Ignacio Fernández Candela

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Ignacio Fernández Candela
Escritor-Crítico--Consejero Editorial-Pintor
LXXII- Querella por injuria, difamación y calumnia contra responsables
de Espejo Público-Antena3 Televisión
Política Nacional, 15/12/2012
La campaña de acoso y derribo contra D. José María es del todo inadmisible y
habrá que tomar medidas porque muchos son los que creen que con él todo vale.
No es así.
En anterior ocasión avisé, a través de un comunicado, al muy sobrado Albert
Castillón del delito de difamación en que incurrió interpretando torticeramente un
informe de la Policía Judicial que exculpaba al empresario de tener conocimiento
sobre el paradero del dinero de los Pagarés. La necedad ignora las advertencias,
serias advertencias por la dignidad y el honor de un hombre tan vilipendiado
sectariamente ante la opinión pública.
En esta ocasión, D. José María ha dado instrucciones para erradicar esta lacra de la mentira encadenada tan lucrativa y
deleznable. Al final de este texto se verán las consecuencias de tanta estulticia televisiva... pero vayamos por partes.
Durante mucho tiempo he intentado entender las muchas maniobras que Marta González ha ejecutado en contra de D. José
María. No es casualidad que las apariciones de la susodicha siempre contengan una historia nueva que contar, aunque esté
nutrida de falacias y estrambóticas declaraciones sobre las supuestas excentricidades de un hombre serio de empresa y audaz
financiero con poco tiempo para juegos, pasiones, aficiones o amoríos.
Marta González representa el parasitismo desintegrador de la persona propia que arrastra a entidades ajenas desde su mundo
desequilibrado. No obstante la circunstancial tensión desintegra en el alma lo que en cuerpo no es capaz de soportar con una
mente proclive a la autodestrucción y a la desintegración de los semejantes que la han tratado. La situación podría exculparla y
disculpar los exabruptos, incluso con la gravedad de la manipulación. Está por ver.
La imagen que pretende dar de D. José María es completamente falseada, burda, incomprensiblemente creíble, con
declaraciones animosamente miserables y subvencionadas por un personaje absolutamente maligno que se acercó como una
víbora al empresario en la misma época de las elecciones europeas. La serpiente que anda moviendo las cuerdas por detrás
es un ser facineroso, grotesco y con tendencia a la payasada emperifollada que está pagando las intervenciones de la
necesitada Marta, capaz de soltar cualquier embuste con tal de hacerse con un dinero tan necesario como deshonestamente
ganado.
Todo lo que llega de la víbora que aprovecha las necesidades de la valenciana, es de una ponzoña nauseabunda y vive del
cuento de la conspiración, de la verborrea ridícula, del título de la sangre azul convertida en líquido correoso, de la vaguería y
la traición contra su propia familia y la codicia contra los generosos que la trataron un día sin advertir su carácter inmundo. Es
un ser dañino cuya única ambición es una resentida desfachatez por recuperar el respeto que se pierde a sí misma cada
amanecer en que abre los ojos para cegarse de egoísmo, ambición insana e interés manipulador.
No es extraño que Marta González cayera en las garras de una buscona infecta, cuyo saldo de vida es un daño permanente al
prójimo pareciendo lo más aproximado a un muerto viviente: inconsciente de humanidad y ávida de mala sangre.
La ex-delegada de Valencia, pagada para interpretar el papel de amante-falsa- despechada y arremeter contra D. José María
con cuantas ocurrencias sean dignas de cobro televisivo, comenzó a trabajar con el empresario cuando, junto a su madre, se
arrimaron durante las Elecciones al Parlamento Europeo buscando ese dinero fácil que era el don del trabajo efectivo que
siempre caracterizó al genio de la empresa y las finanzas. Marta oculta ladinamente que D. José María siempre pagaba las
sendas hipotecas de estas mujeres. Además, acudían muy a menudo en busca de pitanza pecuniaria que continuamente
satisfizo con una generosidad tan afín al carácter de él.
Marta González esconde que fue echada de Nueva Rumasa por cuestiones que ella sabe. De igual modo que un chófer ocultó
que recibió un piso, los desagradecidos son todos aquellos que como rémoras pretenden seguir sacando cuartos con ese
desparpajo de lo majadero que acostumbra a ridiculizarse en busca de dinero. Una auténtica prostitución a la carta televisiva.
Existe una campaña de desprestigio continuado contra D. José María, el hombre que conozco y que nada tiene que ver con la
imagen que pretende socavar su nombre ante la opinión pública. Los necios asocian su valentía y coraje por
montar conscientemente un espectáculo para denunciar el Sistema corrupto y conchabado que le expropió delictivamente su
patrimonio, con su labor inconmensurable en la empresa y la banca que le saquearon a punta de metralleta.
Los hipócritas le acusan, con el dedo con que se hurgan las entrometidas narices, de tener una deuda con el fisco de 250
millones de euros y ningún digno memoriado recuerda que le saquearon delictivamente un patrimonio valorado por
retasaciones en 18.000 millones de euros. ¡Cuánta envidiosa infamia de tanto mediocre que apesta a cinismo vomitivo! Acusan
de delinquir a quien dejaron en absoluta indefensión antes y después de ser exculpado de toda imputación por los pretextos de
tanta sanguijuela que se apropió de su trabajo.
José María Ruiz-Mateos no es un estafador sino un luchador único que no se arredró y peleó contra una maquinaria infame
con rúbrica estatal; lidió por sus derechos frente a la estafa gubernamental que le convirtió en enemigo público Nº1 siendo
inocente, como demuestra su exculpación de imputaciones en 1996. Otra cuestión es lo de Nueva Rumasa, de cuyas
consecuencias negativas no es, lo diré siempre, el responsable.
Estoy por asegurar, en este país de vergüenza que da asco en su histórica falsedad y evidente corrupción generalizada, que D.
José María hubiera sido más respetado si hubiera pasado a sangre y fuego a tanto hijo de Satanás que ha vivido muy bien a
costa de la demagogia, del sectarismo y de la excusa política para mangonear, a golpe de decreto ley, lo que fue una vulgar
acción delictiva llevada a cabo por una banda de míseros maleantes que se aseguró la impunidad politizando la Justicia.
Es fácil no respetar a quien no guarda rencor ni odio contra quienes le destrozaron la vida. Es muy sencillo ridiculizar a quien
antepone a Dios por encima de toda ambición personal o vanidad. Es miserablemente fácil hacerse pasar por amante, falsa
amante, de quien dedicó toda su vida a sus semejantes creando empleo y generando riqueza para que se la esquilmaran
alimañas de la política, de la banca, de la judicatura en un país de infectos aprovechados.
Es harto sencillo vituperar a un hombre que actúa de corazón y muestra su carácter verdadero para que ignorantes de tres al
cuarto manchen su buen nombre cuando solo desea responder por cuantos depositaron su confianza en él sin haber generado
problemas. De trabajo diario y denodado es la búsqueda de respuestas para solventar el drama de los Pagarés.
Es de un simplismo nauseabundo decir que ganó dinero trabajando y también estafando, sin considerar la canallada delictiva
de una expropiación salvaje contra la que siempre se defendió, a sabiendas de que las gentuzas "honorables" seguían en
posesión de las riendas de un país al que terminaron saqueando en conjunto.
250 millones comparados con los 18.000 millones robados por forajidos impunes. D. José María tenía razón cuando decía
que primero le devolvieran lo suyo y que después echarían cuentas. En tanto sus impuestos eran las decenas de miles de
millones de pesetas que entregó en obras benéficas. En España hay mucha inmundicia. Verdades lanzó D. José María a la
cara de la falsedad que pretende honorabilidad en una España asqueante; justicia, la verdadera, sería una vez cobrara lo que
es suyo y por legitimidad absoluta después de haber demostrado su inocencia por las imputaciones que una panda de
atracadores pretendió colgarle siendo absuelto.
La historia de toda una vida que protagoniza D. José María no tiene parangón en ningún país del mundo, pues solo en este
país se es capaz de tanta hipocresía, resentimiento sin causa, envidias de lo vulgar, codicias de lo majadero y pactos de
silencio dirigidos por cretinos capaces de multiplicar los efectos en todos aquellos que, por no admirar una inmensa obra
profesional , atacan el trabajo de la genialidad ajena y muestran sus miserias personales mirando con recelo lo que jamás han
podido hacer propio.
Dinero es dinero; así es normal que aparezca tanto crítico y manipulador pretendiendo denostar el nombre del empresario.
Majaderos los hay de toda condición.
Después del programa de Espejo Público atribuyendo cartas haciéndose pasar por mujer con el objetivo de la extorsión, solo
cabe el anuncio de una querella por delito de injurias y difamación contra Marta González, Susanna Griso, Albert Castillón y la
directora del programa por ser absolutamente falaces las pruebas, argumentaciones, y radicalmente falsas esas misivas.
Por último, deseo hacer mención del artículo 197 del Código Penal, ya que en Espejo Público y a través de Marta González se
habría incurrido en un delito penado con prisión de 1 a 4 años. Eso de ser cierto que D. José María escribió tan burdas
cartas-que niega severa y taxativamente haber redactado-, ya de por sí el delito tendría graves consecuencias penales. Por los
de injurias, calumnias y difamación públicas, que es la querella que se va a cursar, también conllevan pena. Sí o sí.
Como dice Begoña, su padre es una bellísima persona más allá de todas las viles componendas para dañar su imagen pública;
toda su vida entregada a sus semejantes y cargado con la cruz de las mentiras aprovechando que su genial forma de ser le
hizo tomarse con humor su lucha contra la corrupción que le saqueó una vida. De no ser por su sano sentido del humor no
hubiera soportado un viacrucis permanente contra su persona que él toma con mayúscula resignación pero YA en el hartazgo
de la ofensa ahora que creen al coloso en indefensión. Se equivocan.
Artículo197.
1. El que, para descubrir los secretos o vulnerar la intimidad de otro, sin su consentimiento, se apodere de sus papeles, cartas,
mensajes de correo electrónico o cualesquiera otros documentos o efectos personales o intercepte sus telecomunicaciones o
utilice artificios técnicos de escucha, transmisión, grabación o reproducción del sonido o de la imagen, o de cualquier otra señal
de comunicación, será castigado con las penas de prisión de uno a cuatro años y multa de doce a veinticuatro meses.
4. Se impondrá la pena de prisión de dos a cinco años si se difunden, revelan o ceden a terceros los datos o hechos
descubiertos o las imágenes captadas a que se refieren los números anteriores.
Qué mala sugerencia es la ligereza de los ignorantes.
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