Cassany

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Contenidos de lengua y literatura UPV
Cassany, D, Luna M., Sanz G. Sociolingüística,
en Educar la lengua. España, Grao. Pp.461-464.
8.3 Sociolingüística
La lengua como hecho social.
Quien haya tenido la suerte de poder conocer y aprender lenguas alejadas, sabe
por experiencia que para comunicarse en un nuevo idioma hay que aprender mucho
más que algunos sonidos, letras o formas gramaticales. Hay que saber cómo vive la
gente que habla esa lengua, cómo se relaciona entre sí y, sobre todo, qué usos hacen
del instrumento verbal de comunicación.
Una amiga que se casó con un joven japonés y que vivió durante un tiempo en
Japón nos explicaba que en japonés tenía que usar pronombres distintos según si se
dirigía a la abuela de su marido, a su madre o a su hermana. No hacerlo así suponía una
grave infracción de los códigos de respeto y tratamiento de la sociedad japonesa. En un
contexto más cerno, todos hemos podido detectar que el gran número de veces que
los ingleses dicen “sorry” durante el día no tiene nada que ver con el uso de la palabra
“perdón” en castellano, ya que tenemos normas de comportamiento y de educación
bastante diferentes. En este sentido, la sutil distinción entre “excuse me”, “sorry” y “I’m
terribly sorry” es de difícil comprensión si no se explica y ejemplifica.
La situación no varía sustancialmente si se trata de una primera lengua. El
alumno ya conocerá los usos y las normas básicas de su habla, pero todavía necesitará
una reflexión profunda sobre la realidad multibilingüe, sobre el contacto entre lenguas
y hablantes de diversas culturas. La disciplina que estudia todos estos factores y que
ayuda a comprender esta compleja realidad es la sociolingüística.
La sociolingüística es una ciencia interdisciplinaria que se originó en los Estados
Unidos de América y en Canadá a principios de los años 50 y que estudia las relaciones
mutuas entre lengua y sociedad. Los estudios sociales del lenguaje arrancan de las
investigaciones procedentes de diferentes disciplinas; la propia lingüística –con estudios
históricos y geográficos–, la sociología, la etnografía, la antropología, el estudio de la
conducta, etc. Según el punto de partida del enfoque, las denominaciones de este
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estudio social de la lengua son diversas: sociología del lenguaje, lingüística social,
sociolingüística, etc.
Según Hymes (1967), la sociolingüística se base en el hecho que los seres
humanos se comunican y producen el lenguaje dentro de un grupo, y fija su atención
en la variabilidad de este código verbal, condicionada por las circunstancias sociales.
Este teórico introdujo el concepto de competencia comunicativa, que amplía
considerablemente el concepto de competencia lingüística y, que es de orientación más
funcional y contextual, ya que considera la actividad lingüística como interacción social
y viceversa (ver pág.85). Este concepto ha sido decisivo para las teorías más
innovadoras de aprendizaje de la lengua y para los métodos didácticos más recientes.
Así pues, se debe interpretar el uso de la lengua bajo parámetros sociológicos,
relacionar las conductas lingüísticas con factores como el estatus social, el rol
adquirido en un contexto, la profesión, el sexo, etc. y otras condiciones de situación
social. Algunos de los temas de estudio más importantes de la sociolingüística han sido
los siguientes:

teorías lingüísticas y del texto con componentes pragmáticos, relacionados con
factores sociales y situacionales;

estratos de lengua y estatus de los medios de comunicación; - determinaciones
sociales de los usos lingüísticos;

transformaciones históricas y sociales de los sistemas y de los usos lingüísticos;

normalización, planificación, política y lealtad lingüística;

roles sociales, motivación, repertorios lingüísticos, lenguaje y percepción,
lenguaje e identidad personal;

ecología evolutiva de la comunicación, lenguaje y cultura;

socialización, aculturación, interacción social, etc.
Un único vistazo a estos temas ya nos da una idea de la gran importancia de la
sociolingüística, y también de su capacidad como ciencia para facilitamos conceptos y
elementos para analizar y comprender la realidad lingüística y social tan compleja de
nuestro país.
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La sociolingüística y la sociología del lenguaje suponen un enfoque mucho más
amplio del estudio de la lengua con respecto a los estudios gramaticales, que se
centran sobre todo en el código y en sus reglas de funcionamiento. O sea, el
lenguaje, además de su función referencial, tiene una función socio-interactiva,
eminentemente pragmática y comunicativa.
Según Labov, la sociolingüística tiene como campo de estudio todos los temas
relacionados con el uso, las funciones y la situación comunicativa, y debe completar
el análisis de las estructuras lingüísticas. En su obra (1966, 1969) se fijan una serie
de búsquedas empíricas y métodos cuantitativos sobre la variación y el cambio lingüísticos.
Según Fishman 1968, la conducta social representa siempre el contexto
necesario para la conducta lingüística; las sociedades dependen del lenguaje como
medio de comunicación y/o interacción. Por lo tanto, las conductas lingüísticas y las
conductas sociales pueden tener múltiples correlaciones regulares y observables.
Hymes 1967, que utiliza la denominación de sociología del lenguaje, intenta
definir su campo de estudio desde estos planteamientos: la sociología del lenguaje
intenta comprender quién habla a quién, en qué variedad lingüística, dónde, cuándo y
sobre qué tema, qué intención explícita e implícita tiene el discurso y qué consecuencias
sociales se derivan de él. Considera un problema fundamental la formulación de las
reglas contextuales de adecuación que dirigen la selección de las variantes
lingüísticas, condicionada por la situación.
Durante los últimos años los métodos sociolingüísticos de investigación y
análisis se han perfeccionado en el estudio del uso de las lenguas y de los cambios
de uso. Se han definido variables sociales (edad, sexo, clase social, profesiones, etc.)
y ámbitos (público/privado, trabajo/ocio, etc.) que ayudan a interpretar los
comportamientos lingüísticos de los individuos y de las comunidades.
Especialmente en Euskadi, Galicia, País Valencia y Catalunya hay importantísimas
aportaciones de estudiosos en el campo de la sociolingüística. Sin duda, lo que motiva
sus trabajos es la situación de contacto de lenguas que caracteriza a estos territorios
desde ~ce siglos, además de una coyuntura política que todavía margina la lengua
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dentro de su propio territorio. Esta diversidad de estudios genera polémica y
tendencias irreconciliables, ya que en ellos se pueden encontrar posturas catastrofistas,
realistas e incluso optimistas, que se traducen en conceptos incompatibles para
explicar una misma realidad.
A pesar de esta diversidad de puntos de vista en la interpretación de los fenómenos
de lenguas en contacto, las aportaciones de la sociolingüística han sido cada vez más
reconocidas por los estudios lingüísticos. La sociolingüística es una asignatura en
muchas universidades del estado español y prácticamente no hay estudios de lengua
que no tengan en cuenta su dimensión social. Además, las investigaciones han ido
perfeccionando su metodología. No cabe duda de que las aportaciones de esta ciencia
social han sido y son imprescindibles para definir criterios y objetivos en la
normalización lingüística y en la enseñanza.
Es necesario que los alumnos de lengua – y todos los hablantes– comprendan el
hecho comunicativo como hecho social, como un intercambio donde interviene una
proporción importante de elementos no lingüísticos: quién emite el mensaje, a quién
se dirige, con qué intencionalidad, por medio de qué estrategias, en qué contexto
inmediato y en qué entorno social. Toda esta serie de relaciones sociales y personales
determinan los actos y los usos lingüísticos.
En referencia a las actitudes de enseñantes y alumnos, la sociolingüística tiene
especial importancia porque aporta elementos de juicio para que unos y otros puedan
adquirir una actitud crítica respecto a los procesos de cambio lingüístico, de contacto
de lenguas o de penetración de idiomas francos como el inglés o el francés. En
definitiva, tener conocimientos de sociolingüística puede ayudamos a comprender
mejor la realidad plurilingüe del estado español, a respetar todos los idiomas y las
personas que los hablan, a tener interés en aprender segundas y terceras lenguas, o a
adoptar una postura crítica ante las manipulaciones políticas que demasiado a menudo
sufren las lenguas y sus comunidades.
Conceptos básicos
A continuación se intentan definir algunos conceptos que pueden ser útiles para la
tarea docente. A menudo unos mismos conceptos hacen referencia a realidades
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diversas, también otros conceptos se presentan como un fenómeno positivo desde
unos puntos de vista y negativo desde otros.
 Ámbito de uso: Conjunto de situaciones sociales en que se usa una determinada
lengua.

C
omunidad lingüística: Grupo de personas que comparten una lengua, o sea, que se
relacionan mediante un mismo conjunto de signos lingüísticos. El uso de este sistema
de signos diferencia este núcleo o grupo social de los demás grupos. Algunos autores
distinguen con mayor precisión entre comunidad de habla y comunidad lingüística. Este
último término sería equivalente a comunidad idiomática, es decir, al conjunto de
personas que utilizan la misma lengua, incluso si no comparten el mismo contexto
geográfico, cultural o social (es el caso de las lenguas más usadas en comunicaciones
internacionales o más extendidas actualmente). En cambio, se cita el término
comunidad de habla cuando una determinada comunidad comparte una competencia
lingüística, enmarcada dentro de una competencia comunicativa; o sea, cuando no sólo
hay conocimiento de la lengua y de la gramática, sino también un conocimiento más
amplio que incluye las normas sociales que regulan las situaciones comunicativas. La
comunidad lingüística suele compartir un territorio y una historia, además de ciertos
referentes culturales y de la conciencia de pertenecer a un mismo grupo.

B
ilingüismo: Este ha sido uno de los conceptos más polémicos en sociolingüística, y
concretamente en nuestro país. El bilingüismo se ha considerado durante mucho
tiempo como el dominio equivalente de dos lenguas. Sin embargo, bilingüismo y
multilingüismo son sinónimos de lenguas en contacto y se caracterizan por la práctica de
utilizar alternadamente dos lenguas. En Catalunya, Badia i Margarit (1964) distinguió el
bilingüismo individual o natural (adquirido generalmente por los hijos de parejas mixtas
lingüísticamente que no abandonan ninguna de las dos lenguas) del bilingüismo ambiental
(alternancia de lenguas con un grado de especialización de funciones para cada una), ya
muy cercano al concepto de diglosia.
El bilingüismo como fenómeno social es tan antiguo como la propia diversidad de
lenguas. A lo largo de toda la historia de la humanidad ha habido individuos y
situaciones que alternaban el uso de más de una lengua. De otro modo no se
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explicarían hechos como las relaciones comerciales, la navegación, las conquistas o las
guerras.
El estudio del bilingüismo sobrepasa el interés lingüístico. Según Mackey (1976), hay
que distinguir el bilingüismo como fenómeno individual y el contacto interlingüístico
como manifestación de grupo. Es cierto que el conocimiento -activo o pasivo- de dos o
más lenguas por parte de un individuo se podría ver simplemente como un fenómeno
positivo y enriquecedor. Pero se prefieren palabras como poliglotismo para hacer
referencia a ello, ya que cuando el uso de una u otra lengua está mediatizado por
fenómenos sociales (y no por criterios de comunicabilidad con el interlocutor, por
ejemplo), y cuando conviven dos comunidades y sólo una de ellas conoce las dos
lenguas, el término bilingüismo esconde realidades de conflicto social, de hegemonía de
un grupo sobre otro y de sustitución lingüística.
 Diglosia: El término diglosia fue usado originariamente por Ferguson (1959) para
referirse al grado de distanciamiento que se producía en algunas comunidades
lingüísticas entre las variedades coloquiales de la 1engua y los modelos usados en
ámbitos de alto prestigio. Existe un desfase entre una variedad considerada culta o más
alta y todas las demás, que funcionan en ámbitos distintos, a menudo jerárquicamente
establecidos. Es el caso, por ejemplo, de las comunidades árabes que emplearon, a
partir de un determinado momento, el árabe clásico, como lengua de cultura, muy
alejado de los diversos árabes coloquiales de distintos países. El término fue usado
posteriormente por Fishman (1967) para incluir también la alternancia de otra lengua.
De este modo, una situación de diglosia sería aquella en que, en una misma comunidad
lingüística, una lengua A ocupa los ámbitos de comunicación altos (administración,
escuela, televisión, radio, periódicos), mientras que otra lengua B, la propia o natural
de la zona, queda reducida a los usos bajos (familia, amigos, relaciones privadas, etc.).
El concepto de diglosia, por lo tanto, ha sido también útil para explicar fenómenos
de cambio de lengua y de procesos de sustitución. Es indiscutible que si en una
comunidad o territorio hay una lengua útil para todas las funciones y otra reducida a
ciertos usos -generalmente más privados-, si el proceso continúa, lleva de manera
irreversible a la sustitución de una lengua por otra. La gama de funciones de una lengua
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excede la de la otra y las incluye. Si una llega a ser indispensable y la otra prescindible,
la primera desplazará a la segunda.
 Sustitución lingüística: Las situaciones de multilingüismo y de contacto de
lenguas son a menudo sólo una etapa, larga pero irreversible, de transformaciones
sucesivas, de un proceso de sustitución lingüística. La historia de la humanidad está
repleta de procesos de este tipo, pero el enfoque con que a veces se investigan
tergiversa la interpretación de los mismos. En principio, procesos como la
romanización o la colonización de América son procesos de conflicto lingüístico, de
aniquilación de lenguas propias y de culturas nacionales. Que se hayan analizado
desde puntos de vista negativos o positivos depende de criterios, a priori,
extralingüísticos.
Simplificando, es el proceso, o los procesos correlativos, mediante el cual una
lengua dominante va ganando terreno en detrimento de otra lengua (recesiva), que por
desuso puede ser llevada a su extinción. Según Aracil (1982), el desplazamiento es
cuantitativo (en términos de número de hablantes y frecuencias de uso) y/o cualitativo (en
términos de ámbitos diferenciales y normas de uso). Este cambio provoca también una
recesión de la estructura y del corpus de la lengua en retroceso, mientras que la otra
amplía su corpus y se enriquece. En estos procesos se producen etapas más o menos
largas de convivencia de las dos lenguas, en las que se puede hablar de "bilingüismo".
Generalmente se anima a los hablantes de la lengua minorizada a ser bilingües y a
actuar en consecuencia.
A pesar de todo, los conflictos presentan dilemas y posiciones que permiten
modificar las normas preexistentes. Hay procesos de sustitución lingüística que pueden
responder a un intento posterior de normalización; es decir, que se justifican en tanto
que intentan hacer retroceder otro proceso anterior. Es el caso de estados como
Quebec, con la integración de los anglohablantes, Irlanda, Gales o el territorio catalán
del Rosselló, donde se pueden comprobar procesos de restablecimiento en periodos
relativamente recientes y que, en general, responden a una concienciación de la
voluntad popular. En Catalunya se ha podido comprobar como muchos inmigrantes y
sus hijos han adoptado la lengua propia del país en donde viven, pero manteniendo su
lengua para las relaciones familiares. En Euskadi la situación precaria del uso social de la
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lengua se ha visto fuertemente contrarrestada por una función identificadora de grupo
y por unos factores actitudinales absolutamente capaces de cambiar una realidad que
parecía irreversible. Las opciones practicadas por los hablantes en estos procesos
citados son un ejemplo muy valioso de actitud activa en procesos de recuperación
lingüística.
 Normalización lingüística: Se entiende por normalización lingüística todo proceso
que ponga las condiciones necesarias para que el uso de una lengua llegue a ser normal.
O sea, para que sea la lengua usada en todos los ámbitos y para todas las funciones en
una determinada comunidad lingüística y, por extensión, en el territorio que le es
propio. Se trata, en principio, de una tarea institucional, y exige un grado elevado de
soberanía política de la comunidad lingüística implicada.
Según Aracil (1982) es justamente el estado quien puede conceder o prohibir a los
idiomas, directa o indirectamente, el ejercicio de la mayor parte de las funciones "públicas". El
mismo autor define claramente el proceso: La normalización lingüística consiste en
reorganizar las funciones lingüísticas de la sociedad para readaptar las funciones sociales de
la lengua a unas condiciones "externas" cambiantes... Por otro lado, la normalización es a
menudo la única alternativa práctica al retroceso o extinción de un idioma.
La normalización supone un proceso inverso a la sustitución lingüística o, según el
punto de vista que adoptemos, un proceso de sustitución lingüística que provoca,
entre otros fenómenos, una nueva asignación social a las funciones de las dos lenguas.
En el territorio español, supone una ampliación de los ámbitos de uso de las lenguas
nacionales respecto a períodos inmediatamente anteriores en los que habían quedado
relegadas a los usos privados, familiares o de determinados círculos culturales muy
reducidos.
El término normalización siempre hace referencia al uso y no tiene como objetivo la
reestructuración interna de la lengua, a pesar de que es una condición paralela. Por lo
tanto, no podemos confundir este término con el concepto de normativización o
codificación del corpus de la lengua. Tampoco se debe confundir la normalización de la
lengua con su enseñanza. El conocimiento no garantiza su uso. Los alumnos son sujetos
activos de un proceso de normalización en tanto que amplían sus ámbitos de uso de la
lengua como medio de comunicación real fuera del aula.
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