LIDERAZGO

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LIDERAZGO
Al revisar la literatura especializada con el fin de saber qué se entiende por liderazgo, nos
encontramos con definiciones como esta: “la habilidad para influir y dirigir gente de
manera que ganes su obediencia, confianza, respeto y cooperación para alcanzar unas
metas de carácter beneficioso, útiles para la satisfacción de las necesidades verdaderas
del grupo.”[1] También apreciamos que el liderazgo se define como “la capacidad de
influenciar en las personas que constituyen un sistema humano, para que se empeñen
voluntariamente en el logro de una visión amplia y compartida”.[2]
En general, en las muchas definiciones de liderazgo son muy frecuentes las palabras
influir, dirigir, movilizar, guiar, emprender, entre otras. Así mismo, en las definiciones que
uno revisa de lo que es un líder, predominan los términos: carisma, oratoria, dominio de
grupo, disciplina, perseverancia, visión, optimismo, personalidad, honestidad, etc. Sin
embargo, es poco frecuente que se haga referencia al deseo y capacidad de servir;
aunque es de destacar, que en la primera definición se habla de satisfacer las necesidades
de un grupo. Y de eso se trata la verdadera esencia del liderazgo, de servir a un colectivo,
de poner en juego capacidades y desarrollar potencialidades para poder –entre otras
cosas- servir a otros, a partir de allí se operacionaliza todo lo demás; por eso se dice que el
gerente de una organización por ejemplo, puede ser un excelente administrador pero no
necesariamente un líder, ya que la dirección debe estar siempre en vía de prestar un
servicio ético y de calidad y de satisfacer los intereses legítimos de las personas, sin que
estos afecten a otros. Además, es claro que en la medida en que una persona decida
ponerse al frente de una causa movido por su voluntad de servir a su comunidad o grupo,
“automáticamente” va ganando seguidores y credibilidad, adquiere carisma, inspira,
desarrolla habilidades de comunicación, creatividad, trabajo en equipo, y en fin, todas
aquellas cualidades que suelen asignarse a un líder.
Con este concepto a manera de preámbulo se inicia este documento o artículo en el que
se resaltan y describen brevemente algunos elementos muy importantes del liderazgo;
puede ser que se queden otros de lado, o que simplemente aquí no estén todos los que
son, el hecho es que los aspectos que se abordan a continuación hacen parte de la
“columna vertebral” del liderazgo.
Capacidad de Servicio
Se afirma que hay dos razones fundamentales por las cuales el liderazgo es genuino: la
gente lo pide, y quieres ayudar y servir a la gente. Es decir, la búsqueda del bienestar de
las personas y el deseo de atender sus requerimientos es lo que en el fondo mueven a un
líder. Por algo Jesucristo dijo: “Sabeis que los gobernantes de las naciones se enseñorean
de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Más entre vosotros no será
así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor y el que
quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino
para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (San Mateo
20:25-28).
Si bien es cierto existen otros factores que hacen parte importante del ejercicio del
liderazgo y hay diversas cualidades que caracterizan a un líder, el servicio a los demás es
su verdadero motor. Por ejemplo, la crisis de liderazgo político que vive hoy Colombia es
una clara muestra de que muchos de nuestros políticos y dirigentes están movidos más
por la búsqueda de su beneficio personal (dinero, poder, protagonismo, imagen), que por
un franco deseo de servirle a su pueblo y de trabajar por cumplirle a la gente que lo eligió
confiando en él su representación.
A nivel empresarial también observamos que las empresas que han prosperado y se han
consolidado como auténticas organizaciones líderes, son precisamente aquellas que se
han caracterizado por su deseo genuino de servir al cliente con calidad y con ética, ya que
han comprendido el viejo, sabio y simple principio: “el que da, recibe más de lo que
brinda”; en otras palabras, el mejor negocio es en el que todos ganan, y no aquel que
consiste en ganar a costas de estafar o robar al otro. Al respecto, Peter Drucker en su libro
The New Realities, manifiesta “... las compañías japonesas aprendieron a empezar no con
la pregunta "¿Qué cosa es buena para la empresa?" sino "¿Qué cosa es buena para Japón?
Y después se preguntaron: ¿Cómo puede perseguir la empresa sus propios objetivos de tal
forma que sirva al bien común?".
Visión
Todo líder se distingue por tener visión, o sea por atreverse a ver más allá, al poner en
juego su imaginación y no dejarse atrapar en la inmediatez de su realidad viendo
únicamente los asuntos a corto plazo.[3] La visión la podemos traducir en esa capacidad
de soñar que todos tenemos, con la que todos nacemos, pero que desafortunadamente
son muchos quienes la dejan de lado y no se aventuran a convertir en realidad sus ideales.
Los líderes sin embargo, mantienen vigentes sus sueños, cada vez les dan más vida con sus
acciones, en procura de cumplir aquellos objetivos trazados con los que se identifica un
colectivo. Cuando a Walt Disney le preguntaron cómo había hecho para construir el
emporio turístico más poderoso del mundo, simplemente respondió: "si puedes soñarlo,
puedes hacerlo".[4]
La visión es entonces, esa imagen mental de un futuro posible y deseable para la
organización. La visión o el sueño puede ser tan vaga como una fantasía o tan precisa
como una misión; el punto crítico es que una visión debe articular una proyección de un
futuro realista, creíble y atractivo para la organización y para las personas que laboran en
ella. Este aspecto es tan poderoso, que se afirma que la ausencia de visión significa una
sociedad incapaz de soñar su propio futuro, lo cual puede provocar su desintegración por
falta de aspiraciones, metas y cohesión.
Cuando se trabaja con una visión, se ven por adelantado sus resultados; no obstante, una
visión no se hará nunca realidad a menos que se prepare un plan con sus respectivas
metas. Ningún líder logrará llevar a cabo sus proyectos, ni podrá tener éxito en los
objetivos propuestos si no se haya comprometido con lo que hace, pues de poco sirve
soñar con alcanzar estrellas si no asumimos el compromiso que implica el volar hacia
ellas.[5] Esos líderes de quienes tanto se habla, sobre todo en el colegio y la universidad,
lograron destacar y hacer sus grandes realizaciones precisamente porque se hallaban
comprometidos con el reto y la responsabilidad que decidieron asumir, con el sueño que
mantenían vivo en sus mentes y corazones, con las ilusiones de esa infancia que
conservamos en nuestro interior. Ello se refleja en la dedicación, disciplina y esfuerzo
constante mostrados diariamente en su actividad.
El sueño que dibuja el líder es reflejo de su inconformidad con un estado de cosas y es una
fuente de energía que lo moviliza a transformar la realidad; en el líder, desde el momento
en que se gesta su sueño, se genera una plena convicción de que será realidad, a pesar de
las condiciones adversas que pueden existir a su alrededor, de ahí el nombre que cobra de
visión. El 28 de agosto de 1863, hablando en Washington, Martín Luther King dio el mejor
discurso de su vida, denominado “Tengo un sueño”, este es un fragmento del mismo: “Les
digo hoy mis amigos, que a pesar de las dificultades y frustraciones del momento yo tengo
todavía un sueño. Tengo el sueño de que un día en las colinas de Georgia, los hijos de los
antiguos esclavos y los hijos de sus antiguos dueños, se sentarán juntos en la mesa de la
hermandad. Tengo el sueño de que mis cuatro niños vivirán un día en una nación en
donde no serán juzgados por el color de su piel, sino por el contenido de su carácter”.[6]
Efectivamente, el sueño de Luther King se convirtió en una “idea-fuerza”, pues
interpretaba las aspiraciones de todo un pueblo, de una raza negra completamente
discriminada que se atrevió a luchar por la igualdad de derechos, sueño que finalmente se
tradujo en realidad.
Entusiasmo
Los líderes conservan muchas de esas actitudes positivas de la niñez que nunca
deberíamos dejar apagar, pues se trata de una especie de compromiso con ese niño(a)
que todos llevamos dentro, entre ellas se destacan: el entusiasmo, la espontaneidad, el
deseo de aventura, la imaginación y una ilimitada capacidad de aprender y de emprender.
Es evidente que un líder lo caracteriza un alto grado de motivación interna para actuar,
pues no está supeditado a motivaciones externas como tal, ya que es precisamente en
medio de las circunstancias difíciles -aparentemente carentes de alicientes- donde
emergen las personas que deciden liderar una causa; es decir, una situación
desalentadora el líder la convierte en una motivación y en una oportunidad para
emprender acciones que conduzcan a solucionar un problema o a satisfacer una
necesidad.
La motivación o el entusiasmo lo podemos traducir en esa energía física, intelectual y
emocional necesaria para creer y esforzarse en el cumplimiento de una meta en contra de
todos los obstáculos y contra todos los “pronósticos”. Por ello se dice, que el ímpetu y la
tenacidad que un líder le imprime a sus proyectos proceden más del corazón que de la
razón, pues si los grandes seres que han hecho la historia de la humanidad se hubiesen
detenido a analizar demasiado las cosas y a imponer siempre el raciocinio en todas las
situaciones, el mundo no daría hoy cuenta de las grandes gestas provenientes de personas
como Ghandi, Marie Curie, Sor Teresa de Calcuta, Bolívar, Mandela, Lincoln, entre otros.
De ahí el célebre pensamiento de Aliber: "El entusiasmo alcanza en un día lo que la razón
consigue en mucho tiempo". Es por eso que no es gratuito cuando se afirma en la
biografía de Beethoven, uno de los músicos más brillantes de todos los tiempos, que con
su obra había dejado en claro que, más que oído, se requiere corazón para lograr las
partituras más sublimes. “Su alma y su música estaban llenas de un sentimiento de
libertad, con una creencia en la dignidad humana y la fuerza necesaria para aguantar cada
batalla”[7]. Como hombre que era, demostró que para “destellar” en la vida se necesita
ante todo pasión por lo que se hace.
Capacidad de Inspirar
El liderazgo también consiste en el desarrollo de las potencialidades humanas, con razón
afirma Jhon Adair, que “la verdadera misión del liderazgo no es poner grandeza en lo
humano, sino evocarla, porque la grandeza ya está allí”. Al centrar su atención en una
visión, el líder opera en los recursos emocionales y espirituales de la organización y de las
personas que forman parte de ella. Es importante que el líder inspire a las personas con
las que conforma un equipo, deposite confianza en ellas, les brinde la oportunidad de
aprovechar sus potencialidades y de jugar papeles primordiales en un proyecto, en
definitiva, debe sembrar autoconfianza en la gente para cosechar gestas exitosas, sin
importar si en ocasiones hay que fracasar varias veces, pues de eso también está hecho el
camino de las realizaciones.
Es de aclarar que no se trata de motivar personas para que obedezcan ciegamente a un
líder, ni de reproducir una sociedad rebaño. Se requiere ante todo personas críticas,
proactivas, con iniciativa propia y que también encuentren un espacio de autorrealización
en la organización de la que hacen parte, pues la idea es que la gente armonice o concilie
sus objetivos personales con los objetivos colectivos y organizacionales, y no que deban
sacrificarlo todo por una causa, en la que muchas veces ni se sabe con certeza qué es, ni
para qué es que realmente están ahí.
Cuando los individuos sienten que pueden producir alguna diferencia y que pueden
mejorar a la sociedad en la que viven mediante su participación en una organización,
entonces es mucho más posible que aporten vigor y entusiasmo a sus trabajos y que sus
esfuerzos se complementen. El líder ayuda a la gente de su organización a palpar el
orgullo y la satisfacción de su trabajo. Inspiran a sus seguidores a altos niveles de
desempeño mostrándoles cómo contribuye su esfuerzo al logro de metas beneficiosas
para una comunidad. Enfatiza los puntos fuertes y las virtudes que encuentra en los
demás, no se centra en sus debilidades.
Al respecto, traigo a cuento la siguiente parábola: Cuentan que en una carpintería hubo
una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus
diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que
renunciar, pues hacía demasiado ruido y además, se pasaba el tiempo golpeando. El
martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había
que darle muchas vueltas para que sirviera de algo. Ante el ataque, el tornillo aceptó
también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato
y siempre tenía fricciones con los demás. Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que
fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su
medida, como si fuera el único perfecto. En eso entró el carpintero, se puso el delantal e
inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca
madera inicial se convirtió en un fino mueble.
Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue
entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo: "Señores, ha quedado demostrado
que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja es con nuestras cualidades. Eso es lo que
nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en
la utilidad de nuestros puntos buenos”. La asamblea encontró entonces que el martillo era
fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y
observaron que el metro era preciso y exacto. Se sintieron entonces un equipo capaz de
producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar
juntos.
Ocurre lo mismo con los seres humanos. Cuando en una organización el personal busca a
menudo fallas en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar
con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, es cuando florecen los mejores
logros humanos. Se dice que encontrar “defectos” es muy fácil, pero que encontrar
cualidades es para los espíritus superiores que son capaces de inspirar todos los éxitos
humanos.
Transformación de Paradigmas
Karen Hees, filósofa norteamericana, sostiene que "un paradigma es un patrón mental, es
la visión de determinada época y es la rutina con la que hacemos las cosas". El líder se
caracteriza también por su deseo de transformar el entorno, busca romper con lo
establecido y ofrece nuevos marcos de pensar, pues es ese convencimiento de que las
cosas pueden ser de manera distinta otro de los factores que lo impulsa a realizar
emprendimientos que generen cambios.
No obstante, vivimos en una cultura en la que el cambio y las ideas creativas suelen
considerarse una amenaza constante contra la seguridad y permanencia de las cosas. Es
por eso que en muchas organizaciones, paradójicamente la creatividad es vista como una
cualidad indeseable que tiende a “perturbar” la rutina y que atenta contra la autoridad del
jefe, pensamiento típico de organizaciones y sociedades que en la actualidad se están
quedando rezagadas. El líder ahí juega un papel primordial de inspirar gente dinámica,
entusiasta, emprendedora, innovadora y libre pensadora, que se atrevan a concebir una
situación o un problema de manera diferente y a actuar para que así sea, y no personas
conformistas cuyo único propósito en mente es mantener de manera vitalicia una posición
o puesto de trabajo, sin importarles lo que suceda a su alrededor.
Así mismo, a nivel individual las personas hemos aprendido a lo largo de nuestra vida
algunos hábitos erróneos de comportamiento que nos caracterizan en nuestro diario vivir,
los cuales se nos dificulta cambiar, pues hemos grabado el paradigma que así es como
hemos sido y es así como seguiremos siendo. Al respecto dice Wayne Dyer, “tú eres lo que
elegiste ser hoy en día, no lo que antes elegiste ser; sin embargo, confórmate con el yo soy
y nunca tendrás que trabajar para intentar un cambio”. Complementario a ello, Walter
Doyle afirma, “los seres humanos al cambiar los aspectos internos de sus mentes, pueden
cambiar los aspectos externos de sus vidas”.
Para ilustrar mejor lo anterior, transcribo la siguiente historia que nos describe cómo nace
un paradigma. Un grupo de científicos colocó cinco monos en una jaula, en cuyo centro
pusieron una escalera y, sobre ella, un montón de bananas. Cuando un mono subía la
escalera para agarrar las bananas, los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los
que quedaban en el suelo. Después de algún tiempo, cuando un mono iba a subir la
escalera, los otros lo agarraban a palos. Pasado algún tiempo más, ningún mono subía la
escalera, a pesar de la tentación de las bananas. Entonces, los científicos sustituyeron uno
de los monos. La primera cosa que hizo fue subir la escalera, siendo rápidamente bajado
por los otros, quienes le pegaron. Después de algunas palizas, el nuevo integrante del
grupo ya no subió más la escalera. Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo. El
primer sustituto participó con entusiasmo de la paliza al novato. Un tercero fue cambiado,
y se repitió el hecho. El cuarto y, finalmente, el último de los veteranos fue sustituido. Los
científicos quedaron entonces con un grupo de cinco monos que, aún cuando nunca
recibieron un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a las
bananas. Si fuese posible preguntar a alguno de ellos por agredían a quien intentase subir
la escalera, con certeza la respuesta sería: “No sé, las cosas aquí siempre se han hecho
así." Valga la oportunidad para que nos preguntemos por qué estamos haciendo las cosas
de una manera, si de pronto las podemos hacer de otra mucho mejor?; o qué estaríamos
dispuestos a hacer para transformar aquello de lo que tanto nos quejamos o de lo que
tanto lamentamos?.
Comunicación
La comunicación es el medio que se utiliza para unir, dirigir, guiar o coordinar al grupo.
Ahora bien, para que la comunicación sea un factor determinante del éxito en el ejercicio
del liderazgo, hay que tener en cuenta que ésta debe ser una comunicación efectiva y
afectiva. “Allí, es donde está el secreto y la magia de la comunicación y es donde puede
lograr los resultados del mensaje que se desea trasmitir. Una comunicación afectiva es
sencillamente aquella que es capaz de llegar al corazón del oyente y hace que éste tome
una posición o se encamine hacia un fin esperado”.[8]
Un líder puede contar con todos los elementos aquí descritos, pero si no sabe relacionarse
con los demás, si no mantiene un buen trato con la gente, termina quedándose solo, o con
aquellas personas que le siguen más por temor o simple obediencia que por convicción,
gusto y voluntad de ser un “coequipero” en la causa emprendida. El líder, al comunicar
significados, crea una comunidad de aprendizaje y ello, a su vez, constituye una
organización eficaz. Las relaciones humanas en general, y la comunicación clara, oportuna,
franca y cordial son factores claves de la productividad de la organización y de la gestación
de un ambiente de trabajo amable, que a su vez propicie las condiciones para un
verdadero trabajo en equipo, entendido éste como el conjunto de personas
comprometidas y con sentido de pertenencia, que interactúan entre si y realizan un
trabajo colectivo en forma organizada para lograr objetivos comunes.
De ahí, que la crítica constructiva y la comunicación asertiva sean determinantes en el
desempeño de las personas y por ende, de una organización o grupo. Para que se dé la
primera, debe prevalecer la franca preocupación para que el otro mejore, y su actuación y
comportamiento se vean reflejados en el crecimiento organizacional, en ningún momento
se trata de una crítica con el único objetivo de acusar y de perjudicar a la otra persona o
grupo. La asertividad por su parte tiene lugar cuando la persona es capaz de saber
expresar sus sentimientos, pensamientos y deseos de una forma eficaz, sin negar o
desconsiderar los de los demás y sin crear o sentir vergüenza. Esta clase de actitudes del
líder para con los miembros de su equipo u organización, sumado al ejemplo que da con la
acción buscando el bienestar común, es lo que genera la denominada empatía y el
llamado carisma ante los demás.
¿El líder nace o se hace?
Para finalizar este artículo, intentaremos dar respuesta a este interrogante muy
frecuentemente planteado; si bien es cierto, hay personas con una mayor aptitud o
disposición hacia el ejercicio del liderazgo que otras, la respuesta es que cualquier persona
lo puede ejercer, porque como ser humano tiene las condiciones para ello, en la medida
en que tenga voluntad de hacerlo con compromiso, entusiasmo y con el mejor ánimo de
servir.
Además, se asegura que el liderazgo parece consistir en el dominio de unas habilidades
que la mayoría posee, pero que sólo una minoría usa. Pero es algo que cualquiera puede
aprender y enseñar y que a nadie se le niega. De igual manera, hay muchos autores que
coinciden en afirmar que, hoy sabemos que los líderes no nacen con la predisposición
para serlo, puesto que gran parte de los rasgos que caracterizan a una persona no son
innatos, sino adquiridos, es decir aprendidos.
En 1980, el periódico Harvard Business Review, examinó 15 artículos escritos sobre el
liderazgo bajo el título: Paths Towards Personal Progress: Leaders are Made, Not Born
(Caminos hacia el progreso personal: los líderes se hacen, no nacen). “Dicho artículo
explica, que al igual que un cirujano, un astronauta o un orador, el dirigente se hace, no
nace. Independientemente de que existan individuos con combinaciones de dones y
capacidades para guiar las acciones de otras personas, es más común la ocurrencia de un
proceso de ascenso donde una característica fundamental es la aptitud para el liderazgo.
La aptitud para el liderazgo es una habilidad potencial con una gran fuerza motivadora
que exige de una disciplina personal para su total desarrollo”. [9]
Considero que es en la escuela donde se deben sembrar las semillas del liderazgo en los
ámbitos político, científico, artístico, empresarial, etc.; lo que ocurre es que
desafortunadamente en la escuela, sin querer, se termina mitificando a los grandes
líderes, al centrar el proceso de enseñanza en sus logros, obras, inventos,
descubrimientos, y realizaciones en general, pero poco o nada se hace detenimiento en
sus valores y actitudes humanas, representados en la vocación de servicio, en la disciplina,
la pasión, la convicción, la apertura mental, los sueños, etc., que fueron los factores claves
que los pusieron en seria marcha hacia el cumplimiento de sus propósitos. Pienso que si
educáramos más conscientemente desde esta clase de “cimientos”, Colombia tendría en
sus políticos y dirigentes, líderes auténticos que trabajen por un bienestar colectivo y por
un crecimiento de la nación, también nos rodearían más artistas, más empresarios, más
científicos, etc., y en general tendríamos un país mejor, en el que pudiéramos convivir en
medio de la paz y de la prosperidad, misión que está en nuestras manos hacer realidad!!!
* Resumen de la conferencia dictada en el “Seminario de Liderazgo Colectivo”, realizado
los días 27 y 28 de junio de 2002 en el municipio de Santa Rosa, Boyacá. Evento
organizado por la Escuela Nacional de Policía, Seccional Rafael Reyes. Esta conferencia
recoge en buena parte lo aprendido en la organización Liderar Universitario de Popayán,
Colombia.
[1] ALFONSO, Ileana, ALVERO Yoandra y TILLÁN Sahilyn. Artículo: “Liderazgo: un concepto
que perdura”.
[2] SERRANO Raul. Artículo: “Re-formulación del fenómeno del liderazgo. ISD Consultores.
[3] ARRIETA MORALES Miguel. Artículo: “Funciones básicas del liderazgo”.
[4] Citado por José de J. Bobadilla Vargas en su artículo: “Educar las emociones: un lugar
para los sueños”. Página de internet: www.jjbobadilla.com
[5] CASTILLO SÁNCHEZ, Mauricio. Manual para la Formación de Investigadores.
Cooperativa Editorial Magisterio. Bogotá, Colombia, 1999.
[6] SCHLORED Valerie y BROWN Pam. MARTÍN LUTHER KING. Colección Genios de la
Humanidad. Editorial Abril Cinco. Colombia, 1994.
[7] BROWN Pam. Ludwig van BEETHOVEN. Colección Genios de la Humanidad. Editorial
Abril Cinco. Colombia, 1993.
[8] BOBADILLA VARGAS José de J. Artículo: “Comunicación y Éxito”. Página de internet:
www.jjbobadilla.com
[9] Tomado del artículo: “Liderazgo: un concepto que perdura”, escrito por Ileana Regla
Alfonso Sánchez,1 Yoandra Alvero Pérez2 y Sahilyn Tillán Gómez2
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