LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL A TRAVÉS DE LA HOJA DE COCA Federico Escóbar Klose Asesor Legal No podemos dejar de referirnos a las afirmaciones recientemente efectuadas por el flamante magistrado del Tribunal Constitucional Plurinacional, Gualberto Cusi; quién, conforme lo difundido por la prensa, sostuvo que “recurre a la hoja de coca para consultar sobre la resolución de las demandas judiciales que llegan a su despacho”, asimismo, el magistrado indicó que “en momentos complejos que nos han llegado ya tengo que consultar a la coca”, sosteniendo que dadas las opciones “a, b” para resolver una acción tutelar “entonces ahí se consulta la coca. Por decir, bueno, vamos a fallar en sentido positivo, negativo, de la parte impetrante (…) entonces aquí sale, en la coca sale”. Posteriormente, ante la polémica causada no sólo a nivel nacional sino también internacional, el magistrado Cusi trato de retractarse indicando que “la coca no se consulta para decidir la sentencia, sino que consultamos nuestra actividad, si estamos siendo justos, correctos… ". Pero el día de ayer, según fuente periodística, volvió a ratificarse en los siguientes términos: " cuando llega la hora de tomar decisiones, acudo a la coca para que guíe mi accionar… ". En ese contexto, después de que el proceso de selección y elección de autoridades judiciales generó un clima de incertidumbre sobre el destino de la administración de justicia en el país; pueden haber ciudadanos que hubieran mantenido la expectativa de que las autoridades posesionadas demuestren que son imparciales, idóneos y probos en la administración de justicia y en el cumplimiento de sus atribuciones; pero, las declaraciones del magistrado Cusi echan por suelo todo anhelo de cambio en la administración de justicia. Y no se trata de interpretar o encontrarle la simbología a lo expresado por el magistrado; el asunto de fondo es que sus declaraciones son un total contrasentido con el ejercicio de la función de magistrado del Tribunal Constitucional Plurinacional, son totalmente contrarios a la finalidad y los principios de la justicia constitucional, y no están acordes con lo que manda el ordenamiento jurídico. Conforme la Constitución Política del Estado (C.P.E.), entre los principios que sustentan la potestad de impartir justicia se encuentran la imparcialidad y la seguridad jurídica (Art. 178). El Tribunal Constitucional Plurinacional ejerce la justicia constitucional (Art. 179-III C.P.E. y Art. 2 Ley Nº 27 del TCP); siendo su finalidad velar por la supremacía de la C.P.E., ejercer el control de constitucionalidad y precautelar el respeto y la vigencia de los derechos y las garantías constitucionales (Art. 196-I C.P.E. y Art. 2 Ley Nº 27 del TCP). El principio de imparcialidad, que rige la administración de justicia, no sólo está reconocido por la C.P.E. sino también por tratados e instrumentos internacionales. Es así que, el Art. 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos determina que “Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un tribunal competente, independiente e imparcial…”. El Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, en su Art. 14, establece que “Toda persona tendrá derecho a ser oída públicamente y con las debidas garantías por un tribunal competente, independiente e imparcial, establecido por la Ley…”. Similar redacción se encuentra en el Art. 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica, que determina que: “Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial…”. El Art. 3 (Principios de la Justicia Constitucional) de la Ley Nº 27, establece que la imparcialidad implica que la justicia constitucional se debe a la C.P.E. y a las leyes; que los asuntos que sean de conocimiento del TCP se deben resolver sin interferencia de ninguna naturaleza, sin prejuicio, discriminación o trato diferenciado que lo separe de su objetividad y sentido de justicia. Dicho artículo, también nos señala que el principio de seguridad jurídica consiste en la aplicación objetiva de la ley, de tal modo que las personas conozcan sus derechos, garantías y obligaciones, y tengan certidumbre y previsibilidad de todos los actos de los órganos del Estado. En tal sentido, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que los tribunales son el mecanismo principal de interpretación y aplicación de la ley, que desempeñan una función fundamental para asegurar la efectividad de todos los derechos. Dejar al azar la resolución de un asunto, es perder la objetividad y el sentido de justicia, es apartarse de la aplicación objetiva de la ley y es generar incertidumbre e inseguridad jurídica en la ciudadanía; ¿qué puede pensar una persona que justo pensaba invertir o hacer negocios en Bolivia?, ¿pensará que puede encontrar seguridad jurídica en el país? Asimismo, dijimos, que una de las finalidades del Tribunal Constitucional Plurinacional es precautelar el respeto y la vigencia de los derechos y las garantías constitucionales; en ese sentido, la doctrina y la jurisprudencia comparada señalan que la exigencia de una resolución fundada en derecho implica la motivación de las resoluciones y la respuesta a todos los agravios de las partes; y que de acuerdo a la doctrina sentada por el Tribunal Constitucional Plurinacional, la falta de fundamentación de las resoluciones vulnerara el derecho a la seguridad jurídica y la garantía del debido proceso; a lo que nos preguntamos ¿qué tipo de fundamentación puede originarse al utilizarse la hoja de coca como elemento decisorio?, ¿será que el sujeto procesal que no le sea favorable la resolución porque no fue beneficiado por el azar, podrá entender y saber la razón jurídica de la decisión?, obviamente que no.