ciudad Bolívar Analisis del contexto 115 La Localidad de Ciudad Bolívar es la más extensa de Bogotá, ocupa cerca del 5% del total del área urbana de la ciudad; es la localidad con mayor densidad de población generada, en alta proporción, por la continua migración que incrementa los barrios subnormales. Ciudad Bolívar aporta casi el 40% de la población bogotana que vive en pobreza y miseria. Es una de las localidades con mayor cantidad de jóvenes, según estadísticas del Departamento Administrativo de Planeación Distrital el 65% de su población tiene entre cero y 29 años, sobresale el grupo de jóvenes entre 15 y 19 años (12%) seguido por el grupo de entre 5 y 9 años que representa un 10% del total de la población. En 1999 predominaba la población femenina (51%) sobre la masculina (49%), a excepción del grupo de nueve años. Según el Censo de 1993 de las 243.299 personas con capacidad de trabajar el 51% eran económicamente activas y el 42% inactivas. En el primer grupo el 34% tenía secundaria incompleta y el 24% primaria completa. Es de resaltar que de las personas que tienen educación superior solo el 1.6% son afectadas por el desempleo. Muchas personas trabajan en el sector informal, en microempresas caseras o vendiendo en las calles; no tienen seguridad social ni asistencia médica. El 17% de los hogares vive en hacinamiento crítico y el 84% de sus barrios subnormales se encuentra en zonas de difícil acceso; las viviendas se ubican en áreas de riesgo. Hay altos niveles de contaminación y destrucción del entorno ambiental por el manejo inadecuado del relleno sanitario y por las chimeneas, chircales y canteras que producen contaminación auditiva y enfermedades respiratorias, de piel y conjuntivitis. La localidad ocupa el último lugar en espacios recreativos; según datos del Instituto de Desarrollo Urbano, y del Instituto para la Recreación y el Deporte, por cada habitante hay cerca de 0.17 m2 de espacio recreativo total. El crecimiento poblacional de Ciudad Bolívar es uno de los mas grandes de Bogotá. Según el Censo de 1993, el 38% de los hogares de la localidad viven en arriendo, el 41% tiene vivienda propia y el 17% aún la está pagando. Los materiales predominantes en la construcción de las viviendas, según el tiempo de permanencia y los ingresos, son tela asfáltica, tablas, plástico, cartones, adobe, bareque y ladrillo. Los servicios públicos son deficientes y su cobertura es del 81.8%, la más baja de la ciudad. El 57% del territorio de la localidad está clasificado en alto nivel de pobreza; la proporción de viviendas inconclusas es del 26%; el sector residencial consolidado representa tan sólo el 3.8% de viviendas. Los espacios destinados a la recreación y zonas verdes ocupan menos del 0.07% del área. 115 Esta parte del texto está basada en Jaramillo (1999). El índice de analfabetismo es del 8.25%, más alto que el de Bogotá (4.5%). Los 151 establecimientos educativos oficiales carecen de mantenimiento adecuado y condiciones sanitarias favorables; la educación privada es ofrecida por 190 colegios. Sólo hay educación básica (hasta noveno grado), la educación media y la preescolar están desatendidas. Sólo el 21% de la población está afiliada al régimen subsidiado de salud. De acuerdo con información de la Secretaria de Salud en los hombres la primera causa de mortalidad es la violencia seguida por las enfermedades crónicas como cardiovasculares y tumores; para las mujeres la tasa más alta esta representada por las enfermedades crónicas. Todas estas características configuran una realidad compleja; algunos/as jóvenes y niñas/os se ven atrapadas/os por situaciones sociales, económicas y culturales que les dificultan la construcción de utopías, deseos y sueños. Sin embargo, en medio de la precariedad, aparecen y se consolidan diversas propuestas organizativas, culturales y económicas (formales y no formales) a través de las cuales los y las jóvenes de Ciudad Bolívar buscan ser reconocidos, y reconocerse, como iguales al resto de jóvenes de Bogotá y superar el marginamiento y la estigmatización de los que son objeto. 3. Descripción de los hallazgos Las familias de las personas entrevistadas viven en Ciudad Bolívar hace entre 2 y 10 años; la madre, el padre o ambos proceden de las zonas rurales de departamentos como Quindío, Tolima, Cesar y región orinoquense; en menor proporción son oriundos de Bogotá o de municipios de Cundinamarca. Vinieron a Bogotá buscando oportunidades de empleo o por violencia social. Las madres trabajan en servicio doméstico, en el hogar, en servicios generales o en oficios temporales; los padres trabajan en la construcción o el comercio informal, actividades que no ofrecen ningún tipo de estabilidad. El ingreso de la madre, del padre o de ambos es inferior a un salario mínimo y se destina a alimentación, servicios públicos y arrendamiento. En estas circunstancias, es comprensible que el trabajo infantil y juvenil sea una alternativa de subsistencia. La mayoría de familias habita en inquilinatos, en condiciones de hacinamiento; la cocina, el baño y el lavadero son compartidos. Unas pocas familias tienen vivienda propia aunque en obra negra y en condiciones de sanidad inadecuadas. Algunas mujeres cabeza de familia conviven con la familia extensa donde se les asigna una habitación. Compartir espacios y servicios precarios e insuficientes genera incomodidades y conflictos manejados de manera agresiva lo cual crea un ambiente de convivencia hostil y pesado. Las tensiones que generan las dificultades económicas de estas familias afectan la calidad de las relaciones. Las relaciones intra familiares están mediadas por la agresividad y la violencia, el castigo raya con el maltrato físico, verbal y psicológico. Las relaciones más estables son con la madre; los padres o padrastros son figuras autoritarias y ausentes en la mayoría de los casos. La autoridad se le confiere al padre o al padrastro pero el respeto y el vínculo con el hogar giran en torno a la figura materna. Las pautas de crianza y el manejo de los recursos que llegan al hogar son asumidos por la madre. Las madres justifican el maltrato del esposo por la situación económica, el estrés, la enfermedad o por un poder natural que es necesario respetar y soportar. El jefe o jefa de familia tiende a ser una figura autoritaria y distante de los intereses de los niños y niñas que están bajo su tutela; transfiere las obligaciones que le competen como cuidador/a a las y los hijos mayores que no pasan de los 14 años. Las relaciones entre hermanos/as suelen ser conflictivas por favoritismos, divergencia de intereses o drogadicción. 3.1 Modalidades de trabajo y condiciones laborales de los niños y niñas En el desarrollo de la investigación se encontró que los/as niños/as trabajan en distintas modalidades: • Trabajo por horas o por tareas en casas de familiares con remuneración • Trabajo por horas en casas de conocidos de la familia o en otros hogares del inquilinato donde viven con remuneración o como colaboración. • Acompañante de una persona de la familia que trabaja en servicio doméstico o en servicios generales. • Colaboración y aporte de los niños y niñas que viven en casa de familiares debido a las condiciones económicas difíciles de sus padres o a las distancias entre su vivienda y la escuela. Los padres los encargan a un familiar que viva más cerca del colegio para que puedan asistir a la escuela y pagan por su sostenimiento una cuota mensual; aún así el niño o niña realiza los oficios domésticos. Las entrevistas y talleres mostraron que no sólo las condiciones de trabajo varían según la modalidad sino también el comportamiento de los niños, las relaciones que establecen con los otros y con el medio, el rendimiento escolar y el proyecto de vida. • La mayoría de quienes trabajan por horas o por tareas en casas de familiares con remuneración son niñas, los familiares hacen un convenio verbal con la niña que es aprobado por los padres. En esta modalidad los estudios tienen prioridad sobre el trabajo. La jornada laboral es en promedio de 3 horas diarias entre semana y 10 los fines de semana. La asistencia mínima a la escuela es de 2 veces por semana y la máxima de 5. La remuneración promedio es de $500 diarios y $ 2000 semanales. Las labores más usuales son aseo, arreglo de ropas y cuidado de niños pequeños y/o bebes. Son niñas vivarachas, despiertas y activas aunque sus respuestas son poco elaboradas; se sienten orgullosas de su trabajo porque pueden ayudar a su familia y solventar sus gastos. Tienen un mayor sentido de independencia y responsabilidad y más capacidad para el ahorro. Se sienten reconocidas por sus padres, familiares y empleadores por su sentido de responsabilidad. Consideran a sus empleadores como personas que necesitan ayuda y que les quieren ayudar, tienen cierto sentido de admiración y simpatía hacia ellos aunque se sienten mejor en su hogar. Si la niña no se siente bien en el trabajo puede retirarse pues cuenta con el apoyo de sus padres. • En el trabajo por horas en casas de conocidos de la familia o en habitaciones del inquilinato diferentes a las que habitan se emplean niños y niñas según un convenio verbal con la madre, la jornada es en promedió de 3 a 4 horas diarias entre semana y 10 los fines de semana, en algunos casos los sábados y domingos deben colaborar con los oficios domésticos de su casa o con sus padres en trabajos de tipo informal. La remuneración en dinero es escasa porque se considera que la alimentación y el espacio son un pago en especie, puede haber una propina ocasional. Estos niños/as son reservados respecto a su vida personal y su ocupación, tienen pocos amigos y una actitud de tristeza aparente frente a la vida; algunos han sido reportados por maltrato, su autoestima es baja. No obtienen un reconocimiento explícito de sus familias, la madre, casi siempre ama de casa, valora el aporte económico; algunas veces el reconocimiento del empleador es superior al de la familia. Los llamados de atención suelen ser verbales pero existen casos de maltrato verbal y físico. Para algunos niños y niñas ésta es la mejor opción porque los libra del maltrato de sus padres. • Los acompañantes de una persona de la familia que trabaja en servicio doméstico o en servicios generales son niños y niñas que colaboran con sus madres o los familiares con quienes conviven, no tienen remuneración sino una propina ocasional. Para los niños/as resulta un premio ser acompañantes porque salen de la localidad a barrios del norte o del centro de la ciudad. La jornada no es constante, generalmente los llevan los fines de semana o en temporada de vacaciones y entre las 6 a.m. y las 5 o 6 p.m. Las labores primordiales son el aseo y el arreglo de ropas. Estos niños/as son activos y espontáneos, tienen una actitud alegre y desprevenida y una mayor tendencia y gusto por las actividades de tipo práctico que por las de tipo cognitivo, sus respuestas son simples. Manifiestan sentirse a gusto con su ocupación aunque no la reconocen como trabajo, la valoran como posibilidad de trasladarse de un lugar a otro, conocer nuevos y diferentes espacios y utilizar elementos que en su casa no existen. Se sienten reconocidos y apreciados por las familiares a quienes acompañan y prefieren estar con ellas que con sus padres. Aspiran tener lo que poseen los dueños de la casa. Los llamados de atención los hace la familiar a la que apoyan pero no son tan frecuentes como los de sus padres. • Son las niñas quienes más viven en casa de otros familiares, no reciben remuneración por su trabajo porque se le considera una colaboración o contraprestación por el alojamiento y la alimentación (a pesar de que sus padres pagan una mensualidad), la jornada de trabajo se sobrepone a la escolar, trabajan en promedio 7 horas diarias entre semana y 10 los sábados, el domingo lo comparten con su familia de origen. Estas niñas también son reservadas y de pocos amigos, su actitud usual es de timidez, algunas se muestran angustiadas y se ven tensas. Permanecer lejos de su familia de origen o de la madre les genera un sentimiento de abandono; su percepción de si mismas es pobre y su autoestima baja. Parecen estar resentidas con los familiares con los que conviven y con sus padres. Manifiestan una valoración negativa de lo que son y de lo que hacen. Para ellas lo que hacen sí es trabajo pero saben que para los adultos no lo es. Prefieren estar en su casa porque donde viven hay una restricción marcada. Se sienten discriminadas por el trato que se les da, por el tiempo de juego y de descanso y por la alimentación. Los llamados de atención son fuertes y reciben maltrato verbal y físico. - La escuela Los docentes entrevistados afirman que, en general, el rendimiento académico de las niñas es mejor que el de los niños porque ellas son más constantes y caseras, los niños tienen mayor libertad y se les asignan los espacios externos a la casa. Comparándolos con otros niños y niñas del salón quienes trabajan en servicio doméstico son más juiciosos y dedicados pero retraídos, sumisos, tímidos, nerviosos, un poco temerosos, algunas veces agresivos, disfrutan poco del contacto físico, casi no tienen amigos y llegan cansados a clase. No manifiestan abiertamente cual es su ocupación, algunos se avergüenzan, su autoestima suele ser baja. Se les facilitan más las actividades dirigidas, prácticas y operativas; se sienten mejor desarrollando tareas relacionadas con su trabajo porque tienen más habilidades y dominio del ambiente (por ejemplo, decorar el salón o actividades de aseo). La creatividad, imaginación y construcción son más bien limitadas, los niños y niñas tiene un nivel de pensamiento concreto y práctico, siguen instrucciones pero les resulta difícil crear, esto – explican los profesores- se debe a la falta de estimulación adecuada y a que aprenden a seguir los esquemas de la persona para la que trabajan. Tienden a expresar sus emociones de manera negativa, muestran signos de depresión, aburrimiento y cansancio; generalmente se los ve serios respecto a los otros, se les nota el esfuerzo que realizan para tener las cosas al día. Dependiendo de la estimulación y contacto que tengan los padres con ellos y ellas el desempeño escolar es mejor o peor, su nivel académico fluctúa entre medio y bajo, ningún niño/a trabajador/a en servicio doméstico tiene un rendimiento excelente. A los estudiantes que trabajan en actividades diferentes al servicio doméstico el grupo les confiere estatus y cierto nivel de poder, ellos se sienten muy seguros de si mismos, tienen un gran sentido de independencia y en algunos casos se sienten superiores, como los mayores del grupo. La jornada laboral y las actividades alternas que realizan no les permiten desempeñarse adecuadamente en las labores escolares, su nivel de repitencia, está entre cero y tres años. Su ingreso al sistema escolar fue, en promedio, entre los 5 y 6 años, los/as niños/as entrevistadas cursan entre tercero y sexto grado. Las condiciones de trabajo marcan diferencias en el rendimiento académico, la relación con los compañeros de aula, el comportamiento general y las relaciones con los docentes. • El rendimiento académico de los/as niños/as que trabajan por horas o por tareas en casas de familiares con remuneración es adecuado, la pérdida de logros es escasa y el nivel de repitencia bajo. El apoyo económico de sus padres les garantiza el acceso a elementos necesarios para el desempeño escolar (uniformes, materiales, refrigerios, transportes, salidas, etc.) y a libros básicos de consulta (diccionarios, libros de texto, Biblia, cuentos, etc.). Son niños/as compañeristas y amables con sus iguales, aunque tienen amigas/os especiales se relacionan fácilmente con otros y otras. Sus relaciones con los docentes son corrientes, cumplen con sus tareas y como su rendimiento está dentro del promedio no se asumen como casos especiales. Le dan gran importancia al estudio porque lo perciben como el medio para acceder a un trabajo. Todos y todas piensan terminar el bachillerato y seguir estudiando. • El rendimiento académico de los/as niños/as que trabajan por horas en casas de conocidos o en habitaciones del inquilinato diferentes a las que habitan tiende a ser bajo respecto al de sus compañeros de curso, el nivel de repitencia es alto en lo cual inciden los problemas familiares, el desempleo de los padres, la falta de supervisión y apoyo en la realización de tareas escolares y el traslado de barrio o de ciudad. Las condiciones económicas de la familia no les permiten tener libros de consulta en la casa, las madres buscan apoyos en vecinos y conocidos que tienen hijos en cursos más adelantados o en bibliotecas públicas cercanas a los colegios. Su actitud en al escuela es retraída, tímida y algo triste, su relación con los compañeros es distante, no entablan relaciones de complicidad ni tienen amigos especiales, se relacionan con todos y con ninguno, gustan de los juegos tradicionales y deportes. • Los/as niños/as acompañantes de una persona de la familia presentan un rendimiento académico adecuado, escasa pérdida de logros y bajo nivel de repitencia. Los padres les proporcionan lo necesario para sus actividades escolares. Cuentan con el apoyo y supervisión de sus padres y familiares para la revisión de su trabajo escolar. Tienen buenas relaciones con sus compañeros y maestros y quieren seguir estudiando. • El rendimiento académico de los niños y niñas que viven en casa de familiares tiende a ser bajo y su nivel de repitencia alto en relación con los de sus compañeros de curso. Estos problemas se explican por el escaso tiempo que dedican a estudiar, por el cansancio físico que les produce trabajar antes y después de la jornada escolar, el bajo nivel de interés y la depresión. A pesar de que se convino dar prioridad al estudio les asignan labores que deben desarrollar antes que las tareas escolares. Son retraídos y distantes, algunos tienen relaciones conflictivas con sus compañeros. - El proyecto de vida A la pregunta sobre si su historia es y será igual, mejor o peor que la de su madre la gran mayoría respondió que mejor porque tienen la posibilidad de estudiar y porque cuentan con el apoyo de sus padres. Consideran que a los niños y jóvenes de generaciones pasadas se les exigía aún más esfuerzo y trabajo, sobre todo a los que vivían en el campo. Son conscientes de la dura vida que les ha tocado vivir a sus madres, llena de sacrificios, maltrato y enfermedad. La gran mayoría tiene clara la relación entre educación, oportunidades de empleo y desarrollo; se proyecta a la culminación del bachillerato y al ingreso al mundo del trabajo. Unos pocos creen tener posibilidades de acceso a la educación superior por el apoyo de sus padres y “la voluntad de Dios”. Se imaginan como médicos/as, veterinarios/as, profesores/as, pilotos, conductores de bus, modistas y amas de casa. A otros/as les resulta difícil proyectarse lo cual se relaciona con las condiciones socioeconómicas de la familia. Los sueños de la mayoría de niñas y niños entrevistados hacen referencia no al futuro sino al presente, a lo inmediato y a las necesidades básicas. Quieren cambiar situaciones familiares que les afectan directamente: el desempleo de sus padres y los conflictos familiares. Expresan la posibilidad y necesidad de terminar el bachillerato para trabajar, ayudar a su familia, en especial a su madre, y conseguir cosas que hasta el momento no han tenido: alimentación, vestido, vivienda y recreación. 3.2 El caso de las jóvenes El primer empleo de las jóvenes entrevistadas fue como internas en servicio doméstico, a los 10 años, en promedio, y gracias a familiares o vecinos que las presentaron a los empleadores. Fue una experiencia negativa porque no les pagaban suficiente, se sintieron explotadas y sufrieron maltrato y acoso sexual. Han tratado de conseguir empleo como vendedoras, recepcionistas, operarias en talleres satélites o en servicio doméstico por días pues consideran que en esos trabajos corren menos riesgos. De las jóvenes entrevistadas solo dos trabajaban internas, el resto abandonó esa modalidad porque el trabajo era pesado y esclavizante. Ahora se ocupan por días para poder estudiar. El grupo muestra un marcado deseo de dejar el servicio doméstico, lo considera un trabajo humillante y de poca utilidad para sus proyecciones de vida. Las jóvenes no tienen contrato de trabajo ni prestaciones sociales, devengan menos del salario mínimo, destinan una parte de su remuneración para ayudar en su hogar, el resto lo utilizan para estudios y gastos personales. Su jornada es de aproximadamente doce horas diarias (sumando el trabajo en su hogar y el que hacen para la familia empleadora); estudian en el colegio 4 horas y realizan sus deberes escolares hasta altas horas de la madrugada. En los talleres se observó una marcada diferencia en el desenvolvimiento y actitud de las jóvenes internas quienes se mostraron mas calladas y sumisas, tenían más dificultades para expresar sus opiniones, muchas veces lloraron en silencio sin poder exteriorizar sus sentimientos. Las chicas que trabajan por días eran más espontáneas y extrovertidas, argumentaban con claridad y seguridad y se les veía más alegres y seguras. - Educación Las jóvenes iniciaron sus estudios a los 6 años y, en promedio, solo han perdido un año por dificultades familiares y económicas. Han observado un rendimiento escolar aceptable. El trabajo en servicio doméstico no ha sido un obstáculo para estudiar aunque reconocen el sobresfuerzo que implica, realizan sus tareas escolares desde las 10:30 p.m., después de salir del colegio, hasta cerca de la 1:00 a.m y los fines de semana. Ellas mismas se pagan su estudio porque los recursos familiares no alcanzan. En el colegio no les queda tiempo para entablar amistades, se limitan a asistir a las clases; consideran más importante el estudio pues asumen que una vez terminado el bachillerato tendrán mejores oportunidades de trabajo. Sin embargo, se sienten cansadas por la carga que representa estudiar y trabajar, más aún teniendo en cuenta que el colegio es rígido en exigencias y horarios... a veces sienten deseos de abandonar los estudios. - Proyecto de Vida Las jóvenes afirman que sus vidas son y serán mejores que las de sus madres porque ya tienen un nivel educativo más alto y porque no han tenido hijos a temprana edad. El mayor recurso con el que cuentan para proyectarse en la vida son sus deseos de superación y la capacidad para sobreponerse a las adversidades. Todas creen que van a ser profesionales o técnicas y que se desempañarán en trabajos como secretariado o ventas mientras terminan sus estudios superiores. Después de ser profesionales desean conformar un hogar con un compañero estable que brinde seguridad a los hijos/as. Tienen claro lo que implica la ausencia de la figura paterna en su estabilidad emocional y en su autoestima, por ello consideran de vital importancia un compañero responsable. 4. Impresiones del viaje… Conservando los enfoques de género (socialización, identidad y empoderamiento) y de derechos (nivel socioeconómico, mercado de trabajo y condiciones del empleo) el análisis de resultados se hará desde la estratificación de los trabajadores/as propuesta por Comas D’ Argemir (1995): la socialización y preparación profesional, las características del mercado de trabajo y las divisiones basadas en género, raza y edad. Las particulares condiciones de vida y trabajo de las niñas, niños y jóvenes empleados/ as domésticos/as los/as ubican en una específica estratificación laboral caracterizada por la informalidad, la baja remuneración, la inestabilidad y la cada vez más reducida oportunidad de mejorar su calidad de vida. 4.1 El enfoque de Género Gran parte del análisis desde esta perspectiva se centrará en los cambios en la socialización de las madres y la de sus propios/as hijas e hijos. Las madres crecieron en un ambiente rural caracterizado por una educación orientada al trabajo, desempeñando las labores domésticas y agropecuarias determinadas para ellas e interiorizando un modo de vida centrado en el servicio a los demás, la sumisión, el sacrificio, la dependencia y la dedicación a los hombres (Puyana y Orduz, 1999). Sus expectativas se reducían a salir de la casa paterna casadas y tener hijos. Sin embargo, las cada vez más difíciles condiciones de vida en el campo, la violencia ejercida por la figura paterna y la excesiva sumisión de sus madres motivaron a algunas a emigrar a la ciudad para estudiar y tener un mejor futuro. Pero ya en la ciudad, en condiciones de desventaja, su única opción fue el servicio doméstico pues era lo único que sabían hacer. Hoy su seguridad y estabilidad continúa centrada en el servicio a los demás, trabajan para una familia, propia o ajena; su pareja es una figura maltratante y sus necesidades básicas siguen insatisfechas. En la formación de sus hijas reproducen la división sexual del trabajo, según sus relatos es más importante el papel de la mujer como cuidadora y mantenedora afectiva y material del hogar y es mayor su capacidad de trabajo por ser más responsables y emprendedoras que los hombres. No sospechan que esas “cualidades” construidas socialmente han sido y siguen siendo la fuente de su subordinación. Opinan que las labores domésticas sí son trabajo, pero que es natural que las hagan las mujeres, pues es la colaboración que prestan al hombre proveedor. Cuando su pareja trabaja consideran que su propio salario es una colaboración, cuando viven solas ese mismo salario es imprescindible. Estas mujeres soportan el maltrato, la agresividad y la hostilidad por “seguridad”, ninguna se ha separado por su propia voluntad, conviven con sus compañeros porque están criando a sus hijos y no pueden trabajar, porque no hay fuentes de empleo para ellas o porque consideran que el padre, así sea una figura ajena, ausente y maltratante es importante en la crianza de los y las hijos/as. Estas hijas y madres se caracterizan por la orfandad genérica, por el sincretismo y la sobremodernidad (Lagarde, 2000). La orfandad de las mujeres se sitúa en la relación madre-hija, cuando la madre le transmite la claudicación, esto es, la aceptación de las formas de opresión y discriminación histórica que se reproducen en la vida cotidiana. La sobremodernidad hace referencia a la capacidad de las mujeres para extender el tiempo y hacer tareas simultáneas en el cumplimiento de sus dobles o triples roles; la sobrecarga y aceleración produce problemas de salud, cansancio, desarmonías, modos de vida complejos y conflictivos y una sensación de sin sentido de la vida. Como sus madres las niñas y jóvenes trabajan una triple jornada: las labores domésticas de su propio hogar, las del hogar donde se emplean y las escolares. Este sobreesfuerzo cotidiano afecta su rendimiento escolar, pone en peligro su permanencia en el estudio y el logro de sus expectativas; en un nivel más profundo va minando su autoestima y capacidad de proyección. El sincretismo está relacionado con la coexistencia de atributos de género tradicionales y modernos: “cada una es un entreverado de poderes afirmativos y democráticos y de formas tradicionales y modernas de opresión de género” (Lagarde, 2000). Aunque en este sincretismo se reproducen formas de opresión y discriminación intragenéricas e intergenéricas, él podría ser la clave para romper el circulo de subordinación. La diferencia básica entre las historias de las madres y las hijas es que éstas no quieren repetir la historia de aquellas; el punto de quiebre es la oportunidad de acceder a la educación y aspirar a otro tipo de empleos y a una mejor calidad de vida. Trabajar en servicio doméstico es un medio para las jóvenes y no un fin como lo fue para sus madres. La violencia intrafamiliar, causada por la situación económica y las relaciones de poder y autoridad tradicionales dentro del hogar, hace que muchos niños/as vean en el trabajo doméstico una oportunidad de salir del ambiente agresivo en el que viven, están más solos/as pero más a gusto porque sus padres no los maltratan. Esa es una alerta para que colegios e instituciones fortalezcan o implementen acciones preventivas de violencia intrafamiliar desde una mirada holistica y multicausal. En el grupo de jóvenes el sincretismo es más visible, los relatos y talleres muestran el deseo generalizado de cambiar la historia; las jóvenes no quieren formar su familia hasta terminar sus estudios. Aunque ninguna tiene hijos, ni los quiere tener pronto, los ven como una opción de realización de las mujeres; desean compartir sus vidas con hombres responsables que las valoren y las traten como sus iguales, no quieren relaciones de dependencia o sumisión. Tienen más posibilidades de resistencia y mayores expectativas de realización que afectan positivamente su identidad y autoafirmación. Las relaciones de género son más tradicionales y de mayor subordinación en el grupo de niñas y niños que en el de jóvenes. Sin embargo, los/as niños/as ya no trabajan internos, no sólo porque la madre sea consciente de los riesgos físicos y psicológicos que corren, sino porque la situación económica del país hace del servicio doméstico un bien suntuario y por la presión ejercida por organismos de protección a la niñez y la juventud. Aún así, el grupo de niñas y niños trabajadores padece las peores condiciones y términos de empleo y la mayor vulnerabilidad, no solo en el trabajo sino en su hogar. No se les reconoce capacidad de decidir, pensar y entender; las figuras de autoridad ejercen sobre ellos un poder vertical, su dependencia les impide cualquier forma de resistencia. 4.2 El enfoque de Derechos Colombia tiene una serie de instrumentos legales que propenden por la vigencia de los derechos de los niños, niñas y jóvenes y que depositan en la familia, en la sociedad y en el Estado la responsabilidad de su protección y el mejoramiento de las condiciones para su desarrollo físico, psicológico y social óptimo. El principal de esos instrumentos es la Constitución Política de 1991; otros son el Código del Menor, la Declaración Internacional de los Derechos del Niño, los convenios internacionales de la OIT respecto al trabajo infantil y juvenil y la legislación laboral que regula la participación de los niños, niñas y jóvenes en el mundo del trabajo. En Colombia los niños mayores de 12 años pueden hacer trabajos ligeros; la edad mínima para tener una jornada completa, remuneración y seguridad social es de 14 años (Código del menor y convenio OIT No. 138). Las formas extremas de trabajo infantil están prohibidas (Convenio OIT No. 182, aún por ratificar) A pesar de los avances jurídicos en la protección de los niños, niñas y jóvenes trabajadores, ninguna legislación se refiere específicamente al trabajo infantil en hogares de terceros, no hay una ley que controle, proteja y asegure unas condiciones dignas de vida y de trabajo para los menores de edad empleados en servicio doméstico. La Ley 11 de 1988 del Régimen Laboral Colombiano reglamenta la afiliación de las empleadas domésticas al Sistema de Seguridad Social, reconoce al servicio doméstico como trabajo y define las obligaciones de los empleadores respecto a la afiliación a salud, riesgos profesionales, pensiones y cesantías. Sin embargo, por las condiciones económicas actuales es muy difícil que un empleador asuma los costos de la seguridad social de su empleada, por tanto el servicio doméstico es, en la práctica, una actividad informal que está fuera de toda legislación o medida de protección del Estado o la sociedad. La naturaleza informal del empleo doméstico, su falta de reconocimiento, la dificultad para difundir y aplicar la legislación que lo regula, la escasa injerencia de la sociedad y el Estado en su vigilancia y control, la situación económica y el desconocimiento general de los derechos laborales y sociales producen una relación laboral desequilibrada entre empleador y trabajador, mediada únicamente por las posibilidades de negociación y acuerdo entre las partes. Esta situación es mucho más grave cuando las y los trabajadores son niños, niñas y jóvenes quienes, por su vulnerabilidad, dependencia y desconocimiento no están en capacidad de negociar directamente o en igualdad de condiciones. - Los derechos fundamentales de niños y niñas más vulnerados Derecho a no ser discriminado/a (art. 2). La relación que se establece entre los patronos, sus hijos y los niños y niñas trabajadores/as es de subordinación, hay casos de menosprecio y desinterés por sus necesidades primordiales, el trato y el acceso a elementos (alimentación, espacios de recreación, ver televisión) son diferenciados en detrimento de los/as empleados/as. Derecho a expresar su opinión en todos los asuntos que les afectan (art. 12). Los/as niños/as que viven en una casa ajena, por lo general, no decidieron libre- mente hacerlo lo cual aumenta su sentido de desprotección y afecta su visión y actitud frente a la vida. Derecho a ser protegidos por el Estado, la sociedad y la familia de toda forma de violencia, prejuicio y abuso físico o mental (arts. 19, 27, 34 y 37). Los/as niños/as son maltratados en la familia de origen y en la empleadora, las agresiones van desde el desinterés por sus necesidades básicas, la discriminación por su condición de empleado/a y la violencia verbal hasta el maltrato psicológico y físico y el abuso sexual. En algunas ocasiones los mismos padres son cómplices del maltrato porque autorizan a los empleadores para corregirlos de la manera que consideren apropiada; ninguno tiene en cuenta los efectos de los castigos a corto y largo plazo en la afectividad, desarrollo y posibilidades de desempeño y proyección de las y los niños. Derecho a la educación en igualdad de condiciones (arts. 28 y 29). Las difíciles condiciones económicas de sus familias y la disponibilidad física, anímica y cognitiva de los niños y las niñas empleados/as impiden que se definida y respete la prioridad del estudio sobre el trabajo. No tienen la oportunidad de disfrutar y aprovechar el espacio escolar porque carecen de tiempo y recursos; en estas condiciones la escuela se convierte en una carga y una presión que se suma a las obligaciones por las que deben responder. La mayoría de los niños y niñas que participaron en el estudio tiene en la escuela el único espacio para aprender, jugar, desarrollar sus capacidades y construir expectativas y proyectos. Sus habilidades sociales básicas las han ganado en el trabajo, en muchas oportunidades son positivas en términos del hacer pero pobres en cuanto a pensar, crear e interpretar. Derecho al descanso, esparcimiento y juego, actividades recreativas y participación en la vida cultural y las artes (art. 31). Los/as niños/as no acceden al esparcimiento, el juego y la cultura por varias razones: carecen de recursos económicos y de tiempo libre, los adultos conciben el juego como pérdida de tiempo y porque no hay una oferta pública en estas áreas. El juego es un medio para desarrollar habilidades físicas, psicológicas, sociales y afectivas por lo tanto limitar el campo de lo lúdico es coartar posibilidades de desarrollo y proyección. Derecho a ser protegido de la explotación económica o de un trabajo que interfiera con su educación o que constituya una amenaza para su desarrollo mental, espiritual y social (art. 32). La pérdida de cantidad y calidad del tiempo para el estudio, la sobrecarga de obligaciones, las condiciones precarias del trabajo, la escasa o nula remuneración y la exposición a riesgos de todo tipo, inherentes al servicio doméstico, hacen de éste un trabajo inadecuado e inconveniente para niños y niñas. Son pocos los casos de padres que al enterarse del maltrato al que son sometidos sus hijos/as trabajadores/as los retiran del empleo o toman medidas para evitarlo; las necesidades de los niños que pueden suplir en una casa ajena pesan más que su bienestar afectivo. Ser un sujeto de derechos que participe activamente en la construcción de su propia opción de vida (art. 17). Los niños/as entrevistados tienen un conocimiento parcial de sus derechos fundamentales pero desconocen sus derechos como trabajadores, el tema les resulta ajeno y extraño. La escuela tiene la obligación de afianzar el conocimiento, la apropiación y el ejercicio de los derechos y difundirlos a los padres y la comunidad porque si no accede a la información pertinente niños y niñas no podrán erigirse en sujetos de derecho. - Los derechos de las jóvenes - Necesidad de relaciones interpersonales, interacción social y afectividad El tiempo del que disponen las jóvenes para si mismas, para su socialización y su interacción con el mundo es limitado. El escaso contacto con ambientes diferentes al laboral y el escolar y la limitada posibilidad de desarrollar habilidades comunicativas disminuyen su posibilidad de actuar en otros campos. Tienen pocos amigos y los espacios para conseguirlos son reducidos; sentimientos de timidez, soledad y aislamiento son comunes en ellas. - Necesidad de participación Si bien las jóvenes son gestoras de cambios en su propia existencia y su empleo es un medio para alcanzar nuevos espacios, las condiciones de trabajo limitan su posibilidad de actuar como agente social; están limitadas a lo individual, lo privado y lo inmediato. La participación en el cambio de las condiciones de su familia, de su colegio y su comunidad se expresa como una necesidad o un ideal pero no como una posibilidad de acción real y efectiva. - Necesidad de autonomía para definir el rumbo de su destino: La autonomía que pueden alcanzar las jóvenes en las condiciones de desigualdad económica, de vulneración de derechos y discriminación por género descritas es mínima. Hablar de ciudadanas plenas y autónomas será una utopía mientras no haya un empoderamiento individual y colectivo de las mujeres y las niñas. - Necesidad de formación, información y actualización La jornada escolar, los recursos requeridos, el trabajo extraescolar exigido y el contenido de los planes de estudio no se adaptan a las condiciones de vida de las estudiantes trabajadoras. Las condiciones y términos del empleo (jornada, actividades y remuneración) anulan la posibilidad de ascender en el trabajo y/o de capacitarse a nivel técnico. Estas desventajas, sumadas al desconocimiento de sus derechos laborales y sociales y los medios para ejercerlos, configuran unas condiciones de trabajo inadecuadas y lesivas. - Necesidad de unas condiciones justas de trabajo (acceso a seguridad social, jornada de 8 horas con derecho a descansos, educación etc.). Por su carácter informal el servicio doméstico se sustenta en arreglos personales y directos empleador-empleada que generalmente no cumplen los requisitos legales; las condiciones laborales son precarias, alcanzan altos niveles de explotación y pauperizan al trabajador. - Necesidad de recreación, espacios de esparcimiento y acceso a la cultura. El tiempo libre, la recreación y el acceso a la cultura son parte importante de la construcción del ser interior y el ser social de cada uno y una; permiten desarrollar habilidades para crear y recrear el ambiente, resolver situaciones y proyectar las vivencias y los sentimientos; las jóvenes trabajadoras no tienen espacios para elaborar su historia, pensarse, recrearse y proyectarse; sus expectativas de cambio y progreso, entonces, tienen pocas posibilidades de volverse realidad. 4.3 Los programas institucionales Las instituciones locales implementan programas de atención directa de problemas relacionados con seguridad, desarrollo comunitario, violencia intrafamiliar, maltrato infantil y tratamiento de conflictos que afectan la vida cotidiana de las familias de la localidad. Solamente la Secretaría de Salud del Distrito Capital asume programas educativos relacionados con la red del buen trato y el trabajo informal dentro del cual se contemplan proyectos para niños y niñas trabajadores. La funcionarios reconocen que por su informalidad, carga física y psicológica y falta de control legal el trabajo infantil en hogares de terceros tiene implicaciones negativas en lo físico, psicológico, social y afectivo. Sin embargo, el nivel local no tiene autonomía para crear programas debido a que esto es competencia de la nación o el distrito. Manifiestan su interés por participar en programas que implementen las organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil. La falta de voluntad política del Estado se manifiesta en que las instituciones no destinan recursos, homogenizan poblaciones y problemáticas en programas globales que no sirven para la realidad especifica de cada sector poblacional y en la tendencia a reducir cada vez mas su radio de acción y delegar sus funciones en instituciones privadas de carácter social. Los programas que se promueven son de prevención, promoción y formación para el ejercicio de los derechos y mejorar las condiciones generales de vida. Estos programas, sin embargo, son inoperantes porque la problemática socio económica particular de la localidad requiere de intervención inmediata; es tan grave y urgente que desborda los programas de prevención y promoción o los relega a un segundo plano. La escasez e irregularidad de los recursos asignados a los programas sociales determina que se dé prioridad a acciones de corto plazo que muestren resultados concretos y plausibles. Con esta lógica de acción las estructuras de poder que mantienen la desigualdad y discriminación permanecen intactas. El trabajo de las instituciones publicas del sector a favor de los derechos de las niñas, niños y jóvenes trabajadores/as se orienta más por las intenciones e iniciativas de funcionarios/as particulares que por una voluntad política estatal definida. 4.4 Los docentes Los docentes de las instituciones educativas que participaron de este estudio reconocen que el trabajo femenino, el trabajo infantil y el trabajo doméstico son actividades históricamente subvaloradas e invisibilizadas y que la escuela debe transformar esa percepción. Sin embargo, a juicio de los niños, niñas y jóvenes, su comportamiento y actitud promueve y reproduce esos mismos modelos de autoridad, discriminación y subordinación. Los/as profesores/as asignan a las niñas, niños y jóvenes trabajadores y a sus familias la responsabilidad de cambiar su situación; desconocen que la importancia y el protagonismo del sistema escolar en la estructura social y cultural obstaculiza el empoderamiento de las personas, paso ineludible para asumir tal responsabilidad. Consideran que el empleo doméstico es una actividad inapropiada para niños y niñas por sus condiciones de riesgo ocupacional; en el caso de las y los jóvenes lo aceptan como un medio para salir adelante teniendo en cuenta sus condiciones familiares, afectivas y económicas. Los docentes de primaria, quienes están en mayor contacto con las familias de los niños/as, tienen un conocimiento general de las condiciones de vida de sus estudiantes en cuanto a lo afectivo, familiar y económico; esta cercanía se pierde en el caso de las y los jóvenes en la secundaria. La intervención de las instituciones educativas en la problemática familiar y laboral de las y los niños/as y jóvenes trabajadores está orientada por los lineamientos de los Proyectos Educativos Institucionales, PEI, que buscan el fortalecimiento interno de la institución y el desarrollo personal y social de los/as estudiantes a través de la enseñanza y ejercicio de elementos que les permitan desarrollar habilidades para reconocerse y asumirse como seres valiosos que forman parte de un todo, para crear y recrear el espacio donde se desempeñan y asumir una posición crítica frente a la vida desde sus diferentes perspectivas. Además consideran que parte de la misión de las instituciones es crear un método que permita orientar a los estudiantes, de manera integral, en la construcción de su proyecto de vida y relacionarlo con el proyecto de desarrollo institucional y local. Sin embargo, los PEI no definen mecanismos claros y específicos que concreten esas intenciones y, además, como el sistema escolar mide sus resultados en términos del rendimiento, las acciones encaminadas al fortalecimiento y desarrollo personal quedan supeditadas al cumplimiento de las exigencias académicas. Ante esta situación las instituciones educativas ven en el trabajo conjunto con las instituciones locales una posibilidad de superar el vacío de intervención en las problemáticas que afectan a las y los niños, niñas y jóvenes trabajadores. 5. Y entonces… para seguir viajando… El espacio familiar de estas niñas/os y jóvenes reproduce formas de discriminación de género y de violación de derechos humanos; las dos causas mas importantes de este hecho son, por una parte, las necesidades básicas insatisfechas que determinan la subsistencia material diaria como la prioridad de la familia y le impiden definir intereses estratégicos que posibiliten un cambio estructural de sus condiciones de vida. Por otra parte, un proceso de socialización que forma identidades subordinadas e identificadas con el modelo patriarcal que mantiene estructuras de poder que legitiman la violencia y la discriminación por razón de clase, género, edad, raza y etnia. El servicio doméstico, que aparece como primera opción de trabajo para niñas, niños y jóvenes, afianza estas discriminaciones e identidades subordinadas en la medida en que las convierte en requisito para ingresar al trabajo; el modelo de relaciones de autoridad y poder que le es propio impide a los y las trabajadores menores de edad resistirse a las condiciones de negociación. Las condiciones en las que algunas de ellas estudian contribuyen a la vulneración de derechos y a la inequidad de género y de clase porque el acceso, la permanencia y los medios que brinda el sistema son desiguales dentro de la escuela, además, se reproducen los mismos modelos de autoridad y subordinación. La exigencia académica, la inflexibilidad en los horarios y la incoherencia entre programas y necesidades generan bajos niveles de rendimiento, experiencias poco gratificantes y deserción. Aunque se ha avanzado en el reconocimiento del trabajo de las mujeres y los/as niñas/ os y jóvenes, se mantienen situaciones económicas, sociales y culturales de carácter estructural que reproducen los círculos de pobreza y subordinación e imposibilitan acciones desde lo local y lo privado. Todos/as los/as actores/as que intervinieron en esta experiencia coinciden en que el trabajo en servicio doméstico no es una ocupación adecuada para niños y niñas y que, mientras pertenezca al sector informal, no esté regulado en forma efectiva por la ley y no brinde condiciones dignas, tampoco debe ser asumida por las y los jóvenes pues limita sus posibilidades sociales, económicas y culturales. Pero, ¿qué pueden hacer estos/as niños/as y jóvenes si sus familias no están en capacidad de suplir sus necesidades básicas? Deben trabajar, entonces ¿qué alternativas se pueden proponer y quiénes deben hacerlo? La institución educativa debe continuar, afianzar y redireccionar su trabajo hacia la transformación y mejoramiento de las condiciones de vida de las niñas/os, jóvenes y sus familias. Sus propuestas deben estimular y construir el empoderamiento personal y colectivo mediante acciones de capacitación y asesoría. Por otra parte, deben materializar y hacer efectivos los lineamientos de los PEI e incluir en ellos una perspectiva de género que contribuya a eliminar formas de educación sexista. El colegio se debe constituir en un potenciador real de ciudadanas y ciudadanos autónomos, esto exige el trabajo con madres y padres de familia para que dentro del hogar se construyan nuevas formas de relación. El espacio escolar también puede contribuir a que cada vez menos niñas/os y jóvenes trabajen en servicio doméstico implementando planes y proyectos de formación vocacional y laboral que brinden a los/as estudiantes nuevas formas de proyección y acción. La comunidad educativa reunida por el sistema escolar puede iniciar formas de organización de base que construyan desde lo local posibilidades de vida y trabajo diferente, por ejemplo cooperativas y microempresas. En el modelo imperante es una ingenuidad esperar que el Estado asuma responsabilidades sociales o que manifieste voluntad política para diseñar políticas que solucionen problemáticas como las expuestas en esta investigación. Hay que elaborar propuestas, estrategias y acciones que desde lo micro construyan ciudadanía y formas organizadas de presión social que puedan afectar la esfera de lo macro. A quienes consultamos… ACEVEDO, Juan (1993). La Convención sobre los Derechos del Niño desde América Latina. Radda Barnen de Suecia y UNICEF. ARANGO, Luz Gabriela y LOPEZ, Carmen (Comps) (1999). Globalización, apertura económica y relaciones industriales en América Latina. Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional, Colección CES. Bogotá. BLACK, Maggie (sin fecha). Niñas y niños trabajadores domésticos. Un manual de investigación y acción. Anti-Slavery International, UNICEF y DNI Colombia. BUSTOS TORRES, Beatriz. “El Empleo Femenino en el estilo de Desarrollo Neoliberal. La industria electrónica en el Occidente de México”. En: ARANGO Luz Gabriela y LOPEZ Carmen (Comps) (1999). Globalización, apertura económica y relaciones industriales en América Latina. Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional, Colección CES. Bogotá. BUXO, María de Jesús (1990). Vitrinas, cristales y espejos. Dos modelos de identidad en la cultura urbana de las mujeres de quiché de guatzaltenango. COMAS D’ ARGEMIR, Dolors (1995). Trabajo, género y cultura. La construcción de desigualdades entre hombres y mujeres. Editorial Icaria Antropología, Barcelona. COMITÉ INTERINSTITUCIONAL PARA LA ERRADICACION DE TRABAJO INFANTIL. De Sol a Sol. Plan Nacional de Acción Para la Erradicación del Trabajo Infantil y la Protección de los Jóvenes Trabajadores 200 –2002. CHAVES DE SANTACRUZ, Nina (sin fecha). Uso del tiempo por parte de las niñas y los niños de 7 a 14 años de edad y su relación con las discriminaciones por razones de sexo y edad. UNICEF. CRESALC (1984). Identidad, trabajo y sexualidad en trabajadoras del servicio doméstico. Una experiencia demostrativa en Colombia, Perú y México. GARCÍA, Emilio y SALAZAR, María Cristina (Comp). Nuevas perspectivas para erradicar el trabajo infantil en América Latina. IPEC, OIT, UNICEF (1998). Un nuevo siglo sin trabajo infantil. Memorias Seminario Latinoamericano. Bogotá. JARAMILLO, Patricia (1999). Estudio de necesidades y expectativas de los jóvenes de Ciudad Bolívar. Universidad Nacional de Colombia, Programa Interdisciplinario de Atención a la Comunidad, División de Extensión. Bogotá. LAGARDE, Marcela (2000). “Las Mujeres y el Sincretismo de Género”. Ponencia Presentada en el Seminario Taller Género y Planeación, Nuevos Desafíos para el Desarrollo con Equidad. Bogotá. LEON, Magdalena. “Estrategias para entender y transformar las relaciones entre trabajo doméstico y servicio doméstico”. En: LUNA, Lola (Comp) (1991). Género, clase y raza en América Latina. Algunas aportaciones. Universidad de Barcelona. LEÓN, Magdalena (Comp) (1992). Poder y empoderamiento de las mujeres. Editorial Tercer Mundo. Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. LUNA, Lola (Comp) (1991). Género, clase y raza en América Latina. Algunas aportaciones. Universidad de Barcelona. PUYANA, Yolanda y ORDUZ, Cristina. “Que mis Hijas no sufran lo que yo sufrí. Dinámica de la socialización de un grupo de mujeres de sectores populares. Estudio de caso sobre la Región Cundiboyacense”. En: (Universidad Nacional, 1999). ROWLANDS, Jo. “Empoderamiento y Mujeres Rurales en Honduras: Un Modelo para el Desarrollo”. En: LEÓN Magdalena (Comp) (1992). Poder y empoderamiento de las mujeres. Editorial Tercer Mundo. Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. SANCHEZ RUIZ, Isaac. (2000). Niñez y trabajo en Lima metropolitana. Informe diagnóstico participativo sobre necesidades socioeconómicas y laborales de niños, niñas y adolescentes trabajadores. CEDAL. Lima, Perú. SANDOVAL, Carlos (sin fecha). Investigación Cualitativa. ICFES, Bogotá. SANTOS PAIS, Martha. “El trabajo Infantil desde la Perspectiva de los derechos del Niño”. En: GARCÍA, Emilio y SALAZAR, María Cristina (Comp). Nuevas perspectivas para erradicar el trabajo infantil en América Latina. Universidad Nacional de Colombia. CES. (1999). Mujeres, hombres y cambio social. ZAMUDIO, Lucero y otros/as (1999). Utilización del tiempo y socialización de género. Centro de Investigaciones sobre Dinámica Social. Universidad Externado de Colombia. Anexo 1 Unicef - Save the Children U.k - Casa de la mujer trabajadora C UT CUT Guía para la realización de entrevista de niños, niñas y jovenes trabajadores en hogares de terceros I. Datos generales Nombre ________________________________ Sexo F___ M ____EDAD_____ Colegio y curso _____________________________________________________ Fecha y lugar de nacimiento __________________________________________ Lugar de origen de la familia ___________________________________________ Razones para trasladarse del lugar de origen _______________________________ (Especificar razones económicas, políticas, de violencia, etc.) II. Información de la familia de origen Composición Familiar y Relaciones Familiares ¿Cuáles de tus familiares viven contigo? ¿Cuántos hermanos tienes y de qué edades? ¿Cómo es tu relación con cada una de las personas que forman tu familia? (Especificar la relación con la madre, el padre, padrastro –figura paterna–, los hermanos /as y demás) ¿Cómo es la relación de estas personas entre si? ¿Con qué persona te comunicas más en tu familia y por qué? ¿Quién manda en tu casa? ¿Quién impone los castigos en tu casa? ¿Cómo son esos castigos? (Especificar el papel del padre, madre y hermanas/os frente al castigo, su frecuencia y la causa más usual) Especificar para trabajadoras internas cada cuanto tienen contacto con su familia de origen y cómo es su relación con ella. Aspectos Socioeconómicos Describe tu casa (profundizar en material, condiciones generales, tenencia, servicios, grado de hacinamiento y condiciones alimentarias) ¿Qué actividades laborales y domésticas realizan las mujeres de tu casa? ¿Qué actividades laborales y domésticas realizan los hombres de tu casa? ¿Quién o quiénes llevan la plata a tu casa? (Especificar cuánto da cada miembro y si el/ a niño/a aporta) ¿Qué trabajo es más valorado en tu familia: el de hombres o el de las mujeres? ¿por qué? ¿Tu cual valoras más? ¿Quienes son mas juiciosos en el trabajo: los hombres o las mujeres? ¿por qué? ¿Qué personas de la casa estudian? (diferenciar hombres y mujeres) ¿En qué gastan la plata que llega a la casa? ¿Quién decide cómo se gasta? (diferenciar hombres y mujeres) III. Antecedentes laborales ¿A qué edad empezaste a trabajar? ¿En que consistió tu primer trabajo? ¿Quisiste o te tocó trabajar? ¿Por qué? ¿Te pagaron? ¿Cuánto? Si no te pagaron, ¿te dieron algo a cambio? ¿Alguien de tu familia trabaja o ha trabajado en servicio doméstico? ¿Tuviste algún accidente o te enfermaste en ese tiempo? ¿Qué actividades realizaste en ese trabajo? ¿Qué otros trabajos has tenido? – recuenta hasta el actual- IV. Términos del empleo ¿Dónde estás trabajando actualmente? (Especificar si es en un sitio o varios) ¿Cada cuánto trabajas en ese o esos lugares? (Especificar si es trabajo por horas por días o interno) ¿Cómo llegaste a ese trabajo? (Especificar si fue colocada/o, por quién, si fue contactado/a o si lo buscó) ¿A qué horas empiezas a trabajar? ¿A qué hora terminas? ¿Tienes algún tipo de contrato? (Especificar si es verbal, escrito o algún tipo de arreglo) ¿Cuánto y cómo te pagan? (Definir periodicidad y forma de pago) ¿Recibes tu el dinero que te pagan? ¿Quién lo recibe y por qué? ¿En qué inviertes lo que ganas? ¿Tu lo decides o quién?¿Además del sueldo recibes algún otro beneficio? ¿Cuál? ¿Estás afiliado al sistema de seguridad social? (definir quién lo tiene afiliado: la familia, el empleador o él mismo, si tiene SISBEN o ARS) ¿Sabes cuáles son tus derechos como niño/a y trabajador/a y para el trabajo que realizas? ¿El tuyo es un trabajo permanente o por temporadas? ¿Tienes permiso de tu familia para trabajar? (de ambos padres o de cuál) V. Condiciones del trabajo Jornada de trabajo Tiempos: Descripción de los tiempos y horarios en que realizan cada actividad durante las 24 horas del día. • Para internas: ¿A qué hora te levantas? ¿A que hora te acuestas? ¿Cuando ya estas acostada tienes que levantarte a atender a alguien de la familia? ¿Con qué frecuencia? ¿Cuánto tiempo descansas? ¿Consideras que el tiempo que tienes para descansar es suficiente? ¿Quienes trabajan mas: los hombres o las mujeres? ¿por que? De las labores que desempeñan hombres y mujeres ¿cuáles consideras mas pesadas? • Para trabajadoras por horas o por días: ¿A que horas te levantas los días que trabajas y los que no trabajas? Antes de ir al trabajo ¿qué actividades realizas en tu casa? ¿A qué horas llegas a tu trabajo? ¿Cuanto tardas de tu casa a tu trabajo? ¿A qué horas terminas tu trabajo? ¿A qué horas sales de tu trabajo? ¿Cuánto tardas de tu trabajo al colegio? ¿Cuánto dura la jornada escolar? ¿Qué tiempo dedicas para realizar las tareas escolares? ¿A qué hora te acuestas? ¿Consideras que el tiempo que tienes para descansar es suficiente? Descripción actividades • Para internas ¿En qué consiste tu trabajo? (descripción detallada de actividades) ¿En qué momentos haces las tareas escolares? ¿Te toca reponer el tiempo de estudio? ¿De qué forma? ¿Qué haces en los tiempos de descanso? ¿Tienes días libres? ¿qué haces y con quién los compartes? ¿Comes a las mismas horas que tus empleadores? ¿Has tenido algún accidente o enfermedad durante el tiempo de trabajo? ¿Fue causado por las acciones que realizas en el trabajo? ¿Te atendieron o qué hiciste? ¿Consideras que en tu trabajo existe algún riesgo? ¿Te has sentido en peligro? (profundizar) ¿Te sientes capacitado/a para realizar las actividades del trabajo? ¿Por qué • Para trabajadoras por horas o por días ¿En qué consiste tu trabajo? (descripción detallada de actividades) ¿Te sientes capacitado/a para realizar las actividades del trabajo? ¿Por qué? ¿Te queda tiempo libre? ¿Que haces? ¿con quién lo compartes? Espacios • Para internas ¿Los espacios de la casa son diferenciados para la familia empleadora y para ti? (especificar cuáles) ¿Cómo son esos espacios? (los propios y los compartidos) ¿Cómo te sientes en esos espacios? (diferenciar y profundizar en el sentido de pertenencia y apropiación) ¿Cuál es la diferencia en cómo te sientes en esa casa y en la tuya? (profundizar si le gusta más vivir en donde trabaja o con su familia) • Para trabajadoras por horas o por días ¿Los espacios de la casa son diferenciados para la familia empleadora y para ti? (especificar cuáles y en qué momentos) ¿Cómo son esos espacios? ¿Cómo te sientes en esos espacios? (diferenciar y profundizar en el sentido de pertenencia y apropiación) ¿Cuál es la diferencia en cómo te sientes en esa casa y en la tuya? (profundizar si le gustaría más vivir en donde trabaja o permanecer donde vive) Relaciones con empleadores ¿Qué miembro de la familia donde trabajas es tu jefe/a? ¿Cómo es tu relación con el/ella? (especificar si se limita a las órdenes o instrucciones de trabajo o trasciende a otros niveles, visión que tiene la trabajadora de su empleador: paternal, indiferente o de maltrato) ¿Cómo es tu relación con los demás miembros de la familia? (profundizar con los miembros de su misma edad, especificar si se limitan a las órdenes o instrucciones de trabajo o trascienden a otros niveles, visión que la trabajadora tiene de ellos) ¿El patrón o miembros de la familia te llaman la atención? ¿de qué forma? ¿por qué? ¿con qué frecuencia? ¿Recibes recompensas o premios por tu buen desempeño y comportamiento? ¿Cuáles, con qué frecuencia? ¿Compartes espacios de esparcimiento con ellos/as? ¿Cuáles? (dentro de la casa y fuera de ella, en vacaciones). ¿Cada cuanto? ¿Cómo te sientes? ¿La comida que te dan es igual y/o de la misma calidad que la de ellos/as? ¿Te dan dotación de ropa y calzado? ¿Cada cuánto, quién y en qué épocas? ¿Sientes que eres importante para la familia con la que trabajas? ¿de qué forma? ¿por qué? ¿Tu crees que tu trabajo es importante? ¿Por qué? ¿Crees que tu trabajo es importante para ellos/as? ¿Por qué? VI. Educación ¿A qué edad empezaste a estudiar? ¿Has perdido algún curso? (profundizar si los motivos fueron académicos, económicos, familiares laborales o por desplazamiento) El trabajo que desempeñas ¿cómo dificulta o facilita tu estudio? ¿Qué tiempo dedicas para hacer tareas? ¿Qué te gusta más: estudiar o trabajar? ¿por qué? ¿Recibes ayuda u orientación para hacer tus tareas? ¿de quién? ¿con qué frecuencia? (diferenciar internas y por días) ¿Consideras que vas a pasar el año? ¿Hasta qué nivel de educación quieres llegar? ¿Cómo te sientes con los compañeros de estudio (profundizar en relaciones y amistades) ¿Consideras que las orientadores/as y profesores/as son un apoyo para ti? ¿en qué forma? ¿Crees que la educación es importante para tu vida? ¿En qué forma? ¿Tus padres te apoyan en el estudio? ¿Cuentas con ellos para seguir estudiando? VII. Expectativas y sentimientos de vida ¿Consideras que los niños/as deben trabajar? ¿Cómo te sientes en tu trabajo? ¿Te gustaría continuar en el trabajo que tienes o te gustaría cambiar? ¿Por qué? Si quieres cambiar ¿qué tipo de trabajo te gustaría conseguir? ¿Consideras que este trabajo es útil para tu vida? ¿De que forma? ¿Qué piensas que pasará contigo dentro de 10 años? ¿Qué te gusta y qué no te gusta de ti mismo/a? ¿Qué cambiarías?. ¿Qué persona/s ha/n sido especial/es para ti? ¿Por que? ¿Qué cualidades te gustaría tener de ellas? ¿Qué es lo que más valoras de ti misma? ¿Cuáles crees que son sus potencialidades y debilidades? ¿Qué piensas de estar solo/a?¿Cómo resuelves las situaciones difíciles? (profundizar) ¿Qué momento o situación difícil has vivido? ¿Son frecuentes los momentos difíciles? ¿Qué momento o situación te hacen sentir a gusto? ¿Son frecuentes? Unicef- Save the Children U.k - Casa de la mujer trabajadora - CUT Guia para la realizacion de entrevista a familias de las/los niños, niñas y jovenes trabajadores en hogares de terceros I. Datos generales Nombre de quien responde:___________________________________________ Parentesco:___________________ Sexo: F_____ M ______ EDAD______ Nombre del niño, niña o joven trabajador/a _______________________________ Fecha y lugar de nacimiento ___________________________________________ Lugar de origen de la familia ___________________________________________ Razones para trasladarse del lugar de origen _______________________________ (Especificar razones económicas, políticas, de violencia, etc.) II. Información de la familia de origen Composición y relaciones familiares ¿Qué y cuántas personas componen la familia? ¿Cómo son las relaciones de esas personas con los/as niños/as? ¿Cómo son las relaciones entre cada uno? ¿Cómo es su relación particular con los niños? ¿Quién decide sobre las pautas de crianzas de los niños? ¿Cómo es el manejo de premios y castigos? ¿Qué labores realizan las mujeres y cuáles los hombres de su hogar? ¿Por Qué? Aspectos Socioeconómicos Descripción física de la casa (material, condiciones generales, tenencia servicios, grado de hacinamiento, condiciones alimentarias) ¿Quién o quiénes llevan la plata a la casa? (Especificar cuanto aporta cada miembro y si la niña aporta) ¿Qué trabajo es mas valorado en la familia: el de los hombres o el de las mujeres? ¿por qué? ¿Cuál valora mas usted? ¿Quiénes son más juiciosos en el trabajo: los hombres o las mujeres? ¿por qué? ¿Qué personas de la casa estudian? (diferenciar hombres y mujeres) ¿En qué gastan la plata que llega a la casa? ¿Quién lo decide? (diferenciar hombres y mujeres) ¿Por qué? III. Historia familiar laboral ¿En qué ha trabajado usted en el último año? ¿Han trabajado usted o alguien de la familia en servicio doméstico? (profundizar en la experiencia) ¿Trabajan o han trabajado los menores de la casa? ¿en qué? (especificar labores de hombres y mujeres) Si es desempleado ¿cuánto hace que está sin trabajo? IV. Conocimiento de los términos y condiciones de trabajo del/ a menor ¿En qué trabaja su hija/o? ¿Sabe como llegó a ese trabajo? ¿Sabe cada cuánto trabaja? ¿Conoce los horarios de trabajo? ¿Sabe si tiene contrato? ¿Sabe cómo y cuánto le pagan? ¿Quién recibe el dinero que le pagan? ¿Sabe cómo lo gasta? ¿Aporta el/la menor dinero a la casa? ¿para qué se utiliza? Además del salario ¿recibe otros beneficios? ¿El/la menor está afiliado a seguridad social? ¿El/la menor trabaja permanente o temporalmente? ¿Conoce las labores que desempeña en el trabajo? (profundizar en si conoce las condiciones) ¿Sabe cuánto dura su jornada?¿Considera que el/la menor tiene tiempo para descansar? ¿Considera que tiene la capacidad para realizar este trabajo? ¿Considera que ese es un trabajo importante (en términos del beneficio) para la vida del menor? ¿Por qué? (indagar en lo económico, personal y educativo y si tiene que ver con el hecho de que sea mujer) ¿Sabe cómo tratan al/la menor en el empleo? ¿Usted dialoga con el/la menor sobre su trabajo? ¿Considera que el/la menor corre algún riesgo? (profundizar en qué tipo de riesgo) V. Educación ¿Existe un tiempo para que el/la menor realice las tareas escolares? ¿Usted estimula el estudio de sus hijos? ¿Cómo? ¿El/la niño/a recibe orientación para hacer sus tareas? ¿de quién? (frecuencia y horario) ¿El/la menor tiene libros de consulta para realizar las labores escolares? ¿Está conforme con lo que se le enseña al niño en la escuela? (profundizar) ¿Hasta qué nivel de educación piensa que el/la menor debe llegar? ¿Hasta qué nivel podría apoyarlo/a? ¿Usted cree que es necesario que las mujeres reciban el mismo nivel de educación que los hombres? ¿por qué? ¿Es difícil para usted darle estudio a sus hijos? ¿Sabe cómo es el rendimiento escolar de su hijo? ¿Sabe si tiene dificultades tiene para estudiar? ¿Quién asiste a las reuniones de padres de familia? VI Expectativas y opiniones ¿Considera que los niños y las niñas deben trabajar? ¿Por qué trabaja su hijo? ¿Sabe usted cómo siente el/la menor en el trabajo? ¿Dentro de 10 años que cree que hará su hijo? ¿Qué cualidades y defectos ve usted en su hijo? ¿Cuáles considera que son las potencialidades y debilidades de su hijo? ¿Considera usted que las mujeres deben trabajar? ¿En qué? ¿Por qué? ¿Dialoga usted con su hija? ¿de qué? ¿con qué frecuencia? ¿Ha considerado la posibilidad de que su hijo no trabaje? ¿Qué se requería para que dejara de hacerlo? ¿Cuáles son sus expectativas para su hija? Unicef- Save the Children U.k - Casa de la mujer trabajadora - CUT Guía para la realización de entrevista orientadores/as y profesore/as de niños, niñas y jovenes trabajadores en hogares de terceros I. Datos generales Nombre __________________________________ sexo F____ M___ Edad ____ Colegio y curso _____________________________________________________ II. Conocimiento de la situación en el colegio Información general ¿Sabe cuántos de los niños de su salón o colegio trabajan? De ellos ¿cuántos trabajan en servicio doméstico? ¿Cómo es el rendimiento de los que trabajan con respecto a los que no trabajan? ¿Qué implicaciones tendrá el empleo en servicio doméstico en la vida de los/as niños/as que lo desempeñan? ¿Hay mucha deserción escolar por irse a trabajar? ¿Cuál es la tendencia de trabajo de los escolares? (profundizar tipos y ritmos de trabajo) ¿Conoce las condiciones y términos del empleo doméstico? ¿Ha conocido casos de niños/as discriminados/as por ser empleados/as domésticos/ as? ¿Quién los/as discriminó? ¿En qué se emplean los hombres y en qué las mujeres? ¿por qué? ¿Cuáles de esos trabajos son más valorados y por qué? ¿Quiénes se matriculan más: niños o niñas? ¿Por qué? ¿Quiénes abandonan más el colegio: niños o niñas? ¿por qué? ¿Quiénes rinden más? ¿por qué? ¿Quiénes tienen más tiempo libre? ¿por qué? ¿con quién lo comparten? ¿Por qué cree que los niños y niñas empiezan a trabajar desde temprana edad? ¿Quiénes empiezan a trabajar primero: los hombres o las mujeres? (observar si el trabajo doméstico en el hogar propio se considera o no trabajo) ¿Emplearía a un menor de edad en su casa? ¿por qué? ¿en qué condiciones? Respecto a casos específicos de niños/as empleados/as domésticos/as Rendimiento escolar Actitud con respecto al curso Comparación con un estudiante no trabajador III. Opiniones ¿Cree que el trabajo infantil es un problema? ¿por qué? ¿Cómo cree que el colegio podría actuar al respecto? ¿Qué podría hacer usted si conociera un caso particular? ¿Cree usted que el trabajo infantil viola los derechos del niño? ¿cómo? ¿El PEI del colegio ayuda a la solución del problema? ¿Cree que el trabajo infantil afecta más a los niños que a las niñas? ¿Cree que emplearse como interno/a sea una solución para un/a menor de edad? ¿Hasta que nivel escolar cree que podrán llegar los niños/as trabajadores? Unicef- Save the Children U.k - Casa de la mujer trabajadora - CUT Guia para la realizacion de entrevista funcionarios/as de organizaciones locales y comunitarias respecto a la situación de niños, niñas y jovenes trabajadores en hogares de terceros Institución _________________________________________________________ Nombre ___________________________ Sexo F___ M____ Edad ___________ Cargo ______________________________________________________ ¿Considera que el trabajo de los niños y jóvenes es un problema? ¿por qué? ¿Su institución y su cargo pueden contribuir a la solución del problema? ¿por qué? Si conociera un caso particular ¿qué podría hacer? ¿Cree que el trabajo infantil viola los derechos del niño? ¿cómo? ¿Su institución tiene algún programa, política, estrategia o proyecto para ayudar a los trabajadores menores de edad? ¿Considera que el trabajo infantil y juvenil afecta más a las mujeres o a los hombres? ¿por qué? ¿Cree que emplearse como interno/a sea una solución para un/a menor de edad? ¿por qué? ¿Hasta qué nivel educativo cree que puedan llegar los menores de edad trabajadores? ¿Qué posibilidades hay de que su institución diseñe o apoye un programa para mejorar sus condiciones de trabajo? ¿Qué tendencia presenta el trabajo infantil y juvenil? ¿Qué implicaciones tiene el empleo doméstico en la vida de los/as niños/as? ¿Conoce las condiciones y términos de ese empleo? ¿Ha conocido casos de discriminación a niños/as empleados/as domésticos/as? ¿quién los discriminó? ¿En qué tipo de empleo se ocupan las mujeres y en cuáles los hombres? ¿por qué? ¿Cuáles de esos trabajos son más valorados y por qué? ¿Quiénes tienen más tiempo libre: los niños o las niñas? ¿por qué? ¿Por qué cree que niños y niñas empiezan a trabajar desde temprana edad? ¿Quiénes empiezan a trabajar primero: los hombres o las mujeres? ¿por qué? ¿Emplearía una menor de edad en su casa? ¿por qué? ¿en qué condiciones? Anexo 2 Matriz de sistematización y análisis de información Categorías Dimensiones FAMILIA: Agrupa la información suministrada por las niñas, niños, jóvenes y madres de familia. Hace énfasis en la diferencia de percepciones. HISTÓRICA: Hace referencia a aspectos como origen de la familia, motivos y condiciones de emigración y llegada a la ciudad y la zona. MATERIAL: situación socioeconómica en la que viven, desempeño de actividades y roles en la dinámica familiar, espacio físico en donde habitan y trabajan. AFECTIVA: aspectos relacionados con el tipo y calidad de relaciones familiares y manejo de normas, autoridad y poder en el interior de los hogares. EMPLEO: desempeño laboral de los niños, niñas, jóvenes y las familias. HISTORICA: antecedentes laborales, condiciones y términos de la historia laboral de los/as miembros de la familia y de las/os niñas/os y jóvenes. MATERIAL: términos y condiciones del empleo que desempeñan los/as niños/as y jóvenes. AFECTIVA: sentimiento respecto a la labor que desempeñan, valoración del empleo, relaciones y trato dados por los/as empleadores/as e impacto del trabajo en sus vidas EDUCACIÓN: opiniones de los y las protagonistas, sus familias y las profesoras/es y orientadoras/es de los colegios. HISTORICA: edad de ingreso escolar, historia escolar (repitencia y niveles de atraso escolar). MATERIAL: condiciones en que estudian, tiempos, espacios y rendimiento escolar. AFECTIVA: Apoyo que tienen para el estudio, relaciones con compañeros/as y profesores/as, valoración que dan al estudio y expectativas escolares (terminación de bachillerato o no, planes de abandonar el estudio) PROYECTO DE VIDA: ¿Cómo se ven, cómo los ven? ¿A donde quieren y piensan que pueden llegar? HISTÓRICA: Una pregunta clave en la entrevista fue si su historia es y será mejor, igual o peor que la de sus madres. MATERIAL: recursos físicos e intelectuales de los que disponen para realizar su proyecto de vida, áreas en las que se quieren desempeñar profesional y/o laboralmente AFECTIVA: sueños y aspiraciones, recursos emocionales con que cuentan para alcanzarlos, autoestima e identidad. CONDICIONES DE VIDA DE NIÑAS TRABAJADORAS DOMÉSTICAS EN BUCARAMANGA Christiane Lelievre Isabel M Ortiz Fundación Mujer y Futuro CONDICIONES DE VIDA DE NIÑAS TRABAJADORAS DOMÉSTICAS EN BUCARAMANGA Introducción 116 La metodología propuesta ha sido utilizada para realizar diagnósticos en zonas rurales en Asia, África y América Latina. A mediados de los años noventa el Banco Mundial utilizó la misma metodología en comunidades urbanas en Jamaica, Colombia y Guatemala con el fin de estudiar la relación entre los diferentes tipos de violencia, la pobreza y el tejido social. A este método se le llamó Evaluación Urbana Participativa, EUP. Para este trabajo consideramos más adecuado referirnos a esta metodología como Diagnóstico Urbano Participativo, DUP, en la medida que se hace un diagnóstico y no una evaluación. En todo caso, la metodología proviene del Sondeo Rural Participativo (SRP), método que permite identificar los problemas de la comunidad y planificar actividades para su solución con la participación activa de las comunidades campesinas. 117 Ver los instrumentos utilizados en los anexos. En este documento se exponen las condiciones de vida de las niñas y jóvenes menores de 18 años que trabajan en oficios domésticos en hogares de terceros y se visibiliza un problema que se ha silenciado a pesar de su profunda incidencia en la discriminación social y cultural de las mujeres. Pretende precisar las consecuencias del desempeño de oficios de adultos, considerados propios del género femenino, desde temprana edad y fuera del hogar de origen. La investigación fue de tipo cualitativo e involucró diferentes formas de aproximación a la realidad de las niñas. Puesto que se reconocía la validez y el alcance de la información proveniente de las niñas se utilizó el Diagnóstico Urbano Participativo116 que permite conocer y ordenar la percepción y el sentir de los participantes en el proceso de investigación. Esta metodología favorece los intercambios entre los integrantes del grupo y permite una participación activa y amena porque tiene en cuenta sus experiencias; además, en este caso particular, constituyó una ganancia para las niñas porque aprendieron sobre sus derechos básicos y la forma de garantizarlos. Para recoger la información de manera participativa se utilizaron los siguientes instrumentos117: • Encuestas a todas las niñas y jóvenes del estudio (41) • Aplicación de instrumentos de la metodología Urbana Participativa a todas las niñas y jóvenes del estudio (41) • Entrevistas en profundidad a una muestra de niñas (6) • Entrevistas a empleadoras/es (6) • Entrevista a algunas de las familias de las niñas y jóvenes del estudio (12) Las niñas que colaboraron con el estudio expusieron con gusto y generosidad sus puntos de vista sobre sí mismas y el trabajo que desempeñan. Manifestaron su interés por participar en eventos que les ofrezcan momentos de crecimiento humano, recreación y convivencia, de los cuales carecen totalmente. Para la Fundación Mujer y Futuro, que tiene como propósito lograr mejores condiciones de equidad social y cultural para las mujeres, este estudio plantea el compromiso ético de pensar y desarrollar acciones que modifiquen las condiciones de vida que vulneran derechos humanos de la infancia y derechos básicos de las mujeres en la sociedad. Partiendo de la hipótesis de que hay relación entre pobreza económica y mujeres empleadas domésticas, se hicieron visitas casa a casa en dos barrios de estrato uno de la ciudad que por sus condiciones de pobreza, marginalidad y exclusión de beneficios y oportunidades arrojarían, en forma permanente, niñas trabajadoras domésticas hacia hogares ajenos. En 284 viviendas del barrio José Antonio Galán se encontró un total de 114 niñas entre los 12 y los 18 años, de ellas 25 (el 22%) trabajaban en servicio doméstico. En este barrio no se hallaron niñas menores de 12 años dedicadas a esta ocupación. En 223 viviendas del barrio Mirador Norte había un total de 84 niñas de la misma edad, de ellas 16 (el 19%) trabajaban en casas de terceros. En un colegio que ofrece hacer el bachillerato con clases el sábado o domingo se ubicaron 8 jóvenes que cursan 7 grado y desempeñan oficios domésticos. También hicieron parte del estudio 2 niñas conocidas por las investigadoras. Debido a los frecuentes cambios de lugar de trabajo algunas de las 51 niñas y jóvenes identificadas en el primer sondeo no participaron en la aplicación de todos los instrumentos; en la aplicación del DUP se trabajó con 41 niñas y jóvenes entre los 12 y 17 años de edad. 1. Contexto La investigación se realizó en Bucaramanga, ciudad capital del departamento de Santander, cuya área metropolitana tiene una población aproximada de un millón cien mil habitantes (1.100.000). Es una ciudad comercial, con pequeñas empresas de confección y calzado y un grado de desempleo conforme a la tasa nacional del 19%. Parte de la población presenta alto grado de movilidad laboral reflejo de la inestabilidad, los bajos salarios y la estrategia del rebusque. Es una ciudad receptora de población desplazada por la violencia armada que llega del mismo Santander y de los departamentos vecinos de Norte Santander, el Cesar y sur de Bolívar. El José Antonio Galán es un barrio de invasión de estrato socioeconómico uno, situado al margen del Río de Oro, en el occidente del área metropolitana, al cual se accede por una vía pavimentada. Es un barrio densamente poblado, amenazado por el desbordamiento del río y afectado por su contaminación. Los servicios públicos, sociales y recreativos son deficientes y el diseño urbanístico caótico; la doble nomenclatura (una del censo de la Alcaldía y otra de la empresa Electrificadora) dificulta la ubicación de algunas viviendas. En el barrio funcionan la Junta de Acción Comunal, programas del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, guarderías de madres comunitarias, una parroquia y varios grupos cristianos; hay una escuela, una cancha, billares y tiendas. Es una zona deprimida de la ciudad de Bucaramanga, foco de violencia y punto de llegada de familias desplazadas por la violencia. Una parte de su población es estable y otra fluctuante. El Mirador Norte también es un barrio de invasión y de estrato socioeconómico uno; está ubicado en el sector denominado Ciudad Norte que agrupa 32 barrios y aproximadamente 180.000 habitantes. Las familias que lo habitan, con un promedio de tres a cuatro hijos, son de escasos recursos económicos y no tienen ingresos fijos. Los servicios públicos son deficientes e insuficientes, no hay alcantarillado, las vías de acceso están sin pavimentar, el agua es comunitaria y varias familias se “cuelgan de la luz” para tener electricidad en sus casas. Hay pocos servicios sociales: guarderías comunitarias y otros programas del ICBF. Hay pequeñas tiendas y servicio telefónico. No hay espacios para la recreación, zonas verdes ni canchas. El asentamiento está situado en una zona de riesgo y no puede ser consolidado; se está aplicando un plan de reubicación que abarca solamente a las familias propietarias de los predios. 2. Referentes teóricos Dos perspectivas conceptuales básicas han orientado el análisis de la información obtenida. En primer lugar, la perspectiva de derechos de la infancia que permite relacionar el trabajo doméstico infantil y la vulneración o afectación de los derechos de la niñez reafirmados en la Convención Internacional de los Derechos del Niño/a. De otra parte, el enfoque de género que devela las relaciones de inequidad que desvalorizan e invisibilizan el trabajo doméstico. Puesto que éste es realizado por mujeres desde edades muy tempranas termina siendo aceptado y legitimado por las familias, las comunidades y la sociedad; no es cuestionado ni confrontado como ocupación lesiva para la condición y posición social de las mujeres. 2.1 El enfoque de derechos Uno de los logros conceptuales más significativos en la atención a la infancia, a nivel mundial, es asumir a niñas y niños como sujetos de derechos superando así la concepción asistencial según la cual la niñez es una etapa de minusvalía, dependencia e incapacidad que obliga a atenderla para mitigar o solucionar sus demandas y necesidades. Esta concepción tradicional no vincula a los niños y niñas como actores sociales sino que los asume como “objetos” de programas o acciones dirigidas a solucionar lo que según los adultos son las demandas de la infancia. La Convención Internacional de los Derechos de los niños y niñas, promulgada en 1989 y suscrita por la gran mayoría de Estados del mundo, es la máxima expresión de esa transformación. Los 42 artículos de la Convención reiteran la prevalencia del “interés superior de los niños y niñas” y comprometen y responsabilizan al Estado de “asegurar la protección y el cuidado necesario para el bienestar de la infancia”. La Convención protege contra la discriminación (art. 2), garantiza la identidad (art. 8), prohíbe la separación de sus padres (arts. 9 y 18), tutela los derechos de expresión (art. 12) e información (art. 13), ampara contra el maltrato (art. 27), define los derechos a la educación (art. 28), descanso, esparcimiento, juego y actividades culturales (art. 31), defiende contra la explotación, el trabajo peligroso (art. 35) y el abuso sexual (art. 34) e impide la tortura (art. 37). La Convención asume una concepción holística que insiste en las acciones integradas como única forma posible de crear nuevas y mejores condiciones para la infancia. Según Martha Santos País “la Convención es especialmente relevante si se tiene en cuenta su naturaleza integradora. Al tiempo que establece un comportamiento ético hacia los niños y las niñas, reconociendo sus capacidades y respetando sus personalidades, este instrumento internacional no es simplemente una referencia moral. Es más bien la fuente de obligaciones legales específicas que los Estados deben honrar y cumplir” (Santos, s.f). En este documento los niños y niñas son actores sociales, se les reconoce un proceso evolutivo, se rescata su participación en los procesos de desarrollo y se les involucra como pre-ciudadanos/as en un ejercicio temprano de la expresión, la participación y el protagonismo en lo que tiene que ver con su propia vida. Esta concepción exige un cambio cultural que otorgue a la niñez un nuevo status y, en consecuencia, un replanteamiento de políticas, programas y acciones; requiere, en fin, que la sociedad asuma, en forma co-responsable, la relación con los niños y niñas como parte integral del conjunto social. 2.2 Enfoque de género Puesto que el enfoque de género permite identificar las diferencias y desigualdades que existen, social e históricamente, entre la condición masculina y la condición femenina es pertinente para dilucidar la relación entre servicio doméstico, como ocupación de mujeres, pobreza e inequidad. El género implica un conjunto de características, de oportunidades, de expectativas y valoraciones que un grupo social asigna a las personas teniendo como base las condiciones biológicas del sexo. El género es una construcción social, no natural, que se configura mediante procesos socio-culturales y de comunicación y a través del manejo del poder. Se transmite de manera sutil en los procesos de socialización y educación. Este enfoque permite visibilizar la vulnerabilidad y las desventajas de las mujeres que históricamente han sido relegadas a desempeñar ocupaciones subvaloradas, poco reconocidas y discriminadas (los oficios domésticos, por ejemplo). El género muestra la tajante división sexual del trabajo que se refleja en la separación y oposición entre los espacios masculinos y los femeninos, en las actividades, ocupaciones y profesiones diferentes para hombres y para mujeres y en la valoración social de todo lo masculino y la consecuente infravaloración de lo femenino. 2.3 Trabajo doméstico y servicio doméstico La mayoría de las mujeres urbanas pobres de América Latina, sean migrantes del campo o nacidas en la ciudad, se ubica laboralmente no en los sectores modernos de la economía sino en el tradicional servicio doméstico, territorio laboral femenino por excelencia. Por otro lado, muchas mujeres que se describen a sí mismas como amas de casa son en realidad mujeres desempleadas que hacen trabajo doméstico no remunerado en su propio hogar. Hay que diferenciar entre trabajo doméstico, como labor desempeñada en el hogar propio y sin remuneración, y servicio doméstico como ocupación remunerada y desempeñada por las mujeres pobres en hogares ajenos (León, 1982). Aunque los papeles sociales que la sociedad asigna a las mujeres son múltiples y diversos se concentran en la esfera de lo privado. La mayor parte de las mujeres de todos los estratos socioeconómicos desempeña tres roles a lo largo de su vida: madre, trabajadora y ama de casa. Las mujeres de sectores pobres tienen que reducir al máximo los gastos familiares, mediante su trabajo doméstico no remunerado ayudan a satisfacer las necesidades diarias cuando no hay suficientes ingresos. De otra parte, puesto que las mujeres de clases medias y altas pueden decidir si trabajan o no fuera del hogar, la mayoría de labores domésticas de sus hogares son desempeñadas por una mujer que se contrata como empleada doméstica. Siempre hay una reserva de mujeres pobres -cuyo único y ancestral saber es el referente a las funciones domésticas- disponible para ser contratada por empleadores de estratos medios y altos. La pobreza y falta de oportunidades de las mujeres más pobres reproduce la discriminación de género. 3. Las niñas y jóvenes trabajadoras domésticas en hogares de terceros 3.1 Características sociodemográficas y familiares de las niñas y jóvenes del estudio. La descripción de las características de los hogares de origen de las niñas y jóvenes empleadas se basa en los doce estudios socio familiares realizados en los dos barrios de procedencia de las jóvenes. El 50% de familias están formadas por la madre, el padre y los hijos/as, todas ellas uniones libres de entre 15 y 20 años de convivencia. Otro porcentaje importante lo representan las familias reconstituidas en las cuales la madre tiene un nuevo compañero (las niñas hablan de relaciones conflictivas con el padrastro). Siguen en importancia las familias monoparentales femeninas donde la madre es jefa de hogar y se mantiene sola con sus hijos e hijas. También hay hogares constituidos por mujeres madres solteras con uno o dos hijos. La familia extensa tiene escasa representación en la muestra (1 caso). La mayoría de familias tienen entre tres y cinco hijos/as. Todas las familias tienen muy bajos niveles de ingreso, la que más dinero recibe dispone de $400.000 mensuales118 uniendo los aportes del padre, la madre y dos hijos. La de menor ingreso recibe $6.000 diarios pero no todos los días del mes119. Las madres cabeza de familia reportan ingresos que oscilan entre $130.000 y $280.000120. La presencia de varones de 12 a 20 años que no tienen ninguna ocupación es significativa, en la mayoría de las familias hay jóvenes desocupados o desempleados que tampoco están estudiando. Los niveles educativos de los padres y madres de las niñas son muy bajos, predomina la primaria incompleta y es significativa la tasa de analfabetismo cercana al 20%. Hay solamente un padre con estudios secundarios y una madre que dice haber cursado un año de estudios universitarios y que actualmente es madre comunitaria en su barrio. Los padres de las niñas son sobre todo coteros (descargue de vehículos de carga), vendedores ambulantes, mecánicos a tarea y albañiles. Solo uno de ellos es empleado de una empresa y devenga el salario mínimo, tiene seguridad social y prestaciones sociales. La mayoría de madres son empleadas domésticas por días, otras vendedoras ambulantes y las demás desempleadas. Gran parte de las familias entrevistadas son migrantes de municipios cercanos a Bucaramanga, del Magdalena Medio y del Departamento del Cesar que dejaron el campo buscando nuevas oportunidades de trabajo. Una familia es desplazada por la violencia socio-política y procede de Norte de Santander. 118 Us 190 aproximadamente. 119 Us 2.8 aproximadamente. 120 Entre Us 62 y 133 aproximadamente. El 78% de las 41 jóvenes participantes del estudio trabajan internas (32), el 19.5% trabaja “por días” (8) y una niña trabaja medio tiempo externa para la misma empleadora. De las 51 niñas identificadas como empleadas domésticas, el 58.8% tiene entre 15 y 17 años y el 41% entre 12 y 14 años. De las 41 niñas entrevistadas el 14.6% empezó a trabajar antes de los 12 años, el 68.2% entre los 12 y los 14 años y el 17% después de los 14 años. El 44% lleva un año o menos trabajando, el 41% entre 2 y 3 años y el 15% 4 o más años. El 31.7% de las niñas tiene primaria completa o cursa el 5 grado, el 22% tiene primaria incompleta y el 46% tiene secundaria incompleta. El 31.7% de las niñas estudia actualmente, las 28 restantes abandonaron la escuela (Ver Cuadro No.1) 3.2 Condiciones laborales - Salario Respecto al salario no hay información de 5 niñas. De las 36 restantes el 55.5% recibe menos de $100.000, el 38.8% entre 100 y 130.000 y sólo 5.5% recibe más de $150.000121. La remuneración más baja es de $1.000 diarios y $20.000 mensuales y la más alta de $180.000 que sólo reciben dos empleadas. Dos niñas no reciben remuneración en dinero sino techo y comida una y útiles escolares y transporte la otra. Las niñas utilizan el dinero que ganan más para ayudar a la familia que para sí mismas, sólo cuatro piensan en ahorrar. La distribución del salario concuerda con las razones por las cuales iniciaron su vida laboral: “necesidad” y “situación económica”. Algunas mencionaron que trabajaban para “tener sus cosas” lo cual se contradice con el bajo número de quienes gastan su salario para “comprar sus cosas”. No mencionan gasto de dinero en actividades de tipo recreativo y pocas invierten lo que ganan en sus estudios. - Los oficios 121 El salario mínimo legal vigente para empleadas de servicio doméstico es de $180.000, esto es, Us 85.7. Todas las niñas empleadas hacen el aseo, algunas no planchan, unas pocas no cocinan y varias cuidan niños además de hacer todos los oficios de la casa. Tres niñas mencionan que les gusta todo lo que hacen y una menciona que no le gusta nada de lo que hace. A las que deben atender niños/as les gusta hacerlo porque equivale a jugar con ellos y “maternar” que es una forma de desempeñar el rol femenino más tradicional. Las empleadas domésticas tienen exceso de responsabilidad y de trabajo. Son niñas o adolescentes pero responden por casi todas las labores de reproducción de las familias empleadoras; a eso se añade la ayuda económica que brindan a sus familias para pagar los servicios, comprar ropa a los hermanos y hacer el mercado. Las madres y padres empleadores les delegan el cuidado de sus hijos pequeños niños/as y bebés sin percatarse, no sólo del recargo de trabajo que les implica sino de que carecen de formación para dar esa primera educación. - Jornada de trabajo Un día en la vida de una menor trabajadora interna “Me levanto a las 6 de la mañana. Hago café con leche y pan de desayuno, me recuesto un poco mientras se levantan los niños. Cuando se levantan les doy el desayuno, luego lavo la loza y después subo y arreglo las piezas, recojo los zapatos y me pongo a barrer, después trapeo. Lavo el baño y echo la ropa en jabón, después baño a los cinco niños que cuido, los visto, les doy las onces y hago el almuerzo. A las doce y media les sirvo a los niños, después los visto para llevármelos para el colegio, entran a la una. Cuando vuelvo lavo la loza y hago aseo. Luego, como a las dos, me pongo a lavar, termino a veces a las cuatro o cuatro y media. Me baño y me voy a traer los niños. Llego y les hago comida, a las siete les sirvo. Reposamos un ratico, les pongo las piyamas y les prendo el televisor. Ellos se quedan mirando televisión y yo me pongo a lavar la loza. Al rato llega la señora y le sirvo la comida y después lavo los platos. Como las ocho y media subo con los niños y me acuesto a dormir con ellos”. * Las jornadas de trabajo empiezan desde las 4 de la madrugada y pueden extenderse hasta las 11 de la noche. El tiempo de trabajo diario fluctúa entre 17 horas (4 internas) y un mínimo de 9 horas (2 por días y 1 interna). De las 32 niñas internas sólo una trabaja menos de 8 horas diarias, 14 (43.8%) entre 9 y 12 horas diarias, 11 (34.3%) entre 13 y 15 horas y 6 (18.7%) 16 o más horas. De las 8 niñas que trabajan por días el 37.5% (3) trabaja 9 horas diarias, 25% (2) entre 10 y 11 horas y 37.5% (3) 12 o más. La niña externa trabaja doce horas diarias. La modalidad de trabajo interna implica una “disponibilidad permanente” que dificulta establecer los limites entre trabajar y “vivir con”. ¿Cómo estar en la casa sin hacer nada? Algunas de las niñas entrevistadas que trabajan internas no pudieron precisar la duración de su jornada, saben a qué hora deben levantarse y a qué hora suelen acostarse pero no tienen un tiempo demarcado y regular de trabajo. - Protección en Salud Muchas niñas manifiestan tener dolores de cabeza, úlcera, mareo y otras enfermedades que no saben nombrar ni definir lo cual hace pensar que somatizan por no expresar sus malestares emocionales. Tienen un pensamiento mágico para explicar la enfermedad o la salud: “por fortuna no me he enfermado”, “gracias a Dios, gozo de buena salud”. De 41 niñas entrevistadas solo 3 (7.3%) tienen cobertura médica a través del SISBEN, las demás carecen de Seguridad Social, es decir, están desprotegidas en caso de enfermedad o accidente. Para conocer su situación de salud y seguridad social se les preguntó a las niñas qué hacen cuando están enfermas. Las 33 respuestas obtenidas pueden agruparse así: la empleadora las medica (15.5%), les proporcionan asistencia médica (36%), les reducen la jornada o las tareas (6%), no reciben ninguna ayuda ni atención (18%). El 9% tiene buena salud y el 15% da otras respuestas (“me aguanto”, “acudo a mi mamá”). Como la gran mayoría de la población colombiana pobre, las niñas empleadas trabajan en condiciones de indefensión, mientras no se enfermen o accidenten no hay problema. Por ser menores de edad son más vulnerables que el resto de la población y que la * La joven que hace este relato tiene 16 años, no estudia y gana $100.000 mensuales; su empleadora es enfermera, trabaja por turnos y es jefa de hogar. población femenina trabajadora doméstica. Algunas han manifestado que, aunque lo ha intentado, su empleadora no ha podido incluirlas en el sistema de seguridad social y protección en salud; a otras su familia las ha afiliado al SISBEN pero no tienen el carné que les permita recibir atención médica. - Descanso y Tiempo Libre A excepción de las dos niñas que trabajan por días en la mañana y estudian en la jornada de la tarde, ninguna tiene un horario de trabajo que le permita estar en el sistema educativo formal. Las pocas que estudian lo hacen en su tiempo libre, en un horario nocturno o durante el fin de semana. El domingo es el día libre del 56% de las niñas. El 7.3% no tienen ningún día de descanso y 12% no informaron. En general, las niñas no están en el hogar de sus empleadores el fin de semana ni los lunes festivos. Once niñas pasan el domingo libre con su familia: “juego con el bebé”, “voy donde mi mamá”, “visito a la familia”; ocho niñas hacen vida social: “salgo con mis amigas”, “voy a pasear”, “salgo al parque”, “descanso y estoy con mis amigos” y “voy a la iglesia”. Siete dedican parte de su único día libre al estudio: “estudio y salgo con mis amigos”, “estudio y descanso”, “estudio y voy donde mi mamá”. Cinco siguen con actividades domésticas: “le ayudo a mi mamá en la casa”, “cuido un par de niñas”, “me dedico a los quehaceres de la casa”. 3.3 Gustos, disgustos y expectativas . Dos niñas indican que les gusta “ver televisión” y “ver telenovelas con la señora”. Una dice que le gusta arreglar el jardín, otra que le gusta “ hacer todo”. Sólo cuatro mencionan gustos de índole más afectiva como “la forma en que me tratan”, “salir con los patrones” y “ que ellos me respaldan, me ayudan a salir adelante”. Otra señala que le gusta “escuchar música y estar sola”. Al preguntárseles por lo que les gusta de su trabajo pocas nombran algo diferente a los oficios. Una adolescente de 15 años señala que lo único que le gusta es que puede estudiar, otra dice que le da “libertad para hacer mis tareas y que tengo tiempo libre para escuchar música”. Una dice que “todas” las cosas que hace en su trabajo le gustan. A ninguna le gusta planchar y más de la mitad tiene que hacerlo; tampoco les gusta limpiar vidrios, “lavar la ropa poposeada” o “ir a recoger los niños al colegio”. Las vacaciones de los empleadores las dejan sin trabajo y sin salario. Algunas niñas hablan del abuso en la cantidad de trabajo, de no tener un día libre, el poco sueldo, el mal genio de la patrona, el horario, los gritos, las órdenes y las humillaciones. - Expectativas A excepción de dos niñas que dicen no saber que quieren en el futuro y de otra que desea “casarse”, las aspiraciones de las jóvenes reflejan sus anhelos de superación aunque, a veces, la formulación sea vaga: “ser alguien en la vida”, “estudiar para ser una profesional” o “ser una persona estudiada”. La pregunta sobre las expectativas para el futuro les resultó difícil de contestar lo que podría mostrar un impedimento para proyectarse e imaginarse a una edad mayor. La mayoría indica metas precisas pero que no tienen relación con su situación escolar actual, por ejemplo, una chica de 13 años y otra de 14, ambas con tercero de primaria y que abandonaron los estudios quieren ser profesora y enfermera, respectivamente. Otras dos de 16 años, que tienen quinto de primaria y tampoco estudian, aspiran a ser odontóloga y secretaria. Las jóvenes entrevistadas más que proyectarse o establecer metas, sueñan y expresan ilusiones. Las chicas que plantean objetivos más realistas respecto a su situación actual son las que estudian bachillerato o las que, sin estar en el sistema escolar, plantean seguir estudiando y terminar la secundaria. Aunque ninguna quiere seguir en el servicio domésticos más de la mitad no se está preparando para hacer otra cosa. Hay que resaltar que aún las niñas que sólo quieren terminar bachillerato tienen poca probabilidad de lograrlo porque presentan un retraso escolar, que combinado con la pobreza, las mantiene en el empleo doméstico lo cual se convierte en un serio impedimento para el logro de sus aspiraciones. Ninguna de las jóvenes tiene un nivel de escolaridad cursada que corresponda a su edad cronológica, más de la mitad abandonó la escuela y solo dos estudian de la manera convencional: trabajan por la mañana y van al colegio por la tarde. 3.4 El estilo de vida Los datos muestran que las niñas y jóvenes empleadas en servicio doméstico no disponen de tiempo libre suficiente para hacer vida social o para estudiar. Además, dependen totalmente de los empleadores, adultos/as que quieren moldearlas para que les sirvan a ellos y a sus hijos/as. La empleadora tiende a asumir un papel de protectora aceptado por las niñas, que han carecido de afecto y atención en sus hogares de origen; desde la perspectiva del empleador ese rol justifica los bajos salarios o las retribuciones en forma de regalos, ropa usada o pago de matrícula. La vida actual de las niñas las predispone para perpetuar la explotación y discriminación del trabajo femenino y del empleo doméstico. A pesar de sus deseos pocas niñas y jóvenes tiene oportunidad de superar su situación y la pobreza de sus familias. El hogar de los empleadores es el espacio donde las empleadas domésticas menores de edad viven y trabajan, reciben órdenes y afectos e intercambian emociones y sentimientos. Al indagar por las primeras palabras que suelen decirle a las niñas al momento de iniciar su día 17 manifestaron recibir un saludo, otras un saludo acompañado de órdenes y recomendaciones; a las demás no las saludan sino que les dan instrucciones o les hacen advertencias. 3.5 Dificultades en el trabajo Inicialmente las niñas tuvieron dificultad para identificar los problemas que enfrentan en su desempeño laboral, se mostraron conformes y resignadas: “las cosas son así”, “no sé, todo está bien”; asimilan como normales situaciones que no lo son. Sin embargo, cuando entran en confianza basta con que una niña empiece a enumerar las dificultades para que las demás la sigan. En general, se quejan de las largas jornadas, de estar todo el tiempo disponibles, de la carencia de horarios y el incumplimiento en el pago. Las circunstancias adversas las hacen inseguras para actuar y refuerzan una ya baja autoestima. Se hizo el ejercicio de identificar problemas y priorizarlos. Los principales problemas mencionados fueron: 1. Miedo a no hacer las cosas bien. 2. Que uno hace alguna cosa mal y en seguida lo regañan. 3. Desquite de los patrones con uno cuando ellos están peleados. 4. El maltrato. 5. No poder estudiar. 6. Explotación, horarios abusivos, incumplimiento en el pago. 7. Alejamiento de la familia. No se puede uno comunicar con ellos. 8. A veces no nos dan el descanso los domingos. Las niñas han aprendido a callar y ocultar sus emociones lo cual tiene consecuencias nefastas en el desarrollo de su autoestima y autonomía. En los talleres expresaron angustia cuando tienen que quedarse solas en las casas o por la responsabilidad total que tienen de los hijos del empleador. Unas hablan del miedo que sienten de estar solas con el empleador y de no tener el apoyo de la empleadora si éste se muestra abusivo, o de que crean que ellas lo sedujeron. Sienten miedo de que “cuando se refunden cosas” las acusen y pierdan la confianza de los empleadores. Temen no hacer las cosas bien y que las regañen. Estos últimos temores se entienden por la precaria estabilidad laboral que tienen las niñas y porque deben aprender y adaptarse a las costumbres y los gustos de cada nuevo empleador, siempre corren el riesgo de no satisfacer al empleador y recibir críticas por eso. Las jóvenes del estudio sienten tristeza cuando los niños molestan mucho, no tienen nada que hacer, la señora las regaña sin motivo porque está de mal genio y se desquita con ellas o cuando no les dan día de descanso y no pueden ver a su familia. Sus alegrías se manifiestan cuando los empleadores son nobles, no las tratan como a una empleada ni las humillan, las “sacan a pasear”, les hacen regalos, las aconsejan, cuando no están solas en la casa y están pendientes de ellas. Se sienten bravas porque no le respetan su intimidad o su tiempo libre, no valoran su trabajo, les exigen, las mandan y las recargan de oficios y responsabilidades. Lo que más les molesta es que obstaculicen o deshagan su trabajo. Tienen claro que el irrespeto por su trabajo y por su tiempo personal (horas de salida, descansos) es una forma de maltrato. Las niñas entienden muy bien el significado de la palabra discriminación; dicen sentirse discriminadas cuando les toca comer en la cocina alimentos diferentes y en otros horarios que la familia, cuando se les niega el uso de ciertos espacios de la casa o se les critica su presentación personal o su cuerpo. La discriminación en actos de la vida cotidiana y desde temprana edad es una de las situaciones que más lesiona y dificulta la construcción de una autoestima positiva. Sólo seis niñas dijeron no sentirse discriminadas. 3.5 La percepción de empleadores y empleadoras Se realizaron 7 entrevistas a empleadoras para conocer su percepción del servicio doméstico. Las entrevistadas, empleadoras de todos los estratos, manifestaron opiniones totalmente diferentes a las expresadas por las niñas. Están convencidas de que “ayudan a las niñas y a su familia dándoles trabajo”. Con frecuencia mencionan como un favor o una indulgencia permitirles cosas que son derechos fundamentales de las niñas; disponer de tiempo libre, estudiar, visitar a su familia o jugar. Las empleadoras no saben mucho acerca de la procedencia y la vida de las empleadas que viven en su casa y atienden a sus hijos; las que más saben de ellas son las que conocen a la familia de la niña, bien porque son trabajadores en su finca o antiguas empleadas. En estos casos emplearon a la niña “como un favor a la mamá” o “para darle el estudio”. Las demás contrataron a su empleada porque se la “ofreció una amiga” o se la “prestaron y se quedo con ella”. Todos los empleadores entrevistados coincidieron en que la mayor ventaja de tener una empleada menor y no una adulta es que “es más manejable, las mayores no aceptan que se les enseñe”, “las niñas se dejan orientar mientras las personas mayores quieren hacer las cosas a su manera” y “son más dóciles”. Las empleadoras que tienen hijos pequeños concuerdan en que las jóvenes “se llevan bien con los niños” y juegan con ellos. 4. Conclusiones y recomendaciones Las respuestas de las niñas entrevistadas y los análisis expuestos a lo largo de este documento muestran que los derechos consignados en la Convención Internacional de los derechos de los niños/as resultan afectados casi en su totalidad cuando las niñas se vinculan al servicio doméstico desde edades tempranas. Los derechos más seriamente vulnerados son el derecho a la no discriminación, a vivir y ser cuidadas por sus padres, a estar protegidas de los malos tratos, del abandono, la explotación y el abuso sexual y el derecho a un nivel de vida adecuado para su desarrollo. Recomendamos: • Que el tema del trabajo doméstico infantil sea prioritario en los programas para la infancia del Ministerio de Comunicaciones; que se diseñe una campaña nacional que haga visible la problemática de las niñas y jóvenes empleadas creando conciencia de sus derechos vulnerados y bajo un enfoque que supere las concepciones paternalistas vigentes en la mayoría de los empleadores/as. • Crear programas informales de atención psicosocial para grupos de niñas empleadas domésticas, desarrollados por organizaciones no gubernamentales que tengan perspectiva de género y en los que se trabaje el desarrollo humano integral y se apoye a las niñas en la construcción realista de proyectos de vida. • Generar acciones afirmativas dirigidas a las niñas de 5 grado con el fin de que no abandonen la escuela. Esto implica una reforma curricular nacional que se centre en los intereses reales de los niños y niñas asumiendo las diferencias en los contextos sociales y culturales y privilegiando el crecimiento humano infantil y juvenil y no la acumulación de conocimientos académicos. • Crear programas comunitarios de capacitación en oficios no tradicionales, dirigidos a mujeres jóvenes y adultas, cuya finalidad sea abrir nuevas oportunidades laborales para la población femenina superando estereotipos de género. • Generar estrategias de educación emocional para desaprender el servilismo fortaleciendo actitudes de autonomía y liderazgo femenino en las comunidades de estratos bajos. • Divulgar la legislación nacional e internacional sobre el trabajo infantil hasta lograr su erradicación. • Divulgar, por medio de estrategias formales e informales, la CONVENCION INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS/AS, con el fin de lograr una apropiación ciudadana de tales derechos y obtener su cumplimiento. Finalmente, es urgente que instancias internacionales como UNICEF, SAVE THE CHILDREN y OIT ejerzan veeduría y presión frente al gobierno colombiano con el fin de lograr una decisión política a favor de la infancia que implique programas y acciones reales de cumplimiento respecto a las difíciles condiciones de vida de los niños y niñas cuyos derechos son vulnerados. Bibliografía CÉSPEDES, Beatriz. “UNICEF frente al trabajo infantil y juvenil. Una mirada desde la Convención de los Derechos del niño/a”. En: IPEC- OIT, UNICEF, SAVE THE CHILDREN, DNI, ICBF (1998). Un nuevo siglo sin trabajo infantil. Memorias del Seminario Latinoamericano sobre Erradicación del Trabajo Infantil. DE BARBIERI, Teresita (1990). Sobre la categoría de género, una aproximación metodológica. PRODIR. Sao Pablo. IPEC- OIT, UNICEF, SAVE THE CHILDREN, DNI, ICBF (1998). Un nuevo siglo sin trabajo infantil. Memorias del Seminario Latinoamericano sobre Erradicación del Trabajo Infantil. LEON, Magdalena (editora) (1982). Sociedad, subordinación y feminismo, debate sobre la mujer en América Latina y el Caribe. ACEP. Bogotá. MUÑOZ, Cecilia (1996). La aventura infantil a mediados del siglo. Editorial Planeta. Bogotá. Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, Subdirección de Desarrollo Territorial (2000). Fortaleciendo el Sistema Nacional de Bienestar Familiar. Elementos básicos para la articulación. Bogotá. SANTOS P. Martha (sin fecha). Directora de la división de evaluación. Políticas y planeación. UNICEF. Documento. TEJEIRO LOPEZ, Carlos Enrique (1998). Teoría general de la niñez y la adolescencia. UNICEF, Colombia. UNICEF (2000). La voz de los niños, niñas y adolescentes de América Latina y el Caribe. Resumen. En: periódico “Tiempos de Mundo”. Bogotá, 6 de Julio. UNICEF (2000). Trabajo doméstico infantil. Innocenti digest. Enero. RICHMAN, Naomi (1997). “Ayudando a niños en circunstancias difíciles”. Manual de Desarrollo uno. “Comunicándose con los niños”. Manual dos. SAVE THE CHILDREN U.K. Gente Nueva Editorial, Bogotá, D.C., Colombia. SAVE THE CHILDREN (1999). Programa para América del sur. No 5, Noviembre. Anexo Cuadro No. 1 Relación entre edad actual, edad del primer trabajo y estudio Nombre Edad Trabaja desde los Escolaridad Estudia Yulisa Carolina María Isabel Diana Naifer Liliana Yurley Nasly Helena Luz Mary Lina Yolanda Oliva Mónica Jenny Míriam Mireya Milena Luz Dary Marcela Albanis Carolina Ramona Maryuris Marleyda Belqui Zulia Margarita Jenny Shirley Blanca Yuli Yuri Johanna Viviana Olga Cecilia Emilce Lucrecia Arelvis Patricia María María Nidia Nancy Esther Amparo 12 años 13 años 13 años 13 años 14 años 14 años 14 años 14 años 14 años 14 años 14 años 14 años 14 años 14 años 14 años 15 años 15 años 15 años 15 años 15 años 15 años 15 años 15 años 15 años 15 años 15 años 15 años 16 años 16 años 16 años 16 años 16 años 16 años 16 años 16 años 16 años 16 años 17 años 17 años 17 años 17 años 11 años 12 años 12 años 12 años 12 años 14 años 10 años 11 años 14 años 13 años 13 años 12 años 9 años 12 años 12 años 12 años 13 años 8 años 14 años 13 años 15 años 11 años 14 años 14 años 14 años 12 años 14 años 13 años 12 años 15 años 14 años 16 años 14 años 12 años 15 años 13 años 14 años 15 años 14 años 16 años 17 años 5 primaria 5 primaria 3 primaria 5 primaria 3 primaria 5 primaria 4 primaria 7 bchto.(nocturno) 7 bchto. 5 primaria 6 bchto. 2 primaria 3 primaria 4 primaria 6 bchto. 6 bchto. 7 bchto. 6 bchto. 5 primaria 9 bchto.(tardes) 7 bchto. 3 primaria 3 primaria 7 bchto. 5 primaria 6 bchto. 5 primaria 5 primaria 5 primaria 5 primaria 6 bchto. 6 bchto. 7 bchto. 7 bchto. 5 primaria 3 primaria 5 primaria 7 bchto. 7 bchto. 10 bchto. 9 bchto. No No No No No No No Sí No No Sí (Sábados) No No No No Sí Sí Sí No Sí Sí No No No No No No No No No Sí No Sí Sí No No No Sí Sí Sí No Formulario para niñas y niños que trabajan en servicio doméstico Me llamo __________________________________. Tengo ______ años. Nací en __________________________. Trabajo desde que tengo ___________ años. Empecé a trabajar porque ________ __________________________________________________________________ Empiezo a trabajar a las ________ de la mañana y termino de trabajar a las ______ de la noche. Los oficios que hago son ___________________________________ _________________________________________________________________. Mi día de descanso es ____________ y ese día yo _________________________ ________________________________________________________________ Por mi trabajo recibo un pago en: Dinero: Si _____ No ______ Cuánto ______________________ Ropa: Si ______ No _______ A veces _____________________ Educación: Si _________ No _________ Cosas que me regalan: Si ________ No ________ El dinero que recibo lo utilizo en ________________________________________ Cuando estoy enferma sucede que _____________________________________ Estudio: Si ___ No ____ Grado ________ Colegio Las cosas que me gustan de mi trabajo son: ______________________________ ________________ _________________________________________________ _________________________________________________________________ las que no me gustan son: __________________________________________________________________ Cuando yo sea una persona grande quiero __________________________________________________________________ Lo primero que me dice la señora por la mañana es: Cuando acabo de hacer los oficios yo ___________________________________ __________________________________________________________________ Trabajo: interna ____ Por días ____ Otra forma ___ Cuál ____________________ Mi teléfono es ______________________ Muchas gracias por tus respuestas Entrevista a empleadoras ¿Cómo llegó su empleada a su casa? ¿Qué sabe de ella? ¿Qué cualidades y qué defectos le ve? ¿Qué oficios hace en su casa? ¿Tiene otra empleada? ¿Qué diferencia encuentra entre una empleada adulta y una niña o joven? Datos básicos de la familia empleadora: número de personas, formas de trabajo, edad de empleadores y sus hijos, espacios de la casa. Entrevista para niñas trabajadoras ¿Quién decidió que usted trabajara? ¿Por qué entró a trabajar en casas de familia y no en otros oficios? ¿En qué momento deja los estudios y por qué? ¿Cómo es la familia donde trabaja ahora? ¿Cómo son las relaciones con la familia que trabaja? ¿Alguna vez se ha enfermado cuando está trabajando? ¿qué ha pasado? ¿Qué sabe del seguro social? ¿Cada cuánto visita a su familia? ¿Qué hace cuando va a visitarla? ¿Qué recuerdos agradables tiene de su familia? ¿Qué recuerdos tristes? ¿Cómo se corregían las faltas en su familia? ¿Había castigos? ¿En qué siente diferente a los niños, niñas y jóvenes de los empleadores? ¿La hacen sentir diferente? ¿cómo? ¿Qué cree que estará haciendo en unos 10 años? ¿Con quiénes vivirá? ¿Cómo se imagina su futuro? CONDICIONES DE VIDA DE LAS NIÑAS EMPLEADAS EN TRABAJO DOMÉSTICO EN LA CIUDAD DE CALI TALLER ABIERTO Centro de Promoción Integral para la Mujer y la Familia CONDICIONES DE VIDA DE LAS NIÑAS EMPLEADAS EN TRABAJO DOMÉSTICO EN LA CIUDAD DE CALI María Helena Unigarro Enid Guzmán Introducción Esta investigación muestra la compleja y difícil situación que viven las niñas empleadas en el servicio doméstico en una estructura social como la colombiana, basada en la injusticia socioeconómica y cultural; de igual manera, alerta sobre la permanencia y continuidad en el trabajo doméstico de prácticas perjudiciales para el desarrollo de las niñas y, finalmente, denuncia la grave violación de todos sus derechos. El objetivo general de la investigación era reconocer, desde una perspectiva de derechos, la situación de las niñas empleadas en trabajo doméstico en hogares de terceros que viven en la ciudad de Cali, con énfasis en inmigrantes del Litoral Pacifico y de otras zonas aledañas a Calí y el Valle del Cauca. Se pretendió generar propuestas de alternativas de intervención que protegieran sus derechos y previnieran los riesgos que afectan negativamente su desarrollo integral. Este es un estudio de tipo cualitativo apoyado en la etnografía. Se realizaron entrevistas semidirigidas consignadas en formularios, entrevistas en profundidad recogidas en audio y encuentro-talleres. Para recoger la información se establecieron relaciones individuales con cada niña y se desarrollaron actividades colectivas, así se propició un intercambio abierto y flexible, tanto entre el Equipo de Investigación con las chicas como entre ellas mismas. Se entrevistaron 100 niñas empleadas en trabajo doméstico en hogares de terceros, 77 de ellas trabajaban internas y 23 por días122. Sus edades oscilaban entre los 12 y los 18 años de edad. La información obtenida fue profundizada con 37 de las niñas; además se entrevistaron 2 de las madres de este último grupo de niñas. Las entrevistas se hicieron en las viviendas de las niñas, en los albergues para adolescentes embarazadas “La casita de la Vida” y “Hogar Santa Ana”; en los colegios “Semilla de Mostaza”, “Simón Rodríguez” y “Fray Domingo de las Casas”; en la terminal de transporte intermunicipal, en la estación del ferrocarril, en la sede de Taller Abierto y en un centro recreativo de la ciudad. A algunas niñas sólo fue posible entrevistarlas en las casas donde estaban empleadas o en cafeterías cercanas al lugar de trabajo. Los primeros contactos fueron facilitados por las relaciones previas del Equipo con mujeres vinculadas a procesos comunitarios - en particular con inmigrantes y trabajadoras del hogar - y con personas de los albergues y colegios. Además, en la medida en que se vinculaban a la investigación, las niñas ayudaban a contactar a sus amigas y compañeras formándose así una especie de red de participantes en la investigación. Los encuentro-talleres se organizaron para intercambiar experiencias e intereses; se recreó la cotidianidad de las niñas en un ambiente pedagógico. La confianza se generó alrededor de la música, el baile y el juego; así, las niñas empezaron a hablar del trabajo, la familia, las aspiraciones y los proyectos de vida. 122 Ver en el anexo los instrumentos utilizados. El estudio se realizó durante cinco meses (abril-agosto de 2000); en los cuatro primeros se hicieron los encuentros, las entrevistas y observaciones de las niñas involucradas en el proceso, en el último mes se analizó la información y se preparó el informe final. El análisis se realizó de la siguiente manera: • Sistematización de la información recogida en las entrevistas semidirigidas. • Transcripción de las entrevistas consignadas en audio. • Organización de la información de acuerdo con temas específicos. • Descripción de la situación de las niñas contrastándola con los derechos y los referentes conceptuales para ampliar su comprensión. El equipo de investigación manifiesta sus agradecimientos a las niñas que con timidez y entusiasmo, con sus historias y sus esperanzas, mostraron parte de esa realidad que asumen con tristeza pero también con fortaleza para superarla. Agradece a las organizaciones que hicieron posible este trabajo; él le permite a Taller Abierto fortalecer su sensibilidad, su conocimiento y sus convicciones y luchas por una vida más justa y digna para las niñas. 1. Contexto Cali es la ciudad más importante del suroccidente colombiano, tiene una población de 1.945.994 habitantes de los cuales el 53.23% son mujeres (Secretaría de Salud Municipal, 2000). Es una ciudad receptora de inmigrantes: el 46% de su población ha llegado de otras regiones. Según la Encuesta de Hogares del Departamento Nacional de Estadística (DANE, 1994), 99.622 personas provienen del departamento del Cauca (60% mujeres), 76.478 (54% mujeres) de Nariño y 10.000 (75% mujeres) del Chocó, para citar sólo los casos de mayor importancia. Según estudios de la Universidad del Valle y otras entidades, en Cali la migración está en constante ascenso: en 1985 correspondía al 10.97% del crecimiento total de la población, en 1993 al 15.52% y en 1999 se calcula en un 18%. La ciudad recibe alrededor de 3 familias cada día, más de la mitad (62%) encabezadas por mujeres pobres (Arquidiócesis de Cali, 1997). Debido al contexto nacional y regional y a las difíciles condiciones de vida en el campo y en la Costa Pacífica la situación tiende a agudizarse. Las inmigrantes exponen las siguientes como las causas de su salida: • Falta de oportunidades para estudiar y recrearse. • Carencia de atención en salud y déficit de vivienda. • Violencia política, social, sexual e intrafamiliar. • Situación económica precaria, falta de empleo remunerado y subvaloración de las mujeres. • Ausencia de políticas estatales en beneficio del campo y de las mujeres. La inserción de las inmigrantes a la vida urbana generalmente se inicia con su vinculación al empleo doméstico. Según la Encuesta Nacional de Hogares del DANE, hasta el 31 de Diciembre de 1999 en Cali trabajaban en servicio doméstico 49.588 personas. De ellas el 97.45% eran mujeres que tenían entre 12 y 79 años de edad. El 16.42% correspondía a niñas entre 12 y 18 años, la mayor parte de este grupo estaba entre los 15 y 18 años. Las familias de las niñas entrevistadas viven en sectores marginados de la ciudad, más exactamente en los barrios Brisas del Cauca y Brisas de La Chorrera y en el Distrito de Aguablanca. Brisas del Cauca es una invasión ubicada al nororiente de Cali, expuesta a frecuentes inundaciones porque está sobre la margen del río Cauca. La mayoría de su población es negra, migrante de la Costa Pacifica, de escasos recursos económicos, limitadas oportunidades para acceder a servicios sociales y vulnerable a problemáticas como delincuencia, drogadicción y pandillas juveniles. En Brisas de la Chorrera viven migrantes del Cauca y otras zonas rurales; este barrio se localiza en el suroccidente de Cali, en zona de ladera caracterizada por alto riesgo de deslizamientos. No tiene alcantarillado ni sistemas de desagüe. El Distrito de Aguablanca, al oriente de Cali, es una zona de invasiones y urbanizaciones piratas que data de la década de los años setenta. Está densamente poblado por unas 350.000 personas en su mayoría negros migrantes de la Costa Pacífica. Pese a las adversas condiciones de vida en estos sectores se encuentran expresiones comunitarias que intentan construir o rescatar identidad cultural y sentido de dignidad; son manifestaciones de resistencia frente a las condiciones adversas que imponen la ciudad y las desigualdades sociales. 2. Referentes conceptuales Para comprender mejor el trabajo infantil y las relaciones laborales que surgen en el empleo doméstico es importante abordar la situación de niñas empleadas en trabajo doméstico en hogares de terceros desde un marco que reconozca la injusticia socioeconómica y cultural. El empleo doméstico en hogares de terceros es la prestación de un servicio personal que se brinda de manera directa, constante y en condiciones de subordinación a cambio de una remuneración en dinero o especie; comprende las actividades realizadas en una casa de familia dirigidas a sostener el consumo familiar y la reproducción de la fuerza de trabajo de una sociedad. En el empleo doméstico se realizan tareas de aseo, preparación de alimentos, lavado y planchado de ropa y cuidado de niños y niñas, entre otros oficios. A quienes residen en el lugar de trabajo se les denomina empleadas internas y a las que no empleadas por días, estas últimas pueden tener uno o varios empleadores o empleadoras. El trabajo infantil es toda actividad de comercialización, producción, transformación, distribución o venta de bienes o servicios, realizada por personas que no han cumplido los 18 años de edad, bien sea que lo hagan en forma independiente o al mando de una persona natural o jurídica. El servicio doméstico es una de las peores formas de trabajo infantil ya que, por un lado, está asociado a prácticas propias de la esclavitud, venta y tráfico de menores, servidumbre por deudas y trabajos forzosos u obligatorios. Por otro lado, en el empleo doméstico infantil se desconocen los derechos que promueven y protegen el desarrollo integral, el ingreso, permanencia y desempeño en el sistema educativo, la recreación, la práctica del deporte, el aprovechamiento del tiempo libre, el descanso, la familia y a no ser discriminado. 2.1. Injusticias Socioeconómicas y Culturales Según Nancy Fraser (1997) sólo se puede comprender cómo se entrelazan las desventajas económicas y el irrespeto cultural si la noción de justicia implica, simultáneamente, el reconocimiento y la redistribución. El reconocimiento cultural y la igualdad social son realidades complementarias, no aisladas. La injusticia socioeconómica se sustenta en una estructura social que se expresa en la explotación, entendida, a su vez, como la apropiación de los frutos del trabajo ajeno por parte de determinadas personas y grupos sociales. La marginación económica se refiere a trabajos mal remunerados o indeseables o a la negación de toda posibilidad de trabajo remunerado y la consecuente privación de los bienes materiales indispensables para una vida digna. La injusticia cultural o simbólica está arraigada en los patrones sociales de representación, interpretación y comunicación. La dominación cultural se expresa, primero, en situaciones en las que el individuo o el grupo están sujetos a patrones de interpretación y comunicación propios de otra cultura que les resultan extraños u hostiles; segundo, en el no reconocimiento o la invisibilidad de prácticas representativas, interpretativas y comunicativas de la propia cultura y, tercero, en el irrespeto que ocurre cuando se es calumniado o menospreciado habitualmente en las representaciones culturales públicas o en las interacciones cotidianas. Charles Taylor (1993) argumenta que el “no reconocimiento, o el reconocimiento equivocado puede ser una forma de opresión que aprisiona a la persona en un modo de ser falso, distorsionado, reducido, más allá de la simple falta de respeto puede infligir una herida grave que agobia a las personas con un menosprecio de sí mismas que las inhabilita. El debido reconocimiento no es simplemente una cortesía, sino una necesidad humana”. Las injusticias socioeconómicas y culturales están muy arraigadas en los procesos y prácticas que determinan las relaciones sociales y ponen en desventaja a unos grupos con respecto a otros. En este marco, Fraser (1997) explica la existencia de colectividades denominadas “bivalentes” que padecen tanto la injusticia socioeconómica como la cultural por lo que requieren de soluciones en ambos sentidos. El género como colectividad bivalente tiene las dos facetas, la económica y la cultural, que se entrelazan para reforzarse dialécticamente de lo cual resulta un círculo vicioso de subordinación cultural y económica. La injusticia es el principio básico de una estructuración de la economía política que distingue entre el trabajo remunerado productivo y el trabajo doméstico no remunerado reproductivo asignado a la mujer. El género también estructura divisiones dentro del trabajo remunerado: ocupaciones de altos salarios en el empleo manufacturero o profesional, dominado por los hombres, y empleos manuales o en el servicio doméstico y otros servicios personales, atendidos por mujeres con salarios inferiores. El resultado de todo ello es una estructura político-económica que genera explotación, marginación y pobreza específica de género. Además, el género es un factor de diferenciación cultural lo cual lo ubica dentro de la problemática del reconocimiento; en este sentido la principal característica de la injusticia es el androcentrismo, o sea, la construcción autoritaria de normas que privilegian los rasgos asociados con la masculinidad. El androcentrismo va acompañado del sexismo cultural, entendido como la devaluación y desprecio de aquellas cosas que se codifican como femeninas. La división capitalista del trabajo remunerado también determina colectividades étnicas bivalentes: los empleos de baja remuneración, como el servicio doméstico, son ocupados por personas negras o indígenas, mientras que los empleos bien remunerados son desempeñados, casi siempre, por personas blancas. El racismo se refiere a la construcción autoritaria de normas que privilegian rasgos asociados con el “ser blanco” y menosprecian lo codificado como “negro”, “mestizo” o “indio”. Esta depreciación se expresa en un conjunto de lesiones que afectan a las personas distintas a las “blancas” y que menoscaban su dignidad humana. En síntesis, el análisis y el planteamiento de alternativas para el empleo doméstico infantil requieren de la perspectiva de la injusticia económica y la injusticia cultural. 2.2 Relaciones en el Trabajo Doméstico Magdalena León (1992) plantea que el trabajo doméstico es una práctica “asignada culturalmente a las mujeres, para lo cual la mujer ha tenido que interiorizar la ideología de “servir a otros” como función natural”. El trabajo que el ama de casa realiza para su familia como un servicio sin remuneración no es considerado “trabajo” por lo cual es socialmente subvalorado y ubica a la mujer en una situación de subordinación con respecto a otros miembros de la familia. Cuando una persona es remunerada para que realice las labores de reproducción de la fuerza de trabajo de una familia diferente a la suya el trabajo doméstico se convierte en empleo, es decir, en trabajo asalariado. El empleo en servicio doméstico no sólo hereda la subvaloración social del trabajo doméstico sino que la profundiza por la naturaleza de los otros factores que obligan a las mujeres a realizar dicha labor por un salario. Entre empleadora y empleada se crea una relación compleja que, por un lado, está determinada por los efectos de las contradicciones de clase social que se expresan en el ejercicio del poder y en el sometimiento y, por otro, involucra la identidad de género que se establece entre las mujeres. Esta relación laboral se extiende a ámbitos que están más allá del estrictamente laboral. Por ejemplo, la empleada valora el “buen trato” y la buena relación con la empleadora incluso por encima de lo económico (Taller Abierto, 1998). El sitio de trabajo de la empleada interna, que es al mismo tiempo su lugar de vida, está configurado por un espacio físico y unas relaciones y vivencias que crean un sentido de disponibilidad de la persona. Esto genera restricciones psicosociales y sexuales; el proyecto de vida de la empleada se limita porque pasa a depender, casi en su totalidad, de la relación laboral. Que el lugar de trabajo sea el mismo en el que transcurre la vida de la empleada hace imposible una relación impersonal con el empleador; esta circunstancia se agrava en el caso de la empleada inmigrante que ha dejado a su familia de origen, la migración es un hecho traumático porque se pierden la continuidad sociocultural y los vínculos socioafectivos (Taller Abierto, 1998). La mutua identidad que se establece entre empleada y empleadora, basada en que ambas aceptan la adscripción de la mujer a las tareas del hogar, distorsiona las relaciones laborales porque genera relaciones afectivas en el plano personal. Sin embargo, esa distorsión no sobrepasa la asimetría de poder que definen, en últimas, las diferencias sociales. 3. La situación de las niñas empleadas en servicio doméstico en hogares de terceros 3.1 Aspectos Sociodemográficos La edad de las 100 niñas entrevistadas oscila entre los 12 y 18 años, el 72% está en el rango 15 a 17 años (Ver Cuadro No.1). Cuatro de las chicas tienen un hijo y 12 están embarazadas. La mayor parte son inmigrantes de distintas partes del país, en particular del Litoral Pacifico (31 niñas) y del Cauca (29), (Ver Cuadro No.2). Las 24 niñas nacidas en Cali son hijas de mujeres inmigrantes, especialmente de las regiones ya mencionadas. Las niñas aducen diversas causas para explicar su migración, en cada caso se combinan dos o más de las siguientes razones: dificultades económicas, violencia intrafamiliar, falta de oportunidades de estudio y trabajo, motivación de amigas y familiares que estaban en Cali, traslado de la familia, deseos de conocer la ciudad, orfandad y desprotección, desplazamiento forzado, trabajo muy duro en las minas o presión para trabajar en las casas de familiares que viven en la ciudad. En relación con el nivel de escolaridad el 35% de las niñas no ha concluido la primaria, el 30% tiene primaria completa, el 29% no ha terminado la secundaria, el 5% tiene secundaria completa y una niña no ha tenido acceso a la escuela (ver Cuadro No.3). En el momento de la entrevista el 39% continuaba sus estudios. Las niñas que abandonaron la escuela (61%) argumentan diversas causas: falta de dinero, falta de permiso en el trabajo, no les gusta estudiar, están embarazadas o no tienen registro civil ni certificados de los estudios cursados anteriormente. Una cuarta parte de los padres de las chicas se dedican a la agricultura y el resto realizan diversos oficios como construcción, ventas ambulantes o vigilancia (Ver Cuadro No. 4). El 48% de las madres trabaja en la agricultura y el 21% es empleada doméstica; las demás se desempeñan en ventas ambulantes, cafeterías y otros oficios (Ver Cuadro No.5). 3.2 Ámbito Familiar Las entrevistas en profundidad permitieron rescatar las vivencias de las niñas en cuanto a su situación familiar, iniciación en el trabajo doméstico remunerado y relaciones laborales. A continuación se transcriben fragmentos de sus narraciones que permiten comprender las complejas circunstancias que rodean la vida de las chicas. • “Salí por maltrato de mi mamá, mi papá no me reconoció, ahora que estoy grande fui a buscarlo, pero ya no lo quiero. Visito a mi mamá cada año, todo lo malo lo eché al olvido y siento que ahora si la estoy queriendo, que mamá hay una sola, hay que quererla; ella ha cambiado mucho, aunque no es lo mismo que si hubiera tenido una buena relación. Desde los 9 años que salí de la casa me he defendido sola, antes yo les ayudo a ellos”. (Niña de 17 años, inmigrante del Departamento del Cauca) • “Me trajo mi mamá desde muy pequeña del Chocó, mi papá se quedó allá. Mi papá maltrataba mucho a mi mamá por eso ella se vino para acá. Tengo dos hermanitos por parte de mamá, yo sufro por el maltrato de mi mamá, ella me insulta mucho, cuando me está pegando me dice que me quiere matar. Cuando tiene problemas con mi padrastro, se disgusta conmigo y con mis hermanitos, afortunadamente ya se separó, ojalá que eso ayude a que cambie. Yo siento que mi mamá quiere más a mis hermanitos, cuando ellos se enferman ella corre pero cuando yo me enfermo ella no se preocupa. Me gustaría que mi mamá cambie, que fuera más amable con nosotros, que me comprenda, que si ella tiene sus problemas no nos eche la culpa a nosotros”. (Niña de 13 años) • “Mi papá, mejor dicho ese señor porque él a mi no me crió como su hija, a ninguno nos crió como sus hijos, nos abandonó... ninguno estamos registrados. Somos 17 hermanos y todos andan regados. Yo vivía con una hermana pero no me gustaba como ella me trataba, la gente me decía que le pusiera una demanda, pero yo no lo hacía por mis sobrinos que están muy pequeños. Ella me pegaba con palos, ella me hizo esta cicatriz en la cara con un cucharón. Mi mamá murió, ella tenía dos niñitos y mi papá los llevó a bañar dizque a Cañaveral y los cogió y los tiró a esa zanja... ellos se murieron, como era tan hondo; a los pocos días, borracho, abusó de mi mamá, quedó en embarazo de mi, a los 5 meses de haber nacido él la mató. Estoy sola, por eso me vine del Chocó, a los únicos que quiero es a mis sobrinos, al de 3 años y al recién nacido”. (Niña de 15 años, inmigrante del Departamento del Chocó) • “Mi papá y mi mamá viven en la finca, mi papá no tiene hijos regados, ellos están de acuerdo con que esté trabajando en la ciudad porque les mando plata y les colaboro. Mi papá y mi mamá me hacen mucha falta, yo los quiero mucho y me gustaría estar con ellos, pero allá no se consigue la plata para comprarme la ropa y lo que necesito”. (Niña de 13 años, inmigrante del Departamento del Cauca) • “Mi mamá me comprende y confía en mi, lo malo es que mi familia no es unida, pelean a todo momento, pero ahora lo que más me afecta es que mi papá se fue de la casa, lo extraño y me hace mucha falta, quisiera que hicieran las paces”. (Niña de 14 años, de Cali) • “De lo que gano le envió la mitad a mi mamá, me gusta ayudarle, desde que tenía 10 años la estoy ayudando, cuando empecé a trabajar. Extraño mucho a mi familia, hace un año mataron a mi papá, eso ha sido muy difícil. A veces me entra el aburrimiento y me voy para la casa, estoy allá 8 o 15 días y regreso más tranquila. En el trabajo me dan permiso porque casi no salgo”. (Niña de 15 años, migrante del Departamento del Cauca) • “En mi familia estamos pasando por una situación económica muy mala, por eso necesito trabajar para ayudar a mi madre, hay problemas para darles de comer a mis hermanos, pero lo que más me afecta es que no tenemos todos los servicios, ni de agua ni de alcantarillado, y otro problema que tenemos es que uno de mis hermanos mayores se está metiendo con droga y eso me afecta mucho”. (Niña de 14 años, caleña) Como puede observarse las circunstancias familiares de las niñas están cruzadas por conflictos entre el padre o padrastro y la madre, entre el padre y la madre con los hijos e hijas y entre los hermanos y hermanas. La mayoría son niñas maltratadas y abandonadas por el padre que viven una permanente precariedad económica; en algunos casos provienen de familias con problemas de drogadicción. Todas estas circunstancias inciden negativamente en la vida socioafectiva de las niñas. Pero, pese a las dificultades, muestran una gran capacidad para asumir los conflictos y buscar soluciones, aunque el trabajo les implique otro tipo de riesgos para su bienestar. Es notable su deseo de colaborar para el cambio de la situación económica familiar. Para ampliar la comprensión de la situación familiar de las niñas entrevistamos a dos madres cuyas narraciones transcribimos a continuación. “Tengo 38 años de edad, me vine de Cajibío (Cauca), por allá la situación es muy dura, acá uno encuentra la forma de vivir, cuando estaba por allá tuve a Olga. El papá de ella, cuando yo estaba en embarazo no quiso responder. Ella me tiene a mi no más, el papá de los niños vive conmigo, él hasta ahora no ha llegado a meterse con ella. Yo estuve trabajando un tiempo en casas de familia, me iba bien trabajando en las casas, ahora quiero conseguir un trabajo pero no lo he conseguido. El trabajo en casas me parece bueno para ella aunque sea para ayudarse ella no más, cuando tenga modo que me ayude también a mi. Yo quiero que ella trabaje porque aquí mantiene en la calle, eso a mi no me gusta, a veces las malas compañías las dañan, me gusta que trabaje interna porque esta más segura, por aquí es peligroso. Estuvo estudiando el quinto pero no lo terminó bien, yo quisiera que donde trabaja le dieran el estudio, quisiera que aprendiera algún arte para que se defienda cuando llegue a más señorita, que no cayera con un mal hombre, la aconsejo mucho y le digo que no vaya a meter las patas; a veces con cualquier cosa que le dicen los hombres uno cae, no puede uno irse metiendo con cualquiera. Quisiera que llevara una vida mejor”. (Madre inmigrante del Cauca) “Tengo 28 años, me vine a Cali a la edad de los 9 años porque mi mamá me maltrataba y yo no podía decir nada, me vine con unos pescadores que fueron al Chocó, me tocaba hacer todo el oficio, tengo una cicatriz en el estómago que me la hice planchando, como era muy pequeña ponía una banca y así me quemé; nunca me dieron plata, me daban ropa y comida, ellos dijeron que iban a darme estudio, pero nunca lo hicieron. A los 16 años volví al Chocó, dizque a estudiar pero tampoco lo hice porque me enamoré. Allá otra vez mi mamá empezó a maltratarme, me pegaba mucho más fuerte porque no podía pedir permiso ni nada de eso. Me enamoré de un profesor, él le dijo a mi mamá que quería casarse conmigo y que dejaría que siguiera mis estudios; ella le dijo que no, me metió una paliza que me dejó enferma, él se fue y yo de aburrimiento me volé con el papá de Sandra, a él no lo quería, el me cogió brutalmente, me golpeó, solo recuerdo cuando volví en sí que estaba toda ensangrentada y toda adolorida... ahí quede en embarazo, yo no quería ese embarazo, no lo busqué. El papá de mi hija era muy responsable pero me daba muchos golpes. Estaba muy aburrida y me vine con una hermana y me traje la niña. Acá conocí un señor, de él tuve 2 hijos, me separé de él porque al principio trabajaba y era responsable pero después no volvió a trabajar y aparte de esto me maltrataba mucho. Mi hija mantenía muy aburrida y no quería estar en la casa. He trabajado en varias casas, algunas personas han sido buenas pero otras hasta ahora me deben plata, también he trabajado en restaurantes, me gustaría ser chef de cocina. Por cualquier cosa yo regaño a Sandra, le decía que no la quiero, que la voy a regalar, que ojalá se muriera, que por ella yo estaba pasando trabajos. Pero yo ahora veo que ella no tiene la culpa de nada. Yo quisiera para mi hija lo mejor, me la imagino como una abogada, una administradora o una arquitecta, algo especial, yo le digo mija ¿usted quisiera ser una doctora? pero ella me dice: ‘mi mamá es tan boba, para que me pregunta todo eso si no me lo va a dar´... eso a mi me da mucha tristeza, porque yo me la imagino como toda una ejecutiva, no se si se cumpla, yo le digo: ¿no será que usted me da esa sorpresa?... ella se queda callada”. (Madre migrante del Chocó). Las narraciones de estas madres muestran tanto la continuidad del empleo doméstico en distintas generaciones de mujeres, como la reproducción del maltrato y la presencia de temores basados en sus difíciles y traumáticas experiencias afectivas. Las madres asumen el trabajo de sus hijas, a la vez, como necesidad para resolver las carencias de las niñas y como oportunidad de ayuda familiar. Es evidente el deseo de que sus hijas no vivan iguales historias, situación que sólo será posible si se construyen otros imaginarios, nuevas relaciones sociales y, en consecuencia, distintos proyectos de vida. 3.3 Trayectoria y condiciones laborales - La iniciación Desde temprana edad las niñas asumen responsabilidades, consigo mismas y con sus familias, presionadas por las precarias condiciones económicas, los conflictos familiares y las pautas culturales que configuran la niñez, la paternidad y la maternidad como categorías culturales y roles sociales. En múltiples ocasiones el empleo doméstico es una alternativa frente a la violencia intrafamiliar, el maltrato, la privación y la carencia de expectativas. En otros casos el ingreso al empleo doméstico responde a una pauta cultural. Existe una estrecha relación entre las difíciles circunstancias de vida en las familias y lugares de origen, la migración y la vinculación al trabajo doméstico remunerado; ésta es la única opción laboral para las niñas que llegan del campo o del litoral pacífico. Así lo expresan en sus narraciones: • “Mi mamá se consiguió un marido, entonces me maltrataba mucho, se iba con el marido y me dejaba con la abuela, me tocaba hacer de todo en la casa. Llegó un momento en que no aguanté y me vine a conseguir trabajo, tenía 9 años de edad, me trajo una señora, con ella trabajé 5 años”. • “Mi mamá no quería darme para la ropa, también me maltrataba, entonces decidí trabajar cuando tenía 12 años de edad”. • “Cuando se murió mi abuela me trajeron para acá, donde la prima de mi papá. Un día ella se fue a trabajar, entonces el marido se metió a la pieza y trató de abusar de mi, me rasgó la blusa, yo le di con un palo en la frente. De ahí me volví otra vez para el Chocó pero volví a las mismas, mi hermana a darme palo, golpes, garrote, como si yo no fuera una persona. De ahí me fui a Condoto para donde una tía, pero también vive en las mismas. Entonces conseguí el pasaje y me vine otra vez para acá y fui donde mi tía, el marido comenzó a gritarme que quién me había traído, que me fuera por donde vine. Comencé a caminar la calle sola y llorando hasta que encontré al joven que me llevó donde su novia, ahora estoy donde la profesora Marta”. • “No conocí a mi mamá, después de haber nacido yo ella se murió, mi papá se consiguió una mujer, ella no me quiere, me daba mala vida, me pegaba y trataba mal, solo quería a los hijos de ella, entonces me volé y me vine a trabajar a Cali, llegue a la terminal y las monjitas me consiguieron trabajo donde la familia Ortiz”. • “Mi papá se murió y a mi mamá le quedaba muy duro sacarnos adelante. Pensé que ya era hora de empezar a trabajar para colaborarle a mi mamá, tenía 14 años cuando empecé a trabajar”. • “Salí a los 14 años de edad porque me gusta la ciudad, acá el trabajo es más suave, en la finca es muy duro y no se ve la plata”. • “Salí de mi casa a trabajar porque uno tiene que salir a botar la ceniza, es un dicho que tenemos. Es importante conocer otras personas y otras partes”. • “Mi papá es muy bueno, él nos quiere mucho, él quisiera darme todo para que yo no tuviera que trabajar, mi mamá trabaja interna en casas de familia, ella es buena, nos brinda confianza, hace dos meses nos vinimos del Chocó a trabajar para ayudar a la familia, extraño mucho a mi papá y a mis hermanitos”. El 3% de las niñas entrevistadas se inició en el trabajo doméstico a los 9 años de edad, el 46% entre los 10 y 13 años y el 40% entre los 14 y 17 (Ver Cuadro No.6). El 87% de las niñas consigue sus trabajos por intermedio de familiares y/o amigas, 11% lo hace personalmente y 2% a través de agencias. Solamente el 5% de las niñas manifestó devengar el salario mínimo legal vigente ($182.070 según la ley)123 (Ver Cuadro No. 7). Sólo 52 niñas informaron sobre la ubicación de la casa en donde trabajan, de ellas el 89.34% está al servicio de familias de estratos 3 y 5, es decir, sectores medios y medios altos. Es de resaltar que el alto número de niñas (48) que no conoce con certeza la dirección de su sitio de trabajo muestra las dificultades que tienen para ubicarse en la ciudad. - Jornada laboral La jornada laboral del 62% de las niñas fluctúa entre 9 y 14 horas diarias, el 38% restante trabaja entre 6 y 8 horas diarias. El 77% debe hacer todos los oficios requeridos por la familia empleadora: preparación de alimentos, aseo de la casa, cuidado de la ropa, atención de niños y niñas, etc. En los demás casos sólo realizan algunas de estas funciones. Por lo general las niñas tienen “libre” los domingos cada quince días. La mayoría aprovechan el día para estudiar, pasear, bailar, descansar, salir con las amigas y visitar a la 123 Equivalente a 85.7 dólares aproximadamente. familia. Otras lo dedican a compartir con su hijo, salir con el novio o participar en el culto. Finalmente, hay quienes expresan no salir de la casa en la que trabajan porque no tienen a donde ir, no conocen la ciudad ni tienen personas de confianza para pasar el día. - Salud y seguridad social El 92% de las niñas afirma no tener ningún tipo de seguridad social; el 8% restante la tiene no por su vinculación laboral, sino porque es beneficiaria de algún familiar afiliado. Todas manifiestan sufrir de “dolores de cabeza” acompañados, en algunos casos, por “dolores en el estómago, muelas, ojos, espalda, cintura, cadera y sueño permanente”. Otras mencionaron “cólicos menstruales”, “asma”, “alergias”, “dolor en el corazón” e “infección urinaria”; sólo el 25% asiste a consulta médica por sus problemas de salud. Entre las niñas entrevistadas un 20% manifestó haber sufrido acoso sexual y un 3% haber sido violada por personas de la familia empleadora. Sólo el 10% de las chicas recibe prestaciones sociales pero no las reconocen como un derecho laboral y una responsabilidad de sus empleadores, sino como un acto de generosidad y bondad. 3.4 Relaciones Laborales Los testimonios que se presentan a continuación ilustran el tipo de relaciones laborales a las que las niñas están sometidas. • “He estado en cuatro trabajos, los patrones han sido respetuosos. Una señora me humillaba mucho, era como si ella sola valiera, o sea, como dicen que las muchachas del servicio no valemos nada. En ese trabajo me levantaba a la 4 de la mañana y me acostaba a las 10 de la noche. Hacía las cosas bien, pero la señora siempre decía que estaba mal hecho, hasta que una vez me sacó la rabia y le dije que no aguantaba más sus humillaciones ni sus regaños y conseguí otro trabajo”. • “A veces he recibido humillaciones pero me toca seguir hasta que me pueda ir a mi casa. Una señora siempre se metía con mi vida privada –usted sabe como está su mamá, por allá no hay ni para comer, me decía- ella vivía humillando todo el tiempo, para mi todo lo que toca con mi familia es como humillación. Uno sabe que como empleada doméstica tiene sus cosas separadas, pero ella exageraba mucho, me sentía como discriminada”. • “La profesora gracias a Dios es buena persona, dijo que me iba a dar estudio, que lo único que no le gustaba es que salga sola sin pedir permiso; ahí tengo que lavar la ropa y ayudar a cocinar, le dije que no me pagara, que solo me diera el estudio”. • “Me tratan bien, no me regañan pero hay dos niños de 5 y 6 años de edad que son muy groseros, me pegan, tiran los zapatos, riegan la basura cuando no los ven; a mí me da mucha rabia, es lo que no me gusta del trabajo”. • “He tenido dificultades en el trabajo porque han intentado abusar sexualmente de mí, cuando trabajaba donde una pareja el señor me decía que con él podía tener mucha vida por delante, que me iba a mantener bien, que no me iba a faltar nada, como no acepté ninguna de sus insinuaciones, empezó a tener problemas conmigo, un día intento entrarse al cuarto a las 3 de la mañana... Otros también han querido sobrepa- sarse, me dicen cosas morbosas, me ofrecen plata, joyas. Las señoras no se dan cuenta, yo no les digo nada porque me da miedo quedarme sin trabajo y que no me crean. Cuando estoy en estas situaciones hablo con mi tía y ella habla con los señores, les exige que me respeten, de lo contrario les cuenta todo a las esposas. Pero de todas maneras en las casas donde he tenido esas dificultades los señores terminan presionándome y como no estoy dispuesta a aceptar debo renunciar” • “Ahora trabajo con una señora sola, me toca hacer todo menos planchar, ella es muy buena. Como bien, me da la salida y el pago es cumplido. No me gusta trabajar donde hay hombres porque a veces los patrones se propasan”. • “Comencé a trabajar bien, un día entré a organizar el cuarto de ellos, entonces estaba el señor ahí, yo no sabía que él me iba a hacer algo, él comenzó a seducirme, yo salí corriendo, no le dije nada a la señora y no volví a trabajar en esa casa. Otro problema es que las señoras intentan pegarme, como si tuviera 6 o 7 manos para hacer todo de una, una señora intentó pegarme con una correa. Lo bueno es que me daba de lo que ella comía y me hacía comer en el comedor, en los otros trabajos comía la misma comida pero lo hacía en la cocina” • “Me levantaba a las 6 de la mañana a despachar a mis patrones, me quedaba sola haciendo el oficio, me gustaba porque tenía buen trato, pero uno de los hijos del señor era policía, él no me respetaba, tenía mujer y me decía que estaba enamorado de mí, que él quería dejar a la esposa para irse a vivir conmigo”. • “En mi primer trabajo hacía todos los oficios, la comida, planchado, lavado, aseo, vivían 4 personas y llegaban los hijos y los nietos. Me gustó porque no me trataban mal y le hablaban bien a uno. No me gustaba porque no me dejaban salir, cuando llegaban los hijos y los nietos me cansaba mucho, apenas terminaba de hacer un oficio me mandaban otro” • “En mi primer trabajo, la casa era muy grande, había 7 personas, 3 perros grandes y tenía que cocinarles, no eran cumplidos en el pago, me daban chichiguas, solo que mi patrona era muy buena, ella era arquitecta”. Las narraciones muestran la complejidad de las relaciones entre empleadora y empleada, más difíciles aún cuando se trata de menores de edad. El ámbito laboral está determinado, por un lado, por las contradicciones de clase y por referentes culturales que se expresan en el ejercicio del poder y el sometimiento y, por otro, por la identidad de género que se establece entre las mujeres, de ahí la importancia que tiene para las niñas el trato que les dé la empleadora. Para las niñas empleadas es fundamental recibir afecto en su trabajo, demanda relacionada, en buena medida, con sus historias de carencias afectivas. Sin embargo, esta necesidad puede generar relaciones ficticias que no le permiten a la niña identificar y asumir claramente las diferencias que hay entre ella y su empleadora, en consecuencia, construye identidades psicosociales y políticas confusas que disminuyen su capacidad de negociar sus derechos. Cuando la subvaloración y la discriminación son los ejes de la relación laboral se causan daños profundos en el desarrollo de la personalidad; la interiorización de sentimientos de inferioridad distorsiona y empobrece la imagen que las niñas tienen de sí mismas lo cual afecta gravemente su autoestima, sus relaciones interpersonales, su desarrollo y su proyección de vida. La violencia sexual, expresada en el abuso y acoso, manifiesta el poder masculino y la interiorización de un sentido de disponibilidad sobre quien realiza el trabajo doméstico sustentado en la creencia de que por ser mujeres, pobres y niñas se puede disponer también de su cuerpo e integridad física y psicosocial. Es importante destacar el sentido de dignidad de las niñas que se expresa en la identificación y rechazo de situaciones discriminatorias y en su capacidad para enfrentar la realidad que viven; generalmente, renunciar al empleo, aunque no tengan alternativa diferente a encontrar otro similar, es la única opción de la que disponen. 3.5 Expectativas Las niñas señalaron como aspiraciones laborales futuras las siguientes: estudiar y ser profesoras, enfermeras, médicas, sicólogas, arquitectas, administradoras de empresas, policías o militares, modistas, manicuristas, secretarias, actrices, bailarinas, compositoras o manejar sistemas. El 20% de las entrevistadas dijo no tener claras sus aspiraciones laborales para el futuro. 3.6 La situación de las niñas desde una perspectiva de derechos El empleo doméstico infantil es, en sí mismo, un desconocimiento y violación de los derechos de las niñas; vender su fuerza de trabajo es una obligación o la única posibilidad para subsistir. El mundo del trabajo no es una actividad de socialización o de construcción de las dimensiones necesarias para relacionarse con el mundo sino una condición desventajosa que les exige renunciar a su ser de niñas. El trabajo doméstico infantil en hogares de terceros, que es una de las peores formas del trabajo infantil, contradice la vigencia y aplicación real de los derechos contemplados en la legislación nacional e internacional en favor del desarrollo integral de la población menor de edad, en particular de las niñas. En el Artículo 42 de la Constitución Nacional de 1991 se establece que la familia es el núcleo fundamental de la sociedad y que las personas menores deberán ser sostenidas y educadas en un marco de igualdad de derechos, respeto recíproco y no violencia. El Artículo 44 define el desarrollo integral de la niñez como responsabilidad de la familia, la sociedad y el Estado y llama a la protección contra toda forma de abandono, violencia física o moral, abuso sexual, explotación laboral o económica y trabajos riesgosos para las personas menores de edad. En todo caso los derechos de la niñez prevalecen sobre los de los demás. El Artículo 53 establece los principios mínimos fundamentales del trabajo: igualdad de oportunidades, remuneración mínima vital y móvil, estabilidad, irrenunciabilidad a los beneficios laborales mínimos, garantía a la seguridad social, capacitación, descanso necesario y protección especial al trabajador menor de edad. Por su lado, el Código del Menor le protege contra la explotación económica y el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso para su salud (Artículo 14), prohibe el trabajo a los menores de 12 años y exige autorización para que los niños mayores de 12 y hasta los 18 puedan trabajar (Artículo 237) y establece que la contratación de menores indígenas debe regirse por las normas de su legislación especial (Artículo 239). Igualmente, señala jornadas especiales de trabajo para las personas menores de edad, el máximo permitido (para los jóvenes de 16 y 17 años) es de 8 horas diarias (Artículo 242); también establece que tendrán derecho al salario, prestaciones sociales y demás garantías que concede la ley (Artículo 243). En el nivel internacional, la Convención sobre los Derechos del Niño exhorta a los Estados a protegerlo contra la explotación económica y el desempeño de trabajos que puedan ser peligrosos o entorpecer su educación, salud y desarrollo integral (Artículo 32). El Convenio 182 de la Conferencia Internacional del Trabajo considera que las peores formas de trabajo infantil abarcan, entre otras, la esclavitud o prácticas análogas como la venta y el tráfico de niños, la servidumbre por deudas, la condición de siervo y el trabajo forzoso u obligatorio (Artículo 3a), en consecuencia, obliga a los Estados que lo ratifican a adoptar medidas inmediatas y eficaces para conseguir la prohibición y la eliminación de tales formas de trabajo (Artículo 1) teniendo en cuenta la situación particular de las niñas (Artículo 7e). En la Plataforma de Acción Mundial de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, Beijing 1995, se llamó a los Estados a respetar y promover el respeto de los derechos de la niñez, en especial de las niñas. Uno de sus objetivos estratégicos es “eliminar la explotación económica del trabajo infantil y proteger a las niñas que trabajen”. Se convocó a tomar medidas que las protejan contra “cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, o que sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social” 124. En el Informe de la Conferencia Internacional sobre Población y el Desarrollo (El Cairo, 1994), se exhortó a los Estados a tomar medidas que garanticen “el acceso más amplio y temprano posible de la niña y la mujer a la enseñanza secundaria y superior, así como a la formación profesional y técnica” y a que asuman integralmente “las necesidades especiales de las niñas y jóvenes en materia de nutrición, salud general y reproductiva, educación y necesidades sociales” 125. 124 Capítulo: Objetivos Estratégicos y Medidas. Objetivo L - La Niña. Párrafos 259/ 285, pgs 136-147. 125 Capítulo IV: Igualdad y equidad entre los sexos y habilitación de la mujer - La Niña. Párrafos 4.15 y 4.23, pgs 26-28. A la luz de los derechos enunciados y reconociendo la situación de las niñas trabajadoras domésticas en hogares de terceros, se evidencian las siguientes particularidades: • El incumplimiento del derecho a tener una familia como núcleo afectivo fundamental y de sostenimiento para su desarrollo integral. En buena medida esta situación es causada por las difíciles condiciones socioeconómicas de las familias y por el maltrato y la violencia que prevalecen en algunas de ellas. • Las relaciones laborales en el empleo doméstico infantil desconocen los derechos que legislan el trabajo: se presentan servidumbre y sumisión, no hay libertad de expresión, la disponibilidad sobre la vida de la trabajadora es casi absoluta, no se respetan su intimidad ni sus valores culturales y la remuneración no corresponde al trabajo desempeñado. • Al no existir un reconocimiento del trabajo doméstico, y mucho menos del realizado por niñas, la legislación lo regula por excepción a los derechos generales contenidos en el Código Sustantivo del Trabajo. Por ello, al hablar de los derechos de las niñas trabajadoras hay que remitirse a las normas excepcionales lo cual agrava su situación. • La baja remuneración del trabajo doméstico realizado por las niñas viola el derecho a tener un salario mínimo vital, indispensable para la satisfacción de sus necesidades, lo cual agudiza la explotación de la que son víctimas. Peor aún cuando se desconocen sus prestaciones sociales y la debida protección a la seguridad y la salud. • Las niñas están sometidas a jornadas de trabajo que superan las autorizadas por el Código del Menor, la Constitución y los Convenios Internacionales. Las extensas jornadas, que se constituyen en trabajo forzoso y peligroso para su integridad, vulneran sus derechos a un nivel de vida adecuado a su condición de menores de edad y al pleno desarrollo de sus facultades espirituales, morales, físicas y sociales. • Las labores que deben desempeñar son múltiples, simultáneas y, en muchas ocasiones, peligrosas y superiores a sus fuerzas y pericia lo cual somete la integridad física y psicosocial de las niñas a un riesgo permanente. De esta manera se incumple lo regulado en los Artículos 14 del Código del Menor y 32 de la Convención sobre los Derechos del Niño, entre otros. • La situación crítica que viven las niñas, tanto en su núcleo familiar como en el trabajo doméstico, es un fuerte obstáculo para su acceso, desempeño y permanencia en la escuela lo que niega, en la práctica, un derecho fundamental de la niñez. Por otro lado, la carencia de alternativas de educación limita sus proyecciones de vida e impide la movilidad ocupacional lo cual aumenta la posibilidad de permanecer en el trabajo doméstico por el resto de sus días. • A pesar de ser un Artículo fundamental para los trabajadores (44 de la Constitución Nacional) ninguna de las niñas tiene acceso al régimen contributivo de seguridad social pues los empleadores o empleadoras no aportan la cuota que les corresponde según la ley. • No garantizar la seguridad social de manera universal a las niñas trabajadoras domésticas es una violación del Artículo 2 de la Convención sobre los Derechos del Niño, que exige la no discriminación por el oficio que se realice, y de los Artículos 26 y 27 que establecen el derecho a beneficiarse de la seguridad social y el reconocimiento a un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social, respectivamente. • En Colombia el acceso a la salud de quienes trabajan en el servicio doméstico está regulado por la ley 11 de 1988, reglamentada por el decreto 047 de 2000, que les obliga a cotizar como trabajadoras independientes sobre la base de dos salarios mínimos legales vigentes. Esta investigación muestra que el 95% de las entrevistadas no gana ni siquiera el salario mínimo, lo cual significa que pierden toda posibilidad de acceder al servicio de salud. 4. Conclusiones y recomendaciones Las características que particularizan al empleo doméstico han perdurado desde la época de la Colonia hasta nuestros días. Siempre ha estado vinculado a formas de discriminación, control y dominación de las mujeres, en particular de las pertenecientes a grupos sociales marginados económica y culturalmente; desde aquellos tiempos el servicio doméstico ha sido casi la única alternativa para el acceso de las mujeres populares al mundo laboral y urbano; establece la casa como el lugar social y cultural propio de la mujer, “seguro y posible”, limitando así su desarrollo laboral y social. Las familias de las niñas participantes en este estudio consideran que su vinculación al empleo doméstico es un aprendizaje y una alternativa para prevenir los riesgos que les plantean la calle o la ciudad. Esta es una creencia muy similar a la que se tenía en la Colonia cuando el servicio doméstico era una forma de educación necesaria para la vida adulta y la “educación ideal para una niña pobre”. La relación entre migración femenina del campo a la ciudad y empleo doméstico también es una constante histórica. Estudios de los siglos XVIII y XIX señalan que gran parte de la movilidad rural-urbana fue causada más por las dificultades económicas en las zonas de origen que “empujaban” a las mujeres a la ciudad, que por oportunidades en las zonas de destino. Gran parte de las migrantes de entonces no encontraban opción distinta a la de emplearse en una casa de familia para ganarse el sustento, tal como ahora, cuando la mayor parte de quienes trabajan en casas de familia son inmigrantes o hijas de inmigrantes. Tanto ayer como hoy, la situación de las niñas empleadas en trabajo doméstico es una expresión clara de la injusticia socioeconómica y cultural existente en la sociedad colombiana. La vida de estas niñas está profundamente determinada por la explotación, la marginación y la privación de oportunidades para lograr su desarrollo como personas dignas. Su historia social, familiar y personal las obliga, en primer lugar, a enfrentar el trabajo asalariado desde su niñez y, en segundo lugar, a emplearse en uno de los trabajos más desvalorizados por la sociedad, sin protección de la ley y peor remunerados. En su situación laboral se expresa una fuerte dominación cultural pues al tener que trabajar en hogares distintos al suyo deben alejarse de sus familias y referentes culturales para someterse a otros que no solamente les son ajenos, sino que desvalorizan y hostilizan los propios. El desconocimiento e irrespeto de su ser es una constante, sobre todo para las niñas migrantes lo que lesiona significativamente su integridad personal la cual, a partir de allí, queda marcada por la interiorización de la subvaloración y la discriminación. Las niñas experimentarán profundos sentimientos de inferioridad por el resto de sus vidas, a menos que tengan posibilidades de resignificar y reconstruir sus historias. Las niñas empleadas en el servicio doméstico padecen un reiterado y casi absoluto desconocimiento y violación de sus derechos como niñas, mujeres y trabajadoras. Tales derechos le son negados desde el momento mismo en que tienen que vender su fuerza de trabajo como única posibilidad de sobrevivir aunque el costo sea renunciar a existir como niñas. Las dudosas condiciones de contratación, las extensas jornadas laborales, la carencia de seguridad social y protección, la imposibilidad de estudiar, la falta de descanso, los malos tratos y los abusos sexuales, la baja o inexistente remuneración, las relaciones de servidumbre o semi esclavitud, la negación o subvaloración de sus culturas propias y el alejamiento de sus familias son situaciones que contradicen la vigencia y aplicación real de los derechos contemplados en la legislación nacional e internacional en favor del desarrollo integral de la población menor de edad, en particular de las niñas. En muchas de las instancias y planteamientos jurídicos referidos a la niñez se desconoce la existencia de las “niñas”, se viola su derecho a ser nombradas. La exclusión desde el discurso se sustenta en una concepción patriarcal que invisibiliza a las niñas –más aún si son empleadas domésticas- y contribuye a reforzar la discriminación social, el no reconocimiento y la interiorización del sometimiento. No nombrarlas es condenarlas a no existir en el plano jurídico y social. Teniendo en cuenta todo lo hasta aquí planteado, recomendamos: • Analizar la situación de las niñas empleadas domésticas en el contexto de una sociedad caracterizada por la persistencia estructural e histórica de factores de dominación, discriminación y exclusión profundamente arraigados en las mentalidades y prácticas cotidianas. Por lo mismo, el planteamiento de alternativas, aunque debe contemplar soluciones inmediatas, debe, igualmente, trascender al establecimiento de políticas de mediano y largo plazo. • En este último sentido es necesario promover el cambio desde las subjetividades y desde la cultura en los distintos ámbitos relacionados con la problemática: el personal (las niñas), sus familias de origen, el laboral (familias empleadoras), las comunidades, la sociedad en general y el Estado. • El tratamiento de la situación debe implicar la consideración de las identidades de clase, de género y culturales de las niñas, asumiendo las relaciones de poder como determinantes en su discriminación, explotación y opresión. Si bien los cambios culturales son lentos y complejos es necesario iniciarlos o continuarlos con fuerza a partir de la identificación y comprensión de los referentes que obligan a las niñas a asumir el servicio doméstico como la única posibilidad laboral y de existencia social. • Recomendamos articular indisolublemente las acciones encaminadas a promover el cambio cultural con estrategias que alivien en lo inmediato la situación económica y social de las niñas y sus familias. • Deben generarse procesos reflexivos y de acción con las niñas y sus familias con el fin de aportar en la reconstrucción de sus historias, sus relaciones y sus proyectos de vida. • Se requiere desarrollar campañas de sensibilización social mediante estrategias publicitarias, dirigidas sobre todo a las familias empleadoras con el fin de confrontar la ideología de género que circunscribe el trabajo doméstico a las mujeres; hay que estimular y construir la responsabilidad de todas las personas integrantes del núcleo familiar respecto al trabajo doméstico que reproduce a la familia. • Es necesario realizar procesos de empoderamiento con las niñas para que, resignificando su existencia y superando sentimientos de subvaloración e inferioridad, fortalezcan su identidad como mujeres y como pertenecientes a una clase social y a una cultura. • Se requiere también fortalecer la identidad sociopolítica, tanto en las niñas como en las empleadas adultas, para iniciar o consolidar procesos organizativos de trabajadoras que les permitan ser protagonistas en la interlocución pública, en la difusión y protección de sus derechos y en su reconocimiento y valoración social y política. • Sugerimos comprometer iniciativas, esfuerzos y recursos de intervención en los lugares de origen de las niñas para prevenir la emigración mediante el desarrollo de alternativas (económicas, educativas, recreativas, organizativas, culturales, en salud y seguridad social) que solucionen las problemáticas que expulsan a las comunidades. La situación de las niñas inmigrantes que trabajan en el empleo doméstico debe tratarse simultánea y articuladamente tanto en sus contextos de origen como en los que arriban. • Todas las estrategias y acciones deben estar cruzadas por la perspectiva de derechos lo cual implica situarse en un plano político e interinstitucional que promueva, exija y vigile la aplicación de los derechos establecidos nacional e internacionalmente. Hay que comprometer al Estado como garante de la vigencia y efectividad real de los derechos que tienen como propósito fundamental la protección y el desarrollo integral de las niñas que trabajan en el empleo doméstico. El marco general de estas acciones debe ser la erradicación del empleo doméstico considerándolo como una de las peores formas del trabajo infantil. Bibliografía ARQUIDIÓCESIS DE CALI. Comisión Vida, Justicia y Paz. Desplazados en Cali, 1997. BARRETO, Juanita y PUYANA, Yolanda (1996). Sentí que se me desprendía el alma: análisis de procesos y prácticas de socialización. Ediciones INDEPAZ. Bogotá. BLACK, Maggie (sin fecha). Niñas y niños trabajadores domésticos: un manual de investigación y acción. Anti-Slavery International y UNICEF. Código Sustantivo del Trabajo y Código de Procedimiento Laboral (1993). Editorial LEYER. COMITÉ INTERINSTITUCIONAL PARA LA ERRADICACIÓN DEL TRABAJO INFANTIL. De sol a sol, Plan Nacional de Acción para la Erradicación del Trabajo Infantil y la Protección de los Jóvenes Trabajadores 2000-2002. CORDRO, Allen y GAMBOA, Nuria (sin fecha). La sobrevivencia de los más pobres. CHANEY, Elsa y GARCIA CASTRO, Mary (Editoras) (1993). Muchacha, cachifa, criada, empleada, empregadinha, sirvienta y... más nada. Trabajadoras domésticas en América Latina y el Caribe. Editorial Nueva Sociedad. Caracas. FRASER, Nancy (1997). ¿De la redistribución al reconocimiento?. Traducción de Isabel Cristina Jaramillo. Siglo del Hombre Editores. Universidad de los Andes, Facultad de Derecho. Colombia LEÓN, Magdalena (comp.) (1992). Poder y empoderamiento de las mujeres. Editorial Tercer Mundo. Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. Nuevo Código del Menor (1994). Ediciones Litoimperio. Sistema de Seguridad Social Integral, Ley 100 de 1993. Taller Abierto (1998). Las jóvenes nasa inmigrantes en Cali. TAYLOR, Charles (1993). El muticulturalismo y la política del reconocimiento. Fondo de Cultura económica México. Anexos Cuadro No. 2 Lugar de nacimiento Lugar Cali Litoral Pacifico (Chocó) Litoral Pacifico (Nariño) Litoral Pacifico (Cauca) Litoral Pacifico (Valle) Veredas del Cauca Antioquia Nariño Valle Sin información Total No. de niñas 24 20 6 4 1 29 5 1 7 3 100 Cuadro No. 4 Ocupación del padre o padrastro Ocupaciones Agricultor Construcción Vendedor ambulante Desempleado Minero Vigilante Concejal Mecánico Oficios varios Sin información Total No. de niñas 25 9 4 3 3 2 2 2 10 40 100 Cuadro No. 5 Ocupación de la madre Ocupaciones Agricultora Trabajo doméstico Vendedora ambulante Empleada en cafetería Minera Operaria Sin información Total No. de niñas 48 21 5 5 3 3 15 100 Cuadro No. 6 Edades de inicio en el trabajo doméstico remunerado Edades 9 10 11 12 13 14 15 17 Sin información Total No. de niñas 3 4 9 13 20 21 14 5 11 100 Cuadro No. 7 Salario mensual de las internas Salario 20.000 – 30.000 40.000- 50.000 60.000- 70.000 80.000- 90.000 100.000- 110.000 120.000- 130.000 140.000- 150.000 160.000- 170.000 180.000- 190.000 190.000- 200.000 250.000 En especie Sin información Total No. de niñas 1 9 7 9 10 14 19 3 3 1 1 2 21 100 Situación de niñas y jóvenes que realizan trabajo doméstico en hogares de terceros, con énfasis en inmigrantes en Cali procedentes del litoral pacifico y zonas aledañas de Cali y el Valle del Cauca Entrevista 1 1. Identificación Nombre _____________________________________________ Edad ________ Lugar de nacimiento_________________________________________________ Tiempo de residencia en Cali ___________________________________________ Dirección de la familia _________________________________ Teléfono _______ Dirección del trabajo __________________________________ Teléfono _______ 2. Estudios Está estudiando __ En qué grado __ En dónde ____________________________ Por qué no está estudiando ___________________________________________ Hasta qué año estudió ____ en dónde ___________________________________ Le gustaría seguir estudiando _____ Qué _________________________________ 3. Familia de origen (padres, abuelos y tíos) PARENTESCO OCUPACION EDAD Sus padres y hermanos viven fuera de Cali ___ En dónde (municipio) ___________ (Vereda) _________________ Río ______________ Otro ___________________ Viven en casa propia ___ arrendada __ Otro __ Cuál ________________________ De qué está hecha la casa ____________________________________________ Con quién vive en Cali ____________________________ Barrio ______________ Cada cuánto vista a la familia __________________________________________ Quiénes son los que más pelean en casa __________________________________ Cómo se siente cuando pelean _________________________________________ 4. Situación laboral A qué edad empezó a trabajar ____ Hace cuánto trabaja en Cali _______________ Hace cuánto trabaja en casas de familia _______________ Quién le ha buscado los trabajos _______________________________________ A qué acuerdo llegaron con la empleadora al iniciar el trabajo __________________ __________________________________________________________________ El acuerdo lo hizo con usted ___ Con quién _______________________________ El acuerdo lo escribieron _____________ Se cumple? _______________________ Qué oficios realiza en el trabajo _________________________________________ __________________________________________________________________ A qué hora empieza a trabajar _______ A qué hora termina ___________________ A qué hora del día descansa _____ Qué hace en el descanso __________________ __________________________________________________________________ Trabaja interna ___ Cuáles son sus días de descanso ________________________ Cada cuánto sale ___________________________________________________ Qué hace en los días de descanso _______________________________________ Cuánto le pagan ________ Cada cuánto le pagan __________________________ Son cumplidos _____ Cómo gasta el dinero _______________________________ __________________________________________________________________ Está contenta con su trabajo __ Por qué _________________________________ __________________________________________________________________ Tiene prestaciones sociales _________ Sufre de dolor de cabeza, espalda, sueño frecuente, otros ____________________ Cómo los alivia _____________________________________________________ A qué médico asiste _________________________________________________ 5. Proyecciones de vida Qué le gustaría hacer en el futuro _______________________________________ Quisiera conocer amigas y participar en actividades recreativas, educativas u otras ________________________________________________ Qué días y a qué horas podríamos reunirnos para organizar actividades __________ 6. Otros aspectos Qué derechos conoce _______________________________________________ Cuándo se ha sentido irrespetada por algunos de sus patrones _________________ __________________________________________________________________ Cómo es su cuarto en el trabajo ________________________________________ En qué trabajan sus patrones __________________________________________ Qué otras mujeres entre 10 y 18 años conoce que trabajen en casa de familia NOMBRE DIRECCIÓN TELEFONO Entrevista 2 Cali, Junio 25 de 2000 Apreciada amiga/o: Hace tiempo que no me comunico contigo, hoy te escribo para contarte sobre mi vida. Sobre mi familia te digo que ___________________________________________ Los problemas de mi familia que más me afectan son ________________________ Me gustaría que mi familia cambiara en ___________________________________ Sobre mi trabajo quiero contarte que: Empecé a trabajar a la edad de ________________________________________ Empecé a trabajar en ________________________________________________ En ese trabajo hacía _________________________________________________ Y me pagaban _____________________________________________________ Ese trabajo me gustó porque __________________________________________ Y no me gustó porque ________________________________________________ Otros trabajos buenos que recuerdo son _________________________________ Otros trabajos malos que recuerdo son __________________________________ Te cuento que en mi vida han ocurrido situaciones agradables _________________ Y desagradables ____________________________________________________ Te cuento que ahora estoy ____________________________________________ Para mejorar mi vida deseo hacer _______________________________________ Pero las dificultades que tengo para hacerlo son ____________________________ Atentamente