Sergio Cesaratto - ALCA

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Por qué Krugman no me convence
Sergio Cesaratto
Tomado de http://www.econ-pol.unisi.it/blog/?p=1786
Blog del Departamento de Economía Política de la Universidad de Siena
En una discusión anterior en este blog, Massimo D’Antoni me pidió que explicara por
qué me indignaba tanto con Krugman, Stiglitz y hoc genus omne (y toda esa gente). El
hecho de que se haya publicado la referencia al artículo de Krugman en el NYT me da
la oportunidad para dar una respuesta.
Mientras tanto, las viñetas adjuntas al artículo eran mejores que el texto, en particular la
que se refería a Blanchard, Lucas y Bernanke; además quizá alguien habría debido
justificarse en el blog con los estudiantes porque hace años se impuso (sic) también a
los docentes que no pertenecían al coro la adopción del texto tóxico de Blanchard en vez
de los muchos textos italianos de macro bastante más claros y objetivos.
Me parece, en primer lugar, que la acusación de Krugman a los economistas por
“utilizar demasiadas la matemáticas” es bastante banal. Me recuerda mucho a aquella
salida elusiva que se atribuye a Salieri en Amadeus, la película de Forman sobre
Mozart. Salieri, enfrentado al requerimiento del emperador austriaco de que justificara
la crítica de una obra de Mozart, respondió: “Demasiadas notas”. Una respuesta banal
¿no es cierto? Recuerdo que, desafortunadamente, un economista por cuyo papel civil e
intelectual tengo un enorme respeto, Federico Caffè, también acusó a Sraffa de ser
“demasiado abstracto”. ¿Qué significa demasiadas matemáticas o demasiada
abstracción? Lo que se debe examinar es la esencia, no la cantidad de matemáticas, la
relevancia empírica y la coherencia lógico-económica de las teorías. La relevancia y la
coherencia no se miden en centenas o kilos de matemáticas. Los problemas importantes
de la teoría sraffiana requieren una buena cantidad de matemáticas. Cuando yo era
estudiante, el examen de economía matemática era un examen sobre los modelos de
Leontief y Sraffa.
El punto es que la economía neoclásica que práctica Krugman es lógicamente
incoherente “sea cual sea la cantidad de matemáticas que se utilice”.
Y, además, ¡desde qué púlpito escribe Krugman! No es la Nueva Geografía Económica
de Krugman sólo un ejercicio en el que unas pocas ideas triviales se traducen en
modelos matemáticos más o menos complejos totalmente inútiles para quien desee
entender seriamente los procesos de crecimiento? Pero, de nuevo, no me molesto con
las matemáticas, sino con la esencia, poca o ninguna, de esta basura, y me voy a leer a
Braudel, a Wellerstein o a los mercantilistas (gente lista esta) como lo hago ahora.
Como también se sabe, Krugman es un firme defensor de los teoremas neoclásicos del
comercio internacional (que Steedman y Sergio Parrinello, personas que conocen bien
las matemáticas, han demostrado que son falsos).
Pero vamos a Keynes. Tanto los economistas de agua salada como los de agua dulce,
para utilizar la clasificación de Krugman, son neoclásicos. Creen que la economía tiende
al pleno empleo si no hay rigideces. Los nuevos economistas keynesianos creían
explicar el desempleo en términos de rigideces, más o menos plausibles (¿recuerdan los
costos del menú?). Keynes rechazó claramente la idea de que el desempleo se debía a
las rigideces. El punto central de la Teoría General concierne a la relación entre ahorro e
inversión, a la idea de que es la abundancia relativa de ahorro con respecto a las
decisiones de inversión de los empresarios la que genera las depresiones. Krugman no
hace ninguna referencia en este sentido, como tampoco la ha hecho el resto de toda esa
gente en sus escritos de los últimos meses. Ahora sabemos que no hay una curva
decreciente de demanda de un “factor de producción” llamado “capital”, ¿no es cierto?
Keynes tenía toda la razón.
Lo que nos suministra Krugman es sólo una referencia al comportamiento irracional de
los mercados financieros: Si sólo hubiese un comportamiento un poco menos estúpido y
más “racionalidad” se tendría asegurada la estabilidad del capitalismo. Pero ¿cómo? No
hace ninguna menciona al papel de las burbujas en el sostenimiento –estúpido, es
cierto– de la demanda agregada en la economía estadounidense (pero aquí remito a mi
ensayo Ahora todos keynesianos, si parva licet componere magnis, si no les parece
desproporcionada la comparación). No hace ninguna mención a la obra de centenares de
economistas verdaderamente keynesianos, Minsky a la cabeza, en este sentido. No hace
ninguna mención a las consecuencias de los cambios en la distribución del ingreso en
detrimento del trabajo sobre la demanda. Estarán de acuerdo conmigo en que para
Krugman y compañía éste sería otro planeta. Distribución del ingreso y demanda
efectiva: ¿acaso somos comunistas?
Que esta gente, a la que no doy ni siquiera el beneficio de la buena fe, todavía tenga el
coraje de presentarse en público es verdaderamente irritante. Por otra parte, se sabe que
el Nobel lo otorga el Banco de Suecia y el Sr. Lindbeck, un nuevo keynesiano de los
peores, no la Academia Real de Ciencias, y con la oposición de la familia Nobel (los
únicos datos premios que dio la Academia a los economistas los otorgó a Keynes y
luego a Sraffa).
En suma, (a) las matemáticas nada tienen que ver y no quiero convertir mi caso en la
venganza de la frustración porque otros saben más matemáticas. El problema es si las
matemáticas se aplican o no en análisis relevantes y económicamente coherentes
(lamentablemente, muchos heterodoxos también consideran que el asunto es de
"demasiadas notas", como los Post-Autistas); (b) el problema de la crisis no es la
irracionalidad de los mercados financieros (que Keynes no trajo a colación a este
respecto), sino el problema de la demanda efectiva en el capitalismo (Rosa Luxemburgo
y Kalecki son más interesantes al respecto, no lo creen?).
¿Por qué no abandonamos todos a la vez la teoría neoclásica en todas sus versiones y
comenzamos seriamente a refundar la economía política? Nuestra universidad podría
tomar valerosamente esta decisión: enseñarla, pero señalando que no la considera la más
relevante. Qué tontería que los heterodoxos de los dos departamentos de economía de
Siena se hayan divido, ¡la línea divisoria debería ser muy diferente, entre los apologistas
amamantados por la falsa ciencia y la economía política! Se trataría de enseñar un plan
de estudios muy riguroso, con muchas matemáticas, pero también con mucha historia,
análisis de políticas, problemas de género, etc. Tiene razón quien de buena fe denuncia
que si la economía se convierte sólo en un gimnasio de matemáticas y de modelitos de
esoteria econométrica por obra de quienes no saben absolutamente nada de economía se
transforma en una ciencia tan árida como lo es en realidad, y esto también es válido para
algunos sraffianos. Como dijo Marshall, las matemáticas pueden servir para comprobar
la coherencia lógica del razonamiento, pero este nace en términos verbales y al final se
debe expresar en términos verbales (de modo que incluso los no matemáticos puedas
apreciar la coherencia y la relevancia). El plan de estudios pondría así en los márgenes
(sic) a lo que parecería entonces a los estudiantes una teoría extraña totalmente
irrelevante para explicar la realidad: la teoría marginalista. Tendríamos que empezar
desde el próximo concurso: por ejemplo, pidamos trabajos sobre Kaldor y demos un
puntaje igual a cero a las publicaciones que consistan en modelos irrelevantes,
independientemente de la revista. ¿Por qué no iniciamos en Siena una reacción más
seria y radical que la de Krugman, la cual francamente es deprimente?
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