QUEDARSE O NO QUEDARSE, ESTA ES LA CUESTION El próximo 23 de junio los ciudadanos británicos decidirán si se quedan o se van de la Unión Europea. Todos estamos pendientes de esta decisión que afectará profundamente el futuro de la Unión. El premier británico, David Cameron, encabeza la campaña a favor de quedarse (Remain), su compañero de partido, Boris Johnson, hasta hace poco, alcalde de Londres, junto con el líder del partido ultraconservador UKIP, Nigel Farage, encabezan la de abandonar la UE (Leave). Desde Obama a Jean-Claude Juncker, pasando por Angela Merkel y los líderes más destacados de la UE se han manifestado a favor de la permanencia del Reino Unido. El único que parece que está a favor que el RU abandone la UE es Vladimir Putin, consciente que con ello debilita la UE. El mundo económico y financiero británico pero también europeo e internacional, están a favor del “remain”. Las encuestas dan una posición ligeramente favorable a los partidarios de la permanencia, pero no la suficiente para asegurar una victoria clara de una u otra opción. Los británicos, y más concretamente los ingleses, no se han sentido participes del proyecto de una Europa Unida. Han jugado un papel importantísimo en la historia de Europa, pero siempre ha sido para evitar que hubiera un estado hegemónico en el Continente lo que tendría consecuencias negativas para su posición internacional. El famoso discurso de Winston Churchill en Zürich en 1946 proponiendo los Estados Unidos de Europa, era para los europeos del Continente, no para los ciudadanos del aún Imperio Británico. Cuando se pusieron los cimientos de lo que hoy es la Unión Europea hace más de 60 años con el Tratado de Paris (1951), estableciendo la Comunidad Económica del Carbón y del Acero y los Tratados de Roma (1957), creando la Comunidad Europea y la EURATOM respectivamente, el Reino Unido no solo no se integró sino que creó una alternativa, la EFTA (European Free Trade Association) para competir con el Mercado Común del Tratado de Roma, con la clara intención de limitar la posible influencia y expansión del proyecto europeo. Finalmente este se consolidó y el RU con su pragmatismo tradicional decidió integrarse en la ya entonces Comunidad Económica Europea –CEE-. El General de Gaulle lo vetó durante años, con el argumento que se daba entrada de hecho a los Estados Unidos de América. Retirado el General, el Reino Unido de Gran Bretaña y de Irlanda del Norte, la República de Irlanda, y el Reino de Dinamarca, se integraron en la CEE en 1973. Desde entonces, el RU no ha sido un socio cómodo. Obtuvo una compensación con la aportación que hacía a los fondos agrícolas (cheque británico), no se ha integrado en el euro (“opting out”), no acepta la aplicación del principio de libre circulación de personas (Shengen), tiene excepciones reconocidas en los Tratados de la Unión Europea y de Funcionamiento de la Unión Europea: sobre el euro, sobre control en fronteras, sobre el espacio de libertad, seguridad y justicia, y sobre la aplicación de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Temas básicos para la Unión Europea como el euro, libre circulación de personas y derechos sociales, son igualmente excepciones básicas para el Reino Unido. La UE las ha ido aceptando precisamente para asegurar la permanencia británica, pero según la carta enviada por el premier británico el pasado mes de febrero al presidente de la UE Donald Tusk, el premier ve justificado revisar la permanencia del RU en la UE cuarenta años después de su Adhesión. Según este argumento, todos los estados miembros fundadores pueden justificar con mayor motivo tal permanencia. También está justificando los posicionamientos de extrema derecha y extrema izquierda de otros estados para abandonar la UE. En esta carta también se exige el compromiso de la UE para no avanzar en una Unión cada vez más cercana, o sea, en una mayor integración, dando además capacidad a los parlamentos de los estados miembro para bloquear decisiones de la UE. Aunque el RU sea un socio muy fiable en el cumplimiento de la normativa comunitaria, resulta claro que no le gusta del todo su pertenencia al Club Europeo ni quiere que vaya más allá, lo que está en contra del proyecto europeo que quiere una Europa Unida, unos Estados Unidos de Europa (Europa Federal) como propusieron Jean Monnet ,Winston Churchill y los estadistas que la fundaron. El actual debate sobre si John Bull abandona o no la UE pone de manifiesto la actual falta de un liderazgo fuerte en la Unión Europea. No debería haber aceptado la propuesta del premier Cameron sobre dos principios para mi inalienables a la propia UE, la soberanía del Parlamento Europeo y la capacidad de progresar hacia la Unión Política Europea, amén de considerar excéntrica la justificación de revisar la permanencia en función de los años que se lleve en la UE. El propio premier británico lleva semanas destacando las bondades de la permanencia del RU en la UE. La pregunta que cabe hacerse es por qué entonces plantea abandonarla, si tan beneficioso resulta el “remain” para la sociedad británica. La respuesta está en la política interna británica y su compromiso para hacer el referéndum y ganar las pasadas elecciones, superando así la amenaza que entonces presentaba UKIP y una parte muy importante del partido conservador claramente euroescéptica. La mitad de su gobierno está haciendo campaña por el “leave”, como una buena parte de los diputados conservadores de Westminster y figuras emblemáticas como el citado Boris Johnson. Hay una parte de la sociedad británica que se siente identificada con la Commonwealth, pero poco o nada con el Continente. Los norteamericanos son los primos, en el Continente no hay parientes. Volvemos a Churchill, está bien que en el Continente se haga la Unión Europea, pero nosotros somos otra cosa. La economía británica está razonablemente bien. Tiene una expectativa de crecimiento del 1,8% para este año (1.5% en la eurozona). El paro está en el 5,1. El déficit, es del 3,6% del PIB. Preocupan los posibles desequilibrios provocados por el mercado inmobiliario y el 4,7% del PIB del déficit por cuenta corriente. El último informe económico de la Comisión Europea sobre el Reino Unido, llama la atención sobre el citado déficit, el nivel de deuda pública, los peligros latentes derivados de la situación en el mercado inmobiliario y su necesidad de incrementar el nivel de productividad y la necesidad de una mayor inversión en infraestructuras públicas. Problemas compartidos con la mayoría de las economías de la Unión que se consideran que tienen y pueden tener una evolución positiva. El nivel de paro es ciertamente un factor muy positivo a considerar. El Reino Unido es contribuyente neto a la UE, un 0,5% de su PIB. Su economía está consolidada en el marco de la UE y como hemos visto, su posición es de las mejores en el contexto del conjunto y cuenta con la realidad más preciada y valorada en el RU, el Mercado Interior Europeo. Su centro financiero, la City de Londres, es el principal de la UE y el que más opera en el mundo en euros. Diversos estudios estiman que si el RU deja la UE, le costará entre el 1,0% y casi el 4% del PIB en los escenarios más optimistas, y entre algo más del 3,0% y más del 9% en los más pesimistas. Ciertamente todos coinciden en que tanto la economía británica como las del resto de UE saldrán perdiendo, aunque ciertamente si el RU nos deja, se encontraran acomodos como los que tenemos con Noruega o Suiza. De ahí la plena coincidencia de los sectores económicos y financieros defendiendo la permanencia. La posibilidad de abandonar la UE, también plantea problemas internos en el seno del Reino Unido. La opinión pública escocesa es claramente favorable a la permanencia, como lo es Gales e Irlanda del Norte. En Escocia si gana el “leave”, probablemente se planteará su secesión del RU para continuar en la UE y en Irlanda del Norte se volverá a abrir el debate para integrarse en la Republica de Irlanda. De hecho si gana el “remain” será gracias a escoceses, galeses e irlandeses del Norte. Es en Inglaterra donde está la mayoría de votos euroescépticos los que pueden dar la victoria al “leave”. Está en la lógica de la construcción europea una Europa Unida con toda Europa, incluyendo sus Islas. A pesar que el RU no sea un socio cómodo, cierto es que si nos dejase, la UE quedaría debilitada, siendo la aportación británica muy importante en ámbitos como las relaciones exteriores y de seguridad y defensa, además de los ya muy conocidos y citados económicos y financieros. El abandono británico podría abrir la puerta a otros si ganaran las opciones euroescépticas que se plantean ahora ya con fuerza en otros países miembros de la Unión. Si cuando conozcamos el próximo 24 de junio la decisión británica es la de permanecer, habrá un respiro, aún a sabiendas que continuaremos teniendo un socio incómodo. Si la opción que gana es abandonarnos, nos pondremos a analizar cómo y en cuanto tiempo nos deja el RU y a mirar las condiciones en que los daños sean los menores posibles aunque sin duda serán amplios y graves. El resultado será que ambas parten saldrán debilitadas en un mundo que precisamente requiere una Europa más fuerte y unida. Carles A. Gasòliba Economista Nota: El Reino Unido es el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Gran Bretaña comprende, Inglaterra, Escocia y el País de Gales