“Historia de la Filosofía”: Descartes y Hume.

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Material didáctico para alumno/as 2º Bach.
Asignatura de “Historia de la Filosofía”:
Descartes y Hume.
Autora: Lucía Ruiz Bernal
DNI: 28584520-M
ISBN: 978-84-692-8049-2
Material didáctico para alumno/as 2º Bach. Asignatura de “Historia de
la Filosofía”: Descartes y Hume.
1 DESCARTES. VIDA Y OBRA
Es un filósofo del siglo XVII. Nace el 31 de Marzo de 1596 en la Haye
(Turena, Francia). Entre 1606 y 1614 estudia en el colegio de Jesuitas de la
Fleche. En 1616 obtiene la licenciatura en derecho en Poitiers. Su
moderada fortuna le permitió dedicar su vida al estudio, a la ciencia y a la
filosofía. De 1628 a 1649 permaneció en Holanda. Este año se trasladó a
Estocolmo, donde murió al año siguiente (1650)
Sus obras más significativas son:
“Reglas para la dirección del espíritu” escrita hacia 1628 y publicada en
1701.
“Meditaciones Metafísicas” de 1640
“Discurso del Método” de 1637
“Principios de la filosofía” de 1644
CONTEXTO HISTÓRICO, CULTURAL Y FILOSÓFICO
Vamos a exponer el contexto histórico, cultural y filosófico en el
que se desarrolla la obra
“Discurso del Método” (obra capital de
Descartes) y en la que vamos a basarnos para exponer su filosofía y
también por ser el texto elegido para realizar la prueba de selectividad.
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El Discurso está escrito en francés, cosa inusitada, ya que la lengua
oficial culta era el latín. El "Discurso" combina el estilo autobiográfico,
pues dedica buena parte de él a narrarnos su evolución intelectual, y el
estilo expositivo, ya que también analiza sus doctrinas filosóficas. Es una
obra breve. Está dividida en seis partes. En la parte segunda se plantea la
necesidad de un nuevo método y se enumeran las reglas del mismo. En la
parte cuarta se aplica el método a la filosofía. Podría escogerse el año de
publicación de esta obra, 1637, como la fecha simbólica del comienzo de la
filosofía moderna.
El siglo XVII, en el que vive Descartes y se publica esta obra, está
marcado por una gran inestabilidad y complejidad en toda Europa. Factor
clave son las guerras de religión que asolan el continente debido a las
conflictivas relaciones entre los católicos y protestantes europeos. La
guerra de los Treinta Años (1618- 1648) en la que participó el filósofo
francés es una guerra religiosa y política. Se vive en toda Europa un
ambiente de intolerancia. Descartes, al verse involucrado en discusiones
entre católicos y protestantes se traslada a Holanda en busca de
tranquilidad. Es allí precisamente, en Leiden, donde ve la luz el Discurso.
En cuanto a la cultura, el siglo XVII vive una profunda crisis
provocada por una serie de factores: a) el humanismo renacentista con su
idea de volver a la cultura clásica había supuesto el paso del teocentrismo
medieval al antropocentrismo con lo que la teología pierde influencia b) la
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reforma protestante, que también se produce durante el Renacimiento de
la mano de Lutero, Calvino y otros supuso la ruptura de la unidad religiosa
y la pérdida de autoridad del papa. No hay que olvidar que el
protestantismo promueve el libre examen de las Escrituras lo cual supone
una defensa de la autonomía de la razón c) la nueva ciencia, cuyos
protagonistas Copérnico, Kepler y Galileo llevan a cabo una revolución en
el campo de la astronomía, provoca el hundimiento de la antigua imagen
del universo y un cuestionamiento de la autoridad de Aristóteles. El
Barroco, nombre con que se denomina al siglo XVII, se caracteriza por
una visión pesimista de la realidad. Todo es movimiento, mudanza,
fugacidad e incertidumbre. La búsqueda de Descartes de la certeza en
medio de las dudas y de los engaños de los sueños no es retórica. El
cartesianismo es un intento de solución a la crisis generalizada.
En cuanto al contexto filosófico podemos señalar algunos aspectos
que influyeron en el pensamiento cartesiano: a) el nominalismo del siglo
XIV (Occam) había iniciado ya la decadencia de la filosofía escolástica. Al
proclamar la separación entre fe y razón despeja el camino para la
proclamación que hace Descartes de la autonomía de la razón. Este
planteamiento será a partir de entonces una constante de la filosofía
moderna. b) el escepticismo: en esta época aparece una fuerte corriente
escéptica (Montaigne, Charron, Francisco Sánchez). De esta corriente
tomará la idea de inseguridad de los fundamentos de nuestros
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conocimientos y la poca fiabilidad de los sentidos c) la ciencia: como
hemos señalado, este es el siglo de la revolución científica. En Descartes
tendrá gran influencia la matematización de la naturaleza, la visión
mecanicista de ésta y la búsqueda de un método nuevo.
Descartes y Francis Bacon son los dos filósofos que a principios del
siglo XVII señalan al pensamiento moderno dos caminos por donde
transitar. Descartes impulsa la filosofía por el camino de la razón
(racionalismo) y Francis Bacon (1561-1626) por la ruta de la experiencia
(empirismo). A pesar de representar uno y otro los dos extremos de la
filosofía moderna concuerdan ambos, sin embargo, en sus críticas a la
lógica aristotélica, a la que hacen responsable del atraso de la ciencia.
2. RELACIÓN ENTRE EMPIRISMO Y RACIONALISMO
Descartes desarrolla su filosofía dentro de la corriente filosfófica
denominada “Racionalismo”, la otra gran corriente de pensamiento con la
que se inicia la filosofía moderna es el Empirismo. Empirismo y
Racionalismo comparten las características propias de la modernidad:
ambos defienden la autonomía de la razón, reciben influencias de la
revolución científica, reflexionan sobre cuestiones gnoseológicas... pero,
como veremos a continuación, suponen posturas diametralmente opuestas
sobre las cuestiones filosóficas referentes al conocimiento. El Empirismo
es una corriente filosófica de las Islas Británicas frente al Racionalismo que
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es una filosofía de la Europa continental. Sus principales representantes son
John Locke (siglo XVII) y David Hume (siglo XVIII). El primero nace en
Bristol (Inglaterra) en 1632 y muere en 1704 y su obra más significativa en
lo que se refiere a la teoría del conocimiento es el Ensayo sobre el
entendimiento humano (1690). David Hume nace en Edimburgo (Escocia)
en 1711. Hume es, por tanto, un filósofo de la ilustración. Sus principales
obras sobre cuestiones gnoseológicas son el Tratado de la naturaleza
humana (1739), Un compendio de un tratado sobre la naturaleza humana
(1740) que es un resumen de la obra anterior para corregir errores y la
Investigación sobre el conocimiento humano (1748).
3.UN NUEVO METODO
Descartes pretende aportar un nuevo método en la filosofía, un
método que la haga avanzar con la misma seguridad con la que habían
comenzado a hacerlo las matemáticas y la física. El método que ha usado
las Matemáticas y que sirve para mostrar la homogeneidad de objetos
aparentemente heterogéneos, es el método de análisis y síntesis. Descartes
se propone demostrar que este método es válido, no sólo para el dominio de
la Aritmética y la Geometría, sino para todo saber. Pensar y razonar no son
otra cosa que analizar y sintetizar.
El carácter científico de Descartes queda bien claro desde el mismo título
de una de sus obras centrales: Reglas para la dirección del espíritu”.
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Ciencia y filosofía van muy unidas en toda la obra cartesiana, y no sólo por
la metáfora del árbol, sino también por un nervio común que vertebra todas
las disciplinas: el método. Para Descartes la diversidad de opiniones y el
error que de la misma puede derivarse no es consecuencia de una falta de
inteligencia, sino del método seguido. La inteligencia aplicada por el mal
camino no puede conducirnos muy lejos, y por eso hemos de plantearnos,
antes de lanzarnos a la búsqueda de la verdad, cuál es el camino que mejor
puede conducirnos a su consecución. Todos los enfrentamientos y
problemas teóricos pueden disolverse si fijamos un método, un conjunto de
“reglas ciertas y fáciles, gracias a las cuales todos los que las observen
exactamente no tomarán nunca por verdadero lo es que es falso, y
alcanzarán –sin fatigarse con esfuerzos inútiles, sino acrecentando
progresivamente su saber- el conocimiento verdadero de todo aquello de
que sean capaces”. Estas reglas deben salvarnos de la crisis de fundamentos
a la que antes hacíamos referencia, a ese “vacío” de verdad que se produce
a lo largo del siglo XVI.
La motivación esencial de Descartes al emprender esta tarea metódica es
superar esa irreconciliable oposición entre teorías, religiones y puntos de
vista, ese desfondamiento que deriva de la inseguridad ante verdades
contradictorias.
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El método cartesiano tiene como referencias dos elementos
distintos:
1) Por un lado, el método de resolución-composición de la escuela de
Padua y Galileo.
Según este método, ante cualquier problema científico debían
seleccionarse, en primer lugar, las variables relevantes (propiedades
esenciales), para a continuación, en un proceso abstractivo, establecer
hipótesis teóricas expresadas matemáticamente que explicaran el
fenómeno. De estas hipótesis se deducirían (de ahí proviene el nombre de
método hipotético-deductivo) diversas consecuencias que debían ser
comprobadas por medio de un experimento, que evaluará su veracidad. Si
bien dicho método combina la experiencia con el trabajo deductivo,
Descartes
privilegiará
el
razonamiento
sobre
cualquier
tipo
de
experimentación empírica. El análisis conceptual y la deducción racional se
imponen sobre el conocimiento sensible, que a menudo es responsable de
muchos de nuestros errores.
2) Por otro, la influencia de las matemáticas. Si algo maravillaba a
Descartes de esta ciencia, era precisamente que todos sus desarrollos
pueden seguirse sin necesidad de apelar a la experiencia. En matemática las
verdades son evidentes y demostrables, y basta la razón para conocerlas.
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De hecho, el precedente más remoto del método cartesiano podemos
encontrarlo ya en la geometría de Euclides: se trata en definitiva de ir
deduciendo nuevas y más complejas verdades tomando como punto de
partida otras más sencillas y evidentes.
La propuesta cartesiana tiene, por tanto un doble objetivo: pretende
evitar el error y llegar a verdades indudables, y por otro lado extraer nuevas
verdades a partir de las ya conocidas. Para ello, Descartes afirma la
necesidad de destruir todo el conocimiento anterior, y comenzar a levantar
un nuevo edificio del conocimiento, en el que sólo aparezca la verdad y
sean eliminados los prejuicios o las verdades basadas en argumentos de
autoridad. En esta labor de destrucción y construcción, intervendrán dos
facultades características de la razón humana, llamadas, también, modos de
conocimiento de la razón: la intuición y la deducción.
La primera, por la que conocemos de un modo inmediato verdades
evidentes, juega un papel esencial en las dos primeras reglas, mientras que
la segunda, por la que accedemos a nuevas verdades a partir de las ya
conocidas.
Aspiraciones de Descartes
Descartes aspira a lograr una certeza absoluta. Desconfía de los
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sentidos y de la imaginación, y se recluye en la interioridad de su
conciencia. Pero desconfía también de los largos raciocinios, en los cuales
fácilmente puede encubrirse algún error. Quiere raciocinios cortos,
sencillos, concretos, claros, intuitivos. No quiere arriesgarse a dar un paso
en falso.
El método cartesiano pretende unificar todas las ciencias en una
Nueva Ciencia Única, es decir, se trata de formular un nuevo método que le
ayude a unificar las ciencias.
Requisitos básicos que debe cumplir el Método
Este método tiene que cumplir dos requisitos básicos:
1) descubrir nuevas verdades y
2) dirigir correctamente la razón, sin errores ni falsedades.
A partir
de un
estudio riguroso, Descartes, propone su nuevo
método.
Como vemos, eEn el racionalismo cartesiano se encuentran los
rasgos fundamentales que caracterizan el pensamiento moderno: la defensa
de la autonomía de la razón y la confianza en el valor del método
matemático como modelo del saber. De una parte, la razón se constituye en
el principio supremo y único en que se fundamenta el saber; de otra parte,
son las matemáticas las que ejemplifican el ideal del saber que se pretende
instaurar en el orden del pensamiento.
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La Razón
La razón racionalista se caracteriza por los siguientes rasgos:
1º. Es autónoma. La independencia entre fe y razón había sido
anteriormente defendida, pero la modernidad radicaliza tal independencia:
la razón no puede ser coartada por ninguna instancia ajena, sea por la
tradición, la autoridad o la fe religiosa.
2º Es única. La razón es única para todos los tiempos, pueblos e
individuos. A partir de la unidad de la razón establece:
-La unidad de todas las ciencias (el saber científico es el mismo,
independientemente de los objetos a que se aplique.
-La unidad del método. Hay un método único, unas reglas
universales a las que ha de someterse todo razonar. Las opiniones erróneas
provienen del uso de un método incorrecto.
3º Es autosuficiente. En esta característica radica la principal
diferencia entre racionalismo y empirismo. La razón es la única fuente y el
fundamento de nuestras ideas. Los sentidos juegan un papel muy
secundario. Las ideas no son generalizaciones a partir de la experiencia
sensible, sino principios innatos a partir de los cuales puede deducirse el
conjunto de todos los teoremas científicos.
Innatismo y deducción son los pilares fundamentales de la
gnoseología racionalista
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La razón humana es capaz de conocer lo que verdaderamente es y
construir un sistema total y coherente de la realidad porque posee dos
capacidades fundamentales:
1 La capacidad intuitiva. Al igual que Platón, Descartes sostiene la
capacidad intuitiva de la razón. La intuición intelectiva nos proporciona un
conocimiento claro y distinto, porque es un conocimiento inmediato e
intemporal de conceptos simples emanados de la razón, un conocimiento de
naturalezas simples.
2 La capacidad deductiva. La deducción es un proceso por el cual
acudimos a las consecuencias que se derivan de las cosas conocidas con
certeza por intuición.
MÉTODO
La necesidad de un nuevo método es para establecer un nuevo
criterio (norma) de certeza, para evitar el error. Las características de este
método son: que consta de reglas ciertas y fáciles( que impidan tomar lo
falso por verdadero), se lleva a cabo a partir de dos operaciones mentales:
la intuición (actividad que no deja lugar a dudas) y la deducción
Reglas del método
Exposición de las reglas del método
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El Método, según Descartes, permitirá en primer lugar evitar el
error. Y aumentar los conocimientos (“ars inveniendi” frente a la lógica
aristotélica que no sirve para descubrir verdades). Las reglas de método
cartesiano se resumen en estas cuatro:
1ª Regla, regla de la evidencia: se enuncia así en el Dicurso del
Método: “no admitir cosa alguna como verdadera si no se la había conocido
evidentemente como tal. Es decir, con todo cuidado debía evitar la
precipitación y la prevención, admitiendo exclusivamente en mis juicios
aquello que se presentara tan clara y distintamente a mi espíritu que no
tuviera motivo alguno para ponerlo en duda”. Con esta regla establece el
criterio de verdad que será la evidencia, es decir, será verdadero todo
aquello que se nos muestre con evidencia que lo es. La evidencia es para
Descartes la aprehensión (captación) directa e inmediata de la verdad de
una proposición. La evidencia se da en la intuición (intuición racional o
intelectual, intuitus mentis) que es un acto de la razón por el cual captamos
la evidencia de lo simple. Es una especie de luz de la razón por la que
conocemos de forma directa e inmediata las ideas más simples. Por
ejemplo, la afirmación de que el triángulo está definido sólo por tres líneas
es una intuición, es decir, un conocimiento inmediato en el que la razón no
tiene que elaborar ningún razonamiento, sino que se trata de algo que “se
ve de un solo golpe”. Gracias a la intuición extraemos lo simple de lo
complejo. La evidencia se caracteriza por dos notas: claridad y distinción.
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Claridad: es uno de los caracteres de las ideas verdaderas. Es la presencia
o manifestación tal de un conocimiento a la mente atenta que a ésta, no le
queda más remedio que admitirlo, ya que se conocen todos los elementos
que la integran. Distinción: es la otra propiedad de las ideas verdaderas y
evidentes. Una idea es distinta cuando no puede ser confundida con otra,
porque aparece separada y diferenciada de las demás. La doble exigencia
de la claridad y la distinción es necesaria para asegurarnos la verdad. La
claridad solamente no basta: una idea puede ser clara y no ser distinta. En
cambio, toda idea distinta es necesariamente clara. Lo opuesto a una idea
clara es una idea oscura, y lo opuesto a una idea distinta es una idea
confusa. De modo que una idea puede ser clara y confusa al mismo tiempo.
Claro es, por ejemplo, el dolor de estómago que siento, pero no será
distinto si confundo tal dolor con la causa que lo provoca.
2ª Regla, regla del análisis: se enuncia así en el Discurso del Método:
“exigía que dividiese cada una de las dificultades a examinar en tantas
parcelas como fuera posible y necesario para resolverlas más fácilmente”.
Esta regla supone que, en primer lugar, el problema sea absolutamente
determinado, y, en segundo lugar, que sea dividido o analizado en
problemas más simples, que se puedan considerar separadamente.
3ª Regla, regla de la síntesis: se enuncia así en el Discurso del Método:
“requería conducir por orden mis reflexiones comenzando por los objetos
más simples y más fácilmente cognoscibles, para ascender poco a poco,
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gradualmente, hasta el conocimiento de los más complejos”. Este es el
momento de la deducción que es el otro de los dos actos fundamentales de
la razón. Es el proceso de la razón por el que unas cosas se siguen
necesariamente de otras cosas conocidas con certeza. Por tanto, las cosas
que se siguen necesariamente de cosas ciertas, también serán ciertas. Así
por ejemplo, de la intuición, a la que nos hemos referido más arriba, de que
el triángulo está definido sólo por tres líneas, se puede deducir otra
afirmación: los tres ángulos del triángulo suman 180 grados. Sin embargo,
tal afirmación no se nos muestra con evidencia sino que es necesario
desarrollar un razonamiento a partir de la primera intuición para deducir
que la segunda es cierta. Mediante la deducción se pasa de una verdad
evidente (captada por la intuición) a otra verdad evidente hasta llegar a lo
que queremos demostrar.
4ª Regla, regla de la enumeración: se enuncia así en el Discurso del
Método: “debería realizar recuentos tan completos y revisiones tan amplias
que pudiese estar seguro de no omitir nada”. Esta regla prescribe el orden y
la continuidad del procedimiento deductivo. Se propone como un repaso y
recuento de los pasos dados en las otras: en el camino de ida (el análisis) y
en el camino de vuelta (la síntesis). La necesidad de esta regla viene dada
por la estructura de la verdad de los conocimientos que se deduce de la
propuesta cartesiana: la verdad de los elementos simples no depende de
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otros puesto que son intuidos directamente por la mente, pero la verdad de
los elementos que son deducidos (mediante la deducción de la mente) de
los más simples, depende de que se sigan necesariamente de aquellos. Por
lo tanto, es necesario asegurarse de que el encadenamiento de elementos de
la deducción es correcto y que no hemos saltado ninguno. Descartes pone
el ejemplo de la cadena: "muchas cosas se conocen con certeza, aunque
ellas mismas no sean evidentes, con tal que sean deducidas de principios
verdaderos y conocidos por un movimiento continuo y no interrumpido del
pensamiento que tiene una intuición clara de cada cosa. Así sólo
conocemos que el último eslabón de la cadena está unido al primero
recorriendo todos los eslabones de la cadena y asegurándonos que cada uno
está enlazado con el anterior hasta llegar al primero" (Reglas, III).
4. LA DUDA METÓDICA.
Exigencia del método, según Descartes, es comenzar ejerciendo una
duda radical acerca de todo conocimiento previo, porque hay que descargar
la mente de todo aquello que la enturbie, si es que se quiere hallar algo
firme y constante en las ciencias.
La duda es un momento necesario del método, una duda metódica es:
suspender provisionalmente el juicio, desconfiar de las opiniones no
evidentes e incluso de la capacidad de nuestro entendimiento para alcanzar
la verdad.
La razón tiene que empezar por depurarse a sí misma. Sólo así
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tendremos la plena garantía de que el conocimiento logrado será totalmente
cierto. De este modo, llega Descartes a la primera verdad indudable, el
cogito, que es la evidente toma de conciencia del mismo pensar (es decir,
se trata de una «conciencia refleja», pues me doy cuenta de que pienso).
Este pensar había estado presupuesto siempre sin caer en la cuenta de sí
mismo. Al hacerlo, la certeza se impone ineludiblemente respecto al sujeto,
aunque la duda sigue vigente respecto de los objetos.
El cogito constituye un rotundo éxito de la metodología cartesiana:
siendo, primero, una verdad tan clara y tan distintamente concebida que es
imposible ponerla en duda; tratándose, además, de un principio intuitivo, el
más simple y fácil de conocer, pues no hay ningún otro del que dependa ni
que podamos hallar antes que él; constituyendo, por último, el punto de
arranque a partir del cual deducir todo el resto de la filosofía mediante una
profundización en las riquezas que lleva implícitas.
Definición de duda.-“Método seguido por Descartes para la
comprobación de la verdad de sus creencias y el descubrimiento de una
verdad absolutamente indudable”.
Para emprender el proceso deductivo de elaboración de su filosofía,
Descartes necesita encontrar verdades absolutamente ciertas sobre las
cuales no sea posible dudar en absoluto, es decir, verdades evidentes que
permitan fundamentar el edificio del conocimiento verdadero con absoluta
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garantía. Para ello, Descartes prescinde del testimonio de los sentidos y de
la imaginación y confía en la razón y en su veracidad.
Características:
1). Es universal. Hay que dudar de todo, pero su duda no es la de los
escépticos. Descartes no duda por dudar, su duda pretende “tan sólo
buscar la verdad” para asegurarse aún más en la verdad que cree poseer.
2). Es metódica. Su duda no es un fin en sí misma, sino un medio
para llegar a la verdad y un instrumento para elaborar una filosofía
sólidamente construida. De ahí que su duda se denomine duda metódica
porque es resultado de la aplicación del primer precepto del método: no
admitir jamás ninguna cosa como verdadera en tanto no la conociese con
evidencia.
3) Teórica. Esta duda, por tanto, no debe ser considerada como real
y práctica sino teórica, como un instrumento metódico para alcanzar su
objetivo: la intuición de una idea clara y distinta y por tanto evidente,
sobre la que no exista ninguna posibilidad de duda. Encontrar, en suma,
una verdad que pueda ser el punto de partida del edificio de la reflexión
filosófica.
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Por lo tanto, aplicando la regla de la evidencia, nos vemos obligados a
poner entre paréntesis todas nuestras creencias, incluso aquellas más
sólidas y cotidianas. Todo lo dudable no puede ser más que un débil
fundamento para la metafísica buscada. Por todo ello, Descartes extiende la
duda de un modo gradual:
Pasos fundamentales de la duda metódica.
Aplicando la regla de la evidencia, nos vemos obligados a poner
entre paréntesis todas nuestras creencias, incluso aquellas más sólidas y
cotidianas. Todo lo dudable no puede ser más que un débil fundamento
para la metafísica buscada. Por todo ello, Descartes extiende la duda de un
modo gradual:
Tres serán los motivos de la duda aducidos por Descartes y que
escalonadamente alcanzan la máxima radicalidad.
DUDA DE LOS SENTIDOS.
Duda de la fiabilidad de los sentidos, duda de la falacia de los
sentidos que nos inducen a errores, por lo tanto, no se puede aceptar lo
percibido por los sentidos, es decir, duda del
mundo sensible. Los
sentidos nos ponen en contacto con el mundo material y nos proporcionan
un conocimiento de las cosas que solemos captar como verdadero. Pero
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también sabemos que, a veces,
los sentidos nos engañan, como por
ejemplo: las alteraciones perceptivas, cuando sumergimos un palo en el
agua y lo vemos quebrado, y sin embargo, sabemos que está entero, etc...
Pero, ¿hasta dónde es posible dudar de los sentidos?. ¿Es posible llevar
la duda sobre las cosas exteriores hasta la propia realidad personal, esto es,
hasta el hecho de que estoy aquí, de que abro los ojos, muevo la cabeza,
etc?. ¿Debemos dudar también de la existencia de las mismas cosas que
percibimos?. Para responder
a estas cuestiones Descartes aduce
una
segunda razón de duda, razón que agudiza la radicalidad de la duda.
DUDA DE LA RAZÓN.
Pero también es posible dudar de nuestra razón: cuántas veces nos
equivocamos resolviendo cualquier problema, o siguiendo razonamientos
de tipo lógico o matemático, con lo cual, dudamos de de las certezas
matemáticas. Si nos equivocamos alguna vez, sería posible también que
nos equivoquemos siempre, y pensemos que razonamos de un modo
correcto, cuando en realidad vivimos en el error permanente
DUDA DE LA EXISTENCIA DEL MUNDO
Imposibilidad de distinguir
la vigilia del sueño, muchas veces
soñamos cosas que luego no existen; igual podría resultar que todo lo que
hasta ahora hemos tenido por real no sea más que un sueño. El mundo
podría no ser real. En efecto, a veces tenemos dificultad para distinguir el
sueño de la vigilia. Tenemos sueños tan vivos que los sentimos como reales
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y sólo al despertar descubrimos que eran sueños. ¿Acaso no podría ser la
vida un mero sueño, una ilusión?. Ni siquiera tenemos la certeza de que el
mundo real que percibimos exista realmente.
Esto nos permite pensar que podemos estar dormidos y que las
percepciones sobre nuestro propio cuerpo no son más que representaciones
del sueño.
En suma, este motivo de duda nos lleva a rechazar la seguridad sobre la
existencia de nuestro propio cuerpo y del mundo material, incluso de las
nociones de la ciencia como la extensión o el volumen de los cuerpos.
Los medios que tengo para distinguir sin error posible la vigilia del
sueño, no son absolutamente válidos, por lo tanto, debemos desconfiar de
ellos.
DUDA HIPERBÓLICA o Radical.- Hipótesis del “genio maligno”,
Descartes añade un cuarto motivo de duda, aún más radical y extremo,
tanto que él mismo la denomina DUDA HIPERBÓLICA, la hipótesis del
“Genio Maligno”, con el cual lleva la duda hasta los límites más
insospechados.
Pudiera ser que la idea que tenemos de un Dios bueno no fuera más que
una fábula, y que estuviéramos a merced de un “Genio maligno” que se
entretuviera a engañarnos.
Con esto, Descartes cree que Dios nos ha podido hacer de tal modo
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que nos engañemos siempre e incluso de las mismas verdades matemáticas.
Conclusión: la duda radical exigida por el método le ha llevado a
rechazar el conocimiento en su totalidad, desde las percepciones más
remotas, pasando por la existencia del mundo, hasta las mismas verdades
matemáticas. Pone en cuestión la totalidad del ejercicio de la razón,
incluida la intuición de las verdades matemáticas.
5.EL YO RACIONAL COMO PRIMER PRINCIPIO
No obstante no debemos perder de vista
que esta duda es
provisional, exigencia del método, es decir, un camino para obtener la
verdad absoluta y no una vía hacia el escepticismo que es precisamente el
que pretende rebatir. Sin embargo, en el mismo acto de dudar Descartes
encuentra una primera verdad indubitable sobre la que fundar su sistema:
de la duda surge un “resto indubitable”, una verdad que resiste toda duda,
incluso la extraña hipótesis del genio maligno: “estoy dudando”.
En el acto de dudar puedo eliminar todo contenido, cualquier objeto
de la duda. Puedo dudar de todo. Pero de lo que no puedo poner en duda es
que estoy dudando, por lo cual “pongo” la duda. Dado que la duda es una
forma de pensamiento, Descartes concluye: “pienso luego existo”, primer
principio absolutamente evidente de su filosofía
La primera verdad se convierte también en criterio de verdad.
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La verdad ya no se fundamenta en principios generales de la
Lógica(identidad, no-contradicción).En la filosofía moderna el fundamento
de la verdad se establece en la certeza de que nuestro yo o conciencia como
realidad pensante se nos presenta de una manera clara y distinta. La
filosofía deja de ser la ciencia del ser para transformarse en doctrina del
conocimiento, en gnoseología. El fundamento del nuevo saber filosófico y
científico es el sujeto humano, la conciencia racional. Del Realismo
antiguo medieval se ha pasado al Idealismo moderno.
6.LA IDEA. CLASES DE IDEAS
El haber encontrado la primera verdad de mi existencia como ser
pensante, significa el fin del escepticismo. Pero, si dichas reglas no nos
sirven para afirmar la existencia de algo distinto a mi mismo, incluido mi
propio cuerpo, se aboca al problema del solipsismo. Para evitarlo, el
idealismo moderno se ve obligado a deducir la existencia objetiva de la
realidad a partir de la existencia del pensamiento. Para esta empresa cuenta
con dos elementos:
El pensamiento como actividad (yo pienso).
El pensamiento como contenido: el pensamiento piensa ideas
Si pienso que el mundo existe, lo único indubitable es que yo pienso y que
pienso la existencia del mundo, pero ello no me garantiza de que el mundo
exista, ni mucho menos que exista como yo lo pienso. Por ello, la única vía
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de acceso a la realidad objetiva son las ideas.
El concepto de idea cartesiano supuso una ruptura con la filosofía
anterior. En la filosofía anterior, el pensamiento recae directamente sobre
las cosas (las ideas eran esencias o arquetipos de lo real). Para Descartes, y
a partir de él para toda la fª moderna que no recaiga en un realismo
ingenuo, el pensamiento no recae directamente sobre las cosas, sino sobre
las ideas, que son representaciones mentales. Por ello el problema será
cómo garantizar que a las ideas corresponden realidades objetivas y que
dichas realidades son tal como las pensamos. En este sentido, Descartes
distingue en las ideas dos aspectos:
Las ideas como actos mentales, que poseen todas la misma realidad
subjetiva.
Las ideas como contenidos objetivos, que poseen una realidad
diversa. Centrándose en este último aspecto analiza los tipos de ideas:
Adventicias (provienen de la experiencia externa), facticias(construye la
mente a partir de otras ideas), innatas (no pueden provenir del exterior ni
tampoco ser construidas a partir de otras) su origen no puede ser otro que el
entendimiento mismo. Entre ella introduce la idea de Dios.
DE LA IDEA DE DIOS A SU EXISTENCIA Y DE ÉSTA A LA
DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DEL MUNDO
Ni las ideas facticias ni las adventicias me garantizan el carácter
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objetivo de mis facultades cognoscitivas Entre las ideas innatas, la de mi
pensamiento sólo sirve para garantizar la verdad de mi existencia como ser
pensante ¿cómo garantizar, entonces, la objetividad del conjunto del saber?
Descartes acude a la idea de infinito, que ha identificado con la idea de
Dios.
Descartes recurre a tres argumentos para su demostración:
Argumento gnoseológico. Prueba por la causa de mi idea innata de lo
absolutamente perfecto e infinito (Prueba gnoseológica).
En esta prueba, Descartes no se pregunta por la causa de su ser, sino de
su idea de lo perfecto e infinito. Descartes dice que la existencia de Dios se
demuestra por sus efectos (sólo por el hecho de que su idea está en
nosotros).
En el Discurso del Método discurre de esta manera: Poseo la idea de un ser
más perfecto que mi ser imperfecto. Es imposible que esa idea pueda
proceder de la nada, porque de la nada, nada puede salir, tampoco puede
proceder de mí mismo, porque lo más perfecto no puede proceder de lo
más imperfecto.
Luego, esa idea “ha sido puesta en mí por una naturaleza más
perfecta que yo, poseedora de todas las perfecciones de que yo pudiera
tener idea, es decir, por Dios”. Dios es, pues, la causa de mi idea de lo
perfecto e infinito, y, por tanto, Dios existe.
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Prueba de la causalidad. El argumento de Dios como causa
perfecta de mi ser imperfecto. Prueba basada en la imperfección de mi
ser: Dios será en esta prueba causa de mi existencia.
En esta prueba, no se mantiene dentro de la contemplación de su idea de lo
perfecto e infinito, sino que introduce el principio de causalidad.
Yo soy un ser que, teniendo la idea de perfección, no soy, sin
embargo, perfecto, luego no me he creado a mi mismo. Por lo tanto, ha de
existir un ser perfecto que me ha dado la existencia y ese es Dios.
Prueba ontológica. Por la idea de Dios en sí misma. Este argumento
mantiene que concebir a Dios es casi la misma cosa que concebir que
existe. Porque la existencia necesaria está comprendida en la idea de un ser
absolutamente perfecto; luego, Dios existe.
7.DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DEL MUNDO: RES
EXTENSA
Demostrada la existencia de Dios, que es la garantía de la verdad, el
sujeto pensante puede demostrar la existencia de las cosas corpóreas que
percibo por medios de los sentidos.
Descartes razona del siguiente modo: puesto que Dios existe y por
su propia perfección es infinitamente bueno y veraz, no puede permitir que
25
me engañe cuando pienso que el mundo existe, luego el mundo existe.
Explicación.
Para explicarlo, Descartes
retoma nuevamente su teoría de la
realidad objetiva de las ideas. Si tengo ideas de objetos extramentales,
¿Cuál es la causa –se pregunta- que produce esas ideas?.
Como ya sabemos, la teoría de la realidad objetiva de las ideas nos
dice que esas ideas deben proceder de una causa distinta de mí mismo,
causa que debe poseer al menos tanta realidad como tiene objetivamente
la idea. Es decir, a una idea objetiva corresponde la realidad objetiva de la
misma cosa, tal como está representada en la mente.
Esta causa debe ser un cuerpo, pues, si yo siento una fortísima
inclinación a creer que esas ideas me son producidas por las cosas
sensibles, y si Dios, que me ha dado esa fortísima inclinación, me engaña,
entonces Dios sería un ser falaz, lo cual es contradictorio con su idea. Por
tanto, esa inclinación me dice la verdad: la causa de las ideas de las cosas
sensibles son las cosas corpóreas, y estas, por tanto, existen.
Ahora bien, si Dios garantiza la verdad, entonces podemos
preguntarnos ¿por qué nos equivocamos?, ¿de dónde proviene el error?.
El error no es atribuible a Dios, ni a nuestra razón, que bien dirigida
alcanzará la verdad, sino a nuestro juicio que se precipita al pronunciarse
26
sobre la realidad. Porque no es cierto que nuestros sentidos nos
proporcionen información falsa sobre la realidad, sino que nos engañamos
nosotros al interpretar equivocadamente, ya sea por precipitación ya sea
por prevención, los datos que nos proporcionan.
Si los errores provienen de guiar mal nuestra razón, se comprende
perfectamente entonces la necesidad de seguir con sumo cuidado los pasos
del método: primero intuición de la primera verdad, una idea clara y
distinta, que es el modelo de toda verdad, y a partir de ella, por análisis,
deducir todo lo demás hasta llegar a la existencia y conocimiento de la
naturaleza del mundo exterior.
8.TEORIA DE LA SUSTANCIA
La sustancia se define como “aquello que existe de tal modo que no
necesita de ninguna otra cosa para existir” En este sentido, la noción
cartesiana sólo se aplicaría a Dios, pero defiende que el concepto de
sustancia puede aplicarse también, en sentido analógico, a las cosas
creadas.
Demostrada la existencia de Dios, que es la garantía de la verdad, el
sujeto pensante puede demostrar la existencia de las cosas corpóreas que
percibo por medio de los sentidos.
Descartes razona del siguiente modo: puesto que Dios existe y por
27
su propia perfección es infinitamente bueno y veraz, no puede permitir que
me engañe cuando pienso que el mundo existe, luego el mundo existe.
La realidad queda escindida en las siguientes sustancias:
Dios o res infinita, que tiene como atributo la perfección.
Alma o res cogitans que tiene como atributo el pensamiento.
Mundo o res extensa que tiene como atributo la extensión.
9.ETICA CARTESIANA
Como racionalista, Descartes está convencido de que el uso de la libertad
ha de fundarse en la razón, que sólo de este modo el hombre puede alcanzar
la perfección y ser feliz. La razón suministra al hombre juicios firmes y
determinados referidos al conocimiento del bien y del mal y la fuerza
necesaria para oponerse a las pasiones. De este modo, el hombre puede
conducir su vida conforme a una serie de reglas libremente queridas. La
libertad consiste en elegir lo que es propuesto por el entendimiento como
bueno y verdadero. La libertad es pues someter libremente la voluntad al
entendimiento.
28
10.EXPLICACIÓN DE TÉRMINOS SIGNIFICATIVOS PARA
ENTENDER LA FILOSOFÍA CARTESIANA.
Términos: Yo, era, verdad, evidente, sustancia, esencia, naturaleza,
certeza, “pienso, luego soy”, clara y distintamente, verdaderas.
Yo : En filosofía “yo” o “el yo”, designa una realidad, o una forma
de realidad equivalente a la persona, a la conciencia o a la identidad
personal. Puede usarse en tres sentidos: el psicológico (aquello que subyace
a los actos mentales), el epistemológico (la sustancia cognoscente o la
estructura de los actos cognoscentes) y el metafísico (realidad fundamental,
el “alma”). Descartes, incorpora todos los sentidos, como sujeto de la duda,
del pensamiento que indudablemente tiene: la realidad “pienso/existo” es
la base desde la que
recompone el edificio
derruido por la duda.
Posteriormente la filosofía ha discutido dicha sustancialidad que para
Descartes
es plenamente
evidente: “la
sustancia pensante”. Sin
pensamiento, yo no sería: yo soy pensamiento.
Evidencia. Descartes hace referencia a la verdad, aquello que no se
puede dudar. Lo evidente, se capta mediante una intuición intelectual,
inmediata que se resiste a todo aquello que se implique duda; Lo evidente,
no admite grados, o se da o no se da, rechazándose todo lo que se presenta
29
sólo como probable o verosímil. Lo evidente, es una idea clara y distinta
(claridad + distinción = evidencia); se toma como criterio de verdad de una
proposición teórica; es una propiedad de las ideas que se da en la intuición
y su modelo es la evidencia matemática (2+2=4).
Sustancia: Noción clave en Aristóteles y la escolástica. En Descartes
y Leibniz hay resonancias de dicha concepción. Descartes nos dice que el
YO es una sustancia, y como tal significa aquello que existe por sí mismo
independientemente de todo otro ser. El Yo es la sustancia pensante. La
sustancia es lo mismo que realidad (res = cosa, = realidad = sustancia).
Descartes define la sustancia como “una cosa que existe de tal modo que
no necesita de ninguna otra cosa para existir”. En este sentido, sólo Dios es
verdaderamente sustancia; pero también, la sustancia como
existencia
recibida de Dios, son sustancias el cuerpo y el alma (YO). Esencia es el
conjunto de características que forman el ser de una sustancia. Descartes,
en este sentido coincide con la sustancia, es decir, toma la esencia como
aquello por lo que una cosa es y la distingue de los demás.
Esencia: Descartes, cuando habla en la obra “Discurso del método”
se refiere al verdadero ser de mi “yo”, que no es otro que el pensamiento.
El término esencia coincide con el término naturaleza. La naturaleza propia
del hombre es su pensamiento, atributo esencial de su alma, por la cual es
lo que es, enteramente distinta del cuerpo y más fácil de conocer que éste.
30
Naturaleza: la esencia o la forma de un ser constituye su naturaleza.
Descartes, en la obra ya citada, el término naturaleza, hace coincidir con al
esencia.
Certeza: En algunos autores la certeza hace referencia a la seguridad
del asentimiento de la mente a la verdad, y se contrapone a la duda y a la
opinión. En Descartes, es sinónimo de evidencia. Descartes distingue:
certeza subjetiva: conocimiento claro y distinto de alguna verdad; certeza
objetiva: el valor de la cosa en si, al margen de lo que cada uno conozca.
También Descartes distingue la certeza moral de la metafísica: la primera,
da su asentimiento a una verdad probable; la metafísica, sólo se da ante una
proposición evidente. Es un conocimiento que proporciona seguridad
absoluta al entendimiento. El criterio de certeza, se lo da la primera
verdad: son verdaderas aquellas cosas que percibimos con gran claridad y
distinción.
Pienso, luego soy: Es lo mismo que el “cogito”, que es el criterio de
verdad. Sabemos, que es el “cogito” lo que tiene evidencia, es de aquellas
cosas que percibe con claridad y distinción y no se puede dudar. Con el
pienso, luego existo, ha llegado a formarse un criterio de verdad, ha
llegado a la certeza. Este es su pensamiento: su Yo, su pensar, es una
31
realidad: Yo no soy otra cosa que una sustancia pensante. Esta idea clara y
distinta, no es producto de una deducción, sino de una intuición. Es decir,
es una idea innata, como nacidas conmigo. Solamente estas ideas, las
innatas, son la base del racionalismo y por tanto de la verdad.
Verdad: Este término llena toda la historia de la filosofía. Tiene un
doble sentido: con respecto a una proposición (su contrario es “falsedad”)
y con respecto a una realidad (su contrario es “ilusión”,”apariencia”,
“inexistencia”). La verdad, para Descartes, es la meta indiscutible del
conocimiento y el objetivo de su filosofía. Para ello necesita rechazar
todas las opiniones dudosas, es decir, aquello que no sea claro y distinto,
sin lo cual, no podrá encontrar la verdad primera y básica.
Claridad y distinción: constituyen los dos caracteres necesarios de
la evidencia, de la verdad. Se aplican a la ideas y no a las cosas.
La claridad: es la nítida presencia de un conocimiento en la mente.
Es el conocimiento que tenemos de las cosas cuando están presentes, en
nuestra mente. Describe la cosa percibida en la mente con precisión, sin
añadirle rasgos que le son ajenos.
32
Distinción: junto con la claridad, es una de las notas de la evidencia,
significa
que no se confunde con otras cosas, es el hecho de estar
perfectamente singularizado, separado de todo lo demás, sin que contenga
nada que pertenezca a otro. Esta es la razón de aceptar el “cogito ergo
sum” como primer principio.
11. A MODO DE REFLEXIÓN Y RECOPILACIÓN
En ese siglo XVII, siglo en que vivió Descartes, se cambia el punto
de vista que se tenía en la época medieval respecto a Dios: antes se partía
de la certeza de Dios, para llegar a la certeza de sí mismo; ahora, se parte
de la certeza de sí mismo, para llegar a la certeza de Dios.
Esto supone un giro copernicano de 180º, en lugar del teocentrismo,
se coloca el antropocentrismo; se pasa del geocentrismo al heliocentrismo;
antes Dios era el centro, y el hombre giraba en torno a Él; ahora, el Hombre
es el centro, y es Dios , el que gira en torno al hombre.
La razón del hombre está en el centro, sostenido sobre sí mismo, no
sobre la Fe y todo gira en torno a la razón. Así este Racionalismo se abre
paso para dar lugar a la ILUSTRACIÓN: en el Siglo XVIII imperará la
diosa razón, la razón natural, la religión natural, la naturaleza humana.
33
Con Descartes empieza la era de la primacía del sujeto sobre el
objeto, la conciencia sobre el ser, la epistemología sobre la ontología, la
libertad de pensamiento, etc...
Descartes ha elegido el camino de la pura razón para comprender el
mundo, rechazando, por lo tanto, los datos que nos ofrecen los sentidos,
siempre cambiantes y relativos. Busca certezas absolutas que estén a salvo
del tiempo y las circunstancias. Como las certezas matemáticas , en las
cuales era un experto.
Y la primera certeza que encuentra es la de su propia existencia: sé
que existo porque se trata de una afirmación de la que es imposible
dudar. Pero esa existencia, tal como él la concibe, es muy distinta de lo
que habitualmente entendemos por "YO", con lo cual, Descartes deja
fuera nada menos que el cuerpo , con todos su deseos , exigencias y
servidumbres. Para él , "yo", soy puro pensamiento, "soy una cosa que
piensa". Y es sobre esta base que va a construir todo el resto de su sistema
filosófico. El mundo filosófico de Descartes será un mundo de la pura
razón.
¿Qué significa todo esto?.
- Que Descartes se queda encerrado en su GOGITO (solipsismo) y
no sabe salir de él: comienza a confiar en las ideas claras y distintas, pero
al encontrarse con la existencia de Dios y de las realidades extramentales,
34
ya no confía en ese criterio de certeza y acude a la veracidad de Dios que
es perfecto, que no le puede engañar.
La autonomía de pensamiento que esperábamos encontrar en su
epistemología queda sofocada por la teología, con lo cual, seguimos igual
que antes: nuestras ideas y conocimientos son reales porque vienen de
Dios, autor de todo lo creado y son verdaderas porque son ideas claras y
distintas que también vienen de Dios, que no nos puede engañar.
Queda claro, pues, que Descartes, no duda de todo, no duda de su fe
y de sus creencias; no duda de Dios, ni de la teología. Estamos seguros, que
estas creencias, son las que de algún modo le traicionan en la construcción
de su nueva Filosofía.
- Para Descartes toda la verdad se apoya en el sujeto pensante: toda
realidad es real , en cuanto se piensa. ¿Cómo salir de esta estrechez de la
mente? ¿Cómo puedo yo afirmar una realidad que esté fuera de mi
pensamiento? Descartes, una vez más, sale de este embrollo acudiendo a
Dios, a la teología. Se concluye , por tanto, que su filosofía no la puede
construir al margen de estas creencias.
Quizás este mundo cartesiano resulte poco atractivo para nosotros los
jóvenes. Como todo mundo matemático resulta inhabitable y frío. Echamos
de menos en él la valoración de lo corporal, la riqueza del conocimiento
sensible, la complejidad de la vida afectiva, el valor de los sentimientos.
35
Pero... a ninguna filosofía se le puede exigir una visión completa de la
realidad.
A pesar de todo, hay que reconocer que a Descartes le debemos
agradecer el nuevo rumbo que va a tomar la filosofía a partir de él.
Desde Descartes se va a valorar más el sujeto que el objeto, la
persona humana encontrará su propia identidad.
Por primera vez, el sujeto individual se afirma como juez que va a
decidir acerca de la verdad o falsedad de la realidad que le rodea. Y por
supuesto, se valora la autonomía del pensamiento del hombre, como
síntoma claro de la modernidad.
En adelante, el individuo será el protagonista del mundo y no sólo un
espectador, aunque haya que esperar un poco para que se saquen todas las
consecuencias de este camino que inicia Descartes.
Ese esfuerzo cartesiano para dar el salto de los subjetivo a la realidad
exterior, lo han recogido los existencialistas que definirán al hombre como
ser-en- el- mundo. Incluso los positivistas, insistirán en que la realidad
está más allá del cogito, y para alcanzar la otra orilla de la realidad, la
filosofía tiene que pisar tierra y profundizar en la ciencia, en los datos
positivos, en lo dado, si no quiere quedarse es un solipsismo estéril.
36
12.ACTUALIDAD Y PROYECCIÓN DE
LAS IDEAS DE
DESCARTES.
Como suele ocurrir con los grades filósofos, la importancia de la
filosofía cartesiana desborda ampliamente el marco de la filosofía y en la
ciencia.
En Filosofía, destaca por ser uno de los máximos impulsores del
racionalismo en la exaltación de la razón humana como fuente autónoma
de verdades. La razón puede engañarse cuando se deja guiar
de la
experiencia ingenua, pero no cuando razona sobre esquemas matemáticos.
En la ciencia, cuyos frutos científicos, sobre todo en matemáticas,
las cuales representan la verdadera y objetiva realidad, nos proporcionan
la estructura inteligible de lo real. Las matemáticas son "el lenguaje en
que está escrito el gran libro del mundo", lo que perturbe lo matemático,
debe ser suprimido.
Esta matematización lleva a cambiar la imagen que el hombre se
hacía del mundo y de sí mismo, en una palabra, se desemboca en una
imagen mecanicista del mundo. Como se puede observar, nos encontramos
37
ante un nuevo paradigma, un nuevo modelo de explicación teórica que va a
sustituir al viejo "organicismo" aristotélico.
Filosofías como la de Spinoza, Wolff o Leibniz beben directamente
de la fuente cartesiana. Pero, la sombra de Descartes va mucho más allá de
la filosofía: la valoración positiva de la ciencia y la evolución de la
producción científica europea de los siglos XVII y XVIII, que culminará en
Newton, es impensable sin el fondo teórico proporcionado por el
racionalismo cartesiano. Ideas trascendidas y convertidas en ciencia, en
formas de vida y culturas cuyo camino irá ya inseparablemente unido a esta
forma de conocimiento. Por ello, la clásica pregunta que debemos hacernos
al enfrentarnos a cualquier filósofo, a saber, ¿sigue ejerciendo su
pensamiento alguna influencia en la actualidad?, se contesta de un modo
casi inmediato en el caso de Descartes: y no porque se quiera magnificar su
labor, sino porque la Ilustración y la explosión científica europea llevan el
sello del racionalismo iniciado por él.
Un racionalismo que será criticado por los autores empiristas,
particularmente por Hume, y que necesita a buen seguro reconsiderar la
función de la experiencia dentro del conocimiento, o de otras facultades
humanas (sentimientos, pasión…) en la vida de cada individuo. Pero un
racionalismo, no lo olvidemos, volcado hacia la física (Descartes fue el
primero en enunciar el principio de inercia) e interesado también por esas
38
pasiones que Descartes trata de describir en su tratado. Por ello, podemos
concluir que el pensamiento cartesiano nos proporciona muchas claves
explicativas, no sólo del desarrollo de la filosofía, sino también de la
evolución de la ciencia y de muchas de nuestras formas de pensamiento,
por lo que su lectura y revisión siguen teniendo sentido hoy en día.
13.HUME
Propósitos
Tres son los propósitos básicos que Hume hace en sus obras:
- Deseo de construir una ciencia nueva
- Que esta ciencia sirva de fundamento a un sistema completo de las
ciencias
- La necesidad de utilizar un método experimental
Con estas ideas, Hume quiere fundar una ciencia nueva: la ciencia de
la naturaleza humana con el fin de:
1- Eliminar las falacias y abstracciones de la metafísica
39
2- Buscar un método basado en la observación y en la experiencia, en los
hechos, en lo fenoménico.
3- Buscar un método que sea analítico y no deductivo como el de
Descartes.
14.ORIGEN Y MODOS DEL CONOCIMIENTO
Hume comienza con un análisis de los contenidos de la mente.
Encuentra en ella sólo percepciones. Percepción es todo cuanto hay en la
mente, todo lo que aparece a nuestra conciencia son percepciones. La
percepción puede ser de dos clases: Impresiones e ideas.
Impresiones e ideas
Impresiones. Son las percepciones que entran en nuestra mente con más
fuerza y vivacidad. Por ejemplo: el papel que veo ahora, o mi propio
cuerpo, todo aquello que percibo en este momento como real.
Ideas. Son imágenes débiles de la impresiones. Son los recuerdos de esas
impresiones que antes he tenido.- Son también percepciones, pero más
débiles, menos vivaces. Son las débiles
imágenes
que dejan las
impresiones en el pensamiento y en el raciocinio. Por ejemplo: si cierro los
ojos y recuerdo los dibujos del libro, tendré una idea.
40
Toda idea se origina del recuerdo de la impresión y se percibe
gracias a que antes se ha tenido la impresión correspondiente. Si no hay
impresión, no hay idea. Lo que llamo realidad es un conjunto de
impresiones.
Percepciones, impresiones o ideas simples y complejas.
Percepciones simples No admiten distinción ni separación, no pueden
dividirse en otras más simples. Por ejemplo, el color, el sabor, la forma de
una manzana percibida
o de lo que recuerdo haber percibido son
percepciones o ideas simples.
Percepciones complejas Pueden dividirse en partes. Aunque el color, el
sabor y olor particulares sean cualidades que estén todas unidas, por
ejemplo, en esta manzana, es fácil darse cuenta de que no son lo mismo. La
manzana que ahora veo es una impresión compleja
Una impresión o idea compleja puede descomponerse en otras
simples: manzana, en color, sabor, olor, peso, etc...En cambio las
percepciones simples no pueden dividirse en absoluto.
A toda impresión simple le corresponde una idea simple, y viceversa.
41
Asociación de ideas.
Nuestro conocimiento no consiste más que en “ideas relacionadas
entre sí” que se van conectando mutuamente.
Leyes de asociación.
• Semejanza: una pintura nos hace recordar el original
• Contigüedad. La idea de un lugar me recuerda otro próximo a este.
• Causa – efecto: si pienso en una herida, recordaré, tendré una idea del
dolor que me produjo
Toda idea compleja es formada por asociación de ideas simple de acuerdo
con estas leyes. Razonar no es otra cosa que asociar unas ideas con
otras.
Relaciones de ideas y Cuestiones de hecho
El conocimiento humano lo constituyen
agrupaciones de ideas, ideas
organizadas, asociadas. Tales agrupaciones pueden ser de dos clases:
Relaciones de Ideas y cuestiones de hecho.
42
Relaciones de ideas.- En este tipo de conocimiento las ideas se relacionan
entre sí directamente, sin que su coherencia dependa de la experiencia. Así,
la Idea “triángulo” y la idea “tres lados”
se relacionan
de manera
necesaria sin necesidad de comprobarlo experimentalmente. Por eso
decimos “el triángulo tiene tres lados" estando ciertos de su veracidad.
Cuestiones de hecho.- Este otro tipo de conocimiento se forma también
enlazando ideas entre sí, pero ahora lo que justifica ese enlace
es la
experiencia. Comprobamos que determinadas impresiones se dan siempre
juntas, y su recuerdo nos lleva a establecer la relación entre las ideas
correspondientes.
15.CRÍTICA AL INNATISMO
Crítica al innatismo
Tesis característica del empirismo. Frente al punto de vista racionalista, los
empiristas defienden que todo nuestro conocimiento tiene su origen en la
percepción, negándose a aceptar que existan elementos cognoscitivos en
nuestra mente anteriores a la experiencia (negando por tanto el innatismo
en el conocimiento.
El racionalismo consideró que el conocimiento humano descansa en
ciertos principios e ideas que se encuentran en nuestra mente y que no
43
pueden explicarse a partir de la influencia del mundo exterior ni del poder
de nuestra imaginación; Descartes llamó innata a las ideas de este tipo y
creyó que todo el saber humano podía construirse deductivamente a partir
de dichas ideas. Frente a este punto de vista, la tesis característica del
empirismo de Hume es que no existen elementos ni principios
cognoscitivos innatos y que nuestra mente es como un papel en blanco en
el que va escribiendo la experiencia. Todos los empiristas aceptan este
punto de vista, aunque es Locke quien primero criticó el innatismo
racionalista, mediante estos argumentos:
- Si existe algún conocimiento innato sería superfluo enseñar y todos lo
poseeríamos desde la infancia, pero esto no ocurre así, pues hasta los
principios lógicos necesitan aprenderse para que estén en nuestra mente.
- Si existiese algún conocimiento innato todos los hombres los poseerían,
pero esto parece falso, como se ve en el caso de los dementes y de los
niños, que son incapaces de argumentar siguiendo la lógica.
16.CRÍTICA A LA IDEA DE SUSTANCIA Y CAUSA.
CRÍTICA A LA IDEA DE SUSTANCIA
Crítica de Hume a la concepción tradicional de sustancia. Consiste
básicamente en mostrar que no se puede conocer el carácter de sustancia
44
de los objetos sino sólo sus aspectos fenoménicos.
Toda la filosofía posterior a Aristóteles es heredera del “lenguaje
sustancialista”. Se consideraba que la sustancia es la realidad de la cual se
predican los atributos. Junto con esta característica, la concepción
tradicional de la sustancia concebía a ésta como lo permanente. Ej: La rosa
es fragante. La rosa es la sustancia , y fragante es el atributo.
El racionalismo no renuncia esta forma de entender la realidad, ni
tampoco los empiristas Locke y Berkeley. Hume, llevando hasta el final lo
que podríamos denominar “criterio empirista del conocimiento”, concluirá
que la noción de sustancia carece de fundamento y negará la existencia de
sustancias físicas y de sustancias espirituales. Considera que sólo es
aceptable la idea que tenga a su base una impresión y aplica este criterio al
examen de las sustancias: las sustancias no son perceptibles –mejor dicho,
el carácter de sustancia de las cosas no es perceptible- : tomemos el
ejemplo de la supuesta sustancia “rosa”; toda la experiencia que puedo
tener de una rosa se agota en sus propiedades perceptuales o fenoménicas
: veo su color, su tamaño, su forma, los elementos que la componen , siento
la suavidad de los pétalos, la textura del tallo, huelo su aroma...; pero todas
estas propiedades que me ofrece la percepción se sitúan en el nivel de los
atributos y no de la sustancia.
45
No puedo percibir
nada más que propiedades
del tipo de las
descritas, por lo tanto, no hay nada más que las propiedades descritas. Si
con la palabra rosa nos queremos referir a una realidad distinta de la suma
de las propiedades perceptuales , entonces nuestro uso de esta palabra es
ilegítimo. Con todo, podemos utilizar dicha palabra si con ella nos
referimos no a una supuesta realidad oculta, sustrato de las propiedades
perceptuales , sino a la suma de dichas propiedades, al conjunto de ideas
simples reunidas por la imaginación. Podemos utilizar términos como
“rosa”, “libro”, “perro”, mente si prescindimos de la interpretación
sustancialista y aceptamos que son términos cómodos que utilizamos en
nuestro lenguaje como compendio de propiedades meramente perceptuales.
Crítica del Yo como sustancia
La principal crítica va dirigida a Descartes cuando encuentra que la
primera verdad “pienso luego existo” cree que este conocimiento le
garantiza igualmente que él mismo es una sustancia pensante y que el yo
es una sustancia idéntica, simple y constante. No concluye en tesis del tipo
“hay un pensamiento” sino “hay una sustancia que piensa”. Hume
siguiendo el criterio empirista del conocimiento sostiene que el yo no es
una sustancia. No sabemos de qué impresión proviene la idea de sustancia.
No tenemos intuición de nosotros mismos como una sustancia simple clara
46
y distinta, porque no sabemos de qué impresión procede, por lo tanto, hay
que concluir que la idea de sustancia es un término vacío de significado,
que no quiere decir nada.
CRÍTICA AL CONCEPTO DE CAUSA (Teoría de la causalidad en
Hume)
Al estudiar las cuestiones de hecho, Hume lleva a cabo una crítica
radical del principio de causalidad. A su juicio, desde el punto de vista del
conocimiento, resulta absolutamente ilegítimo deducir de la impresión de
una cosa, tanto su causa como su efecto que producirá.
Pues, causa y efecto son dos entidades (dos cosas) absolutamente
diferentes entre sí y ninguna “ impresión” nos muestra una relación de
causalidad entre ambos.
Así, cuando observamos los objetos que nos rodean, nunca descubrimos
ninguna impresión de conexión necesaria entre la causa y el efecto.
Sólo descubrimos que unos hechos (o fenómenos) vienen a
continuación de otros. Por ejemplo, esta mañana, ayer e innumerables días
he puesto la leche al fuego y a continuación hemos visto que la leche se ha
47
calentado. Pero no hemos “percibido” nada más. Hume insistirá en que
“fuego” y “leche caliente” son dos hechos (dos fenómenos) que hemos
percibido uno tras otro, pero que por más que examinemos dichos procesos
nunca lograremos percibir una conexión necesaria ( es decir, una conexión
causal) entre uno y otro.
Pero en este caso, ¿Por qué nosotros estamos convencidos de que siempre
que aproximemos la leche al fuego se va a calentar?.
Respuesta de Hume: esa convicción, como cualquier otra alusiva a
las cuestiones de hecho, por ejemplo, que la lluvia moja, que una bola de
billar mueve a otra, que “una fuerza constante produce una aceleración
constante”, etc., no son más que inferencias ilegítimas, deducciones
carentes de fundamento objetivo y fruto de una imaginación que traspasa
los límites de la experiencia. Tales inferencias se deben a ciertos hábitos o
costumbres
originados en nosotros por el proceso psicológico de la
“asociación de ideas”.
Pero, por una parte, nuestro hábito o nuestra costumbre carece de
todo fundamento objetivo, es mero producto
de nuestra particular
psicología y, por otra, como mero producto subjetivo se basa en ciertos
prejuicios, como puede ser el creer que la Naturaleza no cambia o que los
48
fenómenos se suceden siempre en el mismo orden o que podemos conocer
sus mecanismos de relación.
Nuestro
autor
podrá
admitir
cierto
nexo
causal
entre
“percepciones”, pues, en el fondo, en eso consisten las leyes de la
asociación (una impresión nos hace recordar otra); pero lo que siempre
negará será el valor objetivo de dicho principio. De esta manera, si le
preguntamos, ¿existe algún tipo de conexión entre cosa y cosa? La
respuesta sería: “no lo sabemos” . ¿Existe alguna conexión entre
impresión o entre idea y las cosas?, o dicho de otra manera, ¿Quién origina
nuestras impresiones?. La respuesta es idéntica: “no lo sabemos”. Las
impresiones y las ideas se encierran en sí mismas y no sabemos a qué
corresponden. En los filósofos anteriores, nuestra ideas se correspondían
con la realidad porque, de un modo u otro,
eran causadas por dicha
realidad; en Hume, en cambio, los puentes con la realidad se encuentran
rotos, el velo de las percepciones se cierra sobre sí mismo.
49
BIBLIOGRAFÍA
Descartes, “Discurso del Método”, Ed. Aguilar, Argentina 1980.
Descartes “Reglas para la dirección de la mente”, Ed. Aguilar, 1980
E. Trías “Drama e identidad”, Ed. Ariel
Vidal Peña, “Introducción a las meditaciones Metafísicas”, Ed. G. del Toro,
Madrid 1984
Rábade, S. “Método y Filosofía en Descartes”, Madrid, Narcea, 1981
Hume, D. “ Tratado de la Naturaleza Humana”. 3vols. Barcelona, Orbis,
1984
Hume, D. “ Investigación sobre los principios de la Moral “, Madrid,
Alianza, 1993
García Borron, J.C. “Empirismo e Ilustración”. Ed. Cincel
50
INDICE
1. Descartes Vida y Obra.
1
2. Relación entre empirismo y Racionalismo
4
3. Un nuevo Método
5
4. La duda Metódica
15
5. El yo racional como primer principio
21
6. La idea. Clases de ideas
24
7. Demostración de la existencia del mundo. Res Extensa
25
8. Teoría de la Sustancia
27
9. La ética Cartesiana
28
10. Explicación de términos significativos
32
11. A modo de reflexión y recopilación
33
12. Actualidad y proyección de las ideas de Descartes
38
13. Hume
39
14. Origen y modos de conocimiento
40
15. Crítica al innatismo
43
16. Crítica a la idea de sustancia
44
51
52
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