LA SUPRESIÓN DEL AMPARO EN EL ÁMBITO FISCAL Reforma

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LA SUPRESIÓN DEL AMPARO
EN EL ÁMBITO FISCAL
Reforma constitucional que priva de
derechos subjetivos públicos a los gobernados
CARLOS CHÁVEZ ARAGÓN, SOCORRO AÍDA MORALES MACÍAS Y JAIME RODRÍGUEZ PÉREZ
L
a pretendida reforma que establece la improcedencia del amparo en materia fiscal es un tema sin duda
delicado y por demás doloroso, no solo
para el gremio de los abogados sino para
los especialistas en materia contable, dado que
mediante esta iniciativa de reforma constitucional que
líneas adelante se explicará, se pretende mancillar el
juicio de amparo, dejando a los gobernados en total estado
de indefensión ante las autoridades fiscales, siendo estos
los que aportan, en gran medida, el sustento económico que
nuestro país percibe y quienes quedarán a merced de cobros
arancelarios indebidos, sin medio de defensa alguno que
haga valer sus garantías individuales.
A manera introductoria, cabe destacar que un grupo de
diputados federales, integrantes de diversos partidos políticos, en su gran mayoría plurinominales, es decir, “representantes populares” que no obtuvieron el voto de la ciudadanía de manera directa en las urnas, presentaron una iniciativa de reforma constitucional, en razón de la cual se pretende
limitar el alcance protector del juicio de amparo en materia
fiscal. Estos servidores públicos fundan su propuesta de
reforma en ideas de mercadotecnia, fuera de todo contexto
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real y jurídico, que constituye un evidente retroceso en materia de protección de los derechos de los gobernados, toda
vez que dicha iniciativa se basa en imprecisiones jurídicas y
en aseveraciones imposibles de tolerar.
Ante ello, es primordial hacer valer la voz de los juristas,
contadores, y por qué no, de los directamente afectados, es
decir los gobernados, para evitar que se siga mancillando el
juicio de garantías mediante reformas retrogradas, con las
que se pretende aniquilar al medio de defensa constitucional
por excelencia, orgullo nacional y ejemplo mundial, incluso
circunscrito en el numeral octavo de la Declaración Universal de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, donde propone que la totalidad de los países
prevean una institución de la naturaleza del juicio de amparo
de su régimen jurídico interno.
Sin embargo, los legisladores mexicanos han ido socavando el juicio de garantías, con preceptos que lo minan y
destruyen, como es el caso de la reglamentación de la improcedencia del juicio de amparo contra una orden de aprehensión, una vez que se da el cambio de situación jurídica, producida con la resolución del auto de término, mediante el
que se concluya la formal prisión del imputado, asegurándose el legislador de dicho cambio, al condicionar los efectos
de la suspensión del acto reclamado a que el quejoso acuda
a rendir su declaración preparatoria; o como ocurre con el
retroceso derivado de la reforma constitucional publicada
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en el Diario Oficial de la Federación correspondiente al 8
de marzo de 1999, mediante la que se incrustó en el artículo
123 apartado B fracción VIII, la idea de la improcedencia del
amparo contra la determinación de remoción de un elemento de policía, quien ante dicho acto, carece de toda acción
para inconformarse y ser restablecido en la función que
venía desempeñando.
Respecto de este supuesto, no deje de considerarse
que en la propia iniciativa se dice de manera por demás
absurda, que como los policías que eran destituidos o removidos acudían al amparo para ser restablecidos en su
cargo, entonces se preveía esta causa de improcedencia
para evitar que abusaran del juicio de garantías, siendo que
si el gobernado obtenía u obtiene una sentencia concesoria
de amparo, no es porque este haya abusado de dicho juicio
constitucional, sino porque la autoridad abusó del poder
que se le había conferido, como lo asevera el maestro en
derecho Alberto del Castillo del Valle.
Con los antecedentes narrados, los lectores podrán apreciar que la tendencia del legislador es disminuir las hipótesis de procedencia del juicio de amparo y consecuentemente, permitir la arbitrariedad, los abusos y el exceso de poder
por parte de los servidores públicos, olvidando posiblemente por desconocimiento, que el juicio constitucional
mexicano se creó para favorecer a los gobernados y que la
tendencia jurídica en la vida actual, basada en la historia del
hombre, es proteger a este frente de los actos inconstitucionales e ilegales de toda autoridad, pero jamás la de proteger
a esta del gobernado, creando leyes arbitrarias y ajenas a
derecho.
El comentario anterior es debido a que en las últimas
cinco reformas a la ley de amparo, el legislador se ha preocupado por favorecer a la autoridad pública, con la incorporación de preceptos que disminuyen la protección al gobernado; por ejemplo, regulándose que la suspensión en
amparo fiscal surtirá sus efectos, siempre y cuando el quejoso deposite en efectivo el importe de la cantidad que se le
requiere por parte de la autoridad exactora, sin que se prevean las diversas formas de garantizar esa medida cautelar
que antiguamente regulaba la ley; por tanto, se reitera que
en las últimas reformas constitucionales y legales, referentes al alcance y tramite del juicio de amparo, el legislador no
se ha preocupado por sus representados, los gobernados,
incluyendo en la legislación disposiciones que lo favorezcan en defensa de su patrimonio mediante la impugnación
de actos de autoridad que considera inconstitucionales.
Ahora bien, con la iniciativa en estudio, el legislador se
dedica a sorprender a algunos desconocedores del derecho, sosteniendo una serie de aseveraciones falaces y fácilmente debatibles, pretendiendo así quebrantar la institución de defensa del contribuyente y minando el estado de
derecho y las garantías individuales, dejándolo, como se ha
mencionado, en un completo estado de indefensión frente a
la autoridad exactora. De ahí la razón por la que con el presente estudio y por naturaleza de su publicación, se pretende concientizar tanto a legisladores como a gobernados del
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riesgo que se corre en caso de aprobarse una reforma que
atente en contra del estado de derecho y los derechos subjetivos públicos de todo ciudadano, trayendo consigo un
retroceso en materia de defensa constitucional frente a las
autoridades responsables.
Asimismo, el presente análisis se hace con base en la
esencia misma del juicio de garantías, considerando su evolución de más de ciento cincuenta años e intentando evitar
que se siga mancillando nuestro juicio, protector de derechos subjetivos por servidores públicos que desconocen la
magnitud y trascendencia del desenvolvimiento y la necesidad jurídica del juicio de amparo, sostén del estado de derecho y garante de la paz social1 , al motivar la anulación de
actos que violen garantías individuales o del gobernado.
A continuación se trascribe la adhesión de la fracción
VII bis que se pretende realizar al artículo 107 de nuestra
Carta Magna, dada a conocer en la Gaceta Parlamentaria
de la Cámara de Diputados, registrada bajo el numero 2714
VIII, con fecha diez de marzo del año dos mil nueve. El decreto por el que se reforma el artículo constitucional citado anteriormente, tal y como ya ha sido aprobado por la Cámara de
Diputados señala:
Artículo Único. Se adiciona el artículo 107, con una fracción
VII Bis, de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos para quedar como sigue:
Articulo 107. [...]
[...] “VII Bis. Los juicios de amparo que se promuevan contra
leyes en materia fiscal, tendrán efectos generales cuando se
tramiten de manera colectiva o cuando por su importancia y
trascendencia así lo ameriten, en los términos y condiciones
que señale la Ley Reglamentaria de los artículos 103 y 107 de
esta Constitución.
Estos juicios serán resueltos en única instancia por el Pleno
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Las sentencias que se emitan en los juicios de amparo a que
se refiere esta fracción tendrán efectos generales. Estas deberán
ser aprobadas por cuando menos ocho votos para declarar la
inconstitucionalidad de una ley en materia fiscal y en caso de
no lograrse tal votación, se desestimarán los argumentos
materia del juicio y no podrán ser revisados sino por el Pleno
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en los casos y
plazos que determine la ley.
La declaración de inconstitucionalidad a la que se refiere esta
fracción no tendrá efectos retroactivos.
De la cita anterior y en ese orden de ideas, a simple vista
se aprecia una serie de inconsistencias que perjudican de
manera tajante al gobernado y lo colocan en una grave situación de desventaja frente a la autoridad exactora.
En principio, encontramos la desventaja numérica para
los gobernados en las votaciones de los once ministros que
integran el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ya que resulta mucho más difícil obtener la votación de
ocho ministros a favor de la inconstitucionalidad, que de
cuatro en contra de la misma, exigiéndose de este modo al
gobernado que convenza a ocho ministros de la
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inconstitucionalidad de una norma fiscal, pidiéndose por el
contrario a la autoridad, que de cualquier modo obtenga que
cuatro se opongan, sin que siquiera deban de manifestar
porque ya que solo se precisa su voto.
Bajo la fórmula planteada en la reforma constitucional,
puede suceder que se presente un proyecto de sentencia de
amparo, decretando la inconstitucionalidad y que además
cuente con mayoría de votos; es decir, seis o siete de once,
pero al no ser ocho los ministros que voten a favor, se estimará que la norma es constitucional a pesar de la notoria
mayoría opuesta a ello.
Una vez tratado este punto de manera general, resulta
posible entrar al estudio de otra aberración jurídica consagrada en el proyecto de reforma en estudio, en el que se
establecen efectos retroactivos, pero únicamente en perjuicio de quienes hayan obtenido el amparo, ya que si bien es
cierto, en la exposición de motivos se anuncia que no existirá
retroactividad; esto resulta tendencioso, pues solo se prevé
en detrimento de los gobernados, ya que el último párrafo de
la fracción VII bis del artículo 107 constitucional, tal como
quedaría de aprobarse la reforma, indica que la declaración
de inconstitucionalidad a la que se refiere esta fracción no
tendrá efectos retroactivos; no obstante el segundo párrafo
del artículo cuarto transitorio de la propia reforma, señala:
“Las sentencias así publicadas dejarán sin efecto en adelante, las sentencias dictadas previamente y que se contrapongan a las mismas”.
Con base en lo anterior, lo dispuesto en ambos textos
debe interpretarse de forma tal, que no resulten contradictorios, evidenciándose que en principio solo se impide la aplicación retroactiva de las sentencias que beneficien a los
gobernados; es decir, las que decreten la inconstitucionalidad
y por ende concedan el amparo, mas no las que los afecten,
como sería las que establezcan la constitucionalidad de la
norma impugnada y por ello nieguen la protección de la justicia federal.
A mayor abundamiento y en virtud de que el artículo
cuarto transitorio dispone la aplicación retroactiva de las
sentencias dictadas por la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, en términos de la propia fracción séptima bis del
artículo 107, a partir de su publicación en el Diario Oficial de
la Federación o de la publicación de un extracto de las mismas en los términos señalados por la legislación en la materia, puesto que dichas sentencias dejarán sin efecto en adelante aquellas sentencias de amparo dictadas previamente y
que se contrapongan con las mismas, y como está prohibido
de modo expreso la aplicación de las sentencias que decreten la inconstitucionalidad de las normas impugnadas
concediéndose con esto el amparo, dicho precepto transitorio solo puede referirse a las sentencias que nieguen el amparo.
En otras palabras, aunque el gobernado haya obtenido
una sentencia en la que se le haya concedido el amparo, si se
presenta una determinación posterior que decrete la constitucionalidad de la norma que impugnó se aplicará la nueva
resolución en su perjuicio y al tratarse de una materia
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impositiva, podrían generarse, al actualizarse la hipótesis en
comento, que se generen nuevos créditos fiscales a los que
se podrán añadir multas recargos y actualizaciones, de tal
suerte que se afectaría con cargas más elevadas a quien, por
haber obtenido anteriormente el amparo, se le hubiere
exentado de alguna contribución que ahora deberá cubrir, en
función de la nueva decisión de la Corte, violando dichas
previsiones los más elementales principios de constitucionalismo, dejando de lado la seguridad jurídica al desconocerse los efectos de la cosa juzgada y de la irretroactividad
de los efectos legales en perjuicio de toda persona, sujetándonos por tanto, a una tiranía que castiga a los ciudadanos
que se atrevan a hacer valer sus derechos litigando un juicio
de amparo en contra del fisco.
Peor aún, facultando a la autoridad fiscalizadora a robarles, ya que al prohibir la irretroactividad en las sentencias
concesorias, en ningún momento se obliga a la autoridad
responsable a regresar el importe derivado del cobro de lo
indebido, afectando esta reforma constitucional a miles de
personas, ya que la obligación de pagar contribuciones que
establece el artículo 31 fracción IV de la Carta Magna le corresponde a toda persona física o moral, nacional o extranjera.
Todos los mexicanos y hasta los extranjeros que tengan
cualquier actividad económica en nuestro país, se verán afectados por la multicitada reforma, por lo que sería un grave
error pensar que solo se afectará a las grandes empresas, y
dados los términos de su formulación, incluso a aquellos
trabajadores a quienes se les retienen sus contribuciones
por parte del patrón, como el impuesto sobre la renta, se les
puede incrementar el porcentaje de sus cargas, hasta verse
afectados gravemente; esto sin duda generaría cientos de
demandas de amparo en contra de una reforma legal de ese
tipo, a los que se les daría el tratamiento que se ha comentado, con el que sin duda todos perderían sus respectivos
juicios de garantías.
Por consiguiente, es un deber manifestarse y contener
una reforma que atenta contra los derechos de los mexicanos y de los gobernados en general, pues el sistema jurídico
mexicano ha sido inspiración para el mundo en su creación
de garantías y ejemplo seguido por un sinnúmero de países
por la institución jurídica del juicio de amparo, según refiere
el maestro Hugo Alberto Arriaga Becerra, vicepresidente del
Instituto Mexicano del Amparo.2
Por todo lo anterior, resulta increíble que los propios
representantes populares en el Congreso de la Unión quebranten esta noble institución, pero sería infame e imperdonable que nosotros, como profesionales del derecho, lo permitiéramos.
Literatura citada
1
2
CASTILLO DEL VALLE, Alberto: Reforma constitucional: muerte de las
garantías y del amparo fiscal. Primera parte, México, Ediciones
Jurídicas Alma, 2009.
ARRIAGA BECERRA, Hugo Alberto: Reforma constitucional: muerte de
las garantías y del amparo fiscal. Segunda parte, México, Ediciones Jurídicas Alma, 2009. S
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